Congreso Nacional 6-8 de noviembre de 2014 Programa Educacional LVI de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia XXX de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia Congreso Nacional © Copyright 2014. ARÁN EDICIONES, S.L. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, transmitida en ninguna forma o medio alguno, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabaciones o cualquier sistema de recuperación de almacenaje de información, sin la autorización por escrito del titular del Copyright. La Editorial declina toda responsabilidad sobre el contenido de los artículos que aparezcan en esta publicación. ARÁN EDICIONES, S.L. 28006 MADRID - Castelló, 128, 1.º - Telf.: 91 782 00 35 - Fax: 91 561 57 87 e-mail: [email protected] - http://www.grupoaran.com Programa educacional Coordinadores: José Rafael Cabrera Marín (SEHH) Servicio de Hematología y Hemoterapia. Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda. Madrid Luis Javier García Frade (SETH) Servicio de Hematología y Hemoterapia. Hospital Universitario Río Hortega. Valladolid Sumario Anemia de los procesos crónicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Guillermo A. Martín Núñez Indicaciones del trasplante alogénico. Selección del donante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jorge Gayoso Cruz 12 Heterogeneidad y evolución clonal en leucemias: herramientas diagnósticas e implicaciones clínicas . Margarita Sánchez-Beato Gómez 15 El camino hacia la curación de la leucemia mieloide crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Juan Luis Steegmann Olmedillas Diffuse large B-cell lymphoma, diagnostic algorithms . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . M. A. Piris, S. Montes-Moreno 22 Gammapatía monoclonal de significado incierto y mieloma múltiple asintomático. Diagnóstico e implicación terapéutica del riesgo de progresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Laura Rosiñol, Carlos Fernández de Larrea, María Teresa Cibeira, Joan Bladé Nuevos componentes sanguíneos en el siglo xxi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 M. A. Pérez, J. Monge Nuevos anticoagulantes orales en la enfermedad tromboembólica venosa . . . . . . . . . . . . . . . 41 Jordi Fontcuberta Bog Trombocitopenia en el paciente hospitalizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 L. J. García Frade, B. Cidoncha, O. Gutiérrez, S. Urrutia Factor XI: hemostasia y trombosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Javier Rodríguez Martorell 50 Anemia de los procesos crónicos Guillermo A. Martín Núñez Servicio de Hematología. Hospital Virgen del Puerto. Plasencia La anemia de los procesos crónicos (APC) se desarro‑ lla en respuesta a una enfermedad sistémica asociada a diferentes procesos (Tabla 1) especialmente infecciosos, tumorales y autoinmunes1. Se caracteriza por una activación del sistema mononu‑ clear fagocítico (SMF) con producción de citocinas proin‑ flamatorias, que generan un aumento de hepcidina, niveles de eritropoyetina (Epo) inadecuados, escasa respuesta de los progenitores eritroides a la misma y una superviven‑ cia acortada de los eritrocitos. Suele ser normomicrocítica, hiporregenerativa y con un patrón del metabolismo del hierro específico (Tabla 2) derivado de su fisiopatología. Cuadros anémicos similares se observan en otras situaciones clínicas sin que el proceso inflamatorio sea tan marcado, como en el envejecimiento2, en el fallo cardiaco o la insuficiencia hepática o renal, donde pro‑ bablemente se suman otros factores3. Es la anemia más frecuente después de la ferropénica verdadera, especialmente entre los pacientes hospitaliza‑ dos y con enfermedades crónicas. Fue caracterizada por Cartwright y Wintrobe en 1950, pero ya había sido des‑ crita a principios de los años treinta del siglo pasado4. En España, Pitaluga en 1922 la relaciona con enfermedades Tabla 1. Enfermedades asociadas a la anemia de procesos crónicos Infecciones (agudas o crónicas) Víricas Bacterianas Parasitarias Fúngicas Tumores Sólidos Hematológicos Inflamatorias-autoinmunes Artritis reumatoide Vasculitis Sarcoidosis Enfermedad inflamatoria intestinal Otras Enfermedad renal crónica Insuficiencia cardiaca crónica Envejecimiento Tabla 2. Parámetros del metabolismo del hierro que ayudan al diagnóstico diferencial entre la anemia de procesos crónicos (APC) y la anemia ferropénica (AF) AF APC APC + AF Sideremia Disminuida Disminuida Disminuida Transferrina Aumentada Normal o disminuida Disminuida Ferritina Disminuida Normal o aumentada Normal o reducida Saturación de transferrina Disminuida Disminuida Disminuida Receptor soluble de la transferrina (sTFR) Aumentado Normal Normal o disminuido Alto (>2) Bajo (<1) Alto (>2) Disminuida Elevada Normal sTFR/log ferritina Hepcidina I5I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional infecciosas prevalentes en la época, tales como tuberculo‑ sis, paludismo o leishmaniasis5. Años después, en libros europeos clásicos, puede leerse el concepto etiopatogénico del proceso6. Sin embargo, no ha sido hasta principios del siglo xxi, con los trabajos de Tomas Ganz, cuando hemos comprendido mejor la homeostasis del hierro y el papel clave de la hepcidina en la etiopatogenia de la APC, per‑ mitiendo diseñar nuevos y esperanzadores tratamientos7. macrófagos, e interferón gamma a través de la activación de los linfocitos T. La IL-6 juega un papel central en la defensa del huésped estimulando diferentes poblaciones celulares. Entre sus múltiples funciones está la de ser un potente inductor de la síntesis de reactantes de fase aguda y de hepcidina en el hígado (Figura 1)9. La hepcidina es producida en el hígado en res‑ puesta a diferentes señales, tales como el nivel de hierro circulante, el grado de actividad eritropoyé‑ tica y la inflamación. Su síntesis está controlada principalmente a través de dos vías conocidas: Causas y etiopatogenia En la generación de la APC, como veremos, intervienen diversos factores, unos que disminuyen la producción eritroide y otros que acortan su vida media8: • Una regulada por el nivel de hierro, la BMP6/ SMAD, actuando la hemojuvelina como corre‑ ceptor (Figura 2), que parece ser el principal regulador fisiológico. • Otra inducida por las citocinas (principalmente IL-6) generadas durante los procesos inflamato‑ rios a través de la fosforilización de la vía STAT310. • Los componentes bioquímicos de la vía por la que influye la actividad eri‑ tropoyética se desconocen. Es posible que desde los precurso‑ res eritroides se secrete algún agente supresor de la síntesis de hepcidina cuando la eritro‑ poyesis esté incrementada. 1. Ferropenia funcional (FF) generada por el aumento de hepcidina. La hipoferremia es un dato omnipresente en todos los cuadros de APC. Su génesis deriva de la activación del SMF, que incrementa la producción de interleucina 6 (IL‑6), factor de necrosis tumoral alfa (TNFa) por los Figura 1. Interleucina 6 (IL-6). La IL-6 es una citocina pleiotrópica con efectos sobre diferentes órganos. Su producción excesiva, persistente y descontrolada, desencadena y desarrolla diversas enfermedades autoinmunes e inflamatorias. En el hepatocito induce la síntesis de proteínas de fase aguda, tales como: PCR, fibrinógeno, amiloide A y hepcidina, y reduce la producción de albúmina. Estos fenómenos se observan en la APC. Sobre la médula ósea estimula la maduración de megacariocitos y activa la célula madre hematopoyética. Además promueve la diferenciación de los osteoclastos, la angiogénesis, la proliferación de queratinocitos y de células mesangiales, así como de las células del mieloma y el plasmocitoma. Sobre los linfocitos B induce su deferenciación y producción de inmunoglobulinas. PCR es un excelente biomarcador de la inflamación y su expresión depende casi exclusivamente de IL-6, por lo que es utilizado para calibrar la supresión de la citocina por sus inhibidores (tocilizumab). Tomada de Tanaka T, et al.9 I6I La IL-6 actúa sobre el hepato‑ cito a través de un receptor espe‑ cífico (IL-6R) en colaboración con la proteína gp130 presente en la membrana, provocando su dimerización e iniciando la vía de señales intracelulares JAK/ STAT3, estimulando la síntesis de hepcidina6. La hepcidina se une a la ferroportina provocan‑ do su internalización y degra‑ dación y por tanto bloqueando la liberación del hierro desde el SMF, los hepatocitos y el ente‑ rocito. Este efecto disminuye el hierro disponible para la eritro‑ poyesis provocando que esta sea ferropénica, lo que denomina‑ mos ferropenia funcional (FF)11,12. La hepcidina también tiene importancia en otras enferme‑ dades en las cuales hasta ahora no se había considerado. Así, en la enfermedad hepática crónica está disminuida por síntesis insuficiente, mientras LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional 4. Vida media eritrocitaria acortada. Un cier‑ to grado de este fenómeno también contribuye a la génesis de APC. No hay estudios directos sobre el mecanismo que lo genera. Probablemen‑ te dependa de la enfermedad causante y varía desde incrementos en la eritrofagocitosis hasta estrés oxidativo o fenómenos autoinmunes, que frecuentemente son la base de las enfermedades en las que se observa este tipo de anemia. que en la enfermedad renal crónica está aumenta‑ da, entre otros factores, por la dificultad para ser eliminada y degradada por el glomérulo y el túbulo proximal4, lo que contribuye en parte a la génesis de la anemia observada en estos enfermos. 2. Producción reducida de EPO. En condiciones fisiológicas normales los niveles de Epo se corre‑ lacionan inversamente con los de hemoglobina y con la oxigenación tisular. Sin embargo, en la APC la respuesta a esos estímulos es insuficien‑ te y como consecuencia la producción de EPO es inadecuada para el grado de anemia. Se conside‑ ra que IL-1 y TNFa son los responsables de este desequilibrio. 3. Proliferación y diferenciación disminuida de los progenitores eritroides en la médula ósea. Parece que este efecto inhibitorio es generado por el interferón gamma producido por los linfocitos T. En cada entidad, estos mecanismos descritos, comu‑ nes a todas las APC, pueden predominar uno u otro, e incluso quedar solapados por el de la enfermedad que la desencadena. Manifestaciones clínicas Como en toda anemia, las manifestaciones clínicas dependen de diversos factores, como la edad y estado Figura 2. Síntesis de la hepcidina. Las vías de señales principales conocidas, que regulan la producción de hepcidina en el hepatocito son BMP-SMAD e IL6-JAK-STAT. El hierro extracelular está unido a la transferrina y cuando se une al receptor de la transferrina 1 (TfR1), HFE-TfR2 envía una señal al complejo receptor BMP, que conjuntamente con hemojuvelina (HjV) potencia el señalamiento de BMP-SMAD, siendo esta la vía fisiológica principal. Durante los procesos inflamatorios la producción de IL-6 activa la vía JAK-STAT3 a través de su unión a su receptor, provocando una serie de fenómenos de fosforilización de STAT3, que desencadenan el estímulo del gen de la hepcidina y su producción. BMP, bone morphogenic protein; SMAD, sons of mothers against decapentaplegic. Tomada de Cangat N et al.12 I7I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional físico del paciente, la causa, la intensidad y la velocidad con la que se desarrolla. En general suele ser leve y de lenta instauración, por tanto, bien tolerada. En muchas ocasiones la clínica viene condicionada por la enferme‑ dad subyacente13. Los síntomas generalmente suelen reflejar el grado de actividad inflamatoria del proceso causal, por lo que astenia, anorexia, fiebre, sudoración profusa, pérdida de peso, etc. son síntomas frecuentes en estos pacientes. La exploración física no es específica, pero puede ser orientativa de la etiología. El estudio de la médula ósea en raras ocasiones es nece‑ sario, pero si así fuese, descartaría otros procesos (presen‑ cia de parásitos, síndromes mielodisplásicos, infiltración tumoral, etc.) y permitiría confirmar mediante la tinción de Perls que los macrófagos contienen cantidades norma‑ les o elevadas de hierro, con incorporación disminuida a los eritroblastos (sideroblastos disminuidos). La determinación de la eritropoyetina puede ser útil para confirmar el grado de producción insuficiente, al ser anormalmente normal en relación con la intensidad de anemia. Además, puede tener valor predictivo respecto a la respuesta al tratamiento con agentes estimuladores de la eritropoyesis (AEE). Sin embargo su determinación no es estrictamente necesaria16. La cuantificación de hepcidina podría jugar un papel en el diagnóstico y control evolutivo de la APC, pero toda‑ vía hay problemas con la validación del método, el esta‑ blecimiento de rangos de normalidad, etc. Parece que la técnica de ELISA en suero se impondrá, si bien los resultados necesitan ser evaluados cuidadosamente8,12. Datos de laboratorio La anemia es de severidad variable, en general leve-mo‑ derada. Suele ser normocítica e hipocroma, aunque pue‑ de también ser microcítica e hipocroma, sobre todo en los casos más crónicos e intensos, o cuando se acom‑ pañan de ferropenias verdaderas. Raramente el VCM es inferior a 70 fl14. El recuento reticulocitario suele ser bajo para el grado de anemia, reflejo del carácter hipoproliferativo del pro‑ ceso. Los nuevos parámetros hematimétricos, como el conte‑ nido de hemoglobina de los reticulocitos (CHr) y el por‑ centaje de hematíes hipocromos (% HYPO), ponen de manifiesto la eritropoyesis ferropénica, pero tienen más valor para detectar precozmente una mejoría espontá‑ nea o una respuesta al tratamiento que para orientar el diagnóstico inicial15. La morfología de la sangre periférica no muestra caracte‑ rísticas específicas, pero es útil para excluir otras causas. La hipocromía, los hematíes “en pilas de moneda”, fruto de la hiperproteinemia, etc., son hallazgos frecuentes. El resto del hemograma suele mostrarse reactivo, con neutrofilia, monocitosis y trombocitosis de intensidad variable. Se acompaña de incremento en otros reactantes de fase aguda generados por las citocinas inflamatorias (IL-6) tales como PCR, fibrinógeno y aumento de la velocidad de sedimentación globular (VSG)9. El patrón del metabolismo del hierro es muy caracte‑ rístico y aporta datos relevantes para el diagnóstico (Tabla 2), poniendo de manifiesto una eritropoyesis ferropénica con incremento de los depósitos de hierro (FF). En consecuencia, aunque la concentración de ferri‑ tina sérica suele estar elevada, al ser un reactante de fase aguda, puede no ser un indicador real de los depósitos de hierro en estos casos. Establecer si hay una ferro‑ penia verdadera concomitante es un dato importante por las implicaciones diagnósticas y terapéuticas que se derivan. Para intentar clarificarlo, la cuantificación del receptor soluble de la transferrina (sTfR) por sí solo, o su cociente con el logaritmo de la ferritina sérica, pueden ser muy útiles (índice TfR/ferritina = sTfR/log ferritina: <1 sugiere APC y >2 sugiere deficiencia verdadera de hierro). Diagnóstico El diagnóstico se basa, como primer paso, en la histo‑ ria clínica y la exploración correctamente realizadas, seguido del estudio del hemograma y de algunos datos bioquímicos básicos (creatinina, perfil hepático y LDH, proteínas totales y proteinograma, etc.). La cuantifica‑ ción de los reticulocitos y la observación de la mor‑ fología eritrocitaria, junto con la interpretación de los parámetros de metabolismo del hierro, que hemos comentado, completan los pasos iniciales. Siguiendo cualquiera de los algoritmos diagnósticos clásicos, que parten del volumen eritrocitario (VCM), no encontra‑ remos dificultad para lograr el diagnóstico. Como hemos comentado es importante establecer si otras carencias están presentes: ferropenia verdadera, déficit de vitamina B12, folato, cobre, hipotiroidismo, etc. En un futuro la determinación de la IL-6 y de la hep‑ cidina probablemente contribuirá a esclarecer con más seguridad los casos dudosos. El estudio de la médula ósea siempre es un recurso diagnóstico eficiente que puede ser definitivo. Opciones terapéuticas La APC en general es leve y bien tolerada; por tanto, la mayoría de los pacientes no requieren tratamiento. Muchos de los síntomas son debidos al proceso causal, e independientes del síndrome anémico. Aunque algunos estudios consideran que la APC es un factor de mal pronóstico y que su corrección lo mejoraría1,8, otros consideran que la APC es un mecanis‑ mo adaptativo del organismo generado como defensa del paciente y que es beneficioso para ellos (p. ej. en I8I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional las infecciones bacterianas al impedir el crecimiento de los microorganismos)17,18, por lo que sugieren prudencia con las actitudes terapéuticas. El primer objetivo será tratar la causa desencadenan‑ te: inflamatoria, infecciosa o tumoral. Si son tratables y responden, la evolución de la anemia será un reflejo de la de la enfermedad que la genera. Cuando la causa no se conoce o no es tratable, debe‑ mos valorar una serie de parámetros antes de decidirnos a iniciar un tratamiento para la anemia y cuál podría ser el más eficiente: la edad, la presencia de comorbilidades, la evolución y pronóstico de la enfermedad de base, así como el entorno social y la colaboración del paciente, nos ayudarán a sopesar los riesgos frente a los benefi‑ cios potenciales. Debemos descartar y tratar en su caso otras defi‑ ciencias concomitantes muy frecuentes en este tipo de pacientes y cuyo tratamiento puede mejorar el cuadro anémico evitando otras terapias. Cuando la anemia sea más intensa y sintomática y/o pueda complicar el curso de patologías previas, los pacientes deberían ser considerados para alguno de los tratamientos disponibles, que podríamos agrupar en convencionales (hemoterapia, ferroterapia y agentes estimuladores de la eritropoyesis) y en otros nuevos dirigidos a diferentes dianas moleculares, si bien la mayoría todavía está en fase experimental (Tabla 3). prescindir de las transfusiones, procurando no superar los 12 g/dL de Hb8,19. La determinación de la Epo basal puede ser útil para predecir la respuesta a AEE. Niveles séricos de Epo endógena de más de 500 mU/mL tienen menos probabi‑ lidad de respuesta, aunque no siempre estos resultados se cumplen16. Se recomienda la monitorización periódi‑ ca del estado de la masa férrica en los pacientes tratados solo con Epo para evitar ferropenias sobrevenidas. Debe tenerse en cuenta el riesgo de complicaciones trombóticas, especialmente en pacientes oncológicos, y cuando varios factores confluyan, deben utilizarse medidas profilácticas. Tratamiento con hierro El conocimiento actual del papel que juega el déficit fun‑ cional de hierro en la patogénesis de la APC y el desa‑ Tabla 3. Opciones terapéuticas para la anemia de procesos crónicos Tratamientos convencionales A) Transfusión de hematíes B) Hierro intravenoso Fe sucrosa (Venofer®) Carboximaltosa férrica (Ferinjet®) Gluconato férrico sódico (Ferlecit®) Transfusión de hematíes Debería reservarse para pacientes con síndrome ané‑ mico severo, con riesgo vital y en los que se espera una mejoría a corto plazo, o bien que presenten un proceso intercurrente agudo (sangrado) hasta que se identifique la causa o se obtenga respuesta a los tratamientos sobre la enfermedad de base. A pesar de ser un recurso bien conocido y experimentado, por sus efectos secundarios no debería considerarse para un tratamiento crónico sin antes intentar otras opciones. En caso de no respuesta, la hemoterapia siempre será una opción válida1,8,14. C) Agentes estimuladores de la eritropoyesis (AEE) Epoetin alfa Epoetin beta Darbopoetin CERA (Continuous erythropoietin receptor activator) Nuevos tratamientos A) Antagonistas directos de la hepcidina Ac monoclonales: mAb2.7, Ab12B9m RNA de interferencia (siRNA): ALN-HPN Anticalinas: PRS-080 Spiegelmers: NOX-H94 B) Inhibidores de la vía BMP-HJV-SMAD LDN-193189 Dorsomorphin25 Heparinas modificadas26 Agentes estimuladores de la eritropoyesis (AEE) Dado que uno de los mecanismos de la APC es la secre‑ ción insuficiente de Epo, y que la falta de respuesta de los progenitores eritroides a la misma puede ser supe‑ rada con dosis farmacológicas de estos agentes, los AEE bien solos o en combinación con hierro intrave‑ noso podrían ser de utilidad, consiguiendo disminuir el número de transfusiones, con mejoría de la calidad de vida. Existe un riesgo trombótico y dudas sobre la progresión de la enfermedad en algunos tumores en pacientes tratados con AEE, por lo que las guías res‑ tringen su uso a indicaciones estrictas y con la dosis más baja que permita elevar gradualmente la Hb hasta C) Inhibidores de la vía JAK-STAT LDN-193189 PpYLKTK D) Antagonistas de IL-6 Tocilizumab23 Siltuximab E) Agonistas/estabilizadores de la ferroportina mAb anti-ferroportina F) Supresión indirecta de la hepcidina Agentes estimuladores de la eritropoyesis (AEE)27 I9I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional rrollo de preparados por vía parenteral, bastante bien tolerados (Fe sucrosa (Venofer®), carboximaltosa férrica (Ferinjet®) y gluconato férrico sódico (Ferlecit®), han faci‑ litado el manejo de los suplementos de este metal en este tipo de anemia20. No se sabe muy bien cómo las formas farmacológicas intravenosas superan el bloqueo del hie‑ rro en el SRE producido por la hepcidina. Es posible que el hierro se una directamente a la transferrina en lugar de ser captado por el macrófago y de esta forma estaría disponible para la síntesis de hemoglobina. ¿Qué pacientes deberían ser tratados con hierro? Por supuesto aquellas APC que se acompañen de un déficit verdadero. En el resto debería considerarse conjunta‑ mente con AEE, dadas las evidencias de que la respuesta a los AEE puede mejorarse aun en pacientes con APC sin criterios de ferropenia verdadera añadida21 disminu‑ yendo las necesidades de Epo. ¿Qué hierro utilizar, oral o parenteral? El oral no se absorbe bien, por la propia patogenia de la APC, y su tolerancia no suele ser buena. Sin embargo, la facilidad de uso y el precio permiten iniciarlo de entrada, sobre todo en APC ligeras y con ferropenia verdadera, y cam‑ biar, si no hay respuesta, a los preparados intravenosos. La fórmula de Ganzoni puede orientarnos para cal‑ cular la dosis a emplear: dosis de hierro total en mg = peso corporal en kg x [(Hb objetivo - Hb actual en g/dL)] x 2,4 + 1.000 mg. La pauta puede variar pero en general se emplea una dosis de 100-200 mg por semana. Los efectos adversos no son muy frecuentes pero algunos son graves, por lo que no debemos olvidarlos, especialmente en las primeras dosis18. Nuevas estrategias terapéuticas dirigidas hacia el eje hepcidina-ferroportina Dado que los tratamientos convencionales tienen una efectividad limitada, no exenta de efectos adversos, y no van dirigidos hacia uno de los factores etiopatogéni‑ cos principales, como es el exceso de hepcidina, se han diseñado nuevas terapias centradas en al eje IL-6-hep‑ cidina-ferroportina. Alguno de estos fármacos ya ha demostrado efecti‑ vidad in vivo22,23. El objetivo es disminuir la producción de hepcidina e incrementar la actividad de la ferropor‑ tina, liberando hierro para la eritropoyesis10,24. Hay dife‑ rentes estrategias en este campo que actúan sobre diver‑ sas dianas moleculares que agrupamos en: antagonistas directos de la hepcidina, inhibidores de su producción, y agonistas y estabilizadores de la ferroportina (Tabla 3). La mayoría se encuentran en fase de experimenta‑ ción animal, si bien algunos ya están en fase IIa, como el inhibidor directo de la hepcidina NOX-H94, que es un oligonucleótido de cadena única que se une con alta especificidad a la hepcidina, denominado Spielgelmers. Otro grupo son los inhibidores de las señales para la producción de hepcidina, entre ellos la dorsomorphin25, que es un inhibidor potente y reversible de las cinasa AMP, selectivo para la vía de señalización BMP, con el que se ha logrado elevar el hierro sérico en ratones con anemia inflamatoria. Un tercer fármaco, una heparina modificada sin activi‑ dad anticoagulante pero con capacidad de suprimir BMP6, ha demostrado su actividad tanto in vivo como in vitro26. Quizás los que mejores resultados han demostrado hasta ahora in vivo son los anticuerpos monoclonales dirigidos contra la IL-6. Tocilizumab ha logrado revertir la anemia tanto en pacientes con enfermedad de Castle‑ man23 como en artritis reumatoide, con excelente mejo‑ ría clínica de los pacientes. El resto están en diferentes fases de experimentación, de las que se esperan resul‑ tados en un futuro no muy lejano27. Conclusiones La APC es una anemia clásica en la historia de la Medi‑ cina. Aceptada hasta hace poco con cierto grado de resignación, como un suceso inevitablemente asocia‑ do a la enfermedad causante, sin posibilidad de influir sobre ella y manejada básicamente con opciones tera‑ péuticas tradicionales. Los avances en el conocimiento de la homeostasia del hierro en los últimos tres lustros han posibilitado interpretarla mejor y descubrir nuevas dianas terapéu‑ ticas, que nos permitirán abordarlas con otro enfoque fisiopatológico. Los beneficios terapéuticos están por confirmar, pues no hay que olvidar que la APC es, en gran medida, un mecanismo adaptativo, probablemen‑ te excesivo y que en ocasiones hay que controlar. Sin embargo, desconocemos si su corrección excesiva pue‑ de perjudicar la evolución de la enfermedad de base, por lo que, a pesar de la esperanza en el futuro, la prudencia y la moderación en los objetivos de corrección deben prevalecer en el tratamiento de los pacientes con APC. Bibliografía I 10 I 1. Weiss Gand Goodnough LT. Anemia of chronic disease. N Engl J Med. 2005;352:1011-23. 2. Ferrucci L, Semba RD, Guralnik JM, Ershler WB, Bandinelli S, Patel KV, et al. Proinflammatory state, hepcidin, and anemia in older persons. Blood. 2010;115(18): 3810-16. 3. Caramelo C, Just S, Gil O. Anemia in heart failure: Pathophy‑ siology, patogénesis, treatment and incognitae. Rev Esp Cardiol. 2007;60(8):848-60. 4. Ganz T. Hepcidin and iron regulation, 10 years later. Blood. 2011;117(17):4425-33. 5. 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Madrid Introducción El trasplante alogénico de progenitores hematopoyé‑ ticos (Alo-TPH) es un procedimiento terapéutico bien consolidado, empleado desde hace más de 50 años en el tratamiento de múltiples enfermedades neoplásicas y no neoplásicas del sistema hematopoyético, incluyendo las enfermedades del sistema inmune y como fuente de producción enzimática en las enfermedades metabólicas. Los tradicionales trasplantes de médula ósea (MO) procedentes de un hermano HLA idéntico han sido complementados por la posibilidad de obtención de células progenitoras hematopoyéticas procedentes de otros orígenes como la sangre periférica (SP) o la sangre de cordón umbilical (SCU), así como por la posibilidad del empleo de otro tipo de donantes, como son otros familiares y los donantes no emparentados. Actualmen‑ te existen en el mundo más de 23,5 millones de donan‑ tes de progenitores hematopoyéticos y más de 600.000 unidades de SCU criopreservadas (www.bmdw.org), lo que evidentemente ha incrementado la posibilidad de encontrar un donante compatible y la posibilidad de realización de un trasplante no emparentado. Anual‑ mente se realizan cerca de 40.000 TPH en Europa en niños y adultos, y de ellos más del 40% son Alo-TPH. Las principales indicaciones del TPH son las leuce‑ mias agudas (32%; 95% Alo-TPH), las neoplasias lin‑ foides (57%, 11% Alo-TPH), enfermedades no malig‑ nas (6%; 90% Alo-TPH) y los tumores sólidos (5%; 3% Alo-TPH). En los últimos 15-20 años, su empleo ha aumentado significativamente debido al desarrollo de los trasplantes de intensidad reducida que suponen cerca del 40% del total de Alo-TPH, al empleo siste‑ mático de donantes alternativos a los hermanos HLA idénticos (62% frente 38% del total de Alo-TPH) y, más recientemente, al uso del trasplante de sangre de cordón (TSCU) y de los trasplantes haploidénticos (HAPLO) que constituyen un 5% y un 8% respectivamente de los Alo-TPH. En nuestro país se realizaron durante 2013 más de 1.100 Alo-TPH, de los cuales 382 fueron TPH de donantes no familiares (DNF), 102 TSCU y 157 HAPLO (datos finales de la memoria anual 2013 de la ONT pen‑ dientes de publicación). En esta revisión repasaremos los fundamentos del Alo-TPH, sus indicaciones, las posibles fuentes de pro‑ genitores a emplear y la selección del donante/inóculo apropiados. Bases del trasplante alogénico El Alo-TPH es un procedimiento de terapia celular don‑ de se sustituye el sistema linfohematopoyético enfer‑ mo del paciente por otro sano procedente del donante. Para su realización es precisa la administración del tra‑ tamiento de acondicionamiento con la intención de eli‑ minar el tejido hematopoyético del paciente, la posible enfermedad residual y producir una inmunosupresión en el paciente que permita el injerto de las células del donante. El uso de altas dosis de quimiorradioterapia ha limitado su empleo durante años a los pacientes más jóvenes y con mejor estado general, capaces de supe‑ rar la toxicidad del acondicionamiento. Desde los años noventa se han desarrollado procedimientos de acondi‑ cionamiento de intensidad reducida (AIR), con menor toxicidad extrahematológica, que basan su utilización en explotar el efecto inmunológico del Alo-TPH: el efec‑ to de injerto contra tumor (EICT), lo que ha permitido expandir su uso a pacientes de mayor edad y/o con comorbilidades. El concepto del EICT se extrajo de la observación de que aquellos enfermos que presenta‑ ban enfermedad del injerto contra el receptor (EICR), esto es, la respuesta inmunológica de los linfocitos T del donante sobre los tejidos sanos del paciente, y en especial en su forma crónica, tenían menor incidencia de recaídas a largo plazo. El EICT se ha demostrado prácticamente en todas las neoplasias hematológicas, aunque con diferente grado de evidencia. Indicaciones del alo-tph Múltiples enfermedades se benefician del Alo-TPH, pero en distintas fases de la misma enfermedad los I 12 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional resultados pueden ser muy diferentes, por lo que es necesario realizar el Alo-TPH en el momento apro‑ piado, aquel que ofrezca mayores garantías de éxito. Debido a esta premisa, diferentes grupos científicos han establecido recomendaciones para el empleo del Alo-TPH, siendo las del grupo europeo de trasplante (EBMT) las más seguidas en nuestro entorno. Estas recomendaciones son producto de los resultados de ensayos clínicos prospectivos, datos de los registros y opiniones de expertos, pero no son una revisión for‑ mal de la literatura y no están dirigidas a decidir el tipo de TPH para un paciente concreto, sino que pretenden servir como guía a considerar junto con el riesgo propio de cada enfermedad, los riesgos del procedimiento de TPH y los resultados de otras estrategias no basadas en el TPH. Asimismo, el grupo español de TPH (GETH) ha elaborado una guía con recomendaciones sobre las indicaciones de Alo-TPH, que son un compendio de las guías del EBMT ampliado con los datos extraídos de varias guías y algoritmos terapéuticos, principalmente las desarrolladas por la NCCN (National Comprehen‑ sive Cancer Network) y la BSBMT (British Society for Bone Marrow Transplantation). Los detalles de las reco‑ mendaciones de Alo-TPH en cada una de las patologías exceden el alcance de esta revisión. Se recomienda su revisión en los diferentes documentos recogidos en la bibliografía. Fuentes de progenitores El empleo de la MO como fuente de progenitores para Alo-TPH permite el prendimiento de neutrófilos y pla‑ quetas en unas 2-3 semanas, resultando más precoz con el uso de progenitores de SP (2 semanas) y algo más diferido con el empleo de progenitores de SCU (3-4 semanas). La utilización de una u otra fuente de proge‑ nitores va a depender del tipo de patología de base del paciente, de la preferencia del donante y de la disponi‑ bilidad real de una u otra para cada paciente. En general, se prefiere la MO en aquellas enfermedades no malignas que no precisan del EICT para evitar en lo posible la aparición de EICR, y de forma global en los pacientes pediátricos. La SP además de un injerto más precoz nos ofrece algo más de EICR crónica debido a que contiene 10 veces más de linfocitos T que la MO, por lo que se ha preferido en situaciones de peor control de la enfer‑ medad, neoplasias de alto riesgo y siempre que fuera preciso acelerar el injerto, siendo además la forma de obtención generalmente preferida por los donantes. Los progenitores de SCU son inmunológicamente inmadu‑ ros, lo que permite su empleo con mayor disparidad HLA sin que ello aumente la EICR, haciendo posible el Alo-TPH en multitud de pacientes sin un donante con adecuada compatibilidad. El hecho de disponer de los progenitores de SCU criopreservados evita complica‑ ciones sobre el donante y acorta mucho el tiempo hasta realizar el Alo-TPH; sin embargo, su mayor diferencia respecto a la MO y la SP es la limitación en el conte‑ nido celular del inóculo, dado que ha sido recogido y almacenado sin poder adaptarse al paciente que lo va a necesitar, siendo esta característica un inconveniente en adultos de alto peso. Selección del donante: más allá del sistema hla La disponibilidad de donante y la necesidad de iniciar la búsqueda de un donante se debe establecer lo antes posible en función de las características de la enferme‑ dad de base, en especial en las neoplasias de alto riesgo, en las que en las 2-3 semanas iniciales tras el diagnóstico podemos establecer la necesidad del Alo-TPH lo antes posible e iniciar la búsqueda del mejor donante y fuen‑ te posibles. El donante idóneo para el Alo-TPH es el hermano HLA idéntico, pero esta posibilidad solo está disponible para un 25-30% de los pacientes, por lo que la mayoría de ellos van a necesitar recurrir a un donante alternativo. Desde la introducción del tipaje alélico o de alta resolución, los donantes no familiares HLA idén‑ ticos (DNF) ofrecen resultados prácticamente superpo‑ nibles a los hermanos HLA idénticos, siendo inferiores claramente en caso de donantes no familiares con dis‑ paridad HLA (6-7/8). Además, en ambos casos puede no disponerse del tiempo necesario para localizarlos, no se encuentran con facilidad para las minorías étnicas y su programación puede ser complicada cuando se compa‑ ran con otros posibles donantes (SCU y HAPLO). Los progenitores de SCU no relacionados permiten menor identidad HLA, producen menor EICR y se encuentran rápidamente disponibles por estar criopreservados, siendo sus principales inconvenientes la lenta recons‑ titución inmunológica con alto riesgo de infecciones, la celularidad limitada que impide la inmunoterapia postTPH y los altos costes del inóculo y el procedimiento. El donante haploidéntico permite disponer de donante casi para cualquier paciente, con las ventajas de su rápi‑ da disponibilidad, fácil programación y disponibilidad para inmunoterapia. Sus limitaciones clásicas han sido el fracaso de injerto, la elevada mortalidad infecciosa y por EICR y la elevada tasa de recaídas, pero estas han sido superadas en los últimos años con la mejora de los procedimientos de manipulación del inóculo (deple‑ ciones CD3/CD19 y TCR alfa/beta), la profilaxis de la EICR con el empleo de altas dosis de ciclofosfamida post-TPH, y su utilización en etapas más precoces de la enfermedad, lo que rinde resultados comparables a los de otros donantes alternativos, añadiendo la ventaja adicional de un menor impacto económico respecto a la SCU o a las búsquedas de DNF. Así, en las mismas circunstancias para un paciente concreto, diferentes I 13 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional centros de TPH pueden ofrecer el uso de DNF, SCU o HAPLO en función de su experiencia/preferencia o disponer de las tres alternativas para poder ofrecer al paciente aquella que permita realizar un Alo-TPH con garantías lo antes posible. 9. 10. Conclusiones El Alo-TPH permite la curación de múltiples enferme‑ dades neoplásicas y no neoplásicas en niños y adultos desde hace más de 50 años. En la actualidad, cual‑ quier paciente que pueda beneficiarse del Alo-TPH tiene un donante disponible en un tiempo adecuado para el tratamiento de su enfermedad. La selección del donante y fuente más apropiados vendrá determinada por la enfermedad de base, la situación de remisión pre-TPH, la urgencia en realizar el procedimiento y la experiencia del centro con cada una de las alternativas disponibles. Bibliografía 11. 12. 13. 14. 15. 1. Anasetti C, Logan BR, Lee SJ, Waller EK, Weisdorf DJ, Wingard JR, et al. Blood and Marrow Transplant Clinical Trials Network. 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Los avances en el conocimiento de la biología molecular y la genómica producidos a lo largo de décadas de estu‑ dios validan la visión del cáncer como un proceso com‑ plejo, evolutivo y adaptativo de diversificación genética y selección natural, similar el descrito por Darwin en El origen de las especies (revisiones de interés en referen‑ cias bibliográficas1-5). Los estudios que demuestran esta teoría han ido ganando en complejidad a lo largo de los últimos años, iniciándose con citogenética6 y secuen‑ ciación Sanger7, posteriormente estudios por FISH8,9 y más recientemente con la tecnología de secuenciación masiva en paralelo o NGS (Next Generation Sequencing)10, que ha permitido un avance exponencial en la caracte‑ rización genética del cáncer. Ya en 1976, Nowell11 tomó en consideración el cono‑ cimiento adquirido anteriormente, articulando el con‑ cepto de evolución de los tumores de acuerdo a la teoría de Darwin y proponiendo que la inestabilidad genética es la responsable de la heterogeneidad en las células tumorales, y que estas están sujetas a fuerzas evolutivas y de selección natural. La heterogeneidad genética no es solo una característica de los tumores, sino que es la fuerza que dirige el proceso evolutivo. Este concepto de que la mayoría, si no todos los tumores, son ecosistemas de clones celulares que evo‑ lucionan, tiene importantes implicaciones en el manejo clínico de los mismos, tanto en el diagnóstico como en su tratamiento y seguimiento. Las leucemias/linfomas T y B, desde que se introdu‑ jo el estudio de las inmunoglobulinas y TCR como mar‑ cadores de clonalidad, se definen como “enfermedades monoclonales”. Sin embargo, los estudios efectuados a lo largo de los años, al igual que en los tumores epite‑ liales, han demostrado la existencia de heterogeneidad causada por la evolución clonal durante su desarrollo. Tal es el caso, por ejemplo, de la leucemia linfoblás‑ tica aguda (LLA). En un estudio del grupo de Greaves12 se identificaron varias alteraciones adicionales (hasta ocho) que “dirigen” la evolución del tumor de forma no lineal en un caso infantil en el que la fusión ETV6RUNX1 es la lesión inicial, dibujando una arquitectura clonal dinámica y compleja en la que el tipo y patrón de adquisición de las alteraciones no sigue un orden lineal. Un fenómeno similar se ha descrito en el mieloma múltiple (MM) y la leucemia mieloide aguda (LMA), donde diversos estudios13-15 muestran un proceso evo‑ lutivo complejo, dinámico a lo largo del tiempo y en recaída. El estudio de Ding et al.15, por ejemplo, describe dos patrones de evolución diferentes en la recidiva: 1) el clon “fundador” en el tumor primario adquiere nue‑ vas mutaciones que evolucionan a un clon resistente; o 2) un clon minoritario presente en el tumor primario sobrevive a la terapia, adquiere nuevas mutaciones y se expande en la recidiva. En ambos casos, la terapia es incapaz de erradicar el clon precursor. En un estudio similar realizado por Schuh et al.16 en leucemia linfática crónica (LLC) utilizando secuenciación de genoma com‑ pleto, se analizan muestras sucesivas de tres pacientes de LLC sometidos a varios ciclos de terapia, demostran‑ do la existencia de perfiles de evolución diferentes para cada paciente, con poblaciones celulares heterogéneas sujetas a selección darwiniana, que responden de forma diferente a la terapia. Una consecuencia significativa de la variabilidad espacial y temporal de los tumores primarios es la necesidad de determinar qué subclones son los más relevantes en términos de progresión o resistencia al tratamiento, ya que subclones minoritarios en el tumor primario pueden convertirse en letales si son resistentes a la terapia administrada. Otro hecho relevante es que no todas las neoplasias parecen tener el mismo grado de heterogeneidad y com‑ plejidad, y este patrón molecular puede ser relevante en el pronóstico de los pacientes: a mayor complejidad, peor curso clínico. Como vemos, por tanto, aunque las técnicas clásicas (citogenética, FISH, etc.) han proporcionado informa‑ ción sobre la heterogeneidad clonal de los tumores, la secuenciación masiva en paralelo es la que está per‑ mitiendo “desentrañar” en profundidad el perfil gené‑ tico tumoral. Como hemos descrito anteriormente, los estudios realizados secuenciando el exoma o genoma I 15 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional completos en LMA, SMD, MM y LLC han demostrado que el modelo de evolución “en ramas” parece ser más frecuente que el modelo de evolución lineal, además de un alto grado de heterogeneidad y cambios genéticos en la recaída. Por tanto, el proceso es consecuencia de interacciones y competiciones complejas entre distin‑ tas subpoblaciones celulares, más que una adquisición sucesiva de alteraciones. También existe la posibilidad de inducción de nuevas mutaciones provocada por la quimioterapia, lo que magnificaría el proceso de diversi‑ ficación genética. Varios estudios apoyan la posibilidad de este fenómeno en, por ejemplo, LMA15. Lo cierto es que aunque esto pueda ocurrir en algunos casos, lo más probable es que la aparición de resistencia o recaída se deba a la existencia de subclones ya presentes en el tumor primario. No solo las alteraciones “genéticas” sino también las epigenéticas probablemente sean responsables en gran medida de las diferencias fenotípicas que afectan a la selección. De hecho, un estudio reciente en linfomas muestra heterogeneidad intratumoral en los patrones de metilación del ADN17. Las interacciones entre ambas cooperan en la evolución tumoral. La heterogeneidad clonal constituye un reto para la terapia personalizada. El concepto de terapia dirigida, cuyo paradigma es el imatinib en leucemia mieloide crónica (LMC), no solo supuso un avance importante en el abordaje del cáncer, también nos enseñó que la respuesta no es definitiva y que aparecen nuevas resis‑ tencias como consecuencia o a pesar del tratamiento, encontrando el tumor rutas alternativas que pasan por alto el bloqueo impuesto por la terapia. El tratamiento con un solo fármaco, por tanto, sería inadecuado en la terapia de un tumor genéticamente heterogéneo, ya que clones minoritarios e indetectables en el tumor primario podrían contribuir a la recaída. Por tanto, lo más indica‑ do sería utilizar tratamientos combinados. Uno de los retos prioritarios es la identificación de biomarcadores, el uso de la información genética para definir el pronós‑ tico de los pacientes y que permita la detección de las alteraciones que ocurren con baja frecuencia pero que son determinantes en el curso clínico y la respuesta al tratamiento. El efecto que la heterogeneidad y evolu‑ ción clonal tiene sobre el curso clínico de los pacientes podría ser identificado caracterizándolo por medio de tomas secuenciales de biopsias y/o muestras de sangre o médula ósea y análisis del ADN. El desarrollo tecnológico nos permitirá poder secuenciar tanto células únicas como ADN circulante. Esto, junto con la toma de muestras múltiples a lo largo de la evolución de las leucemias o linfomas, permitiría el desarrollo de ensayos clínicos que tengan en cuen‑ ta la variación genética de los tumores conduciendo a ajustes terapéuticos que consideren la heterogeneidad y evolución clonal. Bibliografía 1. Aparicio S, Caldas C. The implications of clonal genome evolution for cancer medicine. N Engl J Med. 2013 Feb 28;368(9):842-51. 2. Greaves M. Cancer stem cells as ‘units of selection’. Evol Appl. 2013 Jan;6(1):102-8. 3. Greaves M, Maley CC. Clonal evolution in cancer. Nature. 2012 Jan 19;481(7381):306-13. 4. Landau DA, Carter SL, Getz G, Wu CJ. 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Madrid Empezando por el final El estudio francés STIM1 ha sido el estudio más relevan‑ te en la leucemia mieloide crónica (LCM) desde el estu‑ dio IRIS2. En este último se demostró la superioridad del imatinib sobre el interferón alfa (IFNα) combinado con ara-C, inaugurando la era imatinib en el tratamiento de la LMC. En el estudio STIM se demostró que era posible suspender imatinib en pacientes con respuesta molecular completa (RMC) y que esta se mantuviese en un 40% de los casos. Se refutaba así la idea de que era preciso un tratamiento continuado con imatinib para mantener la RMC. El estudio STIM hace posible con‑ cebir la curación farmacológica de la LMC. Qué es la curación de la leucemia mieloide crónica Hay distintas definiciones de curación. La curación se había intuido cuando se habían encontrado respuestas citogenéticas completas duraderas y no mantenidas tras tratamiento con IFNα3. A este fenómeno Moshe Talpaz lo llamó “tumour dormancy”, algo así como quiescencia tumoral, un concepto que llevaba en su seno la idea de que quizás no era tan crucial el que células madre leucé‑ micas persistieran tras el tratamiento. Fueron Goldman y Gordon los que pensaron que eso era también válido tras el trasplante o el tratamiento con imatinib, si se lograba lo que llamaron cura funcional (operational cure), un estado en el que el paciente necesita un tratamiento continuado, pero este tratamiento anula la probabilidad de transformación a leucemia aguda y no se asocia a resistencias4. No obstante, a mi modo de ver, el trata‑ miento continuado conlleva distintos problemas, como son la consciencia de enfermedad, el coste, los efectos adversos y la no adherencia. Por otra parte, la persis‑ tencia de células madres leucémicas hace improbable que sea nula la probabilidad de que surjan mutaciones y resistencia. Mi concepción de la curación es microbiológica. Definiría la curación de la LMC como aquel estado en el que esta no es detectable por el método más sensible y específico posible, el paciente no recibe tratamiento contra ella y la posibilidad de recaída es menor del 5%. Creo que nuestro objetivo debe ser este tipo de curación. La LMC tiene dos características muy apropiadas para ser curable. En primer lugar, su motor patogénico principal es la proteína BCR-ABL, lo que explica el éxi‑ to de los inhibidores de BCR-ABL1, y además es muy sensible a la inmunoterapia, como lo demuestra, por orden creciente de relevancia, su sensibilidad a IFNα5, el efecto injerto contra leucemia del trasplante alogénico de progenitores hemopoyéticos (alo-TPH), y el éxito de las infusiones de linfocitos de donante (ILD) como tratamiento de las recaídas postrasplante6. Requisitos de la curación de la leucemia mieloide crónica mediante fármacos Los requisitos biológicos son, a mi modo de ver, tres: inhibidores BCR-ABL1 más potentes, desaparición inducida de células madre leucémicas y efectos inmu‑ nológicos. Inhibidores BCR-ABL1 más potentes Con imatinib como tratamiento de inicio, el Registro Español de LMC ha reportado que la probabilidad de supervivencia libre de transformación a los 8 años es del 93%5. De hecho, el GIMEMA ha mostrado que en pacientes tratados de inicio con imatinib las causas de muerte no debidas a leucemia sobrepasan a las debidas a esta, y la supervivencia relativa es similar a la de la población de similar edad y sin LMC7. Sin embargo, entre un 14%5 y un 29%8 de los pacien‑ tes tratados en primera línea precisan un cambio a un inhibidor de segunda generación (nilotinib o dasatinib). Los inhibidores de segunda generación no solo son capaces de rescatar a un 50% de los pacientes resistentes a imatinib sino que se han demostrado más eficaces que este en primera línea en cuanto a I 17 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional la obtención de respuestas citogenéticas completas y respuestas moleculares mayores (RMM) a 12 y a 18 meses, respuestas consideradas óptimas por las reco‑ mendaciones del European LeukemiaNet (ELN) 20139 y que les han dado su indicación como tratamiento de primera línea10-13 (Tablas 1 y 2). En el caso de la RMM en 12 meses, la diferencia es de 18-28 puntos porcentuales. Además, si consideramos la respuesta molecular RM1 (ratio BCR-ABL ≤ 10%) a los 3 meses, respuesta considerada óptima según ELN 20139, nilotinib y dasa‑ tinib son significativamente superiores a imatinib (91% vs 66% y 84% vs 64%, respectivamente)14,15. Esto es importante ya que obtener esta respuesta se asocia a una significativa mayor probabilidad de obtención de RMC14,15, RMC estable16 y de supervivencia14,15. Es importante también señalar que en el subestudio espa‑ ñol del ENEST1st, la frecuencia de RM1 a los 3 meses con nilotinib fue del 97%, lo que casi anula el efecto adverso de la alarma a los 3 meses17. Además, la apa‑ rición de mutaciones es menor en los pacientes trata‑ dos con nilotinib18. Finalmente, tanto dasatinib como nilotinib son significativamente superiores a imatinib cuando se consideran las respuestas moleculares “com‑ pletas” (RM4 y RM4,5)13,19, lo que podría aumentar la probabilidad de que más pacientes fueran candidatos a parar el tratamiento. Desaparición inducida de células madre leucémicas El subestudio español del ENEST1st ha sido el primero en mostrar la cinética de la desaparición del BCR-ABL durante el tratamiento con un inhibidor de segunda generación, ya que se ha usado el gen GUS como con‑ trol, y se ha medido la disminución de la ratio BCR-ABL desde el punto basal con medidas quincenales. Hemos mostrado que la curva de disminución de BCR-ABL es bifásica, siendo más rápida en el primer trimestre y más lenta después, lo que es consistente con una desapari‑ ción inicial de progenitores más maduros y una más lenta de más inmaduros20. Esta desaparición progresi‑ va, ¿podría hacer desaparecer toda la clona leucémica? Contra esa posibilidad estaría la evidencia de que las células madres leucémicas de la LMC parecen resis‑ tentes a los inhibidores de BCR-ABL121. A favor, una hipótesis, y un hecho que parece apoyarla. La hipó‑ tesis, el que sería posible, si en la hematopoyesis Ph+ predominan las divisiones asimétricas que van agotan‑ do el compartimento de células madres22. El hecho, la experiencia del ensayo STIM1. Sin embargo, hay que reconocer que la posibilidad de curación con inhibido‑ res de BCR-ABL1 se complicaría mucho si hubiese una fase preleucémica Ph negativa23 o si la supervivencia de las células madres leucémicas dependiera de otras rutas celulares24. Por estas razones, la investigación farmaco‑ Tabla 1. Resultados con nilotinib en primera línea (Estudio ENESTnd) Nilo 600 Nilo 800 Imatinib 400 N600 vs I N800 vs I N 282 281 283 RM1 a 3 m (%) 91 89 67 RCC en 12 m (%) 80 78 65 p<0,0001 p=0,0018 RMM en 12 m (%) 55 51 27 RMM en 24 m (%) 71 67 44 p<0,0001 p<0,0001 RM4 en 24 m (%) 39 33 18 2,4(1,9-3), p<0,0001 2,2(1,8-2,7), p<0,0001 RM4,5 en 24 m (%) 25 19 9 p<0,0001 p=0,0006 RMM en 36 m (%) 73 70 53 p<0,0001 p<0,0001 RM4 en 36 m (%) 50 44 26 p<0,0001 p<0,0001 RM4,5 en 36 m (%) 32 28 15 p<0,0001 p=0,0003 SLE (Core) (%) 95,3 97,4 93,1 0,55(0,25-1,21), p=0,13 0,34(0,13-0,86), p=0,017 SLP (Core) (%) 96,9 98,3 94,7 0,44(0,17-1,15), p=0,0842 0,30(0,10-0,92), p=0,026 SG en 36 m (%) 95,1 97 94 0,75(0,37-1,55), p=0,44 0,46(0,20-1,07), p=0,0639 Siguen a 48 m (%) 88 92 87 RMM en 48 m (%) 76 73 56 <0,0001 <0,0001 RM4,5 en 48 m (%) 40 37 23 <0,0001 0,0002 Sin progresión (FFP) (%) 96,7 97,8 93,1 0,0497 0,007 SG en 48 m (%) 94,3 96,7 93,3 0,46 0,0498 I 18 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional lógica ha postulado que algunos compuestos podrían combinarse con éxito con los inhibidores BCR-ABL1, dado que actuarían sobre vías que parecen activadas por el BCR-ABL1, como las JAK-STAT, mTOR, PI3K/AKT y vías de autofagia. Asimismo tienen interés los fármacos que actúan sobre la AHI-1, una proteína adaptadora que actúa con BCR-ABL1 y JAK225, o el ABL001, que no actúa sobre el sitio ATP de la cinasa, sino sobre un sitio que regula la actividad de esta (NCT02081378, estudio fase 1, en Madrid). Inmunoterapia La asociación de imatinib con IFNa pegilado se ha mostrado superior al imatinib en términos de respuesta molecular, aunque con toxicidad inaceptable26. Se des‑ conoce si la ventaja viene dada por los efectos inmunes del IFN. En estos momentos hay cuatro estudios que ensayan la asociación de este con inhibidores de segun‑ da generación (tres con nilotinib, uno con dasatinib). En el cáncer en general, la inmunoterapia puede tener distintos objetivos, entre ellos el mejorar la fun‑ ción efectora (específica o inespecífica), o hacer rever‑ sible la anergia. Es interesante que en estas vías puede actuar el dasatinib. En cuanto a la primera, se ha obser‑ vado que los pacientes que desarrollan linfocitosis con dasatinib tienen mejores respuestas27, y particularmente aquellos que desarrollan un cuadro LGL28. Nuestro gru‑ po ha mostrado que los linfocitos NK de pacientes tra‑ tados con dasatinib muestran un fenotipo activado con potencial citotóxico29. Por otra parte, se ha observado que en la LMC son comunes poblaciones T y NK mono/ oligoclonales, que se expanden durante la terapia con dasatinib30. Recientemente, la interacción PD1-PDL1 ha cobrado mucho interés, ya que bloquea la proliferación, la producción de citocinas y la función citolítica de los linfocitos T31. Es notable que la frecuencia de linfoci‑ tos PD1+ en pacientes con LMC tratados con dasatinib es similar a la de controles sanos32 y menor que la de pacientes con LMC tratados con imatinib33. Esto tiene interés teórico, ya que en modelos murinos de LMC la falta de la vía PD1 se asocia a mejor supervivencia33, y tiene interés práctico, ya que un anticuerpo monoclonal, el nivolumab, ha mostrado eficacia y poca toxicidad en pacientes con melanoma34,35. Aunque su uso intraveno‑ so limita su utilidad en LMC, están ya en marcha ensa‑ yos en fase 1B (NCT02011945, en Madrid y Valencia). Estrategias para la curación de la leucemia mieloide crónica El primer requisito para alcanzar un objetivo es querer lograrlo. Si lo que pretendemos en nuestros pacientes es que tengan una supervivencia a largo plazo prolongada, debemos saber que por ahora ninguno de los inhibi‑ dores de segunda generación ha demostrado superiori‑ Tabla 2. Resultados con dasatinib en primera línea (Estudio DASISION) Dasatinib Imatinib 400 N 123 123 RM1 a 3 m (%) 84 64 Dasatinib vs Imatinib p<0,0001 RCC en 12 m (%) 77 66 0,007 RMM en 12 m (%) 46 28 p<0,0001 RMM en 24 m (%) 64 46 p<0,0001 RM4 en 24 m (%) 28 18 RM4,5 en 24 m (%) 17 8 0,002 RMM en 36 m (%) 68 55 1,62(1,3-2), p<0,0001 RM4 en 36 m (%) 35 22 0,00635 RM4,5 en 36 m (%) 22 12 0,00069 Fuera por toxicidad en 36 m (%) 13 6,5 SLP en 36 m (%) 91 90 SG en 36 m (%) 93,7 93,2 RCC en 48 m (%) NS RMM en 48 m (%) 74 60 RM4 en 48 m (%) 47 35 RM4,5 en 48 m (%) 31 21 SLP en 48 m (%) 92,9 92,1 SG en 48 m (%) 90 90,2 I 19 I p<0,0001 LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional dad sobre el imatinib en este sentido14,19. En realidad, el análisis por intención de tratamiento, el estándar en los ensayos clínicos, esconde el hecho de que los pacientes que no respondieron fueron tratados con inhibidores alternativos de segunda generación, y el problema es que muchas veces no disponemos de los detalles de este tratamiento de rescate. Es decir, cuando analizamos los resultados de supervivencia en pacientes tratados con imatinib, en realidad hablamos de supervivencia con imatinib y tratamiento de rescate. No se ha hecho un buen análisis de lo que supone esto en efectos adversos y en calidad de vida, pero es de suponer que la percep‑ ción por parte del paciente de que se están gastando las alternativas debe ser fuente de ansiedad por su futuro. Existe una estrategia intermedia, y es el cambio precoz de inhibidor ante una respuesta inapropiada. El problema es que probablemente esperar a los 3 meses de tratamiento sea demasiado tarde36. La estrategia hacia la curación pasa por conseguir una respuesta molecular completa, que permita una eventual discontinuación del tratamiento. Para ello, el tratamiento de elección de primera línea son los inhi‑ bidores de segunda generación. La estrategia sería bifásica, con una fase de induc‑ ción y una fase de consolidación, seguida de suspensión del tratamiento (Figura 1). Hay otras muchas preguntas que contestar. No sabe‑ mos si debemos diferenciar por riesgo. La estabilidad de la RMC tras la suspensión del imatinib es menor en pacientes con alto riesgo de Sokal1. Quizás en esos pacientes se precise una consolidación más intensa, con fármacos que actúen sobre la célula madre leucémica, o con inmunoterapia. No sabemos aún si nilotinib es superior a dasatinib, o viceversa. No sabemos si los efectos beneficiosos o adversos de ambos podrán ser modificados por el trata‑ miento previo con uno de ellos. Ignoramos el efecto de la combinación con IFN pegilado, y es una tierra incóg‑ nita aún los efectos a largo plazo de la inmunoterapia. Figura 1. Estrategia de curación de la leucemia mieloide crónica. No sabemos cómo el estatus inmunológico o la persis‑ tencia de células madres leucémicas en el momento de la suspensión influirán en la posibilidad de curación. Lo que sí sabemos es que el camino iniciado por la inven‑ ción de imatinib ha seguido su curso ascendente y últi‑ mamente ese camino permite vislumbrar un horizonte de curación para nuestros pacientes. Bibliografía 1. Mahon FX, Rea D, Guilhot J, Guilhot F, Huguet F, Nicolini F, et al. Discontinuation of imatinib in patients with chronic myeloid leukaemia who have maintained complete molecular remission for at least 2 years: the prospective, multicentre Stop Imatinib (STIM) trial. Lancet Oncol. 2010;11(11):1029-35. 2. O’Brien SG, Guilhot F, Larson RA, Gathmann I, Baccarani M, Cervantes F, et al. 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I 21 I Diffuse large B-cell lymphoma, diagnostic algorithms M. A. Piris, S. Montes-Moreno Servicio de Anatomía Patológica. Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander Diffuse large B-cell lymphoma (DLBCL) is a morpho‑ logical description of a term that can be applied to a constellation of different disorders with specific clin‑ icopathological features1. All DLBCL cases are distin‑ guished by a diffuse pattern of infiltration and a cyto‑ logical composition by large B-cells. In spite of theses common features, DLBCL cases may have strikingly different clinical presentations, immunophenotype, molecular pathogenesis and response to therapy. Diffuse large B-cell lymphoma, not otherwise specified (nos) This is the term applied to the cases that do not fit into specific variants. A range of morphologies has been dis‑ tinguished including centroblastic, immunoblastic and anaplastic morphology, a division that has been shown to carry on a prognostic relevance2. Thus, Ott et al. demon‑ strated that immunoblastic morphology was as a robust, significantly adverse prognostic factor in multivariate analysis, with this diagnosis showing a good reproduci‑ bility among expert hematopathologists. Although specif‑ ically-trained pathologists are able to consistently repro‑ duce this morphological subclassification, the overall reproducibility among general pathologists is quite low. Molecular subclassification of these cases in two main groups has demonstrated a more definite utili‑ ty3. Thus, division in a germinal-centre and a non-GC phenotypes identifies tumors with distinct molecular pathogenesis and therapeutic targets. Practical appli‑ cation of this approach is limited by the finding that specific markers for routine demonstration of these phenotypes using immunohistochemical markers may lack consistency, but some quite robust models have been proposed and extensively used4. There is not a single molecular alteration that distin‑ guishes all DLBCL cases, but in general these tumours exhibit deregulation of genes involved in cell-cycle control5, additionally to changes in genes and path‑ ways involved in cell survival and apoptosis regula‑ tion. Chromosomal translocations, and other genet‑ ic events, segregate with molecular subtypes. Thus, translocations involving BCL-2 and C-MYC oncogene loci, have been found in 30-40% cases of CGC-DLB‑ CL, whereas ABC-DLBCL is characterized by the cell dependence on the CBM complex, a signalling hub that includes CARD11, BCL10, MALT1, and other proteins6. Although initial studies tend to associate the non-GC subtype with NF-kB activation, it has been recently shown that this phenomenon may take place in both GC and non-GC DLBCL cases7. Sequencing studies recently performed in DLBCL cases have revealed recurrent mutations in genes like MYD88, CARD11, EZH2, CREBBP, MEF2B, MLL2, BTG1, GNA13, ACTB, P2RY8, PCLO and TNFRSF14. Some of these genes have not previously been suspect‑ ed to play a pathogenic role in DLBCL8-10. DLBCL prognosis has been the subject of numer‑ ous studies that have shown that most prognostic models are dependent of the treatment received by the patients and the techniques employed for analyz‑ ing the tumours. Molecular subclassification between GC and non-GC type has been shown to be useful in R-CHOP treated patients exclusively. Quite solid findings have been demonstrated for the adverse prog‑ nostic significance of the simultaneous expression of C-MYC and BCL2, an observation confirmed by differ‑ ent authors11-14. A miRNA signature including miR221, miR22, miR93, miR331 and miR 491 has been shown to identify R-CHOP treated patients with a more aggres‑ sive behaviour15. A potential predictive role of the ABC signature, pre‑ dicting better response to bortezomib combined with chemotherapy has been shown in a reduced series and awaits further confirmation16. Ibrutinib sensitivity has also been associated with non-GC phenotype in initial studies17. Interestingly, the expression of CD30 has been shown to distinguish a group of DLBCL cases (14%) with a more favourable prognosis, this finding sup‑ porting the potential therapeutic use of brentuximab in these patients18. I 22 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional Primary mediastinal diffuse large b-cell lymphoma Primary mediastinal diffuse large B-cell lymphoma is a distinctive large B-cell lymphoma with a unique clinical presentation, and molecular features (CD30 expression, activation of the JAK-STAT pathway) establishing a close relationship with classical Hodgkin lymphoma19,20. Ebv+ age-related dlbcl EBV+ age-related DLBCL is a frequent tumour, recent‑ ly recognised, with aggressive behaviour, diagnosed in patients over 50 years, in patients with no other causes of immunodeficiency or prior lymphoma. These cas‑ es are diagnosed in advanced stages, with more than one extranodal involvement, higher IPI risk group and a poorer response to initial treatment. The histology is recognizable because of the polymorphic neoplastic infiltrate and necrosis. EBV+ large cell lymphoma are excluded from this category, if associated with chronic inflammation o diagnosed as lymphomatoid granu‑ lomatosis, plasmablastic lymphoma or PEL21,22. Plasmablastic lymphoma Plasmablastic lymphoma is an aggressive lympho‑ ma type diagnosed frequently in immunosuppressed patients (HIV+ receiving immunosuppressive therapy or elderly people). The tumour involves more regular‑ ly oral cavity, gastrointestinal tract o other extranodal tissues. These tumors are characterized by acquisition of the transcriptional profile of plasma cells (with over‑ expression of PRDM1/Blimp1 and XBP1s, in concert with extinction of the B-cell differentiation program) by proliferating immunoblasts. C-MYC translocations have been found in up to 49% of these cases23,24. Plasmablastic differentiation can be found in a vari‑ ety of large B-cell lymphomas, including plasmablastic lymphoma, ALK-positive large B-cell lymphoma, prima‑ ry effusion lymphoma, large B-cell lymphoma arising in human herpesvirus-8 (HHV-8)-associated multicentric Castleman disease and diffuse large B-cell lymphoma (DLBCL) with partial plasmablastic phenotype. Other dlbcl variants Numerous DLBCL subgroups have been identified, including: • T-cell/histiocyte-rich large B-cell lymphoma. • Primary DLBCL of the CNS. • Primary cutaneous DLBCL, leg type. • Intravascular large B-cell lymphoma. • DLBCL associated with chronic inflammation. • Lymphomatoid granulomatosis. • ALK-positive LBCL. • Plasmablastic lymphoma. • Large B-cell lymphoma arising in HHV8-associat‑ ed multicentric Castleman disease. • Primary effusion lymphoma. • CD5-positive DLBCL. All these tumours have specific clinical presentation, histological features and prognosis. Borderline cases Intermediate BL/DLBCL cases This group was created to allocate those cases, especially in adults, that cannot be definitively classified as BL vs DLBCL, thus avoiding to “contaminate” the categories of BL and DLBCL with these cases, which may be biologi‑ cally and clinically different. This provisional category, termed high-grade B-cell lymphoma, unclassifiable, intermediate between BL and DLBCL, is a heterogeneous category that needs to be further refined; not a distinct entity, that allows the classification of cases not meeting criteria for classical BL or DLBCL. In general, these are aggressive, high‑ ly proliferative lymphomas with morphological and phenotypic features intermediate between Burkitt and DLBCL, exhibiting increased genomic complexity. At least three subgroups have been here included: • Double hit involving C-MYC and BCL2 (some of them may represent progressed FL or transformed DLBCL)25. • Childhood DLBCL cases with MYC translocation. • BL cases lacking C-MYC translocation. Gray zone lymphomas, intermediate DLBCL/HL This category applies to young men with mediastinal mass, but also other locations, that show simultane‑ ous intermediate morphology and immunophenotype. Thus, the tumoral cells express at the same time a B-cell transcriptional program B (BOB1, OCT2 and PAX5+) and activation antigens (CD30, CD15). The existence of a gray zone between HL and PMLBCL has been strong‑ ly suggested by the existence of metachronus and com‑ posite cHL and DLBCL cases26. Additionally, NSCHL and PMBL share clinical presentations as mediastinal mass in youg adults, and immunophenotypic and genetic features such as the loss of Sig and B-cell receptor signalling, with activa‑ tion of cytokine JAK-STAT pathway and constitutive NF-kappa B activation con expression of CD30, TRAF1 and nuclear expression of NF-kB subunits. I 23 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional Conclusion Diffuse large B-cell lymphoma classification includes a bunch of common and rare disorders, some of them with paradoxical clinical behaviour, and gray areas with a low reproducibility in diagnosis. Although DLBCL molecular pathogenesis is being progressively revealed, still the basis for targeted ther‑ apies remain to be fully established. References 1. Swerdlow SH, Campo E, Harris NL, Jaffe ES, Pileri SA, Stein H, et al. WHO classification of Tumours of Haematopoietic and Lymphoid Tissues. IARC Press; 2008. 2. 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CD30 expression defines a novel subset of diffuse large B-cell lymphoma with favorable prognosis and distinct gene expression signature: a report from The Interna‑ tional DLBCL Rituximab-CHOP Consortium Program Study. Blood. 2013 Jan 23. 19. Rosenwald A, Wright G, Leroy K, Yu X, Gaulard P, Gascoyne RD, et al. Molecular diagnosis of primary mediastinal B cell lymphoma identifies a clinically favorable subgroup of diffuse large B cell lymphoma related to Hodgkin lymphoma. J Exp Med. 2003 Sep 15; 198(6): 851-62. 20. Savage KJ, Monti S, Kutok JL, Cattoretti G, Neuberg D, De Leval L, et al. The molecular signature of mediastinal large B-cell lymphoma differs from that of other diffuse large B-cell lym‑ phomas and shares features with classical Hodgkin lymphoma. Blood. 2003 Dec 1;102(12):3871-9. 21. Dojcinov SD, Venkataraman G, Pittaluga S, Wlodarska I, Schrager JA, Raffeld M, et al. Age-related EBV-associated lym‑ phoproliferative disorders in the Western population: a spec‑ trum of reactive lymphoid hyperplasia and lymphoma. Blood. 2011 May 5; 117(18):4726-35. 22. Montes-Moreno S, Odqvist L, Diaz-Perez JA, Lopez AB, de Vil‑ lambrosia SG, Mazorra F, et al. EBV-positive diffuse large B-cell lymphoma of the elderly is an aggressive post-germinal center B-cell neoplasm characterized by prominent nuclear factor-kB activation. Mod Pathol. 2012 Jul;25(7):968-82. 23. Montes-Moreno S, Montalban C, Piris MA. Large B-cell lympho‑ mas with plasmablastic differentiation: a biological and therapeu‑ tic challenge. Leuk Lymphoma. 2012 Feb;53(2):185-194. 24. Valera A, Balague O, Colomo L, Martinez A, Delabie J, Tad‑ desse-Heath L, et al. IG/MYC rearrangements are the main cytogenetic alteration in plasmablastic lymphomas. Am J Surg Pathol. 2010 Nov;34(11):1686-94. 25. Kanagal-Shamanna R, Medeiros LJ, Lu G, Wang SA, Manning JT, Lin P, et al. 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Barcelona Introducción Las gammapatías monoclonales (GM) constituyen un grupo de trastornos caracterizados por la prolifera‑ ción clonal de células plasmáticas que producen una inmunoglobulina homogénea de carácter monoclonal (componente monoclonal). Bajo el término de GM se engloban entidades malignas, fundamentalmente el mieloma múltiple, la macroglobulinemia de Waldens‑ tröm, la amiloidosis primaria o trastornos relacionados, y las gammapatías monoclonales de significado incierto (GMSI), que en el momento del diagnóstico no consti‑ tuyen una proliferación maligna. La clasificación de las GM se expone en la Tabla 1. Las pruebas diagnósticas que deben hacerse a todo paciente con sospecha de una GM se detallan en la Tabla 2. La GMSI se define por la presencia de un CM séri‑ co <30 g/L y <10% de células plasmáticas clonales en médula ósea en ausencia de daño orgánico atribuible a la gammapatía. El mieloma múltiple quiescente (asin‑ tomático) (MQ) se caracteriza por la presencia de un CM sérico ≥30 g/L y/o ≥10% de células plasmáticas en médula ósea sin evidencia de daño orgánico. El MQ se debe distinguir de la GMSI por su mayor riesgo de progresión a mieloma múltiple. En la Tabla 3 se detalla el diagnóstico diferencial de las GM. Globalmente, el riesgo de progresión de un MQ es del 10% anual frente a un 1% anual para una GMSI. Gammapatía monoclonal de significado incierto Epidemiología La prevalencia de la GMSI aumenta con la edad. Así, en un estudio poblacional llevado a cabo en el condado de Olmsted (Minnesota, EEUU), se encontró una GMSI en Tabla 2. Pruebas diagnósticas que se deben realizar en un paciente con sospecha de gammapatía monoclonal • Hemograma y bioquímica (creatinina, calcio, LDH, albúmina, beta-2-microglobulina • Proteínas totales, electroforesis sérica (proteinograma) • Proteinuria de 24 horas, electroforesis en orina (uroproteinograma) • Dosificación de inmunoglobulinas (nefelometría) • Aspirado medular • Citogenética (FISH: deleción 13, t(11;14), t(4;14), t(14;16), deleción 17p) • Citometría de flujo • Seriada esquelética • Cadenas ligeras libres en suero (FLC) • Pruebas adicionales solo si clínicamente indicadas – TC y RM – PET/TC (investigacional) Tabla 1. Clasificación de las gammapatías monoclonales Gammapatías monoclonales malignas • Mieloma múltiple (IgG, IgA, IgD, IgE y cadenas ligeras) • Formas especiales de mieloma múltiple (mieloma quiescente, leucemia de células plasmáticas, mieloma no secretor, mieloma osteosclerótico) • Plasmocitomas localizados – Plasmocitoma óseo solitario – Plasmocitoma extramedular • Macroglobulinemia de Waldenström • Enfermedades de las cadenas pesadas • Amiloidosis primaria o asociada al mieloma Tabla 3. Diagnóstico diferencial de las gammapatías monoclonales Gammapatías monoclonales de significado incierto • Gammapatía monoclonal idiopática (IgG, IgA, IgM, cadenas ligeras) • Gammapatías monoclonales transitorias (infecciones, trasplante de progenitores hematopoyéticos, trasplante renal) Diagnóstico CM/CP Daño orgánico* GMSI CM < 30 g/L y CP <10% NO MQ CM ≥30 g/L y/o CP ≥10% NO MM CM en suero y/u orina y CP ≥10% SÍ *Criterios CRAB: hipercalcemia, insuficiencia renal, anemia, afectación ósea (“bone”) I 25 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional el 3,2% de la población1,2. La prevalencia fue del 5,3% en personas mayores de 70 años y del 6,6% en mayores de 80 años. La GMSI es más prevalente en hombres que en mujeres (4% versus 2,7% en personas mayores de 70 años). Estudios realizados en la población afroame‑ ricana y de Ghana muestran que la prevalencia de la GMSI entre los individuos de raza negra es al menos el doble que en los individuos de raza blanca, mientras que es menos frecuente entre los individuos asiáticos. Esto confirma las diferencias raciales en la prevalencia de la GMSI. Subtipos de gammapatía monoclonal de significado incierto Existen tres subtipos de GMSI: GMSI no IgM, GMSI IgM y la GMSI de cadenas ligeras (Tabla 4)3,4. Las GMSI de tipo no IgM y la GMSI de cadenas ligeras tienen fenotipo de células plasmática mientras que la GMSI de tipo IgM tiene un fenotipo de célula linfoide o lin‑ foplasmocitoide. El isotipo del componente M en las GMSI no IgM suele ser de tipo IgG (69%), IgA (11%), biclonal (3%) o raramente IgD, y pueden evolucionar a MM, amiloidosis primaria o enfermedades afines. La GMSI de cadenas ligeras es una entidad recientemente descrita que se caracteriza por un cociente de cadenas ligeras libres anormal (FLC k/l <0,26 o >1,65) y puede progresar a un MM de cadenas ligeras. La GMSI de tipo IgM puede progresar a una macroglobulinemia de Waldenström, linfoma u otros síndromes linfoprolife‑ rativos. Riesgo y factores predictivos de transformación maligna En un estudio poblacional realizado en el sureste de Minnesota y que incluía 1.384 pacientes con GMSI el riesgo de transformación maligna fue del 1% anual, y este riesgo permanecía estable más allá de los 25 años de observación5. No existen marcadores biológicos fia‑ bles que permitan predecir qué individuos presentarán una transformación maligna. Sin embargo, se han des‑ crito una serie de parámetros que son útiles para prede‑ cir la probabilidad de transformación, entre los que se encuentran la cuantía del componente M, el grado de infiltración medular por células plasmáticas y el isotipo IgA6. Otros factores recientemente descritos incluyen el comportamiento “evolving” o progresivo de la para‑ proteína (supone el 10% de las GMSI y se define como un incremento progresivo del CM en los 3 primeros años de seguimiento)6, presencia de un fenotipo abe‑ rrante por citometría de flujo en ≥95% de las células plasmáticas de médula ósea, aneuploidia del ADN o un cociente anómalo de cadenas ligeras libres2,5. El grupo de la Clínica Mayo ha desarrollado un sistema de estra‑ tificación de riesgo basado en tres factores: CM ≥15 g/L, isotipo IgA o IgM y cociente de FLC anómalo. El riesgo absoluto de transformación maligna a los 20 años para aquellos pacientes con 0, 1, 2 o 3 factores es del 5% (riesgo bajo), 21% (intermedio 1), 37% (intermedio 2) y 58% (alto riesgo), respectivamente2,5. Seguimiento clínico Las guías clínicas publicadas por el International Myelo‑ ma Working Group (IMWG)7 en el año 2010 proponen una evaluación de la enfermedad y un seguimiento clí‑ nico diferencial basado en los grupos de riesgo definidos por la Clínica Mayo5. Se debe realizar una historia clínica completa, explo‑ ración física, hemograma, bioquímica que incluya fun‑ ción renal, calcio, proteínas totales, electroforesis sérica, proteinuria de 24 horas y electroforesis urinaria, inmu‑ nofijación en suero y orina y determinación de cadenas ligeras libres en suero (FLC). En los pacientes con una GMSI de bajo riesgo, que representan el 40% de todas las GMSI, no es necesario efectuar un aspirado medular y una seriada esqueléti‑ ca si todas las pruebas anteriores sugieren una GMSI. Se debe realizar una nueva valoración a los 6 meses y si permanece estable se puede realizar un seguimiento clínico y analítico cada 2-3 años. Estos pacientes incluso se pueden remitir al médico de cabecera para su segui‑ miento. En los pacientes de riesgo intermedio y alto hay que realizar un aspirado medular que incluya citometría de flujo y una serie ósea. Se debería efectuar una nueva evaluación mediante analítica y estudio proteico a los 6 meses y después anualmente. La decisión de iniciar tratamiento se basa en los criterios CRAB y no en otros factores de riesgo, incluyendo las anomalías citogené‑ ticas4. Mieloma quiescente Esta entidad fue descrita por primera vez por Kyle y Greipp en 1980 al identificar seis pacientes que cum‑ plían los criterios diagnósticos de mieloma múltiple (CM ≥30 g/L y ≥10% de células plasmáticas en médula ósea) pero que no presentaban ninguna de las manifes‑ taciones clínicas de la enfermedad y que permanecieron estables y asintomáticos sin precisar tratamiento duran‑ te más de 5 años. En el año 2003 el IMWG cambió la definición de MQ, de modo que se exige tan solo uno de los dos criterios (CM ≥30 g/L y/o ≥10% de células plasmáticas en médula ósea)8 (Tablas 3 y 4). Sin embar‑ go, bajo el término MQ se agrupan pacientes con un pronóstico muy heterogéneo, algunos con comporta‑ miento muy indolente y una tasa de progresión a MM sintomático muy baja (perfil similar a GMSI) mientras I 26 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional que otros progresan rápidamente a MM sintomático (“early myeloma”) en el curso de los 2 primeros años tras el diagnóstico. Esta variabilidad clínica ha motivado que el término MQ esté de nuevo en revisión. Riesgo de progresión En un estudio retrospectivo llevado a cabo en la Clíni‑ ca Mayo entre los años 1970 y 1995 se diagnosticaron 3.549 pacientes de MM, de los cuales 276 (8%) cum‑ plían los criterios diagnósticos de MQ9. La probabilidad acumulada de progresión a MM sintomático o amiloi‑ dosis fue del 51% a los 5 años, 66% a los 10 años y 73% a los 15 años, con una mediana hasta la progresión de 4,8 años. El riesgo de progresión no fue constante a lo largo del tiempo y se estimó en un 10% anual durante los 5 primeros años, 3% anual durante los 5 siguientes años y 1% anual durante los siguientes 10 años. Factores pronósticos A diferencia de lo que ocurre con la GMSI eventualmen‑ te todos los pacientes con MQ acaban evolucionando a MM sintomático y requieren tratamiento. Sin embar‑ go, el intervalo entre el diagnóstico y la progresión es muy variable de un paciente a otro. De hecho, una proporción de pacientes con MQ de muy alto riesgo experimentan una rápida progresión a MM, con una probabilidad del 80% a los 2 años del diagnóstico. Estos pacientes se consideran no representativos de la pobla‑ ción de MQ dado el riesgo de progresión anual del 40% comparado con el 10% anual del resto de pacientes con MQ. La masa tumoral medida por el componente M y la proporción de células plasmáticas nos permite crear un modelo de riesgo estratificado con tres grupos pro‑ nósticos: el grupo 1 incluye los pacientes con ≥10% de células plasmáticas y ≥30 g/L de CM sérico, el grupo 2 incluye los pacientes con ≥10% de células plasmáticas y <30 g/L de CM y el grupo 3 incluye los pacientes con <10% de células plasmáticas y ≥30 g/L de CM. La probabilidad de progresión a los 15 años es del 87%, 70% y 39% para los grupos 1, 2 y 3, respectivamente9. Estudios posteriores han mostrado que una infiltración medular por células plasmáticas ≥60% se asocia con una rápida progresión a MM sintomático (mediana 7-15 meses)10,11. Cabe señalar que únicamente el 2-3% de los pacientes con MQ tienen ≥60% de células plasmáticas al diagnóstico, y los autores opinan que estos pacientes deben considerarse como portadores de MM sintomáti‑ co que requieren tratamiento independientemente de la presencia de afectación orgánica (criterios CRAB). Dispenzieri et al.11 demostraron que un cociente anormal de FLC (definido como ≤0,125 o ≥8) se asocia con una probabilidad de progresión del 40% en los 2 primeros años desde el diagnóstico. Cuando el cociente de FLC ≥100 el riesgo de progresión a MM o amiloidosis es del 79% a los 2 años12,13. La resonancia magnética (RM) es útil para estu‑ diar el patrón de infiltración de la médula ósea. Se han identificado cuatro patrones: patrón focal, difuso, normal y variegato. Hillengass et al.14 estudiaron 149 pacientes con RM de cuerpo total. Las lesiones focales se identificaron en el 28% de los pacientes y un 15% tenía más de una lesión focal. La presencia de más de una lesión focal se asoció a una mediana de progresión de 13 meses y una tasa de progresión del 70% a los 2 años. En un análisis multivariado, la presencia de ≥1 lesión focal permanecía como factor pronóstico de progresión tras ajustar por otros factores de riesgo, incluyendo el grado de infiltración plasmocelular de la médula ósea, el nivel de paraproteína sérica o urinaria Tabla 4. Diagnóstico diferencial de las gammapatías monoclonales asintomáticas de tipo no IgM Bajo riesgo de progresión (1-2% anual) Alto riesgo de progresión (10% anual) IgG e IgA GMSI no IgM Se deben cumplir los 3 criterios: • CM sérico < 30 g/L • CP clonales en médula ósea < 10% • Ausencia de daño orgánico MQ Se deben cumplir los 2 criterios: • CM ≥30 g/L y/o ≥10% CP clonales en médula ósea • Ausencia de daño orgánico Cadenas ligeras GMSI de cadenas ligeras Se deben cumplir todos los criterios: • Cociente FLC anormal (<0,26 o >1,65) • Incremento de la cadena ligera involucrada (aumento cadena kappa si cociente > 1,65 o aumento cadena lambda si cociente < 0,26) • CP clonales < 10% • No daño orgánico Proteinuria idiopática de Bence-Jones Se deben cumplir todos los criterios: • CM urinario ≥500 mg/24 h y/o CP clonales ≥10% • Ausencia de daño orgánico I 27 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional y la inmunoparesis (disminución de las inmunoglobu‑ linas policlonales). Actualmente los expertos están redefiniendo los tér‑ minos de MQ y MM. Así, aquellos pacientes que tienen alguno de los factores pronósticos asociados a un riesgo de progresión a los 2 años del 80% (es decir, infiltración medular ≥60%, el cociente de FLC ≥100 y la presencia de ≥1 lesión focal en la RNM) deben considerarse MM sinto‑ máticos (“early myeloma” o mieloma inicial) y requieren por lo tanto tratamiento, aun en ausencia de criterios CRAB11. La presencia de ≥95% de células plasmáticas de fenotipo aberrante en médula ósea por citometría de flujo se correlaciona con un mayor riesgo de progre‑ sión15. El impacto de las alteraciones citogenéticas ha sido estudiado por los grupos de la Clínica Mayo y el grupo de Heidelberg16,17. La presencia de la t(4;14), deleción de 17p o ganancias de 1q21 se asocia a mayor riesgo de progresión. Curiosamente, las trisomías, con‑ sideradas de buen pronóstico en el MM sintomático, se consideran un factor de riesgo de progresión de MQ a MM sintomático. El patrón evolutivo también es un factor pronóstico. Así, los pacientes con un MQ pro‑ gresivo (“evolving”), definido por un incremento del CM sérico ≥10% en los primeros 6 meses, se asocia a un tiempo de progresión significativamente más corto que los pacientes con un MQ no progresivo (“no evolving”) (1,3 vs 3,9 años, p=0,007)18. Otros factores de riesgo de progresión descritos son el isotipo IgA, la immunopa‑ resis o la presencia de células plasmáticas circulantes identificadas por inmunofluorescencia11. Modelos pronósticos El grupo de la Clínica Mayo propone un modelo de estratificación de riesgo basado en tres factores: infiltra‑ ción medular por células plasmáticas ≥10%, CM sérico ≥30 g/L y un cociente de FLC anormal (<0,125 o >8). La probabilidad acumulada de progresión a los 10 años fue del 50%, 65% y 84% para los pacientes con uno, dos o tres factores de riesgo (p<0,001) y la mediana de progresión fue de 10 años, 5,1 años y 1,9 años, respec‑ tivamente19. El grupo PETHEMA ha propuesto otro modelo basa‑ do en la demostración de anomalías fenotípicas por citometría de flujo y la presencia de inmunoparesis. El riesgo de progresión a los 5 años fue del 4%, 46%, y 72% para los pacientes con ninguno, uno o dos factores de riesgo, con una mediana de progresión no alcanzada de 73 meses y 23 meses, respectivamente15. El grupo SWOG propone un modelo basado en la combinación del componente M (≥30 g/L), FLC involu‑ crada > 25 mg/dL y perfil de expresión génica realizado en células plasmáticas purificadas. El riesgo de progre‑ sión a los 2 años para los pacientes con 0, 1 o ≥2 factores de riesgo fue del 3%, 29% y 70%, respectivamente20. Seguimiento clínico Ante un paciente con sospecha de MQ se debe realizar un hemograma completo, determinación de creatini‑ na, calcio, proteínas totales, proteinuria de 24 horas y electroforesis en suero y orina. Se debe realizar un aspirado medular, una seriada esquelética y la determi‑ nación de FLC. La IMWG recomienda realizar una RM de columna y pelvis para determinar el tipo de patrón infiltrativo, dado su valor pronóstico. En opinión de los autores de esta ponencia no existe suficiente evidencia para recomendar la realización de una RM a todos los pacientes con MQ por el riesgo de sobretratamiento que podría suponer. Se deben repetir todos los estudios de laboratorio en 2-3 meses y después cada 4-6 meses. En caso de progresión clínica o biológica se debe repetir el estudio completo incluyendo la seriada esquelética y el aspirado medular. Tratamiento La recomendación para los pacientes con MQ es la abs‑ tención terapéutica hasta que exista evidencia de pro‑ gresión. Estudios realizados previamente con melfalán/ prednisona o bisfosfonatos no han demostrado bene‑ ficio en supervivencia global. La talidomida también se ha usado sola o en combinación con bisfosfonatos en pacientes con MQ con resultados poco alentadores, con una tasa de respuestas de entre el 30-40%, elevada toxicidad y ningún beneficio en supervivencia global11. El grupo PETHEMA ha publicado recientemente los resultados de un estudio aleatorizado en el que se com‑ para lenalidomida y dexametasona frente a abstención terapéutica en pacientes con MQ de alto riesgo, defini‑ do por la presencia de ≥10% de células plasmáticas en médula ósea y un CM elevado (IgG ≥30 g/L, IgA ≥20 g/L o Bence-Jones proteinuria > 1 g/24 h) o, en caso de cum‑ plirse solo uno de estos criterios, por la presencia de >95% de células de fenotipo aberrante en médula ósea e inmunoparesis. Los pacientes de la rama de tratamien‑ to recibieron un total de nueve ciclos de lenalidomida y dexametasona seguido de un mantenimiento con lenalidomida durante 2 años. Se incluyeron un total de 125 pacientes. La tasa de respuestas fue del 79% tras la inducción y del 90% durante el mantenimiento, inclu‑ yendo un 14% y 26% de remisiones completas, respec‑ tivamente. Tras un seguimiento mediano de 40 meses, se observó una prolongación significativa del tiempo hasta la progresión (no alcanzada vs 21 meses, p<0,001) y de la supervivencia global (94% vs 80%, p=0,03) en la rama de tratamiento comparado con el grupo control21. Los expertos recomiendan adaptar el tratamiento al riesgo. Así, en los pacientes con un MQ de bajo riesgo la recomendación actual es la abstención terapéutica. Para los pacientes con MQ de alto riesgo se mantie‑ I 28 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional ne la recomendación de abstención terapéutica si bien son pacientes potencialmente candidatos a tratamiento dentro de un ensayo clínico. En este sentido, el Grupo Español de Mieloma está diseñando un nuevo estudio que incluye una inducción con carfilzomib, lenalidomi‑ da y dexametasona seguida de una intensificación con un trasplante autólogo, consolidación y mantenimiento. Los pacientes con un MQ de muy alto riesgo (riesgo de progresión del 80% en los 2 primeros años desde el diagnóstico) deben considerarse pacientes con MM sintomático (de hecho, se trata más de pacientes con un “early myeloma” que de un auténtico quiescente) y por lo tanto tributarios de iniciar tratamiento aun en ausencia de otros criterios CRAB. 10. 11. 12. 13. 14. Bibliografía 1. Kyle RA, Thernau TM, Rajkumar SV, Larson DR, Plevak MF, Offord JR, et al. Prevalence of monoclonal gammopathy of undetermined significance. N Engl J Med. 2006;354:1362-69. 2. 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Galdakao Introducción La historia de la medicina transfusional está ligada a la evo‑ lución de los componentes sanguíneos, pudiendo señalar como algunos hitos significativos la primera transfusión indirecta de sangre citratada en 1914 (Dr. Agote, Dr. Hus‑ tin), la creación del primer Banco por el Dr. Durán-Jordá en Barcelona en 1936 durante la Guerra Civil Española, el procedimiento de plasmaféresis por el Dr. Grifols en 1951, la sustitución del frasco de vidrio por bolsas de plástico en la década de los setenta, la incorporación progresiva y cre‑ ciente de pruebas analíticas de escrutinio de enfermedades infecciosas, la aparición de filtros de desleucocitación y más recientemente las técnicas de inactivación de patógenos. Se puede decir que ha habido un desarrollo vertiginoso en las últimas décadas en la preparación de los componentes san‑ guíneos, en todas sus facetas, buscando siempre la mejora de la calidad y seguridad de los mismos. Por tanto, para abordar este tema deberemos responder a las siguientes cuestiones, teniendo en cuenta la situación actual y con un enfoque de su posible evolución futura: • ¿Cuántos componentes tenemos que producir? ¿De qué tipo? ¿Con qué características? ¿Con qué materiales? • ¿Cómo vamos a producirlos? ¿Con qué tecnología vamos a producirlos? ¿A qué coste económico? ¿Con qué grado de estandarización? ¿En qué ins‑ talaciones vamos a producirlos? ¿Cómo vamos a almacenarlos y durante cuánto tiempo? • ¿Cómo vamos a identificarlos y etiquetarlos? • ¿Cuándo y cómo vamos a distribuirlos? • ¿A partir de qué tipo de donaciones y de qué donantes? • ¿Cómo tenemos que hacer todo lo anterior? ¿Qué legislación o normas tenemos que cumplir? ¿Con‑ templan esta legislación o normas todos los avances? • ¿Hay alternativas a estos componentes sanguíneos? lograr la autosuficiencia. Este aspecto va a estar ligado necesariamente, por un lado, a las tendencias en el uso y consumo de estos componentes (nuevos protocolos transfusionales, tales como transfusión de un único con‑ centrado de hematíes, transfusión masiva, etc.) y a los diferentes programas de optimización de la transfusión, y por otro lado, a los cambios demográficos y su reper‑ cusión tanto en la obtención de donaciones como en la transfusión. Así, hay distintos trabajos que tras realizar una proyección en el futuro de la relación entre la oferta y la demanda de sangre prevén un déficit acusado en los próximos años1. Esta situación sería achacable, en síntesis, al envejecimiento general de la población y a la concentración del mayor uso de transfusiones en los segmentos de población de mayor edad. Esta tendencia sin embargo no ha sido corroborada por otros estudios, pudiendo deberse entre otros factores a un mejor uso de la transfusión. Por ello, estos estudios deben ser contemplados con cautela y deben realizarse análisis con datos propios. Existen unas recomendaciones de la Organización Internacional de la Salud (OMS) relativas a seguridad, ética, seguridad y estrategias para lograr esta autosuficiencia, basándose en la donación de san‑ gre voluntaria, altruista y no remunerada2. Tipos de componentes sanguíneos Los concentrados de hematíes son, con gran diferencia respecto a los concentrados de plaquetas y el plasma fresco congelado, el componente sanguíneo más fre‑ cuentemente usado en la transfusión humana. Los tipos y variantes de componentes sanguíneos que se pueden obtener van a ser múltiples, tantos como las posibles combinaciones de las diferentes variables siguientes: Autosuficiencia El nivel de producción de los distintos tipos de com‑ ponentes sanguíneos tiene como objetivo principal I 30 I • Por tipo de procedencia o fuente de obtención, bien a partir de la donación convencional de sangre total, bien a partir de procedimientos de aféresis. • P or el tipo de donante, altruista voluntario o autólogo. Hasta la fecha, la práctica ha sido valo‑ rar a todos los donantes como fuentes de una LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional materia prima inicial similar para la producción de componentes. Sin embargo, las características específicas del donante tienen un efecto sustan‑ cial en la calidad de los componentes durante el periodo de almacenamiento establecido. Así, por ejemplo, en algunos estudios se han identi‑ ficado marcadores predictivos mediante tecno‑ logías de proteómica sobre la supervivencia y recuperación de concentrados de plaquetas, que podrían ayudar en la gestión de los donantes3. Otro trabajo sugiere que algunos factores especí‑ ficos del donante, incluido la menopausia, tienen un efecto sobre la calidad del almacenamiento de los hematíes4. En otros casos son aspectos de la historia clínica del donante los que deben ser tenidos en cuenta para evitar generar potenciales efectos adversos en los pacientes (ejemplo, TRA‑ LI). Por ello, ya se han incorporado determinadas medidas tales como no permitir las donaciones de aféresis de plaquetas de mujeres con historia de embarazos o utilizar solo plasmas de donan‑ tes varones sin historia transfusional. Probable‑ mente en el futuro la gestión del suministro de componentes exigirá una gestión de los donantes mucho más sofisticada que en el presente. Esto puede traducirse por ejemplo en una medicina más personalizada del paciente, utilizando el tipaje eritrocitario masivo mediante genotipado con sistemas de alta capacidad, tanto a donantes como a receptores, para obtener una compati‑ bilidad mejor y más extensa, que precisará de sistemas de información más desarrollados y que afectará de forma profunda a la gestión de los donantes, al mismo tiempo que puede cambiar el paradigma de las actividades de un servicio transfusional de la detección a la prevención de la aloinmunización5. • Por el tipo de material de bolsa utilizada6 y su per‑ meabilidad al oxígeno (PVC-DEHP, PVC-BTHC, PVC-DINCH, PVC-TOTM, poliolefina, EVA, etc.). • Por el anticoagulante utilizado (CPD, CPD-A, etc.). • Por la solución aditiva utilizada (SAG-M, AS1, etc.). • Por los posibles tratamientos, uno o varios, que se pueden realizar sobre un mismo tipo de compo‑ nente, tales como: filtración para desleucocitación, filtración para priones, irradiación, congelación, descongelación, lavado, desplasmatización, cua‑ rentena, inactivación de patógenos, alicuotado pediátrico, etc. • Por la caducidad asignada. Actualmente, en las diferentes comunidades autónomas, para un mis‑ mo tipo de componente, de iguales especificacio‑ nes, la caducidad puede diferir. • Por las diferentes pruebas de laboratorio necesa‑ rias para dar por válido un componente. También aquí la variabilidad entre las distintas comunidades autónomas es amplia, habiendo algunas que rea‑ lizan serologías adicionales complementarias que exceden los mínimos exigibles según la legislación. Los granulocitos son un tipo de componente sanguí‑ neo de uso no frecuente, dadas sus limitadas indicacio‑ nes, y sus resultados clínicos son prometedores pero no concluyentes. En la mayoría de los casos la obtención se realiza mediante aféresis a donantes, previamente esti‑ mulados con dexametasona y G-CSF. Sin embargo, en Inglaterra ha aumentado sustancialmente la obtención de estos granulocitos a partir de sangre total y alma‑ cenados con solución aditiva y plasma, aportando la ventaja de la mayor disponibilidad, y con unos resul‑ tados clínicos equivalentes7. Esta forma de obtención a partir de sangre total no está contemplada actualmente en la legislación española, dado que solo contempla la obtención mediante aféresis. Método de producción La forma de obtener estos componentes sanguíneos actualmente reside en los procedimientos de aféresis o en el fraccionamiento de la sangre total. Por otro lado, de cara al futuro, ya existen trabajos que avanzan en la obtención de productos a partir de expansión celular ex vivo. A partir de donaciones de sangre convencional El proceso tradicional, más extendido, de producción de componentes sanguíneos (Hematies, Buffy-coat, Plasma) a partir de donaciones de sangre convencio‑ nal es relativamente complejo y en gran parte manual. En las dos últimas décadas se incorporaron los frac‑ cionadores semiautomáticos, y en los últimos años máquinas para automatizar la producción de pools de plaquetas y el fraccionamiento de la sangre total. Se puede decir que la automatización total se está implan‑ tando de forma progresiva, y en distinto grado, en los distintos centros de transfusión para la obtención de los componentes sanguíneos con un carácter “indus‑ trial”. La incorporación de esta tecnología supone un coste económico importante, pero conlleva una serie de ventajas tales como una reducción del tipo y número de equipamiento, que conlleva a su vez a una reduc‑ ción de mantenimientos y calibraciones, una reduc‑ ción significativa de pasos y tareas operativas, una disminución de los tiempos de procesamiento, una reducción de los componentes desechados por moti‑ vos de procesamiento, una mejora de la trazabilidad del procesamiento de cada donación, una reducción de los tiempos de formación del personal, una mejor ergonomía para los operadores y la obtención de unos I 31 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional componentes sanguíneos más homogéneos con menor desviación8. Por otro lado, y de modo paralelo, se están aplicando metodologías “lean” para esta producción de componentes y también en otras áreas en los centros de transfusión9. También, y de forma pionera, ya se ha implementado en un centro la robotización para otras fases tales como el etiquetado de los concentrados de hematíes y plasmas. A partir de aféresis La evolución de la tecnología en estas máquinas de aféresis ha permitido una mayor eficiencia en la recu‑ peración de plaquetas, pudiéndose obtener hasta triple dosis de plaquetas con una sola donación, y donaciones dobles de hematíes. Expansión in vitro La tecnología de stem cells parece tener un futuro pro‑ metedor en la medicina transfusional, y su uso para generar productos sanguíneos supondría una auténtica revolución. Plaquetas Ya se ha conseguido la generación ex vivo de plaquetas a partir de stem cells de sangre de cordón umbilical, de stem cells embrionarias y de stem cells pluripotentes inducidas, pero los rendimientos obtenidos con estas estrategias todavía no son suficientes con vistas a un uso clínico real debido a que los protocolos de diferenciación uti‑ lizados aún no se han logrado en condiciones GMP y con un número de células óptimo para su transfusión10. Su implementación efectiva supondría disponer de una oferta de plaquetas capaz de satisfacer las demandas crecientes, así como poder disponer de productos espe‑ cíficos para pacientes concretos (pacientes refractarios). Así, ya se han conseguido obtener plaquetas deficientes en antígenos HLA clase I en el laboratorio usando como fuente stem cells de origen hematopoyético11. Existen muchas consideraciones todavía por resolver de distin‑ tos tipos, respecto a su seguridad (riesgo oncogénico o teratogénico), su regulación legal y especialmente de carácter técnico. Entre estas limitaciones técnicas des‑ taca conseguir una adecuada maduración de los megaca‑ riocitos (su poliploidización, que está relacionada con la cantidad de plaquetas producidas), una mayor liberación de plaquetas en cultivo y garantizar la viabilidad y fun‑ cionalidad de las plaquetas así producidas (estructural‑ mente sí son similares a las producidas fisiológicamen‑ te). Por supuesto, también debe ser resuelto el sistema de producción a gran escala, en condiciones GMP. Una estrategia que también se ha explorado para evitar las limitaciones de esta producción de plaquetas ex vivo ha sido la infusión de megacariocitos expandidos ex vivo para liberar las plaquetas in vivo12. Hematíes Al igual que para las plaquetas también se han consegui‑ do obtener hematíes ex vivo a partir de estas mismas stem cells, y aunque ya en 2011 se inyectaron 2 mL de hema‑ tíes cultivados en humanos, existen varios condicionan‑ tes por resolver, tales como el tipo de stem cells más ade‑ cuado para esta generación de hematíes, la translación de los métodos de cultivo a procesos de producción a gran escala mediante biorreactores tridimensionales automa‑ tizados y el desarrollo de protocolos para optimizar la cantidad, calidad y maduración de estos hematíes así generados, con metodología GMP. Así, una unidad de sangre de cordón umbilical podría generar 10-75 con‑ centrados de hematíes, por lo que deberá ser explorado en el futuro como una potencial fuente de obtención de concentrados de hematíes, especialmente para pacien‑ tes aloinmunizados, con grupos raros o hemoglobinopa‑ tías13,14. Otro aspecto a considerar es el económico, dado que se ha calculado un coste de 8.000 a 15.000 dólares por unidad, salvo que exista un sistema de producción a gran escala15. Pero hasta la fecha no hay ningún país que haya dado la autorización del uso de componentes sanguíneos obtenidos a partir de células madre, y solo recientemente las autoridades de Escocia han autorizado a producir componentes sanguíneos a partir de stem cells para su futuro uso en estudios clínicos16. De forma alternativa, se está trabajando en desa‑ rrollar concentrados de hematíes universales mediante diferentes métodos. Así, uno de estos es la ocultación de los sistemas antigénicos mediante ingeniería celular superficial basada en polidopamina17. Materiales relacionados Los materiales relacionados para la producción y/o almacenamiento de los componentes sanguíneos más importantes son las bolsas, los filtros, las soluciones aditivas y los anticoagulantes. En todos y cada uno de ellos se están produciendo de forma imparable avances significativos. Bolsas/Plásticos La sustitución del vidrio por el plástico en las bolsas de sangre conllevó una mejora en la seguridad y efectivi‑ dad de la separación y almacenamiento de los compo‑ nentes sanguíneos. Desde entonces el avance en estos sistemas de almacenamiento está condicionado por los propios conocimientos médicos y científicos del tema, pero también por los factores económicos, medioam‑ I 32 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional bientales y regulatorios. Los aspectos más controverti‑ dos son el uso del di-etilhexil-phtalato (DEHP) como plastificante de las bolsas de cloruro de polivinilo (PVC), el cual aporta unas características de inertibilidad, flexi‑ bilidad, transparencia, resistencia al calor y químicos, modeabilidad, posibilidad de esterilización por vapor o radiación, sellabilidad y bajo coste. Tiene un papel pro‑ tector para el almacenamiento de los hematíes evitando una hemólisis excesiva18, pero como contrapartida sus potenciales efectos a largo plazo, en donantes de afére‑ sis y en los receptores, han conllevado su clasificación como compuesto tóxico de categoría 2 por sus efec‑ tos en la fertilidad y el desarrollo19 y han hecho que se investigue activamente en alternativas al mismo. Así, se ha investigado en el uso de otros polímeros distintos al PVC, tales como EVA y poliolefinas, y en la sustitu‑ ción del plastificante DEHP por otros tales como buti‑ ril-tri-n-hexilcitrato (BTHC), trioctiltrimelitato (TOTM) o DINCH. En síntesis, el BTHC permite el almacena‑ miento de los hematíes hasta 35 días, pero a costa de un desagradable olor, la imposibilidad de esterilización por radiación y un alto precio. El DINCH es una alterna‑ tiva válida, pero obliga a una agitación periódica de los hematíes almacenados, lo que complica la logística de almacenamiento20. Con vistas a evitar la exposición al DHEP siempre que sea posible, se está produciendo ya en algunos países la sustitución de las bolsas de alícuo‑ tas pediátricas por jeringas libres de este compuesto21. Merece la pena comentar igualmente que en relación a los equipos destinados a la donación de sangre se está trabajando entre los diferentes agentes implicados en colaboración con la industria proveedora, para conse‑ guir una estandarización en su presentación22. Existe una reciente revisión de todas las bolsas de almacena‑ miento de componentes sanguíneos disponibles comer‑ cialmente, con todas sus características23. Filtros Aparte de los ya bien conocidos filtros para desleuco‑ citar, y aunque su uso no esté extendido en España, hay que comentar la disponibilidad en el mercado de filtros para la eliminación de priones24. Por otro lado, es bien conocido que la administración de los distintos componentes sanguíneos origina efectos nocivos en el sistema inmune del receptor, lo que se conoce como modulación inmune relacionada con la transfusión25, y por ello se están estudiando a nivel experimental nue‑ vos filtros para mejorar la calidad de los concentrados de hematíes durante el almacenamiento mediante la eliminación de leucocitos, citocinas y otros mediadores biológicos26. También se está investigando la aplicación de columnas de adsorción en productos de plaquetas para la eliminación de distintas moléculas biológicas implicadas en reacciones transfusionales27. Soluciones aditivas de plaquetas Estas soluciones aditivas (SA), ya con amplio uso en rutina, se introdujeron como sustitutos del plasma para, además de poder recuperar más plasma para destinar‑ lo al fraccionamiento industrial, disminuir las reaccio‑ nes transfusionales alérgicas y febriles no hemolíticas, mejorar las condiciones de almacenamiento de las pla‑ quetas preservando su viabilidad y función hemostática y facilitar la aplicación de tecnologías de inactivación de patógenos. También hay estudios que apuntan a una ventaja adicional como sería la mejora en la detección bacteriana y reducción de formación de biocapa sobre las paredes de la bolsa durante el almacenamiento del concentrado de plaquetas28. Existen varias generacio‑ nes de SA para plaquetas, siendo las más habituales el PAS-3 o intersol o PAS-C (que incluye fosfato en su composición) y el PAS-3M o SSP+ o PAS-E (que contie‑ ne potasio y magnesio). Con estas SA el concentrado de plaquetas final debe tener una proporción final de plas‑ ma del 30-35% para asegurar unos niveles de glucosa suficientes. Existen varios estudios que han documenta‑ do unos buenos resultados con el uso de concentrados de plaquetas con estas SA, tanto in vitro como in vivo, llegando incluso al séptimo día de caducidad, así como una reducción de reacciones alérgicas29,30, y al mismo tiempo demostrando una buena relación coste-efecti‑ vidad en la prevención de reacciones transfusionales por el uso de estas SA31. Otros estudios objetivan que concentrados de plaquetas tratados con tecnología de reducción de patógenos con estas soluciones aditivas actuales pueden ser almacenados hasta 9 días con pará‑ metros in vitro aceptables32. La nueva generación de SA (PAS-G o M-Sol o PAS5) incluye la glucosa en su formulación y tiene como objetivo reducir aún más el plasma residual hasta el 5%, y se han obtenido unos resultados in vitro a 7 días com‑ parables33,34. La fabricación de estas SA presenta algún inconveniente por la caramelización de la glucosa con la esterilización por calor con pH neutros o alcalinos, por lo que el pH de estas SA es bajo. Todavía no están en rutina. Estas nuevas SA de última generación aportarían una reducción aún mayor de las posibles reacciones transfu‑ sionales y una disminución de hemaglutininas y anti‑ cuerpos HLA. Esto permitiría suprimir pruebas que se realizan en algunos centros tales como la detección de anticuerpos anti-HLA en donantes mujeres multíparas. También hay un estudio que demuestra que esta última generación de SA puede ser usada para reconstituir las plaquetas criopreservadas con DMSO tras su desconge‑ lación, con resultados de recuperación e indicadores in vitro similares al plasma, e incluso de forma más rápida35. Recientemente un estudio aportó unos resultados de via‑ bilidad de plaquetas de aféresis almacenadas hasta 18 I 33 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional días en un 80% de PAS sin tratamiento de reducción de patógenos36, concluyendo que las variables que determi‑ nan la adecuada viabilidad de las plaquetas son su proce‑ dencia (aféresis, y tipo de máquina, o pool), el tipo de SA y su concentración final, el tipo de bolsa y, si se realiza, el tipo de tratamiento de reducción de patógenos. Otra vía alternativa que se está explorando para mitigar la lesión de almacenamiento de las plaquetas es la adición de sustancias de origen natural (ácidos gra‑ sos omega) o similares (resveratrol)37 o de otros agen‑ tes inhibidores (VX-702) para prevenir las disfunciones plaquetarias asociadas a almacenamientos de estos componentes a temperatura no idónea38. Por otro lado, los avances en la producción y almacenamiento de los concentrados de plaquetas van a estar ligados cada vez más a la aplicación de tecnologías de proteómica para valorar la calidad de estos componentes39. Soluciones aditivas de hematíes Los concentrados de hematíes se obtienen bien a partir de sangre total recogida con anticoagulante (CPD) o mediante aféresis con ACD-A, y el aporte nutricional de las SA que se añaden posteriormente permite un almacenamiento más prolongado. Existen diferentes SA comercializadas, AS-1, AS-3, AS-5 y AS-7 en Estados Unidos, y otras han sido aprobadas para su uso en otros países, incluyendo España, tales como SAG-M, E-Sol y PAGGSM, lo que permite el almacenamiento durante 5-6 semanas. La calidad del concentrado de hematíes puede verse alterada durante su obtención, su procesamiento (tem‑ peratura y tiempo hasta su fraccionamiento, método de fraccionamiento) y su almacenamiento. Se conoce como “lesión de almacenamiento de los hematíes” al conjunto de cambios morfológicos y metabólicos que ocurren durante este periodo, y que se evidencian bien en los hematíes (pérdida de la forma discoide bicóncava, depleción 2,3 DPG, descenso en la concentración ATP, afectación de la bomba sodio-potasio, anomalía en la homeostasis del óxido nítrico, liberación de micropar‑ tículas, etc.), bien en el sobrenadante (aumento de pota‑ sio, aumento de citocinas, productos de degradación del complemento, etc.), y que conlleva unas consecuencias fisiológicas (disminución de liberación de oxígeno, flujo microcapilar comprometido, etc.). Relacionado íntima‑ mente con este apartado es obligatorio preguntarse si esta “lesión de almacenamiento de los hematíes” conlleva una repercusión clínica adversa. Existen multitud de estudios, observacionales prospectivos y retrospectivos, así como metaanálisis que sugieren un aumento de la mortalidad relacionada con el uso de hematíes “viejos”, mientras que el único estudio clínico controlado randomizado finaliza‑ do no ha demostrado mejor supervivencia en población de niños prematuros y de muy bajo peso transfundidos con hematíes frescos. Esta cuestión podrá ser mejor res‑ pondida cuando finalicen diferentes estudios controla‑ dos aleatorizados multicéntricos en curso. Si finalmente se demostrara que la transfusión de hematíes “viejos” conlleva riesgos clínicos significativos, puede significar una revolución en la sistemática de los actuales sistemas de donación, almacenamiento y transfusión. Existe una revisión actualizada de este tema40. Existen diferentes estudios de simulación de este tipo de escenarios de uso de sangre fresca para anticipar su posible repercusión en la práctica real sobre el suministro y stocks de hematíes, concluyendo que puede significar cambios importantes tanto a nivel de la gestión de la base de donantes como de la gestión del inventario de productos41. Algunas áreas donde se está investigando para optimizar el almacena‑ miento de los concentrados de hematíes son42: la mejora de métodos o desarrollo de nuevos métodos para medir la liberación de oxígeno a los tejidos; métodos para identifi‑ car las causas y reducir la variabilidad de las alteraciones in vitro de los hematíes, de la viabilidad postransfusional y de la efectividad clínica durante el almacenamiento; la identificación de marcadores que se correlacionen con la buena o mala supervivencia de los hematíes; estudios clínicos que correlacionen las características in vitro de los hematíes con el efecto en el receptor; el desarrollo de soluciones de almacenamiento o rejuvenecimiento de los concentrados de hematíes. Dentro de este apar‑ tado existen publicaciones recientes que demuestran un enlentecimiento de la progresión de la lesión de almace‑ namiento in vitro y mejor calidad in vitro con el uso de una versión mejorada de E-Sol43. Por otro lado, existen varias publicaciones recientes que abogan por la supresión de la regla de eliminar los concentrados de hematíes que han estado más de 30 minutos fuera del rango de temperatu‑ ra controlado, basándose en estudios de exposiciones a distintas temperaturas midiendo parámetros de calidad in vitro de forma seriada, con soluciones aditivas distintas, al no detectar daño significativo de almacenamiento44 ni crecimiento bacteriano45. Almacenamiento Respecto a la forma de almacenamiento, para los con‑ centrados de hematíes el estándar sigue siendo la refri‑ geración a 2-6° C, y no se vislumbran otras alternati‑ vas. Para el plasma hay estudios que demuestran que el plasma liofilizado es comparable al plasma fresco congelado y proporcionaría unas considerables ventajas logísticas46. Para las plaquetas una posible alternativa, en investigación, que permitiría un almacenamiento más prolongado sería su almacenamiento a 4° C, con o sin adición de un compuesto químico que actuaría como biorregulador47. Desde otro punto de vista, de forma progresivamen‑ te creciente se están aplicando metodologías de investi‑ I 34 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional gación operacional, principalmente simulaciones, para analizar, bajo distintos escenarios sobre distintas áreas (niveles de donación, producción, almacenamiento y distribución), las repercusiones que conllevarían para el sistema diferentes circunstancias, bien a nivel regional, bien a nivel de país48. Así, por ejemplo, se han analizado las repercusiones que supondría sobre el suministro de concentrados de hematíes en Estados Unidos el uso de distintas estrategias de gestión del stock (criterio FIFO “first in-first out”, utilizando primero la unidad más vieja de la gestión de sangre, o criterios no FIFO, seleccio‑ nando con preferencia la unidad más vieja o la más reciente)41. También mediante esta metodología se ha estimado el impacto potencial que supondría una pan‑ demia en el suministro de componentes sanguíneos en Alemania49. Tratamientos de componentes Lavado En los últimos años se ha incorporado nueva tecnología para automatizar el lavado de hematíes, lo que ha per‑ mitido la estandarización del procedimiento, la mejora de la calidad de estos componentes y aumentar el tiem‑ po de caducidad hasta 14 días (en el método abierto manual son 24 horas), si bien algún estudio considera óptimo 7 días50. Para los concentrados de plaquetas, el lavado de las mismas sin embargo produce una dismi‑ nución en su recuperación y funcionalidad y acorta la supervivencia de las plaquetas in vivo, por lo que provo‑ ca una caducidad acortada de este tipo de producto51. Inactivación de patógenos Las tecnologías de reducción o inactivación de pató‑ genos están cambiando el paradigma de la seguridad transfusional desde un enfoque reactivo a otro proacti‑ vo. Una conferencia de consenso en 2007 recomendaba la implementación de estas tecnologías tan pronto como estuvieran disponibles de forma segura y eficaz, y que no debería retrasarse por no existir tecnologías para inac‑ tivar todos los componentes sanguíneos52. En síntesis, las principales ventajas que aportan son: la eliminación del riesgo residual de la infección en periodo ventana de patógenos no detectados en las pruebas actuales de screening en vigor o fallo de estos tests, la reducción del riesgo de patógenos que actualmente no pueden ser prevenidos completamente (bacterias, CMV, VHA), la protección frente a agentes infecciosos emergentes (virus del Nilo, virus del Chikungunya, virus del Dengue, etc.) reemer‑ gentes o desconocidos todavía, la protección contra la EICH postransfusional y por tanto la eliminación de la necesidad de la irradiación, o la posibilidad de extender la caducidad de las plaquetas a 7 días. En estos momentos están disponibles en el mercado con marcado CE, para las plaquetas el amotosaleno + luz ultravioleta A, la riboflavina + luz ultravioleta y la luz ultra‑ violeta UVC (pero no en uso clínico), y para el plasma, además de las anteriores, el tratamiento con solvente/deter‑ gente y el azul de metileno + luz visible53. Así como para el plasma está ampliamente extendido el uso de estas tec‑ nologías, para las plaquetas su incorporación en rutina está siendo mucho más paulatina, decidiéndose a nivel regional, y solo Suiza usa el 100% de plaquetas inactivadas54. Las principales limitaciones de estas tecnologías se plantean en relación a su eficacia, tolerabilidad y calidad. Cada sistema tiene sus carencias respecto a la efica‑ cia, pero casi todos tienen una capacidad limitada para inactivar bacterias formadoras de esporas, y esto es espe‑ cialmente relevante para los concentrados de plaquetas, donde a partir de formas vegetativas pueden crecer en números clínicamente significativos durante su almace‑ namiento. La eficacia de estas tecnologías se determina por la tasa efectiva de reducción del riesgo de infección comparada con el riesgo de los productos similares no tra‑ tados, y así la efectividad de la reducción del riesgo depen‑ de no solo de la capacidad del tratamiento, sino también de la dinámica y epidemiología de las infecciones, de los tipos de pruebas de screening u otras medidas de seguridad puestas en marcha en una determinada región. Un aspecto muy importante de estos tratamientos es el impacto sobre la integridad de los componentes sanguí‑ neos tratados y la toxicidad de los compuestos químicos usados en estos sistemas. De forma ideal, estos compues‑ tos deben ser muy selectivos y tóxicos frente al mayor espectro de patógenos y al mismo tiempo no tóxicos para las células/proteínas del componente sanguíneo tratado ni para el receptor. Existen multitud de estudios de los dife‑ rentes sistemas y los datos disponibles indican que exis‑ ten márgenes suficientes de seguridad y que no provocan toxicidad, carcinogénesis, mutagenicidad, genotoxicidad o toxicidad reproductiva. Sin embargo, sí está demostrada su repercusión in vitro sobre la calidad de las proteínas plasmáticas y las plaquetas, al igual que la disminución de la recuperación y supervivencia de las plaquetas tratadas in vivo. Los programas de hemovigilancia y una multitud de estudios avalan la utilidad clínica de estos componen‑ tes sanguíneos tratados con estos sistemas, a pesar de los hallazgos frente a los no tratados (por ejemplo, para los plasmas, mayor número de unidades transfundidas, para las plaquetas, menores incrementos corregidos del recuento de plaquetas postransfusionales, aumento del número de transfusiones por paciente). Otro efecto adverso posible a tener en cuenta sería la inducción de una respuesta inmune a estos produc‑ tos, dado que estos tratamientos podrían provocar modificaciones en las proteínas plasmáticas o plaque‑ tares generando neoantígenos, que serían reconocidos como extraños por el sistema inmune del receptor. No I 35 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional se ha informado de este tipo de reacción para los con‑ centrados de plaquetas tratados, pero algunos autores sospechan que la sensibilización al azul de metileno podría ser responsable de algunas reacciones alérgicas observadas tras la transfusión del plasma tratado con esta sustancia. Sin embargo, este tipo de inmuniza‑ ción a estos neoantígenos tras transfusiones repetidas ha limitado en el pasado la evaluación y desarrollo de estas tecnologías de reducción de patógenos para los concentrados de hematíes. Actualmente existe un tratamiento con S-303 para los concentrados de hematíes que ha completado todos los estudios in vitro y preclínicos de seguridad (carcinogénesis, toxicidad genética, reproductiva, etc.)55 y está actualmente en estudios clínicos fase 2 en Estados Unidos y fase 3 en Alemania (pacientes con anemia aguda) e Italia (pacientes con anemia crónica), cuyos resultados se conocerán en 2016. Igualmente, existe un ensayo clínico en marcha en Ghana sobre 200 pacientes con sangre total inactivada con ribofla‑ vina + luz ultravioleta. La aplicación de estos métodos sobre la sangre total facilitaría el proceso de logística de inactivación en lugar de métodos individualiza‑ dos por componente aislado, así como una potencial reducción de costes asociados. Sistemas de información. Codificación y etiquetado de componentes sanguíneos Los sistemas de información son absolutamente impres‑ cindibles en el tratamiento y administración de datos de todas las fases y pasos en toda la cadena transfusional, desde el donante hasta el receptor. El nivel de com‑ plejidad (hardware y software), de integración entre centros de transfusión y servicios transfusionales y de interacción con otros sistemas de información (historia clínica electrónica, laboratorios, sistemas de seguridad transfusional, etc.), es dispar en las diferentes comuni‑ dades autónomas. Pero en cualquier caso el desarrollo de estas herramientas y su integración e interoperabili‑ dad se debe considerar estratégico, para poder disponer de datos e indicadores fiables (edad media de suminis‑ tro de los componentes sanguíneos, tasas de utilización, etc.) que ayuden en la toma de decisiones. El etiquetado de los componentes, donde se obtiene la información al detalle del componente, y sus distin‑ tos modos de visualizarla y transmitirla, también es un campo de mejora y homogeneización, y que algunos países abordan a nivel nacional y no regional56. Sistema ISBT128 Básicamente existen tres sistemas de codificación: ABC Codabar (American Blood Commision, 1985), ISBT128 (International Society of Blood Transfusion, 1994) y Eurocode IBLS (International Blood Labeling System, 1998). En nuestro ámbito, el más extendido, es el ISBT128, que es un estándar global para la termi‑ nología, identificación, codificación y etiquetado. Este sistema de numeración, de difusión mundial y de uso en más de 75 países, asegura una identificación única e inequívoca, y permite no solo el etiquetado de los componentes sanguíneos sino también de progenitores hematopoyéticos y de tejidos, estando ya codificados más de 6.000 productos. Actualmente todavía no está implantado en todas las comunidades autónomas. Sistema RFID La tecnología de identificación por radiofrecuencia (RFID) en el mundo transfusional está siendo explorada, y puede sustituir (o convivir con) la etiqueta actual de códigos de barras en el futuro, dadas las ventajas que puede apor‑ tar. Entre estas destacan: la identificación del producto sin contacto (incluso sin contacto visual), la capacidad de almacenamiento de muchos datos, permite un flujo de información muy rápido, permite la captación simultánea de varias etiquetas, se puede integrar completamente en el producto, aporta mayor seguridad en la protección de datos, y permite una automatización y optimización de los procesos de producción, almacenamiento, logística, etc., con la consiguiente reducción de errores y costes en el manejo de los componentes sanguíneos. Consideraciones económicas En los tiempos actuales, en los que los costes econó‑ micos relacionados con la sanidad son crecientes, este aspecto también debe ser considerado a la hora de tratar la producción de los distintos componentes sanguíneos. Pero debe abordarse no de forma aislada, no fijándose exclusivamente en el coste del producto, sino en el con‑ texto general de la medicina transfusional y de la ges‑ tión de las necesidades transfusionales del paciente57, con parámetros de calidad, seguridad y coste-efectivi‑ dad31, teniendo en cuenta la realidad socioepidemiológi‑ ca propia de cada región y asumiendo los datos de estu‑ dios foráneos con enfoque crítico. A modo de ejemplo, merece la pena destacar un reciente informe sobre la inactivación de patógenos en concentrados de plaque‑ tas donde no se recomienda la implementación de este tipo de tecnología, dado que el coste en años de vida ajustados a calidad (AVAC) (Quality Adjusted Life Year) es de un millón de libras, muy por encima de las 25.000 establecidas como aceptables en el Reino Unido54. Conclusión En resumen, los centros de producción de componentes sanguíneos deben adaptarse a la cambiante situación de I 36 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional la población donante y receptora, con vistas a asegurar un suministro de productos de calidad en la cantidad adecuada en el momento oportuno, posiblemente cada vez con un enfoque más personalizado hacia el pacien‑ te. En el futuro pueden llegar productos sanguíneos para la transfusión originados a partir de distintas fuentes de células madre, una vez resueltos problemas científicos y de bioingeniería, que aseguren su calidad y eficacia clínica y que permitan su producción a gran escala a un coste razonable. También en un futuro pueden estar disponibles concentrados de hematíes o sangre total tra‑ tados con tecnologías para inactivación de patógenos, las cuales ya están relativamente extendidas para plas‑ ma y plaquetas. Sin embargo, es importante incorporar estudios de coste-efectividad a la hora de implementar nuevas tecnologías. Por otro lado, es imprescindible el desarrollo e integración de los sistemas de información disponibles para una mejor gestión de los componentes sanguíneos, tanto a nivel de centro de producción como en el servicio transfusional. Bibliografía 1. Drackley A, Newbold KE, Paez A, Heddle N. Forecasting Onta‑ rio’s blood supply and demand. Transfusion. 2012;(52):366-74. 2. Expert consensus statement on achieving self-sufficiency in safe blood and blood products, based on voluntary non-remunerated blood donation. Vox Sanguinis. 2012;103:337-42. 3. Optimization of platelet concentrate quality: application of proteomic technologies to donor management. J Proteomics. 2012;76:329-36. 4. Menopausal status affects the susceptibility of stored RBCs to mechanical stress. Vox Sanguinis. 2011;100:418-21. 5. Shafi H, Abumuhor I, Klapper E. 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Las secuelas más importantes de la ETV son la hiper‑ tensión pulmonar crónica (2-4% de los pacientes con TEP) y el síndrome postrombótico (20-30% de los casos de TVP). A pesar del tratamiento anticoagulante, la ETV presenta frecuentes recurrencias en los primeros meses del evento inicial, aproximadamente un 7-10% de los casos recidivan a los 6 meses, y a los 10 años de seguimiento las recidivas son próximas a un 30% de los casos1,2. En el registro RIETE3, con 6.224 pacientes, la mortalidad global por TEP a los 3 meses es de un 8,6% pero la mortalidad directamente atribuible a TEP fue solo de un 1,7%. El tratamiento de la ETV suele dividirse en tres fases: fase inicial, fase de mantenimiento y fase de tratamiento a largo plazo de prevención secundaria. La fase inicial del tratamiento de la ETV se efectúa con heparinas de bajo peso molecular (HBPM), con fondaparinux y en algunas ocasiones con heparina no fraccionada (HNF). La fase de mantenimiento incluye el paso de HBPM a antivi‑ tamínicos K (AVK) y el mantenimiento de estos hasta los 3-6 meses de tratamiento con AVK a un INR entre 2-3. La fase de tratamiento a largo plazo o de preven‑ ción secundaria se realiza con AVK con INR entre 2-3 y puede durar 3, 6, 12 meses o años en función del riesgo tromboembólico y del riesgo hemorrágico del paciente. El tratamiento con AVK (warfarina o acenocumarol) requiere controles frecuentes para ajustar la dosis, pre‑ senta múltiples interacciones con fármacos y con ali‑ mentos de la dieta habitual y sus complicaciones hemo‑ rrágicas no son desdeñables. Después del primer año de tratamiento, la incidencia anual de complicaciones hemorrágicas mayores de los AVK es del 1-2%. Debido a las limitaciones del actual tratamiento de la ETV, desde hace algunos años se han desarrollado nuevos anticoagulantes orales (NAO) con capacidad de inhibir a la trombina o al factor X activado. En términos generales, las principales propiedades de estos fármacos son: inhiben el centro activo de la trombina o del factor X activado de forma reversible y son activos por vía oral (el dabigatrán, inhibidor directo de la trombina, es un profármaco). La vida media es relativamente corta, oscila entre 5-14 horas. No precisan monitorización de su efecto anticoagulante. Todos, en mayor o menor medida, se eliminan por el riñón. La eliminación por vía hepática es relativamente importante para el riva‑ roxabán y el apixabán. El dabigatrán no se elimina por el hígado y el edoxabán solo de forma mínima. En todos ellos, excepto en el dabigatrán, participa en su metabolización el citocromo P450 (CYP), concreta‑ mente el CYP3A4. El dabigatrán es un inhibidor directo de la trombina y el rivaroxabán, apixabán y edoxabán son inhibidores directos del factor X activado. En la actualidad no disponemos de antídotos para estos NAO; no obstante, ya se están desarrollando ensayos en fase III con antídotos para el dabigatrán y también para los inhibidores del factor X activado. Todos los NAO se han ensayado en estudios de fase III en la fase aguda de la TVP/TEP y en la prevención de recurrencias frente al tratamiento con enoxaparina y AVK con el criterio de no inferioridad. La duración de los tratamientos ha sido de 3, 6 o 12 meses. En la Tabla 1 se especifican las características de diseño de los estudios más importantes con estos fármacos4-9. Los estudios RE-COVER I, RE-COVER II y HOKU‑ SAI-VTE han incorporado un periodo de anticoagula‑ ción parenteral (enoxaparina) de días variables, antes de la iniciación del estudio con el NAO. Los estudios I 39 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional EINSTEIN-DVT, EINSTEIN-PE y AMPLIFY comparan directamente los NAO con el tratamiento convencio‑ nal con heparina y AVK. Los estudios con rivaroxabán y apixabán requirieron un ajuste de dosis a los pocos días de haber iniciado el tratamiento. Con el edoxabán se redujo la dosis a 30 mg/día en pacientes con aclara‑ miento de creatinina entre 30-50 mL/min, peso ≤60 kg o con inhibidores de la glicoproteína P. Los estudios de prevención de recurrencias a largo pla‑ zo, después de 6 meses de tratamiento con AVK o con los NAO se detallan en la Tabla 26,10,11. El objetivo primario de eficacia en la fase aguda de tratamientos ha sido similar en todos los estudios: el compuesto por recurrencias clínicamente sintomáticas de ETV más muertes relacionadas con ETV. El criterio de seguridad ha sido, en la mayoría de ensa‑ yos, el de complicaciones hemorrágicas mayores. Para los estudios EINSTEIN-DVT, EINSTEIN-PE y HOKU‑ SAI-VTE el criterio mayor de seguridad ha sido las complicaciones hemorrágicas mayores y las no mayores pero clínicamente relevantes. En relación a la edad y al sexo, en la mayoría de estu‑ dios los datos son muy similares. Asimismo la función renal y la proporción de pacientes con ETV previa fue muy similar en todos los estudios, excepto en el estudio RE-COVER, que tenía un porcentaje mayor de pacien‑ tes con ETV previa. El porcentaje de pacientes en tiem‑ po en rango terapéutico (TTR) en el grupo de heparina/ AVK fue muy similar en todos los estudios, oscilando entre un 56,9% y un 63,5%. En relación al criterio mayor de eficacia, en todos los estudios se consiguió la no inferioridad al tratamiento convencional con heparina/AVK. En la Tabla 3 se muestran los resultados individualiza‑ dos de cada uno de los ensayos clínicos4,5,6-9,12. Los resultados de las recidivas sintomáticas de TVP, de TEP no fatal y la mortalidad global en los diferentes estudios son semejantes y no significativas en relación al tratamiento convencional con heparina/AVK. Por lo que hace referencia al criterio mayor de seguri‑ dad (complicaciones hemorrágicas mayores y no mayo‑ res pero clínicamente significativas), en la Tabla 4 se presentan los resultados individualizados de cada uno de los estudios4,5,6-9,12. Como se puede apreciar en la Tabla 4, dabigatrán, apixabán y edoxabán presentan una disminución significativa de las complicaciones hemorrágicas mayores y no mayores clínicamente rele‑ vantes en comparación con el tratamiento con AVK. En el caso del rivaroxabán no se observó significativa esta diferencia. Considerando solo las complicaciones hemorrágicas mayores, todos los estudios con NAO presentan una reducción significativa de las complica‑ ciones hemorrágicas mayores en comparación con el tratamiento habitual con heparina y AVK. Evaluando el riesgo relativo (RR) combinado de todos los estudios con NAO, en relación con la seguridad, Tabla 1. Tratamiento en fase aguda de ETV: características de los estudios Design NOAC Comparator Parenteral lead-in? Treatment duration RE-COVERTM4 R, DB, non-inferiority Dabigatran 150 mg BID Warfarin Both arms 6 months RE-COVERTM II5 R, DB, non-inferiority Dabigatran 150 mg BID Warfarin Both arms 6 months EINSTEIN-DVT R, OL, non-inferiority Rivaroxaban 15 mg BID " 20 mg OD VKA VKA arm only 3, 6 or 12 months R, OL, non-inferiority Rivaroxaban 15 mg BID " 20 mg OD VKA VKA arm only 3, 6 or 12 months R, DB, non-inferiority Apaxiban 10 mg BID " 5 mg BID VKA VKA arm only 6 months R, DB, non-inferiority Edoxaban 60 mg OD* VKA Both arms 3-12 months Study 6 EINSTEIN-PE 7 AMPLIFY 8 HOKUSAI-VTE 9 *30 mg/día en pacientes con CLCr 30-50 m/min, peso ≤60 kg o recibiendo concomitantemente inhibidores de la glicoproteína P. BID = dos veces al día; DB = doble ciego; OD = una vez al día; OL = designación abierta; R = aleatorizado; VKA = antagonistas vitamina-K Tabla 2. Prevención de recurrencias a largo plazo: características de los estudios Study RE-SONATE TM10 Design NOAC Comparator Pretreatment Treatment duration R, DB, superiority Dabigatran 150 mg BID Placebo 6-18 months 6 months 6 EINSTEIN-EXT R, DB, superiority Rivaroxaban 20 mg OD Placebo 6-12 months 6-12 months AMPLIFY-EXT11 R, DB, superiority Apaxiban 2.5 mg BID or 5.0 mg BID Placebo 6-12 months 12 months R, DB, non-inferiority Daebigatran 150 mg BID Warfarin 3-12 months 6-36 months RE-MEDYTM10 Añadir nota: BID = dos veces al día; DB = doble ciego; OD = una vez al día: R = aleatorizado I 40 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional comparados con el tratamiento con AVK, se puede afir‑ mar que el sangrado mayor, el sangrado no fatal pero de localización crítica, el sangrado no mayor pero clí‑ nicamente relevante, el sangrado intracraneal no fatal y el sangrado fatal, son significativamente menores en el grupo de NAO. El único sangrado no significativo en el grupo de NAO fue el sangrado gastrointestinal mayor, que si bien fue menor en el grupo de NAO no logró la significación estadística13. También en la fase aguda del tratamiento de la ETV se ha estudiado la incidencia de IAM y síndrome coronario agudo (SCA) en los estudios con NAO y en el grupo control con heparina y AVK. Los resultados indican que no hay diferencias significativas en el incremento de IAM y SCA entre los diferentes NAO y el grupo de heparina y AVK. En el ámbito de la ETV, también se han efectuado estudios de prevención secundaria de la ETV con los NAO, en general en comparación con placebo, pero un estudio, el RE-MEDY, lo hizo en comparación con AVK. Los estudios efectuados en prevención secundaria de ETV, después de haber finalizado un tratamiento con NAO o AVK de 3, 6, 12 meses, son el RE-SONATE (con dabigatrán), el EINSTEIN-EXT (con rivaroxabán), el AMPLIFY-EXT (con apixabán 2,5 mg y 5 mg/2 veces/ día) y el RE-MEDY (con dabigatrán frente heparina/AVK a largo plazo). Todos estos estudios son bastante homo‑ géneos en el número de pacientes, en la edad, sexo, gra‑ do de insuficiencia renal, antecedentes previos de ETV y EVT iniciales. En estos estudios el criterio principal de eficacia ha sido la recidiva de ETV y muerte por ETV y el criterio principal de seguridad ha sido las complicaciones Tabla 3. Tratamiento agudo de ETV: recurrencias de ETV o muertes relacionadas con ETV % patients Study HR (95% CI) P value NOAC Heparin/VKA RE-COVERTM (pooled)5* 2.7 2.4 1.09 (0.77-1.54) — RE-COVERTM4* 2.4 2.1 1.10 (0.65-1.84) <0.001 (NI) 2.4 2.2 1.13 (0.69-1.85) 0.002 (NI) RE-COVERTM II5* EINSTEIN (pooled) 2.1 2.3 0.89 (0.66-1.19) <0.001 (NI) EINSTEIN-DVT6 2.1 3.0 0.68 (0.44-1.04) <0.001 (NI) EINSTEIN-PE 2.1 1.8 1.12 (0.75-1.68) 0.003 (NI) AMPLIFY 2.3 2.7 0.84 (0.60-1.18) <0.0001 (NI) HOKUSAI-VTE9* 3.2 3.5 0.89 (0.70-1.13) <0.001 (NI) 12 7 8 *NAO precedidos de anticoagulación inicial parenteral. NI = no inferioridad Tabla 4. Tratamiento agudo de ETV: complicaciones hemorrágicas mayores y no mayores pero clínicamente relevantes Study % patients HR (95% CI) P value NOAC Heparin/VKA From start of any drug 5.3 8.5 0.62 (0.50-0.76)^ Oral drug treatment only 4.4 7.7 0.56 (0.45-0.71) RE-COVERTM4*+ 5.6 8.8 0.63 (0.47-0.84)^ 0.002 (Sup) RE-COVERTM II5*+ — — — — EINSTEIN (pooled) RE-COVERTM (pooled)5* ^ — — 9.4 10.0 0.93 (0.81-1.06) 0.27 (Sup) EINSTEIN-DVT6 8.1 8.1 0.97 (0.76-1.22) 0.77 (Sup) EINSTEIN-PE 10.3 11.4 0.90 (0.76-1.07) 0.23 (Sup) AMPLIFY 4.3 9.7 0.44 (0.36-0.55) <0.001 (Sup) HOKUSAI-VTE9* 8.5 10.3 0.81 (0.71-0.94)^ 0.004 (Sup) 7 8 12 *NAO precedidos de anticoagulación inicial parenteral ^ Reducción significativa de sangrado mayor y no mayor pero clínicamente significante + Datos del periodo de tratamiento completo I 41 I ^ LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional hemorrágicas mayores, pero también se han considerado como criterio secundario otros tipos de complicaciones hemorrágicas. En la Tabla 5 se presentan los resultados de eficacia y seguridad de estos estudios6,10,11. En relación a la eficacia, el dabigatrán obtiene un 92% de reducción del riesgo de recurrencia, el rivaroxabán un 82%, el apixabán 2,5 mg/12 h un 81% y el apixabán 5 mg/12 h de un 80%, todos ellos frente a placebo. En el estudio RE-MEDY, dabigatrán 150 mg/2 veces/ día a largo plazo (3-36 meses) se compara con AVK mostrando una eficacia similar a los AVK con una p de no inferioridad de 0,01. En el estudio RE-SONATE la duración del trata‑ miento fue de 6 meses y se efectuó un seguimiento de los pacientes hasta los 18 meses. Hasta los 6 meses de tratamiento se mantuvo un claro beneficio del dabiga‑ trán frente al placebo, a partir de los 6 meses en ambos grupos (dabigatrán y placebo) se incrementaron las recidivas tromboembólicas de forma importante. A los 12 meses de seguimiento seguía habiendo una diferen‑ cia significativa a favor de dabigatrán (p=0,006) pero a los 18 meses las recidivas en el grupo placebo eran del 10,7% y en el grupo dabigatrán del 6,9%. Esta alta ratio de recidivas de ETV después de finalizar el tratamiento con dabigatrán sugiere que la duración del tratamiento antitrombótico debe prolongarse. Por lo que hace referencia a la seguridad de los estu‑ dios de prevención secundaria en ETV debe afirmarse que la incidencia de complicaciones mayores fue muy baja a lo largo de todos los estudios. En el estudio RE-MEDY (dabigatrán frente AVK) las complicaciones hemorrágicas mayores fueron meno‑ res en el grupo dabigatrán que en el grupo AVK, con reducción del riesgo relativo (RRR) de un 48%. Las com‑ plicaciones hemorrágicas mayores y las clínicamente relevantes no mayores, como era de esperar, fueron mayores en los grupos NAO que en los grupos place‑ bo. En el estudio RE-MEDY (frente a AVK) este tipo de complicaciones fueron menores en el grupo de dabiga‑ trán que en el grupo de AVK, con una RRR del 46%. Recientemente se ha publicado un metaanálisis sobre la eficacia y seguridad de los NAO en ETV agu‑ da13. En este estudio se ha calculado el RRR, las dife‑ rencias sobre el riesgo absoluto y el número necesario de pacientes a tratar (NNT) para prevenir un evento. Se incluyeron cinco estudios con NAO (rivaroxabán, dabi‑ gatrán, apixabán y edoxabán) con un total de 24.455 pacientes (NAO: 12.151 y AVK: 12.153). La incidencia de recurrencias de ETV en el grupo de NAO fue de un 2% y en el grupo de AVK de un 2,2%. El RR no demostró diferencias significativas entre ambos gru‑ pos de fármacos (0,88; 95% IC 0,74-1,05). Tampoco se observaron diferencias significativas en el TEP fatal ni en la mortalidad global. En relación a la seguridad, el sangrado mayor, sangrado no fatal en sitios críticos, sangrado no fatal intracraneal, sangrado fatal y sangra‑ do no mayor pero clínicamente relevante, fueron sig‑ nificativamente menores en el grupo de NAO que en el grupo de AVK. El sangrado gastrointestinal mayor fue menos frecuente en el grupo NAO que en el grupo AVK, pero la diferencia no fue significativa. En NNT del grupo NAO para prevenir un sangrado mayor fue de 149 pacientes y para prevenir una muerte por sangrado de 1.111. En otro metaanálisis reciente14 se ha estudiado el san‑ grado mayor y fatal, en prevención secundaria de ETV en pacientes que han completado un tratamiento anti‑ coagulante por ETV no provocada. El riesgo de sangrado mayor después de finalizar un tratamiento anticoagulan‑ te de diferentes meses de duración se desconoce. En este metaanálisis, en el que han participado 3.965 pacientes pertenecientes a 11 estudios, se evalúa el sangrado mayor en pacientes que en el tratamiento de prevención secun‑ daria de ETV recibieron tratamiento placebo u obser‑ vación (sin tratamiento anticoagulante). El riesgo global de sangrado mayor en este grupo fue de 0,45 (95% IC 0,29-0,64), en el grupo de observación de un 0,62 (95% IC 0,23-1,2) y en el grupo placebo de 0,42 (95% IC 0,250,62). La conclusión de este estudio es que los pacientes que no reciben prevención secundaria de ETV presentan Tabla 5. Prevención secundaria de ETV: eficacia y seguridad Estudios Eficacia % pacientes NAO Placebo HR (95% IC) p Seguridad % pacientes NAO HR (95% IC) Placebo p RE-SONATE™10 0,4 5,6 0,08 (0,02-0,25) <0,001 (sup) 0,3 0,0 No estimable 1,0 EINSTEIN-EXT6 1,3 7,1 0,18 (0,09-0,39) <0,001 (sup) 0,7 0,0 - 0,11 AMPLIFY-EXT 2,5 mg/12 h 5 mg/12 h 1,7 1,7 8,8 8,8 0,19 (0,11-0,33) 0,20 (0,11-0,34) 0,2 0,1 0,5 0,5 0,49 (0,009-2,64) 0,25 (0,03-2,24) - 11 Eficacia % pacientes Dabigatrán RE-MEDY10 1,8 AVK 1,3 HR (95% IC) 1,44 (0,78-2,64) p 0,01 (NI) I 42 I Seguridad % pacientes Dabigatrán 0,9 AVK 1,8 HR (95% IC) 0,52 (0,27-1,02) p 0,06 LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional un sangrado mayor en el 0,45 por 100 pacientes/año y un sangrado fatal en el 0,14 por 100 pacientes/año. Estos datos deben tenerse en cuenta a la hora de recomendar una extensión del tratamiento anticoagulante en ETV no provocada. Conclusiones • Los NAO presentan una eficacia similar a los AVK en la prevención de recurrencias de TVP/TEP con un riesgo de sangrado similar o menor que los AVK. • En los estudios a largo plazo o de prevención secun‑ daria, los NAO son superiores al grupo placebo en la prevención de recurrencias de TVP/TEP, pero cuando se suspende el tratamiento las recidivas de ETV se incrementan sustancialmente en los dos grupos de tratamientos. • Dabigatrán es el único NAO que se ha compa‑ rado con AVK en la prevención de recurrencias de TVP/TEP en estudios a largo o de prevención secundaria. • El tratamiento oral, la no necesidad de controles biológicos, la no influencia de la dieta y las escasas interacciones con la mayoría de fármacos, hacen que los NAO sean más fáciles de manejar y posi‑ bilitan que pacientes con bajo riesgo de compli‑ caciones puedan obviar el ingreso en el hospital o puedan ser dados de alta a los pocos días de su ingreso (24-48 horas). • Subgrupos de pacientes con cáncer, trombofilia, insuficiencia renal y pacientes ancianos están poco representados en estos estudios y será preciso rea‑ lizar estudios específicos con NAO en este tipo de pacientes. • En algún metaanálisis13 se ha intentado realizar comparaciones indirectas entre distintos NAO en relación a la eficacia y seguridad de dichos fárma‑ cos. Este tipo de estudios son infructuosos ya que solo se pueden obtener conclusiones válidas rea‑ lizando comparaciones directas entre los distintos NAO. No obstante, es bastante improbable que se realicen dichos estudios por el número de pacientes necesarios y por otras razones. Bibliografía 1. White RH. The epidemiology of venous thrombosis. Circula‑ tion. 2003;107:I-4-I-8. 2. Goldhaber SZ, Bounameaux H. Pulmonary embolism and deep vein thrombosis. Lancet. 2012;379:1832-46. 3. Laporte S, Mismetti P, Decousus H, et al. Clinical predictors for thromboembolism: Findings from the Registro Informatizado de la Enfermedad Tromboembólica Venosa (RIETE) Registry. Circulation. 2008;117:1711-16. 4. Schulman S, Kearon C, Kakkar AK, Mismetti P, Schellong S, Eriksson H, et al. RECOVER study group. Dabigatran versus warfarin in the treatment of acute venous thromboembolism. N Engl J Med. 2009;361:2342-52. 5. Schulman S, Kakkar AK, Goldhaber SZ, Schellong S, Eriksson H, Mismetti P, et al. Treatment of acute venous thromboembolism with dabigatran or warfarin and pooled analysis. Circulation. 2014;129:764-772. 6. The Einstein Investigators. Oral rivaroxaban for symptomatic venous thromboembolism. N Engl J Med. 2010;363:2499-510. 7. The Einstein-PE Investigators. Oral rivaroxaban for the treat‑ ment of symptomatic pulmonary embolism. N Engl J Med. 2012;366:1289-97. 8. Agnelli G, Buller HR, Cohen A, Curto M, Gallus AS, Johason M, et al. AMPLIFY Investigators. Oral apixaban for the treatment of acu‑ te venous thromboembolism. N Engl J Med. 2013;369:799-808. 9. The Hakusai-VTE Investigators. Edoxaban versus Warfarin for the treatment of symptomatic venous thromboembolism. N Engl J Med. 2013;369:1406-15. 10. Schulman S, Kearon C, Kakkar AK, Schelling S, Eriksson H, Baanstra D, et al. Extended use of dabigatran, warfarin or pla‑ cebo in venous thromboembolism. RE-MEDY and the RE-SO‑ NATE trials investigators. N Engl J Med. 2013;368:709-18. 11. Agnelli G, Buller HR, Cohen A, Curto M, Gallus AS, Johnson M, et al. for the AMPLIFY-EXT investigators. Apixaban for exten‑ ded treatment of venous thromboembolism. N Engl J Med. 2013;368:699-708. 12. Prins MH, Lensing AWA, Bauersachs R, van Bellen B, Bounameaux H, Brighton TA, et al. on behalf of the EINSTEIN Investigators. Oral rivaroxaban versus standard therapy for treatment of symp‑ tomatic venous thromboembolism: a pooled analysis of the EINS‑ TEIN-DVT and PE randomized studies. Thromb J. 2013;11:21. 13. Van del Hulle T, Kooiman J, den Exter PL, Dekkers OM, Klok FA, Huisman MV. Effectiveness and safety of novel oral anticoagulants as compared with vitamin K antagonist in the treatment of acute symptomatic venous thromboembolism: a systematic review and meta-analysis. J Thromb Haemost. 2014;12:320-8. 14. Castelluci LA, Legal G, Rodger MA, Carrier M. Major bleeding during secondary prevention of venous thromboembolism in patients who have completed anticoagulation: a systematic review and meta-analysis. J Thromb Haemost. 2014;12:344-8. I 43 I Trombocitopenia en el paciente hospitalizado L. J. García Frade, B. Cidoncha, O. Gutiérrez, S. Urrutia Servicio de Hematología. Hospital Universitario Río Hortega. Valladolid Introducción La trombocitopenia se define como un recuento de pla‑ quetas en sangre inferior al percentil 2,5 de la distribu‑ ción normal. Se considera el límite un valor de 150x109/L. En muchos países no occidentales el umbral inferior del recuento de plaquetas es menor de 150x09/L1. Un punto de corte de 100x109/L puede indicar patología. Una hemorragia de significado clínico no sue‑ le aparecer hasta que los niveles son inferiores a 10-20x109/L, sin embargo, la presencia de tromboci‑ topenia puede agravar una hemorragia quirúrgica o traumática o bien impedir tratamientos tan necesarios como quimioterapia en el cáncer o terapia antiviral en hepatitis C crónica. Por otra parte, un recuento des‑ cendido de plaquetas puede ser la única manifestación de un proceso subyacente más grave como síndrome mielodisplásico, microangiopatía trombótica o infec‑ ción por VIH. El proceso de estudio de toda trombocitopenia viene marcado por su confirmación inicial y valoración de la urgencia de la situación. Para establecer el diagnóstico las circunstancias del paciente y un estudio clínico bási‑ co (anamnesis, exploración, hemograma y extensión de sangre periférica) deben servir en la mayor parte de los casos. Las causas más frecuentes en el paciente hospita‑ lizado se recogen en la Tabla 1. Hay que excluir la exis‑ tencia de pseudotrombocitopenia. Si la muestra de san‑ Tabla 1. Causas de trombocitopenia en el paciente hospitalizado Inducida por fármacos (heparina) Hepatopatía Sepsis con CID Cáncer con CID Embarazo (preeclampsia, HELLP) Abruptio placentae con CID Síndrome de fracaso multiorgánico PTT/SUH gre se extrae de forma inadecuada se forman coágulos y se produce trombocitopenia. Por otra parte, cuando la sangre se extrae con EDTA las plaquetas ocasionalmen‑ te se acumulan, lo que lleva a una falsa trombocitopenia al realizarse el recuento en un contador automático. El examen de un frotis sanguíneo es extremadamente útil, permite excluir las pseudotrombocitopenias y valorar cambios plaquetarios, esquistocitos, microesferocitos, blastos, mielocitos, metamielocitos, desviación izquier‑ da, cuerpos de Döhle y vacuolización de neutrófilos, que orienten el diagnóstico. Incidencia de la trombocitopenia en hospitalización La alta incidencia de trombocitopenia se puede observar en la actualidad por la creciente frecuencia de solicitud de analíticas, aunque la mayoría de las veces es asinto‑ mática y en menos de un 30% se asocia a algún tipo de hemorragia. Un análisis de los datos de nuestro centro en 2013 demostró que de 18.088 ingresos, 1.145 (6%) presenta‑ ban trombocitopenia. La mayoría (92%) con cifras entre 30-90x109/L. De los ingresos que asociaron trombocito‑ penia, el 18% correspondían a Medicina Interna, 15% a Digestivo, 12% a UCI, 9% a Hematología, 7% a Onco‑ logía, 7% a Traumatología, 6% a Reanimación, 4% a Obstetricia, 3% a Pediatría y 3% a Cirugía General. Principales causas en hospitalización médico-quirúrgica Las plaquetas deben valorarse evolutivamente: hay que considerar si el paciente tenía la alteración al ingreso o la desarrolló posteriormente durante este. Infección La infección bacteriana es una de las causas más comu‑ nes de trombocitopenia aislada, ya moderada o severa. Casi siempre hay evidencia clínica de infección pero I 44 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional ocasionalmente el primer signo de bacteriemia es la trombocitopenia. Si esta es grave debe valorarse la pre‑ sencia de CID. La sepsis puede producir trombocitope‑ nia por diferentes mecanismos, coagulopatía de consu‑ mo, anticuerpos antiplaquetarios o supresión medular. La asociación entre trombocitopenia e infección justifica la búsqueda de un proceso infeccioso ante todo descen‑ so inexplicable del recuento plaquetario. Un viaje reciente a una zona de riesgo, en un pacien‑ te con trombocitopenia y fiebre, indica infección, sien‑ do las más comunes malaria y dengue2,3. Posibilidades menos frecuentes son leptospirosis, rickettsias, hanta‑ virus y otras fiebres hemorrágicas virales. Medicamentos La presentación más habitual es una trombocitopenia aguda, grave y sintomática. Se debe revisar toda la medicación, incluidos fármacos no prescritos, bebidas y productos de herbolario que contienen quinina. El paciente hospitalizado con frecuencia desconoce las medicaciones que tomaba. Se debe revisar la historia clínica, registros de enfermería, uso de heparina para lavado de catéteres4 y medicamentos incorporados en materiales quirúrgicos como vancomicina. Ante una trombocitopenia aislada, la causa suele ser inmune, multitud de medicamentos pueden producir‑ la. En un estudio realizado en Dinamarca5 la lista con‑ tenía 110 fármacos (excluyendo citotóxicos), un 20% por fármacos previamente no referidos y un 25% por fármacos que solo se citaban de forma esporádica entre las causas. Hasta 1.000 fármacos figuran descritos como posible causa de trombocitopenia. La evidencia es más poten‑ te para un número restringido entre los que destacan betalactámicos, carbamacepina, heparina, linezolid, fenitoína, piperacilina, quinidina, quinina, rifampicina, sulfonamidas, trimetoprim-sulfametoxazol, ácido val‑ proico y vancomicina (Tabla 2). La mayoría producen destrucción inmune mediada por anticuerpos. En un estudio realizado en nuestro país6 en el que se inclu‑ yeron 273 pacientes, la incidencia de trombocitopenia fue de un 2,26% y hubo 8 casos de trombocitopenia inducida por fármacos (incidencia 0,063%), resueltos en una media de 7,6 días. Los medicamentos relacio‑ nados fueron enoxaparina (2), linezolid (2), tacrolimus (2), timoglobulina (1) y heparina (1). Se debe revisar la toma de medicamentos que pro‑ ducen aplasia o hipoplasia como los quimioterápicos, y es también importante considerar fármacos que exa‑ cerban el defecto plaquetario como ácido acetilsalicílico y AINE. La trombocitopenia inducida por heparina (TIH) se considera una complicación infrecuente, aunque debido al elevado número de pacientes en los que se utiliza es la causa más común en los pacientes hospitaliza‑ dos. Aparece entre 5 y 14 días después de la exposi‑ ción a heparina, es una trombocitopenia moderada con recuentos plaquetarios entre 20-100x109/L, y aproxima‑ damente el 50% de los pacientes desarrollan una nueva trombosis, venosa o arterial. Su diagnóstico combina una probabilidad pretest clínica y datos de laboratorio. El score de las 4T (trombocitopenia, tiempo, trombosis, otros) tiene un alto valor predictivo negativo y ayuda a identificar los pacientes en los que el diagnóstico de TIH es improbable (Tabla 3)7. A pesar del aumento del número de pacientes tratados con heparina profiláctica, el número de casos de TIH es bajo y representa <0,1% de los pacientes expuestos8. Se debe insistir en el cum‑ plimiento de monitorizar el recuento plaquetario. Una trombocitopenia de reciente aparición puede rela‑ cionarse también con vacunas como la del sarampión-pa‑ rotidis-rubéola. En un estudio realizado en 50 hospitales de Berlín entre 2000-2009 se describieron casos asociados a las de la gripe, neumococo y poliomielitis9. Hepatopatía Produce una trombocitopenia moderada o discreta por hiperesplenismo; si es grave es improbable que sea por esta causa. En algunos casos se acompaña de leucopenia discreta y/o anemia. La enfermedad hepática es una de las principales causas de trombocitopenia. La frecuencia de enferme‑ I 45 I Tabla 2. Trombocitopenia inducida por fármacos Fármaco Mecanismo Abciximab Inmune Antibióticos betalactámicos Inmune Carbamacepina Inmune Eptifibatide Inmune Sales de oro Supresión medular Hepatina Inmune Linezolid Supresión medular Fenitoína Inmune Piperacilina Inmune Quinidina Inmune Quinina Inmune o microangiopatía trombótica Rifampicina Inmune Sulfonamidas Inmune Tirofibán Inmune Trimetoprim-sulfametoxazol Inmune Ácido valproico Supresión medular Vancomicina Inmune LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional Tabla 3. Trombocitopenia inducida por heparina: probabilidad pretest LAS 4 “T” 2 puntos 1 punto 0 puntos Trombocitopenia Caída > 50% o nadir 20-100x109/L Caída 30-50% o nadir 10-19x109/L Caída < 30% o nadir < 10x109/L Tiempo 5-10 días o <1 día reexposición en un mes >10 días <5 días, no reexposición Trombosis Probada: necrosis cutánea, trombosis Recurrente o sospechada No eTiología No otra causa Posible Definitiva dad hepática como causa de trombocitopenia aislada de origen desconocido fue valorada en 203 pacientes a los que se realizó estudio de médula ósea. En la mitad de los casos con médula normal se diagnosticó cirrosis hepática. Las causas más frecuentes fueron hepatitis grasa (47%) seguida de alcohol e infección por VHC10. En una serie de 354 pacientes con hígado graso no alco‑ hólico la frecuencia de trombocitopenia fue del 29%11. Ocasionalmente puede ocurrir en cirróticos en los que no se palpa el bazo y no tienen evidencia de hiper‑ tensión portal. Se encuentra también en hepatitis C y tratamientos con interferón. En todos los pacientes con trombocitopenia inexplicada debe buscarse hepatopa‑ tía, incluso cuando las pruebas de función hepática sean normales. Procesos hematológicos y oncológicos La presencia de adenopatías, esplenomegalia, fiebre, anemia, leucocitosis, leucopenia o blastos señala que la trombocitopenia es secundaria. En hospitalización un porcentaje considerable de trombocitopenias son debidas a un tratamiento quimioterápico hematológi‑ co u oncológico. En el cáncer también pueden actuar la afectación medular metastásica y microangiopatías tales como CID o PTT. El diagnóstico de trombocitopenia inmune primaria se hace por exclusión de otros procesos hematológi‑ cos y de las trombocitopenias secundarias inmunes o no. Constituye un proceso agudo, desencadenado por infección viral o vacunación, aunque en el adulto se vuelve crónico en un 80%. La PTI generalmente no se asocia a otros procesos, por lo que es un diagnóstico improbable en el paciente ingresado. La presencia de esquistocitos en la extensión de sangre junto con la trombocitopenia es diagnóstico de anemia hemolítica microangiopática (CID, PTT, SUH, preeclampsia o hipertensión maligna). Coagulación intravascular diseminada Una reducción en el recuento plaquetario o un descen‑ so progresivo es un marcador muy sensible de CID. La trombocitopenia está presente en el 98% de los casos de CID, con un recuento inferior a 50x109/L en el 50%12. Se correlaciona con marcadores de generación de trombina puesto que la agregación plaquetaria indu‑ cida por trombina es la principal causa del consumo de plaquetas13. Por otra parte, es importante recordar que la trombocitopenia no es específica para el diagnósti‑ co de CID: muchas de las causas de CID como sepsis o leucemia aguda pueden causar trombocitopenia en ausencia de CID13. La Sociedad Internacional de Trom‑ bosis y Hemostasia (ISTH) recomienda la utilización de un sistema de puntuación sencillo para el diagnóstico de CID que incluye la trombocitopenia14 (Tabla 4). Trombocitopenia dilucional Aparece durante la cirugía o poco después. Todo paciente sometido a cirugía mayor tendrá un descenso en la cifra de plaquetas. Un tratamiento con 15-20 unidades de con‑ centrado de hematíes en 24 horas, en ausencia de trans‑ fusión de plaquetas, condiciona recuentos plaquetarios entre 47-100x109/L y 25-61x109/L15. El cuadro no es grave y las plaquetas se recuperan en los siguientes 3 a 5 días. Angioplastia primaria en infarto agudo de miocardio Se trata de una complicación poco frecuente (2,5%) en pacientes tratados con estatinas, abciximab, eptifibatide Lupus eritematoso diseminado. Síndrome antifosfolípido La trombocitopenia es frecuente. La historia y la exploración revelan otros hechos de la enfermedad, pero ocasionalmente se presenta como primera mani‑ festación. I 46 I Tabla 4. Sistema de puntuación para el diagnóstico de CID (ISTH 2001) Valoración de riesgo: ¿Tiene el paciente un proceso que pueda originar CID? Determinar plaquetas, tiempo de protrombina, fibrinógeno y PDFn • Plaquetas: >100.000/μL = 0, <100.000/μL = 1, <50.000/μL = 2 • Dímero D: normal = 0, incremento moderado = 2, incremento elevado = 3 • Tiempo de protrombina: incremento <3” = 0, incremento 3”-6” = 1, incremento >6” = 2 • Fibrinógeno: >100 mg/dL=0, <100 mg/dL=1 Calculo score: >5: compatible dL, <5: sugestivo de CID. Repetir pruebas cada 24 h. LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional y tirofibán. Se asocia con mayor incidencia de hemorra‑ gias, transfusiones, estancia hospitalaria y mortalidad. La trombocitopenia basal se considera predictor de ries‑ go independiente de mortalidad16. Cuidados intensivos La trombocitopenia es mucho más común en unida‑ des de cuidados intensivos, entre 8-68% en admisión y 13-44% durante la estancia. Aproximadamente se da en un 20% de pacientes médicos y un tercio de los qui‑ rúrgicos. Un descenso en la cifra de plaquetas superior o igual al 30% se considera factor de riesgo independiente de mortalidad17. Suele ser multifactorial: infección, sep‑ sis, shock séptico, heparina, CID, transfusión masiva, púrpura postransfusional, reanimación cardiopulmo‑ nar, bypass cardiopulmonar, balón de contrapulsación aórtico, diálisis renal, síndrome de distrés respiratorio, embolismo pulmonar, síndrome antifosfolípido, PTI, PTT, SUH, cáncer, catéteres intravasculares, rechazo de trasplante de órgano sólido, medicamentos, toxicidad aguda por alcohol18. Debido a esto no siempre es posi‑ ble elucidar la causa aunque la mayoría de estos pacien‑ tes tienen shock séptico, confirmando la infección sis‑ témica como principal causa de CID. La frecuencia de un mecanismo inmune secundario a fármacos viene a ser del 20%. Los antibióticos son una de las causas más frecuentes. Las pruebas para detectar anticuerpos no están habitualmente disponibles, son técnicas com‑ plejas y no tienen suficiente sensibilidad; por ello, la decisión de retirar un medicamento se basa en criterios clínicos. La posibilidad de TIH no debe descartarse pues puede desarrollarse con cantidades mínimas como las utilizadas en permeabilización de vías. Pediatría Es una de las anomalías hematológicas más frecuen‑ tes en neonatos. Un estudio retrospectivo entre 20072011 señala que de 3.515 neonatos, 134 (3,8%) tenían trombocitopenia, en 97 casos (72%) pretérmino. En los admitidos en cuidados intensivos la prevalencia fue del 12%, mientras que fue del 1,2% en la unidad de neo‑ natología. De nuevo, la sepsis fue el factor etiológico más común. El retraso en el crecimiento intrauterino, trastornos metabólicos, fármacos y asfixia fueron fac‑ tores relacionados. Un 11% de neonatos con trombo‑ citopenia presentaron hemorragia grave, y la frecuencia de hemorragia intracraneal fue del 5,9%. Todos estos casos fueron pretérmino. La mortalidad fue del 4,5%19. En recién nacidos sanos la trombocitopenia presenta frecuentemente un mecanismo inmune. Si la madre no tiene antecedentes de un proceso autoinmune, hay que descartar la presencia de una púrpura neonatal aloin‑ mune, que se acompaña de marcada trombocitopenia. Se deben considerar factores maternos (PTI, LES, fár‑ macos, infección, trombocitopenia aloinmune en otros hijos, trombocitopenia familiar). Obstetricia Los valores normales de plaquetas en las gestantes sanas son inferiores a los normales, los valores medios disminuyen aproximadamente un 10% y esta dismi‑ nución generalmente ocurre en el tercer trimestre. La trombocitopenia gestacional supone un 75% de las trombocitopenias del embarazo y se presenta en un 5% de las embarazadas, aparece en el tercer trimestre, es mayor de 70x109/L, con dos tercios de los casos entre 130-150x109/L. Se define por ser discreta, asintomáti‑ ca, sin antecedentes (excepto durante posible embara‑ zo previo), no se asocia con trombocitopenia fetal y se resuelve con el alumbramiento. La siguiente causa en frecuencia es la asociada a trastorno hipertensivo, que se produce también en el tercer trimestre o en los primeros días posparto. Inclu‑ ye la preeclampsia (1-4% de embarazos) y la combina‑ ción de preeclampsia, hemólisis, elevación de enzimas hepáticas y trombocitopenia, que constituye el síndro‑ me HELLP y que se presenta entre un 4-12% de las preeclampsias. La tercera causa es la PTI, que supone un 5% de las trombocitopenias del embarazo y se presenta en un 0,3% de embarazos. Tienen historia previa y se detecta en el primer trimestre. Afecta a una pequeña proporción de los recién nacidos. Por último, hay que considerar PTT (0,04% de embarazos) y CID. Las trombocitope‑ nias que se relacionan con el embarazo se resuelven con el alumbramiento, a diferencia de la PTT, que no se modifica por este. Tratamiento ante la trombocitopenia Se estima que un recuento de plaquetas superior a 40-50x109/L es seguro para realizar procedimientos invasivos tales como una punción lumbar20. Se reco‑ miendan recuentos superiores a 80-100x109/L en pro‑ cedimientos donde el riesgo hemorrágico es mayor o el riesgo de complicaciones derivadas de hemorragias menores es alto, como en neurocirugía. En anestesia epidural en el parto los anestesiólogos suelen requerir una cifra superior a 100x109/L. Estudios en pacientes con trombocitopenia induci‑ da por quimioterapia indican que no existe diferencia entre un umbral de 20x109/L o 10x109/L, y se acepta esta última cifra como guía para la transfusión profiláctica de plaquetas en pacientes estables21. Se han descrito casos aislados de hemorragia grave en los que la trans‑ fusión de plaquetas es ineficaz con respuesta favorable a rFIIa22. I 47 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional En el momento actual, los agentes estimulantes de trombopoyesis de segunda generación solo están apro‑ bados en PTI y en infección por VHC. Los pacientes con trombocitopenia pueden tener indicación de tratamiento con antiagregantes o anti‑ coagulantes. Aunque no existe evidencia que guíe estas decisiones, con plaquetas superiores a 50x109/L se debe mantener el tratamiento antitrombótico. Actuación diagnóstica ante la trombocitopenia en el paciente hospitalizado Deberemos valorar si se trata de una situación que requiere una intervención urgente (PTT, leucemia agu‑ da, CID y TIH). Se debe considerar el contexto clínico, la intensidad, la evolución en el tiempo y la presencia de hemorragia (Tabla 5). Según el contexto clínico: cirugía reciente (dilución, consumo), estancia en UCI (sepsis, CID), cáncer (CID, PTT), hepatopatía (cirrosis, esplenomegalia, infección), edad (trombocitopenia aloinmune neonatal). Tabla 5. Aproximación al diagnóstico de trombocitopenia en el paciente hospitalizado Considerar situaciones clínicas de riesgo vital • Inmune inducida por fármacos • Inducida por heparina • PTT • Púrpura postransfusional • CID • PTI con hemorragia • Leucemia aguda Extensión de sangre • Descartar acúmulos de plaquetas • Esquistocitos • Plaquetas grandes, pequeñas, grises, cuerpos de Döhle Contexto clínico • Postoperatorio: dilucional, TIH • UCI: sepsis, fármacos, CID • Neonatos: infección, aloinmune • Oncológicos: CID, PTT Gravedad de trombocitopenia • <20x10 /L (trombocitopenia inmune primaria o secundaria) • 20-100x109/L (TIH) • >100x109/L (esplenomegalia/hiperesplenismo) 9 Tiempo de evolución • 5-7 días (TIH, inducida por fármacos, púrpura postransfusional) • Horas (TIH de comienzo agudo, o inducida por abciximab, tirofibán, eptifibatide) Hemorragia • Presente (inmune a fármacos, CID, púrpura postransfusional) • Ausente (TIH, PTT, SAF, CID) Recuentos inferiores a 20x109/L son típicos en las trombocitopenias inmunes asociadas a fármacos, entre 20-100x109/L en TIH y en torno a 100x109/L en pacien‑ tes con esplenomegalia y disminución discreta-mode‑ rada en la sepsis. Existen manifestaciones hemorrágicas en la trombocitopenia inmune secundaria a fármacos pero son inhabituales en TIH y PTT, incluso cuando el recuento de plaquetas es muy bajo. Los cuadros de origen inmune como TIH y púrpu‑ ra postransfusional suelen ocurrir a los 5-10 días de la exposición a heparina o transfusión. Los casos secun‑ darios a fármacos pueden mostrar un patrón similar u ocurrir en horas desde la primera exposición (tirofibán, eptifibatide, abciximab) o tras una segunda exposición, como con heparina. Bibliografía 1. Stasi R. How to approach thrombocytopenia. Hematology. 2012;191-7. 2. Antinori S, Cigardi B, Galimberti L, et al. Diagnosis and therapy for hospitalized imported malaria in adults in Italy. J Travel Med. 2011;18(6):379-85. 3. Center for Disease Control and Prevention (CDC). Dengue out‑ break-Federated states of Micronesia 2012-2013. MMWR Morb Mortal Wkly Rep. 2013 Jul 19;62(28):570-3. 4. Refaai MA, Warkentin TE, Axelson M, Matevosyan K, Sarode R. 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Mª Teresa Álvarez del Hospital Universitario La Paz de Madrid y al Dr. Ramiro Núñez del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla por la revisión crítica del manuscrito y por sus aportaciones Introducción El factor XI (FXI), descubierto hace más de 50 años, ha sido bastante enigmático en su papel fisiológico hasta la pasada década. Es un zimógeno (forma inactiva) de una serín-proteasa que establece puentes entre las fases de inicio y de amplificación de la coagulación plasmática1. Su déficit no suele causar hemorragias espontáneas, aun‑ que sí tras “retos hemostáticos” (cirugía, traumatismos), sobre todo en zonas ricas en actividad fibrinolítica2,3, con una escasa correlación entre los niveles plasmáticos del factor (medido por una prueba coagulativa) y dichas complicaciones. Por otra parte, su déficit grave tiene un cierto papel protector frente a la trombosis4,5 y sus niveles elevados se han asociado con un mayor riesgo para la misma6, por lo que su bloqueo se ha propuesto como un mecanismo potencial de tratamiento antitrombótico con un menor riesgo hemorrágico que los actuales7. Biología, estructura y función del factor XI El FXI es el precursor de una serín-proteasa de carac‑ terísticas únicas en la coagulación plasmática, ya que circula en forma de un homodímero de unos 160 kDa (Figura 1) que comprende dos subunidades idénticas de 607 aminoácidos. Cada uno de los monómeros consta Figura 1. Homodímero del factor XI, forma en la que circula en plasma (tomada de Bolton-Maggs3). de cuatro dominios “apple” (A1-A4) en la cadena pesa‑ da, comenzando desde su extremo N-terminal, y un dominio catalítico en la zona C-terminal de la cadena ligera (Figura 2). Ambos monómeros se unen a través de un puente disulfuro entre las cisteínas-321 del dominio A4, pero para la dimerización son esenciales las inte‑ racciones no covalentes entre otros residuos cercanos (Leu284, Ile290 y Tyr329)3. La activación del FXI se produce tras la rotura Arg369-Ile370 por acción de la trombina, el FXIIa o el propio FXIa. Esta rotura provo‑ ca un cambio conformacional que acerca ambos sitios activos; el FXI se une a través de los dominios A3 a la glicoproteína-Ib plaquetaria8 y los dominios-A adoptan una conformación circular que permiten su unión al FIX y la posterior activación de este. La tríada catalítica del FXI la conforman los residuos His413, Asp462 y Ser557 en el extremo C-terminal2. El rol específico del FXI en la coagulación está bas‑ tante debatido. Aunque originalmente se le adscribió a los “factores contacto”, el papel fisiológico real de esta vía no es bien conocido. Alternativamente el FXI es acti‑ vado por la trombina, permitiendo un bucle de retroac‑ Figura 2. Estructura lineal del monómero de factor XI (tomada de Bolton-Maggs3). I 50 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional tivación de la vía intrínseca. Esta activación dual ha lle‑ vado a algunos autores a sugerir que la activación “por contacto” llevaría a una trombosis patológica, mientras que el feed-back de activación por la trombina favorece‑ ría la hemostasia fisiológica9,10. Además, recientemente se ha descrito su capacidad de activar directamente a los factores V y X mediante un mecanismo independiente de calcio11, lo que aún cerraría circuitos adicionales de retroalimentación de la coagulación. Por otra parte, una función importante del FXIa es reducir la fibrinólisis al promover la activación del TAFI12. Para ello se requieren grandes cantidades de trombina que no pueden ser generadas por la vía factor tisular-factor VII, requiriendo la retroactivación de la vía intrínseca mediante el FXI. La pérdida o reducción de esta vía explica el hecho de la facilidad para el sangrado tras cirugía o traumatismos en áreas con gran actividad fibrinolítica3 y que los pacientes con un tromboembolis‑ mo venoso previo y niveles altos de FXI o TAFI tengan un mayor riesgo de recurrencia13. El FXI puede tener también otras funciones. El sis‑ tema contacto está ligado a la respuesta inflamatoria (Figura 3) y se activa en la sepsis causando alteraciones del flujo sanguíneo tras la producción de bradicinina14. Además, coagulación e inmunidad innata han evolucio‑ nado de forma conjunta, participando el sistema con‑ tacto en la generación de péptidos antimicrobianos tras activarse en la superficie de las bacterias15. Genética molecular y biosíntesis del factor XI El gen del FXI (F11) se localiza en el brazo largo del cromosoma 4 (4q32-35) y tiene una longitud de 23 kb comprendiendo 15 exones3. Los exones 1 y 2 codifican para una región no transcrita y un péptido señal respec‑ tivamente. Los exones 3 a 10 lo hacen para los cuatro dominios apple y los exones 11 a 15 para el dominio proteasa. Figura 3. Unión funcional de los “factores contacto” con la reacción inflamatoria (tomada de Renné13). El FXI humano es sintetizado principalmente por los hepatocitos, aunque se ha demostrado su expre‑ sión también en los túbulos renales y en las células de los islotes pancreáticos16, requiriéndose el factor de transcripción hepatocyte nuclear factor-4a (HNF-4a) para su expresión. La capacidad de síntesis por los megacariocitos del FXI expresado en las plaquetas es controvertida17, encontrándose en las mismas tanto la forma completa de la molécula como una variante de splicing sin el exón 518. Tras su síntesis hepática, el FXI es liberado, como homodímero, al plasma, donde circula con una vida media de 52 horas, una concentración de 3-7 μg/mL (30 nM) y una actividad coagulante (FXI:C) de 70-150 UI/dL2. Los niveles son algo inferiores en los recién nacidos, aumentando progresivamente hasta alcanzar los del adulto a los 6 meses de vida, permane‑ ciendo después estables independientemente del sexo y sin que sufran variación en la gestación2. Déficit del factor XI El déficit de FXI fue descrito en 195319 como una coa‑ gulopatía hemorrágica leve-moderada, con transmisión autonómica recesiva y más prevalente en los judíos. Los sujetos homocigotos o los dobles heterocigotos com‑ puestos tienen niveles plasmáticos de FXI < 15-20 U/ dL, mientras que en los heterocigotos se encuentran entre 25 y 70 U/dL, pudiendo incluso ser normales20. En función de la concordancia entre los niveles fun‑ cionales en plasma (coagulativos) y los antigénicos, se pueden clasificar en déficits cuantitativos (o CRM-, de cross reactive material) si son concordantes, o déficits cua‑ litativos (o CRM+) cuando los niveles funcionales son relativamente más bajos que los antigénicos2,21. Aunque la herencia es autosómica recesiva, en algunos casos de mutaciones puntuales (tipo missense), y debido a la estructura dimérica del FXI, se puede originar un efecto dominante negativo al formar heterodímeros anómalos que pueden impedir su secreción o su función y simular un patrón dominante22,23. La base genética del déficit de FXI está represen‑ tada invariablemente por mutaciones en el gen F11 que codifica para dicha proteína20,21,24. Su prevalencia a nivel mundial es baja (1/106 habitantes), pero en algunas poblaciones es especialmente frecuente (por ejemplo hasta un 8% de los judíos ashkenazi o un 3,3% de los judíos iraquíes son heterocigotos para su mutación). Aunque se han descrito más de 200 mutaciones cau‑ sales25,26 de un amplio rango de modalidades (Figura 4), algunas de ellas son más frecuentes y tienen una perso‑ nalidad diferenciada. La mayoría de las mutaciones se asocian con fenotipo CRM- y hasta un 53% son del tipo missense, afectando la mayoría de ellas a la zona codifi‑ cante del dominio catalítico24. En la población askhenazi se han identificado cuatro mutaciones predominantes: I 51 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional las tipo I y IV son mutaciones de tipo splicing, mientras que la tipo II es una mutación nonsense (Glu117Stop) y la tipo III una tipo missense (Phe283Leu); estas dos últimas subyacen en el 95% de los casos en dicha etnia, aunque la tipo II también se ha identificado en otras poblacio‑ nes. Otras alteraciones genéticas relativamente frecuen‑ tes son la mutación Cys38Arg en el área vascofrancesa, la Cys88Stop en el área de Nantes y la Cys128Stop en población del Reino Unido. Estas mutaciones asociadas a un fenotipo CRM- se pueden clasificar en tres grupos según el efecto patogénico de la mutación24. El primer grupo (Glu117X, Ala91Thr) afecta a la síntesis protei‑ ca y causa una degradación selectiva del transcrito de ARNm. El segundo grupo es causado por mutaciones del dominio A4 (Phe283Leu) que impiden la dimeri‑ zación del FXI y provocan una retención intracelular de los monómeros. Por último, el tercer grupo origina heterodímeros no secretables (Gly400Val, Trp596Ser, Ser225Phe, Cys398Tyr), por lo que pueden simular un patrón de herencia dominante; en este grupo se inclu‑ yen también otras mutaciones (Cys58Tyr, Tyr427Cys, Cys527Tyr, Val20Ala, Glu297Lys) que reducen la secre‑ ción al plasma de la proteína mutante sin afectar su dimerización, quizás por alterar su plegamiento27. En cuanto a las mutaciones del fenotipo CRM+ están peor caracterizadas, habiéndose identificado mutaciones que afectan al dominio catalítico y otras que afectan a la zona codificante de los dominios A2 y A3, a través de los cuales el FXI se une al sustrato24. Figura 4. Distribución de frecuencias de las mutaciones causales de déficit de FXI (tomada de Duga22). Desde el punto de vista clínico, habitualmente no se producen hemorragias espontáneas, pudiendo ser hasta un 70% de los pacientes asintomáticos2,3,20,21,28, aunque ocasionalmente pueden aparecer hemorragias por mucosas (epistaxis, menorragias, cavidad oral) y pueden ser inmediatas o retardadas. En general, se acepta como déficit grave aquel con niveles de FXI por debajo de 20 U/dL. Sin embargo, el nivel plasmático de FXI se correlaciona poco con el riesgo hemorrági‑ co2,3,29, y el mecanismo subyacente no se comprende completamente, aunque suele afectar a zonas que han sufrido un traumatismo previo, especialmente si dicha zona tiene una actividad fibrinolítica local elevada, don‑ de llega a ocurrir hasta en un 49-67% de las ocasiones, frente a un 1,5-49% en tejidos con una baja actividad fibrinolítica21,30, lo que se atribuye a que el papel de la trombina generada a partir del FXIa es consolidar el coá‑ gulo a través de la activación del TAFI2,31. Tampoco hay buena correlación entre la mutación subyacente y el riesgo hemorrágico21. Un trabajo reciente ha estudiado los determinantes biológicos del sangrado en pacientes con déficit heterocigoto de FXI identificando niveles más bajos de VWF:RCo y de trombomodulina en los pacientes con sangrado, y podían ser identificados por un bleeding score superior a 332. Estos defectos asociados que favorecerían el sangrado ya habían sido observados por otros autores33, y también lo haría la presencia de una mutación de “efecto dominante negativo”. Respecto al diagnóstico de laboratorio suele plantear‑ se frecuentemente por un TTPA alargado incidental en un estudio preoperatorio más que por un cuadro hemorrá‑ gico21. En general se deberían medir el FXI:C y el FXI:Ag para clasificar el tipo de déficit2. Respecto a la determina‑ ción del FXI:C han surgido algunas dudas recientemente sobre la técnica idónea34 ya que la activación del FXI por el FXIIa, como se realiza en el test coagulativo derivado del TTPA con plasma deficiente en FXI, parece más rele‑ vante para el riesgo trombótico35, mientras que para una correcta hemostasia parece más relevante la activación del FXI por la trombina1. Este extremo podría ser medi‑ do mejor por un test como el de tromboplastina diluida independiente del FXII34, donde se mide la formación de fibrina en un test que activa la vía extrínseca con trom‑ boplastina diluida y con el FXII inactivado, haciéndolo muy dependiente del bucle de retroactivación por el FXI a través de la trombina generada en la fase inicial. Esta prueba permite dosificar los niveles de FXI y, aunque aún no ha sido validada clínicamente, podría correlacionar mejor con el riesgo hemorrágico del paciente2. Por otra parte, el grupo francés de Lyon ha demostrado que una prueba global de hemostasia (como el test de genera‑ ción de trombina en plasma rico en plaquetas usando una baja concentración de factor tisular) podría ser muy útil para identificar los pacientes con alto riesgo hemorrágico independientemente de sus niveles plasmáticos de FXI36. I 52 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional En cuanto al tratamiento, las manifestaciones hemo‑ rrágicas espontáneas son poco frecuentes y autolimitadas, con excepción de la menorragia, y suelen responder al tra‑ tamiento con antifibrinolíticos orales20. Las intervenciones quirúrgicas o los traumatismos pueden desencadenar un sangrado excesivo, por lo que debe realizarse generalmen‑ te tratamiento sustitutivo2,20,37. La descripción de compli‑ caciones trombóticas con el tratamiento sustitutivo a dosis altas obliga a una cuidadosa revisión de los factores de riesgo trombótico del paciente antes de su instauración21 y se deben valorar otras cuestiones (tipo y localización de la cirugía, posibles defectos hemostáticos coexistentes, posibles reacciones alérgicas a hemoderivados, excluir la presencia de un inhibidor) antes de planificar un trata‑ miento individualizado en cada caso. Existen diferentes opciones terapéuticas, con sus ventajas e inconvenientes (Tabla I). En muchos pacientes con déficit moderado y algunos con déficit grave, sometidos a procedimientos menores, no es necesaria la terapia sustitutiva y es sufi‑ ciente con el uso de antifibrinolíticos2,3,20,21,37. En cirugía mayor suele ser necesario el tratamiento sustitutivo, con plasma o con concentrado de FXI2,3,20,21,37, intentando mantener niveles plasmáticos en torno a 40 U/dL21,37. No obstante, es de gran importancia valorar los antecedentes hemorrágicos personales a la hora de planificar la actitud terapéutica2,3,20,21. En caso de que exista un inhibidor las alternativas disponibles son el rFVIIa o el concentrado de complejo protrombínico activado a las dosis habituales2. La utilidad de la desmopresina es discutida, aunque hay revisiones que la avalan en los casos moderados, siempre que el tratamiento requerido sea corto38. Riesgo trombótico y factor xi como nueva diana antitrombótica Dado que el FXI tiene efectos procoagulantes y antifi‑ brinolíticos, es razonable inferir que unos niveles ele‑ vados puedan conferir riesgo trombótico y que su défi‑ cit pueda proteger de eventos trombóticos2. Diferentes trabajos han valorado el efecto de los niveles elevados o deficitarios de FXI sobre el riesgo de eventos trombó‑ ticos. El déficit de FXI no parece proteger frente al riesgo de infarto de miocardio39, pero sí se ha comunicado una significativa menor incidencia de ictus isquémico (0,87% vs 7,44%) en los pacientes con déficit grave (FXI w 15 U/ dL)5. La razón para esta disparidad no está clara, pero la heterogeneidad funcional de las células endoteliales en diferentes zonas del organismo podría tener un papel; los vasos cerebrales contienen β-amiloide, ausente en los vasos coronarios, y esta proteína podría favorecer la fibrinólisis local. Por otra parte, los pacientes con déficit de FXI parecen tener una tasa de incidencia de trombo‑ sis venosa llamativamente baja, habiéndose recogido en una revisión reciente21 solo cinco casos publicados, uno de ellos tras la infusión de concentrado de FXI, y en una cohorte amplia israelí (con 219 pacientes con déficit de FXI) no se observó ningún caso de trombosis venosa pro‑ funda, cuando teóricamente se esperaban 4,68 eventos4. En sentido contrario los niveles plasmáticos eleva‑ dos de FXI parecen predisponer a la ETEV y el ictus. Así, en el estudio LETS6 los sujetos por encima del percentil 90 de nivel plasmático de FXI tenían el doble de riesgo de TVP (OR 2,2; IC95% 1,5-3,2) que los sujetos por Tabla I. Opciones terapéuticas disponibles en el déficit de FXI (tomada de Bolton-Maggs3) Treatment Advantages Disadvantages Watch and wait Suitable for many individuals with partial deficiency No exposure to blood products Hemorrhage may occur Fibrinolytic inhibitors eg. Tranexamic acid Effective as single agent for dental extractions even in severe deficiency Good for menorrhagia Not available in some countries Fresh frozen plasma (FFP) Standard FFP Readily available Large volumes may be required. Infection risk Pathogen-inactivated FFP Safer than standard FFP Large volumes may be required a) Solvent-detergent Pooled donations b) Methylene blue Single donor units Variable FXI activity Factor XI BPL Hemoleven LFB Predictable rise in FXI level, small volume of infusión Not licensed or available in many countries. Thrombotic risk especially in those with predisposition rVIIa Small volume Instant action Effective for patients with inhibitors Not licensed for this indication. Thombotic risk, the safe and effective dose yet to be decided Desmopressin Non-blood product Easy to administer No clear evidence of benefit in reported series. Need for fluid restriction for 24 h Factor XI concentrates I 53 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional debajo del mismo, mientras que los niveles elevados de FXI y TAFI también parecen favorecer su recurrencia13. En cuanto al riesgo de ictus se han comunicado en una serie unos niveles de FXI por encima del 95% en el 22% de pacientes con ictus o AIT frente a solo el 5% de los controles (OR 5,3; IC95% 1,2-24,1)40. Los datos publicados respecto a cardiopatía isquémica e infarto de miocardio son mucho más controvertidos2. Un punto mucho más novedoso e interesante es la posibilidad de bloquear el FXI como nueva diana de tratamiento antitrombótico41. La mejoría del cociente beneficio/riesgo es hoy día el objetivo primordial del desarrollo de nuevos fármacos antitrombóticos. Las evi‑ dencias obtenidas en los pacientes con déficit de FXI y en los ratones knockout del mismo42 sugieren que el FXI puede ser una diana más segura para la prevención de las trombosis, y su bloqueo se ha propuesto como un mecanismo potencial de tratamiento antitrombótico con un menor riesgo hemorrágico que los actuales7,41,43. Así, aunque se ha visto que el FXII es prescindible para el inicio de la hemostasia in vivo, su participación en la activación de otras vías fisiológicas (precalicreína-ki‑ ninas, fibrinólisis, sistema del complemento) hace que su elección como diana antitrombótica pueda tener un potencial mayor riesgo de efectos adversos, por lo que el FXI, que solo participa en la hemostasia y cuyo défi‑ cit solo causa complicaciones hemorrágicas leves tras intervenciones o traumatismos, es preferido como una diana potencialmente más segura para un nuevo fárma‑ co antitrombótico2. Múltiples modelos experimentales han demostrado la efectividad del bloqueo de la acción del FXIa o de la síntesis del FXI en la aparición o progresión del trombo en modelos animales de trombosis sin que aumentaran de manera significativa los riesgos hemorrágicos41. Uno de los abordajes utilizados ha sido el empleo de anticuerpos policlonales o monoclonales contra el FXIa, que ha demostrado en diversos modelos animales (ratones, conejos y primates) la prevención del desa‑ rrollo de trombos, sin que prolongaran el tiempo de hemorragia44-46, aunque tienen el inconveniente de su inmunogenicidad y de su difícil neutralización. Más prometedora es la utilización de oligonucleó‑ tidos antisentido que bloquean la síntesis de proteínas específicas mediante su unión por hibridación al ARNm codificante de la misma, impidiendo la traducción (Figu‑ ra 5). Esta metodología ha sido empleada con éxito para impedir la síntesis hepática de FXI en modelo muri‑ no, originando una fuerte inhibición del desarrollo de trombosis arteriales o venosas sin afectar al tiempo de hemorragia47. El efecto antitrombótico era potenciado por la coadministración de enoxaparina o clopidogrel. Además, esta aproximación tiene la ventaja de que la inhibición era revertida de manera rápida y eficaz tras la administración de concentrado de FXI, por lo que se dispondría de un antídoto eficaz2. El beneficio antitrom‑ bótico de esta opción terapéutica ha sido confirmado también posteriormente en primates48,49, por lo que su ensayo en seres humanos podría ser una alternativa eficaz a testar. Ya hemos referido anteriormente que la activación del FXI mediante el FXIIa está más relacionada con las complicaciones trombóticas, mientras que para una hemostasia correcta parece más relevante la activación del FXI mediada por la trombina. Por esta razón otro posible abordaje de tratamiento antitrombótico es la inhibición de la activación del FXI por el FXIIa2. En este sentido se han realizado estudios experimentales en modelos de trombosis murinos o de primates, bien con anticuerpos específicos35, con infestina 4 ligada a albú‑ mina50, o bien con moléculas sintéticas no peptídicas como la 3-carboxamida-cumarina51. Por último, otra aproximación terapéutica experi‑ mental es el bloqueo directo del FXIa52, para lo que se han empleado peptidomiméticos basados en la ceto-ar‑ ginina que se unen de forma covalente irreversible al centro activo del FXIa y cuya eficacia antitrombótica se ha demostrado en modelo de rata53. En la misma línea se encuentra la acción del pentagaloil-glucósido sulfatado, que origina una potente inhibición del FXIa por un mecanismo alostérico tras su unión al mismo por el sitio de unión de la heparina y cuya eficacia bio‑ lógica ha sido demostrada en estudios experimentales de laboratorio54,55. Conclusiones El FXI es una molécula diferenciada dentro de la hemos‑ tasia y cuyas funciones in vivo están empezando a com‑ prenderse solo en los últimos años. Su déficit congéni‑ to, infrecuente en nuestro país, tiene unas peculiares Figura 5. Mecanismo de acción de los oligonucleótidos antisentido (tomada de Löwenbwerg40). I 54 I LVI Congreso Nacional de la SEHH / XXX Congreso Nacional de la SETH. Programa Educacional manifestaciones hemorrágicas (habitualmente solo tras traumatismos o cirugías, de carácter leve o moderado y predominando en tejidos ricos en actividad fibrinolítica local) que le han promovido como una buena propuesta de diana terapéutica para el desarrollo de nuevos fárma‑ cos antitrombóticos eficaces pero con un mejor perfil de seguridad comparado con los actualmente disponibles. Bibliografía 1. Kravtsov DV, Matafonov A, Tucker EI, Sun MF, Walsh PN, Gru‑ ber A, et al. Factor XI contributes to thrombin generation in the absence of factor XII. 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