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SUPLEMENTO AL XÚM. XVII.
ANO XXI.
MORATIH EN Sü VIDA INTIMA.
EL S í DE LAS N l f i A S .
V.
hechos incontrovertibles, en primer término,
que El Si df las Niñas, estrenado en el Teatro de la
Cruz el 24 de Enero de 1800, estaba ya escrito y fue
leído por sn autor á Tineo, Melón, Cabezas y Conde,
el 12 de Julio de 1801; y, en segundo lugar, que después de esa lectura, terminada la cual fue inmediatamente Moratin á visitar á Paquita, continuaron sus
relaciones con ésta, ó mejor dicho, sus aspiraciones á
conquistar el corazón de la Niña, siendo lo que hasta
entonces habían sido.
¿ Infiérese de ahí que no fue el duro desengaño en
la calle de Valverde recibido, la causa original de El
Si de las Niñas í—Ya he dicho que, al menos en abso-
luto, yo no lo creo : trátase, pues, ahora de exponer los
fundamentos en que mi parecer se apoya.
Que la manera de ser de la familia española, en la
cual el principio de autoridad no era menos absoluto
que en el Estado á fines del pasado siglo y en los primeroá años del nuestro, preocupaba grandemente á
Moratia, no hay más que recordar sus obras dramáticas, para advertirlo. Todavía en aquella época existían
los mayorazgos, que para enriquecer al primogénito
condenaban a la miseria á sus hermanos; todavía, en
obsequio del varón predilecto, sacrificaban no pocos
padres á sus hijas, condenándolas á vnir perpetuamente y sin vocación en la lóbrega soledad del claustro, y todavía, en resumen, la patria potestad entre
nosotros conservaba muy vivos reflejos, ya que no
todo el vigor, de lo que en la Roma pagana había 3ido,
y nuestra legislación, desde las Partidas en adelante,
procuró siempre que más ó menos lo fuese. Los matrimonios por razón de estado, ó más claro, atendiendo
MAYO—1877.
sólo al mteres pecuniario, y prescindiendo absolutamente de los sentimientos del corazón de la mujer,
eran frecuentes, y frecuentemente también producían
SU3 tan lógicas como deplorables consecuencias.
Asi las cosas, en el reinado de Carlos I I I , las ideas
y las doctrinas traspirenaicas, abriendo brecha en la
muralla inquisitorial que durante tres siglos consecutivos nos mantuvo aislados del resto del orbe civilizado,
so pretexto de preservarnos del contagio de la herejía,
comenzaron á infiltrarse en España, propagándose primeramente, como era natural, entre los hombres de
ciencia y de letras de aquella época, con los cuales
desde la niñez estuvo Inarco en íntimo contacto, y entre los cuales ocupo con justicia, apenas llegado á la
edad adulta, lugar muy distinguido.
Nada tiene, por tanto, de extraño su marcada antipatía á los abusos de la autoridad paterna, considerado el asunto en abstracto; pero todavía te explica
mejor y más completamente aquel fenómeno, si se
TAPICES DEL PALACIO REAL DE MADRID.
SIGLO XVI. — ESCUELA FLAMENCA.
AMORES DE POMOXA Y YERTUXO.
FRAG1IEXTO DE CXA TAPICERÍA QCE PERTENECIÓ AL EMPERADOR CÁELOS V. )
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LA
atiende á las personales condiciones del escritor insigne.
Moratin, en efecto, pasó los primeros años de su
vida sometido á la omnímoda autoridad de un padre
ilustrado, pero inflexiblemente sistemático en todo, y
tan amante de BU hijo en el fondo, como con él en las
formas intransigente. Así el joven Leandro, á quien
Dios habia creado para la literatura, se vio condenado
á aprender y ejercer un oficio mecánico, y á ocultarse
para escribir versos y obtener merecidos lauros en los
públicos certámenes, como pudieran otros mancebos
de su edad para entregarte á fútiles devaneos ó á vergonzosos vicios.
¿ Cómo no habia de serle antipático el absolutismo
en la familia á un hombre en tales condiciones educado?
Pero hay más todavía: como ya lo dejo indicado,
parece que el pensamiento de su primera comedia, El
Viejo y la Niña, procedió de sus también primeros
amores, en temprana edad, con una muchacha de sus
mismos años, sobre poco más ó menos, parienta suya
por afinidad, si la memoria no me engaña, y á quien,
por razones de interés, obligaron sus padres á contraer
matrimonio con un hombre que de ella pudiera muy
bien serlo.
De ahí que, así como en más de un drama de Calderón se advierte que el pensamiento fundamental de su
obra maestra, La Vida es Sueño, era una idea fija que
en la mente del autor dominaba á todas las demás, y
ya en una, ya en otra forma se revelaba más ó menos
en todas sus filosóficas creaciones ; en las comedias de
Moratin, me parece á mí evidente que el pensamiento
dominante, la idea fija de aquel esclarecido ingenio
era volver por los fueros de la individualidad humana,
rebelándose contra la pretensión absurda de hacer de
los hijos, y de las hijas sobre todo, más los esclavos
que los herederos de sus padres ó tutores.
Todas las primeras Damas de las comedias de Inarco Celenio padecen, ó están amenazadas de padecer,
el martirio de unirse á hombres que no aman, y las
más de ellas de verse, en consecuencia, para siempre separadas de aquellos á quienes su corazón han entregado. No por eso acusaré yo de escasez de invención al
ingenio de Inarco, porque, en verdad, si el blanco á
que las flechas de su cómico carcax asesta, puede en
rigor decirse que es siempre el mismo, forzoso es confesar que lo hace de tan varias y bien entendidas maneras, que el gusto más exigente no puede con justicia
condenar por monótonas sus obras.
Mas sea de eso lo que la crítica quisiere, lo importante ahora á mi propósito es hacer constar que Moratin, celoso constantemente de combatir los abusos en
materia de matrimonio de la patria potestad, cometidos casi siempre en daño del sexo débil, tronó contra
ellos, en distintas formas sí, peí o en la esencia con idéntico espíritu, no menos que en El Viejo y la Niña, y
en El Sí de las Niñas, en La Mogwjata, en El Barón,
en La Escuela de los Maridos, y en La Comedia Nueva
misma, pues aunque tan poco se prestaba á ello su argumento esencialmente literario, acertó su ingenio á
presentar sin violencia en las tablas la simpática figura de D.% Mariquita en peligro de entregar su mano al
pedante D. Hermógenes.
Siendo, pues, tal la idea fija, el pensamiento dominante de Moratin en lo respectivo al asunto de sus
obras dramáticas, natural y lógico fue que, dadas las
condiciones de su corazón y de su vida al comenzar
nuestro siglo, se le ocurriera escribir El Si de las Niñas, comedia cuyo dato fundamental es en la esencia
el mismo de El Viejo y la Niña, si bien considerado
desde muy distinto punto de vista, y desenvuelto hasta
llevarlo á consecuencias muy diversas.
En la última citada comedia, la Niña, D.a Isabel, es
víctima del feroz egoísmo del Viejo D. Roque, y á éste
no se le impone quizá tan duro castigo como su culpa
merecía, mientras que en El Sí, el Viejo, racional y
entrañable, está á punto de ser víctima del aparente
consentimiento
que la autoridad materna arranca á la
Niña, D.a Paquita, y sálvase y salva á ésta de inminente desdicha, sólo por su generosidad y abnegación, que
rayan en lo sublime.
Se ve, pues, que los papeles están trocados completamente, y el asunto, como he dicho, siendo en la
esencia el mismo, tratado bajo aspectos tan distintos,
que casi pudieran considerarse entre sí diametralmente opuestos.
Tomando, pues, en cuenta todo lo que dejo expuesto, quizá prolijamente, paréceme que de ello se deduce—yo al menos lo deduzco —que, desenvuelto al calor
de su mismo afecto á una mujer á quien la edad le doblaba, el pensamiento que en la fantasía de nuestro
poeta constantemente germinaba, dio de sí, aun antes
de la hora del desengaño, la obra maestra que su nombre, muy á expensas de su corazón, ha inmortalizado.
Que las principales figuras de nuestro gran drama
clásico, D. Diego, D? Irene y Z*.a Francisca, son re-
tratos, y sus respectivos originales, Moratin, 2>.a María y su hija Paquita, cosa es tan evidente, y del tenor
del Diario, asi como del de muchas de las cartas insertas
en las Obras postumas, resulta con tal precisión de-
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ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
mostrada, qne no hay para qné á probarla me detenga.
Pero ;, infiérese de ahí que Moratin, al escribir El Sí de
las Niñas, antes, como hemos visto, de que la terrible luz del desengaño disipara sus amorosas ilusiones,
tuviera perfecta conciencia de su situación, y acaso de
lo mismo que tan magistralmente estaba escribiendo ?
Para decir verdad, yo no lo creo; y aunque parezca
implicar absurda contradicción, eso de considerar la
obra como un dechado de perfección en su género, y
al mismo tiempo á su autor, al escribirla, poco menos
que en absoluto inconsciente de lo que hacía, á la manera misma que el árbol da, sin comprenderlo, el fruto
exquisito, ha de permitírseme que muy en conciencia
insista en afirmarlo.
Pocas frases bastarán, si no me engaño, á explicar y
aun á justificar esa opinión, que puede á primera vista
parecer extravagante.
En primer lugar, entendámonos bien : no pretendo
yo que Moratin no tuviese conciencia perfecta de EU
asunto, en abstracto considerado; antes por el contrario, estoy plenamente persuadido de que lo conocia y
lo dominaba, como pocos, poquísimos, ni antes ni después que él lo han conseguido. ¿ No habia de conocerlo, y dominarlo, y de tratarlo con entero conocimiento
de causa, si era precisamente su idea fija, su pensamiento dominante, en todas sus obras dramáticas más
ó menos revelado?—La inconsciencia, pues, que yo en
el gran poeta supongo, no se refiere al fondo, ni aun
á la forma filosófica de su comedia, sino á la relación
directa, inmediata, íntima, á la casi identidad de las
figuras del drama con él mismo, con Paquita y con la
madre de ésta, tanto en lo individual cuanto en la manera de ser de cada uno de ellos respecto á los restantes.
¿Creia Moratin—en 1801 se entiende—creia Moratin que se retrataba á sí mismo, y de cuerpo entero,
en el D. Diego del Sí de las Niñas ? ¿ Se creia entonces viejo ?
Pocos son los hombres de cuarenta años que pasan
por tales, y menos los que creen que lo son en efecto.
Un hombre de la edad que él entonces tenía, y que
goza de buena salud por añadidura, no es nunca considerado como viejo, y que nuestro poeta así lo creia,
resulta con evidencia de lo que él mismo, y en El Sí
terminantemente nos dice (acto i, escena i):
SUPLEMENTO AL NÚM. XVII
punto de qne se confundan en una sola persona el poeta y su D. Diego ?
También queda eso ya explicado; la pasión del amor,
tal y tan vehemente como él era capaz de sentirla, dominaba entonces á Moratin lo bastante para influir sensiblemente en su nueva creación dramática, y también
para ofuscarle hasta el punto de que no conociese que
á sí mismo en escena se ponia, ó cuando menos, para
que, si tal vez de ello, en algún lúcido intervalo, se daba
cuenta, prosiguiera no obstante su tarea, obedeciendo
sólo al impulso irresistible del afecto en su corazón
reinante.
Misteriosa y de explicar difícil, pero menos peregrina, es en el orbe artístico y literario, de lo que á primera vista puede parecerlo, esa situación de espíritu
en que el Ingenio, y todavía más señaladamente el
Genio produce, no en virtud de un acto de la voluntad, por el raciocinio motivado, sino á impulso de
irresistible inspiración, como la avenida hace desbordar al rio, ó la súbita dilatación de los gases en sus entrañas encerrados, determina la erupción del Etna ó
del Vesubio.
En más ó menos grado, quizá no se dé caso de poeta
ó artista que en sí propio no haya experimentado alguna vez ese fenómeno psicológico, durante el cual
parece que, concentrándose toda nuestra actividad intelectual en uno solo de los órganos del cerebro—me
decía años hace un conocido frenólogo español—quedan los restantes, incluso el de la conciencia, como
magnetizados, ó más bien, en condición cataléptica.
Del hecho no me cabe la menor duda; en cuanto á
su teoria se la abandono, sin sacrificio y sin escrúpulo,
á las doctas especulaciones de los sabios en la materia
competentes, bastándome haber demostrado, si el deseo no me engaña, que la circunstancia de haberse escrito El Si de las Niñas antes de que Moratin conociera que vanos habian sido todos sus esfuerzos para
conquistar el corazón de Paquita, no contradice, al
menos en lo esencial, mi hipótesis de que en aquella
comedia nos ha legado su ilustre autor la historia poética de sus desdichados amores.
Del término de éstos hablaremos en nuestro próximo artículo.
PATRICIO DE LA ESCOSUEA.
Madrid, Enero 1877.
D. Dinao. Dirán que la boda es desigual, que no hay pro porción en la eflad, que
Vamos, quo no me pareen tan notable la diferencia. Siete ú oclio BROH, ¡í lo más.
D. DIF.OO. ¡Qué, hombro 1 ¿Qué hablas de siete ú ocho
afioH? Si ella ha cumplido dieciseis años pocos
Ineses luí.
SIMÓN.
¡Y bien ! ¿Y qué?
D. DIEGO. Y yo, aunque gracias á Dios estoy robusto, y
con todo eno, mis cincuenta y nueve años no hay
quien me los quite.
SIMÓN.
¿ Por qué Moratin le quita unos cinco años de edad
á Paquita, y en cambio le echa encima á su D. Diego
unos veinte más de los que él tenía ? Claro está que
para justificar el título de su comedia y caracterizar
debidamente á sus principales personajes. Don Diego
debia ser un viejo, y con solos cuarenta años no lo fuera; Paquita una niña, y con veintiún años ya (en
1801), á la cuenta al poeta no se lo parecía. La diferencia efectiva entre las edades de los personajes reales, que era la de unos veinte años, se le figuró á Moratin escasa, y así en el teatro la llevó á más del duplo. Lo que pasaba entre el hombre maduro y la joven,
en la calle de Valverde, acontece en las tablas entre
el Viejo y la Niña; y la diferencia de una y otra situación, considerable en efecto, muy naturalmente debia
de parecerle al interesado inmensa.
Sin embargo, fuerza es repetirlo ; Moratin, creyendo, á mi juicio, que no obedecía más que á la inspiración de su ingenio, ni atendía tampoco más que á los
consejos de su talento, en la observación de las costumbres y de los caracteres sociales eminente, Moratin
se dejó llevar, en El Si de las Niñas, por el influjo de
la pasión amorosa que entonces le dominaba, en cnanto era posible que el sentimiento en aquel alma, esencialmente sensata, á la razón se sobrepusiera. Por eso,
inconscientemente, por eso hizo retratos en vez de inventar figuras; por eso hay tanta, y tan completa, y
tan absoluta verdad en aquellos inimitables personajes;
por eso, en fin, hasta la misma D.a Irene acaba por ser
simpática y enternecer al espectador, en El Si de las
Niñas. La comedia está impregnada de amor y de ternura ; lo cómico, lo ridículo es en ella superficial; en
el fondo todo es bondad, todo virtud.
¿ Cómo se explica, pues, que creyendo todavía en la
posibilidad de ser dueño de Paquita, escribiera Inarco
Celenio El Si de las Niñas, y después de escrito continuase aún muchos meses galanteándola, á su manera
metódica y tranquila, pero al fin galanteándola?
Explicado queda: ni Moratin se creia á sí mismo
viejo, ni ya á Paquita niña; y eso supuesto, claro está
que, para él al menos, la similitud entre su situación y
la de D. Diego todavía en 1801 HO existia.
! ; Por qué, entonces, esa similitud, ó más bien identi¡ dad de situaciones, se revela en la comedia, hasta el
Inicio
EL ALMUERZO.
No hay duda en ello : el hombre necesita comer para vivir: es una terrible necesidad que Dios le impuso,
añadiendo á ella la más terrible todavía de tener que
ganar el sustento con el sudor de su rostro.
La sociedad añadió más tarde á estas necesidades la
de pagar al casero y al sastre, y aun á la modista de
su mujer los que viven casados.
En multitud de libros veréis útilísimos consejos qne
los autores de higiene dan al género humano acerca de
los alimentos apropiados á su constitución, para lo cual
la Medicina examina los dientes y el estómago de nuestros semejantes, y hasta analiza nuestra sangre, y acerca de otra porción de importantísimas reglas, con las
cuales el que no se muere joven llega á viejo de seguro, aunque sea con achaques.
Los animales comen cuando encuentran qué, ó cuando tienen apetito : el hombre, que necesita aprovechar
las horas para ganar el pan y la carne y los demás alimentos, no come cuando tiene apetito precisamente,
sino cuando llega la hora establecida, y esta hora no se
establece con arreglo á los consejos de la higiene, sino
con arreglo al modo de vivir de cada siglo y cada pueblo, con arreglo á las exigencias sociales y á la moda.
En esto el hombre se parece á los animales que menos
disfrutan de voluntad propia: al asno y al caballo, á
los cuales se les da el pienso para aprovechar los ratos
que no se sabe en qué ocuparlos.
En materia de comidas poseemos los españoles los
nombres siguientes: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena, sin que esto sea obstáculo para que ademas podamos tomar las once, un bocado, un piscolabis,
colación los dias de ayuno, café ó chocolate, y cierta
clase de personas el aguardiente, para ellas indispensable. No es lo general que se usen todas estas comidas
diariamente, pero en los puntos de España donde no
se han abolido, puede decirse que, á pesar de tantos nombres, no se hace más que nna comida, que ocupa todo
el dia.
En Madrid, por extraordinario, no faltan personas
que se reúnan alguna que otra vez para tomar un dejeuner, un souper ó un lunch, palabras que sin duda no
tendrán su equivalente entre las anteriormente indicadas.
Hubo un tiempo, por extremo reaccionario, en el
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SUPLEMENTO AL NÚM. XVII
LA
ILUSTRACIÓN.
ESPAÑOLA
A
cual de las oficinas se salia á las dos de la tarde, des- de comer, llamarla rancho, ello es que no se nombra copués de haber entrado libremente cuantos deseaban mida ni cena la colección de manjares que sirve de térpreguntar por los asuntos, sin duda porque no sucedía mino á una soirée y de despedida á los convidados. Buflo que ahora, que lo que sobra dentro es gente sin que fet se nombra en castellano al comedor en que se toma,
venga de afuera. Entonces en los teatros empezaba la y soupper, con una ó dos pp, y con o ó sin ella según
función por la tarde, se dormia la siesta, y á las doce agrade más á cada uno la cocina francesa ó la de Inde la noche no andaba un alma por las calles. Cor. se- glaterra, aquel alimento calificado siempre en letras de
mejante sistema de vida, tan distinto del nuestro, por molde con galantes epítetos por los estómagos agradenecesidad tenía también que ser distinto el sistema de cidos.
alimentación del de ahora.
Y como el cenar en casa propia es feo y de gente orA las dos de la tarde se colocaban en la mesa la so- dinaria, y elegante y distinguido el tomar un supper
pa primero, y luego los garbanzos, base indispensable cuando otro paga, de la misma suerte la merienda ha
de toda comida metódica, con tal exactitud, que en se- quedado para los glotones y los colegiales, como no pomejante hora hasta las tiendas se cerraban para dedi- día menos, dada la hora oficial de comer, á no ser que
carse libremente á función tan importante. Claro está en casos extraordinarios nos conviden con un lunrh,
que entonces el almuerzo no existía, pero en cambio que parece cosa inglesa.
se cenaba, no faltando tampoco quien antes de hacerlo
Cuando en las puertas de un café veo anunciado en
tomase chocolate.
caprichosas letras que allí se sirven déjeuners y breakHoy á la mayor parte de los vecinos de Madrid les fast, ademas de servirse almuerzos, lo primero que se
aterraría la idea de tener que comer á las dos de la tar- me ocurre es pensar en lo apurados que se verían los
de. Dejando la cama á las diez, y á veces á las doce, mozos, y á veces aun el amo, si un francés ó un inglés,
¿ quién es tan glotón que tenga apetito tan de madru- creyendo por el anuncio que allí entienden su lengua,
gada? y sin embargo, ¡ lo que puede el nombre! de do- pidiera para el déjeuner ó el breaJcfast une assiette, une
ce á dos ninguno se niega á devorar el almuerzo fuerte. fourchette ó une chaise, 6 bien a teaspoon a naphin 6
Porque, eso sí, el almuerzo necesita ahora llevar a dish.
En la agitada vida de la sociedad moderna el alsiempre el epíteto de fuerte, como en otro tiempo los
pianos. Así como antes no habia piano que no fuese muerzo con su hora invariable representa el momento
forte, ahora tampoco hay masque almuerzos fuertes en seguro de encontrar en su casa á la mayor parte de los
las casas particulares; ni en las fondas se pide almuer- vecinos de la corte. No busquéis á nadie temprano, que
zo que no sea fuerte; ni las patronas de huéspedes, estará en la cama todavía; no le busquéis luego más
hasta las de á seis reales con principio, dejan de ofre- tarde, ó sea pasada la hora del almuerzo, porque la oficerles nunca un almuerzo compuesto á lo menos de dos cina, los negocios, la Bolsa y el paseo le tendrán inplatos fuertes, lo cual cumplen perfectamente usándo- dispensablemente lejos de su casa: buscadle de doce á
los de la más fuerte porcelana de Valdemorillo ó Ta- una, y le encontraréis de seguro almorzando.
Pero á pesar de esta exactitud, á pesar de este, al palavera.
Llámese almuerzo fuerte ó llámese comida, ello es recer, morigerado sistema, el almuerzo no representa,
que al mediodía la humanidad entera se ocupa en ejer- como la comida de nuestros abuelos, el buen orden doméstico, ni es siquiera simpático. Buscar á uno y no
citar los dientes.
"A las doce, á la misma hora en que tú, lector, estás poder verle porque está comiendo, pienso que no te
almorzando, la gente del campo y los trabajadores de importaría gran cosa; decirte el criado que los señores
las grandes poblaciones comen; y cuando tú, con tu fa- están almorzando y tener que hacer otro viaje ó espemilia, te sientas á comer en torno de la redonda mepa rar á que concluyan, te pone de seguro de mal humor.
Y de peor te pondrá todavía el ver almorzar, ó el
alumbrada por la indispensable lámpara de petróleo,
ellos cenan, cuáles á la luz de un candil, cuáles al res- oir el ruido de los platos de los que almuerzan en las
plandor también de más modesto aparato, donde arde oficinas. En ellas el almuerzo toma un carácter egoísta
el aceite de carbón, como llaman los ingleses á aquel lí- y agresivo. Aquella procesión de criadas con su cesta
al brazo y de mozos de café con sus bandejas y su blanquido incendiario.
No me preguntéis si el almuerzo es más importante co delantal, pasando por enmedio de las personas que,
que la comida; si ésta es más necesaria que aquél para en un portal ó un corredor, de pié tal vez por no tener
vivir, y si los garbanzos saben mejor alumbrados por ni aun donde sentarse, esperan que les permitan entrar,
la luz del dia que por la de una lámpara. Sólo sosten- son una verdadera prueba de desatención; son una esdré lo que acabo de decir: que el mediodía es la hora pecie de desprecio insultante, que con dificultad se peren que reclama sus derechos el estómago, ese órgano dona.
Ya se ve, hoy el almuerzo es cuestión de moda, y el
exigente, que amenaza con la muerte si no le dan lo que
pide; que esa hora también, por la misma razón de que prestigio de la posición social, como se dice en esta
el estómago trabaja con más gusto, es la menos expues- época en que abundan los prestigitadores, exige que alta á indigestiones, y que, sea almuerzo, sea comida, el morcemos de modo que se vea. No es el almuerzo una
alimento que se toma á estas horas tiene algo más de necesidad reclamada por el apetito, es un alarde de lujo reclamado por la vanidad, que ha llegado á tomar la
íntimo y familiar que el de la noche.
La luz del sol nace brillar la sencilla y doméstica forma de costumbre.
¿ Qué diria el mundo de un hombre que comiese al
limpieza de los blancos manteles, la plata de los cubiertos y el trasparente cristal, único lujo propio de la inti- salir de la oficina á las cuatro de la tarde y almorzara
midad de la familia. Las mesas cubiertas de ostentosos antes de entrar en ella? Siempre sería menos de lo
estorbos con nombre francés; los vinos que cuestan más que dicen ahora los que esperan mientras almuerza;
caros que los manchegos y andaluces porque vienen pero de lo que dicen éstos no se debe hacer caso, porde más lejos; los manjares que con extravagantes títu- que al fin son quejas de pretendientes ó del público,
los se anuncian á los convidados en programas impre- mientras lo otro equivaldría á una acusación de no cosos,—y los llamo programas, como pudiera llamar menú nocer las costumbres sociales, de ser hombre vulgar ó
á la lista de piezas de un concierto;—el traje de gala de mal tono.
En almuerzo familiar y reservado puede prescindirde los comensales; la corbata y guantes blancos de los
que sirven á la mesa, todo eso requiere la luz artificial, se, y se prescinde por lo común, de tomar café; en el
almuerzo solemne, el café es requisito indispensable.
como la requieren las comedias de aparato.
De aquí que el convidar á un almuerzo sea propio Xo vayáis á creer que esto es porque el Moka sea un
de la intimidad, mientras convidar á comer queda pa- digestivo, no; á las doce del dia pocos estómagos necera la etiqueta de la amistad superficial, para lo diplo- sitan de auxilio semejante. No penséis que se toma památico y político de las relaciones sociales en todos sus ra excitar los nervios, que harto excitados los tiene ahogrados y categorías. La comida en tales casos, conclu- ra todo el mundo. Pero el café en los almuerzos repreyendo á las once de la noche, mejor que comida pudie- senta lo que el plumero en la cabeza de los militares:
ra llamarse cena, como la famosa de Baltasar; pero co- la gala, el extraordinario, el complemento del uniformo hemos convenido modernamente en no cenar, ó á me de parada.
Almorcemos, pues; en la época presente es costumlo menos en decir que no cenamos, se llama comida,
bre, que raya en manía, tener los personajes importanporque algún nombre hay que darle.
lío sé si porque empieza más tarde todavía, llegando tes un suplente que desempeñe sus funciones y les perá ser, en vez de cena, una especie de desayuno fuerte, mita reservarse para los casos de gravedad ó lucimienó porque, tomándolo á veces en pié como los soldados, to. La comida es la función natural más importante
pudiera alguien, no por la calidad, sino por la manera en el hombre, y éste, haciendo al almuerzo suplente de
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Inicio
807
aquélla en la hora en que la máquina digestiva pide su
alimento, reserva el estómago para la ostentación de
los banquetes celebrados al principio de la noche. Aunque la comida no llegue, ni con mucho, en la generalidad de las familias, á ser un banquete diario, es preciso
hacérnoslo creer a«í unos á otros, comiendo tarde y diciendo que almorzamos fuerte.
JOSÉ GONZÁLEZ DE TEJADA.
¡ALAS:
Elévate por cima de la atm<Vfera y de
la tierra. Levántate y signe tu rata circular. Para ta nacimiento y para qne
crezcas ha creado Ahnra la tierra.
A.— Vmdidad.—Frag. XX.
Sublimes alturas, azul firmamento,
Del éter divino pacífico mar,
Palacio grandioso del rápido viento,
Del orbe infinito magnífico altar:
Ya luzca la noche su manto de estrellas,
Ya tienda la sombra su negro capuz,
Ya pinte la aurora sus ráfagas bellas,
O el sol á torrentes difunda su luz;
Ya brille la luna cual faro flotante
Que alumbra callado tu azul soledad,
Ya cruce tus ondas el rayo vibrante,
Ya rasgue tus velos atroz tempestad,
La triste mirada perdida y absorta
Contempla tus mares sin playa ni fin ;
La mente lanzada veloz se trasporta
Buscando á tus orbes lejano confín.
Antiguas leyendas, simbólicos mitos
Tu techo juzgaron alcázar de un dios,
Y espíritus puros, alados, benditos,
De aquellas mansiones volaban en pos.
Y al barro sujeta la vil criatura
Roñaba seguirlos, tras ellos volar,
Medir el espacio, llegar á la altura
Y allí vencedora RUS alas plegar.
Miraba tu casto rubor matutino,
Tus nubes de nácar, tu regio dosel,
Tu pálido y triste matiz vespertino,
Tu noche, de mundos eterno verjel.
Miraba tus iris de siet? colores
Cual puertas redondas del éter sutil,
Las gotas de lluvia, semilla de flores
Que en piedras preciosas convierte el Abril.
Al águila altiva miraba, en su vuelo,
Las ondas azules tranquila romper,
Vecina á los astros, lejana del suelo
Reinar en el aire, subir y volver.
¡ Arriba! gritaba su genio humillado,
Queriendo del ave lanzarse detras;
Audaz la seguia su espíritu alado ;
Su cuerpo no pudo seguirla jamas.
¡ Arriba! los gases que al éter ascienden,
En cóncava tela logró comprimir;
Esclavos, empero, sus alas extienden
Y el hombre consigue tras ellos subir.
Del globo cautivo colgó su barquilla,
Cortó sus amarras, ¡ arriba! gritó,
Y, rey de los aires, al águila humilla,
Y el cóncavo seno del aire cruzó.
¡ Arriba!
¡ ya sube! la tierra se pierde,
Los cuerpos ya tienen menor densidad,
Se borra del campo la sábana verde
Y el vivo mosaico de la ancha ciudad.
¡ Arriba! ya cruza comarcas y climas,
Las torres gigantes, enanas ya ve;
Los montes altivos que abajo son cimas
Se tornan abismos que están á sn pié.
Ya hiende vapores, ya mira á lo lejos
Un genio del aire, su sombra, su igual:
¿ Quién es ? la neblina que en blancos espejos
Duplica su imagen en leve cristal.
¡ Arriba! ya rasga fatídica nube,
Y escucha á su lado del trueno el fragor;
Cruzó la borrasca; ya avanza, ya sube
Y el cielo le muestra su nuevo esplendor.
Ya cruza la vaga región del misterio,
Del hondo silencio la muda altitud;
Ya toca la nada, ya mide el imperio
De paz infinita de eterna quietud.
Sus ojos se nublan, su sangre palpita,
Le falta el aliento y estalla su sien;
¡ Valor, adelante!
Las alas agita
Y sube más alto cien veces y cien.
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LA ORACIÓN DEL «ÁNGELUS».—(COMPOSICIÓN
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Inicio
Y DIBUJO DE D. L. FBAXCO. )
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LA
810
Ya toca el vacío, su fuerza se agota;
¡Valor! no desmayes audaz nadador:
Del mar del espacio serás gaviota,
Del mundo celeste divino cóndor.
Ya es dueño del aire quien fue de la tierra,
Del fuego, del agua despótico rey ;
Ya impera en los mundos que el éter encierra,
Ya impone al espacio su yugo y su ley.
Mas ¡ ah !
de ese espacio fatal peregrino,
N i sabe dó vuela, ni sabe dó v a ,
N i brújula tiene, ni mide el camino,
Juguete del viento que impulso le da.
Ya abate su vuelo, ya ve tierra extrafia,
Ya es puerto ignorado distante región:
¡Horror!
¡ el desierto! ¡la aguda montaña!
¡ Del mar irritado la gran extensión!
¡ Arriba! ¡ N o puede!
las alas potentes
Con ímpetu fiero quebró el huracán,
Y abajo, malditas, las olas rugientes
Con gritos de muerte llamándole están.
Con vértigos locos y rápidos tumbos,
Hipógrifo herido sin fuerza y poder,
La esférica nave sin velas ni rumbos
Al líquido abismo se viene á romper.
Las olas, abriendo con saña iracunda
Sus fauces, la tragan con hambre voraz;
Recibe el despojo la arena profunda
Y el nauta ignorado descansa allí en paz.
Arriba gritaba, y arriba, triunfante,
Ya pudo con alas el hombre subir;
Mas ¡ ah ! que no puede gritar: « Adelante »,
N i rumbo en las vías etéreas seguir.
Por eso, con ansia pregunta á la ciencia,
Pregunta á las aves que rápidas v a n ,
Qué fuerzas ocultas, qué viva potencia
Motores y guías del vuelo serán.
¿ Podrá adivinarlo ? Quizás algún día
Conquiste los cielos humana legión;
Será nuevo mundo la atmósfera fria
Y nuevo Océano la etérea región.
En vez de los brazos de remos y velas,
Flamígeras alas darán impulsión,
Y cola movible de candidas telas
Del barco celeste serán el timón.
La brújula entonces á aquellos marinos
Mostrándoles r u m b o , con dedo de imán,
Podrá señalarles etéreos caminos,
Y al puerto buscado derechos irán.
Y en recta jornada y en rápidas horas,
El tiempo y espacio logrando vencer,
Las naves cargadas, irán, voladoras,
Con fruto al marcharse, con oro al volver.
Sin playas remotas, ni cima de montes
N i torre que luzca rojizo farol,
I r á el navegante sin más horizontes
Que el vago infinito y el faro del sol.
Mirando la luna cual isla redonda,
Cantando, sin ecos que vibren por é l ,
I r á por la noche bogando, sin onda
Que marque los vuelos del raudo bajel.
Creyendo su nave de un hilo colgada,
Fragmento perdido del foco solar,
I r á , sin embargo, cual flecha lanzada
Que busca por blanco la estrella polar.
Y el sabio, midiendo los cielos profundos
Con lente que acerca remota visión,
I r á descifrando la ley de los mundos,
Del aire pesando la varia tensión.
Xi en firmes castillos, ni en muros entonces
Querrá sus combates la guerra librar,
Ni en ronco estallido los cóncavos bronces
H a r á n , con espanto, los aires vibrar.
N i valla de cuerpos y agudos machetes
Osados infantes habrán de oponer,
Ni en raudo galope tendidos jinetes
Impávidas filas irán á romper.
Xi monstruos, ceñidos de férrea coraza,
Serán los bajeles guardianes del m a r ,
Gigantes corsarios de presas á caza,
Tiranos que vayan la tierra á domar.
Quizás con agudo, terrible acicate,
Volando, cual buitre de tórtola en pos,
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ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA.
SUPLEMENTO AL NÚM. XVII
las cosas baratas, y nosotros los derrochadores renegamos de ellas ó, mejor dicho, reniego yo sólo, pues á
nadie quiero hacer, ni aun impersonalmente, solidario
Abriendo sus alas, con ruda embestida,
de mis extravagancias.
Chocando furiosas la férrea testuz,
No vayan VV. á suponerme partidario del refrán
Con un solo golpe caerá la vencida
antiquísimo: Todo lo barato es caro. Esto, sobre muy reCual náufrago inmenso del mar de la luz.
petido y, por tanto, opuesto á mis doctrinas, no expresa mi pensamiento ni el de nadie, porque es un soAbierto su flanco saldrá lo que encierra,
lemnísimo disparate. Lo barato es barato, y sólo tenCual nube preñada de llanto y dolor,
dría razón el refrán diciendo: Todo lo barato es malo,
Y lluvia de sangre caerá por la tierra,
que, en realidad, es lo que quiere decir.
Tiñendo de rojo su verde color.
Esta forma sería más parecida á mi opinión, reducida á sostener que una de las más grandes desdichas
Cual pintan leyendas los genios precitos,
que afligen á la humanidad en general, y á los pobres
Los ángeles negros, los dioses del m a l ,
en particular, es la baratura de las cosas.
Heridos del rayo cayendo malditos
No me refiero á los artículos de primera necesidad,
Al fondo bullente del antro infernal;
que no son nunca caros ni baratos, lo cual explicaré,
aunque tocando de pasada un rinconcito del campo
Así por los aires los tristes guerreros
economista, y pido perdón, después de VV., á los
Caerán confundidos en ciego tropel
Malthus, Molinari, Say, Smith, Bastiat y Moret, y
Como un torbellino de carnes y aceros
todos
los que fueron, son y serán apóstoles de esta
Que lleva escondida la muerte con él.
ciencia.
El alimento, el vestido y la vivienda son condicioCon ayes y gritos caerán enlazados;
nes indispensables á todos los hombres y, por consiMas antes que acabe su curso veloz,
guiente, han de estar al alcance de todas las fortunas.
Serán por la muerte sus ojos cerrados,
Obedecen, es cierto, á la ley inflexibl^de la oferta y la
Faltando á sus pechos el aire y la voz.
demanda, pero tienen un contrapeso que mantiene el
equilibrio de &us precio?. Si la necesidad los encarece,
La tierra atrayendo la carne que, altiva,
los
jornales suben buscando el nivel de las subsistenRompió sus cadenas y quiso volar,
cias ; si la abundancia los abarata, se produce el fenóLa mano, la tumba, será, vengativa,
meno contrario. Por otra parte, las bajas son siempre,
Do el polvo en el polvo se venga á humillar.
indispensablemente, muy limitadas, ya porque la producción se sujeta á las necesidades del consumo, ya
Mas ¡ a h ! por entonces quizás la discordia
porque éste no puede reducirse más que en una proDe bélica trompa no lance el clamor;
porción insignificante.
Tal vez será cierta la humana concordia,
Así, pues, las cosas necesarias no son, generalmenTal vez será santa la ley del amor.
te hablando, más ni menos caras de lo que deben ser,
y de ahí que los esfuerzos de la industria se dirigen á
Tal vez esa altura que todo lo abarca
abaratar los objetos de uso voluntario para ponerlos al
La patria infinita del hombre será,
alcance de las pequeñas fortunas. Esa tendencia va
Que, rey de la tierra, del aire monarca,
dando resultados, y eso es lo que yo de todo corazón
Do siente su huella su patria verá.
deploro.
La generalidad de los hombres limitan sus aspiraY al verse con alas, del cielo vecino,
ciones á lo que pueden alcanzar y, cuando más, á los
Lejano del polvo, de luces en pos,
primeros escalones de lo que no alcanzan. Ni el pastor
Quizás transfigure su genio divino
piensa en ser rey, ni el monaguillo en ser papa, pero
Y al cielo levante su frente de dios.
piensan en ser mayorales ó sacristanes, y tanto más
J O S K ALCALÁ GALIANO.
se apagan las aspiraciones, cuanto su objeto es más difícil de alcanzar.
Acercad el fruto á los labios y habrá quien le clave
los dientes, aunque para ello se estrangule ó se desenVERDADES INCONCUSAS.
caje l.'i espina dorsal.
II.
De aquí que la baratura de las cosas, al hacer accesibles goces que antes se creyeron imposibles, despierLAS COSAS BARATAS.
te *el afán de poseerlos; y del empeño á la posesión
Líbreme Dios de entrar en campal batalla con los hay corto camino, aunque suele estar sembrado de
economistas que diariamente nos disparan sesenta ar- ruinas y regado con lágrimas y sangre.
tículos, libros, folletos y discursos clamando por el
¿Pero qué importa eso, señores economistas? La
desarrollo de la industria y el impulso al comercio á cuestión es que todo el mundo fume vegueros, y enfin de que se produzca mucho, bueno y barato.
tonces habremos llegado al ideal de la ciencia y el
En materia de producción, distribución y consumo demundo será feliz, por más que la posibilidad de adla riqueza soy tan poco voto, como que no he acertado quirir cosas no siempre necesarias destruya el pequeá producir nada, distribuyo malísimamente y consumo ño fruto del ahorro, dejando las puertas del pobre
peor los pocos cuartos que llegan, por feliz casualidad, abiertas al hambre y á la miseria; por más que el
á mi bolsillo.
desasosiego ambicioso haya arrojado del alma de los
¡Ya ven VV. si arreglaría'bien la riqueza pública hombres la resignación apacible; por más que el febril
anhelo del goce no alcanzado suceda á la calma de
quien no sabe arreglar la pobreza casera!
Pero sostengo que los economistas vienen á ser los una posesión tranquila.
músicos de la ciencia, y se apasionan por el libre camDesde que todo es barato nadie tiene una peseta.
bio, las máquinas, las sociedades cooperativas, los al- . Las casas de los ricos suelen ser colonias de la Gran
godones, el capital y el trabajo, como aquellos por los Bretaña, según los ingleses que las visitan, pues no
scherzos, los cuartetos y las sonatas, hasta el punto de hay fortuna que resista á esa baratura siempre crecreer que la única misión de la humanidad consiste en ciente. Respecto á los pobres, excusado es decir que
pasar la vida junto al volante de una máquina de tienen bien aprendida la teoría de las cantidades nevapor.
gativas.
Para estos señores el universo es un taller, y el tipo
Pero la víctima más infeliz de este nuevo estado de
del perfeccionamiento humano el yankee constituido cosas es la clase media, esa clase desventurada que enen república modelo, y esa misma república, a ese país cierra en sí tanta inteligencia, tanto saber, y va perde dinero — como dice Balzac—donde el alma siente diendo su carácter á fuerza de querer salirse de sn esfrío.»
fera, cosa que no hubiera intentado á ser menos facNo preguntéis por los pintores, los,literatos distin- tible.
guidos, los escultores que ha producido ese país tan
Aquí donde V V. me leen, y después de todo este seradelantado; no busquéis en las bibliotecas grandes món, que sobre ser malo no ha de convencer á nadie,
obras de esa raza que ha venido á personificar el punto soy uno de los pecadores más contumaces y, por conculminante de la civilización y el progreso del si- siguiente, una de las víctimas que, por no echarme la
glo xix. Allí sólo interesa saber las millas de ferro- culpa á mí mismo, prefiero echársela á los que abaracarril construidas; los caballos de vapor que represen- tan las cosas.
tan los agentes dinámicos al servicio de la industria;
Verbi-gracia.
los millones de dollars que circulan en valores efectiYo tengo la fortuna de usar anteojos.
vos y fiduciarios; las toneladas de carbón que se con; Vaya una fortuna! dirán ustedes.
•snmen por hora y por minuto, y el valor de cada homPues sí, es una gran fortuna, porque, dada mi granbre, según lo que produce y el jornal que gana.
de é incurable cortedad de vista, pueden VV. pensar
Lejos de mí la idea de sostener que esto sea malo; los desagradables accidentes á que me expondría la
pero niego que, en absoluto, sea el progreso, sea el solo falta de e?e mueble.
ideal de la humanidad; niego que el mundo llegue á
Recuerdo que un dia rompí los cristales de mis
su perfeccionamiento por tal camino, y, en la alterna- únicas gafas, y en el corto espacio que media entre mi
tiva, prefiero un país que produce libros, cuadros y casa y la tienda del óptico tuve tres accidentes desestatuas, al que sólo crea tejidos de algodón y calde- graciados.
ras de vapor.
Dejé de saludar á un pariente que tengo muy sust
Y ahí tienen VV. por qué los economistas quieren , ceptible, el cual se dignaba protegerme á ratos perdidos,
Las naves del cielo darán su combate
Trabando la lucha mortal cada dos.
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SUPLEMENTO AL NÚM. XVII
JLUSTRACION.
jp sPAÑOLA
311
Y
y después de castigar mi cegueiad con media docena
No sé cómo hay quien se queja de los editores, pues indignó. Aun no hacía tres meses que le habia dado
de improperios, me retiró desde entonces aquel ampa- yo cuando leo ciertas cosas, y pienso que les han cos- dos reales.
tado dinero, por poco que sea, me dan ganas de llorar
ro microscópico.
— Yo le diré á V. —me contestó—yo me iba á haPasa una mujer á mi lado; creo conocerla ; temo un sobre la ruina de tan respetable clase miserablemente cer una chaqueta, y la parienta va y dice : « Pues, chisegundo lance como el anterior, y tomando el aire más explotada.
co, por poco más llevas levosa como un señor, ahora
risueño, doblo el espinazo, me quito el sombrero y,
Pero sigamos nuestro camino, dejando á un lado la que va eso regalado.»
pareciéndome aún poco, con voz muy clara y muy literatura de dos cuartos, justo castigo de nuestras
— No tanto, tio Roque.
dulce, le digo: «á los pies de V., Fulanita.» Resultado. ulpas.
—Vamos al decir; regalado no, pero, mire V., una
El padre de la Fulanita y tres ó cuatro hermanos que
Dias pasados me pidió dos duros para una urgencia chaqueta cuesta cinco duros, y esta levita no vale más
tiene, y dos ó tres novios que usufructúa, vinieron á un amigo que tiene fama de económico y una mujer que ocho.
desafiarme al dia siguiente, porque habia pronunciado más económica que su fama.
— Sí, pero ; y el sombrero ?
el casto nombre de la encantadora niña saludando á
Era para mí tan extraordinario que un hombre así
—El sombrero es otra cosa. El señorito del princinna mujer demasiado conocida; el jefe de mi oficina hubiese llegado al terrible extremo de pedirme dos du- pal me dio uno viejo, y por aquél y un napoleón me
me llamó para advertirme que no podia tolerar que ros, ¡ á mí!—que es casi como pedir que caigan de la han cambiado éste. Trabajillos costó reunir el Luis Fesus subalternos saludasen en público, y con tal des- luna—que no pude menos de manifestarle mi extra- lipe, pero ¿cómo habia de salir con levosa y gorra?
enfado, á personas de cierta clase; me cerráronla puer- ñeza.
— De modo que los zapatos....
ta de casi todas mis visitas, y cuando me cargué de la
— ¡ Ay!—me contestó — mi mujer me pierde.
— Sí; también hay que retirarlos y comprar unas
broma, reñí con mi más íntimo amigo, que me soltó
— ;Tu mujer, que hacía crecer los duros allá en el botas. Ya hemos pensado no mandar este año los chidos palos. Para cerrar la cuenta de mis desdichas, pisé pueblo!
cos á la escuela, y con ese dinero ya tengo botas.
la pata de un perrillo que, en justa venganza, desgarró
— Sí, amigo mió, y aun sigue creyendo hacer lo
— Tio Roque, V. se sale de su esfera.
mis únicos pantalones, y no hizo lo mismo con las mismo, pues mientras me deja sin un cuarto, imagi— Y V. se mete en lo que no le importa.
pantorrillas porque carecía yo entonces de esa innece- na estar realizando grandes negocios.
Ahí tienen VV. la gradación de las ambiciones de
saria protuberancia, amén de lo cual la dueña del aniúltima fila: la levita, el sombrero alto, las botas de
— Pero, explícate. ¿ Es que juega á la Bolsa?
malito me puso de oro y azul por mi torpeza.
charol; luego el vestido de merino para la mujer, las
— No, hombre.
trenzas postizas, las botas imperiales; después el amor
—¿Presta á réditos?
Ya ven VV. si es poca fortuna usar anteojos; pue3
propio, que se empeña en sostener todo eso; el trabajo
— Menos.
si multiplican VV. los accidentes semejantes, á razón
excesivo, las privaciones en el hogar; luego á elegir:
— ¿ Impone en casa de D.a Baldomera ?
de tres por cada cuarto de hora de mi vida, ya hubie— ¿Qué ha de imponer, si no tiene un maravedí? la miseria ó el crimen.
ra tenido el Gobierno que encerrarme por razones de
Si esas cosas fueran para el pobre imposibles, ni
— ¿ Es excesivamente caritativa ?
orden público.
pensaría en ellas, como no piensa en tener coche, ni
— No; es peor que todo eso: ¡ compra barato!
Decia, pues, que uso gafas, y en mis floridos abriles
nacería la emulación entre los de su clase, y no por eso
—¿Te burlas de mí?
me contentaba con unos crown-glass, según mi pro— ¡Para burlas estamos! Lo que te digo es una estaría más desabrigado ni más pobre que ahora.
veedor, y que á pesar de su retumbante bautismo no
Y, á propósito : si cada piano costase mil duros, no
pasaban de ser unos medianos vidrios, con honores de verdad horrible, espantosa. Me arruino consiguiendo
hubiera tenido yo que escribir el artículo anterior.
gangas.
cristales, que se cotizaban á 30 rs. sin estuche.
Y al recordar el piano pienso en la clase media, en
Un dia llego á casa y encuentro á mi mujer contemMis aspiraciones no iban más allá, y sólo de vez en
esa clase que iguala en todo y aventaja en muchas cocuando me pasaba por las mientes que hay cristales plando una mantilla bastante deteriorada.
sas á las más altas, pero que no puede luchar con ellas
— ¿ Qué pingo e3 ése? — le pregunto.
de roca en el mundo, pues costaban entonces seis ó
siete duros, capital que jamas he podido reunir.
— ¡ Pingo! Cómo se conoce que no lo entiendes: es en fortuna.
En la época de las chupas y las casacas bordadas de
Pero hé aquí que los hombres de ciencia estudian, encaje de Malinas; una verdadera ganga. Figúrate
los mecánicos trabajan, los obreros se educan, la in- que me ha costado seis duros, y dándole otros seis á la seda y oro, de los encajes y la batista, sus aspiraciones
eran modestas, porque la lucha era imposible ; pero hoy
encajera se queda nueva.
dustria adelanta, y leo un dia en un escaparate:
«¡Cristales de roca legítimos, cortados al eje, á 50
Yo sumo con los dedos y me atrevo á decir bajito cualquiera puede tener un frac, y con eso pe penetra en
altos círculos, se adquieren cada dia necesidades nuereales!!!»
que la ganga me cuesta doce duros.
«¡ Eureka, exclamé, ya tengo anteojos! ¡ Digo, y lePues ya ves—replica mi costilla — por doce du- vas, porque es preciso alternar, y los sacrificios sucegítimos, y cortados al eje!
Esto no sé loquees, ros tienes una prenda que vale 500 Tf. como un perro den á los sacrificios, y las economías se agotan, y se
adquieren deudas, y después
después se desarrollan
pero debe ser cosa buena, así, como si dijéramos, hués- chico.
pedes á 7 reales con principio.»
— Bien, pero ¿qué falta te hace una mantilla de esos dramas sombríos que llenan las gacetillas de los
periódicos.
Desde aquel momento no hubo para mi sosiego. De ese precio ?
¡ Cuántos hombres conocéis que viven en la buena
dia iba mirando á todos los que llevaban gafas, y sentía
— Ninguna; poro es una ganga y quiero aprovecharsociedad, comen en Fornos y hacen cierto papel, pero
impulso de preguntarles:
la. Cuando pasan rábanos
« Caballero, aunque V. dispense, ;, son de roca?»
— Rita—le digo otro dia—-dame esos cuartos que á los cuales no se les conoce familia, porque BU familia
vive encerrada en un quinto pino, en medio de la miDe noche soñaba que me metia en una urna de tenemos apartados para el casero.
cristal cortada al eje, y me despertaba sofocado por
— ¿No podías arreglar de modo que se esperase un seria, sale de noche á lo más preciso, porque no tiene
la sábana en que estaba envuelto hasta la coronilla, poco?—Contesta mi conjunta mitad, con cierto em- ropa, y sacrifica la felicidad de su vida, lu salud y el
bienestar relativo á esa necesidad de presentarse bien
con detrimento del delicado tejido y con mayor detri- barazo.
mento de mis órganos auditivos aturdidos por las la— ¿Y para qué he de pedir favores si al fin hay que del jefe de la casa, del que debia aliviar su suerte y es
sólo origen de su desgracia!
mentaciones de mi patrona, la cual, con gran verdad pagar y tenemos el dinero dispuesto ?
Me diréis que la culpa está en la falta de moralidad
para ella y para sus sábanas, probaba que soñar crista"
— Es que
te diré
me han traido unas mantees señal de desgracia segura.
lerías adamascadas de la Marquesa de X, que se va á de los hombres ; en esa debilidad miserable que lo pospone todo al qué dirán; pero yo os digo que ese argulas he comprado.
Tuve, á pesar de mi impaciencia, que esperar bas- París, y cómo era una ganga
es de aplicación universal; que si los hombres
tante tiempo ; pero al fin un dia pasaron por mi mano
—Pero, mujer, ¿qné necesidad tengo yo de mantele- mento
cincuenta reales, y aunque me estaban haciendo falta rías si la comida más opípara de esta casa se puede co- fuesen santos no se necesitaban ni leyes, ni constituciones, ni pactos sociales, y por no ser santos hay que
seis pañuelos y dos pares de calcetines, decidí pasarme mer sobre un papel de fumar ?
sujetarlos á la ley ó á la costumbre; que se prohibe jucon los que tenía, que ya estaban ellos bastante pasa— Esas cosas nunca están de más; y cuando te digo gar porque hay quien pierde al juego el fruto de su
dos, y compré unos anteojos al eje.
que es una ganga
trabajo, y que por eso yo maldigo las cosas baratas,
Desde entonces mi presupuesto anual de ga«tos, ca¡ Ay, amigo mió, á fuerza de gangas me voy quepítulo de anteojos, ha crecido en 20 rs., si bien en dando sin camisa y convirtiendo mi casa en nna pren- origen de tantos males para esta sociedad desventurada, y reniego de esa ciencia económica que, exagerando
cambio no he notado que mi vista gane gran cosa con dería !
su importancia, cifra el ideal de la humanidad en los
este cambio de pantalla.
— Pero, hombre, creo yo que si esas cosas son para adelantos materiales, para que los hombres se convier¡ Y cómo fructificó aquel aumento de gastos! ¡ Cómo tí inútiles, las puedes vender realizando una ganancia tan en máquinas de producción y en máquinas de contomaron todos mis componentes el mal ejemplo que segura.
sumo, no dando más ensanche á su espíritu que el nedieron los ojos!
— ¿ Qué ganancia, ni qué niño muerto, si ahora re- cesario para resolver un problema de mecánica raLa nariz exigió los pañuelos bordados á seis reales sulta que todo eso se vende más barato en las tiendas
cuando antes por esa suma compraba dos y hasta tres de lo que á mí me costó ? Porque como cada dia se in- cional.
¿ Queréis ver sintetizada en una frase toda la escala
el pecho pidió los botoncitos de carrucha para la cami- ventan nuevos sistemas de fabricación, se da todo de
de
desdichas que nacen de la baratura de las cosas?
sa ; las piernas, carreras de coche, porque, ¿ quién atra- balde y cambia por quincenas la forma de las cosas; de
— ¡Qué buenas brevas fuma V.!—decia yo un dia
viesa Madrid á pié con los barros del invierno y loi modo que cuanto tengo en casa es nn montón de antisoles (¡vaya un plural atrevido!) del verano, cuando guallas, que podrán ser muy buenas, pero nadie las á mi amigo M.
— Pues, si quiere V. le daré las señas de mi propor una miserable peseta se va tan ricamente ?
quiere como no sea el Museo Arqueológico, que, siendo veedor.
A la camisita casera sucede la de medio carácter, con regalado, lo toma todo.
—No son señas lo que necesito, sino dinero. Ese tavistas de hilo ; porque las mujeres no nos van en zaga
En vista de las explicaciones de mi amigo le hubie- baco es bastante caro.
en eso de economías, y han descubierto que la ropa ra dado los dos duros
si los hubiera tenido; pero
—; Bah ! acostúmbrese V. á fumarlo, y lo fumará.
hecha en casa sale más mal y más cara que en la tienda. como no los tenia, le di
el consejo de que no com¿ Leéis todo lo que hay detras de esa frase ?
Y no objetéis con números que lo de más cara no es prase cosas baratas.
Pues, desgraciadamente, ésa es la verdad.
verdad, y lo de más mala se debe á que la mayor parMi portero es un buen hombre que gasta ó, mejor
Llegad á la posesión, que luego os sostendréis en
te de las mujeres no saben hacer una camisa, pues os dicho, gastaba zapatos de oreja, y en los dias solemnes
contestarán como argumento concluyente: «Cuando una chaqueta de paño negro. Entre semana apuraba ella á pesar del trabajo, de la familia, del honor y de
todr>s las compran hechas, por algo será.» Verdad in- unas colillas de ropa que solían darle los inquilinos de la conciencia.
¿ Sucedería lo mismo si cada breva costase un duro ?
concusa que no tiene vuelta de hoja.
la casa, y cuya forma, color y dimensiones se ajustaPnede asegurarse que no.
Hasta economía política saben instintivamente las ban al gusto y al tamaño del primitivo dueño.
A cosas tan difíciles sólo aspira la insensatez ó la
Ayer me lo encontré, que salia de casa con sombrero opulencia.
amas de casa cuando han olvidado la doméstica, y para no hacer calceta se fundan en que un solo par exige de copa, levita y los mismos zapatos de siempre.
Basta. Quería escribir en broma y escribo en serio;
tres dias de trabajo y, como un par de medias se ob— TÍO Roque, ¿ de dónde ha sacado V. esa levita ? no es cnlpa mia. el asunto no se presta, por lo cual lo
tiene hasta por menos de dos reales, resulta su jornal á
— De la tienda.
abandono para buscar en mi cartera otra cosa méDos
seis cuartos diarios, en vista de lo cual queda sentado
— Pero ¿ es nueva ?
lúgubre.
que vale más dejarlas mano sobre mano, ó leyendo no— Flamante; como que ahora la estreno.
Después de todo, más me valdría predicar con el
velas á dos cuartos la entrega, otra de las baraturas
—; Hola, se conoce que prestan las propinas!
ejemplo.
que mando á todos los demonios, pues sobre acabar
El portero me miró con sorna como diciendo: e Sí,
FEDERICO GARCÍA CABALLERO.
con la moral y la decencia, acaban con los instintos de las que tú me das.»
buen gusto que puedan quedar en este país.
(Se continuará.)
Aquella mirada era un poema de ingratitud, que me
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LA
312
ILUSTRACIÓN.
SILESTRA DE LOS GRABADOS INTERCALADOS EN EL TEXTO DE LA HlStmia
ESPAÑOLA Y
Gene) al de España,
SUPLEMENTO AL >.DM \ \ II
QUE PUBLICAN LOS EDITORES SRES MONTANER Y SIMOV, DE BARCELONA
TINTURA <* D RICHARDS
INSTANTÁNEA, la mas rápida, «m la\ado antes de la operación
SEGUIN, 3, rué Euguene
BORDEAUX.
Deposito en todas las ciudades de írancia y del
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P a n dar fut_ rza a 1Ü>- ^lIlos \ I I M I
na» débiles del pecho o del e*-ium i-o 6 I
atacadas de clorosis o de anemia el nujor I
y mas ^ralo de^i^uno es-el R%C%HOIT|
DE LO> 4R%HE9. alimento nutnti\o > re
constitu\en\p preparadoporDelangre' íer
de París. — 1) potito» en la» principales]
farmacn** d Lupina de la Isla de Cuba
del resto de America
PÁTE EPILATOIRE
PiSIi DIPIUTOEIi Qnita instantáneimentp todo TeUo imporhmo del rostro,
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MADRID —Imprenta v Estereotipia de Atiban v C
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3 DE CÁMARA DK a. M.