LA AutOEstIMA y LA supERACIóN pERsONAL

INFORME LABORAL
Volumen 31
Año 8
índice
La autoestima y la superación personal 1
El difícil arte de doblarse sin partirse
4
El espíritu de la cordada
6
Workaholics: cuando el trabajo es un
8
enfermedad
Cuáles son los valores más importantes 10
para triunfar en el trabajo
La operación ha sido un éxito, pero el 12
paciente murió
No te rindas
14
La autoestima
y la superación
personal
Para poder crecer profesionalmente es indispensable, ante todo,
consolidar nuestra autoestima, sentirnos seguros de quiénes somos y de
nuestras capacidades, para caminar por la vida a paso firme, conscientes
de que podemos lograr todo lo que nos propongamos hacer.
2
3
Viene de portada.
aceptación y rechazo que percibimos
en los demás. Un niño con sobrepeso,
por ejemplo, puede convertirse
en un adulto feliz o en un adulto
infeliz, dependiendo de la actitud
que demostraron los demás hacia su
exceso de peso desde la infancia.
Las personas con baja autoestima
tienen una visión muy distorsionada
de lo que son realmente. Así tengan
éxito en la vida, por ejemplo, no
saben disfrutar de su capacidad, y
están convencidas de que sus logros
son fruto de la casualidad, no de
su esmero y dedicación al trabajo.
Adicionalmente, estas personas suelen
ser perfeccionistas, al extremo de que
nunca están satisfechas con nada de
lo que hacen, aunque sus logros sean
evidentes y reconocidos por quienes
las rodean.
En general, las personas con un pobre
concepto de sí mismas tienden a
autovalorarse según las siguientes
ideas que se autoimponen:
• Suelen generalizar cada episodio
de su vida: “He fracasado una vez,
¡siempre fracasaré en todo!”.
• Llevan las cosas a sus extremos:
“todo lo hago bien o mal”, “estás
conmigo o contra mí”, “o es perfecto
o no sirve para nada”.
L
a autoestima es la valoración
que hacemos de nosotros mismos
sobre la base de las sensaciones
y experiencias que hemos ido
incorporando desde temprana edad.
Nos sentimos inteligentes o tontos,
capaces o incapaces, satisfechos con
quienes somos o no. La realización
de nuestro potencial personal y de
nuestros logros dependen de nuestra
autovaloración. Para resolver los retos
que la vida plantea es indispensable
sentirnos bien con nosotros mismos,
mientras que quienes tienen una baja
autoestima suelen autolimitarse y
fracasar.
La autoestima va desarrollándose poco
a poco a lo largo de la vida, a partir
de las experiencias tempranas de
• Se echan la culpa de todo, son los
únicos responsables si algo sale mal.
• Suponen que todo tiene que ver con
ellos: “me miró mal, ¿qué le habré
hecho!”.
• Están seguros de que no les interesan
a los demás, que no les gustan, que
piensas mal de ellos, sin evidencia
alguna de que sea cierto.
• Se sienten responsables de todo y de
todos, que no tienen control alguno
sobre lo que les sucede, y se sienten
víctimas desamparadas.
• Creen que sus sensaciones
corresponden a verdades absolutas,
sin compararlas con la realidad:
“siento que soy un inútil, por lo tanto,
lo soy de verdad”.
Afortunadamente,
existen diversas
formas de mejorar
la autoestima:
1.
No generalizar a partir de experiencias negativas aisladas, y aceptar
que podemos equivocarnos en algunas
cosas sin que esto signifique que somos unos fracasados.
2.
Acostumbrarnos a reconocer
las cualidades positivas que tenemos, aprender a sentirnos orgullosos y
apreciar nuestra capacidad real.
3.
Recordar los éxitos obtenidos en
el pasado y hacernos conscientes de
lo bueno que hemos logrado, para reconocer que podemos seguir logrando
lo que nos propongamos en el futuro.
4.
Entender que las personas tienen
habilidades diferentes, no compararnos peyorativamente en todos los ámbitos, ya que cada quien tiene talentos distintos y no se puede ser superior
a todos en toda situación.
5.Confiar en nuestras opiniones y
capacidades, sin preocuparnos excesivamente por tener siempre la aprobación de los demás.
6.
Aceptar que, con nuestras cualidades y defectos, somos personas
importantes y valiosas.
7. Identificar aspectos específicos y
reales que queramos mejorar y trabajar para cambiarlo, pero un aspecto a
la vez.
Por ejemplo, si somos tímidos e
introvertidos, los pasos para superar nuestra timidez, o por lo
menos mejorar en este aspecto,
podrían ser los siguientes:
• Tomar la iniciativa y saludar a personas
conocidas cuando las veamos en la calle u
oficina.
• Unirse a grupos de compañeros de trabajo
a la hora de almuerzo y en los eventos de
la empresa.
• Tomar la iniciativa e iniciar conversaciones con los colegas.
Se pueden estructurar planes como el anterior para mejorar cada aspecto de nuestra
vida, siempre que nuestra meta sea sincera
(algo que realmente deseamos alcanzar),
personal (que no sea impuesta por terceros), realista (que se pueda conseguir en
un plazo relativamente corto, para no frustrarnos), divisible (para poder definir pasos
concretos a seguir) y medible (para poder
comprobar nuestros avances y cuánto nos
falta para llegar a la meta).
Finalmente, es fundamental reconocer y
dar la debida importancia a la solidez de
nuestra estima personal, pues, si no nos
queremos a nosotros mismos, ¿por qué habrían de querernos los demás?
• Acercarnos a personas que no conocemos
pero que pertenecen a nuestro entorno.
• Participar activamente haciendo preguntas y planteamientos en las reuniones de
trabajo, ya sea a jefes o a colegas de mayor
o menor rango.
Por Giulia Sammarco
Psicóloga Clínica, experta en imagen integral
y manejo de crisis
www.semanaeconomica.com
4
5
S
i nos aplicamos a nosotros dicho concepto, se refiere a nuestra capacidad
de soportar golpes y salir fortalecido.
Es el arte de cambiar el dolor y darle un
sentido, de saber aprender de las derrotas, de sacar un grado de felicidad incluso
cuando tienes abiertas las heridas.
Algunas personas son como el limón,
cuando la vida las exprime su respuesta
es ácida, en cambio otras, las resilientes,
son como el durazno, que cuando hay presión el resultado es aún más dulce.
El difícil
Si bien es cierto que la palabra es relativamente nueva, el concepto viene de los griegos, quienes nos dejaron el pensamiento
como herencia. Y es que el saber ser fuerte
y no dejarse vencer ante la adversidad (una
virtud que me encantaría tener) es un tema
que ha sido analizado y hay mucha información al respecto. Esta semana me dediqué a
buscar algunas recetas de buena mano para
ser más fuertes.
arte de doblarse
sin partirse
¿Cómo gestionar la adversidad? Aprende a ser feliz
el que sabe sufrir, y en ese aspecto, la resiliencia,
concepto que procede de la física y designa la capacidad
de algunos materiales para doblarse sin partirse y de
recobrar rápidamente su forma original, tiene mucho
qué decir.
La fortaleza tiene como objetivo principal robustecer la voluntad para que no
desista en la búsqueda del bien, a pesar
de las dificultades y obstáculos que uno
encuentra en el camino. San Josemaría
decía que es fuerte el que persevera en
el cumplimiento de lo que entiende que
debe hacer, según su conciencia; el que
no mide el valor de una tarea exclusivamente por los beneficios que recibe, sino
por el servicio que presta a los demás. El
fuerte, a veces sufre, pero resiste; llora
quizá, pero se bebe sus lágrimas. “En todo
atribulados, pero no angustiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos,
pero no abandonados; derribados, pero
no aniquilados.”
Nuestra vida es una lucha constante, a
veces hay que atacar al enemigo y otras
veces hay que resistir sus ataques. La
fortaleza nos da decisión, valor, coraje,
energía, constancia y aguante para ATACAR Y RESISTIR, porque ningún daño es
irreversible.
demasiado fría ni demasiado sensible,
aunque la razón siempre debe primar, es
decir, el corazón nunca le puede ganar a
la cabeza. Kendrick decía que no hay que
seguir al corazón, es cortoplacista y a veces traicionero, por ello, es bueno guiarlo para que nos ayude a decidir mejor.
En palabras de Juan Pablo II, “La virtud
de la fortaleza requiere siempre una
cierta superación de la debilidad humana
y, sobre todo, del miedo. El hombre, en
efecto, por naturaleza teme el peligro,
las molestias y los sufrimientos. Por ello
es necesario buscar hombres valientes no
solamente en los campos de batalla, sino
también en los pasillos de los hospitales
o junto al lecho de dolor. Deseo rendir
homenaje a todos estos valientes desconocidos. A todos los que tienen el valor
de decir “no” o “sí” cuando esto cuesta.
A los hombres que dan un testimonio singular de dignidad humana y de profunda
humanidad.”
Y, por último, el buen humor y el aprender a reírse de uno mismo. Es algo así
como un seguro de salud psicológica que
nos permite ver los problemas con perspectiva y actuar de forma más eficiente y
desapasionada.
Todo esto suena muy bien, pero a la
hora de aplicarla, ¡cómo cuesta!! ¿Qué
hacer para adquirir la fortaleza? Ayuda
mucho el ejercitarse con otras virtudes.
Por ejemplo la paciencia, virtud que nos
hace soportar los males con buen ánimo;
la perseverancia, que lleva a proseguir
en el ejercicio de la virtud, a pesar de las
dificultades y de la duración del esfuerzo; la templanza, que domina la voluntad
sobre el instinto, con la finalidad de saber dominar el cuerpo.
Muchos de nosotros nos creemos fuertes,
pero llegan veces donde uno se termina
cayendo, nos quedamos en aprendiz de
héroe; y lo peor es que no aprovechamos
esas caídas, esos fracasos. El fracaso enseña lo que el éxito oculta. Justamente,
lo que nos hace crecer son las derrotas.
Cuántos amigos con éxitos fáciles se han
convertido en fracasos grandes, por no
haber sabido digerir esos hechos de forma adecuada. Prefiero siempre a los que
saben asumir su derrota y que vuelven a
empezar y retomar el camino, a aquellos
que nunca se caen, porque cuando éstos
se caigan, su ego no los dejará levantarse
fácilmente.
Ayuda mucho también el tener una buena ecuación entre corazón y cabeza. La
personalidad equilibrada es aquella ni
Qué fácil es escribir sobre esto, y qué difícil ponerlo en práctica. Lo vivo en carne
propia y la verdad cuesta muchísimo, ya
que siempre tenemos algo que nos tira
para abajo. Pero bueno, justamente,
para eso están los ejemplos de aquellos
que lucharon duro por conseguir lo que
querían, y lo hicieron. ¡Vamos tras ellos!
Fernando Gil Sanguineti
Profesor del área de Administración. Ph.D.
candidato en Economía y Direcciónwww.
jamming.com.pe
6
Para restablecer la unión es necesario
que los objetivos sean claros y trazados
en base a la visión y misión de la organización con un decante controlado para
cada área. Es cuando la responsabilidad
individual sobre el equipo toma forma y
donde cada miembro se esmera en apoyar a los demás para el cumplimiento de
su objetivo, el mismo que impactará el
objetivo general del grupo y, por ende,
de la organización.
El espíritu de
la cordada
E
n alpinismo, cuando un grupo se
propone realizar una escalada se
dispone a atarse a través de una
única cuerda que será el respaldo de la
vida de cada uno. En este concepto de
supervivencia denominado ‘espíritu de
la cordada’, cada miembro entrega su
vida confiando plenamente en los demás. El éxito consiste en llegar todos
a la cima.
En los negocios, muchas veces observamos que los equipos no logran esa
unión, y el individualismo gana muchas
veces el espíritu de equipo. Sin lugar a
duda, el trabajo en equipo es una de las
formas más eficientes de trabajo. Permite unir fuerzas, ideas para cumplir un
mismo objetivo. Sin embargo, cuando
las metas no están puestas de manera
conyugada, respetando los objetivos de
grupos y los individuales, nos enfrentamos a una competitividad individualista
nefasta para la organización.
Recomendaciones:
1.
Establezca cuáles son los retos y
trace prioridades estratégicas para alcanzarlos.
2. En base a estas, establezca iniciativas críticas que deban de realizarse.
3. Organice de manera conjunta las
fechas de los entregables de los especialistas, de tal manera que tengan sentido
para la organización y no se tropiecen
con los objetivos individuales.
4.
Haga partícipes a sus clientes internos.
5. Mida los avances semanalmente, y
vea cómo apoyar a quienes podrían presentar un atraso en sus labores en vez de
buscar un culpable.
6. Mantenga siempre una actitud positiva de apoyo y de reconocimiento.
7. Celebre los avances y los éxitos.
Mauricio Bock
Profesor de Centrum,
Universidad Católica
8
9
Workaholics:
Cuando el trabajo
es una enfermedad
¿Soy adicta al trabajo?
Cuando una sustancia, actividad o conducta
se vuelve trascendental en tu vida, tienes
la convicción de que es imposible vivir sin
ella y descuidas otros roles, podemos hablar
claramente de una adicción. Para mucha
gente el lugar de trabajo, el empleo y las
empresas son el centro de su vida, por lo
que empiezan a perder contacto con otros
ámbitos y abandonar, gradualmente, lo que
saben, sienten y creen.
Cuando la lealtad a la organización se convierte en un substituto para vivir la propia
vida, la empresa se ha convertido en la sustancia de adicción. Algunas de las características, de acuerdo con los lineamientos de
Workaholics Anonymous, para identificarse
como adictos al trabajo son:
▶ El trabajo constituye el centro de tu vida
y sólo te guste hablar de él, amén de que le
dedicas más de 40 horas a la semana.
¿T
rabajas para vivir o vives para
trabajar? Es un hecho que la
adicción o dependencia hacia
el trabajo se ve reforzada por la competencia feroz de un mercado global, donde o somos competitivos o quedamos
excluidas del desarrollo. Sin embargo,
lo anterior puede alcanzar niveles enfermizos, entérate por qué y mide si
presentas algún grado de adicción.
Es un hecho que la cultura empresarial
que impera en el mundo de hoy promueve, sutilmente, conductas adictivas
hacia el trabajo. ¿Cómo lo logran? Estimulan a los colaboradores por medio de
oportunidades de desarrollo, paquetes
de prestaciones superiores a las de la
ley e incremento en la compensación
económica, por citar algunas. Las personas ven en ello la posibilidad de avanzar, tener éxito y alcanzar un mejor nivel de vida. Sin embargo, entregarse de
lleno a tan maravilloso mundo tiene un
precio: vivir para trabajar.
La situación descrita no sólo es promovida por algunas empresas, sino también es fortalecida por la sociedad, la
familia, los amigos y por nosotros mismos, recordemos que siempre se nos ha
enseñado que ser una persona trabajadora es una gran virtud.
▶ Llevarte trabajo a tu casa en forma rutinaria y mostrar enojo con tu familia si te
reclama para otro tipo de actividades.
En efecto, lograr un desarrollo laboral, intelectual y económico dentro de
nuestra área profesional es un privilegio
que en la actualidad pocas personas alcanzan. Sin embargo, la situación constituye un problema cuando el trabajo va
más allá de ganarse la vida o de realizarse profesionalmente, y se convierte en una adicción capaz de ocasionar
serios problemas físicos, personales,
familiares, sociales e incluso laborales.
Aunque no existen registros oficiales,
los especialistas en Psicología y Medicina del Trabajo estiman que la cantidad
de personas afectadas por este tipo de
adicción, oscila entre el 1 y 7 por ciento
de la población que trabaja. En México –según datos del Instituto Nacional
de Estadística Geográfica e Informática (INEGI)–, de las poco más de 440
mil muertes ocurridas en 1997, 42 mil
fueron por infartos, uno de cuyos detonantes fue la obsesión por el trabajo.
Los ejecutivos y empleados de confianza son los más proclives a padecer este
problema, pero también algunos profesionistas, como médicos, periodistas,
políticos, abogados, contadores y administradores. Este problema suele pasar
desapercibido para ellos mismos, pero
no para las personas que los rodean, ni
para sus familiares que sufren las consecuencias de esa adicción.
▶ Angustia constante de perder el trabajo
si no le dedicas suficiente tiempo.
▶ Procuras realizar varias cosas a la vez
para optimizar tiempos, como dictar, dar
indicaciones, consultar tu computadora y
atender personas al mismo tiempo.
▶ Piensas en el trabajo cuando vas al cine,
a tomar el café con las amigas, reuniones
familiares o fiestas.
▶ Durante las comidas escribes, dictas o
lees sobre las situaciones de tu trabajo.
▶ Duermes con una libreta bajo la almohada por si a media noche te aflora alguna
idea brillante.
▶ Consideras como propia la problemática
de toda la oficina o empresa donde trabajas.
▶ Buscas afanosamente el éxito, el prestigio, la consideración, la popularidad y el
poder, aunque para ello tengas que empeñar tu tiempo y tu tranquilidad.
▶ Baja tolerancia a la frustración, agresividad innecesaria y gran desaliento ante los
fracasos.
▶ Piensas que el dinero o los ingresos pueden resolver todos los problemas, aun los de
convivencia familiar que requieren tiempo
y amor.
Para quienes son dependientes al trabajo, considerar que hay un tiempo para
cada cosa, como reír, divertirse o descansar... puede resultar un atentado, ya
que todos sus afanes están destinados
al mundo laboral. Y por si fuera poco,
suelen incrementar, la mayoría de las
ocasiones sin necesidad, sus jornadas
laborales, intensificando continuamente
sus actividades, y si el tiempo de la oficina o de su empresa no les alcanza, no
hay problema porque ocupan el tiempo
de la casa, el de dormir, el de compartir
con amigos y familiares, el de atender
a la pareja y el de educar a los hijos si
los hay.
Cabe destacar que, en la mayoría de los
casos, dicha adicción se acompaña de
otras dependencias. Hay quienes fuman
y toman café de manera compulsiva y/o
consumen psicofármacos o estimulantes
para aumentar la capacidad laboral y
mantenerse activos, o para conciliar el
sueño.
¿Es una enfermedad?
La adicción al trabajo se trata de un
fenómeno que ha comenzado a estudiarse hace relativamente poco
tiempo. Aunque el también llamado
workaholic –como se le denomina en
los Estados Unidos a partir de su asociación con el término alcoholic– ha
existido siempre, fue a partir de los
años 80 que comenzó a ser catalogado
como enfermo debido a las repercusiones que ello tiene en su vida personal y, por supuesto, en su salud.
Esto es, la persona se siente estimulada
y relajada durante ese periodo, escapa
de situaciones que no sabe cómo con-
trolar y se refugia en su adicción para
seguir adelante, ya que enfrentarse a
su realidad le resulta muy cruel. Por
esta razón, el workaholic generalmente
utiliza el trabajo para esconder, negar
y escapar de sus problemas personales.
¿Y qué sucede? Se presenta una creciente compulsión por trabajar, dentro de la
cual hay que aumentar la dosis (horas
de trabajo diarias) continuamente. Ello
tiene como fin lograr el mismo efecto
estimulante de la actividad sobre el estado de ánimo. Como resultado la vida
de las personas afectadas se torna cada
vez más inmanejable.
Radiografía del adicto
El perfil puede resumirse con cuatro características:
Adicciones múltiples. No existe ningún adicto que tenga una sola adicción.
En particular, es común que la adicción
al trabajo esté acompañada de la compulsión a complacer a los otros (con una
extrema dificultad para decirles que no),
del tabaquismo y el consumo de sustancias estimulantes.
Negación. La negación de la adicción al
trabajo es quizás la más compleja. Dada
la alta aprobación social que la conducta
y sus consecuencias tienen para el adicto, le resulta muy difícil a éste tomar
conciencia de su dificultad. Los adictos
al trabajo dicen: “Ya sé que soy adicta al
trabajo, pero sería peor tener una adicción a las drogas”, o “sí, soy una adicta
al trabajo, pero mira los beneficios que
recibo...”
Pero esto no es todo, pues el organismo
también pasa una factura muy cara: se
manifiestan enfermedades que afectan
sistemas y órganos donde el estrés, el
miedo y la angustia hacen estragos: el
estómago, el corazón y la piel. Así, no
es extraño que la persona se vea afectada por gastritis, úlcera, infarto, hipertensión arterial o dermatitis nerviosa, padecimientos que provocan otras
tantas dolencias en forma de dolores de
cabeza, cegueras pasajeras, parálisis y
ardor en la piel, entre otros.
Autoestima desregulada. Los adictos al
trabajo tienen una autoestima devaluada
o hiperinflada. Presentan muchas dificultades para aceptarse realmente como
son. Siempre realizan grandes esfuerzos
por rendir más de lo que podrían naturalmente. Y como suelen creer que los demás no los aceptarían como son, siempre
tratan de incrementar sus logros.
Incapacidad para relajarse. Los adictos
al trabajo funcionan bien con la adrenalina muy alta. Esta continua descarga
de adrenalina es una de las causas de su
dificultad para relajarse. Tienen siempre
una larga lista de tareas que necesitan
realizar. Debido a que el trabajo es su
activador, siempre pueden encontrar a
mano una reserva con la cual “estimularse” para segregar adrenalina.
Carmen Espinoza Muñante
Directora de MCE Consultores Asociados
www.mceconsultoresasociados.com
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11
¿Cuáles son los valores
más importantes
para triunfar
en el trabajo?
A continuación les presento un
extracto de una entrevista reciente que le hicieron a Santiago
Alvarez de Mon, profesor del IESE,
uno de los pensadores más brillantes de España y recientemente nombrado Director del BBVA en
España.
U
sted ha entrevistado y ha seguido la trayectoria no solo de
líderes empresariales, sino en
general de personas que han hecho
frente a la adversidad. ¿Qué valores
son denominadores comunes en estas
personas?
Uno de ellos es la humildad. Es
un valor que maneja bien el error y
maneja bien el éxito. La humildad
está educada en el aprendizaje. Te
abre la mente. Estas personas cuando
se han equivocado alzan el vuelo y siguen caminando. Y cuando parece que
les van bien las cosas no se lo creen
demasiado.
Otro es la constancia, la gente grande
llega muy lejos porque no solo está en
“el aquí” y “el ahora”.
Están pacientemente dando pasos firmes en la dirección correcta.
Además es gente curiosa, y quiere
rodearse de gente de talento a su
alrededor. Quieren gente brillante a su lado. Y es gente optimista,
cuando tienen muchos motivos para
ser pesimistas. Eligen el optimismo
como mirada vital, justa. Y tienen
sentido del humor. Creo que esto es
un corolario natural de ser humilde.
En lugar de tomárselo a la tremenda, tienen el humor como filtro para
vivir. El humor realmente te salva de
la depresión. No solo es gente que
cuenta chistes, sino que se ríen de
sí mismos. Cobran distancia y perspectiva frente a sí mismos y deciden
armar una relación comprensiva,
amable con ellos mismos y para ello
se requiere del humor. Una vez que
te conoces, o te deprimes o te ríes.
¿Qué papel tiene el sentido del
humor en el liderazgo?
influye sobre sus colaboradores pero
también sabe estar en soledad.
El sentido del humor es el que te
permite manejar el poder y no quedar pegado en sus telarañas, porque
liderazgo no es sinónimo de poder.
El lenguaje es muy rico, y no porque
una persona ocupe el puesto de consejero delegado, de director general
o de presidente tiene liderazgo. Tiene
el poder, el estatus, pero no la credibilidad, la influencia, el “plus” de
influencia del liderazgo. Otras personas tienen liderazgo pero a lo mejor
precisamente por tenerlo no lo ven
reconocido por cuotas de poder.
El drama del hombre moderno es que
no sabe estar solo. Con respecto al
humor, si el liderazgo es un proceso
de transformación, de liberar la energía y el talento de los seres humanos
a los que se dirige, sí tiene que ver
con institucionalizar los procesos de
aprendizaje; dada nuestra condición
humana, nuestra fragilidad y vulnerabilidad, siempre habrá errores. ¿Cómo
manejo el error, para que sea una
fuente de aprendizaje? El humor es el
que te evita caer en la desesperanza,
el que te evita deprimirte, el humor
es el que te permite no dimitir. Creo
que el humor es la tribuna desde la
que puedes gobernar tu vida. Decía
Ortega “Si quieres liderar impera sobre ti mismo”. Y para imperar sobre ti
mismo hay que ir a la base de tus carencias, y entonces requieres de esa
mirada amable y comprensiva, cariñosa y simpática que es el humor.
¿Cuánto poder tuvo Tomás Moro? Sin
embargo, para mí es un referente.
¿Cuánto poder tuvo Gandhi, en algunos pasajes de su vida? ¿Cuánto
poder tuvo Mandela en la cárcel,
aunque luego fuera presidente de
Sudáfrica? ¿Cuánto poder tenía Lincoln? Iba recogiendo errores tras
errores, fracaso tras fracaso hasta
llegar a la presidencia. Toda esta
gente son curiosamente seres sociales, solidarios y expansivos, pero
que manejan muy bien su soledad.
El liderazgo tiene que ver con gente
que se rodea de gente competente,
Por Rafael Zavala Batlle
Gerente General Laborum Perú
www.rafaelzavala.com
12
13
sus recursos, armas o herramientas,
pero no son la base de su talento y
competencia. Creerlo es tan equivocado como creer que el bisturí hace
al gran cirujano. Cierto, sin bisturí el
cirujano no podría operar, pero de allí
a creer que el bisturí define al cirujano
hay años luz de distancia.
La operación ha sido , pero
un
éxito
el paciente murió
C
entrarse en las herramientas es
como realizar con total éxito
una perfecta amputación... de
la pierna equivocada. Es el ingenio,
criterio, concepción y comprensión integral del gerente lo que hará que un
proyecto tenga una alta probabilidad
de tener éxito.
Se cuenta que un periodista sobornó al
ama de llaves de Albert Einstein para
que lo dejara esconderse en su estudio
y así poder observarlo trabajando. El
periodista lo imaginaba llenando docenas de hojas con sus fórmulas y cálculos. Gran error, pues lo que vio fue
exactamente “nada”.
alistándose a escuchar una larga historia sobre sus complicados cálculos.
Para su total sorpresa, Einstein solo le
dijo: “imaginé que viajaba sentado en
la punta de un rayo de luz y allí sentí
que el universo era curvo”. Lo que el
periodista suponía era un sofisticado
proceso analítico era más bien la alucinada de un genial soñador.
El gran genio solo clavó la vista en el
piso y permaneció así por horas, cambiando de posición en su silla de rato
en rato. Ese era su proceso de trabajo.
Lo que es válido para Einstein es también válido para la ingeniería y la
gestión de proyectos. Nos gusta creer
—equivocadamente— que lo que hizo
genio a Einstein es similar a lo que
hace valioso el trabajo de los ingenieros y de los gerentes de proyectos;
creemos (y ellos mismos lo creen) que
son sus cálculos, análisis, mediciones,
procesos lógicos y sistemas de control
lo que los hace capaces y competentes. Nada más falso.
En otra ocasión, un periodista preguntó al gran genio cómo había llegado a
concebir la teoría de la relatividad,
Aunque todo lo mencionado es parte
del herramental del que pueden eventualmente echar mano, esos son solo
Del mismo modo, los ingenieros y gerentes de proyectos necesitan dominar
muchos tipos de herramientas, pero
de ningún modo son estas las que hacen eficaces a aquellos. Lo que hace
bueno a un ingeniero es precisamente
aquello que está implicado en la misma palabra: su ingenio. Es el ingenio
—y no sus herramientas ni técnicas— lo
que los define.
Porque un gerente que parte de bases
equivocadas y no incluye todas las variables relevantes (duras y blandas),
no considera todas las interacciones
causales y, más importante aún, pierde conciencia de las presunciones de
las que partió, hará que su proyecto
corra grave riesgo de fracasar. Poco
importará qué tan bien se hayan manejado posteriormente las herramientas.
Centrarse en las herramientas nos llevará, como alude el viejo dicho, a que
“la operación ha sido un éxito, pero el
paciente murió”. Es como realizar con
total éxito una perfecta amputación...
de la pierna equivocada. Es el ingenio,
criterio, concepción, comprensión integral del gerente lo que hará que un
proyecto tenga una alta probabilidad
de tener éxito. De modo que antes de
haber hecho un solo cálculo, de haber
aplicado ninguna herramienta, la suerte final de un proyecto ya podría estar
echada.
En su caso, ¿le da usted mayor importancia a las herramientas de las que
dispone o a su propia capacidad?
Por Luis Felipe
Calderón Moncloa
Profesor del área de Administración. Doctorado en el IAE de la UPMF, Grenoble,
Francia. DEA, Universidad
[email protected]
14
No te rindas
D
icen que no es la victoria lo que hace
grandes a las personas, sino su capacidad para luchar por dar lo mejor de
sí mismos. Hoy me he puesto a reflexionar
sobre la adversidad. Ya cansado de hablar y
leer sobre felicidad, miro la otra cara de la
moneda. Y es que creo que son solo los locos
y los muertos los únicos que no sufren. Nadie
es feliz siempre, a todos nos visita esa “exigente maestra” que es la adversidad; de nosotros depende aprender de ella y madurar,
o dejar que pase por encima de nosotros.
Leyendo varios artículos y libros sobre estos
temas, me he dado cuenta que es muy fácil
hablar y aconsejar en tercera persona, “No
sufras”, “No te preocupes”, “De ti depende”, “Piensa en otra cosa”. ¿Parece fácil,
no? A ver, pues, tú mismo cambia de pensamiento cuando te pase… ahí la cosa cambia.
Siento también que todo esto es muy teórico, las recetas nunca faltan, pero cuando
uno está realmente complicado, qué difícil
se vuelve salir; poco o nada sirven los buenos deseos, los libros y los artículos. La realidad es otra, solo conocida por aquellos que
la han vivido (o la hemos vivido). Creo en
aquellos que aconsejan cuando están o han
estado ya al otro lado de la mesa, que han
jugado el partido y no se han dedicado a dar
órdenes desde la tribuna, que han perdido la
confianza en sí mismos y luego la han recuperado, y que han hecho quizá lo más difícil:
luchar para no caer; y cuando se cayeron, se
levantaron rápido.
En momentos como esos, la lucha,
la resiliencia, la fortaleza se
vuelven aliados, amigos del alma
a los que uno tiene que acudir. Nada fácil, por
cierto, difícil tarea, pero inaplazable. Mi padre
me dijo en algún momento, que cuando llega el
momento de sufrir el dolor, vale más sacar de
adentro valores como la fortaleza, que un gran
conocimiento teórico, algo de compasión humana más que un gran valor, y estar más cerca de
Dios más que ninguna otra cosa.
Enrique Rojas, gran psiquiatra español decía
que para no rendirse hay que tener una visión
larga de la jugada, que consiste en pasar por
encima de las cosas negativas cercanas y lejanas y darle la vuelta a los argumentos que
nos ayuden a crecer como personas. Hoy, a
menudo se tiene una visión corta de la jugada:
es la inmediatez, el déficit que encontramos
en nuestro día a día; y son muchos los que se
quedan ahí, enganchados sin capacidad de proyectarse hacia adelante.
Es por ello que en momentos de vacilación me
sirve de mucho utilizar el mismo grito de guerra que utilizó en su campaña Tony Blair: “No
te rindas”. Y claro, superman no existe, todos
caemos; el truco está en levantarse rápidamente, luchar por el hoy. “Hoy no”, el mañana,
a lo peor no llega. Es el principal argumento de
un drogadicto para curarse, “Hoy no”, alguien
que no puede pensar en dejar las drogas para
siempre, justamente porque su enfermedad
no son las drogas, lo que tiene enferma es la
voluntad. Por ello, nada mejor que fijarse pequeños objetivos.
Al respecto, nos dice Enrique Rojas:
“Hay tres fórmulas para no rendirse: la
primera, distinguir entre metas y objetivos. Las metas son muy amplias y vagas,
y los objetivos son medibles. Por ejemplo, una persona que sufra anorexia no
avanza por la meta genérica de curarse
de la enfermedad, sino con objetivos por
etapas, como «no pesarme cada día»,
«luchar por no vomitar», «comer en familia» o «no mirarme al espejo». La segunda cuestión importante es tener una
buena educación de la voluntad, a la que
la psicología moderna considera más importante que la inteligencia. Y, en tercer
lugar, nunca hay que sentirse derrotado y
hundido. El mensaje de optimismo es que
hay que entrenar a la persona no para el
éxito, sino para el esfuerzo.”
Sabias palabras las de Rojas, exigen un
cambio de paradigmas en la sociedad.
¿El éxito? ¿Qué es el éxito si no viene
acompañado de esfuerzo? Valero Rivera, el entrenador más exitoso de todos
los tiempos del equipo de balonmano del
Barcelona, decía que “Solo pierde el que
no da todo lo que lleva dentro”, o si lo
quieren ver de otra forma, solo es exitoso
el que da todo de sí, independientemente del resultado.
Esforzarse consiste en vencer poco a
poco los obstáculos, cada obstáculo lleva consigo un aprendizaje: el error, “la
otra cara de la excelencia”. Aprender es
tomar nota de lo que ha ocurrido y extraer de ello una pequeña lección: no es
más sabio el que menos se equivoca, sino
quien más aprende de los errores. Como
diría Tal Ben Shahar, hay que aprender a
perder, y perder para aprender; o como
dejó escrito Unamuno, «no darte por
vencido ni aun vencido, no darte por esclavo ni aun esclavo».
No nos demos por vencidos y sigamos
luchando, contra corriente y a pesar
de las dificultades, reveses y sinsabores. ¿Lo intentamos?
Por: Rafael Zavala
Gerente General
Laborum Perú
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