19 al 25 de enero de 2015 4 ANÁLISIS Crónica económica El Ejecutivo busca seducir a inversores extranjeros ■ Manuel Capilla Buena parte del Gobierno desfiló la semana pasada por la tribuna del Spain Investors Day sacando pecho sobre la evolución de la economía española en 2015, tratando de seducir a los 200 inversores extranjeros que se dieron cita en este foro y redoblando el mensaje optimista que esgrime en el Ejecutivo en estos meses preelectorales. Así, el ministro de Industria, José Manuel Soria, les aseguró a los inversores presentes que “están en el lugar adecuado, en el país adecuado, en la economía adecuada y, además, en el momento adecuado” porque “la recuperación de la economía española es ya un hecho irreversible e irrefutable”. El mensaje del ministro Soria viene respaldado por el buen número de operaciones que magnates como, George Soros o Carlos Slim vienen realizando a lo largo de los últimos meses. La última noticia al respecto han sido los 500 millones de euros que Soros ha invertido en la ampliación de capital que ha lanzado el Santander. Pero no es la única. Soros también ha invertido 200 millones de euros en Endesa, 175 en Bankia y casi 100 en la inmobiliaria Hispania, junto a otras adquisiciones de menor calado en FCC o Liberbank. De hecho, el multimillonario de origen húngaro confesaba hace cosa de un año en una entrevista en un diario J. M. Soria. FERNANDO MORENO “En el conjunto de España, la inversión extranjera ha descendido durante los tres primeros trimestres de 2014” alemán que se disponía a ir de compras en el sector financiero europeo para “hacer un montón de dinero”. Por su parte, el mexicano Slim se ha convertido en el primer accionista de FCC invirtiendo 650 millones de euros y desplazando a Soros, que había mantenido negociaciones con la constructora en la que entró hace poco más de un año el fundador de Microsoft, Bill Gates, con una inversión de 113 millones de euros. El secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, señalaba en el Spain Investors Day que se está percibiendo la entrada de inversores procedentes de Latinoamérica: “Son inversiones que creemos que continuarán en los próximos años. Hemos visto compras relevantes de multinacionales mexicanas y un cambio importante con los fondos soberanos”. García-Legaz explicó también que “empezamos a ver cambios en el tipo de inversores que confían en nuestras empresas a largo plazo. Observamos que multinacionales empiezan a invertir en Canarias para poder trabajar con países africanos, empresas mineras se han centrado en las islas porque creen que es la plataforma más interesante apara operar con África”. Es verdad que, según los datos del Ministerio de Economía, la inversión en Canarias aumentó sensiblemente en los nueve primeros meses del año, pasando de 9 millones a 113. En Extremadura, por ejemplo, también creció notablemente, desde los 16 millones de euros a los 198. Pero el balance global en el conjunto de España es negativo. De acuerdo con esos datos difundidos por el departamento que lidera Luis de Guindos, la inversión en nuestro país durante los tres primeros trimestres de 2014 fue de 9.695 millones de euros, un 5 % menos que los 10.213 millones de euros recibidos en el mismo periodo de 2013. Un descenso motivado por los fuertes recortes de la inversión extranjera en Baleares, donde cayó un 80% (de 743 millones a 144), Cataluña, con un 45% menos (de casi 2.000 millones a menos de 1.100), y Madrid, en el que se retrocedió alrededor de un 8% (de alrededor de 5.550 a 5.090). Pero también decrecieron las inversiones en el País Vasco (de 803 millones a 673), en Andalucía (de 260 millones a 152) y, con menor relevancia en términos absolutos, en Aragón, en Castilla-La Mancha, en La Rioja, en Asturias y en Murcia. No invita al optimismo el descenso en la comunidad gobernada por el popular Ignacio González, que concentra algo más de la mitad de la inversión extranjera en España, ni la de Cataluña, donde la sensible disminución de la inversión se ha producido después de un notable incremento en 2013, cuando aumentó un 31,5% y lideró el alza de la inversión en nuestro país, en un proceso paralelo a la radicalización del proceso político soberanista liderado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Además, todavía está por ver la calidad de esa inversión que está llegando a España. Así, según la Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo (ASCRI), la inversión en capital riesgo en España alcanzó el pasado año los 3.023 millones de euros, un 28 % más que un año antes, con tres de cada cuatro operaciones procedentes de inversores extranjeros. Las cifras definitivas aún podrían ser más altas, pues quedan pendientes de resolver algunas operaciones, lo que refleja el buen momento que vive un tipo de inversiones que no destacan por la actividad económica que crean. Donde se está haciendo fuerte los inversores extranjeros es en la deuda pública española. El capital exterior no ha dejado de incrementar de forma sostenida y mes a mes su cartera de deuda, con un único descenso en abril de ese año. Según las cifras difundidas por el Tesoro Público la semana pasada, la cifra creció un 42% en el último año y ya alcanza prácticamente la mitad del total, cerca del máximo que alcanzó en 2010, cuando representaba el 54,81%. Así, la cuantía total de deuda en manos de no españoles roza los 360.000 millones de euros. El fuerte apetito inversor extranjero por la deuda española ha permitido que la factura del pago de intereses de este año esté 5.000 millones por debajo de lo inicialmente presupuestado. haciendas públicas logren el equilibrio. La política de recortes como única respuesta sin generar iniciativas de calentamiento de la economía, tal y como ha venido preconizando Alemania, es algo parecido a intentar extraer sangre de un moribundo. La experiencia comparada de Europa y Estados Unidos en estos años fue dispar. Las políticas de Obama, muy diferentes a las europeas, han logrado que su país esté casi a punto de certificar el final de la crisis, mientras la Eurozona sigue postrada en el marasmo, asomada a la costa de la recesión, con crecimientos todavía débiles en aquellos países que tienen datos en positivo. Por eso se abre en Bruselas una especie de impasse en la política de rigor dictada por Alemania. La Comisión quiere flexibilizar el cumplimiento italiano, o al menos aplica otros indicadores, para ayudar a que escape de la difícil situación en la que se encuentra una economía clave. Y, a la vez, dará más tiempo, otros tres años, a Francia para que logre su objetivo del déficit del 3%. En las condiciones presentes tanto un Estado como otro tendrían muy difícil salir de la recesión. La importancia de esas economías dentro de la Eurozona ayuda a que desde Bruselas se den nuevas oportunidades y mayor elasticidad para el cumplimiento. Lo que no se hizo con Portugal –el solicito cumplidor, aun a costa de verse obligado a realizar una especie de sacrificio cruento– se realizará ahora con Francia y Alemania. Esa capacidad de suavización se terminará por emplear, tiempo al tiempo, con Grecia. O se reordena su elevada deuda o un nuevo gobierno menos dócil ante Bruselas, tirará la toalla, es decir, el temido impago y la crisis de la propia zona. Las exigencias comunitarias que en unos momentos se han aplicado como varas de hierro son imposibles de aplicar cuando no hay posibilidades materiales de cumplimiento. Ese dilema lo afronta Bruselas, y los indicios apuntan a que la vía de la renegociación y el acuerdo de cumplimiento a más largo plazo, con correcciones y quitas, es la única posibilidad para que pueda hacer frente a unos pagos por ahora imposibles. Habrá perdedores, está claro, en este caso inversores públicos y privados que ofrecieron barra libre de financiación a Grecia en los tiempos de vacas gordas; a quienes se impondrá un recorte, ante la opción de cobrar “una parte” y a más largo plazo, pero no la totalidad de la deuda. Como en el caso de las entidades españolas que ofrecieron hipotecas a gogó en los años de la burbuja gracias al dinero que ofrecían los bancos europeos, los gobiernos griegos engañaron con sus cuentas a Bruselas, en una mentira tolerada y asumida que cada cual aceptó por que de momento le iba bien formando parte de esa rueda. “El capital riesgo realizó en nuestro país operaciones por valor de más de 3.000 millones de euros durante el año pasado” Crónica mundana Déficit: doble vara de medir ■ Manuel Espín A Zapatero se le exigió de la noche al día bajo presión de la UE la reformaexprés de la Constitución y la adopción de severos recortes para cumplir el objetivo del déficit, de la misma forma que Rajoy en su duro primer año de gobierno afrontó una política de gran dureza con elevados costes sociales. La situación alcanzó tonos dramáticos en Portugal, con un duro ataque contra su Estado del Bienestar en áreas tan sensibles como la educación o la sanidad. Nuestro vecino país ha sido el más disciplinado cumplidor de las recetas-imposiciones comunitarias, aun a costa de pagar un precio demasiado elevado en clave social para hacer frente a esas demandas de cumplimiento de su déficit público. Sobre Grecia, en la situación más dramática de la zona, ha gravitado la tormenta perfecta bajo la presión del impago de su elevada deuda y la salida de la Eurozona. Pero las reglas no son siempre matemáticas, y el juego político tiene una elevada influencia en las decisiones de la Comisión. Ante una eventual victoria electoral de Syriza –que no eran unos iluminados, ni unos radicales cuando preconizaban una renegociación de la impagable deuda griega– se abre una hoja de ruta plena de matices, en la que las cosas han dejado de jugarse a blanco o negro. Si gana ese partido, como pronostican varios A. Tsipras, líder de Syriza. sondeos, las Bolsas cotizarán por un momento muy a la baja, pero el pánico no durará más que unas horas. Hasta en Bruselas empieza a abrirse paso el criterio de que será necesario acceder a un nuevo acuerdo sobre la impresionante deuda griega (177% de su PIB). En las condiciones presentes, con un Estado bajo mínimos y una ciudadanía contra las cuerdas, es imposible ese cumplimiento. Sería como exigir correr la marathón a un moribundo que se desangra. La propuesta de “salida temporal de la Eurozona” parece más un arma de presión contra Syriza que una amenaza real: en la creación de la moneda europea se diseñó el mecanismo de la entrada, pero no en el de la salida. Una desvinculación, aunque mínima, generaría una crisis. No cabe más “Bruselas suavizará sus exigencias a Francia e Italia para evitar el marasmo de sus economías” “Portugal las cumple bajo mano de hierro pese al riesgo de crisis social” que lo que ahora se denomina “reordenación de la deuda”. Es decir, volver a lo que los economistas post keynesianos siempre defendieron: para cumplir con los objetivos del déficit y tener capacidad de pagar hay que dar la oportunidad para obtener ingresos y recursos. Ha de crecer la economía, el empleo, mejorar el consumo, si se quiere que las
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