Renato Ortiz Otro territorio Ensayos sobre el mundo contemporáneo • CONVENIO ANDRÉS BELLO SANTAFÉ DE BOGOTÁ o Renato Ortiz e Convenio Andrés Bello, 1998 Prim::ra edición: UniversidadNacional de Quilines, 1996 Segunda edición: noviembre de 1998,Convenio Andrés BeDo Secretarfa Ejecutiva del Convenio AndrésBello (Secab) Aveftida 13 (Paralela de la Autopista) No. 85-60 _ """" 53465 Teléfonos: (571) 6181584. 6181701, 6181632, 6181654 TeIefax: (571) 6100139 E-mail: [email protected] SantafédeBogot'á., D.C. ~ Colombia Diseño de cubierta: Camilo Molina Fdición, armada eJecuónica, impresiÓD Ye:ncuadcrnacióo: 1M Editores, &palUdo aéreo 48J1 Santllfé de:Bop. Colombia. Impresoen Co&ombi-. PriJrted in Colombia ISBN: 958-"9089-49-6 cultura Libre ceíe, Renaw Olro tmitorio I RCDldD Ortir, tnlducído por Carlos E. Col.1és Sáocbe:z Santafé de BogoCá: Convenio Andr6s Bello, 1998 22Op. ISBN:958-9089-49-6 1. CULTURA POPULAR 2. MODERNIDAD 3. MEDIOS DE illMUNICAClóN DE MASAS. 4. GLOBAIlZACIÓN 5. SOCIOLOGfA URBANA 6. SOCIEDAD DE MASAS CDD30223 - Fuerz¡, motriz., S01WnI RuidJJ que roba el instante Profundn. dLnso, fugaz CONTENIDO PREFACIO xvii INTRODUCCIÓN EL VIAJE, LO POPULAR y EL OTRO 1 ESPACIO Y TERRITORIAUDAD 21 MODERNIDAD-IIUNDO E IDENTIDAD 43 CULTURA, COMUNICACIÓN Y MASA 69 DIGRESIóN: CULTURA, CIUDADANíA Y POÚflCA 103 SOBRE LA IIUNDlALlZACIÓN y LA CUESTIÓN NACIONAL 117 DWERmDADCULTURALYCOSIIO~SMO 135 CIENCI~ SOCIALES, GL08ALIZACIÓN y PARADIGMAS 157 vii PREFACIO· ¿Por qué interesarse por la globalización de las sociedades y la mundialización de la cultura? ¿Qué hace que este lrbro, un momento de un proyecto más amplio, haya sido posible? Me hago estas pregontas y, en el fondo, sé que no las responderé a satísfaccíón, puescuando un autor recoge sus pasos sólo puede confiar en la parcialidad de su memoria Pero quizá valga la pena el esfuerzo; quién sabe si servirá para que futuros lectores puedantener una condencia másclara de los cambios que están ocurriendo en el mundo de las ideas. Así aprovecho la oputtunIdad que me dio Jesús Martín-Bar- bero para tratar, en este prefacio, cuestiones que, en cierta forma, anteceden e inspiran mi trabajo. En 1988 publiqué A Moderna 'Iradi9i0 Brasileira, un libre sobre la problemática cultural del Brasil en el contexto de una sociedad moderna e industrial. Pretendía comprender, a partir de los medios de comunicación y las industrias culturales, un conjunto de cambios ocurridos desde la década del cuarenta hasta los años ochenta. El último capítulo lo titulé: "De 10nacional-popuIar a lo ínternacíonal-popular", una alusión a Cramecí, autor a quien aprecio; perotambién era unacrítica velada¡ pues sentía que el concepto de nadonal-popular ya no lograba dar cuenta de la sociedad brasíletia. Esta insatisfacción, la ínadecuacíén de los conceptosy la necesidad de comprender ciertos rasgos de la sociedad contemporánea, me condujeron a elaborar un proyecto de estudio sistemático sobre la problemática de la mundialización de la cultura. Irónicamente, mi preocupación por Brasil radicalizó mi desenraizamiento, como si yo buscase, por fuera de las inquietudes nacionales, explicaciones más • Traducción: Carlos Eduardo Cortés Sánchez. [ ix l OTRO TERRITORIO convincentes de la realidad que me envolvía. Este viaje"afuera" me fue convenciendo, poco a poco, de que se trataba de un desplazamiento"dentro" de la modernidad-mundo, y aún no terminó, aunque haya dado algunos frutos: "Cultura e Modernídade", "Mundializacáo e Cultura", "Um outro 'Ierritórío". Quedan pendientes mis estudios sobre eljapón, algo que pertenece a mi "literatura-por-hacer", para usar una expresión de Sartre. Sé que la insatisfarción Yla curiosidad son elementos dinámicos, estímulos para el pensamiento; pero, como dentífico social, desconfío de las interpretaciones demasiado personales. Al mirar atrás, además de mi trayecto individual, identifico algunas conñguracícnes que sitúan mi visión en un marco histórico y un debate intelectual más amplios. Un primer aspecto se refiere a la cuestión nadonal, discutida en Brasil y Latinoamérica, por tradición, desde hace más de un siglo. Sin embargo, para el caso brasileño, es necesario recordar que, a fines de los años setenta y comienzos de los ochenta, la cuestión nacional pasa por un profundo proceso de revisión conceptual. Son varios los trabajos que irán tomándola como objeto de reflexión crítica'. Hay razones objetivas para que eso haya ocurrido: la decadencia del populismo como forma de conciencia y de acd6n política; el autoritarismo de la dictadura militar, que monopoliza una versión claramente coercitiva de lo nadona!; el surgimiento de nuevos actores políticos (sindicatos, movimientos sociales, Partido de los 'Ilabajadores). En este contexto se hacía necesario el cuestionamiento de los parámetros que habían orientado el pensamiento progresista de los a1\oscincuenta y sesenta. No hay que suponer que este movimiento de re1 C. Navarro Toledo, ¡SEB: FIfbriaJ de ItIeoIogWs, San Pablo, Ática, 197'7; M.S. Carvalho Franro, "O Tempo das IIustWs'" 'en ldrologia e Mobilizll9'iO Populsu, Río de Ieneíro, paz e Tena, 1978;ltUi Chauf, úmfrmnismo e &sisthlciJl, San Pablo, Brasílíense, 1986; R. Qrtiz, Cultura Brasileira e ldentidiule Nacional, San Pablo, Brasiliense, 1985;R. Olíven, Viollnda e Cultura 110 Brasil, Petl'ópolis, Vozes, 1982. x PREFACIO visión de las categorías pasadas era convergente en sus int~eses ~ ambiciones. Las respuestas formuladas por los diversos intérpretes no eran necesariamente congruentes entre sí: oscilaban entre quienes hadan propuestas para crear una "auténtica" nación brasileña, y aquellos que descarta~ la n~~ de "autenticidad" como resquícío de un análisis ese.ncialista de las reIadones sociales. Pero, subrayo, al contrarío de un pasado en el que la idea de proyecto nadona) era predominante, el clima de crítica prevalecía, Por supuesto que la temática de la globalización estaba ausente de la discusión, pero una mirada retrospectiva permite decir que la critica a la cuestión nacional (su "deconstrucdón" dirían hoy algunos) propició, en cierta forma, la posibilidad de que algunos mtelectuales brasileños escapasen más tarde ~e la ca~go~ nación como elemento nodal d~ la explica~ ción SOClOlógl~ Un paso metodológico que se alejaba de las prenusas anteriores sobre el "atraso" brasileño la modernización incompleta, o la teoria de la dependencia. Otro punto se refiere al proceso de modernización de la sociedad brasileña en el período posterior a 1964. Alcontrano de lo que ocurrió en Chile y Argentina, la dictadura militar en el Brasil desarrolló, aliado de su rostro autoritario un aspecto modernizadot: Lo que los economistas denomi~ nan "segunda revoíucíon industrial", cuyo origen se encontraba ~n la política industrial de los años cincuenta y se consolidó con el golpe mililaJ: Así se cristaliza un "capitalismo tardío". En términos cualitativos este es un cambio sustantivo que inddirá en los fundamentos objetivos sobre los que reposaba el debate intelectual. Hasta entonces, la díscusión sobre la modernidad tenía algo de utópico, pues siempre se tra~b.a de construir; en un tiempo lejano, un "Brasil moderno diferente de su pasado agrario y esclavocrata En los años veinte, con los modernistas; en los treinta y cuarenta, con el vínculo entre intelligentzia y Estado Nuevo yen las décadas, del cincuenta y el sesenta, con los desarroÍlistas, la ~odem.ldad se presentaba como si fuera algo todavía ineXIStente, como un proyecto por realizar en un futuro in- " OTRO TERRITORiO PREFACIO cierto. Los años ochenta ponen las cosas en bases radicalmente distintas. Se podía cuestionar la naturaleza autoritaria de la modernización brasileña, y esto era blanco permanente de enfrentamientos, aunque su materialidad se imponía como algo innegable. Una concreción que se expresaba a través de la reorganización del parque industria], la url>aniza.. dón metropolitana, el surgimiento de un mercado nacional integrado, y la consolidación de una sociedad de consumo. Esta modernidad, desigual y asimétrica en términos reglonales, con su dinamismo envolvente y muchas veces perverso, minaba el idealismo con que "lomoderno'" había sido pensado con preferencia por las generaciones anteriores. Esto tendrá implicaciunes directas en el mundo de la cultura, pues es el momento en que los medios de comunicación se transforman en industrias culturales, en agencias productoras de bienes coIturaIes articuladas a! mercado consumidor en forma directa. Ahora tenía poco sentido restringir el estudio de la cultura brasileña a elementos como la cultura popular o la relación orgánica entre intelectuales y Estado, aspectos hasta entonces predominantes en nuestra vida intelectual. La industria cultural, al operar en escala ampliada, desplazaba la discusión en otra dirección: mercado, consumo, tecnología, patrones industriales de narrativas dramáticas, etc. Una dimensión que ya no situaba la comprensión analítica en el interior del territorio brasileño, pues tales hechos de modernidad eran comunes a un conjunto de lugares, independientemente de sus características y especificidades nacionales. Es necesario recordar que, cuando inicié mis estudios sobre la mundíehzadén de la cultura, el debate sobre el tema era a6n incipiente. Había, por supuesto, escritos dispersos, en particular los trabajos de Wallerstein y Braudelen elcarnpo de la historia, o de autores como Theodore Levitt, entre los administradores de empresas. Algunos sociólogos como Roland Robertson, sobre todo a partir de mediados de los años ochenta, se bablan interesado también en la problemática de la globajjzacíón. No obstante, le trataba de escritos pun~ la mayorla de las veces emprendidos por grupos restringidos de autores localizados en Estados Unido•. Quien tenga la paciencia de consultar las revistas interna. cinnaIes de administración de eropresas percibirá que en ~ periodo, la idea del ~ global, propuesta Levílt fue ~atida, Y también refutada, por diversos autores. La propoa idea de la globa/í""ción era todavla imprecisa Y muchas veces se corriundia con la de internaeionalizac Eo realidad, en aquel momento el eje de Iadisctuión era otro: guaba en torno de la polémica entre modernidad y posmadernidad. El texto de Habermas, 'La modernidad como proyecto inacabado', una respuesta directa a las propuestas de Lyotard, marca una inflexlón que radicali"" losargumen. ros y exacerba los punros de vista. Confieso que vela con derta sospecha esa polarización indebida. Esa manera di. cotómica de pensar las relaciones sociales me pareáa poco con""":"nte, en especial cuando adquiria una coloración ideololl'""da fui' otro lado, las reacciones Iatinoamerica. nas a los ~mas ~os también eran contraproducentes. Decir América Latina no podrfaser posmoderna, puesto ~ todavla no es moderna", presuponía, por un lado, la idea de buscar la modenlidad (lo cual era oontradicho "?" el ejemplo brasiletio); Y por otro, la ilusíón de que. tendríamos una historia autónoma, separada de las imposi. eones externas. La afirmación contraria, 'América Latina ~ ha sido posmoderna', es decir, plura! y sincrética, tenía un sabor a retórica que en nada ayudaba aentender lo que estaba pasando. Pero _que los debates ínldecb.ales nunca son inocuos, aunque sean ooniusos, y ruando .. los contrasta con el ooolexto Iúshirico eme1'fleIlle, síenlpre sigo nifican algo. Enwnces lomé el enfrentamiento modernidad posmodemidadnocomounareferenda........• . ' - - . . SlfIOCODlO e1smtomadeunconjuntodecambiosqueestabanocurriendo en las sociedades conternporáneas. Para comprenderlos dirigí la mirada a la problemática de la globaIización. qlle~ incorporar, en esa pecspectiva más aba.n::ante, las CUCStiones que se estaban discutiendo. po; ve: OTRO TERRITORIO Elaboré mi proyecto de investigación en dos etapas: la primera, histórica, me condujo a estudiar a Francia en el siglo XIX; la segunda se concentró en la 'sociedad global'. No fue por azar que retomé al pasado; quería captar algunos aspectos que encajaban mal en el debate actual La historia surgía así como herramienta para entender el presente, una dimensi6n muchas veces ausente en la discusi6n contemporánea. Sin embargo, no me interesaba enfocar Francia como un país espedfico; mi estrategia fue seleccionar elementos que pudieran revelar rasgos estructurales de la modernidad. Me impose la tarea de realizar una especie de arqueologia de temas y de cuestiones que emergieron en el siglo XIX pero ganaron perfil durante el xx. Tiendas de departamentos, surgimiento de un sistema ferroviario, folletín, fotografía, malla urbana, invenci6n de la hora nacional, lujo y consumo, eran para mí señales precursoras de la modernidadmundo. El pasado me ponía, todavía, ante el problema de la tradición, una temática recurrente en la literatura sociol6gica. En ella, tradición y modernidad surgen como pares antagónicos, unidades antitéticas; por ejemplo, la teoría de la modernización. Los artistas también comparten esa misma perspectiva: la vanguardia estética siempre valoró la idea del rompimiento, ya fuera en relaci6n con los modelos vigentes en el siglo XIX o, más tarde, en su relación con la posmodernidad. De esta manera se privilegi6la dimensión de la ruptura, el análisis en procura de revelar el movimiento de cambio en detrimento del anacronismo del pasado. Es posible que, en este caso, haya sido impregnado inconscientemente por mis raíces brasileñas; al fin Y al cabo, en Latinoamérica, tradición y modernidad nunca se presentaron como términos excluyentes. Cultos afro-braslleños o afrocubanos, religiosidad popular, creencias indígenas, mestizaje, altanería oligárquica, siempre encontraron nichos para expresarse en el contexto de la modemizadón de la sociedad. Pero en mi trabajo anterior yo había dado un paso dirigido a considerar la tradición no sólo como "cosas del pasado"; A Moderna Tradigio Brasileira me abrió los ojos para xiv PREFACIO pe~la modernidad también como tradición. Lo "meder- n~ no era sólo lo nuevo, su fuerza únicamente se expresaba al mcorpor~ a la cotidianidad de los hábitos y lascostumbres. ~ ~ conduado a considerar la ruptura en el flujo de las conlinwdades. Retornar en el tiempo, revisitar el siglo XIX,.significaba, ,poes, buscar elementos que vendrían a constituirse en tradición y a conferir sustancia y materialidad a las relaciones sociales. La segundafase del proyecto se enfocó en algunos aspectos de la "sociedad globaf'; ahora el presente se volvía mi cen~o de atención. Mi dificultad más grande fue elaborar un tipo de argumentación que escapase a la centralidad de la categoría nación; una tradición intelectual que aún predomina en los estu~os de las sociedades contemporáneas. No obstante, para e~tar malentendidos, es necesario distinguir entre una operación analítica -artificio necesario para el desarrollo del raciocinio-, y los elementos de realidad. Siempre busqué dejar claro en mis escritos que el Estado-nadón no ~esaparececon la consolidación del proceso de globalizaa6n. In?USO estoy convencido de que en diversos sectores (por ejemplo, en todo lo referente al monopolio de la fue~) su pa~l es ~ndamentaL Tampoco creo que la discusión sobre la Identidad nacional esté agotada. Sin embargo, esos datos de realidad no deben ofuscar la formulación del probl-:ma. La globalízacíón es una tendencia, un proceso que se articula en función de las fuerzas históricas existentes en. un con~to .más amplio. Pensarla significa construir el objeto sociológico a partir de nuevas exigencias lógicas. Conceptos como nación, imperialisrno cultural aculturación identidad nacional, son, en este caso, poco re~tables desde el punto de vista analítico. No se trata de decir que no tengan validez alguna, pues sería un equívoco. La cuestión es que pasan a tener una validez restringida; explican determinados fen6~e.nos.vinculados a circuitos pardales. La lógica de la mundializaaón requiere, para ser develada, construir conceptos cuya amplitud y valor explicativo sean de otra naturaleza. Por ello, el debate sobre la globalización es al OTRO TEAAITOR10 INTRODUCCIÓN- mismo tiempo una reñexíén sobre la contemporaneklad y una discusión sobre las ciencias OOÓalee. Labúsqueda de un nuevo marco de referencia teórica implica la revisión .d~ nuestra propia lJadióón lnteledual. "Um ouiro 1erritório se inscribe en ese propósilo. Loo ensayos aqPÍ reunidos se dJrigen • la comprensión del presente y.1a recuperadén de nuestro lnstnunental conceptual. Un horizonte que le abre nuevas posibilidades al pensamiento, siblándonos -a los m.. telectuaJel¡ IalinoaJneri<:anos- en la perspectiva de una tradición por construir. Renato Ortiz sao Przulo, 19 deabril de1998 Pensar la globalízadén de las sociedades es afirmar la existencía de procesos que comprenden • los grupos, las clases sociales, las naciones y los individuos. Evidentemente, exis-te una historia de este movimiento totalizante: tiene sus rafees en la expansión del capitalismo en los siglos XV-XVlD, en el advenimiento de las sociedades industriales, en la modernidad del siglo XIX. El momento actual es el resultado de un conjunto de cambios ocurridos anteriormente -de un "proceso dvílízatorío", diría Norbert Elias-. Nada es más ilusorio que postular la idea de un mundo "post" moderno, industrial, tecnológico, como si existiera un foso, una ruptura radical, un • antes' y un • después' que ordenan la hístoria de los hombres. Sin embargo, incluso cuando tenemos en mente la continuidad de este movimiento, es necesario también comprender su especificiclad. En el fin_a! del siglo xx se cristalizan un conjunto de fenómenos económicos, políticos, culturales, que trascienden las naciones y los pueblos. Son esos fenómenos los que nos permiten hablar de la gjobalízacíén de las sociedades y la mundialización de la cultura Vivimos un periodo en el cual emergen nuevos elementos, a! tiempo que hay un. potencialización de trazos existentes. En este sentido, la sociedad contemporánea adquiere una nueva configuractón. Formación social que, por cierto, posee sus ralees históricas, pero que hoy se consolida como otra meseta'. Insisto en la idea de meseta; nos ayuda a pensar la continuidad y la ruptura Una meseta presupone otros niveles anteriores; el pasado es el suelo en el cual se sustenta. Y,. al • Traducdón: Ada SoIari. 1 Ccmo porción de piso horizontal en que termina un tramo de escalera, y no en el sentido geográfico. (N. de T.) [xvii] OTRO TERRITORIO transformarse, alcanza otro "escalón" y adquiere un nuevo significado, otra dinámica. La cuestión que se plantea, entonces, es la de cómo OOIDprender ese cuadro, cómo caracterizarlo. Una manera ':ü11S1Stlria en pensar los fen6n:'enos qu~ nos ~ ~o denvado~~e relaciones internaoonales o íntercívílízatorias. Subrayo mter", crucial para la comprensi6n de lo que ocurre. Así, ~an do hablamos de relaciones internacionales, el pensarmento presupone la existencia de naciones autónomas que interactúan entre si. La dinámica global derivaria del movimiento de las partes, Ycada una de ellas, en su integridad, actuaria en el contexto mundial. Las mismas premisas subyacen en los conceptos de colonialismo e imperialismo. En cada uno de ellos destacamos un centro (el imperio o la naci6n) como elemento propulsor del movimiento de expansión. El mundo es visto, entonces, como el cruce de las diversas intenciones transimperiales o transnacionales que, de forma diferenciada, inctden en las colonias o los países periféricos. Una aplicación común de este tipo de razonamiento es la analogía entre el momento actual y a1gunas épocas de la bistoria pasada. Por ejemplo, la comparación del ascenso y la caída de un país -los Estados Unidos- con el imperio romano. En amboscasos encontramos la expansión de una civilización, norteamericana o romana, de una lengua, el inglés o el latín en un conjunto de territorios alejados del núcleo irradiador; Las relaciones de contacto entre esta . . periferia" y el . . centro" se llevan a cabo, por lo tanto, de acuerdo con las normas de dominación elaboradas por los países o los imperios colonizadores. Existe, entonces,' una clara diferencia entre "centro" y "periferia" "adentro" y "afuera"; los límites de la dominadón se encuentran nítidamente delineados. Del mismo modo, seria posible pensar la expansión de la cultura en términos semejantes -como lo hicieron lbynbee o Spengler-. El mundo estaría formado por un conjunto de civilizaciones que "ínter" actúan entre sí. En este caso, la civilización occidental, una entre tantas otras, tiene un papel destacado al imponer sus patrones de dominación junto """ INTRODUCCIÓN a otros núcleos civilizatorios. La argumentaci6n preserva, por lo tanto, la independenda de las culturas: cada una de ellas gira en tomo de su propio eje, difundiendo sus rasgos fuera de su territorio original Sin embargo, al imaginar las cosas de otra manera, la problemátlca de la globalizaci6n se muestra en toda su radicalidad. Cuando hablamos de "socíedad global" nos referimos a una totalidad que penetra, atraviesa, las diversas fcrmacíones sociales existentes en el planeta. Se afirma así la especificidad de una "megasocíedad", esto es, un conjunto articulado de relaciones sociales planetarias. Una sociedad global, en términos duddwmjanos, es sui gmeris, posee una lógica propia. Su intellgibilidad no resulta de la interacción entre las partes que la constituyen; al contrario, ahora hay que invertir nuestra perspectiva y preguntar. ¿cómo esa totalidad envolvente reordena sus elementos? En este caso, las relaciones sociales dejan de ser vistas como "ínter" (nacionales, civilizatorias o culturales) para constituirse como "intra", esto es, estructurales al movimiento de globalización. Los límites"adentro/afuera", "centro/periferia", se ternan así insuficientes para la comprensi6n de esta nueva configuración social. Hay una cierta dilución de las fronteras que hace que las especificidades nacionales y culturales, sean, por cierto de manera diferenciada, atravesadas por la modernidad-mundo. En este sentido, todos formamos parte de este proceso, base material y espiritual de nuestra vida cotidiana. Por eso, el esfuerzo analítico se debe orientar hacia la comprensi6n de objetos que conrioten esta realidad mundializada. Guerra del Golfo, FM1, publicidad global, auto mundial, MacDonald's, televisores Mitsubishi, son expresiones heurísticas de su movimiento. Lo mismo se puede decir de los aeropuertos, los supermercados, los shopping-eenlers. Se trata de lugares, de sitios, que revelan la desterritorialización del espacio, condición necesaria para la constitución de un mundo-mundo. No tiene sentido pensarlos como el fruto de relaciones internacionales, puesto que ya no se víncu- "'" OTRO TERRITORIO lan con este o aquel país, con el Primer o el Tercer Mundo. Esos lugares denotan el orden interno de la misma sociedad global.a! exponer su faz mundíalízada, Hablar. por lo tanto, de una cultura mundialízada significa situarnos en la médula de este proceso abarcador. Esto lleva a considerar que Iaculturamundializada no se encuentra ya fuera de nuestras sociedades nacionales¡ al contrario, forma parte de nuestra vida cotidiana, de nuestros hábitos. Sería un equívoco atribuir a este movimiento un carácter de exterioridad (por ejemplo, la americanizaci6n del mundo), como si se tratara de algo extraño a nosotros mismos. La mundtalízacíén de.. I acultura no es una falsa conciencia, una ideologia impuesta de forma exógena; se corresponde con un proceso real, transformador del sentido de las sociedades contemporáneas. Los objetos que nos circundan -utensilios, máquinas, arquitectura- son manifestaciones de esta mundíalidadr Ellos encierran su "verdad", al expresarla en su cotidianidad, en su rutina. Existen, sin embargo, algunas dificultades para pensar esta realidad emergente, dificultades que derivan de la tradición de las ciencias sociales. Buena parte de los conceptos que utilizamos están comprometidos con cierta visión de la sociedad2 • No podemos olvidar que las ciencias sociales se institucionalizaron apenas a!fina! del siglo XIX, momento en el que el principio de nacionalidad se afirmaba con toda su fuerza. Durkheim, 'Ibnníes, Weber, Veblen tenían, evidentemente, una preocupación universal cuando construyeron sus objetos de estudio. Pero ellos nos remiten, sobre todo, a la constitución de una disciplina que adquiere contornos dentro de territorios espedficos. Por eso hablamos de sociología francesa, alemana o norteamericana Cada una es pensada como vinculada de forma intrinseca a sus lazos nacionales. La sociedad moderna, sobre la cual versa el discur2 Véase al respecto Ianni, O., TeoriIIs • gl."iZR{J'O, Río de Janeiro, Civiliza<'Io _ 1995. INTRODUCCiÓN so sociológico, es la nación industrial Para defintr la lógica de su funcionamiento, todo el esfuerzo del pensamiento confi.. na la modernidad en los limites del Estado-nación. 'Clases sociales", ."Estado", . "territorio", "cultura", "identidad.. . son, por cerro, categorías abstractas, pero se aplican sobre todo a las realidades nacionales. En el contexto de América Latina, la relación entre conocimiento y nación es aún más acentuada. El debate sobre la identidad nacional, que se extiende a lo largo de todo el siglo xx, marca de forma indeleble al pensamiento latinoamericano.La nación smge como una dimensión a ser conquistada (por los políticos, los artistas y los intelectuales), un proyecto que en el futuro asegurará la realización de una modernidad incompleta, inconclusa. Reflexión y conciencia nacional son elementos constitutivos de nuestra tradición; elemento~ que se mezclan como conceptos y como aspiración política. El problema es que la modernidad-mundo rompe las ~nteras del Estado-nación. Para comprenderla, es necesana una reactualización del pensamiento. El mundo, como o~~: exige nuevos c:onceptos de nuestra imaginación sociolégica, En este sentido, la globalización no es simplemente un tema entre otros: desafía la reflexión en su existencia categorial. Pensarla es abrirse a una revisión del propio díscurso de las ciencias sociales. Otra dificultad tiene que ver son la mirada analítica que s~ echa sobre este objeto globalizado. ¿Desde qué punto de VISta deberíamos considerarlo? ¿Desde el punto de vista de las clases sociales, de las naciones? Son, por cierto, posiciones legítimas. Sin embargo, para aprehender enteramente las consecuencias derivadas de las transformaciones del inicio el siglo XX1, se hace necesario un desplazamiento de la mirada científica..La comprensión de un mundo desterritorializado requiere un punto de vista desterrítoríalízado. Para entenderlo en su totalidad, la perspectiva analftica debe liberarse de las restricciones locales y nacionales Sólo d~ esta forma puede ser comprendido el flujo de la moderrodad-mundo. Por eso, ya no es suficiente escribir comobra- OTRO TERRITORIO sileños, franceses, americanos o alemanes. No se trata de que estas situaciones hayan perdido vigencia; aún conservan su validez. Pero el cambioconceptual al cual me refiero implica, al menos durante el ~om"en~ ~e la refl~~, que tales exigencias sean "suspendidas (ulilizo un artificio de la fenomenología). En lugar de pensar el mundo"desde América Latina" (como dicen nuestros colegas Ialinoamericanos), propongo una reorientaci6n de la mirada Pensemos <;l mundo en su flujo, y, luego, hagamos las pregontas pertinentes a nuestra realidad. Tengo certeza de que se verán Iluminadas desde otro ángulo. Junto a las dlfu:ultades existentes, el tema de la globalización exige además sortear algonas trampas, principalmente cuando hablamos de cultura. Deben ser evitados dos obstáculos: uno de naturalezametodológica, otro de cuño ideológico. Comienzo mi digresión con el primero. En la literatura existente sobre medios de comunicación, tecnología y administración de empresas, es común enconlraJ; bajo formas diversas, la problemática de la homogeneizaci6n de la cultura, Porejemplo, la utilización de un mismo sistema téCIÚCo, en escala planetaria, llevarla a la nivelación de todos. Este pronóstico puede articularse, no obstante, con una jerarquía dislinta de valores. La visión oPtimista ve en el progreso de las telecomunicaciones la posibilidad de comunión entre los hombres. Los individuos, dispersos en la "aldea global", se reconocerían unos con otros, rompiendo su aislamiento y las restricciones de ~os idiomas locales. El punto de vista contrario revela otra dimensión. Una cultura homogénea e1iminaria definitivamente las diferencias entre los pueblos.~_este caso, gtobalizadón es sinónimo de estandarización de la conducta. Se trata de una perspectiva comón entrealgunos analistas de mercado, para quienes la globalización de la econmnla imptica la emergencia de una sociedad en la cual los hombres se comportan de manera idéntica. Viviriamos as! en un mundo "plano", y el INTRODUCCiÓN to, fast-food, vendidos y consumidos mundialmente, expresan la cara unidimensional de las sociedades contemporá- neas. Esta visión convive con otra, su negad6n. En este caso, ya no se trata de unidimensionalidad, sino de multiplicidad. De ahíla insistencia en el resurgimientode las reivindicadones locales, específicas,movimiento que demostraría el an- tagonismo a todo principio unificador.Multiculturalismo, conflictos en el Este, fundamentalismo, son las señales de la presencia de un mundo despedazado, fragmentado, Los escritos de los "post" modernos son expresivos de esta tendencia. 'Iambién encontramos el mismo diagnóstico entre algonos estudiosos de la tecnología, para quienes, lejos de homogeneizar las costumbres, la Iécnica es un elemento de diversificaci6n de las relaciones social,,ª-Ejemplo: la pro1iferación de la televisión por cable, las radios FM, las redes interpersonales de computadoras, etc. Se insiste, por lo tanto, en subrayar los aspectos particulares, como en los escritos sobre marketing -la personalización de la atención de los clientes (cusIotniud produd), la diversificación de los gostos, la descentraliz¡lci~de la gestión. El mundo estarla compuesto por una miríada de mosaicos, pur partes heter6clitas. Se babría pasado as! de una era "fordísta", en la cual habla predominado una cultura de masas, a otra más "flexible", capaz de afirmar la indivjduaJW¡¡d de las personas Y los grupos sociales. Creoque es necesarioromper con esta visión dicotómica, por la que aparentamos estarfrente a dos movimientos dis- mercado, compacto y estandarizado, r.eveJaóíU.u superficie. Una seriede objetos,jeans, televisoreS, tarjetas de crédi- lintos y antípodas, uno que tiende bacia la totalidad, otro hacia lo particulaJ: Debemos entender que la modernidadmundo se realiza a través de la diversidad. En tanto modernidad, privilegia la individualización de las relaciones sociales, la autonomía, la afirmación de aspectos especfIicos (por eso, la sociología clásica inicia sus estudios con el tema del desarraigo del hombre -Durkheim con la anomia, weber con la racionalización de las esferas culturales, Simmel con el dilaceramiento del individuo-). Sin embargo, esos elemen- xxii xxiii OTRO TERRITORIO INTRODUCCiÓN tos, en apariencia desconexos, están envueltos por un tejido más amplio. La modernidad está constituida por un conjunto en el cual el todo se expresa en la individualidad de las partes. Diversidad y semejanza caminan juntas, expresando la malriz modernidad-mundo en una escala ampliada. Plantear la cueslión desde esta óptiCa nos permite evitar el falso problema de la homogeneización de la coltura. No obstante, debido a la especificidad del campo cultural, pienso que es importante señalar algunas diferencias. Cuando nos referimos a la economía y la técnica, nos encontramos ante procesos que reproducen sus mecanismos, de modo igual, en todos los rincones del planeta. Hay sólo un tipo de economía mundial, el capitalismo, y un único sistema técnico (fax, computadoras, energía nuclear, satélites, etc.). Sin embargo, es diffcil sustentar el mismo argumento respecto de los universos culturales. Por ese motivo, prefiero el término" gtóbalización" al referirme a la economía y la tecnología; son dimensiones que nos reenvían a una cierta unicidad de la vida social: Y reservo entonces el término "mundialízacién" para el dominio específico de la cultura'. En este sentido, la mundíalizadón Se realiza en dos niveles. Primero, es la expresión del proceso de globa\ización de las sociedades, que se arraigan en un tipo determinado de organización social La modernidad es su base material Segundo, es-una weltanschauung, una "concepción del mundo", un "universo simbólico", que necesariamente debe convivir con otras formas de comprensión (política o teligiosa). Vivimos en un espado transgl6sico, en el cual diferentes lenguas y culturas conviven (a menudo de manera conflictiva) e interactúan entre sí. Una cultura mundiahzada configura, por lo tanto, un "patrón" civilizatorio. En tanto mundialidad, engloba los lugares y \as sociedades que componen el planeta Tierra. Sin embargo, como su materializad.6n presupone la presencia de un tipo específico de organización social, su utilizar 3 Véase Qrtiz, R, MumlWizapw ecu1turrJ, San Pablo, Brasiliense, 1994. """ manifestación es desigual. Una coltura mundia1izada atraviesa las realidades de los diversos países de manera dilerencíada. Existe, por lo tanto, un diferencial de modernidad que confiere mayor o menor peso a su concretízedón, La otra trampa es, fundamentalmente, de carácter ideológico. Normalmente, la literatura que se ocupa de la globalización tiende a comprenderla de manera oblicua, parcial 'Iodo sucede como si la expansión del mercado y la tecnología obedeciera a una lógica inexorable, lo que nos lleva a conformarnos roo el cuadro actual de los problemas que nos afectan. Los hombres de marketing intentan Convencernos de que la globalizaci6n de sus productos se corresponde con una "humenízacíén" de las relaciones sociales; en definitiva, los hombres tendrían a su disposición el mundo de la fant~ con el que tanto habían soñado. Los tecnólogos también nos sugieren una calificación de las sociedades como"atrasadas" o adelantadas", medidas en función de la base técnica a partir de la cual operan. El mismo tipo de razonamiento se encuentra entre los representantes de las transnadonales. La globalización tornaría obsoleto el Estado-nación, lo que significa afirmar que las grandes corporaClones se presentan como modelo de realización económica y política, en el nivel mundial. Globalización toma' síndnimo de modernidad. Todo lo que no encaja dentro de este principio se vuelve sospechoso y revela un cierto sabor de pasado, de arcaico, de algo que condice con los tiempos remotos de la humanidad. Nos encontramos, por lo tanto, ant~ una ideolo~ que valoriza el statu quo, pero que oculta los intereses particulares de los grupos que la profesan. ¿Cómo reaccionar ante estas fuerzas? Una forma consiste en retroceder, identificando la globa1ización con una visión de ~o puramente ideológico. Más aún, es incluso posible consíderar el neohberalismo como"causa" de ese estado de cosas. No es esa mi intención. Otra forma es considerarla como expresión de la mundialidad. Con esto sugiero que la estructura de la modernidad-mundo engloba factores de orden polítíco, al articular los diferentes niveles de la realiH s: OTRO TERRITORIO dad social Desde esta perspectiva, los grupos trasnaclonales deben ser vistos como actores políticos cuyo campo de actuación es el planeta. Sus ideas nos parecen impositivas porque traducen la prevalencia de una ideología vinculada con las fuerzas dominantes del proceso en marcha. Resta saber si esas ideas deben, o no, permanecer como si fueran la única alternativa de convivencia entre los hombres. Píenso que no, pero, en este caso, es necesario que otras propuestas sean presentadas y debatidas. Por eso, la política ya no puede ser pensada sobre una base exclusivamente nacional o local. Tenemos que imaginar el mundo como un "espacio público" (como sugiere Habermas), una "sociedad civtl" en la cual se enfrentan proyectos y versiones diferentes, antagónicas o complementarias. La problemática planteada tiene, por lo tanto, implicaciones de orden teórico Ymetodológico; conduce a unareevaluación del cuadro conceptual de las ciencias sociales. En este sentido, podemos decir que "globalizaci6n", "mundializacíén", 11sociedad civil mundial", "polftica interna mundial", 11cultura intemadonal-popular", "desterdtorializ,ación", son conceptos que nos ayudan a comprender la dinámica de las sociedades actua1es -basta consultar cualquier diccionario de ciencias sociales para constatar su emergencia redente-, Por ejemplo, cuando digo "política externa" supongo que el orden mundial resulta de la interacción de naciones particulares. Entre tanto, al hablar de "política interna mundial", desplazo mi razonamiento hacia otro plano. Las naciones forman parte ahora de la dimensión intrfnseca de la totalidad mundo. Cuando me refiero a un imaginario colectivo íntemecíonal-popelee me dlstancio de las especificidades y las identidades nacionales para captarlaS en otro nivel Puedo considerarlo como el resultado de un movimiento de desterritorialización, y aprehenderlo como un universo de símbolos compartidos mundialmente por sujetos situados en los lugares más lejanos del planeta (pIlbHcidad global, filmes, programas de televisión, moda, etc.). Un conjunto de objetos-signos, jeans, imágenes de estrellas de cine, Mac- INTRODUCCiÓN Donal~'s, productos de supermercado, dejan de ser vistos como ImpoSlOones exógenas para ser entendidos como elementos de una memoria colectiva mundial. Es posible que muchas de esas categoría, que somos obligados a construír se ~uestren insuficientes en el futuro. Esto forma parte d~ la historiade la razón científica. Pero sin ellas, el pensamíento ~e dificultades para avanzar; Es curioso, pero este fin de SIglO que, para el sentido común de las personas y de muchos estudiosos, se muestra como exclusivamente negativo, se presenta para mí lleno de desafíos. Lejos de pensar que estarna:' ante una "crisis .paradigmática", una parálisis del pensamiento, veo un horizonte que puede ser explorado de otra manera, más creativa,.capaz de impulsamos más allá de ~uestros conocimientos petrificados. Optimismo del p~nsanuent~, que no se confunda, sin embargo, con optirrusmo político, puesto que el mundo en el que vivimos está atravesando por contradicciones y conflictos, por nuevas formas de poder y dominación. Entenderlos es ejercitar nuestra responsabilidad intelectual xxvii EL VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO· Kub1ai Kan había advertido que lasciudades de Marco Polose perecían, como si el paso de una a la otra no implicara 1U\ viaje sino 1U\ cambio de elementos. Ahora.decada ciudad queMaroo ledescribia.1a mente del Gran Kan partía por cuenta propia.. y desmontada la ciudad parte por parte, la reconstnda de otro modo, sustituyendo ingredientes, desplazándolos, invirtiéndoIos. Marcoentre tanto CCl\tinul1ba re6rlendo su viaje,pero el emperador ya no lo escuchaba, lo inlt'lTUmpía: -De ahora en adelante seré yo quien describa las ciudades Y tú verificarás si existen Y si soncomo yo las he pensado. ltaIo údvino, Úls ciudlldes ímJisibles El lema del viaje sorprende la fantasía de los hombres desde hace mucho. El viaje, como metáfora de enriquecimiento individual o retirada del mundo. El movimiento contrasta con la persistencia de los hábitos cotidianos, con su fijeza. Por cierto, el sentido del término se transformó a lo largo del tiempo'. En la antigüedad, los viajeros estaban regidos por el imperativo del destino. Las historias narradas en Lo Odisea o en la epopeya de Gilgamesh derivan de la voluntad divina; sus héroes vagan por mundos desconocidos pero no poseen el libre arbitrio de la elección: vagan por mares, desiertos, montañas para, en el fondo, realizar los designios de los dioses. El camino es vivido como una prueba, la aventura como un sufrimiento. UIi>es "debe" partir, padecer trente a los peligros -esta es una exigencia fatídica, la manera de poner • Traducrión: Ada SoIari. 1 Véase Lee, E. J., The Mind '991. of the TTIlVe/er, Nueva York. Basic Boob, [ t J OTRO TERRITORIO en marcha la historia mítica-. En el mundo moderno, probablemente a partir de la época de los románticos, el viaje se líbera de la carga de sufrimiento que 10había acompañado, y se torna excitadón y placer. También deja de ser una imposición ajena; el hombre moderno tiene autonomía y una individualidad distinta de los humores divinos, y el movimiento es fruto de su volición personal. Pero, zqué es en realidad el viaje? Yo diría de modo preliminar: un desplazamiento en el espacio. Siempre es pasaje por algún lugar, su duración se prolonga entre la hora de la partida Yel momento del regreso. El viajero es alguien que se encuentra suspendido entre esas dos referencias que balizan su recorrido. En este sentido, el viaje está próximo a los ritos de pasaje. Implica la separación del individuo de su medio familiar; después, una estadia prolongada on lhe road Y por último, la reintegración a la propia casa, la tierra de origen. Quiero subrayar el aspecto de la "separación": contiene la idea de que una persona sale de un mundo anterior para penetrar en otro totalmente nuevo. Los rituales de iniciación religiosa son un buen ejemplo de esto. El neófito, trabajado por los mecanismo rituales, deja su estado profano para ingresaJ; de forma paulatina, en el universo sagrado. El ejemplo del candomblé es sugestivo'. Cualquier hija-de-santo, para ser admitida en su nueva morada, debe ser cuidadosamente preparada. Primero, se distancia de su vida anterior, lo cual se consigue a través de un conjunto de procedimientos (rapadura de la cabeza, aislamiento de la iniciante durante un cierto periodo, sacrificio de animales, elección de un nuevo nombre.etc.). El procesoes, enverdad, un "viaje" durante el que ella experimenta "otra" realidad. Acompañada por la madre-de-santo, va a ~ poco a poco los .secretos de un cosmos inaccesible a las personas comunes. Sóloentonces, después de !IDa preparación prolongada, Pve- EL VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO de retornar. Pero su destino ya no será el mism r las de su inida '00 la o. :marcas .a acompañarán por el resto de su vida. El p~Je presupone la idea de frontera, de limite Cada compartimiento es un mundo aparte. Por eso mismr \T¡ Gennep lo asoció con el territorio. Él dice: o, an "~~~e en general ~I territorio ocupado por una tribu se~da está definido sólo por accidentes naturales sus habl~tes. y vecinos saben muy bien dentro de qué Úmt. tes temtoriales prevalecen sus derecho . m s Yprerrogativas. El ~ natural puede ser, por ejemplo, una roca o un árbol un node O un lago sagradoque está prohibid ~ , . o atravesar bajo ~a _ sanciones sobrenaturales. Con frecuencia, el límite es señalado por un objeto-poste, pórtico, piedra- e fue colocado en ese lugar con ritos de consagración, és de CO~ocación. o fijación ceremonial de losmarros o lími.. t ' . espacio determinado del suelo es apropiado por de::=do &r,upo, de manera que si un extranjero penetra ~CIO reservado, comete un sacrilegio, del mimo modo que un profano penetra en un bosque sagrado o en un templo" . A:-lO: :s s: De aquf resulta el interés por la imagen de las puertas; al abrirse o cerrarse f · , . ' avorecen o inhiben el movimtentn d I e pasaje. De esta forma, una sociedad se asem . con . eja a una casa .un conjunto de habitaciones y corredores. Cada célula enoerra !IDa expresión propia Y!IDa individualidad la comunicación entre eDas se realiza median modal,l de ceremonias furmalidade . te un complejo nícacíó y . s que pemute el flujo de comun entre umversos estancos fu . .. m~as, ~~es, sep~~aC16n -estas ideas subyacen a la ' . a del VIaJe-. El viajero es ante todo un extrani Intruso un "m;¡1'Oin",l" jerc, un , --."..~ , como afirma Simmel'. Él se aleja de su mundo propio . r- e ingresa en territorio ajeno; su condición ¡ San ~~:t, c:; yassagem, PabIO,·Ática,.e;~geíro .en Moraes Filho, ritos de 2 Véase Bastide, R., Leamdombléde Bahia, Paris,Mouton, 1958. 2 De 3 Petrópolis, Vozes, 1978, p. 34. E. (comp), Simmel, EL VIAJE. LO POPULAR Y EL OTRO OTRO TERRITORIO liminar se expresa en las costumbres de diversos pueblos. Van Gennep considera que "Ia llegada de un gran número de extranjeros tiene como contraofensiva actos de refuerzo de la cohesión social local; los habitantes huyen de las aldeas y se refugian en lugares bien defendidos como colinas o busques; o bien, cierran las puertas, se arman, dan el toque de reunión; o bien el jefe va solo o con susguerreros al encuentrode los extranjeros, en su carácter de representante delta sociedad y de persona más tnmuruzada que la gente común contra el contacto con los extranjeros"'. Por otro ~o, la a~ ximadón se lleva acabo de acuerdo con procedimientos estrictos: los extranjeros no pueden entrar inmedia~ente. en la tribu ya que deben demostrar, de.sd~ lejos, ~us mtenao~es. Para ello es necesaria una fase preliminar de cuarentena, en la que permanecen aislados de la aldea. De fucma grad~ las reladones se estrechan y, después de un periodo de reclusión", ellos pueden transitar normalmente en el drcu10 de la vida indlgena. 'RxIas estas precauciones son de carácter. profiláctico simbólico- El viajeroes un forastero Yneva COIlSJllO un ~ de amenaza. Por lo tanto, es necesario ~n~ex: posible contaminaciónde la aldea, y los rilosmág=-religiosos llenen una función de antídoto que preserva e' orden loca1 contra las incertidumbres de lo desconocido. Si bien dije que todo viaje es un desplazamiento en el espacio,no se trata de cualquier espacio. Posee una~ r1dad: su discontinuidad. Cada sitio, cada.cultora constitnye , un territorio particular. El viajero es un mtermediario que pone en comunicación lugares que se encuentran separados por la distancia Y los hábitos cul~, lu~ que nada interliga,a no ser el movimiento del V18Je realiza~o por. ~ motivadón ajena a su propia lógica. Frente a la díscontínuídad de los lugares, el viajero se comporta como alguien . unidades heterogéneas' su itinerario•interlíga que aproxuna WUUdU • puntos desconexos. Ocurre, así, una uitida separación entre una 5 VanGennep,A.,op·cd.,p.42. 4 el que se mueve y los lugares visitados. El viajero se nutre de este contraste: él es la fuente de la experiencia y del saber que le penniien interpretar su posición originaria a la luz de la diversidadcon la cual entraen contacto. El tema del viaje se abre, así, para la discusión del otro. Desplazarse significa tomar conodntiento de aquellos que difieren de "nosotros". Por eso mismo, el descubrimiento de América tiene un significadovital parael entendimiento del hombre europeo; el mundo salvaje es el contrapuntode la civilización occidental. Para muchos,como Colón, el mundo salvaje será una visión del paraíso; para otros, la imposibilidad de <.re los valorescivilizatorios arraiguen en tierras tan extrañas. Peromás alláde la manera como este otroes aprehendido, sea como fuente de :inspiración o como materia de dominación, él preexiste como diferencia. Así, los relatos de viaje constituyen un importante material para la reflexión: estimulana los filósofos en la comprensióndel hombre universal, traen informaciones sobre las "variedades de la especie humana", revelan al "nosotros" europeo un mundo distante e íncomprendído", Y lo mismo puede ser dicho respecto de la vocadón antropológica, también se funda en el reconocimiento de la alteridad. El antropólogo es un "extraño" que se mueve paracomprenderla lógicade una comu- ' nidad totalmente distinta de la suya8 • Como etnógrafo él debe "hacer nativo", esto es, acercarsede la mejor manera posible a la lectura distante. Su viaje es una forma de acli6 V_ TOODrov, T., LA """'Iuéle de l"Amirique, París, Seuil. 1992; Ruarque de Holanda, s., ViSliv do PImÚSO. Rio de Janeiro, José OIympio, 1959. 7 VéaseDuchet,. M,AntropologílJ ehistaritzen el Siglo drt.s Luas, Mbico, s;gto XXI. 1.... B Aun Lévi-5trauss, que decía "odiar los viajes"'. se vio obligado a rdatar su saga antropológica en TrisUs tropiques, Paris, Ubrairie PIoo,. 1955También Roger Bastide vio sul6gica cartesiana desafiada porel mundo del candomblé. Véase &tuJos/lfrobrasileiro. San Pablo, Petspa..1i-va, 19'73. 5 OTRO TERRITORIO EL VIAJe. L.O POPULAR y EL OTRO matación a un medio inhóspito. li'abaja como un descifrador,integrandolo"desconocido" asuJenguaje familiar. Pero ¿cuál es la relación entre el viaje y la probleuultica de la cultura popular? Retomo el tema del espacio. Basta mirar la literatura sobre las manifestaciones de la cultura popular para discernir algunos trazos comunes a ambas situaciones. En particular, quiero señalar el tema del"aislamiento". Por ejemplo, cuando los folcloristas estudian las baladas, los proverbios, las creencias mágico-religioSas, las fiestas, atribuyen una cualidad especifica a este material: proviene de una región lejana, en general de las pequeñas comunidades canipesinas, y expresa la autenticidad de una antigua memoria tradicional Me interesa menos discutir las ambigüedades de esta autenticidad idealizada que subraya el hecho de que el folclorista supone la existencia de universos estancos, de limites en cuyo interior evolucionan de forma necesaria las manifestaciones populares. Porque se encuentran aisladas" de la dinámica social, estas manifestaciones reptesentan un tipo de focmación cultural reveladora del pasado. Su autenticidad está asegurada por la distancia que las separa de las imposiciones de la vida actual De este modo, el folclorista razona como un geólogo. En la superficie de la sociedad existen fenómenos diversos, la cultura letrada, la política, las ínstítucíones, debajo, una realidad encubierta por las edades históricas. Su tarea es atravesar los límites geológicos de esos estratos para, al fin, revelar la profundidad de los tesoros populares. Esta misma concepción persiste en los textos de los historiadores. Más allá de sus inclinaciones teóricas particulares, cuando analizan las culturas populares en el Antiguo Régimen los historiadores nos reenvían de forma inmediata al problema de las fronteras. Es el caso de Muchembled cuando nos habla de las aldeas campesinas de la Edad Media europea: NMás allá de la comunidad rural; y del espacio que ella controla -akíeas, cultivos y praderas; ciHnlrios y bosques-, comienza una zona de peligro en la que funciona más la ayuda mutua. En un radio de 10 a 20 km, accesíble a una N no • marcha de medio dia, o poco más, el espacio es menos. peIi; groso puesto que e;aste la posibilidad de establecer relaci<>nes familiares y amigables; esas solidaridades constituyen el limite.~o, los márgenes del mundo conocido. ~ mvadidos por la proIiíeración de lo sobrenatural, lo bandidoa y los animales salvajes. Márgenes que pueden ser abarcadoS con los,ojos. ~nes quelas personas recorren inquietas, con la íncertídumbre de si serán bien acogidas en otras aldeas. Más lejos comienza el verdadero dominio de lo deseonocído'", .Cada aldea, o núcleo de población, constituye así un uní~erso seguro. Suaíslamíento encierra las experiencias del conJunto de sus habitantes. El argumento es recurrente en varios análisis sobre la sociedad campesina. Cuando GeorgesPost~r de~ ~l campesino a través de la idea de Nimágeries de bienes limitados", razona COmo si el mundo rural corttiIviese en sus marcos su propia expücecíón'". El hombre-del'ca.m_ po, responsable por un tipo de cultura tradicional, vivirla entonces ensimismado. Su vida se desarrolla en el seno de un subsistema (económico, político, cultural) autónomo. El énfasis en la segmentación prevalece también en los estudios de comunidad, en particular los que se encuentran en la óptica de la antigua "escuela de Chicago". La Investígació~ clásica de Robert Redfield sobre la cultura Jo/k en 'rucatan (México) es un buen ejemplo de eso". Redfield cumpara cuatro unidades espaciales diferentes: la tribu indígena, la aldea campesina, la villa Yla ciudad Dentro de cada una de esas regiones, Redfield busca entender las cuestíenes. relativas al cambio social: individualización, secularización, declinación de la solidaridad dentro del vecindario, 9 ~uchembled, R, Culture popuIsire et culture des e1ites, Paris, Flamma, non, 1978, p. 61. 10 Poster, G., "Peasant Sodety and the Image ofUmited Gocds", en Potter, J. (comp.), Peasant Society, Boston,litl:le 8rown and Ce., 1967. 11 RedfieId. R., The folk Culture of y uaWm, Chkago, The Univenity of Chicago Press, 1941, p. 338. 7 OTRO TERRITORIO transformación de la familia extensa, etc. Su conclusión es clara: el avance de la división del trabajo, de la economía de mercado, de la heterogeneidad cultural, se da en fundón de la distancia existente entre esas órdenes geoculturaIes. El aislamiento de la tribu en reladón con la aldea campesina, de la villa con la dudad, determina la conservación o la dinámica de la tradidón.ldeaImente, la cultura popular ñorece dentro de determinados límites.Cuanto más lejos de los centros uIDanOS y de los Cánones de la dviIizadón, mayores serán su integridad y complejidad. No debemos imaginar que el aislamiento, postulado en aIgunos análisis históricos Y antropológicos, es en verdad tan radical (además, ningún autor piensa de esa forma). El tránsito entre las culturas existió siempre, seria insensato hablar de incomunicabilidad Sin embargo, vale la pena retener que la discusión sobre la cultura popular refuerza una dimensión que señalé antes, la de la separación. En rigOJ; ni siquiera necesitamos considerar la existencia de grandes distancias físicas entre las culturas para que la separación se manifieste. En las ciudades de Europa medíeval.Ia segregación cultural estaba representada por las minorlas étnicas -judíos, moros, eslavos, etc_u, cada una de ellas con su reng;6n, sus derechos, sus costumbres. La segregadón tenia lugar incluso en las diversas corporaciones. Las guildas agrupaban oficios dilerentes (artesanos, zapateros, tejedores), cadaunocon sussantos patronos, sus tradicionesy rituales, una organización propia del trabajo y el ocio. La dudad se muestra así como un conjunto segmentado en el cual cada una de las partes tiene su propia vida. Las manifestaciones de la cultura popular se amtraponen, entonces, entre eDas y en relación con una cultura de élite. también confinada a un horizonte preciso: el de la clase dominante. EL VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO En verdad, muchos análisis recientes se basan en esta misa Los trabajo~3 de Hoggart sobre la clase obrera ilusl:: bien este aspecto . Al establecer una clara distinción entre un "nosotros" obrero y un "ellos" burgués, Hoggart posIula una distancia cultural que define, en el interior de cada una de esas"configuraciones, espacios cualitativamente díferen, tes. El mundo" de los trabajadores es radicalmente otro antagónico del universo de los patrones respecto de la moraltdad, las maneras de ser, sentir y vivir. "Mundo" que se arrroga en un territorio espedfico, los barrfos obreros y que puede, de esta forma, liberarse de las in8uencias La cultura ~ra se expresa, y se reproduce, en la medí: ..6gen en que sus puertas" son capaces de delimitar una región. Ahora puedo retomar mi razonamiento. La cultura popular unplíca heterogeneidad, discontinuidad espacial, y por eso puede ser integrada por el movirruento del viaje. éSta es preasamente la propuesta de los románticos. Cuando los hermanos Grimmrecolectan los cuentos y las poesías popu_ lares, suponen que tales manifestacíones están preservadas, aPartadas_de la cultura de la élite. Este es el fundamento de la oposcon entre naturpoesie y kunstpoesie14• La cultura ~ular no puede existir, en su espontaneidad e ingenui~ SI es con~a por el arte culto. Su veracidades fruto de esta separaCIón. De aquí deriva el interés de los románticos' por los viajes pin~rescos. Las fascinación por ~l exotismo, por la fábula de Oriente, se aplica también a las costumbres ~p~~; es el exotismo el que los impulsa a moverse por tierras lejanas". Loshermanos Grirnm y George Sand buscan en las aldeas campesinas, perdidas de la civilización, el alimento para sus reflexiones; y escritores latinoamericanos como Joséde Alencar, se vuelven hacia los aborígenes y prí- 12 V_ _ P.C"""",,,,,,,,,,,,,.. ¡_ _ SanPoblo,Companhia Das Letras, 1989. 13 Hoggart.. R, The UsesojLiúmKy,Nueva York,. Oxford UniversityPresa 19'70. ' 14 Véase Kamenetsky, C., "The GermanFolldore Revivalin fue Eighteen Centwy. Herder's Theory of Naturpoesie"', en Jounud afPopul¡u Cut,. ture, No. 4, 1973. • • EL VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO OTRO TERRITORIO lS vilegian el 'buen salvaje" como objeto de sus aspiJ:aciones • Esta atraeei6n por los lugares remotos es un constante.~.1a literatura folclórica. En Italia, I'Itre se interesa por SI~ uno de los rincones más apartados d~1 pafs; en "Fran~ Sebillot valoriza regiones como Bretaña, donde la tradidón eda intorada"; en Brasil. SiIvio Romero hace del n = , una región distante de la capital, una de ~ matrices para su interpnetadón de la sociedad \mlSileiIa . En verdad la imaginación de los inteJectuales presupone la cultura como un elemento de alteridad. ~ es espej<> en el que se refleja un ser totalmente otro. Pueblo no significa osi una categoría histórica concreta, atravesada por los conflictos Y las contradicciones sociales, sino que se trata de un ideal, una dimenSión olvidada pero que se mantiene incólume al mundo de las letras Yde la razón. Viajar por la cultura popull1r seria una forma de "encantamiento del mundo", y no propiamente un conocimiento dentffico "! PDÍ>uJar dela~ . Creo que esta búsqueda de alteridad es el trazo de umón entre cultura popoJar ynación17. Herder fue. tal vez el pnmer pensador que lo explidló de manera consiStente. Al COllS1derar las culturas populares como modales, encerradas en sí mismas estrechó su vínculo con las nacionalidades. Cada dvilización seria un organismo vivo, íntegro, cuya idiosincrasla expresa la sustancia de un pueblo. El romanticismo retoma esta manera de entender las cosas. Los cuentos, le15 Véase Grtmm, The German Legends of the Brothers Grimm, ~~elfia, InsIitute for theStudy ofHuman Issues,.1981; Be1mOnt, N., L ~é une Céltique et Oeorge Sand: les débuts des tedtetthes folklonques ensrence", en Rommtisme,No. 9, Vol 13, 1W5; J. de AIencar,OGua· rani, San Pablo, Ática. 16 Véase Cochiara,. G., "Ihe Teaching of Pitre"', enJenanal o/Folklore Institute Nos. 1/2, Vol Xl,.197S; SebiIlot, P.;LejtJlkJm'etlelo. BrefBgne, París, Payot, 1950; Romero, S., Estudos scbre 11 poesitJ populM 1W BrtlSu, PetrópoIis, voees, 1977. 17 Sobre la. relación entre cultura popular Y nad6n,. véase Orue, R., JW.. manticos e foldoristils, San Pablo, Olho d'Agua, 1992. l. yendas, cantos y poesías enderran los tesoros de la nacIor1áüdad. El pueblo tiene su alma anidada en lo recóndito de la memoria popular. Cuando los Grimm se dedican al estudio de la poesía no actúan apenas como filólogos. La propuesta se apoya en Intereses que se desdoblan en el plano polItico: rescatar la lengua alemana de la injerencia de un idioma extranjero, el Hablar, yescribir en alemán, es una ma- fr_ nera de afirmar una identidad en contraposición a una determlnada domlnadón lingüIstica. El estudio de la cultura popuJar surge entonces como rescate del pasado, contrapuesto al presente, en el cual las ciases dominantes habrían olvidado sus propias raíces; pasado cuya validez se ejerce sólo cuando se abre para el futuro. No debemos olvidar que las naciones comienzan a formarse en el siglo XIX. Durante el período romántico, la Alemania moderna es una abstracd6n, o mejor, una aspiración; ella no exisle todavía. Y es este "todavía", hiato entre las condidones hislóricas y el porvenir, lo que permite que los intelectuales observen el pasado con los ojos puestos en el futuro. La valorizadón de lo popular se lleva a cabo en la medida en que la.nacíón es una utopía, un proyecto. Esto no es, sin embargo, una característica inminente del romanticismo alemán. Se trata de una dimensíón inherente a la relación entre lo popular y la constitución de la nación, que se manifiesta en diversos países y contextos. El caso de América Latinaes ejemplar Durante el sigloXIX Y parte del xx, tal relación anima a los intelectuales, los políticos y los movimientos culturales (cine, jíteranna, pintura, etc). De los muralistas mexicanos a los modernistas brasileños encontramos la presencia de un ideal constante: la nación. Pero es necesario aclarar que esta entidad, siempre es algo incompleto. Éste es su secreto. R>rser ulopla, desfasada en el tiempo, su construcd6n galvaniza la inIOglnadón de lodos. Frente a los sinsabores del presente, los impasses, las dificultades (pobreza, subdesarrollo, atraso tecnológico), la nación cristaliza un sueño aún no materializado. Cada país busca, entonces, los elementos de esta autenticidad ansiada en la raíces de sus ex- OTRO TERRITORIO presiones populares. La cultura popular actúa como sustancia simbólica que articula una alteridad posible; encierra, en la mente de los hombres, las poIencialidades de un mundo u diferente". Mi digresión acerca del viaje y la cultura popular tiene un objetivo: explicitar algunos principios que encterran estoeconceptos. Pero zeüos poseen la misma validez .en el contexto de las sociedades contemporáneas? ¿El proceso de gIobalización no nos obliga a repensar nuestra relación con el otro? Un primer aspecto salta a la vista: la quiebra de las fro~ teras. La revolución tecnológica, que envuelve las orgamzaciones empresariales, los medios de comunicación, los lugares de trabajo, los rontactos individuales Ycolectivos, demuestra ese cambio. La movilidad .intraplanetaría se tomó una realidad, que transforma las prácticas y las relaciones sociales. Se trata de un debate que, en general, tendemos a realizar en términos casi exclusivamente tecnológicos. Los satélites, fax, computadoras, multimedia, fibras ópticas, infovías surgen como determinantes causales de la amplia~6n de los límites geográficos, de la posibilidad de comunicación plena en el seno de una'aldea global". No tengo dudas acerca de la importancia de la técnica en las sociedades contemporáneas; constituye la base material de una cultura mundíalízada. Sin embargo, debemos recordar que la dílucíón de los límites o, lo que es lo mismo, la desterritorialización de lascu1turas surge ron la modernidad. La peculiaridad del momento actual es que su expansión, contrariamente al siglo XIX, ya no se confina a a1gonos países (Estados Unidos, Francia, Alemania e Inglaterra), sino que se torna planetarta. Esto significa una radicalización del desarraigo de las rosas y los hombres. Basta mirar el ambiente que nos rodea: está poblado por objetos caracterislioos de una civilización que se desterritorializó. Luz eléetríca, omnibús, aviones, televisores, computadoras, supermercados, cines, shoppings, calles, avenidas, aeropuertos, expresan la materialización de la.técnica como determinante ecológico. Estamos penetrados por la modernidad-mundo, ella nos acompaña en "to12 El VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO dos" los lugares. Esta condición del hombre rontemporáneo sobresale ~do hojeamos los viejos álbumes compuestos por los foklonstas; SIempre contenían un capítulo sobee las costumbres de los pueblos. Al recorrer sus páginas, el lector obtenía una visión de la diversidad humana: cada pueblo con sus hábitos alimentarios, sus vestimentas. Hoy nos encontramos con una singularidad de costumbres. }eans, za.. patos, zapatillas, camperas, sacos, jast-food, bebidas, comida industrial, denotan la inmanencia de un patrón civilizatorio mundializado. Los diversos grupos sociales comparten incluso ~ ~ colectivo común, rompuesto por signos comerciales, unagenes de cine y televisión, afiches de artis-tas, cantantes de música pop, etcétera. ~n este co~text~,la noción de viaje se encuentra comprometida La.distanoa dejó de ser un obstáculo físico para el desplazanuento; es apenas una variable administrada racíonalme~te por ~ ins~~ones sociales. El control se ejerce en el ~vel político, militar, ñnancíero o ecológico, y es capaz de ~lar de manera equilibrada, esto es, de acuerdo con l?s mter~~ en juego, el movimiento migratorio, armamentista, turístico o urbanístico. Existen, pues, una cartografía y una estrategia de los desplazamientos, que permiten interpretarlos en términos de su fundonalidad. El riesgo, uno de los trazos constitutivos del viaje, es de esta forma mtnínuee-. do. El riesgo puede incluso tener lugar, pero como resultado de un error o de una falta en los cálculos realizados. Desplazarse en el espacio deja de ser una u aventura". Lo desconocído, en el pasado sinónimo de distante, se torna habitual, y no apenas desde el punto de vista de aquellos que organizan el traslado (agencias turísticas), sino también de quienes lo ~entan. La modernidad-mundo posee su propio mobiliario, sus artefactos rodean a los individuos en cualquier parte del planeta. A pesar de que en el lenguaje común aún existen resquicios de expresiones como "víejar al exte~or", es evidente que ya no poseen el mismo significado. En ngor, cuando nos movemos en el espacio de la modernidadmundo, permanecemos en su interior. La sensación de extra13 EL VIAJE. LO POPULAR Y EL OTRO OTRO TERRITORIO ñamiento es de esta forma sustituida por la de familiaridad. Hoteles, desayunos continentales, vitrinas repletas de mercadenas, taxis, son puntos de referenda; Indican el camino y le dan al turista la oportunidad de sentirse "en casa" aun fuera de su paJs natal Es cierto que a1gunas veces él podrá perderse en la maraña de su trayecto. Las diflcuItades de comunicación son concretas; por ejemplo, la incomprensión de la iengua. Sin embargo, al contrario del viajero, el turista dispone del auxilio de un conjunto de expertencias codificadas -diccionarios, mapas de las ciudades, horarios de tren y avión, laIjeta de crédito- que le permiten pasear sin mayores diflcuItades. Un viajese prepara de antemano. Se requiere un conocimiento previo del itinerario -tiempo de estadla en cada lugar, reservas de hotel, presupoesto, visita a los sitios 'históricos", "intetesanteS", etc.-. En verdad, la exdtaoon.cuendo existe, pocotiene que ver con el ideal romántico. ERa proviene mucho más del contraste con el mundo del trabajo que del proyecto en si mismo. Los viajes (sobre todo los de natura- leza turística) son el equivalente de los feriados, un mo-mento de ocio, y en principio se asemeJan a otro tipo de actividades (ir al cine, descansar, ver televisión). fue lo tanto, el turista debe contar con informaciones seguras sobre su emprendimiento (¿habrá sol?, lcostará mucho la estadía?, ¿las playas son limpias?). Antes de moverse ya sabe lo que ocurrirá, pues el destino de sus vacaciones, de su fruición personal, está en juego. Elviaje deja entonces de ser un rito de pasaje. El "otro lado" es parte dellll1aglnario de aquello que se trasladan, Thrre Eiffel, Páo de A(uéBr, Puente de la Thrre de Londres, Empire State, restos del Muro de Berlín, castillos del Loíre, islas del Caribe, soo'lmágenes consumidas mundialmente. En ellas no hay nadá extraño. Las vemos constantemente en las páginas de las revistas, en los filmes de cine y televisión. fue eso _pueden ser expIotadas eñceemente por la induslria'pub1icilaria; excitan al cliente en el momento en que cruza las puertas de cualquier agencia de turismo. " Pero es posible afirmar que los cambios recientes inciden también en la idea de.fijl!Za; La .moderrúdad-mundo no sig_ nifica apenas desterritorlalización. Este es un primer paso que debe ~.pero, para existir como tal, sus objetos se deben reterri.tor:iaIizat. Una cultura mundíalízada sólo tiene sentido si está arraigada en nuestros hábitos más prosaicos. Necesita localizarse, en este o en aquel lugar; realizarse, de esta o de aquella forma. Comprar, conducir un auto caminar; divertirse, son prácticas que se insertan en el seno de una realidad mundíalízada, Somos ciudadanos mundiales porque el mundo penetró en nuestra vida cotídíana, Esto altera nuestra comprensión de la proximidad Y la distancia. En este aspecto los medios de comunicación tienen un papel preponderante. Aproximan lo que se encuentra "afuera" esto es.. alejado.. pero en el interior de la mcdernidad-mundo, ~ quienes los usufructúan. Filmes,videosr notidas, informacrones, cruzan el espacio para realizarse de forma s~mu1tánea en lugares diferentes. Las personas ya no necesitan moverse para tener acceso a un conjunto de cosas. Por eso, algunas agencias de turismo vislumbran el futuro de form"a promísoría, ~nzan a invertir en lo que denomínan VlilJe estacionano . Con el auxilio de la realidad virtual, el hombre visitarla los mundos distantes en el confort de su morada. En épocas pasadas,el viajeroeraun intermediario, un eslabón entre culturas aisladas. Él se movía, los lugares permanedan fijos,girando en sus órbitas. Era esta discontinuidad espacial la que confería interés y sabora sus relatos. El viajerotraía informacionesparalos que permanecían inmóviles en sus "paeses", Hoy su condición es otra: atravesado por la modernidad-mundo "viaja" sin salir del lugar; Las transformadones espadales tienen una inddencia directa sobre culturas populares. Durante todo el siglo XIX, la preocupaetón central de los folcloristas europeos (Inglate~~, F~ancia YAlemania) fur justamentecomprenderla relacion, mteractiva y conflictiva.. entre ellas y la modernidad. Ellos percibían que las "reliquiasdel alma popular" estaban amenazadas por el progreso. Frente al avance inexora- ta.s 15 OTRO TERRITORIO ble del industrialismo, sólo les quedaba la posibilidad de retirarlas de la historia Y preservarlas en libros, fotografías, textos. Como las culturas popolares se aproximaban cada vez más a un tipo de civilización industriaL era necesario aislarlas de la vida social. Los límites, frágiles en el plano de la sociedad, son recuperados en un.nivel simbólico. Los museos populares cumplen esta función; al separar las ~a nifestaciones populares de la historia, reconstruyen artificialmente la distancia entre ellas y el mundo moderno. A partir de la entrada en el siglo xx, el ritmo ~el.cambio se acelera El desarrollo de los medios de romumcacrón (rutas, revistas, diarios, radio, televisión) debilita aún más las lronteras entre las culturas populares y la realidad circundante. Por cierto, la cadencia de este movimiento no es la misma en todoS los lugares. Mientras que en la década del cuarenta la industria cultural en los Estados Unidos florecía a escala nacional, en otros países, incluso los europeos, era incipiente. Por ese motivo Robert Redñel pu~o encontrar e~ Yucatán el terreno ideal para la comprobación de sus teSIS (en esa época México no había realizado buena parte de su integración nacional). Los rincones aislados surgían como ejemplo de vitalidad cultural. Y una situación análoga se daba en toda América Latina. Thmbién en el Brasil fue posible una valorización de las culturas tradicionales, que permanecían no intactas sino activas, motivadas, dentro de un relativo dinamismo cultural (fiestas, jolgorios, creencias mágicas-religiosas, etc.). Los estudios de com~aciónrealizados entonces demuestran bien este hecho . Comprueban, en el interior de poblados distantes, la existencia de una cultura: campesina, pesquera, etc. Cada lugar, aun en contacto 18 Estudios como los de Donald Pierson, representante de la escuela de Chicago en San Pablo, contaban siempre con un caJ:'l~tulo ~bre "aislamiento y contacto", Véase Cna: dtis Alm4S: a BrazllUln VIIlRgF, Washington, Institute of Sodal Anthropology, Smithsonian Institution.l9S1. ,. EL VIAJE. LO POPULAR Y EL OTRO con el mundo exterior, lograba articular su autonomía al preservarla de diversas influencias. La consolidación de las industrias culturales reformula radicalmente este cuadro. Losmedios de comunicación aproximan, y mezclan. lo que se encontraba separado. Es sinto-mático que buena parte de la discusión acerca de "cultura de masas/cultura popular"'se haya trabado en torno de la cuestión de la homogeneización, No me interesa criticar aquí la idea de unicidad cultural, considero que es equívoca. Sin embargo, el propio debate, al ser establecido en esos términos, demuestra que la noción de espado está en cuesuén. En el fondo, subyacente a la idea de una cultura homogénea o masificada, reposa una dinámica que rompe con las particularidades de los mundos vueltos sobre sí mismos. Al integrar en su seno las diferentes manifestaciones populares, la sociedad contemporánea las retira de sus rafees tradicionales, Por eso, en diversos países el estudio de los medios de comunicación se encuentra íntimamente ligado a la problemática de la nación. llrnto en los Estados Unida; como en América Latina, la radio, el cine, la televisión son vistos como elementos propulsores de la identidad nacional". Poco a poco, las mabices popolares ceden paso a una realidad más abarcadora. Por cierto, muchas serán recicladas por la Oamada "cultura de masas", y en cada país esto ocurrirá de manera diferente. Sin embargo, el mecanismo de integración es análogo. La especificidad de esas culturas es redefinida por las fuerzas envolventes de la sociedad urbano-industrial. No es casual que la comprensión de la cultura popular se vea modificada. Hasta entonces el término se aplicaba a las producciones y el modo de vida de las clases populares. Diversidad afirmada en el contexto de realidades regionales. Había, sin embargo, un presupuesto en este tipo de perspectiva: la existencia de un mundo plural, regu19 véese.pce ejemplo, Whi1e,o. y Pendeton, J., PopuJm- e.....,..of""""" Lif<, Ca6/omia PubJUhe, Iec, 1977. 17 El VIAJE, lO POPULAR V El OTRO OTRO TERRITORIO lado por las 'puertas" Y "corredores" de cada 'casa' para hablar con las palabras de Van Gennep. El advenimiento de formas de expresión como el folletln, la radionovela, la telenovela, los filmes, las histotietas, la redefinirán. ~cu1tura popular contemporánea es en buena medida fabricada por esferas especializadas que escapan del d~minio~e ~ 10-calidades. Por eso posee un radio mayor de .irúhlenaa.. SIempre podremos decir que a partir de la difusión .exlStirán varias lecturas y USOS sociales de los bienes mdustrializad?". Esto es verdad. Pero lo que importa destacar es que las mdustrias culturales desplazan la centralldad que las ~~ popolares detentaban en las sociedades pasadas. La parte no es más una unidad autónoma; se articula, o, mejor, es atravesada por el todo. Este movimiento se toma más complejo. partir de la globalización de las sociedades. En este caso, ~a país es un fragmento de un todo más amplio. Los medios de ~um cación, que en un primer momento actúan como íntegradores de las culturas nacionales, traspasan las fronteras. La modernidad-mundo trae con ella otro tipo de civilización. La desterritorialización de los signos, imágenes y objetos echan las raíces de una cultura internacional-popular. MacDonald's, dibujos animados de la T~ Animation, telenovelas brasileñas, personajes de Walt Disney, westerns, al lado de todo un paisaje de mercancías y cosas, son trazos constitutivos de una memoria compartida en escala planetaria. Con esto la noción de cultura popular se amplía. Pasa a comprender un conjunto de pr~cticasde~aigadas, cuya presencia es simultánea en los diferentes rincones de la sociedad global. Los románticos podían viajar por la cultura popular en la medida en que ésta representaba algo extravagante, extraño • sus modos de hombres civilizados. El viaje y lo popular ¡iartidpan as! de las mismas cualidades -exterioridad, extrafteza,. alteridad-o En este sentido expresan una dimensión de.1II'alíIIeación'. Uso el concepto en su significado erigínark:t, Y no como se ha difundido en el discurso político. En ,. su raíz se encuentra la idea de separación (aún hoy en el lenguaje juridico se dice que un bien está 'alienado~). Por eso mismo, Adorno .consídera el arte como una forma de alienadón por excelencia. El arte introduce un contraste una ruptura, en relación con el orden de las cosas. Al rarse de la ~d, abre las puerlas para un mundo enteramente otro. Esta es también la dimensión valorizada por Simmel cuando aproxima la aventura a la sensibilidad estétíca", La aventura es esencialmente un acontecimiento extraterritorial, un desplazamiento en el espacio. Se realiza en un terreno distante de la vida ordinaria, y se configura en la experiencia de otro lipo de temporalidad. Arte y aventura comparten la misma tendencia, ser radicalmente"extr~os". a las evidencias del día a día. ¿Pero será posible esta alienación cuando el otro se disuelve en la proximidad? . Creo que la cultura popular, en el inicio del siglo XXI, no disfruta ~~ ~el aura que la envolvía. Marcada por el signo de la familiaridad, sufre una crisis de desencantamiento. Th1 v.~z por eso mismo los intelectuales no alimenten, en rela~on con ella, las mismas esperanzas que tenían los románticos, los folcloristas o, en América Latina los movimientos político-culturales de los años cincuenta;sesenta. Aún más creo que la ~ción entre lo nacional y lo popular. En el mundo globalizado en el que vivimos, atravesado por una cultura internacional-popular; el proyecto de construcción nacional toma otros rumbos. Ya no es posible pensarlo del modo en que lo hacíamos algunos años atrás. El eslabón: entr~ lo na~o~.y lo po~ tan caro a Gramsci, se desdibujó. ~Ila"na.Clón incompleta", ni lo popular, "auténtico" o "radical , tienen fuerzas para constituirse en signos de alteridad. No son más las metáforas privilegiadas para imaginar el Con esto no quiero decir que cualquier tipo de elterídad sea hoy imposible. Al fin de cuentas, la moder- sepa: fu:turo. 20 ~~I G" "L'aventure", en PhiJosophie de la Modemité, París, Payot,. 19 OTRO TERRITORIO alízable para el planeta como un nidad-mundo no es gener d íguales) con 1 bsisten zonas contrastantes (y es! todo. En é su " 6 Por otro lado la quiebra de las o la lógica de la .globa\iza n. si el Wo de nuevos tefronteras no Slgnifica su fin, perolastransformaciones recienrritorios límites. Mientras tanto, lo .Y n ciertas ideas, cierta primada en expresar tes destituyera ocido lo utópico. La cuesti6n es saber =~jar'"~n un mundo en eleual el espacio se comprimió· ESPACIO Y TERRITORIALIDAD* Existe en las ciencias sociales una fuerte tradidón en pensar el espado en relación inmediata con el medio físico. La evoluci6n de la geografia -por ejemplo, la escuela de Ratzel, entre otras- es pródiga en ejemplos de esa naturaleza. Sin embargo, incluso cuando nos apartamos del determinismo geográfico, de gran influencia entre los pensadores brasileños del final del siglo XIX!, la idea de territorio, identificado con los límites de su materialidad, está presente. Tomo al azar una definición de Pierre George, cuando intenta comprender las fronteras entre la lleografia y la sociologfa: "La aplicación del método geográfico a los datos sociales tiene como objetivo la definici6n de hecho y categorla de hechos observables en un medio espacial determinado, y la búsqueda de posibilidades, más o menos completas, de la universalización de esos hechos o categorías de hechos. El proceso de pensamiento es, por lo tanto, analítico; conduce a un inventario. Este inventario se fija en el espacio a través de la representaci6n cartográfica, que permite figurar cada hecho, en su escala y lugar exacto, así como hacer ciertas generalizaciones. Esta fase de la toma de conciencia se sitúa en el plano de la murfologfa social"'. Estamos, por cierto, alejados del reduccionismo de las escuelas pasadas; sin embargo, el vínculo entre fenómeno social y medio espacial permanece. El ge6grafo debe hacer un inventario de los hechos y luego localizarlos en un mapa Cada cosa en su escala, en su debido lugar. Este trabajo cartográfico preliminar es el fundamento de las generaliza~ Traducción: Ada Solari. 1 Wase RabertMoraes,AC.,IJeo/cg"'gm¡¡mfims,SanPoblo,_'_ 2 George,P., "Sodologie géographique",en Gurvitch,G., Trrlitétle~ íogie, París, PUF, 1967 (la. edición 1958), p. 255. 20 I 21 ] OTRO TERRITORIO ESPACIO Y TERRITORIALIDAD dones posibles. comparar mapas diversos, aproximar datos recogidos en regiones y zonasdiferentes. Por eso, Pierre George tiene el cuidado de definir 10 que denomina "unidad geográfica elemental", En el caso del hombre de campo, la colectividad rural seria el elemento aglutinador de la producción con los miembros de un determinado grupo social En cambio, los estudios sobre la industria partirían de otra base concreta. Cito al autor: "En geografía industrial, el primer hecho de observación es el establecimiento, que es el lugar de producción y el lugar de trabajo, definido, en su individualidad, su calificación, su importancia cualitativa y su íocaíízecíón'", Dentro de esta línea de razonamiento, cada lugar, establecimiento o comunidad rural, posee una individualidad, una cualidad que le es propia. Ésta se expresa en su localización, dato crucial para el geógrafo, sin el cual su esfuerzo cartográfico seria en vano. Thmbién la sociología y la antropología privilegian la relación entre cultura y medio físico. Durkheim había, incluso, idealizado la creación de una nueva disciplina, la "morfología sedal", sintesis de la geografía y la demografía, para comprender las articulaciones entre las sociedades y su sustrato materíeí', Disciplina que se ocuparía de la distnbución de los individuos en el suelo, de la densidad poblacional de las aldeas y las ciudades, de las vías de comunicación, de las fronteras, etc. Fue dentro de esta óptica que Marcel Mauss escribió su ensayo sobre las variaciones estacionales de las sociedades esquimales", Su análisis de morfología social es una aplicación de los principios durkheimianos, al demostrar cómo la civjlizaci6n esquimal se encuentra indeleblemente marcada-por su territorialidad. En verdad, toda la antropología clásica retoma esa premisa, Cuando el antropólogo estudia una sociedad prímí'ti 'ó ' kíal va, su pr~pao n uu es delimitar el área que abarca. Los estudios etnográfioos (como los de Malinowski en las islas 10~and o los de Evans-Pritchard sobre los azande) contienen siempre un mapa: su función, localizar esos habitantes extraños, distantes. de nosotros, en sus lugares N exactos". La c~rt0t.?'affa es el instrumento utilizado en su primera aproximación. Geógtafos y antropólogos comparten. por lo tanto, la Id~a de que las cufturese arraigan en un medio físico determmado. Tomo a Max Sorre como ejemplo. En sus Fundamentos de la geografía hU11Ulna6, describe el planeta como un conjunto de sociedades particulares dispuestas en unmismo sustrato, la Tierra A la unidad ecolóoica se contr la di "dad erapone v~ de los pueblos. Cada uno con sus costumbres, sus vestimentas, ~us creencias, sus maneras de trabajar el suelo, . su modo de vida El mapamundi de Sorre es un caleid en el eu~ se reflejan las idiosincrasias de las civiliza=~ Cada reglón del globo e~lá habitada. material y espiritualmente, por un~ cuJ~a. Este es el dominio de su fijeza. ~e manera lIDplíota o explícita, los análisis en las ciencias SOCIales poseen una ?erta comprensión de qué es el espado. (en .el caso de la SOCIología y la ciencia política, el territorio nacional es preponderante). ¿Es posible mantenerla en el cuadro actu~ ~e las sociedades contemporáneas? Difícilmente. Eladvenimiento de la automatización, la transmisión de datos, la telecomunicación, tornan obsoletas ideas como "unidad geográfica elemental'", Los SOCiólogos del trabajo nos 6 Sorre, M., Les fondéments de f¡¡ géogmphie humaine tomo ID París Ar- 3 mand Colín, 1952. Ibid., p. 266. Durkheim, E., "Notes sur la morphoíogíe socíeíe". en ]ounwl Sociologique, París, PUF, 1969. 5 Mauss, M., "Bssaí sur les variations sai!;onnieresdes socíétés esldmos: étUde de morphologie socíale", en Sociologied tmthropo1ogie, Paris, PUF, 4 1968. " , 7 El texto citado de Pie~ Ceorge fue publicado originalmente en 1958 &:presenta, a mi entender, una manera de pensar el espacio en determinado momento de la historia de los hombres. Sin embargo partír de las transformaciones recientes, el propio autor reconoce fu.~. dad de refonnular nuestras concepciones.'.Véase ChronUJue géographi_ que du XXhne síéde, París, Armand Colin, 1994. 22 23 ESPACIO Y TERRITORIALIDAD OTRO TERRITORIO muestran que el campo y la fábrica tienen sus paisaje~~es figurados8 . En diversos paises el campesino fue s~tituido por el empresario rural, que ya no camina más al ntmo de villa sino que se conecta, informáticamente, con la a1dea o la , brimien el mercado nacional e internacional, con los descu . .tos tecnocientíficos, con el mundo que tendíamos a pem~ll' como una expresión del"afuera". 'Iambién en la industria, el establecimiento perdió su centralidad. La deslocalización de la producción es hoy una realidad. Las lineas de montaje, que fijaban a los obreros en lugares espeóficos, son, poco a ,sustituidas por la flexibilidad de las tecnologías. Ya no ::'ecesario que la planta industrial se sitúe ~ este aquel lugar el producto es el resultado de intenoones diversas, C(xmÍinadas por la automatización. Elimpactode las tecnologías afecta incluso a las ciudades. Al informat:izarSe los ser. . los hogares la trama urbana adquiere un .nuevo VlOOS y , riali ternto significado; es atravesarla-por. mensajes ~~ zan a las personas, las viviendas y los edificios. . No pretendo extenderme acerca de los cambios que caracterizan este inicio del.siglnJoo. Prefiero apoyarme en la literatura existente y tomarla como principio orientador ~e mi razonamiento. De este modo puedo abordar la temática que me interesa directamente. En la discusión sobre la desterritorialización es común encontrar afirmaciones del tif':"el espacio se vedó", "el mundo ya no posee fronteras" . Algunos ~utores, frente ~ los descubrimientos tecnológicos, en particular de la realidad virtual, llegan a imaginar que el horizonte entre la fantasla ? d-:s 8 Cf. Kaplinsky, R., Autonuztion: tire Technology and Society, Londres, 9 ~:M. (comp.).Hish T<d<..,/ogy, s".,,<md Socidy.Beverly Hills, Sage Pub6cations, 1985. 10 _ y la realidad está roto". La noción de espacio estaría, pues, en su ocasoi Las distancias se acortaron a tal punto que ya no tendría sentido afirmar su existencia. No sólo las fronteras entre las naciones fueron traspasadas, sino que incluso el mundo de la fabulación se confunde con el real. Creo que es fructífero entender este pronóstico articulando con otros "fines", pregonados por investigadores, críticos sociales, empresarios de transnacionales e ideólogos. Hay ciertas insistencia y convergencia en los términos del debate. Se habla del "fin" del arte, del Estado-nación, del trabajo, de la historia, de la modernidad. Estaríamos viviendo una espede de quiebra terminal. Una forma dereaocionar ante todo eso es tmnar elargumento al píe de la letra. Éste me parece un camino equivocado, nos lleva a una ponderación sin fin, intentando, a cualquier rosto, demostrar la continuidad entre pasado y futuro. Esta posídón tieneademás otra desventaja: es defensiva, posee un sabor conservador. Al aferramos a la permanencia del Estado-nación, inevitablemente, terminamos ocultando los mecanismo de la globaJizadón; al obstinarnos en la "centralidad" del trabajo, olvidamos a menudo que las técnicas productivas ya afectaron su esencia; al deificar las conquistas de la modernidad, olvidamos que muchas de ellas poco tienen que ver con las premisas filosóficas que la habían orientado (libertad e igualdad). Las posiciones se polarizan, así, entre "permanencia" y "fin", "antes" y "después", modernidad y posmodemidad, alejándonos de lo que debería, en rigor, ser comprendido. Otra manera de enfocar las cosas es tomar el "fin" no como algo en sí, sino como un síntoma de cambios más amplios. Cambios que rearticulan el mundo del trabajo, la esfera del arte y las relaciones entre los hombres. En este caso, ya no nos ayuda tanto decir: el espacio"se vació"; importa más entender su nueva configuración, cómo es "ocupado". . VIase.. por ejemplo, Virilio, P., O fSptl9J cn1iro, Río de Janerro, Editora 34 1993, o autores como Ohmae, K., Mundo semfrrJtttftms, San Pablo, 11 Cf. Parente, A (comp), lmo.gem máquina: a era das temologias t1irlwlis, Río de [aneiro, Editora 34, 1993. Makron Boob, 1994. 2. 2S OTRO TERRITORIO ESPACIO Y TERRITORIALIDAD Retomo a Durkheim y Mauss para aclarar mi punto de vista. En el ensayo"Algunas formas de clasificación prímitívas"u, argumentan que el espacio no es una c~tegoría abstracta. Al contrario de los filósofos, que atribuyen a los hombres una propensión natural para clasificar las cosas, Durkheim y Mauss vinculan las cate¡;orIas de pens¡uruenlo con el fondo social que las constituye. Las f~nclOnes ,cognitivas están, por lo tanto,~das porlas ~turé3f que las envu~ven,1\sí se puede deor que la concepoón chína del tiempo y el espacio ordena la orientación ~e los edificios la fundación de las dudades, la construccíén de las las tumbas y los cementerios. El mismo ?rincipio es válido para lastribus primitivas. Entre los zuru, norte, sur, este y oeste no son apenas puntos cardinales. ~ada uno de esos compartimientos geográficos posee cualidades ~ deles modales, El viento, el aire, la fuerza y la destrucción son atributos del norte; mientras que el verano, el fuego, la agricultura y la medicina pertenecen al sur. La categoría,especío es, de ~ta forma, "ocu~da" de las maneras ~ás diferfiiies;"todo depende del conjunto de fu~rzas sociales a las cuales se refiera, La propuesta de Durkhenn y Mauss tiene una consecuencia importante: inaugura una teoría del ronoctmienlo (por cierto, no en el modelo de Marrnheim), que abre camino para una posible sociología de las funciones cognitivas. Espacio y tiempo son categorías que preceden a lasideologías y las concepciones de mundo, y varían con las sociedades a las cuales corresponden. Este tipo de comprensión es hoy de ~tina .en los estudios antropológicos ~ror ejemplo las diSCUSIOnes sobre derecha e izquierda) e históricos. Hablamos, de modo habitual, de la concepción del tiempo y el espacio en la Edad Media europea, en el periodo helénico o en una tribu guarantl • Cada "pueblo" tendriaasí"su" forma "pIinütiva",esto es, anterior al contenido que ordena, de clasificación. De este modo, decir espacio vado" seria un contrasentido, a no ser que se realice un esfuerzo de comprensién de esta ausencia. Dicho de otro modo: si es verdad que los cambios recientes de la sociedad consoüdan un patrón civilizado particulaJ; el de la modernidad-mundo, resta preguntarnos S<Ji>rI' ~I tipo de espacialidad que le es peculiar. Si es sabido que la desterritorializaci6n es uno de sus trazos esenciales, la cuestión puede entonces ser formulada: lcómo se caracteriza, en el mundo contemporáneo, una tenitorialidad desarraigada? ¿Cómo comprenderla cuando se amplía más allá de las fronteras físicas, abarcando a los individuos, las naciones y las culturas? ¿Qué es,un espacio global? ¿Tiene sentido hablar en esos térmínoaz'Iomo de la literatura disponible una respuesta posible: la Ciudad gjobal", SasldaSassen, al comparar Nueva York,Londres y Tokio,tiene un objetivo claro: demostrar que en el contexto de la gIobalización del capila\. esos tres centros .urbanos desempeñan un papel fundamental. En ellos se concentran las oficinas de las grandes empresas industríales, comerciales y financieras; en ellos se encuentran los productores de servicios (publicidad, agencias de seguro, masa-medía, etc.), en gran medida responsables de la tercerízadén y la especialización de las actividades. Frente a la globalización del mercado, la fragmenlación de la producción, la desloéalización del trabajo y la flexibilidad de las tecnologías, las instituciones económicas transnacionales se rearticulan, determinando lugares de comando de sus actividades planetarias. La ciudad global es, por lo tanto, un núcleo articulador del capitalismo mundial En rigor, ninguna de esas ciudades puede ser entendida dentro de sus pro- 12 Dwkheim, R, Y Mauss, M., "Des qcelquee primitives de deseíñcetiDn"', en Durkbeim, E., Journal Sociologiqw, dtado. 13 VéueNeebam, R. (comp.), Rightand Left: f.ssays on DualSimbolicCfas. sijimtion. Chicago, Chicago University Press, 19'79. 14 Véase vemant.j. P., MytM d penséechez /esgrecs, París, Maspero, 19'71; Le Golf,J.,A ~ do_ ""'"""', Lísboe, ......1", 198a .15 seesen, S., The Globtd City: New York,. London, Tokyo, Nueva Jersey, Princeton University Press, 1991. 26 er casas: H OTRO TERRITORIO pias fronteras. Internamente, ellas se dilatan y abarcan el área metropolitana de sus respectivos países; externamente, constituyen una red, un conjunto dinámico, compuesto de polos interactivos. Algunas actividades "faltan" en Londres, y se "complementan" en Tokio; otras, en cambio, son más raras, o florecientes, en Nueva York. La perspectiva de Sassen es sugesdvaiofrece, incluso, algunos elementos nuevos para la comprensión de la evolución del capitalismo. 'Al leer a Braudel o a Wallerstein, tenemos presente siempre la idea de que toda economía-mundo se organiza a partir de un centro"; La historia del capitalismo es, en este sentido, un sucesivo desplazamiento de núcleos urbanos -Amsterdam, Londres, Nueva York-o A partir de cada uno de ellos se organiza, en momentos diferentes, el capital en escaIa internacional Sassen, al tomar Nueva YorkLondres-Tokio como un universo interactivo, demuestra que esta centralidad ya no es posible. Del conjunto de la interacción entre estas ciudades resulta un poder de organización que escapa a la territorialidad de una única zona urbana o de un país. La propuesta tiene, además, el mérito de recordarnos que la globalización se sustenta sobre una base sólida, el capitalismo; su dimensión económica es inocultable. Thmbién evita una cierta ilusión posmodema, como si el mundo estuviese compuesto por un conjunto de átomos sociales inconexos. Sin embargo, la respuesta ofreoda tiene algunos inconvenientes. En primer lugar, es restrictiva Una ciudad sólo es global cuando se encuentra articulada, de forma dinámica, al sistema capitalista mundial/Es posible imaginar una serie de centros urbanos que, de alguna manera, cumplen esta condición. San Pablo, Osaka, México, Seúl y Buenos Aires concentran, en el nivel regional, las funciones que definen 16 Braudel, F.• CiTJilimci6n materi4J, eronomúz y capitlllismD. Madrid, Alianza, 1984; Wallerstein, L, The Modem World System, Nueva York, Academic Press, 1976. 28 ESPACIO Y TERRITORIALIDAD l~ globalidad. Sin embargo, aun cuando se aumente esta lista, tendri~os. una clara discontinuidad territorial. Sólo algunos espacios merecen el adJ'etivo global, y otros,m~o. res, menos Importantes, están excluidos de esa defini 'ó n. El segundo aspecto deriva del propio enfoque de la S~ concepción de ciudad prolonga una tradición sociol~~ gica, de ~ a We~ que la considera como un lugar de producción, mtercambío y comercialización. Por cierto, éste e~ un elemento importante (en la historia del capitalismo las cl.udades d~ cabida a los mercados internacionales y regton~es). Sm embargo, la globalidad termina siendo enten.~da en términos casi exclusivamente económicos. ¿Es suficiente? auc:or Piens~ que no. Espado y tiempo son categorías sociales pertenecientes a un determinado tipo de civilización Que tal~s ~ategoriasmantengan una relación estrecha con ~ ma- terialidad del mundo capitalista es algo incuelllionable' sin embargo, no podemos identificarlas con esa dimensión'. Th1 vez fu~ más correcto decir que el sustrato económico t~cnológtco del "capitalismo flexible" es la condición necesIna para la consolidación del proceso de globalización Entr ~to, la espacíalídad de las cosas, los objetos, el medio am~ ~le~te y -cpor qué. ~o?- el ima~o colectivo traspasa sus ~ltes. En .este senti~o, el movuniento de desterritorializa_ C1()n Se aplica a las ciudades, como las define Sassen, a la Producción automovilística, como quieren los economistas p~ro también a la creación de lugares particulares (sho'; ~mgs, aeropu~s, grandes avenidas, etc.), a las identída, mes pl~n:~arlas {movimienm ecológico o étnico), a una emona mlernaoonal-popular" (constituida por las imá~n~s-gestos transmitidas mundialmente por las massd edía)'.Espacio ~e se articula, se mezcla y, muchas veces, eterII\1l1a.espaaos de otra naturaleza ~ digresión anterior no obedece a' un simple predosisrntelectual. La .discusión que enfrentamos está a menuo ~da por aerta tentación reduccionista. Por eso he sugerido una distinción entre los conceptos de "globalíza- :0 28 ESPACIO Y TERRITORIALIDAD OTRO TERRITORIO oon" y"'mundializadón". La cuestión se repone nuevamen. te. En verdad, es difícil hablar de espacio"global", de la misma manera en que lo entendemos en los niveles econ~ y tecnológico. Al contrario que en esos niveles, la modernídad-mundo no es unívoca, en ella se insertan otras espacialidades. L3' mundialización de la cultura (en la que están fuduidos los aspectos materiales, simbólicos e ideológi,;",,) participa de un universo transglósico, que está constituido y atravesado por fuerzas diversas. El problema es entender cómo se articula esta maraña de fuerzas que solemos llamar nacionales, regionales o locales. Para desenredar este ?vi1lo, es necesario, quizá, retomar algunas cuestiones antenores. Cuando nos referimos a lo "local", imaginamos un espacio restringido, bien delimitado, dentro del cual se desenvuelve la vida de un grupo o un conjunto de personas. El "lugar" posee un contorno preciso, al punto de tornarse un limite territorial para los hábitos cotidianos; así, se confunde con lo que nos circunda, está "realmente presente" en nuestras vídas. Nos reconforta con su proximidad, nos acoge con Su familiaridad 'Ial vez por eso, por el contraste en relación con lo distante, con lo que se encuentra apartado, lo asedamos casi naturalmente con la idea de" auténtíeo". El debate sobre las identidades está permanentemente atravesado por esos términos. En el fondo, lo que est,' en cuestió.n es ~ búsqueda de las raíces, el punto de inflextón entre la Identidad idealizada Y el suelo en que ésta se introduce. La idea de raíz es sugestiva; revela una relación social pegada al terreno en el cual florece. El desarraigo es visto, por lo tanto, como una pérdida, un peligro, una ~ Desarraigo del campesino, que deja el campo para trabajar en la ciudad; de los grupos indígenas, que se alejan de sus antepasados; de los valores regionales, ~ntados constantemente por valores que los trascienden. la proximidad del lugar es también valorizada cuando se contrapol}e la vida cotidiana a los lazos sociales más abarcadores. Estos pertenecerían al dominio de lo distante, como si estuviesen despegados de la vivencia inmediata. Es frecuente, en la ti30 teratura de las ciencias sociales, encontrar este tipo de enfoque; por ejemplo, al trazar la historia de las regiones, de lo "miau", en contrapunto ron una historia universal, "macro" . ' en pnnClpw pensada como apartada de la vivencia de las personas. Local y cotidiana surgen, así, como términos in. tercambíables equivalentes. Lo "locar participa aun de otra cualidad: la diversidad. En verdad, se opone a lo "nacional" y lo "global", sólo como abstracción. VISlo de cerca, cualitativamente, constituye una unidad cohesionada. Sería, pues, más correcto hablar de "lugares", en plural. Cada lugar es una entidad particulaJ; una discontinuidad espadal, fui' eso, un autor como Gramsci dirá que el folklore está formado por pedazos heienláiló¡ de cultura", cada uno de e\Iosproveniente de lugares específicos, muchas veces incomunicados entre sí. Local y localismo se cierran dentro de sus propios horizontes. De ahí deriva la heterogeneidad de su aspecto. Al cambiar de nivel, el enfoque es otro. Lo "nacional" presupone un espacio amplio. Aunque su territorio estátambién físicamente determinado, sus límites son fijos, su extensión es más dilatada. A él se suma además una historicidad, dimensión a veces olvidada cuando nos referimos a lo "local" (por eso, la tendencia a identificarlo con la tradición, la conservación de las costumbres). La nad6n transita el camino de la turbulencia histórica, se modela de acuerdo con los intereses de sus instituciones, sus luchas, su visión del pasado, su polltica de construcción del presente. Proceso largo, que presuponeía ocupación de un área geográfica y la invenci6nde.JJJJa.amdencia colectiva compartida por sus ciudadanos, 'En relación con 10"local", lo "nacional" se impone por su unicidad. Existe "una" cultura nacíonaj, aun cuando sabemos que ella se realiza de manera- diferenciada en los diversos contextos (conflicto que se expresa en las contradíc- .. 17 Véase Gremscí, A, literahmz e 11iJ¡z tlIlCiorwl, Río de janeíro, ~ Brasíletea, 1968. 31 OTRO TERRITORIO ESPACIO Y TERRITORIALIDAD cíones entre los regionalismos). Se trata de una dimensión dictada por los imperativos del Estado, el mercado, los intereses geopolíticos, la unificación lingüística. Lo "naciónal" engloba, por lo tanto, a los "lugares", contrastado con SU diversidad. El "Ser Nacional", basta consultar la extensa bibliografia sobre el tema. se presenta siempre COI\\O singularidad. Sin embargo, al cambiar de referente, la perspectiva anterior adquiere otro relieve. En relación con lo!' global", ya no es tanto su unicidad lo que cuenta, sino su distinción. En el concierto de las naciones, cada una de ellas está marcada por sus especificidades, por sus diferencias. Lo "nacional" asume de esta forma cualidades de lo "local". Diversidad y .autenticidad se tornan características suyas. La identidad de los pueblos se presenta así, como diferencia contrapuesta a lo que es "exterior". Es modal, la expresión de la historia de cada país. Por lo tanto, al hablar de "local", "nacional" y"global", establecemos un ordenamiento entre niveles espaciales diferenciados, 10 que nos lleva necesariamente a pensar las relaciones entre ellos. En este punto, las respuestas comienzan a divergir, y el mismo concepto de globalización puede ser entendido de diversas maneras. Una primera posibilidad es imaginar cada uno de esos pianos como unidades ag.tQnomas. En este caso, es posible hacer afirmaciones del tipo: lo "local" se relaciona con lo "nacional"; lo "nacional" reacciona, resiste o se somete a lo "global"; lo "local" prescinde de 10 "nacional" y se articula directamente con lo "global". Los argumentos, no obstante diversos, se apoyan en algunas premisas. Cada entidad espacial constituye un elemento específico, cuya lógíca expresa una identidad. Tendríamos así, la existencia de espacialidades distintas que confrontan entre sí. Todo se resume a entender las .interrela~one_$ entre ellas. Esta manera de pensar, análoga a la de aquellos que hablan sobre las relaciones internacionales, acepta la idea de que la globalízacíén es algo importante, pero ajena al núcleo de cada uno de esos espacios. De ahí la insistencia en considerarla, no como movimiento de una 32 ~ocieda~ global, sino como resultado de un conjunto de ~nter~cClones. Con eso, evidentemente, se preservan las identidades de las partes, pero el encadenamiento del pen_ s~ento nos encierra en el interior de un dualismo. "NaaonaVIocal""globaVnadon"!", "global/local", se presentan c?mo unidades antitéticas. Estas se realizarían en el espa, C.IO. de sus fronteras, ya que poseen la capacidad de: a) definir su propia centralidad, b) contraponerse a 10 que les es externo, Es esto lo que permite, por ejemplo, decir: lo "global" s~ ~laciona con 10 "local" o lo "nacional", como una impoSICIón externa (ya sea como resultado de la difusión cultural o del imperialismo). El argumento presupone la existencia de límites claros que separan cada uno de esos territorios. Otra manera de enfrentar la CUestión consiste en razonar en términos de inclusión, y no apenas de interacción. Vería~os así, q~e 10 ')lobal" incluye lo "nacional", que, a su vez, incluye lo local . En este caso, hay un conjunto más amplio que engloba otros dos subconjuntos. Esta formulación del problema evita el dualismo anterior, pues ya no es necesario p~tular cada espacialidad como una identidad específica. El rn~onveniente,sin embargo, es que la solución propuesta nos induce a aceptar algunas consecuencias lógicas de esta línea argumentativa: a) lo "nacional" y lo "local" están enteramente (obligatoriamente) incluidos en lo "global"; b) ellos ,~ecen autónomos en tanto Subconjuntos. ¿Es esto verdad. zl.as fronteras entre las espacialidades son en verdad tan nítidas, al punto de poder ser cartografiad"; de esa ma? ¿El ~ de desterritorialización no pone, justamente, en cuestión esta condición? Por otro lado, admitir lo"global" romo megaoonjunto, lno nos llevaría necesariamente a pensar el mundo de manera sistémica, como 10 hace Luhman al ~eferirse a conjuntos complejos que envuelven otros conJuntos más simples?18. for:· 18 Véase Luhman, N., "The World Societyas a Social Systeur" en lnter-JounudofGen.ndSyotems, Vol., '98>. ' 33 OTRO TERRITORIO Una alternativa a esas respuestas es considerar la globalización de las sociedades y la mundíalízecíon de la cultura como un proceso civilizatorio. El artificio teórico permite evitar la propuesta sistémica y el dualismo. Proceso que se instala en el nivel mundial, pero no es necesariamente totalizador, al punto de incluir, como un megaconjunto, todos los puntos del planeta. Esto significa.admitir la existencia de limites estructurales -económicos, políticos y culturales- a la expansión de la modernidad-mundo. Proceso que se articula dentro de una sociedad global, 10 que torna diffcilla aceptación del postulado de independencia y autonomía implícito en el pensamiento dual En este caso, hay que redefinir las mediaciones existentes entre los niveles que hemos tratado. Mi propuesta es considerar el espado como un conjunto de planos atravesados por procesos sociales diferenciados. Debo, entonces, dejar de lado los pares de opuestos-externe/interno, cercano/distante- o la idea de inclusión para operar con la noción de líneas de fuerza. Si se acepta, de modo preliminar, que lo "local" se sitúa dentro de los países (al fin de cuentas, el Estado-nación es una realidad geopolítica), podemos imaginar, idealmente, la existencia de tres dimensiones. Una primera, en la cual se manifiestan las implicaciones de las historias particulares de cada localidad. Realidades que no se articulan necesariamente con otras historias, aun cuando están inmersas en el mismo territorio nacional. Éste es el caso de diversos países que no completaron el camino de la construcción nacional, en los cuales muchas de sus regiones viven una .realidad "propia", esto es, 1).0 enteramente determinada por las exigencias del Estado-modernidad-nación. Hay, por lo tanto, una desconexión (al menos teórica) entre las partes que lo componen. Condición semejante (si bien por motivos diversos) a las de algunos países, en los cuales permanece la presencia viva de "nacionalidades" distintas (por ejemplo, los catalanes en España). El segundo nivel se refiere a las historias nacionales, que atraviesan los planos locales y los redefinen a su mane34 ESPACIO Y TERRITORIALIDAD ra. La conexión es ahora posible a través de la medíecíó de un eslabón trascendental, lo que nos permite hablar~_ ~e~te de un esra.cio común dentro de fronteras bien dehmlta~" U~ última dimensión, más reciente, es la de la mundializacón. Proceso que atraviesa los planos nacionales y locales, cruzando historias diferenciadas. La civilización de la, modernidad-mUndo se caracteriza, pues, por ser, simultáneamente, una tendencia de conjunción y de dis _ ción de espacios. Esto nos permite percibirla como m yunad d direcci are a por. os. ones, una volcada hacia lo singular, otra hacia la diversidad. Esta sensación de bifurcación de sentidos nos lleva~ a men~do, a imaginarlos como vectores antagónicos (se ~Ice comunmen!e, en la discusión acerca de la globalizacton, que los localismos son su antítesis). Se trata de una c~mprensiónequivocada de lo que está ocurriendo. Sincrórucamente, conjunción y disyunción son partes de un mismo fenómeno. Estoy sugiriendo, por lo tanto, que la mundia1ización de la cultura y, en consecuencia, del espado, debe ser deñnída como transversalidad. Puedo así matizar algunas ideas"cultura-.mundo, cultura nacional, cultura local" como si consti~yesen un? jerarquía de unidades que interactúan e~tre 51. Las .nocones de transversalidad y de atravesamiento permiten pensarlas de otra forma De esta manera sostengo que no existe una oposición inmanente entre loca~n~cionaVmundial. Esto lo percibimos al hablar de lo cotidiano. Ya vimos cómo, esta cualidad parece asociarse usualm~nte apenas a los hábitos arraigados en el espado de las loc~ades. Se trata, sin embargo, de una ilusión, 'Ianto 10 naaon~ co~o 19 mundial sólo existen en la medida en que S?ll vivencias, Este fue, al fin de cuentas, el resultado de d~s SiglOS. de ~Qnización de los modos de vida que deno~~moslde~tidadesnacionales. Antes del siglo xvrn, la naao~ no era aun una referencia obligada para el conjunto de habitantes de cada país. Fue necesario un esfuerzo histórico, el desarrollo de un mercado interno, la creación de símbolos, escuelas, para que la conciencia colectiva, en el comienzo 3S OTRO TERRITORIO restringida a una ideología de Estado, se transformase en cultura Los hombres, en sus provincias, tuvieron que aprender, interiorizar la necesidad de pensarse como miembros de un, y sólo un, país. Lo mismo ocurre cuando hablamos de mundializaci6n de la cultura. Nada significarla si existiese apenas como ideología, esto es, como concepción del mundo articulada exclusivamente a los intereses políticos y económicos. Para tornarse cultura (en la cual están inscritos esos intereses), debe materializarse como cotidianidad: Una familiaridad que se expresa en los hoteles, redes metropolitanas, supermercados, ferrovías, Internet, etc. En esos "lugares", sus usuarios poseen un conocimiento especifico, adecuado, que les permite transitar con desenvoltura en la maraña de sus entrecruzamientes. Lo cotidiano no es el atributo del "Ser"'local, idealizado muchas veces como sin6nimo de auténtico: es el presupuesto de la existencia de cualquier cultura. La modernidad-mundo sólo se realiza cuando se "localiza", Yconfiere sentido al comportamiento y la conducta de los individuos. En este sentido, la oposición entre mundial/naciónaJ;1ocal, un dato del sentido común, es un falso problema. Una primera implicación de la idea de transversalidad está en la constituci6n de "terrítoríalídades" desvinculadas del medio físico. Si se toma el vector de la mundialización en su articulación interna, es posible discernir un conjunto de reajustes espaciales que ya no se circunscriben a los límites de la nación o las localidades. El modo de vida de varios grupos sociales es hoy-en buena medida, desterritorializado. Los estudios y los cálculos de los publicistas, de los hombres de marketing, muestran esto muy bien. Algunos comportamientos, en relación con el consumo y la manera de organizadón de la vida, son análogos en 'lbkío, París, Nueva York, San Pablo y Londres". Son esas semejanzas las que posibilitan que los administradores de las trasnacionales ESPACIO Y TERRITORIALIDAD ,. V.... MatteIart,A..L·~~, ........ La~l989. pie;nsen y agilicen una estrategia de persuasión y de ventas en escala planetaria: A los mismos modos de comportamiento, diversión, desplazamiento, se corresponde un marketing global. Fragmentos de estratos espaciales de consumo, distnbuidos de manera desigual fPr el planeta, son de esta forma aproximados. El cine, los rnass-medíé, la publicidad, la televisión, confirman esa tendencia. Por eso mismo, tal vez, la insistencia en hablar de "espacio" publícítario, mediático y, más recientemente, ciber-espacio. En lodos los casos está claro: los mensajes, los símbolos, en fin, la cultura, circulan libremente en redes desconectadas de este o aquel lugar. El concepto de desterrítonalízacíán posee, por lo tanto, una fuerza explicativa; permite dar cuenta de aspectos poco visualizados en las ciencias sociales, Nombrar configuraciones del tipo "estratos desterritorializados", "referencias cuturales desterritorializadas", "imaginario colectivo internacional-popular", nos permite una comprensi6n mejor del mundo contemporáneo. Nos obliga, sobre todo, a enfocar el espacio independientemente de las restricciones impuestas por el medio MCg. Sin embargo, es necesario entender que toda desterritorialización es acompañada por una re-territorializaci6n. Pero no se trata de tendencias complementarias o congruentes; estamos frente a un flujo único. La desterritorialización tiene la virtud de apartar el espacio del medio físico que 10 aprisionaba, la reterritorializaci6n 10 actualiza como dimensión social. Ella lo "localiza". Nos encontramos, pues, lejos de}a idea de "fin" del territorio. Lo que ocurre en verdad es la constitución de una territorialidad dilatada, compuesta por franjas independientes, pero que se juntan, se superponen, en la medida en que participan de la misma naturaleza. VIajar, desplazarse por esos estratos, es permanecer en el interior de un tipo de espacialidad común a pueblos diversos.Esta perspectiva cambia radicalmente nuestra concepción de espaoo, tradicionabnente vinculada al territorio físico, ya sea la naci6n como los límites geográficos de las culturas. 36 37 OTRO TERRITORIO La transversalidad tiene además otras consecuencias: redefine nuestra concepción del sustrato morfológico en el cual se asientan las culturas. 'fradicionalmente, como hace la antropología, el lugar está constituido..por el e~pacio den~ del cual viven los grupos indígenas. Mundo que se encerra dentro de las fronteras de un terrítorío, y en el cual se encuentran la geografía Yla cosmología, las costumbres y las relaciones de parentesco, el trabajo, los tabúes, las técnicas, etc. Cada lugar se define así por la especificidad de su cultura'1JJ. Admitir que el espacio en el cual circulan las personas está-~travesado por fuerzas diversas significa rever esta Perspectiva. En este caso, Jocal, nacional y_ mundial deben ser vistos en su atravesamiento. El lugar seria entonces el entrecruzamiento de diferentes líneas de fuerzas en el contexto de una situación determinada. Retomo de los fenomenólogos la noción de "situación", sin por ello incurrir en el equívoco de la etnometodologia, para la cual las reladon~s sociales derivan sólo de la interacción de los individuos. SItuación definida objetivamente por las fuerzas sociales portadoras de legitimidades desiguales, en el seno de la cual los hombres actúan. Local, nacional y mundial se entrelazan, por lo tanto, de formas diversas, determinando el cuadro social de las espacialidades en conjunto. Situaciónque variará según los contextos y, sobre todo, en función de la prevalencia, o no, de determinados requisitos tecnológicos y económicos -la modernidad-mundo no se reduce a,la moW Marc Augé hace una buena srnresís de lo que es la concepción tradicional del "lugar antropológico" _ Sin embargo, para comprender la especificidad del mundo contemporáneo, él echa mano del concepto de "no lugar" --espacio no histórico, no relacional y no identitarlo, definido por ciertas actividades: comercio, tránsito, tiempo libre, transporte-. Para la perspectiva adoptada aquf, no existen "'no lugares". Lo que Augé consídera así pertenece, en verdad, a los lugares insoitos en el movimiento de la modemidad-nnmdo. Véase Augé, M., Non liex: une introduction aune anthropo1ngie de la sunnodernité, París, SeWI,1992. ESPACIO Y TERArioAIAllDAO dernización, sino que acompaña elmovimiento de "moder.. n~aciónh de las sociedades. Con esto quiero decir que lo na- cional y ló local están penetrados por la mundiaIización. Pensarlos como unidades autónomas seña inconsistente. Sin embargo, como la base material de la modernidad-mundo es desigual, y la expansión de la cultura debe obligatoriamente tener en cuenta la diversidad de los pueblos, su conjunción sólo ocurre de modo diferencial. El lugar es el espacio de esa diferendalidad. Una manera de entender la realidad de los lugares es recurrir al concepto de diglosia Los lingüistas lo usan cuando analizan una situación en la cual existen idiomas distintos -árabe literario o coloquial, dialectos africanos o ingléalfrancés, chino o inglés, etc-, En ese contexto ocurre una especializadón de los usos. Algunas lenguas son empleadas en determinadas circunstancias (por ejemplo, en la burocracia o en las ceremonias públicas), otras se circunscriben al dominio de la familia, la religión o el trabajo. Ése es también el caso del Inglés al tornarse lengua mundíal". El inglés penetra en la informática, el tránsito aéreo, los coloquios científicos, el intercambio entre las transnacionales, y se transforma en idioma oficial de las relaciones internacionales. Sin embargo, su presencia no significa necesariamente la desaparición de otras formas de hablar. Las situaciones concretas determinarán las esferas y el destino de su influencia. En algunos casos, el inglés será preponderante -tecnología y educación superior-; en otros, estará ausente, en los debates y la literatura nacional, en los mass-media, ele. Ante la expansión del inglés, que altera el cuadro anterior (en el cual existían sólo dos lenguas en contacto), algunos lingüistas entienden que pasamos de una fase de diglosia a otra, de transglo21 CI. Píshmen.]. YCcopee, R L. (comps.), TheS,..."J of Englj,¡,. Bowley. Newbury House, 1977; Creenbaum, S. (comp.), TIte English Language T""'Y. 0xfunI. Fe<gamoo Prees, 1965; Truchot, c., L'""",", _le""""'" contémporain. Paris, Le Robert, 1990. 39 ESPACIO Y TERRITORIALIDAD OTRO TERRITORIO sia. Un mismo idioma atraviesa, de forma diferenciada, el espacio lingüístico. Yo diría, retomando mi objeto, que ellugar puede ser definido como un es~~o transglósico, en el cual se entrecruzan diferentes espacialidades. Para comprenderlo, deberíamos detenemos en las situaciones concretas de ese entreIazamiento. Sin embargo, no hay que ser ingenuos. Los ~ también nos enseñan que los fenómenos de diglosia están marcados por jerarquías y señales de distinción. Existe sie~~ un lengua ,.alta" contrapuesta a otra "baja", cuyo presngío social es inferior, Es el caso del francés en algunos países africanos, que penetra en la escritura, la ~~tica, la ~no mía los masa-media y disfruta de una posición dominante respecto de los dialectos, que no participan de esa esfera del poder y se restringen a los usos propiamente tribales. Se a• ta de un cuadro análogo al del inglés, en su forma mundializada2Z, que se transforma en una fmma "alta", al co~ar palabras, gustos musicales y penetrar en.los_ma:>s-media, la bliddad el show-business. El mercadolinguistico, para ha~ , . d· bi blar con Bourdíeu no es apenas un espaoc e mtercam o, . qu e se estructura a ".... """rti.. de determinadas relaciones smo ~ discu de podei3. Creo que sería inconsecuente, en nuestra ,sión, caer en el relativismo cultural.. Las líneas de fuerza que atraviesan los lugares no son equivalentes; poseen peso y leg¡fumdad~s distintas. la mundializaci6n de la cultura trae con ella vectores poderosos de dominación, que se articulan en el nivel planetario. Por 10tanto, la situación de los lu~s implica acomodaciones y conflictos. En ella estallan los mtereses que recortan a las sociedades. u: 22 Véase L'anglslis: langue elrangUe ou limgue SI!CV1Ille, Groupes d'Études sur le Plurilinguisme guropeen, Acles du Premier CoUoque, Estrasburgo, Université des Sdences Humaine9 de Strasbourg, mayo de 23 ~ P.,"A economía ~ troces 1ingiDlü:aS"'. en Ortiz, R. (comp.), PinTe Bourdieu, San Pablo, Auca, 1983. La idea de transversalidad nos permite, además, repen- sar algunas cuestiones. Me refiero al tema de la centralidad y el arraigo. Las culturas físicamente arraigadas en un territorio tienen una noci6n exacta de sus contornos. Se estructuran a partir de un núcleo que se irradia hasta los confines de sus fronteras. Es cierto que esta centralidad no implica, necesariamente, como en el caso de las sociedades indígenas, un espacio homogéneo. Las llamadas grandes civilizadones se extienden por un territorio amplio, pero en sus intersticios se insertan culturas diversas (basta mirar la civilización islámica). No obstante, su centralidad se encuentra claramente definida. La modernidad es quizá la primera civiliz;aci6nque hace de la desterritorializaci6n su principio. Es des-centrada (le que no significa decir fragmentada, como pretenden algunos autores. La fragmentación implica ausenda de un orden colectivo, el descentramiento señala otro tipo de orden social), y J1riviIegia la deslocalización de las relaciones sociales. Retomo a Max Sorre como contrapunto de mi argumentación. Para comprender la variedad geográfica de las culturas humanas, toma del griego la noción de oekoumene. Así, entiende que cualquier agrupamiento humano, para existir; debe arraigarse en un territorio determinado. Existen, evidentemente, límites (sobre todo climáticos) -y montañas, desiertos, selvas, etc.- para la conservación de las características fisiológicas y anatómicas de la raza humana. Sin embargo, su razonamiento es claro: HA cada grupo, inserto en un hábitat bien determinado, le corresponde un tipo especializado, algo así como una -raza geográfica. Esta especialización, morfológica o física, es relativa. Varia de acuerdo con la diferencia del medio geogréfíco'v'. De ahí la importancia del concepto de hábitat, constituye el sustrato material de las culturas. Cuando Sorre retoma, de los griegos, la idea de "ecumene", pretende justamente dar cuenta del elemento 24 Sorre, M., op. cit., r i, p. 109. 41 40 OTRO TERRITORIO de fijación del hombre a la tierra. Pues el término designa la casa el espacio habitado, lo que es conocido, familiar. En este 'sentido, todo "hecho humano es un dato espacial, territorial". La tierra habitada es la casa" de las culturas, el centro de su fijeza. Ahora bien, la característica de la moderrúdad es la movilidad -de la fuerza de trabajo, de los individuos, de las informaciones, de las mercancías-. Esto nos exige repensar la metáfora de la "raíz", frecuente en el debate sobre las identidades culturales. Toda raíz requiere un suelo para fijarse; es lo contrario de la fluidez; El arraigo es fruto de la existencia de una cultura cuyo territorio se encuentra cartografiado. En el mundo contemporáneo, este po~tu1ado ya no es satisfactorio. Los individuos poseen. por cierto, refe.~ rendas, pero no propiamente raíces que los fije~ !.ú'ica..:: mente al "milieu". Referencias que limitan su movmuento. Sin embargo, también sabemos que esta navegación en los circuitos (utilizo una metáfora de la informática) no se dI-:eunscríbe a una desterritorialización pura. La movilidad es un dato, o mejor, una exigencia de un detel'Ill1nad9_tipo de civilización. En este sentido, las sociedades contemporáneas viven una territorialidad desarraigada. Yasea entre las fran- ' jas de espacios, despegadas de los territori~ nacionales, o en los "lugares" atravesados por fuerzas diversas. ~ desarraigo es una condición de nuestra época, la expresión de otro territorio. ji MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD- El tema de la identidad es rico y controvertido. Si en la actualidad, partir del proceso de globalización, resurge con fuerza en las discusiones políticas y académicas, se hace necesario, sin embargo, dimensionarlo correctamente. Por cierto, las transformaciones recientes replantean los movimientos identitarios en una nueva meseta. Pero antes de reflexionar acerca de su configuración, hay que reconsiderar el modo en que el propio concepto fue trabajado en las ciencias sociales. Tengo la impresión de que a menudo implica una lectura deificadora de la sociedad, lo que nos conduce a una comprensión equívoca de las relaciones sociales. En este sentido, me parece que un análisis categorial de sus implicaciones sería un ejercicio intelectual saludable. Quizá consigamos así evitar las dificultades en su encadenamiento lógico. - ¿Qué se entiende en realidad por identidad cultural? Retomo algunas ideas de la antropología. Clásicamente, cuando ~os antropólogos buscan entender las sociedades primitivas, intentan dar cuenta de su totalidad. La interpretación se fundamenta en el trabajo etnográfico, una "descripción densa" de la organización social, las reglas de parentesco, los mecanismos de intercambio, los rituales religiosos y la vida material. La comprensión deriva, pues, del cruce de una serie de informaciones, reveladas por el esfuerzo descriptivo y clasificatorio. Si pretendo conocer cómo actúan los individuos en el seno de una determinada cultura, estoy obligado a manipular un espectro variado de conocimientos. Así, para hablar de la cultura samo", debo comprender el antagonismo entre los universos masculino y femenino, las regias de transmisión de los nombres de los antepasados, las creencias y las historias míticas, que explican el lugar de los hombres en la sociedad, ellertguaje de los objetos sagrados, los conceptos de hombre, mujer, selva, animales salvajes, etc. H ~ 42 Traducción: Ada Solari. [43 J OTRO TERRITORIO Sólo entonces podré indagar respecto de los contornos de una "identidad samo"t. Pero, zqué constituye esta identidad? En buena medida, la escuela culturalista norteamericana intentó dar una respuesta a este interrogante. Sus estudios buscaban articular el individuo con un horizonte más amplio. Desde esta perspectiva, Iacultura es responsable del contenido de la personalidad, y la identidad personal se caracteriza como una coosecuencia de una "estructura", de un universo, que engloba de modo igual a los miembros de una comunidad Cada cultura representa así un "patrón", un todo coherente cuyo resultado se realiza en la acción de los hombres. Una autora como Ruth Benedict puede hablar; entonces, del "carácter" de un Pveblo -por ejemplo, los zuñi, indígenas del suroeste americano-2. Este pueblo seria definido por su actitud apolínea, prescrita por el todo social, cuya tendencia los lleva a eliminar los excesos de la vida personal, política y religiosa, en favor de un comportamiento prudente y cauteloso. La moderación se toma sinónimo de la identidad zuñi. Lo mismo afirmará Margaret Mead al estudiar' a los indígenas del archipiélago dé Samoa. Ellos se comportan de acuerdo con el "carácter estructural" de la personalidad samoana, esto es, un conjunto de normas aprendidas a través de la cultura. Socializados desde la infancia dentro de un determinado contexto,los samoenos interiorizarian, poco a poco, los elementos constitutivos del núcleo central de su sociedad", El concepto de carácter se aplica en niveles distintos. Primero, se manifiesta en el individuo, pero como éste es proeVéase Héritier, P., "L'identité sama.., en Léví-Strauss, C. y Benoíst, J. M. (comps.), L'identité, París, PUF, 1977. 2 Benedíct, R., Padr6es de cuUura, Usboa, Livros de Brasil, s.d. 3 Mead, M.,·"The Role 01 Individual in Samoan Culture", en Kroeber, A. L. YWaterman, T.T. (oomps.), Sourte Book in Anthropology, Nueva York,. Harcourt Brace and Company, 1931. Sobre la noción del carácter en antropologla, véase un manual como el de Fe1ix Keesing, CultrmJl Anfhropology, Nueva York,. Rinehart and Company, 1958. 1 44 MODERNIDAD_MUNDO E IDENTIDAD dueto de las fuerzas socializadoras, es posible extenderlo al conjunto de la misma organización social. De alguna manera, la escuela culturalista termina psicologizando el dominio de lo social: lo que es individual se toma identidad colectiva. El carácter étnico de un grupo pasa entonces a ser concebido como la cul~a compartida por sus miembros. Sin embargo, este razonanuento, simple a primera vista, presupone algunos pasos que merecen ser explicados. Entre éstos, quiero ~e~tacar tres aspectos: las nociones de integración, territonalidad y centralidad. ~a los antropólogos, la cultura es, en primer lugar, un t~do ~tegrado, una totalidad en la que se encuentran orgámcamente articuladas diferentes dimensiones de la vida social. La investigación etnográfica -que se extiende del dominio material al parentesco, del intercambio a los ritualesofrece al observador los elementos para la reconstitución de este conjunto más amplio. En el caso de la escuela culturista, debe ser subrayado otro aspecto. Lacultura está marcada, además, por su función integradora, que forma a los individuos según las exigencias de la sociedad. Personalidad y cultura pueden,_entonces, ser comprendidas en su articulación visceral. Sin embargo, esta capacidad deinclusión se limita a un territorio físico: las sociedades primitivas poseen frenter~s#biendelimitadas. Para usar una expresión de Mate AUgé, ~: que se .en~entran confinadas en el "lugar antropol6gico . Esto significa que, en el interior de su territorialidad, toda cultura es una, indivisa; se distingue de todas las otras y se define por una "centralidad" particulaJ: Por eso, la litera~a an~pológicatend.rá como preocupación el tema de su tnsularídad. Ralph Linlon afirma que toda cultura posee un n~deo: "la masa de valores, asociaciones y reacciones emocíonales, en gran medida inconscientes, que dan a la cultura su vitalidad y proveen a los individuos los motivos para adherir a los patrones culturales y prectícerlos". Por 4 Línton, R, Ohomem, San Pablo, Martins, 1973, p. 360. 45 OTRO TERRITORIO cierto este centro está sujeto a cambíos, pero Línton enfatiza que son cambios lentos y graduales. . . Debido a que son lentos y de carácter más o menos evolutivo, ~sos c~bios en el núcleo cultural raramente acarrean conflictos senos. Elementos antiguos son abandonados y elementos nuevos son desarrollados, en una relación íntima Y constante con la configuración preexistente. Si los elementos en desarrollo entran en conflicto serio con las partes firmemente esta~le cidas de esta configuración, su desarrollo será detemdo hasta que las modificaciones de esa configuración permitan retomarlo. Esta parte de la cultura puede, por lo tanto, m~ tener un elevado grado de íntegradón. a través de cualquier proceso de modificación culturar", Dicho de otro modo, el núcleo posee el control sobre los cambios que ~ le impone~, tanto provenientes del interior como del.ex.ter.lOr de su te.mtorio. De esta manera, se conserva su identidad prácticamente inalterada. Cuando los antropólogos norteamericanos, por diversas razones -muchas de ellas de carácter ídeológíco-', comienzan a interesarse por las naciones y los nacionalismos, lo que hacen es, sencillamentel trasponer un esquema teórico, p~es to a prueba anteriormente, para la comprensión d~ otro ~po de sociedad. La identidad adquiere una nueva dimensión, consustancial al . . carácter nacional". En su trabajo sobre la cultura americana, Margaret Mead es clara: • en cualquier cultura, en Samoa, en Alemania, en la TIerra del Hielo, en Balí, en los Estados Unidos de América, encontramos consistencias y regularidades en la manera en ~ue los bebés crecen y asumen las actitudes y com~entos de los más viejos -a eso debemos llamar formación del carácter-o Pode- MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD mos, en consecuencia, decir que los samoanos poseen una estructura de carácter samoano, así como los americanos una estructura de carácter amerícano'". El argumento se fundamenta en una analogía entre las sociedades primitivas y las sodedades nacionales, lo cual es, por lo menos, una imprudencia teórica. Varios estudios fueron realizados en esta dirección. Al leerlos hoy, no es difícil percibirlos como inaceptables, más cerca del sentido común que del pensamiento propiamente científico. Cito algunos ejemplos. Los rusos son descritos como un pueblo caluroso y humano, tremendamente dependiente de las filiaciones sociales seguras, inestable, irracional, fuerte pero indisciplinado, y que necesita, por eso, ser sometido a algún tipo de autorídad'f los americanos como románticos, francos y benévolos -Clyde KIuckhohn creía que ninguna otra sociedad contaba con tantos patrones de rísa-" Y Ruth Benedict, en su libro El crisantemo y la espada, argumenta que la ética japonesa, fundada en sentimientos que rechazan el fracaso y la vergüenza, es incompatíble con el desempeño, un atributo esencial de la índole emerícana'" No me interesa extenderme en las críticas a los resultados de los análisis sobre el carácter nacional. En definitiva, no difieren sustancialmente de otros enfoques predominantes en diversos países --en Brasil son varios los autores que describen al brasileño como "indolente", "perezoso", "inepto para el trabajo", o, con una visión más optimista, como H 5 ~,p.36~ . 6 Los estudios sobre el carácter nacional florecen en los Estados Umd09 durante la Segunda Guerra Mundial Subsidiados por las agendas gubernamentales, inauguran una u antropología a distancia" (eufemismo de la época), cuya intención es sin duda conocer el comportamiento del u enemigo"_ 7 Mead, M., Ami Keep yuur Powder Dry: an AnlhropologiaJ1 Lcecs al America, Nueva York, Wtlliam Morrow and Company, 1942,p. 21. 8 Véase Kluckhohn, c., "Recenta Studies ot the National Character of Great Russían", en Culture and BehiwWur, Nueva York, The Free Press ofGlencoe, 1962, p. 2149 KIuckhohn, C; "Un antropólogo y los Estados Unidos", en Antropología, México, Fondo de Cultura Económica,1949. . 10 Benedíct, R, TheCJuysantemum and tlleSwrm/, Boston, HoughtonMifflin Company, 1989. 46 47 OTRO TERRITORIO MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD "malicioso", "sensual", "dionisíaco..n . Me parece más pro- ductivo focalizar el razonamiento en este tipo de postura. Evidentemente, los antropólogos saben que existe~ tipos diferenciados de formaciones sociales, sociedades tribales, ciudades-Estado, imperios. Sin embargo, al trasla~ l~ métodos utilizados para estudiar las sociedades prímítrvas, terminan postulando que el grado de cohesión de las sociedades nacionales es, por lo menos, semejante a la coherencia de las culturas anteriores. Integración que se extiende ahora por un territorio más abarcador, marcado por los límites de la nacionalidad. De este modo es posible hablar de un núcleo de las culturas nacionales, que expresaría su ídentídad12• Como cada cultura es una, singular, se considera, por extensión, que cada sociedad nacional es un todo integrado, irreductible a otras culturas, cuya base material es el Estadonación. El mundo se constituye, de ese modo, en una pléyade de culturas nacionales, cada una con su idiosincrasia, con su carácter. Por otro lado, además, esta identidad, no obstante ser pasible de cambios, se caracteriza sobre tOO? por la permanencia. Como dice un antropólogo cul~al: ~~ dehemos pensar que el carácter nacional y las predísposícíones compartidas son inmutables; pero el cambio es usualmente 13 gradual, y no súbito O catastrófico" • Afirmación que nos aproxima a Ralph Unton y su argumento acerca de la esta.. bilidad del centro de las culturas. Integración, territorialidad, centralidad. En rigor, el pensamiento antropológico retoma puntos desarrollados hace tiempo por la filosofía de Heder. Contrario a la idea de progreso, crítico del iluminismo, Heder rechaza la noción de evo~~ción histó~caI4, y valoriza así lo específico con contrapoSIGÓn a lo universal. Para él, es imposible ordenar las cíviliz~ciones .en ~ secuencia histórica: cada pueblo es una totalidad SUl genens, una modalidad con esencia propia. 'La visi~n herde~ se fundamenta, por lo tanto, en una per&pectíva relativista, cultivada también por los antropólogos culturales. En este sentido, la cultura y en particular la nación, sería una civilización centrada en sí misma. De alú el interés de Heder y los románticos por la cultura popular. Ella expresaría el "verdadero" carácter nacional. La discusión sobre la identidad se encuentra, por lo tanto, atravesada por una cierta obsesión ontológica. Yasea en su versión antropológica, como en la filosófica, es concebida como un ser~, algo que verdaderamente es", posee un contorno preciso, y puede ser observada, delineada, deterada de esta o aquella manera Por eso, la identidad necesita un.centro a partir del cual se irradie su territorio, esto es, su validez. No es, por lo tanto, casual que buena parte de este debate, sobre todo en referencia a América Latina, comparta los mismos presupuestos anteriores. Los filósofos ~rtis~s y políticos, cuando se debaten con el dilema de l~ Identidad, buscan apasionadamente su "autentícdad"". Se puede así hablar de una esencia" del pensamiento latinoam~rtcano, algo específico, peculiar al Yode una América tan latina. contrastan con la parte anglosajona. El mismo razonamle~to se desdobla en el plano nacional. Cito como referencta al autor Alvaro Vieira Pinto: H N rrur: H 11 Véase Leite, D.M., OctlrridernacionaJ bmsi/eiro, San Pablo, Lívrería Píoneíra, 1969. 12 Véase Mead, M., "Ihe Study of National Character", en Lerner, D., Lasswel1, H. D. (comps.), TM Poücy Sciences, Stanford, stanford Uroversity Presa, 1951~ "National Character", en xrceber, A. L. (comp.),' Anthropology Today, Chicago, Chicago Untversity Presa, 1953. 13 Gorer, G., "National Character: Theory and Practice", en Mead, M. Y Wtraux, R. (oomps.), The StudyojCultureaf Disúmce, Chicago, Chicago University Prese, 1953. 14 Véase Heder.]. G., UneautTephilosophiede l'histoire, París Aubier 1964. ] 5 véa Ze L El . '. " se a,., pensamiento latinoomenanw, México, Pormaca, 1965. 48 49 r "~a conciencia del país subdesarrollado es, por naturaleza, alienada. Siendo atrasada la estructura material que la sustenta, es sumisa por fuerza de los vínculos que la sujetan a las economías fuertes, de las que depende y que la explo- OTRO TERRITORIO tan; siendo sumisa, es alienada, en el sentido de que no está en sí misma el origen de las decisiones referidas a su curso histórico. El fenómeno de la alienación, que es más general que el caso aquí considerado, toma rasgos particulares! se desdobla en varios aspectos específicos cuando 10exarrunaIDOS desde la perspectiva de la dependencia particular que subyuga el país pobre a los más poderosos, que lo conducen. Se dice de un ser que es alienado cuando no está en posesión de su esencia; entre lo que es, como hecho, y.lo que es, como esencia, media un intervalo que define.la alíenación. De este modo, lo que el ser es como esenoa está, aún su existencia real, para él, distanciado, no se realizó 16 sino que es un fin a alcanzar" . El camino de la superación se realizarla, pues, en el proceso de la desalienadón. Sin embargo,1a propuesta enunciada presupune una ontologia del Ser nacional La u~ón del concepto de alienación es, en este sentido, sugestiva . Fruto de una lectura de la FenomerroIogja del espiritu, permite plantear la cuestión nacional en términos esencia1istas. De la misma forma que Hegel habla de una dialéctica del amo y el esclavo, que el Ser del esclavo se encuentra alienado en el Ser del amo, encontramos un desdoblamiento análogo en el plano nacional La identidad de una nación pasa entonces a ser considerada como u auténtica" o "ínauténtíce". Todo depen.. de de la realización de su esencia. Cabe subrayar que esta aproximación con el pensamiento hegeliano no se circunscribe a la problemática nacional. 1lunbién fue retomada pur Franz Fanon en sus escritos. Su hbro Piel negra, máscaras blancas posee un subcapítulo dedicado especialmente a Hegel18, en el que Fanon trabaja la idea de reconocimiento e intenta mostrar cómo el negro para constituirse como persona, debe 16 Pinto, A V., Consciéncia e realidluktfflCiorud, Rfo de Janeiro, ISHB, 1960, MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD obligatoriamente tomar al blanco como referencia. La esencia negra se encuentra alienada en el ~ del amo blanco. Su identidad es, en este caso, forzosamente "inauténtiea". Sólo el movimiento de superecíén podría promoverla a un estado de desalienación; en este momento, esencia y realidad se encontrarían. Puede parecer extraña esta apropiación de Hegel por parte de pensadores tan disímiles y distantes en el espacio, sobre todo cuando es aplicada a niveles diferenciados de problemas. No obstante, creo que el punto de unión puede ser determinado con facilidad Ambas cuestiones, la nacional y la negra, están marcadas por el dilema de la identidad. La categoría de alienación permite revelar algunos de sus aspecios. Se trata de un artificio de lectura. Ahora bien, el pen_ sarruentc que se realiza se ve enredado en una trampa que lo conduce a una visión ontol6gica de la realidad. La identidad se transforma en algo concreto, tangible, en consecuencia pasible de una descripdón precisa, política o científica. ¿Cómo considerar la problemática que estamos tratando sin caer en una visión esenc:ialista de lo social? Retomo una sugerencia de Léví-Strauss. Él dice: "la identidad es una especie de lugar virtual, el cual nos resulta indispensable para referirnos y explicamos cierto número de cosas, pero que no posee, en verdad, una existencia real"19. La idea de vírtu~dad nos permite escapar del impasse anteríor. Desplaza la mirada analítica de la configuración del Ser,de su carácter, para fijarla en los aspectos relacionales del problema que enfrentamos. Puedo, entonces, formular una definición preííminar acerca de cómo trabajar la identidad: una construcdón simbólica que se hace eft relación con lUl referente", Los referentes pueden, evidentemente, variar la naturaleza, 17 Cf. KojiNe, A., lntrodudion ala kcture de Hegel, Parfs, 1966;Hyppolite, J.,e;m".d_de~~del'..,mt,París, t .... 18 Penen, F., Peau naire. masques blancs, París, Seuil, 1952. 19 Léví-Strauss, C; L'ikntité, op. cit., p. 332. 20 Retomo aquí una idea anterior desarrollada en el contexto de la Construcción de la identidad brasileña. Véase Cultura brasileira e identidtu1e ruu:ionsd, San Pablo, Brasílíense, 1985. so 51 p.386. MODERNIDAD·MUNDO E IDENTIDAD OTRO TERRITORIO son múltiples -una cultura, la nación, una etnia, el color o el género. Sin embargo, en cualquier caso, la identidad es fruto de una construcción simbólica que los tiene como marcos referenciales. En rigor, ni tiene mucho sentido la búsqueda de la existencia de "una" identidad; sería más correcto pensarla a partir de su interacción con otras identidades, ~ns truidas según otros puntos de vista. Desde esta perspectiva, la oposición entre "autenticidad" e "inautenticidad" se toma una conceptualización inadecuada En la medida en que es convincente, esto es, socialmente plausible, una identidad es válida, lo que no significa que sea "verdadera" o "falsa". Por otro lado, al.decir que es una construcción simbólica, estoy afirmando que es un producto de la historia de los hombres. Esto me permite indagar acerca de los artífices de esta construccíon, los diferentes grupos sociales que la sostienen, los intereses que oculta, las relaciones sociales que prescribe. Es posible operar con un cuadro en el cual coexisten un conjunto de identidades en competencia y conflicto. Toda lucha por la definición de lo que sería su autenticidad es, en verdad, una forma de esbozar los rasgos de un determinado tipo de legitimidad. En su estudio sobre la nación, Marcel Mauss presenta la siguiente proposición: "entendemos por nación a una sociedad material y moralmente integrada a un poder central estable y permanente, con fronteras determinadas, y a una relativa unidad moral, mental y cultural de los habitantes, que adhieren conscientemente al Estado y a sus leyes?". Pero su definición es dada al lector después de una serie de observaciones preliminares. Explica que-la palabra "nación" es de uso relativamente reciente en el lenguaje jurídico y filosófico -Mauss escribe en 1920-. Subraya, también, los diversos tipos de organizaciones que en la historia de los hombres la preceden: el pasaje de las sociedades tribales, que constituían pequeñas unidades familiares, hacia las sociedades más integradas, como la China Yel antiguo Egipto; el surgimiento de la ciudad-Estado, así como de las grandes civiliZaciones, cuya extensión territorial cubrla una vasta área geográfica. Estadigresión no es gratuita. Mauso es consciente de que se encuentra ante un modo reciente de vida social. Observemos su definición. tiene ciertas implicaciones. La noción de ciudadanía, no como principio filosófico, sino romo realidad política, se realiza sólo después de ciertas transfonnadones (Revolución Francesa, crisisde 1848, extensión del derecho de voto a las mujeres, y, en países como los Estados Unidos, a los negros, etc.). La integración material, esto es, la emergencia de un mercado nacional, es ~bién fruto de ";'ta ~, que Polanyi describe como la gran transformación" . Durante el Antiguo Régimen, el capitalismo se restringía al intercambio externo, y no incluía en su lógica los mercados internos de los Estados. En cuanto a la "unidad moral, mental y cultural", sabemos que se trata de un movimiento lento. Difícilmente podría ser confirmada en el caso de que Mauss escribiera, por ejemplo, en 1820. En ese momento, Francia vivía los primeros impulsos de su revolución industrial, más de una cuarta parte de su ¡>OOladón no hablaba el francés, la integración territorial, promovlda por el adveninúenlo de la prensa "masiva" y el sistema ferroviario, aón no habla tenido lugar; faltaban escuelas que enseñaran a los niños el sentimiento de nadonaIidad, y buena parte del campesinado se encontraba excluido de la sociedad nacional ...;es a mediados del siglo cuando el hombre de ""J"PO se vuelve francé...."'. En suma, la nación &ancesa aún no existía, se encontraba en formación. Hobsbawm tiene razón cuando insiste en que 22 Véase PoIanyi, K., A gnmde b4lisfVimdpÍO, Río de ,....... r.__•• l~ 21 Mauss, M., "La natíon", en Otrores, 1. 3, Parls,Minuit, 1%9, p. 584. 52 ,~ 23 Véase Weber, a, Pt!umt's inJo Fmrchman, StanfoM, Stanfonl Univusity Press, 19'76. ss OTRO TERRITORIO MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD 24 el surgimiento de la nación es una novedad histórica ••Esto lleva a que la misma tendencia se reproduzca, en sus líneamientas generales, en otros lugares. AsÍ; a la centr~6n del Estado y la administración, requisitos ya conoados por otras sociedades, se añaden otros elementos. Para que la nación se constituya como "principio espiritual", "conciencia moral", se pone en marcha toda ~dime~ncul~.La unificación língüístíca, así como la mvenci6n de símbolos, son aspectos fundamentales en la elabora~ón de las nacionalidades. Lasfiestas cívicas, los desfiles patrios, la bandera, el himno y los héroes nacionales, objetos de cultc:t en ~ e~e las primarias, son el címíentode esta nueva solid~ad.Este es el contexto en el cual se forja la identidad nacional, la imagen en la cual se autorreconocen los miembros de una misma "comunidad". Pero hay que entender bien. Se trata de una "comunidad de destino", como nos recuerda Otto Bauer, yno de un carácter". Pero como el destino es siem-r;re susceptiblede interpretación por las diversas fuerzas SOCIales y políticas que se enfrentan, la dirección hacia ~ cual se dirige la nación es siempre objeto de c?ntrov~s~ (Bauer defiende un futuro socialista para los paIseS capitalistas). El debate sobre la identidad se encuentra, pues, permanentemente penetrado por Intereses conflictiV?s. Es ilu~o . imaginar la memoria nacional como el espacio ontoló~o de una identidad unívoca. En verdad, es una construcción cultural e ideológica, una selección, un ordenamiento de d~ terminados recuerdos. Renan piensa que los sucesos más dolorosos de la historia de un pueblo deberían ser olvidados, ya que, de lo contrario, su crudeza alim~~ la fragmentación al minar los lazos que unen los individuos al 24 Hobsbawm, E., "A recae como novidade: da revelucéc ao liberalismo", enNQ{'ÓeS e nacionalismos desde 1780,Río de janeíro, paz e T~a, 1991. Sobre la constitución de Gran 8retafu1, véase Colley, L., Britons: ForgingtheNation.l7a7-1837, NewHaven, y~ University ~ 1992: AS Véase Bauer, O., La CU€Sfión de las ~ Y la socitzldemocnri, México, Siglo XXI, 1979. S4 todo nacional26• lbda memoria es una lectura del pesado. Por eso, en su elaboración, los intelectuales desempeñan un papel preponderante (argumento válido también para los movimientos étnicos y de género; la primera cosa que hacen los intelectuales negros y las feministas, al afirmar sus identidades, es reescribir el pasado, esto es, constituir una memoria específica, expresión de sus luchas y sus intereses). Los intelectuales actúan como mediadores simbólicos al establecer un nexo entre el pasado y el presente. Existe así, la legitimadón de esta o aquella visión, de este o aquel destino. La memoria nacional es un terreno de disputas, en el que se baten las diversas concepciones que habitan la sociedad. Pero la nación es más que una novedad histórica. Constituye un tipo enteramente nuevo de organización social. Ernest Gellner tiene el mérito de haberlo comprendido en toda su radicalidad 27• Parte de la distinción entre sociedades agrarias y sociedades industriales. Las primeras se caracterizan por estar marcadas por una rigida segmentación: son sociedades estamentales. La éhte, constituida por militares, administradores y clérigos, se encuentra separada porun abismo de los otros estratos sociales -comeroantes, artesanos y campesinos-. La función del Estado es, fundamentalmente, la manufactura de la paz Yla recaudación de impuestos. En el plano cultural se da, de forma homóloga, la misma situación. La élite vive en un círculo cultural prácticamente aislado del resto de la población (por eso, la escritura está restringida a determinados medios de la clase dirigente). Por otro lado, los grupos subalternos, arraigados en el espado local, debido a su heterogeneidad étnica, religiosa y lingüística, se encierran en la espedñcídad de sus costumbres, cada uno con su dinámica propia. La sociedad industrial rompe con esas fronteras. A causa de la complejidad de la división del trabajo, los individuos deben circular constantemente, 26 Renan, B., Que'st-cequ'une nation?, París, Press Pocket, 1992. 27 Cellner, E., Naciones ynocionalismo, México, Alianza, 1991. ss OTRO TERRITORIO lo que deja poco margen para la existencia de mundos segmentados. Se trata de una sociedad en la cual la movilidad es un factor determinante. Por eso, la cultura no puede reproducir más los patrones conocidos hasta entonces. Debe, obligatoriamente, tener un grado mayor de integración, capaz de comprender al conjunto de los miembros de esta sociedad. La nación cumple este papel; representa esta totalidad que trasciende a los individuos, los grupos y las c1ases sociales. Nación e industrialismo son por 10tanto fenómenos convergentes. A efecto de nuestra discusión, lo formu1aria de la siguiente manera: la nación se realiza históricamente a través de la modernidad. De este modo puedo vincular la problemática nacional con una cuesti6n más abarcadora: la de la diluci6n de las fronteras, un tema intrínseco de la modernidad. Para comprenderlo, creo que es interesante la noción de "desencaje" propuesta por Giddens"'. En verdad, el advenimiento de la modernidad hace que las relaciones sociales no se aferren más al contexto local de interaoción. Todo sucede como si en las sociedades pasadas espacio y üempo estuvieran contenidos por el entorno físico. La modernidad rompe esta oonlinnidad, desplazando las relaciones sociales a un territorio más amplio. El espacio, debido almovimiento de circulación de personas, mercancías, referentes simbóli0051 ideas, se encuentra dilatado. El proceso de construcd.6n nacional ilustra bien esta dinámica. La idea de nación implica que los individuos dejen de considerar sus regiones como base territorial de sus aedoRes. Presupone el desdoblamiento del horizonte geográfico, al retirar a las personas de sus localidades para recuperarlas como ciudadanos. La nación las "desencaja" de sus particularidades, de su provincianismo, y las integra como parte de una misma sociedad. Los hombres, que vivían la experien28 V&!Ie Giddens,. A.,As am8elj'1I2ncias da ~ San Pablo,Unesp, 1991. se MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD cia de sus "lugares", inmersos en la dimensión delliempo y el espacio regionales, son así referidos a otra totalidad. Un ejemplosugeslivodeesta transformación eselsurgimiento de un sistema moderno de comunicación. Antes de su emergencia, los paises estaban compuestos por elementos des-conectados entre sí; una región no "hablaba" con otra, y difícilmente lo hada con su propia capital. La red de comunicaciones (vías férreas, carreteras, transporte urbano, telégrafo, diarios), que en algunos paises es fruto del siglo XIX, arliculará, por primera vez, este entramado de punlos, ligándolos entre sí. La parte se encuentra así integrada al todo. El espado local se desterrltorializa, y adquiere otro significado. Sin embargo, este movimiento no se realiza sin tensiones. Todo lo contrarío. No debemos olvidar que la modernidad se fundamenta en el principio de la individualidad ~ es su rasgo distintivo en relación con otras culturas-29. Sodológícamente, esto significa la ruptura de los vínculos estamentales, que deja al individuo "libre", "suelto", para circular según su voluntad, su conciencia (o, mejor, de acuerdo ron las posibilidades inscritas en su posición y condición de ciase). Idealmente, él escogería su propio destino. Ahora bien, una instancia que le es superior busca imputarle una voluntad colectiva. En este sentido, el individuo debe expresarse , como ciudadano de una naci6n. Su volición es refutada por algo que lo trasciende. Esta contradicdón está en la raíz del debate entre holismo e individualismo, tan caro a las sociedades modernas, debate que podríamos condensar a través de algunas ideas de 'Ilinnies"'. Yodiría, de manera aforística: la nación es una "sociedad" que se \magma como siendo una "comunidad". Sabemos que para 'llinnies la "comunidad" es un tipo especifico de formadón social. En eñe, las relaciones sociales están ..encajadas" en un espacio determinado, y los individuos comparten, en gran medida, el mis29 Véase Oumont, L., Essais L'individualism, París, Seuil, 19&3. 30 T6nnies, F., Commurulitée société, París, PUF, 1rn7. S7 OTRO TERRITORIO MODERNIDAD-MUNOO E IDENTIDAD mo mundo. Las relaciones de parentesco, vecindario, amistad, en fin, la vida personal, se encuentran articuladas a dominios más amplios, político, económico y religioso. 'Iodos comparten la misma conciencia colectiva. El advenimiento de la "sociedad" rompe con esos lazos de solidaridad y afectividad. La nación pretende recuperarlos como un bien de "todos". De alú la insistencia en hablar de "comunidad nacional". Ésta es, no obstante, una intencíen frustrada. Algo Irrealizable frente a la transformación radical de la sociedad. Denota una realidad que perdió sustancialidad y que sólo puede existir como un ideal. Este desacuerdo permite un conjunto de lecturas posibles de su •esencia" (para hablar como los filósofos). La modernidad, al mismo tiempo que se encama en la nación, trae con ella los gérmenes de su propia negación. La identidad nacional se encuentra, de esta forma, en desacuerdo con el propio movimiento que "la engendra. Es el resultado de un doble movimiento, la desterntoríeííeecíén de los hombres y su reterritorialización en el ámbito de otra dimensión. Su existencia es, por lo tanto, "precaria", y debe ser reelaborada constantemente por las fuerzas sociales. Lejos de ser algo acabado, definitivo, la identidad nacional exige un esfuerzo permanente de reconstrucción. Durante el largo siglo J(])(, y el corto siglo xx, la nación conoce su pujanza". El Estado-nación la encarna en todos sus atributos, En los países que solemos llamar centrales, se fortalece al punto de inaugurar una nueva era, la del imperialismo. Algunos de ellos -Estados Unidos, Franáa, Japón, Alemania, Inglaterra- imponen su posición prevaleáente en el contexto mundial La producción de mercancía, los bancos y el capital financiero se concentran en monopolios cuyas bases son inequívocamente nacionales. El poderío militar acompaña la misma tendencia. El mundo se encuentra re- partido de acuerdo con el interés de las grandes potencias". Evidentemente, es otra la situación en el "Tercer Mundo". Allí, la herenáa tradicional, las trabas políticas y económicas, así como la estructura de poder del sistema intemacional, impiden que se reproduzca el mismo ritmo de desarrollo. Sin embargo, la subalternidad de los países que lo componen, no implica la negación de los principios nacionales. Al contrario, ellos se refuerzan en su lucha contra el subdesarrollo y en el enfrentamiento con los imperialismos. En África, la descolonizadón se hace en nombre de la autonomía de los pueblos, y la nación traduce el deseo de independencia y libertad. 1lunbién en América Latina la cuestión nacional es una preocupación constante. Es el centro de las poüticas y los proyectos desarrollistas, en el combate contra el atraso tecnológico. El destino de las nariones es diverso. Complementario o antagónico, dominante o dominado. Pero cada nación se configura a partir de un núcleo de irradiación. La naáón deline un espacio geográfico en cuyo interior se realizan las aspiracienes poñticas y los proyectos personales. En este sentido, el Estado-nación no es sólo una entidad político-administrativa, es una instancia de producción de sentido. La identidad galvaniza las inquietudes que se expresan en su territorialidad. Por cíerto, su afirmación no ocurre sin problemas. Finalmente, la sociedad moderna está dividida por el antagonismo de clases. Porotro lado, para constituirse como tal, la nación debe pacificar los intereses de grupos diversificados -las nacionalidades, los pueblos indígenas, las poblaciones de origen negro en los p,.rses con pasado esclavista-o Incluso la lengua, uno de sus elementos unificadores, tiene que conquistar su legitimidad, esto es, demarcar su autoridad ante el pluralismo liogüístico y los dialectos locales. Entre tanto, durante un período relativamente largo, el 31 Véase Hobsbawm, E., Em dos extremos: o.bmJeséculo xx, San Pablo, Companhia das Letras, 1995. 32 Véase Lenín, V. l., El imperialismo, fase superior del capitllúsmo, Mé;lóL'Io, Roca,I974. sa 59 OTRO TERRITORIO Estado-nación obtiene una solución del conjunto de esas dificultades. Frente a otras orientaciones alternativas, la identidad nacional se afirma cumo hegemónica. Yo diría, utilizando una expresión de Weber, que el referente nación posee el monopolio de la definición de sentido. Es el principio dominaote de la orientación de las pnlcticas sociales. Las otras identidades posibles, o mejot; los referentes utilizados en su construcción, están sometidos a él Sin embargo, esta situación prevalece mientras las contradicciones existentes permanecen en las fronteras del Estado-nación. Es necesario retomar, en este punto, el tema de la modernidad. Vunos que, históricamente, la modernidad se realiza a través de la nación. Pero hay que subrayar, su dinámica es distinta. La desterritorialización proporcionada por la nación es parcial, favorece la movilidad de las cosas sólo en el horizonte de su geografía. La modernidad requiere un desarraigo más profundo. En el momento en que se radicaliza, acelerando las fuerzas de deseentramiento e individuación, los límites anteriores se toman exiguos. La "unidad moral, mental y cultural" sufre una implosión. Si entendemos la globa1ización, no como un proceso exterior, ajeno a la vida nacional, sino como la expansión de la modernidad-mundo, tenemos nuevos elementos de reflexión. Las contradicciones, inauguradas por la sociedad industrial y que atravesaban los espacios nacionales, cobran ahora otra dimensión. Rebosa el plano mundial. En este contexto, la identidad nacional pierde su posición privilegiada de fuente productora de sentido. Emergen otros referentes, que cuestionan su legitimidad. En el mundo de la "posmodemldad" -de la modernidad radicalizada-, su multiplicidad subvierte la jerarquía reconocida hasta entonces. , Este fenómeno no se restringe a los países periféricos, donde la realización histórica de la nación siempre fue incompleta. Por cierto, hay una correlación inversamente proporcional entre el avance de esta modernidad-mundo y la vitalidad de las naciones. En países como la India, donde 60 MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD cohabitan grupos etnolingiilsticos diversificados, el inglés, lengua mundial, llega a competir con el idioma nacional. 'Iambíén en países como Perú y Bolivia, con fuerte presencia de pohJación de origen indígeoa, y en los cuales la integracíon de hecho nunca ocurrió, la conciencia nacional es más débil. Nos encontramos, no obstante, frente a una tendencia que transforma la base de las formaciones sociales. La nación es alcanzada en su centralidad, en su médula Un ejemplo: el caso del multiculturalismo norteamericano. Podemos interpretarlo de varias formas. La afirmación dellocaüsmo en contraposición al universalismo o, desde una posición más positiva, el reconocimiento de las minorías en el plano de la política de las dííerencíes". Esto ilustra bien el descentramiento al cual me estoy refiriendo. Oto un pasaje de Schlesínger; de su lihro The Disuniting America -d Iitulo en sl mismo ya es sugestivo-: "(Según el multiculturalismo], América, al contrario de una nación transformadora, con una identidad propia, es vista preservadora de las identidades extranjeras. En lugar de una nación compuesta. por individuos que hacen sus elecciones sin trabas, América se ve, cada vez más, como una composición de grupos, más o menos irradicables en su carácter étnico. El dogma multíétnicc abandona el propósito de la historia, sustituyendo la asimilación~r la fragmentación, la integración por el seperetísmo" . Y luego añade: "¿resistirá el centro?". Nos encontramos en el polo opuesto al de la proposición de Mauss. El todo se encuentra hecho trizas; el centro, amenazado por la desunión. No es el juicio de valor, implícito en el diagnóstico de Schlesinger -la bñsqueda de la organicidad perdida de la naci6n-, 10que me parece más interesante, sino el retrato de un pueblo que, en el pasado reciente, 33 Véase, por ejemplo, Tay1or, C., MJd1iculturalism and tlle PolitU:s of Recognition, Princeton, Princeton University Press, 1992. 34 Schlesínger [r., A. M., TIte Disuniting Amerial, Nueva York. W. w. Norton and Company, 1992, pp. 16-17. 61 OTRO TERRITORIO poseía una alta estima de sí mismo. No revela sólo la cara de un único país. Se trata de una condición del mundo contemporáneo. Esto no significa que la sociedad se descompone, los países continúan funcionando en todos sus niveles. Thmpoco que el Estado-nación se diluye en el enfrentamiento de esos vectores identilarios.1\!ro cambió el contexto. En el seno de la sociedad moderna, industrial o pos-industrial, surge un espectro de referentes que se atraviesan, se chocan, se acomodan, organizando la vida de los hombres. Pensar la gIobaIizadón en términos de modemidad-mundo nos permite, además, evitar algunos tropiezos. Así como no tiene sentido hablar de "cultura global", también sería insensato buscar una "identidad global". Debemos entender que la modernidad-mundo, al impulsar el movimiento de desterritorializaci6n hacia afuera de las fronteras. nacionales, acelera las condiciones de movilidad y"desencaje". El proceso de mundíalízacíén de la cultura engendra, por lo tanto, nuevos referentes indentitarios. Un ejemplo: la juventud. En las sociedades contemporáneas, la conducta de un estrato particular de jóvenes sólo puede ser entendida al situarla en el horizonte de la mundiaJización. T-shirts, zapatillas, jeans, ídolos de rock, surf, son referencias desterritoríalízadas que forman parte de un léxico, de una memoria juvenil internacional-popular. Adorada ritualmente en los grandes recitales de música pop (efervescencia del potlach juvenil), en los programas de la MfV, en las revistas de historietas esta memoria fusiona un segmento de edad (y de clases), aproximando personas a pesar de su nacionalidad y etnias. La complicidad, la "unidad morar de esos jóvenes, está tejida en el cfrculo de las estructuras mundiales. Para construir sus identidades, ellos eligen símbolos Ysignos, decantados por el proceso de gíobaüsacíon, De esta forma, se identifican entre sí, y se diferencian del universo adulto. Otro ejemplo: el consumo. No debemos considerarlo apenas como un dominio de mercancías, un lugar de intercambio. Thmbién es un tipo de ética, un modo de conducta. Los que participan de él están envueltos por valores y perspec62 MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD tivas afines. Ocurre que la sociedad global va a promoverlos en escala mundial. Estrellas de cine, ídolos de televisión (hoy proyectados mundialmente por la 1V por cable y los satélites), marcas de productos, son más que objetos. Se trata de referencias de vida Los viajes de turismo, las visitas' a Disney World,las vacaciones en el Caribe, la concurrencia a los shopping-eenters, los paseos por las calles comerciales, forman parte de un mismo imaginario colectivo. Grupos de dases medías mnndializadas pueden, así aproximarse, romunicarse entre sí. Comparten los mismos gustos, las -iñismas inclinaciones, circulan en un espacio de expectativas comunes. En este sentido, el mercado, las transnadonales y los mase-medía son instancias de legitimación cultural, espacios de definición de normas y de orientación de la conducta. Su autoridad modela las disposiciones estéticas y las .maneras de ser. Así como la escuela y el Estado se constituyeon en actores privilegiados en la construed6n de la identidad nacional, también las agencias que actt1an en el nivel mundial favorecen la elaboración de identidades desterritoria!izadas. Como los intelectuales, son mediadores simbólicos. Integración. territorialidad, centralidad. Difícilmente esas premisas puedan ser reproducidas del modo en que fueron postuladas anteriormente. A partir de la g1obalización, la propia noción de espacio se transforma. El núcleo de cada cultura, esto es, el referente para la construcción de la identidad, pierde centralidad. De ahí proviene la sensación de crisis que atraviesa el debate contemporáneo. Las fronteras de la nación no pueden contener más los movimientos identitarios que existen en su seno. Los discursos eculógico Yétnico son un testimonio de esto. tJn ejemplo, las prácticas musicales que expresan la conciencia negra. ÁfriCa-BahíaCarfbe forman un universo, que se sustenta en la condición de subaltemidad de los negros en las sociedades actuales y en elludismo de las generaciones descendientes de esclavos. Se construye así un circuito, un conjunto de símbolos, que unifica grupos y conciencias separados por las distancias Ylas nacionalidades. 63 OTRO TERRITORIO MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD A primera vista, ciertas identidades son fortalecidas con el debilitamiento de los límites nacionales. En los países donde compiten una variedad de lenguas, el idioma "bajo", esto es, subalterno, se vivifica ante la relativización de la lengua nacional. Del mismo modo, ciertas identidades "locales", sofocadas por la ~ecesidad de la cohesión nacional, cobran nuevo aliento. Este es, a menudo, el caso de las culturas populares en América Latina. Mal asumidas, cuando no rechazadas, por los proyectos nacionales, marginalizadas, encuentran en el movimiento de la globalización un contrapunto para afirmarse. Pero, no hay que olvidarlo, tampooo poseen el monopolio de la delinición de sentido. Retomo el ejemplo de los Estados Unidos, visto ahora desde la perspectiva de los movimientos negros. Comel West considera que, durante un largo período de la historia americana, los negros lograron equiparse con una "armadura cultural" que les permitió rechazar el mundo de los blancos. A! vivir al margen de la vida social Y política, fueron capaces de erigir defensas, estructuras culturales propias, arraigadas en sus comunidades: instituciones religiosas, redes familiares, asociaciones colectivas. Sin embargo, la sociedad americana se transformó al punto de poner en riesgo esos nichos culturales. ¿Qué sucedió? La respuesta de Westes sugestiva: todos los otros; así, sacan de circulación los valores transmitidos por las generaciones pasadas"3S. "La reciente fragmentación, en función del mercado, de la sociedad civil negra -familias, escuelas, iglesias, mezquitasdeja, cada vez más, a un número mayor de negros vulnerables frente a una vida dominada por un débil sentido de id~tidad y una débil protección de principios y lazos que amparen su existencia [...] ¿Pero por qué ocurre esta fragmentación de la sociedad civil negra? Las1nstituciones de mercado de las empresas contribuyeron mucho en ese sentido l...] Esas instituciones contribuyeron para la creación de un modo de vida seductcn una cultura de consumo que se aprovecha de toda ycualqWeroportunidad peraganardinero [..•] Bsas imágenes seductoras contribuyen al predominio del modo de vida inspirado por el mercado, en detrimento de . El consumo, percibido por el autor como algo exclusivamente americano, pero que en el fondo es una de las caras de la mundíalíeacón de la cultura, surge como un referente . contrastante en relación con la solidaridad étnica La identidad negra, como la nación, se encuentra así "amenazada", esto es, contrapuesta a otras tendencias, que la atraviesan y la redefinen. Creo que podríamos comprender nuestra problemática usando dos conceptos propuestos por Michel de Certau. Este autor denomina 11estrategia" al cálculo de las relaciones de fuerza que se toma posible a partir de un sujeto (empresario, propietario, institución científica, etc.), que se encuentra aislado en un espado. Esto significa que toda estrategia se vincula con una base territorial a partir de la cual se realiza una gestión, que pesa y evalúa el movimiento de los otros -edversarío, competidores o clientes-. Existe, así, una distanda entre el sujeto (institución) que aplica la estrategia y el objetivo a ser alcanzado. A! concepto de estrategia, De Certau contrapone el de "táctica", la cual sería "un cálculo que no puede contar con un lugar propio, ni con una frontera que distinga al otro como una tola1idad visible. La táctica posee como lugar el lugar del otro. Allí se insinúa, fragmentariamente, sin poder aprehenderlo por entero, sin poder situarse a la distancia,,36. El problema que le interesa directamente a De Certau no es la cuestión de la identidad, sino el de la cultura popular; el modo en que el usuario de un producto actúa en fol'J!Y! diferente del empresario, que lo coloca en el mercado, El vendedor actúa según un cálculo estratégico, en función de un determinado objetivo; el consumidor reacciona ante un 35 West, e, Questio de 1JI9l' San Pablo, Companhia das Letras, 1994. pp. 32-33. 36 De Certau, M., L'imJention tW quotidien., París, 1M.8, 1980, p. 21. .. OTRO TERRITORIO MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD hecho consumado, su acción no puede ser abarcadora, es localizada. El juego de las identidades tiene algo semejante. Cada una de ellas debe "negocíarr Iretcmo una idea de Néstor Garcia Candíní)" su existencia en el contexto de un terreno ya delimitado. Por ejemplo: las culturas populares en América Latina están atravesadas por las realidades nacionales y mundial. Su afirmación se encuentra tensionada por diversas líneas de fuerza. "Negociar", esto es, delimitar simbólicamente un territorio, es tomar en consideración la multiplicidad de los actores en competencia. Entre tanto, las identidades operan a partir de posidonamientosdistintos. Algunas de ellas tienen una influencia mayor, porque se vinculan con instituciones cuyas "estrategias" las impelen sobre el territorio"de los otros". Éste es el caso de las identidades nacionales, o desterritorializadas: atraviesan la diversidad de los "lugares". Otras, sin embargo, deben conformarse con la "táctica", es decir, deben actuar sometidas a la presión constante de sus "oponentes". Se trata, por lo tanto, de un juego desigual La modernidad-mundo pone a disposición de las colectividades un conjunto de referentes -algunos antiguos, la etnicidad,lo local, lo regional; otros recientes, resultantes de la mundialización de la cultura-. Cada grupo social, en la elaboración de sus identidades colectivas, se apropiará de ellos de manera diferenciada. Esto no significa que vivimos en un Estado "democrático", en el cual la elección es un derecho de todos. Traducir el panorama sociológico en términos políticos es engañoso. La sociedad global,lejos de incentivar la igualdad de ias identidades, está surcada por una jerarquía, clara e impiadosa. No se trata de quelas diferencias se fundan en sustratos ontológicos, "radológícos" o de carácter -el negro es "inferior" al blanco; la mujer. 'subalterna" al hombre; la nación, un "anacronísmo" ultrapasado por la globalización-. Este tipo de argumentación es inadecuada:. reafirma los ~eco~ceptos y la incapacidad de pensar críticamente. Las Identidades son diferentes, y desiguales porque 5Us~ces, las instancias que las construyen, ~ frutan de distintas .posiciones de poder y legitimidad. Concretamente, las Identidades se expresan en un campo de l~~ y conflictos en el que prevalecen las líneas de fuerza disenadas por la lógica de la máquina de la sociedad. 37 Garda Cendíní, N., ..¿Negociad6n de la identidad en las clases popu~ lares?", en Consumidores y ciwltuIanos, México,. GrijaIbo, 1995. 66 67 CULTURA, COMUNICACiÓN Y IIASA· En la conclusión de su libro Cultura y sociedad, Raymond WilIiams hace la siguiente observación: 'Masa fue una palabra usada para sustituir multitud. De hecho, no hay masas; existen apenas maneras de ver a las personas como mesas". Su prcposjcíén deriva, evidentemente, de un análisis anterior, en el cual considera el modo en que el término está penetrado por mandatos ideológicos. Nacido en el campo político conservador, se aplica sobre todo, en el siglo XIX, a las agiomeradones urbanas, al designar las clases peligrosas, cuya exclusión de la sociedad industrial es manifiesta. En verdad, Williams expresa una reticencia compartida por varios intelectuales respecto de la idea de 'cultura de masas' -noción hfbrida, imprecisa, forjada :redentemente en el dominio de las ciencias socíaíes-iCeeo que tiene razón en sus críticas. Analíticamente, es difícil concebir una sociedad en términos de masa. Entre tanto, aun cuando se parta de esta certeza, queda la pregunta: ipor qué un conceplo lnconsisIente goza de una vida y una credibilidad tan largas? ¿Por razones exclusivamente ideológicas? ¿Debido a un equívoco teórico de aquellos que 10 usan? Pienso que no. Los conceptos nunca son puros, están marcados por la historicidad que se suma a su existencia categorial Por eso es importante la reflexión acerca de su génesis y su implicaciónes. Permite aclarar un conjunto de significados implíd.tos en su interior, y nos ayuda a entender ciertas cuestiones aún presentes en el debate contemporáneo. El término cultura de masa es nuevo, surge en los Estados Unidos, probablemente entre el final de la década del .. Traducción: Ada SoIari 1 WiIIiams, R, Cullureand society, Nueva YOI'k,. Columbia Universi.ty Press, 1983, p. 297. 2 Sobre este aspecto, véase Cohn, G" Sociología da cormmiaipio= tevrill e ideologio, San Pablo, Livraria Pioneira, 19'73. (691 OTRO TERRITORIO treinta y la terminación de la Segunda Gu~~a Mundial; Digo probablemente, pues la literatura especializada prestó poca atención al hecho. No obstante, sabemos que como.las palabrasson vitales y capciosas, nombran objetos, pero también revelan el estado de ánimo de aquellos que las emplean. SI consultamos un manual de sociología de la época, Ogbum y Nimkoff (1940), veremos que la noción no es a~ utilizada'. Hay, por cierto, una sección referida a la multitud yel público, asunto debatido entre los americanos, desde la.escuela de Chieago. 'Iambién la ignora Adorno en sus e~tos sobre música popular, fruto de las investigaciones en eqwpo con Lazarsfeld (1933-1941)'. Ahora bien, en Dialéctica del iluminismo, publicado en 1944, el panorama es otro. En la década del cuarenta, las denominaciones "comunicación de masa", "medios masivos" y "cultura de masa" se tomaron de uso corriente. Este es el momento en el que se desarrollan las investigaciones sobre comunicación, que inten~ c.omprender el impacto de los mensajes junto a las audienaas y el público'. El hecho de que esos estudios florecieran en los Estados Unidos es sintomático. Mientras que los países más industrializados de Europa se encontraban movilizados por la guerra, en los Estados Unidos el debate intelectual tenía como referencia otra realidad: los filmes de Hollywood, el stm-system, la radio, con desdoblamiento político (elección de Roosevelt), pero también cuIturaIes (soap<>pe7Il, programas Ogbum, W. F. y N _ M F.• S<ridogy, _ _ The RNenOde Press, Cambridge, 1940. 4 En este períodoAdornoescribe"On Popular Music'" Yalgunasreseñas "American Jazz Music"', "'Jau Hot and Hybrid"', publicadas en Studws in PhiIosophy and Social Scienas, No. t, 1941; "'The Radio Simpbony", en LazarsfeId, P. y Stanton, F.; RiuIiD~, Nueva York, DueD Sloan and Peerce, l~ "O ret:ichismo:na m6sica e a regressáo da awH<ao", pubHcado ong;naImenteen_Zeil.mriftfut SaUsljrJrsdumg, año 7, 1938. 5 Véase De MoragasSpA, TIf!Ilrirs M 14 cormmiaIcióts, Batte1ona, Gustavo 3 GiIi, 1981. 70 CULTURA, COMUNICACiÓN y MASA de auditorio), la poblicidad, etc. Pujanza que llevará a muchos autores, americanos y extranjeros, a identificar equivocadamente "cultura de masa" y amerkanísmc'; La verdad es que los Estados Unidos conocen, antes que otros paises,la "revoluci6n" tecnol6gica-conumicacional, así como sus implicadones en el dominio cultural. La sociedad americana expresa un momento de radicalización de la modernidad, aún inconsistente dentro de los estándares europeos o latinoamericanos. Pero, antes de entender; la especificidad de esla sociedad de "masas", es necesario retomar al pasado, poes el concepto tiene un antecesor ilustre: la multitud. A partir de la revolución industrial, y de las transformaciones políticas ocurridas durante el siglo XIX, las ciudades europeas sufren un crecimiento sin precedentes. Tanto en las capitales (Londres o París), como en las cíudades-fábncas, circula un número cada vez mayor de personas. Mendigos, trabajadores, marginales, prostitutas, inmigrantes y obreros, componen esta "multitud". El pensamiento burgués los percibe como una amenaza, un foco permanente de disturbio. Como acertadamente observa Louis Chevalier, esas clases peligrosas son vistas como integradas por "bárbaros", "salvajes", grupos enteramente al margen dela civílizaci6n'. El alcohnlismo,la criminalidad, las enfermedades epidémicas, en suma, el desorden, serían sus atributos esenciales. Esta visión, etnocéntrica y 6 En la introducri6n de un compendio universitario, Bernard Rosemberg, un crftico despiadado de la "'masificadón'", tiene necesidad de refutar el argumento -"América is responsible formass celture"- presenteen el debate.VéaseRosemberg. B.YWhite, O. M. {comps.),MIlss Culture: tire PopulaT Arls in.Ammaz, Nueva York, The Free Press, 1955. A\Ul así, ese tipo de concepción prevalece entre algunos autores. J. TunstaD escribe, en los años setenta. que los mass-media revelarian el ..ea.táde:t" ontológicodel Seramericano. Véase The MediIl trreAmeriam. Nueva York. 0Jlumbiá Univenity Presa, 1m. "chula......,....,., 7 Chevalieo-, L, a.- ~ p_~, 1984. Un trabajo esped6co sobre el tema en CIlesti6n es el de Susanna Barrows, Miroirs dijornuznts: réfIexions sur 111 frnde en Fnmt:I!' i 111 fin du. X1Xe sikIe, Paris, Aubier, 1990. 7t CULTURA. COMUNICACiÓN Y MASA OTRO TERRITORIO prejuíciosa, se desdobla en el plano político, pues el siglo XIX europeo asiste, también, a las luchas de clase, las reivindicaciones de las asociaciones de trabajadores} los conflictos poíüícos. Multitud se aplica, por lo tanto, a la clase proletaria emergente, a sus exigencias de participación política y ciudadana. Considerada como un agrupamiento irracional, atávico, guiado por la exacerbaci6n de los sentimientos, encarnaría la negación de los principios democrétícos y la hbertad humana. Por eso, Gustave Le Bon caracteriza la "era de las multitudes" como el momento del •ascenso de las clases popoIares a la vida poIitica E! peligro se toma entonces inminente. Las reivindicaciones obreras -reducción de la jornada de trabajo, distnbución igualitaria de 1", productos, sufragio universal- pasan a ser vistas como una usurpación, la señal manifiesta de la decadencia civilizatoria. Pero esta concepción no se circunscribe al campo de la politica. En gran parte, atraviesa todo el debate cultural. Dos ejemplos: la condena de la novela-folletín por parte de los criticos literarios y la polémica acerca del estatuto artístico de la fotografía. Cito a Sainte-Beuve cuando, en 1839, frente a las transformaciones del mercado editorial} hace un balance de la literatura francesa: H ' . "Este campo libre, que hasta hoy era la honra de Francia, zqué se hizo de él? Sin duda, su condidón de ser común y abierto a todos, en cada época, lo hizo presa del acoso de los espíritus. Diferentes formas del mal gusto, de modas heteróclitas, de escuelas vocingleras pasaron por alli. En una palabra, este campo estuvo siempreinfestado por bandos; pero nunca llegó aserinvadido, explotado, reclamado como justa propiedad, por un bando tan numeroso, tan disparatado y casi organizado, como vemos hoy. Es necesario resignarse a los nuevos hábitos, a la invasión de la democracia literaria, como al advenimiento de todas lasotrasdemocracias. Cada 8 Le Bon, G., Psirologia das multidOes, DeIraux, 199J. 72 vez menos. escribir e imprimir será un rasgo de distinción. Con nuestros modos electorales, industriales, todo el mun. do tendrá, una vez en la vida. su página, su discurso, SIl& prospectos, su celebración, será autoJ:. De alú a hacer un folIetln, sólo hay un poso". E! tono es semejante entre los pintores Y críticos de arte; eííos le niegan a la fotografía cualquier cualidad estética. ~ el asedio de esta nueva técnica, algunos gritan: 'Con la civilización penetra, en todos los lugares, esta lepra en las artes, esta decadencia infalible que se llama el Abaratamiento. Propia o impropiamente dicho, no hay más límites, más visas} más obstáculos a la entrada en la carrera de las artes; por lo tanto, no hay más fronteras contra la invasi6n de la mediocridad, contra el trueque de influencia perjudicial entre el comprador y el comprado, corrupdón general y profonda del gusto público'''. Los términos del rechazo son idéntiros: la invasión del mal gusto por Iamediocridad de las masas.1'ero es necesario que quede claro. No se trata apenas de una ecuación polltico-ideológicall . Durante el siglo XIX se dan, simulténeamente, la emergencia y la consolidación de esferas culturales distintas y antagónicas. Una, de "bienes restringidos' (recurro a Bourdieu); otra, de "bienes ampliados"'. Cada una tiene su lógica propia El universo artístico es autónomo, posee reglas especificas, formas, y modalidades de consagración de sus pares. La esfera de bienes ampliados está regida por otros criterios. En ella, las preocupaciones estéticas deben adaptarse a las imposiciones técnicas, industriales y comerSaínte-Beuve, Ch.-A de, "De la Iittérature industrielle", en ~ des Deux MonJes, septiembre de 1839, pp. 679-681. 10 Péríer, P., "Expositions universeDes: photographes~.en RouilIé, A, LA photographie enFmnce: textt!tlel rorwerses ·une tmtIrologW, 18161871, Paris, Macula, pp. 21~217_ 11 Sobre el foBetfn Y la fotograffa, véase Qrtiz, R., "Cultura e mercado", en Culfurrze morlemidtuk: a l'trJ1J9f no século XIX, San Pablo. BrasiHense, 1991. 9 73 OTRO TERRITORIO ciales. 'llmto el foIietln, como la fotografía, al contrario de la literatura y la pintura. se articula Inlimamente con el mercado. Elsiglo XIX 'inventa' al artista Jibre Yautónomo, al mismo tiempo que las fuerzas industriales redefinen la relación de las técnicas con la cultura (surgimiento de una industria editorial, de la gran prensa, de la producción mecánica de imágenes -fotografía y, posteriormente, cine-). El conflicto deriva, por lo tanto, de un movimiento interno de la sociedad. Ante el avance de la cultura de mercado, el campo de la culturaerudita se encuentra tensionado. Las cóticas son reactivas, intentan defender un territorio conquístado, está en cuestión el monopolio de la definición de qué es el "verdadero" arte. En este senüdo.Ia contradicción arte versus mercado se encuentraya contenida en la problemática de la multitud. Cuando, más tarde, esta discusión se actualizaen los EstadosUnidos, lo que ocurre en verdad, es la reedlcton, por cierto dentro de nuevos parámetros, de algo anterioJ: Es suficiente tomar como referencia el debate presidido por LazarsfeId, en 1959, organizado por el 'Iamiment-Institute y la revista Daedalusu. La polémica sobre cultura de masa y arte es la divisoria de aguas; galvaniza las energías intelectuales de los participantes. Entre tanto, aun cuando es posible seña1ar aIgonas contínuídades, se supone que el surgimiento de una nueva denominación trae consigo otros elementos. ¿En qué difiere la multitud de la masa? Retomo a Gustave Le Bon, perono me interesa ahora su postura ideológica, sino focalizar su com'ón analilica. ~_..'Para el sentido común, la palabra multitud ......_ un con- prenst juntode individuos independientemente de lasdrcunstan12 mdebate fue pubH<ado po<)acobI, N. Cultuno Jo< Millions7, Boetcn, Beacon Press, 1964. En él participaron.. entre otros intelectuales, Hannah Arendt, Leo LowenthaJ, James Beldwin" Arthur Schlesinger jr., Daniel BeII. Bemard BereIson. Un comentario s1gnificativo sobreeste encuentro es el de Friedmann, G.,"Culture pourlesmillionsr, en Ces meroeilJeux instruments, París, Denoej, 19'79. 74 CULTURA, COMUNICACIÓN Y MASA cías que los reúnen. Desde el punto de vista psicológico, la palabra multitud tiene un sentido totalmente diferente. En -....... cir<:unsIancias Y sólo en ésas, unagrupamlento de individuos adquiere caracteres nuevos, bien diferentes de los caracteres de cada uno de los individuos que lo componen. La personalidad consciente se desvanece y los elementos y las ideas de todas lasunidades se orientan en una dirección única. Se forma un almacolectiva, sin duda transitoria, pero que muestra caracteres bien definidos"13. Subrayo algunos puntos de esta definición. Primero, el agrupamiento. Una multitud es una aglomeración de personas en un determinado lugar: Esto lleva a Ortega y Gasset a iniciar La rebelión de las masas con una metáfora espada1: "Las ciudades están llenas de gentes. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Las playas, llenas de bañistas. Lo que antes no solia ~,roblema empieza a serlo casi de continuo: encontrar sítío . La multitud posee, por lo tanto, una característica: la visibilidad. Expresa una concentración, un volumen localizado en un determinado espacio físico -durante el siglo XIX, el imaginario conservador ve la calle como el lugar, por excelencia, de la 'irracionalidad', esto es, del movimiento contestatario de las masas--. Segundo, la multitud está compoesta de elementos heterogéneos, ningún vinculo sociaJ más profundo une a sus integrantes. De ahí su carácterde transitoriedad. Una vez termina la excitación de las personas, el agrupamiento se deshace. La multitud posee un 'alma rolectiva" porque sus miembros actúan en conjunto, pero es incapaz de generaruna "concíencía colectiva"'. Los que participan de ella son desconocidos unos para los otros, nada los aproxima, tradición, valores, 1azos familiares, ideología o 13 LeBon, G., op. cit., pp. 23-24. 14 Ortega Y Gasset, J.. LA rebelión de 1ss dente, 1956, p. 50. 7S mIISIlS, Madrid, Revista de Ocd- OTRO TERRITORIO CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA creencia. Tercero, la multitud presupone la dilución de las individualidades. Propicia un comportamiento irracional y emocionaL A ella se aplicarfan enteramente las leyes de imiladón de Gabriel 'Iarde. Entre el gesto inicial del "conductor de multitudes" y su repetidón, casi automática, por los participantes de una aglomeración, no existe ninguna mediacíén de la contienda. Las particularidades de cada uno se encuentran anuladas por la coerción del todo. De forma distorsionada, este tipo de pensamiento prevaIeee en la explicación de una gama de fenómenos, en particular los de naturaleza política. Sin embargo, a fines del siglo, algunos intelectuales ya habían percfbído ciertas insuficiencias. Un conjunto de hechos escapan a su alcance. Un autor como 'Dude llega incluso a rever, quizá sería más correcto decir ampliar; algunas de sus ideas. Él afirma: "Es necesario dejar de confundir la multitud con el público [...J. En lassociedades animales inferiores, la asociación consiste sobre todo en la agregación material A medida que subimos en los escalones del árbol de la vida, la relación social se toma más espiritual. Ahora bien, la multitud, en este sentido, tiene algo de animal. lNo es ella un haz de contagios psíquicos, esencialmente producido por el contacto físico? Pero no todas las comunicaciones, de espfritu a espíritu,. de alma a alma, tienen necesidad de una aproximación de los cuerpos. En nuestras civilizaciones, ron las corrientes de opiniones, esta condición se cumple cada vez menos. No es en las aglomeraciones, ni en la plaza pública, donde nacen y se desarrollan esas especies de ríos sociales [...J. Es extraño, pero los hombres que se autosugestionan, o, mejor; que transmiten unos a los otros las sugestiones que están por encima, esos hombres no se tocan, no se ven y no se escuchan. Están sentados, cada uno en su casa, leyendo el diario, y dispersos en un vasto territorio..15• El pasaje es sugestivo. Para actuar en aintonfa, y colectivamente, ya no es necesario que los hombres se agrupen en un sitio determinado. Los medios de comunicación, en este caso el diario, redimensionan la reladón de proximidad-distanda. Por otro lado, la idea de opinión pública requiere una "cohesión mental" (expresión de la época) entre los individuos, esto es, una mediación intelectual entre la fuenteem.isora del mensaje y el receptor, diseminado por un "vasto territorio". La individualidad, negada en tanto parte de la multitud, encuentra así un medio para expresarse. Entre tanto, larde continúa aún preso de sus concepciones anteriores. El público es pensado en términos de sugestión, contagio, de la misma forma en que se caracterizaba la reíadón entre "conductores" y"conducidos" en la multitud--el público seria "una especte de multitud menos ciega". 'larde considera al público como el resultado de una evolud6n natural, el grado espiritual más avanzado de un mismo fenómeno. En el fondo, su ambición era construir una teoría general que comprendiese todos esos hechos. En verdad, poco a poco, la problemática del público romienza a ser diferenciada del tema de la multitud. En el comienzo esos campos se confunden, pero sus caminos están definitivamente trazados. En los Estados Unidos, los estudios de opinión pública se desplazan hacia una nueva dimensión: la comunicación. Cooley, uno de los pioneros de la sociología americana, manifiesta, desde el inicio del siglo, un gran interés por la cuestión 6. Considera que las sodedades estarían conociendo una "nueva época", en la cual los medios de comunicación redefinirían el propio sistema social Espacio y tiempo comenzaban a ser superados por el avance técnico, y la difusión de productos en gran escala haciacreer que el acceso a la cultura se generalizaría, en breve, para "todos los hombres". Más allá de su visión excesiva- 15 Tarde, G., "La foule er le pubtic"", en L'opinion ella joule, París, PUF, 1969, p. 32 (edición original de 1898). 16 Véase Cooley C. H., SociIl1 OrgunirAJitm, Glencoe, TheFree PIes&, 1956 (la. edición, 19(2). 76 rr la I OTRO TERRITORIO CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA mente optimista-marcada por derto democratismonorteamericano-, es importante comprender que nos encontramos ante nuevos argumentos. Pero en el momento en que Cooley escribe, 1902, esa tendencia es aún limitada. La "revolución comunjcecíonal" se restringe a las técnicas y los materiales escritos, principalmente la prensa. En las décadas del veinte Y e! treinta e! movimiento se acelera. A partir de la radio -que en los Estados Unidos se toma definitivamente"masiva" y comercialen 1928--, el cine industrial (estructuración de Hollywood, surgimiento del cine habtado en 1930), las historietas Yla publicidad, la problemática adquiere otra dimensión. No se trata apenas de comprender la naturaleza de las opiniones, el modo en que los lectores son influidos por los diarios. Los medios de romunicaci6n pasana actuar de forma antes desconocida. Por eso, diversos aulores se vuelcan hacia e! análisis de la dinámica de los medios y los comportamientos de "masa'. Éstos denotan otro tipo de sociabilidad, en la cual los individuos son separados de sus comunidades de origen e insertos en un universo más amplio. Podríamos decir: la comunicación profundiza las condiciones de desIocalización de las nización, en la cual las relaciones secundarlas (e! anonimato de las grandes ciudades) se toman preponderantes. La estera de la comunicación emerge así, como un espacio de dísputa cultural y política. En ella son engendrados valores, ideologías y creencias. El último aspecto, la dilución de la individualidad, constituye un aspecto polémico. Los criticos piensan que el individuo se desvanece en su interior -Adorno considera la cultura de masa como expresión de la "seudoindividualizadén" de los hombres-, Sin embargo, la corriente sociológica mayoritaria toma otra direcrlón. Herbert Blumer sintetiza cierta comprensión, común y dominante en la literatura norteamericana. Él dice: personas. Este es el contexto en el cual es acuñado el término "cultura de masa", que traduce, si bien de manera insatisfactoria, esos cambios. Sería dificil comprenderlos en el horizonte demarcado por los fenómenos de la multitud. Varios de los presupuestos anteriores se vuelven claramente insuficientes. Thrde ya habla presentido que, para que se manifestasen ciertos fenómenos,no era necesario que existiera una ag10meración flsicade personas. La otra condición, la transitoriedad de los agrupamientos, está defuútivamente superada. La "cultura de masa" no es un espacio desarticulado, inorgánico. Al contrario,los sociólogos la perciben como un vetúculo privilegiadode sodaJiz.ación. Representa el pasajedesde una sociedad, en la cual las relaciones sociales estaban contenidas en los grupos primarios (familia, asociaciones religiosas, vecindario), hacia otro tipo de orgo78 "Los objetos de interés de las masas atraen la atención de las personas hada fuera de sus culturas locales, así como de las esferas de la vida cubiertas pornormas, reglamentos y expectativas. En este sentido, la masa puede serpercibida como constituida por individuos aislados y alienados [...]. Esto significa que el individuo en la masa, en lugar de estar desprovisto de atención, es, en verdad, agudamente autoconsciente. Él no actúa en respuesta a sugestiones o a los estímulos excitantes de aquellos con quienes se relaciona; actúa en respuestaal objeto que retiene su atención, y sobre la base de impulsos que él mismo estimula,,17. Es decir, cada uno actúa en función de su propia selección de los objetos. No se trata de una interpretación ingenua. Posee implicaciones teóricas y metodológicas. Desde el ponto de vista metodológico, presupone una concepción de la sociedad, en la cual el individuo es la unidad de acción. Él escoge, libremente, entre los objetos y las intenciones socialmente disporubles. La "cultura de masa' surge así como la expre17 Blumer, H., "E1ementuy CoI1edive Grouping"', en Park. R. (comp.), AnOidlineofPrinciplesofSociology, Nueva York,. Bames &:Noble, 1939, p.242. 79 OTRO TERRITORIO CULTURA, COMUNICACIÓN Y MASA si6n espontánea de las voluntades individuales. Es contra r. este tipo de comprensión que se rebelaron Adorno Herkheimer al elaborar el concepto de industria cultural '. Pero, dejando de lado este aspecto, no porque carezca de importancia, sino para retomar el hilo de mi argumentación, queda claro cuánto nos distanciamos de la problemálira de la multitud. El individuo, inconsciente, hipnotizado por la efer- vescencia colectiva, encuentra ahora un espacio de afirmación. En este sentido, "'masa" no es simplemente otro nombre para 'multitud'. La sustitución de palabras implira un cambio de señales. La negatividad anterior se trasmuta en positividad. Puede 5eI; incluso, utilizada ideológicamente como sinónimo de democracia. Lo que caracteriza la 'cultura de masa' es su homogeneidad, que es un elemento pre1iminar de su existencia conceptual. Loshombres que consumen, en principio, forman parte de un universo cohesionado, son "todos parecidos", Incluso la versión liberal (esto es, valorizadora del mercado) se ve obligada a enfrentar la contradicción entre ser "masa" o ser individuo. La solución hallada -admitamos, de compromiso- consistió en afirmar la conciliación de tendencias tan conflictivas. Las personas, individualmente, escogen los objetos dispuestos en el mercado, pero colectivamente forman parte de un conjunto homogéneo de consumidores. Ésta es, por ejemplo, la concepción de Blumer cuando defi- ne "sociedad de masa": "un agregado de individuos que están separados, apartados unos de los otros, [que] son anónimos y homogéneos respecto del comportamiento de masa,,19. En este sentido, "masa" se aproxima a "multitud". En ambas prevalecen las mismas disponibilidades. Anonimato y homogeneidad son sus atributos esenciales. Pero queda una duda: i.se trata de un resquicio heredado del siglo XIX1 18 Véase Adorno, T. W., "A ind:Ostrla culb.ll'al"', en Cohn, G. (comp.), Adamo, San Pablo, Ática, 198619 Blumer, H., "E1ementary CoDective Grouping"', op. cit., p. 24280 ¿Una deuda permanente en reJarión con una idea pretérita? Las cosas pueden ser vistas de este modo -...1 texto de Blumer se orienta, en parte, en esa dirección. Pero creo que es posible entenderlas de otra manera. Parto de una observación inicial que, quizá por estar sobreentendida en la discusión, se encuentra a menudo en segundo plano. Los primeros intentos de comprensión de la cultura y la sociedad de 'masa', comparten todos algo en común. Enfatizan la especificidad del momento histórico. Autores con perspectivas e inclinaciones teóricas antagónicas convergen en el mismo tipo de apreciación. Cito, entre otros, a Ortega y Gasset: "La aglomeración, el lleno, no era antes frecuente. ¿Por qué lo es ahora? [...] Losindividuos queintegran estasmuchedumbres preexistían, pero no como muchedumbre. Repartidos por el mundo en pequeños grupos, o solitarios, llevaban una vida, por lo visto divergente, disociada, distante. Cada cual-individuo o pequeño grupo-ocupaba un sitio. tal vez el suyo, en el campo, en la aldea, en la villa, en el barrio de la gran dudad. Ahora, de pronto, aparecen bajo la especie de aglomeración, y nuestros ojos ven donde quiera muchedumbres":ll. Hubo entonces, un período en el cual las "masas" no existían, los'bombres conocían "su" lugar, estaban confinados a territorios bien delimitados. La historia estaría, por lo tanto, marcada por un 'antes" y un •después". Thmbién los sedologos pen:iben, Yexp1ican, ese hecho. El texto de Edward Shills "La sociedad de masas y su cultura" es bastante representativo de esta forma de pensar Sus primeros párrafos dicen: "Después de la Primera Guerra Mundial, surgió un nuevo orden social, sobre todo en los Estados Unidos. pero también en Gran Bretaña, Francia, el norte de Italia, los paises europeos del sur y el norte y Japón [...). Esta nueva sociedad es una sociedad de masa, precisamente, en la medida en 20 Ortega YCesset, J., op. cit., pp. 51-52. 81 OTRO TERRITORIO CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA que la masa de la población fue incorporada a la sociedad. El centro de la sociedad -las instituciones y los valores centrales que guían y legitiman esas instituciones- extendió sus fronteras. La mayoría de la población se encuentra más próxima del centro, que 10 que estaba en las sociedades premodernas o en las fases anteriores de la sociedad moderna. En las sociedades anteriores, una parte sustancial de la población, con frecuencia la mayoría, nacía y permanecía, siem- individuos podrían escapar hacia "más allá de la sociedad", es decir, hacia los subgrupos, como los trabajadores, los judíos, los homosexuales, etc. La autora añade: "buena parte de la desesperación de los individuos sometidos a las condiciones de la sociedad de masas se debe al hecho de que hoy, las vías de escape están cerradas, ya que la sociedad incorporó a todos los estratos de la población"". La integración causaría así, el sofocam1ento de la índívídualídad". Entre tanto, las citas anteriores pueden leerse tomando en consideración, no tanto el aspecto ideológico, sino la dimensión propiamente sociológica. En este caso, dos elementos merecen ser explicados: la ruptura de las fronteras y la idea de integración. Ambos califican el'antes" y el"después". En verdad, hace mucho que los sociólogos describen el advenimiento de la sociedad moderna como el resultado de un conjunto de cambios -industrialización, mbanización, migración del campo a la ciudad, formación de un mercado interno, etc-, Perdben las sociedades pasadas, llamadas "tradicionales", como segmentadas, menos móviles, en cuyo interior cada subgrupo viviría su vida. La misma estructura de la organización social favorecería esta separación de "mundos", jerarquizándolos según los patrones vigentes. La ruptura de este orden plantea un problema: zcémo integrar las diferentes partes móviles de este conjunto, en el cual la circulación es una exigencia de la modernidad y el individuo ya no se encuentra vinculado por lazos tradicionales? Este es el dilema de Durkheim cuando busca, en la división del trabajo, o en la educación, los elementos capaces de soldar la sociedad "desarticulada". Loscdticosylosdefensoresdelasociedadde"masa"enfrentan la misma cuestión. Fundamentalmente, dicen: la cultura pre,exclU1ída," . Inclusión/exclusión. Espacio ampliado/espacio restringido. La sociedad de "masas" es vista como una ruptura de las fronteras. Una primera lectura de ese cambio radical es de naturaleza ideológica. A mi entender, predomina en los escritos y en la polarización del debate contemporáneo. Ortega y Gasset tiene, evidentemente, una visión conservadora, ve con desagrado la declinación del antiguo equilibrio espacial. La 'rebelión de las masas' significa, por cierto, que éstas ya no se contentan con la posición que ocupaban hasta entonces; "indebidamente", invaden los circulos dominantes. La interpretación de Shills traduce una concepción en la cua1la antinomia inclusión/exclusión se reviste de une clara connotación política. La integración de las "masas" se corresponde con el fin de su marginalización. Las fronteras, al expandirse, toman el mundo "más" democrático. Pero incluso otros pensadores, como Hannah Arendt, pueden ser recordados. Su comprensión, similar a la de los frankfurtianos, refuerza mi argumentación. Ella dice: iI existe una diferencia entre las primeras etapas de la sociedad Yla sociedad de masa, con relación a la situación del individuo. Mientras que la sociedad propiamente dicha se restringía a determinadas clases de la población, las posibilidades de que el individuo subsistiese a sus presiones eran bien grandes"zz. Los 23 !bid., p. 25221 Shills, E. ~ Society ami its Cu1~, en Culturefor Millions?, ap. ciJ., p. 1. 22 Arendt, H., "A crise da cultura'", en Eremo,...-loe o fuh4ro, San Pablo, I Perspectiva, 19'72,. p.151. 82 24 m tema de lasintegraciones noscoloca, en esaepunto,en el polo opuesto al de la multitud. Las ciases peHgrosas eran as( consideradas porqtIe se enronbaban al margen, sepandas del ronjuntn de la oociedad. Su potencia1 de pe6groe;dad derivaba de _ exd"-. 83 OTRO TERRITORIO cumple un papel esencial. Es el cimiento social a través del cual se realiza esta función integradora. Pero, paraello, debe ser necesariamente de "masa", esto es, poseer el mayor fadio de influencia posíbíe y ser interiorizada por la mayoría de la población. Las sociedades modernas tuvieron, por lo tanto, que generar sectores especializados de producción -las industrias culturales-. Separadas de las instituciones primarias de socialización, serian las únicas instancias con capacidad de producir objetos, valores, intenciones, para ser absorbidos en escala ampliada. Esbueno recordarlo: ninguna sociedad anterior conoció un tipo de institución semejante, en la coalla cultura es "fabricada" en esa proporción, en espacios separados, distintos, de la vida de aquellos que la utilizan. Tal vez la única comparación posible sea con las religiones universales. Éstas también constituían, en las "iglesias", una esfera racionalizada para la gestión de lo sagrado (pienso en Weber). Sin embargo, a pesar de sus intenciones universalistas era, objetivamente, imposible que comprendiesen un gran sector de la población. Su universalidad estaba contenida por la segmentación de las sociedadesagrarias. La "cultura de masa" no conoce estos impedimentos, su fuerza de incorporación supera los obstáculos existentes. Disfruta, además, de nuevas condiciones: tecnología y mercado. Sus productos son elaborados mecánicamente, e inmediatamente distribuidos "para todos". Pero el hecho de que sean fabricados en serie, o industrialmente, es una consecuencia, y no la causa, de la "masificación". Por cierto, ese aspecto refuerza la dimensión "homogeneizadcra", propuesta anteriormente. La serialización de los productos culturales implica un grado elevado de estandarización. Se trata de un axioma interno de la lógica del mercado y del proceso de difusión ampliada. Es necesario entenderlo: no es el factor industrial el que califica como siendo'"de masa". Esa es una exigencia anterior. Desde la perspectiva esbozada, la homogeneidad deriva de un imperativo estructural. Es consecuencia de las transformaciones ocurridas. Las so84 CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA ciedades pasadas eran estamentales, díterendadas, y se organizaban a través de vasos no comunicantes. Las sodedades modernas se encuentran permanentemente en comunicación; en ellas, los medios tienen el poder de conectar laspartes dispersas en el todo. Pero sabemos que la modernidad no es apenas industria, también es nación. Lo que los sociólogos describen, en términos generales, como el industrialismo, sólo se actualiza cuando encuentra una entidad histórica adecuada para su realización. Ahora bien, ¿qué es la nación si no un conjunto constituido por partes relativamente homogéneas? --almenos éste es el rasgo valorizado por la mayoria de los pensadores-. Incluso Gellner, que tiene el mérito de vincular la emergencia histórica de la industrialización con la formación de la sociedad nacional, no escapa de esta visión15, Para él, la idea de nación presupone la de homogeneidad cultural. No porque esto sea el resultado de una ideologfa nadonalista; GeUner sabe que es el nacionalismo quien crea las naciones, y no a la inversa Se trata de una expresión de la sociedad industrial, que refleja "una necesidad objetiva de homogeneización". lbr lo tanto, masa y nación son caras de una misma moneda. La homogeneidad, postulada para la integración del orden índustríal.es respuesta en el plano nacional: propicia la mediación entre los individuos y el todo social Por eso la discusión acerca de la "cultura de masa" se encuentra comprometida por la temática nacional. Elejemplo de los Estados Unidos es, otra vez, paradigmático. Los publlcistas norteamericanos perciben, durante los afias veinte y treinta, que la complejidad del modo de vida urbano crea un vacío en la orientación de las personas. Seg6n ellos, los consumidores, atomizados en el mercado, necesitaban un vínculo que los asocie unos con los otros. En principio, los mase-media serian este factor unificador. La publicidad sur25 VéaseGeIlner,E.,op.cil. 85 OTRO TERRITORIO ge así, como respuesta a la demanda mercadológica y al imperativo de integración nacional. Como se decía en la época: "el consumo implica la homogeneización nacional". En este caso, el individuo, inserto en el mercado, seria simultáneamente consumidor y ciudadano. Entre tanto, para que esto ocurriera, los individuos tenían que adecuarse al patrón social emergente. La producción en masa requería una educación de las "masas". Los publicistas creían que ellos eran los "educadores" modernos, los que guiarían a las personas, de forma material, ayudándolas a escoger los productos en el mercado, y espiritual, al consagrar valores y orientar la conducta. Es interesante el análisis de Stuart Ewen acerca de este período", Él muestra cómo los hombres de negocios elaboran una ideología, en la cual los productos de masa encarnan los "verdaderos" valores, políticos y estéticos, de la vida americana La educación de los individuos se llevaría a cabo a través del mercado. Consumo y "cultura de masa" tendrían, como la escuela, un papel pedagógico en el proceso de construcción nacional. También en América Latina, medios de comunicación, "cultura de masa" y nación se encuentran íntimamente ligados", y yo diría que de manera más intrincada que en los Estados Unidos o en Europa las razones son fáciles de entender. En América Latina, la heterogeneidad de la población es evidentemente mayor -grupos indígenas, comunidades negras, inmigración europea: portugueses, españoles, italianos, alemanes, etc.- y las clases dominantes nunca tuvieron un proyecto realmente "republicano" para la integración de segmentos de todas las clases sociales. f\:Jr otro lado, sus paises nunca conoderon, excepto como frustración, la modemi26 Ewen, S., Glptains of Consciousness: Advertising and tire Roots of Consu- merCulture, Nueva York,MLCraw-Hill, 19'76, p. 42. Z7 Véase Martín B., J., De los mdir a l#s mediaciones, Barcelona, Gustavo Gili, 1987. Para la Argentina, Ford, A. el al., Medios de comunicación 1J cultura popuiDr, Buenos Aires, Legase, 1985;para V~ezuela, Pasquelí, A., Comunicación y cultura de mIlSIlS, Caracas, Monte Avila,1976. 86 CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA dad del siglo XIX. La educación formal, que en diversos lugares tuvo un papel clave en la constitución de la nedonelldad, siempre fue precaria y algunas veces inexistente. En este contexto de dispersión cultural y geográfica, los medios de comunicación actúan como factores preponderantes; fusionan la diversidad existente en el seno de la unidad nacíonal. Los filmes, la música, el radioteatro, la radionovela y, posteriormente, la telenovela, son elementos dinámicos en la elaboración de una cultura nacional-popular. Por eso, la polémica sobre el imperia1ismo cultural gira en lomo de la esfera de la producción. y de la distribución, de una "cultura de masa" (cine nacional versus Hollywood, telenovela versus series extranjeras, música popular versus rock-and-roll). Ese es el punto neurálgico, el núcleo donde se erige la integridad del Ser nacional. Integración-masa-nación. Los temas se superponen. Pero ¿es convincente, en realidad, captarlos en tanto homogeneidad? Por cierto, no. En verdad, los científicos sociales y los políticos, al deificar la idea de integración, idealizaron la existencia de una nación homogénea, en la cual la diversidad estaría, orgánica y, si es posible, armónicamente, articulada al todo. En rigor, incluso en los países "centrales", esta cohesión se encuentra fraccíonadapor los intereses dispares de los grupos y las clases sociales. Para no mencionar el resto del mundo, donde el proyecto nacional no se realizó concretamente en sus ambiciones uruversalístas'", No sólo en América Latina, sino también en África yen Asia. en diversos paises, el Estado-nadón es, en el fondo, una entidad político-administrativa, que carece de una base propiamente cultural-Renan diría de un "espíritu colectivo"-. La presencia de grupos étnicos diferenciados, que hoy nos sorprende, sólo demuestra una realidad antigua, pero que habíamos imaginado como relegada en el tiempo. Por otro lado, el marcado COntraste 28 Sobre la dificultad de realizadón de los proyectos nacionales en !os países del "Tercer Mundo", véase Ianní, O., A sociedade gWbJd, op. rito fJ7 OTRO TERRITORIO CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA con las formaciones sociales anteriores quizás haya llevado a los sociólogos a sobredimensionar la capacidad integradora de las sociedades industriales. Por cierto, tienen razón en contraponer las sociedades agrarias a las industriales. No obstante, al considerar el universo de las sociedades industriales, no de forma comparativa, sino en sí mismo, identificamos varios puntos que fraccionan la supuesta homogeneidad. Entre tanto, se puede incluso cuestionar la premisa de la homogeneidad cultural desde un punto de vista más conceptual, puesto que no es necesario asociarlo al concepto de integración. Ésta se puede realizar como conjunto diferendado, en el que las diferencias representan idiosincrasias, también ajustadas a las jerarquías socialmente legitimadas. El todo, en este caso, es un resultado de los conflictos internos de su propio orden. Pierre Bourdieu, en su libro La distinción, nos ofrece un buen ejemplo de ese tipo de anaíísís". Este autor no trabaja en ningún momento con la noción de "cultura de masa". Los objetos vehiculizados socialmente, tanto provenientes de la esfera erudita (música clásica, pintura.Hteratura), como de la"esfera de bienes ampliados" --el mercado- (filmes, historietas, programas de televisión), están siempre en interacción con los grupos y las clases sociales. Cada uno de ellos los consume, los utiliza, en función de sus posiciones en el seno de la secíedad. La distribución y el consumo de bienes se realiza así de forma diferenciada, tomando en consideración el "capital cultural" de los individuos y su condición de clase. Lejos de ser visto como un espejo uníforrne, el universo cultural se ilumina en tanto distinciones sociales, en contacto y en conflicto. Es como si. estuviese constituido por círculos, en cuyo interior cada uno determinaría un circuitoespecifiro. En este sentido, Rayrnond WJlliams tiene razón: de hecho, las "masas" no existen. La sociedad es una totalidad articulada de partes diversas, en disputa, O acomodadas a su estructura jerárquica Por eso la manutención del orden requiere un gasto permanente de energía, porque garantiza la reproducción, diferenciada y desigual, de las legitimidades existentes. Multitud y masa. 'Ial vez no deberíamos tomarlos como nociones o conceptos, sino como emblemas.Ia cristalización de un conjunto de preocupaciones que nacen con la modernidad. En un primer momento, las transformaciones ocurridas durante el siglo XIX se condensan, de alguna manera, en los fenómenos de la multitud, que denotan otro tipo de organización social y de sociabilidad. La masa viene después¡ es el fruto de un pensamiento dirigido al siglo xx. Con la radicalización de la revolución industrial (industria qulmica, petróleo, automóvil, avión) y el crecimiento de los medios de comunicación (cine industrial, radío, televisión), las socie~des.generan una forma de articulación que ultrapasa las dimensiones hasta entonces conocidas. Actualmente, se abre otro horizonte. "Aldea global", "sociedad informática", "tercera ola", "posmodernídad", son metáforas que buscan comprender su especificidad. Los avances tecnológicos, los cambios económicos y el proceso de globalización, redimensionan el plano de la discusión. ¿Cómo entenderlo? Una primera línea de razonamiento retoma el tema de la homogeneización y 10extiende a escala planetaria. Theodore Levitt, uno de los principales teóricos del marketing global, es un representante de este pensamiento. Su texto "La g10balización de los mercados" describe la contemporaneidad del siguiente modo: .. . 29 Bourdieu. P., ÚI distincticm, París, Minuit, 1980. "Una fuerza poderosa impulsa actualmente al mundo hada un futuro punto convergente, y esa fuerza es la tecnología, que prolelarizó las comunícadones, los transp<n1eS Y los viajes, al volverlos baratos Yaccesibles, en los lugares más aislados del mundo y a las multitudes empobrecidas. De forma súbita, ningún lugat; nadie, se encuentra aislado de las fascinantes atracciones de la modernidad. Casi todas las persanas en todos los lugares quieren todas las cosas que oyeron, vieron y probaron, a través de los nuevos vetúculos tecno- OTRO TERRITORIO lógicos que impelen sus voluntades y deseos. Y esto nos conduce.cada vez más,hacia un puntocomún globaL alhOnt'W'neizar de esa forma los mercados en todos los lugares" . Existe, por lo tanto, una tendencia uniformadora de los productos y de los comportamientos. El mundo sería único, y en él predominaría la alta tecnología y la producción masiva, El hecho de encontrar en "todos los lugares" los mismos objetos, traduce una estructura homogénea del mercado y de las preferencias individua1es. Los consumidores, al participar de un mercado globalizado de ofertas, se comportan así de manera idéntica. Sus gustos y dispom'bilidades estéticas expresan la unicidad de un "mundo sin fronteras". La argumentación presentada se transformó en una especie de sentido común, que imagina al mundo como un organismo vivo -para usar una expresión de Herder-, una especie de metanaci6n, en cuyo interior estamos todos integrados. Pero la visión de un planeta homogéneo, a menudo cultivada sobre la base de un excesivo optimismo técnico-la aldea global de McLuhan es una reproducción del ideal de "comunidad" en el ámbito mundial-, es en el fondo tan equívoca como la unicidad postulada en el plano nacional Presupone que las sociedades de "masas" se desarrollaron, primero en el interior de algunos países, para luego traspasar sus fronteras. La estandarización de los productos, al comienzo restringida a los mercados nacionales, al planetizarse revelaría la uniformidad de las acciones, su homogeneidad No deja de ser una ironía el hecho de que muchos de los criticos de la "globalízecíén" de la cultura (por eso, prefiero hablar de mundíaüzedén) terminen compartiendo algunos de los presupuestos de la concepción que intentan refutar. Es verdad que las diferencias ideol6gicas de las corrientes de pensamiento son claras. No obstante, algunas ideas de30 Levitt, T., "A globalizal;io de mercados", en A inuJginsJ9io do 17JllthtinK,S,znPablo, Atlas, 1991, p. 40. 90 CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA fendidas -a menudo heredadas del concepto de imperiaJJsmo- acaban por afirmar un terreno común. En nombre de la afirmación de los principios nacionales, el potencial homogeneizador de una eventual 'cultura global' es considerado como algo amenazador, por lo tanto, concreto. Por cierto, ese potencial no posee las cualidades apreciadas por los ideólogos del mercado, pero su negatividad forma parte del reino de la realidad. Viviríamos, así, una etapa de dilución de las diferencias, de uniformidad del planeta. Un punto de vista distinto, en verdad antagónico del anteríor; tematiza la diferenciación y la segmentación de la sociedad. Mejor estructurado, y articulando una visión más consistente de la historia Y de las transformaciones económicas y tecnológicas, es ciertamente más sólido que la visión homogeneizadora. Talvez por eso se encuentra tan difundido entre diversos autores, de los divulgadores científicos a los posmodemos. Menciono, en primer lugar, a Alvin Toffler: 'Durante la Segunda Ola, la comunicación de masa se tomó cada vez más poderosa. Hoy está ocurriendo un cambio espantoso. Con la emergencia de la 'Iercera Ola, lejos de expandirse, la comunicación de masa se ve, súbitamente, forzada a compartir su poder. En varios frentes, comienza a ser superada por lo que llamo mass-media desmasíscedos?'. El autor se refiere a los productos ofrecidos por la televisión por cable, el video casete, los video-games, los servicios de información, etc, Eso significa que durante la "Segunda Ola', los individuos habian recibido una educación de "masa" uniformadora, niveladora Mientras que la 'Tercera Ola' se caracteriza por una pluralidad de ofertas, dirigidas a segmentos de consumo. El individuo pasaría así, de una conciencia de "masa.. . a una elección desmasificada de lo que realmente 'le' interesa. Él ganaría libertad. En verdad., esta concepción no se limita a un único autor; Está presente en toda la literatura empresarial referida a la ., 31 Toñler, A., TheThird Wave, Nueva York,. Bantam Boob, 19t11,p. 158, OTRO TERRITORIO CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA globalización". Los teóricos y ejecutivos de las grandes firmas trasnacionales consideran el mercado mundial como un conjunto de segmentos, en cuyo interior diseminan sus productos. El problema de la gestión moderna consistiria en combinar el descentramiento de la economía mundial y la oferta de productos adecuados al gusto de cada uno. El mercado de "masa" cedería entonces su lugar a los segmentos diversificados, y los productos de 'masa' a los objetos 'personalizados". No pretendo examinar las impJicaciones ideológicas de la perspectiva esbozada; en el fondo, reedita una ideología seudodemocrática contenida en las primeras explicaciones acerca de la sociedad de "masa". Me interesa más focaJiz.ar su aspecto específicamente sociológico. La problemática de la 'fragmentación' está íntimamente asociada al tema de la tecnología y la información. Para muchos autores, el hecho de que un conjunto de técnicas recientes estén basadas en la informática lleva, necesariamente, a una modtñcacíón radical del tejido social De este modo, existiría una ruptura entre las "nuevas" y las "viejas" tecnologías'". Estas últimas -cíne, televisión, prensason vistas como de "masa". En ellas, algunos individuos utilizando pocos canales de comunicación, vehicu1izarian para una gran audiencia los mismos mensajes. Un contenido estandarizado alcanzarla al público como un todo. Las 'nuevas' tecnologías serían de otra naturaleza. Ellas favorecerían la descentralización de la producción, la diversificación de mensajes, la interacción entre el emisor y el receptor. Este último aspecto representa una especie de revancha del individuo frente a la ccmunícecíón unidimensional, unilateral. Los medios interactivos contienen, en el limite, las promesas de realización del ser humano. Existe entonces, una correlación inmediata entre el tipo de reenologia empleado y la forma de organización de la cultura. Al paso de los mase-media para los medios electrónicos se rorresponde una superación del monolitismo (de las ideas, de las producción y de los contenidos) por la diversidad. Como dice uno de esos especialistas: 32 Véase, Ohmae, K, Mundo sem fronleirru, San Pablo, Makron Books, 1991; Porter, M., "The Strategic Role oi Intemational Marketing", en flaruard 8usiJvss Review, Vol 3., No. 2, printavera de 1986. 33 Véase, por ejemplo, gogers, E. M. y Balle,F. (comps.), TheMediaRevolution in Anreric4 tmd in Western E.~ Norwood, Nueva Jersey,Ab1ex Publishing Corporatioo, 1987. "La segundarevoluciónindustrial [la Tercera Ola de Toffler] modifica el énfasis de lasmercancías y los mensajes producidos en masa. Máquinas, producción masiva, mecánica, eran la clave de la primera revoluctón industriaI para la redüccíén de los costos. La clave de la segunda revolución industrial es la química y la electrónica, lo cual enfatiza la diversificación. La estandarización de la línea de montaje fue relajada por el control de la producción computaríeada, lo que permite en una sociedad afluente la eficiencia en la diversidad",34. Nos encontramos nuevamente en una encrucijada. Hay otro 'antes" y otro 'después". En ese contexto, la vieja 'cultura de masa" está condenada a la declinación. La estandarización de los productos sería cosa del pasado. Anoto una última corriente teórica en la cual se desdobla la problemática de la segmentación. Me refiero a los autores pertenecientes a la tradición del pensamiento crítico -sea marxista o no-, Thmbién ellos intentan comprender las transformaciones ocumdes". Pueden ser destacadas varias dí34 De Sola Pool, L, "Prcm Mass-Media Revolution to Electronk Revolution"", en Tedmologies without Bouruimies: on Telaxmmutnialtion on Glo&al Age, Cambridge, Harvard University Prees, 1990. 35 véase Lash, S. y Vny, J., The End of (J,goniud 0q>ibWmn, MadUon, Wisconsin, Univer5ity of Wisconsin Press, 1987; Harvey, D., TIre Condition of PostmDdemity, Cambridge, BlackweIl, 1990. Para un trabajo especifico sobre el área de comunicación, véase Robins, K YWebster, F.• "CybemeticC.pUatism, Jnfonnation, TechnoIogy, Bveryday Li/e", en Mosco, V. yWasko,J. (comps.), The PolitiadEccmomyoflnformation, Madison, The Universl.ty of Wisconsin Press, 1988. 93 OTRO TERRITORIO CULTURA. COMUNICACiÓN Y MASA mensiones: crecimiento de los servicios, restructuraci6n del espacio urbano, consolidaci6n de un sistema financiero global, desregulaci6n del mercado mundial, advenimiento de nuevas tecnologías, reformulación de las plantas industriales, deslocalizaci6n del trabajo, peso de las trasnacionales en las economías nacionales, relativa declinaci6n del papel del Estado-nación, etc. No es mi intenci6n profundizar en cada uno de esos aspectos. Apenas quiero recordar que, en su conjunto, señalan un cambio estructural de la sociedad. Por eso, contrastan con una fase en la que habían prevalecido: el peso numérico y político de la clase obrera, las ciudades modernas (con sus centros bien definidos), un sistema financiero nacional e internacional, el mercado regulado por el Estado, las "viejas" tecnologías, la fábrica como unidad de producción, la importancia del Estado-naci6n, etc. En suma: estamos viviendo la transici6n de un capitalismo de tipo "fordísta" a otro más flexible. La elección del término "'fordista" para calificar un periodo histórico no es fortuita. Significa: control centralizado, producción en masa, uniformizaci6n y homogeneizaci6n de los productos. En contrapartida, flexibilidad quiere decir: descentralización del trabajo, la administración y el espado, producción segmentada, diversidad de los productos. Evidentemente, y ése es el punto que nos interesa díreetamente, ninguno de esos calificativos se limita al nivel económico; cada uno de ellos expresa una forma cultural sui generis, un modo de vida. Fordismo implica modernismo, 'cultura de masa", homogenización del mercado; por su parte, el capitalismo flexible se abre a otras dimensiones-posmodemidad, diversificaci6n cultural, segmentación-. La historia puede ser, entonces, dividida en dos etapas, y cada una de ellas se adapta a una configuración culIural especifica. Exisle, por lo tanto, una homología entre el 'modo de producci6n" y su "'super-estructura" ideol6gica. Una cultura integrada ver.. ticalmente, producida en línea de montaje, distribuida en 'masa" para los diferentes estratos y clases sociales, representa el primer momento. De forma consecuente, del adve- nimiento de un capitalismo flexible deriva el fin de toda y cualquier "cultura de masa,,36. Su ocaso es simultáneo y complementario con el ocaso del modernismo, superado por las condiciones de la posmodemidad. No quiero trasmitir al lector la impresión de que los diagn6slicos mencionados son similares. Seria incorrecto. El pensamiento crítico no sólo difiere, sino que contrapone, a una visión atomizada de la sociedad, un espacio en el cual los individuos se mueven en función de sus voluntades y conciencias personales. Para el pensamiento crítico, el mundo no está compuesto por partes inconexas o por consumidores "sueltos" en el mercado. Plexíbílídad significa otra forma de organización social. Entre tanto, respecto de la problemática que enfrentamos, hay una convergencia de puntos de vista. La quiebra de la "cultura de masa" se deriva de los cambios en marcha Perovolviendo a Raymond WJ.Il:iams, me pregunto ¿cómo podria desaparecer algo que nunca existi6? En verdad, la supuesta superaci60 de la 'cultura de masa" sobreentiende una serie de argumentos, a menudo poco explicados en el debate. Hay, en primer lugar, una cierta tentación determinista por parte de varios autores. Aclaro mi posición. Seria insensato subestimar las consecuencias de las transformaciones tecnológicas y económicas sobre el universo cultural Esimposible entenderlo sin tomarlas en consideración. Afirmarlo contrario nos conducirla a una visión cultorista de los fenómenos sociales. En el estudio de las socíedades contemporáneas, debe haber un lugar destacado para una economía política de los medios de comunicación y de las instituciones que los utilizan37• A fin de cuentas, algunas de ellas, como las trasnacionales, tienen un papel pre- 94 95 36 Véase Denning. M., "Ihe End of Mass Culture", en Naremore, J. y Brantlíeger,P. (romps.)_tyandM= CulMe,1lIoomington, indiana University Press, 1991. 37 Muchos autores trabajan con seriedad desde esta pe:tspectiva. Cito, entre ellos, a MatteJart, A, lA Communialticm monde, Paris, La Découverte, 1991. OTRO TERRITORIO ponderante en la elaboración de las ideologías de la sociedad global. Entre tanto, no podemos olvidar. que existen mediaciones entre el nivel tecnol6gico-econónnco y el mundo de la cultura. El pasaje de las 'viejas" a las "nuevas" tecnologías, del "fordísmo" al capitalismo"desorganizado", no conduce al mismo tipo de configuración de la esfera cultural. El argumento enunciado de esta forma~ postula una relación reduodorusta, condicionándola inmediatamente a la base material de la sociedad. Esto nos lleva a una serie de malos entendidos. Un filme de autor (Wun Wenders, Buñuel, Resnais, víscontí) utiliza, como medio de expresión, la "vieja" tecnología, el cine. Pero no por eso su influencia es masiva ~ verdad, su difusión no es una cuestión meramente técnica. Se trata de una estrategia de los autores, que buscan vincular sus realizaciones, en parte al mercado cinematográfico y en parte, a una esfera de bienes restringidos -el arte-. Los programas de la MTV son vehiculizados por una "nueva" tecnología, la televisión por cable. Pero su audiencia es planetaria. Esto no sig: nifica que "todos" se interesen por esos pr~gramas; pero SI que circulan en un estrato juvenil que trasciende las fronteras nacionales. Su importancia reside en el hecho de que generan un espacio de legitimidad de una cultura internacional-popular. Junto con las revistas de rock, la música, en vinilo o en, los programas de la MIV no sólo alimentan ~ mercado de dimensiones mundiales, sino que determinan los gustos y los juicios estéticos de ~ .conj~~to de "jóvenes". También las televisiones comurntarias utilizan la tecnología de la MTV, pero su alcance es Ilmitado y se restringe al horizonte de la vida local. En verdad, el tamaño del públlco, el cuntenido de los mensajes y las formas de producción.no son varia~les.directamente dependientes de los medios de comurncaa6n. Su utilización debe tomar en consideración un cálculo mucho más complejo: la naturaleza de las audiencias, la ~versión financiera, las expectativas de lucro, las estrategias de los productores culturales. Sería equivoco imaginar un mundo . CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA "más", o "menos", plural en función de características predominantemente técnicas. 'Iengo la impresión de que laliteratura especi.a1izada, al contraponer las "viejas" a las "nuevas" tecnologías. exagera en la adjetivación, tanto de sus cualidades como de sus desventajas. Esta literatura las presenta como si, de hecho, estuviésemos ante universos antitéticos. Cernraíízacíotvdescentealízaoón, homogeneidad/diversidad, rigidez/flexibilidad, se vislumbran como polos enteramente excluyentes. Es esa certeza dualista la que permite a ciertos autores pasar del plano tecnológico a la dimensión cultural. Aplicados fuera de contexto, los términos inducen al error. Surgen así afirmaciones del tipo: la televisión por cable es más "democrática" que la televisión hertziana; las técnicas descentralizadas son menos "coercitivas" que las centralizadoras. Se mezclan niveles distintos de interpretación, y se nos da, a menudo, la ilusión de que los problemas concretos pueden ser resueltos como realidades técnicas. Asimismo, la ecuación: fordismo = línea de montaje == estandarización = "cultura de masa", es poco convincente. Presupone que las industrias culturales habían, al menos en el pasado, operado como las grandes fábricas textiles o automovilfsticas. Oto, al acaso, uno de los manuales recientes, escritos para las escuelas de comuoícacíon. Dicen los autores: "De hecho, a mediados de siglo. el arte de masa fue producido por un sistema fordísta, integrado verticalmente, y sus productos estandarizados, designados para alcanzar el mayor número posible de clases Y fracciones de clases. De capital intensivo, articulado a una compleja división del trabajo, era en general racionalizado por losproductores comosi fuese mucho más tmadiversi6n que propiamente arte. Su propia naturaleza desvalorizaba la 'originalidad' y la 'fndívídualídad', y la supervisión de la producd6n era reaJizada por ejecutivos y comisiones de dtrección,,38. 38 Naremore,}. y Brantlinger,P., "Introdudion: SixArtisticCultures"', en Modernity end Mw Culture, op. cit., p. 13. 97 OTRO TERRITORIO CULTURA, COMUNICACIÓN' Y MASA (Es sintomático el hecho de que las frases son conjugadas en pasado). Los talleres e industrias culturales participan, de ese modo, de la misma naturaleza productiva. La suposición es, no obstante, infundada. En rigo~ la industria cultural nunca operó de manera "Iordísta". Incluso Adorno reconocía el carácter artesanal de la confección de la música popolar. Pero podemos encontrar otros ejemplos, en los cuales la dimensión industrial es más acentuada. Pienso en la telenovela, uno de los productos más seriaJizados del mercado de imágenes. Su fabricación difícilmente puede ser descrita en términos de centralización, rigidez o línea de montaje. Al contrario, si un sociólogo del trabajo se dedicase a comprenderla, percibiría de inmediato, que se trata de un modelo, en la mejor de las hipótesis, "flexible". Entre la idea original del escritor, los capítulos que siguen, las filmaciones, realizadas por varios directores, que trabajan de forma separada pero en sincronía, la actuación de los artistas Yla edición electrónica, no existe ninguna jerarquía centraüzadora". Lo mismo puede decirse de los filmes de Hollywood. Su producción no obedece, de ninguna manera, a la rigidez de una organización automovilística tradicional. Los minuciosos estudios a nuestra disposición refutan ese tipo de apredaoón", En primer lugar, a lo largo de todo el siglo xx, hay una alternancia de "modos de producción" (formas de fabricar un filme) que se diferencian unos de otros -por ejemplo, es centralizado en los años veinte, se toma flexible a partir de 1930 y, nuevamente, se transforma en la década del cincuenta-o En segundo lugar, a partir de las innovaciones tecnológicas (sonido y color) y de la sofisticación del lenguaje cinematográfico, aumenta la complejidad de la división del trabajo. Reducir Ho~~ood a una línea de montaje es utilizar una figura retortea, madecuada para describir el funcionamiento de la industria cinematográfica. En verdad, hay un malentendido a lo largo de toda esta ~sión, una ~onfusi6n entre estandarización y masifica. cíón. Los términos son utilizados como equivalentes. Es probable que la polarización entre arte y cultura de "masan haya contribuido a esto. Una parte considerable del debate cultural tiende a contraponer, de un lado, la creatividad la originalidad, el aura del objeto único, y, del otro, la homogeneidad, la repetición, la multiplicación de artefactos. Sin embargo, si dejamos de lado el contrapunto con la esfera artística, las cosas cambian de figura. La estandarización es una exigencia del mercado, pero nada la articula, necesariamente, a una estrategia propiamente de "masa". Carteras Cuccí, perfumes Díor; ropa Benetton, son productos tan estandarizados como las series norteamericanas, las telenovelas brasileñas o los filmes de Hollywood. Incluso la llamada "alta costura", al transformarse en ptit aporter, no escapa a este destino. Al invadir los negocios sofisticados, los modelos considerados "únicos", "obras de arte" de modistos talentosos, no poseen más el valor que insisten en alardear. La griffe no es nada más que una marca, el patrón de una determinada vestimenta en el mercado. Estandarización significa ~ ~rmato ad~o a la multiplicación industrial Los publicístas Y los ejecutivos del marketing global conocen esto perfectamente. Ellos no pretenden vender sus productos a todas las personas del planeta; les interesa conquistar segmentos mundíalízados de consumo. Todo es una cuestión de grado, una variable dependencia del público-objetivo. En este sentido, el mercado nunca fue de "masa", ni siquiera en los tiempos pretéritos de las "viejas" tecnologías o del "fordismo". Es verdad que actualmente es más diversificado, pero no debemos reducirlo a una dimensión cuantitativa. La presencia de un mayor número de productos llP elimina sus características anteriores. 39 Véase Ortiz, R Y Ramos, J. M O., MA fabrica¡;áo indusbial e cultural da telenovela", en Ortiz, R el al, Telenovel,,: hisfórill e produ(iío, San Pablo, Brasiliense, 1989. 40 Véase Steíger, J. el al., TIre CÚlssícal Hollywood Cinema: Film, Sty1e and Molle o/ Production ro 1960, Nueva York. Columbia Uníversíty Press 1985. ' 96 99 OTRO TERRITORIO CULTURA, COMUNICACIÓN Y MASA 41 Lo mismo sucede con la sazp-oper& ABen, R, Spetiling of SalpOpem Carolina del Norte, Univemty al North Carolina Presa, 1985. 4:2 Véase Peterson, R, ~y 19557 ExpIaining the Advent of Rock Mu· sic",en Popular Music, vol. 9/1,octubrede 1990. espacio de intercambio. Esta función, cumplida durante un momento de la mod~d, implicaba una apropiación utilitaria de los objetos. Estos servían algo, eran adquiridos de acuerdo con sus características objetivas. El consumo se funda hoy en la 'inutilidad". Los objetivos son portadores de un valor 'saaó' (diría Durlcheim), Y simbolizan comporta" mientos y distinciones sociales. En su ámbito, los individuos construyeo sus identidades, comparten expectativas de vida, modos de ser. El mercado es, por lo tanto, una instancia de socialización. Aliado de la familia, la religión y las naciones, modela la personalidad de los hombres. Su influencia es planetaria, y se desdobla en la marcha de la modernidadmundo. Los primeros escritos sobre las sociedades de "masa" subrayaban esa dimensión socializadora, que, sin embargo, quedó en un segundo plano. Debemos recuperarla y situarla en el nivel mundial. El consumo se revela así como una ínstítucíéa formadora de valores y orientadora de la conducta; genera una ética específica, al desplazar los principios de la esfera del gran arte y de las culturas populares. Buena parte del debate acerca del "fin" del arte puede leerse desde esta perspectiva. En rigor, sería insensato decir que el arte desaparece en el contexto de la posmodernjdad, apenas ocurre la declinación de su legitimidad. La esfera erudita ya no posee la autoridad que disfrutaba anteriormente. Nuevas fuerzas sociales le hacen competencia El espacio del mercado y del consumo se tornan así lugares en los cuales se engendran, y comparten, patrones de cultura. En ellos, en escala mundializada, se materializan las fuerzas socialmente hegemónicas. Multitud, masa, ronsunw. El primer término de esa secuenda cayó en desuso, quizá llegó el momento de abdicar del segundo. La importancia de los medios de comunicación 1\0 deriva.del hecho de ser de "masa". Debemos perdbirlosoomo intrínsecos de la modernidad que se tornó mundo; conectan las partes dispersas en la sociedad global, y las articulan en un mismo proceso. Lo mismo puede ser dicho respecto de 100 101 Dicho de otro modo, la segmentación no es fruto de la "Iercera Ola" o de la "posmederrudad". Varios ejemplos demuestran esto. La radionovela, en América Latina, es una invención que conjuga influencias diversas: una forma ~o- lletinesca de contar una historia, la emergencia de la radio, el interés de las firmas patrocinadoras (CoIgate-Palmolive, Gessy-Lever). Desde el inicio, se ~ a una au~cia específica: las amas de casa. De ~, el interés de las ~_ de jabón'" en producirlas y djfundirlas en escala contínental El melodrama radiofó~ es una estrategia d~ exglotación, comercial y dramatúrgíca, del gusto feme~o . Las revistas de historieta también requieren una especialización del público. Sus héroes -Batman, Superman, Fantomas, Mandreke, Pato Donald, Mickey, Tio Patilludo- se dirigen a los adolescentes y los niños. El mecanismo se repite en la música popular. El rock-and-roll surge en los años cincuenta,como resultado de las transformaciones de la industria cultural norteamericana y como una expresión musical vinculada N42. estrechamente a un mercado emergente: los NjÓvenes "Rebelde", frenético", el rack connota las maneras de ser de un determinado grupo de edad. Homog~nversus fragmentación. No creo que el debate deba ser conducido en esa dirección. Quizá tengamos que focalizar algo que subyace en las .dos ~idone~: el m~ cado. En él, diferencia y estandartzaoón convrven S1ocrónicamente. En rigor, lo nuevo de este siglo XXI es que el mercado se mundíalízé. Al atravesar los países, se consolidó como una instancia fundamental de producción de sentido. En este aspecto, Adorno y Horkheimer tenían razón. En la discusión sobre la "cultura de masas", lo que importaba no eran las masas sino el mercado. Por eso, el emblema de los tiempos actuales es el consumo, que ya no se restringe a un N véase OTRO TERRITORIO la cultura. No me parece conveniente pensarla en tanto ~ma sificaei6n". Fstandarización Y diversificación no ~n ~ver sos excluyentes. En este sentido, cultura y com~caCl6n de "masa" son nociones de poco provecho analítico. ~do narlas no significa, sin embargo, entend~ que.su vali~ez ~ agotó debido al debilitamiento de la SOCIedad mdustrial. NI que fueron superadas por la flexibilidad de las tecno1oglas y la segmentación del mercado. Vunos que ese tipo de explicación es insuficiente. Yodiría, simplemente, parafrasean~o a Lévi-Strauss, que "masa" ya no es una buena categona para pensar. DIGRESiÓN: CULTURA, CIUDADANIA y POLITICA" Inicio mi reflexión con una pregunta: zqué entender por política? Sin la pretensión de dar una respuesta definitiva, creo que es posible comprenderla como un tipo de actividad que se desarrolla en el ámbito de un dominio específico. El objetivo de la cienda política (sea alcanzado o no) es, justamente, el de revelar la lógica de este espacio, haciendo inteligibles las acciones de los individuos que actúan en él, así como las Instituciones y los intereses que las sostienen. Se supone, por lo tanto, la existencia de un horno politicus, que se comporta de acuerdo con metas estrictamente racionales, claramente determinadas 00 que no significa que no pueda equivocarse). En este caso, la esfera de la política constituye una especie de subsistema de la sociedad, con reglas y funcionamiento propios. Se puede decir que el "hacer política" se arraiga en determinados lugares: sindicatos, partidos, estados, movimientos sociales. Allí se encuentran, pragmáticamente, los contornos físicos de la actuación de los agentes. En las sociedades contemporáneas, la política constituye una esfera especializada Su autonomía puede ser descrita corno el resultado de un largo proceso de racionalización, para hablar en términos weberianos. En su interior se realizan y confrontan las ideologlas y los programas partidarios, las intensiones y los proyectos de los miembros de una comunidad. Por eso, los que "hacen política" hablan de estrategia: un cálculo, una tentativa de maximizar las acciones, en la realización de un objetivo dado. Poco importa, en nuestra discusión, que los objetivos propuestos o los métodos empleados sean más o menos adecuados. Subrayo apenas, que la estrategia se vincula con una cierta capacidad de la mente de desprenderse de la realidad inmediata, planteando los problemas a mediano y largo plazo. El cálculo • 102 Traducción: Ada Solari. [ 103) OTRO TERRITORIO DIGRESiÓN: CULTURA, CIUDADANIA Y.POLlTICA requiere, entonces, la existencia de un grupo de personas toria particular, de su identidad. El proyecto nacional galva:uzaba la tuerza y la imaginación de los hombres. Digo ecto en elsenñdo sartreano, poesla búsqueda delSer nactonal se. confundía con la lucha por la autenticidad. La nación se SItuaba, por lo tanto, en e! futuro, era algo inacabado; su configucación idealizada contrastaba con el presente, con el subdesarrolloy las i~~;"';ones colo-'-"--. imperialistas. -.,..~- o capaces de llevarlo a cabo. La política, como la religión, ne- cesita especialistas: se realiza a través de una "minoría actuante", No utilizo el término en el sentido negativo, no estoy sugiriendo una posible crlllca a las prácticas antidemocráñcas. Sólo lo empleo para designar la presencia de estratos dedicados a un determinado tipo de actividad. Evidentemente, hay una gama de especializaciones. Por ejemplo, las diferencias existentes entre la 'dirección' y la "base" de un sindicato o, también entre el liderazgo de un movimiento social, cuya duración se agota cuando las reivindicaciones obtienen respuesta, y los 'intelectuales orgáníros" de un partido. No obstante, a pesar de las diferencias, esos agentes participan en un mismo universo que, de manera prosaica, llamamos el 'mundo de la política". Los polfticos poseen, por lo tanto, una identidad. Las concepciones que sostienen son, por cierto, dispares y antagónicas, y varlan desde e! cinismo abierto hasta los ideales democráticos. Pero, presumimos, su conducta está gobernadapor esas concepciones. Lacoherenciaentrela acd6n idealizaday los valores está garantizada por cierta ética; los objetivos propuestos están influidos por las ideologias y las idiosincrasias pecsonales. Sin embargo, la polftica posee una pecoliaridad: se reali- za en el seno del Estado-nación. Fundamentalmente, ese es el terreno en el cual florece. Elecciones, disputas partidarias, conflictos sindicales, desequilibrio económico, distribución de la renta,son problemas planteados en su horizonte. "Hacer política" significa, prioritariamente, ocuparse de temas planteados en su interior. Incluso las incursionesque sobrepasan sus fronteras confirman su centralidad. Es el caso de las relacionesinternacionales. Cada país, en función de SU!; intereses y de su capacidad de persuasión económica y mílitar, actúa (al menos en teorla) de forma independiente de los otros. ¿Qué sucede a partir de la g1obalización? En los paises delllaroado "Thrcer Mundo', hasta mediado P'?Y ~ que hoy las cosas son diferentes. El Estado-nactón perdió e! monopolio de conferir sentido a las acciones colectivas. Debe ~pelir con otras instancias Y enfrentar las contradicoones mternas del propio proceso de g1óbalización. Con ~to no quiero decirque su actuación sea innecesaria o prescmdible. Es concreta. El Estado-nactón es por cierto uno de los actores importantes de este "nuevo ~en mundiar Pero hablar de proyecto, como se hacia antes es mezclar I~ tantos. ;videntemente, lodo pals debe (o m~or, deberla) te~er ~ programa nacional", a través del cual racionaliza su ínsercíén en el concierto de las naciones. Hay que comprender esto. Una propuesta programática no es un 'proyecto', una filosofía suficientementecomprensivacomo para abar. caro e! cor~ y la mente de los hombres. Por buena que sea su ~lención, no posee fuerza utópica. Es fruto de la ponderacon y de las oportunidades. La utopía nos abre una ventana hacía el futuro, es una proyección imaginaria: su sustancia es de otra naturaleza. ' Pero es posible radícalizar aún mas la argumentación. Las transformaciones de! ooncepto de espacio tienen imp/icaciones en la propia esfera de la poIftica, pues e! Estado-nactón deja de ser su unidad elemental Si, de hecho.estamos vivendo un ~ de constitución de una sociedad gl()bal, esto es, de un con¡unto de relaciones socialesque se estructuran en e! nivel planetario, cabe la pregunta: <cuáles e!1ugar de la po1f- de siglo, la construcción nacional era considerada una utopía. Cadapaís idealizaba sus metas en el contextode su rus- tica? ¿Lacentralidad de! poder se concentra aún en e!interior de las naciones o se desplaza bada fuera de ellas? . Quiero,dejar en claro mi pensamiento. No me interesa discutir el fin' del Estado-nación; como ya afirmé anterior- 104 lOS OTRO TERRITORIO mente, no me parece que sea la manera más correcta de encaminar el debate. La cuestión mayor tiene que ver con su centralidad. Pienso que el movimiento de desterritorializaci6n no se circunscribe apenas a las dimensiones económicas y culturales. También penetra en la política, que, en este sentido, ya no se puede encuadrar en sus antiguas fronteras. En cierta forma, existen indicios que nos permiten hablar de una "sociedad civil mundial". El movimiento ecológico es un ejemplo de esto. Su referente, la Tierra, es suficientemente abarcador como para comprender al planeta como un todo. Yodiría que es una expresión heurística del movimiento de globalización. Pero es necesario tener en claro que su amplitud, así como las promesas que encierra, son insatisfactorias. De forma preferencial, la política continúa siendo una práctica demarcada por las imposiciones nacionales. Partidos, sindicatos, gobiernos, movimientos sociales, sólo poseen validez en su interior. La globalización plantea, por lo tanto, un desafío. ¿Cómo imaginar la política dentro de parámetros universales y mundializados? La premisa fundante del pensamiento político era que lo universal se realizaría en el ámbito de cada país. Democracia, justicia, igualdad, libertad, eran valores que serían vividos en un territorio específico. Los ideales de la Revolución Francesa implicaban universalidad y nación. Ese fue el fermento de las luchas anticoloniales. Esta conjunción se escindió. Por lo tanto, los principios de la ciudadanía, para expresarse, deben ampliar su alcance. La modernidad-mundo exige que la política sea pensada como universalismo y mundialidad. Confinarla a su lugar tradicional es pasar por alto la centralidad del poder. Ya observé que la política constituye una esfera especializada de la vida social Puedo añadir abora: zes la política el dominio exclusivo, o preferencial, de la conducta política? ¿No existen otras instancias que pueden, con frecuencia, entrar en conflicto con ella? Más aún, puede ser planteada otra dificultad en relación con los valores: ldemocracia, igualdad y ciudadanla son ideales restringidos a las ideologlas políti106 DIGRESiÓN: CULTURA, CIUDADANfA y POLlTlCA cas o se encuentran generalizados en la sociedad? Dicho de otro modo: llos movimientos políticos tienen la primacía de formularlos o deben confrontarse con otras perspectivas, a menudo perversas, de esos mismos principios? En verdad, cuando pasamos de la esfera especializada a la sociedad como un todo, los dilemas se vuelven más agudos. En rigor, las prácticas sociales no están orientadas sólo por la conciencia poütica; están atravesadas por las influencias más diversas. Por cierto, algunas personas poseen un conocimiento político mayor que otras; pero en grupos diferenciados y mayoritarios de la sociedad, este esclarecimiento se manifiesta de manera difusa y a veces ni siquiera existe. Lo que sugiero es que la política abarca un espectro restringido de las reladones sociales. Varias dimensiones escapan a su autoridad. Esto nos conduce a otro orden de cuestiones. Es necesario indagar cuáles son las instituciones que, másalJá de la política, socializan a los individuos, definiendo normas de conducta y comportamiento. Sabemos que la religión y la familia cumplen ese papel desde hace tiempo. Se trata de instancias tradicionales cuya influencia es diferenciada. La familia educa a un grupo restringido; la religión a un grupo más amplio, aunque no alcance a todos los miembros de la sociedad -la contemporaneidad está marcada por la pluralidad religiosa (excepto en los países donde la separación entre la religión y el Estado no se concretó plenamente}-. Existen, sin embargo, dos instituciones cuya importancia es capital en el contexto de las sociedades modernas: la escuela y los mass-media. La escuela tiene, de hecho, una inflexión nacional. En principio es vista como el lugar de educación de "todos", de las clases y los grupos sociales más diversos. Por eso, en países como Francia, Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos, ya desde el siglo XIX, la educación cumplió un papel fundamental en el proceso de construcción de la nacionalidad. Enseñó al campesino, al obrero y al industrial, modo y nociones comunes -ciudadanía, culto a la patria, héroes nacionales, etc-. Por su parte, los mass-media son más recientes. Si bien es posible encontrar rastros de su desa107 OTRO TERRITORIO rrcllo en el siglo pasado, hasta mediados del siglo xx, con excepción de los Estados Unidos, no se conocían aún las sociedades de "mesa". Los mass-media también contribuyeron a la formación de las identidades nacionales, al divulgar Yreforzar una cultura popular similar entre los individuos, principalmente en América Latina, donde, todavía hoy, la presencia de la escuela es débil. Los mase-medía electrónicos, al favorecer la oralidad, penetraron más fácilmente junto a las camadas analfabetas o semjalfabetízadas de sus países, lo cual sígruñca que son, probablemente, una de las fuerzas dinamizadoras de esas sociedades. ¿Cómo pensar la interacción y la competencia entre esas instancias? ¿Son equivalentes? Es evidente que no. Existen claros indicios de la amplitud de los mass-media. A diferenda de la escuela, cuya actuación se limita a un período corto y determinado de la vida de las personas, los mass-media se caracterizan por su duración. En relación con la política, también son innumerables los ejemplos de su influencia. Aquello que Uamamos •opinión pública", difícilmente podría ser el resultado de la actuación de los partidos, que, al final de cuentas, tienen una audiencia estrecha fuera de su campo especifico. Sólo una ilusión democrática podría llevarnos a pensar que "todos" se interesan igualmente por la política, como si los hombres, a pesar de sus condiciones de clase, de su capital cultural, pudiesen expresar sus inquietudes en términos de una opinión, clara y bien definida, sobre temas tan diversos (Bourdieu tiene razón cuando afirma que la 'opinión pública" no existe). En cambio, los medios de comunicación cuentan con otros mecanismos. Alcanzan a la masa de la población y a segmentos diferenciados del mercado. Sus comentaristas son intérpretes que articulan el mundo de la política con el gran público. 'Iraducen y, en este sentido, alteran, modelan, las propias informaciones con las cuales trabajan. Pero hay más. La importancia de los mass-media radica en que no se limitan a las fronteras establecidas de la política; se dedican a un conjunto de actividades que envuelven 100 DIGRESIÓN: CULTURA, CIUDADAN(A y poLinCA dimensiones diferentes de la vida humana -información, entretenimiento, ficción, etc.-. Y lo hacen de manera continua, permanente. Su rutina -a través de los diarios, la teIevisión, la radio, la publicidad- garantiza la conformación de las personalidades. De ahí deriva su superioridad respecto de los partidos y los movimientos sociales. Las cuestiones relativas al poder son difundidas de forma abarcadora y diluidas como cotidianidad. De esta manera, su capacidad de penetración se amplía, y deja de estar limitada a un universo particular, habitado sólo por aquellos que, de algún modo, profesan un conocimiento-esotérico. No pretendo afirmar que los medios de comunicación son la fuente de todo poder. Ni tampoco que la industria cultural posee un potencial ilirnitado de manipulación de los individuos. Sé que los grupos sociales leen, asimilan y utilizan lo que es vehiculizado por esos medios. Por otro lado, la sociedad es el cruce de un conjunto de instituciones competitivas entre sí. Pero no caigamos en una ilusión. La existencia de la familia, la escuela y la religión, tampoco implica la unidimensionalidad de la conducta. Pero esto no significa que su papel sea despreciable. Los rnass-media, en la medida en que se acoplan al propio desarrollo de la modernidad-mundo, son sin duda un espacio de definición de normas y de legilimidad. Su autoridad modela las djsponíbtlidades estéticas, las expectativas de vida, las maneras de ser; Dejemos de lado, por un momento, las instancias de socia1ización, para focaIizar otros aspectos del problema. Ya había planteado el interrogante acerca de los valores: en qué medida no se definirían ymodificarian,en el sena de la propia estructuración de la sociedad. Esto es, fuera de la esfera propiamente política. Un ejemplo: la idea de trabajo. Existe, en la actualidad, una discusión importante acerca de su Meen. tralídad", Los sociólogos, al analizar la disminución numérica de la clase obrera, la deslocelísacíén de las unidades de producción, la robotización, la especialización de los empleados, la tercerización de los servidos, intentan comprender cómo la infraestructura industrial se articula con la 109 OTRO TERRITORIO emergencia de un capitalismo flexible. Esta literatura es importante y sugestiva. No obstante, creo que es posible plantear el debate en otros términos, diría incluso civilizatorios. Desde esta perspectiva, salta a la vista un elemento. HistóricaIDente,.antes de la Revolución Industrial, el trabajo nunca fue considerado por el conjunto de la sociedad como un valor en sí. ~ la antigüedad clásica, entre los egipcios, los mesopotámícos, los griegos y los romanos, siempre fue superado por el.arte militar. El trabajo era una actividad de los siervos. Esta SItuación se repite en el Antiguo Régimen. Para la aristocracia ~e las cortes europeas, la ociosidad era el ideal por excelencia; orientaba la ética cortesana, al impulsar el lujo y las formas de civilidad. No podemos olvidar, además, que en muchas sociedades americanas, el esclavismo permaneció hasta el final del siglo XIX. Por lo tanto, es sólo a partir de la Revolución Industrial que el trabajo se toma un ideal cívilizatorio. Tal vez fue Hegel uno de los primeros pensadores que lo consideró como categoría filosófica fundamental de todo un sistema de ideas. Vemos, de este modo, la traducción, en el plano intelectual, de algo que es sedal. De hecho, la sociedad que nace en el siglo XIX se organiza en tomo del trabajo _particUlarmente, el indus~-. Por e~ ~ ideolo~ y las utopías de esta época -liberalismo~s~o,com~o 10tienen como referencia. El trebejo es Igualmente VItaltanto para el burgués como para el obrero; es u~ elemento nodal, que fusiona las diversas partes de la sociedad en un todo relativamente cohesionado. Sin embargo, en algunos países, ya desde fines del siglo XIX, en consonancia con la segunda revolución industrial, este tipo de ética sufre un desgaste. En principio, sólo en una clase social: la burguesía. Cuando Pau1 Lafargoe reclama el 'derecho a la pereza', se refiere expllcitamente a estos cambios. Segfin su interpretadón, los burgueses fueron los responsables de la valoración excesiva del trabajo, ya que esto era de su interés. Entre tanto, esa creencia, a la cual había sido fieles en el pasado, no era más respetada por los 110 DIGRESiÓN: CULTURA, ClUDADANfA y POLlTICA burgueses, quienes había pasado a favorecer el lujo, el ocio, los viajes, las visitas a los balnearios y el gusto fácil por \os objetos. Thmbién Veblen, cuyo punto de vista política es diametralmente opuesto al de Lafargue, acusó, en el cambio de siglo, a los industriales americanos de ociosos. Ellos se habrían convertido a la "vida conspicua" de la ostentación, y abandonado los principios morales, los fundamentos ascéticos de la racionalidad empresarial. Estos cambios serían poco significativos si se limitasen al universo burgués. Entre tanto, revelan una dimensión sustancial de la sociedad, en particular, la emergencia de la misma idea de consumo, que es distinta de la de lujo. En principio, la idea de consumo se aplica exclusivamente a las clases acomodadas, y por esta razón, el no trabajo es un tema poco relevante para otras clases sociales -proletariado, campesinado y clases medias-. Pero, poco a poco, la presencia del "tiempo libre" se extiende al conjunto de la sociedad. El ocio se transforma, incluso, en una reivindicación de las clases subalternas (disminución de la jornada de trabajo). Estos cambios son profundos y envuelven tanto a la esfera económica, como a la cultural El advenimiento de una sociedad de consumo desplaza la preponderancia de la ética del trabajo. Si ésta era, anteriormente, percibida como un incentivo para la realización personal, ahora las cosas se modifican. El trabajo es visto como algo martirizante, un desperdicio de las energías individuales. Poco a poco, se va tornando hegemónica una ética hedonista, egocéntrica. No se trata de una cuestión numérica; del volumen de trabajadores de las fábricas flexibles o de la producción multiplicada por el factor de las nuevas tecnologías. Tampoco de la contrapartida perversa de este movimiento --el desempleo-e Evidentemente, no tiene sentido decir que el trabajo N acabó" --esto no es verdad ni siquiera para las civilizaciones de la antigüedad-o Lo nuevo, y que abarca a la totalidad de la vida social, es que los puntos de referencia son otros. El hombre contemporá~eo desplazó su expectativa de realización hacia un espacio imaginario. Lugar onírico, cuya materialidad se concreta en 111 OTRO TERRITORIO actividades como viajar. salir de vacaciones. ir al cine, pasear,. etc. En este cuadro. el mundo del trabajo. vivido antes en su dimensión colectiva, perdió su poder de convocatoria. Poco importa, para nuestro debate. que no todos tengan 'derecho a la pereza" (eso, por cierto no es verdadero), o que las personas apenas crean que su realización se complete en este contexto. Esta es una 'i1usión sedal", verosímil y colectiva. Estamos. pues. en presencia de una creencia socialmente válida, arraigada en los individuos. Los cambios que señalé son de naturaleza cultural, penetran en todos, más allá de las clases sociales y las inclinaciones personales. Se puede discutir su alcance y su extensión. Pero una cosa es cierta: los valores, las expectativas, las legitimidades. son dimensiones internas de la vida social; revelan la existencia de un orden. injusto y desigual, pero con capacidad real de articulación de los hombres. Lo que ocurre es que ya no se limita a esta o aquella sociedad. El proceso de globa1ización irá extendiendo ese orden al conjunto de los pueblos del planeta-lo qoe refuerza su autoridad-. Entre tanto. en ese universo imaginario, en el cual se entrecruzan referencias culturales desterrítorialízadas, la democracia. la ciudadanía y la igualdad están marcadas por la instrumentalidad prevaleciente en la estructura y en la óptica del mercado. Cito, al azar; un autor, cuya comprensión de la posmodernidad me interesa (desde el punto de vista ideol6gico): "Como fenómeno cultural, e! posmodemo es siempre diffcil de ser entendido, debido a la discontinuidad Y la variedad de estilo. El eclecticismo es el estilo natural de la diversidad cultural, y existe una razón para e! incremento de! pluIatismo en nuestra era: el posindustrialismo, que sucede al mundo moderno fundado en la industria, es unificado instantáneamente por las tecnologías actuales. El cambio es caleidoscópico y simultáneo -de la producción en masa a la segmentada, de una cultura de masa integrada a la fragmentación de los gustos, de la fabricación repetitiva e ídén112 DIGRESIÓN; CULTURA, CIUOADANIA y POLlTlCA tica de l~ objetos al cambio rápido de vanos objetos,. de pocos estilos a varios géneros'". El ,:"undo en que vivimos es, por 10 tanto, plural En él, los objetos. las ideas y los gustos se encuentran "democráti~ente~ dispersos. O. como añade el autor: "'En la sociedad info~ticano hay por qué no esperar el crecimiento de este pl~. Comparemos lasituación con la, ideológicamente neutra, industria automovilística. Allí encontramos la misma proliferación de opciones: en América, durante la era moderna, se reduclan al Ford y el Chevrolet, blanco o negro. AJ:'ora. se puede escoger entre 750 modelos de autos y carruones, y, anualmente, entre innumerables colores". Pluralidad significa. pues, diversidad de objetos. Esta no es una concepción particular de un autor. Se encuentra diseminada entre los empresarios de las trasnacionales y. yo añadirla, entre las ?aseS m~dias mundialízadas. Sin embargo. esta comprensión poco mgenua de las cosas tiene consecuendas. Democracia se toma sinónimo de acceso a un gran número de productos; libertad, de posibilidad de elección entre múltiples rubros. La metáforadel supermercado adquiere así una connotación política, 'Ser Iíbre" se desvincula de cualquier Ideal de justicia, igualdad y derechos sociales. El ciudadano mundial, que no está satisfecho con los límites del Estadonación, es aquel que participa de este universo. Su ciudadanía es fruto de su inserción social. de su modo de vida. Ciudadanía y ronsumo. ¿Nos encontramos ante universos exduy~tes? ¿Es posible una interacdón entre ellos? A pn~era VISta, no. La ética ciudadana se choca con las exigeneras de una postura hedonista. Esto nos obliga, entonces, a e~tr~er de ~sa reflexión una conclusión profundamente pe_ srrrusta: la Impenetrabilidad del consumo por los ideales democráticos. El impase podría sortearse si el consumo es c~nsiderado como una ideología, como expresión "distorsionada'" de una situación .determinada; pero sabemos que 1 Jenks, Ch., Whatis Post-MDdemism? 113 OTRO TERRITORIO se trata de una práctica social, de un imperativo categórico de la vida social. Creo, sin embargo, que es posible plantear la cuestión de otra manera. Sin la intención de eludir las contradicciones ya mencionadas, se pueden matizar algunos aspectos. Dejemos, por un momento, la discusión sobre los valores y la ética, para detenernos en el consumo como un hecho ~tu ral Eso nos permite comprenderlo desde otra perspectiva. Hay que subrayar que, al contrario de la idea de "masa", el consumo no es algo homogéneo, pues se estructura en función de las divisiones y las fragmentaciones existentes en la sociedad. Los individuos, así como las colectividades, le confieren sentido, otorgándole a menudo un significado que se encuentra "fuera" de su "verdad". Ocurre, pues, una disyunción entre la lógica de los objetos (para hablar como Baudrillard) y su uso (esle es el aspecto que intentaba comprender Micbel de Certau cuando se refería a la "táctica"). Como dimensión de la cultura, el consumo es trabajado por los diferenles grupos y clases sociales. En él se entrecruzan identidades e intenciones diversificadas. Esto es, en su interior se manifiestan públicos, universos, heterogéneos y djstintos. El problema consiste en calificarlos. Queda, entonces, la pregunta: zen qué medida pueden conformar un "espacio p6blico", un lugar en el que prevalezca un entendimiento contrario a los valores hedonistas y a la instrumentalidad del intercambio? Una respuesta excesivamente optimista consiste en identificar consumo y ciudadanía. Ésta se encuentra a menudo en la literatura mercadológica que, a cualquier precio, busca justificar ideológicamente su existencia. Desde esta óptica, el principio de ciudadanía pierde sustancia, es un mero atributo del mercado. Pero, tomando en consideración la porosidad de las relaciones sociales, es plausible otro tipo de solución. Afirmar: la ciudadanía también se ejerce en el mercado. Un ejemplo: el movimiento de los consumidores. Ellos exigen el cumplimiento de determinados derechos dictados en relación con un patrón de atención y una expec114 DIGRESIÓN: CULTURA. CIUDADANIA y pOLlnCA tativa consolidada. La defensa del consumidor se contrapone, así, a la eventual arbitrariedad de las empresas. Otro ejemplo: las clases trabajadoras y los miserables excluidos, o parciabnenle excluidos, del consumo. Es posible considerar que ellos tengan el derecbo de adquirir ciertos productos básicos. Esa postura, en el plano del derecho, desplaza un presupuesto anterior, según el cual el consumo está regido apenas en función de la dísponíbíjídad económica de cada uno. Por esta vía, tiene lugar una reivindicación política, cuya configuradón se inserta directamente en el contexto del mercado. Más aún: algunas minorías, al apropiarse de ~~y~~~~d~~~~~~~m determinadas circunstancias, articularlos a sus demandas particularizadas. Resemantizados, expresan una voluntad colectiva ajena a la lógica dominante. Sin embargo, debe quedar claro. Decir que la ciudadanía también se ejerce en el mercado es diferente a afirmar que el mercado es el lugar de su realización. Debemos pensar la ciudadanía como un conjunto de valores que se actualizan en espacios diferenciados -en la política, en la vida cotidiana, en los medios de comunicación, en la vida pública, en fin, en el consumo-. El ejercicio de la ciudadanía no se confunde con el territorio en el que se realiza. Pero sería ingenuo damos por satisfechos con una respuesta fácil.La so-. lución hallada aparenta resolver, por cierto, algunas dificultades anteriores, pero reafirma otras. La ciudadanía, como práctica social, requiere que los individuos posean concepciones, al menos aproximadas, de la libertad Yla democracia. Más aún: los valores compartidos deben penetrar su cultura y sus vidas. Dicho en la jerga sociológica: se espera que un concepto de una esfera especifica de la sociedad pueda ser generalizado. ¿En qué medida esto es verdadero? Pues la propia sociedad remodela los valores y los redefine, adecuándolos a las necesidades y los intereses de las fuerzas sociales en conflicto. . Ahora puedo retomar el hílo de mi argumentación inicial. En las sociedades contemporáneas, la esfera de la poIí115 OTRO TERRITORIO tica es, sin duda, un espacio preferencial para determinados tipos de acciones. Esto no significa afirmar que la sociedad se constituye a partir de sus intendones-aunque esa sea, tal vez, la ambición de todo discurso poñtíco-. Al contrario, es más sensato afirmar que la sociedad es la expresión de un todo más amplio. Sucede que las relaciones de poder se desdoblao en forma diferenciada junto a las instancias sociales. El universo de la política las considera dentro de su visión espedfiea; entre tanto, otras instituciones las tratan como parte de un contexto múltiple y diversificado. En éstas, la política está presente como poder, pero di1uida en el seno de la cultora. En este caso, es difícil restringirlas a las fronteras de la ciencia política". Los partidos, los movimientos sociales, las ONGs, los sindicatos, el Estado, no poseen el monopolio de la defuúción de lo que debería ser la conducta política. En la mejor de las hipótesis, son participantes de un juego de fuerzas. No obstante, curiosamente, tanto los que "hacen polñíca", como los que se dedican a comprenderla, parecen apartar tales inconvenientes. Un conjunto de situaciones problemáticas son dejadas, así de lado, como si por principio, fueran secundarias en el orden de la explicación formulada. Th1 vez por esto las interpretaciones propiamente políticas de la sociedad son a menudo insatisfactorias. Al focalizar un determinado tipo de acción, olvidan que el homo politicus es una abstracción construida por aquellos que se dedican a entenderlo. En verdad, Jos individuos están penetrados por intenciones diversificadas; ellos son el resultado de tendencias que los atraviesan y los constituyen. El análisis de las relaciones de poder penosamente puede ser limitado a un universo específico. No basta con establecer los mecanismos de interacción entre dos esferas --cultura y política- como si, de hecho, existiese una separación de esos campos. Se trata de un artifido reconfortante para el desarrollo autónomo de algunas disciplinas académicas, pero favorece, por cierto, una mala comprensión de la realidad. SOBRE LA IIUNDIALIZACIÓN y LA CUESTIÓN NACIONAL ~ la noción de Estado--nadón ha perdido su Cápacidad de definición del sentido de la vida social: por un lado, el proceso de gIobaJizartón "libera'" las identidades locales del peso de la cultura nacional (por ejemplo, las culturas populares que nunca fueron plenamente integradas a la formad6n nadonal poseen ahora un espacio nuevo, aunque confIíeti.. vo, .para manifestarse); por otro lado, surge en el honzonte cultural mundializad.o la posibilidad de estructurar identidades trasnadonales: es el caso del consumo.lCuál es el destino del Estado-nactón en el mundo globalizado? OI.ficilmentese puede esca~ a la pregunta. Pero la respuesta no es sencilIa. Quizá una forma de abordarla sena cambiar su formuIadón: zcuates son los límites del proceso de gI_6n1 M 116 1. "Sólo el capitalismo consiguió generar una cultura verdaderamente nacional de todo el pueblo pasando por sobre los estrechos límites de la demarcación aldeana Lo consiguió, arrancando a la población de su filiación local, cambiándola de lugar en el proceso moderno de formación de las clases Y de las profesiones. Lo llevó a cabo a través de la democracia ~ue es su p~u~, y también a través de la escueh prima~ na, del servJOO militar obligatorio Ydel sufragio igualitario". Estaata de Otto Bauer tiene el mérito de subrayar dos aspectos que me parecen centrales en la constitudón de las sociedades nacionales. Primero, su novedad histórica. Aunque sea posible describir el pasado de Europa occidental, o por 1 O. Bauer, ÚJ cuestión delas nacionJ¡lidades YlassociIlldemocnu::itJ ~..In XXI 1........ ,,,,"6"'" , 7'7, p. 103. M~-1l:lUU.J, [ 117) OTRO TERRITORIO SOBRE LA UUNDIALlZACIÓN y LA CUESTIÓN NACIONAL 10menos de una parte de ella, en términos de la exis~ncia de un Estado centralíeadoc que detentaba el monopolio de la fuerza en un territorio físico delimitado, difícilmente podríamos considerarlo un Estado-nación. Evidentemente, como nos muestra Norbert Ellas, la integración de monopolios como Francia e Inglaterra, presuponía un grado de predominio de la autoridad de la corte en relación con los poderes regionales'; de hecho, el Estado iluminista disponía de medios coercitivos y administrativos para imponer la voluntad real. Sin embargo, carecía de un conjunto de factores para que pudiésemos definirlo como nacional. La integración postulada es verdadera desde el punto de vista burocrático y militar, pero encubre la diversidad cultura! y la fragmentación existente en otros niveles. Recordemos uno, el mercado nacional, fruto de la Revolución Industrial y desconocido en el Antiguo Régimen. Hasta entonces, el capitalismo mercantilhabiacircu.nscritO los intercambios al mercado externo. Por eso Marx considera que es solamente con la emergenda de la sociedad industrial que se llega a! fin de los resquicios medievales, es decir, de las fuerzas centrípetas que impedian la formación de una sociedad integrada y articulada a un centro, el Estado-nación. Integración que desde entonces se extiende a las dimensiones políticas, económicas y culturales y no sólo a la violencia ffsíca o a los dictámenes de la burocracia real. Los pensadores del siglo XIX tienen conciencia de esos elementos nuevos. Renan parte del principio de que la nación es u algo nuevo en la hístoría" de los hombres", Eso es lo que los lleva a construir su razonamiento en ~os ricos. Su argumentación se inicia con las orgaruzacrones tribales, las ciudades-Estado, los imperios, para culminar con la llegada de la sociedad nacional Hay en esta gradación cierta tentación evolucionista, pero incluso entre aquellos hisU: . 2 3 VerN. E1ias: El proresocivilizoJor (Vol. 2), zahar, Río de janeíro, 1993. E. Renan, Qu'ea-ce qu·une TUltion?, Presses Pocket, París, 1992. 118 que tratan de escapar a su imposición, se llega a considerar a la nación como una forma acabada y "superior" de la organización social'. Mirando el pasado, ella surge como sinónimo de civilización moderna, como un hecho inexorable del devenir histórico. Los pensadores del siglo XIX legaron al siglo XX una confianza excesiva en este aspecto, como si la rueda del tiempo se hubiese inmovilizado fijando para siempre nuestras vidas. Si insisto en ello es para recordar que las discusiones actuales sobre la "declinación" del Estado-nación tienen implicaciones que sobrepasan el terreno político. Lo que está en juego es la nación en cuanto formación social particular, como estructura capaz de soldar a los individuos y sus destinos en el contexto de un territorio específico. 2. La segunda parte de la cita de Bauer se refiere al "cepítalísmo moderno". Él quiebra las fronteras tradicionales, arranca a los campesinos del peso de su vida aldeana. El surgimiento del Estado-nación se articula, por lo tanto, a la Revolución Industrial. Creo que fue Gellner, entre los autores contemporáneos,' quien más insistió -a mi modo de ver correctamente- en este aspecto'. El mundo nacional es fruto del industrialismo, de un tipo de formación social que . proporciona la movilidad, una de sus principales características. En este sentido, la sociedad industrial, que es nacional, se diferencia radicalmente de las sociedades agrarias del pasado en las que los límites entre las culturas, entre los intercambios y las fidelidades políticas se encontraban confinados a regiones particulares. El mundo del Antiguo Régimen estaba constituido por unidades autónomas, diferentes entre sí. Existía un universo campesino cuya especificidad se Iraduda en el campo de la cultura, de la política, 4 Ver, por ejemplo, Merceí Mauss, "La Nation" en Oeuvres (tomo ID), Minuit, Paris, 1969. 5 Ver E. GeUner, Naciones Y nm:iona1ismo, Alianza, México, 1988. llS OTRO TERRITORIO SOBRE LA MUNDIAL1ZACIÓN y LA CUESTiÓN NACIONAL de la religión y de la economía. La Revolución Industrial, conjuntamente con las revoluciones políticas, rompe este cuadro; eliminando los estamentos, promueve la circulación de los ciudadanos, las mercaderías, las ideas. La nación se realiza, por lo tanto, a través de la modernidad. Es un tipo de organización cuya base material corresponde al industrialismo. La ecuación nación = modernidad cobra relevancia, tanto en los países centrales como en los periféricos. En los primeros, la memoria nacional, construida durante todo el siglo XIX, tendrá su máxima expresión en el imperialismo. Es el momento en que Francia, Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos y Japón redefinen sus posiciones en el contexto mundial de dominación. Como modernidad es sinónimo de civilización, el discurso ideológico es claro: frente a los otros países, ellos tendrían una misión civilizadora. Pero la ecuación anterior también tiene validez en la periferia, claro que vista bajo otra luz. Ya no se trata de afirmar lo que es (la pujanza del capitalismo existente, fruto de la primera y ya en algunos países, a fines del siglo, de la segunda revolución industrial) sino lo que podría ser: En el Tercer Mundo la nación es una utopía, una búsqueda situada en el futuro. Los movimientos nacionalistas de África a América Latina comparten esa perspectiva. Ibr eso nuestros modernistas decían: para ser modernos es necesario ser nacionales. Mientras tanto, en ausencia de esa modernidad, la nación sólo podría ccnñgurarse como un proyecto, algo dislocado en el tiempo. Pienso que la reIaci6n entre nación y modernidad se rompió. Históricamente, podemos afirmar que la nación se realizó a través de la modernidad y viceversa. Sin embargo aquella, desde sus comienzos, contenía en su interior un movimiento propio, una tendencia que difícilmente se confinaria a los limites de la realidad nacional. Dicho de otra forma, la modernidad, como el avance de la historia, se vuelve mundial; es hoy modernidad-mundo. 000 Bauer tiene razón cuando dice que el capitalismo moderno, es decir, el que sigue a la primera Revolución Industrial, crea el 120 espacio nacional. Pero en el proceso de su evolución, ese mismo capitalismo, al globalizarse, encuentra otras bases territoriales para desarrollarse. En este caso, parafraseando a los modernistas latinoamericanos, podrlamosdecir: es posible ser modernos sin, necesariamente, ser nacionales. 3. El debate sobre la cuestión nacional se puede encarar desde diferentes ángulos. Hay uno, sin embargo, que merece ser considerado pues permite entender el pasado reciente a la luz de las contradicciones actuales. Me refiero a la categoría de espacio. Ella se transforma radicalmente en el contexto de mundialización de la cultura. Digo espacio en el sentido amplio del término, incorporando desde la vida rotidiana hasta los procesos de construcción de identidades. No puedo, en esta síntesis del problema, extenderme sobre esos cambios pero pienso que ellos poseen un valor heurístico para el discurso actual. Lejos de vivir un momento de >~ciamiento"del espacio, como cree Giddens, o su superacron por las nuevas tecnologías, como piensa Paul Virílío, seria más correcto decir que está pasando por una fase de redefinidón radical". Dentro de esta perspectiva. el espado nacíonal es una -entre varias- de sus dimensiones más amplias. . ¿Qué entender por Estado-nación? Una primera definición usual entre los cientistas políticos, sería considerarlo como una unidad territorial polítíco-administratíva en el interior de la cual "todos" los individuos serían ciudadanos. Poco importa por el momento la extensión de esos derechos. ~ólo estoy intentando un acercamiento preliminar a la cuestión. Por eso decimos en las discusiones sobre movimientos ~es que en América Latina la "nación aún no se comple~ frase está directamente asociada a otro enunciado: la CIUdadanía aún no se realizó". En contrapartida, lene- :0 . 6 A. Cíddens, As Conseqllétu:W da ModernidaJe, Ed. unesp, San Pablo, 1991; P. Virilio, O~ critico, Ed. 34, Río de jereíro, 1993. 121 OTRO TERRITORIO mos la tendencia a pensar que la nación existe "completamente" en los países que vivieron la "revolución burguesa". En ellos, el principio de ciudadanía se habríarealizado, si no en su plenitud, por lo menos con un alcance mayor. Pero.es posible pensar la nación en términos especfficamente sociológicos: una unidad territorial político-administrativa ~ue corresponde a un tipo de organización social determinada cuyas partes se encuentran integradas a un todo. ¿Qué sena esa totalidad?, écuál la fuerza de su cohesión? La respuesta, obligatoriamente, debe integrar otra dimensión: la cultura. Radicalizando mi argumentación, diría que no hay nación sin cultura nacional. Con esto quiero afirmar que los planos económicos (el mercado) y político son necesarios aunque insuficientes para la constitución de la entidad nación moderna. Por eso Renan habla de u alma colectiva", Durkheim de "conciencia coíecüva'", otros de "espíritu" nacional Los términos son significativos. Nos remiten al dominio de los universos simbólicos. Basta mirar la historia de las naciones para percibir la existencia de un mismo orden de problemas. A pesar de que cada una de ellas se realiza en el contexto de sus historias especificas, todas responden a una misma exigencia estructural. La unificación nacional pasa por la unificación lingüística (necesidad de afirmar la autoridad de una lengua frente a otros idiomas locales), escolar (implantación de las escuelas primarias Y luego secundarias), comunicativa (construcción de ferrocarriles, carreteras, en el siglo XIX difusión de peri6dioos Ydurante el siglo xx llegada de la radio y la televisión), simbólica ("invención' de la bandera, héroes nacionales, ritos legos de celebración del Estado). Ahora bien, ese proceso de integración corresponde a una profunda transformación de la idea de espado. Los mundos locales, el de los campesinos o de los artesanos, se modifican SOBRE LA MUNDIALIZACIÓN y LA CUESTIÓN NACIONAL radicalmente. Cada uno de ellos vivia dentro de los limites bien establecidos por sus profesiones, creencias y expectatívas de vida. Esos mundos, material y simbólicamente, poseían una integridad. una especificidad, encerraban a los hombres, arraigados a sus lugares de origen, en un "universo de bienes limitados" (para utilizar una imagen de G. Poster). La nación requiere, por lo tanto, el desarraigo de los individuos de sus localidades y su reinserción en el contexto de una territorialidad más amplia. De ahí la importancia de la cultura. Ella es el elemento que propicia la creación de un vinculo entre los hombres, el cimiento soda1 y lo que orgánicamente arlicuJa la "solidaridad" (en el sentido durkheimiano) entre los diversos grupos sociales dispuestos en su territorio. La modernidad, que en su inido es nacional, propicia por lo tanto la drcu1adón de los individuos entre espacios que antes se encontraban segmentados, separados. Sabemos, sio embargo, que la conjunción nación/modernidad es coyunturaL Hoy vivimos su disyunción. Lo que significa que la modernidad-mundo radicaliza el movimiento de desterrilorialización, rompiendo la unidad nacional. Ella secreta un tipo de espacialidad distinta, sui generis, escapando al control de las imposiciones nacionales. Según esta perspectiva, la crisis de las culturas nacionales no pasaría de seruna amenaza externa. Pensar de esta forma seriaatribuir a la globalización una ~ d total, como si las naciones estuviesen fuera de su órbita. La globalizaci6n de las sociedades y la mundíalizacién de la cultura es un proceso que atraviesa a las sociedades nacionales" y, por lo tanto, corresponde a la formación de otro tipo de siogularidad soda1 (podríamos, si quisiéramos, llamarla"sociedad global"). La crisis de la sociedad nacional no deja de ser, por lo tanto, sino una "falla" en el proceso de su construcción (por ejemplo, las ganancias de las oligarquías lalinoamericanas o el 7 Ver, por ejemplo, "L'éducation, sa nature et son role'" en Éducation el Sociologie, PUF, Paris, 1~. 8 Sobre este aspecto, consultar R Ortiz, Um Outro Tenit6rio: en!Qi06 tKJbre o mundo rontempon'lnro, Brasiliense, San Pablo, 1996. 122 123 OTRO TERRITORIO desvirtuamiento de ciertas élites norteamericanas, que buscarían en el mercado mundial el sentido de sus acciones). Ella es intrínseca al modo como la modernidad-mundo se desarrolla. 4. Gellner dice que es el nadonalismo el que crea a la nación y no a la inversa. Se puede trasladar su afirmactón a otro plano: la identidad nadonal antecede a la consolidación de la nación. Desde esta perspectiva, la identidad deja de ser entendida en términos sustanciales, como si fuese la expresión de un "Ser" ontológico, algo que sucede a un sustrato que le es anterior. Considerar la identidad de esta manera es pensarla como una construcción simbólica en relación con un referente especifico, en este caso, el Estado-nación. En este sentido, la construcción nacional pasa por la anterioridad del "proyecto nacional". Cuando, a comienzos del siglo XIX, se enfatiza la centralidad de una nación denominada Francia, el primer obstáculo que se encuentra es el de cómo ampliar la validez de ese Estado-nación al conjunto del territorio francés. Por10tanto, se hace necesario integrar en su seno a las clases peligrosas, los campesinos dispersos en las provincias distantes, es dectc subsanar la división del país separado en H dos Francia.s", una H civilizada", otra "bárbara", división que llevada al extremo imposibilitaría la viabilidad del Estado-nación", Los ideales nacionales, la búsqueda de la identidad, antecede, de este modo, la propia realización histórica de la naci60 (también el romanticismo anuncia, mucho tiempo antes, la cristaIización del Estado alemán). En el proceso de construcción nacional, las identidades de cada país necesitan superar las identidades culturales dispersas en su interior. Yodiría que en los diferentes lugares del planeta, de forma diferenciada, es claro este proceso que se desarrolla a lo largo de los siglos XIX Y xx. Eso significa que la 9 Ver R Chartier, "Les deux Prances", en úhiers d'Histoire, tomo 23, 1918. 124 SOBRE LA MUNOIAllZACIÓN y LA CUESTiÓN NACIONAL i~entidad nacional se construye en detrimento de las identidades locales. Ella se nutre de su neutralizacíón o de su ~estrucción. La constitución de la nación es siempre conñíctiva. Al afirmarse la unidad del todo, se ruega la particuIarida<f de las formaciones especificas -un ejemplo, el antagonismo latente entre e! idioma n~donaly los dialectos regionale&-lO; o la recuperación, es deco; la apropiación, anulándola, de la cultura popular por la cultural nacional. Sin embargo, independientemente de cómo esos conflictos se actualizan s~ resuelven, creo que es posible afirmar que el Estado-micíón, ~w:~te por lo menos dos siglos, poseyó el monopolio de definioón del sentido de la vida social. Aclaro mi argumento: a pesar de la diversidad existente en el interior del territorio nacional,(que varia en la historia de cada país), el Estado-~ actúa como referente simbólico hegemónico. Posee la primada en el ordenamiento de la vida de los individuos y de los grupos sociales. Esta primacía se define como autoridad, como un valor superior y legítimo en relaci6n con ~s autoridades cuya validez pertenece al ámbito local (regiones geográficas, grupos étnicos, etc.). La integradón 03donal pres~pon~, ~or lo tanto, un equilibrio jerárquico de las ~erzas ídenñtanas. Las especificidades, definidas Como parciales, se le subsumen. La mundializacíén de la cultura rompe este equilibrio tabilizado durante años en un cierto umbral. Tenemos ::tortees o~o panor~~ El referente Estado-nadón pierde el monopolio de definición del sentido de la vida social Esto ocurre de dos maneras: primero, el proceso de globa1ización "libera" las identidades locales del peso de la cultura nadonal; tenemos, por ejemplo, el caso de las culturas populares que a l~ largo de la formación nacional nunca fueron plena~~nte mtegradas en su interior, ahora, vueltas a sus especí. fiCldades, poseen un espacio nuevo para manifestarse (pero no nos hagamos ilusiones: él es también conflictivo). Segun10 Ver P. Bourdieu, Ceque parler veutdire, Fayard, París, 1982. 12S OTRO TERRITORIO do, surge en el horizonte cultural mundializado la posibilidad de estructurar identidades trasnacionales. Es el caso del consumo. Crea una memoria colectiva internacional-popular compartida mundiahnente por grupos diferentes. En los dos casos, a pesar de los sentidos diferenciados, tenemos un debilitamiento de la identidad nacional. Simultáneamente está atravesada por el proceso de globalización y presionada . por las particularidades existentes en el seno de .la ~eda~ nacional El monopolio anterior da paso a una situación diversificada. Subrayo el "diversificada" y no necesariamente plural, pues cada una de esas identidades se encuentran vinculadas a los grupos que las construyen -trasnacionales, Eslado-nación, grupos étnicos o populares. Cabe, por lo tanto, investigar sus posiciones jerárquicas. Alfinal,cada una de ellas se encuentra amparada en fuerzas e intereses desiguales. 5. La ruptura de la relación nación/modernidad tiene implicaciones políticas de importancia mayor, sobre todo en los países Damados periféricos. 1l"adiciona1mente, el debate sobre la cuestión nacional en América Latina estuvo íntimamente asociado al tema de la modernidad. Independientemente de las fuerzas políticas en movimiento, sean conservadoras o progresistas, la idea de un "proyecto nacional" siempre estimuló una perspectiva modernizadora -p. e]., las propuestas de la CEPAL en la década del cincuenta. La búsqueda de la modernidad se volvió asi una utopla colectiva. Cada país, a su manera, iría proyectándola hacia el futuro como si su historia encontrase apoyo sólo en su energía interna. Por eso la idea de "proyecto" siempre tuvo entre nosotros algo de sartreano -ver los escritos isebianos (ISEB)". La búsqueda del "ser" nacional se confunde así con la afirmación de su SOBRE LA MUNDIALIZACIÓN y LA CUESTIÓN NACIONAL autenticidad, su desa1lenación. Las transformaciones recientes arman las cosas de otra manera. El Estado-naci6n perdi6 el monopolio para conferir el sentido de las acciones colectivas; eso no significa, sin embargo, que su actuación no sea necesaria o sea prescindible: Ella es concreta y posee un papel importante en el contexto del "nuevo orden mundial". Pero hablar de proyecto, como se hacia antes, es encubrir las dificultades que nos rodean. Evidentemente, todo país debe (o mejor, deberla) tener un "programa nacional", forma a través de la cual piensa su inserci6n en el conjunto de las naciones. Sin embargo, una propuesta programática no es un "proyecto", una filosofía lo suficientemente amplia como para abarcar el corazón y la mente de los hombres. Por muy buena que sea su intención, no posee fuerza utópica. Es el fruto del cálculo y de las oportunidades. La utopla se nutre de otro tipo de sustancia. La disyunción nación/modernidad posee además consecuencias de carácter ideológico. A lo 1argo del siglo XIX y el breve siglo xx, para citar a Hobsbawm'P, la idea de "modemo" se encuentra plenamente articulada a la noción de Estado-nación. De ahí la pretendida superioridad de la formación nacional en relación con las otras sociedades pasadas. El pensamiento construye asi una escala jerárquica, atribuyendo al calificativo "moderno" una posición destacada, por ejemplo, el debate en el mundo de las artes. Entre otros significados, el modernismo surge como una propuesta de superación de la tradición, en principio, incongruente con los tiempos actuales. Sin embargo, esta oposición tradici6n-modernidad no se manifiesta sólo en el interior del universo artfslioo. Es más genérica Yse inserta en el seno de los "proyectos nacionales". Para existir en cuanto modernidad, la nación debe sobrepasar los que se consideran como antiguos anacronismos. La modernidad, un valor 11 Por ejemplo, A Vieira Pinto, para quien el proceso de desalienación cuenta básicamente con las fuerzas Y conciencia interna nadonal, para liberarse de la opresión del ser extranjero. Conscíincill e ReIIlidJule ntJcicnuú, ISEB, Rio de Janeiro, 1960. 12 Ver E. Hobsbawm, ETIl dos erfTema;; o breve séculoxx, Paz e Terra, Río de Ianeíro, 1995. 126 127 SOBRE LA MUNDIAllZACIÓN y LA CUESTiÓN NACIONAL OTRO TERRITORIO nacional, se contrapone a los resquidos del pasado. Pienso que esta carga ideológica permanece hasta hoy. Pero, a pesar de ello, se da un dislocamiento de las posiciones. El valor "moderno" comienza a vincularse a las fuerzas trasnacionales, sobrepasando el nivel nacional. "Global" se-toma entonces sinónimo de modernidad. Basta mirar el discurso de las grandes empresas trasnacionales o de organismos como el FMI o la ONU13• En este caso, las reglas anteriores se aplican también a las naciones. Son vistas como elementos pretéritos, como sobrevivencias de un orden arcaico. Todo sucede como si la evoludón de las sociedades humanas se encontrase ahora en otro umbral, más completo y abarcadOL Irónicamente subyace a ese juicio la premisa anterior. A pesar de los pregonados cambios radicales, la modernidad permanece incólume. Lo "moderno" sigue "valiendo más" que lo "tradicional"; apenas se cambian los signos. La nación es transferida hacia el plano de lo tradicional, y lo global pasa a ocupar su lugar de distinción. La idea misma de modernidad deja de ser problemalizada. 6. En la discusión sobre la globatizadón hay, cada vez más, una tendencia a pensarla como expresión de universalidad. Lo global surge así como equivalente de lo universal. Un primer sentido de esta aproximación evoca la noción de límite. Lo universal, al desprenderse de su relación territorial, expandiría sus fronteras hacia "'todo el género humano". En este sentido contrasta con 10 local, inmovilizado en el interior de su geografía restringida. De ah! la relación, casi natural, con la idea de cosmopolitismo. Nuevamente encontramos la metáfora del espacio. Ser cosmopolita es compartir, simultáneamente, varios cosmos, salir del lugar de origen, trascenderlo. En este caso, el proceso de desterritorialización favorecería este movimiento. El problema se resume así en una CUestión de alcance.' Lo global, gracias a su dimensión planetaria, involucraría a lo nacional y lo local, trascenderíél-~ los provmcíanísmos y Su universalidad sería índíscutíble. ' No es difídl encontrar este tipo de razonamiento en la literatura contemporánea. 'Ianto sociólogos como economistas e intelectuales de las grandes empresas trasnacionales parecen compartirlo. Sus razones son evidentemente diferentes pero la fórmula global = universal se volvió frecuente. Cito: entre otros, a Robert RobertsdÍt y su discusión sobre universalismo y perucuíarísmo", El término globaJismoemerge como un atributo intrínseco al universalismo quedado para el particularismq una expresión menee localizada Otros autores, sobre todo los economistas, insisten en que el capttalismo global rompe las barrer:" existentes en la sociedad planetaria contemporánea,. contribuyendo así a la uníversalizacíón de los espíritus. La asimilación del concepto hecho por los operadores de las trasnacionales tiene una sofisticadón teórica inferior a la de carácter puramente ideológlCOl~. Con todo, no deja de ser sugestiva. Ellos creen que los objetos que venden, por ser globales, en principio, responderían al deseo universal de "todos los hombres". En cierta forma, creen en lo que Barthes denomina el mito de la "gran familia de los hombres-" -en todos los lugares, las personas buscan las mismas cosas; El corolario de esto trae, evidentemente, resultados promisorios para el mercado mundial, pues se puede justificar la existencia de las mercaderías apelandn a su universalidad; restringirlas sería un cercenamIento de la "libertad humana". El argumento trae incluso dividendos en la lucha por la competencia mercadológica. Cuando los ejecutivos de las lrasnacionales afirman que sus productos son "universales" quieren decir que son su- 13 Por ejemplo, R. Reich: The work of Natíons, Vintage Books, Nueva York, 1992. R~, Globrllímtion: Social Throry tmil Global Culhue, Sage Publicatíons, Londres, 1992. 15 Consultar, por ejemplo T. Levitt,A Im¡¡~ deMarketing, Atlas, San Pablo, 1991. 16 R Barthes; Mith%gies, Seuil, País, 1957. 128 129 14 OTRO TERRITORIO perlores a otros productos, "nacionales" o "locales", restringidos a una circulación limitada. El alcance del mercado mundial expresarla la validez de la verdad universalista. La identificación globaVuniversal es problemática. Llevada a su extremo, induce a una serie de contrasentidos. Por ejemplo: un filme global, como las producciones hoUywoodenses (que ya no son necesariamente norteamericanas), por su circulación planetaria, sería en principio una expresión de universalidad. En contrapartida, el cine de autor (Wm Wenders, Kusturica, etc.) deberla conformarse con ser la evocación de un espíritu provinciano. El razonamiento propuesto permite una inversión de las expectativas. El arte, que tradicionalmente había sido entendido como parte de lo universal, tiene ahora su dimensión desvalorizada. Como un "bien" de circulación restringida, se vuelve una expresión localizada, aprisionada en sus fronteras parroquiales. La idea de cosmopolitismo se disloca hada el plano de los objetos. Cuanto más estén presentes en el mundo del consumo, tendríamos, sin duda, la confirmación de su universalismo. Ser cosmopolita seria dislocarse en el interior del espacio de la modernidad-mundo. Hay también una <lis~en~p~~~v~~las~edadesocOO~ tales, la noción de universal, desde los filósofos iluministas, se asocia a libertad, justicia e igualdad. El nacimiento de las sociedades nacionales, lejos de negar esos principios, les da forma La nadón es el espacio en el interior del cual deberían realizarse (lo que no sucede necesaríamente). Sintetizando, diría que ella es el lugar de la ciudadanía, añrmadon contenida en el enunciado: "sólo el capitalismo moderno consiguió generar una cultura verdaderamente nacional de' todo el pueblo". No estoy discutiendo si esto se realizó o no. Sabemos que existen antagonismos profundos en el seno de la sociedad moderna Por eso importa subrayar que la idea de universalidad trae consigo un conjunto de valores condensados en la idea de ciudadano. Decir "lo universal se realiza en la nación" significa, por 10 menos, imaginar esta posibilidad histórica. 130 SOBRE LA MUNOIALIZACIÓN y LA CUESTiÓN NACIONAL Me parece que la mayor dificultad de aproximación a lo globaVuniversal es la de pensarlo como la unión armónica de dimensione~equivalentes. De ahí.la tentación de la metáfora. espacial. Todo Sereduce a una cuestión territorial La expansión de los límites, verificada en los dos casos, vuelve convincente la ~6n de categorías, a mi modo de VeJ; de naturalezas diferentes. Voy a precisar mi idea. Lo universal es una noción fiIos6fica, lo gJobal una categoria scciol6gica. En el pnmer sentido, universal se refiere a la trascendencia a una relación abstracta que no necesariamente encuentra una realización inmediata en el plano del universo concreto. Es eso lo '1\1d~ permite a los filósofos iluministas hablar del "gén~ro huma:n.o;; a pesar de la diversidad cultural existente, 8eñapoSible proponer la idea de una "naturaleza humana" (lo que en sí es discutible, pero ese no es nuestro debate en este momento). Subrayo, en este caso, que la universalidad se afirma a través de las diferencias. Para el filósofo iluminista, el indigena americano es . . tan... universal como el hombre inglés. El pensamiento, para aproximarlos, debe por lo tanto, retirarlos de sus hístorícídades, del terreno de la vida real. Por el contrario, al hablar de capitalismo global.ñlmes globales, globalización, nos referimos a cosas y procesosque se desarrollan en el plano de la historia con~~ta de los hombres. En este caso, globaVuniversal se identifica conjo que existe mayoritariamente (esto no siempre es verdadero) entre los que habitan el planeta TIerra. Se sustituye así una dimensión cualitativa por otra cuantitativa. En la relación universaVglobaVmercadeo este último seria la unidad material de realización de los principios anteriores. Debemos cuestionar la naturalización contenida en este e~un~do invirtie.ndo Sus términos: es posible ser provinCIanoSIendo también global; o mejor: el cosmopolitismo no es.~ atributo necesario de la globalidad. En verdad, estamos esístiendc a una disputa simbólica e ideológica en tomo a lo que debería ser la definición legítima de "universal". Las fuerzas trasnadonales tienen, evidentemente, interés en darle un sentido que les permita mantener sus privilegios. 131 OTRO TERRITORiO 7. ¿Cuál es el destino del Estado-nación en el mundo globalizado? Difícilmente se puede escapar a la pregunta. La respuesta no es simple. Presupone incluso un elevado grado de especulación. Quizá una forma de abordarla seria cambiar su formulación: ¿cuáles son los límites del proceso de globalización? No hay duda de que la modernidad-mundo, aunque planetaria, está lejos de ser uniforme y totalizante. La pobreza, el subdesarrollo, la división de los paises en ricos y pobres, los intereses económicos dominantes, son factores importantes que pesan contrasu expansióo. Podrlamos agregar, también, la misma dinámica destructora, intrínseca al movimiento de la modernidad: crecimiento desordenado de las ciudades, cataclismos ecológicos, etc. En este sentido, Jean Chesnaux tiene razón cuando afirma que la modernidad-mundo no es generalizabje". Esto supone constatar la existencia de un primer nivel para su validez. La modernidad-mundo es diferenciada y desigual. Hay, sin embargo, otras limitaciones que involucran directamente al Estadonación. El movimiento de globalización de las sociedades ha avanzado sobre todo en relación con los niveles económico y cultural. Se trata, evidentemente, de dominios distintos (por eso prefiero hablar de mundíalizacién de la cultura y no de su globalizacióo'''). Sin embargo, dejando momentáneamente de lado esas especificidades, se puede decir que en esos dos campos hay un desarrollo real de esa tendencia. La economía mundial, los objetos globalizados, la aparición de un sistema técnico de comunicación planetaria y la constttucíón de una memoria colectiva internacional-popular; atestíguan su consolidación. Pero el ritmo de ese movimientoys asimétrico. El Estado-nación sigue siendo la unidad celemental de la política. Gobierno, sindicato, partido, movimientos sociales son su expresión. Si reflexionamos sobre el pasado, veremos que todavía una de las características del SOBRE LA MUNDIALIZACIÓN y LA CUESTiÓN NACIONAL ~stado, y posteriormente del Estado-nación, es el mo~ líe del aparato burocrático y de la violencia. En cierta forma, en su constitución, lo que está en juego es la formación de un núcleo centralizador cuya validez se extienda a un dominio territorial determinado. A pesar de las transformaciones recientes, se puede decir que este monopolio todavía se encuentra en manos del Estado-nación. Esto no significa que c~da uno pueda usarlo de forma arbitraria, es decir, sin consIderar.los intereses ~stentes --otras naciones, empresas trasnacíonales, bancos ínternacíonales, etc. Pero -subrayo-conserva, por lo menos en ese aspecto, su centralidad. Es ~so, creo, lo que posibilita 'fU' hablemos aún hoy de geopolítica.. Cada umdad territorial, en la medida de sus fuerzas, . consigue o no Imponerse en el escenario globalizado. En el seno de la globalizacióo hay, por lo tanto, fuerzas centrípetas. Ellas apuntan en direcciones diferentes. La cuestión.se resume en saber si serán superadas por otras que favorezcan una integración más global o si quedarán como instancias de "negociación" (con intereses propios) en el contexto de un movimiento que las contiene y sobrepasa. 17 J. Chesnaux, La Mnderniti-Morule, La Découverte, Paris, 1989. 18 Ver R. Ortiz: Mundillliza9JO e Cultura, Bresílíense, San Pablo, 1994. 132 133 DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO· El debate sobre la diversidad cultural tiene bnplícadones políticas. Si queremosescapar a la retórica del discurso ingenuo, que se conforma con afirmar la existencia de las diferencias olvidando que se articulan según diversos intereses, hay que exigir que se les den losmedios efectivos para que se expresen y se realicen como tal. Es un ideal político que no puede 'evidentemente circunscribirse al horizonte de tal o cual país, de tal o cual movimiento étnico, de tal o cual diferencia"'. Incluye una sociedad dvíl que va más allá del drculo del Bstedo-neoén, y que tiene el mundo como escenario para su desarrollo. M 1. El debate sobre la diversidad cultural se plantea hoy en día bajo el signo de una aparente contradicción. Se afirman simultáneamente conceptos que muchas veces parecen excluyentes: integración/diferencia, globalización/localización. Algunos analistas de mercado no vacilan en preconizar la existencia de un planeta homogéneo, unidimensional, recién unificado por los vínculos de la sociedad de consumo'. Los individuos tendrían en todas partes las mismas necesidades básicas: alimentarse, vestirse, desplazarse por la ciudad, ir al cine o de compras, etc. Corresponderia al mercado y a los bienes materiales modelados satisfacer estas necesí~ Artículo presentado en versión resumida en el encuentro NLadimensión cultural y educativa de la integración regional: situarión y perspectívesen el Mercosur".orgemaedo por elCentro de Formación para la Integración Regional, Montevideo, diciembre de 1997. (Traduodén: AmeIia Hernández). 1 Theodore Levítt, teórico del mercadeo global; ver "Ihe gIobalization uf markets" en Hsrvard Business Review. 5-611983. [1351 DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO OTRO TERRITORIO dades. Existeuna visión antagónicaentre quienes sobrevaloran los movimientos étnicos (ya sea paraafirmarlos como elementos de construcciónde las identidades locales,ya sea para rechazarlos como una amenaza a cualquier propuesta de unificación). La declinación del Estado-nación habría ina~ gurado una era de fragmentación social, sal~~le o peligrosa, según los pronósticosmás o menos .op~tas. Así se ha generalizado la metáfora de la -balcanízacíón .El mundo contemporáneo estaría constituido por espacies meonexos, por fragmentos diversos (algunos dicen "fractados") independientes unos de otros. En el contexto de la formación de bloques económicos, la Comunidad Europea y el Mercosur, por ejemplo, se reproduce la misma polarida~ analítica. Al principio se hace énfasis en el primer término; la integración. Se privilegia asi la dimensión referida a la expansión de las fronteras (moneda única europea, mercado común, libre circulación de las personas, intercambio entre países, etc.). Sin embargo,una vez considerado ~te aSJ>e.Cto integrador se vuelve inmediatamente a la prenusa ~tertor: la diferencia cultural (especificidad de las regiones, nqueza de las culturas locales, variedad de los pueblos y del patrimonio nacional). De modo que el debate oscila entre "totalidad" y "parte", entre "integración" y "diferencia", entre "homogeneización" y "pluralidad". Es como si nos hallára- mos ante un mundo esquizofréniCO: por una parte, posmoderno, infinitamente multifacéticO; y por otra, uniforme, siempre idéntico. Esta bipolarización ilusoria se agrava cuando es refutada en el plano ideológico. Totalidad Y parte de¡an de ser mo- vuelve un imperativode sobrevivencia epistemológica2. Es como si viviéramosuna Guerra Fría en el plano de los con.. ceptos. "íomer partido", ésta seria la única manera de superar la contradicción aparente entre integración y diferencia.. ción, cada cual retrayéndose en el seguro universo de a1gu~ no de esos compartimientos herméticos. Pero, épodrían las sociedades ser comprendidas en esta forma? Este pensamiento dicotómico, que recuerda las clasificaciones pri.. mitivas estudiadas por Durkheim y Meuss, zes realmente convincente? 2. Dos disciplinas nos ayudan a considerar la poblemáüca de la diversidad cultural. La primera es la antropologia. Surge al final del siglo XIX, recalcando la radicalidad ajena. Al examinar las sociedades primitivas, revela tipos de organí- socie- zaciones sociales fundamentalmente distintas alas dades industrializadas (relacionesde parentesco,creencias mágicas, explicaciones mitológicas, etc.), Para algunos autores esta distancia es tal que hasta se hace imposible com- prenderlas (es el caso de Levy Bruhl, cuando define la mentalidad primitiva como algo ininteligible para el pensamiento científico). Ciertamente, parael conjunto de la disciplina, esta orientación fue luego desechada (no tendría sentido que un áreadel conocimiento se constituyeraa par~ tir de la negación de lo que se propone estudiar). De cualquier manera, en ambos casos, lo que está planteado es el entendimiento entre grupos distantes en el espado y en el tiempo, o sea, un conjunto de formaciones sociales que habrían florecido a la sombra de la historia de los mundos "ci- mentos del análisis intelectualparaconvertirseen pares antagónicos de posiciones políticas. Por una parte tendríamos el "todo", asimilado de maneraapresurada al totalitarismo, y por otra las n diferencias", ingeIluamen~ celebradas.como vilizados" (europeo, chino, islámico). En principio, cada una de ellas constituirla un lugar aparte, tendría una identidad y una centralidad propias. Toda cultura deberla por lo tanto expresión genuina del espíritu democrático. Modernidad o posmodernidad, Habermas o Lyotard, derecha o izquierda, razón o irracionalismo: escoger una de esas trincheras se 2 Fran~is Lyotard, O pó6-modenw, José Olympío, Río de janeteo, 1986; y J. Habermas, "Amodenúdade como projeto inacabado'" en Arteem Revista No. 5. 136 137 OTRO TERRITORIO DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITiSMO arraigarse en un territorio específico, con un centro y con jadopor la mirada antropológica. El mundo estada entonces constituido por una miríada de pueblos, cada cual con su modalidad y su territorio espedfico. La segunda disciplina es la historia. Ella nos habla de la multiplicidad de pueblos y civilizaciones que se conpenetran y se suceden con el paso del tiempo (egipcios, sumeríos, griegos, romanos, chinos, árabes...). Un cuadro que va transformándose continuamente desde la Antigüedad has- fronteras bien delimitadas, alejando el casos, el desorden, lo ajeno, lo peligroso. Por ello, los pueblos primitivos ~fec donaron una serie de mecanismos purificadores y exorcistas pararelacionarse con el extranjero. Éstesiempre se concebirá, y así noslo muestraVan Gennep,como un.elem~n~ potencial de perturbación del orden, social o nutológico . Las fronteras, simbólicas y geográficas, deben ser respetadas para que la integridad cultural pueda mantenerse. La antropología nos enseña, por tanto, que los pueblos dispersos por el planeta constituirian una serie diversificada de culturas, cada una con sus características inl:Ifnsecas e irreductibles. No es casua1 que el debate sobre el relativismo cultural se dé en el pensamiento antropológico desde sus inicios. ~ a la existencia de corrientes más universales (el estructuralismo es una de ellas), predominó en la antropología clásica una comprensión de la unicidad de cada cultura.Los estudios se vuelven haciael entendimiento de una totahdad que expresarla de forma inequívoca el 'carácter' de un pueblo (para hablar como los cu1turalistas norteamericanos)'. El énfasis sobre la diferencia se pone de manifiesto incluso cuando los antropólogos comienzan a interesarse por las sociedades modernas, desplazando el método de observación participante hacia unnuevo contexlD. A1anaJizarobjetnsoomo el folklore y la cultura popular, los antropólogos ~ en cuenta aspectos que, en principio, escaparlan a la lógica de la "modernizaci6n", de la "civiHz.aoonoccidentaf', de la "modernidad", de la "cultura burguesa". Los c~ativos no importan mucho, los utilizo para deslindar el horizonte traba3 Van Oennep, OsRitos de POSIlgetrl, Vozes, Petrépohs, 19'78. . _ 4 Porejemplo RuthBenedict,. Ptulróes deCu1trmI, limos ~ Bms~, Lisboa. Visión que la autoraretoma en su estudio sobre la sociedad Japonesa; ve>" TheC~"" the Svxmi. Houghton MilIIin Company, 1989. 5 Un texto representativo de este tipo de estrategia es e~ de Robert Redfield,. TheFolkCuJtun!ojYuadan, The University ofChicago Presa, Chi- cago, 1941. 138 ta la Edad Media. La desaparición de muchas civilizaciones afianzó en algunos historiadores la creencia de que las sociedades modernas serian análogas a los organismos vivos. 5peng1er y Toynbee vulgarizaron la concepción segón la cual cada civilizaciónexperimentaria necesariamente una etapa de ascenso y otrade descenso, una etapa en vida y otrade muerte'. Postuladas por la metáfora organicista, sus fuerzas vitales se extinguirlan con el tiempo. En todo caso, al hablar de civilizaciones, lo que me interesa recalcar es que también se pueden retomar las ideas de centro y de limite. Con sus costumbres, dioses, idioma y conquista, las civllizadones se arraigarian en un lugar determinado. Ya no se trataría de la tribu, unidad demasiado pequeña, sino de la ciudad-Estado, el reino o el imperio. Extensiones que pueden variar del mundo chino al mundo europeo o japonés. Por ello, entre los historiadores florece toda una corriente dedicada al estudio del contacto entre civilizaciones, pero cada civilización buscaodo proyectarse con su lógica más allá de su marco (conquistas romanas e islámicas). En este sentido, diversidad cultural significa diversidad de civilización. Pero la historia nos revela además un movimiento de integración que díñcílmente podríamos aprehender si nos limitáramos a una perspectiva antropológica. Sabemos que, a partir del siglo XVI, el capitalismo emergente en una parte 6 O. SpengIer, ¡" """"""'" de CJaidmIE, Fspasa CaIpe, Madrid. 1958; al respecto, Toynbeepublicó varios velamenes en la serie Estudio de la Historia. Alianza EditoriaL Madrid. 139 OTRO TERRITORIO de Europa occidental tiende a ser más abarcador, sus ambiciones se desbordan más allá de los mares. La época de los descubrimientos y de las grandes navegaciones da inicio a otro ritmo de integración entre los pueblos. Este capitalismo Uegahasta América y Asiabajo la forma de colonialismo. Es la raíz de un fenómeno actualmente en el tapete: la globalización. Pero existe una duda: lcuál es la amplitud de este movimiento integrador? ¿Envuelve a "todos los pueblos del planeta", como pretende una visión que lo identifica con un world-system? Z'Iendría esta misma dimensión sistémica? Aquí se dividen los puntos de vista. Para una roTriente de pensadores, como Immanuel Wallerstein, el ca7 pitalismo ya era capitalismo desde el siglo XVI • Estaba ya definido en sus rasgos estructurales y lo que había era un movimienlo de expansión.Lahistoriaseria eotoncesun ajuste temporal a las exigencias sistémicas. Otros autores buscan recalcar la importancia de la Revolución Industrial. Según ellos, el término capitalismo seria más apropiado para designar un tipo de sociedad nacida eo esa época. El punto de ruptura no fue el siglo XVI sino la Revolución Industrial. No pretendo extenderme en este ~e.oote, lo retomo ~lo e~ la medida en que remite a la temática que estamos discutiendo. Creo que los intelectuales del siglo XIX (de Saint-Simon a Marx) tenían razón cuando afirmaban la especificidad del modelo industrial. De hecho, viendo la historia desde este punto de vista (como lo hacen, por ejemplo, [ack Goody y Eric Wo¡f, la Revolud60lndustrial divide las aguas. Elmundo colonial, pese al poder y a la avidez de las metrópolis, no era único: convivía a dispusto con otr~s "'econo~~mu~do.n (China y e! norte de Africa). En realidad'.eldonurno bn~ co no pasaba de las regiones costeras, ro siqtuera en India, DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO pues le era dificil implantarse dentro del connnente", 1iunbién América Latina podía ser vista como un espacio donde la presencia española y portuguesa, aun siendo hegemónjca, no conseguía integrar a la población negra e indígena dentro de UIi mismo molde civilizatorio. Con esto quiero decir que, a pesar de los movimientos integradores, el mundo anterior a la Revolución Industrial todavía encerraba mucha diversidad. Diversidad en un doble sentido. Primero, de civilización. El poderio de los imperios europeos (Inglaterra, Francia, España, Portugal) era ciertamente efectivo si se le considera desde el punto de vista del continente americano. Estados Unidos, la América española y la portuguesá son extensiones de los proyectos metropolitanos. Sin embargo, desplazando nuestra mirada hada la realidad del mundo asiático o islámico, es necesario puntualizar las limitaciones impuestas a la expansión occidental. Un ejemplo: Japón. Desde el siglo XVI hasta mediados de! XIX este conjunto de islas, unificadas bajo el dominio 'Iokugawa, permaneció fuera de la órbita comercial europea (los pocos contactos se hadan a través de una modesta presenda holandesa, en el extremo oeste del país, en Nagasaki). Claro, existían influendas de origen extranjero (por ejemplo, la introducci60 de las armas de fuego se dio con la llegada de los portugoeses), pero la "civilización japonesa', muy volcada aún hada el imperio celestial de China, se desarrolló al amparo de los intereses europeos". Lo mismo puede decirse con respecto al mundo íslémíco". Hasta el momento de LWaI1erstrin, TheModem World System (2 VoJs.),Academic Press, Nueva York, 1976-1979. 8 [ack Goody, TIte l'Ast in the West, Cambridge University Press, Cambridge, 1996; Bríc Wolf, Europe tmd the Peopk without History, Uníversity of California Presa, Berkeley, 1982. 9 Cario Cipolla argumenta que el predominio europeo en Asia se limita a la costa marítima. La conquista y el control de vastos territorios dentro del continente se realizó más tarde, como subproducto de la Revolución Industrial; ver úmhiJes e Vebzs na Primeim Fase tl4 Exptmsio Européia: 1400-1700, Gradiva, Lisboa, 1989. 10 Consultar TheCambridge History of lapan, VoIs. 3 y 4, Cambridge Uni· versíty Prees, Cambridge, 1991J.-1991. 11 Consultar A Miquel, L'lsfmn el 54 cWilisation, Colin, París, 1986; Bernard Lewis, o Oriente Meio, Zahar, Río de janeíro, 1996. 140 141 7 OTRO TERRITORIO DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO lasinvasiones napoleónicas,poseía una dinámicacompletamente independlente de las potencias occidentales. Pero la las reladones entre partidos y entre dases sociales), Ycultural ~unificaci6n lingüística y simbólica de sus habitantes). La necíén segrega por tanto una Conciencia y una cultura na. cio~, o sea un conjunto de símbolos, conductas, expectativas, compartidas por aquellos que viven en su territorio. Proceso que se consolida en el siglo XIX Y se extiende durante el siglo XX por todos los países. En cada uno de ellos, según sus historias particulares, surge una cultura nacional diversidad anterior a la Revoludón Industrial era parte también de las sociedades del Antiguo Régimen. Sólo desde un punto de vista genéricose puede calificar a los Estados europeos como racionales y técnicos. Es cierto que la rado- nalidad del capital mercantil predominaba junto a los emprendimientos de los ricos comerciantes, pero se trataba de un sector restringido. A pesar del desarrollo dentlfico, cuyas raíces se remotan al Renacimiento, a las premisas de la Ilustración, a la gestión burocrática del aparato del Estado, durante los siglos xvn y xvm prevalecieron las fuerzas de la tradición (aristocracia, religiosidad popular, creencias mágicas, economla agrícola, estamento sociales, elc.)". En realidad, las sociedades europeas constitulan un verdadero archipiélago de "mundos regionales", poco integrados unos con otros. Dicho de otramanera, aunquees posibleencontrar en \os siglos anteriores algunos rasgos de un fenómeno que hoy llamamos g1obaIizad6n, el surgimiento y la consolidadón de este proceso, a mi modo de ver, sólo fueron constituyéndose cualitativamente con el advenimiento de la modernidad. 3. Revolución Industrial y modernidad van juntas. lrajeron consigo un proceso de integración hasta entonoes desconocido: la constitución de la nación. Distinta a la noción de Estado (muy antigua en la historia de los hombres), la nadón es fruto del siglo XIX. Presupone que en el ámbito de un territorio determinado ocurra un movimiento de integración económica (surgimiento de un mercado nacional), social (educadón de "lodos" los dudadanos), politica (adveni- miento del idealdemocrático como elementoordenador de No nos imaginemos la construcción de las naciones como algo natural, como una necesidad teieológica. según lo pensaban varios autores del siglo XIX (se creía que en la cadena evolutiva de las sociedades, la nación seria el tipo más per_ fecto de formadón soda\). Esta construcción resulta conflic- tiva, implica intereses contradictorios, disputas y dominios. Buena parte de la memoria nacional es una invenci6n simbólica, las tradiciones son ideológicamente vehiculiza.das, como si siempre hubieran existido. Resulta no obstante que cada país se ve como una urúdad especifica. Según decla Herder; la naciónes "un organismo vívc", modal,que difiere de la vida existente en otros lugares. La diversidad tiene portantoun nuevo significado. Elmundo seria la sumatoria de los encuentros y las desventuras de culturas nacionales diversificadas. 4. La modernidad avanzacon las revoluciones industriales, ya no solamente con la inicial sino también con la segunda (a fines del siglo XIX) Yla tercera (a mediados del siglo XX), produciendo un movimiento integrador que traspasa lasdiversidades étnicas, dvilizadoras y nacionales. Al expresarse como modernidad-mundo, las atraviesa ubicándolas en el marco de una "sociedad global" -para hablar como Octavio Janní". Las relaciones sociales ya no se limitan a los individuos que viven en el contexto de tal o cual cultura, sino que 12 Buena parte de esta tradición se prolonga durante todo el siglo XIX; ver Amo Mayer,A FOf9I da fnuli9ío, Companhía das Utras, San Pablo, 1987. 13 Octavio Ianní, A SociedmJe Global, Civllizay\o Brasileira, Ríode }aneiro, 1993. 142 143 OTRO TERRITORIO DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO se presentan cada vez más como "desterritorializadas", o sea, como realidades mundializadas. Contrariamente al argumento antropológico que fijaba la cultura en un lugar geográficamente definido, o a las premisas nacionales que arraigaban a las personas en el suelo fijo de un territorio, ahora tenemos un "desencaje" de las relaciones sociales a nivel planetario'•. Queda en entredicho la idea según la cual toda cultura poseia un centro: la tribu, la civilización, la nación, delimitando un entorno bien preciso. La modernidad-mundo atraviesa las diversas formaciones legadas por la Historia, desde los pueblos primitivos hasta los países industrializados. Concebir la modernidad-mundo como un movimiento integrador no es considerarla como algo homogéneo. Los sociólogos muestran que la modernidad siempre es diferenciadora. Vmcu1ada al modo de producción industrial, se funda en un proceso de individualización y de autonomía creciente. Racionalización del conocimiento, como quería Weber -emancipación del pensamiento científico con respecto ala religión y a las creencias mágicas; subdivisión del campo de la ciencia Y constitución de disciplinas distintas (física, S<>cíologfa, antropología, psicología). La especialización del conocimiento se vuelve una exigencia de las sociedades modernas. Es una diferenciación que llega hasta los valores tradicionales, liberando a los individuos de las redes de la cohesión comunitaria La sociología nace privilegiando esos temas. Durkheim busca en la división del trabajo la clave explicativa de esta diferenciación social. El pasode la solida. ridad mecánica a una solidaridad orgánica reflejarla precio samente este aspecto. Es un movimiento que puede incluso adquirir un cariz "patológico" con la fragmentación social y la anomia de los individuos. 'IOnnies retoma la misma pro- blemática mediante dos pares conceptuales, "sociedad" y "comunidad". La ciudad se convierte así en el lugar privilegiado de las relaciones anónimas e impersonales, en contraposición a las agrupaciones rurales, la aldea, donde los contactos1='¡1= favorecerian los rasgos de cohesión. Por ello, Simmel considera la ciudad como ellocus donde "las diferencias explotan", o sea, donde se afirma la irreductibilidad del individuo. La modernidad-mundo trae consigo un elemento diferenciador, su naturaleza. Esto significa que la mundialización es simultáneamente una y diversa. Una, como matriz civilizadora cuyo alcancees planetario. En este sentido, me parece impropio hablar de "modernidad japonesa", "modernidad europea", "modernidad latinoamencana", como si se tratara de estructuras completamente distintas. Una matriz no es un modelo económico en el que las variaciones se dan en función de los intereses en juego o de las oportunidades de mercado. Capitalismo, d _ rialización, formación nacional, racionalización del saber Y de las conductas, industrialización, avances tecnológicos, son elementos compartidos por todas esas "modernidades". Los sociólogos pueden entonces considerarlas como parte de un tronco común, revelando así sus nexos constitutivos. No obstante, la modernidad es simultáneamente diversa. Primero, atraviesa de manera diferenciada cada país o formación social especffica. Su realización se da según las historias de los lugares. Las naciones son diversas porque cada una de ellas actualiza de manera diferenciada los elementos de una misma matriz. La modernidad varia, por tanto, según las situaciones históricas (tiene una especificidad en América Latina, otra en Japón o en Estados Unidos). Segundo, contiene en sí un movimiento de diferenciación que envuelve a los grupos, las clases sociales, los géneros y los individuos. 14 Acerca de la relación entre el proceso de muedíaíízecíón de la cultura y la constitución de los lugares, ver R. Ortiz,. "Es~ e temtcríaíídades'" en Um Outro TerriJório, Olho d' Agua, San Pablo, 1996. 5. Si mi razonamiento es correcto, puede decirse que el término diversidad se aplica de forma indiferenciada a fenómenos de naturalezas diversas. Primero, a tipos de formaciones .. , '48 OTRO TERRITORIO DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO dió con los campesinos en Europa y en América Latina durante el proceso de industrialización, y con varios grupos indígenas. So pena de desaparecer, los llamados pueblos pri_ mitivos tienen que defenderse contra la expansión de las fronteras, ya sean nacionales o mundiales. Diversidad signi. fica aquí afirmación de una modalidad social radicalmente distinta. El caso de las sociedades islámicas (y no hay que olvidar que éstas son heterogéneas) es de otra naturaleza. Se afirma que esta civilización encuentra buena parte de su sentido en los principios religiosos del Corán, pero sería incorrecto imaginarlas como totalmente apartadas de la mo-dernidad. Las trasformaciones ocurridas durante los siglos XJX Yxx, aun apuntando hada un fracaso de la "modernizacíón", indica la existencia de sociedades que asimilaron algunos aspectos de la Revolución Industrial (y no sólo el progreso tecnológico, como se suele decir). El dilema del mundo islámico es Cómo equilibrar, o sea, cómo contener los elementos de la modernidad en el marco de un Estado y una sociedad civil donde el código religioso todavía pretende ser la última fuente de legitimidad". lbtalmente distinta es la cuestión feminista. Emerge como una reivindicación dentro de la matriz de la modernidad Se lucha por la igoaldad de oportunidades y de trato entre géneros. Identificar los movimientos indígenas con el de las mujeres y clasificarlos como minoría es simplemente confundir las cosas. Oaro que se afirma un principio de "buena intención", pero esto no nos ayuda en nada para comprender o resolver el problema La construcción de la identidad en los movimientos de género es el resultado de las ideas y de la organización interna de las sociedades modernas. La oposición entre masculino y sociales radicalmente distintas (tribus indígenas, etnias, pasadas civilizaciones y naciones). Recalco este aspecto un tanto ausente del debate contemporáneo. Aun tomando en cuenta el eje hegemónico de la expansión de la modernidad-mundo, hay que reconocer la existencia de un legado de la historia. Civilizaciones, etnias, tribus indígenas no son un anacronismo, algo "fuera" del tiempo. A no ser que creamos en la sapiencia convencional de la ideología de progreso, popularizada por el pensamiento evoludonista del siglo XIX. Mundo islámico, sociedades indígenas, grupos étnicos (en África o en Europa central) no son testimonios de "atraso" o señales de barbarie. Se trata de formaciones soci.a1es plenamente insertadas en la actualidad (o sea, inmersas en las relaciones de fuerza que las determinan). Al considerarlas como vestigios, se desconoce que la Historia es también el momento presente de entrelazamiento de tiempos no contemporáneos. Segundo, la diversidad se aplica en cuanto diferenciación intrínseca de la propia modernidadmundo-individuo, movimientos femenino, homosexual, negro, cnsís de identidad, etc. Estos movimientos se han acelerado hasta tal punto que muchos los perciben como síntoma de una nueva fase histórica, de una posmodernidad. Es como si cualitativamente esas diferencias fueran equivalentes, mientras que cualquier antropólogo conoce la especificidad de los pueblos indígenas. En realidad, la noción misma de "pueblo" resulta inadecuada para describirlos. Lo colectivo sólo tiene sentido cuando lo contraponemos a las sociedades industriales. La idea de miríada me parece más apropiada para aprehender su realidad. No hay eíndígenas", a no ser en singular, y siempre deben ser calificados: son kamaura, sumí, cíntalarga, etc. (basta ver la diversidad de lenguas indígenas para constatar la multiplicidad de lo que el pensamiento postula como homogéneo). Cada unidad tiene una centralidad y un territorio que se articulan y se contraponen a los intentos de integración. En esto radica la importancia de la cuestión de la tierra (o sea, de las fronteras). Perderla seria desarraigarse, desencejarse.Io que suce- 15 La interpretación del fundamenlalismo propuesta por Olivier Roy es sugestiva. Para el autor, no se trata de una "fuga" de la modernidad,. sino de una respuesta a la modernización incompleta y desigual de los países árabes, y de una critica a las instancias religiosas tradicionales (los umelas)¡ ver GenaJfogfa del Islmnismo. Ediciones BelletaITa, Bar. celona, 1996. 146 147 OTRO TERRITORIO femenino no es algo insuperable. Hombres y mujeres, pese a sus sensibilidades diferenciadas, viven en un mismo universo. Hago hincapié en el término utilizado: insuperable. En el caso de las sociedades indígenas, toda . . superación", sea en el sentido hegeliano o no, implicaría su desaparidón. La separación es la razón de ser de esas culturas. Por ello, lo que estoy sugiriendo es que es necesario hacer, en el debate sobre diversidad, una distinción cualitativa entre las diferencias. Postularlas romo equivalentes (romo lo hace el discurso posmoderno) es un error. 6. La diversidad cultural no puede verse sólo como una . . diferencia", o sea, algo que se define en relación con otra cosa, nos remite a alguna otra rosa. 1ixIa "diferencia" es prodocida sodalmente, es portadora de sentido simbólico y de sentido histórico. Un análisis que sólo considere el sentido simbólico, tipo hermenéutica, corre el peligro de aislarse en un relativismo poco consecuente. Es como si la cultura fuera realmente un texto y cada quien le diera su propio significado. La lectura se derivarla entonces de una intención arbitraria: el posicionamiento del Jector. No habría una relación necesaria entre los textos, su existencia se vincularía únicamente al interés de la mirada que lo decodificaría En su irreductibilidad, las culturas no serian comparables unas con otras, serian indiferentes unas a otras. Afirmar el sentido histórico de la diversidad cultural es sumergirla en la materialidad de los intereses y de los confictos sociales (capitalismo, socialismo, colonialismo, g1obalizadón). La diversidad se manifiesta por ende en situaciones concretas. Claro que se puede hacer una lectora textual de las culturas primitivas (en parte, este es el objetivo de la antropología), pero considerándolas dentro de un horizonte más amplio. Una cosa es que leamos las sociedades primitivas como un texto (lo que significa que Los argonautas del Pacífico de Malinowsky es una entre varias interpretaciones posibles de un mismo dato empírico), mientras que otra es entender el destino de 148 DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO los habitantes de las islas 'Ircbnand. En este caso, es ímposíble a~rehen~er el ~bio que los afecta sin sumergirlas en el flujo del tiempo, sm que las consideremos en el marcod.e una "situación colonial"". El texto "pueblos trobriandeses" con su mitología, SU potlach, sus creencias, será redefinido: transformado por la presencia del comercio, del cri.sfianis.. mo, de las autoridades coloniales. De igual modo, diria que hoy el contexto cambió. La giobaJización es el elemento si~ tuacional prevalente. Reordena nuestro marco de entendí; miento. El relativismo es una visión que presupone que las culturas se abstraigan de sos condiciones reales de existencia, creando así la ilusión de que cada una de ellas quedaría totalmente autoconcentrada, o mejor dicho, sería un texto. En realidad, este estatuto, postulado por el razonamiento trietodológico, es negado por la historia. En el mundo de los hombres, las sociedades son relacionales pero no relativas. Sus fronteras se entrelazan y, más de una vez, amanezan el territorio vecino. La discusión acerca de la diversidad no se reduce por tanto a un argumento lógico-fiJosófico, necesita ser contextualízada pues el sentido histórico de las . . diferencias" redefine su propio sentido simbólico. Decir que la "diferencia" es producida socialmente nos permite distinguirla de la idea de pluralismo. A mi modo de ver, traducir el panorama histórico-sociológico en términos políticos es engañoso, porque estaríamos presuponiendo que cada una de esas múltiples unidades tiene la misma validez social. En esta perspectiva, la cuestión del poder se borra No habría jerarquía ni dominio. En realidad estaríamos aceptando de manera implícita la tesis según la cual el contexto histórico o bien no interfiere con las diversidades o bien en última instancia sería pluralista, democrático, lo cual 16 Recuerdo que el concepto de "situación colonial" fue introducido por ,?e.orges Balandíer, precisamente con la intención de escapar al relatiVISIllO del culturalismo norteamericano; ver Socio/cgie acfuel/e de I'AfrUlue1WÍre, PUF, París, 1m. 14' OTRO TERRITORIO es un contrasentido (o mejor dicho, sólo tiene sentido cuando consideramos ideológicamente el mundo). Se ha desarrollado en tiempos recientes toda una literatura que gira en tomo al paso de lo "hOl1\ogéneo" a lo "heterogéneo". La producen los economistas, los sociólo~os, I?S a~stra dores de empresas y los divulgadores dentíñcos (PIenso en los escritos de A1vin lbIDer)17. La historia es aprehendida en términos dicotómicos, como si nos halláramos en el umbral de una nueva era, de una "tercera ola". Para este tipo de óptica, el pasado habría sido uniforme, unívoco, privilegiando los "grandes relatos", y en contra~a~l presente se caracteriza por la diseminación de las diferencias, por los "pequeños relatos", por la multiplicidad de identidades. Aplicada al mercado, esta visión optímísta ~ lo ~omo géneo al fordismo, a la producción en. se?e y m~lva, y asimila lo heterogéneo, lo diverso, al capitalismo flexible de este fin de siglo. El mundo actoal seria múltiple y plural Diferenciación y pluralismo se convierten así en términos intercambiables y,lo que es más grave, ambos se funden en el concepto de democracia. En esta operación mental.hay algo de ideológico. Se trata, primero, de una falsedad histórica. No cabe duda de que las sociedades modernas son más diferenciadas que las formaciones sociales anteriores, ciudad-Estado, civilizaciones, tribus indígenas. El proceso de diferenciación, vinculado a la división del trabajo, es intrínseco a la modernidad. Pero no hay que olvidar que, desde el punto de vista civilizatorio, la divers~dad existente antes del siglo xv era ciertamente más amplia que la que hoy ronocemos.lnnumerables culturas, lenguas, economías-mundo economías regionales, costumbres, desaparecieron en el movimiento de expansión del colonialismo, del imperialismo y de la sociedad industrial. A veces me da la impresión de que el discurso sobre las diferencias lidia dificilmente con esos hechos. Ante lo inexorable de la modernidad-mundo, 17 Alvin Toñler, The Third Wawe, Bantam Books,Nueva York, 1980. 150 DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO hay que imaginar el pasado como si representara el dominio de la indiferenciación y de la uniformidad. 'Ial vez podrfa decirse del mundo contemporáneo lo que Maxime Rodinson J,',?ndera en las sociedades islámicas de algunos siglos atrás 8. Las especificidades religiosas, en el caso de la convivenda del islamismo con el judaísmo o el cristianismo en un mismo territorio, lejos de ser parte de un cuadro de tolerancia (como dicen algunos historiadores), eran parte de un "pluralismo jerarquízado". O sea, la diversidad se ordenaba según lasrelaciones de fuerza dictadas por el código islámico. Las idiosincrasias del mercado o de las identidades no existen en tanto "textos" autónomos, sino que participande un "pluralismo jerarquizado", administrado por las instancias dominantes en el contexto de la modernidad-mundo. Cmno corolario del argumente anterirn; puede decirse que las diferencias" también esconden relaciones de poda Por ejemplo el racismo, que afirma la especificidad de las razas para seguidamente ordenarlas según una escala de autoridad y poder. Por ello, es importante comprender cuándo el discurso sobre la diversidad oculta cuestiones como la desigualdad. Sobre todo cuando nos movemos en un universo donde la asimetría entre países, clases sociales Yetnias no se puede argumentar. La imagen según la cual el mundo sería "multicultural" y estaría constituido por un conjunto de "voces" (imagen muy corriente en los organismos internacionales tipo Unesco) no es satisfactoria. El lema de la "unidad en la diversidad" (hoy en día común entre quienes se refieren a la Comunidad Europea) puede ser un lenitivo cuando se enfrentan problemas para los cuales todavía no hay respuestas, pero su validez sociológica es sumamente dudosa. Durante todo el siglo XX esta frase estuvo a la orden del día en las élites latinoamericanas. Lo mestizo, lo sincrético (ahora, con el posmodemísmo, volvemos a una apología del H 18 Maxime Rodinson "La notion de minorité el l'IsIam" en L'ls/am: politíoue et croyance, Fayard, París, 1993. 151 DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO OTRO TERRITORIO mestizaje), se convierte en sfmbolo de la superación de los antagonismo sociales. Por ello, un autor como Gi1bertoPreyre puede aprehender la historia brasileña en términos de "democracia racial". El país seria elproducto del cruce armónico, de la acu1turación de europeos, negros e índíos". La diversidad étnica se expresaría al unísono en la unidad nacional. El inconveniente es que esas "teorías", que no son necesariamente brasileñas pues se han difundido por toda América Latina, omiten precisamente el contexto en el que se da la interacción cultural. Fundadas en una perspectiva culturalista, retiran toda diferencian de la historia, deificando a los individuos en una visión idílica de la sociedad (o sea, conveniente para las élites domínantesj", La desigualdad puede ser entonces absorbida en tanto diferencia, y se anula ante la contnbución especifica de cada una de las partes. Dentro de la perspectiva que estoy planteando, el mundo difícilmente podría ser visto como un caleidoscopio -metáfora utiliza con frecuencia por varios autores-, un instrumento en el cual los fragmentos coloreados se combinan de manera arbitraria en función del desplazamiento del ojo del observador. Pero las interacciones entre diversidades no son arbitrarias. Se organizan según las relaciones de fuerza que se ponen de manifiesto en situaciones históricas. Existeorden y jerarquía. Si las diferencias son producidas socialmente ello significa que, al descuidar sus sentidos simbólicos, que· H 19 GiIbertoFreyre, ~do BmOl, J"" OIympW,RfodeIereíro, 1941. 20 Es interesante notar que la antropologfa culturalista norteamericana tiene un papel importante en el proceso de construcción de las tmégenes nacionales. Esto no ocurrt6 sólo en América Latina. donde los estudios de Herskovitz, Robert Redfield, Margaret Mead YRuth 1Je.. nedict ejercieron gran influencia. 1..0 mismo ocurrt6 en Japón- El culturalísmo presentaba un conjunto de conceptos apropiados para la elaboración de la "diferencia nacional". Al respecto, consultar Harumi Befu, "A critique of the group model of Japanese Society" en SociIIl AnaIysis Vol. 5, No. 6, 1980. darán signadas por los intereses y conflictos definidos fuera del ámbito de su círculo interno. Dicho de otra manera, la diversidad cultural es diferente y desigual porque las instancias Ylas instituciones que las construyen tienen dístintas posiciones de poder y de legitimidad (países fuertes o paises débiles, trasnacíonales o gobiernos nacionales, civilización n occidental" o mundo islámico, Estado nacional o grupos indígenas). 7. En el contexto de la modernidad-mundo hay una institución social que adquiere un peso desproporcionado. Me refiero al mercado. Se trata de una instancia no sólo económica, como suelen imaginar los economistas, sino también productora de sentido. Lejos de ser homogéneo, según pensaban los teóricos de la comunicación masiva, el mercado crea diferencias y desigualdades". Basta ver el universo del consumo y de los estilosde vida. A través de los objetos consumidos, los individuos expresan y reafirman sus posiciones de prestigio o de subordinación. El consumo requiere dispombilidad financiera y capacidad de discernir (hayruna educación para el consumo). Las marcas de los productos no son meras etiquetas, agregan a los bienes culturales un sobrevalor simbólico consustanciado en la griffe que lo singulariza en relación con otras mercancías. Yo diría, en los términos sociológicos de Bourdieu, que el mercado es fuente de distinción social y refuerza la separación entre grupos y clases socíalesf. Se redimensíona así lo que se entiende por valor cultural-sobre todo al tratarse de las industrias culturales. Al tener el mercado una amplitud globalízada, desplaza a las otras instancias de legitimidad que conocía21 Para una discusión acerca del concepto de masa y su inadecuación al entendimiento de la problemática de la mundíalízacíón de la cultura, ver. R. Ortiz, "Cultura, comunícacao e massa" en Um Outro Território, op. cit. 22 Pierre Bourdien, Úl distinctron, Minuit, París, 1979. 153 152 OTRO TERRITORIO mos, por ejemplo el gran arte o las tradiciones populares. Establece por tanto una jeran¡uización entre las diversas producciones culturales, garantizando un lugar destacado para aquellas que se ajustan a su lógica. Por ello, cualquier discusión acerca de la diversidad que deje de lado este aspecto mercadológioo resulta inocua. No es que la cultura se haya convertido en una mercanda (no creo que este concepto se aplique a los universos simbólicos, excepto como metáfora). Sin embargo, en el conjunto de relaciones de fuerza mundializada, debido a los intereses el) juego, el mercado cultural adquirió una dimensión de la que no disfrutaba hasta entonces. Para aquellos que discuten acerca de la integración, sobre todo en el marro de una política de formación de bloques [Iratado de Ubre Comercio de América del Norte [Tkan], Mercosur, Comunidad Europea), es crucial que el debate vaya más allá de los intereses económicos inmediatos. De no ser así.. el marco de reflexión quedará atrofiado.. circunscrito a los temas legitimados por el statu quo. 8. En un mundo globalízado, la diversidad cultural debe ser considerada desde un punto de vista cosmopolita. Sólo una visión universalista puede valorar realmente lo que llamamos"diferencia". Querramos o no, ello exige que se relativice la manera como se solía considerar la cultura nacional Los ideales de la Dustración europea preconizaban que 10 universal se realizaría a través de la nación. Libertad, igualdad Ydemocracia fueron principios que orientaron el surgimiento de las naciones (lo digo a sabiendas de que nunca se realizaron completamente). La propia lucha anticolonialista se fundamentaba en esas premisas. Para existir como pueblos lfbres, los países colonizados tuvieron que romper con la metrópoli y constituirse en naciones independientes. Mientras tanto, la relación entre la nación y 10 universal se rompió. La modernidad-mundo replantea el problema sobre otras bases. Ante el surgimiento de una sociedad globalizada.. la nación pierde su preeminencia para ordenar las 154 DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO relaciones sociales. Su territorio es atravesado por fuerzas que la trascienden. Las formaciones nacionales se eonstítuyen ahora en diversidades (y no en punto final de la ~ como querían 106 pensadores del siglo XIX), k> que significa que las culturas nacionales adquieren un peso relativo. Pasan a ser consideradas en el ámbito de las otras diversidades existentes. Sé que la historia del universalismo encierra numerosos percances. De la razón Instrumental, como decía Adorno, al etnocentrísmo arrogante. No siento predilección ni nostal... gia alguna por ese presente/pasado de la "razón occidental" (asociar la idea de razón a la de accidentalidad es un tour de force eurocéntríccc al igual que en los departamentos de filosofía se sustenta el mito de la raza griega como punto de origen de todo pensamiento racional, dejándose de lado la riqueza de otras culturas: china, árabe, india"). Lo universal no existe en abstracto.. especie de a priori. kantiano roya pre~ sencia sería inmanente a la mente humana. Las sociedades tuvieron que sufrir profundas transformaciones para que pudiera expresarse la universalidad el pensamiento. Una de ellas fue el advenimiento de la escritura. Tal como lo recalca [ack Goody, la escritura hizo posible para las culturas un grado de abstracción y de trascendencia que les permitió escapar a las imposiciones locales (de los dioses,los poderes y las creencíasj". Por ello.. Weber considera como universales las religiones que se fundamentan en textos escritos: budismo.. confucianismo, islamismo, bramanismo, cristianismo. Al igual que las "diferencias" lo que calificamos como universal siempre se sitúa históricamente. En este sentido, el debate sobre el universalismo tampoco se reduce a una posición teórica.. a un juego de argumentos contrapuestos a otros (al relativismo, por ejemplo). Las instituciones na. 23 Ver Samir Amin, L'Eurocentrisme, Anthropos, París, 1988. 24 Iack Goody, A lógiaJ da escrita e a organiza9i0 da sociediuIe, EdicOes 70, Lisboa, 1986. Consultar también Walter J. Ong, Ondidad Y escritum: tecnolngias de Is palsbra,. Fondo de Cultura Eoonómica, México, 1987. 'ss OTRO TERRITORIO sociales, ya sean las religiones, los Estados, o las trasnacionales, llevan en sí elementos de universalidad (religiosa, política o mercadológica). No obstante, aun admitiendo que lo universal sea un constructo histórico (muchos filósofos piensan de otra manera), no puedo dejar de comprender que ésta es la única vía posible para dar cuerpo a los ideales de libertad y democracia. Sólo una perspectiva cosmopolita puede afirmar, por ejemplo, el derecho de los pueblos indígenas a poseer sus tierras. Al reconocerlos como diferentes y no iguales [lo cual es distinto a desigual), debido a los ideales anteriores les atribuyo una prerrogativa de derecho. Así, no estoy refiriéndome al universal colonizador de nuestros antepasados. Sólo una perspectiva cosmopolita me permite criticar la pretensión del mercado de constituirse como única universalidad posible. En nada avanzamos considerando la categoria "totalidad" como un anatema (una señal de totalitarismo). Históricamente las ti diferencias" sólo pueden existir cuando son reducidas por fuerzas integradoras que las engloban y las rebasan. Independientemente de que lo consideremos como perversión o realización del "proyecto de modernidad", el mercado trasciende, por su dimensión planetaria, las fronteras y los pueblos. De ahí su vocación para constituirse en un "gran relato", o sea, un discurso donde la universalidad sólo es conveniente para los grandes grupos económicos y financieros. Por ello, el debate sobre la diversidad cultural tiene implicaciones políticas. Si queremos escapar a la retórica del discurso ingenuo, que se conforma con afirmar la existencia de las diferencias olvidando que se articulan según diversos intereses, hay que exigir que se les den los medios efectivos para que se expresen y se realicen como tal. Es un ideal político que no puede evidentemente circunscribirse al horizonte de tal o cual país, de talo cual movimiento étnico, de tal o cual "diferencia". Incluye una sociedad civil que va más allá del círculo del Estado-nación, y que tiene el mundo como escenario para su desarrollo. 186 CIENCIAS SOCIALES, GLOBALIZACIÓN y PARADIGMAS· Pensar las ciencias sociales requiere una atendón redoblada en relación con el pasado y el futuro, una preocupación constante con la tradición y los cambios. Digo redoblada puesto que las transformaciones recientes nos fuerzan a considerar de forma radical y sistemática los problemas que nos envuelven. No es porque estamos en el final del siglo que eso se hace necesario. A no ser que creamos en las profedas milenarístas, lo que seria desastroso para un científico social, los periodos históricos sólo tienen un valor relativo. En realidad, las ciencias sociales tienen una historia ya consolidada, a pesar de que mucho de lo que se haga en la actualidad nos parezca insuficíente. De ahí la aparición de estudios, de diagnósticosque seproponen su restructuracíón, como es el caso del informe patrocinado por la Comisión Culbenkían'. A pesar de ser incompleto -no es fácil hacer una evaluación en escala tan amplia y abarcar instituciones académicas de diversos perses-, el informe es atrayente al cultivar una actitud abierta en relación con los impases contemporáneos. Sin embargo, considero que, en este movimiento de repensar, se deben evitar dos actitudes: una, más conservadora, tomar los"clásicos" como fundadores de un saber acabado, lo cual nos conduciría necesariamente a una cristalización del pensamiento. Recuerdo que cuando Weber contrapuso la ciencia (independientemente del peso atribuido al término) al arte, tras enumerar algunos puntos comunes entre ellos, señalaba un aspecto singular del universo científico: la experimentación racional Esto significa que el • 1 Traducci6n: Carlos Eduardo Cortés Sánchez. O:mtisión GuIbenkian (presidida por lmmanuel WaI1erstein), PtlT/l Abrir as Ciendtls SocúDs. San Pablo, Cortez, 1996[157 J CIENCIAS SOCIALES, GLOBAUZACIÓN y PARADIGMAS OTRO TERRITORIO trabajo científico, en confrontación constante con la rea1i; dad, se encuentra íntimamente ligado a la idea de p~greso (lo cual no ocurre propiamente con el mundo artístico). Por lo tanto, hay una acumulación de conocimiento que conduce por obligación a un cierto "envejecímíento" de .10 que fue producido. Las ciencias sociales, con todas las dificultades que las rodean, y son muchas, no deben ser pensadas como una suma cero de experiencias. Por el contrario, "conocemos más", de hecho, sobre muchos aspectos de las diversas formaciones sociales (basta ver el conocimiento acumulado por los antropólogos sobre las sociedades primitivas). Con respecto a la historia antigua, Finley dirá que no sólo evolucionaron el volumen de datos y las técnicas, "de manera inevitable todo historiador sufre por ignorar lo que ocurrirá después de él 'Ibdo historiador, incluso el más mediocre, tiene, por tanto, una experiencia histórica más grande ~e la de sus predecesores, por más destacados que h~yan Sido. Eso es una perogrullada, pero una perogrullada importante,,3. Por supuesto, no se trata de descalificar a los "clásicos" (Weber, Marx, Durkheim, Malinowsky, Mercel Mauss, etc.). No me cabe duda de que en muchos sentidos ellos siguen siendo actuales (no es posible discutir el capitalismo sin referirnos a los escritos de Marx). Sería insensato volver a la querella entre"antiguos" y "modernos", ~omo.si es~ disputa entre eruditos del siglo XVII aún tuviera Vlgenaa entre nosotros'. Pero de nada serviría sacralizar un tipo de literatura como si ontológicamente contuviese el comienzo y el final de todo argumento sociológico. La actitud contraria sería imaginar que "todo cambió", que los tiempos actuales, flexibles, exigirían una ciencia so- cial radicalmente distinta e incompatible con lo que se venía practicando hasta ahora. Una percepción que predomina en las discusiones sobre la "crisis de paradigmas". En este caso, la idea de "revolución epistemológica" se vuelve prevaleciente. Nuevos paradigmas, asociados a temas como la posmodernidad o la globalización, vendrían naturalmente a ocupar el terreno infértil del pensamiento tradicional. El ínconveniente en este tipo de interpretación es que la idea de revoluciones sucesivas es poco convincente, como si ron cada estancamiento teórico o con cada descubrimiento tecnológico despuntase una transformadón equivalente en el plano analítico. Razón tiene Bourdieu ruando dice que el campo del pensamiento dentffico apenas pasa por una revolución sustantiva, que él denomina "inaugural'", Es d~ cuando el pensar se constituye propiamente como científico y se hace autónomo de las influencias externas al orden explicativo del campo. Para el caso de las ciencias sociales, ello habría ocurrido durante el siglo XIX (volveré sobre este punto) ruando se institucionalizaron como disciplinas legítimas. A partir de entonces, los cambios dejan de ser -manteníendo la imagen anterior- revolucionarios; en realidad se trata de secuencias que se inscriben dentro de los cánones previamente establecidos. Por eso el término revolución es impropio, pues lo que se pretende aprehender se integra muchas veces al movimiento de la "revolución inau~al", acto fundador del propio campo del conocimiento. Cualquier ba- 3 M. L Pmley, "El 'progreso' en la historiografía , en HlStóriIl Antigu. San Pablo, Martins Pontea, 1994. p. 5. . . 4 Sobre la discordia entre antiguos y modernos ver Robert Nisbet, Htstory of the Ideaof Progress, Nueva York, Basic Books, 1980. P. Bourdieu, "O Campo Oentffico", en Renato Ortiz, Pierre Bourdieu. San Pablo,Ática, 1983. 6 En la literatura contemporánea se usa el término "revolución" en forma excesiva e imprecisa. Se habla de revolución tecnológica, comunicativa, paradigmática, como si en verdad estuviéramos viviendo una nueva era. Lasmetáforas alcanzan tal grado de exageración que elgunos autores acuden a imágenes nústicas para describir la nueva condición de la humanidad. McLuhan y B.R. Powers hablan, por ejemplo, de la "era de Acuario". Ver TIre G100al Village, Oxlord, Oxford University Press, 1989. 158 159 2 Max Weber, 'Le métier el la vocation de savant". en le Sauant el la Politiqueo Parfs, Ed. 1MB, 1963. . . ' ,. . 5 OTRO TERRITORIO lance que llegue a hacerse sobre las cie~~ .sociales d~be tener en cuenta la existencia de una tradídón mtelectual mcorporada a las diversas instituciones académicas. El pasado es presente y se manifiesta en el arsenal de conceptos ~on los que operamos, los tipos de investigación que realizamos, la bibliografía escogida, las técnicas empleadas, et~. Sin embargo, los cambios ocurridos son profundos. Fetichizar el saber tradicional equivaldría a confinarnos a una postura conformista y a dejar de percibir aspectos que ;>dgen un tratamiento nuevo y diferenaad~. La graaa está en entender la tradición como punto de partida, suelo en el que enraizamos nuestra identidad, pero sin volvernos prisioneros de su rigidez. Comprenderla es, pues, superarla: ~ar continuidad a la constitución de un saber que no es estático ni definitivo. Hacer ciencias sociales, hoy como ayer; implica confrontar una serie de problemas recurrentes, cuestiones que r~~pa recen sin cesar, como si no pudieran resolverse definitivamente. No creo que eso se deba a una debilidad intrínseca de las ciencias sociales, un argumento obligatorio cuando las comparamos con las "ciencias exactas". Esta obsesión de 'contraponer el saber de las "humanidades" al de las llamadas dencias "duras" me parece un despropósito, una preocupación insólita y dislocada en el tiempo ~~~izás tuvo razón de ser durante el siglo XIX, cuando el positívísmo comtiano buscaba ser reconocido a cualquier precio). No se trata tanto de definir qué se entiende por objetividad en las ~e~ cias de las sociedades (por supuesto, ella tiene su especiñcidad), sino de reconocer que la recurrencia de ciertos dilemas es un aspecto definitivo de la disciplina. Lejos de ser una falla, un equívoco para que el formalismo metodológico corrija, ellos persisten, atraviesan el tiempo porque son parte de su "esencia", de su "estructura". El primero de ellos se refiere al sentido común. Sabemos que la constitución del objeto sociológico requiere una ruptura con el sentido común; al fin Y al cabo esta es una de las primeras reglas del 160 CIENCIAS SOCIALES. GLOBALlZACIÓN y PARADIGMAS método al que se refería Durkheím". Una tarea dificil pues son varias las dimensiones que envuelven al investigador en la construcción de su objeto: ideología, moral, subjetiyj.;. dad. (Por ejemplo, cuando se estudia un tema como la violencia es difícil controlar el discurso analítico y mantenerlo exento de un juicio moral que (l priori ya contiene una condena del acto violento que se busca comprender). Las ciencias sociales operan "muy cerca" de la realidad, su lengua conceptual es la misma que comparten los demás ciudadanos. La escritura del texto, producto final de nuestra reflexión, se hace con las mismas palabras y nociones usadas por la persona común. Para tener un control verdadero sobre lo que se está diciendo se necesita establecer una distancia, un extrañamiento en relación con el dato inmediato y la forma como lo articulamos en su versión interpretativa. La artesa:" nía intelectual exige al investigador una capacidad detnventiva para producir artificios que lo retiren del mundo real. Es en este juego de cercano/distante que ejercemos lo que Wright MilIs llamaba imaginación sociológica', No hay un universo garantizado de la gran Ciencia, como pensaban muchos autores (y no sólo los positivistas) del siglo pasado. Un espacio que existiría en sí y por sí, independiente de los practicantes que lo hubieran construido. Por eso la idea de "ruptura epistemológica" acuñada por los historiadores de la ciencia (pienso en Bachelard) se aplica mal al dominio de las ciencias sociales (y no por causa de una interpretación infeliz del marxismo hecha por Althusser). Ella presupone la existencia de una barrera definitiva, de un foso que separa el sentido común del radocinio científico. Esto es válido para disciplinas como la física y la química. En las ciencias 7 Un texto que trata este aspecto de manera inteligente es el de P. Bourdíeu, J. e. Passeron, J.e. Chamboredon, u Métier de SocioIogue. Pa- rWLa Haya, Mounton, 1973. (La edición española es de Siglo XXI, bajo el título moficW de 6OCi6logo) N. del T. 8 Wright MilIs, La imaginación sociol6gica, México, Fondo de Cultura Económica, 19'7'1. 161 OTRO TERRITORIO CIENCIAS SOCIALES. GlOBAlIZACIÓN y PARADIGMAS sociales los límites son tenues..deben ser permanentemente reconquistados para que existan. Con cada investigación, con cada reflexión, este paso inicial debe ser reconstruido, retomado (no es raro encontrar un gran autor que ensu próximo texto se pierde porque "bajó la guardia" de su vigilancia epistemológica). En consecuencia, todo cambio que lleguemos a discutir debe ser pensado dentro de estos parámetros. El advenimiento de una sociedad posmodema, pos-industria1, flexible, no cambia esas cosas en nada. El segundo aspecto se refiere a la historicidad del objeto sociológico. En las ciencias sociales no es sólo el observador quien interfiere en el proceso de observación, el propio objeto siempre se sitúa en un contexto histórico determinado. Esto tiene varias implicaciones. La primera es que el grado de universalización de la explicación en las ciencias sociales es necesariamente restringido. La critica de Passeron al idealismo científico de corte popperiano es, a mi manera de ver, decisiva, Cito al autor: "en la medida en que la investigación sociológica logra producir inteligíbilídades, procede por senderos teóricos que siempre se reinician porque nunca son separables por completo de la literalidad de los enunciados que le confieren sentido a sus construcciones unilaterales. Por tanto, está condenada a un uso móvil y alternativo de los conceptos dictados por su proyecto de elaborar perfiles comparados de relaciones y sistemas de relaciones,,9. En otras palabras, es imposible partir de una teoría general deductiva, es decir; de una serie abstracta y coherente capaz de "deducir" la realidad, pues la "literalidad de los enunciados" amarra el análisis al contexto de enunciación. Un ejemplo: la idea de "ley", tan en boga en el siglo pasado. Una "ley" deberla ser una explicación que aislase elementos atemporales que en principio podrían ser estructuralmente articulados. Cada uno de estos elementos constituiría, entonces, un nodo de una cadena explicativa. La idea de "ley sociológica" presupone, por tanto, que los hechos socia1es sean tr~tórioos, lo que ciertamente no es verdad. De aIú la dificultad de establecer explicaciones genéricas que mvolucren de manera simultánea formaciones socia1esra<fi.. calmente distintas corno las sociedades primitivas y las socíedades modernas. Este tipo de interpretación, recurrente en el pensamiento evolucionista (basta recordar las "leyes de los tres estados" en Comte o los escritos de Th.ylor sobre la mente primitiva), olvida que la explicación sociológica está marcada de historicidad. No es por azar que autores tan diversos como lean Claude Passeron y Oclávio laoni usan imágenes tan próximas para caracterizar la práctica sociológica. Ellos hablan de la sociología como estenotipia o taquigrafía de la realidad". La co~par~~n. es sugestiva. Taquigrafía y estenotipia son lenguaJes smtencos, formas abreviadas de enunciación. Ellas apenas n:uene~ algunos rasgos de la riqueza de la lengua, de sus articulaoones y recodos. Las notaciones taquigráficas o estenotfpicas contienen, así, un grado de abstracción que de hecho no está incluido en la amplitud de la lengua. Por ser más simples y reducidas ellas ganan en universalización. Sin embargo, dicho movimiento de universalización nunca es completo; los rasgos de esas escrituras están amarrados a la "literalidad de los enunciados", a los residuos del contexto. El. pensamiento sociológico es siempre una traducción, algo mtermedio entre el ideal de universalización (que es necesario) y el enraizamiento de los fenómenos sociales. Por ello la noción de paradigma, en el sentido en que la define Kuhn, no es apropiada para caracterizar la naturaleza de las ci~ socíales". Un paradigma es un referente teórico cuya validez se fundamenta sólo en fórmulas abstractas; "entra 9 }eanClaudePasseron.. o Radocínio SocioWgiro. PetrópoIis, vcees, 1995, p.40. 10 Ver Octávio Ianni. u ASociologianuma época de globaIismo", en Leila C. Ferreira (arg.). A Sociologi¡l no Horizonte de Sécu1c XXI. San Pablo, Boitempo, 1997. 11 Tomas Kuhn. La estructura delas revo1ucioru!s científicas. México, Fondo de Cultura Económica, 1978. 162 163 OTRO TERRITORIO en crisis" cuando ya no logra explicar un conjunto de contradicciones que nacen en el seno de su orden explicativo. El impulso del cambio provieoe de una necesidad propia del sistema teórico: al ser insatisfactorio, requiere ser revisado. Un paradigma es algo ahistórico, premisa que, con certeza, no se aplica a la comprensión de -las sociedades. En rigor, deberíamos decir: las ciencias sociales no Son paradig12 máticas; operan de acuerdo con otra modalidad • La historicidad del objeto sociológico también nos permite entender los desarrollos regionales y nacionales de las disciplinas. La historia de las ciencias sociales es diferente en los diversos lugares en que se enraíza. Para evitar un posible malentendido, aclaro mi argumentación. No se trata de volver al viejo debate eotre sociología importada y sociología autóctona, vigente durante los años cincuenta y. sesenta en o América Latina. Para diversos autores -Ouerreiro Ramos es, en Brasil, un representante de esta corriente de pensamícnto-, la sociología debería ser un saber nacional; es decir, un conjunto de métodos y técnicas de investigación adecuados a las realidades de cada país. Así se exaltaba la existencia de una "teoría nativa" que seria, en principio, superior y radicalmente opuesta a las explicaciones exógenas (para muchos una prolongación cultural del colonialismo). Dentro de esta perspectiva habría una ruptura entre"ciencia importada", es decir; europea y norteamericana, y" ciencia auténtica" cuya validez estaría confirmada únicamente por su voca12 En los debates sobre las ciencias sociales es coman encontrar la siguiente afirmación: el marxismo dejó de ser un paradigma a partir de la crisis del bloque soviético"'. Se trata de una aseveración comple-tamente fuera de lugar, en términos kuhruancs. Si el marxismo fuese un paradigma, lo que efectivamente no es, las transform~ones del bloque soviético, que son de naturaleza histórica, no interferirlan para nada con su vaHdez epistemológica. 13 Cuerreíro Ramos. IntrodllfÍiO entia! d Socio/ogUJ Brasi/eira (reúne ensayos escritos durante la década del cincuenta). Río de [anelro, Ed. Uníve:rsidade Federal do Rio de [aneím, 1995. CIENCIAS SOCIALES. GLOBALlZACIÓN y PARADIGMAS ción nacionalista. Una forma de pensar que se encontraba muy marcada por una visión ideológica, pues la sociologfa era entendida como un saber cuyo objetivo central serlala "salvación nacíonaj": un conocimiento al servicio de la resolución de los problemas socioeconómicos de cada pals. Esta visión militante carece de sentido por completo. Ya en los años cincuenta y sesenta muchos autores latinoamericanos (un poco a contracorriente del ardor nacionalista de la época) la criticaron con raeón''. Los procedimientos metodológicos son parte de una subcultura científica que trasciende la realidad de los lugares. No existen dos ciencias, . . central" versus"periférica", "occidental" versus"oriental", "burguesa" versus "proletaria", como si cada uno de tales compartimentos encerrase verdades equivalentes y partícúlares". El patrón del trabajo intelectual no está determinado por las especificidades naciooales, politicas o de civilización, sino por valores y normas acordadas por la comunidad científica. Sin embargo, la realización de los "ideales científicos" también se hace en función de los contextos. Los dilemas relativos a la historicidad del objeto sociológico no se reducen a cuestiones de orden explicativo, como lo considera Passeron, también inciden sobre la propia materialización de las disciplinas. En primer lugar, en el ámbito de la operacionaJización de los conceptos. Una categoría como "burguesía" tiene muy poco de "universal". Se adecúa a una determinada situación de la historia europea (y no a todos los países europeos, por ejemplo el Imperio Ruso) pero se encaja con dificultad, o mejor, tiene menos poder explicativo cuando se M '" 14 En el Brasil, este papel le correspondió principalmente a Florestan Pemandes. Ver"O padrac cientffico dos sociólogos brasileiros", en A Sociologitz 110 BrtlBil. Petrópolis, Vozes,1977. 15 El mismo debate existente en Latinoamérica se reproduce en el Japón, donde las ciencias sociales, muy marcadas por el nadonaIismo, contraponen el pensamiento "oriental" al determinismo rarionalista "occidenta!'". Ver Peter Dale. TIre Mith of Japtmese Unu,ueness. Londres, Roudedge, 1986. 165 OTRO TERRITORIO CIENCIAS SOCIALES, GLOBALIZACION y PARADIGMAS aplica a realidades especificas: la comprensión de las oligarquías latinoamericanas o del sistema estratificado de la sociedad japonesa en la era Meiji. Su validez es, por tanto, relativa. En segundo lugar; en relarión con temas fundamentales de determinadas discipünas. Por ejemplo: la sociologia. Cuando surge en Europa y Estados Unidos, a fines del siglo XIX, las cuestiones que enfrenta se refieren a las transformaciones ocurridas tras la Revolución Industrial Su interés se concentra en temas como la metrópolis, la fragmentación del trabajo, las relaciones anónimas en la gran ciudad en contraposición al cara a cara de la aldea y las comunidades rurales, la racionalización de la gerencia comercial, etc. En América Latina, las problemáticas privilegiadas son otras: mestizaje, colonialismo, tradirión rural, impases de la industrialización. Un ejemplo llamativo se refiere a la cultura populan En países como Francia e Inglaterra, Su estudio será prácticamente ignorado por todas las discipünas académicas". Relegada por la antropologia, que privilegia la comprensión de las sociedades primitivas; ignorada por la historia, que se vuelca sobre el estudio de los grandes hechos políticos, marginada por la sociología, que tiende a considerarla como un anacronismo del ancien régime, la temática de la cultura popolar sólo encuentra abrigoentre losfolcloristas". Su destino será completamente diferente en un país como Brasil Debido a su presencia inorultable (tradiciones rurales, sincretismo religioso, diversidad étnica, etc.) se vuelve un asunto de reflexión obligada. Por eso, autores como Silvio Romero, Euclides da Cunha y Nina Rodrigues,considera_ dos como precursores del pensamiento sociológico brasileño, se interesan por la literatura popular, los movimientos mesiánicos y los cultos afrobrasileños. Esos son los ternas pilares del 'pensamiento brasileño' y no las contradicciones entre clase obrera y burguesía, o industrialización y mundo rural. El saber sociológico será, en consecuencia, diversificado en función de los lugares de producción del conocimiento. A la tradición académica, más dirigida hacia los "métodos", se suma una tradición más regíonalízada, que privilegia temáticas y autores. Junto a una exigencia propíamente metodológica (construir el objeto sociológico, eliminar las prenociones, etc.) que es universal, es decir, especifica ~ ~m:npo de las ciencias sociales, la historia de los lugares medirá sobre la producción intelectual Ella imprime un dínamlsmo, algunas veces indebido por lo muy ideologizado, que se agrega a la historicidad inicial del propio objeto sociológico. ••• 16 Sobre el estudio de la cultura popular en Europa del siglo XIX Y su relación ron la sociología Y la antropoIogia, ver Renato Ortiz. Romintiros e foldorisltls. San Pablo,OIho d'Agua, 199217 Hoy es común hallar historiadores que habWt de la cultura de los "desfavorecidos", para enfatizar una orientación de la historia "desde ebajo". Pero se olvida que ese tipo de interpretactón es muy reciente. Tan sólo a partir de mediados de los sesenta los historiadores franceses pasan a interesarse por la temática de la cultura popular. Ver R. Muchembledo CulturePopulaire el Culture des Élites. Paris, Flamrnarion, 1978. En la actualidad se discute mucho sobre el "fin de las fronteras"; de los territorios nacionales, cuando hablamos de globalización; de la separación entre arte y cultura popular, postulado básico del pensamiento estético en el siglo XIX. Las posiciones posmodernas han enfatizado con insistencia en los procesos de sincretismo, de mezcla, y con ello sugieren una confusión entre los límites establecidos. ¿Habría una homologación entre este movimiento y el "fin de las fronteras" en las ciencias sociales? (pienso en el debate sobre la interdisciplinaríedad y la transdisciplinariedad). Este paralelo es legítimo, y si lo es, zen qué medida? Primero es necesario entender quésignifica "frontera" para las ciencias sociales. Un aspecto se refiere a la cuestión de la autonomización del saber. En este punto hay un paralelo con el mundo de las artes. El hecho de que un escritor como Flaubert sea retomado con frecuencia por autores tan dispa- '66 '67 OTRO TERRITORiO res como Sartre y Bourdieu, es síntométíco", En realidad, "Plaubert" es una metáfora del proceso de autonomizaci6n de la literatura. Cuando él preconizaba la validez del principio del"arte por el arte", su intuición era definir de la manera más precisa posible la esfera del universo artístico. Al rechazar cualquierlllrO típo de ímposícíén.polítíca o mediática, él pretendía fundamentar las estructuras intrínsecas del campo artístico (para usar un concepto de Bourdieu) en términos exclusivamente estéticos. O para decirlo a la manera de Sartre, Flaubert inaugura la era en que el escritor escribe para ser leído <es decir, juzgado y apreciado) tan sólo por sus pares, los otros artistas, De ah! la distancia que toma en relación con los textos politicos de sus antecesores (Voltaire, por ejemplo), y el desprecio que tiene por la literatura fol\etioesca poesta a! servicio de los grandes diarios (una forma de adecuar la escritura a! éxito público). "Lart pour yart" condensa una reivindicación de autonomía. Lo mismo que ocurre con las tiendas sociales. Al principio, ellas se confunden con las diversas actividades reflexivas existentes: religión, periodismo, poIitica, fi\osofía. Los intelectoa1es del siglo XIX mezclan moralismo y juicio personal en un eclecticismo que se distancia de cualquier control más sistemático. Por eso Durkheim escribe en la conclusión de Las reglas del método sociológico: "Este conjunto de reg1as... todo este aparato de precauciones, puede parecer muy trabajoso para una ciencia que, hasta ahora, requeria de quienes se consagraban a ella apenas una cultura genera! y filosófica; Yes verdad que poner en práctica tal método no podría tener por resultado vulgarizar la curiosidad de las cosas sociológicas. Cuando se pide a las personas, como condición de iniciación previa, que se deshagan de los conceptos que suelen aplicar a un orden de cosas, para repensadas con nuevos esfuerzos, no se puede esperar una clientela numerosa. Pero ese no es el CIENCIAS SOCIALES, GLOBALIZACION y PARADIGMAS obj~tivo que abrigamos. Por el contrario, creemos que a la SOCIología le lleg6la hora de renunciar a los sucesos mundanos, por así decir; Y de asumir el carácter esotérico que le conviene a toda ciencia"19. Esoterismo. El término traduce un~ inclinaci~Jlaubertíana en el sentido en que las ciencias sociales deberían separarse de las imposiciones ajenas al interés propiamente "científico". Durkheim actúa así como un ~tecto; él modela el espacio y crea fronteras que hagan viable el desarrollo de un pensamiento exento de las demandas políticas, religiosas y mnndanas'" Las fronteras son, por tanto, una condición para la existencia de un saber autónomo. Sin ellas su identidad se desvanecerla. Otro significado de "frontera" se refiere a la espedaííza, cíón. Pcim';o, disciplinar: historia, sociología, antropologla, cenca política Ahora lo que está en juicio no son las diferendas epistemológicas, como las que separan las ciencias sociales de la ffsica o del sentido común. En ~ el radoct, nio lógico usado en historia y sociología difícilmente podría tratarse de manera diferenciada. Las dos disciplinas comparten el mismo suelo epistemológico, tiene la misma naturaleza", El argumento también se aplica a la comparación entre sociología y antropología. Haciendo a un lado elobjeto clásico de la antropología, las sociedades primitivas -hoy una subespedalídad del área-, es poco lo que distingue a un sociólogo de un antropólogo. Los temas de interés son Comunes y las técnicas de- investigación, intercambiables. Sin embargo, las disdplinas producen dominios a medida que crean su propia tradición. El interés de la historiografía por la investigación de archivo orienta a los historiadores en determinada dirección. Las discusiones de los 18 J.P. Sartre, L7diot de la ftmri1le. París, GalIiJnard.lm. P. Bounlieu.As &gnrs da Arte. San Pablo, Companhia das Letras, 1996. 19 Emile Durkheim. As Regms do Métodv SocioMgiro, San Pablo, Martin Fontes, 1995,pp. 15()..151. 20 Ver Renato Ortíz, "Durkheim: arquiteto e herói fundador" Revista Bmsi1eira de Ciencias Sociais, 4 (tI), octubre de 1989. ' 21 VeraesteIespectoJ.C.Passeron. "HistóriaeSociologia:identidadesocia1 e identidade lógica de urna disciplina"', en O &ciocínio &xiológiro, op. ciJ. '68 169 OTRO TERRITORIO clásicos antropológicos -Frazer, Thylor, Malinowsky, Radcliffe Brown, Lévi-Strauss- privilegian un determinado tipo de lectura diferente de la cultivada por los sociólogos -Parsons, Merton, escuela de Chicago, etc. Cuando los politólogos definen como área de interés los sindicatos, el gobierno, los partidos, los movimientos sociales, esta selección no tiene nada de coincidencia1. Proviene de una concepción que considera la ciencia política como un universo restringido cuyo objetivo exclusivo sería la comprensión de la conducta política, Así se postula, lo cual es discutible, la existencia de un hommo politicus cuya actuación en la sociedad estaría moldeada por fronteras seguras, distante de las implicaciones de orden cultural, estético o religioso. Las identidades disciplinares se sobreponen aun a otros tipos de subespecíalízaciones, subdisciplioares (sociología urbana, antropología indígena, poííticas públicas, historia del arte, etc.¡ y de áreas (comunicaci6o, orientalismo, japonologia). Cadauna de ellas dirigida a aspectos especíñcos de la realidad social, ya se trate de un tema: "10urbano", o una región: "el Oriente". ¿Cómo entender este movimiento de multiplicación de fronteras? Un argumento se puede adelantar al retomar la lección inaugural de Max Weber sobre el oficio del científico. La especialización se vincula a la idea de progreso. La acumulación de conocimiento se hace a través de un proceso de división del trabajo, como forma de realizar un análisis más detallado de un determinado fenómeno social. Es en tal sentido que Durkheim afirma también que la sociología no puede ser un saber genérico, sino qúe debe especializarse22• Por eso son importantes las investigaciones emptncas, que por 10 general se agrupan en torno de las subdisciplinas y las subáreas. EDas eofocan aspectos específicos que, miradosen el cootex!o de detenninados uoiversos, permiten detaDar Yenriquecer el análisis. En este sentido, yo diria que la especializad6n tiene un valor positivo. 22 E. Ourkheim. A CiincUz Sodsl e ti AQio. San Pablo, Dífel, 1975. 170 CIENCIAS SOCIALES, GlOBAlIZACIÓN y PARADIGMAS No obstante, el desarrollo de las ciencias sociales durante el siglo xx, con la formación de las universidades, departamentos, centros e institutos de investigación, caminó en sentido inverso. La especialización disciplinar, subdisciplinar y temática alcanz6 un grado tal que la 'frontera' ciencia aocial se halla.comprometida. Es decir, esta delimitación inicial, necesana para el desarrollo de un saber autónomo produce en su interior limites que imposibilitan su propia realización. ~n movimiento de fragmentación que ya no se dirige a meJorar el conocimiento sino al interés de grupos profesionales que se disputan fondos para investigación y posiciones de autoridad en el campo intelectual23• Un ejemplo: el orientalismo. Se trata evidentemente de un universo en·cuyo interior se acumulan tesis e informadones de la mayor importancia Quien desee estudiar el mundo musulmán debe tener en ~enta, necesariamente, lo que trabajaron los especialistas. ~m embargo, por estar confinadas a límites seguros, un conJun~ de preguntas, muchas veces incómodas, pues involucran intereses personales e ideologías políticas, dejan de ser fo~u1a.das.Por eso un autor como Edward Said dirá que el onen~o se transformó en un "discurso del poder"; esto es,.una ideología que legitima un conjunto de prácticas re~onadascon el mundo árabe, sin tener. no obstante, la capacídad de dudar de su propio fundamento-'. Algo semejante ocurre en reladón con las disciplinas. La falta de diálogo en~ ellas no proviene de un impase epistemológico sino que simplemente expresa el endurecimiento de las fronteras ~scip~s.En rigor, la construcción del objeto en las cíences sociales no se vincula a esta o aquella disciplina; no hay nada que necesariamente fije de antemano nuestro interés e~ tal o cual universo disciplinar. Sin embargo, la tradícíón de cada disciplina tiende a predeterminar las preguntas,los asuntos, las técnicas de investigación y la jerga usada 23 P. 8ourdieu. Homo Academicus. París Minuit, 1984. 24 E. Said. O Orientalismo. San Pablo, Companhia das Letras. 171 OTRO TERRITORIO por los investigadores. Ella nos encierra en una tram~ ~ya fondón es, básicamente, reproducir las certezas adqwndas. Las fronteras alimentan así el conservadurismo intelectual. y no sólo se pierde comunicación (las disciplinas dejan de "conversar" unas con otras) sino, sobre todo, en creatividad, poes las cuestiones que podrían plantearse desde un ponto de vista transdisciplinar se consideran imgrocedentes desde la perspectiva interna de cada disciplina . Las discusiones sobre inter y transdisciplinariedad revelan, precisamente, este aspecto insatisfactorio del desarrollo de las ciencias sociales. Son varios los intentos de evitar los problemas resultantes de esta fragmentación del trabajo: constitución de núcleos de investigación en torno de temas espeóficos que reúnen investigadores de horizontes diversos; programas de formación profesional y de investigación científica que atraviesen las disciplinas; incentivo a la formación pluridisciplinar de los alumnos de posgrado. El informe de la Comisión Gulbenkian hace, incluso, una propuesta osada: la obligatoriedad de la doble afiliación departamental para los profesores2h • Todas esas sugerencias, muchas de ellas ya en práctica, tienen sin embargo una dimensión ínstituci.onal Pero creo que el tema de las fronteras es una oportunidad para que reflexionemos un poco más allá de esas constataciones, en particular sobre el tipo de texto producido en las ciencias sociales. Tomo el ejemplo del ensayo, pensado tradicionalmente como sinónimo de.un trabajo incompleto, inmaduro. De ahí la connotación peyorativa que el término "ensayístico" adquirió entre nosotros. "Ensayístíco" quiere decir "poco desarrollado", "ecléctico", "opinante en exceso". El ensayo se contrapone así a una reflexión más "dura", propiamente analítica, y al trabajo empírico, ambos marcados por referencias CIENCIAS SOCIALES, GLOBAllZACIÓN y PARADIGMAS explícitas Y bien delineadas. Revela un texto en el cual el control de lo que se está diciendo se ha relajado. Por eso lo relacionamos con la dimensión más subjetiva de quien escribe, lo cual ha llevado a algunos autores a imaginar la escritura ensayística como una especie de atributo de la vena literaria del investigador, algo que se contrapone a la "frialdad" de la razón científica. Podriamos entender esta disputa sobre el ensayo, su condena o celebración, como una yuxtaposición de juicios personales, una especie de juego sin fin entre posturas incompatibles: "liviandad" versus "precisión", en el caso de refutarlo; cientificismo" versus "libertad", cuando asumimos su defensa. Sin embargo me interesa subrayar la razón de este antagonismo. Desde mi punto de vista, ella no es fortuita; proviene de una cuestión prelíminar: la delimitación de las fronteras. En el fondo se discute en qué medida cierto tipo de.exposícíén se ajustaría o no a las exigencias de un campo del saber. Hay razones históricas para que esto ocurra. Mucho antes del surgimiento de las ciencias sociales el ensayismo era una práctica común entre los escritores y los comentaristas de los fenómenos sociales. Incluso se puede decir que se trataba de una técnica expositiva dominante. Basta ver a los intelectuales del siglo XIX para percibir cómo "escribían de otra manera?", Basta familiarizarnos con una publicación como "Revue de Deux Mondes", en la cual el pensamiento de los articulistas se organizaba al gusto de la idiosincrasia de cada uno. Empero no se trata de un estilo N 25 Un texto sugestivo que hace una critica pertinente de los impases de un área de estudio, para el caso, la japonologia, es el de tan Reader, "Dowe need morejepenesestudíes orlessr",]apan Forum, 17 (1),1995. 26 Para abrirlIS Ciéndas SociDis, op. cit., p. 146. ZJ En mi estudio sobre Francia en el siglo XIX(Culturae Modemidade. San Pablo, Brasiliense, 1992),tuve la oportunidad de leer una serie de autores hoy prácticamentedesconocidos, que en su tiempo dominaban la escena intelectual. Cito al azar el monumental trabajo de Georges d'Avenel, Les Mnmismt:s dela VieMndenre. Escrito entre 1862 y 1':W, aborda temas como la alimentación, el transporte,las tiendas de departamentos, la ciudad. Diffcilinente su manera de escribir y su composición encajarian en las exigencias propuestas por Durkheim. Como leemos el pasado a través de los cánones institucionalizados por nuestras disciplinas, a veces tendemos a olvidar que la esa:itura sociológica tuvo que conquistar su lugar frente al ensayismo dominante hasta entonces. 172 173 OTRO TERRITORIO personal, algo peculiar de este o aquel autor, sino de una forma expresiva que marca el estilo de una época. Hasta entonces, puesto que no existían otros parámetros para evaluar lo que se decía, el ensayo podía considerarse como un estilo convincente. Pero las cosas cambian con la aparición de las ciencias sociales como campo autónomo de saber. Durkheim se levanta contra el eclecticismo de su tiempo, esta manera "mundana" de hablar sobre los acontecimientos sociales, precisamente porque escapaba a una normalización del lenguaje (sé que en las ciencias sociales, dicha normalización es siempre relativa). El antídoto propuesto es la manipulación de un lenguaje con más capacidad de controlar elraciocinio. Este eclecticismo del pensamiento, que comienza a ser contestado en Francia con el surgimiento de la sociología, perdura en los países periféricos durante buena parte del siglo xx. Ortega y Gasset (no olvidemos que España es un país subdesarrollado en el contexto europeo), Gilberto Freyre, Oliveira Viana, son en este caso figuras ejemplares. Los textos que producen, independientemente del valor que lleguen a tener, son orientados más por la inclinació~ p~so nal que por la austeridad del pensamiento: ínvestigacíón de archivo, control de las fuentes históricas, abstención de juicios personales, realización de investigaciones em~íricas, etc. Ellos escriben en sintonía con un tipo de lenguaje que prescinde de cualquier normatividad disciplinar. Ell~ es posible porque la autonomización de las ciencias sociales en los países periféricos es descompasada de los países centrales (Francia, Alemania, Estados Unidos, jnglaterraj". En 28 En el caso brasileño, este proceso de autonomización ocurre en los años cuarenta y cíncuenta. Ver MA. Anuda, "A soci~logia no ~rasi.l: Florestan Femandes e a escola paulista", en S. Micelli (org.) HlStórUJ diJs Ciéncias Socitlis no Brasil, Val TI, San Pablo, Sumaré, 1995. Sobre el ensayismo como lenguaje especíñcc del pensamiento brasileño ver Elide Rugai Bastos, "'0 ensafsmo dos anos 20 e a fol'llUll;io nacional"', Boldim de InterciimbW, 5 (25), Río de jareíro, 1986. 174 CIENCIAS SOCIALES, GLOBALIZACIÓN y PARADIGMAS Latinoamérica es tan sólo en los años cincuenta que la universidad moderna comienza a consolidarse. La creación de cursos de posgrado y de institutos de investigación es aún más tardía (data de los años sesenta, setenta y, en algunos países, ochenta). La crítica al ensayismo revela, por tanto, la necesidad de dibujar el horizonte de una disciplina Iodavfa desconocida. Como su contorno es aún vago, se requiere afirmarla con más énfasis y nitidez. ¿Pero, que decir hoy, cuando las ciencias sociales ya tienen una historia consolidada? Todavía son válidas esas consideraciones. Al tomar la idea de "frontera" en el sentido de especialización, creo que sea posible imaginar las cosas de otra manera Si uno de los problemas que enfrentamos es la fragmentación del trabajo, la segmentación disciplinar, el ensayo podría verse como una artimaña para romper esta ausencia de comunicación. Precisamente al no estar "encerrado", es decir, fijo a la tradidón de cada disciplina o área temática, el ensayo tendría mejores posibilidades de escapar al conservadurismo vigente. No propongo considerarlo como sustituto de la reflexión analítica o de la investigación empírica. Eso sería insensato. Ni alimento una visión idilica o quimérica de la escritura ensayística (posmodernos en antropología). Tampoco creo que hoy sea posible escribir al estilo de Ortega y Gasset. El eclecticismo de los autores pasados fue posible dentro de una situación histórica en la que el pensamiento social se estructuraba de acuerdo con otros parámetros. Pienso en el ensayo como forma deliberada de producir un cortocircuito en las barreras impuestas por las especializaciones. Deliberada en el sentido de una tarea controlada cuyos objetivos son explícitos. Lo cual significa que debe tener en cuenta el conocimiento acumulado en el interior de dichas especialidades. Negarlo seria desconocer la validez de las informaciones, de las . . verdades" depositadas en cada una de ellas."Viajar" entre las disciplinas y las áreas implica transitar por las fronteras a partir de los saberes ya constituidos. Dentro de esta perspectiva, la escritura ensa175 OTRO TERRITORIO yística, por trascender las espectalidades, puede funcionar como estímulo al trabajo intelectual. Al escapar a la rutina disciplinar se abre la posibilidad de imaginar nuevas hipótesis, proponer cuestiones desde un punto de vista "móvil" y no necesariamente enraizado en los lugares institucionales. Preguntas y dudas que, en retomo, podrán tener un impacto positivo para el avance de las investigaciones realizadas en cada una de las especializaciones existentes. Ahora puedo retomar la pregunta con la que inicié mi digresión. Así como los límites nacionales no desaparecen con la globalización; ni la distinción entre arte y cultura popular, con la posmodemídad, así tampoco desaparecen las divisiones discip1inares. Lo que importa no es tanto su "fin", su decadencia. El trascenderías significa darle al trabajo intelectual una dimensión en la cual las ciencias sociales puedan realizarse de la mejor manera posible. Contrapeso necesario a los mecanismos de institucionalización y rutiruzación del saber, de la segmentación del pensamiento y de la reproducción de las luchas de poder en el interior del campo intelectual. ••• CIENCIAS SOCIALES, GLOBAllZACIÓN y PARADIGMAS minos se modifica, y más aún cuando se transfigura"". Pienso que tales transformaciones pueden sintetizanle hoy en tomo de la temática de la globalizaciún. Por muy impreciso que resulte el concepto, tiene un lado muy positivo: explici1a el ámbito del cambio en el mundo contemporáneo. Relaciones de trabajo, economía, corrientes migratorias, producciones culturales, diversos aspectos de la realidad, son penetrados por un conjunte de fuerzas que reorganizan el marco de las relaciones sociales. No se trata sólo de constatare! surgi. miento de nuevos objetos o temas de estudio. Las impfica.. ciones abarcan mucho más. Hablar de "sociedad global", de world-.ystem, de "modernidad-mundo" (la varü!dad de términos significa que no hay todavla acuerdos en cómo calificar esas transformaciones), implica afírmar Ia exiStencia de reladones sociales que ahora hacen parte de una "megasociedad", un hecho reciente en la historia de las sociedades. Hasta entonces, la totalidad trabajada por sociólogos.. antropólogos e historiadores, estaba delimitada por fronteras esped6cas: la nadún, la tribu, las civilizaciones. En ningún momento el análisis presoponla la presenda de una realidad en cuyo interior emergírían relaciones sociales mundializadas; es deciJ; cuya organicidad ya no se definirta en relación con los limites anteriores. El proceso de globalización altera sensiblemente el objeto de las ciencias sociales. En la medida que atraviesa, en forma desigual e indiferenciada,. las diversas formaciones sociales del planeta, las clases y los grupos sociales, es necesario preguntarse por su lógica, por sus nexos estructurales. Una lógica que no proviene de la interacción de las partes que lo constituyen sino, al contrario las penetrará y las redefinirá. La unidad de referencia para el análisis SOCIológICO adquiere, así. una dimensión mundíalizada. Si. la historicidad del objeto sociológico nos permitió entender la continuidad de un conjunto de problemas en las ciencias sociales, es necesario agregar que también nos abre la posibilidad de pensar en el cambio. Th1 vez uno de los argumentos más fuertes contra el inmovilismo intelectual sea recordar que, por ser histórico, el objeto de las ciencias sociales se modifica, a veces de manera sustancial. Como dice Octávio Ianni: HSi las ciencias sociales nacen y se desarrollan como formas de autoconciencia científica de la realidad social, es posible imaginar que pueden ser seriamente desafiadas cuando dicha realidad ya no es la misma. El contrapunto de pensamiento y pensado, o de lógico e histórico, puede alterarse un poco, o mucho, cuando uno de los tér- 29 Octávio Ianni A sociediule Global. Ríode Ienetro, ~ Brasileira. 1992, p. 171. 176 177 OTRO TERRITORIO La cuestión es cómo calificar esos cambios y en qué forma inciden sobre el pensamiento que busca comprender~os. ¿Serán los síntomas de un nuevo paradigma? Suele decirse que el "paradigma" de la mode:rndad se agotó, y que estamos ante la presencia de otros paradigmas", de la posnodernidad o la gíobalízacíon. No obstante, me pregunto 51 esta forma de plantear el problema es convincente. en ~as palabras, si es rentable en términos analíticos. Moderrudad, posmodernidad, globalizadón realmente paradigmas? Es evidente que el término ya no se está usando en el IIUS.mo sentido de Kuhn. El uso que se le da es ahora "más al~Vo; diría que metafórico. Pero si entendemos por para~a un marco teórico a partir del cual pensaríamos la sociedad, me parece raro confundirlo con lo que ~ q~ere pe"nsar. ~i modernidad, posmodernidad o globalizaClón son condidones" (para seguir un poco la propuesta de Lyotard"'), es decir, articulaciones concretas de la realidad, no veo cómo asimilarlas a la referencia teórica que pretende aclararlas. Al fin Y al cabo, una condición es algo de lo que no se puede escapar, una situación histórica, un contexto en que todos estaríamos inmersos. ¿Por qué identificar el contexto co~ el instrumento reflexivo que lo aprehende? Por eso prefiero decir: modernidad y globalización no son paradigm~. Formulo mejor mi afirmación. Si tomo un autor como Simmel y su interés por la moda, puedo. enunciar este dat~ en dos formas: a) para Simmel, el paradigma de la modernidad explica el fenómeno de la moda; b) Simmel se interesa por la moda en la medida que ésta expresa un fenómeno más amplio: la modernidad. En el primer caso, se asocia la modernidad con la idea de paradigma¡ en el segundo, la frase adquiere otro significado. La moda es sólo un objeto que le permitirla a Simmel entender un proceso socia1 que le antecede. Dicho de otra manera, el autor procura revelar, a través de objetos heurísticos -la ciudad, la moda, el dínero-ctos zseran CIENCIAS SOCIALES, GLOBALlZACIÓN y PARADIGMAS mecanismos de la modernidad. En realidad, dedr que "la modernidad es un paradigma" nos obligarla a armar la explicación en otra forma Lo mismo puedo decir en relación con la globalización. Para nú, en vez de estar ante un para. digma (lo que sitúa el debate sobre "lo nuevo" y '10 viejo" en otro plaoo), 10que importa es reconocer la espeóIiddad. de un proceso social. Entonces puedo buscar los objetos heurísticos -el consumo, las prácticas juveníles.Ias ciudades globales, las finanzas- que lo expjjcíten", El hecho de que tales objetos sean mundiales, pero no necesariamente pIanetaríos, es decir, que tengan una dimensión global pero no abarquen todo el planeta (no todos comen en MacDonald's¡ no todos los jóvenes usan jeans; por muy amplio que sea, el uso de la televisión no alcanza una considerable porción de la pobladón humana), resulta secundario. Lo que importa es que contengan articulaciones que expresen aspectos centrales del proceso como un todo; desvendarlas es comprender la condición en que nos situamos. Ahora puedo retomar mi argumentación. La globalizaci6n es una situación histórica en la cual las relaciones sociales son redefinidas. Para aprehenderlas es necesario repensar determinados aspectos de las ciencias sociales. En rigor, no se trata de un cambio paradigmático (sea o noe1 sentido propuesto por Kuhn) sino de nuestra provisión de conceptos que, debido a la propia hístorícídad del objeto, fueron acuñados para dar inteligibilidad a otro concepto. En el caso de la sociología, la ciencia política y la historia, la referencia al Estado-nación ha sido preponderante. Conceptos como identidad nedonal, partidos, historia nacional y modernización, son aplicables en la medida que se postula la nación como unidad integradora de los procesos sociales. Cito el informe de la Comisión Gu1benkian: "Iradícíonelmente.Jas ciencias sociales se centraron mucho en la noción 31 Ese fue el procedimiento que usé en MunditdiZ/lfiiD e Cullum. San Pablo, 30 J.F. Lyotard, LlCondititm Posmoderne. Parls,Minuit, 1m. 178 Brasiliense,1994. 179 OTRO TERRITORIO CIENCIAS SOCIALES. GlOBAllZACIÓN y PARADIGMAS de Estado, en el sentido en que era en los Estados donde se iba a buscar los encuadres -supuestamente obvios- donde ocurrían los procesos analizados por las ciencias sociales. Esto fue verdad en especial para quien estudió esenciahnente el mundo occidental, es decir, la historia Y el trio formado por las ciencias sociales nomotélicas (la economía, la ciencia polilica y la sociología). Cierto es que ni la antropología ni los estudios orientales tomaban el Estado como referencia central, pero ello se debi6 al hecho de que en esos casos las zonas estudiadas no fuesen consideradas como espacios afectados por las estructuras sociales modernas, localizadas, por definición, dentro de los Estados modernos. Después de 1945, con la irrupción de los estudios por áreas y el consecuente ensanchamiento del dominio empírico de la historia Y de las tres ciencias soci.a1es nomotéticas al mundo no occidental, dichas regiones no occidentales también pasaron a ser objeto de análisis estedocéntrícoe. El concepto de "desarrollo" --noción clave en el periodo posterior a 1945-comenz6 por referirse, antes que todo, al desarrollo de cada Estado aislado, tomado como entidad singular"". Ciertamente, este punto de partida tenía su validez en el pasado reciente; pero, para el análisis de las sociedades contemporáneas queda seriamente comprometido. De ahí la necesidad de elaborar un marco conceptual que pueda dar inteligibilidad a los procesos que nos rodean. Sin éste, la razón se encuentra desprovista ante la realidad. Buena parte de esta revisión conceptual ya está en marcha. "Desterrítoríaíízacíént.vglobalizadón", "'mundializaci6n", "cultura internacional-popolar", "desencaje", "politicaintemamundial",soncategorias que buscan articular una nueva comprensión de los fenómenos sociales. Es verdad que no existe todavía un consenso disciplinar en cuanto a su uso. Las transformaciones son complejas y la tradición académica ejerce muchas veces un papel inhibidor respecto de su aprehensl6n. Pueden ser in- cluso in.completas,. pero tienen el mérito de revftahar el to y de unpulsar la razón cienlffu:a mú all4 de sus inhibioones. La con~ de nuevos conceptos nos pennite aun dar un paso hacia adelante: construir globalmente algunos de nuestros objetos de estudio. Un ejemplo: la juventud. Como fenómeno social puede ser pensada en el interior de las socre~ades nacionales -la juventud en Estados Unidos el Reln.o Unido o Méxíco-, Una forma más abarcante ~rfa consíderaría desde un punto de vista comparativo. ll-aspa_ sanamos, entonces, los lfmites anteriores, pero permanecé~os en un plano tradicional de comprensión en las c:iencias sociales. :ues el análisis comparativo requiere la autonomía de las unidade.s que se van a cotejar, en este caso,las naciOnes, y en segwda aproximar las convergencias y demarcar las ~iscrep~s entre ellas. Una propuesta radkalSerfa considerar la Juventud como un fenómeno undJal11Ad Es eviden~.que deberíamos definir lo que e~tamosetI"::~ diendo ~ ,f'ventud"; no se trata de naturalizar un concepto SOCIOI6gICO , pero subrayo, lo importante es que cuando el pensanu~to se sit6a en esta perspectiva puede presuponer la existencia de estratos juvenlles desterrltorializados par a continuación, de manera abstracta, reunidos en tanto obJeto sociológico. Yano serian los paises, las sociedades nadonal~s, el foco central de la definición territorial, sino un conJ~tode elementos -maneras de pensar, de vestir, de romumcarse, de comportarse- que nos servirfan de parámetro. La "juventud" sería, en consecuencia, el cruce de esas maneras de ser,formas de expresarse cuya dimensión se encue~tra mundializada. Este es uno entre varios ejemplos posibles; podríamos imaginar otros, moda, deporte, publicidad, comunicación, etc. Los temas son arbitrarios, pero in- 32 PIUD tlbriras ~ Soci4is. 01'. cit., pp. 116-117. 33 La critica de 80urdieu a esta tendenda de naturalizadón de los concep.tos ~ pertinente. Ver"'La jeunesse n'est qu'un moe" I'l.·-tions de ¡>ensamien ~ Parls, Minui~ 1980. ,~- 180 181 OTRO TERRITORIO sisto, es necesario que la mirada desterritorializada sea el punto de partida en la construcción del objeto. "Démarche"M que nos hace pasar del concepto a la investigación empfri.ca, abriendo nuevos rumbos al investigador. Me había referido a las tradiciones regionaJizadas de las ciencias sociales, que se diferenciaban en función de los lugares de producción del conocimiento. Ahora pregunt~: ¿de alguna manera, la globalización incide en este movímiento? Creo que si. No se trata de decir que se agotó el tiempo de las tradiciones. Estoy seguro de que la historicIdad localízada de los objetos sociológicos alimenta el interés de las diversas disciplinas existentes. Sin embargo, algunas tendencias recientes pueden señalarse. Primero, en referencia a la "universalización" de los conceptos (lascomillas son deliberadas). Vimos cómo las ciencias sociales, por estar ím- pregoadas de contexto, tenian dificultad para universalizarse. Pero, ¿qué decir cuando la situación hist6rica en cuestión tiene una dimensión glohal? El radio de validez de los con- ceptos ciertamente se amplía. La modernidad-mundo es una condición de la sociedad global, y al convertirse en objeto de reflexión requiere un aparato conceptual que, en principio, dé cuenta de su amplitud Pero seria incorrecto pensar que los aná\isiS sociológicos podrían ser hoy 'más universales" que en el pasado. El estatuto de la explicación sociológica, tal como 10 discutePasseron, permanece idéntiCOi no hay por qué imaginar que los cambioshistóricos repercutirían de inmediato en la naturaleza de 10 que está en consideración. Sin embargo, como nos deparamos con un objeto que nos perrnea a todos, la cobertura de la interpre- taciónadquiere otraenvergadura. Alampliarse, el contexto de la sociedad global define una situación en la que la explicaciónya no se encuentra 11amarrada" de la mismamanera CIENCIAS SOCIALES. GLOBALlZAC1ÓN y PARADIGMAS qué manera seráatravesado por las influenciasde las tradi~ clones localízades es una pregunta abierta, pero se trata de un territorio virtual que reorganiza la formaen que las cíencías socia1es se desarrollaron hasta hoy. Otras implicaciones se derivande este hecho. Privilegiar un ponto de vista desterritoria1izado significa lmnar el mundo como referencia. La mirada que lo aprehende ya no puede quedar fija en determinados espaciosregionales. Se necesita un esfuerzo que desarraigue el punto de vista del investigadon Sus lazos, sobre todo su identidad nacional. deben "",, de alguna manera, enjuiciados. Sé que eso es un artificio analítico; el autor siempre estará tensionado por una variedad de vínculos, pero el explicitarlos nos permite situar la construcción del objeto dentro de otros parámetros. En este sentidoes necesario que las ciencias socialesreconozcanque mucho de lo que fue escrito estaha marcado por la geografla de sus articu1aciones. Por ejemplo, en Latinoamérica la urgencia de la cuestión nacional tuvo implicaciones directas en el tipo de'epistemología' elaborada por el aná\isiS sociológico. El caso de la teoría de la dependencia es ejemplaJ: Incluso podemos situar el eurocentrismo en otro plano. Pocodiscutidoporlos autoreseuropeos y norteamericanos, pues no tieneninterésen explicitar lasbarreras de su propio pensamiento, marca las ciencias sociales desde su origen. No me refiero sólo aleurocentrismo como ideologla, del modo que 10 considera Samir Amin, un culturalismo cuyas raíces particularistas son travestidas en el universalismo de la "civilización occídenter'". Sé que esta es una dimensión importante de su existencia mítica, aspecto que legitima una visión equívoca de la historia todavía predominante en el medio académico. Subrayo la existencia de un eurccentrísmo conceptua1 que impregoa los análisis y orienta la reflexión en una dirección completamente contraproducente. a 105 contextosregionalizados. Así surge un nuevo "lugar", una nueva referencia para el conocimiento: el mundo. De Un ejemplo: la pregonta zpor qué el capitalismo nace en oco- '" Pase. En ñancés en e! original. (N. de! T.) 35 Samir Amin. F1 Euroc:entrismo: critial deuna idrologW. Méxiro, SigloXXl, 1989. 182 183 OTRO TERRITORIO dente? no es una indagación ingenua. Por un lado, pretende comprender el surgimiento de un determinado fenómeno social, el capitalismo, Eso es válido y sugestivo. La respuesta podrá ser o no convincente, por eso los estudios de Max Weber sobre las sociedades orientales fueron discutidos, y en muchos puntos refutados, por diversos autores", Sin embargo, independiente de la respuesta presentada, se olvida que la indagación, en su formulación inicial, está viciada. La idea de "occidente" se postula romo un contrapunto a la de "oriente". ¿Esta oposición binaria entre sociedades y culturas tiene alguna base histórica? ¿Posee validez heurístíca? Es evidente que no. En tanto formaciones sociales diferenciadas, difícilmente podrfamos identificar civilización china, mundo musulmán y sociedad india. No obstante, cuando reflexionamos dentro de un marco dicotómico, ese "tour de force"37 analítico se realiza sin mucha ceremonia. Maxime Rodinson tiene razón cuando dice que no hay oriente, cuando miramos la historia de los pueblos no europeos, nos deparamos con tina diversidad inmensa de sociedades y cívílízacíones'", Nada las unifica bajo un rasgo común. Sin embargo, si el "oriente" es una ficción, deberíamos quitar de tal afirmación su corolario: el"occidente" tampoco existe. La "civilización occidental" oelebrada por el culto al progreso o vista con desconfianza por sus críticos, es una quimera analítica. Quimera que aún así tiene Consecuencias en el plano del pensamiento. Cuando preguntamos, "¿por qué el Japón tuvo éxito suponemos explicilamente que este "éxito" no deberla haber ocurrido. Al fin Y al cabo, por ser "occidental" el capitalismo tendría poco sentido reencon- econ6micor"', 36 m trabajo de Maxime Rodinsonesclásico: IslamyCilpibdismo. México, Siglo XXI, 19'73. 37 Acd6n dificil que se Iogra gracias a una habilidad extraordinaria. En trercés en el original (N. del T.) 38 Maxime Rodinson. UzFasciruztiondel1slam. París, La Découverte, 1989. 39 Ver Michio Morishima Ozpitalisme d Conftrimisme· París, FIammarion,1982.. 184 CIENCIAS SOCIALES, GLOBALIZACION y PARADIGMAS trarlo en tierras extrañas, No obstante, como la reaJid.adflie,. ga este juicio de valor, es necesario explicar la ront:radia;ión entre la expectativa creada y lo que efectivamente pasó. Rlr lo tanto, la explicación debe reposar en las cualidades intrfIIsecas, "excepcionales" de una sociedad particular, IajapOnesa (una perspectiva que refuerza las inrerpretacionesde cuño nacionalista, tan en boga en la literatura "nDtOllJblron")(O. ¿No seria más interesante abandonar la premisa al\tenor y decir simplemente que tanto el capitalismooomo la modernidad no son "occidentales"? Se trata de procesos que surgen coyunturalmente en un determinado lugar de E~ pa (pero no en toda ella), aunque desde el comienzo no tíenen su lógica determinada sólo por fronteras terrltorIales. Lo cual significa admitir que elementos nuevos de modernidad (por ejemplo: el toyotismo) poeden desarroIlérse en contextos diferenciados. ¿Por qué vincular el aIlMisis'süeio.. lógico a una contraposidón entre'oriente y occideñte, 'romo si las nociones geográficas todavía fueran válidas. para la comprensión de las relacíones'sodales? Sóló cierto confOrmismo intelectual, reforzado por la creencia eurocéntrica, justifica tal tipo de actitud. Un último aspecto puede aún señalarse. La historia de las ciencias sociales no se hace sólo de debates metodo1ógicos o de luchas en el interior del campo intelectual, como las ve Bourdíeu. Ella destila con sutiIeza una jerarquía que demarea!"- posición internacional de aquellos que la produoen. El "lugar" Europa o Estados Unidos tiene un estatuto diferenciado en relación con otros "lugares" como Brasil, México, Japón o la India. 'Iodo ocurre como si las reflexiones realizadas desde contextos regionaies tuvieran menos valor te6rico. Digo desde, pues en el panorama internacional un estudio sobre el Japón o América Latina, emprendido desde Europa 40 La literatura Mnihonjinron" congrega el conjunto de escritos que explican el Japón a partir de un punto de vista centrado en el nacionalismo japonés. 185 OTRO TERRITORIO o Estados Unidos, obtiene un reconocimiento diferente de 10que se dice sobre el mismo terna, pero considerado a partir de un punto de vista autóctono". En tal caso, no dud? que e! mito del eurocenlrismo desempeña su papel con éxito. A los "lugares" Europa y Estados Unidos se les atribuye un valor de universalidad que ciertamente no tienen. En contraposición, a otras regiones de! globo se les otorga el calificativo de "local"; en principio, las explicaciones elaboradas en esos-contextos estarían restringidas a sus fronteras, de forma tal que su validez "universal" queda comprometida. Son varias las razones para que esta incómoda distorsión ocurra; digo incómoda. pues con dificultad se tematiza en las discusiones académicas, a no ser como denuncia delrcoIonialismo cultural". Muy a pesar de que e! eurocenlrismo tenga en ello una función legitimadora, se pueden señalar otros motivos. Las ciencias sociales nacen en Europa y Estados Unidos, a fines de! siglo XIX, y generan una tradición que se prolonga hasta hoy. No hay que olvidar que el argumento rrecersos de ínvestígadén", más abundante en los países centrales, también tiene un papel determinante. No servirla de nada imaginar el desarrollo de las ciencias sociales como un universo completamente reflexivo y sin compromisos, ajeno a su materíaíízecíén en departamentos universitarios e institutos de investigación. No obstante, hay una dimensión que me gustaría recalcar, pues se relaciona directamente con la problemática de la g1oballzadón. Yababia mendonado que los temas fundamentales de las ciencias sociales en Latinoamérica son diferentes de los trabajados por los pensadores europeos. Ahora agrego otro elemento. En América Latina, particu1annente en disciplinas como la sociología Yla denda política, la discusión se centró históricaIIlente en torno de la modernidad inconclusa: "ideas fuera de lugar"; "ausencia de una Revolución Burguesa"; "formación incompleta del Estado-nación"; "inconsistencia en la formación de los partidos políticos"; "democratización restringida"; "imposibilidad de consb"uir una cultura ciudadana", etc. Yo diría que una idea N '86 CIENCIAS SOCIALES. GLOBALlZACIÓN y PARADIGMAS fundamental permea todos esos temas: la "falta", la "ausencía". Pueden enumerarse varias maneras como ellos fueron abordados, pero hay una constante que atraviesa e! siglo, una tecla que siempre nos remite al mismo punto: la identidad nadonaj". Es verdad que esta identidad será trabajada en forma diversificada a lo 1argo de la historia, Yde acuerdo con las inclinaciones teóricas e ideológicas de los autores, pero la preocupación acerca de la pregunta: ¿Quiénes somos?, permanece. La temática de la identidad movilíza asf a los artistas (los modernistas de la década del veinte), los políticos, los líteratos y los intelectuales. Pero, zqué significa esta ausencta? 1bda identidad implíca la existenda de un referente. El de las sociedades latinoamericanas es la modernidad. Por eso, para responder la pregunta"équjénes somos?" teníamos que pasar, necesariamente, por una cuestión preliminar: "lo que no somos". La '"faltaN es, precisamente; la distanda que mide el desfase entre aquello que anhelábamos ser y 10que en realidad somos. Dentro de esta perspectiva, la construcción del objeto sociológico implicaba una necesidad histórica. Al contrario de los pensadores europeos, para quienes la modernidad se presentaba como un dato objetivo, los intelectuales latinoamericanos producían estudios que osd1aban entre la comprensión de la realídad y e! compromiso con el futuro. Sus análisis se encontraban aprisionados entre el presente y el porvenir. En este sentido, diría que los dentíficos sociales norteamericanos y europeos disfrutaban de una "ventaja" frente a sus pares. El contexto tematizado era, al mismo tiempo, objeto de estudio y referenda "universal" para las teorías Y metodologías desarrolladas. Esta "ventaja" situacional desaparece ante la modernidadmundo. En la medida que todos estamos envueltos en un 41 Sobre la problemática de la identidad nacional en el Brasil, consultar: Renato Ortíz. Cultura Brasi1eim e ldentúIade Nacional. San Pablo Brasilíense, 1985; Carlos Guilherme Mota. ldaJlogia dIJ CulturaBrasileim. San Paulo, Ática, lrn7. '87 OTRO TeRRITORIO mismo contexto, el pensarlo deja de ser una condición exelusiva de "este" o" aquel" lugar. Es posible ir aún más lejos en este tipo de raciocinio. Frente a la globalización, los investigadores europeos y norteamericanos se encuentran en condición semejante a la de los intelectualeslatinoamericanos ante la modernidad y la construcción de la nación. Ahora ellos están obligados a escribir sobre un tema, pero presionados por las exigencias del presente Yla incertidumbre del futuro. Por eso, mucho de lo producido sobre la globalizaci6n viene marcado por el punto de vista europeo -la necesidad de construcción de la Comunidad Europea- o norteamericano -como equilibrar la posición de un paisque pierde poder en el seno del orden mundial-e Perspectivas regionalizadas que tienen, sin duda, su validez, así como el debate sobre la cuestiónnacionalera relevante para los latinoamericanos, perocuyo alcance no dejade serrestringido. 188
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