12 Ágora PLAZA CULTURAL DE Amor propio De lejos y a mi alrededor Insólitos Don Manuel Sánchez Silva Carlos Caco Ceballos Silva Ya que lo convenzas y tengas en tu mano la pistola y el dinero, ahí mismo le disparas, pues no reconociendo a ninguno de los dos, te da igual matar a uno que a otro. PRIMAVERA 1999. Por la década de los cincuentas, mi buen amigo Uriel tenía extensas siembras de algodón en la región de Tecomán, por lo que manejaba alrededor de mil personas, la mayoría traídas de Jalisco, Michoacán y unos pocos del paisanaje de donde yo fungía por esos tiempos como gerente del Banco de Zamora. Entre la gente que venía de fuera estaba un hombre que había sido soldado en la cristiada y que se decía que había liquidado por paga al presidente municipal de Pihuamo. En uno de los recorridos que Uriel hacía por sus siembras, le platicó al aludido que un individuo de Michoacán le había ofrecido pagarle cinco mil pesos y una pistola con su carrilera llenita de parque porque matara a Pedro Cárdenas, que en esos tiempos tenía ya bien surtida y acreditada la tienda que años antes le vendió mi amigo, secretario y consejero, Abel Chito Gallardo, cuando éste incursionó en el comercio sin mayor éxito. Agrega Uriel que al oír aquel comentario de inmediato le dijo: “No vayas a hacer eso, pues don Pedro es mi amigo y me sirve mucho cambiándome los cheques cuando el banco está cerrado. Y ahora dime ¿quién fue el que te hizo ese ofrecimiento?”. Y el antiguo soldado le contestó que nunca antes lo había visto y que no sabía por qué había ido con él. Y fue entonces cuando Uriel le aconsejó: “Cítalo en la Zanja Prieta y pídele el dinero y la pistola por adelantado, y le dices que tan luego haces el trabajo tendrás que salir en estampida. Y ya que lo convenzas y tengas en tu mano la pistola y el dinero, ahí mismo le disparas, pues no reconociendo a ninguno de los dos, te da igual matar a uno que a otro, y tú haces más mérito porque quitas de en medio a quien está acostumbrado a pagar por matar”. Y así terminó platicándome mi buen amigo Uriel lo sencillo que fue todo aquello, en que le salvó la vida a don Pedro y éste nunca lo supo. En el verano de 1985, vivían ambas por el rumbo de Las Fuentes, allá en Guadalajara, en un edificio de condominios. Como aún no tenían servicio telefónico, cuando les urgía comunicarse con alguien necesitaban recorrer alrededor de ocho cuadras, para llegar a una tiendita donde la encargada cobraba 25 ó 50 pesos por llamada (eran los tiempos que el dinero casi no valía), según el cliente o su temperamento en ese momento. Un día cualquiera, pero eso sí, por esos días se dieron cuenta que pululaba por las cercanías, un perro que a todas luces parecía rabioso, aullaba, gruñía y parecía como que iba a morder cuando alguien pasaba cerca de él. Así DIRECTOR GENERAL: ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA es que los transeúntes lo pasaban a distancia, las amigas encerraron a sus críos y a sus perros. Esos días todo lo hacían a bordo de sus coches, llevaron a sus niños y fueron de compras, igual que los vecinos, a bordo de sus automóviles. Así es que ambas amigas y con la recomendación y apoyo de los demás, se encaminaron a la tiendita para hablar por teléfono; hablaron a uno, a dos y tres números telefónicos y en todos les indicaban que hablaran a equis número, el que al final tampoco era. Pero era tanta su zozobra y sus temores que siguieron insistiendo hasta que una voz varonil les contestó que efectivamente ahí era la oficina antirrábica, encargada de los animales rabiosos. Le explicaron concienzudamente el caso, el domicilio, sus temores y su urgente súplica que mandaran por el perro solitario que seguía aletargado, gruñendo y enseñando los colmillos en su boca rabiosa. Y ahora, esperando ellas que aquella voz varonil les dijera: “Ahorita vamos por él”, el de esa voz les pregunta: “¿A cuántas personas ha mordido el perro?”. “Gracias a Dios a ninguna todavía”, “bueno, si es así no podemos distraernos en ir por él, así es que cuando muerda a alguno, entonces de inmediato nos avisa”. Y colgó el teléfono. Las amigas Laura y Celia se miraron una a otra y una de ellas exclamó: Increíble, ¿verdad? Ágora PLAZA CULTURAL DE (19 de abril de 1959) VIÑETAS DE LA PROVINCIA 6 Domingo 11 de Enero de 2015 2323 * Empresario, historiador y narrador. † COORDINADOR: JULIO CÉSAR ZAMORA VELASCO Imágenes: Fotos de Archivo. Correo: [email protected], [email protected] Odette (cisne blanco) y Odile (cisne negro), la heroína y la antagonista de El Lago de los Cisnes. ESCRIBEN: David Huerta y David Jáuregui págs.2-3, Éricka Trejo y Norma Navarrete pág.4, Enrique Herrera pág.5, Historia págs-7-8, Pedro Lizarda y Alberto Ocón pág.9, Raúl García pág.10, Christian Mora pág.11 y Carlos Caco Ceballos pág.12 2 Ágora PLAZA CULTURAL DE Ágora PLAZA CULTURAL DE Libros y otras cosas 11 Nos vemos en el infierno La Inglaterra de Ackroyd Christian Mora David Huerta Uno de los polígrafos más amigables, auténticamente geniales, que he encontrado en los últimos tiempos, es el inglés Peter Ackroyd, de quien lo ignoro prácticamente todo menos lo que de veras importa: que es autor de buenos libros. Leí de un tirón su grueso ensayo titulado Albion, historia de los orígenes de la imaginación inglesa, como reza el subtítulo. Ackroyd despliega en esas páginas una abigarrada constelación de conocimientos, de saberes múltiples, de historias siempre intrigantes, bellas, a menudo asombrosas; pero el verdadero regalo de la lectura es el estilo del autor, iluminación continua para quien entra en contacto con sus páginas, aun un lector de otra lengua, como yo y sus otros seguidores hispanohablantes de este sabio. El estilo es, pues, ese individuo peculiar, singularísimo: el buen escritor. No hay la menor duda sobre el amor que Peter Ackroyd le profesa a la nación inglesa, nada manchado de nacionalismo o patrioterismo; pero eso no le impide tener opiniones sumamente originales, desconcertantes. Dos ejemplos: interrogado sobre quién debe ser considerado el gran poeta inglés, responde con todo aplomo “William Blake”, no el otro William, apodado “El Bardo”; ante el proverbial humor británico, afirma también con toda seguridad que al lado del humor alemán y del ingenio francés, el humorismo inglés es cosa de poca monta. Lo interesante, en este caso, es que quien lo dice es alguien que ha dedicado toda una vida a conocer Inglaterra hasta en sus mínimos resquicios: su cultura, sus costumbres, sus historias, sus personajes, sus paisajes, sus logros y sus fracasos. No es un inglés cualquiera: Ackroyd es una especie de inglés quintaesenciado –y más específicamente, un londinense de pies a cabeza. Siempre he sentido que los libros que tratan de desentrañar el carácter de un país son un poco ociosos, porque lo que presuponen es dificilísimo: la posibilidad de captar una “esencia nacional”. Ni Paz ni Mariátegui ni Martínez Estrada ni Peter Ackroyd alcanzan en verdad su objetivo: decirnos con toda claridad, y con planteamientos que consigan nuestra aprobación, en qué consiste ser mexicano, peruano, argentino o inglés. Pero si son buenos escritores el recorrido que hacen por la historia, las ideas, los acontecimientos y las obras pueden resultar fascinantes. Como Peter Ackroyd. La insularidad inglesa ha suscitado algunas observaciones memorables; como ésta, una de mis favoritas. Impedida la navegación en el Canal de la Mancha debido a una tormenta, un hierático periódico londinense cabeceó de esta manera: “Tormenta en el Canal; el Continente, incomunicado”. Es perfecta y perfectamente ilustrativa del carácter británico. No está en Albion, pero no pude evitar el evocarla a cada momento, mientras leía. Al lado de Stephen Fry, Tim Parks, Jamie McKendrick y, ay, un puñado de futbolistas, Ackroyd ha aumentado mi lista de ingleses admirados. Siempre he sentido que los libros que tratan de desentrañar el carácter de un país son un poco ociosos, porque lo que presuponen es dificilísimo: la posibilidad de captar una “esencia nacional”. Suicidario:: la muerte como la vida* Suicidario David Jáuregui Comienzo por señalar que la autora que abordaremos, Iliana Hernández, nació en Guadalajara, Jalisco, con lo cual hizo un homenaje a la vida; pero su libro, en cambio, nació como una manera de honrar a poetas, escritores o artistas que decidieron morir por su propia mano, de ahí el título del libro que nos ocupa: Suicidario (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco, 2014). Iliana Hernández, en su obra, juguetea con la muerte y quiero decir que en vez de hablar de ella, habla con ella. Difumina suavemente la línea entre “ellos” y “nosotros”, es decir, entre los muertos y los vivos. A través de 32 relatos, siendo a mi parecer “Célibes”, “Nocturno del amante”, “Trenzando latidos” y “Diane Arbus”, de los mejores, podemos irnos de paseo a Europa, a un cementerio o hasta un manicomio, pero siempre en el marco de un ambiente en que predomina la muerte y donde, como es previsible, el tema del suicidio es central. Es tan fuerte esta temática, tan sugerente a la vez, que es inevitable que uno como lector reflexione, divague en torno al suicidio. Por ello, me he permitido escribir algunos pensamientos sobre este tema, al tiempo que comento el libro de Iliana. ¿Cuántas veces no sabemos hacia qué rumbo orientar el timón de nuestro barco? ¿Cuántas veces la tormenta es tan larga que dudamos volver a ver la luz del sol caliente? ¿Cuántas veces sentimos el acecho de un monstruo marino, Moby Dick o el kraken, tal vez? Es común sentir esa desesperación en el día con día. A veces nuestra bitácora solamente tiene escritas calamidades. En vez de que nuestra vida tenga un oleaje tranquilo y naveguemos por la superficie, nuestro barco se hunde hasta donde el azul se vuelve tan oscuro que es negro. Hay confusiones en nuestro interior que no sabemos cómo resolver. En algunos casos es tanta la sensación de extravío, que algunos piensan incluso en quitarse la vida, ante lo cual, la gente suele decir que no es la respuesta. Yo digo, en todo caso, que el suicidio más que una respuesta, es una pregunta. Y no sólo una, sino decenas, cientos de ellas. En su autodestructivo paso, el aspirante a suicida sólo puede vivir en la duda y provocar otras más en quienes lo rodean. Pero tristemente, con dificultad podrían resolverse. La incógnita básica que, creo, siempre acompaña a quien la muerte seduce para llevárselo por voluntad propia es ¿lo hago o no? El suicida nunca sabrá el alcance de sus actos ni si realmente valía la pena quitarse la vida. A mi parecer, hay tres etapas por las que pasa aquel que no desea más ser parte de este mundo. La primera de ellas, considero que se caracteriza por una profunda y auténtica depresión. La danza, la melodía o el poema interno de la persona están sin métrica, sin melodía, sin cuadratura; ya no encuentra las notas adecuadas para armonizar, ni palabras para rimar, ni terreno firme para bailar. Es posible que él pierda el sabor de la comida, el calor de la gente y hasta el olor de las flores. En esta primera etapa podrían surgir preguntas como: “¿Por qué siento un vacío inmenso?”, “¿Acaso alguien llegará a sentir compasión por mí?”, “¿Ser reducido a nada es normal?”, “¿Por qué me parece que todo es nada?”. “La nada” es lo que experimentan las personas que se ubican en esta primera fase. Experimentan, suele decirse, una absoluta ausencia de todo, porque un deprimido no es alguien que está triste, sino alguien que no puede ser feliz. Inconformidades con su persona, peleas internas o locuras de amor, se asocian casi siempre en esta etapa. En Suicidario, aquel personaje que le escribe a Pisínoe, la sirena que pereció a causa de Odiseo, según la mitología griega, se encuentra en esto que yo he llamado, arbitrariamente, la primera etapa… Como Fueron sus últimas palabras antes de meterse un tiro en la sien. No pudo con el sentimiento de culpa. Yo, estando tan molesto, no intenté detenerla, pero al escuchar el disparo me quedé atónito sin poder hacer nada. Tenía razón, para mí, esto se ha convertido en el infierno. La veo por todas partes. Yo no creía en fantasmas. Me observa, me sigue a donde vaya. Quiere que me entregue para poder descansar en paz. Al parecer, la muerte no fue suficiente para su salvación, al menos no mientras estuviera suelto uno de los culpables. Y sí, yo era el más culpable de los dos. A fin de cuentas, iba manejando cuando atropellamos a la niña. Le dije que no se bajara de la camioneta en lo que veía lo sucedido. Vi el cuerpo sangriento de la niña y me llené de miedo. Subí a la camioneta y arranqué sin pensarlo. —¿Qué haces? –me preguntó. —Nadie se dio cuenta. Aquí no ha pasado nada –contesté nervioso. Ella no dijo más. En ese momento no me atreví a confesarle quién era la víctima: la niña que vivía apenas a tres cuadras de nuestra casa. Mi mujer no podía dormir pensando si la niña había logrado sobrevivir o no. Mañana saldrá en el periódico y nos enteraremos, le dije tratando de mostrarme frío, ocultando el sentimiento de culpa consumiéndome por dentro. La espera no fue mucha, viviendo tan cerca nos enteramos a media noche de su fallecimiento. Todavía tuvimos el descaro de asistir al velorio y de dar el pésame a los padres. Pensamos estúpidamente que si no íbamos podrían sospechar de nosotros. Ese fue quizá nuestro primer error. Estando en la funeraria, mi esposa salió del baño corriendo, llorando. Todos voltearon a verla y ella sólo gritaba: la vi, vi sus manos y me agarró los pies. Los asistentes comenzaron a murmurar sobre su imprudencia Yo sólo la abracé y la saqué de ahí. Es verdad, debes creerme, repuso. No le contesté. Al día siguiente mandé arreglar la camioneta en un taller lejano para deslindar el golpe con el accidente. Al volver a la casa encontré a mi esposa fuera de sí, arrinconada en la pared de la sala, señalando hacia el mueble. —Ahí está, ¿no la ves? –decía mientras lloraba–. No me crees ¿verdad? Me acerqué al sillón y me senté en él para mostrarle el espacio vacío. —La tienes a un lado –contestó. No puedo negarlo, sentí un escalofrío. Su mirada me lo dijo, en realidad la creía ahí. La llevé al cuarto para tranquilizarla y me pidió decir la verdad. Entregarnos. —Esa no es la solución para desaparecer el fantasma –dije tratando de no ofender su estado lunático, pero el efecto no fue el esperado. Me aseguró que la niña nos había seguido hasta la recámara. Comenzaba a desesperarme. Me acosté junto a ella hasta dejarla tada. Cómo pudiste hacer eso, recriminé. Me dijo que el padre no diría nada por el secreto de confesión, pero le aconsejó entregarse para terminar sus tormentos. Es que tú no me entiendes, dijo, a ti no se te aparece la niña ni te atemoriza. Tenemos que ir a la policía, al fin y al cabo fue un accidente. —No digas tonterías –volví a sacudirla y la aventé hacia el suelo. Ella se levantó y fue directo a donde estaba el arma. —Nos entregamos o me mato –advirtió. Yo estaba muy irritado, preferí darle la espalda y decirle: haz lo que quieras, pero a la policía no vamos. Entonces lo dijo y escuché el disparo. Los días siguientes fueron muy pesados. El interrogatorio, avisar a los familiares, el velorio, el entierro, el cargo de conciencia. Tres días de tregua me cedió para descansar y reflexionar. Al cuarto, comencé a verla. Primero fue en sueños. Estaba sentado en el comedor desayunando y ella se posaba sobre mi espalda, después lloraba pidiendo que me entregara. Me demostraba con algunas heridas lo mal que se la estaba pasando del otro lado. Yo le contestaba que no haría nada de lo que me pedía y ella volvía a dispararse frente a mí. La sangre caía en mis ojos y no me dejó ver más. Esa noche desperté aterrado y me levanté a tomar agua. No sabía si aún mi imaginación vagaba por el susto o si todavía estaba adormilado, pero escuché una canción infantil. Cuando volteé para descubrir el origen del sonido encontré a mi mujer meciendo a la niña en sus brazos. La niña se rió y yo le grité para callarla. Pero en lugar de eso, se paró y caminó hacia mí. Cerré los ojos intentando no saber de ella, mas continué escuchando pasos, me tomó la mano y la puso sobre su rostro deformado por el contacto Esa noche desperté aterrado y me levanté a tomar agua. No sabía si aún mi imaginación vagaba por el susto o si todavía estaba adormilado, pero escuché una canción infantil. Cuando volteé para descubrir el origen del sonido encontré a mi mujer meciendo a la niña en sus brazos. dormida. Continuó con su demencia los días siguientes. Ya no sabía qué hacer con ella. Una noche llegó a la casa sin atreverse a mirarme a los ojos. Sospeché lo peor. Por un momento pensé que había ido a la policía, mas lo descarté de inmediato al darme cuenta de que si así hubiera sido no estaría en casa. —¿Qué hiciste? –le cuestioné levantándole la voz. Ella se asustó de mi reacción y comenzó a llorar. —Nada, te lo juro. —Dime la verdad –la tomé por los antebrazos, sacudiéndola. —Sólo fui a confesárselo al padre. No pude contener mi coraje y le solté una bofe- con la camioneta. Sentí su sangre manchando mis manos y después nada. Abrí los ojos pensando que el tormento había terminado, pero en ese momento reventaron todas las lámparas quedándome a oscuras. Caminé hacia atrás para arrinconarme en la pared más cercana. Todavía sentía mojadas las manos. De repente escuchaba a mi esposa suplicándome lo mismo. Me advirtió que así serían todos mis días hasta confesar el asesinato. No me mintió, así han sido hasta hoy. Pensé por instantes acudir con el sacerdote, pero nada cambiaría. Decidí mejor seguir los pasos de mi mujer. Caminé a la cocina y tomé el cuchillo. —No, suicidarte no te salvará. Entrégate –me dijo. Pero ya estaba decidido. No pensaba entrar a ningún juicio para comprobar mi inocencia. —Nos vemos en el infierno. 10 Ágora PLAZA CULTURAL DE Ágora PLAZA CULTURAL DE Meditaciones ridículas Raúl García Es cierto, he hecho cosas irracionales, digamos... no del todo consciente. Ello no quiere decir que no obedezcan a una razón, en el fondo, íntima. ¿Y qué más da si la anuncio de forma adecuada? El inconsciente es preciso, dirá un buen psicoanalista. En efecto, la precisión no está en la forma –a mi parecer–, no obedece a usos concienzudos y convencionales de la palabra y trato. He sido impulsivo, no guardo recatos ni mesura. La vida me ha enseñado que si golpeas, hazlo fuerte, conciso, certero. Y no detengas en las formas ni en las limitaciones que impone la consciencia, esa gran enemiga de la espontaneidad, de las creaciones más sutiles, más bellas y efímeras. * ¿Es decepcionante la realidad? Responderé con dos preguntas: ¿Cuándo no lo ha sido?, ¿representa novedad alguna? Me atrevería a decir que todo gran pensamiento debe su originalidad a la decepción: hundimiento luminoso. * Cuando las puertas de tus piernas se abran, el universo quedará depurado ante mí. * Alicientes de la creación: fuertes dosis de tristeza. * ¿El hombre hace la historia o la historia hace al hombre? O será que el hombre ya es historia, una vieja reliquia que se vende en los suvenires, que lo único que evoca es, nostalgia. * Los grandes amores se componen de dos cosas: una ligera sospecha de dolor profundo cuando cierre el telón, y una constatación ulterior de esto. * Y es como dice Belén Gopegui, la música no se escucha, te penetra. En efecto, el melómano siente diluirse con la música, sus células se destrozan y se regeneran, estallidos, paroxismos. La música le transporta a planos donde fácilmente mataría o se diera muerte. En tales experiencias es difícil saber si se vive o se muere, si se muere de vivir o se vive de morir * No necesitamos de ídolos ni idolatrías. En algún momento de nuestras vidas hemos de vernos obligados a matar a nuestro padre o a nuestra madre. Ser actores de facto e intelectuales de un parricidio. Es cierto que para acceder a la locura es necesaria la ayuda de nuestro espejo; para acceder a la autenticidad, es necesario volvernos asesinos. * Siempre había rechazado las invitaciones a bodas por parte de mis amigos hasta hace un par de semanas, ¿la razón?, he aquí: Quise ser observador e identificar el momento en el cual comienza el derrumbamiento del hombre. * Reírse de las tragedias propias es comenzar a tomar venganza con la vida. El humor nos salva del precipicio. Tomar con humor las desgracias es tomar con seriedad la vida. Librero Para fanáticos de Carroll Eduardo Mejía Título: La noche a través del espejo Autor: Fredric Brown Editorial: Reino de Cordelia Autor de culto en ciertos medios, Fredric Brown está considerado como el único escritor con obras notables en la ciencia ficción como en la literatura policial. No hay muchos ejemplos de sus obras, salvo “No mires atrás”, relato incluido en Cuentos policiales de la serie negra, junto a textos de Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James M. Cain y Ross McDonald, entre otros. Hay más ejemplos, muy breves, recopilados por Edmundo Valadés en El libro de la imaginación (Universidad de Guanajuato, 1970, y FCE, 1976), que tienen como protagonistas lo mismo a Dios que al Diablo, y pese a su brevedad, aterradores. Aparentemente famoso por guiones cinematográficos o televisivos, Brown es venerado sobre todo por esta novela, que cuenta una historia de misterio, pero que se disfruta mucho más si el lector va descubriendo las pistas que deja el autor, como sin querer, a lo largo de las desventuras que vive el protagonista, admirador de Lewis Carroll y conocedor de los dos libros sobre Alicia. Como sucede con los grandes narradores del género negro, el libro comienza sin tensión, aparecen rasgos de humor que retan al lector, porque son episodios, sobre todo al principio, de Alicia en el País de las Maravillas, pero a medida que aparecen otros protagonistas, surgen los poemas “nonsense”, los acrósticos, los juegos de palabras (por desgracia, traducidos de manera plana, sin ingenio; podrían haber tomado mejor las versiones de Ulalume González de León) y las imágenes que remiten a los juegos de “A través del espejo”, al Sombrerero Loco, a la Reina de Corazones (más como destino que como personaje) y a la propia Alicia, atrapada en los trucos que la hacen perder la perspectiva de la realidad. Enfrentado a un reto entre fanáticos de Carroll, Doc Stoeger (otra clave) se ve envuelto en crímenes que no cometió pero es condenado por las pruebas y por el encono del jefe de la policía (torpe y malvado, como todos los del género), y resuelve los enigmas gracias a la lógica ilógica de las novelas de Alicia (y de Silvia y Bruno, y los juegos matemáticos, aunque de pasada). Como en esos libros, las soluciones inesperadas y mágicas regresan al protagonista al mundo real, no al de las pesadillas y los ensueños. Para fanáticos. El lector del género puede resolver los misterios antes que los protagonistas, pero el chiste es descubrir las llamadas para los fanáticos de Alicia (y eludir las erratas). El viajero, la torre y la larva Autor: Alberto Manguel Editorial: Fondo de Cultura Económica El máximo especialista en las lecturas entrega unos ensayos que comprenden todas las características de quienes leen, sea por pasión, por afición, por oficio o para entender el mundo o para aislarse de él. Para ello revisa la escritura desde hace 4 mil años, las motivaciones de libros básicos como la Divina Comedia, o la actitud de Cervantes, y en especial la de Flaubert, para quien leer era una defensa contra la estupidez humana, y sus novelas son ejemplo de que la lectura puede cambiar a la gente. Crónicas (1944-1953) Autor: Albert Camus Editorial: Alianza Editorial En estos momentos en que la sinrazón amenaza al mundo civilizado, son de lectura impostergable estos ensayos, o artículos breves, que publicó Camus a la liberación de París en la Segunda Guerra Mundial, y que comprenden la actitud francesa durante la ocupación nazi o al finalizar la fase armada, pero también su postura ante los perseguidos (que no los hay inocentes, afirma en una página terrible), la intolerancia y la libertad de los demás. Anticonformistas, existencialistas, inteligentes. Residuos de espanto Autor: Liliana V. Blum Editorial: Ficticia Aunque se trata de una novela, describe con exactitud la vida de los judíos perseguidos. Luego de ser liberados de los campos de concentración quedaron marcados de por vida, no sólo por los infames tatuajes, sino por el recuerdo de ver morir a miles de compatriotas, ser torturados u obligados a comportamiento infame, y a las circunstancias para lograr la sobrevivencia. Narrada por la nieta de una ex prisionera ya al borde de la muerte, y con las memorias de otro que soportó más, incluso la soledad. prueba, cito un fragmento de "Las Olas": “Cómo sujetar el alma, Pisínoe, cuando el cansancio se ha metido hasta la almohada, como un secreto que hace daño. / Cómo sujetar el alma, Pisínoe, bajo este sol que tiene frío y tiembla como la llama de una enorme candela y yo me enredo voluptuosa entre tu canto y el aire de invierno. / Cómo sujetar el alma, Pisínoe, en este barco de papel, si mis letras se han vuelto pájaros sin cielo, y mi alma rebelde no puede conjurarlas”. El inicial sentimiento de desolación que eventualmente puede desembocar en el suicidio, se describe también, a propósito de Jorge Cuesta y Xavier Villarrutia, dos poetas mexicanos que incurrieron en el suicidio y a quienes recupera Iliana en los relatos: “Una vez no basta” y “Nocturno del amante”, respectivamente. Me atrevo a decir que por este sentimiento de nostalgia profunda hemos pasado alguna vez casi todos nosotros. Luego, el aspirante a suicida pasa por una segunda etapa, que es de dudas más oscuras y nulas ganas de vivir. Ahí ya piensa en arrancarse la vida. Es la fase más tormentosa y quizá la más larga. Como balas de metralla, invadirán a la persona pensamientos y preguntas lacerantes… “¿Qué pasaría si yo me voy de aquí?”, “¿Tiene sentido lastimar más a mis personas amadas?”, “¿Mis heridas cerrarán?”, “¿Qué tal un descanso eterno?” Sylvia Plath, poeta americana, y Alejandra Pizarnik, poeta argentina, además de Stig Dagerman, escritor anarquista sueco, son representantes en Suicidario, de esta segunda etapa y están figurados en los cuentos “Entre dos renglones”, “Vestida de cenizas” e “Insaciable desconsuelo”. Y finalmente, finalmente… Llegamos a la tercera etapa anímica del candidato a suicida. Una etapa que, paradójicamente, implica, pienso yo, una convicción. O bueno, casi convicción. Esa persona de errantes pensamientos, con el pecho frío y un cosquilleo desagradable en los brazos; esa persona que no se cree capaz de amar y mucho menos de recibir amor; esa persona que lleva meses discutiendo consigo mismo si es prudente arrancarse la vida; esa persona por fin (para bien o para mal) llegó a una conclusión. O bueno, casi conclusión. El aspirante a suicida probablemente ya investigó diferentes puentes de los cuales aventarse… Quizá decida irse con la corriente del río Sena como Paul Celan, otro escritor mencionado en Suicidario, o tal vez se asfixie con el humo de su auto al igual que Stig Dagerman. Es posible que ya haya investigado diferentes tipos de veneno, pastillas o incluso brebajes asesinos y elija alguno. A lo mejor hasta lea a Iliana Hernández Arce, aquí presente, y tome de sus relatos suicidas una cierta idea para su lúgubre propósito. Igual y se inspire en Diane Arbus, fotógrafa neoyorkina, y se deje caer a un vacío luego de una aventura sexual y psicotrópica. O incluso llegue a desear irse poéticamente, siguiendo el ejemplo de Jorge Cuesta, quien poco antes de morir, escribió su mejor obra. La única duda que en esta tercera etapa todavía atormenta al individuo castigado por la vida es: “¿Lo hago o no?”. Ya decidió cómo, dónde, cuándo; ya decidió todo sobre arrancarse la vida, excepto lo más importante, si lo hace o no. Esta pregunta le quemará la mente día y noche, hora tras hora… “¿Lo hago o no?”, “¿¿Lo hago o no??”, “¡¿Lo hago o no?!”, “¡¡¿¿Lo hago o no??!!”, “¡¿LO HAGO O NO?!”, “¡¡¿¿LO HAGO O NO??!!”… Silencio. Esa persona que estaba en el umbral de la muerte, en la última etapa del suicidio, se ha ido. Seguramente ya podrá ver en el cielo de los suicidas a Kurt Cobain, Janis Joplin, Elliott Smith, Sid Vicious y más músicos, que le darán un concierto personal de bienvenida. Incluso Ernest Hemingway y Horacio Quiroga le contarán un cuento en su primera noche en el más allá. Sin embargo, todas las preguntas quedarán sin resolver porque se irán a un ataúd, serán sepultadas bajo kilos de tierra o peor, se volverán cenizas después de arder en un crematorio con la misma fuerza con que ardieron en la cabeza del ahora difunto. En 3 pueden influir en la existencia de un individuo como "tumbas acompañantes”. En este sentido, algún trauma en la niñez, un amor irrealizado, una fobia irracional, etcétera, pueden acosarlo en toda su vida e inclusive orillarlo al suicidio. Suicidario es un acuerdo entre la vida y la muerte. Si leemos superficialmente este conjunto de relatos, quizá solo encontremos historias de suicidios y defunciones, pero si nos vamos más a fondo, nos daremos cuenta que también les confiere un mensaje, un pensamiento casi filosófico. Tal es el caso de “La Tumba”, relato que cité antes y de “Me ama”, un microcuento que a continuación transcribo: Alguien en algún lugar me ama sin saberlo. Me piensa mientras camina bajo la lluvia. En su rincón favorito para las nostalgias, despilfarra notas sobre La sorpresa es sorpresa porque nunca avisa: esa mañana mientras caminaba por el campo, recogió una estruendosa estrella que se guardó en el pecho, apenas levantó la vista, se encontró la tumba que ahora de frente y sin pudor le mostraba la inscripción de la lápida: a Vincent van Gogh, nuestro pequeño hijo. Un rayo de luz iluminó su mirada y entonces comprendió por qué su vida estuvo siempre ausente de su vida. Antes de recostarse en la tierra, sobre la tumba dejó una oreja como ofrenda y cerró los ojos, el graznido de los cuervos se fue apagando suavemente. definitiva, el suicidio es pregunta, muchas preguntas, pero nunca será respuesta. Ahora proseguiré a leerles un fragmento de uno de los cuentos que más me gustó de Suicidario. Se trata de “La tumba”, un breve texto en que además de recuperar la figura de Vincent van Gogh, el gran pintor postimpresionista neerlandés, nos presenta una reflexión oculta acerca de lo que me atrevo a llamar “tumbas acompañantes”. Dice así: La sorpresa es sorpresa porque nunca avisa: esa mañana mientras caminaba por el campo, recogió una estruendosa estrella que se guardó en el pecho, apenas levantó la vista, se encontró la tumba que ahora de frente y sin pudor le mostraba la inscripción de la lápida: a Vincent van Gogh, nuestro pequeño hijo. Un rayo de luz iluminó su mirada y entonces comprendió por qué su vida estuvo siempre ausente de su vida. Antes de recostarse en la tierra, sobre la tumba dejó una oreja como ofrenda y cerró los ojos, el graznido de los cuervos se fue apagando suavemente. Hay un pensamiento realmente profundo en este relato, ya que cuando, en otro fragmento, dice: “Con una mueca en el rostro recordó la tumba que lo había perseguido como perro faldero desde su niñez, se refiere a que hay personas que desde que comienzan su vida tienen una especie de predisposición al suicidio, de "entierro" que los persigue. Diferentes condiciones su iPad para invocarme, sin saber que a pesar de no conocerlo, odio su piercing y sus tatuajes. Iliana Hernández Arce, a pesar de hablar de temas tan melancólicos como el suicidio, la muerte o hasta, tal vez, la vida, no lo hace de manera deprimente, al contrario. Narrar algo oscuro y triste, como lo es el suicidio, en tonos grises, es fácil, pero escribir de algo así en forma artística y luminosa, es lo complicado. Por eso, recomiendo ampliamente este libro. Suicidario está en perfecto balance. Las barreras entre vivos y muertos quedan totalmente desdibujadas en tanto que maneja la vida como la muerte, y la muerte como la vida. El propósito de rendir homenaje a aquellos artistas que se arrancaron la vida, quedó cumplido. Seguramente Xavier Villarrutia, Jorge Cuesta, Sylvia Plath o cualquiera de los personajes que desde algún lugar leen este libro se regocijan por los textos que les dedicaron. Y seguramente ustedes se regocijarán también al leerlo, pues resulta original la temática planteada y la reunión de tantos personajes ilustres del mundo creativo. *Texto leído en la presentación de Suicidario, de Iliana Hernández Arce, el 15 de agosto de 2014, en la Casa del Archivo Histórico del Municipio de Colima. 4 Ágora PLAZA CULTURAL DE PLAZA CULTURAL DE Memoria de las pérdidas Iracunda Éricka Margarita Trejo 9 Ágora Norma Navarrete Algo Pedro Lizarda Si algo llevo presente Ya se apagó tu risa. Ya no vibra más en mis piernas cuando te perdías en mi niebla salvaje. Ahora, tus labios morados se extinguieron en el olvido. Pero es este maldito invierno que me muestra iracunda cuando los días que guardaban un pasaje se hacen presentes en mi memoria. Y el día 5 llega cuando tomaste mi mano y dijiste en mi oído que tu deseo maldito querías fuera mío; el 6, noche de estrellas cubriendo un mar en calma; el 7, largos cuentos imantándose en mis pupilas… y todo marcharía perfecto si el 8 se ausentara. Planeamos esa fecha, porque tímida de lo prohibido, mi cuerpo que no se había derramado en ti y que se mantenía privado de tus ojos de diablo, se fusionó en tus manos calientes e hicimos el amor como animales salvajes: en la nada. Sólo nos cubrió la culpa. El frío se hizo insoportable cuando los árboles menearon sus estolas y nuestra piel ardiendo fue haciéndose de sí nuevamente. Pero me dijiste que no me cubriera, que deseabas verme tendida en la tierra, con mis labios rojos y mi piel quebrándose. Nada podría hacer contrario a tu palabra. Tu voz retumbó en mi selva y el eco se hizo espasmo. No prometimos nada esa noche de diciembre, y con la música mística de la arboleda, volviste, cobardemente, a sumergirte con saña en mi agua tibia. A mí ya no me importas, hombrecillo, el tiempo tan olvidadizo se encargó de congelarte en el lugar más sórdido de mi espacio. Ya no me dueles como leche hirviendo en las entrañas, ni deseo cansar mis pupilas cuando imaginaban los sueños que narrabas. De diario sé que tu mundo y el mío sólo tropiezan cuando escuchan solitariamente un canto de pájaros tristes, cuando el invierno llega despacio en un subconsciente reacio. Es sólo que este día, un mar de ensueños se ahogó con mi llanto, y lloré, sólo porque la traición supuró de mis venas congeladas por el desprecio. Asómate si puedes al mar profundo. es tu nombre luminoso Presiente la cascada de ideas que marchan sobre ti Como granos de arena en tormenta. Descubre la fórmula Para que nadie invada tu ocaso. Y de la sal, elabora un monumento A la memoria de las pérdidas si algo asoma entre mis ojos es tu mirada resplandeciente si algo guardo en la memoria son tu sonrisa y cada uno de los besos si algo no puedo ni quiero evitar es tu libertad absoluta de amar… En forma de flor blanca. Hay algo más, algo único, algo auténtico siempre querré volver a verte. A un amigo Alberto Ocón Ventura ¿Qué puedo yo decirte? No hay vida sin desdicha. Por más que nos opriman, la resistencia es fortaleza. Llorar y suspirar se vale, un momento, si acaso un día ni un segundo más, amigo. Mañana La felicidad es una brisa Dará Miguel León una charla sobre literatura la desventura una tormenta, Julio César Zamora Velasco en aceptar la brisa y la tormenta. y entre ellas corre un vasto río. Vivir es entrar en la corriente unos flotan, otros se hunden, pero la gracia de la vida reside ¿Qué puedo decirte, amigo? La resistencia es fortaleza. Con el título "Colombia: espejo de imágenes a través de un viaje", este lunes 12 de enero, el poeta Miguel León Govea compartirá un relato y fotografías sobre el viaje que realizó el año pasado a este país. Se hablará de literatura y del encuentro con escritores importantes; de cómo es la percepción de México en Colombia, y también se proyectarán fotografías artísticas y documentales. “Será una charla variada y ágil”, dijo el poeta. La cita es a las 8: 30 de la noche en Casa del Archivo Histórico del Municipio de Colima, en la calle Independencia No. 79, a un costado del Teatro Hidalgo. 8 Ágora PLAZA CULTURAL DE Ágora PLAZA CULTURAL DE fue creada por Julius Reisinger. El libreto se cree que fue escrito por Vladimir Petrovich Begichev y Vasily Geltser, basándose en el cuento alemán Der geraubte Schleier (El velo robado) de Johann Karl August Musäus. 17 de enero 1600.- Nació el dramaturgo español, Pedro Calderón de la Barca, perteneciente al barroco literario del Siglo de Oro, autor de La vida es sueño. La formación jesuita de Calderón lo llevó a asimilar el pensamiento de san Agustín y santo Tomás de Aquino a través de la interpretación de Domingo Báñez, Luis de Molina y Francisco Suárez. Sin embargo, aflora en su teatro un profundo pesimismo a pesar de la autonomía y validez de la acción humana. En sus obras siempre suele centrarse en la oposición o confrontación entre: La razón y las pasiones; lo intelectual y lo instintivo; el entendimiento y la voluntad. La vida es una peregrinación, un sueño, y el mundo es un teatro de apariencias. Su pesimismo está atemperado por su fe en Dios y por el fuerte racionalismo que asimiló de santo Tomás. El sentido de la angustia de muchos de sus personajes lo aproximan al existencialismo cristiano contemporáneo. 1860.- Nació el dramaturgo ruso, Antón Pávlovich Chéjov, autor de La gaviota (1896); Las tres hermanas (1901), y El jardín de los cerezos. El también médico está encuadrable en la corriente naturalista, fue maestro del relato corto, siendo considerado como uno de los más importantes escritores de cuentos de la historia de la literatura. Imagen de la película Alicia en el país de las maravillas, dirigida por Tim Burton en 2010. 5 Circunstancias Enrique Herrera González Casi todo político tiene tanta necesidad, en determinadas circunstancias, de un hombre honesto, que, cual si fuera un lobo hambriento, irrumpe en el redil; mas no para devorar el cordero robado, sino para ocultarse tras su lanoso lomo. Friedrich Nietzsche Primera edición de Ulises, la obra más reconocida de James Joyce. La vida es un devenir continuo, donde cada quien, ya no es el mismo a cada instante, pues inexorablemente van sucediendo acontecimientos dentro y fuera de nuestras decisiones, acumulándose experiencias, conocimientos, recuerdos, con lo cual ir descubriendo la ruta exacta del destino personal. El saber estar presente a cada instante es quizás el mayor éxito del conocimiento humano, pues nos permite ver todos los momentos en la perspectiva de 360º, para así guardar aquellos que nos son necesarios electrónico moderno, aunque no sepamos cómo se construyen éstos ni cuáles son su estructura científica y componentes, o porque vivimos en una etapa de la evolución humana en la que se viaja y comunica a velocidades insospechadas hace apenas algunos años. Sin embargo seguimos caminando y dice Machado que al andar se hace camino. La afirmación del poeta tiene muchos errores, pues si fuera cierto ya tendríamos caminos enormes en nuestra patria para nuestro transitar sin más obstáculo que el esfuerzo personal hacia un desarrollo creciente y próspero. Pero la realidad es otra, ya que desde nuestros ancestros hemos venido recorriendo caminos tan absurdos como el que nos trazaron los héroes que nos dieron “patria y libertad”, cuyo legado fue atrapado e interpretado por una bola de gandulas que hoy en día andan como chapulines, brincando de hueso en hueso, medrando el presupuesto Atraer recuerdos buenos nos fascina el alma como una brisa en el estío y nos pone a tono para seguir fluyendo con más frescura en medio del río de Heráclito que nunca se detiene. y útiles para continuar el camino, y de esa forma poder recordarlos cuando sea necesario o busquemos refugio en aquellos que nos son gratos, y también olvidar pronto los momentos malos que pueden causarnos dolor. En los recuerdos buenos solemos regocijarnos con aquello que fue y nos dio alegría y reposo cuando los traemos de nuevo al presente, pero con los malos sucede lo contrario, pues generan desgaste, sufrimiento y dolor, pero más que nada enfermedad de mente y cuerpo, debemos saber desprendernos pronto de los mismos sin ningún remordimiento. De ahí que sepamos aprovechar la dinámica de la vida atrapando los momentos buenos que van transcurriendo y los malos simplemente sortearlos con la visión fija al frente, sin darles espacio para el alojamiento en el subconsciente de manera permanente, pues el mejor remedio para ellos es el olvido en cuanto se superan. Atraer recuerdos buenos nos fascina el alma como una brisa en el estío y nos pone a tono para seguir fluyendo con más frescura en medio del río de Heráclito que nunca se detiene. Toda circunstancia enriquece la experiencia y determina la personalidad individual, aunque ello genere algún sufrimiento, pues de ahí también se agudiza la inteligencia y se traza el rumbo, que surge del interior, rebasando toda norma que sea absurda del exterior. Muchas veces creemos que nos movemos y sólo circulamos, repetimos patrones de pensamiento, de conducta, brincamos y saltamos y caemos donde mismo, hacemos proyectos de Año Nuevo que a la semana dejan de serlo, porque simplemente creemos que no avanzamos al querer ver de inmediato resultados que sólo pueden suceder en un tiempo posterior. Sentimos que evolucionamos porque manejamos un artefacto y nosotros, o sea, el rebaño, tenemos que soportar so pena de someternos con leyes que ellos dictan para su provecho y beneficio solamente. Pero ahí vamos bajo esas circunstancias donde el horizonte se refleja a la luz personal de quienes andamos abriendo los ojos del alma para así ver, con la claridad de la serenidad, hacia donde debemos guiar nuestra barca y viajar sin zozobra ni miedo en lo que ha de venir. Cuando la perspectiva del hombre se aclara, entonces el camino ya no tiene obstáculos que sortear, porque es a la sazón cuando se comprende la proyección de la vida y el temor de temores desaparece, pues el gran desafío es justamente superar ese temor que es el temor a la muerte y la manera en que se cumple tal realidad, que los humanos acarreamos se acepte o no como lastre de vida. Y cuando eso sucede entonces fluimos simplemente sin más referencia que el río mismo donde ahora navegamos, porque también ahora somos ya el río mismo. Es el momento cuando nos hemos incorporado a la fuente de fuentes con la certeza de que todo es camino y caminante al mismo tiempo, sin dudas ni temores, muy por encima de esas angustias que hoy atoran al hombre como la de algunos cieguísimos políticos que insisten en treparse al poder por el poder mismo, para desde ahí hundirse el fango de lo falso de lo absurdo. Las circunstancias aparentemente son muchas en las referencias humanas, sin embargo, en la dinámica de la vida, cuando se voltea hacia el interior humano se encuentra necesariamente la brújula que lleva al único destino que es la eternidad sin temores y sin dudas. Bendice al Señor Dios en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a buen fin todas tus sendas y proyectos. Tobías 4.19 [email protected] 6 Ágora PLAZA CULTURAL DE Ágora PLAZA CULTURAL DE VIÑETAS DE LA PROVINCIA En la historia del arte… Amor propio Don Manuel Sánchez Silva En diciembre de 1914, el general Manuel M. Diéguez fue derrotado en Guadalajara por la poderosa División del Norte, del general Francisco Villa, irreconciliablemente enemistado con el señor Carranza desde la inútil Convención de Aguascalientes, que tan sólo sirvió para establecer la división definitiva entre el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y el "Centauro del Norte". Diéguez se replegó hasta Colima, donde se le reunieron los generales Enrique Estrada, Francisco Murguía y otros más, y habiéndose reorganizado volvió sobre la capital tapatía, defendida por el general villista Julián Medina, al que derrotó el 19 de enero de 1915. Al enterarse de lo anterior el general Villa, que operaba en las inmediaciones de la metrópoli, se dirigió a marchas forzadas a Guadalajara. Tras un reñido combate desalojó de ella a los generales Diéguez y Murguía, a los que hizo fuertes bajas, tomando la ciudad el 13 de febrero del mismo año de 1915 y persiguiendo a los expresados jefes carrancistas hasta la cuesta de Sayula, donde acabó de destrozar sus contingentes y los obligó otra vez a buscar refugio en Colima, cuyo gobernador y comandante militar era el general Juan José Ríos. Regresó Villa a Guadalajara y, dejándola bajo el mando de los generales Fierro y Medina, con la Grabado de Guadalupe Posada (1852-1913) (19 de abril de 1959) Con la vista siempre tranquila, puesta en las bocas de los fusiles, escuchó las voces de mando: —¡Preparen!... ¡Apunten!... ¡Fuego! celeridad que le era característica se trasladó a los estados de Nuevo León y Tamaulipas, donde operaba en condiciones comprometidas el general Felipe Ángeles. Con la ayuda del general Juan José Ríos y los elementos de guerra que el señor Carranza envió en el cañonero "Guerrero", vía Manzanillo, Diéguez se rehizo y recuperó Guadalajara el 15 de marzo, dispersando a las fuerzas villistas de Fierros y Medina. Uno de los jefes de la brigada medinista, el coronel Francisco del Toro, logró llegar a Colima con el propósito de embarcarse en Manzanillo con rumbo al norte y buscar la manera de reunirse con Villa, pero fue descubierto y, con la dramática rapidez con que en aquellos terribles días se determinaba la vida o la muerte de un hombre, se le condenó a ser pasado por las armas. Al terminar el parque Hidalgo, casi en la 7 esquina sureste, el gobernador Alamillo había iniciado la construcción de un parque infantil que el estallido de la Revolución dejó inconcluso, y entre las obras empezadas figuraba un muro de piedra hecho con el propósito de levantar un frontón. Lo alejado del lugar y la presencia de ese muro convirtieron el sitio en un lugar ideal para las ejecuciones. Finalizaba marzo de 1915, cuando una tarde el coronel Del Toro fue conducido, en medio de un pelotón de tropas carrancistas, hasta el trágico muro. Era el villista un hombre de 35 a 38 años, de estatura mediana, ancho de hombros, color moreno y ojos negros. Usaba el bigote recortado y esa tarde vestía pantalón de montar, polainas de cuero, "cazadora" con el fajo abrochado y sombrero tejano. Con la tranquilidad aparente de quien hace un recorrido de paseo, caminó hasta llegar a la construcción de piedra, parándose de espaldas al muro, en tanto el capitán que mandaba el pelotón colocaba a sus hombres frente al sentenciado. El coronel fumaba plácidamente un puro y miraba distraídamente las maniobras previas a su propia ejecución. Cuando todo estuvo listo, el capitán se le acercó: —¿Desea usted alguna cosa, mi coronel? —Ninguna. No quiero entretenerlos... –y después de una larga chupada arrojó la colilla–. ¡Cuando usted guste, capitán! Impresionado por aquel dominio y desprecio a la muerte, comentó el oficial: —Tiene usted mucho valor, mi coronel... —Lo que tengo es mucho amor propio... Fueron esas sus últimas palabras. Con la vista siempre tranquila, puesta en las bocas de los fusiles, escuchó las voces de mando: —¡Preparen!... ¡Apunten!... ¡Fuego! Tronaron las carabinas 30-30 y el hombre se desplomó grotescamente, en tanto que la sangre, aflorando de las heridas, le empurpuraba la ropa. El capitán se le acercó, llevando en la diestra una pistola... El tiro de gracia, una última convulsión... Las órdenes rápidas como estampidos, para rehacer la formación y emprender la marcha de regreso, y un pobre cuerpo desmadejado y sangriento enrojeciendo la tierra donde yacía... * Periodista, escritor y fundador de Diario de Colima.† Ágora 12 de enero 1628.- Nació Charles Perrault, escritor francés de cuentos infantiles clásicos como Pulgarcito, Caperucita roja y El gato con botas, atemperando en muchos casos la crudeza de las versiones orales. 1876.- Nació John Griffith Jack London, autor de Colmillo Blanco, The Call of the Wild (traducida en español como La llamada de lo salvaje y La llamada de la selva), y otros cincuenta libros. 1963.- Murió Ramón Gómez de la Serna, prolífico escritor y periodista vanguardista español, generalmente adscrito a la Generación de 1914 o Novecentismo, e inventor del género literario conocido como “greguería”. Posee una obra literaria extensa que va desde el ensayo costumbrista, la biografía, la novela y el teatro. 13 de enero 1941.- Falleció James Joyce, escritor irlandés, reconocido mundialmente como uno de los más importantes e influyentes del siglo XX. Joyce es aclamado por su obra maestra, Ulises (1922), y por su controvertida novela posterior, Finnegans Wake (1939). Igualmente ha sido muy valorada Hoy en día, El lago de los cines es un paradigma del ballet clásico. Con la música Chaikovski es, actualmente, uno de los más reputados títulos del ballet mundial y una de las mayores exportaciones artísticas de la Rusia imperial, así como una de las obras emblema del compositor. Bailarines tan geniales como Anna Pávlova y Rudolf Nuréyev han dejando su huella en esta duradera obra maestra. La novela Colmillo blanco examina el violento mundo de los animales salvajes y el igualmente violento mundo de los humanos; además, explora temas complejos como la moral y la redención. la serie de historias breves titulada Dublineses (1914), así como su novela semi autobiográfica Retrato del artista adolescente (1916). Joyce es representante destacado de la corriente literaria de vanguardia denominada modernismo anglosajón, junto a autores como T. S. Eliot, Virginia Woolf, Ezra Pound o Wallace Stevens. La crítica internacional coincide en valorar la figura de James Joyce como una de las más importantes e influyentes en la cultura literaria del siglo XX, al lado de las de Franz Kafka, Marcel Proust, Jorge Luis Borges o William Faulkner. 14 de enero 1898.- Murió Lewis Carroll, seudónimo por el que es conocido en la historia de la literatura Charles Lutwidge Dodgson, diácono anglicano, lógico, matemático, fotógrafo y escritor británico, conocido sobre todo por su obra Alicia en el país de las maravillas, la cual ha sido traducida a numerosos idiomas, incluido el esperanto. En 1998, un ejemplar de la primera edición del libro se vendió en subasta por la suma de 1.5 millones de dólares. 15 de enero 1895.- Se estrenó El Lago de los Cisnes, un cuento de hadas-ballet estructurado en cuatro actos, que fue encargado por el Teatro Bolshói. La música fue compuesta por Piotr Ilich Chaikovski; se trata de su op. 20 y es el primero de sus ballets. En la producción original la coreografía
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