29 30 COL A BOR A DORE S NADIA BALDUCCI Bióloga peruana; dirige Life Out Of Plastic, organización que busca concientizar sobre el impacto de la contaminación plástica en costas y mares. Investigadora asociada en ProDelphinus. DA N Y B A D I L L O Periodista enfocado en temas de ciudadanía, cultura y creatividad. Coordina el área de Comunicación Digital del Laboratorio para la Ciudad, área experimental del gobierno del Distrito Federal. CARMEN CARMONA Ilustradora mexicana. Realizó estudios de diseño, comunicación visual, pintura, escultura e ilustración, y su trabajo ha sido publicado en revistas impresas y digitales. I S R A E L G . VA R G A S Editor gráfico e ilustrador de las revistas Picnic, Yaconic, La Peste e Indie Rocks! behance.net/israelgevargas OLDEMAR GONZÁLEZ Infografista ilustrador; es colaborador de Nexos, ProMéxico, Alto Nivel, Expansión, Inversionista y Revolver. V E S TA M Ó N I C A H E R R E R Í A S Curadora, investigadora y editora independiente de proyectos fotográficos. Dirige Ediciones Ve y ha publicado Manuel Álvarez Bravo (Francia, 2012) y Mexican Portraits (eu, 2012). FR ANCISCO MARTÍNEZ NIETO Egresado del posgrado en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del iteso (Guadalajara). Su área fundamental es la divulgación de la Astronomía y las Ciencias del Espacio. M A R U M O N R OY Reportera y editora con 20 años de experiencia. Su trabajo se centra en temas relacionados con consumo, viajes y medio ambiente. OMAR SAL A Z AR ANDR ADE Director de Arte en la escuela de fotografía Lumière (Toluca) e ilustrador freelance. Ha participado en las exposiciones colectivas Adventure Time y 75 aniversario de Batman, entre otras. DA N I E L S Á N C H E Z P O I T E V I N Editor y cofundador de la revista La Peste. Estudió Filosofía. Es socio y coordinador de proyectos en dn3 comunicación. L E O N A R D O TA R I F E Ñ O Cronista y periodista cultural. Ha escrito para Reforma, Letras Libres, Gatopardo, Rolling Stone (Argentina) y Soho (México). Su libro Extranjero siempre fue elegido como una de las mejores obras periodísticas de 2013. K H E N P O K A R M A T S H U LT R I M Originario de Bután, ingresó a corta edad al monasterio de Shechen en Nepal. En el 2000 fue maestro residente en Alemania e Inglaterra. Vive en México desde 2012. Imparte clases de Filosofía Budista en los centros Shechen de México y Guadalajara. L U I S U S A B I AG A Promotor comercial de fertilizantes químicos, insecticidas agrícolas y semillas transgénicas. Dedica su tiempo libre a la tauromaquia, la cacería y la pesca deportiva. direc torio DIRECCIÓN GENER AL Bárbara Hernández Edgar Chahín DIRECCIÓN EDITORIAL Jorge Lestrade [email protected] C O O R D I N AC I Ó N G E N E R A L Nora Torres [email protected] EDICIÓN Gerardo Lammers [email protected] C O R R E C C I Ó N D E E S T I LO Israel Galina [email protected] R E DAC C I Ó N Natalia Álvarez [email protected] DISEÑO Carolina Mendieta [email protected] Ana Lucía Mena [email protected] Lorenzo Vera [email protected] EDICIÓN WEB Pablo Ampudia [email protected] D E S A R R O L LO W E B Víctor Lozano [email protected] con t e nido 20 20 CENTRAL 28 OPINIÓN 30 CRÓNICA 33 PERSONA Cultura maker: hazlo tú mismo (y compártelo) La historia de las cosas no es como la conocemos Si les llamas popotes, cañitas o sorbetes, da igual: sólo sirven para morderlos o hacer ruido Cinco minutos para empezar a cambiar el mundo 04 CONSUMO INTELIGENTE 34 P O R TA F O L I O S 09 OPINIÓN 42 E N T R E V I S TA 45 PA R A L I P Ó M E N O S 46 ARTES Polos al deshielo 48 MIS PRIMEROS DESASTRES Este producto fue impreso en papel Domtar Lynx White FSC de 118 g, 100% sustentable. Cuenta con el certificado del Forest Stewardship Council, lo que garantiza el uso responsable de los recursos naturales con que se fabrica. Crónica ambiental, año 1, No. 7, diciembre 2014 – enero 2015, es una publicación editada por Generadora de Contenidos Visuales y Escritos s.c. Chapultepec 540, interior 609, colonia Roma, delegación Cuauhtémoc, cp 06700, México, df. Teléfono 5514 1577. Editor responsable: Jorge Lestrade Sadurní. Número del certificado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2014-060613205000-102. Número issn 2007-994x ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud de Título en trámite, Certificado de Licitud de Contenido en trámite. Impresa en Servicios Profesionales de Impresión s.a de c.v. Mimosas 31, colonia Santa María Insurgentes, delegación Cuauhtémoc, cp 06430, México, df. Teléfono 5117 0100. Crónica ambiental tiene un tiraje mensual de 5 000 ejemplares; esta edición terminó de imprimirse en diciembre de 2014. Distribución controlada. El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores y no refleja el punto de vista de Crónica ambiental. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial del material publicado sin consentimiento por escrito de Crónica ambiental. 10 12 18 Regalos con sentido Retos ambientales de 2015 NUMERALIA Rinoceronte: un gigante cerca de la extinción N O TA Mares y cambio climático: consecuencias desbordantes INFOGR AFÍA Retratos del consumo Del hambre, la política y el ambientalismo “buenista” De la imposibilidad de un contrato natural (I) H2Omx, baldazo de agua helada para la conciencia Otra modesta proposición CONSUMO INTELIGENTE REGALOS CON SENTIDO POR MARU MONROY ILUSTRACIONES DE CARMEN CARMONA En esta selección te damos algunas ideas para entregar obsequios originales que, al mismo tiempo, contribuyan con la conservación del entorno, la protección de los recursos naturales y la promoción del consumo responsable. La Talacha: taller de diseño sustentable latalachataller.com.mx Una de sus máximas es desarrollar alternativas de bajo impacto ambiental tanto en diseño arquitectónico como en mobiliario. Con tarimas de madera restauradas o bambú, construye casitas y camas para perros; incluso algunas tienen techo verde. También fabrica camastros, sillas, comedores y mesas de centro, decoradas a mano. El taller está en Tepoztlán, donde además se imparten cursos que funcionarán como un regalo muy original. 4 Medidores de consumo eléctrico nigelsecostore.com Guacalito de la Fortuna fortunamezcal.com Dicen que la champaña es para ricos y el mezcal para sabios. Bajo este principio, los habitantes de San Dionisio, Oaxaca, elaboran un mezcal joven de agave espadín, con sabor ahumado, siguiendo los métodos tradicionales que don Ignacio Martínez, maestro mezcalero, conoce desde hace años. La bebida es de origen orgánico y para estas fechas la firma preparó el Guacalito de la Fortuna: incluye una botella, sal de gusano, un vasito y guacalito de bagazo hecho a mano por gente del pueblo. Estos aparatos muestran cuánta energía consumes y cuánta podrías ahorrar apagando los electrodomésticos. Son fáciles de usar e instalar. En la tienda existen varios modelos que grafican la información y la comparan por día, semana o mes. También puedes establecer metas y si las rebasas, sonará una alarma que se apaga al desconectar algunos aparatos. Otros monitores permiten ver tu consumo en línea. Recyclart recyclart.org Esta comunidad es parecida a Pinterest, salvo porque todos sus integrantes tienen algo en común: reciclan para crear los objetos más disímbolos, desde tote bags hechas con camisetas hasta tapas de libretas fabricadas con un vinil de los Beatles. Cualquiera puede subir sus ideas a la red; también es posible adquirir alguno de los más de 600 artículos de la tienda, donde hay joyería, muebles, accesorios de cocina, columpios y relojes a partir de piezas de bicicleta. 5 Green Science 4m-ind.com Es una línea de juguetes educativos de la marca 4m, compañía basada en Hong Kong que estimula la creatividad de los niños a través de la exploración. La colección recurre a elementos cotidianos como una papa para generar energía; incluye un motor que prende un foco con energía mecánica, un filtro de agua potable que los pequeños pueden hacer combinando distintos tipos de arena, y otros objetos que incorporan latas de aluminio, cartón y materiales de desecho. También tienen una línea llamada Green Crafts para hacer manualidades. Calienta agua con el sol sunkettle.com El Sunrocket es un termo que calienta o hierve agua utilizando sólo la energía del Sol; su funcionamiento es muy sencillo: el propietario debe abrir los paneles que cubren un cilindro central e inclinarlo en dirección a la luz natural. En un lapso no mayor a 30 minutos, el agua (medio litro) estará caliente; si quieres hervirla, tiene una válvula integrada que permite la salida del vapor. 6 MOVIMIENTO = ENERGíA store.npowerpeg.com Si de niño imaginaste que sería maravilloso aprovechar tus caminatas para producir electricidad, tu sueño se ha vuelto realidad gracias al nPower peg o Generador Personal de Energía. Para accionarlo, sólo colócalo en una bolsa, en tu mano o mochila, ya que el movimiento que hagas al correr, caminar o andar en bici, se convertirá en energía para cargar dispositivos personales, desde teléfonos hasta gps. Es el regalo perfecto para quien disfruta las actividades al aire libre. Apoyo comunitario grupedsac.org.mx El Grupo para Promover la Educación y el Desarrollo Sustentable realiza acciones que favorecen el progreso de diversas poblaciones; para ello, cuenta con programas de conciencia ambiental y cambio de hábitos que impulsan la autosuficiencia y la productividad, así como el cuidado de los recursos naturales, principalmente en zonas rurales del país. En Navidad venderá canastas que incluyen mermeladas, aceite de oliva, salsas y chipotle en adobo, entre otros productos. Las ganancias se destinan a apoyar proyectos sociales en localidades rurales. 7 Cuida el agua mientras te bañas waterpebble.com Waterpebble es un dispositivo que te ayuda a reducir la cantidad de líquido que empleas al ducharte, ya que monitorea cuánto va a parar al drenaje, estableciendo como referencia el primer baño en el que lo usaste. A partir de entonces, muestra con los colores del semáforo si te estás acercando al nivel máximo o si estás por debajo de éste. Cada vez que te bañes, la pieza irá reduciendo siete segundos el tiempo, con la intención de que ahorres agua (prácticamente sin darte cuenta). La luz verde marca el inicio del regaderazo, la amarilla que estás a la mitad y la roja que es momento de terminar. KALUNA kaluna.com.mx Esta marca fabrica playeras a partir de botellas de plástico, bandejas de comida y placas de rayos X que se lavan, muelen, trituran y calientan para convertirlas en fibra de poliéster, que después se hila y transforma en tejido. Las prendas no están teñidas y sus colores corresponden al tono original, mientras que en el estampado se emplean tintas de bajo impacto, libres de pvc. Los modelos están certificados por el Global Recycle Standard que regula empresas textiles que transforman residuos posconsumo en productos terminados. Eclock kichink.com/stores/eclock Edgar Torres, estudiante de Diseño Industrial de la Universidad de Guadalajara, creó hace un año esta línea de relojes de pulsera, utilizando maderas recuperadas de nogal, encino, mango y barcino. Cada pieza se elabora de forma artesanal y cuenta con maquinaria japonesa. Los diseños, para hombre y mujer, son cortados con láser; existen con extensibles de piel o plástico, y algunos tienen manecillas y números en color. Los precios oscilan entre 450 y 650 pesos. CONSUMO INTELIGENTE 8 Regalos con sentido Retos ambientales de 2015 FEDRO GUILLÉN* | @fedroguillen U 1 2 na premisa lógica para explicar este artículo es que los problemas ambientales que enfrentará nuestro país en este año que inicia no tendrían que ser significativamente diferentes a los que vivimos en años pasados. Después de todo, el deterioro ambiental no es un estado sino un proceso con velocidades de cambio graduales y una dirección definida; si me permite, querido lector, una analogía, se trata de un tren en marcha al que hay que detener paulatinamente y no de forma súbita. Dicho lo cual, podemos enumerar un mosaico amplio de retos venideros que deben ser atendidos en diversos planos. En primer lugar se encuentra el plano institucional y normativo. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) es la principal institución encargada de atender las cuestiones ambientales; sin embargo, es claro que su capacidad de ejercicio de contrapeso para atenuar los impactos producto de procesos de desarrollo es limitada. El instrumento de impacto ambiental (quizá la herramienta más poderosa con la que cuenta la dependencia) es potestad de un solo funcionario y cuenta con un altísimo componente de discrecionalidad, lo que permite orientar cualquier estudio con un veredicto previo al análisis. Colegiar las decisiones y hacerlas transparentes es un desafío inmediato. Claramente la Semarnat no tiene el mismo nivel de prioridad que las dependencias que se encargan de fomentar inversiones e infraestructura. Un segundo problema es el mecanismo del ordenamiento ecológico; a nivel federal se analizan los potenciales usos de suelo de regiones críticas. No obstante, el artículo 115 constitucional le confiere a los municipios la facultad de regularlos, por lo que estas propuestas se convierten en una entelequia ante los intereses locales. Tengo también la percepción de que a partir del gobierno de Fox, las decisiones de quienes enca- bezarían la administración de problemas ambientales recayó en políticos sin preparación; recuerde usted que dos exgobernadores fueron titulares de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) —por ejemplo—, y que el actual secretario no ha acreditado ninguna experiencia en la materia. El rosario de problemas que enfrentamos genera una lista que con algo de sentido común debería movernos a alarma; la deforestación rampante es uno de los problemas más importantes que afrontamos. Es notable que no haya una cifra única y oficial acerca de los cientos de miles de hectáreas que perdemos al año, y las variaciones de diversos estudios son simplemente ridículas ya que pueden oscilar en rangos de 400 000 hectáreas. La inspección y vigilancia de las delegaciones federales de Profepa es muy limitada y padece a los poderes fácticos locales. Además, es sabido que los gobernadores dan una especie de “beneplácito” para autorizar delegados a modo. Con frecuencia se anuncian campañas masivas de reforestación sin que el dato clave (la tasa de sobrevivencia de las especies plantadas) se haga público. Un reto inmediato es revisar nuestra política energética. Hasta hace muy poco tiempo se planteaba construir una refinería; una idea tan buena como procrear un elefante blanco, costoso, inútil e innecesario. Asimismo, el temor político permite que las gasolinas tengan un subsidio escandaloso (una persona que cuenta con una camioneta de ocho cilindros “recibe” 2 000 pesos al mes vía subsidios); es decir, el gobierno utiliza recursos altísimos para propiciar transporte contaminante, en lugar de invertirlos en transporte masivo, eficaz, seguro y, sobre todo, limpio. Asimismo, la transición hacía energías renovables lleva el paso de un caracol de jardín; uno podría preguntarse, con justicia, las razones de este pasmo. Mi hipótesis personal es que estos proyectos no son vistosos ni dan un rédito político de corto plazo. Parece que no existen razones para suponer (a pesar de lo que piensa el imaginario colectivo) que la reciente Reforma Energética se traduzca más que en el saneamiento de Pemex y no en una verdadera transición hacia una política absolutamente independiente de los combustibles fósiles. Por lo menos no en los próximos años. Por supuesto, en la extensión de este texto sería imposible dar una lista pormenorizada de todos los desafíos, entre los que se cuenta la pérdida de biodiversidad, la contaminación, la desertificación o el manejo inadecuado de residuos. En todos los rubros, los retos son altísimos y requieren tareas formidables que involucren a toda la sociedad en su conjunto. Recordemos los costos de no actuar, que en múltiples informes públicos se ubican en magnitudes 10 veces mayores a los de prevenir. Aún es tiempo, aunque las razones para el optimismo no sean las más altas…veremos. * Articulista y autor de los libros Crónica alfabética del nuevo milenio y La sala oscura, es doctor en Ciencias. 9 3 4 5 nume r a li a 90% RINOCERONTE: UN GIGANTE CERCA DE LA EXTINCION Las poblaciones de rinoceronte han disminuido 90% en las últimas 3 décadas. 1 020 1 020 ejemplares han sido cazados en lo que va del año en Sudáfrica. (16 más que en todo 2013). 6 Quedan 6 rinocerontes blancos en el mundo; sólo uno de ellos es macho. (Las probabilidades de reproducción son nulas). 20 000 POR REDACCIÓN ILUSTRACIÓN DE OMAR SALAZAR En la medicina tradicional china se cree que el cuerno de este gran mamífero posee amplios poderes curativos; es capaz de aliviar desde una resaca hasta ciertos tipos de cáncer. Lamentablemente, esos supuestos poderes han ocasionado que el rinoceronte sea perseguido y cazado —a fin de obtener la materia prima para las pócimas—, situación que lo coloca a un paso de la desaparición definitiva. Éstas son algunas cifras de alarma. En Sudáfrica habitan cerca de 20 000. Es la mayor población de esta especie en el mundo. Podría desaparecer en 2020. Sólo existen 50 ejemplares del rinoceronte de Java. Viven en Indonesia. 50 4 En 4 países se presentan los mayores índices de tráfico ilegal: República Checa, Mozambique, Sudáfrica y Vietnam. Fuentes: Traffic | United Nations Environment Programme (unep) | World Wildlife Fund (wwf). 350 000 El permiso para cazar un rinoceronte negro africano cuesta 350 000 dólares. La licencia permite disparar a un ejemplar viejo, agresivo y estéril. 65 000 y 80 000 Entre 65 000 y 80 000 dólares cuesta el kilo de cuerno de rinoceronte. Es mejor pagado que los diamantes, el oro o las drogas. 30 La caza furtiva de estos animales se multiplicó 30 veces en Sudáfrica en los últimos 10 años. EN GRIEGO, RINOCERONTE SIGNIFICA NARIZ CORNUDA. RHINO = NARIZ KERA = CUERNO NOTA Mares y cambio climático: consecuencias desbordantes POR FRANCISCO MARTÍNEZ NIETO | @manfrax Inundacion en Nashville, Tennesse (mayo 2010). | Foto: Kaldari. Los invaluables servicios ambientales que ofrecen los océanos al planeta se encuentran amenazados por el cambio climático. Como consecuencia, las aguas están subiendo de nivel y acidificándose. La vida de muchas personas —las que viven en regiones costeras, de la Polinesia y Bangladesh, al Golfo de México y el Caribe— y especies animales ya está resultando afectada. El deshielo del Ártico, otro problema relacionado, ha despertado el apetito internacional por el control de los hidrocarburos que ahí abundan, lo cual empeoraría la situación. Se requieren, al menos, dos acciones urgentes: reducir la emisión de gases de efecto invernadero producto de las actividades industriales y cotidianas, así como proteger los ecosistemas marinos ante los fenómenos irreversibles. “¿ Qué harían ustedes ante la desaparición de su nación?”, cuestionaba Enele Sapoaga, presidente de Tuvalú, a los delegados de la xx Conferencia Internacional de Cambio Climático (cop 20) celebrada este diciembre en Lima, Perú. La pregunta retórica plantea el riesgo real que corre este archipiélago del Pacífico Sur ante el incremento del nivel del mar durante las próximas décadas. De hecho, Tuvalú ha establecido ya un acuerdo migratorio con Nueva Zelanda para enviar cada año a 75 de sus habitantes a ese país. Se trata de una nueva e inquietante forma de migración: los refugiados climáticos. El estado de alerta es compartido por los países insulares de la Polinesia occidental que se elevan apenas unos metros por encima del Pacífico, entre ellos Maldivas, las Islas Marshall y Kiribati. En este último archipiélago, el presidente Anote Tong se ha dedicado durante la última década a la adquisición de nuevas tierras y a negociar acuerdos migratorios con sus vecinos ante la posibilidad de que su nación corra la misma suerte que enfrentará 13 Tuvalú dentro de 30 o 40 años. Para los polinesios, el cambio climático acarrea, además de todo, la posibilidad de convertirse en apátridas. El problema no es exclusivo de esta región. Zonas costeras tan diversas como las de los mares Caribe y del Norte o las del Golfo de Bengala se encuentran igualmente comprometidas por el creciente aumento en el nivel del mar y enfrentan un futuro tempestuoso para sus habitantes y ecosistemas. si esto cambiara? Tal vez dicho continente podría tener una temperatura como la del norte de Canadá, donde sólo viven esquimales”, especula Noel Carbajal, doctor en Oceanografía Física e investigador del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica. Un tema incluso más grave es que el metano depositado en el lecho del océano pueda subir a la superficie, advierte Carbajal: “esto está ocurriendo, por ejemplo, en las costas de California, y recordemos que el metano tiene una potencia 20 veces mayor que el bióxido de carbono para retener el calor”. U n a d efen s a n at u r a l en r ie s g o L a d em o l i c i ó n d el Á r t i co La relación de los océanos con la temperatura del planeta es muy estrecha. Mientras su capacidad para almacenar calor supera en cuatro veces a la de la atmósfera, su densidad promedio es casi 1000 veces más grande. Esto convierte a los mares en los principales amortiguadores del calentamiento global y del impacto de los gases de efecto invernadero, pues funcionan como excelentes sumideros de dióxido de carbono (CO₂). En este mismo servicio radica la clave de su vulnerabilidad. Para la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (noaa), el incremento de calor en los océanos es equivalente a la explosión de una bomba como la de Hiroshima cada segundo durante los últimos 30 años. Esto se manifiesta en su temperatura promedio, que se incrementa alrededor de .1 °C por década, y en la subida en el nivel del mar, que crece en un rango de al menos .25 milímetros por año desde la década de 1990. Mientras la precisión de estas estimaciones ha crecido con el tiempo, también lo han hecho las inquietudes sobre los fenómenos que este calentamiento podría desencadenar. La capa superficial del océano —que es la que se está calentando— abarca únicamente 10% de su volumen total. Fenómenos como el oleaje o el viento podrían estar llevando este calor hacia las profundidades, provocando cambios en sus niveles de salinidad y oxigenación. “El cambio climático está cambiando los patrones del viento”, comenta Jorge Torre, doctor en Recursos Naturales y director ejecutivo de la asociación civil Comunidad y Biodiversidad (Cobi), con sede en Guaymas, Sonora, y promotora de proyectos comunitarios de conservación para los ecosistemas marinos. “En el fondo del mar existe una parte que carece de oxígeno, a la que llamamos zona hipóxica. Cuando los vientos son tan fuertes, esta capa asciende a la superficie y provoca que diversas especies se queden sin respirar, es un fenómeno bien documentado que han reportado los pescadores”. La acción del viento puede además comprometer el funcionamiento de la cinta transportadora oceánica, una especie de carretera submarina que regula la temperatura de todo el planeta. “La corriente del Golfo lleva agua caliente al norte de Europa y permite que ahí se mantenga un buen clima. Pero, ¿qué pasaría En septiembre de 2009, dos buques comerciales de la empresa alemana Beluga Shipping completaron un recorrido desde el océano Pacífico hasta el Atlántico, navegando únicamente por el océano polar Ártico. Nunca antes una firma marítima occidental había completado esta travesía —conocida como ruta marítima del Norte— sin la necesidad de un barco rompehielos. “Estamos muy orgullosos; lograrlo ha sido el resultado de una preparación muy precisa y del trabajo en equipo de nuestros capitanes, meteorólogos y la tripulación”, decía Niels Stolberg, presidente de la compañía, quien se ahorró los más de 150 000 dólares que implicaba viajar por otra ruta. Stolberg olvidó incluir entre los créditos la inestimable ayuda del cambio climático. Según el Panel Gubernamental de Cambio Climático —ipcc por sus siglas en inglés y que representa la voz más certificada a nivel mundial en el estudio del tema—, la reducción de hielo en el Ártico no tiene antecedentes en el registro histórico y se prevé, incluso en un pronóstico moderado, que en menos de 40 años la zona esté completamente libre de hielo durante el verano. Un fenómeno que, a decir de un reporte de la internacionalmente reconocida Unión Americana de Geofísica, publicado en 2005, no se ha presentado en el registro paleoclimático en los últimos 80 000 años. Mientras el hielo en el Ártico disminuye, algunas ambiciones aumentan. La disponibilidad de nuevos espacios para la navegación hace posible la incursión de embarcaciones pesqueras y comerciales hacia ecosistemas antes inaccesibles. Quizá este impacto sea lo de menos ante un tesoro ahora desprotegido: más de 10% de las reservas no descubiertas de gas natural y petróleo a nivel mundial se encuentra en esta zona, según reportes de Repsol y otras compañías. Un edén de hidrocarburos que ha despertado el apetito no sólo de las petroleras, sino de potencias como Rusia, Estados Unidos, Canadá o los países Nórdicos. Este enfrentamiento silencioso comienza a evidenciarse con los reclamos de Dinamarca o Rusia ante la onu para agenciarse nuevos territorios en el Ártico, o por la filtración, cortesía de Wi14 EL INCREMENTO DE CALOR EN LOS OCÉANOS EQUIVALE A LA EXPLOSIÓN DE UNA BOMBA COMO LA DE HIROSHIMA CADA SEGUNDO DURANTE LOS ÚLTIMOS 30 AÑOS. El Golfo y el Caribe , las regiones má s afec tadas en Mé xico kileaks en 2011, de diversos cables diplomáticos que reflejan una naciente disputa por los recursos energéticos en la zona. Las costas mexicanas no están exentas ni presentan un riesgo menor ante los problemas ambientales asociados al cambio climático. De acuerdo con los reportes del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (inecc), las regiones más susceptibles son las del oriente del país, sobre todo los litorales del Golfo de México y el Mar Caribe. De acuerdo con un estudio del Instituto de Geografía de la unam, las regiones más vulnerables son el delta del río Bravo en Tamaulipas; la Laguna de Alvarado, en Veracruz; una amplia zona de Tabasco —quizá el estado más amenazado—, comprendida por los recorridos de los ríos Grijalva y Usumacinta, y las costas de Yucatán y Quintana Roo. Este problema se torna aún más grave considerando la alta vulnerabilidad de los sitios de anidación de tortugas marinas en Campeche, a causa de la erosión y la pérdida de litorales; la exposición de arrecifes de coral en Quintana Roo ante las altas dosis de salinidad marina; y la existencia de humedales en prácticamente todos los estados en la costa oriental del país. Sobre los perjuicios a las actividades humanas y comerciales, se plantean riesgos directos a la práctica de la pesca artesanal en todas las costas y al sector turístico instalado en el Caribe. Esto último debido a las amenazas que representan la acidificación de los océanos y el aumento en la frecuencia de los huracanes. Según el inecc, una elevación de apenas un metro sobre el nivel del mar generaría más de tres millones de afectados, todos ellos en la costa oriental del país. El fen ó m en o d e l a ac id ifi c ac i ó n El ritmo de emisión de CO₂ por parte de las actividades humanas está fatigando la capacidad de los océanos para absorberlo. Cuando este gas de efecto invernadero se disuelve en el agua salada, se forma ácido carbónico, compuesto que con sus grandes concentraciones está provocando una acidificación global de los océanos. Este fenómeno tiene graves consecuencias para la sobrevivencia de las especies marinas, principalmente las que desarrollan conchas o esqueletos, como los crustáceos, moluscos y corales, pues un mayor nivel de acidez disminuye la concentración de los carbonatos que conforman estas estructuras y los vuelven vulnerables a las amenazas de su ambiente. “En las costas de Washington se dieron cuenta de que esto (la acidificación) afectaba a los cultivos de almeja”, dice Torre. “Cuando sale su larva (uno de sus primeros estados de desarrollo) emplea sus primeras horas para construir su concha, pero al haber más acidez le cuesta más trabajo y ese gasto adicional de energía le dificulta construir otros órganos. Son pequeños indicios de que cosas que no ocurrían ya están sucediendo”. Hallazgos como éste han sido consignados por Woods Hole —una de las instituciones oceanográficas más grandes de Estados Unidos— y hasta ahora, como reconoce el ipcc, se desconoce cómo es que los organismos marinos se adaptarán a esta clase de cambios, si es que esto es posible. Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao), esta vulnerabilidad de las especies marinas provocará un efecto dominó o una reacción en cadena, impactando, a nivel mundial, el sector pesquero. Una actividad que hace posible el sustento 500 millones de personas que viven en países en desarrollo, con lo que ello supone: alimentación e ingresos económicos. Los daños, además, no serían equitativos. Atendiendo a la tendencia histórica, los factores de peligrosidad natural hacen más vulnerables a las comunidades pesqueras pobres y con bajos niveles de desarrollo, quienes, adicionalmente, enfrentan 15 el rezago social y una limitada capacidad de adaptación a estos problemas. En números de la fao, la industria pesquera mundial se compone hoy en día hasta en 90% por el trabajo de los pescadores artesanales, los que cuentan esta actividad entre sus estrategias de sobrevivencia y, en muchos casos, como único medio de sustento ante el decaimiento de otros modos de vida como el comercio o la agricultura. Para ellos existirán pocas oportunidades de movilidad y adaptación, cuando las especies marinas de las que dependen cambien sus zonas de distribución a causa del fenómeno. Las zonas más vulnerables a estos impactos están localizadas, según la fao, en las costas de África (naciones poco desarrolladas como Gambia, Sudán o Mozambique, dependen en gran medida de la pesca de moluscos). Algunas más en la costa del Pacífico sudamericano de Colombia y Ecuador, debido al lugar primordial que ocupa la pesca entre sus actividades comerciales. Regiones de Rusia y Ucrania, donde el calentamiento de los mares puede alcanzar altos niveles, también se consideran vulnerables, atendiendo a la poca capacidad de adaptación de sus habitantes. Las poblaciones humanas tendrían más retos. Los cerca de 300 millones de personas que viven en zonas costeras bajas o alrededor de las deltas de los ríos más importantes del mundo, podrían ser castigados por efectos como la radicalización en la frecuencia e intensidad de los huracanes. Ello está relacionado con la disminución de barreras naturales como los arrecifes, según las universidades de Warwick (Inglaterra) y Queensland (Australia), publicado en 2005. Regiones superpobladas en Bangladesh ya son azotadas por estas calamidades, y el ipcc estima en 15 millones los posibles afectados ante un incremento de un metro en el nivel del mar. Para 2050 esta cantidad de personas podría elevarse mundialmente a 200 millones, según la onu. mente precisos sólo en los últimos 20 años”, critica del Monte. Por lo tanto, eventos consecuentes, como el aumento en el nivel del mar o el cambio en las corrientes oceánicas podrían someterse a escrutinio. “Lo importante son los procesos regionales, la resolución que emplean los estudios del ipcc podría ser muy amplia (la sección territorial que se está estudiando) y estos aspectos regionales se pierden, tal vez son ellos los que indican otras tendencias en la temperatura”, añade. Estas reflexiones, dice Del Monte, contribuyen a colocar el sistema ambiental en un escenario más complejo, propicio a diversas interpretaciones. “La gente debe saber que no hay sólo una postura, aunque hay una reticencia fuerte por parte de otros investigadores y nos cuesta trabajo colocar nuestros artículos en algunas publicaciones”. Ag en da in m ed i ata Los estudios más aceptados por la comunidad científica (ipcc y noaa) en relación con el cambio climático y su relación con los océanos son en realidad pesimistas e indican que las medidas transformadoras no pueden aplazarse. “Es importante mandar este mensaje a la sociedad, pero a la vez es muy difícil entenderlo”, dice Jorge Torre con resignación. “Por ejemplo tú, ¿te imaginas a tus nietos?, ¿qué tan lejos puedes pensar? No hay la capacidad de ver tanto. No sé si el huracán Odile, que recién azotó Los Cabos, tenga algo que ver con el cambio climático, pero ofrece una imagen de las condiciones que pueden enfrentarse con más frecuencia en algunas décadas”. La emergencia de la que habla Torre tiene ya una medida. Según R. K. Pachauri, presidente del ipcc, la “ventana de oportunidad” para actuar no estará abierta mucho tiempo. Y con ello se refiere al objetivo de no superar el techo de 2 °C en el aumento de las temperaturas que la comunidad internacional se ha propuesto para los próximos años —algo que se ha reafirmado en las reuniones del cop 20 de Perú—. Aunado a esta medida, se propone, entre otras acciones, el empleo de energías alternativas, la captura artificial de gases contaminantes y la conservación de los ecosistemas marinos. Por otro lado, los efectos climáticos que parecen irreversibles no darían otra alternativa más que adaptarse a ellos. Algunas de las medidas propuestas por la fao, el ipcc e instituciones nacionales como el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático consisten en generar lineamientos de viabilidad para evitar la instalación de proyectos industriales o habitacionales en zonas de riesgo, así como buscar soluciones para contener inundaciones —como diques o marismas— o fomentar actividades pesqueras alternativas, algo que sugiere la fao con la adopción de la acuicultura. In t er pr e tac i o n e s a co n t r aco r r ien t e Aunque existe un consenso científico sobre la existencia del cambio climático, hay también otras interpretaciones —a menudo poco visibles— que sugieren escenarios mucho más reservados. Para el doctor Pablo del Monte, investigador del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional, los registros climáticos de su grupo de especialistas en el Golfo de México indican que las variabilidades climáticas corresponden a procesos naturales que responden a ciclos de 60 años. Un hallazgo que no omite los cambios inducidos por las actividades humanas, pero que sí se contrapone a las estimaciones del ipcc. “Los modelos del ipcc no toman en cuenta la variación climática anterior a sus registros, pues estos modelos son especial16 Foto | Kathry Hansen, nasa. En México, la asociación civil Cobi contribuye a que los esfuerzos no se concentren sólo entre los especialistas; para ello, forma brigadistas entre los habitantes de comunidades vulnerables para monitorear las anomalías ambientales, proteger áreas naturales y, posteriormente, generar conocimiento científico. “No hay un involucramiento efectivo de la sociedad; por eso promovemos mecanismos de participación donde los implicados se reúnan para lograr la conservación marina”, dice Jorge Torre a propósito de los diversos proyectos que desarrollan en el Golfo de California. Aunque pequeños, proyectos como los impulsados por Cobi comienzan a ofrecer resultados. Dicha asociación mexicana registra que, durante los últimos años, los lugares cerrados de manera estratégica a la pesca han comenzado a propiciar la recuperación de especies marinas en zonas antes afectadas por la falta de oxígeno. Quizá sea el primer tramo de una larga ruta que las sociedades presentes y futuras tendrán que recorrer, y para ello, como comentó Pachauri durante uno de sus mensajes al público en la cop 20 de Perú, se exige un reacomodo de prioridades: “Ha llegado el momento de enfocarnos en las soluciones en vez de seguir insistiendo en el problema. La sociedad civil puede hacer una gran diferencia para grupos de interés como el gobierno, la academia y las empresas”. NOTA 17 Mares y cambio climático: consecuencias desbordantes 18 INFO GRAFÍA 19 CENTRAL Cultura maker HAZLO TÚ MISMO (Y COMPÁRTELO) POR DANY BADILLO ILUSTRACIONES: ISRAEL G. VARGAS Nuevas generaciones de aficionados, inventores, diseñadores, artistas y artesanos, pero también de ingenieros, educadores, científicos y agricultores se están agrupando en diversas ciudades del mundo no sólo para imaginar productos y llevarlos a cabo, sino para compartir sus procesos de conocimiento y creación, así se trate de un captador de agua pluvial, una incubadora de huevos o una impresora 3D que hace espagueti. Proponen un cambio paradigmático en el uso y aprovechamiento de los recursos (naturales y materiales; económicos e intelectuales). Se conocen como makers o hacedores. ¿Se trata de una moda hipster efímera o de una alternativa real al sistema de consumo y desecho? 21 H oy sábado 15 de noviembre, la plaza Tlaxcoaque, un espacio público que divide el Centro Histórico de la ciudad de México y la colonia Obrera, está tomada. Los niños, paseantes, ciclistas y perros que llegan se topan con un tendido de lonas de colores, con más de 50 estands de madera que exhiben cultivos miniatura, robots hechos de materiales reciclados, prendas tejidas con bolsas de supermercado, satélites caseros y placas electrónicas, entre otros muchos artefactos. Detrás de cada estand se encuentran los orgullosos creadores, describiendo con entusiasmo sus productos a todo aquel dispuesto a escuchar. Sobre el piso de la plaza también se encuentran carritos a control remoto hechos de carrizo, bicicletas adaptadas para diversos oficios, sistemas caseros de cultivo hidropónico y captadores de agua pluvial. Este fin de semana la plaza se ha convertido en el escenario de la primera feria maker de la ciudad de México, la feria de los hacedores, es decir, de todas aquellas personas que, al construir objetos y compartir sus técnicas de producción, no sólo transforman la idea tradicional de manufactura, la cual ya no puede ser entendida como un proceso exclusivamente industrial, sino como un vehículo para equilibrar el desarrollo social, el beneficio económico y la preservación del ambiente. “Si lo puedes imaginar, lo puedes hacer; y si lo puedes hacer, lo puedes compartir”. En esta frase se condensa la filosofía de los makers: inventores urbanos, aficionados, tecnólogos, diseñadores, educadores, investigadores, científicos, agricultores y productores de alimentos que tienen una pasión compartida: 22 crear con sus propias manos como respuesta a diferentes motivaciones, como por ejemplo, el aprovechamiento de recursos subutilizados, la reducción de desperdicios electrónicos, la oposición al consumismo y el combate a la obsolescencia programada de los aparatos de uso cotidiano. A menos de 10 años de su aparición y popularización en el mundo, el también llamado movimiento de hacedores posee ingredientes para cambiar las formas de producción y consumo de bienes. Al combinar el uso de nuevas tecnologías —y en muchos casos la utilización de materiales reciclados—, los makers son una generación de ciudadanos conscientes de la importancia de aprovechar los recursos de manera inteligente, creativa, eficiente y sustentable. Siendo aún tan joven, ¿cuál es el potencial de desarrollo que involucra esta cultura para México? ¿Cómo se podría aprovechar para generar una inercia productiva ambientalmente responsable? Presentamos la visión de tres personajes representativos del movimiento: David Cuartielles, cofundador de la plataforma de hardware libre Arduino; Paola Antonelli, curadora de Arquitectura y Diseño del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, y Emeka Okafor, emprendedor y cofundador de la feria de hacedores del continente africano. La revista de los hacedores En el año 2005 la editorial estadunidense O’Reilly Media lanzó una revista dirigida a una incipiente comunidad de inventores de cochera interesados en la tecnología: Make Magazine. O’Reilly aprovechó el auge de las empresas tecnológicas en California para hablarle a una colectividad entusiasmada por innovar a través de productos no convencionales y nuevas herramientas. Make Magazine era novedosa porque invitaba a los lectores a construir sus propios artefactos, desde objetos hechos con madera hasta robots de componentes reciclados. Pronto se convirtió en una plataforma para compartir técnicas y develar procesos de fabricación que habían permanecido ocultos. Gracias al éxito de la revista, O’Reilly Media organizó la primera feria de hacedores en 2006, tan sólo un año después de haber lanzado la publicación. En la actualidad, los productos Make Magazine, Maker Faire, el sitio web Makezine.com y la tienda online Maker Shed se agrupan bajo el sello de la corporación Maker Media. O r í g e n e s: un a r e v i s t a y un a f e r i a El calificativo maker se remonta al año 2005 con el lanzamiento en Estados Unidos de Make Magazine, una revista de la empresa O’Reilly Media dirigida a aficionados e inventores de aparatos tecnológicos caseros y gadgets de cochera. Un año después del lanzamiento de la publicación, O’Reilly Media realizó la primera edición de una feria de hacedores en San Mateo, California, llamada Maker Faire. El formato de feria fue concebido como un espacio para mostrar no sólo las creaciones de los makers, sino para compartir el conocimiento generado a raíz de los procesos de creación, para dejar atrás la imagen del inventor que guarda con recelo sus técnicas buscando el beneficio personal. Hasta la fecha, más de 200 ferias maker se han llevado a cabo en el mundo, reuniendo a todo tipo de hacedores. No obstante que su origen está marcado por el nombre de una revista, el concepto maker es entendido como una evolución de la noción mercadológica DIY (do it yourself o hazlo tú mismo), según refiere el artículo académico “Understanding the do-it-yourself consumer: DIY motivations and outcomes”, publicado en 2011 por los doctores en Marketing Marco Wolf y Shaun McQuitty de la Universidad de Mississippi. Ellos vinculan esta noción a la subcultura punk de los años 70, que enfatizaba la autosuficiencia e independencia del sistema mediante la creación de sus propias prendas, periódicos y sistemas de comunicación. Hoy, la filosofía de conocimiento compartido que sustenta el movimiento maker supera los alcances de la marca: hay hacedores que nunca han tenido un ejemplar de Make Magazine en sus manos. Además existen ferias de hacedores —como la del df— que no tienen relación con Maker Media (la corporación que actualmente agrupa los productos relacionados con la revista), sino que están auspiciadas por organizaciones independientes. Técnicamente, cualquier persona podría organizar una maker faire en cualquier parte del mundo. A r d u in o: ha r d w a r e l ib r e p a r a un a nueva legión de hacedores Un reproche ha rodeado al movimiento desde sus orígenes. Debido a su énfasis en las nuevas tecnologías y el diseño, una de las críticas comunes por parte de quienes defienden los métodos tradicionales de fabricación señala que el movimiento no es incluyente, sino que es más bien un pasatiempo de diseñadores, geeks, hipsters y artistas. 23 Ésta es una crítica que David Cuartielles (Zaragoza, España, 1974) conoce bien. El ingeniero en telecomunicaciones fue invitado a la feria de hacedores de la ciudad de México en su calidad de cofundador de Arduino, la plataforma de hardware libre que, desde su aparición en 2005, ha supuesto una revolución en el concepto de electrónica digital. La plataforma consta de placas electrónicas que permiten agregar elementos tanto a nivel de hardware (componentes físicos) como a nivel de software (programación). En apariencia, Arduino se asemeja a cualquier placa de circuitos electrónicos, como las que se encuentran en celulares y televisores, pero con la gran diferencia de que son modificables: están hechas para crear productos nuevos. En un principio, Arduino fue concebido para que diseñadores y artistas pudieran realizar proyectos electrónicos sin conocer el complejo lenguaje de la electrónica. “Ahora, por ejemplo, se emplea para todo tipo de proyectos, como creación de impresoras 3D, objetos conectados al internet de las cosas (concepto referido a la interconexión digital de objetos cotidianos con la llamada autopista de la información), satélites… Arduino vale para hacer, literalmente, casi todo”, dice Cuartielles, en entrevista para Crónica ambiental. No obstante que fue diseñada para un público especializado, el éxito de Arduino proviene de la gran aceptación masiva que ha tenido. Cuando salió a la luz, el concepto maker ni siquiera existía. Ahora esta plataforma de prototipado que fue concebida en un bar de Ivrea (Italia) llamado Arduino, es un estandarte del movimiento: electrónica compleja hecha simple, materiales accesibles, experimentación, información abierta y conocimiento compartido. Arduino ha sido la base para innumerables proyectos de tecnologías verdes, diseñados a partir de principios de protección al ambiente como el uso racional de recursos naturales, el aprovechamiento de combustibles no contaminantes y la reparación, reciclaje y reuso de artefactos. Apenas en octubre pasado, Cuartielles estuvo en Maker Faire Roma. Quedó gratamente impresionado ante el monumental pabellón de agricultura. Se maravilló, por ejemplo, con meg (bautizado así por sus siglas en inglés: Micro Experimental Growing), un invernadero automático para el cultivo casero de vegetales, ideal para usarse en zonas de escasa iluminación. El sistema, basado en Arduino, usa diodos led (emisores de luz) y su programación es de código abierto, es decir que cualquiera puede acceder al software, cambiarlo, mejorarlo, aprovecharlo para otros proyectos, sin limitaciones de licencias o pago de derechos. Otro de los productos que llamó poderosamente su atención fue LillyBot 2.0, un dispositivo que limpia el aire y el agua a través de la cría de algas en fachadas de edificios. Dado que la actividad fotosintética de las algas es más intensa que otros organismos vegetales, el dispositivo aprovecha que éstas tienen mayor capacidad de absorber dióxido de carbono y generar oxígeno. Además de purificar el ambiente, las algas también generan sustancias que se pueden aprovechar en industrias alimenticias, farmacéuticas, cosméticas y de biocombustibles. Una incubadora de huevos con componentes caseros, fabricada por menos de un tercio de su precio comercial, y una cocina solar hecha con materiales mínimos, como trozos de madera y bisagras de ventanas, son otros ejemplos maker que Cuartielles apreció durante su reciente estancia italiana. “Había cientos y cientos de proyectos. Imagínate una impresora 3D que está diseñada para que, en lugar de imprimir plástico, lo que vas imprimiendo es pasta (espagueti, fetuccini, fideos)”. T hi nke r i n g: p e n s a r y h a c e r a l a v e z Aunque la cultura maker ha dado origen a proyectos tan diversos, con enfoques e intereses tan variados, y ha conducido a una mejor optimización y uso de los recursos, en muchas personas persiste la idea de que se trata de una expresión hipster que incumbe sólo a diseñadores y artistas. Esto es algo que al propio Cuartielles no parece importarle demasiado. “Los diseñadores y la cultura hipster contribuyen a hacer algo accesible, lo hacen mainstream, lo convierten en atractivo. Por ejemplo: creamos Arduino para diseñadores y artistas, gente que es muy verbal a la hora de explicar lo que hace. En Arduino no tuvimos que gastar ni un euro en marketing porque los diseñadores hacían proyectos y estaban encantados de publicarlos en internet, ponerlos en sus blogs, publicar fotos en Flickr… En la cultura maker tenéis a esa gente que se encarga de la difusión. Es un error verlo como algo negativo, ellos van a contribuir a que esto se pueda convertir en una herramienta de cambio social”. El ingeniero español está convencido de que el diseño y las herramientas educativas tienen el poder de volver accesibles el conocimiento y los lenguajes complejos. Gracias a su experiencia como profesor de Tecnologías Interactivas en la Universidad de Malmö (Suecia) y a su trabajo en proyectos de investigación sobre sistemas de educación para niveles básicos, Cuartielles concluye que los estudiantes aprovechan mejor sus materias cuando éstas tienen el componente del thinkering: pensar (think) y hacer (make) a la vez. “Estamos intentando modificar el sistema educativo europeo para que las asignaturas de ciencias tengan un aspecto mucho más fuerte dentro de la cultura maker, para poder hacerlas más atractivas”, dice. “Es mucho más empírico, los niños aprenden mucho mejor los conceptos cuando los han probado ellos mismos que cuando los tienen que leer en un libro”. 24 EL CONSUMO LOCAL —ESPECIALMENTE DE ALIMENTOS— SIRVE PARA FORTALECER LA ECONOMÍA DE LAS COMUNIDADES, COMBATIENDO LA DEGRADACIÓN AMBIENTAL. E l d i s e ñ o, h e r r a m i e n t a d e c a m b i o Reunir a diseñadores y artistas con científicos y tecnólogos es un ejercicio que, en la actualidad, se aplica en campos como la informática y la investigación espacial. Por su capacidad de arrojar resultados inesperados e innovadores, el trabajo interdisciplinario es una práctica empleada también en instituciones educativas y culturales. Paola Antonelli (Sassari, Italia, 1963) es la curadora de Arquitectura y Diseño del Museo de Arte Moderno de Nueva York, el célebre MoMA. Es, asimismo, la primera directora de Investigación y Desarrollo de esta institución. Gracias a su trabajo, una serie de objetos representativos de la cultura maker han sido añadidos a la colección del museo por su aportación al diseño contemporáneo: entre ellos, las placas electrónicas LittleBits, Makey Makey, Ototo y Arduino —utilizadas por hacedores en todo el mundo—, que serán exhibidas en 2015. Antonelli, arquitecta de formación, aboga por el diseño entendido como una herramienta para cambiar las inciertas condiciones de vida de millones de personas hoy en día. “En lugar de pensar en el presente, los diseñadores están pensando cómo va a ser el futuro. Es por ello que el diseño es tan cercano a la cultura maker”, explica, durante su participación en la feria de hacedores de la ciudad de México. Sostiene que el diseño no solamente sirve para crear objetos atractivos, “sillas bonitas, costosas y decorativas”, sino que es un vehículo para incidir en la vida real. En este sentido resultan excepcionales, por ejemplo, los “órganos alimentadores” del proyecto Diseño para un planeta sobrepoblado: Recolectores de los británicos Dunne y Raby: sistemas, procesadores y hasta “vestidos digestivos”, creados para extraer nutrientes de alimentos considerados tradicionalmente como no aptos para el consumo humano —como raíces y algas—, gracias al conocimiento generado por la biología sintética. Este proyecto parte de la visión de que en menos de 40 años ocurrirá la crisis de alimentos más grave de la historia. El resultado son estos aparatos que la gente podría usar en el futuro ante la escasez de recursos naturales y el cambio climático. Por casos como el anterior, Antonelli percibe al diseño y al movimiento de hacedores como una especie de activismo. Un activismo, por cierto, que no comenzó ayer. “La cultura maker es más vieja que el diseño industrial, tan antigua como la arquitectura o la religión, no solamente un pasatiempo de hipsters y geeks. Es producir cosas, no nada más usar Arduino o impresión 3D, es hacer objetos con arcilla, por ejemplo. La cultura maker trata en realidad sobre la sabiduría que proviene del hacer”. A pesar de que ha dedicado toda su carrera a hacer una defensoría del diseño como herramienta de cambio, Antonelli reconoce que no es una tarea sencilla. “Una de las mejores formas de garantizar un porvenir promisorio para las nuevas generaciones y para un país, es cambiar la cultura, pero la cultura no cambia de la noche a la mañana. Éste es uno de los problemas más grandes que tenemos como artistas, como diseñadores, como instituciones culturales: nuestro impacto en la sociedad no se puede medir con los métodos fáciles y habituales de los economistas; sin embargo, nuestra labor es muy importante, ya que de manera lenta pero segura, podemos cambiar el mundo”. bienestar económico, social y ambiental. Estas iniciativas además articulan participación ciudadana, alianzas entre diversos actores sociales y un equilibrio entre producción, comercio y preservación del ambiente. Así, la relevancia de lo maker se encuentra en su carácter sustentable. Atendiendo a lo anterior, si no se debe considerar al movimiento de hacedores como la próxima revolución manufacturera, ¿qué otras formas de desarrollo son posibles? En el caso específico de la ciudad de México, Cuartielles opina que el verdadero potencial se encuentra precisamente en la producción y el consumo local. “La ciudad de México es un país en sí mismo, tiene todo. Tienes todo aquí para producir a pequeña escala. Puedes montar tu base de operaciones, fabricar y mandar al resto del mundo. Como tienes 22 millones de personas, tienes un mercado objetivo en la puerta de casa”. “México es como la utopía de la cultura maker”, dice Cuartielles. “Fabrico algo aquí y te lo vendo a ti que vives al lado; fabricas algo y me lo vendes. La utopía sería ésa, lo veo casi como los hobbits de El señor de los anillos, que son autosuficientes: yo hago vino, tú haces tal y lo intercambiamos. Tenemos una economía local muy rica”. Incentivar la economía local requiere crear espacios, como las ferias, donde la gente pueda entrar en contacto y conocerse entre sí. Pero en el caso de los makers, ¿qué impacto podría tener una serie de eventos de fin de semana en la consolidación de una nueva cultura? Mientras que la primera feria maker está por cumplir 10 años (la de 2006 en San Mateo, California), México tuvo su primera feria de hacedores en marzo de 2014: Oaxaca Mini Maker Faire. El evento fue organizado por el Centro de Diseño de Oaxaca, una institución pública que promueve el diseño como herramienta de desarrollo. En noviembre de 2014, el Laboratorio para la Ciudad —la oficina creativa del gobierno del DF (labcd.mx)— organizó la primera feria maker de la ciudad de México. Emeka Okafor (Stoke-on-Trent, Reino Unido, 1964), un emprendedor arquitecto nigeriano que se enfoca en el desarrollo social y económico de África a través de tecnologías inclusivas, completó el trío de invitados internacionales de esta reunión. E c o n o m í a l o c a l v s. e c o n o m í a d e e s c a l a Tal parece que si un método alternativo de producción no tiene visos de convertirse en economía de escala, es desdeñado. Por ello la cultura maker representa un cambio paradigmático: no todos los productos generados bajo el principio “hazlo tú mismo” buscan la producción en serie en el futuro, sino que suelen perseguir otros intereses acaso más modestos o idealistas quizá, como la producción a mediana escala, consumo local, colaborativo o entre iguales, incluso producción de bienes para autoconsumo. El consumo local —especialmente el de alimentos— es esencial en los esfuerzos por fortalecer la economía de las comunidades combatiendo la degradación ambiental, ya que estos sistemas regionales de mercado están diseñados para integrar El caso africano A partir de 2009, Maker Faire Africa se realiza cada año en una capital distinta del continente africano (Lagos, El Cairo, Nairobi y Accra han sido sedes). “Nos gustaba lo que hacían en Estados Unidos, pero sabíamos que lo que estaba ocurriendo allá no era necesariamente lo que estábamos buscando en África”, cuenta Okafor. El movimiento de hacedores en África está impulsando a los ciudadanos a compartir conocimiento para usar de manera sus26 EL DISEÑO IMPLICA ABORDAR PROBLEMAS EN ÁMBITOS RELEVANTES, TALES COMO EL BIENESTAR, LA SALUD, EL CLIMA Y LOS ECOSISTEMAS. tentable sus recursos naturales. Uno de los proyectos exhibidos en Maker Faire Africa, por ejemplo, consiste en la producción personal de biocombustible a partir de semillas de jatropha, una familia de árboles común en el continente africano. Aunque la generación de este tipo de biodiesel no es nueva, el componente maker radica en que la producción deja de pertenecerle a los grandes emporios: la gente fabrica por sí misma, se involucra en todos los procesos y utiliza herramientas y materiales accesibles. Okafor considera que la cultura maker es además una forma alternativa de crear beneficio económico. “Cuando reúnes a personas inventivas e ingeniosas, lo que haces es romper las barreras. Cuando permites que este proceso de ‘polinización cruzada’ se produzca, con el tiempo es inevitable que surjan colaboraciones, alianzas, incluso negocios. Se trata de reunir a mentes críticas con mentes creativas”. Okafor coincide con Antonelli al considerar que el país tiene mucho potencial de desarrollo al respecto. “Quiero que la gente en México se dé cuenta de lo que tiene antes de que lo pierda: algo que conecta el mundo de la fabricación digital con el mundo de la artesanía; el mundo de lo hecho a mano con el mundo de las tecnologías interdisciplinarias. Hay una oportunidad para un país como México para mezclar esos movimientos y crear algo único”. Éste fue el primer viaje de Okafor a México. Tal y como lo había leído, la riqueza visual del país fue un deleite para él, pero el “nivel de ingenio” que encontró por todas partes fue la verdadera sorpresa. En las calles, en los talleres del Centro Histórico de la ciudad de México, en los estands de los hacedores, el africano conoció formas de creación que merecen, dijo, ser reconocidas por su dimensión humana. —estado con una histórica presencia de la industria electrónica—, tendrá su primera Maker Faire el próximo mes de marzo. En el norte del país, Tijuana alberga la sede de manufactura de 3D Robotics, una empresa de drones (vehículos aéreos no tripulados) que fue concebida por un maker desde su propia cochera: Jordi Muñoz. La tecnología que fabrica 3D Robotics es usada en campos como la agricultura, los estudios ecológicos y las estrategias de localización y rescate de personas a nivel mundial. Están por verse los alcances de la cultura maker en esta parte del mundo. La experiencia de hacedores de otros países y regiones indica que es posible generar nuevos conceptos de producción y consumo, donde los ciudadanos se involucren de forma activa y compartan. La concepción del diseño está cambiando. Como herramienta para construir mejores escenarios futuros, el diseño implica abordar problemas en ámbitos relevantes para el ser humano, tales como el bienestar, la salud, el clima y los ecosistemas. Como lo percibe Paola Antonelli, “el diseño es crítico hoy en día porque ayuda a las personas a reflexionar para encontrar formas de vivir mejor”. La cultura maker colabora con el equilibrio entre economía, desarrollo social y conservación del ambiente al revalorar la producción y el consumo local. David Cuartielles lo explica: “Para mí, la cultura maker es poder crear, no necesariamente máquinas, sino procesos y herramientas a nivel de fabricación personal para hacer trabajos a escala local; es el proceso de aprendizaje de hacer algo y compartirlo con otra gente”. El movimiento de hacedores, al abarcar el conocimiento de las personas que producen con sus propias manos, es uno de los ejercicios más relevantes de democratización tecnológica, de herramientas y formas de creación. Por estas razones es indispensable crear oportunidades para que los makers se conozcan. “La feria de hacedores es un primer paso, aunque sólo dura un par de días; ayuda a crear comunidad”, dice Emeka Okafor. “Después vendrán otras iniciativas: colaboraciones, espacios compartidos de trabajo, proyectos en conjunto… Lo que hace la feria es reunir a gente que al final dice: ‘Ojalá nos hubiéramos conocido hace mucho tiempo’”. Perspec tivas hacedoras Además de la ciudad de México, en otras entidades como Oaxaca y Jalisco, se puede advertir la presencia de la cultura maker. Oaxaca fundó la primera institución de gobierno en México dedicada a promover el diseño como vehículo de desarrollo social, económico y cultural: el Centro de Diseño de Oaxaca. Jalisco CENTRAL 27 Cultura maker: Hazlo tú mismo (y compártelo) La historia de las cosas no es como la conocemos POR ANNIE LEONARD* | @AnnieMLeonard ¿A lguna vez te has preguntado a dónde va aquella camisa de algodón que ya no usas, la vieja laptop o computadora, las latas de aluminio? ¿Las desechamos porque hay otras “mejores”? ¿De qué depende la mejoría: de que esté rota, que sea obsoleta o que ya no esté de moda? Cada día tiramos miles de productos que fueron creados en grandes volúmenes para ser reemplazados en un periodo corto de tiempo. ¿Por qué? Antes las cosas duraban mucho más porque el objetivo era que fueran resistentes, útiles, para toda la vida. Ahora ya no es así. El sistema de producción actual —con el que se logra que las cosas lleguen a nuestras manos— parece ser perfecto: extracción, producción, distribución, consumo y disposición; es lineal pero ajeno a la realidad. Es en sí un sistema en crisis porque requiere los recursos finitos de este planeta, que se están agotando. En este sistema es más exitoso quien más produce, pero esto no es necesariamente cierto. Las grandes economías miden su poder por la capacidad de generar más y más, y no por la habilidad de responder mejor ante las necesidades de sus habitantes, a pesar de que este sistema interactúa con sociedades, economías, culturas y, claro, con el medio ambiente. Si tomamos en cuenta que Estados Unidos representa sólo 5% de la población global y que está consumiendo 30% de los recursos de todo el mundo y creando 30% de los residuos existentes, es obvio que algo está funcionando mal. Hay que destacar que si todo el planeta consumiera al mismo ritmo de dicho país, necesitaríamos entre tres y cinco planetas para satisfacer nuestras necesidades actuales. La realidad es que sólo tenemos uno. Este sistema se topa con varios límites a lo largo del proceso, mismos que podrían no ser claros en el diagrama básico de producción. Lo primero que falta es gente que no es valorada de la misma manera, algunos son más escuchados que otros: el gobierno, que debería ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, que debería trabajar en la protección de la gente, está destinando los presupuestos a atender otros intereses (en Estados Unidos, más de 50% del dinero de los impuestos federales va a parar a las fuerzas armadas). ¿Y qué decir de las empresas? A medida que una compañía crece y tiene más poder, presiona para lograr cambios en el gobierno; algunas veces contrarios al beneficio social. Actualmente, de las 100 economías más grandes que existen en la Tierra, 51 son corporaciones. Cuando hablamos de la extracción en el modelo de producción, estamos siendo muy elegantes al referirnos a la destrucción del planeta. Hemos perdido 80% de los bosques originales del mundo; en México se pierde cada año cerca de medio millón de hectáreas de bosques, y en el Amazonas desaparecen 2 000 árboles por minuto. ¿Y qué pasa con la gente que vive ahí? Como no tiene los medios para explotar a gran escala esos recursos naturales o no compra a gran escala, no es parte del sistema, no tiene valor. De igual forma, restamos valor a los recursos naturales cuando ponemos explosivos en las montañas para extraer metales, y cuando se usa el agua potable con fines industriales y se restringe para consumo humano en las comunidades cercanas, además de acabar con los animales. Estamos talando, agujerando y destruyendo el planeta tan rápido que 30% de los recursos ya no existe, ya no está. ¿Y qué pasa si ya no hay recursos cercanos? Bueno, pues ahí está el tercer mundo… Hasta allá han llegado quienes buscan recursos accesibles, más baratos, y el resultado es el mismo: más destrucción, deforestación y contaminación. En el proceso de producción se usan al menos 100 000 químicos sintéticos diariamente alrededor del mundo, pero sólo algunos han sido analizados para saber si afectan la salud humana. De ninguno sabemos el impacto en la salud o el ambiente cuando se combina con otros químicos a los que estamos expuestos. Y una cosa más: tóxico que entra, tóxico que sale. Al usar tóxicos en la cadena general de producción, éstos van a parar a las mercancías que consumimos, llegan a los hogares, centros de trabajo y a nuestros cuerpos. Los brf, mejor conocidos como “retardantes de flama bromados”, se usan para hacer que las cosas sean más resis- tentes al fuego, pero son sumamente tóxicos porque dañan el sistema nervioso; es decir, el cerebro. Están en las computadoras, electrodomésticos, sillones, colchones y en las almohadas, todo para que nuestra cabeza no se incendie mientras estamos dormidos. Hasta ahora, la dioxina es la sustancia más tóxica hecha por el hombre conocida por la ciencia. Y los incineradores en los que se queman los residuos que alguna vez consumimos, son la primera fuente de dioxinas. Los tóxicos entran a nuestro cuerpo de varias maneras, pero la forma más agresiva es a través de la leche materna. Sí, hemos llegado al grado de exponer a nuestros bebés al uso de tóxicos desde los primeros días de nacidos, ya que lo que una madre consume o come, pasa al menor durante la lactancia. En muchísimos casos la mamá no está enterada de lo que ocurre. Una de las “bellezas” del actual sistema de producción en el mundo es que propicia la erosión y destrucción de los ecosistemas locales y comunidades enteras, fomentando la migración de 200 000 personas cada día; gente que cambia de ciudad o de país para poder subsistir. ¿En qué condiciones? Muchas veces en las peores, porque tienen que vivir en barrios marginales, aceptando cualquier tipo de empleo, sin importar el riesgo que representa para la salud. Originalmente se nos dice que las cosas que desechamos son dispuestas en algún lugar de manera responsable, pero si esto ocurre en el lecho de un río, en la tierra cercana a una comunidad o es un grupo de personas quienes a costa de su vida tienen que separar los residuos para que sean usados de nuevo, otra vez hablamos de un sistema en crisis que genera nuevas crisis a su alrededor, como la contaminación del aire y el calentamiento del planeta. Los límites que no deben ser rebasados son muchos, si queremos subsistir como especie, pero a la vez existen sitios en los que podemos intervenir para que las futuras generaciones disfruten todavía de este planeta. Tenemos gente defendiendo los recursos naturales para lograr que la producción de las empresas sea cada vez más limpia y responsable, para defender los derechos laborales, el comercio justo, evitar los rellenos sanitarios ilegales y la incineración de residuos, además de lograr que los gobiernos recuperen su función para trabajar con el pueblo, para el pueblo. El principio es ver la historia completa, reconocer las conexiones existentes y que la gente forme parte de este modelo. Transformarlo en uno que no derroche, que no deseche cosas ni gente, buscando la sustentabilidad y la equidad: química verde, basura cero, un ciclo de producción cerrado, energía renovable y economías locales que sean exitosas. Esto ya está ocurriendo, pero necesitamos ser cada vez más para cambiar la historia de las cosas. * Directora ejecutiva de Greenpeace Estados Unidos. Es conocida internacionalmente por su documental The Story of Stuff (investigación de más de 20 años en 40 países que relata el ciclo vital de nuestros bienes y servicios), storyofstuff.org. 29 CRÓNICA POR NADIA BALDUCCI O dio los popotes. Odio ese sonido del que apura el último trago de una limonada en un vaso desechable. Odio los cadáveres mordisqueados que deja la gente sobre el mantel cuando ha terminado su coctel. Esto no siempre ha sido así: de hecho, he usado cientos de popotes en mi vida. Tal vez miles. Se calcula que los estadounidenses, por ejemplo, consumen 12 a la semana y 600 al año. Los popotes son descartables pero son para siempre. Las más comunes no son biodegradables, porque están hechos de propileno (plástico #5), un derivado del petróleo. Empecé a pensar en lo inservibles que son porque trabajo dando charlas sobre la contaminación en el mar. Así supe que las cañitas, que pasan fugaces por nuestros labios, terminan dando vueltas para siempre en el océano. The Ocean Conservancy, una ong que limpia playas en todo el mundo, encontró en el año 2010 casi medio millón en las arenas de varios continentes. La imagen de kilómetros y kilómetros de pajitas inservibles, una detrás de la otra, me parece tan horrible que desde entonces he renunciado a ellas. Las cañitas están diseñadas para usarse por una sola persona, una sola vez, en una sola bebida. Son cómplices de un estilo de vida desechable y superfluo. Pero no siempre fue así. Los primeros popotes modernos eran tallos de centeno que se utilizaban para beber mint juleps en el siglo xix, hasta que en 1880 un periodista e inventor llamado Marvin Chester Stone se cansó del sabor vegetal que dejaban en su bebida y decidió enrollar papel en un lápiz y pegar los extremos con goma. Después empezó a recubrir su invento con cera. Las cañitas fueron rígidas hasta el siglo siguiente, cuando Joseph B. Friedman agregó al diseño una especie de acordeón para que pudieran doblarse. Había visto a su hija beber un milkshake con dificultad y pensó en un modo de hacerlas flexibles. Su idea fue un éxito en los hospitales —uno de los cuales hizo el primer pedido a Friedman—, donde los enfermos también batallaban para beber mientras estaban acostados. Los popotes eran artefactos que solucionaban problemas concretos. Después de todo, ¿quién necesita de verdad un minúsculo tubo para saciar la sed? Tal vez sólo sus usuarios iniciales: los niños y algunas personas con discapacidades físicas. Para el resto de nosotros son accesorios casi invisibles. Estamos tan acostumbrados a recibir una cañita con cualquier bebida, que ni siquiera reparamos en su existencia e inutilidad. ¿Por qué necesitamos proteger nuestros labios del contacto con el líquido que nos echamos a la garganta? Desde que empecé a odiar los popotes, rechazo todos los que me ofrecen. Cuando tengo ganas de una cremolada (postre helado) pido una cucharita metálica para comerla, y si en algún restaurante me entregan un vaso con la cañita dentro, termino sermoneando al encargado sobre la importancia de preguntar antes a sus clientes si van a querer una pajilla con la orden. En mi última fiesta de cumpleaños, en la playa, prohibí el uso de popotes entre los asistentes. Bebiéramos lo que bebiéramos, debíamos hacerlo directo del vaso. Una amiga se negó. Dijo que no podía beber alcohol sin un sorbete, y como yo había anunciado con antelación que sería una fiesta libre de cañitas, se trajo una en el bolsillo. Algunas de mis amigas se incomodan cuando me enfrento a los meseros que clavan una en mi vaso sin antes consultarme. Pero sé que el cambio mayor empieza en miniatura, y es contagioso: ahora cuando salgo a cenar con mi familia, ya nadie pide pajilla. Sé que hay otros que hacen lo mismo. En Estados Unidos, un niño de nueve años lanzó una campaña para reducir el uso de cañitas en todo el país. Ya ha conseguido que algunos restaurantes firmen un compromiso para hacerlo, y el hijo de Jacques Cousteau le dio un premio por su iniciativa. En Inglaterra hay una campaña llamada Straw Wars, que pretende eliminar el uso de este inútil artículo plástico. La guerra contra los popotes puede parecer otro capricho ambiental, como renunciar a las bolsas plásticas a la hora de hacer las compras o cargar un termo para el agua o el café. A fin de cuentas, es sólo un pequeño artículo relleno de aire. 31 ESTÁN DISEÑADOS PARA USARSE POR UNA SOLA PERSONA, UNA SOLA VEZ, EN UNA SOLA BEBIDA. SON CÓMPLICES DE UN ESTILO DE VIDA DESECHABLE Y SUPERFLUO. Popote, cañita, carrizo, pajita, absorbente, pitillo, bombilla. Son tantas como sus nombres en castellano; pueden sonar inocentes e inofensivos, pero todos juntos son una plaga. Desde su fabricación (que suele ser contaminante) hasta que terminan en los basureros (en el mejor de los casos), van dejando un rastro de residuos. Están en el top ten de la basura plástica en las playas; si llegan al océano, terminarán convertidos en un confeti plástico que envenena a peces y otras especies, incapaces de digerirlo. A los seres humanos también nos cuesta digerir las cifras y datos que nos hablan del daño al medio ambiente. Un reporte de la onu, por ejemplo, indica que el océano contiene 18 000 fragmentos de plástico por kilómetro cuadrado. Es tan gigante el mar y son tantos esos contaminantes, que nos sentimos incapaces de hacer algo para remediarlo. Como me gano la vida dando charlas sobre la contaminación del mar, a menudo me encuentro con gente que me felicita con una palmadita en el hombro: qué lindo tu trabajo. O que me escucha como si estuviera sermoneando. O que cree que los problemas ambientales son cosas de gobernantes y activistas de GreenCRÓNICA peace. Pero es distinto si miramos las acciones que tenemos al alcance de la mano. Como rechazar un popote cada día. Reconozco que puede ser incómodo: cuando renuncié a las botellas de plástico, me enfrenté al engorroso lío de recordar llenar y llevar el cilindro. Antes, el peor pecado que se cometía con una pajilla era ese molesto sonido plástico que uno hace al sorber. Un gesto del distraído o del goloso. Del que no se ha dado cuenta de que ya se terminó la limonada o del que quiere seguir saboreando una malteada en un vaso vacío. Esa falta de modales se ha convertido en una amenaza para el planeta. En mi última fiesta de cumpleaños, mientras veía a mi amiga sorber de ese ofensivo plástico que yo había vetado, pensaba en la playa donde transcurrió mi infancia y donde mis papás se preocuparon por enseñarnos a cuidar el océano. Ahí aprendí a surfear y también a amarrar a mi tabla las bolsas de plástico que encontraba en las olas para sacarlas del mar. Rescatar un popote flotante entre la marea es casi imposible. Resulta más fácil evitar que llegue ahí. 32 Si les llamas popotes, cañitas o sorbetes, da igual: sólo sirven para morderlos o hacer ruido POR KHENPO KARMA TSHULTRIM ¿Qué relación existe entre el control de nuestras emociones, la violencia y el crimen que nos rodea? De acuerdo con este maestro (y poeta), proveniente del reino de Bután, el único país del mundo que cuenta con un índice de felicidad nacional, el cambio social no se producirá si antes no aprendemos a controlar nuestras emociones negativas. Para lograrlo, propone la vía de la meditación. ómo podemos generar el bienestar que necesitamos para nosotros mismos y para la sociedad, para el país, para el mundo, en un momento como el que estamos enfrentando hoy día? Para responder esta pregunta, quizá lo primero que tengamos que considerar es que como seres humanos tendemos a estar dominados por fuertes deseos, enojo, ignorancia, celos y orgullo. Todas estas emociones negativas son causantes de buena parte del sufrimiento y violencia que nos aqueja. Sólo si reducimos o eliminamos nuestras emociones negativas vamos a contribuir a que cese la violencia y el crimen que nos rodean. De ahí que el control de nuestras emociones sea fundamental. Necesitamos controlar primero nuestras emociones individuales para, después, generar bienestar para nosotros mismos y para la comunidad en la que vivimos. Lo importante es, pues, cambiar nuestra actitud. Y para ello se requiere autodisciplina, que se manifiesta cuando dejamos de involucrarnos (mental, verbal y físicamente) en acciones negativas tales como la violencia, el crimen y la corrupción. Antes de emprender cualquier acción, pensemos si puede causar dolor a otros o si, en cambio, puede ayudar. Abstengámonos de llevarla a cabo si creemos lo primero; en cambio, si creemos que será benéfica, entonces adelante. Y a todo esto, ¿cómo podemos reducir o eliminar las emociones negativas? Una de las mejores maneras de lograrlo es mediante la meditación. La meditación es una práctica. Transformada en hábito, nos brinda un estado de paz, calma y tolerancia. Meditar es lograr atención plena. Si meditamos a diario, no nos involucraremos en pensamientos dañinos y, poco a poco, nos iremos liberando de nuestros problemas emocionales. La meditación es buena para la vida. Es una práctica saludable no sólo mental, sino física. Contrario a lo que alguien pudiera pensar, no es algo complicado y no requiere un lugar especial. Podemos meditar en un jardín o en un parque, en nuestra recámara, en la sala, en la escuela. Podemos meditar donde sea. Existen varios tipos de meditación, pero una manera sencilla para meditar es ésta: siéntate en una silla o, bien, en un cojín en el piso con las piernas cruzadas. Pon las manos sobre las rodillas y mantén derecha la espalda sin forzarla demasiado. Y entonces cierra tus ojos y concéntrate en tu mente o en tu respiración (sigue tus inhalaciones y exhalaciones) durante, digamos, cinco minutos. Aunque sólo sea durante poco tiempo, la meditación debe hacerse al menos dos veces al día: en la mañana y en la tarde, por ejemplo. La meditación es para todos y no se contrapone a otras prácticas o creencias religiosas. El cambio inicia con las personas y se expande después a la sociedad, al país y al mundo en general. Inicia contigo y, llegado el momento, muestra, enseña e invita a otros. La paz no está en el pasado ni en el futuro: la paz está en el momento presente. 33 PERSONA CINCO MINUTOS PARA EMPEZAR A CAMBIAR EL MUNDO ¿C P ORTA FOL IO S Chicago, Illinois, 2006 34 Brian Ulrich: RETR ATOs de l consumo POR VESTA MÓNICA HERRERÍAS L uego del trágico 11 de septiembre de 2001, una de las primeras reacciones del gobierno de George Bush consistió en apelar al patriotismo de la población para que fuera a las tiendas a consumir, a fin de provocar un renacimiento económico. A pesar de su sencillez, Retail (2001-2006), el proyecto del fotógrafo estadounidense Brian Ulrich, refuta la promesa de que con sólo ingresar capital a los mercados, las cosas vuelven a ser como antes, que es posible superar una pérdida humana sin tomar en cuenta la vida de las personas afectadas. Las imágenes de Ulrich nos demuestran hasta qué punto entramos con los ojos cerrados a los supermercados. Quienes vivimos en una gran ciudad, al menos una vez a la semana, visitamos estos espacios: estamos familiarizados con sus ambientes, colores y sonidos, pero algunos de los gestos y actitudes más característicos de dichos lugares nos resultan tan familiares que no reparamos en ellos. Nos da igual que en ciertas personas se vea la ilusión, en otras la ansiedad, el deseo por cambiar una situación, por reparar un problema o, con gran frecuencia, que sus expresiones indiquen una completa ausencia mental. Instalado discretamente en los almacenes más variopintos, el fotógrafo se dio a la tarea de capturar estas actitudes dentro de sus esceno- grafías peculiares, enormes naturalezas muertas diseñadas para llamar la atención hacia la publicidad y no hacia los seres vivos. Sus imágenes nos recuerdan que para algunos ir de compras es una forma de evasión o una actividad adictiva; para otros, representa un refugio e incluso la única oportunidad en el día para sentirse acompañados. Para millones de personas, un supermercado es un sitio hostil, prohibitivo, que por su excesiva estimulación visual resulta invasivo y desagradable. Si bien estas fotos fueron tomadas en los Estados Unidos de Norteamérica, sin duda revelan el lado débil y vulnerable de los seres humanos en cualquier parte del mundo: nuestra sed de consumo y autoengaño, la necesidad de creer que nuestros impulsos consumistas nos proporcionan una vida más segura, feliz y placentera. Que gracias a los publicistas separamos el acto de consumir de tantas conductas autodestructivas y de la contaminación que ciertos productos generan en el medio ambiente una vez desechados. Con su aparente sencillez, las imágenes de Ulrich no sólo cuestionan nuestro comportamiento y conductas hacia el consumo, sino que nos obligan a reconocernos en ellas. Nos ofrecen el retrato de ese consumidor que todos llevamos dentro. 35 Gurnee, Illinois, 2005 Gr a nger, I nd i a na , 2 0 03 36 F l u s h i n g , N u e v a Yo r k , 2 0 0 4 Cleveland, Ohio, 2003 37 M e d f o r d , N u e v a Yo r k , 2 0 0 3 Elkhart, Indiana, 2003 S m i t h h a v e n , N u e v a Yo r k , 2 0 0 3 39 Bloomington, Indiana, 2004 Copia (del que Retail forma parte) es un proyecto muy personal y a largo plazo de Brian Ulrich (Northport, 1971), que busca examinar el complejo universo de la sociedades de consumo en Estados Unidos. Lo hace a través de varias perspectivas, que no sólo incluyen el hecho de comprar, sino las implicaciones económicas, sociales y políticas del consumo. Sus tristes consecuencias tienen que ver con la vulnerabilidad de las personas frente a la publicidad y las conductas autodestructivas que van ligadas a los excesos. Para conocer los capítulos subsiguientes de Retail, visite: www.notifbutwhen.com PORTAFOLIOS 40 Brian Ulrich: retratos del consumo ENTREV ISTA ENTREVISTA CON MARTíN CAPARRóS Del hambre, la política y el AMBIENTALISMO “buenista” Foto | Dorothea Nutzhorn. POR LEONARDO TARIFEÑO | @leotarif En su más reciente libro, El hambre (Planeta), el autor denuncia que mientras 842 millones de personas no tienen qué comer, nosotros estemos más preocupados por el cambio climático. ¿Tiene razón? ¿A dónde quiere llegar este periodista argentino? “A su manera, El hambre es un panfleto”, dice Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957), para explicar el tono acusatorio que recorre su último libro. La verdad de la frase es la de una provocación. No cabe duda de que El hambre se construye a partir de la posición personal explícita y contundente del autor (como corresponde a los mejores panfletos), pero también es cierto que no tiene nada de difamatorio, sino todo lo contrario. Enciclopédica y rabiosa, esta investigación de 605 páginas representa una demoledora denuncia contra un orden político y económico que condena a 842 millones de personas a la peor de las tragedias humanas, justo cuando el desarrollo de la tecnología y la diversificación de la explotación agraria contemporánea permitirían cubrir las necesidades extremas de los 7 000 millones de habitantes de la Tierra. “Ahora, dar de comer a los hambrientos sólo depende de la voluntad —recuerda Caparrós en su durísima obra—. Si hay gente que no come suficiente —si hay gente que se enferma de hambre, que se muere de hambre— es porque los que tienen comida no quieren dársela: los que tenemos comida no queremos dársela. El mundo produce más comida de la que necesitan sus habitantes; todos sabemos quiénes no tienen suficiente; mandarles lo que necesitan puede ser cuestión de horas. Esto es lo que hace que el hambre actual sea, de algún modo, más brutal, más horrible que el de hace 100 o 1000 años. O, por lo menos, mucho más elocuente sobre lo que somos”. Para el periodista y escritor argentino, ganador del Premio Internacional de Periodismo Rey de España por Crónicas de fin de siglo, la cuestión del hambre en el siglo xxi representa un escándalo político, la prueba más reveladora de la injusticia social que atraviesa el mundo. En su opinión, hacer que todos tengan qué comer es una tarea que no se lleva a cabo sencilla- mente porque hay unos pocos —especuladores, gobernantes y grandes empresarios— a quienes les conviene que ese drama se mantenga. Y, también, porque aquellos que no tienen la solución a su alcance se limitan a indignarse y, en cuanto resulta posible, a mirar para otro lado. Lo cierto es que mirar para otro lado ya no parece tan fácil tras la lectura de El hambre. Libro llamado a convertirse en una referencia sobre el tema, incómodo y deprimente, analiza los múltiples pasos que la historia dio hacia el actual statu quo, ataca los eufemismos con los que el poder político describe la cuestión (“inseguridad alimentaria”, “hambruna estructural”) y desmonta una a una las ideologías y discursos que fomentan la indignación social sin aportar soluciones de fondo. Uno de esos discursos, que Caparrós asume como uno de sus antagonistas, es el ambientalismo. En El hambre, el autor debate en la India con la ecofeminista Vandana Shiva (Premio Nobel Alternativo 1993, pionera de la preservación de la biodiversidad en la India y una de las grandes difusoras de las ventajas de la agricultura ecológica), juzga la crítica más usual a Monsanto (“el problema no es el cambio de paradigma productivo, el problema es quién se beneficia de él”) y le reprocha al ambientalismo la ausencia de una dimensión política orientada a redistribuir la producción agropecuaria. “No sirve quejarse contra el progreso técnico sino contra las formas en que ese proceso es usado por los que lo controlan para aumentar su poder y su fortuna —escribe—. De lo que se trata, entonces, es de inventar el modo de apoderarse de esas formas nuevas; encontrar las formas políticas de poner a trabajar las nuevas técnicas en beneficio de muchos”. Ya en Contra el cambio (2010), el autor había subrayado lo que en su opinión son contradicciones en el movimiento ambientalista (particularmente, la carestía de los productos “respetuosos 43 |A leja ndr aL ópez. con el planeta” que promueve en un mundo urgido de alimentos para todos), así que el ataque antiambientalista que ensaya en El hambre no es una novedad. Preocupado por la manera con la que el mundo supone que la falta de comida es algo de lo más normal, Caparrós redobla su apuesta contra la ideología verde y se pregunta: “Si uno deplora que Coca Cola Corp. embotelle el agua, ¿va a reaccionar contra el agua o contra Coca Cola? Ahí se mezclan dos cuestiones muy distintas: que los hombres intenten mejorar, con las herramientas disponibles, las plantas que siembran para conseguir mejores rendimientos —más comida— y que decidan que esas plantas mejoradas son propiedad del que las mejoró. Ahí es donde la solución deja de ser técnica y pasa a ser política”. — En El hambre acusas de cierta hipocresía al ambientalismo. ¿Por qué? Bueno, en Contra el cambio ya decía que este movimiento es la forma más fácil y difundida de una idea “buenista”, según la cual si uno se preocupa por los animales y los arroyos, hace algo por el bien de un conjunto. Sin embargo, ése es un punto de vista muy conservador, y digo “conservador” en sentido estricto: el núcleo ideológico del ambientalismo es la necesidad de conservar aquello que, si no lo conserva, se va a degradar. Es una ideología con un miedo terrible del futuro, cree que todo futuro es degradación y, por lo tanto, quiere conservar las cosas para que el futuro no las degrade. Por supuesto que hay que cuidar el ecosistema lo suficiente para poder vivir en él, pero no está de más ver qué significa cuidarlo y por qué resulta más importante cuidar al ecosistema que cuidar a las personas. Quiero decir: por qué los dirigentes más relevantes del mundo discuten y se pelean al hablar de la amenaza del cambio climático, y por qué parecería que la amenaza del hambre no le importa a nadie. — ¿Allí detectas el doble rostro del ambientalismo? ¿La hipocresía fue el principal enemigo que encontraste en tu investigación sobre el hambre? No, no sé si el principal enemigo. El principal, si es que hay que poner un enemigo, es un orden político y económico que concentra las riquezas de tal forma que cientos de millones de personas pasan hambre. Lo que sucede es que la hipocresía es algo que uno ejerce con mucha más facilidad y ligereza, porque todos estamos embarcados en ciertos discursos confusos, como podría ser el conservacionismo. Y entonces nos toca más por- to Fo M é t o d o s p o co o r t o d oxo s Reconocido como uno de los mejores cronistas de América Latina, Martín Caparrós estudió Historia en La Sorbona (Francia). En 2010 publicó Contra el cambio (Anagrama), una investigación en la que recorrió varios países amenazados por el cambio climático y en la que critica el mensaje de cierto ambientalismo, al que considera un lujo de sociedades satisfechas. En 2011 ganó el Premio Herralde con la novela Los Living (Anagrama). 44 PARA L I P ÓM ENO S De la imposibilidad de un contrato natural (I) POR DANIEL SÁNCHEZ POITEVIN / @Dapoitevin que no lo vemos como algo distante y ajeno, sino como algo donde nos reconocemos. No me reconozco en el especulador de la Bolsa de Chicago que hace subir el precio de los alimentos para ganar dinero sin importarle lo que eso provoca entre los campesinos egipcios. Pero sí me reconozco, o me podría reconocer, en el intelectual que dice “qué tremendo” y, acto seguido, se olvida de lo que lo acaba de indignar. — Atacas al ambientalismo por su estrechez de miras políticas, y le reclamas que se atrinchere en una ideología del conservacionismo. Sin embargo, ¿no sería representativo de un tiempo que ya no confía en la política? Los políticos nos convencieron de que política es eso que hacen ellos. Y estoy convencido de que es otra cosa, no lo que hacen los políticos actuales, que sólo son negocios en el poder. — ¿Qué sería esa “otra” cosa? Cuando digo “política” me refiero a la única herramienta que los hombres han usado los últimos 2 000 años para cambiar sus condiciones de vida. Eso no quiere decir un partido, unas elecciones, un gobernador. En lo que pienso es en formas de encontrar objetivos comunes, reunirse alrededor de ellos y cumplirlos. La forma contemporánea que tomó la política está a todas luces agotada y por lo tanto se la debe reemplazar. — En tu libro insistes en que, como el problema del hambre es político, su solución debe ser política. Sin embargo, vista la corrupción que permea los gobiernos de tantos países, ¿se puede confiar en la política para erradicar semejante drama global? Creo que sí, pero lo primero que hay que solucionar políticamente es la política misma. Las formas de hacer política tienen que cambiar mucho, y en eso estamos. Pero son procesos muy largos, los tiempos de la historia no tienen los plazos de una vida. Nací en un tiempo en el que parecía que el cambio radical era cosa de unos pocos años, y analizar esta época en los términos de aquella otra es un error. Los cambios ocurren pero tardan muchísimo en precipitarse. — ¿Ese proceso de cambios que mencionas incluye la crítica a la democracia? Sin lugar a duda. Por lo menos, de la forma actual de la democracia. “Poner algo llamado naturaleza en un pedestal y admirarlo desde lejos hace por el medio ambiente lo que el patriarcado hace por la figura de la mujer”. Timothy Morton, Ecology without Nature. U na teoría debe ser capaz de rebatir y mostrar la falsedad de los argumentos en su contra; si esto no sucede, debe abandonarse y plantear otra teoría. La columna anterior exploró la posibilidad de crear un contrato con la naturaleza. Sin embargo, tanto este planeamiento como un acercamiento general con lo natural o hablar de naturaleza puede ser problemático en más de un sentido. ¿Por qué? El filósofo francés Alain Badiou declaró en una entrevista en 2007 que “después de los ‘derechos del hombre’, el ascenso de ‘los derechos de la naturaleza’ es una forma contemporánea de opio para las masas”. De la mano de esta afirmación, el geógrafo Erik Swyngedouw —uno de los más reconocidos a nivel mundial en los últimos 20 años— plantea en su artículo “¡La naturaleza no existe! La sostenibilidad como síntoma de una planificación despolitizada” que el término naturaleza es una noción que lejos de contribuir o formar parte de un debate real en torno a la crisis ecológica, está alejado de toda realidad política y social. Se trata de un término con múltiples y vagas definiciones, y sus descripciones son cuasi innumerables. Por naturaleza se puede entender las inexorables leyes que permiten que funcione el universo o puede ser el paisaje veraniego, los pájaros, las piedras o el amor. En este sentido, dice Swyngedouw, la naturaleza va “más allá de lo político, es decir, más allá del espacio de la disputa pública, de la contestación y el desacuerdo [...], la Naturaleza como algo políticamente mudo y socialmente neutro.” Del mismo modo en que el dogma funge como soporte de las religiones al ser una creencia incuestionable, la naturaleza lo hace en el terreno ambientalista, político, económico, etcétera. Es así como la naturaleza es el nuevo “opio de las masas”, un concepto más acercado a la mística que a la disputa política, donde los nombres que lo acompañan en la narrativa de la catástrofe ambiental —CO2 , sustentabilidad, cambio climático, etcétera— son igualmente vacíos de contenido, fetichizados e ideologizados (el CO2 es igual de amenazante para la armonía ambiental que el Islam para la armonía de Occidente). Quizá es preciso replegarse, hacer un ejercicio crítico del o los discursos, las nociones, y volver a iniciar el debate. Algunas de las opciones que existen se plantearán en futuras columnas. ARTES Baldazo de agua helada para la conciencia POR GERARDO LAMMERS | @gerardolammers 46 Dirigido por los mexicanos José Cohen y Lorenzo Hagerman, este documental, que ha circulado por diversos festivales internacionales y permaneció nueve semanas en cartelera, es una obra necesaria para entender el complejo problema del agua en México e, incluso, colaborar para evitar el desastre que, según los especialistas, ya tiene fecha: 2025. E l problema del abasto de agua potable en la ciudad de México —una ciudad en la que llueve buena parte del año— y en todo el país, es tan grave y complejo que muchos de nosotros decidimos simplemente evadirlo, no mirarlo. Quizá éste sea uno de los méritos principales de H2Omx: que cae como un baldazo de agua fría en el espectador y lo obliga, por principio de cuentas, a abrir los ojos y enfrentarse a una realidad difícil de aceptar. Dirigido por José Cohen y Lorenzo Hagerman, H2Omx (2014, 82 minutos) es un documental que fluye como un río de imágenes, música y voces, que busca desembocar en la conciencia del espectador. Tiene como protagonista al agua y da cuenta, entre otros asuntos, de la impresionante infraestructura que hace posible el milagro de que una metrópolis con más 20 millones de habitantes disponga, mal que bien, de agua potable. Una de las escenas más impactantes del filme es la toma área de La Caída del Borracho, en Huixquilucan (Estado de México), esa monumental garganta del Sistema Cutzamala que transporta cantidades de agua imposibles de imaginar a la ciudad de México. El milagro, sin embargo, podría tornarse en catástrofe para 2025, año en que, según las proyecciones de los especialistas consultados para este documental, el agua del sistema Cutzamala y de los acuíferos subterráneos se habrá agotado. Para evitar esta situación, gobierno y sociedad tienen ARTES ya que trabajar en el diseño y la puesta en marcha de un plan estratégico para el cuidado, la captación, la limpieza y la distribución equitativa del agua, algo que involucra al país entero. Se trata, en efecto, de una tarea urgente y titánica, en donde la educación y el buen manejo de recursos desempeñarán un papel fundamental. Claro, sólo en el caso de que queramos sobrevivir como nación. “¿A qué puede aspirar un país que no se ocupa de su agua?”, dice Cohen (DF, 1970), entrevistado en su oficina del DF, recién llegado de Teherán, donde su película participó en el festival Cinema Verité. Cohen es un realizador autodidacta, exsonidista con vasta experiencia en coberturas noticiosas bélicas que, antes de fundar Cactus, su casa productora, trabajó para la cadena estadounidense ABC. En 2003, una tarea escolar en la que ayudaba a uno de sus hijos lo llevó a interesarse en el tema. Diez años más tarde, Hagerman y él estrenaban el documental en el Festival de Morelia. H2Omx está soportado en una rigurosa investigación, y éste es otro de sus méritos. Baste mencionar algunos datos duros: 88% de los ríos del país están contaminados; 40% del agua que llega a la ciudad de México se pierde debido a fugas en las tuberías; sólo 7% de las aguas de desecho del DF son tratadas. Mención especial merece la música de Ariel Guzik y de Javier Álvarez, así como la fotografía aérea de Ron Chapple. Lo mismo puede decirse de la inclusión, en un plano temático, del proyecto de captación pluvial Isla Urbana de Enrique Lomnitz. La orquestación de estos elementos con la investigación da como resultado, no obstante el dramatismo del asunto, una película bella y con un resquicio para la esperanza. “¿Eres optimista?”, se le pregunta a Cohen con respecto del problema del agua en México. “Sí, porque no nos queda de otra. Sooner or later we have to do this… Pero no veo que haya voluntad política”, contesta. Desde el 1 de diciembre, H2Omx está disponible en iTunes. 47 H2Omx, baldazo de agua helada para la conciencia MIS PRIMEROS DESASTRES E l editor me invita a rememorar algún desastre ecológico hasta llenar esta columna con 4 000 caracteres. Es Navidad, me dice, y propone que me enfoque en el consumo responsable. Así que despacho de modo sumario su amable sugerencia, para darle rápido carpetazo y pasar al tema que en realidad me preocupa: el crimen de Estado. El primer desastre ecológico que recuerdo, sin que estuviera ahí para atestiguarlo, se remonta al nacimiento de Cristo, aunque la calamidad venía arrastrando la cola desde medio milenio antes, cuando los patriarcas judíos decidieron incluir en su épica fantástica el mito ancestral de la expulsión del paraíso, con un giro perverso: la naturaleza perdió su carácter sagrado. El planeta Tierra fue nuestro castigo. Fuimos desterrados a este mundo y las escrituras incluían derechos celestiales de explotación, exterminio y catástrofe. No recuerdo en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento un sólo pasaje que inspire amor por los animales. Y “en cuanto a vosotros, sed fecundos y multiplicaos; poblad en abundancia la tierra y multiplicaos en ella” (Génesis 9: 7). Como cualquiera que haya sobrevivido a un abordaje en la estación del metro La Raza en hora pico, puedo atestiguar sin temor a equivocarme que nuestro feliz empeño en obedecer el mandato divino ha rebasado todas las expectativas. Dios en las alturas, permíteme informarte a nombre de tus 7 310 116 795 hijos, y contando: misión cumplida. Poblamos la Tierra hasta la asfixia y la convertimos en un hediondo basurero. ¿Ya podemos pararle? Un dato para tu consideración, Padre mío: sólo en Estados Unidos, donde les sobra tiempo y ánimo para contabilizarlos, se tiran al año más de 27 000 millones de pañales desechables. ¿Y cómo celebramos el nacimiento de Jesucristo, el redentor que corrió a los mercaderes del templo? Con una apocalíptica orgía consumista que dejaría a Imelda Marcos verde de envidia. Algunos llamarían a esto una incongruencia. Yo iría más lejos: es una reverenda pendejada. Y ahora, el crimen de Estado. Como todo mundo sabe, México cuenta con una robusta y pujante industria criminal que, como todas las industrias, genera desechos tóxicos. Por desgracia, en la lista de prioridades de los dueños y administradores de esta empresa —crimen organizado y gobierno— el medio ambiente está en último lugar. Así lo demuestran los recientes sucesos trágicos de Iguala, donde la paraestatal se deshizo de una cantidad considerable de materia orgánica, en bolsas de plástico no biodegradable tamaño jumbo. Y no sólo en Iguala. Todo el territorio nacional está sembrado de desechos. Podemos asumir razonablemente que muchos de ellos fueron tirados o enterrados, con total impunidad, en bolsas de polietileno. ¿Cuántas exactamente? No lo sabemos. Como señaló Ariel Dilitzky, experto de la onu en estos menesteres, México sabe cuántos barriles de petróleo exporta al día, pero desconoce el número total de desaparecidos. Si tomamos la cifra oficial de 22 322, la multiplicamos por 10 como sugieren diversas ong, le sumamos los 130 000 desechos de la administración de Felipe Calderón (la media entre la cifra oficial y no oficial), más los 55 899 que llevamos durante la gestión empresarial de Peña Nieto, la suma total nos da una idea de la indignante cantidad de bolsas de plástico. Lamentablemente, el desastre ambiental no para ahí. Nuestra industria criminal reporta que quema sus desechos con diesel o gasolina, en hogueras a la intemperie que alimenta por horas con leña, plásticos, llantas y basuras de todo tipo, liberando a la atmósfera una nube de vapores tóxicos altamente perjudiciales. Tampoco podemos ignorar otro método con el que la maquinaria delictiva disuelve el material orgánico. Sin una regulación adecuada, los ácidos que emplean los pozoleros seguirán contaminando nuestros mantos freáticos. Y mejor ni hablemos del plomo de las balas. Mientras el Estado mexicano, por complicidad o ineptitud, no sea capaz de regular y sancionar éstas y otras prácticas contaminantes, mi modesta proposición consiste en que retomemos el sentido cristiano de la Navidad elevando esta humilde plegaria al cielo: Niñito Jesús, haz que regrese la normalidad y nos desaparezcan de uno en uno. Y si ha de ser en bolsa negra de plástico, que por lo menos sea biodegradable. 31
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