Primer Centenario 1915, año de centenarios A cabamos de comenzar el año de bicentenario del nacimiento de Don Bosco. Hay ya programados grandes festejos para celebrarlo. Como siempre es bueno colocar las noticias en su contexto histórico, el Boletín Salesiano ha abierto esta ventana sobre el Primer Centenario. En realidad, en el año 1915 recurrían no uno, sino dos centenarios, ambos muy salesianos. Y había que celebrarlos salesianamente. Sabemos que por tradición a los salesianos les ha gustado siempre la fiesta. Es algo que entra dentro de su idiosincrasia como un elemento consustancial sea en el ejercicio de su actividad, sea en su metodología educativa. Don Bosco era un santo alegre y educaba alegremente y para la alegría. “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”. Una de las cosas que los serios prebostes de las curias eclesiásticas achacaban a las huestes de Don Bosco era la de ser muy buenos para hacer ruido. Y es que en la casa de Don Bosco la alegría aparecía por todos los rincones. Como decía alguno, aquí parece que se está siempre en carnaval. Por fortuna los censores no tardaron en convertirse en admiradores e incluso en imitadores del sistema. Y es que sin fiesta no se puede educar. Las celebraciones festivas, preparadas y ejecutadas como quería Don Bosco, sirven para reavivar los sanos sentimientos religiosos, romper la monotonía de la vida cotidiana y dirigir los espíritus hacia ideales superiores. Sirven también para conseguir los fines que se proponen. ¿Cómo iban, pues, a dejar pasar los salesianos la ocasión de celebrar nada menos que el centenario del nacimiento de Don Bosco y el de la fijación de la fiesta de María Auxiliadora el 24 de mayo? Si eran su Padre y su Madre. Había que honrarlos dignamente. Sobre la fecha de su nacimiento escribe Don Bosco en sus Memorias del Oratorio: “Nací el día consagrado a la Asunción de María al cielo del año 1815”. Lo del día de la Asunción lo dijo, tal vez, por aquello de que todos los santos tienen octava, pues nació, como consta en acta de bautismo, el día 16 de agosto, es decir un día después de la fiesta de la Asunción. El detalle carecería de importancia ¡qué más da un día más que un día menos! Pero para Don Bosco la tenía, quería unir su nacimiento a una fiesta de la Virgen, como lo hará con el comienzo del Oratorio el día de la Inmaculada y lo hará siempre “nuestras obras han tenido siempre origen en un día de la Virgen”. Y honró a la Virgen hasta con esta piadosa “mentirijilla” sin malicia, pero con carga educativa. El segundo centenario que recurría en 1915 era el del decreto del Papa Pío VII, en el que para dar gracias a la Madre de Dios por su liberación de la cautividad fijaba la fiesta de María Auxiliadora el día 24 de mayo, día en que entró triunfalmente en Roma. Don Bosco y María Auxiliadora, un binomio inseparable, hasta para la celebración del centenario. i J. Graciliano González 6 • BS • Enero de 2015
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