09/1967 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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N." 9-67 - H
EDICION
REVISADA
i
^i^^.
Invernnderos económicos
pa ra hortalizas
Antonio Fernández Cuevas
Agente de Extensión Agraria
MINISTERIO DE AGRICQLTQRA
INYfRN^DfROS fCONOMICOS P^R^ ^IORT^IIlAS
Un horticult^^r hábil v cuidadoso pttede aumentar sus ingresos y ocupar productivamente las horas de mal tiempo,
dedicándolas a la producción de hortalizas y plantas dentro
de un invernadero.
^l cultivo en inveriiadero permite aumentar los rendimientos por hectárea con productos de buena calidad, que
salen al mercado cuando en pleno campo no se producen a
causa del f río.
Los países del centr^ de Europa producen cosecha^ ^le
hortalizas y flores durante todo el invierno, recurriendo al
cultivo bajo invernadero calentado e incluso iluminado artifi^ialmente.
Nosotros podemos conseguir también esas cosechas durante todo el año, pero sin necesidad de construir invernaderos, de instalación tan costosa }r sostenimiento tan caro.
De hecho, en distintas regiones del país existen invernaderos, y algunos de ellos son construcciones sencillas, preparadas de actiercio c•^,n el clin^ia que los rc^dea.
Lspaña, por su situación geográfica, dispone en las zonas costeras _v cuencas de alg^unos ríos de un clima templado, con gran iluminación. Ls la luz una gran riqueza, elemento funda^nental del clima artificial, que crea dentro del
invernadero fuente de energía que aporta calor y ayuda a
las plantas en su desarrollo.
Podemos aprovechar esta ventaja que nos proporciona
nuestro clima l^ara con una construcción sencilla obtener
htienos resultad^^s.
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^Qué fines persigue el cultivo en invernadero?
L^unclatnentalmetite, tres: l^rimer^,, l,roclue^r.ión ae cose-
chas f uera cle época o estación ; seg^undo, aumento de los
rendimientos unitarios, y tercero, obtención de cosechas de
mejor calidad.
/'r-ucl r^^eci.óra de cosechas f rtieya c^e época o estaeió^t,.-ll urante los meses fríos la mayoría de las hortalizas no se
^clesarrollan en pleno campo o v^ven difícilmente. Esta época
coincide, en unas regiones, con el invierno (zonas costeras),
^- en otras, con el invierno, primavera y otoño (zonas intet-lol-eS ^ .
llurante esta época de fríos, aun los invernacleros sencillos y sin calefacción tienen temperaturas superiores a las
del e^terior.
Manejando adecuadamente el invernadero se pueden conseguir unas condiciones de clima suficientes para el clesarrollo nortnal de las plantas que interesen.
I^.s lógico que durante los días de frío más inteiiso este
clima no se puede lograr sin calefacción; pero durante el
resto de la temporada fría, aun sin calefacción y con invernaderos sencillos, se pueden conseguir cosechas que salen al
mercado dos a dos meses y medio antes que los productos
de intemperie. Y calentando durante las jornadas más frías
podemos obtener cosecha durante todo el año.
I^.stá comprobado que, en ciertas hortalizas, estas cosechas adelantadas o fuera de estación compensan ampliamente de los gastos originados. De mometito, la más fácil
ron ^ pensación se obtiene con flores, pepinos, tomates v l^imientos.
^°lrrliiei^ato c^e los f-e^zcii^^i^zie^atos ^.e^rii^ta^^^ins.-Deutro del invernadero todos los cultivos producen ma^-ores cc^serhas qtte
en pleno campo. Así ocurre con el pepino, que al aire libre
produce alrecledor cle los dos kilos por metro cuadrado y en
in^-ernadero puecle dar cle 1^ a 30 kilos por metro cuadrado. l^;n el tomate, la producción en pleno campo e^ de tres
a cinco kilos por metro cttadrado y en invernaclero oscila
entre 18 a 20 kilos por metro cttadrado (sin calefacción).
Fig.l. - Invernadero
para plantas ornamentales. La escasa
separación entre los
pilares no permite ]a
mecanización de las
labores.
Desde lueg-o, este aumento de la producción se consigue
poi- tres tacto]-es especiales : las variedades empleadas, el
medio tavorable v los cuidados del cultivo.
En cuanto a val-iedades, deben utilizarse las adecuadas
para invernadero, dentro de las que reúnen las características que el mercado consumidor requiere.
El medio clinlático qtte se proporciona con el invernadei-o es el más adecuado para el perfecto desar]-ollo de los
cultivos. Por tanto, debe proveer la temPeratura, humedad
e iluminación que requiere cada especie.
Los cuida^ios de cultivo son ]nu^- eslnei-ados, ^-a que los
inve]-naderos son pequelias superf cies a las que se dedican
las m^xilnas atenciones de abonado, rieáos, contt-ol de plagas v enferlnedades, calidad de las aguas, etc.
Ohteizci^ótii de cosec/aas de me jor cali^lad. - Indudablemente, dentro del invernadero los cultivos ]nejoran la calidad de sus frutos, puesto que en él se eliminan los factores
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perjudiciales que embastecen la calidad cíe los productos
(vientos, heladas, plag^as incontrolacías, etc. ).
En este ambiente, las plantas se desarr^^llan exuberantemente, al igual que los frutos, }- sus tejidos se mantienen
jóvenes más tiempo que a intemperie, por cuya razón la época de cosecha es también tná^ larga.
Localización.
Si el invernadero va a ser dedicado a la producción de
hortalizas para consumo del propio agricultor, la localización está sujeta a las fincas que ese agricultor maneja.
Pero cttando el invernacíero se dedica a la explotarión
industrial, su localización debe ser estudiada atendiencío a
diversos factores, entre los cuales se encuentran : 1), ihuninación ; 2), posibilidades de mercado ; 3), disponibilidad de
mano de obra; ^), suelo; 5), agua; 6), suministro de calefacción discontinua, _^- 7), abrigo de los vientos fríos dominantes.
Ilrrr^ziziac^ió^t.-El sol es la principal fuente de energía;
nos prol^>orciona la radiación diurna necesaria para que, al^macenada en el interior clel invernadero, se mantenga la
temperatura de éste a buen nivel durante la noche.
^i el invernacler^^ se instala en una zona bien iluminada,
sus posibilidacles térmiras son mayores. Para ello deben elegirse valles abrig^ados, soleados en invierno, primavera ^•
otoño. Dentro de estos valles, la máxima iluminación solar
invernal se obtiene en las laderas de posición Este-Oeste, y
mejor en las zonas altas que en las bajas.
L,os factores locales (inclinación del suelo, presencia de
relieves naturales o artificiales en la proximidad) deben totnarse en consideración cuando la luz invernal es floja.
Las condiciones mejores se encuentran principalmente en
los valles poco profundos, orientados al Mediodía, en los cuales la nitidez de la attnósfera no se enturbia por niebla, polvo, vapores o gases incíustriales.
Posibilida.des de ^^aercario.-Aunque los consumidores desean disponer en inviet-no de hortalizas de verano, y a la in-
FYg. 2. - Invernadero con
pepinos totalmente desarrollados.
versa, no siempre ocurre así. H av productos hortículas que
en diciembre o enero se venden ditícilmente en nttestros mercados ; tal ocurre con el pepino.
Conviene, pues, estudiar previamente el mercadc^, conocer las apetencias del consumidor (clases de hortalizas) y
gustos (lisas, rug^osas, espinosas, amargas, etc. ).
Un ejemplo: en Rioja se cultivaron 500 metros cle invernadero en invierno-primavera de 1964 con pepinos lisos no
amargos para vender en ^'ascongadas. Las amas de casa
no los compraban porque les parecían calabacines ; arg^umentaban que preferían pepinos más pequeños y espinos^s, aunque amargaran algo más.
Hay mercados en los cuales durante el tienlpo trío se
venden mal los tomates y pepinos ; en otros sucede ío contrario.
^i sabemos las especies apetecidas por el consumidor y
sus gustos, podremos determinar previamente la conformación general del invernadero. Los pepinos ti• tomates necesitan mayor altitucl de techumbre para un desarrollo rentable; ^tras hortalizas rec^uieren menor altura.
I^e otro lado, hay lugares g^eográficamente cercanos a
los niercados consumidores, pero sin canales de comercialización hacia esos mercados, ^- en estos casos se tieue un
producto con posibilidades de consumo, pero imposible de
vender.
Conviene, pues, conocer no sólo la potencialidad de con-
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sumo, sino también las posibiliclades de que los frutos pueclan llegar hasta el consumidor directa o indirectamente.
Disporaibilidad de mano de obra capa^citada.-Los cultivos en invernadero necesitan de cuatro a seis hombres fijos
por hectárea. Las labores a realizar en un invernadero son
propias pat-a horticultores ekpertos, con habilidad y espíritu
observador.
Un buen ag^ricultor de secano, e incluso de reg^acíío extensivo, quizá no sea un buen horticultor. Fl cultivo en invernadero es intensivo, no admite prisas ni trabajos atropellados ; requiere cuidados, buena observación de la marcha
y- reacciones de los cultivos; decisiones meditadas, pero certeras.
.S'^^elo.-Instalar un invernadero en un suelo inaclecuado
es «poner oro en bolsa rota». Conviene qtte la tierra sea fértil, de buen cuerpo, pero ligera, libre de piedras y malas
hierbas infestantes. Las piedras dificultan la esmerada realización de las labores y con altas temperaturas pueden llegar a producir quemaduras en las planta^.
La tierra debe ser de la considerada como buena tierra
para hortalizas. 1?n caso de que la tierra no sea buena, convendrá e^ccavar }- reponer tierra nueva y buena procedente
de otro lug^ar.
A^^zr.cz.-Durante su desarrollo, los cultivos de invernadero necesitan importantes canticíades de agua desde el momento en que se inicia la ventilación. Cuando se trata de
pedtteños invernaderos, puecle suministrarse el riego con
agua del abastecimiento urbano; pero en instalaciones industriales la cosa es clistinta. El aprovisionamiento abundante y regular e.s una necesidad absoluta, ya que dentro
cíel invernadero no llueve. Las disponibilidades se estiman
en unos 9.200 metros cúbicos por hectárea, como mínimo.
Los pequeños invernaderos se inician, frecuentemente,
como un negocio adjunto a otro, y entonces se aprovechan
todos los recursos disponibles que puedan ayudar económica y humanamente. Por ejemplo, se pone adosado a una pared, aprovechando en invierno la calefacción de la viviencía
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c^ el calor residual de una indu^tria. Iatos son casos excepcionales que escahan a nuestro actual estudio.
.S`rs^riinistyo de cale f^cci,óya. - Las re^i ^^nes con mejores
^x,sibilidades hort^^florícolas cl.el país tienen inviernos más
bien coi-tios. Por ello sus invernadero^. nece5itan la calefacción en tina temp^^i-ada muy reducida.
Se rec^mien^lan sistenla^ de caletacción cu^-a instalación
^ea ea^nótnica, aunque su c^^nstuno por fun^:ionanliento sea
elevado, con el iin de que el costo horario de caleíacción no
se eleve a causa de la amortización de la instalación.
En la niati-oría de los casos se hace rlecesai-i^^ clis^^^nei^le calefacción únicanlente en emergencias (días de helada,
temporal de niebla, nevadas, etc. ), o hara suministro du-
Fig. 3.-Invernadero de plástico con inhibidor de rayos ultravioleta, soportando una buena nevada.
rante un tiemp<, ^iiari^^ mu}- reducido (tres-cuatrc^ h^^i-as al
final de la noche j.
Par^l est^^s ras^^s restllta n1tt^- satisfactoria-técnica, r:cc^nónlica ^- humanamente-la calei^cción eléctrica, pero en
cas^^s conei-etos ptiede haber oti-a tuente de calol- más harata.
^ Lo cjne debe^ cor^siderarse, en el nl^mento de la ^^leccirSii
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de emplazamiento del invernadero, es la posibilidad que tiene el lugar para poder aportar calef acción cuando se desee.
Abriyo c^e los vieiatos f ríos do^^t.i^T^a^^^1-tes.-Si el invernadero se instala orientado hacia el Mediocíía, suele quedar
protegido contra el viento l^Torte. Pero no es éste el único
frío durante el invierno.
Conviene, In^es, buscar los abrigos naturales que protejan el invernadero, ^- si esto no fuera posible, puede paliarse el problema con la construcción de un seto o muro
de una altura similar a la del alero más bajo del invernadero y a una distancia de éste que, en los costados del Sur,
I^ste ^- Oeste, cíebe ser ma^-or de ocho metros. Esta tapia
puede ser de cañas ^- aneas, fi^brocemento, cualqui?r fibra
mineral e incluso de holietileno calandrado en fot. ^^a de
malla. Estas mallas se venden en el mercado con distintos
^
nombres comerciales.
Condiciones que deben reunir los invernaderos.
Lr^,z iyrterior sr^^f icie^ate. - La construcción debe ser tal
qtte permita la máxima llegada cie luz a las plantas, para
que éstas desarmilen con la rapidez deseable. En lugares
donde la iluminación natural no es suficiente se está utilizando la iluminación artificial para activar el enraizamiento
y crecimiento de las plantas. Pero esto es costoso y complicado. Lo ideal es realizar la construcción de modo que a
las plantas llegue casi toda la luz solar, que en nttestro País
es suficiente, generalmente.
Mí^^.z'»tio yn-.cto de e-^-j^lotació^^T.-Reduciendo al mínimo
los obstáculos del interi^r clel invernadero, el cultivo mecanizado es n^ás tácil, así como la esterilización del suelo.
Conviene dotar a los invernaderos con cerchas de gran luz
que permitan el paso ^de los tractores y máquinas ; utilizand^^ el hierro ^- acero se consiguen ma^-ores espa^cios interiores, sin soportes. La long-itucl excesiva aumenta los gastos
de mano de obra c3urante la recolección ; debe ^estar comprendida entre 1^ v 6^ metros, aproximadamente.
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Ai^ec^ción suficie^nte.-El invernadero debe permitir una
aireación suficiente a los distintos cultivos que en él se hayan de implantar.
Costos c^e construcción reducidos.-Varía de unos lug-ares a otros y de acuerdo con el material empleado, pero las
cuotas anuales de amortización presentan pocas variantes.
Si ttn invernadero se hace con material barato, éste dura
menos y, por tanto, tiene que ser amortizado antes, v viceversa.
Gastos de cot^-servaci-ó^i ba.jo.r. - Deben ser reducidos
también al mínimo.
Tipos de invernaderos.
En Centroeuropa y Estados Unidos, la mayoría de los
invernaderos son metálicos, cubiertos con cristales, con calefacción, ventilación forzada, rieg^o por goteo, regulación
climática, etc. ; es decir, disponen de todos los medios suf icientes para elaborar un ambiente artificial, prescindiendo
del durísimo clima que rodea al invernadero. Estas instalaciones son caras y tienen costos de producción muy elevados.
En España, las condiciones climáticas nos permiten cultivar en invierno, primavera y otoño con rendimientos similares a los de Centroeuropa. Basta para ello construir
invernaderos sencillos, de material plástico y ayudados por
la luminosidad de nuestro cielo ; únicamente necesitaremos
unas jornadas de calefacción cuando se instale en reg^i ^lnes
del interior.
Fig, 4.- ^onstrucción del armazón,
con pies metálicos
y cabios de madera.
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Refiriéndonos a invernaderos industriales, se nos ocurre
hacer la siguiente clasificación :
Cristal.
( Con cubierta rígida. I Polimetacrilato.
I Poliéster.
Polivinilo rfgido.
Estructura
de madera.
Con cubierta flexible.
Invernaderos.
Estructura
de metal
y madera.
Estructura
', metálica.
Polivinilo (lámina Y
armado ).
Polietileno (lámina
armado ).
Cubierta rígida.
Cubierta flexible.
Fijos.
Móviles.
Cubierta rígida.
^ Cubierta flexible.
Cubierta rígida.
Cubierta flexible.
Pero puecíen hacerse otras clasificaciones cuyos nombres
expresan perfectamente sus características :
Por su dedicación pueden ser de multiplicación de plantas y de producción de cosechas (frutos o flores).
Por la forma de su sección: rectangulares, trapezoidales, pentagonales, poligonales, semicilíndricos, hemielípticos, etc.
Para un horticultor que comienza en la instalación ^^ explotación de invernaderos, lo más recomendable, posiblemente, es prescindir de los invernaderos complicados.
Entre los invernaderos sencillos destacan los de cubiertas flexibles a base de polietileno o polivinilo, cuya materia
se fabrica abttndantemente en España, y los de cubierta rígida con poliéster.
Su fácil instalación y su menor inversión inicial al ser
construidos con estructura de madera o de metal y rnadera,
les hace muy aceptables.
I^irnerasio^r^es ^^ ca.^-acterística.c c^el iyaveryracl'^ero.-Aunque
las opiniones en esta cuestión son muy diversas, en general
se considera como anchura ideal de invernadero la <le múltiplos de tres metros, constituvendo elementos o uniclades cle
Fig•. 5.-Techumbre de polietileno hundida bajo el pesa^
de la nieve acumulada.
seis metros. En cuanto a la long•itud, se construyen hasta.
de 50 metros. Pero cuanto znás largos y anchos son los invernaderos, más se complica su ventilación en los días de
calor.
Es preferible constrzzir una batería de dos o tres invernadez-os de seis metz-os de anchura en vez de un invernadero único. En batería, los gastos de construcción son menores y los problemas de manejo más sencillos.
La altw-a debe ser suficiente para sacar provecho al máximo desarrollo de las plantas, considerando como las que
más desarrollan los tomates ^ pepinos. Por ello se adoptan
los 2,10 - 2,30 metros de altura a las correas v de tres a cuatro en la cumbrera. Ctzanto más alto es el invernadero, más
resistencia ofrece a la fuerza de los vientos. Por esta razón,.
en las regiones ventosas se constru^Ten invernaderos con techumbres de poca pendiente (5 por 100) }^ poca altura.
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Sin embargo, en las reg^iones lluviosas y de nieve, las techumbres cíe poca pendiente pueden dar lugar a accicíente^
por hundimiento de la cubierta, con pérdidas económicas
importantes. En estas reg-iones son ideales pendientes de
30 grados hacia el Sur y 60 para el costado Norte (nieve). Claro que esto da lugar a la construcción de una cumbrera demasiado alta y, por tanto, de montaje costoso y
arriesgado.
Pero la pendiente de la techumbre no sólo debe ser considerada en cuanto a la acción de la ]luvia, la nieve y el
viento, sino también en cuanto a la iluminación:
Cuando los rayos solares tr^piezan sobre la lámina de
plástico oblicuamente, son en parte reflejados sin entrar en
el interior del invernadero, ^• este fenómeno se hace aún
mayor cuando el áng-ulo de incidencia es superior a los
60 grados.
Fn otorio, invierno y primavera, los rayos solares inciden sobre el horizonte con ángulos inferiores a los 60 grados, por lo cual la techumbre se debe disponer de modo que
los rayos solares la atraviesen perpendicular o casi perpendicularmente. Si octtrre así, todos los rayos entrarán en el
invernadero sin ser reflejados.
Con este fin, la techumbre orientada hacia el Sur debe
formar con la horizontal un ángulo de 15 a 25 grados, ^T la
orientada al Norte, de 4S a^5 grados.
Cuanto más cerca estén de las cifras altas, mayor es la
cantidad de rayos que penetra en el invernadero, más alta
Fig. 6.-El invernadero que aparece en la
portada, en una de lae
fases de su construcción.
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quedará la cumbrera y más se eleva el costo de instalación.
Indudablemente, la máxima iluminación depende no sólo
de la pendiente de las techumbres, sino también de su orientación Sur y Norte; por tanto, el eje longitudinal del invernadero seg^uirá la línea Este-Oeste.
El «efecto de cierro» o calor que retiene el invernadero
entre sus paredes varía también con la calidad de los materiales de que están construidas.
Hasta la fecha, el mayor «efecto de cierro» se consigue
con el cristal de tres milímetros ; le siguen luego disti:^tas
clases de plásticos rígidos (polimetacrilato, poliéster, etc. ) y,
por último, las láminas flexibles de plástico (entre ellas se
encuentra el polietileno y el polivinilo ).
Cuanto más gruesa es la lámina, mayor es también el
«efecto de cierro».
El horticultor debe considerar todas estas razones para
elegir las dimensiones y disposición que más pueda interesarle.
Prepara,ción y construcción del invernadero.
Armnzóza.-Es conveniente que el terreno elegido para
construir el invernadero esté nivelado para un riego adecuado. Con esto se asegura no solamente el riego, sino también la evacuación de las aguas de lluvia que puedan caer
sobre el invernadero, las cuales hay que encauzar por el
contorno exterior buscando la retirada más fácil.
Si como tierra de cultivo se utiliza la que tiene la finca,
se marcan sobre ella los puntos sobre los cuales quedarán
los pies derechos y se hacen hoyos de 30 centímetros de ancho por 50 de profundidad.
Si la tierra de cultivo de la finca es inservible, entonces
hay que explanar toda la superficie que ocupará el invernadero, hasta 50 centímetros de profundidad. Una vez retirada esta capa del suelo, se colocan los pies derechos con
sus respectivos pilotes a las medidas previstas. Seguidamente se echa la tierra de cultivo que rellena la excavación
anteriormente realizada, aprisionando y cimentando los
pies derechos con sus pilotes.
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I^os pies derechos pueclcn ser cle maclera o de hierro.
Yara los pies derechos de madera se utilizan, a veces, los
^«puntales de pino», y otras veces, palos cle eucalipto. I)esde luego, se conservan más tiempo los de pino. Los pies clerechos de madera conviene tratarlos con creosota o alquitrán por un e^tremo }- luego se hincan medio metro en el
sttelo.
Los pies derechos de metal duran más tiempo que los
de madera v se utilizan bien los cle tubería g-alvanizada o
bien de perfil en T sencilla. Para esta clase cíe pies derechos se utilizan pilotes de cemento, que pueden construirse
en la propia finca y tienen forma de tronco de cono o tronco cle pirámide, con una base inferior de unos 30 centímetros, base superior de unos 1 S centímetros _v altura de
50 centímetros.
^n la base superior se deja un agujero de unos cinco
^centímetros de diámetro por 25 de profimdidad, para que
pueda alojarse perfectamente sobre él ttn pie derecho.
La sujeción del pie derecho al pilote puede efectuarse
pur distintos procedimientos (con cemento, pasador que
atraviesa a pie }^ pilote, etc.); conviene sujetarlo cle mocío
que no ten^a movimientos, pero que puede soltarse cuanclo
se quiera.
Los pies clerechos se disponen a tres l^or tres metros, y
si se usan cerchas, a tres por seis metros, procurando siempre conseguir la máxima luz interior para facilitar la utilización de motocultores o máquinas, en lo posible.
Fig. 7. - Invernadero
con armazón de tubo
galvanizado de u n a
pulgada. Techo adaptado a la pendiente
del terreno.
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^obre los pies clerech^ ^s se lispone el entramadu de la
cubierta, a^n cumbrera ^- correas distantes entre sí dos ^1
tres metros. ^obre las correas, }- perpendiculares a ellas, se
m^^ntan los cabi^^s, distantes entre sí 1,5U metros. Con
e^t^^ tenemos dispuestas las vertientes, con cabios cada
1,5 inetros.
1'ara la sttjeción o unión ^le los pies der^echos al entramado de la cubierta se utilizan «jtu^tas» de metal e incluso
^rapas metálicas, que penniten montar }^ desmuntar la techuiubre con facilidad, si se desea. I?stas juntas pueclen sustituirse poi- puntos de soldadura eléctrica. La soldadura
eléctrica es más barata que las juntas, }- tainbién puede desm^mtarse la techumbre tácihnente cuando sea necesario.
I^e este modo teneinos unos cobertizos curc;s ciinient^»
son los pilotes de cemento ; los pies derechos metálicos s^portan la cubierta, constituida t>or cumbrera ^- c^^rreas paralelas, sobre las cuales perpendicularmente que^lan instala1us l^^s rabi^^s de madera, que permitirán sujetar firmemente
el plástico e^tendido sobre ellos.
Los cabios se sujetan a las correas por me^li^^ de tuercas o alambres, ^- en sus c^trem^^s se enlazan unos cabios a
^^tros p^^r medio^cle tablas a t^>do 1^^ largo del in^-ei-nader^^.
C,^oloca^ció^a del ^lástico.-L7na vez preparado el armazón
del cobertizo conviene disponer el conjunto para la mejor
colocación o utilización del plástico.
^n primer lugar, se montan hilos de alambre galvanizado paralelos a los cabios ; dos hilos entre cada dos cabios,
con el fin de que los espacios sean de 50 centímetros. El
alambre puede ser de uno a dos milímetros de g^rueso.
Sobre las vertientes o techumbres se extiende el plásticr^,
sujetándolo en el sentido de su anchura con clavos y al primer cabio. Se sig^ue extendiendo, bien tirante el plástico,
hasta llegar al seg^undo cabio. ^' así sucesivamente hasta el
tinal.
Después de colocado el plástico de la cubierta se vuelven a tender alambres, esta vez a lo largo del invernader^^
}- paralelos a la cumbrera v correas. Lstos alambres, ^le
Fig. 8.-Cubierta de plástico
terminada, vista por el interior.
unc, a dus milímetros de grueso, se distancia entre sí unos
.5O centímetros.
Con el conjunto de alambres henlos sujetado el plástico
entre los alambres, formando paneles de 50 por 50 centímetros. F_llo facilitará la escorrentía del ag^ua de lluvia, sin
qne ésta fornie bolsas hacia abajo y sin que el vient^^ forme
cc,n el plástia^ bolsas hacia arriba.
T^n Canarias y- algun^s ^tros lug-ares, este arin<^zón de
alambre lo sustituyen l^or tela metálira c^^in^^ la de l^^s gallineros ; per^^, aparte de su elevad^ ^ r^ ^st^^, tieue el inrunveniente de que roza excesivamente el l^lástic^^, le quita tran^I^arencia ^- f-acilita su envejecimient<^.
Las paredes verticales no c^irecen dificultad en la instalación del l^lástico, aunque c^^nviene, también, dejarlo bietl
tenso.
Conviene colocar las puertas en las fachadas ínás l^e^iieñas, una cada seis metl-os de anchura del inverllader^^;
s^m de dimensiones normales v con entrepaños de plástic^^.
I,as ventanas <le ventilación deben disp^^ner^e alternan^cl^^, nunca ttna frente a otra; pueden colocarse e^l la te^c.htimbre }- en las l^aredes verticales o fachadas. Ca^la ventana ilevará ttn practicable para abrir y cerrar, que sirva a
stt vez com^^ sujeción cuando está abierta. Las bisagras cle
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las ventanas deben quedar siempre en la parte alta de las^
mismas.
I^1 material plástico conviene montarlo inmediatamente
antes cle implantar el cultivo, en las horas de mayor calma
de viento y, a ser posible, con la mejor temperatura del día.
Conviene atirantarlo bien, para que no forme bolsas en el
verano.
En nttestro país el polietileno utilizacío hasta ahora suele durar invierno, primavera }r hasta el verano, al fi'nal de]
cttal se rasg^a y agrieta. Alg-unos fabricantes quieren emhezar a utilizar inhibidores de los rayos ultravioleta, ccm los
cuales el plástico tarcia más en envejecer.
Nosotros hemos utiliza<lo polietileno con inhibidor de rayos ultravioleta y- ha durado en buen estado un año completo, resistiendo al final una nevacía de 1^ centímetros.
litilirando material plástico adecuado, habrá que renovarlo cada uno o dos años, seg^ím la clase de plástico que
sea y seg^ún la insolación que reciba; si en la Rioja dura un
año, en Canarias o Almería quizá sólo dure seis meses.
La instalación de cubierta no es ^ostosa, pues entre dos
operarios no muy entrenados pueden montar 200 metros
cuadracíos por cíía. El coste del plástico es variable, pero
dentro de los g^rosores recomendables puede ser de cuatro
a seis pesetas por metro cuadrado de polietileno y 16 a 19
pesetas por metro cuadrado de polivinilo.
Ventilación y control del invernadero.
La humecíad y la temperatura son los dos factores primordiales en la vida de las plantas cultivadas en invernadero.
(^acía planta exige una humeclad y temperatura óptimas,
fuera cíe las cuales o no desarrolla bien o sufre daños _v enfermedades.
Vamos a prescindir de la cale:f acción, de momento, y
consideraremos la humedad y la temperatura, szn tener en
cuenta adttélla.
Por medio de la ventilación y el riego podemos controlar
casi ínte^^ramente la humedad ^- temperatura. ^l riego pro-
Fig. 9.-Ventana de plástico rígido,
para poder proporcionar la ventilación.
duce enfriamiento y aumenta la humedad relativa del ambiente; la ventilación hace descender la humedací y la teml^eratura.
Decíamos due cada planta tiene su límite de humedad y
temperatura. r1sí, el peltino requiere entre 80 y 90 1>or 100
de httmeclad relativa y 25 a 35 grados de ternperatura. Ll
tomate prefiere de 50 a 60 por 100 de humedad ^- temperaturas de 15 a 25 grados; cuando la humedad relativa es
sul^erior al 60 por 100, enferma de Clao'os^oriosis y la polinización es más difícil, pues el polen se apelotona y no cae
subre los estig^mas de las flores.
La lechuga se desarrolla bien con 60 a 70 por 100 de
humeclacl ambiente y con una teml^eratura cle 8 a 12 g^rados
durante el cíía.
Igual que las citadas, cada l^lanta tiene sus condiciones
óptimas, que para algunas especies aún no han sido determinadas con l^recisión.
I^urante el invierno, el control de la humedad y 1a temperatura se hace difícil, y más cuando el cultivo está desarrollando; entonces, las temperaturas son bajas, la humeda^l ambiente es elevada y las plantas del interirn- del invernadero tienen una intensa transpiración.
En estas circunstancias, la humedacl ambiente se condensa en la cara interior del plástico, la ctxal, con la acción
de las radiaciones solares, se vuelve a evaPorar, enfriando
Fig. 10.-La ventilación también puede proporcionarse levantando las paredes del invernadero.
el ambiente interioi-. Este fenómeno se produce ininterrumpidamente.
Para evitar la elevacla humedad ambiente ha}' que ventilar, ahrovechando las horas de más calor exterior, con el
fin de en:lriar menos el invernadero; no cabe otra solución.
Cuando hav exceso cle calor basta ventilar para conseguir la soluci^^n, v si el ambiente es demasiado seco, regar.
Para saber exactamente cttándo deben variarse los factores anibientales del interior del invernadero, conviene tener en su interior, a la altura de las plantas (30-40 centímetros cíel suel^^), tern^ic^metro cíe máxima y mínima e hi^rómetro.
La ventilari^^n se clebe vig-ilar dos o tres veces al día. L1
trabajo cle ventilar se hará paulatinamente y en horas adecuadas. Cuando se dispone ^le ventanales, se abrirán primeramente las ventanas orientadas al Mediodía y, si persiste el calor, las puertas (que estarán orientadas al Este
y Oeste). Si, a hesar de esto, hiciera calor, se abrirán las
ventanas bajas del lado Norte.
Cttando el invernaclero no tiene ventanas, se levanta primeramente parte del l^lástico cle la fachada Sur; seguidamente se abre^i las l^uertas. ^' si persiste el calor, puecle
levantarse lig^eramente el plástico de la fachada Norte. Ventilar nu suele ^er costoso; sin embargo, calentar es realmente caro.
Calefacción.
Los invernaderos se construyen principalmente para proteg^er los cultivos durante las estaciones f rías y poco luminosas, beneficiándose lo más posible de la luz solar, que eleva la temperatura interior.
Este beneficio será mayor si el invernadero se instala en
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un luaar sano, de e^celente ltiminosidad natural, protegido
de los vientos ^- en donde la atmósfera está limpia de polvo
_^- humos.
Es difícil obtener una temperatura uniforme dentro de
un inverna^lero, debi^l^^ a los mo^los de l^ropag-ación del
calor.
La tenil^eratura del aire en un invernadero varía del
centro hacia la periieria ^- se ele^-a más rál^idamente cuanto inás alta. Por esta razón los in^^ernaderos se deben construir sobre terreno horizontal, para evitar diferencias sensibles de temperatura.
lle todos inodos, la unitormi<lad de teml^erattira es mu^r
i^nportante al nivel de las hlantas ctilti^•a^las.
Las radiaciones solares no calientan directa^nente el aire
del invernadero, sino que, al incidir sobre el suelo, parte
queda en la tierra ^- l^arte ^ie los ra^^os ral^n-íficos son emitidos ntievamente a la atmósfera, calentándola. ^i ^io e^istiese la lámina de hlástico, este calor se herdería en la
masa atmosférica, hero así es retenido en g^ran harte por el
hlástico:
Ls este hecho el qtie ^la lu^;-ar a la selección de los distintos materiales l^lásticos, ^eleccionando como el n^e_jor
aquel que permita el paso máxim^, de la ener^^ía solar ^- reteng-a la ma}-or canticlad lx^sible ^le las ra^liaciones emiticlas por el suelo.
Pero durante ias jornadas más ^ rías, el calor hroducido
en el interior del invernader^^^ a consertiencia de la energía
solar es insuficiente. Por lo rual se necesita aumentar la
temperatura, tanto en el suelo r^^mc^ en el aire, por medio
de instalaciones de cale^Eacción.
Estas instalaciones constan, generalmente, de un g^enerador de calor ^- un sistema ^le transporte y distribución
tiniforn^e del calor.
Dadas las características climáticas de nuestro país (con
pocas jornadas de calefacción ^- pequeño número de horas),
posiblemente 1^ inás económico sea utilizar calefaeción de
aire, movido por convección en el interior del invernadero
(turbocalefactores).
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Para el suelo, nosotros hemos usado las camas calientes de estiércol y la electricidad. Las camas calientes hoy
día resultan económicas, aunque el control de la temperatura es muy aleatorio. La caletacción eléctrica del suelo tiene un coste mu^- elevado (alrededor de 200 pesetas el metro cuadrado de tierra) y no es recomendable, aunque sí
e f ectiva.
A un horticultor bisoño para los cultivos bajo invernadero le recomendaríamos las camas calientes de estiércol,
que tamb^ién caldean lig^eramente el aire. Y como un paso
más hacia adelante, la calefacción con turboventilador eléctrico, sin que el aire impulsado dé directan^ente a las plaritas.
De todos modos, usando cualqttier medi^ de calefacción,
conviene vi^ilar cuidadosamente la htunedad ambiente, corriáiéndola si es necesario.
Realización de cultivos.
No vamos a eaplicar minucíosamente las técnicas de cultivo seguidas en cada especie, pero si vamos a me»cionar
las variantes que ofrecen albunas hortalizas al ser cultivadas en invernadero.
Pe^i^tio ti^ to^l^aa^te.-Son plantas remontantes o trepadoras, que suben sobre tutores, como las jttdías, si se las prepara para ello; esto e^ lo que se hace al cultivarlas en invernadero.
Se plantan más o menos con el mismo marco de plantación que cuando se hace a pleno campo, pero se les ayuda a remontar por tutores de cuerda, hasta que llenan a los
dos metros. Una vez allí se inclina el brote terminal hacia
el suelo o se despunta.
A los tomates se les quitan todas las ramillas laterales
y al pepino las ramillas laterales se despuntan por encima
de la seg^unda hoja. Con esto conseguimos un g^ran desarrollo en altura, sin menoscabo de la disponibilidad de luz interior.
En la época de floración, los tomates necesitan una httmedad relativa interior al 50 por 100 ^- hace falta remover
Fig. 11.-Interior de un invernadero para pepinos, con
los tutores de cuerda ya colocados.
diarianiente las plantas para que el ^olen salga y l^^linice
la^ fl^^re,.
L^,^ hehin^^s tienen flores masculinas y iemeninas; si las
flures luascttlinas lleg^an a polinizar a las fen^enznas, los frutos salen con mucha semilla, e inclus^^ se tuercen v adquieren un ashectc^ asimétricc^. 1'or el c^ntrari^, eliminanclo todas las flores lnaclws, los trtitos son n7ás regulares y sabr^^s„^.
1l7elo^les (varieclacies esl^eriales).-Son l^lantas ranlpantes que trehan, l^er^^ hasta lx^ra altura. Es necesaric^ preparar un^^s caballetes entre hilera e hilera a una altura de ur^
metr<^ _^- a_^-u^lar a las l^lanta, a subir al caballete; ttna ve.^
arriha, se ^lejan caer hacia la hilera opuesta. Con esto ^e
c^m^is;-ne mantcller l^^s tall^^s, las flores ^- los frutos elevados s^^hre el stielo, en beneficio cle stt sanidad y mejor desarrc^ll^^.
L:n términos g^enerales, Podemos decir que dentro de los
invernaderos ^le pr^^^lucción no se realizan más que plantacicmes con plantas jóvenes traídas de las cajoneras o de
un invernaderc^ cíe mttltiplicación.
Los rieg^^s, tratalnientc^s ^- abonados deben ser cuidacl^^samente estudiaci^^s, en atención al ambiente en que se
clesarr^^llan ^^ las alta^ hrnducci^nes que se obtienen.
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Datos económicos.
Los invernaderos construidos con hies derechos de metal, cerchas de metal y madera, y cubierta de polietileno, en
unidade^ de 240 a 420 metrus cuadrados, tienen un costo
actual de instalación de 132 pesetas por nletro cuadl-adu de
tierra cubierta. Actualmente tiene unos g-astos de re^osición de ^lásticu y amortización c^ue lle^^a a las 28 hesetas
el metru cuadrado.
Los invernaderos construidos con plásticos rígidus tienen un costo de instalación cle 6(^ pesetas ^or metru cuadradu, aln-uhimad,amellte.
Los invernaderus con cristal «cateclral» u«incansable»
resultan a 1.200 pesetas el metro cuadraclo.
Todas estas ciiras de costo van incrementadas con unas
G0^ pesetas, apruximaciamente, si el invernadero lleva caleiacción completa por agua caliente.
No dudamos que, empezando con invernaderos sencillos,
sin calelacción, un horticultor l^uede aunlentar sus ing^resos,
ya que huede ^,resentar en el nlercado su cosecha dos meses antes que los cultivadores de pleno campo, y producir
algunas hui-talizas cuanclo nadie las produce.
Es i^cil comprender que a un horticultor que enzhieza
a trabajar en invernadero le interesa colnenzar con el hril^llcr tipo.
Los beneficios económicos obtenidos en cultivo de hurtalizas sin calefacción son muy elevados y, desde luego, bastante suheriores a las 28 pesetas por metro cuadrado que
tiene anualrnente cle gastos fijos. 1?ara los cultivus de flores
especializados se necesita instalación ^le calefacción.
PUBLICACIONES DE CAPACITACION AGRARIA
Bravo Murillo, 101, Madrid-20.
Se autoriza la reproducción integra
de esta publicación mencionando su
origen, «Hojas Diwlgadoras del Ministerio de Agricultura».
tnt,^s^ito te€;at, nt. a.to^ - isas.
c;r„eicas uguina.
,rtet^^naez vatacs, ,.
BT:^drid, 1965.