ENDOCRINOLOGÍA ENDOCRINOLOGÍA VÍCTOR M. ARCE PABLO F. CATALINA FEDERICO MALLO CONTENIDOS PARTE I: MECANISMOS DE ACCIÓN HORMONAL Capítulo 1. Transporte de sustancias a través de membranas Capítulo 2. Canales iónicos Capitulo 3. Receptores acoplados a proteínas G Capítulo 4. Dimerización de receptores acoplados a proteínas G Capítulo 5. Receptores con actividad tirosina-quinasa Capítulo 6. Receptores asociados a tirosina-quinasa Capítulo 7. Receptores de la superfamilia del TGF-β Capítulo 8. Receptores nucleares PARTE II: NEUROENDOCRINOLOGÍA Capítulo 9. La unidad hipotálamo-hipófisis Capítulo 10. Prolactina Capítulo 11. Eje hipotálamo-hipófiso-testicular Capítulo 12. Eje hipotálamo-hipófiso-ovárico Capítulo 13. Neurohipófisis Capítulo 14. Factores tróficos y función neuroendocrina Capítulo 15. Neuroesteroides y sistema nervioso periférico PARTE III. CRECIMIENTO Y DESARROLLO SEXUAL Capítulo 16. Hormona de crecimiento Capítulo 17. Regulación y acciones de la ghrelina Capítulo 18. Actualizaciones en endocrinología de la reproducción Capítulo 19. La pubertad y sus trastornos PARTE IV: TIROIDES Capítulo 20. Fisiología de la glándula tiroides Capitulo 21. Mecanismos moleculares implicados en la función tiroidea Capítuo 22. Síndromes de resistencia a la acción de las hormonas tiroideas Capítulo 23. Anomalías en la función de la glándula tiroides Capítulo 24. Urgencias en patología tiroidea PARTE V: SUPRARRENALES Capítulo 25. Regulación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales Capítulo 26. Fisiología de la corteza suprarrenal Capítulo 27. Hiperplasia suprarrenal congénita Capítulo 28. Síndrome de Cushing Capítulo 29. Hiperaldosteronismo primario Capítulo 30. Feocromocitoma PARTE VI. PARATIROIDES Capítulo 31. Anatomía y fisiología de las glándulas paratiroideas Capítulo 32. Hiperparatiroidismo primario PARTE VII. OBESIDAD Capítulo 33. Regulación de la ingesta Capítulo 34. Trastornos del comportamiento alimentario: efecto de la composición de la dieta Capítulo 35. Obesidad: conceptos básicos Capítulo 36. Tratamiento de la obesidad Capítulo 37. El síndrome metabólico PARTE VIII: DIABETES Capítulo 38. Diabetes mellitus: conceptos básicos Capítulo 39. Fisiopatología de la diabetes mellitus tipo 2 Capítull 40. Avances en el diagnóstico de la diabetes mellitus Capítulo 41. Descompensaciones hiperglucémicas en la diabetes Capítulo 42. Complicaciones crónicas de la diabetes mellitus Capítulo 43. Avances en el tratamiento de la diabetes mellitus PARTE IX: OTROS SISTEMAS ENDOCRINOS Capítulo 44. Características fisiológicas de la barrera hematoencefálica Capítulo 45. Efectos fisiologicos del IGF-1: neuroprotección Capítulo 46. Hormonas reguladoras de los procesos de neurogénesis y gliogénesis Capítulo 47. Neuroinmunoendocrinología y enfermedades autoinmunes Capítulo 58. Psiconeuroinmunología Capítulo 49. El corazón como órgano endocrino: péptidos natruiréticos Capítulo 50. La superfamilia del TGF-β: miembros, regulación y respuestas celulares PARTE X: MÉTODOS EN ENDOCRINOLOGÍA Capítulo 51. Cultivos celulares Capítulo 52. Organización histológica del sistema endocrino: técnicas de estudio Capítulo 53. Metodologías en el laboratorio clínico: el inmunoensayo Capítulo 54. Introducción a la electrofisiología de las células endocrinas Capítulo 55. Ratones modificados genéticamente Capítulo 56. Aplicaciones de los ratones modificados genéticamente en endocrinología RELACIÓN DE AUTORES Isabel Alonso Servicio de Endocrinología C.H.O.P (Complexo Hospitalario de Pontevedra) [email protected] Amalia Andrade Servicio de Análisis Clínicos C.H.U. Xeral-Cies de Vigo [email protected] Ana Aranda Instituto de Investigaciones Biomédicas “Alberto Sols”. Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Universidad Autónoma de Madrid (CSIC-UAM) [email protected] Víctor M. Arce Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Carmen Carneiro Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Eva Carro Servicio de Neurología Hospital 12 de Octubre [email protected] Xesús Casabiell Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Felipe F. Casanueva Departamento de Medicina Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Pablo F. Catalina Servicio de Endocrinología C.H.O.P (Complexo Hospitalario de Pontevedra) [email protected] José A. Costoya Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Fernando Cordido Departamento de Medicina Universidade de A Coruña [email protected] Jesús Devesa Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Carlos Dieguez Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Ricardo V. García-Mayor Servicio de Endocrinología, Diabetes, Nutrición y Metabolismo C.H.U. Xeral-Cies de Vigo [email protected] Africa González Área de Inmunología. Universidade de Vigo. [email protected] Francisco González Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Lucas González Departamento de Biología Funcional e Ciencias da Saúde Universidade de Vigo [email protected] Carlos Spuch Laboratorio Neurociencias Karolinska Institute [email protected] J. Antonio Lamas Departamento de Biología Funcional e Ciencias da Saúde Universidade de Vigo [email protected] Francisca Lago Departamento de Medicina Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela [email protected] Alfonso Leal Departamento de Medicina Hospital Virgen del Rocio. Sevilla [email protected]_andalucia.es Yolanda Diz Chaves Lab. Neurociencias Instituto Cajal. CSIC. Madrid. [email protected] Joaquín Lado Departamento de Medicina Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Mª Reyes Luna Servicio de Endocrinología, Diabetes, Nutrición y Metabolismo. C.H.U. Xeral-Cies de Vigo [email protected] Federico Mallo Departamento de Biología Funcional e Ciencias da Saúde Universidade de Vigo [email protected] Aurelio Martís Servicio de Endocrinología C.H.O.P (Complexo Hospitalario de Pontevedra) [email protected] Encarnación de Miguel Departamento de Biología Funcional e Ciencias da Saúde Universidade de Vigo [email protected] Rubén Nogueiras Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Roberto Peinó Departamento de Medicina Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Avelina Pérez-Bravo Servicio de Psiquiatría. C.H.U. Xeral-Cies de Vigo [email protected] Celia Pombo Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Juan Carlos Rueda Servicio de Cirugía C.H.O.P (Complexo Hospitalario de Pontevedra) [email protected] Pilar Santisteban Instituto de Investigaciones Biomédicas “Alberto Sols” Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Universidad Autónoma de Madrid (CSIC-UAM) [email protected] Estela Sanchez Departamento de Biología Funcional e Ciencias da Saúde Universidade de Vigo [email protected] Rosa Señarís Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Cristina Taboada Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Manuel Tena-Sempere Departamento de Biología Celular, Fisiología e Inmunología. Universidad de Córdoba [email protected] Mª Ausencia Tomé Departamento de Medicina Universidade de Santiago de Compostela [email protected] Ignacio Torres-Alemán Instituto Cajal Consejo Superior de Investigaciones Científicas. [email protected] Anxo Vidal Departamento de Fisioloxía. Universidade de Santiago de Compostela [email protected] PARTE I MECANISMOS DE ACCIÓN HORMONAL CAPÍTULO 1 P A S O D E S U S T A N C IA S A T R A V É S D E M EM BRANAS Las células necesitan intercambiar sustancias con el exterior para su funcionamiento. Además este intercambio permite que la célula pueda comunicarse con otras. Todo intercambio tiene que producirse forzosamente a través de la membrana celular. La membrana celular consta de una bicapa de lípidos (fosfolípidos, colesterol y glicolípidos) que tienen una parte polarizada y otra no polarizada (moléculas anfipáticas). Al estar disueltos en agua, las partes no polarizadas (hidrófobas) se unen entre si y las polarizadas (hidrófilas) miran hacia el agua, conformándose así membranas bicapa. Al microscopio electrónico estas capas se ven como una capa clara (25-40 ) limitada por dos capas oscuras (25 cada una). Entre las moléculas de lípidos hay moléculas proteicas que conforman estructuras que funcionan como receptores, canales o bombas. Dependiendo de la función de cada célula, las proporciones de proteínas y lípidos de sus membranas se modifican. En la tabla 1.1 se muestra un ejemplo de células del hígado y del cerebro. Tabla 1.1. Composición de la membrana plasmática Hígado Proteínas Lípidos Colesterol Fosfolípidos Otros 60% 40% 16% 39% 45% Cerebro 31% 69% 27% 45% 28% Las funciones de las proteínas de membrana son variadas, pero las funciones más frecuentes son canales, bombas, enzimas, receptores y sistemas de unión intercelulares. Estas proteínas pueden producir movimientos iónicos o activar segundos mensajeros (AMPc, GMPc, Ca2+, etc). El movimiento iónico produce cambios en el potencial transmembrana. Para eso es necesario que los iones atraviesen la membrana celular utilizando un mecanismo de transporte. Los mecanismos de transporte se dividen en dos grandes grupos: pasivos (por difusión y canales) y activos (bombas, exocitosis y pinocitosis). MECANISMOS DE TRANSPORTE TRANSMEMBRANA Transporte pasivo por simple difusión La energía térmica de las moléculas hace que estén en un continuo estado de agitación y que se desplacen. El desplazamiento que sufren las moléculas en un líquido ha sido estudiado por Einstein y Stokes, quienes asumieron que estos desplazamientos estaban regidos por las fuerzas de rozamiento entre las moléculas. Suponiendo que las moléculas fuesen esféricas el desplazamiento por difusión sigue esta ecuación: RT D = -------6πνrN Donde D es el desplazamiento por difusión, ν es la viscosidad del medio, r es el radio de la partícula, R es la constante de los gases (8,314 J/Kmol), T es la temperatura (expresada en grados Kelvin) y N es el número de Avogadro (6,022·1023). Este movimiento hace que las moléculas de soluto puedan atravesar las membranas celulares. El paso de soluto por este mecanismo se rige por la Ley de Fick o ley de difusión: DA (Ca-Cb) F = ---------------X En donde D es el coeficiente de difusión del soluto en la membrana, A es el área de membrana considerada, Ca y Cb las concentraciones a ambos lados de la membrana y X el grosor de la membrana. Los coeficientes de difusión varían dependiendo de las membranas y de los solutos. Para el caso de que el disolvente sea el agua, la tabla 1.2 da los coeficientes de difusión de diferentes sustancias. Tabla 1.2. Coeficientes de difusión (cm2·s) en agua Sustancia Coeficiente de difusión H20 2,2·10-5 02 2,0·10-5 Cl- 2,0·10-5 K 2,0·10-5 + Na+ 1,3·10-5 Glicina 1,0·10-5 Glucosa 0,6·10-5 Lactosa 0,4·10-5 Hemoglobina 0,07·10-5 Como puede verse por la ecuación de Fick lo que realmente determina el paso de sustancias por difusión es la diferencia de concentraciones a ambos lados de la membrana. Cuando esto se iguala no hay paso neto de sustancias. Hay que fijarse que en esta ecuación no se considera la existencia de cargas eléctricas que, como ya se verá supone un importante problema para el movimiento iónico. Transporte pasivo por canales Los canales son estructuras proteicas transmembrana que permiten el paso de sustancias a su través (ver capítulo 2). Los más relevantes son los que permiten el paso de iones porque modifican el potencial transmembrana generado por las bombas iónicas. Existen multitud de canales con diferentes propiedades. Una vez los canales se abren, el paso de iones a su través esta regulado por el potencial de equilibrio del ión, por las concentraciones de ión a ambos lados de la membrana y por el potencial transmembrana. Transporte activo por bombas En las membranas celulares existen complejos proteicos que consumen energía y que son capaces de mover iones y otras sustancias contra un gradiente eléctrico o de concentración. La energía normalmente la obtienen del ATP o del potencial transmembrana. Existe una importante variedad de ellas. Transporte activo por exocitosis, fagocitosis y pinocitosis Este tipo de transporte se produce cuando parte de la membrana celular engloba sustancias formando vesículas y las expulsa de la célula o las incluye en la célula. Es un mecanismo que se utiliza mayormente en las sinapsis, donde las vesículas contienen neurotransmisores. CONSECUENCIAS DEL PASO SELECTIVO DE IONES POR UNA MEMBRANA El transporte por difusión llevaría a una situación estable que no sería útil para la célula. Es necesaria la existencia de mecanismos que transporten sustancias incluso en contra de la concentración. Para esto están los transportadores activos, también llamados bombas. Como normalmente lo que se transporta son iones, estas bombas reciben el nombre de bombas iónicas. Iones y potencial de membrana Una de las consecuencias del paso selectivo de iones a través de membranas es que aparecen potenciales eléctricos transmenbrana que interfieren enormemente con desplazamiento iónico que los genera. Los potenciales transmembrana se producen con pequeñas cantidades de iones por lo que la concentración apenas varía a ambos lados de la membrana. Esto es importante porque las bombas iónicas, aunque deben consumir mucha energía para mover un ión a través de la membrana contra potencial, en realidad el número absoluto de iones que mueven es muy bajo. Si un ión está a diferentes concentraciones a ambos lados de una membrana, el ión tiende a ir hacia el lado en donde la concentración es más baja. Pero al mismo tiempo que pasan iones forzados por la diferencia de concentración, comienza a aparecer un potencial transmembrana que frena el paso hasta que se alcanza un equilibrio. El potencial que hay en esta situación de equilibrio se puede calcular con la ecuación de Nerst: RT Ci E = --------- ln ------zF Ce que, suponiendo que la temperatura es de 20ºC queda reducida a: 58.2 Ce E = ------ log -------z Ci en donde E es el potencial transmembrana, R es la constante de los gases, T es la temperatura (expresada en grados Kelvin), z es la valencia del ión, F es el número de Faraday, y Ce Ci son las concentraciones a ambos lados de la membrana (Ce extracelular, Ci intracelular). La tabla 1.3 nos da una idea de las concentraciones y de los potenciales de equilibrio de diferentes iones en una célula muscular esquelética de un mamífero. Como las concentraciones no varían (excepto en el caso del Ca2+ intracelular y el hecho de que el H+ se tampona), la salida o entrada de un ión al abrirse un canal viene determinada por el potencial transmembrana que haya en ese momento (-90 mV en el ejemplo de la tabla). La tendencia es a que entren o salgan iones para ajustar el potencial transmembrana al potencial de equilibrio del ión. Es importante tener en cuenta el signo de la carga del ión. También es importante tener en cuenta que al moverse el ión, él mismo cambia el potencial transmembrana hasta llevarlo al su potencial de equilibrio. En el caso del Cl- por ejemplo, si el potencial transmembrana es -90 mV y se abren sus canales, sale de la célula repelido por la negatividad intracelular y atraído por la positividad extracelular, pero solo hasta que se alcancen los -81 mV de su potencial de equilibrio. Si el potencial de membrana fuese inicialmente -60 mV y se abriesen los canales de Cl-, el Cl- entraría en la célula empujado por la diferencia de concentración, hasta que la membrana alcanzase los 81 mV, es decir, hiperpolarizandola. Por este motivo los canales de Cl- tienden a estabilizar la hiperpolarización de la célula. Tabla 1.3. Concentraciones y potenciales de equilibrio de diferentes iones en una célula muscular esquelética de un mamífero. Ion Concentración externa (mEq) Concentración interna (mEq) Ev (mV) (Basal 90) Na+ K+ Ca2+ 142 4 2.4 10 140 0.0001 +67 -90 +127 ClMg2+ CO3H- 103 1.2 28 4.2 58 10 -81 -49 -26 FosfatosSO42H+ 4 1 0.00004 75 2 0.0001 +74 +9 -23 Glucosa 90 mg/dl 0-20 mg/dl Aminoacidos 90 mg/dl 200 mg/dl Colesterol Fosfolipidos Grasa neutra 0.5 mg/dl 2-95 mg/dl PO2 33 mmHg 20 mmHg PCO2 pH Proteinas 46 mmHg 7.4 2 g/dl 50 mmHg 7.0 16 g/dl Normalmente en reposo, la célula muscular tiene un potencial transmembrana de –90 mv. Esto significa que el único ión que está en equilibrio es el K+, es decir que no tendría un desplazamiento neto a través de la membrana aunque se abran los canales de K+. Por el contrario, el Na+ y el Ca2+ tienen 157 (90+67) y 218 (128+90) mV que los fuerzan a entrar dentro de la célula cuando se abren sus canales. En condiciones de reposo esto no ocurre porque la membrana celular es muy impermeable a estos iones y solo permite su entrada cuando se abren unos canales específicos para ellos. Para poder mantener estas concentraciones y este potencial transmembrana es necesaria la existencia de unos mecanismos que transporten los iones a ambos lados de la membrana incluso contra el gradiente de concentración y eléctrico. Estos transportadores son las bombas iónicas. BOMBAS IONICAS La mayor parte de los experimentos que condujeron a conocer la existencia de bombas iónicas se han realizado en el axón gigante del calamar (o la sepia) y en los glóbulos rojos. En estas y otras células hay un potencial transmembrana que es mantenido por las bombas iónicas y cuya energía es utilizada para transportar otras sustancias contra gradiente de concentración, como por ejemplo aminoácidos, azúcares y agua. Además muchos enzimas citoplasmáticos se estimulan por K+ o Na+. Algunas bombas toman la energía directamente del ATP, por que en realidad son ATPasas, por ejemplo la bomba sodio/potasio o la bomba de Ca2+. Otras aprovechan los gradientes eléctricos generados por los iones. Normalmente las bombas en lugar de transportar un solo ión, lo que hacen es intercambiar iones, por ejemplo sacar Na+ de la célula y meter K+ en la célula. Por esta razón también se denominan bombas intercambiadoras de iones. Las ATPasas suelen mover iones porque pueden obtener toda la energía necesaria para este proceso, que es importante al tener que luchar contra el gradiente eléctrico. Las bombas no ATPasas suelen tener menor requerimiento energético porque transportan sustancias no iónicas y por lo tanto no afectadas por el gradiente eléctrico, o, cuando transportan estas sustancias ionizadas lo que suelen hacer es intercambiarla con otra de la misma polaridad para evitar crear cambios en el potencial eléctrico. En la tabla 1.4 se presenta una relación de bombas ATPasas y no ATPasas. Tabla 1.4. Bombas iónicas ATPasas y no ATPasas. ATPasas Bomba Bomba Bomba Bomba Na+/K+. Ca2+/Mg2+ muscular de Ca2+ de los glóbulos rojos de H+ de las células parietales de estómago Bomba de H+ de las células cromafines suprarrenales Bomba de H+ de los túbulos contorneados distales del riñón No ATPasas Bomba de aminoácidos. Bomba de azucares Bomba de neurotransmisores Bombas intercambiadoras (Na+/Cl-, Na+/Ca2+, Na+/Mg2+, Na+/H+) Bombas intercambiadoras de iones negativos (Cl/CO3H-) La bomba de sodio/potasio Esta es la bomba más conocida y es la que se describirá aquí brevemente. Necesita energía que obtiene del ATP, expulsa Na+ del interior de la célula e introduce K+ en el interior de la célula. La bomba Na+/K+ es en realidad un enzima que hidroliza el ATP y a cambio mueve iones. Un mol de ATP almacena 65 kJ. La bomba consiste en una proteína larga incrustada en la membrana celular y tiene la mayor parte dentro del citoplasma celular cruzando la membrana 10 veces. La parte intracelular tiene un sitio de unión del ATP y otro punto donde se produce la fosforilización. En la porción extracelular hay un punto en donde se une la oubaína, un toxico que bloquea la bomba. Se cree que los lugares a donde se une el Na+ y el K+ están en los fragmentos que cruzan la membrana. Los glicósidos cardiacos (digital) también bloquean esta bomba. Su funcionamiento es como sigue y se ha deducido fundamentalmente a partir de estudios en el axón gigante del calamar utilizando Na+ radiactivo (24Na+). Para producirse el intercambio de iones primero se unen tres iones Na+ al transportador. Después se produce la hidrólisis del ATP que pierde un fósforo que se une al transportador produciéndose la fosforilización de un fragmento de la proteína. Esta fosforilización modifica la conformación de la proteína (transportador) y expulsa los tres iones Na+ al exterior. En este momento se unen 2 iones K+ al transportador. A continuación el transportador se defosforiliza y recupera su conformación original, con lo que libera el K+ en el interior de la célula. Como salen tres iones de Na+ y solo entran dos iones K+, el resultado neto es que el exterior de la célula se hace positivo con respecto al interior. Por esta razón se dice que la bomba Na+/K+ es electrogénica. Para que este mecanismo funcione es necesario que haya ambos iones y que haya ATP suficiente. Los experimentos en los que se modifican estas sustancias demuestran que la salida de Na+ se ve alterada. Un aspecto importante de este mecanismo es que es mucho más lento que el paso iónico por canales, de tal forma que la corriente iónica generada por las bombas solo supone el 1% de la generada por los canales en el mismo tiempo. Ocurre que la mayor parte de las células abran sus canales solo por breves periodos de tiempo y poco frecuentemente, lo que da tiempo a que las bombas recuperen los potenciales transmembrana. BIBLIOGRAFÍA Ashcroft FM 2000 Ionic Channels and Disease. Academic Press. Hille B 1992 Ionic Channels of Excitable Membranes. Sinauer Associates Inc. Purves D, Augustine GJ, Fritzpatrick D, Katz LC, LaMantia A-S, McNamara JO 1997 Neuroscience. Sinauer Associates Inc. Kandel ER, Schwartz JH 2000 Principles of Neural Science (4ª edition). McGrawHill. RECURSOS DE INTERNET http://www.neuro.wustl.edu/neuromuscular/mother/chan.html CAPÍTULO 2 C A N A L E S IÓ N IC O S Los canales son estructuras proteicas incluidas en la membrana celular que permiten el paso de sustancias. Los canales más estudiados y más relevantes para las células son los canales que permiten el paso de iones. Se encuentran en las membranas celulares de animales, plantas, y bacterias, y juegan un importante papel en procesos tales como la excitación nerviosa y muscular, secreción hormonal, aprendizaje y memoria, proliferación celular, transducción sensorial, control del balance de sales y agua, la regulación de la presión sanguínea y la contracción cardiaca. El estudio de la estructura y función de los canales tiene importancia porque ayuda a comprender el funcionamiento celular y además porque sus alteraciones son la causa de diferentes enfermedades, ocasionadas por la mutación de un gen que codifica la proteína de un canal pudiendo así alterar su funcionamiento. Por ejemplo, la hipopermeabilidad de los canales de Na+ epiteliales es la causa del pseudohipoaldosteronismo tipo I. Las alteraciones de los ligandos que activan o desactivan el canal (por alteraciones genéticas que afectan al ligando por ejemplo) pueden causar el malfuncionamiento del canal (como ocurre en algunos tipos de diabetes mellitus). La presencia de anticuerpos contra las proteínas del canal también puede producir alteraciones del canal. En algunos casos ciertas bacterias o virus insertan canales en las membranas celulares que causan la muerte celular, como ocurre con el estafilococo aureus. Finalmente, hay ciertas toxinas que alteran el funcionamiento de los canales, como la tetrodotoxina (TTX), por ejemplo. ESTRUCTURA MOLECULAR DE UN CANAL IÓNICO Los canales son proteínas incluidas en las membranas celulares. Hay que señalar que no solo se encuentran en las membranas externas, sino que también los hay en otras membranas, como en el retículo endoplasmático y las mitocondrias. La cadena de la proteína (subunidad α, β, etc.) cruza varias veces la membrana y se expande por el citoplasma celular y por el exterior de la célula. El fragmento de cadena que cruza la membrana se denomina dominio y es siempre una cadena α. Cada dominio puede tener uno o varios segmentos transmembrana que son las porciones incluidas en la membrana celular. Suele haber un loop intramembrana (H5, hairpin) responsable de la selectividad del ion y de la apertura del poro del canal. Parte de la proteína esta fuera de la célula y parte dentro de la célula. La parte externa puede unirse a polisacaridos. Normalmente el canal esta formado por varias proteínas diferentes llamadas subunidades, que reciben el nombre de α, β, etc. Un canal se forma por combinaciones de estas unidades formando dímeros, trímeros o tetrámeros. Normalmente cualquier subunidad por si sola puede conformar un canal funcional, pero al añadirse las restantes subunidades mejora o cambia el funcionamiento del canal. Al juntarse varias subunidades forman una estructura circular dejando un poro en el centro por donde pasan los iones. Si el canal es voltaje-sensitivo, tiene un fragmento de la proteína (hairpin) formado por aminoácidos que pueden ionizarse, normalmente incluido en la membrana, que es sensible al voltaje y abre o cierra el canal como una compuerta. Si el canal depende de un ligando para abrirse o cerrarse, tiene un lugar a donde este puede unirse. Puede haber una parte de la cadena de aminoácidos intracelular que funcione como una compuerta tapando o destapando el poro del canal. También suele haber una parte que facilita la unión con otras unidades α o β. La estructura tridimensional (topología) y las características polares de sus aminoácidos de estas unidades proteicas son los que determinan las propiedades funcionales de los canales. Clonación de canales El desarrollo de la biología molecular ha permitido reproducir canales iónicos en base a la secuencia de aminoácidos que contienen sus cadenas. Así es posible inducir en una célula la expresión de un gen de una unidad α o β de un canal. Al clonar esta proteína, termina incluyéndose en la membrana celular y allí puede ser estudiado. Para esto se utilizan frecuentemente oocitos de Xenopus. Sin embargo no es posible estar seguros de que el canal que obtengamos sea igual al que se forma en una célula original. Los canales de las membranas en su forma original y en células originales se denominan canales en forma nativa. Los canales obtenidos mediante manipulación de genes reciben el nombre de canales clonados. Aunque ambas formas se utilizan a veces indistintamente, lo cierto es que pueden ser muy diferentes puesto que hay aspectos del canal que pueden no ser conseguidos simplemente por la manipulación genética. Por ejemplo, los componentes de polisacáridos que tienen algunos canales pueden afectar el funcionamiento del canal. La organización final de sus diferentes subunidades también puede ser importante para su funcionamiento. La existencia de otras proteínas o moléculas que interaccionen con el canal pueden modificar sus características. TIPOS DE CANALES IÓNICOS La clasificación de los canales es difícil puesto que no hay criterios claros para agruparlos, pero una clasificación que puede ser útil es la siguiente. • canales voltaje-dependientes. • canales ligando-dependientes (ionotrópicos). • canales activados por segundos mensajeros (metabotrópicos). • otros canales. Los canales voltaje-dependientes permiten el paso de iones dependiendo del voltaje transmembrana. Los canales ligando-dependientes ionotrópicos requieren la unión de una sustancia al propio canal para permitir o anular el paso de iones. Los canales activados por segundos mensajeros (metabotrópicos) requieren que una sustancia se una a un receptor de membrana alejado del canal para que se active una cadena de segundos mensajeros y estos activen finalmente el canal. Además de estos tipos hay otros canales con ciertas particularidades que no se pueden incluir en estos grupos. Canales voltaje-dependientes Hay numerosos tipos de canales voltaje-dependientes. Aquí se describirán como ejemplo los canales Na+ voltaje-dependientes. Localización Han sido encontrados en el cerebro, la medula espinal, el músculo esquelético, el músculo cardiaco, el útero y la glía. Hay varios subtipos. En el cerebro de la rata por ejemplo hay canales de Na+ voltaje-dependientes con al menos cuatro tipos de cadenas α diferentes. Esto hace que tengan diferentes propiedades. Por ejemplo, el canal de Na+ del corazón es menos sensible a la TTX que el canal de Na+ del cerebro. Aquí se describe el canal de Na+ voltaje-dependiente de forma general. Estructura Está conformado por dos proteínas diferentes, α y β. La proteína α es la mayor y esta formada de unos 2000 aminoácidos que conforman cuatro series repetidas de aminoácidos (I a IV). Cada una de estas series tiene 6 dominios transmembrana (1 a 6) y un hairpin intramembrana que es el que hace de compuerta. La terminal NH2 y la COOH están ambas intracelulares. Esta unidad α por si sola ya funciona como un canal y no necesita de la unidad β. La proteína β es más pequeña, tiene un solo dominio transmembrana con el extremo NH2 extracelular y el COOH intracelular. La parte extracelular esta fuertemente glicosilada con polisacaridos. No es indispensable para el funcionamiento del poro, pero su presencia mejora notablemente el rendimiento como canal de la unidad α. Funcionamiento Los dominios transmembrana de la proteína β forman un poro en la membrana celular. La subunidad β está cerca de la subunidad α pero no se conoce su forma de acción. La activación (apertura) del canal se produce al cambiar el potencial transmembrana. Una de las propiedades más peculiares de este canal es su marcada sensibilidad al voltaje. Con el potencial de reposo (-90 mV) la probabilidad de apertura del canal es extraordinariamente baja. La despolarización abre rápidamente los canales, de forma que un cambio de 9 mV en la despolarización incrementa por diez las probabilidades de abrirse un canal. La apertura del canal es tiempo dependiente, cuado se produce la despolarización el canal se abre bruscamente pero solo durante 1 ms o menos y a continuación se cierran y permanecen así hasta que la membrana se hiperpolariza de nuevo. El sensor de voltaje que inicia la apertura es la lisina o arginina incluida en el segmento S4 de los dominios transmembrana. Cuando se produce un cambio en el potencial transmembrana el dominio transmembrana se desplaza hacia fuera dentro de la membrana modificando el poro y probablemente cambian la conformación del loop intramembrana de cada subunidad α permitiendo el paso del ión a su través. La inactivación (cierre) del canal se produce de forma rápida e inmediatamente después de la apertura. Se produce por el cierre del loop 1488-1490 dentro del citoplasma celular localizado entre las subunidades III y IV de la unidad α y denominado IFM por tener tres aminoácidos críticos: isoleucina (1488), fenilalanina (1499) y metionina (1490). La fenilalanina en la posición 1489 es el más importante. Este loop funciona como una tapadera que cierra el poro del canal por el extremo intracelular y permanece durante toda la despolarización. Solo se vuelve a abrir cuando se repolariza la membrana de nuevo. La TTX es un tóxico que se encuentra en los ovarios y el hígado de un pez llamado Fugu, muy apreciado en Japón. La TTX se une al aminoácido 387 y tapona el poro, por lo que el canal deja de funcionar. Canales ligando-dependientes (ionotrópicos) Los canales dependientes del receptor de la acetilcolina (ACh) son los que se exponen a continuación como ejemplo. Estos canales tienen dos grandes subtipos: nicotínicos y muscarínicos. Ambos canales dejan pasar iones Na+ y K+. Se denominan así porque unos son activados por una sustancia y los otros por la otra. Ambos son activados por la ACh, pero de forma diferente. Los canales dependientes del receptor muscarínico están separados del propio receptor. Este receptor al ser activado por la muscarina activa una cascada de segundos mensajeros que son los que realmente actúan finalmente sobre el canal, alejado del receptor. Es un receptor metabotrópico. En el caso de los canales nicotínicos, el receptor está en el propio canal. Este es un canal ionotrópico. Estos son los que trataremos aquí. Localización Los canales de ACh dependientes con receptor nicotínico se encuentran en las sinapsis interneuronales y en la sinapsis neuromuscular en donde permiten la comunicación sináptica. Estructura Se localizan en la membrana postsináptica. Son pentámeros que tienen dos unidades α, una β, una ε y una δ, pero puede haber combinaciones variadas de ellas. Las subunidades α son parecidas entre si con cuatro dominios transmembrana. Ambas NH2 y COOH están fuera de la célula. La ACh se une a la terminación NH2, con lo que permite la apertura del canal. Funcionamiento Cuando se libera acetilcolina, esta se une a la terminación NH2 (que es extracelular) de una o varias unidades y modifica la estructura del poro. Este se abre y deja pasar Na+ y K+ con lo que se despolariza la célula. Canales activados por segundos mensajeros (metabotró-picos) La mayor parte de estos canales están en las membranas postsinápticas. Estos canales se abren indirectamente, de tal forma que el receptor y el efector (canal) son moléculas separadas y diferentes. Hay dos grandes familias de receptores metabotrópicos, los receptores acoplados a una proteinas G y los receptores acoplados a tirosinquinasa. Canales acoplados a proteínas G Las proteínas G son proteínas que se unen a una o varias moléculas del nucleótido guanina (ver capítulo 3). A esta familia pertenecen los receptores α y β de la adrenalina, el receptor muscarínico de la ACh, el receptor GABAb, algunos receptores de glutamato, de serotonina, de neuropéptidos, los receptores de olor y la rodopsina. Cuando la molécula de la sustancia activa (normalmente un neurotransmisor) se une al receptor, se activan las proteínas G, poniendo en marcha la cascada de segundos mensajeros. Como segundos mensajeros funcionan el AMPc, el inositol fosfato, el diacilglicerol, y el ácido araquidónico. Canales acoplados a receptores tirosinquinasa Ciertos receptores de membrana con actividad tirosinquinasa son capaces de modular la actividad de canales iónicos, aunque no de forma tan efectiva como los receptores acoplados a proteínas G. A este tipo de receptores se unen fundamentalmente péptidos, entre ellos numerosos factores de crecimiento como el factor de crecimiento epidérmico (EGF), el factor de crecimiento de fibroblastos (FGF), factor de crecimiento nervioso (NGF) y la insulina (ver capítulo 5). Otros canales GAP junctions Representan un tipo de canales que permiten la comunicación casi inmediata entre células. Son muy importantes para sincronizar la actividad eléctrica. También sincronizan la secreción glandular como en el caso de los islotes del páncreas. En las células no excitables permiten el intercambio de nutrientes y metabolitos (Ca2+, AMPc, IP3). En el cerebro permiten el paso de K+ desde las neuronas a través de la glía hasta los capilares. También juegan un papel importante en el crecimiento y diferenciación celular. Canales iónicos en células del sistema inmune Los linfocitos T citotoxicos son capaces de producir moléculas de complemento (C1C9). Estas moléculas funcionan en cascada enzimática. Las moléculas C7 a C9 terminan conformando un canal en la membrana de las células blanco que termina destruyendo la célula. Estos linfocitos T también pueden producir perforinas que son proteínas que pueden formar canales en la membrana de las células blanco. Los neutrófilos y macrófagos producen defensinas que son proteínas efectivas ante bacterias y hongos porque forman canales en sus membranas que permiten el paso de aniones (negativos). Canales iónicos en bacterias, hongos y protozoos Las bacterias pueden producir proteínas cortas (15 aminoacidos, gramicidina por ejemplo) que funcionan como antibióticos que forman canales sobre las membranas de otras bacterias que dejan pasar cationes monovalentes, sobre todo H+. Los estafilococos producen proteínas (toxinas) que actúan como canales y lisan células eucariotas. Los hongos también pueden producir proteínas que funcionan como canales y lisan bacterias. El protozoo Trypanosoma cruzi produce la enfermedad de Chagas. Este protozoo es fagocitado por las células y es encapsulado en una vacuola. Para salir de ella el protozoo produce proteínas que funcionan como canales y producen la lisis de la vacuola con la liberación del protozoo. Canales iónicos en virus El virus de la influenza tiene una cubierta de lípidos (procedente de la última célula que infectó) y tres proteínas en su interior: hemaglutinina, neuraminidasa y proteína M2. La proteína M2 es un canal de protones. La M2 tiene 97 aminoácidos y un fragmento es una cadena α. Esta proteína funciona como un canal en la membrana de la vesícula que se forma con la membrana de la célula cuando el virus entra en la célula. La conductancia del canal para el H+ hace que el pH dentro de la vesícula disminuya y el virus suelte su RNA. BIBLIOGRAFÍA Ashcroft FM 2000 Ionic Channels and Disease. Academic Press.. Hille B 1992 Ionic Channels of Excitable Membranes. Sinauer Associates Inc. Purves D, Augustine GJ, Fritzpatrick D, Katz LC, LaMantia A-S, McNamara JO 1997 Neuroscience. Sinauer Associates Inc. Kandel ER, Schwartz JH 2000 Principles of Neural Science (4ª edition). McGraw Hill. RECURSOS DE INTERNET http://www.neuro.wustl.edu/neuromuscular/mother/chan.html CAPÍTULO 3 RECEPTORES ACOPLADOS A P R O T E ÍN A S G Los receptores acoplados a proteínas G (GPCRs) constituyen la familia de receptores de membrana más abundante (se han identificado más de 800 secuencias que codifican GPCRs en el genoma humano) y con una mayor variedad de ligandos, entre los que se incluyen péptidos y proteínas, bioaminas, derivados de aminoácidos, lípidos, nucleótidos, iones o fotones. Funciones celulares tales como la sínteis y secrección de hormonas, procesos metabólicos o la proliferación y la diferenciación se regulan a través de la modulación de la actividad de estos receptores. Los distintos miembros de esta familia presentan una escasa homología en su secuencia de aminoácidos, pero poseen una estructura similar en la que podemos distinguir 3 dominios principales (figura 3.1): • dominio extracelular en el que se encuentran (en la mayor parte de los casos) las secuencias de unión al ligando. Este dominio es el menos conservado. • dominio transmembrana, caracterizado por presentar siete hélices transmembrana (por lo que estos receptores se denominan también receptores de 7 pases o receptores serpentina), unidos entre si por 3 loops intracelulares (i1-i3) y 3 extracelulares (e1-e3). • dominio intracelular, en el que destacan una zona de unión para proteínas G y una serie de secuencias de fosforilación que participan en el mecanismo de inhibición del receptor. En humanos, los GPCRs se agrupan en 5 familias. La familia 1 está, a su vez, dividida en 3 subfamilias 1a, 1b y 1c. La familia 1a la constituyen los receptores para la mayor parte de odorantes y otras pequeñas moléculas como encefalinas o catecolaminas. En este caso, la zona de unión con el ligando no se encuentra en el dominio extracelular, sino en el dominio transmembrana. La familia 1b incluye los receptores para algunos péptidos, citoquinas y trombina. La zona de unión se localiza mayoritariamente en el dominio extracelular, aunque también intervienen determinadas regiones del dominio transmembrana. La familia 1c incluye los receptores de las hormonas glucoproteicas. La zona de unión al ligando está, prácticamente en su totalidad, en el dominio extracelular. Los receptores de la familia 2 tienen una organización similar a los de la familia 1c (pero muy escasa homología de secuencia). Dentro de esta familia se incluyen los receptores de diversas hormonas (PTH, calcitonina, VIP, PACAP, GnRH, CRH, etc.) y algunas toxinas como la de la viuda negra. La familia 3 incluye los receptores metabotrópicos y los sensores de calcio. La familia 4 los receptores de feromonas y la familia 5 incluye a frizzled y smoothened, 2 importantes receptores implicados en la regulación del desarrollo embrionario. Figura 3.1. Estructura de los receptores acoplados a proteínas G ACTIVACIÓN DE LOS GPCRs Desde el punto de vista funcional, los GPCRs se caracterizan por estar acoplados a unas proteínas denominadas proteínas G. Las proteínas G son unas GTPasas triméricas que se encuentran unidas a la cara citoplasmática de la membrana plasmática. Están constituidas por una subunidad α, una subunidad β y una subunidad γ, aunque las subunidades β y γ son indisociables, por lo que se comportan como una unidad funcional. Hasta el momento se han identificado 20 tipos de subunidades α, 13 de subunidades γ y 7 de subunidades β. Según la similitud de la secuencia de aminoácidos de la subunidad α, las proteínas G se clasifican en 4 familias: Gs, Gi/o, Gq/11 y G12/13. El dominio TM es el elemento clave en el proceso de activación de los GPCRs. La unión del ligando al receptor, induce un cambio conformacional de este dominio que va a modificar, a su vez, la conformación de i2 e i3 aumentando su afinidad por la subunidad α de las proteínas G. Cuando no está unida al receptor, la subunidad α de las proteínas G se encuentra en estado inactivo (formando el trímero con la subunidad βγ) y tiene afinidad por GDP. Tras unirse al receptor, la subunidad α intercambia GDP por GTP y sufre un cambio de conformación que hace que se separe del dímero βγ. Una vez separados, tanto el dímero βγ como la subunidad α se vuelven funcionalmente activos, activando o inhibiendo a sus moléculas diana. Finalmente, las subunidades α libres producen la hidrólisis de la molécula de GTP con lo que retornan a su estado inactivo, uniéndose de nuevo a dímeros βγ. El porcentaje de hidrólisis de estas moléculas aumenta significativamente gracias a la contribución de las proteínas GAPs (GTPase-activating proteins) acelerando la reacción unas 2000 veces. Entre las proteínas GAPs de las proteínas G se incluyen proteínas efectoras como la PLC- (phospholipase C- ) o p115RhoGEF y las proteínas RGS (regulators of G protein signalling). INACTIVACIÓN DE LOS GPCRs Los GPCRs pueden ser silenciados a través de 3 mecanismos básicos: inactivación, secuestro y down regulation. La inactivación se produce a consecuencia de la fosforilación de residuos de serina y treonina del dominio intracelular del recetor por acción de una serie de quinasas entre las que destacan las GRKs (G-protein-linked receptor kinases). La fosforilación de estos residuos determina la unión de una proteína denominada arrestina al dominio intracelular del receptor, inactivándolo. Además, la unión de la arrestina induce la internalización por endocitosis del receptor, dando lugar al secuestro del receptor. Si se produce la fusión de las vesículas endocíticas con los lisosomas, se produce la degradación del receptor o down regulation. RECEPTORES ACOPLADOS A PROTEÍNAS GS Una vez separada del dímero βγ, la subunidad αs activa a otra proteína de membrana que es la adenilato ciclasa (AC) que genera cAMP a partir de moléculas de ATP, aumentando, por tanto, los niveles intracelulares de dicho mensajero. El incremento de los niveles de cAMP va a determinar, a su vez, la activación de una serina/treonina quinasa que es la proteína-quinasa A (PKA) (figura 3.2). En su estado inactivo, la PKA está constituida por 2 subunidades catalíticas y 2 subunidades reguladoras que son las que presentan capacidad de ligar cAMP. La unión del cAMP a las subunidades reguladoras produce una disociación del complejo, liberándose unidades catalíticas activas que serán las responsables de la fosforilación de residuos de serina y/o de treonina de determinadas proteínas diana. Una de las principales proteínas fosforiladas por PKA es CREB (cAMP response element binding), que recibe este nombre porque se une a elementos de respuesta génicos denominados CRE (cAMP response element). Cuando CREB es fosforilado por PKA, forma un complejo con CBP (CREB binding protein) que es capaz de unirse a CRE, estimulando así la transcripción de determinados genes. βγ α Figura 3.2. Mecanismo de activación de los receptores acoplados a proteínas Gs La actividad de la PKA es contrarrestada por una serie de serina/treonina fosfoproteína fosfatasas, entre las que destaca la proteína fosfatasa I que es la responsable de la defosforilación de la mayoría de las proteínas fosforiladas por PKA, incluyendo a CREB, y haciendo así que se inhiba su actividad transcripcional. Otras fosfatasas relacionadas con PKA son PPIIA y PPIIB, también denominada calcineurina, importante sobre todo en el sistema nervioso central. La actividad de la fosfatasa I está regulada por una proteína denominada inhibidor-1, que se une a fosfatasa I e impide su acción. Sin embargo, para que el inhibidor-1 pueda unirse a fosfatasa I es necesario que esté fosforilado. La fosforilación de inhibidor-1 depende de PKA. De esta forma, PKA favorece su actividad quinasa inhibiendo la principal fosfatasa. RECEPTORES ACOPLADOS A PROTEÍNAS Gq El proceso de activación de los receptores acoplados a proteínas Gq es, en su inicio, similar a los anteriores (figura 3.3). Es decir, tras la unión del ligando al dominio extracelular del receptor se produce un cambio conformacional que permite la unión de la proteína Gq a una secuencia específica localizada en el dominio intracelular del receptor. La unión de la proteína Gq al receptor causa la disociación de la subunidad αq que, a su vez, adquiere capacidad de activar una fosfolipasa de membrana: la fosfolipasa C−β (PLC−β). Una vez activada, la PLC−β va a producir la hidrólisis de un fosfolípido de membrana, el fosfatidil inositol bifosfato (PIP2), generando dos productos: diacilglicerol (DAG) e inositol trifosfato (IP3). El IP3 es una molécula hidrosoluble, que se separa de la membrana y difunde por el citosol, uniéndose a receptores específicos localizados en la membrana del RER (retículo endoplásmico rugoso). Estos receptores son canales de calcio que se abren tras unirse al IP3, lo que determina la salida de calcio del retículo y, por tanto, el aumento de la concentración de calcio citoplasmático. Este aumento de la concentración de calcio va a ser responsable, de la activación de diferentes enzimas, entre los que destacan las CaM-kinasas (CaM-K) o quinasas dependientes de calcio y calmodulina y la proteína quinasa C (PKC). !"#$ βγ α & % β %' Figura 3.3. Mecanismo de activación de los receptores acoplados a proteínas Gq Las CaM-kinasas son una familia de serina/treonina quinasas que recibe este nombre porque su activación depende tanto de la presencia de calcio, como de una proteína ligadora de calcio denominada calmodulina. En ausencia de calcio, la calmodulina se encuentra en estado inactivo, pero una vez que se produce la unión del calcio a la calmodulina, ésta experimenta un cambio conformacional, que determina su activación. Una vez activada, la calmodulina es capaz de activar otras proteínas, las más importante de las cuales son las CaM kinasas. La unión de la calmodulina/calcio a la CaMkinasa, hace que ésta se autofosforile y adquiera capacidad de fosforilar a múltiples proteínas diana. Entre éstas se encuentran, por ejemplo, la AC o CREB dos proteínas implicadas directamente en la señalización mediada por receptores acoplados a proteínas Gs, de forma que de nuevo se pone en relieve la existencia de procesos de integración entre distintas vías. Además, la PKA es capaz también de fosforilar algunas CaM-kinasas y el canal del RER al que se une IP3, modulando así la señalización dependiente de proteínas Gs. Por último, tanto PKA como CaM-K actúan conjuntamente para fosforilar algunas proteínas como es el caso de la fosforilasa quinasa, un enzima implicado en el control de la degradación del glucógeno en el músculo esquelético. El segundo producto generado a partir de la hidrólisis de PIP2, el DAG va a activar a otra proteína-quinasa, la proteína-kinasa C (PKC), denominada así porque para su activación es necesaria también la presencia de niveles elevados de calcio. El aumento de calcio originado por el IP3 produce la translocación de la PKC desde el citosol hasta la cara interior de la membrana plasmática donde será activada por DAG. Una vez activada, la PKC va a fosforilar en serina/treonina diversas proteínas entre las que se encuentran IKK y Raf. IKK es una tirosina quinasa encargada de fosforilar Iκ−B, una proteína citoplasmática que se encuentra unida al factor de transcripción NF−κB, impidiendo su migración al núcleo celular. Cuando Iκ−B es fosforilado, se separa de NF−κB, permitiendo así que éste migre al núcleo donde va a regular la transcripción de genes diana. Como veremos más adelante, NF−κB desempeña también un importante papel en la señalización mediada por receptores de la familia del TNFR. Por su parte, Raf es una serina/treonina quinasa que desempeña un papel fundamental en el mecanismo de transmisión de la señal de los RTKs. Raf va a iniciar una cascada de fosforilación que resultará en la activación de una MAPK. Esta MAPK a su vez va a activar múltiples genes, incluidos factores de transcripción como Elk. Estos hechos ponen de relevancia una característica fundamental de los procesos de señalización que es la constante interconexión entre las distintas vías activadas por cada tipo de receptor. RECEPTORES ACOPLADOS A PROTEÍNAS Gi El funcionamiento es similar a los Gs, pero en este caso la subunidad αi inactiva a la AC, disminuyendo así la activación de PKA. Además, los dímeros βγ generados van a ejercer un triple efecto: secuestran unidades αs libres impidiendo la activación de la AC, inhiben directamente la AC, y abren canales de K+ en la membrana plasmática (este último efecto es característico de los receptores colinérgicos muscarínicos). En general, y como indica su nombre, estos receptores ejercen un efecto inhibitorio. RECEPTORES ACOPLADOS A PROTEÍNAS G12 Hasta el momento ha sido difícil distinguir los procesos específicos modulados por los receptores que se acoplan a proteínas de la familia G12 puesto que éstos también parecen activar a las proteínas de la familia Gq. La mayoría de los datos de que se conocen sobre los procesos regulados por las proteínas G12 se derivan de su estudio en modelos experimentales en los que se han sobrexpresado estas proteínas mutadas. Las mutaciones desarrolladas confieren a la proteína actividad constitutiva independiente de su unión al receptor. En estas condiciones, se ha visto que estas proteínas producen la activación de las JNK (c-Jun N-terminak kinasas), de los intercambiadores de Na+/H+ y de la PLD, siendo además responsables de la formación de fibras de estrés dependientes de Rho. PAPEL DE LOS DIMEROS LOS GPCRs EN LAS SEÑALES TRANSMITIDAS POR Durante cierto tiempo se creyó que los dímeros tenían un papel pasivo en la transmisión de la señal iniciada por los GPCR. Se consideraba que estaban unidos a la subunidad en su estado inactivo y se disociaban de ella cuando esta pasaba a estar unida a GTP. Sin embargo, cuando se conoció que los GPCR activaban algunas rutas de señalización de la familia de las MAPK y que sin embargo estas rutas no se activaban por las subunidades se llevaron a cabo diversos estudios que acabaron probando que en algunos sistemas celulares la activación de estas rutas es dependiente de la presencia de los dímeros disociados. Hoy día se sabe que las moléculas que median la transmisión de la señal entre los dímeros y la ruta de las MAPK son varias y en algunos casos específicas de tejido. BIBLIOGRAFÍA ! " ! #$$ #$$ ! % &' + " ! ( & ) * ! " , ! & ## * #$$ ! " " - . - $ " CAPÍTULO 4 D IM E R IZ A C IÓ N D E R E C E P T O R E S A C O P L A D O S A P R O T E ÍN A S G Aunque los modelos tradicionales presentan a los receptores acoplados a proteínas G (GPCRs) como entidades monoméricas (ver capítulo 3) contamos ya con numerosos datos que sugieren que pueden existir y funcionar como complejos oligoméricos (homo o heterodímeros). Todavía no hay un consenso sobre el papel de esta dimerización, pero se han sugerido numerosas funciones en diversos aspectos de la biosíntesis y exportación del receptor en el retículo endoplásmico (RE), de la afinidad y potencia del ligando, de la transducción de la señal, y de la internalización del receptor. En los próximos años será necesario aclarar si la dimerización de los GPCRs es un proceso general en células y tejidos, y su papel fisiológico in vivo. Ya que por problemas técnicos no siempre es fácil diferenciar entre dímeros u oligómeros mayores, o en ocasiones se detectan ambos tipos de complejos, a lo largo de esta exposición se hablará de dímeros y dimerización para simplificar el problema. HOMODÍMEROS Y HETERODÍMEROS DE GPCRS Ya algunos autores en los años 1970 y 1980 habían propuesto que los GPCRs podrían existir como dímeros u oligómeros mayores. Sin embargo este concepto fue considerado iconoclástico durante casi 20 años. Hoy en día, y utilizando diferentes técnicas que van desde análisis farmacológicos a estudios biofísicos, se han documentado numerosos ejemplos de homodimerización y heterodimerización de miembros de esta familia de receptores (tabla 4.1). La mayoría de estos estudios fueron realizados en sistemas de expresión heterólogos, con los que se ha demostrado su formación e implicaciones funcionales. Sin embargo existen cada vez más trabajos que confirman su presencia e importancia en diversos tejidos y células (expresión endógena). Dimerización constitutiva vs. dimerización inducida por un ligando Para comenzar a comprender la fisiología de la dimerización de los GPCRs es importante conocer si estos receptores existen como dímeros estables preformados o son en realidad estructuras dinámicas que pueden ser modulados por sus ligandos. De hecho, el poder clarificar el papel de los ligandos en promover o modular el estado oligomérico de los receptores contribuiría a comprender el papel que la dimerización puede jugar en la función del receptor. Esta cuestión es todavía más importante en el caso de heterodímeros. Así, si la heterodimerización es un fenómeno general entre los GPCRs, esto generaría una diversidad y complejidad farmacológica desconocida hasta ahora. Tabla 4.1. Homo y heterodimerización de GPCRs. Entre paréntesis aparece el nombre de los ligandos más representativos de cada uno de los receptores. *El Ig-Hepta es un receptor con secuencias parecidas a Ig. Homodímeros Heterodimerización entre subtipos de receptor β1 AR (adrenalina, noradrenalina) GABAbR1 y GABAbR2 (GABA) β2 AR (adrenalina, noradrenalina) T1R2 y T1R3 (compuestos dulces) D2 (dopamina) T1R1 y T1R3 (compuestos dulces) D3 (dopamina) D2 y D3 (dopamina) δ-Opioide (opioides) M2 y M3 Muscarínico (Ach) κ−Opioide (opioides) δ y κ Opioide (opioides) H2 (Histamina) δ y µ Opioide (opioides) M3 Muscarínico (Ach) SSTR1 y SSTR5 (somatostatina) 5-HT1B (serotonina) SSTR2A y SSTR3 (somatostatina) 5-HT1D (serotonina) SSTR2 y SSTR3A (somatostatina) MT1R (melatonina) 5- HT1B y 5- HT1D (serotonina) MT2R (melatonina) β1 y β2 AR (adrenalina, noradrenalina) CCR2 (quimoquinas) MT1R y MT2R (melatonina) CCR5 (quimoquinas) TRHR1 y TRHR2 (TRH) CXCR4 (quimoquinas) CCR2 y CCR5 (quimoquinas) SSTR1 (somatostatina) CCR2 y CCR5 (quimoquinas) SSTR4 (somatostatina) CCR2 y CXCR4 (quimoquinas) SSTR5 (somatostatina) S1P1 y S1P2 (esfingosina 1-fosfato) B2 (bradiquinina)) S1P1 y S1P3 (esfingosina 1-fosfato) Receptores de Oxitocina S1P2 y S1P3 (esfingosina 1-fosfato) V1a (vasopresina) V2 (vasopresina) Heterodimerización entre receptores diferentes Receptores de TRH SSTR2A (somatostatina) y µ- Opioide (opioides) Receptores de Angiotensina AT1 (angiotensina) y B2 (bradiquinina) Receptores de MSH SSTR5 (somatostatina) y D2 (dopamina) Receptores de Bombesina δ−Opioide (opiodes) y β2 AR (adrenalina, noradrenalina) Receptores de LH κ-Opioide (opiodes) y β2 AR (adrenalina, noradrenalina) Ig-Hepta * (desconocido) A2A (adenosina ) y mGluR5 (glutamato) Receptores de GnRH A2A (adenosina) y D2 (dopamina) mGluR1a (glutamato) A1 (adenosina) y D1 (dopamina) mGluR5 (glutamato) A1 (adenosina) y P2Y1 (ATP) CaR (calcio) mGluR (glutamato) y CaR (calcio) S1P1 (esfingosina 1-fosfato) S1P2 (esfingosina 1-fosfato) S1P3 (esfingosina 1-fosfato) Para muchas otras familias de receptores, como los receptores tirosina quinasa o los receptores de citoquinas, se considera una regla la homo y heterodimerización inducida por un ligando. Sin embargo, este concepto se ha cuestionado recientemente, al menos para algunos receptores. Así, estudios cristalográficos y de interacciones proteína-proteína han sugerido que el receptor de eritropoyetina existe como un dímero preformado y que la unión de la hormona, más que modular el estado de dimerización, induce cambios conformacionales en el dímero. En el caso de los GPCRs existen evidencias que apoyan tanto la teoría de la dimerización constitutiva como la inducida por el ligando. Si tenemos en cuenta todos los datos disponibles existen tres tipos de posibilidades descritas: • Se detectan dímeros en condiciones basales y no se observan cambios en su número tras la unión del ligando, indicando que estamos ante complejos estables preformados. • Se observan los dímeros en condiciones basales, pero los ligandos pueden modular el número de dímeros. • El tratamiento con los ligandos es un prerrequisito para la detección de los dímeros. Esta diversidad de observaciones podría ser consecuencia de diferencias entre los receptores considerados en cada estudio, pero con mayor probabilidad refleja dificultades de interpretación asociadas a las diferentes técnicas utilizadas. Por ejemplo, cambios aparentes en el número de dímeros observados tras el tratamiento con el ligando podría deberse a cambios conformacionales del dímero más que a cambios en el número de unidades diméricas. Estas limitaciones interpretativas impiden establecer una conclusión definitiva y general sobre la importancia relativa de la dimerización constitutiva versus la promovida por un ligando. De todos modos, la descripción reciente de la estructura cristalina del dominio N-terminal del receptor metabotrópico de glutamato sugiere que al menos para este receptor los dímeros están preformados y que la unión del ligando simplemente cambia la conformación del dímero. Estos resultados demostraron que, independientemente de que se cristalizara el receptor solo o unido a glutamato, el dominio extracelular N-terminal que posee el lugar de unión al ligando es dimérico. Además se detectaron dos conformaciones diferentes del dímero, correspondientes al receptor con y sin ligando. Ello indicaría que el glutamato promueve o estabiliza una conformación específica del dímero. Papel de la dimerización en el proceso de biosíntesis del receptor Existen numerosos ejemplos que sugieren que los receptores acoplados a proteínas G sufren una dimerización temprana en el RE que les permitiría realizar con éxito el proceso de biosíntesis y exportación del RE. Este papel de la dimerización fue sugerida por primera vez en una serie de estudios de los receptores metabotrópicos GABAb. En estos trabajos se demostraba que era necesario coexpresar dos subtipos diferentes de receptores GABAb: el GABAbR1 y el GABAbR2 para obtener receptores funcionales (figura 4.1). Cuando se expresaba únicamente el GABAbR1 este receptor era retenido en el RE (como si se tratara de una proteína defectuosa), mientras que si se expresaba únicamente el GABAbR2 el receptor era dirigido adecuadamente a la membrana plasmática, pero era incapaz de unir GABA, ya que carece del lugar de unión al ligando. Sin embargo cuando ambos subtipos eran coexpreasados, ambos llegaban a la membrana plasmática constituyendo un complejo que era capaz de unir GABA e inhibir la producción de cAMP a través de proteínas Gi/Go. Se sugirió entonces que GABAbR2 serviría como una molécula chaperon que permitía el adecuado viaje de GABAbR1 a la membrana plasmática. De hecho recientemente se ha encontrado una señal de retención en el RE en el extremo C-terminal del receptor GABAbR1. Ya que la mutación de esta secuencia de retención origina la llegada de este subtipo de receptor a la membrana plasmática, se ha propuesto que la coexpresión del subtipo de receptor GABAbR2 enmascararía esta señal. De todos modos la mutación de la señal de retención en el subtipo GABAbR1 no es suficiente para restaurar los mecanismos de señalización. Ello demuestra que el GABAbR2 no sólo es necesario para permitir un adecuado proceso de exportación del RE sino que también juega un papel en su función. & - - +, & ( - +, ) & ( +, % & ( )*& ( % Figura 4.1. Papel de la heterodimerización de los subtipos del receptor metabotrópico GABAb (GABAbR1 y GABAbR2) en el transporte del receptor a la membrana plasmática. Cuando GABAbR1 se expresa individualmente el receptor es retenido en el retículo endoplásmico (RE) y no consigue llegar a la membrana plasmática. Cuando se expresa únicamente el GABAbR2, este receptor es transportado a la superficie celular, pero no es capaz de unir GABA y por tanto de señalizar. Cuando son coexpresados, ambos receptores se procesan adecuadamente y son transportados a la membrana plasmática como un dímero estable en donde actúan como un receptor metabotrópico GABAb funcional. PROPIEDADES FARMACOLÓGICAS DE LOS RECEPTORES DIMÉRICOS La dimerización podría explicar muchas de las observaciones hechas a lo largo de los años sobre cooperatividad (positiva o negativa) en la unión de ligandos al receptor. En este caso la posibilidad de heterodimerización entre receptores diferentes originaría una fuente adicional de diversidad farmacológica. La primera evidencia de que las propiedades farmacológicas de los heterodímeros son diferentes de las observadas en receptores individuales fue la descrita en el campo de los receptores opiodes. Así, la coexpresión de receptores opiodes δ y κ lleva a una pérdida prácticamente completa de la afinidad por ligandos selectivos δ y κ (tanto agonistas como antagonistas), pero se mantiene la afinidad por ligandos no selectivos. La unión al receptor de los agonistas selectivos se puede restaurar si se añaden de forma simultánea los dos ligandos (δ y κ), indicando la existencia de cooperatividad positiva entre agonistas. La heterodimerización de los subtipos de receptores de somatostatina SSTR2A y SSTR3 constituye otro buen ejemplo. El heterodímero pierde afinidad por el ligando L-796,778 (ligando específico de SSTR3). De este modo la heterodimerización resulta en la inactivación del SSTR3. Este fenómeno podría explicar las dificultades que a veces se tiene en detectar binding y señalización específica del SSTR3 en tejidos de mamífero. Por último, otro caso interesante es el de los receptores β-adrenérgicos. La heterodimerización de los subtipos β1AR y β2AR inhibe la activación de la vía de señalización ERK1/2 MAPK (extracellular signalregulated kinase 1/2 mitogen-activated protein kinase) inducida por el receptor β2AR. El descubrimiento de que la formación de heterodímeros puede originar propiedades farmacológicas diferentes abre un abanico de posibilidades de plasticidad farmacológica. Tal vez algunos receptores farmacológicamente bien definidos pero para los que no se ha encontrado un gen que los codifique sean en realidad dímeros de receptores ya conocidos. Por ejemplo se ha propuesto que los heterodímeros del receptor δ y κ de opiodes podrían representar el subtipo κ2. LOS DÍMEROS COMO UNIDADES TRANSDUCTORAS DE SEÑAL Aunque existen numerosas evidencias demostrando el concepto de que los GPCRs pueden constituir unidades diméricas funcionales, los estudios del receptor metabotrópico de GABAb aportan los datos más directos y convincentes de que, al menos este receptor, funciona como un dímero constitutivo obligatorio. Utilizando una colección de receptores diméricos se ha demostrado que tanto el dominio extracelular como el dominio transmembrana/citoplasmático de los receptores GABAbR1 y GABAbR2 son esenciales para que el receptor funcione adecuadamente. Así, la coexpresión de un receptor quimérico formado por el dominio extracelular del receptor GABAbR1 y el dominio transmembrana/citoplasmático del GABAbR2 (GABAbR1/2) con el receptor salvaje GABAbR2 consiguió un receptor funcional, mientras que la coexpresión de un receptor quimera GABAbR2/1 con un receptor salvaje GABAbR1 no condujo a la formación de un receptor activo, aunque la mutación en la señal de retención del GABAbR1 permitía la presencia de este receptor en la membrana plasmática. Estos resultados claramente demostraban que la existencia de un dominio transmembrana/citoplasmático del receptor GABAbR2 es esencial para permitir la interacción con las proteínas G. Ya que el GABAbR1 posee el lugar de unión al ligando estos datos sugieren que es necesario el heterodímero para que el receptor sea activo; una subunidad reconoce el ligando (R1) y la otra (R2) está involucrada en la activación de proteínas G. Además, con este modelo se ha podido demostrar también el papel de la heterodimerización en la modulación de la afinidad del receptor por sus ligandos y su funcionalidad. Así, heterodímeros quiméricos constituídos por dos dominios extracelulares de GABAbR1 y uno o dos dominios transmembrana/citoplasmáticos de GABAbR2 no produjeron señalización inducida por el ligando. Por el contrario, heterodímeros con ambos dominios extracelulares R1 y R2 fueron funcionales, independientemente de que tuvieran uno o los dos dominios transmembrana/citoplasmáticos. Por tanto, aunque el GABAbR2 no es capaz de unir GABA, la presencia de un dominio extracelular GABAbR2 en el heterodímero parece esencial para permitir una unión eficaz del ligando al dominio extracelular del GABAbR1, y que ésta sea funcional. El modelo propuesto para este receptor sería, entonces, el siguiente: La unión del GABA al dominio extracelular del receptor GABAbR1 se ve favorecida por la presencia del dominio extracelular del receptor GABAbR2 y esta unión induce, como consecuencia de una serie de interacciones alostéricas dentro del heterodímero, una activación del dominio transmembrana/citoplasmático del receptor GABAbR2 que interactúa y activa las proteínas G correspondientes. RECEPTORES DIMÉRICOS Y SU INTERNALIZACIÓN Existen estudios que demuestran que la heterodimerización podría modular selectivamente los procesos de endocitosis de distintos receptores. Representaría por tanto un nuevo mecanismo regulador que disminuiría o aumentaría la internalización y desensibilización de determinados GPCRs. Por ejemplo, cuando se coexpresan el receptores de somatostatina SSTR1 (resistente a la internalización) y el receptor de somatostatina SSTR5 (que sufre internalización inducida por ligando), el tratamiento con somatostatina induce la internalización de los dos subtipos de receptores. También se ha descrito el caso contrario. La coexpresión de un receptor adrenérgico β2AR (receptor internalizable) y el receptor κ de opioides (resistente a la internalización) inhibe la internalización inducida por ligando del receptor β2AR, indicando que en este ejemplo el complejo heterodimérico es preferencialmente retenido en la superficie celular. Es posible, entonces, que la heterodimerización modifique la conformación de los receptores y ello cambie su posible interacción con otras moléculas. Por ejemplo, se ha demostrado que la formación de complejos heterodiméricos de los receptores de TRH, TRHR1 y TRHR2, incrementa la interacción del TRHR2 y la β-arrestina1. BIBLIOGRAFÍA Anger S, Salahpour A, Bouvier M 2002 Dimerization: an emerging concept for G protein-coupled receptor ontogeny and function. Annu Rev Pharmacol Toxicol 42:409. Bai M 2004 Dimerization of G-protein-coupled receptors: roles in signal transduction. Cell signalling 16:175. Bouvier M 2001 Oligomerization of G-protein-coupled transmitter receptors. Nature Rev Neurosci 2:274. Bulenger S, Marullo S, Bouvier M 2005 Emerging role of homo-and heterodimerization in G-proteincoupled receptor biosynthesis and maturation. Trends in Pharmacol Sci 26: 131. CAPÍTULO 5 R E C E P T O R E S C O N A C T IV ID A D T IR O S IN A -Q U IN A S A Dentro de las diferentes familias de receptores, existe una que se caracteriza porque todos sus miembros poseen actividad tirosina quinasa intrínseca. Por tanto, poseen la capacidad de catalizar la transferencia de grupos fosfato γ de la molécula de ATP a grupos hidroxilo de aquellas tirosinas que pueden estar tanto presentes en los propios receptores como en determinadas proteínas susceptibles de ser fosforiladas por éstos (substratos). Esta característica les confiere su nombre y por ello son denominados receptores tirosina quinasa (RTKs). Estos receptores desempeñan un papel crucial en el control de procesos celulares básicos como proliferación, migración, metabolismo, diferenciación y supervivencia celular, así como en la regulación de la comunicación intercelular durante el proceso de desarrollo. Dentro de su estructura podemos definir una serie de dominios (figura 5.1): • dominio extracelular de unión al ligando, que generalmente se encuentra glicosilado • dominio transmembrana • dominio intracelular o citoplasmático que contiene un dominio proteína tirosina quinasa, así como otras secuencias reguladoras que pueden ser susceptibles de autofosforilación o fosforilación mediada por otras tirosina quinasas. MECANISMO DE ACTIVACIÓN DE LOS RTKS A fin de que la señal desencadenada por la unión del ligando al dominio extracelular genere un cambio conformacional en la estructura del propio receptor, lo que permitirá la activación de su dominio quinasa situado en su porción intracelular, los receptores deben dimerizarse. Esto permite que los extremos citosólicos de ambos receptores inicien el proceso de señalización intracelular. La unión del ligando a su receptor específico suele a su vez producirse en forma de dímero 2:2 (figura 5.2). . Figura 5.1. Estructura de los RTKs Mecanismo de activación de las vías de señalización vía RTKs La autofosforilación del dominio citoplasmático de los RTKs es crucial en el mecanismo de activación de las diferentes proteínas implicadas en las cascadas de señalización dependientes de la activación de ese receptor específico. La fosforilación puede producirse no sólo en aquellas tirosinas situadas en el propio dominio quinasa del receptor, lo que incrementará la actividad quinasa intrínseca del enzima, si no que ciertas tirosinas situadas dentro de la porción intracelular del receptor, pero fuera del dominio quinasa, pueden ser también fosforiladas. Éstas últimas contribuyen a la conformación de lugares de unión de alta afinidad para multitud de proteínas, proteínas que posteriormente participarán en el proceso de señalización hacia el interior de la célula. El entorno polipeptídico que rodea a una determinada tirosina fosforilada será el que confiera la especificad de unión a una u otra de estas proteínas de señalización. Una vez la proteína se une a una determinada fosfotirosina localizada en la porción citosólica del receptor, ésta puede ser a su vez fosforilada en una de sus tirosinas por el dominio quinasa del receptor y por tanto ser a su vez activada. / Figura 5.2. Mecanismo de activación de los RTKs mediante su dimerización. 4 %5% . ) 01* 2 !3) La combinación de moléculas señalizadoras que cada RTK es capaz de activar condiciona las acciones biológicas específicas de cada vía. Las proteínas participantes en las cascadas de señalización intracelular suelen compartir determinados dominios muy conservados de unión a fosfotirosinas. Entre ellos los más comunes son los dominios SH2, cuyo nombre proviene de Src homology region ya que inicialmente fueron identificados en la proteína Src, y los dominios PTB (phosphotyrosine-binding), que aunque menos comunes participan en vías de señalización clave para funciones biológicas básicas de la célula. Estos dominios, a través del reconocimiento específico de determinadas fosfotirosinas, permiten a las proteínas de las que forman parte, tanto la unión al RTK activado como a otras proteínas intracelulares que hayan sido a su vez fosforiladas en algún residuo tirosina. Otros tipos de dominios presentes en este tipo de proteínas, y que les permiten interaccionar con otras que conformen una determinada cascada de señalización, son los dominios SH3, cuyo nombre de nuevo proviene del hecho de haber sido inicialmente descritos en la proteína Src. Este dominio le permite a la proteína la posibilidad de interaccionar con dominios ricos en residuos prolina presentes en otras proteínas (figura 5.3). ( 6% 62 *47 47* *47 6% 62 *47 Figura 5.3. A. Proteína que presenta en su estructura tanto dominios SH2 como SH3. B. Interacción proteína-proteína en las cascadas de señalización intracelular a través de dominios SH2 y SH3. 47* 6% Algunas de estas proteínas de señalización funcionan simplemente como moléculas adaptadoras, lo que permite la interacción de proteínas fosforiladas en sus residuos tirosina con otras que no poseen dominios SH2. VÍAS DE SEÑALIZACIÓN INTRACELULAR DEPENDIENTES DE RTKs Una vez activados, estos receptores inducirán la activación de múltiples vías de señalización que a su vez resultarán en la expresión de genes implicados en el control de aquellos procesos celulares básicos en los que los RTKs desempeñan un papel clave. Entre las vías más relevantes dependientes de RTKs nos centraremos en dos de las más importantes, ya que otras vías aunque relevantes y también dependientes de la activación de RTKs como la de JAKs-STATs serán comentadas posteriormente en el capitulo 6. Vía Ras-MAPK Entre las moléculas adaptadoras, mencionadas anteriormente en el apartado dedicado al mecanismo de activación de las vías de señalización vía RTKs, encontramos moléculas básicas para la activación de vías dependientes de la familia de proteínas Ras cuya principal función es la de actuar como transductores de la señal iniciada por el RTK, transmitiéndola a través de múltiples vías al interior de la célula, participando así en el control de procesos como la proliferación y/o diferenciación celular. Las proteínas Ras pertenecen a una superfamilia de GTPasas monoméricas, familia a la que también pertenecen otras proteínas como Rho y Rab, implicadas en las vías de señalización dependientes de receptores que regulan respectivamente tanto el citoesqueleto como el transporte intracelular de vesículas. Al igual que la mayoría de las proteínas que unen GTP, Ras funciona como un interruptor bimodal, presentando por tanto dos estados conformacionales diferenciados, uno activo cuando éste se encuentra unido a GTP y uno inactivo cuando él que esta unido a Ras es GDP. Estos dos estados conformacionales están regulados por dos clases de proteínas señalizadoras, guanine nucleotide exchange factors (GEFs) que participa en la disociación de GDP y posterior captación de GTP desde el citosol activando por tanto Ras, y las GTPase-activating proteins (GAPs) que incrementan la hidrólisis del GTP asociado a Ras inactivándola (figura 5.4). En aquellas vías dependientes de Ras la proteína adaptadora es Grb-2, proteína que posee un dominio SH2 lo que le permite unirse a determinadas fosfotirosinas localizadas en la porción intracelular del receptor tirosina quinasa activado, y un dominio SH3, necesarios para la interacción con dominios ricos en prolinas existentes en un GEF, que en el caso de Ras se denomina Sos. Cuando el receptor no presenta en su estructura las fosfotirosinas necesarias que le permitan su interacción directa con Grb-2, la molécula adaptadora Shc servirá de puente posibilitando así la activación de Grb-2 y por tanto su posterior unión a Sos. Alternativamente, aunque en menor medida existen GEFs capaces de activar Ras de forma independiente a Sos. 81+: &-9 & & Figura 5.4. Mecanismo de activación e inactivación de Ras. & 8199: Una vez Ras es activado, multitud de vías transmitirán esta señal al interior de la célula. Entre las vías dependientes de Ras podemos citar la vía dependiente de la proteína quinasa mitogen-activated protein kinase (MAPK), esta serina-treonina quinasa requiere para su activación la fosforilación de dos de sus aminoácidos, una treonina y una tirosina. La quinasa que fosforila a MAPK en estos dos residuos es la MAP-kinase-kinase, también denominada MEK, que a su vez es activada mediante fosforilación por la MAP-kinase-kinase-kinase, también denominada Raf, siendo ésta a su vez activada por Ras. Todas estas quinasas son inactivadas mediante desfosforilación de uno de los dos residuos fosforilados. Estos mecanismos de inactivación de la vía suelen ser activados bien directamente o indirectamente cuando la propia vía se activa, actuando por tanto como un mecanismo de retroalimentación negativa de la propia cascada de señalización. Vía PI3K-AKT Otra de las vías de señalización activadas por señales extracelulares a través de receptores RTKs es la dependiente de la quinasa phosphatidylinositol 3-kinase (PI3K). Esta quinasa compuesta por una subunidad catalítica y otra reguladora no fosforila otras proteínas, a diferencia de las anteriormente mencionadas, sino que fosforila fosfolipidos de inositol (PIs). Los PIs son lípidos de membrana cuya principal característica es la de poder ser fosforilados de forma reversible en múltiples lugares pudiendo así generarse varios fosfolipidos de inositol. Una vez activada la PI3K fosforilará los fosfolipidos de inositol en la posición 3 del anillo inositol generando diversos lípidos como PI(3,4)P2 ó PI(3,4,5)P3. A su vez, estos lípidos pueden servir como nuevos sitios de unión para otras proteínas de señalización intracelular, participando así en la activación de una determinada cascada de señalización. Estos fosfolípidos de inositol permanecen en la membrana hasta que sean desfosforilados por fosfatasas específicas, función que desempeñan a través de la eliminación del grupo fosfato en la posición 3 del anillo inositol. Una de estas fosfatasas es la phosphatase and tensin homolog (PTEN) o también denominada mutated in multiple advanced cancers 1 (MMAC-1). Estos fosfolipidos de inositol una vez fosforilados interaccionan con proteínas de señalización intracelular que poseen dominios pleckstrin homology (PH), entre las que podemos citar a Sos, ciertas proteína quinasas C (PKCs) o una de las más relevantes la quinasa AKT o proteína quinasa B (PKB). Esta quinasa, una vez PI3K es activada a través de una determinada señal extracelular, se situará en la porción citosólica de la membrana plasmática, pudiendo así encontrarse con PI(3,4,5)P3 al que se unirá, modificando así su conformación estructural y pudiendo ser activada mediante fosforilación por una quinasa fosfoinositol-dependiente denominada PDK1. Ésta al igual que AKT se encuentra situada en la cara citosólica de la membrana plasmática. Una vez AKT es activada a través de este mecanismo, la quinasa regresa al citoplasma donde podrá encontrarse y fosforilar diversas proteínas implicadas en la regulación de la supervivencia y proliferación, así como en la síntesis de proteínas. BIBLIOGRAFÍA Alberts B, Johnson A, Lewis J, Raff M, Roberts K, Walter P 2002 Molecular Biology of the Cell (4th edition) Garland Publishing. Fabian MA, et al 2005 A small molecule-kinase interaction map for clinical kinase inhibitors. Nat Biotechnol 23:329. Gschwind A, Fischer OM, Ullrich A 2004. The discovery of receptor tyrosine kinases: targets for cancer therapy. Nat Rev Cancer 4:361. Schlessinger J 2004 Common and distinct elements in cellular signaling via EGF and FGF receptors. Science 306:1506. Schlessinger J 2000 Cell signaling by receptor tyrosine kinases. Cell 103:211. RECURSOS DE INTERNET http://www.ncbi.nlm.nih.gov/Structure/CN3D/cn3d.shtml http://stke.sciencemag.org/ CAPÍTULO 6 R E C E P T O R E S A S O C IA D O S A T IR O S IN A -Q U IN A S A La principal característica de los receptores asociados a tirosina-quinasa es que carecen de actividad enzimática, pero están estrechamente asociados a proteínas con actividad tirosina-quinasa. Dentro de este grupo se incluyen los receptores de antígenos de las células T y B del sistema inmune, las integrinas y la denominada superfamilia de receptores de citoquinas dentro de la que se incluyen no solo un gran número de receptores de citoquinas sino también algunos receptores de hormonas. (tabla 6.1). CARACTERÍSTICAS CITOQUINAS GENERALES DE LOS RECEPTORES DE Los receptores de citoquinas son proteínas transmembrana, de cadena sencilla, aunque durante el proceso de transmisión de la señal, la unión del ligando da lugar a la formación de complejos funcionales (homodímeros, heterodímeros u heterooligómeros). Los receptores de citoquinas se dividen, a su vez, en dos subfamilias: los receptores tipo I (también conocidos como familia de receptores hematopoyéticos) y los receptores tipo II. Los receptores tipo I tienen un elevado grado de homología en su dominio extracelular, presentando todos ellos una serie de residuos de cisteína muy conservados y un motivo WSXWS. Por el contrario, el dominio intracelular está menos conservado, aunque todos los receptores tipo I presentan 2 regiones (denominadas box 1 y box 2) que son esenciales para el anclaje de las Janus quinasas (ver más adelante). La mayor parte de los miembros de esta familia forman heterocomplejos en los que una de las subunidades es específica y la otra común. Existen 3 tipos de subunidades comunes (γc, βc y gp130), lo que permite distinguir 3 subgrupos de receptores tipo I. Un cuarto subgrupo estaría constituido por los receptores tipo I que forman monómeros/homodímeros, dentro del que estaría incluidos los receptores de hormona de crecimiento (GH), prolactina (PRL) o leptina (tabla 6.1). Tabla 6.1. Ejemplos de ligandos que actúan uniéndose a receptores de la familia de receptores de citoquinas. Se muestran también las JAKs y STATs que son activadas durante el proceso de señalización. IFN: inferferón; IL: interleuquina; GM-CSF: factor estimulate de colonias de granulocitos-macrófagos; LIF: factor inhibidor de leucemia; EPO: eritropoyetina; TPO: trombopoyetina. Receptor (subunidad común) JAK quinasas STATs IL-2 IL-3 GM-CSF Tipo I (γc) Tipo I (βc) Tipo I (βc) JAK1, JAK3 JAK2 JAK2 STAT5 STAT5 STAT5 IL-6 LIF Leptina EPO GH PRL TPO IFN-α/β IFN-γ Tipo Tipo Tipo Tipo Tipo Tipo Tipo Tipo Tipo JAK1, JAK2 JAK1, JAK2 JAK2 JAK2 JAK2 JAK2 JAK2 Tyk2, JAK1 JAK1, JAK2 STAT3 STAT3 STAT4 STAT5 STAT5 (STAT3) STAT5 STAT5 STAT1, STAT2 STAT1 Ligando I (gp (130) I (gp (130) I I I I I II II Los receptores tipo II se caracterizan por presentar 2 dominios fibronectina en su región extracelular, pero carecen de las secuencia WSXWX y de los residuos de cisteína que caracterizaban a los receptores tipo I. En función de la longitud de su dominio intracelular, se pueden distinguir 2 grupos de receptores: cortos y largos. Generalmente, los complejos funcionales son heterodímeros en los que participan una subunidad corta y una subunidad larga. Muchas de las cadenas pueden formar parte de más de un complejo. El mecanismo de señalización de los receptores de citoquinas es relativamente sencillo, y depende principalmente de la activación de dos familias de proteínas intracelulares: las Janus quinasas (JAKs) y las STATs (signal transducers and activators of transcription). Por este motivo, a la vía de señalización de estos receptores se le conoce, habitualmente, como la vía de JAK-STAT. Sin embargo, los receptores de citoquinas pueden activar otras vías de señalización (ver más adelante). ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LAS JANUS QUINASAS. Las Janus quinasas son una familia de proteínas con actividad tirosina-quinasa, que reciben este nombre en honor a Jano, el dios romano de las transiciones. En mamíferos, la familia de las JAKs está constituida por 4 miembros denominados JAK1, JAK2, JAK3 y Tyk2, que presentan un elevado grado de homología, y funciones en gran medida redundantes. La expresión de JAK1, JAK2 y Tyk2 es ubicua, mientras que JAK3 se expresa únicamente en células hemáticas de estirpe mieloide. Desde el punto de vista estructural, las JAKs se caracterizan por poseer una serie de dominios conservados denominados JH (JAK homology) (figura 6.1). El dominio JH1 es el que presenta la actividad tirosina-quinasa, mientras que el domino JH2 o dominio pseudoquinasa ejerce una función reguladora de dicha actividad. Las JAK carecen de dominios SH3 (ver capítulo 5), pero presentan secuencias con homología con los dominios SH2 en su región JH3, por lo que esta zona podría ser la encargada de unir residuos de fosfotirosina. Por úlitmo, los dominios JH4-JH7 forman el denominado domino FERM (4.1 ezrin, radixin and moesin), responsable de la asociación con el receptor. Muchos de los datos existentes sobre la función específica que desempeña cada una de las JAKs surgen del estudio del fenotipo de ratones knockout. Los ratones knockout para JAK1 presentan una inmunodeficiencia severa con alteraciones en linfocitos B, T y NK. Este tipo de alteración denominada SCID (severe combined immunodeficiency) se produce porque JAK1 se une a la subunidad específica de los receptores de citoquinas que se combinan con la subunidad común γc. Por tanto, los ratones knockout para JAK1 presentan una deficiente respuesta a múltiples interleukinas. Además, los ratones knockout para JAK1 presentan numerosos defectos en el desarrollo del sistema nerviosos, debido a que JAK1 participa también en la señalización de aquellos receptores de citoquinas en los que la subunidad común es gp130. Probablemente, como consecuencia de las alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso, los ratones knockout para JAK1 mueren perinatalmente. 9- > ; 6%$ 1 ; 6< ; 6= ; 6# ; 6! ; 62 + + ; 6)$ 116 +6% Figura 6.1. Estructura de las JAKs. En el caso de JAK2, los ratones knockout para esta proteína mueren durante el periodo embrionario, debido a un severo fallo en la hematopoyesis, debido probablemente a la importancia de JAK2 en la señalización del receptor de eritropoyetina (EPO). Además, estos ratones presentan también un fallo en la respuesta celular a diversas interleukinas, factor estimulante de colonias de granuloci-tos/macrófagos (GM-CSF), trombopoyetina (TPO) e interferón γ (IFNγ). Los ratones knockout para JAK3 son viables, pero presentan SCID, debido a que JAK3 se une a la subunidad γc de los receptores tipo I. De hecho, las consecuencias de la falta de JAK3 son idénticas a las que se observan en la ausencia de γc. Por último, los ratones knockout para Tyk2 presentan un fenotipo prácticamente normal (únicamente se observa una mayor susceptibilidad a padecer infecciones virales), probablemente debido a que esta proteína es la que presenta una función más redundante. ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LAS STATs ? Las STATs son una familia de factores de transcripción constituida por 7 miembros denominados STAT-1, STAT-2, STAT-3, STAT-4, STAT-5A, STAT-5B y STAT-6. Aunque las diferentes STATs presentan un menor grado de homología que las JAKs, es posible distinguir en todas ellas 7 dominios conservados (figura 6.2): • dominio N-terminal. Es, probablemente, el encargado de regular la traslocación nuclear, además de favorecer la interacción de las STATs con otras proteínas y con el DNA. • dominio CCD (coiled-coil domain). Interviene en la interacción de las STATs con otras proteínas y, probablemente, también en la unión de las STATs al receptor de citoquinas. • dominio DBD (DNA binding domain). Es el encargado de reconocer las secuencias específicas de DNA a las que se unen las STATs. • domino de unión (linker). Su función es conectar el DBD con el domino SH2. • domino SH2. Es el dominio que posee capacidad de reconocer residuos de fosfotirosina. Este dominio SH2 es el más conservado y por su capacidad de reconocer residuos de fosfotirosina resulta fundamental para el reclutamiento de las STATs por los receptores de citoquinas y para su unión con las JAKs. Además, la interacción entre dominios SH2, es la responsable de la dimerización de las STATs. • dominio TAD (transactivation domain). Es el dominio encargado de regular la transcripción. 6% +6% ( 116 7 Figura 6.2. Estructura de las STATS. CCD coiled-coil domain. DBD: DNA binding domain. TAD: transactivation domain. Al igual que ocurría con las JAKs, mucha de la información sobre la función de las distintas STATS procede del estudio de ratones knockout. Los ratones knockout para STAT1 se desarrollan normalmente, aunque tienen una mayor susceptibilidad a padecer infecciones virales y bacterianas. La principal causa de este defecto es un fallo en la respuesta a los IFN. Además, estos ratones presentan alteraciones esqueléticas debido al papel de STAT1 en la respuesta a FGF3 (fibroblast growth factor 3). STAT2 participa de forma específica en la señalización de los IFN tipo I, por lo que los ratones que carecen de esta proteína presentan una mayor susceptibilidad frente a infecciones virales. La pérdida de STAT3 produce muerte embrionaria precoz, probablemente debido a la pérdida de la respuesta al LIF (leukemia inhibiting factor). Mediante la generación de ratones knockout condicionales se ha podido comprobar que STAT3 es también importante en la regulación de la respuesta inflamatoria (debido a su importancia en la respuesta a G-CSF), en el proceso de cicatrización de las heridas y en el desarrollo mamario. El principal efecto de la ausencia de STAT4 es una deficiente respuesta a IL12, por lo que los ratones deficientes en esta proteína presentan un deficiente desarrollo de linfocitos T helper tipo I. En el caso de STAT5A, la principal consecuencia de su deficiencia se manifiesta en ratones hembra en los que se producen defectos en el desarrollo mamario junto con fallos en la lactación, probablemente debido a deficiencias en la respuesta a GH y PRL. Pese a su elevado grado de homología con STAT5A (93% de identidad en su secuencia de aminoácidos) las consecuencias de la deficiencia de STAT5B son completamente diferentes: la principal alteración que se observa es una disminución del crecimiento en ratones macho. La deficiencia combinada de ambas proteínas (STAT5A y STAT5B) produce, además de los fenotipos mencionados, disminución de la linfopoyesis e infertilidad en las hembras. Por último, los ratones knockout para STAT6 presentan una deficiente respuesta a IL4 e IL13 y, en consecuencia, fallos en el desarrollo de linfocitos T helper tipo II. MECANISMO DE ACTIVACIÓN DE LA VÍA JAK-STAT La activación de esta vía es iniciada por la unión de un ligando a su receptor. Las JAKs están constitutivamente asociadas a las regiones box 1 y box 2 del domino intracelular del receptor, de forma que el cambio conformacional que se produce en el receptor tras la unión del ligando hace que las JAKs se aproximen, lo permite su transactivación (es decir su fosforilación recíproca en residuos de tirosina) (figura 6.3). Una vez activadas, las JAKs van a fosforilar tanto al receptor (en su dominio intracelular) como a las STATs. En ausencia de estimulación, las STATs se encuentran en el citoplasma y son, por tanto, transcripcionalmente inactivas. Sin embargo, una vez fosforiladas por JAK, las STATs dimerizan a través de sus dominios SH2 y se traslocan al núcleo. La entrada de las STATS al núcleo se produce a través de los complejos de poros nucleares (NPCs), por un mecanismo regulado por las importinas. La importuna α reconoce una secuencia específica en las STATS y se une a importina β que es la encargada de traslocar las STATS a través del NPC. La energía necesaria para este proceso procede de la hidrólisis de GTP catalizada por Ran, una GTPasa similar a Ras. Una vez en el núcleo celular, los dímeros de STATS se unen a elementos de respuesta específicos, regulando la transcripción de genes diana. REGULADORES NEGATIVOS DE LA VÍA JAK-STAT Existen 3 familias principales de reguladores negativos de esta vía de señalización: PTPs (protein tyrosine phosphatases), SOCS (suppressors of cytokine signaling) y PIAS (protein inhibitors of activated STATs). Las principales PTPs implicadas en la regulación de la señalización de los receptores de citoquinas son SHP1 (SH2-containing phosphatase 1) y SHP2. Ambas proteínas se encargan de defosforilar JAKs, aunque recientemente se ha sugerido que pueden actuar también defosforilando STATs. SHP2 es una proteína expresada en múltiples tejidos, mientras que SHP1 está restringida al sistema hematopoyético. Otras fosfatasas como PTP1, TC-PTP (T cell-PTP) CD45 o PTPε participan también en la regulación de esta vía, aunque su acción está restringida a determinados receptores de citoquinas. ; ? ; ? α 4 @ 4 β Figura 6.3. Mecanismo de activación de la vía JAK-STAT. En el cuadro se muestran las proteínas implicadas en la traslocación a través del NPC La familia de proteínas SOCS está constituida por, al menos, 8 miembros. El primer miembro de la familia identificado se denomina CIS (cytokine inducible SH2containing protein) y el resto de componentes se denominan SOCS1-SOCS7. Una importante característica de estas proteínas es que su expresión está regulada positivamente por las STATs, estableciéndose así un circuito de retroalimentación negativa. Las SOCS regulan negativamente la vía JAK-STAT a través de 3 mecanismos. En primer lugar, las SOCS se unen, por medio de su domino SH2, al receptor de citoquinas, impidiendo el acceso de las STATs. En segundo lugar, las SOCS son capaces de unirse a los residuos de fosfotirosinas de JAK, impidiendo la actividad quinasa de ésta. Por último, las SOCS facilitan la ubicuitinación de JAKS, con lo que inducen su degradación en los proteasomas. El tercer tipo de reguladores negativos de la vía JAK -STAT son las PIAS. Hasta el momento se han identificado 5 miembros en esta familia: PIAS1, PIAS2, PIASxα, PIASxβ y PIASy. Las PIAS se unen a los dímeros de STATs activos, bloqueando su unión al DNA. OTRAS VÍAS DE SEÑALIZACIÓN ACTIVADAS POR LOS RECEPTORES DE CITOQUINAS Aunque el sistema JAK-STAT es considerado como el principal mecanismo de señalización de los receptores de citoquinas, existen otras moléculas que son activadas por estos receptores. Las STAMS (signal-transducing adapter molecules) son proteínas con dominios SH3 capaces de unirse a JAKS y ser fosforiladas por éstas. Una vez fosforiladas, parece ser que las STAMS se traslocarían al núcleo donde regularían la transcripción de determinados genes. Los receptores de citoquinas son también capaces de activar otras proteínaquinasas como la PKC (que desempeña un papel clave en el proceso de señalización de los receptores acoplados a proteínas Gq, ver capítulo 3), o PKB. Al igual que ocurría en los RTKs (ver capítulo 5) la activación de PKB (también denominada Akt) por parte de los receptores de citoquinas se produce a través de un mecanismo indirecto que es puesto en marcha por la activación de PI3K (phosphatidylinositol 3-kinase) por parte de JAK/STAT. Una vez activada, PI3K inducirá la fosforilación de fosfatidilinositoles (PI) de membrana dando lugar a la formación de PI(3,4,5)P3. Los residuos de fosfotirosina del PIP3 permitirán el anclaje (y activación) de diversas proteínas entre las que se encuentran PDK-1 (phosphatidylinositol-dependent kinase-1) y PKB. Por último, los residuos de fosfotirosina de JAK pueden servir como puntos de anclaje para la molécula adaptadora SHC y, de esta forma, los receptores de citoquinas son capaces de activar la vía de Ras-MAPK (véase capítulo 5). BIBLIOGRAFÍA Aaronson DS, Horvath CM 2002 A road map for those who don´t know about JAK-STAT. Science 296:1653. Alberts B, Johnson A, Lewis J, Raff M, Roberts K, Walter P 2002 Molecular Biology of the Cell (4th edition) Garland Publishing. Chen W, Daines MO, Khurana Hershey GK 2004 Turning off signal transducer and activator of transcription (STAT): the negative regulation of STAT signaling. J Allergy Clin Immunol 114:476. Gadina M, et al 2001 Signaling by type I and II cytokine receptors: ten years after. Curr Opinion Immunol 13:363. Kisseleva T, Bhattacharya S, Braunstein J, Schindler CW 2002 Signaling through the JAK/STAT pathway, recent advances and future challenges. Gene 285:1. Rawlings JS, Rosler KM, Harrison DA 2004 The JAK/STAT signaling pathway. J Cell Sci 117:1281. Renauld J-C 2003 Class II cytokine receptors and their ligands: key antiviral and inflammatory modulators. Nat Rev Immunol 3:667. Touw IP, De Koning JP, Ward AC, Hermans MHA 2000 Signaling mechanisms of cytokine receptors and their perturbances in disease. Mol Cel Endocrinol 160:1. CAPÍTULO 7 R E C E P T O R E S D E L A S U P E R F A M IL IA D E L T G F -β El mecanismo de trasducción de señal implicado en la respuesta celular a los miembros de la superfamilia del TGF-β (transforming growth factor-β) es un claro ejemplo de cómo un sistema aparentemente simple es capaz de generar una asombrosa variedad de repuestas. Ello es posible gracias a la existencia de una regulación compleja y la vez precisa, tanto extracelular como intracelularmente. En los últimos años los estudios encaminados a desentrañar el funcionamiento de este sistema han permitido comprender mucho mejor los mecanismos mediante los cuales el TGF-β y los otros miembros de la superfamilia controlan actividades celulares tan variadas como fundamentales en la biología de multitud de organismos. EL SISTEMA DE RECEPTORES Aunque existen algunas diferencias dependiendo del miembro de la superfamilia implicado, el sistema de señalización es bastante similar entre todos ellos. La señal se transmite a través de un complejo de dos receptores, RI y RII, que poseen actividad serina/treonina quinasa y que se encuentran inicialmente separados y anclados en la membrana celular. La unión del ligando provoca la interacción entre los receptores y su activación, tal y como veremos a continuación. En vertebrados existen hasta cinco tipos de RII y siete de RI, de forma que los distintos miembros de la superfamilia se unen a una determinada combinación RI/RII (figura 7.1). En cada receptor se distingue un dominio extracelular al que se acopla el ligando, una región transmembrana y un dominio intracelular en donde reside la actividad quinasa. Los receptores tipo I, conocidos también como Alks (activin-like receptors) poseen además una secuencia característica TTSGSGSG, denominada dominio GS, situada inmediatamente antes del dominio quinasa y cuya fosforilación en diversos residuos de serina y treonina por parte del RII es imprescindible para su activación (figura 7.1). El RII por el contrario se encuentra constitutivamente activo, aunque se desconoce con exactitud cual es el mecanismo implicado en dicha activación. Aunque la estequiometría exacta del complejo TβRII-Alk5-TGF-β no se conoce con exactitud, se cree que en ausencia de ligando cada receptor se encuentra presente en la membrana plasmática en forma de homodímero. Esto hace suponer que dicho complejo esté formado por lo menos por un heterotetrámero de receptores unido a un dímero de TGF-β. ) &(&) */ , *"0" , ) &(&) , ( * 1, ( ) &(&) ) &(&) &( , *"0" , β β β β β &' ( ) . β * *+ ), * *+ ), - "# . "# "# ! "# "# $ ! "# $ % ) Figura 7.1. Estructura de los receptores de la superfamilia del TGF-β y complejos ligando-receptor Ireceptor II. La posibilidad de formar distintas combinaciones entre receptores I y II a la hora de constituir el complejo tetramérico permite la unión de diferentes ligandos. Así por ejemplo, el ActR-II puede unir tanto activina como BMPs (bone morphogenetic proteins) dependiendo de cual sea el receptor I asociado, mientras que el BMPR-II puede combinarse con tres tipos distintos de receptores I y unir así varias BMPs. De este modo un mismo ligando puede inducir diferentes rutas de señalización dependiendo de la composición del complejo de receptores al que se asocie. Los ligandos de la superfamilia muestran además distintas afinidades por ambos tipos de receptores, lo que queda reflejado en dos mecanismos diferentes de activación ejemplificados por un lado por el TGF-β y activina y por otro por las BMPs. En el caso del TGF-β, el ligando posee una alta afinidad por el RII, de forma que su unión provoca el reclutamiento del TβRI (Alk5), que es transfosforilado en su dominio GS, iniciándose así la señalización intracelular (figura 7.2). Un mecanismo similar es el utilizado en el caso de la activina, cuyo ActR-II recluta al receptor Alk4. Por el contrario, las BMP2 y BMP4 poseen una alta afinidad por sus receptores de tipo I (Alk3 y Alk6) y baja por los de tipo II (BMPR-II), y es la formación del complejo ligando-RI lo que provoca un aumento de la afinidad por el RII. MODULACIÓN DE LA ACTIVIDAD Además de por la propia disponibilidad del ligando, la actividad de los receptores se encuentra modulada a través de una serie de mecanismos adicionales como son, la unión a proteínas inhibidoras, la presencia de receptores accesorios y la disponibilidad del receptor. En el medio extracelular se encuentran una serie de proteínas solubles que actúan “secuestrando” al ligando e impidiendo así su unión. Este es el caso de la LAP (latency-associated polypeptide), decorin, folistatina y las familias noggin, chordin/SOG y DAN/cerberus, cuyo modo de acción se comenta más detalladamente en el capítulo 50. &9-β β &9*β β &9*β β ( β ?# β ?# β A / Figura 7.2. Mecanismo de activación de los receptores para el TGF-β. Entre las proteínas que actúan como inhibidoras a nivel intracelular están FKBP12, Smad6 y Smad7. De las dos últimas hablaremos más adelante en el apartado dedicado a las Smads como principales mediadores intracelulares de la señalización por TGF-β. En cuanto a FKBP12, su efecto inhibidor es consecuencia de su capacidad para unirse al dominio GS del receptor I en ausencia de ligando, impidiendo así su fosforilación. Esto ha sido interpretado como un mecanismo de regulación de la actividad basal de dicho receptor, impidiendo su activación accidental por el TβRII o por otras quinasas. Aunque la señalización intracelular se activa a partir de la formación del complejo ligando-RI-RII, ancladas en la membrana celular existen otras moléculas que son también capaces de unir a los distintos miembros de la superfamilia del TGF-β y a las que se denomina receptores accesorios. El primero en ser descrito es el conocido como receptor III del TGF-β o betaglicano. Se trata de una proteína altamente glicosilada, que posee un extenso dominio extracelular y que a diferencia de los receptores I y II carece de dominio quinasa. Aunque el betaglicano no une BMPs o activina, es sin embargo capaz de unir inhibina, lo que constituye un mecanismo de regulación de la acción de activina al bloquear así su acceso al receptor. Otro receptor accesorio es endoglin, cuya expresión y actividad se centra mayoritariamente en células endoteliales. Así, se ha encontrado una asociación entre la existencia de mutaciones en endoglin y Alk1 y la aparición de alteraciones vasculares. Además estudios recientes indican que endoglin actúa regulando la proliferación en las células endoteliales al modular la señalización de TGF-β a través de los receptores Alk1 y Alk5. El grupo de receptores accesorios lo completan, cripto, cryptic y BAMBI (BMP and activin receptor membrane bound inhibitor). Los dos primeros pertenecen a la familia del EGF-CFC (epidermal growth factor-cripto FRL1 cryptic) y facilitan la unión de nodal y GDF1 (growth and differentiation factor 1) a sus receptores, mientras que BAMBI por el contrario actúa como un regulador negativo al competir con el receptor I en la formación de complejos. Por último, la actividad de los receptores se encuentra regulada también a través de su disponibilidad en la membrana celular y su localización intracelular mediante el tráfico en vesículas. El acceso del complejo de receptores a sus sustratos, las Smads, está facilitado por la interacción con proteínas auxiliares como SARA (Smad anchor for receptor activation), Dad-2, Hgs o axin. La unión de SARA al receptor facilita la interacción con las Smads, pero además SARA posee un dominio denominado PYVE que favorece su localización en la membrana de los endosomas tempranos. Se cree que aunque la fosforilación por el receptor se puede producir en complejos SARASmad anclados en la membrana plasmática, el proceso es mucho más eficiente en los endosomas, a donde los receptores llegan a través de su internalización en vesículas de clatrina. Los receptores pueden internalizarse también mediante la vía raftcaveolae, facilitándose en este caso su interacción con los complejos Smad7-Smurf (Smad ubiquitination regulatory factor), que como veremos mas adelante están encargados de su degradación. La segregación de los receptores en distintos compartimentos durante el proceso de endocitosis regula su actividad, de manera que la internalización en vesículas de clatrina facilita no sólo su interacción con las Smads, sino que los mantiene además alejados de la maquinaria de degradación (figura 7.3). 2* 3 0" * " ,&( β β 2*)" * 0,4 - *( ) ) * +, () 2* 3 0" * 2*)"&( 04 - A *', &5( Figura 7.3. Internalización de los receptores en vesículas. SEÑALIZACIÓN INTRACELULAR: LAS SMADS Una vez activado el complejo receptor la señalización intracelular desencadenada por la unión del TGF-β se transmite a través de la actividad de una familia de proteínas inicialmente identificadas en Drosophila, en donde se las denominó MAD (mothers against Dpp), y que funcionan como factores de transcripción. A los correspondientes ortólogos en vertebrados y gusanos se les conoce como Smads, y se les ha antepuesto los prefijos R- Co- o I- dependiendo de su función. Actualmente hay descritas cinco RSmads (Smad1, Smad2, Smad3, Smad5 y Smad8), denominadas así porque son fosforiladas y activadas directamente por el receptor, y dos I-Smads, Smad6 y Smad7, que funcionan inhibiendo la señalización mediante distintos mecanismos. Smad4 es conocida también como la Co-Smad, ya que como veremos a continuación interacciona con diversas R-Smads. Dependiendo de cual sea el ligando, la R-Smad implicada en la transmisión de la señal es distinta. Así, TGFs-β , activinas e inhibinas activan a Smad2 y Smad3, mientras que las BMPs señalizan a través de Smad1, Smad5 o Smad8. En lo referente a su estructura, la característica común a todas las Smads es la existencia de un dominio muy conservado situado en el C-terminal y conocido como MH2 (MAD-homology 2) (figura 7.4). En esta región residen funciones tales como la interacción con el receptor, la formación de complejos entre las distintas Smads o la interacción con proteínas de los poros nucleares encargadas del transporte de Smads entre el núcleo y el citoplasma. Las R-Smads poseen además en su C-terminal un motivo SSXS cuya fosforilación por el receptor es esencial para su activación. En las R-Smads y Smad4 se distingue también un dominio N-terminal conocido como MH1 a través del cual tiene lugar la unión al DNA, excepto en el caso de Smad2 (figura 7.4). La región de unión entre MH1 y MH2 es variable dependiendo de las distintas Smads y contiene numerosos lugares de fosforilación para la interacción con otras vías de señalización. En esta región se encuentra además de un motivo conocido como PY a través del cual tiene lugar la interacción con las Smurfs, la familia de proteínas implicadas en el mecanismo de degradación de Smads, tal y como veremos más adelante. $ - +), &( α +), &( β 8(&5( " 7 β 0,4 6 7 β 78 . + 9 7: 6 ;; ) &(&) . ) &(&) . 8(&5( *( ,* ) &(&) . ! . 7 < *= " * ") "&> &5( (0 "* , 7: < *= " * , ( +), * 40*, *" (? "*) 78 < 70 "*)+),&( ) ) ) ) ; 4),&" &5( +), 4),&" &5( +), 4),&" &5( +), 4),&" &5( +), *" ,* *+ ), * &" &5( - Figura 7.4. Estructura de las Smads. Mecanismo de fosforilación y activación de Smads Como hemos mencionado anteriormente, la activación de las R-Smads se produce como consecuencia de su fosforilación por parte del receptor I, concretamente en dos residuos de serina que se encuentran localizados en el motivo SSXS. Dicha fosforilación provoca por un lado la disociación de los complejos SARA-Smad, quedando expuesta la señal de localización nuclear situada en el dominio MH2, y facilita además la unión a Smad4 (figura 7.5). La interacción entre las R-Smads y el receptor se produce a través de regiones muy específicas, en concreto el bucle L45 del dominio quinasa del RI y el L3 situado en el dominio MH2 de la R-Smad. Además de los cambios mencionados, la fosforilación parece facilitar el paso de un estado monomérico a la formación de oligómeros. Así, es posible encontrar heterodímeros (R-Smad-Smad4) o heterotrímeros (dos R-Smads-Smad4) dependiendo del promotor sobre el que actúen o de otros factores de transcripción con los que interaccionen. Las estructuras cristalográficas para los complejos heterotriméricos Smad3-Smad4 y Smad2-Smad4 han sido recientemente caracterizadas. Transporte entre el núcleo y el citoplasma. En su estado basal, las R-Smads se encuentran localizadas predominantemente en el citoplasma mientras que las I-Smads son fundamentalmente nucleares. Obviamente, su papel como factores de transcripción requiere el traslado de las R-Smads al núcleo tras su activación por el receptor (figura 7.5). En el dominio MH1 de Smad1 y Smad3 se ha descrito la existencia de una señal de localización nuclear que permite su unión a importina-β . Sin embargo, en el caso de Smad2 el transporte el núcleo parece realizarse a través de la interacción con componentes de los poros nucleares, las nucleoporinas CAN/Nup214 y Nup 153. Esta interacción tiene lugar a través de una región en el dominio MH2 y se solapa además con el lugar de unión a SARA y a factores de transcripción nucleares, de modo que las interacciones entre Smad2 y cada uno de estos factores son mutuamente excluyentes. ) +"*@) " *( * 1 * '"& () 0,4 β β 2* 3 0" * " ,&( 8 2* 3 0" * 2*)"&( 8 *', &5( *( *" +,) *) ) 4) 4 8 0,4 8 + AA - - Figura 7.5. Transporte nuclear de las Smads. Al contrario de lo que sucede con las R-Smads, cuya entrada en el núcleo se realiza de forma dependiente de la presencia de ligando, Smad4 se encuentra constantemente moviéndose entre el núcleo y el citoplasma. Ello se debe a la acción combinada de una señal de localización nuclear constitutivamente activa situada en su dominio MH1 y una de transporte fuera del núcleo (NES, nuclear export signal) localizada en la región de unión entre los dominios MH1 y MH2. La NES está posiblemente enmascarada durante la formación de los complejos con las R-Smads, lo que facilita su permanencia en el interior del núcleo. La intensidad y la duración de la respuesta al TGF-β son importantes a la hora de mantener la activación o represión en la transcripción de los genes deseados. Por ello tanto la actividad de los receptores como la de las Smads es objeto de una fina regulación. Durante el tiempo que dura la señal, la fosforilación de las R-Smads por el receptor asegura su presencia en el núcleo celular, mientras que su transporte continuo entre el núcleo y el citoplasma permite detectar en que momento ha terminado dicha señalización (figura 7.5). Actividad transcripcional La relativamente baja especificidad con la que las Smads se unen al DNA hace bastante difícil la identificación de elementos de respuesta biológicamente relevantes. El lugar de unión caracterizado para Smad3 y Smad4 lo constituye una secuencia de tan sólo cuatro bases, 5’-AGAC–3’, conocida como SBE (Smad binding element). Sin embargo existen también datos que indican que Smad4, Smad3 y Smad1 pueden unirse a secuencias ricas en G/C. Tal y como mencionamos en el caso de los receptores, sorprende nuevamente que un sistema que utiliza los mismos mediadores, las Smads, pueda generar abanico de respuestas tan amplio como variable, con cambios en el nivel de transcripción en multitud de genes que dependen no sólo del tipo celular sino también del ambiente en el que se encuentre la célula en el momento de recibir la señal. La respuesta parece estar en la presencia de proteínas específicas (factores de transcripción, coactivadores y co-represores) que acompañan a las Smads en cada caso. De este modo, algunos de ellos son ubicuos y están implicados en la misma respuesta en diferentes tipos celulares, mientras que otros o las señales que los generan están presentes en un tipo celular particular y originan por ello respuestas célula-específicas. Además, la cooperación con proteínas específicas explica también como en respuesta a una señal, por ejemplo de TGF-β, un mismo tipo de Smad puede participar tanto en el aumento de la transcripción de un gen como en la represión de otro. Un claro ejemplo de este papel dual de las Smads lo constituye el mecanismo implicado en la parada del ciclo celular en repuesta a TGF-β en células epiteliales. Los primeros factores de transcripción descritos que interaccionan con Smads fueron los miembros de las familias FoxH1 y Mix en Xenopus. Ambos lo hacen a través de una región rica en prolinas conocida como SIM (Smad interaction motif) que se une al dominio MH2 de Smad2 y Smad3. Además del SIM, en los miembros de la familia FoxH1 se ha identificado un segundo motivo de unión conocido como FM (Fast/FoxH1 motif). En la actualidad se han descrito interacciones de Smads con diversos miembros de varias familias de factores de transcripción, como forkhead, homeobox, E-box, Jun/Fos, Runx, CREBP y E2F. Aun cuando el modelo de activación de la transcripción se encuentra actualmente bastante bien caracterizado, el papel que juega Smad4 en los complejos transcripcionales sigue siendo motivo de especulación. Por un lado los datos muestran que Smad4 se encuentra siempre presente en dichos complejos. Sin embargo, las células carentes de Smad4, bien de forma natural por mutación o delección en células tumorales, o en líneas derivadas de ratones knockout, muestran aun regulación en la transcripción de ciertos genes en respuesta a TGF-β. Finalización de la señal Como hemos mencionado anteriormente, los niveles de Smads son un determinante en la duración del estímulo. Su defosforilación por fosfatasas aun no identificadas o su ubiquitinación y posterior degradación en el proteosoma constituyen en la actualidad los dos mecanismos conocidos implicados en la finalización de la dicha señal (figura 7.5). La primera E3 ubiquitina-ligasa en ser relacionada con la regulación de los niveles de Smads fue Smurf-1, a la que se implicó en la degradación de Smad1 y Smad5 en células en estado basal. Sin embargo datos recientes obtenidos a partir de ratones carentes de Smurf-1 muestran que estos animales poseen niveles normales de diversas proteínas consideradas sustratos de Smurf-1, entre ellas las propias Smad1 y Smad5. Una posible explicación es la existencia de un papel compensatorio que sería ejercido por su homólogo Smurf-2. La ubiquitinación de Smad3 parece ser llevada a cabo por una familia distinta de E3 ubiquitina-ligasas, el complejo SCF/Roc. Smuf1 y Smurf2 participan también en la degradación de los receptores, proceso en el que juega un importante papel Smad7. Como hemos mencionado anteriormente, en células en estado basal Smad7 se encuentra en el núcleo, donde permanece unida a la acetil transferasa p300. La acetilación en determinados residuos que son también susceptibles de ubiquitinación protege a Smad7 de la degradación por Smurfs. En presencia del ligando, Smad7 se traslada fuera del núcleo y forma un complejo con Smurf, que lo dirige hacia la membrana plasmática en donde participa en la ubiquitinación de los receptores. La otra Smad con actividad inhibidora, Smad6, funciona de manera distinta ya que actúa como un competidor de Smad1, uniéndose a Smad4 e impidiendo así la formación de complejos Smad1-Smad4. INTERACCIÓN CON OTRAS RUTAS DE SEÑALIZACIÓN Además de mediadores de la respuesta a TGF-β y otros miembros de la superfamilia, las Smads pueden ser intermediarios en otras vías de señalización. Tanto en la región de unión entre los dominios MH1 y MH2 como en el propio dominio MH1 se han encontrado lugares de fosforilación para diversas rutas (figura 7.5). Así por ejemplo algunos datos indican que la fosforilación por Erk en respuesta a Ras oncogénico inhibe la traslocación de Smads al núcleo, lo que explicaría la ausencia de respuesta a TGF-β en algunas células que poseen Ras hiperactivo, aunque este fenómeno no parece ser universal. Ras oncogénico también parece inducir la degradación de Smad4. La activación de CamKII (Ca2+/calmodulin-dependent protein kinase II) puede provocar también la fosforilación de Smad2, Smad3 y Smad4, e inhibe la traslocación al núcleo de Smad2 y la heteromerización de Smads. Por el contrario, la fosforilación de Smad3 por SAPK/JNK (c-Jun N-terminal kinase) induce su trasporte al núcleo y su actividad transcripcional. Recientemente se han localizado en Smad3 tres residuos que son fosforilados por las quinasas dependientes de ciclinas Cdk4 y Cdk2. La mutación de dichos residuos provoca un aumento de la actividad transcripcional de Smad3, lo que indica que la elevada actividad Cdk presente en algunos tumores podría contribuir a través de este mecanismo a la resistencia a TGF-β. Al contrario de lo que ocurre con las R-Smads, Smad4 no es sustrato de fosforilación por ninguna ruta. Además de las Smads, TGF-β puede activar otras vías de señalización como son las mediadas por Erk, JNK y p38 MAPK, y como acabamos de mencionar alguna de estas rutas regula a su vez la actividad de Smads. Sin embargo, la rápida respuesta observada en algunos casos sugiere la independencia de un efecto transcripcional. Esto parece confirmarse por el hecho de que células carentes de Smad4 o con mutaciones en el TβRI responden a TGF-β activando la ruta de p38 MAPK. En resumen, el gran número de pasos implicados en el proceso de señalización, que van desde el procesamiento extracelular del ligando, su accesibilidad al receptor, la afinidad del ligando por el receptor, hasta la modulación a nivel intracelular, dan muestra de la enorme importancia que tiene el control preciso de esta ruta. Sumada a esta complejidad está la existencia de interacciones entre la ruta del TGF-β y otras vías de señalización, constituyéndose así un entramado complejo que en muchos casos está aun siendo explorado. BIBLIOGRAFÍA Chacko BM, et al. 2004 Structural basis of heteromeric smad protein assembly in TGF-beta signalling. Mol Cell 15: 813. Chen YG, et al. 1998 Determinants of specificity in TGF-beta signal transduction. Genes Dev 12:2144. Derynck R, Zhang YE 2003 Smad-dependent and Smad-independent pathways in TGF-beta family signalling. Nature 425:577. 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CAPÍTULO 8 RECEPTORES NUCLEARES Las hormonas esteroideas y tiroideas, el ácido retinoico, la vitamina D y otras juegan pequeñas moléculas lipofílicas ejercen sus acciones a través de su unión a receptores nucleares que actúan como factores de transcripción dependientes de ligando regulando la expresión de genes específicos. Otras proteínas junto con los receptores citados forman la denominada superfamilia de receptores nucleares. Para muchos de los receptores no existe un ligando conocido y por ello se les denomina receptores “huérfanos”. Sin embargo, algunos de estos huérfanos han sido “adoptados” recientemente ya que se han identificado los ligandos de algunos de ellos, demostrándose que productos del metabolismo lipídico como derivados del colesterol, ciertos ácidos grasos, derivados de prostaglandinas, leucotrienos o incluso los ácidos biliares pueden regular la expresión génica a través de su unión a receptores nucleares. Estos ligandos, a diferencia de las hormonas clásicas, se originan intracelularmente como producto del metabolismo Algunos receptores, como el de glucocorticoides, en ausencia de ligando se encuentran asociado a otras proteínas entre ellas la proteína de choque térmico Hsp90 que lo retienen en el citosol. Tras la unión del ligando el receptor sufre un cambio conformacional por el cual se disocia del complejo citosólico y es transportado al núcleo. Sin embargo, los receptores de hormonas tiroideas son de localización nuclear en ausencia de hormona, y lo mismo ocurre con los receptores de ácido retinoico y algunos receptores “huérfanos” (figura 8.1). Los receptores nucleares tienen una estructura modular y están formados por diferentes regiones que corresponden con dominios funcionales autónomos. Un receptor nuclear típico contine un extremo N terminal (A/B), un dominio de unión a DNA (DBD) o region C, una region bisagra D, y una region E/F carboxi-terminal que contiene el dominio de unión al ligando (LBD) y una región de dimerización. Los receptores nucleares también contienen dos dominios de activación transcripcional, un dominio de activación transcripcional independiente de ligando (AF-1) que se encuentra en la region A/B, y un dominio de activación transcripcional dependiente de ligando (AF-2) localizado en el extremo C-terminal del LBD (figura 8.2). El dominio C de unión a DNA (DBD) es el más conservado y está compuesto de 2 “dedos de zinc”, en los que un átomo de zinc coordina tetrahedricamente cuatro cisteínas. El DBD está formado por dos hélices α y a través de la primera los receptores se unen con alta afinidad al surco mayor del DNA reconociendo secuencias específicas denominadas elementos de respuesta a hormonas o HREs que se encuentran en las regiones reguladoras de los genes diana. 4 . , 6 - Figura 8.1. Localización inracelular de los receptores nucleares / B + B + D( -D9 9*) C 9*% C C 6 - Figura 8.2. Estructura de los receptores nucleares La secuencia básica de reconocimiento de los receptores está formada por 6 pares de bases, existiendo dos motivos consenso: la secuencia AGAACA reconocida por los receptores de esteroides (excepto el receptor de estrógenos, ER), y la secuencia AGGTCA al que se unen el resto de los receptores de la superfamilia (figura 8.3). Los elementos de respuesta están generalmente compuestos de dos copias de estas secuencias, aunque excepcionalmente algún receptor "huérfano" reconoce una secuencia AGGTCA no repetida, aunque precedida de una zona rica en nucleótidos A y T. Los receptores de esteroides se unen a palindromes de la secuencia AGAACA separados por 3 nucleótidos, con la excepción de ER que reconoce el motivo consenso AGGTCA con la misma configuración. En cambio, los receptores no esteroideos pueden unirse a HREs formados por palíndromes (Pal), palíndromes invertidos (IPs) o repeticiones directas (DRs) de esta misma secuencia consenso. Los HREs más potentes para estos receptores están formados por DRs con diferente espaciamiento entre los hemisitios. Así, a elementos constituidos por DRs separadas por 3, 4 o 5 nucleótidos (DR3, DR4 y o DR5) se unen con mayor afinidad los receptores de vitamina D (VDR), hormonas tiroideas (TR) y ácido retinoico (RAR), respectivamente. En cambio, un DR1 actúa como elemento de respuesta para el RXR y el receptor de los activadores de proliferación de peroxisomas (PPAR). Aunque algunos receptores nucleares son monoméricos, la mayoría se unen a los HREs como dímeros. El homodímero es la forma activa de los receptores de esteroides. Sin embargo, muchos receptores se unen a los HREs preferentemente en forma de heterodímeros con el receptor X de retinoides (RXR). La heterodimerización con el RXR aumenta no sólamente la afinidad de los receptores por el HRE sino también su actividad transcripcional y las formas heterodiméricas son las biológicamente activas. 61 1 4 - 1 .( & & && & " "& " $ - $ ( 4 && 6- - 1 " F $ ) $ % 0 2 F - 1 F $ $ ! $ # 4 E D && 1+1 - 1 +&9 3(" 9*)" 1 $ D Figura 8.3. Características de los ERE F La ocupación de los receptores nucleares por el ligando conduce a la activación de los genes que contienen los HREs. Para esta activación son necesarios los denominados factores coactivadores que por si mismos no se unen a DNA pero que conectan los factores de transcripción con la maquinaria basal de transcripción. Se han identificado diferentes complejos de coactivadores que interaccionan con los receptores nucleares de forma dependiente de ligando y que son esenciales para la activación de la transcripción por estos factores. El LBD de los receptores está formado por 12 hélices α (Η1 a Η12). La unión del ligando produce un cambio conformacional en los receptores que implica fundamentalmente el reposicionamiento de la H12 que contiene el dominio AF-2. Esta hélice se proyecta hacia afuera en el receptor vacío, pero tras la unión del ligando cambia de posición empaquetándose estrechamente con las hélices 3 y 4 (figura 8.4). Este cambio permite la formación de una superficie de interacción para la unión de los coactivadores. El primer coactivador de receptores nucleares clonado fue el SRC-1 (steroid receptor coactivor 1). Esta proteína forma parte, junto con otros dos miembros, de la familia de coactivadores p160. Estos coactivadores tienen un dominio central de interacción con los receptores que contiene tras copias del motivo LXXLL, donde L es leucina y X un aminoácido cualquiera. Un residuo conservado de ácido glutámico presente en la H12 de los receptores, así como un residuo de lisina presente en la H3 también conservado en toda la superfamilia, hacen contactos directos con las leucinas 1 y 5 del motivo LXXLL de los coactivadores, formando una estructura que orienta y posiciona al coactivdor en el surco formado en el receptor tras la unión del ligando. Los coactivadores p160 tienen actividad histona acetil transferasa (HAT) intrínseca que reside en su region carboxi-terminal. La acetilación de histonas produce descompactación de la cromatina produciendo un aumento en la accesibilidad de factores a los promotores y la activación de la transcripción. Dicha region contiene además dos dominios de activación que les permiten interaccionar con otras histonas acetiltransferasas como CBP/p300 (proteína de unión a CREB, el factor de transcripción que se une a a los elementos de respuesta a AMP cíclico) y pCAF (factor asociado a CBP) y con histonas arginina metiltransferasas como CARM1 (arginina metiltransferasa asociada al coactivador) y PRMT (proteína arginina metiltransferasa). Además de interaccionar con los coactivadores p160 a través de un dominio localizado en la region C-terminal, el CBP/p300 interacciona también directamente con los receptores nucleares a través de su extremo N-terminal, que contiene un motivo LXXLL. Todas estas interacciones proteína-proteína permiten que la unión del ligando produzca el reclutamiento de complejos que contienen enzimas que causan la acetilación y metilación local de las histonas de los promotores que contienen los HREs a los que están unidos los receptores nucleares. Los receptores nucleares también reclutan al promotor regulado los factores remodeladores de cromatina dependientes de ATP. Estos complejos utilizan la energía que se produce en la hidrólisis del ATP para producir un cambio en la posición del octámero de histonas con respecto al DNA, lo que facilita también la unión de factores cuyos sitios de unión no estaban expuestos en los nucleosomas. La presencia de la subunidad con actividad ATPasa es requerida para la activación dependiente de ligando por varios receptores nucleares, y se ha demostrado recientemente la existencia de interacciones directas entre los receptores y otros componentes de estos complejos. También en este caso, las interacciones de los receptores con estas proteínas tienen como consecuencia el remodelamiento de los nucleosomas cercanos al sitio de unión a los receptores, que es necesario para la activación transcripcional. Existe un tercer tipo de coactivadores que se reclutan al receptor nuclear tras la unión del ligando. Estos coactivadores forman parte del complejo denominado TRAP (proteinas asociadas al TR) o DRIP (proteínas que interaccionan con el VDR) que es análogo al complejo transcripcional de levaduras denominado mediator. Estos complejos, que también están formados por un gran número de componentes, interaccionan con los receptores de forma dependiente de ligando y del dominio AF-2 a través de la subunidad TRAP220/DRIP205 que también contiene dominios LXXLL y atrearía al receptor el resto de las subunidades. El complejo TRAP/DRIP no tiene ninguna actividad enzimática intrínseca. Sin embargo, algunos de sus componentes forman a su vez parte del holoenzima de la RNA polimerasa II, con lo cual su función sería atraer a la polimerasa al promotor diana. H 6 6) 6)I 6G 6! 6< 6# 6 )% 6) 62 Figura 8.4. Estructura del LBD de los receptores nucleares. 6% ) 6= ' . 6) % Además de la activación transcripcional dependiente de ligando se ha demostrado que algunos receptores entre los que se encuentran el TR y el RAR en ausencia del ligando reprimen activamente la transcripción de genes que contienen HREs. Esta represión se debe a que los receptores vacíos, que se encontrarían unidos al DNA, interaccionan con los denominados correpresores. Los dos correpresores más conocidos son el NCoR (correpresor nuclear) y el SMRT (mediador del silenciameinto por TR y RAR). El dominio del receptor que interacciona con los correpresores está formado por regiones que solapan parcialmente con las que participan en la unión con los coactivadores, por lo que la unión al receptor de ambos tipos de factores es mutuamente excluyente. La unión del ligando y el reposicionamiento de la H12 desencadenan la liberación de los correpresores y permiten la unión de los coactivadores. Aunque los receptores de esteroides en ausencia de ligando no unen correpresores, se ha demostrado recientemente que la unión de ligandos antagonistas coloca a la H12 en una posición que permite la unión de correpresores y excluye la de los coactivadores. Tanto NCoR como SMRT son proteínas de gran tamaño (270 kd) que interaccionan con los receptores a través de la caja CoRNR, que se encuentra localizada en el extremo C-terminal del correpresor y contiene dos motivos LXXI/HIXXXI/L, que guardan semejanza con los motivos de interacción presentes en los coactivadores y explican la utilización de superficies solapantes en el receptor para la interacción con ambos tipos de coreguladores. Los correpresores poseen en su region N-terminal 3 dominios autónomos de represión transcripcional. Aunque los correpresores en sí no tiene actividad deacetilasa, a través de esos dominios represores interaccionan directamente con deacetilasas de histonas (HDACs) como HDAC3, HDAC4/5 y HDAC7 y indirectamente con las HDACs 1 y 2 a través del mediador Sin3. En la célula existen complejos preformados de gran tamaño que contienen los correpresores, las HDACs y otros componentes de función aun no bien conocida. Estos complejos se unen a los receptores vacíos, produciendo la deacetilación de las histonas en las regiones 6 )"% K 9 cercanas a los HREs y causando compactación de la cromatina y consecuentemente la represión de la transcripción de los genes diana. Así pues, el mecanismo de regulación de la transcripción de genes que contienen HREs por los receptores nucleares sería el siguiente (figura 8.5): • los receptores en ausencia de ligando o unidos a un antagonista reprimen la transcripción a través del reclutamiento de complejos correpresores que contienen actividad deacetilasa lo que causa la compactación de la cromatina y la represión de la transcripción. • la unión de un agonista produce la liberación de estos complejos y el reclutamiento de complejos coactivadores. Algunos de estos complejos poseen activadad acetilasa y metiltransferasa, otros tienen actividad remodeladora de los nucleosomas y otros pueden interaccionar directamente con la maquinaria basal de transcripción. • el reclutamiento de estos complejos de forma ordenada y secuencial al promotor de los genes diana, altera la estructura permitiendo su descompactación y la activación de la transcripción. 4)=I 6 #"< ( 9 D D 9 ( 2 K D +9 K + D+ 6 2 J ' . ' - - 1+ ' ' + 4 * . + 1+ Figura 8.5. Regulación de la transcripción génica por receptores nucleares Diversos receptores nucleares, así como coactivadores y correpresores son dianas de fosforilación por diferentes kinasas que se activan por diferentes factores de crecimiento y oncogenes, lo que puede causar importantes efectos transcripcionales. Un caso bien conocido es la fosforilación de la isoforma a del ER en la serina 118 (en el dominio AF-1) por las MAPKs. Esta fosforilación causa la activación del receptor incluso en ausencia de ligando, lo cual puede tener importancia en las células de carcinoma mamario que dependen del ER para su crecimiento y en las que esta vía de transducción se señales es muy activa. Los coactivadores p160 se activan también por las MAPKs y esta modificación incrementa su actividad, aumentando su interacción con los receptores y con otros coactivadores como CBP. De forma opuesta, la fosforilación del correpresor SMRT inhibe su interacción con el TR y produce la translocación del correpresor al citoplasma, inhibiéndose así su efecto. Los receptores nucleares pueden también reprimir la transcripción de forma dependiente de ligando. En algunas ocasiones esta inhibición es consecuencia de la unión de los receptores a los denominados HREs negativos. Los mecanismos moleculares por los que los receptores nucleares inhiben la transcripción a través de su unión a los HREs negativos aún no están bien definidos. Aparte de este mecanismo activo de represión transcripcional existen mecanismos adicionales por los que los ligandos de los receptores nucleares causan una inhibición de la transcripción. Uno de ellos proviene del hecho de que los receptores actúen en forma de dímeros. Así, la dimerización de un receptor funcional con receptores mutados o truncados puede dar origen a la formación de dímeros inactivos que bien no se unen a DNA o que aunque se unan sean transcripcionalmente inactivos. En el caso de los receptores que forman heterodímeros un receptor inactivo puede inhibir la acción no solamente de su receptor nativo sino tambén de otros receptores que comparten la misma pareja heterodimérica. Este tipo de mecanismos de competición por unión al HRE y/o por otro receptor puede ser la causa molecular de la denominada actividad dominante negativa de receptores mutados, como la que poseen los mutantes del TR que causan el síndrome de resistencia a las hormonas tiroideas. La inhibición transcripcional causada por los receptores nucleares puede también producirse por interferencia debida a la superposición del HRE con otros elementos del DNA que unen otros activadores transcripcionales. En este caso la unión del complejo hormona-receptor al DNA desplazaría a otros factores de transcripción de sus sitios de unión. Por último, en otros casos se ha demostrado que los receptores nucleares pueden inhibir respuestas transcripcionales de genes que no contienen un HRE a través de la regulación de la actividad de los factores de transcripción que se unen a otros elementos del promotor regulado, un mecanismo al que se denomina transrepresión. En este caso la inhibición se produciría por interacciones directas proteína-proteína con otros factores de transcripción y/o por competición por coactivadores comunes como el CBP que se requieren para la activación de la transcripción por ambos. Por ejemplo, diferentes ligandos de receptores nucleares reprimen la expresión de genes que contienen sitios de unión para el complejo AP-1 (formado por las oncoproteínas jun y fos que parecen jugar un papel fundamental en los procesos de proliferación celular). Muchos de los efectos antiproliferativos y diferenciadores de los glucocorticoides y otras hormonas esteroideas así como de los retinoides podrían implicar este mecanismo de antagonismo transcripcional. Otro importante caso de antagonismo transcripcional sería el que ocurre entre el receptor de glucocorticoides y el factor de transcripción NF-κB. Los glucocorticoides reprimen la activación por las citoquinas inflamatorias de genes que contienen sitios de unión para estos factores, lo que parece jugar un papel fundamental en las acciones anti-inflamatorias de estas hormonas. BIBLIOGRAFÍA Aranda A, Pascual A 2001 Nuclear hormone receptors and gene expresión. Physiol Rev. 81:1269. 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Stallcup MR, Kim JH, Teyssier C, Lee YH, Ma H, Chen D 2003 The roles of protein-protein interactions and protein methylation in transcriptional activation by nuclear receptors and their coactivators. J Steroid Biochem Mol Biol 85:139. PARTE II NEURO ENDOCRINOLOGÍA CAPÍTULO 9 L A U N ID A D H IP O T Á L A M O -H IP Ó F IS IS La hipófisis o glándula pituitaria está situada en una depresión de la cara superior del esfenoides denominada silla turca o fosa hipofisaria. En humanos, la hipófisis se divide en dos porciones: una porción glandular o adenohipófisis y una porción neural o neurohipófisis (figura 9.1). La adenohipófisis constituye, aproximadamente, el 80% del total de la glándula y se divide a su vez en dos partes denominadas pars distalis y pars tuberalis. La neurohipófisis está constituida por tres porciones: la pars nervosa o lóbulo posterior, el infundíbulo y la eminencia media que es el punto de unión entre hipotálamo e hipófisis. El conjunto del infundíbulo y la porción superior de la pars tuberalis conforma el tallo hipofisario que constituye la unión anatómica entre la hipófisis y el hipotálamo. En la mayoría de los mamíferos se puede distinguir una tercera porción dentro de la adenohipófisis, denominada pars intermedia o lóbulo intermedio. Sin embargo, en humanos la pars intermedia es una estructura rudimentaria. : &(*( & "") B&+)4& ,&) , 01*, "& * & (40( 310") , (*,2) 510") ( *,&), , & 510") +) *,&), "& , &( *, * & *()B&+54& & 7*0,)B&+54& & Figura 9.1. Anatomía de la hipófisis. HORMONAS ADENOHIPOFISARIAS El control de la función adenohipofisaria depende, en gran medida, de una serie de hormonas liberadas por el hipotálamo, las denominadas hormonas hipofisotrópicas. El hipotálamo es uno de los componentes subcorticales del sistema límbico que, además de estar implicado en la regulación de la mayoría de las funciones endocrinas del organismo, participa en el control de múltiples funciones vegetativas y de la conducta emocional. La mayor parte de los núcleos hipotalámicos implicados en el control de la secreción de hormonas adenohipofisarias se localizan en la región supraóptica y en el hipotálamo medio. Los axones de estas neuronas proyectan sobre la eminencia media, donde liberan las hormonas hipofisotrópicas. La adenohipófisis está conectada con el hipotálamo por medio de un complejo sistema vascular denominado sistema portal hipotálamo-hipofisario (figura 9.2). Este sistema consta de dos plexos capilares, conectados entre sí por los denominados vasos portales largos que recorren el tallo hipofisario en sentido descendente. En el sistema portal hipotálamo-hipofisario es de hipotálamo a hipófisis. Esta disposición permite que los factores liberados en la eminencia media lleguen con facilidad a las células adenohipófisarias. El denominado plexo primario se distribuye alrededor de la eminencia media, y su función es recoger las hormonas liberadas por los terminales nerviosos que proyectan sobre esta región hipotalámica. Los capilares de este plexo primario confluyen hasta formar los vasos portales largos que, al llegar a la parte inferior del tallo hipofisario, se ramifican, dando origen a la segunda red de capilares (el plexo secundario). El plexo secundario se distribuye por toda la adenohipófisis, permitiendo que los factores hipotalámicos alcancen fácilmente las células de la adenohipófisis. Además, el plexo secundario es el encargado de recoger las hormonas producidas en la adenohipófisis para transportarlas a la circulación general. +"*/) +,& , *,& B&+)4& ,& 0+*,&), ,&) 2*( +"*/) &(40( &10" , B&+)4& ,& +) *,&),* 2 ) +), "* " ,') 2 ) +), "* +"*/) * 0( ), ) ,&) , *,& B&+)4& ,& &(4*,&), Figura 9.2. Sistema portal hipotálamo-hipofisario. La vascularización del sistema procede de la arteria hipofisaria superior, rama de la arteria carótida interna, que da origen a una compleja red de capilares que se distribuyen por la eminencia media, formando el denominado plexo primario. El plexo secundario se distribuye por la adenohipófisis y transporta las hormonas adenohipofisarias a la circulación general a través de las venas hipofisarias anteriores. El plexo infundibular es el encargado de recoger las hormonas secretadas en la neurohipófisis. Además de proporcionar la vascularización de la neurohipófisis, las arterias hipofisarias inferiores son el origen de los denominados vasos portales cortos que alcanzan la porción inferior de la adenohipófisis y contribuyen a formar el plexo secundario. Las principales hormonas adenohipofisarias (junto con sus acciones básicas) se enumeran en la tabla 9.1. Cada una de ellas es producida de forma preferente en un determinad tipo celular, si bien son frecuentes los que una célula produce dos o más hormonas diferentes. Las hormonas adenohipofisarias se clasifican en 3 grandes familias: hormonas glucoproteicas, hormonas derivadas de la proopiomelanocortina y hormonas somatotropas. Esta familia está constituida por 3 hormonas: la hormona estimulante de la tiroides u hormona tirotropa o tirotropina (TSH), la hormona folículoestimulante (FSH) y la hormona luteinizante (LH). Las hormonas glucoproteicas están constituidas por 2 subunidades (α y β), de las cuales la subunidad α es común y la β es específica. En condiciones normales, las cadenas α se sintetizan en exceso con relación a las cadenas β, por lo que la síntesis de estas últimas es el factor limitante en la producción de hormonas glucoproteicas. La TSH es sintetizada principalmente en las células tirotropas, mientras que la FSH y LH (denominadas también gonadotropinas) son sintetizadas principalmente por las células gonadotropas. La POMC es una proteína de 239 aminoácidos que, una vez sintetizada, es sometida a un procesamiento proteolítico (véase capítulo 25). Los principales productos de la POMC en las células adenohipofisarias son la hormona corticoestimulante u hormona adrenocorticotropa o corticotropina (ACTH), la hormona estimulante de los melanocitos (MSH), la lipotropina (LPH) y la β-endorfina. De todas ellas, la ACTH es la única hormona cuya importancia fisiológica ha sido claramente establecida. La familia de hormonas somatotropas está constituida por la hormona de crecimiento (GH) y la prolactina (PRL). Ambas son proteínas de cadena sencilla, con un elevado grado de homología. La GH recibe también el nombre de somatotropina u hormona somatotropa, y es la hormona adenohipofisaria más abundante. En condiciones normales, la hipófisis humana contiene entre 5 y 10 mg de GH, lo que supone un 10% del peso de la glándula. La GH es producida principalmente por las células somatotropas y, a diferencia del resto de hormonas adenohipofisarias, carece de un órgano diana definido. La PRL es sintetizada principalmente por las células lactotropas. Tabla 9.1. Principales hormonas adenohipofisarias. Hormona Tipo celular Principal órgano diana Principales acciones TSH (hormona estimulate de la tiroides, tirotropina) Tirotropas Tiroides Estimula la síntesis y liberación de hormonas tiroideas Estimula el crecimiento tiroideo FSH (hormona folículoestimulante) Gonadotropas Gónadas Estimula el crecimiento folicular Estimula la síntesis de estrógenos Estimula la espermatogénesis LH (hormona luteinizante) Gonadotropas Gónadas Estimula la ovulación y la formación del cuerpo lúteo Estimula la síntesis de estrógenos y progesterona Estimula la síntesis de testosterona ACTH (hormona adrenocorticotropa, corticotropina) Corticotropas Adrenal Estimula la síntesis de esteroides adrenales Estimula el desarrollo de la corteza adrenal GH (hormona de crecimiento, somatotropina) Somatotropas PRL (prolactina) Lactotropas Regula el metabolismo Estimula el crecimiento corporal Mama Estimula la producción de leche Estimula el desarrollo de la mama HORMONAS HIPOFISOTRÓPICAS HIPOTALÁMICAS Las hormonas hipotalámicas responsables de la regulación de la síntesis y secreción de hormonas hipofisarias reciben el nombre de hormonas hipofisiotrópicas (tabla 9.2). Hormona liberadora de tirotropina (TRH) La TRH es un tripéptido (piroGlu-His-Pro-NH2) que fue caracterizado en el año 1977, de forma simultánea por los grupos de Roger Guillemin y de Andrew Schally, que recibieron el premio Nobel por este hecho. En humanos, el gen de la TRH se localiza en el cromosoma 3, consta de 3 exones y codifica una proteína de 242 aminoácidos (la prepro-TRH). Cada molécula de prepro-TRH contiene en su secuencia 6 moléculas de TRH, junto con una serie de péptidos de conexión de función desconocida. Las neuronas hipotalámicas productoras de TRH se localizan principalmente en el núcleo paraventricular desde donde proyectan sus axones hacia la eminencia media. Los principales efectos de la TRH en la adenohipófisis son ejercidos sobre las células tirotropas en las que: • estimula la síntesis de cadenas α • estimula la síntesis de cadenas β-TSH • estimula la glucosilación de cadenas α y de cadenas β-TSH • estimula la liberación de TSH Además, la TRH es también capaz de actuar sobre las células lactotropas, estimulando la secreción de PRL. Sin embargo, parece poco probable que este efecto tenga importancia en la regulación fisiológica de la secreción esta hormona. Hasta el momento se han identificado dos receptores de TRH en la hipófisis (TRHR-1 y TRHR2), ambos acoplados a proteínas Gq. Hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) Antiguamente, esta hormona se denominaba LH-RH, ya que se pensaba que su función era estimular únicamente la síntesis y liberación de LH, y que debía de existir una “FSH-RH” que haría lo propio sobre la síntesis y liberación de FSH. Sin embargo, este posible factor estimulador de la liberación de FSH no ha podido ser identificado, por lo que hoy en día se acepta que la GnRH es la responsable de la regulación de la secreción de ambas gonadotropinas. En humanos, el gen de la GnRH hipotalámica (denominado GnRH-I) se localiza en el cromosoma 8, consta de 4 exones y codifica una proteína de 92 aminoácidos (la preproGnRH). Este precursor contiene en su secuencia los 10 aminoácidos que constituyen la GnRH madura y un péptido de 56 aminoácidos denominado GAP (péptido asociado a GnRH) de función desconocida. Las neuronas productoras de GnRH se encuentran dispersas por todo el hipotálamo aunque son más abundantes en el núcleo arcuato y en el hipotálamo anterior. La mayor parte de estas neuronas proyectan sobre la eminencia media, donde liberan la GnRH que alcanza la adenohipófisis. Sin embargo, algunas neuronas productoras de GnRH no proyectan sobre la eminencia media sino que extienden sus axones a otras regiones hipotalámicas e incluso fuera del hipotálamo. Se cree que estas neuronas participan en la regulación de cambios conductuales relacionados con la conducta reproductiva. La GnRH se une a receptores específicos pertenecientes a la familia de receptores acoplados a proteínas Gq, que se localizan principalmente en las células gonadotropas. En humanos existen dos receptores de GnRH, denominados GnRHR y GnRHR2. Las principales acciones de la GnRH sobre la adenohipófisis son: • estimula la síntesis de cadenas α • estimula la síntesis de cadenas β de LH y FSH • estimula la liberación de LH y FSH. • regula la síntesis de sus receptores Para que la GnRH pueda llevar a cabo estas acciones de forma adecuada es necesario que sea liberada de forma pulsátil. La liberación pulsátil de GnRH depende de la actividad intrínseca de las neuronas productoras de la hormona (generador hipotalámico de pulsos). Los cambios en el patrón pulsátil (frecuencia y amplitud) del generador serán uno de los factores que determinen la relación LH/FSH liberada por la hipófisis. Tabla 9.3. Factores hipofisiotrópicos hipotalámicos Abreviatura TRH (thyrotropinreleasing hormone) Nombre Hormona liberadora de tirotropina Localización Principales acciones Núcleo paraventricular Estimula la síntesis y liberación de TSH Estimula la síntesis y liberación de PRL GnRH Hormona Núcleo arcuato (gonadotropinliberadora de FSH releasing hormone) y LH Estimula la síntesis y liberación de FSH y LH GHRH Hormona (growth hormone- liberadora de releasing hormone) hormona de crecimiento Núcleo arcuato Estimula la síntesis y liberación de GH SS (somatostatin); Somatostatina SRIF (somatotropin release-inhibiting factor) Hipotálamo anterior Sistema periventricular Inhibe la liberación de GH CRH (corticotropin- Hormona releasing factor) liberadora de corticotropina Núcleo paraventricular Estimula la síntesis de POMC y la liberación de péptidos derivados. DA (dopamine); PIF (prolactininhibiting factor) Dopamina; Factor Núcleo inhibidor de paraventricular prolactina ADH (antidiuretic hormone); AVP (arginine vasopresine) Hormona antidiurética; Arginina vasopresina Núcleo paraventricular Inhibe la liberación de PRL Estimula la liberación de ACTH Hormona liberadora de corticotropina (CRH) La CRH es un péptido de 41 aminoácidos que fue caracterizado en el año 1981 por el grupo de Willy Vale. En humanos, el gen de la CRH se localiza en el cromosoma 8, contiene 2 exones y codifica un precursor de 196 aminoácidos. La CRH madura que se origina por procesamiento proteolítico de, codificado por un gen que. Las neuronas productoras de CRH se encuentran distribuidas por múltiples áreas del SNC, pero son especialmente abundantes en el núcleo paraventricular del hipotálamo, desde donde proyectan hasta la eminencia media. Aproximadamente la mitad de las neuronas productoras de CRH sintetizan también ADH. Esta ADH es liberada conjuntamente con la CRH en la eminencia media, potenciando su efectoLos principales efectos de la CRH sobre la adenohipófisis son: • estimula la transcripción del gen de la POMC • aumenta la liberación de péptidos derivados de POMC Hasta el momento se han identificado dos receptores de CRH denominados CRHR1 y CRH-R2. El CRH-R1 pertenece a la familia de receptores acoplados a proteínas Gs y es la forma expresada mayoritariamente en la hipófisis. Además de sus acciones sobre la hipófisis, la CRH actúa en múltiples áreas del SNC regulando diversos aspectos de la reacción de respuesta al estrés. En este sentido, la CRH sería (junto con las urocortinas, una familia de 3 péptidos con un elevado grado de homología con la CRH) uno de los principales reguladores de dicha respuesta. Así, la CRH tiene un importante efecto anorexigénico, aumenta la ansiedad, la frecuencia cardiaca y la presión arterial y modula la actividad del sistema inmune. Hormona liberadora de hormona de crecimiento (GHRH) La GHRH fue identificada en el año 1982, de forma simultánea e independiente por los grupos de Jean Rivier y Roger Guillemin. En humanos, la GHRH está codificada por un gen localizado en el cromosoma 20, que da origen a un precursor de 109 aminoácidos. El procesamiento proteolítico de este precursor dará lugar a las dos principales formas moleculares de GHRH de 40 y 44 aminoácidos. Ambas variantes de GHRH pueden encontrarse en el hipotálamo humano y presentan la misma actividad biológica. Las neuronas hipotalámicas productoras de GHRH se localizan principalmente en el núcleo arcuato, desde donde proyectan sus axones a la eminencia media. Las principales acciones de la GHRH hipotalámica son: • estimula la síntesis de GH • estimula la liberación de GH • estimula la proliferación de las somatotropas. Los receptores de GHRH pertenecen a la familia de receptores acoplados a proteínas Gs. Se ha descrito la existencia de síntesis de GHRH en diversos tejidos extrahipotalámicos, aunque no se conocen otras acciones de esta hormona. Recientemente se ha propuesto que la GHRH podría estar implicada en la regulación del ritmo sueño vigilia y en el control de la ingesta, pero la importancia fisiológica de estas acciones no se ha establecido. Somatostatina (SS) La SS también denominada SRIF (factor inhibidor de la liberación de somatotropina) fue aislada en el año 1973 por el grupo de Paul Brazeau. La SS es un péptido ampliamente distribuido por el organismo, siendo sus principales localizaciones el SNC, el tracto gastrointestinal y el páncreas. En humanos, el gen que codifica la somatostatina se localiza en el cromosoma 3, consta de 2 exones y da origen a un precursor de 116 aminoácidos. El procesamiento proteolítico de este precursor dará lugar a las dos formas maduras de la hormona, de 14 (SS-14) y 28 (SS-28) aminoácidos. Ambas formas moleculares tienen una actividad biológica similar, aunque su distribución es diferente. La SS-14 es más abundante en el cerebro (incluido en el hipotálamo), mientras que la SS-28 es más abundante en el tracto gastrointestinal y páncreas. Las neuronas somatostatinérgicas implicadas en el control de la secreción de GH se localizan principalmente en los núcleos preóptico, periventricular y paraventricular, desde donde proyectan sus axones hasta la eminencia media. La principal acción de la SS sobre la hipófisis es inhibir la secreción de GH. Sin embargo, la SS no inhibe la transcripción del gen de la GH, ni la proliferación de las somatotropas, por lo que no antagoniza completamente los efectos de la GHRH. Además, la SS es también capaz de inhibir la secreción de TSH, aunque las concentraciones de SS necesarias para alcanzar este efecto son mucho mayores que las necesarias para inhibir la secreción de GH. Se han identificado 6 receptores de SS (SSTR1, SSTR2a, SSTR2b, SSTR3, SSTR4 y SSTR5). Todos ellos están acoplados a proteínas G, aunque no todos al mismo tipo. Todos los SSTR se expresan en la hipófisis, siendo los más importantes el SSTR2 y el SSTR5. Dopamina (DA) La DA es el principal factor hipotalámico responsable de la regulación de la secreción de PRL. A diferencia de lo que ocurre con el resto de las hormonas adenohipofisarias, la PRL se encuentra sometida a una inhibición tónica y, aunque existen diversos factores hipotalámicos capaces de estimular su liberación, todavía no ha podido demostrarse que exista un PRF o factor liberador de PRL con importancia fisiológica. Las neuronas dopaminérgicas encargadas de la regulación de la secreción de PRL se localizan principalmente en el núcleo arcuato del hipotálamo desde donde proyectan sus axones a la eminencia media, constituyendo el denominado sistema tuberoinfundibular. Existen, además, neuronas dopaminérgicas localizadas en los núcleos arcuato y periventricular cuyos axones recorren el tallo hipofisario y llegan hasta el lóbulo posterior. La DA liberada por estas neuronas alcanza el lóbulo anterior por medio de los vasos portales cortos. La DA es también capaz de inhibir la secreción de TSH, pero se trata de un efecto que carece de importancia fisiológica. Los efectos de la DA dependen de la estimulación de receptores D2 localizados en la membrana de las lactotropas y que se encuentran acoplados a proteínas Gi. La DA inhibe tanto la transcripción del gen de la PRL como la liberación de PRL por las lactotropas. Hormona antidiurética (ADH) Como ya señalamos anteriormente, los axones de las neuronas parvocelulares del núcleo paraventricular no alcanzan el lóbulo posterior de la hipófisis, sino que terminan en la eminencia media. Muchas de estas neuronas coexpresan CRH y ADH, y ambas hormonas son liberadas conjuntamente a la circulación portal. La ADH estimula la liberación de ACTH, actuando sinérgicamente con la CRH. La ADH es un nonapéptido sintetizado a partir de un precursor que contiene en su secuencia otros dos péptidos (la neurofisina II y el denominado glucopéptido N-terminal) que son liberados junto con la ADH madura (figura 12). El gen de la ADH se localiza en el cromosoma 20 y consta de 3 exones. Se han descrito 3 receptores de ADH denominados V1, V2 y V3. Los receptores V1 se localizan fundamentalmente en la pared vascular y median las acciones vasoconstrictoras de la ADH. Los receptores V2 están presentes en los túbulos renales y son los responsables de sus acciones antidiuréticas. Finalmente, los receptores V3 (denominados también V1b) son los responsables de las acciones de la ADH sobre la adenohipófisis. Todos ellos pertenecen a la familia de receptores acoplados a proteínas G. En el caso de los receptores V1 y V3 la proteína G asociada es Gq, mientras que en el caso de los V2 es la Gs. BIBLIOGRAFÍA Goodman HM 2003 Basic Medical Endocrinology (3rd edition). Academic Press. Larsen PR, Kronenberg HM, Melmed S, Polonsky KS 2002 Williams Textbook of Endocrinology (10th edition). Saunders. Pombo M 2002 Tratado de Endocrinología Pediátrica (3ª edición) McGraw-Hill-Interamericana. Porterfield SP 2001 Endocrine Physiology (2nd edition). Mosby. Tresguerres JAF 2000 Tratado de Endocrinología Básica y Clínica. Editorial Síntesis. Tresguerres JAF 2005 Fisiología Humana (3ª edición) McGraw-Hill-Interamericana. CAPÍTULO 10 P R O L A C T IN A !" # $ % & # ' La prolactina (PRL) es una hormona producida por las células lactotropas adenohipofisarias de 199 aminoácidos y masa molecular 23 kDa. Se genera a partir de un producto de transducción primario de 227 aminoácidos, que contiene un péptido señal de 28 aminoácidos. La molécula tiene tres puentes disulfuro intracatenarios Cys 4-12, 58-174 y 191-199. Hay gran heterogeneidad en el producto final de esta proteína, ya que ocurren variaciones postraduccionales que incluyen roturas, polimerización, glicosilación, fosforilación y degradación. Así tenemos un enorme número de formas moleculares cuyas propiedades biológicas no han sido aclaradas (tabla 10.1). El gen que codifica el receptor de PRL se localiza en el cromosoma 5, próximo al locus del receptor de GH. Los receptores de PRL están ampliamente distribuidos por todo el organismo. Existen dos formas, una forma corta de 291 aminoácidos y otra larga de 592 aminoácidos, aunque los dominios extracelular y transmembrana son idénticos y presentan la misma afinidad por la PRL. El dominio intracelular varía y por tanto los efectos biológicos pueden ser diferentes. Este receptor dimeriza en el momento de la unión con la hormona, lo que permite su activación. El complejo hormona-receptor se internaliza y se puede encontrar en el aparato de Golgi y en las vacuolas. En la transducción de señales desde el receptor hasta el interior de las células están implicadas distintas vías de segundos mensajeros, entre ellas Stat, RasRaf y MAPK, que varían de un tejido a otro. En hígado se activa una kinasa C nuclear, y en la secreción de la leche por la mama la fosfolipasa A2. ACCIONES BIOLÓGICAS DE LA PROLACTINA La PRL ejerce un enorme número de funciones. Se han contabilizado más de 100 en el conjunto de tejidos y órganos, pero destacan sus efectos en la glándula mamaria, ovarios, testículos y sobre el comportamiento reproductivo. Tabla 10.1. Formas moleculares de PRL Tipo molecular Características Por rotura y degradación 16K y 8K en hipófisis y plasma de humanos, ratas y ratones. En rata se origina la forma 21K por degradación de unos pocos aa durante el almacenamiento Por polimerización El 80-90% de la PRL de la hipófisis es monomérica, pero un pequeño porcentaje sufre polimerización: 820% es dimérica (Mm 45-50K) y 1-5% es polimérica. Big-prolactin Glicosiladas Por unión de un carbohidrato a Asn 31 formando un complejo de 25K. Ocurre en el 13-25% de la PRL hipofisaria, y el 50-100% de la PRL circulante. fosforiladas La enzima Prolactina Kinasa fosforila la PRL aunque en la actualidad se desconoce si existen variantes moleculares de este tipo. placentarias En la placenta de ratas y ratones hay unas proteínas similares PRL. PRL decidual. Es idéntica a la PRL hipofisaria, pero con regulación distinta. La concentración de PRL en el líquido amniótico es 10100 veces superior que en la circulación materna. Tienen funciones de control hidroelectrolítico amniótico. hPRL PRL humana puede unirse a la heparina. La de rata, ovina y bovina (59) no lo hacen. Glándula mamaria Se ha implicado a la PRL en el crecimiento de la glándula mamaria (mamogénesis), síntesis de leche (lactogénesis) y mantenimiento de la secreción de leche (galactopoyesis). La acción de la PRL sobre la mamogénesis es un hecho que está ampliamente aceptado. En ratones knock-out (KO) para el gen del receptor de la PRL, se comprueba un desarrollo anormal de la mama que carece de las unidades lóbulo-alveolares. En el doble KO para PRL y su receptor, la producción de leche está gravemente alterada, aunque no completamente abolida. La lactogénesis es muy dependiente de PRL, que regula la síntesis de proteínas lácteas (caseína y lactoalbúmina), lactosa, glucosa y lípidos. Además PRL regula estrechamente la producción local de factores de crecimiento en la mama, como EGF, IGF-1 e IGF-BPs. A pesar de ser tan importante la presencia de la PRL en la glándula mamaria, para el completo funcionamiento de la glándula se necesita además otras hormonas: estrógenos, progesterona, glucocorticoides, insulina, GH, hormonas tiroideas y paratiroideas, oxitocina, calcitonina y multitud de factores de crecimiento, entre los que destacan IGF-1 y EGF, producidos localmente. Gónadas En ovárico la PRL es tan importante para el mantenimiento estructural y funcional del cuerpo lúteo y el de iniciar la secreción de progesterona, como para iniciar la luteolisis. Estas acciones opuestas dependen de la especie y de los ciclos reproductivos. En roedores la PRL actúa como una hormona luteotrópica después del apareamiento y como hormona luteolítica en ausencia del estímulo de apareamiento. La biosíntesis de progesterona es esencial para la implantación del óvulo, mantenimiento de la gestación e inhibición de la ovulación. En ausencia de PRL el esteroide dominante es 20-α-hidroxiprogesterona, cuya transformación en progesterona es catalizada por la enzima 20-α hidroxiesteroide dehidrogenasa (20-α . La PRL actúa por dos vías: potencia el efecto esteroidogénico de la LH en las células de la granulosa y del cuerpo lúteo, y además inhibe la 20-α , incrementando los niveles de progesterona. En general, la PRL es esencial para la biosíntesis de progesterona y la hipertrofia del cuerpo lúteo durante la gestación. En rata la PRL también presenta un papel luteolítico, induciendo el programa de muerte celular por apoptosis en el cuerpo lúteo. El efecto luteolítico parece ser mediado por linfocitos CD3 que aumentan la expresión en la membrana del ligando Fas. En la rata existen tres generaciones de cuerpos lúteos, y la PRL parece llevar a cabo una labor de mantenimiento, degenerando los más viejos y manteniendo los nuevos. La explicación de este efecto dual es desconocida en la actualidad. En ratas machos interviene en el mantenimiento de la morfología celular del testículo, aumento del número de receptores de LH, en la esteroidogénesis y la androgénesis. Por último es sabido desde antiguo que PRL tiene potentes efectos inhibidores del eje gonadotropo, interfiriendo directamente en la regulación del eje hipotálamohipofisario. Una de las manifestaciones más visibles de los tumores hipofisarios productores de PRL (prolactinomas), es el síndrome galactorrea-amenorrea, que cursa con la supresión completa de los ciclos ováricos en la mujer e infertilidad en el hombre. Esto depende de la falta de secreción de LH y FSH, inducida por el aumento de los niveles de PRL que actúa de forma paracrina inhibiendo las células gonadotropas adenohipofisarias. Comportamiento reproductivo La acción de la PRL sobre el comportamiento reproductivo no está bien definida. En el núcleo ventromedial del hipotálamo, que interviene en el comportamiento sexual se detectó la presencia del receptor de PRL (rPRLr). Sin embargo, cuando se estudió la acción de la PRL sobre el comportamiento sexual se describieron resultados contradictorios, así, en humanos y ratas altos niveles de PRL están asociados con reacciones de pseudogestación. Por el contrario en ratas macho anula la respuesta sexual. Otras acciones Sistema inmune Hay abundantes datos sobre acciones puntuales de la PRL en diferentes tipos celulares de este sistema. La PRL aumenta el peso del bazo y del timo, aumenta la inmunidad celular e inhibe la apoptosis de linfocitos. Además potencia la acción de este sistema incrementando los niveles de diferentes receptores como, IL-2, EPO, y el suyo propio. Osmorregulación Una de las acciones más conocidas de la PRL es la regulación del transporte de solutos a través de membranas celulares. Así ocurre, por ejemplo, en las células epiteliales de la glándula mamaria, donde está implicada en el paso de K+, aminoácidos y otros solutos. PRL juega un papel importante es en el transporte de solutos en el amnios, donde es responsable del paso de agua. En el intestino delgado la PRL estimula el paso de Na+, Cl- y Ca+2 a través de las células epiteliales intestinales. Por último la PRL fue asociada como un factor patogénico en la fibrosis quística, donde existe una correlación entre PRL en sangre y Cl- en el sudor y las glándulas sudoríparas. Angiogénesis La acción de la PRL sobre la regulación de la angiogénesis la ha convertido en un objeto de estudio como potencial arma terapéutica contra la progresión de tumores. Mientras la PRL nativa, GH y lactógeno placentario tienen acciones angiogénicas, los fragmentos PRL-16K y PRL-14K son potentes anti-angiogénicos. REGULACIÓN ENDOCRINA DE LA SECRECIÓN DE PROLACTINA La PRL es segregada episódicamente de forma pulsatilidad. Los pulsos aumentan en las primeras horas del sueño, especialmente durante la pubertad, se reducen en el sueño REM, y alcanzan mínimos niveles durante la vigilia. Los niveles de medios y pulsatilidad de PRL aumentan mucho durante la gestación, por el efecto estimulante que provocan los estrógenos. La regulación de la secreción de PRL, ocurre según el esquema general de regulación de todas la hormonas hipo fizarías. Así, desde el hipotálamo se liberan señales estimuladoras/inhibidoras de la secreción de PRL, que es liberada al torrente sanguíneo de manera pulsátil desde la hipófisis. En términos generales el hipotálamo ejerce un control negativo (inhibitorio) sobre la secreción de PRL (figura 10.1). 6 1 L. 9 5 9 5 4 & ( 6 0 & 1 - 1 ' * + ' 6 M9 9&9* 9&9*% . Figura 10.1. Regulación endocrina de la secreción de PRL PRFs (Prolactin-Releasing Factors) TRH (Thyrotropin Releasing Hormone) La TRH deriva de una pre-pro-hormona de 255 aminoácidos que posee 5 copias del péptido. A partir del pre-pro-TRH se genera TRH-Gly, precursor inmediato del TRH por acción del enzima peptidil-glicina-α aminomonoxigenasa (PAM). Además, se ha demostrado la presencia en la hipófisis de un péptido de 10 aa derivado del pre-proTRH llamado Ps4 (pre-pro-TRH 160-169), así como su receptor en las células folículo estrelladas. Este Ps4 es capaz de potenciar el efecto del TRH sobre la secreción de TSH. El TRH estimula la secreción hipofisaria de TSH y también PRL. Hasta la fecha este es el único factor que puede ser considerado como un verdadero PRF. Es producido en el núcleo paraventricular (NPV) desde donde salen axones hacia la eminencia media y una vez segregado llega hasta las células lactotropas en la adenohipófisis por los vasos portales largos. Sin embargo, en la rata tras la administración de un antisuero anti-TRH junto a extractos hipotalámicos la secreción de PRL solo se atenúa débilmente, lo cual sugiere que no es el único PRF. El TRH también interviene en la diferenciación de las células tirotropas, gonadotropas y lactotropas. La acción del TRH es modulada por factores autocrinos y paracrinos de la hipófisis (figura 10.2), ya que para la activación completa inducida por TRH se necesita de la fosforilación del receptor de EGF (EGF-R). Por otro lado, la sustancia P modula la acción del TRH de modo paracrino, y disminuye la secreción de PRL ejercida por el TRH. El TRH incrementa la secreción de PRL también de un modo indirecto, estimulando la secreción de VIP en la neurohipófisis que a su vez estimula la liberación de PRL. ),* * & 0" ),* + 4E 4E4 6 4 0 6 9&9* 9&9*% ),* &(B&1& ),* + ' 1 & 4 &9* &9* E 4 * & - 6 + 7 . 1 * 9 9&9* 9&9*) 9&9* 9&9*% 9&9* 9&9*! -&9 . +&9 &9* &9* Figura 10.2. Regulación paracrina de la célula lactotropa Péptido liberador de prolactina (PrRP) Es un péptido aislado recientemente de extractos hipotalámicos bovinos, que ejerce como ligando de un receptor huérfano acoplado a proteínas G, denominado hGR3 en humanos y UHR en rata. El gen de PrRP, recientemente clonado ( 2Kb), tiene 2 exones y 1 intrón, y su promotor contiene lugares de unión para Pit-1, AP-1 y Sp1. El péptido PrRP deriva del pre-pro-PrRP (98 aa) y se presenta en dos isoformas de 31 aa (PrRP31) y 20 aa (PrRP-20), con similar actividad biológica. El PrRP está ampliamente distribuido en cerebro, en los núcleos hipotalámicos paraventricular (NPV), parte caudal del dorsomedial (NDM) y supraóptico (NSO), en el núcleo amigdaloide basolateral y en diferentes núcleos talámicos, además de en la neurohipófisis, adenohipófisis, médula adrenal y decidua. Estudios de hibridación in situ ha permitido detectar abundante expresión del receptor de PrRP en el núcleo talámico reticular, NPV y NDM, núcleo del tracto solitario, área postrema, adenohipófisis, intestino y médula adrenal. El PrRP estimula la secreción de PRL in vitro, tanto en cultivos primarios como en líneas celulares y cultivos en perfusión; y también in vivo. Sus efectos presentan dimorfismo sexual, y en la rata macho se necesitan dosis 10 veces mayores que en las hembras. Sin embargo, algunos autores postulan que el PrRP no estimula la secreción de PRL in vivo, ni en ratas hembra ni en machos. PrRP parece tener funciones adicionales más importantes en el SNC. Se ha publicado la existencia de sinapsis entre neuronas PrRP y neuronas de oxitocina en los núcleos hipotalámicos NPV y NSO, que incrementan los niveles plasmáticos de oxitocina y vasopresina. Ambas hormonas neurohipofisarias pueden intervenir en la regulación de prolactina en determinadas situaciones (deshidratación, lactancia, etc.) PrRP también estimula la secreción de LH y FSH. Lo que hace indirectamente mediante la activación de neuronas LHRHérgicas del hipotálamo. PrRP parece intervenir en la modulación de pico preovulatorio de LH y PRL: la inactivación de PrRP por un antisuero atenúa los picos de PRL y LH, cuya amplitud se recupera por la administración exógena de PrRP vía i.c.v. Por otra parte PrRP interviene en las respuestas de estrés, pues neuronas PrRP hacen sinapsis con neuronas CRH en el NPV, y así la administración i.c.v. de PrRP incrementa los niveles plasmáticos de ACTH. Sus acciones sobre el eje corticoadrenal podrían ser más amplias puesto que en feocromocitomas se detectan niveles muy altos de PrRP, lo que sugiere un papel en el desarrollo de tumores adrenales. Finalmente, PrRP interviene en el control de la ingesta de alimentos por el hipotálamo, con efecto inhibitorio. Se ha descrito que las neuronas PrRP hipotalámicas podrían modular la acción de la leptina o activar señales de saciedad mediadas por colecistoquinina en el hipotálamo. Oxitocina La oxitocina es sintetizada en los núcleos NPV y NSO del hipotálamo y segregada en la neurohipófisis. Es sabido que la oxitocina es capaz de estimular la liberación de PRL, pero con una potencia menor que el TRH. Aunque no hay pruebas de que ejerza un papel como PRF, y de hecho solo adquiere relevancia como hipotético PRF en el final de la gestación. En contraposición otros autores postulan que la administración de oxitocina activa las neuronas TIDA, inhibiendo la secreción de dopamina. Familia secretinas/VIP Varios miembros de esta familia, como el péptido intestinal vasoactivo (VIP), péptido histidina-isoleucina (PHI), polipéptido activador de la adenilato ciclasa hipofisaria (PACAP), tienen propiedades estimulantes de PRL. El VIP identificado inicialmente en el intestino delgado, y más tarde en el hipotálamo y en la adenohipófisis es capaz de estimular la secreción de PRL in vivo e in vitro, directamente a través de receptores de membrana localizados en la célula lactotropa. Se le ha descrito como regulador paracrino de la secreción de PRL y se postuló que las acciones del TRH, IGF-I y parcialmente de la dopamina sobre la secreción de PRL, son mediadas por VIP. El PHI se co-segrega con el VIP, ya que parten de un precursor común, y al igual que este estimula la secreción de PRL in vivo e in vitro, pero su contribución como PRF parece discreta. Por último, el PACAP es un péptido hipotalámico similar al VIP que presenta dos isoformas, PACAP-27 y PACAP-38. PACAP-38 tiene propiedades reguladoras de la secreción hipofisaria, y estimula la secreción de GH, PRL, ACTH y LH. Angiotensina II La angiotensina II es un octapéptido que forma parte del sistema renina-angiotensina, producido en cerebro, hipófisis, corazón, endotelio vascular, ovario y glándula adrenal. Numerosos datos apoyan que la angiotensina II contribuye a la regulación de la secreción de PRL, tanto a nivel hipotalámico como a nivel hipofisario. Parece ser un buen candidato como PRF, ya que es más específico que el TRH, ya que no tiene ninguna otra acción sobre hormonas hipofisarias, é in vitro es más potente. La AII es producida por neuronas hipotalámicas y por las gonadotropas de la hipófisis. AII podría regular la secreción de PRL de dos modos: directo, sobre los receptores localizados en la célula lactotropa, y de modo indirecto, aumentan la secreción de LHRH hipotalámica. Sin embargo, a nivel hipotalámico la AII también facilita la liberación de dopamina, inhibiendo la secreción de PRL. PIFs (Prolactin-Inhibiting Factors) Dopamina La dopamina es un neurotransmisor catecolaminérgico, producido en todo el SNC. Es el principal regulador de la secreción de PRL, con efecto inhibitorio. En el hipotálamo hay tres poblaciones de neuronas dopaminérgicas. La vía más importante la forman las neuronas dopaminérgicas tuberoinfundibulares (TIDA), que provienen del núcleo arcuato y proyectan a la zona externa de la eminencia media. Su secreción llega a la adenohipófisis por los vasos portales largos. En segundo lugar, las neuronas dopaminérgicas tuberohipofisarias (THDA), que provienen del núcleo arcuato rostral, proyectan la neurohipófisis y lóbulo intermedio, y sus secreciones llegan a la adenohipófisis por los vasos portales cortos. Por último, tenemos las neuronas dopaminérgicas paraventriculares hipofisarias (PHDA), que provienen del núcleo NPV y proyectan al lóbulo intermedio. De estas tres vías, la más importante y por tanto encargada de la regulación dopaminérgica principal de la célula lactotropa, es la de las neuronas TIDA. Estas tres vías se regulan de forma diferente. Así, las neuronas TIDA presentan un dimorfismo sexual muy claro. En las ratas hembra tienen una actividad mucho mayor que en los machos, posiblemente debido a la acción de esteroides ováricos y opioides endógenos. Por el contrario, la actividad de las neuronas THDA y PHDA se regulan independientemente de los esteroides gonadales, sin presentar diferencias de actividad entre machos y hembras. Las neuronas TIDA y THDA, pero no las PHDA, regulan la secreción de PRL inducida por el estímulo de succión del lactante sobre la glándula mamaria. Las neuronas PHDA son las encargadas de la inhibición de la secreción de PRL inducida por la deshidratación. Aunque la dopamina es el principal factor inhibidor de la secreción de PRL, el bloqueó de la síntesis de dopamina por inhibición del enzima tirosina hidroxilasa (enzima limitante en la síntesis de dopamina) indica que la dopamina es la responsable de las 2/3 partes de la acción inhibitoria sobre PRL ejercida por el hipotálamo, y sus efectos son completados por el GABA y la somatostatina. La acción inhibitoria de la DA se realiza a través de los receptores D2 de la membrana de las células lactotropas, cuya activación inhibe adenilato ciclasa y el metabolismo de inositoles fosfato. El receptor D2 modifica, además, cinco tipos de canales iónicos que activan corrientes de potasio é inducen la hiperpolarización de la célula. En ratones knock out para el receptor D2, la falta crónica del tono inhibitorio dopaminérgico indujo el desarrollo de neoplasia de células lactotropas (Asa S.L. y colbs. 1999), lo que permitió demostrar la importancia de este sistema. Sin embargo los efectos de DA sobre la secreción de PRL son complejos, ya que dosis bajas de DA (10-10–10-12 M) pueden estimular la secreción de PRL; mientras que concentraciones altas (10-7M) inducen una rápida inhibición. La activación de la secreción de PRL por dopamina parece involucrar al receptor D1, funcionalmente acoplado a proteínas Gs que provocan la apertura de canales de calcio dependientes de voltaje, lo que aumenta el calcio intracelular y facilitan la exocitosis de PRL. GABA El GABA es responsable de la actividad PIF no dopaminérgica, detectada en el hipotálamo. La principal función fisiológica de las neuronas GABAérgicas, es la regulación negativa de la secreción de PRL, que se ejerce en situaciones específicas para prevenir la liberación exagerada de PRL, como por ejemplo en la lactancia. En cultivos en perfusión, el GABA inhibe de modo dosis-dependiente la secreción de PRL, pero en cultivos primarios estáticos, el GABA y sus agonistas tienen una actividad muy baja. GAP (GnRH associated peptide) El GAP es un péptido que proviene del precursor del GnRH y co-localiza en las neuronas hipotalámicas, junto a GnRH con el se co-segrega. El GAP inhibe la secreción de PRL, y se postula como un posible PIF. La principal función del GAP es la de actuar como un mediador entre los ejes gonadotropo y lactotropo. Cuando se incrementa la producción de GnRH para estimular la secreción de LH y FSH, aumenta en paralelo la producción de GAP, inhibiendo la secreción de PRL. PRL inhibe de manera muy potente la secreción de gonadotropinas, especialmente LH. Por lo que el sistema endocrino se asegura por este medio que el estimulo para la secreción de gonadotropinas cuando es necesaria no se ve frenado por unos niveles de PRL elevados. Estrógenos Los estrógenos son uno de los factores ováricos implicados en la regulación de la secreción de PRL. Actúan sobre la hipófisis de un modo directo, sobre la célula lactotropa controlando la expresión del gen de PRL o modificando la sensibilidad hipofisaria a factores estimuladores e inhibidores, pero también indirectamente regulando la actividad de neuronas hipotalámicas implicadas en el control de la secreción de PRL. En la hipófisis, los estrógenos actúan a través de los receptores de estrógenos (ER) y de los receptores truncados denominados TERPs. De estos receptores existen varias isoformas, dos para los ER: ER-α y ER-β y otros dos para los TERPs: TERP-1 y TERP- 2. La expresión de estos receptores es variable en la hipófisis. Ambos receptores se coexpresan sólo en el 6-10% de las células adenohipofisarias. Los estrógenos son fundamentales para mantener la trascripción del gen de PRL, cuyo promotor posee dos lugares específicos de unión de estrógenos (ERE). Además se han implicado en la diferenciación de las células lactotropas y en el desarrollo de tumores hipofisarios. La hipófisis es una glándula muy sensible a estrógenos y los niveles altos y crónicos inducen la proliferación de lactotropas, con la consiguiente hiperplasia y progresión a adenoma. Está ampliamente descrito que la administración exógena de estrógenos induce prolactinomas, estimulando la proliferación de las células lactotropas, e inhibiendo el sistema dopaminérgico. En estudios realizados en tumores hipofisarios humanos, se observan niveles muy elevados de ER en adenomas de lactotropas y gonadotropas, mientras que en adenomas de somatotropas, corticotropas y tirotropas hay niveles normales. La formación de tumores hipofisarios estrógeno-dependientes depende de la activación de un nuevo oncogen, el pttg (Pituitary Tumor Transforming Gene, Shimon I, et al. 1996). Los estrógenos estimulan la producción local de FGF-2, que a su vez induce la expresión de pttg. Por otro lado, los estrógenos activan la producción de IGF-I y TGF-α que contribuyen al desarrollo del prolactinoma y a unos elevados niveles de PRL en plasma. Hormonas tiroideas Las hormonas tiroideas son reguladores de la secreción hipofisarias de PRL, efecto que realizan por dos vías: directamente modulando la secreción de TRH; y a nivel génico son imprescindibles para la activación del gen de PRL y GH. BIBLIOGRAFÍA Asa SL, Kovacs K, Melmed S 2002 The Pituitary (2nd) ed. Blackwell Publishing. Ben-Jonathan N, Hnasko R 2001 Dopamine as a prolactin (PRL) inhibitor. Endocrine Rev 22: 724. Freeman ME, Kanyicska B, Lerant A, Nagy G 2000 Prolactin: structure, function and regulation of secretion. Endocrine Rev 80:1523. Gospodarowicz D, Ferrara N, Schweigerer L, Neufels G 1987 Structural characterization and biological functions of fibroblast growth factor. Endocrine Rev 8:95. Grosvenor CE, Picciano MF, Baumrucker CR 1992 Hormones and growth factors in milk. Endocrine Rev 14:710. 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Spuch C, Díz-Chaves Y, Pérez-Tilve D, Mallo F 2005 Fibroblast growth factor-2 and epidermal growth factor modulate prolactin responses to TRH and dopamine in primary cultures. Endocrine. En prensa. CAPÍTULO 11 E J E H IP O T Á L A M O -H IP Ó F IS O -T E S T IC U L A R ( ) En los animales dotados de reproducción sexual, la transmisión genética requiere la fusión previa de la información complementaria de dos gametos diferentes. Ello requiere la diferenciación previa de los órganos reproductores de ambos sexos y ésta, a su vez, se produce sí y solo sí se establece un ambiente hormonal adecuado desde el momento mismo de la concepción de ambos progenitores. El eje hipotálamo-hipófisogonadal (HHG) es el responsable, tanto en el macho como en la hembra, del control final de todos los aspectos del proceso reproductor. Ejercerá para ello dos funciones primordiales: esteroidogénesis (síntesis de las hormonas esteroideas responsables de la diferenciación y la maduración sexuales) y gametogénesis (generación de los gametos correspondientes a cada uno de los sexos). La organización funcional de este eje es similar en ambos sexos (figuras 11.1 y 11.2), aunque existen, como veremos, algunos aspectos que difieren de forma importante. El control primario del eje es ejercido por un decapéptido, el factor liberador de gonadotropinas (GnRH), producido por un grupo específico de neuronas hipotalámicas, localizadas principalmente a nivel del núcleo arcuato, y liberado a la circulación portal hipotálamo-hipofisaria. Su vida media es breve (<10 minutos) y, tras llegar a la hipófisis anterior, estimula la síntesis y liberación de dos hormonas glicoproteicas, las gonadotropinas: FSH (hormona folículo-estimulante) y LH (hormona luteinizante). Ambas son sintetizadas por una misma población celular, las células gonadotropas, que representan en torno a un 5-10% del total de células presentes en la adenohipófisis. La FSH y la LH son liberadas a la circulación general y actúan sobre las gónadas (ovario y testículo) ejerciendo a este nivel el control tanto de la esteroidogénesis como de la gametogénesis. Es importante tener en consideración que la señal hormonal generada a nivel hipotalámico está codificada en frecuencia: las neuronas liberadoras de GnRH presentan un patrón de pulsatilidad intrínseco. La acción del hipotálamo sobre las células gonadotropas no depende de cambios en la amplitud de la secreción de GnRH, sino de cambios en la frecuencia de pulsatilidad. Esta secreción pulsátil de GnRH (y en consecuencia también de LH y FSH) es crucial para el establecimiento y el mantenimiento de la función reproductora en el adulto: los pulsos de GnRH incrementan la expresión e inducen la secreción de LH y FSH. Ello ha sido demostrado en monos castrados con lesiones hipotalámicas (es decir, con deficiencia de GnRH). En este modelo, solo la administración pulsátil de GnRH es capaz de mantener los niveles de GnRH-R en las células gonadotropas (self-priming) y la secreción de LH, mientras que la administración continua resulta en una supresión de la secreción de gonadotropinas. Esta acción dual del GnRH tiene aplicaciones clínicas importantes, ya que patrones de administración diferentes han mostrado utilidad clínica como inductores de ovulación/espermatogénesis, como anticonceptivos, en el tratamiento de la pubertad precoz o la endometriosis, o como supresores de la producción de gonadotropinas en el tratamiento de tumores de mama o próstata hormonodependientes. Las variaciones en la frecuencia de descarga hipotalámica de GnRH no solo incrementan o disminuyen los niveles de gonadotropinas, sino que permiten que el gonadostato hipotalámico controle por separado la secreción de cada una de las gonadotropinas. Así, la administración de pulsos rápidos (1.0/hora) resulta en una secreción predominante de LH. Los pulsos lentos (0.2/hora) inducen, por el contrario, una secreción relativamente mayor de FSH. - B .1 0 -F - +1 6 1 . 1 - E 1 - ' * 6 & 19 * .6 ' ' 9 ' - * * ' ' B .1 4 * 6 9 6 - D E - 4 E ' ' N Figura 11.1. Representación esquemática de la regulación del eje hipotálamo-hipófiso-testicular La actividad del generador de pulsos de GnRH está modulada principalmente por vías noradrenérgicas, que se originan a nivel del mesencéfalo y del tronco cerebral y potencian la secreción pulsátil de GnRH, así como por vías β-endorfinérgicas, cuya acción sobre la misma es inhibitoria (figuras 11.1 y 11.2). Sin embargo, muchos neurotransmisores y neuropéptidos diferentes han mostrado también capacidad para modular el patrón de secreción de GnRH (dopamina, NPY, galanina, etc). La secreción pulsátil de GnRH está ausente durante la infancia (el generador de pulsos se encuentra en estado “latente”), es básicamente nocturna al inicio de la pubertad, y pasa a ser continua una vez que se produce la maduración puberal. Se conocen solo de forma parcial los mecanismos hormonales que desinhiben el generador de pulsos hipotalámico para la puesta en marcha de la pubertad. - B .1 0 -F - +1 6 1 . 1 - E * 1 - ' ' O ' 6 19 * ' & .6 ' ' 9 ' * ' * 1 - . 4 ' - -; 3 4 * 6 9 6 10 D E 1 E ' ' N 1 1 Figura 11.2. Representación esquemática de la regulación del eje hipotálamo-hipófiso-testicular El GnRH actúa sobre un receptor (GnRH-R) de 327 aa, con siete dominios de transmembrana al igual que otros receptores acoplados a proteínas G (ver capítulo 3). El extremo carboxiloterminal intracitosólico es llamativamente corto (solo 2 aa). La forma funcional es un homodímero de 60 kDa cuya internalización no es necesaria para la acción. La unión del ligando activa la señalización a través de la ruta de inositol trifosfato (IP3)-Ca2+/DAG-PKC (diacilglicerol-proteína-quinasa C), aunque se activan también las rutas de PLA2-AA (fosfolipasa A2-ácido araquidónico) y de adenilato ciclasa-cAMP. El resultado final es un aumento de la síntesis y secreción de gonadotropinas hipófisarias. Las gonadotropinas hipofisarias, FSH y LH, son hormonas glicoproteicas heterodiméricas que comparten la subunidad α (89 aa, 14 kDa, 2 oligosacáridos), siendo la subunidad β la que confiere especificidad de acción (β-FSH, con 116 aa, 33 kDa y 2 oligosacáridos; β-LH, con 121 aa, 28 kDa y 1 oligosacárido). Ambas hormonas son producidas por las células gonadotropas, una población celular más o menos dispersa en la hipófisis anterior y que representa en torno a un 10% del total de células adenohipofisarias; se identifican con facilidad mediante inmunohistoquímica con anticuerpos anti-subunidad β de FSH y/o LH. Ambas gonadotropinas actúan a través de receptores acoplados a proteínas G, cuyo segundo mensajero es el cAMP. Estos receptores se localizan fundamentalmente a nivel gonadal. En el ovario, los receptores de FSH se expresan solo en las células de la granulosa. Los receptores de LH se expresan en las células de la teca (siempre), en las células de la granulosa (tras su diferenciación) y en el cuerpo lúteo. En el testículo, los receptores de FSH se expresan en las células de Sertoli, mientras que los de LH están presentes en las células de Leydig. EJE HIPOTÁLAMO-HIPÓFISO-TESTICULAR (HHT) La puesta en marcha y el mantenimiento subsiguiente de la función testicular depende de la adecuada secreción pulsátil de GnRH por parte del gonadostato hipotalámico, que a su vez determina la liberación pulsátil de las gonadotropinas hipofisarias, FSH y LH, hacia el torrente sanguíneo desde donde alcanzan el testículo. A este nivel, la acción combinada de las gonadotropinas pone en marcha dos funciones básicas: producción de espermatozoides (espermatogénesis) y síntesis de andrógenos (androgénesis). Ambos procesos, además de estar regulados hormonalmente por el eje HHT, dependen también de una compleja serie de interacciones locales de tipo autocrino y paracrino entre las células germinales y las células de Sertoli, así como entre las células de Leydig y las células peritubulares. Espermatogénesis La espermatogénesis representa el proceso mediante en cual las células de la línea germinal (espermatogonias, espermatocitos, espermátides, etc.) experimentan un complejo proceso de proliferación y maduración que culmina en la producción de espermatozoides funcionales. Este proceso tiene lugar en el epitelio seminífero, una compleja estructura poliestratificada integrada por 4-8 capas de células germinales y por células de Sertoli que se extienden de manera radial entre la membrana basal del túbulo seminífero y la luz tubular. La membrana de las células de Sertoli presenta complejas evaginaciones e invaginaciones que rodean a las células de la línea germinal. Los procesos de maduración-diferenciación se inician en la porción más periférica del túbulo seminífero y culminan en la luz tubular. Este epitelio se mantiene en un estado de proliferación constante durante toda la vida adulta. El proceso de espermatogénesis tiene en nuestra especie una duración de 74±5 días y puede ser dividido en tres fases: proliferación y diferenciación de las espermatogonias, meiosis y espermiogénesis (metamorfosis de las espermátidas a espermatozoides maduros). Las espermatogonias representan una población que se divide mitóticamente, dando lugar a una renovación continua del epitelio germinal, y generando cohortes de espermatogonias (espermatogonias tipo B) que entrarán en el proceso de maduración meiótica (espermatocitos primarios). Las espermatogonias no se separan de forma completa tras la división celular, permaneciendo unidas entre sí por puentes citoplasmáticos intercelulares que persistirán durante todas las fases de la espermatogénesis y que probablemente sirvan para facilitar interacciones bioquímicas que permitan la maduración sincrónica de las células de la línea germinal. La maduración meiótica, desde el estadío de preleptoteno hasta la formación de espermátides redondas, requiere unos 24 días en nuestra especie. Se han identificado varias moléculas clave para la meiosis, como SCP1 (synaptinemal complex protein 1), COR1 (chromosomal core protein 1) y HSP 70-2 (heat shock protein 70-2). La espermiogénesis es la compleja secuencia de procesos que suponen la transformación de espermátides redondas en espermatozoides. No se producen divisiones celulares, pero una célula redondeada “convencional” se transforma en una célula móvil y altamente especializada, el espermatozoide, mediante un proceso muy organizado que comienza con la formación del acrosoma, seguida de cambios nucleares, desarrollo del flagelo, reorganización del citoplasma y de los orgánulos celulares y liberación desde su “alojamiento” en la célula de Sertoli (espermiación). El establecimiento de uniones estrechas entre las membranas basolaterales de células de Sertoli adyacentes determina la aparición de una barrera hemato-testicular que da lugar a dos compartimentos diferenciados en el túbulo seminífero: un compartimento basal, en el que se encuentran las porciones basales de las células de Sertoli y las espermatogonias, y un compartimento yuxtaluminal, aislado del medio extratubular, en el que estarían las porciones centrales de las células de Sertoli y el resto de los tipos celulares. Así, las células de Sertoli controlan el microambiente en el que se desarrollan las células de la línea germinal, con la excepción de las espermatogonias, modulando el paso de sustancias hacia el compartimento yuxtaluminal. Las células de Sertoli, activadas por la FSH, aportan a este compartimento lactato (el principal sustrato glucolítico a este nivel), numerosas proteínas clave para la espermatogénesis (como transferrina, ceruloplasmina, citocinas, stem cell factor), vitamina A y ABP (androgen bindign protein, indispensable para el mantenimiento de los elevados niveles intratubulares de testosterona necesarios para la espermatogénesis). La regulación hormonal de la espermatogénesis depende en gran medida de la célula de Sertoli. Las células de la línea germinal no presentan receptores para testosterona o FSH. Estos receptores sí están presentes en las células de Sertoli, que deben en consecuencia actuar como transductoras de estas señales hormonales hacia las células germinales, aunque los mecanismos implicados todavía no han sido esclarecidos. En cualquier caso, la testosterona es esencial para la espermatogénesis en todas las especies estudiadas. Los niveles intratesticulares de esta hormona son extraordinariamente elevados, unas 100 veces más altos que los niveles en la circulación periférica en humanos, primates no humanos y roedores. Androgénesis La LH regula el crecimiento y la diferenciación de las células de Leydig, que se localizan en las regiones intertubulares del testículo, adyacentes a los vasos sanguíneos y a los túbulos seminíferos. Este tipo celular es el responsable de la producción de testosterona, esencial para la diferenciación sexual, el desarrollo y mantenimiento de los caracteres sexuales secundarios, y el mantemimiento de la espermatogénesis. Las células de Leydig sintetizan colesterol a partir de acetato, pudiendo también captar este sustrato esteroidogénico a partir de las lipoproteínas presentes en la circulación. La acción de la LH sobre las células de Leydig incrementa la tasa de conversión de colesterol a pregnenolona, la síntesis y secreción de testosterona y la producción de pequeñas cantidades de 17βE2. Aunque la testosterona es el principal andrógeno segregado por el testículo maduro, puede en cierto modo ser considerada como una prohormona, ya que es convertida a otros esteroides en tejidos extratesticulares, retornando posteriormente a la circulación. Así, en la piel y en el tracto genital, la testosterona es transformada en dihidrotestosterona, un andrógeno más potente que la propia testosterona. Parte de la testosterona es también aromatizada a estradiol, fundamentalmente en cerebro, mama y tejido adiposo. La testosterona favorece el crecimiento, la diferenciación y la funcionalidad del aparato genital y la aparición de los caracteres sexuales secundarios. Los efectos sobre el tracto genital comienzan ya durante el periodo de vida fetal (en el que su presencia o ausencia determina la diferenciación sexual), y no se completan hasta que se alcanza la madurez sexual. La testosterona resulta necesaria durante toda la vida adulta del hombre para el mantenimiento de una función reproductora normal. Regulación del eje HHT El mantenimiento de la función testicular normal depende pues de la secreción hipotalámica pulsátil de GnRH, que a su vez activa la secreción (también pulsátil) de LH y FSH (figura 11.1). Ambas gonadotropinas actúan sobre el testículo iniciando la espermatogénesis (FSH) y la producción de testosterona (LH). A su vez, el testículo ejerce una retroalimentación negativa sobre la producción de FSH y LH. Este lazo de regulación negativa tiene como diana principal el hipotálamo, aunque se ha descrito también una acción directa a nivel hipofisario. La realimentación negativa por testosterona no se ejerce directamente sobre las neuronas productoras de GnRH sino sobre otros grupos neuronales sensibles a hormonas esteroideas y que a su vez proyectan sobre las neuronas del generador de pulsos de GnRH La secreción de FSH en el varón es inhibida tanto por testosterona como por estradiol, y durante mucho tiempo se consideró que los esteroides gonadales explicarían por sí solos este lazo de realimentación negativo. Sin embargo, existe además un regulador negativo específico de la secreción de FSH producido a nivel testicular y de naturaleza no esteroidea. Aunque la existencia de esta “inhibina” ha sido propuesta ya hace casi 75 años, para caer luego prácticamente en el olvido, en las últimas dos décadas se han acumulado pruebas que confirman la existencia de una hormona glicoproteica producida en el testículo (y también en el ovario) que se encarga de la realimentación negativa de la secreción de FSH actuando a nivel hipofisario. La inhibina es un homodímero (cadena α y cadena β) presente en dos formas moleculares distintas que comparten la cadena a y presentan diferentes cadenas β: la inhibina A (α+βA), y la inhibina B (α+βB). Ambas inhiben de forma específica la secreción de FSH por células hipofisarias en cultivo. Por el contrario, los tres posibles dímeros de cadenas b potencian la secreción de FSH por células hipofisarias en cultivo, denominándose en consecuencia activinas (activina A, βAβA; activina B, βBβB; activina AB, βAβB). Existe un péptido regulador más, la folistatina, no relacionado estructuralmente con inhibinas/activinas, con capacidad también específica para inhibir la secreción de FSH, lo que realiza mediante su capacidad para unirse a la activina y bloquear su acción. El papel de inhibinas, activinas y folistatina es complejo ya que, además de ser producidas por el efector final, la gónada, son también producidas a nivel local en la hipófisis, donde parecen realizar acciones de tipo paracrino, modulables además por GnRH, por estradiol y por testosterona. En cualquier caso, la existencia de las inhibinas ha permitido explicar el marcado aumento de los niveles de FSH que se produce asociado a situaciones clínicas que cursan con disrupción de la espermatogénesis, como ocurre en la oligo-azoospermia y en el síndrome de Klinefelter. Esto sugiere que las acciones de la inhibina se ejercen mediante secreción a nivel gonadal, seguida de transporte a través de la circulación periférica, en tanto que las acciones de activinas y folistatinas parecen depender más de interacciones de tipo paracrino a nivel hipofisario. BIBLIOGRAFÍA Conn PM, et al 1986 Mechanism of action of gonadotropin releasing hormone. Ann Rev Physiol 48:495. Conn PM, Crowley Jr WF 1994 Gonadotropin-Releasing Hormone and its Analogs. Ann Rev Med 45:391. Evans, JJ 1999 Modulation of gonadotropin levels by peptides acting at the anterior pituitary gland. Endocrine Reviews 20: 46. Larsen PR, Kronenberg HM, Melmed S, Polonsky KS 2002 Williams Textbook of Endocrinology (10th Ed.). Saunders. Tresguerres JAF 1989 Fisiología Endocrina. EUDEMA. CAPÍTULO 12 E J E H IP O T Á L A M O -H IP Ó F IS O -O V Á R IC O ( ) El funcionamiento de este eje es similar, en cuanto a diseño y organización general, al del eje hipotálamo-hipófiso testicular (véase capítulo 11), aunque con algunas particularidades que lo hacen más complejo, y que vienen dictadas por el carácter cíclico de su funcionamiento, en contraste con el funcionamiento continuo del eje hipotálamo-hipófiso testicular. En nuestra especie, en condiciones normales, los ovarios producen un único folículo dominante y por consiguiente una única ovulación en cada ciclo menstrual. El folículo dominante es el responsable de la producción de estradiol durante la fase folicular del ciclo. Tras la ovulación, el folículo dominante da lugar al cuerpo lúteo, que segrega grandes cantidades de progesterona durante la fase luteínica del ciclo menstrual. El estradiol y la progesterona actúan sobre el útero preparándolo para la implantación del embrión. La existencia de esta actividad cíclica viene determinada por la aparición, cuando las circunstancias hormonales son adecuadas, de un cambio en los mecanismos de realimentación que se establecen entre los esteroides gonadales y las gonadotropinas hipofisarias. Mientras que en el macho esta realimentación siempre es de carácter negativo (los esteroides gonadales frenan la secreción de LH y FSH), en la hembra esta realimentación negativa revierte inmediatamente antes de la ovulación, estableciéndose temporalmente un lazo de realimentación positiva en el que los estrógenos potencian la secreción de LH, precipitando la ovulación. Además, el hecho de que la reproducción supone en los mamíferos un coste metabólico muy importante para la hembra pero no para el macho, determina la existencia de un nivel adicional de regulación, que condiciona la funcionalidad del eje HHO a la existencia de unas reservas energéticas mínimas en la hembra. FOLICULOGÉNESIS La foliculogénesis se inicia con el reclutamiento de un folículo primordial “durmiente” al pool de folículos en crecimiento y finaliza, bien con la ovulación, o bien con la desaparición del folículo por atresia. En nuestra especie, la foliculogénesis es un proceso largo, transcurriendo entre el reclutamiento y la ovulación aproximadamente un año. Los folículos primordiales van a sufrir una compleja serie de fenómenos de proliferación y diferenciación que los transformarán en folículos preantrales. Del pool de folículos preantrales, en cada ciclo menstrual uno de ellos va a completar su maduración (selección y crecimiento del folículo de De Graaf); el resto, acabarán sufriendo un proceso de atresia folicular. La maduración folicular puede dividirse en dos fases: durante la fase preantral (independiente de gonadotropinas) el folículo sufrirá un proceso de crecimiento y diferenciación, sometido a una regulación de tipo autocrino/paracrino por factores de crecimiento locales. Durante la fase antral (dependiente de gonadotropinas) se produce un enorme crecimiento del tamaño folicular (que llega a alcanzar los 25 mm); esta fase está regulada fundamentalmente por FSH y LH, aunque diferentes factores de crecimiento producidos localmente participan en la regulación positiva o negativa de la foliculogénesis, la ovulación y la luteogénesis a través de mecanismos aún no bien caracterizados. La foliculogénesis tiene lugar en la corteza ovárica, pudiéndose distinguir cuatro estadíos de desarrollo diferentes: reclutamiento del folículo primordial, desarrollo del folículo preantral, selección y crecimiento del folículo de De Graaf y atresia folicular. El folículo primordial contiene un oocito primario (25 µm), en estado de arresto meiótico, rodeado por una capa única de células de la granulosa aplanadas. La lámina basal que rodea a las células de la granulosa aísla al folículo del resto del tejido ovárico, sin acceso directo al sistema vascular y, en consecuencia, al sistema endocrino. El reclutamiento de los folículos primordiales comienza ya durante la vida intrauterina y no cesa hasta que se agota la reserva ovárica. Este proceso sigue un patrón de tipo biexponencial: la velocidad se duplica cuando la reserva ovárica ha caído hasta un valor crítico próximo a los 25.000 folículos primordiales (lo que ocurre hacia los 37,5 años y se asocia con una caída acusada de la fertilidad). Los factores implicados en el reclutamiento folicular en nuestra especie se conocen relativamente mal, aunque se han identificado factores de tipo activador (ligando de kit derivado de la granulosa, proteína osteomorfogénica 7 derivada de la teca, niveles elevados de FSH) y factores de tipo inhibidor (factor inhibidor mülleriano). Durante la fase de folículo primario las células de la granulosa adoptan una morfología cuboidea y adquieren potencial mitótico. Comienzan a expresarse receptores para FSH en las células de la granulosa, lo que se atribuye a una acción autocrina/paracrina de la activina producida por la propia granulosa; el oocito experimenta un gran aumento de tamaño (supera las 100 µm) que parece mediado, al menos en parte, por el ligando de kit derivado de la granulosa, y un proceso de reactivación genómica. Se expresan nuevas proteínas, como ZP1/ZP2/ZP3 (forman zona pelúcida), GDF-9 (growth differentiation factor-9, que estimula proliferación a nivel de granulosa, teca y folículos preantrales) y BMP-15 (bone morphogenic protein15). Aparecen uniones gap entre el oocito y la granulosa (un paso crucial: el crecimiento del oocito/folículo se detiene en los knockout de conexina 37), que permitirán el paso de nutrientes y sustancias reguladoras hacia el oocito (cAMP, Ca2+, etc.). El oocito retoma su potencial mitótico, aunque éste estará reprimido por el cAMP producido por las células de la granulosa. Durante la fase de folículo secundario se produce la estratificación de las células de la granulosa (GDF-9, BMP-15) y la diferenciación de células del estroma ovárico que rodean al folículo, con aparición de las dos capas de la teca, interna y externa. La teca se vasculariza (angiogénesis), lo que permite ahora el acceso de las gonadotropinas al folículo en crecimiento. El folículo de De Graaf, o folículo antral, se caracteriza por la aparición de una cavidad (antro folicular). El líquido folicular que lo rellena es un exudado plasmático, modificado por la presencia de productos de secreción aportados por el oocito y por las células de la granulosa. Es el medio en el que residen el folículo y las células de la granulosa, y a través del cual las moléculas reguladoras tienen que pasar a uno y otro lado de este microambiente. La aparición de esta cavitación a nivel de uno de los polos del folículo requiere del concurso de dos proteínas expresadas por el propio folículo: el ligando de kit derivado de la granulosa y la conexina 37 del oocito. La ausencia de cualquiera de estas dos proteínas bloquea el desarrollo de folículos antrales con la consiguiente infertilidad. Los folículos antrales se clasifican arbitrariamente en cuatro estadios de maduración: pequeño (01-06 mm), mediano (07-11 mm), grande (12-17mm) y preovulatorio (18-23 mm). El tamaño del folículo antral está determinado por la expansión del líquido folicular (que aumenta 350 veces, desde 20 ml a 7 ml) y por la proliferación de las células de la granulosa y de la teca (cuyo número aumenta en un factor de hasta 100). Las células que integran el folículo antral se organizan espacialmente de una forma característica. Las células de la teca forman la capa más exterior, y se subdividen en dos poblaciones: teca externa, integrada por células musculares lisas inervadas por el sistema nervioso autónomo y de significación biológica poco conocida, y teca interna, integrada por células epiteliodes que muestran las ultraestructura típica de las células esteroidogénicas. Están dotadas de receptores para LH e insulina, produciendo en respuesta a la estimulación cantidades elevadas de andrógenos, principalmente androstenediona, y disponen de una rica irrigación capilar. Las células de la granulosa se organizan en cuatro subtipos: las células granulosas de la membrana, las periantrales, las del cumulus oophorus y las de la corona radiata. Todas ellas expresan receptores para FSH durante el desarrollo del folículo antral, pero no son funcionalmente equivalentes: solo las células granulosas de la membrana tienen capacidad para expresar P450 aromatasa y receptor de LH. Esta organización espacial-funcional parece estar controlada por el establecimiento de un gradiente de morfógenos que se origina en el oocito, algunos de los cuales han sido identificados, como GDF-9 y BMP-15. Al final de la fase luteínica del ciclo menstrual, uno de los miembros de la cohorte de folículos antrales es “seleccionado” y pasa a ser el folículo dominante. En este folículo la capacidad proliferativa de las células de la granulosa y de la teca se mantiene elevada de manera que crece con rapidez, en tanto que disminuye en el resto de los folículos antrales. El mecanismo subyacente al proceso de selección folicular no se conoce bien. Aunque sabemos que la captación de FSH hacia el líquido folicular por parte del folículo dominante es un paso crucial, los mecanismos que determinan que un único folículo adquiera esta capacidad para “secuestrar” FSH siguen siendo uno de los grandes problemas no resueltos de la fisiología de la reproducción. Acción de la FSH sobre las células de la granulosa La FSH desempeña un papel crucial en la selección y el desarrollo del folículo dominante al controlar la expresión genética en las células de la granulosa, induciendo: • la estimulación mitótica de las mismas (que pasan de ser aproximadamente 1x106 en el momento de la selección a más de 50x106 en el estadio preovulatorio) • la expresión de P450 aromatasa, crucial para que el folículo adquiera su potencial estrogénico, al permitir la conversión de la androstenediona producida por la teca en estradiol • la adquisición de la capacidad enzimática precisa para la luteinización (que permanece sin embargo reprimida por factores inhibidores derivados del oocito hasta que la ovulación es inminente) • la expresión de receptores de LH (también reprimida por el oocito hasta el inicio del estadio preovulatorio). Acción de la LH sobre las células de la teca La LH no es esencial para la selección, pero es muy importante en la regulación del folículo dominante al estimular la síntesis de androstenediona. Aproximadamente cuando se inicia la formación del antro folicular, las células de la teca sufren un proceso de diferenciación, expresando genes para el receptor de LH, el receptor de insulina, receptores de HDL y LDL y diferentes genes implicados en la síntesis de andrógenos a partir de colesterol. En virtud de estas modificaciones, las células de la teca interna de todos los folículos antrales, dominantes o no, adquieren la capacidad para producir androstenediona. Otros ligandos y factores de crecimiento han sido implicados en el proceso de citodiferenciación de las células de la teca interna inducido por la acción de la LH, aunque su papel fisiológico concreto no ha sido todavía establecido con claridad salvo en el caso de la insulina, que además de actuar sinérgicamente con la LH, puede también inducir por sí misma la producción de androstenediona (de hecho, la hiperinsulinemia induce hiperandrogenismo en algunas mujeres). La HDL y la LDL potencian también la acción de la LH sobre las células de la teca interna; la HDL es el estímulo más potente conocido para la producción de andrógenos por la teca. Esteroidogénesis El folículo dominante produce estradiol mediante el denominado mecanismo de las dos células/dos gonadotropinas. En esencia, la acción de la LH sobre las células de la teca interna determina un aumento de la síntesis y secreción de androstenediona. Este andrógeno difunde hacia el líquido folicular, donde alcanza concentraciones muy elevadas. Las células de la granulosa, que en respuesta a la estimulación por FSH expresan P450 aromatasa, captan la androstenediona producida por las células de la teca interna y la aromatizan a estrona, que se convierte posteriormente, por acción de la 17β-hidroxiesteroide deshidrogenasa, a estradiol que se secretará al torrente sanguíneo. OVULACIÓN En torno al día 15 de cada ciclo ovárico normal, el folículo preovulatorio libera hacia el oviducto un oocito maduro rodeado por las células del cumulus ooforus. Para que se produzca la ovulación es necesaria la acción conjunta de los picos preovulatorios de LH y FSH. La LH induce la maduración meiótica del oocito y la formación del estigma (punto de ruptura de la pared folicular). La maduración meiótica, inhibida hasta ahora por la presencia de elevadas concentraciones de cAMP en el oocito, se reinicia una vez que los picos preovulatorios de LH y FSH provoquen una disminución de los niveles de cAMP, probablemente en parte como consecuencia de un fenómeno de down-regulation de receptores de LH y FSH en las células de la granulosa. La formación del estigma en la pared folicular se inicia una vez que el pico preovulatorio de LH dispara la producción de progesterona (PG) y prostaglandinas en el folículo preovulatorio. La hipótesis que se baraja es que el pico de LH induciría la expresión de progesterona y receptores de progesterona en la granulosa. La activación del receptor de progesterona, a su vez, induciría la expresión de COX-2 y la formación de prostaglandinas, que desencadenarían la liberación de enzimas proteolíticos, degradando la pared folicular para permitir la ovulación (los ratones knockout de receptor de progesterona o de COX-2 son infértiles ya que no se forma el estigma, lo que bloquea la expulsión del oocito maduro hacia los oviductos). Por su parte, la FSH induce la mucificación y expansión de las células del cumulus, un proceso que es también indispensable para la fertilización. LUTEINIZACIÓN Tras la ovulación, las células foliculares sufren una transformación que da lugar al cuerpo lúteo, una glándula endocrina especializada en la secreción de grandes cantidades de estrógenos y progesterona durante la primera semana de la fase luteínica del ciclo. Estas hormonas son formadas en las células de la granulosa luteinizadas, a partir de la androstenediona sintetizada por las células de la teca luteinizadas (la síntesis de estradiol por el cuerpo lúteo se realiza también mediante el mecanismo de las dos células/dos gonadotropinas). Si no se produce la implantación, el cuerpo lúteo comienza a degenerar a los 8 días de la ovulación (luteolisis), dando lugar al corpus albicans, un nódulo blanquecino de tejido conectivo. Las señales implicadas en la interrupción de la producción de esteroides por el cuerpo lúteo en regresión, y en la potenciación de la apoptosis en el mismo no se han caracterizado aún de forma completa. REGULACIÓN DEL EJE HHO: CICLO OVÁRICO Denominamos ciclo ovárico a los cambios hormonales, ováricos y endometriales que se producen cíclicamente en respuesta a señales hormonales generadas a nivel hipotalámico, hipofisario y ovárico. El esquema general de regulación de este eje es, en líneas generales, similar al del eje HHT, aunque existen tres diferencias fundamentales: • mientras que la actividad testicular es en esencia continua durante la vida fértil, la actividad ovárica se organiza de forma cíclica, con producción de un único gameto maduro en cada ciclo ovárico, acompañada de modificaciones sustanciales a nivel endometrial en preparación de una eventual implantación del óvulo fertilizado. • en el eje HHT la acción de los esteroides gonadales sobre la secreción de gonadotropinas hipofisarias es siempre negativa. En el eje HHO, en cambio, dependiendo de la dosis, de la evolución temporal de los niveles y del estado hormonal previo, los estrógenos pueden tanto inhibir (realimentación negativa) como estimular (realimentación positiva) la secreción de GnRH. Así, durante la fase preovulatoria se instaura un fenómeno transitorio de realimentación positiva, con potenciación de la secreción de LH por los elevados niveles de estrógenos. La realimentación negativa por estrógenos no se ejerce directamente sobre las neuronas productoras de GnRH (que no expresan receptores de estrógenos) sino sobre otros grupos neuronales que a su vez proyectan sobre el gonadostato. La progesterona puede también igualmente estimular o inhibir la secreción de GnRH en función del contexto hormonal en un momento dado, pero sus efectos sobre la hipófisis son poco importantes. • el alto coste metabólico que supone la reproducción para la hembra en los mamíferos hace que sea necesario un mecanismo que asegure que las reservas energéticas almacenadas sean suficientes para que la gestación no comprometa la supervivencia materna ni la viabilidad del feto. Por esta razón, se establece un lazo de realimentación en la hembra entre las reservas energéticas y el gonadostato hipotalámico. Solo cuando el nivel de reservas supera un mínimo, se puede poner en marcha la actividad del eje HHO. • El ciclo ovárico se divide en dos fases, la fase folicular (o proliferativa) y la fase luteínica (o secretoria), cada una de ellas de unas dos semanas de duración, y separadas por el fenómeno de la ovulación. Los cambios hormonales que se producen a lo largo del ciclo son complejos, pero pueden resumirse en la siguiente secuencia de acontecimientos (figura 12.1): • fin de la fase luteínica: la caída de la inhibina que se produce tras la ovulación determina un aumento de los niveles de FSH. • fase folicular temprana: el aumento de la FSH inicia el reclutamiento de folículos. • fase folicular media: como consecuencia del reclutamiento folicular se inicia el ascenso de los niveles de estrógenos, que determinan una caída progresiva de la FSH. El folículo dominante se desarrolla y aumenta la producción de estrógenos. • fase folicular tardía: el aumento de estrógenos, en presencia de FSH, induce la expresión de receptores de LH en la granulosa. Comienza la producción de progesterona. Esta progesterona actúa sobre la hipófisis “primada” por estrógenos induciendo un aumento de LH. El aumento de LH potencia la síntesis de andrógenos en la teca, lo que resulta en un aumento de la producción de estrógenos por la granulosa. • fase periovulatoria: el aumento de los niveles de estrógenos (se alcanzan valores superiores a 200 pg/l durante 48-50 h) instaura un mecanismo de realimentación positiva (como hemos mencionado, exclusivo de las hembras de mamíferos), lo que dispara los niveles de LH. El aumento de LH determina luteinización de la granulosa y aumenta aún más la progesterona. El aumento de progesterona causa el pico de FSH. • ovulación, seguida de una caída brusca de los niveles de estrógenos por desensibilización de los receptores de LH (inducida por el propio pico de LH) y también como consecuencia de la inhibición de su síntesis por la progesterona. • fase luteínica inicial: caen los niveles de LH por desaparición del feedback positivo (caída estrógenos) y por el propio agotamiento de la reserva hipofisaria de LH. Se forma el cuerpo lúteo y aumentan los niveles de progesterona. • • fase luteínica media: máxima actividad del cuerpo lúteo, concentraciones máximas de progesterona y nuevo aumento de los niveles de estrógenos. fase luteínica tardía: regresión funcional del cuerpo lúteo y disminución de los niveles de progesterona, estrógenos e inhibina. .6 & 4 9 6 $ P 6 P 4 $ Figura 12.1. Principales modificaciones hormonales durante el ciclo ovárico Regulación del eje HHO: papel de las reservas energéticas En los mamíferos, la fertilidad está estrechamente ligada a la existencia de unos niveles mínimos de reservas adiposas. Este fenómeno se ha interpretado clásicamente asumiendo la existencia de una señal permisiva producida por el tejido adiposo, y es bien conocido que la edad de la menarquia se correlaciona de manera más estrecha con el peso corporal total que con la edad cronológica (hipótesis del peso crítico). Esta señal permisiva actuaría informando al hipotálamo de que las reservas energéticas son suficientes para garantizar la gestación y la lactancia, dos situaciones enormemente gravosas para las reservas energéticas en las hembras de mamíferos. Durante la última década se han acumulado datos experimentales que demuestran que la leptina, una hormona producida por el tejido adiposo, sería la señal permisiva implícita en la hipótesis del peso crítico. Así, los ratones ob/ob, que no expresan leptina funcional, no alcanzan la madurez sexual y permanecen toda su vida adulta en un estadio prepuberal a menos que se les administre leptina exógena. El patrón de secreción de gonadotropinas en pacientes con anorexia nerviosa o en mujeres con amenorrea inducida por el ejercicio (con niveles de grasa corporal total excesivamente bajos y leptina circulante claramente disminuida) es de tipo prepuberal, con pérdida de la pulsatilidad de LH, y revierte a la normalidad una vez que se recuperan unos niveles mínimos de grasa corporal. Se han identificado receptores de leptina a nivel hipotalámico y en la hipófisis, así como en tejidos reproductores periféricos, como el ovario, el útero y el testículo. La administración intracerebroventricular de anticuerpos antileptina suprime la pulsatilidad de LH en la rata y la administración de leptina previene la disminución de la pulsatilidad de LH que se produce durante el ayuno en roedores y primates. Además de los datos que sugieren que la leptina ejerce un papel facilitador sobre la funcionalidad del eje hipotálamo-hipófiso-gonadal, especialmente en la hembra, se ha descrito también un papel regulador de los esteroides gonadales sobre la secreción de leptina por el tejido adiposo. Sorprendentemente, esta regulación muestra un acusado dimorfismo sexual (figura 12.2): en la mujer, la secreción basal de leptina por tejido adiposo in vitro es elevada, y esta secreción es potenciada por estrógenos e inhibida por andrógenos; en el hombre, por el contrario, este eje regulador parece no ser operativo, con secreción basal de leptina baja in vitro, que no se ve modificada ni por andrógenos ni por estrógenos. No se han identificado los mecanismos responsables de esta sensibilidad diferencial del tejido adiposo a esteroides gonadales, aunque la existencia de la misma podría explicar el marcado dimorfismo sexual que muestran los niveles de leptina en mamíferos, con niveles más elevados en la hembra que en el macho, incluso después de corregir las diferencias en la grasa corporal total. 61 ( - B ;- - 64 P N4 @ 4 @ 4 Figura 12.2. Interacciones hormonales entre el tejido adiposo y el eje HHO & 61 ( - B ;- - BIBLIOGRAFÍA Armstrong DG, Webb R 1997 Ovarian follicular dominance: the role of intraovarian growth factors and novel proteins. Rev Reprod 2:139. Baldelli R, Diéguez C, Casanueva FF 2002 The role of leptin in reproduction: experimental and clinical aspects. Ann Med 34:5. Casabiell X, Piñeiro V. Vega F, De la Cruz LF, Diéguez C, Casanueva FF 2001 Leptin, reproduction and sex steroids. Pituitary 4:93. Karsch FJ 1987 Central actions of ovarian steroids in the feedback regulation of pulsatile secretion of luteinizing hormone. Ann Rev Physiol 49:365. Larsen PR, Kronenberg HM, Melmed S, Polonsky KS 2002 Williams Textbook of Endocrinology (10th Ed.). Saunders. Leung PCK, Armstrong DT 1980 Interactions of steroids and gonadotropins in the control of steroidogenesis in the ovarian follicle. Ann Rev Physiol. 42:71. Tresguerres JAF 1989 Fisiología Endocrina. EUDEMA, Madrid. Woodruff TK, Mather JP 1995 Inhibin, activin and the female reproductive axis. Ann Revof Physiol 57:219. CAPÍTULO 13 N E U R O H IP Ó F IS IS Desde el punto de vista morfológico, la neurohipófisis está constituida por tres porciones: la pars nervosa o lóbulo posterior, el infundíbulo y la eminencia media que es el punto de unión entre hipotálamo e hipófisis. Desde el punto de vista estructural, la neurohipófisis está constituida por los axones no mielinizados de neuronas cuyos somas se localizan en los núcleos supraóptico (SON) y paraventricular (PVN) del hipotálamo, junto pituicitos (células de soporte de origen glial) y abundantes capilares fenestrados. La mayor parte de las neuronas cuyos axones forman la neurohipófisis presentan somas de gran tamaño, por lo que reciben el nombre de neuronas magnocelulares. Los axones de las neuronas magnocelulares forman el tracto hipotálamo-hipofisario que atraviesa la eminencia media, conforma el infundíbulo y termina en la pars nervosa, donde se localizan sus botones terminales (figura 13.1). Un segundo grupo de neuronas, localizadas únicamente en el núcleo paraventricular, presenta somas de menor tamaño, por lo que reciben en nombre de neuronas parvocelulares. Los axones de estas neuronas forman también parte del haz hipotálamo-hipofisario, pero terminan en la eminencia media. +, +, 4 4 4 4 Figura 13.1. Neurohipófisis N4 P *N 4 La neurohipófisis segrega dos hormonas: la hormona antidiurética (ADH) y la oxitocina (OT). La mayor parte de las neuronas del SON sintetizan ADH mientras que la mayoría de las neuronas del PVN sintetizan OT. ADH y OT son dos hormonas con una estructura muy similar: ambas constan de 9 aminoácidos de los cuales los 6 primeros forman un anillo gracias a la formación de un puente disulfuro entre los residuos de cisterna de las posiciones 1 y 6. Su secuencia primaria tan solo difiere en los residuos 3 (Iso en OT y Phe en ADH) y 8 (Leu en OT y Arg en ADH) lo que revela que ambas hormonas se originaron a partir de un precursor ancestral común. De hecho, ADH y OT forman parte de una familia de péptidos neurohipofisarios originados a partir de una misma molécula ancestral (tabla 13.1). Todos los miembros de esta familia son nonapéptidos y presentan un elevado grado de homología (6 de los 9 residuos están conservados en todos ellos). Tabla 13.1. Estructura primaria de los miembros de la familia de hormonas neurohipofisarias. Hormona Secuencia primaria Molécula ancestral Cys-Tyr-X-X-Asn-Cys-Pro-X-Gly-NH2 Oxitocina ADH Cys-Tyr-Ile-Gln-Asn-Cys-Pro-Leu-Gly-NH2 Cys-Tyr-Phe-Gln-Asn-Cys-Pro-Arg-Gly-NH2 Lisipresina Fenipresina Arginina vasotocina Isotocina Mesotocina Cys-Tyr-Phe-Gln-Asn-Cys-Pro-Lys-Gly-NH2 Cys-Phe-Phe-Gln-Asn-Cys-Pro-Arg-Gly-NH2 Cys-Tyr-Ile-Gln-Asn-Cys-Pro-Arg-Gly-NH2 Glumitocina Valitocina Valitocina Asvatocina Fasvatocina Cys-Tyr-Ile-Ser-Asn-Cys-Pro-Ile-Gly-NH2 Cys-Tyr-Ile-Gln-Asn-Cys-Pro-Val-Gly-NH2 Cys-Tyr-Ile-Gln-Asn-Cys-Pro-Val-Gly-NH2 Cys-Tyr-Ile-Asn-Asn-Cys-Pro-Val-Gly-NH2 Cys-Tyr-Phe-Asn-Asn-Cys-Pro-Val-Gly-NH2 Cys-Tyr-Ile-Gln-Asn-Cys-Pro-Ile-Gly-NH2 Cys-Tyr-Ile-Gln-Asn-Cys-Pro-Ile-Gly-NH2 Especies Mamíferos Mamíferos (excepto suidos y macropódidos) Suidos, macropódidos Marsupiales Aves, reptiles, anfibios, peces Peces óseos Marsupiales, aves, reptiles, anfibios, peces pulmonados Peces cartilaginosos Peces cartilaginosos Peces cartilaginosos Peces cartilaginosos Peces cartilaginosos ESTRUCTURA, SÍNTESIS Y LIBERACIÓN DE LAS HORMONAS NEUROHIPOFISARIAS En humanos, el gen que codifica la ADH se localiza en el cromosoma 20 y consta de 3 exones. El exon 1 codifica el péptido señal, la ADH madura y la porción N-terminal de un péptido asociado a la ADH denominado neurofisina II o presofisina. Los exones 2 y 3 codifican el resto de la neurofisina II y un glucopéptido C-terminal. En el caso de la OT, su gen se localiza en el cromosoma y presenta una organización similar. El exón 1 codifica el péptido señal y la OT madura; y los exones 2 y 3 la neurofisina I u oxifisina (figura 13.2). Tanto la ADH como la OT son sintetizadas en forma de preprohormonas. El péptido señal se libera en el retículo, siendo posteriormente empaquetada la prohormona en gránulos de secreción que se fijan al sistema de microtúbulos para ser transportados a lo largo del axón, hasta llegar a los denominados cuerpos de Herring de los botones terminales, en donde se almacenan. Durante el transporte axonal los enzimas presentes en los gránulos escinden la prohormona, hasta convertirla en ADH, neurofisina II y glucopéptido (en el caso de la proADH) o en OT y neurofisina I (en el caso de la preOT). Tanto la ADH como la OT son secretadas junto con su neurosfisina correspondiente. Una vez liberadas, las moléculas de neurofisina se agrupan formando complejos tetraméricos a los que se incorporan moléculas de hormona madura. Sin embargo, estos complejos se disocian rápidamente al pH fisiológico del plasma, por lo que cada proteína circula de forma independiente. La función de las neurofisinas una vez liberadas es desconocida. Tampoco se conoce la función del glucopéptido N-terminal liberado junto con la ADH, aunque se ha descrito una cierta capacidad de estimular la secreción de PRL. - ) - % - 2 2Q #Q ) - % - 2 2Q #Q 4E4 4E4 A + 6 GAP 4E4 A + GAP 1 Figura 13.2. Organización de los genes de ADH y OT HORMONA ANTIDIURÉTICA La hormona antidiurética recibe también el nombre de vasopresina (VP) o de argininavasopresina (AVP). Este último nombre se debe a que la ADH humana presenta en la posición 8 un residuo de arginina, mientras que en el cerdo, la primera especie en la que se identificó, el residuo 8 es lisina. Esto hizo pensar que la presencia de arginina en el residuo 8 era una característica especial de la ADH humana. Sin embargo, todos los mamíferos placentarios (excepto los suidos) poseen arginina en la posición 8 (véase tabla 13.1), por lo que la vasopresina menos habitual sería la “lisinavasopresina” presente únicamente en suidos y en marsupiales. La ADH es la principal hormona implicada en la regulación hídrica. Las principales acciones de la ADH son incrementar la absorción de agua en el riñón y producir constricción vascular. Además, la ADH actúa sobre el hígado, estimulando la glucogenolisis y la liberación de glucosa y sobre la hipófisis, incrementando la secreción de ACTH. En este último caso, la ADH implicada es la liberada en la eminencia media (véase capítulo 9). Además, la ADH actua como neurotransmisor en diversas áreas del SNC, activando los procesos de aprendizaje y memoria y, modificando los patrones de receptividad sexual y la conducta maternal. La importancia de estos efectos conductuales en humanos no ha sido todavía establecida. Se han identificado 3 tipos de receptores de ADH denominados V1a, V1b y V2. Los receptores V1a y V1b están acoplados a proteínas Gq. Se expresan en el hígado y en vasos (V1a) y en la hipófisis (V1b). El receptor V2 está acoplado a proteínas Gs y se expresa en el riñón. Acciones renales La acción antidiurética de la ADH se ejerce principalmente sobre las células del tercio distal de los túmulos contorneados distales y sobre las células de los túmulos colectores. La estimulación de los receptores V2 localizados en las caras basolaterales de estas células produce un aumento del número de moléculas de acuaporina 2 (ACQ2) y por lo tanto un aumento de la permeabilidad de estas células la agua. Este aumento se debe tanto a un efecto positivo de la ADH sobre la transcripción del gen de ACQ2, como a la estimulación de la traslocación a la membrana de vesículas en las que se almacenan las moléculas de ACQ2. La ADH también produce una contracción de las células mesangiales con lo que disminuye la constante de difusión y, por tanto, la tasa de filtración glomerular, contribuyendo así a su efecto antidiurético. Acciones vasculares La ADH produce vasoconstricción y, en consecuencia, aumento de la presión arterial tras estimular los receptores V1a, localizados en la musculatura de la pared vascular. Aunque su efecto es generalizado, los circuitos vasculares más sensibles son el muscular, mesentérico y miocárdico. Las concentraciones necesarias para que se produzca el efecto vasoconstrictor de la ADH y, de hecho, tan solo se alcanzan niveles de ADH capaces de producir vasoconstricción en respuesta a descensos importantes de la presión arterial como los que se producen tras hemorragias graves. Acciones hipofisarias La ADH producida en las neuronas parvocelulares es liberada en la eminencia media y alcanza las corticotropas donde se une a receptores V1b, estimulando la secreción de ACTH o, más concretamente, potenciando la liberación de ACTH inducida por CRH. Esta acción puede tener importancia en las reacciones de respuesta al estrés. Regulación de la secreción de ADH El principal estímulo para la liberación de ADH es el aumento de la osmolaridad del líquido extracelular. Aunque los osmorreceptores implicados en la regulación de la secreción de ADH no han sido identificados, se cree que son células localizadas en el órgano vasculoso de la lámina terminalis y en zonas del hipotálamo anterior adyacentes al tercer ventrículo. El aumento de la osmolaridad de líquido extracelular es también un importante estímulo para que se produzca la sensación de sed. Sin embargo, el umbral necesario para que se produzca la estimulación de la secreción de ADN es menor que el necesario para producir la sensación de sed. La secreción de ADH también aumenta cuando se produce una disminución del volumen sanguíneo. Las células encargadas de monitorizar esta respuesta tampoco han sido identificadas, aunque parece que estarían localizadas en el torax y regularían la liberación de ADH a través del vago. Sin embargo, para que este sistema se active, ha de producirse una importante disminución del volumen sanguíneo (810%), por lo que solo actúa en caso de hemorragias importantes. En estas condiciones, la ADH ejerce sus máximos efectos antidiuréticos y vasopresores. Además, la disminución de la presión arterial que acompaña a las hemorragias importantes va a producir una activación del eje renina-angiotensina-aldosterona. La angiotensina va a actuar sobre el hipotálamo, aumentando la liberación de ADH. Los principales inhibidores de la liberación de ADH son la disminución de la osmolaridad, el aumento de la presión arterial y el alcohol. La ADH tiene una vida media de 15-20 minutos, siendo destruida proteolíticamente en hígado y riñón. OXITOCINA El término oxitocina significa “nacimiento rápido” en alusión a su capacidad de incrementar la contractilidad uterina durante el parto (la OT es el estimulador de la contracción del miometrio más potente que se conoce). La OT ejerce sus acciones principalmente sobre la glándula mamaria y sobre el útero. Todos los efectos de la OT están mediados por la estimulación de receptores acoplados a proteínas Gq. Acciones uterinas La OT produce un aumento de la contractilidad uterina. Este efecto es importante durante el parto porque facilita la expulsión del feto y de la placenta. Los estrógenos aumentan la contractilidad uterina inducida por la OT, mientras que la progesterona la disminuye. Aunque la OT se utiliza en la clínica para inducir el parto, parece que fisiológicamente no interviene en este proceso ya que la secreción de OT aumenta cuando el parto ya ha comenzado. De hecho, el parto se inicia normalmente en ratones knockout para la OT. El principal estímulo para la secreción de OT es la distensión del cuello del útero y de la vagina. Durante el coito se produce también un aumento de la liberación de OT que produce un incremento de la contractilidad uterina. Se cree que su función es la de favorecer el transporte del semen a lo largo del tracto reproductivo. El aumento de la secreción de OT inducida por el coito también se observa en varones aunque, en este caso, su significado fisiológico se desconoce. Acciones sobre la mama La OT produce contracción de las células mioepiteliales de los acinos mamarios produciendo eyección de la leche. En este caso, el estímulo para la liberación de OT es la succión del pezón. Esta liberación de OT puede bloquearse debido al estrés, miedo o dolor. También puede producirse liberación de oxitocina en respuesta a un reflejo condicionado por la visión de un niño llorando. CAPÍTULO 14 F A C T O R E S T R Ó F IC O S Y F U N C IÓ N N E U R O E N D O C R IN A *+ , & El concepto de factor trófico se acuñó en la década de los años 50 del siglo pasado a partir de los trabajos de Viktor Hambuger, Stanley Cohen y Rita Levi-Montalcini describiendo la presencia de actividades tróficas en muestras biológicas de distinta naturaleza que no se correspondían con glándulas endocrinas clásicas. Desde entonces se ha considerado que un factor trófico es una molécula (generalmente de tipo proteico, aunque las hay de distinta naturaleza química) que ejerce su acción a nivel local en el tejido o área donde se produce. Como suele ocurrir, esta definición, meramente debida a razones históricas, que no funcionales, ha sido extensamente revisada a lo largo de estas últimas décadas de tal manera que en la actualidad no se distingue claramente entre factor de crecimiento y hormona. Aún así, todas ellas conservan los nombres que inicialmente se les asignó para describir su actividad trófica: crecimiento de fibroblastos, necrosis de tumores, derivado de las plaquetas, etc. Hay dos formas de distinguir entre ambos tipos de señales intercelulares: los factores de crecimiento pueden ser producidos por cualquier tipo celular (incluidas neuronas y otras células muy especializadas) y tienen una acción autocrina, paracrina o yuxtacrina (es decir, muy circunscrita al entorno), mientras que las hormonas son producidas por glándulas endocrinas y actúan a distancia. Aunque esta clasificación se sigue manteniendo en la literatura especializada de manera tácita, lo cierto es que ya no describe la realidad: los llamados factores de crecimiento son producidos también por glándulas endocrinas y pueden actuar a distancia, y a la inversa, las hormonas pueden ser producidas por muy distintos tipos celulares (incluyendo también a las neuronas) y ejercer acciones locales. Tras hacer esta puntualización, y en aras de la claridad, en este capítulo seguiremos refiriéndonos a “factores tróficos o de crecimiento” cuando hablemos de mensajeros intercelulares que por razones históricas se han denominado de esta forma. Una manera mas precisa de denominar a todo el conjunto de mensajeros químicos del organismo sería como señales instructivas intercelulares. FUNCIONES DE LOS FACTORES TRÓFICOS Los factores tróficos intervienen en todo tipo de funciones celulares y por lo tanto, del organismo en su conjunto. Su papel ha sido mejor estudiado en las fases del desarrollo inicial, donde se sabe que controlan todos los procesos involucrados en la formación de un individuo adulto: proliferación celular, migración, establecimiento de territorios morfogénicos, de polaridad funcional, etc. En el organismo adulto cumplen igualmente funciones de control de división celular, diferenciación, mantenimiento de función diferenciada y de la homeostasis. El término que se ha acuñado para definir esta enorme multiplicidad de acciones biológicas es el de pleiotropismo. La pleiotropía es el carácter sin duda más definitorio de un factor trófico. Una primera cuestión que surge inevitablemente es por qué es necesaria esta organización biológica si existe ya la información genética. En otras palabras, una célula se va a dividir un número definido de veces, va a expresar un fenotipo concreto y va a cumplir un papel predeterminado. Todo esto debería de venir definido en su código genético. ¿Para qué necesita recibir más instrucciones? Los factores tróficos representan un exponente claro de información epigenética disponible para el organismo. Constituyen una especie de intermediarios entre la información ambiental y la genética (figura 14.1). Mediante los factores tróficos (y otros mensajeros extracelulares que constituyen el conjunto de la información epigenética) la célula, y por extensión el organismo entero, tiene la capacidad de adaptar su información genética, que es fija, a las condiciones ambientales, que son variables. Figura 14.1. La información epigenética proveniente del entorno celular modula la información contenida en el genoma, y la suma de ambas es la que determina una respuesta celular. E 4 E 4 Una segunda cuestión también de tipo conceptual muy relevante, y que en realidad no ha sido respondida aún de forma satisfactoria, es el por qué de la existencia de la enorme cantidad de factores tróficos que se conocen. Aunque es difícil hacer un cálculo preciso, en parte por la indefinición de qué es un factor trófico, podemos hablar de al menos dos centenares de ellos, con funciones que en un gran número de casos son claramente solapantes y hasta, aparentemente, redundantes. Existirían al menos dos explicaciones posibles: • cada factor trófico tiene un papel biológico exclusivo y muy especializado. Hay muchos mensajeros intercelulares que entrarían dentro de esta definición (las citoquinas que controlan las células del sistema inmune son probablemente el mejor exponente de esta categoría). Simplemente se trataría de poder llegar a definir este papel biológico muy concreto para cada factor. • por el contrario, las funciones biológicas de los factores tróficos son tan trascendentales que se hace necesario que sean en gran parte redundantes para asegurarse que el proceso biológico en concreto (por ejemplo, división celular) funcione correctamente. También existen muchos factores tróficos que podrían encajar en esta categoría. INFORMACIÓN EPIGENÉTICA Un ejemplo clásico de información epigenética es el que utilizan organismos simples que controlan su ciclo vital en función de los nutrientes disponibles. Así, el nematodo Caenorhabditis elegans entra en fase estacionaria (que en definitiva es una estrategia de prolongación de la vida en condiciones adversas) si existe una cantidad limitada de alimento. Este gusano reacciona ante la escasez de alimento porque un factor trófico de la familia de la insulina que es producido por unas neuronas especializadas de su protocerebro actúa como un indicador de alimento disponible para la célula: cuanta mas comida, mayor actividad del factor se produce. En organismos más complejos, como pueden ser los mamíferos, los problemas biológicos a resolver siguen siendo los mismos, pero las soluciones son mas sofisticadas, aparentemente. De hecho, en mamíferos, son estos mismos factores de la familia de la insulina, junto con la propia insulina, los que de manera aún no bien conocida, parecen aunar metabolismo energético y longevidad. Por supuesto que la información ambiental para un organismo pluricelular no viene sólo de fuera. Así, el microambiente que rodea a la célula es también una fuente constante de información epigenética. Las interacciones intercelulares son una parte esencial de la fisiología tisular. De nuevo, estas interacciones han sido extensamente estudiadas durante el desarrollo embrionario, pero el tejido ya diferenciado del organismo adulto mantiene un flujo constante de información entre sus distintos tipos celulares así como del resto de los tejidos. Gran parte de esta información es transmitida por los factores de crecimiento. Muchas de estas relaciones tróficas están razonablemente bien establecidas en distintos órganos. Quizás el mas tardío en incorporarse a este concepto ha sido el cerebro ya que durante años se pensó que este órgano tenía interacciones tróficas muy limitadas y específicas, tanto que hasta a los factores tróficos que entonces se conocían que actuaban en cerebro se les conocía como neurotrofinas, en un intento de distinguirlos del resto de las señales tróficas. Sin embargo, como el resto del organismo, el tejido cerebral posee una enorme variedad de señales tróficas que regulan y mantienen la función cerebral, y que en parte son a su vez regulados por señales tróficas de la periferia. Estas señales tróficas actúan no sólo en el cerebro sino en otros muchos órganos. Por tanto podemos decir que el esquema de organización general de los factores de crecimiento consiste en un conjunto de interacciones locales que a su vez están influidas por señales hormonales procedentes de otros tejidos (figura 14.2). Hemos de insistir en la idea de que estos factores de crecimiento, independientemente del tejido de que se trate, son comunes a innumerables tipos celulares. Es decir, cualquier factor trófico es activo en muy distintos tipos celulares y tejidos. A este tipo de organización funcional se la conoce como estrategia difusa de trofismo. LOS FACTORES TRÓFICOS A LO LARGO DEL CICLO VITAL DE LA CÉLULA Todas las células reciben (y necesitan) información trófica ambiental a lo largo de su vida. Como hemos señalado esta información es crítica no sólo para que la célula se divida, diferencie o sobreviva, sino también para su correcto funcionamiento (figura 14.3). La maquinaria de división celular está controlada genéticamente, sin embargo la velocidad de proliferación así como los períodos en que ésta sucede son controlados en gran parte por factores tróficos. Prácticamente todos los factores tróficos que se conocen son capaces de influir sobre el crecimiento de algún tipo determinado de célula, generalmente actuando sobre las distintas ciclinas, enzimas que regulan el ciclo de división celular. Aparentemente este proceso trófico es eminentemente redundante ya que un determinado tipo de célula es normal que responda a distintos factores tróficos dividiéndose. Es evidente que este es un proceso muy general en la fase del desarrollo, pero también transcurre en muchos tejidos adultos donde la proliferación no cesa nunca (el sistema hematopoyético y el tejido epitelial son buenos ejemplos de esto último). Debido a este papel crítico de los factores tróficos en la división celular, todo proceso tumoral lleva aparejado un descontrol de la respuesta celular a los factores de proliferación: una estrategia habitual de las células tumorales es expresar receptores para estos factores tróficos ya sean normales o mutados, adoptando en este último caso la capacidad de activarse incluso en ausencia de la señal trófica extracelular. Una segunda estrategia general de las células tumorales es producir grandes cantidades de factores de crecimiento mitogénicos propios o incluso para otros tejidos que necesiten modular. Es bien conocida la capacidad de muchos tumores de producir factores que inducen el crecimiento de vasos sanguíneos para así asegurarse un aporte vascular para su desarrollo. .), )( ),* ),* ,54& ) ,54& ) .), )( Figura 14.2. Organización general de relaciones tróficas inter- e intra-celulares. Como regla general, se consideran los mensajeros intercelulares locales como factores de crecimiento y los de origen distante como hormonas. &2& &5( *"0" , &4*,*( & &5( 0*, * .) *) 0+*,2&2*( & & *"0" , Figura 14.3. Pleiotropismo de los factores de crecimiento. Todas las facetas de la vida de la célula están controladas por los factores tróficos, desde la división hasta la muerte, pasando por el mantenimiento de la función diferenciada (homeostasis). La diferenciación, fase que se considera tiene lugar después de la última división que la célula haya experimentado, es un proceso en el que la señalización trófica sigue una compleja actuación en cascada donde a una señal trófica sigue otra, y esta secuencia de factores tróficos determina en qué se va a diferenciar una determinada célula. Estas cascadas de diferenciación son tan sofisticadas que sólo son conocidas con un buen grado de detalle en unas pocas estirpes celulares, casi en exclusividad pertenecientes al sistema inmune. También en este proceso parece darse cierta redundancia ya que estudios de deleción genética experimental indican que raramente se pierden muchos fenotipos celulares al faltar un único factor trófico, y por lo general no se pierde ninguno. Esto quiere decir que la falta de un factor es compensada por otros en estas cascadas de diferenciación. La supervivencia de la célula diferenciada no es un proceso que necesariamente se dé por defecto; muchas células requieren un aporte trófico sostenido para sobrevivir ya que el programa de “suicidio celular” conocido como apoptosis, si que está en muchos casos activado de forma constitutiva. En este caso, a no ser que a la célula le lleguen señales anti-apoptóticas, ésta no es capaz por si sola de parar este programa de muerte. Este fenómeno de control tónico de la vida de la célula, aunque en una primera lectura parezca poco eficaz para la economía del organismo (fabricar células tiene un alto coste energético), resulta imprescindible para el correcto funcionamiento de muchos tejidos, no sólo durante el desarrollo, donde la apoptosis en algunas áreas es tan relevante que hasta un 50% de las células generadas finalmente mueren antes de llegar a la fase adulta (esto ocurre en el tejido nervioso, por ejemplo), sino en distintos tejidos ya diferenciados, como hueso, piel o sangre. El equilibrio muerte/vida es tan trascendental en la formación y mantenimiento de las poblaciones celulares que los factores de crecimiento son también capaces de regular de forma activa el proceso de muerte. En este sentido son bien conocidos los receptores de factores tróficos que participan en muerte, tales como los de las familias FADD (Fas associated death domain) y TRADD (TNF receptor associated death domain). Probablemente el aspecto menos conocido de la biología de los factores tróficos es su contribución a la homeostasis tisular como señales de mantenimiento de la función diferenciada. Tradicionalmente se ha considerado que la falta de un factor trófico conlleva pérdidas funcionales debido a muerte celular, falta de crecimiento o todas las tareas clásicas adscritas a los factores tróficos, pero rara vez se indica que una incorrecta intercomunicación celular por falta de una señal trófica es suficiente para que se produzca una disfunción, que si se mantiene en el tiempo llevará o contribuirá a cambios patológicos en el tejido afectado. Este aspecto, muy bien documentado en la acción hormonal, es quizás el que mas desarrollo necesita en la fisiología de los factores tróficos para el futuro próximo. Al igual que con los sistemas endocrinos clásicos, los estados de insuficiencia o de resistencia a un determinado factor trófico pueden originar procesos patológicos. ACCIONES TRÓFICAS Y CONTEXTO CELULAR Generalmente una célula sensible a un determinado factor de crecimiento puede responder de distintas formas al mismo, según en que fase vital o en que situación metabólica se encuentre en el momento de recibir la señal trófica. Esta respuesta dependiente del contexto celular se reconoce desde hace muchos años, pero los mecanismos subyacentes para explicarla no son fáciles de analizar (figura 14.4). Es cierto que algunos factores tróficos pueden interaccionar con más de un tipo de receptor celular de tal manera que la abundancia relativa de uno u otro determinaría respuestas distintas. Un caso extremo en este sentido son los receptores p75 que median respuestas de muerte a neurotrofinas; estas mismas neurotrofinas, en presencia de receptores tipo trk promueven supervivencia celular (figura 14.4). La cantidad de un determinado tipo de receptores sería la que determinaría la respuesta celular, y esta cantidad vendría regulada por el contexto celular. Esta sería una de los mecanismos mas sencillos para explicar la existencia de respuestas dependientes de contexto, pero en muchos casos el proceso modulador implica otros mecanismos: una ruta intracelular activada por un factor trófico determinado puede modularse en múltiples puntos a lo largo de la misma, de tal manera que el contexto celular podría regular la respuesta a ese factor trófico a base de modular su ruta de respuesta intracelular (figura 14.4). Es importante señalar que en todo este entramado de señalización los factores tróficos por si mismos constituyen una importante señal exterior para informar a la célula en el contexto ambiental en que se encuentra; es decir, también un factor de crecimiento modulará la respuesta de la célula a una señal trófica subsiguiente. De esto último existen ya abundantes ejemplos. En resumen podemos decir que el descubrimiento de los factores de crecimiento supuso un giro, lento pero importante en nuestro conocimiento sobre los mecanismos de comunicación intercelular. Nos hizo cambiar la visión clásica de un control centralizado de la homeostasis basado en centros endocrinos discretos (las glándulas endocrinas) coordinados por el sistema nervioso, a un control generalizado, difuso y de jerarquía muy imprecisa. En el nuevo contexto, cualquier tipo celular informa a su entorno mediante la producción de factores de crecimiento. Un mismo factor trófico puede ser producido por muy distintos tejidos y actuar en muchos tipos diferentes de células de forma pleiotrópica. Esta situación es sin duda muy compleja y su estudio aporta enormes interrogantes. Sin ninguna duda la incorporación de los factores tróficos a la fisiología endocrina ha revitalizado una disciplina que mostraba síntomas de desgaste conceptual. La problemática que representa la existencia de una enorme variedad de factores de crecimiento está pendiente de ser resuelta incluso a nivel teórico. ), ,54& ) * 1, ( +" C & )( */ ) *"0" , 4 0+*,2&2*( & 0*, * &2& &5( *"0" , &4*,*( & &5( Figura 14.4. Mecanismos subyacentes a las respuestas que tienen las células en función del contexto celular. Un mismo factor puede estimular distintos receptores celulares que a su vez median distintas rutas biológicas. Se ilustra el caso extremo de un mismo factor que puede provocar la muerte o la supervivencia de la célula según que receptor active. Un único receptor puede mediar acciones biológicas distintas según se module intracelularmente una u otra de las cascadas de activación divergentes que suelen controlar los receptores. BIBLIOGRAFÍA Levi-Montalcini R 1987 The nerve growth factor 35 years later. Science 237:1154. Riddle DL, Albert PS 1997 C. elegans II. CSH Press. Kenyon C (2001) A conserved regulatory system for aging. Cell 105: 165-168 Korsching S 1993 The neurotrophic factor concept: a reexamination. J Neurosci 13:2739. Torres-Aleman I 2000 Serum growth factors and neuroprotective surveillance. Mol Neurobiol 21:153. CAPÍTULO 15 NEUROESTEROIDES Y SISTEMA NERVIOSO PERIFÉRICO -" El sistema nervioso (SN) es un órgano diana para las hormonas esteroides. Durante la vida fetal y postembrionaria temprana, los esteroides gonadales y adrenales influyen en la supervivencia, diferenciación y conectividad neuronal. Muchos de los cambios tienen carácter permanente y repercuten en fenómenos como la diferenciación sexual cerebral. También en la etapa adulta, los esteroides influyen, regulando la transmisión sináptica, la síntesis de neurotransmisores, hormonas y receptores celulares, y participando en la remodelación de los circuitos nerviosos del SN. La relación esteroides y función nerviosa, siempre se encuadró dentro del marco de mecanismos endocrinos, como una respuesta secretora de esteroides que, formados en órganos esteroidogenicos eran transportados por la sangre hasta el tejido nervioso donde ejercían su acción, principalmente relacionada con la reproducción y el comportamiento sexual. Sin embargo, el descubrimiento en la década de los 80 del pasado siglo de que el SN posee la capacidad de sintetizar y transformar compuestos esteroides, revolucionó la visión de la relación entre las hormonas esteroides y la función cerebral, e hizo necesaria una revisión y el establecimiento de nuevos conceptos. Así, la capacidad del SNC y SNP de producir de novo sustancias de naturaleza esteroídica o de transformarlas, recibieron el calificativo de neuroesteroides o esteroides neuroactivos para diferenciarlos de aquellos esteroides de origen no nervioso. ENZIMAS ESTEROIDOGÉNICAS EN EL SN La presencia de enzimas sintéticas o modificadoras de esteroides es lo que hace del SN un tejido esteroidogénico. Las enzimas implicadas en la neuroesteroidogénesis pueden ser clasificadas en dos grupos: las pertenecientes a la familia del citocromo P450 y las que no forman parte de dicha familia P450. Éstas son oxidasas, de aproximadamente 50 kDa, que reciben su nombre por presentar absorbancia a 450nm. El mecanismo de acción es idéntico en todas ellas: Todas requieren electrones procedentes del NADPH para reducir el oxígeno molecular. La síntesis de esteroides específicos de las gónadas, la médula adrenal, la placenta o el cerebro depende del tipo celular y de las enzimas que exprese. En el SN la expresión de las enzimas esteroidogénicas cerebrales sigue un patrón específico celular, regional y ontogénico. Se acepta que las principales células esteroidogénicas en el SN son las células gliales; en el SNP, las células de Schwann. Sin embargo, en el SNC aparte de los oligodendrocitos y los astrocitos, las neuronas también presentan capacidad esteroidogénica. Un esquema interesante de la participación de ambos tipos celulares en la síntesis de esteroides en el SNC, es la que muestran Zwain y colaboradores (figura 15.1). Esta capacidad diferencial en la esteroidogénesis cerebral sugiere una contribución tripartita de los tres tipos celulares que proveería de neuroesteroides al tejido nervioso durante determinados procesos, como el desarrollo cerebral o en estados carenciales, como la menopausia. MECANISMOS DE ACCIÓN DE LOS ESTEROIDES Durante muchos años, se consideró que el mecanismo de acción principal de los esteroides era a través de su interacción con receptores intracelulares. En los últimos años se ha puesto de manifiesto la importancia de las vías alternativas “no genómicas” en multitud de fenómenos en el SN. A continuación presentamos una posible clasificación de los diferentes mecanismos de acción de los esteroides: ,) & ) )"* .: : ,)( 7*0,)( ( ,) *(* &)( * ) *,)( * ) *,)( : , &)" ,)'* *,)( ,*'(*()")( )"* : *,)" )"* *,)" ,*'(*()")( ,*'(*()")( ,)'* ,)'* , *,)( D"&') *( ,) & ) *,)( &)" : ( ,) A β. A - β. A ,) ,)( *(* &)( .: E3 E3 E3 &( F & &( F & &( F & +,&( &+ " * 0( ,& +,)+0* *,)" Figura 15.1. Modelo propuesto por Zwain para la síntesis de esteroides en la corteza de rata (Zwain y Yen, 1999). Acciones dependientes de receptor Incluye los efectos que derivan de la unión del esteroide con su receptor específico, ya sea intracelular o de membrana, y a aquellos derivados de la modulación alostérica de otros receptores. Interacción con receptores específicos La unión a receptores intracelulares constituye el mecanismo clásico de acción de las sustancias esteroides (véase capitulo 8); el receptor en su forma inactiva se encuentra en el citoplasma asociado a chaperonas como las proteínas de choque térmico (Hsp, heat shock proteins). La unión del esteroide al receptor induce un cambio conformacional en este último, que desplaza a las Hsp y expone las secuencias de localización nuclear. Esto permite la translocación al núcleo del complejo esteroide- receptor, donde actúa como factor de trascripción uniéndose a las secuencias génicas HRE (hormone response element) en forma homo o heterodimérica. La existencia de receptores para esteroides en la superficie celular está totalmente demostrada. Los efectos que desencadenan han dado en llamarse no transcripcionales y engloban: • efectos que son demasiado rápidos para ser compatibles con la síntesis de ARN o proteínas. • efectos que son reproducibles en presencia de inhibidores de la síntesis de ARN o inhibidores de la síntesis proteica. • efectos que son reproducibles aún cuando el esteroide esta acoplado a moléculas que impiden su paso a través de la membrana. • efectos en células donde la síntesis proteica o de ARN no tiene lugar como ocurre en los espermatozoides. Modulación alostérica Este mecanismo es el que resulta de la interacción directa de los esteroides con receptores ionotrópicos cuyo ligando natural es distinto al esteroide. También se considera modulación alostérica la interacción con transportadores de neurotransmisores como ocurre con los transportadores de serotonina (5-HT). Acciones independientes de receptor Los esteroides también pueden ejercer sus efectos en la célula sin interaccionar con receptores. Por ejemplo, algunos esteroides poseen efectos antioxidantes que son independientes de receptores. La presencia de un grupo hidroxilo en posición 3 del anillo A o de un anillo bencénico con un átomo de hidrógeno libre permite neutralizar a moléculas con electrones desapareados, como es el caso de los radicales libres. Los radicales libres son moléculas altamente reactivas que provocan daños en el ADN y en las membranas celulares, y que pueden producir la muerte celular si se ven desbordadas las defensas antioxidantes de la célula. MIELINIZACIÓN: PROGESTERONA Y SNP La mielinización es un proceso que consiste en la formación de vainas de mielina alrededor de los axones. Esta función la realizan las células de Schwann en el SNP y los oligodendrocitos en el SNC. La mielinización ocurre en periodos tempranos del desarrollo (en ratas y ratones entre los últimos días del desarrollo embrionario y los primeros del desarrollo postnatal) y requiere una intercomunicación entre el axón en crecimiento y la célula glial mielinizante. El contacto físico entre ambos y la secreción de factores tróficos desde el axón son los agentes desencadenantes de este proceso. No obstante, se ha puesto de manifiesto recientemente que las células de Schwann y los oligodendrocitos no se limitan a recubrir el axón tras recibir las señales provenientes del mismo, sino que también secretan factores autocrinos que participan en dicho proceso. En líneas generales, el proceso de mielinización es igual en el SNC y el SNP, pero existen ciertos matices que lo diferencian y que es necesario señalar: en el SNC los oligodendrocitos son capaces de mielinizar a varios axones a la vez, mientras que en el SNP, en las fibras miélinicas, existe una relación 1:1 entre el axón y la célula de Schwann. También se observan diferencias en la composición de la mielina entre el SNC y el SNP. Ambos tipos de mielina presentan una relación lípido/proteína elevada (70-80% de lípidos, 20-30% de proteínas) que le permite desarrollar la función de aislante tan importante en la conducción del impulso nervioso. Sin embargo, la mielina en el SNP presenta una mayor proporción de esfingomielina en su composición lipídica (10-35% de la composición lipídica total frente al 3-8% en el SNC), mientras que el contenido de gangliósidos y de monogalactosilesfingolípidos asociados con cerebrósidos y sulfátidos, es sensiblemente menor en el SNP. Diferencias observadas en el componente proteico de la mielina; así, las glicoproteinas son el principal constituyente de la mielina en el SNP (representan el 60% de las proteínas), pero son un componente minoritario en la mielina del SNC; P0 (protein zero) constituye la proteína más abundante en el SNP y sin embargo no está presente en el SNC. PLP (myelin proteolipid protein) apenas se expresa en la mielina del SNP pero es la glicoproteína mayoritaria en la mielina del SNC. La tabla 13.1 recoge las características de las principales proteínas de la mielina del SNP. Tabla 13.1. Características de las proteínas de la mielina del SNP. Modificado de Garbay et al., 2000. Abundancia (% del total proteico en la mielina) Glicoproteínas P0 PMP22 MAG Periaxina E-cadherina Proteínas básicas MBP P2 Otras proteínas CNP PLP/DM20 Cx32 Peso molecular (kDa) Dominios Transmembrana Localización (mielina compacta o mielina no compacta) 50-70% 2-5% 1% 5% < 0.5% 28 22 100 170 130 1 4 1 1 Compacta Compacta No compacta No compacta No compacta 5-15% 1-10% 14-21.5 14.8 - Compacta Compacta < 0.5% < 0.5% < 0.5% 46/48 30/25 32 4 4 Compacta ¿? No compacta La mayor diferencia entre el SNC y el SNP, es su respuesta a una lesión. En el SNC no ocurre una remielinización de los axones dañados tras una lesión, principalmente por la presencia de factores inhibidores del crecimiento en la superficie de los oligondendrocitos (el mejor conocido, NOGO) y en la cicatriz glial (principalmente proteoglicanos con grupos condritin sulfato). En el SNP, sin embargo, no existe la limitación física al crecimiento que supone la cicatriz glial, y las células de Schwann no expresan después de la lesión ninguna molécula inhibidora del crecimiento axonal; y de este modo la remielinización del axón dañado junto con el restablecimiento de la conectividad del axón con su anterior diana, posibilitan la recuperación de la función nerviosa en el SNP tras una lesión. Los esteroides participan en el proceso de mielinización y constituyen uno de los factores secretados de manera autocrina por la célula de Schwann durante dicho proceso; el esteroide más estudiado al respecto es la progesterona. Las células de Schwann y los oligodendrocitos son capaces de sintetizar progesterona, la cual estimula la formación de vainas de mielina en cultivos mixtos de neuronas y células de Schwann; además, en dichos cultivos mixtos hay una inducción de enzimas esteroidogénicas que coinciden con el proceso de mielinización Además la progesterona y sus derivados (dihidroprogesterona, DHP y tetrahidroprogesterona, THP)) son capaces de modificar la expresión génica de las proteínas de la mielina. Melcangi y colaboradores han puesto de manifiesto que tanto progesterona como DHP modifican la expresión génica de P0. El otro metabolito de la progesterona, THP, es a su vez capaz de influir también sobre los niveles de ARNm de PMP22. El papel de la progesterona en la mielinización no se restringe sólo al proceso en situaciones “normales”, sino que la progesterona y sus derivados también han mostrado ser eficaces en la remielinización tras una lesión. Todos estos datos señalan a la progesterona y a sus derivados como herramientas terapéuticas potenciales para el tratamiento de situaciones en los que haya una pérdida y alteraciones en la mielina, como ocurre en la neuropatía diabética o en el envejecimiento. MODELOS EXPERIMENTALES QUE UTILIZADOS EN EL ESTUDIO DE LA NEUROPATÍA Neuropatía diabética La neuropatía diabética constituye una de las complicaciones de la diabetes y aparece sintomáticamente en el 25% de la población humana diabética (véase capítulo 42). Los síntomas son entumecimiento, pérdida de sensibilidad y algunas veces dolor en las extremidades, con aparición en ocasiones de ulceraciones en manos y pies, consecuencia de la pérdida de sensibilidad en dichas zonas. La neuropatía diabética en el ser humano se caracteriza por la aparición de signos patológicos en los nervios entre los que cabe destacar la desmielinización segmental, la degeneración de los axones, la reducción en la densidad de fibras mielínicas y la disminución en la velocidad de conducción del impulso nervioso. La alteración en la función de los nervios periféricos en la diabetes está provocada principalmente por tres factores interrelacionados y que afectan profundamente a la fisiología de las células de Schwann: • hipoxia: los nervios sufren un descenso en la oxigenación, principalmente producido por un aumento en los factores vasoconstrictores endoteliales, alteraciones en el grosor de la membrana basal y aumento en la viscosidad del plasma sanguíneo • daño oxidativo: la elevada concentración de glucosa produce su auto oxidación, el aumento de las especies reactivas de oxígeno, y la formación de productos de glicosilación avanzada (AGEs, advanced glycosilated end products) en el nervio que tienen como consecuencia final un aumento de la muerte de las células de Schwann. • alteraciones metabólicas: la hiperglicemia tiene como consecuencia, además, la alteración funcional de un gran número de enzimas metabólicas, metabolitos, receptores y factores de crecimiento. • Una de las consecuencias funcionales más importantes de la neuropatía diabética es la disminución de la velocidad de conducción nerviosa. Esta disminución es uno de los signos patológicos más tempranos en la neuropatía diabética. La velocidad del impulso nervioso depende principalmente de tres factores: • el calibre de la fibra. El calibre axonal está principalmente determinado por la cantidad de neurofilamentos y el espacio existente entre ellos • el aislamiento de la fibra, que viene determinado por el grosor de la mielina. • la corriente que se genera en los nodos. Este factor depende del gradiente iónico generado por las bombas y del número de canales de Na+ dependientes de voltaje que existan en los nodos. Resultados de nuestro laboratorio en el modelo de neuropatía diabética En nuestro estudio, la diabetes se indujo en los animales de experimentación con una inyección de estreptozotocina (STZ) A modo de resumen, nuestros resultados indican que, al menos en los tres primeros meses después de la inducción de la diabetes, la mielina es el principal componente del nervio ciático afectado en ratas, con una reducción en la expresión génica de las proteínas de la mielina P0 y PMP22. El hecho de que los componentes principales del citoesqueleto (neurofilamentos y la αtubulina) y MAG (que regula a través de la fosforilación de los neurofilamentos el calibre axonal) no se modifiquen, nos hace pensar que el componente axonal en cambio, no se ve afectado en las fases iniciales de esta neuropatía. De esta manera, podemos suponer que los cambios en la mielina preceden a los cambios en el axón en nuestro modelo de neuropatía diabética y que la disminución de la cantidad de ARNm para P0 y PMP22, representa uno de los primeros indicadores del daño en el nervio en esta enfermedad. Asimismo, podemos pensar que el déficit de conducción del impulso nervioso descrito en etapas tempranas de la neuropatía diabética, se debe en parte a las alteraciones en la función de la mielina, consecuencia de la disminución en la expresión de dichas proteínas. Efecto de la progesterona en la expresión de las proteínas de la mielina del nervio ciático de ratas diabéticas. Hemos comentado que en la neuropatía diabética se produce una reducción en la expresión génica de P0 y PMP22. Dado que se ha demostrado que la progesterona y sus derivados influyen en la expresión de dichas proteínas se administraron dichos esteroides con el fin de evaluar si eran capaces de revertir aquella disminución. La progesterona bloqueó la disminución en la expresión génica de P0 provocada por la diabetes, sin embargo, fue incapaz de revertir el descenso en la expresión génica de PMP22. Por otro lado, la expresión génica de P0 y PMP22 en ratas diabéticas no se vio alterada por el tratamiento con DHP y THP. Ya hemos comentado anteriormente que P0 y PMP22 forman complejos en las membranas mielínicas y que la expresión de PMP22 está profundamente influida por la de P0. No obstante y aunque la diabetes experimental tiene un efecto similar en la expresión génica de ambas proteínas, la progesterona únicamente afecta a la cantidad de ARNm para P0 en nuestro modelo. A día de hoy, no existe un tratamiento específico para la neuropatía diabética. Todos los potenciales tratamientos aún están en fase experimental y la mayoría están enfocados a disminuir el daño provocado por los altos niveles de glucosa en el ambiente nervioso; los inhibidores de la aldosa reductasa o los antioxidantes son algunos de los tratamientos en fase de experimentación en ratas. Sin embargo, existen pocos orientados a estimular los mecanismos endógenos de reparación y regeneración. La combinación de ambas aproximaciones terapéuticas, reducir por un lado el daño y por otro estimular los procesos de regeneración, se presenta como la terapia ideal para reestablecer el correcto funcionamiento del nervio. Ya hemos señalado que la progesterona constituye un factor autocrino que participa en la remielinización posterior a una lesión en el SNP (6), por lo que la estimulación local de la síntesis de progesterona en las células de Schwann podría contribuir a la regeneración de los nervios dañados por el ambiente hiperglicémico. Envejecimiento La función de los nervios periféricos se ve afectada por el envejecimiento. Se ha descrito que la velocidad de conducción nerviosa es menor en sujetos ancianos que en jóvenes. Las pérdidas funcionales pueden ser consecuencia de una pérdida de fibras nerviosas, de la presencia de anormalidades en la mielina y de alteraciones del tejido conectivo y vascular de los nervios, entre otras causas. El envejecimiento también afecta a la capacidad de regeneración y de inervación de los órganos diana, aunque con distintos grados dependiendo de si la fibra es motora, sensitiva o autonómica. Es posible que la pérdida en la función del nervio periférico se deba en parte a una disminución en la síntesis, metabolismo y transporte de los esteroides sexuales asociada con la edad. Dado que los progestágenos son capaces de influir en el proceso de mielinización y que la DHT modifica la expresión génica de la P0. Resultados de nuestro laboratorio en el envejecimiento Estudios hechos en nuestro laboratorio confirman un descenso tanto en el número de fibras totales como en las fibras mielínicas pequeñas. Es más, las alteraciones en la mielina de ratas viejas han quedado patentes por un aumento significativo en el número de fibras con un perfil irregular y en el número de fibras que presentan invaginaciones mielínicas en el axoplasma. Dichas alteraciones son características en situaciones de atrofia y degeneración axonal, un fenómeno que ocurre durante el envejecimiento. Efecto de los progestágenos y de los andrógenos en el nervio ciático de ratas viejas En los nervios de ratas viejas, el tratamiento con testosterona o con sus derivados metabólicos DHT y 3α-diol no afecta a ninguno de los parámetros de la mielina evaluados en nuestro estudio. En cambio, tanto la progesterona, como sus derivados DHP y THP, tienen un claro efecto sobre el número de fibras mielínicas, su contorno y la presencia de anormalidades en la mielina. También, el grado de mielinización de las fibras mielínicas pequeñas se ve significativamente aumentado por el tratamiento con progesterona, DHP y THP. Se ha propuesto que la progesterona y sus derivados influyen en la expresión de las proteínas de la mielina a través de dos mecanismos: la progesterona y DHP se unen al receptor de progesterona y el complejo esteroide-receptor actúa como factor de transcripción de las proteínas de la mielina. THP sin embargo, actuaría a través de un mecanismo independiente del receptor de progesterona y que implica su interacción con los receptores de membrana GABAa. Con todos estos resultados en conjunto hemos demostrado que, tanto progesterona, como sus derivados DHP y THP protegen al tejido nervioso periférico de las alteraciones morfológicas asociadas con la edad. Las alteraciones en la mielina constituyen uno de los factores principales en el desarrollo de las alteraciones fisiológicas del nervio. Es lógico pensar que la preservación de la morfología con el tratamiento con progestágenos se traduzca a su vez en una mejora en la velocidad de conducción del impulso nervioso. No obstante, son necesarios estudios que constaten directamente el efecto de los progestágenos sobre la alteración en la velocidad del impulso nervioso que ocurre durante el envejecimiento. Como conclusión, hemos presentado evidencias que señalan a la progesterona y sus derivados DHP y THP como agentes regeneradores en el SNP en situaciones de lesión. Algunas de las alteraciones producidas por la diabetes y por el envejecimiento en el nervio ciático de ratas son revertidas por la administración de progesterona o sus derivados. De esta manera, los esteroides y en particular, los progestágenos se revelan como factores determinantes de la función nerviosa en el SNP. De igual manera, constituyen una posible diana terapéutica para el tratamiento de situaciones en las que sea necesaria una reconstrucción de la mielina y/o una regeneración axonal, como después de un daño en nervios periféricos, durante el envejecimiento o en enfermedades desmielinizantes hereditarias como la de Charcot-Marie-Tooth tipo 1a o el síndrome de Déjérine-Sottas. AGRADECIMIENTOS Todos estos datos que hemos presentado, se encuentran publicados en diferentes trabajos de investigación y son parte de la Tesis Doctoral del Dr. Sergio Veiga Herreros. BIBLIOGRAFÍA Azcoitia I, Leonelli E, Magnaghi V, Veiga S, Garcia-Segura LM, Melcangi RC 2003 Progesterone and its derivatives dihydroprogesterone and tetrahydroprogesterone reduce myelin fiber morphological abnormalities and myelin fiber loss in the sciatic nerve of aged rats. Neurobiol Aging 24:853. Baulieu E, Schumacher M 2000 Progesterone as a neuroactive neurosteroid, with special reference to the effect of progesterone on myelination. Steroids 65:605. Ceballos D, Cuadras J, Verdu E, Navarro X 1999 Morphometric and ultrastructural changes with ageing in mouse peripheral nerve. J Anat 195:563. Eckersley L 2002 Role of the Schwann cell in diabetic neuropathy. Int Rev Neurobiol 50:293. Garbay B, Heape AM, Sargueil F, Cassagne C 2000 Myelin synthesis in the peripheral nervous system. Prog Neurobiol 61:267. Koenig HL, et al. 1995 Progesterone synthesis and myelin formation by Schwann cells. Science 268:1500. Magnaghi V, et al. 1999 Po gene expression is modulated by androgens in the sciatic nerve of adult male rats. Brain Res Mol Brain Res 70:36. Melcangi RC, et al. 1999 Progesterone derivatives are able to influence peripheral myelin protein 22 and P0 gene expression: possible mechanisms of action. J Neurosci Res 56:349. Rubin LL, Gatchalian CL, Rimon G, Brooks SF 1994 The molecular mechanisms of neuronal apoptosis. Curr Opin Neurobiol 4:696. Rupprecht R, Holsboer F 1999 Neuroactive steroids: mechanisms of action and neuropsychopharmacological perspectives. Trends Neurosci 22:410. Simoncini T, Genazzani AR 2003 Non-genomic actions of sex steroid hormones. Eur J Endocrinol 148:281. Verdu E, Buti M, Navarro X 1996 Functional changes of the peripheral nervous system with aging in the mouse. Neurobiol Aging 17:73. Zwain IH, Yen SS 1999 Neurosteroidogenesis in astrocytes, oligodendrocytes, and neurons of cerebral cortex of rat brain. Endocrinology 140:3843. PARTE III CRECIMIENTO Y MADURACIÓN SEXUAL CAPÍTULO 16 H O R M O N A D E C R E C IM IE N T O ) % ' La hormona de crecimiento o somatotropina (GH, growth hormone) es la hormona adenohipofisaria más abundante. En condiciones normales, la hipófisis humana contiene entre 5 y 10 mg de GH, lo que supone un 10% del peso de la glándula. La GH hipofisaria pertenece a una familia de hormonas estructuralmente relacionadas que se encuentran codificadas por un cluster de 5 genes localizados en el brazo corto del cromosoma 17, constituido por los genes hGH-N (que codifica la GH hipofisaria), hGHV (que codifica la GH variante o GH placentaria), hCS-A y hCS-B (que codifican la misma proteína, la somatomamotropina coriónica) y hCS-L (que codifica la pseudosomatomamotropina coriónica). De todos ellos, el gen hGH-N es el único que se expresa durante el periodo postnatal. Además, la familia de genes GH se encuentra también relacionada estructuralmente con el gen de la PRL, habiéndose originado todos ellos de un precursor ancestral común. La propia GH hipofisaria es, en realidad, un conjunto de hormonas en la que la forma mayoritaria (aproximadamente el 90%) es una proteína de 191 aminoácidos y 22 kDa, denominada GH22K. El 10% restante está constituido principalmente por una variante originada por un procesamiento alternativo del mRNA en el que se eliminan los 45 primeros nucleótidos del exón III, dando lugar a una proteína de 20 kDa que presenta una supresión interna de 15 aminoacidos (GH20K). Existen, además, otras variantes de GH hipofisaria originadas por procesamientos alternativos diferentes al descrito y por modificaciones posttraducción (deamidación, glucosidación, dimerización, oligomerización, etc.). El significado fisiológico de las distintas variantes de GH es desconocido. REGULACIÓN DE LA SECRECIÓN DE GH La secreción de GH se produce de forma episódica, con múltiples picos de secreción separados por periodos en los que los niveles de GH son prácticamente indetectables. El máximo de secreción de GH se produce durante la noche, asociado a la fase de ondas lentas del sueño. Este pico de secreción está más asociado al ciclo sueño/vigilia que al ritmo luz/oscuridad y, de hecho, los individuos que duermen de día presentan también la máxima secreción de GH durante la fase de ondas lentas. El patrón de secreción de GH presenta un marcado dimorfismo sexual. En mujeres los picos son más frecuentes y de menor amplitud. La secreción de GH está regulada fundamentalmente por 2 neurohormonas hipotalámicas, una de carácter estimulador, la GHRH y otra de carácter inhibidor, la somatostatina (SS o SRIF) (figura 16.1, véase capítulo 9). Ambas son liberadas a la circulación portal de forma alternante, es decir, cuando se produce un pulso secretor de GHRH se inhibe la liberación de SS, y cuando aumenta la secreción de SS disminuye la de GHRH. Recientemente se ha descrito un nuevo péptido liberador de GH denominado ghrelina (véase capítulo 17. La ghrelina es un péptido de 28 aminoácidos que es liberado por las células oxínticas de la mucosa gástrica y que estimula de forma selectiva la síntesis u secreción de GH hipofisaria actuando a través de receptores específicos acoplados a Gs. Sin embargo, los ratones knockout de ghrelina no presentan ninguna alteración del crecimiento ni ninguna diferencia en su fenotipo con relación a los ratones normales. .&+) C" ) . . D ,) *@& ) &( . . .&+54& & .3' ) Figura 16.1. Regulación de la secreción de GH Además de por GHRH, SS y ghrelin, la secreción de GH está regulada por múltiples neurotransmisores, neuropéptidos, hormonas periféricas y señales metabólicas, aunque la mayor parte de ellos lo hacen de forma indirecta, modulando la liberación de GHRH y/o de SS. Dentro de los neurotransmisores, los más importantes son la noradrenalina, la acetilcolina, la dopamina y el óxido nítrico. Entre las hormonas periféricas, las más importantes son los esteroides sexuales, responsables del patrón dimórfico de secreción y la IGF-1 una proteína sintetizada en el hígado capaz de inhibir la secreción de GH actuando tanto sobre la hipófisis como sobre el hipotálamo. Otras hormonas periféricas implicadas en el control de la secreción de GH son los glucocorticoides, las hormonas tiroideas y la leptina. ACCIONES BIOLÓGICAS DE LA GH A diferencia del resto de hormonas adenohipofisarias, la GH carece de un órgano diana definido, ejerciendo sus acciones sobre múltiples tejidos. Aunque, como su nombre indica, uno de los principales efectos de la GH es inducir el crecimiento corporal, la GH es, en realidad, una importante reguladora de múltiples aspectos del metabolismo celular, siendo el crecimiento únicamente una consecuencia de ellos. • efecto anabolizante. La GH estimula la síntesis proteica debido a que aumenta la captación celular de aminoácidos, incrementa la traducción del mRNA y disminuye el catabolismo proteico. Estos efectos se ejercen principalmente sobre hígado y músculo. • efecto lipolítico. La GH favorece la utilización de grasas como fuente de energía y, de esta forma, estimula la lipolisis sobre todo en músculo e hígado. Como consecuencia de este efecto lipolítico, se produce un incremento de los niveles de FFA en plasma. Además, la GH favorece la β-oxidación de los ácidos grasos, lo que genera un aumento de la formación de acetil CoA. Este exceso de acetil CoA favorece la formación de cuerpos cetónicos, pudiendo llegar, en algunos casos, a producirse cetoacidosis. Además, el exceso de acetil CoA produce un ahorro de piruvato en el ciclo del ácido cítrico y estimula la neoglucogénesis, lo que favorece el efecto hiperglucemiante de la GH. • efecto hiperglucemiante. La GH produce un aumento de la glucemia debido a que disminuye la captación celular de glucosa, fundamentalmente en músculo y tejido adiposo. Este efecto es en parte secundario al aumento de la lipolisis y por lo tanto de los niveles de FFA en plasma y en parte debido a una modulación del número de transportadores GLUT por la GH. En segundo lugar, la GH disminuye la utilización de la glucosa como fuente de energía al favorecer la oxidación de FA. Además, la GH aumenta la liberación de glucosa por el hígado, debido a que incrementa la neoglucogénesis (en parte también secundario al aumento de la lipolisis) y antagoniza los efectos de la insulina en músculo y tejido adiposo (pero no en hígado). • estimulación de la proliferación celular. La GH es capaz de actuar como un factor mitogénico en múltiples tipos celulares, entre los que se encuentran los condrocitos del cartílago de crecimiento, células hemáticas, células musculares, etc. • estimulación de la supervivencia celular. La GH actúa como un factor de supervivencia inhibiendo de forma directa vías proapoptóticas. • estimulación de la diferenciación celular. El receptor de GH pertenece a la familia de receptores de citoquinas. Su dominio intracelular se encuentra acoplado a JAK-2. Para que se produzca la activación del GHR ha de producirse un proceso de dimerización que es inducido por la propia GH que presenta en su secuencia dos sitios de unión al GHR (denominados sitio I y sitio II). La unión de una molécula de GHR al sitio 1 de una molécula de GH provoca el reclutamiento de una segunda molécula de GHR que se une al sitio II de la GH. La formación de este complejo trimérico produce un cambio conformacinal del dominio intracelular del receptor que a su vez determina su fosforilación y la fosforilación de JAK-2. El dominio extracelular del GHR puede sufrir un procesamiento proteolítico dando lugar a la formación de la proteína transportadora de GH (GHBP) que actúa como almacén circulante de la hormona. LA FAMILIA DE FACTORES DE CRECIMIENTO INSULIN-LIKE (IGFs) Tras el descubrimiento realizado a finales de los años 50 por un grupo de investigadores, sugiriendo la posibilidad de que ciertas acciones hasta el momento atribuidas de forma directa a la GH podrían no ser mediadas por ésta, planteó la posibilidad de que existiese un factor, que aunque dependiente de GH, fuese el responsable directo de algunas las acciones desempeñadas por la hormona. En base a la naturaleza de los efectos biológicos desempeñados por este nuevo factor, principalmente metabólicos y muy similares a los de la insulina, se le denominó inicialmente “somatomedina”, siendo posteriormente rebautizado con el nombre de factor de crecimiento insulin-like, IGF-1 (Insulin-like growth factor-1), principalmente debido a su homología estructural con la propia insulina. Esta característica va a definir una nueva familia de factores de crecimiento (IGFs) que incluye los tres ligandos identificados hasta el momento: IGF-1, IGF-2 e insulina. No obstante, a partir de ahora al referirnos a los IGFs estaremos hablando principalmente de IGF-1 e IGF-2. Tanto IGF-1 como IGF-2 son sintetizados en múltiples tejidos y secretados a medida que se sintetizan, no siendo almacenados en ningún órgano tras su síntesis. Aunque las principales acciones de IGFs son ejercidas de forma autocrina/paracrina, no podemos olvidarnos de las desempeñadas de forma endocrina (a distancia); responsable de estas acciones es el IGF-1 circulante cuya principal fuente de síntesis es el hígado, tal y como se ha podido demostrar tras la generación del mutante condicional de igf1 en ratón, modelo en el que el gen de IGF-1 ha sido selectivamente eliminado en el tejido hepático y no en el resto de tejidos en los que se expresa. De hecho, este mutante condicional de igf1 en hígado presenta una reducción de aproximadamente un 75% de los niveles de IGF-1 circulantes séricos, lo que indica a su vez que los niveles circulantes de IGF-1 tras la liberación de GH son generados principalmente a expensas del IGF-1 de origen hepático. Curiosamente y a pesar de esta importante reducción no se ha podido observar efecto alguno sobre el desarrollo postnatal. Los receptores de los IGFs y sus proteínas transportadoras (IGFBPs) IGF1 es de ambos el factor más relevante durante el periodo de vida postnatal, mientras que IGF-2 parece jugar un importante papel principalmente a lo largo del periodo fetal. Ambos factores ejercen sus acciones biológicas a través del receptor de IGF-1 (IGF1-R), receptor que presenta una homología con el receptor de insulina superior al 60% en su secuencia proteica, llegando a ser ésta del 85% en su dominio tirosina-quinasa. Estructuralmente es un tetrámero, formado por 2 cadenas alfa y dos cadenas beta unidas entre si por puentes disulfuro. Las subunidades α conforman el dominio extracelular del receptor y contienen la secuencia de reconocimiento del ligando. Las subunidades β constituyen los dominios transmembrana e intracelular del receptor, siendo por tanto las encargadas de anclar el receptor a la membrana celular (dominio transmembrana) y de alojar el dominio quinasa (dominio intracelular). Una vez el ligando se une al receptor, éste se activa fosforilando a su vez a una proteína asociada al dominio intracelular denominada IRS, cuya activación será fundamental en el mecanismo de transmisión de la señal (figura 16.2). El receptor IGF-II/manosa-6-fosfato es una proteína transmembrana de cadena sencilla con un dominio citoplasmático corto. Este segundo receptor presenta mayor afinidad por IGF2 y manosa-6-fosfato, y probablemente participe únicamente en el proceso de internalización y degradación de IGF-2 contribuyendo a la regulación de los niveles extracelulares de este factor durante el periodo de desarrollo fetal. Las acciones de los IGFs están reguladas a su vez por una familia de proteínas transportadoras denominadas IGFBPs (IGF binding proteins). Hasta el momento han sido identificadas seis de ellas, y aunque todas son codificadas por genes diferentes presentan una elevada homología entre ellos, lo que hace suponer que proceden de un gen ancestral común. A diferencia de lo que ocurre con las proteínas transportadoras de otros ligandos, como las de GH (GHBPs), en las que existe una clara relación estructural entre sus proteínas transportadoras y el receptor específico, en la familia de IGFs esta relación no existe. Esta diferencia estructural entre IGF-Rs e IGFBPs condiciona el hecho de que las proteínas transportadoras presenten una alta afinidad por los IGFs pero no por la insulina, a diferencia de los que ocurre, como ya hemos visto anteriormente, en el caso del receptor de IGF-I. De todas las proteínas transportadoras una de las más importantes es la IGFBP3, principal responsable de regular los efectos biológicos del IGF-I circulante. Esta IGFBP unida al IGF-I circulante y la subunidad ácido lábil (ALS) conforman el denominado complejo ternario. Tanto las IGFBPs como la ALS son sintetizadas principalmente en el hígado (al igual que la IGF-I circulante) y su síntesis depende tanto del estado nutricional como de los niveles de GH. Como ocurre con todas las proteínas transportadoras, las IGFBPs regulan la vida media de los IGFs, así como su disponibilidad y por lo tanto su actividad biológica. Además, existe también una importante síntesis de IGFBPs local, que actuaría regulando la biodisponibilidad del IGF-I sintetizado en los distintos tejidos (acción paracrina). Figura 16.2. Estructura del receptor de IGF1 PRINCIPALES ACCIONES DE LOS FACTORES DE CRECIMIENTO INSULIN-LIKE Como ya hemos adelantado, la irrupción de los modelos animales modificados genéticamente ha permitido una mejor caracterización de las funciones fisiológicas desempeñadas por estos factores. La eliminación selectiva del gen igf1 no tejidoespecífica provoca una disminución del tamaño en los neonatos e impide su posterior crecimiento postnatal. Sin embargo aquellos en los que tanto el gen de GH como el de GHR fueron delecionados presentan un tamaño normal en el momento del nacimiento, lo que demuestra que IGF-1 puede ejercer su papel sobre el crecimiento fetal de forma GH-independiente. Entre las principales acciones biológicas desempeñadas por IGF-1 podemos citar: • acción hipoglucemiente. El IGF-1 ejerce sobre el metabolismo acciones similares a las de la insulina, aunque menos potentes. Estimula la captación de glucosa y la utilización de glucosa como fuente de energía. Estas acciones opuestas a las ejercidas por la GH, son las responsables de lo que antiguamente se conocía como efecto hipoglucemiante a largo plazo de la GH. • aumento de la síntesis de FFA. • estimulación de la proliferación celular. Al igual que ocurría con la GH, IGF-I actúa como un factor mitógenico en múltiples tipos celulares. • stimulación de la supervivencia celular. Por tanto, la importancia del IGF-1 no sólo se ha puesto de manifiesto en la clínica tras haber identificado individuos que presentaban delecciones parciales del gen, lo que provoca un grave retraso del crecimiento así como sordera neurosensorial, microcefalia y retraso mental, si no que también los diferentes modelos basados en animales modificados genéticamente en los que IGF-1 ha sido delecionado de forma específica fenocopian todo lo observado en este tipo de pacientes. Por otra parte, y como ya hemos comentado a lo largo de este capítulo, la eliminación de la expresión del gen de IGF-1 en hígado no muestra un fenotipo característico de la ausencia total de la hormona, aunque si un incremento de los niveles de GH, lo que sugiere que la IGF-1 circulante no es vital para estimular el crecimiento, aunque sí parece desempeñar un papel importante en el sistema de retroalimentación de la GH (figura 16.1). 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CAPÍTULO 17 R E G U L A C IÓ N Y A C C IO N E S D E L A G H R E L IN A " . +" % +" Los primeros agonistas sintéticos con actividad similar a la ghrelina, los péptidos liberadores de GH (GHRPs) y secretagogos de GH (GHSs) fueron descubiertos por Bowers y colaboradores, a finales de los 70, seguido por la clonación del receptor de los GHs (GHS-R) en 1996 por Smith y colaboradores. Posteriormente, los estudios realizados por el grupo de Kojima llevaron a la identificación de un péptido acilado de 28 aminoácidos como el ligando endógeno para el (GHS-R) al que se le denominó ghrelina. Esta molécula posee una acilación de la serina 3 (Ser3) que parece ser la responsable de la actividad biológica de la ghrelina, siendo la primera vez que se ha observado esta modificación en la fisiología de los mamíferos. La zona octanoilada es esencial para la unión y activación del subtipo GHS-R1a. Además, la ghrelina también se puede unir a diferentes subtipos del GHS-R o familias de receptores donde la cara octanoilada no es necesaria. La ghrelina no acilada no posee actividad liberadora de GH ni ninguna otra acción endocrina (figura 17.1). El segundo ligando endógeno para los GHS se aisló también en el estómago de rata. Se denominó des-Gln14-ghrelina y tiene también la esterificación en el residuo 3 de la serina. Es idéntica a la ghrelina excepto en una glutamina que se ha perdido en la posición 14, posiblemente a través de un splicing alternativo del gen de la ghrelina. La des-Gln14-ghrelina tiene una potencia similar a la ghrelina en cuanto a producir un aumento en las concentraciones plasmáticas de GH. Recientemente se han aislado nuevas isoformas de la ghrelina, que dependiendo del tipo de acilación que presenta el residuo 3 de la serina se han clasificado en cuatro tipos distintos: ghrelina 27aa octanoilada, ghrelina decanoilada, ghrelina 27aa decanoilada y ghrelina octanoilada. Todas estas formas moleculares de la ghrelina están presentes tanto en el estómago como en el plasma de humanos. La ghrelina se produce predominantemente en el estómago, mientras que cantidades mucho menores se han detectado en diferentes órganos (tabla 17.1). Aunque la mayor parte de los niveles circulantes de ghrelina provienen del estómago, otras fuentes pueden incrementar la secreción de la ghrelina de manera compensatoria, ya que después de la gastrectomía los niveles de la hormona en plasma solo se reducen un 65%. 1 3 1$2 #3 7 *(5 & ) + 7 $ 1 1$2 3 /0 0 #/ ) * * ) / * ,*+,)'B,*"&( .0 ( . /0 0 . / / #) (')*' &+,)' -1 / / - ! ! & # " " $ # & " ! # " " $ # % ! % " " # # ' 'B,*"&( " ' 'B,*"&( &" * &" Figura 17.1. La ghrelina es el único péptido natural conocido en la biología de los mamíferos que posee una acilación de un residuo aminoácido que es imprescindible para sus actividades biológicas. Bajo la influencia de una todavía desconocida acyl-transferasa, un grupo hidroxilo de la serina en la posición 3 de la molécula de la ghrelina es octanoilada. Esta modificación postranscripcional de la ghrelina es esencial para la unión y activación del GHS-R 1a, mediante el cual ejerce sus acciones sobre la liberación de la GH, sobre el balance energético y la homeostasis de la glucosa. Aunque la principal forma activa de la ghrelina humana es un péptido octanoilado de 28 aa, la gran mayoría (80–90%) de la ghrelina circulante se ha observado que no está octanoilada. Esta ghrelina no acilada posee efectos cardiovasculares y antiproliferativos, y parece lógico pensar que estas actividades están mediadas por algún subtipo de la familia de receptores que todavía no se conoce. Debido a la ausencia de una información más detallada sobre la especificidad de los tejidos, la reversibilidad y las cinéticas de los enzimas del proceso de desoctanoilación, la información que podemos obtener de la cuantificación de la ghrelina plasmática es muy limitada, pero debería incluirse el análisis de ambas formas. Tabla 17.1. Distribución de la ghrelina en los diferentes tejidos. Organo Tipo celular Estómago Hipófisis Hipotálamo Riñón Placenta Páncreas Pulmón Esófago Ovario Testículo Células X/A Núcleo Arcuato Células cito- y sincitiotrofoblásticas Células α y β Células endocrinas Cuerpo lúteo Células de Leydig REGULACIÓN DE LA GHRELINA El nivel de activación del GHS-R es el parámetro decisivo para la acción de ghrelina. La regulación de la acción de la ghrelina involucra diferentes mecanismos que son al menos en parte, independientes. Estos mecanismos incluyen: 1) la regulación de la transcripción y traducción del gen de ghrelina; 2) el nivel de actividad enzimática de la acil transferasa que es responsable de la octanoilación de la molécula; 3) tasa de secreción de la ghrelina; 4) proceso enzimático que desactiva la ghrelina circulante; 5) posible influencia de las proteínas de unión al ghrelina sobre la bioactividad de las hormonas; 6) accesibilidad del tejido-diana (por ejemplo el transporte a través de la barrera hematoencefálica); 7) degradación de la ghrelina a su paso por el hígado o el riñón; 8) concentración circulante de ligandos endógenos adicionales u otras posibles hormonas con reacción cruzada; 9) la cantidad de expresión del GHS-R en el tejido diana; 10) su sensibilidad a los mecanismos de señalización intracelulares. Los niveles de ghrelina disminuyen en individuos obesos, mientras que se incrementan en pacientes con malnutrición debido a caquexia o anorexia nerviosa. Una excepción es el síndrome Prader-Willi es el síndrome más común de obesidad humana. Se caracteriza por una hiperfagia severa, deficiencia en GH e hipogonadismo entre otras. En los pacientes con este síndrome los niveles de ghrelina son muy elevados respecto a los otros tipos de obesidad. Mientras que en los diferentes modelos de obesidad la ghrelina se correlacionaba negativamente con el índice de masa corporal, en los pacientes con síndrome Prader-Willi, la hiperghrelinemia parece ser la responsable de la hiperfagia. Por último, los niveles de ghrelina se incrementan antes de la ingesta, y disminuyen hasta valores normales tras la alimentación, indicando que esta hormona participa en el inicio de la ingesta. ACCIONES DE LA GHRELINA Ghrelina y secreción de GH Tanto los experimentos realizados en roedores como los ensayos clínicos, han demostrado que la ghrelina posee una potente actividad liberadora de GH. El grupo de Kojima realizó un ensayo para determinar la actividad liberadora de GH que presentaba la ghrelina y determinó que su potencia sobre la liberación de GH era comparable a la de GHRH. En estudios realizados in vivo, se ha demostrado que los niveles plasmáticos de GH se incrementan tras la administración de ghrelina a diferentes dosis. Este efecto estimulador de la ghrelina sobre la secreción de GH puede llegar a ser de 2 a 3 veces mayor que el ejercido por la GHRH. Por el contrario, estudios in vitro han demostrado que el potencial liberador de la ghrelina sobre GH es menor que el ejercido por la GHRH, mientras que no afecta a la secreción de otras hormonas hipofisarias tales como la PRL, FSH, LH, TSH o ACTH. La diferencia en los resultados obtenidos podría explicarse ya que la GHRH es necesaria para la proliferación de células somatotropas. Los datos obtenidos en humanos, corroboran que la ghrelina ejerce una acción estimuladora sobre la secreción de GH. Además, los niveles plasmáticos de la hormona aumentan durante el ayuno, seguidos de cambios marcados en los niveles de GH, lo cual indica que la ghrelina es responsable del incremento de los niveles de GH durante el ayuno. Sin embargo, no existe una correlación significativa entre los niveles plasmáticos de ghrelina y los niveles circulantes de GH o IGF-1 en un estado normal. La liberación de GH ocurre mediante vías mediadas tanto por SS como por GHRH. A pesar de que la ghrelina y el GHRH actúan mediante distintos receptores, la presencia de GHRH es necesaria para que la ghrelina ejerza su acción. La GHRH incrementa la expresión tanto de ghrelina como del GHS-R, mientras que la interacción entre la ghrelina y la SS no está tan clara. En estudios realizados con ratas Dwarf, con déficit de GH, se ha observado que la administración central de ghrelina incrementa la expresión de GHRH en el núcleo arcuato y SS en el núcleo paraventricular. Ghrelina y balance energético Los ensayos realizados en humanos mostraron un efecto orexigénico de ghrelina. Del mismo modo, en experimentos realizados con animales, los resultados indicaron que la administración de ghrelina producía adiposidad debido al incremento de la ingesta, así como una reducción en el gasto energético. La actividad orexigénica y adipogénica son independientes de la capacidad de liberar GH, y son mediadas por mecanismos centrales específicos que a su vez son también modulados por la leptina. La regulación de la secreción de ghrelina así como de sus acciones biológicas, parecen ser opuestas a la leptina. Sin embargo, ambos factores, podrían estar involucrados en el mismo mecanismo regulador que se ha desarrollado para informar al sistema nervioso central sobre los diferentes estados del balance energético. En los humanos, los niveles circulantes de ghrelina disminuyen durante la obesidad y la ingesta aguda, estados de un balance energético positivo, mientras que los niveles plasmáticos se incrementan con el ayuno y pacientes con anorexia nerviosa. En los roedores, el ayuno y la hipoglicemia incrementan los niveles de ghrelina, mientras que la ingesta, especialmente de carbohidratos, disminuye la secreción de ghrelina. Interacciones entre ghrelina y leptina: acciones opuestas en la regulación de la ingesta Uno de los descubrimientos más importantes en cuanto a regulación de la homeostasis metabólica, ha sido la clonación de la leptina. Los ratones que no poseen este gen (ob/ob) o carecen de los receptores de la leptina (db/db) poseen una obesidad mórbida y son hiperfágicos. La leptina se libera principalmente en el tejido adiposo y una de sus principales funciones es la de informar al hipotálamo de las reservas energéticas del tejido adiposo. En el hipotálamo se encuentran diferentes neuropéptidos que actúan como mediadores de las señales de adiposidad en el sistema nervioso central, algunos de los cuales hablaremos a continuación (figuras 17.2 y 17.3). D+ 7 ' * 1 D * ' &N 77 . 4 Figura 17.2. El núcleo arcuato (ARC) presenta dos tipos de neuronas con acciones opuestas. La activación de las neuronas AGRP/NPY incrementa el apetito y el metabolismo, mientras que la activación de las neuronas POMC/CART tiene el efecto opuesto. Estas neuronas se conectan con un segundo grupo de neuronas en otros centros del cerebro, y así las señales se transmiten a través del tracto solitario hasta el cuerpo. Muchas de las hormonas reguladoras del apetito funcionan a través del ARC, aunque también pueden ejercer efectos directos sobre el tracto solitario y otros núcleos del cerebro. J * ' : /+,* &5( * 'B,*"&( *( *" * 5 &5( * 'B,*"&( *( *" B&+) C" ' 7*0,)( 7 6 ' ') ) * +, * ' 7*0,)( D . 4 : /+,* &5( 7 6 ' 7 6 . ") 0*) * " 0(&5( *G . ' ('* 1 : /+,* &5( 4 &2& * " 23 (),*/&'F(& * ('* Figura 17.3. Mecanismos de acción de ghrelin y su interacción con la leptina. Diferentes estudios han sugerido que el neuropéptido Y (NPY) es esencial para la vía de señalización de la leptina. La administración central de este neuropéptido mimetiza los efectos de la deficiencia de leptina, entre los que se incluyen la hiperfagia, la disminución de la termogénesis en el tejido adiposo pardo y la resistencia a insulina hiperinsulinémica. Además, la leptina inhibe la expresión de NPY en el núcleo arcuato y la administración de NPY reduce la hiperfagia y la obesidad de los ratones ob/ob, indicando que la leptina, para ejercer sus acciones requiere la señalización de NPY. Las melanocortinas (MC) como la hormona estimuladora de melanocitos α (MSH), junto con otras señales tales como la hormona liberadora de corticotropina (CRH), hormona liberadora de tirotropina (TRH), transcrito regulado por cocaína y anfetamina (CART) y la interleuquina-1β (IL-1 ) crean un balance energético negativo. La síntesis neuronal de estos péptidos se incrementa en respuesta al incremento de la señal de adiposidad en el cerebro. Las MC son péptidos que derivan de la forma precursora pro-opiomelanocortina (POMC) y ejercen sus efectos mediante la unión a los miembros de la familia de receptores de MC. Los agonistas sintéticos para los receptores de MC suprimían la ingesta, mientras los antagonistas sintéticos producían el efecto contrario. El péptido relacionado con Agouti (AgRP) hipotalámico se localiza en el núcleo arcuato y se incrementa por el ayuno y por la deficiencia de leptina, indican que los antagonistas de los receptores de MC son muy importantes en la regulación del peso corporal, y de acuerdo con su papel como molécula anabólica, AgRP provoca hiperfagia. Por otro lado, la MCH se sobreexpresa en los ratones ob/ob y durante el ayuno. La administración intracerebroventricular de MCH estimula la ingesta, y el ratón knockout de MCH (mch-/-) presenta una disminución de la masa corporal e hipofagia. Se sabe que las células inmunorreactivas para la ghrelina se localizan en el núcleo arcuato del hipotálamo, así como en el estómago. En el hipotálamo, la expresión de GHS-R colocaliza con neuronas que expresan NPY, SS, GHRH y POMC. Se ha descrito que la ghrelina incrementa la expresión del ARNm de NPY y AgRP. Por tanto, todos estos resultados parecen indicar que el efecto orexigénico de la ghrelina debe estar mediado por NPY/AgRP, que a su vez activarían los mecanismos orexigénicos involucrados en la regulación de la ingesta y del peso corporal. Recientemente, también se ha comprobado que la ghrelina, además de incrementar la ingesta, posee la capacidad de disminuír la actividad locomotora en los roedores (figura 17.3). Se ha demostrado que existe una interacción entre la leptina y la ghrelina, ambas tienen acciones contrarias (la ghrelina es orexigénica mientras que la leptina es anorexigénica) y ambas regulan de manera opuesta la expresión de NPY/AgRP. El efecto saciante de la leptina es abolido por la coadministración de ghrelina, lo que demuestra sus acciones antagónicas; y en las ratas Zucker, que poseen una resistencia parcial a la leptina, el efecto de la ghrelina es mayor, lo que indica que cuando la actividad de la leptina disminuye, los efectos de la ghrelina son más potentes. En este sentido, estudios recientes realizados en nuestro laboratorio han demostrado que ambos factores regulan también de manera diferencial la expresión del ARNm de GHS-R en el núcleo arcuato, ya que la ghrelina estimula la expresión de su receptor, mientras que la leptina inhibe la expresión del GHS-R (figura 17.4). Por tanto, parece que in vivo, estas dos hormonas interactúan a nivel hipotalámico, más concretamente en el núcleo arcuato, regulando de manera opuesta tres factores orexigénicos: NPY, AgRP y GHS-R. ( 7 7 7 6 D 7 6 D R B R R % B B 2*B3 0") *+ &( * % B 2*B3 0") *+ &( ( 200 RR H 120 B 180 RR R B RR 160 140 120 100 . 80 60 7 40 80 60 40 20 0 0 !G J J !G N 20 N RRR B )( ,)" )( ,)" 100 . 140 H 160 7 2*B3 0") B,*"&( 0I ,1& , ,& 0I ,1& , ,& 2*B3 0") B,*"&( Figura 17.4. A y B. Incremento de la expresión del ARNm de NPY y AgRP tras la administración de ghrelina. C. La leptina disminuye la expresión del ARNm del GHS-R en el núcleo arcuato del hipotálamo, mientras que el ayuno incrementa la expresión del receptor. D. La ghrelina incrementa los niveles de expresión del GHS-R en el núcleo arcuato. Otras acciones de la ghrelina. Además de sus acciones sobre la secreción de GH y el balance energético, la ghrelina estimula la motilidad y secreción ácida gástrica. Pero esta hormona posee diferentes acciones en los distintos tejidos donde se ha localizado. Tanto el ARNm de la ghrelina como su receptor se expresan en carcinomas tiroideos medulares y en todos los tipos de adenomas pituitarios, con una expresión diferente dependiendo del tipo, sugiriendo que la síntesis local de la ghrelina puede tener una función autocrinaparacrina en la liberación de hormonas pituitarias. También son productores de ghrelina los tumores del estómago y el intestino, así como hiperplasias neuroendocrinas celulares, lo que representa un modelo clínico que podría clarificar el impacto de la hipersecreción de la ghrelina sobre funciones endocrinas y no endocrinas. La expresión de la ghrelina en células B y T humanas y en neutrófilos parecen indicar que la ghrelina posee alguna función biológica sobre el sistema inmune. La ghrelina localizada en la placenta podría estar involucrada en el crecimiento y la maduración fetal. También se ha observado la expresión testicular de la ghrelina, más concretamente en las células de Leydig, y se ha demostrado que esta hormona inhibe la secreción testicular de testosterona, regulando la expresión de diferentes proteínas reguladoras de los esteroides. En el ovario, la ghrelina parece estar implicada en las funciones ováricas a lo largo del ciclo estral y durante la gestación. Por último, se ha observado que la ghrelina ejerce diferentes efectos sobre el sistema cardiovascular, mejorando la disfunción endotelial y ventricular (figura 17.5). 64 P + 6 6 @ 4 + 0 &N 6 . &N - 6 . B,*"&( Figura 17.5. Vías por las que la ghrelina puede ejercer sus funciones. La ghrelina producida en el estómago o el intestino puede ser transportada por el torrente sanguíneo hasta circuitos neuronales específicos del hipotálamo o el tronco cerebral, que regulan tanto la ingesta como el gasto energético. Todavía se desconoce si la ghrelina puede atravesar la barrera hematoencefálica. Durante el transporte sanguíneo, las lipoproteínas de alta densidad (HDLs) y otras proteínas como la albúmina pueden unirse a la ghrelina. Sin embargo, la ghrelina puede actuar activando el sistema nervioso vago, como resultado de una señalización autocrina o paracrina a nivel del estómago. Los GHS-Rs se expresan en los nervios gástricos del sistema vago, y la vagotomía antagoniza algunos de los efectos de la ghrelina sobre el balance energético. PERSPECTIVAS FARMACOLÓGICAS Y CLÍNICAS. Ya que la GH debe ser administrada mediante inyección o inhalación, los agonistas de ghrelina han ofrecido promesas para el desarrollo de algún fármaco más conveniente de tipo oral que contenga un agente que estimula de forma endógena la GH. Investigaciones clínicas han investigado la capacidad de los agonistas de la ghrelina para liberar GH de manera GHRH-independiente. Es importante decir que los GHSs y tal vez la ghrelina pueden tratar fallos cardíacos e hipertensión. Los receptores de la ghrelina fueron identificados recientemente en canceres humanos, y los agonistas de la ghrelina pueden tener acciones anti-proliferativas, y en algunos casos, los antagonistas de la ghrelina podrían ser beneficiosos. Desde que se sabe que la ghrelina es una molécula que estimula el apetito en roedores y humanos, parece claro que un antagonista de la hormona podría tener claras implicaciones sobre el balance energético, sobre todo en los pacientes con el síndrome Prader-Willi. Aunque también cabría la posibilidad de que al estimular la secreción de GH, un antagonista de la ghrelina se utilizara en el tratamiento de la acromegalia, hoy en día ya existen otros fármacos efectivos para este fin. BIBLIOGRAFÍA Bowers CY 1999 GHRP: Unnatural toward the natural. Growth Hormone Secretagogues. Elsevier. Caminos JE, et al 2003 Expression of ghrelin in the cyclic and pregnant rat ovary. Endocrinology 144:1594. Casanueva FF, Dieguez C 1999 Neuroendocrine regulation and actions of leptin. Front Neuroendocrinol 20:317. Casanueva FF, Dieguez C 2002 Ghrelin: the link connecting growth with metabolism and energy homeostasis. Rev Endocr Metab Disord 3:325. 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Nogueiras R, et al 2004 Regulation of GHS-R Gene Expression in the Arcuate Nuclei of the Rat by Leptin and Ghrelin. Diabetes 53:2552. Papotti M, Cassoni P, Volante M, Deghenghi R, Muccioli G, Ghigo E 2001 Ghrelin-producing endocrine tumors of the stomach and intestine. J Clin Endocrinol Metab 86:5052 Seoane LM, Lopez M, Tovar S, Casanueva FF, Senaris R, Dieguez C 2003 Agouti-related peptide, neuropeptide Y, and somatostatin-producing neurons are targets for ghrelin actions in the rat hypothalamus. Endocrinology 144:544. Tang-Christensen M, Vrang N, Ortmann S, Bidlingmaier M, Horvath T, Tschop M 2004 Central administration of Ghrelin and Agouti-related Protein (AGRP (83-132)) increases food intake and decreases spontaneous locomotor activity in rats. Endocrinology 145:4645. Tena-Sempere M, et al. 2002 Novel expression and functional role of ghrelin in rat testis. Endocrinology 143:717. Tschop M, Smiley DL, Heiman ML 2000 Ghrelin induces adiposity in rodents. Nature 407:908. CAPÍTULO 18 A C T U A L IZ A C IO N E S E N E N D O C R IN O L O G ÍA D E L A R E P R O D U C C IÓ N " , & ! La reproducción es la función biológica clave que asegura la supervivencia de las diversas especies. En mamíferos, los sistemas de control de la función reproductora son altamente sofisticados y presentan distintos niveles de organización funcional, englobando desde señales neuroendocrinas y hormonas sistémicas a factores producidos localmente. La adquisición de la capacidad reproductora completa y del fenotipo masculino o femenino adulto a partir de la pubertad es el resultado final de una serie concatenada de eventos de desarrollo que se integran en el proceso de diferenciación sexual. La diferenciación sexual se inicia con la determinación del sexo cromosómico, responsable de la diferenciación gonadal en sentido masculino o femenino. A la identificación inicial de la región del cromosoma Y determinante de la diferenciación de la gónada en testículo le siguió de la clonación del gen SRY. En la actualidad, se han caracterizado un conjunto de factores de trascripción (SF-1, GATA-4, WT-1, entre otros) responsables de la expresión temprana de SRY, que a su vez permite la translocación al núcleo del factor SOX-9 y la expresión de otros factores determinantes del testículo, responsables últimos de la diferenciación testicular. Del mismo modo, aunque inicialmente se consideraba que la diferenciación gonadal en sentido femenino era una ruta defectiva activada en ausencia de SRY, actualmente se han identificado factores esenciales para la diferenciación ovárica, tales como WNT-4 y DAX-1. Una vez definida la diferenciación gonadal, la secuencia subsiguiente de procesos de diferenciación sexual es completamente dependiente de señales hormonales. Así, la secreción por el testículo fetal de testosterona y hormona anti-Mülleriana (AMH) es responsable de la diferenciación genital en sentido masculino, mientras que la ausencia de estas hormonas determina el desarrollo de genitales femeninos. Del mismo modo, la diferenciación sexual de las estructuras cerebrales responsables del control neuroendocrino de la reproducción y del comportamiento sexual tiene lugar durante periodos tempranos (críticos) del desarrollo por acción de hormonas (esteroides sexuales) secretados por las gónadas. Esto hace que la diferenciación sexual sea potencialmente sensible a la acción de compuestos exógenos con actividad disruptora endocrina, que pueden resultar en efectos adversos que se manifiestan con carácter diferido (ver más adelante). La pubertad marca la transición hacia el periodo adulto de la función reproductora. Ésta debe ser entendida no como un evento puntual sino como una secuencia de acontecimientos que conducen a la activación completa del eje reproductor y la adquisición de la capacidad reproductora. Considerando la alta frecuencia de alteraciones en la pubertad (pubertad precoz, retraso puberal, ausencia de pubertad) y su importancia funcional, la caracterización de los mecanismos moleculares responsables de la activación puberal ha concitado un gran interés en los últimos años. Así, está bien caracterizado que la llegada de la pubertad se asocia a la activación del generador hipotalámico de pulsos de GnRH (gonadotropin-releasing hormone), neuropéptido con capacidad de estimular la secreción de ambas gonadotropinas (LH y FSH) hipofisarias (véanse capítulos 11 y 12). Esta activación peripuberal es el resultado de un fenómeno concertado de represión de señales inhibidoras centrales (por ej. GABA) y la activación de circuitos activadores (por ej. neuronas glutamatérgicas y noradrenérgicas, entre otras). Además de este control trans-sináptico, más recientemente se ha puesto de manifiesto la importancia del control de las neuronas GnRH por factores derivados de la glia, tales como TGFα y neurorregulinas. Más aun, los análisis de cambios globales de la expresión de genes y proteínas en el hipotálamo a lo largo de la pubertad, mediante técnicas genómicas y proteómicas, han permitido ya la identificación de nuevos factores, EAP-1 (enhanced at puberty-1) y TTF-1, potencialmente implicados en el inicio de la pubertad. Finalmente, observaciones clínicas (cuadros familiares de hipogonadismo hipogonadotropo) y experimentales (modelos genéticamente manipulados) han posibilitado identificar muy recientemente el papel del sistema KiSS-1/GPR54 en la activación puberal y la regulación funcional del eje neuroendocrino de la reproducción (ver punto 4 de este capítulo). Una vez alcanzada la etapa adulta, la función del eje neuroendocrino de la reproducción, definido por tres niveles básicos de organización: el hipotálamo (GnRH), la hipófisis (LH y FSH) y las gónadas, se encuentra bajo el control preciso de una larga serie de señales hormonales periféricas, entre las que destacan los propios productos de secreción gonadal: esteroides sexuales y péptidos (tales como inhibinas). Los circuitos de control feed-back en los que se integran estos factores son bien conocidos y han sido analizados en detalle en diversos textos. Más recientemente, se ha iniciado la caracterización de las señales neuroendocrinas responsables del control integrado de la reproducción y otras funciones biológicas relevantes; entre otras, los sistemas de control del balance energético y el peso corporal. CONTROL INTEGRADO DEL BALANCE ENERGÉTICO Y LA FUNCIÓN REPRODUCTORA La existencia de una estrecha relación entre la magnitud los depósitos energéticos del organismo y la capacidad reproductora es conocida desde la antigüedad (figura 18.1)(véase capítulo). En la década de los 70, diversas observaciones epidemiológicas y experimentales permitieron a Frisch proponer la existencia de un umbral de peso o masa crítica corporal necesaria para la activación puberal y el posterior mantenimiento de la capacidad reproductora. No obstante, las señales responsables del control integrado de la función reproductora y el balance energético permanecieron en gran medida desconocidas hasta la identificación en 1994 de la hormona de origen adiposo leptina. La leptina es una hormona secretada por el tejido adiposo blanco que juega un papel clave en el control a largo plazo del peso corporal, actuando como factor que señaliza la magnitud de los depósitos grasos a los centros hipotalámicos de control de la ingesta. Sin embargo, muy pronto tras su clonación, se hizo evidente que las acciones biológicas de la leptina no se circunscriben al mero control del balance energético, y se extienden a la regulación de diversos sistemas neuroendocrinos. Entre éstos, se ha demostrado que la leptina es una señal esencial en el control neuroendocrino de la función reproductora, como lo demuestra la presencia de graves alteraciones de la reproducción en modelos animales (ratones ob/ob y db/db, ratas Zucker) y humanos de insuficiencia funcional de leptina. Así, la leptina operaría como integrador neuroendocrino que ejerce una acción permisiva (o estimuladora) sobre el generador hipotalámico de pulsos de GnRH permitiendo, en presencia de depósitos grasos adecuados, el correcto desarrollo puberal y una correcta función reproductora en la edad adulta. Análisis posteriores han permitido caracterizar en detalle el modo de acción de la leptina sobre el eje neuroendocrino de la reproducción, que engloba efectos a distintos niveles del eje, no sólo de naturaleza estimuladora sino también inhibitoria. Entre estos últimos, se ha demostrado que la leptina puede inhibir directamente la función esteroidogénica testicular, lo que contribuiría al cuadro de hipogonadismo observado en formas extremas de obesidad (figura 18.1). 64 J P & 6 ' ' 64 'D* .6 *' ' K 9 6 * 4 * Figura 18.1. Representación esquemática del modo de acción de leptina a distintos niveles del eje neuroendocrino de la reproducción. En niveles fisiológicos de leptina, el efecto predominante es una acción estimuladora/permisiva sobre el generador de pulsos GnRH. Adicionalmente se han descrito acciones directas sobre la secreción hipofisaria de gonadotropinas, y efectos directos a nivel gonadal. En el esquema se indica la capacidad de leptina de inhibir la secreción basal y estimulada de testosterona por el testículo, lo que podría justificar, en parte, los efectos inhibitorios de la función reproductora en situaciones de clara hiperleptinemia, tales como formas extremas de obesidad. GHRELIN Y FUNCIÓN REPRODUCTORA A pesar del papel relevante de la leptina en el control integrado del balance energético y la función reproductora, es altamente probable que otros integradores neuroendocrinos cooperen con aquella en esta función coordinada. Entre otros, ghrelin es un firme candidato. La hormona ghrelin fue inicialmente identificada en 1999 como el ligando endógeno del receptor de los secretagogos de la GH (véase capítulo 17). Esta hormona es un péptido de 28 amino ácidos, con una modificación esencial (octanoilación) en el residuo 3 de serina, que es producida primariamente en estómago. A pesar de su identificación inicial en el contexto del control de la secreción de GH, un número creciente de evidencias experimentales indican que ghrelin participa en la regulación de un número muy diverso de funciones biológicas, que incluyen el control de la ingesta, en el que ghrelin operaría como una hormona orexigénica (estímulo de la ingesta). Es destacable que los niveles circulantes de ghrelin se correlacionan negativamente con el índice de masa corporal, por lo que se ha propuesto que ghrelin constituye una señal de déficit energético que contribuiría a la activación de los centros de control de la ingesta. Más aun, el análisis comparativo de las acciones de leptina (señal de suficiencia energética) y ghrelin en el balance energético demuestra acciones opuestas de estas señales, definiendo un sistema dual (yin-yang) de control del peso corporal. Dadas sus acciones en el control de la ingesta y otros ejes neuroendocrinos (GH), y considerando las acciones de otros integradores neuroendocrinos (tales como la leptina) en el control de la reproducción, en nuestro laboratorio hemos analizado la posible implicación de ghrelin en control de distintos aspectos de la función reproductora. Nuestros resultados indican que ghrelin y su receptor funcional (GHS-R tipo 1a) se expresan en el testículo y el ovario, tanto humano como de rata, bajo la regulación de señales hormonales relevantes tales como gonadotropinas hipofisarias (LH: control de ghrelin; FSH: control de GHS-R1a) y el propio ligando (control de GHSR1a). El patrón celular de expresión de ghrelin tanto en testículo como en ovario es altamente específico. En testículo, ghrelin se expresa de modo altamente selectivo en células de Leydig (responsables de la secreción de andrógenos) en avanzado estado de diferenciación, mientras que en el ovario ghrelin se localiza en cuerpo lúteo y células hiliares (también llamadas células de Leydig del ovario). El hecho que la expresión de ghrelin en células de Leydig esté asociada al grado de diferenciación y estado proliferativo puede presentar interesantes implicaciones funcionales, habida cuenta los posibles efectos de ghrelin sobre proliferación celular. De hecho, datos recientes de nuestro grupo indican que ghrelin inhibe la actividad proliferativa de las células de Leydig inmaduras lo que sugiere que la adquisición de la expresión de ghrelin durante su maduración podría contribuir al arresto mitótico de las células de Leydig en avanzado estado de diferenciación. Además de sus acciones gonadales, diversos datos experimentales apuntan que ghrelin podría operar a otros niveles del sistema reproductor. Así, ghrelin inhibe la secreción pulsátil de LH en modelos animales gonadectomizados (rata y mono), y reduce la acción estimuladora de GnRH a nivel hipofisario. Por otra parte, ghrelin se expresa en placenta y se ha demostrado que ejerce un efecto inhibitorio sobre el desarrollo embrionario temprano. Adicionalmente, experimentos recientes de nuestro laboratorio indican que la administración crónica de ghrelin podría reducir el rendimiento gestacional (número de crías por camada) y afectar negativamente el desarrollo puberal en el macho. En su conjunto, ghrelin (como señal de insuficiencia energética) podría operar, en cooperación con otras señales relevantes tales como la leptina, en la integración neuroendocrina del balance energético y la función reproductora (figura 18.2). NUEVAS SEÑALES EN EL CONTROL DE LA REPRODUCCIÓN: SISTEMA KiSS-1/GPR54 Aunque nuestro conocimiento de los mecanismos y señales implicados en el control de la función reproductora ha avanzado considerablemente en las últimas décadas, el alto grado de sofisticación de los sistemas neuroendocrinos de control de la reproducción justifica esfuerzos adicionales en la caracterización de los mismos. En este ámbito, se ha identificado muy recientemente el papel relevante del sistema KiSS-1/GPR54 en el control de la función reproductora, en un claro ejemplo de sinergismo entre investigación básica y clínica. El sistema KiSS-1/GPR54 fue originalmente caracterizado en el ámbito de la biología de tumores. El gen KiSS-1 se identificó como gen supresor de metástasis, habida cuenta sus niveles de expresión (elevados en formas no invasivas) eran muy bajos o indetectables en formas muy invasivas de melanoma. Más adelante, se identificó que el gen KiSS-1 codificaba una serie de péptidos relacionados (llamados kisspeptinas), entre ellos la metastina o kisspeptina-54, generados por procesamiento proteolítico de un precursor común. Los péptidos KiSS-1 actúan a través de un receptor acoplado a proteínas G llamado GPR54. Las acciones antimetastáticas de KiSS-1 se han demostrado en diversos tipos de tumores. Antes de finales de 2003, no existían datos publicados sobre la posible relación entre el sistema KiSS-1 y la función reproductora. 64 64 P & * .1 . 6 ' 9 * &N * 1 ' 9 6 .6 . * * . . & Figura 18.2. Representación esquemática del posible modo de acción de ghrelina en el control de la función reproductora. Se identifican dos sistemas diferenciados: las acciones de la ghrelina sistémica (principalmente derivados del estómago) y las acciones de la ghrelina local (producida en las gónadas). La ghrelina sistémica actuaría como señal de insuficiencia energética y operaría como modulador predominantemente negativo a distintos niveles del eje hipotálamo-hipofiso-testicular, incluyendo acciones inhibitorias directas sobre la esteroidogénesis. En testículo, la ghrelina local actuaría como regulador de funciones testiculares relevantes, tales como proliferación de células de Leydig y control de expresión de genes clave (por ej. SCF) en la función testicular. Dos publicaciones aparecidas en esas fechas evidenciaron, no obstante, que el sistema KiSS-1 parece jugar un papel muy relevante en el control de la función reproductora. Así, mutaciones y deleciones inactivantes del gen GPR54 en humanos se asociaban a hipogonadismo hipogonadotropo y modelos de ratones knockout del gen GPR54 exhibían un fenotipo análogo de insuficiencia reproductora. Estos trabajos apuntaban una función, previamente insospechada, del sistema KiSS-1/GPR54 en el control del desarrollo y la regulación del sistema reproductor. No obstante, más allá de estas observaciones, las implicaciones fisiológicas de este sistema en el ámbito de la reproducción y su papel en el control del eje gonadotropo eran completamente desconocidas. En este contexto, hemos iniciado recientemente en nuestro laboratorio el análisis de la expresión hipotalámica de los genes KiSS-1 y GPR54 a lo largo del desarrollo postnatal y su regulación por señales hormonales relevantes. Igualmente, hemos acometido la evaluación de los efectos de la administración aguda y crónica del péptido KiSS-1 (kisspeptina-10) sobre la secreción de gonadotropinas y la activación del eje reproductor en la pubertad. Nuestros datos demuestran que la expresión hipotalámica de los genes KiSS-1 y GPR54 cambia a lo largo del desarrollo, con niveles mínimos en el periodo juvenil-prepuberal y máximos entorno a la pubertad. Por otra parte, la expresión hipotalámica de KiSS-1 y GPR54 es regulada por señales gonadales (estrógenos y andrógenos). En términos de función, la administración aguda de KiSS-1 estimula muy potentemente la secreción de LH (dosis eficaz (EC)-50 in vivo icv: ∼4 pmol) y FSH (EC-50 in vivo icv: ∼400 pmol), en un efecto que depende de GnRH, pero es independiente de amino ácidos excitatorios, óxido nítrico y leptina. Igualmente, la administración crónica de KiSS-1 en ratas hembras inmaduras indujo la activación precoz del eje reproductor en la pubertad, estimado en términos de apertura vaginal, niveles circulantes de estrógenos y LH y peso de útero (figura 18.3). En resumen, nuestros datos sustancian un importante papel del sistema KiSS1/GPR54 en el control de la llegada de la pubertad y la regulación funcional del eje reproductor en la edad adulta. DISRUPTORES ENDOCRINOS Y FUNCIÓN REPRO-DUCTORA Como se ha enumerado en secciones previas, la adquisición de una función reproductora normal en la edad adulta es el resultado de una compleja secuencia de eventos de diferenciación, así como de la acción concertada de diversas señales hormonales en distintas etapas del desarrollo. Un número creciente de observaciones epidemiológicas y experimentales sugieren que la salud reproductora de humanos y distintas especies animales (salvajes) ha sufrido un deterioro considerable en las últimas décadas. Como posibles factores etiológicos de estas tendencias (aumento de infertilidad masculina y femenina, incremento del número de malformaciones genitales, disminución de la función espermatogénica y alteraciones crecientes de la pubertad) se ha apuntado la contribución de toda una serie de compuestos ambientales con actividad hormonal (agonista, antagonista) denominados disruptores endocrinos. 4 Body Weight (g)$ 2*B3 0") 45 15 4 3 2 50 1 0 0 & 100 V.O. (%) 30 K 75 <!S 50 25 15 2)* 0 A % 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 - $ Uterus Weight (mg) 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 45 0 5 Vehicle KiSS-1 150 ** Vehicle KiSS-1 ** 250 200 150 100 100 50 50 0 OE2 (pg·ml-1) V.O. (%) 60 ** 100 30 0 Vehicle KiSS-1 Vehicle KiSS-1 150 LH (ng·ml-1) V.O. (%) 60 0 N *) N *) $ Figura 18.3. Efectos de la administración crónica de KiSS-1 sobre diversos índices de activación puberal del eje reproductor en ratas hembra inmaduras. En los paneles de la izquierda se muestran los datos de apertura vaginal (% frente al número total de animales por grupo) en ratas tratadas con vehiculo o KiSS-1. Adicionalmente, en los paneles de la derecha se muestran los valores de peso corporal y útero, y los niveles de LH y estrógenos en ratas tratadas con vehículo o KiSS-1. La administración de 1 nmol KiSS-1 cada 12-h entre los días 26-31 de edad indujo apertura vaginal en ∼75% de las hembras en el día 31. ** P<0.01 vs. grupo inyectado con vehículo (Student t-test). Se define como disruptor endocrino (DE) a cualquier sustancia química, exógena al organismo animal o humano, que posee actividad hormonal o antihormonal y que, actuando como agonistas o antagonistas de factores hormonales endógenos, puede, aisladamente o en combinación con otras sustancias, alterar la homeostasis del sistema endocrino, produciendo consecuentemente un efecto adverso sobre el organismo o su progenie. De entre el conjunto de DEs, el mejor caracterizado es el de las sustancias con actividad estrogénica, denominadas genéricamente xenoestrógenos. Si bien el número de DEs potenciales con actividad estrogénica es muy elevado, y distintos estudios experimentales in vivo e in vitro han demostrado que, a altas dosis, diversos xenoestrógenos pueden alterar el desarrollo y/o función del sistema reproductor, no se disponen de pruebas concluyentes que demuestren que el deterioro de la función reproductora en diversas especies sea achacable a la exposición, habitualmente en concentraciones bajas (ambientales), a estos compuestos exógenos. Esto es debido en parte al hecho de que los efectos esperables de la exposición a DEs pueden aparecer con carácter diferido o trans-generacional, a que no se conocen con precisión los mecanismos moleculares de acción de estos compuestos, y a que no se disponen de bio-marcadores adecuados de exposición y efecto de DEs. La caracterización de estos parámetros es relevante, habida cuenta la posible exposición a diversos DEs se produce habitualmente en forma de mezclas complejas, donde se han descrito sinergismos y sumaciones de sus efectos biológicos. Haciendo uso de modelos animales (rata) de exposición a compuestos estrogénicos en el periodo crítico de diferenciación sexual del hipotálamo, en nuestro laboratorio hemos abordado recientemente la identificación de posibles bio-marcadores de exposición y la caracterización de los mecanismos moleculares de acción de sustancias con actividad estrogénica a nivel de la unidad hipotálamo-hipofisaria (HP). Entre otros, nuestros resultados muestran que la estrogenización neonatal induce un incremento persistente de la expresión hipotalámica del gen del receptor de la progesterona, y una disminución de los niveles de mRNA de KiSS-1. Este último fenómeno podría asociarse al déficit funcional del eje reproductor que se observa tras la estrogenización neonatal. Del mismo modo, la exposición a altos niveles de estrógenos en periodos críticos induce una elevación duradera de los niveles hipofisarios de expresión de TERP-1 (una forma truncada del receptor de estrógenos-α que actúa como dominante negativo de los receptores α y β nativos). Finalmente, mediante técnicas de screening de expresión diferencial (differential display), hemos identificado un número limitado de genes, entre ellos los de α y β globina, cuya expresión hipofisaria aumenta tras la estrogenización neonatal. El análisis de los perfiles de expresión de estos genes nos permitirá la identificación y caracterización, a nivel de la unidad HP, de nuevos bio-marcadores de exposición a compuestos estrogénicos en etapas críticas de la diferenciación sexual. Estos biomarcadores nos permitirán analizar el impacto sobre la unidad HP de compuestos con actividad disruptora endocrina, con especial atención a los efectos de bajas dosis y mezclas. BIBLIOGRAFÍA Barreiro ML, Tena-Sempere M 2004 Ghrelin and reproduction: a novel signal linking energy status and fertility? Mol Cell Endocrinol 226:1. Barreiro ML, et al. 2004 Ghrelin inhibits the proliferative activity of immature Leydig cells in vivo and regulates stem cell factor messenger ribonucleic acid expression in rat testis. Endocrinology145:4825. Casanueva FF, Dieguez C 1999 Neuroendocrine regulation and actions of leptin. Front Neuroendocrinol 20:317. Fernandez-Fernandez R, Tena-Sempere M, Aguilar E, Pinilla L 2004 Ghrelin effects on gonadotropin secretion in male and female rats Neurosci Lett 362:103. Harley VR, Clarkson MJ, Argentaro A 2003 Endocr Rev 24:466. Kojima M, Hosoda H, Date Y, Nakazato M, Matsuo H, Kangawa K 1999 Ghrelin is a growth-hormonereleasing acylated peptide from stomach Nature 402:656. 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El periodo puberal se inicia por una serie de eventos que tienen lugar en el sistema nervioso central sin el concurso de las gónadas. Dicho comienzo se asocia a un aumento en la producción y liberación pulsátil de la hormona GnRH. Aunque el mecanismo íntimo que produce el aumento de liberación de la citada hormona no se conoce completamente, son necesarios cambios en la comunicación transinaptica y activación de la vía glia-neurona. En la iniciación de la pubertad participan neuronas que utilizan aminoácidos como neurotransmisores actuando unos como estimuladores y otros como inhibidores Modificaciones en los tonos nerviosos glutamaergicos y gabaergicos a nivel del hipotálamo pueden jugar un papel importante en la iniciación de la pubertad. Durante mucho tiempo se ha considerado que el comienzo de la pubertad en la mujer, pero también el mantenimiento de la función gonadal requieren de un peso corporal determinado y más concretamente un determinado nivel de masa grasa corporal. Con el objetivo de profundizar en este aspecto y aprovechando el descubrimiento y caracterización de la leptina hormona producida exclusivamente por el tejido adiposo, nuestro grupo estudió la relación entre el aumento de masa grasa y el comienzo de la pubertad tanto en niñas como en niños. Pudimos observar que los valores de leptina circulante son mas elevados en niñas que en niños desde la primera infancia y que en ambos sexos se produce una elevación de las concentraciones de la leptina poco antes del aumento de los valores circulantes de las gonadotropinas, lo que confirmaría el papel de la grasa y su producto la leptina como posible iniciador de la función gonadal en ambos sexos. CARACTERÍSTICAS DE LA PUBERTAD La primera manifestación del desarrollo puberal en las niñas es la aparición del botón mamario (telarquia) que tiene lugar en los países de nuestro entorno alrededor de los 11 años. Aproximadamente de dos a dos y medio años después tiene lugar la primera menstruación, esto es la menarquia. En los niños, es el aumento del volumen testicular a valores iguales o superiores a los 4 ml lo que define el comienzo de la pubertad, este evento tiene lugar aproximadamente a los 12 años. Existe una estrecha relación entre el grado de desarrollo puberal y el comienzo del estirón puberal del crecimiento. En las niñas coincide con el comienzo del desarrollo mamario, estadio II de Tanner y en los niños es más tardío coincidiendo con el estadio III/IV de Tanner o 10 ml de volumen testicular. CRONOLOGÍA DE LA PUBERTAD Como he mencionado antes, en las niñas comienza con el desarrollo mamario (estadio II de Tanner), que coincide con el estirón puberal. A los 6 meses se nota la aparición del vello pubiano. A los 2 años del comienzo del desarrollo mamario aparece vello axilar y tiene lugar la menarquia. En el niño, la pubertad comienza con el aumento del volumen testicular (4 ml), seguido a los 6 meses por aparición de vello pubiano. A los 12-18 meses del comienzo de la pubertad se produce el crecimiento fálico y en el estadio III de Tanner se observa el estirón de crecimiento, seguido del cambio de voz. ESTADIOS DE DESARROLLO PUBERAL NORMAL La escala de Tanner es empleada en la clínica de forma prácticamente universal para la determinación de los distintos estadios del desarrollo puberal. Según dicho autor la pubertad se divide en 5 estadios. En las niñas el estadio I es el periodo prepuberal sin vello pubiano. El estadio II se caracteriza por la aparición del “botón” mamario y ligero aumento de la areola, también se observa escaso vello lacio y pigmentado en los labios. El estadio III, aumento de la mama y del pezón, parece una mama adulta pequeña y se asocia a un aumento de la cantidad de vello más oscuro, erizado y grueso. En IV la mama y pezón han seguido creciendo hasta formar un segundo montículo que sobresale de la mama, mientras que el vello es similar al de una mujer adulta pero ocupa menos extensión. Algunas niñas pasan del estadio III al V. El estadio V es la mama adulta y el vello pubiano se distribuye en forma de triangulo invertido, pudiendo extenderse a los muslos. En los niños, periodo prepuberal sin vello pubiano es el estadio I, un ligero aumento del volumen testicular hasta los 4-6 ml y del escroto unido a la aparición de los primeros pelos, largos y rectos en la base del pene definen el estadio II, en este estadio la piel del escroto se vuelve mas rugosa y de color mas oscuro se mantiene el pene en dimensiones prepuberales. En el estadio III se caracteriza por aumento del tamaño el pene, mas en longitud que en circunferencia, el volumen testicular es de 612 ml, asociado a pelos mas abundantes, largos rizados y que se extienden al pubis. En el estadio IV el volumen testicular es de 12-16 ml, aumento del tamaño del pene en longitud y circunferencia, la coloración del escroto es más oscura, y el pelo pubiano es mas gruesos, negro y rizado con mas extensión hacia el pubis. El estadio V se caracteriza por un volumen testicular superior a los 16 ml y el vello pubiano se extiende a la parte superior interna de los muslos y arriba hacia la línea alba del abdomen. Los criterios de Tanner tienen un indudable valor clínico, sin embargo es una escala semicuantitativa lo que limita su aplicación en el análisis de datos cuantitativos. Con el fin de resolver este problema se a intentado clasificar los distintos estadios del desarrollo puberal de acuerdo a las concentraciones de esteroides sexuales en sangre periférica. Nuestro grupo a elaborado una gradación de los estadios de desarrollo puberal basados en las concentraciones de 17 β-estradiol en niñas y testosterona en niños. Nuestra escala tiene una alta correlación con la escala de Tanner y ha sido utilizado en varios estudios. TRASTORNOS DE LA PUBERTAD Pubertad retrasada El retraso puberal se define clínicamente por la ausencia de desarrollo o desarrollo incompleto de las características sexuales secundarias a la edad en que el 95% de los niños de determinado sexo y medio cultural inician la maduración sexual. En nuestro entorno es a los 13 años en las niñas y a los 14 años en los niños. Estadísticamente un 2-3% de los niños normales tienen retraso del desarrollo puberal. Fisiopatología Podemos clasificar los hipogonadismos en primarios cuando los valores de las gonadotropinas circulantes son elevados y secundarios cuando las concentraciones de FSH/LH son bajas. Anomalías en la secreción de la GnRH por el hipotálamo pueden causar hipogonadismo secundario que a su vez puede ser transitorio o permanente Etiología El retraso constitucional del crecimiento y desarrollo puberal es una variante del patrón de crecimiento normal. En el la talla es baja en relación con la edad cronológica, pero apropiada para el estadio de desarrollo puberal y edad ósea. Es más frecuente en los niños y existe una predisposición familiar. En el momento teórico del comienzo de la pubertad la velocidad de crecimiento sufre un enlentecimiento que se recupera después del inicio de la pubertad. En un estudio de 232 adolescentes, 158 niños y 74 niñas, el tipo de alteraciones observadas fueron: retraso constitucional del desarrollo en el 53% de los casos (63% en niños y 30% en niñas), en el 19% de los casos había un retraso de la pubertad pero la instauración de la pubertad fue espontánea (hipogonadismo hipogonadotríofico funcional), el 12% de los casos hipogonadismo hipogonadotrófico y en el 13% hipogonadismo hipergonadotrófico. El hipogonadismo hipogonadotrófico pude deberse a déficit aislado de gonadotrofinas o al hipopituitarismo. Existen también formas familiares con una herencia autosómica recesiva. Otra causa es el síndrome de Kallman que se caracteriza por déficit de FSH/LH asociado a distintos grados de anosmia por hipoplasia o agenesia de los bulbos olfatorios y ausencia de migración fetal de las neuronas secretoras de las gonadotropinas. También puede darse hipogonadismo hipogonadotrofico asociado con malformaciones como la septo-óptica, paladar hendido y labio leporino y asociada con distintos tumores del sistema nerviosa central que producen compromiso de espacio o que inhiben la secreción de la GnRH. (tabla 19.1) Tabla 19.1. Causas de seudopubertad precoz Tumores secretores de gonadotrofinas Autonomía gonadal Tumor testicular de células de Leydig Precocidad familiar independiente de gonadotrofinas en varones Patología adrenal Hipotirodismo primario Germinoma, adenomas Quiste folicular ovárico Sindrome de McCune-Albright Tumor ovárico Tumor adrenal secretor Tumor secretor de estrógenos Alteraciones esteroidogenesis El hipogonadismo hipergonadotrófico se produce por fallo de la gónada y cursa con valores circulantes elevados de FSH/LH. Existen causas genéticas como en las disgenesias gonadales como en los síndromes de Turner en la mujer y el de Klinefelter en el varón. También puede deberse a anorquia, tóxicos como la quimioterapia y radioterapia, defectos enzimáticos en la síntesis de testosterona, el síndrome de insensibilidad a los andrógenos, ooforitis autoinmune y síndrome malformativos como el síndrome de Noonan y Cornelia de Lange (tabla 19.1). En el caso del retraso del desarrollo puberal secundario, prácticamente todas las enfermedades crónicas y severas producen retraso puberal, siendo las mas frecuentes los síndromes de malabsorción intestinal, nefropatías, cardiopatías y enfermedades psiquiatritas. Diagnóstico La historia clínica nos ayuda a saber si el desarrollo puberal es ausente o si comenzó y luego se detuvo, es útil el análisis del patrón de crecimiento. En la historia se obtienen datos sobre la alimentación, ejercicio físico intenso, enfermedades previas o la toma de medicamentos. La presencia de criptorquidia y anomalías de la línea media sugieren defecto congénito de la GnRH, mientras que las cefaleas, alteraciones visuales, anosmia, convulsiones o retraso mental apuntan a un trastorno del sistema nervioso central. Una historia familiar de retraso constitucional es importante a la hora de programar los estudios complementarios. En la exploración física datos de la talla, peso y evaluación de los caracteres sexuales de acuerdo con la escala de Tanner es imprescindible. Entre las exploraciones complementarias la determinación de la edad ósea es básica. La determinación de los valores de FSH/LH y esteroides sexuales en sangre periférica nos ayudan a distinguir las formas primarias de las secundarias. Tratamiento Es el etiológico en las causas secundarias. En los casos idiopaticos se tratan con esteroides sexuales en sus distintas presentaciones. Tabla 19.2. Causas de retraso puberal Hipogonadismo primario: FSH y LH aumentadas Congénito Alteraciones cromosómicas: S. Turner S. Klinefelter, anorquia Adquirido Autoinmune, postinfecciosa, trauma, cirugía, quimioterapia, radiación Hipogonadismo secundario: FSH y LH disminuídas Congénito Déficit aislado de GnRH sin anosmia, S. Kallman, S. Laurence-Moon-Biedl, S. Prader-Willi, hipopituitarismo idiopático, asociadas a anomalías de la línea media. Adquirido Tumores y quistes (craneofaringioma, gliomas, meningioma) Enfermedades sistémicas (enfermedades crónicas, malnutrición, anorexia nerviosa, bulimia) Déficit funcional de gonadotropinas Enfermedades infiltrativas (hemocromatosis, granulomatosis) Otros (trauma, apoplejía, marihuana) Pubertad precoz Se define como la aparición de caracteres sexuales secundarios antes de los 8 años en las niñas y de los 9 en los niños. Puede ser central o verdadera por activación precoz del eje hipotalámo-hipófiso-gonadal, se da entre el 1/5000 a 1/10000 nacidos. Hay formas familiares y genéticas y esporádicas. La pseudo pubertad precoz es debida a la hiperproducción de esteroides sexuales por tumores de las gónadas o la corteza suprarrenal. Etiología La pubertad precoz verdadera puede deberse a lesiones del sistema nervioso central, pero en el 94% de los niños no se encuentra ninguna causa. Predomina en las niñas 10:1 y con frecuencia son idiopáticas. Casos raros se deben a hamartomas del sistema nervioso central que producen GnRH. En una serie de 197 niñas con pubertad precoz 11 eran causadas por hamartomas. Los datos que ayudan a predecir los casos mas graves son el comienzo de la pubertad antes de los 6 años, ausencia de vello pubiano y concentraciones altas de estradiol. La pubertad precoz periférica o seudo pubertad precoz se debe al aumento precoz de producción y secreción de esteroides sexuales por las gónadas o las glándulas suprarrenales, pudiendo ser isosexuales, esto es, por hiperproducción hormonal de hormonas propias del sexo o heterosexual cuando el aumento de la producción hormonal es de las correspondiente al sexo contrario. En las niñas la causa más frecuente de prubertad precoz periférica es la hiperplasia suprarrenal congénita por déficit de 21 hidroxilasa. También son relativamente frecuentes los quistes foliculares ováricos. Otra causa peculiar es el síndrome de McCune-Albright, que se debe a una mutación en el exón 8 del gen de la AMP cíclico en diversos tejidos (tabla 19.2). En los niños causa mas frecuente también es la hiperplasia suprarrenal congénita por déficit de 21 hidroxilasa. Otras causas pueden ser los tumores secretores de gonadotropinas coriónica, teratomas o hepatoblastomas. La testotoxicosis, es una alteración intratesticular que tiene herencia autosómica dominante. El síndrome de McCune-Albright debe considerarse cuando en la exploración física se observan los signos asociados a esta enfermedad (tabla 19.2). Tratamiento El tratamiento es fundamentalmente etiológico. El caso del la pubertad precoz central idiopática el tratamiento es con análogos de la GNRH que producen una supresión de la secreción de la GnRH. En el caso de los tumores es la exéresis de los mismos (figura 19.1). Formas incompletas Pueden presentarse asiladamente aumento precoz de vello pubiano, lo que se denomina adrenarquia precoz o aumento aislado de las mamas (telarquia precoz). La importancia y el manejo de ambos cuadros depende de la etiología. 7 MD . D 7 M D ( . . )" ( . D . * (C")') . )( : 8 D DE D * )" )( * ) )( >)" : : +&,)()" )( D : : D7 :L D D 7 Figura 19.1. Tratamiento de la pubertad precoz BIBLIOGRAFIA Andrade A, et al. 1995 Serum insulin-like growth factor (IGF) binding protein-3 and IGF-I levels during childhood and adolescente. A cross sectional study. Pediatr Res 38:140. Chalumeau M, et al. 2002 Central precocious puberty in girls: an evidence-based diagnosis tree to predict central nervous system abnormalities. Pediatrics 109:61. Chemaitilly W, et al. 2001 Central precocious puberty: clinical and laboratory features. Clin Endocrinol 54:289. Cuttler L, et al. 1993 Maturation of gonadotropin and sex steroid responses to gonadotropin-releasing hormone agents in males. J Clin Endocrinol Metab 76:362. Frish RE, Reville R 1970 Height and weight at menarche and a hypothesis of critical body weight and adolescents events. Science 169:397. Frish RE 1980 Pubertal adipose tissue: is it necessary for normal sexual maturation?. Evidence from the rat and human female. Fed Proc 39:2395. 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Cada folículo está constituido por una capa de células epiteliales, las células foliculares tiroideas o tirocitos, que rodean un material coloidal constituido por la acumulación de una glucoproteína (la tiroglobulina, Tg) que contiene en su estructura a las hormonas tiroideas. Las células foliculares son células con forma cúbica en las que podemos distinguir una cara apical, una cara basal y 4 caras laterales. La cara apical está en contacto con el coloide tiroideo y presenta múltiples microvellosidades. La cara basal está en contacto con capilares que forman una densa red alrededor de cada folículo. Por último, las caras laterales, están unidas mediante desmosomas a las caras laterales de las células foliculares vecinas. Las células foliculares tiroideas se caracterizan porque pueden modificar su morfología dependiendo del grado de actividad de la glándula. Cuando la glándula está en reposo, las células foliculares presentan una forma aplanada, mientras que tras ser estimuladas adquieren una forma cilíndrica. Existe un segundo tipo celular en la tiroides que son las células C o células claras o células de Nonídez que se encuentran inmersas en el estroma perifolicular. Las células C sintetizan calcitonina participando, por lo tanto, en la regulación del metabolismo del calcio y del fósforo (véase capítulo 31). El folículo tiroideo es la unidad funcional de la tiroides y es una estructura única entre las glándulas endocrinas ya que permite el almacenamiento extracelular de Tg (y por lo tanto de hormonas tiroideas). MECANISMO DE SÍNTESIS DE LAS HORMONAS TIROIDEAS Las hormonas tiroideas son derivados yodados del aminoácido tirosina. Están constituidas por el acoplamiento de dos residuos de tirosina yodada, lo que permite distinguir en su estructura dos anillos benzénicos denominados α (denominado también fenólico o externo) y β (denominado también tirosílico o interno) (figura 20.1). La actividad biológica de las hormonas tiroideas va a depender, en gran medida, de la posición a la que se incorporen los átomos de yodo dentro de cada anillo. El proceso de síntesis de hormonas tiroideas se puede resumir en 5 fases. (&"") β (&"") α 7. &,)/&( .D D . . DD. 7. . . DD. .D 7. ,&!) ) &,)(&( .D D &,) &( . . DD. Figura 20.1. Estructura de las hormonas tiroideas Síntesis de Tg Las hormonas tiroideas se sintetizan a partir de los residuos de tirosina de la Tg. La Tg es una glucoproteína de gran tamaño que, como ocurre con todas las proteínas que van a ser secretadas, es sintetizada en los polirribosomas del retículo endoplásmico rugoso. Posteriormente, la proteína es procesada en las cisternas del aparato de Golgi donde completa su glucosidación y es empaquetada en vesículas de secreción. Estas vesículas serán liberadas en la cara apical de los tirocitos, pasando así al interior del folículo. En condiciones normales, la Tg constituye el 75% de las proteínas tiroideas. Captación de yodo El yodo es un elemento traza en el organismo por lo que la tiroides necesita un sistema que le permita captar el yodo necesario para atender las demandas de la síntesis de hormonas tiroideas. De hecho, la tiroides es el principal depósito de yodo del organismo, alcanzándose en el interior del tirocito una concentración de yodo que, por término medio es 30 veces superior a la del plasma, pudiendo llegar a ser hasta 400 veces mayor en algunos casos. La captación del yodo circulante por el tirocito depende principalmente de un cotransportador Na+/I- denominado NIS (Na+/Isymporter). En cada ciclo, el NIS introduce en el tirocito dos átomos de sodio y un átomo de yodo. En el polo apical de la célula existe un segundo transportador de yodo denominado pendrina, que permite el paso de yodo del interior del tirocito al coloide. La pendrina es un cotransportador Cl-/I- y está codificada por el gen pds. Las mutaciones de este gen son responsables del denominado síndrome de Pendred que cursa con hipotiroidismo leve que generalmente no se manifiesta hasta la adolescencia y sordera neurosensorial debida a una alteración coclear. Oxidación del yodo Una vez captado, el yodo es oxidado a una forma muy reactiva, capaz de incorporarse a los residuos de tirosina de la Tg. La enzima responsable de este proceso es la peroxidasa tiroidea o tioperoxidasa (TPO), específica de la tiroides. La TPO es una proteína transmembrana que se localiza en la cara apical de los tirocitos, dispuesta de forma que su región catalítica está en contacto con el coloide. El proceso de oxidación del yodo precisa de un sistema de generación de peróxido de hidrógeno que se localiza también en la cara apical del tirocito. Yodación de la Tg El proceso de incorporación de átomos de yodo a los residuos de tirosina de la Tg recibe el nombre de organificación. En condiciones normales, tan solo un 2% de los residuos de tirosina son yodados. Durante el proceso de yodación, los residuos de tirosina pueden incorporar 1 o 2 átomos de yodo. En el primer caso, el compuesto formado se denomina monoyodotirosina (MIT), mientras que la incorporación de 2 átomos de yodo da a la formación de diyodotirosina (DIT). En condiciones normales, se forma mucho más DIT que MIT, pero no ocurre así cuando existe déficit de yodo. Tanto MIT como DIT permanecen formando parte de la molécula de Tg. Acoplamiento El paso final en la síntesis de hormonas tiroideas es el acoplamiento de las moléculas de MIT y DIT. En el 90% de los casos, este acoplamiento se produce entre dos moléculas de DIT, dando lugar a la formación de 3,5,3’,5 tetrayodotironina o tiroxina (T4). En un 9% de los casos el acoplamiento se produce entre un residuo de MIT y un residuo de DIT, formando 3,5,3’ triyodotironina (T3). El 1% restante se corresponde con una forma inactiva denominada 3,3’,5’ triyodotironina o rT3 (reverse T3). Dado que el acoplamiento se produce sin que se rompa la molécula de Tg, las hormonas tiroideas se almacenan formando parte dicha proteína. En condiciones normales, la glándula tiroides puede almacenar hormonas tiroideas para asegurar las necesidades del organismo durante un periodo de 100 días aproximadamente. LIBERACIÓN Y TRANSPORTE DE LAS HORMONAS TIROIDEAS Cuando es necesario secretar hormonas tiroideas, los tirocitos captan pequeñas porciones del coloide tiroideo por un mecanismo de endocitosis. Las vesículas endocíticas se fusionan con lisosomas que contienen proteasas que rompen las moléculas de Tg, liberando T3, T4, MIT y DIT (así como el resto de aminoácidos de la Tg). Tanto la T3 como la T4 pasan a la circulación, pero no ocurre lo mismo con MIT y DIT. Estos dos compuestos son biológicamente inactivos y, además, no pueden utilizarse para la síntesis de nuevas hormonas tiroideas, por lo que serán desyodados en el interior del tirocito por la acción de la enzima yodotirosina desyodasa. El yodo liberado en este proceso sí podrá ser utilizado para la síntesis de nuevas hormonas tiroideas. Aproximadamente un 50% de los átomos de yodo son reciclados a través de este mecanismo. Una vez secretadas, las hormonas tiroideas circulan en plasma unidas a proteínas transportadoras de las cuales las principales son la TBG (thyroxine binding globulin) y la TBPA (thyroxine binding prealbumin) o transtiretina (TTR). La TBG es la proteína transportadora de mayor afinidad (mayor para la T4 que para la T3), pero también la de menor capacidad. Aproximadamente un 80% de las hormonas tiroideas circulan unidas a la TBG, mientras que un 15% de T4 y 5% de T3 lo hacen unidas a la TBPA. Un pequeño porcentaje de hormonas tiroideas circula unido a albúmina, y tan solo un 0,04% de T4 y 0,4% de T3 circulan en forma libre. REGULACIÓN DE LA FUNCIÓN TIROIDEA El principal regulador de la función tiroidea es la hormona estimulante de la tiroides o tirotropina (TSH, thyroid stimulating hormone), una glucoproteína de 28 kDa, producida por las células tirotropas de la adenohipófisis (véase capítulo 9). Como el resto de hormonas glucoproteicas adenohipofisarias la TSH es un dímero constituido por una subunidad α, idéntica la de FSH y LH, y una subunidad β específica. La TSH actúa sobre la tiroides estimulando la síntesis y secreción de hormonas tiroideas. Además, la TSH estimula el crecimiento tiroideo como consecuencia de un aumento tanto del número como del tamaño de las células foliculares, produce vasodilatación, aumentando el flujo sanguíneo y estimula la angiogénesis. El receptor de la TSH (TSH-R) pertenece a la familia de receptores acoplados a proteínas Gs. En algunos casos, el domino extracelular del TSH-R puede sufrir un proceso de proteolisis que da lugar a la formación de un receptor dimérico formado por dos subunidades (A y B) que permanecen unidas entre si mediante puentes disulfuro. Los TSH-R diméricos conservan su actividad y, aunque su significado funcional se desconoce, se sabe que la subunidad A se puede liberar a la circulación y ocasionar la formación de anticuerpos anti-receptor. La regulación de la secreción de TSH depende principalmente de la hormona liberadora de tirotropina (TRH, thyrotropin-releasing hormone) producida principalmente por neuronas localizadas en el núcleo periventricular del hipotálamo (véase capítulo 9). La TRH incrementa la síntesis de cadenas α y de las cadenas β de la TSH, y modula su glucosidación. La secreción de TSH está regulada también por catecolaminas, sobre todo por DA. La DA actúa directamente sobre las tirotropas a través de receptores D2 inhibiendo la secreción y probablemente también la síntesis de TSH. Se ha descrito también que la secreción de TSH puede ser inhibida por la somatostatina hipotalámica. Sin embargo, la importancia fisiológica de este mecanismo de regulación es dudosa. La secreción de hormonas tiroideas está regulada también por un sistema de retroalimentación negativa ejercido por las propias hormonas tiroideas (figura 20.2). Las hormonas tiroideas inhiben la secreción de TSH actuando directamente sobre la hipófisis, y también de forma indirecta inhibiendo la secreción de TRH. . D O D . . N . D : Figura 20.2. Regulación del eje hipotálamo-hipófiso-tiroideo METABOLISMO DE LAS HORMONAS TIROIDEAS Aunque la tiroides libera cantidades mucho mayores de T4 que de T3, éste última es la que presenta una mayor importancia funcional ya que es la única capaz de unirse al receptor de hormonas tiroideas. De hecho, la T4 se considera como una prohormona, un precursor de la T3 que sería la auténtica hormona tiroidea. La transformación de T4 a T3 depende de una desyodasa distinta de la que intervenía en la desyodación de MIT y DIT. En este caso, se trata de una 5-desyodasa, que elimina el átomo de yodo situado en la posición 5 del anillo externo (posición 5’). Hasta el momento se han identificado tres 5-desyodasas diferentes implicadas en la monodesyodación de la T4. La 5-desyodasa tipo I (D-I o 5D-I) es capaz de eliminar átomos de yodo tanto del anillo interno como del anillo externo de la T4. La eliminación del yodo 5’ da lugar a la formación de T3, mientras que la eliminación del yodo de la posición 5 da lugar a una forma inactiva denominada rT3 (figura 20.3). La 5D-I es la responsable de la generación, en el hígado, de la mayor parte de la T3 circulante. Se expresa también en pulmón, riñón y tiroides, y es la responsable de la síntesis de T3 a partir de T4 que se produce en esta glándula. La 5-desyodasa tipo II (D-II o 5’D-II) resulta vital para la generación de T3 en el SNC. Se expresa también en la adenohipófisis y en la placenta y, a diferencia de lo que ocurre con la 5D-I no es capaz de eliminar átomos de yodo del anillo externo, por lo que nunca forma rT3. Por último, la 5-desyodasa tipo III (D-III o 5D-III) se caracteriza porque únicamente es capaz de eliminar el átomo de yodo de la posición 5 (es decir, en el anillo interno) de la T4 dando lugar a la formación de rT3. Posteriormente, tanto T3 como rT3 serán progresivamente transformadas en T2, T1 y T0 (tironina), todos ellos biológicamente inactivos. 7. P . . DD. D .D P P P * , !) ) &,)(&( 7. P . . DD. D .D 7. P . . DD. D .D P P P P ,&!) ) &,)(&( P P &!) ) &,)(&( P , P ,&!) ) &,)(&( P &!) ) &,)(&( )()!) ) &,)(&( &!) ) &,)(&( )()!) ) &,)(&( &,)(&( Figura 20.3. Metabolismo de las hormonas tiroideas MECANISMO DE ACCIÓN DE LAS HORMONAS TIROIDEAS Las hormonas tiroideas ejercen sus acciones tras unirse a receptores específicos (TRs) que pertenecen a la familia de receptores nucleares heterodiméricos. En la actualidad se han identificado 3 TRs diferentes, codificados por 2 genes (TRα y TRβ). El gen TRα se localiza en el cromosoma 17 y codifica el Trα1 y una serie de proteínas originadas por un procesamiento alternativo del RNA (Trα2, ∆TRα1 y ∆TRα2) que no pueden considerarse como auténticos receptores ya que o bien no tienen capacidad de unirse a las hormonas tiroideas (Trα2 y ∆TRα2) o bien no pueden unirse al DNA (∆TRα1 y ∆TRα2). El gen TRβ se localiza en el cromosoma 3 y codifica los otros dos TRs (TRβ1 y TRβ2) originados también por un procesamiento alternativo del RNA. Todos los TRs tienen una estructura similar y actúan uniéndose a secuencias específicas del DNA tras formar homodímeros o (más frecuentemente) heterodímeros con el receptor X del ácido 9-cis-retinoido (RXR). Según el modelo propuesto para la activación de los TR, en ausencia de TH, éstos se encontrarían en el núcleo, unidos a secuencias específicas del DNA formando un complejo con el RXR y con una serie de proteínas denominadas genéricamente correpresoras. Este complejo impediría la transcripción génica. La unión de las TH al TR produciría un desplazamiento de las proteínas correpresoras del complejo, junto con el reclutamiento de una serie de proteínas coactivadoras, induciendo de esta forma la transcripción génica (figura 20.4). Se han descrito también TRs en las mitocondrias, donde las hormonas tiroideas ejercerían efectos independientes de los llevados a cabo en el núcleo. También se ha propuesto la existencia de TRs en la membrana plasmática, pero tanto este punto como su posible significado fisiológico permanecen sin aclarar. . ),,*+,* ),* . 9 . : ) &2 ),* 9 . : ),,*+,* ),* Figura 20.4. Mecanismo de acción de las hormonas tiroideas ACCIONES DE LAS HORMONAS TIROIDEAS Aunque las hormonas tiroideas ejercen múltiples acciones en el organismo, las más importantes pueden dividirse en 2 grandes grupos: acciones sobre el metabolismo y acciones sobre el crecimiento y la maduración. Las hormonas tiroideas son las principales reguladoras del metabolismo basal a través de sus acciones sobre las mitocondrias y sobre la bomba de Na+/K+. El aumento de los niveles de hormonas tiroideas produce un incremento del número, tamaño y complejidad de las mitocondrias, que además presentan crestas más numerosas y de mayor tamaño. Este aumento de la actividad mitocondrial se debe a la estimulación directa de receptores mitocondriales y está ausente en cerebro, testículo y bazo, tejidos en los que no existen receptores mitocondriales de hormonas tiroideas. Este aumento de la actividad mitocondrial es reflejo de la existencia de un mayor consumo de oxígeno en la cadena de transporte de electrones y, por lo tanto, de un aumento de la síntesis de ATP. Dado que el aumento de la generación de ATP debe ir asociado a un aumento de su utilización, las hormonas tiroideas incrementan el número y la actividad de la ATPasa de Na+/K+. En condiciones normales, hasta un 40% del consumo de oxígeno en reposo es utilizado para mantener la actividad de esta ATPasa. Aunque existe una relación directa entre consumo de oxígeno y producción de ATP, en la membrana interna de las mitocondrias hay sistemas de transporte capaces de evitar el paso de protones a través de la ATP sintetasa. De esta forma, el consumo de oxígeno se produce a una mayor velocidad que la generación de ATP, disipándose el exceso de energía en forma de calor. Las proteínas responsables de este proceso se denominan proteínas desacopladoras (UCP, uncoupling proteins). Las hormonas tiroideas aumentan los niveles de las UCPs y, por este motivo, tienen un efecto termogénico. Las hormonas tiroideas ejercen también complejos e importantes efectos sobre el metabolismo de proteínas, lípidos e hidratos de carbono. Cuando existe una deficiencia de hormonas tiroideas tanto la síntesis como la degradación de las proteínas están disminuidas, lo que indica que las hormonas tiroideas estimulan ambos procesos. En condiciones normales, predomina el efecto anabólico, pero si la concentración de hormonas tiroideas aumenta de forma importante (como ocurre en el hipertiroidismo) predomina el efecto catabólico. Las hormonas tiroideas modifican también prácticamente todos los aspectos del metabolismo de los hidratos de carbono: aumentan la absorción intestinal de glucosa, estimulan la glucogenolisis y la glucogenogénesis hepáticas y favorecen la utilización de glucosa en hígado músculo y tejido adiposo. Sin embargo, no existen modificaciones de la glucemia ni en el hipo ni en el hipertiroidismo, excepto la aparición de intolerancia a la glucosa en este último. Por último, las hormonas tiroideas ejercen un importante efecto lipolítico, a la vez que estimulan la β-oxidación de los ácidos grasos, lo que contribuye a su efecto termogénico. Como consecuencia de estos efectos, el exceso de hormonas tiroideas produce una depleción de los depósitos de grasa. Por el contrario, la deficiencia de hormonas tiroideas produce una disminución de la capacidad de movilizar ácidos grasos de los depósitos lipídicos, que se traduce en un aumento de la adiposidad. Los principales efectos de las hormonas tiroideas sobre el desarrollo son ejercidos sobre los sistemas nervioso y esquelético. Existe un periodo crítico que comienza durante la etapa de vida fetal y termina en torno a segundo año de vida, durante el cual las hormonas tiroideas son imprescindibles para que el sistema nervioso se desarrolle de forma adecuada. Durante este periodo crítico, las hormonas tiroideas estimulan múltiples aspectos relacionados con el desarrollo nervioso como son la proliferación y diferenciación neuronal, el crecimiento de las prolongaciones neuronales, el establecimiento de sinapsis y la síntesis de mielina. El hipotiroidismo congénito cursa con graves alteraciones del desarrollo intelectual y psicomotor y con diversas alteraciones neurológicas como hiperreflexia, temblor e, incluso, crisis convulsivas. En adultos las consecuencias de la carencia de hormonas tiroideas son menos graves, aunque los pacientes hipotiroideos presentan letargo, somnolencia y un cierto grado de torpeza mental. En casos extremos, puede producirse depresión e incluso cuadros psicóticos. En el caso del hipertiroidismo los síntomas neurológicos consisten principalmente en hiperexcitabilidad, irritabilidad e insomnio. Las hormonas tiroideas son también imprescindibles para que se produzca un crecimiento normal, pese a que no ejercen ningún efecto directo sobre el crecimiento del hueso o del cartílago. Las acciones de las hormonas tiroideas sobre el crecimiento son debidas a su capacidad de estimular la liberación de GH por la hipófisis y de potenciar el efecto de la GH y otros factores sobre el crecimiento esquelético. Además, las hormonas tiroideas estimulan la maduración ósea y el cierre de los cartílagos epifisarios. BIBLIOGRAFÍA Goodman HM. 2003 Basic Medical Endocrinology (3rd edition). Academic Press. Larsen PR, Kronenberg HM, Melmed S, Polonsky KS 2002 Williams Textbook of Endocrinology (10th edition). Saunders. Pombo M 2002 Tratado de Endocrinología Pediátrica (3ª edición). McGraw-Hill-Interamericana. Porterfield SP 2001 Endocrine Physiology (2nd edition). Mosby. Tresguerres JAF 2000 Tratado de Endocrinología Básica y Clínica. Editorial Síntesis. Tresguerres JAF 2000 Fisiología Humana (3ª edición). McGraw Hill. Werner, Ingbar 2000 The thyroid. A Fundamental and Clinical Text. (9th edition) Lippincott Williams & Wilkins. CAPÍTULO 21 M E C A N IS M O S M O L E C U L A R E S IM P L IC A D O S E N L A F U N C IÓ N T IR O ID E A La glándula tiroidea se localiza a ambos lados de la traquea y está formada por tipos celulares diferentes que derivan de distintas capas germinales (figura 20.1A). Las células más abundantes son las células epiteliales que derivan del endodermo primitivo. Estas células están polarizadas y constan de una membrana basal y otra apical que se localizan alrededor de un lumen central constituyendo la unidad básica del tiroides que es el folículo tiroideo (figura 21.1B). Por ello a estas células epiteliales se las denomina también células foliculares. Estas células son las encargadas de sintetizar y secretar la hormonas tiroideas T3 y T4. El otro componente minoritario son las células C o células parafoliculares, que derivan de la cresta neural y que son productoras de la calcitonina. Para la síntesis y secreción de las hormonas tiroideas, las células foliculares realizan una serie de funciones especializadas (figura 21.2). Captan yodo activamente mediante una proteína co-transportador o proteína symporter situada en la membrana basal. Esta proteína, denominada NIS (Na+/I- symporter) concentra el yodo de manera dependiente de sodio. El yodo es transportado desde la membrana basal a la membrana apical donde sale al coloide mediante otra proteína transportadora denominada pendrina localizada en la membrana apical. En esta membrana es donde tiene lugar la yodación de los residuos de tirosina de la proteína mayoritaria del tiroides, la tiroglobulina (Tg). El mecanismo de yodación requiere la oxidación del yodo mediante un enzima específico denominado tiroxidasa o thox y la incorporación en la Tg mediante la tiroperoxidasa (TPO). La Tg yodada es almacenada en el coloide y dependiendo de la necesidad de hormonas tiroideas por el organismo y de manera dependiente de la tirotropina hipofisaria (TSH), es endocitada hacia el interior de la célula. La Tg endocitada, en forma de gotas de coloide, es degradada por enzimas lisosomales y las hormonas tiroideas liberadas al torrente circulatorio. La TSH regula la función tiroidea tras su unión a un receptor de membrana (TSH-R) acoplado a proteínas G. Como es bien sabido, solamente en el tiroides se sintetizan las hormonas tiroideas y ello es debido a que en esta glándula se sintetizan específicamente las anteriores proteínas: NIS, Tg, TPO, thox, pendrina y TSH-R. Todas estas proteínas han sido clonadas en diferentes especies habiéndose demostrado que sus cDNAs (DNA complementario) sólo se expresan en tejido tiroideo, con excepción de NIS y el TSH-R que se expresan en otros tejidos. ( E 4 Figura 21.1. (A) Representación de un tiroides humano, localizado en su posición normal a ambos lados de la tráquea. Los dos lóbulos tiroideos están unidos entre si por un istmo. (B) Folículo tiroideo: Es la unidad básica del tiroides. Las células epiteliales tiroideas se colocan alrededor de un lumen central de coloide. ( * + * + * * +'% 1 + %' 6 1 6* & 6* ' 2 ! . 4 Figura 21.2. La célula epitelial o folicular tiroidea es la responsable de sintetizar y secretar las hormonas tiroideas T3 y T4. Se representan en la figura las proteínas específicas del tirodes Tg, NIS, TPO y TSH-R. Las celulas epiteliales está polarizadas y constan de una membrana basal y otra apical que da a la luz del lumen coloideo. La regulación de la expresión génica puede tener lugar a diferentes niveles siendo el control transcripcional uno de los más estudiados. Este control depende de secuencias específicas de ADN localizadas generalmente en el extremos 5’ flanqueante de los genes delante del sitio de inicio de la transcripción. A estas secuencias de ADN se unen proteínas nucleares específicas denominadas factores de transcripción. La transcripción de un gen además de ser específica de tejido está regulada por estímulos externos como hormonas, factores de crecimiento etc. Y este es el caso de los anteriores genes tiroideos que se expresan en las células epiteliales y están regulados hormonalmente por la TSH y otros factores como IGF-1, TGF-β, EGF, etc. FACTORES DE TRANSCRIPCIÓN ESPECÍFICOS DE TIROIDES. Los genes tiroideos clonados en primer lugar y por tanto más estudiados son Tg, TPO, TSH-R y NIS y su expresión en tiroides depende de una serie de factores de transcripción que se unen a sus promotores (figura 21.3) y que han sido clonados. Estos factores denominados TTF-1, TTF-2 (thyroid-transcription factor 1 y 2) y Pax8 se unen en distintos elementos del ADN tanto en regiones promotoras como en regiones más distantes del sitio de inicio de la transcripción (elementos enhancer), como es el caso del gen NIS. G B9 9*) 9*) 9*% 9*) G 1 +9*) 9*) 9*) 9*% 6+92β β 9*) ( -( -.*((9 G - 6* 9*) G + 9*) 9*) + 9*) 9*) Figura 21.3. Representación esquemática de los promotores de los 4 genes tiroideos (Tg, TPO, TSH-R y NIS) y de los factores de transcripción que a ello se unen en las diferentes secuencias. Los factores TTF-1 y Pax8 se unen en el gen NIS en una región distal enhancer que recibe el nombre de NUE (NIS upstream enhancer). Factor de transcripción TTF-1. También denominado T/EBP o NKx2.1 pertenece a la familia de factores de transcripción con un dominio de unión al ADN denominado homeodominio o gen homeobox. Aunque inicialmente se clonó e identificó como específico de tiroides, posteriormente se describió que también se expresa en hipófisis y pulmón. El papel que tiene TTF-1 en hipófisis es aún desconocido pero en el caso del pulmón se sabe que regula la expresión de las proteínas surfactantes del pulmón y de la proteína secretada por las células de la clara. El tiroides y el pulmón se desarrollan en el embrión en estrecha relación a partir de células de origen endodermal. El gen del factor TTF-1 se denomina tift-1 y se localiza en el cromosoma 14 en humanos y en el cromosoma 2 de ratón. La expresión de este gen se ha anulado mediante recombinación homóloga, produciendo ratones knockout para TTF-1. Estos ratones llegan a término pero mueren al nacer pos carecer de estructuras pulmonares y por tanto no poder respirar. Además presentan agenesia de tiroides y de hipófisis. Se ha definido a TTF-1 como responsable de la especificación tiroidea expresándose tanto en células foliculares como parafoliculares. Factor de transcripción TTF-2. Pertenece a la familia de factores de transcripción con un dominio de unión al ADN denominado forkhead. A los genes de esta familia se les denomina actualmente genes fox siendo TTF-2 el gen Foxe-1. Esté gen, además de en tiroides se expresa en hipófisis durante el desarrollo embrionario y en regiones craneofaciales. Los ratones knockout para este gen presentas tanto ectopia como agenesia de tiroides así como paladar hendido. El hecho de que los ratones presenten tiroides sublingual (ectopia) junto con otros estudios han definido la función de TTF-2 como responsable de la migración del tiroides desde una posición sublingual a su posición definitiva en la traquea. El gen correspondiente se denomina titf2 o foxe1 y se localiza en el cromosoma 9 en humanos y en 4 en ratón. Factor de transcripción Pax8. Pertenece a la familia de genes con dominio de unión al ADN denominada paired-box. Identificado inicialmente en riñón se ha visto posteriormente que su función es crucial en tiroides. Los ratones nulos para este gen presentan hipoplasia tiroidea y falta de formación de folículos. Este gen por tanto es el responsable de la formación de los folículos tiroideos y no se expresa en células parafoliculares. El gen correspondiente Pax8 se localiza en el cromosoma 2 humano y en 2 de ratón. Los ratones knockout para estos 3 factores de transcripción presentan todos hipotiroidismo lo que sugiere la importancia de estos tres factores en esta patología y sobre todo la importancia en el inicio del desarrollo embrionario de la glándula tiroidea. EXPRESIÓN DE LOS FACTORES TTF-1, TTF-2 Y PAX8 EN EL DESARROLLO DEL TIRODIES. Las células epiteliales tiroideas proceden de la invaginación del endodermo faríngeo a partir del día embrionario E8-8.5. El primordio tiroideo migra hacia abajo hasta alcanzar su destino final a ambos lados de la traquea entre los días E13-E14, donde se sitúa separado por un istmo. Solamente en el día E15, una vez completado el proceso de migración, las células foliculares se diferencian y comienza a detectarse función tiroidea (figura 21.4). Estos días corresponden al desarrollo del ratón y se ha establecido una correspondencia con los días de desarrollo embrionario en humanos El retraso temporal entre la expresión de TTF-1, TTF-2 y Pax8 sugiere que haya otros genes aun no identificados y necesarios para la función tiroidea normal o que existan represores o co-represores transcripcionales que repriman la actividad de los factores anteriores. Este es un tema en estudio y aún desconocido. FACTORES DE TRANSCRIPCIÓN TIROIDEOS EN PATOLOGÍAS HUMANAS. Como se deduce de lo expuesto en anteriormente, los anteriores factores de trascripción tiroideos desempeñan un papel crucial en los procesos de desarrollo, especificación y diferenciación. Además, también se ha demostrado que estos factores son decisivos para la proliferación de las células tiroideas. Por ello se ha estudiado en detalle su papel en patologías tiroideas congénitas y en cáncer de tiroides. Las células tiroideas transformadas con oncogenes de la familia Ras, Ret y otros pierden el fenotipo tiroideo diferenciado y dejan de expresar los genes TTF-1, TTF-2 y Pax8. También se ha demostrado que en carcinomas no diferenciados de tiroides se pierde la expresión de estos genes, mecanismo relacionado con el mayor grado de agresividad del tumor. En el caso de hipotiroidismos congénitos se han descrito mutaciones o deleciones de los anteriores factores de transcripción. En el caso de TTF-1 se han descrito deleciones (haploinsuficiencia) que cursan con problemas pulmonares y en muchos casos con enfermedades neuronales como coreo-acetosis o corea benigna. Así mismo se han descrito mutaciones en TTF-2 en individuos con ectopia o agenesia cursando en este último caso con paladar hendido y atresia de coanas. En el caso de Pax8 se han descrito mutaciones en individuos con hipotiroidismo congénito que cursan con hipoplasia tiroidea. D 4 E - 4 E 4 4 9 9 9*) 9*% G 6 1 + Figura 21.4. Representación de las fases iniciales del desarrollo del tiroides y el tiempo de expresión de los factores de transcripción tiroideo. REGULACIÓN HORMONAL DE LA FUNCIÓN TIROIDEA. La función tiroidea está sometida a un fino control hormonal siendo la hormona TSH la principal reguladora. La TSH regula principalmente la función tiroidea vía AMPc/PKA, aunque actualmente se están describiendo acciones independientes de AMPc e independientes de PKA. Como ésta vías independientes están menos conocidas se explicará más en detalle la vía AMPc/PKA. La TSH tras unirse a su receptor acoplado a proteínas G induce la activación de la adenilato ciclasa con el consiguiente aumento de AMPc intracelular y la activación de la PKA, la cual en última instancia es la responsable de activar factores de transcripción tras fosforilación de los mismos. La vía clásica es la activación del factor CREB que se une a su elemento CRE (cAMP responsive element) en los genes regulados por AMPc. Pero en el caso de los genes tiroides Tg, TPO Y NIS no se han descrito elementos CRE, solo en el caso del TSH-R. Lo que se ha descrito es que TSH a través del AMPc regula la expresión de los genes TTF-2 y Pax8, siendo estos dos factores de transcripción los que regulan en última instancia la expresión de los genes tiroideos (figura 21.5). Además del TSH, otra hormona como la insulina regula la función tiroidea. La insulina actúa a través del receptor de IGF-1, siendo por tanto esta citoquina la funcional. El mecanismo implica principalmente la vía PI3K y Akt (figura 21.4) aunque también se han descrito mecanismos dependientes de la MAPK. El IGF-1 actúa aditivamente con la TSH en la regulación de la Tg y la TPO, por tanto induciendo la expresión de estos genes a nivel transcripcional. Sin embardo, IGF-1 reprime la expresión inducida por TSH sobre el gen NIS Otro factor de crecimiento que reprime la inducción de NIS ejercida por TSH es el TGF-β, que actúa a través de la proteínas Smads. Otra hormona que regula la función tiroidea, es la somatostatina, la cual inhibe el efecto proliferativo ejercido por la TSH. El conocer la regulación hormonal de la expresión de genes trioideos además de ahondar en el conocimiento de las vías de transducción de señales, contribuye a modular hormonalmente terapias en enfermedades tiroideas. PROTEÍNA TRANSPORTADORA DE YODO (NIS). POSIBLE USO DIAGNÓSTICO Y TERAPÉUTICO. El yoduro es un regulador homeostático de la síntesis in vivo de las hormonas tiroideas habiéndose descrito un fenómeno de autorregulación de la función tiroidea por este compuesto, de modo que concentraciones altas de yoduro inhiben la síntesis de hormonas tiroideas (efecto Wolf-Chaikoff). Este servo-mecanismo inhibitorio se consigue mediante al inhibición de la captación y el transporte activo del yoduro. El transporte del yodo en el tirocito tiene lugar a través de un co-transportador o symporter (NIS) que capta yodo de manera dependiente de sodio. NIS es una proteína integral de membrana caracterizada por tener 13 dominios transmembrana y que se definió inicialmente como específica de tiroides pero que se ha visto expresada en otros tejidos como las glándulas salivales, el estomago, la glándula mamaria en periodos de lactación gestación y en cáncer de mama, así como en el ovario y otros tejidos. Es una proteína muy conservada, existiendo una gran homología entre las especies. La expresión de NIS está sometida a una fina regulación por TSH vía AMPc, siendo el factor Pax8 el mediador de la respuesta. La importancia de esta proteína ha aumentado llamativamente en los últimos años por su importancia en patologías tiroideas y por su posible uso diagnóstico y terapéutico en cáncer. &9*) 6 & 4))I 4G# 2 Q O O + Figura 21.5. Vías de transducción de señales más estudiadas en tiroides. La TSH tras su unión a su receptor de siete dominios transmembrana acoplado a proteínas G induce la actividad adenilato ciclasa con el consiguiente aumento de AMPc y la activación de la PKA. La insulina y el IGF-1 tras su unión a su receptord tirosina quinasa induce principalmente ene este tipo celular la activación de la vía PI3K/Akt. Ambas vías convergen en la regulación transcripcional de genes trioideos. NIS en patologías Un defecto en el transporte de yoduro es una causa rara de hipotiroidismo congénito, aunque se han descrito algunos casos. La característica común es la coexistencia de bocio y falta de captación de ioduro. Con la clonación de NIS se ha obtenido una herramienta para entender las bases moleculares de esta patología. Se han descrito mutaciones en el ADN codificante de NIS que son causa de hipotiroidismo y dishormonogénesis tiroidea. También se han descrito anticuerpos anti-NIS en enfermedades autoimmunes tirodieas, lo mismo que ya se habían descrito para los otras proteínas como anti-Tg, anti-PTPO (anticuerpos microsomales) y anti-TSHR. La expresión de NIS varía considerablemente en neoplasias tiroideas humanas. La captación de radio-yodo por nódulos tiroideos es una práctica diagnóstica de uso habitual en la clínica. Mediante análisis de los niveles de ARNm por RT-PCR se ha demostrado que la expresión de NIS varía en carcinoma papilar de tiroides y está ausente en líneas celulares procedentes de carcinomas tiroideos que han perdido la capacidad de captar yodo. Más recientemente se ha descrito que aunque mediante RT-PCR se encuentre expresión de NIS en cáncer de tiroides, esta proteína no es funcional por encontrarse en el citoplasma y no en la membrana basal. Así, la expresión de NIS puede ser usada como un marcador previo en los tratamientos de cáncer de tiroides con radioyodo. Se puede estudiar la expresión de NIS mediante immunohistoquímica convencional (figura 21.6). - 4 + @ 9 6 4 4 4 + 3 Figura 21.6. Immunohistoquímica con anti-NIS. Esta proteína se expresa en la membrana basal del tirocito en situación normal (panel A). En carcinoma tiroideo se va perdiendo su expresión. En el panel B aparece immunohistoquñimica negativa en un carcinoma papilar de tiroides. USO DEL GEN NIS EN DIAGNÓSTICO Y EN TERAPIAS CON RADIOYODO. Unos de los objetivos más actuales en terapias génicas para el tratamiento de carcinomas es la búsqueda de nuevas aproximaciones experimentales que impliquen la menor toxicidad y agresividad posible. Los cánceres con alta recurrencia después de tratamientos con radio- o quimioterapia representan clínicamente un reto para la búsqueda de nuevas dianas moleculares basadas en transferencia selectiva a células tumorales de otros genes citotóxicos o que puedan ser usados como diagnóstico. Actualmente se está desarrollando una terapia basada en el uso de NIS. Como se viene diciendo este gen es el responsable de la entrada del yodo en el tiroides y en otros tejidos. Basándose en esta función, los estudios más actuales se basan en expresar, mediante transferencia génica, el gen NIS en células tumorales y tratarles posteriormente con 123I o con 99Tc para diagnóstico por imagen. Además, la sobre-expresión de NIS en tumores podría usarse para terapias posteriores con 131I, como se hace en los tumores tiroideos. Con esta idea, trabajos recientes están expresando NIS mediante el uso de vectores adeno o retrovirales en células tumorales de distintos orígenes (melanoma, próstata, mama, colon, etc). Tras la sobre-expresión de NIS en estos tipos celulares y tratamiento con 131I se consigue un índice de supervivencia celular bajísimo (tabla 21.1), lo que hace que estas terapias sean muy prometedoras en un futuro. Tabla 21.1. Tratamiento con 131I de células tumorales infectadas con adenovius-NIS. Células tumorales no tiroideas se pueden hacer sensibles al tratamiento con radioyodo. La sobreexpresión de NIS, mediante la infección de construcciones de NIS en vectores adenovirales, y el tratamiento con 131I induce hasta un 30% de supervivencia lo que significa un 70 % de mortalidad de las células tumorales. Células DU145 Próstata+131I Control Infectada con adenovirus (Ad) Infectada con Ad-NIS 100% 100% 30% BIBLIOGRAFÍA Damante G, Di Lauro R 1994 Thyroid-specific gene expression. Biochim Biophys Acta 1218:255. Damante G, Tell G, Di Lauro R 2001 A unique combination of transcription factors controls differentiation of thyroid cells. Prog Nucleic Acid Res Mol Biol 66:307. De Deken X, Wang D, Dumont JE, Miot F 2002 Characterization of ThOX proteins as components of the thyroid H(2)O(2)-generating system. Exp Cell Res 273:187. De Felice M, et al 1995 Redundant domains contribute to the transcriptional activity of the thyroid transcription factor 1. J Biol Chem; 270:26649. De Felice M, et al 1998 A mouse model for hereditary thyroid dysgenesis and cleft palate. Nat Genet 19:395. De La Vieja A, Dohan O, Levy O, Carrasco N 2000 Molecular analysis of the sodium/iodide symporter: impact on thyroid and extrathyroid pathophysiology. Physiol Rev 80:1083. 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En el caso del síndrome de RHT (SRHT) por mutaciones en los receptores nucleares se estima que afecta a 1 de cada 50000 recién nacidos, existiendo en la actualidad 600 casos descritos. La incidencia del SRHT causado por mutaciones en los transportadores de membrana específicos de las hormonas tiroideas es mucho menor, habiéndose descrito muy pocos individuos, debido entre otras causas a su reciente descripción. FISIOPATOLOGÍA Estructura y función de los transportadores de membrana de las hormonas tiroideas y de los receptores nucleares de hormonas tiroideas. Durante las últimas 3 décadas se han acumulado evidencias sobre la existencia de múltiples transportadores de hormonas tiroideas en diversos tejidos, aunque no ha sido hasta fechas recientes en que se ha logrado la caracterización molecular de algunos de ellos. Se pueden dividir en transportadores de aniones orgánicos y transportadores de aminoácidos. Los transportadores de aniones orgánicos se dividen a su vez en dos tipos, el polipéptido co-transportador de sodio taurocolato (NTCP) y los polipéptidos co-transportadores de aniones orgánicos independientes de sodio (OATP); de éstos, el OATP-F tiene alta especificidad y afinidad por la T4 y rT3 y se localiza preferencialmente en los capilares del cerebro, en donde participa en el transporte de T4 desde la periferia al interior del sistema nervioso central. Dentro de los transportadores de aminoácidos, el transportador 8 de los monocarboxilatos o MCT8 transporta exclusivamente hormonas tiroideas. El gen del MCT8 se localiza en el cromosoma Xq13.2, consta de 6 exones, y codifica una proteína de 539 o 613 aminoácidos dependiendo de donde se inicie su traducción, de 12 dominios transmembrana. En la parte N-terminal de la proteína existe un dominio PEST, rico en prolina, glutamato, serina y treonina, que sirve como señal proteolítica al marcar la proteína para su rápida degradación. La expresión de MCT8 es ubicua e incluye el hígado, riñón, corazón, cerebro, placenta, pulmones y músculo esquelético. MCT8 es el mas potente transportador conocido hasta la fecha y transporta hormonas tiroideas de forma independiente de sodio. Los receptores de las hormonas tiroideas (TR) son proteínas que tras su unión a la hormona, controlan la expresión de genes, actuando así como factores de transcripción. En la actualidad hay cerca de 150 tipos de receptores nucleares identificados aunque para muchos de ellos no se conoce el ligando endógeno. Por su similitud estructural se consideran una superfamilia (ver capítulo 8). El receptor de las hormonas tiroideas forma una subfamilia junto al receptor de la vitamina D (VDR), receptor del ácido retinoico (RAR), y receptores asociados al factor de proliferación de peroxisomas (PPAR). Se han identificado 2 tipos de receptores para las hormonas tiroideas, denominados receptor β (TRβ ) y receptor α (TRα). El gen del TRβ se localiza en el cromosoma 3 y consta de 10 exones. El gen del TRα, formado por 9 exones, se localiza en el cromosoma 17. De ambos receptores existen a su vez 2 isoformas, TRβ1/TRβ2 y TRα1/TRα2 (figura 22.1). + D( - 9 Figura 22.1. Estructura de los receptores hormonales nucleares: región aminoterminal –N- (A/B), dominio de unión al ADN (C), región de localización nuclear (D), dominio de unión a la hormona (E), región carboxiterminal –C- (F). Los dominios C y E también participan en la dimerización del receptor. El TRβ1 y TRβ2 sólo difieren en la parte aminoterminal, debido a la existencia de un promotor alternativo entre el exón 1 y 2 en el gen que los codifica (figura 22.2). El receptor TRα2 es homólogo al TRα1 pero no se une a la triyodotironina (T3) ya que le faltan 40 aminoácidos del segmento carboxiterminal, necesarios para que la unión se produzca; estas diferencias se deben a un proceso conocido como cortado y pegado (splicing) alternativo después del procesado del primer ARN mensajero (mARN) del TRα (figura 22.2). La distribución de los TRs es extensa y su expresión es diferente en los diversos tejidos. Así, mientras en el hígado predomina el TRβ, en el corazón predomina el TRα y, en el cerebro la distribución de ambas formas es similar. La capacidad de los TRs de regular la expresión de genes depende de la presencia en el ADN de lugares de unión específicos para el receptor, conocidos como TRE (thyroid response elements), y que se localizan en los promotores de genes, normalmente en la parte 5’ del gen. Los requerimientos mínimos de un TRE son que se una al TRs con alta afinidad, y que en presencia de T3 confiera a un promotor capacidad de respuesta. La composición mínima para que el TRs se una a un TRE es el hexámero (A/G)GGT(C/A)A. Para que exista respuesta del promotor se requieren al menos 2 hexámeros colocados en posición palindrómica o en repeticiones directas e invertidas (figura 22.3). Los receptores de hormonas tiroideas se unen a los TREs como monómeros o dímeros, formando homodímeros (TR-TR) o heterodímeros con otros receptores nucleares de la familia de los receptores esteroideos. La unión a los TREs en forma de heterodímeros es la más efectiva para que se produzca la respuesta a la T3. Aunque los TRs forman heterodímeros con el receptor del ácido 9-cis retinoico (RXR), receptor de estrógenos, RAR y PPAR, la interacción con el RXR es la más importante (figura 22.4). B ) β% )#H %%< +6% ) )I= )<! β) ) #% )%I G% ) #% )%I 2<I B β% & 2#) II '' * ' II I) % 2 ! # = < G % 2 ! # = < G <% !%'%% %=) I ) % α 4 ' 2 β) β '' + ( 4 ' )< !HI G% G= B & 2 !)I G= α% '' !=) )II α) + ' 116 )II B 2 #)! I )=) )I))!G %I= 2 ! # ) % 2 2%I =G %=<'#2$ ! )!< %#H %!%'%< T %#I ? 4 = < G # = < G 2=2'!<GU G!) %<? 4 H %#)'2)I=U22#< α)$ 4 + α1 I ) % 2 ! # = < G α2 I ) % 2 ! # = < G H α% 4 !<=< !)I $ %2<H !HI $ Figura 22.2. Isoformas de los receptores de hormonas tiroideas. A) existen 2 isoformas para el TRβ (TRβ2 y5TRβ 'y 2 isoformas del TRα (TRα1 y TRα2). Las regiones de unión al ADN y a la hormona son las más conservadas entre las diferentes isoformas. El TRα2 no se une a la hormona. B) El TRβ es más corto que el TRβ#, debido a la pérdida de 53 aminoácidos en la región aminoterminal por la utilización de un promotor alternativo entre los exones 2 y 3 del gen del TRβ. Los receptores TRα1 y TRα2 se originan por un splicing alternativo entre los exones 8 y 9, lo que causa la pérdida de 40 aminoácidos en el domino de unión a la hormona esenciales para la unión entre la T3 y el TRα2. - . + - - - - 1+- 1+- 1 - - +0- 7777 777777 777777 Figura 22.3. Composición y disposición de los TRE (thyroid response element) o lugares de unión del receptor al ADN. El requerimiento mínimo para que el receptor de las hormonas tiroideas se una al TRE es un hexámero de bases nitrogenadas. Para que exista respuesta del promotor se necesitan al menos 2 hexámeros en las posiciones que se describen. 61 1 - 1 6- - 1 - 1 F - - Figura 22.4. La unión del receptor de hormonas tiroideas al TRE se hace en forma de homodímeros (TRTR) o heterodímeros RXR-TR. En ausencia de T3 el complejo RXR-TR se une al TRE e inhibe la transcripción basal, inhibición que se potencia por la unión al heterodímero de un grupo de proteínas conocidas como co-represores (figura 22.5). Cuando la T3 alcanza el núcleo de la célula se produce la liberación de los co-represores del TR y, no sólo se reduce la represión de la transcripción basal sino que se incrementa la transcripción. Este proceso requiere la incorporación al complejo que controla la transcripción de un grupo de proteínas conocidas como co-activadores (figura 22.5). * 4 9 F 9 - 6 ( 9 ( ( ( D 2II *) 9 2 F 9 - 6 * ( 9 ( + 9 4 9 4 Figura 22.5. A) En ausencia de T3 la unión de co-represores al heterodímero RXR-TR inhibe la transcripción basal. B) En presencia de T3, los co-represores se liberan del heterodímero RXR-TR, se reclutan co-activadores y se estimula la transcripción. Bases moleculares de la resistencia a las hormonas tiroideas. El síndrome de RHT está causado mayoritariamente por mutaciones en el gen del TRβ. El 75% de los casos son familiares y se heredan de forma autosómica dominante, el 15% son casos esporádicos, causados por mutaciones de novo y, en el resto no se conoce su origen. La mayoría de las mutaciones son puntuales originando el cambio de una base por otra, traduciéndose a nivel proteico en el cambio de un aminoácido por otro con la subsecuente modificación de la estructura y función del receptor. Los sujetos afectos con el síndrome de RHT por mutaciones en el receptor de hormonas tiroideas, dado que heredan el trastorno de forma autosómica dominante, tienen un alelo normal y otro mutado. Las mutaciones en el gen del TRβ se localizan en la parte que codifica el dominio de unión a la T3, lo que impide que la hormona se una al receptor, sin afectar a los dominios en donde reside la capacidad de unirse al ADN, al RXR y a los co-represores. Esto confiere al alelo mutado la capacidad de actuar de forma dominante negativa, denominada así porque si bien el heterodímero RXR-TRβ mutado compite con el RXR-TRβ normal por la unión al ADN, al no unirse a la T3 no puede liberar los co-represores, reprimiendo la transcripción basal de forma permanente. Hasta la fecha no se han descrito casos con mutaciones que afecten al dominio de unión al ADN, por lo que se sospecha que estas mutaciones son letales o no dan fenotipo. De acuerdo a esta última posibilidad cumple reseñar que en ratones transgénicos la ausencia de TRβ se asocia a un fenotipo más benigno que el causado por mutaciones en el receptor. En el caso de un alelo mutado, la transcripción basal no se afecta ya que no depende de la T3 pero, en presencia de la hormona tiroidea, el receptor afecto opera con dominancia negativa bloqueando la transcripción en un 50% de los genes regulados por la T3. En el caso de ausencia de receptor no se bloquea la transcripción basal ni existe dominancia negativa en presencia de T3. Dado que el fenotipo de los ratones sin receptor es mas benigno se ha sugerido que el receptor apareció durante la evolución antes que la hormona, posiblemente como resultado de una infección viral, y la hormona tiroidea surgió posteriormente para compensar los efectos adversos del receptor. La RHT causada por mutaciones en los transportadores de membrana de las hormonas tiroideas se conocen desde 1994, año en que se describió en varones un cuadro de retraso psicomotor severo asociado a mutaciones en MCT8. Estudios de captación de hormonas tiroideas sobre fibroblastos de pacientes con este nuevo síndrome, mostraron que la captación de T4 y sobre todo de T3 estaba muy disminuida, lo que podría explicar la disfunción neurológica en estos pacientes, ya que las hormonas tiroideas son esenciales para la diferenciación neuronal y desarrollo cerebral desde etapas muy precoces del período embrionario. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Y DE LABORATORIO El síndrome de RHT por mutaciones en el receptor de hormonas tiroideas se caracteriza por la escasez de manifestaciones clínicas y, en muchos casos no son las manifestaciones clínicas las que llevan al diagnóstico, sino el hallazgo de una elevación en las hormonas tiroideas con valores de TSH no suprimidos. Los hallazgos clínicos más frecuentes son bocio, taquicardia, estatura corta y retraso en la edad ósea, hiperactividad, problemas de aprendizaje y trastornos emocionales. La mayoría de los sujetos mantienen un estado metabólico normal a expensas de una elevación en las hormonas tiroideas. Dada la diferente compensación a la resistencia hormonal de los diferentes tejidos, pueden coexistir datos clínicos y de laboratorio sugestivos de defecto y exceso hormonales. Así, un sujeto afecto puede presentar datos de hipotiroidismo con retraso moderado del crecimiento, retraso en la maduración ósea y problemas de aprendizaje, junto a datos de hipertiroidismo como hiperactividad y taquicardia. En el síndrome de RHT existen una variedad de defectos que no se explican por la resistencia a la acción de la hormona o por exceso de hormona tiroidea, como son anomalías vertebrales, cara con aspecto de “pájaro”, cráneosinostosis, acortamiento del cuarto metatarsiano, ictiosis congénita, etc. El curso de la enfermedad es variable y, excepto en los casos muy severos, la tendencia es a la mejoría de las manifestaciones clínicas con la edad. Los sujetos con RHT sometidos a tiroidectomía parcial por bocio siempre presentan recidiva del mismo. En sujetos sin tratamiento, la condición sine qua non para el diagnóstico de RHT es la elevación en los niveles de T4 libre (y con frecuencia la T3 libre), TSH no suprimida, y respuesta normal o exagerada de la TSH al estímulo con TRH. En la mayoría de los casos el valor de la TSH es normal preservándose su ritmo circadiano. Cuando los valores de TSH están elevados, suele deberse a que el paciente recibió tratamiento para disminuir las hormonas tiroideas. La captación tiroidea de yodo radioactivo suele estar elevada debido al estímulo de la TSH, lo que también se refleja en unos valores de tiroglobulina elevados. El síndrome de RHT causado por mutaciones en el transportador MCT8, por el contrario, da lugar a un cuadro de retraso psicomotor muy severo en los pacientes afectos. Hasta la fecha sólo se ha descrito el cuadro en varones, siendo las madres portadoras y manifestando un fenotipo bioquímico leve, consistente en elevación de la T3 con una T4 y rT3 normal o baja y una TSH normal. La existencia de un fenotipo bioquímico pero no clínico en las madres portadoras sugiere, que los dos alelos situados en el cromosoma X se expresan, compensando el alelo normal al mutado, o que existe una inactivación del gen no aleatoria, siendo inactivado el alelo mutado en el sistema nervioso central. La severidad del cuadro neurológico en varones afectos portadores del alelo mutado, sugiere que el MCT8 es el único transportador de hormonas tiroideas operativo durante el desarrollo y diferenciación neuronal en la embriogénesis, y que su anulación funcional da lugar a un cuadro neurológico de mayor severidad que el cretinismo neurológico. DIAGNÓSTICO. Aunque las manifestaciones clínicas, evolución, historia familiar y datos bioquímicos orientan hacia el diagnóstico de resistencia a la acción hormonal, el diagnóstico definitivo es siempre molecular, y se establece detectando la mutación responsable del cuadro clínico mediante secuenciación o restricción enzimática. El diagnóstico molecular se hace normalmente sobre muestras de ADN extraídas de células sanguíneas, aunque es conveniente una segunda muestra, normalmente de fibroblastos cutáneos, que se obtienen por biopsia en la cara anterior del antebrazo. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL En el caso del síndrome de RHT por mutaciones en el receptor de hormonas tiroideas, el hallazgo de unas hormonas tiroideas libres elevadas con una TSH no suprimida, plantea el diagnóstico diferencial con tumores hipofisarios secretores de TSH. En estos casos, el paciente suele presentar síntomas y signos de tirotóxicosis, pudiendo coexistir con acromegalia o galactorrea y amenorrea debido a la secreción de hormona de crecimiento y prolactina por el tumor. La subunidad α de la TSH suele estar elevada en relación a la TSH total y, la tomografía axial computerizada o la resonancia nuclear magnética de hipófisis pueden descubrir el tumor. La demostración de una mutación en el gen del TRβ es prueba suficiente para establecer el diagnóstico de síndrome de RHT. En aquellos casos en que no se encuentra mutación, el diagnóstico se basa en la demostración in vivo de resistencia a la acción de las hormonas tiroideas, para lo cual se administran durante periodos cortos de tiempo dosis crecientes de T3 durante 1 semana, y se valora la respuesta de varios parámetros clínicos y analíticos controlados por las hormonas tiroideas. TRATAMIENTO El tratamiento de pacientes con síndrome de RHT por mutaciones en el receptor de hormonas tiroideas es individualizado. En aquellos casos familiares en que los miembros afectos presentan trastornos severos del crecimiento y retraso mental, el diagnóstico prenatal y consejo familiar son de utilidad. Como norma general se evitará disminuir los niveles de hormona tiroidea, ya sea disminuyendo la reserva tiroidea por medio de la cirugía o de la administración de yodo radioactivo, o administrando antitiroideos, debido a que esto induciría un aumento de los niveles de TSH y agravaría el bocio. En caso de que la compensación de la resistencia por el paciente sea incompleta, se administrará hormona tiroidea evitando un estado de hipercatabolismo. Los β-bloqueantes son de utilidad para controlar los síntomas de tirotoxicosis. En los casos de mutaciones en el transportador de MCT8 no existe tratamiento etiológico. Dado la severidad del cuadro neurológico es primordial hacer un diagnóstico pregestacional, identificando a las madres portadoras; esto se podría realizar determinando T3, T4, rT3 y TSH en suero como método de screening, seguido de secuenciación del gen MCT8 a partir de muestras de ADN maternas en casos sospechosos. BIBLIOGRAFÍA Arai K, GP Chrousos 1995 Syndromes of glucocorticoid and mineralocorticoid resistance. Steroids 60:173. Kino T, Chrousos GP 2001 Glucocorticoid and mineralocorticoid resistance /hypersensitivity syndromes. J Endocrinol 169: 437. Werner Ingbar’s The Thyroid. A Fundamental and Clinical Text. (9th edition). Lippincott Williams & Wilkins. CAPÍTULO 23 A N O M A L ÍA S E N L A F U N C IÓ N D E L A G L Á N D U L A T IR O ID E S & Como ocurre en todas las glándulas de secreción endocrina la tiroidea puede presentar deficiencia en secreción y acción de las hormonas tiroideas (hipotiroidismo) y exceso de producción o acción de las citadas hormonas (hipertiroidismo). HIPOTIROIDISMO Definición Se define como el defecto de la acción de las hormonas tiroideas en los tejidos diana de nuestra economía, esto es en todos los tejidos. La repercusión se centra principalmente en alteraciones de la cadena respiratoria intracelular, disminución de la síntesis proteica y enlentecimiento metabólico general. Frecuencia La prevalencia e incidencia en Galicia se puede ver en la tabla 23.1. Tabla 23.1. Prevalencia e incidencia de disfunción tiroidea en el sur de Galicia. Incidencia = casos/100,000/año. Modificado de Galofré et al. 1994. Tipo Prevalencia Mujeres Incidencia Mujeres Hipertiroidismo 0.35 % 89.0 franco subclínico Hipotiroidismo 0.02 % 55.9 33.1 73.3 _ _ 31.4 38.4 franco subclínico Prevalencia Varones 0.0002 % 0.003 % _ _ Incidencia Varones Total Prevalencia Total Incidencia 6.5 0.019% 52.3 2.1 4.3 10.9 0.01% 32.0 20.6 45.5 2.1 6.5 _ _ 18.4 24.2 Etiología Va desde las enfermedades que condicionan disminución de la secreción hormonal por la glándula tiroides a la resistencia a la acción de la hormona por los tejidos observada en los síndromes de resistencia a la acción de las hormonas tiroideas (tabla 23.2). Tabla 23.2. Causas mas frecuentes de hipotiroidismo en nuestro medio. Modificado de Galofré et al. 1994. Causa Tiroiditis crónica autoinmune Post-quirúrgico Secundario Amiodarona Miscelánea Total Frecuencia relativa Densidad de incidencia 54.9% 18.7% 7.1% 5.8% 13.5% 100.0 27.1 8.7 2.9 1.9 4.8 45.5 Manifestaciones clínicas Muchas de las manifestaciones de hipotiroidismo reflejan uno de los dos efectos inducidos por la falta de las hormonas tiroideas que son: • enlentecimiento general de los procesos metabólicos que condicionan fatiga, movimientos lentos, hablar lento, intolerancia al frió, constipación, retención de líquidos, bradicardia y respuesta retardada de reflejos tendinosos. • acumulación de glicoaminoglicanos en el espacio intersticial de muchos tejidos, que condicionan cabello ralo, facies abotargada, engrosamiento de la lengua, ronquera. Piel Es fría y pálida por disminución del flujo sanguíneo. La epidermis presenta hiperqueratosis. Disminución de la sudoración por descenso de calorigénesis y disminución de la secreción glandular. Ojos Edema periorbitario. Sistema cardiovascular Disminución del gasto cardiaco inducido por disminución del ritmo cardiaco y de la contractibilidad. Las hormonas tiroideas regulan genes que codifican enzimas especiales involucrados en la contractibilidad miocárdica. Derrame pleural. Hipertensión por aumento de las resistencias periféricas. Sistema respiratorio Fatiga, acortamiento de los movimientos respiratorios durante el ejercicio, disminución de la capacidad para el ejercicio. Hipoventilación por debilidad de los músculos respiratorios. Apnea del sueño pueden presentarse en estos pacientes. Aparato digestivo Constipación por disminución en la motilidad intestinal. Disminución del sentido del gusto. Atrofia gástrica por presencia de anticuerpos anti-células apriétales. Alteraciones hematológicas Anemia normocítica. El 10% de los pacientes con tiroiditis crónica autoinmune poseen anticuerpos anti-células parietales que condicionas anemia macrocítica con megaloblatosis en la medula ósea. Genital Oligo- o amenorrea o hipermenorrea. Hiperprolactinemia puede ocurrir dando lugar amenorrea y galactorrea. Sistema neuromuscular Existe depresión general de la función del sistema nervioso central. Somnolencia, proceso mental lento, pérdida de memoria. Metabólico Hiponatremia, hipercolesterolemia. En pacientes mayores, muchas de las manifestaciones que acompañan a la senilidad son similares a los condicionados por el hipotiroidismo. Pacientes seniles eutiroideos suelen presentar fatiga, frialdad en las extremidades, piel seca y estreñimiento. Diagnóstico La constatación de la disminución en la secreción hormonal de la glándula tiroides se consigue por la determinación de la concentración de las hormonas tiroxina total (T4) o libre (T4L) en suero de sangre periférica o en las alteraciones congruentes en la secreción hipofisaria de la hormona tiroestimulante (TSH). Mientras que la acción de las hormonas tiroideas a nivel de los tejidos periféricos no se puede determinar en la práctica. Se han intentado utilizar pruebas in vitro y cuestionarios que analizan las manifestaciones clínicas, pero no son medidas muy sensible sin especificas. Tras establecer el diagnostico de la disfunción, debe establecerse el diagnostico etiológico, para lo que contaremos con la ayuda de la anamnesis, determinaciones analíticas (anticuerpos antitiroideos), pruebas de imagen (ecografía, gamma grafía), pruebas genéticas. Tratamiento En los casos producidos por disminución en la producción y secreción de la glándula tiroides en tratamiento consiste en la administración por vía oral de levo-tiroxina, determinando la dosis correcta mediante la monitorización de los niveles séricos de la TSH, que determinará cada 4-6 semanas hasta conseguir que los valores se encuentren dentro de los limites de la normalidad. Hasta hace poco tiempo ha existido, algunos clínicos basados en estudios in vitro en tejidos animales opinaban que para conseguir un mejor ajuste de la función tiroidea sería mejor tratar a los pacientes con la asociación de levo-tiroxina y triiodotironina. Estudios recientes no apoyan esta idea, encontrando que con el tratamiento con levotiroxina sola se obtienen resultados clínicos similares a los obtenidos con la asociación de levotiroxina con triiodotironina. Monitorización del tratamiento Depende principalmente de la etiología del hipotiroidismo, en general consiste en la determinación periódica de los niveles de TSH y en algunos casos del la T4, ajustando la dosis de levotiroxina de acuerdo a los resultados de las citadas hormonas. La periodicidad depende de los casos. Una vez establecida la dosis de cada paciente, se espaciaran los controles, pudiendo ser suficiente controles anuales o bianuales. HIPOTIROIDISMO SUBCLÍNICO Definición Elevación de los niveles séricos de la TSH, con valores normales de T4 libre, ausencia de síntomas, aunque un 25-50% de los pacientes pueden presentar síntomas leves. Discreta hiperlipidemia y la presencia de anticuerpos antitiroideos en ausencia de enfermedad tiroidea conocida. Frecuencia La incidencia de hipotiroidismo subclínico en nuestro medio se puede ver en la tabla 23.1. Causas Tiroiditis crónica autoinmune, ablación tiroidea parcial quirúrgica o con radioyodo. Riesgo de progresión a hipotiroidismo franco En pacientes con títulos positivos de anticuerpos antitiroideos y valores de TSH igual o superiores a 10 mmol/L. Tratamiento Es un capitulo controvertido, ya alguno datos están a favor como el normalizar el crecimiento de los niños, normalizar los valores lipiditos en adultos, mejorar la memoria y destreza y la contractibilidad muscular. Pero hay otros en contra, como aumento de riesgo de padecer osteoporosis en mujeres postmenopausicas, exacerbación de enfermedades cardiacas existentes y aumento de sufrir insuficiencia coronaria en pacientes mayores e 65 años. En general se acepta indicado el tratamiento en pacientes menores de 65 años que respondan positivamente al tratamiento, que tengan valores séricos de TSH igual o superior a 10 mmol/L, coincidencia de depresión mayor, anticuerpos antitiroideos positivos, presencia de hiperlipidemia o en gestantes. HIPERTIROIDISMO Definición Aumento de la actividad de las hormonas tiroideas en sus tejidos diana. Frecuencia La prevalencia e incidencia de hipertiroidismo en Galicia se puede ver en la Tabla 1. Etiología Va desde el aumento de producción y secreción por parte de la glándula tiroides a la administración exógena de estas hormonas (tabla 23.3). Fisiopatología El aumento de actividad de las hormonas tiroideas lleva como consecuencia la supresión de la producción y secreción de la hormona tireotropa (TSH) por parte del tejido hipofisario especifico. Tabla 23.3. Causas mas frecuentes de hipertiroidismo en nuestro medio. Modificado de Galofré et al. 1994. Causa Enfermedad de Graves Nodular Iatrogénico Tiroiditis Amiodarona Miscelánea Total Frecuencia relativa Densidad de incidencia 46.2 % 22.2 % 25.9 % 1.8 % 1.8 % 1.8 % 100.0 24.2 11.6 13.5 0.9 0.9 0.9 52.3 Manifestaciones clínicas Son independientes de las causas, sin embargo las causas pueden tener otras manifestaciones, en particular la enfermedad de Graves que la causa mas frecuente, que incluye oftalmopatía y dermatopatía infiltrativa. Piel Caliente debido al aumento del flujo sanguíneo. Aumento de sudoración por aumento de la calorigénesis. Oncolisis, prurito. Vitíligo y alopecia areata. Ojos Retracción palpebral por aumento de actividad α adrenérgica. La oftalmopatía infiltrativa es propia de los pacientes con enfermedad de Graves. Cardiovascular Aumento del gasto cardiaco debido a aumento de las necesidades de oxigeno periférico y aumento de la contractibilidad miocárdica. Ritmo cardiaco aumentado, disminución de la resistencia periférica. Fibrilación auricular ocurre en el 10 a 20% de los pacientes, siendo más frecuente en pacientes mayores. Lípidos Tienden a tener niveles de colesterol total y HDL bajos. Sistema respiratorio Disnea y disnea de esfuerzo por aumento de consumo de oxigeno y aumento de producción de anhídrido carbónico, que producen hipoxemia e hipercapnia. La debilidad de los músculos respiratorios es una causa importante de disnea. Gatrointestinal Diarrea por aumento de motilidad intestinal. Algunos pacientes presentan hiperfagia. Sistema hematológico La enfermedad de Graves puede asociarse a enfermedades hematológicas autoinmunes como la púrpura trombocitopénica idiopática. Sistema esquelético Aumento de la porosidad del hueso cortical y reducción del volumen del hueso trabecular que condicionan osteoporosis y aumento de riesgo de fractura. Neuromuscular Temblor, hiperactividad, labilidad emocional, ansiedad, insomnio, dificultad para concentrarse. Debilidad muscular proximal. Diagnóstico En primer lugar establecer la existencia de elevación en la concentración de la T4 libre y total y supresión de los niveles de TSH. Posteriormente el establecimiento de la etiología con la ayuda de la anamnesis, la terminación de anticuerpos frente a los receptores de la TSH, estudios de imagen (ecografía, gamma grafía). Tratamiento Dependerá de la causa, en el caso del hipertiroidismo de Graves hay tres posibilidades, el empleo de fármacos antitiroideos de síntesis (metimazole o propiltiouracilo), 131I y cirugía. La elección de uno u otro dependerá de varios factores como la edad del paciente, y sus preferencias. No existe unanimidad acerca de la dosis, duración y tipo de fármaco antitiroideo más idóneo. En general se suele iniciar el tratamiento con antitiroideos, con una dosis inicial de metimazole de 30 mg por día, reduciendo la dosis cuando se consigue la normofunción. Se mantendrá el tratamiento, con dosis de mantenimiento durante uno y medio a dos años, si después de suspender el tratamiento recidiva la enfermedad, entonces quedan las opciones de la terapia ablativa bien quirúrgica o radioisotópica. En el caso de hipertiroidismo causado por enfermedad nodular de la glándula tiroides el tratamiento es preferentemente el ablativo siempre que no existan contraindicaciones. Monitorización del tratamiento Mediante la determinación periódica de las concentraciones séricas de T4 libre, T3 libre y TSH. HIPERTIROIDISMO SUBCLÍNICO Definición Concentraciones séricas de T4 y T3 libres dentro de los límites de la normalidad, asociados con valores suprimidos de la TSH. Ausencia de fármacos que supriman las concentraciones de la TSH, enfermedades graves, disfunción tiroidea central y aumento de la captación de radioyodo por la glándula tiroides. Frecuencia La prevalencia e incidencia de hipertiroidismo subclínico en Galicia se puede ver en la tabla 23.1. Riesgos Fibrilación auricular y fenómenos troboembolicos, aceleración de la pérdida ósea en mujeres post-menopausicas, debilidad muscular y aumento de la masa del ventrículo izquierdo. Tratamiento No existe unanimidad de criterios sobre el tratamiento de pacientes que presenten hipertiroidismo subclínico, probablemente el caso mas claro de indicación de tratamiento es el de mujeres postmenopáusicas. BIBLIOGRAFIA Ayres J, Rees J, Clark TJH, Massey MN Thyrotoxicosis and dyspnoea. Clin Endocrinol 1982; 16:65. Bilezekian JP, Loeb JN 1983 The influence of hyperthyroidism and hypothyroidism on alpha- and betaadrenergic receptor systems and adrenergic responsiveness. Endocr Rev 4:378. Galofré JC, et al. 1994 Incidence of different forms of thyroid dysfunction and its degree in an iodine sufficient area. Thyroidol Clin Exp 6:49. García-Mayor RV, Páramo C, Luna R, Pérez Méndez LF, Galofré JC, Andrade A 1992 Antithyroid drug and Graves’ hyperthyroidism. Significance of treatment duration and TRAb determination on lasting remission. J Endocrinol Invest 15:815. Green ST, Ng JP 1986 Hypothyroidism and anaemia. Biomed Pharmcother 40:326. Hennessey JV 2003 Precise thyroxine dosing: clinical requirements. Endocrinologist 13:479. Honbo KS, Van Herle AJ, Kellett KA 1978 Serum prolactin levels in untreated primary hypothyroidism. Am J Med 64:782. Klein I, Ojamaa K 1994 Thyroid hormone and the cardiovascular system: from theory to practice. J Clin Endocrinol Metab 78:1026. Krassa GE, et al. 1999 Disturbances of menstruation in hypothyroidism. Clin Endocrinol 50:655. Laroche CM, et al. 1998 Hypothyroidism presenting with respiratory muscle weakness. Am Rev Respir Dis 138:472. O’Brien T, et al. 1997 The effect of the treatment of hypothyroidism and hyperthyroidism on plasma lipids and apoproteins AI, AII and E: Clin Endocrinol 46:17. Rosenow F, MacCarthy V, Caruso AC 1998 Sleep apnea in endocrine diseases. J Sleep Res 7:3. Ross DS 1994 Hyperthyroidism, thyroid hormone therapy and bone. Thyroid 4:39. Sawin CT, Geller A, Wolf PA 1994 Low serum thyrotropin concentration as a risk factor for atrial fibrillation in older patients. N Eng J Med 331:1249. Siafakas NM, Salesiotou V, Filaditaki V 1992 Respiratory muscle strength in hypothyroidism. Chest 102:189. Smith TJ, Van RS, Gorman C 1989 Connective tissue, glycoaminoglycans and diseases of thyroid. Endocr Rev 19:366. Woeber KA 1992 Thyrotoxicosis and the heart. N Eng J Med 327:94. CAPÍTULO 24 U R G E N C IA S E N P A T O L O G ÍA T IR O ID E A & Las situaciones que requieren atención urgente en patología tiroidea son: La tiroiditis supurativa aguda, la tormenta tiroidea y el coma mixedematoso, no obstante por su frecuencia y que algunas veces tiene una forma de presentación muy aparatosa también debemos considerar la tiroiditis subaguda. Las entidades antes mencionadas excepto la tiroiditis subaguda afortunadamente son muy raras, pero este hecho aumenta la dificultad de su manejo, ya que es difícil que a lo largo de nuestra práctica clínica se adquiera la experiencia y destreza para su manejo cómodo. Esto también hace que no existan estudios controlados que hayan demostrado cual es la mejor forma de tratamiento. La mejoría en el pronóstico de los pacientes afectados se debe al avance en las técnicas de soporte general en las Unidades de Cuidados Intensivos. (UCI) lugar donde deben ser tratados estos pacientes. TIROIDITIS AGUDA SUPURATIVA Es una entidad muy rara, se trata de un absceso causado por infección bacteriana o micotica. Clínica Se presenta como una tumoración en la cara anterior de cuello, dolorosa al tacto, caliente y fluctuante. El paciente se encuentra muy afectado con aspecto toxico. Etiología Los gérmenes que con más frecuencia se encuentra implicados son el estafilococo aureus, estreptococo hemolítico, pneumococo, escherichia coli y salmonella. La vía por la que glándula tiroides se ve afectada es por extensión directa de un foco adyacente, diseminación hematógena, linfática, trauma o persistencia de quiste tireogloso. Tratamiento Tras la toma de muestras para los estudios bacteriológicos principalmente hemocultivos y punción aspiración del nódulo tiroideo, se inicia la administración de antibióticos de amplio especto que cubran los agentes que con más frecuencia son la causa de absceso. En algunos casos pude ser necesario el drenaje quirúrgico. Pronóstico Depende de las condiciones previas del paciente y de la fuente de proceso. En general es bueno. TIROIDITIS SUBAGUDA Es un proceso inflamatorio de origen vírico que afecta a la glándula tiroides. La frecuencia de su presentación aumenta coincidiendo con epidemias de gripe. Clínica Cursa con un cuadro similar a la gripe consistente en cefaleas, mialgias, insomnio, mal estar general, febrícula o fiebre, nerviosismo y síntomas de hipertiroidismo leve, asociados con dolor en cara anterior del cuello irradiado a la zona auricular ipsilateral. La glándula tiroides es dolorosa al tacto. Diagnostico Es por la clínica, entre los datos complementarios es frecuente observar elevación de la velocidad de sedimentación, elevación de los valores de T4 libre con descenso o supresión de los valores de la TSH. La gammagrafía tiroidea muestra ausencia de captación del trazador. Evolución En general es una enfermedad autolimitada, pero el cuadro puede durar entre 3 semanas a 6 meses. Tratamiento Es sintomático, se usa ácido acetilsalicílico un comprimido de 300 mg cada 6-8 horas durante 7-10 días, pueden emplearse antiinflamatorios no-esteroideos. Si la sintomatología es intensa es preferible tratar directamente con prednisona 20-40 mg en una o dos dosis durante 7-10 días. Suspender la medicación paulatinamente en 2 semanas. Si los síntomas recidivan volver a la dosis inmediatamente superior. Se asociará tratamiento con protectores gástricos (prostaglandinas, anti-H2). Si el paciente presentase manifestaciones francas de hipertiroidismo, se administrará betabloquenates adrenergicos por vía oral, propanolol 10-20 mg cada 8 horas. Pronóstico Puede tener una evolución tórpida, pero en general es bueno. TORMENTA TIROIDEA (TT) Es una forma extrema de hipertiroidismo que cursa con complicaciones hemodinámicas, metabólicas y afectación multisistémica y alto riesgo de mortalidad. Criterios diagnósticos Síntomas de hipertiroidismo severo, manifestaciones cardiovasculares (taquicardia ≥140/min.) o insuficiencia cardiaca, hiperpirexia (39-41ºC), manifestaciones neurológicas (agitación, delirio, psicosis, estupor o coma), alteraciones digestivas (nausea, vómito, diarrea), disfunción hepática (ictericia). La escala de Burch y Wartosky es útil para establecer el diagnostico de TT (tabla 24.1). Factores desencadenantes Cirugía mayor en general y toráxica en particular, traumatismo, infección, sobrecarga de yodo o mala adherencia al tratamiento antitiroideo. Tratamiento Debe tratarse en Unidades de Cuidados Intensivos. Medidas generales, aporte de líquidos, forzar diuresis, digitalicos, investigación y tratamiento de infecciones, tratamiento agresivo de la hipertermia. Medidas específicas, • Betabloqueantes adrenergicos, propanol iv, 1mg/min u oral o por sonda nasogastrica (SNG) 60-80 mg. cada 4 horas. • Tionamidas, oral o por SNG 30 mg. Cada 6 horas. • Soluciones de yodo, yoduro sódico 0.5-1 gr. iv o Lugol 10 gotas cada 8 horas. • Contrastes yodados, ácido ipanoico 0.5-1 gr. una hora después de la administración de los antitiroideos. • Glucocorticoides, prednisona 100 mg. iv cada 8 horas. Tratamiento quirúrgico en la fase aguda La recomendación del tratamiento quirúrgico en la fase aguda de la enfermedad se basa en: el fracaso del tratamiento con antitiroideos y yodo en hipertiroidismo inducido por yodo, que pacientes jóvenes con hipertiroidismo aunque no con TT, se puede conseguir el estado eutiroideo en pocos días con la asociación de ácido ipanoico más β bloqueantes adrenergicos más glucocorticoides y resultados aceptables del tratamiento quirúrgico en pacientes con TT. La mortalidad ha mejorado la última década pasando del 60-75% al 15%. COMA MIXEDEMATOSO Es una forma severa de hipotiroidismo que cursa con hipotensión y alteración del estado de conciencia. Es una urgencia médica asociada a mortalidad elevada, que requiere un diagnostico de presunción y tratamiento rápidos. Se presenta tanto en caso de hipotiroidismo primario como de secundario. Incidencia La densidad de incidencia en nuestro medio es de 0.22 casos por millón por año. Factores precipitantes Infecciones, infarto agudo de miocardio, exposición al frio, administración de sedantes especialmente narcóticos. Clínica Manifestaciones clínicas de hipotiroidismo severo que cursa con hipotensión, bradicardia, hipotermia, hipoventilación. En la analítica general con hipoglucemia e hiponatremia. En la tabla 24.2 presentamos las características clínicas y bioquímicas de la mayor serie de pacientes con coma mixedematoso. Diagnóstico Se basa en la historia clínica, el examen físico y la exclusión de otras causas de alteración del estado de conciencia. Tabla 24.1 Escala de Burch-Wartosky para el diagnóstico de la tormenta tiroidea. Puntuación>45 puntos diagnóstica de tormenta tiroidea, entre 25-44 puntos sugestiva e inferior a los 25 puntos, poco probable Temp. (ºC) Ptos Cardiovascular (pulsaciones) Ptos Neurológicas Ptos Insuf. cardiaca Ptos Digestivas Ptos Factores precipitantes Ptos 35-35,9 5 99-109 5 Leve (agitación) 10 Leve (edema maleolar) 5 Moderado (diarrea, vómitos, dolor abdominal) 10 negativo 0 36-36,9 10 110-119 10 Moderado (delirio, psicosis letárgica) 20 Moderada (estertores basales) 10 Severa (ictericia inexplicable) 20 positivo 10 37-37,9 15 120-129 15 Severo (convulsiones, coma) 30 Severa (edema pulmonar) 15 38-38,9 20 130-139 20 Fibrilación auricular 10 39-39,9 25 > 140 25 >40 30 Paciente Edad (años) Sexo Tipo1 P.F.2 D.C.3 I.G. APACHE II F-T4 (mmol/L) TSH (mU/mL) Dosis L-T4 Evol. 1 84 V Primario Infección urinaria Obnubil. 13 18 0,46 51,3 Alta Vivo 2 75 M Secund. Neumonía sepsis Coma 4 32 0,25 0,4 Alta Muerto 3 70 M Primario Cirugía abdom. Coma 3 29 0,18 71 Baja Muerto 4 65 M Secund. Infección urinaria Obnubil 8 17 0,23 2,5 Alta Vivo 5 20 M Primario Fiebre tifoidea Obnubil 14 14 0,28 76 Baja Vivo 6 81 M Primario ileo Coma 8 34 0,17 28 Baja Muerto 7 63 M Primario Infección urinaria Obnubil 13 18 0,15 38 Alta Vivo 8 83 M Primario Infección urinaria Coma 9 20 0,15 60,6 Alta Vivo 9 79 M Primario Infección respirat. Obnubil 13 19 0,15 153 Baja Vivo 10 47 M Secund. Infección urinaria Obnubil 13 20 0,37 9,8 Alta Vivo 11 82 M Primario neumonía Obnubil 6 31 0,50 78,2 Baja Muerto Tabla 24.2. (página anterior). Características clínicas y analíticas de pacientes con coma mixedematoso. 1: tipo de hipotiroidismo; 2: factores precipitantes; 3: grado de alteración de la conciencia al ingreso. I.G.: Indice de Glasgow. Modificado de Rodríguez, et al. 2004. Tratamiento Debe tratarse en Unidades de Cuidados Intensivos. Medidas generales Ffluidoterapia, ventilación mecánica si es preciso y tratamiento de la hipotermia. Medidas específicas Tiroxina (dosis inicial de 500 µg iv seguida de 100 µg diariamente). Cuando el paciente pueda tomar alimentos por boca se cambiará la vía a la oral. Algunos clínicos asocian triodotironina a dosis de 5-20 µg cada 8 horas, en nuestra experiencia no es necesario añadir este producto. Glucocorticoides (hidrocortisona 100 mg cada 8 horas) hasta que se excluya la posiblidad de la existencia de insuficiencia suprarrenal asociada al hipotiroidismo. Antibióticos de amplio espectro previa toma de muestras para cultivos (hemocutivos, urocultivos, esputos, etc.). Mortalidad Ha mejorado en la últimas dos décadas gracias a los adelantos principalmente en las UCI, en nuestra experiencia es del 36.4%. Factores asociados a la mortalidad del coma mixedematoso: En general se aceptaba que la edad y la forma del tratamiento sustitutivo condicionaban el pronóstico de estos pacientes. En un estudio reciente de nuestro grupo que representa la serie mas grande de pacientes con esta patología atendidas en una sola institución, concluimos que era el estado de nivel de conciencia, la puntuación en las escalas de Glasgow y APACHE II son los factores a los que se asociaba la mortalidad de estos pacientes. BIBLIOGRAFIA Abe K, Tayuchi T, Okuno A, Matsura N, Tabebayashi K, Sasaki H 1978 Recurrent acute suppurative thyroiditis. Am J Dis Child 132:990. Baeza A, Aguaya J, Barria M, Pineda G 1991 Rapid preoperative preparation in hyperthyrooidism. Clin Endocrinol 35:439. Burch HB, Wartofsky L 1993 Life-threatening thyrotoxicosis. Thyrotoxic storm. Endocrinol Metab Clin North Am 22:263. Galofré JC, García-Mayor RV 1997 Densidad de incidencia del como mixedematoso. Endocrinología 44:103. Hazard JB 1955 Thyroiditis a review. Am J Clin Pathol 25:289. Hintze G, Lepsien G, Becker HD. Köbberling J 1985 Subtotale schilddrüsenresektion bei chwerer, josinduzierter hyperthyreose. Chirurg 56:594. Hylander B, Rosenquist U 1985 Treatment of myxoedema coma, factors associated with fatal outcome. Acta Endocrinol 10:65. Jiang Y-Z, Hutchinson KA, Bartelloni P, Manthous CA 2000 Thyrotoxic storm presenting as multiple organ dysfunction syndrome. Chest 118:877. Köbberling J, Hintze G 1983 Spezielle probleme der hyperthyreose bei alten und schwerkranken patienten Internist 24:453. Köbberling J Hintze G, Becker HD 1985 Iodine-induced thyroitoxicosis: a case for subtotal thyroidectomy in severely ill patients. Klin Wochenschrift 63:1. Reichmann I, Frilling A, Hörmann R, Krause U, Broelch CE 2001 Frühoperation als behandlungsmaβnahme der thyrotoxischen krise. Chirurg 72:402. Rodríguez I, Fluiters E, Pérez Méndez LF, Luna R, Páramo C, García-Mayor RV 2004 Factors associated with mortality of patients with myxoedema coma: prospective study in eleven cases treated in a single institution. J Endocrinol 180:347. Scholz GH, et al 2003 Is there a place for thyroidectomy in older patients with thyrotoxic storm and cardiorespiratory failure? Thyroid 13:933. Weber C, Scholtz GH, Lamesch P, Paschke R 1999 Thyroidectomy in iodine induced thyrotoxic storm. Exp Clin Endocrinol Diabetes 107:468. PARTE V SUPRARRENALES CAPÍTULO 25 R E G U L A C IÓ N D E L E J E H IP O T Á L A M O H IP Ó F IS IS -S U P R A R R E N A L E S El eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales es uno de los componentes del sistema de respuesta al estrés, en el que las glándulas suprarrenales desempeñan un papel fundamental. La regulación de la respuesta suprarrenal al estrés está regulada por dos tipos de mecanismos: neurales y humorales (endocrinos). La regulación neural depende principalmente del sistema nervioso simpático que estimula la liberación de catecolaminas por parte de las células de la médula suprarrenal. La regulación humoral depende principalmente de la ACTH hipofisaria que estimula la síntesis y liberación de glucocorticoides por parte de las células de la corteza suprarrenal y, en menor medida, de la angiotensina II que incrementa la liberación de mineralocorticoides. SÍNTESIS DE ACTH La hormona corticoestimulante u hormona adrenocorticotropa o corticotropina (ACTH, adrenocorticotropic hormone) es un péptido de 39 aminoácidos que pertenece a la familia de péptidos hipofisarios derivados de la pro-opiomelancortina (POMC). En humanos, el gen que codifica la POMC tiene una longitud de 8 kb, se localiza en el cromosoma 2 y está constituido por 3 exones, separados por 2 intrones. El exón 1 codifica una región 5’ no traducida, el exón 2 codifica el péptido señal y el extremo Nterminal de la molécula de POMC, y el exón 3 codifica la práctica totalidad de la POMC (figura 25.1). El gen de la POMC se expresa principalmente en las células corticotropas de la adenohipófisis, que representan, aproximadamente, el 20% de las células adenohipofisarias. La POMC es una proteína de 241 aminoácidos que, una vez sintetizada, es sometida a un procesamiento proteolítico que consiste en la escisión de la molécula por acción de una convertasa denominada PC1 (prohormone convertase 1). La PC1 es una endopeptidasa perteneciente a la familia de la subtilisina-kexina, que presenta capacidad de actuar sobre sitios dibásicos. Los principales productos originados por el procesamiento de la POMC en las células del lóbulo anterior de la hipófisis son la ACTH, la pro-γ-MSH (pro-γ melanocyte-stimulating hormone), la βlipotropina (β-LPH) y la β-endorfina (figura 25.2). Este procesamiento de la POMC se produce de forma secuencial, y comienza con separación de la β-LPH y la pro-ACTH. Posteriormente se produce la rotura de la molécula de pro-ACTH, dando lugar a la formación de 3 productos: la pro-γ-MSH, el péptido de unión o JP (joining peptide) y la ACTH madura. La ACTH es el único producto resultante del procesamiento de la POMC en el lóbulo anterior cuya importancia fisiológica está claramente establecida. La ACTH actúa sobre la glándula adrenal, estimulando la síntesis hormonal (fundamentalmente de glucocorticoides) y el desarrollo de la corteza adrenal. La ACTH ejerce sus acciones tras unirse al receptor MC2 (melanocortina 2) que pertenece a la familia de receptores acoplados a proteínas Gs (véase capítulo 3). La MSH regula la dispersión de la melanina en la piel de algunos vertebrados inferiores, pero este efecto carece de importancia en humanos. Tampoco parece importante el efecto de la β-LPH en nuestra especie, pese a su capacidad de movilizar lípidos en otros vertebrados. ( ,5( ( ,5( : /5( : /5( : /5( P P P8 . )"& D +F+ & ) *= " P8 Figura 25.1. Estructura del gen de la POMC +F+ & ) *= " ,* D D ,) ,) γ 7 D β . . β . L . . . β . Figura 25.2. Procesamiento de la POMC en el lóbulo anterior de la hipófisis En aquellas especies en las que existe un desarrollo apreciable del lóbulo intermedio, tanto la β-LPH como la ACTH son escindidas por acción de una segunda convertasa (denominada PC2). Como consecuencia de la acción de esta convertasa, la β-LPH da lugar a la formación de γ-LPH y β-endorfina, mientras que el procesamiento de la ACTH origina α-MSH y CLIP (corticotropin-like intermediate lobe peptide). Dado que en humanos el lóbulo intermedio no se encuentra desarrollado se considera que la formación de estos productos carece de importancia fisiológica en nuestra especie. Además de la adenohipófisis, el gen de la POMC se expresa en múltiples tejidos como cerebro, hígado, riñón, gónadas o placenta. Habitualmente, en estos tejidos la POMC se traduce a partir de un mRNA diferente al hipofisario que se forma por la utilización de un lugar alternativo de inicio de la transcripcion. El mRNA originado en este caso es más pequeño debido a la ausencia de las regiones codificadas por los exones 1, 2 e inicio del exón 3. La importancia funcional de los péptidos derivados de POMC originados en estos tejidos se desconoce, con excepción del hipotálamo en el que la MSH desempeña un papel fundamental en el control de la ingesta (véase capítulo 33). REGULACIÓN DE LA SECRECIÓN DE ACTH La secreción de ACTH está regulada por el hipotálamo a través de dos factores hipofisotrópicos: la hormona liberadora de corticotropina (CRH) y la hormona antidiurética (ADH) (véase capítulo 9). La CRH producida por las neuronas parvocelulares del núcleo paraventricular y liberada en la eminencia media, es el principal estímulo para la secreción de ACTH. Mediante la generación de ratones knockout para el gen de la CRH se ha podido comprobar que en ausencia de este factor, tanto la síntesis de POMC como la secreción basal de ACTH se mantienen, pero las corticotropas son incapaces de incrementar la liberación de ACTH en respuesta a estímulos. La liberación de CRH es inducida por múltiples factores, siendo uno de los más importantes el estrés. Diversos tipos de estrés, tanto físico (hemorragia, hipoglucemia, ayuno, infecciones, ejercicio intenso) como psíquico (miedo, ansiedad) son capaces de estimular la liberación de CRH. La ADH es un secretagogo auxiliar, siendo su principal papel potenciar la respuesta a la CRH. Este efecto es importante para aumentar la liberación de ACTH inducida por el estrés. Las neuronas productoras de ADH que intervienen en la regulación de la secreción de ACTH se localizan en el núcleo paraventricular del hipotálamo y se caracterizan por coexpresar CRH y ADH, de forma que ambos factores se liberan conjuntamente en la eminencia media. Las señales inhibitorias para la secreción de ACTH dependen, principalmente, de los glucocorticoides producidos en la corteza suprarrenal. Los glucocorticoides actúan tanto sobre la hipófisis como sobre el hipotálamo (figura 25.3). En el primer caso, inhiben la transcripción del gen de la POMC y la liberación de ACTH. Sobre el hipotálamo, los glucocorticoides actúan inhibiendo la síntesis y la liberación de CRH y de ADH. En algunas especies se ha propuesto la existencia de un factor hipotalámico capaz de inhibir la secreción de ACTH. Sin embargo, no existen datos que sugieran la existencia de dicho mecanismo de regulación en humanos. La secreción de ACTH se caracteriza por presentar un marcado ritmo circadiano alcanzándose los niveles máximos de secreción en humanos a primeras horas de la mañana (en torno a las 06:00), y las tasas más bajas a última hora de la tarde. Este ritmo circadiano está claramente influenciado por el patrón luz-oscuridad y parece depender de diferencias en la sensibilidad de la CRH a la acción inhibitoria de los glucocorticoides. A primeras horas de la mañana la sensibilidad de la CRH a los glucocorticoides es mínima, por lo que los niveles de secreción de CRH aumentan, lo que ocasiona una respuesta de ACTH y cortisol. A lo largo del día, la sensibilidad de la CRH a los glucocorticoides va aumentando, con lo que la secreción de CRH disminuye progresivamente hasta alcanzar su mínimo. La regulación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales depende también en gran medida de la acción de ciertas citoquinas producidas por células del sistema inmune. Las principales citoquinas implicadas en la regulación del eje son las interleuquinas 1, 2 y 6 y el TNFα (tumor necrosis factor α). Todas ellas actúan sobre el hipotálamo estimulando la liberación de CRH, y sobre la hipófisis, incrementando la liberación de ACTH. Como consecuencia del aumento de la secreción de ACTH se producirá un incremento de los niveles circulantes de glucocorticoides que, a su vez, inhibirán la producción de citoquinas, estableciéndose un circuito de regulación entre los sistemas endocrino e inmune. * * . D O ,F 43 & ) ,F + 3 0& ) & ) 0&( D . . & ) 0&( . N . ), & )" 8 :7 Figura 25.3. Regulación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales BIBLIOGRAFÍA 2 . ! #$$ . ! 6! ! 7 !" # 2 . / / 3 #$$# 8 " ,9 + 6! #$$# , ! ! 6 ! : !; <! = . > ? " / #$$ 6 ! #! ! . % #$$$, ! ! 6 ! : -; : 6! &: $ ! & ! CAPÍTULO 26 F IS IO L O G ÍA D E L A C O R T E Z A SUPRERRENAL " Las suprarrenales son un órgano par, que funcionalmente presentan tres tipos de tejido bajo diferente control: el córtex externo que segrega aldosterona, siendo regulado por el eje renina-angiotensina; el córtex interno regulado por el eje CRHACTH que segrega cortisol y esteroides sexuales; y la médula adrenal que es una parte del sistema nervioso simpático y produce catecolaminas. HISTORIA La anatomía de las glándulas adrenales fue descrita en el siglo XVI por Eustachius. En 1855 Thomas Addison describe las características clínicas y los hallazgos necrópsicos que presentan los pacientes con insuficiencia adrenal. Posteriormente se demostró que eran órganos indispensables para la vida (Brown-Sequard 1856). William Osler administró por primera vez extractos de suprarrenal a pacientes con enfermedad de Addisosn en 1896. En 1912 Harvey Cushing describe el cuadro clínico producido por la hipersecreción de corticoides que lleva su nombre. Años después se aislaron las hormonas adrenales y el factor hipofisario que estimula su formación (ACTH). Jerome Conn describió en 1956 el hiperaldosteronismo primario, y posteriormente se descubrió que el eje renina-angiotensina II regulaba la secreción de aldosterona. EMBRIOLOGÍA La corteza adrenal procede del mesodermo, tiene un origen común con las gónadas, desarrollándose a partir del tejido mesenquimal adyacente al epitelio celómico que se encuentra cerca del ribete urogenital. A los dos meses de gestación ya es reconocible, siendo en este momento invadido por células neuroectodérmicas que formarán la médula adrenal. ANATOMÍA El peso de las glándulas en la edad adulta es de aproximadamente 4 gr., aunque pueden llegar a los 22 gr en los cuadros de estrés que acompañan a las enfermedades terminales. Tienen una estructura piramidal con 2 a 3 cm. de ancho, 4 a 6 cm de largo y 1 cm de grosor. Una cápsula fibrosa las recubre externamente, envuelta en tejido graso. Se pueden observar nódulos en un 3% de los adultos normales, y hasta un 65% pueden presentar micronódulos que podrían ser variantes del tejido normal. También puede encontrarse tejido adrenal ectópico en diferentes zonas como el plexo celíaco, bazo, hígado, ovarios, escroto, vesícula biliar o cráneo. Una rica vascularización procedente de múltiples arterias regionales, aorta, frénica inferior, renal, intercostal, ovárica o espermática, forman un plexo arteriolar subcapsular que irriga la corteza adrenal. En los humanos una vena central rodeada por una capa de células corticales y bandas de células musculares lisas puede ser contraída para acelerar el flujo sanguíneo tras la exposición de las células corticales a la ACTH o de las medulares al cortisol. La vena adrenal derecha es más corta y drena directamente a la vena cava inferior, mientras que la izquierda, más larga, lo hace a la vena renal izquierda. La división del córtex adrenal en tres zonas concéntricas se basó inicialmente en las diferencias existentes en los tejidos vasculares y conectivos. La zona glomerulosa constituye el 15% de la glándula, y está formada por células pequeñas, con citoplasmas con una cantidad intermedia de inclusiones lipídicas, núcleos con cromatina más densa que las otras zonas y un ratio citoplasma-núcleo bajo. La zona fasciculada constituye el 75% del córtex y presenta células grandes con citoplasmas vacuolados con múltiples inclusiones de lípidos, apareciendo un ratio citoplasmanúcleo alto. La zona reticular esta marcadamente definida y presenta células con ratio citoplasma-núcleo intermedio, citoplasma denso, bajo contenido en lípidos y numerosos gránulos de lipofuscina. CRECIMIENTO Y REGENERACIÓN Los factores que regulan el crecimiento de la glándula durante la vida fetal y la mantienen durante la vida adulta, además de la ACTH, son poco conocidos. El SF-1 (steroidogenic factor-1) es un factor de transcripción que regula la expresión de los genes del receptor de ACTH, el SR-B1 (scavanger receptor, class B, type 1) que transfiere HDL-colesterol a las células y todas las enzimas esteroidogénicas CYP (citocromo P450). Las glándulas adrenales se desarrollan normalmente durante las primeras 15 semanas en fetos anencefálicos por lo que sería independiente de la ACTH, aunque posteriormente sería esencial para su crecimiento y maduración. El papel de la ACTH placentaria, si hubiese alguno, es desconocido, y no hay constancia de que otros factores placentarios participen en el proceso. El efecto de la ACTH podría estar mediado por el IGF-II y sus receptores en las células córticoadrenales. Probablemente también algún otro péptido derivado de la proopiomelanocortina como el POMC(1-52), así como el GIP (polipéptido inhibidor gástrico), la inhibina, el factor de crecimiento epidérmico, el factor de crecimiento de los fibroblastos, y el IGF-I estarían implicados. Para mantener el tamaño y la función de la glándula se produce una división celular en la zona glomerulosa, una migración centrípeta y diferenciación en la zona fascicular y una degeneración y muerte celular en la zona reticular. Entre la glomerulosa y la fascicular existe una zona intermedia compuesta por células que no contienen ni CYP11B1 ni CYP11B2, enzimas de la cadena esteroidogénica, por lo que no podrían sintetizar ni cortisol ni aldosterona. Estas células serían las progenitoras de las células de la glomerulosa y de la fascicular. BIOSÍNTESIS DE ESTEROIDES El sustrato común a partir del que se producen las diferentes hormonas es el colesterol, el cuál puede ser fabricado en las propias células a partir del acetil-CoA o ser captado del plasma en forma de LDL-colesterol mediante un proceso de endocitosis, formándose lisosomas. En humanos se cree que la mayor parte de del colesterol que se utiliza en las células adrenales para formar esteroides procede del LDL-colesterol, para el cual existe un receptor en la superficie celular. El número de receptores LDL aumenta con la ACTH, y disminuye al aumentar la cantidad de colesterol libre en el interior celular. También se puede extraer del HDL-colesterol circulante, para el que existe un receptor específico conocido como SR-B1 en ratones y CLA-1 en humanos, que lo transfiere al interior de la célula mediante un proceso distinto de la endocitosis. El colesterol está almacenado en forma de ésteres en el interior de las células, siendo hidrolizado para formar colesterol libre e iniciar la formación de esteroides. Una serie de enzimas realiza los diferentes pasos, la mayor parte de ellas pertenecen a la familia de citocromos P450, que transfieren electrones a partir del NADPH. A continuación se van describiendo las enzimas con su denominación común, la previa y la actual genética: Colesterol esterasa Hidroliza los esteres de colesterol preferentemente en los microsomas. formando colesterol libre. Se encuentra StAR (steroid acute regulatory protein) Se trata de una proteína que introduce el colesterol en la mitocondria. Se codifica en un gen que se encuentra en el cromosoma 8p11.2 Colesterol desmolasa (P450scc) (CYP11A1) Enzima mitocondrial que escinde la cadena lateral del colesterol en la posición C20. Se codifica en el cromosoma 15q23-q24. Los electrones transferidos para esta reacción provienen de un sistema de transporte compuesto por la adrenodoxin y la adrenodoxin reductasa que se encuentran en la mitocondria y en la pared de la misma. 3 β Hidroxiesteroide deshidrogenada (3 HSD2) Enzima asociado a la membrana microsomal que deshidrogena el grupo 3 hidroxilo, e isomeriza el doble enlace C5 de la pregnenolona, 17-OH-pregnenolona y DHEA que se convierten en progesterona, 17-OH-progesterona y androstendiona respectivamente. Consta de 372 aminoácidos y solo existe en las adrenales y las gónadas. El gen que la codifica se encuentra en el cromosoma 1p13.1. 17 α Hidroxilasa-17, 20 liasa (P450-C17) (CYP17) Enzima microsomal de 508 aminoácidos que cataliza la hidroxilación de pregnenolona y progesterona en C17 (actividad 17 hidroxilasa), produciéndose 17-OHpregnenolona y 17-OH-progesterona, y escinde la cadena de 2 átomos de carbono en C17 (17-20 liasa), produciéndose DHEA y androtendiona. Estas dos actividades faltan en la zona glomerulosa. Se codifica en el cromosoma 10q24.3. 21 α Hidroxilasa (P450-C21) (CYP21A2) Enzima microsomal de 494-495 aminoácidos que cataliza la hidroxilación en C21 de progesterona y 17-OH-progesterona a DOCA y 11-deoxicortisol. Está codificada por el gen situado en el cromosoma 6p21.3. 11 β Hidroxilasa (P450-C11) (CYP11B1) Enzima mitocondrial de 504 aminoácidos que realiza el último paso para la formación de cortisol a partir de 11-deoxicortisol. También recibe electrones del sistema adrenodoxin y adrenodoxin reductasa. Está presente básicamente en la zona fascicular y el gen codificante se encuentra en el cromosoma 8q24.3. Aldosterona (CYP11B2) sintetasa (18 Hidroxilasa-18 Oxidasa) (P450-As) En la zona glomerulosa esta enzima mitocondrial cataliza los últimos tres pasos, 11 hidroxilación, 18 hidroxilación y 18 metiloxidación, para la formación de aldosterona. El gen que la codifica en los humanos está íntimamente relacionado con el CYP11B1 (11 Hidroxilasa), se encuentra localizado cerca del mismo en el cromosoma 8q24.3 y las enzimas son homólogas en un 95%, pero las secuencias promotoras 5´difieren. El hecho de que el gen CYP11B2 no se exprese en al zona fasciculada es importante dado que así la secreción de aldosterona es regulada por la angiortensina II y no por la ACTH. Los glucocorticoides son segregados a partir de la zona fascicular en cantidades de 1020 mg/día, los mineralocorticoides a partir de la glomerular entre 100-150 µg/día y los esteroides sexuales, DHEA, DHEAS y androstendiona, más de 20 mg/día. En la figura 26.1 podemos ver un esquema en el que se nos muestra la cascada de formación de esteroides. : 7: 7D D7 D : :. 1. β. : D7 - D. D: 7 D : : D7 7 D : 7D D D : D7 : D7 : D9 D D : D : D7 - β. AA : D9 D : D7 D7 A K A - - D. A - : 7: 7D D7 : D A % A D D : D7 A % D : D7 D D Figura 26.1. Síntesis de esteroides corticosuprarrenales ACCIONES DE LOS GLUCOCORTICOIDES Existen múltiples campos en los cuales producen efectos los glucocorticoides. Sobre el metabolismo de los glúcidos contribuyen por diferentes vías a elevar los niveles de glucosa. Por un lado aumentan su síntesis de glucosa activando la gluconeogénesis hepática y por otro en los tejidos periféricos inhiben la captación y utilización de la misma. También favorece la producción de glucógeno hepático. Activan la lipólisis favoreciendo el aumento de ácidos grasos libres, colesterol y triglicéridos, pero al mismo tiempo disminuyen los niveles de HDL-colesterol. Estimulan la formación de tejido graso a nivel central y visceral. Producen una disminución de las reservas proteicas del organismo que son utilizadas para la producción de glucosa. Los corticoides inhiben la división de las células epidérmicas, reducen la formación de colágeno y producen atrofia muscular al disminuir la síntesis de proteínas. En el hueso inhiben la función de los osteoblastos y producen un balance negativo de calcio con lo cual favorecen la aparición de osteoporosis. Durante el crecimiento, el exceso de corticoides produce una inhibición del mismo, posiblemente debido al efecto catabólico sobre el tejido colectivo, el músculo y el hueso. En los pulmones producen la maduración de los mismos en la vida fetal, al aumentar la síntesis de proteínas del surfactante. Aumentan la tensión arterial por diferentes mecanismos. En los vasos sanguíneos favorecen la acción de los agentes presores sobre el músculo liso e inhiben la acción de los agentes vasodilatadores. Además producen retención de sodio y excreción de potasio en la neurona distal. Sobre el sistema inmunológico producen un efecto inhibidor generalizado. Por un lado disminuyen el número de linfocitos, sobre todo los T, en sangre periférica al redistribuirlos en el bazo, ganglios linfáticos y médula ósea y aumentar su apoptosis. Al mismo tiempo inhiben la producción de inmunoglobulinas, citoquinas y prostaglandinas, con lo cual se produce una disminución de la respuesta inflamatoria. En el sistema nervioso central se produce inhibición de la secreción en el hipotálamo y neurohipófisis de CRH, vasopresina, y en la adenohipófisis de proopiomelanocortina y sus derivados, ACTH, β-endorfina y β-lipotropina. Un exceso de corticoides produce inicialmente euforia, y posteriormente depresión, manía, apatía, letargia y psicosis. También se puede observar aumento del apetito, disminución de la libido e insomnio. Acciones de los mineralocorticoides La aldosterona es secretada por la zona glomerulosa por la acción de los tres principales secretagogos, la angiotensina II, el potasio y en menor medida la ACTH. Actúa principalmente a nivel del túbulo contorneado distal donde produce una reabsorción de sodio que provoca un intercambio iónico con eliminación de potasio e hidrógeno con lo que aparece un aumento del volumen de líquido extracelular, aumento de la presión arterial, hipokalemia y alcalosis cuando existe en exceso. También aumenta la eliminación de amonio, magnesio y calcio. En la saliva y en el sudor también está aumentada la concentración de sodio y disminuida la de potasio. La corticosterona y la DOCA, son segregadas tanto por la zona glomerulosa como fascicular y también tienen efecto mineralocorticoide. Acciones de los esteroides sexuales adrenales Los andrógenos sexuales DHEA, DHEAS y androstendiona representan más del 50% de los circulantes en la hembra y un 5% en el varón. La DHEA tiene un efecto androgénico débil pero puede convertirse en andrógenos o estrógenos en la periferia por la acción de diferentes enzimas. La androstendiona puede convertirse en testosterona a nivel periférico. Cuando existe exceso de esteroides sexuales se produce en las hembras hirsutismo, acné e incluso ambigüedad sexual con agrandamiento del clítoris, fusión labial y desarrollo del seno urogenital. En los varones en estos casos pueden producir precocidad isosexual con alargamiento del pene y aparición de vello pubiano. BIBLIOGRAFÍA 2 . ! #$$ . ! 6! ! 7 !" # 2 . / / 3 #$$# 8 " ,9 + 6! #$$# , ! ! 6 ! : !; <! = . > ? " / #$$ 6 ! #! ! . % #$$$, ! ! 6 ! : -; : 6! &: $ ! & ! CAPÍTULO 27 H IP E R P L A S IA A D R E N A L C O N G É N IT A " La hiperplasia de las glándulas adrenales fue descrita por primera vez en autopsias a mediados del siglo XIX, pero la naturaleza de la enfermedad no se comenzó a entender hasta el siglo XX cuando se identificaron las alteraciones hormonales y la transmisión genética de la misma. DÉFICIT DE 21α α-HIDROXILASA El defecto en la conversión de progesterona y 17-OH-progesterona a DOCA y 11deoxicortisol ocurre en más del 90% de casos de HSC. Se trata de una de las enfermedades hereditarias más comunes. La prevalencia alcanza a 1:14200 nacidos vivos, aunque esta varía según las diferentes razas, siendo la más alta entre los esquimales Yupik de Alaska (1:280) y la más baja entre la población china (1:28000). Las formas tardías prevalecen entre los hispánicos, yugoslavos y judíos procedentes del este europeo. Formas clínicas Existen dos formas clínicas que dependen de la gravedad del fallo en la actividad enzimática: • clásica: Se trata de una patología grave en la que se distinguen dos entidades: o virilizante simple (SV): Se presenta con ambigüedad sexual en las mujeres y pseudopubertad precoz en el varón. o pierde sal (SW): Además de lo anterior aparecerá hiponatremia, hipercaliemia e hipotensión (colapso cardiovascular). • non-clásica (NC): Es la forma menos grave y más frecuente de la enfermedad. Aparece en la edad adulta con hirsutismo, acné, virilismo, irregularidades menstruales, disminución de la fertilidad femenina y masculina, incidentalomas adrenales y masas testiculares. Diagnóstico Se debe sospechar la forma clásica cuando aparecen genitales ambiguos en el recién nacido de sexo femenino o cuando hay una crisis pierde sal. La forma non-clásica presentará precocidad isosexual, edad ósea avanzada con testes prepuberales en el varón y virilismo, hirsutismo, opsomenorrea, infertilidad y acné en la hembra. El diagnóstico se hará mediante la determinación de 17-hidroxiprogesterona basal o tras estímulo con ACTH, que pasará de 15 ng/ml en las formas non-clásicas y será muy superior en las formas clásicas, en las que además estarán elevadas la ACTH y la actividad de la renina plasmática. Genética El gen que codifica la 21-hidroxilasa se encuentra en la región 6p21.3 de la cadena corta del cromosoma 6, dentro del locus de los antígenos de clase II del sistema HLA. Existen dos genes, el CYP21A2 que es el funcional en los humanos, contiene 3.4 kb con 10 exones y 9 intrones, y el CYP21A1, que es una pseudogén, con un 90% de homología con el gen lo que facilita eventos de recombinación durante la meiosis entre ambos. Los genes CYP21A2 son autonómicos (2 alelos) y la patología es autonómica recesiva por lo cual las manifestaciones clínicas estarán determinadas por el alelo menos afecto. Pueden aparecer lesiones genéticas de diferentes tipos: • grandes delecciones/inserciones • pequeñas delecciones/inserciones o inframe: tres bases o múltiplo de tres. o frameshift: cambia la secuencia de aminoácidos finalizando en un codón stop. • mutaciones puntuales (una base): o cambio de un aminoácido: missense o cambio a un stop codon: nonsense o cambio en el ayuste: splicing o transición/transversión La 21-hidroxilasa es un péptido de 494-495 aminoácidos, las lesiones genéticas pueden afectar a diferentes partes del mismo dando lugar a pérdida de actividad que será mayor o menor según el grado o el lugar de la mutación. La posición C428 sirve para la unión al grupo heme. La E294-T295 para la unión a oxígeno y agua. La Q53R60 (N-terminal) y L342-V358 (C-terminal) para la unión al sustrato y la R354-R356 para la unión a proteínas accesorias. Tratamiento En los años 1950 Wilkins y Bartter propusieron el tratamiento con cortisona. Actualmente se suele utilizar hidrocortisona (6-8 mg/m2/día) en niños y dexametasona (0.25-0.50 mg/día) o prednisona (2.5-5 mg/día) en adultos. En la formas graves pierde sal también se usa 9-α–fluorohidrocortisona con acción mineralocorticoide y NaCl que permite usar menos dosis de glucocorticoides. Puede ser necesaria la corrección de anormalidades genitales en niñas. Se ha propuesto la adrenalectomía para evitar la fuente de andrógenos y se debe dar consejo genético a las parejas que puedan transmitir la patología. La terapia génica será una posibilidad en el futuro. Diagnóstico y tratamiento prenatal Cuando la madre está afecta o existe un hermano afecto se puede realizar el diagnóstico prenatal midiendo la 17-hidroxiprogesterona y ∆4-androstendiona que estarán elevadas en líquido amniótico en SW. También se tomarán muestras de vellosidades coriónicas para realizar el estudio genético y determinar el sexo. El tratamiento debe hacerse a partir de la primera falta, con dexametasona 20 µg/kg/día. La virilización del feto femenino ocurre entre la 8 y 12 semanas de gestación. La 11-β-hidroxiesteroide deshidrogenasa placentaria (3 HSD1) desactiva la prednisona por lo que no puede ser usada. En caso de que el feto sea femenino o no se confirme la alteración genética se suspende el tratamiento. DÉFICIT DE 11- -HIDROXILASA Existen 2 enzimas en humanos: la P450c11 (CYP11B1) que se expresa en la zona fasciculada y está regulada por ACTH siendo se sustrato el 11-deoxicortisol y la P450c11Aldo (CYP11B2) presente en la zona glomerular, regulada por la renina, cuyo sustrato es la 11-deoxicorticosterona (DOCA) y que tiene tres actividades: 11- hidroxilasa, 18-hidroxilasa y 18-oxidasa. En la clínica aparece ambigüedad genital (clítoromegalia, fusión labial, seno urogenital) en las hembras y precocidad isosexual (alargamiento de pene, acné) en varones. Al mismo tiempo puede aparecer hipertensión en dos tercios de los pacientes debido al exceso de DOCA siendo menos común en la forma non-clásica. En la analítica puede aparecer hipocalemia, disminución de la actividad de la renina plasmática, elevación del 11-deoxicortisol, DOCA, DHEA, DHEA-S, androstendiona y testosterona. La enfermedad es autosómica recesiva, la prevalencia es de 1/100.000, siendo frecuente entre judíos marroquíes (1/5000). Dos tercios presentan la forma clásica. En humanos CYP11B1 y CYP11B2 se codifican en dos genes localizados en el brazo largo del cromosoma 8q24.3. Cada gen contiene 7000 bp, 9 exones y 8 intrones, siendo idénticos en el 95% de las secuencias codificantes y en el 90% de los intrones. Están separados por 40kb. La enzima está formada por 504 aminoácidos. La terapia consiste en disminuir el hiperandrogenismo y la hipertensión con la menor cantidad posible de corticoides (hidrocortisona o dexametasona). Se realiza una monitorización bioquímica con el 11-deoxicortisol, la DHEA y la renina y una monitorización clínica viendo la evolución de la virilización, la velocidad de crecimiento y la regularidad menstrual. La cirugía correctora de las anormalidades genitales en las niñas puede ser necesaria. DÉFICIT DE 3- -HIDROXIESTEROIDE DESHIDROGENADA Es una forma rara de hiperplasia adrenal congénita en la que están dañadas la formación de todas las hormonas, aldosterona, cortisol, andrógenos y estrógenos. Esta enzima, que no es de la familia de los citocromos P450, deshidrogena el grupo hidroxilo C3, e isomeriza el doble enlace del anillo B al A (∆5 a ∆4). La falta de cortisol produce aumento de ACTH que provoca hiperplasia adrenal e incremento de pregnenolona, 17-hidroxipregnenolona, DHEA y DHEA-S. El descenso de la actividad enzimática está causada por mutaciones del gen 3 HSD2, pudiendo aparecer formas pierde sal o non-clásicas. El gen 3 HSD1, que se expresa en placenta y tejidos periféricos suele estar intacto dando lugar a gran variabilidad clínica. La mayoría de los pacientes presentarán datos clínicos debidos a la falta de cortisol y aldosterona con hiponatremia, hipercaliemia, depleción de volumen, vómitos. Las hembras pueden tener virilización de genitales externos por incremento de la DHEA que se puede transformar en testosterona en la periferia y los varones diferentes grados de pseudohermafroditismo. El criterio analítico para hacer el diagnóstico es un valor de ∆5-pregnenolona tras estímulo con ACTH superior a 5000 ng/dL. La terapia se realizará mediante el reemplazamiento de las hormonas deficitarias, cortisol y aldosterona hasta la pubertad y posteriormente andrógenos y estrógenos. El gen que codifica la enzima se encuentra en el cromosoma 1p13.1. La proteína consta de 372 aminoácidos. DÉFICIT DE 17-α α-HIDROXILASA Descrita por Biglieri en 1966, se trata de una patología sumamente rara. La 17αhidroxilasa, hidroxila con igual intensidad a la 5-pregnenolona y la 4-progesterona y de manera diferente y catalizada por citocromo b5 a la 17-hidroxipregnenolona y a la 17-hidroxiprogesterona. Las mujeres presentarán genitales externos normales con falta de desarrollo sexual y amenorrea primaria, y los varones fallo en el desarrollo de los genitales externos con pseudohermafroditismo. Puede aparecer hipocaliemia, alcalosis e hipertensión. En el laboratorio se verán aumentados la DOCA, corticosterona, 18-OHcorticosterona y 18-OH-DOCA. La elevación del la DOCA produce inhibición de la renina por lo cual disminuye la formación de aldosterona. El gen se encuentra en el cromosoma 10q24.3, codificando la enzima que está formada por 508 aminoácidos. Pueden existir mutaciones que afecten a las dos actividades o solo a la 17-20 liasa, pudiendo existir también mutaciones en el gen del citocromo b5 que cataliza esta segunda actividad. HIPERPLASIA ADRENAL LIPOIDEA Se caracteriza por la falta de hormonas adrenales y gonadales y aumento de ACTH, presentándose hiperplasia adrenal con acumulación de esteres de colesterol. Se debe a la alteración de la fosfoproteina mitocondrial StAR presente en las adrenales y gónadas pero no en la placenta, con lo que no se afecta la producción de progesterona durante la gestación. Autosómica recesiva, se han descrito más de 35 mutaciones que afectan al gen situado en el cromosoma 8p11.2. La mayoría de las mutaciones afectan al dominio del transfer lipídico. Las células esteroidogénicas sin StAR son capaces de producir hormonas en pequeñas cantidades pero esto se va agravando con el tiempo por la aparición de depósitos de colesterol intracelulares. La clínica presenta insuficiencia adrenal al nacer o en la infancia. Los varones tendrán genitales externos femeninos por falta de andrógenos testiculares y las hembras tendrán un desarrollo sexual normal al nacer y a veces pubertad espontánea que se explicaría por la presencia de un ovario silente hasta la pubertad que no acumularía colesterol. En el laboratorio veríamos cortisol y aldosterona bajos y ACTH y renina elevadas. El tratamiento se hará con gluco y mineralocorticoides. COLESTEROL DESMOLASA Solo se han descrito tres pacientes, una mujer (heterozigota) y dos varones (uno homozigoto y otro heterozigoto) que fueron diagnosticados por presentar insuficiencia adrenal al nacer, 9 meses y a los 4 años. Teóricamente letal por falta de progesterona placentaria. En uno de los varones existe sexo revertido y el otro es pseudohermafrodita. No se apreció aumento de las glándulas adrenales. El gen que codifica esta enzima se encuentra en el cromosoma 15q23-q24 formando una proteína de 521 aminoácidos. BIBLIOGRAFÍA 2 . # 2 . / #$$# , ! ! 6 ! : % #$$$, ! ! 6 ! / 3 #$$# 8 " ,9 + 6! !; <! = . > ? " : -; : 6! &: $ ! & ! CAPÍTULO 28 S ÍN D R O M E D E C U S H IN G 0 - El síndrome de Cushing es la expresión clínica de una exposición excesiva y prolongada a la acción de los glucocorticoides. Es un síndrome que aún hoy, plantea grandes dificultades de manejo ya que no existe ninguna prueba que por sí sola pueda confirmar su diagnostico y porque además, los criterios de curación no están bien definidos y exige un seguimiento muy prolongado debido a la posible aparición de recurrencias. ETIOLOGÍA La causa más frecuente de hipercortisolismo es la administración farmacológica de glucocorticoides (síndrome de Cushing exógeno). Entre las formas endógenas existen dos grupos que en función de si el hipercortisolismo se debe o no a una secreción excesiva de ACTH., se han dado en llamar, síndrome de Cushing ACTH dependiente y síndrome de Cushing ACTH independiente. Las causas del síndrome de Cushing ACTH dependiente se deben a: • hipersecreción crónica de ACTH hipofisaria (enfermedad de Cushing hipofisaria), debida en un 90% de los casos a la existencia de un adenoma hipofisario. Esta forma representa el 70% de los casos del síndrome de Cushing. • enfermedad de Cushing asociada con el síndrome de neoplasia endocrina múltiple (MEN) tipo I. La presentación de esta forma es rara. • secreción de ACTH por tumores no hipofisarios (síndrome de Cushing por ACTH ectópica), que representa el 15% de los casos. • Las causas del síndrome de Cushing ACTH independiente son: • tumores suprarrenales (adenomas y carcinomas) productores de cortisol (15% de los casos). • hiperplasia suprarrenal macronodular por receptor anómalo. • displasia suprarrenal micronodular familiar, de presentación rara. • hiperplasia nodular autónoma en el síndrome de McCune-Albright, también de presentación rara. DIAGNÓSTICO El diagnóstico del síndrome de Cushing y la determinación de su causa se fundamenta en la existencia de una serie de datos clínicos y en la realización de una serie de pruebas, de las que ninguna de ellas por sí sola tiene en la actualidad validez diagnostica. El primer paso en la valoración del paciente con sospecha de tener un síndrome de Cushing se basa en el diagnóstico clínico. La ganancia de peso fácil, la dificultad para perder peso y la distribución central de la grasa son los síntomas clínicos de mayor sensibilidad diagnóstica, mientras que la debilidad de la musculatura proximal y las equimosis son los mas específicos. Los síntomas clínicos están relacionados con la secreción inapropiada o excesiva de cortisol y por lo tanto el diagnóstico hay que fundamentarlo en demostrar la existencia de hipercortisolismo, confirmar su diagnóstico y determinar su causa. Demostración de la existencia de hipercortisolismo Cortisol libre urinario (CLU) La determinación del cortisol libre urinario (en orina recogida durante 24 horas) es equivalente a la medida integrada de la concentración libre de cortisol. Cuando existe un valor de CLU superior a tres veces el límite superior de la normalidad, la probabilidad diagnóstica es del 100%. Por el contrario, si la mayoría de las determinaciones de CLU son normales, la probabilidad diagnóstica es muy baja. Determinación nocturna del cortisol (23 h) Valores de CP de 7.5 µg/dL (207 nmol/L) en muestras extraídas a las 23 h realizadas en condiciones de reposo previo y ausencia de estrés, tienen una sensibilidad del 96% y una especificidad del 100% para discriminar entre individuos normales, pacientes con pseudo-Cushing y pacientes con síndrome de Cushing. Frenación nocturna con 1mg de dexametasona (test de Nugent) Antes de establecer el diagnóstico definitivo hay que excluir que el CP descienda por debajo de 5 µg/dL (nmol/L) cuando se administra 1 mg de dexametasona a las 23 h del día anterior. Confirmación del hipercortisolismo Frenación débil con dexametasona, 2mg/día, dos días (test de Liddle I). Valores de CP <5 µg/dL y de CLU <10 µg/24 h excluyen la existencia de síndrome de Cushing. Con este test se consigue un 90% de sensibilidad y un 100% de especificidad, sin necesidad de la administración del CRH. Test de dexametasona/CRH Valora la respuesta del cortisol al estímulo con CRH mientras se mantiene el bloqueo con dexametasona. Se emplea para distinguir el síndrome de Cushing de situaciones de pseudo-Cushing. Posee una sensibilidad y una especificidad del 100%, aunque existen casos de falsos positivos. Determinación de la causa del hipercortisolismo Determinación basal de ACTH Es el parámetro más fiable en determinar el diagnóstico etiológico del hipercortisolismo. Clasifica el hipercortisolismo en ACTH-dependiente (valores de ACTH normal o elevado) y ACTH independiente (ACTH baja o indetectable). Cuando el ACTH es medible, el problema más importante está en diferenciar entre el origen hipofisario (adenoma o hiperplasia hipofisaria) del ectópico (carcinoide oculto, etc). Las exploraciones utilizadas para ello son las que siguen a continuación: Test de supresión con dexametasona a dosis elevada El fundamento de este test se basa en el hecho de que los tumores hipofisarios mantienen la capacidad del reconocimiento del receptor al feedback negativo del cortisol y por tanto se suprime cuando se utilizan dosis elevadas de dexametasona. Existen diferentes formas de realización de este test: test clásico de Liddle (II) y el test de supresión nocturna con 8 mg de dexametasona. Cuando se combinan los resultados de ambos test se consigue una sensibilidad del 92% y una especificidad del 100%. Test de estimulación con CRH Se utiliza para el diagnóstico diferencial del síndrome de Cushing ACTH dependiente. En la mayoría de los pacientes con enfermedad de Cushing la administración intravenosa de CRH produce un aumento de ACTH y cortisol, mientras que esta hipersecreción no ocurre en los pacientes con síndrome de secreción ectópica de ACTH. Posee una sensibilidad del 86% y una especificidad del 95% para el ACTH, mientras que para el cortisol es del 91% y 95% respectivamente. Test de desmopresina La desmopresina representa una alternativa utili para aquellos medios donde la disponibilidad de CRH es limitada. Estimula la secreción de ACTH y cortisol en pacientes con síndrome de Cushing hipofisario, pero no en sujetos normales ni en pacientes con síndrome de Cushing ectópico o adrenal. Posee una sensibilidad y especificidad del 85% y 87.5% para la ACTH y del 100% y 88% para el cortisol respectivamente. Cateterismo selectivo de los senos petrosos inferiores (CSSPI) La determinación de ACTH en muestras tomadas simultáneamente en cada seno petroso inferior y en la periferia, aporta una excelente información respecto a la localización hipofisaria o periférica de una lesión (gradiente central periférico) incluso a veces para su lateralización derecha izquierda. Su forma de realización incluye el estimulo simultaneo con CRH y/o desmopresina. Pruebas de imagen La RM craneal representa el método de elección y es muy superior a la TC en la identificación de adenomas hipofisarios. La administración combinada de contraste magnético (gadolinio) facilita la diferenciación del tejido adenomatoso del normal de forma que permite identificar tumores de 3.4 mm de diámetro. La TAC abdominal representa la opción mas barata y útil en la identificación de lesiones suprarrenales uni o bilaterales. La RM es igualmente util, pero de costo mas elevado. Otras exploraciones como la gammagrafía suprarrenal con colesterol marcado, cateterismo de las venas suprarrenales, PET, etc. son de utilidad en casos particulares. TRATAMIENTO Las alternativas terapeúticas del síndrome de Cushing incluyen: Cirugía Cirugía transesfenoidal de la hipófisis Es el tratamiento de elección en la enfermedad de Cushing. Si el adenoma está claramente circunscrito, la adenomectomía es el tratamiento indicado. La hemihipofisectomía se realiza cuando no se encuentra el microadenoma tras una exploración minuciosa, decidiendo la lateralización izquierda o derecha según la información del gradiente de ACTH del CSPI. La hipofisectomía completa debe reservarse para la extirpación de grandes tumores y para pacientes en edad no gestacional con clínica de Cushing florida o con complicaciones, donde no se haya encontrado el tumor durante la exploración quirúrgica. Suprarrenalectomía. La suprarrenalectomía bilateral es la forma más rápida de controlar la hipersecreción de cortisol y sus efectos. Las indicaciones son: • hipofisectomía ineficaz • cirugía hipofisaria técnicamente imposible • presencia de un empeoramiento rápido del hipercortisolismo que no puede controlarse adecuadamente con drogas por su intolerancia o por sus efectos secundarios • pacientes con síndrome de ACTH ectópico grave cuando no sea posible extirpar el tumor en su totalidad o no haya podido ser localizado y el hipercortisolismo no pueda controlarse con tratamiento farmacológico. Radioterapia La irradiación hipofisaria se ha utilizado durante muchos años como tratamiento inicial, especialmente en niños y en adolescentes. Algunos autores han conseguido en niños hasta un 80% de curaciones, pero sólo un 15% en adultos. Las dosis varían entre 35-52 Gy. La aparición de efectos beneficiosos puede demorarse más de 1 o 2 años, tiempo durante el que la enfermedad puede controlarse con tratamiento médico. Tratamiento farmacológico El tratamiento médico de pacientes con enfermedad de Cushing se usa: • para controlar el hipercortisolismo grave antes de la cirugía • como tratamiento en pacientes que han sido tratados con radioterapia • para tratar pacientes que no son candidatos a la cirugía • en el tratamiento de pacientes con secreción ectópica de ACTH/CRF en los que no ha podido extirparse el tumor primitivo. El tratamiento farmacológico de elección en la enfermedad de Cushing es el ketoconazol. Los estudios que demuestran la utilidad del ketoconazol en el tratamiento de la enfermedad de Cushing son múltiples. Los efectos secundarios más frecuentes son las molestias digestivas, el prurito y alteraciones de la función hepática. Otras alternativas terapeuticas farmacológicas incluyen: • ciproheptadina: demuestra su beneficio terapéutico en la enfermedad de Cushing cuando el origen es hipotalámico. Su relativa eficacia en el conjunto global de las distintas causas que determinan la enfermedad de Cushing, sus frecuentes efectos secundarios y la temporalidad de sus efectos hacen que en la actualidad no represente una alternativa efectiva de tratamiento. • valproato sódico: disminuye la secreción de ACTH a través de la inhibición del CRF. Las perspectivas de utilidad no se han confirmado en los estudios a largo plazo y en la actualidad no representa sino una referencia histórica. • bromocriptina: la utilidad de la bromocriptina en el tratamiento de la enfermedad de Cushing o en el síndrome de Nelson están cuestionadas ya que la no demostró ser más efectiva que un placebo. El tratamiento prolongado con reserpina en combinación con una dosis de radioterapia convencional es eficaz en el tratamiento de la enfermedad de Cushing. • somatostatina: se ha estado utilizando en el tratamiento de la enfermedad de Cushing con distintos resultados. La mayoría de los autores coinciden en que los análogos de somatostatina sólo representarían una alternativa interesante en algún caso de secreción ectópica de ACTH. La • aminoglutetimida: actúa inhibiendo la conversión de colesterol a pregnenolona. Aunque es efectiva para reducir la secreción de cortisol, la posibilidad de desarrollar hipoaldosteronismo, hipoestrogenismo, hipotiroidismo y sus amplios efectos secundarios limitan claramente su uso. • metopirona: actúa inhibiendo la enzima P450 C11β-hidroxilasa responsable del paso de 11-deoxicortisol a cortisol. De sus efectos secundarios, el hirsutismo y el acné que son debidos a la elevación de los andrógenos suprarrenales, son los más importantes. El seguimiento posterior tras la cirugía incluye la valoración de la remisión o persistencia de la enfermedad, de las posibilidades de recidiva a largo plazo y del estudio y tratamiento de las secuelas relacionadas con la enfermedad. En este punto existen dudas y discrepancias sobre los criterios de curación e incluso de tratamiento posterior en casos de persistencia y/o recidivas. BIBLIOGRAFÍA Avgerinos PC, Nieman LK, Oldield EH, Cutler Jr GB 1996 A comparison of the overnight and the standard metyrapone test for the differential diagnosis of adrenocorticotrophin-dependent Cushing’s syndrome. Clin Endocrinol 45:483. Bertagna X, Coste J, Raux-Demay MC, Letrait M, Strauch G 1994 The combined corticotropin-releasing hormone/lysine vasopressin test discloses a corticotroph phenotype. J Clin Endocrinol Metab 79:390. Bertagna X, Eaux-Demay MCh, Guilhaume B, Girard F, Luton JP 1995 Cushing' s Disease. En: Melmed S, ed. The Pituitary. Blackwell Science. Bochicchio D, et al. 1995 Factors influencing the immediate and late outcome of Cushing' s disease treated by transphenoidal surgery: A retrospective study by the European Cushing' s disease survey group. J Clin Endocrinol Metab 80:3114. 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White A, Gibson S 1998 ACTH precursors: biological significance and clinical relevance. Clin Endocrinol 48:251. Wood PJ, Barth JH, Friedman DB, Perry L, Sheridan 1997 Evidence for the low dose dexamethasone suppression to screen for Cushing’syndrome-recommendations for a protocol for biochemistry laboratories. Ann Clin Biochem 34:222. Yanovsky JA, Cutler GB Jr, Chrousos GP, Nieman LK 1998 The dexamethasone-suppressed corticotropin-releasing hormones stimulation test differentiates mild Cushing´s disease from normal physiology. J Clin Endocrinol Metab 83:348. CAPÍTULO 29 H IP E R A L D O S T E R O N IS M O P R IM A R IO " " E1 hiperaldosteronismo primario (HAP) se caracteriza por una hiperproducción de aldosterona por la glándula suprarrenal, con supresión de la actividad de la renina plasmática, lo que condiciona HTA e hipokaliemia. La prevalencia de hiperaldosteronismo primario en pacientes no seleccionados con HTA es menor del 1%. CAUSAS DE HIPERALDOSTERONISMO PRIMARIO El adenoma suprarrenal es la causa más frecuente (65%), siendo además la forma inicialmente descrita por Conn. Generalmente son tumores menores de 2 cm. originados en la corteza suprarrenal. Están bien delimitados y se comportan de manera benigna. La hiperplasia adrenal bilateral o hiperaldosteronismo idiopático (30%) cursa con hiperplasia macro o micronodular de ambas suprarrenales. Se han descrito también pacientes con hiperplasia adrenal unilateral. Existe asimismo un hiperaldosteronismo primario familiar (1-2%) que se trasmite con carácter autosómico dominante y se denomina hiperaldosteronismo glucocorticoideo. Excepcionalmente el hiperaldosteronismo primario es debido a un carcinoma. Por otra parte, el 2,5 % de los carcinomas suprarrenales producen aldosterona, asociándose habitualmente su secreción a otras hormonas adrenales. CLÍNICA Es más frecuente en mujeres, generalmente entre 30 y 50 años. Los hallazgos clínicos del hiperaldosteronismo son poco específicos y en algunos pacientes cursan de forma asintomática. En casi todos los casos se encuentra una HTA moderada o grave que puede ser difícil de controlar. La hipokaliemia favorece la aparición de síntomas neuromusculares (debilidad, calambres, tetania, parálisis transitorias), fatiga y parestesias. La hipokaliemia crónica puede además disminuir la secreción de insulina y causar hiperglucemia en el 25% de pacientes. Puede también encontrarse poliuria, nicturia y polidipsia. DIAGNÓSTICO Cribaje En los pacientes con HTA en los que se sospecha hiperaldosteronismo primario se determinará: • Potasio sérico: la hipocaliemia está presente en el 70-95% de pacientes. Además, la presencia de hipocaliemia e hipertensión es predictiva de hiperaldosteronismo primario en el 50% de los casos. Hay que tener en cuenta que el uso de diuréticos en pacientes con HTA puede provocar hipocaliemia. • Relación aldosterona/renina plasmática: niveles elevados de aldosterona en plasma junto con renina suprimida pueden confirmar el hiperaldosteronismo primario. Una relación aldosterona/renina (realizando la determinación por la mañana y de pie) mayor de 25-30 es sugestiva de hiperaldosteronismo primario y por encima de 50 es diagnóstica. Se recomienda, si es posible, la supresión de los antihipertensivos dos semanas antes para no alterar el resultado de esta prueba. Estas determinaciones se recomiendan de forma selectiva para el estudio de pacientes con hipocaliemia o ante una HTA resistente en un paciente con incidentaloma adrenal. Otros test. Diagnóstico definitivo El diagnóstico bioquímico definitivo de hiperaldosteronismo primario puede establecerse en caso de mantener una elevada excreción de aldosterona urinaria a pesar de una dieta alta en sodio (2-3 g en cada comida durante 2-3 días), o niveles elevados de aldosterona sérica (mayores de 8,5 ng/dl) tras administración intravenosa de 2.000 mI de suero salino (0,9%) en 4 horas. El test del captopril (se administran 25-50 mg), menos útil, muestra modificación de los valores de aldosterona en pacientes normotensos o con HTA esencial, y ausencia de alteraciones en el hiperaldosteronismo primario. Tampoco la administración de furosemida produce cambios en la aldosterona en caso de hiperaldosteronismo primario. Hiperplasia vs. adenoma Una vez establecido el diagnóstico de hiperaldosteronismo primario, debe hacerse la diferenciación entre los dos tipos más frecuentes: adenoma suprarrenal e hiperplasia bilateral (hiperaldosteronismo idiopático). El test postural, tras 2 horas de pie, comporta una disminución o persistencia de la concentración plasmática de aldosterona en el adenoma, mientras que aumenta en la hiperplasia. Ello es debido a que la hiperplasia mantiene cierta capacidad de respuesta a los incrementos de la actividad de renina plasmática que se dan en el sujeto de pie. Si la técnica se encuentra disponible, una concentración plasmática de l8-0H-corticosterona superior a 100 ng/dl en el adenoma e inferior en la hiperplasia bilateral, tiene una precisión diagnóstica del 80%. Localización del tumor La localización del tumor está indicada para diagnosticar la glándula patológica, pero en ocasiones, puede ayudar a confirmar el diagnóstico de adenoma frente al de hiperplasia bilateral. La primera exploración de elección es la TAC que puede mostrar un tumor adrenal mayor de 1 cm sugestivo de adenoma, o ser no concluyente (afectación adrenal bilateral, ausencia de masas, o tumor menor de 1 cm). En los casos dudosos se realiza gammagrafía con iodonorcolesterol (NP59) con supresión con dexametasona. Si lateraliza, la afectación es unilateral. Si el resultado sigue siendo no concluyente, se realiza un muestreo venoso suprarrenal que suele dar el diagnóstico. INDICACIONES DE LA SUPRARRENALECTOMÍA La cirugía está indicada en todos los pacientes con hiperaldosteronismo primario y afectación unilateral demostrada. Esto incluye fundamentalmente los adenomas, pero también la infrecuente hiperplasia unilateral y los carcinomas. Los casos de hiperplasia bilateral o idiopática se tratan con espironolactona (100600 mg/día). Este antagonista de la aldosterona corrige la hipocaliemia pero a veces no consigue normalizar las cifras tensionales y es preciso añadir otros antihipertensivos. Como efectos secundarios indeseables produce alteraciones gastrointestinales, ginecomastia y disminución de la libido. El hiperaldosteronismo primario familiar se trata con glucocorticoides. Preparación preoperatoria. Cirugía El tratamiento con espironolactona durante 3-4 semanas antes de la cirugía es útil para corregir la HTA, minimizar el efecto del hipoaldosteronismo postoperatorio y restaurar a la normalidad los niveles de potasio. Pueden administrarse también suplementos orales de potasio. El tratamiento quirúrgico es la adrenalectomía unilateral. La vía de abordaje es variable. En general, la vía posterior (la más usada) va dejando paso paulatinamente al acceso laparoscópico. HTA persistente tras la cirugía Entre el 45-80% de los pacientes con hiperaldosteronismo primario por adenoma, normalizan su tensión arterial tras la cirugía. La persistencia de la HTA se relaciona con la edad del paciente y el tiempo de evolución de la enfermedad (peor si es superior a los cinco años). Algunos estudios encuentran también relación entre la respuesta a la espironolactona y el sexo (mejor en mujeres). En casos de hiperplasia unilateral, la HTA puede persistir en mayor porcentaje que en los adenomas, sin embargo, la adrenalectomía facilita su control y mejora la hipocaliemia. En la hiperplasia bilateral, la suprarrenalectomía bilateral no suele curar la HTA. BIBLIOGRAFÍA Celen O, O'Brien MJ, Melby JC, Beaz1ey RM 1996 Factors influencing outcome of surgery for primary aldosteronism. Arch Surg 131:646. Ganguly A 1998 Primary aldosteronism. N Engl J Med 339:1828. Litchfield WR, Dluhy RG 1995 Primary aldosteronism. Endocrinol Metab Clin N Am 24:593. Valloton MB 1996 Primary Aldosteronism. Part 1. Diagnosis of primary hyperaldosteronism. Clin Endocrinol 45:47. CAPÍTULO 30 F E O C R O M O C IT O M A " " Los feocromocitomas son tumores de origen neuroectodérmico que se originan en las células cromafines. Los originados a partir de las células cromafines de la médula suprarrenal se denominan feocromocitomas, mientras que los que lo hacen a partir de los ganglios simpáticos paravertebrales se denominan paragangliomas o feocromocitomas extraadrenales. El feocromocitoma es un tumor raro, pues afecta a menos del 0,2% de los pacientes con hipertensión arterial (HTA), aunque frecuentemente no llega a ser diagnosticado. Presenta una incidencia estimada de 0,8 casos/100.000 h/ año. Estudios basados en series de autopsias reflejan una prevalencia del 0,3%. Los feocromocitomas son responsables del 0,1-1 % de las HTA. LOCALIZACIÓN Aproximadamente el 90% de los feocromocitomas se localizan en la médula adrenal. El 10% son extra-adrenales y se denominan paragangliomas. Los tumores extraadrenales son más frecuentes en el abdomen, pero pueden localizarse en toda la cadena simpática desde la base del cráneo hasta los testículos. Las localizaciones más comunes de los paragangliomas son en el órgano de Zückerkandl (junto al origen de la arteria mesentérica inferior), la bifurcación aortoilíaca y la pared vesical. Se han descrito asimismo paragangliomas secretores en el mediastino, corazón, carótida y glomus carotídeo. FORMAS DE PRESENTACIÓN La forma habitual de presentación del feocromocitoma es la esporádica (90% de los casos). En estos casos, la afectación adrenal es unilateral, aunque excepcionalmente puede ser bilateral. Los casos familiares suponen el restante 10% y se asocian al síndrome MEN2a (carcinoma medular de tiroides, feocromocitoma e hiperparatiroidismo) y MEN2b (carcinoma medular de tiroides, feocromocitoma y neuromas). Aunque actualmente el diagnóstico de MEN2 está claramente establecido por estudios genéticos, la penetrancia del feocromocitoma es variable. Entre el 30 y el 40% de los MEN2a y el 10% de los MEN2b presentan un feocromocitoma. La afectación suprarrenal es habitualmente bilateral, aunque el desarrollo de la enfermedad no es uniforme ni sincrónico en ambas suprarrenales. Otras formas familiares incluyen la enfermedad de von Hippel-Lindau (hemangiomatosis retiniana, hemangioblastoma cerebeloso y a veces alteraciones renales pulmonares y musculares, incluyendo hipernefroma), con una incidencia de feocromocitomas entre el 10 y el 19%, con frecuencia extra-adrenales. También se ha asociado el feocromocitoma a la neurofibromatosis o enfermedad de von Recklinghausen, al síndrome de Sturge-Weber y a la esclerosis tuberosa. El 10% de los feocromocitomas son malignos. El diagnóstico de malignidad se establece sobre la base de la invasión tumoral de estructuras adyacentes, a la recidiva local tras la resección y a la existencia de metástasis, bien en el momento del diagnóstico o a su aparición durante el seguimiento. No existen criterios histológicos ni citológicos definitivos de malignidad, por lo que ni la PAAF ni la biopsia son útiles. Tampoco existe un test bioquímico diagnóstico de malignidad, aunque en algunos casos puede encontrarse un exceso de dopamina. Los tumores mayores de 6 cm son más frecuentemente malignos. Las metástasis ocurren entre el 13 y el 14% de les casos, y se localizan sobre todo en ganglios regionales, hígado, hueso, pulmón y músculo. FISIOPATOLOGÍA Y CLÍNICA El feocromocitoma produce adrenalina, noradrenalina y a veces dopamina, aunque la mayor parte secretan sobre todo noradrenalina. Los tumores que producen casi exclusivamente adrenalina son habitualmente intra-adrenales ya que se precisa cortisol para activar el enzima N-metiltransferasa que convierte la noradrenalina en adrenalina. La falta de cortisol y la baja expresión de este enzima en el sistema simpático explican que los paragangliomas segreguen únicamente noradrenalina. Los síntomas y signos de los feocromocitomas, derivados del exceso de catecolaminas, son variables. La HTA se da en el 90% de los casos, de los que el 20-25% presentan crisis paroxísticas. Estas crisis se desencadenan con el ejercicio violento, la defecación, el coito, la ingesta de alcohol o la micción (cuando se localizan en la pared vesical). La realización de angiografías, punciones del tumor o actos quirúrgicos, pueden causar reacciones hipertensivas potencialmente letales. La tríada de cefalea, sudoración y palpitaciones en pacientes hipertensos conduce al diagnóstico de feocromocitoma con una especificidad del 94% y una sensibilidad del 91 %. Por otra parte, pueden sufrir hipotensión ortostática el 40% de los pacientes, debido a la hipovolemia y a la deteriorada respuesta de constricción arteriovenosa. Son también frecuentes la ansiedad y el estreñimiento. Las manifestaciones clínicas menos frecuentes son muy variadas, por lo que al feocromocitoma se le conoce como el “gran simutador”. Las manifestaciones cardiovasculares incluyen arritmias y miocardiopatía catecolaminérgica. La fibrilación, auricular o ventricular, puede ocurrir por la liberación brusca de catecolaminas durante la cirugía o por el tratamiento con antidepresivos tricíclicos, fenotiacinas, metoclopramida o naloxona. Puede encontrarse hiperglucemia debido al efecto anti-insulínico de las catecolaminas, e incluso hipercalcemia por la estimulación paratiroidea o secreción de PTHrP. Se han descrito también manifestaciones de Cushing y alcalosis hipocaliémica por hipersecreción de ACTH. En ocasiones puede existir un síndrome febril. El feocromocitoma puede producir también dolor abdominal, tumor abdominal, que en el lado izquierdo puede simular esplenomegalia, e incluso un abdomen agudo por rotura o hemorragia y necrosis intratumoral. En el 10% de los feocromocitomas la ecografía hepática pone en evidencia una litiasis biliar. DIAGNÓSTICO La sospecha clínica de feocromocitoma surge ante un paciente aquejado de una sintomatología característica o ante unos antecedentes familiares de feocromocitoma hereditario. Las principales situaciones clínicas que nos deben hacer sospechar la existencia de este tumor son las siguientes: • • • • • • Presencia de al menos dos de los síntomas de la tríada clásica (cefaleas, palpitaciones e hiperhidrosis), sobre todo, ante su aparición en un paciente con HTA. HTA refractaria al tratamiento. Intensa respuesta presora o hipotensión no explicada durante la inducción anestésica o una intervención quirúrgica, parto o procedimiento diagnóstico o terapéutico invasivo. Antecedentes familiares de feocromocitoma, MEN-2, enfermedad de von Hippel-Lindau, neurofibromatosis o paragangliomas hereditarios. Incidentalotas adrenales. Miocardiopatía dilatada idiopática. Test de elección para el diagnóstico de feocromocitoma La determinación en orina de 24 horas de catecolaminas libres (adrenalina, noradrenalina y dopamina), de metanefrinas y de ácido vanilmandélico (AVM) se considera la prueba bioquímica de elección. Deben realizarse al menos dos determinaciones para confirmar el diagnóstico. La modificación de los resultados por determinados alimentos (alcohol, plátanos, cacao, etc.) obliga a realizar un control de la dieta durante los cinco días previos a la prueba. También los contrastes yodados y ciertos fármacos (α y β bloqueantes, labetalol, antagonistas del calcio, fenotiacinas, antidepresivos tricíc1icos, ácido nalidíxico, etc.) pueden alterar la determinación de las catecolaminas urinarias. Tanto las metanefrinas como las catecolaminas están elevadas con más frecuencia que el AVM, por lo que son más útiles para confirmar el diagnóstico. Otros test La determinación de las catecolaminas plasmáticas es de difícil valoración y presenta un elevado porcentaje de falsos positivos. Se ha descrito también la determinación de metanefrinas plasmáticas como otro test sensible, pero la experiencia es todavía limitada. Como agentes provocadores para ser usados en test de estimulación se han utilizado glucagón, histamina, metoclopramida o naloxona, pero pueden desencadenar peligrosas crisis catecolaminérgicas. Como test de supresión se ha usado el de la c1onidina, que consiste en administrar 0,3 mg de c1onidina oral y realizar determinaciones de catecolaminas plasmáticas a las 1, 2 y 3 horas tras su administración; si la HTA es esencial disminuyen las catecolaminas, lo que no ocurre en el feocromocitoma. El test de la c1onidina estaría indicado solamente en los casos muy infrecuentes de determinaciones urinarias negativas y datos clínicos muy sugestivos. Diagnóstico de localización Indicación de los estudios de localización Los estudios de localización permiten escoger la mejor vía de abordaje quirúrgico y evitar las grandes disecciones que favorecen las crisis hipertensivas intraoperatorias. En los casos adrenales, diagnostican la o las suprarrenales patológicas. Además, al menos el 10% son feocromocitomas extra-adrenales y no siempre abdominales. Pueden aportar también información sobre la existencia de metástasis o de invasión de estructuras adyacentes. Estudios de localización La mayoría de los tumores son mayores de 3 cm, lo que permite su localización con TAC o RM. La TAC tiene una sensibilidad superior al 95%, aunque su especificidad es del 70%, pero con excelente resolución para las suprarrenales y zona pélvica. La RM con las imágenes obtenidas en T2 permite una definición perfecta del tamaño del tumor, su relación con estructuras vasculares, la presencia de metástasis, así como de las localizaciones extra-adrenales. La sensibilidad de la RM es casi del 100% y la especificidad del 68%. La gammagrafía con 131I-metaiodobencilguanidina (MIBG) es una excelente técnica de localización, con una sensibilidad de 80-95% y una especificidad del 100%, siendo además útil para metástasis. En casos de MEN2, la MIBG es fundamental para detectar si la afectación adrenal es bilateral. TRATAMIENTO Una vez completado el proceso diagnóstico, la extirpación quirúrgica del feocromocitoma constituye el tratamiento de elección. Este tratamiento quirúrgico implica un elevado riesgo de morbilidad y mortalidad, por lo que antes de realizarlo se deberá preparar adecuadamente al paciente. Preparación preoperatoria El problema fundamental de un tercio de los pacientes con feocromocitoma es la disminución del volumen plasmático. La hipovolemia constituye el condicionante más importante de la hipotensión grave intra y postoperatoria, por lo cual desde la década de los 60 se practica la preparación preoperatoria a todos los pacientes con feocromocitoma. Sin embargo, los principios fisiopatológicos de la preparación preoperatoria descansan aún sobre bases muy empíricas y es posible que en el futuro se establezcan protocolos de preparación más selectivos que los actuales, en función de las mediciones preoperatorias de la volemia. La preparación preoperatoria reduce la incidencia de crisis hipertensivas intraoperatorias, así como la hipotensión postquirúrgica. Está indicada incluso en pacientes sin HTA, ya que la manipulación del tumor puede ocasionar hipersecreción de catecolaminas. El tratamiento preoperatorio se realiza habitualmente con fenoxibenzamina, un α bloqueante de larga duración, a dosis de 10-20 mg/3 veces al día que puede aumentarse hasta normalizar la tensión arterial (a veces se necesitan más de 100 mg/día). Este tratamiento debe mantenerse al menos durante los 7-10 días previos a la cirugía. Menos experiencia se tiene con el prazosín, un α bloqueante de corta duración, que teóricamente puede acortar el tiempo de hipotensión postoperatoria. Se han utilizado también antagonistas del calcio y labetalol, con buenos resultados. El tratamiento con β-bloqueantes está indicado si existen alteraciones del ritmo cardiaco y se realiza con propranolol (10 mg/3 veces al día/3 días previos a la cirugía). Debe realizarse siempre previamente el bloqueo α. No debe olvidarse que la preparación intensiva con simpaticolíticos de los pacientes con feocromocitoma puede a su vez tener consecuencias indeseables como son la hipervolemia y la hipotensión postoperatoria refractaria. Táctica quirúrgica Manejo anestésico El paciente debe estar correctamente monitorizado, incluyendo vía central y periférica, catéter arterial y sonda vesical. Debe evitarse el droperidol (estimula la secreción de catecolaminas), así como la atropina (induce taquicardia). El nitroprusiato es el fármaco de elección para el tratamiento de las crisis hipertensivas intraoperatorias. En el caso de arritmias se utiliza propranolol y/o lidocaína. Tras la resección, e incluso antes, debe empezar a reponerse la volemia. A veces se requiere también la administración de dopamina. Actitud quirúrgica La vía de abordaje depende de la localización del tumor. Las más utilizadas han sido la incisión subcostal, derecha o izquierda, o bilateral. Raramente se ha usado la vía posterior. El abordaje laparoscópico, de reciente incorporación, puede ser otra alternativa. Para los paragangliomas, si se localizan en el abdomen, la laparotomía media es la vía de elección. En todo caso, los principios quirúrgicos son iguales para todas las técnicas: resección completa del tumor, mínima manipulación y ligadura precoz de la vena si es posible. Si se trata de un paciente con un MEN2, se practicará la adrenalectomía de la glándula con afectación tumoral, demostrada preoperatoriamente con TAC, RM y gammagrafía con MIBG. Si hay tumor bilateral se resecan las dos suprarrenales. La adrenalectomía unilateral protege de la insuficiencia suprarrenal pero obliga a un estricto seguimiento ya que existe un 50% de recidiva contralateral a los 10 años. Si el feocromocitoma es maligno debe intentarse su resección incluyendo las estructuras infiltradas e incluso las metástasis. En el lado derecho implica generalmente una resección segmentaria de la vena cava inferior entre las venas suprahepáticas y la vena renal derecha. Control postoperatorio En el postoperatorio inmediato es necesaria la reposición de volumen y a veces pueden requerirse vasopresores mientras persiste el efecto de la fenoxibenzamina sobreañadido a la disminución de los niveles de catecolaminas. Dentro de las dos horas que siguen a la adrenalectomía puede aparecer una hipoglucemia grave debido al descenso de los niveles de insulina y al efecto de los α-bloqueantes. Ello obliga a monitorizar meticulosamente la glucemia y administrar suero glucosado. En el 25% de los casos el tratamiento quirúrgico no consigue la curación de la HTA. La adrenalectomía unilateral no requiere tratamiento sustitutivo. En caso de resección bilateral se debe instaurar tratamiento con hidrocortisona a dosis de 30 mg/día. La suprarrenalectomía bilateral implica, a pesar del tratamiento sustitutivo, una limitación de la respuesta endocrina ante situaciones de riesgo y se han observado cuadros de insuficiencia suprarrenal, a veces muy graves. Si el tumor es supuestamente benigno, deben controlarse la tensión arterial y la concentración de catecolaminas y sus metabolitos en orina de 24 horas al menos una vez al año durante al menos 5 años tras la cirugía, ya que el 5% de los feocromocitomas pueden recidivar. En caso de elevación de las catecolaminas está indicada la práctica de una gammagrafía y de una RM. Si se objetiva una recidiva debe indicarse una segunda resección quirúrgica. Si el feocromocitoma no es resecado totalmente, deberá instaurarse tratamiento médico para el control de la HTA con α-bloqueantes. Los bloqueantes pueden prevenir la miocardiopatía catecolaminérgica. También la metirosina puede disminuir la síntesis de catecolaminas. Ni la quimioterapia ni la radioterapia son útiles como tratamiento coadyuvante. El tratamiento con 131I-MIBG se ha demostrado que puede disminuir el tamaño tumoral y ayudar al control de los síntomas. Sin embargo, la supervivencia a los 5 años es tan sólo del 45%. FEOCROMOCITOMA MALIGNO El feocromocitoma maligno representa el 3-13% de la totalidad de los casos. Aunque su tasa de supervivencia a los 5 años es inferior al 50%, muchos de estos pacientes tienen una supervivencia prolongada y una escasa morbilidad, debido a la lentitud de crecimiento que habitualmente poseen estos tumores. La malignidad viene dada por la invasión de áreas anatómicas que no tienen tejido cromafín. Estos tumores suelen ocasionar metástasis en los pulmones, el hígado, el esqueleto o los ganglios linfáticos o pueden recurrir localmente. La extirpación quirúrgica constituye el tratamiento de elección. Si es posible, ésta debe abarcar, incluso, las lesiones metastásicas. Las metástasis óseas que ocasionan dolor pueden ser tratadas con radioterapia local. Si el tumor desarrolla una conducta agresiva y la calidad de vida del paciente se ve mermada, se puede recurrir a la quimioterapia, mediante la combinación de ciclofosfamida, vincristina y dacarbazina, aunque ésta no es curativa, sino tan sólo paliativa. PRONÓSTICO Conviene señalar que la resección quirúrgica de un feocromocitoma no siempre implica la curación definitiva del tumor o de la hipertensión, incluso en pacientes con tumores benignos. Se han encontrado recurrencias hasta en el 14% de los casos, de las cuales en un 55% ésta era maligna. La recurrencia tumoral es más probable en pacientes con feocromocitoma familiar. Por ello, resulta obligada la monitorización de por vida de todos los pacientes, incluso de aquellos aparentemente curados. FEOCROMOCITOMA Y GESTACIÓN El feocromocitoma constituye una causa infrecuente de HTA durante el embarazo. El útero grávido al adoptar la posición de decúbito supino puede provocar la compresión del tumor y dencadenar una HTA paroxística. El diagnóstico bioquímico se realiza con la determinación de las concentraciones plasmáticas o urinarias de las catecolaminas y sus metabolitos. La prueba de imagen de elección para la localización del tumor es la RMN. El tratamiento médico se basa en el bloqueo α-adrenérgico inicial con fenoxibenzamina, seguido, si resulta necesario, del tratamiento con β-bloqueantes. El momento de la intervención quirúrgica resulta controvertido. Algunos autores recomiendan su realización antes de las 24 semanas de gestación o el tratamiento médico cuando la gestación se halla más avanzada. En este último caso se recomienda la práctica de una cesárea en el momento del parto. BIBLIOGRAFÍA Bravo EL 1991 Pheochromocytoma: New concepts and future trends. Kidney Int 40:544. Dluhy RG 2002 Pheochromocytoma: death of an axiom. N Engl J Med 346:1486. 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El origen embriológico de las paratiroides radica en la tercera y cuarta bolsas faríngeas, de modo que de la 3ª bolsa faríngea se originan el timo y las paratiroides inferiores, mientras que de la 4ª bolsa faríngea proceden las paratiroides superiores. Desde el punto de vista histológico, la glándula paratiroides se halla rodeada por una delgada capa de tejido conjuntivo, de la que parten septos fibrosos que dividen el interior glandular en lóbulos. En dichos lóbulos se distinguen tres poblaciones celulares diferentes (células principales, oxifílicas y claras), además de una cantidad variable de tejido adiposo. METABOLISMO DEL CALCIO Y EL FÓSFORO El calcio y el fósforo participan en numerosos procesos biológicos de importancia tal que se ha desarrollado un complejo sistema regulador para mantener sus concentraciones séricas dentro de unos márgenes muy estrechos. El calcio y el fósforo son los principales constituyentes del sistema esquelético, representando el 65% de su peso total. El 99% del calcio corporal está contenido en el hueso, mientras que el 1% restante se distribuye entre los compartimentos intra y extracelulares. El calcio extracelular es el principal sustrato para la mineralización del cartílago y del hueso, pero además interviene en el proceso de la coagulación sanguínea o en el mantenimiento de la adhesión intracelular. Por su parte, el calcio intracelular participa en diferentes procesos celulares, como la contracción muscular, la secreción y acción hormonales, el metabolismo del glucógeno o la propia división celular. El 85% del fósforo corporal se encuentra en la fase mineral del hueso. El resto supone un constituyente indispensable para la mayor parte de las moléculas estructurales, de información y efectoras de los principales procesos fisiológicos. El mantenimiento de la homeostasis del calcio y del fósforo en la especie humana corre a cargo fundamentalmente de la paratohormona (PTH) y de la vitamina D. Este sistema regulador ejerce su función actuando sobre cuatro órganos diana: las glándulas paratiroideas, el hueso, el riñón y el intestino. Metabolismo del calcio El calcio es el catión más abundante del organismo. Aunque la práctica totalidad del calcio corporal se encuentra almacenado en la fase mineral del hueso en forma de cristales de hidroxiapatita, existe una pequeña cantidad contenida en el torrente sanguíneo. De ella, el 50% se halla como calcio iónico libre y el resto ligado a aniones (citrato, bicarbonato) o a proteínas (albúmina). El calcio se absorbe fundamentalmente en el duodeno y el yeyuno. En condiciones normales se absorbe aproximadamente el 30% del calcio dietético. El calcio plasmático no ligado a proteínas es filtrado a nivel del glomérulo renal. El principal regulador de la excreción renal de calcio es la PTH, que disminuye la filtración y aumenta la reabsorción tubular. En condiciones normales existe un equilibrio entre la absorción intestinal neta y las pérdidas urinarias de calcio, manteniéndose constante el calcio extracelular e intercambiándose, con balance cero, calcio extracelular y calcio óseo. Metabolismo del fósforo La mayor parte del fósforo del organismo se encuentra como fosfato inorgánico. El 70% del fosfato en plasma y la mayoría del celular se encuentra como fosfato orgánico. El 10% del fosfato plasmático circula unido a proteínas. Al igual que el calcio, el fósforo procedente de la dieta se absorbe en el intestino delgado. Su excreción renal está regulada fundamentalmente por la PTH, que inhibe su reabsorción tubular. El hueso es el principal depósito orgánico de fosfato aunque, debido a la gran biodisponibilidad del fósforo dietético, no juega el papel de reserva biológicamente indispensable que tiene en el caso del calcio. VITAMINA D La vitamina D3 o colecalciferol se sintetiza en la piel y es la forma fisiológica de esta vitamina en los seres humanos. La vitamina D es un esteroide liposoluble procedente de dos posibles fuentes: la dieta y la síntesis cutánea a partir de su precursor el 7dehidrocolesterol, por acción de la exposición a la radiación ultravioleta. En el hígado la vitamina D sufre una primera hidroxilación por acción de una enzima del tipo citocromo P450, originándose, de este modo, 25 (OH) vitamina D. Finalmente, se produce en el riñón una nueva hidroxilación, para así generar 1,25 (OH)2 vitamina D o calcitriol, que constituye la forma hormonal activa. La actividad de la 1-α-hidroxilasa renal es estimulada por la PTH. La vitamina D y sus metabolitos circulan en el plasma ligados a la proteína transportadora de vitamina D y a la albúmina. La 1,25 (OH)2 vitamina D ejerce sus funciones biológicas mediante su unión a un receptor nuclear, perteneciente a una amplia familia de receptores que incluye además el de glucocorticoides, mineralocorticoides, hormonas sexuales, hormonas tiroideas y retinoides. Las acciones fundamentales de la vitamina D son: aumento de la resorción ósea, aumento de la absorción intestinal de calcio y fósforo y aumento de la reabsorción tubular renal de calcio. HORMONA PARATIROIDEA La hormona paratiroidea (PTH) controla constantemente el nivel de calcio ionizado en la sangre y el líquido extracelular. La PTH es un péptido de 84 aminoácidos que es sintetizado por las células paratiroideas como un precursor mayor, la pre-pro-PTH (110 aminoácidos), que posteriormente origina la pro-PTH (90 AA). Durante el tránsito intracelular a través del retículo endoplásmico rugoso y del aparato de Golgi pierde sucesivamente las secuencias pre y pro, almacenándose la PTH madura (1-84) en las vesículas y granos de secreción. Su acción biológica radica en el extremo amino-terminal. El principal regulador de la secreción de PTH es la concentración de calcio ionizado en la sangre. De este modo, el aumento de la concentración plasmática de este último conduce a una reducción de la secreción de PTH. En la superficie de la célula paratiroidea existe un receptor de membrana sensible al calcio, que pertenece a la familia de receptores ligados a la proteína G. Posee un gran dominio extracelular para la unión del calcio, así como un dominio intramembrana y otro intracitoplasmático de tamaños menores. Como consecuencia de la unión del calcio a este receptor se activa la fosfolipasa C y se interrumpe la producción de AMPc. Como consecuencia de ello se produce un aumento de la concentración intracelular de calcio, lo que ocasiona una reducción de la secreción de PTH por mecanismos no totalmente esclarecidos. Las acciones hormonales de la PTH son consecuencia de su unión a un receptor de membrana localizado en los tejidos diana. Este receptor está ligado a proteínas G (véase capítulo 3) y la unión de la hormona a su dominio extracelular provoca cambios conformacionales en la molécula del receptor, que activan la capacidad de éste para liberar GDP de la subunidad α de la proteína G. La proteína G se une así al GTP, en vez de a GDP. Ello da lugar a la separación de la subunidad α del receptor y del resto de subunidades (β y γ) que integran las proteínas G. La liberación de las subunidades α provoca la activación de la adenilatociclasa, lo cual aumenta la formación de AMPc y, posteriormente, la activación de la proteinquinasa A. Además se activa la fosfolipasa C, generándose así diacilglicerol e inositol-trifosfato, lo que a su vez desencadena la activación de la proteinquinasa C y el aumento del calcio intracelular. Acciones de la PTH La PTH controla los niveles plasmáticos de calcio actuando sobre el riñón, el hueso y el intestino. En el riñón estimula la reabsorción tubular de calcio y reduce la reabsorción tubular de fósforo. Además estimula la síntesis de 1,25 (OH)2 D3 en el túbulo proximal al inducir la transcripción del gen de la 1-α-hidroxilasa de la 25-OH-vitamina D. La PTH, cuando actúa de forma continuada sobre el hueso, induce efectos catabólicos. Por el contrario, resulta anabólica cuando se administra de manera intermitente. El mecanismo por el cual el mismo ligando es capaz de inducir respuestas opuestas en el mismo receptor no está completamente aclarado. Lo que sí es cierto es que su administración continua estimula predominantemente a los osteoclastos, mientras que con la administración intermitente son los osteoblastos las células predominantemente activadas. PROTEÍNA RELACIONADA CON LA PTH (PTHrp) La PTHrp fue aislada inicialmente de tumores asociados a hipercalcemia de causa humoral. La PTHrp recuerda a la PTH, no sólo por su secuencia genética, sino también por su estructura química. Por ello, actualmente se la considera como un segundo miembro de la familia de la PTH que es capaz de activar el receptor PTH1R en células de estirpe osteoblástica. De modo similar a la PTH, la PTHrp estimula la actividad osteoclástica y la resorción ósea, así como la reabsorción tubular de calcio, lo que ocasiona hipercalcemia. De hecho, la PTHrp es la principal causa responsable de hipercalcemia en pacientes con cáncer. En pacientes con tumores sólidos e hipercalcemia, en al menos el 80% de los casos está elevada la PTHrp sérica. A pesar de las similitudes bioquímicas entre la PTH y la PTHrp, las alteraciones clínicas resultantes de su déficit o exceso son diferentes. Así, por ejemplo, mientras que la hipercalcemia secundaria a un hiperparatiroidismo primario es habitualmente leve y de instauración progresiva, la hipercalcemia maligna por exceso de PTHrp suele aparecer de modo abrupto, generalmente es severa, y conlleva un pésimo pronóstico vital. El descubrimiento de este segundo miembro de la familia de la PTH ha desencadenado una intensa actividad investigadora en los últimos años, para tratar de esclarecer su papel fisiológico. Actualmente se sabe que la PTHrp es un factor presente en la mayoría de los tejidos normales del feto y del individuo adulto, en los que ejerce principalmente acciones auto o paracrinas. Probablemente, la PTHrp represente un mecanismo evolutivo encargado de la regulación funcional tisular a nivel local, a diferencia del sistema regulador hormonal sistémico encarnado por la PTH. Entre las posibles acciones fisiológicas de la PTHrp se incluyen: la relajación de la musculatura lisa vascular, la modulación del transporte transepitelial de calcio (en la placenta y en el túbulo renal) y la regulación de la proliferación, la apoptosis y la diferenciación de varios tipos celulares (condrocitos y células mamarias, entre otras). En el hombre, el gen de la PTHrp contiene múltiples exones y se localiza en el cromosoma 12, en una posición análoga a la del gen de la PTH en el cromosoma 11, y ambos parecen compartir un origen ancestral común. Mediante procesamiento alternativo, el gen de la PTHrp origina tres isoformas proteicas de 139, 141 y 173 aminoácidos que difieren en su extremo C-terminal. Además, en determinados tipos celulares, la PTHrp puede generar diversos fragmentos mediante su rotura proteolítica. El fragmento N-terminal 1-36 es el responsable de las acciones similares a la PTH, a través de su interacción con el receptor PTH1R. Otros posibles fragmentos que comprenden la región C-terminal, no homóloga con la PTH, probablemente interaccionen con diversos tipos celulares a través de uno o más receptores distintos al PTH1R. Esta variedad de péptidos fisiológicamente activos que origina la PTHrp podría explicar sus diferentes mecanismos de acción, con efectos reguladores fundamentalmente locales (paracrinos y autocrinos), aunque también ejerciendo efectos endocrinos sistémicos. BIBLIOGRAFÍA Bouillon R, Okamura WH, Norman AW 1995 Structure-function relationship in the vitamin D endocrine system. End Rev 16:200. Horwitz MJ, et al. 2003 Short-term, high-dose parathyroid hormone-related protein as a skeletal anabolic agent for the treatment of postmenopausal osteoporosis. J Clin Endocrinol Metab 88:569. Langub MC, Monier-Faugere MC, Qi Q, Geng Z, Koszewski NJ, Malluche HH 2001Parathyroid hormone/parathyroid hormone-related peptide type 1 receptor in human bone. J Bone Min Res 16:448. Larsen PR, Kronenberg HM, Melmed S, Polonsky KS 2002 Williams Textbook of Endocrinology (10th edition). Saunders. Riancho Moral JA, González Macías J 2004 Manual práctico de osteoporosis y enfermedades del metabolismo mineral. Jarpyo editores. Rubin MR, Cosman F, Lindsay R, Bilezikian JP 2002 The anabolic effects of parathyroid hormone. Osteoporosis Int 13:267. Strewler GJ 2000 The physiology of parathyroid hormone-related protein. N Engl J Med 342:177. CAPÍTULO 32 H IP E R P A R A T IR O ID IS M O P R IM A R IO " " El hiperparatiroidismo primario (HPTP) es una enfermedad debida a un exceso de PTH circulante producido por una tumoración o hiperplasia de las glándulas paratiroides. Es la primera causa de hipercalcemia en el entorno extrahospitalario y su incidencia se sitúa en torno a los 15-40 nuevos casos/100.000 habitantes/año. Parece ser más frecuente en países fríos de inviernos largos y con poca insolación que en países cálidos. El 90% de los HPTP son esporádicos pero el resto se dan de forma hereditaria ya sea como endocrinopatía aislada o bien formando parte de los síndromes de neoplasia endocrina múltiple (MEN1 o MEN2). En casos excepcionales, el HPTP puede ser debido a irradiación cervical previa. FORMAS CLÍNICAS DE HPTP El HPTP es una enfermedad más frecuente en las mujeres postmenopáusicas (50% de los casos) si bien puede afectar a pacientes de cualquier edad y de ambos sexos. Algunas de las manifestaciones bioquímicas y clínicas del HPTP están directamente relacionadas con el incremento de PTH circulante o la hipercalcemia, otras parecen más bien síndromes asociados cuya relación con la PTH o con el trastorno del metabolismo fosfocálcico no está aún suficientemente probada. HPTP clásico El HPTP fue descrito inicialmente sobre la base de las complicaciones graves que comporta en las fases más avanzadas de la enfermedad: osteítis fibrosa quística, litiasis renal recidivante y nefrocalcinosis. La osteítis fibrosa quística se caracteriza por una desmineralización ósea difusa a la que se añaden núcleos de resorción ósea focal (“quistes óseos”) más o menos numerosos que pueden dar lugar a fracturas patológicas. Los pacientes con este tipo de afectación ósea suelen asimismo presentar evidentes signos radiológicos de resorción ósea subperióstica, especialmente visible en las caras radiales de las falanges de los dedos de las manos. La litiasis renal recurrente es otro síntoma típico de HPTP debido a una hipercalciuria de tipo predominantemente absortivo. No es distinguible clínicamente de una litiasis renal común salvo por el hecho de que, con más frecuencia, es bilateral y recidivante. Entre un 2-5% de pacientes con litiasis renal recidivante tienen un HPTP. La nefrocalcinosis se debe a depósitos cálcicos intraparenquimatosos que suelen predominar en las papilas renales. Puede evolucionar hacia la insuficiencia renal crónica. Debido a la rareza actual del cuadro florido de HPTP evolucionado, la presencia de enfermedad ósea o sistémica grave con hipercalcemia superior a 13 mg/dl debe hacer pensar, particularmente si el paciente es varón, en un carcinoma de paratiroides. HPTP menos evolucionado En la actualidad, la osteítis fibrosa quística y la nefrocalcinosis se observan en menos del 10% de los HPTP. La litiasis renal se da en un tercio de los casos si bien el diagnóstico de HPTP suele hacerse antes de que aparezcan lesiones estructurales renales irreversibles. Las formas menos evolucionadas de HPTP se diagnostican a raíz de síntomas osteoarticulares menores (poliartralgias), astenia o debilidad muscular, síndromes depresivos, molestias digestivas inespecíficas, estreñimiento pertinaz o bien durante el estudio de una osteoporosis con o sin antecedente de fracturas vertebrales. En ocasiones un síndrome hipercalcémico se pone de manifiesto con poliuria, polidipsia y astenia y lleva al diagnóstico correcto. Crisis paratirotóxica Alrededor de un 5% de pacientes con HPTP presentan un cuadro clínico grave en el que predominan los trastornos de la conciencia y una astenia extrema acompañados de poliuria, polidipsia e insuficiencia renal prerrenal. Si no se efectúa un tratamiento a tiempo, el cuadro evoluciona hacia el coma y la insuficiencia renal aguda. Estos síntomas son producidos por una hiperca1cemia marcada (>15 mg/dl) que es causa de deterioro neurológico y de deshidratación. La crisis paratirotóxica puede aparecer como complicación final de un curso subagudo o bien bruscamente, generalmente tras un período de inmovilización forzada (enfermedad intercurrente, intervención quirúrgica, etc.). HPTP asintomático Un número creciente de pacientes (10-50% según las series) es diagnosticado de HPTP por la presencia de una hiperca1cemia detectada durante un chequeo o en relación con otro proceso independiente. Si bien algunos de estos pacientes, pertinentemente interrogados, refieren síntomas atribuibles a un HPTP, muchos de ellos pueden considerarse realmente asintomáticos. HPTP normocalcémico En casos excepcionales, fundamentalmente con afectación ósea importante, pueden darse imágenes radiológicas típicas de HPTP evolucionado junto a una elevación marcada de las fosfatasas alcalinas sin que exista hipercalcemia o con hipercalcemia leve (<11 mg/dl). Estos pacientes presentan una deficiencia grave de vitamina D producida en parte por su propia enfermedad (consumo de 25-0H-D3 por activación de la α-hidroxilasa renal) y en parte por su estilo de vida (institucionalización, falta de insolación, dieta inapropiada). La determinación de los metabolitos de la vitamina D (calcidiol y calcitriol) conduce a un diagnóstico correcto. En fechas más recientes se han descrito hiperparatiroidismos normoca1cémicos con PTH en el límite alto de la normalidad, sin déficit de vitamina D, en el contexto de cribaje del cáncer de mama en una población de mujeres postmenopáusicas. Ello sugiere que la estrategia diagnóstica clásica basada en una hiperca1cemia con PTH intacta (iPTH) elevada puede ser incorrecta en el caso de HPTP incipientes. Síndromes asociados El HPTP se asocia de forma estadísticamente significativa a una serie de enfermedades cuya relación causa-efecto con el exceso de PTH o la hiperca1cemia no está aún bien aclarada. Entre estas cabe destacar la hipertensión arterial, la pseudogota (condroca1cinosis), el ulcus péptico común y la pancreatitis tanto aguda como crónica calcificante. La pancreatitis aguda también ha sido descrita tras paratiroidectomía y en el contexto de una crisis paratirotóxica. DIAGNÓSTICO DEL HPTP Calcemia En muchos perfiles bioquímicos estándar, tanto en el contexto ambulatorio como en los hospitales, la calcemia se incluye como un parámetro que se determina rutinariamente. En este escenario no se trata tanto de saber a quién se debe practicar una calcemia, sino de interpretarla correctamente cuando ésta se encuentra elevada. Como el HPTP es una endocrinopatía con manifestaciones clínicas proteiformes, la determinación rutinaria de la calcemia contribuye a la sospecha diagnóstica por parte de especialistas diversos que sólo de forma excepcional se enfrentan con pacientes que puedan padecer esta endocrinopatía. La inclusión de la calcemia en las rutinas analíticas ha supuesto un hecho de capital importancia para el incremento del diagnóstico de HPTP. En aquellos entornos en los que la calcemia no se determina rutinariamente, esta deberá solicitarse cuando existan síntomas de sospecha o en pacientes con probabilidades de tener un HPTP. Ello requiere un alto grado de sospecha de la enfermedad por parte de un número elevado de especialistas ya que el espectro clínico del HPTP es muy amplio. Los principales grupos de riesgo en los que debería realizarse una calcemia de forma sistemática son: • mujeres postmenopáusicas que acuden a una visita médica por cualquier causa • pacientes con litiasis renal • pacientes con síndrome tóxico o constitucional de causa no clara • pacientes con osteoporosis y/o fracturas vertebrales no traumáticas • pacientes con hipertensión arterial • pacientes con síndromes ocasionalmente asociados a HPTP: pseudogota, pancreatitis o ulcus péptico • pacientes en coma de posible origen metabólico • pacientes con tumores endocrinos: carcinoma medular de tiroides, feocromocitoma, tumores insulares del páncreas o tumores hipofisarios. La mayoría de laboratorios consideran 10,5 mg/dl (2,62 mmol/l) como el límite superior de los valores de referencia para el calcio sérico. Sin embargo, una tercera parte de los HPTP presenten ocasionalmente o de forma continuada calcemias entre 10,1 y 10,5 mg/dl. Ello implica, especialmente en el caso de pacientes sintomáticos, que el umbral de sospecha clínica debe situarse ante calcemias de 10 mg/dl (2,5 mmol/l) o más. Ante una hipercalcemia de origen no evidente (metástasis, mieloma, carcinoma escamoso) es preciso realizar un diagnóstico diferencial adecuado. La historia clínica es esencial para descartar causas de hiperca1cemia ligadas a ingesta de vitamina D, vitamina A o medicamentos capaces de producir una elevación del calcio sérico (tiacidas, alcalinos absorbibles, litio), o bien sospechar otras enfermedades asociadas a hiperca1cemia. Una hipercalcemia asintomática obliga a descartar la hipercalcemia hipocalciúrica familiar que frecuentemente cursa con PTH normal y ca1ciurias por debajo de 100 mg/24 h. Ante la menor sospecha de este síndrome deben investigarse los familiares de primer grado. En la hipercalcemia asociada al cáncer los niveles de PTH son normales, generalmente se conoce el diagnóstico de una neoplasia y existe la posibilidad de determinar la proteína relacionada con la parathormona (PTHrP) que está elevada en la mayoría de estos casos. Determinación de los niveles de iPTH En la actualidad, el diagnóstico definitivo de HPTP se establece mediante la determinación de la iPTH circulante mediante inmunorradiometría (IRMA). La presencia de hipercalcemia con PTH elevada (>70 pg/ml) o en el límite alto de la normalidad es virtualmente diagnóstica de HPTP. En la actualidad, algunos programas de cribaje incluyen determinaciones rutinarias de la PTH sin que exista una evidencia de hiperca1cemia previa. Ello ha conducido a la aparición de un síndrome bioquímico caracterizado por PTH elevada con ca1cemias entre 9 y 10 mg/dl cuya significación clínica es aún oscura. La presencia de concentraciones elevadas de PTH con ca1cemias inferiores a 9 mg/dl debe hacer pensar en un hiperparatiroidismo secundario cuyo origen más frecuente es insuficiencia renal, malabsorción o déficit subclínico de vitamina D. Otras pruebas analíticas Otros parámetros analíticos prestan una ayuda marginal al diagnóstico de HPTP. La hipofosfatemia <2,5 mg/dl) está presente en el 50% de los pacientes con HPTP sin afectación renal y la hiperca1ciuria en un 30-40%. Una valoración adecuada de una hiperca1cemia persistente debe asimismo incluir una determinación de la creatinina y un aclaramiento de creatinina. Las determinaciones de fosfatasas a1calinas y de 250H-D3 y 1,25-0H2-D3 son útiles como primera aproximación al estudio del metabolismo óseo y tienen gran importancia en el diagnóstico del hiperparatiroidismo normocalcémico por déficit de vitamina D. Radiología En ausencia de elevación de las fosfatasas a1calinas no es necesario realizar una seriada ósea ni una radiografía de manos, ya que la resorción subperióstica es excepcional y carece ya de importancia diagnóstica. Tampoco debe realizarse rutinariamente gammagrafía ósea. En pacientes con osteoporosis o lesiones óseas o articulares focales se realizarán radiografías según indicación médica. En casos de gonalgia intensa pueden poner de manifiesto una condrocalcinosis. La radiología de columna es útil en pacientes con osteopenia avanzada que pueden presentar fracturas vertebrales (un 5% de todos los HPTP). La radiología simple de abdomen o una ecografía renal son útiles para investigar la presencia de litiasis renal que puede cursar de forma asintomática. También tienen una indicación en el seguimiento de la historia natural de la litiasis renal en los pacientes intervenidos quirúrgicamente. Densitometría ósea El estudio de la masa ósea mediante densitometría permite objetivar el impacto de la enfermedad sobre el esqueleto antes y después de la paratiroidectomía. Tiene asimismo una importancia decisiva para indicar la intervención quirúrgica en casos oligosintomáticos y para seguir a los pacientes con HPTP asintomático que no son intervenidos quirúrgicamente. En general se considera más típica del HPTP la desmineralización del hueso cortical, pero se ha descrito asimismo afectación del hueso trabecular en densitometrías de vértebras lumbares en un 15-20% de los pacientes. La desmineralización ósea <2 DE por debajo de la media ajustada para edad y sexo se considera como criterio de paratiroidectomía. FORMAS HISTOPATOLÓGICAS Raramente una glándula paratiroides normal rebasa los 10 mm de longitud y los 5-6 mm en alguno de sus diámetros transversales. El color del parénquima paratiroideo es característicamente pardo y ello junto con su consistencia más firme permite diferenciarlo de los lóbulos de grasa que con frecuencia acompañan y ocasionalmente ocultan las glándulas paratiroides. El peso paratiroideo normal no ayuda al cirujano, ya que sólo puede determinarse si se extirpa la glándula. Sin embargo, es pertinente recordar que las glándulas normales nunca rebasan los 60 mg de peso y ello puede aportar una información complementaria en casos en que se ha remitido al patólogo una glándula dudosa. Las glándulas patológicas (sean adenomas o hiperplásicas) presentan un tamaño aumentado y una coloración vinosa que resulta del color pardo normal del tejido paratiroideo y del rojo propio de la hipervascularización característica de estas lesiones. La compresión suave con una pinza de una glándula paratiroides patológica suele producir un empalidecimiento de la misma, lo cual permite apreciar más claramente el color pardo típico de un parénquima constituido fundamentalmente por células principales. Las glándulas paratiroides patológicas se hallan adheridas a las estructuras vecinas por un tejido fibroadiposo laxo que permite una disección roma. Por este motivo, raramente existen dificultades técnicas durante la enucleación de un adenoma, a menos que este se encuentre en una posición de difícil acceso o en íntimo contacto con el nervio laríngeo recurrente. Frecuentemente existe sólo un vaso nutricio mayor que será preciso ligar. En casos de degeneración quística del adenoma o en algunos casos de hiperplasia nodular, las glándulas patológicas pueden encontrarse más adheridas a las estructuras vecinas. Adenoma único El 80-85% de los casos de HPTP son debidos a un adenoma paratiroideo único. Los adenomas paratiroideos no tienen preferencia por ninguna glándula en concreto aunque existe cierta predominancia en las glándulas inferiores. En estos casos las otras tres glándulas son macroscópicamente normales. Cuando se biopsiaban todas las glándulas normales o en la experiencia de cirujanos que practicaron paratiroidectomías subtotales de rutina en los años 60 y 70, las glándulas macroscópicamente normales podían ocasionalmente exhibir una hiperplasia microscópica sin que se haya demostrado que ello tenga repercusión funcional alguna. Aunque existe controversia entre patólogos, puede decirse que hay un consenso creciente sobre el hecho de que, histológicamente, una glándula adenomatosa o hiperplásica son indistinguibles. La mayor parte de patólogos expertos son de la opinión de que la presencia de una región comprimida de tejido normal. no es criterio fiable de diagnóstico de adenoma y, por ello, suelen requerir el estudio de una glándula adicional para confirmar con mayor grado de certeza que se trata de una enfermedad mono o multiglandular. Adenoma doble La presencia de dos glándulas patológicas asociadas a dos glándulas normales se da en un 2-10% de casos de HPTP, generalmente en pacientes de edad avanzada. Es importante en estos casos estar seguro de que no se trate de una hiperplasia asimétrica o en curso en un paciente con HPTP familiar. En ocasiones la controversia de adenoma doble o triple vs hiperplasia asimétrica se convierte en una cuestión esencialmente semántica. El adenoma doble es una causa relativamente frecuente (20-30%) de HPTP persistente y supone uno de los factores de riesgo de fracaso más importante de la exploración unilateral. Hiperplasia. El problema de las lesiones multiglandulares La hiperplasia paratiroidea representa entre el 5 y el 15% de los casos de HPTP. Macro y microscópicamente una glándula hiperplásica es indistinguible de una que albergue un adenoma solitario. Por ello, la diferenciación entre ambos procesos se realiza en el acto quirúrgico cuando el cirujano encuentra una o varias glándulas aumentadas de tamaño. Carcinoma paratiroideo El carcinoma paratiroideo supone menos del 1 % de todos los HPTP. Sólo de forma excepcional se diagnostica preoperatoriamente sobre la base de una evolución clínica rápida, hipercalcemia marcada y tumoración cervical. En general, la sospecha de carcinoma de paratiroides se suscita durante el acto quirúrgico cuando se identifica una tumoración paratiroidea única, dura que invade estructuras vecinas (tiroides, tráquea o nervio laríngeo recurrente). La biopsia intraoperatoria no permite confirmar la malignidad de una lesión paratiroidea por lo cual, ante la sospecha de cáncer de paratiroides, el cirujano debe realizar una resección radical (paratiroidectomía de la glándula afecta, hemitiroidectomía homolateral, timectomía y frecuentemente sacrificio del nervio laríngeo recurrente). El diagnóstico histopatológico de cáncer de paratiroides en ausencia de infiltración de los tejidos vecinos o de metástasis a distancia es conflictivo. TRATAMIENTO MÉDICO DEL HPTP Y DE LA CRISIS PARATIROTÓXICA El tratamiento definitivo del HPTP es quirúrgico. Los pacientes asintomáticos en los que no se indique una paratiroidectomía no precisan tratamiento médico y deben seguir controles periódicos del metabolismo fosfocálcico y de la densidad ósea. El tratamiento médico queda, pues, restringido a los pacientes con HPTP sintomático que no deseen o, excepcionalmente, no puedan ser operados, a los pacientes que se presenten con síntomas agudos por una hipercalcemia grave y a los pacientes con cáncer de paratiroides e hipercalcemia quirúrgicamente incontrolable. Los estrógenos son los fármacos más empleados por sus efectos sobre la conservación de la masa ósea y porque tienden a reducir la calcemia. No existen, sin embargo, resultados a largo plazo sobre sus efectos en el tratamiento del HPTP sintomático. En cualquier caso es importante recomendar a estos pacientes que se hidraten correctamente, que eviten la inmovilización prolongada y que no tomen diuréticos tiacídicos. La ingesta diaria de calcio ha de ser normal. Una dieta pobre en calcio podría conducir a un estímulo paratiroideo adicional. No es conveniente administrar fosfato ya que puede estimular la secreción de PTH y a largo plazo puede facilitar las calcificaciones metastásicas. La crisis paratirotóxica es una urgencia médico-quirúrgica. El tratamiento debe dirigirse en primera instancia a conseguir una hidratación y una función renal adecuadas con lo cual la ca1cemia suele disminuir. Inicialmente se procederá a una rehidratación rápida con control de la presión venosa central hasta restablecer una función renal correcta. A continuación se establecerá una pauta de diuresis forzada administrando 6-12 l de suero fisiológico/24h asociados a furosemida (40 mg/h). Deben realizarse controles frecuentes de ca1cemia y del resto de electrolitos, en particular del potasio sérico. Los bifosfonatos (pamidronato 90 mg iv/día/5 días) inhiben la acción osteoc1ástica y son los fármacos más eficaces para reducir la ca1cemia. Excepcionalmente se recurrirá a la hemodiálisis. Durante el período de tratamiento médico debe llegarse al diagnóstico etiológico de la hiperca1cemia. Una vez descartada la etiología paraneoplásica, se realizará una gammagrafía con 99TcSestamibi que es la mejor prueba de imagen para confirmar la presencia y la localización de un adenoma de paratiroides. La intervención quirúrgica no debe demorarse y se realizará tan pronto hayan mejorado las condiciones generales y la función renal del paciente. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO ¿Qué enfermos deben operarse? La paratiroidectomía es el único tratamiento definitivo del HPTP. En manos de un cirujano con experiencia, entre el 96 y el 98% de pacientes quedan curados tras la intervención. No existen dudas en la actualidad sobre la pertinencia de una indicación quirúrgica en pacientes sintomáticos o en pacientes asintomáticos que presenten alguno de los criterios absolutos asociados a una elevación de la iPTH. Estos criterios han sido ampliamente consensuados y podrían considerarse mínimos (tabla 32.1). La disponibilidad de un cirujano con experiencia, la identificación preo- peratoria de la lesión paratiroidea mediante gammagrafía o las preferencias del paciente son argumentos adicionales a favor de un tratamiento quirúrgico. Tabla 32.1. Criterios absolutos para practicar una paratiroidectomía Pacientes menores de 50 años Hipercalcemia > 11,5 mg/dl Hipercalciuria >400 mg/24h Disminución de la masa ósea (-2 DE) Disminución del aclaramiento de creatinina sin otra causa ¿Dónde están las glándulas patológicas? Hasta principios de los años 90 no se disponía de ninguna técnica fiable para localizar correctamente las glándulas paratiroides patológicas y la identificación de la lesión responsable recaía sobre el cirujano durante el acto quirúrgico. Ello requería una experiencia notable en cirugía paratiroidea y, a pesar de todo, entre un 2 y un 8% de pacientes presentaban un hiperparatiroidismo persistente o recurrente por no haberse identificado correctamente todo el tejido patológico. En manos de cirujanos con experiencia ello sucedía fundamentalmente en pacientes con hiperplasia y/o glándulas patológicas sumamente ectópicas. Tras la introducción de la gammagrafía con 99Tc-sestamibi, el éxito de identificación preoperatoria en caso de adenomas paratiroideos ha alcanzado el 85% con un poder predictivo positivo del 95%. Ello la sitúa en primera línea de los métodos de localización y en la actualidad debe realizarse en todos los pacientes con diagnóstico bioquímico de HPTP. La ventaja más evidente de este procedimiento es la detección preoperatoria de glándulas sumamente ectópicas (paratimos altos y glándulas mediastínicas principalmente) que históricamente comportaban, como mínimo, una segunda intervención. Es más discutible el beneficio que pueda obtenerse de esta técnica de localización en casos de glándulas ortotópicas. Localización preoperatoria con 99Tc-sestamibi El descubrimiento casual, en 1989, de la utilidad del 99Tc-sestamibi como isótopo de elección en la gammagrafía paratiroidea, ha relegado al olvido otras técnicas de localización utilizadas con anterioridad (gammagrafía con selenio-metionina y la ecografía). La proyección planar simple puede enriquecerse con proyecciones laterales o con una SPECT (single photon emision computed tomography) lo cual permite la localización glándulas patológicas, incluso en situación ectópica La sensibilidad del sestamibi para el adenoma único es del 87%. Asimismo, el 99Tc-sestamibi detecta el 55% de las glándulas en casos de enfermedad multiglandular y hasta un 75% de las lesiones responsables de HPTP persistente o recurrente. La razón de los resultados falsos negativos no está clara y parece que estriba en una combinación de un tamaño glandular reducido (<300-400 mg) con algún factor metabólico intracelular que reduce la captación del isótopo. Se han descrito falsos positivos (<5%) que en pacientes con HPTP suelen estar asociados a patología tiroidea de cualquier índole: adenomas foliculares, carcinomas o linfomas. En casos de asociación con patología tiroidea, una ecografía cervical puede ser de ayuda para una correcta interpretación de la gammagrafía con 99Tc-sestamibi. Existe aún cierta controversia sobre la conveniencia y la relación coste/beneficio de realizar una gammagrafía paratiroidea antes de una primera intervención. Sin embargo, más y más cirujanos se decantan en favor por varios motivos: 1) es condición sine qua non para el abordaje unilateral; 2) permite comenzar la paratiroidectomía por el lado afecto en una exploración bilateral; 3) identifica de principio glándulas ectópicas que precisen un abordaje quirúrgico específico; 4) puede sugerir enfermedad multiglandular en pacientes sin historia familiar (hiperplasia esporádica o primeros mutantes). Exploración bilateral La exploración paratiroidea bilateral con exéresis del adenoma, identificación de, al menos, dos glándulas paratiroides normales y biopsia de una de ellas constituye el abordaje clásico del HPTP cuya eficacia está bien establecida. Cuando no se disponía de técnicas de localización precisas, esta táctica, en manos de un cirujano experto, permitía la curación en una primera intervención del 92-97% de los casos. Aún en la actualidad, este abordaje sigue gozando de gran popularidad a la espera de un análisis crítico de los resultados del abordaje unilateral. La localización preoperatoria mediante gammagrafía con 99Tc-sestamibi ha acortado sensiblemente el procedimiento ya que permite iniciar la intervención por el lado en donde se encuentra el adenoma y explorar el otro lado mientras el patólogo realiza la biopsia por congelación del adenoma y de la paratiroides normal homolateral. En estas circunstancias, el tiempo total de intervención no es mayor que en un abordaje unilateral. La exploración bilateral sin biopsiar más de una glándula y con una disección poco traumática permite una valoración precisa de la patología paratiroidea sin riesgo recurrencial o de hipoparatiroidismo permanente. Constituye el abordaje obligado en los casos de sospecha de enfermedad multiglandular o HPTP hereditario. Abordaje unilateral En la última década dos progresos significativos han cuestionado la exploración bilateral de rutina: la gammagrafía con 99Tc-sestamibi y la determinación intraoperatoria de PTH. El abordaje unilateral puede hacerse con bajo riesgo de fracaso en pacientes con una localización preoperatoria inequívoca en los cuales el cirujano explora las dos paratiroides del mismo lado, remitiendo al patólogo el adenoma y una biopsia de la glándula homolateral normal (o incluso la glándula entera). En estos casos la posibilidad de que exista un segundo adenoma contralateral o ectópico es del orden del 1-3%. Para cubrir esta contingencia puede recurrirse a la determinación intraoperatoria de PTH, antes y después de la extirpación del adenoma. Un descenso de la PTH del orden del 75% a los 15 minutos de extirpado el adenoma tiene una precisión del 97% en el diagnóstico de adenoma único. La ventaja del abordaje unilateral estribaría en un menor tiempo quirúrgico (sólo si no se practican determinaciones intraoperatorias de PTH) y menor riesgo teórico de complicaciones postoperatorias (hipoparatiroidismo transitorio o permanente y lesión recurrencial). Asimismo puede realizarse más cómodamente que una exploración bilateral, incluso bajo anestesia local. El abordaje unilateral está contraindicado en los casos en los que una historia clínica sea sospechosa o diagnóstica de HPTP familiar, en aquellos en los que la gammagrafía preoperatoria sugiera una enfermedad multiglandular y en los que la segunda glándula homolateral sugiera la presencia de enfermedad multiglandular Abordaje mediastínico (¡cada vez más selectivo!) Tradicionalmente reservado a las reintervenciones, el abordaje mediastínico puede y debe hacerse actualmente de principio en los casos de adenomas ectópicos localizados preoperatoriamente mediante gammagrafía. La gammagrafía con 99Tc-sestarnibi seguida de una TAC torácica, ha hecho posible el abordaje selectivo de glándulas paratiroides mediastínicas anteriores mediante incisión horizontal paraesternal con exéresis del cartílago costal más próximo a la glándula patológica (mediastinotomía anterior extrapleural), evitándose así la esternotomía media completa que tiene mayor morbilidad y causa más dolor e incomodidad. En ausencia de una localización preoperatoria clara, la mayoría de expertos consideran que no es aconsejable realizar una esternotomía en el curso de una primera intervención. El adenoma elusivo (causa frecuente de HPTP persistente) Si no se dispone de localización preoperatoria o cuando ésta es negativa, un cirujano experto puede encontrar dificultades en un 3-6% de los casos en los que el adenoma se halla situado en una posición ectópica. Las ectopias paratiroideas pueden dividirse en las accesibles desde una cervicotomía convencional (peri/intratiroideas) o aquellas que precisan abordajes independientes. Las ectopias peritiroideas más frecuentes son las laterales (adenomas situados en la vaina carotídea), las del ligamento tirotímico en posición baja y las intratiroideas. Las ectopias lejanas más frecuentes son las torácicas (mediastino anterior o, más raramente, posterior) y los paratimos no descendidos que son paratiroides del tercer par que quedan detenidas en su descenso (a menudo junto a un lóbulo de tejido tímico) a la altura de la bifurcación carotídea. En conjunto, las ectopias paratiroideas corresponden más frecuentemente a las glándulas inferiores que a las superiores y en más de una tercera parte de los casos se dan sobre una quinta glándula. Las ectopias paratiroideas son la causa más frecuente de persistencia de un HPTP por adenoma único. Tras una cervicotomía blanca debe re-evaluarse el diagnóstico y, a continuación, realizar las pruebas de imagen necesarias hasta localizar la lesión mono glandular ectópica. Carcinoma de paratiroides La única oportunidad que tiene de curarse un paciente con carcinoma de paratiroides es que el cirujano reconozca in situ esta posibilidad y realice una intervención radical en primera instancia. El tumor debe resecarse sin lesión capsular junto con las estructuras vecinas que se encuentren infiltradas. Ello significa generalmente una hemitiroidectomía con sacrificio del nervio recurrente y exéresis del timo y de la grasa peritímica homolateral. Táctica quirúrgica en la hiperplasia paratiroidea La hiperplasia paratiroidea en el HPTP puede ser esporádica (5-10% de todos los HPTP esporádicos) o, más frecuentemente, familiar. Si existe historia familiar o el paciente presenta un síndrome MEN, el cirujano conoce de antemano la existencia de una enfermedad multiglandular. En ocasiones, una captación múltiple en la gammagrafía sugiere el diagnóstico. La hiperplasia paratiroidea puede ser asimétrica e incluso preservar totalmente alguna de las glándulas, hecho relativamente frecuente en pacientes con MEN1 intervenidos en edades tempranas. La táctica idónea en la hiperplasia paratiroidea primaria es la exéresis de todo el tejido paratiroideo, preservando in situ o auto trasplantando unos 60 mg de tejido paratiroideo viable, asociada a una timectomía transcervical. En la paratiroidectomía múltiple por lesión multiglandular, la mayor parte de cirujanos practican una resección subtotal marcando el remanente con un hilo largo irreabsorbible. Independientemente del tipo de resección, una paratiroidectomía por hiperplasia obliga a la resección transcervical del timo, en cuyo seno pueden hallarse glándulas supernumerarias bien conformadas o múltiples nidos de tejido paratiroideo hiperplásico. La tasa de recidiva en pacientes con MEN1 intervenidos de este modo está siendo motivo de estudio a largo plazo. Seguimiento y resultados a largo plazo de la paratiroidectomía La mayor parte de las manifestaciones clínicas del HPTP presentan una clara remisión tras la intervención. Destaca la mejoría del estado general y es frecuente una ganancia moderada de peso (2-6 kg) a los 6 meses de la intervención. La formación de nuevos cálculos renales desaparece en el 90% pacientes y hay un incremento de masa ósea que llega al 15-25% al año de la paratiroidectomía. Los síntomas neuromusculares y psiquiátricos mejoran en más de dos terceras partes de los pacientes. No cabe esperar mejoría de los síntomas relacionados con condrocalcinosis o insuficiencia renal crónica. La hipertensión arterial tampoco mejora tras la paratiroidectomía y, de hecho, tras un seguimiento medio de 5 años una tercera parte de los pacientes que no padecían hipertensión preoperatoria la desarrollan. La mortalidad a largo plazo (>20 años) de los pacientes paratiroidectomizados por HPTP es ligeramente superior a la de la población normal (riesgo relativo vs una población control de 1,4 a 1,7). La afectación renal, el peso de tejido paratiroideo resecado, la duración presumible de la enfermedad antes de la intervención y la calcemia son factores que influyen de forma independiente en una mayor mortalidad a largo plazo. Respecto a una población control, los pacientes paratiroidectomizados tienen un riesgo doble de mortalidad por causas cardiovasculares. Existe un consenso creciente en que la hipercalcemia prolongada tiene un efecto nocivo sobre múltiples sistemas (que explicaría la mayor mortalidad de los pacientes paratiroidectomizados) y que la cirugía precoz del HPTP puede llegar a eliminar el exceso de mortalidad observado a largo plazo en estos enfermos. BIBLIOGRAFÍA Felig P, Frohman LA 2001 Endocrinology and Metabolism (4th Ed.) McGraw-Hill Professional. Holzheimer RG, Mannick J A 2001 Surgical Treatment. Zuckschwerdt Publishers. Kufe, D W, et al 2003 Cancer Medicine (6th Ed.) BC Decker. Larsen PR, Kronenberg HM, Melmed S 2002 Williams Textbook of Endocrinology (10th Ed.) Saunders. Nussey SS, Whitehead SA 2001 Endocrinology: An Integrated Approach. BIOS Scientific Publishers. PARTE VII OBESIDAD CAPÍTULO 33 R E G U L A C IÓ N D E L A IN G E S T A El control de la ingesta es un elemento fundamental en la regulación del peso corporal. La ingesta es una parte importante del comportamiento humano y, aunque tiene un importantísimo condicionante social, existen unos mecanismos fisiológicos que la regulan a los que progresivamente se les concede mayor importancia, al mismo tiempo que se conocen de forma más precisa. El conocimiento de los mecanismos de control de la ingesta está en gran medida condicionado por la importancia progresiva de la obesidad como problema social. La obesidad es una enfermedad compleja multifactorial, en la que rasgos genéticos se ven influidos por factores ambientales (véase capítulo 34). Esta enfermedad crónica se define por la presencia de un exceso de grasa corporal que coloca al individuo en una situación de riesgo para la salud. La obesidad supone un incremento importante de morbilidad por su asociación a enfermedades que afectan a la mayoría de sistemas del organismo. La mortalidad por enfermedad cardiovascular y cáncer está aumentada en la obesidad y se ha demostrado que la obesidad severa se relaciona claramente con un acortamiento de la esperanza de vida. Por otra parte, los individuos obesos son objeto de estigmatización social y discriminación. En España, la prevalencia de exceso de peso está aumentando de forma importante en los últimos años y en la actualidad afecta aproximadamente al 50% de la población. Dada su elevada prevalencia y las complicaciones asociadas no es de extrañar que los costes sanitarios por la obesidad sean elevados. En la etiopatogenia de la obesidad intervienen factores genéticos, metabólicos, psicológicos, conductuales, culturales y sociales. Si bien los factores genéticos juegan un papel importante y parecen ser responsables de la mayor parte de la variabilidad interindividual del peso, la disminución de la actividad física y el incremento de la ingesta calórica tienen una importancia capital en el desarrollo de la obesidad. MECANISMOS ENERGÉTICO DE CONTROL DE LA INGESTA Y GASTO Los neurotransmisores son un elemento básico en el transporte de la información que regula la alimentación en el humano, permitiendo una conexión humoral entre estructuras cerebrales superiores y el hipotálamo. El balance preciso entre muchos neurotransmisores parece ser el responsable de la regulación de la ingesta y el peso, quizá con una organización similar a las cascadas biológicas que regulan la coagulación sanguínea y la fijación del complemento. Para que se produzca un aumento de la grasa corporal es preciso que la ingesta calórica sea superior al gasto energético. Este principio termodinámico que parece tan simple esta sujeto a múltiples factores con un efecto modulador y a complejos mecanismos de retroalimentación. Esto viene ilustrado por la observación de que el peso tiende a conservarse dentro de un rango de ± 10% de un valor predefinido, de manera que un cambio de peso en cualquier dirección produce cambios en el gasto energético y la conducta alimentaria que favorecen el retorno al peso inicial. Este fenómeno podría contribuir a la elevada tasa de recidiva que se observa tras un programa de adelgazamiento. Control de la ingesta Recientemente se han producido importantes descubrimientos sobre los mecanismos implicados en el control de la ingesta y del peso, posiblemente en parte favorecidos por la importancia creciente de la obesidad como problema de salud pública. Actualmente se considera que el control del balance energético se basa en un sistema de retroalimentación (figura 33.1). En él, el objetivo es mantener los depósitos energéticos estables. Para ello señales de tipo hormonal derivadas del tejido adiposo (leptina) o del tracto digestivo (colecistoquinina, ghrelina, péptido YY3-36) así como de tipo neuronal (mediadas por el nervio vago) actuarían como señales aferentes del sistema nervioso central. Cada una de estas señales aportaría información a partir de la cual se produciría la finalización de la comida en curso (saciedad) o el control de la ingesta de alimentos a más largo plazo. La integración de estas señales se produciría fundamentalmente a nivel del hipotálamo y del núcleo del tracto solitario, situado en el tronco cerebral. Existe por tanto un sistema neuroendocrino complejo pero fascinante, en el que hormonas circulantes envían información sobre el balance energético a vías cerebrales que controlan la ingesta y el gasto energético. Las hormonas que regulan la ingesta pueden dividirse en aquellas que actúan rápidamente y controlan las comidas individuales y las que actúan más despacio para promover la estabilidad de los almacenes de grasa. Los reguladores a largo plazo incluyen la insulina y la leptina, que se liberan a la sangre en proporción a la cantidad de tejido adiposo y provocan inhibición de la ingesta y aumento del gasto energético. Cuando los depósitos de grasa disminuyen, la disminución de estas hormonas es percibida por el cerebro y se provoca un aumento del apetito y de la eficiencia metabólica hasta que el peso perdido se recupera. Estos reguladores a largo plazo deben de distinguirse de los reguladores a corto plazo, relacionados con las comidas. Son señales de saciedad que son liberadas por el tracto gastrointestinal durante la ingesta, siendo el más característico la colecistoquinina (CCK). Estos péptidos provocan una sensación de llenado que inducen a suspender la ingesta. Otra señal hormonal es el péptido gástrico ghrelina (véase capítulo 17). Los niveles de este péptido orexigénico aumentan antes de las comidas y disminuyen rápidamente después de las mismas. Por tanto ghrelina y CCK son péptidos que regulan el comienzo y el final de la ingesta, participando en un control “comida a comida” que también es sensible a los niveles de insulina y leptina. El efecto orexígeno de la ghrelina se descubrió por primera vez en el modelo animal. Se ha identificado mRNA del receptor de los secretagogos de GH (GHS-R) fundamentalmente en el núcleo arcuato y ventromedial del hipotálamo y en la hipófisis. Aunque la ghrelina también se expresa en el hipotálamo, se desconoce el significado fisiológico del sistema ghrelina/GHS-R. Los estudios de Kamegai et al. han demostrado que la diana hipotalámica fundamental de la ghrelina son las neuronas que actúan a través de neuropéptido Y (NPY) y AgRP (agouti-related protein). Se ha encontrado que la infusión de ghrelina a corto plazo incrementa el hambre en el hombre. Los niveles circulantes de ghrelina se han encontrado disminuidos en el obeso. Se han estudiado los niveles circulantes de ghrelina después de la pérdida de peso con dieta o bypass gástrico. Los niveles de ghrelina aumentaron tras la pérdida de peso inducida con dieta. Sin embargo la pérdida de peso tras el bypass gástrico se acompaña de una marcada disminución de los niveles plasmáticos de ghrelina. Posiblemente esta marcada disminución del ghrelina circulante tras la cirugía bariátrica sea determinante de la gran efectividad de esta técnica para conseguir una pérdida de peso importante y mantenida. Entre los reguladores de la secreción de ghrelina destaca la insulina circulante. Aunque existen algunos datos contradictorios, la infusión de insulina manteniendo euglucemia disminuye los niveles de ghrelina y al suspender la infusión de insulina ésta se eleva hasta normalizarse, encontrándose una relación inversa entre ghrelina e insulina, lo que sugiere que la insulina puede participar en los efectos de la nutrición sobre la ghrelina circulante. T DV & W E * ' + & + + 7 & 1 + + * ' * . 4 @ 4 ' * ' 77 2*2= &N Figura 33.1. Representación esquemática de los mecanismos implicados en el control del peso corporal. El péptido YY3-36 (PYY3-36) es un miembro de la familia de proteínas del NPY. Este péptido es secretado por las células endocrinas del intestino delgado distal y del colon en respuesta a la comida. Sus niveles permanecen altos entre las comidas. Estudios recientes han encontrado que en humanos y roedores PYY3-36 provoca una inhibición de la ingesta de hasta 12 horas, un período de tiempo que es intermedio entre los péptido que actúan rápido, controlando las comidas individuales, y los que actúan lento, controlando el peso corporal. Además, como la insulina, leptina y ghrelina, PYY3-36 parece actuar en un área cerebral clave, el núcleo arcuato del hipotálamo. El núcleo arcuato contiene dos tipos diferentes de neuronas que controlan la ingesta: unas que la estimulan y otras que la inhiben. Las estimulantes producen NPY, que estimula la ingesta a nivel cerebral (paradójicamente un efecto opuesto al PYY3-36). Unas neuronas adyacentes producen melanocotina, que actúa sobre las mismas áreas cerebrales que el NPY pero inhibe la ingesta. Típicamente cuando uno de estos sistemas es estimulado el otro es inhibido. Por ejemplo, durante la pérdida de peso las neuronas que expresan NPY son estimuladas y las que producen melanocortina son inhibidas. Las neuronas que expresan NPY también producen AgRP, que bloquea los receptores neuronales de melanocortina. La activación de las neuronas que expresan NPY/AgRP aumenta la ingesta por dos vías: aumentando la liberación del estimulante NPY y bloqueando los receptores de melanocortina que reducen el apetito. Los cambios de peso se comunican al cerebro por hormonas como leptina e insulina, que inhiben las neuronas que expresan NPY/AgRP. La ghrelina también puede estimular la ingesta activando estas neuronas, como hemos visto. NPY puede inhibir su propia producción a través del receptor Y2 (Y2R), un subtipo del receptor NPY que se encuentra en las propias neuronas productoras de NPY/AgRP. La acción del péptido PYY3-36 viene mediada por su unión específica a este receptor Y2 que inhibe NPY y, por tanto, la ingesta. En los ratones normales complejos circuitos neuronales amplifican el efecto del PYY PYY3-36. Las neuronas productoras de melanocortina son inhibidas por las neuronas adyacacentes que expresan NPY/AgRP. Desde el punto de vista clínico es evidente el interés que generan análogos del PYY3-36 y otras moléculas que reduzcan la ingesta activando el receptor Y2 para su empleo en el tratamiento de la obesidad. Por tanto y resumiendo, a nivel hipotalámico dos tipos de neuronas situadas en el núcleo arcuato serían fundamentales en la integración de esta información. Por una parte las neuronas que expresan NPY y AgRP y, por otra, las que expresan la proopiomelanocortina (POMC). A partir de ellas se desencadenaría una respuesta neuronal que incluye a diversos núcleos hipotalámicos y otras áreas cerebrales, con la intervención de distintos neurotransmisores, que finalmente condicionaría los cambios en la respuesta alimentaria y gasto energético que restablecerían el balance energético. Esquemáticamente, en situaciones de balance energético negativo la caída en la concentración plasmática de leptina llevaría a la activación de las neuronas NPY/AgRP y a la inhibición de las neuronas POMC del núcleo arcuato. La activación de estas neuronas orexígenas llevaría a una respuesta compleja que incluye aspectos hormonales, de conducta y sistema nervioso simpático y que acabarían resultando en un aumento de la ingesta y una disminución del gasto energético. Por contra, en situaciones de balance energético positivo el aumento en la concentración plasmática de leptina llevaría a la activación de las neuronas POMC y a la inhibición de las neuronas NPY/AgRP del núcleo arcuato. Ello llevaría a una respuesta que se acabaría integrando en una disminución de la ingesta y un aumento del gasto energético. En la tabla 33.1 se recogen algunos los principales péptidos conocidos que participan en el control del peso corporal. Tabla 33.1. Neuromoduladores del sistema de control del peso corporal. NPY: neuropéptido Y; GHRH: hormona liberadora de somatotropina; MCH: hormona concentradora de melanina; CRH: hormona liberadora de corticotropina; MSH: hormona estimulante de melanocitos; GLP-1: glucagon like peptide-1; CART: cocaine and anphetamine-related transcript. Monoaminas y péptidos que intervienen en el control de la ingesta Orexígenos Anorexígenos NPY Noradrenalina Opiáceos endógenos (dinorfina) MCH GHRH Ghrelina Leptina Colecistocinina Enterostatina Serotonina CRH/urocortina α-MSH GLP-1 CART Control del gasto energético El gasto energético total se compone del gasto energético en reposo o basal (energía consumida para el funcionamiento normal de células y órganos en el estado postabsortivo y en reposo), el efecto térmico de la comida (aumento en el gasto energético asociado con la digestión, absorción y aumento de la actividad nerviosa simpática tras la ingesta de alimentos) y la energía consumida con la actividad física (gasto energético derivado de la actividad mecánica voluntaria y no voluntaria). El gasto energético basal representa aproximadamente el 70% del gasto energético total y está enmarcado en el control neuronal y hormonal que controla el balance energético. Tanto el control de la ingesta como el gasto energético total están influidos por factores genéticos y factores ambientales. El balance energético está regulado de forma muy sensible. Existen mecanismos muy precisos que controlan el gasto corporal y, como hemos visto, mecanismos que controlan la ingesta. Las alteraciones en los determinantes del balance energético no tienen que ser necesariamente por grandes diferencias entre individuos obesos y no obesos. Por ejemplo, comer diariamente sólo el 5% más de las calorías necesarias puede llevar a un acúmulo de unos 5 kg de peso en un año. Los factores genéticos podrían explicar hasta un 40% de la variabilidad en el índice de masa corporal (IMC) en humanos. La correlación del IMC entre gemelos es muy elevada (0,6-0,9) y en los individuos adoptados el IMC se correlaciona más con el IMC de los padres biológicos que con el de los padres adoptivos. Asimismo, diferentes observaciones indican que algunos factores determinantes del peso corporal como el metabolismo basal, la respuesta térmica a la ingesta y la actividad física espontánea son, en parte, hereditarias. Existen formas monogénicas de obesidad humana ligadas al gen de la leptina, el receptor de leptina y el receptor tipo 4 de la melanocortina, entre otros. Estas formas monogénicas de la enfermedad, aun siendo poco frecuentes, nos han ayudado a comprender mejor los mecanismos moleculares que regulan el balance energético. La obesidad es un rasgo característico de unos 24 síndromes de origen genético bien definidos, siendo los más conocidos los síndromes de Prader-Willy y Bardet-MoonBiedl. En estos casos la base fisiopatológica de la obesidad no está bien aclarada. El componente genético de las formas habituales de obesidad es complejo. Se han descrito más de 200 marcadores, genes y regiones cromosómicas asociadas a estas formas de obesidad. Se ha sugerido que mutaciones en el gen del receptor tipo 4 de la melanocortina podrían estar presentes hasta en un 5% de los obesos. Sin embargo todavía no se ha podido establecer la relevancia clínica de los múltiples marcadores asociados a las formas más frecuentes de obesidad. Sea cual sea la base genética de la obesidad parece claro que el gran aumento en su prevalencia, acaecida en los últimos 20 años, no se debe a cambios en el sustrato genético de la población, sino más bien a factores ambientales relacionados con el estilo de vida que han llevado a un aumento del consumo calórico y a un descenso en la actividad física. La ingesta calórica ha aumentado en los últimos años, probablemente tanto el tipo de comidas que consumimos como el tamaño de las mismas. La actividad física ha disminuido, probablemente por los avances tecnológicos que han modificado nuestras actividad laboral, social y de tiempo de ocio. Sin embargo existen otros factores ambientales que resultan menos evidentes y que pueden jugar un papel en la aparición de obesidad. Entre los factores ambientales relacionados con el control del peso destacamos: • factores ambientales precoces: bajo peso neonatal para la edad gestacional, lactancia artificial. • factores ambientales en la infancia: obesidad durante la infancia y/o la adolescencia. • gestación • menopausia • fármacos. el uso de distintos tipos de fármacos ha sido relacionado con la aparición de obesidad. Entre ellos se incluyen fármacos con acción sobre el sistema nervioso central, hipoglucemiantes orales, esteroides y anticomiciales. • deshabituación tabáquica: el abandono del hábito tabáquico se asocia a un aumento medio de peso de unos 5 kg. • factores socioeconómicos: En España la prevalencia de obesidad es más elevada en niveles socio-económicos bajos y especialmente en mujeres. Esta asociación se repite en otras cohortes, si bien presenta algunas variaciones según las poblaciones estudiadas. Apuntando a una interacción entre los factores genéticos y los ambientales, es posible que estos últimos hayan resultado especialmente perjudiciales de cara a crear un balance energético positivo para grupos de individuos con alto riesgo para desarrollar obesidad. Ello podría ayudar a explicar, entre otros aspectos, las diferencias en la prevalencia de obesidad en determinados grupos étnicos. También podría justificar el mayor riesgo de obesidad en la edad adulta en niños obesos cuyos padres también lo son, en comparación con aquellos cuyos padres no son obesos. AGRADECIMIENTOS Parte de los estudios referenciados en este trabajo han sido financiados por la Xunta de Galicia (PGIDT00PXI000PR), FIS (PI021479) y el Instituto de Salud Carlos III RGTO (G03/028). BIBLIOGRAFÍA Arrizabalaga J, et al. 2003 Guía de práctica clínica para el manejo del sobrepeso y la obesidad en personas adultas. Endocrinología y Nutrición 50 (Supl 4):1. Barsh GS, Farooqi IS, O’Rahilly S 2000 Genetics of body-weight regulation. Nature 404:644. Bouchard C, Perusse L 1993 Genetics of obesity. Annu Rev Nutr 13:337. Bray GA 1997 Progress in understanding the genetics of obesity. J Nutr 127(Suppl5):940S. Caro JF, Sinha MK, Kolaczynski JW, Zhang PL, Considine RV 1996 Leptin: The tale of an obesity gene. Diabetes 45:1455. Cummings DE, et al. 2002 Plasma ghrelin levels after diet-induced weight loss or gastric bypass surgery. N Engl J Med 346:1623. Howard HD, et al. 1996 A receptor in pituitary and hypothalamus that functions in growth hormone release. Science 273:974. Jacobson P, et al. 2002 Melanocortin 4 receptor sequence variations are seldom a cause of human obesity: the Swedish Obese Subjects, the HERITAGE Family Study, and a Memphis cohort. 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Ya que la obesidad es una acumulación excesiva de grasa corporal, que en su fase dinámica es el resultado de que la ingesta energética excede al gasto, lógicamente para perder peso es imprescindible invertir el proceso y que la ingesta sea inferior al gasto. Los principales parámetros implicados en el gasto son el metabolismo basal, bastante constante para cada individuo, la actividad física diaria y la espontánea, que aunque es mayor cuanto mayor lo es el peso corporal, hay que tener en cuenta que la obesidad conduce a disminución en el movimiento, el efecto termogénico de los alimentos según el tipo de macronutriente, siendo muy elevado para proteínas por el alto coste energético de los procesos de síntesis y degradación, bajo para los carbohidratos aunque aumenta en la gluconeogénesis a partir de otros sustratos y bajo también para los triglicéridos procedentes de la grasa del alimento aunque se incrementa cuando la lipogénesis se produce a partir del exceso de carbohidratos y la termogénesis facultativa en la que producción de calor mediante la fosforilación desacoplada desempeña un papel relevante. La base del tratamiento de la obesidad se resume en reducir la ingesta energética e incrementar el gasto a expensas de la actividad física, en principio los dos puntos sobre los que resulta más fácil actuar. Aunque no existe acuerdo sobre el tipo, la frecuencia y la duración del ejercicio que se debe realizar, parece claro que la actividad física de intensidad baja o moderada pero de larga duración es la que promueve la utilización de los depósitos de grasa corporal. Con relación a la ingesta, no hay duda de la necesidad de que sea hipocalórica pero la reducción energética del tratamiento depende del estado nutricional del paciente y del grado de obesidad o sobrepeso. Si el tratamiento no es urgente, la reducción energética al inicio no debe superar el 30% de la ingesta calórica habitual, aunque posteriormente se puede realizar un descenso progresivo. Las dietas con muy bajo o bajo valor energético se restringen a pacientes con obesidad mórbida o grave y requieren régimen hospitalario o régimen ambulatorio con estrecha vigilancia médica. Las dietas moderadamente hipocalóricas, que oscilan entre 1.000 y 1.600 kcal/día aproximadamente, son las de primera elección, y si es variada y equilibrada puede aportar las cantidades necesarias de todos los nutrientes y puede seguirse en el ambiente habitual del individuo. Hay que tener en cuenta que si la ingesta energética es inferior a 1.200 kcal/día resulta muy difícil realizar con alimentos comunes una dieta que cubra todos los requerimientos de micronutrientes. La dieta se debe repartir en 4 ó 5 tomas puesto que poner en acción el sistema digestivo supone ya un gasto energético, y por otra parte, disminuye la ansiedad ante las principales comidas y se evitan así grandes oscilaciones en la secreción de insulina con el consiguiente efecto sobre el almacenamiento de nutrientes. Inicialmente las dietas hipocalóricas son muy eficaces en términos de pérdida de peso corporal debido a la pérdida de agua asociada al glucógeno. Posteriormente la eficacia va disminuyendo como consecuencia de la adaptación metabólica de los tejidos a la energía ingerida, de una disminución en la actividad física diaria por astenia y con frecuencia se produce una reducción de adherencia a la dieta, extremo éste que el paciente suele negar. Una dieta hipoenergética idónea debe facilitar la pérdida de peso de forma suave y gradual, tiene que aportar todos los micronutrientes, favorecer la eliminación de grasa limitando, en la medida de lo posible, la pérdida de peso a expensas de la proteína ya que así también se evita disminuir el metabolismo basal y alterar lo menos posible las costumbres diarias para que no se produzcan repercusiones emocionales que redundan en mayor tasa de incumplimiento. TIPOS DE DIETAS La etiología incierta de la obesidad es la principal barrera para su tratamiento. A pesar de la proliferación de dietas, la incidencia de sobrepeso y obesidad sigue en aumento. La mayoría de ellas pueden resultar eficaces para lograr el primer objetivo que es la pérdida de peso corporal, pero fracasan en el segundo, y quizá más importante, que es el mantenimiento del peso perdido. Uno de los principales problemas en el tratamiento de la obesidad es que aunque habitualmente el paciente a tratamiento dietario pierde peso, en la mayoría de los casos lo recupera. Algunas dietas carecen de fundamento científico y desde el punto de vista nutricional no son recomendables y pueden incluso poner en peligro la propia salud del individuo. Entre ellas se encuentran las exentas de algún macronutriente, la que permite cada día ingerir un solo tipo de alimento sin limitación de cantidad, como ejemplos de una lista interminable. Indudablemente, el posible éxito si el paciente no abandona, radica en muchos casos en la disminución de la ingesta debido a la monotonía de la dieta o a la disminución de la palatabilidad, pero hay que tener en cuenta que algunas de ellas si se prolongan durante largo tiempo pueden causar deficiencias de algunos minerales o vitaminas. De las últimas tendencias sobre cómo debe ser la composición de una dieta de energía restringida, no existen datos a largo plazo que garanticen su seguridad y eficacia por lo que sigue sin existir la dieta ideal para alcanzar estas metas. Dieta hipocalórica clásica baja en grasa Pueden seguirse en el ambiente habitual. Se considera que por término medio la disminución del contenido energético será alrededor de 500 kcal/día, aunque a veces es necesario estimar los resultados al cabo de aproximadamente 1 mes y establecer los reajustes energéticos necesarios. La reducción en el contenido energético se realiza a expensas de disminuir el consumo de grasa, eliminar el alcohol y suprimir o reducir los azúcares simples. La cantidad de proteína se mantendrá aproximadamente en los mismos valores, pero tampoco debe ser excesiva , ya que la dieta va a ser siempre hiperproteica puesto que al reducir la cantidad absoluta de energía, el porcentaje de calorías que aporta este macronutriente va a ser superior al porcentaje que le correspondía antes de la intervención. La disminución en el porcentaje energético correspondiente a carbohidratos, de tipo complejo, no será excesiva para evitar alteraciones metabólicas debido a la dependencia de ciertos tejidos por la glucosa. La reducción en el contenido energético se llevará a cabo fundamentalmente al disminuir el consumo de grasa especialmente la saturada. Es importante asegurar un aporte de agua que evite la deshidratación y asegure una diuresis normal. Hay que tener en cuenta que si disminuye el consumo de alimentos, también lo hace el agua contenida en ellos. Dietas bajas en carbohidratos Durante los últimos años están ganado popularidad las dietas que propugnan una reducción en el contenido de carbohidratos. Existen numerosos estudios que ponen de manifiesto su utilidad en la pérdida de peso corporal pero no hay consenso sobre su seguridad por falta de datos a largo plazo y además, los detractores de las nuevas propuestas alertan sobre el riesgo de efectos adversos para la salud que pueden derivar del desequilibrio de nutrientes. El propósito de rebajar la ingesta de carbohidratos es combatir la resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia, causantes de obesidad. Los hidratos de carbono se han recomendado tradicionalmente en lugar de la grasa, pero estudios recientes han demostrado que inducen enzimas implicadas en la lipogénesis. La oxidación de glucosa produce compuestos como malonyl-CoA que inhibe el transporte de ácidos grasos a la mitocondria disminuyendo la oxidación de las grasas. Además, proteínas y grasas al digerirse y absorberse más lentamente que los glúcidos proporcionan mayor saciedad. Diversos trabajos realizados en los últimos años comparan los resultados de la dieta tradicional baja en grasa con dietas pobres en carbohidratos, consumidas ad libitum o con una cantidad de energía fija. En muchos de ellos se constataron mayores pérdidas de peso a corto plazo al reducir el porcentaje de carbohidratos y en otros casos no se vieron diferencias significativas entre ingestas hipoenergéticas. Una alternativa a las dietas bajas en grasa es la dieta alta en proteínas y de bajo índice glucémico. Algunos estudios señalan que la sustitución parcial de carbohidratos por proteína en dietas con energía restringida, mejora la pérdida de peso y de grasa corporal a pesar de que según los principios de termodinámica las dietas con igual contenido calórico tendrían que producir idénticos cambios en el peso corporal, independientemente de su composición en macronutrientes. El fundamento de esta propuesta se basa en que la presencia de altas cantidades de proteína en la dieta estimula la renovación proteica, proceso energéticamente muy costoso. El mayor efecto termogénico de las proteínas y el desacoplamiento en la formación de ATP que lleva a una menor eficacia metabólica y al aumento en la producción de calor apoyan su utilidad. Además, la proteína al ser el macronutriente más saciante, indirectamente contribuye a un menor ingreso energético. La pérdida de peso que acompaña al consumo reducido de carbohidratos puede justificarse, al menos en parte, como consecuencia de que este tipo de dietas siempre son cetogénicas. El aumento en los niveles de cuerpos cetónicos causa una disminución en el apetito y excreción de energía en forma de cetonas, además de los efectos termogénicos y demanda proteica para la gluconeogénesis ya comentados. Hay que recordar también la contribución de la pérdida de agua asociada al glucógeno a la reducción ponderal en los primeros días de tratamiento, especialmente significativa cuando se reduce de forma muy notable el aporte glucídico. A pesar de que persiste el debate sobre el papel de la relación entre hidratos de carbono y grasa de la ingesta y la prevalencia de obesidad, posiblemente es necesario un enfoque del problema hacia la fuente y tipo de glúcido por su diferente respuesta glucémica. El tipo de hidrato de carbono que se consume ha cambiado considerablemente en los últimos años con productos más refinados de mayor densidad energética, de absorción más rápida y de índice glucémico más elevado, mientras que los tradicionales, de índice glucémico bajo, mejoran el control de peso porque son más saciantes, minimizan la respuesta insulínica postprandial, disminuyen la síntesis de triglicéridos y favorecen la oxidación de las grasas. Parece razonable sustituir grasa de la dieta por carbohidratos de bajo índice glucémico ya que almacenar triglicéridos en tejido adiposo procedentes de grasa dietaria es metabólicamente más eficaz que hacerlo a partir de hidratos de carbono. Un problema para muchas personas a las que se les limita la ingesta, es que continuamente sienten hambre. El problema puede aliviarse incrementando el consumo de fibra y polisacáridos no amiláceos. Además, aunque en muchos casos los individuos obesos perdieron más peso con dietas pobres en carbohidratos, el efecto revierte y los estudios metabólicos indican que las dietas ricas en grasa conducen con mayor probabilidad a la ganancia de peso que las que contienen un elevado porcentaje de carbohidratos complejos. Parece que una ingesta baja en calorías y en grasa es lo más adecuado para mantener el peso perdido. Dieta con elevado contenido en calcio Estudios recientes señalan una relación inversa entre la ingestión de calcio y el peso corporal que ha servido de base para intervenciones dietarias incrementando la ingestión de calcio en pacientes obesos y controlando su repercusión en el contenido de grasa corporal. También influye en la composición corporal la forma en la que se consume ese calcio. En este sentido, parece que el calcio contenido en los productos lácteos es más eficaz sobre la grasa corporal. El mecanismo responsable de los efectos sobre la composición corporal no se ha aclarado totalmente, pero la base para comprender el efecto “anti-obesidad” del calcio deriva de estudios que demuestran el papel clave del calcio intracelular regulando el metabolismo de los adipositos. El aumento de Ca2+ intracelular, produce un incremento en el almacenamiento de energía en adipocitos y de grasa por estimulación de la lipogénesis e inhibición de la lipólisis, mientras que el tratamiento de ratones obesos con un antagonista de los canales de calcio (nifedipino) causaba una significativa disminución en la masa adiposa. De ahí se deduce que el calcio del adipocito parece un objetivo lógico en el control de la adiposidad. Los adipocitos humanos poseen en su membrana receptores de vitamina D que facilitan la captación de calcio por las células grasas. Además, la forma activa de la vitamina D (1,25-dihidroxivitamina D3), inhibe la expresión de la proteína desacopladora UCP2. Sin embargo, la alimentación con dietas con elevados niveles de calcio inhibe la forma activa de la vitamina D, inhibiendo así la captación de calcio y la acumulación de lípidos en las células grasas y produciendo un incremento en la expresión de UCP2 en tejido adiposo que conlleva a un aumento en la termogénesis y posiblemente en el transporte y oxidación de ácidos grasos mediados por UCP2. También se ha establecido que elevadas proporciones de calcio en la dieta pueden reducir la absorción de ácidos grasos al formarse compuestos de difícil digestión en el tracto gastrointestinal. Pero al elevar el calcio no sólo se acelera la pérdida de peso y de grasa, sino que también parece que cambia la distribución de ésta a un patrón más favorable con mayor pérdida de grasa de la zona abdominal. Aunque el mecanismo de este efecto no está claro, una reducción en la producción de cortisol por el tejido adiposo puede ser una posible explicación. Aunque la mayoría de los estudios señalan que si la fuente de calcio son la leche y los derivados lácteos, el efecto “anti-obesidad” es mayor que el obtenido con suplementos de carbonato cálcico, algunos trabajos indican igual eficacia. Parece clara la necesidad de profundizar en el conocimiento de los mecanismos implicados en estos procesos que posibilitarían mejorar los efectos calcio en la prevención y tratamiento de la obesidad. BIBLIOGRAFÍA Bahadon B, Yazdani-Biuki B, Krippl P, Brath H, Uitz E, Wascher TC 2005 Low-fat, high-carbohydrate (low-glycaemic index) diet induces weight loss and preserves lean body mass in obese healthy subjects: results of a 24-week study. Diabetes, Obesity and Metabolism 3:290. Brehm BJ, Spang SE, Lattin BL, Seeley RJ, Daniels SR, D’Alessio DA 2005 The role of energy expenditure in the differential weight loss in obese women on low-fat and low-carbohydrate diets. J Clin Endocrinol Metab 90:1475. 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Esto se traduce en la práctica médica en un aumento de peso, si bien este exceso no siempre representa obesidad, ya que en ocasiones se trata de un aumento de la musculatura, anasarca, etc. A pesar de que la obesidad figura dentro de la clasificación internacional de enfermedades, habitualmente no es considerada como tal por amplios sectores de la población e incluso por parte de la profesión médica y de los responsables sanitarios. Este hecho hizo que en junio de 1.999 se firmara la denominada Declaración de Milán, en la que los presidentes de las 24 Sociedades Científicas Europeas de Obesidad hicieron un llamamiento a los gobiernos y agentes de salud para que reconociesen que la obesidad es una importante causa de morbilidad, de discapacidad y de mortalidad prematura, suponiendo una enorme carga social y económica a las comunidades europeas e instando a iniciar inmediatamente el desarrollo de estrategias para actuar sobre la misma. Efectivamente, la sobrecarga ponderal de la obesidad va a hacer que estos pacientes presenten un riesgo acrecentado de padecer enfermedades, especialmente cardiovasculares, metabólicas, osteoarticulares y psicológicas. Por otra parte, los costes económicos de la obesidad son muy elevados, si bien es difícil de realizar una correcta evaluación, ya que además de incluir los costes directos derivados del tratamiento de las enfermedades asociadas, es preciso añadir también los derivados de la pérdida de productividad debido a muerte o incapacidad laboral. Sin embargo, estudios económicos realizados en Estados Unidos estiman que solamente los costes directos de la obesidad suponen alrededor de un 5,7 % del presupuesto sanitario de aquel país, lo que concuerda con los datos del estudio Delphi, en el que se cifra que el coste económico de la obesidad en España supone un 6,9% del gasto sanitario. ETIOLOGÍA DE LA OBESIDAD La etiología de la obesidad es multifactorial, existiendo diferentes tipos de pacientes obesos con etiologías distintas. Sin embargo, e independientemente de ello, la obesidad siempre se va a caracterizar por un exceso de depósito de grasa en el organismo debido a un disbalance entre la energía ingerida y la consumida. Hasta hace algún tiempo la obesidad era considerada, básicamente, un problema de índole ambiental y educativo. Sin embargo, esta visión ha experimentado un gran cambio gracias a la creciente identificación y comprensión de las bases genéticas y moleculares de la regulación del balance calórico, así como de los diversos mecanismos fisiopatológicos implicados en esta enfermedad. Así, se ha descubierto recientemente que en el mecanismo de acción de la colecistocinina, así como en el de otros péptidos de secreción intestinal como la bombesina, el péptido liberador de gastrina, la neuromedina y el glucagón, intervienen tanto el sistema nervioso periférico como receptores cerebrales específicos del sistema nervioso central. Por otra parte, los efectos de estas sustancias son modificados de forma directa o indirecta por una amplia variedad de hormonas entre las que se incluyen la insulina, la hormona del crecimiento, los glucocorticoides y neurotransmisores (como la adrenalina y la noradrenalina), actuando todos ellos de manera conjunta sobre el hipotálamo. El hallazgo de la leptina ha proporcionado una nueva perspectiva al metabolismo del tejido adiposo, debido a que esta sustancia inhibe en el hipotálamo la liberación del neuropéptido Y, principal agente inductor del apetito, promueve la activación del sistema nervioso simpático y desencadena los mecanismos de la termogénesis. Además de los avances producidos en el conocimiento de estas complejas interacciones, la investigación actual resalta la importancia de los factores genéticos en la patogenia de la obesidad, centrándose en la identificación de alteraciones genéticas asociadas a su desarrollo. Así se ha visto como los genes identificados hasta el momento, no sólo intervienen en la expresión fenotípica de la obesidad, sino que también lo hacen en otros aspectos tales como la conducta alimentaria, el balance energético, la regulación del apetito y la diferenciación de adipocitos, entre otros. CLASIFICACIÓN DE LA OBESIDAD Tanto la Organización Mundial de la Salud como la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) recomiendan el empleo de datos antropométricos como el peso, la talla, las circunferencias corporales y los pliegues cutáneos, en la evaluación de la obesidad. Peso ideal Sería aquel en el que, teóricamente, el individuo viviría más años y para su cálculo, el método más utilizado es la tabla de peso y talla ideal realizada por la Metropolitan Life Insurance Company a partir de más de cuatro millones de individuos sanos, cuya fórmula es: Peso (kg) = 0,75 x [talla (cm) – 150]+ 50 Otra tabla utilizada es la de Broca, en la que el peso ideal se calcula mediante la fórmula: Peso (kg) = Talla (cm) – 100 La diferencia entre el peso real del individuo y el peso ideal es el sobrepeso, que todo tratamiento de la obesidad debiera corregir. De todas formas, hay que tener en cuenta que en estas tablas el peso ideal es más bajo que el de la población normal, por lo que utilizando estas tablas, puede considerarse que un paciente tiene sobrepeso cuando supera en 45 kg el peso ideal o supone el 120% del mismo. Indice de masa corporal (IMC) Es el método más empleado en los estudios epidemiológicos y se relaciona de manera importante con la proporción de grasa corporal medida con otros métodos de referencia. Viene definido por la siguiente fórmula: peso (kg) IMC = ---------------[estatura (m)] 2 En las tablas 35.1 y 35.2 se exponen las clasificaciones de sobrepeso y obesidad, teniendo en cuenta el IMC, realizadas por la OMS y por la SEEDO en su consenso del año 2000. Tabla 35.1. Criterios de la OMS para definir la obesidad en grados según el IMC. Valores límite del IMC (kg/m2) Normopeso Sobrepeso (obesidad grado I) Obesidad grado II Obesidad grado III Obesidad grado IV 18,5-24,9 25-29,9 30-34,9 35-39,9 ≥ 40 Tabla 35.2. Criterios para definir la obesidad en grados según la SEEDO. Fuente: Estudio SEEDO’2000. Valores límite del IMC (kg/m2) Peso insuficiente Normopeso Sobrepeso grado I Sobrepeso grado II (preobesidad) Obesidad grado I Obesidad grado II Obesidad grado III (mórbida) Obesidad grado III (extrema) < 18,5 18,5-24,9 25-26,9 27-29,9 30-34,9 35-39,9 40-49,9 ≥ 50 Indice cintura/cadera La valoración de la distribución regional de la grasa puede realizarse midiendo la relación entre el perímetro de la cintura (a la altura del ombligo, acostado) y el de la cadera (de pie). La relación debe ser inferior a 1 en el hombre y a 0,8 en la mujer. Según la distribución regional de la grasa acumulada es posible clasificar la obesidad en androide y ginecoide. La obesidad androide se caracteriza por la acumulación de grasa por encima de la cintura, sobre todo en la zona abdominal y es más frecuente en los varones. Se acompaña de una mayor morbilidad (hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, colelitiasis, hiperinsulinismo y diabetes mellitus) y se asocia de manera especial a una mayor mortalidad. La obesidad ginecoide, sin embargo, se caracteriza por la acumulación de grasa en la mitad inferior del cuerpo, especialmente en el bajo vientre, caderas y muslos y no está asociada a una mayor morbimortalidad. Por último, otro método para valorar el grado de obesidad está basado en la medición de los pliegues subcutáneos de grasa mediante un lipocalibrador de presión constante. El pliegue subcutáneo que mejor se relaciona con la cantidad de grasa periférica es el medido en el tríceps y comparando los valores obtenidos con los valores de referencia se puede estimar el grado de exceso de grasa depositada en los tejidos periféricos. EPIDEMIOLOGÍA DE LA OBESIDAD Muchos artículos científicos señalan un incremento en los porcentajes de obesidad mórbida en los países habitualmente llamados desarrollados, atribuyéndose a una excesiva ingesta alimenticia así como a una actividad diaria más sedentaria, con disminución del ejercicio físico. El estudio SEEDO’2000 nos muestra que un 38,5% de la población adulta española (entre 25 y 60 años) presenta sobrepeso y un 14,5% obesidad, pudiéndose ver en la tabla 35.3 su distribución según sexo. Tabla 35.3. Población adulta española entre 25 y 60 años con exceso de peso. Fuente: Estudio SEEDO’2000. Sobrepeso 38,5 % Obesidad 14,5 % Total exceso de peso 53 % Hombres: 45 % Mujeres: 32 % Hombres: 13,3 % Mujeres: 15,7 % Hombres: 58,3 % Mujeres: 47,7 % Al igual que en la mayoría de los países de nuestro entorno, el porcentaje de obesidad se ha incrementado en los últimos años, ya que en el anterior estudio de la SEEDO del año 97 era del 13,4% (11,5% en varones y 15,2% en mujeres). Esta creciente incidencia de la obesidad es debida en gran parte a los cambios producidos en la dieta, a una vida más sedentaria y a la ingesta de un mayor número de calorías. Los datos mostrados hasta ahora sitúan a España en una posición intermedia entre los países del norte de Europa, Francia y Japón, con las proporciones de obesos más bajas, y los EE.UU. y Canadá, que presentan en la actualidad las mayores prevalencias. En Estados Unidos, el estudio NHANES III, llevado a cabo en el período 1988-1994, reveló la existencia de un 22,5% de obesos, siendo estas proporciones mayores entre los individuos de raza negra, los hispanos y las mujeres. En contraposición a estas cifras, la prevalencia de obesidad en los países en vías de desarrollo, oscila en líneas generales entre 0 y un 3%. En el mismo estudio SEEDO’2000 pueden verse los porcentajes de distribución del IMC entre la población adulta española (tabla 35.4), existiendo un 2% de personas con un IMC superior a 35. Tabla 35.4. IMC en la población adulta española. Fuente: Estudio SEEDO’2000. IMC Total % Hombres < a 20 20-24 25-26 27-29 30-34 35-39 >a 40 4,98 41,52 19,40 19,58 12,43 1,61 0,48 2,49 38,61 23,25 22,31 12,28 0,77 0,30 Mujeres 7,49 44,47 15,51 16,83 12,58 2,46 0,66 Con respecto a la distribución de la obesidad por las diferentes Comunidades Autónomas (tabla 35.5), los porcentajes más elevados se registraron en Andalucía y Canarias, mientras que los más bajos fueron los de la Comunidad de Madrid y Cataluña. Galicia, con un 14,05%, se encuentra en valores intermedios. Tabla 35.5. Prevalencia de la obesidad por Comunidades Autónomas. Fuente: Estudio SEEDO’2000. Andalucía Baleares Canarias Cataluña Galicia Madrid País Vasco Valencia Total % Hombres Mujeres 21,6 12,1 18,2 11,6 14,05 11,8 14,15 16,5 19,9 9,1 14,2 8,9 12 9,3 11,5 15,9 23,3 15,2 22,2 14,3 16,1 14,3 16,8 17,2 Teniendo en cuenta el Padrón Municipal de habitantes de 1998, la población gallega adulta (entre 25 y 60 años) es de 1.253.127 personas, de las cuales un 49,53% son hombres y un 50,47% mujeres. Considerando una tasa de obesidad (IMC >30) del 14,05 %, en Galicia habría 176.064 obesos (74.481 hombres y 101.824 mujeres), y utilizando el porcentaje de obesidad mórbida estimado por el estudio SEEDO’2000, 6.036 (1.862 hombres y 4.174 mujeres) tendrían una obesidad mórbida (IMC >40). Sin embargo, estos datos probablemente estén magnificados debido a que en otras Comunidades Autónomas el porcentaje estimado de obesidad mórbida es más bajo, alrededor del 0,25%, reduciéndose de este modo las cifras de obesidad mórbida en Galicia a unas 3.132 personas (tabla 35.6). Tabla 35.6. Prevalencia de la obesidad en Galicia (datos estimados) Población IMC > 30 IMC > 40 (0,48%) IMC > 40 (0,25%) Total Hombres Mujeres 1.253.127 176.064 6.036 3.132 620.674 74.481 1.862 965 632.453 101.824 4.174 2.166 ENFERMEDADES RELACIONADAS CON LA OBESIDAD La obesidad es un factor de riesgo para muchas enfermedades y aumenta significativamente la mortalidad sobretodo si se asocia a algún otro factor de riesgo como tabaquismo, hiperlipemia, hipertensión arterial o diabetes. Así, se ha visto que la mortalidad de un paciente con obesidad mórbida es 12 veces mayor en comparación con la población normal, para el grupo de edad de 25 a 34 años, siendo la mayoría de las muertes de causa cardiovascular. Esta proporción disminuye a medida que avanza la edad del paciente, de manera que en el grupo de edad de 35 a 44 años el exceso de mortalidad es 6 veces mayor. Las asociaciones clínicas más importantes de la obesidad están recogidas en la tabla 35.7. Enfermedades metabólicas. La prevalencia de la diabetes mellitus en los individuos obesos es 3 veces superior a la de la población normal, siendo la causa fundamental de su aparición, un incremento en las necesidades de insulina y una resistencia a su acción en los tejidos diana. Esto puede determinar fallo pancreático y la aparición de diabetes no insulinodependiente secundaria a la obesidad que, en la mayoría de los casos, puede controlarse reduciendo el peso del paciente. Tabla 35.7. Principales enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad. Enfermedades metabólicas Diabetes mellitus tipo 2 Dislipemias: hipertrigliceridemia, aumento del LDL colesterol y disminución del HDL-colesterol Hiperuricemia y gota Enfermedades cardiovasculares Hipertensión arterial Cardiopatía isquémica Insuficiencia cardíaca congestiva Insuficiencia venosa de extremidades inferiores Enfermedad tromboembólica Problemas respiratorios Insuficiencia respiratoria Apnea del sueño Enfermedades digestivas Hernia de hiato Colelitiasis Esteatosis hepática Cáncer: colon, recto, próstata, ovarios, endometrio, mama, vesícula y vías biliares Alteraciones osteoarticulares: cadera, rodilla, tobillo y columna Trastornos psicológicos La obesidad se asocia también con alteraciones del perfil lipídico (aumento de los niveles circulantes de triglicéridos y de LDL-colesterol y disminución del HDLcolesterol) que confieren al paciente un alto riesgo de padecer cardiopatía isquémica. Por último, el paciente obeso presenta habitualmente una producción de ácido úrico aumentada y un aclaramiento disminuido que van a provocar la aparición de hiperuricemia, pudiendo desencadenarse episodios de gota. Enfermedades cardiovasculares La hipertensión arterial es 2,5 veces más frecuente entre las personas obesas que en las personas con normopeso, siendo la resistencia a la insulina, el hiperinsulinismo, la hipertrigliceridemia y la reducción del colesterol HDL que aparecen en estos pacientes, el posible mecanismo etiopatogénico. El estudio Framingham ha demostrado que la obesidad es un factor de riesgo para la cardiopatía isquémica, independientemente de la edad, de los niveles de colesterol, de la presión arterial, del consumo de tabaco y de la tolerancia a la glucosa. Además, la obesidad puede producir un aumento del volumen sanguíneo, del volumen diastólico del ventrículo izquierdo y del gasto cardíaco, responsables a medio plazo de hipertrofia y dilatación ventricular que puede desembocar en insuficiencia cardiaca congestiva. La obesidad está también relacionada estrechamente con una mayor incidencia de insuficiencia venosa crónica de las extremidades inferiores que va a provocar la aparición de varices y un riesgo incrementado de padecer enfermedad tromboembólica. Problemas respiratorios La obesidad mórbida se asocia frecuentemente con alteraciones de la ventilación que pueden conducir a una insuficiencia respiratoria global (síndrome de Pickwick). También el síndrome de apnea obstructiva del sueño es una manifestación clínica que puede aparecer en los grandes obesos. Enfermedades digestivas El paciente obeso suele presentar un mayor riesgo de padecer hernia de hiato y colelitiasis, esta última debido a un aumento de la excreción biliar de colesterol y de la saturación de la bilis. Los trastornos lipídicos son también la causa de una mayor incidencia del hígado graso en estos pacientes que se suele manifestar por un aumento de los niveles de transaminasas. Cáncer La obesidad aumenta el riesgo de padecer cáncer de colon, recto y próstata en los varones y de endometrio, mama, vesícula y vías biliares en las mujeres. Patología osteoarticular El exceso de peso supone una sobrecarga que acelera los procesos degenerativos articulares, fundamentalmente a nivel de cadera, rodilla, columna y tobillo. Problemas psicológicos La obesidad mórbida se asocia frecuentemente con ansiedad y depresión secundarias a los trastornos psicológicos y de adaptación al medio que suelen presentar estos pacientes: problemas de relación interpersonal, rechazo social e incluso discriminaciones laborales y otras formas de estigmatización social. CLASIFICACIÓN ALIMENTARIOS DE LOS PACIENTES SEGÚN SUS HÁBITOS Es fundamental el reconocer, previamente a la intervención quirúrgica, los hábitos alimentarios característicos de cada paciente, los cuales se pueden clasificar en los siguientes: • grandes comedores: pacientes que ingieren habitualmente grandes cantidades de comida tradicional. • comedores de dulces: son aquellos que suelen ingerir alimentos ricos en hidratos de carbono o con un alto contenido calórico más de tres veces por semana. • comedores de “comida rápida”: habitualmente comen con mucha frecuencia frituras, comidas rápidas, pizzas, alimentos preparados, etc. • comedores entre comidas: también llamados “picadores”, son aquellos que ingieren a diario y de forma continua, cantidades valorables de productos nutritivos (+150 kcal cada vez) entre las comidas principales. • comedores reiterativos: ingieren comidas del mismo grupo de alimentos, de forma repetida y constante. • comedores bulímicos: pacientes con comportamientos bulímicos o bulimia nerviosa según criterios DSM-IV. El hábito alimentario del paciente es muy importante a la hora de elegir una técnica quirúrgica en el tratamiento de la obesidad, pues si se realiza una técnica restrictiva, como la gastroplastia vertical con banda, a un paciente que ingiere grandes cantidades de líquidos azucarados o pasteles, es seguro que se obtendrá un fracaso. Por el contrario, si el paciente ingiere grandes cantidades de comida “típica”, aunque sea un superobeso mórbido, posiblemente sea suficiente con la gastroplastia, sin necesitar otro procedimiento más agresivo, como las técnicas restrictivomalabsortivas. BIBLIOGRAFÍA Aranceta J, et al 1998 Prevalencia de la obesidad en España: estudio SEEDO' 97. Med Clin 111:441. Aranceta Bartrina J, Pérez Rodrigo C 2000 Obesidad. La epidemia del siglo XXI. Díaz de Santos. Barsh GS, Farooqi IS, O'Rahilly S 2000 Genetics of body weight regulation. Science 404:644. Drenick EJ, Bale GS, Seltzer F, Johnson DG 1980 Excessive mortality and causes of death in morbidly obese men. JAMA 243:443. Estudio prospectivo Delphi 1999 Costes sociales y económicos de la obesidad y sus patologías asociadas. Gabinete de Estudios Bernard Krief. Flier JS, Maratsos-Flier E 1998 Obesity and the hypotalamus: novel peptides for new pathways. Cell 92:437. Mokdad AH, Serdula MK, Dietz WH, Bowman BA, Marks JS, Koplan JP 1999 The spread of the obesity epidemic in the United States, 1991-1998. JAMA 282:1519. Seidell JC 1995 Obesity in Europe: scaling an epidemic. Int J Obes 19 (Supl 3):1. Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) 1996 Consenso español 1995 para la evaluación de la obesidad y para la realización de estudios epidemiológicos. Med Clin107:782. Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) 2000 Consenso SEEDO' 2000 para la evaluación del sobrepeso y la obesidad y el establecimiento de criterios de intervención terapéutica. Med Clin 115:587. WHO Programme of Nutrition, Family and Reproductive Health. Obesity 1998 Preventing and managing the global epidemic. Report of a WHO consultation on obesity. WHO. Wolf AM, Colditz GA 1998 Current estimates of the economic costs of obesity in the United States. Obes Res 6:97. 4 . # 5 0/ ) " ! " " @ # )#/ CAPÍTULO 36 T R A T A M IE N T O D E L A O B E S ID A D " " El tratamiento de la obesidad requiere un abordaje integral del paciente obeso con la actuación, en muchas ocasiones, de un equipo multidisciplinar formado por el médico de atención primaria, el endocrinólogo, nutricionistas y psicólogos o psiquiatras, sin olvidar el importante papel que juega el personal de enfermería. En algunos casos también puede ser necesaria la colaboración de cirujanos para la realización de algún tipo de tratamiento agresivo o para reparar los defectos estéticos ocasionados por el sobrepeso. Antes de comenzar cualquier tratamiento de la obesidad el paciente debe de realizar una reflexión previa y una profunda convicción de querer llevarlo a cabo, para evitar el importante número de fracasos que se producen por la dificultad de cambiar los hábitos de vida de forma duradera. El tratamiento de la obesidad debe de seguir un determinado orden, comenzando siempre por la implantación de dieta alimenticia y ejercicio físico, para posteriormente, introducir otras medidas como la psicoterapia, la farmacoterapia y la cirugía. DIETA HIPOCALÓRICA Las dietas adelgazantes deben aportar una cantidad de calorías inferior a las necesidades diarias del organismo y, a la vez, una cantidad equilibrada de nutrientes, debiendo de ajustarse al sexo, edad, actividad laboral, peso inicial y posible patología asociada (véase capítulo 33). La reducción del aporte calórico debe de realizarse fundamentalmente a expensas de una disminución del aporte de grasas, de alcohol y de los azúcares simples y, en las dietas que aportan menos de 1.200 kcal/día, deben prescribirse suplementos de vitaminas y minerales. Las dietas muy hipocalóricas (menos de 500 kcal/día) con alta proporción de proteínas de alta calidad e hidratos de carbono y enriquecidas con vitaminas y oligoelementos, deben de utilizarse bajo un estricto control médico y por períodos de tiempo no superiores a 12 semanas. Las contraindicaciones más importantes de este tipo de dietas son la insuficiencia renal, la diabetes mellitus, la hiperuricemia y las alteraciones del ritmo cardíaco. EJERCICIO La inactividad física es un factor muy importante en la génesis y en el mantenimiento de la obesidad. El objetivo de un plan de ejercicio físico es que el paciente lo realice durante un mínimo de 3-4 días a la semana, 30-45 minutos cada vez y al 65-80% de su frecuencia cardiaca máxima. Esto se debe conseguir de manera progresiva y escalonada, llegando a la fase final o de mantenimiento en 6-8 meses, aproximadamente. El ejercicio más recomendable es el aeróbico (carrera continua, natación, ciclismo, etc.), que es aquel que moviliza grandes masas musculares durante un tiempo largo y a una frecuencia cardiaca submáxima, es decir, sin llegar nunca al agotamiento. Es muy importante que cualquier ejercicio físico vaya siempre acompañado de dieta y que esté supervisado por un médico, siendo imprescindible un estudio inicial para descartar patología cardiovascular. MODIFICACIÓN DEL COMPORTAMIENTO La terapia de conducta ligada a la dieta puede ser una herramienta útil a largo plazo y consiste en las siguientes medidas: • enseñar una serie de conocimientos fundamentales sobre la dieta, el ejercicio físico y la forma de vida • adiestrar y estimular al paciente para que registre sistemáticamente todo lo que ingiere, dónde, con quién, qué sentimientos tiene cuando come y el grado de hambre o saciedad que presenta • inducir cambios paulatinos en la forma de comer y en el estilo de vida (establecimiento de un horario de comidas, comer lentamente, etc.) • controlar los estímulos individuales y sociales que inducen a comer. TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO Posiblemente, el fármaco ideal sería aquel que produjera una pérdida de la grasa corporal sin que se afectasen las proteínas u otros tejidos corporales, que permitiese al individuo el mantenimiento de la reducción de peso conseguida, que estuviera exento de riesgos adversos y que careciera de potencial adictivo. Teniendo en cuenta los mecanismos de actuación, los diferentes fármacos existentes para el tratamiento de la obesidad se pueden clasificar en los siguientes grupos: Fármacos que reducen la ingesta o anorexígenos Actúan disminuyendo el apetito y se dividen a su vez en los siguientes subgrupos: adrenérgicos, serotoninérgicos y mixtos. Agonistas adrenérgicos centrales El primer fármaco adrenérgico utilizado fue la anfetamina (Centramina®) y posteriormente sus derivados: dietilpropión (Delgamer®), fentermina (no comercializada en España), fenilpropanolamina (contenida en productos antigripales) y fenproporex (Tegisec® y Antiobes Retard®). Su mecanismo de acción es a través de la liberación de noradrenalina y dopamina en las terminaciones sinápticas del sistema nervioso central (SNC) y su uso es muy limitado debido a los efectos secundarios y a la baja efectividad a largo plazo que presentan. Agonistas serotoninérgicos centrales Dentro de esta categoría podemos distinguir dos grupos. El primero de ellos estaría constituido por la fenfluramina (Ponderal®) y la dexfenfluramina (Dipondal®): ambos retirados del mercado en 1.997 por su asociación con hipertensión pulmonar y patología valvular cardíaca. Su mecanismo de acción consiste en aumentar la liberación de serotonina, actuando como agonista de los receptores 5-HT2c. El segundo grupo corresponde a los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): este grupo está formado por tres fármacos, fluoxetina, paroxetina y sertralina, si bien el primero es el más representativo. Actúan como antidepresivos que al inhibir selectivamente la recaptación de serotonina, tienen cierto efecto anorexígeno. Estarían indicados para el tratamiento de una posible depresión asociada a la obesidad, para la bulimia nerviosa y en los trastornos obsesivo-compulsivos. Agonistas adrenérgicos y serotoninérgicos centrales Dado que tanto los fármacos noradrenérgicos como los serotoninérgicos tienen acción sobre el apetito, en algunos países se asociaron ambos tipos de fármacos aunque a menores dosis, observándose una mayor incidencia de efectos secundarios, motivo por el que estas asociaciones fueron retiradas del mercado. Otra posible alternativa es la utilización de fármacos capaces de estimular ambos sistemas. Este es el caso de la sibutramina, un fármaco que aún no está comercializado en España, investigado originariamente como antidepresivo inhibidor de la recaptación de serotonina y noradrenalina. No fue eficaz en esa indicación pero se vio que los pacientes tratados perdían peso, reorientándose su utilidad como fármaco antiobesidad. Fármacos termogénicos La termogénesis es la producción de calor corporal, y es una vía para aumentar el gasto energético y facilitar la pérdida de peso. Este proceso puede estar mediado por vía central a través del sistema nervioso simpático o por vía periférica a través de receptores específicos agonistas β3. Combinación de efedrina y cafeína La efedrina aumenta la liberación de noradrenalina, la cual posee efectos no sólo termogénicos sino también anorexígenos, y la cafeína disminuye la degradación de la noradrenalina en la unión sináptica, actuando de forma sinérgica con la efedrina. Agonistas β3 Los receptores β3 se localizan en la grasa y en los adipocitos del tracto gastrointestinal y poseen una gran variedad de funciones metabólicas que incluyen lipolisis, termogénesis y funciones metabólicas y de motilidad del tracto gastrointestinal. Los agonistas β3 son fármacos que están en fase de investigación y que actúan estimulando dichos receptores. Fármacos que interfieren con la absorción de los nutrientes Acarbosa Es un inhibidor de la α-glucosidasa intestinal, que es el enzima que hidroliza los hidratos de carbono en azúcares sencillos. Su mecanismo de actuación es un enlentecimiento de la absorción de glúcidos a nivel intestinal, si bien los estudios de eficacia no han demostrado una reducción significativa de peso. Orlistat Es un derivado de la lipstatina, que es una sustancia producida por el Streptomyces toxitricini. Se une selectivamente al lugar activo de las lipasas gastrointestinales (gástrica, pancreática y carboxiléster) sin actuar sobre las demás enzimas digestivas (amilasa, tripsina, quimotripsina y fosfolipasas), por lo que impide la hidrólisis y absorción de las grasas sin interferir en la de los hidratos de carbono, proteínas y fosfolípidos. En España se ha comercializado con el nombre de Xenical® y no está subvencionado por el sistema sanitario. Fibra Se encuentra de forma natural en los alimentos vegetales, y algunos de los preparados farmacéuticos más utilizados son el Fibraguar® (goma guar), Fibra Leo® (salvado de trigo, pectina) y Metamucil® (Psyllium). A la fibra se le han atribuido propiedades beneficiosas para la obesidad debido al retraso del vaciamiento gástrico que contribuye a un aumento de la saciedad así como la interferencia en la absorción de glucosa y colesterol a nivel intestinal. Además, la fibra insoluble aumenta el bolo fecal y mejora el estreñimiento, siendo de utilidad cuando se consume una dieta baja en calorías. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO El tratamiento quirúrgico de la obesidad es denominado frecuentemente como cirugía bariátrica, término que procede del griego baros (peso) y de iatrein (tratamiento). La primera operación utilizada para el tratamiento de la obesidad mórbida fue la resección intestinal extensa, abandonada por su morbilidad e irreversibilidad. Posteriormente comenzó a realizarse la derivación yeyunoileal, practicada por primera vez en 1960 y arquetipo de los procedimientos malabsortivos, que consiste en seccionar el yeyuno proximal y anastomosarlo al íleon terminal, dejando como asa ciega prácticamente todo el intestino delgado. Como consecuencia de la malabsorción se produce una importante reducción de peso de los pacientes aunque asociada a una alta frecuencia de complicaciones, algunas de ellas graves, motivo por el que no se recomienda su uso, habiéndose abandonado en la actualidad. Otras alternativas utilizadas, como la oclusión bucal y la burbuja o balón intragástrico han quedado en desuso por sus complicaciones y malos resultados. Podríamos considerar que una determinada técnica quirúrgica es adecuada cuando: • es segura, es decir, tiene bajo riesgo, con una mortalidad operatoria inferior al 1% y un riesgo de complicaciones inferior al 10%. • es efectiva, con una pérdida de peso superior al 50% en el 75% de los pacientes incluidos en el programa y que ésta se mantenga más allá de 5 años. • es reproducible por distintos profesionales y con resultados similares. • tiene un índice de reoperaciones anuales inferior al 2%. • proporciona una buena calidad de vida y de ingesta y con pocos efectos secundarios (nauseas, vómitos, diarreas, anemia, etc.). En la actualidad se considera que el tratamiento quirúrgico es el único efectivo en el tratamiento de la obesidad mórbida. Las diferentes modalidades quirúrgicas utilizadas actualmente se pueden clasificar en procedimientos restrictivos, malabsortivos o una combinación de ambos. Procedimientos restrictivos Gastroplastia vertical con banda o con anillo Es una técnica restrictiva que reduce la capacidad gástrica mediante la creación, por medio de grapas, de un pequeño reservorio vertical paralelo al ángulo de Hiss y de unos 30-50 ml de volumen. El paso del alimento al resto del estómago se realiza lentamente a través de un orificio de unos 10 mm de salida que está rodeado por una banda de unos 5 cm de circunferencia externa, ocasionando sensación de saciedad con muy pequeñas cantidades de comida. Esta técnica tiene diversas variantes en lo relativo al sistema que mantiene la estenosis gástrica y al grado de separación de la línea de grapas con respecto al resto del estómago. Es una técnica interesante debido a que preserva la continuidad gastroduodenal y evita la pérdida de micronutrientes, aunque tiende a fallar en los pacientes “comedores de dulces” que teniendo que reducir su ingesta, se adaptan comiendo frecuentemente alimentos líquidos altos en azúcar. Banda gástrica ajustable Fue introducida por Kuzmac y consiste en una bandeleta gástrica hinchable de silicona que se coloca en torno al fondo gástrico, creando una estrechez en forma de reloj de arena en ese lugar. Es una técnica muy utilizada debido a su sencillez y al igual que con la gastroplastia vertical con banda, se mantiene la digestión y la absorción de los alimentos de una forma fisiológica y normal. En la actualidad, en Europa están comercializadas dos tipos de bandas ajustables, la Lap-Band y la banda ajustable sueca (swedish adjustable gastric band). Esta técnica se realiza también desde hace unos años por vía laparoscópica. En primer lugar se realiza un neumoperitoneo, introduciéndose a continuación los trócares y procediéndose a colocar la banda ajustable en la parte superior del estómago, que tras tensarla, crea una estrecha conexión entre el pequeño estómago superior y el inferior. La banda gástrica ajustable suele estar recubierta con silicona y tiene incorporado un tubo inflable con un dispositivo alojado en el músculo recto anterior del abdomen que, mediante su manipulado, permite al cirujano alterar el diámetro del estoma. Habitualmente, la banda no se hincha hasta pasadas cuatro semanas desde la cirugía para permitir su anclaje mediante la formación de tejido fibroso alrededor. Si el paciente no pierde peso, se puede inyectar suero salino en el dispositivo alojado en el músculo recto, de manera que cerrando la banda, se cierra más la conexión entre las dos secciones del estómago. Por el contrario, si el paciente pierde peso muy rápidamente, se puede abrir o relajar la banda retirando un poco de suero salino, de manera que se abra el estoma. Habitualmente esta técnica se considera contraindicada en aquellos pacientes con reflujo gastroesofágico previo a la intervención, fundamentalmente si ingieren antiinflamatorios no esteroideos u otros fármacos irritantes de la mucosa gástrica de forma periódica. Procedimientos que combinan restricción con derivación La derivación yeyunogástrica o bypass gástrico en Y de Roux es la técnica más popular y posiblemente la más utilizada en EE.UU., considerándose, junto a la gastroplastia vertical con banda, el tratamiento quirúrgico de referencia con el que comparar las otras técnicas. Fue creada hace aproximadamente unos 20 años como reemplazo de la derivación yeyunoileal, comenzándose en 1993 a realizarse también por vía laparoscópica. La técnica consiste en la realización de una plastia con sutura mecánica, creando un reservorio de unos 30 ml en el fondo gástrico que se anastomosa a un asa no funcional en Y de Roux, con una boca de salida de unos 10 mm de diámetro. Esta alternativa busca dejar un segmento intestinal de unos 50-60 cm (aunque otras variantes utilizan segmentos largos de 120 a 150 cm) separado del flujo biliopancreático, creando así una malabsorción parcial de lípidos, lo que contribuiría a un mejor resultado. Mientras más larga sea el asa, mayor será la malabsorción, por cuanto la mezcla entre la comida, la bilis y el jugo pancreático se produce más distante en el intestino. En alrededor del 20% de pacientes, la sola ingestión de carbohidratos puede hacer aparecer el síndrome de evacuación gástrica rápida o síndrome de dumping, que se produce cuando los alimentos entran rápidamente en el intestino delgado. Se manifiesta por rubefacción facial, palpitaciones, sudoración y diarrea, funcionando en cierta manera como mecanismo de control del comportamiento alimentario. Existen diferente variantes de esta técnica, como la de Salmon en la que se combina la derivación yeyunogástrica con la gastroplastia vertical con banda y la de MacLean en la que se separa un pequeño reservorio gástrico del resto del estómago y se une de forma retrocólica con un asa en Y de Roux de 40 cm, con una anastomosis de 100 a 150 cm. Otras variantes más recientes son las de Fobi y la de Capella. Procedimientos mixtos o restrictivos-malabsortivos La derivación biliopancreática o técnica de Scopinaro es una técnica desarrollada en 1979 que combina una resección gástrica con un asa en Y de Roux, dejando como longitud efectiva de digestión y absorción sólo los 50 cm finales de intestino. Su irreversibilidad, el riesgo de la resección gástrica y sus consecuencias funcionales y metabólicas (déficit proteico-calórico, gran número de alteraciones del metabolismo del calcio, hierro y vitaminas liposolubles), hicieron que no fuese reconocida hasta 1991 como una técnica válida de cirugía bariátrica a pesar de que presenta buenos resultados en términos de reducción de peso. En años posteriores, Scopinaro realizó una variante de su propia técnica, adaptando el volumen gástrico al exceso de peso inicial de los pacientes (ad hoc stomach) y aumentando el asa alimentaria intestinal. La variante de Scopinaro o de cruce duodenal, es una variante de la técnica anterior en la que se sustituye la gastrectomía distal por una tubular en la que se preserva el antro pilórico y un corto segmento duodenal, aumentándose también la longitud efectiva intestinal a un metro. Su ventaja es que se mantiene el píloro de tal forma que la ingesta y la digestión es más fisiológica, evitándose la evacuación gástrica rápida o síndrome de dumping. La pérdida de peso obtenida es importante, manteniéndose a largo plazo y con menores complicaciones que la anterior, si bien los pacientes deben de realizar un seguimiento médico estricto durante toda la vida. BIBLIOGRAFÍA Alastrué A, et al 1999 Cirugía de la obesidad grave. Endocrinología y Nutrición 46:22. Albrecht RJ, Pories WJ 1999 Surgical intervention for the severely obese. Baillieres Best Pract Clin Endocrinol Metab 13:149. Brolin RE 1996 Update: NIH consensus conference. Gastrointestinal surgery for severe obesity. Nutrition 12:403. Capella JF, Capella RF 1996 The weight reduction opreation of choice: Vertical banded gastroplasty or gastric bypass. Am J Surg 171:74. Fobi MA 1993 Vertical banded gastroplasty vs gastric bypass: 10 years follow-up. Obes Surg 3:161. Kuzmac Ll 1989 Surgery for morbidly obese patient. 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Este hecho sugirió la existencia de un síndrome metabólico en el que se asocian resistencia a la insulina con o sin diabetes mellitus tipo 2, dislipemia, hipertensión arterial, obesidad abdominal, disfunción endotelial e inflamación vascular. Otros nombres empleados para definir esta asociación han sido, a lo largo de la historia: síndrome X, síndrome de resistencia a la insulina, cuarteto de la muerte o síndrome obesidad-dislipidemia. Como elemento desencadenante de este síndrome se señala a la resistencia a la acción de la insulina en sus tejidos diana y al hiperinsulinismo que resulta de ésta. Por este motivo los términos síndrome metabólico y síndrome de resistencia a la insulina son utilizados con frecuencia como sinónimos. DEFINICIÓN Las guías del 2001 National Cholesterol Education Program (Adult Treatment Panel III) define la existencia de síndrome metabólico cuando están presentes tres de las siguientes condiciones: • obesidad abdominal: circunferencia de cintura >102 cm en varones y >88 cm en mujeres • triglicérido séricos ≥150 mg/dl • colesterol HDL<40 mg/dl en varones o <50 mg/dl en mujeres. • tensión arterial ≥130/85 mmHg • glucemia basal ≥110 mg/dl aunque posteriormente se ha reducido esta cifra a ≥100 mg/dl por recomendación de la Asociación Americana de Diabetes. La Organización Mundial de la Salud propone otra definición en la que requiere la presencia de hiperinsulinemia, glucemia basal ≥110 mg/dl o glucemia a las dos horas de una sobrecarga oral de glucosa ≥200 mg/dl y al menos dos de las siguientes: • obesidad abdominal (Indice cintura cadera >0.9 o circunferencia de cintura ≥94 cm) • dislipemia (triglicéridos ≥150 mg/dl o colesterol HDL <35 mg/dl) • tensión arterial ≥140/90 mmHg o tratamiento farmacológico. El grupo europeo para el estudio de la resistencia a la insulina (EGIR) exige la presencia de resistencia a la insulina o hiperinsulinemia en ayunas (>percentil 75) y la presencia de al menos 2 de las siguientes condiciones: • glucemia en ayunas ≥110 mg/dl • tensión arterial ≥140/90 mmHg o tratamiento farmacológico. • dislipemia ( triglicéridos ≥180 mg/dl o colesterol HDL <40 mg/dl) • obesidad abdominal (índice cintura cadera >0.94 en varones o 0.8 en mujeres o índice de masa corporal ≥30 kg/m2) El principal problema que presentan estas definiciones es la dificultad que entraña el estudio de la insulinorresistencia. Los métodos de estudio se basan en la evaluación de datos de glucemia e insulina obtenidos de forma basal o bien tras estímulo oral o endovenoso. Los métodos más fiables son muy complejos y aplicables sólo a estudios en pocos individuos y con fines experimentales (clamp euglucémico hiperinsulinémico o modelo mínimo por ejemplo) y los métodos más sencillos son menos exactos pero se pueden aplicar a mayor número de individuos y ser utilizados en estudios epidemiológicos, por ejemplo la insulinemia basal o el modelo homeostático HOMA: Insulina basal (µU/mL) x glucemia basal (mmol/L) HOMA IR = -------------------------------------------------------------------22.5 Desde el punto de vista clínico se pueden emplear los siguientes criterios prácticos de sospecha: • obesidad: IMC ≥29.9 kg/m2 • obesidad abdominal (circunferencia de cintura >102 cm en varones y >88 cm en mujeres) • intolerancia a la glucosa, glucemia anormal en ayunas o diabetes mellitus tipo 2. • antecedentes familiares de diabetes tipo 2 • antecedentes personales de diabetes gestacional • triglicéridos ≥150 mg/dl • hipertensión arterial. El síndrome metabólico se ha asociado además a un estado proinflamatorio y protrombótico con niveles elevados de proteína C reactiva, interleukina 6 (IL-6) e inhibidor del activador del plasminógeno (PAI-1) que a su vez se asocian con un aumento del riesgo de diabetes y de enfermedad cardiovascular. Por el momento el manejo del síndrome metabólico no exige la determinación de estos parámetros aunque su empleo parece altamente recomendable. La incidencia cada vez más evidente del síndrome metabólico en niños y adolescentes ha hecho replantear unos criterios diagnósticos aplicables a estas edades basados fundamentalmente en percentiles para cada edad, por ejemplo, triglicéridos o tensión arterial >P95, colesterol HDL <P5 e intolerancia a la glucosa. PREVALENCIA Y FACTORES DE RIESGO La prevalencia del síndrome metabólico va a depender mucho de los criterios empleados para su definición y de la población estudiada. Lo que parece cada vez más evidente es que junto con la diabetes mellitus tipo 2 y la obesidad su incidencia se está incrementando de forma dramática y en las próximas décadas alcanzará proporciones epidémicas. La incidencia de síndrome metabólico está en relación con la edad, la raza, el sobrepeso, el tabaquismo, la dieta rica en carbohidratos, la inactividad física, la menopausia, el no consumo de alcohol y factores genéticos. El síndrome metabólico es un factor de riesgo muy importante en el desarrollo posterior de diabetes mellitus tipo 2 y enfermedad cardiovascular arterioesclerótica. También se ha asociado con otras enfermedades como la esteatosis hepática, nefropatía con microalbuminuria, el ovario poliquístico o la apnea de sueño. PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO Se han publicado diferentes trabajos en los que se demuestra la posibilidad de prevenir el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2 bien con estrategias basadas en un cambio de estilo de vida (dieta y ejercicio) o con fármacos (metformina o acarbosa fundamentalmente). De todas ellas la estrategia más eficaz es la actuación sobre la dieta y la actividad física disminuyendo la ingesta de grasas e hidratos de carbono de acción rápida así como incrementando el consumo de cereales, frutas y verduras. La actividad física regular no sólo actúa favoreciendo la pérdida de peso sino que resulta más eficaz en la pérdida de grasa abdominal sin necesidad de realizar ejercicio extenuante. Son suficientes 30 minutos diarios de paseo moderadamente intenso. La reducción del riesgo cardiovascular pasa por un control estricto de todos aquellos factores implicados como son el tratamiento intensivo de la hipertensión arterial (TA <130/85; 130/80 en diabéticos), la dislipidemia (colesterol LDL <80-100 mg/dl), la diabetes mellitus y el empleo de tratamiento antiagregante, al menos en pacientes con enfermedad cardiovascular y el abandono del hábito tabáquico. En la elección del fármaco más adecuado para el tratamiento de la diabetes en estos pacientes, hay que tener en cuenta que tanto la metformina como las thiazolidinedionas además de su efecto hipoglucemiante presentan acciones específicas frente a la resistencia a la insulina en sus órganos diana que mejoran otros aspectos del síndrome metabólico. En personas con síndrome metabólico sin diabetes se recomienda tratar los estados de prediabetes como la glucemia basal alterada o la intolerancia a la glucosa, en principio con un programa de dieta y ejercicio pero pueden ser candidatos a tratamiento con metformina o acarbosa. El síndrome metabólico supone, en definitiva, una "amenaza fantasma" que se desarrolla de forma larvada y progresiva determinando un importante compromiso cardiovascular en la persona afecta. La alta prevalencia actual de las patologías que se asocian en él y las inquietantes perspectivas futuras sobre su evolución en forma epidémica justifican la necesidad de un esfuerzo mayor en su estudio, diagnóstico, prevención y tratamiento. BIBLIOGRAFÍA Alberti KG, Zimmet PZ 1998 Definition, diagnosis and classification of diabetes mellitus and its complications. Part 1: diagnosis and classification of diabetes mellitus provisional report of a WHO consultation. Diabet Med 15:539. Balkau B, Charles MA 1999 Comment on the provisional report from the WHO consultation. European Group for the Study of Insulin Resistance (EGIR). Diabet Med 16:442. Cerrato J, Araujo D 2003 Resistencia a la acción de la insulina. Evolución histórica del concepto. Técnicas para el estudio in vivo en humanos. Endocrinología y Nutrición 50:396. Chen J, et al. 2004 The metabolic syndrome and chronic kidney disease in U.S. adults. Ann Intern Med 140:167. Chiasson JL, Josse RG, Gomis R, Hanefeld M, Karasik A, Laakso M for the STOP-NIDDM Trial Research Group 2002 Acarbose for prevention of type 2 diabetes mellitus. The STOP-NIDDM randomised trial. Lancet 359:2027. Executive Summary of The Third Report of The National Cholesterol Education Program (NCEP) 2001 Expert Panel on Detection, Evaluation, And Treatment of High Blood Cholesterol In Adults (Adult Treatment Panel III) JAMA 285:2486. 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Lo único que los médicos habían logrado descubrir intuitivamente hasta ese momento, es que si se reducía mucho la dieta se le lograba prolongar la vida. Pero, en definitiva, lo que se ganaba era algunos meses en una evolución que era inexorablemente fatal. Patogenia de la DM La diabetes es un déficit absoluto o relativo de insulina producida por las células β del páncreas. El concepto absoluto relativo resulta de importancia puesto que existen varios tipos de diabetes, aunque básicamente el 90% de la población enferma se puede dividir en dos grupos: DM tipo 1 y DM tipo 2. En la DM tipo 1 hay un déficit absoluto de insulina (el páncreas apenas produce insulina), mientras que en la tipo 2 el páncreas sigue siendo capaz de producir insulina pero no la suficiente para las necesidades del organismo. En condiciones normales, la insulina producida por el páncreas va a actuar sobre diferentes tejidos (principalmente músculo, hígado, tejido adiposo) activando los transportadores de glucosa. Cuando la insulina se une a sus receptores los transportadores de glucosa (que están en el citoplasma) se movilizan a la membrana plasmática y las células son capaces de incorporar glucosa desde el exterior. En ausencia de insulina, las células son incapaces de movilizar los transportadores de glucosa y, en consecuencia, son incapaces de captar la glucosa circulante. Por tanto, en la diabetes nos vamos a encontrar con una situación muy curiosa: circulan cantidades muy elevadas de glucosa en la sangre, pero las células no son capaces de captarla, con lo que se va a producir un aumento de los niveles circulantes de glucosa (hiperglucemia). Cuando la hiperglucemia es lo suficientemente elevada como para a forzar el dintel renal, se produce la pérdida de glucosa con la orina (glucosuria). Debido a que la glucosa tiene una gran fuerza osmótica, la presencia de elevadas concentraciones de glucosa en la orina produce un aumento de la diurésis (diuresis osmótica) responsable de la aparición de poliuria. La eliminación de grandes cantidades de orina con alto contenido en glucosa es un signo clave en la DM y, de hecho, antes de existir determinaciones bioquímicas de la glucosa, el diagnóstico de DM se establecía simplemente probando la orina para detectar la presencia de glucosa (sabor dulce). Al eliminar mucha orina (y por lo tanto mucho agua) se va a producir sed y aumento de la ingesta de líquido (polidipsia). Si el déficit de insulina es severo, la gran pérdida de glucosa que se produce por la orina va a producir pérdida de peso que puede llegar a desembocar en un cuadro de malnutrición que, como vimos anteriormente, puede llegar a matar al paciente si no se instaura un tratamiento adecuado. Además, al no poder captar las células la glucosa se va a dificultar la generación de ATP, por lo que se produce un cuadro de astenia acompañado de aumento del apetito (polifagia) y adelgazamiento, debido a que el tejido adiposo no puede utilizar glucosa para sintetizar lipidos (figura 38.1). Este cuadro sería el típico de la diabetes mellitus tipo 1, la que se produce cuando no existe insulina. Sin embargo, en la DM tipo 2 la astenia, el adelgazamiento y la polifagia muchas veces están ausentes porque los niveles de insulina existentes son suficientes. E 4 / N4 / 1. 9 & -+ 1. 1. B Figura 38.1. Patogenia de la DM Comparado con un paciente no diabético, los pacientes con los pacientes con DM tipo 2 presentan, antes de que se manifieste la enfermedad, nivles de insulina superiores a los de las personas sanas. La base de la DM tipo 2 es que los receptores de insulina no funcionan bien, es decir, hay una resistencia a la acción de la insulina. Al no haber respuesta a la insulina, el páncreas produce más insulina, generándose una situación de sobrestimulación. En aquellas personas en las que por condicionamientos genéticos su páncreas endocrino es más débil las células β comienzan a fracasar y, en un momento determinado, este fracaso va a determinar que disminuya la producción de insulina. La combinación de menor secreción de insulina con la resistencia a la insulina hace que se manifieste el cuadro de DM. La principal situación que hace que se manifieste la resistencia periferica a la insulina es la obesidad (es decir, la obesidad es la causa más importante de DM tipo 2). Dado que en la actualidad existe una epidemia mundial de obesidad dentro de unos años se producirá una epidemia de DM tipo 2. Por el contrario, en el caso de la DM tipo 1, el proceso se origina por una agresión autoinmune del páncreas en la que las células β son inicialmente atacadas por anticuerpos específicos, seguido de un ataque mediado por células T, que van a ocasionar su destrucción. En este caso lo que produce es un déficit absoluto de insulina (sin que exista un exceso previo), y sin que exista ningún problema con los receptores. Lo que pasa es disminuye progresivamente el número de células β hasta que queda una minima cantidad residual incapaz de mantener los niveles de insulina necesarios. Epidemiología de la DM Se calcula que existen unos 120 millones de personas afectadas en el mundo (lo que supone, aproximadamente, un 5% de la población), aunque probablemente las cifras son mucho más altas debido a que no hay datos fiables de numerosos países dentro de los que se incluyen algunos muy poblados como la China o la India. El tipo 2 es más común que el tipo 1 y su incidencia aumenta a un mayor ritmo. No hay diferencias en la incidencia entre hombres mujeres. En España la DM afecta al 4-5% de la población, si bien existen 1,8 millones de diabéticos potenciales ya que la mitad de los diabéticos tipo 2 no están diagnosticados. Cada año se producen 200-800 nuevos casos/100000 habitantes de tipo DM 2. La obesidad y la edad son fundamentales para el desarrollo de este tipo de diabetes. El sobrepeso y la falta de ejercicio físico pueden ser relativamente bien tolerados cuando el sujeto es joven, pero a medida que envejece su tolerancia disminuye, aumentando el riesgo de desarrollar una diabetes tipo 2. Por lo tanto es fundamental poner en marcha medidas para combatir el exceso de peso y la falta de ejercicio cuando los sujetos son todavía jóvenes. En la DM tipo 1 la incidencia es menor y presenta una importante variabilidad geográfica. En algunos países, como en el caso de Finlandia, cada año se producen es 40 casos/100.000 habitantes, mientras que en Japón tan solo se registra 1 nuevo caso por cada 100000 habitantes al año. España se sitúa en una posición intermedia con 10,6-10,9 casos/100.000 habitantes al caño. La causa de esta gran variabilidad no se conoce, aunque parece que existe un gradiente de incidencia norte-sur. Sin embargo, llaman también la atención algunos casos como el de Cerdeña que tiene un nivel de incidencia similar a la de Escandinavia. Pero incluso, analizando con detalle los datos de Cerdeña, vemos que dentro de la isla hay zonas con muy alta incidencia y otras con una incidencia muy baja. Todavía no sabemos qué provoca la agresión autoinmune en la DM tipo 1, pero lo que sí se sabe es que las apariciones de DM están muy asociadas con el invierno y más concretamente con periodos gripales, por lo que se supone que existe una infección viral que provoca la agresión autoinmune. Tabla 38.1. Incidencia de la DM tipo 1 País Finlandia Noruega Reino Unido Polonia Francia España Italia Cerdeña Grecia Turquia Japón casos/100.000 habitantes/año 40 21 27 6 8 11 8 30 7 6 1 La mortalidad de los pacientes con DM duplica a la de los sujetos no diabéticos. También se duplica o triplica el riesgo de sufrir un ACV. La DM es la segunda causa de fracaso renal terminal y el 30% de los diabéticos termina en diálisis o sometido a trasplante. La DM es también la causa número 1 de ceguera en el mundo industrializado, y la primera causa de amputaciones no traumáticas de miembros. Por todo ello, es fácil entender que la carga económica de la DM sobre el sistema sanitario es brutal. En la actualidad, un 5% del gasto sanitario en utilizado tratamientos relacionados con la DM (lo que supuso, en España un gasto de unos 51700 millones en el año 2002), por lo que estamos ante una patología que puede llegar a ser capaz de desequilibrar los sistemas sanitarios de países desarrollados. Además, como la esperanza de vida aumenta en estos países, aumenta también la probabilidad de desarrollar DM tipo 2. En países con un menor grado de desarrollo, en los que la cobertura sanitaria no alcanza a una gran parte de la población, la DM produce un importante número de muertes en personas que no pueden afrontar el coste del tratamiento. Complicaciones de la DM Las complicaciones crónicas de la DM se dividen en tres grandes categorías (véase capítulo 42) microangiopatía, macroangiopatía y neuropatía. La microangiopatía es la principal responsable de las alteraciones oculares y renales que se producen en la DM. La retinopatía diabética se caracteriza por la aparición de exudados y hemorragias. La lesión puede llegar a afectar a todo el árbol retiniano y, con el tiempo, provoca una falta de oxigenación de los tejidos retinianos que produce un aumento de la liberación de factores de crecimiento que estimulan la proliferación vascular. Esta proliferación vascular es desordenada, los vasos neoformados crecen hacia el vítreo, traccionando de la retina, lo que provoca mayores hemorragias y desprendimientos de retina que pueden causar ceguera. El tratamiento de la retinopatía diabética se realiza mediante fotocoagulación con láser. Aunque no se conoce la base de su funcionamiento, la eficacia de la fotocoagulación se demostró en estudios en los que se coagulaba únicamente un ojo, pudiéndose comprobar que mostraba una mayor resistencia al desarrollo de la retinopatía. Se cree que lo que ocurre es que si se destruye parte de la retina disminuye la reacción hipóxica y, por lo tanto, la producción de factores de crecimiento. La microangioptaía es también la responsable de la aparición de la nefropatía diabética, con sus graves consecuencias: fracaso renal, diálisis, trasplante renal, y contribuye al desarrollo de la neuropatía por afectación de los vasa nervorum. La neuropatía diabética produce alteraciones de la sensibilidad y parálisis musculares que muchas veces se resuelve espontáneamente en poco tiempo. La pérdida de sensibilidad cutánea (junto con las alteraciones macrovasculares y microvasculares) es la responsable de la aparición del denominado mal perforante plantar. Los pacientes pierden la sensibilidad al roce de los zapatos lo que provoca úlceras que se infectan y son una de las causas del elevado índice de amputaciones en los pacientes diabéticos. Además, la pérdida de circulación por los problemas circulatorios dificulta la regeneración de los tejidos lesionados. El mal perforante se produce en las zonas de apoyo. Tratamiento de la DM La historia de la dm cambió radicalmente con el descubrimiento de la insulina por Banting y Best. Hasta ese momento se conocía ya la existencia de alguna sustancia en el páncreas que estaba relacionada con la aparición de diabetes, ya que cuando se extirpaba el páncreas a animales de experimentación (perros) estos desarrollaban diabetes. Banting y Best obtuvieron extractos pancreáticos de perros y con algo de fortuna (porque era difícil evitar que, con su método de extracción las enzimas pancreáticas degradara la insulina) encontraron que tras la administración de dichos extractos en perros diabéticos, se producía una disminución de los niveles de glucosa circulante. Posteriormente se comprobó que la hormona capaz de producir el citado efecto procedía de los islotes (ínsulas) pancreáticos por lo que se denominó insulina. Banting fue galardonado con el premio Nobel por este descubrimiento (posteriormente compartiría dicho premio con Best). Tras el descubrimiento de la insulina, diversas empresas farmacéuticas comenzaron a purificar insulina para uso humano (inicialmente de páncreas de cerdo sobre todo). En un tiempo record (2-3 años) estas preparaciones comerciales estuvieron ya disponibles, con lo que el pronóstico de los pacientes diabéticos cambió radicalmente Hoy en día ya no se usa insulina extractiva en España. Toda la insulina que se utiliza es generada por ingeniería genética, generalmente en bacterias. De hecho, ya no se produce en bacterias insulina humana sino que hemos pasado a la producción de análogos de insulina que funcionan unos de una forma más retardada que la insulina natural y otros de una forma más aguda. En definitiva, aunque resulta enormemente difícil, se trata de imitar, inyectando insulina a un paciente, los picos de insulina que, de forma natural, se producen tras las comidas. En el caso de la insulina retardada, la insulina circulante aumenta tras la inyección, se mantiene activa durante 8-10 horas y después desaparece. Si administramos una segunda inyección ocurre lo mismo, con lo que con dos inyecciones al día podríamos tratar al paciente. Sin embargo, con este tratamiento no conseguimos reproducir lo que hace el páncreas, que libera insulina en respuesta a las necesidades del organismo, y deja de liberarla cuando ya no se necesita. Es decir, con este tipo de tratamiento conseguimos mejorar notablemente la situación del paciente, pero sigue existiendo un desfase entre lo que el paciente necesita y lo que le aportamos: habrá momentos en los que la insulina inyectada no sea suficiente para las necesidades del organismo, y momentos en lo que ocurre lo contrario, administramos más insulina de la que se necesita. Con todo, mediante la combinación de diversos tipos de insulina y diferentes pautas de tratamiento hemos logrado mejorar la supervivencia de los pacientes diabéticos que, además, hacen una vida prácticamente normal. Sin embargo no hemos conseguido evitar las complicaciones que aparecen al cabo de los 20-30 años aun en los pacientes mejor tratados. Lo único que podemos consegur en pacientes bien controlados es retrasar la aparición de complicaciones, pero no evitarlas (véase capítulo 42). En el estudio DCCT (realizado en los EE.UU.) se comparó a lo largo de 9 años a pacientes con DM tipo 1 sometidos a un tratamiento convencional (2 inyecciones al día) y a un tratamiento intensivo. Los pacientes bien controlados, sometidos a un tratamiento intensivo, la nefropatía diabética, la retinopatía diabética y la mortalidad cardiovascular y cerebrovascular o no aparecían o se retrasaban notablemente. Además con la pauta intensiva los niveles de Hb glucosilada descienden más que con el tratamiento convencional, acercándose a los valores medidos en sujetos sanos. Resultados similares se obtuvieron posteriormente al comparar en Inglaterra ambos tipos de tratamiento en sujetos con DM tipo 2. BIBLIOGRAFÍA Brownlee M 2001 Biochemistry and molecular cell biology of diabetic complications. Nature. 414:813. Chaillous L, et al. 2000 Oral insulin administration and residual beta-cell function in recent-onset type 1 diabetes: a multicentre randomised controlled trial: Diabete Insuline Orale group. Lancet 356:545. Greenbaum CJ, Harrison LC on behalf of the Immunology of Diabetes Society 2003 Guidelines for Intervention Trials in Subjects With Newly Diagnosed Type 1 Diabetes. Diabetes 52:1059. Larsen PR, Kronenberg HM, Melmed S, Polonsky KS 2002 Williams Textbook of Endocrinology (10th ed.) Saunders. Jane EB, Reusch J 2003 Diabetes, microvascular complications, and cardiovascular complications: what is it about glucose? Clin Invest 112:986. Shah S, Malone J, Simpson N 1989 A randomized trial of intensive insulin therapy in newly diagnosed insulin-dependent diabetes mellitus. N Engl J Med 320:550. Sheetz MJ, King GL 2002 Molecular understanding of hyperglycemia’s adverse effects for diabetic complications. JAMA 288:2579. RECURSOS DE INTERNET www.atlasdiabetes.com CAPÍTULO 39 FISIOPATOLOGÍA DE LA DIABETES MELLITUS TIPO 2 , La fisiopatología de la DM tipo 2 es compleja e implica la interacción de factores ambientales (consumo calórico excesivo que conduce a la obesidad y la vida sedentaria) y genéticos, aunque existen 3 alteraciones constantes: • resistencia a la acción de la insulina en los tejidos periféricos: músculo, grasa y especialmente el hígado. • secreción alterada de la insulina en respuesta al estimulo con glucosa • producción aumentada de glucosa por el hígado Si exceptuamos las formas monogénicas especificas de enfermedad que pueden ser el resultado de defectos que están confinados a las vías de regulación de la acción de la insulina en el músculo, el hígado o la grasa o de los defectos de la secreción de la insulina en las células β del páncreas, no se conoce la forma de interacción de los factores genéticos, medioambientales y fisiopatológicos para desencadenar el inicio de la DM tipo 2. De hecho, las formas más frecuentes de DM tipo 2 son de naturaleza poligénica y se deben a la combinación de una secreción anormal de la insulina y a la resistencia a la insulina. Desde el punto de vista fisiopatológico, es la incapacidad de las células β del páncreas para adaptarse a la reducción de la sensibilidad a la insulina que se produce a lo largo de la vida en las personas en momentos como la pubertad, embarazo, estilo de vida sedentario o exceso de alimentación, la que conducirá a la obesidad, lo que precipita el inicio de la DM tipo 2. Una predisposición genética de base parece ser un factor crítico en determinar la frecuencia de su aparición FORMAS MONOGÉNICAS DE DIABETES TIPO 2 Estas formas de diabetes tipo 2 son relativamente raras pero se han identificado varios genes implicados (tabla 39.1). Suelen ocurrir en personas jóvenes, a menudo en las 2 ó 3 primeras décadas de la vida aunque si solo se producen pequeñas elevaciones de la glucemia la enfermedad puede pasar desapercibida hasta etapas más avanzadas de la vida. El gen implicado es tanto necesario como suficiente para producir la enfermedad. Los factores ambientales juegan un pequeño papel, si es que juegan alguno. Tabla 39.1. Formas monogénicas de diabetes tipo 2 Asociadas con resistencia a la insulina Mutaciones en el receptor del gen de la insulina Resistencia a la insulina tipo A Leprechaunismo Síndrome de Rabson-Mendenhall Diabetes Lipoatrofica Mutaciones en el gen PPAR-λ Asociadas con un defecto en la secreción de insulina Mutaciones en los genes de la insulina o proinsulina Mutaciones en los genes mitocondriales Diabetes de la edad adulta que comienza en la juventud (MODY) HNF-4a (MODY 1) Glucoquinasa (MODY 2) HNF-1a (MODY 3) IPF-1 (MODY 4) HNF-1b (MODY 5) NeuroD1/β (MODY 6) Formas monogénicas de diabetes asociadas a la resistencia a la insulina: mutaciones del receptor de la insulina Se han identificado más de 70 mutaciones diferentes como responsables de la aparición de diabetes tipo 2. En todas ellas existe resistencia a la insulina (RI) que puede ser grave o leve. Estas mutaciones pueden alterar la función del receptor por varios mecanismos incluyendo: • descenso en el número de receptores, que se expresan en la superficie de las células por un descenso en la tasa de la biosíntesis (clase 1) • inhibición del transporte de receptores a la membrana (clase 2) • disminución de la afinidad de la unión a la insulina (clase 3) • inactivación de la función tirosinquinasa del receptor (clase 4) • aceleración en la tasa de degradación de los receptores (clase 5) Dentro de este grupo se incluyen: • la resistencia insulínica tipo A, caracterizada por resistencia a la insulina leve, acantosis nigricans e hiperandrogenismo. • leprechaunismo, que cursa con crecimiento intrauterino retardado, hipoglucemia en ayunas, y fallecimiento en el 1er o 2º año de vida. • síndrome de Rabson-Mendenhall, caracterizado por talla baja, abdomen protuberante, alteraciones en los dientes y uñas e hiperplasia pineal. En este síndrome la RI es grave Formas monogénicas de diabetes asociadas a la resistencia a la insulina: diabetes lipoatrófica Clínicamente se caracterizan por escasez de grasa, resistencia a la insulina e hipertrigliceridemia, junto con lipoatrofia y lipodistrofia. Tiene distintas formas genéticas: • lipoatrofia parcial que respeta la cara: síndrome de Dunnigan o síndrome de Koberling-Dunnigan (forma autosómica dominante producida por las mutaciones del gen A/C lamina). • lipoatrofia generalizada congénita: síndrome de Seip-Berardinelli (forma autosómica recesiva). Formas monogénicas de diabetes asociadas a la resistencia a la insulina: mutaciones de PPARγγ Las mutaciones del PPARγ (peroxisome proliferator-activated receptor γ) pueden producir DM tipo 2 de comienzo precoz. Se detectaron dos mutaciones heterocigotas diferentes en el dominio que se unía al ligando del PPARγ en 3 personas con resistencia grave a la insulina. Al analizar la estructura cristalina del PPRAγ se comprobó que las mutaciones desestabilizan la hélice 12, que interviene en la activación trans. Ambas mutaciones presentaban una activación transcripcional muy disminuida e inhibían la acción del PPRAγ de tipo salvaje coexpresado de manera dominante negativa. Un polimorfismo aminoácido frecuente (Pro12Ala) en PPRAλ se ha asociado también con la DM tipo 2. Las personas homocigotas para el alelo Pro12 son más resistentes a la insulina que las que tienen el alelo Ala 12 y tienen un aumento del riesgo de 1,25 para la aparición de la diabetes. Formas monogénicas de diabetes asociadas con defectos de la secreción de insulina: síndromes de insulina mutada Constituyen una forma leve de diabetes mellitus no insulino-dependiente con hiperinsulinemia marcada, aunque estos pacientes responden a la administración de insulina exógena. La hiperinsulinemia se debe a la presencia de una insulina o proinsulina anormal y de sus productos de degradación. Estas concentraciones elevadas de insulina se deberían a la presencia de mutaciones en las regiones de la molécula de insulina que son importantes para la unión al receptor, especialmente el extremo COOH de la cadena B de la insulina. El hígado es el principal lugar de eliminación de la insulina mediado por el receptor por lo tanto las formas mutadas de la insulina se eliminan más lentamente produciendo hiperinsulinemia. Además las mutaciones de la proinsulina pueden reducir su conversión a insulina lo que lleva a su acumulación. La proinsulina tiene reactividad cruzada con casi todas las pruebas comerciales de determinación de insulina y solo se puede distinguir por la cromatografia de alta afinidad o con pruebas especificas. Se ha descrito también un paciente con una mutación de la prohormona convertasa I una de las enzimas responsables de la conversión de proinsulina en insulina Formas monogénicas de diabetes asociadas con defectos de la secreción de insulina: diabetes mitocondrial Las mitocondrias juegan un papel fundamental en la secreción de la insulina especialmente en respuesta a la glucosa. Se ha visto que una transición A-G en el gen del tRNALeu (UUR) mitocondrial en el par de bases 3243 se asocia con una diabetes transmitida por vía materna y con una sordera neurosensorial. En otras personas esta mutación se asocia con diabetes y con el síndrome de miopatía mitocondrial, encefalopatía, acidosis láctica, y episodios de ictus (síndrome MELAS) Se han visto en varios pacientes con una mutación mitocondrial una secreción anormal de insulina incluso con glucemia normal o con una intolerancia a la glucosa que no han desarrollado diabetes. Formas monogénicas de diabetes asociadas con defectos de la secreción de insulina: diabetes de la edad adulta que comienza en la juventud (MODY) Es un grupo genética y clínicamente heterogéneo de alteraciones que se caracterizan por una diabetes no cetógena, con forma de herencia autosómica dominante y de inicio antes de los 25 años, con frecuencia en la infancia o adolescencia con un defecto primario en la función de las células β pancreáticas (alteración en la respuesta secretora de insulina). Puede ser el resultado de la mutación de al menos uno de 6 genes posibles. Uno de estos genes codifica la enzima glucolítica glucocinasa (MODY2). Los otros 5 codifican factores de transcripción: • factor nuclear del hepatocito (HNF)-4α (MODY1) • factor nuclear del hepatocito (HNF)-1α (MODY3) • factor nuclear del hepatocito (HNF)-IPF-1 (MODY4) • factor 1 promotor de insulina 1β (MODY5) • activador trans 2 E-box de la diferenciación neurogénica/célula • (NeuroD1/β2 (MODY6) Todos estos genes se expresan en las células pancreáticas β productoras de insulina y mutaciones heterocigotas producen diabetes por disfunción de dichas células β. En otras formas de MODY se producen alteraciones de la función del hígado y del riñón lo que es un reflejo de la expresión de los factores de transcripción en estos tejidos. Los factores no genéticos que afectan a la sensibilidad a la insulina (infección, pubertad, embarazo y rara vez la obesidad) pueden desencadenar el inicio de la diabetes y afectar a la gravedad de la hiperglucemia en la diabetes tipo MODY pero no juegan un papel significativo en el desarrollo de MODY. Clínicamente se caracteriza por un aumento leve y asintomático de la glucemia en un niño, adolescente o adulto joven con historia significativa de diabetes presente en 3 generaciones sucesivas, lo que sugiere herencia autosómica dominante y ausencia de obesidad. La prevalencia es del 1%-5% de los casos de diabetes en EEUU y países industrializados. Efectos funcionales de los genes MODY La glucocinasa se expresa en sus niveles más altos en las células β pancreáticas y en células hepáticas. Cataliza la transferencia de fosfato desde el ATP a la glucosa para generar glucosa-6-fosfato. Esta reacción es el primer paso limitante en el metabolismo de la glucosa. Funciona como sensor en las células β mediante el control de la tasa de entrada de glucosa en la vía glucolítica y su posterior metabolismo. En el hígado la glucocinasa juega un papel fundamental en la capacidad de almacenar glucosa como glucógeno especialmente en situaciones postprandiales. Las mutaciones heterocigotas que producen déficit parcial de la glucocinasa se asocian con MODY y las homocigotas que producen un déficit completo dan lugar a diabetes neonatal permanente. El aumento de la glucemia plasmática se debe a una combinación de disminución de insulina inducida por glucosa en las células pancreáticas y a una reducción en el almacenamiento de glucogéno en el hígado después de la ingesta de glucosa Los factores nucleares del hepatocito 1α,1β y 4α juegan un papel en la regulación específica de tejido de la expresión de los genes en el hígado y en otros tejidos como riñones y tejido genital. El HNF-1α y el HNF-1β son miembros de una familia de factores de transcripción homeodomain, y el HNF-4α es un receptor nuclear huérfano. Los 3 forman parte de una red interactiva de factores de transcripción que funciona conjuntamente tanto para controlar la expresión génica durante el desarrollo embrionario como en los tejidos adultos en los que se coexpresan. En las células β del páncreas estos factores de transcripción regulan la expresión de los genes de insulina así como de las proteínas implicadas en el transporte y metabolismo de la glucosa y en el metabolismo mitocondrial, todos ligados a la secreción de insulina y al metabolismo de las lipoproteínas. Las personas con diabetes por mutación de estos genes tienen defectos en las respuestas secretoras de la insulina, especialmente la glucosa ya que aparecen antes del inicio de la hiperglucemia lo que sugiere que representan un defecto funcional primario. El IPF-1 (factor 1 promotor de la insulina) es un factor de transcripción que contiene un homeodomain que se aisló inicialmente como un regulador transcripcional de los genes de la insulina y somatostatina. Puede jugar un papel central en el desarrollo del páncreas, así como en la regulación de la expresión de los distintos genes de los islotes pancreáticos, entre los que se incluyen, además de los genes de la insulina, los de la glucocinasa, del polipeptido amiloide de los islotes y del transportador 2 de la glucosa. Parece intervenir también en la estimulación de la transcripción del gen de la insulina Un niño nacido con agenesia pancreática tenía una mutación del IPF-1 que carecía del homeodomain necesario para la unión y localización nuclear del DNA. Los portadores heterocigotos de una mutación del IPF-1de la misma familia desarrollaron una forma autosómica dominante de comienzo precoz de diabetes (MODY) producida por una inhibición negativa dominante de la transcripción del gen de la insulina y de otros genes específicos de las células beta regulados por el IPF-1 mutado Por último, el factor de transcripción básico hélice-lazo-hélice Neuro D1/β2 se aisló por su capacidad de activar la transcripción del gen de la insulina y es necesario para el desarrollo normal de los islotes pancreáticos. Se han descrito 2 pacientes con mutaciones heterocigotas en NeuroD1 y con diabetes y se ha identificado un tercero en la población islandesa. Es una causa rara de MODY GENÉTICA DE LAS FORMAS POLIGÉNICAS DE LA DIABETES TIPO 2 En las formas poligénicas de la diabetes tipo 2, tanto los factores genéticos y ambientales son fundamentales. Las manifestaciones fenotípicas en los distintos tejidos son complejas, e incluyen la resistencia a la acción de la insulina en músculo, tejido adiposo, e hígado, los defectos de las respuestas secretoras de la insulina de las células β y los aumentos en la producción hepática de glucosa. La RI es la primera manifestación en las personas predispuestas a padecer diabetes tipo 2. El abordaje del gen candidato no ha tenido éxito en la identificación de los genes responsables ya que este proceso implica identificación y posterior clonación de los genes que se sabe están implicados en las vías que regulan el metabolismo de la glucosa, la detección sistemática de las variantes de estos genes y la valoración de la frecuencia de estas variantes en los casos y en los controles. Se han utilizado análisis de ligamiento para el estudio de regiones definidas de DNA cromosómico compartido en exceso por familiares afectados. Los padres se tipifican genéticamente para un determinado marcador y los hijos se clasifican como cero, uno o dos alelos heredados de los padres. Se determinan genéticamente marcadores en miembros de la familia en las regiones de las repeticiones polimórficas conocidas como microsatélites o repeticiones simples en tándem. Se genotipifican 300 ó 400 microsatélites a intervalos de 10 centiMorgans y se utilizan estrategias de clonación posicional para encontrar el gen dentro de esta amplia región. Se ha visto que las variaciones genéticas en el gen que codifica un miembro que se expresa de manera ubicua de la familia de las proteasas de la cisteína de tipo calpaína, la calpaína 10 (CAPN10) se asocia con un aumento del riesgo de diabetes tipo 2. Parece que los efectos de los polimorfismos de riesgo están mediados por una disminución de la expresión de calpaína10 en tejidos relevantes. Este polimorfismo se asocia con una reducción del ácido ribonucleico mensajero RNA y con resistencia a la insulina en los indios Pima población con riesgo muy alta de padecer diabetes tipo 2. BIBLIOGRAFÍA Larsen PR, Kronenberg HM, Melmed S, Polonsky KS 2002 Williams Textbook of Endocrinology (10th ed.) Saunders. CAPÍTULO 40 AVANCES EN EL DIAGNÓSTICO DE LA DIABETES MELLITUS 2 La diabetes mellitus es una enfermedad caracterizada por la hiperglucemia crónica, la cual acaba generando complicaciones crónicas. Esta enfermedad está en plena fase de aumento de la prevalencia en el primer mundo, por lo que cada vez cobra mayor importancia. En este sentido es fundamental realizar un diagnóstico adecuado y lo más precoz posible. La forma de diagnosticar la diabetes ha pasado por cuatro períodos a lo largo de la historia, que estudiaremos a continuación. Estos períodos son: • período descriptivo de la enfermedad. • período bioquímico, de caracterización de las alteraciones fisiopatológicas de base. • período terapéutico, que se caracteriza por la disponibilidad de administración de insulina y antidiabéticos orales • período de screening, que es el más interesante. Es en el que nos encontramos actualmente, y en él se están refinando los métodos de diagnóstico. PERÍODO DESCRIPTIVO Existen descripciones excepcionales de la diabetes desde tiempos muy antiguos. La primera descripción de la diabetes aparece en el papiro de Ebers (Luxor 1500 a.C.), en el se formula por primera vez un tratamiento para disminuir la poliuria, y se describe un cuadro que se puede identificar con las manifestaciones de la diabetes mellitus. Pero no solo aparecen descripciones en el antiguo Egipto, en el sánscrito ya existen numerosas referencias a sujetos con “orina de miel”. Sucruta, médico Hindú del s. V a.C., describe una enfermedad producida por el consumo excesivo de arroz, harina y azúcar, que se da sobre todo en los ricos: “el enfermo adelgaza, está cansado y tiene abundantes micciones”. Esta podemos considerar que es la primera descripción de la diabetes tipo 2. Tchang Tching King, un médico chino del S II d.C., describe una enfermedad de la sed, que probablemente es una diabetes s. Pero la primera descripción exhaustiva de diabetes mellitus tipo 1, la da Areteo de Capadocia en el s. II d.C., ya aparece el término diabetes, y se refiere a una enfermedad que aparece en los niños con sintomatología muy florida: “la enfermedad llamada Diabetes es muy rata y para muchos sorprendente. Es una afección de la carne y las partes sólidas del cuerpo, que se funden transformándose en orina. Esta enfermedad es lenta en desarrollarse pero una vez manifiesta, al enfermo no le queda mucho tiempo de vida, la licuefacción progresa muy rápidamente y la muerte a veces es fulminante, pone fina una vida plena de dolores y disgustos. Los enfermos tienen un ser intolerable y no existe forma de impedirle beber y orinar a continuación...me parece que esta enfermedad haya recibido el nombre de sifón (o diabetes) es porque el líquido sale del cuerpo de los enfermos justamente como un sifón, la orina no queda en el cuerpo sino que se limita a pasar por el como dentro de un tubo”. El término mellitus significa “de miel”, por tanto la denominación diabetes mellitus, significa “sifón de miel”. Areteo relata la sintomatología característica de la DM. La supervivencia en los pacientes con diabetes mellitus tipo I antes de la disponibilidad de la insulina era muy limitada, y los sujetos estaban sometidos a tremendos sufrimientos, como el destaca. PERÍODO BIOQUÍMICO En este período además de proseguir con las descripciones de la enfermedad, se empieza a vislumbrar la causa de la diabetes en base a los cambios bioquímicos que empiezan a ser detectables en estos pacientes. Para llegar a este período se requirieron cerca de 1500 años de historia, hasta que Tomas Willis (1621-1675) diferenció entre diabetes mellitus o anglicus, en la que la orina de los sujetos es tremendamente dulce, y diabetes insípida. Como es sabido, ambas tienen causa diferente, la diabetes mellitus se debe a la incompetencia de la insulina en su función sobre las células, la diabetes insípida se debe a defectos en el mecanismo funcional de la vasopresina u hormona antidiurética. Esta clasificación se mantiene en la actualidad. En los dos siglos siguientes se sucedieron los avances. Así, Matthew Dobson (1745-1784), demuestra que el sabor dulce de la orina es debida a la presencia de azúcar. Otro médico ingles, John Rollo (1797), demuestra la naturaleza metabólica de la enfermedad e inicia las primeras medidas terapéuticas con la dieta. Pero no será hasta finales del S. XIX en que Claude Bernard y otros investigadores inician los estudios sobre la fisiología del metabolismo de la glucosa, que conducirán a la compresión de la enfermedad. Como hallazgo clínico fundamental en esta época hay que destacar a otro médico francés, Lanceraoux, que en 1887 gracias a la restricción calórica que sufre la población de Paris por el asedio de las tropas de Prusia, describe la diabetes grasa, que “comienza de forma insidiosa y con acúmulo de peso. Las fuerzas físicas y espirituales permanecen casi íntegras y si el diabético se somete a dieta normalmente es capaz de continuar con su profesión y raramente se convierte en inválido”, y la diferencia de la diabetes magra, “de comienzo brusco, aparece en medio de un estado de perfecta salud con un rápido disminuir de las facultades intelectuales y sobre todo de la forma física”. Es la primera diferenciación clínica entre diabetes tipo 1 y tipo 2. PERÍODO TERAPÉUTICO En 1921 se inicia el período terapéutico moderno con el descubrimiento de Banting y Best de que la insulina que producida por el páncreas y puede usarse para tratar la diabetes. Este descubrimiento cambió radicalmente la perspectiva de supervivencia de los diabéticos tipo 1, que a partir de ahí pudieron ser tratados con éxito. En los años siguientes distintas casa farmacéuticas fueron capaces de ofrecer preparados de insulina obtenidos de extractos pancreáticos de cerdo. En la actualidad existen un enorme número de análogos de la insulina que se utilizan en el tratamiento de la diabetes, con diferentes propiedades farmacocinéticas. Además, se están desarrollando nuevos análogos y formas de administración de insulina. Lo más nuevo es la insulina dethemir, aún no comercializada, en la que se sustituye el aminoácido B300 treonina por ácido graso mirístico, que le confieren propiedades de larga duración y farmacocinética muy reproductible. Hay que mencionar que los primeros tratamientos farmacológicos fueron las sulfonilureas, pues se observó que los sujetos cuyas infecciones eran tratadas con sulfamidas sufrían hipoglucemias. Su aplicación al tratamiento de la diabetes fue inmediato y sigue siendo útil en la diabetes tipo II. En la actualidad hay cinco grupos de fármacos terapéuticos con propiedades diferentes. PERIODO DE SCREENING Con el desarrollo del arsenal terapéutico se pensó que el problema de la diabetes podría quedar resulto, pero lejos de ser así se observó que en los sujetos aún tratados, con el paso del tiempo aparecían una serie de alteraciones funcionales que hoy conocemos como complicaciones crónicas de la diabetes, debidas a la hiperglucemia mantenida en el tiempo. Estas alteraciones incluyen la aterosclerosis (macroangiopatía), la retinopatía o la neuropatía, todas con consecuencias importantes en la morbi-mortalidad de estos pacientes. De hecho en EEUU en los últimos años se ha observado que mientras la mortalidad debida a enfermedades cardiovasculares tiende a disminuir y la debida a enfermedades oncológicas a mantenerse, la debida a la diabetes mellitus se ha incrementado de manera espectacular en los últimos 10-15 años. Además sabemos que la mitad de los diabéticos está sin diagnosticar y un 20 % de los pacientes ya tiene complicaciones en el momento del diagnóstico. Esto hace que resulte fundamental el diagnostico precoz, y especialmente determinar en que momento la diabetes empieza a generar sus complicaciones. Para ello resulta imprescindible plantearse cuales son los niveles normales de glucemia. La respuesta a esta pregunta no es simple, ya que implica condicionantes sociales, poblacionales, individuales y de criterio médico ó económico. Incluso resulta imposible sustraerse de la subjetividad que supone establecer un límite convencional a la normalidad. La forma más simple de hacerlo sería utilizar parámetros estadísticos. Así respecto al perfil glucémico tendremos unos valores mayoritarios en la población que consideraremos normales, una zona border-line y otra patológica donde estarían los sujetos con mayores niveles de glucosa, los diabéticos. Así el diagnóstico es cada vez menos clínico y más bioquímico, y deber ser de esa forma. A veces se encuentra un valor glucémico alterado de forma casual por una analítica de rutina, que permite hacer un diagnóstico de diabetes (figura 40.1). & J 1 5 V )II 5 V ))I + D . D . 5 )II*)%# 1 5 ))I*)%# D . D . 4 & )II*)%# D . V )!I & )!I*)HH 1&5 % N D . D . 6 X%II D . Figura 40.1. Algoritmo diagnóstico de la diabetes mellitus X)%= < . Pero también puede hacerse considerando otros parámetros. Uno muy útil es la retinopatía diabética, que es la complicación más característica de la diabetes, es fácilmente explorable y se puede hacer un seguimiento continuado. Los estudios sobre retinopatía diabética han permitido establecer a partir de que niveles de glucemia crónica se incremente el riesgo de padecer las complicaciones de la diabetes, hecho extraordinariamente útil. Por ello la definición actual de diabetes incluye la presencia de hiperglucemia crónica que marca la tendencia a desarrollar las complicaciones crónicas. La forma de establecer el nivel de hiperglucemia que marca el cambio de tendencia y el aumento del riesgo de padecer complicaciones incluso en ausencia de síntomas es utilizar en cada paciente uno de los dos test admitidos actualmente: la sobrecarga oral de glucosa (SOG) que es el fundamental, o el test de tolerancia intravenosa a la glucosa. En ambos casos se administra una dosis estandarizada de glucosa y a continuación se determina el valor de concentración de glucosa sanguínea en distintos tiempos. La SOG es el más utilizado, pero desde que en los años 50 se puso en marcha su uso, ha existido una gran variabilidad en la forma de realizarlo: se han utilizado distintas dosis de glucosa (50, 75 o 100 g.) y también ha variado en el muestreo temporal, lo cual supone una dificultad para establecer comparaciones entre los resultados obtenidos en distintos sujetos. En los años 60 se realizaron los primeros estudios seriados de valoración de los test de SOG. El primero de ellos fue el estudio de Bedford utilizando 50 g de glucosa, que establece tres categorías de valoración, según la determinación de glucosa a las 2 horas: • normal < 120 mg/dL • diabetes border-line: 120-200 mg/dL • diabetes > 200 mg/dL La principal pega de este planteamiento es que, de los sujetos con diabetes borderline solo unos pocos desarrollan diabetes en el seguimiento a 10 años, y muchos de ellos normalizan su glucemia y no desarrollan complicaciones microangiopáticas. Por lo que utilizar el término border-line resulta inapropiado. Aún así perduró hasta los años 90. Para establecer los criterios de diagnóstico de la diabetes fueron muy importantes los estudios en los indios pima de Arizona, cuya población presenta una elevada incidencia de DM2, condicionada hereditariamente con alta penetrancia. En este pueblo indio se pueden distinguir dos poblaciones una con alta tendencia a padecer diabetes y otra con baja probabilidad. Cuando se estudio las respuestas a la SOG de de manera conjunta en ambas poblaciones, se descubrió que existía un patrón bimodal que permite diferenciar el grupo de sujetos va desarrollando diabetes con el tiempo del que se mantiene en estado normal durante toda su vida. La curva bimodal de la glucemia de estos sujetos presenta un punto de cruce estadístico en 200 mg/dL. Este punto determina que las complicaciones renales y retinianas solo se dan en el grupo de sujetos con glucemias más altas, que desarrollarán diabetes. Así en 1979, las tres organizaciones científicas más importantes para el estudio de la diabetes la EASD (European Association for the Study of Diabetes), la NDDG (dependiente del gobierno de EEUU) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), establecieron los siguientes criterios de diagnóstico de diabetes: • en presencia de síntomas o glucemia > 200 mg/dL en cualquier momento del día. Es lo más característico. • tras SOG, glucemia a las 2 horas 200 mg/dL • en ausencia de síntoma, 2 o más determinaciones 140 mg/dL en ayunas, en días diferentes. Estos tres supuestos establecen el riesgo incrementado de desarrollar complicaciones microangiopáticas. Pero existe una situación intermedia de riesgo, entre normalidad y DM definida en los sujetos con glucemia a las 2 horas entre 140 y 200 mg/dL tras SOG, que se denomina intolerancia a los hidratos de carbono, y que condiciona, mayor probabilidad de desarrollo de DM, mayor probabilidad de complicaciones macroangiopáticas (arteriosclerosis) y alto riesgo de complicaciones durante el embarazo. Si estos sujetos se someten a dieta adecuada, ejercicio físico, cambio del estilo de vida y tratamiento con antidiabéticos orales los riesgos descritos se reducen considerablemente. Por tanto esta situación intermedia adquiere relevancia clínica. Por otra parte, el test de SOG requiere de unas condiciones muy estrictas para su realización: • el sujeto debe realizar una de dieta con > 250 g de carbohidratos los 3 días previos a la prueba. • se administran 75 g de sobrecarga en sujetos adultos, 1.75 g/kg en niños, y 100 g en embarazadas. En screening del embarazo se realiza el test de O´Sullivan con 50 g • las determinaciones de glucosa se realizan al menos a 0 (ayunas) y 120 minutos. Esta prueba se utiliza poco, a pesar de su valor para hacer el diagnostico definitivo y en el seguimiento y la evaluación de riesgo de complicaciones, porque no se puede usar fácilmente en el screening o en el diagnóstico clínico. Las ventajas fundamentales de esta prueba son que permite evaluar la glucemia pre- y post-prandial, y la glucemia a las 2 h se asocia sobre todo a mortalidad y macroangiopatía. Pero también tiene algunas desventajas, entre las que la más importante es que aún realizando su aplicación más estricta, existe una enorme variabilidad intra-individual (lo que supone una reproducibilidad escasa). Por lo que sus resultados, especialmente para el diagnóstico deben interpretarse con precaución. Hace 10 años la ADA (American Diabetes Association) se empezó a cuestionar los criterios de diagnóstico de diabetes, porque se estaba infravalorando el número de individuos diabéticos, con los criterios del momento, y el diagnostico debe ser lo más precoz posible, para evitar la progresión de las complicaciones crónicas. Además partieron de una constatación objetiva: todos los pacientes que tienen glucemia basal en ayunas mayor de 140 mg/dL, tienen glucemia a las 2 h tras SOG mayores de 200 mg/dL, diagnóstica de diabetes, pero solo el 25% de los pacientes con glucemia tras SOG mayor de 200 mg/dL tienen glucemias en ayunas 140 mg/dL. A partir de este dato se analizaron varios estudios poblacionales (Pima, NHANES3) y se postuló que la cifra de glucemia basal que eleva significativamente el riesgo microangipático de forma similar a la glucemia > 200 mg/dL a las 2 h tras SOG era de 126 mg/dL, aunque varía de unos estudios a otros entre 120 y 126. En 1997 (ADA) y 1999 (OMS) se cambiaron los criterios de diagnostico de la diabetes. Los dos primeros se mantuvieron igual pero el tercero se formuló de manera diferente: En ausencia de síntomas, 2 o más determinaciones 126 mg/dL en ayunas, en días diferentes. Y se definen dos situaciones intermedias con más riesgo de desarrollar DM y complicaciones macroangipáticas: • intolerancia a los hidratos de carbono: glucemia en la SOG entre 140 y 200 mg/dL, en cualquier punto. • glucemia basal alterada: entre 110 y 126 mg/dL La siguiente cuestión es por tanto si la SOG sigue siendo útil para el diagnóstico clínico inicial de la DM. En esto existen diferencias de criterio entre la ADA y la OMS. La ADA postula que la SOG debe tender a desaparecer de todo tipo de estudio epidemiológico o poblacional, ya que puede ser sustituida por la glucemia basal, en base a los siguientes criterios: • la glucemia basal tiene mejor reproducibilidad individual: la variación en 2 análisis separados 2-6 semanas es del 6%, mientras que para SOG es del 16.7%. • mayor comodidad y facilidad de realización. Una muestra vs. varias. • menor consumo de tiempo y menor coste económico. • consecuencia clínica: facilidad para el diagnóstico. La ADA aconseja no realizar de rutina la SOG y sustituir la intolerancia a los hidratos de carbono por glucemia basal alterada. Sin embargo la OMS y EASD defiende la utilidad de la SOG para el estudio y clasificación de la DM. Los argumentos respectivos se resumen en la tabla 40.1. En la situación actual, los criterios de diagnóstico de diabetes mellitus vigentes en nuestro país son los que siguen: • normoglucemia: glucemia basal en ayunas < 110 mg/dL • • hiperglucemia leve: o intolerancia a hidratos de carbono: glucemia tras SOG entre 140 y 199 mg/dL o glucemia basal alterada: entre 110 y 25 mg/dL hiperglucemia franca: diabetes mellitus según criterios Tabla 40.1. Utilidad diagnóstica de la sobrecarga oral de glucosa Reflexiones de la ADA sobre la SOG La mortalidad global correlaciona de forma similar con la glucemia post-prandial que con la glucemia en ayuno (estudio Hoom). Hay autores que defiende lo contrario. La morbi-mortalidad por microangiopatía se relaciona mejor con la glucemia en ayunas que con la glucemia tras SOG. La glucemia basal > 126 mg/dL frente a glucemia a 2h SOG > 200 mg/dL presenta una alta especificidad pero una baja sensibilidad. Sin embargo esto evita diagnósticos defectuosos y aumenta la facilidad para el diagnóstico Es similar la capacidad de predicción de enfermedad cardiovascular para GBA e IHC, pero mejor lo hace IHC, y también la evolución de DM. La facilidad diagnóstica favorece el establecimiento de medidas terapéuticas precoces. La OMS argumenta que La glucemia post-prandial de la SOG predice mejor la mortalidad global (Estudio DECODE) y las complicaciones cardiovasculares Se infravalora el número de diabéticos y de intolerantes a los HdeC La mayoría de los estudios poblacionales y epidemiológicos previos, que han establecido las estrategias diagnósticas y terapéuticas se han realizado mediante SOG. Es lo más importante. Ambas pruebas no diagnostican lo mismo. La comparación entre ambos criterios en el estudio europeo DECODE, así lo establece, y justifica la utilidad de la SOG La siguiente cuestión que debe ser planteada es ¿hacia donde vamos? La respuesta es que estamos en proceso de modificar otra vez los criterios diagnósticos aunque no a corto plazo. Se deben unificar los criterios ADA y OMS, y para ello resulta fundamental aclarar si las diferencias que se observan en el diagnostico que se consigue aplicando unos u otros criterios se deben a que se estudian poblaciones diferentes o es simplemente una diferencia de enfoque exclusivamente metodológico. Utilizando los datos del estudio DECODE sobre 20.000 pacientes europeos, una glucemia basal en ayunas de 126 mg/dL equivaldría a una glucemia de 180 mg/dL tras SOG. Así, hay que plantear si el límite de 110 mg/dL es adecuado para definir la glucemia basal alterada. Realmente no existe un punto de corte en la glucemia a partir del cual se incremente la morbi-mortalidad cardiovascular. En los indios PIMA el incremento en el riesgo cardiovascular comienza con elevaciones de glucemia por encima de 100 mg/dL. Es diferente de la retinopatía en la que si existe un punto de corte. En la población de EEUU el valor 106 mg/dL marca el percentil 95% de la población, los valores superiores entrarían en el rango de la anormalidad si extrapolamos el criterio estadístico frecuentemente utilizado. Al mismo tiempo las definiciones de glucemia basal alterada e intolerancia a los hidratos de carbono son arbitrarias y convencionales. Por todo ello considerar el incremento del riesgo de desarrollo de DM con glucemias superiores de 110 parece menos realista que considerar que se inicia en torno a 100, con lo que la glucemia basal alterada estaría en el rango de 100-125 mg/dL, como propone la ADA. Por otra parte existen otros parámetros a tener en cuenta. Por ejemplo los niveles de hemoglobina glicosilada (HbA1c) en sangre. Este parámetro bioquímico tiene una serie de ventajas: • la glucemia varía en cada momento del día y entre días. La HbA1c valora la glucemia media durante un período de 3 meses. • la muestra para determinación de HbA1c puede extraerse en cualquier momento del día. • la determinación es muy precisa. • se utiliza para valorar la eficacia del tratamiento. Establece el criterio de buen control glucémico y de eficacia terapéutica del tratamiento. • sus niveles se relacionan con el desarrollo de microangiopatía. Pero también existen varios inconvenientes, de entre los que cabe destacar que: • hay muchos métodos de determinación y no uno universalmente aceptado y estandarizado. • los valores de HbA1c se pueden alterar por otras razones ajenas a la propia diabetes: anemias, hemoglobinopatías, IRC, embarazo, etc.) Este último aspecto es de suficiente envergadura para que podamos concluir que actualmente no debe utilizarse el valor de HbA1c en el diagnostico de DM, a pesar de su incuestionable utilidad en el seguimiento. DIAGNÓSTICO DE LA DIABETES DURANTE EL EMBARAZO Existen dos formas de diabetes relacionadas con el embarazo: • diabetes pregestacional, aquella en la que la mujer es diabética antes de quedar embarazada. • diabetes gestacional, que ocurre solo durante el embarazo. Depende de una serie de cambios fisiológicos durante el embarazo, en gran parte debidos a la producción de lactógeno placentario, que produce resistencia a la acción de la insulina en los tejidos maternos y provoca hiperglucemia en la madre. Los criterios de diagnóstico de diabetes en el embarazo son diferentes a los anteriormente citados y también existen divergencias entre la ADA y la OMS. Criterios de la ADA (1997) Se debe realizar entre las semanas 24-28 un test de despistaje con 50 g de glucosa y muestreo a 1 hora (test de O´Sullivan). Si en este test se obtiene un resultado > 140 mg/dL se debe realizar una segunda prueba diagnostica con 100 g y determinaciones en ayunas, 60, 120 y 180 minutos tras la SOG. Será positivo si dos glucemias superan los siguientes límites: • ayunas > 105 • 60 min. > 190 • 120 min. > 165 • 180 min. > 145 En caso de pacientes de alto riesgo (test positivo en embarazo anterior, madre añosa, antecedentes familiares de diabetes), se debe realizar el test de despistaje en el momento del diagnóstico de embarazo. Si el test es positivo es indicación de tratamiento, primero con dieta y si esta es insuficiente se añade una pauta adecuada de insulina. Según la OMS El momento de realización del test de despistaje será el primer trimestre del embarazo para los grupos de riesgo y entre 24 y 28 semanas para el resto de los grupos. Pero la SOG se hace con 75 g y los criterios son similares a los de la población general, con la salvedad de que los valores de glucemia entre 140 y 199 mg/dL (2 h) que en la población general constituirían el grupo de Intolerantes a los HdeC, aquí son también diagnosticadas como diabetes gestacional, y debe de ser sometidas a la pauta de tratamiento indicada. BIBLIOGRAFÍA American Diabetes Association 2005 Standards of Medical Care in Diabetes. Diabetes Care 28:S4. Cano-Pérez JF, Franch J, Mata M 2004 Guía de tratamiento de la diabetes tipo 2 en Atención Primaria (4ª ed.) Elsevier. European Diabetes Policy Group 1999. A desktop guide to type 2 diabetes Mellitus. Diabet Med 16:716. McIntosh A, et al. 2001 Clinical guidelines and evidence review for Type 2 diabetes: management of blood glucose. World Health Organization 1999 Surveillance. Definition, Diagnosis and Classification of Diabetes Mellitus and its Complications. WHO. RECURSOS DE INTERNET http://www.staff.newcastle.ac.uk/philip.home/who_dmc.htm http://www.shef.ac.uk/gudelines/ CAPÍTULO 41 D E S C O M P E N S A C IO N E S H IP E R G L U C É M IC A S E N L A D IA B E T E S La cetoacidosis diabética (CAD) y la descompensación hiperglucémica hiperosmolar (DHH) representan las dos complicaciones agudas más graves de la diabetes. Ambas pueden presentarse en pacientes con diabetes tipo 1 (DM 1) o diagnosticados de diabetes tipo 2 (DM 2) y pueden constituir la forma de presentación inicial de la enfermedad. A pesar de un conocimiento actual más detallado de su patogenia y de su correcto manejo diagnóstico y terapéutico, estas complicaciones agudas acarrean una importante morbilidad para el paciente diabético. Además poseen unas tasas de mortalidad estimadas inferior al 5% en el caso de la CAD y de aproximadamente un 15% en la DHH. No obstante, estas tasas de mortalidad suelen aumentar sustancialmente con el envejecimiento y ante la presencia de enfermedades graves concomitantes. PATOGENIA A pesar de que en la actualidad se conoce mejor la patogenia de la CAD que la de la DHH, existe un hecho fisiopatológico común a ambos trastornos: la disminución de la concentración circulante de insulina, unida a una elevación simultánea de las concentraciones plasmáticas de las hormonas contrarreguladoras (glucagón, catecolaminas, cortisol y hormona de crecimiento). Estas alteraciones hormonales provocan un aumento de la producción hepática de glucosa y una disminución de su utilización en los tejidos periféricos. Como consecuencia de ello se produce la hiperglucemia y el aumento paralelo de la osmolalidad plasmática. En la CAD el déficit de insulina plasmática, unido al incremento de las hormonas contrarreguladoras, ocasiona un aumento de la lipólisis en el tejido adiposo y una elevación de la oxidación hepática de los ácidos grasos libres. Esto último provoca su transformación en cuerpos cetónicos (β-hidroxibutirato y acetoacetato), lo cual explica la aparición de cetonemia y de acidosis metabólica. En la DHH es probable que las concentraciones plasmáticas de insulina resulten insuficientes para lograr una correcta utilización de la glucosa en los tejidos periféricos, pero adecuadas para evitar el aumento de la lipólisis y de la cetogénesis hepática. Tanto en la CAD como en la DHH la hiperglucemia provoca glucosuria, la cual ocasiona una diuresis osmótica que supone la pérdida urinaria de agua, sodio, potasio y otros electrolitos. Ambas descompensaciones agudas se diferencian por el grado de deshidratación existente y por la acidosis metabólica. FACTORES PRECIPITANTES Los factores precipitantes más frecuentemente reconocidos en la aparición de la CAD y la DHH son las infecciones (generalmente respiratorias o de las vías urinarias) y el inadecuado cumplimiento del tratamiento prescrito para el control de la diabetes. Existen, no obstante, otros factores que pueden precipitar estas descompensaciones hiperglucémicas agudas. Entre ellos cabe citar la existencia de enfermedades médicas agudas (accidente cerebrovascular agudo, infarto agudo de miocardio, pancreatitis aguda, embolia pulmonar, traumatismos, etc.) o la administración de fármacos que alteran el metabolismo de los hidratos de carbono (corticoides, bloqueantes α- y βadrenérgicos, agentes simpaticomiméticos, pentamidina, diuréticos, etc.). Finalmente, en pacientes dependientes del medio (generalmente ancianos) la incapacidad para conseguir una ingesta adecuada de líquidos constituye un factor de riesgo añadido para la aparición de una DHH. DIAGNÓSTICO Manifestaciones clínicas Mientras que el cuadro clínico que caracteriza a la DHH suele instaurarse de manera insidiosa en el transcurso de varios días, o incluso semanas, la CAD se desarrolla con rapidez, de modo que sus alteraciones metabólicas se manifiestan habitualmente en un período de tiempo inferior a las 24 horas. Hecha esta salvedad, el cuadro clínico resulta similar en ambas entidades y se caracteriza por la presencia de poliuria, polidipsia, polifagia, pérdida de peso, debilidad, fatigabilidad fácil, vómitos y diferentes grados de alteración del nivel de conciencia. La existencia de dolor abdominal, que puede simular un abdomen agudo, suele ocurrir sólo en la CAD. La exploración física habitualmente pone de manifiesto la existencia de signos de deshidratación (pérdida de la turgencia cutánea, sequedad de mucosas, taquicardia, hipotensión), la respiración de Kussmaul (únicamente en la CAD), la alteración del nivel de conciencia (mayor afectación en la DHH) y shock. Aunque la infección es un factor precipitante frecuente en la CAD y la DHH, el hallazgo de normo o, incluso, hipotermia no es raro, constituyendo esta última un factor de mal pronóstico. Hallazgos de laboratorio Ante un paciente con la sospecha clínica de una CAD o una DHH, la evaluación inicial debe incluir la determinación inmediata de una gasometría arterial, glucosa, urea, creatinina e iones plasmáticos, hemograma completo, osmolalidad plasmática y análisis de orina. Si se sospecha la presencia de una infección se recogerán las muestras adecuadas para su cultivo, previamente a la administración de antibióticos. Los hallazgos de laboratorio característicos de la CAD y de la DHH se muestran en la tabla 41.1. Tabla 41.1. Criterios diagnósticos de la CAD y la DHH. Glucemia (mg/dl) pH arterial Bicarbonato sérico (mEq/l) Cetonuria Cetonemia Osmolalidad sérica efectiva (mOsm/kg) Anión GAP CAD DHH > 250 < 7,30 < 15 Positiva Positiva Variable > 600 > 7,30 > 15 Negativa/positiva débil Negativa/ positiva débil > 320 > 10 Variable La aparición de leucocitosis es habitual en ambas entidades clínicas y suele ser proporcional al grado de cetonemia. Las concentraciones plasmáticas de sodio generalmente están disminuidas debido a la existencia de hiperglucemia, aunque pueden también resultar normales o aumentadas. Por su parte, los niveles plasmáticos de potasio aparecen habitualmente elevados, aunque, como en el caso anterior, también pueden hallarse dentro de los límites normales o reducidos (tabla 41.2). Tabla 41.2. Cálculos sobre la bioquímica sérica. Anión GAP Corrección del sodio sérico Osmolalidad sérica efectiva [Na+ - (Cl- + HCO3-)] Normal: < 14 mEq/l Añadir al valor medido de sodio sérico 1,6 mEq por cada 100 mg/dl de glucemia por encima de los 100 mg/dl 2 [Na+ sérico medido (mEq/l)] + glucemia (mg/dl)/18] Normal: 285-295 mOsm/L TRATAMIENTO Los objetivos terapéuticos del tratamiento de las descompensaciones hiperglucémicas de la diabetes consisten básicamente en la corrección de la deshidratación, la hiperglucemia y las alteraciones electrolíticas. Reposición de líquidos La administración de líquidos por vía endovenosa tiene por objeto expandir el volumen intra y extravascular y restaurar la perfusión renal. En pacientes adultos se efectuará inicialmente, en ausencia de compromiso cardíaco, con suero fisiológico isotónico (ClNa 0,9%) a razón de 15-20 ml/kg/h durante la primera hora. Posteriormente, en función del estado de hidratación y de la diuresis, se reducirá la infusión a 4-14 ml/kg/h hasta lograr la corrección del déficit hídrico. Si en algún momento se detecta una cifra de sodio sérico corregido normal o elevada, resultaría recomendable utilizar suero salino hipotónico (ClNa 0,45%) en lugar del anterior. Una vez que la glucemia plasmática se reduzca a 250-300 mg/dl, se reemplazará el suero salino por suero glucosado al 5% para reducir el riesgo de hipoglucemia. La adecuada monitorización del estado hemodinámico resultará de capital importancia para lograr corregir la deshidratación, sin caer en la sobrecarga de líquidos iatrogénica. Por ello, en pacientes con compromiso cardíaco o renal deberá mantenerse un estrecho control clínico-analítico. Otra premisa importante a tener en cuenta es que el cambio inducido de la osmolalidad sérica no deberá exceder los 3 mOsm/kg/h. En pacientes en edad pediátrica se seguirán las mismas directrices que en el caso de los adultos, teniendo en cuenta que el ritmo de administración de líquidos será inicialmente de 10-20 ml/kg/h y que durante las primeras 4 horas de tratamiento no se deberán sobrepasar los 50 ml/kg. Insulina Una vez establecido el diagnóstico se procederá a la administración de insulina por vía endovenosa. En pacientes adultos se administrará un bolo inicial de 0,15 U/kg de insulina regular, seguido de una infusión continua de 0,1 U/kg/h. Por el contrario, en pacientes en edad pediátrica no se recomienda la administración del bolo inicial de insulina, por lo que se procederá a su infusión por vía endovenosa a razón de 0,1 U/kg/h. Cuando la glucemia alcance los 250-300 mg/dl podrá reducirse la velocidad de infusión a 0,05-0,1 U/kg/h, coincidiendo con el cambio a suero glucosado al 5%. En el caso contrario de que inicialmente no se logre disminuir la glucosa plasmática al menos 50 mg/dl durante la primera hora de tratamiento, tras comprobar el estado de hidratación, podrá duplicarse la infusión de insulina cada hora hasta que se logre una reducción constante de la glucemia de 50-75 mg/dl. Tras la resolución de la descompensación hiperglucémica, se continuará con sueros e insulina endovenosa hasta que se asegure una adecuada ingesta oral, momento a partir del cual se procederá a la administración de insulina por vía subcutánea. Potasio Una vez comprobado que existe una adecuada diuresis, se iniciará el reemplazamiento de potasio si sus niveles séricos son menores de 5,5 mEq/L. Generalmente, la adición de 10-20 mEq de ClK a cada 500 ml de suero intravenoso son suficientes para mantener las cifras de potasio sérico dentro del rango normal, y evitar así las posibles complicaciones derivadas de una hipopotasemia. Bicarbonato El empleo de bicarbonato en la CAD continúa siendo controvertido. No se dispone en la actualidad de ningún estudio prospectivo aleatorizado que demuestre sus efectos beneficiosos sobre la morbimortalidad. Por ello, no parece indicada su administración en pacientes con un pH >7. No obstante, dados los efectos vasculares adversos que la acidosis grave puede acarrear, parece igualmente prudente administrar bicarbonato en el caso de pH inferior a 6,9, en forma de 100 mmol de bicarbonato sódico añadido al suero salino en infusión continua durante 1 hora. Esta dosis podría repetirse cada 2 horas hasta conseguir elevar el pH por encima de 7. En pacientes pediátricos, si después de la primera hora de tratamiento con sueros e insulina el pH permanece por debajo de 7, es recomendable administrar 1-2 mEq/kg de bicarbonato sódico durante 1 hora. COMPLICACIONES Las complicaciones más frecuentes que pueden surgir en el transcurso de una descompensación hiperglucémica son: la hipoglucemia, debida a un aporte insulínico excesivo; la hipopotasemia, por un aporte insuficiente de potasio; y la hiperglucemia, secundaria a un inadecuado cambio de la administración endovenosa de insulina a su aporte por vía subcutánea. La complicación más temida en el caso de la CAD, aunque también puede presentarse en la DHH, es el edema cerebral. Ésta es infrecuente, pero posee una mortalidad superior al 50%. Es más común en niños con CAD (0,7-1%), aunque puede aparecer en cualquier edad. Clínicamente se caracteriza por un deterioro progresivo del nivel de conciencia, acompañado de cefaleas, vómitos, convulsiones, alteraciones pupilares, incontinencia y bradicardia. Su mecanismo fisiopatológico es desconocido, aunque probablemente se relacione con variaciones bruscas en la osmolalidad plasmática. Para prevenir su aparición se recomienda una corrección gradual de los déficit de sodio y agua, y el aporte de suero glucosado cuando la glucemia alcance los 250-300 mg/dl, con el fin de lograr una corrección progresiva de la osmolalidad plasmática. BIBLIOGRAFÍA American Diabetes Association 2004 Hyperglycemic crises in diabetes. Diabetes Care 27:S94. English P, Williams G 2004 Hyperglycaemic crises and lactic acidosis in diabetes mellitus. Postgrad Med J 80:253. Ennis ED, Stahl EJVB, Kreisberg RA 1994 The hyperosmolar hyperglycaemic syndrome. Diabetes Rev 2:115. Fisher JN, Shahshahani MN, Kitabchi AE 1977 Diabetic ketoacidosis: low dose insulin therapy by various routes. N Engl J Med 297:238. Gaglia JL, Wyckoff J, Abrahamson MJ 2004 Acute hyperglycaemic crises in the elderly. Med Clin Noth Am 88:1063. Kaufman FR, Halvorsen M 1999 The treatment and prevention of diabetic ketoacidosis in children and adolescents with type 1 diabetes mellitus. Pediatr Annals 28:576. Kitabchi AE 2005 Hyperglycemic crises: improving prevention and management. Am Fam Physician 71:1659. Morris LR, Murphy MB, Kitabchi AE 1986 Bicarbonate therapy in severe diabetic ketoacidosis. Ann Int Med 105:836. Rosenbloom AL 1990 Intracerebral crises during treatment of diabetic ketoacidosis. Diabetes Care 13:22. Trence DL, Hirsch IB 2001 Hyperglycemic crises in diabetes mellitus type 2. Endocrinol Metab Clin North Am 30:817. CAPÍTULO 42 C O M P L IC A C IO N E S C R Ó N IC A S D E L A D IA B E T E S M E L L IT U S La diabetes se considera la epidemia del siglo XXI por el elevado incremento de personas que padecerán la enfermedad en los próximos años. Esto ocurrirá de forma más acusada en los países en vía de desarrollo. La diabetes describe un trastorno metabólico de etiología múltiple, que da como resultado anomalías de la secreción de la insulina (disfunción de las células-β), la acción de la insulina (resistencia a la insulina) o ambas. Se caracteriza por hiperglucemia crónica con trastorno del metabolismo de los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas. La diabetes mellitus (DM) genera daño circulatorio sistémico desde el momento en que se inicia y se pueden observar lesiones histológicas en diversos tejidos a los cinco años de evolución de la enfermedad, que se manifiestan clínicamente alrededor de los diez años, en particular en los diabéticos crónicamente mal controlados. El daño se produce a nivel micro y macrovascular. La enfermedad vascular comprende complicaciones macro y microvasculares. (as complicaciones macrovasculares son la aterosclerosis coronaria acelerada, la aterosclerosis cerebrovascular acelerada y la enfermedad vascular de extremidades inferiores acelerada. Las principales complicaciones microvasculares son la retinopatía, la nefropatía y la neuropatía. Las complicaciones crónicas también incluyen el pie diabético, con componentes de daño neuropatico micro y macrovascular. La DM genera daño circulatorio sistémico desde el momento en que se inicia y se pueden observar lesiones histológicas en diversos tejidos a los cinco años de evolución de la enfermedad, que se manifiestan clínicamente alrededor de los diez años, en particular en los diabéticos crónicamente mal controlados. El daño se produce a nivel micro y macrovascular. La hiperglucemia es el principal factor responsable de las complicaciones crónicas, las que incluso se observan en caso de disminución de la tolerancia a la glucosa. Un óptimo control metabólico, mediante una terapia intensiva, puede prevenir o retardar la aparición de complicaciones (DCCT, UKPDS, DECODE), sin embargo, una vez que se encuentran en etapas avanzadas, la normoglucemia es incapaz de revertir el proceso e incluso, a veces, de detener su progresión Los efectos de la diabetes incluyen lesión, disfunción e insuficiencia de varios órganos a largo plazo. Con frecuencia los síntomas no son graves o no se presentan; por consiguiente, una hiperglucemia suficiente como para causar cambios patológicos y funcionales puede estar presente durante un periodo prolongado antes de que se realice el diagnóstico. La DM es la principal causa de ceguera en los países desarrollados, la primera causa de amputación no traumática y de fallo renal y multiplica por 2-4 el riesgo de morbimortalidad cardiovascular. El 75% de las muertes en los pacientes con DM tipo 2 ocurren por una enfermedad cardiovascular. La DM tipo 2 incrementa la severidad de las complicaciones cardiovasculares. La mortalidad cardiovascular es especialmente elevada en pacientes con albuminuria. La DM tipo 2 provoca un envejecimiento precoz. El conocimiento de los mecanismos patogénicos de sus complicaciones crónicas nos dará información sobre la propia patogénesis del envejecimiento, cabe plantearse el estado diabético como un modelo para el estudio del envejecimiento. MECANISMOS INVOLUCRADOS EN LA COMPLICACIONES CRÓNICAS DE LA DM PATOGENIA DE LAS ¿Por qué se produce daño vascular en la hiperglucemia? Se han descrito cuatro mecanismos fundamentales (figura 42.1). .&+*,'"0 * & ( ,* *( ) " ) ,* 0 &2& 0 0" &5( * ),1& )" *+"* &5( * &)&() & )" " *, &5( &2& ! ( ,* *( ) &2& β " *, &5( +*, * 1&"& : "*2 &5( R " *, &5( )( , &1&"& ? 0") "& ) *"*, &5( '"& ) &" &5( () *(>& C & &2 &5( : *( ) *"& "! * ,54 ') " *, &5( "&+)+,) *3( ! +,) *3( *"0" ,* ! ,&> ) +"& &)(* & 1F & Figura 42.1. Mecanismos de la hiperglucemia en la producción del daño vascular Incremento de la actividad aldosa reductasa (AR). Vía de los polioles La hiperglucemia mantenida, en algunos tejidos, puede activar vías metabólicas alternativas cuyos metabolitos pueden afectar la función celular. Uno de estos mecanismos de consumo de glucosa es la vía del poliol que participa en tejidos como la membrana basal glomerular, cristalino, mielina y axón de nervios periféricos. Un diabético con hiperglucemia crónica tiene aumentado el flujo de esta vía. Por lo tanto, aumentan los niveles de sorbitol y fructosa que quedan atrapados en el interior de la célula porque la membrana es impermeable a estos polioles. El acúmulo de sorbitol en el interior de las células conduce a un aumento en la osmolaridad intracelular y a un descenso del mioinositol. Por otra parte la aldosa reductasa reduce los niveles de NADPH celular lo que altera la producción de óxido nítrico endotelial y el balance redox. Se altera un importante sistema antioxidante intracelular dependiente del glutation. Aceleración de la la glicosilación no enzimática. La glicosilación no enzimática de las proteínas (GNE) es la capacidad de la glucosa de unirse a proteínas sin precisar mediación enzimática. Esta vía que se inicia con el intermediario gliceraldehido-3-fosfato conduce a la formación de los llamados productos finales de la glicosilación no enzimática (PFGA, y AGEs, advanced glycosilated end products). Esta vía ha sido estudiada especialmente por M. Brownlee y su equipo. Los formación de AGEs intacelulares, más que los extracelulares, ejercen un importante papel en los cambios celulares observados en los tejidos diabéticos y su formación es mucho más rápida de lo que previamente se creía. Se describen tres efectos principales de la formación de AGEs intracelular: • alteración funcional de proteínas intracelulares. • alteración en la interacción con los receptores de AGEs. • alteración en la interacción con la matriz y otras células. Los AGEs afectan las proteínas circulantes, la membrana celular y las proteínas intracelulares. Algunos de los principales efectos de la GNE son: • menor degradación de proteínas glicosiladas (matriz mesangial, membrana basal, colágeno, fibrinógeno) • glicosilación de los ácidos nucleicos, alterando la función del DNA (mutaciones) • alteración a nivel de receptores. Los macrófagos, monocitos y células endoteliales tienen receptores de superficie cuya glicosilación impide su función de reconocimiento de moléculas. • inmunogenicidad: existen fuertes evidencias de que el sistema inmune influye en la progresión de la aterosclerosis (anticuerpos contra el colesterol-LDL glicosilado en diabéticos, formación de complejos inmunes con LDL oxidadas, presencia de linfocitos T en prácticamente todas las lesiones ateroscleróticas) Los AGEs intervienen en el daño renal por su efecto tóxico sobre la células endoteliales y mesangiales del glomérulo, las modificaciones estructurales y funcionales del colágeno tipo IV y el aumento de su tasa de síntesis a nivel renal. Activación del diacilglicerol (DAG) y proteína quinasa-C (PKC). La hiperglucemia mantenida aumenta el flujo de intermediarios glicolíticos hacia la síntesis de DAG, el cual es un potente estímulo para la producción de PKC, provocando daño de la microcirculación y neuronal, aumento de la permeabilidad vascular y de la expresión de factores de crecimiento como el VEGF (vascular endotelial growth factor) y el TGF-β (transforming growth factor β). Activación de la vía de la hexosamina Se activa cuando los niveles de glucosa intracelular son elevados con nocivas consecuencias sobre proteínas y factores de transcripción mediadas por la formación de N-acetil-glucosamina. Se ha estudiado la inhibición de todas estas vías patogénicas en modelos experimentales de microangiopatía y en la mayoría de los casos se demostró eficacia. Brownlee ha descrito un modelo integrador de todos estos mecanismos patogénicos a través de la sobreproducción mitocondrial de superóxido (figura 42.2). Esta teoría junto con su trayectoria investigadora en este campo durante décadas, le ha hecho recientemente merecedor del premio Banting en el año 2004, la condecoración más reconocida por la Sociedad Americana de Diabetes. Brownlee, no satisfecho con la interpretación fragmentada del problema buscó un vínculo entre todos estos mecanismos patogénicos. Descubrió como el aumento de flujo a través de la vía glicolítica provoca aumento de la producción mitocondrial de sustancias oxígeno reactivas (ROS) las cuales activaban un sistema enzimático llamado poli-ADP-ribosa polimerasa-1 (PARP-1), el cual a su vez inactiva una enzima localizada en la vía glicolítica, inhibiendo así esta vía. Como consecuencia aumenta el flujo a través de las cuatro vías patogénicas descritas, dado que el acúmulo de productos intermedios previos al punto de bloqueo enzimático son iniciadores de esas cuatro vías patogénicas. E3 + 6+ ' + * ") +)"&)"* + 6 & & 9 E3 *=* 9 & *=* *=* + 6 + ' + + 6 N *& + ' α* * & E3 & B &( & & 6 * " B*/) * " +,) *3( 0&( *2* & 6 &- 1% E3 * ") : )"2* Figura 42.2. Vías metabólicas de la glucosa implicadas en la patogenia de las complicaciones crónicas de la DM. (Modificado de Brownlee M, 2000) Habiendo descrito un mecanismo unificador de las distintas teorías patogénicas, el equipo de Brownlee es pionero en la investigación de nuevas terapias para la prevención de las complicaciones crónicas de la DM. Una de las teorías se basa en desviar los intermediarios de las vías tóxicas a otras vías no tóxicas; lo cual es viable, por ejemplo, inactivando la enzima transcetolasa con la tiamina (vitamina B1). Estudios en cultivos celulares y en modelos experimentales de retinopatía diabética mostraron como la activación de la transcetolasa normalizó las anomalías bioquímicas inducidas por la hiperglucemia y, aún más importante, previno la retinopatía. Otra aproximación fue inhibir la enzima inducida por ROS (PARP-1); la administración de inhibidores PARP a animales diabéticos promete también resultados esperanzadores. El estrés oxidativo provoca la activación de genes implicados en la disfunción endotelial y la arteriosclerosis. La hiperglucemia aguda incrementa la concentración de radicales libres. Este aumento de la capacidad oxidativa eleva los niveles de lipoproteínas de baja densidad (LDL) oxidadas, componentes de las células de xantoma de las placas arterioscleróticas. El aumento del estrés oxidativo también disminuye los niveles de óxido nítrico (NO), molécula involucrada en el mantenimiento de la integridad endotelial. Un incremento de la expresión de las moléculas de adhesión incrementa la migración de los macrófagos, mientras que una activación de la expresión del factor de crecimiento incrementa la proliferación de las células musculares lisas vasculares. Actualmente se acepta que las complicaciones pueden tener una base metabólica común, pero es posible que factores genéticos desempeñen un papel importante. También es probable que las alteraciones metabólicas y funcionales interactúen de forma sinérgica en el desarrollo de la micro y macroangiopatía. Los efectos de todos estos procesos son múltiples (figura 42.3): • alteración de la microcirculación: Inicialmente se observa dilatación de arteriolas y vénulas con aumento del flujo, fenómeno reversible con buen control metabólico. • alteraciones del glóbulo rojo: se modifican las características de membrana debido a la glicosilación de las proteínas, disminución del ácido siálico y del colesterol. • alteración de las células endoteliales, plaquetas y coagulación: se ha demostradoalteración en la reactividad plaquetaria por glicosilación de su membrana y de los productos liberados por ella. • modificación de las lipoproteínas: las dos principales modificaciones en las lipoproteínas de los diabéticos son la glicosilación no enzimática y la modificación oxidativa, ambas determinan un mayor potencial aterogénico. . & 0( &5( *( ) *"& " E ) )( ,& &5( &2& &1*, E 4 - 4 *(*, &5( * F"0" / ( 5 & . 0( &5( *( ) *"& " 3+& ) E N B* &5( * )"* C ',* &2) *,&( ),* * ,* & &*( ) &5( * 7D ) &" & 64 &5( ,)"&4*, &5( * F"0" 0 0" ,* 2 0" ,* "& )"C'*() A J 4 Figura 42.3. Hiperglucemia y daño vascular Se ha estudiado la inhibición de todas estas vías patogénicas en modelos experimentales de microangiopatía y en la mayoría de los casos se demostró eficacia (tabla 42.1). La aminoguanidina (AMG), un inhibidor de la formación de AGEs ha sido valorada en ensayos clínicos con pacientes DM1 y DM2 demostrando eficacia en la prevención de la progresión de la nefropatía y retinopatía pero con efectos adversos (anemia, elevación de ANA y ANCA). El fidarestat se ha valorado para el tratamiento de la neuropatía diabética demostrando beneficio en el control de la hiperestesia. Tabla 42.1. Estrategias terapéuticas Optimización glucémica (DCCT, UKPDs, Kumamoto) Antioxidantes (Vit C, Vit E, Se, Zn, AMG, Probucol, Troglitazona Inhibidores de la PKC (LY333531, CalphostinC, Staurosporine) Inhibidores de la GNE (AMG, OPDB-9195, Tenilsetam) Intervención sobre la iNOS: AMG Inhibidores específicos de factores de crecimiento local Inhibidores de la AR: Sorbinil, Statil, Tolrestal, Epulrestat, AG) El nivel tisular de AGEs se puede cuantificar de forma indirecta por su señal de fluorescencia tras la digestión del colágeno tisular. Podemos observar (resultados propios) como un trasplante precoz de islotes en ratas diabéticas previene e inhibe la formación de estos productos (figura 42.4). 8D : : 7 ,1& , ,& ' * )"C'*() S 7 7 ,TA - K ; ,TA K $ 8(& * ,TA % K ; ;+ UA A - - - $ Figura 42.4. Efecto del trasplante precoz de islotes sobre la formación de AGEs OTROS FACTORES CON EFECTO ATEROGÉNICO Dislipemia diabetica La grasa abdominal excesiva, típica del diabético tipo 2, produce niveles elevados de ácidos grasos libres, y una producción excesiva de lipoproteínas ricas en triglicéridos, con una disminución de los niveles de lipoproteínas de alta densidad (HDL). Las principales anomalías lipídicas de la diabetes tipo 2 son la reducción de los niveles de colesterol-HDL y el aumento de los triglicéridos. Esto conduce a un aumento de la relación colesterol total: colesterol-HDL. La diabetes tipo 2 se asocia a un predominio de partículas LDL-C pequeñas y densas que son más susceptibles a la oxidación y más aterógenas. Resistencia a la insulina Se ha identificado la resistencia a la insulina como un factor de riesgo independiente de enfermedad cardiovascular. Varios estudios han comprobado que la resistencia a la insulina precede al desarrollo de la diabetes tipo 2 y puede estar presente 2-3 decenios antes de su aparición. Se ha estimado que el 50% de los pacientes presenta síntomas de enfermedad macrovascular antes del diagnóstico de diabetes. La adiposidad (de predominio abdominal), típica de la DM tipo 2 puede conducir a una sobreproducción de citoquinas proinflamatorias que provocan aterogénesis, activando la producción de marcadores inflamatorios que incrementan la coagulación. COMPLICACIONES CRÓNICAS DEL PACIENTE DIABÉTICO Nefropatía diabética Al analizar los casos nuevos de insuficiencia renal terminal, aproximadamente el 33% de éstos corresponden a nefropatía diabética (ND), lo que convierte a este padecimiento en la causa más común de enfermedad renal terminal en el mundo occidental, es así como da cuenta de 1/3 de los pacientes en diálisis. En los pacientes diabéticos tipo1 la nefropatía es la principal causa de muerte. La prevalencia de DM tipo 2 en España es del 20% en las personas de edad superior a 65 años. De ellos, el 25% desarrollarán ND. Un 40% de estos pacientes llegará a desarrollar insuficiencia renal crónica que precise tratamiento sustitutivo. Un porcentaje no despreciable de pacientes con ND fallecerán prematuramente por causa fundamentalmente cardiovascular. Cuanto mayor es el daño renal, mayor es el riesgo de eventos cardiovasculares. Más del 80% del incremento de mortalidad cardiovascular de los pacientes diabéticos aparece en los enfermos con nefropatía. Los pacientes diabéticos tipo 1 habitualmente son pacientes jóvenes, en los que se conoce el inicio de la enfermedad y que no suelen presentar patología renal ni vascular asociada. La hipertensión aparece y evoluciona paralelamente con el daño renal incipiente. Un 30-40% de los diabéticos presentarán nefropatía diabética a lo largo de su vida. En la nefropatía diabética existen 3 cambios histológicos fundamentales a nivel glomerular: aumento de la matriz mesangial, engrosamiento de la membrana basal glomerular (MBG) y esclerosis del glomérulo. Implicación de la angiotensina II en los mecanismos de desarrollo de daño renal La angiotensina II tiene un importante papel en el desarrollo y progresión del daño renal y vascular en general en la hipertensión y en la nefropatía diabética. Su papel en el desarrollo de daño renal se debe a efectos hemodinámicos intrarrenales induciendo hiperfiltración al producir vasoconstricción de la arteriola eferente, lo que contribuye al desarrollo de hipertensión intraglomerular. La hipertensión intraglomerular junto con las alteraciones en la permeabilidad de la MBG favorecen el desarrollo de proteinuria que a su vez contribuye al daño renal. Además se ha demostrado que angiotensina II, a través de sus efectos sobre el receptor AT1 de la angiotensina II, estimula la expresión de factores de crecimiento, en especial del TGF-β, que está especialmente implicado en la producción de nefropatía diabética, principalmente en la formación de esclerosis glomerular. Así por sus efectos vasculares y tisulares la angiotensina II contribuye al desarrollo y progresión del daño vascular y renal en los pacientes con diabetes. El TGF-β contribuye a la hipertrofia celular y a la síntesis de colágeno que se observan en la nefropatía diabética, es un factor decisivo en el crecimiento e hipertrofia de la matriz mesangial, que llevará a la hipertrofia y esclerosis glomerular. La hiperglucemia aumenta la expresión del TGF- β en el glomérulo y en las proteínas de la matriz. Se ha observado una relación inversa entre los niveles de TGF- β y la renoprotección, determinada mediante los niveles de filtración glomerular. En los pacientes en los que se ha podido establecer el seguimiento de su enfermedad desde el inicio, se han definido 5 etapas evolutivas de la progresión de su enfermedad renal (figura 42.5), en función de la aparición de microalbuminuria, proteinuria o insuficiencia renal. La evidencia clínica más precoz de presencia de nefropatía diabética es la demostración de una elevación del filtrado glomerular (Ccr>120 ml/min/1,73 m2), y la detección persistente de niveles anormales, aunque sean bajos, de albúmina en orina (tabla 42.2). La evolución de la presión arterial y de la proteinuria son marcadores de la evolución de la nefropatía diabética. La visión homogénea de la evolución del daño renal producido en los diabéticos tipo 1 no suele tener paralelismo en los diabéticos tipo 2, en los que la DM aparece habitualmente en la 4ª o 5ª década de la vida. Los pacientes diabéticos tipo 2, antes del desarrollo de la diabetes, presentan ya alteración sobre los tejidos y, por tanto también sobre el riñón, secundarios al envejecimiento, hipertensión arterial, tabaquismo, obesidad, etcétera. Estos hechos condicionan de forma fundamental la respuesta renal al efecto inducido por los cambios metabólicos de la DM y complicarán de forma importante la evolución de la enfermedad renal en dichos pacientes. Aunque en la DM 2 se mantienen los mismos criterios básicos de clasificación del daño renal que los establecidos por Mogensen para la diabetes tipo 1, marcados fundamentalmente por la aparición de microalbuminuria, proteinuria e insuficiencia renal, hay que tener presente en los pacientes con DM 2 que en muchas ocasiones no conocemos la fecha de comienzo de la propia diabetes, que puede preceder por término medio 10 años a la fecha del diagnóstico clínico de la misma. )( ,)" B&+*,'"0 * & )( ,)" B&+*, *( &5( , &*( ) : 5 7), ) "10 &(0,& & ,) "10 &(0,& ,) *&(0,& ( 04& &*( & *( " ,5(& &C"& & , ( +" ( * 0*, * '*(*, " *( * , &)2 0" , Figura 42.5. Etapas evolutivas de la progresión de su enfermedad renal Muchos pacientes presentan cambios renales funcionales, hipertensión y microalbuminuria, que incluso anteceden al diagnóstico de diabetes. Los pacientes con DM 2 pueden tener, debido a su edad, mayor probabilidad de daño renal secundario a otras patologías primarias que pueden asociarse a la diabetes. Si bien con menor fidelidad que en la DM 1, la falta de asociación de retinopatía diabética y la rápida progresión de la insuficiencia renal deben hacer sospechar la asociación de otras patologías diferentes a la diabetes. Tabla 42.2. Excreción urinaria de albúmina Normal Microalbuminuria Proteinuria Orina 24 h (mg/24 h) Muestra orina aislada cociente albúmina/creatinina (mg/g ó µg/mg) Orina minutada (µ µg/mg) < 30 30-299 >300 < 30 30-299 >300 < 20 20-199 >200 La evolución de la excreción urinaria de albúmina y de la hipertensión arterial marca de forma definitiva la progresión de la pérdida de función renal y de la mortalidad cardiovascular. Además, el tratamiento de la hipertensión junto con el de otros factores que condicionan la progresión del daño renal, especialmente el bloqueo del sistema renina angiotensina (SRA), pueden no sólo enlentecer la progresión del daño renal, sino revertir la evolución, con el paso de proteinuria a microalbuminuria o incluso normoalbuminuria, lo que tendrá una repercusión vital en el futuro del paciente La evolución natural de la pérdida de función renal en los pacientes con nefropatía diabética desde el inicio de proteinuria, dejados a su evolución, es por término medio 12 ml/min/año. Algunas intervenciones desafortunadas pueden acelerar el deterioro de la función renal, como la utilización de agentes nefrotóxicos. El control de la glucemia y sobre todo de la HTA puede enlentecer la tasa de deterioro de la función renal. Los estudios BENEDICT, IRMA 2, MICROHOPE, IDNT y RENAAL han demostrado que la inhibición del SRA puede enlentecer la progresión del daño renal, de forma adicional a lo aportado por el adecuado control de la HTA. Diversos estudios ha demostrado el beneficio del tratamiento con irbesartán, losartran y ramipril en pacientes con DM 2 en una reducción significativa en la progresión de microalbuminuria a macroalbuminuria. Posteriores estudios han demostrado el beneficio del valsartran y trandolapril en la prevención de la microalbuminuria. El objetivo de detener la progresión es posible en algunos casos de control estricto de la diabetes, HTA y bloqueo del SRA, siempre que la actuación sea lo suficientemente precoz. Igualmente es posible mejorar la función renal en pacientes que reciben un trasplante pancreático. La microalbuminuria, además, es un marcador de morbimortalidad cardiovascular aumentada. El hallazgo de microalbuminuria es una indicación de ampliar el estudio y la intervención sobre otros factores de riesgo cardiovascular: lípidos, HTA, tabaco, sedentarismo. Sin una detección precoz e intervención específica, la presencia de microalbuminuria en la DM evoluciona en el tiempo hacia albuminuria y nefropatía manifiestas, y con posterioridad hacia insuficiencia renal. La microalbuminuria rara vez aparece en la DM tipo 1 de comienzo reciente. Aproximadamente un 80% de los pacientes con DM tipo 1 que desarrollan microalbuminuria persistente llegan a albuminuria clínica o nefropatía manifiesta en un plazo de 10-15 años. En esta última situación, sin intervención específica, el aclaración de creatinina desciende a un ritmo variable según individuos (2-20 ml/min/año). Un 50% de pacientes con nefropatía manifiesta desarrollan insuficiencia renal crónica terminal en un periodo de 10 años. Una proporción elevada de pacientes con DM tipo 2 presentan microalbuminuria poco tiempo después del diagnóstico de su diabetes. Sin una intervención específica, el 20-40% progresarán hacia nefropatía manifiesta, y una vez detectada ésta sólo el 20% lo harán hacia insuficiencia renal terminal. Este comportamiento justifica el diferente momento en el que hay que iniciar el despistaje de la microalbuminuria según estemos ante una DM tipo 1 ó 2, será en el momento del diagnóstico de la DM2 y a partir de los 5 años de evolución de la DM1. Si es positiva, y una vez descartadas condiciones clínicas que puedan inducirla, la medición cuantitativa de la proteinuria es frecuentemente útil para el control evolutivo de un plan terapéutico correcto. En este despistaje inicial, si la microalbuminuria es negativa, se debe repetir anualmente. Caso de ser positiva, como consecuencia de la variabilidad de la excreción de albúmina por orina de un día a otro, y si no hay situaciones clínicas que puedan justificarla, es necesario confirmar la positividad de la microalbuminuria en 2-3 muestras de orina, a lo largo de un periodo de 3-6 meses. Sólo en este último caso se puede hablar realmente del diagnóstico de microalbuminuria e iniciar el tratamiento adecuado. Enfermedad cardiovascular La enfermedad cardiovascular es especialmente elevada en los pacientes con diabetes mellitus. La enfermedad cardiovascular es entre 2-4 veces más frecuente que en la población general. Los estudios de Framingham no sólo demostraron un mayor riesgo cardiovascular sino que éste es, además, superior en las mujeres. Más de un 75% de los pacientes diabéticos fallecen de un episodio cardiovascular; la existencia de una alteración de los hidratos de carbono aumenta la mortalidad de cualquier evento cardiovascular. La intolerancia a la glucosa es también un factor de riesgo cardiovascular y debe ser considerada como una variable continua; es decir, los pacientes con intolerancia a la glucosa presentan un mayor riesgo que los pacientes con un metabolismo normal e inferior a los pacientes con diabetes. La presencia de albuminuria es un marcador de riesgo de enfermedad cardiovascular, más que de nefropatía, en los pacientes con diabetes mellitus tipo 2. En el estudio de Haffner se demuestra como la condición de ser diabético confiere tanto riesgo cardiovascular como haber padecido previamente un IAM. Estos datos y los de otros estudios (CARDS, HPS) condujeron al National Cholesterol Education Program (NCEP) a declarar que los pacientes con diabetes tipo 2 tenían un riesgo cardiovascular equivalente a aquellos que habían tenido una enfermedad cardiovascular y son pues pacientes con alto riesgo cardiovascular subsidiarios de una intervención terapéutica del tipo prevención secundaria . Conclusiones acerca de microalbuminuria, proteinuria y riesgo vascular en la diabetes mellitus • la enfermedad cardiovascular es la causa más frecuente de mortalidad en los pacientes con diabetes mellitus. • la albuminuria es el principal marcador de riesgo cardiovascular. La HTA es el factor de riesgo asociado, no metabólico, más relevante en la enfermedad diabética • el bloqueo a la acción de la angiotensina II mediante los inhibidores de la ECA o ARA II, reducen los episodios cardiovasculares y la nefropatía diabética. Está demostrado en estudios recientes que el control intensivo de la glucemia (HbA1c<6,5%), proteinuria (IECA y/o ARA2), PA (<130/80)y lípidos (LDL<100mg/dl y opcionalente<70mg/dl) frena la rapidez de la evolución de la retinopatía, neuropatía y nefropatía de estos pacientes. Patología ocular La diabetes es una de las causas más importantes de ceguera adquirida en el mundo. El riesgo de ceguera en los diabéticos es 25 veces superior al resto de la población. La retinopatía diabética (RD) es la lesión ocular más importante en el diabético pero no la única. También se pueden producir cambios en la refracción del cristalino y alteraciones de los nervios oculomotores entre otros. • control metabólico: el DCCT (diabetes control and complication trial), un estudio que relaciona las complicaciones crónicas con el control metabólico en diabéticos tipo 1, demostró que en los pacientes con control metabólico estricto disminuyó el riesgo de desarrollo de retinopatía diabética en 76% y el riesgo de progresión en 54%. • lípidos: algunos estudios han demostrado que el colesterol total es un factor relacionado con la presencia de exudados duros (céreos), estos a su vez se relacionan con factor de riesgo significativo para el desarrollo de edema macular. • proteinuria: la microalbuminuria se relaciona con un riesgo aumentado de nefropatía y complicaciones cardiovasculares en el paciente diabético. Hay suficientes estudios que informan que la microalbuminuria es un marcador vinculado significativamente con cualquier nivel de RD. • hipertensión arterial: la correlación entre severidad de la retinopatía e hipertensión ha sido demostrada en numerosos estudios. Se ha demostrado el beneficio de los IECAs y ARA2 en la retinopatía. • embarazo: repetidas investigaciones indican que el embarazo se correlaciona significativamente con la progresión de la RD. La vigilancia oftalmológica ha de ser estrecha durante este periodo. Desde el punto de vista patogénico, se han involucrado diversas alteraciones metabólicas y estructurales. Entre las anomalías estructurales destacan el aumento progresivo de la membrana basal endotelial y la pérdida de los pericitos de los capilares retinianos. Normalmente existe igual número de células endoteliales y pericitos. Estos últimos contienen aldosa reductasa y utilizan la vía del sorbitol. La hiperglucemia mantenida por períodos prolongados provoca la pérdida selectiva de pericitos, con conservación de las células endoteliales, lo que contribuye a la hiperpermeabilidad que presentan estos capilares. La presencia microaneurismas retinianos puede correlacionarse directamente con la desaparición de pericitos, ya que el debilitamiento de la pared capilar crea puntos de menor resistencia que son el origen de estas eventraciones saculares. Las alteraciones fisiopatológicas básicas de la RD se reducen a dos. • permeabilidad vascular alterada • hipoxia retiniana Los capilares retinianos son particularmente herméticos y las uniones entre las células endoteliales son fuertes y estrechas. Estas uniones hacen imposible el paso de macromoléculas (proteínas y lípidos) desde el interior del vaso al parénquima retiniano. En la microangiopatía diabética, la ruptura de estas barreras permite el paso de lipoproteínas que se depositan en la retina. El edema retiniano es causado por el efecto oncótico de las macromoléculas. Michaelson (1954), fue el primero en proponer que la retina hipóxica producía un factor vasoproliferativo que se difundía por vía sanguínea induciendo neovascularización. Las moléculas angiogénicas más importantes que se conocen en la actualidad son factores de crecimiento, como el factor de crecimiento de los fibroblastos a y b, el VEGF y la angiotensina. Los factores de crecimiento aumentan en respuesta a la hipoxia. Así, en ojos con neovascularización retiniana a menudo se encuentran grandes zonas de mala perfusión retiniana. Los brotes de neoformación crecen intrarretina, pero pueden invadir el vítreo. Los factores de vasoproliferación son también responsables de vasos de neoformación en el iris que dan lugar al glaucoma neovascular. Se recomienda un examen oftalmológico anual, realizado por especialista después de 5 años de evolución en el paciente con diabetes 1 y desde el momento del diagnóstico en pacientes con diabetes 2. Será indicación del especialista la realización de angiografía con fluoresceína y la evaluación de campo visual. Pie diabético En la figura 42.6 se describen los distintos mecanismos integrados en su patogénia. +-B 1 D D Y :7 E +& 1 Y 8 D7N & ,) ('&)+ 3 8 D 8 *4), & * +&* 1&) +,* &5( & &(0 &5( * *( &1&"& *" * " *, &5( * " ,*'0" &5( *" 4"0@) " *, &5( 0 ), " &*" * 4& 0, 0" , 0* & 8 D : (4*, * 2 +*,&4F,& 8 V : 7 +9- 8 :7 M+ N7 Figura 42.6. Etiopatogenia del pie diabético BIBLIOGRAFÍA Barneo L, Troncoso IA, Ruiz MA, Marqués MB, Florez LG Esteban MM 1995 Effects of islet transplantation on advanced glycosylation end products in diabetic rats. Transplantation Proceedings 27:3177. 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Estos datos, junto con los modelos animales desarrollados (espontáneos o genéticamente manipulados) y los ensayos clínicos para evitar la manifestación de la enfermedad, han generado conocimiento y multitud de hipótesis, pero hasta el momento no existe prevención efectiva frente a la DM1. El futuro de las investigaciones en este campo se centra, en primer lugar, en definir que población corre el riesgo de ser diabética en un futuro próximo y, en segundo lugar, encontrar un tratamiento específico que la proteja. Una línea importante de investigación es el conocimiento de marcadores inmunes y moleculares que nos faciliten el diagnóstico precoz de la DM1 y DM2. Los anticuerpos anti GAD (glutamic acid decarboxylase) y anti tirosina fosfatasa IA-2, son capaces de seleccionar a la población con alto riesgo de padecer DM1 en los próximos años. El uso de estos marcadores de autoimmunidad junto con un determinado haplotipo genético permite la selección de una población con riesgo elevado de contraer la enfermedad. Además está comprobado que, en animales de experimentación, la administración de pequeñas cantidades de GAD, o incluso de otras proteínas del islote, es capaz de evitar la diabetes mellitus. Otros trabajos señalan a determinadas citocinas como capaces de prevenir la evolución de la enfermedad. En humanos no se ha demostrado un tratamiento inmunomodulador eficaz para la prevención de la diabetes. Experiencias administrando insulina oral, insulina subcutánea y endovenosa han dado resultados negativos. Tampoco el tratamiento con immunomoduladores tales como la nicotinamida, sustancia que generó grandes esperanzas dada su excelente tolerancia, ha demostrado ser eficaz. No existen datos en humanos que sugieran que, en un corto plazo de tiempo, la DM1 pueda ser prevenida. Hasta que no logremos conocer los mecanismos moleculares que participan en el proceso de destrucción de los islotes, los avances serán limitados. Existen algunos datos positivos en trabajos orientados a la selección de clones autorreactivos así como en el proceso de immunomodulación de citocinas. Diabetes mellitus tipo 2 En cuanto a la DM2, la mayoría de los esfuerzos se orientan a identificar el gen o los genes susceptibles de presentar un defecto que comprometa la secreción de insulina de la célula pancreática, o la utilización de la insulina por los tejidos periféricos. El descubrimiento de los genes responsable de la forma MODY de diabetes plantea ya posibilidad de un tratamiento etiopatogénico. Es probable, que tras haber secuenciado el genoma humano, y tras el desarrollo de las técnicas de genómica y proteómica, podamos llegar a conocer los genes responsables de DM tipo 2. La identificación de las dianas terapéuticas es el primer paso para la investigación pero a partir de ese punto se inicia un nuevo y largo trabajo de investigación. No debemos olvidar que la DM2 es una enfermedad cuya etiopatogenia está muy ligada a nuestra forma de vida (sedentarismo y desarrollo de obesidad central). Los ensayos que han utilizado el ejercicio y el cambio del estilo de vida como medida para prevenir o retrasar la aparición de la enfermedad se han demostrado altamente eficientes (DPS). De gran interés también son los ensayos de prevención con metformina (DPP) y con acarbosa (STOP NIDDM) que han demostrado también un efecto beneficioso en la prevención de la enfermedad (tabla 43.1) y en el STOP-NIDDM la prevención del riesgo cardiovascular. El orlistat ha demostrado también un beneficio en el perfil metabólico y en la prevención de la DM junto a su efecto de reducción ponderal (estudio XENDOS). Tabla 43.1. Comparación entre los estudios de prevención Grupo DPS DPP STOP NIDDM Control Estilo de vida Control Estilo de vida Metformina Control Acarbosa Reducción del riesgo (%) Pacientes necesarios para tratar (sujetos/años) 58 58 31* 25 (36*) 5/5 7/3 14/3 11/3 Revista (año) N Engl J Med (2001) N Engl J Med (2002) Lancet (2002) EL TRASPLANTE CELULAR Los pacientes con DM1 dependen de la administración de insulina exógena para controlar sus concentraciones de glucosa. Para mejorar la calidad de vida y disminuir el riesgo de complicaciones secundarias, las perspectivas de futuro se enfocan hacia campos revolucionarios como la terapia génica, las células pluripotenciales o troncales y el trasplante de islotes. La finalidad es, en todos los casos, conseguir una fuente de insulina endógena con regulación metabólica. La terapia génica consiste en introducir en el individuo el gen de la insulina en otros tipos celulares distintos a las células β, por ejemplo en hepatocitos o células musculares. Esto se hace a través de vectores virales que en ocasiones son destruidos por el propio sistema inmunitario. Las células pluripotenciales son células no diferenciadas de origen embrionario o del propio individuo adulto, a partir de las cuales puede derivar cualquier tipo celular. La célula β, así generada, podría ser autóloga y, por tanto, no induciría rechazo al implantarse en el individuo ni requeriría promotores distintos del mismo promotor de la insulina. Por contra, existe el riesgo de que se produzca de nuevo el ataque autoinmunitario que inicialmente causó la enfermedad (recurrencia). En el caso de trasplante de islotes purificados, un problema importante es la escasez de donantes (se necesita un mínimo de 2 donantes para conseguir islotes para un receptor), a lo que se añade un proceso enzimático complejo y estresante para la obtención de islotes y una terapia inmunosupresora de por vida para los pacientes trasplantados. Sin embargo, el protocolo de Edmonton del grupo de J. Shapiro (con cambios en la cantidad de islotes implantados y en el protocolo de inmunosupresión, sin glucocorticoides) ha logrado resultados esperanzadores en ese campo, consiguiendo independencia de la insulina exógena en el 80% de los pacientes transplantados después de un año, sin que se hayan observado complicaciones importantes y siendo reproducible la técnica en otros centros. Estos resultados supusieron en el año 2000 un giro espectacular respecto a los resultados obtenidos hasta entonces con el trasplante de islotes. Por el momento este protocolo se aplica en centros europeos en caso de trasplante combinado o tras trasplante renal. Debido a las limitaciones que supone la dependencia de por vida de un tratamiento inmunosupresor las indicaciones de trasplante aislado de islotes en diabéticos tipo 1 son muy limitadas. Aún cuando el trasplante celular logre revertir la diabetes se presentan dos grandes retos. Primero la obtención de suficiente material biológico, para el tratamiento de una población amplia de diabéticos tipo 1 y segundo evitar tanto el rechazo como la inducción del proceso de agresión contra la célula que está en la base de la enfermedad (tabla 43.2). Tabla 43.2. Productos celulares para trasplante Islotes humanos modificados Islotes de cerdo modificados Células β aisladas Células pluripotenciales Células transfectadas No hay suficientes donantes para universalizar este tipo de tratamiento. En España, donde somos los mejores en donación y donde tenemos, además, una prevalencia baja de diabetes, no conseguiríamos, en la mejor de las situaciones, trasplantar a más de 200 pacientes anuales. Sin embargo, cada año se diagnostican 3.000 nuevos casos de DM1. Urge, pues, encontrar productos celulares, secretores de insulina que sean bien tolerados por el receptor diabético. En esta línea de investigación han sido comunicados resultados experimentales en ratones de gran interés, mediante el trasplante de células pluripotenciales, las llamadas también células madre. La posibilidad de que mediante procedimientos similares a los usados en ratones se pueda lograr la obtención de células a partir de células embrionarias o células madre adultas ha generado una gran expectación. Por otra parte, debemos encontrar formas de proteger estos trasplantes del rechazo alogénico, y también de la propia memoria autoimmune del paciente diabético. La encapsulación, la inmunomodulación, la reconstrucción génica son posibles caminos (tabla 43.3). Tabla 43.3. Productos celulares para trasplante Encapsular las células Cultivar e inmunomodular las células Criopreservar Modificar las células mediante terapia génica Inmunomodulación del receptor Otras estrategias terapéuticas de interés son la inducción de neogénesis a partir de células ductales y la inducción de la replicación de las células remanentes. Ambas estrategias combinadas con mediadores que modifiquen el proceso de muerte programada o apoptosis pueden favorecer el mantenimiento de una población ß celular activa, resistente al ataque immune y capaz de mantener el status de normoglucemia. Existen fármacos experimentales que reúnen estas propiedades y que, de poderse aplicar en humanos, podrían ser de gran eficacia. AVANCES EN INSULINOTERAPIA El objetivo final de curar la diabetes, por el momento, no es algo que sea posible en nuestra práctica clínica. Debemos saber seleccionar y hacer llegar a nuestros pacientes las armas terapéuticas existentes para intentar lograr un nivel de glucemia lo más próximo a la normalidad posible lo cual permitirá una mejora en su calidad de vida y la prevención de las complicaciones agudas y crónicas de la enfermedad (DCCT, UKPDS). El desarrollo de análogos de insulina capaces de aportar un perfil insulínico cada vez más parecido al fisiológico constituye uno de los avances terapéuticos de mayor eficacia clínica en los últimos años. Modificaciones en la cadena de aminoácidos de la molécula de insulina han permitido el desarrollo de nuevas moléculas con perfiles de biodisponibilidad muy interesantes. El desarrollo de análogos de acción rápida (AAR), insulina lispro y aspart, y análogos de acción lenta (AAL), glargina y levemir, han permitido mejorar el control metabólico y disminuir las oscilaciones glucémicas de muchos pacientes que no llegaban al objetivo terapéutico con las insulinas tradicionales. La posibilidad de que en un futuro próximo algunos análogos puedan ser administrados por vía nasal u oral aumenta estas perspectivas. La insulina inhalada es ya una realidad que ha demostrado su eficacia, con una disponibilidad comparable a la de los análogos rápidos, aunque con unas indicaciones limitadas y una seguridad a largo plazo pendiente de ser demostrada. Análogos de acción lenta Estas insulinas actúan de una manera más lenta, pero más sostenida, que la NPH pudiendo llegar a ejercer su efecto durante un periodo de 20-24 horas (no alcanza este tiempo en todos los pacientes). Sin embargo, su mayor ventaja respecto a la insulina intermedia no es su duración, sino la morfología de su curva sin un pico máximo de acción, reduciendo por tanto el riesgo de hipoglucemias nocturnas. Se trata por lo tanto, de una buena opción de mantenimiento de la insulinemia basal a la que añadiríamos la inyección de 3 ó 4 dosis de insulina de acción rápida o análogo según las características y circunstancias del paciente. Se recomienda su administración de forma subcutánea una vez al día, si no se consigue un buen control, puede administrarse dos veces al día. Para disminuir el riesgo de hipoglucemia la dosis inicial será el 80% de las unidades de NPH. Posteriormente la dosis de estos análogos se ajustarán según las glucemias prepandriales. Glargina Se trata de un análogo de acción retardada que se produce al añadir a la insulina humana, por técnicas de recombinación genética, dos argininas en la región Cterminal de la cadena B, y sustituir la asparagina por glicina en la posición A21 de la cadena A. Estos cambios hacen que esta insulina precipite con el pH neutro del tejido subcutáneo, formando microcristales que se liberan lentamente y sin picos a la sangre. La insulina glargina, tras su administración subcutánea, presenta una absorción lenta y prolongada y un perfil relativamente constante de concentración/tiempo a lo largo de hasta 24 horas. En muchos pacientes con DM 1 sin reserva pancreática suelen ser necesarias dos inyecciones para cubrir un día completo. En caso de DM1 se asociará con análogos rápidos en dosis prepandrial y en DM2 se puede indicar en dosis única o asociada a otra insulina prepandrial o antidiabéticos orales insulinotropos prepandriales. Se han propuesto varias ventajas de insulina glargina sobre la insulina isofánica de duración intermedia (NPH): mayores reducciones de los niveles de hemoglobina glucosilada (A1C); mejor control de los niveles basales (en ayunas) de glucosa en sangre; menos eventos hipoglucémicos, en particular los eventos graves y nocturnos; los niveles basales de insulina tienen una menor variabilidad inter e intraindividual, siendo más fácil el ajuste de la dosis de cada paciente; finalmente, la administración una vez al día puede mejorar el cumplimiento del tratamiento insulínico. En pacientes con un buen control metabólico y con hipoglucemias mínimas o ausentes no parece indicado sustituir el uso de NPH por glargina. Detemir Análogo soluble de insulina retardada que se caracteriza por la unión de la insulina a un ácido graso, el ácido mirístico. El ácido mirístico se une a los receptores de ácidos grasos presentes en la albúmina del paciente de forma reversible de manera que se lentifica su absorción y se prolonga su acción. Esta insulina se une a la albúmina en un 98% y sólo su fracción libre puede unirse a los receptores de insulina de las células diana. Es soluble a pH neutro por lo que tras su inyección subcutánea permanece líquida y por tanto con una menor variabilidad en su absorción. Tiene menor potencia hipoglucemiante que la insulina NPH. Su duración de acción aproximada es de 12-20 horas, siendo precisa en la mayoría de los casos la administración de dos dosis diarias. La detemir tiene mejores niveles y menor variabilidad de la glucemia en ayunas, menor riesgo de hipoglucemias totales y nocturnas y menor ganancia de peso que la NPH. Su mayor ventaja parece ser la reproducibilidad intraindividual en su perfil diario de actuación. Insulinas de acción rápida Utilizadas para el control de las glucemias postingesta y corregir situaciones de descompensación con hiperglucemia. Insulina regular. Esta insulina se consigue tras un proceso de cristalización de la insulina en medio ácido. Hasta hace poco se utilizaba en la mayoría de las pautas diarias junto a la insulina intermedia y es la única insulina soluble que posibilita su uso vía intravenosa. Sin embargo tiene un inicio de acción tardío (30 minutos) y un pico y duración prolongados (4-6 h) por lo que su curva no se asemeja del todo a la secreción fisiológica de insulina postingesta. Por este motivo se debe administrar una media hora antes de las comidas. Este problema desaparece con los nuevos análogos de acción rápida. Análogos de acción rápida (AAR) La modificación en su estructura molecular logra unas características farmacocinéticas diferentes a las de la insulina regular con un perfil de acción más rápido. Hoy en día disponemos de dos AAR en el mercado, la insulina aspart y la insulina lispro. La insulina aspart es idéntica estructuralmente a la regular, salvo por la sustitución de la prolina en la posición 28 de la cadena B por un ácido aspártico lo que reduce la tendencia a la agregación de los monómeros. La insulina lispro cambia la prolina de la posición 28 de la cadena B por la lisina de la posición 29. El inicio de acción más rápido de estas insulinas (10-20 minutos) permite su administración coincidente con las comidas. Son eficaces administrados tras las comidas en niños pequeños con ingestas variables. Además de esta importante ventaja, existen diversos estudios que concluyen que aquellos niños tratados con insulina lispro presentan un menor número de hipoglucemias graves si se comparan con los que recibieron insulina regular, y también un mejor control postpandrial tanto en DM1 como en DM2. Análogos de acción rápida versus insulina regular humana Ventajas • perfil acción más parecido a la insulina endógena. • mejor control glucémico postpandrial. • mayor disminución Hba1c en DM1 • menor número de hipoglucemias nocturnas. • mejor calidad de vida por administración próxima a la comida. Inconvenientes • mayor coste. • puede requerir incremento de dosis ó del número de inyecciones de insulina basal. • seguridad y beneficio a largo plazo sin establecer. Análogos de acción lenta versus insulina NPH Glargina Ventajas • perfil farmacocinético más estable • administración una vez al día. • menor número de hipoglucemias totales y nocturnas. • menor acción mitógena por la menor afinidad por receptor IGF-1 (insulina detemir) • menor ganancia de peso (insulina detemir). Inconvenientes • puede precisar aumento de la dosis de insulina de acción rápida prepandrial. • menor potencia hipoglucemiante por lo que es necesario mayor dosis (insulina detemir). • no se puede mezclar en la misma jeringa con otras insulinas, por lo que se necesitan 2 inyecciones. • puede producir más dolor en el lugar de inyección. • seguridad y beneficio a largo plazo sin establecer. Terapia con bombas de infusión continua de insulina (BICI) Se trata de un sistema abierto que libera insulina de forma continua en tejido subcutáneo para lograr una insulinemia basal y de forma intermitente a través de bolos previos a las comidas y para corregir las hiperglucemias. La bomba puede programarse de manera que se define una infusión basal constante o variable según distintos tramos horarios y los bolos se administran según las necesidades. La insulina utilizada es insulina regular ó análogo. Es una alternativa de tratamiento en pacientes motivados que no logran un buen control con otras pautas, o en diabéticos con hipoglucemias graves, o en aquellos que presentan un importante fenómeno del alba. NUEVOS FÁRMACOS Existen otros fármacos que pueden llegar a ser útiles. Un grupo amplio lo forman aquellos agentes orales capaces de mimetizar la insulina sin provocar hipoglucemia. Los hay, derivados de quinolonas, de leucinas, de inositoles, entre otros. También, insulin-amplificadores como los derivados de vanadato. Otros, derivados de hormonas, como la GLP-1 (péptido glucagón-like-1). La serie es amplia. Hay otras estrategias de interés que merecen ser relatadas. Substancias que inducen regeneración de los islotes pancreáticos dañados en la diabetes mellitus tipo 1, como los análogos de IPF-1 o los derivados del tungstato. La propuesta de sustancias es amplia. Las hay que inhibirían la evolución de las complicaciones, a través de su efecto sobre los productos de glicación. No hay ningún instituto de investigación competitivo ni ninguna industria farmacéutica multinacional que no contemple la búsqueda de nuevos tratamientos para la prevención de la diabetes o sus complicaciones, y para la curación de la enfermedad. Estamos en un camino sin retorno. La investigación en diabetes es una prioridad, por la prevalencia de la enfermedad, por su gravedad y porque tenemos bases suficientes para luchar por su curación. Avances en los antidiabéticos orales. La DM2 es una enfermedad causada por diversos defectos metabólicos que desencadenan una resistencia a la acción de la insulina asociado a un fallo en la producción pancreática de insulina. Es por ello que el desarrollo de distintos agentes farmacológicos con un distinto mecanismo de acción y su asociación resulta de gran eficacia en el tratamiento de estos pacientes (figura 43.1). La intervención ha de ir dirigida hacia la corrección de la resistencia a la insulina y la secreción anormal de insulina. Figura 43.1. Localización y mecanismo de acción de los antidiabéticos orales Los agentes antidiabéticos actúan en lugares diferentes según su mecanismo principal de acción para reducir la hiperglucemia. Es por ello que en el paciente diabético tipo 2 obeso la máxima eficacia terapéutica se obtiene con la combinación de metformina y glitazonas ó insulinotropos Las biguanidas (por ejemplo, la metformina) suprimen principalmente la producción hepática de glucosa. Los inhibidores de la α-glucosidasa (acarbosa y miglitol) retrasan la digestión y la absorción de los hidratos de carbono en el tubo digestivo. Las tiazolidinadionas (rosiglitazona, pioglitazona), disminuyen la resistencia a la insulina en el tejido graso, los músculos esqueléticos y el hígado. Además, estos agentes pueden tener un efecto beneficioso sobre la función de las células-β. Este nuevo grupo farmacológico ha supuesto una importante revolución terapéutica, no sólo por su efecto a nivel del control glucémico sino por otros beneficios metabólicos y antioxidantes derivados de su mecanismo de acción. Entre los mecanismos más importantes de actuación está la activación de un receptor en el núcleo celular (PPAR, receptor de los activadores de proliferación de peroxisomas). Este receptor, que se expresa en el tejido adiposo de los mamíferos, regula la transcripción de varios genes relacionados con la diferenciación de los preadipocitos y en la captación de glucosa mediada por insulina en los tejidos periféricos. Estos receptores reducen la expresión de la leptina, un factor que regula el apetito, el peso corporal y el balance energético. Las tiazolidinedionas aumentan el tejido adiposo pardo, que disipa energía por la vía de la oxidación de los ácidos grasos, mecanismo que podría estar relacionado con su efecto reductor de la resistencia a la insulina. Asimismo elevan los niveles de adiponectina en plasma (con efecto reductor de la glucemia y aumento de la sensibilidad a la insulina). La combinación de glitazonas con otros antidiabéticos ha mostrado ser eficaz en un buen número de estudios y ha resultado en un mejor control de la glucemia que cada uno de los fármacos por separado. Las sulfonilureas y las meglitinidas (por ejemplo la repaglinida) estimulan la liberación de insulina desde el páncreas. Los secretagogos de insulina se han convertido, conjuntamente con los fármacos sensibilizadores a la acción de la insulina, en los pilares terapéuticos de la DM. A pesar de ello sus resultados terapéuticos siguen siendo insatisfactorios. Los agentes secretagogos promueven la liberación de insulina preformada a través del cierre de canales de potasio ATP sensibles en las celulas beta, pero no tienen efecto en términos de favorecer un aumento de la masa celular beta pancreática. Esta masa celular se encuentra deteriorada en el diabético y acaba siendo la causa del fracaso secundario de los antidiabéticos orales y de la necesidad de iniciar insulinoterapia en el diabético tipo 2 de años de evolución. El tratamiento con secretagogos provoca aumento de peso, debido en parte a la secreción de insulina, lipogénica, y a la posible inducción de hipoglucemias que provocan una sobreingesta calórica. Se ha señalado el posible efecto nocivo de algunas sulfonilureas por su falta de selectividad, provocando el cierre de canales de potasio en tejidos como el miocardiocito, celulas vasculares coronarias etc. aumentando el riesgo de isquemia. El tratamiento pierde eficacia con el tiempo, debido a la progresión de la enfermedad y a una posible desensibilización ante el efecto de estos secretagogos. La necesidad de restaurar una insulinosecreción eficiente en los pacientes con DM2 ha guiado el objetivo de las investigaciones en nuevos agentes farmacológicos. GLP-1 y GIP son secretadas por el intestino en respuesta a los alimentos y estimulan la producción de insulina por las células beta del páncreas. Pertenecen a la familia de péptidos intestinales conocida como incretinas. Dos subfamilias son de interés en cuanto a la regulación de la secreción de insulina: • péptido insulinotrópico glucosa-dependiente (GIP), secretado especialmente por las células K del duodeno • GLPs, originados en las células L, ubicadas principalmente en el íleon. Incluye al GLP-1 y GLP-2. Los GLP se originan a partir del proglucagón, el proceso postraducción del proglucagón a nivel de las células del islote de Langerhans origina el glucagón, pero a nivel de las células L ileales, da lugar a GLP-1, GLP-2 y glicentina. GLP-1 presenta efecto insulinotrópico dependiente de glicemia, lo que minimiza el riesgo de hipoglucemia. El GLP-1 posee receptores propios. Incrementa la expresión de genes que aumentan la sensibilidad de la célula β a la glucosa, el gen de la hexoquinasa y el de GLUT-2. El GLP-1 aumenta la biosíntesis de insulina, presenta acciones supresoras del apetito y retarda el vaciamiento gástrico. GLP-1 también reduce la secreción de glucagón, una hormona que da al hígado la señal de que debe producir glucosa La administración de GLP-1 a humanos presenta un grave problema farmacocinético: su muy corta vida media (1,5 minutos). Es rápidamente desactivado por un enzima, la dipeptidil-peptidasa IV (DPP-IV), con actividad proteasa postprolina y postalanina. Ante estos hechos se han diseñado tres estrategias para aprovechar las propiedades farmacológicas del GLP-1: Inhibidores de la DPP-IV. LAF237A (Vildagliptin) aumenta los niveles de incretinas al bloquea la acción de la DPP-4. De esta manera, LAF237 ayuda a tratar el desequilibrio entre la secrección y la demanda de insulina, una de las causas subyacentes de la diabetes tipo 2. Actualmente, está en curso el programa de ensayos clínicos de fase III con LAF237 y, en 2006, se espera presentar las primeras solicitudes de registro. La inhibición del DPP-IV cuenta con la ventaja de posible desarrollo de agentes de uso vía oral, pero esta enzima no solo degrada el GLP-1, por lo que existe el riesgo de otros efectos sistémicos no deseados. Análogos biosintéticos del GLP-1 resistentes a la degradación por DPP-IV El liragluride es un análogo acilado del GLP-1 de acción prolongada. Estudios en animales y en seres humanos han mostrado efectos hipoglucemiantes prometedoras y un perfil de seguridad favorable. Su semivida es de aproximadamente 12 horas. Se administra en una sola dosis diaria subcutánea. El empleo de un análogo, que si bien puede sintetizarse, se encuentra en la saliva del Heloderma suspectum venum (conocido como monstruo de Gila): exendin-4 (exenatide) actualmente está en fase de aprobación por parte de la FDA americana y podría estar en el mercado a finales de este año. Cada una de estas estrategias cuenta con ventajas y desventajas. Antagonistas del receptor del glucagón A la vista de los efectos del glucagón sobre la formación de glucosa hepática, se han realizado enormes esfuerzos para desarrollar antagonistas del glucagón capaces de desplazar a éste de su receptor. Los primeros intentos, a comienzos de los 90, se enfocaron hacia péptidos análogos obtenidos por mutaciones dirigidas o aleatorizadas. El análogo desHis-1-Nle-9-Ala11-Ala61-glucagon amida ha demostrado reducir la glucosa en ayunas en ratas diabéticas. En los últimos años se han descubierto varios antagonistas no peptídicos del receptor del glucagón, el BAY 27-9955, se encuentra actualmente en fase II de desarrollo clínico. Se trataría de un compuesto, activo por vía oral en dosis de 200 mg que sería capaz de antagonizar la producción de glucosa inducida por esta hormona. Erika Nishimura, directora científica en Pharmatic Sit Malov, ha indicado que los trabajos que hasta ahora han realizado en el tratamiento para inhibir el glucagón han dado buenos resultados, con una duración media de 82 minutos y una efectividad del 70 por ciento. BIBLIOGRAFÍA Ahrén B, Landin-Olsson M, Jansson PA, Svensson M, Holmes D, Schweizer A 2004 Inhibition of dipeptidyl peptidase-4 reduces glycemia, sustains insulin levels, and reduces glucagon levels in type 2 diabetes. J Clin Endocrinol Metab 89:2078. 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PARTE IX OTROS SISTEMAS ENDOCRINOS CAPÍTULO 44 C A R A C T E R ÍS T IC A S F IS IO L Ó G IC A S D E L A B A R R E R A H E M A T O E N C E F Á L IC A 3' La existencia de barrera hematoencefálica se conoce desde hace más de 100 años gracias a un microbiólogo alemán. A pesar de ello, todavía no se conocen con exactitud todos los mecanismos biológicos que implica dados los escasos estudios sobre su biología molecular y celular. Esta barrera lejos de ser una estructura estática o rígida entre el CNS y la periferia es una compleja estructura dinámica capaz de una rápida modulación. Existen dos tipos de barreras o interfases: la que separa sangre y cerebro, conocida como BBB (blood brain barrier) y la que separa sangre y CSF a nivel de los plexos coroideos. La pérdida de la integridad de estas barreras puede provocar graves consecuencias en el CNS. Algunas de estas alteraciones han sido descritas en enfermedades neurológicas severas como infartos, esclerosis y la enfermedad de Alzheimer. Diversas evidencias muestran que la inflamación altera la expresión de proteínas de las tight junctions e incrementa la permeabilidad paracelular. Por ejemplo, en el Alzheimer el β amiloide induce liberación de citokinas y la migración de monocitos a través de la BBB tanto in vivo como in vitro y los depósitos de β amiloide inducen degeneración de la membrana basal de la microvasculatura. La BBB es una barrera física y metabólica entre el CNS y el sistema circulatorio que sirve para regular y proteger el microambiente cerebral. La forman las células endoteliales de los capilares cerebrales caracterizadas por la presencia de tight junctions o uniones estrechas que le confieren una alta resistencia eléctrica transendotelial (1500-5000 ohmios/cm2) y disminuyen la permeabilidad paracelular. Los astrocitos, los llamados end feet, contactan con la microvasculatura e influyen en las células endoteliales jugando un papel esencial en el mantenimiento del fenotipo de BBB, aunque no forman una verdadera barrera en vertebrados. Los astrocitos confieren un papel protector en la barrera contra alteraciones como la hipoxia o la ausencia de glucosa. FUNCIONES DE LA BBB La función de la BBB es doble: por un lado proteger al cerebro del libre acceso de sustancias desde la sangre lo que podría causar un serio daño dado el frágil ambiente extracelular y en segundo lugar permitir la entrada de nutrientes mediante sistemas transportadores específicos. Este paso puede llevarse a cabo tanto a través de la célula, es decir, por vía transcelular, o por entre las células, esto es, vía paracelular. En principio la BBB impide la entrada al cerebro desde la sangre de todas las moléculas excepto las más pequeñas y lipofílicas. Sin embargo se ha demostrado que grandes moléculas hidrosolubles pueden entrar y lo hacen gracias a transporte activo. Para nutrientes esenciales como al glucosa existen proteínas transportadoras específicas a nivel de membrana en las células endoteliales. FUNCIONES DE LOS PLEXOS COROIDEOS Existen 4 tipos de plexos coroideos, según su localización: dos grandes en los ventrículos laterales, uno más pequeño en el tercer ventrículo y uno único y complejo en el cuarto ventrículo. Los ventrículos están bordeados por una monocapa celular de células ependimales continuación de la capa exterior de los plexos coroideos (figura 44.1). Aunque poseen el mismo origen que las células epiteliales de los plexos coroideos, estas células ependimales presentan varias modificaciones: aspecto más cuboidal con abundantes microvilli en el lado en contacto con el CSF lo que hace que el área de intercambio sea mayor. Además estas células no poseen tight junctions. Muchas de estas células poseen largos cilios cuyo movimiento o batido contribuiría a mezclar el CSF creando un flujo a través del sistema ventricular. Con respecto al sistema de los plexos coroideos, éste está constituido por un epitelio de células cuboideas, unidas entre sí por las uniones estrechas o tight junctions, incluyendo una matriz extracelular de tejido conjuntivo en cuyo interior se encuentra vasos capilares fenestrados. 0, , +& ,* ()& * ,* ), */ +&* * ") ,) & ) +&" ,* *,*1, "* *+F( & ) 2*( ,3 0") +"*/) ),)& *) 2 ) ),)& *) Figura 44.1. Esquema de los plexos coroideos. Secreción de CSF La principal función de los plexos coroideos es la secreción de CSF. Un pequeño porcentaje es secretado por las células endoteliales de los capilares cerebrales que forman la BBB, sin embargo entre el 80-90% del CSF es formado en el sistema ventricular. Protección del microambiente Una segunda función vital es la de ofrecer un mecanismo de protección y prevención del cerebro frente daños físicos. Papel especial como órgano endocrino Secretan una serie de hormonas como vasopresina, varios factores de crecimiento como IGF-II, transtiretina (TTR). Por otro lado constituye un complejo sistema de regulación endocrina a través de multitud de receptores, entre ellos el de IGFI, que en sus células se expresan. Los plexos coroideos jugarían un importante papel en el control de la obesidad a través de la regulación de los receptores de leptina que permiten la entrada de dicha proteína al CSF de forma saturable y así llegar a sus áreas diana en el cerebro. Diversas hormonas interaccionan con los plexos coroideos regulando sus funciones. Vasopresina La vasopresina es una neurohormona implicada en la regulación de la diuresis y presión sanguínea. Sus receptores han sido descritos en diversas áreas cerebrales incluido plexos coroideos. Tras la activación de estos receptores disminuye el flujo sanguíneo y también la secreción de CSF. Se ha visto que con la edad aparece un incremento en la actividad de las neuronas responsables de la secreción de vasopresina, también se incrementa el número de fibras penetrando en el tercer ventrículo y liberando vasopresina con lo que la concentración de dicha hormona es mayor en el CSF de animales viejos incluidos humanos. Growth hormones Además del receptor de IGF-I, los plexos coroideos también sintetizan IGF-II y IGFBP2. El IGF-II juega un importante papel en el desarrollo y mantenimiento del sistema nervioso, estimula la síntesis de DNA, el crecimiento celular y la síntesis de mielina. También con la edad el nivel en plasma y en cerebro de factores de crecimiento se ve reducido. TTR La TTR es la proteína más abundante sintetizada por las células epiteliales de los plexos coroideos lo que constituye un posible nivel de regulación de las funciones de la TTR en el cerebro. Estas abarcarían: • homeostasis de hormonas tiroideas • unión de proteínas plasmáticas • flujo dinámico en cerebro y cuerpo En CSF la TTR es el principal transportador de tiroxina (T4) contribuyendo a la homeostasis cerebral de las hormonas tiroideas. Desde la sangre, T4 libre entra en las células epiteliales de los plexos coroideos, desde aquí puede salir al CSF o unirse a TTR recién sintetizada que es transportada al cerebro. En áreas cerebrales donde la concentración de T4 es menor a la presente en plasma se puede producir entrada desde la sangre al cerebro vía BBB. Esta sería considerada una vía secundaria de entrada de T4 desde la sangre al cerebro en zonas más alejadas del sistema ventricular. Acceso de nutrientes Como en el caso de la barrera situada a nivel del endotelio de los capilares, a través de los plexos coroideos diversas sustancias son capaces de entrar en el cerebro utilizando para ello distintos mecanismos o sistemas de transporte. Por otra parte, a través de los plexos coroideos también se establece otro transporte en esta caso desde el cerebro a la sangre: se trataría de un transporte activo mediado por receptores de azúcares y aminoácidos desde el CSF a la sangre y responsable de las bajas concentraciones de estas sustancias en el CSF contribuyendo al mantenimiento de la homeostasis del CSF y por extensión del cerebro. MODELOS EXPERIMENTALES IN VITRO PARA EL ESTUDIO DE LOS PLEXOS COROIDEOS La mayoría de los estudios morfológicos sobre plexos coroideos en humanos se diseñaron con el fin de investigar cambios que se producían durante la enfermedad de Alzheimer. Estos cambios afectaban principalmente a la membrana basal epitelial que aumentaba hasta el doble en grosor entre la infancia y la edad media del individuo y este proceso continuaba en la vejez haciéndose más grave e irregular. Las consecuencias directas de estos cambios se traducían en graves alteraciones funcionales. En otros órganos, como en riñón, donde se producían cambios similares, el engrosamiento de la membrana basal contribuía a una reducción en la filtración a nivel de los túbulos renales. Sería razonable pensar que podrían darse consecuencias similares en la filtración del plasma en los plexos coroideos con la edad. Otra alteración que aparece relacionada con la edad son las inclusiones de amiloide que se encuentran elevadas en los plexos coroideos durante el proceso de amiloidosis y que también provocan disfunciones en estas células: formación anormal de CSF, reducción en el proceso de aclaramiento de sustancias desde el CSF, además de daños específicos en las células endoteliales con la consecuente disrupción de la BBB. De los dos tipos de barrera, la formada por los plexos coroideos ha sido menos estudiada. Existen todavía grandes lagunas acerca de su función, regulación y procesos de transporte. Una de las principales causas era el sistema in vitro de cultivo celular que imitase la barrera in vivo. Dicho modelo debería imitar las mismas funciones fisiológicas de las células epiteliales de los plexos como es su baja permeabilidad a moléculas hidrosolubles, el transporte activo y la secreción de CSF. Hemos puesto a punto un modelo experimental que reproduce con fiabilidad el sistema de barrera que separa sangre y CSF. Se trata de cultivos primarios de plexos coroideos creciendo sobre membranas porosas de polietileno en sistemas de doble cámara. Los microporos permiten la libre difusión de iones y moléculas de bajo peso molecular. La membrana ha sido tratada con proteínas de matriz extracelular (colágeno tipo I o laminina) que facilita el crecimiento celular. Cuando sembramos directamente sobre colágeno aparecen células con morfología de fibroblastos creciendo sobre las células epiteliales. Esta contaminación no ocurre cuando utilizamos la laminina. Al cabo de una semana las células forman una monocapa de células cuboidales; para comprobar esta morfología podemos utilizar distintos marcadores citoplasmáticos o de las tight junctions a nivel de la membrana celular como ZO-1. Otra característica fundamental de este sistema in vitro es la formación de una barrera semipermeable al paso de solutos basada en el establecimiento de tight junctions sellando a nivel apical las células vecinas. El establecimiento in vitro de estas propiedades de barrera pueden ser testados monitorizando la resistencia eléctrica transepitelial (TEER) colocando para ello dos electrodos, uno dentro y otro fuera del insert. En nuestro modelo la TEER que presenta la monocapa de células epiteliales era de 130 ohmios x cm2. La permeabilidad a glucosa y otras moléculas como la inulina es inversamente proporcional a dicha resistencia eléctrica como se desprende de calcular el coeficiente de permeabilidad. La inulina es una proteína habitualmente empleada como marcador de paso paracelular, está marcada con 14C, lo mismo que la glucosa. El coeficiente de permeabilidad de estas moléculas se calcula según la fórmula: V AR Coef. Permeabilidad = ------- ------AD AT En donde V es el volumen superior, A el área de la monocapa celular en la membrana, D la cantidad de molécula marcada arriba (cpm), R la cantidad de molécula marcada abajo y T el tiempo (1-4horas). Este sistema de cultivo nos permite realizar experimentos de permeabilidad utilizando las moléculas control (inulina y glucosa) y otras proteínas: albúmina, IGF-I, TTR, o incluso estudiar el paso de otras células: monocitos, linfocitos, stem cells, etc. ESTRUCTURA DE LAS TIGHT JUNCTIONS Las tight junctions son el complejo de unión más apical en la membrana plasmática. Están compuestas por una intrincada combinación de proteínas citoplasmáticas y transmembrana unidas al citoesqueleto por los filamentos de actina lo que permite a las tight junctions formar un sello (figura 44.2). Las uniones estrechas están constituidas por al menos 3 proteínas transmembrana: claudina, ocludina y las moléculas de adhesión de la unión llamadas JAMs (junctional adhesion molecules). Se ha identificado al menos 24 miembros de la superfamilia de claudina en ratones y en humanos. Son pequeñas proteínas de entre 20 y 22 kDa que expanden la membrana 4 veces. Forman dímeros con otra claudina de la célula adyacente formando el sello primario de la unión. En células endoteliales de mamíferos se han identificado la claudina 1 y 5. La ocludina posee 60 kDa y 4 segmentos transmembrana. También contribuye a la resistencia eléctrica de la barrera y posiblemente a la formación de poros acuosos en la unión a través de los que se realizaría el flujo de solutos sin carga. La molécula de adhesión JAM de 40 kDa constituye el tercer tipo de proteína transmembrana de la que se han identificado 3 subtipos. Posee un dominio transmembra único y actuaría en asociación con la molécula de adhesión celular endotelial 1 PECAM1 regulando la migración de monocitos. Las uniones estrechas también están formadas por diversas proteínas accesorias pero igualmente vitales para el mantenimiento de la estructura. Proteínas de la zona ocludente ZO-1, ZO-2 y ZO-3 forman una placa de unión. Pertenecen a la familia de las proteínas guanilato quinasas asociadas a membrana. Se unen directamente al carboxi terminal de las claudinas y de ocludina y a la proteína de actina con lo que el citoesqueleto se implica en las propiedades de la barrera, de hecho se ha sugerido que la integridad de las uniones estrechas depende de la organización estructural de los filamentos de actina. Otras proteínas implicadas en las uniones estrechas es 7H6, una fosfoproteína de 155 kDa, cingulina, de entre 140 y 160 kDa, localizada en la superficie citoplasmática de las tight junctions. * 1, ( +" C & +& " ) "0 &( +" 01 * 1, () &'B @0( &)( +" 01 * 1, () " 0 &( L α B*,*( @0( &)( β α B*,&( &( γ 1 *(&( 2&( 0"&( * 1, ( )" *, " Figura 44.2. Estructura de las tight junctions. La fosforilación de las proteínas, tanto transmembrana como accesorias, juega un importante papel en el establecimiento y regulación de estas tight junctions. Por ejemplo, ZO-1 se encuentra forforilada en residuos de Ser, Thr y Tyr. Cuando bloqueamos esa fosforilación ZO-1 migra desde la membrana al citoplasma a la vez que la resistencia eléctrica de la barrera disminuye y aumenta la permeabilidad paracelular. Lo mismo ocurre con la ocludina. Bajo condiciones fisiológicas, la barrera hematoencefálica actúa como tal limitando la entrada de moléculas y de células (monocitos, linfocitos y otros leucocitos). Sin embargo en condiciones patológicas, como infartos, esclerosis o Alzheimer, la disrupción de la integridad de la barrera va asociado a un incremento en la transmigración de estas células. No obstante, existe una cierta controversia sobre este tema, ciertos resultados hablan de desasociación de ocludina y ZO-1 de la membrana y reorganización del citoesqueleto de actina. Sin embargo, otros resultados apuntan a que el paso de leucocitos se produce sin afectar a la permeabilidad de la barrera, de forma que las tight junctions se abrirían y cerrarían durante el proceso, esto es, vía diapedesis. En cualquier caso la entrada de leucocitos al cerebro desencadenaría una cascada inflamatoria asociada a la activación de la microglía y la liberación de diversas citokinas proinflamatorias. El TNFα está considerado un potente agente neurotóxico cuyos niveles se encuentran elevados tanto en parénquima como en CSF de pacientes de Alzheimer, en otras enfermedades neurodegenerativas y en la vejez. Se ha descrito que el TNF induce, de forma tiempo y dosis dependiente, desconexión en células epiteliales asociada a desórdenes en la expresión de caderina y catenina, a la vez que es capaz de reducir la expresión del mRNA de actina. Como consecuencia de ello se produce una desorganización del citoesqueleto celular que arrastraría al complejo de las tight junctions, recordemos proteínas unidas a filamentos de actina, de forma que las células se separarían. En muchos desórdenes neurodegenerativos como la esclerosis múltiple, infartos cerebrales, encefalomielitis o Alzheimer, se han detectado niveles excesivamente altos de endopeptidasas, entre ellas la variedad MMP-9 (matrix metalloproteinase 9), encargadas entre otras funciones de la degradación de los componentes de la matriz extracelular. Un cierto grado de degradación o renovación de la matriz extracelular es necesario para el desarrollo de procesos fisiológicos como la migración celular, angiogénesis o neurogénesis, etc. Este nivel de degradación se consigue manteniendo un equilibrio entre la actividad de estas metaloproteinasas y sus inhibidores naturales (TIMPs). El problema radica en la ruptura de este equilibrio: entonces la degradación de la matriz extracelular se convertiría en una situación patológica ocasionando una serie de alteraciones en cadena. Como consecuencia de ello se producen graves lesiones en el parénquima, destrucción de vasos corticales y de las leptomeninges y disrupción de la barrera hematoencefálica. Se ha visto que el TNF es el principal mediador de la actividad de MMP-9, con lo que ambos factores podrían ser modulados en paralelo en los modelos de neurodegeneración. Las MMPs pueden actuar directamente sobre la porción extracelular de las proteínas constituyentes de las uniones estrechas a nivel de la barrera hematoencefálica. Como hemos visto, alguna de ellas como la ZO-1 son necesarias para la estabilidad de estas uniones demostrándose tanto in vivo como in vitro que su pérdida o reducción está asociada con la disrupción de la barrera. Se ha descrito recientemente un estudio in vitro en el que tratando células endoteliales con MMP-9 la expresión de ZO-1 se veía claramente alterada con un incremento en la frecuencia de las discontinuidades en la monocapa celular. En estudios recientes también describen como la proteína ZO-1 se ve degradada tras un proceso de isquemia, sin embargo este efecto se veía significativamente atenuado en un tipo de ratón knockout para la endopeptidasa MMP-9, y consecuentemente la disrupción de la barrera hematoencefálica también se vería reducida. Estos resultados sugieren que este ratón knockout de MMP-9 presentaría un cierto grado de protección frente a alteraciones de la barrera. Si recordamos, habíamos visto como en las células de los plexos coroideos se expresaban gran cantidad de receptores con lo que sus ligandos son susceptibles de atravesar dichas células, esto es la barrera hematoencefálica, y pasar al CSF. Uno de ellos es el receptor de IGF-I, y efectivamente hemos comprobado, coincidiendo con otros estudios, que el IGF-I es capaz de entrar en el cerebro penetrando a través de los plexos coroideos. Previamente, y como herramienta de trabajo, para el seguimiento dentro del parénquima cerebral del IGF-I administrado exógenamente, éste fue marcado previamente con DIG-NHS (digoxigenin-3-O-succinyl-ε-aminocaproic acid-Nhydroxysuccinimide ester) comprobándose que la unión se seguía manteniendo tras la incorporación a las células, como pudimos comprobar mediante colocalización. Decidimos caracterizar estas células que se teñían con IGF-I exógeno, su morfología típica de neuronas nos hizo sospechar y efectivamente utilizando un anticuerpo anticalbindina, un marcador específico de neuronas, confirmamos nuestra hipótesis. Existía una perfecta colocalización entre calbindina e IGF-I, como podemos ver, por ejemplo a nivel de las células de Purkinje del cerebelo. ¿Cual podría ser el significado funcional de la entrada de IGF-I en el cerebro? Una de sus funciones a nivel cerebral y que recientemente hemos descubierto es su capacidad para modular los niveles de amiloidosis en el cerebro con lo que ello supondría a nivel terapéutico. Lo que estábamos viendo era que en una enfermedad neurodegenerativa como es el Alzheimer, el IGF-I es capaz de inducir la salida de β amiloide del cerebro hacia la sangre, a través de los plexos coroideos. Y comprobamos que esta acción estaba siendo llevada a cabo al IGF-I incrementar los niveles cerebrales de albúmina y TTR, que a su vez son 2 de los principales transportadores del péptido β. Utilizamos un modelo de amiloidosis como son unos ratones que sobreexpresan la proteína precursora del β amiloide. Al cabo de un mes de tratamiento con IGF-I las placas de amiloide en parénquima cerebral se habían reducido considerablemente. Aunque es necesario seguir investigando en otros modelos animales, nuestras evidencias indican claramente que el IGF-I podría ser utilizado como terapia en la enfermedad de Alzheimer. También responderían a ciertas preguntas como la de la asociación de esta enfermedad neurodegenerativa con la vejez, caracterizada por niveles progresivamente más bajos de IGF-I, y demostraría el papel clave de la barrera hematoencefálica en el desarrollo de la amiloidosis. BIBLIOGRAFÍA Carro E, Nuñez A, Busiguina, S Torres-Aleman I 2000 Circulating insulin-like growth factor I mediates effects of exercise on the brain. J Neurosci 20:2926. Carro E, et al 2002 Serum insulin-like growth factor I regulates brain amyloid-β levels. Nat Med 8:1390. Chanoine JP, et al 1992 Role of transthyretin in the transport of thyroxine from the blood to the choroid plexus, the cerebrospinal fluid, and the brain. Endocrinology 130:933. Chodobski A, Szmydynger-Chodobska J 2001 Choroid plexus: Target for polypeptides and site of their synthesis. Microsc Res Tech 52:65. Dziegielewska KM, Saunders NR 2002 The ins and outs of brain-barrier mechanisms. TRENDS Neurosci 25:69. Fischer S et al 2002 Hypoxia-induced hyperpermeability in brain microvessel endothelial cells involves VEGF-mediated changes in the expression of zonula occludens-1. Microvasc Res 63: 70-80. Kniesel U, Wolburg H 2000 Tight junctions of the blood-brain barrier. Cell Mol Neurobiol 20:57. 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El IGF-I es un péptido de 70 aminoácidos con un 50% de homología en su secuencia con la insulina y un 70% con el IGF-II. Al igual que la insulina, ambos IGFs tienen una cadena A y una cadena B unidas entre si por puentes disulfuro. El hígado es la mayor fuente de IGFs, sin embargo existe gran variabilidad de expresión según el tejido y el estadio de desarrollo. Por ejemplo, durante el desarrollo del sistema nervioso los niveles de IGF-I y sus receptores son más elevados que durante otros períodos, no obstante, su prevalencia en el tejido adulto sugiere que está cumpliendo un papel en el cerebro adulto. Existen dos receptores de membrana para IGFs: IGF-IR y el IGF-IIR/manosa-6fosfato. La mayor parte, si no todas las acciones producidas por el IGF-I e IGF-II están mediadas por el receptor tipo 1 (IGF-IR). Al igual que el receptor de la insulina, con el que tiene gran homología, el IGF-IR es un miembro de la familia de los receptores tirosina quinasa de membrana celular. Está compuesto por dos heterodímeros αβ. Las subunidades α están unidas entre si por puentes disulfuro y así forman el holoreceptor heterodímero maduro α2β2. La subunidad α contiene regiones ricas en cisterna y el sitio de unión al IGF-I, mientras que la región intracelular de la subunidad β contiene la actividad tirosina quinasa. El IGF-IR une insulina con una afinidad de 100 a 1000 veces menor al IGF-I y también puede unir IGF-II con una actividad de 2 a 50 veces menor al IGF-I. El tercer elemento del sistema de los factores de crecimiento tipo insulina son las proteínas de unión a IGFs, las IGFBPs, formado al menos por 6 proteínas transportadoras de alta afinidad y 4 de baja afinidad, que constituyen los moduladores más importantes de la función y disponibilidad de los IGFs. Los IGFS en plasma forman complejos con las IGFBPs, que los transportan hasta sus células diana, potenciando la unión o inhibiendo su acción. Hasta el momento se conoce el cDNA de 6 IGFBPs y se ha caracterizado una séptima que aún está por describir. El 90% del IGF-I que circula en sangre lo hace unido a la IGFBP-3, formando un gran complejo que no es capaz de abandonar el torrente sanguíneo, el resto del IGF-I circula unido a otras IGFBPs, principalmente la 1, 2 y 4, formando complejos más pequeños que pueden atravesar el endotelio capilar. Los IGFs ejercen sus efectos biológicos uniéndose y activando el receptor de IGF-I (IGF-IR). Este receptor pertenece a la familia de los receptores de tirosina quinasa (véase capítulo 5), y su señalización intracelular está mediada al menos por dos vías, la vía MAPK (proteína quinasa activa por mitógeno) y la vía PI3K (fosfatidil inositol 3 quinasa). La respuesta inicial del receptor tras la unión de ligando es la autofosforilación en tirosina de la parte citoplasmática de la subunidad β, seguida de la fosforilación también en tirosina de los principales sustratos del receptor, los IRS 14. A partir de aquí, se inician las cascadas de señalización intracelular que pueden ser agrupadas en dos vías principales: • vía PI3K • vía MAPK El IGF-I circulante ha sido considerado como un mediador de las acciones de la hormona de crecimiento GH en los tejidos diana. Sin embargo, recientes evidencias han hecho cambiar esta consideración como es el caso de los ratones deficientes en IGF-I que presentan un crecimiento normal. Por otra parte, los niveles séricos de IGFI se encuentran alterados en muchas enfermedades cerebrales. Como es bien sabido el IGF-I ejerce importante efectos neuroprotectores en el cerebro adulto. Estas observaciones nos han hecho pensar en la potencial aplicación terapéutica del IGF-I. En 1995 fue publicada una pequeña nota en la revista Nature, que hacía referencia a las acciones del ejercicio sobre el cerebro desde una perspectiva inusual: ratones que podían correr a diario dentro de sus jaulas, mostraban aumentos en la síntesis de factores neurotróficos en zonas concretas del cerebro que no se daban en sus hermanos sedentarios. Como las neurotrofinas son substancias de tipo hormonal que ejercen todo tipo de efectos positivos sobre las neuronas adultas, esto sugería que el ejercicio protege a las neuronas. Durante unos años esta observación pasó relativamente inadvertida, aunque se continuó analizando la relación entre factores neurotróficos y ejercicio físico, llegándose a la conclusión de que la producción cerebral de algunos de estos factores protectores de la salud de las neuronas se estimula por el ejercicio físico. Dos líneas de trabajo independientes han hecho que recientemente se esté prestando más atención a la conexión entre ejercicio y funcionamiento cerebral. La primera se refiere a la observación, hace ya unas décadas, de que el ambiente incide de forma insospechadamente importante en el desarrollo y mantenimiento de la capacidad de aprendizaje y memoria. Experimentos ya antiguos muestran que los ambientes que proporcionan una mayor cantidad y calidad de estímulos favorecen un mayor desarrollo cerebral, tanto desde el punto de vista anatómico, como funcional. El segundo tipo de observaciones viene derivado del estudio sobre la fisiología del deporte. Analizando cómo se promueve el desarrollo muscular por las llamadas hormonas anabólicas, se vio que el ejercicio estimula la liberación a la sangre de hormona de crecimiento, que es la principal responsable del crecimiento del cuerpo. La GH a su vez hace que el hígado produzca IGF-I y éste hace que el músculo crezca en tamaño. Estos estudios han hecho relacionar la capacidad neurotrófica del IGF-I con la práctica de ejercicio. Como el ejercicio físico estimula al eje hormonal GH-IGF-I, pensamos que era posible que el ejercicio produjese efectos protectores sobre el cerebro a través del IGF-I. Cuando comparamos los efectos del ejercicio y del IGF-I sobre el cerebro habíamos visto que eran idénticos. Es más, si impedíamos que el IGF-I funcionara, también interrumpíamos los efectos del ejercicio sobre el cerebro. Esto nos hizo considerar al IGF-I como un mensajero que utiliza el cuerpo para informar al cerebro de que se está produciendo una situación de ejercicio físico. Basándonos en estos antecedentes decidimos trabajar sobre una nueva hipótesis: el sedentarismo favorecería procesos neurodegenerativos atribuibles a deficiencias en la entrada de IGF-I al cerebro. Para comprobar esta idea utilizamos varios modelos de neurodegeneración que afectan diferentes áreas cerebrales. Utilizamos lesiones parciales ya que el objetivo de nuestro trabajo era inducir la recuperación a través del ejercicio. En primer lugar, inyectamos ácido domoico en ratones produciendo muerte de neuronas hipocampales por daño excitotóxico. La muerte neuronal por exitotoxicidad está considerada como el principal mecanismo patogénico de los desórdenes neurodegenerativos en humanos. En un segundo modelo, administramos, en este caso a ratas, 3-acetylpiridine (3AP), que daña las neuronas de la oliva inferior por desconexión del balance energético, otra alteración relacionada con muchas enfermedades neurodegenerativas. El tercer modelo experimental fueron los ratones pcd, caracterizados por las degeneraciones hereditarias que afectan a las células de Purkinje en el cerebelo. Las neurodegeneraciones genéticas constituyen a su vez otra causa frecuente de enfermedad en humanos con lo que completamos así 3 modelos experimentales que reflejarían casi todos los desencadenantes de los desórdenes neurodegenerativos. No elegimos estos 3 modelos de neurodegeneración al azar sino porque presentan déficit comportamentales que pueden ser cuantificados a través de una serie de tests, los cuales realizamos de forma rutinaria. La memoria espacial en ratones con lesiones hipocampales, fue evaluada mediante el test del water maze. Inyectamos ácido domoico en ratones lo que provoca déficit en el aprendizaje espacial atribuible a lesiones en el hipocampo, sin embargo, los animales que fueron sometidos a ejercicio 15 días antes de recibir el neurotóxico, no mostraban alteración alguna respecto a adquisición o retención, en comparación con los ratones sedentarios. Dado que los déficit neurológicos en humanos no suelen aparecer hasta producirse una pérdida substancial en el número de neuronas, decidimos investigar si el ejercicio físico era capaz de recuperar funciones tras una lesión. Las ratas que eran sometidas a un ejercicio diario tras administrarles la inyección de 3AP, recuperaban la coordinación motora, a las 5 semanas la recuperación era de un 90%, mientras que las ratas sedentarias permanecían totalmente atáxicas. Con respecto a los ratones pcd, que muestran un importante déficit motor cuantificado mediante el rota rod, tras ejercicio físico recuperan rápidamente la coordinación manteniéndola a lo largo de la duración del entrenamiento, esto es, el ejercicio proporcionaría una protección continua. En vista de estos resultados sospechamos de la implicación del IGF-I en esta recuperación del comportamiento a través del ejercicio. Para comprobarlo administramos anticuerpos anti-IGF-I a los ratones pcd que seguían recibiendo entrenamiento físico, pero no obstante no eran capaces de recuperarse. De igual manera, administrando anticuerpos anti-IGF-I a ratas sometidas a ejercicio antes y después de recibir el tóxico 3AP, la recuperación inducida por el ejercicio también era bloqueada. Estos resultados refuerzan nuestra idea de que el IGF-I sistémico es un factor neuroprotector involucrado en los efectos del ejercicio. ¿Qué estaba sucediendo a nivel neuronal? Como hemos comentado, la administración de 3AP provoca muerte neuronal a nivel de la oliva inferior, como podemos comprobar con una marcada reducción en el número de células calbindina positivas. Los animales con entrenamiento físico sólo muestran un moderado aunque no significativo descenso en este número de células, lo que hemos interpretado como un efecto protector. Sin embargo, los animales entrenados pero tratados simultáneamente con anticuerpos anti-IGF-I muestran una pérdida neuronal semejante a los animales sedentarios. Con respecto a los ratones lesionados con ácido domoico, el ejercicio ejerce una protección total contra la pérdida de neuronas, medida a nivel del hilus del hipocampo. De nuevo los anticuerpos anti-IGF-I bloquean este efecto protector. El otro modelo neurodegenerativo con el que contábamos, los ratones pcd, muestran como es sabido una profunda pérdida de células de Purkinje en la corteza cerebelar. Estos ratones sometidos a ejercicio sorprendentemente muestran un número normal de células de Purkinje, semejante a ratones normales, mientras que la administración simultánea de anticuerpos anti-IGF-I reduce significativamente este número hasta valores semejantes a los que presentan los ratones pcd sedentarios. Estos resultados apuntan al sedentarismo como un factor de riesgo en enfermedades neurológicas, y el ejercicio, o incluso el IGF-I, como armas terapéuticas. La incidencia de las enfermedades neurodegenerativas se ha incrementado en las últimas décadas con los cambios demográficos de los países más desarrollados basado en una mayor esperanza de vida. Concretamente, la enfermedad de Alzheimer constituye hasta 2/3 de los casos de demencia progresiva. De forma sorprendente, hemos descubierto un posible efecto terapéutico del IGF-I sobre esta enfermedad, que como sabemos transcurre asociada a diversas alteraciones que incluyen el metabolismo del colesterol, un desencadenamiento de la cascada inflamatoria que afecta a diversos tipos celulares incluidas las células que forman la BBB produciendo su disrupción, etc. En la tabla 45.1 se señalan las principales alteraciones que se observan durante el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Tabla 45.1. Principales alteraciones de la enfermedad de Alzheimer. Alteración Enfermedad de Alzheimer Depósito cerebral de amiloide Hiperfosforilación de Tau Apoptosis neuronal Daño oxidativo BDNF cerebral Actividad neuronal Inflamación Disregulación del calcio Transmisión glutamatérgica Captación de glucosa Barrera hematoencefálica Probablemente Probablemente Probablemente Probablemente Probablemente Probablemente Probable Probable Probablemente Probablemente Probablemente incrementada incrementada incrementada incrementada incrementado incrementada alterada disminuida disminuida Un menor aclaramiento del péptido β amiloide desde el cerebro a la sangre constituye una de las principales causas de su acumulación en el parénquima cerebral. Sin embargo este mecanismo de salida de dicho péptido del cerebro todavía no estaba lo suficientemente estudiado. En dicho proceso de transporte se ven implicadas ciertas proteínas como albúmina, TTR o apolipoproteína J, las cuales ya habíamos visto como el IGF-I era capaz de modular su transcitosis a nivel de los plexos coroideos. Hemos demostrado que el IGF-I induce la salida o aclaramiento del β amiloide del cerebro a la sangre en diversos modelos experimentales, lo cual abre una nueva puerta en el estudio del proceso fisiológico de la amiloidosis y sus posibles tratamientos (figura 45.1). *,*1,) +) L "1? &( D ,) : : &") * 2& : (4*, * *(F & &9* β F β Figura 45.1. El IGF-I regula el sistema de aclaramiento del β amiloide. Utilizamos un modelo experimental, la vejez, que como sabemos va asociada con un descenso progresivo en los niveles de IGF-I. Empleamos ratas viejas sometidas a un tratamiento crónico subcutáneo con IGF-I y determinamos los niveles de amiloide mediante western blot (WB) y ELISA. De forma sorprendente observamos que tras la administración de IGF-I, los niveles de amiloide en el parénquima cerebral (hipocampo) se reducían hasta niveles semejantes a los que presentan las ratas jóvenes. Paralelamente, en CSF se incrementaban, mientras en plexos coroideos veíamos el efecto contrario. Otro fenómeno asociado con la vejez es la gliosis. En ratas viejas, los astrositos reactivos expresando GFAP y vimentina son abundantes en el cerebro (corteza cerebral). Sin embargo, en animales tratados con IGF-I, esta gliosis se reduce drásticamente, como vemos por inmunohistoquímica, corroborándolo mediante cuantificación de GFAP por WB. Estos datos nos estaban indicando una relación opuesta entre niveles circulantes de IGF-I y niveles de amiloide. Comparamos estos datos con otro modelo experimental: se trataba de un ratón transgénico que presenta un 60% de descenso en los niveles de IGF-I como resultado de una delección en hígado del gen del IGF-I. Estos animales muestran niveles anormalmente altos de amiloide en cerebro, prematuramente, ya a los 3 meses, agravándose con la edad. También pudimos testar esta hipótesis en un modelo de amiloidosis en ratón. Estos animales sobreexpresan una forma mutada de la proteína precursora del amiloide humano (APP) traduciéndose en niveles muy altos de amiloide a nivel cerebral. A la vez estos ratones presentan niveles bajos de IGF-I lo que los hace un modelo muy adecuado susceptible de aplicar una terapia sustitutiva. Al cabo de un mes de tratamiento con IGF-I los niveles de amiloide en parénquima cerebral se habían reducido considerablemente (lo hemos comprobado mediante varias técnicas: inmunohistoquímica, WB y Elisa). En plexos coroideos estos valores tendían a normalizarse. Observamos que el tratamiento con IGF-I reducía el porcentaje de parénquima cerebral teñido con amiloide. Paralelamente se empleó un anticuerpo específico humano que aportó similares resultados. También teñimos los depósitos de amiloide con el reactivo congo-red, que nos permitió ver que estos depósitos eran más pequeños y escasos tras el tratamiento con IGF-I. Estos resultados suponen una potencial alternativa terapéutica en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas. En el proceso de salida o transporte del β amiloide se ve implicado el receptor denominado megalina, que se expresa tanto en el endotelio de los capilares cerebrales como en las células epiteliales de los plexos coroideos y que media la endocitosis de los complejos β amiloide-proteína transportadora, esto es β amiloide con albúmina, TTR o apoJ, entre otras. Nos planteamos la hipótesis de qué sucedería tanto si bloqueamos el receptor de IGF-I o la propia megalina a nivel de los plexos coroideos. Este estudio nos introduce en el campo de la terapia génica. La terapia génica es una forma de medicina molecular que permite introducir en el organismo material genético con el fin de curar una enfermedad o al menos mejorar el estatus clínico del paciente. Enfermedades genéticas, infecciosas, tumores, etc., son dianas potenciales de la terapia génica utilizando para ello vectores virales, esto es, virus deleccionados pero que mantienen la maquinaria necesaria para reproducirse e introducir así el gen transfectado. También los desórdenes neurológicos pueden ser tratados más fácilmente con vectores virales. Se ha comprobado su alta eficacia in vivo a la vez que la expresión del transgén se mantiene estable durante un largo período de tiempo como se ha visto en numerosos tejidos incluido el cerebro y más concretamente los plexos coroideos. Estos vectores virales o vehículos para la transferencia de genes pueden dividirse en dos categorías: vectores de RNA viral y de DNA viral. A su vez se pueden establecer nuevas divisiones, dentro de los virus RNA y según la organización de su genoma, se pueden establecer dos clases: retrovirus simples y complejos o lentivirus. Dentro de la categoría de virus DNA se encuentran adenovirus, con doble hebra de DNA, y virus AAV, con una hebra simple, mucho más pequeños. Para generar el modelo de ratón mutado, negativo, para megalina a nivel de los plexos coroideos, se puede utilizar un lentivirus de tercera generación. Se trata de un sistema de empaquetado condicional descrito por Tom Dull en 1998. En este esquema se muestran los 4 constructos necesarios para crear este lentivirus: • el constructo condicional de empaquetado, pMDL/pRRE. • el constructor no solapante, pRSV-Rev. • el tercer constructo sería el de transferencia con el promotor que expresa el transgén en cuestión, pRRL.PGK. • por último, un constructo que codifica la envoltura del vector viral, pMDG. Recientemente hemos realizado una serie de experimentos con intención de demostrar, si cabe más, el papel primordial del IGF-I sobre el desarrollo de la amiloidosis. Estos estudios consistieron en el uso de vectores virales, concretamente lentivirus, con intención de bloquear el receptor de IGF-I. Para ello clonamos la forma mutada de este receptor. Después de haber comprobado su eficacia in vitro, procedimos a infectar los plexos coroideos, inyectando en ambos ventrículos las formas lentivirales Inyectamos varios vectores: la forma mutada del receptor de IGF-I, un vector vacío como control, y un vector que expresa GFP para poder comprobar la transfección. Decidimos analizar estos animales 3 meses después tras comprobar que en ese tiempo la transfección permanece, de hecho se ha descrito su eficacia hasta 912 meses después. Nosotros efectivamente comprobamos la presencia de células GFP positivas en el plexo coroideo de estos animales al cabo de ese tiempo. En cuanto a la inactivación del gen de megalina, ésta sería llevada a cabo a través de la interferencia mediada por RNA. Consiste en un mecanismo simple que depende de la hibridación entre el RNA inyectado o exógeno y el mRNA endógeno, un proceso específico de secuencia que “silencia” genes tanto en animales como en plantas. Como se ha descrito recientemente, en un Science de 2004, esta manipulación génica, que se ha comprobado eficaz en mamíferos, pronto será viable en cualquier animal y podrá llegar a convertirse en una nueva forma de tratamiento de enfermedades humanas. Este bloqueo o enmudecimiento del RNA fue observado por primera vez en plantas. Surgió casi como una anécdota: un grupo de investigadores tratando de generar petunias de un color púrpura más intenso, crearon unas plantas transgénicas que expresaban una copia extra del enzima responsable del pigmento púrpura. El resultado fue plantas que producían flores blancas. Lo que había sucedido era que las copias del gen introducidas, en lugar de conseguir mayor expresión del gen que en plantas no transgénicas, el efecto era el contrario (figura 45.2). , ( 'F( * 0(& () , ('F(& * 0(& , ('F(& Figura 45.2. Enmudecimiento del RNA. En nuestro caso concreto, en primer lugar se genera la secuencia de DNA de megalina que será la encargada de, al hibridarse con el DNA endógeno, bloquear dicho gen. Para ello, se tienen en cuenta una serie de condiciones par así maximizar la efectividad del sistema. Seguidamente, dicha secuencia se liga al promotor específico, encargado de guiar su expresión, y se clona en un plásmido HIV. El bloqueo de la expresión de megalina también se puede llevar a cabo mediante la generación de un vector lentiviral de tercera generación, mediante el sistema de empaquetado condicional descrito anteriormente, en el que se incluirá el plásmido que lleva el RNA de interferencia en cuestión. Como en el caso precedente, el lentivirus se administra in vivo con el fin de infectar el epitelio de los plexos coroideos y así bloquear la expresión de megalina a este nivel. Ambos casos, tanto bloqueo del receptor de IGF-I como de megalina, constituyen alternativas de uso de terapia génica, aunque en este caso en busca de reforzar la importancia fisiológica de estos receptores neutralizando su efecto. En la literatura encontramos numerosos casos en los que mediante el empleo de esta terapia génica se introducen en el organismo genes que se encontraban ausentes o deficitarios y cuya alteración era la causante de diversas enfermedades, no sólo neurodegenerativas, sino de un amplio espectro. BIBLIOGRAFÍA Baekelandt V, et al 2002 Characterization of lentiviral vector-mediated gene transfer in adult mouse brain. Human Gene Therapy 13:841. Biere AL, et al 1996 Amyloid -peptide is transported on lipoproteins and albumin in human plasma. J Biol Chem 271:32916. 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Sui G, et al 2002 A DNA vector-based RNAi technology to suppress gene expression in mammalian cells. Proc Natl Acad Sci USA 16:5515. CAPÍTULO 46 HORM ONAS REGULADORAS DE LOS P R O C E S O S D E N E U R O G É N E S IS Y G L IO G É N E S IS La conformación del cerebro adulto es el resultado de multitud de conexiones, tanto neuronales como gliales, fruto de un desarrollo perfectamente orquestado. Aunque en el caso de las neuronas, su papel en el procesado de la información está bien definido, en el caso de las células de la glia, éstas todavía siguen siendo las grandes desconocidas, no sólo en lo que respecta a las complejas interacciones que poseen con las poblaciones neuronales, sino también en lo que se refiere a las otras funciones que desempeñan. No obstante, recientemente se ha podido evidenciar la existencia de un nuevo e inesperado papel desempeñado por estas células, su función como células madre/progenitoras. Este nuevo y sorprendente papel sugiere la posibilidad de que la diferenciación glial pueda formar parte del propio proceso del desarrollo cerebral en su conjunto. Antes de profundizar en este nuevo y a la vez complejo proceso, revisaremos con mayor detalle las características de este tipo celular. LAS CÉLULAS GLIALES La neuroglia se compone de microglia y macroglia, ambas con funciones muy diferentes entre si. La microglia juega un papel relevante no sólo por la función que desempeña en el proceso de desarrollo si no también por su función fagocítica en el cerebro. Dentro de la macroglia existen dos tipos celulares claramente definidos: los oligodendrocitos y los astrocitos. Los primeros son las células encargadas de la síntesis de mielina, necesaria para la conducción rápida de los impulsos neuronales a través de los axones, y cuyo déficit provoca enfermedades desmielinizantes como la esclerosis múltiple. El otro tipo de macroglia, los astrocitos, son células que presentan una forma estrellada característica. Su principal función es la de proporcionar tanto el soporte estructural como metabólico y trófico de las neuronas. Estas células son las responsables de mantener la arquitectura cerebral, e interaccionar con las células endoteliales a fin de conformar la barrera hematoencefálica. A su vez, desempeñan un importante papel en el mantenimiento de la homeostasis iónica extracelular, y secretan no sólo factores de crecimiento sino también citoquinas y ciertos componentes de la matriz extracelular. Aparte de todas estas funciones, los astrocitos participan en la formación y estabilización de las sinapsis, y modulan la propia eficacia sináptica. Ya dentro de su contribución en procesos de tipo patológico, los astrocitos son protagonistas de la gliosis reactiva, así como las formaciones cicatriciales que se producen tras la activación de diversos mecanismos de reparación activados tras cualquier daño infringido al sistema nervioso. Finalmente, los astrocitos suelen ser el tipo celular que da origen a la mayoría de los tumores que afectan al sistema nervioso, especialmente aquellos que presentan un peor pronóstico: los glioblastomas. EL PROCESO DE DIFERENCIACIÓN DE NEURONAS Y GLIA: LA VÍA CLÁSICA Las células madre tienen dos características fundamentales: su capacidad de autorenovarse y su multipotencialidad. Las células madre neuroepiteliales, localizadas en la zona ventricular embrionaria, generan la mayoría de neuronas y glia en el cerebro. Clásicamente se ha considerado que tanto neuronas como glia provienen de una célula madre neuroepitelial común que posteriormente dará lugar a los progenitores neuronales y gliales. En el modelo clásico, las células radiales se consideran como el primer tipo celular generado a partir de las células madre neuroepiteliales, siendo por tanto consideradas como el inicio del proceso de neurogenesis. Las células radiales poseen características propias de la glia, poseen gránulos de glucógeno, expresan numerosos marcadores gliales como la proteína glial fibrilar ácida (GFAP; aunque no en todas las especies), la brain lipid binding protein, el transportador de glutamato (GLAST) y tenascina. Todas estas características, así como su posibilidad de diferenciación a astrocitos, una vez finalizada la migración neuronal, nos llevan a pensar que la glia radial pertenece a la estirpe glial. No obstante este modelo clásico ha sido puesto en duda recientemente por dos nuevos hallazgos: la identificación de las células madre responsables de la neurogénesis en el adulto y la identificación de la glia radial como células progenitoras durante el proceso de desarrollo. Aunque se cree que las células madre deben mostrar un fenotipo indiferenciado, las células con características propias de la glia podrían estar actuando como células madre, tanto en el embrión como en el adulto, siendo este hecho algo común a casi todas las especies. La primera evidencia de que células gliales están actuando como células madre que posteriormente podrían generar neuronas, ha venido a partir de un mejor conocimiento de un inesperada tipo de plasticidad neuronal, la neurogénesis del adulto (figura 46.1). Neurogénesis del adulto En el cerebro vertebrado adulto se generan nuevas neuronas de forma continua, siendo éstas integradas posteriormente en los circuitos neuronales. En los mamíferos, incluido en humanos, las neuronas surgen de regiones cerebrales muy determinadas: la zona subventricular (SVZ) localizada en los ventrículos laterales y que generará las neuronas del bulbo olfatorio, y en el hipocampo. Ambas regiones poseen células madre que pueden ser cultivadas in vitro en la presencia de los factores de crecimiento adecuados, presentando las características propias de la glia. Las neuronas generadas son plenamente funcionales y podrían representar un mecanismo de aprendizaje y de memoria. En el caso del proceso de neurogénesis cortical, está plenamente aceptado en el caso de los vertebrados no mamíferos, pero no en el caso de primates adultos en los cuales todavía sigue siendo un hecho muy debatido y controvertido. FACTORES DE CRECIMIENTO Y NEUROGÉNESIS Todos estos procesos de diferenciación tanto a través de las vía de neurogénesis como de gliogénesis están regulados de forma muy controlada, ya que la secuencia de aparición de los diferentes eventos que forman parte de cada uno de estos procesos debe producirse de forma correcta, tanto en su magnitud como en su secuencia temporal, a fin de evitar la aparición de defectos en el desarrollo de una de las estructuras básicas del organismo. En ciertos mamíferos como el ratón, modelo muy utilizado por la facilidad de manipulación de su genoma, la neurogénesis se produce entre el día E10.5 y el E17.5, mientras que la gliogénesis se produce principalmente a lo largo de la vida postnatal. Aunque como hemos visto anteriormente, las células madre neuroepiteliales, por su propia característica de multipotencialidad y de autorenovación, son capaces de diferenciarse tanto hacia la estirpe neural como la glial, poco se sabe de cómo se realiza la toma de decisiones acerca de que una determinada célula tome uno u otro camino a la hora de emprender su proceso de diferenciación. Varios factores parecen jugar un importante papel en esta toma de decisiones, entre ellos está la compleja interrelación existente entre las señales del entorno con los diferentes factores de crecimiento y los factores intrínsicos. Algunos de estos factores intrínsicos ya han sido identificados como es el caso de los factores de transcripción basic helix-loop-helix (bHLH) NeuroD y Neurogenina (Ngn1). En el caso de los factores de crecimiento, se han podido a su vez identificar multitud de ellos como FGF (fibroblast growth factor), BMP (bone morphogenic protein), PDGF (platelet-derived growth factor) y ciertas citoquinas. Entre estas últimas, LIF (leukemia inhibitory factor) promueve principalmente la diferenciación de células progenitoras hacia estirpes celulares astrocitarias, inhibiendo de esta manera la neurogénesis. Bajo ciertas circunstancias, LIF también puede promover la diferenciación neuronal. Esto nos indica que las células madre modulan su diferenciación a través de la capacidad que poseen de evitar señales que puedan inhibir su capacidad de diferenciación neuronal, probablemente a través de la regulación de la expresión de ciertas moléculas reguladoras (figura 46.2). '"&)'F(* & (*0,)'F(* & (*0,)( F"0" +,)'*(& ), )"&') *( ,) & ) F"0" +,)'*(& ), F"0" ,* (*0, "* ,) & ) ,) & ) Figura 46.1. Los astrocitos pueden desempeñar un papel dual en el SNC del adulto, la generación de nuevas neuronas (neurogénesis) y glia (gliogénesis). Familia de intracelular proteínas SOCS: reguladores de señalización Entre las moléculas reguladoras que pueden jugar un papel determinante en el proceso de desarrollo del SNC, están las pertenecientes a la denominada familia de proteínas SOCS (supresor of cytokine signaling) (ver capítulo 5). Entre ellas, SOCS1 fue la primera en ser identificada debido a su función inhibitoria sobre la señalización intracelular inducida por IL-6 o LIF. Existen al menos ocho miembros pertenecientes a esta familia de proteínas, SOCS1-7 y la cytokine-inducible SH2 protein (CIS), todas ellas con actividad inhibidora sobre las quinasas Janus kinases (JAK) y los factores de trascripción signal transducer and activator of transcription proteins (STAT), todas ellas moléculas implicadas en las vías de señalización activadas por ciertas citoquinas y factores de crecimiento. Las proteínas SOCS se unen a través de dominios SH2 y bloquean la función tanto de JAK y STAT, fundamentalmente mediante degradación proteosomadependiente a través de la denominada SOCS box. El patrón de expresión de estas proteínas reguladoras es diverso, siendo expresadas en multitud de tejidos. Tanto SOCS1, -2, y -3 son expresadas a lo largo de todo el proceso de desarrollo neuronal, aunque SOCS2 es la que mayor nivel de expresión presenta específicamente en las células progenitoras neurales y las propias neuronas. GH: molécula inhibidora de la neurogénesis Como ya se hemos comentado anteriormente, la expresión de SOCS2 se produce de forma específica en células de naturaleza neural, detectándose por tanto sólo en células neuroepiteliales y neuronas, pero no en astrocitos, a diferencia de los otros dos miembros de la familia SOCS1 y SOCS3, que sí se expresan tanto en células neuroepiteliales como gliales, aunque no en neuronas. Aunque SOCS2 es expresado en las células neuroepiteliales, sólo lo hace en aquellas células progenitoras que se encuentren en un estado indiferenciado y activamente proliferando, pero no en las células madre neurales precursoras de éstas. La generación de ratones SOCS2-/- en los que el gen que codifica la proteína SOCS2 ha sido eliminado mediante recombinación homologa, ha permitido la caracterización del papel que esta proteína desempeña en la neurogénesis de estos ratones modificados genéticamente. La ausencia de SOCS2 produce una disminución del número de neuronas corticales, disminución que va unida a un incremento en el número de células gliales, probablemente debido a un mecanismo compensador. Si el hecho de la ausencia de la proteína induce un defecto en la diferenciación celular de las células progenitoras neurales, su sobre-expresión produce todo lo contrario, un incremento en el número de neuronas, rescatando por tanto el defecto en diferenciación. La mayoría de los miembros de la familia de proteínas SOCS, tal y como hemos comentado, actúan como inhibidores de la señalización de diversos factores de crecimiento. En el caso de SOCS2, este miembro inhibe de forma específica la vía de señalización dependiente de la hormona de crecimiento (GH). Hecho que relaciona esta vía con el propio proceso de neurogenesis, proceso en el que SOCS2 como hemos visto juega un papel relevante. Es importante destacar que la expresión del receptor de GH (GHR), tanto en neuronas como glia, no sólo se detecta en el cerebro adulto si no que ésta se produce a lo largo de todo el desarrollo. En E14 existe expresión de GHR en la zona ventricular, de forma predominante en aquellas células que están migrando desde esta localización. GHR no se expresa en las células madre, pero sí en las células progenitoras, patrón de expresión similar al observado en el caso de SOCS2. La principal vía de señalización de GH se realiza a través de JAK/STATs, siendo STAT5, STAT activada a través de la vía de GH, inhibida por SOCS2. Como esto se traduce en la inhibición de la neurogénesis todavía se desconoce. Si se sabe que GH regula la expresión de uno de los factores de transcripción bHLH, Ngn1, factor que como hemos visto anteriormente participan en la integración de la información obtenida tanto del medio como de los factores intrínsecos y que es crucial en la toma de decisiones en el proceso de diferenciación. Por tanto, GH inhibiendo a través de JAK/STAT la expresión de este importante factor de trascripción neurogénico sería como regularía negativamente la neurogénesis al impedir la función del mismo, por tanto SOCS2 “inhibiría el inhibidor” (figura 2). . 9 &6 E 1 % E Figura 46.2. Inhibición del inhibidor. SOCS2 inhibe el papel que GH desempeña en la neurogénesis. BIBLIOGRAFÍA Alvarez-Buylla A, Garcia-Verdugo JM, Tramontin AD 2001 A unified hypothesis on the lineage of neural stem cells. Nat Rev Neurosci 2:287. Alvarez-Buylla A, Lim DA 2004 For the long run: maintaining germinal niches in the adult brain. Neuron 41:683. Doetsch F 2003 The glial identity of neural stem cells. Nat Neurosci 6:1127. Goldman S 2003 Glia as neural progenitor cells. Trends Neurosci 26:590. Horner PJ, Palmer TD 2003 New roles for astrocytes: the nightlife of an ' astrocyte' . La vida loca!. Trends Neurosci 26:597. Morrison SJ 2001 Neuronal potential and lineage determination by neural stem cells. Curr Opin Cell Biol 13:666. Ransome MI, Goldshmit Y, Bartlett PF, Waters MJ, Turnley AM 2004 Comparative analysis of CNS populations in knockout mice with altered growth hormone responsiveness. Eur J Neurosci 19:2069. Turnley AM, Faux CH, Rietze RL, Coonan JR, Bartlett PF 2002 Suppressor of cytokine signaling 2 regulates neuronal differentiation by inhibiting growth hormone signaling. Nat Neurosci 5:1155. CAPÍTULO 47 N E U R O IN M U N O E N D O C R IN O L O G ÍA Y E N F E R M E D A D E S A U T O IN M U N E S 0 El sistema inmune se ha desarrollado a lo largo de la filogenia, apareciendo de forma exclusiva en los animales (figura 47.1). Los animales invertebrados presentan células y sustancias solubles que participan en la defensa, pero su sistema inmune carece de memoria y especificidad de reconocimiento, por lo que se denomina Innato o inespecífico. Los animales vertebrados, aunque mantienen este sistema innato, han desarrollado un sistema inmune específico o adaptativo, mediado por los linfocitos T y B, y por la producción de anticuerpos. Este sistema va mejorando y aprendiendo tras los sucesivos encuentros con los antígenos (patógenos, componentes extraños). Esta capacidad de madurar las respuestas, de adaptarse al agente que ha entrado y de recordar previas exposiciones, guarda muchas similitudes con las características y funciones cerebrales. El aprendizaje que el sistema inmune realiza a lo largo de toda la vida va a depender de los estímulos al cual se ve sometido, a las experiencias previas que ha tenido, y a cómo las ha resuelto. La distribución de los componentes del sistema inmune por todo el organismo, de forma semejante a como ocurre con el sistema nervioso, le permite conocer qué está ocurriendo en diversos lugares, y mantener una estrecha interrelación con todos ellos. ( - " . + +0- -( 1 -9-+ ++ *"0" , B0 ), " 0- -( 1 -9-+ - - Y9 *"0" ,< &(4) & ) ! .0 ), "< ( & 0*,+) I I.I 3 + B +ED I 7 87: 77 D : W D X 8W Figura 47.1: Escala evolutiva de los mecanismos de defensa. El sistema inmune innato aparece en los animales vertebrados y se mantiene a lo largo de la escala filogenético. Los animales vertebrados (a partir de los tiburones) presentan ya sistema inmune adaptativo o específico. En los últimos años se han realizado significativos avances en el conocimiento del funcionamiento del sistema inmune (figura 47.2). Se conocen ya una gran variedad de componentes celulares y humorales que participan en la defensa frente a patógenos o elementos extraños, así como se ha profundizado en los mecanismos de regulación de este sistema, como es la tolerancia a componentes del propio organismo. Alteraciones en el correcto funcionamiento del sistema inmune pueden originar inmunodeficiencias (por defecto) o hipersensibilidades (por exceso), mientras que la rotura de la tolerancia a componentes propios puede originar enfermedades autoinmunes. - ++ 4 B- ZB 4 $ 11 6B 1 . + B +- -.B . M+ 6B 1 + E - .Y+- - -.B . . 4 4 $ . . ( + -9-+ - 1.B M+ - . +9. &1 . C 1* - 1 M+ Figura 47.2: La respuesta inmune está mediada por la estrecha cooperación entre componentes celulares y humorales tanto inespecíficos como específicos. Una de las características fundamentales del sistema inmune de los vertebrados es su especificidad, que viene dada por la enorme diversidad de receptores que presentan los linfocitos T y B en su superficie para reconocer a los patógenos (figura 47.3). La distribución de estos receptores es clonal (cada linfocito posee un receptor diferente y tras activarse dar lugar a células hijas con ese mismo receptor), y existen muchos clones de linfocitos distintos, cada uno de ellos con distinta especificidad para los antígenos. El gran número de receptores que se pueden generar sólo es posible gracias a un sofisticado mecanismo de recombinación génica que tiene lugar durante el desarrollo linfocitario, mediante la unión combinatorial de segmentos génicos que codifican para cada una de las cadenas de los receptores. Esto permite generar una gran variedad de receptores diferentes, lo que permite una especificidad de reconocimiento exquisita por parte del sistema inmune (figura 47.3). A esta diversidad de reconocimiento se le une su capacidad de memoria, que le permite recordar previas exposiciones a un antígeno determinado y generar un mecanismo de defensa más eficaz y rápido en sucesivos encuentros. Estas características del sistema inmune, la memoria y la especificidad, son las que permiten que se realicen vacunaciones frente a diversos agentes infecciosos (usándolos de forma inocua o con componentes de los mismos), protegiendo al individuo frente a esos patógenos. Dependiendo de la función que realizan, los linfocitos se diferencian en linfocitos T (que se diferencian en el timo) y en linfocitos B (se diferencian en médula ósea en los humanos, y en la bursa de Fabricio en aves). Según la función que realizan, y la presencia de determinados marcadores en su superficie, los linfocitos T se subdividen en: • linfocitos T helper (CD4+), cuya función es cooperar con otras células mediante la liberación de citocinas • linfocitos T citotóxicos (CD8+) que matan a células infectadas por virus o tumorales • linfocitos reguladores (CD4+ CD25+) cuya función es inhibir las respuestas. Los linfocitos B se diferencian a su vez en células plasmáticas, que van a tener la capacidad de secretar inmunoglobulinas o anticuerpos, que son el principal componente específico humoral. & ,&10 &5( ")( " * ,* *+ ),* * +* 34& ) *( &(4) & ) ! 4 ( ( (5 ( ( ( 4 4 ( - 4 4 ( ( 5 ( ( ( ( ( ( ( ) Figura 47.3. Existe una gran diversidad de linfocitos T y B, cada uno de ellos con receptores diferentes capaces de reconocer al antígeno. Tras la entrada del mismo, éste selecciona el receptor que lo reconoce, y activa y expande el clon de células específico. Las células del sistema inmune se comunican mediante contactos celulares y también mediante elementos solubles. A estos mediadores solubles se les denomina de forma genérica citocinas, e incluyen a una gran variedad de hormonas, con distintas funciones tanto dentro, como fuera del sistema inmune. Las citocinas son proteínas producidas por diversos tipos celulares, aunque en su mayoría son producidas por células del sistema inmune como monocitos-macrófagos, células dendríticas y linfocitos T. Dependiendo de las citocinas que producen los linfocitos helper se subdividen en linfocitos TH1 (producen interleucina 2 (IL-2) e interferón gamma) y linfocitos TH2 (producen IL-4, 5, 6 y 10). Las citocinas, al igual que otras hormonas, realizan su acción sobre receptores en otras células, bien sobre la propia célula que la secreta (acción autocrina), en células vecinas (acción paracrina) o a distancia (acción endocrina). Se dividen de acuerdo a su función y se agrupan en familias dependiendo de la homología que presentan en cuanto a su estructura. Sus funciones son muy variadas, entre las que se encuentran la inducción de la división o diferenciación celular, la inhibición de la infección viral, participar en la hematopoyesis, inducir fiebre, participar en la inflamación, o facilitar la llegada de células a la zona inflamatoria. INTERREGULACIÓN ENTRE LOS SISTEMAS INMUNE, ENDOCRINO Y NERVIOSO Hasta hace poco tiempo, no se había establecido una clara conexión entre el sistema inmune y otros sistemas como el nervioso o endocrino. En los últimos años, sin embargo, son numerosos los estudios científicos que establecen una estrecha relación entre los tres sistemas, siendo el eje inflamación-hipotálamo-cortico-adrenal uno de los más conocidos. En la figura 47.4 se resumen algunos de los factores que participan en la interregulación de estos tres sistemas. Citocinas Las citocinas producidas por las células del sistema inmune no sólo actúan sobre células inmunitarias sino que también interactúan con los sistemas endocrino y nervioso, bien a nivel local (como en las terminaciones nerviosas de diversas neuronas que conectan con macrófagos en el bazo, regulando la acción de los neurotransmisores), o a distancia, alterando o regulando la liberación de hormonas (como la inducción de la liberación de ACTH) o afectando al sistema nervioso central. De todas las citocinas, las pro-inflamatorias IL-1, IL-6 y TNFα producidas por los monocitos-macrófagos son las más estudiadas en relación a su acción paracrina (figura 47.5). Junto a su papel en la termorregulación hipotalámica (inducen fiebre como señal de alarma de un proceso inflamatorio en alguna zona del organismo), inducen la liberación de CRF que induce la liberación de ACTH por parte de la hipófisis, que llevará finalmente a un incremento de los niveles del cortisol adrenal. Mediante un mecanismo de retroalimentación negativo, los niveles incrementados de cortisol inhiben la activación de los macrófagos y por tanto bloquean la liberación de más citocinas pro-inflamatorias (figura 47.6). Alguno de los factores implicados SISTEMA NERVIOSO 6 1 E N - J 4 Estrecha interrelación + SISTEMA ENDOCRINO SISTEMA INMUNE 4P + + 4E4 - 5 7 4 Figura 47.4. Estrecha interrelación entre los sistemas nervioso-endocrino e inmune, con algunos de los factores que participan en dicha relación .*) .*G 9 > P N +9α α .*)% .*= 4 + 4 4 6) 9 6Y& + 9 1 + Figura 47.5: Citocinas proinflamatorias secretadas por los macrófagos. NK: células asesinas naturales (natural killer) PCR: proteína C reactiva; PMN (polimorfonucleares). Cortisol El cortisol es inmunosupresor. Actúa a través de receptores intracelulares, llevando a la inhibición de la respuesta inmune por su actuación a distintos niveles: disminuyen la producción de las citocinas TNFα, IL-1, IL-8, IL-4, inhiben la expresión de moléculas de adhesión en células del sistema inmune, disminuyen la producción de mediadores proinflamatorios como el óxido nítrico, así como la de productos del ácido araquidónico (prostaglandinas, leucotrienos, etc.). Estrés El estrés es un potente inhibidor del sistema inmune. Su acción la ejerce fundamentalmente a través de la liberación de cortisol (figura 47.6) y a través de la liberación de noradrenalina. En ratas sometidas a stress se han observado alteraciones en las glándulas adrenales que aumentan su tamaño y liberan más cortisol, disminuye el tamaño del timo y se alteran también los ganglios linfáticos. Sin embargo, dependiendo de si el stress al que se somete a los animales es agudo o crónico, el stress puede ser activador o depresor del sistema inmune. El stress menor potencia las respuestas de producción de anticuerpos, mientras que el intenso suprime la secreción de anticuerpos, así como la llegada de células inmune a las zonas requeridas. Por otra parte, se ha visto que el stress puede agudizar y agravar procesos autoinmunes (en el caso de la artritis reumatoide el stress favorece el deterioro articular). Aunque no está claro a través de qué mecanismo el stress realiza este efecto, se piensa que estaría mediado por el tono del sistema nervioso simpático. La anulación del sistema simpático antes del comienzo de la artritis reumatoide llevaría a una marcada reducción de la severidad de la enfermedad, mientras que su abolición en la fase crónica (por pérdida de receptores adrenérgicos en las células sinoviales e inmunitarias y la pérdida funcional de fibras nerviosas simpáticas) llevaría a un aumento dramático en la actividad de la enfermedad. . 1 + + B -+ . 91 +9. M+ + 1 - 1 1. 9 -( - ' ,54 ') &2 ) .*)" .=" +9α α 6 1 L. 1 6 * 1 1. - E ' ' 6 &3 -+ . 19 6 ' Figura 47.6: Eje inflamación-hipotálamo-cortisol. Hormonas sexuales y otras hormonas Junto a los corticoides, las hormonas sexuales juegan también un papel importante en la respuesta inmunitaria. Los estrógenos potencian la respuesta inmune, sobre todo la respuesta humoral. Los estrógenos incrementan los niveles de IgA en suero, y la activación policlonal de los linfocitos B. Esto lleva a una mayor resistencia a las infecciones en las mujeres, pero como contrapartida lleva a que tengan con mayor frecuencia enfermedades autoinmunes. Con respecto a los andrógenos, la DHEA disminuye la respuesta humoral por su efecto sobre los linfocitos TH2, pero incrementa las respuestas de los linfocitos TH1. La dihidrotestosterona (DHT) también tiene un efecto inhibidor sobre la respuesta inmune. Con lo que respecta a otras hormonas, la tiroxina, la hormona de crecimiento (GH) y la insulina, potencian el sistema inmunitario. Endorfinas y encefalinas La liberación de endorfinas y encefalinas por parte del sistema nervioso tiene un efecto importante sobre el sistema inmune, y se han encontrado receptores en los leucocitos. Son semejantes a los opiáceos, disminuyen el dolor y también inhiben la respuesta emocional al mismo. La risa es un inductor de la liberación de estas sustancias, siendo conocido su efecto beneficioso en pacientes que sufren de diversas patologías. Actualmente hay iniciativas para enseñar a reír más y mejor a grupos de personas en sesiones terapéuticas como una medida para incrementar su salud mental y física. En algunos ensayos realizados en voluntarios en EEUU que visualizan vídeos cómicos se incrementaban sus niveles de inmunoglobulinas en saliva, comparados con aquellos que veían vídeos dramáticos. Depresión La depresión mental, bien por causas psíquicas, sociales o biológicas, afecta también a las respuestas del sistema inmune. La muerte de un familiar, divorcio, el aislamiento social de ancianos, embarazos no deseados, una enfermedad grave, conflictos laborales o emocionales, apuros económicos, etc., pueden ser algunas de las causas que lleven a un proceso de depresión. En experimentos realizados en sujetos varones que habían perdido recientemente a su esposa, los niveles leucocitarios bajaron en sus recuentos sanguíneos, y en muchos casos no se recuperaron a niveles normales hasta pasado más de un año. Nutrición El sistema inmunitario demanda una gran cantidad de nutrientes al tener una altísima tasa de renovación celular diaria. Junto a los componentes esenciales en la dieta de hidratos de carbono, grasas y proteínas, es especialmente relevante en el caso del sistema inmune, un conjunto de oligoelementos y sustancias antioxidantes imprescindibles para su correcto funcionamiento. Muchos de estos elementos son también fundamentales para muchas hormonas, que también cooperan con el sistema inmunitario. Las carencias nutricionales, bien por escasez de comida, dieta inadecuada, situaciones patológicas como anorexia y bulimia, producen dos fenómenos: la alteración a nivel intestinal de la absorción de nutrientes, lo que llevará a una mayor malnutrición, y al deterioro del sistema inmune (figura 47.7). Un sistema inmune deficiente llevará a que sean más numerosas y severas las infecciones, incluso con patógenos oportunistas que en otras situaciones no producirían enfermedad. Las infecciones consecuentes incrementan los requerimientos nutricionales, cerrando el círculo vicioso, y por tanto a una mayor malnutrición. La nutrición es tan importante para el sistema inmune que se habla de “timectomía nutricional” a aquellas situaciones en las que los procesos de malnutrición deterioran al sistema inmune de forma semejante a lo que sería eliminar el timo completo a un individuo, lo que llevaría a un alteración de las respuestas inmunes celulares y también a las humorales. Entre los oligoelementos esenciales se encuentra el hierro, vitaminas C y D, magnesio, cobre, selenio, β carotenos, y sobre todo el zinc. Se ha visto que más del 50% de los ancianos que ingresan en hospitales están desnutridos y suelen presentar déficit de zinc. El zinc es necesario no sólo para las células del sistema inmune sino también para muchas hormonas como la melatonina, testosterona, hormona de crecimiento y prolactina. Melatonina (ritmos luz-oscuridad) La melatonina tiene un papel muy importante en el sistema inmune, concretamente en el desarrollo de los linfocitos T en el timo. La luz regula los niveles de melatonina. Se ha observado que la melatonina retrasa la involución tímica que se produce a lo largo de la edad del individuo, favoreciendo una correcta maduración y funcionamiento de los linfocitos T. Dado que retrasa la inmunosenescencia, se le considera la hormona de la “juventud”. En estrecha relación con el envejecimiento y la nutrición, se ha observado que una dieta hipocalórica incrementa los niveles de melatonina, y por tanto potenciando las respuestas inmunes. / " 4 " " . ( 1 M+ N " "[ +9- M+ Figura 47.7: Influencia de la carencia nutritiva sobre el sistema inmune Conexiones neuronas simpáticas-sistema inmune La red nerviosa se extiende hasta órganos del sistema inmune como son el timo, médula ósea y ganglios linfáticos. Se han visto terminaciones nerviosas (simpáticas) en conexión directa con las membranas de los macrófagos en el bazo, donde se produce una estrecha interrelación entre ambos, mediante señales bidireccionales. La unión neuroinmune es de gran complejidad, y diversos componentes participan en la misma. Entre los neurotransmisores implicados se encuentran: la noradrenalina (que actuará sobre α1, α2 y β adrenoreceptores en la superficie de los macrófagos), el neuropéptido Y y opioides endógenos. Por parte del sistema inmune, las citocinas implicadas son fundamentalmente las citocinas inflamatorias: IL-1, IL-6 y TNF α. La señal de alarma se iniciaría con la señal inflamatoria. Células del sistema inmune innato como los macrófagos, mastocitos y células dendríticas se activan tras la entrada de estímulo antigénico y se produce la liberación de citocinas inflamatorias. Éstas ejercen una acción paracrina sobre el sistema nervioso central induciendo la secreción de CRF, que lleva a la liberación de ACTH y finalmente a un incremento de los niveles de cortisol, inhibiendo a las células inmunitarias. Por otra parte se produce la activación del sistema simpático, induciendo la liberación de noradrenalina. El efecto de la noradrenalina va a depender de si se une a receptores α (potencian la respuesta inmune) o β adrenérgicos (efecto anti-inflamatorio) en la superficie de los macrófagos. Por otra parte, las citocinas producidas por los macrófagos actúan sobre las neuronas simpáticas inhibiendo la liberación de noradrenalina. Otra citocina inhibitoria es la IL-2, producida por los linfocitos TH1, mientras que la ACTH estimula también la liberación de noradrenalina. Esta complejidad de la conexión neuroinmune explica el distinto papel que se ha atribuido al sistema nervioso central sobre el sistema inmune (véase capítulo 48). Mientras que en los años 40 se pensaba que su acción era pro-inflamatoria, participando en la migración leucocitaria y con un papel importante en la inflamación neurogénica, las investigaciones realizadas durante los años 80 en ensayos sobre todo in vitro, mostraban lo contrario, que a través de la liberación de noradrenalina, se inhibe la producción de citocinas inflamatorias. Los experimentos actuales muestran que ambas situaciones pueden tener lugar y que hay muchos otros factores implicados que hay que tener en cuenta como son: el tipo de receptor que se activa, el tipo y número de neurotransmisores, el tiempo y duración de la activación, los tipos celulares implicados, etc. Así, el sistema nervioso central potenciaría las respuestas específicas mediadas por los linfocitos B, TH1, y TH2 (a través de los receptores β adrenérgicos), favoreciendo las respuestas alérgicas, las enfermedades autoinmunes y la defensa frente a parásitos. Por otra parte, inhibiría las respuestas innatas, actuando sobre los macrófagos, neutrófilos y células asesinas naturales o NK (natural killer). Efecto placebo La mejoría en los síntomas de una enfermedad o incluso a su completa curación con sustancias inertes no dirigidas a la cura de una patología concreta, se conoce como efecto placebo. Aunque se desconocen los mecanismos que subyacen en este proceso, es bien conocido desde antiguo, e indican la estrecha relación que existe entre el sistema nervioso y otros sistemas del organismo como es el sistema inmune. En experimentos realizados en Estados Unidos con pacientes tratados con un inmunosupresor más un placebo, los pacientes disminuyeron sus glóbulos blancos, incluso tras la retirada del inmunosupresor pero manteniendo el placebo. Al retirar el placebo, recuperaron los niveles normales de glóbulos blancos en sangre. Enfermedades autoinmunes Dada la enorme variedad de componentes extraños a los cuales un organismo puede estar sometido, el sistema inmune genera una enorme variedad de linfocitos con receptores diferentes (figura 47.3). Este enorme potencial de reconocimiento entraña también un gran peligro: el que alguno de estos receptores puedan reconocer a componentes propios del organismo, lo que desencadenaría una reacción inmunitaria frente a las propias células, produciendo lo que se denomina enfermedad autoinmune. El sistema inmune debe de regular bien los linfocitos que genera para asegurar la ausencia de respuesta a componentes propios, lo que se conoce como tolerancia a lo propio. Existe una tolerancia central que se da en los órganos linfoides primarios (el timo para los linfocitos T y la médula ósea para los linfocitos B). Los linfocitos aún inmaduros que comienzan a expresar sus receptores específicos deben someterse a un proceso de selección, con el fin de eliminar (muerte por apoptosis) o inactivar (anergia) a las células con potencial auto-reactivo. Sin embargo, en estos órganos no se expresan todos los antígenos propios del organismo, y por tanto existen también mecanismos de inactivación o inducción de muerte de los linfocitos autorreactivos en la periferia (tolerancia periférica). La alteración en la tolerancia a lo propio lleva a que el propio sistema inmune se dirija frente al propio organismo, causando serios daños en algunos órganos, incluso produciendo la muerte. Las enfermedades autoinmunes, dependiendo de si la respuesta inmune va dirigida frente a un determinado órgano o son de tipo sistémico, se clasifican en: órgano-específicas o sistémicas. Ejemplos de algunas de las enfermedades autoinmunes se muestran en la tabla 47.1. En el caso de enfermedades órganoespecíficas, la respuesta inmune va dirigida frente a un órgano o tejido diana. Como ejemplos de enfermedades órgano específicas están la diabetes insulin dependiente (tipo I), con destrucción selectiva de las células beta pancreáticas; la enfermedad de Graves-Basedow, en la que aparecen anticuerpos que simulan a la hormona estimulante del tiroides (TSH) e inducen la liberación de hormonas tiroideas por parte del tiroides), o la miastenia gravis, con anticuerpos que bloquean los receptores de acetilcolina en las terminaciones neuromusculares. Como ejemplo paradigmático de enfermedad autoinmune sistémica se encuentra el lupus eritematoso diseminado, con una gran variedad de autoanticuerpos dirigidos frente a componentes nucleares como es el ADN, ribonucleoproteinas, histonas, etc. (tabla 47.1). Tabla 47.1: Resumen de enfermedades autoinmunes órgano-específicas y sistémicas. Enfermedades autoinmunes órgano-específicas Antígeno propio Células adrenales Respuesta inmune Autoanticuerpos Anemia hemolítica autoinmune Proteínas de la membrana de los hematíes Autoanticuerpos Síndrome de Goodpasture Membrana basal renal y pulmonar Autoanticuerpos Enfermedad de Graves Receptor de la hormona estimulante de la tiroides Tiroiditis de Hashimoto Proteínas tiroideas y células Autoanticuerpos estimulantes de la tiroides Células Th, autoanticuerpos Púrpura trombocitopénica idiopática Proteínas de las membranas plaquetarias Autoanticuerpos Diabetes insulin dependiente tipo I Células β pancreáticas Células Th, autoanticuerpos Miastenia gravis Receptor de acetilcolina Autoanticuerpos bloqueantes Infarto de miocardio Corazón Autoanticuerpos Anemia perniciosa Células parietales gástricas, factor intrínseco Autoanticuerpos Glomerulonefritis postestreptocócica Riñón Complejos inmunes antígeno-anticuerpo Infertilidad espontánea Esperma Autoanticuerpos Enfermedad de Addison Enfermedades autoinmunes sistémicas Espondilitis anquilosante Antígeno propio Vértebras Respuesta inmune Inmunocomplejos Esclerosis múltiple Cerebro o sustancia blanca Linfocitos Th, Tc y autoanticuerpos Artritis reumatoide Tejido conectivo IgG Autoanticuerpos, complejos inmunes Esclerodermia Núcleos, corazón, pulmones, tracto gastrointestinal, riñón Autoanticuerpos Síndrome de Sjogren Glándula salivar, hígado, riñón, tiroides Autoanticuerpos Lupus eritematoso diseminado DNA, proteínasnucleares, membranas de hematíes y plaquetas Autoanticuerpos y complejos inmunes En la tabla 47.2 se resumen los mecanismos etiológicos propuestos de las enfermedades autoinmunes. Entre ellos se encuentran: reacción cruzada por similitud entre patógenos y componentes propios, traumatismos o inflamación en localizaciones donde normalmente no hay contacto con el sistema inmune (cristalino, semen), procesos inflamatorios que llevan a expresión de moléculas anómalas o normalmente no expresadas en células (como las de páncreas o tiroides), factores hormonales (los estrógenos potencian las respuestas inmunitarias, siendo más frecuentes las enfermedades autoinmunes en mujeres que en hombres), factores genéticos, o anomalías en el retraso de la fagocitosis de células muertas por apoptosis. Este último mecanismo se ha mostrado especialmente importante como factor etiológico de las enfermedades autoinmunes sistémicas. Tabla 47.2: Mecanismos propuestos en la inducción de autoinmunidad Liberación de antígenos secuestrados. Proteína básica de mielina, Esperma, Traumatismo ocular, Tras infarto de miocardio. Similaridad entre antígenos extraños y propios Daño cardiaco en la infección por streptococcus Expresión inapropiada de moléculas de clase II: Diabetes insulin dependiente (tipo I) Enfermedad de Graves Activación policlonal de células B: bacterias, virus (Epstein barr, citomegalovirus) Alteración de antígenos normales : degradados, glicosilados Síntesis de nuevos antígenos Base genética: déficit de complemento, modelos animales defectivos en algún gen Regulación del sistema inmune alterada Factores hormonales y factores anatómicos. Más frecuentes en mujeres las enfermedades autoinmunes Algunos órganos afectados con más frecuencia (tiroides, páncreas) Alteración apoptosis/ Fagocitosis Retrasos o anomalías de los macrófagos en la eliminación de células muertas por apoptosis, permite la liberación de autoantígenos que pueden activar la respuesta inmune. A 1 & 1 . . 9 9 1 & Figura 47.12: Modelo de esclerosis múltiple con la muerte selectiva de los oligodendrocitos. A) En condiciones normales los oligodendrocitos no expresan ni Fas ni ligando del Fas. B) Citocinas proinflamatorias: inducen la expresión de FAS en oligodendrocitos. El ligando del Fas (FasL) se incrementa en CTLs, microglía, y astrocitos. Se produce muerte por apoptosis específicamente de los oligodendrocitos. Mi: microglía. Od: oligodendrocitos. Ast: astrositos. Mo: macrófago. CTL: linfocito T citotóxico Cuando una determinada célula activa la muerte por apoptosis o muerte celular programada se producen cambios en la membrana de la célula apoptótica que son reconocidas por células del sistema inmune innato. Una correcta y rápida eliminación de las células apoptóticas por parte de los macrófagos, impide que componentes intracelulares sean liberados y reconocidos por las células inmunitarias, evitando así su activación. El retraso en la eliminación de células apoptóticas por parte de los macrófagos (bien por defectos en fagocitosis, ausencia de factores de complemento, anomalías en marcadores de membrana, etc.) puede permitir la liberación de autoantígenos. Puede entonces ponerse en marcha una respuesta inmunitaria dirigida frente a estos antígenos propios y al desarrollo de una enfermedad autoinmune. Diversos modelos animales están ayudando a comprender los mecanismos de lesión selectivos. Uno de ellos es el de esclerosis múltiple, enfermedad autoinmune caracterizada por un proceso de desmielinización (figura 47.12). Se ha observado que citocinas inflamatorias inducen la expresión de un receptor de muerte apoptótico (denominado Fas o molécula CD95) de forma exclusiva en los oligodendrocitos, mientras que otras células como astrocitos, microglía y macrófagos expresarían el ligando del Fas en presencia de señales inflamatorias. La interacción entre el Fas de los oligodendrocitos y su ligando (FasL) en células vecinas (microglía y astrocitos) o incluso en linfocitos T citotóxicos infiltrantes y macrófagos, activaría la muerte por apoptosis de forma selectiva en los oligodendrocitos. BIBLIOGRAFÍA Conrad K, Bachmann MP, Matsuura E, Shoenfeld Y 2005 From animal models to human genetics: research on the induction and pathogenicity of autoantibodies. Autoimmun Rev 4:178. Correa SG, Rodriguez-Galan MC, Sotomayor CE 1999 Basic aspects of neuroendocrinoimmunology. Rev Fac Cien Med Univ Nac Cordoba 56:9. Goldsby RA, Kindt TJ, Osborne BA Kuby J 2005 Inmunología (5ª Ed). McGraw Hill. Straub RH 2004 Complexity of the bi-directional neuroimmune junction in the spleen. Trends Pharmacol Sci 25:640. Straub RH, Dhabhar FS, Bijlsma JW, Cutolo M 2005 How psychological stress via hormones and nerve fibers may exacerbate rheumatoid artritis. Arthritis Rheum 52:16. 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CAPÍTULO 48 P S IC O N E U R O IN M U N O L O G ÍA ' &4 ' “Un alma triste puede mataros más rápidamente, mucho más rápidamente que un microbio” J Steimbeck “El microbio no es nada, el terreno lo es todo” Pasteur La psiconeuroinmunología es una disciplina que aglutina a investigadores de numerosas especialidades médicas tales como neurociencias, inmunología, fisiología, farmacología, psiquiatría, psicología, ciencias de la conducta, reumatología y enfermedades infecciosas y que estudia las interacciones entre el sistema inmune (SI), la conducta, el sistema nervioso central (SNC) y el sistema endocrino (SE). Como tal parcela de conocimiento presenta su desarrollo es reciente, apoyado en los trabajos de Glasser, Adler, Dantzer y Cohen, ya que durante tiempo se creyó que el SI era un sistema exclusivamente autorregulado. Ahora sabemos que el SNC desempeña un importante papel en su regulación y existe una reciprocidad en el control del propio cerebro por el SI. La red de conexiones que entretejen estos tres sistemas presenta una elevada complejidad, lo que conlleva dificultades metodológicas en el estudio de sus interacciones presentando los hallazgos experimentales una baja homogeneidad y siendo difícil su replicación. Las evidencias proporcionadas por los diversos trabajos de investigación permiten concluir: • que las células del SI expresan receptores para una amplia variedad de moléculas reguladas en parte por el SNC: receptores α y β adrenérgicos, dopamina, serotonina, acetilcolina, histamina, GH, ACTH, prolactina, CRH, sustancia P, VIP, somatostatina, hormonas tiroideas, encefalinas y endorfinas, vasopresina, esteroides adrenales, estrógenos y progesterona, andrógenos, etc., cuya regulación viene condicionada por factores de timing y de edad de los sujetos estudiados (figura 48.1). • que la identificación de fibras del SNC en los tejidos linfáticos (timo, médula ósea, ganglios o bazo) muestra la comunicación directa entre el SNC y el SI y este papel parece corresponder de modo significativo al sistema nervioso vegetativo. • • que las lesiones de regiones del SNC en los estudios con animales llevados a cabo en la década de los 60 evidencian la regulación del SI por el cerebro. Recordemos las lesiones en el hipotálamo anterior que se acompañaban de una disminución de la actividad natural killer (NK), la respuesta a mitógenos y antígenos y número de células de bazo y timo. que otra evidencia de que existe una conexión entre el SNC y el SI es que los procesos de aprendizaje son capaces de influenciar el SI, condicionándolo, ya sea potenciándolo o reduciéndolo a partir de las experiencias de la vida o del condicionamiento Pavloviano. Todo ello conociendo las dificultades que entraña controlar los factores demográficos, la medición de las conductas, el estilo de vida o la enfermedad en concreto que estudiemos, el método de selección de la muestra poblacional y el propio método de investigación básica. 4 0 4 + 7*7)" 0 - -( 1 4 > + $ J " \.B . 4 6" + B +E " $ 6 $ " &6" . 4 " 3$ Figura 48.1. Interacciones entre cerebro y células inmunes ESTRÉS Y SISTEMA INMUNE Seyle, pionero en los trabajos sobre el estrés, integró ya en sus trabajos de 1936 el alcance del sistema inmunitario (atrofia tímica) en el concepto original. Posteriormente Solomon explora las relaciones entre estrés, emoción, alteraciones inmunológicas y enfermedad física y mental. Un concepto de estrés que evolucionó desde sus orígenes como respuesta inespecífica a lo que hoy se considera un fenómeno psicobiológico complejo de alarma y adaptación que permite al organismo hacer frente a situaciones de peligro (figura 48.2). Los estudios sobre los efectos del estrés sugieren que éste puede alterar el SI llevando al desarrollo de infecciones, cáncer o enfermedades autoinmunes. Durante los años 50-60 se llevaron a cabo numerosos experimentos con animales a los que sometía a diversos estreses observándose un aumento en su morbimortalidad. Son numerosos los datos procedentes de la experimentación animal existentes en la literatura: coinciden, en general, en que el estrés inhibe las respuestas inmunes aunque hay autores que usando estreses crónicos encuentran una potenciación de aspectos humorales y celulares del SI. Nuevamente la capacidad de adaptación de un organismo a un estímulo modifica la respuesta inmune, factor éste, que va a condicionar las respuestas individuales frente a infecciones, cáncer, acontecimientos vitales negativos, etc. Es importante también el timing de las interacciones entre el estrés y el SI existiendo etapas en la vida de mayor vulnerabilidad, como la fetal y perinatal y la senescencia. - \ - M+ ( 1 +1 . 1+ 1 \ +-B 1-+ 1 & . - - . 0 - -+ 1 B- . +1 + B +-+9- - Figura 48.2. Influencia del estrés sobre la aparición o agravamiento de enfermedades. Los estudios en humanos son difíciles de realizar, por la gran cantidad de parámetros que es necesario monitorizar en sujetos sometidos a situaciones de estrés. Tenemos datos de estudiantes en periodos de exámenes finales, de familiares de enfermos de Alzheimer o sujetos en fase de divorcio y en todos ellos se observa una disminución de la función inmune (bien directa o indirectamente por el aumento de expresión de herpes virus latentes). Se han estudiado también sujetos en proceso de duelo (un estrés muy grave en la escala de valoración de acontecimientos vitales negativos) que se ha relacionado con un aumento en la morbimortalidad, observándose una disminución de la respuesta de linfocitos a mitógenos. Muchos de los estudios actuales se centran en pacientes con VIH o cáncer. Aunque el desarrollo de la enfermedad cancerígena está condicionado por la propia patofisiología de la enfermedad hay que considerar los factores de resistencia personales del individuo que modifican la evolución de la enfermedad (por ejemplo, la aparición de metástasis) y que incluyen: la manera de responder al estrés y a la enfermedad, así como los lazos de soporte social, estrés o el estado emocional. Esto es aplicable también a pacientes con VIH. En general, podemos afirmar que un acontecimiento estresante puede afectar al SI de dos modos: • produciendo cambios en la distribución de células en el organismo, lo que influencia la respuesta local a un agente patógeno • alterarando propiamente la respuesta celular (incluyendo las alteraciones de l IL 2 y la expresión del gen de su receptor). • ¿A través de qué mecanismos neuroendocrinos se explica la acción del estrés o de las lesiones del SNC sobre el SI?. Sadeck y Nemeroff afirman que las alteraciones neurobiológicas que subyacen a un trauma vital precoz involucran a: • eje hipotálamo hipofisario y CRF • el sistema nervioso vegetativo • el hipocampo Tanto en el estrés agudo como en el crónico el CRF parece mediar la respuesta endocrina a través del eje hipotálamo-hipofisario; las reacciones emocionales a través de la amígdala; las respuestas cognitivas a través de las neuronas corticales de CRF y la respuesta autonómica a través de proyecciones de la amígdala a los núcleos del tronco del encéfalo (principalmente locus coeruleus) (figura 48.3). Cuando el estrés es intenso o crónico los cambios pueden llegar a ser permanentes, con una respuesta al estrés por parte del eje hipotálamo-hipofisario–CRF y del sistema noradrenérgico caracterizadas por una hipersensibilidad a los estímulos (estudios con mujeres abusadas en la infancia). Nos enfrentamos, por tanto, a una respuesta al estrés canalizada a través de catecolaminas, endorfinas, citoquiinas, prolactina, GH, etc. Estudiando algunas de las citoquinas (IL-1, IL-6 y TNF), éstas parecen regular funciones como el sueño, la temperatura, la alimentación y la secreción de múltiples hormonas, fundamentalmente corticosteroides, quizás actuando a nivel del hipotálamo, hipófisis y glándula adrenal. La IL-1 es capaz de estimular in vitro la liberación de ACTH, LH, GH y TSH y las células inmunes a su vez pueden producir ACTH-like, β−endorfina like, somatostatina, VIP, tirotropina y PRL (figura 48.4). - - 1 1+ 1 . 4 4 N4 P 4 64 P D 64 64 +, 4 4 1 4 N 1 4 > 1 4 Figura 48.3. Mecanismos neuroendocrinos del estrés PSIQUIATRÍA Y FUNCIÓN INMUNE Las interacciones entre SI y SNC son importantes para la Psiquiatría por varios motivos: • las alteraciones inmunológicas provocadas por el estrés pueden predisponer a alteraciones tales como cáncer, infecciones y autoinmunidad, sin olvidar la necesidad de una cierta vulnerabilidad previa. • las alteraciones del SI pueden producir disfunciones del SNC con sintomatología psiquiátrica (esclerosis múltiple, lupus eritematoso sistémico, vasculitis, artritis reumatoide, etc.) semejante a la clínica depresiva mayor o a los trastornos por ansiedad. • permiten modelos experimentales y periféricos de estudio de la patología psiquiátrica. Así en la depresión se han usado modelos con linfocitos periféricos, observándose una disminución en el número de receptores para los esteroides adrenales. En pacientes con trastorno por estrés postraumático (TPST) se ha observado en cambio, que el número de estos receptores está aumentado, permitiendo esbozar teorías sobre el funcionamiento del eje corticoadrenal en estos pacientes. Otro receptor linfocítico estudiado en la depresión ha sido el β adrenérgico que presenta una respuesta disminuida. La enfermedad psiquiátrica más estudiada en relación con el SI es la depresión mayor, siendo los resultados, en general, inconsistentes, a pesar de que se conocen con detalle alteraciones endocrinológicas subyacentes al trastorno depresivo (disfunción del eje hipotálamo hipofisario, sistemas CRF, GH y tiroideo; alteraciones en serotonina, noradrenalina, etc.). Los estudios inmunológicos han mostrado reducciones en el número de células, en la actividad NK y en la respuesta a mitógenos, pero estos estudios no han podido ser replicados y no parecen un correlato específico de la depresión. En cambio factores como la edad, el sexo y la severidad de la depresión si parecen influir en la función inmune (en depresión severa se señaló una disminución de CD4 y de respuesta a mitógenos). Dado que los deprimidos tienen alteraciones en la secreción del cortisol y este es un potente regulador de la función inmune podría ser esta una vía explicativa de los hallazgos. Recordemos además, que situaciones de estrés y depresión se han asociado a empeoramiento de trastornos como cáncer e infecciones. Uno de los marcadores biológicos más consistentes en la depresión mayor es la alteración del sueño y fundamentalmente el despertar precoz. Trastornos del sueño forman parte de la sintomatología de entidades discutidas como la fibromialgia (pacientes que acaban engrosando la lista de espera de las consultas psiquiátricas, etiquetadas como neuróticas) o el síndrome de fatiga crónica. Así mismo el ritmo de vida actual, con la deprivación de sueño facilitada por los ritmos de trabajo y los turnos y alteraciones de los ritmos de sueño desde edades tempranas (jóvenes y fin de semana), modifican de modo significativo la cantidad y calidad de horas de sueño. Hemos mencionado anteriormente como existen relaciones entre SI y sustancias que controlan los ritmos básicos. Por ello se ha estudiado la relación entre SI y sueño. Se sabe que factores inmunes, fundamentalmente las IL, regulan el sueño y se alteran por su deprivación. Así mismo se conoce que el ciclo sueño/vigilia regula la función inmune. Pocos estudios se centran en cambio, en la deprivación del sueño y la función inmune y sin embargo Rogers et al. encuentran cambios significativos en la función inmune tras días de deprivación total o incluso parcial de sueño. Hemos mencionado que los agentes infecciosos que alteran el SI pueden dar síntomas psiquiátricos y desde la perspectiva de una controvertida teoría viral de la esquizofrenia (mayor incidencia de esquizofrenia en niños nacidos en el verano tardío y la primavera precoz, posiblemente debido a infecciones por el virus influenza de la madre), y de la existencia de gliosis en el cerebro de los sujetos esquizofrénicos se han estudiado parámetros inmunológicos en estos sujetos encontrándose un aumento de interferón, una disminución de niveles de IL 2 y un aumento de receptores de IL-2. En algunos estudios se señala in aumento de Inmunoglobulinas en el LCR. Estos hallazgos intentan relacionarse con una posible etiología infecciosa o un proceso autoinmune, pero los intentos por aislar virus o hallar autoanticuerpos no han arrojado resultados positivos. Ya hemos visto la relación entre el estrés y el SI y por ello con los trastornos de ansiedad. Existe un trastorno, el TPST causado por un estrés de intensidad severa (violación, catástrofe, etc.), en el que se observa una disminución del cortisol y un aumento de las catecolaminas. Se sabe que la secreción de interleukina-6 (IL-6) está suprimida por corticoides y estimulada por las catecolaminas. Los autores hallaron niveles aumentados de IL-6 en LCR, pero no en plasma frente a controles. En el síndrome de fatiga crónico se evidencia una activación inmune con aumento del número de linfocitos activados, incluyendo células citotóxicas y niveles altos de citokinas circulantes. Sin embargo la función inmune de su LCR es pobre (baja actividad NK, pobre respuesta a mitógenos, deficiencias de inmunoglobulinas, fundamentalmente IgG1 y IgG3) y que puede estar relacionado con la exacerbación de virus y explicar su carácter crónico con exacerbaciones periódicas. Otras patologías con aspectos psiquiátricos relevantes y en las que subyacen posibles disfunciones del SI son: enfermedad de Alzheimer, patología digestiva, dermatitis atópica, etc. Hemos de mencionar los trastornos depresivos o psicóticos que acompañan en ocasiones al lupus eritematoso sistémico, enfermedad de Takayasu, sarcoidosis, esclerosis múltiple, etc., y que en muchos casos son la forma inicial de manifestación de la enfermedad, con una ausencia de respuesta completa a los tratamientos psiquiátricos habituales. La terapia con corticoides a dosis altas es bien conocida por los psiquiatras de interconsulta hospitalaria como responsable de la aparición de trastornos de ánimo (ya sean fases depresivas o maníacas) y/o de psicosis. Y por último, poco se sabe de la relación entre SI y hormonas sexuales, cuya disfunción en psiquiatría origina trastornos que van desde el síndrome premenstrual hasta las depresiones y psicosis puerperales de intensidad severa, o la infertilidad relacionada con el estrés en ausencia de otros hallazgos físicos que la justifiquen En cuanto al arsenal terapéutico utilizado en psiquiatría se desconoce el papel directo de los psicofármacos sobre la función inmune, aunque conocemos sus acciones sobre los diversos neurotransmisores (serotonina, nordrenalina e histamina principalmente en los antidepresivos; dopamina y serotonina en los antipsicóticos). En cuanto a las llamadas psicoterapias poco se conoce sobre los fundamentos neurobiológicos de las técnicas de prevención del estrés, entrenamiento en relajación, biofeedback, aunque mejorar el estilo de vida, o manejar adecuadamente los sentimientos de culpa (que según Dikerson et al. puede asociarse a un aumento de citoquinas), pueden, a la luz de los conocimientos anteriores, mejorar la función inmune. Y desconocida es también la biología de la sugestión y del placebo (que consigue beneficios en un 30% de los sujetos). Un trabajo sobre función inmune e hipnosis ha mostrado mayores porcentajes de linfocitos CD3+ y CD4+, en sujetos postratamiento, lo que es prometedor en el manejo del estrés e Irwin et al. publican un trabajo sobre los beneficios del Tai Chi sobre la función inmune y el estrés. BIBLIOGRAFIA Abbas AK, Lichtman AH, Pober JS 1991 Cellular and Molecular Immunology. Saunders. Ader R, Felten DL, Cohen N 1991 Psychoneuroimmunology (2nd Ed) Academic Press. 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Irwin MR, Pike JL, Cole JC, Oxman MN 2003 Effects of a behavioral intervention, Tai Chi Chih, on varicella-zoster virus specific immunity and health functioning in older adults. Psychosom Med 65:824. Prolo P, Chiappelli F, Fiorucci A, Dovio A, Sartori ML, Angeli A 2002 Pychoneuroimmunology: new avenues of research for the twenty-first century. Ann NY Acad Sci 966:400. Robinson FP, Mathews HL, Witek-Janusek L 2002 Issues in the design and implementation of psychoneuroimmunology research. Biol Res Nurs 3:165. Rogers NL, Szuba MP, Staab JP, Evans DL, Dinges DF 2001 Neuroimmunologic aspects of sleep and sleep loss. Semin Clin Neuropsychiatry 6:295. Sadek N, Nemeroff CB 2000 Update on the Neurobiology of Depression. Saphier D 1989 Neurophysiological and endocrino consequences of immune activity. Psychoneuroendocrinology 14:63. Stein M, Schiavi RC, Camerino M 1976 Influence of brain and behavior on the immune system. Science 191:435. Yehuda R, et al. 1993 Glucocorticoid receptor number and cortisol excretion in mood, anxiety, and psychotic disorders. Biol Psychiatry 34:18. CAPÍTULO 49 E L C O R A Z Ó N C O M O Ó R G A N O E N D O C R IN O : P É P T ID O S N A T R IU R É T IC O S - + Con el comienzo de la utilización de la microscopía electrónica, se describió la presencia en las células de la aurícula cardíaca de unos gránulos electrón-densos específicos que poseían muchos de los rasgos morfológicos de los gránulos secretores de las células endocrinas. La función fisiológica de dichos gránulos y su naturaleza secretora no se llegó a conocer hasta la aparición del trabajo de Adolfo de Bold et al. (1979) que describía cómo la granulosidad del atrio se alteraba en función del agua sistémica y del balance de electrolitos. En años posteriores, este mismo grupo proporcionó la descripción de cómo los extractos de tejido atrial eran capaces de promover diuresis y natriuresis intensas en ratas. Esta observación supuso una clara demostración de la actividad endocrina de la aurícula cardiaca y la descripción de la existencia de un factor natriurético atrial. Es significativo, y quizás un estímulo para la comunidad científica, el hecho de que el manuscrito de este trabajo fuese rechazado para publicación por el Journal of Clinical Investigation en 1980, y no se publicó hasta el año siguiente en Life Sciences. En 1982, de Bold confirmó la relación entre la granulosidad atrial y el factor atrial natriurético. La estructura de esta hormona polipeptídica, conocida actualmente como péptido natriurético atrial (ANP) fue confirmada por Flynn et al. en el año 1983. En 1988, Sudoh et al. aislaron a partir de cerebro porcino un péptido que presentaba actividad biológica similar a ANP. Este péptido se llamó péptido natriurético cerebral (BNP) a pesar de que posteriormente se observó que los ventrículos cardíacos son la principal fuente productora de los niveles circulantes de BNP. Fueron nuevamente Sudoh et al. quienes dos años después del descubrimiento de BNP, aislaron a partir de cerebro porcino un nuevo péptido de estructura similar al que llamaron CNP. Aunque posteriormente se descubrió que el endotelio es el principal sitio de síntesis del mismo. Otros péptidos relacionados estructuralmente incluyen el DNP, aislado a partir de veneno de la mamba verde (Dendroaspis angusticeps) con inmunoreactividad demostrada en el plasma humano; la urodilatina, que es el resultado del procesamiento alternativo de pro-ANP por las células renales; la guanilina y la uroguanilina, ambos expresados por el epitelio intestinal e implicados en la absorción de agua en el intestino y presentes en la circulación. SÍNTESIS Y ALMACENAMIENTO DE LOS PÉPTIDOS NATRIURÉTICOS La expresión de los genes de ANP y BNP tiene como consecuencia la producción de prepropéptidos de elevado peso molecular. La rotura proteolítica de estas moléculas deriva en la aparición de proANP y proBNP, que son las formas en las que se almacenan en los gránulos de los miocitos. Contrariamente a éstos, el CNP se sintetiza directamente como propéptido. Los fragmentos peptídicos maduros, de bajo peso molecular, son los responsables de la principal actividad biológica de estos tres péptidos. Dichos fragmentos presentan la característica común de una estructura en anillo de 17 aminoácidos compuesta por varios aminoácidos. ANP En humanos, el gen del péptido precursor de ANP (Nppa), codifica una preprohormona de 151 aminoácidos, la cual se procesa proteolíticamente para dar una prohormona de 126 aminoácidos (proANP1-126), que se almacena dentro de los gránulos de los miocitos atriales. En el proceso de liberación, ProANP sufre una rotura mediada por una proteasa cardíaca denominada corin, de forma que se origina proANP1-98 (ANP N-terminal), y el péptido carboxiterminal de 28 aminoácidos biológicamente activo (ANP99-126). La expresión génica de preproANP se da en condiciones fisiológicas en el atrio, pero se ha observado como en muchos desórdenes clínicos y modelos de enfermedad experimentales, dicha expresión también aparece en el ventrículo izquierdo. A niveles claramente inferiores el ARNm de preproANP aparece en el ventrículo adulto normal, aunque estos niveles se incrementan en estados patológicos, como es el fallo cardíaco o la hipertrofia ventricular izquierda (14). En cuanto a las concentraciones plasmáticas de ANP, éstas aumentan rápidamente en respuesta a la sobrecarga cardíaca tanto de presión como de volumen, y también en respuesta al ejercicio físico, pero su vida media es muy corta (de 1 a 3 minutos). BNP El BNP humano se sintetiza como un prepropéptido de 132 aminoácidos, y su procesamiento mediante endoproteasas genera una proteína precursora de 108 aminoácidos (proBNP 1-108). Este propéptido se rompe dando dos fragmentos, uno carboxiterminal de 32 aminoácidos (con actividad biológica) y otro N-terminal de 76 aminoácidos. A diferencia de ANP, el cual se almacena como un propéptido de 132 aminoácidos, la forma más abundante de BNP en el miocardio atrial de humanos es el péptido maduro de 32 aminoácidos (45 aminoácidos en rata). La secreción de la forma madura de BNP se da tanto en la aurícula como en el ventrículo, sin embargo, la relación de ARNm de preproBNP entre ventrículo y aurícula es mayor que la observada para ANP. Contrariamente a lo que ocurría con ANP, cuya secreción en condiciones normales se da en la aurícula, el ventrículo es la principal fuente de secreción de BNP. La vida media de BNP en plasma es de unos 21 minutos. CNP La molécula originaria (propéptido CNP), de 103 aminoácidos, dará lugar a dos fragmentos, CNP22 y CNP53. Se puede considerar que el fragmento de 22 aminoácidos es la forma madura y con mayor actividad biológica. Los sitios de mayor expresión de CNP son el sistema nervioso y las células endoteliales. En el caso del tejido cardíaco, las cantidades de CNP son muy bajas, y su circulación en plasma es muy pequeña en los casos en los que se encuentra. Contrariamente, en el cerebro y tejido nervioso de la mayoría de especies, CNP parece ser la forma más abundante de péptido natriurético. Una amplia variedad de citoquinas (TGF-β, IL-1α, TNF-α) estimulan la expresión del ARNm de CNP. INACTIVACIÓN DE LOS PÉPTIDOS NATRIURÉTICOS La vida media biológica de los péptidos natriuréticos es breve debido a su rápida degradación y/o eliminación de la circulación. El principal mecanismo de eliminación está mediado por la unión de los péptidos a su receptor, derivando en la internalización y degradación lisosomal de los mismos. El receptor de péptidos natriuréticos NPR-C, se expresa en la pared vascular, riñones, y pulmón. Otros mecanismos serían la rotura proteolítica en la circulación, mediada por la endopeptidasa neutral 24.11, que hidroliza los péptidos natriuréticos, y la excreción renal (figura 49.1). Las bajas concentraciones en plasma de ANP y BNP están aseguradas por la liberación basal de éstos por parte del miocardio. Esta liberación se estimula por una amplia variedad de señales, siendo éstas tanto físicas como psicológicas, patológicas y químicas. El punto que mayor interés ha despertado es el hecho de que determinadas condiciones clínicas, caracterizadas por una disfunción ventricular izquierda, aumentan de forma acusada los niveles de péptidos natriuréticos circulantes. Actualmente existen pruebas fehacientes de que los niveles de BNP se asocian con el grado de disfunción ventricular izquierda, y que esta asociación tiene importancia diagnóstica y pronóstica. La importancia que BNP tiene en el fallo cardíaco ha quedado reseñada en la bibliografía. Quedaría por aclarar cuales son los mecanismos por los que se dan respuestas de síntesis, procesado y liberación a diferente estímulos. El estímulo más clásico y mejor conocido es la distensión de las cavidades cardíacas, pero también se sabe que bajo ciertas condiciones experimentales y clínicas caracterizadas por una sobrecarga de volumen, se produce la liberación de ANP y BNP. Existen otros tipos de estímulos, entre los que se incluyen la isquemia y la hipoxia, el ejercicio, la osmolaridad plasmática, las catecolaminas y distintas neurohormonas, factores derivados de endotelio como óxido nítrico, endotelina-1 y prostaciclinas, y citoquinas. +*4 +*4 + +*4 +*4 (+ +*4 +*4 + )*#I$ (+ + )*)%=$ )*HG$ + *%< )*)IG$ (+ *2% )*<=$ + )*)I2$ + *#2 + *%% Figura 49.1. ANP, BNP y CNP se sintetizan como propéptidos, y se almacenan en mayor o menor medida como péptidos de alto peso molecular. En humanos, la rotura protelítica de los propéptidos da lugar a la formación de los péptidos maduros (de bajo peso molecular) ANP-27, BNP-32, CNP-53 y CNP-22, y fragmentos N-terminal. La actividad bilógica de los péptidos reside en las formas maduras. (adaptado de Baxter GF, 2004). RECEPTORES DE LOS PÉPTIDOS NATRIURÉTICOS Los receptores específicos para los péptidos natriuréticos (ANP, BNP, CNP, guanilina/uroguanilina) son receptores guanilato ciclasa, pertenecientes a una familia de siete isoformas de enzimas transmembranas. Estos receptores forman dímeros y cada monómero se divide en cuatro regiones: un dominio extracelular de unión al ligando, una región intracelular formada por un dominio de homología a proteína quinasa, una región bisagra, esencial para la dimerización del receptor y activación del último dominio, el dominio catalítico guanilato ciclasa (figura 49.2). Estos receptores median los efectos de los péptidos natriuréticos tras su unión al receptor específico y posterior conversión de la guanosina trifosfato (GTP) a 3’,5’guanosina monofosfato cíclica (GMPc) como segundo mensajero. Existen dos subtipos de receptores de péptidos natriuréticos: el tipo A (NPR-A) y el tipo B (NPR-B). El receptor NPR-A media los efectos tanto de ANP como BNP, mientras que el receptor NPR-B une selectivamente CNP. Existe un tercer receptor denominado NPR-C, al cual se unen todos los péptidos natriuréticos con la misma afinidad, y que es el encargado de mantener la concentración plasmática de los péptidos mediante la internalización y degradación de los mismos. Este tercer receptor podría también mediar los efectos biológicos de los péptidos guanilina e uroguanilina, aunque en este caso y debido a que la región interna del NPR-C difiere de los otros dos tipos de receptores, el GMPc no actuaría como segundo mensajero, aunque en ratones deficientes en NPR-C, tanto guanilina como uroguanilina presentan efectos renales por lo que se presupone la existencia de un receptor aún no identificado para ambos péptidos. El receptor NPR-A se expresa predominantemente en el sistema cardiovascular y, como ya se ha comentado con anterioridad, tanto ANP como BNP provocan un aumento de la concentración de GMPc tras su unión al NPR-A, aunque BNP presenta una potencia 10 veces menor que ANP. El receptor NPR-B se expresa en diferentes tejidos, y particularmente en tejido vascular, en regiones del cerebro y del hueso, y en mayor proporción en fibroblastos. Su ligando natural es el CNP aunque la estimulación con dosis altas de ANP o BNP también aumenta la concentración de GMPc. Se ha determinado que en células endoteliales humanas de entre los tres péptidos el CNP es el más potente a la hora de aumentar el CMPc. Señalización intracelular Los péptidos natriuréticos producen un aumento de la concentración intracelular de GMPc, que se encarga de modular la actividad de proteínas reguladoras específicas situadas posteriormente en la ruta de señalización. Existen tres tipos de proteínas diana para el GMPc: los canales iónicos, proteína quinasas dependientes de GMPc y fosfodiesterasas. El enzima proteína quinasa dependiente de GMPc (PKG o cGK) representa el principal mediador. La activación de este enzima permite la tranferencia de un grupo fosfato procedente del ATP a los aminoácidos serina o treonina de sus proteínas diana. Una vez fosforiladas, estas proteínas provocan la translación de los estímulos extracelulares a una función biológica específica. En mamíferos se han identificado dos genes que codifican para PKG. Uno de los genes codifica para la enzima soluble citoplasmática PKG-I encargada de modular el Ca+2 intracelular, y está presente en un gran número de tejidos. La PKG-I presenta dos isoformas, la PKG-Iα, que se expresa predominantemente en cardiomiocitos, vasos sanguíneos, pulmón, cerebelo, riñón y glándula adrenal, y la isoforma PKG-Iβ, sólo presente en el músculo liso del útero (42, 43, 44). La PKG-II es una proteína que se une a la membrana citoplasmática formando homodímeros, y cuya función es regular la homeostasis de fluidos. Se expresa en cerebro, intestino, pulmón, riñón y hueso (7). Las fosfodiesterasas reguladas por GMPc (PDEs) están implicadas en la transducción de señales de los péptidos natriuréticos, y tienen un papel importante en la modulación de la concentración celular de los nucleótidos cíclicos (GMPc y AMPc). Existen tres isoformas de PDEs. La PDE-I está presente en corazón, pulmón, cerebro y músculo liso y se activa tras su unión a la enzima calcio-calmodulina dependiente para disminuir la concentración de GMPc o AMPc. La PDE-II se expresa también en corazón y pulmón, además de en hígado, glándula adrenal y plaquetas. Se activa tras la elevación de GMPc lo que causa una disminución de la ruta de señalización de AMPc. Por su parte la PDE-III esta inhibida a bajas concentraciones de GMPc lo que permite la elevación de la concentración de AMPc (45). )]$ N 4 %]$ > " 4 / 2]$ & & !]$ > 9 -9- 1 1.M& 1 Figura 49.2. Representación esquemática del receptor típico de los péptidos natriuréticos (NPs-R) y de la ruta de señalización intracelular. El NPs-R está formado por cuatro dominios y el más característico es el dominio catalítico guanilato ciclasa, el cual produce como segundo mensajero el CMPC. La unión del ligando al NPs-R promueve la fosforilación del dominio de homología a proteína quinasa. El incremento del CMPC activa sus proteínas diana (canales iónicos, proteínas quinasa o fosfodiesterasas). La activación de estas proteínas desencadena los diferentes efectos fisiológicos celulares de los péptidos natriuréticos (sobre el sistema vascular, gastrointestinal, nervioso, riñón y hueso entre otros). Adaptado de Kuhn M, 2004. ACTIVIDAD FISIOLÓGICA DE LOS PÉPTIDOS NATRIURÉTICOS En mamíferos tanto ANP como BNP presentan acciones endocrinas para mantener la presión arterial, aumentar el filtrado glomerular, inhibir el sistema reninaangiotensina-aldosterona, y reducir la actividad del sistema simpático. Presentan también efectos autocrinos/paracrinos en corazón, como por ejemplo la modulación del estado inotrópico, la actividad citoprotectora en isquemia miocárdica, la inhibición de la hipertrofia miocardica, la vasodilatación coronaria, y la inhibición de la proliferación de fibroblastos. Por su parte el CNP presenta exclusivamente actividad autrocrina/paracrina sobre el sistema vascular regulando la vasodilatación. Recientemente, también se le han atribuido propiedades antiproliferativas, las cuales pueden ser de gran importancia en la fisiopatología de enfermedades vasculares fibroproliferativas como son la aterosclerosis o restenosis. Los péptidos natriuréticos sintetizados en intestino, guanilina y uroguanilina, inducen natriuresis y diuresis a nivel local. Las guanilinas también actúan de forma autocrina/paracrina en cuanto a la regulación de la proliferación del epitelio intestinal a través del NPR-C. La uroguanilina además de sus actividades locales sobre el epitelio intestinal, participa en el mantenimiento de la homeostasis de agua y sales entre el eje entéricorenal. BIBLIOGRAFÍA Aburaya M, Hino J, Minamino N, Kangawa K, Matsuo H 1989 Isolation and identification of rat brain natriuretic peptides in cardiac atrium. Biochem Biophys Res Commun 163:226. Baxter GF 2004 Natriuretic peptides and myocardial ischaemia. Basic Res Cardiol 99:90. Baxter GF 2004 The natriuretic peptides. Basic Res Cardiol 99:71. de Bold AJ 1979 Heart atria granularity effects of changes in water-electrolyte balance. 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Esta variedad es el resultado de un complejo y a la vez preciso mecanismo de transmisión de la señal en el que se combinan varios niveles de regulación. A ello hay que sumar la existencia de determinantes célula-específicos que hacen que un mismo ligando pueda generar repuestas opuestas dependiendo del tipo celular sobre el que actúe. En este capitulo se tratarán de describir los aspectos más importantes de la respuesta celular al TGF-β y otros miembros de la superfamilia. LOS MIEMBROS DE LA SUPERFAMILIA En la actualidad existen en vertebrados más de treinta y cinco proteínas englobadas dentro de lo que se conoce como superfamilia del TGF-β, agrupadas a su vez en una serie de familias en base a sus características estructurales y funcionales (tabla 50.1). La familia del TGF-β está constituida por tres miembros, TGF-β1, TGF-β2 y TGFβ3, que presentan una elevada homología (1 vs 2, 74%; 1 vs 3 78%; 2 vs 3, 82%). A pesar de su similitud, los distintos TGFs pueden jugar un papel fisiológico diferente en determinados tejidos, como se deduce de los fenotipos resultantes de su eliminación en modelos de ratón. Estas acciones específicas hay que atribuirlas no solo a la existencia de patrones de expresión distintos, sino también a diferencias en el mecanismo de señalización intracelular o a la diferente afinidad de cada isoforma por la célula diana. Aun cuando como ya veremos más adelante su actividad como factor citostático es probablemente la más conocida, el TGF-β participa también en procesos de diferenciación, apoptosis, migración, adhesión, vasculogénesis o angiogénesis. Un segundo grupo dentro de la superfamilia lo constituye la familia de activinas/inhibinas, inicialmente identificadas como reguladores de la síntesis y secreción de FSH (follicle stimulating hormone). Las activinas son homo o heterodímeros de subunidades β, mientras que en el caso de las inhibinas se trata de heterodímeros compuestos por una subunidad β y una α. En la actualidad se conocen cuatro isoformas β (βA, βB, βC y βE) de las cuales las más ampliamente distribuidas son las βA y βB. Entre ambas existen no solo diferencias en los patrones de expresión sino también funcionales. Las distintas combinaciones de las isoformas βA y βB dan lugar a las diferentes activinas, originándose así las activinas A (βA, βA), activinas B (βB, βB) y activinas AB (βA, βB). Además del mencionado control de la actividad FSH, las activinas participan en otros procesos como organogénesis, diferenciación (células hematopoyéticas) o supervivencia (células nerviosas). Por el contrario, las inhibinas parecen estar dedicadas casi exclusivamente a la regulación negativa de la secreción de FSH. Tabla 50.1. Componentes de la superfamilia del TGF-β Familia Ligando TGF-β βs TGF-β1 TGF-β2 TGF-β3 Activina A Activina B Activina AB Inhibina A Inhibina B Nodal Lefty 1 Lefty 2 BMP2 BMP4 BMP5 BMP6 BMP7 BMP8A BMP8B GDF1 GDF3 GDF5 GDF6 GDF7 BMP3 BMP3b BMP9 BMP10 GDF9 GDF9b GDF15 GDF8 GDF11 MIS Activinas Inhibinas Nodal Lefty BMP2/4 BMP5/6/7 GDF1 GDF5/6/7 BMP3 BMP9/10 GDF9 GDF8 MIS Nombre alternativo Ndr Lefty A Lefty B BMP2A BMP2B Vgr1/DVR6 OP1 OP2 OP3/PC8 Vgr2 CDMP1 CDMP2/BMP13 BMP12 Osteogenina GDF10/Sumitomo-BIP GDF2 BMP15 MIC/PLAB/PTGFB/PDF Myostatina BMP11 MIF/AMH Las BMPs forman el grupo más numeroso dentro de la superfamilia con unos 20 miembros. Inicialmente fueron identificadas por su capacidad de inducir la formación ectópica de hueso, de donde viene su nombre (bone morphogenetic proteins) y son un elemento fundamental en el proceso de diferenciación de las células mesenquimales. El análisis de su expresión y el desarrollo de modelos animales han puesto de manifiesto que además de participar en la formación de hueso y cartílago, las BMPs se encuentran también involucradas en el desarrollo tanto en la etapa embrionaria como en el adulto de la función pulmonar, cardiovascular y en el funcionamiento de los sistemas reproductor, urogenital y nervioso. Completando la superfamilia está la MIS (müllerian inhibiting substance), conocida también como hormona anti-mülleriana (AMH). Al contrario de lo que ocurre con los otros miembros de la superfamilia, que están presentes en multitud de órganos y participan en una gran diversidad de procesos, la expresión de la MIS se restringe a las gónadas y ejerce sus efectos sobre el desarrollo y función de los órganos reproductores. Como veremos más adelante, la principal función de la MIS es la inducción de la regresión del conducto Mülleriano durante la etapa fetal en los machos, un paso crítico en el inicio del desarrollo del tracto genital masculino. ESTRUCTURA Y LIBERACIÓN AL MEDIO EXTRACELULAR Los TGFs-β son sintetizados como dímeros de precursores inactivos, en los que el futuro dominio activo está situado en la zona C-terminal (figura 50.1). Como característica estructural importante dentro de este dominio activo hay que señalar la presencia de una serie de residuos de cisteina, entre 6 y 9, que permiten la formación de puentes disulfuro intra e intercatenarios característicos de varios de los miembros de la superfamilia. La región N-terminal del precursor corresponde a la proteína asociada a latencia (LAP, latency associated protein), que es escindida durante el proceso de secreción por la acción de endoproteasas, pero que permanece unida al dímero maduro formando el llamado complejo latente pequeño (figura 50.1). Cuando el complejo latente fue aislado por primera vez a partir de plaquetas se comprobó que asociado a el había otras proteínas a las que se denominó LTBP (de latent TGF-β binding protein)(figura 50.1). En la actualidad se han identificado cuatro LTBP, y su asociación con el complejo latente pequeño, además de aumentar la secreción de TGF-β, facilita su depósito en la matriz extracelular. La activación del TGF-β tiene lugar mediante la ruptura de su unión a la LAP. Al menos in vitro dicha ruptura puede conseguirse mediante el empleo de distintos métodos fisicoquímicos (pH extremo, radiación γ) o enzimáticos (proteasas). Las células sobre las que va a actuar el TGF-β pueden ser vecinas de la célula secretora o encontrarse a una cierta distancia. En el exterior celular se forma un gradiente de ligando de forma que la célula diana puede responder a la señal en función de su posición dentro de dicho gradiente. Este se crea, además de por un proceso de difusión a partir de la célula secretora, por la existencia en la matriz extracelular de una serie de moléculas que actúan como antagonistas (figura 50.2). Este es el caso por ejemplo de chordin, una glucoproteína que une varios miembros de la superfamilia en diversas especies, y cuya actividad es bloqueada a su vez por la acción de metaloproteasas, que provocan su ruptura. Además de chordin, otras glucoproteínas como decorin y miembros de las familias DAN (differential screeningselected gene aberrative in neuroblastoma), gremlin y cerberus pueden interferir también con la señalización por TGF-β. El bloqueo de la actividad puede ser ejercido incluso por parte de miembros de la propia superfamilia. 4 -&9* ? + * . 4 -&9* ? 4 4 @ 4 > &9*β β A 4 . ( ) + . . / / Figura 50.1. Estructura del TGF-β y su asociación a la LTBP en la matriz extracelular. LAP: proteína asociada a latencia. LTBP1: proteína de unión a TGF-β latente (latent TGF-β binding protein) Una vez alcanzada la célula diana, el ligando se une a un sistema de dos receptores anclados en la membrana celular y que poseen actividad serina/treonina quinasa (véase capítulo 7). Dicha unión provoca la activación de los receptores y el inicio de la cascada de señalización intracelular, transmitida a través de las Smads. Estas proteínas, junto con una serie de reguladores y cofactores, inducen o reprimen la transcripción de distintos conjuntos de genes que varían dependiendo del contexto celular. E / 4 @ &9*β β +D& D N D . J 9 4 Figura 50.2. Regulación de la secreción y procesamiento extracelular del TGF-β. ACCIONES CELULARES DE LA SUPERFAMILIA Desarrollo La obtención de ratones deficientes en la expresión de uno o varios de los miembros de la superfamilia del TGF-β ha demostrado que casi todos ellos desempeñan funciones esenciales en el desarrollo de órganos y sistemas vitales para la superviviencia. Prueba de ello es la alta incidencia de fenotipos con letalidad embrionario o perinatal, y la casi total ausencia de fenotipos sin alteraciones. Como veremos a continuación con más detalle, su ausencia afecta al desarrollo craneofacial, del esqueleto, sistema nervioso, corazón, o a procesos como la angiogénesis o al establecimiento de los ejes antero-posterior y derecha-izquierda. Estos estudios han permitido además delimitar la existencia de posibles redundancias funcionales entre los miembros de las distintas familias. La carencia de TGF-β1 provoca la muerte de los animales en el periodo embrionario o perinatal, como consecuencia de alteraciones en el sistema hematopoietico y una respuesta inflamatoria aguda. En el caso de TGF-β2 se producen malformaciones craneofaciales, cardíacas y renales y en los deficientes en TGF-β3 defectos en el paladar y pulmones. La obtención de ratones knockout para las BMPs se traduce también en un ámplio abanico de alteraciones. Así por ejemplo, su ausencia provoca letalidad embrionaria en el caso de BMP2 y BMP4, o perinatal en BMP7. Por el contrario, la carencia de otras BMPs como BMP3, BMP5 y BMP8 no afecta a la viabilidad, aunque si origina la aparición de defectos en la formación del esqueleto, y en el caso concreto de BMP8 ocasiona infertilidad en los machos. La falta de activina A (βA-/βA-) provoca letalidad perinatal, con importantes defectos craneofaciales que afectan al desarrollo de diversas piezas dentarias y del paladar. Por el contrario, los ratones carentes de activina B (βB-/βB-) son viables, aunque las hembras muestran defectos en su capacidad reproductora. En el caso de los GDFs, la única letalidad asociada a su pérdida se ha observado tras eliminación de GDF1, que provoca la muerte de los animales entre los días 14.5 del periodo embrionario y 2 del postnatal. Los ratones knockout para los otros miembros de la familia son viables, y muestran fenotipos muy variados como son alteraciones en el desarrollo de extremidades (GDF5), defectos en las vesículas seminales que provocan infertilidad en los machos (GDF7), incremento de la masa muscular (GDF8) e incluso no originan ningún defecto aparente (GDF15 y GDF10). Al igual que ocurre con la pérdida del ligando, la alteración de otros puntos de la vía de señalización como son los receptores, receptores accesorios o las Smads también se traducen en diversas alteraciones en el desarrollo. La ausencia de los receptores tanto de tipo I como II origina fenotipos muy dramáticos que provoca en la mayor parte de los casos letalidad embrionaria muy temprana, como consecuencia de alteraciones que van desde fallos en la angiogénesis (Alk1), defectos en la gastrulación (Alk2), ausencia de mesodermo (Alk3) o arresto en la gastrulación (BMPRII). Los ratones knockout para el receptor accesorio endoglina mueren en los días 11.5 del desarrollo embrionario, mientras que los carentes de proteínas extracelulares de unión al ligando como noggin o follistatina muestran letalidad perinatal. Las alteraciones producidas por la deficiencia en Smads son también muy variadas, y con la excepción de Smad3 todas provocan letalidad embrionaria. Así por ejemplo, los knockouts para Smad1 mueren con defectos en el tejido extraembrionario, mientras que la falta de Smad2 provoca ausencia de mesodermo y de la formación del eje antero-posterior. Los knockouts de Smad4 muestran defectos en la gastrulación y los de Smad5 acortamiento del alantoides y defectos cardiovasculares y craneofaciales. Como hemos mencionado antes, Smad3, el único fenotipo viable, aunque los animales presentan una reducción en el tamaño de la masa corporal, predisposición al desarrollo carcinoma metastático de colon y deficiencias en la respuesta inmune. Control de la proliferación celular El efecto del TGF-β y otros miembros de su superfamilia sobre el control de la proliferación celular sigue siendo objeto de numerosos estudios, dada su implicación no sólo en el crecimiento normal de un organismo, sino también en el desencadenamiento de procesos patológicos. Su papel como regulador negativo de la proliferación en células epiteliales es quizás el más conocido, aun cuando el TGF-β controla también el crecimiento de muchos sistemas no-epiteliales, pudiendo actuar además en algunos casos como estimulador de la proliferación. El estudio del mecanismo de transmisión de la señal ha puesto de manifiesto que esta dualidad no depende tanto del propio TGF-β, sino que reside más bien en las características propias de la célula sobre la que actúa. Así por ejemplo los efectos contradictorios observados sobre la proliferación o apoptosis en queratinocitos pueden ser un reflejo del grado de diferenciación celular, los niveles de expresión del TGF-β o la duración de la señal. Si la función citostática y apoptótica del TGF-β es importante por cuanto participa en el control del crecimiento en multitud de tejidos, es obvio que su pérdida puede tener graves consecuencias. En estudios realizados en mama de ratón la sobreexpresión de TGF-β1 o del TβRI activo provoca una disminución del desarrollo lóbulo-alveolar durante el periodo de gestación, mientras que por el contrario niveles altos de un dominante negativo para el TβRII inducen hiperplasia. La inactivación parcial o total de TGF-β1, Smad3 o Smad4 genera la aparición de fenotipos con una predisposición al desarrollo de cierto tipo de tumores, bien de forma espontánea o inducida. En humanos se han encontrado mutaciones en el TβRII en cáncer de colon esporádico o hereditario con inestabilidad de microsatélites y en el TβRI en algunos tumores de ovario, mama y páncreas. Las mutaciones en Smad2 son muy infrecuentes, aunque han aparecido en algunos casos en cáncer de pulmón y colorectal, mientras que aproximadamente el 50% de los tumores de páncreas y el 10% de los de colon portan mutaciones en Smad4. La adquisición de resistencia al TGF-β en una célula tumoral no solo facilita su crecimiento, sino que el propio TGF-β puede llegar a convertirse en un aliado del desarrollo del tumor. La reexpresión de TβRII en cáncer de colon, TGF-β1 en papilomás y Smad2 en cáncer de células escamosas provoca un aumento de la capacidad invasiva y metastática. Otro dato importante a favor de este papel como promotor tumoral es la implicación del TGF-β como un regulador clave en la transición epitelio-mesenquima. En este proceso las células epiteliales pierden su polaridad, los contactos célula-célula y sufren una remodelación de su citoesquelelo, a la vez que comienzan a expresar componentes mesenquimales y adquieren un fenotipo migratorio. Este cambio, fundamental en muchos de los pasos críticos durante la embriogénesis en metazoos, tiene lugar también de forma transitoria o permanente en la progresión hacia un fenotipo maligno de muchos carcinomas. Diversos estudios muestran que la contribución a este proceso está mediada, en parte, por la capacidad del TGF-β de inducir la expresión de represores del receptor de adhesión E-cadherina. Además, TGF-β actúa de modo sinérgico con otras rutas de señalización implicadas en la transición hacia el fenotipo mesenquimal como Ras-RafMAPK. Recientemente se ha demostrado que la fosforilación por el TβRII de Par6, una proteína implicada en la transición eptielio-mesenquimal, es esencial para que este proceso ocurra. Además de promover esta transición, el TGF-β participa en otras actividades proinvasivas y metastáticas. Por un lado ayuda a la creación de un ambiente que favorezca la angiogénesis, para lo cual induce la expresión de factores angiogénicos como VEGF (vascular endotelial growth factor) y CTGF (connective-tissue growth factor), así como de proteasas que degradan la matriz extracelular. Además facilita la inmunosupresión al impedir la activación de células T y la expresión de varias moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad II. Por último datos obtenidos recientemente implican al TGF-β en el proceso de inducción de metástasis tejidoespecifico, en concreto en mama, mediante la inducción de la expresión de CTGF, IL11 y PTHrP. Mecanismo de control de la proliferación Como veremos a continuación, el efecto citostático del TGF-β tiene como diana final el programa que controla la transición a través de la fase G1 del ciclo celular. El mecanismo de parada, que es compartido por las células epiteliales de pulmón, mama y piel, se basa la activación de los inhibidores del ciclo celular, p21waf1 y p15ink4b, y en la represión de los factores de transcripción c-myc, Id1, Id2 y Id3. Las proteínas p21 y p15 pertenecen a las familias de inhibidores kip/cip e ink4 respectivamente. Aunque de distinta manera, ambas actúan bloqueando la actividad quinasa de los complejos ciclina-cdk necesaria para la transición entre las fases G1 y S. Recientemente se ha demostrado que en células estimuladas con mitógenos la transcripción de ambos genes se encuentra reprimida por la presencia en sus promotores del binomio c-myc/miz. La disminución en los niveles de c-myc que se observa en respuesta a TGF-β es un requisito necesario para liberar esta represión y está mediada por la unión de complejos Smad2-Smad3-E2F4/5 y el represor de la transcripción p107 a su promotor (figura 50.3). Sin embargo, la liberación de la represión por c-myc no es suficiente para la activación de p21 y p15 sino que requiere además de la actividad de complejos transcripcionales. La identificación de complejos Smad3-Smad4-FoxO en el promotor de p21 ha permitido establecer la identidad del complejo de activación de la transcripción de este gen en glioblastomas, así como establecer la existencia de una cooperación entre las rutas de Smad, PI3K y FoxG1 en el control del crecimiento y oncogénesis en células epiteliales y neuronales. Apoptosis En la célula, las dos vías principales de inducción de apoptosis son las mediadas por un lado por la activación de los denominados death receptors, en respuesta por ejemplo a TNF-α o FasL, y por otro la activada a través de la mitocondria. Al igual que ocurre con su efecto sobre proliferación, la capacidad de TGF-β de inducir o bloquear la apoptosis varía dependiendo del tipo celular. Aunque el conocimiento de los mecanismos moleculares implicados en este caso es aun muy limitado, se han identificado diversos genes cuya expresión se activa o reprime en respuesta a TGF-β. 2 ! 4)I< -%9!D# * J ' ^ &9*β β * 2 * J 4 @ /*) ! 4)# ' ?! D 4)# ^ * 2 * J ? ( > &) /*) ! ' J 4%) 4%) ?% Figura 50.3. Mecanismo de respuesta celular implicado en la inhibición de la proliferación por TGF-β TGF-β modifica o potencia las repuestas celulares a FasL a través de proteínas como FLIP o Daxx. En las células β del páncreas o en la microglía la inducción de FLIP (flice-inhibitory protein) en respuesta a TGF-β activa rutas de supervivencia, proporcionándole así un papel protector ante la apoptosis inducida por FasL. Por el contrario Daxx activa la ruta de JNK a través del receptor Fas, pero también a través de su interacción con el TβRII. En algunos sistemas como linfomás de células B, hepatocitos o tumores de mama TGF-β ejerce su función pro-apoptótica bloqueando la actividad del factor de supervivencia NF-κB, mediante la inducción del inhibidor IκB. De este modo, es posible que la ausencia de respuesta a TGF-β en algunos tumores este relacionada con la potenciación de esta vía de supervivencia. Además de la mencionada JNK, otras rutas con las que converge TGF-β para inducir o bloquear apoptosis son las de p38MAPK y PI3K/Akt. En el caso de las rutas apoptóticas mitocondriales, las respuestas a TGF-β están asociadas con cambios en la expresión, localización y activación de los miembros de la familia de Bcl-2 y la activación de caspasas. Otras funciones de la superfamilia Diversos estudios realizados en ratón indican que varios miembros de la superfamilia están implicados en el desarrollo y funcionamiento del sistema reproductor, desde la formación de los gametos y desarrollo de los órganos sexuales hasta el control de la secreción hormonal. Durante el desarrollo embrionario, las células precursoras de los gametos (primordial germ cells), proliferan a la vez que migran desde su lugar de origen hasta situarse en el lugar que ocuparan los futuros genitales. Los ratones carentes de BMP4, BMP2, BMP8b, Smad1 o Smad5 muestran una reducción más o menos acusada según los casos en el número de estas células, lo que indica que todos ellos desempeñan un papel importante en este proceso. Otro miembro de la superfamilia, la conocida como MIS o AMH es esencial en el proceso de diferenciación sexual. Al principio del desarrollo embrionario, los conductos Mülleriano y Wolfiano, precursores de los tractos reproductores femenino y masculino respectivamente, están presentes en ambos sexos. La MIS es secretada por las células de Sertoli en los testículos del feto y adulto, y por las de la granulosa en el ovario adulto. Durante el proceso de diferenciación sexual en el feto, la MIS producida en los testículos provoca la regresión del conducto Mülleriano, un evento esencial en el proceso de diferenciación de los machos. Los ratones macho carentes de MIS muestran hiperplasia de las células de Leydig y se desarrollan como pseudohemafroditas, con un aparato reproductor masculino completo a la vez que ovarios y útero, lo que provoca esterilidad en un 90% de los animales. Además de participar en la regresión del conducto Mülleriano y en el control de la proliferación de las primordial germ cells, algunos miembros de la superfamilia están también implicados en el crecimiento y desarrollo de las gónadas después del nacimiento. Este es el caso de activinas e inhibinas, que participan en la regulación positiva y negativa respectivamente de la secreción de FSH. Los ratones carentes del ActRII muestran defectos en el desarrollo de las gónadas, y las hembras son estériles debido al bloqueo de la foliculogénesis en la fase antral, un fenotipo muy similar al que se observa en los knockouts de FSHβ. La sustitución de la expresión de activina A por activina B provoca una reducción en el tamaño de las gónadas, que aunque no afecta a la fertilidad de los machos provoca esterilidad en las hembras. Por el contrario, el tamaño de los testículos no se ve afectado en los ratones knockout de activina B, lo que sugiere que la presencia de activina A es suficiente para mantener el desarrollo testicular normal. Un fenotipo mucho más agresivo es el que se observa en ausencia de inhibinas como consecuencia de la eliminación de la subunidad α. Además de un aumento en los niveles de FSH, la carencia de inhibina se traduce en la aparición de tumores que afectan a las células de la granulosa y de Sertoli a edades tan tempranas como las cuatro semanas de vida, y que terminan provocando la muerte del animal. Junto con su papel en la proliferación de las primordial germ cells en el embrión, BMP8b y su homólogo BMP8a participan también en la maduración de las células germinales del adulto. Las células del ovario adulto expresan también varios de los miembros de la superfamilia. De todos ellos, GDF9 y BMP15 son los que parecen jugar un papel más destacado. La ausencia de GDF9 provoca infertilidad en las hembras como consecuencia de un bloqueo en la proliferación y diferenciación de las células de la granulosa, ausencia del desarrollo de la teca y defectos en los oocitos. En cuanto a los knockout de BMP15, su fertilidad está parcialmente comprometida con una reducción del tamaño y del número de las camadas. Íntimamente ligado a su papel sobre el control de la función reproductora está su efecto sobre el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de la hipófisis. La correcta expresión tanto espacial como temporal de BMP4 y BMP2 durante el desarrollo embrionario es crítica en la organogénesis hipofisaria. En la hipófisis adulta las activinas estimulan la producción de FSH por las gonadotropas mediante un mecanismo que combina el aumento de la actividad en los promotores de los genes de FSH y del receptor de GnRH. Esta acción es antagonizada por las inhibinas. Además, las activinas inhiben la secreción de GH por las somatotropas y de ACTH por las corticotropas. En cuanto a las lactotropas, el principal modulador de su actividad, junto con miembros de otras familias como TGF-α y EGF, es el TGF-β. BIBLIOGRAFÍA Brown CW, Houston-Hawkins DE, Woodruff TK, Matzuk MM 2000 Insertion of Inhbb into the Inhba locus rescues the Inhba-null phenotype and reveals new activin functions. Nat Genet 25:453. Chang H, Brown CW, Matzuk MM 2002 Genetic analysis of the mammalian transforming growth factorbeta superfamily. Endocr Rev 23:787. Chen CR, Kang Y, Siegel PM, Massague J 2002 E2F4/5 and p107 as Smad cofactors linking the TGFbeta receptor to c-myc repression. Cell 110:19. Daluiski A, et al. 2001 Bone morphogenetic protein-3 is a negative regulator of bone density. Nat Genet 27:84. Dasen JS, Rosenfeld MG 1999 Combinatorial codes in signaling and synergy: lessons from pituitary development. Curr Opin Genet Dev 9:566. 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PARTE X MÉTODOS EN ENDOCRINOLOGÍA CAPÍTULO 51 C U L T IV O S C E L U L A R E S !" # Los cultivos celulares empezaron a desarrollarse a principios del siglo XX y constituyen la principal alternativa al uso de animales en experimentación. Los cultivos celulares consisten en mantener in vitro, es decir fuera del organismo, células eucariotas vivas, con fines experimentales. Es una técnica habitual en muchos laboratorios, imprescindible para estudios celulares básicos y aplicados (fisiología celular). La práctica totalidad de los tejidos se pueden cultivar in vitro, ajustando las condiciones ambientales a las necesidades específicas de cada tipo celular. Para que las células sobrevivan y se multipliquen fuera del organismo es necesario conocer y controlar los requerimientos biológicos de cada tipo celular y sus mecanismos de funcionamiento in vivo, es decir su fisiología de la manera más completa posible. Por eso resulta los cultivos no siempre resultan fáciles, toda vez que las células se comportan en muchas ocasiones de manera diferente in vitro. Esto implicará que los resultados obtenidos con estas técnicas deberán siempre ser comprobados in vivo (tabla 51.1). ANTECEDENTES HISTÓRICOS El cultivo de tejidos es una técnica que comenzó a ser desarrollada a principios de siglo por Harrison (1907) y Carrel (1912). Hasta los años 60-70 no se empezó el empleo de tejidos hipofisarios en cultivo, cultivándose al principio trozos de tejidos. En 1955 con el desarrollo de nuevos medios de cultivo por H. Eagle y Dulbecco, se produjo una verdadera revolución en este campo, y con el cultivo de hipófisis por De Vitry en 1974 comenzó la andadura de esta técnica en la investigación biomédica. TIPOS DE CULTIVO POR EL ORIGEN DE LAS CÉLULAS Existen dos tipos básicos: los cultivos primarios, en los que las células se obtienen directamente de los tejidos del animal; y las líneas celulares, que suponen el establecimiento de un linaje inmortal de células que se mantienen indefinidamente en cultivos. Estas últimas son generalmente de origen tumoral. Tabla 51.1. Características celulares de los cultivos Característica Cultivo Primario Líneas Celulares No transformadas transformadas >2n Número de cromosomas 2n >2n Morfología cromosómica Idéntica al donante Diferente del donanteDiferente del donante Inhibición por contacto Duración del crecimiento Tejido de origen Bioensayo malignidad Presente Finita (50 gener.) Benigno Negativo Presente Indefinida Benigno Negativo Frecuencia de desarrollo de líneas Puede desarrollarse Raro en cualquier tejido y Impredecible momento Raro Impredecible Eficiencia de clonaje Baja Alta Alta Crecimiento en suspensión in vitro No Si Si Ausente Indefinida Maligno Positivo Más allá del tipo de célula, existen varias modalidades de cultivo, de las que las más importantes por su frecuencia y utilidad en biomedicina son: • Monocapa, sobre soporte sólido (normalmente plástico o vidrio). Las células crecen rellenando la superficie del soporte (normalmente placas con pocillos de diversos tamaños, placas multipocillo), formado una única capa hasta que la confluencia y contacto entre las células adyacentes lleva a la paralización del crecimiento del cultivo. • Suspensión, con o sin soporte. Utiliza grandes volúmenes de líquido y permite cultivar una masa mucho mayor de células. El rendimiento del cultivo es mucho mayor. En muchos casos es necesario un soporte de plástico o vidrio al que se adhieren las células. El soporte de mayor éxito son las bolas microscópicas y porosas de polímeros de plástico (microbeads). • Perfusión e incubación de explantes. En este caso el tejido es continuamente bañado con medio de cultivo fresco, ayudado por una bomba que lo hace pasar por el contenedor del cultivo en circuito abierto. Es un método muy interesante de estudio, que permite incluir la variable tiempo en los ensayos con los cultivos. Además se puede utilizar con trozos de tejido no disgregado donde se mantiene la estructura y organización histológica del tejido original. Cultivos primarios En el proceso de realización de un cultivo primario con fines experimentales el investigador debe realizar algunas elecciones. La primera elección consiste en utilizar tejidos completos o células dispersas. Cada uno tiene sus ventajas é inconvenientes. Los cultivos de tejidos completos se realizan con explantes o rodajas que se incuban directamente en medio de cultivo. Este sistema tiene la ventaja de que la experimentación se puede y se debe hacer casi inmediatamente, ya que la persistencia habitual de los tejidos en este tipo de cultivo es corta con una vida media de 24-48 h. La ventaja principal de esta técnica es que se mantiene la integridad histológica y las relaciones-interacciones entre los distintos tipos celulares que componen el tejido, por lo que los resultados representan un estado más fisiológico. Sin embargo lo más habitual es la utilización de células dispersas. Al contrario que en el caso anterior ahora se pierde completamente la arquitectura tisular. Esta técnica supone numerosas ventajas: • el cultivo tiene un vida media más larga (días-semanas), • son más homogéneos y reproductibles, • hay menos diferencias entre replicados, • se pueden subcultivar, • se puede seleccionar un único tipo celular (clonar), propagar y diferenciar. La segunda elección importante consiste en escoger el origen del tejido a cultivar, y nuevamente tenemos dos opciones embrionario (procede de embriones) o adulto (de individuos plenamente desarrollados y diferenciados). La utilización de células adultas tiene las siguientes ventajas: • las células están plenamente diferenciadas y por tanto son más parecidas a la situación fisiológica común • las células diferenciadas son más exigentes en cuanto a las condiciones de cultivo, que en muchos casos son muy específicas • tienen menor capacidad de adaptación y propagación, algunas no son capaces de proliferar en absoluto (neuronas) • se diferencian y trasforman con mayor dificultad. Por su parte la utilización de células embrionarias, supone trabajar con • células más indiferenciadas, • se propagan, diferencian y clonan mejor • son más fáciles de cultivar, y menos exigentes con las condiciones de cultivo • son más difíciles de obtener en cantidad suficiente En los últimos años se han desarrollado técnicas que permiten obtener células indiferenciadas de tejidos adultos, las llamadas células madre. Hoy sabemos que en todos los tejidos existe un cierto número de células precursoras de los tipos celulares presentes en el tejido. Frecuentemente son muy pocas y difíciles de obtener y mantener en cultivo. Todas las células del organismo proceden de un tronco común representado por las células primigenias de los primeros estadios embrionarios. Desde ahí y durante el proceso de maduración embriológico estas células se van especializando y diferenciado a lo que serán los tejidos especializados del individuo maduro. Las células primigenias son pluripotenciales y pueden dar origen a cualquier tejido. Sin embargo las células madre de los tejidos diferenciados suelen tener un cierto grado de diferenciación, por lo que han perdido una parte de su potencialidad. La utilización de este tipo de células supone sin embargo obviar esta segunda elección, toda vez que conozcamos los mecanismos inherentes al proceso de diferenciación y especialización, y parecen constituir la técnica de elección en el futuro. Líneas celulares Se define una línea celular como aquellas células inmortalizadas/transformadas que se mantienen indefinidamente en cultivo. Muchas de las líneas celulares actuales ya no existen in vivo, son productos de laboratorio. Una de las características de todas las células, es su limitación en la capacidad de división y propagación. Las células normales in vivo e in vitro se dividen un número limitado de veces y a continuación entran en apoptosis. Se dice que los cultivos primarios envejecen por este mecanismo hasta que se extinguen. Las líneas celulares han perdido esta limitación. Estas células se dicen transformadas, y se dividen indefinidamente in vitro (e in vivo algunas). Se dice que están inmortalizadas. La utilización de líneas celulares supone bastantes ventajas. • estas células tienen normalmente una enorme capacidad de replicación/ propagación. Lo cual permite obtener un número grande de células en poco tiempo y realizar así lo experimentos con varios replicados fácilmente. • este tipo de cultivo tiene también mayor reproducibilidad, ya que las células tiene gran parecido unas con otras. Eso supone además que las respuestas estudiadas son más homogéneas, frecuentemente casi idénticas. • las líneas celulares “envejecen” poco. A pesar de que suele haber una cierta deriva temporal en las características de las células en cultivo, si se mantiene en buenas condiciones y se renueva con frecuencia a partir del respaldo de la línea, los cambios en la biología de las células suele ser pequeña. Aunque, evidentemente también, su utilización supone serios inconvenientes, que deben considerarse cuidadosamente: • • • • • • • en ocasiones, se diferencian espontáneamente, pierden o ganan receptores y sufren cambios bruscos e impredecibles en sus condiciones biológicas. Por lo que requieren de una renovación periódica a partir de la línea original de respaldo. considerando sus características particulares de inmortalización, transformación o desdiferenciación sus respuestas no siempre son similar a las células normales, y pueden presentar fisiología y morfología peculiares, por lo que los resultados deben considerarse prudentemente. las líneas celulares está frecuentemente desdiferenciadas respecto del tejido original, pierden características definitorias, y vuelven a estadios de desarrollo anteriores al del tejido maduro. De hecho muchas de ellas proceden de tumores y presentas características anaplásicas, por tanto bastante alejadas de la normalidad a veces tienen requerimientos muy particulares y resultan más sensibles a la composición del medio. también frecuentemente generan sus propios factores de crecimiento y son menos dependiente del suero. Ello unido a que sufren un control fisiológico pobre, hace que sean difíciles de manipular. uno de los inconvenientes principales de las líneas celulares es la constante atención que precisan por parte de los investigadores, incluso en períodos en los que no son utilizadas en experimentos. Requieren de pases y subcultivos continuos, con el consecuente consumo de medios y soportes de cultivo. Lo cual encarece considerablemente esta técnica. Y por tanto una rutina continua de trabajo con la línea. por último, es imprescindible mantener una serie de alícuotas del cultivo original congeladas en nitrógeno líquido. Estas alícuotas sirven de respaldo por si aparecen infecciones o derivas funcionales de nuestras células, para permitir una correcta renovación y una salud adecuada de la línea celular. Subcultivos Se llaman así a los distintos pases, que se realizan a intervalos regulares, a partir de un cultivo primario o línea celular. Como ya comentamos el número de pases, subcultivos o generaciones de un cultivo primario está limitado y es característico del tipo celular. Por ejemplo los fibroblastos procedentes de la dermis humana se pueden replicar in vitro entre 35-50 veces, al cabo de las cuales entran en senescencia y apoptosis. Por ello se suele hablar de línea celular finita (aquella limitada en el tiempo por el número de peses o generaciones. En las líneas celulares no existe esta limitación y así se habla de línea celular continua o inmortal. En cada subcultivo se replica el cultivo original y se multiplica el número de células en todos los casos, ya sean líneas finitas o inmortales. La mejor forma de estudiar la dinámica de cultivo de una línea finita o inmortal es a través de su curva de crecimiento (figura 51.1). La curva de crecimiento de un cultivo es la representación gráfica de la evolución espontánea del cultivo a lo largo del tiempo. En esta gráfica se representa el número de células respecto al tiempo de cultivo. Esta curva es característica de cada tipo celular, pero se puede modificar según las condiciones del cultivo. De hecho todas las células son muy dependientes del % de suero, factores de crecimiento y de la disponibilidad de nutrientes, presentes en el medio. Y cualquier cambio en estos parámetros tendrá un reflejo en la curva de crecimiento del cultivo. Además las características de esta curva permitirán establecer la periodicidad de los pases o subcultivos. En la curva de crecimiento del cultivo se pueden definir y estudiar varios parámetros importantes: lag-time, tiempo de duplicación de la población, densidad de saturación en el plató. El lag-time, representa el período de adaptación de las células a las condiciones del cultivo después de hacer un pase o subcultivo. Durante este período el número de células suele mantenerse constante o disminuir ligeramente, ya que las células que no se adaptan se mueren. Si las condiciones del cultivo son óptimas tiene una duración corta (< 24 h), y de hecho un lag-time largo indica que las condiciones del cultivo no están optimizadas. Inmediatamente después se entra en el período de crecimiento continuo o exponencial, en el cual la gráfica describe una recta con una determinada pendiente según la cual el número de células del cultivo se duplica cada cierto intervalo (tiempo de duplicación). La pendiente de este tramo será tanto mayor cuanto mejores sean las condiciones del cultivo. El tiempo de duplicación determinará el intervalo de los subcultivos necesario para mantener nuestra línea celular finita o inmortal. I ' & * I ,* & &*( ) */+)(*( & " I * * 01 0" &2) 5 1&) * * &) 7Y F"0" 2 *(* % *( & ) 3 * 0" &2) Figura 51.1. Curva de crecimiento de células en cultivo El período de crecimiento continuo termina en una meseta o plató, en el que el número de células se mantiene constante durante un tiempo antes de empezar a menguar. Esta meseta se puede deber a dos fenómenos: si las condiciones de cultivo están bien ajustada las células dejan de dividirse al llegar al estado de confluencia en los cultivos en monocapa. Este es un mecanismo normal de inhibición de la proliferación por contacto célula-célula (inhibición por contacto) que se pone en marcha cuando las células han cubierto toda la superficie disponible en el soporte de cultivo. La inhibición por contacto se pierde en muchas líneas celulares inmortalizadas o de origen tumoral. Si las condiciones del cultivo no están optimizadas, la meseta se produce cuando se consumen los recursos y nutrientes en el medio de cultivo. Llegados a este punto se hace imprescindible un pase o subcultivo. De no realizarse el cultivo entra en la fase de senescencia que termina con la muerte de las células por apoptosis. Líneas celulares. Métodos de trasformación Varios son lo orígenes y métodos de obtención de líneas celulares inmortalizadas. La fuente natural más frecuente de líneas inmortalizadas son los tumores y neoplasias. Muchas de las líneas más conocidas tienen este origen, como las células HeLa (HL-60). Además las células pueden sufrir trasformaciones que lleven a constituir líneas inmortales por la infección con determinados virus. Son también muy conocidas las capacidades de ciertos virus en esta trasformación, como el SV-40 para células de primates y humanos, o el virus de la leucemia murina para células de roedores. Estas propiedades son utilizadas para generar líneas de interés específico según demanda de los investigadores. Por último muchas sustancias químicas, drogas y hormonas son capaces de inducir la trasformación de células en líneas inmortales. Es muy destacada, por ejemplo, la capacidad de los estrógenos para inducir la proliferación y trasformación inmortal de las células lactotropas y otras células hipofisarias. Muchas de las líneas hipofisarias conocidas se han generado por esta vía (GH3, GH4, GH4C1, A235, etc.) NECESIDADES CELULARES BÁSICAS EN CULTIVO Requerimientos físico-químicos (tabla 51.2) pH (6.9-7.7) Es un factor limitante de los cultivos, que debe mantenerse con precisión. Condiciona la composición de los medios y los sistemas de incubación. Depende de tres elementos fundamentales: la concentración de bicarbonato (CO3H-) en el medio (habitualmente constante en valores de ± 24 mM), la atmósfera de incubación enriquecida en CO2 (5% CO2), y la utilización de tampones de pH (HEPES, fosfato). Además condiciona la densidad de los cultivos: en algunos casos hay una densidad crítica mínima, que determina que el pH sea estable. Osmolaridad Debe oscilar entre 285 y 305 mOsm/L. Los principales elementos osmóticos son en los cultivos son: la albúmina (principal proteína presente, presión coloidosmótica), sodio (como catión más abundante) y cloro y bicarbonato (como aniones más abundantes en el medio de cultivo). Humedad Para evitar la evaporación del agua del medio y el aumento de osmolaridad, se incuba en atmósfera con humedad a saturación (100%). Oxigenación Va a depender de la densidad de células en el cultivo, que debe ser moderada, de que el contenedor del cultivo no esté herméticamente cerrado, y de evitar cultivos estáticos de gran volumen. Temperatura Próxima a la del tejido y organismo de procedencia (37ºC, es lo normal). Algunas células tienen su óptimo a temperaturas menores. Para su control se utilizan incubadores con camisas de agua y circulación forzada de aire. Sistemas redox Es necesario añadir a los medios sustancias reductoras como cisteína, glutation, betamercaptoetanol, inositol. Mantienen el equilibrio redox dentro del cultivo. Tabla 51.2. Requerimientos de los cultivos celulares, respecto a las condiciones in vivo Concepto Requerimientos físicos pH Osmolaridad Oxígeno Temperatura Redox Substrato Requerimientos nutritivos Hidratos de carbono Purinas y pirimidinas Lípidos Aminoácidos Vitaminas y coenzimas Sáles Factores de crecimiento Específicos de cada tipo celular Defensa Catabolismo Infecciones Crecimiento in vivo Control fisiológico Control fisiológico Hemoglobina Control fisiológico Control fisiológico Matriz extracelular de tejidos Suero Suero Suero Suero Suero Suero circulante circulante circulante circulante circulante circulante 100% de suero Suero circulante Anticuerpos y sistema inmune Crecimiento in vitro Incubador de atmósfera controlada Tampones, indicadores y %CO2 Humedad 100% Ventilación directa Termostato Agentes reductores Plásticos no tóxicos Medio de cultivo Cambio de medio Cambio de medio Cambio de medio + detergentes Cambio de medio Cambio de medio Cambio de medio + EDTA Suero 2-20% suero/factores purificados Antibioticos y suero Cambio de medio Antibioticos + fungicidas Sustrato celular de crecimiento Normalmente es un plástico especial con carga positiva. Ha de tener buena adherencia y no ser tóxico. A veces el sustrato debe ser previamente tratado con moléculas de adhesión (fibronectina, laminina, poli-lisina), por ejemplo para cultivar neuronas. Casi todos los tejidos normales crecen en monocapa en este tipo de sustrato. Requerimientos nutritivos Se requiere un sustrato metabólico-energético. Generalmente se utilizan carbohidratos simples: glucosa, fructosa, galactosa, manosa y maltosa. Otras fuentes de energía pueden ser los cetoácidos y ácidos carbóxílicos como citrato, oxalacetato, malonato, glutarato y piruvato (0.08 a 10 mM). Es necesario añadir aminoácidos esenciales al medio de cultivo, que deberán incluir al menos: arginina, cisteina, histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, treonina, triptófano, fenilalanina, tirosina, valina y especialmente glutamina, ya que es un elemento limitante porque se degrada espontáneamente y muy rápido, y en su ausencia las células no crecen. También puede ser necesario utilizar algunos aminoácidos no esenciales, importantes para determinados tipos celulares como aspártico, glutámico, glicina, prolina y serina (0.01-4 mM). En el medio debe existir además un suficiente cantidad de purinas y pirimidinas, tanto en forma de bases (todas incluso uracilo), como también nucleósidos y nucleótidos (AMP, ATP, UTP, 5metil-CTP). Son imprescindibles para las células que en cultivo está en continua división y proliferación. Es también importante la cantidad y calidad de los lípidos en el cultivo. Debe haber un buen aporte de fosfolípidos, colesterol (0.0003-0.001 mM) y ácidos grasos esenciales (linoleico, linolénico, oleico, araquidónico). Los medios de cultivo se deben de complementar con vitaminas, que incluirán al menos ácido fólico, nicotinamida, ácido pantoténico, colina, piridoxal, riboflavina, tiamina, piridoxina, coenzima A, y ácido ascórbico; así como sales y metales. Estos últimos se conocen como oligoelementos o elementos traza, e incluyen además de hierro, zinc, manganeso, selenio y cobalto, en mínimas cantidades. Factores de Crecimiento y hormonas Los cultivos necesitan para su adecuada salud factores de crecimiento y hormonas. Casi todos están en bajas concentraciones, pero suficientes, en el suero (10-12/10-11 M). De hecho la principal fuente de estos factores son los sueros animales, siendo los más utilizados foetal calf serum (FCS), foetal bovine serum (FBS), horse serum (HS), etc. Contienen cantidades suficientes de factores de crecimiento y pocos anticuerpos, y además son más baratos que producir cada factor/hormona por separado. Se pude utilizar también suero del propio animal del que se obtienen las células (rata, ratón). De ellos depende el control de la mayoría de las funciones celulares. Por lo que el suplemento del medio con distintos tipos de sueros será suficiente para cumplir con las necesidades de las células. Defensa tóxica y antimicrobiana Las células en cultivo carecen de elementos de defensa específica, por lo que es necesario tomar medidas para prevenir infecciones en el cultivo. Los principales organismos contaminantes por orden de frecuencia son hongos, bacterias, levaduras, virus y micoplasmas. Así, resulta imprescindible realizar el cultivo en estrictas condiciones de esterilidad. Las medidas más habituales y eficaces son las siguientes: • uso de habitaciones de trabajo acondicionadas especialmente: Laboratorio de cultivos celulares (aire filtrado, iluminación ultravioleta, presión positiva, etc.) • uso de campanas de aire filtrado con flujo laminar positivo y protegidas de la respiración del experimentador. • material estéril de un solo uso, o esterilizable mediante autoclave, radiación gamma o UV. • medios de cultivo esterilizados por filtración. • limpieza constante de cámaras de incubación y el material no fungible • estricto protocolo experimental. • uso de Antibióticos y fungicidas. Estos últimos pueden ser prescindibles. Por otra parte, los productos finales del metabolismo celular son tóxicos, y diversos componentes del suero, plástico, enzimas, etc. y en cultivo, no existen mecanismos detoxificadores, por lo que se hace necesario un cambio frecuente de medio (encarece mucho la técnica). Medios de cultivos En los principios históricos de los cultivos las células se incubaban directamente en suero de los propios animales, porque cubría teóricamente, todas las necesidades. Sin embargo este método falla frecuentemente, y los sueros varían en composición entre animales. Composición que además es desconocida en gran parte. Se ideó entonces una alternativa: los medios sintéticos definidos, de los que existen más de cien y requieren ser complementados con hormonas y factores de crecimiento para evitar el suero. En este sentido fue muy importante la aportación de Eagle y Dulbecco, que a mediados del siglo XX definieron lo que conocemos hoy como medios básicos, posteriormente adaptados y modificados. Actualmente se utilizan combinaciones de medio + suero en un porcentaje variable (2-15%), que resultan específicas para cada tipo celular. Elección del medio de cultivo Es un proceso completamente empírico, basado en la experiencia previa, y las características de la célula a cultivar. Para líneas celulares, puede ser un elemento limitante, y el éxito vendrá determinado por que se mantengan constantes las condiciones a lo largo del tiempo. En cultivos primarios diferenciados, puede ser crítico, y cambia completamente las respuestas experimentales obtenidas, por lo que esta elección es muy importante. En ella se debe tener en cuenta que las condiciones ideales de cultivo implican un conocimiento completo y pormenorizado de la composición del medio y ausencia de suero, como factor de variabilidad. Pero en realidad no siempre se conoce la composición de medios estándares, o se conoce solo con cierto grado de aproximación, y el suero resulta imprescindible. La presencia de suero es un factor de variabilidad aleatoria, ya que varía de un lote al siguiente, y es además una mezcla extraordinariamente compleja y en parte desconocida. Suero La utilización de sueros en los medios de cultivo tiene una serie de ventajas y desventajas que se resumen en la tabla 51.3. Complementos necesarios en el medio libre de suero • elementos traza y oligoelementos: Mn, Se, Ni, Cu, Zn • vitaminas: ac. ascórbico, tocoferoles, acido fólico, Vit. B6 • lípidos: acetil CoA, colesterol, FFA. • glucosa • glutamina y otros aa: TRP, PHE, TYR, LEU, ILE • proteínas: albúmina, transferrina. • hormonas y factores de crecimiento: EGF, FGF-2, Ins, IGF-1, PDGF, TGF • sustratos de adhesión: colágeno, fibronectina, laminina, poli-lisina. CULTIVO DE ADENOHIPÓFISIS La característica principal de este tipo de cultivo es que se trata de células disociadas del tejido original mecánica-enzimáticamente, y sembradas en un plato con medio de cultivo. Las técnicas de cultivo que se pueden emplear en esta práctica son: • en monocapa. • en suspensión (y perfusión). La elección de una de ellas dependerá del tipo de experimento que se va a realizar. Nosotros emplearemos el cultivo en monocapa. Tabla 51.3. Aspectos a considerar sobre la utilización de los sueros como complemento de los medios de cultivo de células eucariotas Funciones del suero en el cultivo Provee de nutrientes básicos Desventajas de usar suero en los cultivos Principal fuente de hormonas y factores de crecimiento Principal fuente de oligoelementos Facilita la fijación al sustrato No es el fluido fisiológico con el que habitualmente están en contacto las células. Diferente del líquido extracelular. Es potencialmente citotóxico. Contiene: inhibidores del crecimiento, toxinas bacterianas o micoplasmas, Composición compleja y variable Suministra proteínas transportadoras Difícil de esterilizar por filtración Protege las células contra daño mecánico: aumenta Contiene enzimas y otras proteínas que viscosidad pueden alterar los resultados experimentales Suministra inhibidores de proteasas: anti-tripsina. Hay restricciones internacionales en el suministro. Tampona el pH Ventajas del medio libre/bajo en suero Ventajas de la utilización de suero Mejora la reproductibilidad, evita variaciones lote a lote Facilita la estandarización de técnicas en distintos laboratorios Abarata el coste, a veces Estabiliza el cultivo en varias formas: Facilita la extracción de productos del cultivo Aporta factores reguladores de la función celular. El crecimiento celular es menor o incluso nulo en su ausencia Reduce la interferencia de proteínas en los bioensayos Evita la toxicidad del suero Tampona el pH, Facilita transporte de sustancias, Evita la degradación de proteínas por proteasas del suero Evita el crecimiento de los fibroblastos en cultivos primarios Permite cultivos selectivos de tipos celulares diferenciados, en poblaciones heterogéneas en cultivo primario Método Para trabajar con cultivos celulares es muy importante tener todo el material estéril, autoclavar todas las disoluciones que se puedan y las que no, filtrarlas con filtros de 0.22mm. Durante la realización del cultivo es importante respetar escrupulosamente el protocolo para evitar cualquier tipo de contaminación. Medio de cultivo • • • DMEM antibióticos: Ampicilina 20mg/mL y estreptomicina (6mg/mL). FCS o suero de rata filtrado al 10% o ambos al 5%. Protocolo del cultivo Extracción de la adenohipófisis de la rata. Disponer cada una en una placa petri con 2 mL de EBSS. Trocear los tejidos con una cuchilla estéril hasta que queden lo más pequeños posibles. Dispersión y siembra • introducir en tubos de tapa verde con EBSS. • añadir 200 mL de tripsina al 1% (la tripsina deberá estar al 0.1%) a los tubos con la adenohipófisis. • • • • • • • agitar vigorosamente con micropipeta. incubar 10 minutos a 37ºC, 5% CO2. Agitar vigorosamente otra vez, para ayudar en la disgregación (dispersión mecánica-enzimática). Este paso se repetirá varias veces más. centrifugar a 250 g 12 minutos a temperatura ambiente. retirar el sobrenadante y añadir 2 mL de DMEM. sembrar las células en multipocillos con 1 mL de medio de cultivo. mantener en incubador a 37ºC, 5% CO2 y 100% de humedad durante 4 días. al 5º día se retirará el medio y se almacena a -20ºC hasta su cuantificación Valoración del aspecto del cultivo • densidad de células hipofisarias, • viabilidad con azul trypan • aspecto de las células, contaminación, etc. BIBLIOGRAFÍA Freshney RI 1994 Animal cell culture. A practical approach. Oxford University Press. Mather J, Barnes, D 1998 Animal Cell Culture Methods. Academic Press. CAPÍTULO 52 O R G A N IZ A C IÓ N H IS T O L Ó G IC A D E L S IS T E M A E N D O C R IN O : T É C N IC A S D E E S T U D IO 3 2 +" La anatomía microscópica de los órganos endocrinos responde a la función que le es inherente, la producción hormonal. La organización histológica básica del sistema endocrino es ampliamente conocida, y ha sido fundamentalmente estudiada con el microscopio de luz. Sin embargo, el conocimiento de las características ultrastructurales que distinguen las células endocrinas en los distintos órganos de este sistema requiere del empleo del microscopio electrónico. Este instrumento permite una descripción precisa de los componentes del interior celular y de las interacciones entre los distintos tipos celulares en un órgano endocrino. MICROSCOPÍA Y TÉCNICAS ASOCIADAS. El microscopio óptico es capaz de proporcionar una imagen amplificada en base al comportamiento de la luz al atravesar lentes pulidas. El microscopio óptico más ampliamente utilizado es el microscopio de campo claro. Las modificaciones en el diseño de la óptica de este microscopio permiten configurar distintos tipos de microscopios (microscopio de fluorescencia, de contraste de fases, confocal, etc.). El procedimiento experimental rutinario para observar tejidos y órganos con este tipo de microscopios requiere • la fijación de la muestra, que permite conservar sin modificaciones los componentes tisulares • su inclusión en parafina, necesaria para dotarla de consistencia y permitir su seccionado posterior • su reducción a secciones de unas pocas micras de espesor, mediante el empleo de micrótomos. Estas secciones pueden ser atravesadas por las ondas luminosas • la tinción de las secciones. Un ejemplo de la aplicación de las técnicas histológicas y de la observación del sistema endocrino con el microscopio óptico se muestra en la figura 52.1 ( . . . . . . Figura 52.1. Sistema endocrino. A. Detalle del páncreas, mostrando los islotes de Langerhans (L). B. Detalle de la hipófisis, mostrando los lóbulos que le caracterizan: anterior (LA), medio (LM) y posterior (LP) FUNDAMENTOS DE MICROSCOPÍA ELECTRÓNICA. El microscopio electrónico de transmisión es, en muchos aspectos, similar al microscopio óptico. En ambos casos existe un sistema emisor de radiación, que converge sobre la muestra biológica por medio de una lente condensadora. La luz transmitida pasa a través de una serie de lentes intermediarias que forman una imagen magnificada. En ambos tipos de microscopios, la imagen puede impresionar una emulsión fotográfica, de manera que se pueden obtener fotografías de aquello que se observa. En la figura 52.2 se comparan el microscopio óptico y electrónico. En microscopia óptica la luz de una bombilla incide sobre un condensador que la proyecta en la muestra a observar. Sobre la muestra se encuentra el tubo del microscopio que contiene la lente objetivo y la lente ocular, que determinan la ampliación de la imagen. En el caso del microscopio óptico las lentes son cristales convexos, que forman imágenes por refracción de la luz que los atraviesa. ( 8: 7 : : 8Z O D D :7 D : 87 : 7D O7D D :7 : D 8 :7 : D7 : 7 D 8: : D L: : 7 : ED 8: D7 : 7 D 7 8: 7 : :7 : D6 : D : 8Z Figura 52.2. Comparación de los microscopios óptico (A) y electrónico (B). En el microscopio óptico las lentes son cristales pulidos, mientras que en el microscopio electrónico son bovinas electromagnéticas. La fuente de luz difiere en los dos tipos de microscopios: es un haz de luz en el microscopio óptico, y un haz de electrones generado por calentamiento de un filamento de tungsteno en el microscopio electrónico. En microscopia electrónica de transmisión, la organización del sistema óptico es invertida al del microscopio óptico. Todo el sistema se encuentra en el interior de una columna de grandes dimensiones, de manera que no pueden distinguirse los distintos elementos que componen el sistema. En el microscopio electrónico la fuente de luz se sitúa en la parte superior del instrumento y emite electrones, que se mueven en el interior de la columna en condiciones de alto vacío. Los electrones se enfocan sobre una muestra dispuesta dentro de la columna del microscopio. Por debajo de la muestra, hay lentes que magnifican la imagen del objeto, y una lente que proyecta la imagen sobre una pantalla fluorescente. En el microscopio electrónico, las lentes son bovinas electromagnéticas capaces de desviar la trayectoria del haz de electrones, del mismo modo que hacen los cristales pulidos cuando se atraviesan por un haz luminoso. Además de amplificar, los microscopios poseen capacidad para resolver la imagen de un objeto. La resolución de un instrumento óptico determina su capacidad para distinguir con nitidez las diferencias entre los puntos que componen un objeto. La capacidad de resolución del microscopio electrónico es mayor que la del microscopio óptico. Esta diferencia se debe a que la longitud de onda del haz de electrones utilizado como fuente de luz en microscopia electrónica es considerablemente menor que la longitud de onda de la luz visible empleada en microscopia óptica. PREPARACION DE MUESTRAS EN MICROSCOPÍA ELECTRÓNICA DE TRANSMISIÓN La preparación de muestras a observar con un microscopio electrónico de transmisión se ve afectada por las características propias de este instrumento. La capacidad de resolver detalles celulares muy pequeños en el microscopio electrónico hace que las posibles alteraciones del tejido debidas a la fijación o inclusión de la muestra, tengan mucha trascendencia en la calidad de la imagen. Por otro lado, las secciones que se observan con el microscopio electrónico de transmisión son mucho más finas que las utilizadas en microscopia óptica, ya que los electrones poseen una capacidad de penetración mucho menor que la de las ondas luminosas. En principio, los electrones acelerados a 100 kV pueden atravesar secciones de entre 10-100 nm de espesor, siendo el espesor adecuado para la observación de muestras de alrededor de 60 nm. En figura 52.3 se muestran las etapas esenciales que deben seguirse en la preparación de muestras para microscopia electrónica de transmisión. Fijación en microscopía electrónica de transmisión La fijación química aplicada a muestras biológicas de pequeño tamaño, es la más ampliamente utilizada para preservar el tejido. Normalmente, la fijación se lleva a cabo en dos etapas. Primeramente se usa una mezcla tamponada de paraformaldehido (PA)-glutaraldehido (GA) y a continuación se emplea el tetróxido de osmio (OsO4), que además de fijar, introduce átomos pesados en la muestra que facilitan su observación posterior. Inclusión de microscopía electrónica La deshidratación de la muestra precede al proceso de inclusión. La deshidratación se realiza después de lavar las muestras en tampón con el fin de eliminar cualquier resto de fijador, y sometiendo a la muestra a baños de alcohol o acetona en gradación creciente. La muestra totalmente deshidratada se incluye en una resina que le proporciona consistencia. Las resinas más utilizadas son la Araldita, el Epon o el Spurr. La inclusión con estas resinas, de consistencia viscosa requiere su mezcla con un componente acelerador, flexibilizador y endurecedor. En una primera etapa, estos componentes infiltran la muestra y posteriormente se provoca su polimerización por acción del calor. Si una resina polimeriza sin aditivos, el bloque final resulta inadecuado para seccionar y presentan escasa estabilidad cuando se bombardea por los electrones Tallado del bloque, preparación de cuchillas y recogida del material seccionado El tallado del bloque permite eliminar la mayor cantidad posible de resina o tejido que no interese observar. Esta operación favorece la realización de secciones y su manejo, y tiene como principal objetivo adecuar el tamaño de la sección al del portamuestras (rejillas) utilizado en microscopia electrónica de transmisión. El tallado se realiza con un instrumento específico, el piramidatomo, que reduce progresivamente los márgenes del bloque polimerizado, reduciendo a una pirámide la superficie de corte. El seccionado del bloque se realiza en un ultramicrótomo, cuyo diseño se muestra en la figura 52.4. En el ultramicrótomo se corta material de consistencia muy dura, que requiere cuchillas específicas. Se emplean cuchillas con filo de vidrio o con filo de diamante. Las primeras se confeccionan a partir de una barra de vidrio, que se corta en una maquina de hacer cuchillas. En un ultramicrótomo, la pieza a seccionar se sitúa en un soporte localizado en el frontal del ultramicrótomo, y la cuchilla para cortar, se dispone en su base. En el ultramicrótomo también se incluye: • un sistema de magnificación e iluminación para la observación del proceso de corte. • mecanismos para la orientación precisa del bloque y la cuchilla. • el control de la velocidad de corte, y • la retracción del brazo o de la cuchilla, que provoca la separación del bloque y de la cuchilla durante el proceso de corte. Con un ultramicrótomo se pueden realizar dos tipos de secciones: semifinas y ultrafinas. Las secciones semifinas se recogen sobre portaobjetos de vidrio, y se tiñen con azul de metileno o azul de toluidina. Las secciones ultrafinas son las destinadas a observar en el microscopio electrónico y se recogen, sobre soportes especiales, las rejillas, que requieren el recubrimiento por una membrana muy fina, en la que se utiliza formvar al 0,2%. 9 & -+ - 9 ; @ 4 M+ . E M+ & ' - 6 4 1 1! M+ #IS *<IS +9 . M+ + .B M+ 1. - C M+ GIS *)IIS J >3 3 4 / Figura 52.3. Etapas a seguir en la preparación de muestras para microscopia electrónica de transmisión 4 4 @ 4 > N 4 5 4 +-. - 1+ 1. B. > 1 1 1 Figura 52.4. Componentes del ultramicrótomo Contraste del material biológico. La materia biológica está constituida por átomos (carbono, hidrógeno, nitrógeno, fósforo) que destacan por su bajo número atómico. Estos átomos dispersan pocos electrones y proporcionan imágenes con muy bajo contraste. Es necesario asociar átomos pesados al material biológico para incrementar el contraste de la muestra. El osmio, las sales de uranilo y el plomo cumplen esta función. El osmio se aplica en el proceso de fijación, las sales de uranilo se aplican durante el proceso de deshidratación o sobre las secciones depositadas en rejillas y el plomo se aplica en forma de citrato de plomo sobre las secciones del material biológico. BIBLIOGRAFIA Bozzola JJ, Russell LD 1999 Electron microscopy: principles and techniques for biologists. Jones and Bartlett Publishers. Bradbury S, Bracegirdle B 1998 Introduction to Light Microscopy. BIOS Scientific Publishers. Fawcett DW 1981 The Cell. W. B. Saunders Company. Hayat MA 1981 Fixation for electron microscopy. Academic Press. Hayat MA 1989 Principles and Techniques of Electron Microscopy: Biological Applications. CRC Press. Hunter EE 1993 Practical Electron Microscopy: A Beginner’s Illustrated Guide. Cambridge University Press. Kiernan JA 1990 Histological & Histochemical Methods: Theory & Practice. Pergamon Press. CAPÍTULO 53 M E T O D O L O G ÍA S E N E L L A B O R A T O R IO C L ÍN IC O : E L IN M U N O E N S A Y O El inmunoensayo es una técnica analítica que se basa en la reacción de conjugación antígeno-anticuerpo (Ag-Ac). Su gran sensibilidad y especificidad permite la cuantificación de compuestos presentes en líquidos orgánicos en concentración reducida, del orden de ng/ml o pg/ml. El desarrollo del inmunoensayo ha tenido gran impacto en el campo de la química clínica y de la endocrinología. TIPOS DE INMUNOENSAYO Inmunoensayo competitivo. El antígeno de la muestra y el antígeno marcado (Ag*) se ponen en contacto con un anticuerpo específico en concentración limitante, compitiendo por los sitios de unión del Ac (figura 53.1). Cuanto más Ag haya en la muestra, menos Ag* se unirá al Ac, por lo que la medida de la marca de la fracción ligada es inversamente proporcional a la concentración de analito: Ag + Ag* + Ac Ka Kd Ag-Ac + Ag*-Ac + Ag + Ag* Siendo Ag el antígeno frío (analito), Ag* el antígeno marcado (cantidad constante), Ac el anticuerpo específico en concentración limitante, Ka la constante de asociación y Kd la constante de disociación. R ' ' R R (U 9U Figura 53.1. Inmunoensayo competitivo Inmunoensayo no competitivo (tipo sándwich). Se marca el Ac que, además, se añade en exceso al medio de reacción. Ag + Ac* + Ac Ac-Ag-Ac* + Ac* El Ag de la muestra reacciona con dos Ac diferentes que se fijan a distintas partes del Ag (doble reconocimiento y por lo tanto mayor sensibilidad) (figura 53.2). Uno de los Ac generalmente está en soporte sólido para facilitar la separación de la fracción ligada, y el otro Ac lleva la marca. Los inmunoensayos tipo sándwich son más sensibles que los competitivos debido al doble reconocimiento y la medida de la marca de la fracción ligada es directamente proporcional a la concentración de analito. El principal inconveniente de un ensayo inmunométrico tipo sándwich es el posible efecto Hook a elevadas concentraciones de analito; consiste en que a medida que aumenta la concentración del analito se produce una caída paradójica de la radiactividad fijada. 4 4 4 (( ( 4 4 4 ( Figura 53.2. Inmunoensayo no competitivo (tipo sándwich) TIPOS DE INMUNOENSAYO SEGÚN LA MARCA UTILIZADA En la tabla 53.1 se recogen los distintos tipos de inmunoensayo dependiendo de la marca utilizada. El objetivo de este curso es estudiar con detenimiento los inmunoensayos que utilizan como marca un isótopo radioactivo, tanto los competitivos (radioinmunoanálisis) como los no competitivos ó tipo sándwich (IRMA). Tabla 53.1. Tipos de inmunoensayo dependiendo de la marca utilizada Marca utilizada Inmunoensayo Isótopo radioactivo Enzima Partícula fluorescente Quimioluminiscente Radioinmunoensayo / IRMA Enzimoinmunoanálsis Fluoruroinmunoanálisis Ensayo Inmunoquimioluminiscente RADIOINMUNOANÁLISIS El radioinmunoanálisis (RIA) ha sido sin lugar a dudas uno de los descubrimientos que más ha contribuido al progreso de la endocrinología. Técnica introducida por Rosalind Yalow y Solomon Berson en 1956, y publicada en 1960 con relación a la medida de los niveles circulantes de insulina en plasma humano. Su descubrimiento fue un hecho fortuito, al intentar determinar si pacientes diabéticos destruían más rápida o lentamente la insulina que les era suministrada. Inyectaron vía iv insulina marcada con un radioisótopo para determinar el ritmo de degradación y eliminación de la hormona. Observaron que la insulina permanecía en el plasma un tiempo mucho mayor que en sujetos normales, debido a la presencia en plasma de anticuerpos antiinsulina, que se unían a la hormona en circulación impidiendo el paso de las moléculas a través de las paredes capilares. Con los resultados de estas investigaciones se demostró que la reacción antígeno-anticuerpo podía servir de base para medir sustancias circulantes en plasma. El RIA es un ensayo de unión competitiva que combina la especificidad de una inmunoreacción (complejo Ag-Ac) con la sensibilidad de un método radioquímico. El Ac se encuentra en concentración limitante. Isotopos usados en RIA La vida media de un isótopo es el tiempo que tarda el núcleo original en desintegrarse a la mitad. En la tabla 53.2 se indica la vida media y el tipo de emisión de los principales isótopos. Tabla 53.2. Isótopos usados en RIA Isótopo Iodo 131 Iodo 125 Tritio Cobalto 57 Carbono 14 Vida media 8 días 60 días 12 años 270 días 5736 años Tipo de emisión β γ β γ β Creación de una curva estándar. Se realiza con estándares de concentraciones conocidas y crecientes que se ponen en contacto con la misma cantidad de Ag* y Ac que la muestra a analizar. A medida que aumentamos la concentración de Ag estándar menos cantidad de Ag marcado se une al Ac, por lo que disminuye la radioactividad. (figura 53.3A). Parámetros de una curva estándar. Ligado inespecífico (NSB) Es la cantidad de Ag marcado que se une a otra sustancia en ausencia de Ac. Es el ligado del estándar de concentración cero en ausencia de Ac y se expresa como %NSB/AT siendo AT la actividad total. En general es debido a que es muy difícil conseguir una perfecta separación entre la fracción ligada y libre Ligado máximo (Bo) Es la cantidad de Ag marcado que se une al Ac en ausencia de Ag frío. Es el ligado del estándar de concentración cero y se expresa como %Bo/AT. En RIA se utilizan Ac con un título tal que liguen aproximadamente alrededor del 50% del Ag marcado presente con un rango óptimo de unión de entre 30-60%. (figura 53.3B) Componentes básicos del RIA Anticuerpo. Es una proteína del suero producida por la serie linfoide, que pertenece a la familia de las inmunoglobulinas y que es sintetizada en respuesta a una sustancia ajena (Ag). Tiene la capacidad de reacción con el Ag o configuración antigénica responsable de su producción. Podemos distinguir: • Anticuerpos policlonales; sintetizados por múltiples poblaciones de células productoras de Ac y, por tanto, con ligeras diferencias en sus afinidades y especificidades por el Ag. • Anticuerpos monoclonales; sintetizados por una población de células idénticas (clon) que, por tanto producen Ac exactamente iguales frente a un Ag. Están dotados de mayor especificidad. Antígeno. Es cualquier sustancia capaz de provocar la producción de anticuerpos. El grupo químico reconocido por el Ac se denomina determinante antigénico o epitopo. Es el analito que va a ser medido Antígeno marcado. Es un analito esencialmente idéntico al Ag que va a ser medido, y que está marcado con uno o más átomos de un determinado radionucleido 4 S( D )IIII 4 S( P 4 ( $ 2I*=IS )II <#II #III %#II #I 4 I ! G )% )= ) % 2 ! # Figura 53.3. A) Curva estándar. B) Ligado máximo Valoración de un anticuerpo. Título del anticuerpo. Es aquella dilución del anticuerpo que liga el 50% del Ag marcado bajo unas condiciones determinadas (figura 53.4). Se calcula haciendo diluciones seriadas del Ac e incubándolas con una cantidad fija de Ag marcado, manteniendo constante el volumen de tampón, la T y el tiempo de incubación; después de la incubación se separan las fases libre y ligada y se realiza el contaje. Se representa el porcentaje de ligado (%B/Bo) frente a las diluciones del Ac y se elige aquella dilución que ligue entre el 30-50% o bien un cociente (B/F) de 0.7 a 1.5. Afinidad del anticuerpo Es la fuerza con la que el Ac liga al Ag y normalmente se expresa como constante de asociación. Se define la constante de afinidad como la inversa de la concentración molar de Ag que liga o satura el 50% del Ac, y puede calcularse por la gráfica de Scatchard o por la hipérbola de Michaelis-Menten (figura 53.4). 1 Kafinidad = ----[Ag] La avidez con la que el Ac liga al Ag varía directamente con la constante de afinidad del Ac. Especificidad anticuerpo Es la capacidad de un Ac de distinguir entre varios Ag de estructuras similares. Se prueba mediante estudios de reacción cruzada con otros Ag de estructura química parecida o de similar reactividad inmunológica (figura 53.4). En el caso de las glicoproteinas TSH, LH, FSH y HCG que tienen una subunidad α común pero se diferencian en la subunidad β, es necesario elegir un Ac específico frente a esa subunidad β y confirmar que no existe reacción cruzada con las otras tres hormonas Tipos de emisiones radioactivas • α: partícula pesada que consiste en un núcleo de helio con carga doble. Son raramente usadas en RIA • β: partícula procedente del núcleo, que tiene la misma carga y masa que un electrón. El tritio es el más usado en RIA γ: radiacción electromagnética similar a los rayos X y se origina cuando las partículas del nucleo cambian de estado energético. Se usan fundamentalmente en RIA el 125I y el 57Co • S (D( 4 S .6 4 9 6 6 )II β6 & #I 6 & - 4 I S )D)II )D)III )D)IIII 4 4 4 4 ( @ " #I 3 ) )II Figura 53.4 Valoración de un anticuerpo (título, afinidad y especificidad) Tipos de radioinmunoensayo Métodos de Equilibrio. Se realiza una sola incubación en la que se incuban conjuntamente los Ag frío y marcado con el Ac, compitiendo ambos por los sitios de unión de éste. Métodos de no equilibrio • método secuencial: Se realiza en dos pasos. Primero se incuba el Ag frío con el Ac en exceso, y después se añade después el Ag* para completar la saturación del Ac. Se consigue mayor sensibilidad • método de desplazamiento: Se incuba el Ag* con el Ac y posteriormente se añade el Ag frío que desplaza al Ag* del complejo Métodos de separación de la fracción libre y ligada. El método de separación ideal será aquel que: • consiga una completa separación de las fracciones ligada y libre • no esté influenciado por el suero u otras sustancias no específicas • sea reproductible, sencillo, barato y técnicamente rápido • no interfiera con la reacción Ag-Ac Métodos de adsorción de antígeno libre Los principales métodos de adsorción del antígeno libre son los que utilizan charcoal activo, charcoal revestido de dextrano, silicatos (talco, fluorisil) y resinas de Intercambio iónico Los métodos de charcoal activado y charcoal recubierto con dextrano son métodos simples, rápidos y baratos. Consisten en la adsorción del Ag libre en la superficie porosa del carbón vegetal finamente pulverizado. La adsorción es dependiente del pH, temperatura y tiempo de contacto. La separación de ambas fases se produce por centrifugación. La fracción libre es adsorbida por el charcoal y la ligada queda en el sobrenadante tras la centrifugación. Cuando medimos emisores β este método es muy útil porque el sobrenadante puede ser añadido directamente en los frascos de medida con el líquido de centelleo. Al ser un proceso puramente físico de adsorción, no es selectivo y puede precipitar el complejo Ag-Ac. Se evita tratando el charcoal en su superficie con un polímero como el dextrano que inhibe alguna de sus zonas activas. Se usa con éxito cuando la fracción libre y ligada tienen diferencias grandes de tamaño y carga. Según el PM del dextrano que lo recubre tendremos: • dextran 10, de PM 10000, adsorbe moléculas pequeñas como la angiotensina. • dextran 80, de PM 80000, adsorbe moléculas de tamaño medio como la insulina. • dextran 250, de PM 250000, adsorbe moléculas como la hormona de crecimiento. Métodos de precipitación del complejo Ag-Ac Los métodos de precipitación más utilizados son sales inorgánicas (SO4NH4 - SO4Na2), polietilenglicol (PEG), etanol, los métodos de doble anticuerpo y el método de la proteína A La precipitación del complejo Ag-Ac por sales inorgánicas o por solventes orgánicos utiliza sales neutras o solventes orgánicos como etanol, PEG y sulfatos orgánicos. A elevadas concentraciones estos compuestos que son hidrofílicos atrapan las moléculas de agua de la solución, insolubilizando el complejo que precipita. La separación es sensible a variaciones en la molaridad de la sal y de los solventes. Las concentraciones óptimas de estos agentes son: 40-50% de sulfato amónico, 12-20% de PEG y 30-50% de etanol. Es un método muy dependiente de la concentración de proteínas de las muestras a medir y puede dar falsos resultados en casos de disproteinemias como la enfermedad de Waldenstrom o en sueros de pacientes dializados. Esto se compensa añadiendo suero exento a todas las muestras antes de la separación con PEG El método del doble anticuerpo es la técnica de separación de las de mayor éxito en RIA. Se precipita el complejo Ag*-Ac con un segundo Ac dirigido contra el primero, que produce un complejo insoluble Ag*-Ac1-Ac2. Para optimizar la precipitación del complejo final e incrementar la masa del precipitado, se añade suero normal de las especies del Ac1. Existen diversas variantes del método del doble anticuerpo como son las técnicas de postprecipitación y las técnicas de preprecipitación. Las téccnicas de postprecipitación utilizan una doble incubación: • doble anticuerpo en fase sólida: se añade al complejo Ag*-Ac1 un Ac2 unido a una matriz en fase sólida de gran PM (celulosa o sefarosa). Requiere agitación continua por lo que es lento, pero separa muy bien. • doble anticuerpo + PEG. Acorta el tiempo de incubación Las técnicas de preprecipitación utilizan una sola incubación. En este caso, el segundo Ac está unido a una fase sólida El método de la proteina A es un procedimiento similar al del doble anticuerpo. Es un método tan sensible como el del doble anticuerpo. La proteina A es una proteína que está adosada a la pared celular de la bacteria Stafilococus aureus y que presenta cuatro lugares de recepción específicos para la región Fc de la IgG humana, formando complejos estables. Cada bacteria tiene aproximadamente 80.000 proteínas A y cada una de ellas 4 lugares de recepción por lo que tendremos en cada bacteria cerca de 320.000 sitios de unión. Métodos de separación en fase sólida El radioinmunoensayo en fase sólida permite una simple separación entre las fases ligada y libre, ya que el Ac es adsorbido o ligado químicamente a una matriz sólida insoluble, con lo que la separación de las fases ligada y libre no requiere centrifugación. Los sistemas más utilizados son los tubos revestidos de anticuerpo (tubos coated) y los anticuerpos adsorbidos a esferas o discos. Los tubos revestidos de anticuerpo son tubos de polipropileno o poliestireno que se exponen a una apropiada dilución de anticuerpo durante unas horas, se lavan y se utilizan para el RIA. El anticuerpo se adhiere a la superficie del plástico debido a las interacciones no covalentes, no específicas e hidrofóbicas. Esta unión no debe interferir en la reacción primaria Ag-Ac Las condiciones óptimas de adsorción del Ac a las paredes del tubo son: • pH: Las interacciones hidrofóbicas ocurren cuando la carga neta de la molécula es 0, para la IgG se da a pH entre 8.5-10. • fuerza iónica: Las interacciones hidrofóbicas son promovidas por concentraciones de sales capaces de neutralizar las proteínas cargadas. • temperatura: A mayor temperatura mayor velocidad de difusión aumentando la probabilidad de que las moléculas de proteínas entren en contacto con la superficie de la fase sólida. • concentración de proteína. • almacenamiento de los tubos: debe ser a 4ºC. • tratamiento previo de los tubos: los tubos de plástico pueden tratarse con glutaraldehido para unir covalentemente los Ac a las paredes. • tiempo: Generalmente es un proceso rápido si se usan niveles saturantes de proteínas. Métodos adicionales • filtración en Gel. Debido a que las moléculas del complejo Ag-Ac son de mayor tamaño que los Ag libres, podemos separarlos utilizando filtración en gel con resinas y dextranos (Sephadex). Estas columnas cromatográficas separan mezclas de moléculas dependiendo de su peso molecular. La fracción ligada atraviesa rápidamente la columna, sin embargo la libre queda atrapada en los poros microscópicos del gel, siendo inhibido su flujo. • electroforesis • gel de poliacrilamida Factores que influyen en el RIA • • • • pH: los pH extremos disocian el complejo Ag-Ac. fuerza iónica: ciertas concentraciones de sales pueden inhibir la reacción AgAc, Por ello el buffer debe tener la misma concentración salina que los problemas. temperatura: La reacción Ag-Ac es dependiente de temperatura, generalmente se obtienen mayores ligados si las muestras se incuban a 4ºC y se realiza la separación de fases a esa temperatura. anticoagulantes: Pueden inhibir la reacción Ag-Ac y la separación de las fases libre y ligada. Criterios de validez del RIA Precisión Grado en que una serie de medidas de una misma muestra difieren de la media. Se expresa como CV, y debe estudiarse a diferentes niveles de la curva. • reproductibilidad intraensayo: se acepta 5-10% • reproductibilidad interensayo: se acepta 5-15% Exactitud Grado en que una cantidad medida corresponde con la cantidad presente en la muestra. Se hacen dos estudios de exactitud: • recuperación: debe evaluarse en los rangos críticos del ensayo: bajo, medio y alto. A un suero libre de sustancia o de concentración conocida se le añaden concentraciones crecientes de sustancia pura, realizándose el RIA y calculando la dosis esperada. % recuperación = % dosis observada / % dosis esperada • paralelismo: la conducta inmunoquímica de estándares y muestras debe ser idéntica, aunque puedan ser distintos estructuralmente. Se hacen diluciones seriadas de la muestra, se realiza el ensayo RIA. Si las dos curvas son idénticas o paralelas indica que el anticuerpo reconoce inmunologicamente la misma estructura tanto para la muestra desconocida que para el estándar. Si no hay paralelismo indica presencia de sustancias que producen reactividad cruzada, lo que obliga a pasos previos de purificación Especificidad Capacidad de discriminar entre dos estructuras similares. Los estudios de especificidad dependen de la sustancia a medir y de su rango de concentración y se hacen calculando el porcentaje de reacción cruzada con otras sustancias o fragmentos. La actividad inmunológica de hormonas y precursores es semejante pero no refleja la actividad biológica y por lo tanto puede no reflejar en vivo la función de la glándula y alterar la interpretación clínica de los resultados. Para mejorar la especificidad de un RIA es importante: • purificar la muestra previamente al ensayo por extracción con solventes, cromatografía etc. • bloquear los anticuerpos menos específicos con una sustancia incluida en el antisuero que produzca reactividad cruzada Sensibilidad La sensibilidad analítica es la más pequeña cantidad de Ag no marcado que puede ser distinguida del estándar 0. Es el límite de detección del ensayo y se determina calculando la precisión del estándar 0, se procesa 20 veces y se calcula la media y tres desviaciones estándar (DE) de las cuentas por minuto (cpm) del estándar de concentración 0. La sensibilidad depende de: • la afinidad del Ac por el Ag, ya que la mínima concentración de Ag detectable se aproxima al recíproco de la constante de afinidad. • la actividad específica del Ag marcado. • el volumen medio de incubación, el pH del medio y la Tª de incubación. • la precisión del análisis. • la realización de análisis en dos etapas. • La sensibilidad funcional es la menor concentración que un ensayo es capaz de detectar con un coeficiente de variación interensayo del 20%. Tratamiento de datos Realizado el proceso del RIA y la separación de las fases ligada y libre, se procede al contaje isotópico. En la mayor parte de los ensayos se cuenta la fracción ligada en cpm y se dispone de una variedad de respuestas para la conversión de datos: B = cpm de la fracción ligada F = cpm de la fracción libre Bo = cpm del estándar de concentración 0 (St 0) AT = cpm totales (AT =B+F) %B/AT = (cpm muestra - cpm NSB) / AT %B/Bo = (cpm muestra - cpm NSB) / (cpm St 0 - cpm NSB) %B/F = porcentaje de cuentas de la fracción libre Métodos manuales de ajuste curva RIA Curva hiperbólica Se representa en el eje de ordenadas %B/AT, %B/Bo, ó %B/F, y en el eje de abscisas la concentración de Ag, siendo lineales las dos escalas. El método es sencillo pero el error humano al dibujar la curva impide cualquier estadística de control de calidad. Curva sigmoidal Se representa en el eje de ordenadas %B/AT, %B/Bo, o %B/F y en el eje de abscisas el logaritmo de la concentración de Ag. El uso de la escala logarítmica produce un enderezamiento de la curva hiperbólica obteniéndose una curva sigmoidal. La principal ventaja es el mejor ajuste ya que la porción central es casi lineal, pero tiene el mismo inconveniente de la anterior. Curva recíproca Intenta linearizar las dos anteriores representando en el eje de las ordenadas los recíprocos de %B/AT, %B/Bo, o %B/F, frente a las concentraciones de Ag en escala lineal. El método es sencillo, rápido y lineal pero sólo debería utilizarse para un RIA en que los sitios de unión al Ac están saturados. Procesamiento de datos por ordenador Los contadores de centelleo llevan incorporados un software para el procesamiento de los datos. Aporta grandes ventajas como velocidad, mejora en la exactitud y precisión, control de calidad adicional y además un análisis de la curva estándar a través de: • pendiente, coeficiente correlación y dosis estimada al 20, 50 y 80%. • precisión de duplicados. • límite de confianza del 95%. • no estimación de puntos fuera de la curva durante el trazado. • comparación con curvas previas a través de la pendiente y cortes. • estimación de la mínima dosis estimada. • Hay muchos métodos de conversión de datos RIA, pero los más utilizados son: Linealización logit-log. Es el método de ajuste más utilizado en la actualidad. Se representa en el eje de ordenadas el logit de B/Bo y en el eje de abscisas el logaritmo de la concentración de Ag. El logit es una fórmula matemática que se expresa como: B/Bo logit B/Bo = log ---------1-(B/Bo) Hay que tener en cuenta que aumenta los errores en los extremos de la curva. Debe usarse el weighting, que es una técnica matemática que concede más importancia a los buenos duplicados que a los malos, tendiendo a minimizar el efecto de los datos con amplia dispersión durante el cálculo de la regresión lineal. Curva de ajuste Spline. En este modelo de ajuste la curva no es obligada a atravesar los puntos de la curva como en el logit-log y proporciona un buen ajuste para curvas de forma irregular. Modelo cuatro parametros logísticos. Es un modelo más versátil que el logit-log (dos parámetros), y que necesita cuatro parámetros para dibujar la curva: a-d Y = ---------- - d 1+(x/c)b Siendo x la dosis o concentración, a el factor de respuesta cuando x = 0, b el factor de pendiente, c el corte al 50% y d una aproximación a los NSB. Este modelo tiene una gran aplicabilidad para un gran número de procesos RIA y el corte al 50% es útil para el cálculo de datos de la reactividad cruzada. FUNDAMENTO DEL CONTADOR GAMMA Utiliza un cristal de ioduro sódico activado con trazas de talio, el diámetro del cristal es normalmente entre 5 y 7.5 cm. Cuando el cristal sólido absorbe la radiación ionizante se produce un pulso de luz de corta duración. El número de pulsos de luz es una medida de la frecuencia de la desintegración isotópica (desintegraciones por minuto, dpm). El cristal convierte la radiación gamma emitida por el isótopo en luz visible con una longitud de onda de 410 nm, algo de esta luz incide en el cátodo de un tubo fotomultiplicador y causa emisión de electrones que son amplificados por un factor de 105 a 108. Los flashes de luz se cuentan en cpm. Control calidad contador γ Fondo El contaje de un tubo vacío debe dar menos de 70 cpm. Un contaje de fondo alto indicaría contaminación de la fuente por isótopos, vial o tubo contaminado, situación inapropiada del contador ó posibles fallos en el componente electrónico Precisión El contador debe ser reproducible y para ello el CV de una muestra contada 20 veces debe ser menor del 1% Eficacia La eficacia se controla mediante el contaje de una fuente de radioactividad de unas dpm conocidas. % de eficiencia = (cpm/dpm) x 100 Para el 125I la eficacia debe ser del 80-90% y para el tritio del 35-45%. ENSAYO INMUNORADIOMÉTRICO (IRMA) Ensayo no competitivo o tipo sándwich, más sensible y preciso que el RIA. El Antígeno (Ag) de la muestra reacciona con dos Anticuerpos (Ac) diferentes que se fijan a distintas partes del Ag (doble reconocimiento y por lo tanto mayor sensibilidad). Uno de los Ac generalmente en soporte sólido para facilitar la separación de la fracción ligada, y el otro Ac marcado con un isótopo radioactivo (generalmente 125I) que además se añade en exceso al medio de reacción. La radiactividad de la fracción ligada es directamente proporcional a la concentración del analito en la muestra (figura 53.5A). El principal inconveniente de un ensayo inmunométrico tipo sándwich es el ya mencionado efecto Hook (figura 53.5B). ( )IIIII )IIII )IIII 4 4 )IIIII )III )III I"# )"# #"I N&6 )#"I D .$ #I"I I"# )"# #"I N&6 )#"I #I"I D .$ Figura 53.5 A) Curva de calibrado para un IRMA. B) Efecto Hook en un IRMA. BIBLIOGRAFIA Berson SA, Yalow RS, Bauman A, Rothschild MA 1956 Insulin-I-131 metabolism in human subjets; demostration of insulin binding globulin in the circulation of insulin trated subjets. J Clin Invest 35:170. Berson SA, Yalow RS 1957 kinetics of reation between insulin and insulin-binding antibody. J Clin Invest 36:873. 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En realidad, la mayor parte de las células de un organismo, sino todas, mantienen una diferencia de potencial entre el interior y el exterior de sus membranas llamado potencial de membrana. Cuando esta diferencia permanece más o menos estable se le llama también potencial de reposo. Se considera que una célula es excitable cuando la diferencia de potencial a ambos lados de la membrana es capaz de cambiar de una forma brusca y rápida; el ejemplo más claro sería la producción de un potencial de acción. Las técnicas electrofisiológicas se desarrollaron en principio para estudiar estos cambios del potencial de membrana, sin embargo, con el tiempo hemos visto que su utilidad va mucho más allá, como se verá a lo largo de este capítulo. Es pertinente recordar aquí que las células endocrinas son capaces de producir potenciales de acción y que, tanto los potenciales de acción, como el potencial de reposo son fruto, entre otras cosas, de los canales iónicos presentes en las membranas celulares. TÉCNICAS ELECTROFISIOLÓGICAS. El hecho de que las células mantengan una diferencia de potencial a ambos lados de la membrana significa que son capaces de generar y almacenar electricidad, es decir, las convierte en pequeñas pilas. El estudio de esta “electricidad animal” se remonta a finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando Galvani, Volta y Mateucci demostraron que los músculos de rana eran capaces de generar electricidad. Un salto espectacular tuvo lugar en los años 40-50 del siglo XX, cuando Hodgkin y Huxley (1952) desarrollaron la hipótesis que explicaba el mecanismo de la producción del potencial de acción utilizando la técnica de fijación de voltaje (voltage-clamp, ver más adelante). Dicha hipótesis ya intuía la presencia de poros en la membrana y todavía hoy nos sirve para entender dicho mecanismo. La demostración inequívoca de que los iones atraviesan la membrana a través de canales iónicos se produjo a principios de los años 80, cuando el grupo de Neher y Sakmann desarrolló una nueva técnica electrofisiológica llamada patch-clamp que permite registrar la corriente iónica que pasa a través de un canal iónico individual. Entre otras cosas, las técnicas electrofisiológicas permiten el estudio de los cambios de voltaje que suceden en las membranas celulares (modo de fijación de corriente, current-clamp), el estudio de las corrientes iónicas que generan dichos cambios de voltaje (modo de fijación de voltaje, voltage-clamp) o el estudio de la dinámica de las secreción de hormonas (midiendo la capacidad de la membrana). Para el estudio de células endocrinas se suelen utilizar principalmente tres técnicas electrofisiológicas, la de registro intracelular, la de patch-clamp y la técnica de la medida de la capacidad. Registro intracelular y fijación de voltaje Esta técnica consiste en la introducción de un electrodo de registro en el interior de la célula mientras se mantiene otro electrodo de referencia en el exterior. La principal dificultad de esta técnica deriva del pequeño tamaño de las células. Por eso los primeros registros intracelulares se realizaron en realidad en axones gigantes de invertebrados (como el calamar), cuyo diámetro (aproximadamente de 1 mm) permitía al experimentador introducir uno o dos alambres de plata en su interior (figura 54.1A). Asociado al registro intracelular apareció la llamada técnica de fijación de voltaje (voltage-clamp) que fue desarrollada por Cole y utilizada más tarde por el grupo de Hodgkin y Huxley para estudiar la membrana del axón gigante de calamar. Esta técnica permitió registrar la corriente iónica que atraviesa la membrana. Se llama de fijación porque para poder registrar la corriente que fluye a través de la membrana de un modo que sea repetible e interpretable, se debe hacer a voltajes concretos (fijados). Para ello el experimentador necesita una herramienta que le permita fijar la membrana al valor o valores deseados de manera instantánea, sin esta fijación el potencial de membrana estaría variando continuamente y sería imposible interpretar los resultados. Combinando esta técnica con un poco de farmacología y experimentos de sustitución iónica, Hodgkin y Huxley descubrieron la base iónica del potencial de acción: una corriente inicial de entrada de sodio y una posterior corriente de salida de potasio. Las técnicas de registro intracelular y fijación de voltaje se han depurado mucho y pueden en la actualidad realizarse insertando dentro de la célula un único electrodo de vidrio muy fino (figura 54.1B). Esto significa que puede ser utilizada en células de pequeño tamaño; por ejemplo, en las endocrinas. El desarrollo de los electrodos de vidrio contribuyó mucho a esta evolución. Éstos se fabrican a partir de capilares de vidrio y el elemento conductor es la solución iónica concentrada con que son rellenados (ej. ClK 3M). Técnica de patch-clamp La técnica de patch-clamp fue en principio desarrollada para tratar de descubrir si las corrientes que atravesaban la membrana, que ya podían registrarse con las técnicas anteriores, lo hacían a través de canales como sugería el modelo de Hodgkin y Huxley. Por lo tanto se buscaba registrar la corriente que pasaba a través de uno solo de esos posibles canales. En 1976, Neher y Sakmann aplicaron una pipeta que contenía ACh contra la membrana de una célula muscular y observaron saltos discretos en la amplitud de la corriente que achacaron a la apertura de canales individuales (figura 54.2, cell-attached). En principio los registros eran muy “ruidosos” (con muchas interferencias) y su obtención difícil, pero una pequeña mejora técnica los hizo impresionantes. Esta mejora consistía en pulir los electrodos de vidrio (para no dañar la membrana celular) y aplicar una pequeña succión a la pipeta una vez que estaba tocando la membrana, para conseguir que el contacto del vidrio con la membrana fuese lo más íntimo posible. Este “sello” debe alcanzar resistencias que rondan los Gigaohmios gigaohmios (giga-seal). Una ligera modificación permitió después hacer también un registro intracelular muy mejorado respecto al registro intracelular clásico (figuras 54.1C y 54.2, whole-cell). Una vez conseguido un buen sello, pequeños cambios permiten el estudio de diferentes aspectos de la membrana celular, las variantes (modalidades) más utilizadas son las siguientes. ( Figura 54.1. Evolución de la técnica de registro intracelular. A) Los primeros registros se realizaron con electrodos de alambre en axones gigantes. B) Los electrodos de vidrio permitieron registrar células más pequeñas. C) Con la técnica de patch-clamp se puede registrar cualquier tipo celular, independientemente de su tamaño. D) La modalidad de “sello perforado” evita la diálisis del citoplasma. E E 4 Cell-attached (pegado a la célula) Esta técnica consiste en acercar la punta de un electrodo de vidrio a la membrana celular y hacer un buen sello (figura 54.2). En esta configuración se pretende registrar la corriente a través de los canales situados dentro del diámetro interno de la punta de la pipeta. Dependiendo del tamaño de la pipeta y de la densidad de canales en la membrana unas veces habrá un solo canal y otras veces varios. En realidad la técnica de patch-clamp se desarrolló para hacer este tipo de registro y todas las demás modalidades parten de esta posición inicial. Whole-cell (célula entera) Una vez hecho el sello, una succión corta pero brusca rompe el trozo de membrana que está debajo de la punta del electrodo, permitiendo así el acceso al interior celular (figuras 54.1C y 54.2). Eso permite registrar la corriente iónica que pasa a través de toda la membrana y también fijar el voltaje de la misma al valor deseado. Es el equivalente al registro intracelular y por lo tanto también permite estudiar el potencial de reposo y los potenciales de acción. Esta es tal vez la modalidad más ampliamente utilizada en el estudio de las células endocrinas. Además, se puede introducir un quelante de calcio (indo1 ó fura2) en la solución de pipeta, lo que permite la medida simultánea de la actividad eléctrica y de la concentración de calcio intracelular con la ayuda de un microscopio y unos tubos fotomultiplicadores. Esta asociación resultó determinante por ejemplo en el estudio del papel del calcio y el potencial de acción en la secreción hormonal. @ _N * J * 4 N @ * Figura 54.2. Modalidades de la técnica de patch-clamp. Utilizando la modalidad de cell-attached se puede registrar la corriente que pasa a través de un solo canal iónico mientras la membrana celular permanece intacta. La modalidad de whole-cell permite el registro de la corriente que pasa a través de toda la membrana (equivalente al registro intracelular). Las modalidades inside-out y outside-out posibilitan el estudio del efecto de la aplicación de moduladores de los canales iónicos por la cara interna o externa
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