¿CÓMO POTENCIAR EL LENGUAJE DE NIÑOS Y NIÑAS? Autora: Carolina Muñoz, Psicóloga Fundación INTEGRA Introducción Si bien el desarrollo del lenguaje se fundamenta en procesos maduracionales del sistema nervioso central, sabemos que es esencial, también, el rol que juegan los factores ambientales en este desarrollo, en términos de un entorno físico y social, rico y diverso en experiencias, tanto afectivas como cognitivas. El programa educativo de Integra reconoce la importancia de estos factores, por lo que siempre ha tenido, como foco prioritario de acción el fortalecimiento de las habilidades linguísticas de los niños y niñas que asisten a nuestros Jardines Infantiles. 1 No obstante lo anterior, a través de este documento, queremos volver a centrar la atención en el desarrollo del lenguaje, y sumar iniciativas a las ya existentes. Ello, con el fin de enriquecer las condiciones de potenciación del lenguaje en nuestros Jardines Infantiles, así como en los hogares de los niños y niñas de Integra. Esto es particularmente necesario, considerando que un número no menor de niños y niñas de nuestra institución presenta problemas de lenguaje de diversa severidad y requiere, por lo tanto, un apoyo más específico y sistemático en esta área. LOS 10 MANDAMIENTOS PARA EL DESARROLLO DEL LENGUAJE (O LO QUE NUNCA DEBIÉRAMOS OLVIDAR COMO EDUCADORES). 1. El niño es un ser con características personales propias, que se manifiestan desde el nacimiento. El bebé nace con un temperamento particular (en cuanto a nivel de reactividad a su entorno, nivel de irritabilidad, nivel de inquietud, etc.) que lo hace único y diferente de los demás, desde el primer momento. 1 Aprovechamos de recordar algunos excelentes materiales de apoyo al lenguaje que se han utilizado en los últimos años en nuestra institución , y recomendar nuevamente su uso: Taller de Estimulación del lenguaje I, II, III, y IV. Fundación Kast Orientaciones para la Hora del Cuento 2. El recién nacido ya es un individuo, independientemente de que aún no tenga las mismas capacidades de adaptación de un adulto. No es un “ adulto chico” o un “adulto incompleto”, sino una persona integral , cualitativamente diferente al adulto, que se transforma y pasa, a lo largo de su desarrollo, por diferentes etapas, manteniendo siempre su condición de persona “completa”. 3. Los factores biológicos (sistema nervioso central) sobre los que se asienta el desarrollo del lenguaje, presentan una plasticidad funcional mucho mayor durante la niñez que en las posteriores etapas de vida. El centro del lenguaje está ubicado, en la mayoría de las personas, en el hemisferio cerebral izquierdo. El aparato neurológico sustenta la existencia de “períodos óptimos” para aprender. Sin embargo, si los aprendizajes deseados para un período no se realizan, el cerebro posee un importante grado de plasticidad que permite, en muchos casos, que lo no ha aprendido en un momento, pueda ser aprendido después. Por otra parte, permite también revertir totalmente, o en parte, las secuelas dejadas por un daño neurológico. En efecto, la evidencia muestra que si se produce una lesión en un hemisferio cerebral, el hemisferio contrario reemplaza, en mayor o menor grado, las funciones del hemisferio dañado. 4. El lenguaje verbal no surge “automáticamente”, en un momento determinado del desarrollo, desconectado de todo lo que ha ocurrido previamente, en el período pre-lingüístico. La etapa no verbal o pre-lingüística es el antecedente necesario para que el lenguaje verbal pueda desarrollarse adecuadamente . Muchos postulan que, en realidad, es un requisito para acceder al lenguaje verbal. Llamamos período pre-lingüístico o pre-verbal al lapso previo a la aparición del lenguaje verbal en el niño/a, y que se extiende, habitualmente, desde que nace hasta la aparición de las primeras palabras, al año 2 meses aproximadamente. 5. Durante el período pre-verbal se hacen aprendizajes que serían esenciales para la posterior aparición de la comunicación verbal. 5.1 Durante el período pre-lingüístico, el niño y la niña aprenden la “alternancia de roles“ (rol activo y rol pasivo) en la comunicación El bebé se comunica desde que nace, y lo hace a través de formas no verbales tales como miradas, gestos, gritos, movimientos corporales, vocalizaciones, etc. Lo sorprendente, que constatan las investigaciones, es que el bebé, muy precozmente –desde sus primeros días de vida -, aprende a “conversar”, es decir, aprende a funcionar según una de las reglas básicas de la comunicación. Es la regla de la alternancia de roles en una situación comunicacional. Podríamos resumirla así: Cuando A se comunica activamente (rol activo), B atiende pasivamente (rol pasivo) y cuando B responde activamente (rol activo), A atiende pasivamente (rol pasivo) Este aprendizaje se da de la siguiente forma: La mamá, o un adulto cercano, inicia una comunicación activa con el recién nacido (le sonríe, le habla, lo toca , por ejemplo) y el bebé, al comienzo, no da muestras de reacción o cambio en su comportamiento. Sin embargo, a los pocos días, ya empieza a responder pasivamente frente a los contactos de la mamá (muestra estar atento, inclina la cabeza, hace algún movimiento, comienza o deja de succionar su chupete). Y muy luego también, comienza a responder activamente a su interlocutor (devuelve la mirada a la mamá, cambia de posición, emite un sonido, sonríe). Estas conductas del bebé muestran que ya ha aprendido a alternar roles en las situaciones de comunicación. ¿ Cuál es la clave para que el bebé aprenda esto ? Los investigadores han podido observar que la mamá ( o adulto cercano), desde el primer momento y sin siquiera darse cuenta “enseña” al niño a conversar Esto es posible gracias a que este adulto trata al recién nacido como un compañero válido para conversar, incluso cuando el bebé, inicialmente, no dé ninguna muestra de estar atento a los gestos de comunicación que le manifiesta. La mamá le habla, le sonríe, y/o lo toca y luego hace una “pausa”, como dejando el espacio para que el bebé dé alguna respuesta; luego retoma la comunicación. Al cabo de unas cuantas veces de hacer esto, se observa que el bebé comienza a “ocupar” este espacio, manifestando conductas de atención y de reacción a la comunicación del adulto. Posteriormente, comienza a adoptar un rol comunicacional activo durante esa pausa. 5.2 Durante el período pre-lingüístico, el niño/a establece “referencias comunes” con el adulto cercano. El lenguaje verbal, es decir, las palabras, son símbolos que hemos construído los seres humanos para referirnos a las cosas de nuestro entorno. Son referencias verbales que usamos para denominar las cosas que están presentes en nuestras vidas, referencias comunes a todos los miembros de una cultura. Se plantea que para llegar a manejar símbolos verbales (palabras), el bebé debe haber desarrollado referencias comunes de tipo no verbal, durante el período prelingüístico. El establecimiento de referencias comunes con el otro se logra desde muy temprano, desde que fija la mirada sobre algo que el adulto le presenta. Luego, cuando inclina su cuerpo hacia un objeto que se le está mostrando ( 4/5 meses). Más tarde, cuando alcanza el objeto que le interesa ( 9/10 meses) y, finalmente, cuando muestra o señala el objeto con su dedo índice (12 meses). El paso último en este proceso sería cuando el niño ya es capaz de dar un nombre o etiquetar este objeto, momento en que estaríamos entrando a la etapa verbal. 5.3 Durante el período pre-lingüístico, el niño/a aprende las “categorías semánticas” de base que se usan en el lenguaje. En otras palabras, el niño aprende que puede ser agente activo de una acción (ejecutar una acción) y también agente pasivo (ser receptor de una acción de otro). Este aprendizaje lo logra paulatinamente, principalmente a través del juego. Los juegos de dar y recibir objetos, de que la mamá le cubra y descubra la cara con un pañal y, luego, que lo haga él mismo, le permiten al niño vivenciarse como agente activo y como agente pasivo de una acción. Estas experiencias son muy importantes, puesto que permitirán al niño comprender y utilizar, posteriormente, las categorías semánticas básicas que implica el manejo verbal: las formas verbales activas y pasivas. Es decir, el niño podrá comprender cómo y cuándo se usan las formas verbales activas y las pasivas si las ha podido vivenciar previamente. Por ejemplo, comprenderá que puede decir: “ Juan fue mordido por un perro” (forma verbal pasiva), o “ El perro mordió a Juan “ (forma verbal activa) porque, ya sea que se exprese en una u otra forma verbal (activa o pasiva), se mantiene el significado de la oración. Pero que, en cambio, no puede decir : “ Yo le doy el cascabel a mi mamá “ (forma verbal activa), o “ Mi mamá es dada por el cascabel “ ( ¿? ) (forma verbal pasiva). porque, en este caso, al cambiar la forma verbal, no se mantiene el significado de la oración, y la segunda pasa a tener un contenido absurdo e ilógico. Otro ejemplo en que ocurre lo mismo: “ Anita se baña en el río “ (forma verbal activa), y “ El río es bañado por Anita “ ( ¿? ) (forma verbal pasiva). 5.4 Durante el período pre-lingüístico, el niño aprende los sonidos básicos de su propia lengua. Las investigaciones más recientes señalan que, ya a los 15 días de nacido, el bebé es capaz de hacer “discriminaciones categoriales de sonidos”. Esto significa que no sólo escucha, sino que discrimina, ya que reacciona diferente frente a sonidos de distintas categorías o tipos ( sonidos “sordos”, como por ejemplo “da” y sonidos “sonoros”, como por ejemplo “ ta “). El bebé, ya a esa edad, distingue distintos tipos de sonidos, y no sólo un sonido de otro. En la medida en que el bebé va teniendo contacto con su lengua, los sonidos que emite van asimilándose a los sonidos de su lengua. Es así como, a los 6 meses, ya se observa que las vocalizaciones del bebé reproducen las características “sonoras” de su propia lengua (idioma), esto es, la entonación y “cantito” de su idioma. Por lo tanto, un bebé japonés de 6 meses emitirá producciones vocales con la entonación característica de la lengua japonesa, mientras que un bebé chileno de esa edad lo hará con el cantito típico del “español-chileno”. A los 7 meses, el bebé percibe claramente el tono o la emoción del mensaje que le llega, reaccionando en consecuencia, independientemente de lo que diga ese mensaje. Dicho más simplemente, se ve que el bebé reacciona alterándose si el mensaje que recibe viene expresado con rabia, aún cuando el contenido del mismo sea positivo. Por ejemplo: la mamá le dice con una sonrisa “ mi niño lindo” pero en un tono de enojo; el bebé reaccionará al ánimo del emisor y no al contenido del mensaje. Durante los primeros meses de vida, las vocalizaciones espontáneas se dan en todos los niños, tanto en aquéllos que han tenido una buena estimulación auditiva como en los que ha sido deficiente, así como, también, en los niños sordos. Pero a medida que transcurre el tiempo, las vocalizaciones emitidas por los niños de buenos ambientes auditivos son cada vez más, una clara respuesta a las vocalizaciones que recibe de los adultos cercanos. Es decir, sus vocalizaciones van evolucionando y modelándose según el reforzamiento social. En el caso de los niños con baja estimulación auditiva o con problemas de hipoacusia, las vocalizaciones siguen realizándose y aumentando, pero no en relación al intercambio con otros, sino que de un modo arbitrario. 6. Las primeras palabras aparecen a los 14 meses aproximadamente y las primeras frases (combinaciones de dos o más palabras), a los 24. esto ocurre gracias a la emergencia de la capacidad simbólica, es decir, la capacidad de representarse mentalmente los objetos de la realidad , a través de símbolos, en este caso, verbales. A partir de aquí, se produce una rápida ampliación del vocabulario y un enriquecimiento de la capacidad de estructurar oraciones y manejar conceptos más complejos. 7. El lenguaje comprende diversos niveles o aspectos, todos importantísimos para un adecuado desarrollo de la comunicación verbal. estos niveles son los siguientes: a) Nivel Fonético : se refiere a la articulación de los sonidos del habla, es decir, a la PRONUNCIACIÓN de los sonidos y de las palabras. Ejemplo: niño que no puede articular o pronunciar el sonido “rr”. b) Nivel Fonológico o fonémico: se refiere a la REPRESENTACIÓN MENTAL que tenemos de los diferentes sonidos de nuestra lengua ( O FONEMAS). Los fonemas de nuestra lengua son los 5 sonidos vocálicos (A, E, I, O, U), más los diferentes sonidos consonánticos que en ella existen ( BE, DE, F, GUE, JE, K, L, LL, M, N, Ñ, PE, R, SE, TE, VE). Los fonemas no corresponden a las letras del alfabeto, sino que a los diferentes sonidos de nuestra lengua, que resultan ser menos que el conjunto de vocales y consonantes que forman el alfabeto. Ejemplo: Un problema fonológico es distinto de un problema fonético (o de pronunciación). El problema es fonético cuando el niño NO PUEDE pronunciar o articular un sonido de su lengua (en el caso anterior, el sonido “rr”), ya sea que se le presente aisladamente o dentro de una palabra. En cambio, el problema es fonológico si el niño, pudiendo pronunciar correctamente cada sonido del habla aisladamente, no logra hacerlo bien cuando va inserto en una palabra. Por ejemplo, puede decir la “rr”, pero falla al decir espárrago, y dice “espállago”. Esto nos indica que existe un problema en la identificación y reconocimiento del o los fonemas que corresponden al sonido escuchado, y no en la articulación. La capacidad de discriminar los fonemas, que forman una “estructura fonémica” (o palabra), no sólo nos permite reconocerla fonémicamente, cuando la escuchamos, sino que, también, componerla fonémicamente bien, cuando hablamos. Esta capacidad de discriminación fonémica es lo que se llama la “conciencia fonológica o fónica”, es decir, la conciencia que tenemos de los fonemas que componen una palabra. c) Nivel Morfológico: corresponde al nivel de la palabra y se refiere al repertorio de vocabulario (o léxico) que la persona maneja. La pobreza o riqueza de vocabulario que un niño/a tiene, depende directamente de los estímulos verbales que ha recibido de su entorno social (salvo en casos de trastornos severos del desarrollo). d) Nivel Sintáctico: se refiere a la capacidad de organizar y estructurar las oraciones de una forma gramaticalmente correcta. En este nivel, los problemas se manifestarán, entre otras, en dificultades para concordar, en una oración, género, número, tiempos verbales, etc. Ejemplo: sujeto con predicado: “ Juan se ayer bañó “. sujeto y género : “ Juan es gorda ”. sujeto y número: “ Juan es gordos”. sujeto y forma verbal: “ Juan comieron”. Los errores sintácticos son bastante comunes en los párvulos, y forman parte del proceso de descubrimiento de las reglas del lenguaje verbal. e) Nivel Semántico o Conceptual: se refiere a la capacidad de comprensión de los conceptos verbales y de las oraciones, así como también, a la capacidad para expresar significados. Implica ser capaz de identificar un contenido semántico (o significado) con sus rasgos fonémicos correspondientes. 8. El lenguaje verbal comprende la dimensión oral (comprensión y producción del lenguaje oral) y también la dimensión escrita ( leer y escribir). todos son aspectos de un mismo proceso, que implica la construcción y la producción de significados. El desarrollo del lenguaje implica no sólo manejar la comunicación oral sino también conocer el lenguaje escrito. Por esto, es importantísimo familiarizar al niño, lo más tempranamente posible, con el mundo letrado (a partir de los 3 años), facilitándole el descubrimiento de las reglas que rigen el lenguaje. 9. El lenguaje está en desarrollo permanente, su aprendizaje nunca termina. No podemos decir que hay un momento en que termina el proceso de adquisición del lenguaje. No es posible tampoco juzgar, en forma absoluta, su grado de adecuación , ya que éste dependerá del contexto en que se está manifestando en ese momento. Por ejemplo, en ciertos casos, responder “ese” puede ser más adecuado que decir “este gato gris que está tendido”, porque la persona que pregunta está viendo a ese gato y no es necesario especificar tanto sus características. 10. Se espera que a los 6 años un niño/a haya alcanzado un nivel de lenguaje aceptable, en todos sus aspectos. Aunque, como decíamos anteriormente, este proceso nunca termina, sí podemos esperar que a esta edad el niño/a haya adquirido los elementos básicos que le permiten“ hablar bien “, esto es: - Pronunciar adecuadamente - Referirse a las cosas por su nombre - Ser capaz de contar las experiencias tenidas - Ser capaz de preguntar cuando no ha entendido - Ser capaz de comprender cuando le hablan. ALGUNAS CONSIDERACIONES PARA PROMOVER EL DESARROLLO Y EL APRENDIZAJE DEL LENGUAJE El bebé es un ser que percibe lo que sucede en su entorno de un modo mucho más agudo y certero de lo que uno podría imaginar. Esto debe hacernos reflexionar sobre lo importante que es considerarlo siempre como una persona atenta a lo que ocurre a su alrededor, y en aprendizaje permanente, y preocuparse, por lo tanto, de entregarle un mundo de experiencias enriquecido. La gran plasticidad funcional del cerebro en la niñez permite, en este período, más que en ningún otro, revertir o recuperar déficits derivados de un ambiente empobrecido o de la presencia de un daño neurológico. Esto determina la importancia de ofrecerle un entorno rico y diverso en experiencias cognitivas y afectivas favorecedoras del lenguaje, teniendo en consideración que las posibilidades de avance son insospechadas, y no están limitadas a priori por el nivel de desarrollo que muestra en ese momento. El bebé quiere comunicarse. El bebé, siempre debe ser tratado por los adultos como una persona que tiene intención de comunicarse. Esto significa considerar cada cambio en su comportamiento, cada gesto, cada movimiento, cada sonido que haga - por sutil o mínimo que sea - como un intento de comunicación, y responder a él. El bebé necesita adultos receptivos a sus intentos de comunicación. Es necesario, entonces, que los adultos cercanos estén lo más receptivos posible a las variaciones de comportamiento en el niño, aunque sean muy pequeñas (un movimiento de mano, movimientos labiales, succión del chupete ) El bebé necesita que los adultos respondan a sus intentos de comunicación. La mamá, el papá y los adultos cercanos tienen que responder frente a las variaciones de comportamiento del bebé, ya sea tocándolo, hablándole, mirándolo, moviéndolo, o imitando sus movimientos, de modo de reforzar su conducta comunicativa. Las conductas comunicativas del adulto hacia el bebé deben ser repetitivas. El adulto debe ser repetitivo en sus conductas comunicativas e insistir en ellas aunque el niño parezca no advertirlas. Esto no significa repetir el mismo mensaje o contenido una y otra vez, sino ser reiterativo en la búsqueda de contacto con él . Las conductas comunicativas del adulto hacia el bebé deben ser “estructuradas”. Esta estructuración no se refiere a algún tipo de ordenamiento rígido, sino que a la necesidad de que las conductas comunicativas hacia el bebé vayan insertas en una estructura de diálogo, es decir, que el adulto deje espacio al bebé para responder entre una comunicación y la siguiente - independientemente de si el bebé usa o no este espacio –, de modo de ir mostrándole, gradualmente, el principio de la alternancia de roles en las situaciones de comunicación verbal. Es importante estimular verbal y vocalmente al niño, pero también hay que permitirle momentos para vocalizar solo. Es importante conversarle al bebé, repetirle los sonidos que hace, imitar sus vocalizaciones, etc., pero también es necesario permitirle momentos de entretención individual ; dejándole que vocalice sólo, , porque ello sirve al bebé para perfeccionar la articulación de los sonidos y descubrir nuevas posibilidades fónicas . Cada momento de la vida diaria es aprovechable para potenciar el lenguaje, y éste debe ser desarrollado en todos sus niveles. A nivel fonológico, ejercitando la articulación de los sonidos del habla y la discriminación de los fonemas que componen las palabras. A nivel morfo-sintáctico, estimulando la estructuración de frases y de oraciones de complejidad creciente. A nivel semántico, alentando la verbalización de experiencias, la creación de historias, la ampliación del vocabulario y la categorización verbal. Debemos dar especial atención al desarrollo de la conciencia fonológica, es decir, a la habilidad para identificar y reconocer los fonemas que componen una palabra. La conciencia fonológica se refiere a la capacidad de reconocer y representarse correctamente los fonemas que corresponden a la palabra escuchada, leída o escrita. Y también, de reproducirla adecuadamente, sin alteraciones en su composición fonémica (como sería, por ejemplo, cambiar el orden de los fonemas que componen la palabra, omitir uno o más de sus fonemas, reemplazar uno por otro de sonido parecido, etc.). Está comprobado que la habilidad para discriminar los elementos que componen el habla es una capacidad básica requerida para el éxito en la adquisición de la lectura y la escritura. La adquisición del lenguaje se ve favorecida por un ambiente: o Distendido, flexible, y aceptador; o Que presenta una rutina de vida estable, que da seguridad y confianza; y o Que no está sobrecargado de ruidos. En un ambiente semejante , es importante, además, saber escuchar al niño. Si tartamudea, si pronuncia con errores, no señalarle lo que está mal en lo que ha dicho, sino que repetir la oración en forma correcta, y mostrarle interés en que continúe su relato. También es necesario hacerlo participar, formulándole felicitarlo por sus esfuerzos, así como por sus logros. preguntas simples, Es recomendable fomentarle el juego, porque a través de él aprende a escuchar, a desarrollar otras formas de hablar y de actuar; aprende a cooperar, a respetar turnos; a hablar frente a otros, y a preguntar correctamente. El adulto debe ir siempre un poco más allá de la expresión manifestada por el niño/a. Al tomar el turno en la conversación con el niño, el adulto debe “expandir” lo dicho por éste, es decir, debe ampliar, completar y aclarar lo verbalizado por el niño, para enriquecer así su capacidad de comprensión y de expresión lingüística. Ejemplo: niño: “ má “ ---------à mamá: “ ¿ quieres más galleta? ” niño: “ no ta papá “---------à mamá: “ sí, el papá no está “ niño: “ a pello a nojó a dijo guau” à mamá: “sí, el perro se enojó y ladró , hizo guau“ El adulto debe favorecer permanentemente la expresión verbal en el niño/a, considerando sus intereses y motivaciones. Es importante estimularlo a conversar de los más variados temas, tanto entre sus pares como con los adultos. Pedirle que relate experiencias vividas, que invente cuentos, que reproduzca historias que el adulto le ha contado, que lleve recados o mensajes, y que exprese sus opiniones e inquietudes. El adulto debe presentar al niño/a las nuevas palabras (tanto los conceptos concretos como los abstractos) en distintos contextos, pues así favorecerá su comprensión. Concepto GATO - Conversar sobre los gatos Ejemplo - Mostrarle propaganda de una marca de comida de gato, en que aparezca una foto del gato con una leyenda alusiva. Por ejemplo: “Miau Miau, la comida que su gato no podrá olvidar” - Mostrarle un aviso de un diario o revista en donde aparezca la palabra gato. Por ejemplo: “póngale el cascabel al gato” - Conversar sobre la alegría, presentando el concepto en distintos contextos como por ejemplo: “ La alegría existe, aunque no la podamos tocar “ “ Juanita estaba loca de alegría cuando supo que se había ganado el premio” ALEGRÍA “ ¿ Cuándo fue la última vez que sentiste alegría? “ “ ¿ Con qué otra palabra podríamos decir que estamos alegres?” “¿ Qué nos pasa cuando estamos alegres?, ¿ Cómo nos damos cuenta de que estamos alegres?” - Pedirle a los niños que expresen plásticamente el concepto de alegría (pintura, mímica, dramatización, escultura, etc.) El adulto debe atender a las preguntas del niño, y responder a ellas, sin importar que estén mal formuladas o parezcan absurdas o ilógicas. Intentar aclarar con el niño/a su inquietud, sin descalificarla, y darle las explicaciones que pide, lo alentará a seguir expresándose con libertad y a manifestar plenamente su curiosidad, lo que le permitirá, en síntesis, acceder a un mayor conocimiento y comprensión de su entorno. Es necesario favorecer la inmersión temprana e intensiva del niño en el mundo letrado,ya que de esa manera podrá ir descubriendo las reglas de la comunicación verbal. Esto significa familiarizar tempranamente al niño con los símbolos escritos (libros con texto e imagen, logos, avisos publicitarios, símbolos escritos de la t.v., etc.), y con los usos significativos para nuestra vida diaria de diferentes tipos de comunicaciones escritas que se manejan en nuestra cultura ( periódicos, revistas, avisos de productos o servicios, correspondencia, invitaciones, recetas médicas, recetas de cocina, etc.). Bibliografía o Chadwick, M.Elena; Pardo,E.; y Rioseco, R. 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