4 Tribuna Complutense 10 de febrero de 2009 Opinión adicción a las nuevas tecnologías Cómo fomentar su utilización saludable L os avances tecnológicos en el ámbito de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han generado cambios sociales y culturales muy significativos, derivados de su acceso sencillo y masivo. El desarrollo de las TIC y su enorme potencialidad para transmitir información, intercambiar contenidos y establecer contactos con otras personas, ha supuesto un cambio en nuestro modelo social. En estos momentos, disponer de información y capacidad para comunicarla es prácticamente sinónimo de navegar por Internet, comunicarse con el móvil o jugar a videojuegos y juegos de rol en línea. El segmento más joven de la población vive totalmente inmerso en este nuevo modelo de sociedad, aprovecha al máximo sus beneficios y, al mismo tiempo, presenta la mayor exposición a sus riesgos potenciales. Estos riesgos son el uso problemático y la exposición, accidental o consciente, a materiales inadecuados. Por tanto, resulta prioritario el compromiso de familias y centros educativos. Desde este punto de vista, la promoción del uso saludable de Internet en la adolescencia se considera un componente de un programa de educación para la salud. Internet de forma más saludable: – Participar y compartir. Los padres pueden aprender con los hijos las aplicaciones más divertidas, participar de redes sociales como Facebook y utilizar Internet para juegos en línea. Compartir Internet es una buena manera de participar en una actividad motivadora, compartir emociones, aprender juntos y conocerlos mejor. Al igual que caminar por la montaña o viajar con coche, compartir Internet es una buena excusa para escuchar y transmitir nuestro punto de vista. – Pensar en la ubicación: los problemas pueden derivarse del aislamiento que produce tener la televisión, la videoconsola, el móvil y el ordenador en la habitación. Ubicar el ordenador en un espacio común facilita la interacción con los padres y hermanos, y también permite observar informalmente qué hacen cuando se conectan, a qué juegan y con quién. – Invitar a sus amigos: Como jugar con los amigos es mucho más enriquecedor que jugar solo y previene el aislamiento, es interesante invitar a sus amigos a jugar en casa y moderar sus discusiones. – Programar los tiempos de uso: de esta manera los podemos confrontar con algunos límites y pactar con ellos. Siempre es mejor que se repartan el tiempo. Es mejor una hora durante siete días a la semana que siete horas seguidas en un solo día. Es preciso evitar los ‘atracones’. – Hablar positivamente de Internet con el adolescente: las valoraciones que hacen los adultos sobre el uso de Internet de los adolescentes son mayoritariamente negativas y dirigidas, casi exclusivamente centradas en restringir horarios, emitir juicios de valores sobre la pérdida de tiempo y en criticar los contenidos a los cuales acceden. Los adolescentes, ante esta actitud, se alejan y evitan hablar de estos temas con el adulto. El resultado es un vacío de referentes adultos con los que contrastar las ventajas y los inconvenientes de utilizar estas herramientas. En esta línea, actualmente estamos en condiciones de avanzar una serie de pautas específicas para que los padres ayuden a sus hijos adolescentes a utilizar – Abstinencia de una aplicación particular: si el uso de alguna aplicación es problemática, ésta debe dejarse de utilizar. Eso no significa que no pueda utilizar otras aplicaciones. Por ejemplo, si un adolescente tiene problemas con el Messenger puede continuar utilizando el correo electrónico o el navegador. – Fijar metas: se puede elaborar un horario realista que permita al adolescente organizarse el tiempo. Se puede elaborar un esquema de conexiones breves pero frecuentes. Disponer de un horario tangible puede permitir tener sensación de control. – Balanza de decisiones: podemos pedir al adolescente que haga una lista de los cinco principales problemas causados por el mal uso de Internet y otra con los cinco beneficios de estar desconectado o de abstenerse de utilizar una aplicación determinada. – Sugerir que cultive actividades alternativas: buscar otras actividades de ocio que motiven el adolescente y fomentarlas. Rescatar la red social del adolescente y buscar actividades preferentemente sociales. También se puede incentivar la familia para que participe en estas actividades. Por X. Carbonell y C. Graner Profesor y doctorando de Universidad de la Facultat de Psicologia, Ciències de l’Educació i de l’Esport Blanquerna, Universitat Ramon Llull. Abarca – Informarse sobre los instrumentos limitadores: hay una serie de programas que se pueden instalar al ordenador para bloquear el acceso del navegador a contenidos nocivos, para limitar el tiempo de conexión o para registrar las páginas Web visitadas. El problema, su uso descontrolado L as nuevas tecnologías de la información y la comunicación, como internet o el teléfono móvil, han crecido de forma espectacular durante los últimos años y se han configurado como medios habituales de entretenimiento, comunicación interpersonal y acceso a la información. La generalización de su uso en nuestra sociedad ha conllevado importantes repercusiones a nivel individual, social, tecnológico y económico, así como un considerable número de ventajas para la mayoría de las personas. Sin embargo, en determinados casos, su empleo inadecuado y abusivo puede comportar diversas consecuencias negativas, entre ellas, el desarrollo de una adicción tecnológica. En el contexto de las denominadas adicciones conductuales (adicción al juego, al sexo, a las compras, a la comida, al ejercicio físico; Brown, 1997), las adiccio- nes tecnológicas se definen como la dependencia psicológica y la pérdida de control de la conducta relacionada con el uso de diversos medios tecnológicos (como internet, el teléfono móvil, los videojuegos o la televisión), y se caracterizan por la presencia de un conjunto de síntomas psicológicos y comportamentales (Griffiths, 2005). Entre ellos, cabe destacar la aparición de pensamientos obsesivos y recurrentes, la pérdida de control o incapacidad para limitar el tiempo dedicado a la conducta adictiva, la aparición de problemas a nivel interpersonal, social, familiar, laboral y/o escolar de la persona. En los casos más graves, el tratamiento puede requerir ayuda especializada y el empleo de técnicas conductuales específicas como el control de estímulos, el aprendizaje de técnicas de relajación y la exposición con prevención de respuesta (Echeburúa y FernándezMontalvo, 2006). Es importante resaltar que el uso problemático aparece con mayor frecuencia entre los jóvenes y adolescentes, siendo este sector de la población la que presenta mayores niveles de uso de las nuevas tecnologías y es, además, la más vulnerable a la aparición de diversas conductas adictivas. Por ello, la prevención primaria de este problema pasa por educar de forma temprana en un uso responsable de las mismas, proporcionando al menor o adolescente información completa en relación tanto a sus ventajas como a sus posibles riesgos. Igualmente relevante es el hecho de que las adicciones tecnológicas pueden constituir una vía de acceso para el desarrollo de otras adicciones, como es el caso del juego patológico, las compras compulsivas, la adicción al sexo y el desarrollo de parafilias (ej., realización compulsiva de llamadas obscenas) a través de internet o del móvil. Ello se ve favorecido por la facilidad de acceso, la inmediatez y, en algunos casos, el anonimato que estos nuevos medios tecnológicos proporcionan para participar en apuestas on line, realizar compras o acceder a pornografía (Muñoz-Rivas y Agustín, 2005). A modo de conclusión cabe señalar que, si bien las nuevas tecnologías representan un avance importante a nivel social y tecnológico, su uso descontrolado y abusivo es un problema cada vez más visible en nuestra sociedad. En este sentido, el estudio de la naturaleza, la prevalencia y las consecuencias de este nuevo fenómeno constituyen un ámbito de interés prioritario para investigadores y profesionales, así como un asunto social de primer orden. Por Muñoz-Rivas, M.J., Gámez, M. y Fernández, L. Profesores de la Universidad Autónoma de Madrid
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