Luisa Fernanda Yágüez Ariza . Psicóloga Clínica - Col: Nº M-10689 www.thesauro.com/lf.yaguez Tlf: 672030708 Impartida en el ciclo de Conferencias SOBRE POST-ADOPCIÓN ORGANIZADAS POR EL CENTRO DE PSICOLOGÍA DINÁMICA TH. REIK de Madrid el SÁBADO, 31 DE MAYO de 2008 Tema: “Cómo trabajar la identidad de nuestro hijo: sus diferencias y lo que queremos instaurar en él” LA CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD Para introducir el tema de hoy: LA CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD, quiero invitaros a que hagáis un ejercicio de recuerdo, de toma de conciencia acerca de cómo afectó en la definición de vuestra propia identidad, personalidad, carácter y forma de ser actual como adultos, vuestra pertenencia a un clan familiar en un país y cultura determinado, en un entorno de valores particular... De qué forma os han marcado los ... se parece a...... es igual de cabezota, listo, orgulloso que.... su tío, madre, abuelo..... Os pido que penséis en vuestro nombre de pila, las expectativas que creéis que se ponían en ello,... cuál es la historia de vuestro nombre? La sabéis? Sois lo que ellos esperaban? ... El haber sido hijo único, o el primogénito, el hijo de en medio, o el pequeño, como lo vivisteis? Os favoreció o desfavoreció a la larga en vuestra vida? Y también ahora ..., recordad vuestra adolescencia, vuestra edad del pavo, los intentos por autoafirmar vuestras creencias, valores, rasgos de carácter, contradicciones, ambivalencias y especialmente, vuestra rebeldía. Contra que os rebelasteis? Pudisteis hacerlo?, os dejaron?, había espacio en casa para hablar de estas cosas? Y después, qué os quedó de aquello? La identidad que hoy tenéis como adultos de qué está hecha? El estudio de los vínculos entre los padres y el hijo se ha centrado por entero en las necesidades de las criaturas, sin abordar los cambios que experimentan los padres al asumir su rol parental. Veamos: Los adultos deciden tener hijos en un momento en que se comprometen a establecer un hogar. Sin embargo, paradójicamente, después de tener consigo a sus hijos, los adultos se ven confrontados con aspectos no reconocidos de sí mismos en esos niños en proceso de desarrollo. La mayoría de los adultos somos conscientes de que nuestras percepciones infantiles con respecto a nuestros padres cambian y se vuelven mas complejas a medida que experimentamos la vivencia de nuestros propios hijos. Desde la mas temprana infancia, los hijos plantean a sus padres situaciones de emoción intensa. Si estas emociones abruman y desbordan a los adultos, éstos pueden quedar atrapados en ellas y corren el riesgo de reclutar a sus hijos para que les ayuden a afrontar la vida y su propio proyecto vital. La nueva conducta del niño del niño que crece, puede suscitar problemas mas o menos serios en alguno de sus padres si refleja un conflicto que estos no hayan resuelto en su propia vida. Por ejemplo, Si uno de estos adultos en su infancia fue un niño dependiente o dócil, puede identificarse fácilmente con un hijo sumiso que se encuentre en edad de latencia, y luego, tener terribles dificultades para manejar el surgimiento de una independencia rebelde en la adolescencia temprana de ese hijo. En tales circunstancias este padre/madre para poder responder a la independencia creciente del hijo, debe auto examinar sinceramente su propia experiencia de crecimiento y sus opciones de vida al respecto. Para dar curso a los cambios durante las transiciones en el ciclo vital de la familia, los adultos deben confrontar las discrepancias pasadas que tuvieron, como hijos, con sus propios padres y las que tienen actualmente con sus hijos en calidad de padres. Los ADULTOS INDIVIDUADOS, BIEN EMANCIPADOS son capaces de reconocer estos cambios en su papel de hijos adultos y pueden diferenciar el pasado del presente. La maduración de los vínculos con la familia de origen, aumenta la capacidad del adulto para tratar flexible y sanamente a su pareja y a sus hijos. En las familias NO DIFERENCIADAS, el hijo no se ve como un individuo en sí mismo, sino como una prolongación de las propias definiciones establecidas en la familia de origen de los padres y no elaborada en las etapas de la pareja. LA INDIVIDUALIDAD AUTÉNTICA puede definirse en parte por la capacidad de oír estas voces-impulsos dentro de uno mismo, es decir, saber lo que uno realmente quiere o no quiere, aquello para lo que es apto y para lo que no es apto. Parece que existen grandes diferencias individuales en la fuerza de estas voces interiores. La vida es una serie de elecciones continuadas que llevan implícitas el cumplimiento de unos objetivos, experimentar valentía o temor, sentimientos de responsabilidad, en fin, cada persona es en parte, su propio proyecto y se hace a sí misma. No es posible ningún tipo de salud psíquica a menos que la persona se acepte básicamente, se ame y se sienta respetado por los otros. A la salud psíquica del adulto se la llama diversamente: autorrealización, madurez emocional, individuación, productividad, autenticidad, humanidad integral, etc. Pero entonces, creo que estaréis pensando: cómo educo, formo y acompaño a mi hijo en la construcción de su identidad? Que difícil! Pues veamos algunas ideas: EL EQUILIBRIO ENTRE ESPONTANEIDAD Y CONTROL varía a medida que cambia la salud psíquica y la salud del mundo. La pura espontaneidad no es posible por que vivimos en un mundo que se rige por sus propias leyes no psíquicas. Es posible en los sueños, las fantasías, el amor, la imaginación, el sexo, los primeros estadios de la creatividad, el trabajo artístico, juego intelectual, asociación libre, etc. El puro control, tampoco es posible de forma permanente por que entonces la psiquis muere. Así pues, la educación debe ir dirigida hacia ambos objetivos: el de cultivo de los controles y el cultivo de la espontaneidad y la expresión. UN ENTORNO FAMILIAR TOLERANTE no significa que los adultos satisfagan en el hijo sus necesidades directamente, sino que creen la posibilidad de que él satisfaga sus propias necesidades, que realice sus propias elecciones, pudiendo pensar por sí mismo en las implicaciones o consecuencias que estas conllevan. En un momento dado, el niño debe aprender a satisfacer sus propias necesidades y deseos, no las de sus padres, y a hacerlo por sí mismo, en vez de depender de sus padres, que hasta entonces han actuado en su lugar. Debe renunciar a ser bueno por miedo o para conservar su amor y debe ser bueno por que él desea serlo. Debe descubrir su propia conciencia y renunciar a la interiorización de sus padres como única guía moral. Debe hacerse responsable y menos dependiente. El término INDIVIDUACION se refiere al progreso de la definición de uno mismo en relación con otros, desde el primer reconocimiento por el bebé de sus fronteras físicas con el cuerpo materno, hasta la definición inicial por el adolescente de su identidad frente a los padres y las posteriores experiencias del adulto que le obligan a reevaluar su identidad, dentro de las relaciones que establece a lo largo de su vida. El crecimiento entraña a la vez ganancia de lo nuevo y pérdida de lo viejo; esta es una dimensión importantísima del proceso evolutivo. La capacidad evolutiva de los padres para responder al complejo equilibrio de necesidades del hijo que “ya hace pinitos en la fabricación de su identidad”, es un elemento crucial para que esa criatura integre su self como algo separado y sin embargo, afectivamente conectado a ellos. Para que los individuos aprendan de sus experiencias se necesitan: - Un clima de seguridad, - un sentido de competencia personal y - la vivencia de cierto control sobre el propio ambiente. Quiero subrayar un aspecto muy importante a cuidar y tener muy en cuenta en la construcción de la identidad en las personas adoptadas: Es de la mayor importancia que los adoptantes puedan respetar el nombre propio de los hijos que reciben en adopción. El ser humano nace en un estado que le hace necesaria la existencia de otro ser humano, que le brinde cuidados que garanticen su supervivencia. Esta figura del otro deja marcas, la primera de ellas es el nombre propio. Nadie escoge su nombre propio, es algo que nos viene de otro. No se trata de una injusticia, se trata de un hecho estructural, así como necesitamos que el otro nos alimente, también necesitamos que el otro nos nombre. El nombre propio es la cifra de un conjunto de coordenadas culturales a las que estamos vinculados. El ser nombrado por el otro marca la primera base sobre la que el sujeto construirá su mundo subjetivo y también su identidad. Yo me llamo.... así nos damos a conocer en primera instancia. A los padres adoptivos les hacemos la recomendación de que respeten el nombre propio del menor que reciben en adopción, pues estamos convencidos que un padre adoptivo que puede respetar el nombre de su hijo, da con ello muestras de que lo puede amar incondicionalmente. De todas formas pensemos que la filiación entre los padres adoptivos y su hijo queda establecida en la medida en que el niño recibe los apellidos de los adoptantes, no hay que borrar el nombre propio. Si bien es cierto que los bebés que son adoptados no se identifican con su nombre, no tienen conciencia. Quienes debieran tener conciencia son los padres adoptantes y por lo mismo deben preservar este significante del origen. Tener siempre en cuenta que adoptar significa hacer propio lo extraño y esa es precisamente la esencia de la paternidad y maternidad adoptiva. Luego ya, el hijo a lo largo de su vida, tiene la tarea de integrar como parte de su historia, de su piel y de su identidad su propia historia de aquí y de allá donde nació y así poder crecer integrando, en vez de disociando; sumando en vez de restando; entendiendo cognitiva y afectivamente quien es, de quien es y de qué está hecho. Al preguntarse durante su infancia y a lo largo de toda su vida tal vez: Quien es? Surge : Quienes son mis padres? Aparece la pregunta por su nacimiento, el enigma de la gestación. Son preguntas del niño adoptado: - Quiénes son mis padres? - Por qué mi madre biológica no me quiso? - Qué es lo que no quiso de él? Cuando entendemos la experiencia del engendramiento, integramos en nuestra psiquis la noción de HABER SIDO PARIDOS. Experimentamos una experiencia de apego cuando nos sentimos cuidados por el otro. Cuando existe alguien lo suficientemente próximo como para traducir mis necesidades y aliviarlas. La adopción implica un proceso de FILIACION SIMBOLICA, en la que el niño se siente RECONOCIDO como hijo. Este reconocimiento en ocasiones no es simultáneo ni espontáneo... Cuando una persona sido parida, pero no cuidada o reconocida, busca de distintos modos, en especial mediante una formación de síntomas, hacerse cuidar y hacerse reconocer. El niño adoptado dice a sus padres adoptivos (con sus síntomas): “COMO VOSOTROS NO ME ENGENDRASTEIS, NECESITO QUE ME DEMOSTREIS CON VUESTRO CUIDADO Y VUESTRO RECONOCIMIENTO QUE YO SI SOY UN HIJO PARA VOSOTROS”. En la PRE ADOPCION: nos encontramos por lo general con la presencia de UNA HERIDA NARCISISTA EN LOS PADRES, especialmente en la madre. El trabajo analítico en esta fase está vinculado por lo general al duelo por el hijo imaginario. O en los casos de adopción en los que no hay infertilidad, trabajamos en el análisis del origen de esa necesidad de ser padres adoptivos, de tal manera que el niño a adoptar, cuando llegue a esta familia, pueda ser RECONOCIDO por lo que es, pudiendo ocupar un lugar lo suficientemente libre de FANTASMAS. Cuando falta este trabajo de duelo o de elaboración del deseo, los futuros hijos adoptados son convertidos en criaturas sobreprotegidas, con dificultad en la configuración de su identidad, pues están ocupando el sitio de un hijo Fantaseado, que se ha convertido en un fantasma y que nunca terminará de suplir. En el momento mismo de la Adopción: es importante que los padres estén en condiciones de crear UNA BASE SEGURA DE SOSTEN EMOCIONAL, Hay que cuidar el ENCUENTRO. Parte de este momento consiste en la difícil tarea de comunicar y explicar al niño su situación de adopción, poder entender y contener sus miedos ante vosotros que sois los extraños y ayudarle a metabolizar sus fantasías. Por ello recomendamos a los padres que antes de viajar se preocupen de conocer algunas palabras de su idioma, canciones de cuna típicas de su país, las rutinas diarias del niño, para que no viva con miedo esta experiencia de desarraigo de su entorno conocido al que lo sometéis cuando le adoptais. Es vital poner palabras durante el encuentro y en los primeros momentos de la convivencia. En la post adopción: La FILIACION SIMBOLICA requiere de un interminable trabajo de simbolización, de traducción entre significantes y significados. Debeis tener en cuenta que TODO PROCESO POST ADOPTIVO ES POTENCIALMENTE TRAUMATICO. Se escribe en la familia una historia que nunca tiene una escena final, que debe reelaborarse muchas veces. En el trabajo de adopción siempre serán temas de reelaboración: - No confundir la información con la verdad. - El abandono al que fue cometido el niño. - La continua necesidad del niño de comprobar el compromiso que tienen sus padres adoptivos con ellos, a quienes pondrán a prueba constantemente con sus problemas de conducta, dificultando la convivencia y con su “hiperactividad”. En la adopción la historia está siendo escrita a cada instante. Y debemos asumir que aunque todo vaya bien NUNCA PODEMOS DESHACER EL HECHO DEL ABANDONO AL QUE FUE SOMETIDO EL NIÑO, SIEMPRE TENEMOS QUE CONTAR CON ELLO COMO UNA HERIDA QUE FORMA PARTE DE SU IDENTIDAD. Luisa Fernanda Yágüez Ariza . Psicóloga Clínica - Col: Nº M-10689 www.thesauro.com/lf.yaguez Tlf: 672030708
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