“Temo por cómo será la vida de mis nietos”

VIERNES, 2 JUNIO 2006
JORDI BELVER
“Temo por cómo será
la vida de mis nietos”
Tengo 73 años, pero seguiré investigando mientras mis ojos me lo
permitan. Nací en Amsterdam: ustedes los del Barça nos deben media
Copa de Europa. Casado hace 48 años: ha sido el acierto de mi vida.
Mi padre fue camarero; mi madre, cocinera: yo soy izquierdista, pero
jamás comunista. Si no reaccionamos, nos suicidaremos como especie
NOBEL DE QUÍMICA POR SU INVESTIGACIÓN DE LA CAPA DE OZONO
PAUL CRUTZEN
AL FIN EL FIN
D
hábitos de consumo que provocan el calentamiento nos llevaría medio siglo según las estimaciones más optimistas, pero de momento
todas las tendencias de nuestro sistema apuntan no sólo a reducir emisiones sino en la dirección contraria: China e India se preparan
para su gran salto adelante que les hará disparar todavía más el consumo de gases fósiles y
no sólo eso.
–¿Hay más?
–Es que no sólo el CO2 calienta el planeta.
Yo recibí el premio Nobel de Química precisamente por demostrar que el abuso de nitrógeno en los abonos con los que fertilizamos
nuestros campos también daña la capa de
ozono y las aguas, y por tanto pone en peligro
nuestro ecosistema.
–¿Cómo?
–Los óxidos de nitrógeno provocados por
las reacciones catalíticas de los nitrógenos
fertilizantes dañan gravemente el suelo y
nuestras aguas y calientan el clima.
–Pero el abono es necesario.
–Apenas un cinco por ciento del que se derrocha. El resto va a parar a las aguas y a la
atmósfera. Este abuso ha hecho mucho daño
al ecosistema y a nosotros mismos.
–¡Qué le voy a contar de los purines!
–Pagamos las consecuencias de un desarrollismo agrícola que despreció el cálculo del
equilibrio del ecosistema.
–¿Cómo descubrió usted esa reacción?
–Yo quería ser astrónomo, pero me puse
enfermo el día del examen de ingreso y no
saqué buenas notas.
–¿Tuvo que repetir?
–Yo no tenía muchas posibilidades económicas. Habíamos pasado la guerra mundial
y eran tiempos duros para toda Europa. Mi
padre era camarero, y mi madre, cocinera en
un hospital. Acabé estudiando Ingeniería de
Puentes, porque me permitía cobrar en seguida un salario en prácticas. Entonces... Me
enamoré de esta señora que ve usted aquí...
En realidad, esta entrevista es a
los Nobel de Química Crutzen,
porque la señora Crutzen
interviene, encantada, en las
declaraciones del científico y
acabamos de tertulia familiar de
mesa camilla, auspiciada por la
Obra Social de La Caixa.
Hablamos del cambio climático
y Barcelona se ha asado unos
días sorprendida por una
propina precoz del tórrido
verano que nos aguarda, pero
también nos contamos cosas de
los nietos, de lo mucho que
trabajan, de lo que les gusta el
fútbol y de qué será de ellos... ¡Y
qué será del Barça si los mares,
como alertan los modelos de
predicción, acaban inundando
Holanda! La señora Crutzen
aboga por el uso masivo de las
bicis... ¡Qué agradable sería la
charla si no fuera porque tengo
ante mí a un premio Nobel que
me pronostica el fin del mundo!
–Encantado, señora Crutzen.
–... Y por eso busqué un trabajo en Estocolmo. El único empleo que encontré era de programador informático, una tarea incipiente
entonces. Yo no sabía ni en qué consistía.
–Pero acabó siendo un experto.
–Estudié programación y me especialicé
en programación informática para investigación científica en el Instituto de Meteorología de Estocolmo. Tras años de trabajo, vino
a consultarme un científico americano que
estudiaba los campos en la capa de ozono.
–La ciencia llamó a su puerta.
–Me apasionó el estudio y lo programé cuidadosamente. Pero me di cuenta de que la
teoría prevalente entonces sobre el calentamiento global estaba incompleta. Defendí
que los óxidos de nitrógeno liberados a la atmósfera por los abonos del campo también
dañaban la capa de ozono. Los óxidos reaccionan de forma catalítica con el ozono.
–Parece que acertó.
–Hoy es universalmente aceptado y el
Nobel me ha ayudado a que me escuchen.
–¿Seguía trabajando como programador?
–Dedicaba toda la semana a la programación porque era el salario con que mantenía
a mi familia. Los fines de semana, sin embargo, eran para mi investigación en química atmosférica, que acabó desvelando la responsabilidad de esos óxidos de nitrógeno en el calentamiento global.
–¿No tenía usted un equipo?
–Me ayudaron algunos colegas, desde luego, pero la verdad es que no tenía equipo que
siguiera mis intuiciones de forma sistemática, así que los fines de semana los dedicaba
yo solito a estudiar química atmosférica.
–¿A costa de qué?
–De mi familia y del Ajax FC de mis amores. Pero ahora pienso desquitarme con la
Copa del Mundo y ya le anticipo que los holandeses vamos a hacer un gran papel.
LLUÍS AMIGUET
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ebo preocuparme por el calentamiento global?
–Sí, porque es un hecho. En
los últimos treinta años las
temperaturas han aumentado
medio grado en el planeta.
–¿Es culpa de los humanos?
–Sí, porque desde que empezamos a extraer energía de los combustibles fósiles, los
humanos modificamos la atmósfera y la superficie terrestre y así empezó una nueva era
geológica que yo denomino el antropoceno.
–¿Y va a durar mucho el antropoceno?
–Eso es lo que me preocupa. Si no rectificamos nuestra agresión suicida contra nuestra
propia atmósfera, el planeta seguirá calentándose y en un siglo el nivel del mar puede elevarse hasta casi un metro.
–¿Y...?
–Francamente: temo por cómo será la vida de mis nietos en esas condiciones. Si no
cambiamos nada, seguramente mis nietos
tendrán que soportar hasta dos grados más
de temperatura media. Y las consecuencias
de ese calentamiento ni las imaginamos.
–¿Hay remedio?
–Yo no quiero dramatizar, porque las evidencias son bastante preocupantes como para no tener que dramatizar en absoluto. Pero
quiero que sepamos hacia dónde nos dirigimos como especie. Y todo lo que he aprendido estos años me avisa de que no vamos en la
dirección correcta.
–¿Qué sugiere?
–Sugiero que el interés político y estratégico de quienes dominan las energías fósiles está retrasando un cambio de paradigma energético que pone en peligro nuestro futuro como especie.
–¿Estamos a tiempo?
–Sí, estamos a tiempo, pero ya con muy poco margen de maniobra. Deberíamos reduccir en un 70 por ciento nuestro consumo de
gases fósiles. Cambiar significativamente los