08-tu.qxd 8 06/09/06 10:50 p.m. Page 1 Trama URBANA Suplemento de Justicia, Seguridad y Policiales del diario Hoy en la Noticia La Plata, jueves 7 de septiembre de 2006 Natascha en la TV “Me sentía como una gallina encerrada pero siempre pensé en cómo hacer para escapar” La austríaca que estuvo 8 años secuestrada dio una nota que fue difundida en casi todo el mundo. Habló de sus primeros días en el sótano, del hombre que la secuestró y de un fallido intento de fuga. También reveló detalles de su nueva vida: ”Lo primero que hice fue salir a tomar un helado” “Me siento bien”, dice sonriente. Son sus primeras palabras en público. La imagen de esta joven que esconde su rubia cabellera con un pañuelo es reproducida prácticamente en vivo y en directo por centenares de canales de televisión en todo el mundo. Es Natascha Kampusch -aunque no lo parezca-, la nena que tenía diez años cuando fue capturada a la salida de la escuela. Pero ya no es una nena. Como si conociera el medio, habla ante las cámaras segura de sus palabras, gesticula y hace breves silencios. Le cuesta levantar la mirada, aunque desde la producción aseguran que es porque está sensible a la luz. No es para menos. Hace apenas dos semanas que escapó de su captor después de permanecer encerrada en un sótano durante los últimos ocho años. fEN CAUTIVERIO “Siempre supe de lo que me perdía” Natascha reveló que durante los ocho años que estuvo cautiva en el sótano pensó de las cosas que se estaba perdiendo, como por ejemplo “un novio”. “Siempre traté de ser igual o mejor que las personas de fuera, sobre todo en lo que se refiere a la educación escolar. Siempre sentí que tenía una déficit. Por eso traté de aprender cosas”, confesó. Natascha hizo así su primera aparición pública, en la que aseguró que a pesar de lo vivido en todo este tiempo, se siente bien. Después de una breve presentación, agradeció e hizo su primera reflexión: “Yo estaba convencida de que me iba a matar y por eso pensé que lo mejor era usar mis últimos minutos de mi vida de manera útil para intentar hacer de algo: huir o hablar con él”. “Al principio estaba furiosa, con rabia. Tiraba las botellitas de agua que me acercaba y golpeaba las paredes del sótano”, indicó. Natascha relató que una de las primeras cosas que hizo tras haberse liberado, fue “salir a tomar un helado de incógnito”, disimulada y protegida por anteojos de sol, con un pañuelo en la cabeza y acompañada por un médico por las calles de Viena. La joven dijo haber disfrutado del viaje en subte hacia la heladería: “Estuvo muy bien poder sonreírle a todo el mundo sin que nadie me reconociera”. Sobre su vida en cautiverio precisó que durante los primeros seis meses no pudo salir ni una sola vez. “Recién después de ese primer medio año pude subir a la casa para lavarme”. La entrevista fue realizada por Christoph Feurstein, un periodista de 34 años que siguió el caso de Natascha desde el inicio, y que durante los ocho años que duró su desaparición había logrado crear lazos de confianza con la familia de la joven. Antes de que se diera a publicidad la entrevista, a una revista austríaca la joven adelantó parte de otro reportaje que será publicado hoy. “Sólo pensaba en escapar”, reconoció en declaraciones a la revista News. “Me sentía como una gallina encerrada. Siempre pensaba en cómo hacer para poder escapar. Pero no podía arriesgarme”, aseguró. Según Kampusch, Priklopil era muy paranoico y desconfiado. “Un intento fallido habría significado no salir nunca más del sótano. Tenía que ganarme su confianza”. “Estaba segura de que me iba a matar y pensé que lo mejor era usar mis últimos minutos de forma útil para hacer algo”, contó En otra entrevista la joven resaltó la desesperación y que su fuga fue como en “una película de acción”. Y además confesó que soñaba con “decapitar” a su captor. Natascha detalló el momento en que decidió escapar: “Estaba allí, detrás de la puerta del jardín y sentí vértigo. Me di cuenta por primera vez de lo débil que estaba. A mí me pareció una eternidad, pero en realidad fueron entre diez y doce minutos”, comentó. “Simplemente me fui y salté varias vallas. En medio del pánico di vueltas para ver si veía alguna persona. Primero toqué el timbre en esa casa, pero algo no funcionaba. Luego oí que había alguien en la cocina”. La mujer que la atendió “estaba tan sorprendida que no reaccionó enseguida”. Kampusch tuvo que insistirle: “No me dejó entrar. Me sorprendió, pero también hay que comprenderla”. La joven tuvo que esperar a la intemperie y con miedo a ser des- El fenómeno Natascha. Las revistas se agotaron y la entrevista televisiva marcó picos récord de audiencia cubierta y asesinada. “Ni siquiera podía esconderme detrás de un arbusto. Tenía miedo de que él matara a la mujer, o nos matara a las dos”. Kampusch le advirtió a la vecina que su captor podía matarla: “Pero a pesar de eso, a la mujer le preocupaba sobre todo que yo no pisara el pasto de su casa”. La mujer tampoco le prestó su teléfono y fue entonces ella misma quien alertó a la Policía. Poco después aparecieron dos agentes. “Les conté que había estado secuestrada. Me preguntaron cómo me llamaba, dónde nací, mi dirección, etc. Les contesté a todo. Ellos estaban desconcertados y repetían mi nombre, sacudían la cabeza, pensaban y decían: A mí no me dice nada el nombre”, recordó. Según reveló en más de una oportunidad intentó escapar de la casa. En una de ellas había querido saltar del auto: “Pero él me agarró y luego se puso a conducir de tal forma que sufrí golpes”, señala Kampusch. La última vez pudo. Y está viva para contarlo.
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