El problema de la basura ¿Cómo se acabará y - VenEconomía

VenEconomía
Vol. 25 No. 9 – Junio de 2008
Social
El problema de la basura
¿Cómo se acabará y cuándo?
A pesar de los esfuerzos de los
alcaldes de los cinco municipios de Caracas, que fueron
incluso criticados por el
propio presidente Chávez por
su incapacidad para resolver
el problema, lejos de desaparecer, la basura prolifera por
todo el país, especialmente en
las ciudades grandes como
Caracas. ¿Por qué resulta tan
difícil mantener el país
limpio? En primer lugar, falta
dinero, y los dólares están
escasos. En segundo lugar, la
infraestructura está
colapsada. Finalmente, la
población no pone de su
parte
En enero de este año, Nápoles, uno de los
destinos turísticos más populares de Europa, ocupó las primeras planas de los medios
internacionales cuando sus ciudadanos, cansados de ver y oler tanta basura podrida por
todos lados, tomaron cartas en el asunto y
empezaron a quemar la basura en las calles.
La ciudad entró casi en emergencia, y el cuerpo de bomberos anunció que no creía estar
en capacidad de controlar el fuego.
A pesar de que el problema de la basura en
Venezuela aún dista mucho del de Nápoles,
sigue siendo un problema muy serio, que
parece empeorar día a día, a pesar de que, del
Presidente de la República para abajo, todas
las autoridades competentes han prometido
hacer lo que sea necesario para resolverlo.
¿Qué garantiza que los venezolanos no sigan
el ejemplo de los italianos y empiecen a quemar basura en las calles?
La paciencia de los venezolanos ante la
ineficiencia de los servicios públicos es notoria. Aun así, ¿cuánto puede durar esta paciencia cuando en ciertas zonas ya no se puede ni caminar sin toparse con pilas de basura
que ha pasado horas en la calle al sol, bajo la
lluvia, a menudo en bolsas o contenedores
que han sido abiertos por personas
indigentes, perros o gatos realengos, y regadas por todas partes?
Muchas promesas, pocos resultados
Tras el programa Aló Presidente de noviembre de 2005, en el que el Presidente Hugo
Chávez criticó a los alcaldes de los cinco
municipios de Caracas por su incapacidad
para controlar el problema de la basura, se
tomaron ciertas medidas para intentar limpiar
el país, el cual estaba, literalmente, sumergido en basura.
El Ministerio del Poder Popular del Ambiente creó la Unidad Operativa de Derechos Sólidos, se invirtió más dinero en personal y
equipos para barrido y recolección de basura, y se anunció la modernización de la estación de colectora de transferencia de Las
Mayas, entre otras cosas. Sin embargo, el
problema no se ha atacado de raíz, y la basura
prolifera tanto en barrios pobres como en urbanizaciones pudientes. Las autoridades siguen haciendo promesas, pero las promesas
no se cumplen. ¿Por qué?
Según Darío Salas, miembro de la junta directiva de Cotécnica (la concesionaria que
opera en Chacao), el problema más importante que enfrentan las empresas recolectoras
de basura en Venezuela es la regulación de
tarifas. Desde que las tarifas fueron congeladas en 2003, se ha aprobado un único incremento del 15% en octubre de 2005. La inflación, sin embargo, no ha hecho sino aumentar (en marzo subió 3,2%, llegando a ser la
más alta de cualquier mes de lo que va de
siglo XXI), y el sueldo mínimo aumentó también; 282% entre 2003 (Bs.F.209,09) y 2008
(Bs.F.799,23).
“En Caracas se produce entre 3.700 y 4.000
toneladas de basura, y en Chacao unas 280 a
300 toneladas,” informa Salas. “Si los precios
están regulados, eso se refleja en el servicio,
quieras o no, porque las regulaciones afectan
el mantenimiento de los equipos, afectan el
personal y, por lo tanto, el servicio”. Obtener
dólares se ha hecho difícil también, y como
dijo Salas, “si tienes que comprar dólares en
el mercado paralelo, el costo se te va por las
nubes, y la inflación laboral y de los insumos,
los equipos, es mucho más alta de lo que publican los organismos oficiales.”
Desde 2003, la industria ha venido usando
“artimañas” para obtener más dinero. Una de
ellas, cobrar por “servicios ambientales”, por
ejemplo. Pero, esos cobros “fueron efectivos
en un momento dado para compensar a corto
plazo”, indicó Salas.
Según cifras publicadas recientemente,
Cotécnica estimaba pérdidas en el orden de
los Bs.F.8 millones para este año y Fospuca entre Bs.F.14-16
millones, sin tomar en cuenta el aumento de salarios del 1º de
mayo.
La regulación de tarifas, aunada a la dificultad para obtener
dólares para la importación y a un sistema de aduanas ineficiente
(las partes y equipos pueden pasar hasta cuatro semanas en La
Guaira) se traducen en que, no importa el número de camiones
que una empresa tenga, si no reciben el mantenimiento adecuado pueden dañarse y permanecer dañados mucho tiempo.
Ése fue el caso, por ejemplo, de los camiones roll-off/roll-on
de Cotécnica –los únicos capaces de cargar los contenedores
de 15 toneladas que suelen usarse en los centros comerciales–
que estuvieron parados por semanas esperando partes. (Al
menos dos de los cinco camiones de la flota deberían estar
operativos, supuestamente, para la fecha de publicación de
esta edición de VenEconomía.)
Para el público en general, esto se traduce en centros comerciales con olores desagradables, y en eventuales problemas de
salud. Aunque hay unos peores que otros, el Centro Plaza, en
Chacao, se considera el más grave según el público. El Concresa,
en Baruta, también ha tenido problemas serios, y el Sambil,
también en Chacao, incluso llegó a poner basura en zonas que
originalmente estaban destinadas a la recreación, no pudiendo
evitar que el mal olor invadiera, irónicamente, la feria de comida.
El Recreo, en Libertador, que llegó a un punto crítico el año
pasado, resolvió su problema negociando con Proactiva para
que recogiera la basura dos veces al día. Cotécnica también
está ayudando al CCCT –cuya basura no huele dentro del centro comercial porque está afuera, pero sí inunda de mal olor a la
autopista– recogiendo su basura diariamente.
Cotécnica ha estado recibiendo apoyo del municipio Libertador que, dependiendo del día, tiene una flota de 51 camiones y
ha estado enviando entre uno y cinco al día a Chacao. La flota
regular de Cotécnica es de 15 camiones.
Una vez más, eso de que el número de camiones activos
dependa del día, tiene que ver con el número de camiones que
esté parado esperando partes o mantenimiento por falta de fondos. Sin embargo, y aun cuando la regulación de tarifas es un
problema muy serio, no es el único que afecta el servicio de
recolección de basura.
Problemas de infraestructura
Como se ha hecho ya del conocimiento público, la estación
de transferencia de Las Mayas, situada en Tazón, se ha convertido en un botadero de basura insalubre por falta de fondos
para actualizarlo y porque, en teoría, está abandonado y mal
manejado por la Alcaldía del Municipio Libertador, del que depende actualmente.
Las Mayas, es la única estación de transferencia de Caracas
o, mejor dicho, del municipio Libertador. Las estaciones de transferencia son los lugares donde los camiones recolectores normalmente van a descargar para poder volver a su ruta. En estas
estaciones, la basura se compacta y se transporta, en camiones
distintos a los recolectores, hasta su destino final, donde se
elimina. El destino final de la basura de Caracas es La Bonanza,
situada en Charallave, a unos 70 Km de las rutas de casi todos
los camiones recolectores de la ciudad.
“Todas las municipalidades usaban Las Mayas hasta que
Libertador decidió prohibirnos su utilización, aún cuando Chacao
tiene un terreno ahí,” aclaró Salas. “Como la estación de
Turmerito ya no está activa, eso quiere decir que un camión que
se tomaba una hora, hora y media, para salir de su ruta, ir a Las
Mayas y regresar otra vez a su ruta, ahora se toma seis o seis
horas y media para ir a La Bonanza y regresar,” agregó.
Si al problema de la distancia se le agrega el del tráfico, otro
gran dolor de cabeza en Caracas, un camión que podía hacer
dos o más viajes al día ahora puede hacer sólo uno.
Según Salas, cada municipio debería tener su propia estación
de transferencia, pero construir estas estaciones, incluso construir una, no va a ser una tarea fácil.
“La gente tiene la idea equivocada acerca de lo que son estas
estaciones,” acotó Salas. “Estas estaciones no tienen porqué
ser insalubres ni oler mal. La gente no tendría que ver la basura
o saber que las estaciones están ahí.” Sin embargo, gracias al
estado de abandono y de anarquía de Las Mayas, la gente cree
que “estación de transferencia” es sinónimo de “botadero”.
De hecho, aún habiendo obtenido permiso del Ministerio del
Ambiente para construir una estación de transferencia en Hoyo
de la Puerta, en Baruta, la Alcaldía tuvo que parar el proyecto,
porque una gran mayoría de residentes del municipio salió a la
calle a protestar, en febrero de este año, diciendo entre otras
cosas que no querían un basurero en su propio jardín.
“La gente tiene que ocuparse de su propia basura. Nadie
debería pretender que otros vayan a ocuparse,” indicó Salas,
agregando que, “es cierto que la Alcaldía Mayor está evadiendo algunas de sus responsabilidades, y una de ellas es construir y manejar estaciones de transferencia, usando
concesionarias y contratos, tal y como lo hacen con el relleno
sanitario. Cada municipio debería tener su propia estación de
transferencia, y nadie tendría porqué enterarse.”
Para ser honestos, muchos expertos locales han citado a
Nueva York como una ciudad en la que hay gran densidad de
población y muchas estaciones de transferencia que, en teoría,
no molestan a nadie. Sin embargo, y para citar sólo un ejemplo,
en febrero de 1999, los ciudadanos del municipio de Brooklyn
demandaron por problemas de contaminación, olores y normas
en sus estaciones de transferencia, y se negaron a aceptar los
planes para construir estaciones nuevas.
Según todos los expertos locales consultados, el tema de la
basura no es fácil, y Nápoles es un ejemplo.
Con todo y eso, Salas afirma –y otros están de acuerdo–
que tener una estación de transferencia en medio de la ciudad
facilitaría las cosas y seguiría siendo mucho más higiénico
que recolectar y botar basura como se está haciendo ahora en
Caracas.
VenEconomía Mensual / Junio de 2008
Social
Un problema de salud
En un día cualquiera, a cualquier hora entre las 6 a.m. y las 9
p.m., la Panadería Santa Eduvigis, en el municipio Sucre, está
llena de gente que compra, desde pan, hasta pizza y pollo
horneado. Muchos también comen ahí, toman café, té y jugos.
Cada día, la panadería produce suficiente basura como para
bloquear, literalmente, un espacio de estacionamiento y una
parte de la acera que le corresponde, con cajas, cáscaras de
huevo y conchas de naranja, entre otras cosas.
Según Adriano Calvo, dueño del negocio, la panadería recibió una carta de Sabenpe diciendo que si la basura no estaba
afuera a las 7 a.m., no iban a recogerla. Desde que recibió la
carta, la panadería ha estado sacando su basura a las 7 a.m.
todos los días. Sin embargo, y a pesar de que la hora estipulada de recolección es las 7:30 a.m., la basura puede estar ahí
hasta las 3 p.m. ó más tarde. Calvo dice haber visto camiones
recolectando basura cerca de su local alrededor de la medianoche.
Aunque puede no ser su culpa que la basura se quede ahí
por horas, sí es su culpa que esté ahí, regada, sin separar, sin
embolsar adecuadamente, o colocada en contenedores embolsada o no.
Una mañana cualquiera, a las 11 a.m., si hace sol, el pequeño
centro comercial completo, que incluye una carnicería, una farmacia, un mercado y una tienda de juguetes, huele a basura, y
para llegar a los comercios, los clientes deben pasar por encima
de la inmundicia que, para ese entonces, ya está podrida, llena
de moscas, otros insectos y, quizás, hasta roedores.
Como si eso no fuera poco, los clientes que están allí cuando
el mercado está recibiendo un pedido, tienen que ver pollo
fresco, vegetales y otros alimentos perecederos puestos en
cajas, en el piso, esperando para ser cargados en el elevador,
que está situado justo en frente de donde se deposita la basura.
La gente se queja del olor, pero la mayoría simplemente pasa
por encima del sucio, se sacude los zapatos por si algo se quedó pegado, y va a tomarse su café, comprar pan e incluso comprar los productos que vio en cajas de cartón, en el piso, al lado
de la montaña de basura en la que pululaban las moscas apenas
minutos antes.
“Nada de esto es bueno para el negocio,” dice Calvo. “La
gente se queja, y aunque yo no sé si esto ha ahuyentado clientes, se quejan, y eso es malo para nosotros”. Hubo un momento
en el que Calvo consideró pedir uno o más contenedores para
mantener la basura fuera del espacio que tiene dedicado para
eso (que tiene capacidad para almacenar dos días de basura, no
más). Al final, todos los comercios estuvieron de acuerdo en
que los contenedores ocuparían mucho espacio, y decidieron
no pedirlos.
Un poco más allá de la panadería, en la misma urbanización,
“Maiker,” como lo llaman los vecinos, es un popular vendedor
de quesos que estaciona su camión cada mañana al lado de un
pilón de basura que, a menudo, tiene que barrer y re-embolsar él
mismo, porque ha sido regado por indigentes y/o perros. Cabe
VenEconomía Mensual / Junio de 2008
mencionar que sus quesos no están, ni en cajas, ni en bolsas,
hasta que se venden.
“Le digo a los vecinos que metan su basura en bolsas y que
no la saquen tan temprano, pero me dicen que tienen que hacerlo, y a veces el camión no pasa hasta la tarde o está lleno ya
cuando pasa,” explica. “Yo no creo que haya perdido clientes,
porque son fieles, pero a veces sí huele mal y uno ve a la gente
poniendo mala cara.”
La verdad es que, aún si se quejan o ponen mala cara, la
mayoría de los venezolanos le prestan poca atención al problema de salud que podría representar una pila de basura podrida.
Los insectos pueden transmitir cualquier cantidad de enfermedades, al igual que los roedores, pero la comida en sí misma, si
se maneja inadecuadamente, puede resultar muy peligrosa, particularmente para los niños, que normalmente juegan con lo
que sea. La sangre de un pollo crudo, por ejemplo, puede contaminar cualquier otro alimento que toque, y transmitir salmonela.
El contenido de una lata de comida dañada, o la comida que se
pega a ella, puede causar botulismo. Y la lista sigue.
¿Cuán difícil puede ser educar al público?
Cuando se habla de educar al público acerca del problema de
la basura, lo primero en lo que se piensa es en el reciclaje. Los
ecologistas del mundo entero consideran que el reciclaje el una
excelente manera de minimizar el impacto de la basura sobre el
medio ambiente. Según Salas, el reciclaje podría reducir la producción de basura (en aproximadamente 20%, estima él), pero
no sería una solución en sí misma, especialmente si la gente no
separa sus deshechos o los pone en el lugar correcto.
“Chacao tenía un programa de reciclaje, y nosotros
(Cotécnica) seguimos teniendo los contenedores en Turmerito,”
indicó Salas.
Este proyecto, al igual que una campaña para educar al público y limpiar los barrios –que empezó en la década de los 90,
cuando Cotécnica trabajaba también en el municipio Libertador– estaba financiado y llevado a cabo por la propia compañía, y se detuvo cuando la regulación de tarifas afectó el flujo
de caja de la compañía, y las misiones proliferaron, llevándose
consigo el potencial de trabajadores. No sólo se paró el proyecto. El esfuerzo se perdió por completo, junto con los valores y la
ética que la compañía había logrado implementar.
“Habíamos logrado una cierta ética de trabajo,” recuerda Salas. “Fuimos capaces de limpiar los barrios con cuadrillas que
contratábamos para hacerlo, y estábamos educando a la gente.
Ahora... todo se paró, y hemos retrocedido unos 25 años en
materia de recolección de basura... Uno se imaginaría que alguien que se ha acostumbrado a vivir en un sitio limpio querría
seguir viviendo en un sitio limpio. Aquí, por lo visto, no es así.”
Según César Leones, un chofer que vive en La Machaca, en
Petare, la gente de su barrio saca la basura cuando debe, pero a
veces pasan 15 días sin que venga un camión, y eso considerando que él no vive tan arriba como para que se requiera una
chivita (un camión más pequeño, que puede llegar a donde los
grandes no llegan, pero de menor capacidad) para recoger su
basura.
La basura de la calle se recoge eventualmente. Las toneladas
que hay cerro abajo o en las quebradas, no.
“El problema es que la gente no sabe el daño que causa,”
puntualiza Salas. La gente bota basura donde sea, sin importarle el medio ambiente, la salud o ninguna otra cosa.
“Esa basura no es fácil de recoger, pero se puede hacer. Cuando teníamos nuestro programa, teníamos incluso cuadrillas recogiendo basura a rappel,” explicó Salas. Y agregó, que “la
efectividad del proceso de recolección depende de la producción y del barrido. Si el barrido no se hace adecuadamente, no
puede recolectarse adecuadamente... Esto se extiende al
reciclaje, porque si la basura se mezcla, se contamina.”
Con todos los beneficios que implica reciclar (entre ellos cuidado del medio ambiente y reducción de la basura que se produce) el proceso es costoso, aún si no se toma en cuenta el
costo de educar a la población.
“Se necesitan contenedores y camiones especiales para recolectar material reciclable,” afirmó Salas. “Si la gente reciclara,
en principio se vería una reducción en la basura, pero no en los
precios. De hecho, reciclar es más caro que no reciclar.”
Con todo y eso, y aunque no sea en el área de reciclaje, Salas
se muestra optimista respecto a la mejoría del servicio, al menos
en Chacao.
Sigue habiendo espacio para el optimismo
Aunque los problemas de las tarifas y la inflación no van a
desaparecer a menos que el Gobierno las flexibilice, hay otras
variables que sí pueden ser controladas por las propias compañías recolectoras.
Desde que el Instituto de Aseo Urbano (IMAU) desapareció
en 1993, y los servicios de recolección de basura se transfirieron a las distintas autoridades municipales, todos los municipios, salvo Libertador (el municipio paga por el servicio) otorgó
concesiones para encargarse del barrido y recolección de basura, y los usuarios pagan –o deberían pagar– en las oficinas
de la Administradora Serdeco, que se encarga también de reci-
bir pagos por electricidad. Sin embargo, como dijo recientemente el presidente de Fospuca, Néstor Luis Pérez Santaella, en una
entrevista con El Universal, “aquí el que contamina no paga.”
Gran parte del sector comercial está muy retrasado en los
pagos, y básicamente, 70% del servicio lo paga 10% de los
usuarios. El 30% restante lo paga el sector residencial. Con
todo y eso, sigue habiendo espacio para el optimismo.
Todo el que está relacionado con el tema de la basura parece
pensar que el problema puede resolverse si todas las partes se
sientan y logran un plan conjunto de acción. Recientemente,
las compañías que prestan el servicio acordaron hacer exactamente eso, pero según Salas, las reuniones con el Alcalde Mayor, Juan Barreto, no han arrojado ningún resultado favorable.
Cotécnica, sin embargo, ha llevado a cabo algunas acciones
por separado, para enfrentar el problema que les incumbe directamente: Chacao.
“Somos muy optimistas,” indicó Salas, “y puedo decir que,
en aproximadamente 15 días (finales de mayo) habremos resuelto el problema de la basura en Chacao, porque pudimos negociar un acuerdo con nuestros empleados en cuanto al contrato
colectivo y pudimos asegurar ayuda financiera del Municipio.
Esto va a ayudar a pagar repuestos, mantenimiento, mejorar las
condiciones de los empleados, y vamos a resolver el problema
de la basura en Chacao. En otras partes, no sé, pero en Chacao,
vamos a resolverlo.”
Al preguntarle por qué su compañía (fundada por su padre,
Jorge, en los años 60, y pionera en la industria de manejo de
basura en Venezuela) sigue peleando en un área que no que no
ha hecho sino arrojar pérdidas en los últimos años, Salas respondió que no es sólo que “eso es lo que hacen”. Tienen responsabilidades, contratos que cumplir, y un compromiso con la
comunidad. Otros involucrados en la industria han dicho lo
mismo. Entonces, ¿es negocio la basura? No por el momento,
pero es un reto que algunos están dispuestos a enfrentar, para
que Venezuela vuelva a tener la cara limpia. ¿Pasará pronto?
Nadie sabe, realmente, pero por los momentos, Salas sólo espera que Venezuela esté lo suficientemente lejos de Italia como
para que sus calles empiecen a arder.
Isabel Cristina Calcaño
VenEconomía Mensual / Junio de 2008