noviembre 2010 3 Cómo, por qué y para qué de las organizaciones políticas n.° 03 noviembre/2010 ÁGORA POLÍTICA es una publicación de circulación cuatrimestral, que aspira contribuir a los procesos de análisis al interior de las organizaciones políticas y busca fomentar y fortalecer el debate multipartidario en el Ecuador. Pretende, a través de su difusión, que dicho debate sea cada vez más plural, multisectorial y se extienda a toda la ciudadanía. Esta es una revista sobre política que es posible gracias a la fundamental colaboración de los representantes de las organizaciones políticas que conforman su Consejo Editorial; gracias a los actores políticos invitados a aportar con artículos y valiosas reflexiones sobre el ejercicio de la política en nuestra nación; y gracias al apoyo de IDEA Internacional y del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD), a través de Ágora Democrática. ÁGORA DEMOCRÁTICA (IDEA Internacional-NIMD) Ágora Democrática (IDEA Internacional-NIMD) es un programa conjunto de IDEA Internacional y del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD) en el Ecuador. Su principal objetivo es contribuir al fortalecimiento de la democracia, promoviendo la existencia de un sistema de partidos democráticos renovados y fortalecidos, que propicien la más amplia inclusión política y resulten conducentes para la gobernabilidad democrática y el desarrollo del país. IDEA INTERNACIONAL El Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) es una organización intergubernamental que impulsa la democracia sustentable en el mundo. Opera como vínculo entre aquellos que analizan y monitorean las tendencias democráticas, y aquellos involucrados directamente en las reformas políticas o que actúan a favor de la democracia de manera local o internacional. Trabaja con las democracias recién instauradas así como con las que ya están consolidadas, ayudando a fortalecer las instituciones y la cultura democráticas. NIMD El Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD) fue creado por los partidos políticos holandeses, en concordancia con la política de cooperación para el desarrollo del Gobierno holandés. Es un instituto de partidos políticos para partidos políticos, cuyo objetivo es apoyar los procesos de democratización en democracias jóvenes a través de los partidos políticos, pilares fundamentales de la democracia. El NIMD trabaja de una forma inclusiva y no toma partido por tendencia alguna. Las opiniones vertidas son responsabilidad exclusiva de sus autores y no comprometen a Ágora Política. Se permite la utilización de los textos previa indetificación de la revista Ágora Política. Se prohíbe la reproducción de fotos e ilustraciones. ÍNDICE Consejo Editorial Fernando Aguirre Diana Atamaint Dalton Bacigalupo Gina Godoy 9 Los partidos políticos: cómo, por qué y para qué Rafael Roncagliolo / IDEA Internacional Virgilio Hernández Lenin Hurtado Pablo Lucio-Paredes Irene Pesántez Germán Rodas Martha Roldós Vicente Taiano Cynthia Viteri Grupo consultivo Pepijn Gerrits 20 Lineamientos ideológico-programáticos de la CND Fernando Martínez / Concertación Nacional Democrática 29 De la partidocracia a los nuevos partidos políticos Juanita Bersosa / Movimiento Encuentro Democrático 35 Partidos políticos y democracia Rodrigo Borja / Izquierda Democrática Rafael Roncagliolo Ernesto Araníbar Editores 43 Organizaciones políticas: funcionamiento y perspectivas Luis Villacís / Movimiento Popular Democrático Gabriela Chauvin Cristhian Parreño 49 PAIS: opción de representación política para el cambio Ricardo Patiño / Patria Altiva i Soberana Diseño Oxigenio Fotografía 54 Por qué y para qué de las organizaciones políticas Freddy Bravo / Partido Renovador Institucional Acción Nacional Andrea Mejía 58 Fortalecimiento de los partidos políticos en el Ecuador Artista invitado Silvia Salgado / Partido Socialista Frente Amplio Handel Guayasamín 64 Las organizaciones políticas en la coyuntura ecuatoriana Impresión Lucio Gutiérrez / Partido Sociedad Patriótica Oxigenio ISSN 1390-5325 69 Cómo, por qué y para qué de las organizaciones 3.000 ejemplares políticas ecuatorianas Ágora Política es un producto de Marcelino Chumpí / Unión Plurinacional Pachakutik Nuevo País Ágora Democrática (IDEA Internacional–NIMD) Año 01. n.° 3, noviembre 2010 • Quito, Ecuador 73 ¿Partido o movimiento? Organizaciones políticas en el Ecuador Diego Ordóñez / Unión Demócrata Cristiana 80 “No podemos seguir dispersos los partidos políticos [email protected] por un lado y los movimientos sociales por otro” Entrevista a Dolores Padilla, representante de la sociedad civil Resúmenes Los partidos políticos: cómo, por qué y para qué 9 Artículo de introducción Rafael Roncagliolo El panorama de los partidos políticos, y de la política en general, es desolador. Partiendo de esta premisa, este artículo intenta responder las preguntas: ¿desde cuándo, cómo y por qué se produjo el notable deterioro en la imagen de los políticos y de la política? ¿Son indispensables los partidos políticos para la vida democrática o asistimos al nacimiento de una democracia sin partidos? ¿Qué es, hoy por hoy, un partido político? Pese a que existe un tránsito de la democracia de partidos a la democracia mediática, los partidos siguen siendo indispensables para construir genuinas democracias. Palabras clave: historia de los partidos, clasificación de los partidos, sistemas de partidos, democracia de partidos, democracia mediática. Lineamientos ideológico-programáticos de la CND 20 Fernando Martínez El Director de la Concertación Nacional Democrática (CND), Fernando Martínez, expone un texto trabajado por todos los integrantes de este movimiento a nivel nacional. En éste, se desarrollan los lineamientos ideológico-programáticos y principios de la CND, y la necesidad de replanteamientos económicos y políticos de fondo, hacia un modelo de integración pluralisa que “deberá articularse sobre la base del impulso al crecimiento de la economía; un crecimiento sustentable en términos ecológicos, sostenible en su capacidad de enfrentar los ciclos económicos y las turbulencias de una economía global”. Palabras clave: Corcertación Nacional Democrática (CND), institucionalidad pluralista, crisis de la política, perspectiva ideológico-programática, integración. De la partidocracia a los nuevos partidos políticos 29 Juanita Bersosa A través de una reflexión que parte de los registros de las reuniones de los militantes del Movimiento Encuentro Democrático (MED), la autora comparte las políticas, visión e ideología de dicho Movimiento. La acción política debe comprometer a todos los sectores, especialmente a los marginados de espacios de participación y decisión; por ende, el ideario del MED promueve la inclusión amplia, la garantía de la incorporación de los intereses, demandas y necesidades de todos los grupos, la ampliación de la democracia, la reivindicación de la política como derecho fundamental, entre otros principios. Palabras clave: Movimiento Encuentro Democrático (MED), inclusión, pluralismo, equidad, democracia. Partidos políticos y democracia 35 Rodrigo Borja Con sustento teórico, el autor recalca la importancia de los partidos políticos en el sistema democrático. Explica, por un lado, las diferencias entre partido y gobierno, y cuáles son los deberes de los partidos que llegan a ejercer la administración del Estado versus los roles que deben desempeñar los partidos que ejerzan la oposión. Por otro lado, el autor realiza una síntesis de la historia política de los partidos a través de la cual enfatiza y concluye sobre cuáles son las funciones de los partidos en nuestra sociedad y cómo, lamentablemente, varios partidos se han ganado su desprestigio. Palabras clave: partidos políticos, democracia, partidos de cuadros, partidos de masas, partidos de electores. Organizaciones políticas: funcionamiento y perspectivas 43 Luis Villacís El Movimiento Popular Democrático (MPD) sostiene que ninguna organización puede estar exenta de ideología; existen distintos matices en una filosofía de izquierda o en una de derecha, pero ninguna organización política, sea partido o movimiento, puede estar al margen o por encima de las clases sociales y su lucha. Sumado a ello, quienes en realidad pueden ser consecuentes con los intereses de los pueblos son las organizaciones nacidas del mismo pueblo, convencidas de la necesidad de ponerse plenamente al servicio de los trabajadores, de los pobres, que han sido secularmente traicionados y olvidados. Palabras clave: Movimiento Popular Democrático (MPD), partidos políticos, clases sociales, ideología, pueblo. PAIS: opción de representación política para el cambio 49 Ricardo Patiño En este artículo se plantea que el Movimiento PAIS fue una alternativa a la crisis política que se había generado en el Ecuador, en parte por la falta de legitimidad a la que habían llegado las instituciones, y en parte porque los partidos políticos ya no repre- sentaban a la ciudadanía. Se señala que con la llegada de Rafael Correa a la Presidencia se llegó al fin de dicha etapa y comenzó una distinta, con una nueva Constitución y una ley orgánica que regula el funcionamiento de las organizaciones políticas. También propone que debe surgir una cultura política y una democracia que promueva la sociedad del Buen Vivir. Palabras clave: Movimiento Patria Altiva i Soberana (PAIS), ley de partidos políticos, partidocracia, política de alianzas, Buen Vivir. Por qué y para qué de las organizaciones políticas Freddy Bravo Para el autor, es indispensable fortalecer las instituciones democráticas y los partidos políticos. La organización política es la 54 herramienta para promover la participación y generar riqueza y progreso. Dicha organización es nuestro derecho y obligación ciudadana. Existen coincidencias entre partidos de diversa índole, y hay casos en los que un prejuicio puede más que una verdadera razón. No existe la posibilidad de vivir aislados y la organización nace de una “motivación solidaria y comprometida” que defina “actividades coordinadas y consistentes para compartir convicciones políticas, ideológicas, culturales”. Palabras clave: organizaciones políticas, fortalecimiento de las instituciones, políticas de Estado, políticas gubernamentales, sociedad ecuatoriana. Fortalecimiento de los partidos políticos en el Ecuador Silvia Salgado Se establece en primer lugar una visión general sobre política, poder y organizaciones políticas; luego se resalta la necesi- 58 dad de fortalecer los partidos políticos, dado que, más allá de su institucionalidad, “son un instrumento para la acción que deviene en la conservación o transformación del orden establecido”. Los partidos políticos deben establecer la intermediación de las demandas sociales frente al Estado y procurar la garantía de la democracia y gobernabilidad. El proceso de reinscripción de las organizaciones políticas en el Ecuador debe ser una oportunidad para el fortalecimiento del sistema de partidos. Palabras clave: Partido Socialista Frente Amplio (PSFA), sistema de partidos políticos, política, poder, organizaciones políticas. Las organizaciones políticas en la coyuntura ecuatoriana Lucio Gutiérrez Mediante una interpretación sobre la coyuntura política ecuatoriana, se establece la necesidad de la reestructuración de las 64 organizaciones políticas incentivando el ingreso de nuevos militantes, especialmente jóvenes y mujeres, así como motivando la democratización de los procesos al interior de las mismas. En este artículo también se describe la estructura y funcionamiento del Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero (PSP), así como la visión ideológica, de la democracia y del país que tiene este partido. Se destaca, igualmente, la necesidad de las organizaciones de oposición. Palabras clave: Sociedad Patriótica 21 de Enero (PSP), reestructuración de organizaciones, nuevos militantes, organización interna de partidos, diálogo. Cómo, por qué y para qué de las organizaciones políticas ecuatorianas Marcelino Chumpí A partir de las nociones de Estado y nación, se analiza cómo las organizaciones políticas son imprescindibles para la 69 consolidación de una democracia. De igual forma, se reflexiona sobre la naturaleza del poder y cómo éste mueve los diversos intereses que luego producen conflictos entre comunidades o sociedades; dichos intereses se sitúan en el campo de la lucha de clases. El autor enfatiza que en lugares como el Ecuador, las relaciones sociales interculturales son imprescindibles “para el afianzamiento de los poderes sociales que luchan en masas para alcanzar el manejo del poder público popular o del ciudadano”. Palabras clave: Estado, nación, poder, lucha de clases, relaciones sociales interculturales. ¿Partido o movimiento? Organizaciones políticas en el Ecuador Diego Ordóñez En este texto se analiza la historia de las organizaciones políticas en el Ecuador desde la época republicana. Se explican cuáles son los elementos que definen a los partidos políticos y cómo la democracia se ha limitado en ciertos momentos a la participación electoral. Además, se plantea la necesidad de un modelo articulador de la mayoría de la sociedad, que pueda tener continuidad sobre todo en los cambios de gobierno, dado que las sociedades logran estabilidad mediante “la existencia y consistencia de un proyecto nacional, que es fruto y es sostenible por un sistema institucional de partidos”. Palabras clave: historia política del Ecuador, reinscripción de partidos, participación electoral, construcción de democracia, proyecto político nacional. 73 5 Presentación E n el quehacer político, la comunicación entre los actores de diversas tendencias es clave. La política está orientada al bien social, y fue en el ágora donde las personas, desde las antiguas ciudades griegas, establecieron las relaciones de intercambio tanto político como comercial, religioso o administrativo. Desde sus inicios, el ágora pretendió ser un espacio abierto, receptivo, de encuentro y comunicación. Ágora Política pretende convertirse en dicho espacio entre actores políticos y la ciudadanía, a través de ustedes, nuestros lectores. Son ustedes quienes hacen posible que esta revista de política, editada en su totalidad en el Ecuador, sea lo que pretende ser: el ágora incluyente, participativa y de comunicación entre quienes hacen política en nuestro país. Ustedes, con su interés y aportes, son parte imprescindible del desarrollo y del ejercicio político de nuestra nación. Reconocemos que entre las diversas tendencias políticas hay relaciones de índole variada: conflictivas, de cooperación, solidarias entre sí o de radical oposición. Pero asimismo existen coincidencias, pues comprendemos la política como una necesidad, un arte, como la manifestación de la actividad humana que participa, dirige, administra o gobierna en beneficio de la sociedad. Entendemos que la comunicación política no agota las formas de expresión, por ello incluimos en esta tercera edición la participación de nuestro artista invitado, Handel Guayasamín, quien ilustra la revista y se expresa en el espacio al que hemos denominado “Mural del artista”. La introducción al conjunto de artículos es elaborada por el politólogo peruano Rafael Roncagliolo, y en ella se compara la teoría política con la visión contemporánea de las organizaciones políticas. Los artículos del presente número provienen de muy importantes representantes políticos del Ecuador: Fernando Martínez presenta los lineamientos ideológico-programáticos del movimiento Concertación Nacional Democrática; Juanita Bersosa expone los principios del Movimiento Encuentro Democrático; Rodrigo Borja aborda la historia de los partidos políticos; Luis Villacís comenta acerca de la importancia de la ideología en las organizaciones políticas; Ricardo Patiño propone al movimiento Patria Altiva i Soberana como una nueva opción política; Freddy Bravo se expresa en torno al rol de las organizaciones políticas en la actualidad; Silvia Salgado escribe acerca de la política en general y del trabajo de las organizaciones de izquierda; Lucio Gutiérrez se refiere al papel de las organizaciones de oposición; Marcelino Chumpí comenta sobre las organizaciones políticas en relación con los conceptos de Estado y nación; y finalmente Diego Ordóñez escribe sobre las implicaciones de conformar un partido o un movimiento. Los textos concluyen con una interesante entrevista a Dolores Padilla, destacada representante de la sociedad civil, y con resúmenes de cada artículo en inglés y en kichwa, pensados para facilitar el acceso de muchos más lectores a nuestra revista. Cómo, por qué y para qué de esta revista Al preguntar a los representantes políticos de nuestra nación sobre el cómo, por qué y para qué de sus organizaciones, consideramos conveniente nosotros 6 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 también responder una similar interrogante. Ágora Política surge de la convergencia de actores políticos ecuatorianos de distintas tendencias que, en actitud democrática, participan en calidad de Consejo Editorial de la revista. El grupo consultivo y los editores somos parte de Ágora Democrática, programa conjunto de IDEA Internacional y del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD), cuyo principal objetivo es apoyar la consolidación de una democracia participativa, representativa y multipartidaria. Los temas que se han abordado en ediciones anteriores de Ágora Política corresponden a “Las nuevas reglas para las organizaciones políticas en el Ecuador” y al “Diseño democrático”, en referencia a las propuestas de la nueva Constitución y al Código de la Democracia. El tema monográfico del presente número surgió por iniciativa del Consejo Editorial, cuyo interés fue crear un espacio para que diferentes organizaciones políticas ecuatorianas expresaran su razón de ser en el nuevo marco de reinscripción de los partidos y movimientos políticos. Ágora Política fomenta el diálogo multipartidario y pretende, a través de su creación, producción y distribución descentralizada, aportar a la interacción de las organizaciones políticas y la sociedad civil, entre sí y dentro de ellas. Esperamos así contribuir al fortalecimiento de nuestra cultura política a través de una ciudadanía cada vez más informada, motivada y participativa. Los editores Mural del artista Handel Guayasamín Los partidos políticos: cómo, por qué y para qué IDEA Internacional L Rafael Roncagliolo Sociólogo, periodista y profesor universitario peruano. Asesor político para los países andinos y Jefe de Misión para el Perú, IDEA Internacional (2009-2010). Jefe para los países a imagen de los partidos políticos, y de la política en general, no podría estar más devaluada. Un cuento de los últimos años dice que un político se encuentra con un viejo amigo de sus tiempos escolares, algunas décadas después de haber salido del colegio, y que el amigo le dice: “Qué bien te ves, ¿a qué te dedicas?”, a lo que el político responde en voz baja: “Soy político, pero no se lo digas a mi madre, que cree que soy un honrado pianista de un burdel”. En medio de este paisaje desolador, que refuerzan a diario los medios de comunicación, surgen numerosas preguntas: ¿desde cuándo, cómo y por qué se produjo este notable deterioro en la imagen de los políticos y de la política? ¿Son indispensables los partidos políticos para la vida democrática o asistimos al nacimiento de una democracia sin partidos? ¿Qué es, hoy por hoy, un partido político? Las líneas que siguen, alimentadas por las investigaciones, diálogos y reflexiones en curso en el Programa de IDEA Internacional para los Países Andinos,1 insuficientes para responder a las preguntas anteriores, se proponen apenas explorar la definición y el lugar de los partidos en la historia de la democracia occidental. Para estos efectos, hay que colocarse en la perspectiva histórica de la llamada tercera oleada democrática, que ha venido desplegándose en América Latina2 durante los últimos treinta años. En el transcurso de estas tres décadas, se ha desarrollado la “superposición de dos pro- andinos, IDEA Internacional (2005-2009); Secretario Técnico del Acuerdo Nacional (2002 y 2004); Secretario General del movimiento cívico peruano Transparencia (1994-2002), y Presidente de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) (1995-1998). Autor de varios libros y artículos sobre comunicaciones, sistemas políticos y análisis electoral. 1 Agradezco las colaboraciones, en varias partes de este texto, de Kristen Sample, Alberto Vergara, Jorge Valladares, Carlos Meléndez y Rafael Cantoni, vinculados con diversas tareas de IDEA Internacional, así como las de Percy Medina, Secretario General de la Asociación Civil Transparencia. 2 Esta tercera oleada, la más extensa y duradera, se inició en 1978 con la elección de Antonio Guzmán en República Dominicana, y la de Jaime Roldós en el Ecuador. De ahí en adelante van cayendo los gobiernos militares que, a partir de Brasil en 1964, se habían hecho del poder en todos los países continentales de América Latina, con las excepciones de Colombia, Costa Rica, Venezuela y México. Estos cuatro casos excepcionales, por lo demás, son harto elocuentes: en Costa Rica no hay Ejército desde 1948. México vivía bajo un régimen de partido hegemónico, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que incorporaba en su seno a los jefes militares, régimen que terminó, tras siete décadas de gobierno unipartidario, con la elección de Vicente Fox en el año 2000. Los dos únicos países sudamericanos que no sucumbieron a esta oleada de militarismo fueron Colombia y Venezuela, ambos bajo la vigencia de sendos pactos políticos (el Frente Nacional en Colombia, el Pacto de Punto Fijo en Venezuela), suscritos luego de los gobiernos militares (Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez en Venezuela). Estos pactos de transición (similares al que existe en Chile desde la caída de Pinochet) consolidaron regímenes bipartidistas que 10 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ En medio de este paisaje desolador, que refuerzan a diario los medios de comunicación, surgen numerosas preguntas: ¿desde cuándo, cómo y por qué se produjo este notable deterioro en la imagen de los políticos y de la política? ¿Son indispensables los partidos políticos para la vida democrática o asistimos al nacimiento de una democracia sin partidos? ¿Qué es, hoy por hoy, un partido político? ” cesos: uno de consolidación democrática y otro de crisis de las modalidades de articulación y representación de intereses”.3 Esta superposición corresponde a la paradoja de que América Latina vive su período de democracia electoral más largo y con mayor cobertura geográfica, en contraste con una muy insuficiente e ineficiente democracia de ciudadanía (PNUD).4 ¿Qué es un partido? Minifalda o maxifalda Constituye un lugar común señalar el déficit de legitimidad que abruma a los partidos políticos, tanto en América Latina como en el resto del mundo. En consecuencia de tal déficit, existe una recusación bastante extendida a las formas parti- distas y al sintagma “partido político” por parte de diversos movimientos sociales y políticos que surgen como instrumentos de acción política alternativos a las tradiciones partidistas. Por ello, cada día aumenta el número de organizaciones políticas que prefieren llamarse movimientos.5 Sin embargo, cuando se habla aquí de los “partidos políticos”, se hace referencia a todas las organizaciones que compiten por ejercer el poder político a través de elecciones. Al llamarlas a todas ellas “partidos”, se realiza una operación de economía del lenguaje. Por lo demás, este entendimiento se ciñe a las definiciones de Epstein y Sartori,6 al limitar el análisis a las organizaciones que compiten electoralmente, que es, por cierto, la definición más restrictiva del término. Quedan fuera de estas consideraciones, por lo tanto, las organizaciones políticas que se proponen alcanzar el poder por medios distintos a las elecciones. Esta reducción, sin duda, es controvertible y controvertida. De hecho, se aparta de la concepción de Maurice Duverger, quien en su libro clásico sobre los partidos, considera partido a todo grupo humano que se propone “conquistar el poder político y ejercerlo”.7 Y también de Dieter Nohlen, quien considera que partido es “en la acepción más general del concepto, un grupo de ciudadanos del mismo parecer que se han fijado como objetivo hacer valer sus ideas políticas comunes”.8 Juan Abal Medina, después de revisar las definiciones estrechas, amplias e intermedias existentes en la literatura contemporánea, opta por considerar que “un partido político es una institución, con una organización que pretende ser duradera y estable, que busca explícitamente influir en el Estado, generalmente tratando de ubicar a sus representantes reconocidos en posiciones de gobierno, a través de la competencia electoral o procurando algún otro tipo de sustento popular”.9 Alcántara y Freidenberg definen al partido como una organización compleja: “sistemas que cuentan con un conjunto de reglas y normas, que establecen el tipo de interacción que debe darse en el interior del mismo y en relación con el entorno (…), que compiten por ganar el control de sus Rafael Roncagliolo cuerpos de gobierno e influencia sobre la vida partidista, entre otros aspectos”.10 De manera que es por razones estrictamente prácticas que simplificamos aquí la referencia, a pesar de preferir una definición maximalista de la democracia, que resulta más coherente con la definición amplia de partido. Pero, al hacerlo, es menester llamar la atención sobre la simplificación que ello implica. Una mala palabra En el nacimiento de las tres democracias fundacionales contemporáneas, encontramos grupos parlamentarios enfrentados con propuestas antagónicas: en Francia (girondinos, jacobinos, nacimiento de la geometría de “derecha” e “izquierda”); en los Estados Unidos (federalistas y republicanos); y aún antes, en Inglaterra (Whigs y Tories).11 Para Max Weber, la historia de los partidos políticos se remonta a la Antigüedad y, en particular, a la Edad Media, con las confrontaciones entre güelfos (partidarios del Papa) y gibelinos (partidarios del Emperador); pero, como señalan Duverger y Sartori, los partidos, en el sentido común de hoy, se caracterizan por la participación electoral y la acción masiva, por lo tanto, tienen que ver con la extensión del sufragio durante el siglo XIX.12 dieron estabilidad a los gobiernos civiles, al costo de una exclusión política (y, por lo menos en Venezuela, de una corrupción generalizada), por lo que se derrumbaron casi al mismo tiempo (en Venezuela con la segunda elección de Rafael Caldera, en 1992; en Colombia con la Constitución de 1991). 3 Marcelo Cavarozzi y Juan Abal Medina, El asedio a la política, los partidos latinoamericanos en la era neoliberal. Buenos Aires: Konrad Adenauer Stiftung & Homo Sapiens, 2002: 9. 4 La distinción entre democracia electoral y democracia de ciudadanía, utilizada en el Informe del PNUD sobre la democracia en América Latina, invita a pensar la democracia como un sistema político y social y no sólo como un régimen electoral. Este entendimiento rompe con las definiciones minimalistas y procedimentales de la democracia como mero mecanismo de designación de gobernantes, en la tradición que se remonta a Schumpeter y Weber. Se afirma, entonces, una perspectiva maximalista y sustantiva, en la que la democracia implica tres dimensiones: origen democrático de los gobiernos (democracia electoral), funcionamiento democrático (Estado de derecho) y resultados democráticos (disminución de la pobreza y de las desigualdades). En la aludida dirección maximalista y sustantiva, la democracia consiste en el despliegue de los derechos de ciudadanía tal como fueron adoptados por la Organización de las Naciones Unidas en la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, y desarrollados por Thomas H. Marshall en sus conferencias de 1949 (José Nun, Democracia, ¿gobierno del pueblo o gobierno de los políticos?, Buenos Aires: Fondo de 11 “ Para Max Weber, la historia de los partidos políticos se remonta a la Antigüedad y, en particular, a la Edad Media, con las confrontaciones entre güelfos (partidarios del Papa) y gibelinos (partidarios del Emperador); pero, como señalan Duverger y Sartori, los partidos, en el sentido común de hoy, se caracterizan por la participación electoral y la acción masiva, por lo tanto, tienen que ver con la extensión del sufragio durante el siglo XIX ” Cultura Económica, 2000, pp. 55 y ss.). Es decir, derechos de ciudadanía civil (derecho a tener un nombre, a contratar, a tener propiedades, etc.); ciudadanía política (derecho a elegir y ser elegido) y ciudadanía social y económica (derecho a vivienda, salud, educación, seguridad, acceso a la justicia). 5 En la legislación peruana, el término partido se reserva para las organizaciones políticas de alcance nacional y el término movimiento se deja para las organizaciones regionales y locales. 6 “Un partido es cualquier grupo político que se presenta a elecciones y que puede colocar mediante elecciones a sus candidatos en cargos públicos”. (Giovanni Sartori, Partidos y sistemas de partidos, marco para un análisis, segunda edición ampliada, Madrid: Alianza Editorial, 2005: 101). 7 Maurice Duverger, Los partidos politicos, México: Fondo de Cultura Económica, 1957: 15. Aunque esta frase no puede considerarse una definición del término partido político, pues Duverger, en rigor, no formuló ninguna definición del término (Sartori, ob. cit., 2005: 95). En todo caso, “Duverger, al enfrentarse con el problema de sus clases de 1953-1954, señala que la definición cambia con el tiempo (esto es, al ir cambiando los partidos), e indica que hace cincuenta años la definición correcta era la ideológica; la definición actual prevaleciente es la basada en la clase social, y la definición de los partidos por organización sólo tiene importancia para determinados tipos, especialmente los partidos comunistas (Sartori, ob. cit., 2005: 93). 8 Dieter Nohlen, Diccionario de Ciencia Política, México: Porrúa, 2006: 12 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 Partido fue originalmente una mala palabra, como vuelve a serlo hoy para muchos ciudadanos. Justamente Giovanni Sartori ha trazado una breve pero muy precisa historia de las connotaciones asociadas a la noción de partido político desde su aparición. Esta historia empieza con la asociación entre “partido” y “facción” –término este último odioso “desde la época romana hasta el siglo XIX”–,13 que atravesó el pensamiento político moderno, desde Maquiavelo14 hasta Montesquieu. La historia empieza a cambiar, sin embargo, cuando Voltaire afirma en la Enciclopedia: “El término partido no es, en sí mismo, odioso; el término facción siempre lo es”,15 con lo que “partido” empieza a emanciparse de “facción”. Luego, a finales del siglo XVIII, Burke es el primero que reivindica a los partidos y al gobierno de partidos; y quien, por cierto, nos proporciona una primera definición (idealista y normativa) de partido político, frecuentemente citada hasta hoy: “Un partido es un grupo de hombres unidos para fomentar, mediante acciones conjuntas, el interés nacional, sobre la base de algún principio determinado en el que todos están de acuerdo”.16 Ciertamente los padres fundadores de los Estados Unidos, Madison, Washington17 y el propio Jefferson (fundador del Partido Republicano)18 no sintonizaron con Burke, sino que condenaron a facciones y partidos, en el marco de la afirmación de una república que era entendida como antídoto a la democracia y sus excesos.19 Por su parte, sometidos a las urgencias de la guerra, al culto a la razón y al individualismo atomista entonces predominante, los revolucionarios franceses de 1789, girondinos como Condorcet, jacobinos como Robespierre y Saint-Just, así como todos los grupos, “mantuvieron la misma idea y hablaron con una sola voz: la unanimidad y la persistencia en sus condenaciones de los partidos”.20 De la condena va a pasarse a la resignación frente al hecho de los partidos políticos (o facciones, todavía para muchos autores). Como señaló Benjamin Constant en 1815: “No cabe la esperanza de excluir a las facciones de una organización política, cuando de lo que se trata es de conversar las ventajas de la libertad (…). Por ende, debemos esforzarnos por hacer que las facciones sean lo más inofensivas posibles”.21 Y todavía Alexis de Tocqueville, en 1835, a su regreso de los Estados Unidos, reconocía que “cuando los ciudadanos difieren entre sí en puntos que interesan por igual a todo el país, como por ejemplo los principios generales del gobierno, es cuando nacen verdaderamente lo que yo llamaría partidos. Los partidos son un mal inherente en los gobiernos libres”.22 De hecho, los partidos políticos se consolidaron a lo largo del siglo XIX, en concomitancia con la estabilidad de la vida parlamentaria y, sobre todo, con la extensión del sufragio. A fines de dicho siglo, la creciente fortaleza de los sindicatos llevó a la creación de los partidos socialistas, que se propusieron articular los intereses de ese sector específico de la sociedad. Al registrar esta expansión, Duverger distingue entre dos fases (que son también dos tipos) de orígenes partidarios: 1005. 9 Cavarozzi y Abal Medina, ob. cit., 38. 10 Manuel Alcántara y Flavia Freidenberg (coords.), Partidos políticos de América Latina, países andinos, México: Fondo de Cultura Económica / Instituto Federal Electoral, 2003: 18. 11 Whigs y Tories conforman el primer embrión de un sistema de partidos, en la medida en que vertebran la vida electoral y parlamentaria británica a partir del siglo XVIII. Los primeros sostienen que la autoridad política emana del pueblo y destacan la autoridad parlamentaria frente al monarca, así como la tolerancia religiosa y la defensa de las libertades. Los Tories, en cambio, creen en el origen divino de la autoridad monárquica y estuvieron fuertemente vinculados con la Iglesia anglicana (Duncan Townson, Breve historia de Inglaterra, Madrid: Alianza Editorial, 2004: 238 y ss.). 12 Duverger, ob. cit.: 15 y ss, y Sartori, ob. cit., 2005: 57. 13 Sartori, ob. cit., 2005: 28. 14 Aunque, como lo señala Sartori, Maquiavelo condenaba el efecto de los partidos, reconocía, sin embargo, que la república (es decir, para nosotros hoy, la democracia), se alimenta del conflicto social, como lo advierte en un conocido pasaje en el que dice: “Creo que los que condenan los tumultos entre los nobles y la plebe atacan lo que fue la causa principal de la libertad de Roma, se fijan más en los ruidos y gritos que nacían de esos tumultos que en los buenos efectos que produjeron, y consideran que en toda república hay dos espíritus contrapuestos: el de los grandes y el del pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la desunión entre ambos…” Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tilo Livio, Madrid: Alianza Editorial, 2005: 41 y 42. 15 Sartori, ob. cit., 2005: 27. 16 Edmund Burke, Textos políticos, México: Fondo de Cultura Económica, 1996: 289. • Origen interno al sistema político: que corresponde a los partidos generados a partir a) del grupo Rafael Roncagliolo 13 parlamentario, el cual genera b) un comité electoral y c) edita o se apoya, cuando puede, en un periódico. • Origen externo al sistema político: que surge a partir de 1889, cuando los sindicatos británicos fundaron el Partido Laborista, en el marco del surgimiento de los partidos social-demócratas europeos. Luego habrá partidos generados a partir de confesiones religiosas, de grupos económicos, etc.23 Desde comienzos del siglo XX van a extenderse también la preocupación y el desaliento,24 por el nacimiento y desarrollo de las oligarquías partidarias, a las que se refiere el texto de Ostrogorki, de 1902,25 y el de Michels, de 1911.26 Poco antes, en la misma perspectiva de realismo político, Mosca había señalado que los gobernantes constituyen siempre una “clase política” que dirige a los gobernados. Y, muy poco después, Max Weber (amigo íntimo de Michels) iba a registrar el tránsito de la democracia parlamentaria a la democracia de partidos. Nostalgia: funciones clásicas Conviene recordar, aunque sólo sea telegráficamente, las funciones cumplidas por los partidos políticos durante las etapas primeras etapas de la democracia occidental contemporánea: • Búsqueda de la conquista y ejercicio del poder político, que es lo que define al partido y lo que hace importante y decisivo su carácter de “máquina electoral”. “ Los partidos políticos se consolidaron a lo largo del siglo XIX, en concomitancia con la estabilidad de la vida parlamentaria y, sobre todo, con la extensión del sufragio. A fines de dicho siglo, la creciente fortaleza de los sindicatos llevó a la creación de los partidos socialistas, que se propusieron articular los intereses de ese sector específico de la sociedad ” sociedad, a través de los llamados “clivajes”.27 Al hacerlo, los partidos suelen actuar como canales para la resolución pacífica de conflictos (dado que lo que define a la democracia no es la ausencia de conflictos sino, precisamente, la existencia de reglas y prácticas necesarias para su resolución pacífica). • Representación (agregación y articulación) de intereses y demandas, o sea inserción en la • Formulación y difusión de propuestas, que pueden partir o no de principios, doctrinas e ideologías (es decir, ideas convertidas en ideales por el compromiso activo de quienes las sostienen); lo que ha hecho tan frecuente en todas partes la clásica asociación entre partido y periódico. 17 En su Discurso del adiós, Washington advierte “del modo más solemne en contra de los efectos nocivos del espíritu de partido”, citado en Sartori, ob. cit., 2005: 41. 18 El Partido Republicano fundado por Jefferson es, en realidad, el antecesor del Partido Demócrata de hoy, mientras que el actual Partido Republicano tienen sus antecedentes en el Partido Federalista de Hamilton. (Samuel Eliot Morison y Henry Steele Commager, The growth of the American Republic, Nueva York: Oxford University Press, 1961: 353). 19 Particularmente importante a este respecto es el artículo X de El Federalista, en el que Madison desarrolla el argumento de la distinción y oposición entre la democracia, que hay que evitar, y la república, que hay que construir. En este marco, critica frontalmente al “espíritu de partido”, atribuye su origen a “la desigualdad en la distribución de las propiedades” y llega a la conclusión de que “las causas del espíritu de facción no pueden suprimirse y que el mal sólo puede evitarse teniendo a raya sus efectos.” (Alexander Hamilton; James Madison y John Jai, El Federalista, México: Fondo de Cultura Económica, 2006: 37 y 38). 20 Sartori, ob. cit., 2005: 39. 14 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ A ciertos partidos les ocurre que, con el transcurso del tiempo, pierden su inserción en la sociedad, se alejan de ella y se dedican prioritariamente a moverse dentro del Estado (se circunscriben a las elecciones y al parlamento), lo que parece ser el caso de algunos partidos tradicionales latinoamericanos que, por así decirlo, se desplazan hasta casi coincidir con la esfera del Estado, alejándose de la esfera de la sociedad civil ” aparecen sucesivamente en la historia de los partidos y que pueden reducirse a cuatro modelos: • De notables, con base en comités, lo que “corresponde, más o menos a los partidos “burgueses” del siglo XIX, que sobreviven en forma de partidos conservadores y liberales”.30 • De secciones, generalmente basadas en el lugar de residencia, en lo que “la educación política de los miembros ocupa un importante lugar al lado de la actividad puramente electoral”,31 según el modelo de la socialdemocracia europea. • De células, por centro de trabajo, siguiendo el modelo leninista, como ha sido el caso de varios partidos de orientación marxista-leninista. • De masas, en forma de milicias, según el modelo fascista que se aplicó con las milicias de Camisas Negras de la Unión Revolucionaria. Existen innumerables criterios para clasificar a los partidos a partir de la primera taxonomía de Hume, que distinguió tres clases de facciones, según fueran basadas en intereses, en principios o en afectos.28 Otras clasificaciones tienen que ver con la orientación ideológica derecha o izquierda, o con varias otras dimensiones.29 Duverger señala distintas formas de estructura partidaria que Existe otra manera de clasificar a los partidos, según la cual cabe distinguir entre partidos ideológicos, partidos centrados en ciertos temas o issues (como los “verdes”) y partidos “atrápalo todo” (catch-all-party). Esta última es una categoría cada vez más frecuente y a la cual también se deslizan cada vez más los propios partidos ideológicos. Se trata de organizaciones que se orientan a recoger electores de manera indiferenciada en el conjunto de la sociedad y en cuya orientación lo táctico predomina sobre lo principista32 y la dimensión electoral sobre cualquier otro aspecto de la vida partidaria. Como también los antiguos partidos han tendido a transformarse en partidos “atrápalo todo”, la naturaleza misma del partido político se ha visto profundamente modificada. Un ejemplo extremo podría ser dado por lo que en Colombia se denomina “partidos de garaje” (que salen del garaje para la carrera electoral y luego regresan en la próxima competencia). 21 Citado en Sartori, ob. cit., 2005: 42. 22 Alexis de Tocqueville, La democracia en América, tomo I, Madrid: Alianza Editorial, 2002: 256. 23 Duverger, ob. cit.: 15 y ss. 24 Sartori, ob. cit., 2005: 59. 25 “La interposición entre el pueblo y sus numerosos mandatarios de terceros que no hacen más que ratificar las cosas, redujo al mínimo la responsabilidad de los elegidos ante sus supuestos “compromisarios” y puso el poder efectivo en manos de agencias electorales y de sus directores, los cuales, con el pretexto de servir a una opinión desorientada, se convierten • Formación política y debate de ideas en el propio seno de la vida partidaria, es decir, socialización política. • Movilización electoral y directa, para la expresión de los puntos de vista y/o intereses de la organización. Taxonomías para todos los gustos Rafael Roncagliolo También hay una polémica francamente variopinta acerca de partidos “del sistema” y “antisistema”. Baste con señalar aquí que un partido se considera antisistema cuando no acepta las reglas del juego y, por lo tanto, se propone cambiar, no sólo el gobierno sino el sistema de gobierno.33 La oposición a la política económica de un gobierno, por radical que ella sea, no hace a un partido antisistema. Otra manera de clasificar a los partidos puede basarse en sus relaciones con el Estado y la sociedad civil, a partir de la noción clásica según la cual los partidos nacen en la sociedad civil, la expresan y la articulan (función representativa) para influir y actuar dentro del Estado (función gubernativa), lo que puede ilustrarse así: 15 “ En suma, los partidos funcionan cuando, como ha ocurrido en Europa Occidental, mantienen una relación complementaria y equilibrada entre su función representativa y su función gobernativa ” A ciertos partidos les ocurre que, con el transcurso del tiempo, pierden su inserción en la sociedad, se alejan de ella y se dedican prioritariamente a moverse dentro del Estado (se circunscriben a las elecciones y al parlamento), lo que parece ser el caso de algunos partidos tradicionales latinoamericanos que, por así decirlo, se desplazan hasta casi coincidir con la esfera del Estado, alejándose de la esfera de la sociedad civil. En estos casos, puede decirse que la función gubernativa ha desplazado a la función representativa. Otras organizaciones políticas emergen con gran capacidad de agregación y articulación de sectores importantes de la sociedad civil, pero se quedan dentro de ella sin vocación ni capacidad para asumir orgánicamente la dirección del Estado y el establecimiento de planes integrados de políticas públicas. Son eficientes para expresar la protesta y la demanda pero no lo son tanto para darse una estructura orgánica y proponer políticas públicas. Al revés que en el caso anterior, aquí lo representativo es el todo y lo gubernativo se vuelve secundario. Finalmente, hay partidos que no tienen inserción social alguna ni aptitud estatal, que existen sólo para competir en elecciones, sea como clientela personal de un caudillo, sea como federación de caudillos de diferentes niveles. No tiene ni función representativa ni capacidad propia para la función gubernativa (por lo tanto, si llegan al gobierno, son más fácilmente instrumentalizados por los poderes fácticos). En suma, los partidos funcionan cuando, como ha ocurrido en Europa Occidental, mantienen una relación complementaria y equilibrada entre su función representativa y su función gobernativa.34 en los amos”, afirma Mosei Ostrogorski, La democracia y los partidos políticos, Madrid: Trotta, 2008: 25 y 26. 26 Mientras Ostrogorski piensa que los males de los partidos políticos son remediables dentro de la democracia, Michels es absolutamente pesimista y dice: “En la sociedad de hoy, el estado de dependencia que resulta de las condiciones económicas y sociales, hace imposible el ideal democrático” (Robert Michels, Los partidos políticos, un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna, tomo I, Buenos Aires: Amorrortu, 2003: 56). 27 “Clivaje” es un anglicismo, por cleavage, término inglés para escisión, 16 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ Cuando se habla del número de partidos no interesa tanto el número de partidos legalmente inscritos como el número de partidos “que cuentan”, es decir que tienen peso político real. Importa, en este aspecto como en todo lo que concierne al análisis político, no reducir la realidad a su dimensión jurídica ” Sistemas de partidos A diferencia del poco aprecio a los partidos por parte de los fundadores de la democracia contemporánea, hoy se suele afirmar que no hay democracia sin partidos.35 Así como una golondrina no hace verano, un partido solo no hace democracia. Se requiere un sistema de partidos, con alguna probabilidad de alternancia en el poder. Por sistema de partidos entendemos, con Dieter Nohlen, “la red de relaciones de los partidos que actúan en una sociedad, la cual puede ser descrita según diferentes características: número, relaciones de tamaño, distribución del poder, distancias ideológicas, esquemas de interacción de los partidos (verticalmente, entre ellos, y horizontalmente, con las clases sociales y los grupos de interés), grado de institucionalización, etc.”36 Sólo podemos hablar de un genuino sistema de partidos cuando existen dos o más partidos reconocidos por los ciudadanos como mecanismos división o fractura, con el cual se alude a los ejes de conflicto que oponen a los partidos entre sí, o que los partidos consideran sus raíces sociales en los procesos de confrontación (Nohlen, ob. cit.: 209 y ss.). 28 David Hume, Ensayos políticos, Madrid: Tecnos, 2006: 43-50. 29 Duverger, ob. cit., 31-33. Por su parte, Alcántara y Freidenberg proponen y aplican una guía para el análisis empírico de los partidos políticos que legítimos de representación (arraigo) y que, a su vez, se reconocen entre sí como interlocutores legítimos tanto en la competencia y conflicto (dimensión centrífuga) como en su capacidad para establecer acuerdos (dimensión centrípeta). La primera variable definitoria de un sistema de partidos es el número de partidos que lo componen, lo que permite distinguir entre sistemas bipartidarios, tripartidarios y multipartidarios.37 Naturalmente cuando se habla del número de partidos no interesa tanto el número de partidos legalmente inscritos como el número de partidos “que cuentan”, es decir que tienen peso político real.38 Importa, en este aspecto como en todo lo que concierne al análisis político, no reducir la realidad a su dimensión jurídica. Una segunda variable principal en el análisis de los sistemas de partidos es la distancia (inicialmente ideológica) que separa a los partidos entre sí, lo que permite distinguir entre sistemas muy polarizados y sistemas poco polarizados. En su amplísimo tratado sobre los sistemas de partidos, Sartori distingue, a partir del número de partidos, las siguientes clases de sistemas: 1. De partido único. 2. De partido hegemónico. 3. De partido predominante. 4. Bipartidista. 5. De pluralismo limitado. 6. De pluralismo extremo. 7. De atomización.39 Colofón Los partidos políticos, llámense cómo se llamen, se han vuelto indispensables para el funcionamiento de la democracia representativa. En rigor, la calidad de una democracia se mide por la calidad de sus partidos. Sin embargo, como hemos pretendido mostrar en estas líneas, no siempre fue así. incluye, en el ámbito externo, su funcionamiento como organización electoral, organización de gobierno y organización legislativa, y en el ámbito interno, su funcionamiento como organización burocrática y como organización voluntaria de miembros (Alcántara y Freidenberg (coords.), ob. cit.: 15-24). 30 Duverger, op.cit., 31. 31 Ibidem. Rafael Roncagliolo En el origen de los gobiernos representativos, los partidos eran vistos como una deformación. Es únicamente con la ampliación democrática de la representación, como consecuencia de la extensión del sufragio, que los partidos pasaron a ser protagonistas principales de la vida política. Así, el escenario principal se trasladó del parlamento a los partidos. En este nuevo paisaje cultural y político conspira contra el desarrollo de los partidos y sistemas de partidos. Sin embargo, no hay manera de introducir racionalidad en la competencia electoral sin la articulación de los partidos. Los partidos siguen siendo indispensables para construir genuinas democracias. Hoy en día, sin embargo, asistimos a una nueva mutación. Se trata del tránsito de la democracia de partidos a la democracia mediática (que Bernard Manin prefiere denominar “democracia de audiencias”) y, particularmente, a lo que Sartori ha denominado la videopolítica, que implica, entre otras, un conjunto de dimensiones que aquí sólo cabe enumerar: • Burke, Edmund, Textos políticos, México: Fondo de Cultura Económica, 1996. • Cavarozzi, Marcelo y Juan Abal Medina, El asedio a la política, los partidos latinoamericanos en la era neoliberal, Buenos Aires: Konrad Adenauer Stiftung / Homo Sapiens, 2002. • Duverger, Maurice, Los partidos políticos, México: Fondo de Cultura Económica, 1957. • Epstein, León, Political parties in Western Democracies, New York, Washington y Londres: Praeger, 1967. 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Alcántara, Manuel y Flavia Freidenberg (coords.), Partidos políticos de América Latina, países andinos, México: Fondo de Cultura Económica / Instituto Federal Electoral, 2003. 17 18 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 • Hamilton, Alexander; Madison, James y John Jai, El Federalista, México: Fondo de Cultura Económica, 2006. • Hume, David, Ensayos políticos, Madrid: Tecnos, 2006. • IDEA Internacional, La política por dentro, cambios y continuidades en las organizaciones políticas de los países andinos, Lima: IDEA / Transparencia, 2007. • IDEA Internacional, Países andinos: los políticos: Lima: IDEA, 2008. • • • Ostrogorski, Mosei, La democracia y los partidos políticos, Madrid: Trotta, 2008. • PNUD, La democracia en América Latina, hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Nueva York: PNUD, 2004. • Roncagliolo, Rafael y Carlos Meléndez, “Partidos y sistema de partidos en el Perú”, en: Rafael Roncagliolo y Carlos Meléndez (eds.) La política por dentro. 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Ha trabajado para el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones como consultor en estudios de rehabilitación de carreteras. Tiene amplia experiencia en construcción de edificios, almacenes, alcantarillado y viviendas. Ha trabajado para la Empresa de Obras Públicas de Quito en la elaboración de adoquinado y para el Fondo de Salvamento (FONSAL) en el mantenimiento de aceras y calzadas y en la rehabilitación de espacios públicos. Ingeniero Civil por la Universidad Central del Ecuador. os lineamientos ideológico-programáticos que planteamos se insertan en la caracterización del momento histórico que atraviesa el Ecuador de inicios del siglo XXI. Esta caracterización es crucial para identificar los “espacios de movimiento” de la organización política, para garantizar la efectividad de su presencia como actor político gravitante en la política nacional, y convertirse en referente para el aglutinamiento de fuerzas aliadas. Para realizar esta operación, es necesario mirar hacia la historia política reciente del país y advertir las tendencias que se proyectan en el futuro inmediato; en ese contexto, se define la proyección ideológico-programática, elaborada por todos los integrantes de la CND. Las transformaciones que se han producido en la historia política reciente del país (tres décadas si identificamos como relevante la ruptura histórica de 1978 como inauguración del sistema político moderno en el Ecuador), tienen que ver no solamente con cambios en la política nacional, sino también con profundas transformaciones en el escenario internacional. Las crisis internas han estado determinadas, en muchos casos, por las transformaciones del mundo que han impactado en los paradigmas de la política como forma legítima de regulación de las interacciones sociales. A nivel global, se han experimentado fundamentales transformaciones como la caída del Muro de Berlín y, con ella, la supresión de conflictos y del equilibrio de fuerzas organizado en torno al sistema de la Guerra Fría; las innovaciones tecnológico-productivas que han dinamizado las vinculaciones globales en las economías nacionales; el paso desde economías cerradas hacia economías abiertas con sus lógicas de desregulación y apertura; las migraciones crecientes, la generalización de la composición multicultural de la sociedad; y la vulnerabilidad ambiental. Estas transformaciones radicales han desatado crisis y conflictos globales: ingobernabilidad, terrorismo, deslegitimación de las instituciones políticas, partidos, parlamentos, gobiernos, etc.; son expresión y al mismo tiempo alimentan cambios radicales y profundos en la estructura de las relaciones sociales y políticas; la crisis de la política obedece a la incapacidad de actores e instituciones para adecuar Fernando Martínez sus líneas de intervención a la radicalidad de estas transformaciones. En el contexto nacional, la crisis de la política aparece como incapacidad de dar respuesta a los impactos que estas transformaciones presentan en la sociedad, en la economía y en la política; la iniciativa política tanto de instituciones como de los actores ha demostrado un serio retraso en este nivel. Los distintos intentos de reforma política expresados en las formulaciones constitucionales de 1978, la reformas de 1998 y ahora la Constitución de 2008, más que ofrecerse como sistemas institucionales dispuestos para reducir complejidad y canalizar la participación democrática, se han mostrado como generadores de mayor complejidad, retroalimentando la gravedad de las crisis y los desarreglos institucionales. En este contexto, los fantasmas de la política tradicional (caudillismos, clientelismos, populismos de distinta clase) reaparecen con renovado vigor comprometiendo la posibilidad del desarrollo de una democracia madura, consciente de las dificultades y dispuesta a potenciar la emancipación y autonomía de las individualidades y colectividades que componen la realidad del país. Concertación Nacional Democrática (CND) ha logrado afirmarse en el contexto de estas complejidades, desarrollando una propuesta de defensa a ultranza de los principios y valores de una democracia madura; ello ha caracterizado a su accionar y a sus posturas. Y es en fortalecimiento de esa orientación política que se inscriben nuestros lineamientos y nuestro programa ideológico-programático. 21 “ Las transformaciones que se han producido en la historia política reciente del país (tres décadas si identificamos como relevante la ruptura histórica de 1978 como inauguración del sistema político moderno en el Ecuador), tienen que ver no solamente con cambios en la política nacional, sino también con profundas transformaciones en el escenario internacional ” La crisis como fenómeno contemporáneo Seguramente el mayor impacto de las transformaciones globales está en las formas de acción e intervención política, las cuales han evolucionado sustancialmente. Ya no existen estructuras estables de integración social y económica en donde los actores sociales se articulen en términos de una propia identidad y puedan definir sus propias demandas, intereses, valores y expectativas. La política desde abajo pierde fuerza propulsiva y propositiva. Si la década de 1990 fueron años de intensa movilización de la sociedad con un fuerte tejido organizacional, para la primera década de los años 2000, dicha configuración está debilitada. El tendencial debilitamiento de la trama social y de sus expresiones organizativas se debe en gran medida a la ausencia de capacidad de propuesta para afrontar las crisis que han aparecido a partir del retorno de la democracia. La matriz de estos conflictos se encuentra en la crisis de la década de 1980 (años de reconfiguración de la democracia en el país con fuerte protagonismo del sistema de partidos), cuando entran en contradic- 22 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ La matriz de estos conflictos se encuentra en la crisis de la década de 1980 (años de reconfiguración de la democracia en el país con fuerte protagonismo del sistema de partidos), cuando entran en contradicción el modelo político intervencionista y concentrador diseñado constitucionalmente, y las lógicas de reconversión económicas y políticas dominantes a escala global que iban en dirección contraria ” ción el modelo político intervencionista y concentrador diseñado constitucionalmente, y las lógicas de reconversión económicas y políticas dominantes a escala global que iban en dirección contraria. La lógica política conducía a introducir mecanismos de desregulación en materia económica que planteaban para el Estado una transición desde la excesiva concentración e intervencionismo, hacia un modelo de regulación y orientación estratégica; un cambio institucional que nunca se efectivizó y que aparecía como demanda de reforma política, una demanda planteada desde entonces por muchas fuerzas que hoy integran la CND. Lejos de advertir esta nueva tendencia, los actores fundamentales de la política ecuatoriana de las décadas de 1980 y 1990 optaron por la resistencia y el rechazo a esta nueva línea. Después de la experiencia histórica del intervencionismo estatal tanto en la versión socialista o comunista soviética, como en las versiones social-demócratas que emergieron con fuerza y construyeron el llamado Welfare State o Estado de Bienestar, los perfiles de diferenciación entre Estado y sociedad se disolvieron. En el Ecuador, las fuerzas llamadas progresistas (del espectro de la centro-izquierda) como las fuerzas de la centro-derecha (comprometidas con el llamado ajuste estructural de la economía), se resistieron a ubicar, en esta nueva condición de la política, sus formas y mecanismos de intervención, sus propuestas programáticas, sus construcciones de valor. Desde el lado de la centro-izquierda, la resistencia y el bloqueo; desde la centro-derecha, una interpretación reductiva e instrumental del ajuste que los conducía a usufructuar de él sin modificar el carácter rentista y oligárquico del modelo económico tradicional. Este fenómeno desató la conexión entre dos formas de manifestación de la crisis política. Por un lado, la crisis de gobierno como expresión de bloqueo de fuerzas enfrentadas, que devino en la inestabilidad del crecimiento con secuelas graves de deterioro económico y social, con desprestigio creciente de los actores políticos (los partidos) y con la emergencia de una sociedad fuertemente movilizada y disruptiva con proyecciones de comportamiento anti-sistema y refundacional. Por otro, la crisis de gobernabilidad que se expandió y se generalizó hasta convertirse en una crisis de legitimidad de todo el sistema institucional. Esta fenomenología expresa la inexistencia de actores políticos de una necesaria reconversión ideológico-programática. En la actualidad, existe un modelo con fuertes orientaciones hacia la construcción de un sistema totalitario de partido único, con peligrosas tendencias a la instrumentalización y control de la participación social, con una función de legitimación y soporte del modelo: el sistema de partidos ha sido virtualmente arrasado, las formas de orga- Fernando Martínez nización social desconocidas, y se ha instaurado una lógica de la política desde arriba, esto es desde la institucionalidad política. Se ha instrumentalizado la institucionalidad para profundizar la desinstitucionalización del sistema político que ya se venía produciendo; un impulso que ha terminado por desvirtuar o debilitar la posibilidad de construir una democracia plural y efectivamente participativa. El modelo económico ya no integra un tejido social que posea bases sólidas en lógicas productivas relativamente integradas y autosostenibles; el modelo económico fragmenta y debilita el entramando socio-productivo, y conduce a una dependencia casi exclusiva de la capacidad de distribución de rentas desde el Estado, defendiendo de esta manera la lógica estructural de inclusión y control social. La Constitución de Montecristi diseña el andamiaje institucional del modelo totalitario (eliminación del principio de la división de poderes; alta discrecionalidad del poder público sobre el principio de la sujeción a la ley de todo acto de decisión, concentración de la capacidad de decisión en el Presidente de la República). La política desde arriba (arrasadas las formas sociales y políticas de organización autónoma de la sociedad) privilegia la lógica comunicacional y mediática con fines de performatividad social; se trata ahora de construir una sociedad de acuerdo con el modelo; la dimensión discursiva asume preponderancia, fuertemente empaquetada por una razón mediática que obliga al control de la comunicación. En su lugar emerge un concepto de democracia plebiscitara: en ausencia de estructura política institucionalizada, la política tiende a personificarse; la construcción de liderazgos fuertes aparece como compensación de la despolitización generalizada, los medios de comunicación son los espacios en los que se construyen los liderazgos, por lo tanto, la batalla mediática pasa necesariamente por control e instrumentalización. Esta es una lógica en la cual la democracia se vuelve delegadora y plebiscitaria, donde el control es relegitimado con la partición política de las masas indiferenciadas. 23 La necesidad de replantamientos de fondo La perspectiva ideológico-programática de la CND debe advertir estas líneas de tendencia pero no ahogar su intervención y proyección en la lucha coyuntural contra el modelo del Gobierno actual; debe aprestarse a detener esa operación desarrollando propuestas ideológicas y programáticas que preparen el sendero del nuevo ciclo político; su intervención deberá incidir en la construcción de referentes políticos con poder de convocatoria y aglutinamiento de fuerzas, pero debe incidir también en la construcción de los nuevos referentes de la política futura. La intervención y presencia mediática aparece central, pero también es necesaria la construcción de propuestas desde la trinchera parlamentaria que sienten las bases del nuevo modelo político alternativo al modelo totalitario y plebiscitario. Una tarea en la que, con dificultades, ya viene trabajando la CND y que deberá ser fortalecida. Hacia un modelo económico-político de integración pluralista El modelo económico deberá articularse sobre la base del impulso al crecimiento de la economía; un crecimiento sustentable en términos ecológicos, sostenible en su capacidad de enfrentar los ciclos económicos y las turbulencias de una economía global altamente intensiva en innovación tecnológica, en flexibilidad y variabilidad de sus distintos componentes financieros, tecnológicos y productivos. Un modelo volcado a la redistribución que premie su eficiencia y vuelva productivas y competitivas las actividades que en la actualidad componen las llamadas economías informales de sobrevivencia, de escasa capacidad productiva y acumulación y precarias condiciones de inserción de la fuerza laboral. Este tipo de sistema económico no podrá emerger si el modelo político no se adecua institucionalmente para garantizar las condiciones más idóneas que posibiliten el fortalecimiento de la capacidad empresarial privada, con una lógica de 24 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 rigurosa responsabilidad social y colectiva. Solamente una adecuada articulación institucional entre el modelo económico y el modelo político podrá sentar las bases de una sociedad efectivamente democrática y pluralista. Una sociedad abierta al mundo global, sólidamente sustentada sobre el fomento de la capacidad de formación, investigación y aplicación del conocimiento científico, dispuesta a promover el desarrollo de las capacidades humanas y el diálogo multicultural como premisa para el desarrollo de una democracia madura y fortalecida. Esta orientación programática podrá afirmarse a condición del impulso de una política económica que supere la dicotomía polarizadora entre lógicas expansivas y lógicas restrictivas de gasto público; una dicotomía o enfrentamiento que bloqueó y detuvo el crecimiento de la economía durante las décadas de 1980 y 1990. La superación de esta falsa dicotomía supone ajustar de manera más consistente las vinculaciones entre la función de ahorro y de financiamiento con la función de inversión productiva, y ambas con la orientación redistributiva del conjunto de la economía. Garantizar la generación de ahorro a partir de un adecuado uso de los excedentes de la economía de exportación de materias primas, en particular del petróleo, pero también de otras fuentes de la economía frente a la variabilidad de los ciclos económicos globales. Ello como mecanismo de aseguramiento del desarrollo humano, principal recurso de la economía que debe ser fomentado y promovido. La orientación de la política económica debe complementarse con una inteligente política de agregación y construcción de un bloque regional, que potencie las capacidades competitivas de las economías nacionales más allá de arcaicos alineamientos ideológicos que apuntan a reeditar el viejo sistema de la Guerra Fría. Hacia la construcción de una institucionalidad democrática pluralista La actual deriva autoritaria y totalitaria deberá ser revertida mediante la construcción de un sistema de partidos plural, que funcione como premisa para la adopción de decisiones políticas adecuadas al imperativo del crecimiento sostenido y equitativo de la economía nacional. Solamente la plena vigencia de un sistema de partidos plural y eficiente en su capacidad de canalizar deliberativamente las preferencias políticas de la ciudadanía podrá se soporte de una democracia madura. Ello supone la reconfiguración del sistema político, sustentado sobre los principios de la plena vigencia del Estado social de derecho, en el que se garanticen los principios constitucionales de la división y autonomía de los poderes públicos, de estricta sujeción a la ley, que apunte a la construcción de un sistema de la administración pública que sea suficientemente autónomo e inmune a las variaciones coyunturales y a las presiones de índole corporativa o política de corte inmediatista. En la coyuntura actual, se vuelve imperativo fortalecer la función de la representación política mediante el fortalecimiento de la Asamblea Nacional, dotándola de suficiente autonomía frente al Poder Ejecutivo, tanto en sus funciones de legislación como de fiscalización. Ello significa trabajar en dirección de la vigencia del principio de la división y autonomía de las funciones y de los poderes del Estado. La planificación del desarrollo deberá fortalecerse en su proyección estratégica, pero su efectiva vigencia deberá reposar sobre el principio de la corresponsabilidad entre las funciones Ejecutiva y Legislativa; la administración de Justica, y el control político y constitucional deberán articularse sobre su efectiva autonomía respecto a cualquier influencia de los poderes públicos a ser controlados y vigilados. Todo ello supone caminar en dirección al establecimiento de una propuesta consistente de reforma constitucional y legal que rediscuta los paradigmas constitucionales vigentes en todo aquello que significa su deriva autoritaria y totalitaria. La CND como actor político del cambio democrático La postura democrática de la CND deberá dotarse de la suficiente inteligencia para afrontar el Fernando Martínez desafío de la reinstitucionalización del país, como premisa para lograr los cambios en el modelo económico y político. La reinstitucionalización del país significa reconfigurar el sistema político, dotándolo de autonomía para receptar y procesar las demandas y propuestas que emerjan de los actores sociales y políticos, sin dejar de configurar su proyección estratégica, que es garantizar la vigencia de una sociedad plural, una economía sólida en crecimiento y con vocación hacia la equidad y la redistribución. La línea totalitaria apunta a desdibujar los perfiles de autonomía de la sociedad, de la economía, de la política, y a fusionarlos bajo una idea de comando único, en la figura del líder carismático y del partido único. La reinstitucionalización apunta a reconfigurar estas dimensiones de autonomía, sin que ello signifique diferenciaciones corporativas sino articulación de adecuados enlaces y flujos de participación política en cada uno de sus niveles organizativos. La idea y concepto de la Concertación como principio de la organización política debe ser interpretada o leída como lógica de las interacciones sociales y políticas que deben permear el sistema político reinstitucionalizado. Por ello, la Concertación –más que una orientación estratégica– es una postura táctica permanente de procesamiento de las diferencias políticas que componen toda organización política, y el sistema político como agregado institucional colectivo. La idea y el concepto de la Concertación deben ser vistos como un proceso permanente de intercambio político racional y razonable entre las partes; la unidad nacional será siempre unidad de diferencias que requieran ser procesadas, pero también mantenidas y fortalecidas a condición de que se acepten las reglas de juego de un proceso político democrático que sea asumido colectivamente. Las reglas de juego tienen que ser construidas colectivamente; jamás impuestas. Por eso la democracia que promueve la CND debe ser deliberativa, no impositiva, plebiscitaria o tumultuaria. La idea de la Concertación no debe ser asumida como promotora de una tregua social o instru- 25 “ El modelo económico deberá articularse sobre la base del impulso al crecimiento de la economía; un crecimiento sustentable en términos ecológicos, sostenible en su capacidad de enfrentar los ciclos económicos y las turbulencias de una economía global altamente intensiva en innovación tecnológica, en flexibilidad y variabilidad de sus distintos componentes financieros, tecnológicos y productivos ” mento de la despolitización generalizada de la sociedad; no persigue el “justo medio” ni se ubica en la ambigua posición del “centro político”. Concertación supone la potenciación de la política democrática; es una práctica política para tratar las complejidades de la política y para resolver nuevas y mejores condiciones para su tratamiento, en las cuales la sociedad avance en autonomía y libertad de movimiento. La Concertación será eficaz como organización en cuanto sepa reconocer en cada coyuntura el nivel efectivo de los conflictos y predisponer frente a ellos la suficiente fuerza e inteligencia para poder procesarlos. La Concentración, como organización política, supone el establecimiento de una adecuada relación entre su dirección y la cognición de los nive- 26 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ La reinstitucionalización del país significa reconfigurar el sistema político, dotándolo de autonomía para receptar y procesar las demandas y propuestas que emerjan de los actores sociales y políticos, sin dejar de configurar su proyección estratégica, que es garantizar la vigencia de una sociedad plural, una economía sólida en crecimiento y con vocación hacia la equidad y la redistribución ” les de conflicto que emergen de la diferenciación propia del desarrollo social y político; sobre ello, se mide su capacidad de propuesta, su fuerza como aglutinadora de tendencias, como difusora de programas y generadora de deliberación democrática. Esta orientación de alta política exige ser mediada por una fuerte intervención del conocimiento. El incremento de la complejidad social y sus derivaciones en la economía, en la sociedad y en la política demanda el desarrollo de la capacidad de propuesta y comprensión teórica sobre los distintos aspectos de la complejidad social en la cual interviene la organización política. Esta es la única posibilidad para impulsar una democracia deliberativa que aleje a los actores de la pretensión organizativa de copar y controlar todos los espacios de la vida social. Frente a las lógicas de control capilar de la participación social con fines totalitarios de reproducción del poder, la CND emerge como una organización de cuadros políticos que apela a la libertad de conciencia, de expresión y de participación de las masas. Para ello su postura es garantizar una democracia de procedimientos efectivos que permita la participación libre de la ciudadanía. La CND se postula como organización que interactúa permanentemente con otros actores políticos y con la ciudadanía; su nivel organizativo deberá acercarse más al de cuadros formados que defiendan propuestas y las conviertan en ideas movilizadoras que se traduzcan en poder político mediante la participación en procesos electorales limpios e imparciales. Su intervención será una acción paralela en el sistema institucional y también en la vida ciudadana, sin reeditar, a nivel de su organización, ninguna lógica burocrática, disciplinaria o totalitaria de adscripción o conducción política. Nuestros principios Nuestra organización política asume como principios básicos: la defensa de la dignidad del ser humano, el desarrollo integral de todas sus potencialidades y la garantía de sus derechos y libertades. Estos son los fines que deben guiar la organización de la sociedad, la economía y el Estado. Nuestra actuación política se orientará a lograrlos. Entendemos la dignidad humana como el respeto a los derechos humanos tanto individuales como colectivos de todas las personas, la igualdad ante la ley, la igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades. El derecho de ninguna persona puede ser obtenido a costa de los derechos de otra. El logro del bien común puede, en ciertas ocasiones, significar la necesidad de posponer intereses individuales. El conjunto de la sociedad tiene la obligación de reparar o indemnizar con justicia a quienes fueran por ellos perjudicados. Las personas que están en especial desventaja requieren atenciones y leyes que garanticen su real igualdad. Fernando Martínez Promover la dignidad humana incluye también cuidar de bienes comunes como seguridad, paz, justicia, desarrollo, cultura y naturaleza; reconocer que las libertades individuales y la democracia han aportado importantes beneficios a la humanidad; superar toda forma de discriminación, maltrato, agresión y violencia que perjudique a cualquier grupo de la sociedad. De la misma manera, nuestra organización política: • Reconoce el valor y la necesidad de la participación y la representatividad, las mismas que deben partir de la responsabilidad de las personas y en ningún caso puede reemplazar el adecuado funcionamiento del sistema político ni menoscabar el imperio de la ley. • Afirma la soberanía del Estado ecuatoriano, rechaza todo intento de poner a nuestro país al servicio de intereses extranjeros o la intromisión de éstos en nuestros asuntos internos. • Propone la integración plena e inteligente del Ecuador a la comunidad internacional, insistiendo en la necesidad de generar las capacidades internas que permitan a todos los actores de la sociedad vincularse y estar preparados para afrontar los desafíos de la emergente sociedad del conocimiento y de su responsabilidad frente al cambio climático. Entendemos a la política como una dimensión de servicio a la que estamos llamados a participar, en un espíritu de generosidad y de lucha contra toda forma de abuso, opresión e injusticia. Y para la construcción de una sociedad de bienestar integral. Por ello, nuestra actividad política se orientará a: • La defensa de los valores de la democracia, entendida ésta como la forma de gobierno y de convivencia social intercultural que, partiendo de la igualdad política de todos los ciudadanos, garantiza que éstos participen en la toma de decisiones y que para ello dispongan de información adecuada, de espacios de deliberación respetuosos, de libertad para organizarse políticamente. • La búsqueda de la concertación, es decir, la deliberación y la articulación de posiciones diver- 27 sas en pos de encontrar puntos comunes como el mecanismo básico para resolver los problemas del país. • La afirmación del pluralismo y el respeto a posiciones distintas, indispensables para la convivencia democrática. Nuestra organización política sostiene que la vida en conjunto debe caracterizarse por la equidad, entendida como: • La igualdad de oportunidades para el desarrollo integral de las capacidades de todas las personas. • El acceso equitativo a servicios públicos de calidad. • La atención adecuada a las necesidades de quienes tienen desventajas especiales. • El derecho de las personas de beneficiarse de su propio trabajo. • La eliminación de toda forma de discriminación. • Los deberes de todos los ciudadanos con responsabilidades frente al patrimonio natural y cultural para las generaciones futuras. Ello nos conduce a comprender que la actividad económica debe orientarse a producir la riqueza necesaria y garantizar una adecuada calidad de vida, en armonía con el entorno natural, de todas las personas. Es decir un desarrollo sustentable. Para ello, objetivo prioritario de la economía debe ser la generación constante de fuentes de trabajo, dignas, productivas y bien remuneradas. Por eso: • Creemos en el valor fundamental que tiene para la sociedad la función empresarial, la misma que debe ser estimulada y apoyada en el marco del cumplimiento de las leyes. Afirmamos la necesidad de respetar a la propiedad privada con función social. • Reconocemos al mercado como un sistema eficiente para asignar recursos en muchos campos. El mercado es un bien colectivo, que debe ser cuidado y regulado por el Estado y la sociedad, asegurando condiciones adecuadas de competencia y libertad y evitando prácticas monopólicas, oligopólicas o abusivas de actores públicos o privados. 28 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 • Afirmamos que la sociedad necesita varias funciones y servicios que deben ser garantizados por el Estado, entre estos, el imperio de la ley, seguridad, salud y educación de calidad para todos. Las empresas estatales y los servicios públicos deben estar al margen del proselitismo político y someterse a altos estándares de eficiencia, calidad y transparencia. • Consideramos al Ecuador un país diverso en cuanto a sus formas alternativas de desarrollo; consideramos a la autosustentabilidad, el cooperativismo y el asociativismo, entre otros, como formas válidas para satisfacer las necesidades humanas básicas y para el desarrollo de la solidaridad. Para el logro de estos fines, sostenemos la necesidad de construir un verdadero Estado de derecho. Aquello implica, entre otras cosas, desarrollar en el Ecuador un Estado: • Regido bajo el imperio de la ley, lo que exige instituciones sólidas, autoridades con firmes criterios éticos, leyes justas y de calidad. • Al servicio de la sociedad, cuya finalidad fundamental sea lograr el respeto y plena vigencia de los derechos humanos y la promoción de la igualdad de oportunidades para todos. • Controlado por los ciudadanos, que no caiga en el abuso del poder ni en la arbitrariedad; un Estado sometido a formas de fiscalización, transparentes e independientes. • Fundado en la independencia de poderes, alternancia en la representación y respeto a las minorías. • Respetuoso de todas las opciones religiosas y del espacio de la conciencia individual donde las personas asumen sus opciones sobre temas éticos, políticos y religiosos. • Pluralista, basado en la diversidad y fundado en la articulación de múltiples visiones y puntos de vista. • Unido, descentralizado, autonómico y solidario, que avance hacia niveles crecientes de autogobierno y autosuficiencia regional. • Capaz de una planificación integral que oriente un desarrollo equilibrado entre campo y ciudad, y que incluya un ordenamiento territorial que garantice la productividad y responsabilidad social y ambiental de todos los actores. Estos son los principios que nos llevan a organizarnos, basándonos en el respeto mutuo, la armonía con la naturaleza, la solidaridad, la productividad y la eficiencia. De la partidocracia a los nuevos partidos políticos Movimiento Encuentro Democrático E Juanita Bersosa Concejala por Cuenca para el período julio 2009 a mayo 2014 y Asesora de la Prefectura del Gobierno Provincial del Azuay en temas de participación ciudadana, rendición de cuentas y gobierno electrónico desde junio de 2007. Fue Presidenta del proyecto para la creación de la Fundación Universidad del Azuay para el Desarrollo Empresarial y Social (FUDES), y Vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de las Universidades Particulares del Ecuador (FEUPE) 2000-2001. Ingeniera en Sistemas y Máster en Administración de Empresas por la Universidad del Azuay. n el Ecuador hay un precepto que lo recorre de un extremo a otro, que lo repiten todos y que se ha convertido en un lugar común: “hemos vivido gobiernos de la partidocracia, estamos en contra de todos los partidos”. Vivimos en una democracia. Más aún, nuestra tarea es la constante ampliación de la democracia. Y esto significa la existencia de partidos políticos, tal como todas las constituciones lo reconocen en cualquier lugar del mundo. Los partidos políticos expresan la forma de ver el mundo y los intereses de los diferentes sectores de la sociedad, por eso son la constatación de que vivimos en una sociedad fundamentalmente diversa. Tenemos la responsabilidad de luchar contra toda forma de opresión y contra el conjunto de inequidades que sufrimos día a día. Los partidos políticos están allí para encabezar esas luchas contra las formas de opresión. El problema radica en que los partidos políticos en el Ecuador se convirtieron en grupos de presión, en camarillas al servicio directo de intereses reducidos, en la búsqueda del poder por el poder, al servicio del enriquecimiento. Los partidos le dieron la espalda al país y por eso el país les dio la espalda. El desafío ahora está en construir un nuevo tipo de partido político, en no escudarse en la idea de que ahora no haremos partidos sino movimientos, porque estos últimos sólo son el primer paso para desembocar en lo segundo y porque, de hecho, terminan por funcionar como organizaciones políticas. Necesitamos partidos con ideologías claras, al servicio de los intereses populares; con vida democrática interna constante e intensa; con reglas de juego claras; con la plena integración de los sectores populares en sus filas, no sólo como afiliados sino como integrantes activos que conduzcan la organización. El siguiente documento recoge, a partir de una reflexión personal, una serie de aportes que fueron sistematizados en varios debates y análisis realizados por los militantes del Movimiento Encuentro Democrático (MED), desde sus inicios en 2007 hasta la presente fecha, 30 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ Necesitamos partidos con ideologías claras, al servicio de los intereses populares; con vida democrática interna constante e intensa; con reglas de juego claras; con la plena integración de los sectores populares en sus filas, no sólo como afiliados sino como integrantes activos que conduzcan la organización ” con diferentes actores sociales y ciudadanía, en la definición del marco conceptual político que lo regiría. Espero que esta información contribuya al debate de lo que esperamos las ecuatorianas y ecuatorianos de los partidos y movimientos políticos, considerando las exigencias de la realidad política del país. El punto de partida fue el reconocimiento de que una democracia no puede ni debe consolidarse y funcionar sin la presencia de los partidos y movimientos políticos en calidad de interlocutores válidos entre la sociedad civil, Estado y Gobierno. Para ello, la estructura de los nuevos partidos y movimientos debe responder a la necesidad de contar con espacios políticos democráticos, transparentes y capaces de asumir con responsabilidad los intereses de los diferentes sectores de la ciudadanía como parte de su obligación y misión institucional. Los partidos y movimientos pretenden ser espacios inclusivos de debate y elaboración de propuestas, ello se relaciona con abrir las puertas a todos los sectores sociales, políticos y económicos para identificar los puntos de encuentro ideológicos que permitan la elaboración de propuestas colectivas de alto impacto social. La acción política opta entonces por el trabajo comprometido con todos los sectores, especialmente con aquellos marginados de los espacios de participación y decisión, desde los que se elaboran y ejecutan los contratos sociales para el desarrollo del país, región, provincia, cantón, parroquia y barrio o comunidad. Con base en esta opción política, los principios que constituyen el ideario del MED se ejecutan tomando en cuenta el interés superior de la diversidad y su derecho a la participación. Esta inclusión amplia garantiza también la incorporación de los intereses, demandas y necesidades de los diversos sectores en un plan de gobierno democrático que entiende que la corrupción, encarnada en las diferentes instancias de la sociedad y el Estado, ha boicoteado la unidad nacional con la presentación de propuestas regionalistas que atentan contra la necesidad de la descentralización y la desconcentración como mecanismos legítimos para redistribuir el poder y la riqueza; ha minado las bases de la democracia, convirtiendo a su institucionalidad en refugio de los más protervos intereses particulares y de grupo; y ha posibilitado que la crisis económica afecte cada vez más a los sectores más desprotegidos de la sociedad, en franco desmedro de un proceso de desarrollo a favor de las ciudadanas y ciudadanos. Juanita Bersosa Principios políticos En los debates surgieron casi a la par los principios sobre los cuales deberían sustentarse los nuevos partidos y movimientos con miras a responder a las exigencias políticas y ciudadanas: Ampliación de la democracia. Esto parte de considerar la democracia un sistema de gobierno eminentemente participativo e inclusivo, cuyo funcionamiento garantiza el ejercicio y goce de los derechos de todas las personas en todos los ámbitos de la convivencia y el quehacer humano. Este principio implica considerar la participación como la oportunidad para dinamizar procesos populares de inclusión y definir, a partir de sus demandas, sistemas de gobierno locales y nacionales que favorezcan el ejercicio y goce de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales. La apuesta del MED es promover la democracia en todos los niveles de la sociedad, desde lo público hasta lo privado, a través de una serie de mecanismos y espacios que permitan la participación directa y el fortalecimiento del tejido social, facilitando que las ciudadanas y ciudadanos decidan sobre su desarrollo personal y colectivo con legitimidad y de manera directa. El MED considera que, para la fase operativa de este principio, es indispensable crear mecanismos de información y comunicación que posibiliten a la ciudadanía contar con suficientes elementos de juicio para la toma de decisiones. Reivindicación de la política como derecho humano fundamental. El derecho a la participación política es parte del sistema de derechos fundamentales de toda la ciudadanía; y en esa media, también forma parte de las responsabilidades y deberes ciudadanos. Un sistema democrático debe, necesariamente, contar con espacios políticos organizados que impulsen y definan interlocutores legítimos cuya misión sea construir partidos y movimientos que encarnen las diferentes propuestas ideológicas que guíen el desarrollo del país. Visualizar a los movimientos y partidos políticos como espacios que construyen propuestas desde diferentes ideologías y lógicas políticas es parte del rescate de 31 una nueva democracia. Entendemos que, sin estas instituciones, la sociedad política no puede impulsar el crecimiento y funcionamiento de una sociedad civil organizada con la cual interactuar para la toma de decisiones y propuestas. En este sentido, la construcción de la sociedad civil se la hace desde la sociedad política; por ello, el MED nace para hacer política y ejercer el poder de acuerdo con los postulados y principios de la democracia participativa. “ El punto de partida fue el reconocimiento de que una democracia no puede ni debe consolidarse y funcionar sin la presencia de los partidos y movimientos políticos en calidad de interlocutores válidos entre la sociedad civil, Estado y Gobierno ” 32 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ La apuesta del MED es promover la democracia en todos los niveles de la sociedad, desde lo público hasta lo privado, a través de una serie de mecanismos y espacios que permitan la participación directa y el fortalecimiento del tejido social ” El MED considera que un poder democrático se construye y se ejerce con la participación amplia de todos los sectores para garantizar los derechos humanos fundamentales, especialmente de aquellas personas que, histórica y sistemáticamente, han sido marginadas de los espacios de decisión. Todo ello, enarbolando la bandera pro defensa de un quehacer político nuevo que implica, entre otros compromisos, construir y ejercer poder ciudadano desde la participación amplia, el respeto a la diversidad y la no violencia. Pluralismo. La inclusión social es una manifestación operativa del principio político del respeto a la diversidad y el pluralismo. El MED plantea estructurar un espacio pluralista endógeno y exógeno. El pluralismo interno o endógeno se construye con y desde principios democráticos entre quie- nes están dentro del movimiento, es decir, con las personas que constituyen el movimiento y su institucionalidad. Ellos son quienes comparten el ideario, y para ello, hay que garantizar canales de comunicación para escuchar, acoger y asumir las voces diversas que se levantan desde el interior del Movimiento. El pluralismo exógeno se construye con y desde principios democráticos con quienes están fuera del Movimiento; esta construcción se hace con las voces externas a la organización, las que lo alimentan perfeccionando su institucionalidad y sus objetivos políticos, para esto, se debe promocionar la participación de sectores y organizaciones sociales, económicas y políticas que compartan el ideario, o al menos con aquellas con quienes haya uno o varios puntos de encuentro o posibilidad de acuerdos. El límite al pluralismo está dado por los propios límites del ideario y sus principios, de tal forma que el espacio sea lo suficientemente amplio como para acoger la diversidad en ese marco ideológico y evitar el autocentramiento. La construcción y el crecimiento de la organización se realizarán cuidando los principios ideológicos hacia adentro y hacia fuera, puesto que la realidad social tiene diferentes percepciones y ésta siempre es fragmentaria, así como también es la unión de muchos puntos de vista de aquellos que comparten un gran marco. Por lo tanto, es importante rescatar –como eje central para el quehacer político– los diferentes puntos de vista, experiencias y enfoques dentro de los límites ideológicos que guíen una lógica inclusiva capaz de convocar a todas las ciudadanas y ciudadanos, actores de la construcción de intereses comunes al grupo. Equidad e igualdad de oportunidades. El reconocimiento y respeto de las diferencias y diversidades en la búsqueda de la justicia social implica crear las condiciones necesarias para lograr la igualdad de oportunidades de acceso de todas y todos al pleno empleo, la eliminación del analfabetismo, los procesos de una economía solidaria, entre otros objetivos, promoviendo la equidad en el nivel económico, social, de género, generacional, territorial, presupuestario, etc., considerando, Juanita Bersosa entre otros, criterios de distribución de la población y de la redistribución de la riqueza y el poder. Esto implica lograr la igualdad formal ante la ley de todos los sectores de la población a partir de reconocer sus diferencias sociales, que surgen de sus propias experiencias e intereses. El bien supremo que se protege con este principio es la libertad en todas sus manifestaciones, lo que incluye la posibilidad real de construir proyectos de vida, personales y colectivos, y la posibilidad cierta de llevarlos a la práctica con dignidad. Emancipación: oposición a toda forma de opresión. El MED plantea la oposición a todo tipo de discriminación y opresión basadas en las diferencias sociales, políticas, culturales, económicas o en razón de clase, estatus, género, raza, discapacidad, generacional, religión u otras. El respeto y defensa de los derechos, el reconocimiento de éstos como inherentes a la condición de todos los seres humanos por el hecho de ser personas, y la lucha por su vigencia en la cotidianidad de toda la ciudadanía forman parte de este principio que rechaza de manera expresa cualquier forma de desconocimiento a la “otra” o al “otro” como iguales. Este postulado amplía su alcance al nivel internacional, en el cual el país deberá construirse con bases de soberanía y capacidad de autorregulación, de acuerdo con los intereses que rigen los procesos a favor del interés general de la población a partir de sus diferentes necesidades e intereses. Armonía entre los intereses individuales y colectivos. Buscar el equilibrio en el plan de gobierno y la forma de gestión para una adecuada combinación entre los objetivos e intereses individuales y los colectivos constituye un reto principal que forma parte del ideario del MED. Para ello, se identificarán propuestas y políticas que avalen de forma paralela el ejercicio y goce de los derechos personales y colectivos. Las propuestas se diseñarán participativamente desde y con un enfoque integral que permita respetar la universalidad y la indivisibilidad de los derechos fundamentales y garantice procesos colectivos que den respuestas concertadas para el desarrollo de las ciudadanas y ciudadanos, y de los sectores diversos de la sociedad. 33 Modelo de Estado. Es indispensable la existencia de un Estado regulador, normador, que no deje al libre juego del mercado el equilibrio de los intereses colectivos e individuales. Un Estado que garantice, como su interés primero y superior, el bienestar de la ciudadanía como un derecho humano fundamental y que, para su vigencia, garantice además la creación de las condiciones sociales y económicas que permitan ejercer y gozar estos derechos en la cotidianidad ciudadana. Es indispensable un Estado que se sustente en la existencia autónoma de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, autónomos en sus estructuras y en equilibrio en cualesquiera de los niveles territoriales de incidencia. Ello cruza por crear fuertes estructuras de control que garanticen la transparencia de la utilización de los recursos estatales, sin supeditar su distribución a intereses partidistas o particulares. “ El MED plantea la oposición a todo tipo de discriminación y opresión basadas en las diferencias sociales, políticas, culturales, económicas o en razón de clase, estatus, género, raza, discapacidad, generacional, religión u otras ” 34 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 La estructura del Estado deberá ser capaz de dinamizar procesos de desconcentración hasta el nivel regional y de descentralización en las escalas regionales, provinciales, cantonales y parroquiales. Esto supone contar con un Estado construido sobre estructuras simples del régimen dependiente y del seccional, sin superposición de competencias, con funciones integradas entre sí y que conjuntamente mantengan presencia permanente en todos los espacios del territorio nacional. Conclusión La historia nos pone frente al reto de repensar y revolucionar el quehacer político como un derecho humano fundamental, con el fin de poner todo el talento y la voluntad al servicio de una nueva democracia, una nueva forma de Estado, una nueva economía y una nueva ética política. Es hora de apoyar de forma decidida y franca una propuesta alternativa al neoliberalismo que apunte a reactivar la producción, reducir la inflación y favorecer la inversión en desarrollo humano, a rescatar la democracia para los pueblos y a moralizar la nación. En este contexto, las tendencias socialistas de izquierda toman fuerza como ideología política y como una alternativa en cuyo marco es posible trabajar por una sociedad en la que los intereses indi- viduales y colectivos confluyan en una visión compartida de país. Este repensar de la izquierda requiere un poder diferente, basado en la unidad de fuerzas, de personas y organizaciones sociales y políticas que creen en la posibilidad de una transformación profunda para beneficiar el interés común de los pueblos del Ecuador. Pretende rescatar la esperanza que nos ha sido arrebatada por parte de grupos y círculos oscuros que no han podido estar a la altura de la historia en el país. Bibliografía • MED. Reuniones y talleres con militantes. Notas tomadas en reuniones de debate con los militantes del MED los días lunes desde noviembre de 2007 hasta el presente, y talleres con el Secretariado del MED. • MED. Modelo de Estado. Documento electrónico: http://www.encuentrodemocratico.com/ index.php?option=com_content&view=article&id=11&Itemid=20 • MED. Declaración de principios. Documento electrónico: http://www.encuentrodemocratico.com/index.php?option=com_content&view =article&id=3&Itemid=19 Partidos políticos y democracia Izquierda Democrática U Rodrigo Borja Presidente Constitucional de la República del Ecuador, 19881992. En 1968 fundó el partido Izquierda Democrática. Diputado en 1962, 1970 y 1979. Autor de varios libros sobre política y Miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Doctor Honoris Causa por la Sorbona de París; Universidad de Buenos Aires; Universidad de San Andrés de Bolivia; University of North Carolina en Asheville; Universidad Nacional de Córdoba; Universidad Nacional de Santiago, República Dominicana; y Universidad Ricardo Palma de Lima. na de las más importantes innovaciones políticas del siglo XX fue la organización y perfeccionamiento de los partidos como instrumentos de intervención de la comunidad en los quehaceres del Estado y su ulterior conversión en partidos de masas. Con ellos se ha desplazado el centro de gravedad político de los individuos a los grupos organizados, que han pasado a ser los sujetos principales de la acción política de la sociedad. Esto es especialmente cierto en los regímenes democráticos modernos, en los cuales casi todo el juego político se resume en las relaciones de confrontación y de lucha por el poder entre los partidos. Estos se han convertido en los grandes protagonistas de la acción política. Han alcanzado un alto grado de organización. Cuentan con departamentos de estudio de la realidad social. Son laboratorios de análisis y experimentación de soluciones para los conflictos de la sociedad. Están llamados a desempeñar el papel de custodios de la estabilidad política y del respeto a las normas democráticas que deben regir la convivencia social. De hecho y aun sin proponérselo, los partidos han reducido el peso específico de los individuos en la vida política. Los centenares de miles de miembros de un partido dependen de las deliberaciones de sus dirigentes y, si bien pueden hacer valer sus opiniones ante ellos, a través de las asambleas y demás actos partidistas, su participación política no es de primera línea. Un partido político debe reunir tres elementos fundamentales: ideología política, plan de gobierno y organización permanente establecida a escala nacional. Estos son elementos esenciales. A diferencia de otros organismos sociales, lo que caracteriza a los partidos es su organización estable que los capacita para intervenir en todos los momentos de la vida del Estado y el conjunto de sus principios doctrinales a los que ajustan su acción política y de los que deriva su plan de gobierno. En los tiempos actuales los partidos han asumido la función de organizar políticamente a las masas –especialmente en el caso de los llamados partidos de masas– y de promover la intervención metodizada de ellas en la vida pública del Estado. Con eso, la actividad política, en gran medida, ha dejado de ser función de las personas aisladas y se ha con- 36 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 vertido en responsabilidad de los grupos organizados. Asumen ellos, a través de sus órganos de dirección, la adopción de las decisiones más importantes de la vida pública a las que los ciudadanos prestan su acatamiento y con las que se mediatiza la acción política de éstos. Los partidos se interponen entre los designios de los ciudadanos y el ejercicio del poder. Los individuos sólo indirectamente pueden hacer valer su voluntad, esto es, por medio del partido al que pertenecen. Y los ciudadanos independientes, o sea los que no pertenecen a un partido, están todavía más lejos de la posibilidad de una intervención política concreta. El primer objetivo táctico de un partido es la conquista del poder como medio de convertir en actos de gobierno sus postulados y sus planes de acción. Pero no siempre puede alcanzar este objetivo y, en tal caso, su misión no termina allí pues el partido es también un instrumento de vigilancia de la función gubernativa, llamado a mantener una permanente actitud crítica sobre los actos del gobierno. Le corresponde, en este caso, supervisar el comportamiento de las autoridades públicas, vigilar el respeto a las libertades ciudadanas y a los derechos humanos, presionar para que la conducta de los gobernantes se ciña a lo que se considera la norma justa y proponer planes de acción alternativos. El propósito del partido de oposición no es, por cierto, derribar al que está en el poder ni suplantarlo al margen de la ley, sino criticar la ineficacia, el abuso o la deshonestidad de sus acciones con miras a lograr las rectificaciones convenientes o necesarias. Para desempeñar su rol, el partido de oposición debe crear mecanismos de análisis de los problemas nacionales en todos los campos, a través de sus departamentos técnicos y especializados, a fin de plantear soluciones concretas y cuantificadas. Esto es especialmente importante en la época en que las demandas del desarrollo –desarrollo económico, desarrollo social, desarrollo humano– se han superpuesto a cualquier otra consideración. Superada ya la era de las lucubraciones abstractas, vivimos la era del desarrollo. Por lo cual, en una sociedad dinámica, los partidos deben ser instrumentos del desarrollo y del cambio social. Cuando están fuera del poder, a los partidos les está confiada una de las más importantes funciones que existen en el Estado democrático moderno: ejercer la oposición. En el sistema bipartidista –two parties system, que llaman los ingleses–, esta función reviste gran importancia por la alternación de los grupos políticos en el ejercicio del poder. En los Estados Unidos de América, por ejemplo, en donde funciona un sistema bipartidista bastante bien definido, la oposición tiende a convertirse en una verdadera institución política a la que se le reconocen tareas de importancia. Al partido que ejerce el poder le corresponde poner en práctica su plan de gobierno, puesto que cuenta con los medios para hacerlo, mientras que al que está alejado de él, le compete desempeñar las funciones de control sobre el gobierno y ofrecer al electorado un programa sustitutivo del que actualmente ejecuta el partido gubernametal. En esas circunstancias, el cuerpo electoral puede, con sus votos en las próximas elecciones, confirmar al que está en el poder o reemplazarlo por el que está en la oposición. También en Inglaterra, donde se disputan la mayoría parlamentaria el partido Laborista y el Conservador, en presencia de los pequeños Partido Liberal y Partido Verde, la oposición es una muy importante institución política que funciona de manera permanente y organizada. Frente al “gobierno de Su Majestad” está la “oposición de Su Majestad”, cuyo leader goza de rango y consideraciones oficiales, a más de un sueldo pagado por el Estado en virtud de la Ministers of the Crown Act de 1937. De este modo, si bien la actividad opositora no ha sido creada por la ley, ha recibido de ella su reconocimiento y el trato como a una verdadera función constitucional. Los puntos de vista sostenidos por ella son calificados por el electorado británico, que en las próximas elecciones podrá negar sus votos al gobierno y concedérselos a la oposición y al programa gubernativo que ella ofrece. Si eso ocurre, el partido opositor pasará a desempeñar las funciones de mando en el próximo período. Por eso se ha considerado que en Inglaterra la oposición es el “gobierno alternativo de S. M.”, es decir, Rodrigo Borja la fuerza política lista a convertirse en poder. Ella representa para el electorado británico la posibilidad de un programa alternativo de gobierno. En los sistemas multipartidistas, en cambio, la función de los partidos opositores no aparece tan bien definida como en los sistemas bipartidistas, ya que los límites entre el gobierno y la oposición se desdibujan por la movilidad de los partidos que operan fuera del poder. En esos sistemas no se produce una contraposición simétrica entre el partido de gobierno y los de oposición, tal como suele ocurrir en el bipartidismo, sino que los diversos partidos que están fuera del poder pueden ocupar una variedad de situaciones que va desde la frontal y beligerante oposición al gobierno, hasta la mera independencia de él. No se suscita, en consecuencia, el enfrentamiento total de dos grandes soluciones entre las que puede optar la opinión pública sino la yuxtaposición de diversas propuestas proyectadas desde diferentes ángulos ideológicos, cada una de las cuales puede representar una oposición parcial al gobierno. Fenómeno que se ve acentuado por el hecho de que algunos gobiernos se apoyan en la derecha para adoptar unas medidas en el parlamento y en la izquierda para pasar otros proyectos, con lo que se borran un tanto los linderos entre gobierno y oposición. Adicionalmente, la multiplicación de las alianzas entre los partidos con frecuencia da como resultado una oposición heterogénea compuesta por partidos que no por la coalición han suprimido los motivos de pugna entre sí. Los partidos coligados se reservan siempre el derecho de defender sus propios puntos de vista frente a sus aliados, sin perjuicio de adelantar la oposición al gobierno en los puntos coincidentes. Dado el hecho de que es más fácil llegar a un acuerdo contra una política que en favor de ella, es incluso posible –y así acontece con frecuencia– que varios partidos formen parte de la oposición sin que medie entre ellos acuerdo previo sino como simple consecuencia del proceso de polarización de fuerzas. En estas condiciones, la tarea opositora no es centralizada ni orgánica. Por la diversidad de los partidos que la asumen y por las rivalidades que ellos mantienen entre sí, la oposición suele carecer de unidad y coherencia en los sistemas multipartidistas. “ 37 El propósito del partido de oposición no es, por cierto, derribar al que está en el poder ni suplantarlo al margen de la ley, sino criticar la ineficacia, el abuso o la deshonestidad de sus acciones con miras a lograr las rectificaciones convenientes o necesarias ” De lo anterior se desprende que un partido puede estar en dos posiciones: en el poder o fuera del poder. Y, en este último caso, en los diferentes grados que van desde la oposición beligerante hasta la mera independencia. El partido en el poder no puede confundirse con el gobierno aun cuando sus militantes sean quienes lo ejerzan. El partido es una entidad distinta del gobierno. El partido no forma parte del aparato gubernativo del Estado ni es una dependencia oficial suya, excepción hecha de las dictaduras de partido único, en que las estructuras de éste y del gobierno se confunden en todos los niveles. En los demás casos el partido es siempre un intermediario entre el gobierno y los gobernados que tiene la misión de recoger, encauzar, dar coherencia y enriquecer las aspiraciones popula- 38 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ El individuo aislado difícilmente puede tener existencia política efectiva o ejercer influencia en la formación de la voluntad del Estado. Sólo la reunión de individuos dentro de un partido o de otra organización social puede hacer factible que la voz de los ciudadanos sea escuchada en las esferas del poder ” res, muchas veces borrosas e incoherentes, y ponerlas en evidencia ante el poder. Desde este punto de vista, los partidos son órganos de formación, expresión y movilización de opinión pública, interpuestos entre el gobierno y la sociedad. Su cometido es conducir y dar forma al querer general o, al menos, al querer del segmento social al que ellos representan, que solamente por este medio puede llegar a las altas esferas gubernativas. El individuo aislado difícilmente puede tener existencia política efectiva o ejercer influencia en la formación de la voluntad del Estado. Sólo la reunión de individuos dentro de un partido o de otra organización social puede hacer factible que la voz de los ciudadanos sea escuchada en las esferas del poder. Todavía no se ha inventado un sistema de representación popular mejor que el que, con todas sus deficiencias, ejercen los partidos políticos. Las demás organizaciones que intervienen en la vida pública –sindicatos obreros, corporaciones empresariales, grupos de presión, entidades campesinas, organizaciones no gubernamentales (ONG), nuevos movimientos sociales, etc.– representan intereses parciales y sectorizados dentro de la sociedad y carecen de la visión universal de los problemas de un país que tienen o deben tener los partidos. Por eso, se considera que éstos son factores esenciales de la democracia. Canalizan la opinión pública y la hacen valer ante el gobierno. Los modernos Estados democráticos son, por ello, “Estados de partidos”, como los denomina Hans Kelsen. En el desarrollo histórico de los partidos se pueden distinguir dos etapas: la del siglo XIX y la de los siglos posteriores. En la primera etapa se desarrollaron los llamados “partidos de cuadros” y, en la segunda, los “partidos de masas”. Esta distinción obedece a las diferencias de estructura de ellos. Los del siglo XIX no trataron de enmarcar grandes masas sino de agrupar personalidades. Su actividad estuvo principalmente dirigida hacia las elecciones y las combinaciones parlamentarias, en el marco de una democracia muy restringida en que la participación popular estaba mediatizada, el voto era un privilegio de las élites sociales y el escenario principal –tal vez único– de los manejos políticos era el parlamento. Eran partidos formados alrededor de un jefe, quien los sostenía económicamente. Carecían de un aparato administrativo permanente, no tenían algo parecido a un sistema de cotizaciones populares. Los candidatos del partido asumían por sí mismos los gastos electorales. A principios del siglo XX, cuando se abrió la posibilidad de la participación activa de las masas en la vida política de los Estados, se inició una transformación en la estructura y organización de los partidos. Dejaron de ser reductos de pequeños grupos para convertirse en organizaciones multitudinarias. La estructuración basada en el puro influjo personal de sus dirigentes pasó a ser impersonal y regida por normas objetivas y generales. La creciente complejidad de sus funciones hizo necesaria la creación de una burocracia encargada de la organización y administración del partido, de la atención de sus asuntos ordinarios y del cumplimiento y ejecución de las órdenes emanadas de sus Rodrigo Borja autoridades. Esta burocracia tiene parecidas caraterísticas a las de la burocracia estatal: jerarquías, delimitación de competencias, separación de funciones, normas y reglamentos, sueldos, entre otras. El sostenimiento económico del partido ya no fue responsabilidad exclusiva de su jefe ni de sus candidatos sino de todos sus miembros mediante un riguroso sistema de aportaciones populares. Cuenta así el partido con un aparato de recaudaciones, un presupuesto debidamente establecido y una tesorería que maneja sus recursos y que está obligada a rendir cuenta de su gestión ante las autoridades superiores. En lugar de las rivalidades personales, que fueron tan características de los viejos partidos, en los nuevos se presentan las luchas de tendencias. El programa de acción del partido ya no se circunscribe a los asuntos puramente políticos sino que se extiende hacia los campos económicos y sociales. Estos son los “partidos de masas” destinados a canalizar la participación de las multitudes en la vida política de los Estados. Los “partidos de cuadros” y los “partidos de masas” son formas de organización política que corresponden a dos momentos históricos diferentes. Los primeros se insertan en la etapa del sufragio restringido y en las peculiares características políticas y sociológicas del siglo XIX. Los segundos son el producto de la masificación de las sociedades, la universalización del sufragio y el advenimiento de las multitudes a la acción política. La sustitución del sufragio restringido –con el voto calificado, el voto censual, la exclusión de las mujeres– por el sufragio universal –expresado en la fórmula un hombre un voto– demandó de los partidos un cambio sustancial de estructura, organización y metas, que los pudiese capacitar para encuadrar y conducir a las grandes masas electorales, convertidas ya por derecho propio en titulares de la prerrogativa de elegir. Los “partidos de cuadros” resultaron insuficientes para regimentarlas. Su estructura, apta sin duda para los regímenes electorales censuales y para los manejos políticos de “circuito cerrado”, no lo fue para el nuevo estado de cosas que demandó una organización partidista más amplia y más profunda. Hacia 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, se formaron algunos partidos de masas en 39 Europa, todos o casi todos de tendencia socialista. El más importante de ellos fue el Partido Socialdemócrata alemán, que a la sazón contaba con más de un millón de miembros y con un presupuesto anual superior a los dos millones de marcos. Tuvo mucha influencia en la formación de este tipo de partidos la idea marxista del partido-clase, es decir, del partido que es expresión política de una clase social. La regimentación por el partido de una clase social –en este caso, el proletariado–, de la que debían extraerse sus propios dirigentes y candidatos, fue y sigue siendo uno de los objetivos tácticos de los partidos socialistas. Pero presentar candidatos obreros para los diferentes cargos electivos del Estado significó la prescindencia del financiamiento capitalista y demandó otro tipo de financiamiento para sus campañas: el financiamiento colectivo, con base en cotizaciones mensuales de todos los miembros del partido, con lo cual se creó un método de aportación popular –el financiamiento democrático– que sustituyó al financiamiento capitalista de los partidos de cuadros, fundado en los aportes de los grandes industriales, banqueros, comerciantes y terratenientes. La cotización popular, que es una de las notas características de los partidos de masas, liberó a éstos de la dependencia en que los viejos partidos estaban colocados con relación a la gran empresa capitalista, cuyos intereses se obligaban a defender a cambio de las contribuciones monetarias que recibían de ella. La estructura de los partidos socialistas democráticos y de los comunistas es distinta. Los partidos socialistas, en la medida en que pretenden la toma del poder por el método electoral, son partidos de masas que buscan regimentar grandes multitudes y ampliar cada vez más su base social, y para ello abren sus puertas a todos los trabajadores intelectuales y manuales que, laborando por cuenta propia o sometidos a relación de dependencia, comparten sus anhelos de libertad, justicia social y solidaridad. En cambio, los partidos comunistas, que han escogido otra vía para la conquista del poder, son vanguardias revolucionarias y, por tanto, partidos de élite. La masa no entra en ellos y por eso su estructura es autoritaria y excluye el ejercicio de la democracia interna. Lenin concibió a los partidos comunistas como partidos de cuadros dirigidos por revolucionarios 40 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 profesionales, reciamente organizados, con disciplina vertical, capaces de tomar el poder por una acción de fuerza, aunque su proyecto partidista no fue compartido por muchos de sus compañeros que, como Pavel Borisovic Akselrod y Julij Osipovic Martov, confiaban más en la organización de las masas para alcanzar tal objetivo. Éste fue precisamente uno de los gérmenes de la división entre bolcheviques y mencheviques en el seno del Partido Obrero Socialdemócrata ruso, que fue el antecesor del partido comunista. Los mencheviques creían posible y conveniente la vía democrática para la conquista del poder. En cambio, los bolcheviques, cuyos análisis y debates ideológicos y políticos en su mayor parte se efectuaban en el exilio puesto que en Rusia estaban al margen de la ley, sostenían intransigentemente la necesidad de un partido verticalmente organizado, bajo un mando fuerte y unitario, que pudiera ser la vanguardia revolucionaria de las masas ausentes. Los partidos de estructura moderna no descansan sobre “juntas”, “secciones” o “centros”, como los de viejo cuño, sino sobre una organización celular con hondas raíces en la masa social y especialmente en los sectores laborales. Tal organización busca la formación de pequeños y disciplinados núcleos de militantes en el lugar de su trabajo. Se forman así células de fábrica, de taller, de oficina, de tienda, etc., que reúnen a todos los miembros del partido que tienen el mismo lugar de trabajo. Existen también –y éste fue el gran éxito del partido que fundamos durante la década de 1970: la Izquierda Democrática– células establecidas con sentido vecinal: células de aldea, de sector, de barrio, de calle, que tienen la ventaja de que organizan a las personas en el lugar donde viven, donde van a dormir todos los días, de modo que allí se encuentran igual los trabajadores que los desempleados. En cualquier caso, la célula tiene un número reducido de miembros, que usualmente va de diez a veinte, lo cual le da una gran movilidad y le permite además ejercer un eficiente control sobre sus integrantes. El sistema de células fue un invento comunista que superó en ese momento a la antigua forma de organización partidista y que dotó a los partidos marxistas de notable versatilidad y eficacia. Para contrarrestar la acción de ellos, otros partidos adoptaron también el sistema, y a veces con mayor éxito que sus propios inventores. De modo que el método celular es hoy común prácticamente a todos los partidos de masas de estructura moderna. El sistema celular permite una acción rápida, precisa y disciplinada, y por eso es un instrumento eficaz para la movilización de masas, la propaganda, la agitación, la promoción electoral y eventualmente la lucha clandestina. Por su capacidad de penetración en las profundidades sociales, la célula asegura una organización partidista apretada y coherente. Funciona mucho mejor que lo que pueden hacer el comité y la sección de los viejos partidos. Contrario a lo que generalmente se piensa, los partidos comunistas fueron partidos de cuadros porque no se propusieron forjar organizaciones de masas sino de élites. Lo cual fue en realidad un anacronismo. Pero así ocurrió. No puede ser más explícita la definición que hizo el Komintern –la Internacional Comunista– en 1920: el partido comunista es “una parte de la clase trabajadora, la más avanzada, con mayor conciencia de clase y, por tanto, la más revolucionaria. Por un proceso de selección natural, el partido comunista está formado por los trabajadores mejores, con mayor conciencia de clase, más dedicados y de más amplia visión”. Conceptos tales como “los mejores”, “los más avanzados”, “proceso de selección natural”, “vanguardia” y otros de este estilo nos llevan irremediablemente a pensar en una élite o en una aristocracia política, que de alguna manera hace de los partidos comunistas una suerte de partidos de cuadros. El politólogo italiano Giovanni Sartori, en su libro Elementos de teoría política (2005), propone otra tipología: “partidos de notables”, “partidos de opinión” y “partidos de masas”. Dice que los dos primeros son “partidos de orientación electoral” y los últimos, “partidos capaces de movilización permanente”, esto es, aunque no haya convocación a elecciones. Hay analistas –el alemán Otto Kirchheimer, profesor de la Universidad de Columbia, entre ellos– que agregan a los partidos de cuadros –partidos de la primera generación– y a los partidos de masas –partidos de la segunda generación– los denomina- Rodrigo Borja dos “partidos electorales” o “partidos de electores” –partidos de la tercera generación–, que son una suerte de degradación electoralista moderna de los partidos de masas. Son partidos que privilegian la captación de electores sobre la organización militante de las masas. Kirchheimer los llama partidos catch-all porque tratan de atrapar todo lo que pueden, indiscriminadamente, y capturar el mayor número posible de electores al margen de los planteamientos ideológicos. Buscan la adhesión de los votantes en los procesos eleccionarios antes que la regimentación de las multitudes. Son partidos electoralistas, de actividad estacional, que se ponen en movimiento cuando se convocan elecciones. Este es su objetivo primordial. Abandonan la organización interna, el cultivo de la ideología, las tareas de formación de sus militantes, la presencia en las calles para defender sus tesis o censurar los actos gubernativos. Su disciplina es muy relajada. Ampliar su apoyo electoral es su razón de ser. Son, en realidad, grandes maquinarias electorales que ponen especial interés en el “marketing político”. La propaganda mediática es su obsesión. Lo cual les conduce a hacer de la política un espectáculo. La ideología queda en segundo lugar: lo primario es sumar votos de cualquier vertiente y por cualquier medio. Ideológicamente lights, están ausentes del debate doctrinal. “Invernan” en el intervalo entre una elección y otra. Son muy dependientes de los sondeos y encuestas electorales, a los que ajustan su conducta. Tienen interés en las personas sólo en la medida en que son electores. No tienen discursos ideológicos sino propuestas oportunistas. Hacen buen uso de Internet y de los medios modernos de comunicación de masas. Utilizan todos los recursos que les ofrece la ciberpolítica contemporánea. En la década de 1970 del siglo XX aparecieron los primeros partidos verdes, cuyas principales banderas de lucha fueron la cuestión ecológica, el pacifismo y el anticonsumismo. El primero de ellos fue el United Tasmania Group, fundado en Australia en abril de 1972, seguido del Mouvement Populaire pour l’Environnement en el cantón suizo de Vaud, en diciembre del mismo año, que surgió al calor de la lucha contra el proyecto de construir una autopista al borde del lago Neuchâtel. En enero del año siguiente apareció en Inglaterra otro partido verde: “ 41 Los partidos son los pilares del sistema democrático. No hay democracia sin partidos políticos y éstos sólo pueden darse en el seno de regímenes democráticos ” el People’s Party, que más tarde cambió su nombre por el de Ecology Party y luego Green Party. Estos partidos inspiraron la formación de muchas organizaciones políticas de este tipo en Europa y otros continentes. En las elecciones presidenciales de Francia en 1974 se presentó por primera vez una candidatura ecologista: la de René Dumont, que obtuvo varios centenares de miles de votos, y cinco años después el Grüne Partei Zurich alcanzó un diputado nacional y varios diputados al Parlamento regional de Bremen, en Alemania. Cosa parecida ocurrió en Bélgica, Holanda, Austria, Italia y otros Estados europeos, donde los verdes alcanzaron votaciones de entre el 2,5% y el 16%. Los partidos ecologistas obtuvieron en 1989 veintiocho escaños en el Parlamento Europeo. Ese año en Inglaterra el Green Party reunió el 15% de 42 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 los votos. Así se consolidaron los grupos ecologistas europeos para defender los nuevos valores vinculados con la protección del medio ambiente. En la lucha ecologista fue emblemática la formación del Die Grünen alemán, fundado el 13 de enero de 1980 en Karlsruhe, que sintetizó la ideología verde y creó un modelo de organización de este tipo de partidos. En sus filas se agruparon ecólogos, activistas del pacifismo y del feminismo, socialdemócratas desencantados, hombres y mujeres de la nueva izquierda, cristianos progresistas de diferentes iglesias. Su acreditación electoral de diputados al Bundestag, en marzo de 1983, marcó una línea política a seguir por los verdes europeos. La ideología del Die Grünen se fue formando trabajosamente a golpes de yunque entre los radicales y los moderados. Sus postulaciones básicas fueron el ambientalismo, el pacifismo, el antimilitarismo, el repudio a las armas nucleares, la oposición a las estrategias militares de la OTAN, la defensa de los derechos humanos, la condena de las restricciones migratorias, la defensa del aborto, la protección de los derechos de los gays y lesbianas, y la crítica a ciertos elementos de la sociedad industrial. Los verdes, en los países social, industrial y económicamente más adelantados de Europa –Alemania, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Irlanda, Noruega, Suecia, Finlandia–, que es donde ellos se han establecido con mayores anclajes, juegan el papel cuestionador y crítico que otrora jugaron los partidos comunistas y los propios partidos socialdemócratas. Son la nueva izquierda europea, que ejerce una oposición ilustrada, progresista y moderna al “establishment”, defiende el medio ambiente, promueve la paz, el desarme, los derechos de las minorías y combate el autoritarismo, la desigualdad social, la pobreza, el armamentismo y la sociedad de consumo. En algunos Estados latinoamericanos –Colombia, Brasil, México, Argentina, Chile, Uruguay, Honduras y otros– se han formado pequeños movimientos y partidos verdes. Solamente el de Colombia, el Partido Verde, alcanzó una cierta influencia. Fue fundado en el año 2009 por una serie de políticos reciclados de diversa procedencia. Reivindicaba una “posición de centro en el espectro político” y en su programa de gobierno planteaba un “medio ambiente saludable y sostenible, conservación de la biodiversidad, energías alternativas y consumo responsable”. Su líder visible era el filósofo y matemático Antanas Mockus, ciudadano colombiano de ascendencia lituana, ex Alcalde de Bogotá y candidato a la Presidencia de Colombia en 2010, que obtuvo el 27% de los votos. Los partidos son los pilares del sistema democrático. No hay democracia sin partidos políticos y éstos sólo pueden darse en el seno de regímenes democráticos. Intermediarios entre el gobierno y la sociedad, están llamados a recoger, enriquecer y procesar las aspiraciones de la comunidad a fin de que ellas cobren un peso específico en las decisiones gubernativas. En este sentido, los partidos son elementos auxiliares del gobierno aunque estén en la oposición. Lamentablemente, por diversas circunstancias, en los últimos tiempos una ola de crisis y desprestigio ha envuelto a los partidos en todas partes del mundo. En unos lugares ha sido la corrupción de sus dirigentes, en otros su caudillismo o su personalismo, en otros el clientelismo de su acción, o su incipiente institucionalización. Lo cierto es que ellos soportan una crisis de prestigio y credibilidad que afecta la estabilidad política de los Estados y conspira contra su gobernabilidad. Hay la percepción de que los partidos anteponen sus intereses de grupo a las conveniencias nacionales o de que sus rivalidades, artificialmente estimuladas en su afán de ganar votos, dejan caer en el olvido las metas comunes. Con demasiada frecuencia se han visto envueltos en escándalos relacionados con el financiamiento poco limpio de las campañas electorales y de las acciones partidistas; han incurrido en el abuso del marketing político para engatusar a la gente, y en la millonaria contratación de consultores, generalmente extranjeros, que no tienen compromiso alguno con la causa nacional y que han contribuido, con el efectismo de la publicidad y el mercadeo electoral, a elegir gobernantes incompetentes y deshonestos; han descuidado la promoción de la ideología y la capacitación política de sus dirigentes y militantes. Organizaciones políticas: funcionamiento y perspectivas Movimiento Popular Democrático U bicar los fines, contenidos y métodos de los partidos políticos es importante en el contexto del nuevo ordenamiento jurídico del país, nacido de la Constitución de Montecristi, para enfrentar las expresiones grotescas de la partidocracia (léase partidos que dirigieron la administración gubernamental a la sombra del neoliberalismo), que reencarnan en las prácticas de los denominados “nuevos movimientos”. También porque es una obligación exhibir y practicar principios ideológicos y políticos claros, con programas de gobierno que sean la base de la afiliación de quienes se constituyen en la militancia de las organizaciones políticas, buscando siempre su incorporación consciente y al servicio de las mayorías. ¿Qué es un partido? Luis Villacís Director nacional del partido Movimiento Popular Democrático (MPD). Diputado por Pichincha, 2003-2007 y candidato a la Presidencia de la República en 2002. Vocero del Frente Patriótico en 1997, 1998 y 2000, Presidente del Frente Popular en los períodos 1990-1992 y 2000-2002, y Diputado nacional alterno durante el período 1992-1996. Ha sido Asesor de la Unión Nacional de Educadores (UNE); de la Unión General de Trabajadores del Ecuador (UGTE); de la Central Unitaria de Comerciantes Minoristas y Trabajadores de Los Ríos, y de la Unión de Campesinos del Ecuador. El materialismo histórico que nos permite descubrir la existencia de las clases y su lucha, al margen de la voluntad de las personas, sostiene que “la base de la división de la sociedad en clases ha de buscarse en el lugar que unos y otros grupos ocupan en el sistema de producción social y en la relación en que se encuentran respecto de los medios de producción”. Cada clase social tiene sus concepciones y expresiones concretas de acuerdo con el sitio que ocupa en el actual sistema económico y social en que vivimos; cada clase plantea sus fundamentos filosóficos, económicos, políticos, y sobre esa base elabora sus tácticas para la conquista de sus objetivos estratégicos. La institucionalidad jurídica, social y política actual en el Ecuador es el capitalismo, sistema que es sostenido y defendido por un pequeño grupo de la sociedad que ha concentrado en sus manos la propiedad, la producción y la riqueza social, por haberse adueñado antes de los medios de producción, y para lo cual, se apoyan en diversos instrumentos, uno de ellos son los partidos y movimientos que defienden sus mezquinos intereses. Por tal razón existen partidos y movimientos que representan los intereses de las clases dominantes, esto es, de la burguesía. 44 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 Pero asimismo es necesario dejar sentado que, por otro lado, existen partidos y movimientos que representan los intereses filosóficos, económicos y políticos de los trabajadores, de los campesinos, de otros sectores que socialmente se los puede ubicar dentro de la pequeña burguesía, que son igualmente afectados por la dominación de la burguesía y que aspiran lograr cambios sociales. ¿Quiénes dirigen o conducen a los partidos políticos? Para responder esta interrogante, debemos partir por ubicar quiénes dirigen y desarrollan la política, para determinar en beneficio de quién lo hacen, cómo desarrollan su actividad, en el Gobierno central, en los gobiernos seccionales, en el Parlamento (ahora, Asamblea Nacional), en las juntas parroquiales, en los ministerios, entre otros. Por sus actuaciones, debemos juzgar si en realidad defienden la democracia auténtica, si en verdad pugnan por lograr trabajo para los desempleados, si buscan alcanzar salud, educación y bienestar para las masas populares. Las palabras y los hechos deben tener una íntima relación. El programa exhibido debe llevarse a la práctica, sobre todo si un partido o movimiento se encuentra en el ejercicio del Gobierno. En nuestro país ha sido común, incluso ahora, que diversos partidos y movimientos lleguen a los gobiernos central y seccionales con el ofrecimiento de resolver los problemas de las masas, de los pobres y desposeídos; pero, una vez que han logrado su confianza y su voto, ya en la administración, precisamente se olvidan de ellos y se ponen al servicio de los mismos explotadores y verdugos de los trabajadores y los pueblos del Ecuador. Por eso, sostenemos que quienes en realidad pueden ser consecuentes con los intereses de los pueblos son organizaciones políticas y personas nacidas del mismo pueblo, convencidas de la necesidad de ponerse plenamente al servicio de los trabajadores, de los pobres, de “los de abajo” que han sido secularmente traicionados y olvidados. Esta aspiración sigue vigente, tanto más hoy que se ve que el proyecto progresista democrático por el que se pronunciaron las masas en los últimos procesos electorales, está siendo traicionado y torcido en beneficio de los causantes, responsables y beneficiarios de la crisis, y sostenedores del injusto sistema en que vivimos. Para saber, entonces, al servicio de quiénes están los partidos y movimientos así como quiénes los dirigen, debemos partir, principalmente, de identificar los hechos. ¿Los partidos están por encima de las clases sociales? Se ha escuchado a algunos personajes políticos, intelectuales y de la administración pública generar una corriente de opinión, hacer un llamado a todos y todas a conformar o integrarse a partidos o movimientos políticos que dicen no ubicarse en ninguna tendencia política ni tener ideología. Esto es falso, toda organización política, sea partido o movimiento, se inscribe –así lo nieguen– en un campo filosófico e ideológico. Toda forma de pensamiento, más allá de la voluntad o deseos de las personas, se ubica, en general, en el campo del pensamiento ideológico político de derecha, o en el campo de la izquierda. Es verdad que dentro de estos campos hay diversos matices, eso es otra cosa, pero lo esencial es que nadie escapa a esta realidad, menos aún los partidos y movimientos. Por tanto no hay partido o movimiento que pueda estar al margen o por encima de las clases y su lucha; tampoco se constituyen para ser árbitros de los conflictos clasistas, éstos surgen para ponerse al frente de una u otra clase. Actualmente hay una intensa campaña publicitaria de carácter oficial que pretende hacernos creer que todas las personas somos iguales en los hechos, que somos favorecidos por la gestión gubernamental. Se dice con desparpajo que todos somos dueños de la patria, cuando es evidente que son los pequeños grupos de poder los que la controlan y se benefician de ella, en tanto los trabajadores y los pueblos estamos en lo básico, ausentes de ser cobijados por la bandera del bienestar. De hecho, es menester decir que todos los ecuatorianos y ecuatorianas no tenemos las mis- Luis Villacís mas vivencias, necesidades y angustias; se nos trata de convencer de que somos todos ciudadanos y ciudadanas de la misma condición social. La Constitución, el Código Civil, entre otros, manifiestan que los ecuatorianos somos iguales ante la ley, palabras bonitas que quedan en el papel, pues en la práctica, en la vida, somos socialmente diferentes, unos estamos sometidos a otros (un pequeño grupo de familias explotadoras) siendo que nosotros somos los constructores de la riqueza social, por lo tanto, tenemos intereses contrapuestos. No por el hecho de que algunos usemos guayabera significa que seamos los mismos que dirigen económica y políticamente al país; los niños de los barrios pobres de una escuela fiscal son muy diferentes a los de las escuelas particulares dotadas de todas las condiciones necesarias para el impulso del proceso educativo. En nuestro país hay burgueses y trabajadores, lo que es lo mismo decir que hay elementos ricos, de sectores medios, así como pobres que generalmente se constituyen por los trabajadores, campesinos, moradores de los barrios pobres y olvidados, denominados marginales. Tenemos diferentes necesidades y aspiraciones. Son esas realidades las que nos ubican en distintos lados, por lo tanto, la organización partidista agrupa o afilia con distintos fines y objetivos. Así, los sectores oligárquicos expresados en distintos partidos de derecha tienen propuestas para su beneficio, con lo que buscan acumular más riquezas; conciben su sentido de bienestar desde su óptica e intereses, dicen que el bienestar de ellos es al mismo tiempo de todos. De igual forma, los trabajadores y pueblos expresados en organizaciones políticas de izquierda levantan sus planteamientos y acciones buscando mejorar las condiciones de trabajo y de vida para los pobres, por eso luchan por el cambio social verdadero. En este sentido, se puede ver que los objetivos y propósitos de unos y de otros son totalmente diferentes. Respondiendo entonces a la interrogante, sostenemos que no puede haber un partido que defienda en conjunto los intereses de todas las clases sociales; estos defienden intereses de una clase en contra de los intereses de otras. Tampoco se puede creer que los partidos pueden estar por 45 “ No hay partido o movimiento que pueda estar al margen o por encima de las clases y su lucha; tampoco se constituyen para ser árbitros de los conflictos clasistas, éstos surgen para ponerse al frente de una u otra clase ” encima de las clases y sus conflictos, al contrario, son instrumentos de una clase que defiende el poder o de los que pugnan por conquistarlo. Las ideologías y los principios doctrinarios En los hechos se dice que “como se piensa se actúa”. Todo partido, a más de contar con una concepción filosófica, una propuesta política y programática, establece sus métodos de trabajo y acción que responden a su propia forma de pensar, y ahora deben estar inscritos y sujetos a las disposiciones del nuevo Código de la Democracia, la Ley de Partidos y las normas que para este efecto determine el Consejo Nacional Electoral. Siempre debe tenerse presente que el partido es una herramienta desde donde se hace política y 46 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ Siempre debe tenerse presente que el partido es una herramienta desde donde se hace política y no sólo para las elecciones. Ciertamente se debe participar, pero también ese partido hace actividad con sus referentes, desde sus representaciones ganadas a escala local y nacional, de manera permanente ” no sólo para las elecciones. Ciertamente se debe participar, pero también ese partido hace actividad con sus referentes, desde sus representaciones ganadas a escala local y nacional, de manera permanente, sin perder sus perspectivas y lineamientos generales, los que no deben ser aplicados con la imposición, sino debatidos desde sus bases hasta la dirección u organismos facultados legalmente para ejecutarla, cosa que no ocurre generalmente con las organizaciones identificadas con la derecha. Muchos movimientos, como ha sucedido hasta ahora, surgen para participar en A o B proceso electoral, y han sido debut y despedida pues desaparecen por no tener estructura o por no haber alcanzado la votación necesaria para continuar registrados. En otros casos, algunos partidos políticos huérfanos del respaldo popular han des- aparecido, y de ahí han salido algunos elementos a crear otros movimientos o a integrarse a viejos partidos o a los denominados “nuevos” movimientos. Algunos movimientos se reinscribirán recogiendo firmas, pero prefieren no discutir sus diferencias ideológicas internas para mantenerse en vigencia; aunque sí pocos movimientos que por su trayectoria de décadas han logrado una identidad propia en su lucha y acción, como el caso de Pachakutik. Pero en general existe en común el hecho de que, en diversos movimientos independientes las personas pueden entrar sin ver a qué clase social pertenece, es decir que “me puedo unir en el mismo movimiento con representantes de mi clase social antagónica porque estamos en contra de algo o de tal o cual persona, y entonces no importa el que piensa diferente a mí (por el momento), pues ahora esa persona o personas son mis amigos”, pero esto será sólo hasta la vuelta de la esquina dado que la experiencia demuestra que, por el hecho de existir diversas ideologías en un movimiento, siempre se tendrá la condena de tener problemas internos hasta llevarlos a desaparecer y otros donde se produzcan desmembramientos internos y divisiones más fáciles y rápidas que cruzar caminado de una calle a otra, por el hecho de parecer una Torre de Babel y porque, gracias al mal llamado consenso entre pobres y ricos, quedan dispersos y sin posibilidades de avanzar. Estas son las consecuencias de sostener que somos iguales, como que si el pobre pudiera vivir y ser dueño en una mansión y el rico viviera con menos de cincuenta centavos diarios. Incluso personas que han militado en partidos participan como independientes para decir a la gente que están por encima del bien y del mal, señalando que ya no tienen ideología. No, de ninguna manera. Las ideas son como nuestra piel, están impregnadas en nuestro accionar diario y forma de actuar. En cambio el debate de las ideas doctrinarias permite la conformación de los partidos, pues éste unifica en la acción a todos y todas, dado que si yo acepto ser parte de un partido político, estoy no por las personas ni por la coyuntura, sino por un principio, un programa de gobierno que defiendo, el mismo que se acopla al momento político que Luis Villacís vivimos en el Ecuador, para poder difundirlo a millones de habitantes. Es el pueblo quien decide realmente si esa organización política debe seguir viva o no por medio de las elecciones generales y por el accionar diario, pues la organización política no sólo debe existir para procesos electorales, sino también para el convivir diario nacional, elaborando propuestas para el país. Entonces es obligación en los partidos capacitarse, formar a sus dirigentes y ser coherentes sobre lo que dicen y hacen; los pueblos son los mejores jueces de la acción desarrollada, se unen de en razón del accionar permanente de la organización política. Lo anterior se expresa de acuerdo con las experiencias que hemos desarrollado en el Movimiento Popular Democrático (MPD) el cual, al momento de la publicación de este documento, se inscribirá en el Consejo Nacional Electoral, cumpliendo así la duodécima disposición transitoria de la Constitución la que dicta: “En el plazo de cuarenta y cinco días desde la entrada en vigencia de esta Constitución, los partidos y movimientos políticos deberán reinscribirse en el Consejo Nacional Electoral y podrán conservar sus nombres, símbolos y número”; otras organizaciones están en el mismo trámite. A manera de relatar esta experiencia: afiliación y reafiliación Llevamos pocos meses de realizar esta tarea y se ha cumplido de sobresaliente manera: es importante destacar el papel que han jugado la mayoría de nuestros tribunos populares asambleístas, alcaldes, prefectos, concejales, vocales de juntas parroquiales, en la rendición de cuentas, en la Asamblea, en las aulas universitarias, en el campo, en el barrio, en la comuna, visitando casa a casa, con el vecino o la vecina, con la juventud. Pese a toda la ofensiva en contra, el pueblo aceptó nuestro programa en intensos debates; no se afilió a la gente con base en mentiras y demagogias, se lo hizo con la sinceridad de decir lo que somos y les explicamos hacia dónde vamos. Más de 200 mil personas nos dijeron “adelante”, vamos juntos y empujemos el tren de la historia. 47 Nuevos líderes surgieron de este proceso y hoy nos estamos preparando en la Escuela de Capacitación Jaime Hurtado Gonzales, una experiencia enriquecedora y que estamos convencidos dará los frutos necesarios. El papel de las organizaciones sociales y su vínculo con los partidos Las organizaciones sociales, sindicatos, federaciones, confederaciones y demás sectores tienen su característica propia, defienden sus reivindicaciones concretas que son las de sus afiliados, los mismos que pertenecen a diversas concepciones políticas e ideológicas, pero se unen para defender los intereses de su gremio y, en algunos casos, van más allá de sus necesidades propias, ejemplo de esto nos dan los trabajadores, maestros, indígenas, servidores públicos, juventud y otras organizaciones que, en algunos momentos, fruto de campañas orquestadas desde sus detractores, se han encargado de ponerlas como una expresión partidista. Existe el derecho constitucional a ser afiliado a una organización política, es un derecho de los dirigentes que se debe respetar y no deben ser perseguidos ni insultados por el hecho de tener una concepción política; la particularidad con las organizaciones sociales, todos sus afiliados o no, es que son beneficiarias de las conquistas alcanzadas por el gremio. Tienen ciertos límites por su ámbito legal, lo que no significa y no está negado que –como consecuencia del debate y aprobación en el gremio, asociación o federación o sus dirigentes– vayan más allá, se propongan participar en procesos electorales por un partido o movimiento, en otros casos en consultas populares, promoviendo respuestas a los electores que han sido determinantes en los resultados electorales. Las organizaciones sociales defienden intereses concretos; existen derechos que afectan a sus afiliados y al pueblo en general, sus miembros toman una decisión mayoritaria. De entre su seno proponen, discuten, se movilizan, luchan hasta conseguir su objetivo, ya sea contra el Gobierno, Asamblea, municipios y diversos organismos públicos o privados, que hayan vulnerado o ame- 48 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 nacen con extinguir un derecho consagrado en la Constitución; muchas de ellas actualmente se acogen al derecho constitucional a la resistencia. En síntesis, existe un vínculo orgánico de las organizaciones con los partidos. Son de distinta naturaleza, pueden existir intereses sociales similares de cada organización social con un partido; pese a eso, son diferentes en la legislación que rige a cada uno como en su militancia o afiliados, tanto así que en las organizaciones los dirigentes suelen cambiar año a año, con diversos frentes en su interior y de diversas doctrinas. En un partido no sucede eso, todos dirigen de acuerdo al mismo objetivo político, lo que no niega que existan debates hacia dentro, que a la vez son resueltos democráticamente, sin apartarse de la línea. Finalización y conclusión Algunos dirán “no quiero estar en un partido”, lo que no significa decir “no quiero hacer política”. Otros dirán “no quiero hacer política, estoy con los unos y los otros”. Todos hacemos política de manera consciente hasta el último día de nuestra vida, el tema es darle la motivación y perspectiva concreta a quienes creemos deben participar, para que asuman una afiliación partidista donde la doctrina se convierta en una práctica social, donde se ubiquen los intereses colectivos antes que los individuales, y donde tiene que primar al interior un debate que sea el motor que enrumbe el destino del partido. Los partidos políticos son una herramienta necesaria para que los ecuatorianos y ecuatorianas luchemos por el cambio; es importante que la política vaya más allá de los intereses coyunturales, partimos de lo concreto para ver lo estratégico, la meta final: transformar y dirigir un país, lo cual se hará con el concurso del pueblo. Los partidos no son un gremio, luchan por los intereses de las clases a las que representan, están conectados con las organizaciones sociales, sue- len ser las mismas bases sociales muy importantes, lo que no significa ser utilizadas, pues todo respaldo de las organizaciones a los partidos surge del debate y aprobación de sus agremiados. Sin embargo, orgánicamente no son iguales. Debemos entender que la lucha de un partido debe ser por proponer ideas que viabilicen el cambio profundo, no debe ser para corromper sino para fiscalizar a los corruptos; no para comprar conciencias sino para ganar la conciencia popular con el debate unido a la lucha social; no es para hacer lo contrario a lo que sus principios establecen sino para ponerlos en práctica, rindiendo cuentas sus militantes y dirigentes sobre la labor cumplida a todo el pueblo, para profundizar la discusión de lo que se debe hacer por el bien del país. Si hay partidos que no han cumplido con esas premisas, entonces el pueblo se encargará de ellos; si debe desaparecer un partido será por la voluntad popular. Un partido se forma para educar a las masas, para enseñar el rumbo del cambio bajo un sólo principio y metas que van más allá de lo reivindicativo, a diferencia de algunos movimientos que tienen únicamente elementos que, siendo importantes con banderas concretas, en algunos casos se limitan a conseguirlo, pero sin perspectivas de avanzar a un cambio definitivo precisamente por su conformación interna con militantes con diversos objetivos políticos. Los partidos y movimientos no deben tener mandamás ni caudillos, deben ser una expresión democrática no sólo para procesos electorales sino para la vida cotidiana del país, donde se ejerza permanentemente el derecho del pueblo a hacer política y a su vez luchar por sus objetivos estratégicos. Bibliografía • Constitución Política de la República del Ecuador. PAIS: opción de representación política para el cambio Patria Altiva i Soberana Alianza PAIS, alternativa a la partidocracia E Ricardo Patiño Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador. Ministro Coordinador de la Política (2007-2010), Ministro del Litoral (2007) y Subsecretario General de Economía en el Ministerio de Economía y Finanzas (julio a agosto 2005). Secretario ejecutivo del Movimiento Patria Altiva i Soberana (PAIS). Publicó Desempleo y subempleo en Guayaquil en la década de los 90: teoría, conceptos, indicadores y tendencias. Economista por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztalalapa, México y Máster en Desarrollo Económico por la Universidad Internacional de Andalucía, España. n el año 2006, el Ecuador culminó una década de crisis política, producto de la falta de acuerdo de los grupos oligárquicos que se mostraron incapaces de conducir la República y que la colocaron en serio peligro de disolución: todas las instituciones democráticas habían llegado a niveles inverosímiles de ilegitimidad. En esas condiciones, el Movimiento PAIS presentó una alternativa democrática radical de salida a la crisis con la candidatura a la Presidencia del conomista Rafael Correa, que obtuvo el respaldo mayoritario en las urnas. Parte importante de la crisis eran los partidos políticos que habían dejado de representar a la ciudadanía. Estas organizaciones, ninguna con verdadera presencia nacional, eran auspiciadas por un sistema político consagrado en una ley de partidos que promovía la usurpación de la representatividad política, niveles impúdicos de corrupción y desvergonzadas actuaciones en defensa de los mayores intereses oligárquicos y antinacionales. Es lo que llamamos el régimen de la partidocracia. La consigna “que se vayan todos”, con la que se produjeron las movilizaciones que terminaron con el Gobierno de Lucio Gutiérrez, expresaban este sentimiento. Ganamos las elecciones porque supimos representar esta visión mayoritaria, proponiendo un cambio radical del sistema político. Cuando el pueblo ecuatoriano aprobó la nueva Constitución de la República en 2008, consagró la posibilidad de superar la usurpación que el régimen de la partidocracia había hecho de la representación democrática. Objetivos políticos iniciales Alianza PAIS se fijó objetivos políticos que resultaban indispensables para producir esta transformación democrática, además, manteniendo la paz de la República. Ganar las elecciones a la Presidencia; convocar una Asamblea Constituyente; obtener una mayoría de asambleístas 50 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 beral había provocado en la sociedad ecuatoriana. No abordaremos en este artículo más que la forma en que concebimos los cambios en el sistema político nacional, para superar aquello que hizo crisis y que mereció el rechazo mayoritario de la población. Fin de una etapa “ El nuevo marco legal garantiza los derechos políticos que la ciudadanía ha obtenido y las formas de construir la representatividad, pero corre el peligro de quedar en letra muerta si no cambiamos nuestras formas de entender y hacer política ” que garanticen la más amplia participación ciudadana asegurando el respaldo a la nueva Constitución; impulsar, a nivel territorial, un nuevo modelo de gestión administrativa con el mayor número de Gobiernos Autónomos Descentralizados, pertenecientes al Movimiento Alianza PAIS; y elegir el nuevo Presidente que encabece este proceso de transformación de la sociedad ecuatoriana. En siete elecciones sucesivas entre 2006 y 2009, se cumplieron estos propósitos con gran respaldo popular expresado en las urnas, lo que le dio a nuestro proyecto el capital político suficiente, la legitimidad para avanzar en la solución a la crisis social, económica y política que el modelo neoli- Para nosotros, conquistar estos objetivos políticos constituyó el fin de una etapa. Hay que señalar que la organización política que construimos en este proceso estuvo marcada por la necesidad de ganar elecciones, lo que selló su carácter: nos volvimos expertos en campañas electorales, características que resultan insuficientes en el momento actual. Hoy tenemos una nueva Constitución y una ley orgánica que regula el funcionamiento de las organizaciones políticas. El nuevo marco legal garantiza los derechos políticos que la ciudadanía ha obtenido y las formas de construir la representatividad, pero corre el peligro de quedar en letra muerta si no cambiamos nuestras formas de entender y hacer política. Una nueva cultura política debe nacer, y eso no se logra de la noche a la mañana, porque está compuesta de profundas y enraizadas costumbres aprendidas en decenas y centenas de años de vida republicana. Para Alianza PAIS, el reto es enorme por nuestra condición de ser la organización política de carácter nacional con mayor respaldo ciudadano. Además de adecuarnos y cumplir las normas jurídicas ya establecidas, debemos forjar la nueva democracia que necesitamos para organizar la sociedad del Buen Vivir que propugnamos. Estado y organización política Nuestra Constitución establece que los movimientos y partidos políticos son organizaciones públicas no estatales. Establece, por tanto, que las organizaciones políticas se deben constituir desde la sociedad. En el modelo de democracia que pretendemos construir, en la sociedad del Buen Vivir que propugnamos y que la misma Constitución nos obliga a concebirla e implementarla como una Ricardo Patiño sociedad donde se respeten los derechos individuales y colectivos, no cabe ninguna clase de clientelismos organizados desde el aparato del Estado. La experiencia latinoamericana nos muestra con claridad todos los vicios de corrupción, de violencia estatal y de condena a la pobreza y exclusión de las mayorías cuando se ha pretendido construir las organizaciones políticas desde la burocracia, independientemente de la buena voluntad o las justificaciones para implementar tales modelos. No tienen cabida tampoco formas de suplantación de la participación política directa de la ciudadanía a nombre de una supuesta democracia representativa, tergiversada por la práctica del régimen de la partidocracia, que la redujo a convocarnos cada cierto tiempo a las urnas para elegir, no a un primer mandatario sino al sexto o séptimo, porque por encima estaban quienes representaban los organismos multilaterales de crédito, ciertas embajadas, los dueños del país, los poderes fácticos. A nombre de la democracia representativa, se nos usurpó nuestro derecho a la participación en las decisiones de lo público, se soslayó la rendición de cuentas y campeó la impunidad. Son grandes los retos que tenemos en este sentido. Los principios y derechos políticos establecidos en la Constitución, en las normas y en el Código de la Democracia aún son insuficientes, porque de lo que se trata es también de cambiar viejas prácticas, viejos comportamientos; en definitiva, de cambiar formas de nuestra cultura política heredadas del viejo régimen. Me pregunto como ejemplo: ¿la nueva institución de la silla vacía en los Gobiernos Autónomos Descentralizados es utilizada eficientemente? ¿Permite la ciega oposición política en la Asamblea Nacional y que se practique la consulta previa con la eficiencia que sería deseable? ¿Practicamos la elaboración de presupuestos participativos? Todavía hay camino por recorrer. Una tarea de la organización política que pretendemos construir es organizar la participación ciudadana; avanzar hacia la democracia directa. Queremos ser la organización política más grande y mejor organizada de la historia nacional, 51 queremos juntar la más alta representación política en nuestras filas, pero reconocemos y respetamos otras identidades, nacionales y locales, y que representen intereses distintos a los que nosotros pretendemos representar. En este sentido, no suscribimos la tesis del partido único, no nos empeñamos en ocupar todo el espectro político y negar a otros su legítimo derecho a construir su representatividad política. Pero no somos responsables de su debilidad. En la realidad actual, lo que suce- “ En el modelo de democracia que pretendemos construir, en la sociedad del Buen Vivir que propugnamos y que la misma Constitución nos obliga a concebirla e implementarla como una sociedad donde se respeten los derechos individuales y colectivos, no cabe ninguna clase de clientelismos organizados desde el aparato del Estado ” 52 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ Los principios y derechos políticos establecidos en la Constitución, en las normas y en el Código de la Democracia aún son insuficientes, porque de lo que se trata es también de cambiar viejas prácticas, viejos comportamientos; en definitiva, de cambiar formas de nuestra cultura política heredadas del viejo régimen ” de es que mientras los opositores del Gobierno de la Revolución Ciudadana permanezcan anclados al empeño de reconstruir el derrumbado viejo régimen, mientras no se les ocurra otra cosa que conspirar contra el orden democrático, mientras no miren al futuro, no lograrán alcanzar esa representatividad que los legitime en el nuevo orden constitucional. Organización política y movimientos sociales Para nosotros es fundamental promover la organización de la sociedad, pero entendemos que no debemos confundir los roles de estas organizaciones sociales con los de las organizaciones políticas. Fijar los límites de las organizaciones políticas en relación con la sociedad y con las organizaciones sociales también forma parte de la construcción del nuevo sistema político. Tenemos claro que con el viejo sistema político también entraron en crisis las viejas formas de organización social: las viejas prácticas corporativistas llegaron a su fin para dar paso a la organización de los productores que, a la vez que defienden sus intereses consagrados en los derechos constitucionales, se vuelven partícipes de las soluciones que reclama una sociedad en pleno proceso de transformación. Nos hemos asignado el deber, como organización política, de fortalecer, promover y crear organización social, y respetamos su autonomía, sus luchas, la defensa de sus intereses. Hemos dicho no al clientelismo, que es una tentación siempre presente porque estamos en el Gobierno. Luchamos, eso sí, porque las organizaciones sociales se plieguen a la Revolución Ciudadana, respalden a nuestra organización política y al Gobierno de Rafael Correa; nos prohibimos la oferta demagógica y el clientelismo, pero damos luz verde para el proselitismo por nuestra causa; nos prohibimos la manipulación especialmente de los sectores más humildes, pero organizamos la educación política; prohibimos para nuestra militancia la promoción de caciques y líderes populistas y corruptos, para dar paso a verdaderos dirigentes honestos que abundan en los sectores populares y sociales; luchamos por acabar con la despolitización de las organizaciones sociales promovida en los hechos y en la vieja legislación, para dar paso a la organización de ciudadanas y ciudadanos conscientes y preocupados por los problemas nacionales; debemos promover la democracia al interior de las organizaciones. Y esto que para nosotros es un deber –porque creemos firmemente en la participación ciudadana– también debería serlo para otras organizaciones políticas que representan legítimamente otros intereses. Política de alianzas No nos es fácil, como no lo es para ninguna de las organizaciones políticas de nuestra América, Ricardo Patiño resolver la contradicción que implica pretender ser una organización política construida desde la sociedad y a la vez ser organización política en el Gobierno. De hecho la experiencia latinoamericana, aún en los casos de un mayor número de años en esta situación, arroja no pocos tropiezos y hasta fracasos. Nos referimos a la situación actual de gobiernos progresistas y de izquierda en este inicio de siglo. Donde con mayor claridad se expresa la contradicción es en el tratamiento de la política de alianzas, porque simultáneamente se deben resolver las tareas de construcción nacional con las de lograr una sociedad de mayor justicia y equidad; por tanto, compaginar la construcción de la unidad nacional con las de optar por los más pobres, excluidos y las tareas de corregir toda clase de inequidades. En el caso ecuatoriano, nos empeñamos en distinguir que es una la política de alianzas necesaria para garantizar la gobernabilidad: el éxito en el cumplimiento de las tareas de construcción de la unidad nacional, y es otra la política de alianzas que debemos cumplir desde la organización política para garantizar la sostenibilidad del proyecto. Desde el mismo 15 de enero de 2007, el Gobierno de la Revolución Ciudadana presidido por Rafael Correa no dudó en contar con los poderes locales para cumplir con las promesas de descentralización y de ejecución de la obra pública e inversión social, aún de aquellos gobiernos locales dirigidos por opositores políticos, con gran éxito en el objetivo de lograr unidad nacional y modificar una situación previa de inequidades regionales. Sin embargo, sería insuficiente si no se logra la constitución del sujeto social y político que garantice la irreversibilidad del proceso de transformación en el sentido democrático que prefigura la Constitución actual y la voluntad popular expresada en las urnas. El Presidente de la República Rafael Correa, en su doble papel de líder político y director nacional de la Alianza PAIS, lo ha formulado llamando la atención sobre el hecho de que el enorme capital político acumulado desde la gestión gubernamental no tiene su correspondencia en la organización política, capaz de representar legítimamente la voluntad ciudadana mayoritaria. En esa tarea nos 53 encontramos en estos días en que desarrollamos la Convención Nacional de Alianza PAIS, sobresaltada por los afanes golpistas y sediciosos de los defensores del viejo sistema político. En resumen, en el marco de la nueva legislación que transforma el viejo sistema político de partidos y que prefigura un nuevo régimen democrático y participativo, a la luz de las tesis aquí brevemente esbozadas, caminamos hacia la construcción de una nueva cultura política a tono con esa sociedad del Buen Vivir que la mayoría anhelamos. A la espera, además, de que los opositores abandonen las posturas retrógradas, que sólo les han dado fracasos, y miren al futuro donde sólo cabe un país democrático y en paz. “ Nos hemos asignado el deber, como organización política, de fortalecer, promover y crear organización social, y respetamos su autonomía, sus luchas, la defensa de sus intereses ” Por qué y para qué de las organizaciones políticas Partido Renovador Institucional Acción Nacional T Freddy Bravo Secretario General del Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN). Fue Director General del Partido Conservador Ecuatoriano; Diputado por la provincia de Loja durante dos períodos; Jefe de Bloque del Partido Conservador Ecuatoriano (19941996); Asesor de la Secretaría de la Administración Pública, del Ministerio de Gobierno y Subsecretario de Economía Solidaria del Ministerio de Bienestar Social. Fue Vicepresidente del Tribunal Electoral de Pichincha, Asesor Parlamentario y Asesor del Presidente del Congreso. Integró la mesa directiva de la Unión de Partidos Latinoamericanos (UPLA). an sólo el hecho de preguntarnos sobre la existencia de las organizaciones políticas en el Ecuador nos debe llevar a una profunda reflexión: no hemos podido librarnos de la ilusión de cambio que permanentemente se ofrece. Suena dura la apreciación, pero la menciono pensando en la buena fe de quienes anhelaron un escenario propicio para mejorar las condiciones de vida de los distintos actores de la sociedad. Que las instituciones eternas, como la familia, se constituyan en el referente a favor de la libre iniciativa, del progreso, la paz y la democracia. Lo indispensable es el fortalecimiento de las instituciones democráticas y de los partidos políticos. La dirigencia tiene el reto histórico de depurar sus principios, así como la nomenclatura reglamentaria, sugerida desde sus propias experiencias, que impida el propósito de invadir desde la coyuntura gubernamental su libre accionar. Ronda en el ambiente hoy en día la idea de que los partidos políticos tienen que adecuar sus actividades a las nuevas reglas establecidas. Se promueven las bondades de este logro. Se usan frases y conceptos nacidos de otras realidades. como eso de “cambio de época”, incitando a que todos seamos parte de la parafernalia y algarabía del “nuevo país”, del que supuestamente sólo disfrutaremos si nos condicionamos “a no olvidar”, distrayéndonos del concepto de fondo, aquel que nos motiva al fortalecimiento de organizaciones políticas. La organización política debe convertirse en la herramienta expedita para proponer nuevos retos desde sus conceptos y principios, promoviendo la participación de la ciudadanía en las actividades del Estado, y así generar riqueza y progreso, reaccionado a impedir el sometimiento y dependencia donde, a nombre de la “rendición de cuentas” y la alienación permanente, usurpan la conciencia que fue advertida por esa aberración reiterada con insistencia: “es la última oportunidad de una revolución sin derramar una sola gota de sangre”. Entonces debemos estar claros acerca de que la organización política está en nuestras manos, eso no sólo es nuestro derecho y menos lo hemos obtenido como concesión: esa es nuestra obligación ciudadana. Freddy Bravo Puede ser útil hacer algunas reflexiones sobre las experiencias de los últimos tiempos: ¿contribuyeron en algo a la organización política hechos como el golpe de Estado a la Función Legislativa, en marzo de 2007, la consulta popular, la Constituyente de Montecristi, el referéndum, la aprobación de la nueva Constitución, las primarias de los funcionarios del Gobierno o la reelección presidencial? A esto debemos sumar una lectura objetiva de lo que han significado estos nuevos textos que abren la posibilidad del uso a discreción de la muerte cruzada y la revocatoria del mandato. ¿Se trata de verdaderas instituciones de uso exclusivo del mandante?, o pueden ser éstas las válvulas disuasivas que conviertan a algunos escogidos de las fallidas primarias en escudos a canjear, que permitan salvar al capitán de la aventura constitucional. La organización política debe servirnos hacia el futuro como verdadera herramienta democrática, en cuyo seno se privilegie la formación ideológica y la preparación cívica que permitan apoyar –vengan de donde vinieren– las acciones positivas, que contribuyan con el ser humano, al fortalecimiento de sus destrezas para entender que no es incompatible ser firme en la oposición y la obligación de presentar alternativas evitando el libertinaje y el cinismo desde el poder, tanto así como que: ama tanto a los pobres que hasta los fabrican, no se ruborizan de algo que está en evidencia. Únicamente así elaboraremos ese factor neutralizante para no dar paso en el futuro a aventuras intrascendentes, que lleguen al megalómano despropósito, cargado del complejo mesiánico de pensar que el país era uno antes y lo será otro después de los días de un individuo. Nos posibilitará, además, evitar que el Estado se convierta en rehén de operadores políticos que no ven más allá del interés de la coyuntura gubernamental. No vivimos precisamente en un momento en el que sobren estímulos para tratar estos temas. La actividad política fue ubicada casi en estado terminal. Como que todo se trató de una acción fallida de la cual sólo quedó un mal recuerdo que hay que borrar, haciendo uso de prácticas nuevas que están siempre asistidas de esa premisa usada con 55 “ Debemos estar claros acerca de que la organización política está en nuestras manos, eso no sólo es nuestro derecho y menos lo hemos obtenido como concesión: esa es nuestra obligación ciudadana ” soberbia desde el ejercicio gubernamental, que tiene la marca de “por primera vez, o como nunca antes”. Tampoco podemos desentendernos y convertirnos en observadores impávidos, como si fuéramos aquellos personajes “extras” que animan los dibujos que se proyectan, para entretener sin argumentos, pero sí repletos de ilusiones en las pantallas de bambalina que no abandonan el uso de la magia del cambio, de lo nuevo frente al pasado recordándonos insistentemente que la 56 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ Consciente de este concepto, me permito citar una experiencia práctica que nace de una lectura de la revista Ágora Política, en su edición de enero de 2010, bajo el título “En memoria de Julio Logroño”, escrito por la economista Martha Roldós. Este texto refuerza lo que sostengo, y desde luego, me ha impresionado favorablemente sin dejar de expresar que me ha conmovido, si se quiere, al tratarse de mi amigo Julio, encontrando que la autora de la nota dice descubrir en el personaje valores que posiblemente no los habría descubierto si mantenía su prejuicio frente a cualquier ciudadano vinculado con un partido político (PSP) ” Constitución fue aprobada por todos, aunque su contenido es ignorado por la mayoría. Haciendo una simple lectura sobre el ambiente que se ha creado, le queda claro a la sociedad ecuatoriana que no hay otra alternativa que dar una nueva oportunidad a la actividad política, que con sorna dijeron haber terminado para dar paso a la creación del partido único y de los demás controlados por éste, bajo el diseño del siglo XXI. Nos sorprendió que el partido único se negara a ser tal, y más bien, resolviera mantenerse como movimiento, lo que le permite gozar de las bondades políticas de la “movimientocracia”, que no va más allá de los días de quien los inspira, que no requiere ideología, que adecua el discurso a lo que la gente quiere oír y no a lo que debe oír, que arregla y promueve los procesos electorales como la base de su sustento político. Sólo será posible estimular la organización política partiendo del hecho que los ecuatorianos y ecuatorianas tenemos más coincidencias que diferencias. Consciente de este concepto, me permito citar una experiencia práctica que nace de una lectura de la revista Ágora Política, en su edición de enero de 2010, bajo el título “En memoria de Julio Logroño”, escrito por la economista Martha Roldós. Este texto refuerza lo que sostengo, y desde luego, me ha impresionado favorablemente sin dejar de expresar que me ha conmovido, si se quiere, al tratarse de mi amigo Julio, encontrando que la autora de la nota dice descubrir en el personaje valores que posiblemente no los habría descubierto si mantenía su prejuicio frente a cualquier ciudadano vinculado con un partido político (PSP). Me pregunto: ¿tenemos razón entonces quienes sostenemos que más son las coincidencias que las diferencias? Claro que sí, esto no sólo nos invita, sino que nos obliga a manejar con prudencia eso de la primera impresión que puede llegar al extremo de una nociva animadversión. En definitiva, pasar de la primera impresión a descubrir los valores es un acto de nobleza que pone a la patria como causa de todos. No pretendo aprovecharme de las circunstancias, pero vale la pena hacer notar que las mismas prácticas se usan contra quienes piensan diferente, acciones de un poder fofo que cree que el pensamiento y la voz altiva depende de la vigencia de los derechos políticos. Ni la muerte liquida el pensamiento; sólo basta ver que el primer grito de la independencia no desapareció con la cruel matanza del 2 de agosto. Entonces es indispensable, repito, hacer uso de las coincidencias, rebelándonos a ese miedo que genera el poder que ha debilitado a las organizaciones y a las instituciones de la sociedad. Freddy Bravo No existe posibilidad alguna de vivir aislados, renunciando a la interacción entre seres humanos, definiendo actividades coordinadas y consistentes para compartir convicciones políticas, ideológicas, culturales, proponiéndonos enfrentar enemigos comunes desde la organización que nazca de una motivación solidaria y comprometida, venciendo esa invasión que se hizo a la conciencia de dirigentes, dirigidos, representantes, representados. Esto únicamente es posible a partir de la organización, de suerte que si pretendo dar respuesta al por qué de las organizaciones políticas, podamos encontrar la justificación en el derecho que tiene la sociedad a reflexionar en libertad. El Ecuador, desde 1979, vivió una atípica relación entre las organizaciones políticas. Más allá de encontrar las coincidencias entre sí, se empleó mucho esfuerzo para marcar las diferencias. Lo que sin lugar a duda llegó a ser hasta un obstáculo en la consecución de grandes objetivos y de largo plazo. Quizá luego de salir de una dictadura, el gran reto debió ser marcar la diferencia entre las políticas de Estado y las políticas gubernamentales. Ese debe ser el reto del futuro inmediato, luego de forzar con sosiego este incidente temporal. La organización política ha sido amenazada en forma permanente. Para nadie es extraño escuchar, incluso en escenarios e instancias electorales, afirmaciones en el sentido de que se es apolítico. “El gran descubrimiento” de expertos y politólogos, que está en la línea de identificar el fin de las ideologías y de los partidos políticos, llega al extremo de afirmar que la democracia es una herramienta tradicional injusta, que casi ha sido elaborada para mantener privilegios y formas de excluir a las grandes mayorías. Si aceptamos como válida la definición de Aristóteles acerca de que el hombre es un animal político, sin duda llegaremos a la conclusión de que la organización política, indiscutiblemente, es la asociación humana más importante. No tengo la menor duda de que nuestra sociedad hará oír su voz desde las trincheras democráticas, que son los partidos políticos. Donde los jóvenes no vuelvan a ser el futuro de la patria, sino 57 un vivo presente y donde la mujer sea protagonista indiscutible en la participación y propuesta de los grandes temas, que sus derechos no sean reconocidos sino ejercidos, que estén más allá de una norma de equidad, que estén en la conciencia de la sociedad. “ Si aceptamos como válida la definición de Aristóteles acerca de que el hombre es un animal político, sin duda llegaremos a la conclusión de que la organización política, indiscutiblemente, es la asociación humana más importante ” Fortalecimiento de los partidos políticos en el Ecuador Partido Socialista Frente Amplio Sobre la política, el poder y las organizaciones políticas L Silvia Salgado Asambleísta nacional y Presidenta de la Comisión de Fiscalización y Control Político. Ex Presidenta nacional del Partido Socialista Frente Amplio (PSFA). Miembro del grupo asesor en la Asamblea Constituyente de 2008, Diputada por la provincia de Imbabura y Concejala en dos ocasiones por Ibarra. Fundó la Red Solidaria de Mujeres de Imbabura, fue Presidenta de la Asociación de a política y su ejercicio se remonta a los orígenes del hombre y de las civilizaciones, su acción se originó como una necesidad de supervivencia de los hombres y mujeres para enfrentar problemas comunes y posteriormente para solucionar conflictos; las bases de lo que hoy entendemos por política (en nuestra cultura occidental) se hallan en las escuelas filosóficas griegas.1 Aristóteles señalaba que el hombre es un animal político (zoon politikon), ya que sólo en el seno de la comunidad pueden desarrollarse sus fines. Refería, además, a la política como las acciones para el ejercicio del poder y que “la actividad es el verdadero fin de la vida, lo mismo para los individuos que para el Estado; la verdadera actividad es la del pensamiento, que prepara y rige los actos exteriores”.2 Los fines de la política son diversos, dependiendo de los hechos coyunturales; sin embargo, hay algunos que deberían ser constantes como el bien común, el orden interno y la defensa frente al exterior, ya que sin éstos no podrían mantenerse las sociedades y sus Estados. El bien común (no bajo el entendimiento de Maquiavelo en el que del bienestar del príncipe –que personificaba la fuerza y el poder del Estado– se derivaba el bienestar del resto, o tampoco en el de Hobbes, en el que los individuos delegaban al “soberano” todos los poderes), sino en la línea de Montesquieu en la que las leyes –propias a cada sociedad– establecen los compromisos para la convivencia, dan un valor básico a la libertad y adicionalmente el bien común se traduce en el bienestar de todas las personas, es decir, el buen vivir. Las bases de la ciencia política actual están en los trabajos de Maquiavelo, El príncipe; Thomas Hobbes, Leviatán; Jhon Locke, Promoción y Ayuda a la Mujer de Ibarra, Coordinadora regional de la Asociación de Mujeres Municipalistas del Ecuador, y Representante de la Coordinadora Política de Mujeres del Ecuador. 1 La discusión de hace más de 2.400 años entre Sócrates y Platón sobre las razones que motivan a conformar las sociedades son una muestra de las diferencias políticas que se expresan permanentemente y cuyas ideas originales marcan –ciertamente– la acción política actual. Mientras el primero señalaba que se formaban con miras a la “honestidad”, Platón señalaba que el “fundamento lo constituían las necesidades”, y preguntaba: “¿No es la alimentación, de la cual depende la conservación de nuestro ser y de nuestra vida?, ¿y la segunda es la habitación y la tercera el vestido? (Platón, La República, Lima: Editorial Mercurio, Silvia Salgado Tratados del gobierno civil; Rousseau, El contrato social; y en menor grado pero no menos importante Federico Engels con El origen de la familia, la propiedad privada, y el Estado, donde se analizan los comportamientos éticos y los intereses del Estado, las consecuencias de las decisiones –de gobierno– en la vida de los ciudadanos, de las naciones y de los pueblos, y las relaciones entre Estado y sociedad. La política puede ser interpretada desde cuatro ejes: como conflicto que enfrenta a individuos por la conquista del “poder” y cuya máxima expresión es la guerra; como cooperación en busca del bien común; como grupo que actúa en cargos políticos y pretende permanecer en el poder; y como gobierno entendida como el arte de gobernar y la construcción de las decisiones en el Estado. Política y ética es una discusión permanente al debatir sobre los contenidos y las formas de “hacer la política”; “el fin justifica los medios” de Maquiavelo y “los resultados son los que cuentan” suelen estar presentes en la acción política sin mayor distinción de izquierdas o derechas; pero para los socialistas ecuatorianos, una acción política sin ética es la búsqueda del poder por el poder mismo, lo que implica que el ejercicio del poder es el fin y no el medio para alcanzar el bien común, éste por lo tanto pasa a segundo plano; de allí vienen las afirmaciones –ciertas– de que el poder enceguece, aísla, atrapa. El poder está en el centro del estudio de la política. Para Max Weber, es “la probabilidad de que un actor dentro de un sistema social esté en posición de realizar su propio deseo, a pesar de las resistencias”,3 pero introduce el concepto de legitimidad de la autoridad diferenciándola del poder coercitivo. Para Robert Dahl, significa que “A tiene el poder sobre B en cuanto pueda lograr que B haga lo que B no haría de otra manera”. ¿El poder es una estrategia o un fin? La respuesta la tiene cada actor político y cada corriente ideológica; pero está claro que existen diversos tipos de poder: político, económico, militar, cultural; y diversas formas de hacerse del poder y/o ejercitarlo. Sobre la forma de llegar al poder, las vías pueden ser democráticas (electoral y no elec1970: 55). 59 “ Para los socialistas ecuatorianos, una acción política sin ética es la búsqueda del poder por el poder mismo, lo que implica que el ejercicio del poder es el fin y no el medio para alcanzar el bien común, éste por lo tanto pasa a segundo plano; de allí vienen las afirmaciones –ciertas– de que el poder enceguece, aísla, atrapa ” toral), o violentas (conflictos armados, golpes de mano, golpes de Estado). Sobre el ejercicio del poder existe una variedad muy amplia de formas de ejercitarlo, que incluye las autoritarias por convencimiento y participativas. Las izquierdas latinoamericanas, y en particular los socialistas ecuatorianos, hemos mantenido las siguientes tesis con respecto al poder: 1) El poder legítimo como instrumento para la transformación social –la revolución–. 2) La acumulación y construcción del poder, el poder es un medio no un fin, el poder se lo hace en el contacto permanente con los grupos –organizaciones sociales– interactuando, haciéndolo de a poco, acumulán- 60 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 dolo. 3) El poder popular, donde el pueblo es el único soberano y el que toma las decisiones para la construcción de la nueva sociedad, empleando la democracia participativa como vía, instrumentando al máximo la participación. Las experiencias en nuestro país y en América Latina –especialmente en el siglo pasado– utilizaron las dos vías para acceder al poder: la vía democrática y la violenta; sin embargo, los resultados por la vía democrática fueron prioritarios pero al mismo tiempo encontraron obstáculos insalvables que conllevaron a ensayar otras vías. Desde la izquierda, las organizaciones, sectores y militantes radicalizados pugnaron por la vía armada sin resultados concretos, y pasaron a formar parte, crearon o fortalecieron agrupaciones políticas que ahora están en los gobiernos en América Latina. Esas son las experiencias del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, el Frente Amplio en Uruguay, una ala peronista en Argentina, el Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador. En el caso del Ecuador, en Alianza PAIS se expresan grupos y sectores con un acumulado de experiencias, formación política y hasta experiencias político-militares. Las experiencias políticas de la vía armada –sobre todo sus agendas ideológico-programáticas– sirvieron a estos sectores para aliarse a otros sectores políticos y alcanzar el poder. Las organizaciones políticas se originan con el agrupamiento –participación– de individuos con intereses similares. Su tipología es muy amplia e incluye organizaciones no electorales. La organización les proporciona una estructura que resuelve los problemas de funcionamiento, toma de decisiones, representación, construcción de agendas, todo esto para acceder al poder. Los partidos políticos, desde su origen hasta nuestros días, guardan elementos comunes para la crítica. Max Weber señalaba, por ejemplo, que los partidos “son asociaciones dirigidas a un fin deliberado, ya sea este objetivo la realización de un programa que tiene finalidades materiales o ideales, o personal, es decir tendiente a obtener beneficios, poder y honor para los jefes o secuaces, o si no tendiente a todos estos fines conjuntamente”, lo que ratifica la crítica no de hoy sino de siempre sobre su razón de ser y su forma de actuar. Son frecuentes las preguntas: ¿qué hacen? ¿Cómo nos representan? ¿Son necesarios? Los movimientos políticos distan de los partidos políticos porque los movimientos están más identificados con una acción política que con una ideología,4 sus agendas son más específicas, y sus miembros no aspiran a colocar a sus integrantes en instituciones del poder político. En el caso ecuatoriano, los movimientos sociales históricos (organizaciones de trabajadores, campesinos, indígenas, maestros) han estado vinculados a los partidos políticos de la izquierda (Partido 2 Patricio de Azcárate, Obras filosóficas de Aristóteles, Madrid: Editores Medina y Navarro, 1873-1875. 3 Gina Zabludovsky, Autoridad, liderazgo y democracia, 1993. 4 Ideología entendida como el conjunto de ideas sobre un sistema existente (sistema que incluye lo económico, social, cultural, político) y que pretende conservar o transformar esa realidad. Como señala Engels, “todo lo que mueve a los hombres tiene que pasar necesariamente por sus cabezas” y Marx “hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas “ Es necesario, por tanto, ubicar desde sus programas y sus prácticas a quiénes representan, qué han hecho y quiénes conforman cada partido, para no caer en la subjetividad e injusticia de homogenizar y tildar a todos por igual, desvalorizando su vigencia ” Silvia Salgado Socialista, Partido Comunista, Movimiento Popular Democrático), y las organizaciones de las élites económicas (empresarios, medios de comunicación) a los partidos de derecha (Partido Social Cristiano, Unión Demócrata Cristiana); por lo tanto, siempre ha existido una representación de los partidos a intereses de grupos determinados. Sobre la necesidad de fortalecer los partidos políticos En el caso ecuatoriano, que no dista mucho de otros casos en América Latina, la historia de los partidos políticos –en el imaginario ciudadano– está relacionada con la acción de éstos en el ejercicio del gobierno, con actos de corrupción, con la búsqueda del poder para satisfacer la vanidad y enriquecerse, con el ejercicio del poder coercitivo y la fuerza, hasta con el desgobierno. Pero también algunos partidos políticos que no se han constituido en gobierno han sido examinados desde su condición de cogobernantes al estar en colaboración, y desde la oposición. En muchos casos también se los debe evaluar desde la resistencia, la lucha popular y el sacrificio de sus militantes en defensa de sus ideales, con la búsqueda de la participación y la transformación social. Es necesario, por tanto, ubicar desde sus programas y sus prácticas a quiénes representan, qué han hecho y quiénes conforman cada partido, para no caer en la subjetividad e injusticia de homogenizar y tildar a todos por igual, desvalorizando su vigencia. Entendemos las críticas a los partidos políticos por lo que mayoritariamente son, pero a continuación algunas reflexiones sobre lo que deberían ser: Más allá de la institucionalidad, de gozar con un registro electoral, los partidos políticos son un instrumento para la acción que deviene en la conservación o transformación del orden establecido. La experiencia, por ejemplo, del Partido Socialista Frente Amplio (PSFA) es extensa en este aspecto: nos constituimos en 1926, somos la matriz de la jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de ese con- 61 izquierda ecuatoriana, hemos mantenido varios registros electorales mediante los cuales nos asignaron números como el 3, y actualmente el 17. Venimos de ser un partido proscrito en períodos de dictaduras (Velasco Ibarra, Rodríguez Lara); en la conformación del nuevo Partido Socialista en el década de 1980 incorporamos al Partido Socialista Revolucionario del Ecuador (PSRE) –partido revolucionario de corte marxista–, en el cual las elecciones no eran parte de su agenda política. Años más tarde, el PSFA es la única organización política que promovió y logró la fusión con el Frente Amplio de Izquierda (FADI). Por tanto, la institucionalidad no determina toda la acción de los partidos políticos, especialmente de la izquierda revolucionaria; la lucha parlamentaria es sólo un espacio de la lucha política. Esta afirmación es importante en la perspectiva de contar con un instrumento de los sectores menos favorecidos que, por sobre la institucionalidad que depende del régimen imperante,5 garantice un espacio de propuesta, de incidencia, y de lucha por la conquista del poder. Intermediación de las demandas sociales frente al Estado El Estado debe satisfacer las necesidades de su pueblo; sin embargo, o no lo hace, o en el proceso de dotación de bienes, servicios y justicia enfrenta cuestionamientos y conflictos con sectores organizados de la sociedad civil, es decir, en el ejercicio del gobierno éste no satisface a todas las personas. Las sociedades modernas tienen una división de poderes, mayoritariamente el sistema de gobierno es el democrático bajo el cual los partidos políticos colocan a sus miembros en estos espacios –especialmente en el Parlamento– vía mecanismos de selección, por lo tanto, la labor de los partidos debe ser la representación de esos intereses en los espacios que el sistema posibilita, y simultáneamente procesar los conflictos que la defensa de esos intereses provoca. Pero para poder intermediar frente al Estado, el partido debe tener la legitimidad de sus repreflicto y lucha por resolverlo”. Por tanto ideología entendida como un arma transformadora, en la cual las ideas son el motor de la acción física-mate- 62 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ En el caso del PSFA, nos definimos como representantes del socialismo latinoamericano de José Mariátegui, José Martí, Manuel Agustín Aguirre, entre otros; no somos dogmáticos y recreamos permanentemente el socialismo ” sentados, que pasa necesariamente por desarrollar una democracia interna que otorgue consistencia a la representación, por la interacción de dirigentes y dirigidos, por la adopción de las agendas de los movimientos sociales o sectores sociales, pero sobre todo por la incorporación de éstos en las decisiones y en los espacios de dirección de los partidos. Garantía de la democracia y gobernabilidad Las agendas programáticas y por tanto las visiones distintas sobre la economía, la política, lo social y cultural deben ser procesadas por las organizaciones políticas, entre organizaciones políticas y el Estado. La democracia para los socialistas o es radical o no es democracia, en consecuencia se debe entender como un proceso en construcción permanente en donde los mandatarios consultan constantemente con los mandantes; en donde las elecciones sólo son una parte de la democracia y la parte fundamental es la participación en las decisiones de todos los niveles de gobierno y en todo el proceso de formulación, ejecución y evaluación de las acciones de gobierno; una democracia fundamentada en la participación política como resultado de un gran sistema que permita que sectores sociales y políticos organizados se comprometan a la construcción de esa gobernabilidad y no simplemente de una participación ciudadana individualizada que fundamenta en el voto su relación con el Estado, lo que genera una creciente despolitización y desarticulación del tejido social. La dictadura del voto, cuando es propiciada desde el poder político o económico, se convierte en una ficción sin participación y, en el peor de los casos, configura regímenes autoritarios. La experiencia en el Ecuador determina que con votos se ha desgobernado en función de intereses de las minorías y la inestabilidad política ha sido muy recurrente. La gobernabilidad es determinante para el desarrollo, por ende es necesario construir un conjunto de condiciones favorables para la acción de un gobierno diferente, alternativo, que lidere un proyecto político democrático. No podría pensarse en estas “condiciones favorables” si no incorporamos las demandas de todos los sectores, especialmente de los organizados, que expresan la diversidad social y la pluralidad política; este rol “articulador” le corresponde a los partidos políticos. Las organizaciones políticas, para funcionar con los criterios expuestos, deben de forma urgente: 1) Democratizarse, no sólo en los espacios de dirección sino y sobre todo en la construcción de las decisiones, en la elección de sus dignidades, en la rendición de cuentas. El voto universal –una vez que se cuente con un registro claro de afiliados– es una necesidad. 2) Sus agendas programáticas deben actualizarse con fundamentos ideológicos sólidos, con base en un profundo análisis histórico y de la coyuntura local, Silvia Salgado 63 regional y mundial, con una visión de corto, mediano y largo plazo. Dentro de estas agendas, deben establecerse mecanismos de relacionamiento con las otras organizaciones políticas; un partido con una agenda fuerte es un partido que no requiere de caudillos o “figuras coyunturales” para subsistir y que suelen marcar la permanencia y los resultados de una organización. 3) Dotar de formación ideológica a sus cuadros militantes, simpatizantes, adherentes, sus agendas programáticas y su acción política debe fundamentarse en principios ideológicos. En el caso del PSFA, nos definimos como representantes del socialismo latinoamericano de José Mariátegui, José Martí, Manuel Agustín Aguirre, entre otros; no somos dogmáticos y recreamos permanentemente el socialismo. 4) Tener estructuras orgánicas fuertes y con niveles de autonomía, ya que es necesario contar con estructuras fuertes de los partidos con niveles de funcionamiento autónomos de carácter decisional, que vayan a la par con el funcionamiento de los territorios administrativos y electorales del país. Autonomía que debe guardar armonía con el proyecto político nacional y debe estar garantizada con profundos mecanismos de democracia interna y de unidad ideológica y política. 5) Inserción o reinserción en los sectores populares y sus organizaciones, reconociendo la presencia y los aportes de nuevos actores sociales, el rol articulador del partido político que configure un proyecto incluyente a escala nacional con capacidad de propuesta y movilización que será posible si éste es legitimado desde las “bases” de los sectores a los que representa. Finalmente el proceso de reinscripción para las organizaciones políticas dispuesto en la Constitución de 20086 no debe ser una limitación para la acción de la política, por los requisitos que establece, por la posibilidad de intervención del Estado o por la dedicación a las tareas para la recolección de firmas o afiliaciones –tareas electorales– en desmedro de las tareas políticas, la formación política u otras. Debe constituirse en una oportunidad para el fortalecimiento del sistema de partidos políticos. En el caso del PSFA, es una tarea vital para materializar las aspiraciones de nuestra organización que durante ochenta y cuatro años ha venido proponiendo y aportando a la construcción de la Patria Socialista, especialmente en temas como los derechos humanos, laborales, seguridad social, educación general y universitaria, soberanía alimentaria, etc. El reto es construir una organización socialista joven sobre la base de un enorme acumulado histórico, único en el país y uno más de los pocos en América Latina; sólo la firme convicción y formación de sus militantes posibilitará la construcción de una organización con vocación y oportunidades de acceder al poder, con profunda convicción de unidad con las organizaciones de izquierda y con los sectores sociales democráticos y progresistas de nuestro país. El desafío está planteado. rial. 5 En el Ecuador, la Constitución de 2008 incorpora una sección completa sobre organizaciones políticas, en la que lamentablemente establece que el Estado puede resolver conflictos internos de las organizaciones políticas. Con una institucionalidad fuerte no habría inconvenientes, sin embargo, en la historia política de nuestro país existe carencia de esta característica. Bibliografía • Azcárate, Patricio de, Obras filosóficas de Aristóteles, Madrid: Editores Medina y Navarro, 1873-1875. • Platón, La República, Lima: Editorial Mercurio, 1970. • Zabludovsky, Gina, Autoridad, liderazgo y democracia, 1993. Las organizaciones políticas en la coyuntura ecuatoriana Partido Sociedad Patriótica ¿Cuál es la actual coyuntura política ecuatoriana? L a imposición, planificada y financiada desde el exterior del socialismo del siglo XXI, como una novedad y solución salvadora para todos los problemas nacionales, especialmente de los pobres, difundida en el Ecuador de forma agresiva y masiva con una propaganda millonaria para tratar de posicionarlo en la mente del pueblo, que clama por mejorar su nivel socio-económico de vida. ¿Este es un modelo nuevo? Lucio Gutiérrez Presidente Constitucional de la República del Ecuador, 20032005. Presidente vitalicio del Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero (PSP). Rector de la Escuela Politécnica del Ejército de Latacunga en 1994. Obtuvo la distinción de mejor graduado como Ingeniero Civil por la Escuela Politécnica del Ejército en 1987. Cursó un Diplomado en Liderazgo, Planificación Estratégica, Administración de No. Es una copia desfigurada del comunismo que se implantó en Europa y Cuba el siglo pasado y fracasó rotundamente; fue desterrado del viejo continente por su peligrosidad y amenaza contra la libertad, los derechos humanos y la democracia. En esas naciones no había libertad de expresión y medios de comunicación independientes; nunca hubo rendición de cuentas de los dineros del pueblo; los Poderes o Funciones del Estado (Justicia y Congreso) y organismos de control (Fiscalía, Contraloría, Superintendencias) estaban totalmente sometidos; no había otros partidos políticos, sólo el oficial; al pueblo lo atemorizaban con juicios y prisiones injustas y arbitrarias sin respetar los debidos procesos, pues eran regímenes totalitarios, autoritarios y sanguinarios. La receta es la misma, el oxígeno para este modelo es alcanzar por cualquier medio, aparentemente democrático o no, el poder total para controlar la nación y que nadie los controle. Y los resultados son conocidos: totalitarismo, falta de libertad de expresión, abuso, corrupción, atraso, desempleo y pobreza total para el pueblo. Proyectos en 1989, y realizó posgrados en Desarrollo Nacional, en ¿Existe auténtica democracia en el Ecuador? Fushinkang, Taipei, 2002, y en Relaciones Internacionales y Defensa Continental por el Inter American Defense College, Washington, 1995. La democracia no se mide solamente realizando elecciones, y peor cuando estas son fraudulentas; la democracia se mide por los niveles Lucio Gutiérrez de libertad de expresión, por la independencia de los organismos de control y Funciones o Poderes del Estado, por la transparencia y rendición de cuentas en el uso de los dineros públicos, por la plena participación de los partidos y movimientos políticos en igualdad de condiciones, por la realización de elecciones limpias, respetando la decisión del pueblo en las urnas, por la reducción de los niveles de pobreza y la brecha entre los más ricos y los más pobres, escuchando los planteamientos del pueblo y no imponiendo decisiones. Es una lástima pero no disponemos de Funciones del Estado independientes, los organismos de control no cumplen con su obligación legal de velar por el buen uso de los recursos públicos, y a ratos se convierten en instrumentos de persecución. Cero fiscalización y rendición de cuentas, los escándalos de robo, sobreprecios, corrupción, contratos al hermano son de todos los días y las autoridades miran para otro lado. No existen las mismas oportunidades para los partidos políticos de oposición, todas se concentran en el Gobierno, quien usa y abusa de los medios de comunicación públicos, incautados y privados. Las elecciones son realizadas por un Consejo Electoral controlado por el Gobierno, con resultados cuestionados, reduciendo las posibilidades de los demás actores políticos. Debemos tener claro que en un sistema democrático la oposición no solamente es constitucional, sino necesaria y beneficiosa para el Gobierno de turno, porque es la oposición la que obliga al Gobierno a rectificar, corregir errores, cambiar rumbos, realizar pausas estratégicas y retomar el camino correcto para trabajar en beneficio de todo el pueblo, no sólo favoreciendo a los del partido gobernante. Así se perfeccionan las democracias en el mundo entero. Obviamente cuando hay gobiernos tolerantes, visionarios, estadistas, que miran más allá del horizonte. En la actual coyuntura de acumular poder y eliminar a la oposición, se desprestigia a los partidos políticos responsabilizándolos de todos los males del país. Con ese objetivo perverso no escatiman recursos y usan millonarias cadenas de radio y televisión para aumentar ese desprestigio. 65 “ No se puede concebir la democracia sin partidos políticos. Las organizaciones políticas son indispensables para que exista democracia en una república, son los sensores que captan con la mayor realidad y objetividad posible las aspiraciones populares, son el puente entre las necesidades más apremiantes del pueblo y la búsqueda de la mejor solución a las mismas a través del poder ” ¿Cómo, por qué y para qué las organizaciones políticas? Hoy más que nunca, ante la actual coyuntura ecuatoriana de perder la democracia y la libertad, son necesarias organizaciones políticas sólidas, democráticas al interior de las mismas, con participación equitativa e igualitaria de hombres y mujeres, sin distinguir raza, religión, condición económica o social. No se puede concebir la democracia sin partidos políticos. Las organizaciones políticas son indispensables para que exista democracia en una república, son los sensores que captan con la mayor realidad y objetividad posible las aspiraciones populares, son el puente entre las necesidades más apremiantes del pueblo y la búsqueda de la mejor solución a las mismas a través del poder. Son las llamadas a usar el poder siempre para servir al pueblo y no servirse del poder y del pueblo. 66 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 Por lo tanto es necesaria la reestructuración de los partidos políticos, estimulando el ingreso de nuevos militantes especialmente mujeres y jóvenes, armando las directivas, tribunales y candidaturas con equidad de género y de forma paritaria, modernizarlos, capacitar adecuadamente a los militantes, afiliados y simpatizantes. ¿Cuáles son los obstáculos a vencer en esta coyuntura política? A pesar de los esfuerzos por captar más y nuevos militantes, los partidos políticos tienen dos grandes obstáculos estrechamente vinculados. El primero es el modelo totalitario que no permite fiscalización al Ejecutivo y persigue a sus adversarios políticos; en consecuencia, la corrupción e impunidad campea en nuestro país y eso desestimula a los ciudadanos a participar activamente en política. No tenemos una auténtica libertad de expresión, el Gobierno mal utiliza los medios de comunicación públicos e incautados para hacer propaganda y atacar a sus oponentes, tomando ventaja y generando una competencia inequitativa, y los otros medios de comunicación que todavía no están en manos del Gobierno son amenazados. Esta realidad no permite oportunidades y el surgimiento de nuevos líderes, alejando a los jóvenes de las agrupaciones políticas. El Consejo Nacional Electoral es muy cuestionado por su parcialidad a favor del Gobierno, permite una competencia electoral desigual, consintiendo que el Gobierno use y abuse de los recursos públicos para hacer propaganda, mientras al resto de sujetos políticos les fijan horarios para que difundan sus ideas; esto genera apatía en la ciudadanía y la aleja de las agrupaciones políticas. El segundo problema que tienen las organizaciones políticas para su reestructuración y fortalecimiento es el ambiente hostil generado por el Gobierno; los ciudadanos desean participar, afiliarse, pero su interés se frena por las amenazas del régimen. Si se afilian a otro partido político, se les retira del bono de desarrollo humano, del bono de la vivienda, se les niega préstamos en el Banco de Fomento, se los persigue con el Sistema de Rentas Internas (SRI), Fiscalía y Contraloría, no se les da contratos, se los cancela si trabajan en el sector público. El desafío ante esta coyuntura es ¿cómo superar la crisis de representación de los partidos políticos?, porque si no lo hacemos, y pronto, podríamos vernos avocados al surgimiento de nuevos mecanismos de representación que reemplacen a los partidos como estructuras de intermediación política, tal la experiencia autoritaria que vivimos o los infaltables “candidatos de alquiler” que, luego de ganar, venden su conciencia al mejor postor, generalmente el Gobierno de turno, y actúan al margen y traicionando a las organizaciones por las cuales ganaron y al pueblo que los eligió. El cómo, para qué y por qué de las organizaciones políticas en esta coyuntura del socialismo del siglo XXI se resume en la urgente refundación de los partidos: es imprescindible repensarlos, modernizarlos, hacerlos más atractivos, especialmente para los jóvenes, y accesibles a todos los ciudadanos en igualdad de condiciones, democratizarlos, aprovechar las nuevas tecnologías, disponer de estatutos con normas claras para el proceso democrático en la toma de decisiones, abriendo espacios de debate para las ideas, evitando el caudillismo y la verticalidad de las disposiciones, actualizando la declaración de principios, con disposiciones precisas que permitan entender la disciplina y lealtad partidista, disponiendo al mismo tiempo de tribunales de elecciones, disciplina, fiscalización y defensa del afiliado; esto es fundamental para que las directivas y candidaturas en todos los niveles se elijan de manera transparente e igualitaria, sólo así se fortalecen y permanecen en el tiempo las organizaciones. La capacitación de los militantes y afiliados debe ser permanente no únicamente en la ideología del partido sino frente a la amenaza de la coyuntura; en el control electoral hay que defender los votos, ahí está la clave y el esfuerzo final para alcanzar el poder, para lo cual se debe mantener un Plan de Gobierno que permita solucionar las necesidades básicas de la población con el objetivo fundamental de reducir al máximo la pobreza. Debemos recordar que en las organizaciones políticas los ciudadanos no son homogéneos ni Lucio Gutiérrez piensan igual, por el contrario, son complejos y heterogéneos, siempre habrá pequeños, medianos o grandes grupos dentro de las organizaciones, con intereses específicos, diferentes y a veces contrapuestos, pero con voluntad, diálogo, mutuas concesiones y un líder unificador se pueden superar las diferencias y articular esos intereses y motivaciones en dirección de uno mayor, el verdadero cambio socio-económico que tanto ansía el país. ¿Quiénes somos los militantes del PSP? Somos ecuatorianos y ecuatorianas de todas las regiones de la patria, de todas las condiciones sociales y económicas, cristianos y de pensamiento democrático libre, que compartimos un sólo objetivo: volver a la estabilidad económica que tuvimos en nuestro Gobierno, a los precios bajos, a tener trabajo, a la seguridad ciudadana, con justicia, libertad, solidaridad, con salud y educación gratuitas, con vivienda digna, respetando los derechos de los trabajadores, la plurinacionalidad, para juntos reducir la pobreza, combatir la corrupción y crear empleo para todos, especialmente los jóvenes. ¿Cuál es nuestra ideología? El Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero (PSP) es un partido político progresista, nacionalista, revolucionario, solidario, democrático, integracionista, justicialista, igualitario, humanista. De acuerdo con la vieja clasificación, nos ubicamos del centro a la izquierda, pero no somos fundamentalistas ni dogmáticos, sino centro izquierdistas de avanzada, modernos, pragmáticos, que buscamos la solidaridad, libertad y desarrollo absolutos del ser humano. Nuestra ideología es defender los intereses del pueblo, es luchar sin tregua contra la corrupción, ser solidarios con los más pobres, crear oportunidades para los jóvenes, despolitizar la justicia y los organismos de control que continúan en manos de los grupos de poder, fortalecer la seguridad jurídica, defender la propiedad privada, respetar sin límites la libertad de expresión y los derechos humanos, estabilizar la economía, incentivar la 67 “ El cómo, para qué y por qué de las organizaciones políticas en esta coyuntura del socialismo del siglo XXI se resume en la urgente refundación de los partidos: es imprescindible repensarlos, modernizarlos, hacerlos más atractivos, especialmente para los jóvenes, y accesibles a todos los ciudadanos en igualdad de condiciones… ” producción, la inversión nacional y extranjera, y abrir los mercados para crear fuentes de trabajo y así reducir el desempleo, la pobreza, la delincuencia y la dolorosa migración. Nuestra visión del país Queremos un país en constante crecimiento económico, eficiente, capaz de competir exitosamente en un mundo globalizado y que brinde oportunidades de trabajo para todos. Queremos un país con educación y salud de calidad, con vivienda digna, servicios básicos e infraestructura que aliente el desarrollo. ¿Cómo está organizado el PSP? El PSP tiene estructura a nivel nacional, directivas provinciales en las veinticuatro provincias del Ecuador, directivas cantonales y parroquiales. También tenemos nuestras directivas en Europa, América del Norte y Latinoamérica. 68 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 La visión del partido es llegar a ser la primera fuerza política de la nación, para lo cual se necesita el apoyo de todos; en consecuencia, el PSP ha abierto sus puertas y ha invitado no sólo a sumar fuerzas, inteligencias, conocimientos, voluntades sino a participar de este sueño motivando a todos los compatriotas que consideren en su análisis servir a la patria a través de un partido organizado, serio, capaz de transformar positivamente al Ecuador, como el PSP. El PSP quiere convertirse en el líder de la auténtica democratización de los partidos políticos en el Ecuador, para ello, tomó la decisión en Asamblea Nacional, que es la máxima autoridad del partido, de elegir a todos nuestros dirigentes y candidatos a dignidades de elección popular mediante “primarias”, con votación secreta, universal, en urnas y recintos electorales preparados con esa finalidad. Para ello se elaborarán padrones electorales con todos los afiliados de cada parroquia, cantón, provincia y a nivel nacional. “ Uno de nuestros objetivos es mantener las mejores relaciones de respeto mutuo con todas las organizaciones políticas, sociales, gremiales, de profesionales, de jóvenes, de mujeres, intercambiando experiencias positivas para el fortalecimiento de la democracia, libertad, igualdad, bienestar y respeto a los derechos humanos en el Ecuador ” De esta manera se entierran para siempre aquellos procedimientos amarrados y caudillistas para designar “a dedo” dirigentes y candidatos que no permiten el aparecimiento de nuevas figuras y líderes jóvenes en los partidos políticos. Todos los militantes del PSP, fundadores, antiguos y nuevos afiliados, tendrán –como debe ser en un partido político auténticamente democrático– las mismas oportunidades para dirigir el partido o ser candidato, el único límite será su propia decisión, capacidad y voluntad de aspiración, nadie más podrá coartarlo. ¿Qué hace el PSP cuando no está en elecciones? Cuando el partido no está en elecciones nacionales, damos prioridad a la capacitación de nuestra dirigencia y bases, buscando nuevos líderes. Nos dedicamos a la reestructuración de nuestra organización, realizamos asambleas y veedurías para fiscalizarnos al interior del partido juzgando la actuación de nuestros funcionarios electos por voto popular y, si es el caso, pedimos rectificaciones a esa autoridad buscando siempre el mayor servicio posible al pueblo. Uno de nuestros objetivos es mantener las mejores relaciones de respeto mutuo con todas las organizaciones políticas, sociales, gremiales, de profesionales, de jóvenes, de mujeres, intercambiando experiencias positivas para el fortalecimiento de la democracia, libertad, igualdad, bienestar y respeto a los derechos humanos en el Ecuador. La inclusión de la mujer en el PSP es vital, prioritaria y le damos la máxima importancia, no necesariamente para cumplir con la ley sino porque la dirigencia está consciente del fortalecimiento del partido cada vez que recibimos el aporte de nuevas militantes mujeres en la dirigencia, como candidatas y en el ejercicio de sus responsabilidades dentro del partido o como dignatarias de elección popular. Es fundamental en esta coyuntura lograr un gran diálogo nacional para defender la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos, un diálogo franco, serio, abierto, sin vetar a nadie, sólo buscando la gran unidad nacional. Cómo, por qué y para qué de las organizaciones políticas ecuatorianas Unidad Plurinacional Pachakutik Nuevo País P Marcelino Chumpí Prefecto de Morona Santiago para el período 2009-2014. Secretario Ejecutivo del Instituto para el Ecodesarrollo Regional Amazónico, 2005-2008, delegado del Gobierno ecuatoriano ante el Fondo Indígena Latinoamericano durante 2002-2004. Representante por Morona Santiago en la Asamblea Nacional Constituyente de 1998 y coordinador de proyectos de desarrollo rural entre 1998 y 2000. Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas y tiene estudios de posgrado en Gobernabilidad y Desarrollo, Manejo de Conflictos y Gestión Local. ara hablar de las organizaciones políticas en el Ecuador, es menester incursionar hacia la comprensión genuina de los componentes básicos que constituyen la formación de las organizaciones políticas al interior de una sociedad. Así, conceptualizaremos la formación y consolidación de un Estado y de una nación; y dentro de este complejo sistema de articulación del devenir histórico de las sociedades, cómo surgen o cómo es que las organizaciones políticas se hacen imprescindibles para la consolidación de una democracia societal o no. Sobre el Estado, recurriendo a los conceptos clásicos de los grandes estudiosos y en concordancia con la Enciclopedia de la política, de Rodrigo Borja, aceptamos la siguiente acepción: “Constituye un régimen de asociación humana más amplio y complejo” (…) “está caracterizado esencialmente por la ordenación jurídica y política de la sociedad”; en fin, es la “institucionalización del poder”. “Es un poder que se ejerce sobre los hombres y dentro de un espacio físico”.1 Este concepto implica que emerjan actores sociales que representan a grupos sociales de intereses sobre los temas del Estado, en la medida en que sea compatible establecer políticas que beneficien a un grupo determinado en cobijo al tejido de la trama social de la sociedad. Es decir que el poder público, expresado por la propia naturaleza o característica del Estado, contribuye a la formación y consolidación de grupos humanos –como Marx definía– con intereses de clases con su peculiar formación histórica, basados en la explotación y acumulación de la riqueza en pocas manos. Por lo tanto, el surgimiento y la consolidación de las organizaciones políticas tienen su razón de ser en la propia estructuración del Estado, como expresión del poder público que implica intereses de grupos humanos que se organizan. Si eso es la naturaleza del Estado, indaguemos ahora qué es una nación: “Es una comunidad humana de la misma procedencia étnica, dotada de unidad cultural, religiosa, idiomática y de costumbres, poseedora de un acervo histórico común y de un común destino nacional”.2 1 Rodrigo Borja, Enciclopedia de la política, México: Fondo de Cultura Económica,1997. 2 Ibídem. 70 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ La existencia del Estado y la nación, como procesos históricos de los seres humanos, son dos momentos que no podrán ser engranados si no encuentran el aceite o la fuerza o la energía que les permita unir, ensamblar y conformar el proceso complejo de grandes formaciones históricas ” El concepto de nación supone una homogeneidad de la sociedad, es decir, una sola nación implicaría sostener un sólo tipo de cultura, idioma, entre otras características. No obstante, la realidad histórica de la formación de las naciones y de los Estados no es así, o mejor dicho, nunca ha sido así. Hay pueblos y naciones conquistadas y conquistadoras, o más exactamente, la naturaleza del ser humano implica la implementación de una forma de poder de unos contra los otros; esta teoría la desarrolla con mucha mayor precisión Hobbes, en Leviatán. Entonces encontramos la primera contradicción de las formaciones históricas de los Estados y las naciones; estas contradicciones no son resueltas nada más que en el espacio de la democracia o de las relaciones sociales, económicas, políticas, culturales, religiosas y ambientales, expresadas en intereses heterogéneos de los grupos sociales. El que no existan naciones únicas con un sólo Estado implica la construcción de las nuevas relaciones políticas de las naciones con los Estados, las mismas que deberán resolverse en la política, así como la economía en el mercado. Sin el campo de la política, las contradicciones no podrán ser resueltas, más bien se expresarán en conflictos o violencias que ninguna sociedad tolera, a no ser que tengan bases de usos y costumbres. La existencia del Estado y la nación, como procesos históricos de los seres humanos, son dos momentos que no podrán ser engranados si no encuentran el aceite o la fuerza o la energía que les permita unir, ensamblar y conformar el proceso complejo de grandes formaciones históricas. Este engranaje se llama la política, a la que entendemos como “ciencia y arte” de gobernar una nación donde está institucionalizado el poder. En suma, “la política, es un acervo de conocimientos tocantes a la realidad social y la aplicación de ellos a situaciones concretas”. “Es fundamentalmente poder”. “Es una teoría y práctica de las relaciones de poder”. Pero este “poder actúa en el seno de una sociedad dada y un territorio determinado”.3 Más claramente podemos observar la génesis de las organizaciones políticas porque se construyen relaciones de poder, eso quiere decir, manifiesto de intereses de poder; en consecuencia, el deseo de manejar el poder público conlleva a la formación necesaria de la existencia o la creación de organizaciones políticas. Consecuentemente sostengo la tesis de que las sociedades fatalmente deben organizar sus intereses de relaciones de poder entre los diversos; estos diversos son expresados en la política. Dentro de la genealogía de la formación del poder, se encuentran estructuras relacionadas con intereses de clase o más bien dicho grupos de intereses que se manifiestan en el imaginario colectivo, como expresión de intereses grupales y no individuales; tampoco pueden expresar una mutación de intereses privados, sino colectividades donde el Estado se hace responsable. Este proceso de construcción de relaciones será expresado en las, o con las, organizaciones políticas, que son una expresión del apalancamiento de la 3 Ibídem. Marcelino Chumpí 71 participación de los actores del desarrollo en un poder público expresado en el Estado. En consecuencia, la naturaleza del poder, como expresión de energía que mueve las relaciones de intereses societales, combina las fuerzas que se van contraponer en sí mismas a la hora de resolver los problemas de las comunidades o sociedades donde se ejerce el poder público. Nicos Poulantzas, al discutir el problema del poder y las clases sociales, establece que el poder no es algo tangible sino un mecanismo para caracterizar las relaciones sociales expresadas en el control de los medios de producción y el acaparamiento de las ganancias y la plusvalía que se genera en el proceso de producción, estableciendo el circuito mercancía-dinero-mercancía. El producto de este proceso es que genera sociedades de consumo o el capitalismo, donde la misma corporeidad histórica de este proceso genera estratificaciones sociales, expresadas en clases sociales, donde ellas manifiestan fuerzas internas de poder como intereses de clase en sí y clase para sí. Tomando las palabras de los autores que hemos citado, sostenemos que existe el juego del doble valor del principio de identidad, afirmación que es afirmada, negación que es negada afirmativamente y la afirmación de la misma negación. El concepto de poder aparece en el campo de la lucha de clases. “Así como el concepto de clase indica los efectos del conjunto de los niveles de la estructura sobre los soportes, el concepto de poder especifica los efectos del conjunto de esos niveles sobre las relaciones entre clases sociales en lucha”.4 El poder designa la capacidad de una clase para realizar sus intereses específicos, en oposición con los intereses de las otras clases. Los intereses no se sitúan en las estructuras sino en el campo de la lucha de clases. Las estructuras sólo asignan sus límites a este campo. Mientras las fuerzas sociales –que abarcan la coyuntura– delimitan el campo de la clase en cuanto clase distinta, en cambio, los intereses delimitan el horizonte de su acción (no ya la existencia de la clase como fuerza social, sino su grado de organización o extensión de su poder). “El concepto de intereses sólo puede referirse al campo de las prácticas, en la medida en que los intereses son siempre intereses de una clase, de los soportes distribuidos en clases sociales”.5 Con esta introducción sintética, podemos caracterizar el surgimiento de las organizaciones políticas en el Ecuador recurriendo a hechos históricos que marcaron la diferencia de construcción del proceso de participación de los actores sociales en formación o afianzamiento de un sistema político en el país, el que consigo ha generado sistemas de gobierno, dependiendo de las características ideológicas y filosóficas que ellas denotan como identidad del partido o movimiento político. Aunque las tendencias políticas originales del país se remontan casi a su fundación, solamente en la década de 1880 se dio el primer intento de establecer organizaciones políticas serias a nuestros actuales partidos. Ese intento tuvo más bien corta vigencia, ya que fue rebasado por el advenimiento de la Revolución Liberal. Fue sólo en los 4 Nicos Poulantzas, Poder político y clases sociales en la sociedad capitalista, Madrid: Siglo XXI, 1978: 119. 5 Ibídem: 134. “ La naturaleza del poder, como expresión de energía que mueve las relaciones de intereses societales, combina las fuerzas que se van a contraponer en sí mismas a la hora de resolver los problemas de las comunidades o sociedades donde se ejerce el poder público ” 72 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ En suma, las organizaciones políticas en las sociedades modernas globales como las actuales, donde se establecen relaciones sociales interculturales, como es el caso del Ecuador, son de imprescindible necesidad para el afianzamiento de los poderes sociales que luchan en masas para alcanzar el manejo del poder público popular o del ciudadano ” años veinte del siglo pasado cuando los partidos políticos ecuatorianos se reagruparon y buscaron organicidad. Allí se dio la reorganización del partido Conservador y del Partido Liberal, así como la fundación del Partido Socialista. Estos tres partidos fueron legalizados luego de que, entre 1945 y 1947, se estableciera por primera vez una disposición legal que regulaba su participación electoral. Cuando entraron en vigencia la Constitución de 1967 y sus leyes conexas, se realizó una reinscripción partidaria con la que se elevó drásticamente el número de las organizaciones políticas legalmente reconocidas. Por fin, con la vigencia de la Constitución actual y las leyes de partidos y de elecciones, se estableció lo que podríamos denominar un régimen legal de partidos, actualmente en pleno funcionamiento.6 Empero a la vigencia de la Constitución de 2008, ya no existen partidos o movimientos políticos inscritos legalmente en el Consejo Nacional Electoral. 6 Corporación Editora Nacional, Los partidos políticos en el Ecuador, 1990: 12. En suma, las organizaciones políticas en las sociedades modernas globales como las actuales, donde se establecen relaciones sociales interculturales, como es el caso del Ecuador, son de imprescindible necesidad para el afianzamiento de los poderes sociales que luchan en masas para alcanzar el manejo del poder público popular o del ciudadano. Esto implica que la presencia de la diversidad ideológica, en términos de visionar una sociedad, coadyuva al engrandecimiento de un sistema democrático intercultural inédito, privilegiando el desarrollo del pensamiento plural de una sociedad. De allí la necesidad de fortalecer o de poner de manifiesto el concepto de “donde terminan los derechos de unos empiezan los derechos de los otros”. Los partidos o las organizaciones políticas van constituirse en la expresión de las vanguardias ideológicas, donde los intereses de clases se podrán plasmar cuando ellas ejerzan un sistema de poder en el mismo momento que realicen un ejercicio de gobierno. No obstante de aquello, el surgimiento multiplicador de un conjunto de organizaciones políticas al puro estilo del mundo subdesarrollado, no conlleva necesariamente el fortalecimiento de la participación o la democracia, sino la demostración de lo endeble que es una sociedad para alcanzar las metas que se llevan desde el Estado. Así, un gobierno iniciará sus acciones gubernamentales sobre la base de los efectos predatorios que se presenten en la coyuntura, dejando a un lado todos los intereses estatales o públicos. Bibliografía • Borja, Rodrigo, Enciclopedia de la política, México: Fondo de Cultura Económica, 1997. • Corporación Editora Nacional, Los partidos políticos en el Ecuador, 1990. • Poulantzas, Nicos, Poder político y clases sociales en la sociedad capitalista, Madrid: Siglo XXI, 1978. ¿Partido o movimiento? Organizaciones políticas en el Ecuador Unión Demócrata Cristiana L Diego Ordóñez Diputado, Secretario de la Asamblea Nacional Constituyente de 1998. Fue Subsecretario de la Administración Pública, Presidente de la Unión Demócrata Cristiana (UDC) y Miembro del Consejo Directivo de la Organización Demócrata Cristiana de América. Miembro del Directorio de la Cámara de la Producción de Pichincha, Presidente de la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador y Vicepresidente de la Federación Textil Andina. Doctor en Jurisprudencia por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y obtuvo diplomados en Estrategia Política, Marketing Político y Negociación. a “refundación” del Ecuador produjo una modificación fundamental en la estructura jurídica para la organización y funcionamiento de partidos y movimientos políticos. A finales de 2008 se aprobó la vigésima primera Constitución formulada por una Asamblea Constituyente dominada por el Movimiento Alianza PAIS, integrado y apoyado por sectores de la izquierda, populismo e indígenas. La anterior Constitución había sido aprobada en 1998, luego de una breve crisis política que concluyó abruptamente con el Gobierno populista de Abdalá Bucaram. En esa Constitución se incorporaron normas que intentaban contribuir con la requerida gobernabilidad. Pero la realidad posterior a la vigencia de estos textos confirmó que la crisis política y de representación era más profunda, y que la expectativa de alcanzar cierto nivel de estabilidad estaba lejos de lograrse. En 2000 y 2002, dos presidentes electos al amparo de la Constitución de 1998 fueron depuestos de sus cargos por golpes de Estado y fueron reemplazados por sus respectivos vicepresidentes que ejercieron gobiernos sin el liderazgo para enfrentar y solucionar las causas de la inestabilidad política. La historia republicana del Ecuador se puede caracterizar como una sucesión de caudillos sin proyectos políticos de largo plazo e implementación de decisiones administrativas y legislativas siempre orientadas a la coyuntura. Es difícil identificar la existencia de organizaciones políticas construidas en sólidas bases ideológicas, en estructuras y cuadros que promuevan la existencia y funcionamiento dinámicos de las mismas. Salvo contadas excepciones, la historia política del Ecuador desde su conformación como Estado puede ser contada exclusivamente a través de los personajes –caudillos nacionales y locales– y difícilmente a través de modelos que, implementados por los gobiernos, se hayan constituido en estructuradores de sistemas que trasciendan los períodos presidenciales. Esto para significar que las ideas y un proyecto de organizar la sociedad en consecuencia –que es variable fundamental y que da carácter a un partido político– no es visible. De forma que, en términos generales, se puede afirmar que en la democracia ecuatoriana, o mejor expresado, en los tiempos de vigencia de alguna 74 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 Constitución que no corresponden al ejercicio de gobiernos de facto, es débil la presencia de partidos políticos que ejerzan la representación de la sociedad e intermedien en el ejercicio de poder. En 1976, cuando la dictadura militar en el Gobierno había decidido entregar el poder a los civiles, se motivó un sui géneris proceso constituyente a través de comisiones integradas por miembros designados. En un intento de adecuar el funcionamiento de las instituciones de la democracia que se inauguró en 1979, junto con un nuevo texto constitucional, se instrumentaron leyes orientadas a organizar partidos políticos nacionales cuya existencia dependía del nivel de apoyo electoral, de que sustentaran ideas y programas de Gobierno, y de que demostraran funcionamiento orgánico. En ese momento surgieron nuevas expresiones políticas que asumieron la representación de dos formas de pensamiento vigentes en el escenario mundial: la social democracia a través del partido Izquierda Democrática (ID) y la democracia cristiana a través del partido del mismo nombre. Estas organizaciones, lideradas por jóvenes con clara formación, se consolidaron electoralmente y asumieron el vacío dejado por los exangües “partidos” tradicionales que, sin cabezas visibles, perdieron su espacio electoral. En ese momento, el Ecuador intentó por primera vez articular ideológicamente corrientes de pensamiento en estas nuevas expresiones políticas. Por primera vez se promovió democracia interna en los partidos, en la formación de cuadros y en la formulación de políticas públicas sustentadas en un sistema de pensamiento. Sin embargo, la incapacidad cultural de la sociedad política para organizarse en torno a ideas y no exclusivamente a personas, impidió que estas loables intenciones de una generación política que nacía luego de siete años de dictadura perduraran en el tiempo. A pesar de que cada una de estas fuerzas ejerció el poder y obtuvo una importancia electoral cuantitativa y cualitativa, al finalizar la primera década del siglo XXI han sido fulminadas. Una élite extractiva y oportunista, crecida en torno al amparo de la riqueza petrolera, promovió otras organizaciones políticas de tinte corporativista y de claro discurso populista; ninguna de ellas dispuesta a afrontar la responsabilidad de efectuar reformas fundamentales en el manejo del Estado, de la educación y de los recursos fiscales para dar sostenibilidad social y política a un modelo. Estas fuerzas, más grandes electoralmente, han ejercido durante este último tramo de “vida democrática” la representación política en el Gobierno, Parlamento y gobiernos seccionales. El Partido Social Cristiano (PSC), fundado para servir de expresión política del pensamiento social de la Iglesia, fue cooptado y transformado en una fuerza electoral supeditada a intereses corporativos, a la que se le atribuyó una identificación ideológica de derecha. A pesar de esta identificación, se convirtió en un poderoso obstáculo y detractor del primer intento de modernización y acomodo de la economía y la sociedad a un modelo liberal, intentado durante el Gobierno del Presidente Sixto Durán-Ballén. Esto es una evidencia clara de la acción política centrada en sujetos y en condiciones subjetivas, más que en la necesidad de cumplir un rol ajustado a una visión y un proyecto de ideas. Esta dinámica de confrontaciones de intereses antes que de conceptos condujo a la ciudadanía ecuatoriana a sustentar electoralmente una propuesta de “revolución” que ha logrado con éxito debilitar las organizaciones políticas, pero no descartar sus prácticas que señalan la relación con elementos culturales que, como se verá más adelante, explican la tesis de este trabajo en el sentido que, en muchos años hacia adelante, las organizaciones políticas que intervengan electoralmente serán reproducciones de las que han fenecido, pues persiste el sentido utilitario de la político y es muy incipiente el altruismo y utopía requeridos para construir un partido político. La Ley de Partidos en Alemania define a los partidos políticos como “asociaciones de ciudadanos que, de modo permanente a largo plazo, ejercen influencia en el ámbito de la Federación o de un Estado regional sobre la formación de voluntad política, y se proponen cooperar en la representación del pueblo”. El mexicano Jaime Cárdenas, en su ensayo “Partidos políticos y democracia”, define como funciones institucionales indispensables para la integración de la orga- Diego Ordóñez nización estatal y el Estado de Derecho, el reclutamiento y selección de élites, y la organización de las elecciones y la formación; y como funciones sociales señala a aquellas que tienen los partidos “como organizaciones que nacen del cuerpo social: la socialización política, la movilización de la opinión pública, la representación de intereses y la legitimación del sistema político”.1 De estas definiciones, es claro que los elementos que definen e identifican a un partido político –distinto a otra forma de organización social– son: ideas, estructura, militancia y cuadros, cuyo objetivo es representar a una parte del cuerpo social, ejerciendo influencia en la toma de decisiones públicas, formando políticamente a sus miembros, movilizando la opinión pública y participando electoralmente en la integración de los órganos del Estado. Salvo los dos casos enunciados de organizaciones políticas hoy virtualmente desaparecidas, en el Ecuador ninguna organización inscrita como “partido político” incluye todos los elementos que han sido descritos. El único elemento articulador en la mayor parte de organizaciones políticas –llamadas partidos– en los primeros veinte años desde 1979, fue exclusivamente la participación electoral. Sin funcionamiento orgánico, sin debate de ideas, el ejercicio del poder –nacional, legislativo o seccional– de varias de esas organizaciones políticas no fue sino expresión de intereses individuales, creación de clientelas electorales y búsqueda de mecanismos de enriquecimiento rápido o, en el mejor de los casos, implementación de políticas públicas en atención al corto plazo. El ex Presidente Osvaldo Hurtado, en su ensayo “Los costos del populismo en el Ecuador”, demuestra empíricamente cómo funcionarios electos de partidos de la derecha emprendían una acción de Gobierno proteccionista e interventora; y cómo la mayoría de gobiernos enfrentados a procesos electorales abandonaban cualquier línea de responsabilidad fiscal, creando condiciones de crisis cuya resolución se hizo siempre con costos sociales muy altos. Al inicio de un nuevo Gobierno, ha sido inevitable que se adopten medidas distintas a las tomadas por el Gobierno 1 Jaime Cárdenas, Partidos políticos y democracia, México: Instituto Federal Electoral, 1996. 75 “ Al inicio de un nuevo Gobierno, ha sido inevitable que se adopten medidas distintas a las tomadas por el Gobierno predecesor, rompiendo la necesaria continuidad que ha sido elemento crítico de sociedades que han prosperado. La carencia de un modelo, de un proyecto articulador e integrador de la mayoría de la sociedad, que se refleje en leyes y políticas, es el síntoma más decidor de la ausencia de organismos de representación política institucionalizados y no fungibles en cada elección ” 76 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 “ Está por demás insistir en la evidencia empírica que las sociedades que logran estabilidad han obtenido tal resultado de la existencia y consistencia de un “proyecto nacional”, que es fruto y es sostenible por un sistema institucional de partidos. La carencia de este valor como parte de la cultura –esto es la convicción social que impulsa el fortalecimiento de este mecanismo fundamental para el funcionamiento de la democracia representativa– acarrea una tendencia al caudillismo, a la desestructuración de los mecanismos de la democracia y a la inestabilidad crónica ” predecesor, rompiendo la necesaria continuidad que ha sido elemento crítico de sociedades que han prosperado. La carencia de un modelo, de un proyecto articulador e integrador de la mayoría de la sociedad, que se refleje en leyes y políticas, es el síntoma más decidor de la ausencia de organismos de representación política institucionalizados y no fungibles en cada elección. Manuel Alcántara y Flavia Freidenberg, coordinadores de la investigación sobre Partidos políticos en América Latina, advierten la extrema inestabilidad de las normas y reglas de juego de funcionamiento de los partidos y electorales en el Ecuador. Sin embargo, no señalan cuál es la causa y cuál el efecto. En principio, se podría suponer que la variación e ineficacia de las leyes e instituciones electorales, en términos de su aplicación y funcionamiento independiente, habrían promovido la dispersión y fraccionamiento político en organizaciones más bien fugaces. La intención de las leyes de partidos y elecciones que entraron en vigencia en 1979 fue que subsistieran pocas organizaciones políticas, estableciendo el umbral del 5% de apoyo electoral en dos elecciones sucesivas; y que se formaran alianzas o nuevos partidos por tendencias para garantizar la existencia de estructuras de representación mayoritaria y desestimular la representación de minorías mínimas. La ley no modifica comportamientos culturales; de allí que, aplicando el concepto de “derecho real” del iusfilósofo Alf Ross, en el Ecuador las leyes de partidos y electoral nunca han sido eficientes, pues no se han aplicado sino en lo epidérmico. En los hechos, la manipulación de pequeñas facciones, la ausencia de fuerzas mayoritarias e intereses por sostener la representación atomizada, determinaron que nunca se ejecutara la norma de extinción de partidos políticos por incumplimiento del umbral; y peor aún, que en el transcurso de estos últimos treinta años hayan surgido nuevas organizaciones como resultado de la fusión de anteriores de igual tinte ideológico. Efecto que incluso parecía obvio por la dinámica del pensamiento luego del derrumbe del Muro de Berlín y la aproximación hacia el centro de varias corrientes que antes parecían no tener nada en común. Diego Ordóñez El escenario presente Ninguna organización política existe legalmente como resultado de las normas constitucionales y legales expedidas por el proyecto refundacional de la “revolución ciudadana”. Para participar en cualquier proceso electoral en el futuro, es necesario reinscribir o inscribir anteriores o nuevos partidos políticos, con afiliados que representen el 1,5% del padrón electoral, que provengan proporcionalmente de varias regiones, junto con ideario, plan de gobierno, estatutos y autoridades. Según estas normas, los partidos políticos son nacionales. En contraste con las dificultades introducidas para organizar un partido, las normas son ligeras para organizar movimientos, los que pueden ser regionales y apoyados por el 1% de adherentes de cada región o nacional, dependiendo del carácter de esa organización. En el ensayo “Los problemas estructurales de la democracia ecuatoriana”, Osvaldo Hurtado anota al fraccionamiento como uno de ellos. La ausencia de proyecto nacional y la variadísima lista de intereses que impidieron la consolidación del sistema de partidos, se verán fuertemente agudizadas con los estímulos para organizarse en movimientos locales. No obstante estas condiciones legales, es importante conducir el diálogo a los elementos que dan identidad a la sociedad ecuatoriana, que crean condiciones subjetivas y objetivas para que el fraccionamiento y el “movimientismo” –y con ello una democracia imperfecta y la inestabilidad– perduren en el Ecuador. El Movimiento PAIS, que acumula la mayor representación política que ninguna otra organización ha obtenido en los últimos treinta años, que controla el Gobierno nacional, que mantiene un bloque legislativo cercano al 50% del total de miembros de la Asamblea y casi la totalidad de gobiernos seccionales, en su reciente Convención decidió mantenerse sólo como movimiento y diferir indefinidamente la formación de un partido. Aunque contradice la teoría, parece ser táctica y pragmáticamente la mejor decisión. ¿Por qué, si reúnen todas las condiciones para mutar, deciden permanecer en la informalidad de ser movimiento? 77 En algunas campañas electorales, recorriendo provincias y cantones distantes de las dos ciudades con mayor población, Quito y Guayaquil, no se lograba asumir la inmensa movilidad de personas entre organizaciones políticas, teóricamente distintas. Personajes que se movían con extrema facilidad y partidos o movimientos que los acogían de igual forma para candidatizarlos. La inexistencia fáctica de organismos políticos durante los períodos no electorales, la carencia de funcionamiento interno, de debate e influencia orgánica en la opinión pública, y la ninguna gestión de creación y formación de cuadros políticos, coloca a los dirigentes de turno de los partidos a procurarse “nombres representativos” de cada localidad, normalmente caudillos o líderes del activismo, a integrarse a las listas electorales. Las previas inclusión del voto uninominal y no por plancha, y la permisión para que independientes participen en elecciones, facilitó que en un inmenso porcentaje los candidatos y muchos de los electos no tuvieran filiación ni sentido de pertenencia a las ideas y estructura del partido o movimiento por el que fueron candidatizados o electos. Obviamente en ejercicio de la función, el electo en estas condiciones no opera orgánicamente sino individualmente, y en casos excluyente, de los miembros del partido o movimiento. En el camino, los “dirigentes” locales, parte de la estructura formal normalmente sin ningún activo electoral, son desconocidos por las decisiones de los dirigentes mayores, que están más interesados en lograr un resultado cuantitativo. La cohesión interna se derrumba, aun cuando se obtenga una curul, una alcaldía o cualquier otra función de elección popular. Resumo en este párrafo la verdadera forma en que opera un “partido”. Difícilmente entonces puede aspirarse a condiciones de estabilidad y continuidad políticas, si lo que se entiende como su columna vertebral opera bajo condiciones de inmediatismo y electoralismo, exclusivamente. Un pequeño núcleo mantiene la utopía, lo que es insuficiente para lograr que ésta tenga visos de convertirse en opción de poder. La dirigencia de PAIS, movimiento gobernante, ha respondido coyunturalmente en consecuencia con la cultura de la sociedad ecuatoriana, antes 78 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 que con un sentido pedagógico. Organizarse en partido representa la necesidad de dar mayor cohesión de ideas a su militancia, lo que habría significado un proceso interno de negociación para conciliar los intereses que la integran: desde sectores de la izquierda que promueven la limitación de la propiedad agrícola, hasta prósperos agroexportadores, que conviven por las conveniencias del ejercicio del poder. Habría obligado a la integración de directivas por vía electoral y sin duda enfrentar disidencias o sismas que hubieran debilitado su número. La aparente flexibilidad de ser movimiento permite a la cúpula diferir estos procesos complicados de la conformación de un partido y mantener la adhesión, en su mayor parte por un sentido utilitario. Desde una visión rigurosa de las cualidades que aporta la institución “partido político” en la construcción y consolidación de una democracia, es sin duda poco el aporte que hacen los movimientos que más bien aportan en inestabilidad y colocan en espacio de poder a pequeños intereses que predominan sobre otros mayores. Sin embargo, a la luz de la realidad política del Ecuador, es innegable que organizar partidos parece ser un tarea que durará muchos años hacia el futuro. La eliminación del registro de partidos debió motivar a los líderes políticos a buscar aproximaciones para procurar la integración en una nueva estructura que incorpore militancia y cuadros en torno a ideas parecidas, expresadas en programas de gobierno. En estos tres últimos años han sido más los esfuerzos por reorganizar devastadas estructuras aun en células mínimas, y casi nulos los esfuerzos para sumar e integrarse. Está por demás insistir en la evidencia empírica que las sociedades que logran estabilidad han obtenido tal resultado de la existencia y consistencia de un “proyecto nacional”, que es fruto y es sostenible por un sistema institucional de partidos. La carencia de este valor como parte de la cultura –esto es la convicción social que impulsa el fortalecimiento de este mecanismo fundamental para el funcionamiento de la democracia representativa– acarrea una tendencia al caudillismo, a la desestructuración de los mecanismos de la democracia y a la inestabilidad crónica. Enfrentar tal condición es sin duda una tarea que tiene que ver con la vigencia de valores ciudadanos y resultados de educación. Pero también resultado de la existencia de un liderazgo político lúcido que promueva estos valores y subordine los intereses de corto plazo; tal como ha sucedido en la historia reciente en países que han atravesado dictaduras y atraso hacia la democracia y la prosperidad. En los tres años que ha transcurrido la denominada revolución ciudadana, por el contrario, se han acentuado problemas y se han reforzado conductas sociales que han impedido que en estos años se consolide un sistema de democracia. Bibliografía • Alcántara, Manuel y Flavia Freidenberg (eds.), Partidos políticos en América Latina. Países andinos, Salamanca: Ediciones Universidad, 2001. • Cárdenas, Jaime, Partidos políticos y democracia, México: Instituto Federal Electoral, 1996. • Hurtado, Osvaldo, Los costos del populismo en el Ecuador, Quito: Cordes, 2006. • Hurtado, Osvaldo, “Los problemas estructurales de la democracia ecuatoriana”, Quórum. Revista de Pensamiento Iberoamericano, invierno, 016, Madrid: Universidad de Alcalá, 2006. • Ley de Partidos en Alemania. 80 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 Entre • Vistas ”No pueden seguir dispersos los partidos políticos por un lado y los movimientos sociales por otro“ La entrevistada Dolores Padilla, ecuatoriana, ingresó muy joven a la política a través una organización de izquierda. En 1981 militó en el primer grupo feminista que se formó en Quito, “Eva de la manzana”. Posteriormente dirigió el Centro de Información y Apoyo a la Mujer (CIAM) durante diez años aproximadamente. En su búsqueda de alternativas en el quehacer político, militó en tres partidos. Actualmente continúa su labor en el feminismo y no se encuentra afiliada a ningún partido o movimiento político. ¿Cuál es su relación con la política? Ingresé a la política entre los 17 y 18 años de edad, a partir del contacto con una realidad dura para las mujeres. En mi época, la realidad de la mujer estaba determinada por patrones patriarcales en las formas de educación, en la religión, en mi relación con el cuerpo y la sexualidad, y en la familia, además, existía una general injusticia social, lo que me llevó a buscar respuestas más colectivas que individuales. Entonces empecé a militar en una organización clandestina de izquierda, en la que trabajé en el frente obrero y en la que tratábamos de defender los derechos colectivos. Estuve en este grupo hasta que empecé a sentir que el partido político, si algo no entendía en ese entonces, era la presencia de la mujer en la vida política. Consecuentemente varios grupos de mujeres empezamos a buscar espacios de participación. En 1981 milité en el primer grupo feminista que se formó en Quito, que se llamó “Eva de la manzana”. Fue un movimiento en el que desarrollamos pensamiento, metodología Entre•Vistas y militancia, que creció y canalizó varios espacios en el país y luego se concretó en la formación de una ONG, el Centro de Información y Apoyo a la Mujer (CIAM), que dirigí durante diez años aproximadamente. Luego busqué alternativas en el quehacer político. Hubo que enfrentar parámetros del centralismo vertical donde las mujeres, sobre todo de clase media, no tenían posibilidades para ser reconocidas como actoras, generadoras de propuestas y acciones. Hasta el día de hoy milito en el feminismo, fundamentalmente en la causa de las mujeres no sólo para el cambio de leyes y derechos –en lo que hemos avanzado–, sino en los cambios estructurales: romper con toda forma de autoritarismo y demoler el sistema patriarcal que tiene base en relaciones de poder inequitativas, donde el más fuerte oprime al más débil. Enlacemos el pasado con el presente. ¿Cómo ve ahora a las organizaciones políticas? Aún no se logran cambios estructurales. Es importante reconocer que ha habido cambios, pero las estructuras de poder siguen reproduciéndose. Por eso hasta hoy existe la violencia de los más fuertes hacia los más débiles, las desigualdades, las asimetrías en todas las instituciones jerárquicas. Considero que hoy las organizaciones políticas tienen otro escenario y otros desafíos distintos a los que yo afronté. Ha habido una crisis sumamente fuerte en los partidos políticos, y pienso que una de las lecciones fuertes que esta crisis ha dejado es la reivindicación de la necesidad de participación y de esa organización que canaliza y agrega valor a las demandas sociales. Creo en el partido político como esa instancia que canaliza las diversidades, las sensibilidades, las diferentes opciones de una sociedad plural como la nuestra, siempre y cuando ese partido político analice su pasado y reconozca dónde cometió los más grandes errores y se replantee qué tiene que hacer en el nuevo escenario mundial, nacional y territorial. Se percibe una general apatía en la sociedad civil, y se dice que muchos actores preferirían, mediante la participación ciudadana, 81 reemplazar un sistema de organizaciones políticas que no ha podido renovarse. ¿Qué opinión tiene sobre el tema? Partiendo de que la democracia y la institucionalidad política del Estado requieren partidos políticos, una de mis mayores preocupaciones es que no se mantenga el sistema de partidos. No hay una lectura más exigente y más penetrante de los desafíos que tiene un partido político. Y no hablo sólo de la coyuntura ecuatoriana que convoca a las organizaciones a un nuevo registro, hablo en términos generales; luego de la crisis mundial que afectó a los partidos políticos, debe haber al interior de los mismos lecturas más innovadoras sobre en qué momento estamos y qué futuro se avecina. Me llama la atención que los partidos Ha habido una crisis sumamente fuerte en los partidos políticos, y pienso que una de las lecciones fuertes que esta crisis ha dejado es la reivindicación de la necesidad de participación y de esa organización que canaliza y agrega valor a las demandas sociales. políticos no se planteen seriamente su manejo frente a la diversidad. Todavía no escucho propuestas de las organizaciones políticas que miren a todos los grupos emergentes de la sociedad y que tienen menos oportunidades de participación que otros. Si la organización política no mira, no gestiona, no administra esa diversidad, si no tiene propuestas para esa diversidad, todavía existe un gran divorcio. También creo que los partidos políticos quieren utilizar los medios sólo para lo que tiene que ver con su imagen, y considero que la comunicación, más allá de la imagen, es determinante en la vida política actual. Necesitamos comunicación de doble vía, interconexión, la posible construcción de redes y la interacción con 82 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 redes sociales. La comunicación es un ámbito poco trabajado por los partidos y movimientos políticos. Tampoco existen elementos de innovación en cuanto a temática, propuestas y formas de convocatoria. Nosotros no sabemos qué piensa equis partido sobre las energías renovables, cuál es su política o decisiones sobre el cambio climático, no sabemos qué pasa frente a un sistema escolar que derechos. Eso no puede dejar de existir. Y en la dinámica ecuatoriana es muy importante el rol de los movimientos sociales, de la organización social como tal. Las organizaciones tienen dos virtudes fundamentales: han logrado territorializar la política, o sea, están en el territorio en donde se dan los conflictos, las necesidades, las carencias, en donde hay que buscar respuestas, en donde hay Necesitamos comunicación de doble vía, interconexión, la posible construcción de redes y la interacción con redes sociales. La comunicación es un ámbito poco trabajado por los partidos y movimientos políticos. está en desuso frente a los desafíos de pensamiento estratégico complejo en las actuales dimensiones del conocimiento. No vemos organizaciones políticas exigiéndose más para responder a estos desafíos. En este escenario, ¿cómo ha actuado la sociedad civil? Creo que en los últimos veinticinco años se ha producido una activa participación de la sociedad civil en la dinámica política ecuatoriana. Ha habido una muy buena organización social que ha crecido notablemente en los ámbitos de las mujeres, de los ambientalistas, de los jóvenes, de los grupos étnicos, en diferentes temáticas. Durante este proceso hemos construido un acumulado histórico al que muchos llaman la “ciudadanización de la política”, es decir que se ciudadanizó la política, la política pasó a ser un ingrediente de nuestras marchas, de la construcción de agendas sobre que buscar las alternativas porque los problemas demandan respuestas al sistema político; pero además, las organizaciones han logrado la cercanía de la democracia, la cercanía de estar con la gente y compartir con la gente. Creo que esta organización social es sumamente poderosa y podría ser tremendamente potente en la construcción de políticas públicas, en el diálogo con el Gobierno, en el diálogo sobre las leyes que se están gestando, en la búsqueda de soluciones. ¿Cómo la sociedad civil podría ayudar a fortalecer a las organizaciones políticas? Pienso que la sociedad civil tiene un gran rol que jugar este momento, pues tiene un acumulado histórico y tiene que seguir siendo interlocutora de un Estado fuerte, organizado, que quiere tener toda la concentración posible, pero que, al mismo tiempo, nosotros tenemos la gran herramienta de la participación ciudadana. Mientras por un lado se busca concentrar poder, por otro la participa- Entre•Vistas ción ciudadana es una herramienta para redistribuir ese poder. Creo que esa es la clave que tenemos que entender. Por lo tanto, desde la sociedad civil hacia los políticos podemos establecer nexos y comunicación. ¿Cuál es una de las grandes lecciones del pasado? Que el partido político iba por un lado y el movimiento social por otro. Eso nos pasó a las mujeres. Nuestras agendas se resolvían con los ministerios y con las leyes, pero no logramos intervenir en las estructuras políticas. Solas peleábamos por la ley de cuotas. Los partidos se sorprendieron porque de un momento a otro tenían la obligación de incluir mujeres en sus listas y no tenían esas mujeres; iban a última hora al movimiento de mujeres a decirnos que prestáramos nombres porque había que llenar la lista de mujeres, pero la gran mayoría de ellas no eran mujeres que venían de una participación política, de una trayectoria con sus partidos. La gran mayoría llegaron porque eran presentadoras de televisión, porque eran candidatas de belleza, otras porque 83 ras directas y como protagonistas de un proceso de cambio, por nuestro propio esfuerzo, por nuestra propia lucha, pero sin que los partidos políticos casi percibieran la importancia de lo que estaba pasando. Esto es una gran lección que aprender. No podemos seguir dispersos los partidos políticos por un lado y los movimientos sociales por otro. Creo que, por ejemplo, Pachakutik es una buena experiencia de ligazón de una estrategia política que viene conjuntamente con el movimiento social, pero ahí surge también una pregunta: cuánto significó esto para que mejoren las condiciones de vida de los indígenas, cómo ha cambiado la calidad de vida o el cumplimiento de los derechos en el sector indígena y por qué las provincias indígenas de la sierra centro siguen siendo las de mayores carencias de necesidades básicas. Hay una gran amalgama de elementos en la relación sociedad civil-partidos políticos, tiene que haber una relación, un permanente diálogo, un permanente encuentro, un entendimiento de pro- La sociedad ecuatoriana, si algo reclama, es mayor cohesión. Tenemos una fragmentación fuerte y una gran inestabilidad institucional. Creo que es el momento de crear estas posibilidades, estas conexiones, para poder entendernos como sociedad. eran parientes de los dirigentes de turno. Muy pocas mujeres llegamos por una trayectoria que nos empujaba a hacer política. Cuando los partidos entendieron qué es la paridad, qué es la ley de cuotas, ya era demasiado tarde. La ley de cuotas sirvió para dar un respiro a la maquinaria política tradicional de los partidos, las mujeres llegamos en un escenario de crisis y de cambio como acto- blemas, y ojalá la construcción de un lenguaje común. La sociedad ecuatoriana, si algo reclama, es mayor cohesión. Tenemos una fragmentación fuerte y una gran inestabilidad institucional. Creo que es el momento de crear estas posibilidades, estas conexiones, para poder entendernos como sociedad. Porque de pronto este nuevo diseño de Estado está construyendo una fuerza importante, 84 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 una organización política importante, pero no está cohesionando a la sociedad ecuatoriana. Una cosa es que el Presidente tenga popularidad y adhesión, y otra que estemos en comunicación, armando pactos sociales, construyendo ciudadanía y participación ciudadana para incidir en las decisiones políticas del Estado. Con base en mi experiencia, creo que de la única forma en que se puede cambiar es desde la ética. Y desde la ética de la convicción. Levantar la mano en una Asamblea es un acto de suma responsabilidad. Ha habido mucha gente que ha vendido sus votos, y hasta el día de hoy muchas veces la obediencia hace que se levanten las manos. Yo salí de los partidos porque no soporto la disciplina; yo no obedezco situaciones que para mí son absurdas. No soporto la falta de democracia donde no hay un partido con asambleas para tomar decisiones. Desde mi práctica política, me atrevo a decir que la única forma de cambiar la cultura política es a partir de la relación ética con tus principios y convicciones, que es lo que a uno lo define en la vida. Rasgos de la personalidad política... Creo en la política y creo en los partidos políticos como herramientas, mecanismos y canales, pero, por sobre aquello, creo en el actor político que toma conciencia, es crítico, reflexivo y aporta. ¿Qué sucede con el nuevo Código de la Democracia? Considero que existe muy poca esperanza en el Código de la Democracia porque la cultura y las prácticas políticas no cambian. Todavía no veo partidos políticos que miren, gestionen y administren la diversidad. No se ha dicho una nueva palabra sobre estructura orgánica; el panorama no es alentador. Pienso que las prácticas políticas no cambian porque eso incide en la redistribución del poder. Y creo que el partido político todavía es una estructura de poder que reproduce y concentra poder. Ha habido cambios, y muy significativos, pero lo estructural, en donde se sostiene el partido, ese pilar y columna vertebral no cambia, eso se sigue reproduciendo. Si el concepto de organización política debe ser rediscutido y recreado, ¿cómo deberían ser las organizaciones políticas? ¿Cómo transformar la cultura política? El Ecuador que usted quiere… El Ecuador que yo quiero es un Ecuador en el que se reconozca la diversidad, en el que nos aceptemos como somos. El Ecuador que yo quiero es un Ecuador en donde haya oportunidades para todos, y que eso no sea un eslogan de campaña. Tuve la suerte de trabajar con niños de la calle durante veinte años, y lo que ellos me enseñaron es que, pese a que se les cerraban todas, absolutamente todas las puertas posibles, ante una sola oportunidad que se les presentaba, los ecuatorianos somos capaces de responder. Yo creo en este país, creo en los ecuatorianos, pero creo que las injusticias y el mal manejo del poder han hecho que las oportunidades se cierren para la gran mayoría. Quisiera también un Ecuador en donde las personas se diviertan, disfruten y encuentren el placer de vivir. Abstracts 85 Abstracts Political parties: how, why and what for, 9-18 Introductory article Rafael Roncagliolo The panorama of political parties and that of politics in general is a grim one. If we take off from the premise above, this article tries to answer the following questions: when and how did this remarkable deterioration of politicians and politics start? Are political parties essential for democracy or are we witnessing a democracy without political parties? What is the meaning of “political party” today? Even though there is a transition from a democracy of parties to a mediatic democracy, political parties are still essential in the process of building genuine democracies Keywords: history of parties, classification of parties, parties’ systems, parties’ democracy, mediatic democracy. Ideological - programmatic guidelines of CND, 20-28 Fernando Martínez The Director of the Concertación Nacional Democrática (CND), Fernando Martínez, displays a text prepared by all the members of this movement at the national level. This text develops the ideological-programmatic guidelines and principles of CND as well as the need for economic and political basic re thinking towards a model of pluralistic integration that “should be articulated on the basis of an impulse towards economic growth: a sustainable growth in ecological terms, sustainable in its capacity to face economic cycles as well as in the turbulence of a global economy”. Keywords: Concertación Nacional Democrática (CND), pluralistic institutionalism, crisis in politics, ideological - programmatic perspective, integration. From partisanship to the new political parties, 29-34 Juanita Bersosa Through an analysis that stems from the records of meetings of the militants of the Movimiento Encuentro Democrático (MED), the author shares with us his views on the politics, the vision, and the ideology of this Movement. Political action must engage all sectors of society, especially those outside the realms of participation and of the decision-making processes; therefore, the ideology of MED promotes ample inclusion, guaranteeing incorporation of the interests, demands and needs of all groups, the amplification of democracy, the vindication of politics as a fundamental right, among other principles. Keywords: Movimiento Encuentro Democrático (MED), inclusion, pluralism, fairness, democracy. Political parties and democracy, 35-42 Rodrigo Borja Using a theoretical basis, the author emphasizes the importance of political parties in a democratic system. He explains on one side the differences between party and government, and on the other, he points out the duties of the parties that achieve power in the administration of the State versus the roles that must be held by the opposition. The author makes a summary of the political history of the parties, and in this summary he indicates how, regrettably, various parties have lost the prestige they use to hold. Keywords: political parties, democracy, chart parties, mass parties, electoral parties. Political organizations: functioning and perspectives, 43-48 Luis Villacís The Movimiento Popular Democrático (MPD) states that no organization can exist without an ideology. In a leftist, as well as in a rightist philosophy there are different shades, but no political organization be it a party or a movement, can be marginal to or be placed above the social classes and their struggles. In addition to this premise, we can say that those that really can be consequent with the interests of the people are organizations that stem from the people themselves, convinced that they must be placed at the service of the workers, the poor, those who have been secularly betrayed and forgotten. Keywords: Movimiento Popular Democrático (MPD), political parties, social classes, ideology, the people. PAIS Movement: choice of political representation for change, 49-53 Ricardo Patiño This article points out that PAIS Movement was born as an alternative to the political crisis that had developed in Ecuador, partly because of the lack of legitimization which institutions had reached, and partly due to the fact that the political parties no longer represented the citizens. It is pointed out that with the arrival to the Presidency of Rafael Correa, this stage came to an end, and a new stage began with a new Constitution and organic laws which regulate the functioning of poli- 86 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 tical organizations. He also proposes that a new political culture must emerge as well as a democracy that promotes a society of Good Living. Keywords: Patria Altiva i Soberana (PAIS), political parties’ law, politics of alliances, Good Living. The why and the what for of political organizations, 54-57 Freddy Bravo Strengthening democratic institutions and political parties is a must for this author. Political organization is the necessary tool to promote participation and to generate wealth and progress. This organization is our right and our duty as citizens. There are coincidences among different parties and there are cases in which a bias is stronger than true reason. Living in isolation is not possible and organizations stem from a “motivation for solidarity and commitment” which defines “coordinated and consistent activities to share political, ideological, and cultural convictions”. Keywords: political organizations, strengthening institutions, state policies, governmental institutions, Ecuadorian society Strengthening of political parties in Ecuador, 58-63 Silvia Salgado A general vision about politics and political organizations is initially established; the need to strengthen political parties is then highlighted since beyond their institutionalism, “they are instruments for action that produce the conservation or transformation of the established order”. Political parties must establish the intermediation of social demands in reference to the State and procure a guarantee of democracy and governance demands. The process of re-inscription of political parties in Ecuador must be used as an opportunity for the strengthening of the party system. Keywords: Partido Socialista Frente Amplio (PSFA), political parties system, politics, power, political organizations. Political organizations in the Ecuadorian conjuncture, 64-68 Lucio Gutiérrez Through an interpretation of the conjuncture of Ecuadorian politics, the need for a restructuring of political organization is established, while encouraging, at the same time, the need for new militants, especially young men and women. A necessity to encourage the democratization of the processes within the organizations is also established. This article describes at the same time, the structure and the operation of the Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero as well as a description of the viewpoints of this party on ideology, democracy, and on the country itself. A need for opposition ideologies is also emphasized. Keywords: Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero (PSP), restructuring organizations, new militants, internal organization of parties, dialogue. The why and how of Ecuadorian political organizations, 69-72 Marcelino Chumpí Parting from the notion of State and nation, an analysis follows in this article about the fact that political organizations are essential for democratic consolidation. There is also pondering on the nature of power and how power moves the different interests which later produce conflicts between communities or societies. These interests position themselves in the field of class struggles. The author emphasizes the fact that in Ecuador social and intercultural relationships are essential “for the strengthening of the social powers that struggle massively to achieve the management of public or popular power as well as that of the citizen”. Keywords: State, nation, power, class struggle, social intercultural relations. ¿A party or a movement? The political organizations in Ecuador, 73-78 Diego Ordóñez This text analyzes the history of political organizations in Ecuador starting with the republican period. The elements that define political parties are explained as well as the fact that democracy has been limited in certain moments to electoral participation. The need is also established for an articulating model for the majority of society that may have continuity especially during changes in government. Societies achieve stability through the “existence and consistency of a national project which emerges from, and is only sustainable in an institutional system of parties”. Keywords: political history of Ecuador, party re-registration, electoral participation, building a democracy, national political project. Yuyachikuna 87 Yuyachikuna Yuyay tantachikkuna: imapak kashka imapak tiyashka, 9-18 Kallariy yuyaykuna Rafael Roncagliolo Kunan punllakunaka yuyay tantachikkuna, shinallatik tantachik yuyaykunapash llaki llakimi rikurishka kan. Kay punta yuyakunawanmi kay killkakunapika wakin tapurikunata kutichinata munan: ¿may pachamantatik yuyay tantachiykuna shinallatik tantachi yuyay apaypipash wakllirishka kan? ¿mamallakta puri ukupi pakta kawsay tiyachunka yuyay tantachiy apak ukukuna tiyachun mutsurishkachu kan? ¿ima shinatak kunan punllakunaka yuyay tantachikkunaka katikunkuna? Kay punllakuna yuyay tantachiykuna pakta kawsayman chayachisha nishka uyarikunaman tikrakukpipash mamallakta pakta kawsayman chayachichunka wakin yuyay tantachiykuna tiyachun mutsurishkami kan. CND yuyay tantachiykunapak yuyay katikuna, 20-28 Fernando Martínez Concertacion Nacional Democratica (CND) yuyay tantachiyta pushak Fernando Martinez mashika, kay tantachiy ukupi kak mashikunawan pakta llankashka yuyaykunatami karan, chay killkakunapika kay CND yuyay tantachikkuna ima yuyayawan kashka munashka rurak kashkatami willan, shinallatik ima shina yuyay tantachiy ukukunapi kullki apayta munay mañay apaytapash pakta rikuna kashkatami rikuchinkuna, chaypakka “ima kullki pukuchikuna mirachikunapash tukuyllapakmi kana kan, chay mirachikuna shinallatik pukuchikunapash pachamama ima shina paktakukta rikushpami katina kan shina ima llaki pachakunaka ama yalli wakllirinkapak” ninmi. Shuk shinalla yuyay tantachiymanta tawka mushuk yuyay tantachikuna, 29-34 Juanita Bersosa Kay Movimiento Encuentro Democrático (MED) nishkapi kak aukakunapak wakin yuyay llukchishkakunawanmi kayta killkakka, ima yuyay munaypi paktachipipash kay yuyay tantachik kashkata rikuchin. Tukuy tantachiy yuyay ruraykunapika tukuykunatami kayachina kan, kay yuyay tantachikkunaka mamallakta ima shina kachun yuyayta kunkapak pakta usharitami charina kan. Chay shina yuyaywanmi MED ukumantaka tukuyllakuna kaykunaman yaykunkapak pakta rikukunkuna shina tukuyllapak munay mañaykunata hayñikunata shina shuktakkunatapash paktachiy tiyachun Yuyay tantachiykuna shinallatik pakta kawsay, 35-42 Rodrigo Borja Wakin yuyachikunapi wankurishpami, kayta killkak mashika, pakta kawsay tiyaypi yuyay tantachiy ukukuna tiyachun mutsurishkata rikuchin. Shuk kutinpika, yuyay tantachiwan mamallakta pushaywan ima shina chikanyashkatami rikuchin, chayllapitak pushaykunaman chayashpaka imalla llankayta kay yuyay tantachikkuna paktachina kashkatapashmi churan ama maypashkachun harkak kachunkuna. Kutin shuktak kutinpika kaykama yuyay tantachikkuna ima shina purimushkatami rikuchin chayllapitak tukuylla kawsay ukupi may llankaywan paktachishka mana paktachishkatapash rikuchishpa, kaykamaka tawka yuyay tantachikkunaka wakllirishkami rikurishka shina tukuylla mashikunapika mana alli rikushkakunami kan ninmi. Yuyay tantachikkuna: ima shika kaykuna munay mañaykunapash, 43-48 Luis Villacís Kay Movimiento Popular Democrático (MPD) yuyay tantariypi kakkunaka, mana ni maykan yuyay tantachiy ukuta apak ukukunachu yuyay munay illakka kankuna kan ninmi; may shina purina paktachina yuyaykunaka shuk shina hamuntashkami kankuna, shinapash mana ni maykan tantachiy apakkunachu shuk shina kawsaypi kak mashikunaman yanapayta rurashpa kanata sakinkachu ninpashmi. Kaykunawanka imapak pakta makanakuyta rurashkata ima yuyaywan wiñarishka pi wiñachishkamanpashmi tukuy iam ruraykunawanka kutichik kana kan ninkunapashmi, ashtawanka kay kunkashka mashikunaman, llankak mashikunaman, wakchayashkakunaman shina mana imapi yanapashkapimi pakta yanapana sakirin. PAIS: shuk shina kawsayman chayankapak yuyay tantachiy, 49-53 Ricardo Patiño Kay killkapika yuyay tatnachiykuna yallitak wakllirishka kakpi Movimiento PAIS yuyay tantachiy tukuyllakunapak mushuk yuyaykunawan Ecuador mamallaktapi wiñarishkatami rikuchin, shina kay mamallakta apana ukukunaman yaykushkata 88 ÁGORA POLÍTICA • noviembre/2010 ashtawanka ima shina mashi Rafael Correa mamallaktata apankapak chayashkatami pakta rikuchin, kaywan mushuk yuyaywan apaypi kallarishkatapash. Mushuk mamallakta kamachita shinallatik shuktak kamachikunatapash churashkakunatami rikuchin. Shinallatik kay Sumak kawsay mashkaypi ima shina yuyaykunawan paktana kashkatapashmi killkan. Imamanta shinallatik imapak yuyay tantachiykuna wiñarishkamanta, 54-57 Freddy Bravo Kay killkak mashipak yuyaypika, pakta kawsayta shinallatik yuyay tantachiykunatami sinchiyachina sakirin ninmi, kay yuyay tantachiykunawanmi pakta yanapanakuyta shinallatik tukuyllakuna alli kawsayman chayayta ushashun ninmi, kay shina tantarikunata ruranaka tukuyllapak hayñikunami kan. Tawka shina yuyay tantachiykuna kashpapash wakin kutinkunaka shuklla yuyaykunamanmi chayayta ushan, mana shukllaka kawsayta chariy tukunchu chaymantami tantachiykunata wiñachishka rikurin shuk yuyaypi munay mañaypipash kimirishpa shina shuk shina llankaykunata paktachinkapak shina ima tantachiy yuyaykunata, kawsaykunata shina ima shuktakkunatapash sinchiyachinkapak. Yuyay tantachiykuna shinallatik imapak Ecuador mamallaktapi yuyay tantachiykunata sinchiyachina mutsurishkakuna, 58-63 Silvia Salgado Puntamanka ima shina yuyay tantachiykuna kashkatami rikuchin, pakta apaypi shinallatik tantachi apaypipash ima shina sinchiyaritami achikyachin. Kay tantachiykunami mamallaktakuna ima shina kachun churahskata sinchiyachinkapak mana kashpaka pakinkapakpash mutsurishka kan. Tukuy yuyay tantachiykunami mamallaktamanta llaktayukkunaman yanapayta kuchun yanapak kana kan shina pakta kawsay tiyachun shinallatik kamanakunapash sinchiyarichun pakta rikunkakuna. Kutin killkayarikunaka mushuk yuyaywan yuyay tantachikkuna llankak kallarichunmi yanapak kan chaywan tawkapura shinallatik mushuk yuyay tantachiykuna rikurichun. Ecuador mamallakta purip, yuyay tantachikkuna imapak kashka imapak tiyashka,64-68 Lucio Gutiérrez Kay ecuador mamallaktapak puri pachamantami, kay mashika, aukakuna yuyay tantari apaykunapi yayakuna mutsurishkami kan nin, kaytaka tukuyllapak auka apana ukukunapahs kachun churankapak. Kay willachipika ashtawan ima shina Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero yuyay tantachi uky wiñarishkata purikushkatami rimarin, shinallatik yuay munay katikushkatapashmi riksichin. Shuktak yuyachipika, kay mamallaktapi yuyay tantachikkuna may llankayta charishkatami riman Ima shina, imamanta shinallatik imapak yuyay tantachiykuna Ecuador mamallaktapi tiyashkamanta, 69-72 Marcelino Chumpí Mamallakta kawsaywan shinallatik mamallakta allpa yuyay pachamantami, yuyay tantachiykuna imapak tiyana kashkata riman chaykuna ima shina pakta kawsayta sinchiyachik kashkata rikuchinkapak. Shinallatik, ima shina kamanaman chayaypi makanakuykunaman llaktayukkuna yuyay tantachiykunawan rikurishkatapashmi yuyachin, kay makanakuypika shuk shina yuyaypi shinallatik kawsaypi kakkunawanmi chimpapurashka kankuna. Kayta killkak mashika Ecuador mamallaktapi tawka shina kawsaypura tiyashkakunatami pakta yuyaypi charina kan ninpashmi. llaktayukkunamanta pacha mamallakta kamanaman chayankapak. ¿Maykan shina tantachiyykuna? Ecuador mamallaktapi yuyay tantachiykuna, 73-78 Diego Ordóñez Kay killkapika ima shina Ecuador mamallakta wiñarishkamanta pacha, yuyay tantachiykuna llankay kallarishkata shinallatik purishkakunatapashmi rikuchin. Kaypika imakunallata rikushpa yuyay tantachikkunami nina kashkatami rikuchin, shinallatik pakta kawsaywan maypika ima shina mana yapa yanapanakuy tiyashkatami yuyachin. Shinallatik tukuylla llaktayukkunata ima shina shuklla yuyaywan maykan mashi mamallakta kamaypi yaykukpipash yuyachik kachunmi churana kan ninpashmi: “mamallakta puripika tukuy yuyay tantachikkunami yanapana kan”. ISSN 1390-5325 Av. 12 de Octubre 24-562 y Cordero, edificio World Trade Center, torre A, oficina 603 Teléfono: (593 2) 222 8990 Quito, Ecuador Rafael Roncagliolo • Fernando Martínez • Juanita Bersosa • Rodrigo Borja Luis Villacís • Ricardo Patiño • Freddy Bravo • Silvia Salgado • Lucio Gutiérrez Marcelino Chumpí • Diego Ordóñez [email protected]
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