LENTES ROTOS, OÍDOS SORDOS: CÓMO EXPLICAR LO QUE OCURRIÓ CON LA ADAPTACIÓN RADIAL DE LA GUERRA DE LOS MUNDOS ANA MARÍA ARCHILA MERA Trabajo de grado para optar por el título de Comunicadora Social ÉNFASIS EN PRODUCCIÓN EDITORIAL Y MULTIMEDIAL DIRECTOR: JUAN CARLOS VALENCIA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE BOGOTÁ 2007 4 “La universidad no se hace responsable de los conceptos emitidos por sus alumnos en sus proyectos de grado. Sólo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral católica y porque los trabajos no contengan ataques o polémicas puramente personales. Antes bien, que se vea en ellos el anhelo de buscar la verdad y la justicia”. Artículo 23 de la resolución No. 13 de 1946 5 30 de julio de 2007 Florencia, Italia Doctor Jürgen Horlbeck B. Decano Académico Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Comunicación y Lenguaje Reciba un cordial saludo, Por medio de la presente pongo a su consideración el trabajo de grado Lentes rotos, oídos sordos: cómo explicar lo que ocurrió con la adaptación radial de La guerra de los mundos, como uno de los requisitos para optar por el título de Comunicador Social otorgado por la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana. A lo largo de este trabajo usted encontrará la investigación realizada en compañía del profesor Juan Carlos Valencia acerca de las posibles interpretaciones que desde la comunicación, y otros campos, se pueden otorgar a las reacciones del público tras la emisión radial de La guerra de los mundos en 1938. Agradezco su atención, Ana María Archila 6 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL RESUMEN DEL TRABAJO DE GRADO Este formato tiene por objeto recoger la información pertinente sobre los Trabajos de Grado que se presentan para sustentación, con el fin de contar con un material de consulta para profesores y estudiantes. Es indispensable que el resumen contemple el mayor número de datos posibles en forma clara y concisa. I. FICHA TÉCNICA DEL TRABAJO 1. Autor: Ana María Archila Mera. 2. Título del Trabajo: Lentes rotos, oídos sordos: Cómo explicar lo que ocurrió con la adaptación radial de La guerra de los mundos. 3. Tema central: Posibles interpretaciones de lo que ocurrió con la transmisión radial de La Guerra de los mundos desde diferentes teorías de la Comunicación. 4. Subtemas afines: Ciencias sociales, interdisciplinariedad, radio. 5. Campo profesional: Producción editorial y multimedial. 7 6. Asesor del Trabajo: Juan Carlos Valencia. 7. Fecha de presentación: Mes: Julio Año: 2007 Páginas: 123 II. RESEÑA DEL TRABAJO DE GRADO 1. Objetivo o propósito central del Trabajo: Intentar responder, desde diferentes teorías de la Comunicación, un hecho que, aunque muy nombrado y citado, no responde a una única versión o interpretación. 2. Contenido: Introducción 1. Ciencias sociales y comunicación 2. La guerra de los mundos 3. La guerra de las teorías Conclusiones 3. Autores principales: María Immacolata Vassallo de Lópes: profesora e investigadora de la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de Sao Paulo; profesora de teoría de la Comunicación y Metodología de la investigación en comunicación en la Universidad de Sao Paulo, y coordinadora del núcleo de investigación de mercado de la misma universidad. Mauro Wolf: estudió en la Facultad de Ciencias sociales y políticas de la Universidad de Firenze, Italia; profesor de técnica del lenguaje radiotelevisivo, director del Instituto de Disciplinas de la Comunicación, y autor de libros como Sociología de la vida cotidiana (1979), Teorías de la comunicación de masas (1985), Los efectos sociales de los media (1992), entre otros. 8 4. Conceptos clave: Teorías de la comunicación Transmisión radial Guerra de los mundos H.G. Welles 5. Proceso metodológico: Trabajo teórico realizado a partir de la investigación de un caso específico, y la confrontación de este desde diferentes teorías de la comunicación para tratar de responder a la pregunta de qué fue lo que realmente sucedió después de la transmisión de La guerra de los mundos en 1938. 6. Reseña del Trabajo: La guerra de los mundos ha sido un caso muy citado en cuanto a teoría de la comunicación se refiere; algunos autores hablan de pánico colectivo, otros dicen que fue insignificante el número de personas que se asustaron, otros dicen que fue un juego de los medios. Sin embargo, no hay una versión única que explique qué fue lo que realmente sucedió esa noche. No hay una respuesta única a la pregunta. Se cuenta, sin embargo, con varias explicaciones que pueden ayudar a enriquecer y a develar lo que los radioescuchas vivieron esa noche. 9 A Dios por prestarme a los ángeles que hicieron posible este trabajo y la culminación de esta carrera. A mi utopía por mantenerme vivo el ánimo en las frías madrugadas de trabajo en las que mi único anhelo no era terminar sino poder estar allá. 10 Contenido Introducción 1. Ciencias sociales y Comunicación 1.1. Ciencias sociales 1.2. Comunicación 1.3. Teorías sobre audiencias 2. La guerra de los mundos 2.1. Situación de los países hegemónicos de Occidente 2.2. El lugar de la radio y otros medios 2.3. La invasión marciana 2.4. ¿Pánico? 3. La guerra de las teorías 3.1. Efectos directos / La aguja hipodérmica 3.1.1. ¿Qué es? 3.1.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? 3.2. Establecimiento de agenda 3.2.1. ¿Qué es? 3.2.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? 3.3. Teoría crítica 3.3.1 ¿Qué es? 3.3.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? 3.4. Determinismo tecnológico 3.4.1. ¿Qué es? 3.4.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? 3.5. Presión grupal 3.5.1. ¿Qué es? 3.5.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? 3.6. Recepción crítica 3.6.1. ¿Qué es? 3.6.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? 11 4. Conclusiones 5. Fuentes 5.1. Bibliografía 5.2. Internet y medios digitales 5.3. Fuentes primarias 12 INTRODUCCIÓN La transmisión radial de La guerra de los mundos, llevada a cabo el 30 de octubre de 1938 por Orson Welles y el Teatro Mercury, ha captado la atención de muchas personas desde aquella fecha. Y cómo no captar nuestra atención si fue algo que no sólo es prueba del poder y la responsabilidad que un comunicador social tiene, sino también porque, en medio del mar de información que aparentemente documenta el tema, no hay nada claro que explique lo que realmente ocurrió esa noche; son muchas las versiones, las cifras y las declaraciones, pero pocas las conclusiones certeras que se pueden sacar de todo esto. Desde el primer semestre de carrera, época en la que conocí el caso, me he interesado por su estudio; tal vez por el morbo y la curiosidad que puede producir el pánico colectivo, quizás por la caricaturización de esto que se ha hecho en películas y hasta en series animadas; pero en definitiva, por la intención de examinar esto con ojos de comunicadora, para encontrar respuestas a las miles de preguntas que surgen cuando se piensa en este tema. Así, con muchas preguntas y también muchas respuestas empecé a investigar el tema. Las muchas respuestas me desanimaron porque inmediatamente pensé que si no había ningún consenso, entonces no serviría de nada seguir investigando una verdad que tal vez no existía. Pero, al mismo tiempo, las muchas preguntas me animaron para seguir buscando el camino. Un camino que al parecer no tenía una sola salida. 13 Buscando esas diferentes salidas que me condujeran a lo que en realidad ocurrió esa noche de octubre, empecé a examinar diferentes campos. Primero investigué las ciencias sociales dado que son disciplinas que tienen una larga tradición y un sustrato teórico posiblemente consolidado: su historia, el contexto en el que cada una surgió, sus propósitos y la relación entre unas y otras. Sin embargo, más que respuestas, encontré interrogantes y dudas debido al enfoque parcial que en general tienen disciplinas como la Psicología, la Sociología y la Antropología, que no posibilitan el encuentro de una verdad global, sino de diferentes discursos segmentados. Al encontrarme con la dificultad que suponen los enfoques parcializados, decidí centrarme en otro campo que fuera más transdisciplinario, así, investigué el campo de la comunicación, específicamente, y, claro, la teorización acerca de las audiencias y la recepción de mensajes. A partir de esto encontré datos importantes y, sobre todo, luces acerca de lo que podría haber ocurrido con aquel famoso caso del que se ha hablado. Sin embargo, y como ha ocurrido en los otros casos, también encontré una buena cantidad de versiones diferentes, incluso, hasta contradictorias que, a pesar de su constante desarrollo, no han logrado llegar a ningún consenso. Eso es lo que usted podrá encontrar en el primer capítulo de este trabajo. No conforme con las respuestas obtenidas, opté por investigar otro aspecto que me parecía importante para hallar el camino. Así, me enfoqué en la historia, una ciencia que es social y humana, una ciencia que puede tomar elementos de más de una parte: me concentré entonces, en el contexto de la época, en lo que podría estar pasando por la cabeza de las 14 personas que lo vivieron, en cómo eran y para qué se usaban los medios y, finalmente, me acerqué a lo que, según la historia, ocurrió con las personas que escucharon aquel programa radial. Obtuve verdades pero no completas, porque cuando se encuentran más de dos respuestas, cuando se estaba preparado para encontrar sólo una, surgen más interrogantes. Además, no hay que perder de vista que ninguno de nosotros puede comprobar, de manera alguna, lo que realmente ocurrió años antes y que es siempre importante tener en cuenta quién escribe la historia, dado que se dice que esta es escrita por los vencedores. Así resultó el segundo capítulo de este trabajo. Ya teniendo en mente lo difícil que era encontrar una sola explicación, empecé a examinar el caso desde la óptica de algunas de las teorías sobre comunicación, esto con la intención de buscar una verdad, pero además, con el presentimeinto de que, en caso de no encontrar una única versión podría hacerme a una explicación de lo que ocurrió ese día tomando elementos de muchas visiones. Esto se acercaría bastante al enfoque interdisciplinar del cual mucho se ha hablado porque se dice que ofrece una visión mucho más rica de las cosas, sin embargo, hay que notar también que aunque muchos tiendan o quieran tender hacia este punto, existe una conexión muy fuerte con los enfoques puramente disciplinarios debido a la formación profesional y a otros factores que hacen que pensemos que sólo existe una única versión, y que, bastante a menudo, esa única versión es la nuestra. En este punto me encontré con que existen muchas teorías de la comunicación, algunas se parecen, otras se contraponen totalmente, pero lo más interesante es que todas, por más antiguas que sean, siguen teniendo personas que las defienden como el punto de vista 15 correcto, lo cual demuestra que no están muertas y que su estudio y examen tiene sentido dependiendo del punto de vista desde el cual se miren las cosas. Siendo así, escogí algunas de las teorías que mejor representan las diferentes corrientes de la teorización en comunicación (unas se centran en los medios, otras se centran en los mensajes, etc) basándome en lo que han escrito algunos de los autores citados en este trabajo. Así, me puse los lentes de alguien que conoce cada una de estas teorías y examiné lo sucedido. A partir de este ejercicio encontré varias explicaciones; todas diferentes unas de otras, pero también muy convincentes y valiosas. Esto es lo que podrá encontrar en el tercer capítulo de esta investigación. Finalmente, y de nuevo con muchas preguntas y respuestas, comprobé que no existe una única verdad, que hay muchas versiones de los hechos y que cada versión es correcta y vigente según el punto de vista desde el que se mire; es imposible conocer lo que realmente ocurrió esa noche porque no estuvimos allá y porque los relatos que existen están mediados por diferentes corrientes, por impresiones personales, etc. Lo que sí se puede hacer es encontrar una explicación convincente y fuerte trabajando desde un punto en el que todas las teorías tengan cabida y desde el cual se pueda sacar algo valioso de cada una para enriquecer lo que se sabe. Así, pude sacar conclusiones importantes que usted podrá encontrar no sólo al final de este trabajo, sino también, en la lectura de cada una de sus páginas. Por ahora, mientras empieza a leer esta investigación, sólo lo puedo dejar con una pregunta que tal vez lo guiará a lo largo de la lectura: 16 Hondo es el pozo del pasado. ¿No sería mejor decir que es insondable? Thomas Mann 17 1. CIENCIAS SOCIALES Y COMUNICACIÓN Cada época de la historia, cada cultura del mundo y cada individuo cambia de acuerdo a las situaciones por las que esté pasando su entorno, o, tal vez, su entorno se transforma producto de los cambios que la historia, la cultura y el individuo tengan. En cualquier caso, cada nueva forma de pensamiento dominante de una época nace cuando el pensamiento existente se muestra insuficiente o cuando es sustituido por otro que se torna hegemónico, paradigmático. Así, las escuelas más antiguas se van quedando atrás y van siendo silenciadas, al igual que aquellas personas que no se suman a las nuevas ideas. Este proceso, claro, no sucede de la noche a la mañana como muchas veces se puede leer en los libros de texto. (Kuhn, 1992). En este capítulo se tratarán, entonces, los cambios que han tenido las ciencias sociales, la comunicación y algunas teorías de esta disciplina para entender, de una mejor manera, lo expresado anteriormente; es decir, que ninguna perspectiva es única y absoluta, y que estas cambian según el contexto que las produzca. Este análisis sentará las bases de mi intento por explicar lo que ocurrió con la transmisión radial de La guerra de los mundos. Pero antes de empezar el tema, es bueno dejar abierta una pregunta, que aunque pueda crear más dudas que respuestas, puede también abrir una reflexión importante que guiará al lector a lo largo de estas páginas: ¿Son realmente útiles y comprensivas las ciencias sociales occidentales para explicar un 18 fenómeno tan complejo? 1.1. Ciencias Sociales Las ciencias sociales, con sus diferentes disciplinas y enfoques, han sido cuestionadas desde hace mucho tiempo. Unas por servir a diferentes poderes, otras por sentar como verdad un punto de vista conveniente, otras por no aceptar la diversidad, etc. Sin embargo, después de 1945 se empezó a hablar de un punto diferente, y es el hecho de que dada la especificidad, el reduccionismo de cada disciplina y su verdad aparentemente “polarizada” algunos han optado por una visión transdisciplinar que ve como ventajoso el hecho de desbordar las fronteras entre disciplinas para así poder abarcar un problema desde diferentes perspectivas. No hay que olvidar que cada teoría, enfoque o disciplina nace como la sucesión de una anterior, intenta explicar lo que esta no habían alcanzado y, sobre todo, busca logar cierto consenso; sin embargo, con el paso del tiempo surgen nuevos enfoques, con lo que la aparente verdad hegemónica cambia. A continuación, se hará un breve recorrido por la historia de las ciencias sociales para ilustrar lo dicho anteriormente. Las ciencias sociales nacieron con la intención de encontrar verdades que se pudieran demostrar, verdades que estuvieran más allá de la sabiduría popular; sin embargo, no se debe desconocer que sus orígenes se centran en esta misma tradición oral que, aparte de reafirmar los orígenes de un pueblo, buscaban mantener y justificar un orden incuestionable 19 que se tomaba como único y por eso mismo correcto. De cualquier manera, la ciencia social como tal se construyó en el siglo XVI, cuando Europa estaba confirmando su dominio sobre el resto del mundo. Esta surgió como una empresa moderna que buscaba el conocimiento sistemático con una validación empírica. La ciencia fue desarrollada sobre dos premisas: “el modelo newtoniano en el cual hay una simetría entre el pasado y el futuro (…) el dualismo cartesiano, la suposición de que existe una distinción fundamental entre la naturaleza y los humanos, entre la materia y la mente, entre el mundo físico y el mundo social/espiritual”. (Wallerstein, 1999, s.d.). Así, se alcanzaban suposiciones del futuro a partir del pasado, y se pensaba en una ciencia buscadora de verdades universales que se mantuviera vigente en cualquier tiempo y espacio más allá de la contingencia, las contradicciones y las desviaciones de las tendencias más importantes. El hombre moderno no cree en un tiempo cíclico, sino en uno lineal. Los acontecimientos que ocurrieron en el pasado, no necesariamente van a ocurrir en el futuro como si se regresara a un punto de partida; este tiempo cíclico pertenece a otras culturas y a otras épocas; es el pasado arquetípico del que habla Octavio Paz: “es un tiempo inmutable, impermeable a los cambios; no es lo que pasó una vez, sino lo que está pasando siempre (…) Insensible al cambio, es por excelencia la norma: las cosas deben pasar tal como pasaron en ese pasado inmemorial” (1998, p.28). 20 La universidad, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, marcada por la disciplinarización y profesionalización, se convirtió en la principal sede institucional para la creación y transmisión del conocimiento. Se empezaron a dividir y a crear disciplinas basándose “en la creencia de que la investigación sistemática requería una concentración hábil en las múltiples zonas separadas de la realidad, la cual había sido racionalmente dividida en distintos grupos de conocimientos” (Wallerstein, 1999, p.10). Las disciplinas, especialmente en Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos (principales centros de poder); se abrieron para cubrir las diferentes posiciones epistemológicas. Estaban, de un lado, la matemática, que era una actividad no empírica; la ciencia social; y las ciencias naturales experimentales como la física, la química y la biología; y por otro, humanidades como la historia, las artes, la filosofía y las letras. Esta división creó jerarquías, por ejemplo, hablando de la ciencia y la filosofía, “en la medida en que se distinguían, los dos dominios pensaban en ellos como aliados en la búsqueda de una verdad secular, pero a medida que el trabajo experimental y empírico pasó a ser cada vez más importante para la visión de la ciencia, la filosofía comenzó a aparecer para los científicos naturales cada vez más un mero sustituto de la teología, igualmente culpable de afirmaciones a priori de verdades imposibles de poner a prueba” (Op.Cit., p.7). Algo similar ocurrió con las Artes o Humanidades, y las Ciencias Sociales; y no sólo ocurrió porque se creyera que algunas disciplinas como la filosofía fueran el sustituto de la teología, sino porque en el contexto de la época se debía dedicar el tiempo a algo más 21 “útil”, en términos de poderlo aplicar a los Estados modernos, recientemente constituidos, y al ideal de avance y modernización del mundo. En el siglo XIX, específicamente, surgieron otras disciplinas como las Staatwissenschaften (ciencias del Estado), en la zona germánica. Esta mezcla de historia económica, jurisprudencia, sociología y economía fue el único intento importante de la época por desarrollar una ciencia social que no fuera ni nomotética (enfocada en el presente) ni ideográfica, sino una búsqueda de reglas de temas históricos específicos, cuya función fuera proporcionar información útil a largo plazo para los Estados. Sin embargo, no tuvo resultado y algunos de sus partidarios, como Max Weber, decidieron fundar la Sociedad Sociológica Alemana. Para 1920, las anteriormente nombradas ciencias del Estado fueron desplazadas por las Sozialwissenschaften (ciencias sociales); ejemplo este de cómo las ciencias toman unas de otras para crear enfoques nuevos. De un caso como este se pueden decir dos cosas: primero, que se intentó una disciplina que fuera la unión de otras, cosa que no funcionó, sobre todo en un contexto en el que las disciplinas buscaban diferenciarse unas de otras. Segundo, que a partir de una primera disciplina surgió otra nueva, lo cual deja ver que las cosas cambian aunque en un principio puedan ser concebidas como “la salvación”, y también, cómo una disciplina puede tener una base interdisciplinar aunque para esa época se pretendiera no reconocerlo. Las disciplinas, en su mayoría, estaban enfocadas hacia el presente y hacia un hecho específico, sin tener en cuenta que los hechos históricos son parte de procesos que, 22 evidentemente, se gestan paulatinamente y tienen muchos factores que influyen en ellos. Según Wallerstein (1999), para la I Guerra Mundial (1914-1918), las disciplinas más importantes eran la economía, la sociología, la ciencia política, la antropología, los estudios orientalistas y la historia. No sobra recordar que algunas de las causas de esta guerra fueron las tensiones y rivalidades generadas por el desarrollo industrial y la competencia neocolonialista; y el nacionalismo identificado con la carrera armamentista enfocada en superar al rival en términos de ejércitos, flotas y armas. A continuación, se hará un breve resumen del surgimiento y el desarrollo de las ciencias sociales, para comprender un poco acerca de sus intereses, los temas que trataron y la relación existente entre ellas. Desde el siglo XVIII era común el término “economía política”, pero debido a las teorías económicas liberales pasó a ser sólo economía, pues, “al eliminar el adjetivo ‘política’, los economistas podían sostener que el comportamiento económico era el reflejo de una psicología individual universal, y no de instituciones socialmente construidas” (Op.Cit., p.20). Sus suposiciones de universalidad, hicieron que esta se enfocara hacia el presente. Así, la economía se empieza a encontrar como disciplina en las universidades desde el siglo XIX, en esa época, como parte de la facultad de derecho o de filosofía. La sociología se desarrolló como disciplina en la segunda mitad del siglo XIX con Auguste Comte. Esta debía ser una ciencia social integrada, unificada y positivista, 23 preocupada por la gente común, por las consecuencias sociales de la modernidad, y por descubrir las leyes universales de la sociedad. Luego de la sociología se desarrolló la ciencia política, encargada del Estado contemporáneo y de su política. Esta surgió porque las facultades de derecho no querían renunciar a su dominio sobre este campo, y porque “la ciencia política como disciplina separada respondía a un objetivo ulterior: el de legitimar a la economía como disciplina separada (…) La economía política había sido rechazada como tema con el argumento de que el Estado y el mercado operaban y debían operar según lógicas distintas” (Op.Cit., p.23). La antropología se desarrolló a partir del encuentro de Europa con otras culturas del mundo. Estas, denominadas “tribus” o “razas”, fueron el objeto de estudio de la nueva ciencia. Los primeros antropólogos “se interesaron por la historia natural de la humanidad (y sus presuntas etapas de desarrollo), (…), pero las presiones del mundo exterior impulsaron a los antropólogos a convertirse en etnógrafos de pueblos particulares, y en general escogieron sus pueblos entre los que podían encontrar las colonias internas o externas de su propio país” (Op.Cit., p.24). Desde esta perspectiva, se empezó a hablar del desarrollo y la evolución como si todas las culturas debieran seguir un mismo proceso hasta terminar en lo que era la cultura europea de esa época porque para algunos era concebida como las más evolucionada de todas. 24 Aparte de lo anterior, se dice que el antropólogo “siempre amenazaba con violar el ideal de la neutralidad científica, al igual que la tentación siempre presente (…) de convertirse en mediador entre el pueblo estudiado y el mundo europeo conquistador (…) La búsqueda del estado prístino, ‘antes del contacto’, de las culturas, también indujo a los etnólogos a creer que estaban estudiando ‘pueblos sin historia’ (…)” (Op.Cit., p.25). Sin embargo, desde otros enfoques, la antropología ayudó a entender a muchos de estos pueblos y a aceptar que sus costumbres, aunque diferentes a las europeas, no eran irracionales ni menos avanzadas, simplemente distintas. De la mano con el enfoque dado a la antropología, se encontraban los estudios orientales, que fue por mucho tiempo el único programa universitario dedicado a culturas como la China, Hindú o Persa. Aunque según Wallerstein, “no estaban interesados en las civilizaciones orientales por sí mismas, sino que más bien su principal interés intelectual era siempre explicar por qué era el mundo occidental y no esas otras civilizaciones el que había avanzado hacia la modernidad (o el capitalismo)” (Op.Cit. p,28). Sin embargo, aunque existiera el ideal eurocéntrico, por otra parte, gracias a estos estudios se legitimó el concepto de “religiones mundiales”, con lo que se puso en cuestión el cristianocentrismo. La historia, por su parte, fue la primera en alcanzar una existencia institucional autónoma real. Esta ciencia, interesada en reconstruir el pasado a través de la 25 relación con el presente, intentaba aprender de una manera objetiva aunque: La combinación de sus compromisos ideográficos con las presiones sociales provenientes de los estados, así como de la opinión pública educada, empujó a los historiadores a escribir principalmente sus propias historias nacionales, (…) los historiadores que no habían querido seguir trabajando en la justificación de los reyes, se encontraron dedicados a la justificación de las ‘naciones’ y a menudo de sus nuevos soberanos, los ‘pueblos’. No hay duda de que eso era útil para los estados, (…), en términos de reforzar su cohesión social (Op.Cit., p, 19). Se dice de esta también que “los historiadores habían puesto demasiado énfasis en el consenso y el funcionamiento de las instituciones, subestimando el conflicto, la desposesión y las desigualdades de clase, de etnia y de género” (Op.Cit., p.47) Si se tiene en cuenta lo anterior, es posible ver cómo las disciplinas importantes eran aquellas que colaboraban con el ideal modernista de expansión y avance. Era necesario conocer a los pueblos, los mercados, gobiernos y hechos para poder entender el presente y prepararse para construir un futuro; y en algunos casos, para dominar. Así, las ciencias sociales, que nacieron con la pretensión de encontrar una verdad universal, tomaban otro rumbo. Antes de continuar, es importante hablar un poco acerca de la modernidad, época que en 26 general ha estado marcada por muchos cambios: la aparición de la burguesía, de la clase obrera, del mundo urbano y las grandes ciudades, de la tecnología, de los productos de consumo masivo, entre otros. La modernidad, a grandes rasgos hace referencia a: La doctrina del progreso, la confianza en las posibilidades benefactoras de la ciencia y la tecnología, el interés por el tiempo (un tiempo medible, un tiempo que puede ser comprado y vendido y que, por tanto, posee, como cualquier otra comodidad, un equivalente calculable en dinero), el culto a la razón, y el ideal de libertad definido dentro del entramado de un humanismo abstracto, pero también la orientación hacia un pragmatismo y el culto de la acción y el éxito. (Calinescu, 1991, p.51). Este optimismo, desarrollado desde el siglo XIX, “fue no sólo una ‘mundanización’ de la vida, una ‘desmiracularización’ del mundo sino a la vez una ‘sacralización’ del mundo (…) la fe en la ciencia y en el progreso, la perfección moral del hombre, el servicio a la Nación (…) se secularizó el vocabulario de la misa y de la praxis religiosa, y se sacralizó a la Nación y a la Patria” (Gutiérrez Girardot, 2004, pp.79-81). Todas estas novedades en un principio fueron vistas, por algunos, como la salvación de la humanidad, como el progreso deseado por todos, como la época más avanzada de toda la historia; “podríamos señalar que los modernos podían proclamar una doble ventaja sobre los antiguos: primero, eran más viejos que los antiguos, intelectualmente más maduros; y segundo, estaban en posesión de la verdad revelada de Cristo, inaccesible a los antiguos” (Calinescu, 1991, p.42). 27 Dadas así las cosas, las disciplinas que no aportaban mucho a este fin, fueron dejadas de lado. A finales del siglo XIX, la Geografía, por ejemplo, que antes de 1945 era la única que intentaba realmente ser mundial en su práctica y en su objeto de estudio; fue en gran parte olvidada debido a las pretensiones e intereses políticos y de progreso, enfocados más en el tiempo que en las dimensiones espaciales. Debido a esto, la Geografía no llegó a ser del todo una ciencia social. Un camino similar tomó la Psicología, en algún momento parte de la facultad de Filosofía, debido a que “trataban de ir ‘más allá’ de la ciencia social para llegar a una ciencia ‘biológica’, y en consecuencia, en la mayoría de las universidades la psicología eventualmente se trasladó de las facultades de ciencias sociales a las de ciencias naturales (…)” (Op.Cit., p.31). Sin embargo, es importante recordar que hubo otros tipos o escuelas de Psicología social que no siguieron esta corriente positivista, como la Geisteswissenschaftliche y la Gestalt. En general, se dice que las ciencias se usaron en ámbitos políticos y sociales, por ejemplo, en Gran Bretaña y Francia, después de la Revolución Francesa, se decía que “para organizar y racionalizar el cambio social primero era necesario estudiarlo y comprender las reglas que lo gobernaban” (Op.Cit., p.11), este modelo estaba basado en el Positivismo de Auguste Comte, que se proponía estudiar hechos reales, sin entrar en causas primeras ni propósitos futuros, con el fin de conocer sin las ataduras de la teología, la metafísica y otras que para los positivistas eran modos no muy precisos de explicar la realidad. 28 Por otra parte: Otros más interesados en volver a tejer la unidad social de los estados que habían sufrido violentos trastornos sociales o estaban amenazados por ellos, se volvieron hacia la elaboración de relatos históricos nacionales con el objeto de dar un soporte a nuevas o potenciales soberanías (…) La historia dejaría de ser una hagiografía para justificar a los monarcas y se convertiría en la verdadera historia del pasado explicando el presente y ofreciendo las bases para una elección sabia del futuro. (Op.Cit., p.11). Este último enfoque, por su visión local, veía con desconfianza a la Ciencia Social que buscaba establecer leyes universales, como si todas las personas, épocas y hechos se comportaran de la misma manera. Según lo anterior, se puede ver que las ciencias sociales, antes de 1945, se habían caracterizado en su mayoría por la pretensión de encontrar leyes universales que pudieran explicarlo todo, por la idea de la superioridad de Europa sobre los demás pueblos del mundo y por el interés de las disciplinas en diferenciarse unas de otras. Sin embargo, después de esa fecha la estructura de las ciencias sociales cambió, y las líneas que se habían trazado desde finales del siglo XIX empezaron a ser cuestionadas (estudios del mundo moderno/civilizado: historia, economía, ciencia política, sociología; y estudios del mundo no moderno: antropología y estudios orientales). 29 Después de la Segunda Guerra Mundial, en lo que algunos llaman Posmodernidad, esos ideales de universalidad, tecnología al servicio del hombre, consumismo, superioridad frente a otros pueblos y épocas; se vinieron abajo frente a la desesperanzadora visión de un occidente devastado por las guerras y esclavo de sus propias creaciones. “La reversión de las experiencias socialistas europeas con la resultante expansión de las democracias representativas del libre mercado marcó el ‘fin de la historia’ (Fukuyama, 1992), el fin de la ‘superideología’ (Sartori, 1994) y el comienzo de la ‘sociedad poscapitalista’ (Drucker, 1994) o de la ‘sociedad de la comunicación’ (Vattimo, 1996), (…)” (Torrico, 2004, p.36). Esto debido a la catástrofe de la guerra y a la constatación de que la ciencia había sido usada para fines terribles como la destrucción generada por la bomba atómica; y que la idea de progreso era una falacia. A la toma del poder mundial por parte de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, y a la inclusión de Asia Oriental como centro económico importante en los años 70; dejando el eurocentrismo atrás. A la reafirmación histórica de los pueblos no europeos en el proceso de independización de las colonias europeas que daba como resultado la aparición de nuevas voces en muchos campos; y a su vez, el cuestionamiento de la universalidad y del eurocentrismo. Al incremento de la producción industrial. A la expansión de la población. Y al incremento y especialización de las universidades en todo el mundo, que generó intrusiones recíprocas en las diferentes disciplinas. 30 Aunque entraron nuevas voces al campo científico, esta actividad empezó a desarrollarse principalmente en instituciones estadounidenses o con apoyo de estas, lo cual modificó las prioridades según los diferentes intereses. Una de las innovaciones más importantes que resultaron de estos cambios fueron los llamados “estudios de área” en Estados Unidos: Un área era una zona geográfica grande que supuestamente tenía alguna coherencia cultural, histórica y frecuentemente lingüística (…) campo tanto de estudios como de enseñanza en el que podía reunirse gran cantidad de personas –principalmente de las diversas ciencias sociales, pero a menudo también de las humanidades y ocasionalmente incluso de algunas ciencias naturales- con base en un interés común de trabajar en sus respectivas disciplinas en torno al ‘área’ determinada (…) Estados Unidos, debido a su papel político de dimensión mundial, necesitaba conocer y por lo tanto tener especialistas acerca de las realidades actuales de sus regiones. (Wallerstein, 1999, p.40). Estos estudios interdisciplinarios pusieron de manifiesto que las separaciones radicales entre las diferentes ciencias carecían de sentido, por ejemplo, “los historiadores y los científicos sociales nomotéticos emprendieron por primera vez (…) el estudio de áreas no occidentales. Esa intrusión (…) minó la lógica de los argumentos antes utilizados para justificar la separación de campos llamados etnografía y estudios orientales” (Op.Cit., p.42). Hay que saber, sin embargo, que aunque actualmente la idea de transdisciplinariedad 31 siga siendo un ideal para muchos, la parcelación de las ciencias continúa operando en las academias de todo el mundo. Además de la interdisciplinariedad, estos estudios rompieron con lo que se venía haciendo anteriormente en la medida en que no fueron eurocéntricos, en que se incluyeron estudios de género, en que se hizo un análisis histórico local, entre otros. Sin embargo, no todo era positivo, pues también se hablaba del posible descuido de las interrelaciones del tejido histórico a causa del énfasis en el campo local. Una vez más se ve cómo algo que nace como la respuesta a todos los interrogantes tiene carencias y no sirve para abarcar todo lo que quisiera. Todo lo que había sido vital para las ciencias sociales, hasta ese momento, empezaba a cambiar; y si cambiaba era porque evidentemente no era el único discurso válido y existente; fue una prueba de que hay más de una manera de hacer las cosas. Desde este punto, el científico social, en vista de que los relatos antes usados le eran sospechosos, se enfrenta a dos crisis: la dificultad de captar la complejidad de lo que ocurría en ese momento con las herramientas que usaba antes; y la ruptura entre la producción de conocimiento y la misma realidad. Es decir, se dio cuenta de que los métodos que antes usaba no le servían ya para explicar una realidad compleja y cambiante que no se parecía a la que había estudiado antes. Con estos y otros cambios, se empieza a hablar de la posmodernidad, época después de la 32 modernidad, aunque algunos sostienen que hace parte de la misma. Entre los supuestos que se ponen en cuestión en la posmodernidad se encuentran: El supuesto acerca de la existencia de un curso lineal único, evolutivo, para la historia de la humanidad; la aceptación de ciertos valores universales de emancipación humana (por la vía liberal, socialista o religiosa); el reconocimiento de la centralidad de los conflictos ideológico-políticos; la asunción de la entidad estatal como eje articulatorio de la vida social organizada y, (…), el entendimiento de la realidad en función de parámetros metodológico-conceptuales afincados en paradigmas abarcadores (Op.Cit., p.35). Si se tiene en cuenta el recorrido anterior, se evidencia que las ciencias sociales, como hijas de la modernidad, se han transformado según el contexto, los diferentes discursos y las conveniencias. Esto se refleja en sus teorías: cambiantes, contradictorias, marcadas por modas, sesgos y angustias de época, así como por los cambios culturales y económicos. Muchos de los cambios propiciados por la Modernidad, vistos como algo positivo, se derrumbaron con el correr del siglo XX; lo que llevó a algunas personas a sumergirse en un estado de angustia frente al presente y al futuro, frente a la decisión que se debe tomar entre las infinitas opciones que se dan, frente al tiempo lineal que no sólo mira al mañana sino al pasado mañana, frente a la incertidumbre y al estar “solos” frente a un mundo que exige y que destruye para construir y para destruir de nuevo. 33 Así, los metarrelatos (narraciones que tienen la función de legitimar) que el hombre occidental, especialmente el europeo, había construido, como el “relato cristiano de la redención de la falta de Adán por amor, relato aufklärer de la emancipación de la ignorancia y de la servidumbre por medio del conocimiento y el igualitarismo, relato especulativo de la realización de la Idea universal por la dialéctica de lo concreto, relato marxista de la emancipación de la explotación y de la alienación por la socialización del trabajo, relato capitalista de la emancipación de la pobreza por el desarrollo tecnoindustrial” (Lyotard, 1986, p.36); tuvieron que ser replanteados pues como muchas otras cosas, habían muerto, según Lyotard (1986), en Auschwitz, pues allí se destruyó a un soberano moderno: el pueblo. Los metarrelatos han sido desmentidos, por así decirlo, “todo lo real es racional, todo lo racional es real: ‘Auschwitz’ refuta la doctrina especulativa (…) Todo lo proletario es comunista, todo lo comunista es proletario: ‘Berlín 1953, Budapest 1956, Checoslovaquia 1968, Polonia 1980 (…) Refutan la doctrina materialista histórica (…) Todo lo democrático es por el pueblo y para el pueblo, e inversamente: las ‘crisis de 1911, 1929’ (…) refutan la doctrina del liberalismo económico, (…)” (Op.Cit., p.40). Los mitos fundadores y propulsores de la modernidad –el de la revolución permanente, el del progreso liberador –pierden vigencia. Casi nadie da crédito a las ideologías totalizadoras, salvadoras. Ningún lúcido puede alimentar ilusiones antropológicas, confiar en doctrinas que aseguran el mejoramiento humano (…) Caducan las epopeyas protagonizadas por una humanidad prometeica que combate 34 heroicamente por su liberación. (…) Mientras que la racionalidad tecnológica, imbuida de eficiencia rentable, opera su planetario programa de uniformidad, se muestra inoperante como protectora, como dadora de bonanza y de seguridad (…) Promotora de guerras totales de colosal capacidad devastadora, del peligro atómico, del mayor desastre ecológico, de riesgosas manipulaciones genéticas, la sociedad tecnológica avanzada ya no alienta; intimida, espanta. (Yurkievich, 1996, pp.13-14). Respecto al mismo tema dice Marshall Berman: Hoy día, todo parece llevar en su seno su propia contradicción. Vemos que las máquinas, dotadas de la propiedad maravillosa de acortar y hacer más fructífero el trabajo humano, provocan el hambre y el agotamiento del trabajador. Las fuentes de riqueza recién descubiertas se convierten, (…), en fuentes de privaciones. (…) El dominio del hombre sobre la naturaleza es cada vez mayor; pero, al mismo tiempo, el hombre se convierte en esclavo de otros hombres o de su propia infamia. (…) Todos nuestros inventos y progresos parecen dotar de vida intelectual a las fuerzas materiales, mientras que reducen a la vida humana al nivel de una fuerza material bruta. (Berman, 1989, p.6). Al final, quedan dudas acerca de la utilidad y el propósito de muchas cosas. Las ciencias sociales que intentaban explicar lo humano y encontrar verdades universales son cuestionadas. Ninguna teoría, de acuerdo a lo visto, parece poder explicarlo todo. Cualquier punto de vista podría parecer sospechoso y posible apoyo de otros poderes. 35 Pese a esto, las ciencias sociales siguen siendo abarcadas desde los mismos puntos reduccionistas y especializados que, como se vio, no conducen a una visión tan amplia del mundo como se desearía. Una prueba de esto son las facultades universitarias, en las que cada disciplina está separada; y en las que muchas veces existe todavía la jerarquía existente desde hace siglos respecto al status que tiene una disciplina sobre otra. Dado que la intención de este trabajo es saber que fue lo que realmente sucedió tras la transmision de La guerra de los mundos, se deja abierto un interrogante que puede guiar el camino a la consecucion de este objetivo: ¿Es pertinente usar teorías de disciplinas diferentes a la comunicación?, y si así fuera, ¿puede emerger un consenso, una verdad, sobre lo que ocurrió a partir la inclusión de aquellas teorías? 1.2. Comunicación Como las ciencias sociales, la comunicación ha cambiado atendiendo a los mismos factores antes nombrados: poder dominante, contexto cultural y económico, época, espacio, etc. De la misma manera, una teoría nace con la esperanza de responder lo que las otras no han podido, pero se abandona cuando otra teoría llega para ofrecer un nuevo enfoque y así sucesivamente; concluyendo, entonces, en que no hay una verdad absoluta ni una teoría mágica capaz de explicarlo todo. A continuación se verán algunos de los cambios que ha tenido la comunicación en función de solidificar lo dicho anteriormente. 36 Antes que nada, es importante decir que la comunicación, a diferencia de las ciencias sociales más antiguas, no puede pensarse como algo independiente de la evolución y el debate de las ciencias sociales. Esta tiene elementos de otras disciplinas, dado que surgió después y a partir de estas, y en un contexto en el que era necesario que nacieran nuevas disciplinas, pues estaban inmersas en el interés por diferenciarse unas de otras: Las múltiples superposiciones entre las disciplinas tuvieron una consecuencia doble. No sólo se hizo cada vez más difícil hallar líneas divisorias claras entre ellas, (…), sino que además ocurrió que cada una de las disciplinas se fue volviendo cada vez más heterogénea a medida que los límites de los objetos de investigación aceptables se iban estirando. Eso condujo a un cuestionamiento interno considerable en torno a la coherencia de las disciplinas y la legitimidad de las premisas intelectuales que cada una de ellas había utilizado para defender su derecho a una existencia separada. Una manera de manejar esto fue el intento de crear nuevos nombres ‘interdisciplinarios’, como, por ejemplo, estudios de la comunicación, ciencias administrativas y ciencias del comportamiento. (Wallerstein, 1999, pp.51-52). Pese a esta visión de Wallerstein, hay otros autores que ven la interdisciplinariedad no como algo actual sino como un estado de “evolución” para las disciplinas sociales, pues, esta implica confrontación e intercambio de métodos y puntos de vista, según De Moragas Spa, “la interdisciplinariedad se daría en el supuesto de que los resultados de la investigación pudiesen ir más allá de la mera suma o yuxtaposición de descubrimientos” (1981, p.20). Según el mismo autor, la situación actual de la comunicación responde más 37 bien a la pluridisciplinariedad como “la colaboración de distintas disciplinas al reconocimiento de un objeto común, cada una de ellas desde su óptica particular” (1981, p.19). Aunque la comunicación, como hecho social, se ha desarrollado paralelamente con la especie humana, su producción teórica es relativamente nueva pues se inicia entre 1920 y 1940. Según Torrico Villanueva (2004), las principales tendencias que se han dado a lo largo de los años en torno a la teorización de esta disciplina son: Tecnologicismo: los medios o las tecnologías son la causa de las trasformaciones sociales, por ende, son el objeto comunicacional por excelencia. Ej.: Teoría matemática de la información, Teoría de McLuhan, vertientes posmodernas respecto a la “sociedad de la información”. Pan-comunicacionismo: la vida entera es comunicación, todo lo que nos rodea es comunicación, la comunicación es el motor de la sociedad. Ej.: teorías influidas por Shannon y Warren Weaver. Catastrofismo: preocupación por la supuesta degradación de la cultura ilustrada, fruto de la cultura de masas y la industria cultural. Ej.: Dwight MacDonald, Edward Shils, Escuela de Fráncfort. Mecanicismo: “si se comprende el modo de producción se ha comprendido todo 38 para siempre, porque lo superestructural sería un mero ‘reflejo’ de aquel, sin ninguna posibilidad de autonomía ni de incidencia en él. El objeto de la comunicación (…) es substituido, (…), por uno de la economía política (la expropiación del excedente) u otro de la política (la lucha interclasisista)” (Op.Cit., pp.22-25). Ej.: Interpretaciones de la teoría de Marx. Moralismo: el trabajo de los medios masivos debe tener una responsabilidad social, deben velar por el bien común. Su objeto de estudio son los medios. Cada uno de estos enfoques responde a un contexto especial y entre sí pueden llegar a ser contradictorios, como el caso del catastrofismo que ve a los medios masivos como nocivos para la cultura ilustrada, mientras que el moralismo se encuentra como función de estos el bien común y la educación. Esto es un ejemplo más de cómo cada enfoque es diferente y de cómo ninguno tiene la última palabra, aunque en algún momento se pueda llegar a creerlo. El mismo Torrico Villanueva hace una sistematización de los períodos de la producción teórica de la comunicación de acuerdo con procesos económicos y políticos de incidencia internacional; y a teorías sociológicas, políticas y económicas que suelen interpenetrarse. Ejemplo este, una vez más, de cómo cambian las teorías según el contexto, y de cómo están relacionadas con otras disciplinas. Aunque una categorización de este estilo pueda no ser la única y absoluta y pueda resultar un poco restrictiva, sí sirve para darse una idea del cómo y el por qué de los cambios en las 39 teorías de la comunicación y en las ciencias sociales en general: Período difusionista (1927-1963): afianzamiento internacional del capitalismo inglés y estadounidense (1919-1946) y de su modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico y en la contraposición entre modernización y atraso. Teoría de la Modernización, y del Materialismo Histórico. Período crítico (1947-1987): tensión entre capitalismo y socialismo (Guerra Fría 1946-1991), corrientes y movimientos de crítica, cuestionamiento al modelo de crecimiento y acumulación del capitalismo. Teoría del Cepalismo, Materialismo Histórico, de la Dependencia, teoría Crítica y de la Acción comunicativa. Período culturalista (1987-2001): sujeto agente con capacidades frente a la estructura, cultura como ámbito para el estudio de lo social contemporáneo, abandono de la preocupación de períodos anteriores acerca del desarrollo y la dominación. Teoría de la Interdependencia, Estudios culturales, Teoría de la Estructuración y teorías de la globalización. Período actual (2001 en adelante): “se está tratando de desplazar el núcleo economicista y tecnologicista con que empezó la globalización, para propiciar una resolución de la crisis hegemónica mundial en beneficio del capitalismo estadounidense, hacia un plano cultural-religioso encubridor de una disputa política y económica subyacente” (Op.Cit., p.98). Teoría de Estudios culturales, 40 Holismo, Ecologismo y Neocrítica. Cada una de estos períodos y tendencias se han enfocado en objetos de estudio diferentes según el contexto: unos en el medio, otros en el mensaje, en las implicaciones, los usos, etc. fragmentando así el estudio del fenómeno de la comunicación. Prueba o causa de esta fragmentación es, además del contexto, la coexistencia de abordajes y enfoques entre las disciplinas de otras ciencias sociales como la psicología, la sociología, la política y la antropología cultural; que han tomado puestos relevantes en la comprensión y el estudio de la comunicación según el enfoque que se le de a esta. Por ejemplo, la sociología ha sido importante en la investigación sobre la composición de audiencias y efectos de exposición a los medios; la psicología en los fenómenos de persuasión, la economía en la búsqueda de la interrelación entre poder económico transnacional y poder político de los medios de comunicación, etc. (De Moragas Spa, 1981, p.22-23). Teniendo en cuenta lo anterior, se puede ver que cada uno de los enfoques dados al estudio de la comunicación se ocupan de partes de esta antes que del todo; para algunos esto demuestra la falta de solidez de la comunicación, para otros, sin embargo, es una gran ventaja. Un ejemplo más de cómo no hay una posición única y absoluta. Para los primeros, en la actualidad la comunicación está afectada por una debilidad epistemológica, sufre de indefiniciones internas y sobre todo, en algunos casos, del no 41 reconocimiento externo, pues, algunas de “las disciplinas sociales no reconocen la comunicación en su peculiaridad e, incluso, varias de ellas la consideran un mero apéndice suyo” (Torrico Villanueva, 2004, p.16). Para los segundos, dado que la comunicación es un fenómeno humano y social, es una ganancia el acercamiento desde diferentes disciplinas, pues, “es incongruente, (…), pretender conocer la comunicación desde un ángulo monodisciplinario o en base a alguna otra maniobra reduccionista que crea ver sintetizado el proceso en el medio, el mensaje, el receptor o el contexto social, por separado. La sola vía válida para estudiar el objeto de comunicación no puede ser otra, por ende, que una capaz de dar cuenta de él de la forma más completa posible” (Op.Cit, p.21-22). Para otros, por el contrario, la comunicación debería ser la gran ciencia que abarque a las demás para poder lograr una contribución social completa. Según Deetz (1994) para esto se deben “cambiar el estudio de los fenómenos de comunicación bajo la forma y explicación psicológica, sociológica y económica; a unos estudios que bajo la forma y explicación de la comunicación expliquen fenómenos psicológicos, sociológicos y económicos” (Citado en Hechter, 2003, p.2). En la actualidad una de las posturas académicas más influyentes es la de la interdisciplinariedad (convergencia e interacción de diversas disciplinas en el estudio de un fenómeno específico). Difundida esta en teoría pero que en la realidad no se aplica debido, por ejemplo, a la dificultad administrativa que tienen algunas universidades para brindar a 42 sus estudiantes enfoques de este tipo. No hay que olvidar, sin embargo, que este es sólo uno de los enfoques existentes, y como se ha insistido, no es el único ni el absoluto. Se habla de un enfoque interdisciplinar debido a que se dice que la experiencia ha demostrado que “las aproximaciones unidisciplinares combinadas con la fractura de un objeto de naturaleza procesual y con una prevaleciente concepción unilateral, ahistórica y tecnicista de la comunicación resultan de por sí incapaces para afrontar aquel cometido” (Op.Cit., pp.20-21); el cometido del que se habla es el de explicar un fenómeno comunicativo o de cualquier naturaleza. La interdisciplinariedad tiene, entre otras, las siguientes características: “El reconocimiento de la existencia de diferentes niveles de realidad, regidos por diferentes lógicas” (Morin, 1994, art.2). Nueva visión de la naturaleza y de la realidad a partir de la articulación entre diferentes disciplinas. No busca el dominio de muchas disciplinas sino su apertura. (Op.Cit., art.3) “No hay un lugar privilegiado desde donde se pueda juzgar a las otras culturas”. Su enfoque es transcultural. (Op.Cit., art.10). Rigor, apertura y tolerancia. “El rigor en la argumentación, que toma en cuenta 43 todas las cuestiones, es la mejor protección respecto de las desviaciones posibles. La apertura incluye la aceptación de lo desconocido, de lo inesperado y de lo imprevisible. La tolerancia es el reconocimiento del derecho a las ideas y verdades contrarias a las nuestras” (Op.Cit., art.14). Para concluir, pues, se ha visto a lo largo de este capítulo como todos los enfoques e ideas de las ciencias sociales, incluida la comunicación, son producto de un contexto particular, y como ninguna, a pesar de su pretensión, ha alcanzado la universalidad; prueba de esto son los numerosos cambios que ha habido y hasta las contradicciones existentes entre algunos de ellos. La comunicación, al igual que las demás ciencias, se ha transformado con el paso de los años y ha tomado de cada época sus angustias e intereses. Las personas y sus producciones son hijas de una época; nacen, se transforman y mueren con ella. Ningún enfoque, pues, tiene la última palabra. Por lo que se puede ver no hay verdades absolutas ni poderes eternos. Así, para el caso que aquí interesa, sería ideal examinar lo que ocurrió aquella noche de 1938 en la que se transmitió la adaptación radiofónica de La guerra de los mundos; desde cada una de las perspectivas de las teorías de la comunicación, es decir, teorías que se enfoquen en el estudio de los medios, otras en los mensajes, en los receptores, etc. Esto, para tener una percepción más amplia y así poder tener cierta claridad acerca de lo que ocurrió. 44 1.3. Teorías sobre audiencias The audiences are “invisible fictions”… (they) may be imagined empirically, theoretically or politically, but in all cases the product is a fiction that serves the imagining institutions. In no cases is the audience “real” or external to its discursive construction. (John Hartley, 1992) Las teorías, los conceptos y las disciplinas cambian según el contexto de cada época. Cada una nace con la idea de ser la gran teoría que pueda explicar las prácticas comunicativas y, como siempre, con el pasar del tiempo llega una teoría nueva que explica aquellas prácticas de una manera muy diferente, incluso totalmente contradictoria. ¿Por qué? Porque no hay una manera única y absoluta de estudiar y entender las cosas. Porque cada teoría está situada en un contexto histórico consecuente y que contribuye con algunas de sus características (Torrico Villanueva, 2004, p.94). Para aterrizar lo anterior, en esta parte del capítulo se verán algunos de los cambios que ha tenido el concepto de audiencia y las teorías comunicativas que tratan este tema, para mostrar cómo cambian las ideas según la época, y cómo estas se acomodan a su contexto dadas las necesidades particulares de cada una. Siendo así, se entenderá también, de una mejor manera, por qué se dice que no hay una única verdad sino que cambia según las circunstancias. 45 La audiencia, desde épocas muy tempranas, ha sido un interés para anunciantes y medios; unos para vender sus productos, otros para acondicionar sus ofertas a lo que la gente supuestamente quiere, otros para saber a qué persona venderle, etc. Sin embargo, la audiencia no es algo que se pueda ver o tocar; aunque el término designe al grupo de personas que reciben un mensaje emitido por un medio, en este caso. Según la investigación de Jensen y Rosengren, 1990; Ang, 1990; Orozco, 1991 y Belisle et. Al. 1992; la mayoría de los autores coinciden en que las corrientes principales en el estudio de la recepción son: la investigación de efectos, la investigación de usos y gratificaciones, los estudios de crítica literaria, y los estudios culturales y de recepción. (Vassallo de Lopes, 1993, p.172). Desde luego, esta es sólo una de las clasificaciones existentes, pero sirve aquí para entender mejor la diferencia entre cada uno de los enfoques dados a las audiencias. Investigación de efectos: en los años 30 y 40, en Estados Unidos, estudia el poder que los comerciales tienen sobre el comportamiento de los compradores así como el poder de las campañas políticas sobre los electores. En este caso, la audiencia es vista simplemente como un grupo de personas que están en contacto con un mensaje manejado solamente por quienes lo producen. (Vassallo de Lopes, 1993, p.173). Investigación de usos y gratificaciones: se centra en la pregunta ¿qué hacen los individuos con los medios? En los años 40, en Estados Unidos, Lazarsfeld busca los beneficios, usos y gratificaciones que un receptor obtiene a través de los 46 medios. Al mismo tiempo, identifica contenidos con cierto tipo de audiencia, por ejemplo, la ficción con las mujeres. En los años 60, con Halloran y Blumer, se concentran en las intenciones y escogencia por parte del receptor según sus intenciones, introduciendo así la idea de participación de la audiencia. (Op.Cit. p.174). Estudios de crítica literaria: Influenciados por los estudios de la estética de la recepción hechos por Iser y Jauss, los estudios de crítica literaria se basan en lo que la estructura de los textos literarios puede hacer sobre los lectores, vistos estos como individuos que buscan esparcimiento en la lectura. Estos estudios se basan en aspectos de la integración entre el lector y el texto. (Ibidem). Estudios culturales y de recepción: Liberaron a los estudios de recepción del reduccionismo en el que se habían mantenido al considerar sólo los efectos de los medios. En los años 70, con Hoggart, Williams y Hall, se puso a la recepción como una práctica compleja, productora de sentidos, a través de la problematización de las características socioculturales de la audiencia. Aquí la comunicación es vista como “una articulación de prácticas de significación en un campo de fuerzas sociales. Por tanto, esas prácticas no son aleatorias, sino que están enraizadas en un cuerpo de conocimientos y en las estructuras de sentido disponibles en una sociedad determinada (…)” (Op.Cit. p.175). Ahora, para ilustrar mejor cómo las teorías y los enfoques de la comunicación han 47 cambiado de la mano de los contextos, se hablará un poco acerca del desarrollo de las teorías y los intereses en el ámbito comunicativo a lo largo de la historia. El fenómeno de la comunicación de masas y su investigación se sitúa en los años 20 y 30 en Estados Unidos como consecuencia de complejos problemas políticos y económicos que se verán en el siguiente capítulo (guerras mundiales, crisis de la bolsa de valores, etc.). Las grandes áreas de preocupación para esa época fueron: los efectos provocados por el crecimiento de los medios de comunicación técnicos, la propaganda política y la utilización comercial de los medios. (De Moragas Spa, 1981, p.29). Siguiendo con la idea de que las teorías dependen de muchos factores económicos, políticos y sociales, dice De Moragas Spa que “la teoría de la comunicación norteamericana, lejos de poder analizarse desde la utópica expectativa de la ciencia como actividad políticamente aséptica, debe analizarse desde el mismo corazón de la historia política y económica de Estados Unidos” (1981, p.31). La Primera Guerra Mundial dejó como consecuencia un interés sobre el control de la opinión y las actitudes públicas. Entre 1935 y 1938 se desarrollaron, por motivos políticos y económicos, investigaciones acerca de los problemas de la audiencia en la radio. En la década del 40, se entiende la importancia que los medios pueden tener en el ámbito de la propaganda política de alcance internacional. Se hacen estudios acerca de la imagen de Estados Unidos en Inglaterra (Heidel, 1939) o en la propaganda nazi (Padover, 1939). Al 48 mismo tiempo, crece el interés por la conducta de los votantes a raíz de la elección, por tercera vez consecutiva, del presidente Roosevelt en Estados Unidos. Después de la Segunda Guerra Mundial, surgió un interés por la implicación electoral que podía tener la comunicación masiva y por la necesidad de una política de opinión pública para la expansión imperialista; teniendo presente el recuerdo de la propaganda nazi y el autoritario sistema de comunicación soviético. Entre 1945 y 1950 se ve como urgente, en el ámbito económico, la organización de sistemas de comunicación internacionales para poder incursionar en otros mercados; en el ámbito político la urgencia estaba en encontrar, en los sistemas de comunicación y en la cultura de los medios masivos, elementos para estabilizar y dominar territorios internacionales. Todo se basaba en la publicidad y en las relaciones públicas en miras hacia el control, por ejemplo, se habla de que “los nuevos descubrimientos de la psicología social permiten pasar del estadio en que el conocimiento de la opinión pública permitía adecuar la actitud a los estados de opinión, a un nuevo estadio en el que se puede adecuar la opinión, por medio de la persuasión, a los intereses políticos y económicos” (De Moragas Spa, 1981, p.40). Después, en los años 60, el interés por los asuntos macro se abandonó y se pasó al interés por fenómenos comunicativos concretos, como la comunicación al interior de las empresas, las relaciones laborales y la cuestión del desarrollo del capitalismo. 49 Así, se puede ver cómo desde los diferentes enfoques, la audiencia es vista de maneras muy diferentes: como un receptor al que le llega un mensaje que se puede traducir en la venta de un producto, como un receptor con gustos muy específicos y marcados que no varían, como un receptor que usa los medios para obtener algo, como un receptor que se relaciona con los medios, como un receptor que no se puede separar de su contexto sociocultural, etc. Todo depende de la época, el contexto y las intenciones que se tengan al realizar el estudio. 50 2. LA GUERRA DE LOS MUNDOS De vez en cuando di la verdad para que te crean cuando mientes Jules Renard No hay mayor mentira que la verdad mal entendida William Jamesfa La historia es escrita por los vencedores, se dice comúnmente, y en este caso no interesa si son vencedores o no, lo importante es entender que la historia ha sido escrita por una persona o un grupo de ellas por lo que no se puede asegurar, ni tampoco negar, que los hechos ocurrieron exactamente como se han contado; sin embargo, tomar aquellas versiones es la única forma que se tiene para conocer algo que sucedió en el pasado dada la imposibilidad de revivirlo en el presente; y si así fuera, de todas maneras, las versiones que se contarían serían escritas desde la perspectiva particular de quien lo hace. De cualquier manera, para entender un hecho es importante conocer las posibles causas y consecuencias que están disponibles. Por eso, en este capítulo se tratará el tema de la adaptación radiofónica de La guerra de los mundos de H.G. Wells, realizada por el Teatro Mercury en 1938, teniendo en cuenta el contexto de guerras, crisis e inseguridades en el que se llevó a cabo y las reacciones que aparentemente causó. 51 2.1. Situación de los países hegemónicos de Occidente Al inicio del siglo XX, el mundo vivió la Primera Guerra Mundial (1914-1918) que dejó como resultado, entre otros, 10 millones de muertos, 21 millones de heridos y un cambio en la hegemonía mundial. (Encarta, 2004). En Estados Unidos el intervencionismo de estado se convirtio en una necesidad al tener que atender una economía de guerra. Las fábricas se transforman para producir material bélico, las comunicaciones y el tránsito libre se cerraron, se confiscaron equipos, maquinaria y productos manufacturados para equipar a los soldados, y la población económicamente activa tuvo que engrosar las tropas. Entre 1917 y 1919 se presentaron acontecimientos que influyeron de manera radical en el proceso de transformación económica y política del mundo: la revolución bolchevique, que impuso un cambio rotundo en el modelo capitalista, junto con el auge del sindicalismo y un proceso inflacionario desmesurado, propiciaron un ambiente de agitación laboral que se tradujo en numerosas y prolongadas huelgas, especialmente en Inglaterra, Francia, Bélgica e Italia. En la década de 1920 el desorden del desarrollo capitalista en los países imperialistas había alcanzado su punto más alto. El crecimiento y la concentración de la producción industrial, presionada al extremo por la guerra, continuó en una fase de dominación de los países capitalistas, y la expansión del Taylorismo permitió incrementar los niveles de 52 productividad. Esta organización racional del trabajo, en cambio, no permitió la organización racional de los mercados y se incrementó así su propia anarquía. (Negri, 2000, p.240). Estados Unidos se convirtió en la gran potencia debido a la gran cantidad de dinero que los aliados le debían por concepto de préstamos; estos, a su vez, pagaban a Estados Unidos con dineros que Alemania les debía. Sin embargo, llegó el momento en el que Alemania no pudo pagar más y, “aunque el monto de la indemnización fue reducido, varios países aliados entendieron que ellos también debían reducir sus deudas hacia Estados Unidos. Por otra parte, el gobierno norteamericano hizo préstamos a Alemania para que saldara la indemnización a los aliados y estos le pagasen a Estados Unidos” (Montenegro Gonzales, 1998, p.228). Es importante tener en cuenta que parte del dinero que Estados Unidos prestó a los europeos fue devuelto a este país a cambio de productos manufacturados que tenían fuerte demanda en Europa, por otra parte, el dinero pagado por el gobierno norteamericano a sus soldados recién licenciados permitió un rápido auge del sector industrial, especialmente el automotriz y el de la construcción. Así, el crecimiento económico se expandió en proporciones importantes. (López Garavito, 1992). Además, dado que en Estados Unidos la caída de los salarios fue menor que la inflación, creció la demanda y se dio continuidad al crecimiento económico hasta 1929, año en que se acentuo la demanda especulativa por acciones, que por este efecto, incrementaron su 53 precio. Los bancos, que recibían importantes recursos provenientes del sector productivo, inundaron el mercado de préstamos recibidos por personas naturales, deseosas de participar en el mercado accionario. Las tasas de interés bancario llegaron hasta el 20%; este proceso frenético que venía desde 1925, cuando circulaban 443.449.000 acciones y pasa, en 1929, a 1000.000.000; no aguanta más y es así como el martes 24 de octubre de ese año (Op.Cit.): Apenas termina de sonar el gran gong del amplio hall de la Bolsa de Valores (…) estalló la tormenta con toda la fuerza. Enormes paquetes de acciones fueron lanzados a la venta por lo que se diera… No solo vendían cuanto poseían innumerables pequeños accionistas, sino también grandes… A cada momento los especialistas en determinadas acciones se veían rodeados por corredores que luchaban por vender…, sin que nadie pensara en comprar… La escena que se desarrollaba en la planta baja era caótica. A la media hora de la apertura el volumen de las transacciones pasó los tres millones de acciones. A las doce de la mañana había pasado a ocho millones, a la una y media a diez y cuando el gong que indicaba la hora del cierre puso fin a la locura del día se había alcanzado el gigantesco record de 16.410.030 acciones. Los precios promedios de cincuenta de las acciones principales, según estableció el Times de Nueva York, habían caído cerca de cuarenta puntos. (Op.Cit., p.29) En Chicago, el trigo que en 1920 se vendía por 2.94 dólares, en 1929 costaba un dólar y para 1932 descendió hasta costar 30 centavos de dólar. En Pennsylvania, en 1932, el 27% de los estudiantes escolares estaban en situación de desnutrición. Había 14 millones de 54 personas desempleadas en Estados Unidos, 6 millones en Alemania y 3 en el Reino Unido, donde la quinta parte de la población vivía por debajo del umbral de pobreza a mediados de la década del 30. (Op.Cit.). La depresión causó desconfianza en los países europeos; era necesario reestructurar las relaciones capitalistas, y en esta búsqueda se produjo “un campo abonado para la aparición de dictadores dispuestos a recurrir a medios poco ortodoxos para afrontar la crisis y produjo un ambiente de impotencia internacional que permitió a estos dictadores entregarse sin freno a sus ambiciones” (Comisión Internacional para una Historia del Desarrollo Científico y Cultural de la Humanidad, 1981, p.52). Ejemplo de esto son Adolf Hitler con el Nazismo en Alemania y Benito Mussolini con el Fascismo en Italia. Estados Unidos, mientras tanto, optó por el llamado New Deal, como nueva política de intervencionismo. El nuevo trato de Franklin Delano Roosevelt, quien llegó al poder en marzo de 1933 y obtuvo la aprobación por parte del congreso de un paquete de reformas legislativas con una marcada intervención pública en la economía nacional con mercado libre, mezcló políticas sociales y económicas que, según Antonio Negri, desarrollaron un régimen de altos sueldos, alto consumo, pero también altos conflictos; convirtiéndose este en un gobierno disciplinario con una economía expansiva. Según el mismo autor, el New Deal fue usado también como bandera para la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial por intereses del mismo nuevo trato. En materia agropecuaria se sancionó la ley de Socorro Rural y de Inflación creando precios de 55 sustentación y crédito subsidiado para proteger el ingreso de los agricultores. Y para contener la inflación, se redujo la extensión de tierra cultivada buscando presionar el alza en el precio de los productos dada la reducción de oferta; esta medida, sin embargo, fue criticada en momentos en que los alimentos escaseaban. La industria contó con la Ley de Recuperación Nacional Industrial que permitió codificar una amplia cantidad de los productos industriales y se expidieron códigos de justa competencia, con lo cual se pudo cumplir la directriz presidencial de reempleo que prohibía dar trabajo a menores; jornada laboral de 35 horas semanales para obreros y 40 horas a la semana para empleados; así como la fijación de un salario mínimo de 40 centavos de dólar por hora. En 1935 se expidió la Ley de Seguridad Social, que creó el seguro de desempleo y la pensión de vejez. (Op.Cit.) El problema crítico del desempleo se contrarrestó con la implantación del programa de ocupación para desempleados a través del cuerpo de conservación civil (CCC), que se encargó de ejecutar obras civiles basadas en el trabajo manual especialmente en construcción de carreteras y reforestación. Todo lo anterior enmarcado en la teoría de intervención estatal promulgada por John Maynar Keynes quien, con sus principios y postulados, jugó un papel importante en la definición de la política del New Deal. (Op.Cit.). Por otra parte, Alemania estaba sumida en la depresión económica: la inflación y el desempleo eran el pan de cada día. Parte del problema se atribuía al supuesto monopolio judío en su economía. En medio de este descontento, Hitler inició su campaña de ascenso al 56 poder, para lo cual nombró como jefe de propaganda del partido Nazi a Joseph Goebbels, quien lo acompañó en las elecciones de 1930, en las que Hitler alcanzó el 18% de los votos. El trabajo político, y especialmente propagandístico, continuó y el cinco de marzo de 1933 los nazis obtuvieron el 44 % de los votos; años después, en agosto de 1934, Hitler obtuvo la presidencia del Reich y la cancillería, obteniendo el 88 % de los votos. (Archila, 2007). Según Arturo Pizá, Hitler difícilmente hubiera alcanzado el poder sin una maquinaria de comunicación impecable como la dirigida por Goebbels. Esta dio vida a un gobierno cuya fortaleza fue la intimidación y logró que el pueblo alemán estuviera de acuerdo y apoyara la persecución judía, y se sometiera con resignación a las desgracias propias de la guerra. (2003, en línea) En sus diarios, Goebbels alguna vez escribió: "No hay necesidad de dialogar con las masas, los slogans son mucho más efectivos. Éstos actúan en las personas como lo hace el alcohol. La muchedumbre no reacciona como lo haría un hombre, sino como una mujer, sentimental en vez de inteligente. La propaganda es un arte, difícil pero noble, que requiere de genialidad para llevarla a cabo. Los propagandistas más exitosos de la historia han sido Cristo, Mahoma y Buda". (Ibidem). Además de marchas, mítines y actos oficiales, las ideas de Goebbels para "purificar el espíritu alemán" llegaron a la población en forma de programas de radio (ej. volksradio), producciones cinematográficas (ej."El triunfo de la voluntad" de Leni Riefenstahl), documentales antisemitas y de eutanasia, transmisiones de TV (ej. los Juegos Olímpicos), boletines 57 de prensa y, por supuesto, pósters e impresos. (Ibidem). Sin embargo, hay otras versiones que aseguran que el poder nunca se obtuvo de este modo. Según Maigret, “Hitler nunca obtuvo la mayoría de las voces durante las elecciones y sólo tomó el poder porque Hindenburg decidió confiárselo, lo que remite a los tratos entre los diferentes entornos dirigentes” (2005, p.90). Por otra parte, según Lazarsfeld, “se olvida con frecuencia que Hitler no accedió al poder gracias a la radio, sino casi en contra de ella, puesto que en el tiempo de su ascensión hacia el poder, la radio estaba en manos de sus enemigos” (citado en Maigret, 2005, p.90). Alemania bajo el mando del fuhrer (caudillo) anexionó a Austria en 1938 y organizó la invasión de una parte de Checoslovaquia. Inglaterra advirtió que no estaba de acuerdo con el expansionismo Alemán y los llamó a volver a las fronteras originales, pero ante la negativa germana, y para evitar la guerra, el 29 de septiembre de 1938, Gran Bretaña, Italia y Francia ceden “a la presión de Hitler y firmado el pacto de Múnich, con el cual los nazis obtuvieron territorio checoslovaco” (De Anda y Ramos, 1997, p.89). La amenaza de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) era inminente. Es necesario decir que este pacto: Implicaba la aceptación por parte británica y francesa de las demandas territoriales del dictador alemán Adolf Hitler, consistentes en la cesión de los Sudetes, una región de Checoslovaquia limítrofe con Alemania en la que residía una importante minoría de población alemana que, alegando la discriminación que sufría por parte del gobierno checoslovaco, había iniciado un movimiento separatista fomentado 58 desde Berlín (capital del III Reich alemán) (…) los alemanes marcharon sobre Checoslovaquia en marzo de 1939 y la mayor parte del país pasó a constituir el protectorado alemán de Bohemia-Moravia, con lo cual quedó anulado el Pacto de Múnich y Gran Bretaña comenzó a desconfiar de las intenciones de Hitler. (Microsoft, 2004). Por otra parte, España permaneció neutral ante la conflagración mundial, pero internamente se debatía una lucha fratricida: la Guerra Civil Española que se inició como rechazo a la coalición izquierdista, que en 1936 llevó al poder a Manuel Azaña y frente a la cual el general Francisco Franco, al mando de los nacionalistas, triunfa y se hace al poder en 1939. (Ibidem). Occidente estaba en un momento difícil, la gente estaba aturdida y nerviosa; muchos no comprendían los antagonismos ideológicos, de clase y nacionalidad. Se vivía en un ambiente confuso, en el que cualquier cosa podía pasar y cualquiera era una amenaza para la seguridad personal y nacional. 2.2. El lugar de la radio y otros medios Los medios, en la década del 30 y del 40, no sólo proporcionaban entretenimiento e información, sino que también, según algunos puntos de vista, fueron usados como medios de control, poder, mercado y difusión de ideologías. 59 Ejemplo de esto es el caso del gran magnate de los medios, William Randolph Hearst (1863-1951), quien llegó a poseer 28 periódicos, 18 revistas, cadenas de radio y alguna productora de cine. Fue el inventor de la prensa amarillista o sensacionalista, enfocada más en la venta de periódicos que en la objetividad o el rigor periodístico. Su máxima “I make news” se puede ver reflejada en los hechos alterados o provocados para su propio beneficio, como el caso de la Guerra de Cuba de 1898: Una escalada creciente de tensión tuvo lugar entre España y Estados Unidos a causa de la situación de Cuba, perteneciente a España, escalada alimentada por Hearst, según muchos con el único objetivo de vender periódicos. Cuando el buque norteamericano Maine sufrió una explosión en el puerto de La Habana, Hearst señaló a España como culpable del sabotaje (hoy se cree mayoritariamente que se trató de un accidente), e instó al presidente McKinley (…) a entablar batalla, iniciando la contienda que significaría el fin definitivo del poderío colonial español. (William Randolph Hearst, [s.d.]). Por otra parte, el presidente Franklin Delano Roosevelt usaba la radio para establecer un puente de comunicación entre el gobierno y los ciudadanos a través de las transmisiones de su programa Fireside Chats que inició en 12 de marzo de 1933 y terminó en 1944. La invitación “Tell me about your troubles” del programa emitido semanalmente alrededor de las 10 de la noche, se hacía, especialmente, según algunos, para movilizar apoyo a su programa del New Deal; y durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), para despertar el patriotismo. En esta guerra, los radioescuchas tuvieron la oportunidad de “vivir” la 60 experiencia gracias a los reportajes desde los frentes de batalla, hechos por corresponsales como Edward R. Murrow, Walter Cronkite y Eric Sevareid. Otro ejemplo del poder de los medios fue lo ocurrido en 1932 con el secuestro del hijo de Charles Lindbergh, primer piloto en cruzar el Atlántico sin compañía y sin escalas. Se dice que el juicio contra el supuesto secuestrador, un carpintero de origen alemán llamado Bruno Hauptmann, que terminó en su condena a muerte, fue una pantomima y un ensayo de manipulación masiva a través de los medios de comunicación. Esto se presume debido a los errores de procedimiento durante el juicio y a evidencias no incluidas en este. (Charles Lindbergh, [s.d.]) A comienzos del siglo XX la radiodifusión entró en los hogares. Desde 1879 las líneas telefónicas se usaban a manera de radios. Había un: Horario de programas que incluía conciertos, conferencias, lecturas teatrales, revisiones de los periódicos, informes de la Bolsa y transmisiones directas de los discursos pronunciados por los miembros del Parlamento. Acaparaba la atención de los habitantes de toda una ciudad en una única experiencia, regulaba sus vidas de acuerdo a los horarios de programación e invadía su privacidad con una señal de emergencia que hacía que la emisora pudiese llamar a todos los abonados cuando llegaban noticias especiales. (Kern, 1997, p.286). La radio, en la década de 1920, se había convertido en todo un suceso, las personas y los 61 medios hablaban de ella; por ejemplo, revistas como Collier’s y Literary Digest empezaron a publicar secciones de radio y otras revistas como Radio Broadcast se dedicaron completamente a hablar del tema. En noviembre de 1920, la estación de Pittsburg KDKA inició la primera transmisión radial en Estados Unidos, y para 1922 ya había más de 500 estaciones. (Radio, [s.d.]). En marzo de 1922 el New York Times observó que “en doce meses la radiofonía se ha convertido en el entretenimiento más popular en América. Si queda algún muchacho que no posee un equipo receptor, es porque o bien no tiene imaginación o bien no tiene dinero (…)” (Douglas, 1997, p.288). En abril de 1920, según Susan J. Douglas, la revista Ilustrated World, además de señalar a la radio como un medio de comunicación importante, le atribuyó la capacidad de hacer posible la comunicación con otros planetas: Sus predicciones acerca del envío de señales a Marte no habrían sido tomadas en serio por algunos sectores de la sociedad americana. No obstante, los anhelos subyacentes que este artículo exponía son reveladores, (…) Había sed de contacto a través de grandes distancias y con seres que presumiblemente sabían más, y eran más sabios, que la mayoría de los americanos de la época. (…) Dicho contacto traería sabiduría; sería tranquilizador; sería religioso. (1997, p.290). Prueba de esta aura misteriosa que generaba la radio es el testimonio de Leonard Smith en 1922: “Estás fascinado, aunque algo atemorizado, al darte cuenta de que estás escuchando sonidos que, seguramente, jamás fueron destinados a ser oídos por un ser humano. El 62 delicado mecanismo de la radio ha atrapado y traído hasta nuestros oídos, habitantes de la tierra, los ruidos que retumban en el espacio entre los mundos” (Op.Cit., p.289). En los años 30, la radio gozaba de gran credibilidad por parte del público, pues presentaba hechos de primera mano a través de un observador o comentarista que, según lo que pensaba la mayoría de la gente, no diría algo que no fuera cierto, además, al escuchar se tiene la sensación del ahora, del presente. Inclusive, se comparaba a la radio con la prensa: “El público dudaba de lo desinteresado de un periódico, y la duda se centraba en ‘el despacho del editor, donde se diseñan las normas de conducta’. La gente entrevistada creía (…) que el editor manejaba las noticias según su propio beneficio. La radio no suscitaba esta sospecha (…) La radio es gente que nos habla (…) es directa” (Stott, 1997, p.300). Algunos hablaban, también, de su poder para promover la unidad cultural de Estados Unidos y el reconocimiento del otro; y de la ventaja que suponía el hecho de que el radioescucha dejara de ser parte de una masa que escucha un discurso, para ser un individuo que puede crearse su propio concepto de las cosas. Según el historiador Roland Marchand, en esta época (años 30 y 40) los radioescuchas eran concebidos como clase o como masa, esta última relacionada con la incultura y la impresionabilidad; y, de cualquier manera, receptores puros, expuestos a los efectos de los medios dominados por los creativos o por quienes manejaran el medio (Vassallo de Lopes, 63 1993, p.173). 2.3. La invasión marciana El 30 de octubre de 1938, a la víspera de Halloween, Orson Welles (1915-1985) y el Teatro Mercury, a través de la CBS en Nueva York, transmitieron una adaptación radiofónica, escrita por Ann Froehlich y Howard Koch, del libro La guerra de los mundos del inglés Herbert George Wells (1866-1946). Esta novela de ciencia ficción, publicada en 1898, narra la historia de una invasión marciana a Londres que culmina con la posterior muerte de los extraterrestres a causa de las bacterias de la Tierra. Fue interpretada por algunos autores como una crítica al colonialismo inglés de aquella época debido a apartados del libro como: “Antes de juzgarles con excesiva severidad debemos recordar que nuestra propia especie ha destruido completa y bárbaramente, (...), razas humanas inferiores. (...) ¿Somos tan grandes apóstoles de misericordia que tengamos derecho a quejarnos porque los marcianos combatieron con ese mismo espíritu?” (Wells, 2005, p.9). La historia, al adaptarla a la radio, quedó convertida en un libreto en el que los efectos usados hicieron que pareciera uno de los boletines noticiosos acerca de la situación mundial a los que los estadounidenses estaban ya acostumbrados: La historia estaba disfrazada de programa musical interrumpido por informes 64 noticiosos de que unos astrónomos acababan de ver unas extrañas explosiones en Marte. Luego un reportero entrevistaba a un astrónomo, que decía que no podía explicar qué estaba pasando. Al rato se veía caer del cielo un meteorito en Nueva Jersey. Después resultaba que era un objeto cilíndrico descomunal. Se reunía mucha gente para verlo hasta que el aparato se abría y del interior salían unas criaturas monstruosas. Se oían gritos, el reportero vociferaba. La atmósfera de la transmisión era de un realismo total. Los que no oyeron el principio del programa pensaron que un ejército marciano estaba invadiendo el mundo. (“Marte”, [s.d.]). Es interesante anotar que el programa del Teatro Mercury, de la CBS, tenía el 3.6% de audiencia, mientras que el programa cómico del ventrílocuo Edgar Bergen y su muñeco Charlie McCarthy, emitido a la misma hora por otra cadena, tenía un rating de 34%. Sin embargo, no se debe olvidar que algunas personas tienen la costumbre de cambiar de emisora constantemente (la llamada modalidad horizontal según Sandro Macassi Lavander); además, el 30 de octubre de 1938 “cuando el programa de Bergen incluyó (a las 20:12) un cantante melódico de poco interés, muchos oyentes se pasaron a la CBS para curiosear. Así, ellos y muchos otros escucharon La guerra de los mundos con el programa ya comenzado, sin enterarse de la advertencia inicial (…)” (De Anda y Ramos, F. 1997, p.90). La transmisión empezó a las 8 de la noche con la voz de un locutor que advertía “La Columbia Broadcasting System y su red de emisoras afiliadas, tienen el agrado de presentar a Orson Welles y el programa del Teatro Mercury en el aire, en La guerra de los mundos de 65 H.G. Welles.” (Welles, citado en De Anda y Ramos, 1997, p.95). Una advertencia similar se emitió aproximadamente a los 40 minutos del programa. Después de una introducción con tono literario hecha por Welles: “(…) a través de un golfo inmenso y etéreo, mentes tan distantes como las nuestras de las de las bestias salvajes, intelectos fríos y despiadados, se dedicaron a observar este planeta con envidia y, lentamente, fueron trazando planes en contra nuestra. En el año 39 del siglo veinte tuvo lugar la gran revelación (…)”. (Ibidem). Un locutor anuncia un cambio atmosférico en la zona de Nueva Escocia, información suministrada, supuestamente, por el Departamento Metereológico Oficial. Luego de este anuncio vuelve a sonar la música de Ramón Raquello y su orquesta. La transmisión alterna entre la música y los informes que hablan de explosiones en Marte observadas por el profesor Farell, del Observatorio de Mount Jennings, de Chicago, Illinois, y el profesor Morse, de la Universidad McMillan, en Canadá; del gas hidrógeno que se dirige hacia la Tierra según el profesor Pierson, del Observatorio de Princeton; de la caída de un objeto cilíndrico de unas 30 yardas en Grovers Mill, Nueva Jersey; entre otros. Todo esto acompañado por descripciones, sonidos del ambiente y entrevistas a supuestos personajes reales como científicos, personas en la escena en la que cayó el objeto, policías, Secretario del interior, etc. En un momento, del cilindro empieza a salir algo desconocido, que el reportero describe de la siguiente manera: 66 En realidad parecen tentáculos (…) Es grande como un oso y brilla como el cuero húmedo. Pero ese rostro… Es… es algo indescriptible. Tengo que esforzarme para mirarlo de frente. Los ojos son negros, espigados como los de una serpiente. La boca tiene la forma de una ‘V’ y una especie de baba le cae de los labios sin forma que parecen temblar. El monstruo, o lo que sea, apenas puede moverse. Parece aplastado por… quizá por la gravedad. (Op.Cit, p.104). Luego, los extraterrestres empiezan a atacar a la gente con un rayo de fuego (“rayo de calor”) y dice el locutor que “un mínimo de cuarenta personas, incluyendo seis policías, yacen muertos en un terreno cercano a la aldea de Grovers Mill, con sus cuerpos quemados, mutilados e irreconocibles” (Op.Cit, p.106). Siendo así, el general de brigada Montgomery Smith, comandante de la milicia en Trenton, Nueva Jersey; habla de una evacuación de la población. Se informa de la acción de la Cruz Roja y de las fuerzas armadas (7000 hombres) que están listas para atacar en caso de que sea necesario. Sin embargo, dice el locutor, “7000 hombres armados con rifles y ametralladoras se lanzaron contra una sola de las máquinas de los invasores marcianos. Hay sólo 120 sobrevivientes. El resto yace muerto en la región que se extiende desde Grovers Mill hasta Plainsboro, aplastados por los pies metálicos del monstruo, o reducidos a cenizas por su letal rayo.” (Op.Cit. p.109). Sigue así la narración hablando del rayo extraterrestre, del contraataque militar, del gas venenoso. De pronto, el locutor no vuelve a hablar, parece estar muerto. Hay una pausa de 67 3 segundos y se emite la advertencia de la CBS acerca de la naturaleza ficcional de la transmisión, pasan a comerciales, se emite de nueva la advertencia de la CBS. Habla el profesor Pierson con un forastero. Los dos hombres son, supuestamente, los únicos sobrevivientes del desastre. Finalmente vuelve a intervenir Orson Welles: Les habla Orson Welles, señoras y señores. Ya sin representar ningún papel, les hablo para asegurarles que La guerra de los mundos no tiene otro significado sino el de cumplir con la intención de ser un regalo de día festivo (…) Así es que adiós a todo el mundo y, por favor, recuerden mañana la terrible lección que aprendieron hoy. Ese invasor escalofriante, resplandeciente y globular que está en su sala es un habitante de la calabaza; y si llega a sonar el timbre y no hay nadie en la puerta, no son marcianos, es Halloween. (Op.Cit. p.124). La transmisión concluye con la voz del locutor que dice: Buenas noches. La Columbia Broadcasting System y su red de emisoras afiliadas, de costa a costa, les han traído La guerra de los mundos, de H.G. Welles, la decimoséptima obra de esta serie semanal de emisiones dramáticas intituladas Orson Welles y el Teatro Mercury en el aire. La próxima semana presentaremos la dramatización de tres famosos cuentos. Esta es la Columbia Broadcasting System. (Ibidem). 68 2.4. ¿Pánico? The only thing we have to fear is fear itself Henry David Thoreau Diversas son las versiones que se encuentran acerca de lo ocurrido tras la transmisión de la Guerra de los mundos; algunos hablan de pánico general, otros dicen que fue sólo una exageración de los medios. Sin embargo, no hay que perder de vista que no hay una verdad única, pues, hay tantas verdades como personas que las cuenten; aquí, entonces, se verán algunas de las versiones más extendidas de lo que supuestamente ocurrió ese día. La transmisión de La guerra de los mundos produjo, para algunos autores, pánico en muchas personas. Según Cantril, por lo menos 6 millones de personas la oyeron, cerca de 1’700.000 pensaron que se trataba de un noticiario informativo y cerca de 1’200.000 se asustaron (citado en Wolf, 1994, p.40). Y no solamente por ser una invasión marciana, sino porque muchos estaban tan alerta con la situación mundial que pensaron que era un ataque de otro país. Algunos dicen que el pánico fue tal que muchos se armaron con pistolas y toallas húmedas para protegerse del enemigo y de los gases venenosos que este lanzaba. La reacción se debió, no sólo a lo anterior, sino a los efectos usados en la transmisión del programa que, como se dijo antes, hicieron que estos hechos, aparentemente fantásticos, parecieran reales: 69 “(…) Muchas personas que sintonizaron para oír una obra del Mercury Theatre creyeron que el programa normal había sido interrumpido para dar boletines especiales de noticias. La técnica no era nueva después de la experiencia con los informes por radio acerca de la amenaza de guerra en septiembre de 1938. La otra razón principal para la confusión es el hábito muy extendido de no prestar atención a los primeros avisos de un programa.” (Cantril, H. 1940, p.230). Según Louis Winkler de la Avenida Clay 1322, en el Bronx: “Oí la transmisión y casi me da un ataque al corazón (…) Sintonicé cuando el programa iba a la mitad, pero cuando escuché los nombres y títulos de Federal, Estado y oficiales municipales, y cuando ‘el Secretario del interior’ fue presentado, yo me convencí de que era McCoy. Corrí a la calle y encontré gente corriendo en todas las direcciones. Todo provenía de una transmisión noticiosa (…)” (New York Times, 1938). Louis Winkler no exageraba, porque se usaron nombres e instituciones que remitieron a la gente a la realidad; en la transmisión se habla del National History Museum que en realidad es el American Museum of National History, se habla también del astrónomo Richard Pierson de la Universidad de Princeton, que en la realidad corresponde a Newton L. Pierce de la misma universidad. La transmisión pretendió ser tan real como fuese posible. Para ello los productores usaron: Existía en Nueva York la versión grabada de una transmisión radial anterior, cuando 70 el Zeppelín Hindenburg explotó al aterrizar en Lakenhurst, Nueva Jersey (mayo de 1937); allí el locutor atravesaba una genuina crisis de nervios al describir la catástrofe de la que resultó involuntario testigo. La grabación fue debidamente estudiada e imitada por el actor Frank Readick para interpretar al locutor Carl Phillips que describe el descenso de la presunta nave marciana (…) (De Anda y Ramos, F. 1997, p.90). Respecto a lo anterior, algunos declararon haber creído lo que escuchaban porque “¡Tenemos tanta fe en la radio! En un momento de crisis, ha de llegar a todos. Para eso es la radio”, “El locutor no dijo que no fuese verdad. Siempre lo dicen cuando se trata de una obra teatral” (Cantril, H. 1940, p.228). Según David L. Miller, en los días siguientes a la transmisión, los medios impresos exageraron la reacción nacional; sin embargo, hay informes que dicen, por ejemplo, que la policía de Brooklyn recibió más de 800 llamadas de alarma por la transmisión, la mayoría de estas, provenientes de mujeres. La policía de East Orange recibió más de 200 llamadas de personas que querían saber cómo escapar del gas. La policía de Maplewood recibió más de 100. El New York Times recibió 875. (New York Times, 1938, en línea). En Nueva Jersey, el patrullero John Morrison recibió la llamada de un hombre que aseguraba ver el humo que producían las bombas que estaban cayendo sobre la ciudad; otro llamó a la policía de Mount Vermont para saber en dónde estaban los 40 policías asesinados; cientos de enfermeras llamaron a ofrecerse como voluntarias. “Durante la 71 transmisión muchos residentes reportaron a la policía haber observado marcianos en sus máquinas gigantes (…) en Boston una mujer dijo haber visto el fuego que describían en la radio; otras personas dijeron oír el arma de fuego o el sonido de los marcianos. Un hombre subió a un edificio de Manhattan con binoculares y describió las llamas de la batalla” (Bartholomew, R., 1998, p.41). En San Francisco la impresión general parecía ser que una fuerza abrumadora invadía a Estados Unidos desde el aire e iba en proceso de destruir a Nueva York (…) En Nueva Orleans la impresión general era que Nueva Jersey estaba siendo devastada por invasores (…) Atlanta reportó que los radioescuchas del sur este pensaron que un planeta había chocado con Nueva Jersey, y que había monstruos por todos lados y de 40 a 7000 personas muertas (…) ([s.d.]). Aunque no aplacó el supuesto pánico, antes de que el programa radial finalizara, a las 20:48, la Associated Press envió una nota advirtiendo a los medios de comunicación acerca de la real naturaleza de la transmisión. Al otro día, la Comisión federal de comunicaciones pidió una copia de la emisión, pero comprobó que no podía sancionar a la CBS porque evidentemente habían advertido a los radioescuchas. (De Anda y Ramos, 1997, p.91). Sin embargo, sí se prohibió la utilización de recursos similares que pudieran generar confusión en el público. El pánico y la credulidad no sólo han sido cuestión de esta transmisión. El 12 de noviembre de 1944, en Santiago de Chile, una estación radial transmitió una versión de La guerra de 72 los mundos, muchos salieron a las calles o se guarecieron en sus casas. En una provincia, el gobernador movilizó a sus tropas de artillería para defenderse de la invasión marciana. (Guerra de los mundos, curiosidades, [s.d.]). Años después, en Quito, Ecuador, en 1949; “Radio Quito repitió el programa de Welles con consecuencias mucho más dramáticas. El pánico cundió entre los ecuatorianos. Terminaron pasando del miedo a la furia al saber que habían sido engañados. Una muchedumbre incendió la emisora y el periódico ‘El Comercio’. Veinte personas murieron.” (Ibidem) En marzo de 1993, en Texas, Estados Unidos; The Morning of Laredo (La mañana de Laredo) habló de un gusano gigante, de 300 libras, que transitaba por la Interestatal 35. Muchos habitantes creyeron la historia a pesar de tratarse de un gusano de 79 pies de largo. (Ibidem). En México, en 1998, “la estación de radio XEART la señal 152 en el estado central de Morelos, sería la que transmitiría una de las versiones, producida y adaptada por el divulgador científico mexicano Andrés Eloy Martínez Rojas, con gran éxito. El gobierno mexicano procedería ante los rumores generados a una búsqueda exhaustiva de los restos de un supuesto meteorito” (Ibidem). Casos como los anteriores muestran, una vez más, el poder de los medios y generan muchas ideas sobre su impacto en las audiencias. Como expresó Neville Miller, presidente de la National Association of Broadcasters, después de la transmisión de Welles: “esto enfatiza 73 la responsabilidad que asumimos en el uso de la radio y nuestra determinación de cumplir de la mejor manera con la obligación que tenemos con el público” ([s.d]). Cada persona reacciona de manera diferente en una determinada situación. Según H. Cantril, en “La invasión de Marte” (1940), en La guerra de los mundos de Orson Welles hubo cuatro clases de oyentes: 1. Los que percibieron que la transmisión no trataba hechos reales y por lo tanto, no se asustaron. “Cerca del 25% de los radioescuchas que se habían asustado concluyeron que estaban escuchando un drama debido a la distorsión temporal y otras inconsistencias” ([s.d.]). Estas inconsistencias consistieron en, por ejemplo, la imposibilidad de que el locutor viajara del observatorio al lugar de la caída del meteorito en pocos segundos; y, en general, en la rápida sucesión de los acontecimientos. 2. Los que compararon la transmisión con otras informaciones y concluyeron que no eran hechos reales. “Cuando hablaron de monstruos, comprendí que algo fallaba. Por tanto, miré en el periódico qué programa estaban dando y descubrí que sólo se trataba de una obra de teatro” (Cantril, H. 1940, p.231). 74 Señora Ferguson, ama de casa, norte de Nueva Jersey: “Supe que se trataba de algo terrible y me asusté. Pero no sabía exactamente lo que era. No podía hacerme a la idea de que fuese el fin del mundo. Siempre he oído que cuando termine el mundo, ello ocurrirá con tanta rapidez que nadie se enterará… Por lo tanto, ¿por qué iba Dios a ponerse en contacto con aquel locutor? Cuando nos dijeron qué carretera había que tomar y que nos marchásemos a las montañas, y los niños empezaron a llorar, la familia decidió marcharse. Tomamos mantas y mi nieta quería llevarse el gato y el canario. Estábamos delante del garaje cuando vino el chico del vecino y nos dijo que era una obra de teatro” (Op.Cit. p.226). Señora Joslin, sector pobre de una gran ciudad del Este. “Cuando el locutor dijo lo de evacuar la ciudad, eché a correr, llamé a la dueña de la casa y, con mi pequeño, empecé a bajar precipitadamente por la escalera, sin perder tiempo para coger mi sombrero ni nada. Cuando llegué al pie de la escalera, me fue imposible salir. No sé por qué. Entre tanto, mi marido buscaba otras emisoras y comprobó que estaban funcionando. No olía gas alguno ni veía correr a la gente, de modo que me llamó para que volviera a subir y me dijo que sólo era una representación teatral” (Op.Cit. p.227) 3. Los que compararon la transmisión con otras informaciones pero siguieron creyendo que se trataba de una invasión real. 75 4. Los que no intentaron comprobar la naturaleza de la transmisión ni la realidad del hecho y concluyeron que algo terrible estaba ocurriendo efectivamente. Emmanuel Priola, cantinero en 442 Valley Road, en West Orange: “Al principio pensé que eran cosas de Back Rogers, pero cuando un amigo me llamó y me dijo que había ordenes generales de evacuar del área metropolitana, saqué a los clientes, cerré el lugar y me fui a mi casa” (New York Times, 1939). “En Princeton, el doctor Arthur F. Buddington, director del Departamento de Geología, se reunió con su colega Harry Hess; juntos recogieron el equipo adecuado y recorrieron 5 millas hasta Dutch Neck para examinar el presunto meteoro, pero sólo encontraron allí a otros curiosos” (De Anda y Ramos, F. 1997, p.90). En este capítulo se trató la situación mundial, la transmisión radiofónica, la radio como medio, entre otros temas; sin embargo, es importante saber que los hechos no comienzan y finalizan en una fecha y hora específica como a veces nos hacen creer la escuela o los libros. Se tienen datos y cifras que hablan de acontecimientos que no se pueden verificar exactamente, y que muchas veces se tratan como si fueran un capítulo aislado en la historia. Por eso, para entender mejor un hecho y aproximarse lo más posible a él, la mejor herramienta es analizarlo desde muchas perspectivas, desde muchos puntos de vista que brinden las herramientas necesarias para que cada persona pueda crearse su propia idea de 76 lo que pasó, de sus causas y consecuencias. 77 3. LA GUERRA DE LAS TEORÍAS La inherente socialidad de la comunicación, (…), hace que su investigación y su intelección conceptual no puedan sino estar definidas por el inevitable desencuentro de los puntos de vista desde los que son efectuadas, aunque ello no excluye la posibilidad de que, en ciertas circunstancias, haya margen para complementariedades. (Torrico Villanueva, 2004, p.82) A lo largo de este trabajo se ha visto que hay diferentes versiones de un mismo hecho según el contexto en el que este sea examinado y, por supuesto, según la tradición académica que lo examine. Cada versión del mundo es hija de una cultura, de una época, de un contexto y una lucha de poderes; cada versión del mundo cambia, surge o desaparece de la mano de su tiempo y espacio. Pero más importante aun, es que esas versiones del mundo sirven también para explicar el presente, para ver el mundo tal cual como es hoy; generando así una multiplicidad de voces, de la cual, la más fuerte, la que más se escucha, depende del punto desde el que se quiera mirar las cosas. En este capítulo, entonces, se verá cómo es que esas voces, nacidas en otro tiempo y espacio, aun pueden ser escuchadas por nuestros oídos. Para esto, se explorarán algunas de las diferentes voces que hablan acerca de la comunicación, voces que pueden resultar contradictorias en algunos casos; o tal vez muy similares; pero de cualquier manera, voces que hablan del mundo como lo perciben. Son las herramientas imperfectas que tenemos 78 para dar cuenta de la complejidad de la vida. Y las usamos sabiendo, en alguna medida, que nos llevarán a interpretaciones relativas y limitadas pero no hay otra opción. Mi objetivo de estudio es un caso específico, ocurrido en 1938, que hasta nuestros días continúa siendo actual, es estudiado y comentado en muchos ámbitos y, sobre todo, recordado porque parece provar la importancia y poder que tienen los medios, la comunicación y los comunicadores. Este caso, referido ya en el capítulo 3 de este trabajo, es la transmisión radiofónica de La guerra de los mundos de Orson Welles. En este capítulo se explicarán algunas de las diferentes voces que hablan de la comunicación, para luego, desde la visión de cada una de ellas, tratar de interpretar lo ocurrido luego de la emisión radial citada anteriormente. Esto se hará a partir de relatos ficcionales que intentan acercarse a lo que ocurrió ese día y, sobre todo, a lo que las personas sintieron y pensaron en esos momentos. Estos relatos ficcionales no sólo obedecen a la intención de explicar los hechos sino que, además, son reflejo de la teoría como apuesta científica pero también narrativa del mundo. Es importante decir que estas teorías fueron escogidas concienzudamente teniendo en cuenta dos parámetros básicos: primero, que fueran conocidas y reconocidas por académicos consultados a lo largo de la investigación como se verá a continuación: Para Éric Maigret, sociólogo, profesor de Ciencias de la Información y de la Comunicación en la Universidad de París III, Sorbonne Nouvelle; de Sociología de la Comunicación y de 79 Medios en el IEP de París e investigador en el Laboratorio de Comunicación y Política del Centro nacional de la investigación científica en Francia (CNRS); las teorías se pueden agrupar según los niveles de comunicación. Así, en el nivel de la naturaleza sitúa teorías como el conductismo y el determinismo tecnológico. En el nivel de la sociedad a la teoría crítica. Y en el nivel de la creatividad, teorías como la del espacio público y las de la modernidad reflexiva. Para Erick R. Torrico Villanueva, director académico del posgrado en Comunicación y Periodismo de la Universidad Andina Simón Bolívar, presidente de la Asociación boliviana de investigadores de la Comunicación, vicepresidente de la Asociación latinoamericana de Investigadores de la Comunicación, y autor de libros como: Conceptos y hechos de la “sociedad informacional” (2003) y, Abordajes y períodos de la teoría de la comunicación (2004); las principales teorías se pueden organizar según diferentes abordajes. Así, en el abordaje pragmático sitúa teorías como la generación de efectos, la presión grupal y el establecimiento de agenda. En el abordaje sociotécnico, el determinismo tecnológico y la cultura de masas. En el abordaje crítico, la industria cultural vista desde la teoría crítica. Y, en el abordaje político-cultural, la recepción crítica y las mediaciones. María Immacolata Vassallo de Lopes, profesora e investigadora de la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de Sao Paulo; profesora de teoría de la Comunicación y Metodología de la investigación en comunicación en la Universidad de Sao Paulo, y coordinadora del núcleo de investigación de mercado de la misma universidad; por su parte, cita a autores como Jensen y Rosengren (1990); Ang (1990); 80 Orozco (1991), y Belisle (1992); para quienes las principales corrientes del estudio de la recepción son: Investigación de efectos, investigación de usos y gratificaciones, estudios de crítica literaria y estudios culturales y de recepción. Finalmente, para Mauro Wolf, quien estudió en la Facultad de Ciencias sociales y políticas de la Universidad de Firenze, Italia; profesor de técnica del lenguaje radiotelevisivo, director del Instituto de Disciplinas de la Comunicación, y autor de libros como Sociología de la vida cotidiana (1979), Teorías de la comunicación de masas (1985), Los efectos sociales de los media (1992), entre otros. Algunas de las principales teorías son: los efectos limitados, la aguja hipodérmica y la espiral del silencio. Y, segundo, que fueran un ejemplo claro de los diferentes enfoques que tienen las teorías de la comunicación. Por ejemplo, y además de los ya nombrados según cada uno de los anteriores autores; para Lazarsfeld (1952), reconocido como el padre de la investigación en Comunicacion, las teorías se pueden enfocar según tres tipos de interés social: en la esfera política el interés se centra en el contenido, en la esfera moral-cultural el interés de las investigaciones está en el efecto y, finalmente, en la esfera comercial el acento se marca en el análisis de la audiencia. (Citado en De Moragas Spa, 1981, p.30). Así, hay teorías que se centran en el estudio de los medios, de los mensajes o en los receptores dependiendo, una vez más, desde la visión que cada una tenga del mundo. Teniendo ya todo claro, sólo resta mencionar las diferentes voces que se van a utilizar en este capítulo para intentar dar cuenta de lo que ocurrio con la transmision de La guerra de 81 los mundos, desde la Comunicacion: Efectos directos / Aguja hipodérmica: Centrada en la importancia de los efectos de los medios en el público. Establecimiento de agenda: Interesada en el mensaje que los medios ponen a disposición del público. Teoría crítica: Observa a los medios y a la cultura de masas como agentes que afectan la mente de las personas, su capacidad crítica y la alta cultura. Determinismo tecnológico: Propone la importancia de los medios como extensiones del cuerpo humano y responsables de cambios en el ser y su sociedad. Recepción crítica: Se centra en el receptor como un ente crítico ante los mensajes que los medios le proporcionan. Efectos limitados / Presión grupal: Se preocupa por la cuestión de la influencia de un grupo sobre una persona. Antes de continuar, surge aquí una pregunta útil para la lectura de este trabajo: 82 ¿Puede alguna de estas teorías aportar una perspectiva más verosímil de lo que ocurrió esa noche? 3.1. Efectos directos / La aguja hipodérmica: Esta teoría, que se desarrolló entre 1900 y 1940, y se centra en el efecto de los medios, surgió en un contexto marcado por la inicial expansión territorial y comercial de potencias como Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y la Rusia zarista; la Primera Guerra Mundial: la propaganda bélica; el posicionamiento de Estados Unidos en los primeros lugares del poder económico, político y de los medios de comunicación; la Segunda Guerra Mundial; entre otros. 3.1.1. ¿Qué es? “Aguja hipodérmica” es una expresión inventada por Harold Lasswell para denominar la influencia que los medios masivos de comunicación tienen sobre la audiencia, pasiva por definición. Esta se enfoca en la acción de la psicología conductista, para la que a todo estímulo sigue una respuesta. Según la Aguja hipodérmica, los medios actúan como inyecciones sobre la mente de los receptores, moldean sus ideas y hacen que estos actúen de una manera determinada. Por su parte, los receptores creen en todo lo que sale en los medios por el simple hecho de que si el medio lo dice es cierto. 83 Su epicentro fue Estados Unidos y se desarrolló especialmente con miras a la investigación de la propaganda política. Según Maigret: “el deseo de conocer los mecanismos de la propaganda, con la esperanza tanto de evitarlos como de utilizarlos, se tradujo en unas solicitudes del Estado norteamericano a organismos de investigación en ciencias políticas o en psicología experimental” (2005, p.125). La propaganda tenía la función de dirigir la atención de las masas según necesidades específicas, esta debía “reducir las ideas a sus formas más primitivas y esenciales” (Wolf, 1994, p.36) para llegar al nivel intelectual de las multitudes. Según Lasswell (1927), la importancia de la propaganda radicaba en que “en el mundo atomizado, en el que el capricho del individuo tiene el espacio más amplio que nunca hubiese tenido hasta ahora (se necesitan) esfuerzos mucho más intensos de coordinación y unificación de lo que fuera necesario en los tiempos anteriores” (citado en Wolf, 1994, p.36). Algunos de los interesados en investigar los efectos de los medios sobre el público fueron Harold Lasswell, Carl Hovland, Kart Lewin, Paul Lazarsfeld, Joseph Klapper, Bernard Berelson, Charles Osgood, Ithiel de Sola Pool y James Halloran. Dado que los medios de comunicación se han convertido en una parte absolutamente importante de la vida de los hombres, tanto que en algunos casos reemplazan a la educación de la escuela, a la comprensión de la familia y a la calidez de las interacciones cara a cara; estos deben, o deberían tener en cuenta las implicaciones éticas que su labor trae consigo. 84 Los medios de comunicación actúan como inyecciones en la mente del público, por eso, deben ser responsables con los mensajes que trasmiten pues los individuos están mediados, o condicionados, por estos. Los medios son modelo de lo que está bien o mal visto, de lo que se puede o no se puede hacer. Son modelo de lo que se ve bien o mal, de lo que está de moda o no. Son fuente de creencias, sueños y estilos de vida. La gente cree en todo lo que diga un medio por el simple hecho de ser un medio de comunicación; la gente sueña con tener la vida que tiene una estrella de Hollywood; con encontrar al príncipe azul perfecto que sale en la novela; con vivir la vida de lujo, fama y poder de cualquier personaje exitoso visto en la televisión o en el cine. En el analisis del caso específico de La guerra de los mundos, desde esta perspectiva, se evidencia la influencia que tienen los medios de comunicación en el público, como se puede comprobar en algunos testimonios de gente que aseguró poder ver y sentir el gas que lazaban los extraterrestres (New York Times, 1938, en línea, recuperado el 18 de febrero de 2007). Por otra parte, la radio puso en aquella situación a la gente, además de por la aparente realidad del relato, por causas como que si lo decía la radio, medio por el cual se había unificado la nación y se habían conocido muchas noticias de interés nacional e internacional, debía ser cierto. Porque gracias a las noticias comunicadas por la prensa o a la radio, se tenía el temor latente de una guerra o una invasión. Y porque, también gracias a medios como el libro, la revista o el cine, se tenía cierto imaginario y fascinación de lo que podía ser un marciano, de la posible existencia de seres de otro planeta y, del supuesto 85 interés de estos por visitar la tierra: “Había sed de contacto a través de grandes distancias y con seres que presumiblemente sabían más, y eran más sabios, que la mayoría de los americanos de la época” (Douglas, 1997, p.290). Prueba de la importancia y responsabilidad que tiene un medio, específicamente la radio, es la posterior investigación que hizo la Comisión Federal de Comunicaciones respecto a la naturaleza y métodos usados en la transmisión en la cual se comprobó que aunque se habían dado las advertencias de la naturaleza ficcional del relato, muchas personas se alarmaron y lo tomaron como algo real; la prohibición del uso de técnicas realistas similares ([s.d.] en línea, recuperado el 18 de febrero de 2007); y la intención del entonces senador Clyde L. Herring, demócrata de Iowa, de controlar, para el futuro, abusos similares a los cometidos por la radio la noche de la transmisión (Trenton Gazette, 1938, [en línea]). Según Neville Miller, entonces presidente de la National Association of Broadcasters, “este caso enfatiza la responsabilidad que asumimos en el uso de la radio y renueva nuestra determinación de cumplir con el más alto grado nuestra obligación con el público” ([s.d.], en línea, recuperado el 18 de febrero de 2007). 3.1.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? Fue una noche terrible en la que todos tuvimos miedo, pensamos que era una invasión de marcianos y que todo acabaría ahí… yo, para ser sincera, antes de ese día no creía en extraterrestres ni criaturas que vivieran fuera de la tierra, me parecía que no podía ser cierto 86 que existieran porque en ningún lado se habla de ellas en la Biblia…de todas maneras, cuando empecé a escuchar la descripción que daban en la radio pensé que en realidad existían, era todo tan real, es que no miento si digo que cerré los ojos y pude ver un monstruo de esos tal cual como se decía en la emisora. Yo soy una persona que tiene sus años encima, y en toda mi vida no había visto una cosa de ese estilo. Obviamente la culpa de todo lo que pasó la tuvo la radio, y no sólo porque todos creíamos en ella… imagínese, por ahí escuchaba yo al Presidente, por ahí nos hemos enterado de lo que pasa en Europa… es que no fue sólo por eso, para mí lo peor que pudieron hacer esas personas de la radio fue hablar como si las cosas fueran ciertas. ¿Qué necesidad tenían de asustarnos así?, esa manera horrible de decir las cosas como si estuvieran sucediendo nos hizo pensar a todos que era real…creo que ninguno de nosotros perdonará a la radio por habernos hecho semejante maldad ¿Cómo se les ocurrió hacer tremenda broma como si fuera una noticia verdadera? Era natural que todos nos íbamos a asustar, yo siempre he dicho que lo que diga la radio, la televisión o la prensa tiene que ser cierto… si sale ahí es porque evidentemente es verdadero, eso nadie lo cuestiona ni lo discute… si no lo creyéramos así no estaríamos todo el tiempo pegados de las noticias para saber qué ocurre en el mundo. Otra cosa mala que pasó ese día, la más mala creo yo, fue que en las noticias, quiero decir, en esa emisora, informaron que el reportero había muerto… cuando dijeron eso yo me sentí 87 muy mal, me tocó tomarme una de las tabletas para el corazón, me horroricé, se me alteró el corazón y creo que me puse pálida… es que de ser así… hubiera sido tétrico porque yo sabía que los próximos en correr esa misma suerte éramos nosotros. Hay quienes dicen que nos asustamos porque somos ignorantes y no sé qué otras cosas, pero yo creo que todo el que escuchó aquel horror se asustó porque se trataba de nuestras vidas…yo puedo ser muy vieja y todo lo que quieran pero me preocupa la muerte, no quiero pensar en eso… cualquier persona se asustaría si le dicen que su vida corre peligro, ¿no?, sea quien sea, es la cosa más normal y natural del mundo. Yo insisto en que si lo hubiera escuchado de un vecino o en cualquier otra parte no lo hubiera creído, o tal vez no me hubiera asustado tanto, pero es que tienen que entender que en la radio se dijo que los marcianos ya estaban aquí, y que estaban en el jardín de una casa cerca a la nuestra… eso hace correr a cualquiera… además, lo que les he repetido, es que si salía en la radio tenía que ser cierto, pero claro, ellos se burlaron de nosotros y todos lo creímos. Como sea, la culpa la tienen ellos porque nosotros confiábamos y les creíamos todo. Realmente yo no sé qué fue lo que pasó porque hay quienes aseguran que sí vieron a los extraterrestres, que sí se cubrieron de los gases tóxicos... yo no sé, y es que es raro que la radio nos haya mentido, no me parece propio de ellos. ¿Qué tal haya pasado algo en serio, y el gobierno, por ejemplo, no quiera que lo sepamos?... Yo no sé de política ni de esas cosas, pero es que, en serio, no me parece normal. Es que no es imaginable que la radio quiera 88 engañarnos. 3.2. Establecimiento de agenda: Esta teoría, que se desarrolló en los años 20, y se centra en el mensaje que difunden los medios, surgió en un contexto marcado por la inicial expansión territorial y comercial de potencias como Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y la Rusia zarista; la Primera Guerra Mundial: la propaganda bélica; el posicionamiento de Estados Unidos en los primeros lugares del poder económico, político y de los medios de comunicación; entre otros. 3.2.1. ¿Qué es? Para empezar, es necesario decir que una agenda es “una jerarquía de prioridades, una lista de asuntos clasificados por importancia creciente, que se puede captar por ejemplo haciendo el inventario en un momento determinado de los temas tratados en la prensa y calculando la cantidad de tiempo al aire y/o de líneas que originan o, para los ciudadanos, realizando sondeos de opinión y entrevistas” (Maigret, 2005, p.335). Entonces, la teoría del establecimiento de agenda se refiere a que los medios informativos ofrecen a su público unos temas según su propia jerarquización e intereses; dejando así a los otros temas olvidados y excluidos. Siendo así, se habla y se opina solamente sobre ciertos temas porque según Bernard Cohen, “los medios no nos dirían lo que hay que pensar sino en qué se debe pensar” (Maigret, 2005, p.336). 89 En los años 20, para Walter Lippman, los medios no sólo establecen la agenda sino que ayudan al receptor a definir su mundo, él diferenció entre el mundo que realmente existe (entorno) y el mundo que cada uno percibe (pseudo-entorno), así, le da el papel a los medios de esbozar muchas de las ideas del mundo que se tienen en la cabeza. (En línea). Un ejemplo de esto es el caso que informa una profesora de primaria acerca de sus alumnos que “se muestran a menudo decepcionados cuando en clase ven por vez primera una rana ‘auténtica’. Hasta aquel momento sólo habían visto las ranas en primer plano en la televisión o bien como muñecos en el programa Barrio Sésamo en el Show de los Muppets, haciéndose unas ideas correspondientemente equivocadas (…)” (Doelker, 1982, p.182). Algunos de los teóricos que estudiaron este tema fueron Walter Lippman, Maxwell McCombs, Donald Shaw, Bernard Cohen y Doris Graber. Entonces, los medios de comunicación al tener el poder de lo que sale al aire o no, de lo que se publica o no, resultan imponiendo temas, incluso lenguaje específico e ideas, que en muchos casos son superfluos y que, en muchas otras ocasiones, se exponen para ocultar acontecimientos según los intereses de unos cuantos. Se silencian voces que hablan de otros temas, voces que interpretan los sucesos de una manera diferente y versiones diversas aun cuando tratan el mismo tema. Aquí no se trata de lo que realmente le interesa a la gente sino de diferentes intereses de quienes tienen el poder, que inducen a la gente a hablar de un tema específico a través de la reiteración que se hace en los medios. Los medios, en este caso, actúan como una cortina de humo que esconde otras verdades al 90 público. De hecho, ni siquiera es posible comprobar que todo lo que dicen los medios es cierto pues nadie puede conocer todo lo que ocurre en el mundo y, sobre todo, porque la versión de este, en muchos casos, es dada única y exclusivamente por lo que muestran los medios. Por ejemplo, muchas personas nunca estuvieron al lado de Hitler, sin embargo, conocen perfectamente su aspecto físico, sus ideas, y hasta tienen un recuerdo claro de cómo era su voz. Si su imagen no hubiera sido rotada por diferentes medios de comunicación, es casi seguro que muchos no tendrían idea de la existencia de aquel personaje. Así, se desdibujan los límites entre la realidad y la ficción, pues al tener a los medios como voz dominante, se da por sentado que todo lo que por estos se diga es importante, se esté de acuerdo o no con la versión presentada; y se tiene como mundo lo que los medios proclaman como tal. En el caso específico de La guerra de los mundos se puede entender muy bien lo que puede causar determinada agenda. En este caso, algunos autores hablan de la falacia que implica pensar en que la mayoría de las personas que escucharon la transmisión se asustaron y perdieron el control a causa de la supuesta noticia de que los marcianos invadían la tierra. Robert E. Bartholomew indica que esa noche sí hubo muchas llamadas, pero que no se conoce la naturaleza de estas, por lo que no se podría asegurar que fueron a causa del pánico (1998, p.41-42). O H. Cantril asegura que por lo menos 6 millones de personas oyeron la trasmisión, pero que sólo un millón de ellas se asustaron (1940, p.226). Los medios insistieron semanas, meses y años después que el miedo había invadido a las personas. 91 Según David Miller, la reacción se exageró, en parte porque era una buena historia, pero también porque los medios impresos estaban preocupados por la gran aceptación que estaba teniendo la radio en el campo del reportaje de noticias (2000, [en línea], recuperado el 18 de febrero de 2007). Esta aceptación se debía, en parte, a que el público dudaba de que un periódico y su editor fueran desinteresados, sin embargo tenían fe ciega en la radio porque era gente que les hablaba directamente y en el momento justo (Stott, 1997, p.300). Teniendo esto en cuenta, es fácil identificar tres elementos que sirven como prueba de lo que implica el establecimiento de agenda de un medio. Primero, si los días siguientes a la transmisión los medios no hubieran puesto tanto énfasis en el supuesto miedo causado, la anécdota ocurrida esa noche difícilmente sería conocida y recordada después de casi 70 años de haber ocurrido. Segundo, hay sospechas, como lo expone David Miller, de que el tema fue ampliamente comentado siguiendo los intereses no sólo de vender una buena noticia sino de dar cierto descrédito a un medio tan popular en esos días como la radio. Y, tercero, es difícil saber qué es cierto y qué no lo es, dadas las diferentes versiones difundidas; para la mayoría de personas el hecho sí causó una gran reacción, para otras esto no está tan claro. Así, los medios, con el poder y responsabilidad que tienen, terminan por opacar las cosas como realmente ocurrieron, dejando en algunos casos incredulidad y confusión. Desde esta perspectiva, la transmision radial de La guerra de los mundos pudo afectar a algunos incautos, pero se convirtió en una historia mitica, un evento sobredimensionado que tal vez no ocurrió, pero cuyo relato sirvió a ciertos intereses y contribuyó a vender 92 periódicos. 3.2.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? Esa noche yo estaba escuchando la radio, oí la Guerra de los Mundos, interpretada por Welles y su equipo, y me pareció increíble, parecía real pero obviamente en mi casa todos sabíamos que era ficción porque muchas veces lo dijeron en la radio. Después de eso salí a hablar con mis vecinos acerca del paseo que haríamos al día siguiente, íbamos a ir con los niños a celebrar el día de Halloween a un lago cerca de la ciudad, usted sabe, ellos querían pasear y comer dulces como locos. Bueno, volviendo al tema, como le estaba diciendo, yo quería hablar de lo de la radio pero mis vecinos no lo habían escuchado, se perdieron tamaña obra maestra; yo quería comentarla con ellos porque siempre nos han llamado la atención esas cosas, pero como no habían escuchado ni modo. El día siguiente estuvimos en el paseo y figúrese que cuando llegamos de vuelta a la casa por todos lados se hablaba de una invasión marciana y del pánico que causó, dijeron que en nuestro vecindario hubo gente corriendo y clamando a gritos la piedad de Dios… ah, como que la señora de al lado casi sufre un ataque al corazón o algo así, ella me contó algo de una píldora, pero bueno, eso no es lo importante, el caso es que a mí no me había parecido nada importante hasta que empecé a ver que en todos lados se hablaba de lo mismo. Yo realmente no vi nada de eso cerca de mi casa pero si está saliendo en la televisión, en los 93 periódicos y en la radio por algo será… es que en el trabajo no han hecho más que hablar de eso. No sé realmente si sucedió algo o no porque en todos los medios dicen que el pánico fue general y toda la gente está hablando de eso… no sé si en mi casa somos muy valientes o muy despistados porque no nos dimos cuenta de nada, pero seguramente muchísima gente sí se desesperó porque eso es lo que se ha dicho desde ese día. Yo creo que fue algo bien importante porque de lo contrario no se hablaría tanto de eso. 3.3. Teoría crítica: Esta teoría, que se desarrolló en los años 40, y se centra en que los medios y la cultura de masas afectan la capacidad crítica y el gusto por la alta cultura, surgió en un contexto marcado por la Segunda Guerra Mundial; el totalitarismo en países como Italia y Alemania; el control físico y mental en los campos de concentración nazis, por ejemplo; entre otros. 3.3.1. ¿Qué es? La comunicación de masa conduce al silencio de las masas (Maigret, 2005, p.111) Esta teoría surgió en los años 40 con Theodor Adorno y Max Horkheimer, la Escuela de Fráncfort, autores marcados por la Segunda Guerra Mundial y radicados luego en Estados 94 Unidos; hasta los años 60. Este contexto posibilitó muchas de sus ideas y miedos acerca del poder que se puede ejercer sobre las mentes, y del control totalitario. En primera instancia, no se debe desconocer que autores como Adorno, Horkheimer, Marcuse, entre otros, hicieron un gran esfuerzo por descubrir las raíces del fascismo, que después pudo ser comparado con los medios de comunicación y las otras formas culturales surgidas en Occidente después de la Segunda Guerra Mundial, dado que este (el fascismo) “se interpreta como el recurso a la irracionalidad de una burguesía incapaz de afrontar, con la práctica liberal, las agitaciones y las crisis (...) forma política y estructura ideológica para perpetuar el dominio de la burguesía” (De Moragas Spa, 1981, p.75). Como decía Adorno: “pensar y actuar de tal manera que no se repita Auschwitz” (Maigret, 2005, p.113). Para ellos, la mercantilización y americanización de la cultura podía conducir a la “desagregación de las relaciones sociales y la tiranía sobre las mentes, el fin del pensamiento libre, incluso de la inteligencia (...)” (Maigret, 2005, p.38). El gran aporte de esta teoría, con respecto a las anteriores, es la introducción de la reflexión acerca de la ideología en el campo de su investigación; y el vínculo entre historia y comunicación. Su base es la hostilidad hacia los fenómenos de democratización cultural y económica que propiciaría el afán por ascender y mejorar, lo cual sería el principio del sufrimiento y la vulnerabilidad ideológica de los hombres modernos: “al perder sus raíces y sus comunidades de origen, se vuelven extraños a sí mismos, ‘alienados’. Son entonces susceptibles de ser manipulados por las nuevas fuerzas que gobiernan la sociedad, 95 particularmente por los medios a los cuales están confrontados directamente”. (Maigret, 2005, p.110). Su preocupación radica en el continuo bombardeo de entretenimiento que los medios hacen a los receptores, con lo que afectan su juicio crítico y adormecen su razón; son el nuevo opio del pueblo que los ayuda a resignar y a olvidar lo que está mal; porque “el placer es un olvido de sí mismo y de su situación social, es conformarse con el statu quo” (Maigret, 2005, p.114). Aquí los medios juegan el mismo papel que la religión en la dialéctica de la razón de Marx, pues, el placer que se obtiene de ellos ayuda a la resignación y al supuesto olvido; es un ejemplo de falsa conciencia, pues lo que se ve en los medios muchas veces no se corresponde con la praxis social, con la vida “real”. Por otra parte, se dice que la comunicación para masas ni siquiera satisface el gusto popular sino que lo explota, lo que da valor a los objetos es el criterio de mercancía, es decir, el de su utilidad y rentabilidad económica (De Moragas Spa, 1981, p.81). Esta teoría parte de la hipótesis de que el pueblo está oprimido y embrutecido y que hay una minoría de intelectuales que han logrado salvarse, y que por tanto, debe salvar también a la masa (monstruosidad colectiva, según Dwight McDonald), sin pedir siquiera su aprobación. Esto explica su repulsión por medios como la radio y el cine, y géneros como el jazz, por considerarlos populares, pues, “los medios masivos producen y difunden a gran 96 escala una cultura imitativa, fragmentaria, subalterna, espuria y aberrante que degrada la ‘alta cultura’ o ‘cultura superior’ fundada en la obra de arte. Lo popular (masivo) está reñido con la estética” (Torrico Villanueva, 2004, p.131). Su propuesta, entonces, no es eliminar los medios sino cambiar sus principios rectores y la inculcación de capacidad crítica en el receptor. Así, los medios tienen la responsabilidad de cambiar esa cultura masiva que no beneficia al público, y en cambio de esto, educarlo en valores y en la alta cultura para que pueda así desarrollar su capacidad de pensar crítica e individualmente. Si se examina el caso de La guerra de los mundos, desde esta perspectiva, se puede notar sin dificultad lo que ha causado la cultura de masas: individuos que, por su escasa capacidad crítica, no son capaces de distinguir entre lo real y lo ficcional; individuos que no actúan como tal sino como una masa moldeada por los medios de comunicación que los han llevado a creer en todo lo que ellos dicen, y que los han obligado a olvidar que existen problemas más importantes que una supuesta invasión marciana. Es claro que quienes se asustaron a causa de esto no tenían la suficiente capacidad crítica como para discernir que era una narración actuada. Ejemplo de esto fueron las personas religiosas (la religión es el opio del pueblo), que creyendo en que Dios gobierna los destinos del hombre, vieron en la invasión y destrucción de los humanos algo que “se veía venir”. (Cantril, 1940, p.233). 97 No es difícil notar que lo que importa en este caso son los números que indiquen el éxito de un programa, los números que indiquen el alto rating y las oportunidades de hacer campañas publicitarias; la belleza y la educación se han dejado de lado. El capitalismo salvaje importa mucho más que las emociones y la educación de las personas; pues el interés es vender y lograr que todas los individuos piensen de la misma manera para que sea más fácil controlar sus ideas y venderles productos. La transmisión de La guerra de los mundos hizo una adaptacion vulgar de una novela mediocre y, sin embargo, logro manipular a millones de oyentes ignorantes, inculcándoles miedo, haciéndoles olvidar su condición subordinada y creando un clima social útil para la opresión. 3.3.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? Es lo más absurdo y lamentable que ha ocurrido en la vida. ¿Cómo es posible que las personas, fuera de escuchar eso, crean que es cierto? Eso deja mucho que desear en cuanto al nivel intelectual de las personas, o la masa debería más bien decir, porque vi a una masa de gente corriendo y gritando como loca aquí en frente de mi casa. Y eso es culpa de los medios, porque las personas que no hemos caído en ese círculo sabemos que los marcianos no existen… y si existieran no serían tan sacados de una película como aquellos que describió el locutor. Me parece lamentable como les dije anteriormente. Que la vida nos libre de algo peor, un 98 campo de concentración, un dictador, o qué sé yo, porque si con una cosa así no se dan cuenta del engaño no quiero pensar en lo que ocurriría con actores tan siniestros como los dictadores. Bueno, continúo con lo que ocurrió. Yo encendí la radio con la esperanza de encontrar algo decente; noticias o por lo menos la transmision de un concierto de música clásica o algo así que no estuviera ensuciado por el dinero y las ganas de vender; y ¿quiere saber lo que pasó?, me encuentro con semejante despropósito que supuestamente era para entretener a las personas. Claro, las entretienen y no las dejan pensar, por eso es que no se dan cuenta de los males que existen en el mundo, por estar sumergidos en esas tonterías. Habría que hacer algo para culturizar un poco a la gente, que aprendan del arte clásico, que aprendan que debe haber recogimiento y concentración para disfrutar y aprender de algo, la disciplina y la seriedad son cosas importantes en esta vida; y no esas risotadas vulgares que sueltan las mujeres, o esos gritos como si se las estuviera llevando el mismísimo Satanás. De seguir así cualquier desgracia podría ocurrir, porque esas personas nunca se dan cuenta de nada, todo les da igual. La gente debe volver al teatro, a ver las cosas con sus propios ojos; debe volver a los conciertos, a escuchar con sus propios oídos... Las máquinas no facilitan las cosas y la gente, en definitiva, debe saber qué es bueno y qué no lo es, y no andar como un rebaño atento a que alguien lo guíe sin darse cuenta de nada más. 99 3.4. Determinismo tecnológico: Esta teoría, desarrollada en la década del 60, nació en un contexto marcado por el triunfo de la Revolución Comunista Cubana; la descolonización de África; el espionaje internacional en la Guerra Fría; la construcción del muro de Berlín; la amenaza de una guerra nuclear; la investigación y desarrollo de armas de destrucción masiva, navegación espacial y telecomunicaciones; entre otros. 3.4.1. ¿Qué es? Propuesto por el canadiense Marshall McLuhan en los años 60, esta teoría proclama que los medios, cualquiera que sean, son prolongaciones del cuerpo (la rueda es una prolongación del pie, la ropa es una prolongación de la piel, el libro es una prolongación del ojo) y, por tanto, transforman al ser humano en la medida en que moldean sus ambientes, sus maneras de relacionarse con otros, etc. La características de las tecnologías y de los medios son fundamentales en la manera en que las sociedades construyen su visión de la realidad y de sí mismas Esta teoría introdujo en los trabajos de investigación de la época la cuestión de la relación entre modos de comunicación y sociedades, y también el estudio de los medios, dejado a historiadores de la técnica e ingenieros que explicaban sólo su funcionamiento y difusión. Además, legitimó la mirada a los medios masivos en su acepción masiva como tal, dado que en esa época primaban los enfoques elitistas que hacían diferencias: cultura popular 100 diferente de cultura de masas y diferente, a su vez, de cultura elitista, por ejemplo. (Maigret, 2005, p.167). Respecto a esto, vale la pena recordar lo que decía McLuhan: “El público, en el sentido de gran consenso de puntos de vista separados y distintos, se ha acabado. Hoy, la audiencia masiva (sucesora del ‘público’) puede ser usada como una fuerza creadora, participante. En cambio, se le arrojan, simplemente, fardos indiscriminados de entretenimiento pasivo” (Fiore y McLuhan, 1967, p.22). Según McLuhan, a lo largo de la historia, y dependiendo de los diferentes medios o tecnologías disponibles, ha habido tres etapas: Una primera tribal y oral en la que no existe desequilibrio entre los sentidos; una segunda en que el descubrimiento del alfabeto fonético y la escritura imponen el predominio del sentido de la vista sobre todos los demás, lo que generará (...) la individualización, el pensamiento lineal y secuencial, el mercado, el público, la nación, (...), la escisión entre el corazón y la mente, el dinero y la moral (...); una tercera dominada por la electrónica en la que se retorna al tribalismo y a una especie de aldea global sostenida por los nuevos medios de comunicación. (Pérez Tornero, 1987, p.164). Ya enfocándose en los medios exactamente, y asistiendo a su premisa más famosa: “el medio es el mensaje” según la cual “los medios manipulan a los receptores, los mueven, 101 conforman su personalidad y su conciencia y todo ello incluso por encima de los contenidos que puedan transmitir” (Pérez Tornero, 1987 p.165); McLuhan habla de dos tipos de medios: los fríos y los calientes; los primeros tienen una definición débil, contienen poca información, por lo que exigen mucho al receptor y a su actividad mental, como la palabra, el manuscrito o la televisión. Los segundos, por el contrario, tienen tanta definición e información que casi no dan lugar a la participación del receptor que se ve forzado por los contenidos, ejemplos de estos son el cine, la radio o el libro. (Maigret, 2005, p.169). Algunos de los teóricos que se han interesado por este tema son: Marshall McLuhan, Daniel Bell, Gianni Vattimo, Giovanni Sartori, Zbigniew Brzezinski y John Thompson. Antes de ver lo que pasó con La guerra de los mundos, es necesario hablar acerca de la radio. Este medio, teniendo en cuenta que el humano es un ser cuya naturaleza pertenece al lenguaje hablado, afecta a la mayoría de las personas de una manera íntima; es una experiencia privada, en el espacio de cada uno, pero a la vez colectiva dado que lo que uno está escuchando en la tranquilidad de su sala, millones de personas lo están recibiendo de maneras similares en sus lugares también privados. Este medio goza de más credibilidad que la tv, dado que hace uso de estrategias de legitimidad cultural provenientes de lo oral. Estas son: Valor del sujeto: alguien se hace cargo del relato que se transmite. Valor del testimonio: el uso de la voz propia crea ilusión de que se estuvo allí. Valor de visibilidad: se permite la participación “espontánea” del público. Valor de opinión: los locutores de radio parecen más abiertos y audaces en los 102 juicios que emiten. Valor del saber: se tiene la ilusión de verdad, de contar con expertos que analizan las cosas. Y, valor afectivo: el radioescucha genera lazos afectivos con la emisora y sus locutores. (Rincón, s.d., p.159). La radio es una vuelta a la tribu en la que toda la comunidad se sentaba dispuesta a escuchar la historia que otro, con poder y credibilidad, les contaba. Esta historia, además de tener un fin pedagógico, daba cohesión a la comunidad. De la misma manera, la radio sirve para informar, educar o entretener, está a cargo de alguien que goza de credibilidad y poder dentro del público y sirvió en Estados Unidos para dar cohesión y unidad cultural al país en el momento en que las personas se dieron cuenta de que existían otras similares a ellas en otros puntos del mapa. Como cita Susan Douglas a este respecto: “Está logrando la tarea de hacernos sentir juntos, pensar juntos, vivir juntos” (1997, p.290). Por otra parte, creó, a la par con otros medios, un cambio importante en la mente humana denominado “experiencia mediática”, que se refiere a la percepción que se tiene de que el mundo existe más allá de uno, así como del conocimiento previo, posibilitado por los medios, que se tiene de cosas antes jamás vistas o visitadas (Thompson, 1998, p.56). Siendo así, en el caso específico de La guerra de los mundos, lo que ocurrió fue posibilitado única y exclusivamente por el medio a través del cual fue emitido. Como se ha visto, la radio volvió a crear la colectividad, desaparecida con la aparición del libro impreso, así, la gente que temió lo hizo porque pensó que los intereses del resto de la comunidad y, por supuesto, los suyos se podían ver afectados. Por otra parte, la gente que 103 escuchó creyó porque el locutor gozaba de credibilidad además de los establecidos lazos afectivos con él y con la emisora; dadas estas condiciones nadie pensó que aquellos en los que se confiaba pudieran decir algo que no fuera cierto. La transmision por la radio masifico miedos, hizo veraz un hecho de ficción gracias a la tribalizacion propiciada por una voz con autoridad. La mejor prueba para comprobar que la reacción fue posibilitada por la radio es imaginar la narración de La guerra de los mundos en papel, por ejemplo, lo cual hubiera posibilitado no sólo reconocer que era ficción, sino que, además, al no leerse en el mismo momento en que se supone que ocurre la acción, la reacción cambia; hay más tiempo de reflexionar, de constatar con otras fuentes, etc. De hecho, no es necesario imaginar ni ir muy lejos, simplemente se necesita comparar las reacciones que suscitó la obra original, escrita por H.G. Wells, y las suscitadas por la transmisión radial. Respecto a la primera, simplemente se celebró como una obra literaria, respecto a la segunda, será recordada siempre como la causante de un gran pánico. La radio era el artefacto más sofisticado en los hogares, era la cima del progreso, la cumbre de la perfección. Sus mensajes solo podían ser verdaderos, importantes y decisivos. Los que no oyeron el programa se habían perdido de algo clave, habían quedado por fuera de un proceso fundamental de la ciencia. 104 3.4.2. ¿Cómo fue la Guerra de los Mundos? ¿Qué le puedo decir de ese día? Es que las cosas no son tan sencillas como parecen, no fue un simple temor pasajero. Yo creo que hay algo más de fondo, es que yo me he puesto a pensar y estoy absolutamente seguro de que si se hubiera difundido esa información de otro modo no hubiera pasado lo que pasó. Es que gracias a la radio uno puede saber desde su casa las cosas que pasan en todo el mundo, yo me entero de lo que está pasando en este instante en Europa sin tener que moverme de mi silla. Mire, tan así será que me contaba mi papá lo fascinante que era para ellos prender la radio y enterarse de que había otra gente más allá de lo que ellos alcanzaban a ver… Para usted y para mí esto puede resultar un poco absurdo pero es así, gracias a la radio ellos supieron que había gente del lado de la costa Oeste de Estados Unidos. Vuelvo y digo que es absurdo porque a mí no me cabe en la cabeza que ellos pensaran que eran los únicos pero parece ser que así era. Entonces le sigo contando, creo que lo que pasó no fue tan importante como lo que le digo de la radio. Uno cambia, no se imagina cuanto, lo que pasa es que uno nunca se pone a pensar en esas cosas, pero imagínese qué sería de un indígena en nuestras grandes ciudades, esa gente piensa diferente… yo no sé por qué, lo único que sé es que no es lo mismo. Yo no logro imaginar como sería mi vida sin la radio, por ejemplo, es que es mi compañera de todos los días; me acompaña mientras me levanto, cuando estoy comiendo... todo el 105 tiempo. Y claro, por la radio se entera uno de todas las cosas que están ocurriendo... ¿No le parece increíble poder saber lo que está ocurriendo a millones de kilómetros de su casa sin tener que mover un dedo?... Yo he comentado esto con mi papá y, como ya le dije, él dice que antes de escuchar la radio no caáan en la cuenta de que hay más personas al otro lado del charco como dicen, solo contaba lo que pasaba en su pequeño pueblo, pero ahora... es que ahora somos como una grande familia mundial... es intersante saber que les pasa a todos. Gracias a la radio yo sé todo lo que está pasando con lujo de detalles, como si el mundo fuera un lugar muy pequeño en el que todos se conocieran. 3.5. Presión grupal: Esta teoría, desarrollada en los años 50, y que se enfoca en la relación entre receptores, nació en un contexto marcado por el juicio de Núremberg en el que se juzgaron crímenes de guerra y contra la humanidad; la Guerra Fría; luchas nacionalistas de liberación en Asia y África; interés por el desarrollo tecnológico y militar; la revolución cubana; las dictaduras y el intervencionismo norteamericano en Latinoamérica; entre otros. 3.5.1. ¿Qué es? Esta teoría se basa en los resultados obtenidos en 1955 por Decatur y tomados por Lazarsfeld en su trabajo Personal Influence para profundizar la teoría del flujo de comunicación de dos tiempos. El interés que marca a esta teoría es saber si en el momento de elegir, las personas se sienten influenciadas por otras, y si es así, por quién se sienten 106 influenciados. La conclusión es que las personas son influenciadas más por otras personas, a través de las relaciones interpersonales, que por los mismos medios de comunicación, que en este caso tendrían sí, el poder de reafirmar comportamientos o gustos preexistentes. Esta influencia está marcada por líderes de opinión con características como la sociabilidad y la credibilidad y que en su mayoría son “mujeres casadas en el caso de bienes de consumo, mujeres jóvenes en el caso de la moda y del cine y, mujeres de nivel social alto en el caso de los asuntos públicos (con los esposos y los padres, la edad incrementa igualmente la posibilidad de tener influencia) “ (Maigret, 2005, p.132); así como por recomendaciones que corren de boca en boca. Siendo así, es fácil concluir ciertos aspectos que resultan en algunos casos contrarios a los puntos de vista de otras teorías: la sociedad no está atomizada pues hay interacción entre los individuos, estos no actúan como una masa pues hay diferentes elecciones; los medios no tienen un poder absoluto ya que se privilegia la influencia entre personas de la misma comunidad; los individuos no son seres sin crítica pues pueden tomar decisiones racionales e intencionales. Algunos de los que se interesaron por estudiar este tema fueron: Hovland, Lazarsfeld, Berelson y Kappler. Entonces, los medios de comunicación no son tan omnipotentes como se cree en algunos casos. Es claro que son importantes, pues por ellos se conocen nuevos productos, nuevas 107 noticias, nuevos libros y películas, etc. Pero no tienen la última palabra pues la elección se encuentra en cada individuo, que es influenciado por otras personas; pero esta influencia no se ejerce como una camisa de fuerza, simplemente la persona confía en que la otra tiene buen gusto, en que le gustan cosas similares a las que le gustan a él, que es confiable; etc. y decide probar lo que aquella otra persona está probando o le ha recomendado que pruebe. Esta, en mi concepto, es una reacción social natural, pues si el hombre vive en comunidad, es normal que tome cosas de otras personas, y que otras personas también tomen cosas de él. Naturalmente, la persona trata de tomar estas cosas de gente que aprecia, que admira o que le parece confiable; estas personas, resultarían siendo los llamados líderes de opinión. Es importante tener claro que no siempre se es líder de opinión y no siempre uno se ve influenciado por otros; las posiciones pueden cambiar según el caso. Desde este punto de vista lo que ocurrió con La guerra de los mundos es muy sencillo, algunos creyeron en que era una invasión marciana real, otros no. Los que creyeron lo hicieron o porque no escucharon las alertas de la naturaleza ficcional del relato; o porque alguna persona, en la que creían cien por ciento, les dijo que debían hacer algo para salvar sus vidas... cualquier persona en una situación así le creería a su madre, a su esposo, o a un familiar con el que se tiene una relación muy estrecha ¿no?, es lo más normal del mundo. Como ocurrió en el caso de Emanuel Priola, dueño de un bar en West Orange, al que su mejor amigo lo llamó para informarle que la orden general era la de evacuar toda la zona metropolitana. Ante una alerta como esta, lo primero que él hizo fue sacar a la gente que 108 estaba en su negocio y cerrarlo. (New York Times, 1938, en línea). Otro caso similar a este le ocurrió a Samuel Tishman, quien recibió una llamada justo cuando estaba llegando a su casa. Era su sobrino que le decía que debía salir inmediatamente de su edificio porque la ciudad estaba a punto de ser bombardeada; él encendió la radio para corroborar lo que decía su sobrino, y al encontrar la mismo versión salió corriendo a la calle en donde encontró a un buen número de personas en pánico. (New York Times, 1939, en línea). Por otra parte, los que no creyeron, lo hicieron porque entendieron la real naturaleza de la narración, o porque al estar asustados consultaron con otra persona que les reveló que la supuesta gran noticia era la adaptación de un libro. Como le sucedió a la señora Ferguson quien estaba decidida a salir de la ciudad hasta que uno de sus vecinos les explicó lo que realmente ocurría. (Cantril, 1940, p.226). Los medios son solo un elemento más entre los muchos por medio de los cuales construimos nuestra percepción de la realidad. Quienes estaban aislados tal vez se asustaron más, pero la mayoría de los oyentes recurrió a sus redes sociales y rápidamente concluyó que la transmisión no podía ser cierta. De hecho, los que se asustaron salieron del error muy pronto. 109 3.5.2. ¿Cómo fue La guerra de los mundos? Yo estaba tranquila tejiendo y escuchando la emisora, era una música de salón bellísima, cuando de repente llega mi sobrino mayor, lavado en sudor, diciendo que algo terrible estaba ocurriendo. Él no sabía qué era, no sabía de dónde habían sacado la información ni nada de eso, lo único que sabía era que la familia de la casa de al lado le había suplicado a gritos que saliéramos de ahí porque los extraterrestres estaban colonizando la tierra. Qué tonterías son esas, yo no lo quise escuchar, pero sí, cuando vi a la familia Robinson corriendo y suplicando a la gente que salvaran sus vidas, no vacilé en pararme de mi silla y salir lo más rápido que pude. Yo desafortunadamente confiaba mucho en ellos y creía que eran personas sumamente inteligentes, por eso no dudé. Lo más lamentable de todo este asunto es que personas que ni siquiera sabían de qué les estaban hablando, salieron de sus casas corriendo, con toallas en la cabeza, Dios sabrá para qué. Armaron el caos esas personas, es más, aquí en la esquina dos autos se estrellaron por tratar de salir primero de la ciudad… que hecho tan bochornoso, y todo por la culpa de esa familia que se puso a sembrar el pánico. Claro, todos confiábamos en ellos porque son personas preparadas, con sus carreras, con una familia hermosa, son ellos los que siempre lideran los bazares que hacemos en la cuadra. A todos nos pareció que si lo decían ellos debía ser verdad y, sobre todo, en ese momento agradecí a Dios porque sentí que ellos se preocupaban por nuestras vidas. Sin embrago, en poco tiempo empezamos a contrastar versiones y nos dimos cuenta de que 110 las cosas no podían ser ciertas. Otros vecinos trataron de tranquilizarnos porque, según ellos, todo era una representación. Nadie les quería creer al principio, pero ellos nos hicieron caer en cuenta de que había muchas cosas que no coincidían, además, ellos juraron que habían escuhado varias veces en la radio que decían que era algo ficcional. Así, poco a poco, empezamos a atar cabos y al final, cuando llegó el jefe de policía a tranquilizarnos... en ese momento nos convencimos de que todo era una gran mentira. 3.6. Recepción crítica: Esta teoría, desarrollada en la década de los 60, centra su estudio en la recepción y apropiación de los mensajes. Nació en un contexto marcado por el triunfo de la Revolución Comunista Cubana; la descolonización de África; el espionaje internacional en la Guerra Fría; la construcción del muro de Berlín; la amenaza de una guerra nuclear; la investigación y desarrollo de armas de destrucción masiva, navegación espacial y telecomunicaciones; entre otros. 3.6.1. ¿Qué es? Según esta teoría, existe un receptor activo que tiene la “capacidad gramatical” para interpretar e intervenir en un texto según su propio imaginario; siendo así, un mensaje nunca es igual para todas las personas, pues, es una construcción de sentido. De cualquier forma, hay que tener presente que aunque los receptores tengan una capacidad crítica deben ser formados en esta. (Torrico Villanueva, 2004, p.135). Esta formación o competencia es 111 necesaria para recibir un mensaje, pero también hay que tener en cuenta que el mensaje mismo contribuye a desarrollarla. Según Umberto Eco, además de que los códigos del destinatario pueden no ser los mismos del emisor; para entender un mensaje verbal, por ejemplo, se requieren más que códigos de esta naturaleza, se necesitan ciertas competencias que incluyen la propia experiencia del receptor, su imaginario, educación, contexto, etc. (en: Martín Barbero y Silva, 1997, p.245). Por esto, aunque todos los receptores recibieran la misma información, por los mismos medios y en igualdad de condiciones, el mensaje que cada receptor interiorizaría sería diferente del de los demás. Así, se entiende que la recepción y apropiación de fenómenos culturales y mensajes, es una labor hermenéutica en la que los individuos “recurren a las fuentes de material y a recursos simbólicos que tienen a su disposición, así como en la asistencia interpretativa ofrecida por aquellos con los que interaccionan en sus vidas cotidianas, con el fin de dar sentido a los mensajes que reciben y que tratan de alguna manera de relacionarse con ellos” (Thompson, 1998, p.229). Al momento de producir un mensaje se tienen en cuenta diferentes elementos, como el medio técnico por el que va a ser transmitido, ideas preconcebidas acerca del público, definiciones y prejuicios, entre otros. Sin embargo, y como se dijo antes, la recepción de un mensaje no es la misma en cada persona y, en muchos casos, es bastante diferente de lo que el emisor propuso o quiso que se recibiera. 112 Esto depende de los códigos usados por el mensaje y de los códigos usados por el receptor en el momento de descodificar la información. Siguiendo el modelo de Perkins existen las siguientes clases de códigos: Dominante: el espectador descodifica el mensaje de manera literal pues lo hace siguiendo el código usado por el productor del mensaje. Este código no es el único, pero sí es el que domina porque en él está el imaginario de la mayoría de las personas; es algo que supuestamente todos conocen y que para todos significa más o menos lo mismo. (Hall, 2004, p.233). Profesional: es el código que usan los profesionales en el momento de transmitir un mensaje ya codificado de manera hegemónica o dominante. A aquel código supuestamente conocido por la mayoría, los profesionales integran otro específico de su trabajo, y de su lenguaje especializado. (Hall, 2004, p.234) Negociado: tiene en cuenta el código hegemónico para entender las significaciones principales, pero también, suma sus propios códigos que vendrían siendo algo así como “excepciones a la regla”. Reconoce que hay visiones dominantes, pero también incluye las suyas propias. (Hall, 2004, p.235). Oposicional: el receptor entiende el código dominante pero decide interpretar el mensaje de otra manera. Un ejemplo que explica mejor este código sería “el 113 caso de un espectador que escucha un debate sobre la necesidad de congelación salarial pero que ‘lee’ toda mención a ‘interés nacional’ como ‘intereses de clase” (Hall, 2004, p.236). En este caso, el receptor entendió lo que el mensaje quería decir, pero lo interpretó de otra manera según su individualidad. Sabiendo ya esto, es fácil entender que en este caso el papel de los medios es transmitir un mensaje, mientras que el receptor lo recibe haciendo uso de sus códigos y de su capacidad crítica. Por lo que esta visión se aleja de ver a los medios como omnipotentes y poderosos sobre las mentes humanas, aunque sí hay que reconocer que muchos de los códigos existentes se difunden y refuerzan a través de los medios. Algunos de los autores que trataron este tema son: Mijail Bajtin, Umberto Eco, Desiderio Blanco, Valerio Fuenzalida y Rosa María Alfaro. Entender lo que ocurrió con La guerra de los mundos desde esta perspectiva es sencillo. La gente que se asustó y creyó que era una noticia verdadera lo hizo porque, conociendo los códigos dominantes y los profesionales, descodificó el mensaje como una noticia verdadera; dado el formato en el que se transmitió, el medio, el lenguaje del locutor, etc. Además, hay que tener en cuenta que en el momento de la producción del mensaje se tuvieron que haber tenido en cuenta los supuestos intereses del público y el contexto en el que se vivía. Así, era muy fácil interesar a las personas a través de un medio popular como la radio, a través de un boletín noticioso como a los que estaban acostumbrados, y, sobre todo, a través de la amenaza de una invasión y una guerra dado que era un miedo latente 114 que se tenía en aquella época. De este modo, quienes se asustaron lo hicieron porque haciendo uso de su capacidad crítica entendieron que esta era una amenaza importante para sus vidas. Por otra parte, hay que recordar que, según algunos autores, el miedo no fue generalizado y que, de cualquier manera, la confusión no duró mucho tiempo. Esto es entendible dado que la gente se puede asustar en un primer momento, pero después, cuando tienen la oportunidad de pensar las cosas, se dan cuenta de que lo más racional es consultar con otros medios, otras personas, o simplemente pensar que lo que están escuchando a través de la radio no se corresponde a muchas cosas de las que ocurren en la realidad; como la sucesión de eventos, las distancias y los tiempos, la apariencia de las cosas y personas, etc. Caso bien diferente el que ocurrió con las personas que nunca se asustaron, es sencillo explicarlo, porque ellas entendieron que ese supuesto código profesional que se estaba usando era parte de una representación, así que se tomaron todo lo siguiente como tal. 3.6.2. ¿Cómo fue La guerra de los mundos? Cuando prendí la radio esa noche, el programa de Welles ya había empezado, se me pasó la hora por estar leyendo mis libros. Bueno, de entrada debo decir que me pareció algo raro porque en lugar del programa acostumbrado escuché algo que parecía ser una noticia, puse más atención porque ahora hay que estar informado acerca de lo que pasa en el mundo y, claro, en nuestro país. Lo primero que escuché fue una entrevista con un científico, en ese momento me interesé mucho porque a mí me apasionan esos temas. Después de eso estaban 115 en un jardín viendo un objeto que había venido desde Marte según decían. A mí me confundió mucho, no entendía por qué la misma persona estaba en lugares tan distantes casi simultáneamente. Sin embargo, seguí escuchando con mucho interés, pero supe que era algo de ficción cuando dieron la descripción del supuesto marciano, me hicieron pensar que nada era real, porque sé muy bien cómo es Marte, porque lo he leído muchas veces en mis libros, y sé también que una criatura con esas características no podría venir de allá. Después de un rato oí el aviso que decía que esa era una obra ficcional y lo entendí todo. No me explico por qué hubo gente que se asustó, estaba todo muy claro, era cuestión de prestar atención un par de minutos. Aunque sí debo admitir que por el modo en el que hablaban los locutores parecía que fuera un real reportaje de una noticia. El caso es que a mí me parece que uno fácilmente puede reconocer entre la ficción y la realidad. Eso se sabe porque uno ha estudiado en el colegio ciertas cosas, porque ha leído cómo son los planetas, porque ha visto otras cosas... en fin, es fácil darse cuenta cuando hay algo que no parece muy real; y sí, al principio uno se puede asustar porque lo cogen fuera de base como dicen, pero después de un rato, cuando uno piensa con cabeza fría las cosas, es fácil darse cuenta de que no corresponden con la realidad. En este capítulo se vieron algunas de las teorías más importantes de la comunicación en el ámbito de la recepción de mensajes y se aplicaron al caso específico de La guerra de los mundos, con lo que se evidenciaron las diferentes maneras en las que puede ser contado un mismo hecho sin que una versión se demerite sobre otra. Cada manera de ver el mundo es 116 válida, y aunque haya nacido hace muchos años, puede seguir explicando cosas del presente y seguramente también del futuro. 117 4. CONCLUSIONES Después de un arduo trabajo en la búsqueda de un camino que condujera a una única y verdadera respuesta acerca de lo que ocurrió con las personas que, en la noche del 30 de octubre de 1938, escucharon la transmisión de La guerra de los mundos, puedo concluir, en primer lugar, que esta única respuesta no existe. Hay muchas versiones del hecho y sería bastante inexacto decir que una es la verdadera cuando todas presentan argumentos verosímiles y aparentemente reales. Al buscar luces en las ciencias sociales me di cuenta de que estas son disciplinas nacidas bajo la intención de la especialidad, y aunque me hubiera gustado poder examinar el caso desde ciencias como la Psicología, la Sociología o la Antropología, dado que podrían ser útiles para entender el caso más globalmente; mi formación profesional, parcializada en la mayoría de los casos, me ha dado herramientas solamente en el campo de la Comunicación. Por otra parte, la Comunicación, a pesar de formar parte de las ciencias sociales, tuvo un origen y desarrollo interdisciplinar, que toma elementos de diferentes ciencias para crear una, que aunque con algunas fallas aún por ser tan joven, logra explicar desde diferentes ópticas fenómenos de su ámbito de estudio. Teniendo en cuenta esta interdisciplinariedad, que algunos autores ven como un estado más ideal que real de las ciencias sociales, surge una cuestión en cuanto a La guerra de los mundos: Si, según muchos autores, la interdisciplinariedad enriquecería no sólo a las 118 diferentes disciplinas sino también a los estudios de los que estas se encargan, ¿no sería preciso, entonces, examinar este caso desde diferentes disciplinas? Ya con esto en mente, se optó por examinar el caso desde la historia, una disciplina casi tan antigua como el mismo hombre y que ha servido para que se tenga cierto conocimiento acerca de las cosas que han pasado y de las que no se ha podido ser testigo presencial. A partir de este estudio, de nuevo se pudo concluir que hay diferentes versiones del mismo hecho, diferentes caminos válidos y coherentes. Algunas versiones de los hechos son más fuertes que otras en diferentes épocas y culturas, porque las cosas dependen del modo en el que se vean y claro, de quien las vea. Cabe aquí la fórmula constantemente repetida que reza “la historia es escrita por los vencedores”. De nuevo, el camino de las versiones múltiples fue un perseguidor. El paso siguiente, entonces, fue examinar el caso desde la comunicación; no sólo porque es mi campo de estudio sino porque, siguiendo con la idea de los diferentes caminos, es una ciencia que a grandes rasgos brinda esta posibilidad de ver un mismo hecho desde diferentes puntos de vista y con inclusiones de otras ciencias como la psicología o la sociología. Al concluir con esto, el perseguidor, es decir, el camino de las versiones múltiples, dejó de ser un perseguidor para convertirse en casi un atacante que se mostró, definitivamente, como el único camino que llevaba a lo que realmente ocurrió esa noche tan recordada. Es decir que, en un principio la posibilidad de no encontrar una única verdad absoluta era 119 posible, me perseguía, pero en cierto punto, dejó de ser una posibilidad para convertirse en una certeza, en algo que está encima y que se ve claramente, pues ya no hay otra salida, la única respuesta clara es que hay muchas respuestas a lo que ocurrió aquella noche. Así, finalmente se entendió que aunque nunca se pueda llegar a saber qué fue lo que exactamente ocurrió en ese momento, porque no se estuvo allí o porque no se es omnipresente para ver la reacción de cada una de las personas que escuchó la narración, sí se sabe que el caso puede ser explicado desde muchas versiones, que aunque sean diferentes podrían también llegar a ser complementarias dado que miran las cosas desde diferentes ópticas, desde diferentes ángulos, como si un cuerpo en lugar de tener dos ojos tuviera 6 o más. Así, desde la Teoría de los efectos limitados / Aguja hipodérmica, se pudo concluir que los medios de comunicación, dado el gran poder que ejercen sobre la gente, fueron los culpables de que el público tomara como real aquello que era solo una ficción. Desde el Establecimiento de agenda se puede decir que los medios de comunicación pusieron en boca de la gente este tema haciéndolo parecer más importante de lo que realmente fue, haciendo caso a ciertos intereses. Desde la Teoría crítica se concluyó que los medios, dada su intención de masificar a las personas, las sumieron en un estado de pasividad y alienación, razón por la cual no pudieron diferenciar entre la realidad y la ficción. Desde el Determinismo tecnologíco se puede concluir que el caso pudo haber causado pánico especialmente por el medio por el cual se transmitió, pues este propiciaba la verosimilitud y la confianza. Para la Recepción crítica, el público, aunque pudo haber sentido miedo al 120 principio, se dio cuenta de la real naturaleza de la transmisión dada su capacidad crítica y sus conocimientos previos. Finalmente, desde la teoría de la Presión grupal, se puede decir que la comunidad tiene una gran influencia en el pensamiento y comportamiento de las personas sea para reaccionar con temor, o sea para corroborar versiones y tranquilizarse. Lo único que resta, entonces, para dar por terminado este trabajo es proponer, o dejar como inquietud a los profesionales en otras ciencias sociales, el estudio de La guerra de los mundos desde sus diferentes campos de estudio; no sólo para un futuro enriquecimiento de este trabajo sino, también, para comprobar si el camino de las versiones múltiples que aquí fue un perseguidor, actúa de la misma manera en otros campos. 121 5. FUENTES 5.1. Bibliografía Bartholomew, R. (1998), “The martian panic sixty years later: What have we learned?, en: The skeptical inquirer, Nov.-dic. 1998, pp.40-43. Berman, M. (1989), Todo lo sólido se desvanece en el aire: La experiencia de la modernidad, Siglo Veintiuno Editores, México. Calinescu, M. (1991), Cinco caras de la modernidad, Ed. Tecnos, Madrid. Cantril, H. (1940), “La invasión de Marte”, en: De Moragas, M. (1982), Sociología de la comunicación de masas, Barcelona, Ed. Gustavo Gili, pp.224237. 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