Del Comercio Internacional al Comercio Justo El actual modelo de comercio internacional tiene una larga historia: ya estaba vigente en tiempos de las colonias y regía las relaciones entre éstas y las metrópolis. Un poco de historia... Desde el “descubrimiento de América” y la posterior conquista, el comercio entre las potencias europeas y sus colonias americanas difícilmente podría ser calificado de comercio. España, por ejemplo, impuso enseguida el monopolio comercial, obligando a sus colonias a aceptar unas condiciones comerciales desiguales. Hispanoamérica proveerá de materias primas y metales preciosos, a cambio de manufacturas que, además, los indígenas debían comprar a terratenientes a precios desorbitados. España, incluso llegó a prohibir el cultivo de plantas y árboles, como la vid y el olivo, en sus colonias, ya que jugaban un papel fundamental en la economía peninsular. En contra de lo que pudiera parecer, con la independencia de las colonias no solo no mejoró sino que empeoró el intercambio desigual. Con la posterior llegada del capitalismo las desigualdades se han incrementado extraordinariamente. El hecho de que las economías de muchos países del Sur se basen en cultivos para exportación tiene otras graves consecuencias: - la explotación de los trabajadores - la sustracción de tierra que debería ser destinada a la producción de alimentos y - la degradación del medio ambiente Fue durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) de Ginebra en 1964 cuando se oyó por primera vez el grito de “Comercio, no ayuda”. En aquel momento, los países industrializados eludían problemas centrales tales como el precio de las materias primas y la apertura de los mercados. Preferían ofrecer créditos y ayuda al desarrollo. Durante la segunda conferencia de la UNCTAD en Nueva Dehli en 1968, los países en desarrollo volvieron a reivindicar un comercio más justo, pero el resto del mundo hizo caso omiso a estas exigencias. ¿Y hoy...? Por lo tanto, el sistema comercial actual no es suficiente. Es necesaria una nueva visión, responsable y sostenible, del comercio. El comercio justo es una alternativa al comercio tradicional en la que comercio y producción están al servicio de las personas. Hace posible el desarrollo de las poblaciones más desfavorecidas del planeta e introduce valores éticos que abarcan aspectos tanto sociales como ecológicos en contraposición al comercio tradicional, en el que priman los criterios puramente económicos. Debilidades del Comercio Internacional La primera consecuencia de este modelo es el deterioro de la relación real de intercambio: los precios de las materias primas disminuyen progresivamente respecto al precio de los productos manufacturados, debido, entre otras, a las siguientes razones: • El aumento de la producción. La gran mayoría de los países del Sur soportan el enorme peso de la deuda externa y se ven obligados a aumentar sus exportaciones para hacer frente a su pago de esta deuda y cumplir a la vez los programas de ajuste del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Con esta política los precios bajan aún más por la abundancia de oferta en el mercado. • Las materias primas que ofrece el Sur son cada vez menos interesantes en un mercado donde existen productos artificiales sustitutivos. Un ejemplo: a finales de 1997, el Parlamento Europeo autorizó a la industria chocolatera a sustituir hasta un 5% de la manteca de cacao por otras grasas vegetales. Esta polémica decisión originó una reducción en la demanda de cacao y, como consecuencia, un descenso en los ingresos de los países productores, ya de por sí bajos e inestables. • El mercado de materias primas está liderado por algunos de los países más ricos, que controlan gran parte de la producción a través de grandes y poderosas multinacionales. Unilever domina el 85% de las ventas de té en la India y el 98% del té envasado. En América Latina las exportaciones de plátano, que suponen el 64% del comercio mundial de este producto, están controladas por tres multinacionales: Chiquita, Dole y Del Monte. • Estas multinacionales tienen poder para influir considerablemente en el comercio y las inversiones mundiales, fijando precios de forma unilateral en muchos casos y abusando de su privilegiada situación. Más de la mitad de los ingresos por exportación de dos de cada tres países africanos y 18 países de América Latina dependen de las materias primas. África obtiene más del 70% de sus ingresos por este concepto de tan sólo tres productos, con el café y el cacao en los dos primeros puestos. La mejor solución sería diversificar su producción para reducir su dependencia de un solo producto. Pero estas medidas requieren también una inversión y sólo son eficaces si hay suficiente demanda para el nuevo producto. Ahora bien, todos los mercados de materias primas tienen los mismos problemas: excedentes, precios irrisorios y términos de intercambio poco favorables. Sin embargo, las cooperativas que llevan años colaborando con las organizaciones de comercio justo han tenido grandes éxitos en el campo de la diversificación. Los campesinos organizados en cooperativas gozan ya de por si de una mejor posición y los mejores precios pagados por el comercio justo les permiten, junto con los créditos que las organizaciones de comercio justo otorgan, invertir además en otras áreas.. A nivel mundial, las organizaciones de comercio justo abogan por la conclusión de acuerdos internacionales sobre las materias primas que combinen fijación de precios (justos), restricción de la producción y diversificación. En el Norte, dar dinero para programas de desarrollo en los países del Tercer Mundo no nos cuesta tanto como abrir nuestros mercados a sus productos. Nos encanta comprar a los países pobres materias primas a precios bajos, pero hemos tomado una serie de medidas para obstaculizar la importación de productos transformados en estos países. Debido a la conversión de algunos países pobres en exportadores de productos manufacturados, los países industrializados tradicionales han adoptado una serie de medidas proteccionistas. A pesar de que contradicen abiertamente los acuerdos del GATT/OMC, se aceptan como excepciones a las normas que rigen, por ejemplo, los productos agrícolas o textiles. En el papel, estas medidas tienen distintos fines, pero en la práctica sus consecuencias son únicamente proteccionistas. Debido a la importancia del textil en muchos países en desarrollo, el Acuerdo Multifibra (AMF) pertenece a las modalidades proteccionistas más controvertidas. Acuerdo tipo promovido dentro del GATT (Acuerdo general sobre aranceles y comercio), el AMF reglamenta el comercio bilateral en los sectores de la confección y del textil y autoriza a los países industriales para que impongan restricciones a las importaciones procedentes de los países del Sur. Los factores cruciales para determinar los contingentes de importación son la sensibilidad del producto a los cambios del mercado y la capacidad competitiva del productor Los países en desarrollo son las principales víctimas del AMF, puesto que los países industrializados imponen muchas menos restricciones en los productos cuyo origen es otro palis del Norte. La UNCTAD ha calculado que la supresión de todas las medidas discriminatorias en los sectores del textil y de la confección aumentaría el empleo entre un 20 y un 45% en los países en desarrollo. En cuanto al incremento en los ingresos por exportación, las estimaciones varían de algunos miles de millones de dólares a 60 mil millones anuales. Sin embargo, los contingentes no son los únicos obstáculos que deben vencer los productos de los países del Sur. A pesar de todas las teorías sobre el mercado libre, se siguen además aplicando aranceles progresivos en función del grado de transformación del producto. En este caso también, los países en desarrollo son las primeras victimas de estos aranceles: no pueden, como lo hace Estados Unidos, adoptar una postura intransigente y, normalmente, no participan en las negociaciones. De hecho, el actual sistema de aranceles aplicado por la Unión europea y los Estados Unidos funciona como un freno al desarrollo y a la industrialización. Además, la Unión europea es muy ingeniosa a la hora de inventar otras medidas que tienen consecuencias proteccionistas: en la armonización de las normas y criterios de calidad, por ejemplo, existe la tendencia a elevarlos lo máximo posible. En consecuencia, es probable que estas nuevas normas sean más discriminatorias para los productos del Sur que unos aranceles elevados o las restricciones cuantitativas a las importaciones como los contingentes. Si los países del Sur y sus empresas tienen dificultades para exportar hacia el Norte, cuanto más difícil debe serlo para los pequeños productores. Por ejemplo, el sistema de contingentes aplicado en el AMF requiere un sistema estricto de licencias. A los pequeños productores del Sur les costará mucho obtener esta licencia de exportación, que suele caer en manos de las empresas tradicionales o de negociantes que la venden a precios muy altos. Esto encarece mucho la ropa y los demás textiles producidos por artesanos... cuando logran por fin exportarlos. Por esto, las organizaciones de comercio justo vienen exigiendo desde hace años la supresión del AMF, de otros acuerdos sobre contingentes y de los aranceles. Evolución del Comercio Justo En la Europa de los 60, los problemas del Tercer Mundo no despertaban mucho interés en la población. Entre los pocos grupos que se sentían preocupados, nació la idea de crear tiendas para vender productos del Tercer Mundo cuya entrada en el mercado europeo era obstaculizada por los aranceles. Las ventas tenían por objetivo protestar contra el comercio internacional y la repartición desigual del poder. En abril del 1969, la primera "tienda solidaria" se inauguró en el pueblo holandés de Breukelen. Fue el inicio de un periodo de crecimiento rápido del movimiento de las tiendas solidarias: en tan sólo dos años, los Países Bajos ya podían vanagloriarse de poseer 120 tiendas de este tipo y el movimiento se difundió rápidamente en Alemania, Suiza, Austria, Francia, Suecia, Gran Bretaña y Bélgica. En el sur de los Países Bajos, una organización llamada S.O.S. Wereldhandel ya había participado activamente en la importación de productos de los países en desarrollo. Fundada por jóvenes católicos en 1959 como organización de caridad, S.O.S. Wereldhandei empezó en 1967 a importar artesanías de varios países del Tercer Mundo y a venderlas por catálogo, a través de iglesias y de grupos de solidaridad con el Sur. Las tiendas solidarias dieron entonces una salida estable y directa para S.O.S. Wereldhandel. Las ventas eran excelentes y la organización pudo crear "sucursales" en Alemania, Austria, Suiza y Bélgica. Con el tiempo, estas "sucursales" se independizaron para formar organizaciones nacionales. En otoño de 1973 se lanzó el primer café de comercio justo. Importado de cooperativas de Guatemala, el "Indio solidarity codee" aceleró considerablemente la expansión del comercio justo y las ventas de café no tardaron en sobrepasar las de artesanías. En la década de los 70 tuvo lugar un replanteamiento y una discusión ideológica sobre los objetivos del comercio justo. Se planteaba la venta de productos sobre todo como una manera de dar información y de conciencias a la población. De puntos de venta, las tiendas solidarias se convirtieron en sedes de campañas. En los años 80 cambió la perspectiva: se le dio tanta importancia a la venta como a las campañas y a la concienciación. Se mejoró mucho la calidad del producto y el desarrollo de nuevos productos ganó importancia en las relaciones con los productores. Se aumentó constantemente la variedad de productos al incorporar diversas mezclas de café, muchos tipos de té, miel, azúcar, cacao, nueces, etc. La variedad de los productos artesanales también aumentó. En este sector también, la mejora constante de la calidad y el desarrolin de nuevos productos se convirtieron en puntos clave. Las tiendas solidarias dejaron de menospreciar el marketing para promover el producto y llamar la atención del consumidor. Hoy en día, existen organizaciones de comercio justo en diez países europeos, en Canadá, Estados Unidos y Japón. Para acercar el producto al consumidor, hay una red de 3000 tiendas solidarias, grupos de venta por catálogo, representantes y otros grupos locales. En Alemania y los Países Bajos, las iglesias desempeñan también un papel importante en la venta de productos. En cuanto a las ventas al por mayor a empresas, organizaciones y organismos estatales, aumentan rápidamente. Además, se han tomado las primeras medidas para comercializar los productos en las tiendas normales. Se supone que la venta de productos por estos canales de distribución ganará mucho peso en los próximos años. El lanzamiento de las marcas (o sellos de garantida del comercio justo ha dado un empujón fuerte a este tipo de comercio. Al plasmar sus principios en una marca, el comercio justo propone un modelo que las empresas tradicionales de comercio pueden adoptar. Fue en los Países Bajos, en 1988, donde se introdujo, con el nombre de Max Havelaar, la primera marca del comercio justo. En siete anos, se han lanzado estas marcas en unos 10 países europeos y otros países. Además, no sólo se aplican al café sino también a un número creciente de productos. Criterios de Comercio Justo Salarios para una vida digna Los sueldos que reciben los trabajadores del Sur les condenan a ser esclavos de la pobreza Unos 100 millones de personas viven del café. La mayoría son jornaleros o pequeños campesinos que cultivan sus parcelas. Cuando caen los precios del café, los pequeños propietarios deben aumentar el área dedicada a este cultivo en detrimento de los productos para el autoconsumo. Los jornaleros deben andar varios kilómetros para llegar hasta las plantaciones y cargar los sacos de café de vuelta. No a la explotación infantil Los niños y niñas trabajan como adultos en muchos países del Sur Los jornaleros son ayudados por sus hijos e hijas para así aumentar los ingresos. Las situaciones de extrema pobreza que viven las familias les fuerzan a ello. Sin una escuela que les facilite un mejor futuro, trabajan demasiadas horas y viven en condiciones insalubres y expuestos a enfermedades. Además, cobran menos por su trabajo y sufren trastornos que les afectan física y psíquicamente. Igualdad entre hombres y mujeres Es habitual que la mujer cobre un salario inferior por realizar el mismo trabajo que un hombre Desde la cuna hasta la tumba, las mujeres están sistemáticamente discriminadas en el plano social y económico. Esto les supone carecer de posibilidades de alcanzar un empleo seguro, ingresos propios, formación y por tanto tomar decisiones sobre su propio futuro. El 70% de los que viven en la pobreza absoluta son mujeres y hay un abismo entre la retribución que las mujeres reciben y el papel que desempeñan en la sociedad. Respeto al medio ambiente La sobreexplotación de los recursos naturales compromete el desarrollo de los países del Sur En los últimos años se ha intensificado el uso de pesticidas y fertilizantes en las plantaciones. Se estima que en los países del Tercer Mundo se utilizan sin control unas 400.000 toneladas anuales de pesticidas, muchos de ellos prohibidos en los países del Norte. Aunque a corto plazo eliminan las plagas, estos productos afectan a la piel y a las vías respiratorias, y provocan la degradación de los suelos y la contaminación del medio ambiente, con la consiguiente recesión de los cultivos. Organizaciones democráticas La participación en la toma de decisiones en el seno de las organizaciones productoras y su funcionamiento deben ser democráticos. Beneficios para la Comunidad Las organizaciones productoras deben destinar parte de los beneficios a las necesidades básicas de sus comunidades: sanidad, educación, vivienda, formación laboral… Relación a largo plazo Entre la importadora y la organización productora se establece una relación comercial a largo plazo y se garantiza una parte del pago de los productos por adelantado. Estas condiciones favorecen el desarrollo autónomo de las cooperativas, ayudando a que dependan menos de préstamos con elevados intereses y permitiéndoles planificar mejor la producción. Funcionamiento del comercio justo El objetivo de las organizaciones de comercio justo es luchar contra la pobreza de los países del Sur. Apoyándose en la concepción "Comercio, no ayuda", buscan luchar contra la pobreza a través del comercio justo, las presiones políticas y la educación. Establecen relaciones comerciales con productores desfavorecidos y con organizaciones y empresas que contribuyen a mejorar la posición de los pobres del Sur. De esta manera, se da a los que cultivan o transforman los productos la oportunidad de mejorar su situación a nivel estructural. Si bien su principal preocupación es la situación económica del productor, las organizaciones de comercio justo dan también mucha importancia al desarrollo social, a la promoción de las mujeres y a la protección del medio ambiente. Las familias de campesinos o de artesanos que trabajan en su casa o en talleres tienen en muchos casos que luchar por sobrevivir Les cuesta trabajo obtener préstamos, tienen que afrontar la competencia de los grandes productores y dependen de intermediarios muy bien pagados para tener acceso a los mercados. A pesar de esto, son en muchos países el grupo más numeroso de productores y los más desfavorecidos por el sistema comercial en vigor. Las organizaciones de comercio justo tratan preferentemente con estos pequeños productores. La perspectiva que da esta colaboración es un factor determinante para tomar tal decisión: permitirá o no a los productores mejorar su posición. Las organizaciones de comercio justo compran el producto a organizaciones de productores antes que a productores. Estas pueden ser cooperativas o asociaciones sin personalidad jurídica, muchas veces agrupadas en organizaciones regionales de segundo grado que se encargan de la venta y ofrecen por lo general otros servicios. Pero las organizaciones de comercio justo también colaboran con empresas y plantaciones. La lucha contra la pobreza a nivel estructural no se limita a los pequeños productores: es también vital mejorar las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores, en particular los del campo. Además, ciertos productos que pueden desempeñar un papel clave en el desarrollo de un país sólo pueden ser - o sólo son - producidos por un proceso a gran escala. Esto también se puede aplicar a cierta fase de la producción. Por ejemplo, el café lo cultivan pequeños campesinos, pero su transformación en café soluble se hace en una fábrica. Para poder ser contrapartes del comercio justo, las empresas y las plantaciones, al igual que los pequeños productores, deben cumplir una serie de requisitos. ¿La actividad contribuye a reducir la pobreza? ¿Cómo están los sueldos y las bonificaciones de los trabajadores? Las organizaciones de comercio justo se distinguen del comercio tradicional no sólo por su elección de las contrapartes, sino también, y sobre todo, por sus métodos comerciales. Su preocupación principal es la situación de la contraparte. Marcas del comercio justo Al final todo el comercio deberá ser justo. Las organizaciones de comercio justo intentan llegar a este objetivo no sólo con acciones que influyen en la toma de decisiones políticas, sino también con la elaboración de un modelo concreto de comercio justo que las empresas tradicionales puedan adoptar. Los criterios de este modelo se han plasmado en las marcas del comercio justo: TransFair, Max Havelaar y FairTrade. Estas marcas formulan los principios del comercio justo bajo la forma de criterios que cualquier negociante puede aplicar y por cuyo cumplimiento pueden velar las organizaciones garantes. Los criterios se determinan para cada producto o para cada grupo de productos. Gracias al registro de productores, las empresas pueden encontrar contrapartes potenciales en el Sur. Hoy en día, la marca TransFair se aplica al café y al té comercializado en condiciones justas en Alemania, Luxemburgo y Austria. Fuera de Europa, se aplica también en Canadá y Japón. Pronto se añadirán otros productos al café y al té: los criterios para la miel, el azúcar y el chocolate ya están listos. En los Países Bajos, Bélgica, Suiza, Dinamarca y Francia, las organizaciones garantes trabajan bajo el nombre de Max Havelaar, que se aplica en la actualidad al café, al cacao, al chocolate y a la miel. En el Reino Unido, la FairTrade Mark existe en el café, el chocolate y el té. Todas las organizaciones garantes utilizan los mismos métodos y elaboran los criterios aplicables al comercio justo en base a la larga experiencia de las organizaciones de comercio justo. Colaboran estrechamente. Organizaciones internacionales de Comercio Justo EFTA La Asociación Europea de Comercio Justo nace de la coordinación de once organizaciones de comercio justo (los importadores) de nueve países europeos. Fundada en enero del 1990, después de diez años de cooperación informal, quiere estimular la cooperación a nivel práctico entre sus miembros, aplicar políticas y estrategias comunes, brindar un apoyo conjunto a los productores y luchar por la adopción de los principios del comercio justo en las prácticas comerciales europeas. La importancia de la EFTA en el comercio justo y las organizaciones comerciales sigue creciendo. Se armonizan progresivamente las políticas con respecto a los productores y se hace un uso creciente de los conocimientos y la experiencia de sus miembros: Gepa (Alemania) es el experto en productos de cultivo biológico, OS3 (Suiza) es el especialista del cacao y el chocolate, mientras Fair Trade Organisatie (Países Bajos) se encarga del café. Además, la Unión europea es una unidad en el ámbito comercial, puesto que las medidas políticas en este campo (los aranceles sobre los productos del Tercer Mundo, por ejemplo) se toman en Bruselas. EFTA intenta convencer a la UE para que dé más entrada en el mercado único a los productos del Sur. IFAT (International Federation of Alternative Trade) reúne a 148 organizaciones de Comercio Justo de África, Asia, Australia, Sudamérica, Norteamérica y Europa. También se constituye como un foro de discusión y coordinación entre grupos de importadores y productores y promueve campañas e intercambios entre las diferentes organizaciones que la integran. NEWS Es una coordinadora de tiendas de Comercio Justo europeas, de la cual forma parte la Coordinadora Estatal de Organizaciones de Comercio Justo que agrupa a 31 organizaciones españolas. NEWS posibilita la comunicación directa entre sus miembros y organiza campañas en los ámbitos nacional e internacional. Su tarea principal es la de organizar grupos de tiendas de los países que están representados para ganar fuerza con el movimiento de comercio justo y realizar presión política en el ámbito europeo. En Europa hay más de 3000 tiendas que han formado organizaciones nacionales y, unos 50.000 voluntarios en Europa se dedican a estas tiendas. RELACC También en el Sur se han creado organizaciones de Comercio Justo, como la Red Latinoamericana de Comercialización Comunitaria, fundada el año 1991 con el objetivo de aportar compromiso en la construcción de una sociedad justa, fortaleciendo las organizaciones participantes mediante la comercialización comunitaria. Qué es un precio justo En el comercio Norte-Sur, los compradores del Norte tienen por lo general el poder de determinar en qué condiciones los productores les pueden vender su producto. El sistema capitalista incita al comprador a buscar el mejor negocio, lo que implica desde luego el precio de compra más barato posible. En la mayoría de los casos, los productores del Sur venden sus productos a un precio que, una vez deducidos los costes de producción, no les permite vivir una vida mínimamente digna. El carácter alternativo de las organizaciones de comercio justo reside en el hecho de que quieren comprar mercancías a un precio que cubre tanto los costos de producción como, por lo mínimo, las necesidades vitales del productor. Este "precio justo" puede exceder en un 70% el precio pagado por los negociantes tradicionales. En algunos casos, el "precio justo" se determina en función de normas internacionales. En otros casos, las organizaciones de comercio justo respetan lo que sus contrapartes consideran "el precio justo". Finalmente, en ciertos casos, los productores y los compradores negocian este precio justo". Esto se da sobre todo el caso cuando las organizaciones de comercio justo quisieran compran un producto cuyo precio de venta al público en Europa sería demasiado alto para el mercado. Entonces, se intenta reducir los costes de producción o adaptar el producto para justificar el precio alto. Si un precio justo esta justificado desde un punto de vista ético, los economistas liberales no dejarán de explicar que pagar más que el precio corriente determinado por el mecanismo de la oferta y de la demanda no tiene fundamento económico, puesto que reduce la competitividad de los productos en el mercado, o lo perturba al crear una sobreproducción. Si este razonamiento sobre el funcionamiento del mercado es correcto, pagar un precio justo sería un suicidio económico. Los mercados no sólo responden a los precios, sino también (y cada vez más) a las características del producto: calidad, apariencia y - punto crucial para el comercio justo - aspectos no materiales. En otras palabras, los importadores del comercio justo pueden pagar un precio más alto a los productores y obtener beneficios suficientes porque los consumidores están dispuestos a pagar más por el valor añadido ético que tiene el producto del comercio . En cuanto al temor de que un precio justo perturbe el mercado y estimule la sobreproducción, es verdad que un precio más alto empuja un productor a no cambiar de producto y, posiblemente, a aumentar su producción. En la práctica sin embargo, en los casi 30 años de existencia de las tiendas solidarias, se han visto relativamente pocos ejemplos de productores que aumentan mucho su producción por el precio alto que reciben. La falta de tierra, de mano de obra y de capital suele ser un obstáculo insuperable. Lo que sí sucede es que los productores se aprovechan del aumento de ingresos para diversificar su producción: buscan maneras de producir una gama más amplia de productos y de reducir su dependencia del producto estrella. Finalmente, todo el debate en torno al impacto económico negativo que un precio más alto puede desencadenar, hay que mirarlo desde una cierta perspectiva, desde la perspectiva de la pobreza general del Sur. En Guatemala, los campesinos no suelen tener más de 2 hectáreas, que les pueden suponer un ingreso anual de 500 dólares US. Aunque vender a "precio justo" pueda significar un aumento del 50% de sus ingresos, su ingreso semanal sólo pasa de 10 a 15 dólares, o sea lo que un operario no cualificado europeo gana en una hora... Situación actual Globalmente, la cuota que tiene el comercio justo es relativamente modesta. Millones y millones de cafeteros, recolectores de te, tejedores de algodón y artesanos están todavía excluidos. El comercio justo quiere defender a estos productores e intenta convencer a consumidores, políticos y medios económicos que el Tercer Mundo necesita mejores condiciones en sus relaciones comerciales con el Norte. EFTA opina que se debería tener más en cuenta el bienestar de los productores a la hora de importar productos de los países en desarrollo. Esto no sólo requiere medidas políticas (como la supresión de barreras comerciales y la determinación de condiciones mínimas de producción en el Sur), sino también un cambio de actitud de la clase empresarial. Hoy en día, al menos 100 organizaciones de comercio justo y sociedades comerciales en por lo menos 20 países europeos importan del Sur productos del comercio justo. Algunos venden por catálogo y poseen o dan en franquicia tiendas solidarias o tiendas de regalo. Otros se centran en la venta al por mayor a las tiendas solidarias y, cada día más, a las instituciones. Hay organizaciones que conceden marcas de garantía en 11 países europeos, perteneciendo todas ellas a una de las tres marcas existentes: Fair Trade Mark, TransFair y Max Havelaar. Los consumidores pueden comprar productos del comercio justo en aproximadamente 3000 tiendas solidarias, supermercados pertenecientes a 30 cadenas, centenares de otras tiendas y miles de grupos eclesiales, solidarios y comunitarios. Hoy en día, el comercio justo es bien conocido en casi todos los países de Europa occidental. En la mayoría de ellos, el volumen de ventas aumenta del 10 al 25% por año y el potencial de crecimiento es considerable. Las encuestas prueban que grandes grupos de consumidores que todavía no compran productos del comercio justo están dispuestos a hacerlo y a pagar entre el 10 y el 20% más por estos productos. Estas encuestas también revelan que, si no lo hacen, es porque tienen poco acceso a los productos del comercio justo: sus tiendas habituales no los tienen, no visitan las zonas comerciales donde están las tiendas solidarias o éstas tienen horarios restringidos. En otras palabras, la comercialización sigue siendo el principal obstáculo para la expansión del comercio justo en Europa. EL COMERCIO JUSTO EN ESPAÑA Origen y evolución del movimiento en España Con más de veinte años de retraso respecto a otros países europeos, a finales de 1986 surgieron en España las primeras iniciativas de Comercio Justo con la apertura de dos tiendas, una en el País Vasco -Traperos de Emaús- y la otra en Andalucía -Cooperativa Sandino, actualmente IDEAS- , si bien tuvimos que esperar aún tres años más hasta la constitución de la primera organización de Comercio Justo como tal. Por tanto, debemos situarnos ya en la década de los noventa para encontrar los primeros esfuerzos de consolidación de Comercio Justo en nuestro país. Esta juventud constituye un dato fundamental a la hora de comprender la realidad actual del movimiento en España, y se refleja en diversos aspectos (volumen económico, desarrollo ideológico y organizativo,...). En el terreno ideológico, desde la apertura en 1969 de la primera tienda solidaria en Holanda, el fundamento teórico y la orientación de Comercio Justo han ido experimentando una evolución internacional en la que España no ha participado significativamente hasta fechas recientes. En el momento actual, en nuestro país aún no se ha definido un marco teórico claro -en este sentido, conviven posturas totalmente alternativas al sistema comercial predominante junto con otras más pragmáticas-. Nos encontramos discutiendo en el ámbito conceptual cuestiones que en Europa ya se están llevando a la práctica, tales como la incorporación a los circuitos comerciales tradicionales, el abastecimiento en las grandes superficies o el establecimiento de marcas de garantía social. Por lo que respecta a España, ciertamente podemos hablar de un "despertar tardío", pero no es menos cierto que en los últimos años hemos sido testigos de un importante auge en el sector, no sólo en cuanto a crecimiento cuantitativo, sino también en terrenos tan importantes como la expansión territorial y organizativa o el impacto social. En efecto, en sus primeros años de vida se trataba de una actividad marginal, en la que trabajaban pocas organizaciones que movían pequeños volúmenes de dinero. Fue en torno a 1994 cuando el movimiento comenzó a crecer y adquirir cierta solidez : las organizaciones más antiguas (Emaus-Erein, Ideas, Equimercado o Alternativa 3) crecieron, pasando algunas de ellas a ampliar sus actividades -de la mera venta minorista a acometer tareas de importación, distribución,...-, mientras comenzaba a despertarse el interés de otro tipo de entidades como ONG de Desarrollo (Intermon, Sodepaz, Setem), empresas y medios de comunicación. Las distintas organizaciones existentes se hacen conscientes de la necesidad de aunar esfuerzos y canalizar el debate incipiente, dando lugar todo ello a la constitución en 1996 de la Coordinadora Estatal de Organizaciones de Comercio Justo. Muy interesante es también el surgimiento de diversas redes y asociaciones como REAS (Red de Economía Alternativa y Solidaria), que junto con AERES y REPRIS publican bimestralmente la revista Imagina, donde se dan a conocer experiencias y posibilidades en economía social y alternativa, Comercio Justo, inserción sociolaboral... También en 1996 surgió en Cataluña la "Xarxa de Consum Solidari" (Red de Consumo Solidario), donde se plantea la perspectiva del consumidor responsable, no sólo en relación con los países del Sur, sino también con la ecología, pacifismo, antiracismo... En términos cuantitativos, a pesar de los diferentes volúmenes de ventas entre unas y otras en términos absolutos, se observa -salvo excepciones- una tendencia generalizada al crecimiento, incluso en aquellas que mueven unas cifras más modestas. Este índice nos aporta una idea muy positiva de crecimiento del sector en su conjunto. En cualquier caso, y a pesar de esta positiva evolución, debemos ser conscientes de que la dimensión económica total de Comercio Justo en España es aún muy pequeña si la comparamos con los volúmenes del comercio tradicional, o bien con los del propio sector en el resto de Europa. En cuanto a la expansión territorial y organizativa, el crecimiento también ha sido importante. La Coordinadora Estatal está compuesta por 21 miembros, que disponen de más de 40 puntos de venta permanentes en 11 de las 17 Comunidades Autónomas, si bien en la práctica totalidad es posible adquirir productos de Comercio Justo a través de diversos sistemas, tales como las redes de voluntarios vendedores, la venta por correo o el suministro a instituciones y a otras tiendas de mercado tradicional. Por otra parte, muchas de las organizaciones entrevistadas tienen prevista la apertura de nuevas tiendas, o en su defecto la ampliación de sus canales de distribución. Sin embargo, sí debemos reseñar que en algunos casos se trata de organizaciones con un marcado carácter territorial, que incluso limitan sus posibilidades de expansión a su propio ámbito de origen. Por el contrario, otras organizaciones ya poseen tiendas en distintos lugares del territorio nacional, mientras que algunas otras incluyen este objetivo entre sus líneas de futuro. En conjunto, son aproximadamente 1500 los voluntarios que dedican parte de su tiempo al Comercio Justo -500 directamente en las tiendas y otros 1000 a través de redes-, y unas 150.000 las personas que se han acercado por los puntos de venta para adquirir productos. Alcanzado este nivel de crecimiento, tal vez nos encontremos en un momento adecuado para conocer algo más acerca de estos clientes, y en general sobre las actitudes que presenta el consumidor español ante una propuesta de este tipo: ¿está dispuesto a pagar algo más en función del valor añadido que le ofrecen los productos de Comercio Justo?, ¿qué valoración hace de nuestros productos una vez adquiridos?... Aunque no existen aún estadísticas ni estudios fiables en este apartado, podemos remitirnos aquí a la experiencia de las diversas organizaciones. La impresión general es que el nivel de conocimiento es todavía muy bajo, si bien se ha producido una interesante evolución en los últimos años: las actividades de difusión, así como las apariciones en los medios de comunicación, son más frecuentes y también podemos afirmar que han aumentado la receptividad política y social en general. La sociedad española consumió casi 11 millones de euros de productos de comercio justo en 2003. Un incremento del 47% en sólo 3 años. Estos datos se incluyen en el informe de SETEM ‘el comercio justo en España, 2004. La comparación entre el volumen de ventas totales de los productos de Comercio Justo entre los años 2000 –6.965.000– y 2003 –10.662.000 euros– supone un incremento del 47% en sólo tres años y demuestra su auge en los hábitos de consumo de la sociedad española. Las ventas por comunidades autónomas también indican el rápido crecimiento experimentado por este comercio ético alternativo en los últimos tiempos. Un movimiento social que se traduce en consumo responsable y en el que, el pasado año, tres comunidades autónomas sobrepasaron el millón de euros de facturación: Andalucía, Cataluña y Madrid. En 2003, el sector predominante del amplio abanico de productos de Comercio Justo fue la alimentación, que desbancó por primera vez a la artesanía debido, sobre todo, al crecimiento sostenible del café, uno de los productos que más contribuye al consumo responsable Si miramos al viejo continente, el anuario de SETEM sitúa a España en Europa a través de una interesante comparativa. En un primer grupo sitúa a Alemania, Reino Unido, Holanda y Suiza , los países europeos que se encuentran en la cabeza del movimiento con niveles de facturación de más de 50 millones de euros anuales. Un segundo grupo dónde se ubica España , es el formado por Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia e Italia , con más de 9 millones de euros anuales. El resto de estados no llegan a los 4 millones como es el caso de Finlandia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Noruega, Portugal y Suecia. ¿Cómo son las Comercio Justo? organizaciones españolas de Las Organizaciones de Comercio Alternativo y Solidario (OCAS) existentes en nuestro país se caracterizan por su diversidad, no sólo en lo que respecta al tamaño, sino también en cuanto a ideología, modelos organizativos, expansión territorial o actividades principales. En primer término, podemos distinguir (incluso dentro de la propia coordinadora) dos grupos claramente diferenciados: por un lado, existen organizaciones importadoras que posteriormente distribuyen los productos a otras OCAS, tiendas solidarias e incluso tiendas de mercado tradicional -además de un porcentaje que generalmente venden ellas mismas a través de sus puntos de venta o canales habituales de distribución-; este es el caso de organizaciones como Alternativa 3, Equimercado, Ideas, INTERMÓN, Mercadeco y Sodepaz. Este primer grupo suele tener mayores dimensiones económicas y territoriales algunas de ellas, como Sodepaz, Ideas o INTERMÓN, podemos encontrarlas en varias Comunidades Autónomas-. Por otra parte, encontramos también organizaciones que se dedican principalmente a la venta al detalle -bien comprando directamente a los productores del Sur, bien a través de las importadoras- en un punto de venta permanente. Entre otras, podemos citar a S'altra Senalla, Hirugarren Mundua Ta Bakea, Emaus-Erein, Alternativa Solidaria o A cova da Terra. Los consumidores españoles de Comercio Justo Evidentemente, el consumidor ideal de Comercio Justo (el denominado "consumidor responsable") tiene un perfil singular: es una persona que está dispuesta a pagar más por un producto que cumple unos criterios éticos, criterios que pretende incorporar a su vida cotidiana. Es una persona que, en lugar de buscar ante todo el producto más barato, o el más original o atractivo, se preocupa por lo que hay detrás, por el denominado valor social, por la dura realidad que a menudo se esconde tras una etiqueta. Y sin embargo (y afortunadamente), parece ser que cada vez son más. El perfil medio del cliente es el de una mujer entre 20 y 50 años, y la época de mayor afluencia de público sin duda la de Navidad, si bien los cambios en la oferta de productos que antes mencionábamos pueden modificar esta tendencia (al ser productos menos estacionales se refuerza el abastecimiento habitual, con lo que su distribución es más equilibrada a lo largo del año). Algunas organizaciones también señalan el período primaveral como un momento de mayor actividad. En cuanto a los motivos que mueven al cliente a entrar en los puntos de venta, el más señalado sigue siendo el de ser consumidor habitual de Comercio Justo, además del interés por los proyectos solidarios que se financian con las ventas. Sin embargo, debemos destacar que cada vez es mayor el número de nuevos clientes captados por el interés o la atracción que ha despertado la exhibición de los productos (a través del escaparate o puestos en exposiciones, ferias o similares), así como por la labor de difusión que empiezan a desarrollar algunos medios de comunicación, que se hacen eco de las diversas campañas llevadas a cabo. Las OCAS también destacan el creciente número de clientes que acuden en busca de un producto concreto que adquieren habitualmente, o bien por interés en conocer la artesanía y la cultura de determinados países. En cualquier caso, el tipo de público varía en función de distintos factores, entre los que destaca la ubicación del punto de venta; en la medida en que éste sea menos accesible, es mayor la proporción de clientes que acuden expresamente allí, mientras que en un local situado en una zona más comercial la afluencia es más diversa. Tal vez este sea un factor a tener en cuenta a la hora de incrementar el abastecimiento de productos de consumo habitual, puesto que en este caso es particularmente importante el facilitar la entrada al consumidor con locales céntricos o accesibles. BIBLIOGRAFÍA www.eurosur.org www.intermon.org www.setem.org “Comercio Justo ¿una alternativa real?”, CIDEAL y SETEM, 2002. Carolina Romero Alonso Dpto. de Cooperación Fundación IUVE
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