sexta, lo que viene a decir que tuvo éxito. Ha de tenerse en cuenta que está editada por el Instituto Bibliográfico de Leipzig, lo cual supone todo un aval. Con todos estos datos y aludiendo a los posibles imaginarios que puedan tenerse sobre la RDA, los países del socialismo real o la cartelería comunista, con ese imaginario que nos lleva a las representaciones de mujeres furiosas apartando fusiles del bando contrario con un niño cogido en brazos, o de campesinas laboriosas recogiendo la cosecha y sembrando para enviar el fruto de su trabajo a los soldados combatientes; con ese imaginario y los datos bibliográficos expuestos ¿qué se podría esperar de una enciclopedia que habla a la mujer? Efectivamente en el título no se dice que la enciclopedia sea de ni para Esquema del espacio de colocación en la cocina (modelo de vivienda Q6). Lineal “seco” *.- Julia M. Bermejo forma parte del proyecto de librería, editorial y distribuidora alternativa Traficantes de Sueños”. Puntualmente colabora en otros proyectos como el periódico Diagonal e impulsa proyectos como Nociones Comunes (un espacio para la producción y la formación) en su sección de Perspectivas Feministas. Prepara en la actualidad un trabajo de investigación sobre las temáticas abordadas en este artículo ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 9 página 53 El libro tiene 1080 páginas, de gran formato pero con una caja del número ocho porque a la fuerza ha de caber todo lo que ha de saberse, que no todo lo que se quiere contar. La cubierta original no la tengo, pero sé cómo es porque la he visto en una imagen en internet. Sin cubierta el libro tiene un aspecto pulcro, con su título enorme, pero bien alineado en el margen derecho, justo abajo de la cubierta. Dice así: “DIE FRAU” y, en el mismo margen, pero arriba del todo: “KLEINE ENZYKLOPÄDIE”. Qué ejercicio de modestia, ya se verá por qué, pero qué presentación tan impactante. La enciclopedia de la que hablo, la que tengo ahora a mi lado, está editada en 1967 en la RDA, en Leipzig concretamente, aunque la primera edición se hizo dos años antes. Mi edición es ya la uno, dos, mil... muros por Julia M. Bermejo* (artículos) TRATADO DE CÓMO SER MUJER, MUJER SOCIALISTA uno, dos, mil... muros (artículos) YOUKALI, 9 página 54 ni sobre la mujer, sino que se afronta la cuestión de “la mujer”, como si fuera tarea fácil, no de abordar, sino más bien de acotar. Bien, pues no se trata de un libro de historia de las mujeres, ni de un compendio de saberes básicos sobre las cuestiones de “la vida moderna”, ni de un tratado estadístico de geopolítica femenina, ni tan siquiera de un mapa de la cuestión propuesta, una vez más lo hacemos explícito, se trata de: la mujer. Suena demasiado amplio, rimbombante, pero, vayamos al grano: ¿qué imaginan que pueda encontrarse en éste? Lo aclararé, con todo el dolor de mi decepción como lectora ingenua que a veces soy: se habla de cómo ser mujer. ¿Por dónde empezar tan inconmensurable aunque acotada labor? Por el principio, es decir: por el cuerpo. Capítulo primero: “el organismo femenino”. Teniendo en cuenta el espacio disponible y que el formato enciclopedia exige ser riguroso y conciso, se nos ahorran informaciones superfluas y no se habla del número de dedos que posee la mano de una mujer, ni se hace un estudio pormenorizado de la gama de colores posible en que podemos encontrarnos los ojos de una de ellas fuera de la caótica y desordenada vida enciclopédica. No. Se aborda la cuestión desde el hipocentro: el hueso ilíaco. En su corte vertical y visto desde arriba, para que la lectora pueda comprobar los dones de la (su) naturaleza a simple vista: sí la oquedad mostrada, en comparación con la del modelo masculino, es mayor. Las deducciones que puedan hacerse con este (abrupto) comienzo, pueden dejarse para más tarde, pues no hay lugar a dudas de lo que esto significa. Pero antes, unas didácticas ilustraciones sacadas de la historia del arte de la humanidad que nos muestren cuán grandes, magníficas, bellas e importantes son las naturales caderas femeninas. En este punto no podría faltar Rubens. Y tras unos minutos de publicidad cultural, la esencia en todo su esplendor in- terno: el coño. Bien, pues ya nos va quedando más claro. El alzado y el corte transversal del órgano sexual femenino, para finalizar, el pecho (también en su corte transversal). De ahí, de alguna manera, casi inexplicable, se llega a los cuidados que demanda el cuerpo femenino. Un cuerpo sano y fuerte lo es todo para la mujer socialista. Pero no se trata de cuidados ginecológicos, ya no. Ahora se trata el aspecto externo del cuerpo. Unos pocos e ilustrados ejercicios caseros para mantener tonificada la musculatura esencial: el pecho. Y tras esto unos magníficos y enriquecedores consejos sobre cómo maquillarse con sabiduría, es decir, corrigiendo los defectos propios de la naturaleza de cada una (que no iba a ser la realización concreta, la copia, un ejemplar privado de molestas imperfecciones). ¿Sigo enumerando los capítulos y su contenido? No podría no hacerlo. El segundo capítulo: matrimonio y familia; el tercero: la mujer como madre (¡ah! ¿es que existen otras posibilidades?); el cuarto: educación (de los niños, se entiende); el quinto: consejos médicos (para el cuidado de la familia, primeros auxilios y demás); el sexto: la vivienda; el séptimo: el mantenimiento de la casa; el octavo: la alimentación; el noveno: el vestido; el décimo: la mujer en la sociedad (¡por fin salimos de casa y fuera luce el sol!); el undécimo: la mujer en el trabajo; el duodécimo: los buenos modales; el decimotercero: la ampliación de los estudios y la actividad cultural de la mujer; el decimocuarto: mujeres importantes; el decimoquinto y último capítulo: la mujer en las estadísticas. ¿Suficientemente esclarecedor? Definitivamente todo un bofetón. Claro, me gustaría poderles mostrar la contraparte, es decir, la enciclopedia en la que se exponga cómo ser hombre. Pero no existe, nunca se llevó a cabo, quizá porque hubiera sido imposible de escribir. Teniendo en cuenta las esferas en las que queda atrapada, a las que queda reducida la mujer, es de suponer que las otras le pertenecen al hombre. Y, para estar acorde con el grado de perversidad del índice de esta enciclopedia, diré que hubiera sido imposible, en esa otra enciclopedia, pasar por determinados capítulos de la historia que se pretende explicar a las ciudadanas socialistas en este libro. Pero me hubiera gustado verlo. La propaganda educativa La cosa es muy sencilla (y me tomo la licencia de usar precisamente la palabra cosa). Después de haber aprendido la forma correcta de poner un pañal o un apósito, la fauna de insectos urbanos que se pueden encontrar en la casa, cómo planchar una camisa, añadir mangas al chaleco y otras tantas virguerías ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 1.- Irene Uhlmann, Lore Mallachow (Hrsg.). Die Frau. Kleine Enzyklopädie. VEB Bibliografisches Institut Leipzig. Leipzig, 1967. Pág. 708. [Las traducciones de los textos en lengua alemana son todas mías, N. de la A.] 2.- Ibídem. Pág. 709. La cursiva es mía. 3.- Se refiere a El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado. 4.- Irene Uhlmann, Lore Mallachow (Hrsg.). Die Frau. Kleine Enzyklopädie. VEB Bibliografisches Institut Leipzig. Leipzig, 1967. Pág. 711 5.- Ibídem. Pág. 714 ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 55 YOUKALI, 9 caseras, conviene saber el porqué de que se tengan que aprender tales cosas. No se explica así, por supuesto, pues sería harto violento abordar el tema de tal forma, sino que se aborda suavemente desde el lugar que ocupa la mujer en la sociedad, partiendo de una retrospección histórica, que dé pie a poder hablar de las condiciones de la mujer en la sociedad contemporánea (a la enciclopedia de la RDA de 1965 que aquí nos ocupa). Tres son los períodos que preceden al período socialista en el que desemboca la historia y que conformarán este primer capítulo: la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo. Antes de comenzar habremos de tener ya en cuenta el “final feliz”, que nos ayudará, a las lectoras, a leer con mayor alivio lo que alguna está a punto de descubrir. En todo caso, abróchense los cinturones y no olviden que: «Es el socialismo el que por primera vez trae la verdadera liberación de la mujer1». Alguna, con suerte, dejará de leer a partir de aquí, cerrará el libro sobre sus rodillas y, mirando al cielo (al techo del salón) con cara de agradecimiento, dejará escapar un profundo, pero inaudible suspiro. En la sociedad primitiva, se explica, no existía la explotación de la fuerza de trabajo ajena porque se producía sólo lo necesario para cubrir las necesidades básicas. Sin embargo, sí existía (¡ay!) «[...] una natural [división del trabajo] entre sexos2». Y tras esta afirmación, un poco de Bachofen para pasar el trago de forma científica y ampliar nuestros conoci- mientos de antropología. Se nos cuenta así cómo la pareja no responde sino a los momentos en que ésta es funcional: la concepción y la cría; que existía lo que se da en llamar el matrimonio por grupos (esto lo explicará muy bien Engels); y que al introducirse la siembra y recolección de diversos tipos de plantas, son las mujeres las que, al poseer los saberes de las técnicas necesarias para su cuidado y obtención, merecen mayor reconocimiento social. La esclavitud supondrá la primera división social en clases: la de los explotadores y la de los explotados, los esclavos. Aquí se sigue a Engels y hasta se nos da la referencia bibliográfica3. La explicación para llegar a este punto se enrevesa, pero puede concluirse que: al poder asegurarse la supervivencia del clan gracias al cultivo y por la necesidad de mano de obra que tal labor demanda, se comienza a usar a los prisioneros de guerra como mano de obra, se les obliga a trabajar y se les expropia su fuerza de trabajo. Los hombres serán los que cuiden los rebaños, fabriquen las herramientas y custodien a los esclavos, así como los que posean la tierra (cómo se llega a esto no se explica), es decir, los bienes intercambiables con otros clanes. Es esta posibilidad de mercadear lo que inclina la balanza en favor de los hombres al poseer estos los medios de producción. Finalmente, es la necesidad lo que lleva al hombre a prohibir a la mujer «[...] las relaciones con otros hombres4». La necesidad, decíamos, no hay que sorprenderse, de establecer con claridad la legitimidad de sus vástagos, que serán los que reciban la herencia acumulada en vida del padre (y la madre). Es así como la mujer se hace dependiente, en términos económicos, del hombre. Con la cuestión de la esclavitud se alude fugazmente a la prostitución (página 713), pero se anota sin más. El feudalismo, se advertirá, no supondrá un cambio en la situación de la mujer (porque eso, chicas, sólo ocurre en el socialismo real) aunque sí en los modos de explotación. «Ante todo la mujer era fuerza de trabajo explotada, en primera instancia en el marco de la familia5». Pero no se exponen las razones, pues tampoco es cuestión de raspar la herida. Se hace alusión al papel que juega la Iglesia católica en la difusión de la idea, basada en lo expuesto en el uno, dos, mil... muros YOUKALI, 9 página 56 (artículos) Antiguo Testamento y la historia del pecado original, de que la mujer es un ser de segundo orden. Se hace mención a las hermandades católicas de mujeres (monjas), así como a las sectas de mujeres herejes, no controladas por la iglesia, pero no se incide en el tema, que no conviene. Y, para finalizar con este período, se comenta el papel de la mujer en los gremios artesanos (derechos restringidos, por ser mujer, dentro del gremio, etc.). El capitalismo no deja lugar a dudas: «En el capitalismo la trabajadora estaba sujeta a una doble opresión; por un lado la que somete a los trabajadores en general como clase y, por otro lado, la específica como mujer6». Una frase tan vacía, con perdón por adelantado por la comparación, como las que ha- ce María Dolores de Cospedal afirmando que su partido defiende, sí, los intereses de los trabajadores. Y así, del siglo XVI a los primeros años del siglo XIX se hace un breve repaso de los pensadores más influyentes (Lutero, Rousseau, que tanto amó a las mujeres, Gottsched) y alguna de las mujeres de la nobleza (Anna Maria Schürmann), que contribuyeron con su esfuerzo al debate social sobre la cuestión de la mujer. Tras esto, por fin, Fourier, y otra de las grandes frases legadas a la humanidad: «El grado de emancipación femenina es la natural medida de la emancipación general [...]7». ¿Y cuál es el grado de emancipación en la sociedad capitalista?- se preguntan en esta enciclopedia. Nefasto, porque, y este dato será 6.- Ibídem. Pág. 717 7.- Ibídem. Pág. 718 8.- Ibídem. Pág. 719 9.- Ibídem. Pág. 719 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net relevante dado que será retomado más adelante, la mujer será peor pagada, en comparación con los hombres, por la realización de los mismos trabajos. Será a tenor de esta clara desigualdad que surja el movimiento de mujeres, pero el movimiento de mujeres burgués, cuya lucha se centrará en exigir reformas sociales dentro del marco del sistema capitalista, contraponiéndose al proletariado. El mismo movimiento engendra su contrapartida: el movimiento de mujeres proletarias. ¿Qué lo engendra? El hecho de que la mujer proletaria estaba en una situación insostenible: «Y así ella debía ser ama de casa, madre y trabajadora a la vez8». Su salario, además, era considerablemente más bajo que el del hombre en iguales condiciones de trabajo. Y así llegaremos a vislumbrar ese bello final que se nos adelantaba desde el comienzo de la narración: «Una mejora definitiva de su lugar en la sociedad y su liberación, sólo podía ser conseguido cuando su lucha se inscribiese en el movimiento socialista de los trabajadores y en sus objetivos9». Bien, si a alguna lectora le queda aún esperanza de ver grandes cambios, teniendo en cuenta que ésta está ya insertada en el sistema socialista y que en éste se desarrolla su vida, su vida de mujer, el capítulo que sigue se encargará, no de arruinársela, sino de ubicárselas en el lugar adecuado, de llevarla de la mano al lugar que le corresponde en la sociedad. La mujer en el socialismo será el segundo capítulo de este apartado de historia de la mujer en la sociedad. Para empezar se recapitula lo más importante de la historia reciente aludiendo, claro está, al fascismo. Un fascismo que ha diezmado la población masculina y que ha dejado ciudades completamente destruidas. Un fascismo cuya lógica bélica ha llevado a la incorporación de las mujeres al trabajo fabril, entre otros, sin importar si el trabajo desarrollado era nocivo para su salud o respondía a sus capacidades físicas (vid. Página 724). Se reconoce, por otro lado, la gran labor de las mujeres en la lucha antifascista así como en la reconstrucción de las ciudades después de la guerra. Este era el momento, se dice, en que la sociedad estaba madura para afrontar un cambio radical en la vida de las mujeres. ¿Cuál, cuáles? Así llegamos a la República Democrática alemana (RDA). No se debe perder de vista en ningún uno, dos, mil... muros (artículos) Una postura adecuada cuida la musculatura de la espalda y previene el dolor de riñones se en este capítulo. Y se expondrá, sin necesidad de apoyarse en argumento alguno, que las condiciones físicas de la mujer y su capacidad para dar a luz serán los motivos que la lleven a encargarse de los cuidados y la educación de los hijos. Pero, por supuesto, se eleva este cuidado a la categoría de la más importante tarea de la vida y al de deber social. De ahí que las primeras setecientas páginas de esta enciclopedia se dediquen, precisamente, a la tarea de los cuidados, la reproducción y el trabajo en el hogar. Al Estado, sin embargo, le interesa que la mujer se incorpore a la esfera pública de producción, para lo cual se afirma estar tomando medidas que supriman el lastre derivado de la asunción de las tareas caseras. Esta doble ocupación hace que las mujeres aún no estén igualmente representadas en esferas como la política, pero la explicación a esta cuestión es más sencilla, 10.- Ibídem. Pág. 729. La cursiva es mía. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 9 momento la forma en que está construida esta enciclopedia, forma que ya esbozaba al principio de este artículo. La mujer es cuerpo, cuerpo femenino, y como tal hará su entrada en la sociedad, también en la socialista. De modo que, tras la enumeración resumida de los artículos que garantizan la igualdad social de la mujer en la RDA, se pasa a la exposición de cómo se lleva a la práctica en la realidad esa igualdad proclamada. «Hubiera carecido de sentido conceder a la mujer todos los derechos formales y haberle impuesto con ello también todos los deberes, sin tomar en consideración que ella, por naturaleza, tiene por delante una labor específica, su más bella e importante función social: ser madre en tanto que portadora de la vida, perpetuar la felicidad de la humanidad en sus niños10». Queda meridianamente señalada la dirección que va a tomar- página 57 Mayor duración de la energía gracias a la alternancia de los trabajos en el hogar uno, dos, mil... muros (artículos) página 58 YOUKALI, 9 una vez más, de lo que pueda parecer: «Más bien no debe olvidarse que la total igualdad de la mujer no tiene aún ni veinte años de existencia, [...]11». Pero, no nos desviemos del tema, pues, para alegría de las mujeres socialistas son muchos los esfuerzos por aligerar el trabajo del ama de casa: electrodomésticos de todo tipo, lavanderías, inversión en investigaciones científicas para la realización del trabajo de la casa en todas sus facetas, la construcción de sistemas de calefacción central (que evitarían el pesado trabajo de tener que acarrear el carbón); pero también se dan cambios en la sociedad en tanto que algunos hombres comienzan a interesarse (!!) por la organización racional del hogar (vid. Página 734). Esta forma de actuar por parte del Estado se inscribe en lo postulado por Lenin, cuando habló de que la economía del hogar debía ser incluida en la economía socialista, etc., etc.; lo que viene a significar (por si las lectoras no han sabido inferir con la agudeza precisada) que, aunque instaurado el socialismo, aún queda un largo camino hasta el comunismo que está, por así decirlo, en vías de desarrollo. Paciencia, chicas. Unas cuantas loas más a las mujeres, por su labor como madres, por haber elevado considerablemente el número de nacimientos y, para finalizar, el discurso que Walter Ulbricht (Presidente del Consejo de Estado de la RDA) el 30 de Septiembre de 1959, del que, a modo de ejemplo, reproduciré algunos extractos: «Es sabido que a miles de mujeres y madres listas y sabias se les impide, en contra de su voluntad, tomar parte en la construcción socialista, porque faltan las condiciones previas para descargarlas del trabajo en el hogar y de parte del cuidado de los niños. [...]. Esto es atribuible a la dañina influencia del prejuicio de muchos hombres, también de cuadros dirigentes, contra la entrada de las mujeres en puestos de responsabilidad. [...] Confirmamos que, gracias a la total igualdad de la mujer con el hombre y el alcance de todas las posibilidades para el desarrollo de sus capacidades y talentos, el socialismo es para la mujer la mayor de las felicidades12». Ni patriarcado ni opresión, aunque sí cierta predisposición de algunos hombres a seguir siendo prejuiciosos (y un poco vagos) con respecto a sus compañeras que, gracias al socialismo, gozan ya de plenos derechos como ciudadanas. Como ciudadanas mujeres, como ciudadanas madres. No se trata de opresión, ni de explotación, sino de un sentimiento de decepción, por parte de las mujeres, por no poder participar con más empeño en la construcción del estado socialista, al que, en todo caso, contribuyen, como se ha visto en este capítulo, con su irreemplazable labor maternal. Compañeros, hay que ayudarlas a que (como se dice ahora): concilien la vida familiar con la laboral. Lo que pasó en realidad (o más de lo mismo) «Para los interesados sobre todo en la emancipación política en ámbitos como los de la raza y el género, sería una tontería que relajaran su atención aquí y aceptaran las buenas intenciones de ese liberalismo de buen corazón que proviene de los machos blancos de izquierdas; no se puede confiar en que éstos, siendo productos de la historia política que con frecuencia ha marginado violentamente estas cuestiones, eliminen milagrosamente estos malos hábitos de sus sistemas de la noche a la mañana13». Entonces, ¿cómo era esa historia de que del matriarcado se pasa al patriarcado y después todo se equipara aunque con una única salvedad, ya casi erradicada, que es la de la división natural de los trabajos basada en el género? Hasta ahora hemos tomado la enciclopedia de la mujer como base, como filtro mediador entre la teoría y las lectoras. Pero ¿qué ocurre si vamos a las fuentes? ¿Qué encontraremos si leemos el famoso libro de Bebels, La mujer y el socialismo, que llegó a vender 50.000 ejemplares sólo en la RDA? La historia dice así: la mujer, confinada en el hogar desde que, como explicara el mismo Engels14, se 11.- Ibídem. Pág. 732. La cursiva es mía. 12.- Ibídem. Pág. 735. La cursiva es mía. 13.- Terry Eagleton. La estética como ideología. Ed. Trotta. Madrid, 2006. Págs. 55-56 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 59 crianza, del desarrollo social de los individuos, de la composición de los núcleos familiares (o células mínimas) e incluso de los modos del sistema de producción, es ubicada en lo privado, convirtiendo a la misma, vuelvo a repetir, en un tema fuera de toda discusión. Esta forma de operar es tan artificial, que en la realidad de la vida cotidiana acaba por hacer evidente la necesidad de que sea parcheada. De modo que se hacen operativos, en el caso de la RDA, ciertos dispositivos conciliadores, dirigidos a que sea posible esa incorporación de la vida de la mujer al trabajo asalariado como, por ejemplo, las guarderías. Es importante señalar, que las medidas se toman en aquellos casos en que la vida privada interactúa irremediablemente con la pública, que sólo se refieren a esa interactuación siempre y cuando el sujeto que la experimente sea la mujer (porque a ésta le corresponde por naturaleza el ocuparse de lo privado) y que las medidas se hacen operativas en la esfera pública y no en la privada. Por ejemplo: no se libera a las mujeres de tiempo de trabajo para que puedan ocuparse de los hijos (en comunidad o en la soledad del hogar), sino que se las exime durante un determinado número de horas, del cuidado de los mismos, para asegurarse la productividad de éstas en el espacio público (en la empresa o fábrica), pasando a ser el Estado el que se encargue de los hijos. Lo que demuestra que dicho mecanismo se basa en una forma de derecho legitimada estatalmente. Sacar a la luz esta alienación que sufren las mujeres se hace inevitable y se rompe así la barrera de lo moralmente aceptable. Hay temas que no pueden esperar a ser hablados porque coartan la libertad de las mujeres y estos temas, encerrados bajo llave en el cuarto de lo privado (y a las mujeres con éstos, fuera 14.- Léase al respecto de F. Engels. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 9 inhabilita el derecho materno sobre los hijos y se hace primar el derecho paterno, gracias a que será éste quien posea los bienes materiales privados (y el que los deje en herencia a sus vástagos), se ve alejada de la esfera pública, recluida, controlada y privada. Esta explicación, amparada en argumentos de corte histórico y económico, se ve ensombrecida, como sin remedio, por argumentos que, en lugar de extraer la conclusión lógica de los mismos, se esforzarán por explicar la situación concreta que se da en el Estado socialista, llegando a la, como no, positiva conclusión de que ha sido superado ese injusto bache histórico (¡¡pero qué maravillosa noticia!!). Así, tanto Engels como Bebel, perpetuarán la mentira de la natural división de los sexos y sus naturales roles sociales, con la consecuente y natural división del trabajo. Aunque en ésta última natural división descarguen todo su entusiasmo, declarando, como decía, que ha sido superada en sus aspectos histórico-económicos (no en los propiamente naturales), gracias a la justa incorporación de la mujer como trabajadora asalariada en la esfera social pública. La mujer ya está equiparada al hombre (pues sí que era sencillo). A modo de resumen la explicación quedaría como sigue: la invención de la propiedad privada y el hecho de que sea el hombre el único posible poseedor de la misma, hace de la mujer igual posesión del hombre, lo que la anula dentro de la vida social pública, reduciendo su espacio de acción al del hogar y la familia. La estrategia socialista de incorporar a la mujer en la cadena de producción salarizada, le devuelve a la mujer sus derechos, gracias a que la convierte en independiente económicamente (le devuelve, o más bien le da, el derecho a poseer propiedad privada). El argumento, como se ve, una vez se adentra en los entresijos de lo que significa el acceder a la vida pública, se olvida (premeditadamente) de la vida privada, donde las leyes de la naturaleza y de la costumbre (y este es otro argumento que Engels, gracias a las tesis antropológicas y etnológicas de Morgan y Bachofen esgrime sin dificultad a la hora de tratar temas como el de la natural monogamia, sobre todo de la mujer) rigen por derecho propio. No es que se les haya olvidado definir qué se circunscribe en el ámbito de la vida privada, sino que en un movimiento estratégico doblemente operativo, lo privado sirve para definir lo que no es público y, por otro lado, lo privado se constituye como el ámbito de lo no discutible, de lo natural. La reproducción de la vida y de la fuerza de trabajo que le es expropiada al trabajador/a, que determina los modos de relación sexual, de la uno, dos, mil... muros de su tiempo de producción asalariado), necesitarán ser nombrados. YOUKALI, 9 página 60 (artículos) Así no se hace. Déjame a mí Las mujeres, que viven en sus propios cuerpos la alienación que supone poner su vida a trabajar también en la esfera pública, sin haberse podido desligar, o deshacer previamente, del otro compartimento secreto, que sólo (re)conocen ellas, el cajón de lo privado, dan los primeros pasos para poder colocar todos los elementos que aún se guardan en las últimas cajas de la mudanza que ha supuesto el profundo cambio social experimentado en la RDA. Las contradicciones que encarna la mujer socialista saldrán a la luz en la literatura de los años ‘70, una literatura que nace del compromiso de las escritoras por mostrar soluciones imaginarias a las contradicciones ideológicas en las que viven. Las escritoras que entran en juego en esta década son hijas, precisamente, del estado socialista que aquí nos ocupa. Han sido educadas en y siguiendo tales parámetros y no adolecen de responsabilidad ante la empresa que les ocupa: la de narrar, la de interpretar el mundo para poder comprenderlo, hacerlo propio y ayudar al lector a que intervenga en el proceso, a que se sume a éste y lo protagonice desde la ficción, para poder abordar así la vida. Sus ganas de escribir son producto del impulso emancipador propio de aquellas a las que han enseñado a reflexionar sobre la sociedad en la que viven y que, antes de reproducir dichas explicaciones, se ven en la tesitura de replantearse su postura, no como individuos, en el sentido burgués de la palabra, sino como componentes de dicha sociedad, como vectores de la misma, dada su posición de escritoras. Hasta ahora, la literatura, se obstinaba por crear un héroe (e incluso había heroínas) lo más parecido al ideal de lo que debería ser un obrero (aunque sin olvidar dotarlos de rasgos humanos comunes para que fuera efectiva la posible identificación del lector con el personaje): un hombre sencillo, del pueblo, capaz de demostrar la fortaleza y el empeño propios de la clase dirigente (el proletariado), sacrificado, obstinado y, sobre todo, optimista, capaz de conectar con las diversas individualidades que componen la masa lectora. Dubravka Ugresić en un divertidísimo artículo titulado ¡Larga vida al socialismo real!, lo cuenta así: «La película yugoslava Gente normal y corriente abordaba el mismo tema. Los protagonistas son un hombre y una mujer: un ingeniero que ha perdido una pierna (un ex combatiente, herido de guerra) y una joven médico ciega. Se enamoran. Trabajan con ahínco de sol a sol; él para construir la sociedad del futuro; ella en su hospital. Y van a esquiar: el ingeniero con una sola pierna; la médico de memoria. La mujer se somete a una intervención quirúrgica de alto riesgo, tras la cual recupera la vista. Nunca podré borrar de mi corazón ese magnífico final feliz, cuando el ingeniero lisiado y la otrora ciega se encuentran en un impresionante dique socialista. Su beso, acompañado del poderoso rugido del agua y el embelesado aplauso de los obreros, pervivirá eternamente en mi memoria cultural15». El primer objetivo del sistema literario, una vez instaurado el nuevo régimen socialista, fue el de reflejar, explicar y apoyar las ideas propias de la concepción marxista-leninista del mundo. Se crea así, un mecanismo cuyos engranajes proporcionan a la lectora la posibilidad de dilatar su experiencia vital, así como de profundizar en la misma, dado que la literatura, a través de la ficción, dota al lector de la posibilidad de tomar decisiones de forma menos arriesgada que en la vida real, de reflexionar sobre cuestiones de mayor o menor trascendencia vital al darle las herramientas de reflexión necesarias para que se desencadene tal proceso. El discurso literario no puede imponerse de forma mecánica, pero revela propuestas interpretativas del mundo, que dependen a su vez de la apropiación subjetiva y personal de las individualidades que a él se le acerquen. Después de casi treinta años, dicho tipo de personaje que pretende ser ejemplo único, pero a la vez singular (se lo sitúa en la fábrica y se describen sus relaciones familiares, personales, etc.), está lejos de representar la realidad social: la cotidianeidad en la que se inserta está idealizada y responde, sólo en parte, a 15.- Dubravka Ugresić. Gracias por no leer. Ed. La Fábrica. Madrid, 2004. Pág. 44 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) para el que necesitarán encontrar, si pueden, nuevas respuestas, pero sobre todo, que les hará tener que formular nuevas preguntas. La duda (la maravillosa duda que nos hace revivir) y la inseguridad, que hace que no se base en una cuestión de fe lo que se está narrando, se instaura de forma inevitable, pero positiva, en el panorama literario. ¿Qué es lo que la literatura refleja? ¿Acaso es ese espejo omnisciente, como afirma la doctrina literaria existente? ¿Y qué pasa con eso otro que queda ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net página 61 la realidad que quiere reflejar. Pero ¿cuál es el punto de inflexión a partir del cual la literatura ortodoxa, a la que se incorporan las nuevas generaciones, experimenta un cambio, un redireccionamiento? El levantamiento del muro. A partir de este momento de cambio de estrategia política, la literatura comienza a reflejar lo que los escritores no pueden evitar sentir: la duda. No una duda que les lleve a invalidar el sistema en el que se encuentran, sino una duda que les posibilitará dotar de sentido al nuevo orden mundial, YOUKALI, 9 Correcciones posturales para estar en público uno, dos, mil... muros (artículos) YOUKALI, 9 página 62 fuera de lo reflejado por el espejo? Como apuntará Wolfgang Emmerich, ya no podía esconderse: «[...] que seguía habiendo relaciones de opresión y dependencia, que seguían existiendo zonas tabú de la miseria psíquica y material, que hasta ahora no había capturado ningún espejo literario16». Es así como la literatura de la RDA comenzarán a conformarla personajes que formulen preguntas y se expongan en su proceso reflexivo. La literatura de los ‘70 escrita por mujeres, será un vivo reflejo de esto y, si bien las primeras voces tienen un tono más conciliador, lo que no les resta fuerza subversiva ni valentía, las que las secunden serán mordaces, veloces, irónicas y salvajes. Y esto no “porque sí”, sino más bien porque no se concibe ya de otra manera. La experiencia de la contradicción provoca irremediablemente el cambio, plantea el nuevo campo de juego desde el que pensar lo subjetivo, y ellas están ya al borde del colapso, viendo como la teoría de la dialéctica, tantas veces repasada y discutida, no logra manifestarse, no funciona, hay un tapón de cera que lo obstruye en los oídos de los que tan alegremente, al estilo socialista, eso sí, representan el patriarcado. El comienzo simbólico del año 1971 en la RDA, acaba por desatar los cabos que empezaban a aflojarse, gracias a las declaraciones de Honecker: «En el VIII Día del Partido del SED se ha concluido que, desde ahora, la cuestión nacional ha sido resuelta y que la RDA ya no se define más como la lograda “co- munidad humana socialista”, sino como “sociedad de clases no antagonista”17». Si tal cosa podía ser afirmada, era de suponer que los esfuerzos por redirigir la economía en pro de la construcción de un estado socialista eran la clave, es decir, que habían producido las condiciones económicas necesarias para que se diera un cambio social real. Erradicar las clases sociales conlleva haber logrado erradicar las relaciones sociales de poder que producen la posibilidad por parte de algunos grupos sociales de mantener sometidos a otros grupos, como de hecho ocurre en las sociedades capitalistas. El cambio en la concepción misma de la herramienta ideológica que es la escritura se perfila con la apertura de la década, pero provoca algo más que un cambio en el uso de la misma. El desplazamiento tiene lugar, ante todo, en el mismo sujeto que la empuña y que redirigirá necesariamente, como veremos más adelante, el filo hacia su propia persona. La cuestión en sí nace del siguiente planteamiento: si la sociedad de clases queda abolida, superada ¿qué ocurre con los sujetos que encarnaban esas representaciones políticas de clase? Partiendo de que no se está afirmando algo tan inverosímil como que han sido superadas todas las contradicciones socioeconómicas y que la igualdad ha sido instaurada en la nueva sociedad ¿cómo se puede pensar sobre esto mismo partiendo de un sujeto, el obrero proletario (masculino, blanco y heterosexual), que no se presenta ya como operativo? Es decir, proletarios sigue habiendo en la RDA, porque la nueva sociedad la conforman, final y parece que felizmente, precisamente, los proletarios. Pero si la ubicación política del sujeto cambia y ya no se sitúa en un posicionamiento antagonista ¿cuáles son ahora los atributos de ese sujeto?18 ¿Cuál es la composición del sujeto analítico necesario para comprender las nuevas formas de la realidad y qué contradicciones ideológicas lo atraviesan? El panorama literario (e incluso el político) es de irremediable recomposición, un panorama que volver a pensar y para el que consecuentemente hay que inventar el instrumental analítico preciso. El cambio social proclamado (que tiene su parte de realización aunque no se corresponda exactamente con lo que los políticos concluyan) provoca cortes profundos en 16.- Wolfgang Emmerich. Die andere deutsche Literatur. Aufsätze zur Literatur aus der DDR. Westdeutscher Verlag. Opladen, 1994. Pág. 52 17.- Kornelia Hauser. Patriarchat als sozialismus. Soziologische Studien zu Literatur aus der DDR. Argument Verlag; 1994, Hamburg. Pág. 90 18.- El concepto de sujeto que manejo no es propio de concepciones deterministas o que apelen a la esencia, sino que tomaré el concepto de sujeto como acaecer social. Esta definición es válida para el conjunto del artículo, pues no afirmaría en caso alguno tal cosa como que ese manido sujeto obrero, héroe de toda historia socialista que se precie, sea un sujeto acabado y concreto, por mucho que se pretenda dar esa imagen del mismo. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 19.- Por supuesto que habrá voces más reformistas, pero en el caso de las escritoras, veremos que en tan sólo una década, la posibilidad de ser agente de un cambio real, las llevará, en su mayoría, a volcar su vida y su escritura en pro de lo que entienden y ya casi vislumbran, como la utopía hecha realidad. Es remarcable el hecho de que muchas de ellas no se dedicaran a la escritura profesionalmente, sino que ejercían profesiones como la de médica, matemática, psicóloga, etc., y usaban la escritura como medio de denuncia social. 20.- De Lauretis. Diferencias: etapas de un camino a través del feminismo. Ed. Horas y horas. Madrid, 2000. Pág. 142 21.- Así lo explicará De Lauretis en Ibídem. Pág. 139 ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 63 tiendo de que tal concepto sería válido a la hora de presentar la problemática que desde dicho colectivo se quiere plantear: el hecho de que las condiciones socioeconómicas y políticas no son iguales para hombres y mujeres, porque siguen inscribiéndose en el marco del patriarcado, validador de estupideces tan increíbles como la natural división de los trabajos, apelando a las diferencias innatas de cada sexo. El concepto de clase social se presenta, pues, como impreciso para reflejar la realidad, así como afuncional ideológicamente. Su uso, en este caso por parte de las mujeres, supondría la construcción de un contra-discurso que devendría en un separatismo radical binarista (división sexual de la sociedad como punto de partida analítico) que, por otro lado, no dejaría de hacer uso de los parámetros del discurso social dominante al invalidar los términos “mujer” y “hombre” como categorías políticas y haciéndolos pasar por datos naturales. Sin embargo, tampoco se opta por la tendencia igualitaria de la vertiente feminista que aboga por la homologación (lo que Luce Irigaray llamará “ideología de lo mismo”) que crearía un lugar para las mujeres dentro del discurso hegemónico, porque esto ya se da. Tampoco se establece esta discusión con la intención de tomar el poder, sino de evidenciar los modos de poder vigente; la discusión será el vector que posibilite la radicalidad del discurso, cuya estrategia será clara: si bien las mujeres no pretenden componer una clase social alternativa, sí ponen en entredicho cuáles son los atributos de esa clase en la que se ven inscritas. El camino de configurarse como clase social oprimida que lucharía por la desaparición de todas las clases «lleva a la desaparición de las mujeres en cuanto a clase, o sea, a la desaparición de las mujeres en cuanto mujeres20». Se inhabilitaría, por lo tanto, el posicionamiento estratégico desde el que mostrar las contradicciones del sistema; y se acabaría con un sujeto político que aún está pendiente de ser explorado y que encierra en sí un potencial transformador que ya no puede ser obviado. Lo que acontece en este momento es la posibilidad, por parte de las mujeres, de pensarse como entidad social colectiva, como categoría social, por decirlo con Wittig, como el producto de una relación económica de explotación y de una construcción ideológica patriarcal21. El hecho de desmarcarse del concepto de clase YOUKALI, 9 todo un imaginario cimentado sobre las sólidas bases de una realidad concreta a reflejar por el espejo literario y, como afirmaba anteriormente, esto provoca la emergencia de la duda, la apertura de una nueva rendija desde la que asomarse a la realidad. A partir de ahora se trata de proponer y no ya de enunciar desde lo incuestionable. Porque el escritor no cuenta con un edificio desde el que dirigir la mirada, sino que se sitúa ante el maravilloso abismo de la apertura. Porque el sujeto desde el que se partía pertenece a una cosmovisión invalidada desde el propio discurso de la superestructura ideológica. Porque el escritor no puede por definición ser ajeno a estos desplazamientos y se ve, asimismo, desplazado. Por eso se produce lo impensable dentro del marco de un estado socialista instaurado y tan pulcramente definido: ha de reinventarse la mirada con que se enfoca el sistema, pero también el sujeto que lo compone y el que lo narra. Hay que dotar a la realidad de sentido, porque, aunque no se quiera reconocer, la realidad es que el sentido hasta ahora funcional, se está resquebrajando. Siempre habrá quien intente achicar agua con una profunda convicción de estar en lo cierto, pero, afortunadamente, también en la RDA, ocurre que hay valientes. Y no se trata de oportunistas, entre otras cuestiones, porque, como veremos, no se pone en momento alguno el acento sobre la invalidez del sistema, sino sobre la perspectiva adoptada para entenderlo y proceder así a su desarrollo y, si se quiere, a efectuar en este los cambios necesarios para su utópico perfeccionamiento19. Las mujeres, como se demuestra en la vasta producción literaria de los años ‘70 y ‘80 por parte de éstas, son las que ven en este momento la oportunidad de instaurar nuevos modos de producción de sentido y subjetividad en los que se sientan incluidas y del que se sientan partícipes. Existe en este colectivo una necesidad imperiosa de deshacer otro nudo más de contradicciones que las tiene presas, dentro de un sistema social que peligrosamente se piensa como (a punto de ser) acabado, es decir, plenamente desarrollado en todas sus facetas. Sin embargo, su propuesta no se dirige por la senda que marcaría el marxismo ortodoxo, es decir: no se pretende ahora que exista tal cosa como la “clase social mujer” opuesta a la “clase social hombre”, incluso par- uno, dos, mil... muros (artículos) página 64 YOUKALI, 9 social hace que la cuestión no se centre en la búsqueda de una identidad y esto provoca una multiplicación de los puntos de vista, los relatos y las experiencias que confluirán en este esfuerzo por repensar (y repensarse en) una subjetividad que no es autónoma en tanto que sigue ligada a unas prácticas de dominación que parten de la alteridad y la subordinación de la mujer con respecto al hombre. Dicha subjetividad, inscrita en el proceso de generación dialéctico de la sociedad, pretende partir del sujeto que deviene a través de ella, para acabar cumpliéndose en la superestructura en su forma reinventada. Su primer paso será el de encontrar los signos ideológicos que den cuerpo a la propia experiencia que pretenden enunciar y denunciar. Es frecuente, cuando se habla de literatura escrita por mujeres, el uso devastador del concepto “intimidad”, que deslegitima cualquier posicionamiento político, como si lo íntimo le perteneciera por naturaleza a la mujer y ésta no fuera capaz de desprenderse de tal lastre. No. Las escritoras de este período saben muy bien que en el orden del día de la esfera pública falta por incluir el debate, precisamente, que trata la cuestión de lo privado. No “su” vida privada, sino lo privado socialmente constituido, que, por mucha parafernalia que se monte alrededor de la vida de trabajadoras asalariadas que llevan, sigue siendo lo determinante a la hora de desarrollarse en la esfera pública. Lo privado, lo experimentado, no puede existir (así Bajtin) fuera de su corporización en signos22. La emisión, la narración, está determinada por las relaciones sociales. «Aparte del hecho de que la palabra como signo es un préstamo que toma el hablante del repertorio social de signos disponibles, la manipulación realmente individual de este signo social en una emisión concreta está totalmente determinada por las relaciones sociales23». Se trata entonces de encontrar nuevos modos de producción de sentido a través de un nuevo imaginario simbólico, cuyos signos ideológicos sirvan para narrar la experiencia social de las mujeres y, a la vez, que ponga de manifiesto cómo la propia identidad social es algo construido desde el exterior y algo interiorizado al mismo tiempo24. La estrategia feminista de visibilizar lo que ha sido premeditadamente apartado de la esfera pública, suele interpretarse como un modo amoral de llamar la atención y que atenta contra la intimidad, como lugar sagrado en el que el individuo pudiera encontrarse “a salvo” de cualquier interacción social en su vida. Estos argumentos son aún vigentes en nuestra sociedad por la credibilidad que se les otorga. Y no sólo se cree, sino que al poder le conviene que se siga creyendo en la cuestión de que existe una vida propia, autónoma, autoconstruida y “ganada” por pleno derecho. El régimen socialista de la RDA, como el resto de países del socialismo real, se inscribe inevitablemente también en parámetros moralistas, que encubren estrategias político-patriarcales, a la hora de definir esa existencia del sujeto social. Y comete la osadía (por usar un eufemismo) de hacer una clara división entre lo público y lo privado en la existencia de éste (como hemos visto al comienzo de este artículo). Pero ¿qué sujeto encarna, si se quiere en mayor medida (aunque no es esta una cuestión de grado), la división social entre lo público y lo privado? La mujer. Y conste que no llevo instalado ningún dispositivo automático de respuesta refleja, sino que si tantas veces sale esta respuesta es porque el objeto de este análisis trata de desenterrar (una vez más) el verdadero juego del estado patriarcal, que gira en torno al sometimiento y el control de una parte de la población encasillada en el término mujer25. Las ingenieras del alma o “el cuidar se va a acabar” La discusión está servida, la guerra dialéctica ha comenzado. Ante la idealización de la realidad, la crudeza de la misma. Ante tanto discurso bello y vano, un mostrar lo que sucede. Así Bebel: «Y precisamente, una práctica trabajadora en cualquier oficio es además educadora, profesora o cuidadora en otra de las partes del día, practica una tercera parte de éste algún tipo de arte o cuida de una rama de la ciencia y desempeña en la cuarta parte del día alguna otra función transformadora26». Así Helga Schubert: 22.- Valentín N. Voloshinov. El signo ideológico y la filosofía del lenguaje. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires, 1976. Pág. 107 23.- Idem. Pág. 108 24.- Así en De Lauretis. Pág. 118 25.- Años de análisis feminista y de género, demuestran como el sujeto mujer lo encarnan diversas individualidades y cuerpos, que se pretende sean igualmente sometidos a los dictados del patriarcado heterosexual o heteronormatividad, como lo llamará Celia Amorós. 26.- August Bebel. Die Frau und der Sozialismus. Berlin und Bonn, en: Kornelia Hauser. Patriarchat als sozialismus. Soziologische Studien zu Literatur aus der DDR. Argument Verlag; 1994, Hamburg. Pág. 258 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros página 65 Correcciones sobre la vestimenta adecuada en los dos ámbitos laborales de la mujer: el trabajo en casa y el trabajo fuera de casa (artículos) ¿Qué elementos hay aquí de reconciliación? ¿Qué posibilidades hay de recomponerse, como mujer, a partir de la igualdad, que aunque aún por matizar, ha sido de facto instaurada y celebrada? Dejaré que sea Kornelia Hauser quien lo explique, puesto que llegar a este punto me irrita siempre tanto, que podría romper con todo el tono explicativo y propositivo que hasta ahora he logrado mantener: «Los tiempos no cambian cuando se trata de las naturalizadas actividades sociales femeninas; la relación necesaria con los vivos (llamémoslo amor) para dar la vida a la siguiente generación, aquello que se necesita para hacer más dichoso al mundo, permanece en las cabezas socio-críticas masculinas detenido tan en lo femenino, que no se reflexiona sobre ello28». Queda demostrado que entrar en el mundo masculino es posible, pero que los dominios tradicionalmente femeninos y su orden patriarcal son respetados (y protegidos también, o sobre todo, por el Estado). En la literatura de los ‘50 y hasta llegar a los ‘70 encontramos ejemplos de novelas en las que las protagonistas femeninas son el claro ejemplo de la Superfrau (o superwoman, como decimos aquí). En 1955 escribe Elfriede Brüning Regine Haberkorn: la historia de un ama de casa que contra las protestas de su marido logra conseguir un trabajo temporal como ayudante; conseguirá finalizar la formación necesaria para ocupar un puesto de mayor responsabilidad y acaba conservando el trabajo, aunque su marido, finalmente, la abandona. Las historias de Eberhard Panitz son también muy comentadas porque aún en los setenta seguía 27.- Helga Schubert. Mondstein. En: Das verbotene Zimmer. Geschichten. Luchterhand Darmstadt und Neuwied, 1984. Pág. 54. A pesar de la edición que manejo, el cuento ya fue publicado en 1975. 28.- Kornelia Hauser. Patriarchat als sozialismus. Soziologische Studien zu Literatur aus der DDR. Argument Verlag; 1994, Hamburg. Pág. 258 29.- Berta Waterstradt. Eine belanglose Geschichte. Recogida en: Stefan Heym (Hrsg.). Auskunft. Neue Prosa aus der DDR.Reinbek. München, 1974. Pág. 162 ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 9 «Levantarse a las cinco, desayunar (come muy poco para desayunar), preparar entonces el desayuno para los dos hijos mayores, preparar los bocadillos, porque si se hacen la noche anterior se quedan muy secos, poner el despertador a las siete a los dos hijos mayores. A las seis menos veinte despertar a los pequeños, arreglarlos y salir de casa con ellos a las seis. Su trabajo queda cerca, pero la guardería está al otro lado de la ciudad, lo que significa una hora de ida y vuelta. Dado que con tres niños ya se considera que tiene familia numerosa, su jornada laboral es de cuarenta horas semanales. Lo que significa que con el desayuno y la pausa del mediodía sale a las cuatro menos cuarto. Después otra vez la misma historia con la guardería. Contando con la compra está en casa a las cinco. Corregir los deberes, hacer la cena, fregar los platos, hacer una pequeña colada. Procura estar lista a las siete y media, pues hay que ponerse al corriente de la política27». uno, dos, mil... muros (artículos) página 66 YOUKALI, 9 estereotipando a la mujer en sus novelas para que diera la “talla socialista”. En Absage von Albert Lachmuth, cuenta la historia de una mujer cuyo marido, camionero, la abandona y se va al Oeste. Con dos hijos y habiendo estudiado sólo hasta el octavo curso, se supera a sí misma en un triple salto mortal y llega a ser ingeniera. La historia se avala gracias a algunos momentos de decaimiento por parte de la protagonista, momentos en que decide abandonarlo todo, pero que gracias a su afán de superación no quedan sino en meras anécdotas. En este tipo de novela encontramos el trabajo como único medio de reconocimiento social, pero, sobre todo, la narración únicamente de lo que acontece en la esfera pública y no de todo eso otro que pasa por detrás. Berta Waterstradt hará un irónico retrato de esta Superfrau con adición a la “cualificación laboral”: «(Habló) de su cursillo, donde se les enseñó de forma teórica cómo duplicar la producción, habló de su capacidad, que es realmente enorme: con la mano izquierda se ocupa del marido, del hijo y de la casa, renueva el hogar y confecciona su propio vestuario; con la mano derecha aumenta su cualificación y cumple con el trabajo social; con los pies pisa nuevos caminos29». La producción literaria de las mujeres en los años ‘70 es vastísima. De las maneras que apuntan grandes obras de la literatura de la RDA, como Karen W., de Gerti Tetzner o Franziska Linkerhand de Brigitte Reimann, pero, sobre todo, de las revolucionarias novelas de Irmtraud Morgen, como Amanda. Ein Hexenroman o Leben und Abentuer der Trobadora Beatriz nach Zeugnissen ihrer Spielfrau Laura, saldrá una enorme disparidad de voces de mujeres dispuestas, no tanto a defenderse, como a atacar con los argumentos irrefutables de la experiencia, de lo que viven, de cómo lo viven y las atraviesa, por encarnar en su cuerpo las contradicciones a las que las somete el patriarcado. Las brujas de Morgner, cuyas figuras tantas páginas han originado para explicar lo metafórico de éstas (lo cual no ha servido sino para desviar la atención de la estrategia política desde la que se produce su enunciación30), son unas auténticas “deslenguadas” que dicen, sin más, lo que ha de ser dicho, como en los conjuros, para que funcione el he- chizo, es decir, para que se produzca el cambio. En Amanda una mujer afirma en la reunión del sindicato, que la RDA no necesita, a diferencia de los del Oeste, mano de obra extranjera (Gastarbeiter) para su “milagro económico”, porque ya tienen a las mujeres que, en un segundo o tercer turno, despachan el trabajo que hacen los turcos31. La igualdad declarada, reducida a la existencia de unas cuantas leyes, logra invisibilizar la realidad cotidiana en que se desarrolla dicha supuesta igualdad. Teniendo en cuenta que no hay movimientos feministas en la RDA y que palabras como feminismo o patriarcado son tabú, en tanto que se consideran propias de los movimientos de mujeres de corte burgués (con esto de burgués qué fácil es desarticular cualquier discurso), encontrar un lugar desde el que enunciar32, desde el que narrar y denunciar, no es una tarea fácil. Christa Wolf, en su introducción al maravilloso libro de Maxie Wander Guten Morgen, du Schöne, lo explica así: «Lo que han conseguido y de lo que, evidentemente, hacen uso, ya no les basta. No se preguntan en primer lugar por lo que tienen, sino por quienes son. Sienten cómo comienzan a solidificarse sus nuevos roles, cómo de pronto ya no pueden moverse más en las instituciones; sus ganas de vivir son grandes, su hambre de realidad insaciable. Esto las lleva a tocar, a palpar, los nuevos tabúes, porque los cambios seguirán siendo impulsados con mayor fuerza, cuanto más hondo se agarren. La posibilidad que les da nuestra sociedad: hacer lo que hacen los hombres, les ha llevado a preguntarse, como era previsible: ¿Qué es lo que hacen los hombres en realidad? Y ¿es eso verdaderamente lo que quiero?33» Lo que la pareja supone a nivel vital comienza a sopesarse, desde el puno de vista del desarrollo personal, así como el hecho de tener o no hijos. Está claro qué circunstancias ayudan a progresar en el ámbito socio-laboral y cuáles la retrotraen a una, al menos por unos años, a la esfera del hogar (la casa, los cuidados, la educación de los hijos, etc.). Pero, más allá de evitar a toda costa que la vida propia pase por el recorrido de tales caminos, se intenta reflexionar sobre la posibilidad de diferentes modos de subvertir las normas, de erradicar las tradiciones en éstos instauradas. No casarse o no tener hijos es una posibilidad 30.- Un buen libro de referencia para el tema de las brujas, así como para desmitificar todo la propaganda fantástica que se ha escrito sobre ellas, las mujeres, para invisibilizar las estrategias políticas que se llevaban a cabo gracias a su segregación y asesinato, recomiendo leer: Silvia Federici. Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Ed. Traficantes de Sueños. Madrid, 2010. 31.- Comentado en: Irma Hanke. Von Rabenmüttern, Fabrikdirektorinnen und Hexen. Frauen schreiben über Frauen. En: Gisela Helwig (Hrsg.). Die DDR Gesellschaft mi Spiegel ihrer Literatur. Wissenschaft und Politik Verlag. Köln, 1986. Pág. 134 32.- Ilse Nagelschmidt, especialista en literatura de mujeres de la RDA, usará el concepto orten. 33.- Christa Wolf. Berührung. En: Maxie Wander. Guten Morgen, du Schöne. Suhrkamp Verlag. Frankfurt am Main, 2009. Pág. 19 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 34.- Helga Schubert. Meine alleinstehenden Freundinnen. En: Lauter Leben. Geschichten. Aufbau-Verlag. Berlin und Weimer, 1975. Págs. 5-10. 35.- Sarah Kirsch, Irmtraud Morgner, Christa Wolf. Drei Geschichten über die Umwandlung der Verhältnisse. Sammlung Luchterhand. Darmstadt und Neuwied, 1980. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 67 cen auto-stop cuando van con alguien. Especialmente de noche no se debe hacer auto-stop, porque podría pasar algo. Alguna vez ya han viajado en una dirección totalmente opuesta, sólo porque el conductor del camión dijo que no iba a la costa polaca, sino a otro lugar y que era mucho más bonito que el lugar hacia el que no viajaba. Así conocen ellas el mundo. A mis amigas solteras se las puede pedir cosas. Le prestan a uno el oído o un libro, según qué. Si tuvieran dinero también lo prestarían34 ». Intentos concretos de nuevas formas de vida o de poner la vida en sociedad, llevan a la creación de innumerables argumentos que sostengan dichos imaginarios y que, con tanta ironía, describe Helga Schubert. Entre otras cuestiones aparece la de la los hijos en tanto que una fase vital no tan cuestionada como la de la pareja en sí. Es decir, que el problema no es tanto el tener hijos como los hombres en sí, con los que se convive. A este respecto, Sarah Kirsch escribe un relato breve sobre la supuesta relación feliz entre una científica y un camionero (en la cual, por supuesto, es ella la que se ocupa de la casa), que sólo logra encontrar el equilibrio desde el momento en que ella se convierte en hombre, sin que se dé ningún tipo de reflexión sobre la situación en sí. Se sobreentiende por parte de su compañero que si conviven dos hombres habrán de repartirse las tareas a partes iguales y hasta encuentra entretenido fregar con su “amigo” los platos35. Irmtraud Morgner escribirá también sobre la transformación de Valeska en hombre. La protagonista, soltera, con un hijo, sufre un momento de pánico el día en que su novio le propone irse, finalmente, a vivir juntos, porque ella se ve ya anclada de nuevo al marco del tener que hacer de “mujercita”. Esta circunstancia desencadenará una serie de reflexiones sobre la convivencia y el papel de la mujer en la pareja (familia) que la llevarán a concluir que se debería ser hombre para deshacerse del rol de mujer. Dicho y hecho, el caso es que ocurre y Valeska se transforma en hombre. El shock que le produce le hace tomarse unos días de vacaciones en el trabajo y marcharse a Moscú donde conoce a una mujer con la que se acuesta y que le ayuda a asimilar los cambios que se han producido en su cuerpo, pero también los cambios de ubicación en la sociedad, que le proporciona su nuevo aspecto masculino. Con su compañero acaba llegando al acuerdo de mantenerse como hombre YOUKALI, 9 que facilita alcanzar ciertas metas que no tienen por qué asegurar la “plenitud vital”. Renunciar a tener hijos o a compartir la vida con otros puede resultar para algunas un precio muy alto, si como contrapartida a una le queda el supuesto éxito en la vida pública a través del desempeño de su profesión. De modo que se impone el experimentar con la vida propia, el jugársela y tomar decisiones inusitadas (e impropias de su sexo), decisiones que, dado el lugar social que les es, por principio, asignado, se salen de su campo de acción. Las mujeres se imponen como tarea el conquistar nuevos espacios de poder y el ser agente de su propia vida, con los malabares que supondrá llevar esto a cabo. Helga Schubert describirá esto en un cuento llamado Meine alleinstehenden Freundinnen, del cual extracto algunos pasajes. «Mis amigas solteras no van a la peluquería, pero poseen, secretamente, rulos. Se cortan el pelo unas a otras. A mis amigas solteras les da igual lo que lleven puesto. […] Mis amigas solteras tienen, a no ser que no tengan niños, un hijo. Los niños no necesitan recoger mucho, ni tienen que ir tan temprano a la cama como los otros niños y tampoco van a la peluquería. […] Mis amigas solteras quieren educar antiautoritariamente a sus hijos, pero sus hijos no se lo agradecen, de momento. Los hijos echan de menos a sus padres.[...] De los padres de sus hijos ha estado bien separarse. Eso dicen ellas. Pero en la mayoría de los casos los hombres querían seguir. Eso lo acentúan mis amigas solteras. Por eso, esos hombres se casarían de nuevo en el acto o, en todo caso, se casarían. Siempre y cuando esos hombres no estuvieran casados de nuevo o siguieran casados. […] Mis amigas solteras sostienen la opinión de que una vez en la vida se debe haber estado casado. Cuando no tienen novio, dicen que no podrían soportar de ninguna manera a un hombre en su casa cada día. Cuando tienen novio éste vive en casa de ellas. Pero sin anunciarlo. Tanta es la libertad que necesitan mis amigas solteras. Cuando mis amigas solteras tienen novio se ponen tristes. Porque lo aman, tal cual suena. Porque el amor fatiga. Este tiene que ser realmente el último intento; con éste se quedan. Por él ha merecido la pena esperar. Todo esto lo desean. Cada vez. Todo.[...] Mis amigas solteras toman la píldora. Pero no se lo dicen a sus nuevos novios desde el principio.[…] Mis amigas solteras se marchan muy lejos en sus vacaciones. Son muy curiosas y viajan siempre a lugares diferentes. Pero sólo ha- uno, dos, mil... muros (artículos) página 68 YOUKALI, 9 Ejercicios para el mantenimiento de la musculatura pectoral salvo por las noches, cuando se acuesta con él. Y así logra Valeska superar en parte las desigualdades que se derivaban de su condición femenina. Aunque, para ser sinceros, lo realmente genial sería, según ésta: «¡Se debería ser una mujer con un pasado de hombre!36» Christine Wolter en Ich habe wieder geheiratet, no propone un cambio de sexo, sino una convivencia entre dos mujeres, como solución a las desigualdades que el rol masculino introduce en la pareja. Sin hacer una apología de las relaciones heterosexuales entre mujeres, esta historia narra el encuentro fortuito, durante las vacaciones, de dos mujeres solteras con hijo. Desde el principio se entienden tan bien y se establece una convivencia tan armónica entre ambas, así como entre los dos pequeños, que Rosa (la nueva pareja) se acaba mudando a casa de la protagonista. No están casadas, pero el establecerse de facto como unidad familiar, hace que se lo tomen como si lo estuvieran y así se lo hacen saber a los amigos. En la narración de la feliz historia se entrecruzan los pensamientos comparativos de la protagonista sobre su anterior matrimonio: «Mi irritabilidad aumentaba. En realidad no había ninguna palabra fuera de tono entre nosotros, pues para eso ambos éramos demasiado parciales y objetivos. La explosión no empeza- ba de forma acústica, pero se daba. Sabía que T. trabajaba duro. Pero ¿era realmente sólo un derecho de T. el ver la tele por la tarde o el fabricar pequeños cuadros pegando piececitas de los restos de la caja de juguetes de Martin? El hacer la colada, ordenar y limpiar, que siempre nos habíamos repartido, me quedaban pendientes a mí. No era mucho, pero se me quitaban las ganas porque tenía que hacerlo y T. había acabado deshaciéndose de las obligaciones caseras. Me encanta el trabajo físico, pero hubiera preferido ir de nuevo al club de tenis o a jugar a los bolos37.» ¿Qué hacer con los hombres cuando no quieren dejar de jugar con ventaja? ¿Cómo convivir con quienes no entienden (o prefieren no hacerlo), que ésta no es una sociedad en la que reine la igualdad entre los sexos? ¿Deberían todas cambiar de sexo para, como diría Beatriz Preciado38, empoderarse desde el sujeto que ostenta el poder en el sistema (en su caso el capitalista)? Mientras seguimos reflexionando y para decirlo con Amanda, la bruja, nos queda claro: «[...] que las costumbres patriarcales no desaparecen. Un socialismo que no suprime la hegemonía de los hombres, no puede construir comunismo ninguno39.» 36.- Ibídem. Pág.60 37.- Christine Wolter. Ich habe wieder geheiratet. En: Wie ich meine Unschuld verlor. Erzählungen. Aufbau-Verlag, Berlin und Weimer, 1976. Pág. 28 38.- Leer al respecto: Beatriz Preciado. Testo Yonqui. Ed. Espasa. Madrid, 2008. 39.- Irmtraud Morgner. Amanda. Ein Hexenroman. Faber & Faber. Leipzig, 2007. Pág. 571 ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net
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