¿Cómo se armó en la práctica la globalización? JAVIER GONZALEZ FRAGA Encuentro con jóvenes universitarios Voy a elegir cuatro o cinco temas y voy a tratar de exagerar. Ortega y Gasset, un pensador español, decía que “pensar es exagerar”, y yo coincido, porque es así como se pueden provocar algunas reacciones. Lo primero que quiero decir es que la globalización es inevitable, no es un tema que se puede elegir aceptar o no aceptar: se trata de un proceso inexorable. Lo que ocurre es que nos estamos globalizando desde siempre, aunque la palabra no se hubiera inventado. Es como hablar en prosa: hasta que uno no va a una clase de literatura no se da cuenta de que habla en prosa. Quizás han aumentado los ritmos de globalización pero nos estamos globalizando desde que comenzó el mundo, Pero ¿qué quiere decir globalizarse? Por un lado, significa ir extendiendo el concepto de prójim,o de vecino. El abaratamiento de las comunicaciones, el abaratamiento del transporte hace que el vecino pueda estar más lejos. Voy a usar aquí un ejemplo de Juan Carlos de Pablo, que escuché hace varios años y me parece muy gráfico. Me imagino que cuando un chico de 15 o 16 años salía a buscar novia, la buscaba a la vuelta, en su cuadra, enfrente o a tres cuadras. Seguramente la mayoría de las parejas se formaban en el ámbito del barrio, a no más de 200 o 300 metros. Luego esto se fue ampliando, alguno se animó a ir hasta la otra punta del pueblo, luego, con los transportes, incluso más allá del pueblo y, finalmente, hoy es concebible que las parejas se den entre gente de distintos continentes, a través del chat o el e-mail por el que se comunican personas que están a miles de kilómetros. Entonces se ha expandido el concepto de vecino, de prójimo: el mundo se ha hecho más chico, desde el punto de vista del acceso al “otro” que está lejos. Este concepto de prójimo,tan importante para nosotros desde la óptica cristiana, dejó de ser el vecino físico de los cincuenta metros a la redonda, para ser una persona que puede estar mucho más lejos. Y esto porque es mucho más fácil moverse. Hace algunos años se me ocurrió hacer un cálculo de cuánto había costado en valores de hoy un viaje que yo hice a los 18 años para estudiar en Londres, que fue todo un tema familiar durante algún tiempo. Cuando uno lo lleva a valores de hoy, ese viaje Bs. As.-Londres-Bs. As, costó U$S 10.000. Hoy uno puede ir a Europa por menos de U$S 1.000. Treinta y cinco años atrás viajar costaba diez veces más. La tecnología no solamente permite saber lo que pasa en tiempo real -hoy se transmiten las guerras en vivo- sino que también es más barato ir al otro lado del mundo. Esto es así por un abaratamiento del costo de transporte, del costo de la comunicación, y por los desarrollos tecnológicos. Como decía: nos estamos globalizando desde siempre y esto aparece como un proceso inevitable. Es una realidad con la que debemos convivir como con el aumento del precio del petróleo, con el agotamiento del agua y con otros problemas que están surgiendo como el daño de la capa de ozono, el recalentamiento Revista Valores en la Sociedad Industrial 25 del planeta, etc. Son temas cuya complejidad estriba en gran parte en que no son el resultado de la decisión de uno sólo sino que son el producto de las decisiones de millones de personas. Por supuesto, todas estas cosas tienen aspectos buenos y aspectos malos. El acercamiento al prójimo distante, la posibilidad de que nos casemos con alguien que vive en otro lugar genera desarraigo, problemas familiares, situaciones como la de padres de adolescentes -como es el caso mío que tengo cinco hijos. En tanto nuestros abuelos tenían que hacer todo un largo viaje en barco para trabajar aquí, hoy puede conseguirse trabajo en Barcelona desde la Argentina a través del e-mail, o sea que no es ni siquiera necesario ir a Barcelona ya que podemos saber previamente que nos espera un determinado trabajo. Pero cuando un padre escucha de pronto a uno de sus hijos casi adolescentes: “Me voy a trabajar a Barcelona”, sonríe y dice “Qué interesante”, pero no es algo que en el fondo guste demasiado a ningún padre porque aparece el pensamiento de que quizás uno no llegue a disfrutar de los nietos... Entonces se produce toda una serie de conflictos no sólo económicos sino también humanos. Pero no todo es globalización hacia nosotros, también nosotros globalizamos hacia los demás. Hoy conocemos la comida mexicana o McDonald’s como ejemplos de globalización en materia de comida. Yo fui el fundador de una empresa -La Salamandra- que produce un dulce de leche que vendemos en el resto del mundo. Y estoy orgulloso que nuestro dulce de leche esté en Japón, en Europa, en Estados Unidos. Muchas personas en estos dos países ya saben decir “dulce de leche”, así como nosotros hemos aprendido a decir “sushi” o “champagne”. Estamos contentos porque una de las principales cadenas del mundo, Haagen Dazs, sacó un gusto que se llama “dulce de leche” en todo el mundo: esto también es globalización. Hay “globalizadores” y hay “globalizados”. Esto lo tomé de un pensador italiano, Ricardo Ricardi, a quien hace muchos años me encontré en Salta donde daba unas conferencias en las que ya sostenía ese concepto. Estamos en un juego en que no debemos pensar que nosotros necesariamente perdemos. No pensemos de entrada que perdemos porque “les vendemos dulce de leche pero ellos nos venden McDonald’s.” 26 Año XXI • Nº 57 • Agosto 2003 Esto es un comercio donde podemos sacar ventajas. Lo que hagamos depende de nosotros, no hay que quejarse diciendo que usan la globalización para vendernos comida china y tacos mexicanos. No. También nosotros podemos venderles lo que tenemos. Esta es la actitud con la que tenemos que partir. Este es un proceso donde hay, como en todo proceso de apertura comercial, ganadores y perdedores. No hay que plantarse de antemano diciendo: yo no tengo capacidad de competir, sino que hay que asumir que la globalización es un riesgo pero también una oportunidad. Ahora quiero pasar a un tema económico más denso que trataré de plantear con las palabras más simples. La globalización en la práctica tiene distintos niveles. Hay una globalización que viene con las comunicaciones que es la globalización financiera. Hace tiempo en una reunión se discutía la posibilidad de volver a los controles de cambio. Yo sentía simpatía por esa posición: sería muy bueno poder hacer que la plata se quede adentro de una economía. Pero en aquella ocasión me salió comentar que si con un teléfono y un módem uno era capaz de mover enormes cantidades de dinero alrededor del planeta, entonces, ¿de qué controles de cambio me estaban hablando? Ya no se lleva la plata de un país a otro en una valija, el movimiento es virtual. Incluso desde países como Cuba o antes, desde la Unión Soviética, a no ser que pudieran tener control de las ondas de transmisión, sería hoy posible mover dinero. Por esta razón, la globalización financiera es lo más fácil. Por eso ya Carlos Pellegrini hace 150 años atrás decía que el dinero se desplaza buscando los mejores rendimientos como se derrama el agua en un llano que va buscando los desniveles. En gran medida es un voluntarismo decir “yo no quiero que el dinero salga del país” o, lo mismo, “no quiero que entre dinero para inversiones especulativas de corto plazo”. Es cierto que hay gente como los chilenos que inteligentemente pusieron restricciones al ingreso de capitales. Pero estos controles resultan tremendamente difíciles de implementar: el dinero se mete por los huecos, es muy fácil la globalización financiera. También está la globalización comerc i a l , que es la que generalmente se entiende como globalización. La globalización comercial es “hagamos un gran mercado del mundo”, el intercambio no sólo de bienes sino de servicios, un mundo donde se negocian todos los bienes y los servicios. Esto no es tan sencillo como lo anterior, y no es tan sencillo porque las restricciones son efectivas. Hay aduanas: el dulce de leche argentino no entra por las “ondas” al mercado americano, tiene que pasar por una aduana que dice “producto lácteo”. Entonces miran: “otros productos lácteos” y se fijan y dice “66% de arancel” y esa es la realidad. Existe la “letra chica” que hace que la globalización comercial no sea tan perfecta como la financiera. Hay una gran cantidad de inconvenientes. Liberalizaciones por un lado, restricciones por el otro, tasas, normas para-arancelarias, etc. “Esto tiene sorbato, no lo acepto porque hace mal”, “Este país tuvo aftosa, no le compro”. Toda una cantidad de restricciones que hoy están llegando a límites casi ridículos. Además, ya se está hablando en Estados Unidos también de los temas de la sustentabilidad y del trabajo. “Este producto no entra porque viene de un país que no defiende el planeta” o “porque tolera demasiados agroquímicos”. O, lo que le pasaba a Taiwán, que había sido un lugar donde se elaboraban muchísimas marcas de ropa que Uds. utilizan. En un momento el lobby de los fabricantes de ropa que no estaban en Taiwán, sino en Estados Unidos o en Europa, decidieron que no iban a importar más ropa de países que explotaban a la mujer, porque había mujeres que trabajaban 12 horas. Así, se dio la paradoja de que, en defensa de la mujer, se prohibió la entrada de ropa de los países que la explotaban pero la consecuencia era que las mujeres en Taiwán se quedaban sin empleo y tenían que terminar en la prostitución o tareas mucho peores si no conseguían empleo en las plantas que cerraban. De este modo no le terminaban haciendo ningún favor ni a las mujeres ni a Taiwán. Pero esto era una forma de dejar afuera ropa más barata que venía de estos países que pagaban poco o tenían jornadas demasiado largas. Pero, por otro lado, había colas en estas fábricas de Taiwán o de China, y las hay todavía, de gente que está buscando trabajo y quiere trabajar 12 hs seis días a la semana. Yo no voy a decir que eso está bien, pero es fundamental que entendamos el tema en su conjunto porque puede terminar siendo hipócrita decir que no se compra a los países que explotan a los trabajadores. Así, la globalización comercial está muy lejos de ser clara: no es como la globalización financiera. También está la globalización del trabajo. Los trabajadores que van de un lado al otro son la excepción. Traten de meterse en Europa a trabajar: lo más probable es que los “reboten” en Barajas. No es sencillo movilizar los factores de trabajo adonde están los mejores salarios dada una misma capacidad educativa. Lo que estoy tratando de decirles es que lo que podríamos llamar la “teoría clásica”, que dice que si se libera todo y se deja a la “mano invisible” del mercado asignar los recursos (algunos de ustedes habrán pasado por un curso introductorio de economía) lo que está en el fondo de ese supuesto es que la competencia libre, la mano invisible, va a asignar los capitales en función de los rendimientos, los precios de los bienes en función de las productividades relativas y la gente en función de los salarios. De acuerdo al modelo teórico, si alguien está ganando acá 400 dólares y tiene la misma preparación que alguien que está ganando en Estados Unidos, con la misma educación, 2000 dólares, entonces irá a trabajar para allá. Pero esta idea que está detrás del modelo es falsa, ya que no es tan fácil ir para allá y competir en igualdad de condiciones. No te dejan entrar, te echan, te piden el Green Card . Y en Europa ocurre exactamente lo mismo. De esta manera, el modelo teórico del funcionamiento del mercado global está debilitado de entrada. Pero además la realidad de una globalización que combina una libre movilidad de capitales con una muy imperfecta de mercaderías y muy limitada del factor trabajo tiene un efecto potencialmente explosivo. Precisamente este efecto explosivo lo constituyen las crisis financieras. ¿Por qué hay crisis financieras? Porque los capitales se mueven muy rápidamente, generan euforias en las economías –especialmente en las emergentes como la nuestra- producen endeudamiento y como los desocupados del país donde no hay empleo no se mueven al país donde lo hay, y tampoco se mueven perfectamente los productos, finalmente las economías se vuelven dudosas, endeudadas, inestables y huyen los capitales. La cuestión del movimiento de capitales es muy interesante. Así como entran fácilmente, Revista Valores en la Sociedad Industrial 27 también salen de la misma manera. Y sus movimientos van “calificando” con nombres curiosos a los países. A mí, que ya tengo treinta años viendo estos procesos bastante de cerca, me encanta ver como cambian los nombres de estas cosas. Cuando yo estudiaba, éramos el “mundo subdesarrollado”, después, cuando comenzaron a vernos con un poquito más de cariño, empezamos a ser “países en vías de desarrollo”, o sea, cambiaron sutilmente la denominación. Después fuimos “países altamente endeudados” cuando no pagamos la deuda en los 80’. Más tarde, cuando desapareció la posibilidad de invertir en los países centrales, la tasa de interés comenzó a bajar y comenzó a sobrar plata en los mercados financieros, había que buscar de nuevo a estos países que ya habían “arreglado” el problema de la deuda. Entonces, a fines de los 80’ surgió la expresión “mercados emergentes” los cuales, para ponerlo en simple, eran los mercados donde se podía venir a colocar dinero porque éramos los países que “emergíamos”. Y ahora estarán buscando alguna otra calificación como “países altamente inestables” o algo parecido. Estos son los ciclos que muestra el “marketing” de los movimientos de capital, cuando los capitales necesitan fuentes nuevas de rendimientos hacen un esfuerzo de marketing. Esto es así con los capitales, pero no con las mercancías. Hay una enorme discusión sobre esto en el ámbito del GATT -el Acuerdo General sobre Comercio y Tarifas que luego dio lugar a la OMC (Organización Mundial del Comercio) y está en plena discusión. ¿Por qué? Porque los que discuten sobre esto son los políticos y los políticos naturalmente dependen de los votos. Así, si los que van a discutir por Estados Unidos son representantes de Florida, en donde hay muchas plantaciones de naranjas, dicen: “no dejemos entrar las naranjas de Paraguay o de Brasil que son más baratas y mejores – ya que tienen mucho menos agroquímicos y son más sanas- porque los granjeros de Florida o Arkansas van a perder plata o trabajo”. De modo similar también sufrimos los pequeños productores lácteos porque hay votantes que pertenecen al gran negocio lácteo y participan en la OMC defendiendo el libre comercio pero sin olvidarse de mantener tal o cual limitación. Así, hay grandes abrazos y declaraciones públicas a favor del libre comercio 28 Año XXI • Nº 57 • Agosto 2003 pero al mismo tiempo hay una cantidad de letra chica que limita el libre comercio y perjudica a los países menos poderosos y a los que tienen más problemas para vender sus bienes. Déjenme hacer aquí una digresión en base a una idea que tomé de Walter Molano, un economista americano y uno de los críticos del modo como se armó la globalización en la práctica. Él describía en un artículo de hace un par de años atrás cómo, a comienzos de los 90’, nos “vendieron” la globalización -y yo fui testigo de esto porque cuando sucedió yo estaba en el Gobierno de Menem entre el 89 y 91. En aquel momento nos decían, en la discusión del proceso vinculado a las privatizaciones, que nosotros debíamos aceptar comprar toda la infraestructura eléctrica, hidroeléctrica, de telefonía y de comunicaciones ya que, por otro lado, podríamos venderle productos agrícolas y alimentos al Sudeste asiático y a China. Argumentaban de este modo: “China crece en necesidad de alimento todo lo que la Argentina puede producir por año así que ¡imagínense todo lo que le van a poder vender! Además, se va a abrir el mercado japonés, se va a abrir el mercado del Sudeste asiático y, a su vez, esos países van a venderle al primer mundo -que no quiere poner en riesgo a sus propios far mers- productos que necesitan mucha mano de obra como los chips baratos y las computadoras y productos electrónicos baratos.” Esto era el equilibrio pensadode la globalización. ¿Qué pasó finalmente en la práctica? Esto es bien conocido. Después de 10 años, la Argentina compró U$S 120.000 millones, lo que hoy representaría el 75% de nuestra deuda externa. Sin duda, estas inversiones nos hacen tener la mejor telefonía de todo el continente, muy buen sistema eléctrico, inversiones en gas y todo lo demás. Sin embargo, no logramos venderle nada a los chinos, porque los chinos dijeron: “nosotros también tenemos a los far mers, muchos millones de ellos a quienes queremos ayudar a mejorar su producción.” Así, China incorporó las tecnologías para mejorar su producción agrícola y de alimentos. Además, Japón no salió de la recesión, el Sudeste Asiático tampoco se convirtió en un gran importador y, por lo tanto, nosotros nos quedamos con la deuda y sin posibilidad de exportar. Por otra parte, Estados Unidos y Europa se sacaron de encima una cantidad de bienes de capital que no tenían a quién venderle si no era a países como Brasil, México y la Argentina, cuando empezaron sus programas de privatizaciones. Esta es la visión de la globalización de Walter Molano, que yo comparto plenamente, que critica la implementación práctica cuando se dan las asimetrías mencionadas que son tremendamente importantes. De este modo, es esencial tener en cuenta la disparidad que existe entre la globalización de capitales, por un lado, y la de bienes y trabajo, por el otro. Es lo que impide que el modelo funcione. No es que la teoría esté mal, pero los supuestos de que hay libre movilidad de mercancías y trabajo son falsos en la realidad y por lo tanto no se dan los resultados que la teoría predice. ¿Esto significa que tenemos que ignorar esta globalización? No. Yo creo que tenemos que tratar de conducirlay en este punto me parecen interesantes dos modelos concretos. Uno es el ejemplo ruso que es, para no tomar a la Argentina de nuevo, un caso de las cosas mal llevadas. Otro es el ejemplo chino. Los dos países eran comunistas, es decir, tenían una economía totalmente dirigida por el Estado, no existía la propiedad privada pero eligieron caminos distintos para abrirse a un mundo globalizado. A Rusia la abrieron a las cachetadas . Luego del colapso del 89-90, llegaron los hombres de negocios y de las finanzas, el Fondo Monetario y el Banco Mundial y le abrieron inmediatamente las instituciones provocando una privatización de las cosas más ridículas. Recuerdo que en el 91 una persona conocida, un argentino, me llama y me dice “Javier ¿te interesan unos Mig 19 (los Mig 19 eran aviones de caza rusos) ?” “Bueno -le contesté-, la verdad es que nunca me imaginé tener un avión de guerra.” Él me dice: “Mirá, te llamaba porque acá estoy con un señor que tiene una cantidad de Mig 19 para vender en el mercado a 40 millones de dólares y los podemos conseguir por 5. Sería bueno que llames a alguien del gobierno argentino porque los podríamos vender en . . .” “Mirá -le contesté- no estoy interesado en lo más mínimo en comprar aviones de guerra pero explicáme cómo es esto posible”. “Ah –me contestó- lo que sucede es que como se cayó el sistema, en algunas bases les dejaron a los comandantes la propiedad de lo que tenían.” Así es como se privatizaron algunas áreas en Rusia. Uno estaba en el lugar en donde estaban los aviones y de pronto pasaban a ser propios porque el Estado, que era el propietario, había colapsado. Se emitieron acciones para entregarle a los obreros la propiedad de las fábricas, haciendo la ficción de que privatizaban socialmente . Los obreros, que no sabían siquiera qué era la propiedad privada, recibieron unos papeles que no sabían lo que representaban. A los pocos días la mafia rusa salió con camiones -porque las acciones eran tantas que las tenían que poner en camiones- a recorrer y comprar acciones o a cambiarlas por una botella de vodka. A un obrero ruso le decían: “Mirá, vos tenés un papel del que no entendés nada: yo te doy a cambio una botella de vodka” y el obrero le entregaba feliz las acciones. Y así se hizo la privatización: salían con los camiones cargados de vodka y volvían con las empresas. En Washington decían “aprovechemos la oportunidad para privatizar porque después va a venir otro gobierno que no va a querer privatizar. Aprovechemos que hay consenso político”, y así lo hicieron. Luego se produjo una burbuja y un colapso seguido por otra burbuja y todavía no se han recuperado de esto. Yo tuve la suerte de ser invitado en noviembre de 2002 una semana a una Asociación de Economistas Libres que yo pensé que se había creado en el 89-90, pero que, para demostración de la larga historia de la globalización y de mi ignorancia, se había fundado hace 200 años. Sólo había dejado de funcionar entre 1917 y 1989. Pero antes de Catalina la Grande habían hecho un desarrollo de economistas libres en Moscú. Me sorprendí de la cultura de ese pueblo, pero me encontré con una sociedad realmente muy contradictoria. Por un lado -y no tengo problema en decirlo- vi las mujeres más lindas del planeta vestidas con ropa muy sofisticada y con peinados a la última moda. Realmente quedé sorprendido porque ni en Paris uno ve semejante sofisticación. Sin embargo, otro era el clima cuando uno hablaba con otras personas: “esto de la liberalización debe de ser bueno –me decía un señor mayor- pero a mí no me dejó demasiado bien parado. Antes yo iba al Bolshoi todos los meses. Revista Valores en la Sociedad Industrial 29 Aunque me tenía que aguantar una cola de 6 horas -porque los tickets eran muy baratos y todo el mundo quería ir- por lo menos iba.” Pero hoy un ticket del Bolshoi cuesta 90 dólares y el sueldo promedio es de 20 así que para ir una vez hay que pagar 5 salarios promedio. O sea el pueblo, que amaba el ballet, el pueblo, que consideraba suyos a Maia Priseskaia, a Barishnikov, ya no puede ir a verlos. Yo estuve visitando la ciudad y vi la cola frente al teatro y eran todos extranjeros. El pueblo ruso, entonces, perdió la posibilidad de disfrutar su ballet por esta cuestión de la globalización. Es decir que esto tiene sus luces y sombras que no podemos olvidar. ¿Qué hicieron los chinos? Le dijeron ¡no, no, no! al Banco Mundial. “Nosotros necesitamos aumentar la producción de alimentos, pero como todavía no estamos adaptados a la propiedad privada, vamos a crear incentivos vecinales a la producción.” De este modo lograron que la gente empezara a cuidar la tierra, que comenzara a transportar el grano en camiones cubiertos con tela, cuidando que no se volara, como ocurría en Rusia, dónde se perdían toneladas en los días de viento. Y China se está acercando a un sistema capitalista reconociendo que es importante tener precios y tener mercados. De eso se trata, pero van muy despacito, reconociendo las limitaciones del caso. Esto es otro aspecto de una globalización bien manejada. La antiglobalización se refiere especialmente a los problemas de esta globalización comercial. Cuando uno analiza las protestas violentas ocurridas en Seattle o en Génova hace un par de años, quienes manifestaban en contra en realidad se oponían a los desequilibrios que generaba esta globalización comercial. Y acá surgen dos reflexiones: primero que estos antiglobalizadores se comunican vía mail y por Internet y, en este sentido, no son totalmente coherentes. En realidad no están en contra de lo que les comentaba al principio, es decir, del acercamiento del prójimo, sino que están en desacuerdo con los desequilibrios que se generan al mismo tiempo. Acá tenemos que entender que si nosotros nos ponemos a defender los intereses de los tamberos argentinos evitando que entre leche más barata del exterior (suponiendo que la hubiera) se genera un conflicto entre los que quieren consumir leche más barata y el interés de los tamberos. Yo 30 Año XXI • Nº 57 • Agosto 2003 creo que es importante tener los productos mejores y más baratos para los consumidores porque es así como sube el nivel de vida y se hace rendir más el salario. Pero no caigamos en los errores de la apertura ridícula de los 90’, abaratando tanto el precio que después nos encontramos que el problema no fue otro que el desempleo, dado que si se cierran todas las fábricas queda solamente el negocio financiero y, por último, ni siquiera eso. Porque no hay un sistema financiero que pueda ser viable si la economía real no funciona: al no tener a quien prestarle, los bancos terminan prestándole al estado, y ya sabemos cómo termina esa historia... Por eso es no hay soluciones blanco o negro. No es que son malas las importaciones o que son buenísimas las importaciones de cualquier producto o que se beneficie solamente el consumidor porque el consumidor, para serlo, tiene que tener trabajo y si uno se excede con la apertura tiene problemas del lado del trabajo. No hace falta que explique esto porque es el gran problema a la vista de todos hoy y de los últimos diez años. Esta globalización no es ni espontánea ni inocente. Esta globalización de los últimos años está liderada por los organismos globaliz a d o res. Las Naciones Unidas, el FMI, BM, OMC y OIT, cinco entidades supranacionales; luego están los bancos regionales, el BID, el asiático, etc. Estas organizaciones no las maneja alguien con un espíritu simplemente benefactor, sino países concretos con intereses. Este es el mundo real. Si ustedes van a ser líderes tienen que comprender que este mundo está compuesto en gran medida de egoísmo, de intereses, es el mundo real y, como decía Sartre, hay que “meter las manos en el barro para construir”. Esto no se hace desde la mera crítica sino que se hace desde adentro. En este lugar yo tomaría un comentario de Stiglitz. Sobre el final de su último libro él dice que los países que se han beneficiado más en la globalización son los que tomaron su propio destino en sus manos, reconocieron el rol que los gobiernos pueden jugar para sacar lo mejor de esto y no confiaron exclusivamente en los mercados o en lo que habitualmente se denomina “la mano invisible”. Y agre g a , más adelante, que para que la globalización se reencauce se necesita una reforma de los organismos internacionales de modo que todos los intereses estén representados. Yo creo que hoy en día, y aún para la Argentina, el drama es el hambre, por eso creo que esta preocupación es lo que debería prevalecer y , sin embrago, muchas veces está ausente. No está ausente el reconocimiento formal de la situación, pero no es suficiente. El Banco Mundial realiza continuamente informes sobre el hambre pero después, a la larga, dice: “abran la economía en materia financiera.” Y si uno dice “¡un momento!, ¡Yo vendo dulce de leche!” el Banco Mundial dice “para eso vaya a la OMC”. Pero cuando uno va a la OMC ya no le dan ganas de abrirse tan rápidamente... O cuando se produce desempleo y uno les pide que reciban a los inmigrantes le dicen “¡no!” y, además, ni siquiera está armada la institución para negociar estos casos. Además se está produciendo un proceso de debilitamiento de los países porque las fronteras ya no son tan fronteras debido a las comunicaciones. De este modo, se potencian las re giones. Los europeos están con su Unión, la Argentina está con el Mercosu,r y puede ser que dentro de 10 años tengamos una moneda común y quizás incluso una unión política. ¿ Se trata de un único proceso? No, claro. También están surgiendo las nacionalidades. Al potenciarse el fenómeno global, se está potenciando, paradójicamente, el barrio. Los gallegos son más gallegos que nunca, los vascos ni hablar, los catalanes, cada vez más ellos mismos. Y no sólo en España, también en Italia y en Francia. Se está produciendo una suerte de reconocimiento a nivel micro. Como reacción a la homogenización en el nivel macro se busca la cercanía en el nivel del vecindario, de la raza etc. Y esto más a nivel político que económico. Hace a cuestiones culturales, a la lengua, y esto es un fenómeno muy positivo que refuerza los vínculos culturales de las naciones. El proceso de regionalización es interesante, pero puede también caerse en un extremo. ¿Qué pasaría con Salta si fuera un país separado? Probablemente se parecería más a Bolivia y menos a la Pampa Húmeda. Nosotros careceríamos de las empanadas salteñas, de la música, todas cosas lindísimas. Los salteños carecerían de las ventajas industriales, etc. Es muy di- fícil de concebir una Salta fuera de la Argentina. Ahí están las ventajas de la integración y el debate que plantean los regionalismos. No hay un sólo camino si ustedes quieren ser líderes, no seguidores. Para ser líder hay que transformar las cosas. Tenemos que ver que las cosas que está produciendo la globalización pueden ser modificadas mediante los organismos, las políticas activas, la acción de las ONG, la solidaridad. No tenemos que tener una actitud pasiva, no tenemos que ser solamente globalizados, sino también globalizadores, invadir y ser invadidos, con un concepto de participación activa, con un concepto solidario, con un concepto transformador. Por ejemplo, el caso de los países asiáticos que están armando un fondo monetario regional, porque dicen que ellos quieren un Fondo Monetario que entienda sus problemas, en el que se ponga la plata cuando sobra y se use cuando falte y así se moderen los ciclos. Por supuesto, el FMI de Washington lo está boicoteando, no quiere que aparezca competencia. Esto es en gran medida una lucha de poder, detrás de todo esto hay poder, no hace falta más que prender CNN para ver la clase de lucha de poder que hay. Además, creo que es muy importante también mantener la identidad. Globalizable es el mercado, son las finanzas. Pero no me imagino globalizable ni a la persona ni a la familia, ni a la identidad del país. Este es un concepto que dejo para que reflexionen a los que saben más. “Yo estaba en Villa Fiorito, y de pronto aparecí en Paris ¿qué querés que me pase?” dijo el más brillante y a la vez el más polémico jugador de fútbol de la historia argentina. Yo creo que esto mismo es lo que le pasó a la Argentina, a nuestra dirigencia. Estábamos en la hípery de pronto hubo quienes, después de hacer algún viaje, se creyeron que estaban en el primer mundo . De repente nos colocaron en la pretensión de estar en el primer mundo sin tomar en cuenta a la persona, a la familia, a los valores permanentes. Los países que están entrando bien en la globalización lo están haciendo privilegiando esta unidad interior, como diciendo, “con esto no se juega”, han ido abriéndose con cuidado, inteligentemente, siguiendo el ritmo del crecimiento verdadero que es siempre de adentro hacia afuera. Revista Valores en la Sociedad Industrial 31
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