Cómo enseñar con un enfoque centrado en el aprendizaje Colegio de Bachilleres Estado de Puebla Puebla, diciembre del 2013 1 INDICE 1. El enfoque: enseñanza, aprendizaje y experiencia 2. Qué enseñar y qué aprender 3. Desde dónde enseñar y aprender 4. Cómo enseñar y aprender La formación docente: la orientación hacia el autoaprendizaje El lugar de la investigación, la pregunta y la crítica en la enseñanza Dialogando con los textos Construcción de comunidades de aprendizaje/ Aprendizaje entre pares La experiencia de la lectura y de la escritura Historizar la enseñanza y el aprendizaje La observación: desde dónde observamos La escucha activa Educación y trabajo: para qué y cómo abordar las capacitaciones Enseñar y aprender en torno a actividades culturales, artísticas, deportivas y recreativas La enseñanza y el aprendizaje de las competencias genéricas 5. Reflexiones finales Bibliografía 2 Introducción En este documento se presenta una propuesta pedagógica didáctica acerca de cómo enseñar en el marco de un enfoque centrado en el aprendizaje. El documento es parte de un conjunto o sistema de textos que giran en torno de un texto principal donde se explicita el Modelo educativo del Colegio de Bachilleres. Consecuentemente, este documento necesita ser leído junto con los otros. Igualmente, complementa pero no reemplaza los textos normativos elaborados por la SEP acerca del aprendizaje, la enseñanza y la evaluación, que siguen siendo referencias tan necesarias como fundamentales. El documento está destinado a docentes y directivos, aun cuando puede ser puesto a disposición, revisado y debatido por los estudiantes y sus familias. Sugerimos leerlo como una propuesta antes que como un procedimiento a seguir. Aún más, en el caso de los docentes y directivos debe ser leído en primer lugar como un texto destinado a su propio aprendizaje y formación y no sólo como una propuesta para enseñar a otros. La tesis que sustenta este documento es que sólo es posible enseñar cuando se está dispuesto a aprender, cuando aprender nos interesa y nos compromete como una tarea de vida y como una manera de vivir y cuando aprender y enseñar se hace momento a momento y no se circunscribe a una práctica profesional, sujeta a reglas institucionales. La estructura de este documento es la siguiente: en primer lugar se presenta el enfoque pedagógico y didáctico retomando y ampliando conceptos ya presentados en el documento del Modelo Educativo. En segundo lugar se explicita qué se enseña y qué se aprende, haciendo referencia a las competencias, caracterizadas como un conjunto complejo de maneras de pensar, sentir y actuar, que se desglosan en atributos. En tercer lugar se reseña desde dónde se enseña y se aprende, caracterizando las competencias docentes y directivas. En cuarto lugar se desarrolla una propuesta en torno a cómo enseñar y aprender, especificando diferentes estrategias, desde la investigación, que es la vía principal, hasta el aprendizaje entre pares, la escritura, los proyectos, las comunidades de aprendizaje, entre otros. Si bien el documento ha sido elaborado desde la Dirección Académica del Colegio será presentado en los planteles como un detonante para iniciar el diálogo con los docentes y directivos. El documento ha considerado para su construcción tanto testimonios de estudiantes como propuestas pedagógicas de autores contemporáneos y resultados de 3 investigación. Además, a partir del documento se realizarán seminarios talleres de formación de docentes y directivos, tanto centralizados en la ciudad de Puebla como descentralizados en algunos planteles. En el entendido que estos documentos son producto del trabajo colectivo, se aspira a la elaboración de una nueva versión del texto, sobre la base de incorporar la experiencia de los docentes, directivos y estudiantes. La idea es llegar a contar con un “estado del arte” o un sistema de información acerca de los proyectos escolares y otras iniciativas que se realizan en los planteles. Este espacio permitirá el intercambio y la formación entre pares. 4 1. El enfoque: enseñanza, aprendizaje y experiencia El enfoque del Colegio consiste en centrarse en el vínculo pedagógico entre el estudiante y el docente, buscando que ambos aprendan y se transformen mutuamente. En este sentido, la enseñanza es tanto un proceso sistemático e intencionado, donde el docente funciona como el guía formal, al cual se le ha encomendado esta tarea, como una conversación día a día que lleva a la autoeducación de cada uno de los participantes. ”La educación es educarse” (Gadamer, 2000a), mientras sólo es posible aprender mediante la conversación y con el otro. Como seres sociales que somos nos educamos en relación con el otro, en la comunicación, en la interacción y en el diálogo. En el aprendizaje concurren procesos como pensar, escuchar, observar, hablar, escribir, actuar y respetar al otro. Tiene lugar un movimiento múltiple: por un lado regresar al ser de cada uno, a nuestra morada, al sujeto singular que somos y por otro salir del ensimismamiento, del yo individual, para conocer nuestros límites y aprender del otro. Aún más, “se aprende de aquellos que aprenden de uno” (Gadamer,2000b:153). Consecuentemente, para enseñar se requiere estar dispuesto a aprender. La educación es un proceso social, referido a un marco cultural, y al mismo tiempo una actividad de sujetos individuales, que compromete su patrimonio de vida y que se desarrolla como algo único para cada actor. En este sentido, interesa que los docentes estén dispuestos a permitir que los jóvenes desarrollen su singularidad, sin buscar acomodarlos a moldes únicos socialmente establecidos y altamente estandarizados. El respeto a la individualidad juvenil y a sus derechos es parte de la disposición esperada en el educador. Sin embargo, también es tarea del docente caracterizar y reflexionar acerca de la sociedad y la cultura de su tiempo, así como de las complejas relaciones entre los contextos socioculturales y los individuos y de las expectativas sociales respecto de los jóvenes. Al mismo tiempo la educación y el aprendizaje se hacen, se viven en la práctica y en la cotidianidad. Para el Colegio la educación y el aprendizaje no pueden ser sólo un conjunto de principios sino una forma de ser y de estar en el plantel, que se transmite a los estudiantes desde la experiencia del propio docente y del directivo. La manera en que el docente o el directivo toma decisiones, se comporta, habla y expresa sus sentimientos e 5 ideas se constituye en una referencia, en una matriz de aprendizaje para los jóvenes. Desde el constructivismo se nos recuerda que la matriz de la enseñanza es tan poderosa que “enseñamos como nos enseñaron” y que a su vez los estudiantes van a aprender de acuerdo a como el profesor enseña antes que por las teorías que enseña. Si se retoma la orientación de que nos educamos educando al otro, en un proceso en el cual se aprende de cada experiencia, el corolario es que se aprende tanto de aquellas situaciones que consideramos “éxitos” como de las que vivimos como “fracasos”. Al respecto, se afirma: “una preocupación de la que se oye hablar mucho es que incluso en nuestra economía se practica demasiado el seguimiento de las reglas y la evitación de riesgos ¿Quién ha aprendido realmente si no ha aprendido de sus errores” (Gadamer, 2000a: 48). Aún más, la responsabilidad del educador es crear condiciones para que el estudiante busque su camino pedagógico, antes que generar una ruta preestablecida, única y segura, así como dejar sentado que los “errores “y los “éxitos” pueden ser vividos simplemente como experiencias, como hitos en el proceso de aprendizaje, como oportunidades para crecer y transformarse. El valor de la escuela pública radica en su gesto de hospitalidad respecto de las nuevas generaciones, al posibilitar a los jóvenes participar en un tiempo liberado del trabajo, que lo suspende y lo pone a distancia. La escuela libera también de la familia y del espacio doméstico y crea condiciones de igualdad. De allí la reivindicación de la escuela pública que deja libres a los jóvenes de la necesidad, de tener como referencia principal y a veces casi única a sus propias familias (Larrosa, 2012). La educación iguala en un doble sentido: a) separa a los jóvenes de un mundo desigual, ya que en la escuela pública, al menos en el discurso, todos los jóvenes son iguales, tanto los jóvenes trabajadores como los que no trabajan, los jóvenes indígenas como los mestizos, las mujeres y los hombres; b) cuando la escuela transmite algo, está diciendo: “esto nos concierne a todos”. En este marco, es necesario preguntarse qué es lo público de la escuela pública. Desde la pedagogía de la experiencia la respuesta es que la escuela hace público el mundo, permite pensarlo y juzgarlo, muestra que el mundo es muchos mundos (Larrosa, 2012). En este sentido, la educación se convierte en una ventana que permite mirar y comprender el universo en que vivimos, salir del espacio local, de la fuerza de la tradición, la costumbre y la autoridad, y transitar hacia otras formas de vivir, sentir y pensar. 6 En el proceso de enseñar y aprender, la experiencia tiene un papel fundamental, ya que permite transitar de un lugar a otro, pasar de ser el aprendiz a a ser el docente, aprender de la propia vida y de la vida de los otros. La experiencia es “lo que nos pasa”, “lo que hay”, “lo que sucede” (Larrosa, 2007), en suma un modo de estar, pensar y sentir el mundo. Por su parte, la experiencia, es un padecer, “es como salir de viaje” (Melich, 2002), “salirse de uno mismo e ir hacia lo otro, hacia el otro” (Melich, 2002:77). La experiencia se presenta como singular, abierta a lo nuevo, compleja, algo desordenada, poco dispuesta a ser encerrada en moldes o prácticas predeterminadas. Por su parte, el sujeto de la experiencia es un sujeto expuesto, vulnerable, que toma riesgos, que se anima a elegir. El relato emerge como el vehículo de la experiencia. Al mismo tiempo, en la sociedad contemporánea la experiencia tiende a empobrecerse y reducirse a una actividad no reflexionada, ya sea por el ritmo vertiginoso en que vivimos, o por las reglas y los mecanismos sociales de control. En consecuencia, los hechos se presentan al sujeto como algo que se le escapa de las manos o como un orden natural, “las cosas son como son”, antes que como histórico y modificable. En este contexto donde reina la complejidad interesan los miembros de la comunidad educativa en su condición de sujetos, de seres afectados por el tiempo, que van redefiniendo su identidad y que van creciendo en términos de capacidades, en particular en su disposición a actuar, decir y narrar, y desde allí saber anticiparse a los acontecimientos y hacerse responsable. En este sentido, en el enfoque propuesto la opción de centrarse en el aprendizaje como movimiento permanente, en la transformación y la inventiva, hace la diferencia respecto de una manera de encarar la educación exclusivamente como un procedimiento estandarizado, observable y medible. Si bien se están creando desde el Colegio sistemas de evaluación de los aprendizajes, que aspiran a constituirse en un código común, el punto es tener claro que la educación no se reduce a eso, sino que es un proceso abierto a lo nuevo, a lo imprevisible, a los aportes singulares de los participantes. También el aprendizaje es concebido como un proceso de construcción de conocimiento, anclado en las experiencias del pasado y abierto hacia el futuro, donde se crea en forma permanente, y se busca la resolución de problemas cotidianos, el diseño de proyectos y la toma de decisiones en forma autónoma. De allí el valor tanto de historizar las 7 conversaciones, mostrando el devenir de las instituciones, las formas artísticas, u otras expresiones sociales, como de buscar que los estudiantes hagan su experiencia antes que limitarse a repetir información. Otro punto a considerar es que desde la educación sistemática, tal el caso de lo que se hace desde los planteles, debe promoverse la visión de que la escolarización no es sinónimo de aprendizaje ni de educación. Por un lado existen otros saberes además de los escolares, los saberes comunitarios, los saberes de la experiencia, que deben ser valorados y recuperados. Por otro, es necesario estar conscientes de que la escuela puede devenir en una rutina institucional que no garantiza el aprendizaje. En este marco es responsabilidad de la comunidad educativa tanto dar cuenta de que la institución escolar es sólo uno de los espacios donde se construye conocimiento como hacer presentes los “otros saberes”. De allí la idea ya planteada en el documento general del Modelo acerca de organizar el plantel como “espacio de vida”. En consecuencia, el Colegio busca propiciar una manera de hacer educación que se diferencia de las formas tradicionales, que se sustentan en la exposición del docente, y en la repetición por parte del estudiante, así como en un docente que se concibe como el que pone a trabajar al grupo, mientras el joven acata o se rebela pero sin crear un camino propio de autorrealización. Cuando esto sucede los jóvenes viven la escuela como diferente a la vida, como un espacio cerrado, como la “jaula”; el testimonio de un estudiante del Colegio da cuenta de este sentir: “cuando salgo de la escuela vuelvo a la vida”. Finalmente, se retoma una idea ya presentada en el documento del Modelo. Considerando que “la educación es un modo de ser con los otros” (Melich, 1995:150), una acción sobre la realidad, la educación implica una opción ética, una opción en torno a valores, a cómo vemos al otro, a qué estamos dispuestos a compartir, a como concebimos lo público, al grupo y sus compromisos. 8 2. Qué enseñar y qué aprender El enfoque suscrito por el Colegio, enmarcado en las normativas de SEP, se centra en el aprendizaje de las competencias, caracterizándose la propuesta educativa como “equivalente a un modelo centrado en el aprendizaje” (SEP, 2013:1). Como ya se señaló en el documento general del Modelo, la competencia es definida desde la SEP en los términos que siguen. Conjunto de comportamientos socio-afectivos, habilidades cognitivas, psicológicas, sensoriales y motoras, que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea. Son procesos complejos de desempeño con idoneidad determinado contexto, con responsabilidad. Una competencia en un es la integración de habilidades, conocimientos y actitudes en un contexto específico (SEP, 2013:16). Desde la normatividad federal se establece que las competencias que los estudiantes deben adquirir se clasifican en genéricas, disciplinares y profesionales. Mientras las primeras son transversales, y preparan para la adquisición de otras y para el aprendizaje autónomo a lo largo de la vida, las segundas están asociadas con las disciplinas específicas del bachillerato y las terceras con formación para el trabajo en ese mismo espacio curricular y educativo (Acuerdo 444, 2008). En el artículo 4 del Acuerdo 444, Capítulo II (SEP, 2008) las competencias genéricas y sus principales atributos, son las indicadas a continuación: Se autodetermina y cuida de sí 1. Se conoce y valora a sí mismo y aborda problemas y retos teniendo en cuenta los objetivos que persigue. Atributos: Enfrenta las dificultades que se le presentan y es consciente de sus valores, fortalezas y debilidades. Identifica sus emociones, las maneja de manera constructiva y reconoce la necesidad de solicitar apoyo ante una situación que lo rebase. Elige alternativas y cursos de acción con base en criterios sustentados y en el marco de un proyecto de vida. Analiza críticamente los factores que influyen en su toma de decisiones. Asume las consecuencias de sus comportamientos y decisiones. Administra los recursos disponibles teniendo en cuenta las restricciones para el logro de sus metas. 2. Es sensible al arte y participa en la apreciación e interpretación de sus expresiones en distintos géneros. Atributos: 9 Valora el arte como manifestación de la belleza y expresión de ideas, sensaciones y emociones. Experimenta el arte como un hecho histórico compartido que permite la comunicación entre individuos y culturas en el tiempo y el espacio, a la vez que desarrolla un sentido de identidad. Participa en prácticas relacionadas con el arte. 1. Elige y practica estilos de vida saludables. Atributos: Reconoce la actividad física como un medio para su desarrollo físico, mental y social. Toma decisiones a partir de la valoración de las consecuencias de distintos hábitos de consumo y conductas de riesgo. Cultiva relaciones interpersonales que contribuyen a su desarrollo humano y el de quienes lo rodean. Se expresa y comunica 4. Escucha, interpreta y emite mensajes pertinentes en distintos contextos mediante la utilización de medios, códigos y herramientas apropiados. Atributos: Expresa ideas y conceptos mediante representaciones lingüísticas, matemáticas o gráficas. Aplica distintas estrategias comunicativas según quienes sean sus interlocutores, el contexto en el que se encuentra y los objetivos que persigue. Identifica las ideas clave en un texto o discurso oral e infiere conclusiones a partir de ellas. Se comunica en una segunda lengua en situaciones cotidianas. Maneja las tecnologías de la información y la comunicación para obtener información y expresar ideas. Piensa crítica y reflexivamente 5. Desarrolla innovaciones y propone soluciones a problemas a partir de métodos establecidos. Atributos: Sigue instrucciones y procedimientos de manera reflexiva, comprendiendo como cada uno de sus pasos contribuye al alcance de un objetivo. Ordena información de acuerdo a categorías, jerarquías y relaciones. Identifica los sistemas y reglas o principios medulares que subyacen a una serie de fenómenos. Construye hipótesis y diseña y aplica modelos para probar su validez. Sintetiza evidencias obtenidas mediante la experimentación para producir conclusiones y formular nuevas preguntas. Utiliza las tecnologías de la información y comunicación para procesar e interpretar información. 6. Sustenta una postura personal sobre temas de interés y relevancia general, considerando otros puntos de vista de manera crítica y reflexiva. Atributos: Elige las fuentes de información más relevantes para un propósito específico y discrimina entre ellas de acuerdo a su relevancia y confiabilidad. Evalúa argumentos y opiniones e identifica prejuicios y falacias. Reconoce los propios prejuicios, modifica sus puntos de vista al conocer nuevas evidencias, e integra nuevos conocimientos y perspectivas al acervo con el que cuenta. Estructura ideas y argumentos de manera clara, coherente y sintética. Aprende de forma autónoma 7. Aprende por iniciativa e interés propio a lo largo de la vida. Atributos: Define metas y da seguimiento a sus procesos de construcción de conocimiento. Identifica las actividades que le resultan de menor y mayor interés y dificultad, reconociendo y controlando sus reacciones frente a retos y obstáculos. Articula saberes de diversos campos y establece relaciones entre ellos y su vida cotidiana. 10 Trabaja en forma colaborativa 8. Participa y colabora de manera efectiva en equipos diversos. Atributos: Propone maneras de solucionar un problema o desarrollar un proyecto en equipo, definiendo un curso de acción con pasos específicos. Aporta puntos de vista con apertura y considera los de otras personas de manera reflexiva. Asume una actitud constructiva, congruente con los conocimientos y habilidades con los que cuenta dentro de distintos equipos de trabajo. Participa con responsabilidad en la sociedad 9. Participa con una conciencia cívica y ética en la vida de su comunidad, región, México y el mundo. Atributos: Privilegia el diálogo como mecanismo para la solución de conflictos. Toma decisiones a fin de contribuir a la equidad, bienestar y desarrollo democrático de la sociedad. Conoce sus derechos y obligaciones como mexicano y miembro de distintas comunidades e instituciones, y reconoce el valor de la participación como herramienta para ejercerlos. Contribuye a alcanzar un equilibrio entre el interés y bienestar individual y el interés general de la sociedad. Actúa de manera propositiva frente a fenómenos de la sociedad y se mantiene informado. Advierte que los fenómenos que se desarrollan en los ámbitos local, nacional e internacional ocurren dentro de un contexto global interdependiente. 10. Mantiene una actitud respetuosa hacia la interculturalidad y la diversidad de creencias, valores, ideas y prácticas sociales. Atributos: Reconoce que la diversidad tiene lugar en un espacio democrático de igualdad de dignidad y derechos de todas las personas, y rechaza toda forma de discriminación. Dialoga y aprende de personas con distintos puntos de vista y tradiciones culturales mediante la ubicación de sus propias circunstancias en un contexto más amplio. Asume que el respeto de las diferencias es el principio de integración y convivencia en los contextos local, nacional e internacional. 11. Contribuye al desarrollo sustentable de manera crítica, con acciones responsables. Atributos: Asume una actitud que favorece la solución de problemas ambientales en los ámbitos local, nacional e internacional. Reconoce y comprende las implicaciones biológicas, económicas, políticas y sociales del daño ambiental en un contexto global interdependiente. Contribuye al alcance de un equilibrio entre los intereses de corto y largo plazo con relación al ambiente. Como puede observarse, las competencias genéricas se constituyen como un espacio complejo formado por once competencias, que se desglosan en un número mayor de atributos y que dan lugar a seis grandes agrupaciones de competencias o campos. Las competencias genéricas, que están enunciadas desde el lugar del estudiante, dan cuenta de complejas estructuras referidas a la autodeterminación y el cuidado de sí, la capacidad de expresarse y comunicarse, el pensamiento crítico y reflexivo, el aprendizaje autónomo, el trabajo colaborativo y la participación social responsable. 11 Esta explicitación analítica debe ser adoptada como un referente para el proceso de aprendizaje, pero evitando abordarlas como un inventario, catálogo o meta de carácter mecánico. Por el contrario, se recomienda organizar las competencias en torno de los cuatro pilares de la educación (Delors, 1996): aprender a ser, aprender a hacer, aprender a conocer, aprender a convivir. Igualmente se pueden considerar otras propuestas, (Ricoeur, 2004) que aluden a las capacidades de decir, escuchar, contar, la imputabilidad, de carácter específicamente moral, ya que se relaciona con la capacidad de ser autor de sus actos y la promesa, que remite al compromiso con el futuro. En este caso, las capacidades se combinan con la disposición hacia la responsabilidad y el cumplimiento de la palabra. El planteo del Colegio, retomando la propuesta de la SEP, es trabajar las competencias genéricas junto con las competencias disciplinares y profesionales. La tarea es crear actividades significativas que promuevan aprendizajes en competencias fundamentales, como la autonomía, el pensamiento crítico, el trabajo colaborativo y la participación, que dialoguen entre sí y permitan a los estudiantes construirse como sujetos responsables capaces de sostener proyectos de vida. Este es un punto crítico, ya que las competencias se fortalecen o se debilitan unas con otras. Las competencias tienen un valor relacional, que depende del lugar que ocupan y como se relacionan con las otras, en el marco de un campo de competencias. Las competencias genéricas se deben abordar junto con las competencias disciplinarias, así como también se hacen presentes en las competencias profesionales. Las competencias se han organizado en torno a disciplinas, dando lugar a un mapa curricular (ver anexo 1) clasificado por asignaturas, que sigue una lógica analítica. Las asignaturas tienen un valor en términos de horas y créditos, así como se organizan por bloques, denominados “componentes” y se distribuyen en el tiempo. El mapa curricular vigente en el Colegio es el elaborado por el Bachillerato General, para los años 20132014 y subsecuentes. En este mapa, se cuenta con cuatro componentes: básico, propedéutico, de formación para el trabajo y actividades artístico-culturales y deportivorecreativas. Mientras el componente básico es mayoritario en los cuatro primeros semestres, con una carga horaria que oscila de 26 a 23 horas, sobre un total de 29 horas, 12 el componente propedéutico lo es en los dos últimos semestres, con 12 horas semanales sobre un total que transita de 28 a 31 horas. El componente de actividades paraescolares, que es minoritario, se mantiene en todo los semestres, con leves variaciones horarias (de 1 a 3 horas). El componente de formación para el trabajo se hace presente a partir del tercer semestre y se mantiene en los siguientes con una carga horaria estable, en torno de 7 horas semanales. El mapa curricular, tomado como conjunto, presenta el rasgo de que se va diversificando progresivamente; en efecto, mientras en los semestres primero y segundo el componente básico es predominante (26 asignaturas sobre 29), y acompañado sólo por la presencia minoritaria del componente paraescolar (3 horas), en los últimos dos semestres se observa la preminencia del componente propedéutico con 12 horas, seguido del componente de formación para el trabajo (7 horas), el componente básico, con una presencia variable de 6 a 10 horas y el componente paraescolar, en torno a 2-3 horas. 13 3. Desde dónde enseñar y aprender El proceso de aprendizaje y enseñanza se organiza desde docentes que a su vez deben satisfacer un conjunto de competencias, que han sido definidas desde la SEP en el artículo 4, Capítulo II, del Acuerdo 447, 2008, como sigue. 1. Organiza su formación continua a lo largo de su trayectoria profesional. Atributos: • Reflexiona e investiga sobre la enseñanza y sus propios procesos de construcción del conocimiento. • Incorpora nuevos conocimientos y experiencias al acervo con el que cuenta y los traduce en estrategias de enseñanza y de aprendizaje. • Se evalúa para mejorar su proceso de construcción del conocimiento y adquisición de competencias, y cuenta con una disposición favorable para la evaluación docente y de pares. • Aprende de las experiencias de otros docentes y participa en la conformación y mejoramiento de su comunidad académica. • Se mantiene actualizado en el uso de la tecnología de la información y la comunicación. • Se actualiza en el uso de una segunda lengua. 2. Domina y estructura los saberes para facilitar experiencias de aprendizaje significativo. Atributos: • Argumenta la naturaleza, los métodos y la consistencia lógica de los saberes que imparte. • Explicita la relación de distintos saberes disciplinares con su práctica docente y los procesos de aprendizaje de los estudiantes. • Valora y explicita los vínculos entre los conocimientos previamente adquiridos por los estudiantes, los que se desarrollan en su curso y aquellos otros que conforman un plan de estudios. 3. Planifica los procesos de enseñanza y de aprendizaje atendiendo al enfoque por competencias, y los ubica en contextos disciplinares, curriculares y sociales amplios. Atributos: • Identifica los conocimientos previos y necesidades de formación de los estudiantes, y desarrolla estrategias para avanzar a partir de ellas. • Diseña planes de trabajo basados en proyectos e investigaciones disciplinarios e interdisciplinarios orientados al desarrollo de competencias. • Diseña y utiliza en el salón de clases materiales apropiados para el desarrollo de competencias. • Contextualiza los contenidos de un plan de estudios en la vida cotidiana de los estudiantes y la realidad social de la comunidad a la que pertenecen. 4. Lleva a la práctica procesos de enseñanza y de aprendizaje de manera efectiva, creativa e innovadora a su contexto institucional. Atributos: • Comunica ideas y conceptos con claridad en los diferentes ambientes de aprendizaje y ofrece ejemplos pertinentes a la vida de los estudiantes. • Aplica estrategias de aprendizaje y soluciones creativas ante contingencias, teniendo en cuenta las características de su contexto institucional, y utilizando los recursos y materiales disponibles de manera adecuada. • Promueve el desarrollo de los estudiantes mediante el aprendizaje, en el marco de sus aspiraciones, necesidades y posibilidades como individuos, y en relación a sus circunstancias socioculturales. • Provee de bibliografía relevante y orienta a los estudiantes en la consulta de fuentes para la investigación. • Utiliza la tecnología de la información y la comunicación con una aplicación didáctica y estratégica en distintos ambientes de aprendizaje. 14 5. Evalúa los procesos de enseñanza y de aprendizaje con un enfoque formativo. Atributos: • Establece criterios y métodos de evaluación del aprendizaje con base en el enfoque de competencias, y los comunica de manera clara a los estudiantes. • Da seguimiento al proceso de aprendizaje y al desarrollo académico de los estudiantes. • Comunica sus observaciones a los estudiantes de manera constructiva y consistente, y sugiere alternativas para su superación. • Fomenta la autoevaluación y coevaluación entre pares académicos y entre los estudiantes para afianzar los procesos de enseñanza y de aprendizaje. 6. Construye ambientes para el aprendizaje autónomo y colaborativo. Atributos: • Favorece entre los estudiantes el autoconocimiento y la valoración de sí mismos. • Favorece entre los estudiantes el deseo de aprender y les proporciona oportunidades y herramientas para avanzar en sus procesos de construcción del conocimiento. • Promueve el pensamiento crítico, reflexivo y creativo, a partir de los contenidos educativos establecidos, situaciones de actualidad e inquietudes de los estudiantes. • Motiva a los estudiantes en lo individual y en grupo, y produce expectativas de superación y desarrollo. • Fomenta el gusto por la lectura y por la expresión oral, escrita o artística. • Propicia la utilización de la tecnología de la información y la comunicación por parte de los estudiantes para obtener, procesar e interpretar información, así como para expresar ideas. 7. Contribuye a la generación de un ambiente que facilite el desarrollo sano e integral de los estudiantes. Atributos: • Practica y promueve el respeto a la diversidad de creencias, valores, ideas y prácticas sociales entre sus colegas y entre los estudiantes. • Favorece el diálogo como mecanismo para la resolución de conflictos personales e interpersonales entre los estudiantes y, en su caso, los canaliza para que reciban una atención adecuada. • Estimula la participación de los estudiantes en la definición de normas de trabajo y convivencia, y las hace cumplir. • Promueve el interés y la participación de los estudiantes con una conciencia cívica, ética y ecológica en la vida de su escuela, comunidad, región, México y el mundo. • Alienta que los estudiantes expresen opiniones personales, en un marco de respeto, y las toma en cuenta. • Contribuye a que la escuela reúna y preserve condiciones físicas e higiénicas satisfactorias. • Fomenta estilos de vida saludables y opciones para el desarrollo humano, como el deporte, el arte y diversas actividades complementarias entre los estudiantes. • Facilita la integración armónica de los estudiantes al entorno escolar y favorece el desarrollo de un sentido de pertenencia. 8. Participa en los proyectos de mejora continua de su escuela y apoya la gestión institucional. Atributos: • Colabora en la construcción de un proyecto de formación integral dirigido a los estudiantes en forma colegiada con otros docentes y los directivos de la escuela, así como con el personal de apoyo técnico pedagógico. • Detecta y contribuye a la solución de los problemas de la escuela mediante el esfuerzo común con otros docentes, directivos y miembros de la comunidad. • Promueve y colabora con su comunidad educativa en proyectos de participación social. • Crea y participa en comunidades de aprendizaje para mejorar su práctica educativa. En el caso de los docentes se han previsto ocho competencias, con un número amplio de atributos, que se articulan entre sí en torno de la creación de condiciones para que los 15 estudiantes puedan adquirir las suyas ya enumeradas. La organización de su propia formación, definida como continua y sustentada en investigación acerca de la enseñanza y de la construcción de conocimiento opera como un organizador para las otras competencias: el dominio de saberes específicos, la planificación, puesta en marcha y evaluación de procesos de enseñanza y de aprendizaje, la construcción de ambientes para el aprendizaje autónomo y colaborativo y el desarrollo integral y sano de los estudiantes, así como la participación en proyectos de mejora de la escuela y de apoyo a la gestión institucional. De este modo, las competencias esperadas no se limitan al trabajo de aula sino comprometen la presencia activa del docente en la institución escolar, en el campo de la gestión y enmarcado en proyectos. Al igual que en el caso de los estudiantes se recomienda abordar la formación en torno de las competencias docentes como una totalidad compleja en vez de en forma aislada. Finalmente, el lugar desde dónde se enseña y aprende está definido tanto por las competencias con las que deben contar los docentes como por la presencia de enfoques interdisciplinarios y por la constitución misma de los colectivos docentes en los planteles. Los directivos tienen una función clave en la construcción de un lugar adecuado desde donde enseñar y aprender, ya que les corresponde tanto propiciar un ambiente escolar favorable al aprendizaje como apoyar a los docentes en los procesos de enseñanza y aprendizaje, en el marco de una opción por su propia formación continua. Además, los directivos deben contar con competencias de gestión y de orden administrativo interno así como con la capacidad para vincular la escuela con la comunidad. Las seis competencias esperadas para los directivos (SEP, Acuerdo 449, 2008, artículo 5), se reseñan a continuación. 1. Organiza su formación continua a lo largo de su trayectoria profesional e impulsa la del personal a su cargo. - Reflexiona e investiga sobre la gestión escolar y sobre la enseñanza. - Incorpora nuevos conocimientos y experiencias al acervo con el que cuenta y los traduce en estrategias de gestión y mejoramiento de la escuela. - Se evalúa para mejorar su proceso de construcción del conocimiento y adquisición de competencias, y cuenta con una disposición favorable para la evaluación externa y de pares. - Aprende de las experiencias de otros directores y escuelas, y participa en la conformación y mejoramiento de su comunidad académica. - Promueve entre los maestros de su plantel procesos de formación para el desarrollo de las competencias docentes. - Retroalimenta a los maestros y el personal administrativo de su plantel y promueve entre ellos la autoevaluación y la coevaluación. 2. Diseña, coordina y evalúa la implementación de estrategias para la mejora de la escuela, en el marco del SNB. 16 - Identifica áreas de oportunidad de la escuela y establece metas con respecto a ellas. - Diseña e implementa estrategias creativas y factibles de mediano y largo plazo para la mejora de la escuela. - Integra a los maestros, personal administrativo, estudiantes y padres de familia a la toma de decisiones para la mejora de la escuela. - Establece e implementa criterios y métodos de evaluación integral de la escuela. - Difunde los avances en las metas planteadas y reconoce públicamente los aportes de docentes y estudiantes. - Rediseña estrategias para la mejora de la escuela a partir del análisis de los resultados obtenidos. 3. Apoya a los docentes en la planeación e implementación de procesos de enseñanza y de aprendizaje por competencias. - Coordina la construcción de un proyecto de formación integral dirigido a los estudiantes en forma colegiada con los docentes de la escuela, así como con el personal de apoyo técnico pedagógico. - Explica con claridad a su comunidad educativa el enfoque por competencias y las características y objetivos del SNB. - Supervisa que los distintos actores de la escuela cumplan con sus responsabilidades de manera efectiva, en el marco de la Reforma Integral de la Educación Media Superior. - Describe con precisión las características del modelo académico del subsistema al que pertenece el plantel y su inserción en el SNB. - Sugiere estrategias para que los alumnos aprendan por el enfoque en competencias y asesora a los docentes en el diseño de actividades para el aprendizaje. - Sugiere estrategias a los docentes en la metodología de evaluación de los aprendizajes acorde al enfoque educativo por competencias. 4. Propicia un ambiente escolar conducente al aprendizaje y al desarrollo sano e integral de los estudiantes. - Integra una comunidad escolar participativa que responda a las inquietudes de estudiantes, docentes y padres de familia. - Organiza y supervisa estrategias para atender a las necesidades individuales de formación de los estudiantes. - Fomenta estilos de vida saludables y opciones para el desarrollo humano, como el deporte, el arte y diversas actividades complementarias entre los integrantes de la comunidad escolar. - Practica y promueve el respeto a la diversidad de creencias, valores, ideas y prácticas sociales entre sus colegas y entre los estudiantes. - Actúa en la resolución de conflictos entre docentes, estudiantes y padres de familia. - Garantiza que la escuela reúna y preserve condiciones físicas e higiénicas satisfactorias. 5. Ejerce el liderazgo del plantel, mediante la administración creativa y eficiente de sus recursos. - Aplica el marco normativo para el logro de los propósitos de los planes y programas de estudio de la institución. - Lleva registros sobre los procesos de la escuela y los utiliza para la toma de decisiones. - Gestiona la obtención de recursos financieros para el adecuado funcionamiento del plantel. - Implementa estrategias para el buen uso y optimización de los recursos humanos, materiales y financieros de la escuela. - Integra y coordina equipos de trabajo para alcanzar las metas del plantel. - Delega funciones en el personal a su cargo y lo faculta para el logro de los propósitos educativos del plantel. 6. Establece vínculos entre la escuela y su entorno. - Representa a la institución que dirige ante la comunidad y las autoridades. - Establece relaciones de trabajo con los sectores productivo y social para la formación integral de los estudiantes. - Ajusta las prácticas educativas de la escuela para responder a las características económicas, sociales, culturales y ambientales de su entorno. - Promueve la participación de los estudiantes, maestros y el personal administrativo en actividades formativas fuera de la escuela. - Formula indicadores y prepara reportes para la comunicación con padres de familia, las autoridades, y la comunidad en general. 17 Cabe destacar que corresponde a los directivos garantizar la participación de los diferentes actores, desde docentes hasta estudiantes y padres y madres, así como promover la integración de la comunidad educativa, contribuir a la resolución de conflictos entre los distintos actores y sobre todo generar una institucionalidad que haga posible el respeto a la diversidad entre los estudiantes y entre los docentes y de todos entre sí. También es una competencia esperada para el director que propicie la formación de los docentes en torno al enfoque educativo por competencias, tanto para que los estudiantes se apropien de las competencias establecidas como para su evaluación. Un punto clave es que los profesores, apoyados por el director, tomen conciencia que la adopción de las competencias docentes implica en primer lugar reconocerse como sujetos dispuestos a aprender, que se observan y reflexionan acerca de sí mismos, de su labor pedagógica y de los sistemas de creencias y actitudes que se hacen presentes cuando están enseñando. 18 4. Cómo enseñar y aprender En primer lugar, los docentes deben trabajar en forma colegiada, acompañados por el personal directivo, promoviendo a su vez el trabajo en colectivo de los propios estudiantes, así como el acompañamiento entre pares, mediante tutorías de jóvenes a jóvenes. En este sentido, la “gran tarea” que enmarca a las otras es constituir la comunidad educativa del plantel como comunidad de aprendizaje. Esta comunidad incluye tanto un colectivo entre docentes como colectivos entre estudiantes. Asimismo, la creación de la escuela como espacio de vida, donde están presentes los saberes escolares y no escolares y donde se respeta y se comprende la subjetividad juvenil. En segundo lugar, desde la comunidad educativa se deben crear condiciones para que los estudiantes sean reconocidos en diferentes niveles: en el nivel afectivo, propio de las relaciones primarias, en el plano intelectual y en el plano ético; es necesario un reconocimiento institucional del estudiante como sujeto de derecho. En el mismo sentido, los docentes deben crear condiciones para constituirse ellos mismos como sujetos de derecho que pueden trabajar y formarse de manera continua y contribuir a ubicarse como los que enseñan desde su gusto por aprender y desde la práctica efectiva y continua de hacerlo. Igualmente, los docentes necesitan practicar la observación, para tomar conciencia de las creencias y actitudes que orienta su quehacer, en particular cómo perciben a sus estudiantes y sus comunidades de referencia y pertenencia. En tercer lugar los docentes deben generar espacios para que los estudiantes puedan construir proyectos de vida, haciendo de la escuela un trampolín para el conjunto de la vida cotidiana. A partir de estas orientaciones, los docentes deben promover la participación, la exploración, la indagación, la reflexión crítica desde y en la experiencia de los estudiantes y las suyas propias. A continuación, un análisis más detallado de las actividades posibles para hacer realidad estos principios. La formación docente: la orientación hacia el autoaprendizaje 19 Considerando que la formación docente ha estado marcada también ella por la estructura y sentido de lo que se conoce como escuela, independientemente del nivel educativo, el primer paso es comenzar por mirar la propia formación, observando hasta donde ha sido de carácter externo, sin considerar suficientemente los intereses del sujeto docente. La formación tradicional ha sido en la mayoría de los casos un proceso de atribución externa de características a los sujetos, una decisión de cambiar a individuos que no tienen todavía la forma requerida institucionalmente, sin consultar sus necesidades y proyectos. A partir de esta mirada sobre la formación de cada uno de los docentes lectores de este texto, los invitamos a intentar un proceso de autoformación crítica, introduciéndose en un enfoque caracterizado como “reflexión desde la práctica”. En este marco, el profesor debe asumirse como un sujeto capaz de producir conocimiento, de escribir sobre lo que le pasa tanto a él como a sus estudiantes y de organizarse como colectivo docente. En primer lugar, el profesor debe reconocer que la formación no consiste en “ir a una capacitación” y regresar al plantel y “replicarla”, sino en generar un movimiento autosostenido de aprendizaje, que implica tanto tareas colectivas como individuales. Para el enfoque de reflexión desde la práctica, la enseñanza se define como una compleja práctica reflexiva, que requiere una formación congruente con esta idea (Carson, 1997). La reflexión desde la práctica es un movimiento mundial que ha buscado la resignificación de lo que se entendía por formación docente o desarrollo profesional. Desde esa corriente se destaca que ha surgido como una reacción contra varias situaciones: a) los docentes como técnicos y ejecutores de políticas diseñadas por otros; b) las reformas que han seguido la dirección de arriba –abajo, sin prever las consecuencias de esa decisión (Zeichner, 1993). En el mismo sentido se afirma que la reflexión desde la práctica se opone a la idea de que existe un método para enseñar, como algo que se resuelve en términos técnicos (Carson, 1997). Por el contrario, se dice que “el conocimiento de cómo enseñar tenía que ser aprendido por cada persona por sí misma (…) el conocimiento de cómo enseñar no podía ser transferido por transmisión” (Carson, 1997: 5). Al mismo tiempo, no se propugna que los docentes aprendan la reflexión desde la práctica por ensayo y error o que cada uno se haga profesor a su manera, sino que se parte de reconocer que el saber en torno a enseñar no se puede transmitir (Carson, 20 1997). Igualmente se señala que existe resistencia a este enfoque por parte de los involucrados, sean docentes o estudiantes de pedagogía, porque tienen la imagen de que enseñar es estar en total control de la clase, mientras que la reflexión desde la práctica define la enseñanza como un proceso “incierto, cargado éticamente y socialmente responsable. Este discurso de la reflexión, que está en conflicto con las imágenes de control y competencia, debe ser entonces negociado con los alumnos de pedagogía” (Carson, 1997: 6). En este marco, se recomienda pensar la enseñanza como algo diferente a una situación sujeta a control, donde la garantía son las competencias docentes que se van adquiriendo ya sea en la formación inicial, en la formación en servicio o en la propia práctica docente. La enseñanza se presenta como un campo en construcción donde el docente en su condición de sujeto reflexivo genera condiciones para hacer posible el aprendizaje de otros y el suyo propio. La enseñanza definida como práctica reflexiva descansa en el sujeto y no depende de una técnica, de un método externo y estandarizado. Como lo manifiesta Carson la aceptación de este giro en el concepto de enseñanza requiere de un proceso de formación en torno a la reflexión desde la práctica. Asimismo, la reflexión desde la práctica implica el reconocimiento de los docentes como profesionales reflexivos, que cuentan con un patrimonio teórico, con un saber pedagógico construido desde la experiencia. En este sentido, el profesor deja de ser clasificado como “el práctico” para asumirse como un sujeto donde se integran teoría y práctica, tanto teorías científicas como sistemas de creencias elaborados desde la experiencia (Zeichner, 1993). Reconocerse como un intelectual que produce conocimiento es parte de esta forma de pensarse. Al respecto se señala: quiero dejar muy clara esta cuestión: cuando utilizo la expresión enseñanza reflexiva no me refiero sólo a que los profesores reflexionen sobre lo bien o mal que aplican en sus clases las teorías elaboradas en otra parte (…) Me refiero a que los maestros critiquen y desarrollen su propias teorías prácticas cuando reflexionan juntos y por separado en y sobre la acción acerca de su ejercicio docente y de las condiciones sociales que configuran las experiencias docentes (Zeichner, 1993, 5). 21 De este modo, el docente tiene una “teoría práctica”, un cuerpo teórico que no se opone a la práctica, considerada como algo menor e individual. En esta “teoría práctica” el docente integra lo que sabe a partir de su experiencia y de la experiencia de los otros con el saber disciplinar ya constituido como ciencia. Finalmente, el profesor reflexivo requiere de comunidades de aprendizaje donde desarrollarse así como asumirse como un sujeto capaz tanto de hacer investigación como de conocer los estudios hechos por otros. Para un docente en servicio hacer investigación implica en primer lugar definirse como un buscador, un sujeto que se pregunta por la realidad, tanto la interna propia como la realidad externa. En este marco, el profesor reflexivo aborda tareas sencillas que transitan desde hacer revisión documental hasta sistematizar una experiencia pedagógica que está llevando a cabo. Igualmente, puede plantearse la posibilidad de llevar a cabo un proyecto de investigación, ya sea con otros colegas o con su grupo curso. Otra tarea para el profesor reflexivo es enseñar mediante una pedagogía por proyectos, impulsando la disposición investigativa en los propios estudiantes. En modo alguno esta propuesta implica incrementar la carga docente sino hacer el trabajo de enseñanza de otro modo, definiéndose como un sujeto que busca, interroga la realidad y escribe sobre ella, tanto a nivel individual como colectivo. Aún más, este enfoque implica buscar durante la vida cotidiana, sin limitarse al tiempo del colegio. Supone el tránsito del consumidor al productor de conocimiento, un sujeto que disfruta aprendiendo y preguntándose por el sentido de las cosas. Estamos hablando de un docente que se reconoce como capaz de decir, de actuar y de relatar su historia. La reflexión desde la práctica queda estrechamente ligada con la narración y con la investigación. A partir de este sujeto que se ha reconocido como tal, que cuenta con un reconocimiento en primer lugar de sí mismo, pero también de sus colegas, de los jóvenes y sus familias y de la institución educativa, veamos qué puede hacer el docente con y para sus estudiantes. Vamos a mostrar diferentes estrategias que se organizan en torno de una que es concebida como la fundamental: la investigación. El lugar de la investigación, la pregunta y la crítica en la enseñanza 22 En primer lugar, el docente debe instalar la investigación en el plantel. Esta decisión se presenta bajo diferentes formas. El docente puede crear condiciones para que los estudiantes sean a su vez “buscadores”, jóvenes que se preguntan cómo son las cosas ahora y como podrían ser de otra manera. Jóvenes que no se limitan a aceptar las ideas o las formas de hacer porque lo dice la autoridad o la fuerza de la costumbre. Jóvenes que se hacen sensibles a la humanidad del otro. La pregunta “así o de otro modo” permite hacer una distinción fundamental (Gadamer, 1996). El pensamiento crítico consiste en preguntarse si las cosas pueden ser diferentes, cuando se han aceptado desde hace mucho tiempo atrás como naturales, como la única manera de ser de las cosas. El pensamiento crítico consiste también en preguntarse por las preguntas que estamos haciendo. Un ejercicio necesario es promover como docente que los estudiantes se pregunten: qué estoy preguntando, desde dónde, para qué, con quiénes y a quién hago esta pregunta o desde dónde, para qué y con quiénes y hacia quiénes esta búsqueda? Asimismo el pensamiento crítico implica estar abierto a hacerse preguntas, antes que a contestarlas, generando con ellas algo así como un paisaje o un campo de interrogantes. Igualmente, el pensamiento crítico supone no sólo hacer una pregunta sino ver los múltiples caminos que se inician cuando intentamos contestarla. En este sentido se trata de “desenvolver” la pregunta, pensando en diferentes niveles de análisis, diferentes sujetos, tiempos y territorios. A modo de ejemplo, si estamos investigando la vida en la sociedad moderna y me decido a mirar las vidas y las instituciones como estructuras laberínticas, caracterizadas por su complejidad, necesito mirar las diferentes dimensiones del laberinto: los imprevistos, los cambios de orientación, las idas y vueltas, las subidas y bajadas, el centro del laberinto, los obstáculos para salir, las posibles salidas, junto con sentimientos coexistentes en los sujetos que transitan desde sentirse angustiado porque no puede salir del laberinto hasta la certeza de que se está avanzando o de que se puede vivir con una cierta alegría aún sintiéndose atrapado. A continuación tendríamos que preguntarnos por las diferentes concepciones de laberinto, por el empleo del concepto a través de la historia de la humanidad, por los distintos tipos de laberintos que han existido. Finalmente, podríamos investigar qué aporta para nuestro estudio la incorporación del concepto de laberinto. 23 Podríamos llegar a concluir que no se puede hablar del laberinto sino de laberintos específicos y diferentes, referidos a sujetos y sociedades particulares y que los límites entre el laberinto y su figura opuesta, la línea se desdibujan bajo ciertas condiciones. Podríamos llegar a decir que tanto el laberinto como la línea son lógicas culturales y que como tales deben ser abordadas. Finalmente podríamos buscar ejemplos de estructuras lineales y laberínticas en la sociedad moderna. La ciudad romana, presente en la ciudad occidental actual, con su estructura matricial de manzanas y calles, la escuela, el aula con su estructura de hileras y filas, la biblioteca, la escritura alfabética, la matriz de datos, el enfoque por resultados, siguen la lógica de la línea. La ciudad gótica, la ciudad azteca, la arquitectura urbana popular, la investigación que se ha dado en llamar etnográfica o cualitativa, los intentos de hacer una escuela centrada en el aprendizaje, siguen en mayor grado la lógica del laberinto. Cabe destacar que como docentes pueden promover ejercicios de investigación, pequeños proyectos que pueden ser desde búsquedas referidas a un tema o lección hasta un tema transversal y de mayor extensión temporal (desde un mes a un semestre o un año escolar). El proyecto puede involucrar sólo al grupo curso donde enseña el profesor, a algunos cursos o a todo el plantel. En el mismo sentido, el proyecto puede estar referido a una sola asignatura o ser “entre asignaturas” o interdisciplinario. En cualquiera de los casos debemos buscar que se incluyan en los proyectos aprendizajes en competencias genéricas hasta competencias disciplinares y profesionales. A modo de ejemplo, un maestro del sexto semestre puede plantearse desarrollar un proyecto de investigación en torno a la cocina tradicional mexicana; el proyecto puede culminar con la elaboración de algunos productos para compartir en el grupo curso o con otros grupos del plantel. Al mismo tiempo que los jóvenes recuperan “recetas”, pueden conocer la historia de México, en particular las condiciones sociales que hicieron surgir un platillo. Al mismo tiempo los jóvenes pueden tanto aprender a cocinar como a compartir, respetar al coordinador, saber cuando participar y cuando escuchar. Igualmente, en la sesión de hacer la comida o antes cuando investigaban las recetas pueden haber aprendido nociones de química, de biología o de física, según el caso. También pueden aprender algunas capacidades relacionadas con gestión y con emprendimientos productivos. En síntesis, estamos hablando de instalar la investigación en la escuela, de hacer de la enseñanza un proceso investigativo. Pedagogos como Tonucci (2004) han hecho 24 referencia a esta posibilidad, así como han destacado que la enseñanza tradicional realiza exactamente lo contrario. El título de la obra más conocida de este pedagogo da cuenta de este proceso: “La investigación como alternativa a la enseñanza”. Tonucci (2004) cuenta que en una escuela primaria los niños dibujaban mariposas; cuando la maestra dibujó una en el pizarrón con forma de moñito y dijo: “así es una mariposa”, los niños copiaron esa forma, mientras todos los otros dibujos fueron normalizados y asimilados al que hizo la maestra. La reducción de la diversidad que tuvo lugar en ese grupo de estudiantes da una idea de que investigar puede lograr el efecto contrario: potenciar las singularidades presentes. Finalmente, pedagogos del valor de Freire (1986) o Tonucci (2004) definen la investigación como opuesta a la enseñanza tradicional, ya que en esta última el maestro es el que sabe y el que enseña, mientras los estudiantes son definidos como los “educandos”, los que no saben y deben ser educados. Las posiciones de enseñar y aprender están diferenciadas y no se plantea en la educación tradicional el desliz de una a otra. Además, gran parte de los profesores tienen poco tiempo para preparar sus clases y están referidos a la realidad inmediata, particularmente a las urgencias por resolver. En este proceso los estudiantes ven desvanecerse su capacidad de asombro y de inventiva. Cuando se habla de que los jóvenes investiguen no estamos pensando en estudios donde tienen que “salir a consultar” sobre un tema predeterminado por el docente, como una tarea escolar más, un encargo, algo que enfada, ayudado por sus padres o sus hermanos mayores, limitándose a copiar y pegar, sin que se generen cambios que puedan ser leídos como aprendizajes. Estamos pensando en jóvenes que se acercan a un tema o campo de su interés, donde recuperan su experiencia anterior y pueden pensarse en el presente y hacia el futuro. Cuando la enseñanza está encarada como investigación los jóvenes buscan, preguntan, valoran los textos, se abren a la curiosidad, al deseo de saber y de compartir. Asimismo, dejan de sentir que ellos tienen la verdad, ganan en flexibilidad, aceptación, integridad…valoran las diferencias culturales y aceptan en mayor grado que hay muchas maneras de hacer, pensar y sentir. En este sentido, la investigación se hace como una acción en primera persona, en forma individual o colectiva, o combinando ambas aproximaciones, como un viaje, para salir de 25 nuestras referencias habituales, nuestros saberes, nuestras rutinas y entrar en encuentro con los otros (Contreras y Pérez de Lara, 2010). Para que el docente pueda promover la investigación en los estudiantes, para hacer de la enseñanza una práctica investigativa o reflexiva debe antes que nada estar dispuesto a ser un investigador, un sujeto que se investiga, que mira su historia de vida, su trayectoria profesional, el entorno en el cual le toca vivir, la institución en la cual trabaja. Dialogando con los textos Una vía secundaria para enseñar con este enfoque, estrechamente relacionada con la anterior es valorar los textos, las diferentes formas en que se presentan los textos: libros, revistas, periódicos, fotos, pinturas, encuestas, entrevistas, diapositivas. Es posible suscribir una concepción amplia de texto, como algo que está escrito en la realidad de múltiples formas, tanto mediante el lenguaje verbal como no verbal, como huellas o marcas del sujeto humano sobre el planeta. La tarea del docente es invitar al estudiante a dialogar con los textos, a no conformarse con una única fuente o referencia, sino a hacer comparaciones, buscando semejanzas y diferencias. Una de las fuentes va a ser la experiencia propia y la experiencia de otros que se consideren significativas para esa situación. Dialogar con los textos implica valorarlos e incluso cuidarlos como patrimonio físico. La creación de una biblioteca de aula protegida por los estudiantes es una de los productos que pueden emerger de esta estrategia. En este proceso, algo valioso es funcionar en red, escuchar las recomendaciones de nuestros conocidos, consultar en Internet, visitar las librerías, los museos, la biblioteca del plantel, otras bibliotecas, las exposiciones de arte, caminar la ciudad, mirar la naturaleza, estar abiertos a lo nuevo, que puede estar presente incluso en cosas que vemos todos los días. En este sentido es posible mirar la ciudad, el barrio o incluso la propia casa como un museo, como un lugar de la memoria, que tiene algo que enseñarnos. Este diálogo con los textos no se limita a revisar la bibliografía obligatoria de una asignatura o frecuentar una biblioteca. Estamos hablando de promover el hábito de leer y reflexionar sobre la realidad, a partir de evidencias, testimonios, cosas que nos llaman la 26 atención. Dialogar con los textos es pensar y pensarse, desde y en los textos. Un punto a destacar es que dados el ritmo acelerado de la vida social y la presencia de una gran masa de información, que se presenta como fragmentaria e indiferenciada, se requieren criterios de reflexión y crítica para hacer este ejercicio. El docente tiene una tarea aquí: construir esos criterios junto con los estudiantes, poner a su disposición la experiencia pedagógica que ha ido acumulando. Construcción de comunidades de aprendizaje/ Aprendizaje entre pares El docente debe crear condiciones para que la comunidad de práctica de hecho que es el grupo curso devenga en una comunidad de aprendizaje consciente y dispuesta a comprometerse con esa tarea. La comunidad de aprendizaje se puede definir como un colectivo intencionado donde los sujetos quieren participar en forma voluntaria y donde existe un vínculo periódico valorado por la mayoría de los miembros del grupo. Los miembros de la comunidad de aprendizaje no participan en ella por tener algo en común, por ejemplo ser estudiantes del mismo colegio, sino por ser diferentes entre sí y estar unidos por la disposición a compartir, por la disposición a la donación recíproca, a dar y recibir (Espósito, 2003) El primer aspecto que el docente debe considerar es crear la comunidad sin establecer diferencias entre los jóvenes, sin elegir a los mejores o a las que considera aptos para una actividad particular. También sin buscar igualarlos en torno a una característica elegida por el docente; por ejemplo, el docente forma una comunidad de los que gustan de la música, haciendo una selección de los jóvenes que el estima que son amantes de esa expresión artística y excluyendo a los otros, lo que según su criterio no saben o no tienen interés. Por el contrario, se sugiere formar comunidades por libre elección, donde sean los jóvenes los que se inscriban, sin ser elegidos y en torno a temas o actividades definidas también desde los propios jóvenes. A partir de estas comunidades pequeñas se puede ir consolidando el curso en su conjunto como una gran comunidad de aprendizaje, que contiene a las anteriores. Estas comunidades tendrán como propósito común compartir experiencias, aprender de ellas y hacer posible que se plasmen en escritura. Los textos circularán entre las comunidades de un mismo curso y entre cursos del mismo plantel e incluso traspasando 27 las fronteras del mismo. Las comunidades de aprendizaje son también comunidades de escritura. Al mismo tiempo la comunidad de aprendizaje lleva a las redes, a formar comunidades en red. La investigación y la reflexión desde la práctica están en la base de la formación de las comunidades de aprendizaje. El docente funcionará como el coordinador de la comunidad de aprendizaje. Esa tarea no puede limitarse a distribuir funciones y responsabilidades, a hacer seguimiento, a “poner a trabajar”. Un coordinador es aquel que se hace un “multiplicador”, que logra que las capacidades de los miembros del grupo se compartan, en forma tal que cada uno empieza a detentar las capacidades de todos (Ranciere, 2011). El docente estará también a cargo de crear un clima de grupo colaborativo y respetuoso de las diferencias, donde se haga presente tanto una disposición hacia la igualdad, hacia el trato igualitario, como hacia la promoción de la diversidad. Otra tarea del docente es crear un ambiente armonioso y sin tensiones, ya que está probado que el aprendizaje se realiza de manera más potente cuando los estudiantes se sienten libres y aceptados y cuando se trabaja con alegría. Las comunidades de aprendizaje se constituyen como un espacio para que los estudiantes se apoyen entre sí. Existen experiencias educativas en varios países de América Latina en torno al aprendizaje entre pares, en particular la presencia de estudiantes que funcionan como tutores y acompañan pedagógicamente a sus propios compañeros. El supuesto que orienta esta experiencia es que el par tiene una mayor capacidad de ponerse en el lugar del otro porque está viviendo situaciones semejantes. Los estudiantes tutores también tienen la posibilidad de aprender de los docentes tutores y viceversa, lográndose no sólo aprendizajes disciplinares sino aprendizajes en competencias genéricas y en particular en torno a derechos e incrementándose el proceso de democratización de los planteles. Para una información más específica se recomienda revisar el documento sobre acciones tutoriales elaborado desde el Colegio (COBAEP, 2011). La experiencia de la lectura y de la escritura Escribir es una experiencia, al igual que la lectura. De allí que podamos hablar de la experiencia de la escritura y de la experiencia de la lectura, ambas interrelacionadas 28 (Larrosa, 2007). Al ser experiencias detonan el pensar, haciendo que tanto la lectura como la escritura permitan configurar nuevas experiencias pedagógicas (Contreras y Pérez de Lara, 2010). En este marco, la escritura hace posible conservar y compartir la experiencia, la situación que queremos asir y presentar. No sólo narramos a otros nuestra experiencia a través de la escritura, sino que ella misma nos orienta en el camino a seguir. La escritura es: pasaje, puente, mediación, traducción entre vivir y pensar. Busca dar forma a lo que no está exactamente en ningún sitio, sino en el “entre”, en el ir y volver, por medios que se expresan como si hubiera un sitio, al que se vincula lo narrado, un algo que pasó, que nos pasó. Porque el propósito del relato de la experiencia no es que equivalga a la experiencia, sino que nos ponga en disposición de ampliar el sentido de lo educativo y de vivir nuevas experiencias. Por eso escribir es hacer experiencias, no sólo relatarlas (Contreras y Pérez de Lara, 2010:81-82). Al mismo tiempo, la experiencia de la escritura nos permite entender lo que pasó, la experiencia se vuelve a vivir al hacerse narración. De igual modo, la escritura nos conecta con la investigación, con las historias que se hicieron testimonio durante el proceso. Escribir “sobre” o “acerca” de lo investigado nos llevaría a abordar los testimonios como si fueran datos, al margen de los sujetos que hablan, “desde” el investigador, estableciendo una relación jerárquica con los investigados. Se propone, por el contrario que la escritura se haga “en la investigación” dando cuenta también de lo que le sucede al investigador. “Una investigación que es vivida en cuanto que experiencia, por el contrario, se vale de la narración, del relato, al menos como modo de dar cuenta de lo investigado, mostrando la subjetividad implicada del investigador o investigadora, como quien sostiene el relato, esto es, la experiencia de aprendizaje” (Contreras y Pérez de Lara, 2010: 80). De allí que escribir sea no una forma de representar sino un medio para buscar sentidos, nuevas interpretaciones en lo que hemos escuchado, la realidad se construye desde y con la escritura. Escribir es entonces un camino para investigar, ya que la narración permite comprender. En el mismo sentido, la lectura es múltiple, cuando el lector hace la experiencia de la lectura, vuelve a agregar interpretaciones a un texto que permanece abierto. 29 Escribir deja la sensación de que se ha completado algo, que se ha entendido más, el texto enfrente del que lo hizo es una muestra de que algo pasó, de que hemos cumplido una tarea. La responsabilidad del docente es escribir y leer, para promover a su vez la escritura y la lectura en sus estudiantes. Distintos escritores, incluyendo a Borges, coinciden en que para escribir se requiere haber leído, haber conocido el mundo de las palabras. De allí el valor de propiciar la lectura entre los jóvenes, como un fin en sí mismo, porque abre ventanas al mundo, y como un medio para que puedan escribir y entender, tanto sus historias como las de otros. Aún más, es parte de la tarea docente comprometerse con la propia lectura y escritura. Cabe destacar que a las mismas personas que les gusta escribir también les suele gustar la pintura y/o el dibujo, dando cuenta de una misma capacidad expresiva. Este rasgo se hace presente en escritores famosos, desde Lorca y Alberti a Proust y Dostoievsky, y es identificado a su vez por otros escritores (Friedman, 2008). De allí que desde los planteles la comunidad educativa puede promover simultáneamente la lectura y la escritura de los estudiantes tanto como la de los docentes y la expresión artística, en todas sus formas. Pensar la pintura o la música o el grafiti como formas de escritura es una manera de salirse de una concepción verbalista. Dos preguntas se presentan como necesarias: ¿para quién escribo? Y para qué escribo? Estos interrogantes los docentes deben hacérselos a sí mismos y a los estudiantes, buscando identificar si está presente el sentido de escribir para mostrar algo nuevo, un acontecimiento que permanecía oculto, una experiencia que estaba apenas esbozada o ausente y si están aspirando a que la escritura llegue a grupos que han estado históricamente al margen de la narración. Pensemos que al hacer visibles las experiencias que no eran públicas estamos haciendo crecer el patrimonio colectivo y promoviendo el diálogo de saberes. Podemos preguntarnos como hacer más visibles las producciones de los estudiantes y a través de ellos las de las comunidades donde habitan, en particular las de las comunidades indígenas o de otras comunidades, como las de las mujeres o las de los migrantes. De este modo se puede crear un baúl de saberes en torno a diferentes campos que siguen siendo poco visibles: medicina indígena, 30 cocina tradicional, prácticas de cultivos y cría de animales, tejidos y bordados, huertas orgánicas urbanas, otros. Finalmente, la escritura y la lectura se hacen, son acciones del sujeto que requieren de esfuerzo y tiempo. Los docentes deben generar espacios para la escritura y la lectura de los estudiantes y de sí mismos, desde el portafolios a los concursos de ensayos y otras formas de hacer públicos los escritos. En esos espacios se pueden promover el trabajo entre pares, sin buscar que los estudiantes compitan entre sí, sino que presenten y reflexionen colectivamente sobre la singularidad de sus textos. Una actividad que sugerimos es proponer a los estudiantes un breve ensayo sobre algo, por ejemplo, cómo te sientes, qué está pasando en tu vida, qué te gustaría cambiar, cómo estás en la escuela; ese texto pueden escribirlo fuera del plantel; luego se comparte en el plantel; un estudiante lee en voz alta y los otros escuchan; al escuchar empiezan a sentirse parte del relato y pueden hacer comentarios; tiene lugar un proceso de resonancias, de identificaciones y proyecciones, donde una experiencia le habla a la otra y donde se produce una expansión tanto de la consciencia de sí como del grupo en su conjunto. Aún más, cuando el estudiante lee ante el grupo curso el texto que escribió se reconoce como autor, “se da cuenta que también sus frases pueden escribirse, convertirse en un libro, ser leídas a todos. También él puede ser autor, como los que escriben los libros del librero de la maestra” (Tonucci, 2004:67). Otra actividad que proponemos es que los estudiantes conversen y entrevisten a personas de su comunidad o de su familia o bien invitar a la escuela a miembros de la comunidad para generar un diálogo colectivo con el grupo curso o con varios cursos. Esta actividad de investigación se convierte en escritura en tanto los estudiantes registran los testimonios, los analizan, los acompañan con fotografías, confirman lo escuchado revisando archivos, libros o revistas, recopilan otros saberes de la comunidad como recetas de cocina, canciones o fórmulas medicinales, ilustran las historias con dibujos o con alguna representación teatral o se lee alguna novela asociada con lo que está emergiendo de la búsqueda. El portafolios ha sido usado habitualmente como un mecanismo de evaluación. Sugerimos emplearlo como un espacio para recopilar las producciones de los estudiantes, desde 31 textos escritos a audiovisuales y artísticos. En vez de hablar de evidencias, considerémoslos como testimonios de los estudiantes, que les permita tanto sistematizar su propio aprendizaje y valorar su trabajo como contar con una visión acerca de sus avances. El portafolios puede constituirse en un punto de partida para la reflexión desde la práctica por parte de los estudiantes. El último comentario es que la escritura y la lectura son momentos para encontrarse consigo mismo y con los otros, son espacios para disfrutar. Quizá la única tarea para hacer por parte del docente es hacerle sentir al estudiante que ese disfrute existe y que él lo siente y lo comparte. Presentar la lectura como una ocupación que requiere disciplina y que debe practicarse no sólo cuando es necesaria en términos prácticos, sino como un ejercicio noble y humanizador, es una idea que está presente en los grandes escritores, al estilo de Thoreau (2010). Aún más, merece reconocerse que buscamos que la lectura sea un ejercicio que provoca al sujeto, que lo invita a pensarse, a viajar, a salir de sí hacia los otros y a encontrarse consigo mismo. Historizar la enseñanza y el aprendizaje Hacemos referencia al valor de contextualizar los hechos con una perspectiva histórica. En el sentido común pensamos que las cosas son como son porque así son…Cuando ponemos las situaciones en un espacio temporal más amplio, entendemos más. Sugerimos que los docentes hagan esta tarea cada vez que la estimen necesaria, tanto para entender procesos sociales, institucionales como conceptos y teorías o aproximaciones más individuales. Desde las ciencias sociales, autores como Foucault y otros han buscado esa mirada, han hablado incluso de hacer “arqueología” o genealogía del saber. La historia tiene el valor de darnos cuenta que las cosas no son naturales, que fueron de una manera, que ahora son de otra, que se pueden cambiar. Incluso podemos entender las razones de la situación presente al mirar el pasado. No estamos hablando de adoptar este enfoque exclusivamente en las asignaturas de ciencias sociales, sino como un punto de vista transversal. La historia de la mujer, la historia de las matemáticas, la historia de la geometría, cómo va evolucionando la física, cómo se fue creando un concepto a partir de otros o negando otros. 32 Otra tarea relacionada con la anterior es mostrar a los estudiantes como se pueden acercar a las instituciones, a la historia de México o del mundo a partir de historias de vida. Las películas pueden ser muy claros testimonios de este enfoque. Una película muestra casos particulares y al mismo tiempo vemos toda la sociedad en esos sujetos. Sugerimos organizar alguna sesión de cine comentado, ya sea en contraturno o en fin de semana. Películas como “Los escritores de la libertad” pueden decirnos muchas cosas acerca del papel del profesor, de su capacidad de acoger a los estudiantes, de cómo va cambiando y humanizándose ella misma (la profesora) al tomar esa decisión de escucharlos y hacer de su curso un espacio de acogida. Y los estudiantes también van cambiando en la medida en que empiezan a mostrarse, a relacionarse, a acortar distancias entre ellos. Finalmente historizar la enseñanza y el aprendizaje implica también dejar claro a los estudiantes los vínculos entre lo social y lo individual, en forma tal que lo individual siempre es social, condicionado por el tiempo y lugar donde vivimos y lo social es el producto complejo de historias individuales e institucionales. Un ejercicio necesario es aclarar cuando un estudiante dice: “yo opino…” que en realidad está opinando también su familia, su historia, los amigos, las noticias que lee o escucha, lo que le dijeron en la escuela. De allí que historizar permita una mayor autonomía intelectual y moral del sujeto respecto de los grupos en los cuales participa y al mismo tiempo una mayor presencia en esos espacios. La Observación: desde dónde observamos Una tarea para el docente es promover la observación, tanto por parte suya como de los estudiantes. Vivimos en sociedades donde estamos tan apurados, con tantas cosas encima, que nos cuesta detenernos, observar y reflexionar. Observar es el punto de partida de la reflexión. Una persona observadora, atenta, que presta atención, que no está distraída ni ensimismada está mucho más protegida socialmente. Al revisar el Diccionario de uso del español (Moliner, 1997), la observación es definida “mirar o prestar atención a algo para darse cuenta de cómo es, está, se hace u ocurre” (Moliner, 1997, 543). Llama la atención que observar tenga múltiples sentidos, desde atender, percatarse, darse cuenta, a espiar, vigilar, celar, observar la ley, acatar, cumplir y también objetar (me hizo observaciones al texto) hasta llegar a explorar e investigar, 33 cerrando un ciclo de conocimiento. En este marco se dice que alguien es observador o que observa o sigue las buenas costumbres. Llama la atención también que la palabra observatorio, que indica un lugar desde el cual se observa sistemáticamente algo, haya inspirado en estos tiempos a tantos lugares desde los cuales se recolecta y se registra información (Observatorio de violencia, Observatorio de género, Observatorio de políticas públicas, otros). Además, la observación nos recuerda la propuesta de los investigadores, de los antropólogos en particular, de “estar allí” para poder decir que sucedió, la importancia de ser testigos, de decir “yo lo vi” (Geertz, 1997); al mismo tiempo la observación nos lleva a la acción de mirar y cuestionar un texto, por el tránsito por la escritura. Desde el sentido común existe la tendencia a pensar la observación como una práctica, una acción hacia afuera, en la que se diferencia el observador y el observado. En este texto vamos a presentar la idea de que la observación implica también volver la mirada sobre el propio observador. Aun más, en la observación el sujeto construye como un reflejo de sí mismo, la realidad que está observando. Al mismo tiempo, la realidad observada construye y modifica al sujeto. A continuación una manera de definir la observación como mirar de una manera contemplativa y abierta, en la cual el sujeto se deja penetrar por lo observado, así caracterizada desde la literatura: la miró, pero con una mirada para la que mirar es ya una palabra demasiado fuerte, mirada maravillosa que es ver sin preguntarse nada, ver y basta, algo así como dos cosas que se tocan, los ojos y la imagen, una mirada que no toma sino que recibe, en el silencio más absoluto de la mente, la única mirada que de verdad podría salvarnos, virgen de cualquier pregunta, aun no desfigurada por el vicio del saber, única inocencia que podría prevenir las heridas de las cosas cuando desde fuera penetran en el círculo de nuestro sentir-ver-sentir-porque no sería más que un maravilloso estar delante, nosotros y las cosas, y en los ojos recibir el mundo entero,-recibir-sin preguntas, incluso sin asombro,-recibir-sólo recibir-en los ojos-el mundo. Así sólo saben ver los ojos de las vírgenes bajo las arquerías de las iglesias, al ángel descendido de los cielos de oro, en la hora de la Anunciación (Baricco, 2010: 41). En el mismo sentido se habla de “fundirse con el escenario y perturbar lo menos posible la acción con nuestra presencia” (Woods, 1987:56). Las dos referencias confluyen en torno 34 a un observador que se deja penetrar por la realidad observada, cuya manera de ser activo radica en su extrema y aparente pasividad. Si se logra estamos en presencia de un observador que se retira para que el otro se presente, sea un ser humano o una cosa. Esta manera de observar no está sola sino que se relaciona con el registro y la escritura. Para dar cuenta y compartir de una manera perdurable se requiere de la escritura como un proceso permanente, antes, durante y después de la observación. En este sentido, la observación se acompaña con guías de observación, elaboradas antes, con notas de observación redactadas en el proceso y con registros, elaborados después. En esos escritos, la subjetividad de los observadores se hace presente. Y qué observamos…observamos la vida en su complejidad, observamos para pensar. Observar nuestras propias historias que contamos una y otra vez, observar las escrituras que hacemos, organizadas en torno a un formato, observar todas las rutinas aceptadas como inevitables, pero que nos pesan y nos doblegan lentamente, son todos ejercicios que se pueden hacer. Cabe destacar que antes que objetos sólidos, objetivos con límites precisos, “como si fueran cosas”, observamos pequeños detalles, emociones, cosas que en un primer momento pueden pasar desapercibidas. Un punto clave es que necesitamos aprender a observar. He aquí una tarea. Sugerimos que los docentes propongan tareas de observación a los estudiantes, desde una observación con alguna guía hasta observación libre, y que las notas resultantes se compartan en el aula. Un hecho a destacar para esas actividades con los estudiantes es que observamos todo, tanto hechos como estados de ánimo, pensamientos y valores. Los mismos ejercicios se pueden intentar en las reuniones de academia: proponer que los docentes presenten un escrito acerca de algo que han observado, dentro o fuera de la escuela. Cómo observar? Algunas ideas básicas se presentan a continuación. Queremos dejar claro que observar requiere antes que nada de una disposición a una conciencia multidimensional, a mirar muchas cosas y al mismo tiempo estar centrado en un foco o eje de la observación. En segundo lugar, la observación se inspira en el deseo de saber, en el gusto por buscar. De allí que observar está estrechamente vinculado con preguntar. Se observa a partir de una pregunta, ya sea formulada en forma explícita o apenas 35 vislumbrada por el propio observador. En tercer lugar, la observación se vincula estrechamente con la escritura, con las notas de campo, con un sujeto que pasa de la mirada a la mano que registra, que escribe sus impresiones, que diferencia entre el registro de lo que observa y lo qué le pasa a él con lo que observa y también lo vuelca en escritura. En cuarto lugar, el observador puede oscilar entre hacer observación participante, en la cual tiene acceso a todas las actividades del grupo, incluida sus propias operaciones mentales, o incursionar por la observación no participante. Los profesores tienen la gran oportunidad de hacer observación participante en sus escuelas. El observador participante se caracteriza por compartir la vida del grupo, pasando tiempos prolongados en la comunidad, con la intención de comprender el código cultural del otro. En quinto lugar, el observador debe tener claro que se hace presente la ética de la observación, ya que hay situaciones en las que no puede involucrarse, como en los acontecimientos de la vida privada de los otros. Igualmente, el observador debe lograr ser una presencia no intrusiva. En sexto lugar, el observador debe conocer las ventajas, los límites y los riesgos de la observación. Acciones del pasado, sentimientos, actitudes, acciones íntimas no pueden identificarse observando, así como tampoco los acontecimientos no previstos, antes los cuales no se puede preparar o estar disponible el observador. Al mismo tiempo, la observación tiene la ventaja de que no depende de la decisión del otro de contestar, mientras se reduce el riesgo de que la situación esté alterada por la presencia del investigador. En séptimo lugar, estamos hablando tanto de un observador individual como de un colectivo de observadores. Finalmente, cuando un sujeto, ya sea un estudiante o el propio docente, comparte su observación individual con el grupo, ésta no sólo se hace más rica sino que pueden emerger sentidos radicalmente inversos al original. Igualmente poderosa es la observación “entre”, hecha entre pares, de uno al otro o de dos respecto de un tercero. Sugerimos que el docente proponga tareas de observación donde los estudiantes puedan salir a observar en parejas o en tríos y luego se comparte en el grupo curso. Este cruce de observaciones potencia la capacidad tanto de observar como de comprender y de generar debates. Otro punto clave es recordar que se puede observar con la mirada, con una cámara fotográfica, con video o con audio, con un celular. Considerando que los jóvenes urbanos 36 han hecho costumbre “sacar fotos” en forma frecuente, especialmente con el celular, una tarea para el docente es darle un sentido pedagógico a esa actividad. Dadas las situaciones que se han presentado de fotos subidas a Internet por estudiantes para descalificar al otro, donde las fotos han sido vehículo de violencia, resulta fundamental hacer un debate en torno al sentido ético de la fotografía, que puede ser puesta tanto al servicio de la “denuncia social”, como en el caso de las fotos referidas a situaciones sociales injustas o fotos de guerra, o al servicio del “disfrute”, como las fotos de familia, de momentos felices o finalmente las fotos del “escarnio”, en el caso ya señalado de las fotos subidas para generar vergüenza social y castigo. Por el contrario, las fotos de los estudiantes, inscritas en comunidades de aprendizaje, podrían dar lugar a un acervo fotográfico que se constituyera como una ventana hacia el mundo: imágenes de lugares, situaciones, personas, que merecen ser recordadas, contempladas, para aprender de ellas. Finalmente, el observador debe evitar reducir la realidad a algo observable y registrable, en última instancia “manejable”. Por el contrario, se debe recordar que lo que vemos nos mira y nos transforma. La observación puede ser un momento de encuentro con el otro, un momento para presentar la propia subjetividad, para dar cuenta de hechos que son fugaces, como los fuegos artificiales: “son la forma de arte más perfecta, dado que la imagen en el mismo instante de su culminación, desaparece de nuevo ante la mirada del espectador” (Adorno, 1984, 46). En síntesis, la observación permite tanto activar la capacidad de buscar, preguntar, pensar, comprender, registrar, escribir, como la capacidad de estar más atento y sensible respecto de la subjetividad, tanto la nuestra como la ajena. La observación contribuye a la construcción de la memoria social y también a la presentación de cada uno como sujeto. Nuevamente, las ideas y actividades que hemos presentado son tanto para los estudiantes como para los propios docentes. La escucha activa Considerando que la educación fue definida como un proceso conversacional, escuchar ocupa un lugar central. Sugerimos que los docentes empiecen haciendo ejercicios de 37 escucharse los unos a los otros, para observar cómo escuchan. Podrán ver que en ocasiones “no escuchamos” porque estamos demasiado ocupados en querer hablar, presentar nuestros argumentos, tener razón. Este ejercicio de escucharse es simple: se puede hacer en tríos, en forma tal que uno habla, el otro escucha y el tercero observa. Empieza uno hablando, el tema es libre, mientras el que escucha permanece en silencio y sin interrumpir; se acuerda un tiempo para escuchar; luego entre los tres se conversa acerca de lo qué pasó, si se distrajeron, si escucharon, qué escucharon, cómo estaban sus cuerpos en ese lugar. Una vez que como docentes estén más conscientes de sus posibilidades y limitaciones para escuchar, y de cómo se manifiestan, sugerimos que propongan el mismo ejercicio a los estudiantes. En un segundo momento, pueden plantear la tarea de que se entrevisten los jóvenes unos a otros, en base a una guía confeccionada en el grupo. El tema puede ser libre o relacionado con alguna disciplina o con intereses de los estudiantes. Otra manera de promover la escucha activa es solicitar al estudiante que concurra a un museo, observe una pintura y se ponga a escuchar lo que ésta le transmite. No se pretende que el joven sea un crítico de arte ni que logre descifrar lo que el pintor quiso decir. Nos ejercitamos solamente en imaginar lo que pudo querer hacer. Así se comprueba que todo querer hacer es un querer decir y que este querer decir se dirige a todo ser razonable. En definitiva se verifica que la pintura es como la poesía que los artistas del Renacimiento habían reivindicado invirtiendo el proverbio de Horacio, no es el saber reservado únicamente a los artistas: la pintura, como la escultura, el grabado o cualquier otro arte es un lenguaje que puede ser entendido y hablado por cualquiera que tenga la inteligencia de su propio lenguaje (Ranciere, 2003:89). De este modo, el estudiante aprende a escuchar su subjetividad y se constituye en mayor grado como un sujeto autónomo. Incorporar la escucha activa en la enseñanza permite generar condiciones para sujetos más conscientes de si, tanto estudiantes como 38 docentes. En el mismo sentido, crece la capacidad de compartir, de recibir al otro, de dar de sí en el proceso de escuchar. Educación y trabajo: para qué y cómo abordar las capacitaciones En primer lugar, es necesario preguntarse por el lugar que ocupan las capacitaciones tanto en el currículo como en la vida del plantel. En qué medida las capacitaciones son valoradas como un espacio curricular equivalente a las asignaturas asociadas con disciplinas o son calificadas como un saber menor, asociado con la práctica. Este primer punto justifica un debate entre los docentes, en las academias, así como con los estudiantes. En segundo lugar, es vital que los docentes se interroguen acerca del sentido de las capacitaciones: para qué sirven, en qué medida capacitan para la inserción laboral inmediata o de mayor plazo, si realmente capacitan para un oficio, si además cumplen otras funciones, tales como tener un valor propedéutico, ya que podrían preparar a los estudiantes para la continuidad educativa, para la formación específica que aspiran a seguir en la educación superior. En este caso las capacitaciones pueden ser pensadas no sólo en términos laborales sino en términos de un patrimonio de conocimientos teóricos y prácticos útiles y preparatorios para el futuro de los estudiantes que continuarán en la educación superior. Otra función que pueden cumplir las capacitaciones es formar para los trabajos que los estudiantes ya están realizando en forma simultánea con la media superior. En este sentido, las capacitaciones dejan de ser pensados para “después”, para cuando tenga lugar la salida al mundo laboral y se pueden planearlas para el presente de los estudiantes trabajadores. Finalmente, otra función que pueden cumplir las capacitaciones es prepararlos para estar dispuestos a ser emprendedores y realizar negocios propios de diferente tipo. En tercer lugar, las capacitaciones pueden inscribirse en un debate más general acerca del lugar de la tecnología y la ciencia en el mundo actual, dando cuenta además de los cambios al interior de oficios o actividades específicas. A modo de ejemplo, se podría formar en el programa de Orientación nutricional y puericultura y al mismo tiempo analizar cómo se fue generando históricamente ese campo de trabajo, que papel social desempeña y como se relaciona con el conjunto del patrimonio tecnológico y científico. 39 También puede realizarse un debate en torno a las grandes transformaciones en el mundo del trabajo, en los tipos posibles de trabajo que el estudiante puede encontrar. Finalmente, las capacitaciones son un espacio para enseñar y aprender las competencias genéricas y para reafirmar competencias disciplinares específicas, asociadas con los trabajos para los cuales se está haciendo la formación. En todos los casos, se sugiere iniciar el debate entre docentes, tanto entre los docentes a cargo de las capacitaciones como entre los docentes en su conjunto, para en un segundo momento hacer el diálogo con los estudiantes. Incluso se puede proponer a los estudiantes hacer observaciones y entrevistas en el mundo del trabajo asociadas con las capacitaciones que están cursando. Otro ejercicio que se sugiere es organizar las capacitaciones siguiendo un esquema de trabajo por proyecto, que implique un enfoque por resultados y que culmine en productos específicos. Queda abierta la posibilidad para que los docentes imagen formas de enseñar que resulten creativas y entretenidas para los estudiantes y que acorten la distancia entre teoría y práctica. Enseñar y aprender en torno a actividades culturales, artísticas, deportivas y recreativas Las actividades denominadas paraescolares requieren de un debate entre docentes acerca de su sentido, en particular reflexionar acerca de que son tan escolares como el conjunto de las concepciones y prácticas incluidas en el currículo. Este es un debate en torno a su legitimidad. En segundo lugar, necesita reconocerse que son un espacio para aprender tanto las competencias génericas como las disciplinares, en un nivel aplicado. En tercer lugar, se recomienda tener presente que la promoción de la sensibilidad artística es una de las competencias genéricas que se explicitan en la RIEMS. En cuarto lugar, se propone considerar que el cuerpo y su desarrollo tiene el mismo valor que los aprendizajes intelectuales. Aún más, que a través del deporte o de la danza se puede enseñar y aprender disciplina, la capacidad de seguir instrucciones, la puntualidad, la perseverancia, el valor del esfuerzo sostenido y metódico. Nuevamente, primero se requiere un diálogo entre docentes, tanto de la asignatura “paraescolares” como de las otras, para continuar con un diálogo entre estudiantes. 40 Finalmente, se recuerda que desde el Colegio se han identificado dos ejes y cinco campos de acción que buscan incidir en forma transversal en todas las actividades paraescolares. Los ejes son cultura artística y cultura deportiva y los campos de acción son: creación literaria, cultura de los derechos humanos, cultura cívica, cultura científica y tecnológica y cultura medio ambiental. En este sentido, se sugiere que cada una de las actividades paraescolares contemple al menos uno de los ejes y se asocie con uno o más de los campos de acción. Las actividades paraescolares han sido diseñadas tanto para promover las competencias genéricas y disciplinares como ambientes de convivencia armónica y recreación, difundir hábitos y prácticas asociadas con una vida saludable, propiciar la reflexión sobre los problemas sociales actuales, así como orientar las trayectorias profesionales de los estudiantes hacia los campos del arte y el deporte. El cuadro a continuación representa las relaciones entre los ejes y los campos de acción: Todo lo referido a estas actividades se desarrolla en un documento anexo, en particular las referencias a los actores institucionales involucrados y su evaluación (COBAEP, 2012a). 41 La enseñanza y el aprendizaje de las competencias genéricas En primer lugar, en relación con estas competencias se requiere tener presente que son de carácter transversal y que algunas de ellas requieren de aprendizajes mediadores. En segundo lugar, el docente debe promover en los jóvenes el respeto a la diferencia, el derecho a la igualdad, la promoción del cuidado de sí y del trabajo colaborativo, que son las competencias genéricas que organizan y nuclean a todas las otras. En tercer lugar, proponemos encarar las competencias genéricas como un estilo de vida del docente, antes que como un conjunto de metas o de aprendizajes a cumplir, o como una lista de tareas que se deben llevar a cabo. A partir de un docente que ha construido la integridad y la honestidad como valores fundantes de su vida, que cuida de sí y cree en la cooperación y el respeto a la igualdad en la diferencia, se puede pensar en hacer este trabajo en torno a las competencias genéricas con los estudiantes. Desde el Colegio, se asume el principio de que necesitamos generar espacios educativos donde los jóvenes se sientan reconocidos y estimulados en su singularidad, sin buscar un modelo único de estudiante o perfil de egreso y sin discriminar a los que arriban a menores logros de aprendizaje. En este sentido, los docentes deben hacer uso de estrategias diversificadas de enseñanza, con el apoyo del programa de tutores, y antes que todo con una disposición hacia el trato igualitario. Al mismo tiempo, se deben promover logros comunes y perfiles de egreso que sean congruentes con la certificación de la educación media superior y que posibiliten la continuación de estudios. Si bien las competencias genéricas junto con las disciplinares básicas constituyen el núcleo del perfil esperado de los egresados, la individuación del estudiante debe constituirse en la meta del currículo, entendiendo por tal que en el marco de requisitos sociales establecidos logre encontrar un camino propio, donde potencie sus posibilidades particulares. 42 5. Reflexiones finales Hemos llegado a completar este texto. Sugerimos que se lea como una propuesta abierta, que necesita ser especificada con las voces de los docentes y directivos, estudiantes, familiares y miembros de las comunidades locales. El documento ha sido pensado para empezar el debate, no para cerrarlo y convertirlo en un conjunto de tareas por cumplir. Las propuestas que hemos hecho están todas relacionadas entre sí, la formación con la investigación y la escritura, la observación con la escucha, las capacitaciones con las competencias genéricas y las disciplinares. Hemos propuesto algunos ejercicios tanto para los docentes como para los estudiantes; los lectores pueden imaginar otros y compartirlos con nosotros. Los invitamos a dialogar y hacernos llegar sus comentarios para transformar este documento en un texto colectivo, donde los planteles se hayan hecho presentes. Finalmente, les recordamos una idea presentada en la introducción: este texto necesita ser leído junto con los otros elaborados desde el Colegio, así como complementa pero no reemplaza los documentos elaborados por la SEP acerca de los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación, los cuales siguen siendo una referencia fundamental. 43 Bibliografía Adorno, Teodoro (1984). Teoría estética, Buenos Aires, Ed. ORBIS. Baricco, Alessandro (2010). Océano mar, Barcelona, Ed. Anagrama. Carson, Terrance (1997). “La reflexión y sus resistencias. 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Acuerdo 442, Por el que se establece el Sistema Nacional de Bachillerato en un marco de diversidad. 45 SEP (2008). Acuerdo 444, Por el que se establecen las competencias que constituyen el marco curricular común del Sistema Nacional del Bachillerato. SEP (2008). Acuerdo 447, Por el que se establecen las competencias docentes para quienes impartan educación media superior en la modalidad escolarizada. SEP (2008). Acuerdo 449, Por el que se establecen las competencias que definen el Perfil del Director en los planteles que imparten educación del tipo medio superior. 46
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