C Sistemas Administrativos Sistema Nacional de Presupuesto Público Qué, para qué y cómo en el presupuesto orientado a resultados Nelson Shack Yalta(*)(**) ÍNDICE Resumen Ejecutivo ANÁLISIS –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– I. Introducción: ¿De qué estamos hablando? –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 1.1 Algunas definiciones técnicas básicas. –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– a. Atributos de Ios ID. –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– b. Tipos de indicador. El concepto de valor público permite guiar las decisiones estatales en base a una simple reflexión: ¿lo que estamos haciendo genera algo que es valioso para la sociedad? Al respecto, podemos decir que la coyuntura actual nos enfrenta con una inquietante paradoja: los Estados dedican más recursos que nunca a erradicar la pobreza extrema y el hambre en el mundo, y sin embargo, el número de personas viviendo en condiciones paupérrimas sigue en aumento. Como es de suponer, esto se debe a una serie de factores cuya complejidad y ámbito de estudio implicaría un mayor número de páginas. No obstante, queremos centrarnos en uno de estos factores en especial, tal vez el que revista mayor importancia, el cual se refiere al manejo de los recursos públicos en base a criterios que permitan la generación de valor público, traducido en la mejora de las condiciones y calidad de vida de las personas. En ese sentido, ponemos a su disposición un documento editado por la institución Transparencia, titulado “Qué, para qué y cómo en el presupuesto orientado a resultados”, que ha sido desarrollado por el especialista Nelson Shack, quien a su vez es miembro del Comité Consultivo de Gestión Pública y Desarrollo. Específicamente, desarrolla el nuevo enfoque en la gestión presupuestaria orientada a resultados: Presupuesto por Resultados; que apareció por primera vez en el Capítulo IV de la Ley de Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2007, Ley Nº 28927. Al respecto, si bien el término al que hace referencia es Presupuesto por Resultados, sin embargo, el autor desarrolla el concepto usando la terminología -más correcta también a nuestro parecer- de Presupuesto Orientado a Resultados (POR), toda vez que en rigor estricto, el presupuesto no se elabora, aprueba ni ejecuta por resultados. En tal sentido, podemos decir que el POR es un conjunto de metodologías, procesos e instrumentos que permite el uso de información sobre desempeño en distintas etapas, de modo tal que sirva para la toma de decisiones dentro de las entidades públicas durante cada etapa del proceso presupuestario, incentivando a su vez una mejor performance de los distintos actores que intervienen. Por otra parte, se hace mención a los elementos esenciales para la implementación de un POR, como por ejemplo la disponibilidad efectiva de información sobre desempeño y su uso apropiado en el proceso de toma de decisiones, información que se materializa a través de los Indicadores de Desempeño (ID); así como también la elaboración de Planes de Acción Institucionales, los cuales deben contener tareas específicas por desarrollar en plazos determinados y responsables concretos de realizarlas. Finalmente, resulta necesario mencionar que el POR constituye una valiosa herramienta para la correcta gestión de las entidades del Estado, porque permite consolidar el rol del ciudadano como usuario y cliente de los servicios públicos, así como también fortalece los procesos de rendición de cuentas y facilita la determinación de responsabilidades en el manejo de los recursos asignados. –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– c. Familias de indicadores. d. Indicadores de evaluación (nivel) de desempeño. –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– II. ¿Qué es y qué implica el presupuesto orientado a resultados? –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– III. Antecedentes: ¿Cómo surge el POR? –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– IV. Alcance: ¿Qué se entiende por gestión para resultados? –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– V. Referencias bibliográficas. –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– BITÁCORA INFORMATIVA –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– I. Cuadro resumen de Programas estratégicos diseñados según Año Fiscal de implementación. –––––––––– (*) Maestría en Gestión y Políticas Públicas, Universidad de Chile. Economista, Universidad del Pacífico. Coordinador del Proyecto “Mejoramiento de los Servicios de Justicia” del Banco Mundial. Consultor del Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Mundial, KFW de Alemania, PRODELICIA (Unión Europea), PRODES (USAID). Ha sido Director Nacional de Presupuesto Público y Director General de Asuntos Económicos y Sociales del MEF. (**)El presente artículo es un extracto del documento de la Asociación Civil Transparencia, financiado por el Fondo ítalo Peruano en el marco del proyecto Agenda por la Integridad Institucional: Un Estado para la ciudadanía, cuya primera edición se publicó en junio de 2008. C30 Agosto de 2010 I. Introducción: ¿De qué estamos hablando? Desde hace unos años, se viene impulsando en el Estado peruano la aplicación del Presupuesto por Resultados (PPR). El proceso implica la introducción y desarrollo graduales de esta herramienta de gestión, a través de diferentes espacios del aparato estatal. A pesar de su im- portancia, fuera de círculos expertos hay todavía poca claridad respecto a qué es esta herramienta, a cuál es su valor y sus implicancias y por qué, entonces, es útil y conveniente para mejorar el manejo y funcionamiento de nuestro Estado y su relación con el ciudadano, como lo fue en la década de los ochentas y noventas, en varios países hoy desarrollados (Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y otros). Sistemas Administrativos Este documento traza una breve aproximación al tema, que permitirá entender mejor este nuevo enfoque en la gestión presupuestaria. Ello implica comprender algunas de las complejidades que entraña conseguir eso que busca. Puesto de modo simplificado, lo que persigue es que el Estado pueda registrar, medir y calificar su funcionamiento a través de sus resultados, haciendo posible de este modo su mejoramiento. En otras palabras, esta herramienta permite que el Estado pueda gerenciar sus resultados y su funcionamiento. Manejar el presupuesto público atendiendo a los logros que tenga la acción estatal es una ruta -que, a la larga, debe atravesar a todo el Estado- para caminar en este sentido. Sin embargo, identificar apropiadamente los resultados de la acción estatal no es una tarea fácil. No es más simple aunque se circunscriba al plano presupuestario y a espacios parciales del Estado. Más bien, el hecho de que, en la gestión presupuestaria, el modelo que atiende a resultados coexista con otro modelo previo diferente (marcado por la inercia y el incrementalismo, como veremos luego) plantea dificultades y desafíos complejos respecto a la definición y medición de resultados. Esta diversidad de retos es lo que abordaremos primero, de modo que se pueda captar mejor no sólo lo que se busca, sino también por qué es importante el cómo se lo busca. Por ello, esta introducción planteará, en primer lugar, algunos temas y precisiones de corte técnico que son fundamentales para comprender una gestión presupuestaria que gira alrededor de resultados. En segundo lugar, discutirá otros de sus aspectos o características más amplias de su aplicación, de sus alcances y de sus implicaciones prácticas. En el Perú, el nuevo enfoque en la gestión presupuestaria orientada a resultados apareció oficialmente en el Capítulo IV de la Ley de Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2007 (Ley 28927). Allí, se habla de Presupuesto por Resultados. En realidad, bajo la institucionalidad vigente, deberíamos preferir hablar del Presupuesto Orientado a Resultados (POR), porque, en estricto rigor, el presupuesto no se elabora, aprueba ni ejecuta por resultados. En efecto, el presupuesto se elabora -con cierta consideración de las orientaciones programáticas y de políticas que brinda el proceso de planificación- sobre la base del costeo de los insumos necesarios que deberán mezclarse en procesos productivos que generan productos (bienes y servicios que brinda el Estado). Estos, al salir del ámbito interno de la organización (y, por tanto, de la esfera de su control), empiezan a inducir efectos y cambios en el comportamiento de los actores (población que goza de dichos bienes y servicios). Dichos efectos y cambios se traducen en resultados; por ejemplo, atenciones de salud que generan prácticas o que alivian cuadros de enfermedad. En el mediano y largo plazo, estos producirán impactos, como reducciones en la incidencia de contagios o de intoxicaciones, o de mejoras en la esperanza de vida; aunque a muchos de ellos la intervención ni si quiera los haya previsto originalmente. Si bien esta lógica productiva -de relación entre insumos, procesos y productos a través de una función de producción- existe también en las organizaciones públicas, debe subrayarse el escaso grado de control de los gestores públicos sobre lo que recae fuera del ámbito de la organización. Por ello, es muy difícil, y hasta prácticamente imposible, asignar y aprobar recursos por resultados. Por otro lado, al cabo, ¿acaso en el Parlamento se aprueba un Presupuesto por Resultados? El presupuesto se aprueba por instituciones -más propiamente, por pliegos presupuestarios-, grupos genéricos de gasto, fuentes de financiamiento y programas de gasto. Adicionalmente, la ejecución del presupuesto tampoco se puede dar por resultados, sino que esta captura la relación entre insumos y productos en el marco de los procesos que permiten mezclar los primeros y generar los segundos. Por tanto, la ejecución del presupuesto no se lleva adelante dentro de la esfera presupuestaria en sí, sino que, más bien, se da en los ámbitos de otros sistemas administrativos, como el de adquisiciones, personal, inversiones, control y otros. Es más claro que la evaluación sí podría darse por resultados y, teóricamente, hasta por impactos. No obstante, hay diversas y poderosas razones que hacen más plausible y útil que el monitoreo y la evaluación presupuestaria se concentren en insumos principales, procesos esenciales y productos terminales (Shack 2007b): la enorme complejidad de medir con estricto rigor resultados e impactos, dada su multicausalidad en términos de tiempo, agentes involucrados, espacios territoriales, etc.; la dificultad de adjudicar logros o efectos obtenidos a la gestión y a la responsabilidad de los gerentes; y las importantes restricciones temporales que la periodicidad anual del presupuesto impone respecto a poder evaluar, de un ejercicio fiscal a otro, tales indicadores y, por tanto, respecto a que la información sobre desempeño que ellos intentan recoger sirva para mejorar los procesos de formulación subsiguientes. C Cabe mencionar que uno de los elementos esenciales para la implementación de un POR es, justamente, la disponibilidad efectiva de información sobre desempeño y su uso apropiado en el proceso de toma de decisiones. Esta información se materializa en un conjunto de Indicadores de Desempeño (ID). Sintetizando lo señalado por diversos autores latinoamericanos (Bonnefoy & Armijo, 2005; Guzmán, 2005; Irrazaval, 2006; Shack, 2006; y otros), los ID pueden clasificarse en tres tipos: (i) los que se orientan a medir el desempeño, configurando un conjunto de indicadores de insumo, proceso, producto y resultado; (ii) los que se enfocan a evaluar el nivel de desempeño alcanzado en términos de economía, eficiencia, eficacia y calidad; y (iii) aquellos que, si bien no están directamente vinculados con los procesos productivos propios de una actividad, proyecto, programa o política, ciertamente influyen en ellos al caracterizar el ambiente (entorno) en el cual se ejecutan, por lo que se clasifican como indicadores de contexto. En cualquier caso, un indicador que se precie de ser tal debe cumplir con un conjunto de atributos para minimizar su ambigüedad y maximizar su posibilidad de uso en el proceso de toma de decisiones y debe poseer, por lo menos, los elementos que se señalan a continuación: • Un nombre • Una descripción • Una unidad de medida • Un valor de referencia (benchmark, estándar) • Un período de referencia, en el que se alcanzará la meta • Un algoritmo de cálculo • Un medio de verificación • Un valor a alcanzar (meta) • Una dependencia responsable de su cumplimiento 1.1 Algunas definiciones técnicas básicas A. Atributos Básicos Cuadro Nº 1 Algunas definiciones técnicas básicas Agosto de 2010 C31 C Sistemas Administrativos B. Tipos de Indicador – Indicador de insumo Cuantifica los recursos físicos, humanos y financieros utilizados (insumidos) en el desarrollo de las acciones. Usualmente, estos indicadores están expresados en montos de gasto asignado, cantidad de miembros del equipo de trabajo, cantidad de horas o días laborados. Son importantes para efectuar un seguimiento sistemático de las acciones que se vienen desarrollando, enfocando en particular lo que se ha utilizado para producirlas. Por sí mismos, no indican la extensión del progreso respecto al cumplimiento de los objetivos. Tomando como caso un programa de mejora de recursos humanos, ejemplos de indicador de insumo pueden ser el número de capacitadores, las horas de clase impartidas o los kits de materiales distribuidos. Ciertamente, dentro de los indicadores de insumo existirán unos pocos (uno mínimamente) que son consustanciales al proceso productivo y sin los cuales no es posible generar el producto (como por ejemplo, los maestros en un proceso educativo) y otros muchos que, a diferencia de los primeros (insumo principal), son secundarios. – Indicador del proceso Revela las principales características estandarizadas del proceso de combinación de insumo que da como resultado los productos (en términos de bienes y servicios) generados. En este sentido, la celeridad procesal o, mejor dicho, el tiempo que toma evaluar o realizar un trámite determinado, o la facilidad de interconexión telemática, son típicos indicadores que le permiten al ciudadano comprender el desempeño del proceso (aunque desconozca sus detalles técnicos). Por otro lado, dentro de los procesos de una institución, con relación al cumplimiento de sus objetivos estratégicos habrá procesos sustantivos (como por ejemplo, el despacho judicial en el caso de la administración de justicia) y otros adjetivos (como la emisión certificados de antecedentes penales, proceso del cual tambien se ocupa el Poder Judicial). – Indicador de producto Refleja los bienes y servicios cuantificables, producidos y/o provistos por una determinada intervención y, en consecuencia, por una determinada institución. Es resultado de la combinación y uso de los insumos señalados anteriormente, por lo que es de esperar que esté claramente asociado con ellos. C32 Agosto de 2010 Estos indicadores son importantes para efectuar un seguimiento sistemático de las acciones que se vienen desarrollando, como los indicadores de insumo; pero a diferencia de ellos, enfocan lo que se obtiene de modo directo de la intervención. Similarmente, por sí mismos, no indican la extensión del progreso respecto al cumplimiento de los objetivos. Tomando el ejemplo anterior, un ejemplo de indicador de producto sería el número de charlas de capacitación impartidas o el número de alumnos inscritos. Pero, claramente, este último sería un indicador de producción parcial, mientras que el número de alumnos que concluyeron satisfactoriamente el proceso de formación sería un indicador de producción terminal. – Indicador de resultado Indica el progreso en el logro de los propósitos de las acciones. Los indicadores de resultado reflejan los objetivos definidos de los organismos del Estado. Por lo general, el resultado de las acciones no puede ser medido sino hasta el final de las tareas que las componen (en el caso de tratarse de proyectos, que por definición tienen un tiempo definido) o hasta que las tareas hayan alcanzado un nivel de maduración necesario (en actividades de carácter permanente). Siguiendo con el ejemplo del programa de mejora de recursos humanos, un indicador de resutado sería el nivel de aprendizaje (medido por algún tipo de evaluación) logrado por los participantes. Pero este dato, en realidad, constituiría un resultado intermedio, pues el objeto final del proceso de capacitación no es simplemente que los participantes aprendan, sino que dicho proceso genere efectos (directos o indirectos) en el comportamiento y nivel de vida de la población objetivo sujeto de la intervención. Para concluir, podemos ilustrar lo que es una familia de indicadores de desempeño, cuya representación gráfica se presenta abajo, con el ejemplo de un programa de mejora de recursos humanos. Podríamos identificar como indicador de resultado final el diferencial salarial que los participantes obtuvieron a consecuencia del incremento de su productividad marginal, (que, a su vez, fue resultado de los conocimientos y habilidades aprendidos en el curso de capacitación) o la tasa de aplicación efectiva en su trabajo cotidiano de los conocimientos impartidos. C. Familias de indicadores Gráfico Nº 1 Familias de Indicadores Fuente: (Shack 2007b). Ciertamente, los indicadores para la evaluación del desempeño consideran las relaciones entre lo programado y lo ejecutado, así como las relaciones -entre sí- de los insumos, procesos, productos y resultados. El segundo tipo de indicadores, asociado a la evaluación del desempeño, es decir, al juicio que se realiza sobre la acción o la intervención, busca responder interrogantes clave sobre cómo se ha realizado la intervención en sus distintas fases, si se han cumplido los objetivos -concretamente, la medida en que estos han sido cumplidos-, el nivel de satisfacción de la población objetivo, entre otros aspectos. En suma, se busca evaluar cuán bueno ha sido el desempeño de un determinado organismo público con el objetivo de tomar las acciones necesarias para perfeccionar la gestión. Actualmente, es casi consensual que, en la evaluación del desempeño de la ejecución del gasto público, los criterios de análisis sean los de economía, eficiencia, calidad y eficacia (EECE). D. Indicadores de evaluación (nivel) de desempeño – Indicador de economía Está referido al desarrollo de las acciones con un mínimo uso de recursos y se genera a partir de la comparación de los indicadores de insumo programados con los ejecutados. También está asociado a la capacidad de movilización de fondos propios y a la optimización de sus usos. Sistemas Administrativos planteados al inicio de las acciones, estos por sí mismos no necesariamente reflejarían un buen desempeño, puesto que esos niveles programados y alcanzados podrían estar alejados de estándares adecuados. Por esta razón, una evaluación com- En el caso, por ejemplo, de un programa de capacitación, el indicador de economía sería la diferencia entre el número de capacitadores programados inicialmente y el finalmente utilizado en la ejecución del programa, independientemente de los resultados logrados. – Indicador de eficiencia Está referido a la utilización de una combinación óptima de los recursos (mayormente, no financieros) en el logro de los objetivos. Se define, generalmente, como la tasa entre los insumos y los productos (o resultados) y es usualmente expresado como el número de empleados o nivel de empleados por unidad de producto (o resultado). Un concepto que, en cierto modo, es equivalente al de eficiencia es el de productividad. Este describe la tasa entre el nivel o cantidad de productos (o resultados) alcanzados y los insumos utilizados, y tradicionalmente es expresado como la cantidad de producto (o resultado) por unidad de insumo. El indicador de eficiencia en el caso del programa de capacitación sería el número de capacitadores promedio por curso de capacitación impartido (durante todo el programa), independientemente de los resultados obtenidos. – Indicador de calidad Se refiere a las características con que está siendo provisto el producto o servicio, para lo cual busca cuantificar la capacidad de los organismos públicos de responder en forma rápida, directa y adecuada a las necesidades de los usuarios. Estos indicadores pueden ser evaluados a través del nivel de satisfacción manifestado por los beneficiarios de los servicios sobre determinados aspectos de la provisión de bienes y prestación de servicios, tales como la oportunidad, accesibilidad, precisión en la entrega, comodidad y cortesía o calidez. Entre los ejemplos de este tipo de indicadores, se tienen el “porcentaje de casos en los cuales la respuesta a una demanda fue provista dentro de dos días” o el “porcentaje de usuarios satisfechos con el servicio (evaluada mediante encuesta)”, etc. – Indicador de eficacia Se refiere al logro de los objetivos trazados al inicio de la intervención. Evalúa el grado de cum- plimiento de los objetivos planteados (independientemente de los recursos asignados para tal fin). Si bien la referencia para la evaluación de la eficacia la constituyen los objetivos C pleta del nivel de eficacia alcanzado debe efectuarse tomando como referencia un nivel estándar o benchmark establecido antes de la intervención y hacia el cual debería tender el valor a alcanzar originalmente programado. Gráfico Nº 2 Esquema de Indicadores para la Medición y Evaluación del Desempeño Fuente: Adaptado por Shack (2007b). En el caso del programa de capacitación mencionado, un indicador de eficacia relacionado con el indicador de resultado sería la proporción entre el aprendizaje logrado y el programado. Como se puede imaginar, no es posible avanzar hacia un presupuesto orientado a resultados (POR) si no logramos incorporar en los procesos de toma de decisiones la información sobre el desempeño. Y para ello, se requiere indiscutiblemente información oportuna y confiable que, a partir de la construcción de indicadores como los planteados, nos permita aproximarnos a las distintas dimensiones y a las complejas relaciones que tiene la gestión. Asimismo, es necesario tener presente que la adecuada construcción de indicadores de desempeño presupone, entre otras cosas, claridad respecto a la función de producción - y, por tanto, de su función dual de costos- implícita en la provisión del bien o prestación del servicio de que se encarga un determinado programa o entidad. Es más, el hecho de que las decisiones que se tomen en materia de asignación y ejecución de recursos tengan en cuenta la información sobre desempeño resulta tan importante que hasta los distintos países se podrían clasificar en función de esta relación. De hecho, siguiendo a OECD (2007), podríamos señalar que en países como Dinamarca y Suecia, la información sobre desempeño se presenta en los documentos pre- supuestarios y sirve esencialmente para enriquecer los procesos de diálogo y rendición de cuentas con los legisladores y la sociedad civil. Y en países como Nueva Zelanda y Australia, por otra parte, la asignación de recursos en el prespuesto del año siguiente está muy relacionado (junto con otros factores) al desempeño alcanzado y previsto. II. ¿Qué es y qué implica el presupuesto orientado a resultados? La sección anterior contiene una explicación de por qué, en las condiciones actuales del país, no resulta realmente apropiado hablar de Presupuesto por Resultados (PPR) y más bien es conveniente hablar de Presupuesto Orientado a Resultados (POR). No obstante, la fórmula que se ha generalizado en nuestro país es la primera, PPR. Más allá de la terminología, como aquí se va a querer resaltar el conjunto de ideas que debe tenerse en cuenta para entender el tema y abordarlo en la práctica, preferiremos utilizar la segunda fórmula, POR. Así, aunque no exista una definición terminológicamente precisa(1), con la idea de Presupuesto Orientado a Resultados (POR) hacemos referencia a un conjunto de metodologías, procesos de trabajo e instrumentos que permiten incorporar de manera sistemática, explícita y transparente la información sobre desempeño pasado, presente y futuro (pasado, por lo menos en el año fiscal anterior; presente, en lo que va del ejercicio fiscal corriente y con una previsión al cierre del mismo; y previsto para un futuro inmediato, en el año fiscal para el cual se está formulan- Agosto de 2010 C33 C Sistemas Administrativos do el proyecto de presupuesto) en cada uno de los procesos de toma de decisiones en cada nivel de las organizaciones públicas durante cada fase del proceso presupuestario y generar un cambio en la actual estructura de incentivos que gobierna el comportamiento de los distintos actores. Con ello, se fortalece la capacidad efectiva del Estado para general valor público(2), al estarse configurando acciones gubernamentales que contribuyan a la solución efectiva de los problemas que aquejan a la colectividad, a través de un proceso complejo -pero eficiente y transparente- de transformación de los insumos en productos y resultados que impacten positivamente para el bienestar de la población (Shack, 2007a). Evidentemente, esto conduce a un cambio en la forma de hacer los presupuestos, partiendo ahora de una visión integrada de planificación y presupuesto, y de la articulación de acciones y actores para la consecución de resultados. De este modo, se rompe el esquema tradicional de enfoque institucional de intervenciones, que genera aislamiento y la nula articulación de la acción del Estado. Se trata, más bien, de un esquema de presupuestación que integra la programación, formulación, aprobación, ejecución y evaluación del presupuesto. Dicho esquema se orienta al logro de resultados a favor de la población, retroalimentando los procesos anuales para la reasignación, reprogramación y reajuste de las intervenciones (MEF, 2008). Con ello, se cambia la forma tradicional de presupuestar que, como bien señala Shick (2002), implica tomar decisiones sobre la base de informaciones inadecuadas, pues no se conoce la forma en que fueron utilizados los créditos presupuestarios anteriores otorgados a las distintas instituciones, ni lo que consiguió con ello, ni tampoco se puede saber los resultados que podrían generar las nuevas asignaciones. La presupuestación es un proceso que obedece a una lógica con plazo, en que la regla es una toma subóptima de decisiones porque el Estado no tiene la posibilidad de no tomar ninguna decisión. La rutina de la presupuestación atenúa los conflictos, pero también alimenta la frustración. Es esta rutina, la presupuestación anual es demasiado corta para que los resultados (que pue- den demandar años para lograrse, sobre todo cuando se trata de resultados importantes para el bienestar de la población) sean realmente considerados. El énfasis en el control de ítems de gas-to y procedimientos debilita la capacidad del Estado en centrarse en los resultados; la existencia de significativas proporciones del presupuesto preasignadas de antemano reduce muchas veces la disponibilidad de recursos para las prioridades nacionales y, por ende, para la consecución de resultados; C34 Agosto de 2010 y, por último, las desviaciones en el uso de los gastos autorizados, producto de las continuas modificaciones que sufre el presupuesto durante su ejecución, hacen muy difícil el logro de los resultados esperados. Ante esta realidad, como bien lo plantea Shick (2008), avanzar hacia un POR exige que los fondos se gasten en los fines que fueron autorizados, que el control no sea sobre insumos, que otor- gue mayor flexibilidad a los gerentes para que puedan ser efectivamente responsables de su desempeño, y que las decisiones presupuestarias anuales se tomen en el contexto de un marco de mediano plazo. De este modo, se haría posible una apropiada vinculación entre la planificación estratégica y la presupuestación, extendiendo los plazos de esta última más allá del año calendario. En efecto, en este esquema, resulta crucial la armoniosa articulación entre el plan y el presupuesto dentro de la administración financiera gubernamental. Al respecto, desde una aproximación teórica, existe lo que podríamos denominar cuatro macroprocesos globales en la administración financiera gubernamental (Shack, 2007c): • (i) planificación estratégica • (ii) programación táctica • (iii) presupuestación operativa y • (iv) evaluación retroalimentadora (i) Planificación estratégica Este proceso debería efectuarse a una escala macro o gubernamemental y para un horizonte temporal de largo plazo. Sus resultados naturales son la visión de desarrollo del país, el plan nacional de desarrollo o similar. Para que este proceso sea operacionalizable desde la perspectiva de la gestión estatal - y no sólo desde la gestión presupuestaria- y, por tanto, para no limitarse a ser solamente parte del discurso político, debe tener indicadores que permitan medir el logro de los objetivos de desarrollo planteados. Por ende, dichos indicadores deben tener metas objetivas, es decir, valores del indicador que se espera alcanzar en un determinado período de tiempo y a un costo estimado definido, el mismo que debe ser compatible con las restricciones económicas globales del país. (ii)Programación táctica En el marco de la consecución de dichos objetivos de desarrollo, existe otro proceso, no tan general como la planificación estratégica estatal ni tan específico como la presupuestación programática e institucional. Nos referimos a lo que podríamos denominar una programación táctica. En ella, en el marco de un escenario fiscal de mediano plazo, se establecen y costean los principales cursos de acción -programas públicos fundamentales- que se espera llevar a cabo por el sector público para lograr los objetivos de desarrollo. Allí se indican las metas anuales, a escala meso o sectorial, que se espera alcanzar para cada indicador en el contexto de un escenario fiscal plurianual. En la práctica, se define qué se quiere lograr en los ejercicios fiscales siguientes y subsiguientes y cuánto de recursos públicos se destinará genéricamente a dichos propósitos. Por tanto, el resultado central en este proceso es la determinación de lo que denominaremos los Objetivos Presupuestarios Anuales (OPA) sobre la base de los cuales se estructurará el presupuesto. (iii) Presupuestación operativa Conceptualmente, el proceso de presupuestación operativa, de periodicidad anual , consiste en especificar con todo detalle -es decir, a una escala micro o institucional, a nivel de entidad o dependencia-cómo se ejecutarán a lo largo del año fiscal siguiente los cursos de acción previstos tácticamente en el proceso anterior. Es decir, quien los ejecutará, cómo, cuándo, con qué tipo de recursos, provenientes de qué fuente de financiamiento, a través de qué programa de gasto, etc. Además, la presupuestación operativa consiste en especificar, sobre todo, cómo se comprobará si se está logrando la meta prevista a lo largo de todo el proceso de generación de valor de la acción pública, y no solo en términos de impacto final. Por ello, resulta fundamental la generación de información sobre el desempeño a nivel de insumos, procesos, productos y resultados, tanto a partir del manejo de indicadores de gestión como de evaluaciones más integrales. Igualmente importante es la aplicación de instrumentos como la elaboración de diagnósticos de problemas, la determinación de líneas de base, la formulación de marcos lógicos y la implementación siste- mática de métodos de costeo asociados a una contabilidad con base devengada, entre otros. (iv) Evaluación retroalimentadora Finalmente, promoviendo un análisis para mejorar la actuación de los tres macroprocesos anteriores, tendríamos un proceso de evaluación retroalimentadora que, con sus propias especificidades(3) y niveles macro,meso y micro-, debería permitir el seguimiento y control del cumplimiento de los OPAs y, además, contribuir a verificar el logro de los objetivos estratégicos, tácticos e incluso operativos de la administración gubernamental. Sistemas Administrativos Gráfico Nº 3 Macro Procesos a Administración Financiera Gubernamental Fuente: (Shack 2007c). Ciertamente, la gobernabilidad de un sistema caracterizado por la democracia política, la equidad social, la eficiencia económica, el desarrollo cultural, la integridad territorial y la sostenibilidad ambiental implica ciertos requerimientos. En particular, que estos cuatro macroprocesos -que determinan la efectividad de la administración financiera gubernamental y su impacto en el nivel de bienestar de la población-se desarrollen en un marco general caracterizado por procesos continuos de comunicación e información, participación ciudadana, aprendizaje colectivo y rendición de cuentas. Ello permitiría un escenario de transparencia e integridad que haría posible el pleno desarrollo humano de los integrantes de una nación. III. Antecedentes: ¿cómo surge el POR? En los últimos años, las demandas para elevar la efectividad de la acción pública se han incrementado sustantivamente. Por esta razón, todos los países se han visto impulsados -también con ayuda de la cooperación internacionala mejorar sus instituciones gubernamentales, en particular aquellas de naturaleza fiscal. Entre los principales factores que explican esta situación, se incluyen los magros avances gubernamentales por mejorar ostensiblemente el nivel de bienestar de la población -a pesar de gozar de épocas con marcados niveles de bonanza económica, como la que vienen atravesando el Perú y la mayoría de los países de la región-, la sustantiva ampliación y complejidad de las funciones estatales, la democratización creciente de la información, el fortalecimiento de la sociedad civil y el ejercicio ciudadano. Hoy, el éxito en el control del déficit fiscal, la inflación y la estabilización macroeconómica han dejado de ser suficientes. Ahora el ciudadano -cuyo bienestar es la razón última de los sistemas de gobierno democráticos- ya no se conforma con que se limite la arbitrariedad, el capricho y la impredecibilidad del tomador de decisiones. En muchos países, ha comenzado a demandar insistentemente la mejora en la calidad, la reducción de costos y el aumento en la cantidad de los servicios públicos en un contexto en que, a medida que el mercado se va desarrollando y complejizando, el Estado terceriza cada vez más los servicios que presta. Así, el Estado evoluciona en su rol, abandonando su papel de proveedor, para asumir cada vez más, por decirlo así, un papel de regulador, gerenciador y negociador. De este modo, en los últimos años se ha producido en América Latina un intenso diseño, formalización legal e implementación de un conjunto de innovaciones presupuestarias que han sido clasificadas por CEPAL/ILPES (2004) según sus objetivos: • Objetivos macroeconómicos, que incluyen innovaciones como la implementación de reglas macrofiscales -numéricas, de procedimiento y de transparencia-, la estimación explícita de pasivos contingentes y gastos tributarios, la creación de fondos de estabilización fiscal y los procesos de programación multianual. • Objetivos de políticas, que abarcan los procesos de planeamiento estratégico, evaluación de programas, medición de resultados, gobierno electrónico y presupuestos participativos. • Objetivos operacionales, como la suscripción de convenios de gestión, creación de agencias autónomas, externalización al mercado en la provisión de bienes y servicios, y mayor discrecionalidad gerencial para optimizar los procesos productivos dentro del sector público. Dentro de estas innovaciones e integrando varias de ellas, surge el enfoque de POR como la nueva tendencia en la gestión moderna de los recursos públicos, que viene siendo implementado, con distintas velocidades y es- C pecificidades, en gran parte de los países de la región. Este desarrollo está conduciendo a un enfoque más global de cambios en el Estado, pues concentrarse en el presupuesto solamente es dable si se trata de un abordaje progresivo de mejora en el contexto de un diseño general de reforma y modernización de la administración (Shack 2007a). Esto fue lo que sucedió, con éxito, en países más desarrollados como Nueva Zelanda, Australia, Ingla- terra, Canadá y otros, los cuales, a partir de la década de 1980, el Presupuesto por Resultados, fue parte orgánica de un proceso de cambio mucho más comprensivo, hoy conocido como la Nueva Gestión Pública. Tal modificación permitió devolverles a los gerentes la facultad de gestionar, de consolidar el rol del ciudadano como usuario y cliente de los servicios públicos, de fortalecer los procesos de rendición de cuentas y de perfeccionar la lógica entre la autonomía, la efectividad, la responsabilidad y los recursos. Los éxitos de los esfuerzos por implementar un POR en el Perú no sólo dependen de la voluntad de cambiar el estado actual de cosas en la administración pública. Debe darse, además del marco jurídico, un cambio efectivo en la cultura organizacional del sector público que permita transitar progresivamente de un enfoque centrado en la ejecución de medios a otro donde la atención gire en torno al logro de los fines y objetivos. Estos se expresan en resultados concretos, medibles y verificables, de los cuales los distintos actores del proceso decisional, técnico y político -propio de la gestión presupuestaria- se responsabilizan ante la ciudadanía. El desempeño de estos resultados es favorecido bajo ciertas circunstancias: cuando los gerentes y demás actores del proceso están informados y participan del debate acerca de lo que se espera de ellos; cuando los resultados son medidos y comparados con las expectativas; cuando se les da flexibilidad para llevar a cabo las responsabilidades que se les asignaron; cuando la autoridad operacional es transferida de las agencias centrales y ministerios a las unidades ejecutoras; cuando los programas y las decisiones presupuestarias se enfocan en productos y resultados más que en insumos y procesos; y cuando los gerentes rinden cuentas sobre costos y resultados (BID/PRODEV, 2008). IV. Alcance: ¿Qué se entiende por gestión para resultados? Sin embargo, es evidente que la actividad estatal no depende solamente del presupuesto. Por ello, la efectividad o, mejor dicho, el éxito en la ejecución de un Presupuesto Orientado a Resultados (POR) conlleva la introducción de cambios, más allá del sistema administrativo de presupuesto. Esto involucra al sistema de administración financiera en su conjunto -tradicionalmente compuesto por los subsistemas de presupuesto, tesorería, endeudamiento y contabilidad- y al resto de sistemas administrativos que gobiernan la gestión pública -control, adquisiciones, personal, inversiones, etc-. Agosto de 2010 C35 C Sistemas Administrativos Gestionar para obtener resultados constituye un cambio de paradigma. Implica un cambio en la forma de pensar y actuar en la administración pública; por ende, en las determinantes de comportamiento que guían el proceso de decisión y acción de los políticos y burócratas, y en la calidad y naturaleza de relaciones que se establecen en materia de supervisión entre el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y la sociedad civil, es decir, la ciudadanía en general. Siguiendo al BID/CLAD (2007), la gestión orientada a resultados es un marco conceptual cuya función es facilitar a las organizaciones públicas la dirección efectiva e integrada de su proceso de creación de valor público a fin de optimizarlo, asegurando la máxima eficacia, eficiencia y efectividad de su desempeño, la consecución de los objetivos de gobierno y la mejora continua de sus instituciones. Es más, en la Mesa Redonda de Resultados de Marrakech (2004), la Gestión por Resultados para el Desarrollo se conceptualizó como una estrategia de gestión centrada en el desempeño y en las mejoras sostenibles de los resultados del país, proporcionando de este modo un marco coherente para la eficacia del desarrollo. En esta estrategia, la información del desempeño se usa para mejorar la toma de decisiones, además de incluir herramientas prácticas para la planificación estratégica, la gestión de riesgos, la gestión de programas y proyectos, los procedimientos de auditoría y adquisiciones, el monitoreo y la evaluación de los resultados. En función de estos aspectos y a partir de un diagnóstico realizado por el BID/PRODEV, podemos ensayar una categorización de varios países de América Latina en tres grupos en función del nivel alcanzado: (i) países de estrato avanzado, como Brasil, Colombia, Chile y México; (ii) países de estrato medio alto, como Argentina, Costa Rica, Guatemala y Perú; (iii) países de estrato medio bajo, como Nicaragua, Paraguay, República Dominicana y Surinam, por citar algunos. (…) Referencias bibliográficas : ––––––––––––– 1. BID/CLAD (2007). Modelo abierto de gestión para resultados en el Sector Público. Washington, EEUU. 2. BID/PRODEV (2008). Índice de Gestión para Resultados del Desarrollo en América Latina. Presentado en el seminario internacional “Gestión para Resultados en la Administración de Justicia: experiencias comparadas”, realizado el 30 de abril de 2008 en Lima, Perú. 3. Bonnefoy, Juan Cristóbal y M. Armijo (2005). “Indicadores de Desempeño en el Sector Público”; Nº45. ILPES. Santiago, Chile. 4. CEPAL/ILPES (2004). Panorama de la gestión pública. Segunda Parte: Innovaciones en materia presupuestaria. Santiago, Chile. 5. Irrazábal, Ignacio (2006). “Construcción de indicadores sociales para la evaluación y seguimiento de los programas”. En el libro: Evaluación para el desarrollo social: aportes para un debate abierto en América Latina. INDES/BID. Ciudad de Guatemala, Guatemala. 6. Guzmán, Marcela (2005). Sistema de control de gestión y presupuestos por resultados. La Experiencia Chilena. Dirección de Presupuestos, Ministerio de Hacienda. Santiago de Chile. 7. Ley 29142. Ley de Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2008. Normas Legales, Diario oficial El Peruano. Lima, Perú. 8. Ley 28927. Ley de Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2007. Normas Legales, Diario oficial El Peruano. Lima, Perú. 9. MEF (2008). Presentación de la Dirección Nacional de Presupuesto Público del Ministerio de Economía y Finanzas en el seminario internacional “Gestión para Resultados en la Administración de Justicia: experiencias comparadas”, realizado el 30 de abril de 2008 en Lima, Perú. 10. Moore, Mark (1995). Creating Public Value: Strategic Management in Government. Harvard University Press. Cambridge, EEUU. 11. OECD (2007). Performance Budgeting in OECD Countries. París, Francia. 12. Shack, Nelson (2007a). “Avanzando hacia un Presupuesto Orientado a Resultados”. Revista Gestión Pública y Desarrollo Nº 4. Estudio Caballero Bustamente. Lima, Peru. 13. Shack, Nelson (2007b). “Sistema de monitoreo y evaluación del gasto público a nivel del Gobierno Nacional en Perú”. En el libro: Fortalecimiento de los sistemas de monitoreo y eva luación en América Latina. Banco Mundial / CLAD. Caracas, Venezuela. 14. Shack, Nelson (2007c). “Intentando caracterizar la articulación entre el plan y el presupuesto: experiencias en cinco países en América Latina”. Documento de Trabajo preparado para la reunión de directores de presupuesto de la región de América Latina y el Caribe. BID/ PRODEV. Washintong. EEUU. 15. Shack, Nelson (2006). “Presupuestar en Perú”. Serie Gestión Pública Nº 58 CEPAL / ILPES. Santiago, Chile. 16. Shick, Allen (2002). “¿La presupuestación tiene algún futuro?”. Serie Gestión Pública Nº 21 CEPAL / ILPES. Santiago, Chile. 17. Shick, Allen (2008). El futuro de la presupuestación para resultados. Documento de trabajo preparado para la IV Reunión del Diálogo Regional de Políticas. BID/PRODEV. Ciudad de México, México. NOTAS: ––––––––––––––– (1) A modo de ilustración, basta revisar los manuales y trabajos que sobre el particular han elaborado la OECD, CEPAL, PNUD, BM, BID, CLAD y otros (2) Adaptando lo expresado por Moore (1995), diremos que cuando se realizan actividades que resisten un análisis costo-beneficio (o costo-efectividad, según corresponda) y que son capaces de aportar respuestas efectivas a las necesidades o demandas políticamente deseables como consecuencia de un proceso de legitimación democrática, se crea valor público en un ámbito organizativo definido que mantiene interacción con su entorno. Su propiedad es colectiva -lo que caracteriza su naturaleza pública- y requiere la generación de cambios sociales que modifiquen ciertos aspectos de la vida en sociedad o de algunos grupos específicos reconocidos como destinatarios legítimos de bienes públicos. (3) Se considera que uno de los tipos de evaluación, según su temporalidad, es la evaluación ex tempore (o “durante”), también conocida con el nombre de monitoreo. Bitácora Informativa cuadro Nº 2 Los Programas Presupuestales Estratégicos Diseñados según Año Fiscal de Implementación 2008 1. Programa articulado nutricional 2. Salud materno neonatal 3. Logros de aprendizaje al finalizar el III ciclo de la Educación Básica Regular 4. Acceso de la población a la identidad 5. Acceso a servicios sociales básicos y a oportunidades de mercado Fuente: Boletín PpR-Enero 2010 del MEF. C36 Agosto de 2010 2009 6. Acceso a agua potable y disposición sanitaria de excretas para poblaciones rurales 7. Acceso y uso de servicios públicos esenciales de telecomunicaciones en poblaciones rurales. 8. Acceso a energía en localidades rurales. 9. Gestión ambiental prioritaria 2010 10. Seguridad ciudadana 11. Accidentes de tránsito 12. Vigencia de los Derechos Humanos y Fundamentales 13. Mejora de la sanidad agraria 14. Incremento de la productividad rural de los pequeños productores agrarios 15. Incremento de la productividad de las MYPES 2011 16. Enfermedades no transmisibles 17. Tuberculosis y VIH 18. Enfermedades Metaxénicas y Zoonosis 19. Logros de Aprendizaje en Educación Primaria 20. Educación Básica Alternativa 21. Trabajo infantil 22. Violencia familiar y sexual 23. Seguridad alimentaría 24. Sostenibilidad del medio ambiente 25. Ampliación de la base tributaria 26. Mejora en el clima de negocios Competitividad
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