Cómo desenamorarse

Cómo
desenamorarse
Víctor J. Encinas García
Índice
0... Prólogo
1. Paso Nº1
2. Paso Nº2
3. Paso Nº3
4. Paso Nº4
5. Paso Nº5 Sufres al desear lo que no tienes. Gastas la vida anhelando el milagro definitivo. Conseguirlo significa padecerlo; porque te decepciona, te daña, te duele. Empeñado en tu paraíso, día y noche, nuevo oficio: mudar en conveniente lo que no te conviene. Te postergas, te desvives, ya no cuentas, ya no eres; pretendes ser el salvador de aquello que te ha vencido. En lo alto odias; en lo profundo aún quieres. Lloras por no saber perder lo que nunca has tenido.
PRÓLOGO
Cada día se desenamoran millones de seres humanos. No importa si son inteligentes, necios, guapos, feos, jóvenes, viejos, ricos, pobres, creyentes, ateos, blancos, negros, amarillos... Aunque un amor no­(bien)­correspondido puede llegar a ser tan doloroso como la muerte de un ser querido, desenamorarse es tan “sencillo” que al final todos lo conseguimos.
Algunas personas creen estar capacitadas para enamorarse, a la vez que incapacitadas para desenamorarse. Paradójicamente, estas mismas personas, ya se han desenamorado en varias ocasiones. No hace falta argumentar nada contra esa supuesta incapacidad.
Todo aquel que se haya enamorado, podrá desenamorarse. De hecho, todos los enamorados acaban desenamorándose. Aun contra su voluntad, los más bellos e ideales enamoramientos correspondidos, terminan por desintegrarse. No falla. Matemática. Nacer supone morir; enamorarse supone desenamorarse. No son procesos independientes que existen por y para sí mismos, tienen más de complementario que de opuesto; son evaporación y lluvia de un mismo ciclo: dos de los procesos de otro proceso.
Puedes comprarte el gatito más bonito del mundo; pero por más alimento, medicinas y cariño que le des, algún día morirá. El gatito no es inmortal. Con el enamoramiento sucede igual:
Lo imposible es hacerlo eterno. Conseguir desenamorarse es lo natural y no conlleva ningún problema verdadero, sólo se necesita estar enamorado y darle a su curso y discurrir espacio y tiempo.
Otra cosa es desenamorarse a voluntad consciente, que sí conlleva dos problemas verdaderos:
1. Cómo
¿Cómo desenamorarse lo más rápido posible, a conciencia y a consciencia, sin drogas, sin malgastar dinero, sin llorarle nuestras penas a nadie, sin convertirse en un crápula y sin hacer públicamente el ridículo?
2. Atreverse. Desenamorarse a voluntad consciente significa tomar el mando para provocar, soportar y superar, de forma limpia y controlada, algo que, por las dulces o por las amargas, inevitablemente va a suceder. Lograrlo no es nada sencillo; pero tampoco es un acontecimiento milagroso. Algunas leyes del universo parecen disfrutar con el desorden, arrasando formas, finalizando procesos, impidiendo lo estable; y el hombre posee un talento innato y demostrado para complacerlas y satisfacerlas. El enamoramiento no escapa de ellas; por lo que desenamorarse de manera fulminante es absolutamente viable.
Te contaré uno de mis secretos: Cómo lo conseguí yo; atreverse corre de tu cuenta.
I Desenamorarse a voluntad consciente es un camino breve, un viaje en cinco pasos; tan sacrificado y tan duro como beber piedras; pero hay que ser valiente, sólo son cinco tragos.
Los cinco se complementan y se retroalimentan. Aquí tienes su esencia:
Paso nº1
Detectar obstáculos
El viaje está lleno de obstáculos que te pueden frenar, bloquear, perder o hacer retroceder. Ninguno de ellos será tan efectivo como para mantenerte enamorado eternamente –de existir el elixir del eterno enamoramiento, las parejas lo tomarían para vivir romances infinitos—, pero sí como para prolongarte el sufrimiento durante mucho tiempo. La misión es detectarlos, eliminarlos, eludirlos, o asumir consecuencias y responsabilidades.
LA PENA Cuando estás enamorado, la persona amada es el centro de tu vida, la que ocupa el primer plano en cualquier momento del día; es quien te roba la mente, la ilusión, el presente y el futuro. Pensar que en unos pocos días todo eso va ser historia, que perderás el interés y el deseo por esa persona, que pronto ya no significará prácticamente nada, que no te importará lo que haga o con quien vaya, que todo se habrá terminado y apenas quedará el indiferente recuerdo del pasado... ser consciente de esto cuando aún estás enamorado, ridículo negarlo:
Da muchísima pena.
Si no puedes afrontarlo con entereza y la pena te supera, darás mal los pasos para fallar en tu cometido, y así, evitar conseguirlo. Si permites que la pena te venza, te sabotearás, cometerás errores, olvidos, emplearás el método a medias, e imaginando haberte esmerado, exclamarás: “¡Mi amor es indestructible!”. Con tal de no enfrentarte a la pena y rehuir el aterrador orgasmo de dolor que se sufre hasta que se supera, te enamoras todavía con más fuerza: Inconsciente sistema de defensa.
Se puede sucumbir a la pena de tal manera, que llegas a creer que estás haciendo mucho cuando en realidad no has comenzado a hacer absolutamente nada, que has invertido tiempo y esfuerzo trabajando cuando solamente has estado merodeando, que caminas hacia la derecha mientras cabalgas hacia la izquierda...
Lograr desenamorarse es lograr la indiferencia; no como ser humano, sino como pareja. Si la pena te doblega al pensarlo, mejor no lo intentes: Será un intento falso.
LOS MIEDOS
Son la gran barrera. Claudicar ante el miedo acostumbra a ser, en casi cualquier materia, el obstáculo por excelencia; por supuesto, también en el desenamoramiento.
Miedo a la pérdida, miedo a la sensación de pérdida, miedo a perder la sensación de pérdida, miedo a sentir pena, miedo a sentir indiferencia, miedo a superarlo, miedo a quedarse solo, miedo a sentirse solo, miedo a sentirse demasiado bien estando solo, miedo al qué dirán, miedo a tener miedo, miedo a descubrir verdades dolorosas, miedo a los cambios profundos, miedo a conseguir desenamorarse demasiado rápido, miedo a que nadie más nos quiera, miedo a no encontrar otra persona que esté a la misma altura, miedo a que tu “ex” esté mejor con otra pareja y disfruten lo que tú no pudiste, miedo a desilusionarse y perder la esperanza, miedo a quedarse sin tiempo, miedo a que se esfume la posibilidad de ser feliz en esta vida... Da miedo pensar que existen tantos y tantos miedos. Quizá sea más práctico centrarse únicamente en superarlos honestamente, lleven el nombre que lleven.
Si el miedo te vence, sucederá lo mismo que con la pena: sólo conseguirás reforzar tu enamoramiento, y, sometido, te justificarás diciendo: “mi amor es tan grande que nada ni nadie puede con ello; ningún método conseguirá romperlo”...
... palabras. A esas frases siempre se las lleva el viento. Más tarde o más temprano te desenamorarás, digas lo que digas, quieras o no quieras; aunque con una dosis extra de sufrimiento y una buena prolongación en el tiempo alimentada por el miedo.
Piénsatelo. Si te aterra la idea de que en cuestión de días esa persona será un viejo recuerdo, si consideras que esa historia de amor aún es posible, o si, ¿por qué no?, prefieres seguir enamorado: No lo intentes, o decir “intento” será equivalente a decir “¡Sabotaje! ¡No quiero!”
Desenamorarse a propósito no es obligatorio, ni el mejor camino para todos.
CONSOLARSE CON LOS AMIGOS
¿Para qué? ... ¿? ... Si deseas desenamorarte rápido, estarás perdiendo el tiempo: ellos no te pueden ayudar. Desenamorarse bien es como hacer la digestión: no esperes que nadie venga a digerir por ti la comida que llevas en el estómago. Además, los amigos acostumbran a proyectar en el enamorado sus propios problemas, proponen soluciones tan ideales como ineficaces, le dan los mismos preciosos consejos que fueron incapaces de seguir, tratan de vengar sus rencores a través del enamorado...
En el mejor de los casos, los amigos excepcionales, al ver cómo sufres, te tratarán muy bien, te dedicarán su tiempo, te escucharán, te apoyarán, te consolarán, te harán sentir fenomenal; ¡es su deber como amigos!, ¿qué otra cosa podrían hacer? Un buen amigo reconforta muchísimo, y eso hace que revolcarse por la ciénaga reporte enormes compensaciones. Si conviertes el sufrir por amor en un primor, ¿cómo vas a desenamorarte voluntariamente? Buscar el apoyo de un amigo es un error enorme, si es que realmente quieres desenamorarte, porque fomentas el problema y te alejas de la solución. Para exterminar un enamoramiento, primero deja de alimentarlo.
Si edificas en torno al padecimiento, si lo explotas, verás que cada día duele un poco menos, y no tardarás en encontrarle aplicaciones, ventajas y provechos. Entonces ya no querrás prescindir de él, aunque de boquilla jures amargamente que sí: de eso trata el juego. Desearás alimentarlo, más y más, acecharás la ocasión, constantemente, a cada momento, desesperadamente, utilizarás cualquier situación, en un café, en casa, en el trabajo, en pubs, en internet, un viaje, una cena, un concierto, un paseo... Comienzas con amigo de confianza, luego un amigo, después un conocido, el camarero, el peluquero... las desgracias gustan, siempre encuentras público dispuesto. Llega el aciago día en el que dependes tanto de ese nostálgico amor que pudo ser y no ha sido, que si pierdes tu “dolor”, se te cae la vida al suelo.
Cuando utilizas el sufrimiento como un supersalvoconducto que todo lo justifica y consiente, el enamoramiento sale muy rentable, y así, ¿a quién le interesa desenamorarse?
Lo que sí puedes y debes felicitar y gratificar, es aquello que encamine al desenamoramiento; evitando cantar victoria antes de la cuenta, solamente cuando de verdad lo hayas merecido, nunca celebres nada ni te des el más mínimo homenaje sin haber obtenido algún objetivo, primero el buen trabajo y luego la merecida recompensa, si inviertes ese orden estás perdido; y procura que el premio sea proporcional al esfuerzo empleado y al resultado conseguido.
Lo peor de los buenos amigos es que te ayudan a encontrarte muy bien, y eso rompe el mejor de los motores para desenamorarse a toda velocidad: El sufrimiento crudo, puro y duro, sin azúcar.
BEBER PARA OLVIDAR
Si se te había ocurrido usar el alcohol para olvidar, te felicito. Refugiarse en el alcohol es, sin duda alguna, una buenísima solución para conseguir olvidar. Está científicamente demostrado que el alcohol provoca todo tipo de alteraciones, daños, deterioros y trastornos de la memoria; de modo que si lo que quieres es “olvidar”, te animo a beber cuanto puedas. Quizá te lleve años arrasar con el disco duro; pero lo conseguirás.
Cosa bien diferente es pretender desenamorarse a golpe de botella. El alcohol es muy bueno para destrozar neuronas, para reventar el funcionamiento del sistema nervioso, para devastar facultades físicas e intelectuales; pero no para desenamorarse rápido. Lejos de ello, es una gran traba que sirve para conseguir justo lo contrario: te mantiene en un círculo vicioso, descarrila el buen desenamoramiento y encarrila hacia un mal desenamoramiento.
La lista de los perjuicios que provoca el alcohol –y las demás drogas— a la hora de realizar un buen desenamoramiento, es tan extensa, que no me molestaré siquiera en hincarle un diente. Simplemente apuntaré que la meta es desengancharse del enamoramiento; no regalarse alivios, compensaciones, euforias y catarsis vía química. Eso es espejismo de felicidad para hoy y desgracia real para mañana.
Se trata de salir de la ciénaga; no de retozar a gusto en ella.
DUDAS ¿Cómo sé si voy a hacer lo correcto? ¿Y si me equivoco? ¿Merece ese amor otra oportunidad? ¿Será peligroso desenamorarse a propósito? ¿Y si no soy capaz de seguir bien los pasos? ¿Será malo para la salud desenamorarse rápido? ¿Una vez que empiezo, puedo dar marcha atrás? ¿Soy malvado si lo intento? ¿Y si me arrepiento después de haberme desenamorado? ¿Me transformaré en una persona cruel, fría y seca? ¿Perderé mis verdaderos sentimientos? ¿Ya no podré enamorarme de nuevo? ¿Dejaré de ser persona humana, normal y corriente? ¿Seré como un lagarto? ¿Necesitaré transfusiones de anticongelante para volver a sentirme yo mismo? ¿Me transformaré en un marciano? ¿Perderé el impulso de querer? ¿Y el apetito? ¿Me dejarán buscar otra pareja? ¿Y si no deseo emparejarme? ¿Y si me vuelvo a enamorar? ¿Si me enamoro y me va fatal, qué hago? ¿Y si me convierto en un cyborg? ¿Duele mucho? ¿Si me pongo malo, tendré que ir al médico o al mecánico? ¿Debo cambiar el aceite de oliva por aceite de coche? ¿Pitarán los detectores de los aeropuertos y ya nunca más me dejarán montar en avión? ¿Si lo hago muy fuerte y exploto, me llevarán a la cárcel o al manicomio?...
En esto del desenamoramiento, consigue más un kamikaze harapiento
que un regimiento de indecisos vestidos de paseo.
CREER ESTAR ENAMORADO SIN ESTARLO
Esto ocurre cuando la causa(*) del enamoramiento no es el objeto amado en sí mismo, o cuando el factor más importante no está en la persona real que afirmamos amar. La gente, al percibirlo, acostumbra a decir a espaldas del enamorado: “Cree que está enamorado, pero en realidad no lo está”. Se equivocan. Sí existe enamoramiento, sí se da el proceso; la maquinaria se puso en marcha y si metiésemos al enamorado en el laboratorio, los científicos darían buena prueba de ello. El enamorado lo vive de verdad porque el enamoramiento es cierto; lo que sucede es que no se enamora de forma pura, como él piensa, sino que son otras causas, y consecuencias, las que siembran, y riegan, su enamoramiento. El enamorado no finge; rara vez es consciente del “fraude” en ese momento. Veamos algunos casos reales y reversibles:
(*) Es importante conocer las causas que alumbraron, y mantienen vivo, el enamoramiento.
Para asombro del enamorado, podría ocurrir que, haciéndose consciente de las verdaderas
causas, el enamoramiento se desintegre y desaparezca en ese mismo instante. Literalmente:
<<El antiflechazo que te desenamora y te deja pasmado>>.
Enamoramiento como bote salvavidas
El universitario que no hizo las cosas en su día, llega la época de exámenes y el mundo se le viene encima. En ese momento conoce a una chica, o repara en alguna compañera en la que hasta ahora no se había fijado demasiado, y se enamora con la fuerza de un cataclismo cósmico; un big bang de amor como jamás se había conocido en este mísero planeta. Su misión en el mundo, su paraíso terrenal, su vida y su muerte, precisan expresar el inmenso amor que siente formando indestructible pareja con la mujer de sus nuevos sueños. No puede ser de otra forma, está seguro de ello, y la prueba irrefutable es que esa criatura angelical, paradigma de la belleza femenina, derroche de inteligencia, prudencia y virtud, no nació en la tierra, sino que bajó de los cielos volando en un carro de oro tirado por caballos alados y dirigido por Michael Schumacher, que hacía de cochero. Cuando la inmarcesible beldad descendió del carruaje, músicas de arpas, liras y flautas sonaron en los 40­Celestiales, la cadena de radio favorita de los arcángeles; mas, de repente, una lluvia de pétalos de rosa, cubrió con sábana rosa, los delicados pies de la atractiva homínida.
No cabe duda de que todos los problemas del enamorado se resolverían si consiguiera obtener los favores de su amada, pues la condición necesaria y suficiente para alcanzar la felicidad es que dos personas que han nacido para amarse se encuentren y se unan formando un solo ser. No existe mayor plenitud que la de dos amantes aliados en un pacto sincero, absolutamente entregados, consonantemente armonizados, fundiéndose en un único amor verdadero; viviendo juntos, compartiendo todo; en sublime consagración; en abrazo eterno. Dos vidas felices al precio de una. Llévese el detergente y le regalamos el suavizante. ¡Claro! Ahí está el truco para realizarse en la vida y dejar solucionado, de una vez por todas, cualquier problema que se pudiera presentar. Una noche mientras escuchaba su canción, el estudiante, entra en estado de patatús amoroso, sufre un ataque de genialidad, se ilumina, y deduce que no sólo su salvación está en juego, sino la salvación de toda la humanidad. Si pudiera pasar las 24 horas a las minifaldas de su recién estrenada deidad, rebozándose en cariñosos besitos y esponjosas caricias, el cosmos adquiriría sentido gracias a la fuerza del Amor Verdadero, que todo lo puede. El destino del planeta depende de que la semidiosa y el pipiolo materialicen su pasión en perfecta parejita. ¡Eso sería la explosión de una bomba de mil megamores!, se convertirían en ejemplo vivo de jubiloso connubio sempiterno y todos los seres del universo podrían imitarles; con lo cual, los malos se volverían buenos, los caníbales se harían vegetarianos, los hipopótamos moldearían figuritas de barro para regalárselas a los turistas, los cocodrilos tocarían el Himno a la Alegría con el violín, los leones bailarían el tango con las gacelas, los osos polares jugarían al corro de la patata con las focas, los toreros se dedicarían a fabricar millones de WC tamaño pájaro para que las puñeteras palomas dejaran de ser el B­52 de la naturaleza, los enemigos como Bin Laden y Bush se abrazarían hermanados para firmar la paz con un dulce beso de tornillo, los japoneses eliminarían la polución diseñando motores de bambú que funcionen con leche de soja transgénica, los extraterrestres bajarían en su platillo Lucero de Colorines para echar un amistoso benéfico con la selección de Brasil, los banqueros nos perdonarían la hipoteca... El mundo perfecto es casi un hecho; solamente falta que el estudiante infeliz y la seductora chimpancesatriz muestren y demuestren al mundo entero cómo alcanzar el Amor Verdadero. ¡Ah!... Y no es una utopía.
Terminados los exámenes, superada la horrible situación estresante, el enamoramiento se desvanece como el humo de los cohetes de las fiestas del pueblo. La Divina Confitura de los morritos carmesí es arrojada sin contemplaciones a la zona más aburrida de la memoria: la papelera de reciclaje del inconsciente. Enamoramiento como licencia de uso de la persona, su prestigio, posición y recursos.
Que sí, que se enamora de verdad; bastante más del cochazo, del pisito vistas al mar y del restaurante de lujo que del ser humano; pero se enamora de corazón. Y es que esas cosas, seamos francos, enamoran, y mucho. Además, cayendo en un intenso enamoramiento, eludimos pesadas cargas como el tener que actuar, disimular, urdir, sabernos tramposos o vernos como prostitutos de una sola persona. Y, ¡carambola!, también anulamos el qué dirán; puesto que todo queda libre de mancha cuando uno se beneficia en pro del Amor Verdadero. Para realizarnos...
...viviendo a través del ser amado aquello de lo que no somos capaces. El artista mediocre que se enamora del artista brillante, nos vale como ejemplo. Enamoramiento hiper­romántico,
en el que se forja tal idealización, que el ser amado deviene en mera superficie donde se proyectan filmes de amor; sin apreciarse siquiera el objeto real que se proclama amar. Cual cinematógrafo, este enamorado requiere de una pantalla para echar a andar la película; blanca, bidimensional, no sea que enturbie la romántica sesión con su propia identidad.
Enamoramiento por compasión
¿Qué hombre no ha jugado a ser caballero andante, desfacedor de entuertos, defensor a espada si ha menester de la bella princesa que sospira y que solloza, redentor de una fermosa dama injustamente condenada, reponedor de la honra ante el agravio sufrido por una distinguida señora muy importante y principal; transformándose al punto, con aquesta fórmula dadivosa, en ilustre auxiliador y noble salvador de la dócil y donosa doncella menesterosa del faro y amparo que le ha otorgar la inigualable fuerza de su brazo? Si la sagaz mocita no mostrárase ingenua penitente y su estratégica lagrimita no le suplicara: ¡oh, mi héroe!, ¿por ventura su hado hubiere sido el caer del amor presa nuestro iluso hidalgo Don Amadís de la Llave Inglesa? Irresoluble adivinanza, pues la única certeza, es que al amateur de la ayuda, siempre le ha enamorado el profesional de la pena.
Enamoramiento como “Historia­Tapadera”
Me ha sido infiel de manera ignominiosa e imperdonable; alguno lo ha visto y todos lo saben. Si investigo y averiguo lo que ha sucedido, quedo obligado a preservar la dignidad rompiendo mi relación con ella y con todos aquellos que, encubriendo o silenciando, me han traicionado. Eso sería un trance terriblemente doloroso; y luego está la maldita economía, que no da para vivir solo; además, ya no me queda pepsina suficiente como para digerir otro fracaso: lo siento, no me atrevo, no tengo fuerzas para comenzar de nuevo, no podría soportarlo. Prefiero no saber más de la cuenta y escojo aliarme con su traición, exigiendo en grandilocuente drama, que me narre la versión para niños de lo ocurrido, niegue la infame deslealtad derramando lágrimas (de cocodrilo), explique el malentendido cediendo la responsabilidad a la copa de más y a la maldad del gentío, prometa solemne fidelidad implorando perdón con grande propósito de enmienda y me jure no salir de casa si preciso fuera con tal de cumplir la inviable promesa. Es realmente relevante que la representación resulte realista, y, que, con fulgurante efusividad, mezclando verdad con falsedad, la actriz se convenza a sí misma e improvise una conmovedora apología de su casta inocencia y su santa mojigatería; para que yo pueda fingir creerla, salvando un pedacito de honra y una pizquita de estima.
A partir de ahí procuro el olvido, miro hacia otro lado, descarto indicios y descalifico pruebas, analizando con forzada candidez y rumiando con marciana coherencia la cruel evidencia. “¡Pobrecita!, es la víctima de una dura infancia sin amor y sin cariño, le ha tratado fatal la vida; ni siquiera fue consciente de lo que hacía. Además, sólo me puso los cuernos un poco, sin querer, sin mala intención; le arrastraron las circunstancias. Me ha dolido mucho, como es normal; aunque tampoco ha sido para tanto: debo perdonar. ¡Y cómo lloraba!, está claro que me necesita; con mi amor y cuidados cambiará, algún día lo valorará, ¡entonces sí que me querrá de verdad!, y se volverá cariñosa, fiel, sincera...” Ni yo mismo me lo creo; sé que me estoy traicionando, que me doy la puñalada en la espalda. ¡No me gusta esto!, ¡odio que todo haya salido así!, constantemente me descubro disimulando, hasta cuando estoy solo me hago el tonto, y, aunque me esfuerzo por no saberlo, en el fondo soy consciente de todo. Esto es desquiciante y agotador; pero así es la vida y así es el amor: para que una pareja dure, hay que resignarse.
Bien, admito que he pisoteado mi honor y mis valores, es verdad, ¡pero ya tengo la solución!: Me llenaré de trabajos y entretenimientos que impidan pensar, me serviré de chivos expiatorios para que carguen con la culpa de nuestro pesar, aumentaré en número y envergadura los proyectos de pareja, potenciaré al máximo el compromiso y me encadenaré aún más con ella, ¡que todos lo vean! Así, reafirmando la relación, blindando el enamoramiento y construyendo una mazmorra sin ventana de la cual sea imposible escapar, aplaco la disonancia, aquieto la conciencia y me demuestro que si invierto tanto esfuerzo es porque estoy haciendo lo correcto. La gente entenderá que no pude ver nada porque el amor me cegaba.
No tengo otra salida; limpiar como es debido me superaría. Mejor será ocultar la suciedad bajo la alfombra y que al dolor el tiempo lo duerma meciéndolo entre su niebla. Orejera y venda; que sea lo que Dios quiera. Y, si alguien me pregunta, responderé: ¡Ay!, ¡estoy tan enamorado!, la quiero tanto que ya no entiendo la vida sin ella.
Prisas Biológicas...
... se aleja peligrosamente de los 30 y se acerca vertiginosamente a los 40. Aún no es madre, y lo que más anhela es dar a luz un hijo. Está sola o le va mal con su marido; que para el caso, es lo mismo. Le conoce por casualidad o por internet; que para el caso, es lo mismo. Parece un hombre tan encantador...
Un cucurucho de amor con miedo, por favor.
Ese hombre, a la vez que me atrae, me sobrecoge y me impresiona. Aparenta ser muy poderoso; con él me sentiré protegida. Tiene una personalidad fuerte; verle enfurecer me aterraría. ¡Parece que yo le gusto!, le agradaré para que me quiera.
Ambicionando custodia, le miro y le reclamo. Ansiando clemencia, me congracio y me someto. Por evitar su ira, le seduzco y me entrego. Por ser su presea, me desposo y le pertenezco.
Enamoramiento como viento de aire fresco
Uno se va haciendo mayor, mi profesión no es mi profesión y el trabajo cada vez me cansa más, hace años que dejé de querer a mi mujer, para qué, ella tampoco me quiere, nunca me quiso, se casó conmigo porque se le echaba el tiempo encima y yo era la menos mala de sus opciones, qué tonto, no entiendo cómo pude casarme con una persona tan limitada y tan acartonada, ahora tengo la sensación de que esos recuerdos ya no son míos, que pertenecen a otra persona, nos soportamos por costumbre, por los hijos, por la familia, por el qué dirán, y porque a estas alturas ya no podemos hacer otra cosa, o por comodidad, por cobardía, o por inercia, no lo sé, a veces parece que la casa se nos va a caer encima... ...y ella... ella en cambio es tan jovial, tan pura, tan linda, tan desenfadada, tan llena de luz y de vida... ella es un oasis de prados verdes, de fuerzas renovadas, de jardines radiantes con fuentes de aguas claras... ella es Mi Isla Bella en el solitario Mar de las Penas...
Carencias afectivas
Una mujer de exiguos encantos lleva años sin que nadie muestre interés en ella. De repente, un hombre le dice: <<Qué maja eres y vaya ojazos tienes. A mí me atraen las chicas inteligentes, con belleza interior, como tú...>>. ¿Cómo desperdiciar la oportunidad? ¡Quizá no vuelva a suceder! Da igual que ese hombre sea un calavera con cascabeles dispuesto a jugar con su corazón y su tarjeta de crédito, o un fanfarrón insoportable que trata a las mujeres como si fuesen sus perritos, o un cafre imperial silvestre(*); no importa, ella siempre se enamora. Sea como sea, a ella le parece todo un gentleman, un auténtico galán de Hollywood capaz de competir en hermosura, elegancia y gallardía con el mitológico Adonis. Y es que cuando estás a punto de morir de hambre, un cocido de alubias con berza adquiere una belleza, una simetría y un esplendor, que ni el Taj Mahal.
Si esa mujer se encontrase en mejor situación o supiera sacarle fruto a su soledad, no se enamoraría del primer hombre que se “interesa” por ella; de hecho, no se enamora a causa de las virtudes del dandi, no es tan tonta como la gente se piensa; sino para salir de su dolorosa situación, porque después de haberse comido un amargo racimo de decepciones y soledades, se muere por que alguien la quiera siquiera un poquito, y por poder querer a alguien. Y es que en estados de privación afectiva, cuando ya ni recuerdas qué significa recibir algo de cariño, cuando la expresión te quiero pertenece a un idioma desconocido que jamás va contigo, cuando un beso o un abrazo son pura ciencia­ficción para ti, la objetividad se convierte en un lujo que una persona normal no se puede permitir.
(*) Cafre Imperial Silvestre (Homo antecessor machus ibericum): Hombre hosco y primario,
de costumbres brutísimas, proceder simiesco y con los mismos hábitos de higiene que un tuso
rabioso. Poseedor de un limitado repertorio conductual, las neuronas del cafre imperial
silvestre únicamente presentan actividad significativa ante estímulos externos básicos para la
supervivencia, como son la presencia de comida (si se le esconde el plato bajo la mesa se
calma, pues cree que la comida ha desaparecido), reclamos sexuales explícitos y directos
(excitación), cuando se le muestran palos, juguetes y herramientas de manejo simple (alegría),
y ante el sonido ambiente y las luces de los bares (nirvana). Las dos únicas manifestaciones
sentimentales románticas que pueden observarse en el cafre imperial silvestre son:
1- “LA BUENA”: que se infiere del nerviosismo con que se zampa el bocadillo de chorizo
durante la retransmisión de los grandes acontecimientos deportivos –transcendentales para él
y para su autoestima—, los terribles bramidos que dirige a la televisión, los puñetazos al sofá
acompañados de insultos mal pronunciados al árbitro, y los cánticos de guerra, siempre
desafinados, ya que entonar correctamente pondría en tela de juicio su masculinidad y su
bravura; todo ello en interacción con un titánico empuje psicofísico destinado a mover la
pelota por telepatía y a esquivar a los defensas del equipo contrario. Si gana su equipo, eleva
los brazos y emite fortísimos sonidos guturales, logrados mediante una peligrosísima tensión
simultánea de la garganta, el pecho y el diafragma; técnica que utiliza para proyectar la voz lo
más lejos posible y demostrar al mundo su valía, su fuerza y su decisiva contribución al triunfo
del equipo. La euforia puede prolongarse durante varios días, mostrándose el cafre de muy
buen humor, con un comportamiento mucho más colaborador de lo habitual, ejecutando y
tolerando bromas sencillas, e incluso realizando pequeñas concesiones, o, al menos, haciendo
gala de conductas menos egoístas; aunque esa misma euforia puede llevarle a entablar pelea
con otros cafres de características similares pero de equipos rivales. Tras una victoria
importante, es muy capaz de berrear, cientos y cientos de veces, complejas frases aleatorias
como ésta: “Hemo ganao lacopa somo lon mejore oé oeoeoé oé ó-é aúpa aúpa campeones
campeones campeones campeones campeones é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é-é”.
2- “LA MALA”: si se le contradice o se le comunica algo que no entiende, se frustra y ataca.
El cafre imperial silvestre llega al mundo dotado por la naturaleza de un arma disuasoria
mucho más temible que el mordisco de la alimaña: una fealdad severa, oscilante entre el orco
y el jabalí; una fealdad carente de toda compasión, que, unida a su particular cruzada contra
la higiene, helaría la sangre al mismísimo Yeti; y, aun, la mera exposición en caballete de su
retrato al óleo provocaría la estampida del ñu.
Como en todo que lo orbita alrededor del amor, caben más casos, tantos como:
N (número de personas) ƒ E (edad) I (idiosincrasia) x (X (expectativas) / ± Y (experiencias)) elevado a Z (contextos)= 333 trillones, incluyendo combinaciones, variaciones y excepciones.
II
Paso Nº2
Liberar al Yo­Consciente
El objetivo de este paso es destapar la olla de los pensamientos que nos condenan a sufrir por el amor de otra persona, tomar consciencia de las creencias erróneas que nos conducen una y otra vez a los mismos precipicios, y eliminarlas, modificarlas, o asumir las consecuencias.
Dicho de otro modo: tienes que detectar las programaciones mentales que, a modo de virus informáticos, provocan un funcionamiento catastrófico del sistema. Por cada virus mental, fabricarás una vacuna intelectual.
ACERCA DEL ENAMORAMIENTO
¿QUÉ ES?
El enamoramiento es una cuerda elástica, invisible, de longitud prácticamente cero. Cuando se activa y te engancha a otra persona, desencadena una marea de reacciones y procesos a nivel total del organismo: químicos, fisiológicos, conductuales, cognitivos, el dinero que llevas en los bolsillos pasa a estado gaseoso y desaparece... una locura; y hasta que no transcurre un tiempo y te apaciguas, tu vida exhibe el mismo equilibrio que un melenudo borracho bajando un puerto de montaña en monociclo.
La cuerda elástica es una de las herramientas que utiliza la naturaleza para unir individuos en proyectos comunes; y, la reproducción, en la especie humana, es una tarea muy común... Lleva incorporado un sistema de puntería programado para guiar al individuo hacia una inversión genética óptima y rentable, orientando al perfeccionamiento de la especie –siempre que las posibilidades del individuo y la coyuntura del mercado de la coyunda lo permitan—.
Viene equipada con un potente motor capaz de impulsar, ¡e incluso convertir en impetuoso!, al holgazán indolente y perruno que ganó la codiciada medalla de oro en gandulismo libre olímpico, y le predispone a mantener una supercolaboración con la pareja y su descendencia. La cuerda invisible une, afianza, mejora las condiciones de vida de las parejas –se supone—, y aumenta la probabilidad de supervivencia, tanto del individuo como de la especie.
¿¡¿Y LA MAGIA DEL AMOR?!?
Añade magia al gusto, ¡faltaría más!, es tu vida; pero antes piensa que:
1­ No es lo mismo la experiencia en algo, que saber qué es ese algo:
–
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–
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Una cosa es morir abrasado y otra saber qué es el fuego.
Una cosa es la experiencia de tener sed, y otra cosa bien distinta, saber lo que es la sed.
Puedes ser el mejor cocinero del mundo, el rey de la gastronomía, comer 70 veces al día, y no saber qué es la alimentación.
No es lo mismo la experiencia de ver, que saber qué es la vista y cómo funciona la maquinaria implicada.
Una cosa es la sensación de pincharse el dedo con una aguja, y otra, saber qué ocurre en tu sistema nervioso para que decidas abandonar definitivamente la costura.
Has pasado cien veces la gripe, conoces perfectamente la experiencia de padecer gripe; pero eso no ayuda demasiado a saber qué es el virus de la gripe.
Sabes engendrar hijos; pero eso no significa que sepas cómo fabricar un ser humano. Podrías tener 88 hijos y no saber siquiera qué es el ADN, los aminoácidos...
Por más rayas de cocaína que esnifes, por “maravillosos y mágicos” que sean sus efectos, jamás aprenderás por ese camino a qué se deben esos “vuelos”.
Una cosa es la vivencia de estar enamorado; otra, saber qué es el enamoramiento.
2­ A imagen y semejanza de las civilizaciones antiguas, tal y como ellos hicieron con el sol, hemos elaborado con el amor de pareja, un dios de necesaria adoración y prohibida reflexión.
Partiendo de hechos reales, casi sin darnos cuenta, hemos delirado hasta fundar un sistema de valores y creencias que nos amarga la existencia, hemos convertido al amor de pareja en una religión, muy bonita, sí, preciosa; pero confeccionada para un ser humano que no existe; y el ser humano real, aunque lo intenta con todo su empeño, no la puede tolerar, no la puede digerir, no puede metabolizar sus fundamentos y preceptos porque es una religión incompatible con su verdadera naturaleza; y si no escarmienta, seguirá dándose miles y miles de testarazos contra el muro de piedra.
El despropósito es semejante a llenar un acuario con el mejor champán: pobres pececitos. Al igual que el sol, el amor de pareja existe y es positivo; pero nos hemos inventado tal cantidad de postulados inexactos, mandamientos fraudulentos, paradigmas de fantasía de obligado anhelo, rituales irracionales, sacrificios destructivos, expectativas sobrehumanas, exigencias meta­angélicas, ceremonias pan­condenatorias, un cielo para diletantes mojigatos, el infierno para los malvados herejes renegados, un limbo para bienintencionados frustrados, el purgatorio para los especialistas fracasados, un mundo terreno de éxtasis ultra­placentero sólo apto para débiles ídolos faustos y superficiales modelos legendarios hiper­glorificados... , que la profesión de la punitiva religión, al ser humano verdadero, le reporta una tonelada de calamidad y desgracia por cada kilo de felicidad y bienaventuranza.
Tú decides: El sol, ¿dios o estrella?
UNA NUBE DE SANDECES...
...nos rodea y nos envuelve. Aquí tienes algunos de los virus más peligrosos:
Serás inmensamente feliz cuando tengas pareja
Sí, si tomamos como verídico al personaje del cuento de hadas, de la canción, de la película y del oligofrénico culebrón. Y es que todo es tan bello y deseable en las arengas de los sacerdotes del amor romántico y en el ideal que sueñas y persigues... (suspiros)
No, si observamos lo que le ocurre a la persona de carne y hueso. Analizando a la pareja del mundo real, casi se podría aseverar, que para alcanzar serena felicidad, es imprescindible carecer de ella. (los monjes saben latín)
Abre los ojos, explora en silencio, examina con objetividad y compara. No te quedes en las apariencias, no te dejes impresionar por la repipi retórica de los primeros meses de euforia, ni por el exagerado jolgorio prefabricado para el día de la boda, ni por las deslumbrantes diversiones diseñadas para personas inventadas; profundiza un poco. A tu alrededor tienes millones de ejemplos del ser humano auténtico que ha encontrado “el amor verdadero”; muestras vivas, válidas y verídicas del individuo genuino conviviendo con su eterno amante; ahíto de insatisfacción, decepción y depresión; cargado de obligación, rencor y frustración; pagando la hora de paz y tranquilidad a precio de oro y diamante. Su redención se convirtió en su perdición, su libertad en su penitenciaría, su devoción en su imposición, su ansia en su tortura, su alborozo en su calvario y su dulzura en su amargura. La otrora pasión devino en oficio rutinario de resignado funcionario y el mágico deleite en insípida costumbre. Esperaba un paraíso terrenal; únicamente cambió de vida, y algunos problemas por muchos otros.
Con sinceridad: ¿Conoces parejas –con profundidad— que den envidia? No se puede hacer nada para modificar los sentimientos
Paparruchas. Sí que se puede. Lo hacemos cada día; lo que ocurre es que sólo reparamos en ello cuando fracasamos –como las muelas del juicio: sólo nos acordamos de ellas cuando duelen—, o cuando, de tanto que podemos, se nos va de las manos. Al tener en cuenta solamente las ocasiones en las que no lo logramos, creemos erróneamente que no podemos; si apuntásemos los éxitos, el resultado sería demoledor a favor.
De todos modos, ha de quedar bien claro que no necesitamos luchar contra los sentimientos. Imagina que un hombre cae a un río caudaloso, la corriente lo arrastra, las rocas le golpean... su salvación no está en batallar contra el río, sino en luchar para salir del río. Te atan las manos con esposas: la solución no está en pelear contra esas cadenas, sino en utilizar la llave, o algún método válido, para soltarse. Luchar contra el amor es tan inteligente y eficaz como luchar contra la velocidad luz. La clave está en desatarse y escapar.
Nadie sentirá por ti lo que yo siento; nadie te podrá querer tanto como yo te quiero.
Pamplinas y tontunas. Más nos vale dejar el laurel para cocinar pollo al vino blanco, pues la activación de este virus, muy a pesar del fanático enamorado, garantiza no sólo “tanto como”, también “más”, y, sobre todo, “mucho mejor”.
De la fuerza de la belleza y los encantos
Nada. 0. La belleza no tiene fuerza en sí misma; aunque posee una valiosísima habilidad: desatar las verdaderas fuerzas y ponerlas a trabajar para ella. La belleza es el color rojo de la muleta que provoca la embestida del toro, en quien reside el auténtico poder y la fuerza.
La belleza y los encantos no son más que el cebo para que caigas en la trampa biológica. Cuando picas, tus genes se vuelven locos por recombinarse con los genes del portador del encanto, y tú, te conviertes en su marioneta.
¿Qué ocurriría si los toros tomaran consciencia del engaño y dejasen de embestir? ¿Qué fuerza tendrían entonces los señuelos del adornado torero? ¿En qué quedaría la muleta?
Pero no te reprimas, no te resistas; nunca serás inmune a la atracción del potente reclamo. Más sencillo: dómate y deja de embestir; utiliza la fuerza desatada en tu propio beneficio, quédate con ella, que te sirva de inspiración, de motivación, de motor natural para trabajar... Haz de la llamada audaz alegría desinteresada.
No tengas miedo; la belleza nunca es para tanto. Siempre nos vence en la ingenua juventud, cuando la falta de experiencia impide, y las hormonas prohíben, un mínimo de autocontrol; mas la belleza, aun la más intensa, extrema y azucarada, por trillones de perfectas feromonas que desprenda, por experta seductora y sagaz manipuladora que sea la persona portadora, cada minuto vale menos y pronto queda en una triste y melancólica reminiscencia. Pobre belleza y encantos; el tiempo sólo corre a favor de los sabios.
El sexo es sublime y variadísimo
Puedes vestir lencería de cuero, de nylon o de seda; colocar las patitas más adentro y los dientes más afuera; untar mantequilla en el escroto y depilarte con la sierra; holgar a solas, en pareja, en la playa o en la estepa; o en orgías con burros, gorilas, tambores y cornetas:
El sexo, ya le des mil vueltas, siempre son las mismas tonteras.
Sea por amor, ego, o enardecimiento, más tiene de catarsis que de goce excelso: Sexo = felicidad = mito para majaderos.
No puedo vivir si tú no me amas... Sin ti estaré por siempre apenado... No valgo nada si no estás conmigo... Sin ti mi corazón muere en tinieblas...
Dos pecados hay en este mundo que me dejan sin palabra:
1­ La necedad procurada y orgullosa de su falta.
2­ Comerse jamón del güeno con cebolla, ketchup y mostaza.
¡Anatema y destierro para aquel que los cometa!
Yo soy tuyo y tú eres mía;
y el gato, del vecino. Hace mucho mucho muchísimo tiempo, cuando ni siquiera existían los automóviles, la frase era así (léase a estilo Tarzán): “Tú hacer el gran ñaca­ñaca conmigo y yo proteger a ti y regalar bonito collar y cazar sabroso búfalo para cenar” . (media docena de sonoros puñetazos en el pecho)
Demasiado directo: a maquillaje, a peluquería y luego a bisutería.
Lo malo de la frase romántica es que puede resultar peligrosa, porque hay individuos profundamente cerriles y obtusos que lo entienden todo al pie de la letra. Y luego pasa lo que pasa. Cuando la vida les demuestra que es imposible ser dueño de una persona, sienten que han perdido el juego y no lo aceptan. Víctimas de su ignorancia y de su debilidad interior, sin recursos mentales para afrontar la derrota con templanza, deciden romper el objeto amado. “Destrozándola demuestro que es mía. O es para mí, o no es para nadie. A las malas gano yo”. Apelan a la fuerza, al valor, al coraje, a la honra y a la hombría; y no se dan cuenta de que maltratando a otra persona, demuestran, precisamente, lo que no tienen.
Sólo podrás saber lo que es el amor cuando estés realmente enamorado
Un catedrático de medicina...
“Mis queridos alumnos:
No estudien, no investiguen, no indaguen, no razonen: ¡No les servirá de nada! Ustedes sólo podrán saber lo que es el cáncer cuando lo padezcan; entonces sí que lo conocerán de verdad, y comprobarán que es inútil luchar y resistirse”.
Detectar otros virus y bacterias, y sus variantes, desde este momento es asunto tuyo.
¿Te atreves o no te atreves?
ACERCA DE LA PERSONA AMADA
¿Contribuye a que tu vida sea mejor? Porque para estar igual o peor no se necesita ayuda.
¿Cuánto de maravilloso le queda si restamos de tu mente las perniciosas creencias erróneas, las ingenuas esperanzas, los deseos de milagros, las tramposas interpretaciones interesadas, las necesidades innecesarias, los pueriles ideales imposibles, los engañosos goces ensoñados, los placeres adolescentemente exagerados, las heridas del pasado, las carencias del presente, las quimeras del futuro, y ese miedoso y torpe pragmatismo a corto plazo?
Dentro de cien años llevarás varios años muerto; pronto serás una bolsa de carroña y hueso: ¿Qué mérito, beneficio o trascendencia tiene dedicar tu vida a sufrir por personas que no te quieren ni te corresponden como es debido?
III
Paso nº3
El plan alternativo
Estar enamorado significa, entre otras cosas, tener un plan ilusionante; si no cuentas con un plan ilusionante alternativo, al desenamorarte te encontrarás en un páramo fantasmal, en un desierto, en un mundo desolador, y sufrirás un vacío interior que convertirá al remedio en algo peor que la propia enfermedad.
Debes conseguir un plan que te resulte al menos moderadamente ilusionante, y si es posible, que sea nuevo, diferente. Si te embarcas en un proyecto distinto, algo que no hayas hecho hasta ahora: mejor que mejor. Da igual que sea un plan sencillo, temporal o superficial; para comenzar vale casi cualquier cosa. Tampoco importa equivocarse; es preferible equivocarse a paralizarse. Los errores pueden ser una mina de oro si los usamos para evolucionar; en lugar de ignorarlos, negarlos o utilizarlos para mortificarnos. Siempre se podrá rectificar y cambiar.
OTRA PERSONA, EN ESTE MOMENTO, NO
¿Perdemos el autobús? cogemos el siguiente; ¿se lesiona un jugador? sale el suplente; ¿revienta una tubería? rápidamente ponemos otra... Bien: eso, aquí, no funciona. Reemplazar el objeto amado es inútil, no arregla nada. Buscar otro amor cuando aún estás enamorado, no es desenamorarse, ni siquiera es volverse a enamorar, el enamoramiento es el mismo, simplemente se lo pasas de una persona a otra, sólo cambias el nombre y el aspecto del objeto, y a veces ni siquiera eso... Es similar a lo que ocurre cuando el protagonista abandona la telenovela: contratan otro actor lo más parecido posible; el papel es el mismo. El enamorado que reemplaza su objeto amado por otro, es como el borracho que soluciona su alcoholismo pasándose del whisky a la ginebra: únicamente cambia la pegatina de la botella; ni se desengancha, ni mejora, ni se cura, ni escarmienta. Y cuando ya has traspasado varias veces tu enamoramiento de una persona a otra, te encuentras perdido sin saber que te has perdido, das vueltas en círculo sin distinguir si vas andando con tus propias piernas o si estás montado en una moto, en un tren o en un dragón, y al final flotas al viento persiguiendo una y otra vez el mismo espejismo, posándote sobre la vida y el amor como una mariposa de flor en flor y de batacazo en batacazo.
El camino más corto es afrontarlo solo, sin buscar refugio en otros brazos.
Más adelante, cuando lo tengas superado, ya decidirás si te interesa comenzar una relación. En ese caso será mejor llegar limpio y aprendido, sin residuos de anteriores enamoramientos.
De igual forma que no nos gusta que nos sirvan la sopa en el plato sucio con los restos de la chuleta del señor de la mesa de al lado, así también nosotros deberíamos fregarnos de viejos amores antes de empezar de nuevo con otra persona, por ser ventajoso para nosotros mismos y por respeto hacia esa posible futura pareja.
SOLUCIONES DESESPERADAS
Frecuentemente, el enamorado intenta salir por puertas equivocadas; cuando no atravesar las paredes a cabezazos...
Dos de las pésimas salidas que debes evitar son:
Pasar de un extremo a otro.
“¿No me admiten como sheriff en el cielo? Pues me convierto en El Forajido del Infierno”. No sirve. Entregarse a un descerebrado carpe diem, a un epicureísmo mal entendido y a refocilar sin conocimiento con todo bicho viviente que se mueva a velocidad humana porque “la vida es corta y nada importa nada”... esconderá tu enamoramiento, lo camuflará, lo sumergirá en la ciénaga; pero no lo eliminará. Si acaso mutará en algo peor.
Otorgarse “licencia para matar” tampoco es útil. Algunas personas despechadas adoptan esta postura: “Tal como sufrí yo, que sufran los demás. A mí me hicieron mucho daño, así que ahora me toca hacérselo a otros”. Lo entendería si de verdad solucionasen algo; pero herir intencionadamente a otra persona, por acción directa o por negligencia, sólo acarrea problemas. Sea a corto, medio o largo plazo, el verdugo pierde más que la víctima. No veo dónde está la ventaja. Adoptar el desfogue en el sufrimiento de personas inocentes como una solución válida, quizá sirva para ser nombrado Miembro Honorífico del Ilustre Colegio Oficial de Necios; pero no para desenamorarse.
“EL TIRÓN GRAVITATORIO”
Hay algo mucho más peligroso que idealizar a una persona: divinizarla. Sal una mañana. Pasea. Respira. Contempla sin hablar. Existen bellezas tan bellas y galanes tan galantes; nadie es tan especial, nadie es tan importante. ¿Qué más da perder una piedra, un rubí o un diamante? Hay tanto de todo...
Observa a quien te guste, concede que por unos segundos te atrape; pero no intentes nada, retén la energía liberada dejando que se vaya. Disfruta de la activación de esa fuerza, inviértela en ti: es tuya. Permite que el tirón de una nueva sonrisa te arranque del error de pensar que una pareja es indispensable. El tirón gravitatorio: esto sí que vale.
DEFINIR EL PLAN
Es verdaderamente escalofriante el potencial que despilfarramos persiguiendo faldas, aguardando príncipes azules que no llegan, domando personas, depositando toda la ilusión en relaciones que luego nos explotan en las manos, lamentando desgracias en melancólicas sesiones de agridulce autocompasión bañada en delicioso veleidoso masoquismo paralizante, recreándonos en extenuantes fantasías que nunca se cumplen, enredándonos en mil tonterías justificadas con otros mil autoengaños, malgastando salud y juventud queriendo agradar e impresionar a quien nos ignora y hasta nos desprecia, arrojando tiempo y esfuerzo por el retrete mientras miramos con cara de bobos hipnotizados cómo desaparecen... Y después, con tal de raptar la razón y demostrar que tenemos la situación bajo control, pretendemos convencer a los demás de que los rinocerontes fuman puros después de comer ¡y mira lo grandotes y sanos que están!, y juramos con ceremonia que a partir de mañana nos encargaremos personalmente de que los camiones pongan huevos.
Fin del cuento.
¿Qué ocurriría si el tiempo, la inteligencia, los recursos y la energía que derrochas en sufrir por alguien que no te quiere, lo invirtieras en hacer algo por y para ti? Que sea interesante y productivo en sí mismo; que no vaya enfocado al emparejamiento.
Los talentos
Jamás he conocido una persona que no tuviese al menos un talento. Todo ser humano posee, como mínimo, un talento para algo. No es fe. Inducción y deducción.
BUCEATE
Tú lo puedes hacer, sabrás captar su esencia, porque es tu talento; sin perjudicar a nadie, sin maquinar con perfidia, sin comparar con recelo, sin propósito inconfesable, sin competir con envidia, sin perfeccionismo enfermo. Entonces te sentirás pleno, lo realizarás con eficacia, lo vivirás serenamente; será neutral o bueno, está en tu frecuencia, tú lo puedes entender.
Los talentos cambian. Busca tus talentos en hoy; no en hace 10 años, ni en dentro de 20.
Asignaturas pendientes
Quizá deseaste hacerlo y aún no lo has hecho, quizá quedó inacabado y debe ser terminado, o quizá hayas postergado tu Verdad demasiado.
Quizá le estás echando la culpa al amor, cuando el dolor no proviene del enamoramiento, sino del inconsciente que te insta con estruendo: ¡Sé ya! ¡Lánzate de una vez! ¡Ahora es el momento!
El miedo a equivocarse
No te preocupes por eso: te equivocarás. No tienes escapatoria: es imposible no equivocarse. Lo importante no está en la equivocación, que de eso nadie se salva; sino en qué te equivocas, cómo lo superas y qué aprendes. Si sales bien parado volverás a equivocarte; solo que en algo diferente, más interesante, a otro nivel. Imagina dos hermanos genéticamente idénticos. Dos gemelos criados en el mismo ambiente. Al poco tiempo de su nacimiento, no se sabe cómo, surgió una pequeña diferencia entre ellos: Uno comenzó a buscar la máxima seguridad para evitar los golpes y los errores; el otro no. 30 años después, estos son los resultados del experimento:
El gemelo que se refugia en lo seguro apenas ha aprendido a hablar con normalidad, su vida depende de lo que echen en la televisión, cualquier tarea nueva por interesante y sencilla que sea sabe a tortura y su vocación profesional es que le toque la lotería para dejarse asegurada hasta la última inyección de morfina.
El otro hermano se da porrazos aprendiendo a andar, porrazos al correr, más porrazos con la bicicleta, llega a casa con las piernas llenas de moratones tras jugar al balón con los amigos, se equivoca en el colegio, se equivoca aprendiendo a tocar un instrumento, se equivoca en la obra de teatro, comete errores garrafales en la universidad, se equivoca aprendiendo a conducir, el día que estrenó el coche atropelló una vaca al salir de la segunda rotonda, comete errores descomunales en su primer trabajo, errores aceptables en el segundo, se equivoca al juzgar a los demás, a veces confía en personas que le traicionan, siempre se enamora de la chica más neurótica así que ya ha fracasado con veintisiete novias (es mentira, solamente tuvo dos y de chiripa, ¡ay, cómo somos los hombres!), se equivoca de WC en el restaurante y una señora con verruga lo saca de su error llamándole maldito pervertido...
Qué sarcástica equivocación la de acomodarse por miedo a equivocarse. “Ya es demasiado tarde para mí”
El enamorado, con frecuencia queda atrapado en laberintos pesimistas tan inteligentes como destructivos, se convence de que ya no le queda ninguna esperanza de ser feliz y se recrea en ideas trágicas, pasando en ocasiones de un optimismo extremo a una visión apocalíptica del mundo, de él mismo y de su futuro.
Eso se puede remediar, no es difícil; aunque lleva tiempo. El secreto está en buscar soluciones y enfocarlas, e interpretarlas, siempre hacia lo bueno. Es decir: justamente lo mismo que haces al entrenarte en pesimismo; pero del revés. Prueba con esto:
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Busca ideas y argumentos que te mejoren y te hagan sentir bien a ti. Ahora arréglate tú; no trates de arreglar el mundo o lo echarás todo a perder.
Focaliza y aprende de lo bueno. Centrarte en fatalidades que no puedes solucionar y obsesionarte con lo malo, puede ser muy útil si vas morirte hoy, así te alegrarás de abandonar este mundo; pero si tienes pensado vivir más tiempo, sólo te servirá para amargar y para amargarte.
No vivas en la imaginación aquello que no existe y que sólo puede existir si se realiza, o se te tragarán las malas fantasías, que son como arenas movedizas. Lleva a la práctica lo que sea necesario y no sueñes lo que no deba ser soñado.
Cambia lo que no funcione y rectifica lo que resulte inadecuado. Pensar con ilusión no tiene por qué ser sinónimo de imbecilidad, ni se opone a la eficacia.
La felicidad –no confundirla jamás con la euforia— no llega: se trabaja.
En cuanto al “ya es demasiado tarde”... puede que sea demasiado tarde para aspirar a primera bailarina del Ballet de Moscú, para ser un as de la fórmula­1, para ingresar en la NASA como astronauta, para una relación de amor con la persona de la cual intentas desenamorarte... puede que para todo eso ya sea demasiado tarde; pero tienes otras opciones más profundas al alcance de la mano. Practica con paciencia y verás los resultados.
“Es muy fácil decirlo; pero estamos en un mundo perverso, lleno de injusticias y de sufrimientos innecesarios, los malos salen ganando, los buenos acaban perdiendo y..., y..., y...”
¡Cierto!, pero tú estás diseñado para vivir aquí. Posees la estructura cerebral adecuada para realizarte y ser feliz en este mundo (recuerda: no trates de arreglarlo). Aunque ahora te encuentres fatal, nada está perdido. Un cerebro que no esté excesivamente dañado, haciendo lo pertinente, puede comenzar a sentirse maravillosamente bien a cualquier edad, en cualquier momento, y mantenerse bien, o muy bien, hasta que le llegue su hora, independientemente de que le reste un minuto o un siglo de vida; y eso, tampoco debería preocuparnos demasiado: la cantidad de tiempo que puede vivir una persona resulta ridícula (qué le vamos a hacer), por lo que el cómo es infinitamente más importante que el cuánto.
Si has podido entender esto, significa que aún estás a tiempo. EL PLAN ALTERNATIVO, AHORA, NO.
No deben realizarse actividades extra, ni siquiera el plan alternativo. Es un error “hacer cosas para superar un fracaso amoroso”. Haciendo “cosas” conseguirás distraerte un rato, si es que lo consigues... pero eso no arregla tu situación, todo lo contrario.
¿Quieres aprobar un examen? ¡Estudia! Meter pescado congelado en la lavadora para centrifugarlo no te ayudará, por muy apasionante que resulte ver una merluza dando vueltas.
¿Quieres disfrutar de una casa limpia y reluciente? ¡Comienza a limpiar! Las maniobras de distracción y las argucias para perder el tiempo y postergar la tarea no harán que la suciedad desaparezca. (¡Oh, Señor! ¿Por qué tuve que poner precisamente este ejemplo?). ¿Quieres desenamorarte? ¡Dedícate a desenamorarte, céntrate en el método, acepta el reto! Huir multiplica los miedos y aumenta los sufrimientos en cantidad, intensidad y tiempo.
No intentes ser feliz, no hagas esfuerzos por sentirte bien; no es el momento. Sufrir te viene de perlas, quítale el miedo; es tu mejor aliado en el desenamoramiento.
Observa los síntomas. Conoce tu dolor. No te conformes con: “¡ay, qué penita tengo, madre!, ¡qué angustia más grande!”. Parte el sufrimiento en cachos: las ideas con las ideas, las sensaciones físicas con las sensaciones físicas, las tensiones musculares con las tensiones musculares... y deja cada malestar en su lugar, ¡que no pueda escapar! Así, entre otras cosas, aprenderás a colocar cada mal en su sitio correspondiente, evitando que se haga gigante, invada otras dimensiones y afecte a nivel total del organismo.
Haz cortafuegos.
Cuídate, regula tus horarios con cabeza, consume las drogas buenas: frutas y verduras crudas –o casi—, que son fundamentales para la química del bienestar; porque si te alimentas de basura, te sentirás como una basura. Y cuando estés cansado: descansa, déjate en paz, cena, coge la cama... No despilfarres. Administra tu química y tu energía con inteligencia.
Existe una razón de peso para guardarse el plan alternativo en la caja fuerte: si lo comienzas ahora, tu enamoramiento lo echará a perder. Imagina un hombre cuyo plan alternativo fuese <<aprender a bailar>>. Impaciente y ansioso, no logra controlarse, decide comenzar ya y se apunta a una academia de baile. Puede que el primer día se centre en bailar; pero no tardará mucho en distraerse soñando con su amada. Pronto dejará de bailar por bailar y lo hará pensando –privados pensamientos que gritan— en sorprender, impresionar, complacer y conquistar. El muy inocente se cree que con una exhibición de la nueva habilidad derretirá su corazón y ella caerá de rodillas, muertecita de amor, víctima de un ataque de admiración. Como si mover el culo con un poco más de gracia diese superpoderes... ¡Hey! que bailar no es como la criptonita, o la picadura de la araña atómica, o como una buena capa de color rojo, ¡eso sí que son palabras mayores! Por supuesto, utilizará el baile para dar celos, sentirse superior a ella y vengar su despecho. Irá a bailar movido por varios fines secretos: alistarse en el cortejo, protagonizar portentos, monopolizar milagros, traspapelar el tiempo... cualquier motivo menos el baile en sí mismo. Ha pervertido el paso Nº3 y lo ha transformado en un medio para satisfacer sus deseos. No le servirá de mucho. Aunque materializase sus fantasías, poco le durarían las alegrías, pues todo está fuera de lugar. Finalmente, ha desperdiciado un plan alternativo y sólo ha conseguido autoengañarse, perderse por la cueva, prolongar sus agonías, llenarse la cabeza de tonterías y asociar el baile, cual cánido pavloviano, con una persona determinada en una época de sufrimiento.
No pinches las ruedas de tu propio coche.
Deja que el plan te vaya ilusionando, poco a poco, con moderación, sin estridencias maníacas. Y no comiences a realizarlo antes de tiempo, o tu enamoramiento lo bombardeará. El momento de ponerlo en marcha será cuando sobrevenga el desenamoramiento. PD:
Aléjate de las felicidades artificiales; no compenses el dolor con euforias, melancolías y demás ponzoñas. Crea tolerancia al sufrimiento. Aprende a padecer para no padecer.
El ser humano es muy limitado y su vida demasiado corta: no puedes tenerlo todo. Elegir implica descartar. Quererlo todo significa no conseguir nada. Sopesa, escoge y renuncia.
Desenamorarse bien conlleva unas buenas dosis de reflexión y pasar bastante tiempo a solas, en silencio, sin sonajeros (tv, chat, música, sms...). No es necesario esconderse con un batiscafo en la Fosa de las Aleutianas, ni desconectarse del mundo las 24 horas del día; pero los momentos en los que uno se centra en el método, el silencio y la ausencia de aturdidores mentales, sean máquinas o personas, es fundamental.
Aquí no valen las cosas a medias. Desenamorarse a discreción es como una competición de alto nivel: si te confías, el rival te pasa por encima. Sin esfuerzo, estrategia y determinación, no conseguirás buenos resultados. No basta con leer el libro; hay que ir a por todas. Imaginar cómo sería si lo hicieras, es tomar un veneno que te deja inútil. Debes realizarlo honestamente, y eso ya no resulta tan sencillo. Desenamorarse a voluntad consciente es una guerra; y la guerra exige sacrificios.
IV
Paso Nº4:
Convencer al Inconsciente
No siempre se enamora uno de la persona que objetivamente ha seleccionado. Los enamoramientos nunca han tenido fama de ser el fruto maduro de sopesadas decisiones. En ocasiones, contra nuestra voluntad consciente, nos enamoramos de una persona que consideramos inadecuada: “La cabeza me dice una cosa, pero el corazón me dice otra...”
Hay quienes desearían continuar enamorados de la misma persona, y tampoco lo consiguen. Entienden que es la más apropiada, pero no pueden: “El amor llega y se va sin darte cuenta. No se puede hacer nada. Es imposible luchar contra los senti...”, les instruyen sus confidentes.
Mi amigo Miliuco, tras sufrir un desengaño, se lamentaba así: “Las mujeres duelen mucho, hacen demasiado daño, ¡ojalá que no me gustasen! Si pudiera escoger de quién enamorarme, me enamoraría de mi perro. Es el único que me ha querido de verdad”. Por supuesto que lo del perro es broma, o eso quiero pensar, pero contiene una idea clave: Las opiniones de nuestro Yo­consciente pesan muy poco a la hora de enamorarnos. El ojo ve; el corazón escoge. Nos enamoramos nosotros; pero no depende de nosotros. Por eso hablamos de un Cupido antojadizo y desaprensivo que nos atraviesa el corazón con sus flechas –que más parecen cerbatanazos en los ojos—, y de un destino mágico escrito en las estrellas que desde el génesis conoce el nombre de la Dulcinea que algún día amaremos. El Filósofo pintó naranjas trisexuales partidas en mitades, y el bardo cantó las decisiones caprichosas de alguna neurótica diosa del amor.
El ser humano, al verse involucrado en algo tan importante con su opinión ninguneada, deduce que está siendo manipulado por una inteligencia externa y lo proyecta en un mito para explicarlo.
Es cierto que el enamoramiento depende de otra inteligencia; pero no es externa, sino interna. Esa inteligencia vive dentro de nosotros. Es nosotros. Es nuestro inconsciente.
Sí. Es el inconsciente quien se enamora y se desenamora. Es tu propio inconsciente, enamorado o desenamorado, el que te enamora o te desenamora. Es “Él” quien te moviliza para que consigas fundirte con el objeto amado que Él anhela. Te manipula haciéndote creer que necesitas urgentemente a esa persona para poder realizarte feliz. Te promete el cielo regalándote intensas dosis de placer cada vez que ves a, o te imaginas maravillas con, la persona por él escogida; y tú te enganchas, inocente, ignorando que sólo las primeras dosis son fáciles, puras y gratuitas. Te engaña haciéndote creer que esos dulces zumos de dopaminas los exprime tu amada, cuando en realidad han salido de tu propia farmacia. Te convierte en un fiel devoto, en su fanático aliado, en el criado encargado de alimentar a la bestia. Te obliga a obedecer las órdenes que la especie ha grabado a hierro y fuego en tus genes; y tú, absorto en el delirio, necesitado de dosis cada vez más altas, obedeces sin saber que estás obedeciendo, creyendo ciegamente que todo lo haces por ti mismo y por el bien de tu persona amada.
Para evitar posibles conflictos internos y remordimientos, el inconsciente pone a tu disposición un precioso diccionario mágico dedicado al volteo de lo pecaminoso en virtuoso, lo absurdo en lógico y lo primitivo en sofisticado. Este diccionario te permite, si así lo deseas, leer altruismo allí donde se define la ambición, sustituir con generoso la entrada que explica qué es ser posesivo, borrar antojo y escribir necesidad, cambiar disparate por ley universal, utilizar amar como sinónimo de endeudar y confundir babear con sabiduría. En caso de necesidad, se podrían esfumar del diccionario –que para eso es mágico— las definiciones de entrometido, merodeador, manipulador, chantajista, cobrador, infantiloide, tergiversador, pedigüeño, lábil, torpe, pesado... y ser sustituidas por una única expresión: “Héroe Romántico”. Apenas retienes las definiciones que más te convienen, el inconsciente te concede un espejo. Visto desde fuera parece un espejo normal, pero cuando nadie te ve, le puedes hacer preguntas, y siempre contesta: “Tú, mi amo”.
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Espejito, espejito... ¿Quién es el más bueno de este mundo?
Tú, mi amo.
Espejito, espejito... ¿Quién es la persona con mayor capacidad para amar?
Tú, mi amo.
Espejito, espejito... ¿Quién encontrará el Eterno Amor Verdadero?
Tú, mi amo.
Como no hay dos sin tres, recibes un tercer regalo: ¡La Llave!, también mágica, que te otorga el poder de lanzar los hechizos necesarios para adaptar maneras, adoptar procedimientos, moldear tiempos y purificar explicaciones. Gracias a <<La Llave>> todo queda hecho e interpretado de acuerdo con los patrones culturales del lugar, las instrucciones de mamá y papá, el parecer de los amigos, el juicio del jefe, las películas que te emocionaron, la última moda en relaciones de pareja, las opiniones del famoso al que admiras, e incluso para que resulte al gusto del dios que te vigila. Si todo marcha como al inconsciente le gusta, es decir, sin que despiertes, pronto llega el momento en el que alzas tu adoctrinamiento a la categoría de divino mandamiento. Gozar continuamente de las dosis que el objeto amado te inspira, se convierte en lo más importante de tu vida. Ya te sientes espléndido y sublime al airear aspirar alcanzar La Irrealizable Locura: “Poner tu felicidad en manos de otra persona, y la de ella, en las tuyas”.
Todo lo contrario sucede cuando el inconsciente se ve privado de materializar sus deseos, cuando intuye que no es correspondido, cuando te ignoran, cuando te rechazan, cuando te dejan, o cuando ves a tu costillita holgando en otros brazos. Entonces te llena de ansiedad, frustración, angustia, ira, celos, miedo. El mundo real machaca el mundo que habías soñado, y tu inconsciente te llora una sobredosis de odios, penas y pánicos. El inconsciente no concede libertad de decisión: o premia con placeres y relajación al satisfacerlo, o protesta con todo tipo de sufrimientos al decepcionarlo. Gracias a la galleta, gracias al látigo, aprendes que sólo tienes dos opciones: Gozar en las Alturas Esplendorosas o padecer eternamente en el Averno.
Bien. Aquí es donde vamos a poner fin a la ancestral tiranía del inconsciente. Este es el punto primordial, decisivo y definitivo: el núcleo del sistema. Si realizas correctamente el paso nº4, te desenamorarás por completo.
¿Cómo?
Convenciendo a tu inconsciente de que esa persona no le interesa. Haciéndole ver que en realidad no es el tipo de objeto que él piensa. Demostrándole que no le va a resultar útil; todo lo contrario. Guiándole hasta que ya no le guste como pareja. Persuadiéndole tú a él, media vuelta a la tortilla, para que renuncie a su deseo y deje de hacértela desear. En otras palabras: “Desenamorando a tu inconsciente”. Tan pronto hayas desenamorado al inconsciente, llegará la bendita y plácida indiferencia. Puede que también sientas alivio, como si te hubieses librado de una larga y penosa condena. Ya no envidiarás al pobre diablo atrapado en su grillete y amarrado a su cadena, preso en <<La Jaula­Paraíso>>. Entenderás lo que te digo cuando te levantes una mañana y, al tratar de fantasear con quien fue cafeína y nicotina de tus desvelos, compruebes que, sin engañarte ni forzarlo, resulta tan aburrido como pensar en un viejecillo leyendo el periódico.
¿Cómo convencer y desenamorar al inconsciente? Utilizando sus mismas armas, hablándole en su lenguaje, jugando a su propios juegos.
YO­CONSCIENTE VS INCONSCIENTE
Yo­consciente: Sensación de identidad y consciencia.
Inconsciente: El resto de tareas inteligentes: Procesos químicos, vegetativos, perceptivos, reflejos (su mecanismo no es tan sencillo como el timbre de la puerta: hay mucha inteligencia detrás), instintos, miedos, sistemas de defensa, memoria, emociones, intuición, inspiración, sueños nocturnos... La capacidad que posee para organizar, ejecutar, coordinar y supervisar todo tipo de tareas, es indescriptible. Goza de voluntad propia y sabe muy bien cómo lograr que sus órdenes se conviertan en deseos para ti.
Algunas personas se asustan al descubrir que llevan dentro una inteligencia independiente que razona, piensa, juzga y actúa por sí misma. Les resulta demasiado parecido a estar poseídos por un demonio, a tener dentro de su cuerpo otra persona, más inteligente y capaz, que les roba el control de sí mismos. Les parece incoherente, increíble, injusto, imposible... les aterra tener otra cabeza dentro de su cabeza. ¡Tranquilos! En realidad es mucho peor: porque no es una, son varias. Para simplificar las cosas hemos agrupado todas esas inteligencias como si fuesen una sola; pero son muchísimas más.
Sí, estamos repletos de máquinas biológicas sensibles e inteligentes que captan información, la filtran, la modifican, la combinan, la copian, la almacenan, la distribuyen según interesa, inventan y añaden de su cosecha cuando creen que les falta... aprenden, contrastan, calculan, predicen, recuerdan, cambian impresiones con otras inteligencias, unas veces se coordinan y se quieren, otras riñen y discuten... todo sin que tú te enteres apenas de nada. No has de decepcionarte, el Yo­consciente es muy importante, cumple tareas más que respetables, y si despierta y aprende a administrar sus recursos, puede adquirir un poder y un control enormes. Aunque solamente seas “una” de las muchas inteligencias de tu cuerpo, no debes sentirte menos por ello. Hay que aprender a jugar y a compartir, como niños buenos. Además, estáis en el mismo barco y tenéis un objetivo en común: sobrevivir.
También lo puedes ver de esta otra forma: <<Eres mucho(s) más de lo que imaginabas>>. ¿Más tranquilo simplificándolo(*) todo en sólo dos inteligencias?
(*) Simplifica. La realidad es despiadadamente complicada; demasiado para una persona. No
te enredes en teorías complejas: resultan un lastre inútil para el desenamoramiento rápido.
No utilices un mapa repleto de datos y colores: seguirá siendo incompleto y además te robará
tiempo y recursos en exceso. Si te cargas con una cantidad abrumadora de información, te
verás desbordado de tareas, te perderás, te asustarás, dudarás de todo y te desgastarás en
tonterías; y el inconsciente, como si fuese un experto en jiu-jitsu, lo utilizará para vapulearte y
anularte, y te obligará a que te rindas, puesto que él en este momento está obcecado,
atrapado en su deseo como un satélite a su planeta, haciendo exhibición de cabezonería,
contumacia y terquedad, y no aceptará renunciar al objeto amado por las buenas.
Lo que nos interesa es un sencillísimo croquis de la mente: cuanto más simple, mucho mejor.
Un croquis dista de ser una descripción exacta y detallada de la realidad; pero funciona.
OBSERVANDO AL INCONSCIENTE
No podemos observarlo directamente; sí algunos productos de los procesos que realiza. Vemos los cuadros, no al pintor. Leemos preludios y fugas, aunque Bach haya desaparecido.
Tareas inteligentes en ausencia de consciencia Vas paseando por la calle. De repente, alguien te pregunta:
–
–
–
Por favor, ¿me dice la hora?
Sí, las 17:40
Gracias.
Desde que el desconocido inicia su pregunta, hasta que te da las gracias, pasan 5 segundos. Un científico que andaba por allí recogiendo datos para su experimento, te entrevista:
–
–
–
–
–
–
¿Qué tarea acaba de realizar usted?
Me han preguntado la hora y contestado que son las 17:40.
¿Algo más?
No.
¿Qué sabe usted acerca de la persona que le consultó la hora?
Nada, no la conozco, no la he visto en mi vida.
El científico, que lleva en su pequeño maletín un super­micrófono marca DUFRE, aprovecha para entrevistar a tu inconsciente:
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
¿Qué tarea acaba de realizar, señor Inconsciente?
Querrá decir usted tareas, en plural. Recoger y procesar imágenes, sonidos, analizar resultados, comparar con bases de datos, coordinar informaciones, adaptar la química y la electricidad para ajustar las reacciones psicofísicas en función de los nuevos estímulos, ejecutar las órdenes para que se realicen los movimientos apropiados, calcular las... predecir los... comprobar que... decidirme por... bla bla bla...
¿En sólo 5 segundos?
Sí, bueno, como somos unos cuantos ordenadores biológicos los que estamos trabajando por aquí..., la verdad, sin falsa modestia, somos muy rápidos.
Ya veo. ¿Qué sabe usted acerca de la persona que le consultó la hora?
Muchas cosas. Analizando su imagen, voz, movimientos, ropa... sé su edad aproximada, sexo, nacionalidad, clase social, pude examinar si era más o menos atractiva, más o menos fuerte, más o menos sana, más o menos inteligente, evalué si me serviría o no como posible pareja sexual, también analicé sus verdaderas intenciones, ya que la pregunta podría haber sido un pretexto para ligar, ¡o para robarme!, por lo que bla bla...
¿Analizó usted el audio y el vídeo y le dio tiempo a deducir todo eso en 5 segundos?
En realidad, analicé a la persona en apenas 2 segundos. El tiempo restante lo empleé en ejecutar las respuestas adecuadas –no le hablo de la misma forma a un niño de 5 años que a una señora de 50—, a la vez que proseguía recogiendo, procesando, analizando y contrastando nuevos datos para organizar nuevas respuestas.
Impresionante.
Gracias.
Cambiamos de escenario.
Necesitas cruzar urgentemente. La carretera tiene buena visibilidad por el lado izquierdo, pero a la derecha hay una curva que te impide ver. Cada vehículo viaja a velocidad diferente, tan pronto pasa un camión a paso tortuga, como un loco del asfalto te despeina la peluca con su deportivo rompiendo todos los límites permitidos y no permitidos. Esperas la oportunidad... Miras a los lados... ¡Ahora!, una cauta carrera... Último saltito. Ya. Desde que llegaste al borde de la carretera con intención de cruzar, hasta que pusiste el pie sano y salvo en el otro lado, transcurrieron 22 segundos.
Velocidades, distancias, obstáculos, posibilidades... Si un joven matemático tuviese que calcular a lápiz y papel las mismas operaciones que tu inconsciente ha efectuado en esos 22 segundos, le daría la jubilación. Eso suponiendo que el que ha cruzado sea un hombre. En el caso de las mujeres, la computación se vuelve muchísimo más compleja, pues sus cerebros, aparte de realizar las mismas operaciones que el cerebro de los hombres, captan y procesan las conversaciones que se mantienen dentro de los vehículos, y cuando estos circulan por la vía a menos de 50 km/h, son muy capaces de tomar parte en ellas.
CRUZANDO LA CARRETERA PELIGROSA
En la Comunidad Autónoma de Cantabria se realizó un relevante experimento, en el cual tuve el grandísimo honor de colaborar, con el objeto de estudiar las diferencias de género, denominado: “Cruzando la carretera peligrosa”.
El experimento se realizó con 180 sujetos de la región, 90 hombres y 90 mujeres, escogidos al azar, en los que se incluyeron muestras representativas de todas las edades.
Poseíamos tecnología punta y los medios necesarios para garantizar la máxima seguridad, consiguientemente, la fiabilidad y la validez que alcanzamos era de un nivel de confianza absoluto, del 100%. No siempre se tiene la suerte de participar en un experimento de tal magnitud y tan alta definición en el avance científico del conocimiento humano.
EXPERIMENTO – HOMBRES A los hombres se les dividió en 3 grupos y se les asignó aleatoriamente:
30 hombres fueron enviados al “Grupo Control”, otros 30 al “Grupo Sorpresa”, y los 30 restantes al “Grupo ¡Platanito va!”. (A mí me tocó ir al Grupo ¡Platanito va!).
TAREA – HOMBRES Al Grupo Control no se le explicó nada. Les mandaron cruzar y les midieron las pulsaciones.
A los sujetos del Grupo Sorpresa se les ordenaba cruzar, y, para su sorpresa, según llegaban se les entregaba un delicioso plátano de regalo.
A los del Grupo ¡Platanito va! se nos informó de que recibiríamos un plátano de regalo si lográbamos cruzar correctamente; mientras, el bueno de Fermín Fernández Pérez, que estaba de ayudante becario del psicólogo, nos mostraba un plátano desde el otro lado, lo agitaba, y hacía gestos como que se lo iba a comer él si tardábamos mucho en llegar, ¡y vaya que si lo interpretaba bien!, que mismo se le entendía como si nos estaría diciendo con sus palabras: “¡Que me lo como yo, que me lo como yo!”.
RESULTADOS – HOMBRES Grupo Control: Informaron sentirse llenos de orgullo y satisfacción por haber cruzado bien. 120 pulsaciones.
Grupo Sorpresa: 120 pulsaciones a la llegada. Las pulsaciones se elevaban a 178 y la respiración se agitaba rozando el paroxismo cuando Fermín les daba el plátano y les decía que era un regalo por haber sido unos machotes y por haber hecho muy requetebién el experimento y que les habían grabado en vídeo y les iban a dar una copia en CD de la carrera que se habían pegao. Sensación de extrema euforia durante 27 minutos y 05 segundos (tiempo medio medido en reloj negro water resist). Cantes tradicionales. Palmadas. Cabriolas. Risas entusiasmadas. Sudores. Coloretes.
Grupo ¡Platanito va!: Al ver la recompensa, ¡y gratis!, salíamos disparados como flechas, sobre todo cuando el pillo de Fermín nos engañaba y pensábamos que se lo iba a zampar él, que aquí ya le conocemos todos y sabemos que el muy pájaro gasta fama de ser un tunante. Perdimos 4 sujetos que fueron atropellados y se los tuvo que llevar la Cruz Roja. A Fermín, uno le mordió la mano y no veas cómo sangraba y cómo lloraba (yo me alegré, eso pasa por andar chinchando). A mí por pocas no me pilla el camión de la basura. Escalofríos me dan...
CONCLUSIONES – HOMBRES Del resultado acabó en saberse de que los hombres mayormente distorsionamos la dimensión espacio­temporal de la hormona sexual, y que a la hora de cruzar una carretera, otear comida nos es una malísima distracción psicojónica (o algo parecido), y que eso a lo mejor nos pasa cuando saboreamos en la imaginación una recompensa con interferencias perturbadoras, embriagadoras, o peor todavía, voluptuosas, y que así es normal que nos arree la Dangerous Neural Break Down (puñeta neuronal maligna, dicho así a lo rápido, a ojo de buen cubero), y que nos pongamos Fallen in a Bad Crazy Behaviour (talmente como jodías cabras montesas), y que por eso es que se nos olvida mucho más de mirar a los lados que de ensalivar.
EXPERIMENTO – MUJERES Las 90 mujeres se olieron lo que allí se cocía, hicieron piña, y dijeron que sí hombre, que lo que nos faltaba ahora, que tururú, que tararí, que no fastidies, que naranjas de la china, que te lo has creído tú y que por aquí; que ellas no ponían su vida en peligro por el experimento de un gilipuertas, y que si acaso se pusiera él unas faldas de volantes, tacones, pantis, un lacito rosa en el pelo, una leve caricia de carmín en el hocico, y que pasara 90 veces seguidas; y que o les daban 500 euros a cada una o que allí no cruzaba ni la Guardia Civil. CONCLUSIONES – MUJERES Por insuficiencia de peculio en monedas, fue imposible realizar el experimento con ellas; pero dijo Fermín que ni falta que hacía, que si no cruzaron es porque saben más que las ardillas.
Contradicciones
Hay ocasiones en las que tu inconsciente desea tomar un camino; tú prefieres seguir otro. Tu inconsciente tiene en cuenta unos factores; tú le das más importancia a otros. Tú opinas una cosa; tu inconsciente opina otra. Tú quieres hacer esto; tu inconsciente quiere hacer aquello. Tu inconsciente obra en consecuencia; tú haces lo que puedes.
Lo malo: No podéis resolverlo marchando uno por cada lado; los dos vivís dentro del mismo cuerpo. Además, aun pudiendo, esa solución no le conviene al Yo. Él sí puede prescindir de ti; pero tú no posees la capacidad de procesamiento suficiente ni los conocimientos necesarios: sin el inconsciente tardarías menos de un minuto en morir. La mejor solución es aprender a coordinarse con él (no confundir “coordinarse” con “someterse”).
Lo bueno: Estas discrepancias sirven para reconocer y observar al inconsciente.
Ejemplos:
Sabes que esa persona no te conviene, no quieres que te interese, no quieres que te importe; pero tu inconsciente y tu cuerpo no atienden a razones, prosiguen empecinados, enamorados, y te obligan a que te interese, a que te importe, a que te duela.
Te diriges al centro comercial. Ya eres una persona adulta; sabes lo que quieres. Hoy sólo comprarás lo justo y necesario, nada de andar derrochando; pero el inconsciente a veces es como un niño, desea, pide, se encapricha, insiste, miente, manipula, chantajea...
¡Terminar ya de una vez ese trabajo es ahora lo más importante!... para tu mente consciente. Para tu inconsciente lo fundamental es ver el partido, tragarse el programa de cotilleo, chatear, un sms, el café, una partida, un recado, adornar la habitación, descansar un ratito...
Llegan las vacaciones y quieres aprovechar para descansar, para relajarte, para dormir. Madrugas más que nunca. Lunes por la mañana. Hay que trabajar, necesito el dinero y además este trabajo me gusta. ¡No, no me quiero levantar! ¡Déjame dormir otro ratito! ¡Hoy no quiero ir! ¡Porfa, porfa!...
Hoy sí que sí. Vida sana. Venga, a la frutería. Ahora, al supermercado: sólo alimentos sanos. ¡Cómprame basura, que me llena más! ¡Dame hamburguesas, fritanga, chocolates, bollería...!
Tú deseas ir. Tu inconsciente quiere huir como animal temeroso: sabe que te van a juzgar. Aceptas el reto y vas. Llegas pálido y temblando.
Tú quieres; aunque eso exige mucho esfuerzo, y para colmo están los demás que... no sé si tengo posibilidades, podrían juzgarme mal, eso me destrozaría, a lo mejor no merece la pena; pero si no lo intento quedaré peor. Tu inconsciente quiere fugarse, como un perrillo asustado. ¿Qué hago? ¡Me estoy desesperando!.. Enfermas y te exoneras. “Yo quería, no fue culpa mía”.
Llevas tiempo postergando ese problema, creas necesidades­espejismo, falsas soluciones, estás agotado, sin fuerza... Lo enfrentas de veras y al momento estás más vivo que nunca.
¡Por supuesto que lo he hecho por esto! Pasa el tiempo y atas cabos: era por lo otro. Necesitas memorizar para un examen. Tu inconsciente se rebela, no quiere atender, no graba. Estás convencido de que tienes mala memoria. ¡Mala no: Horrible! ¡Es que siempre me falla! Qué casualidad que memorizando chistes verdes, guarrancias y picardías eres el número uno, memorizas a la primera y jamás se te olvida ninguno.
Acabo de descubrirlo por casualidad, ¡qué suerte!... Recapacitas y... ¡Vaya! Llevaba años buscándolo sin saber que lo estaba buscando.
Dices que sabes, y no sabes. Crees que no sabes, y sabes más de lo que imaginas.
¡Eso es asqueroso! ¡Despreciable! ¡Repugnante! Entonces, ¿por qué me encanta?...
Sabes que no hay nada que temer; pero te aterra.
Quieres evitarlo porque es infantil, absurdo y peligroso; pero te apasiona.
Estabas convencido de que iba a ser interesantísimo, esos temas son educativos, te encantan. Por fin admites que te resultó más aburrido que aquella horrible película de cine alternativo premiada con la Panoja de Oro en el Festival de Cine de Muñorrodero que narra la vida de una solitaria almeja coja y manca en las frías arenas de Plutón. Además estaba subtitulada, no habían tenido el coraje suficiente para doblar el almejiano, y tampoco había explosiones, ni siquiera hubo pelea a conchazo limpio en el bar de los mejillones motoristas carontianos.
Es para quedarse feliz y tranquilo. Entonces, ¿por qué estoy tenso y angustiado...?
Te propones ser prudente, estás dispuesto a dominar tus impulsos. Como de costumbre, terminas comportándote peor que un cafre imperial silvestre.
Tienes la certidumbre porque bla bla bla...: metes la pata. No lo piensas: te sale perfecto. Dices que lo haces porque sí, porque eres así de bueno. Esperas la recompensa tan en secreto que ni siquiera te lo has confesado a ti mismo.
No sabías que lo sabías; pero ahora te das cuenta de que siempre lo has sabido.
¡Uf! Estoy totalmente agotado. Te liberas de la responsabilidad y al momento estás pletórico.
No me importa lo que esa persona piense de mí. Te sonríe y se te quiebra una aurícula.
No pasa nada, no tiene importancia, no me ha molestado en absoluto, a otra persona seguro que sí le hubiera ofendido, pero a mí no, yo soy tolerante; lo extraño es que ahora noto el irresistible impulso de vengarme y machacarte... ¿qué tontería, eh?... jejeje...
¡Qué ilusión! A partir de mañana llevaré una vida perfecta. Llega mañana y te encuentras agotado, asqueado, sin ganas de hacer nada. La ilusión de ayer sólo fue un truco para sentirte pleno gozando de tus anhelos en la fantasía sin necesidad de hacer esfuerzos en la realidad. Bueno, no está mal, es un placer que sale bien barato... a corto plazo...
¡Bah! Tonterías, yo lo rechazaría, no me interesan para nada esas cosas, ni siquiera me gusta. Te llaman para ofrecértelo y, en un alarde de indiferencia y autocontrol, sales corriendo a por ello a tal velocidad que al doblar la esquina el culo se desprende de tu cuerpo.
No, no tengo hambre, lo que pasa es que me he acordado de un chiste muy triste; por eso se me han saltado las lágrimas cuando he visto el plato de jamón serrano y las croquetas.
Le juro que no me vuelvo a ofender. Lo entiendo, lo entiendo; hay que tener paciencia, ser comprensivo, civilizado... Mire, mire lo que hago: ¡Afuera los conflictos! ¡Adentro la paz! ¡Afuera los problemas! ¡Adentro el amor! Brazos en cruz. Respiración: un, dos, tres, inspiramos: ougshi, espiramos: fiuuussshhh. ¡Sonrisa positiva! ¡Optimismo a los seres vivos! ¿Lo ve usted? Ya estoy listo para conducir por la ciudad. ¡Por favor!, cómo iba yo a reaccionar como un energúmeno sólo porque uno se me cuela por el morro, sin dar la intermitencia, saltándose el ceda, obligándome a frenar, por culpa de ese malnacjdz cabr@#z hijdp#xx#z!!!
Lunes: ¡Mísero de mí! ¡Oh, lumbalgia traicionera, que me impides ir a trabajar y me robas la salud llevándote el calcio de mis maltrechos huesos! ¡Oh, dolor inhumano, que te clavas en mí como puñal, sin consideración, sin piedad! ¡Madre, tráigame la sopa, y el periódico! ¡Rápido! ¡Más a prisa si es que es usted verdadera cristiana; pues ya veo a La Parca llegándose a por mi alma! ¡En lo cierto estoy si digo que ésta ha de ser mi última vianda! ¡Atérrame el conocer por la fiereza de mis dolores, que La Guadaña no se avendrá a ceder ni un minuto de tregua para que este humilde hombre, temeroso siervo de Dios, dé cuenta del cafelito y se despida de su pobre madre, que ha de quedar sola en aqueste mundo cruel, perdiendo una reliquia de hijo! ¡Miserere yazco aquí! Ya escucho las trompetas...
Sábado noche: ¡Mirad nenas cómo muevo las caderas! Chuchi, pon otra. Sí, de lo mismo. ¡Toñuco! ¡Hey, tío!... joer, no me oye... ¡TOÑUCO! ¡Pilla la chaqueta y llama a los demás, tío, que vamos a la recta, a torear coches! ¡Mariquita el último!
Sin reparar en gastos me restauro de los pies a la peineta, me hago unos frescos en la cara con un remango que ya le hubiera gustado al difunto Velázquez, me pongo tiesa para que no se note que tirito con el vestidito, sonrío luciendo chicle mientras bailo con calzado lacerante; sólo para estar a gusto conmigo misma.
Qué bellas palabras acabo de dedicarle a aquella hermosa mujer, puras y sinceras brotaban directamente del manantial que fluye en mi corazón verdadero, me sentía tan entregado que me olvidé de mí mismo y de mis intereses, dos lágrimas escaparon de mis ojos enamorados para morir entregándole a ella su existencia, felices por cumplir el sueño de besarla firmaron con su vida sobre sus mejillas mientras la luna y las estrellas se alzaban como fieles testigos del sublime evento que allí acontecía. Lástima que la mitad no fuesen ciertas del todo y que la otra mitad jamás pueda llegar a cumplirlo.
Sueños
Tómate esto de los sueños muy en serio. Si realizas como es debido este punto y el siguiente (fabricarle sueños al inconsciente), obtendrás unos resultados tan rápidos y tan contundentes, que tras desenamorarte me reprocharás haberte entretenido con tanto pasito y preparativo, juzgarás que con hacer bien “lo de los sueños” es más que suficiente y dirás que el resto del libro ha sido un relleno innecesario; y yo me veré obligado a darte (casi toda) la razón.
Es fundamental que conozcas tus sueños, o mejor dicho, los sueños que el inconsciente te fabrica cuando duermes. No necesitas analizar metáforas misteriosas, ni significados ocultos; basta con recordar, de la manera más vívida posible, algunos sueños que te hayan impactado. Con mucha paciencia, rememora los diferentes ambientes y ambientaciones, los guiones, cambios repentinos, escenas aparentemente absurdas, cómo lo entendías, cómo lo percibías...
Nos interesan especialmente dos tipos de sueños:
1­ Sueños que modifican o intensifican los sentimientos hacia otras personas
Sueños en los que alguien hace algo especial por ti, te ayuda, te divierte, te salva la vida...
Sueños en los que el inconsciente te hace disfrutar momentos maravillosos con una persona que, si bien antes del sueño pasaba inadvertida, no te atraía o no significaba nada para ti, después del sueño te fascina, y te levantas encandilado e incluso enamorado.
Sueños en los que un ser querido sufre un accidente, le pegan, le raptan, soporta injusticias... Estos sueños hacen que despiertes con una pena, una preocupación y un amor especiales.
Sueños en los que alguien te hace una fechoría, te traiciona, intenta dañarte, matarte... realiza actos perversos, repulsivos... comete (o pretende) crueldades con niños, animales... Puede aparecer con su aspecto habitual o convertido en un mounstruo, en un demonio, en un personaje de cine de terror, mitad persona mitad bestia... Estos sueños logran que te levantes con un resentimiento, una desconfianza o un miedo nuevo que la noche anterior no existía. Quizá esa persona se ha portado bien contigo y nunca ha hecho nada malo en “la vida real”; pero el sueño ha cambiado tus sentimientos y ahora albergas algún tipo de animadversión. El inconsciente, sus motivos tiene, te ha puesto en contra de esa persona a través de ese sueño.
2­ Pesadillas
Aprende de tus pesadillas; en ellas se halla la clave para desenamorar a tu inconsciente. Recuerda las más espantosas que hayas soñado. No repares en esfuerzos.
Es importante que detectes, sientas y (re)conozcas mínimamente a tu inconsciente antes de pasar al punto siguiente. Si compruebas que el inconsciente realmente está ahí, dentro de ti, te resultará mucho más fácil dirigirte a él para convencerle de que, ésta vez, está equivocado.
FABRICARLE SUEÑOS AL INCONSCIENTE
El inconsciente habla, llama, comunica, guía, advierte, muestra, y, si es preciso, manipula. Posee medios para hacerlo; uno de ellos son los sueños.
A través de los sueños, narra, comenta, pide, especula, compensa, ordena... y, por supuesto, nos informa, a su manera, de asuntos serios y problemas que debemos atender y solucionar, nos alerta ante posibles peligros, avisa cuando no actuamos de forma correcta...
Los sueños son la caja negra del avión, y lo reflejan “todo”; pero además son, en caso de emergencia, circunstancia inesperada, o cuando él lo considera necesario, la torre de control que le ordena al piloto (Yo­consciente) un cambio de rumbo, qué hacer, en qué momento, dónde dirigirse, le da permiso para aterrizar, le comunica qué pista podrá utilizar...
Imagina... vas pilotando un lindo avioncito y, por radio, te avisan desde la torre de control: ¡Jiménez, aterrice de inmediato!, ¡urgentes asuntos militares secretos!... te dan coordenadas, número de pista, viento, presión, temperatura, recuerdos a la familia... No deseas que un F­18 te achicharre la rabadilla, así que obedeces a toda prisa, siguiendo sus pasos a rajatabla. Desciendes y... ¡Dios mío! ¡No puede ser! ¡La pista de aterrizaje NO es una pista de aterrizaje, es una carretera de pueblo!... Torre de control, torre de control... qué quiere Jiménez... repitan las coordenadas, ha habido un error... no existe error, tome tierra, ahora mismo... ¡pero si esto es una carretera enana! ¡y hay hombres cruzando!.. las coordenadas son exactas, todo está en orden... ¡¡¡NO PUEDO!!!... obedezca Jiménez, aterrice o enviamos a los cazas...
Así es el inconsciente cuando se enamora. Tú estás viendo que esta relación es imposible, porque no te quieren, o no te quieren como te mereces, te han dejado, tiene otra pareja etc, comprendes que no tiene sentido persistir, entiendes que es de locos continuar enamorado; pero en la torre de control continúan obstinados, piensan que las coordenadas son correctas, que la pista está perfecta, y, por las buenas o por las malas, te instan y condenan a colisionar.
¿Qué podemos hacer? Demostrarle que sus coordenadas están profundamente equivocadas, convencerle de que in situ lo estás viendo, e introducir en su ordenador los valores correctos.
Utilizando sus canales, su protocolo y su lenguaje, le convenceremos de que el error es grave, y que, de no corregirlo, las consecuencias serán dramáticas para todos. ¿Por radio? ¡Claro!, por sueños...
Qué es fabricarle sueños al inconsciente
Es recrear un sueño nocturno.
Es reproducir mentalmente escenas oníricas, réplica de las escenas oníricas nocturnas.
Es producir imágenes, ambiente, escenarios, textura, gradiente, colorido, voces, sonidos, tacto, olor, sabor, cambios inesperados, personajes, animales, objetos, geografía, orografía... con las propiedades características y atributos de los sueños: con su forma, con su estética.
Es simular las mismas reacciones, las mismas conductas, las mismas decisiones...
Es experimentar sensaciones exactas a las que se experimentan en el sueño nocturno.
Es generar, vía película mental, emociones iguales a las que nos generan los eventos oníricos.
Es crear acontecimientos oníricos estando despiertos, que, hablando el idioma de los sueños, hacen narración, análisis, advertencia, previsión... acerca de los acontecimientos de la vigilia.
Es elaborar un sueño idéntico a los que el inconsciente elabora cuando duermes.
Pero esta vez lo fabricas tú, y va directamente dirigido, cargado de mensaje, al inconsciente.
Mínima gramática onírica
4 elementos básicos de los sueños nocturnos, esenciales para la fabricación de sueños son:
DELINCUENCIA
Los sueños quebrantan, impunes, todas las leyes del universo y la vigilia.
Viajas en el tiempo sin máquina del tiempo, apareces en cualquier lugar sin utilizar la puerta teletransportadora, atraviesas muros mejor que los fantasmas, si agitas los brazos vuelas y la gente queda obnubilada con tu poder –si lo intentas de día, por la calle, te llaman imbécil—, buceas mejor que La Sirenita ¡y sin tubo!, te enteras de lo que pasa en otros dormitorios sin necesidad de leer la prensa del cotilleo, cuando te persiguen lobos corres más rápido que un coche, vas de Moscú a Tasmania atravesando la tierra sentado en la vagoneta de un minero, en el patio del colegio hay un océano, una locomotora gesticula antes de bajar un callejón lleno de escaleras y desaparecer, los brujos malos vuelan bajo la luna en máquinas a pedales, mantienes un serio noviazgo con la hermana mayor de una hija única... Lo raro de los sueños es que no sean raros.
SÍMBOLOGÍA
Los sueños no acostumbran a decir las cosas claras. La especialidad de la casa son las metáforas cargadas de afectos, que, con frecuencia, se alargan hasta hacer del sueño alegoría. Es decir:
Un objeto puede representar otro objeto, un lugar puede referirnos a otro lugar, un tiempo se identifica con otro tiempo, unas tareas con otras tareas, una situación alude a otra situación, un cambio generalmente significa otro tipo de cambio, una huida simboliza otra huida, una caída otra caída, un viaje puede recordarnos otro viaje, un despiste representar otro despiste, una pérdida otra pérdida, una guerra narra otras guerras, un gran error significa otro gran error, una transformación sustituye otra transformación... El sueño puede mostrarte la conducta de un amigo para denunciar una conducta tuya que tu Yo no ve, servirse de una experiencia para explicar otra experiencia porque en esencia comparten la misma finalidad, emplear una persona para representar a otra persona pero resulta que esa otra persona no es esa persona sino que es la representación proyectada de una dimensión de tu personalidad...
Hasta en los sueños más directos suele haber algo indirecto.
CONSECUENCIAS
Tu inconsciente utiliza los resultados finales de los sueños para advertirte y provocar en ti una reacción en la dirección que él entiende como beneficiosa: Sueñas que tu hijo sufre un accidente y ello te pone en alerta máxima para que jamás ocurra. Se lo prestas y te lo devuelve estropeado... llegas a una ciudad y te atacan injustamente por... tu jefe te agobia y te humilla con exigencias y tareas insultantes para que reacciones y... alguien muere sin que tú hayas hecho... sueñas éxitos y placeres para que desees y procures...
CREDULIDAD
Sueñes lo que sueñes, en ese momento te lo crees.
Un anciano de 83 años sueña que está de nuevo en el pueblo, su padre le manda cortar leña, da de comer a las gallinas... en el sueño lo vive como verdad absoluta.
Un cirujano sueña que aún le queda pendiente una asignatura del instituto, ¡mañana es el examen y me faltan casi todos los temas! ¡No me da tiempo!... la angustia es real.
Llaman a la puerta: TOC TOC TOC... ¡Silencio! ¡No abras! ¡Escóndete debajo de la manta! Sabes –porque sí— que es un hombre lobo. Te levantas con el corazón fosilizado en el pijama.
¡Uf! ¡Menos mal! Sólo ha sido una pesadilla; pero dentro ha quedado el fondo de microondas.
Target
No fabriques sueños al azar; deben tener objetivo y sentido. El cóctel llevará 3 licores básicos:
1­ La(s) causa(s) del enamoramiento. Pesa y ordena, según proceda, en estos 10 sacos:
1­ Belleza y atractivo físico, 2­ valores humanos, 3­ sexo, 4­ formar familia, tener y criar hijos, 5­ intercambio afectivo, emocional y sentimental, 6­ conseguir compañía/ eludir la soledad, 7­ apoyo y protección, 8­ actividades, diversiones e intereses en común, 9­ beneficios “extra”, 10­ otras causas no especificadas.
2­ Puntos fuertes de la historia: Buenos momentos, recuerdos entrañables, experiencias de ilusión, de placer, de alegría... lugares cargados de significado: restaurante, cine, parque, hotel... proyectos, esperanzas, fantasías... Es muy bueno “deshacer el camino” por el que paseaste hasta llegar a tu estado actual de enamoramiento, empleando el material enamorante como material de pesadilla.
Requisito imprescindible: atreverse a renunciar a la nostalgia y a la melancolía.
3­ Puntos débiles del inconsciente: El objetivo principal del inconsciente es sobrevivir; y sobrevivir lo mejor posible, obteniendo recursos vitales y placeres, y evitando privaciones y malestares. Tu inconsciente podrá estar muy enamorado; pero no le gusta pasar hambre, dolores, frío, cansancio... no tolera nada bien ciertos peligros, ciertas vivencias, ciertas criaturas... no le entusiasma demasiado que le traicionen, que le abandonen, que le menosprecien... le gusta sentirse libre, así que tampoco le encandila eso de verse impedido de disfrutar de otras experiencias que también desea... se desvive por su ADN, es muy supersticioso, conserva miedos ancestrales, se traga el placebo... Tenemos muchos timbres donde tocarle.
Dónde Coge al vampiro en su castillo.
Cuándo
Cuando tú estés más despierto y el vampiro esté más dormido.
Cuál
La estaca mejor afilada y la maza más pesada. El collar de ajos y el crucifijo son optativos.
Cuánto
INTENSIDAD: Alta. Toda la que soportes, y una cucharada de propina.
FRECUENCIA: Baja Un sueño al día.
Cómo
A solas, en silencio.
Comodidad. Si lo haces tumbado en el sofá en el que acostumbras a dar una cabezada, mejor. Acostado en tu cama después del ritual habitual: mejor que mejor.
No hay prisa.
Te sumerges poco a poco, aparecen las sensaciones y las imágenes que preceden al sueño... con una diferencia: estás más despierto que nunca.
Simulas dormir. Respiración profunda; músculos desenchufados; todo está quieto.
Observa; tranquilidad; no hay prisa.
Recrea un pequeño sueño, no importa cual, déjate llevar unos minutos, sólo es un preámbulo.
Cuidado no te duermas de verdad. Alerta. Tú pilotas, tú llevas los mandos.
Ahora sí. Aquí viene... Comienza el sueño, el de verdad, el bueno... La pesadilla.
Dile a tu inconsciente, en su lenguaje, aquello que le tengas que decir.
Vive el sueño desde dentro; de ese modo se lo harás vivir a él.
En ese momento te lo crees todo; porque todo es real en ese momento.
Demuéstrale que está equivocado, y las consecuencias de persistir en su error.
Lo que desea no le aportará lo que desea. Muéstrale qué es lo que conseguirá. ¡Convéncele!
No lo sueñes para ti: ¡Es para él! Que todo vaya enfocado al inconsciente. El mensaje ha de llegarle a él; sentido(s), profundo.
Cuando le hablas en su idioma, te entiende perfectamente. Metáforas cargadas de afectos...
Si te muestras seguro y convincente, te creerá.
Intensifica al máximo.
Aguanta todo lo que puedas, aunque quieras escapar. Resiste como resistes en las pesadillas.
“Despierta”... cuando la escena se torne tan horrible y espantosa que no lo puedas soportar.
Y recuerda: aunque tú lo vivas en tus carnes, ¡siempre! ha de ir proyectado al inconsciente.
Es como hablarle a un niño de 2 años. La madre ve que el niño se apresura inclemente hacia el tambor de jabón en polvo para prendas delicadas con el arrebatador deseo de incorporar el sugerente detergente a una nueva dieta. No le puede hablar como si se hablase a sí misma, no le debe dar explicaciones como si el niño tuviese ya el entendimiento de un adulto, no le convencerá argumentando como un nutricionista... Le tiene que frenar con un lenguaje que el niño pueda entender: ¡Schiiissss, NO! ¡Eso no se come! ¡Caca!.. (Pone caras de asco)... Si la madre es buena actriz, el niño captará el mensaje al vuelo, lo comprenderá fácilmente, creerá lo que le dice su madre, obedecerá y no se lo comerá. Le ha convencido en su idioma.
Evidentemente, la diligente mamá, cuando ve en el supermercado a una señora mayor comprando detergente, no se lanza corriendo a por la señora para arrearla un manotazo: ¡AG, caca! ¡Eso no se toca, cochina! ¡Escúpalo señora! ¡Que se nos muere usted si se lo traga! ¡Puajjjjjjj! ¡escupe, venga! ¡chiuoff, chiuov!... ¡Eso no se hace, mala!... (Azotes en el culo).
Ejemplos
Imaginemos un chico de 25 años. ¡Profundamente enamorado!; ella está enamorada de otro. La única causa de su enamoramiento: la inteligencia y los valores humanos de la chica. Puntos fuer...
¡Te he oído toser! ... Hmmmm... Prosigamos:
Puntos fuertes de la histori...
¡Silencio!... Puntos fuertes de la historia: una tarde...
¡Ya es suficiente!... ¿Qué ocurre?... A ver, dime... si, si... que sí... ¿Y por qué no?...
Vale, quizá tengas razón. Borra lo que he dicho.
Imaginemos un chico de 25 años. ¡Profundamente enamorado!; ella está enamorada de otro. La causa principal del enamoramiento: la belleza física, la zalamería y el encanto de la chica. Puntos fuertes de la historia: una tarde estuvieron juntos hablando en su habitación y...
Sueño desenamorante al inconsciente:
Están en su habitación, ella dice que le quiere, se besan, y le gusta, aunque ya nota algo raro, comienzan a hacer el amor pero él no se puede concentrar, presiente algo desagradable... el cuerpo de la chica cada vez está más duro, más tenso, su aliento se va tornando pestilente, ella se mueve de forma muy brusca, la cama cruje, se rasgan las sábanas, al abrazarla lo nota, abre los ojos y ve cómo la chica se va transformando, su pelo, su estructura, en una araña... ella se coloca encima de él y le paraliza con la tela, es una araña negra que sólo conserva algunos rasgos del rostro humano, la araña une su sexo con el suyo, pero es desagradable, doloroso, su dureza le provoca heridas... han pasado dos días y él sigue atrapado en la tela, ella se mueve por la casa a su antojo, en ocasiones se pasa horas pegada en el techo, le vigila, a veces sale a la calle con forma humana, se va con otros hombres, se divierte, se mofa de él y se acuesta con ellos, y vuelve para alimentarse de su víctima... lleva diez días encerrado, sin dormir, sin lavarse, ella le obliga a realizar coitos repugnantes que le infectan las heridas, desprende sobre él un veneno corrosivo que le consume, le quema y le provoca un dolor de estómago insoportable, le está matando poco a poco... la araña, del tamaño de una persona, está en la pared, la habitación se ha transformado en un panteón, la araña se pone encima, le rodea con sus patas, no se puede escapar, están en el cementerio, la cama es su futura lápida, fría, se huele la humedad de la muerte, ella saca un aguijón, se ríe, tiene los dientes podridos, es la cara de ella pero muy afeada, el aguijón le rompe un hueso...
Esta ha sido la pesadilla para los niños. Ahora, una pesadilla para las niñas...
Imaginemos una chica de 20 años. ¡Profundamente enamorada! Él acaba de dejarla por otra. La causa principal del enamoramiento: ¡oh, es tan guapo, tan elegante, atento y caballeroso, tiene un buen puesto de trabajo porque es muy responsable, el hombre ideal para formar... Puntos fuertes de la historia: momentos de pasión en el piso del mozo; ya se veía Señora de.
Sueño desenamorante al inconsciente:
Él abre la puerta. Se sienta a ver la televisión; ni siquiera ha mirado a su esposa a la cara. Viene sucio, aspecto demoníaco; rezuma maldad. No habla, no contesta. Ha vuelto a gastarse el dinero con su amante; han estado cenando, bebiendo, le ha comprado regalos, un anillo... y tus hijos se han tenido que ir otra vez a la cama sin cenar porque él se lo da a otra mujer. Desesperada le explicas que los niños llevan días sin comer, que necesitas su ayuda, por favor. Te mira con desprecio. Entra en la habitación de los niños. ¿¡Qué hace!? ¿¡Por qué les pegas!? ¡Para por Dios! Los pobrecitos no tienen siquiera fuerza para llorar, no han hecho nada malo. Coge a uno por el cuello; lo arrastra. ¡Suéltale! ¿¡Dónde le llevas!? ¡¡¡No abras la ventana...!!!
Complementos
No son necesarios; pero pueden ser muy útiles. Como de costumbre: tú decides.
TEATROS
Se trata de representar el sueño como si fueses sonámbulo, utilizando objetos reales que intensifiquen todavía más el desagrado del sueño; cuidado no te envenenes, ni te hagas daño.
DOLENCIAS Y DESGRACIAS REALES
Dolores, enfermedad, mala situación económica, malestares... Se pueden incorporar al sueño –aprovechando la credulidad mágica del inconsciente— para reforzarlo, haciéndole creer que son una consecuencia del enamoramiento, o que te han sido provocados con maldad.
FOBIAS
Puedes darle a tus fobias una utilidad maravillosa... si lo soportas. Incorpóralas al sueño; potenciarás los resultados. ¿Tienes fobia a las ratas?... ¿Sí?... En ese caso, me pregunto yo... ¿No te traen recuerdos aquellas caderas peludas que acariciaste? ¿Y ese bigotillo que besaste?
QUIEN DICE...
fobias, dice defectos, complejos y heridas abiertas.
GOLPES DE INTUICIÓN
De buenas a primeras, te acuerdas del ser amado, ¡la vas a ver!... “Mariposas en el estómago”. Esto es lo mismo, y puede aplicarse en cualquier momento del día, fuera del sueño:
De buenas a primeras, mal presagio, algo horrible va a suceder... Murciélagos en el estómago. Advertencias
No imites. Ni siquiera te imites a ti mismo, o serás una mala copia. Fabrica un sueño específico para cada desenamoramiento. No hace falta inventarse un sueño diferente todos los días; de hecho, será más efectivo si repites el mismo (dentro de ese desenamoramiento).
Recuerda: sólo una pesadilla al día; pero intensa hasta que no puedas más.
Y que el tercer desenamoramiento no imite al segundo, y que el segundo no imite al primero. No dejes el sueño cerrado; no escribas un guión exacto, completamente definido y acabado. Déjate llevar por el momento, ten siempre puertas y caminos abiertos a la improvisación, sorpréndele y sorpréndete con sensaciones y actos inesperados.
No lo recargues demasiado. No apliques todo lo que sabes en el mismo sueño. No lo agostes. Aporta más la intensidad de la vivencia que la cantidad de metáforas.
No hagas horarios. No te inventes lo que debes hacer dentro de cinco minutos: no lo sabes.
Mientras estés desenamorándote, no hagas comparaciones. Más te comparas, más lo retrasas.
No hagas comprobaciones para ver si ya te has desenamorado; cuando llegue, lo sabrás. Distraerse comprobando, introduce interferencias. Céntrate en realizar bien los sueños.
Ten siempre presente que el sueño NO va dirigido a ti. Tú se lo diriges a tu inconsciente.
FRENANDO FANTASÍAS
De poco servirán los sueños si el resto del día lo pasas fantaseando portentos amorosos, provocándote melancolías romántico­masoquistas o esperando el día en que ocurra un milagro que te permita vivir un amor de película.
Tienes que cortar de raíz las fantasías y las expectativas. Cuanto más se vive en fantasía, menos se vive en realidad y más se retrasa el desenamoramiento.
Cuesta entender que es bueno abandonar las fantasías; estas, cumplen numerosas funciones, sirven para múltiples propósitos; no es casualidad que se gasten horas y horas al día en ellas. Quizá temas dejar escapar la solución, olvidar información imprescindible, perder el control; pero eso es tan verdad como que la salvación de un paracaidista consiste en mantener, cuando no en aumentar, la velocidad de caída. La verdadera solución es tirar de la anilla, abrir el paracaídas y frenar hasta aterrizar. El mejor remedio = alcanzar velocidad cero.
Lamentablemente, no basta con querer; ya no depende de ti.
Las fantasías del enamorado han cobrado vida y han tornado en arteros demonios que le absorben y le mantienen adormecido y atolondrado errando y vagando por mundos que no existen afrontando y arrastrando acontecimientos que no sirven. Ellas son independientes, poseen inteligencia y voluntad propia, y volverán una y otra vez a tomarse su recompensa y a cobrarse su tributo. Estas fantasías siempre hallan un motivo indispensable, necesario y urgente de vida o muerte, para invadir tu cabeza. Ese motivo es falso. Siempre es falso.
¿Las razones y las explicaciones? No importan. No te preocupes. Ni tan siquiera te molestes ahora en dilucidar por qué vuelven; ya tendrás tiempo de realizar ese análisis cuando te hayas desenamorado. No cargues con tareas innecesarias. No pierdas tiempo especulando. Reserva tus fuerzas para una sola misión: <<reventar sus incursiones>>.
Si quieres frenar las fantasías, debes romperlas en cuanto aparezcan, siempre, sin excepción, tienes que impedir que tu inconsciente vuelva a obtener satisfacción con ellas; hasta que comprenda que cada vez que intente fantasear venenosamente, le vas a frustrar sus planes. Hazle ver que en éste punto mandas tú y que estás dispuesto a amargarle todos y cada uno de los pastelillos que intente comerse. Actúa con astucia, sigilo y estrategia; no intentes no pensar, no te desgastes inútilmente, espera a que entren, no trates de impedirlo, ellas llegarán de todos modos, lo quieras o no, deja que vengan sin poner oposición alguna, aguarda con la paciencia de un francotirador.
Cada vez que lleguen, transforma las fantasías en un flashback del repulsivo sueño que le fabricaste a tu inconsciente –a este tipo de acciones me gusta llamarlas Aikido Intelectual—.
Un flashback es un recuerdo plenamente vívido, es la recreación mental de una experiencia, una recurrencia; es decir, que debes alterar el guión de la fantasía hasta convertirla en la pesadilla, no como mero pensamiento, sino tal y como lo viviste, con toda la intensidad y toda la información: imágenes, ambientación, sensaciones físicas, ideas, afectos, emociones... No tengas compasión con tu inconsciente; el desagrado ha de ser absoluto, el chasco, total. Espera la fantasía, con sangre fría, deja que entre, y apenas comience: ¡mútala en pesadilla! La fantasía puede entrar, por ejemplo, con la forma de un deseo no realizado, una “carencia” que compensas en la imaginación; transforma esa escena en un sueño 100% espeluznante enfocado a tu inconsciente.
El inconsciente es un auténtico experto en economía; en cuanto vea que ya no le salen rentables sus maniobras, compruebe que ya no obtiene nunca los beneficios esperados y entienda que cada vez que vaya a por lana volverá trasquilado, aprenderá bien rápido qué es lo que más le conviene y dejará de insistir. Ningún inconsciente es tonto.
De vez en cuando, las fantasías te cogerán distraído y te mantendrán un buen rato buceando en ellas, aturdido, hipnotizado, fantaseando sin darte cuenta de que estás fantaseando. Cuando te ocurra esto, debes despertarte de forma brusca, radical, contundente, desagradable, sin demora, pisando el freno a tope en cuanto tengas el menor atisbo de consciencia de lo que te está sucediendo. Reacciona rápidamente, haz algo inesperado: cambia de posición, respira profundo, pellízcate, da una palmada, salta... también puedes gritar: ¡PARA!, ¡QUIETO!, ¡NO!... o realizar alguna acción similar, que sea repentina, incómoda, que te saque de la fantasía de inmediato, que te provoque un buen sobresalto y ponga toda tu atención consciente al máximo. Eso sí, primero comprueba que no hay nadie alrededor, cerciórate de que estás a solas, jamás se te ocurra gritar cuando haya gente cerca, se trata de que reacciones tú, no de fulminar a una pobre vieja en la parada del autobús. ¡Mucho menos vayas a pellizcarla! —esto último es por tu propio bien, no veas cómo se defienden las puñeteras, las más peligrosas son las de cachava, huy, si yo te contara...—.
Y luego, ya despierto, felizmente auto­rescatado, escoge entre una de estas dos opciones: 1­ Observar en silencio cómo recobras el control, con la mente despejada de ponzoñas, fijándote en las percepciones físicas, nada más.
2­ Respirar profundamente aliviado por haber escapado al hipnotismo de la venenosa fantasía, ¡felicitándote sinceramente por el valor demostrado! Frenar una fantasía de estas características es realmente difícil para un enamorado, así que tiene mucho mérito atreverse siquiera a intentarlo. Haberlo conseguido dice muchísimas cosas buenas de ti. Enhorabuena.
AUTOABASTECIMIENTO SEXUAL
Aclara las ideas, desinfecta pretensiones, limpia las neuronas y desatasca canalones; por lo que me veo obligado a recomendar este elegante antiséptico mental –y sentimental— utilizado por casi todos y reconocido por casi nadie; pues sus beneficios, anteriores a toda civilización, son en estos terrenos, superiores al estudio, a la oración y a la meditación; hablo de la honorable disciplina mundialmente conocida como: “El Insigne Arte de la Masturb...” Rectifico: “El ilustrísimo Arte del Onanismo”, que suena mucho más fino.
Sólo hay un pequeño problema: ahora ya no vale “interpretar” como a uno le venga en gana. Hasta desenamorarte, debes hacer la Noble Faena observando siempre estas dos funciones:
1­ Control de la energía sexual
Una energía sexual elevada nos podría echar todo el trabajo a perder. Obsérvate, vigila, y, a la más leve desazón, ante la mínima señal de debilidad sentimental, dudas en el objetivo, argumentos y razonamientos contradictorios que te instan al abandono y a la rendición, añoranzas platónicas, deseos de reencuentro, esperanza de un nuevo milagro... no dudes ni siquiera por un instante en lanzarte a interpretar una soberbia performance, explayándote y aplicando con premura La Magnánima Descarga antes de que sea demasiado tarde.
Si deseas darle un toque de categoría y distinción a la ceremonia, puedes vestir de chaqueta y corbata (la mujer lucirá un traje de noche, de marca), excitarte leyendo libros de protocolo y poner cara de solemnidad con estudiadas muecas de dignidad contenida a la par que escuchas el “Land of hope and glory” de Elgar, como si estuvieses recogiendo el premio Nobel en Economía o fueses el invitado de honor en una importante cena en un castillo reformado, con diplomáticos, reyes, diseñadores, modelos, actores, famosos en boga y jefes de estado. Los más sensibles también pueden llorar, y sacar un pañuelo de seda blanco perfumado para recogerse los lagrimones; en cuyo caso pega más vestir sombrero de copa, frac, bastón y escuchar la música melancólica de Chopin. Los escrupulosos, para evitar el contacto directo, podrán hacer uso de una mascarilla, delantal, guantes de fregar y palillos chinos (nunca cuchillo y tenedor). Se descarta en todo caso el uso de lejía para desinfectar el post­orgasmo.
Como prevención de riesgos, es mejor que ejecutes una heroica electrocutación a diario/ siempre un poco más de lo que te apetezca. No te confíes ni te andes con melindres; además, es bueno electrocutarse con frecuencia, especialmente en los momentos decisivos y delicados, pues el Gran Arte actúa como un tónico para el cuerpo, despeja dudas y afina la percepción de las cosas; por lo que jamás se debería emprender acción relevante, ni firmar documento alguno, sin haber pasado antes por la E.E.A. –excelentísima estación de autoservicio—.
2­ Apoyo logístico a la fabricación de sueños
Tan sencillo de entender, tan difícil de aplicar con la debida dureza y la regularidad necesaria. De nuevo tendrás que hacer acopio de todo tu valor, entereza, determinación y resistencia:
Se fantasea tener una relación sexual maravillosa con la persona amada. Todo ha de transcurrir con normalidad, hasta el momento en que comienza el orgasmo. En este punto cambia todo. Justo en ese instante, sin retrasos ni licencias, has de fabricar un sueño, transformando la fantasía sexual en una pesadilla, de modo que te resulte absolutamente desagradable. Debes vivirlo con el mayor realismo, e insisto, siempre ha de ir enfocado a tu inconsciente. 3 ejemplos:
Llega el orgasmo... y esa persona se vuelve fea y repulsiva, te araña lentamente los ojos con las uñas sucias e infectas, te duele muchísimo, la retina se desprende, el líquido de tus ojos resbala por tu cara... En ese momento, tu amorcito saca un destornillador y te lo mete por la nariz hasta llegar al cerebro, lo cual no te mata pero te deja paralizado de por vida...
Te insulta, te desprecia, se mofa de tus defectos, desaparece de la escena no sin antes recordarte el asco que le das y lo poco que vales comparado con...
En el mismo instante en que estás sintiendo tu orgasmo, te das cuenta de que: ¡Está muerta!.. El féretro espera en el pasillo, entran familiares de luto... Tú continúas abrazado al cadáver, que se va corrompiendo... Te ha atrapado, y no puedes soltarte... Ya no tiene vida, no respira... Su rostro está cada vez más putrefacto... El cadáver te besa, en tu boca notas los gusanos que se mueven y se comen cachitos de tu carne...
Has de elegir el sueño más duro, insoportable y repulsivo posible, sin contenido alguno que pudieras interpretar como agradable o beneficioso.
Tras este sueño, y siempre enfocado a tu inconsciente, recuerda y sopesa las desventajas de estar enamorado, las cargas que supone tener pareja y los malos momentos sufridos; después, repara en las ventajas de estar libre y sin pareja, que son legión. ¡Uf! Qué alivio...
Por último:
Una vez convertida la fantasía en pesadilla y repasadas las desventajas de estar enamorado, le enseñarás a tu inconsciente el camino que ha de seguir para hallar el bienestar que desea: *Le fabricarás un sueño en el que te ves realizando con éxito el plan ilusionante alternativo*.
En este caso, ha de ser un sueño maravilloso, lleno de vida, esperanza e ilusión; un sueño en el que te ves a gusto, desenamorado, por fin dueño de ti, responsable de tu propia felicidad, disfrutando de tu plan alternativo.
Si te mantienes absolutamente firme, contundente, regular e implacable, pronto se rendirá, se desenamorará, te desenamorarás, y podrás dejar, por fin, tranquilo a tu inconsciente. Recuerda que le necesitas para sobrevivir. Él trabaja para ti, es tu defensor, tu mejor amigo. Quiérele y coordínate con él; no existe mejor matrimonio en el mundo.
V
Paso Nº5
¡JUSTICIA!
¿Cómo perdonar injusticias, desprecios, ingratitudes, cobardías, deslealtades, engaños, desengaños, egoísmos, desplantes, humillaciones, olvidos, falsedades, infidelidades...?
No se puede, no juegues a ser santo; deja eso para los profesionales del martirio y del tormento. Nada más venenoso que el falso perdón de una cuenta sin ajustar. En este último paso buscaremos culpas y culpables para resarcir cada agravio sufrido. Estudiaremos, aunque nos sintamos miserables, todos los recuerdos dolorosos e indignantes. Cualquier espinita, hacerla consciente, por minúscula que parezca, será importante. No ha de perdonarse nada de lo padecido.
Tras analizar la información obtenida, con la mente templada, dictaremos sentencia. Será entonces cuando cojamos, inteligente y equilibrada, la vara de la justicia. Poniendo las cosas en su sitio, nos libraremos de los rencores, la sed de venganza y las fantasías de revancha, que nos prohíben degustar lo poco, o mucho, bueno de la vida.
¡Ah! Se me olvidaba... El culpable de todo vas a ser tú.
EL ARTE DE ECHARSE LA CULPA
Entre los dislates que nos enseñan desde niños, y que nos gusta, porque mira que nos gusta, que nos engañen con mundos maravillosos, llegamos a la conclusión de que los osos son animalitos cariñosos, juguetones, leales y sinceros, que van por el bosque con una cestita de mimbre recogiendo avellanas, castañas, setas, bellotas, moras, nueces, fresas y frambuesas, llevan un delantal a cuadros y cocinan sopitas, ¡ah!, ¡y les encanta dar enormes abrazos!, que sí que sí, que les gusta muchísimo que les acaricien, y siempre llevan montones de golosinas en los bolsillos del pantalón para dárselas a los niños que se pierden, y también saben hablar, y cantan unas canciones superchulis, y si te quedas a dormir con ellos te cuentan todos los cuentos que quieras porque se los saben todos de memoria, y te dejan saltar encima de la cama, y te protegen de las brujas del bosque, y puedes jugar con ellos a...
...y luego, cuando vemos un oso de verdad y vamos a corazón abierto como solemnes idiotas donde el bicho de 350 kg a darle ese tierno abrazo y a que nos regale un cestito con moras soñando poner nuestra felicidad en sus manos y la suya en las nuestras, el oso, que para eso es un oso, nos arrea un zarpazo que nos deja sin cabeza. Después, en el hospital, mientras nos la cosen, lloramos amargamente. Mocos flameando al viento. Pañuelos de papel.
¡Los osos son malos y el mundo es terrible! ¡Con lo bueno que yo soy! ¡No es justo!... protestamos consternados... en vez de asumir que estamos pagando un oneroso montante por haber pensado que lo sabíamos todo acerca de ese oso, haber profesado la fantástica religión y haber forjado en la imaginación una utopía inventando y tergiversando a capricho aquello que más nos convenía. Pero no. Cuando la realidad nos enseña los dientes, dolidos clamamos desconsolados, heridos niños indefensos, que ocurra un milagro que arregle nuestras vidas sin esfuerzo, fácil, presto, y restablezca la quimera con indemnizaciones. Cuando nos caemos, escogemos, más cómodo, más sencillo, quedarnos tirados en el suelo llorando para que mamá venga a recogernos; en lugar de levantarnos solitos, hacernos mayores ya de una vez y aceptar que el mundo es como es, y que los osos son osos y dan zarpazos, ¡no están diseñados a nuestro antojo!, y que los pucheritos y los llantos acongojados, y las rabietas y las pataletas de los niños caprichosos, aquí sirven de poco.
Ha llegado el momento de abandonar las ciegas manoplas prestadas y palpar el mundo directamente con nuestras manos, analizar qué ha sucedido, y aprender, para otra excursión, a calcular en qué bosque conviene acampar y a qué clase de animal se le puede acariciar.
Guarda el rifle, no vamos a matar osos; tan sólo nos vamos a hacer responsables de todo.
¿Suena a masoquismo?, y es el mejor antídoto contra el sufrimiento.
Culparse es muy bueno; pero hay que saber cómo hacerlo. Hasta que encuentres tu camino, sigue esto:
–
Anota lo doloroso y lo injusto. –
Acepta que de forma directa o indirecta tú serás el culpable y el responsable de todo, aunque de momento no te lo parezca.
–
Prepara tu estómago para digerir verdades dolorosas; tómalas crudas, sin condimentos. –
No te excuses con el “fue sin querer”. Si ha sucedido, eres el culpable; aunque no fuese tu intención ni pudieras intuir las consecuencias en aquel momento. –
Sé valeroso y honrado para reconocer y responsabilizarte de todo lo feo y lo malo. –
Vence a la vergüenza; nadie es perfecto. –
No te pongas un ápice de maquillaje: abandona el rímel, olvida el cilicio y sácale a tu culpa el mejor partido.
–
Cúlpate de todas las cosas que: 1­ vengan a cuento,
2­ sean posibles. No te culpes nunca de aquello que necesite de poderes mágicos para ser explicado. Por ejemplo: “Deseabas que le pasara algo malo y tuvo un accidente de coche”.
1­ No procede. Un accidente fortuito no tiene relación con el asunto que tratamos.
2­ ¿Acaso le manipulaste los frenos? ¿Averiaste el sistema de dirección? ¿Contrataste al Camionero Satánico para que lo arrojara fuera de la carretera? ¿Le pusiste una pistola en la nuca y le obligaste a beber vino de tetrabrik? ¿Le echaste somníferos en el agua? ¿Cómo has podido ser responsable? ¿¡¡Tienes superpoderes!!? ¿Sabes hacer milagros? ¿Giraste el volante por telepatía? ¿Tan potentes son tus maldiciones que alteran a capricho las leyes de la física? ¿Le enviaste órdenes para que se confundiera? ¿Sí? ¿Cómo? ¿Atravesando el hiperespacio a través de un agujero de gusano, o fueron dirigidas por correo certificado? ¿Has probado a ver si tus superpoderes funcionan igual de bien con la lotería? Quizá consigas que te toque 7 veces seguidas...
A pesar de que le hayas deseado mil veces que tenga un accidente con el coche, no puedes echarte la culpa porque no tienes capacidad para provocarle un accidente con sólo desearlo. Aunque de verdad hubieses querido, no hubieras podido. Está bien que tengas arrepentimiento por haberlo deseado; pero es imposible que seas el culpable de que haya sucedido. No eres tan poderoso. Nadie es tan poderoso.
–
¡Muta tu culpa! Debes impedir que la culpa se estanque, o su fuerza se volverá contra ti. Transforma, canaliza, mueve e invierte, cada culpa, en:
1. SACAR UNA LECCIÓN
¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo lo has provocado? ¿Cómo has influido? ¿Cómo participaste? ¿Cuál fue tu culpa? ¿Existe una causa? ¿Son varias causas? ¿Tiene una explicación? ¿Múltiples motivos y sentidos? ¿Claros, explícitos, oscuros, implícitos, impremeditados, adrede, directos, indirectos, conscientes, inconscientes...? ¿Aparecen correlaciones con otros temas? ¿Y con otras personas?...
¿Has ofendido, dañado, desairado, decepcionado...? ¿Pecaste de ingenuo, exigente, pasivo, fanático, indolente, egoísta, confiado...? ¿Conoces las normas del juego?...
¿Cómo estás juzgando? ¿Estás siendo objetivo? ¿De verdad que estás siendo objetivo? ¿Te has puesto en su lugar? ¿Has reparado en su contexto, naturaleza, capacidad...? ¿En sus defectos y limitaciones? ¿En sus verdaderas intenciones?... ¿Y en las tuyas?...
¿Podrías enfocarlo para que te resulte beneficioso? ¿Le has buscado su lado bueno? ¿Eres capaz de encontrar una utilidad? ¿Qué aplicación práctica sacas de todo esto? ¿Captaste los indicios? En caso de comenzar otra relación: ¿Cómo podrías predecirlo? ¿Cómo podrías evitarlo? ¿Cómo podrías corregirlo?...
Si no puedes encontrarte culpable porque tu comportamiento fue intachable y crees que ha sido la otra persona la verdadera causante de todo: Culpa tuya elevada al cubo. Aprende a elegir mejor. No podrás escoger con total libertad de quién te enamoras; pero, con el debido cuidado y entrenamiento, SÍ de quién NO te enamoras. Y la próxima vez no esperes a que la casa esté hecha cenizas para llamar a los bomberos: Aplica antes el remedio.
2. REALIZAR UNA ACCIÓN
No debes confundir jamás “el arte de echarse la culpa” con “permitir que te pisoteen”. Nadie debe salir machacado; y eso, faltaría más, nos incluye a nosotros los primeros.
La acción es la puesta en marcha de la solución que frena el daño, y que lo corta de raíz si es posible. Es inyectar la vacuna para que ese mal no vuelva a repetirse nunca. Es enmendar y reponer los perjuicios ocasionados y recibidos.
No te apresures; a su tiempo. Puede tener la forma de una no­acción, es decir: dejar de hacer algo inadecuado. En ocasiones, encontramos muy buenas soluciones; pero las descartamos con tal de perjudicar e impedir que otra persona se pueda beneficiar de ellas. ¡Grandísimo error! <<Si la solución es neutral: no está mal; si beneficia a cualquiera: es que es buena; fructífera para todos: –¡superior!— es a la que me acojo>>.
Que sean acciones flexibles, adaptables, congruentes y proporcionales. No tires a matar. Bastante dolor causamos ya sin pretenderlo.
No difames. Si tienes la oportunidad de aclarar un malentendido, ¡hazlo!; puede que en el fondo su único gran error haya sido querer ofrecerte lo mejor. Y no llames a la poli para chivarte de que aún no te ha devuelto los discos y las pelis: ¡pídeselos!; si se le olvida a la segunda, recuérdaselo una tercera.
Como todo arte, su dominio requiere tiempo, mente, esfuerzo y un poco de sufrimiento.
Recuerda que no puedes poner tu felicidad en manos de otra persona. Si lo intentas, lo único que conseguirás será ponerle tu desgracia a su capricho en una bonita bandejita de plata. Tu bienestar es tu tarea; no se la endoses a otro.
ACABANDO BIEN
¿No me quieres? Qué le vamos a hacer... Te entiendo; yo tampoco quiero a todo el mundo.
¿Jugaste conmigo?
¡Gracias! No te imaginas cuánto te lo agradezco. Lo digo sin una partícula de ironía. Todo lo que he aprendido, madre mía, no lo pago con dinero. No discutiré; no pretendo que lo admitas o lo entiendas. Tampoco pido explicaciones; así que no te defiendas alegando un cariño que no entendí, pues la filosofía que rige tu vida es: <<En nombre de la amistad: Muere por mí>>. Una de las cosas que he aprendido es que existen personas con tal capacidad de autoengaño que se pueden permitir el lujo de hacer y decir lo que les place sin ser hipócritas, y que tratar de razonar con ellas es tan fructífero y gratificante como tratar de razonar con un caimán. También aprendí que los irresponsables escaparates egocéntricos que no saben ni lo que quieren ni lo que no quieren son como los postres: los más aparentes, dulces y apetecibles, son los que más caries, hiperglucemia y lombrices producen. Entiendo que hayas aprovechado, tener un enamorado es lo más parecido a tener un esclavo, fácil en su uso, cumplidor, recreativo, lucrativo...; pero yo, al punto, me autolibero y me bajo. Gracias de nuevo por las lecciones; mas ya no me dejaré arrancar más trozos de vida y piel a cambio de la cucharadita de miel. Suerte, búsquese otro “plan B” que le aplaque su carencia, antojo, o menester, y que a usted le vaya bien.
¿Me querías pero ya no me quieres? Así es la vida y así es el amor de pareja. Se encaja y se acepta.
¿Me has sido infiel?
Lo entiendo. Ni siquiera me enfado. Ya sé que el ser humano es un animal infiel. Cometemos infidelidades constantemente; hombres, mujeres, ricos, pobres... Somos infieles hasta en aquellas sociedades donde las infidelidades se pagan con la vida, y aun con castigos peores que la muerte misma. Somos tan infieles que, incluso siendo fieles, damos pena. La mayoría de las personas que se mantienen fieles es por puro miedo, o porque no pueden acceder a las oportunidades que secretamente desean, ¡ay! si pudieran... La fidelidad del ser humano tiene la pésima costumbre de ser una fidelidad forzada, desinformada, acomplejada, rancia, resignada. Absurdo sería enfadarme contigo; tarea mía es la de asumir cómo es la especie a la que pertenezco y aceptar las consecuencias de meterme en amores con personas deshonestas. Aprenderé la decepcionante lección y para otra ocasión escogeré mejor.
No obstante, y como a cabezota no hay quien me gane, albergo la ilusión, la ingenua ilusión, la condenadísima al fracaso ilusión, de toparme algún día con una persona que posea los conocimientos, la capacidad, la disposición y la voluntad de ser realmente fiel, a pesar de que nuestra naturaleza no lo sea. Te diré:
Aunque cometas la infidelidad en un país lejano, aunque tu pareja no llegue a enterarse, aunque tomes protecciones para cualquier peligro, quedarás obligado a mentir, obviar, fingir, tendrás que ponerte en guardia y hacer un esfuerzo extra para que no te lo note. Cada vez que habléis de aquel país, de viajes, amores, fidelidades, te esconderás tras el escudo del disimulo: ya has fracturado la franqueza, ya has intoxicado la pareja, ya no es honesta, ya no es pura, ya no es sincera, ya no es Buena.
No me gustan ni la infidelidad, ni la fidelidad analfabeta: hunden y pudren a las parejas. Evidentemente, no podemos aspirar a la fidelidad de los ángeles, tener pareja no te deja ciego, ni convierte en repulsivas a las personas atractivas; pero sí que se puede alcanzar una fidelidad inteligente, limpia, donde las oportunidades y las deslealtades, sean de la índole que sean, no se busquen, no se deseen, no se dude un instante en rechazarlas y nunca se cometan. Sé que es viable una fidelidad que revalorice aún más la unión de la pareja; aunque también comprendo que lo más probable es que de ningún modo encuentre una persona que sepa, pueda, y quiera, ser fiel, y que a la vez sea compatible conmigo. No importa. Mejor caminar solo que renquear con una pareja de segunda categoría. Lo siento, esto se terminó. Ya no cabes en mi vida.
¿Has decidido cortar la relación?
En fin... es una pena, pero no pasa nada. Contigo o sintigo me espera una vida apasionante, maravillosa y fascinante, o, cuando menos, interesante. Ahora, sin pareja, se abren mil caminos nuevos por delante. Esto se pone emocionante...
DEL REENCUENTRO...
Tarde o temprano os veréis. Toma consciencia en ese momento de todo lo que has aprendido. Sufriste y peleaste, sobrio y valiente, y ahora, gracias a ello, eres más sabio y más fuerte. Piénsalo; en el fondo te hizo un favor. Sí: te regaló sin saberlo la oportunidad de evolucionar.
Quizá en ese momento estés solo y te duela comprobar que esa persona está mejor que tú, que tiene otra pareja, que vive con ella, que se han casado y duermen juntitos y abrazados... ¡No les tengas envidia!, ¡deja que lo disfruten!, ¡que se deleiten en su novedad!, si después les pasará como a casi todos: El primer año se comen a besos; el segundo se matan a pedos. ¡Ríase usted del gas mostaza, oiga! ¡A eso lo llamo yo guerra química!, mas vive Dios que el cianuro, para quitarse la vida, es más rápido y más seguro. ¡Pero no se lo digas! ¡No es asunto tuyo! Sea su anticiclón, sea su borrasca: evita agriar el reencuentro.
Podría ocurrir justo lo contrario: que estés tú mejor que él/ella. En ese caso no saques pecho, no te creas vencedor. Desconfía de las apariencias, olvida lo estipulado como éxito o fracaso; todo eso es artero y engañoso. El triunfo es algo relativo y sus consecuencias imprevisibles: hay fracasos que te liberan, te mejoran y te salvan; y éxitos que atan, atontan y matan. Procura no actuar como si fueses superior: no lo eres. Y no le hagas pagar su “equivocación” tratando de que se vea y se sienta inferior o perdedor, no sea que mañana estés tú aún peor, que para caerse por el acantilado sólo hace falta estar arriba. Nunca te reportará nada bueno humillar exhibiendo “felicidad” para saborear un malestar. ¿Por qué?, es primitivo y ridículo; si al final vamos a terminar todos plantando alcachofas en el mismo huerto...
Si no te quiere hablar, no es tragedia, hay miles de millones de personas más en el planeta; pero si habláis, evita lo que pueda ser ofensivo, sé agradable, sé amable, respeta y recuerda: <<En esto del amor todos somos víctimas, todos somos verdugos, todos pagamos gabelas, todos cobramos subsidios; y siendo así el mundo y no pudiéndolo enmendar, no existe ciencia más exacta ni fundamento más honroso, que el aceptar con valentía y el proceder con nobleza, tanto cuando se ha ganado como cuando se ha perdido>>. Sea.
EPÍLOGO Y DESPEDIDA
Espero que nunca necesites leer este libro de nuevo.
Hasta pronto; nos vemos.
Fin