Instrucciones de cómo rezar el rosario - Centro San Juan Diego

Instrucciones de cómo rezar el rosario
Existen varios modos de rezar el rosario. El más difundido es este:
Guía paso a paso
Para recitar el Rosario con verdadero provecho se debe estar en estado de gracia o por lo menos
tener la firme resolución de renunciar al pecado mortal.
1. Mientras se sostiene el Crucifijo hacer la Señal de la Cruz y luego recitar el Credo.
La Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Credo
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su
único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de
Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los
cielos y está a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los
muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
2. En la primera cuenta grande recitar un Padre Nuestro.
El Padre Nuestro
Padre Nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos
del mal. Amén.
3. En cada una de las tres siguientes cuentas pequeñas recitar un Ave María.
Ave María
Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tu eres entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros
los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
4. Recitar un Gloria antes de la siguiente cuenta grande.
Gloria
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
5. Anunciar el primer Misterio del Rosario de ese día y recitar un Padre Nuestro en la siguiente
cuenta grande.
6. En cada una de las diez siguientes cuentas pequeñas (una decena) recitar un Ave María
mientras se reflexiona en el misterio.
7. Recitar un Gloria luego de las diez Ave Marías. También se puede rezar la oración de Fátima.
"Oh mi Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al
cielo, especialmente las más necesitadas de tu misericordia".
8. Cada una de las siguientes decenas es recitada de la misma manera: anunciando el
correspondiente misterio, recitando un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria mientras se
medita en el misterio.
9. Cuando se ha concluido el quinto misterio el Rosario suele terminarse con el rezo del Salve
Reina.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti
clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh
piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos
dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Misterios por Día
MISTERIOS GOZOSOS
Lunes y sábado
Son misterios de gozo por la venida de Jesucristo al mundo, fuente de perenne alegría.
1° La encarnación del Hijo de Dios (Lc. 1, 30;35;38).
El ángel le dijo: “Alégrate, llena de gracia el Señor está contigo… El Espíritu Santo vendrá
sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo
y será llamado Hijo de Dios”; Dijo María:
“Yo soy la esclava del Señor: que se cumpla en mí según tu palabra”.
2º La visita de María a su prima Isabel (Lc. 1, 41-42).
Isabel, al oír el saludo de María, llena del Espíritu Santo, exclamó con gran voz: “Bendita eres
tú entre todas
las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”.
3º Nacimiento del Hijo de Dios (Lc. 2,6-7).
Estando ellos en Belén, le llegó a María la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito. Lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la
posada.
4º Presentación del niño Jesús en el templo (Lc. 2, 27- 28;30).
Cuando los padres introducían al niño Jesús en el Templo para cumplir lo que la Ley prescribía
sobre él, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: “Mis ojos han visto a tu
Salvador”.
5º El niño Jesús perdido y hallado en el templo (Lc. 2, 46-47).
Le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros; todos los que le oían, estaban
estupefactos
por su inteligencia y sus respuestas.
MISTERIOS DOLOROSOS
Martes y viernes
Los misterios del dolor de Jesús son la cumbre de la revelación del amor y fuente de nuestra
salvación.
1° La oración de Jesús en el Huerto (Lc. 22,41- 43).
Se apartó de ellos como un tiro de piedra y, puesto de rodillas, oraba diciendo: “Padre, si
quieres, aparta de mí
este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Se le apareció entonces un ángel venido
del cielo que le confortaba.
2° La Flagelación del Señor (Mt. 26,67 y 27,26).
Comenzaron a escupirle en el rostro y a darle puñetazos; y otros le golpeaban, diciendo:
“Profetízanos, Cristo, quién es el que te ha pegado” …Y a Jesús, después de haberlo hecho
azotar, Pilatos lo entregó para que lo crucificaran.
3° La Coronación de espinas (Mt. 27,28-29).
Le d esnudaron y l e e charon encima u n manto de p úrpura.
Y tejiendo una corona de espinas se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una
caña; y doblando
ante Él la rodilla se burlaban diciendo: “¡Salve, Rey de los judíos!”.
4° Jesús carga con la Cruz (Jn. 19,17).
Tomaron a Jesús y él cargando con la cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, en hebreo
Gólgota.
5° Jesús muere en la Cruz (Lc. 23, 44-46).
Era ya cerca de la hora sexta y al eclipsarse el sol, las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la
hora nona. El
velo del Santuario se rasgó por medio. Jesús, dando una gran voz, dijo: “Padre, en tus manos
entrego mi espíritu”, y dicho esto, expiró.
MISTERIOS GLORIOSOS
Miércoles y domingo
En los misterios de gloria contemplamos y adoramos a Cristo Resucitado. Alimentan la
esperanza en la meta final, del camino que recorre el Pueblo de Dios.
1° La Resurrección del Señor (Mt. 28, 5-6).
El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: “Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús,
el Crucificado; no está aquí, ha resucitado”.
2° La Ascensión del Señor (Lc. 24,50).
Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras
los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
3° La venida del Espíritu Santo sobre la Santísima Virgen
María y los Apóstoles (Hch. 2,1; 3-4).
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar… Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron
llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas.
4° La Asunción de la Santísima Virgen María al cielo (Lc. 1, 48-49).
“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Señor ha hecho obras grandes
en mí”.
5° Coronación de la Santísima Virgen María como
Reina y Señora de todo lo creado (Ap. 12, 1).
Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una
corona de doce
estrellas sobre su cabeza.
Misterios Luminosos
Jueves
En los misterios de la luz contemplamos la vida pública de Jesús; su anuncio del Evangelio del
Reino de Dios Padre.
1° El bautismo de Jesús en el río Jordán (Mt. 3,16-17).
Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios
que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los c cielos d decía: “
Este e s m i H hijo amado, en quien me complazco”.
2° Las bodas de Caná (Jn. 2, 1-5).
Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús.
Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había
acabado, le dice a Jesús su madre: “No tienen vino”. Jesús le responde: “¿Qué tengo yo
contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora”. Dice su madre a los sirvientes: “Haced lo que
él os diga”.
3° Jesús anuncia el Reino de Dios invitando a la conversión (Mc.1,15).
El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio.
4° La Transfiguración de Jesús (Mt 17, 1-2).
Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó
aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol
y sus vestidos se volvieron blancos
como la luz.
5° La institución de la Eucaristía (Mt 26, 26-28).
Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus
discípulos, dijo: “Tomad, comed, este es mi cuerpo.” Tomó luego una copa y, dadas las gracias,
se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es
derramada por muchos para perdón de los pecados”.
Las Quince Promesas de la Virgen María a quienes recen el Rosario
1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
2. Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
3. El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios, disminuye los pecados
y nos defiende de las herejías.
4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas,
rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su dedeo
por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
5. El alma que se encomiende a mi en el Rosario no perecerá.
6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la
desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo,
permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán
la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los
méritos de los Santos.
9. Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mi al rezar el Rosario tendrá
como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.
14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesus
Cristo.
15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.
Como surgió el rezo del Santo Rosario
El rezo del Santo Rosario surge aproximadamente en el año 800 a la sombra de los monasterios,
como Salterio de los laicos. Dado que los monjes rezaban los salmos (150), a los laicos, los cuales
en su mayoría no sabían leer, se les enseñó a rezar 150 Padres nuestros. Al pasar el tiempo, se
formaron otros tres salterios con 150 Aves Marías, 150 alabanzas en honor de Jesús y 150
alabanzas en honor de María.
En el año 1365 se hizo una combinación de los cuatro salterios, dividiendo las 150 Aves Marías en
15 decenas y poniendo un Padre nuestro al inicio de cada una de ellas. En 1500 se estableció, para
cada decena, la meditación de un hecho de la vida de Jesús o María, y así surgió el actual Rosario
de quince misterios.
La palabra Rosario significa 'Corona de Rosas'. La Virgen María ha revelado a muchas personas
que cada vez que rezan un Ave María le entregan una rosa y por cada Rosario completo le
entregan una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores, así que el Rosario es la rosa de
todas las devociones y por lo tanto es la más importante.
El Santo Rosario es considerado como la oración perfecta porque está resumida la majestuosa
historia de nuestra salvación. Con el rosario de hecho, meditamos los misterios de gozo, de dolor y
de gloria de Jesús y María. Es una oración simple, humilde como María. Es una oración que
podemos hacer con ella, la Madre de Dios. Con el Ave María la invitamos a que rece por nosotros.
La Virgen siempre nos otorga lo que pedimos. Ella une su oración a la nuestra. Por lo tanto, ésta es
más poderosa, porque María recibe lo que ella pide, Jesús nunca dice no a lo que su madre le pide.
En cada una de sus apariciones, nos invita a rezar el Rosario como un arma poderosa en contra del
maligno, para traernos la verdadera paz.
El Rosario está compuesto de dos elementos: oración mental y oración verbal.
En el Santo Rosario la oración mental no es otra cosa que la meditación sobre los principales
misterios o hechos de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su Santísima Madre.
La oración verbal consiste en recitar quince decenas (Rosario completo) o cinco decenas del Ave
María, cada decena encabezada por un Padre Nuestro, mientras meditamos sobre los misterios del
Rosario.
La Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma milagrosa:
cuando la Virgen se apareciera a Santo Domingo y se lo entregara como un arma poderosa para la
conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Desde entonces su devoción se
propagó rápidamente alrededor del mundo con increíbles y milagrosos resultados.
Intenciones:
Nuestra Señora de Guadalupe:
Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada
del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa
Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su
nombre.
Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el
sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo
soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se
me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y
defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve
donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu
esfuerzo".
De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo
ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le
repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la
Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que
se le construyera un templo.
De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día
siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al
cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan
Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar
al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De
pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.
El indio avergonzado le explicó lo que
ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba
sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la
cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y
se las llevó al obispo.
Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en
la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que
había señalado el indio.
Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII
la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la
Madre de las Américas".
La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros
obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.
Simbología :
Los pueblos mesoamericanos desde tiempos remotos ya veneraban en el cerro del tepeyac a una
deidad llamada Tonantzin (que quiere decir Nuestra Madrecita), por esta razón, fue má fácil la
asimilación el mensaje traído por la Virgen María como verdadera Madre de Dios y Madre nuestra.
El nombre de “SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE” ella misma lo dio a Juan
Bernardino, tío de Juan Diego, cuando se le apeareció para sanarle de sus enfrmedades.
Cabello: Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas es señl de virginidad. Es Virgen y Madre.
Rostro: Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce,
frecso, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.
Manos: Sus manos estan juntas en señal de recogimiento, en profunda oración. La derecha es más
blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas
distintas.
Embarazo: Su gravidez se constanta por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una
mayor prominencia vertical que transversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa.
Edad: Representa a una joven que su edad aproximada es de 18 a 20 años.
Estatura: La estatura de la Virgen en el ayaste es de 1.43 centímetros.
El cinto: El cinto marca el embarazo de la Virgen. Se localiza arriba del vientre. Cae en dos
extremos trapezoidales que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de
una nueva era. En la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el
viejo como para el nuevo mundo.
Los rayos: La Virgen esta rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura. El
mensaje transmitido es: ella es la Madre de la luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo
hace descender hacia el “centro de la luna” (México de nátuahl) para que allí nazca, alumbre y dé
vida.
La luna: La Virgen de Guadalupe esta de pie en medio de la luna, y no es casual que la palabra
México en nátuahl son “Metz – xic – co”que significan “en el centro de la luna”. También es símbolo
de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los cilos de la fertilidad femenina y terrestre.
La flor: La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, es
el máximo símbolo nátuahl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del especio y del
tiempo.En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar
donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo en su vientre.
El ángel: Un ángel esta a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar. Las
alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro
mexicano tzinitzcan que Juan Diego recordó, anunciándole la aparición de la Virgen de
Guadalupe.Sus manos sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del
manto.
San Juan Diego
San Juan Diego nació en 1474 en el "calpulli" de Tlayacac en Cuauhtitlán, estaba localizado a 20
kilómetros al norte de Tenochnitlán, México; establecido en 1168 por la tribu nahua y conquistado
por el jefe Azteca Axayacatl en 1467. Cuando nació recibió el nombre de Cuauhtlatoatzin, que
quiere decir "el que habla como águila" o "águila que habla".
Juan Diego perteneció a la más numerosa y baja clase del Imperio Azteca; según el Nican
Mopohua, era un "macehualli", o "pobre indio", es decir uno que no pertenecía a ninguna de las
categorías sociales del Imperio, como funcionarios, sacerdotes, guerreros, mercaderes, etc., ni
tampoco formaba parte de la clase de los esclavos. Hablándole a Nuestra Señora él se describe
como "un hombrecillo" o un don nadie, y atribuye a esto su falta de credibilidad ante el Obispo.
Se dedicó a trabajar la tierra y fabricar matas las que luego vendía. Poseía un terreno en el que
construyó una pequeña vivienda. Más adelante, contrajo matrimonio con una nativa sin llegar a
tener hijos.
Opción por Jesucristo
Juan Diego antes de su conversión era un hombre muy devoto y religioso, -como lo testifica las
Informaciones Guadalupanas de 1666-, esto lo ayudó a poder estar mejor preparado para que,
entre los años de 1524 y 1525, realice una opción total por el Señor Jesús, bautizándose junto a su
esposa; él recibió el nombre de Juan Diego y ella el de María Lucía. Fueron bautizados por el
misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios "Motolinia" o " el pobre",
por su extrema gentileza y piedad y las ropas raídas que vestía. De acuerdo a la primera
investigación formal realizada por la Iglesia sobre los sucesos -las Informaciones Guadalupanas de
1666-, Juan Diego parece haber sido un hombre muy devoto y religioso, aún antes de su
conversión.
Hombre de Dios
Desde el siglo XVI, existen documentos en donde se sabe de la vida y fama de santidad de Juan
Diego, uno de los más importantes fue, sin lugar a dudas, las llamadas Informaciones Jurídicas de
1666, importante Proceso Canónico, aprobado después por la Santa Sede y constituido como
Proceso Apostólico, cuando se pidió la aprobación para celebrar la Fiesta de la Virgen de
Guadalupe los días 12 de Diciembre. Estas Informaciones están constituidas por testimonios de
ancianos vecinos de Cuauhtitlán (alguno de ellos de más de cien años de edad); quienes
testificaron y confirmaron la vida ejemplar de Juan Diego.
Gracias a muchas personas que lo conocieron, sabemos como era el joven modélico. Uno de estos
testigos, Marcos Pacheco, sintetizó la personalidad y la fama de santidad de Juan Diego: "Era un
indio que vivía honesta y recogidamente y que era muy buen cristiano y temeroso de Dios y de su
conciencia, de muy buenas costumbres y modo de proceder"; en tanta manera que, en muchas
ocasiones, le decía a este testigo su Tía: "Dios os haga como Juan Diego y su Tío", porque los tenía
por muy buenos indios y muy buenos cristianos"; otro testimonio es el de Andrés Juan quien decía
que Juan Diego era un "Varón Santo"; en estos conceptos concuerdan, unánimes, los otros testigos
en estas Informaciones Jurídicas, como por ejemplo: Gabriel Xuárez, doña Juana de la Concepción,
don Pablo Xuárez, don Martín de San Luis, don Juan Xuárez, Catarina Mónica, etc.
Juan Diego, efectivamente, era para el pueblo "un indio bueno y cristiano", o un "varón santo"; ya
sólo estos títulos bastarían para entender la fortaleza de su fama; pues los indios eran muy
exigentes para atribuir a alguno de ellos el apelativo de "buen indio" y mucho menos atribuir que era
tan "bueno" que llegaba a considerarse ya "santo" como para pedirle a Dios que a sus propios hijos
o familiares los hiciera igual de buenos y santos como a Juan Diego.
Ardor por la santidad
San Juan Diego era muy reservado y de un místico carácter, le gustaba el silencio y realizaba
frecuentes penitencias, solía caminar desde su poblado hasta Tenochtitlán, a 20 kilómetros de
distancia, para recibir instrucción religiosa. Tras la muerte de su esposa María Lucía en 1529, Juan
Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, a sólo 14 kilómetros de la iglesia de
Tlatilolco, Tenochtitlán.
El caminaba cada sábado y domingo a la iglesia, partiendo a la mañana muy temprano, antes que
amaneciera, para llegar a tiempo a la Santa Misa y a las clases de instrucción religiosa. Caminaba
descalzo, como la gente de su clase macehualli, ya que sólo los miembros de las clases superiores
de los aztecas usaban cactlis, o sandalias, confeccionadas con fibras vegetales o de pieles. En
esas frías madrugadas usaba para protegerse del frío una manta, tilma o ayate, tejida con fibras del
maguey, el cactus típico de la región. El algodón era solo usado por los aztecas mas privilegiados.
Milagroso encuentro
El Sábado 9 de Diciembre de 1531, muy de mañana, durante una de sus caminatas camino a
Tenochtitlán, -recorridos que solían tomar unas tres horas y media a través de montañas y
poblados-, Juan Diego se dirigía a la Misa Sabatina de la Virgen María y al catecismo, a la
"doctrina" en Tlatelolco, atendida por los franciscanos del primer convento que entonces se había
erigido en la Ciudad de México.
Cuando el humilde indio llegó a las faldas del cerro llamado Tepeyac, -en donde actualmente se le
conoce como "Capilla del Cerrito"-, de repente escuchó cantos preciosos, armoniosos y dulces que
venían de lo alto del cerro, le pareció que eran coros de distintas aves que se respondían unos a
otros en un concierto de extraordinaria belleza, observó una nube blanca y resplandeciente, y que
se alcanzaba a distinguir un maravilloso arco iris de diversos colores.
Juan Diego quedó absorto y fuera de sí por el asombro y "se dijo ¿Por ventura soy digno, soy
merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como entre
sueños? ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos nuestros
antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de
nuestro sustento, acaso en la tierra celestial? Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado
de donde sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial."
Estando en este arrobamiento, de pronto, cesó el canto, y oyó que una voz como de mujer, dulce y
delicada, le llamaba, de arriba del cerrillo, le decía por su nombre, de manera muy cariñosa:
"Juanito, Juan Dieguito". Sin ninguna turbación, el indio decidió ir a donde lo llamaban, alegre y
contento comenzó a subir el cerrillo y cuando llegó a la cumbre se encontró con una bellísima
Doncella que allí lo aguardaba de pie y lo llamó para que se acercara.
Cuando llegó frente a Ella se dio cuenta, con gran asombro, de la hermosura de su rostro, su
perfecta belleza, "su vestido relucía como el sol, como que reverberaba, y la piedra, el risco en el
que estaba de pie, como que lanzaba rayos; el resplandor de Ella como preciosas piedras, como
ajorca (todo lo más bello) parecía: la tierra como que relumbraba con los resplandores del arco iris
en la niebla. Y los mezquites y nopales y las demás hierbecillas que allá se suelen dar, parecían
como esmeraldas. Como turquesa aparecía su follaje. Y su tronco, sus espinas, sus aguates,
relucían como el oro". Todo manifestaba la presencia divina.
Ante Ella, Juan Diego se postró, y escuchó la voz de la dulce y afable Señora del Cielo, en idioma
Mexicano, "le dijo: 'Escucha, hijo mío el menor, Juanito. ¿A dónde te diriges? ' Y él le contestó: 'Mi
Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu casita de México Tlatilolco, a seguir las cosas de
Dios que nos dan, que nos enseñan quienes son las imágenes de Nuestro Señor, nuestros
Sacerdotes'".
Fiel hijo de María
Así se inició el diálogo filial que Juan Diego tuvo con Nuestra Señora de Guadalupe. A partir de
entonces y hasta su muerte, el santo indígena se encargo de anunciar el milagroso encuentro,
viviendo y sirviendo en la ermita recién construida, según la voluntad de Nuestra Señora de
Guadalupe, a los pies del cerro del Tepeyac, y en donde fue colocada la sagrada Imagen, que fuera
la prueba contundente para Mons. Juan de Jumárraga, Obispo de México en aquel entonces,
creyera en aquel relato por el que infinidad de veces Juan Diego lo visitaba. Según cuenta la
historia, el santo mexicano, insistía "por orden de un muchacho" que se le reveló como "la siempre
virgen santa María".
El prudente obispo Zumárraga, se manifestó escéptico al relato del visitante. Pero el 12 de
diciembre de 1531 había que creer o reventar. El indio se apareció nuevamente en el despacho de
su Excelencia con su poncho repleto de rosas. Ya ahí la cosa cambió. Rosas milagrosas en pleno
invierno que sellaron para la eternidad la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe.