“Prefiero aquellos personajes que no sé cómo resolver”

TEATRO | INGRID PELICORI
“Prefiero aquellos
personajes que no
sé cómo resolver”
La actriz habla sobre su trabajo en Antígonas, de Alberto
Muñoz, donde interpreta a cuatro mujeres particulares,
Convocada por Manuel
Iedvabni, Pelicori hizo
la traducción de Hamlet
para la puesta en el C.C
de la Cooperación
y sobre la función social del teatro
POR NATALIA BLANC
De la Redacción de La Nacion
U
na cosmetóloga que habla sobre
la belleza del alma. Una practicante de tiro al blanco que quiere
aprender canto. Una mujer que busca el
cuerpo de su hermano muerto. Una kinesióloga renga empeñada en hacer caminar a su paciente. Ingrid Pelicori interpreta en Antígonas, de Alberto Muñoz,
cuatro personajes femeninos muy diferentes pero con un punto en común: el
vínculo con lo espiritual y lo misterioso.
Acompañada en escena por Claudia
Tomás, con la dirección de Leonor Manso, la actriz apostó el año pasado a este
proyecto porque le interesó la calidad y
el contenido del texto de Muñoz, un autor
que “tiene un humor que no es cínico y
de una profundidad que no es solemne”,
explica. Antes de hablar sobre esas cuatro
mujeres, Pelicori aclara que la obra no es
una versión de Antígona, de Sófocles. “No
es una tragedia griega. Es un espectáculo
con cuatro obras breves y personajes diferentes, todas mujeres que podrían ser
Antígona en distintos sentidos: a veces
muy evidentes (en la obra de Muñoz hay
dos hermanas que se proponen enterrar
a un hermano muerto; en la de Sófocles,
Antígona desobedece la ley al dar sepultura a su hermano Polinices) y otras, por
caminos más tangenciales y caprichosos”,
dice durante la entrevista en el Centro
Cultural de la Cooperación, donde se presenta la obra (sábados a las 21 y domingos a las 20.30).
–Los personajes siempre funcionan
como dúo y falsos opuestos. Son complementarios con roles intercambiables.
Representamos situaciones actuales y
cotidianas. En todos los casos, irrumpe
otra dimensión de la experiencia, algo
espiritual.
Hija, sobrina y hermana de actores, Pelicori no se volcó a la actuación en forma
prematura. Todo lo contrario. Se resistió
durante un tiempo a aceptar que era su
vocación. “Arranqué muy poco convencida de ser actriz –cuenta–. Durante mi
infancia y adolescencia no se me había
ocurrido dedicarme a la actuación, algo
raro en una familia de actores. Cuando
terminé la secundaria, empecé a estudiar
teatro y psicología. Lo del teatro era, más
que nada, una curiosidad. Tenía la sensación de que lo mío era otra cosa. Me
recibí de psicóloga, aunque nunca ejercí. Entré al elenco del Teatro San Martín
muy joven, por una audición, y allí trabajé
con actores de los que aprendí muchísimo, como Elena Tasisto, Juana Hidalgo,
Walter Santa Ana. Después viví un año
en Francia, y a la distancia, descubrí mi
vocación. Ya no tuve más dudas. Asumí
el oficio de actriz como propio y empecé
a disfrutarlo.”
El equipo de trabajo y el desafío actoral que represente el material son dos de
las cuestiones que tiene en cuenta a la
hora de decidir su participación en una
obra. “Parto de la idea de que el trabajo
del actor siempre corre el riesgo de vaciarse de sentido. Para pelear contra eso,
elijo proyectos que valgan la pena para
mí y para los otros, ya sea porque toquen
un tema que me resulte interesante o una
cuerda sensible que me convoque a poner el cuerpo. En definitiva, un actor les
pone el cuerpo, el alma, todo, una y otra
vez, a los personajes. Para no aburrirme,
para que cada noche sea una experiencia
única, me tiene que pasar algo de eso. En
MARTÍN FELIPE
general, prefiero aquellos personajes que
no sé cómo resolver. Si leo la obra y me
imagino todo, me atrae menos. Me gusta
ir por distintos lugares cada vez.”
Cuando se le pide profundizar sobre
el vacío de sentido al que hace referencia, Pelicori aclara: “Hay muchas zonas
por las cuales se puede vaciar de sentido la profesión. Creo que siempre hay
que ser consciente de que uno es parte
de algo más importante, que lo trasciende, que tiene que ponerse al servicio del
proyecto. Ése, para mí, es un lugar donde hacer pie”.
El trabajo del actor
siempre corre el riesgo
de vaciarse de sentido.
Para pelear contra eso,
elijo proyectos que valen
la pena para mí y para los
otros porque tocan temas
interesantes o sensibles
–¿Cree que el teatro tiene una función social?
–Sí. Me lo pregunto siempre: qué función tiene para el que lo mira y para el que
lo hace. En principio, tiene una función
básica de reunión humana. Es uno de los
pocos lugares de encuentro, de intimidad,
que nos quedan. Es un espacio posible para lo profundo, lo sensible, lo poético, de
resistencia de todas estas cosas. Es un trabajo grupal que implica respetar al otro,
escucharlo, crecer a partir del otro y dar
para que el otro crezca. Todo esto con el
público como testigo, con el que se da una
calidad de comunicación única.
–¿Qué piensa de los que dicen que el
teatro es sólo entretenimiento?
–Una vez fuimos con el elenco del San
Martín a Ohio, Estados Unidos, a presentar la obra Cianuro a la hora del té, que habla sobre los campos de concentración.
Un director, después de una charla, nos
dijo: “Para nosotros, el teatro es a toy (un
juguete) y para ustedes, a tool (una herramienta)”. Me encantó esa manera de
pensar. De todos modos, no creo que la
solemnidad sea un buen medio de expresión. Me parece que el teatro siempre debe entretener, lo que no me gusta es que
sea excesivamente frívolo o cínico.
Además de actuar, Pelicori hace traducciones de textos teatrales. El año pasado, el director Manuel Iedvabni la convocó para trabajar con Hamlet, de William
Shakespeare. “Fue un proceso muy largo.
Me gustó encontrar la musicalidad adecuada y un lenguaje contemporáneo que,
al mismo tiempo, fuera poético y eludiera
el vos y el tú, sin que se notara. Por ser
actriz, tengo una noción de la oralidad:
sé cuándo las palabras van bien en la boca o no. Hay traducciones que son muy
correctas, pero el actor las padece al decirlas. Eso se nota.”
Lectora de poesía e intérprete de espectáculos basados en textos poéticos, la
actriz comparte con Susana Villalba un
programa de radio sobre poetas de todos
los tiempos. Producido por la Biblioteca
Nacional, Antología de aire puede escucharse a través de la página web www.
bn.gov.ar/radio. Pelicori también participa del ciclo La muralla y los libros,
de Radio Folklórica, donde lee poemas.
Una pasión que comparte con su amor
por el teatro.
© LA NACION
Sábado 17 de abril de 2010 | adn | 21