¿Cómo Gobernar mejor el mundo que viene - Sergio Bitar

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¿Cómo Gobernar mejor el mundo que viene?
Tendencias Globales y el Futuro en América Latina
Sergio Bitar
Inter American Dialogue, junio 2012
Conducir y gobernar mejor en el mundo que viene exige una exploración del largo plazo.
Las naciones desarrolladas han creado metodologías para pensar el futuro, donde
participan e interactúan organismos de gobierno, universidades, grupos independientes y
empresas. Incluso países más pequeños han desarrollado una alta capacidad de análisis y
seguimiento de los fenómenos globales para tomar mejores decisiones. Avizorar
tendencias les permite vislumbrar oportunidades de desarrollo y precaver riesgos.
En la América hispana son escasos los grupos y personas dedicadas a estos temas. Hay un
amplio déficit de estudios y de reflexión que supere la coyuntura. El ejemplo de las
naciones desarrolladas es un camino que pueden iniciar los países de la región ahora
cuando existe más estabilidad política y sus economías estás mejor gestionada.
Los Estudios de Futuro en los Países Desarrollados y en algunos Emergentes.
La mayor capacidad se halla hoy en EEUU, en múltiples equipos de gobierno,
universidades, empresas y centros de investigación. Han desarrollado metodologías para
pensar a 10, 20 o 30 años. También se aprecia un desarrollo similar en la Unión Europea.
No solo los países de mayor dimensión y gravitación en los asuntos planetarios están en
la vanguardia, también algunos pequeños como Singapur y Finlandia. Estos últimos se
han propuesto detectar las oportunidades antes que los demás, han tenido un desarrollo
impresionante, adentrándose en actividades complejas y globalmente competitivas. Otros
emergentes han dado pasos también en esta dirección, especialmente China, Corea y
Brasil, cuyo futuro está ligado a la innovación y su expansión internacional.
La cantidad de estudios prospectivos va en aumento: demografía, tecnología, energía,
alimentos, agua, migraciones, gobernabilidad, seguridad, cambio climático, regiones son
ejemplos diversos de la densidad que esta temática está alcanzando en los centros de
pensamiento más desarrollados del mundo. En todos ellos se esbozan escenarios y se
promueve la reflexión sobre nuevos cursos de acción.
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Es de especial interés la serie de “Global Trends”, dirigidos por el National Intelligence
Council de EEUU (NIC). El proceso que ellos utilizan contempla amplias consultas con
expertos de variadas disciplinas y regiones del mundo.
En el último tiempo, distintos países se están coordinando para intercambiar conclusiones
sobre los “drivers” predominantes. La Unión Europea, China, Rusia, y pronto otros, están
efectuando estudios en la misma dirección. La mayoría proviene de EEUU y Europa y
algunos de Asia, también los hay preparados por Universidades y ONG’s. Sin dejar de lado
los estudios sobre Prospectiva que hacen las Fuerzas Armadas en varios países del orbe.
Muchas empresas también generan estudios para afinar las decisiones de proyectos de
inversión cuya construcción demora años, y los resultados se aprecian después de una
década. Los principales Global Think Tanks se han propuesto crear un sitio en Internet
donde registrar e intercambiar datos de tendencias, metodologías y resultados, abiertos a
los interesados.
¿Cómo pensar el largo plazo? Supuestos y Metodologías.
El escenario es una visión plausible de cómo las cosas pueden evolucionar. La visión es un
escenario deseable, hacia donde apuntar la acción. El futuro NO será una continuación
del pasado. El método empleado por el National Intelligence Council se funda en lo que
denominan la ”Escuela de Intuición Lógica”. Se realizan consultas amplias a muchas
personas expertas en diversas disciplinas. Una vez que disciernen las grandes tendencias,
proceden con un método deductivo. Las variables se ordenan según los principales
ámbitos estratégicos globales. Esta metodología permite reducir el rango de
incertidumbre (ver NIC, Global Scenarios to 2025, 2008).
El primer objetivo será identificar los principales “drivers”, aquellas fuerzas impulsoras,
más estables, que asoman como dominantes. Pueden surgir diversas situaciones
imprevistas. Los escenarios posibles surgen de un ejercicio donde se hace interactuar esas
tendencias dominantes con contextos variables, “game changers”, derivados de
decisiones humanas. Distinto será el mundo si hay acuerdos o desacuerdos, conflictos o
cooperación, aceleración o freno al cambio tecnológico, crecimiento o recesión. De dicha
interacción surgen escenarios múltiples, y de ellos se eligen aquellos que mejor ilustran
los mundos posibles. (Ver National Intelligence Council Alternative Worlds, Global Trends
2030, Draft Copy, US Government Printing Office, 2012).
Existen eventos de muy difícil predicción y enorme impacto, los llamados “black swan”.
Algunos autores sostienen que la mente humana razona desechando la alta incertidumbre
y eventos extremos. (ver Nassim Taleb, Black Swan, 2011). Otros reconocen que es
posible reducir los niveles de incertidumbre. En relación al futuro de las nuevas
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tecnologías disruptivas o transformativas, William Halal (W Halal, www.techcast.com)
afirma que con una buena metodología de prospección, el procesamiento de información
masiva y el criterio de personas de alto conocimiento, se pueden discernir eventos y
tendencias que aun teniendo una probabilidad baja o media de acontecer, su impacto en
la sociedad sería elevado.
Además de los “drivers”, ”game changers” y “black swans”, también se emplea el
término “wild cards” para identificar eventos inesperados, de baja probabilidad e
impacto relevante.
Más allá de tales tipologías de incertidumbre se han desarrollado modelos matemáticos
que utilizan un alto número de variables. El más utilizados es el de Barry Hughes en la
Universidad de Denver, llamado International Futures. Es un modelo de simulación de
sistemas globales, donde se incorporan variables demográficas, económicas, tecnológicas,
políticas, regionales, etc. Es un “forecasting tool” que se utiliza para dictar clases,
entrenar personal y visualizar escenarios.
Principales “Drivers” Globales.
1. Tecnologías Disruptivas.
Las tecnologías disruptivas son una fuerza impulsora dominante. Se pueden reagrupar
para su major comprensión en cinco áreas (Ver Transformative Technologies, Bureau of
Intelligence and Research, State Department,USA).
La primera se conoce como “trascending physical limitations”, y comprende los
principales procesos y productos que impactarán la salud, extensión y calidad de vida. Se
observan importantes progresos en diagnósticos avanzados, con nano estructuras, control
de funciones y estructuras biológicas. El segundo cluster concierne a la energía. Abarca
smart energy, con redes inteligentes que reciben y distribuyen electricidad, en base a
información de los comportamientos de los distintos participantes, mejorando eficiencia y
seguridad; incluye rediseño sintético biológico de los organismos generadores de
biocombustible para producir uno casi idéntico a la gasolina. También avanza la aplicación
de nano tecnología para acrecentar la eficiencia de células solares y baterías.
Un tercer ámbito tecnológico son los nuevos materiales y procesos industriales, donde
convergen y se combinan las tecnologías de “3D printing o additive technology (AM)” con
nano materiales y tecnologías de la información. Se depositan altas expectativas en la
AM, (producir por capas), reduciendo o eliminando líneas de montaje, permitiendo una
infinita variedad de diseños diferentes, altos niveles de especialización. La masificación de
esta tecnología podría revertir la pérdida de competitividad de países desarrollados,
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trasladando la producción desde naciones con gran población joven y bajo costo de mano
de obra.
Una cuarta agrupación se refiere a aquellas tecnologías que hacen más densa la
interconexión humana. La tecnología de computación, redes y sensores conectarán los
objetos, lo que se denomina el “internet de las cosas”, permitiendo la conexión de
cualquier persona con cualquier objeto en cualquier lugar. Surgirán nuevas redes y grupos
virtuales que escaparán a toda forma de control, generando nuevos desafíos a la
gobernabilidad.
El quinto círculo de expansión tecnológica es la robótica (Ver Robert Full, conferencia en
TED). Con nano tecnologías, sensores, bio robótica y el avance de la tecnología de
almacenamiento de energía (baterías) se multiplicarán los vehículos no manejados, y los
aparatos de miniatura, no visibles al ojo humano, que cumplirán funciones tan distintas
como traslado de productos peligrosos, bio armas que desaten cadenas virales,
espionaje,etc.
La presencia latinoamericana es casi inexistente en estos campos. Si no se actúa a tiempo
se acentuará el rezago con los países desarrollados. Se puede disminuir esa distancia si
se trabaja de manera sistemática, en contacto con los GTT y coordinadamente en cada
país y entre países de la región.
2. Los Recursos Naturales en el Mundo.
El crecimiento demográfico sumado al económico generará una creciente necesidad por
los recursos naturales. La emergencia de clases medias en África, Asia y A. Latina
anticipan también una presión por el consumo. Se estima que al 2030 en el mundo habrá
3000 millones más de sectores medios sumado a los 2000 millones hoy existentes. (Ver H
Kharas The Emerging Middle Class in Developing Countries, OCDE)
Las consecuencias son colosales. ¿Qué necesidades van a emerger? ¿Cuánto crecería la
demanda? ¿Qué cambios tecnológicos pueden expandir la oferta? ¿Cómo evolucionarán
los precios de alimentos y cuál será su impacto en la pobreza y la nutrición?
Los escenarios variaran según cómo evolucione la demanda, la oferta, el cambio
tecnológico y los hábitos y comportamientos de las personas. La disponibilidad de tierra
cultivable adicional se estima escasa, y por esa vía solo se cubriría el 20% de la mayor
oferta de alimentos. El 80% restante debería provenir de tecnologías, rendimientos,
eficiencia y ahorro. La expansión generará nuevas oportunidades.
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La oferta también dependerá de la evolución del cambio climático. La mayoría de las
prospecciones apunta a cambios pluviométricos que alterarían las cosechas. La inversión
para adaptarse y los costos de los ajustes son altos. Igualmente compleja es la situación de
los acuíferos sobre explotados, su agotamiento ocasionaría bajas importantes de
producción en algunas áreas del planeta, especialmente en Asia, África, Arabia Saudita y el
Golfo. América Latina, dispone de tierras y agua. Anticiparse e invertir ahora en obras
hidráulicas, nuevas tecnologías y ahorro de agua, tendría alta rentabilidad.
Otro gran tema es el agua fresca. Ella condicionará la agricultura, la extracción de
combustibles fósiles, carbón, petróleo y gas, y la instalación de nuevas plantas
generadoras de energía, debido a su intenso empleo de agua fresca.
Medidas económicas y decisiones políticas pueden acelerar la aplicación comercial de
nuevas tecnologías. El potencial tecnológico es alto. Las smart grids, el uso de tecnología
de precisión en agricultura, biotecnología, eficiencia de plantas energéticas, en
fundiciones y otros procesos industriales y el mejoramiento de las redes de distribución
pueden hacer una importante diferencia
Los países latinoamericanos, poseedores de vastos recursos naturales, deberían desde ya
diseñar para expandir la producción con normas estrictas, tecnologías innovadoras y
participación ciudadana, que resguarde de mayores perjuicios medioambientales, en cada
país y en el planeta. Y también deben precaverse de sanciones a sus productos
exportables, si arrastran altas huellas de carbono.
Adicionalmente, los países latinoamericanos deberán buscar nuevas fórmulas para retener
una proporción mayor de las utilidades en cada país y fortalecer su capacidad científica y
tecnológica. Esto necesitará cambios tributarios (royalties), cambios de propiedad,
fortalecimiento y mejorías de gestión de las empresas públicas) y también joint ventures
con empresas internacionales innovadoras.
La posible escasez de agua
Las manufacturas, la minería y la energía eléctrica siguen a la agricultura y succionan una
alta proporción del agua fresca. A futuro, la expansión industrial y minera demandará
crecientes cantidades de agua, directa e indirectamente, para su propio uso y para
generar la energía que necesita. La generación de electricidad en plantas térmicas, sean
estas a carbón, petróleo, gas, nuclear o solar, necesitan considerables volúmenes de agua.
A su vez, la obtención de más agua requiere de más energía, ya sea para desalinizar o para
extraerla por bombeo a profundidades mayores y trasladarla a puntos distantes. La
relación agua- energía se transformará en una dupla inseparable. Este vínculo será una
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limitante para la producción de energía eléctrica en plantas térmicas. (Atlantic Council,
Energy for Water and Water for Energy, 2011).
El consumo de agua de las personas representa cerca de 10% de la utilización de agua
fresca. El promedio esconde la realidad. Es dispar entre naciones y entre grupos
socioeconómicos. Los expertos señalan un consumo básico es de 40 lt/ hab- día.
Satisfacer la creciente demanda se tornará difícil. Algunas iglesias y ONGs, e incluso
algunos gobiernos han declarado que se trata de un derecho humano esencial y debe
regularse en las legislaciones nacionales y por la comunidad internacional.
¿Cómo cerrar la brecha entre necesidades futuras y la disponibilidad de agua
considerando además el agotamiento de numerosos acuíferos? El ahorro, la eficiencia
energética son prioridades. También lo es disminuir el consumo de las personas. Es
prioritario elevar la conciencia de ahorro de energía y agua, a través de educación, y
adiestrar a personas para la gestión de los servicios y el uso de nuevas tecnologías.
Para actuar con celeridad sería preciso, desde ya, mejorar la información sobre
disponibilidad, aguas superficiales, acuíferos, cuencas, calidad. Simultáneamente, urge
corregir la dispersión institucional, renovar legislaciones que datan de décadas, formar
especialistas y elevar la eficiencia gubernamental. Este cambio debe involucrar a las
asociaciones de usuarios y a la comunidad, descentralizando las decisiones.
Escenario Energético y su posible impacto en América Latina
A mediados del 2030 los mayores consumos de energía provendrán de la generación de
electricidad y del transporte. Se espera una expansión enorme de la demanda en Asia, al
tiempo que se advierten nuevos obstáculos para la extracción de petróleo. Se prevé un
aumento del carbón y del gas, de dimensión variable, según sea el empleo de tecnologías
innovadoras y la adopción de políticas gubernamentales a favor de las renovables (bio,
viento y solar) junto a la nuclear. (Energy Scenarios to 2050, Shell, en 2008; y The
Outlook of Energy. A View 2040, Exxon, 2012).
La demanda será impelida por los países emergentes. La brecha consumo –oferta
(escenario business as usual, BAU) se tornará insostenible. Quien posea recursos
energéticos dispondría de un poder inquietante sobre el que no lo tiene. Por razones de
seguridad, los países tenderán a incrementar su propia producción energética.
¿Cómo aumentaría la oferta energética? La extracción de combustibles fósiles de zonas
marítimas de aguas profundas, la explotación de shale gas, el empleo de tecnologías de
retención de C en plantas térmicas, los llamados biocombustibles de segunda generación
(que utilizan residuos de la agricultura, tallos, hojas troncos), el almacenamiento de
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energía, nuevos tipos de baterías para plantas solares y eólicas son algunas de las
innovaciones disruptivas que podían contribuir a una expansión de la oferta.
La reducción de la brecha dependerá de a lo menos 4 factores: eficiencia energética e
hídrica; cambios tecnológicos; exigencias ciudadanas y acuerdos globales con normas
más estrictas de emisión.
Ante estos futuros posibles, los latinoamericanos encararán riesgos y gozarán de
oportunidades. Los productores de petróleo y gas tendrán un mercado preferente por su
capacidad productiva y la seguridad de la región. La región americana puede reducir su
dependencia del resto del mundo. El incremento de la producción de petróleo de arenas
en Canadá, el “shale gas” en EEUU, el petróleo del Atlántico en Brasil y las producciones
de México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia podrían crecer.
Un progreso en esa dirección se topa con la deficiente de gestión de algunas empresas
estatales. Es un tema corregible y amerita una acción pronta. Las naciones que no
cuentan con recursos energéticos fósiles deberían adelantar en tecnologías eólica y solar,
no descartar la nuclear y hacer un gran esfuerzo en pos de la eficiencia energética. Una
acción pública directa, de inversión, creación y estimulo a empresas y centros de
investigación es imprescindible. Permitiría
generar importantes conocimientos
tecnológicos en áreas nuevas, dominio de tecnologías limpias, fabricación de equipos o
partes. Asimismo, ampliarían el margen para exportar productos con baja huella de
carbono.
3. ¿Qué consecuencias puede acarrear el cambio climático?
La magnitud y consecuencias del cambio climático obligan a seguir de cerca su evolución y
apreciar a tiempo los efectos posibles: alzas de temperatura, variaciones de la
pluviometría y del nivel de las aguas en zonas costeras. Los escenarios advierten de la
eventualidad de graves riesgos globales, principalmente en inundaciones costeras,
inundaciones tierra dentro, escasez de agua, aumento de temperatura y patrones
pluviométricos. (James Newman, Adaptation to Climate Change, Resources for the
Future, dic. 2009).
Los niveles de incertidumbre son muy altos y el debate es intenso en relación a los
efectos del CO2 y de la actividad humana en el calentamiento global. Más complejo aun
es considerar la eventualidad de “tipping points”, o momentos a partir de los cuales puede
acontecer un cambio radical e imprevisto, que rompa abruptamente la continuidad o
gradualidad de los fenómenos naturales. El estudio de escenarios ayuda a identificar qué
información y qué investigaciones priorizar. Las principales agencias y think tanks
proponen realizar estudios de sensibilidad y privilegiar a regiones más vulnerables, donde
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habitan poblaciones más pobres. (World Bank, The Economics of Adaptation to Climate
Change, 2010).
Los análisis del cambio climático alertan del impacto en la disponibilidad agua y, por
tanto, sobre la salud (G Howard y J Bartram, World Health Organization, Vision 2030. The
Resilience of Water supply and sanitation in the Face of Climate Change, 2010). Para
reducir riesgos en un horizonte 2020-30, recomiendan el desarrollo de sistemas flexibles y
resistentes en las zonas rurales, con tecnologías de pozos entubados, protección de
vertientes, captación de aguas lluvias, ahorro y eficiencia, educación técnica de las
comunidades e investigación tecnológica.
La segunda área de inquietud es la seguridad alimentaria. Los científicos a firman que la
agricultura es una de las actividades más sensibles al derretimiento de glaciares,
desplazamiento de lluvias, postergación o adelanto de las estaciones y otros cambios
climáticos extremos. (International Policy Research Institute, Climate Change. Impact on
Agriculture and Cost of Adaptation, Oct. 2009, Washington DC). Los escenarios hacia
2050 muestran una caída de rendimientos de cosechas, disminución de rendimientos en
predios regados en Asia, en particular en Asia del Sur, aumento de precios de cárneos,
disminución de las disponibilidades de calorías. En algunos escenarios se detecta el riesgo
de insuficiente alimento para abastecer a poblaciones pobres y sostener el nivel de vida
de productores pequeños en zonas rurales. En tales escenarios se incluyen zonas de
América Latina que sufrirían perjuicios significativos.
Un tercer ámbito inquietante es el impacto en la biodiversidad, especies, genotipos,
comunidades, ecosistemas y biomes. (Secretariat of the Convention of Biological
Diversity. Biodiversity Scenarios. Projection of 21st Century Change in Biodiversity,
2010). Según estos estudios los principales fenómenos que provocarían cambios en los
ecosistemas y la acelerada extinción de especies serían el despeje de superficie terrestre
para cultivo, la deforestación, el cambio flujo en los ríos, la contaminación de aguas
frescas y la acidificación de océanos. Eventos en curso como la desaparición de la capa de
hielo en el Ártico o la posible explotación de partes importantes de la Amazonia
acelerarían el proceso, elevando la temperatura del planeta sobre los dos grados Celsius,
considerado un umbral peligroso.
Las propuestas para confrontar estos riesgos son variadas y todas apelan a una acción
nacional e internacional rápida. Así, el Banco Mundial (op.Cit.) estima entre 70 y 100
billones de dólares (de 2005), el costo de adaptación en los países en desarrollo para el
periodo 2010-2050, cerca 0,2% de su PGB. Parte importante de las recomendaciones
consiste en obras de infraestructura. Entre ellas destacan caminos rurales para facilitar la
producción agrícola, acumulación de agua (represas) en cuencas con amenaza de sequias,
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eficiencia en uso (filtraciones, pozos, medidores, educación), protección costera contra
subida nivel mar, protección de inundaciones, elaboración de nuevos estándares, etc. Son
pocos los gobiernos y Ministerios de Obras Públicas e Infraestructura de América latina
que integran estos criterios en sus planes actuales.
Otras líneas de acción sugeridas incluyen: detener la deforestación, causante de grandes
emisiones de CO2 y erosión de suelos, elevar la reforestación, establecer nuevas áreas
protegidas, regular la acuicultura con normas apropiadas para proteger el medio
ambiente. También se insta a conseguir mayor producción agrícola en la misma superficie
plantada actual, mejorando rendimientos, adiestrando a pequeños y medianos
productores, instalando nuevos sistemas de información, impulsando innovación
tecnológica para encontrar variedades más resistentes a la sequía y empoderando a las
comunidades locales. De los escenarios mundiales de cambio climático se desprenden
las prioridades y estiman volúmenes de inversión. Para África los estudios priorizan la
inversión en infraestructura. Para Asia invertir y cambiar comportamientos para lograr un
uso más eficiente del agua. Para América Latina se destaca la necesidad de incrementar la
investigación en agricultura y biotecnología.
En tanto la eliminación de la pobreza reduce el deterioro ambiental correspondería a los
estados desempeñar un papel preponderante para implementar una estrategia de
seguridad alimentaria, a nivel nacional e internacional. Los planes han de abarcar nuevas
normas de producción y de consumo, cambios institucionales, dotar de más autonomía y
organización a las organizaciones locales, preparar a la gente.
Para los países latinoamericanos se deducen varios cursos de acción: elaborar escenarios
para cada uno de los países, calcular los volúmenes de inversión en las áreas más
sensibles, redefinir estándares y adecuar instituciones, asumir el tema del cambio
climático y de los desastre naturales conjuntamente. A esta tarea se suma la de impulsar
la investigación científica y tecnológica en biotecnología y la reducción de la emisión de
CO2. Es indispensable elaborar nuevos planes de seguridad alimentaria, de generación
eléctrica y uso de combustibles para transporte no contaminantes, coordinándose entre
países de la región. Y hacer un esfuerzo serio para integrar las miradas de largo plazo al
diseño de las políticas públicas
4. El Factor Demográfico.
Las tendencias demográficas son menos inciertas, se pueden estimar escenarios más
precisos y anticipar mejor, salvo eventos apocalípticos. Los diversos escenarios de futuro
permiten constatar un impacto sustancial en la evolución de la sociedad mundial y en el
poder económico de las naciones. Para muchos, lo que antes se veía como un obstáculo
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al desarrollo (desempleo, pobreza e inestabilidad), hoy se considera un estímulo al
crecimiento. Países con población abundante, con crecimiento y mejor educada, tendrían
un “dividendo demográfico”, con una doble ventaja: una fuerza de trabajo joven para
producir y elevar productividad, y una mayor demanda por bienes y servicios.
La población mundial estaría en los 9 billones de habitantes el 2050 si la tasa de fertilidad
baja a 2, hipótesis probable a la luz de las tendencias de las últimas décadas (World
Population Prospects, United Nations, 2005). Esta gran expansión se produciría
principalmente en África del Sub Sahara, India, Pakistán y Bangladesh. Allí se ubicaría el
2030 la mitad del aumento mundial de población en edad laboral, entre 15 y 64 años.
(American Enterprise Institute, World Population Prospects and the Global Economy,
febr.2011).
La esperanza de vida global alcanzaría a 75 años en 2050. En los países desarrollados
subiría a 82, mientras en los pobres solo a 67 años. En grandes cifras, los mayores de 60
años pasarían de 800 a 2000 millones de personas en 2050. Además, hacia 2030 crecería
entre 20 y 30% la población trabajadora entre 50 y 64 años.
Esta prospectiva plantea el desafío de proveer educación toda la vida y un entrenamiento
permanente para mantener altos niveles de eficiencia y creatividad. Igualmente, la
población envejecerá y con ello crecerán las necesidades de financiamiento de la salud y
la previsión. Se abren importantes posibilidades de inversión a fin de proveer de servicios
a los adultos mayores, extender una vida de calidad, acrecentar su contribución
productiva, diseñar obras urbanas que proporcionen un medio ambiente de calidad,
conectividad y apoyo para extender la vida laboral.
Estas tendencias permiten atisbar escenarios muy relevantes para América Latina, por los
desplazamientos de poder entre naciones tamaños de mercados y sus necesidades.
¿Cómo evolucionarían las migraciones?
Pocos trabajos abordan el futuro de las migraciones. Uno relevante ha sido preparado por
la OCDE (OCDE,The Future of International Migration to OCDE Countries, 2009), donde
se exploran escenarios a partir de las distintas intensidades de los principales “drivers”:
crecimiento parejo o disparejo, convergente o divergente. En todos estos crecería la
migración, alentada por la aceleración del crecimiento, el progreso tecnológico
exponencial, que amplía las brechas de ingreso, el abaratamiento de transporte, internet
y las comunicaciones, la mayor homogeneidad cultural y la difusión de una cultura de la
diversidad. A ello se sumaría la existencia de migraciones ya instaladas en los países
receptores, que atraerían a sus conciudadanos. La globalización incrementaría
aceleradamente el conocimiento de idiomas y la posibilidad de poseer más de una
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nacionalidad, las empresas internacionales generarían mayor circulación de personal, al
igual que la de estudiantes, profesionales, artistas, etc. creándose el concepto de
movilidad, distinto del de migración, por ser temporal.
Para paliar el estancamiento y envejecimiento de la población, sobre todo en Europa, es
esperable una incorporación mayor de la mujer a la fuerza de trabajo y una extensión de
la vida laboral. También se prevé un aumento de la inmigración, dependiendo de la
velocidad de recuperación y el crecimiento económico . La demanda de inmigrantes
podría variar en magnitud, pero en cualquier caso se requerirá de jóvenes para elevar la
productividad, financiar las pensiones y otorgar servicios a los adultos mayores
El futuro de los países en desarrollo, especialmente los BRICS, necesitará personas con
capacitación media y alta. Tal tendencia podría generar flujos en direcciones nuevas. Unos
ocurrirán al interior de los mismos países, especialmente aquellos con alta ruralidad y
baja urbanización, (China e India). Otros atraerían por el diferencial de ingreso y de
crecimiento con sus vecinos.
La propensión a emigrar desde los países emergentes dependerá de sus economías y
estabilidad política. En la medida que se asiente una sociedad basada en el conocimiento,
quien disponga de más jóvenes con buena formación tendrá una ventaja. Habría que
anticiparse a una alta demanda y consiguiente escasez de jóvenes bien preparados. La
competencia seria más aguda en cuanto los países emergentes sean más atractivos que en
el pasado para los jóvenes con educación técnica o superior. Incluso podrían revertirse los
flujos y aumentar el número de jóvenes profesionales que emigren de algunos países
desarrollados a lo emergentes.
América Latina debería poner en marcha planes ambiciosos y asumir una posición más
agresiva en la formación de jóvenes. Es posible lograr una cobertura de 50% de la
educación superior, técnica o universitaria. Algunos países podrían arribar a esa meta en
menos de una década. Corea del Sur ha sobrepasado esa cifra. Y ha ido más lejos,
movilizando recursos para adiestrar a sus jóvenes en EEUU, país que mantiene el liderazgo
en este campo. América Latina está rezagada. Y es decepcionante constatar que Corea del
Sur, con 50 millones de habitantes, posee más estudiantes graduándose en EEUU que
América Latina y el Caribe, con una población 600 millones, 12 veces mayor y a menor
distancia.
Las “clases medias “¿motor del desarrollo?
Este grupo crecerá aceleradamente, estimándose un efecto relevante sobre la creación de
nueva demanda de bienes y servicios y sobre la disponibilidad de personal en edad de
trabajar y con mayor conocimiento. Dada su aumento explosivo en los países del Asia, se
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colige que ello favorecerá el desplazamiento de poder económico hacia el Este. El
tamaño de la clase media se elevaría a 3,3 billones en 2020 ya 4,9 en 2030. Lo más
impactante sería el aumento de Asia Pacifico, cuyas clases medias subirían de 23 del
total en 2008 a 66% en 2030. América del Norte disminuiría su porcentaje de 18 a 7%, y
Europa de 36 a 14% (ver Homi Kharas, The Emerging Middle Class in Developing
Countries, OCDE, February 2010).
¿Y qué ocurre con América Latina? Si bien crece el número de personas en esa categoría,
su peso en el mundo bajaría de 10 a 6%. El aumento de sus clases medias sería
sustancial. Sin embargo es en el mercado asiático donde debería concentrar desde ya el
interés. Si, como señala la OCDE, la demanda global de estas clases medias crecería de 21
(2009) a 56 trillones de dólares en 2030, y el 80% del incremento se generaría en Asia,
América Latina no debería esperar, sino anticiparse, instalando empresas, asociando
esfuerzos públicos y privados, investigando nuevas tecnologías y realizando un
seguimiento exhaustivo. Poco de esto se efectúa actualmente. Es indispensable evaluar
los cambios de la composición de la demanda por productos, diseño, diferenciación,
tecnología, y emprender acciones apropiadas para penetrar esos mercados.
El desplazamiento del poder en el planeta
Un “driver” indiscutible es el crecimiento del poder económico de Asia, especialmente de
China, y también de India, Corea y otros países del SE asiático. Los escenarios solo difieren
en la cuantía de este desplazamiento y sus consecuencias sobre el poder de las naciones y
el equilibrio y gobernabilidad del planeta. Todos los escenarios prospectivos hacen pensar
que la economía China excedería a la de EEUU antes de 2020. El economista indio A.
Virmani señala que India y Brasil superarían a Japón y a Francia, respectivamente,
alrededor de 2015, y Rusia a Alemania después de 2020.
¿Prevalecerán estas tendencias a futuro, que riesgos asoman y como aprovechar este
cambio?
China mantendría su expansión y, aun creciendo a menor velocidad, tendría una
gravitación sustancial y en aumento (Ver Arvind Subramanian, Eclipse, IIE, 2011). Sus
planes educativos, la alta inversión y absorción tecnológica, su expansión demográfica
hasta 2030 son factores dominantes y duraderos. Algunos expertos presumen una
expansión larga en China, impulsada por la prioridad política de alcanzar un mayor
ingreso per cápita y reducir la desigualdad, como requisito para crear una “sociedad
armónica”. China no buscaría suplantar a EEUU, ni competir militarmente y su meta
sería expandir el sistema liberal de comercio e inversión internacionales. (Ver Hu Angang,
China in 2030, Brookings Institution Press, 2011).
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Los escenarios menos optimistas destacan obstáculos como el alza de los costos de
manos de obra; algunas actividades se desplazarían hacia el oeste chino y a otros países
del SE Asiático. Las nuevas clases medias profesionales demandarán más participación y
nuevas libertades. Crecerían las demandas de trabajadores de menores ingresos en las
ciudades y los riesgos de corrupción.
¿Podrá evitarse una competencia militar? ¿Logrará China pasar de la absorción de
tecnologías foráneas a la creación de propias? ¿Lograra el PCCH abrir la sociedad sin
perder control? ¿Mantendrá EU un ímpetu innovador? Es indispensable que América
Latina siga de cerca estas evoluciones para escrutar mejor sus opciones y evaluar las
consecuencias de los distintos horizontes posibles.
Una inteligente política exterior latinoamericana consistiría en una combinación de
iniciativas con ambas potencias económicas, incluyendo a la Unión Europea junto a EEUU.
Tal vez con China se debería focalizar una estrategia en alimentos, energía y minerales,
todos de gran demanda, y manufacturas e infraestructura, de interés para América
Latina. También cabría vincularse financieramente, a través de Hong Kong, principal
centro financiero de China y Asia, y anticiparse a la internacionalización del RMB, que ya
comienza a desempeñarse como moneda global. Con Estados Unidos cabría a provechar
acuerdos educativos, energéticos y medioambientales, además de los comerciales y de
inversión. Y expandir exportaciones en nuevos bienes y servicios. También la región
habría de observar la evolución de otras regiones del planeta, África y Asia Central, con
alta probabilidad de crecimiento a largo plazo, abrir nuevas opciones políticas y
económicas, donde empresas latinoamericanas pueden hacerse presentes a tiempo,
siguiendo los pasos de Brasil en África.
El desplazamiento de poder económico global hacia el Este y el Sur genera nuevas
oportunidades a las llamadas empresas multilatinas. Debido a la crisis europea algunas
de esas naciones deberán deshacerse de activos estatales, como también privados
buscarán asociaciones con economías emergentes. Empresas chinas, indias o mexicanas
han adquirido algunos activos y podrían adquirir nuevos, para posicionarse en los
mercados de países desarrollados.
El traslado de poder relativo de Oeste a Este y de Norte a Sur dibuja el escenario de un
mundo multipolar, con menos hegemonías, pero con más riesgo de ingobernabilidad.
América Latina contaría con más espacio de maniobra e influencia y se beneficiaría si los
países actuaran coordinadamente para incidir en la reforma de las instituciones y la
definición de las reglas globales. Es a través de mayor softpower donde habrá de
ponerse el acento para conseguir un sistema global más equilibrado y justo. El
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hardpower, la fuerza militar sola, no es capaz de ocupar países de gran tamaño menos
cuando abrigan sentimientos nacionalistas.
5. La Urbanización del Planeta y la Ciudad del Futuro.
Vivimos en un mundo donde más del 50 % de la gente habita en ciudades El desarrollo
futuro ocurrirá principalmente en ellas. Para el 2050 se estima una urbanización global del
90%. Viviremos en un mundo cada día más urbanizado. Allí estará la fuerza del
crecimiento, la productividad y la calidad de vida. Un conocimiento más fino de la
evolución de las ciudades a nivel mundial y latinoamericano, permitirá decidir mejor las
políticas urbanas hoy, y trazar estrategias de desarrollo viables. (Urbanization Challenges
of the 21st Century, Joan Clos, UN Habitat Executive Director, 2010)
América del Norte y América del Sur poseen la mayor tasa de urbanización; cerca de 80%
de la población reside en ciudades. En África y Asia es levemente superior a 45%. . En
2025, América alcanzaría una tasa de urbanización de 85% mientras Asia llegaría a 53%
(China 59%, India 37%) y Europa 77%. Es en las naciones más rurales donde ocurrirá la
urbanización más acelerada, surgirán nuevas ciudades y crecerán las existentes.
En las 600 ciudades mayores del mundo habitan hoy cerca de 1500 millones de personas,
más del 20% de la población, y en ellas se genera cerca del 50% del GDP mundial. Un
estudio sobre las mayores ciudades proyecta hacia 2025 un escenario donde las 600
mayores acogerán a 2000 millones de habitantes, cerca del 25% de la población mundial,
y generarán más del 60% del PGB mundial. (Mckinsey Global Institute, Urban World:
Mapping the Economic Power of Cities, 2011). En tanto las empresas internacionales
seleccionarían donde instalarse, según la productividad y calidad de vida de las ciudades,
se intensificaría la competencia entre urbes.
Los gobiernos deberían proveer los mejores servicios, pues en numerosas ciudades los
problemas son agobiantes: falta de planificación urbana y debilidad institucional, carencia
de espacios públicos, segregación y exclusión, desigualdad, transporte público de baja
calidad, explosión del parque automotriz, saturando la infraestructura y elevando la
contaminación. Esta realidad las coloca en desventaja.
Las tendencias demográficas también vislumbran una disminución del tamaño de la
familia y, por tanto, un aumento del número de hogares para la misma población. Cada
hogar demandaría mayor superficie por habitante, a medida que aumenta el ingreso. En
consecuencia, el tamaño de las ciudades tendería a crecer a un ritmo más acelerado que
la población
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Los estudios sugieren priorizar los espacios públicos. Proponen elevar la densidad a
12000 hab/km2, especialmente en áreas vacías u abandonadas, evitar carreteras en
medio de la ciudad, normas de ahorro de energía en viviendas, reducción de CO2,
diseños urbanos con distancias adecuadas para la vida cotidiana de los peatones. La
acción debería apuntar también al mejoramiento de los servicios, para elevar
productividad y atraer a una fuerza de trabajo más educada y exigente. Ello implica
mejorar la conectividad nacional e internacional (Internet, tic), los servicios de agua y
electricidad, promover inclusión social y reducción de la desigualdad, mejores niveles de
educación y salud, abundancia de técnicos y especialistas, garantizar la seguridad y
fomentar la actividad cultural.
Si se agrega a ello la baja calidad de los servicios y el pobre diseño de las ciudades
latinoamericanas se infiere la necesidad de realizar grandes inversiones e importantes
proyectos urbanos para hacer ciudades atractivas. Así se lograría un mejor futuro, sin
perder ventajas con respecto a las ciudades asiáticas.
¿Cómo adelantarse y sacar ventaja del cuadro mundial que se atisba, a favor de las
ciudades de la región? Hacer ciudad no es una responsabilidad que pueda recaer
exclusivamente en arquitectos y urbanistas. Si la ciudad moderna devendrá un factor
principal de las estrategias de desarrollo, correspondería integrar el tema a la
planificación nacional y a las propuestas políticas. Debería existir una Visión al 2030,
fortalecer la planificación urbana, ampliar la acción del estado y los espacios de
participación ciudadana. Actuando a tiempo se puede aprovechar el potencial de las
ciudades grandes y medianas. Las primeras requerirán de grandes inversiones para
corregir sus distorsiones, competir con las mejores y mejorar la vida, y las segundas
desde ya han de planificarse mejor.
6. Ciudadanos empoderados. ¿Cómo prepararse para gobernar en democracia?
La magnitud de los cambios desafiará la gobernabilidad nacional y global en los próximos
años y décadas. El desplazamiento de poder, la enorme conectividad, la variedad de
procesos en juego ampliarán el número de potenciales conflictos sociales, económicos,
medioambientales y militares. Dos grandes tendencias amenazarían la gobernabilidad: a)
la multipolaridad global y b) el empoderamiento ciudadano nacional. El poder estaría más
repartido y disperso en cada país y entre naciones, y ello expondría situaciones de
confrontación y también de cooperación.
En relación a la gobernabilidad global, EE.UU. vería reducir su poder hegemónico, pero
preservaría una posición preeminente, en muchos casos imprescindible para resolver
conflictos interestatales o graves crisis nacionales. Ese menor poder obligaría a EEUU a
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actuar en el marco de acuerdos internacionales y de las NU. Se robustecerían otros
poderes regionales, con los cuales habría que arribar a acuerdos para la gobernabilidad.
En otros periodos históricos, la ausencia de un poder hegemónico y su reemplazo por
varios poderes nacionales de magnitud similar ha elevado los riesgos de conflicto. Solo la
creación de un espíritu más acendrado de cooperación permitiría la contención de
disputas militares.
La aspiración por la libertad y la democracia será un driver de futuro. Con frecuencia se
olvida que la democracia recién comenzó a propagarse, de manera masiva, después de
la segunda guerra mundial. Y tuvo ciclos; en los 70 en Europa del Sur (Grecia, Portugal,
España), en los 80 en América Latina, en los 90 en Europa Central y las ex republicas
soviéticas o afines, y a comienzos de este siglo en el norte de África y el Oriente Medio.
Las ideas que maduran en la conciencia de las personas son precursoras de cambios.
Gracias a la educación y a las tecnologías de la comunicación, las nuevas generaciones
tendrán más conciencia de sus derechos. La presencia de la mujer y su participación
política se expandirán. Las aspiraciones se transmitirán velozmente de unos grupos a
otros, de unos países a otros. Si a la fuerza de las convicciones se agrega el surgimiento
de una clase media con predisposición a terminar con privilegios, garantizar igualdad de
oportunidades, ganar transparencia y participación, es plausible concluir que las actuales
instituciones y formas de gobernar se transformarán. En algunos casos ello acontecería
de manera constructiva y progresiva, en otros podría de manera abrupta y dislocada.
¿Qué nuevos retos se derivan de los escenarios futuros para la gobernabilidad? ¿Qué
cambios adelantar para encauzar las nuevas aspiraciones en un marco institucional? A la
homogeneidad que impone la globalización se contrapondría la identidad de las
comunidades, que se manifestaría con más fuerza. La sociedad civil trascendería la
representatividad democrática formal y los partidos políticos sufrirán ese embate. Una
institucionalidad desbordada, incapaz de integrar a la ciudadanía puede ser causal de
ingobernabilidad, peor aún si se opta por reprimir las libertades. La gran tarea será
fortalecer esa sociedad civil y rediseñar los canales institucionales para encauzar las
transformaciones. Una sociedad mejor debe proponerse nuevas formas de consulta y
participación, descentralización y poder local.
El papel del Estado, muy probablemente, se extenderá. Regular los mercados, evitar
crisis y abusos de poder, promover la inclusión social, reducir desigualdades, proveer
bienes públicos, proteger el medio ambiente, equilibrar el desarrollo de las regiones,
fomentar y realizar investigación científico tecnológica son metas que requerirán de un
Estado ágil, dotado de personal idóneo, recursos de inversión y atribuciones . En el
pasado, cuando se implantó el llamado Consenso de Washington, se provocaron duros y
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desiguales ajustes, recayendo el peso sobre los pobres, sin mitigación social, al paso que
los activos del Estado se privatizaban a manos de unos pocos grupos económicos. En
América Latina los aparatos del estado son débiles e ineficientes, poco transparentes y
clientelistas. Así lo percibe gran parte de la opinión pública latinoamericana. Los desafíos
en ciernes no se podrían encarar con el mismo Estado, y allí radica el reto de cómo
fortalecerlo y hacerlo eficiente
Una multipolaridad que dificulte acuerdos de acción conjunta y la eclosión de las
tecnologías de comunicación podrían crear más espacio a las bandas criminales, al
terrorismo químico, biológico y nuclear y a los ciberataques. Incluso podrían organizarse
“gobiernos virtuales”, sin una localización territorial fija, capaces de amenazar y propinar
golpes. (Ver European Union Institute for Security Studies, Global Governance 2025: At a
Critical Juncture, 2011). El crimen organizado, vinculado a la droga, desestabiliza a los
gobiernos y corroe a los Estados. Su combate ha de ser una acción conjunta de todos los
países para conjurar estos riesgos futuros.
Los escenarios más riesgosos derivarían de la fragmentación política al interior de los
países o de la disputa entre países. Si las alianzas son frágiles y se carece de un poder
suficiente para hacer cumplir los acuerdos, se postergarían las decisiones y agravarían los
problemas. Emergería la violencia y la anarquía. Los escenarios deseables obligarán a
adoptar políticas de cooperación, con instituciones dotadas de recursos y atribuciones, y
respaldadas en acuerdos amplios y democráticos. El liderazgo es clave. Se necesitará
formar líderes con capacidad de oír, persuadir y coordinar, a nivel nacional e
internacional, para la gobernabilidad global en democracia. Un mundo mejor es aquel
cuyos gobiernos son capaces de estimular la cooperación y reducir la violencia. América
latina puede jugar un papel más activo en los escenarios que iluminan los futuros posibles.
El rezago del pensamiento estratégico en América Latina y la oportunidad de avanzar
Los países latinoamericanos deben hacer un esfuerzo sistemático de planificación
estratégica que busque incorporar conocimiento sistemático de las tendencias globales y
de los posibles escenarios futuros. Aun no existe una “comunidad “de pensadores
latinoamericanos que se coordinen dentro de cada país, y menos entre países, para
compartir sus prospectivas. Esta falencia puede tener un costo alto ya que la globalización
se acelerará considerablemente, y lo vivido aparecerá como un proceso en cámara lenta
comparado con lo que vendrá.
Los conceptos de planificación que predominaron entre los años 50 y 70 están obsoletos,
y los Estados disminuyeron su influencia, a favor del mercado, quien adquirió una
preminencia desproporcionada. Los ministerios de planificación han ido debilitándose o
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desapareciendo. En Chile, por ejemplo, en 2011 se remplazó el Ministerio de Planificación
por uno responsable de coordinar las políticas sociales.
En los últimos años se han efectuado algunos esfuerzos por gobiernos, organismos
internacionales, universidades o centros independientes. Entre ellos cabe mencionar
China 2030, elaborado por el gobierno chino con el Banco Mundial, (Banco Mundial,
China 2030, 2012), India 2039, (Centennial Group, India 2039, 2011), Asia 2050 , que
abarca varios países de esa región ( Asian Development Bank, Asia 2050, 2011), Brasil
2022, elaborado por la Secretaria de la Presidencia, México 2042 ( Centennial Group de
Washington en colaboración con organismos mexicanos, México 2042, 2012 ). El Colegio
de Ingenieros de Chile ha publicado el documento Chile 2025 y el Colegio de Ingenieros de
Pero, Perú 2040. La CAF con ha encargado el texto América Latina 2040. Existen muchos
otros, sobre temas específicos-- energía, agua, comercio, migraciones, alimentos, cambio
climático—que comienzan a multiplicarse.
En los estudios latinoamericanos se aprecia un esfuerzo innovador, aunque persisten
algunas debilidades. Menciono tres. Primero, es frecuente que se efectúen proyecciones
lineales del pasado, en lugar de diseñar escenarios. Hay escasa consideración a los
fenómenos globales y su posible impacto en cada país. Segundo, se trata de esfuerzos
esporádicos, sin continuidad, lo que conspira contra la necesaria acumulación de
conocimientos, adiestramiento de personas y seguimiento de los procesos mundiales. Por
último, tales estudios, varios de ellos sectoriales, no se integran entre sí, por ausencia de
un espacio organizado de conversación nacional.
Una mirada comparativa es útil para descubrir cómo actúan los más exitosos. Los
enfoques innovadores suelen ser comparativos. Por ejemplo, el documento Chilean
Deverlopment Through Asian Eyes, preparado por el Banco Mundial, resalta aspectos
difíciles de descubrir con un enfoque local. En el libro América Latina 2040 también se
despliegan análisis comparados con Asia. Allí se resalta la baja tasa de inversión en
América Latina, el escaso mejoramiento de la productividad total de factores (educación,
innovación, deficiencias institucionales) en comparación con países medianos de Asia, el
exceso de ideologismo en los debates sobre Estado y mercado, y la falta de pragmatismo,
en desmedro de las mejores políticas. También devela la escasa presencia del Estado
como articulador de proyectos de largo plazo y la desigualdad y exclusión social, que
socavan la cohesión necesaria para acometer metas ambiciosas.
Las políticas de desarrollo en Latinoamérica privilegian desproporcionadamente el buen
manejo macroeconómico y reposan en demasía en los precios de los commodities,
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descuidando aquellas transformaciones de largo plazo. Para elevar la competitividad de
los productos de exportación, se estimula la inversión extranjera mediante diversos
incentivos tributarios. Se han conseguido frutos hasta ahora. Sin embargo, el auge de los
recursos naturales ha restado agresividad para crear una capacidad productiva de bienes y
servicios con tecnología más avanzada y nueva capacidad exportadora. Las grandes
empresas exportadoras de minerales o petróleo operan como enclaves y no como
promotoras de nuevas empresas y de un desarrollo tecnológico mayor. Esta necesidad
aflora con nitidez al analizar los escenarios más probables en la próxima década. No
basta con una buena gestión macroeconómica. Y menos, encerrados en una visión
nacional, con escasa consideración a los cambios mundiales
La complejidad de la base productiva es la variable que mejor se correlaciona con
crecimiento y desarrollo. (MIT, Seminario sobre Futuro, Senado Chile, Hidalgo). Esa
complejidad se sustenta en la calidad de la educación, la investigación científica y
tecnológica y la infraestructura. El crecimiento verde es hoy el eje de la estrategia de
países innovadores de Asia. Anticiparse abrirá posibilidades. Los avances exigen de una
participación pública para coordinar la acción público privada con los equipos de
investigación tecnológica.
Otro desafío, y a la vez una condición para una estrategia global competitiva, es reducir
la desigualdad. América Latina es una de las zonas donde impera una mayor desigualdad
del planeta, y en algunos países perduran altos grados de discriminación y desconfianza
entre las personas (OCDE y Latinobarómetro) . Abundantes estudios internacionales
revelan que la desigualdad es causa del retardo educacional y de la salud, de violencia,
amenaza a la paz social, y retrasa el crecimiento. (Una contundente compilación de
antecedentes en Richard Wilkinson y Kate Pickett, The Spirit Level, 2010). Además,
cuando hay desigualdad se aminora la satisfacción de las personas. (Richard Layard,
Happinnness: Has Social Science a Clue?, London School of Economics, 2003; Carol
Graham, Happiness, Oxford Univ Press, 2009). Del combate a la pobreza, ya iniciado, se
debe propender a la reducción de las brechas entre ricos y pobres, entre la población
urbana y la rural, entre la capital y las regiones de cada país, entre remuneraciones de
hombres y mujeres y con los pueblos indígenas.
La demanda por igualdad de oportunidades y participación política van de la mano con
la protección del medio ambiente. Las tres están interrelacionadas, pues las medidas más
eficaces deben atenderlas simultáneamente. Un cambio productivo que genere trabajo
decente requiere un país inclusivo, con mejor educación y un desarrollo sustentable
(James Gustav Speth, The Bridge at the Edge of the World, Yale Univ Press, 2008.
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En programas de gobierno y campañas presidenciales de América Latina, habitualmente
estos elementos no están ni articulados ni se comprometen metas definidas en el
tiempo. Para navegar mejor en el mundo que se está configurando, en los escenarios
positivos o inquietantes, los países requeriran mas unidad interna, un nuevo pacto fiscal y
social, reformas tributarias que capten más ingresos para invertir en inclusión social,
bienes públicos, tecnología y emprendimiento.
Las tecnologías de comunicación e información podrían tener un impacto aun mas
disruptivo que en el pasado. Podrían acarrear una explosiva movilización social,
obligando a crear nuevas instancias de participación ciudadana para la gobernabilidad.
Habrá más presión por alcanzar logros rápidos y desnudar privilegios ocultos. La
transparencia se extenderá a todos los rincones del planeta. Por otro lado, los gobiernos
dispondrán de capacidad tecnológica para controlar a los ciudadanos.
La democracia se ha asentado, haciéndose parte de la cultura, en mayor o menor grado.
Todos advierten la necesidad de afirmar las instituciones, dotándolas de mayor
representatividad y transparencia, y de crear nuevos espacios de participación. Asimismo,
corroboran la necesidad de contar con aparatos públicos empoderados y eficientes para
regular mercados, reducir la desigualdad y promover el conocimiento. En una nueva etapa
del desarrollo latinoamericano urge desconcentrar las estructuras de poder y crear más
poder local. Las relaciones entre Estado, sociedad civil y mercado muestran un sesgo a
favor de este último, constriñendo el despliegue de la sociedad civil y del Estado. Esta
meta podrá verse favorecida o perjudicada según el contexto internacional y, por tanto,
condicionarán las decisiones nacionales.
La gobernabilidad para el cambio requerirá de innovaciones institucionales para que las
aspiraciones se canalicen en el marco del estado de derecho. Las demandas sociales, de
equidad, transparencia y participación son un fenómeno global que se propagará
rápidamente de un país a otro. La primavera árabe es un ejemplo paradigmático, también
el movimiento de los indignados y sus variantes. La gobernabilidad también requerirá de
una acción enérgica contra el crimen organizado y la droga, que se articulan
internacionalmente. Es un tema global, son redes internacionales cuyo combate requiere
coordinación entre gobiernos en control de armas, políticas antidrogas
De su parte, el mundo multipolar reclamará de los estados nacionales nuevas alianzas
para la reforma de las instituciones internacionales. La globalización demanda más, y no
menos, Estado.
En suma, el cumplimiento de las prioridades latinoamericanas dependerá de factores
globales. Quien las estudie concienzudamente sacará provecho de las oportunidades.
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Quien las desconozca avanzará con retardo y tropezones. El desafío latinoamericano es
elaborar estrategias de alcance largo, concitar el apoyo político con una visión y una
narrativa que comprendan el mundo que habitaremos.