Informe sobre la perspectiva de género de LEGS: cómo mejorar la

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Informe sobre la perspectiva de género de LEGS: cómo
mejorar la integración de la perspectiva de género en la 2ª
edición del Manual de LEGS
Fotografía: Kelley Lynch/Save the Children USA
Autora: Beth A. Miller, DVM, [email protected]
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ÍNDICE
I.
Introducción
II.
Definiciones
a. Género
b. Análisis de género
c. Integración de la perspectiva de género
d. Hogares
III.
Roles de género en la producción y comercialización de ganado
a. Medios de subsistencia pastoralistas
b. Sistemas mixtos de ganado y cultivo
c. Áreas peri/urbanas
d. Conclusiones sobre género, ganado, medioambiente y resiliencia
IV.
Normas Mínimas para LEGS (Cap. 3)
a. Participación
b. Evaluación inicial
c. Respuesta y coordinación
d. Selección de beneficiarios
e. S&E e impacto sobre medios de subsistencia
f. Apoyo técnico y competencias de organismos
g. Preparación
h. Incidencia y políticas
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
Reducción de ganado
Servicios veterinarios y salud animal
Recursos alimentarios
Agua
Refugios y asentamientos
Provisión de ganado/repoblación
Conclusiones
Recomendaciones
Bibliografía
Nota: Este artículo es un encargo del Proyecto LEGS como parte del proceso de aportaciones a la revisión del Manual de LEGS. La investigación y redacción del mismo corrió a cargo de una consultora independiente. Los puntos de vista expresados en el mismo pertenecen exclusivamente a su autora. InformesobrelaperspectivadegénerodeLEGS
I.
Introducción
La primera edición de las Normas y Directrices para intervenciones ganaderas en
emergencias (2009) se basa en el Proyecto Esfera, que aplica un enfoque basado en
derechos humanos para orientar la respuesta a los desastres. En la primera edición se
observa que la experiencia de los desastres y de la etapa posterior a los mismos es
distinta en hombres y en mujeres, en función de sus roles y responsabilidades
culturalmente definidos. El género se reconoce como un tema transversal que afecta
todas las etapas y todos los tipos de respuestas a desastres. Es más, cada sección
incluye breves ejemplos de diferencias de género típicas, como por ejemplo el que las
mujeres y las niñas tengan días laborales más largos y deban afrontar mayores riesgos
de seguridad durante las sequías en los trayectos para recoger agua para la familia y el
ganado, o el mayor riesgo de muerte para los hombres durante las guerras. También,
en todo el Manual se dan muchos ejemplos de grupos de mujeres seleccionados como
socios de implantación o como fuente de respuestas creativas.
La adecuación del contenido del Manual en materia de perspectiva de género depende
de los lectores a los que va dirigido, que son expertos en ganado, trabajadores
humanitarios o representantes de organismos donantes. Los profesionales del sector
ganadero como los veterinarios y los expertos en ciencia animal, a menudo carecen de
la familiaridad y de la competencia necesarias en el análisis de género, así como de las
destrezas participativas para ejecutar una evaluación o respuesta equilibrada en
términos de género. En los países en vías de desarrollo donde los desastres naturales
se agravan hasta convertirse en crisis humanitarias, las mujeres se encuentran en
sustancial desventaja con respecto a los hombres, y las normas culturales dan
prioridad a las ideas y experiencias de los hombres. El personal sanitario sin formación
previa en sensibilidad o análisis de género puede que no vea esto como un problema,
ya que parece “normal”. Aunque entiendan que aumentar la atención a las necesidades
y perspectivas de las mujeres aporte ventajas, es posible que se muestren reacios a la
hora de desafiar la cultura local durante un tiempo tan emocionalmente duro como una
emergencia.
LEGS también va dirigido a personal humanitario con conocimientos limitados sobre
ganado. Con frecuencia están familiarizados con obstáculos típicos a los que se
enfrentan las mujeres durante las emergencias, como pueden ser el exceso de trabajo
y la falta de seguridad. Desafortunadamente, estos profesionales están tan centrados
en salvar vidas humanas que la vinculación entre ayuda y desarrollo no es una
prioridad y, por tanto, se pierde una oportunidad importante para mejorar el estatus de
la mujer a largo plazo. Por ejemplo, las prioridades de la ayuda son mantener a las
personas vivas, por lo que puede existir la disposición para que las mujeres reciban
aves o cabras para proporcionar alimentos a la familia. Esto es importante, desde
luego, pero no desafía el rol tradicional de la mujer como proveedora de alimentos para
la familia. A no ser que la repoblación se vincule a estrategias a largo plazo que ayuden
a mujeres a organizarse en grupos, ofreciendo formación en comercialización y, lo que
es más importante, trabajando con los hombres para que no se apropien de los
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ingresos que generen las mujeres, el resultado final es el refuerzo del status quo y el
estatus subordinado de la mujer.
El tercer grupo lector del Manual de LEGS está constituido por directivos de la
comunidad donante y de los organismos humanitarios. Se requiere una reforma para
mejorar la vinculación entre la ayuda y el desarrollo, por lo que la financiación debe
aumentar. Es un hecho demostrado que un desarrollo exitoso y sostenible está
íntimamente ligado con el empoderamiento de la mujer (Banco Mundial), por lo que los
líderes deben encontrar el presupuesto necesario para prestar una atención más
explícita no sólo al apoyo a la capacidad de las mujeres para alimentar a sus familias,
sino también a reforzar su voz en el hogar, en la comunidad y en la toma de decisiones
a nivel nacional.
Según DARA, un organismo de vigilancia de la ayuda humanitaria, la capacidad del
sector humanitario para dar asistencia ha mejorado con el tiempo, pero el progreso en
la consolidación de buenas prácticas de donantes y en la reforma del sector ha sido
limitado. Aunque la mayoría de los donantes incluyen la perspectiva de género en sus
políticas, su financiación no se asigna siempre a proyectos que incorporen un análisis
de género adecuado y pocos donantes realizan un seguimiento y una monitorización de
cómo se aborda el género en los programas que apoyan (HRI).
LEGS podría plantearse la conveniencia de crear 3 formatos distintos, uno para cada
grupo de lectores, y personalizar sus cursos de formación para cada categoría de
lector, ya que cada grupo parte con distintas fortalezas y necesidades.
LEGS presenta un argumento excelente a favor del enfoque basado en medios de
subsistencia para asegurar que la ayuda lleve a un desarrollo sostenible, lo cual es
especialmente importante para organismos humanitarios que no han considerado los
impactos del desarrollo a largo plazo. El modelo empleado debe actualizarse de forma
que incluya más consideraciones de género, ya que considerar el hogar con una única
entidad lleva al error y, a menudo, al desempoderamiento de la mujer (Njuki and Miller,
Livestock and Gender: Achieving poverty alleviation and food security through livestock
policies that benefit women). Cuando se buscan y abordan de forma intencionada las
perspectivas de las mujeres, los proyectos ganaderos pueden incluir objetivos como,
por ejemplo, una carga de trabajo menor, más beneficios de agricultura y mayor
capacidad de toma de decisiones dentro de la familia y la comunidad, lo que lleva a un
aumento de la resiliencia ante futuros desastres, una calidad de vida mejorada y el
disfrute de los derechos humanos para las propias mujeres y para sus familias.
II.
Definiciones (género, análisis, integración de perspectiva de género, hogar)
Género: se refiere al hecho de que las personas tienen una experiencia de una
determinada situación que es distinta según hayan nacido hombres o mujeres. El sexo
se refiere a los atributos biológicos de mujeres y hombres. Es natural, está determinado
por nacimiento y, por tanto, por lo general, no está sujeto a cambios y es universal
(Esfera). El género se refiere a los roles y responsabilidades socialmente determinados
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de hombres y mujeres en una cultura dada, y el rango de comportamiento aceptable o
“normal” que se espera de ellos.
La igualdad de derechos de hombres y mujeres es explícita en la Carta Humanitaria de
Esfera. Las mujeres y los hombres tienen los mismos derechos a la asistencia
humanitaria y a la protección, al respeto por su dignidad humana, al reconocimiento de
la igualdad de sus capacidades humanas, incluida la capacidad para hacer elecciones,
a las mismas oportunidades de actuar sobre esas elecciones y al mismo nivel de poder
para dar forma al resultado de sus acciones. Las respuestas humanitarias son más
efectivas cuando se basan en un entendimiento de las distintas necesidades,
vulnerabilidades, intereses, capacidades y mecanismos de afrontamiento de mujeres y
hombres, niñas y niños de todas las edades y de los distintos impactos de los
desastres o de conflictos sobre ellos. La comprensión de estas diferencias, así como de
las desigualdades en los roles y cargas de trabajo de mujeres y hombres, en el acceso
y en el control sobre recursos, en el poder de toma de decisiones y en las
oportunidades para desarrollar capacidades, se logra mediante el análisis de género.
Análisis de género: es el examen y la evaluación sistemática de la diferencia en el
acceso y el control de recursos entre hombres y mujeres en un determinado contexto
social. Ayuda a identificar y abordar las limitaciones que hacen que hombres y mujeres
no puedan beneficiarse de los recursos. Aunque los hombres pobres y las mujeres
pobres compartan muchos obstáculos durante una emergencia, o en la mejora de la
resiliencia de sus medios de subsistencia, como puede ser una falta de personal
veterinario formado o financiado, las mujeres a menudo deben afrontar obstáculos
adicionales, como por ejemplo una movilidad reducida, el analfabetismo, falta de
seguridad en sí mismas y falta de conocimientos empresariales. Los pequeños
ganaderos también tienen una gran experiencia y unos conocimientos muy valiosos
que pueden pasar desapercibidos o no llegar a ser valorados por parte de expertos
externos y, también en este caso, este conocimiento suele ser distinto para mujeres
que para hombres, en función de sus roles en los medios de subsistencia.
El género afecta a otros temas transversales. Los objetivos humanitarios de
proporcionalidad e imparcialidad significan que debe prestarse atención a lograr una
equidad entre mujeres y hombres y asegurar la igualdad de resultados. Históricamente,
la atención a las relaciones de género ha sido impulsada por la necesidad de abordar
las necesidades y las circunstancias de las mujeres y niñas, ya que las mujeres y niñas
suelen estar en mayor desventaja que los hombres y las mujeres. Sin embargo, cada
vez más, la comunidad humanitaria reconoce la necesidad de comprender lo que los
hombres y niños afrontan en situaciones de crisis (Esfera). Por ejemplo, durante los
conflictos armados, los niños están en mayor riesgo de abducción y de ser forzados a
convertirse en soldados y matar civiles, causando estrés psicológico severo que debe
abordarse en los campos de refugiados o después del reasentamiento.
El género es una variable crítica en cualquier respuesta humanitaria, porque los
hombres y las mujeres tienen distintas experiencias, prioridades, activos y
necesidades. La discriminación de género se junta con, y a menudo subyace a, la
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pobreza y la impotencia que pueden intensificar la vulnerabilidad de las mujeres y de
las niñas durante los desastres.
El prejuicio basado en el género es la forma más extendida de exclusión social, e
incluso las mujeres urbanas de las élites experimentan discriminación de género. La
desigualdad de género es en sí misma una causa de pobreza y de profundización de la
pobreza en una sociedad, y por tanto debe constituir parte integral de cualquier medida
de erradicación de la pobreza (Kabeer). Hay pruebas recientes (Banco Mundial) (FAO)
que muestran que una mayor igualdad entre mujeres y hombres puede llevar a una
mejora en la productividad agrícola, a niños mejor alimentados y a una gestión de los
recursos naturales mejor, lo que hace más resiliente a poblaciones proclives a los
desastres.
Los trabajadores del sector ganadero deben entender las relaciones entre hombres y
mujeres si van a contribuir a unas respuestas de emergencias que tengan éxito.
Mientras que deben respetar las normas culturales para comunicarse con las
comunidades afectadas, también deben evaluar cualquier desventaja sistemática
experimentada por mujeres y niñas. El objetivo de la respuesta a desastres es asegurar
que no se vuelva al anterior status quo, que puede que apoye la discriminación, sino
mejorar la resiliencia de la comunidad ante crisis futuras, lo cual requiere desarrollar la
capacidad y los activos de las mujeres además de los de los hombres (Brocklesby,
Hobley and Scott-Villiers). La respuesta ante un desastre no debe minar las
protecciones tradicionales para la mujer, lo que significa que la intervención requiere un
conocimiento profundo de la cultura local.
La discriminación por género se encuentra no solo en las comunidades afectadas sino
también entre el personal de los organismos que participan en la respuesta. Los más
altos niveles de toma de decisiones en organismos gubernamentales, multilaterales,
humanitarios y otras organizaciones están muy dominados por hombres. El personal
femenino puede experimentar obstáculos a la hora de obtener un ascenso, y puede
sufrir acoso y agresión sexual. Las instituciones que valoran y abordan la igualdad de
género de forma interna mediante políticas o estrategias de género tienen más éxito
abordando las desigualdades de género que se encuentran sobre el terreno.
La integración de la perspectiva de género es la estrategia de integrar objetivos de
igualdad de género en todos los aspectos del trabajo de una organización, incluidas las
prácticas y políticas internas, así como desarrollo de proyectos, monitorización,
evaluación y financiación. Esto legitima la igualdad de género como un valor
fundamental y como una elección de la organización, y es a la vez una visión de un
futuro mejor y un medio para lograrlo.
Las respuestas humanitarias deben organizarse con los miembros de la comunidad
afectada, pero con frecuencia el hogar es la principal unidad de análisis y de asistencia.
Esto puede generar errores, ya que los hogares no son uniformes, ni a sus miembros
se les trata igual.
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Los hogares son diversos, dinámicos y se resisten a la categorización fácil. Sin
embargo, la mayoría de las intervenciones en desastres y de los resultados del impacto
(si los hay) se basan justamente en los hogares. Un hogar generalmente se refiere a un
grupo de personas que comen y viven juntos. También es la unidad básica de
producción y de consumo, aunque los recursos no se compartan de forma igualitaria
(Kabeer). Los hogares son en esencia empresas cooperativas, pero cada miembro
también realiza actividades y tiene preferencias individuales. Por ejemplo, en granjas
mixtas de cultivo y ganado en África, tanto los maridos como las mujeres trabajan
parcelas individuales, pero también tienen parcelas conjuntas (C. Okali). El ganado
puede ser propiedad de los dos o de cada uno por separado y cada uno puede tener
derecho a los animales del otro, de maneras que no encajan con los conceptos
occidentales de propiedad (Flinton)
La recopilación de datos antes o durante un desastre suele registrar la condición del
hogar, según esté encabezado por un hombre o por una mujer (o bien si es un hogar
sin hombre adulto presente). Según el concepto de cabeza del hogar, hay una persona
encargada de la toma de decisiones que conoce todas las actividades de todos los
miembros del hogar, y comparte la información de forma objetiva. Cuando está
presente un hombre, se asume que él es la cabeza de familia, y cuando hay objeciones
culturales a que una mujer pueda serlo, puede nombrarse cabeza de familia a un niño
masculino.
Las mujeres pueden liderar sus propios hogares tras una muerte o el divorcio (cabezas
de jure o legales), aunque a menudo siguen sujetos a la autoridad de los hermanos o
del padre del marido, u otros familiares hombre. Muchos hombres rurales migran para
obtener trabajo remunerado y pueden volver a casa cada semana, cada mes o rara
vez. Sus mujeres se convierten en las cabezas de los hogares de facto, ocupándose de
tareas agrícolas tanto masculinas como femeninas, pero la toma de decisiones con
frecuencia se retrasa, ya que una mujer puede temer tomar una decisión sin el
consentimiento del marido (Njuki and Miller, Livestock and Gender: Achieving poverty
alleviation and food security through livestock policies that benefit women).
En la mayoría de las culturas tradicionales, el matrimonio era universal para hombres y
para mujeres, pero cada vez con mayor frecuencia las mujeres crían a los hijos sin
pareja masculina permanente. Esta tendencia va en aumento en África y es muy
frecuente en el Caribe y en núcleos urbanos. En India y en otras partes de Asia las
mujeres no casadas resultan gravemente marginadas, así que puede ser difícil
determinar el estado civil de una mujer.
El término cabeza de hogar es problemático por la falta de uniformidad en el significado
y no implica necesariamente la toma de decisiones independiente. Por ejemplo, entre
los masai en Kenia, la idea de una cabeza de familia mujer era imposible por tradición y
sin embargo, cuando se subdividieron las haciendas comunitarias, el Gobierno de
Kenia requirió que las viudas fueran consideradas cabezas de hogar. Ahora existe
mucha confusión sobre el término porque se espera que estas mujeres pidan permiso a
un familiar masculino para vender tierra o ganado (Wangui).
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La cabeza de hogar puede controlar las asignaciones de trabajo de los subordinados.
Normalmente, los hombres mayores informan a mujeres y a hombres jóvenes de las
tareas del día, lo que reduce la cantidad de tiempo que estos últimos pueden dedicar a
sus propias explotaciones agrícolas o empresas (Kristjanson). La cabeza de familia
puede también apropiarse de efectivo o recursos que le traen los subordinados. En
estudios en Kenia, Tanzania y Mozambique, (Njuki) se comprobó que las mujeres
gestionaban menos del 30% de los ingresos de ganado y de productos ganaderos a
pesar de sus roles en el cuidado de los animales.
Dentro de los hogares, puede surgir conflicto entre hombres y mujeres sobre productos
animales como la leche. Por ejemplo, cuando los hombres venden terneros vivos,
prefieren dejar más leche en las ubres para los animales jóvenes, mientras que las
mujeres prefieren tomar más leche para las necesidades del hogar y su venta.
Investigaciones en el norte de Kenia y sur de Etiopía mostraron que los hombres se
resistían deliberadamente a aumentar las actividades comerciales por parte de sus
mujeres alejándose del núcleo urbano (McPeak, Little and Doss).
En Asia es típico que los generadores de ingresos masculinos y femeninos den el
dinero a la cabeza de familia (masculina), que a su vez, decide cuánta “paga” asignar a
los miembros de la familia (B. Miller).
La mayoría de los datos existentes sobre propiedad, salud y gestión de ganado se basa
en encuestas con la cabeza de familia masculina y por tanto ofrecen escasa
información acerca de los roles y de los conocimientos de las mujeres. Los maridos y
las mujeres tienen conocimientos imperfectos del trabajo, de los roles y de la
experiencia del otro, lo que limita el valor de la mayoría de los datos recopilados
exclusivamente de una persona. En general, el marido es menos consciente de la
economía del hogar cuando trabaja fuera de casa, al menos durante parte del tiempo,
cuando los medios de subsistencia son más complejos (p.ej. tienen más generadores
de ingresos) y cuando el hogar es más sofisticado, con miembros femeninos educados
o residencia en una población mayor (Fisher, Reimer and Carr). Además de los activos
y de los ingresos, los cónyuges con frecuencia carecen de información acerca de los
ahorros del otro, de los gastos privados, de la titularidad de cuentas bancarias o de
préstamos (Fletschner and Mesbah).
En muchas culturas, el cabeza de familia masculino no está obligado a compartir
información acerca de los ingresos del “hogar” [u otras cuestiones] con su mujer u otros
subordinados. Durante una discusión de grupo acerca de los ingresos de hogares en
Ihanda, Tanzania, una mujer dijo: Estamos en África; no se pregunta por las finanzas
de un marido. Además, los hombres tienen un bolsillo, uno delante y otro detrás. El de
delante es el único que es visible para su mujer; el de atrás, lo guarda para sí para
cubrir sus propias necesidades y las de nadie más’ (Saghir).
En un estudio del sur de Malawi, los hombres y las mujeres estaban de acuerdo en que
solo los ingresos agrícolas se pusieran en común, mientras que los ingresos de otras
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actividades como la gestión de pequeños negocios o el trabajo como jornaleros, se
consideraban por lo general como algo que pertenecía a la persona que ganaba los
ingresos y las aportaciones al hogar eran voluntarias (Fisher, Reimer and Carr).
Los hogares encabezados por mujeres por lo general tienen menos activos y son más
vulnerables en caso de desastre. Durante la crisis de precios de 2008, los miembros de
hogares encabezados por mujeres sufrieron mayor inseguridad alimentaria y hambre,
porque gastaron una mayor proporción de los ingresos del hogar en comida y porque
eran menos capaces de responder mediante un aumento de la producción alimentaria
(Zezza, Davis and Azzarri).
Incluso en hogares encabezados por hombres, los activos de los hombres y de las
mujeres con frecuencia se usan para abordar el riesgo de forma diferente. Los activos
de las mujeres, por lo general menos valiosos y más transferibles, son a menudo los
primeros que se venden cuando un hogar entra en crisis (Quisumbing and Pandolfelli).
Al usar sus activos para proteger el bienestar del hogar a corto plazo, es posible que
las mujeres estén poniendo en peligro su propio bienestar a largo plazo y el de sus
familias. Durante tiempos de inseguridad alimentaria, las mujeres con frecuencia limitan
su propio consumo primero, en lugar de reducir la cantidad de comida administrada a
todos los miembros de la familia, De este modo, especialmente en emergencias de
inicio lento, los maridos pueden no darse cuenta de cuánta hambre o desnutrición
existe en su hogar, porque ellos siguen estando bien alimentados.
En la repoblación de ganado durante o después de una emergencia, a menudo se
reparten aves o cabras para proporcionar alimentos inmediatos o ingresos para
comprar comida y a menudo se da prioridad a los hogares encabezados por mujeres.
Sin embargo, los proyectos difieren en su criterio de hogares encabezados por
mujeres. Por ejemplo, en Etiopía durante las recientes sequías, los hombres se llevaron
los rebaños lejos para pastar, dejando a las mujeres en campamentos periurbanos.
Estas mujeres casadas son tratadas como cabezas de hogar para el reparto de ayuda,
pero combinarán sus activos con los de sus maridos cuando vuelvan (Nega,
entrevista). En 2004, un proyecto de repoblación entre pastoralistas Somalíes de Kenia
encontró que la mayoría de las mujeres en hogares encabezados por mujeres estaban
de hecho casadas, pero sus maridos estaban lejos. Un criterio en el que el comité
comunitario insistió fue la voluntad de volver a tener un ganado nómada (Arasio). En
Kenia, durante la reciente repoblación en áreas pastoralistas, los hogares encabezados
por mujeres vulnerables eran todas viudas que cuidaban de hijos o nietos (Njuguna,
entrevista).
III.
Roles de género en la producción ganadera
Como se observa en el actual Manual de LEGS, es esencial comprender el rol del
ganado en los medios de subsistencia de las comunidades antes del desastre a fin de
proporcionar tanto ayuda inmediata como un desarrollo adecuado para construir una
resiliencia ante futuros desastres. La división del trabajo y la toma de decisiones entre
hombres y mujeres es una parte clave del sistema y, si no es equilibrado, puede
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aumentar las vulnerabilidades, mientras que si se optimiza, puede mejorar la
resiliencia.
Los roles de las mujeres en la producción ganadera se han enmarcado como
“ayudantes” de la cabeza masculina del hogar, lo cual es bastante engañoso. Okali
observa que hay investigaciones sobre pequeñas explotaciones ganaderas que indican
que la situación es muy distinta, que aún no se ha incorporado al pensamiento general
de la comunidad.
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Las mujeres realizan la mayor parte de las labores agrícolas además de las
domésticas y tienen un control limitado de su propio trabajo.
Las mujeres priorizan el bienestar de sus hijos y la seguridad alimentaria del
hogar por encima de todo, participando en la producción de cultivos [y ganado]
para la subsistencia usando tecnologías sin mejoras.
Las cargas de trabajo de las mujeres han aumentado desde la migración de los
hombres en busca de oportunidades de ingresos y a medida que se ha ido
deteriorando el acceso al agua y combustible con el cambio medioambiental.
Las mujeres son adversas al riesgo en sus actividades económicas y limitadas a
la hora de aprovechar nuevas oportunidades, incluidos nuevos mercados en el
sector agrícola, por su bajo nivel educativo, pobres redes y restricciones de
movilidad.
Las mujeres carecen de acceso seguro a la tierra y son incapaces de
proporcionar la garantía colateral que aseguraría su acceso al crédito para sus
actividades agrícolas independientes. También son ignoradas por los
proveedores de servicios.
Las mujeres tienen un control limitado sobre los frutos de su trabajo y por tanto
carecen de los incentivos para aumentar su producción.
La combinación de todos estos factores pinta un retrato de las mujeres rurales
trabajando en labores agrícolas como sobrecargadas, infra-remuneradas,
vulnerables y pobres; pero, igualmente, aunque menos evidente de inmediato,
desempeñando el papel central de proporcionar la seguridad alimentaria y el
bienestar en el hogar especialmente el de sus maridos y otros hombres (Okali)
En tiempos “normales” o de no-emergencia, las mujeres tienen acceso a menos activos
productivos como tierra, herramientas, agua, tecnología, insumos como vacunas,
medicinas y alimentos, servicios financieros, servicios de salud animal, información y,
por encima de todo, tiempo, comparado con hombres de la misma clase y del mismo
grupo étnico (Peterman). Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos
productivos que los hombres, podrían aumentar el rendimiento de sus plantaciones y
rebaños en un 20–30% (FAO). Por tanto, la respuesta de emergencia debería buscar
mejorar la base de activos de las mujeres y su acceso a servicios más allá de la norma
previa al desastre.
Es posible que el recurso más importante durante o después de una emergencia sea la
información. Con frecuencia las mujeres no están directamente informadas acerca de
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las medidas de control de enfermedades de animales en emergencias porque la
información se reparte en un lugar o en un momento que no tiene en cuenta sus
horarios diarios (Njuki and Miller). Durante epidemias de virus de la gripe aviar
altamente patógena, las mujeres tenían menos información sobre las opciones de
compensación o de repoblación y mayores cargas de trabajo y responsabilidades
adicionales como el cuidado de los enfermos. Dado que los familiares masculinos
pueden apropiarse de y desviar la compensación en efectivo, se ha estudiado la
posibilidad de que se implante una compensación alternativa mediante vales para
tratamiento médico o cuotas escolares (GTZ)
Debido a su cercanía con los animales y a su manipulación de productos animales
crudos, las mujeres con frecuencia tienen mayor exposición a enfermedades
zoonóticas y, cuando enferman, no reciben el mismo nivel de atención que miembros
los masculinos de la familia (Kristjanson).
Las cuestiones de género en producción ganadera tendrán variaciones locales, pero
pueden hacerse unas generalizaciones basadas en el modo de producción:
pastoralista, explotaciones mixtas y periurbanas.
a. Pastoralismo
Los medios de subsistencia pastoralistas están dominados por el ganado y por el
traslado de rebaños a otros pastos para asegurar alimentación suficiente. La
trashumancia es el movimiento de ganado en función de las estaciones, volviendo al
asentamiento permanente regularmente. La mayoría de los pastoralistas practican la
trashumancia en la actualidad y están cada vez más atados a un asentamiento, donde
pueden tener cultivos y generar ingresos tanto del ganado como por otros medios. El
cambio climático ha traído patrones de comportamiento más extremos, especialmente
en zonas secas en las que el pastoralismo ha sido un medio de subsistencia eficiente
durante generaciones. Por eso, la mayoría de las emergencias relacionadas con el
ganado afectan a pastoralistas que han experimentado sequía y/o conflicto armado por
unos recursos cada vez más escasos.
Tanto el pastoralismo nómada como el agropastoralismo se caracterizan por una
división del trabajo por género, con variaciones en función de la edad, grupo étnico y
ubicación. En sociedades pastoralistas, las mujeres cuidan de todos los animales cerca
del hogar y son responsables de la salud de los animales cuando vuelven de los pastos
por la noche. Las responsabilidades por los rebaños con frecuencia están divididas por
género, siendo los hombres los responsables de los rebaños de animales más grandes
y ocupándose las mujeres y los niños de las ovejas y las cabras. Las decisiones de
trasladar a los animales a fuentes de pasto y de agua, así como de venta o donación
de ganado suelen corresponder a los hombres (B. Miller, The Gender and Social
Dimensions to Livestock Keeping in Africa: Implications for Animal Health
Interventions).
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Durante la sequía, los hombres suelen llevar a los animales más grandes a pastos más
distantes, mientras que a las mujeres se les deja atrás en un campamento fijo con los
niños, los enfermos y los mayores, y con (idealmente) algunos animales productores de
leche para mantenerse. Las mujeres en campamentos fijos cerca de asentamientos
urbanos tienen una mayor carga de trabajo porque llevan a los animales además del
hogar, los cultivos y otras actividades generadoras de ingresos, incluso en épocas
donde no hay sequía. Cuando los hombres vuelven al asentamiento, a menudo
aceptan empleos pagados en el núcleo urbano, o recurren a cultivos comerciales,
dejando la gestión de los animales en manos de las mujeres (Wangui). Las mujeres
reconocen que los centros urbanos aportan mejoras en atención sanitaria familiar y
oportunidades de educación, además de ayuda alimentaria durante emergencias, pero
su identidad y su nivel de satisfacción vital pueden estar vinculados al estilo de vida
pastoralista al que esperan volver.
A pesar de la conocida excepción de los Tuareg del Sáhara, la gran mayoría de las
sociedades pastoralistas son patrilineales y dominadas por los hombres. Las
sociedades pastoralistas suelen tender hacia la monogamia debido a la importancia de
la división del trabajo. Para que un hogar pastoralista sea viable, tiene que haber una
esposa que realice tareas clave. Una excepción significativa son los Masai en el Este
de África, que retrasan el matrimonio entre los hombres (FAO).
Tradicionalmente, las mujeres [pastoralistas] parecen haber tenido una posición más
igualitaria en sus hogares y comunidades, pero esta posición se ha ido minando a partir
de la segunda mitad del siglo veinte, debido a la comercialización de productos y
recursos pastoralistas, la incorporación de pastoralistas a los sistemas estatales y la
intervención de proyectos de desarrollo gubernamentales y no-gubernamentales. Las
mujeres pastoralistas de hoy son más vulnerables de lo que lo fueron en el pasado y
menos capaces de expresar directamente sus preocupaciones a los que toman
decisiones sobre sus vidas (Hodgson).
A pesar de la dominación masculina de las instituciones pastoralistas públicas, las
mujeres sí ejercen influencia en cuestiones domésticas. Un estudio en Etiopía mostró
que las mujeres pastoralistas confiaban en que el clan les protegiera a ellas y a sus
intereses, incluso después de la muerte de un marido. Los hombres quizás dominen el
espacio público, pero las mujeres con frecuencia tienen papeles significativos en el
mercado y con frecuencia forman sus propios grupos de asistencia mutua. Cuando a
las mujeres se les disuade de hablar en público, piden a sus maridos u otro hombre
que planteen sus preocupaciones por ellas, pero la efectividad es específica al contexto
(Flintan, entrevista).
Como proveedoras de alimentos, las mujeres Samburu del norte de Kenia tienen algo
de poder incluso sobre los ancianos que generalmente se consideran que dominan la
sociedad. Las mujeres pueden dar menos comida incluso a los ancianos más
respetados como señal de malestar (Kipuri and Ridgewell).
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En general, la propiedad privada está regulada por el clan y las decisiones relacionadas
con ella reflejan la maximización de beneficios para el clan. El acceso no está
restringido por ‘propiedad’; todo el mundo puede acceder a gran parte de la propiedad
de los otros miembros del hogar e incluso del clan. Los sistemas pastoralistas se
centran en el mantenimiento de la armonía social y la protección de redes de seguridad
social, pero en muchos lugares los sistemas pastoralistas se están desintegrando
debido al cambio climático y a la marginalización del poder gubernamental (UNCCD).
Por ejemplo, la sedentarización en Marsabit (Kenia), provoca cambios en los hábitos y
en las relaciones. Este proceso de cambio incluye un alejamiento de las relaciones
comunales y familiares que caracteriza a las comunidades pastoralistas y una
aproximación a identidades individualizadas en pueblos y fincas, también en lo que se
refiere a los conceptos de propiedad privada y beneficio individual. Las sequías, las
inundaciones y el conflicto armado que requieren ayuda humanitaria a menudo
refuerzan el papel del gobierno y la ética individualista, lo cual puede, en última
instancia hacer más vulnerables a las mujeres y al resto del clan, ya que su mayor red
de seguridad –los unos de los otros- se ha sustituido (Flinton, sin publicar).
A medida que se van debilitando los sistemas tradicionales, el proceso para acceder a
ayuda y servicios o para resolver disputas está en peligro de volverse más
discriminatorio para grupos más pobres y marginales dentro de las comunidades
pastoralistas (Brocklesby, Hobley, & Scott-Villiers, 2009).
Aunque la participación de las mujeres en iniciativas de desarrollo a nivel local [con
pastoralistas] ha sido una prioridad para las organizaciones donantes y para el
gobierno, en realidad las mujeres dicen que siguen teniéndolo difícil para que se les
escuche. Únicamente en algunas zonas, la integración se ha realizado con éxito, como
en comités locales responsables de ayuda alimentaria y agua. Estas cuestiones se
perciben a nivel local como ‘asuntos de mujeres’ por lo que es más fácil que participen
las mujeres. En los casos en los que se ha implantado una cuota de mujeres en
Comités de Paz y Desarrollo, por ejemplo, [en Marsabit, Kenia], a las mujeres con
frecuencia no se les invita a las reuniones (Flinton).
En Tanzania, las mujeres tienen tan poco contacto con los rebaños del hogar, que los
derechos sobre los animales que se les otorga en el matrimonio les son usurpados
totalmente por los hombres, que compran y venden sin considerar los intereses de sus
esposas (Mung'ong'o).
En 2010, IFAD patrocinó una “Reunión Mundial de Mujeres Pastoralistas” en Mera,
Gujarat, India, donde identificaron desventajas comunes dentro de sus propias
sociedades, por ejemplo en la propiedad o en la participación en procesos de toma de
decisiones (IFAD).
Esto dio como resultado la “Declaración de Mera” en la que se recomienda que todas
las políticas [e intervenciones de emergencia] se examinen para determinar el impacto
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sobre las mujeres, y que se incluya a las mujeres en la planificación y el diseño.
También recomienda que todas las intervenciones:
•
Tomen en cuenta y desarrollen las aspiraciones de las mujeres
•
Inviertan en iniciativas de ahorro de trabajo
•
Aseguren que la formación alcance a las mujeres en entornos rurales
•
Apoyen actividades de generación de ingresos
•
Cuenten con la participación de los hombres en todas las etapas, ya que su
aprobación es a menudo necesaria
b. Sistema mixto de cultivo/ganado
La mayor parte de las pequeñas explotaciones en países en vías de desarrollo son
mixtas, consumiendo el ganado los restos o subproductos de los cultivos, y
reciclándose el estiércol como fertilizante. Aunque la cultura tradicional sigue siendo
una influencia potente, la autoridad gubernamental tiene más fuerza que entre los
pastoralistas y las actividades de desarrollo que promueven más actividades
individuales son más numerosas. La pertenencia al grupo y la acción colectiva mejora
el acceso, tanto de hombres y mujeres ganaderos pobres, a recursos y aumenta sus
posibilidades de influir en la toma de decisiones, pero los hombres y las mujeres con
frecuencia pertenecen a grupos diferentes. Los grupos de hombres tienden a estar más
orientados al mercado, mientras que los de mujeres son más informales y suelen estar
más orientados al bienestar familiar(Peterman).
Tradicionalmente, las mujeres han cultivado y criado ganado principalmente para la
subsistencia, vendiendo el excedente, mientras que los hombres se centran más en
producción comercial. Las mujeres en todos sitios se interesan ahora por aumentar sus
ingresos de la agricultura, estén casadas o sean cabezas del hogar.
Desafortunadamente, los hombres pueden interesarse en sus empresas en cuanto
empiezan a generar ingresos y apropiarse de ellas (Mehra and Rojas). La extensión
ganadera tiende a centrarse en los propietarios masculinos de ganado, incluso cuando
las mujeres hacen la mayor parte del trabajo. El asesoramiento y los mensajes a los
maridos acerca de la producción ganadera basada en el hogar casi nunca llega a las
mujeres que los pueden aplicar, limitando así su valor. Los hogares encabezados por
mujeres suelen tener menos ganado y menos ganado productivo, lo que puede
atribuirse a unos recursos más limitados y menor acceso a los insumos, pero en
cambio sus hogares con frecuencia muestran mejores niveles de nutrición
(Kristjanson).
Existe una amplísima variedad de sistemas de propiedad locales y diferencias en el
control relativo de las mujeres sobre el ganado y sus productos, especialmente a
medida que el derecho común o las leyes tribales se van sustituyendo lentamente por
leyes nacionales. En África y América del Sur, hombres como mujeres tienen ganado
en propiedad tanto conjunta como individualmente, mientras que en Asia casi toda la
propiedad que incluye ganado es del marido. Las mujeres pastoralistas en Asia suelen
tener mayores derechos de propiedad y autonomía que las mujeres asentadas o de
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castas, pero la pobreza y el aislamiento a menudo hace que deseen adoptar hábitos de
castas más elevadas si sus familias se vuelven más ricas, incluidos la purdah o
reclusión femenina (B. Miller).
En India, las mujeres en pequeñas explotaciones aportan casi todo el trabajo para la
producción láctea [aunque sólo] suponen un 25% de los miembros de las cooperativas.
Debido a unas normas de género incontestadas, están infra-representadas en los
consejos de comercialización de leche, y por tanto tienen pocas oportunidades para
incidir en las políticas que las afectan (Njuki and Miller).
c. Áreas urbanas
La pequeña ganadería urbana o periurbana va en aumento en países en vías de
desarrollo, debido a la creciente demanda urbana de productos ganaderos,
especialmente leche fresca y aves. En África, India y muchos otros lugares, la
producción láctea periurbana está dominada por las mujeres, con frecuencia vendiendo
ellas mismas la leche en mercados informales. En desastres urbanos como conflictos
armados o influjos de refugiados, la deficiente gestión del estiércol puede a veces
contribuir a la generación de enormes problemas de salud y enfermedades entre
humanos y animales. A menudo hay un conflicto entre funcionarios urbanos, a los que
preocupa la salud pública (que dan preferencia a productores ganaderos comerciales
modernos) y las mujeres que dependen de las ventas de leche y aves para sus medios
de subsistencia.
Un desastre urbano como el terremoto de Haití en 2010 puede tener componentes
ganaderos debido al éxodo masivo de personas a las zonas rurales, sobrecargando las
reservas de alimentos y la producción. El trabajo de rehabilitación ha incluido una
repoblación con razas mejores para aumentar la producción alimentaria rural a fin de
asegurar una nutrición humana adecuada para la población aumentada. La repoblación
a los grupos de mujeres rurales ha sido la que más éxito ha tenido debido a los
vínculos cercanos entre las mujeres y el compromiso con el grupo (DeVries,
comunicación personal).
d. Conclusiones acerca del género, el ganado, el medioambiente y la
resiliencia
El estatus de las mujeres y sus roles en los procesos ganaderos de producción,
procesado y comercialización están muy vinculados a los Objetivos de Desarrollo del
Milenio para reducir la pobreza y el hambre, lo que aumenta la resiliencia ante
desastres. La mejora en el estatus de la mujer está vinculando a mayores ingresos y a
niños más saludables.
India ha logrado uno de los índices de crecimiento más altos en el mundo y, sin
embargo, su índice de malnutrición sigue siendo mucho mayor que el de África
Subsahariana, lo cual se explica en parte por el menor nivel del estatus de las mujeres
en el Sur de Asia (Smith et al, 2003). Este “Enigma asiático” nos recuerda que el
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crecimiento de ingresos por sí solo no se traduce automáticamente en igualdad de
género o mejora en nutrición infantil, y una buena política ganadera ha de abordar esto.
En entornos frágiles y proclives al desastre, las poblaciones humanas crecen
rápidamente, al mismo ritmo que los pastizales se van reduciendo debido a la
expansión de las tierras de cultivo, las invasiones de matorrales o plagas, el conflicto y
el cambio climático (Headey, Taffesse and You). La reducción de la presión poblacional
será clave para mantener los medios de subsistencia basados en recursos naturales. El
retraso del matrimonio y la educación para mujeres y niños es la mejor inversión para
garantizar unas familias más pequeñas y más saludables, pero para ello es preciso
superar determinados estereotipos negativos sobre el valor de las mujeres y su papel
en la vida comunitaria, además de contar con unos servicios de salud reproductiva
adecuados. Los hombres, al igual que las mujeres, deben sentirse libres para hablar de
las consecuencias de la desigualdad femenina y, juntos, diseñar estrategias para el
cambio. Los hombres parecen estar más dispuestos a apoyar la igualdad de género si
se presenta como algo que promete beneficios para la familia, y no tanto algo que se
haga para el beneficio de las mujeres (Mutinda).
La cultura tradicional con frecuencia mantenía el equilibro entre personas y recursos
naturales. Por ejemplo, entre los Gujo en Etiopía, el retraso en la edad de matrimonio
era un mecanismo de planificación familiar. La edad para casarse solía ser entre 3040(4) para los hombres y de 18 para las mujeres. Es más, las mujeres evitaban las
relaciones sexuales con sus maridos hasta diez meses después de parir (Debsu). Sin
embargo, la pobreza está forzando a muchos padres a casar a sus hijas a edades más
tempranas porque necesitan las dotes. Por ejemplo, en la comunidad Ethur en Uganda,
las niñas se están convirtiendo cada vez más en un bien de consumo y se las casa a
edades más tempranas de lo que se hacía en el pasado (Kipuri and Ridgewell).
En el Este de Marruecos, el cambio en los roles de género está provocando una
degradación medioambiental masiva, que aumenta la probabilidad de desastres
naturales. Entre pastoralistas como los Beni Guil, los hombres cada vez más aceptan
empleos pagados, por lo que el ausentismo masculino transfiere las responsabilidades
de alimentación y pastoreo del ganado que antes correspondían a los hombres a las
mujeres y a los niños. Sin embargo, debido a la necesidad de respetar la reclusión
femenina, las mujeres no pueden caminar muy lejos del campamento. Su movilidad
limitada da lugar a una severa sobreutilización de pastos y a la pérdida de vegetación
cerca de los campamentos (Steinmann).
Las situaciones de crisis tienen un efecto radical sobre las estructuras sociales y
culturales, cambiando el estatus de hombres y de mujeres. A menudo abren una
ventana de oportunidad para abordar la discriminación de género y las violaciones de
derechos. Si las intervenciones humanitarias no se planifican con la igualdad de género
en mente, no solo aumentan las posibilidades de hacer más daño, sino que puede
perderse también la oportunidad para apoyar y promover la igualdad en los medios de
subsistencia entre hombres y mujeres (IASC).
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IV.
Normas mínimas
Las normas mínimas descritas en el Capítulo Tres del manual de LEGS incluyen una
serie de cuestiones donde la perspectiva de género es básica para el éxito.
a.
Participación
Aunque existe un acuerdo generalizado de que la identificación y participación de todos
los grupos de interés es importante para que las intervenciones tengan éxito, muchos
profesionales del sector ganadero no han tenido la oportunidad de aprender a
comunicarse efectivamente con las comunidades pobres y, especialmente, con las
mujeres. Las escuelas veterinarias y las universidades agrícolas se centran en
aspectos técnicos de salud animal y producción, excluyendo el contexto social. Una
excepción significativa es la Universidad de Makere en Uganda, que ahora incluye
comunicación y análisis social como parte del currículo veterinario. En empleos
gubernamentales se tiende a compensar y a reforzar el comportamiento jerárquico, un
modelo en el que el experto les dicta a los pastores o ganaderos lo que tienen que
hacer. Aunque hay muchos veterinarios y profesionales del sector ganadero que han
aprendido a usar herramientas participativas para promover el desarrollo comunitario,
estas destrezas suelen aprenderse en ONGs y tras haber rechazado explícitamente el
modelo jerárquico de comunicación y formación.
Debido a que la educación veterinaria tiende a centrarse en los animales en lugar de en
las personas que dependen de ellos, los expertos en salud animal pueden carecer de
las destrezas necesarias para evaluar correctamente el contexto social de una
situación de emergencia. Muy poco personal veterinario ha recibido formación alguna
en materia de sensibilización de género (¿qué es género?) o análisis de género
(¿cuáles son los distintos roles o perspectivas para hombres y mujeres?), por lo que es
posible que no les parezca importante hablar con las mujeres. Los profesionales del
sector ganadero, tanto hombres como mujeres, pueden compartir la creencia común de
que los hombres gestionan todos los animales y que las mujeres son solo ayudantes,
sin que realicen aportaciones importantes propias.
Waters-Bayer y Bayer realizaron un excelente estudio de los métodos de evaluación
rural participativa (PRA) y rápida disponibles para la recopilación de datos ganaderos y
desarrollo (Waters-Bayer & Bayer, 1994). Conroy añadió un estudio de análisis de la
situación participativa y de la experimentación participativa (Conroy). Rushton describe
el uso y las ventajas de la epidemiología veterinaria participativa (Rushton). Catley
produjo un manual de formación para epidemiología participativa (Catley), pero
desgraciadamente todas estas herramientas valiosas rara vez son enseñadas o usadas
por funcionarios en países en vías de desarrollo. Por tanto el módulo de formación de
LEGS debe incorporar deliberadamente estas técnicas para los profesionales del sector
ganadero, reconociendo que serán necesarios mecanismos de apoyo y de
actualización de la formación.
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Es habitual que el personal profesional de ayuda y de emergencia tenga más
experiencia en el uso de técnicas participativas para identificar las necesidades de las
mujeres y de los hombres, pero carece de las destrezas y de la experiencia en la
evaluación de la salud y las necesidades de los animales. Los profesionales de
emergencias a menudo limitan su enfoque a la supervivencia de personas durante la
etapa de la emergencia donde las vidas corren más peligro, prestando relativamente
poca atención al vínculo con el desarrollo sostenible que depende de elevar el estatus
de la mujer después de finalizada la etapa inmediata del desastre (Malley, entrevista).
IASC observa que un objetivo de la respuesta a desastres es desarrollar capacidades y
empleo, por lo que las mujeres y niñas deberían tener igualdad de oportunidades para
participar que los niños y los hombres. También es esencial integrar el desarrollo de
capacidades de las organizaciones de mujeres en la respuesta humanitaria y en la fase
de rehabilitación y recuperación (IASC). Los participantes en programas de alimentos
por trabajo siguen siendo desproporcionadamente masculinos.
Los donantes han de estar dispuestos a financiar más tiempo y personal para asegurar
una participación adecuada durante la evaluación, lo que aumenta las oportunidades
de tener un impacto positivo a largo plazo. El desarrollo de capacidades también
requiere financiación, así como mecanismos y procesos de rendición de cuentas.
b.
Evaluación inicial
El género es una preocupación importante durante la fase de evaluación de un
desastre. Un equipo equilibrado en cuanto a género resulta a menudo más eficaz, en el
sentido de que tiene un efecto sobre una sección más amplia de la población
beneficiaria. Por ejemplo, en Afganistán donde los hombres extranjeros o los familiares
no sanguíneos no podían interactuar con las mujeres locales, el personal femenino de
las agencias humanitarias pudo interactuar tanto con mujeres afganas como con
líderes masculinos. El equilibrio de género no es solo un paso hacia la igualdad; es una
estrategia esencial para desarrollar una programación efectiva y eficiente (IASC).
Es importante que el Equipo de Evaluación incluya a alguien que ya sea conocido y de
confianza para el grupo. Debe ser posible incluir una miembro de un grupo de mujeres
local o de una ONG local familiarizada con la comunidad. Aunque hay excelentes
herramientas para el análisis de género, cobran mayor significancia cuando las usa
alguien que tiene un entendimiento de la cultura de la comunidad, incluida la división
del trabajo y la toma de decisiones por géneros. Sería difícil para alguien externo
realizar una evaluación informada de la estructura social de la comunidad en función de
una sola visita.
En áreas pastoralistas y otras áreas, puede que los maridos o los ancianos esperen
hablar en nombre de las mujeres, pero especialmente cuando hay mujeres en el
Equipo de Evaluación, no es difícil concertar reuniones por separado con las mujeres.
Esto aumenta la precisión de la información y modela el modo en que se valoran las
ideas y aportaciones de las mujeres.
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Una evaluación de salud animal incluye escuchar las preocupaciones de la comunidad
sobre recientes muertes de animales, caída de la producción láctea, lesiones en la piel,
diarrea, secreciones respiratorias o comportamiento inusual, además de fuentes de
alimentación y agua. Las mujeres son con frecuencia la mejor fuente de información, ya
que llevan los animales a diario, incluso cuando el propietario formal es un hombre.
“Por lo general es cierto que una entrevista realizada por un trabajador de sanidad
animal con un cabeza de hogar masculino dará poca información de valor acerca de los
animales gestionados por las mujeres miembros del hogar” (Kristjanson).
La mayoría de los equipos de evaluación de ganado son hombres, lo que refleja las
normas de género existentes que limitan las oportunidades de las mujeres y el apoyo
para que se conviertan en profesionales del ganado. Deberían hacerse esfuerzos
deliberados para encontrar a expertas en ganado femeninas, incluidas estudiantes
veterinarias o mujeres profesionales en países vecinos. Sin embargo, ser mujer no
garantiza automáticamente que un profesional de ganado tenga destreza en análisis de
género o sepa facilitar una discusión de grupo sobre normas comunitarias en torno a la
división de género en trabajo e ingresos. Por eso, tanto los profesionales hombres
como mujeres necesitan formación y práctica en análisis de género antes de la
emergencia para asegurar una efectividad.
El Manual sobre cuestiones género para la acción humanitaria del Comité
Permanente Entre Organismos (IASC) recomienda las siguientes acciones para
aumentar la participación de mujeres en los equipos de Evaluación y Respuesta
(IASC):








Animar a mujeres/hombres cualificados a solicitar participación.
Incluir tanto a hombres como a mujeres en los paneles de entrevistas.
Evaluar a todos los candidatos según los mismos criterios.
No asumir que algunos trabajos son demasiado difíciles o peligrosos para las
mujeres.
Considerar organizaciones de trabajo alternativos para superar limitaciones
culturales para el empleo de las mujeres, como el empleo de equipos de
hermano/hermana.
Proporcionar formación sobre género y diversidad cultural a todo el personal.
Ofrecer instalaciones separadas (baños, dormitorios) para mujeres y hombres,
proporcionar cuidado de hijos para el personal, siempre que sea posible.
Mantener todos los datos de personal desagregados por sexo facilitar la
monitorización.
Durante las crisis humanitarias, suele haber entidades que se coordinan, capaces de
identificar a alguien con conocimientos y experiencia en género o ciencias sociales. Por
ejemplo, el Subgrupo de trabajo sobre género y acción humanitaria del IASC fue
organizado en 2006 y reúne a representantes de organismos de la ONU, ONGs,
donantes, estados miembros y consorcios de ONGs. Se reúnen mensualmente, y se
puede contactar con ellos en
InformesobrelaperspectivadegénerodeLEGS
http://www.humanitarianinfo.org/iasc/pageloader.aspx?page=content-subsidi-tf_genderdefault .
En el capítulo 2, “el análisis de situación” incluye una evaluación de los actores clave y
de sus actividades. Es importante comprender cómo entienden el “género” los
organismos y las comunidades, ya que el género con frecuencia se usa como sinónimo
de mujer. La atención al género supone ir más allá de ayudar a las mujeres
desempeñar su papel tradicional de cuidar de la familia, para incluir un entendimiento
de si las mujeres están en desventaja con respecto a los hombres, y por qué. Por
ejemplo, no es suficiente con que las mujeres tengan ingresos; es preciso que
controlen el total o una parte de esos ingresos, lo cual quiere decir trabajar con los
hombres y abordar directamente actividades y comportamientos que limitan las
oportunidades y el bienestar de las mujeres (y de los hombres). Si los grupos locales
han desarrollado estrategias con éxito, todo el equipo de respuesta puede aprender de
ellas.
c.
Respuesta y coordinación
Además de gestionar el ganado, las mujeres también son responsables de gestionar la
salud de los niños y otros dependientes y, especialmente, de asegurar la alimentación
de la familia. Durante las emergencias, las mujeres aumentan su grado de ocupación y
de carga con responsabilidades que se solapan. Sin embargo la vinculación de la salud
animal y humana puede ayudar a las mujeres a satisfacer todas sus necesidades.
Cuando las mujeres están ocupadas, una forma de reunirse con ellas es en el centro
de salud o centro de alimentación, para compartir información sobre el ganado o
conocer sus necesidades. La iniciativa “One Health” reconoce que la salud animal y
humana están vinculadas y que deben abordarse en conjunto.
Cuando es preciso llevar suministros a un campamento pastoralista lejano, los
profesionales de salud humana y animal pueden compartir transportes y costes de la
cadena de frío. AVSF ha contratado unidades de sanidad móviles para la atención
preventiva de animales en Níger, aunque no se encontró ningún ejemplo durante una
emergencia (Chapon, entrevista). Por otra parte, los equipos de salud humana y animal
deben coordinarse porque existe un aumento de riesgo de contracción de
enfermedades zoonóticas durante las emergencias, debido a la menor resistencia
humana a la enfermedad por hambre o por estrés o por interrupción de las rutinas
habituales de saneamiento.
Los mensajes sobre higiene deben dirigirse a las mujeres de la familia, como hervir la
leche para prevenir la transmisión de TB o de brucelosis, o del desecho sanitario de
vísceras para prevenir equinococo, o la gestión adecuada de estiércol para evitar la
intoxicación alimentaria o la criptosporidiosis. La comunicación directa con grupos de
mujeres es mucho más eficaz que esperar que los hombres transmitan mensajes
adecuadas a las mujeres.
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Las necesidades de las mujeres durante una emergencia son con frecuencia más
complejas que las de los hombres, por las diferencias en responsabilidades y
obstáculos específicos. Mientras que es posible que las mujeres necesiten animales
para producir alimentos e ingresos, también es posible que necesiten animales de tiro
como burros para ayudarles a transportar agua o suministros alimentarios o forraje.
Puede que tengan menos movilidad que los hombres debido a normas culturales como
la purdah o la reclusión en Asia, por lo que puede ser necesario entregar los
suministros en la puerta, o los productos como leche y como huevos recogidos para su
entrega en el mercado. Es posible que hagan falta medidas de seguridad adicionales
cuando las mujeres deban viajar largas distancias para encontrar agua o combustible,
por lo que es posible que el presupuesto deba incluir escolta armada. (Luego podrían
necesitar protección frente a la escolta armada…).
Sin un buen análisis de género, es posible que los planificadores de proyectos
ganaderos asuman que las mujeres tienen las mismas destrezas y recursos que los
hombres. Por ejemplo, un proyecto de Land O’Lakes IDD en la Liberia de postguerra
repartió cabras a hogares encabezados por mujeres, pero posteriormente se dieron
cuenta de que las mujeres no sabían construir refugios para los animales. Este era un
trabajo tradicionalmente realizado por el hombre y el proyecto tuvo que contratar
hombres para proporcionar las destrezas, el trabajo y los materiales (Aris, entrevista).
En las respuestas de emergencia se usan cada vez más las fuerzas del mercado para
el reparto de bienes y para desarrollar la fortaleza económica necesaria para resistir
ante futuras emergencias. El kit de herramientas “EMMA” de la FAO puso el foco sobre
la importancia de los sistemas de mercado que están satisfaciendo las necesidades
prioritarias de las poblaciones afectadas tanto en el momento inmediato como a más
largo plazo (FAO).
Sin embargo, es posible que las mujeres no tengan las destrezas de negocio para
participar en nuevos mercados y muchos proyectos de ayuda son demasiado cortos
para enseñar todas las destrezas necesarias. Las organizaciones del sector ganadero
pueden carecer de las destrezas de formación necesaria en negocios y pueden tener
que coordinarse con otros agentes. VSF-B implantó el Programa de Apoyo Veterinario
de Emergencia III en el Sur de Sudán en 2012 con financiación de la OFDA de USAID.
Aunque todas las mujeres comercializaban leche antes del desastre, el diseño
comercial del proyecto les supuso un desafío. El personal se frustró porque “las
mujeres no captaban la importancia de la maximización de beneficios”. El personal se
dio cuenta de que “la desigualdad en el poder, en la propiedad de activos y en la toma
de decisiones era un obstáculo para que las mujeres operaran en el entorno más
comercial” lo que requirió una nueva serie de actitudes y comportamientos. El plan de
proyecto de seis meses requerido por el donante era demasiado corto para abordar
estas cuestiones (VSF-B).
d.
Selección de beneficiarios
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En el pasado las intervenciones ganaderas durante emergencias se dirigieron a
cabezas de hogar masculinas, incluida la provisión de información acerca de
suplementos alimentarios o de agua, o mercados organizados para la reducción de
ganado, u oportunidades para recibir animales a través de proyectos de repoblación.
Esto tendía a marginar aún más a las mujeres y, especialmente a los hogares
encabezados por mujeres, que a menudo son los más vulnerables. Cuando la
repoblación sustituía únicamente a los animales de los hombres y se ignoraban los
animales como las aves o los pequeños rumiantes de las mujeres, éstas se volvían
más dependientes de sus maridos y la nutrición familiar sufría.
Aunque el cabeza de hogar masculino sigue siendo el principal objetivo en muchos
planes de repoblación, existe una creciente tendencia de dirigirse también a los
hogares encabezados por mujeres, al menos en la etapa inmediatamente posterior a
una emergencia. Se están haciendo esfuerzos deliberados para incluir tanto a hombres
como a mujeres en comités que realizan el seguimiento del bienestar de los animales y
de cualquier devolución (o traspaso de las crías) que pueda formar parte del acuerdo
inicial.
Cuando las mujeres reciben ganado, a veces les supone un desafío mantener el control
sobre los animales, especialmente si empiezan a producir ingresos considerables. Tras
la sequía y el efecto de la pleuro-neumonía bovina crónica (CBPP) que diezmó la
población de ganado en Zambia en 2008-2009, Land O’Lakes IDD ejecutó un programa
de repoblación de cabras principalmente dirigido a mujeres, porque los hombres
consideraban que las cabras tenían poco valor. Una vez las cabras empezaron a
aportar dinero a las mujeres, las relaciones de género comenzaron a cambiar y hubo
casos de desacuerdos familiares por dinero e incluso de violencia. El socio local lanzó
una campaña para recordar a los hombres que los ingresos de las cabras eran para
comprar alimentos para los niños y en efecto la diversidad de la dieta aumentó. Sin
embargo los planificadores del proyecto reconocieron que necesitan abordar las
actitudes y las creencias de la comunidad y de los hogares sobre cuestiones de
género, por lo que están organizando talleres de sensibilización sobre cuestiones de
género para su personal. A nivel del pueblo, realizarán talleres para mejorar la
comunicación en las familias y la forma de compartir los ingresos, además de para
cuestionar los estereotipos negativos sobre mujeres (Russell, entrevista).
Muchos de los organismos de primera respuesta durante una emergencia se dirigen a
mujeres pobres, sin hombre en la casa, para proporcionar alimento (o ingresos para
alimentos) para sus familias, Sin embargo, una vez ha pasado el peligro inmediato y las
personas han vuelto a sus hogares, la repoblación es más probable que se dirija a
hombres en espera de que se use el ganado como forma de generar ingresos en lugar
de producir alimentos. Estos proyectos “posteriores al desastre” tienden a ser mayores,
con presupuestos más elevados, con periodos de seguimiento más largos y con
frecuencia con muy poca concienciación de género, partiendo de la (incorrecta)
suposición de que las mujeres se beneficiarán automáticamente de cualquier ingreso
que se genere. Cuando los beneficiarios son “los hogares”, el diseño del proyecto debe
incorporar una atención especial a las mujeres, ya que los proyectos de ganado tienden
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a aumentar la carga de trabajo de las mujeres mientras que dejan los beneficios
exclusivamente en manos de los hombres. La formación técnica o los días de campo
deberían incluir provisiones especiales para las mujeres de los hombres participantes.
La formación que llega a las mujeres deberá ser en el idioma local, cercana a la casa,
de menos de un día de duración y sin materiales escritos, ya que muchas son
analfabetas. Estas medidas tienden a aumentar el valor para los hombres pobres
también. Los temas de género como la distribución de ingresos o el reconocimiento del
valor de la aportación de la mujer pueden integrarse en toda la formación ganadera.
Los proyectos de repoblación que reparten animales a través de grupos de mujeres con
frecuencia son los que más éxito tienen tanto en términos de producción de alimentos
como de generación de ingresos. El grupo puede mantener la propiedad de los
animales, aunque las mujeres individuales traen el animal a sus hogares a cambio de
crías o efectivo. Mantener la propiedad del grupo de animales valiosos como las vacas
lecheras puede ayudar a influir en un marido reacio que quizás desee vender toda la
leche en lugar de guardar una parte para la familia, o que quizás no comparta los
ingresos con su esposa o le propine palizas. El grupo puede amenazar con retirar el
animal a no ser que el comportamiento del hombre mejore y sabe que su
comportamiento está siendo monitorizado por la comunidad (Kirui).
La repoblación a través de los grupos de mujeres se hace más efectiva cuando incluye
desarrollo de capacidades en liderazgo y comercialización así como salud y gestión
animal. A medida que los animales se van haciendo más productivos y valiosos, es
esencial incluir una atención específica para los hombres, a fin de asegurar que apoyen
las actividades de las mujeres y el uso del efectivo generado.
El efectivo, los alimentos y los cupones se usan cada vez más para aumentar la
capacidad de elección y de agencia de los beneficiarios de ayudas y para ayudar a
aprovechar el poder de los mercados. El impacto sobre las mujeres ha sido desigual. A
veces los hombres se apropian del efectivo entregado a las mujeres y se lo gastan en
sus necesidades en lugar de en las de la familia. En otras situaciones, el efectivo
aumenta el estatus de la mujer dentro del hogar y de la comunidad y mejora su
posición negociadora en las tomas de decisiones. Siempre es mejor preguntar a las
mujeres qué prefieren, si es que hay flexibilidad en los modos de distribución. En un
programa de efectivo por trabajo de SOS Sahel en Etiopía, las mujeres dijeron que
preferían comida ya que esto tenía un impacto inmediato sobre la seguridad
alimentaria. En Burundi, las esposas de hombres que participan en un proyecto de
alimentos por trabajo pidieron parte del salario en comida; y las mujeres en Guatemala
prefirieron el pago en alimentos, que pensaban que podían controlar mejor. Sin
embargo, en Honduras, tras el Huracán Mitch en 1998, el efectivo se repartió a los
beneficiarios y se realizó un seguimiento. Usaron el efectivo para comprar alimentos y
fármacos, otros insumos agrícolas y servicios complementarios, pollos, cerdos y/o
herramientas. No hubo evidencia de conflictos dentro del hogar por el control del
dinero. En la mayoría de los casos siguió en manos de las mujeres y las parejas
negociaban su uso. Los vales o los cupones también son opciones si las mujeres
tienen preocupación acerca de la apropiación del efectivo (FAO).
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e.
S y E e impacto sobre los medios de subsistencia
El Seguimiento y Evaluación (S y E) tras una intervención de emergencia tiende a ser
muy pobre, si es que se hace. Una razón es que los proyectos de emergencia
ganadera iniciales tienden a tener presupuestos reducidos y ciclos de proyecto breves,
en ocasiones de tan solo unos meses. Es incluso menos frecuente ver evaluaciones de
impacto sobre los medios de subsistencia tras la intervención y, menos aún, con
información desagregada por género. Existen muchas herramientas de evaluación de
impacto excelentes, pero los planes de proyectos tienen que incluir S y E desde el
inicio, y muchos donantes son reacios a comprometerse a eso en las primeras etapas
de una crisis.
El enfoque de LEGS reconoce que el bienestar humano y la sostenibilidad es más que
el mero crecimiento económico, aunque es posible que las políticas locales, el
seguimiento y la recopilación de datos no reflejen esto. Debe planificarse y
presupuestarse el S y E y deben recopilarse y analizarse los datos sobre el impacto
tanto sobre hombres como mujeres dentro de un hogar y de una comunidad.
La primera edición de LEGS usa el Enfoque de Medios de Subsistencia Sostenibles del
Ministerio Británico para el Desarrollo Internacional (DFID), que coloca a las personas
en el centro del desarrollo y remarca sus fortalezas en lugar de sus necesidades. Su
objetivo clave es aumentar la sostenibilidad de los medios de subsistencia de las
personas pobres fortaleciendo sus activos para responder ante las oportunidades y los
riesgos, minimizar la vulnerabilidad y mantener, igualar o mejorar el bienestar (Foresti
and Ludi). Sin embargo, el modelo del DFID coloca en el centro el hogar o la
comunidad y las diferencias de género se pierden con facilidad, ya que se asume a
menudo que las mujeres son ayudantes del cabeza de familia masculino.
En enfoque de la SDC basado en “derechos humanos y medios de subsistencia”
reconoce los desequilibrios de poder a nivel de hogar, comunidad, nacional o
internacional que subyacen a la vulnerabilidad y la pobreza que provocan los desastres
humanitarios y, que por tanto, deben abordarse si se quiere llegar a soluciones
sostenibles (Foresti and Ludi). Esto pone de manifiesto soluciones políticas que deben
abordarse mediante una incidencia a largo plazo y deberían formar la base de las
respuestas de emergencia, aunque la capacidad de los agentes de respuesta
humanitaria para efectuar cambios políticos pueda ser limitada (pero no inexistente). La
SDC también ha desarrollado el Sistema “Mandala” de Medios de Subsistencia Rurales
que coloca a los individuos que forman parte del hogar en el centro, identificando
relaciones de género, tanto las cooperativas como las controvertidas, como aspectos
centrales de la situación (Ver Apéndice2) (Ludi and Slater).
Otros modelos relevantes incluyen el Marco de medios de subsistencia sostenibles de
IFAD, que coloca a las personas pobres en el centro del diagrama y organiza los
“procesos” sociales fundamentales – género, edad, clase (o casta) y grupo étnico – en
InformesobrelaperspectivadegénerodeLEGS
torno a ellas para hacer más explícitas las relaciones de los pobres con todo los demás
elementos del marco(IFAD).
Cualquier modelo producirá buenos resultados si se aplica con atención a las
diferencias de género y cuando los planes se desarrollan con la comunidad en lugar de
“para” ellos.
El impacto sobre los medios de subsistencia solo puede evaluarse cuando es parte del
sistema de S y E en el plan de proyecto. La desagregación por género significa que los
datos de inicio se registran tanto para hombres como para mujeres (y niños y niñas), de
modo que las diferencias en las experiencias de ambos se hagan visibles. Dado que
las mujeres y las niñas suelen estar en desventaja comparado con los hombres en
términos de una jornada de trabajo más larga y menos toma de decisiones acerca de
ingresos generados por el ganado, cada proyecto de emergencia debería incluir un
objetivo relacionado con elevar el estatus de las mujeres.
Los indicadores de empoderamiento de la mujer, o aumento en el estatus deben
determinarse por la comunidad para que sean significantes. Sin embargo el IFPRI
diseñó el Índice de Empoderamiento de la Mujer en la Agricultura (WEAI por sus siglas
en inglés), para registrar los niveles de empoderamiento e inclusión de la mujer en el
sector agrícola para elevar el estatus de la mujer en la agricultura, mejorar la nutrición y
reducir la pobreza. Aunque se trata principalmente de una herramienta de desarrollo, el
WEAI es valioso durante una emergencia para realizar un seguimiento de las
oportunidades de cambio y el impacto en el tiempo. El uso del Índice ayuda a
comprender las conexiones entre el empoderamiento de las mujeres, la seguridad
alimentaria y el crecimiento agrícola. Mide los roles y el grado de participación de las
mujeres en el sector agrícola en cinco dominios: (1) decisiones sobre producción
agrícola, (2) acceso a y poder de toma de decisión sobre recursos productivos, (3)
control del uso de ingresos, (4) liderazgo en la comunidad, y (5) uso del tiempo.
También mide el empoderamiento de la mujer en relación con los hombres en sus
hogares. Se considera que las mujeres están empoderadas si puntúan adecuadamente
en al menos cuatro de los componentes (IFPRI). El índice funciona a nivel país o
región, trabajando con conjuntos de datos de hombres y mujeres en los mismos
hogares.
Las mujeres a menudo aumentan sus destrezas técnicas y sociales durante las
emergencias cuando se les separa de los hombres, Por ejemplo, durante la Guerra
Civil en Liberia, VOICED-Africa, una ONG que trabaja con mujeres en campamentos de
refugiados en Guinea, desarrolló clases de alfabetización vinculadas a la gestión y a la
obtención de leche de cabras en reclusión. Tras la guerra, las familias se volvieron a
reunir pero las mujeres no pudieron en todos los casos mantener su actividad de cría
de cabras porque vieron aumentada su carga de trabajo y los hombres no compartieron
la carga de trabajo(B. Miller).
f.
Soporte técnico y competencias de organismos
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Los organismos varían mucho en su capacidad para evaluar emergencias de ganado y
relaciones de género entre la población humana afectada. Estas destrezas afectan
directamente el impacto del proyecto pero requieren un compromiso institucional y
presupuesto. Cuando los donantes exijan estas capacidades, aparecerán. Un S y E
más fuerte para medir el impacto puede ayudar a convencer a donantes, ¿pero qué va
primero?
En general, los organismos que se especializan en producción o sanidad ganadera
tienen muy poca capacidad para análisis de género o social. Existe una mayor
concienciación entre organismos bilaterales o multilaterales. DFID, FAO, IFAD e ILRI
han reafirmado recientemente su compromiso con la formación en perspectiva de
género para su personal y la inclusión de cuestiones de género en la planificación, pero
aún es pronto para ver el impacto. Algunos organismos más pequeños con presencia
local a largo plazo como la red VSF ha priorizado los métodos participativos y sensibles
al género sobre el terreno, pero también puede que se encuentren con limitaciones
entre los socios locales.
Muchas organizaciones piensan que están “ocupándose” de la cuestión del género si
ayudan a las mujeres a obtener ingresos, pero esto podría simplemente aumentar la
carga de trabajo para las mujeres mientras que los hombres se apropian de los
ingresos. Las organizaciones de ganado pueden pensar que están ocupándose de la
cuestión de género si invitan a las mujeres a los cursos de formación, pero aceptan que
las mujeres están “demasiado ocupadas para participar”. El desarrollo transformacional
de género promueve una mayor igualdad entre hombres y mujeres y requiere destrezas
y un compromiso para trabajar con hombres y con mujeres para identificar y abordar
las actitudes y comportamientos diarios que restringen a las mujeres y mantienen a sus
comunidades en la pobreza.
A la inversa, los organismos humanitarios pueden fracasar en intervenciones
ganaderas por la falta de familiaridad con los requisitos de sanidad animal, agua,
alimentos y refugios. Incluso si los animales sobreviven, aquellas intervenciones que
canalizan los recursos a mujeres pueden no ser sostenibles a no ser que se desarrollen
planes a más largo plazo para asegurar el apoyo a hombres para que las mujeres
puedan mantener el control de los animales y de los ingresos que generan.
g.
Preparación
La planificación de desastres debe asegurar la participación de mujeres además de
hombres y debe mejorar de forma intencionada las destrezas de las mujeres gestoras
de ganado para interactuar con trabajadores gubernamentales y personal de las ONGs.
Una información sistematizada sobre los sistemas de producción y las limitaciones
basadas en género puede ayudar a las comunidades a sobrellevar emergencias o
buscar ayuda cuando ocurran.
Las áreas de sequía crónica tienen comités permanentes para respuesta a sequías, y
es imperativo que las mujeres tengan voz. A veces una ONG o una comunidad vecina
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puede ayudar a persuadir a un grupo reacio a volverse más inclusivo. A menudo el
personal sanitario se tiene en alta estima y si explican la importancia de la participación
de las mujeres en estos comités, se les dará más consideración. Una buena
planificación de desastres y respuestas debe incluir otras redes comunitarias como
consejos de pueblo, asociaciones, grupos de mujeres y jóvenes (Norweigian Church
Aid).
En última instancia, la preparación para emergencias requiere elevar el estatus de las
mujeres dentro de la comunidad, lo que aumenta la resiliencia. Los organismos
centrados en el ganado deberán invertir en formar al personal y a sus socios para
dotarles de destrezas para comprender y abordar cuestiones de género en el
desarrollo.
h.
Incidencia y política
Las emergencias humanitarias ocurren porque las personas impactadas no tienen el
poder, los recursos ni las destrezas para prevenir o recuperarse de desastres. Los
marginados políticamente, como los pastoralistas, o los sin tierra o las minorías étnicas
y los pobres sufren emergencias humanitarias con mucha más frecuencia que los ricos
y los poderosos. Las mujeres están en desventaja tanto por género como por las otras
identidades sociales mencionadas. Además de defender los derechos de las minorías o
el acceso de los pastoralistas a las tierras de pasto, es importante también hacer lobby
para políticas que aumenten el acceso de las mujeres a la educación, a la atención
sanitaria y a la tecnología que ahorre mano de obra, además de sus derechos
humanos, incluidos el derecho a la propiedad y a vivir libres de violencia.
V.
Reducción de ganado
La reducción de ganado para su venta o matanza debe incluir la participación de
mujeres y de hombres. Hay muchos buenos ejemplos en los que la reducción para
matanza a través de grupos de mujeres han sido especialmente efectivos, ya que las
mujeres están acostumbradas a encargarse de la carne para el hogar o para la venta.
También saben quién necesita más la carne y han sido reconocidas como equitativas a
la hora de repartirla. Un proyecto en Etiopía enseñó a mujeres a secar carne para su
futuro uso o venta. Las mujeres llevaron bien la tecnología pero el éxito dependió de la
aceptabilidad cultural del producto de carne deshidratada. En zonas donde no se
conocía, las personas no lo aceptaron. Por tanto, es esencial planificar los proyectos
con la comunidad para asegurar que se realizan las acciones apropiada.
Cuando la reducción de ganado incluye compensación o pagos de indemnización, la
publicidad debe dirigirse a grupos y redes de mujeres, además de a grupos de hombres
para asegurar que las mujeres también puedan participar. Es importante recordar que
tanto las mujeres casadas como las no casadas son propietarias de animales, por lo
que la información sobre la reducción de ganado debe compartirse también a través de
redes de mujeres.
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VI.
Servicios veterinarios y salud animal
En tiempos normales, cuando no hay emergencia, el uso y los beneficios por parte de
las mujeres de la extensión de ganado y los servicios veterinarios son menores que los
de los hombres. Un estudio de 2010 de una muestra de regiones de Etiopía, India y
Ghana encontró que los niveles de acceso a la extensión agrícola variaba por región y
por tipo de cultivo, pero que el acceso por parte de las mujeres era habitualmente
menor que el de los hombres (Banco Mundial).
Las mujeres tienden a ser ignoradas por el personal veterinario e incluso por el sector
privado de venta de productos de sanidad animal. La extensión ganadera y los
servicios veterinarios suelen dirigirse a hombres y la información acerca de las
campañas de vacunación durante las emergencias suelen compartirse solamente en
sitios donde solo hay hombres como tanques de inmersión, reuniones cooperativas, o
incluso a nivel de información entre amistades o redes de clan. Aunque la mayoría de
las estrategias agrícolas nacionales consideran a las mujeres como agentes críticos en
el desarrollo agrícola, este reconocimiento debe traducirse en unos servicios y
mecanismos diseñados de forma más igualitaria para influir en las políticas y prácticas
de extensión. (Manfre and et al.).
En India, los profesionales del sector ganadero están interesados principalmente en
animales grandes como ganado lechero y búfalos. Durante épocas de no emergencia,
las mujeres afirman que se les ignora cuando llaman a la clínica veterinaria. Se da
menor prioridad al ganado que controlan las mujeres, normalmente pequeños
rumiantes y aves (BAIF).
En un desastre, los funcionarios de sanidad animal tienden a centrarse en los animales
más grandes como las vacas, los búfalos, los camellos y los yak, prestando menos
atención a los pequeños rumiantes y a las aves. Las mujeres pueden acabar siendo
responsables de todo tipo de ganado, por lo que es importante que les llegue la
información. Las redes de información de mujeres incluyen escuelas, centros de salud,
grupos de ahorro, centros religiosos como mezquitas o iglesias, o sociedades sande e
escuelas provisionales en África Occidental.
En áreas remotas, los paraveterinarios o trabajadores comunitarios de sanidad animal
pueden ser la única fuente regular de atención sanitaria animal. Es importante atraer,
formar y contratar a mujeres, porque su presencia aumenta el uso por parte de otras
mujeres de dichos servicios. Durante las emergencias, cuando los hombres acaban
lejos, la presencia de mujeres locales formadas puede mejorar la supervivencia del
ganado y proporcionar un vínculo necesario con los organismos de ayuda.
Un reciente informe de Sudán observa que los animales mantenidos en el hogar (aves
y cabras principalmente) tienen mejor servicio cuando hay una paraveterinaria sobre el
terreno. En una comunidad, un paraveterinario masculino se centró en los rebaños
mantenidos por los hombres (ovejas y camellos) y la paraveterinaria femenina, que
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trabajaba de cerca con la matrona, estaba más especializada en los pequeños
animales mantenidos en el hogar (Maarse).
Los burros son relativamente más importantes para las mujeres que para los hombres
porque ayudan con las tareas de las mujeres de recogida de combustible, agua y
forraje, el transporte de bienes al mercado y desde el mercado y de los niños hasta los
servicios sanitarios. Sin embargo a los profesionales de sanidad animal no se les forma
ni están interesados en tratar a équidos, lo que limita la salud de estos animales y, por
tanto, los beneficios que aportan a las mujeres.
En Etiopía, es frecuente no prestar atención a la salud de los burros, pero éstos pueden
sufrir problemas respiratorios, cólicos, heridas en la espalda y linfangitis. La
enfermedad y la malnutrición reducen la productividad equina en el trabajo de forma
considerable y limita la aportación de los equinos a los medios de subsistencia rurales
(Admassu and Sheferaw).
Tanto los hombres como las mujeres pastoralistas tienen mejor servicios cuando los
servicios de sanidad animal son también móviles y acuden a donde están, tanto en
tiempos normales como en tiempos de emergencia. Ver entrevista con Fiona Flintan.
VII.
Recursos alimentarios
Las mujeres a menudo son responsables de dar alimentos a los animales durante
tiempos “normales”, una tarea cuya dificultad aumenta en situaciones de desastres
medioambientales como sequías, inundaciones o terremotos. El conflicto armado
puede hacer que las rutas habituales hasta llegar a recursos alimentarias se vuelvan
traicioneras. La carga de trabajo de las mujeres aumenta cuando deben caminar más
distancia o invertir tiempo en tratar de recoger alimento de baja calidad como las vainas
de las semillas.
Cuando se reparten alimentos suplementarios durante las emergencias, las mujeres
pueden requerir asistencia adicional para transportarlos hasta el asentamiento. Los
burros y los animales de tiro pueden ser importantes para ayudar con el transporte.
Cuando el forraje es escaso, a los équidos puede tener que dárseles pienso, aunque
muchos planificadores (y propietarios) no lo tienen en cuenta.
El cultivo de forrajes puede introducirse como un paso de mitigación de la sequía y las
mujeres a menudo comprueban que esto aumenta su carga de trabajo, porque
normalmente se les asigna la tarea de “cortar y llevar” el alimento a los animales. En
algunos lugares, especialmente cuando los maridos están ausentes, las mujeres han
convertido la producción de forraje en un negocio a pequeña escala y generan ingresos
vendiendo el exceso de forraje (Russell, comunicación personal).
VIII.
Agua
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Como ocurre con el alimento, la provisión de agua es a menudo una responsabilidad de
la mujer, cuya dificultad aumenta durante épocas de sequía y de otras emergencias.
Las mujeres suelen ser responsables de la salud de la familia, incluida la provisión de
un volumen y una calidad de agua adecuados. Es posible que sean también
responsables de recoger agua para el ganado o de llevar a los animales a las fuentes
de agua. Puede que estén más motivadas que los hombres para asegurar que hay
agua limpia para el consumo humano y para lavar porque son responsables de la salud
familiar y deben atender a los enfermos. Después de inundaciones y otros desastres
naturales, la calidad del agua puede estar comprometida debido a la presencia de
cadáveres de animales y personas o por la contaminación de productos químicos y
otros contaminantes. El agua estancada sirve de medio de cultivo de mosquitos, y
aumenta la incidencia de las enfermedades transmitidas por mosquitos tanto para
humanos como para ganado.
Durante las sequías, proliferan las enfermedades relacionadas con el agua porque
cuando las fuentes de agua superficiales como arroyos y estanques se secan, las otras
fuentes de agua se vuelven muy contaminadas con excrementos humanos y animales,
que se mezcla con el agua cuando llueve. Cuando no hay agua suficiente para que las
personas se bañen con regularidad, los niños empiezan a padecer sarna e infecciones
oculares. En un esfuerzo por conservar agua, el lavado de manos tras defecar o antes
de comer deja de hacerse. La enfermedades diarreicas o relacionadas con el agua
están entre las principales causas de enfermedad y muerte en niños pequeños durante
las sequías (Water.org)
Durante una evaluación de la respuesta a la sequía de 2008-9, tanto los hombres como
mujeres se beneficiaron más de la distribución de agua en camiones cisterna y nuevos
pozos, ya que la carga de trabajo de las mujeres se vio reducida. Los miembros
masculinos sentían que no tenía ningún impacto directo sobre ellos. Sin embargo, el
transporte de agua por camiones era caro y alcanzaba un número de personas
relativamente reducido (Zwaagstra, Sharif and Wambile). El transporte de agua por
camiones rara vez resulta coste-efectivo ni se puede plantear como una posible
solución a largo plazo, por lo que la gestión de agua antes (o después) de una
emergencia es una parte esencial de la resiliencia. Sigue siendo poco habitual que las
mujeres formen parte de los comités de gestión de agua, a pesar de su interés en
fuentes de agua fiables y de calidad. La presencia de mujeres en comités de agua
tiende a mejorar la efectividad, además de la salud familiar.
También hay una tendencia cada vez mayor a comprar y vender agua encontrada en
áreas pastorales, especialmente durante épocas de sequía, lo que hace cada vez más
difícil que los grupos más pobres y menos poderosos de la sociedad accedan a agua.
Esto incluye a las mujeres, que luego se vuelven más dependientes de sus maridos
para proporcionarles dinero y acceso (UNCCD).
Las intervenciones de agua durante sequías han tenido impactos particularmente
negativos, contribuyendo a una pobreza continuada y a una inseguridad alimentaria en
tierras áridas. Las medidas de emergencia como la perforación de pozos pueden
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provocar una degradación medioambiental y una dependencia de gobiernos u ONGs.
Una mayor coordinación sectorial, unas políticas a largo plazo y una participación local,
incluida la de las mujeres, son todos elementos necesarios para un impacto positivo
(Flintan, sin publicar).
IX.
Refugio y asentamiento
Cuando los animales requieren refugio, es esencial determinar por adelantado si las
mujeres cuentan con los conocimiento, las destrezas y los recursos necesarios para
construirlos por sí solas, o si tendrán que pedir o pagar a otros para que lo hagan por
ellas. En el proyecto de repoblación de VSF-B en el Sur de Sudán, los hogares
encabezados por mujeres eran las principales beneficiarias de cabras, pero debido a la
falta de destrezas y materiales, no fueron capaces de construir los refugios necesarios.
Por tanto, el proyecto tuvo que proporcionar esta asistencia inesperada y buscar
presupuesto para ello (VSF-B).
Los refugios animales deben diseñarse con aportaciones de hombres y mujeres. Por
ejemplo, si las mujeres son responsables de limpiar el estiércol, puede que tengan
ideas para facilitar la labor, como tener una zona de compostaje monte abajo del
refugio.
X.
Provisión de ganado/repoblación
Tanto las mujeres que encabezan sus propios hogares como las mujeres casadas
deben incluirse en los planes de repoblación. El ganado de las mujeres, como por
ejemplo las aves, puede parecer poco importante para los planificadores de
repoblación, pero pueden ser esenciales para la seguridad alimentaria y para la toma
de decisiones de las mujeres en el hogar. Es posible que a los maridos no se les ocurra
solicitar reposiciones de los animales de sus esposas si no se les pregunta
directamente a las mujeres La propiedad del ganado después de una emergencia es
también una forma poderosa de aumentar el estatus de las mujeres, asumiendo que el
proyecto incluya provisiones para mantener los derechos de las mujeres sobre la venta
o la donación de animales, además de sobre el uso de sus productos.
Cuando se consulta a las mujeres sobre las especies de animales para repoblación, a
menudo solicitarán aves, mientras que los hombres no las consideran de valor. Sin
embargo, las mujeres pueden gestionan las aves con poca interferencia de los
hombres, lo que les dota de mayores capacidades para satisfacer las necesidades
domésticas. En Sudán, los funcionarios del sector ganadero afirmaban que en las
regiones pastoralistas ni siquiera mantenían aves, y les sorprendió cuando una
consultora de ganado mujer las señaló (Maarse, entrevista). En Etiopía, las aves no
son consideradas propiedad y por tanto no son parte de ningún pack de repoblación.
En Kenia, en algunas zonas, los programas de repoblación incluyen aves con cada vez
mayor frecuencia, especialmente cuando las evaluaciones incluyen comunicación
explícita con mujeres (entrevista a Njuguna).
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Las mujeres también tienden a priorizar más los burros que los hombres, ya que
cuando no hay animales de tiro, las cargas las transportan las propias mujeres sobre
sus espaldas. Por ejemplo, un proyecto ganadero de emergencia en la zona Fik de
Etiopía incluyó un burro como animal de tiro, reduciendo así la carga de llevar el agua
sobre la espalda o la cabeza de las mujeres. Al reducirse para las mujeres el tiempo
necesario para ir a buscar agua, podían atender a otras actividades como atención a
los niños (Acacia Consutants).
Sin embargo, es importante evitar generalizaciones acerca de la necesidad de burros,
incluso durante sequías. En el norte de Mali, incluso cuando la sequía es grave, los
burros siguen siendo numerosos, y se comparten con libertad entre las personas
(entrevista a Diallo).
XI.
Conclusiones
En las operaciones de ayuda en desastres se ha aumentado la concienciación sobre
cuestiones de género y se están desarrollando nuevos modos de satisfacer las
necesidades de hombres y mujeres. Muchos proyectos de repoblación se dirigen ahora
a hogares encabezados por mujeres y es frecuente que haya mujeres en los comités
de seguimiento comunitarios. Las intervenciones de ayuda pueden abordar las
necesidades prácticas de las mujeres, como agua suplementaria. Es más probable que
los proyectos que incluyen a mujeres en la planificación aborden la mayor carga de
trabajo que afrontan las mujeres durante las sequías y otras emergencias, por ejemplo,
mediante la inclusión de burros para ayudar a transportar agua y ayudas alimentarias.
Es más probable que el pack de ayuda ganadera incluya aves de corral si se consulta a
las mujeres sobre sus prioridades y necesidades para mantener la dieta familiar.
Sin embargo, los presupuestos y el liderazgo de los organismos de emergencia siguen
estando muy dominados por hombres. Las mujeres a menudo son receptoras pasivas
de la ayuda alimentaria y la atención sanitaria, y del ganado para sus familias,
reforzando la primacía de sus papeles domésticos. Aunque la planificación con grupos
pastoralistas incluye la participación de la comunidad, es frecuente que los hombres
representen a las mujeres en lugar de que hablen las mujeres por sí mismas.
Los equipos de evaluación de ganado tienden a estar dominados por hombres debido a
la escasez (que no ausencia) de mujeres expertas ganaderas. Un equipo equilibrado
en términos de género puede aumentar la precisión de la evaluación mediante la
interacción directa con las mujeres. Un equipo diverso también puede cuestionar los
supuestos, mejorar la eficiencia y promover la coordinación con otros sectores. Un
equipo de evaluación de ganado no tiene por qué incluir únicamente a expertos en
ganado, por lo que también puede incluirse a mujeres de otros campos como pueden
ser los de salud humana, ciencias sociales o economía del hogar.
La labor de seguimiento y evaluación posterior a las actividades de ayuda de
emergencia tiende a ser pobres debido a unos tiempos demasiado cortos, un
presupuesto inadecuado y una baja priorización, haciendo que sea difícil encontrar
InformesobrelaperspectivadegénerodeLEGS
buenos datos sobre el impacto y, sobre todo, sobre los distintos impactos en los medios
de subsistencia de hombres y mujeres.
Las actividades de ayuda relacionadas con el ganado pueden mejorar el estatus de las
mujeres a largo plazo mediante su participación activa durante la planificación,
seguimiento y evaluación. Cuando el equipo de evaluación se encuentra con la
comunidad, pueden exigir que las mujeres tengan su propio espacio y tiempo,
modelando el valor que dan a las ideas y a las preferencias de las mujeres. Esto
asegura que las prioridades de las mujeres como las aves, los pequeños rumiantes o
los animales de tiro se pongan sobre la mesa. Los proyectos de repoblación deberían
incluir necesidades a corto plazo de alimentos, especialmente de aves y pequeños
rumiantes lecheras, además de planes para que las mujeres y los hombres
reconstruyan sus activos animales y otros activos. Las mujeres a menudo requieren
facilitación para desarrollar grupos de trabajo sólidos que generen una comercialización
exitosa una vez ha pasado la emergencia. Los temas de formación deben incluir tanto
temas técnicos (salud animal, alimentación animal, crianza y refugio y destrezas
comerciales y de negocio) como también temas sociales con los hombres sobre la
división de trabajo y los beneficios. Tanto los hombres como las mujeres se benefician
de una formación basada en la comunidad que mejora la productividad del ganado y la
comunicación y cooperación dentro de la familia.
Las emergencias pueden flexibilizar los roles de género y no debería echarse a perder
esta oportunidad para que los hombres y las mujeres reflexionen sobre los beneficios
que puede tener para la familia el hecho de que las mujeres puedan generar y guardar
sus ingresos. Es importante que los hombres entiendan que ellos y sus hijos prosperan
cuando las mujeres tienen cargas de trabajo inferiores y mayores incentivos para
producir, al compartirse los ingresos. El reconocimiento público del valor de la
aportación de las mujeres a las familias y a las comunidades puede aumentar su
estatus y allanar el camino para un mayor papel de las mujeres en la toma de
decisiones.
XII.
Recomendaciones
a. Llamar la atención sobre las mujeres mediante imágenes visuales y
escritas, para que sea más difícil olvidarlas.
1.
Incluir imagines de mujeres además de hombres en el sitio
web de LEGS. Las imágenes visuales crean y refuerzan nuestras percepciones. La
gran mayoría de fotografías muestran a hombres interactuando con ganado y otros
hombres, relegando a las mujeres a la invisibilidad y al fácil olvido.
2.
Sustituir la palabra “personas” por “hombres y mujeres” para
centrar la atención en los dos géneros. El lenguaje crea imágenes para el lector y en el
sector ganadero, tanto hombres como mujeres asocian el ganado con los hombres. La
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utilización de las palabras hombres y mujeres ayuda a desafiar este estereotipo dañino
y a normalizar la inclusión de las mujeres como participantes activas en todo tipo de
actividad ganadera.
b. Trazar de forma explícita el vínculo entre la mejora del estatus de la mujer
y la mejora de la resiliencia ante desastres. Las respuestas de emergencia que no
desafían el estatus desventajoso de las mujeres en cuanto a carga de trabajo,
educación y toma de decisiones con respecto a los hombres, pueden contribuir a la
continuación de la pobreza de la comunidad y a la marginación.
.
c. Cambios al Manual de LEGS
1.
Desarrollar 3 manuales y módulos de formación para los 3
públicos distintos.
Los funcionarios del sector ganadero, los trabajadores humanitarios y los organismos
donantes tienen todos distintas destrezas y perspectivas, por lo que unos materiales
especializados para cada público aumentaría el impacto. Los trabajadores humanitarios
podrán estar familiarizados con las limitaciones basadas en género, pero no tienen ni
idea de que las aves requieren alimento o cuánta agua necesita una vaca lechera. Si el
manual trata de proporcionar toda la información a todos los públicos, se vuelve poco
práctico. Es probable que los trabajadores del sector ganadero conozcan las
enfermedades de ganado locales, pero quizás no se coordinen con trabajadores de
sanidad humana para prevenir enfermedades zoonóticas durante los desastres. Los
donantes desempeñan un papel crítico en el establecimiento de directrices y requisitos
para proyectos, incluidas la evaluación, la selección de destinatarios y la realización de
presupuestos. Si los donantes no exigen un impacto desagregado por género sobre los
medios de subsistencia y si no lo financian, pocos organismos ejecutores se lo pueden
permitir.
2.
Aplicar la regla “1/3” mujeres (que se usa en muchos
países africanos y asiáticos) como una cuota mínima de representación femenina en
todas las interacciones con comunidades.
3.
Actualizar el modelo de “análisis de medios de subsistencia”
con una versión basada en la perspectiva de género, que no considere el hogar como
una única unidad con distribución uniforme de recursos, información y trabajo.
El modelo del DFID no requiere explícitamente que se consideren las categorías
sociales de género, edad, clase (o casta) y grupo étnico, que afectan las interacciones
y las elecciones de las personas. Por tanto, es fácil ignorar las diferencias entre la
experiencia de los hombres y la de las mujeres, especialmente si las personas que
usan el modelo para análisis no cuentan con formación previa sobre concienciación o
análisis de género.
InformesobrelaperspectivadegénerodeLEGS
El modelo IFAD incluye la diferencia social, incluido el género, y es menos “lineal” en su
presentación de las influencias. El modelo de Derechos Humanos y Medios de
Subsistencia de SDC podría ser apropiado para LEGS por su enfoque basado en
derechos humanos y el reconocimiento de los desequilibrios de poder que subyacen a
los desastres humanitarios. Sin embargo, las soluciones son inherentemente políticas y
por tanto es probable cierta resistencia en su aceptación. El Modelo Mandala de SDC
para medios de subsistencia incluye la consideración de la diferencia social dentro del
hogar, la comunidad y en todos los niveles. La imaginería de “mandala” funciona
especialmente bien en las comunidades asiáticas.
d. Ajustar los talleres de formación para profesionales de ganado de forma
que se cubran las carencias en su preparación.
1.
Análisis de género
Los actuales talleres de formación ofrecidos a trabajadores del sector ganadero
asumen un nivel de familiaridad y competencia en análisis de género y técnicas
participativas que no está presente. Por tanto, se debe ajustar o rediseñar la formación
para incluir conceptos de género e incluir prácticas sobre el terreno. El Manual de
LEGS y el programa de formación de LEGS sugiere reunirse con mujeres por separado
durante las evaluaciones y las futuras visitas, pero esto puede argumentarse mejor
después de una formación de género, que también enseñaría las herramientas para
plantear cuestiones de género en un contexto de ganado. Igual que arriba, el
presupuesto debería incluir seguimiento y cursos de actualización de conocimientos.
Ver Apéndice 2, entrevista con Joseph Njuguna, FAO Kenia y formador de LEGS.
El análisis de género ayudará a los participantes a entender la toma de decisiones
dentro del hogar y el peligro de asumir que los beneficios o las cargas se distribuyen
equitativamente entre todos los miembros del hogar en la planificación de las
intervenciones.
La formación de LEGS fomenta que los participantes recluten a miembros de equipo
femeninos para la evaluación, pero esto no ocurre porque no aprenden cómo dar con
las mujeres apropiadas. Ampliar la formación para incluir visitas con ministerios
apropiados que gestionan asuntos de mujeres, o comités de preparación ante sequías
que abordan cuestiones de género, para desarrollar relaciones personales a las que
recurrir para futuras recomendaciones.
Como parte de la formación, animar a los participantes a preguntar a las mujeres sobre
las aves y los burros durante las evaluaciones, si ya no lo hacen.
2.
Análisis de medios de subsistencia
El mayor reto para la implantación del Marco de LEGS será formar a los profesionales
de ganado en análisis de medios de subsistencia, lo que requiere una visión a mayor
escala que la que suele requerirse para intervenciones ganaderas. El sector ganadero
está más aislado que otros sectores, e incluso en épocas donde no hay desastres, la
coordinación y la cooperación con agentes de salud humana, ciencias sociales e
InformesobrelaperspectivadegénerodeLEGS
incluso gestión agrícola y de pastizales siguen siendo atípicas. Es posible que el
entorno institucional no fomente la coordinación intersectorial. Las instituciones, tanto
gubernamentales y privadas pueden definir (y compensar) el éxito en términos de
producción ganadera, ingresos generados o baja incidencia de enfermedades. La
formación de individuos en el análisis de medios de subsistencia y participación puede
coexistir con las reformas institucionales, que se refuerzan mutualmente. Los
programas de formación deberían incluir experiencia sobre el terreno, cursos de apoyo
y de actualización de conocimientos cada 6 meses, hasta que los nuevos
comportamientos estén integrados con naturalidad.
El análisis de medios de subsistencia también puede no formar parte de la experiencia
y de los sistemas institucionales de los trabajadores humanitarios, si la única definición
de éxito es el cortoplacista concepto de “vidas salvadas”. De nuevo, es necesario tanto
la reforma a nivel institucional como la formación de individuos, y ambas necesidades
requieren un presupuesto adecuado y S y E. El apoyo de los donantes debe ir más allá
del lenguaje de “medios de subsistencia” y dar lugar a reformas en presupuestos y en S
y E.
3.
Métodos participativos
Introducir herramientas participativas y hacer que los participantes practiquen durante
visitas de campo y prácticas como parte de la formación de LEGS. Esto requerirá
seguimiento frecuente y cursos de apoyo, ya que las nuevas prácticas requieren
refuerzo para que se vuelvan útiles.
XIII.
Bibliografía
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