De cómo la producción de energía afecta la salud May 7, 2009 Originalmente publicado en la edición impresa Diálogo Marzo-Abril 2009. Vida Sana Por Ivis M. Negrón Pérez Especial para Diálogo Desde hace un par de años, Rosa Hilda Ramos comenzó a respirar “alivio”. Era una sensación que dejó de experimentar hace casi dos décadas, cuando estableció su hogar en una urbanización de Cataño que tenía como vecinos a una de las principales plantas de generación de energía de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), una cementera y vertederos clandestinos. Entonces, Rosa Hilda–hoy una respetada líder comunitaria galardonada con importantes reconocimientos ambientalistas– abrió los ojos a una realidad que no esperaba. La gente de su pueblo estaba enferma. Muchos eran asmáticos crónicos, tenían condiciones respiratorias o padecían de cáncer. La alarma la llevó a corroborar que el combustible que la AEE utilizaba en su planta de Palo Seco tenía altos niveles de azufre, un carcinógeno que, al entrar en contacto con el aire, produce materia particulada que puede penetrar al sistema respiratorio. Claramente, la planta era una fuente peligrosísima de contaminación, por lo que Rosa Hilda y su comunidad lucharon para que dejara de serlo. “¡Tú sabes lo que es vivir libres de miedo!”, exclamó Rosa Hilda, al echar una mirada al logro de los catañenses. La organización Comunidades Unidas contra la Contaminación (CUCCO) intervino activamente en el pleito que desde 1996 llevó la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) contra la AEE, por la pobre calidad del combustible utilizado en sus operaciones. La sentencia resultó adversa a la corporación pública, que se vio obligada a usar combustible más costoso y de mejor calidad al que compraban hasta ese momento. La AEE llegó a utilizar combustible con 2.5 por ciento de nivel de azufre, que provocaba que se expulsaran al aire pequeñas partículas de petróleo químicamente transformado. Gracias a este pleito, la Autoridad tuvo que reducir en los pasados años hasta 0.5 el por ciento de azufre en el combustible que utiliza. “No estamos conformes, pero no estamos peleando”, afirmó Rosa Hilda, quien da testimonio de cómo la disminución en el azufre en Palo Seco redujo también las complicaciones de salud de sus vecinos. La AEE tiene capacidad de generar hasta 5,400 megavatios de electricidad, pero en la actualidad enfrenta una reducción en el consumo de energía, y produce unos 2,900 megavatios, indicó el ingeniero Ángel Luis Rivera Santana, director de Planificación y Protección de la Corporación. El funcionario explicó que, del total de la energía producida, sólo 0.7 por ciento es producción hidroeléctrica. El resto de la producción proviene de combustibles fósiles y se distribuye en un 68 por ciento a base del petróleo procesado en sus seis plantas generatrices, 15 por ciento que le compra a la planta de carbón Applied Energy Systems (AES) de Guayama y 16 por ciento que proviene de Ecoeléctrica, productora de gas natural, que le cuestan al país $2,976 millones al año. El dióxido de azufre (SO2), el óxido de nitrógeno (NO2) y el monóxido de carbono son todos producto de la combustión de petróleo o carbón y, al entrar en contacto con el aire, tienen serios efectos tóxicos a la salud. A estos tipos de polución atmosférica se les atribuyen no sólo condiciones respiratorias, sino cardiovasculares y crónicas, que pueden incluso causar la muerte. Asimismo, contribuyen al efecto de invernadero, al calentamiento global y a cambios ecológicos que, a la larga, impactarán la salud y el comportamiento humano, señaló el profesor José Norat, de la Escuela Graduada de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR). En Puerto Rico, muy a pesar de la experiencia de comunidades como la de Cataño, no hay suficientes estudios epidemiológicos acerca de los efectos en la salud de la contaminación ambiental, comentó Norat. “Para todos los efectos, los únicos estudios que se hacen son en el RCM con recursos bien precarios. Así que no podemos decir a ciencia cierta cuál es el vínculo entre una fuente de contaminación en particular y su efecto en los seres humanos”, manifestó. No obstante, advirtió, que hay que darle valor a las anécdotas que se escuchan en las comunidades afectadas por algún modo de contaminación a causa de la producción de energía por combustibles fósiles. Mencionó como ejemplo los niveles de ruido que a diario enfrentan los residentes del sector Aguirre en Salinas a causa de la presencia de una planta generatriz aledaña, un problema que no ha sido atendido por ninguna agencia reguladora. Los sonidos de alta y baja frecuencia causan efectos sicológicos y en el organismo, indicó Norat. Asimismo, una clínica de salud en la comunidad Las Mareas en Salinas, reportó un 80 por ciento de problemas respiratorios entre sus residentes, recordó el portavoz del Comité Diálogo Ambiental de ese municipio, Víctor Alvarado Guzmán. “Hay información de que todas las enfermedades están relacionadas con petróleo, carbón, plásticos y metales pesados”, manifestó, por su parte, Víctor Marcial Vega, oncólogo y miembro del Comité de Salud Pública y Ambiental del Colegio de Médicos Cirujanos. El especialista en medicina nutricional y ambiental sostuvo que es alarmante la cantidad de casos que ha tratado de pacientes con metales pesados y otros tóxicos en sus cuerpos. “La mayoría de estos casos se deben a la contaminación del medio ambiente”, añadió Marcial Vega. Datos recopilados por el RCM y la Universidad de Vanderbilt en Tennessee acerca de la situación de la salud en el país confirman que Puerto Rico ocupa la primera posición en incidencia de asma entre adultos en todo Estados Unidos. Un estudio publicado en el 2007 en el Journal of Epidemiology and Community Health realizado en 14 ciudades españolas, confirmó la relación entre la contaminación urbana y las hospitalizaciones por problemas cardiovasculares. La investigación de Estudio Multicéntrico Español de los Efectos a Corto Plazo de la Contaminación Atmosférica en la Salud (EMECAS) planteó que, a causa de la combustión incompleta del carbón y los derivados del petróleo que lanzan materia particulada al aire, aumentaba en 1 por ciento los ingresos al hospital por problemas cardiovasculares. Otro estudio sobre prevención de cáncer de la Universidad de Brigham Young en Utah, y publicado en el 2002 por la Asociación Médica Americana, relacionó la contaminación producida por las plantas de energía y el aumento en cáncer del pulmón en residentes de áreas metropolitanas. De acuerdo con el estudio, la inhalación de estas partículas finas como el azufre tiene el mismo efecto que le produce el cigarrillo a un fumador pasivo. Localmente, un informe reciente de la EPA afirmó que Puerto Rico respira aire limpio y que entre el 2005 y el 2007 estuvo en total cumplimiento con las reglamentaciones federales de aire limpio. Es la primera vez que ocurre desde 1980, cuando comenzó el monitoreo de los niveles de materia particulada extra fina. Antes, sólo la zona central alcanzaba los parámetros federales, informó la Junta de Calidad Ambiental (JCA). “Ciertamente, Puerto Rico tiene muchos problemas de contaminación, pero una gran noticia es que aquí se cumple con todas las normas de calidad de aire”, declaró Carl-Axel Soderberg, director de la EPA en Puerto Rico. En este renglón, manifestó el funcionario federal, Puerto Rico tiene ventaja sobre más del 50 por ciento de las jurisdicciones estadounidenses, cuyos residentes sufren por las constantes violaciones a la Ley de Calidad de Aire. En lugares de alta contaminación, como Santiago de Chile, causa pérdidas anuales de $170 millones, indicó. Soderberg mostró estadísticas de cómo la implantación de esta legislación desde 1970 evitó múltiples complicaciones de salud, como bronquitis crónica, hospitalizaciones y muertes prematuras. Datos de la EPA señalan que su ejecución hasta el 1990 costó unos $500,000 millones, pero cuantificó beneficios en $22,200,000 millones. Además, la eliminación del plomo en la gasolina, previno 12.8 millones de casos de hipertensión y hasta que más de 10 millones de personas perdieran puntos de su cociente intelectual (IQ). La prohibición de este tóxico dejó de costarle a la Ciudad de México $967 millones por problemas de salud. Hace dos años, inició un nuevo requisito para utilizar diesel limpio, tanto en vehículos como en plantas generatrices. La discusión a nivel mundial trasciende el cumplimiento de las regulaciones a los combustibles fósiles. Va, más bien, dirigida a su sustitución por fuentes de energía renovables. Sin embargo, la AEE está enfrascada en un nuevo debate por la construcción de una tubería de gas natural –la menos contaminante de estos combustibles– que transcurriría de Guayanilla hasta la central de ciclos combinados de Aguirre. Líderes ambientalistas, municipales y comunitarios dan la batalla legal para detener su desarrollo, porque alegan que representa una amenaza contra la vida de muchos. “Ese proyecto no va a resolver el problema energético de Puerto Rico, es peligroso y no va a bajar la factura de luz”, expresó el portavoz de Diálogo Ambiental. Pero la AEE defiende el proyecto como un paso intermedio hasta que estén disponibles las tecnologías y el dinero para los proyectos de energía renovable. Rivera Santana sostuvo que el uso del gas natural reducirá en más de 64 por ciento las emisiones contaminantes al ambiente. En lo que pudiera suscitar una nueva controversia con las comunidades, Rivera Santana anticipó que la Corporación considera volver a comprar combustible con 1 por ciento de azufre, el doble del nivel actual acordado con la EPA, sin que eso signifique una violación a las reglamentaciones. “El acuerdo por consentimiento [con la EPA] provee para que si se cumple durante un año, podemos subir o reevaluar el acuerdo y subir el contenido de azufre. Si logramos eso, podemos conseguir un combustible un poco más alto en el contenido de azufre… puede ser más barato”, apuntó el funcionario. Aseguró que la Autoridad adquiere tecnología avanzada que debe mantener baja la emisión de particulado al ambiente. Los proyectos de energía eólica y solar están en un panorama más a largo plazo para la AEE, reconoció Rivera Santana. Dos proyectos de energía con viento, que generarían 90 megavatios estarían listos en no menos de tres años, dijo. Mientras tanto, a nivel privado, se realizan otros esfuerzos. Rosa Hilda adelantó que un grupo de acuacultores planifica producir energía con aceite vegetal, un producto libre de contaminantes. “A mí lo que me interesa es lograr que Puerto Rico sea autosuficiente energéticamente. Tener costos energéticos bajos, que genere trabajos de toda clase y que no haga daño a la salud”, concluyó la ganadora del premio ambiental Goldman 2008.
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