Ponencia Nº 5 ¿Cómo sistematizar una pedagogía de luz y verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades? Guillermo Ramírez Livia CCSSR Introducción El cambio1 social siempre se ha dado en la historia de la humanidad, siempre nos hemos sentido interpelados por las situaciones presentes, lo característico de nuestra época es que el cambio está siendo el protagonista. Ya hace más de cincuenta años el Concilio Vaticano II afirmaba: “El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero”2. Esos cambios, hoy aparecen más rápidos y profundos, son tan acelerados que no tenemos el tiempo suficiente para comprenderlos y quizás por ello nos angustian: “… es tan acelerado, vertiginoso que apenas hay tiempo para la adaptación. En nuestro tiempo el presente envejece muy rápido, dejando nostalgia y asombro, inquietud y perplejidad”3. En este contexto de cambios: “Algunos cuestionan hoy el compromiso de la Iglesia en la educación”4. En este proceso verificamos: “no solo en el rechazo abierto a algunos valores morales, sino la impermeabilidad de la conciencia de tantos creyentes a la enseñanza moral de la iglesia como tal”5 Los valores y las normas morales ya no ayudan a vivir el evangelio, al contrario se les considera un obstáculo para el ejercicio de la libertad y una intromisión en la vida individual de los cristianos. Ante esta realidad los responsables de la pastoral, se sienten tentados a postergar la moral “se busca refugio en el kerigma, o se limita el sermón a vagas exhortaciones referentes al amor, delegando a cada uno de los fieles los criterios morales de su propia conducta”6. Existe una crisis de conciencia, la conciencia se reduce a puro subjetivismo y se soslaya el sustento objetivo de moralidad. Para un cristiano la perdida de la conciencia personal, va acompañada de la perdida de la conciencia de Dios y por ende, del pecado. Parece que los únicos referentes de moralidad son los deseos y caprichos del individuo 1 Para un estudio más completo sobre el cambio, sugiero estudiar a ALVÍN TOFFLER, La tercera ola, New York 1979. Con aire futurista, se basa en la historia de la humanidad para describir la configuración que tomará el mundo una vez superada la era industrial, lo que significa a la vez la superación de las ideologías, modelos de gobierno, economía, comunicaciones y sociedades estructuradas alrededor de la producción centralizada, por ejemplo, el industrialismo capitalista y comunista. A pesar de tener varias décadas, el concepto expresado en muchos aspectos es bastante actual. Su lectura permite entender que procesos como la globalización están más cerca de la evolución humana o de la evolución cultural que de una conspiración de poderosos. 2 CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes n. 4. 3 E. ALBURQUERQUE, Cambio social ¿cambio mora? San Pablo, Madrid 2001, p. 1. 4 BENEDICTO XVI, Discurso en la Universidad Católica de América (Washington, 17 de abril de 2008): L’Osservatore Romano (ed. española 25 de abril de 2008), 7. 5 L. MELINA, Participar en las virtudes de Cristo, Cristiandad, Madrid, 2004, p. 28. 6 Ibídem., p. 29. y al margen de una normatividad que emerja de las instituciones: matrimonial, eclesial y social. Para nosotros, la dinámica del cambio es la convergencia de tres realidades simbióticamente unidas: presencia de lo nuevo, derrumbe de lo que teníamos y búsqueda. Estas tres realidades se encuentran muy latentes en la Institución Educativa de nuestro país y, en quienes son autores de la formación pedagógica. No obstante, nuestras actitudes no se han esclerotizado, al contrario se han dedicado al análisis y a los diagnósticos que nos permitan sistematizar una pedagogía de luz y verdad. Frente a esta realidad, la institución educativa de orientación cristiana – católica apuesta por una educación más holística, más integral, que contemple el desarrollo de todos los hombres y del hombre en su integridad, sus capacidades y destrezas, sus valores y sus actitudes con el fin de formar seres humanos, hijos de Dios, capacitados para saber convivir en un mundo de interculturalidad. Lo dicho arriba constituye nuestras motivaciones para esta ponencia, creemos que también funda la problemática del proyecto educativa de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción7 para una posible sistematización. Fieles a estas motivaciones y queriendo dar una respuesta a los nuevos desafíos postmodernos, hemos titulado nuestra ponencia: ¿Cómo sistematizar una pedagogía de luz y verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades? La presente ponencia la hemos dividido en dos grandes partes: I) ¿Cómo sistematizar una pedagogía de luz y verdad? Ayudados por el diagnostico que han hecho llegar las Instituciones Educativas regentadas por las hermanas DIC, formularemos la situación problemática, alcanzaremos sus causas, para posteriormente tratar de teorizar unas propuestas de sistematización. II) ¿Cuáles son las necesidades? Frente a la situación problemática que dificulta una formación integral, creemos que existen las necesidades de: descubrir lo positivo de nuestra época, de entregar una renovada visión del matrimonio, preocuparse por una formación humana que va desde la anomía, pasando por la heteronomía, la socionomía hasta llegar a la autonomía y la relacionalidad. III) La necesidad de formar para los valores humanos y religiosos, siguiendo el carisma de las hermanas DIC. Formar para la comunicación, para el diálogo, para la vivencia humana en la pluriculturalidad y fundamentalmente para el encuentro con Jesucristo. Para presentar a grandes rasgos una sistematización de la pedagogía de luz y verdad, emplearemos el método descriptivo analítico. Metodológicamente, para identificar el problema o los problemas, nos serviremos del diagnostico realizado por cada una de las Instituciones Educativas adscritas a la familia de las hermanas DIC y que han hecho llegar a la comisión organizadora del congreso. Para ver cuáles son las necesidades, cuáles son las prioridades a tener en cuenta, las iremos deduciendo de los problemas encontrados en el diagnostico; valga una aclaración, somos conscientes de otras necesidades técnicas - pedagógicas y estructurales; pero no entraremos en ellas, nos adentraremos en las propuestas teológicas y axiológicas. I. ¿CÓMO SISTEMATIZAR UNA PEDAGOGÍA DE LUZ Y VERDAD? Sistematizar es organizar y ordenar experiencias (el carisma fundante de las Hermanas DIC) con el objetivo de llegar a teorizar dichas prácticas. También la entendemos como: darle un orden lógico a los pensamientos, a las actividades y a la información en 7 En adelante al referirnos a la Congragación de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción sólo utilizaremos las siglas DIC. 2 torno a la pedagogía de luz y verdad (carisma) fundamentada en una antropología actual, consecuencia de la presente sistematización. Para sistematizar una pedagogía de luz y verdad precisamos8: identificar la situación problemática, postular las causas del problema, especificar que es lo que se puede cambiar en la actual situación y por ultimo postular acciones para modificar la situación problemática, para esto último como ya se dijo es necesario fundamentarla en una antropología actual, sin olvidar el carisma, la identidad y la misión de portar la luz y predicar la verdad. Al referirnos a la pedagogía de la luz y la verdad, ya estamos delimitando nuestra sistematización, nos centraremos en el aporte teológico a dicho proyecto, en el carisma de las hermanas DIC. Esta delimitación, no anula el diálogo interdisciplinar necesario para poder encontrar un mínimo común denominador en una propuesta para la formación integral, tal como la entiende la IE de orientación católica en el carisma de las hermanas DIC: “La Institución Educativa ofrecerá una educación basada en valores de modo que los alumnos puedan formar su propia jerarquía, que les ayude a mantener su identidad ante los retos del mundo pluralista”9. Añadiría ante un mundo en constante cambio y vertiginosa transformación. Y al referirnos a la pedagogía, la entendemos como el conjunto de saberes que buscan tener impacto en el proceso educativo, en todas sus dimensiones, como en la comprensión y organización de la cultura y la construcción del sujeto. Por lo tanto, al decir pedagogía de la luz y la verdad, desde nuestra perspectiva arriba mencionada, queremos decir que la luz y la verdad como categorías teológicas – éticas y espirituales pueden tener un impacto en la educación holística (integral) que nos reclama nuestro país y la Iglesia en el Perú en un proceso de nueva evangelización. 1. Nuevos escenarios: indicativos de una situación problemática El núcleo problemático, que emerge del análisis realizado por algunas Instituciones Educativas, nos indicará los puntos claves para diagnosticar la realidad de las mismas regentadas por las hermanas DIC en territorio peruano. Esperamos que nuestra visión del problema resuma el mínimo común denominador en todas las Instituciones Educativas antes mencionadas. Para cumplir con nuestro objetivo partiremos del todo global y epocal, para llegar a detectar las partes problemáticas que exigen de nuestra parte ser priorizadas. El método utilizado para la elaboración de esta ponencia será el descriptivo – analítico, deductivo e inductivo. La realidad actual exige de quienes nos dedicamos a la formación humana, intelectual, una capacidad para saber leer, discernir y descifrar los nuevos escenarios que ha emergido en estas últimas décadas de la historia humana, no para paralizarnos frente a ellos, sino para habitarlos, transformarlos en lugares pilotos de innovación y de evangelización. Como decíamos arriba comenzaremos por lo más general, por aquellos escenarios que han sido identificados y descriptos varias veces10; se trata de nuevos escenarios sociales, culturales, económicos, políticos y religiosos. 8 Para trabajar el tema de la sistematización como actividad académica. Cf. M. M. BARNECHEA – OTROS, La sistematización como producción de conocimientos, Piragua n. 9 (1994), p. 123 – 127; LUIS HERNANDO MUTIS IBARRA, Separata de estudio ¿Qué es sistematizar? Presenta una lista bibliográfica sobre dicho tema. 9 CONSTITUCIONES DE LAS HERMANAS DIC n. 183, III. 10 Cf. Por ejemplo JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptoris Missio (7 de diciembre de 1990), n. 37: AAS 83 (1991), p. 282-286. 3 a. La globalización El rasgo más saliente de la situación actual es el cambio vertiginoso que tiene lugar en el mundo y al que no es ajeno el Perú. Está el fenómeno de la globalización que va transformando el mundo en una aldea global, con efectos positivos y también negativos en los diversos campos. La globalización es “la última etapa del proceso de homogenización cultural iniciada en la modernidad occidental desde hace al menos 200 años, sino 500”11; lo novedoso de esta realidad es que se abre a otros continentes y por otros imperativos. Actualmente, la realidad de la globalización se ha hecho patente, vivimos en un mundo cada vez más global, hay muchos signos que nos hacen sentir que esto es una verdad; por la influencia de los medios de comunicación, el mundo entero conoce las realidades sociales, económicas, culturales y religiosas de otros mundos diferentes12. Lo paradójico de esta universalización, es que mientras se abren las fronteras de los capitales financieros y de las empresas multinacionales y, se dan facilidades arancelarias a las mismas, se niega el mismo derecho a los seres humanos. No obstante, lo dicho de la globalización, no debemos considerarla como un movimiento malévolo, fruto del ingenio humano para el mal; para nosotros este fenómeno de universalización tiene que ver con la evolución humana o evolución cultural, un fenómeno que exige de nuestra parte discernimiento, reflexión sosegada al margen de alguna ideología. b. La postmodernidad: marco contextual de una situación problemática Aquí en este ámbito de la post - modernidad, es donde podemos ubicar o enmarcar muchos de los problemas encontrados en las diversas Instituciones Educativas: el relativismo axiológico, no existen valores absolutos y perennes, todo es relativo al individuo y sus preferencias. La libertad individual e insolidaria expresada en la búsqueda de la propia autorrealización al margen de la institución a la que se pertenezca, al margen de los compromisos asumidos. Ejemplo, si el matrimonio, los hijos y el trabajo son obstáculos para la realización personal, entonces déjalos, abandónalos, a lo sumo cumple lo mínimo de responsabilidad, envíales dinero; y nos preguntamos sobresaltados ¿y el afecto, imprescindible para el desarrollo normal de una personalidad? La post – modernidad13 encausa el último tramo de nuestro siglo, pero como una categoría en clave hermenéutica, que intenta tomar el pulso a nuestro tiempo desde el horizonte cultural. Sus primeras resonancias son latentes en las diferentes expresiones del mundo contra – cultural y cultural, para llegar a plasmar un cierto talante existencial. La post – modernidad se erige en epifenómeno contra – cultural, ejercita una especie de profecía contra los excesos de la cultura moderna y contra la fachada de semi verdad. Desde un análisis a ras de piel, la post – modernidad nos comunica que: El 11 A. NICOLAU, Retos de la sociedad multicultural en la era de la globalización, Labor hospitalaria 35(2003) 22. 12 CALVO BUEZAS, Inmigración y multiculturalismo ¿gangrena de la sociedad o enriquecimiento mutuo?, Corintios XIII 103 (2002), 27. 13 La bibliografía al respeto es abundante, ofrecemos algunos: H. FOSTER – J. HABERMAS – J. BAUDRILLARD (y otros), Postmodernidad, Barcelona 1985; G. LIPOVETSKY, La edad del vacío, Ensayo sobre el individualismo contemporáneo, Barcelona 1986; J. F. LYOTAD, La condición postmoderna, Madrid 1984; ID., La postmodernidad contada a los niños, Barcelona 1987; J. PICO (ed.), Modernidad y postmodernidad, Madrid 1988; G. VATTIMO – P. A. RAVOTTI (eds.), El pensamiento débil, Madrid 1988. 4 mundo moderno es cuestionado, se tambalea, ha perdido el encanto y su consistencia, está feneciendo. El mundo presente es leve y quebradizo, instaura el hábitat de la superficialidad y el sin relieve como lo más normal. Lo trivial es elegido como lo más normal, somos invitados a la frivolidad como una forma resignada de aceptación de la realidad. El mundo entre abierto del futuro carece de interés. Las utopías han quebrado. Se abre paso al placer por una esterilidad enervante y contagiosa, que es alentada por los mass media. La irracionalidad y el instinto campean. Se alimenta una amalgama eclética, donde casi todo es legítimo y posible al amparo del sentimiento y de la experiencia14. La sensación inmediata es que la post – modernidad consiste, en un coctel embriagador y enervante de cosas, en un azaroso ramillete de nadarías sin fondo, anclados en el presente que reniega del pasado y se descuida del futuro. De forma difusa se apunta a una descripción casi plena de la sociedad, sin apenas retales de ideología. La post – modernidad como un fenómeno de transgresión. Desde el punto de vista formal: viola el tiempo de modernidad, se coloca más allá de… viola su espacio geográfico, rompe las fronteras occidentales, viola el espacio espiritual, trastoca la grandilocuencia del discurso moderno. Desde el punto de vista de los contenidos: quedan sometidos a un ajuste de cuentas, los grandes ideales y logros de la modernidad: razón, autonomía, democracia, progreso científico. Se erige como juez inmisericorde de la contienda y la juzga de culpable de falacias y desmesura, por lo tanto, nos invita a su suplantación. La razón constituye, posiblemente, el centro de confluencias de todas las transgresiones post – modernas. La modernidad encumbra a la razón, la endiosa. La post – modernidad reniega de la misma, la desmitologiza, desenmascara sus aberraciones y las desarticula transgrediendo sus pretensiones omnímodas de regulación y pensamiento. Desde, este punto de vista, podemos decir que la post – modernidad nace del escándalo de la razón. La post – modernidad como talante existencial. El torbellino post – moderno, está promoviendo un cambio generalizado en las formas más consustanciales de la vida social y el talante que estas generan: La magnificencia de la experiencia, lo que no se experimenta no existe, lo que no se ve no compromete. El individualismo con sus inevitables connotaciones de vacío15 El pasotismo como condición blanda frente a la sociedad competitiva. El pacifismo y el amor no reglamentado como alternativa descalificatoria de la agresividad y la violencia. El culto a la ecología, que casi linda con un neo panteísmo. La legitimación de la diferencia16 en su amplio espectro de sentidos: lo marginal, lo heterogéneo, lo heterodoxo. La implantación despreocupada de una dosis de irracionalidad. El retorno de lo sagrado, lo esotérico, lo demoniaco, lo maldito, lo sub real, incluso lo cursi, como reivindicación de la otriedad de la realidad no sometida a la lógica y al pragmatismo. c. Hogares disfuncionales Otro de los nuevos escenarios o núcleos problemáticos encontrados en los diagnósticos mencionados, son los niños y jóvenes que provienen de hogares disfuncionales, padres 14 Cf. M. RUBIO, Claves hermenéuticas de la sociedad actual, Confer 29 (1990) 457ss. 15 Cf. G. LIPOVETSKY, La edad del vacío, Ensayo sobre el individualismo contemporáneo, Barcelona 1986. 16 Cf. J. F. LYOTARD, La diferencia, Barcelona 19988. 5 que no acompañan a sus hijos en los procesos de aprendizaje ni en la formación en valores humanos y religiosos. Aunque la mentalidad común suele identificar matrimonio y familia, pensamos junto con otros autores que estamos ante dos instituciones, ante dos realidades distintas aunque relacionadas. En efecto, puede haber matrimonios que por diversas razones no hayan podido culminar en una familia (matrimonios de personas mayores, matrimonios de estériles, matrimonios de discapacitados físicos y psíquicos). Pero pueden existir también familias que no provengan directamente de un matrimonio (familias monoparentales, agregados homosexuales con o sin adopción, familias de readjuntadas, etc.). Esto nos indica que la familia (que debería estar institucionalizada por el matrimonio) y sus valores tradicionales y costumbres fundantes por más sagrados que parezcan, también evolucionan, sufren transformaciones profundas: Pastor Ramos, un estudioso de la sociología de la familia escribe: “El ciclo vital de la familia actual aparece segmentado y accidentado en múltiples episodios. En efecto, la experiencia vital hoy comienza para muchos niños en un escenario, feliz, pero corto, de un hogar completo, o sea, el de un hijo pequeño conviviendo con ambos progenitores. A esta breve etapa sigue otra, la más larga: la de este mismo niño viviendo solo con su madre separada o divorciada. Quizá, una tercera experiencia es la del adolescente viviendo en un nuevo hogar, con su madre recasada y, consiguientemente bajo la figura menos atractiva de un padre adoptivo (padrastro). Llegada a la edad juvenil emacipatoria, este mucho se unirá consensualmente a su novia, ejerciendo con ella plenamente vida sexual como pareja de hecho… En un quinto ciclo vital, la mayoría de estos jóvenes se casan con su pareja de hecho y, después de unos pocos años de matrimonio, entrarán en una sexta etapa, que es la de los divorciados. Pasará, pues, por otro segundo tiempo en soledad, pero se volverá a casar. Llegados a la de la madurez, enviudarán y finalmente se recogerán en alguna residencia para la tercera edad. Donde esporádicamente recibirán visitas del hijo, de la hija o de los nietos…”17. La cita nos indica ya la inestabilidad y una constelación de disfunciones que marcan el desarrollo normal de una personalidad. De esta carencia de afecto emergen los actuales conflictos personales, las actitudes de violencia. El miércoles 20 de junio aparecía una noticia18. No sólo se trata de Bullyng, ni de enfrentamientos entre grupos rivales. Ahora parece estar de moda entre los adolescentes peligrosos juegos que podrían desencadenar fatales consecuencias: la cuerda voladora, la clave. Existe un afán por exacerbar la agresividad. El tema va más allá de la casa; también tiene que ver con lo que se encuentran en los medios, en la calle, en el internet, en las redes sociales y en los videojuegos. Las causas quizá podamos ir vislumbrándolas. Hasta la primera mitad del siglo XIX, el matrimonio podía apoyarse en una serie de factores objetivos que no pertenecen a la naturaleza del matrimonio en cuanto tal y que contribuían sin embargo a consolidar su consistencia interna. El primer factor objetivo, y quizá el más característico de todos es la inmersión del matrimonio en otras estructuras: en una comunidad familiar (abuelos, padres, hijos e hijos casados), en el proyecto común social político y económico de la aldea entera, etc. Casarse era entrar en un orden social establecido de antemano, pertenecer a un organismo de trabajo que, en grandes líneas, coincidía con el conjunto de la familia. El 17 PASTOR RAMOS, La familia en España. Sociología de un cambio, Sígueme, Salamanca 2002, 47- 48 18(Diario Perú 21, miércoles 20 de Junio 2012, p. 16. Los nuevos juegos peligrosos: Chokinggame (consiste en estrangular a una persona hasta que pierda el conocimiento), la cuerda voladora (en el que se jala a otro con una soga hasta que éste se arrastre por el suelo), la clave (un grupo de menores elige una palabra. Luego se desata una brutal violencia que acaba cuando uno de los participantes menciona el vocablo o no soporta más la paliza). 6 matrimonio y la familia reforzaban los lazos de una comunidad económica y social, y por su parte, ésta contribuía a asegurar la estabilidad del matrimonio. Hoy todo parece haber cambiado. La sociedad actual se divide en un determinado número de factores especializados que, en su conjunto, se sitúan frente al matrimonio. En efecto, hoy, domicilio y lugar de trabajo no coinciden. De algún modo, todo esto ha vuelto el matrimonio sobre sí mismo. Al casarse, no se entra en una estructura social objetiva y estable, formada por el conjunto familiar y apoyando sólidamente la vida conyugal. Se acepta, por el contrario, la obligación de recomenzar partiendo de cero, o más exactamente, partiendo de dos. Estas circunstancias han delimitado un dominio que será en adelante reservado al desarrollo del aspecto personal y subjetivo de la vida conyugal. La comprensión más profunda del valor personal e intersubjetivo del matrimonio, también ha originado un tipo de uniones mucho más superficiales y a menudo inestables. Se puede preguntar si estos matrimonios que acaban recién comenzados, a veces incluso antes de comenzar, marcan un retroceso en relación a la vida conyugal de otros tiempos. d. La secularización como humus de la indiferencia religiosa Entre las dificultades para una formación en valores humanos y religiosos aparece la indiferencia religiosa. Una indiferencia incrustada en la vida cotidiana de los padres de familia, de los profesionales incluidos docentes de nuestras Instituciones Educativas, en el Congreso Nacional y en muchos partidos políticos de izquierda. Actualmente: “Algunos cuestionan el compromiso de la Iglesia en la educación, preguntándose si estos recursos no se podrían emplear mejor de otra manera... Se cuestiona el valor de la contribución de la Iglesia al fórum público…”19. El secularismo históricamente empezó como constatación sociológica de que ya no vivíamos “en régimen de cristiandad”. Fue una percepción que se fue imponiendo a mitad del siglo pasado, a medida que se afirmaba la llegada de la modernidad secularista. Se llegó a afirmar que el hombre de la edad moderna de la posguerra ya no era un hombre religioso, sino más bien un hombre secular, en una sociedad ya no cristiana, sino secular, afirmando –con mucha vaguedad e imprecisión, pero apuntando a un fenómeno real– la progresiva desaparición de lo sacro y la irrupción de lo profano. El grito último, como traca final estridente, fue tomado de Nietzsche redescubierto: ¡Dios ha muerto! ¡Ha llegado la era del hombre y del superhombre! Es significativo que, tras las teologías de la secularización, viniera, en los años sesenta, la corriente de la “Teología de la muerte de Dios”, así como suena, promovida por un grupo de teólogos norteamericanos, protestantes, liberales radicales. En su momento causó estupor y casi escándalo; en realidad, no era sino el vagón de cola del Iluminismo racionalista aplicado a la religión. Dios pasó a ser un desocupado de lujo, la hipótesis de Dios se demostró inútil y el hombre pudo organizar su vida como si Dios no existiera. “Dios había muerto”, así de sencillo. Sin embargo, el hombre “iluminado” y secularista no se dio cuenta de que la muerte de Dios significaba la muerte del hombre20. En realidad, el hombre secularista 19 BENEDICTO XVI, Discurso en la Universidad Católica de América (Washington, 17 de abril de 2008): L’Osservatore Romano (ed. española 25 de abril de 2008), 7. 20 No quería ver las premisas ateas de los campos de concentración soviéticos, el famoso “archipiélago Gulag”, que tan bien supo ilustrar Solshenitsin en la obra homónima, creado por el gobierno de Lenin, Stalin, Mao y compañeros 7 luchaba contra la imagen de un Dios concebido como una suerte de “fontanero de urgencia”, que arreglaba todas las emergencias existenciales del hombre; cuando éste, por vía de ciencia y de técnica, alcanzó, según ellos, “la edad adulta” y, con ella, la autonomía para hacer frente al mundo y a sus propias necesidades vitales. En realidad, quien había muerto no era el Dios de la metafísica, ni el Dios de la revelación, sino la falsa imagen de un Dios “tapa-agujeros”, como fue llamado. Mientras que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo, sigue viviente y activo como el primer día de la creación, más aún, continúa sosteniendo el mundo y la historia con su Providencia. e. Una pedagogía al margen de lo humano Tanto la globalización como la postmodernidad se hacen evidentes en nuevas formas educacionales, que basadas en una antropología reduccionista21 afirman que “el hombre es un ser que produce, que compite, que oferta y demanda”; por ende, debe formarse para competir en un mundo globalizado y post – moderno. De esta manera de concebir al hombre, nace una pedagogía centrada en mostrar y exponer conocimientos, de tipo conceptual o procedimental y de carácter casi siempre científico y técnico, olvidando otra dimensión humana, los valores humanos necesarios e imprescindibles para la convivencia pluricultural como es el caso de nuestro país. De los resultados de ambos marcos contextuales en la formación del niño, del joven y del profesional de los cuales somos testigos, constatamos: “Un individuo que sólo domina habilidades técnicas y carece de la humanidad suficiente como para saber situarse en la historia, como para apreciar la creación artística, como para reflexionar sobre su vida personal y social, como para asumirlo desde dentro con coraje, para decir como Ortega ese hombre masa totalmente incapaz de diseñar proyectos de futuro, y que siempre corre el riesgo de dejarse domesticar por cualquiera que lo someta con una ideología”22 Nos encontramos con profesionales, con padres de familia que buscan su felicidad al margen de una axiología perenne, de unos valores absolutos; consecuentemente, formadores de nuevas generaciones desprovistas de una sensibilidad moral y ética que los habilite para vivir humanamente en un mundo multicultural. Además sumemos a esto las dificultades de interrelación entre profesores y personal jerárquico; los celos profesionales no permiten un trato de comunicación horizontal, pues se está a la caza de los errores entre los docentes y del personal jerárquico, ello no permite un ambiente favorable para la formación en valores humanos. La indiferencia religiosa de muchos profesores, quienes se capacitan para acrecentar sus conocimientos, llegando a ser según ellos eruditos, pero al final de cuentas son simplemente conocedores de su propia verdad. El profesor de hoy, sea cual sea su orientación, se va encontrando en un estado de desprotección jurídica, puede ser suspendido si no denuncia el Bullying. de viaje comunistas de todos los países; tampoco quiso ver la firma atea del “superhombre” nietzscheano-hitleriano en los lager y en los hornos crematorios nazis. 21 CELAM, Documento de Puebla nn. 543 – 544. 22 A. CORTINA, La ética de la sociedad civil, Anaya, Madrid 1994, p. 21. 8 f. Incapacidad para vivir en la pluriculturalidad Muchos de nuestros alumnos no aceptan a los otros, a los distintos. Los de las zonas urbanas, al margen de su ascendencia, no aceptan a los que vienen de la sierra, de los caserios o de los pagos. A pesar de ser un país pluricultural, existe mucho racismo en el Perú. La discriminación racial no es una novedad. Es una consecuencia de un largo proceso que ha durado siglos, en los que se excluye a un sector de la población sobre la base de su etnia y se menosprecia sus manifestaciones culturales. La discriminación nos es familiar. Nuestro pasado afecta directamente a los jóvenes: afianza la inclusión de algunos, y crea el auto rechazo en otros -“son frecuentes practicas el teñirse el pelo en las mujeres y raparse el cabello en los varones, ambos ocultan así el carácter lacio, propio de la raza andina”23. Quizá estamos tan acostumbrados que no somos capaces de percibirlo, sin embargo los extranjeros si lo perciben con mayor nitidez: “He visitado muchos países”, dice una bióloga alemana, “pero nunca hubo tanto racismo como aquí”. Muchos extranjeros coinciden en esta apreciación: “Os quejáis mucho de los chilenos”, comenta una española que lleva un año en Lima, “pero entre vosotros los peruanos os tratáis tan mal, que parecéis enemigos unos de otros”24. En consecuencia, creemos que la situación problemática se puede ubicar en dos ámbitos, distintos; sin embargo, convergentes: 1) Los problemas originados por los macro fenómenos de la globalización y la post – modernidad. A nivel religioso, el secularismo como humos de la actual indiferencia religiosa de muchos alumnos y padres de familia. 2) Los problemas detectados ya en las Instituciones Educativas concretas en el Perú. Aunque sean instituciones de orientación católica, los problemas son los mismos o casi similares. Hogares disfuncionales, padres que dejan a la intemperie a sus hijos, contentándose sólo con el aporte económico y descuidando el afecto necesario para el desarrollo de la personalidad de sus hijos. De esta misma realidad emergen jóvenes violentos consigo mismos (drogas) y con los demás (Bullying), carentes de todo sensibilidad moral (no tienen vergüenza, pudor ni experimentan sentimientos de culpa). A nuestra manera de percibir la situación descrita creemos que todos los ítems relativos a la situación problemática, radican en una visión reduccionista del hombre, en la realidad de una familia – matrimonio desestructurada y con mucha dificultad para superar crisis connaturales a la convivencia intraconyugal. Teológicamente hablando, la indiferencia religiosa sigue en aumento; no obstante, vemos el resurgir de grupos religiosos (sectas) sin contenido doctrinal más que el miedo a la condenación eterna. Frente a estas realidades nos preguntamos ¿qué hacer? Ya la solo pregunta es un indicativo que no nos hemos dejado abatir por los diversos problemas que emergen de: la globalización, de la post – modernidad, de la secularización y de la normal evolución de la familia y del matrimonio. Estos problemas lejos de sumirnos en la apatía, nos motivan a buscar, a hacer que la pedagogía de luz y verdad tenga implicancia en la formación de los hombres y mujeres de este siglo. II. ¿CUÁLES SON LAS NECESIDADES? Una vez constatada la situación problemática, siguiendo con nuestra sistematización, buscamos las necesidades: ¿que necesitamos para salir del estatus quo, para seguir reactualizando el carisma de las hermanas DIC gracias a su sensibilidad histórica y a su 23 W. ARDITO VEGA, Racismo en el Perú Republicano. Brújula. Vol. VI, Nº8 (2005), pp.40-46; ID., Basta ya de racismo en el Perú”. Páginas. Vol. XXIX, Nº189 (2004), p. 87ss. 24 Ibídem., 2004, p. 88. 9 amplia gama de labor apostólica, máxime en un tiempo en que la Iglesia nos envía a la nueva evangelización. Para este apartado de suma importancia trabajaremos: 1) Una antropología más holística que nos ayudará a ver lo positivo de nuestra época y tratar de integrarla con una visión cristiana del mismo ser humano. Sobre esta base antropológica ya podemos pedir a este mismo hombre la implicancia en un proyecto pedagógico de luz y verdad. 2) La constelación de necesidades que saltan a la vista trataremos de agruparlas en tres puntos a nuestra manera de ver neurálgicos: a) descubrir lo positivo de nuestra época de pos – modernidad con el objetivo de orientarla a la consecución de valores humanos y cristianos, en pro de una sociedad más humana. b) Presentar una visión renovada del matrimonio y la familia según los aportes del Concilio Vaticano II y las consecuencias éticas que emergen de un amor de conyugalidad (fidelidad, formación de los hijos). c) Tanto, profesores, padres de familia y promotores preocuparse por una formación cognitiva – evolucionista y relacional de los alumnos. 3) Necesitamos una formación para: a) Comunicarse en la vida intramatrimonial, b) Para la convivencia pluricultural, 4) Para el encuentro con Jesucristo. 1. Hacia una antropología holística Ya es sabido, que gracias a la Orden de los Predicadores, hijos de Santo Domingo de Guzmán, se va perfilando una antropología teológica basada en la autonomía humana, basada en la razón y la fe. Fueron hombres que supieron responder a su tiempo a partir de las categorías filosóficas del momento, un reto para la familia dominicana y para quienes nos consideremos formadores de futuras generaciones, buscar nuevas categorías filosóficas que hagan comprensible al hombre de hoy. Actualmente, nosotros también podemos considerar otros aportes, auxilios que nos pueden ayudar a responder a la pregunta ¿Quién es el hombre? Los datos otorgados por la ciencia de la biología, de la psicología y de la medicina no pueden responder cumplidamente a esta interrogante. No obstante, el conjunto de datos biológicos y científicos – experimentales del que disponemos sobre el hombre en la actualidad, es tan vasto e iluminador que no sería razonable dejarlos de lado. Dichos datos aportan un sinfín de elementos preciosos de juicio para elaborar un concepto más preciso del hombre. Sin embargo, la antropología no puede conformarse con acumular estos datos científicos, precisa de la reflexión filosófica, y de la reflexión de la teología. Hoy hemos abandonado el antropocentrismo y cada vez más nos abrimos a una concepción más holística del hombre. Al hombre ya no lo concebimos sólo como un ser compuesto de cuerpo y de alma en una orientación dualista; sin embargo no hemos eliminado la categoría cuerpo para el abordaje de la antropología, hoy hablamos de cuerpo y de corporalidad (corporeidad). La corporalidad es una dimensión de la existencia humana, en la que lo corporal no puede considerarse como lo otro y dispar, lo ajeno, lo extraño o lo opuesto al Espíritu. Es un momento determinado de ese mismo espíritu. El espíritu humano es un espíritu encarnado, corporal, mundano. La vinculación entre el yo y su organismo corpóreo es esencial y dinámica. Ser corporal es el modo de ser del hombre, del hombre integro (sentimientos, pensamientos, su lenguaje y demás expresiones). La corporalidad se refiere al cuerpo humano en la medida en que implica espíritu. No hay que pensar el cuerpo como algo independiente (corporalidad – espíritu), sino como otra cara de la misma realidad, implicada y complementaria. El espíritu (corporalidad) del hombre, no decimos que es una parte, sino su totalidad. El espíritu es encarnado, corporalizado. El espíritu del hombre designa una dimensión específica del hombre: Su inteligencia y voluntad, su libertad, su conciencia, su 10 mente, cuyo ejercicio se lleva mediante el cuerpo. No es pura biología, aunque actúa a partir de dicha base. No son procesos naturales, en ellos interviene la libertad, el conocimiento, la conciencia, la creatividad, los valores y las opciones. La corporalidad viene siendo configurada por la biología, por la familia, por la cultura y por el medio circundante. Por eso podemos decir que la corporalidad es experiencia vivida, pero no al margen del cuerpo. Esta manera de pensar actual ya la encontramos delineada en la Sagrada Escritura, no es la sistematización, pero sí la cosmovisión amplia e integral del hombre. Así como los teólogos dominicos del siglo XII y XIII, para defender la verdad sobre el hombre asumieron terminología y elementos de la época. A su tiempo, también lo hizo Pablo25, asume conceptos antropológicos de la tradición judía y de la griega, dándoles una nueva orientación, en este sentido podemos decir que son conceptos redimensionados por el “acontecimiento Cristo”. El Cuerpo que proviene del término griego soma es la presencia en el espacio y en el tiempo; referido a la persona, es el yo, indica sus limitaciones, es uno más de la naturaleza, es mortal (Rm. 6, 12; 8,11). El hombre es responsable de su cuerpo, porque un día tendrá que rendir cuentas de lo que haga o deje de hacer con su cuerpo (2Cor. 5,10). Por ser cuerpo, el hombre puede entrar en relación consigo mismo y con los demás, comunicarse con los otros, ponerse frente a los otros; ejemplo, la relación sexual del hombre y la mujer, entran en comunicación con todo su cuerpo (1Cor. 7,4), desde esta visión amplia del cuerpo podemos entender, la fornicación, el que se mete con una prostituta, se hace uno con ella. El cuerpo es propiedad de Cristo, hay resonancias tanto antropológicas, como escatológicas, la persona que ha sido asida por Cristo, ya no se pertenece a sí misma, sino a Cristo, son templo del espíritu santo (1Cor. 6,19-20). El hombre, es una parte de la naturaleza y del mundo, capaz de comunicación, determinado sexual e individualmente, responsable ante su creador. Destinado a resucitar. El hombre no sólo es cuerpo, también es Mente = Nous. Es un concepto de la filosofía moral estoica. Un concepto que asume Pablo, lo comprende como la capacidad de juzgar las cosas, capacidad de juicio moral, “lo mandado en cada situación” (Rm. 1,28), “lo bueno, lo agradable, lo perfecto, la voluntad de Dios” (12, 2) La mente puede conocer la ley de Dios. El hombre puede hacer mal uso, del Nous (1,28), los gentiles no sacaron de ese conocimiento, de ese saber, la consecuencia lógica de alabar a Dios y darle gracias. El hombre también es Alma = Nefech. Es un concepto de la tradición bíblica, que significa “vida” (Rm. 16,4; 11,3; 2Cor1, 23; 12,15). Nunca es considerada como la parte superior del hombre que perdure más allá de la existencia terrena. Los latinos lo traducen como Espíritu = Neuma. Hace referencia al hombre entero, tanto en su exterioridad como en su interioridad (1Cor. 15,44.49) a veces aparecen unidos, espíritu y cuerpo (1Cor. 7,34), carne y espíritu (2 Cor. 7,1), no es dicotomía, es comprensión de la totalidad del hombre, no es reduccionismo. Lo mismo hicieron los primeros teólogos cristianos cuando comienzaron a reflexionar sobre el hombre, una definición de él había adquirido notoriedad en el mundo pagano: “el hombre es un animal racional capaz de inteligencia y de ciencia”26. Tal de- 25 J. GNILKA, Teología del nuevo testamento, Trota, Valladolid 1998, p. 45. 26 Algunos de los elementos de esta definición, se encuentran ya topicorum V, 4; SEXTO EMPIRICO, Adversos dogmaticos I, 269. 11 en ARISTÓTELES: cf. Liber finición se deja sentir en algunos de los escritos cristianos27, pero se trataba de una noción incapaz de expresar la riqueza del hombre, el designio divino sobre el hombre. Taciano escribe: “El hombre no es – según dogmatizan los que tienen voz de cuervo – un animal racional capaz de inteligencia y de ciencia, porque – según ellos se demostrará que también los irracionales son capaces de inteligencia y de ciencia. Sólo el hombre, sin embargo, es imagen y semejanza de Dios”28. Taciano, discípulo de San Justino, reacciona contra los que con su graznido de cuervo intentan caracterizar al hombre sólo como animal racional capaz de inteligencia y de ciencia. Taciano admite que el hombre es un animal racional, pero su especificidad, su más profundo ser, su más íntima riqueza, no le viene de su aptitud para el conocimiento y la ciencia, sino de su creación a imagen y semejanza de Dios. El hombre es imagen de Dios, es criatura de Dios, su dignidad se funda en su condición de ser imagen de Dios, dignidad que con el pecado del primer hombre no se ha perdido, solo se ha deteriorado, “está abierto a la salvación”, esta renovación, no es fruto de las fuerzas del mismo hombre; sino, don de Dios. En consecuencia, el hombre es corporeidad (corporalidad), la base de toda su configuración como tal, es el cuerpo, a través de él se comunica, decide, opta. La corporalidad supone al cuerpo, pero ella es experiencia vivida, configurada por la biología, por la cultura, por la psicología, por las costumbres, por las creencias. Esta realidad no se queda en lo finito, sino que se abre a la trascendencia, por ser corporeidad configurada por el entorno social, familiar y cultural, es creación de Dios. El hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, llamado a vivir, desde su libre arbitrio, en armonía con Dios, consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente. Pero el hombre por hacer mal uso de su libertad cae en el pecado, desde entonces vive necesitado de la gracia divina. Sabiendo que el hombre es interrelación, alteridad, un ser que se sabe necesitado de los demás y a la vez capacitado para donarse a los otros, ya podemos hablar de una pedagogía de luz y verdad. Si este es el ser humano, entonces todo ser humano está capacitado para ser portador de la luz de Cristo recibida como gracia, es decir amar a sus hermanos. Capacitado para ser predicador de la verdad, es decir anunciador de la persona, vida y doctrina de Jesús verdad suprema, sólo él puede decirnos quien es el padre y, por ende, quien es el hombre. 2. Necesidades para aportar solución a la situación problemática La constelación de necesidades que saltan a la vista trataremos de agruparlas en tres puntos a nuestra manera de ver neurálgicos: a) descubrir lo positivo de nuestra época de pos – modernidad. b) Presentar una visión renovada del matrimonio y la familia según los aportes del Concilio Vaticano II y las consecuencias éticas. c) Tanto, profesores, padres de familia y promotores preocuparse por una formación cognitiva – evolucionista y relacional de los alumnos. a. Precisamos descubrir lo positivo de la post – modernidad La época de cambio, la post – modernidad también muestra perfiles positivos: En la palabra misma postmodernidad se encuentra delineado un horizonte de posibilidades 27 Cf. JUSTINO, Diálogo con el judío Trifón 93, 3; TACIANO, Oratio ad graecos 15; TERTULIANO, De anima 17, 11. 28 TACIANO, Oratio ad graecos 15. 12 más que la cancelación de cualquier posibilidad, post – modernidad habla de lo que está o estará más allá de la modernidad, habla de una nueva época, habla de una transición y no de un fin, habla de cambio y no sólo de destrucción, habla de la vida misma que continúa y no de muerte ni de nada. El hombre postmoderno parece ser más sensible a los “otros”, ha llegado a la convicción de que nada ni nadie existe en solitario, individualmente carece de sentido, lo indiviso es solamente imaginario, ya que todo es comprendido e implicado por un dios (no necesariamente Yahvé), es decir, cada existente está relacionado necesariamente con otros existentes para poder existir, en sí mismo cada cuerpo existente, ya es un colectivo que integra otros colectivos. Desde la post – modernidad, nos vamos alejando del antropocentrismo y nos abrimos a una antropología cada vez más holística con miras a ser integral. El ser humano está en el mundo, en la creación, no para dominar sino para aprender a convivir. Añádase a esto, la sensibilidad ecológica, sensibilidad frente a los derechos humanos de las tres generaciones: individuales, económicos y sociales, Como estrategia, la post – modernidad, hemos dicho arriba, pone de relieve la experiencia, lo que se ve, lo que se palpa como tal, por tal motivo debemos presentar a nuestros alumnos, referentes éticos y cristianos concretos valiéndonos del testimonio y la coherencia de vida de quienes forman y haciendo uso de los actuales medios audiovisuales, desde el modelo que es Jesucristo. Presentar la vida de Juan Pablo II, de Madre Teresa, etc. Utilizar el teatro para llevar al escenario la vida de Madre Eduviges. Concursos de poemas, poesías y cuentos con el tema de los valores humanos y religiosos que contribuyan a la convivencia pluricultural. b. Necesidad de presentar una visión renovada del matrimonio El Concilio Vaticano II en los pasajes dedicados a la cuestión del matrimonio en general y de la moral matrimonial en particular29, nos presenta una síntesis unitaria. Para captar la enseñanza moral conciliar sobre el matrimonio30, es necesario en primer lugar contemplar la perspectiva desde la cual el Concilio Vaticano II aborda la realidad del matrimonio31. En efecto, el mismo Concilio, ya en la introducción misma del tema, indica que el contexto desde el cual va a hablar de la promoción del matrimonio y de la familia, es el de la dignidad de la persona humana que acaba de analizar. Dice el Concilio Vaticano II: “... después de haber hablado de la dignidad de la persona humana, así como de la misión, tanto individual como comunitaria, que en todo el mundo está llamada a desempeñar, a la luz del Evangelio y de la experiencia humana universalmente válida, quiere el Conci- 29 LG n. 11; GS n. 47-52. 30 J. O’RIORDAN, La teologia morale moderna del sacramento del matrimonio, Roma 1973, 69-70; F. MARTINELLI, Matrimonio, AAVV, Dizionario del Concilio Ecumenico Vaticano II, 1373. 31 Véase: V.L. HEYLEN, La promozione della dignità del matrimonio e della famiglia: ID., La Chiesa nel mondo di oggi, Firenze 1966; F. MARTINELLI, Matrimonio: AAVV, Dizionario del Concilio Ecumenico Vaticano II, Unedi, Roma 1969; J. O’RIORDAN, La teologia morale moderna del sacramento del matrimonio, Roma 1973; G. CAMPANINI, Gaudium et spes, Piemme, Casale Monferrato 1986; R. FLECHA, Aportación del Vaticano II a la teología del matrimonio, Est.Trinit 29(1995) 19-43; F. GIL HELLÍN, El matrimonio y la vida conyugal, Edicep, Valencia 1995. 13 lio atraer las mentes de todos hacia las necesidades más urgentes de nuestro tiempo, las que más afectan a todo el género humano”32. Y entre los muchos problemas que despiertan la preocupación de todos está, en primer lugar, el matrimonio y la familia, la cultura, la vida económico-social, etc.33y la misma definición del matrimonio, en donde los elementos personalistas y no procreacionistas entran a formar parte de la propia definición: “el matrimonio es la alianza entre los cónyuges”, es una “comunidad de vida y de amor” que no requiere la presencia de la prole. Hay que recordar aquí que el término “contrato” desapareció del texto conciliar y fue sustituido por el de “alianza”. No se trata de un cambio casual sino claramente querido por los padres conciliares. El Vaticano II recupera así un término personalista y sobre todo de gran legado bíblico para expresar el contenido esencial del matrimonio. El Concilio Vaticano II define el matrimonio como: “una comunidad de vida y amor”34. En el número siguiente, dice de manera todavía más clara que el matrimonio es una: “... íntima comunidad de vida y de amor conyugal que ha sido fundada por el Creador, y se entra en ella por una alianza y consentimiento personal irrevocables”35. Así, considera el Concilio Vaticano II que el matrimonio es para [1º] el bien de los esposos mismos, [2º] de los hijos, [3º] y de la sociedad36. En el mismo pasaje, insisten los padres conciliares en la idea de que es un acto verdaderamente humano aquél con el que los cónyuges se entregan y se aceptan mutuamente, surgiendo de ahí un vínculo sagrado que resulta benéfico para [1º] los propios cónyuges, para [2º] los hijos, para [3º] la sociedad misma37. Expresiones como “íntima comunidad de vida y amor conyugal”, “la alianza de los cónyuges”, “consentimiento personal e irrevocable”, nos indican que ya en la misma concepción del matrimonio, el Concilio Vaticano II no se sitúa bajo lo jurídico (contrato) sino dentro de marco de una ética de signo fundamentalmente personalista (los valores, bienes, intereses de la persona). Dentro de este amplio marco personalista, cabe resaltar cómo el amor pasa a ocupar el primer plano en la comprensión del matrimonio38. El Concilio Vaticano II puso de manifiesto el carácter limitado de una visión unilateralmente procreadora del matrimonio. Y sin olvidar ese aspecto procreador, sin embargo, puso el acento sobre la perspectiva personalista del matrimonio al entenderlo como íntima unión de personas. El amor conyugal pasó a ocupar un papel central no sólo en la vida matrimonial, sino también en la institución matrimonial. El matrimonio se define entonces como institución del amor conyugal o como el amor conyugal institucionalizado. Desde esta perspectiva cabe entender que el amor conyugal ya no es un mero añadido al matrimonio. El amor de conyugalidad tiene consecuencias éticas: Aunque diga la GS 50: “el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación”, hay que recordar que para la GS 48 el matrimonio está “dotado con bienes y fines varios” donde queda indu- 32 CONCILIO VATICANO II, Gaudium et Spes n. 46. En adelante se citará GS. 33 GS., 46. 34 GS., 47. 35 Ibídem., 48. 36 Ibídem., 48. 37 Ibídem., 48. 38 L.C. BERNAL, Génesis de la doctrina sobre el amor conyugal en la constitución Gaudiun et Spes, EphTLov 51 (1975) 64; F. GIL HELLÍN El lugar propio del amor conyugal en la estructura del matrimonio según la GS: AnVal 11-12 (1980) 1-35. 14 dablemente incluida la procreación. Nadie puede en su sano juicio negar esta dimensión del amor conyugal. Ahora bien la forma de relacionar ambas magnitudes en el Concilio Vaticano II es peculiar, y se distancia lógicamente de los manuales preconciliares. La GS 48 afirma que “por su índole natural, la institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados por sí mismos a la procreación y educación de la prole”. Pero ya no se ha habla de ordenación hacia fin primario. Ello lleva a pensar que la ordenación aquí remite a una simple consecuencialidad. El Concilio reconoce que el amor de pareja y la apertura a la procreación son dos aspectos esenciales del amor y de la institución matrimonial. Pero ¿qué relación existe entre ambas realidades?. Lo menos que cabe decir es que para el Concilio Vaticano II ya no existe una relación calibrada en fin primario y secundario. Aunque se sigue hablando de fines del matrimonio (GS 48, 50). El Concilio Vaticano II incorpora otra nomenclatura: la tarea del matrimonio (GS 47, 48, 49, 50, 51), la misión del matrimonio (GS 50, 52), el ministerio del matrimonio (GS 51). El Concilio Vaticano II no utilizó la expresión “paternidad responsable” entonces conocida tanto en medios eclesiales como extra eclesiales. Aunque esa expresión aparecerá más tarde en la Humanae Vitae (HV 10), la doctrina está claramente recogida en el Concilio Vaticano II. En efecto, frente a la moral preconciliar que, en la procreación, entiende el papel de la pareja como pasivo de recepción de los hijos que Dios les quisiera enviar, el Concilio Vaticano II contempla este papel de manera más activa al entender que la pareja es cooperadora de Dios en la transmisión de la vida. Por eso considera el Concilio que: “En el deber de transmitir la vida humana y educarla, lo cual hay que considerar como una propia misión, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus intérpretes. Por eso, con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su misión”, formando su juicio “de común acuerdo y con común esfuerzo”, los “esposos personalmente ante Dios”, “sin proceder a su antojo” (GS 50). Para que la pareja actúe con responsabilidad, el Concilio Vaticano II establece dos criterios: 1) deben regirse por la conciencia, la cual debe ajustarse a la ley divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta esta ley a la luz del Evangelio (GS 50). 2) han de decidir atendiendo “tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida tanto materiales como espirituales y, finalmente, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia” (GS 50). De tal manera que la familia que debería estar institucionalizada por el matrimonio, comprenda que frente a la sociedad y frente a la Iglesia, ella tiene una misión impostergable, una tarea que no puede descuidar ni delegar sólo a la Institución Educativa. Tal como afirmaba Juan Pablo II39 “el futuro de la humanidad se fragua en la familia”, la familia es escuela de humanización, de sociabilización. La familia "es escuela del más rico humanismo" en ella "coinciden distintas generaciones y se ayudan mutuamente a lograr una mayor sabiduría". La familia es el lugar humano en que se transmiten los valores convertidos en proyectos de vida. "La promoción de una auténtica y madura comunión de personas en la familia se convierte en la primera e insustituible escuela de sociabilidad". Cuando la familia pierde el horizonte de ser formadora no sólo de in- 39 Cf. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Familiaris Consortio, Roma 22 – 11 – 1981. 15 dividuos, sino también de personas en una sociedad más humana, la Institución Educativa se siente limitada. c. Necesidad de una formación cognitiva – evolucionista y relacional. La presencia de diversas teorías psicológicas, exigen del profesional de hoy un discernimiento; discernir en la visión antropológica que conlleva la teoría, discernir los métodos y tratar de teorizar sus propuestas metodológicas con el objetivo que nos ayuden a la formación. Desde una visión interdisciplinar, nuestro consenso es: el ser humano es un proceso, él no está acabado, se va haciendo constantemente; para esta perspectiva antropológica nos sirve la psicología cognitiva y evolucionista40. Todo este proceso de adaptación no debe ser ignorado por los docentes, no sólo para el desarrollo de las habilidades, sino y sobre todo para asumir valores perennes. Nuestro esfuerzo debe tender a que el niño o el estudiante descubra sus procesos que van desde una anomía, pasando por la heteronomía, la socionomía hasta llegar a la autonomía. Los niños de 0 a 6 años viven en la anomía, ese es su estadio. Ausencia de moralidad (no se distingue entre lo bueno y lo malo). Comportamiento desde los instintos (se razona poco, lo único que importa es satisfacer el instinto: si se tiene hambre se llora hasta conseguir alimento, si algo duele se grita o llora sin importarle donde esté. Tiene una gran importancia el premio y el castigo (si algo me produce dolor es malo, si me produce placer es bueno). La etapa de heteronomía, se caracteriza por una moral externa (7-8 años). La moral es impuesta desde afuera: es bueno lo que me dicen los otros, es malo lo que me dicen los otros. Son personajes muy importantes por lo que dicen, en la familia: el padre, en la escuela: el profesor, en la sociedad: el policía. Para el niño ellos dicen lo que es bueno y lo que es malo. Es una etapa donde predomina mucho el castigo o el premio: yo busco la aprobación y huyo al castigo. La norma es igual siempre y obliga a todos. En la etapa de socionomía, moral externa – interna (9-12 años). Importa lo que diga la sociedad. Comportamiento moral desde el grupo: si el grupo hace algo y dice que es bueno, entonces es bueno. Importa mucho la alabanza del grupo y también la censura del grupo. Hay una conciencia de pertenecer responsablemente a un grupo. Aparece el principio básico de reciprocidad moral: lo que quieras para ti hazlo a los demás. Se empieza a entender que tenemos deberes y derechos. Etapa de autonomía, moral interna de los (13 años en adelante). Es la conciencia moral adulta. Yo sé distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo. Las normas que regulan el comportamiento no vienen de afuera sino de mi interior. Yo mismo soy el que se da el castigo: mi conciencia ya no depende de lo que digan los otros, depende de lo que diga yo. Debo ser coherente: si yo sé que algo es bueno debo hacerlo, si sé que algo es malo debo evitarlo. Mi conciencia será buena si escojo aquello que me construye como persona, será mala sí me autodestruye. Esto es un proceso, un proceso ideal; pero paradójicamente, el ideal no es garantía de que esto sea así en la realidad, tenemos a veces tenemos 25, 35 y 50 años de edad y, nuestros comportamientos siguen estacionados en alguna de estas etapas. Ejemplo, La muchacha que todo lo consigue llorando, se encapricha, se hace la víctima y al final logra lo que quiere (anomía). El muchacho pandillero que cree que todo lo que dice su 40 Cf. J. PIAGET, El criterio moral del niño, Barcelona 1971; L. KOHLBERG Y OTROS, El sentido de lo humano: Valores, psicología y educación, Biblioteca internacional, Colombia 1989; R. HERSH – D. PAOLITTO – J. REIMER, El crecimiento moral. De Piaget a Kohlberg, Narcea, Madrid 1984. 16 líder es bueno (heteronomía). Yo soy parte de mi grupo, mi grupo actúa así, entonces todos tenemos que actuar así (socionomía). Quedarnos sólo en lo cognitivo - evolucionista, es preocuparnos sólo por el individuo, podemos caer de nuevo en una pedagogía individualista alejada de las necesidades y retos que nos exige nuestra época; porque se centra en procesos mentales del individuo. Precisamos abrirnos a lo socio – cultural, que está centrado en la interacción individuo – ambiente; el alumno aprende en un escenario concreto: el de la vida social y el de su Institución Educativa, lleno de interacciones. El paradigma socio – cultural responde a una visión del hombre más holística. De estos procesos debemos tratar de hacerlos conscientes a nuestros alumnos, de tal manera que reflexionando sobre su mismo comportamiento, ellos mismos sean capaces de poner su parámetros de desarrollo. Gracias a este aporte podemos trabajar los valores humanos de la libertad, de la responsabilidad, del respeto a las normas absolutas, siempre y cuando se descubran valores morales. A manera de estrategia, asumiendo el paradigma cognitivo – evolucionista y socio – relacional, podemos proponer a nuestros alumnos que comiencen a elaborar su proyecto de vida. A manera sólo de ejemplo, que hagan una opción fundamental41: quiero ser feliz, quiero realizarme como persona concreta42. Que se hagan conscientes de sus actos de forma cotidiana y que vayan respondiendo a la pregunta: ¿Qué acabo de hacer? ¿Qué estoy pensando hacer? ¿En el futuro qué me servirá para ser feliz, para sentirme autorrealizado como persona? En un segundo momento, quizá ya para años superiores les sirva preguntarse, si todo va en orden a elaborar un proyecto de vida, ¿dónde quiero ser feliz?, ¿dónde me quiero realizar como persona?: ¿En el matrimonio, en la vida consagrada o en la vida de soltero/a?. La opción que se elija siempre exigirá libertad, responsabilidad, compromiso y conocimiento de lo que quiere ser. Sabrá que todo lleva esfuerzo, renuncia, tal como lo narra Mt. 13, 44 – 46 (la perla preciosa). Si conseguimos el empeño por el proyecto sincero de vida, ya estamos siendo – como educadores – instrumentos portadores de luz, porque les exigiremos a partir de nuestro testimonio, que no caminen en tinieblas, es decir, alejados de su proyecto de vida: “si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en las tinieblas (del error, de la mentira, de la estafa), mentimos y no obramos la verdad” (1Jn. 1, 6). Obrar la verdad exige dos actitudes: 1) descubrir a través de la contemplación, de la oración y del silencio, que Jesús es la verdad, él es el único que dice quien es el Dios y quien es el hombre. 2) en la misma dinámica se descubre que la máxima norma del actuar cristiano es la misma ley divina, eterna, objetiva y universal, mediante la cual Dios ordena, dirige, gobierna, con el designio de su sabiduría y de su amor, el mundo entero y los caminos de la comunidad humana. 41 Cf. F. HERRÁEZ, Opción fundamental: M. VIDAL, Conceptos fundamentales de ética teológica, Trota, Ma- drid 1992, 343. 42 Para un abordaje más profundo recurrir a los siguientes: A. GALINDO, La Opción fundamental en el pensa- miento de San Alfonso, Victoria 1984; B. HÄERING, Libertad y fidelidad en Cristo I. Barcelona 1981, 177 – 232; F. HERRÁEZ, La opción fundamental, Salamanca 1978; E. LÓPEZ AZPITARTE, Fundamentación de la ética cristiana, Madrid 1991, 52 – 57, 340 – 359; J. Medina, Ética cristiana y opción fundamental: EphMex 2 (1984) 20 – 40; J. VELEZ, El compromiso de toda la persona (de todo el hombre) y los cristianos de moralidad: EstEcle 58 (1983) 277 – 305; M. VIDAL, Moral fundamental I, Madrid 1990, 791 – 801; ID, La ética cristiana, Estella 1990, 33 – 43; ID, Diccionario de ética teológica, Estella 1991, 430 – 433. 17 3. Necesitamos formar para: Los Lineamentos del próximo sínodo de los obispos en Roma (octubre 2012), constatan que, cada vez es más arduo transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la existencia y de un recto comportamiento43. Ésta es la difícil tarea no sólo de los padres, que ven reducida cada vez más la capacidad de influir en el proceso educativo, sino también de los actores de la educación, a quienes corresponde esta actividad, comenzando por la escuela. De allí emerge una necesidad para formar durante un proceso, no como estadios a los que hay que escalar, sino como valores transversales en toda la actividad académica, formativa y pedagógica. Siguiendo con nuestra sistematización de querer ser fermento de transformación a través de la pedagogía de luz y verdad sugerimos formar: a) para la comunicación intramatrimonial, b) para la convivencia pluricultural, c) para el encuentro con Jesucristo. En esta tarea deben implicarse, profesores, padres de familia, alumnos y promotores de la institución Educativa. a. Para la comunicación intramatrimonial La pareja hoy siente vitalmente la necesidad de comunicarse en profundidad, pero no le resulta fácil. Y son muchos los que, después de hacer no pocos esfuerzos, se dan por vencidos y se abandonan a lo que venga. ¿Por qué?, ¿qué nos pasa a los hombres y mujeres, que, queriéndose y teniendo por delante años de convivencia matrimonial no logran comunicarse de un modo satisfactorio?, ¿cuáles son las dificultades principales que encuentra la pareja en su comunicación interpersonal?44 Una comunicación madura debe estar hecha de introverción y extraversión. Hay que salir fuera del Yo en busca del tú y de los otros. Solo frente a los demás y con los demás yo puedo ser realmente yo y desplegar todas las posibilidades que hay en mí. Sin esa apertura a los otros, mi yo se quedaría a mitad de camino y se replegaría en sí mismo. Cuanto mayor sea la apertura del yo a otros “tus” en cantidad y, sobre todo, en calidad, mayores posibilidades tendremos de realizarnos plenamente y de llegar al máximo de nuestras posibilidades. Es cierto que junto a esta extroversión hemos de cultivar en nosotros momentos de introversión (de silencio, de contemplación). Hay que saber retirarse de vez en cuando a la soledad para penetrar en lo más profundo de nosotros mismos y desde allí ver a distancia lo que estamos viviendo fuera. Esto nos dará una gran paz y serenidad y nos ayudará a ver todo en una nueva dimensión más profunda y verdadera. Con frecuencia la comunicación interpersonal de la pareja se hace difícil, sencillamente, porque existe un conflicto entre él y ella. Si este conflicto deja de ser pasajero y la pareja se instala en él, es muy difícil que la comunicación interpcrsonal entre ellos se realice normalmente. Las causas de conflicto en la pareja pueden ser variadísimas. Hay que distinguir siempre entre su materialización exterior y sus causas profundas. 43 SÍNODO DE LOS OBISPOS XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, n. 20. (educar en la fe y en la verdad). 44 Para tal reflexión en la comunicación de la pareja matrimonial véase las siguientes obras. Cf, A. HORTE- LANO, La comunicación interpersonal de la pareja, Vida y amor, Madrid 1981, capítulo I.; MARCIANO VIDAL, Moral del amor y de la sexualidad, Sígueme, Burgos 1988.¸ JOSÉ CASERES CARRASCO, Reaprender a vivir en pareja, promolibro, Valencia 1994.; ERICH, FROMM, El arte de amar, Paidós, Buenos Aires. 18 A nivel exterior, pueden ser muchas las causas de conflicto en la pareja. Son muchísimas las cosas que le molesten a él o ella en el otro, desde las costumbres hasta las diferencias religiosas, políticas, artísticas y deportivas. Muchas veces no existen conflictos en apariencia entre él y ella y; sin embargo, no hay ambiente para la comunicación interpersonal. ¿A qué se debe este fenómeno? Con frecuencia a un proceso de rutinización a que queda expuesto con el tiempo un amor vivido a la intemperie. El matrimonio no es un punto de llegada, sino un punto de partida. Si no se cultiva el amor, si no se conquista cada día al otro, si no se le sorprende con una nueva maravilla, si no se inventan gestos y detalles, en una palabra, si el amor no crece y crece, y pretende estabilizarse en un determiuado nivel, la corriente nos llevará hacia atrás, el amor perderá su «humus vegetal» y se erosionará hasta convertirse en una roca descarnada donde no pueden florecer las rosas. Para de una manera gestionar la realidad de hogares desestructurados y su consecuencias negativas para la socialización de los hijos, para la formación de la personalidad, sugerimos a manera de estrategia, la escuela de padres, donde se comparta desde una visión psicológica, psicopedagógica temas relativos al amor de conyugalidad, a las exigencias éticas que nacen de este amor, a la solución de conflictos interpersonales. Desde la teología pastoral, promover retiros para parejas en los fines de semana, retiros con los movimientos eclesiales o retiros organizados por las Instituciones Educativas en mención. Hacer partícipes a los padres de los tiempos litúrgicos fuertes durante el año: Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. Para cada celebración utilizar diversos signos que involucren a la familia, ejemplo, renovación de promesas matrimoniales, celebración de cumpleaños b. Para la convivencia multicultural En su conocido y discutido trabajo: El choque de civilizaciones, Samuel Huntington45 afirma que la cultura y las identidades culturales están configurando las pautas de cohesión, desintegración y conflicto en el mundo. Sin llegar tan lejos como Huntington, son muchos los autores que se interpelan hoy sobre este fenómeno de la multiculturalidad y se plantean, de una manera u otra, la pregunta: ¿qué es lo que espera a la humanidad en un futuro más o menos inmediato, una “guerra de civilizaciones” o la serenidad de la “aldea global”? Sea cual sea la respuesta, la pregunta encierra en sí misma una doble afirmación: que el multiculturalismo es hoy una realidad socio-histórica evidente; que el multiculturalismo es, también, una realidad socio-histórica ineludible. Frente a esta realidad pluricultural, multicultural a escala mundial y nacional, nos vemos impelidos a plantear algunos elementos básicos que nos puedan ayudar a gestionar, a delinear desde la pedagogía de luz y verdad, unos elementos imprescindibles para 45Cf. SAMUEL HUNTINGTON, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Paidós, año 1998, (reimpresión 2004). Samuel Huntington introduce la tesis fundamental de su libro, que consiste en que los principales conflictos del mundo de la posguerra fría serán producto del choque entre las diferentes culturas, más que conflictos entre Estados o entre súper potencias. Los Estados han ido perdiendo cierta soberanía, y muchas veces las decisiones de instituciones internacionales son las que definen la actuación de los Estados. Actualmente, los conflictos entre países ricos y pobres son cada vez menos probables debido a la gran diferencia de capacidad militar y económica de los segundos. Sin embargo las diferentes culturas, representan la identidad de cada pueblo, lo cual los une entre sí y a la vez los separa de sus enemigos históricos. Esto hace que la política internacional pase de ser bipolar a multipolar. 19 dicha convivencia: a) para el reconocimiento y la defensa de la dignidad humana, b) para el diálogo intercultural y c) para el encuentro con Jesucristo. (1) Reconocimiento y defensa de la dignidad humana El ser humano no solo es inmanencia, también es trascendencia, no solo debe buscar satisfacer sus necesidades, sus aspiraciones; sino que debe abrirse a las necesidades y aspiraciones de los otros. El concilio vaticano II promueve el respeto a la persona: “de modo que cada uno, sin ninguna excepción, debe considerar al prójimo como otro yo, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente, para que no imiten a aquel rico que se despreocupo totalmente del pobre Lázaro” (GS n. 27). Para que esta exigencia tenga relevancia en un mundo secularizado y cada vez más global es preciso, partir del reconocimiento de la dignidad de toda persona, categoría ética que se fundamenta en la misma naturaleza humana, no en el derecho positivo, ni en los credos religiosos; no obstante, para un cristiano, esa dignidad brota de su ser criatura de Dios. El hombre tiene que reconocer su ser de criatura y además reconocer a Dios, como su creador (1Cor. 10,26). Dios ha creado al hombre a “su imagen” (Gn. 2,7), El hombre es imagen de Dios, es criatura de Dios, su dignidad se funda en su condición de ser imagen de Dios, dignidad que con el pecado del primer hombre no se ha perdido, solo se ha deteriorado, está abierto a la salvación. Además de reconocer su dignidad, es preciso aceptar que el ser humano ha sido creado libre y para vivir en libertad “la dignidad del hombre requiere en efecto, que actué según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, librándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libra elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados” (GS n. 17). Reconocer la dignidad de los otros, es reconocer y respetar el derecho de los demás. Es un imperativo que “en toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como fundamento el principio, de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y libre albedrío y que, por tanto el hombre tiene por sí mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza”46 La declaración de los derechos humanos en su artículo primero dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Esto se hará realidad solo en la medida que: “El reconocimiento del valor de la persona del otro implica tanto la afirmación moral de su dignidad, como de su dimensión social (...) sobre la dignidad de la persona se fundamenta en los derechos humanos, cuya defensa constituye el parámetro más importante para medir el nivel moral de la acción social y política y la realización autentica del bien común”. No solo se trata de pedir un derecho, también existen deberes, es decir “que no haya nadie que, por despreocupación frente a la realidad o por pura inercia, se conforme con 46 JUAN XXIII, Pacen in Terris, n. 9. 20 una ética meramente individual” (GS n. 30). Esto significa un trabajo de corresponsabilidad. (2) Para el diálogo intercultural En la primera mitad del siglo XX, el sentido común racista anti indígena era ampliamente aceptado en el Perú, dicho sentir fue condensado por Alejandro O. Deustua, conspicuo militante civilista, fue diplomático, senador, jefe de diversas comisiones para estudiar los sistemas de educación del extranjero, ministro de justicia, rector de la Universidad de San Marcos. Para él, “el indio era racionalmente inferior, y era perder tiempo y dinero intentar redimirlo a través de la educación o cualquier otro programa social que olvidara que el fundamento de su condición deprimida eran las leyes de la naturaleza (…) es preciso un cruzamiento con razas superiores y que de a poco devengan en mestizos, pero solo será en la tercera y cuarta generación…”47. Con ello quiero decir que lo “otro”, sean personas, pueblos y culturas, siempre ha inquietado y las formas como se han venido gestionando lo diferente ha sido el querer homogenizar, hacer una sola “cultura”, teniendo como referente la cultura dominante, que se preciaba de ser la única civilizada y los otros vivían en la barbarie. Actualmente, nadie propondría el mestizaje como solución a la diversidad cultural, pero la idea civilizadora aún persiste, en nuestro caso, el neoliberalismo vehiculado por la globalización nos quiere convencer que es la única alternativa para el progreso y desarrollo de las personas, de las culturas y de los pueblos. Esta manera de gestionar la diversidad cultural nos impulsa a comenzar una reflexión acerca de la interculturalidad, para originar acciones (no solo actividad, sobre todo cambio de mentalidad) que promuevan el diálogo y el respeto a lo diferente en pro de una convivencia pacífica y humana donde cada uno se sienta solidario. La categoría ética fundamental para que haya diálogo es la verdad, pero la verdad, nunca se nos da pura y límpida sino marcada histórica y culturalmente. “Este carácter histórico y cultural muestra el rostro histórico y vulnerable de la verdad, pero también su complejidad y la necesidad de llegar a una concepción más amplia y plural. Por eso la fidelidad a la verdad comporta también como actitud básica el diálogo”48. Lo intrínseco al dialogo no es el poder ni el convencer, pero sí lo es la verdadera disposición a aprender, esto implica el reconocimiento de la libertad de todos, de su manifestación y de su ejercicio, supone permitir que cada uno hable con sus palabras y actué desde sus convicciones, es permitir que el otro diga su palabra. El dialogo parte del respeto a las personas y a las ideas, implica disposición a la tolerancia y a la comprensión, pero no es complicidad con el error, inseguridad o relativismo, significa no atrincherarse en sí mismo, en su verdad, sino admitir la posibilidad del propio error, el reconocimiento del derecho de los demás, respeto al que no piensa, no juzga y no ve como nosotros. El valor que verifica este diálogo respetuoso es la dignidad de la persona humana. 47 N. MANRIQUE, Enciclopedia temática del Perú, Sociedad n. 8, Lima 2004, 27. 48 R. F. BETANCOURD, Transformación intercultural de la filosofía, Desclée, Bilbao 2001, p. 159. 21 La categoría ética que nos ayuda a esta relación es la alteridad 49, la relación con el otro, el encuentro con el otro. Una categoría ética que me obliga a aceptar que mi identidad me viene impuesto por el otro, de quien dependo para decidirrme; es decir para darme sentido”50. Con esto estamos suponiendo un diálogo, con lo distinto y diverso de sí, con esto cae por tierra cualquier superioridad de una de las partes, para dar lugar a una absoluta equidad y reciprocidad en las relaciones. Cuando las personas son capaces de ponerse en el lugar del otro, es cuando comienza el proceso de cambio en su doble vertiente: individual y social, es el interés por el otro, es la solidaridad, tal y como dice Ortega y Gasset “yo soy yo y mi circunstancia, y si no salvo a ella no me salvo yo”51. ¿Por qué optamos por el diálogo intercultural? Porque queremos mostrar caminos alternativos de vida a los procesos de la globalización neoliberal, que se expande mundialmente como la única opción civilizatoria de la humanidad, como la única cultura con derecho a imponerse, por ende a no tolerar diferencias culturales porque amenazan sus pretensiones unificadoras. Porque queremos desenmascarar la contradicción latente fundamental en una contextualidad histórica que convoca al dialogo, pero sin querer fragmentarse culturalmente. Porque el diálogo intercultural debe crear condiciones justas para el encuentro de las culturas y articularse como instrumento de la lucha de las culturas por su derecho a tener contextos propios, mundos espacial y temporalmente calificados por sus valores y fines específicos, es decir liberar los contextos de las culturas. Y como objetivo penúltimo, promover una convivencia en paz donde haya respeto y reconocimiento del otro, en suma que se acreciente la calidad de vida humana. La paz es incompatible tanto material cuanto proporcionalmente con cualquier violencia. Es pues negación de la violencia, personal y estructural. La paz es su absoluta negación: no es simplemente reverso, su inversión, sino su completa remoción. Como tal, además del desplazamiento y desmantelamiento de la violencia, comporta una plasmación positiva, sustantiva y afectiva52. La paz es un valor que debe comprenderse en un sentido amplio, no solo como ausencia de violencia o de guerra, sino como situación de la persona y del grupo social que implica a su vez la existencia de otros valores (justicia, igualdad libertad) que favorezcan la humanización global de nuestra generación y de las generaciones futuras, de nuestra sociedad y de las sociedades futuras, la humanización del mismo ser humano, valor en el que hay que educar y formarse53. La paz es acción contra la violencia, aspirando a su erradicación. Ahora bien la violencia, personal y estructural, se traduce al fin y al cabo, en merma de la cantidad y calidad de vida. Impedirlo, atajar su disminución y/o su empeoramiento, es la tarea de la 49 F. N. AGOSTINI, O que você precisa viver e saber, Vozes, Petrópolis 2001, 42. 50 Htpp://fs.morente.filos.ucm.es/docentes/Arnaiz/textos/subjetividad,pdf. 51 J. ORTEGA Y GASSET, Meditaciones del Quijote en: R. F. BETANCOUR, o. c., (n.3), 203. 52 L. G. SOTO, La paz alternativa a la violencia en: G. GONZALES R. ARNAIZ (Ed.), Ética de la paz, Biblioteca Nueva Madrid 2007, 61. 53 R. JUNQUERA DE ESTÉFANI, La paz: ¿derecho, valor o instrumento? en: G. GONZALES R. ARNAIZ (Ed.), o. c., 154. 22 paz. Pacificar es54: no perder y, por lo tanto, asegurar y, consiguientemente, tanta cuanta sea posible, cantidad y calidad de vida. Para ello se requiere la concurrencia de varios factores: Situación de tranquilidad social. Situación de entendimiento entre los individuos de la sociedad. Situación que favorezca el desarrollo personal de los miembros de la sociedad. Una sociedad puede encontrarse en ausencia de conflicto armado, pero bajo una gran tensión social fruto de la represión ejercida por el poder, lo cual no reuniría ninguno de los factores señalados, y por tanto, no se identificaría con una situación de paz en sentido estricto. Cualquier violación a estos derechos supone un atentado a la paz. De allí las exigencias: formar para la paz, no me refiero sólo a la escolarización, también en la vida diaria a través de la experiencia, en el encuentro con lo diferente. Fomentar la paz es formar para la libertad. Formar personas que sean capaces de responder por sí mismas, por los demás y por su sociedad, sólo la persona libre es responsable. Hacernos conscientes, que somos hijos de una sociedad, “en ella compartimos lenguaje, costumbres, leyes, tradiciones. Ella constantemente nos ofrece informaciones, ciencia, arte, nos impone obligaciones y tareas; nos tienta y seduce; nos sugiere, estimula, suplica y ampara55. Es decir la sociedad, nos sirve, pero también nos exige servirla. Es preciso romper la dicotomía nosotros y los otros (cholos, blancos, negros y serranos), puesto que mantenerla nos abre el camino de la confrontación y el encerrase de las distintas comunidades en ellas mismas. El ideal es plantear un modelo que sea integrador de los diversos elementos, no por comodidad, sino por respeto a la historia personal y colectiva, a la dignidad del ser humano y sus diversos medios, a su êthos que los han ido configurando. Escuchar a los que hablan de tradición, no el tradicionalismo cerrado y sin opción de apertura, no nos interesa redactar errores del pasado; pero sí que es un error haber abandonado las tradiciones, muchas de ellas fundantes (familia, Iglesia, cultura, etnia etc.), se trata de un entronque con nuestra propia tradición, tener un sentido de pertenencia, de allí nacen los elementos para un relato integrador. c. El encuentro con Jesucristo La tradición viva de la Iglesia siempre estuvo convencida que la fe de los cristianos no está basada en un conjunto de principios, de doctrinas ni de normas, la fe cristiana nace y se nutre del encuentro con Cristo resucitado: “… la fe cristiana no es una religión del libro…, aunque el cristianismo es la religión de la Palabra de Dios, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo”56. Por lo tanto: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”57. 54 R. JUNQUERA DE ESTÉFANI, La paz: ¿derecho, valor o instrumento? en: G. GONZALES R. ARNAIZ (Ed.), G. GONZALES R. ARNAIZ (Ed.), Ética de la paz, Biblioteca Nueva Madrid 2007, p. 135. 55 Ibídem., p. 144. 56 SAN BERNARDO, Homiliae super missus est, 4, 11: PL, 183, 86B. Citado por BENEDICTO XVI, Exhortación apostólica Verbum Domini. Sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, (30 09 2010) n. 7. 57 CELAM, Documento de Aparecida, (DA) nº 243. 23 Es importante tener presente un texto de Juan, para en él descubrir la misma naturaleza del discípulo misionero de Jesucristo: Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: He ahí el Cordero de Dios. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que le seguían les dice: ¿Qué buscan? Ellos le respondieron: Rabbí —que quiere decir Maestro— ¿dónde vives? Les respondió: Vengan y lo verán. Fueron, pues, vieron donde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima (Jn. 1, 35 – 39). Este texto deberemos considerarlo como una síntesis única del método cristiano. Dos palabras de Jesús son puestas en evidencia: “¿Qué buscan?” y “vengan y verán”. Ambas locuciones dan pie para que Andrés y el otro discípulo (tal vez Juan) compartan con Jesús el resto del día y tengan una experiencia única en sus vidas, que los transformará de tal manera que se convertirán en discípulos misioneros de Jesús, hasta dar su vida por él. Este texto se constituye en paradigma del hacerse discípulo y misionero de Jesucristo. Podemos observar este encuentro personal en el mismo Evangelio de Juan en el caso de la Samaritana 4, 7 - 42, del ciego de nacimiento 9, 1ss. En realidad, los cuatro evangelios se refieren al encuentro con el Evangelio vivo, Jesús. Según expresión del Papa Juan Pablo II, se trata de un “un encuentro personal, vivo, de ojos abiertos y corazón palpitante, con Cristo resucitado58. Y después de este feliz encuentro con Jesucristo, el dichoso transmite necesariamente a otros el Evangelio vivo. Por eso, San Pablo dice: “si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí, si no predicara el Evangelio!” (1 Cor. 9,16). Quienes se encuentren con Jesucristo en la Iglesia se convierten en entusiastas discípulos y apasionados misioneros. Todo cristiano de hoy tiene que arriesgarse a realizar su propio encuentro con Jesús, se tiene que arriesgar a hacer una “experiencia del Espíritu”. Dicha experiencia es don que Dios da a toda persona. Es la actitud de lectura, de escucha de la palabra de Dios. Es quedarse prendado (embelesado, enamorado) de la persona de Cristo: de una parábola por él predicada o de un gesto por él efectuado, o de un misterio de Dios trino. Este encuentro con Jesucristo produce cuatro etapas subsiguientes e inmediatas al encuentro con el Maestro. El encuentro con Jesucristo. La primera etapa es el encuentro con Jesucristo. Tal encuentro es la etapa fundamental del proceso, sin la cual es imposible que un cristiano se involucre en la vida de la Iglesia, sin este encuentro los demás procesos están condenando así a la esterilidad. Este encuentro con Cristo debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerigma (primer anuncio) y la acción misionera de la comunidad. El kerigma, en particular, es el hilo conductor de todo el proceso que conduce a la madurez del discípulo misionero. La conversión. La segunda etapa es la conversión que corresponde a la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en él por la acción del Espí- 58 JUAN PABLO II, Homilía durante la misa para el clero, religiosos y seminaristas. Santo Domingo, viernes 26 de enero de 1979. 24 ritu y se decide a seguirlo cambiando su forma de pensar y vivir. Dice B. HÄERING hablando de la Conversión: "Este llamamiento a la conversión es un verdadero "Evangelio", una verdadera buena nueva para el pecador, con tal que abra los ojos a la miseria del pecado y se apreste a recibir la salvación que le es ofrecida. Es un llamamiento que no admite tregua ni escapatoria, porque es la buena nueva del reino de Dios, que viene con poder y majestad, porque es el imperativo inaudito de la gracia. El retorno a la casa paterna se hace posible, porque Dios ofrece la salvación en la persona de su Unigénito. El rehusar la conversión y el retorno a la patria, es despreciar el reino de Dios e injuriar a Cristo, el unigénito del Padre"59. Estamos ante un estudio con un gran enfoque bíblico que permite a B. Häering relacionar la conversión con la llegada del Reino de Dios (Mc 1, 15). Asimismo, esta vuelta a la Escritura le permite subordinar todos los elementos del sacramento de la penitencia a lo esencial: la conversión. El discipulado. El tercer aspecto es la vida de discípulo que corresponde a un estadio de mayor madurez en el seguimiento del Maestro; por eso, la catequesis permanente y la vida sacramental son fundamentales para perseverar en la vida cristiana en medio del mundo. La comunión. El cuarto aspecto es la vida cristiana vivida en comunidad, criterio inequívoco de autenticidad, pues confiere el sello tan necesario de la eclesialidad. La misión. La última etapa es la misión, ya que el discípulo que conoce, ama y sigue a su Señor se ve en la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado a anunciar al mundo a Jesucristo muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio a los más necesitados, a construir el Reino de Dios. No hay verdadero discipulado sin la misión. (1) Lugares del encuentro con Jesucristo El documento de Aparecida señala con nitidez que el encuentro con Jesucristo es posible por la acción invisible e inescrutable del Espíritu Santo y se realiza en la fe recibida y vivida en la Iglesia. A partir, entonces, de esta certeza sobre la importancia del sustrato eclesial y pneumático, el Documento define ocho ámbitos en donde es posible encontrar a Jesucristo. Para Aparecida, la Sagrada Escritura es un lugar privilegiado para encontrarse con el Señor, ya que ha sido escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo: “así como el Verbo de Dios se hizo carne por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, así también la Sagrada Escritura nace del seno de la Iglesia por obra del Espíritu Santo. La Sagrada Escritura es Palabra de Dios en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo”60. Cualquier acción pastoral o, más aún, cualquier acción eclesial no puede hacerse sin tener en cuenta el enorme patrimonio que los textos sagrados ofrecen a la Iglesia. El llamamiento de Aparecida, haciéndose eco de lo dicho por el papa Benedicto XVI, es a 59 B. HÄERING, La ley de Cristo I, Herder, Barcelona 1964, p. 415. 60 BENEDICTO XVI, Verbum Domini n. 19. 25 tener un conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios para que sea verdadero alimento de los cristianos. El Documento hace dos propuestas concretas en esta línea. Por una parte alienta a que haya una pastoral bíblica, entendiendo como tal la “animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra” (DA n. 248); por eso, el acercamiento a la Sagrada Escritura ha de ser no solo intelectual o instrumental, sino con un corazón “hambriento de la Palabra del Señor” (Am 8,11). Por otra parte, promueve como medio privilegiado la Lectio divina, pues es un hermoso y eficaz ejercicio de lectura orante de la Palabra. La pastoral bíblica no se debe entender como un grupo más dentro del quehacer pastoral de la Diócesis, de la parroquia o de la Institución Educativa, sino como un valor transversal que está presente en toda actividad pastoral: “… lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones y los movimientos, se interesen realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra. Así, puesto que «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo», la animación bíblica de toda la pastoral ordinaria y extraordinaria llevará a un mayor conocimiento de la persona de Cristo, revelador del Padre y plenitud de la revelación divina”61. Realizar una pastoral bíblica conlleva algunas exigencias, entre otras: Enseñar a interpretar los textos sagrados ayudando a descubrir sus sentidos genuinos. Ofrecer formación bíblica a los catequistas en todas sus formas y con las diversas posibilidades y recursos bíblicos con los que hoy se cuenta. Presentar la Sagrada Escritura como mediación para el encuentro con Jesucristo vivo y fuente de humanización. Emplear la Sagrada Escritura como fuente de espiritualidad del discípulo misionero, promoviendo el ejercicio de la Lectio divina. Que la animación bíblica sea escuela de evangelización para conducir la vida según los criterios de Dios (conversión) y hacerse testigos de su Reino y solidarios con todos y todas (el anuncio). La liturgia. Evidentemente, la celebración de la Eucaristía es la manera privilegiada para el encuentro con Jesucristo. Vivir la fe en la centralidad del Misterio Pascual de Cristo implica vivir unido a la Eucaristía, lo cual permite tener acceso a la fuente inagotable de la vocación cristiana que proyecta fuertemente el impulso misionero. Por este motivo, es fundamental que el discípulo misionero viva el domingo y las fiestas de precepto participando activamente en la celebración eucarística. La promoción de la pastoral del domingo es central para un nuevo impulso en la evangelización del continente. El texto que puede ayudarnos a sacar unas conclusiones para el hoy del discípulo misionero está toma de Pablo 1Cor. 11, 23-25. “El señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y después de dar gracias, lo partió diciendo. Esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes, hagan esto en memoria mía...esta copa es la nueva alianza, es mi sangre, todas las veces que lo beban háganlo en memoria mía...”.(Cf Lc 24,30) De aquí podemos decir que la Eucaristía es una comida, una cena a la que estamos invitados todos, pero se nos exige a la vez “tener hambre”, ¿Cuáles son esos deseos parasitarios que nos alejan del deseo con mayúscula? El Antiguo Testamento simboliza 61 BENEDICTO XVI, Verbum Domini, n. 73. 26 esta actitud de hambre en IS 26, 8-9; SAL 63,2.6; 1 Re. 19, 1 – 8. Alimentados con la Eucaristía surge en el discípulo misionero la exigencia ética de “compartir la mesa”, ¿con quién compartes tu mesa? Jesús lo compartía con los marginados de la época. Y a la vez recibimos el mandato de “recordar”. ¿Qué vamos a recordar? La entrega de Jesús. El Sacramento de la reconciliación. Así mismo, la celebración del sacramento de la reconciliación también es un lugar excelente de encuentro con Cristo, ya que el pecador experimenta de manera singular el perdón misericordioso del señor. Pensemos en el Padre misericordioso (Lc. 15, 11ss). Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo más íntimo de su propio ser, en el que recupera la propia verdad interior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él de algún modo; se reconcilia con la Iglesia, se reconcilia con toda la creación (RP 31). Aquí cada unos de nosotros tiene experiencias del perdón de Dios, experiencias que no son otras que el encuentro con Cristo. La oración personal y comunitaria. Cultivar la relación personal y una profunda amistas con Jesucristo es esencial para que el discípulo misionero logre comprender la voluntad del Padre. En este sentido, la oración diaria es un signo del primado de la gracia en el camino del discípulo misionero: "Es, pues, por la oración por la que todos los santos no sólo se han salvado, si no que han llegado a ser santos. Los condenados se han condenado por no haber orado; si hubieran orado no se hubieran condenado” San Alfonso María de Ligorio (Del gran medio de la oración). De este mismo autor podemos entre sacar algunas citas: Si somos pobres, no nos quejemos de nosotros mismos, pues lo somos porque nos empeñamos en ello, de ahí que no merezcamos compasión. ¿Qué compasión puede merecer un mendigo que, teniendo un señor sobradamente rico que desea otorgarle cuanto le pida, nada le pide, prefiriendo quedar en su pobreza antes de pedir al señor lo que le es tan necesario? Cuando encomendemos a Dios nuestras necesidades, es necesario que tengamos confianza cierta de ser escuchados y de que alcanzaremos cuanto pedimos. Es palabra de Jesucristo: «Todo cuanto roguéis y pidáis, creed que lo habéis recibido, y lo alcanzaréis». ¿Cuándo se ha dado el caso de que alguno haya confiado en el Señor y se haya perdido? Según sea nuestra confianza, así serán las gracias que recibamos de Dios. ¿Cómo podemos dudar de ser escuchados cuando Dios, que es la misma verdad, promete que nos concederá lo que pidamos por medio de la oración? Que Dios escucha a quien le ruega es verdad cierta e infalible, como es infalible que Dios no puede faltar a sus promesas. La comunidad cristiana y el amor fraterno. El Concilio Vaticano II nos recuerda: “Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con los otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente" (LG n. 9). En los últimos ministerios y servicios en la comunidad viva en la fe, así como en las diversas manifestaciones comunitarias, Jesús se hace presente de manera misteriosa y clara, ya que él se encuentra en todos aquellos discípulos que procuran hacer suya la existencia del Señor. De manera especial, Jesús se encuentra en los legítimos Pastores y en aquellos que dan testimonio de lucha por la justicia, por la paz y por el bien común para construir un mundo más justo y fraterno. Los primeros cristianos también vivieron intensamente la comunión fraterna en el Señor: "La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma" (Hch. 4, 32). 27 La amistad en el Señor Jesús es expresión de amor fraterno, vínculo de caridad que nos une a los demás; nos ayuda a despojarnos de nuestros egoísmos y mezquindades para entregarnos en servicio solícito a los demás, a compartir nuestros dones interiores y ponerlos al servicio de los hermanos, a vivir la solidaridad, la caridad, la corrección fraterna, la reverencia y el respeto mutuo. De esta manera, la amistad en el Señor se convierte en un excelente medio que nos ayuda en nuestro camino de configuración con el Señor Jesús. Los pobres y los afligidos. Inspirándose en Mt 25,37-40, Aparecida recuerda que Jesús se encuentra especialmente en los pobres, afligidos y enfermos. La misma fe en Jesucristo debe llevar al discípulo misionero a hacerse cercano y amigo de los pobres e invita a tener presente que esta dimensión es un elemento constitutivo de la fe en Jesucristo. Asimismo, el testimonio de fe de muchos que sufren el dolor y la miseria se convierte en un verdadero acto evangelizador hacia el discípulo misionero. La piedad popular. Aparecida dedica varios números, precisamente ocho, a la religiosidad popular como un ámbito de encuentro con Jesús. No lo llama lugar sino espacio, destacando así la enorme importancia que le concede a este tipo de expresiones. Aparecida le concede especial importancia a las peregrinaciones que los fieles hacen a algún santuario, porque en ellas se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Cada etapa es un paso que conduce al peregrino a entrar cada vez más en el misterio que lo supera y que vive con otros en una auténtica experiencia eclesial. Si bien es cierto que la piedad popular se vive con otros y, a veces, en una multitud, no se trata de una espiritualidad de masas, debido a que las manifestaciones populares de fe penetran delicadamente la existencia personal de cada fiel, lo cual le permite encontrarse con el Señor en muchas de estas expresiones. Por consiguiente la espiritualidad popular no puede ser considerada un modo secundario de la vida cristiana, ya que significaría olvidar el primado de la acción de Dios por medio del Espíritu. Es auténticamente espiritualidad cristiana y popular porque constituye un verdadero encuentro personal con el Señor; integra mucho lo corpóreo, lo sensible, lo simbólico y las necesidades más concretas de las personas. En ocasiones habrá que evangelizar y purificar, pero eso no significa que esté privada de riqueza evangélica, sino que uniéndose a María y los santos puedan tener un contacto más estrecho con la Palabra de Dios e incrementar la participación en los sacramentos. No hay que olvidar que en las actuales circunstancias en que el ambiente del continente está cada vez más secularizado, la religiosidad popular sigue siendo una poderosa confesión de fe en el Dios vivo que actúa en la historia y, además, un importante canal de transmisión de la fe. María, discípula y misionera. Inmediatamente después de la parte dedicada a la religiosidad popular, el Documento de Aparecida consagro varios números a María, discípula y misionera. Es presentada como la más perfecta discípula del Señor, debido a que por su fe, su obediencia a la voluntad del Padre y su constante meditación de la Palabra, llega a ser la máxima realización de la existencia cristiana. La figura de María madre ha de armonizarse y completarse con la figura de de María – discípula. Además del nacimiento físico y único de Cristo, hay otra dimensión de la maternidad que puede y debe continuar, se trata de la maternidad que permite nacer continuamente a Cristo, se basa en la escucha, guarda y cumplimiento de la palabra de Jesús. Lucas presenta a María como la oyente arquetípica de la palabra, la que lleva en sí la palabra, la que guarda y hace madurar. La maternidad de María no es sólo un acontecimiento biológico único: ella fue, es y seguirá siendo la Madre en toda su persona. De esta forma María es una verdadera escuela de la fe que conduce al cristiano hacia el encuentro más profundo con el Señor. Por este motivo, muchas generaciones de 28 hombres y mujeres latinoamericanos ven en ella una madre y una hermana. Ella pertenece a la gente sencilla del pueblo de Dios que anhela y se deja conducir al encuentro cercano con el Padre. 29
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