.Eime cómo vistes... Zfr FTS o70.59/r u81 wrlao dc pó!:o solrr la hi¡torl¡ del vr¡ido D5 ,Jtw tY$usg,o -llm6nu, ):ubñllqa ./foáooel de hs §ulturas FT: Olo.i!": .Qime cómo vistes,,, IVIE4 D5 Zfitúegáiñ5oúrrao histocia del wsrido §qor#to te4oot ¡----_--:== Jtu¿ñrúEzz:úLtry tlsuseo slfociorr,cl de lcs Qultures FOO870 ffi "i lrflr rcgil 0t 0ft i1i§& ü§ MU¡i¡ l oficiode ss|rc tiene alAo de tuilago$. Con uta§ tiJéru§, asaja ehilq conieñe la materiaineñe -ls tela- en alsoque tieüe yids pÍryia -el fraje-, nos diceJorge Ibargiiengoifia. De i$meÁisto añ,.&: Cuandov@ ut eñor con las solapa$ en su lagar,la camisa irunacüIsdayurr§ pantalonesque no x han abombado rli€stán cayéndñni s Yan de lado,me diso: -He aquí un hombre qve Sncias a la fortalea de su car¡icfet ha loSrado dominar su indanentar¡aQuien esto escribe piensa 1o mismo al admi¡ar en un übro de atte clásico ur¿ esculh¡tr de §ofocles, portando un ampüo Himation, qrc citalqlrier¿ de nosoh§s §e nos veri¿ como un¿ toalla de ba.ño, pero que en el insigne poeta griego, autor de Edipo Rey, refleja en forma inequivoca elcaníaer y el genio del portador § el üer4po empleado por sus esclavos para acotnodarle los püegues antes de posat para el escultor). Así como quien no quiere Ia cosa, nos hemos topado con una cle las funciones del traje, la de ¡roner en manifie§t'o la po§iciótl socialyeconómicqelcanícteryotas pecrrliadcladesde quietlloports. I¿s o4ras dos funcio¡es del traje son mas obvias: Prs'Porcionar p¡rtc.ción cotrtr¿ l¿s inclemencias del tiempo, übrarnos del frlo extremo y de la intensa radiación sol,ar, y por último ocultar a 18§ mirud¿s de ot¡os aquellas pañes del ctelpo que según la moral domi¡ante deben cr¡brirs€. fecha ¿Desde cuando existe el tr¿je?. Desde htego flo existe un¿ que el precisa que podamos rnencionar, pero lrcdemos aYenturar po&a ¿on¿e original t¡opical homb¡e al abandonar su ltríbitat pesci¡dir tle l¿ función pstec'tor¿ del traje, t¿l como sr¡cede con las tribus ¿r¡¿zónic¿s 6cü¡¿les, tuvo que adoptar algjm tipo de vestimenta. Que este primer traje (haciendo caso omiso de la hoja de parra pandisiaca) fue de pie! lo sugieren fanto la ¿cfiüd¿d i predolni¡¡flte ttel paleoiítico -la caza- C!/mo los ¡umqpsos artefac,tos, pdecidos a los usados por los curtidores, hallados junto con agujas de hueso y dobles botones de los enüerros del periodo Magdalerdense. §r esta primera aproximación erlcotitrzdo con los dos tipos de vestimenta que t1os hemos gedominanínalolatgo delshtstoria y a lo ancho deluniverso. El traje del señor, t¿n envidiado por Ibargüengoifü, que junto cor el de los hombres del paleoüfico europeo ,¡r.rter.ece ala categoria de los trajes enlallados o @ cgúe de saste,y el hirflation & Sófocles, +¡d perteriece a una latga estirpe de vestimenlas sueltas, fomad¿s por uÍ¿ lel¿ rcctárgurar de $En tamaño que envuelve el cuerpo formando pliegues y drapeados (de efeaos tan estéticos er la obra escultóric¡ de griegos y romanos) y que se sujeta coÍr brtches o fibulas y se ciñe con cintas y bandas en la cintura, las cadeas o bajo el busto. Alguras ve.es erl llrgat & uí. pieza rcstangulár s€ usan dos, de la misma forma y tamafio -como er núest¡o fipico hu¡pil- o como e¡ el chiton heléfiicb (pre¡da femenina conocida por fosotrqs a h¿ves de las c¿riátides). Otros ejemplos de estas amplias vesfimentas, cuyo ámbito geognifico se localiza en el Mediterráneo y en el Orierte, son: el pepLx (pre;nda femenilra portad¿ Wt las do¡cellzs kote del periodo griego arcaico reprcsentadas en essulfuras), la túudca , I¿ toSa usad¿ por los rnagistrados dcsd,e la romaru hasta nuestros días, el aáq ya mencionado en I¿ Biblia y usado aún por los áab.s, el cafkin, de uso co(rieíte efl Turquü y en e[ norte de AfÁca,la dabruiticqqwe ha Frdurado como vestimenta liturgica, elceter^- elcétenr.. y el de los esquimales é§: §¡to'fu."sr.por,a^besencial¡oeselcorte,prácficametfe ausente, sino el material, la tela, prcsente desde el neolitico, anardo co¡ l^ vid^ sedefiatl , el cultivo de las plantas y la domesticación de los animales a¡nrecer. las primeras fib¡as 4 textiles: la lan¿ Y el lino. E¡ l§6 entietros de este Periodo abu¡daí los volarrtes de huso ecl pie&z o arcilla, conocidos Por nosotros como malacates, Y solo ocasionalmer*e¿lgjLñPed"zode tela bulda, pero ningin iadicio aaer]c,a&1a1raljl,fa\ezadelfraieEsos sencifos oalacales, sia embargo, ros dice[ mucho. IIÁ hecho su aparici&i el ar.te textfl, y con éste uro de 1os artefactos más ingeniosos invenfados Por el hombre, el tel,ar. A1 PrinciPio muy sencillo, ur basfidor Para tensat los hlos de la urdirnbre mientras que 1a lrama se ins€¡tába medianle un lerlo Y laborioso ¡rroceso manual, Pero pl§8re§ivam€lte más Y más sofisticado ha§ta coflver+üse efl lr¡a veráadera máq¡;rtra, capz& dabtarlas felas mris comptrejas y cuyos rasgos esenciales ari'n persisten. apattce enlas civilizaciones agricolas y se rcPresenta vasos en las pinturas mumles egiPcias y en las üetenses, er los ibér:icas, lntados griegos, enlas estatÚillasvotivas rneso¡rolimicase .r. to" bu¡'o" ili",r." y en 1as escr¡lk¡r¿s de 1a Anfigúedad clásica y en oflos tantos doclrmentos de esta indole, que nos inlorman iambién que las leyes s¡nh¡ari¿¡§ (e§crilas o no) hafl hecho su que apariciórr. No viste igual el esclavo que el faraón,ellabriego ei sacerdote, el patricio que el plebeyo- lmpoiblelabtatlatierra vi*ie¡do el himationde Sófoclesl, en eso estamos de acuerdo, pero no sólo se contempla el aspecto pníctico. Eltr¿je debe corres¡:onder flfraje jerarquia social. Normas esfrictas, l¿s leyes suÍtuarüs, dictan lo que c¿d¿ estamento debe usar, y ¡Ay de aquel que s€ afreva ¿ trafsg¡€dirlasl Por regla general las clases baj¿s usan prendas simples hechas con telas burdas en los colores íáfi.¡rales de las fiü,ras, que no imldan el desempeño de las laborcs sewiles y los habajos rudos. I¿s nueyas tel¿s sulrfu¿ri¿s ¿p¿uecen con los Bdel¿rtos del arte textil y estrán rcservadas a las clases dornifl¿ntes. El uso d¿ los tiates er¿ rigurosamente coúdado. En la Rort¿ Imperial, et tinte llamado ptirpuru ¡nperial de Tiro (extaldo & uncanaoldelA4editerríreooriental) seempleabaer<clusivamente en losropajesdel emperador f,n la lejana China sólo el empetudor oodía vestir sela amarilleint¡cduccion nos limitattmos ¿ marcar algunos moñentos y caracteristicas del desanollo de 1¿ vestimenta en f¿ culturs occid€ntal. Coincidiendo con la caída del Imperio Romano y la invasión de las tribus bárbaras, el traje se cortformó con wa metpla & elementos. lps rcm¿nos de¡cubren la comodidadde los pantalones, los bátbanrs que para ¿cceder a Ia ¿dministración y a los ptrestos de poder deben usar u¡¿ tunic¿. Así, mientras autoridades talrto civiles como religiosas üsten largas hinicas, el traje del hombr€ coñúfl colrsúa de p¿ntalones largos, ajustados ala pietna por largas coneas cruzadas, las fasc¡ola§, una c¿mis¿, una cor:ta tnnic¿ y para completat el afavlo abareas de cuero cfl¡do y urui cap a&lanabtda an capr¡ch¿ para protegerse del frio, Du¡ante siglos y siglos, prácticamerite duraflte todo el medioevo, este fue el tuaje del hombre crmún, Al lEtorno de la.s Cn¡zadas, los oeñotes feu&les inrrodu¡eron ea Euro'palosluj<xorientales.EnBizanciqenTrípoüoenCairo,lostoacos s€riores edr¡cdDí sr glrsto y volüercn a sus feudos cr€ados de sda§ cle museli¡as, d¿ brccados! de encajes y de danrascos. Ias trimicss se volviezon rnris lujosas y ornamentadas, los sírnboLos henilCicos a la ' /ot ,* aparecieron bordados en las vestimenta¡ con hilos de sr.day & as se usaron pieles fnas para or{ar los bordes de trinicas y rnantos. y )(III surgieron en Europa las ferias que combinaban la cdefuariim áe algana festiüdad reügiosa con el eíq¡enftrc de comerciantes llegados de lejanas tierras que ofiecían merEa¡rcia§ exóticas: especies, perfumes, vidrio, porcelanas, gemas preciosas y, desda luego,lrs s¡ntuos¿s telás oriertales de sed¿. De Novgor§4 en [a lejana Rusia, venían las pieles de mada, üsoa y armino, rcser.¡adas estas úlfirnas para los ropajes reales. Enviados de los grzndes señores feudales, cuando no ellos mismos, acudian a las ferias para asegurar la primacía de estos objelos s¡ntuarios. *isiro siglo el rr¿je de los señorcs experi¡nentó ""t" cambios, Ias vestimentas sueltas de hombrEs y mujeres empezaron aajustasc¿lc.r¡erpo. Pen no fue sino ft¿sta medi¿dos &l siglo XfV que e[ fenómeno conocido como La Mdahiz¡ w apsrición. A partir de entonccs los c¿mbios se suc¿den unos a okos e¡ fo¡m¿ dmmática, aunquc no con la rapidez de hoy en día. En las cortes es ctrondese originan estos c¿mbios. El arribo d¿ una c¡nsorte rcal con su sequito c¡a a menudo la c¿us¿ de la adopción d¿ u¡a mod¿ exhrsnjer¿. I¡íaginemos a r¡r grupo de cort.¡¿aos, precedidos por §u sobersno, adquiriendo dc pronto l¿ humillante convicción d€ que sus ah¡e¡tdos estáí fucra dc mod¿ o no son lo bastante l¡¡josos. Derde luegoes sólola vestiment¿ de 1a nobleza la que experimenta eI fenonenode la mod¿. I¿ indumentari¿ de l¡¡ clases bajas, corno ya hemoc dicho, se ciñe a lo e.sencial y permanece estr ica por s(gl x. Pa¡¡doq¡mentarnosacerca deltraje et laüadMedi¿icncmos l¿s csculturás que oman las c¿tedrales góticas, como la de EsfrasburBo, Nof¡€ Dsm€ de París, etétera, y lrs mi¡iaturls que ilusfran los códice-s y que reptesert¿n hcchos y ¡rrsonajes históricos. Reproduc¡ionesde estos códiesse¡rcdÉnaprcci¿ren hi§orias universales. A p¿rtir del Ren¿cimierto disponemos de nume¡osos tEfrEfos de los grandes personajes de la época, pintados por tros ñ¿estros del pircel. A todos llos son famili¿tes Los ¡etratos de cárlos V (carlos I de Bpañ¿) y de feüpe tr, de Enrique VItr e Isabel I d¿ En el sigLo §¡ 7 lnglaterra, de Luis XVI y de Mária Antoflieta, de C¿lalina de Rusia, de Napoleón, etcáera. Quiá los hemos obsewado fratando de adivill,ar a fravés de sus facciones rasgos de su personaüdad. Podriamos darles una segunda mirada cenüándoros en sus vestimentas. /fnacosarcstlta evidente, que la indumentaria eq»riment¿ grandes cambios de generación en generación. Es corno si un espirifu lúdico dominara eso que llaman moda. El cuelo alto y ceñido que vemos en el retrato de Enrique VIII, se toma en la golilla o gorguera de fiempos de felipe tr, fambién usada por Ceflrafltes y por shakespeare (en aquellos tiemlrcs Espaiiá dictaba 1¿ mod¿). ü sombrero,lipo birefe vasco, de Carlos I, en tiemlrcs de su hijo felipetr se ha convertido en un bonete decuaúay meÁia de a1fura y sin a1as, mienfms que su descendiente feüpe IV, porta un sombrero de ala ancha guarnecido con plumás de avestñ¡z. Parala épcrla deÍelipe V, el primer gobe¡nanie Borbón de f,spaña, emparE[tado con Luis XIV, el Rey Sol, (ahora E,3r.c:ta l1e,¡a la batuta) el sombferc en forma de tricomio se lle'tabajo elbtaza iz4ierdo, para to de.sotdena¡ los riz¡s de la voluminosa pelucá. Si esta caprichosa mod¿ no es un juego ¿Qué es efltonc€s? L¿s hi,íicas talares que obsewarnos en los códices, como la vestida ¡rcr Alfonso el Sabio, al csbo de algutas generaciones desaparecen, y en su lugar los nobles üsten unos cortisiños pantalofles bombachos que dejan al desculrierto las piernas, e¡fnndad¿s en calzas óz x.da, como podemos apt€ciar en los rEflBlos de Don Juan de Aush'ia y ohos de í¡s conternlrcnineos. Para la épocade LuisXV de francia elpantalón se llevaba ajustado y llegaba abajo de la rodllTa. No meflos espe¿{acldarcs fuercfl los cambios en la i¡durnert¿da femenina. Ér Ia Baja EdartMedia,la línea del vestido,enconsorvmcia con la arquitectura gótica, e¡a vertical. I¿ extravaganc;a flzyor *. desplegaba enlos locadosr largos conos de hasta sesenta cenfímettrcs er1 d¿mas de alcurrrü, lematados con flotantes velos, y en las largas mangas que inclusive arrasttaban ¡ror el suelo. De la cofe de los poderosos duques de Bc,rgoira ern na la moda eri búeÍ¿ parte de la xd¿d Media. medio el Renacimiento, f,spañá, ¿ueña a la sazb¡ la mundo, imPone moda a l¿s cortes de Í»roPa las dzmas de la ¡oblezz & §¡ visten un lujoso traje negro cuyo talle, encor§etado ¿1 Punto dc hacer desaparecer el busto, se ve contrastado porwrafaldaanyafona ü campanz, *lograba ¡nr el verdugado, *rie de aros met¿álicos unidos por cintas que se iban abde¡do de la cadea a los pies. El orello alto se tetÍalaba por una gorguera de encaje, co¡nút1 a hombres Y mujetes. ceneraciones después, en la época de Luis XV, l,a línea que p¡edomina en el vestido es la horizo¡lal. Armazones hecha§ de rrli:r&lre,los miinaques,exageran hasta lo inconc.bible la amPütud & las caderas, y para que el contraste s€¡ máyor, apretado§ cotses provistos de barbas de ballena comprimen el t¿lle. I¿s f¿ld¿s §on tan cortas que dejan ver los zapalos y tan amplias que aún las balaustradas de las escaleras palaciegas deben cofirbatlc hacia afuera pata darles Iibre páso. Esla exuberancia Rococó se refleja t¿mbiéíelr tospei¡ados. lospeluquerosprivadosao¡d€niemPr¿flo a Pal¿cio y emplean tr€§ o cuatro hor?s en colocár los rizos postizos I y todos los aditamerlos: plumas, florcs, pájaros, joyeles, que van a coflfofmar ar¡táúicos paisajes en las cabezas de nobles y corfesgnas. A todo esto, estricks leyes sunfuarias trafaírn a lo largo de los siglos de impedir que la vestimenta de Ia nobleza f$eru cbpiadr por otras clases. Veamos algunos ejemplos: En 1234, Jaine el Conquistador de Aragón, prshibe a "soldados, juglares y otra geflte nrin el uso de caLzas colotadas" .felipe el Hermoso, consorte de Jnarl,a la loca, prohibe a los burgueses el uso de armiños, coronas y pedrcría. frenar alabutgaesía es cada vez más difícil, pues esta poderosa clase que emeqge a principios del Renacirdento, conscie[te de su riqueza adquiÁú pot medio del comercio, no está dispuesta a rcnunciar a los lujos. No faltaba qu;ien rucíonalizata el despilfano en el vestir, invocando el derecho de las clases medi¿s de ínlilú ala fioblez¡. Eí 1777 La "bcíedad Ya*ongada de Amigos del plís» (dn tendencias liberales) declaraba lo siguiente: u...las gentes ricas y acot[od¿das, gastando sus cal¡d¿les er consumirgéneros crstosos para su lucimiento, comodidad y rcgalo, fomentan las artes y contribuyen al mantenimieflto y horcsta ocupaciófl de los que en ellas se emplean'. pat+it de la Revolución lrancesa, que acabó an la elegatcia y co¡1 los eleg¿íte§, el ttaje marulino que desde 1¿ antigüedad habla sobrepasado en lujo al femenino, abandona los géretos sunh¡osos y los disefos audaars y se ciñe al pafio er toflos grises. Por primera vez en la histori¿ se identifi cala úriedad e¡ el vesti¡ con la virilidad. En la époc¿ del Dircctorio (úlfimo lustro del X\{tr) domin¿ndo 6fl las tensiones del dificil mometrto político, apatecet las meÜe¡lleuseE,l^s elegantes de la époc¿, vestidas como Dianas, coño Safos, como Galateas, sin corses, sin miriñaques, sin nada más que unas hillic¿s trarspar€rtes de sed¿ o de rnuselina. Una gripa lefiible, qt e ca:usó muchas muertes ¿ principios del )(D! ,o itodo sea por la modáI, obligó a las darnas 'erunuselüadas' a cubrir sus ligeras üinicas co¡r cáüdos chales de lanadc.cachemira. Lstas damas pertenecian a l"a bu{guesia ift¡stradz. aliaÁa coí lA rloblez,¿, nd 1¡.a- OtIscámbioimport¿núe delaéryafuedcbrdo al,l enffJñ,:7lzj.s ít Em ilio. Siguiendo su consejo se adolfó un¿ vestimenta cómoda y racional para los dños, que les permitiera jugar mn toda liMad (aítes se les vestí¿ como a pe$¡eños adultos, incluyendo las pelucas, los corsés y los mi¡i¡aques). Iteto... ph,lasmuürrzas de la modá y de la historialAsi corno l¿s Constituciones Liberal€s i¡spiiadas en el CdiSo Nápoleóflic. fue¡on anuladas por los gobiemos de la Restauración, de los vcstidos de inspüación clÁsica, lmpriq imptestos por Josefüla, * volvió, en tiemposde la ernpeatrú Eugenü, espooa de Napole& Itr, ¿ los corsés y a las faldas amplüs, amplüs, ampüsimas. Para darles volumen se tEcutrió a la crinolina, st nombte -aunque ahora no tEFrtmos en ello- explica su natumleza, es una fela rígidá, hechá con fibras de üno y crines de cáballo. Regr€sárpn las faldas que no libraban las prertas palaciegas, y se volüó icómo nol a los lujos cxccsivos elr el vesti¡ En laExposicion Uriversál & 1867 qrre tuvo Iuga¡ en Pa¡'ís,la empératriz Eugenia lució un vestido de encajes dc Allensor, p¡cducto d€f habajo de cualenta mujercs duranle del filósofo Rousseau, rc.otdemos sicte años. Oigamos la descripción de Tañe dc un Sa[ól Parisino, frecnenlado por la noblezayla ahabwgu*ía: "No hay verdaderas .iriréq si¡ muje¡es e¡ Crand Toilette.y nohay derecho a vestúse y cscotarse má que cuando se tienen sesenta mil übras de reata'. Sr¡ dá¡ruscrito, publicado e¡l^ Vie Par¡siennebvantó ámlrula en las dases medias poruna sentencia que se hizo famosa: 'I¿smedias fcttu¡r¡s ¡p tienen más que un reorrso: refugiarse et lavida ¡:asera y lá vi¡hr¿' ll ht la época de la errlrpetutrrz Eugenia apareció el primer diseiadot de rer¡ombr.e, quien fue elegido por las más adineradas paxa diseñar sus vestidos. Nueve leiñas eutopeas adem.ris de Eleonora Duse, la reina de los escenarios, se ve stiaí chez Wotth, quier aderuir fue eI primer modista en efibi¡ sr¡s modelos elr fiuulequrs uYos, Itero dqemos ufl rato a los poderosos y ocuÉmorros de ur fenómeno muy iflteresante. A mediados del )üX surg e y se afranza en casi tods Europa la idea de la Nación, como ur.^ tea,cci.óa al expansionismo fralcés de la época de Napoleon. Hay ufl despertar lingüistico y crkr¡ral eítre los pueblos sometidos por los g:andes imperios multiánims corno el de los Habsburgo y el Otomano, húngaros, bohemios, moldavos, cltcatas, servios, nrmatos, buscan afanosameflte sus raices. Con 1¿ todavía incipiente conciencia nacio{al, nace ú1 culto romrintico a la tradición popular. Se rcvaloran los cuerlos, la misica y las daaza del pueblo llano. Apesar de la férrea re¿cciór de I¿s clases corservadoras, por las demandas ^femofiz"adas sociales planteadas por las Consfituciones Liberales, a pesar & que losgobienos de la Restauración ahqgan en saflgrc a las Revoluciones üLrerales que se sucedefl e¡r Eul¡cpá t2 en la pri¡nera milad de 1848, son procesos ireversibles. lmposible volver a las costumbrcs del Ancien Régime, l^11 en cohtradicción con e[ espíritu de Ia Revolución hay que Industri¿I, que originó un creciente Foletariado urüano con neesidades y aspiraciones nuevas. Asi lás le)€s su¡ltuária§ qued¿n&finitivamente abolida¡ por oL,ooletás. A esto hay que añádit el auge de la industria texfil §a desde 1790 [a ráquinaria textil, con programación ptevia mediarte tarjet¿s perforadas, había e¡fuada en su etapa modema). Esto dio por resultado que muchos tipos de géneros quedaran al alcance de las nacientes clases medias y del campesinado ric.. l¿ mujer csmpesi¡a tradicionalmente habia elabondola vestimenta familiar, eñpezando por el hilado y el tejido de los géneros. Ahora ya !¡o leniá que limitarse ¿ ¡¿s telas de fabricación casera. Podia comparar terciopelos, brocados, hilos de seda para bordar, encajes, galones, ci¡tas, etcéter?. Y, más importarte aún, podía imitar a las dáln¿s de la corte si-n acabar metida en uÍ cepo en la plaa piblica. ¡§e originaron asi, en toda f,uro¡ra, un buen número de trajes rcgionales,de$ordanresdecoLcrido,dondesemezclaron produc'fos del telar casero con géneros indusfriales. Pese a que se irnitaron algunos rasgos de las modas cortesanas, er los trajes rcgionales se lr@ r:lll3 1¡ ffl r\u0lltl !t u¡ llü¡,C u.u¿i impuso el buen senüdo ¡Nada de corses que impidieran ya no digamos el trabajo, si11o hasta la r.esfraciónl ¡Nada de miriñaques o verdugadosl, basfaba tn buen número dc tefajos pata dzt ampütud a las fald¿s. Co11 el fiempo algunos de estos trajes adqrírieroncafegoy'.a de frajes rracionales y se enarbolaroll cual banderas, como simbolo de la idenfidad de las fluevas flaciones frente a los desmembraáos imperios17.* uoLvamos a fluestras elegantes, cuyas fa\das habiatt alcanzafu sumáxinaarnplttud.hrci¿ 1865. Nofl¡diefldoañplia$e loás, el vesfido femenino ofla por melamorfosearse, y l?,ce el poliún. De magnoha et plena floración,la figtra de la rll.lujer adquiere, pata 188O,la silueta de un gallo (si se la ve de perfil). Miefltras tanto,las ballenas del corú siguen oprirniefldo el falle, c¿usando desmayos a la menor emoción, y pte*atdo ala figtra femenifla (\¡ista de frcnte) la forma de un reloj de arena.l,arrlujer de las clases altas es iflcapaz de vestirse por. si misma, precisa de sn dorr.cella, pata aprefarle las cintas del corsé. O, como se ve efl un soücito caballero. ¡@],¡¡ante la Belle Epoquq al cambo del siglo, las mujeres los grabados galantes, de ur corse que prbyecl a elbtlsfo hacia efecto que se ^deLante, crltla ca*ada de encajes que descieíde desde el cuello alto, como tambiá1 I¿ cadeta proyecta ha..ia afrás,7^ siTuef^ femenina semeja una J I¿ falda siguió esfr€ch¿árdose h¿sta limites absurdosyen 19 1O secoriürtió eí la faldatuL¡o ola faldz de medio paso que, como su nornbre lo indica, apenas permitíe cam;\at a las elegantes. Ia figuta fefieninl sem{^ entoflces ur lrirtlgr¡lo invertido, Ia estrechísi ma Íalda, el ápicc, el gigantesco sombrero us,an agadíz,a * plaío, la basr. Comparadas con estos caÍrbios drásticos, 1as modificaciones de la indumentaria masculina pasan desapercibidas. Las elegotúes de la épot:a anerrtar. cor, la ayuda delas üminas de malas (que sa$eronhaaa 18251 para actuallzatfi¡ vesfirnerta. t4 cofve¡tiñiñ, posteriormente, en las rcüstas de r¡odas;. la Vie Parisienrre, IÁ Ga"Ette du &on Ton, Vqte, Harpels Ba".az4 elceloj€. Sin embargo, no todo em elegancia en las ciudatles enro¡reas y en las nor{eamericanas, q',e ya j:lgabal]. un papel importante en es-tos fielnpos. En los barrios obrellcs el proletariado üvía una éWa de ,nisena, de gentes vesfidas de harapos (el érmino alemrán lumpen qtiere deci¡ e*). Ia tumultuosa histori¿ del )Ql con su cnrenta y latga primeru gael:ra rmrnüal, hzbÁa de dar un üolento giro al l::ru¡do de la moda. Al vaeiar los cam¡ros y las fribricas de hombres (que fueron envi¿dos a mori¡ en las tri¡cheras) se obü8ó a las mujeres a llenar los púestos vacafltes. El ruevo rifmo de vida de la D,t]tje,. hizo qu.e f,stas üími1¿s se de una vez y para siempre se deshiciera de cuanto trapo de mrís h¿bia F¡esio encima. Desapareciercn los corés y a¡:arecieron a l¿ vista de todos partes d.l^ .¡ tofií^ ierr,e¡ilra qte habian pemaflecido ocultás por siglos. Ias jóvenes überadas de los años veürte rcspiraban a pleno pulmór y mostraban, al sentarse, las rodillas er.fl¡nda¡las eí medias de sed¿ tosa -las que tdri^tt pda esos lújos- las otras h¿bríán de co¡form¿rse coa las &. algodím. El embargo de la seda útrzrrfela scgtfidagaerra mundial aceleto labírqrucda de un *c:edÉ.l:.eoy asi atrg¡ó el nylon, que permiüó a cualquier chica cubrir sus pierrus con medüs trznspalenfes. de los cambios de la 9/fo nos detendr,emos mris en habla¡ moda a partir de ioa sorprendentes sños yeinte. Ahi te¡remos par¿ ilusfrarnos los inefables y nosf¡ilgicos refratos familiates, y aquí, ír¡estra prcpia expedencü, que ha pasado ya, según nuestra edad, por diversos cambios hasta llegat a tros prodigiosos años s€seflta en los que todo, absolut¿mente todo, se permiüó en mate¡i¿ cle mod¿- Podíamos, segrim nueshlo estado deá¡imo,optat por un aire ¡ot¡üártico, étnico, noslálgico, erótico o exótico. Podíamos usarmiai,midiomaxi-fald¿. Podíamcllevarpantalones o ncda unie¿ mezdzc leans u huipib o *rx de rm ropero se 5 olüdado vestidos de ura o va¡ias décadas atrás- Desde luego fambién podiamos comtr¡r¿¡ vesiidos nuevos que s les parEciltr. Este airc liberador benefició también a los hombres que dieron rienda suelta a su espírihr lúdico y se ahevieron a echar por la botdá los convencionalismos en el vestir. A partir de los sesenta, ningún esfuerzo por testri¡gi¡ esta tibedad de opción individual ha tenido éxito y ningir estilo h¿ logrado imponerse en forma absolula. Y á pesar de lá prcsión machaco¡a de la p¡opagand¿ que p€tende dictaños ulo que se usa ellr esta lempof".da', somos libres de elegitr -Deo Grutianuestra indumentari¿. (onctuido este vuelo de pájaro sobre la histori¿ dél fraje en la cdfur¿ Occidental, volvamos los ojos hacü ¡uest¡o conü¡ente que bien merece al menos alguí¿s refe¡encias. Empecemos por h¿blar delr¡aje esqairalcuya fu ncionalidadrtsulta rcconIo¡iaíte d€spuesdehabl¿rde ta¡tas mod¿s absurdas. Par¿esto t€curri€nros ala efuLogrz,fía . a/\ *a" aa * aor del Ártico, con sus largas horas a la intemlrerie bajo el mi,s inclemeflte de los climas habría sido imposible sin una vestim e\fa adecuaÁa.Ls piel delcaríbi,ligem, suave y flexible, cor una densa cubie*a de pelo resr¡lta el nraterial ideal para la confe-cciófl del h"je esqúim¿L Este conS¿ de un¿ chaqueta con ca¡archórr concÉiáa @.mo park4 ¡ranlalorres, botas y guantes. Teniendo en cuenta que debe pefmitir un¿ completa libertad & movimientos, un ajúste perfccto es imprerindible. Esto s€ lqgra con un cofe muy complicado, comptresto por piezas de dife¡entes foÍn¿s, qúe loñ¿ er cucrta los volúmenes dcl cuerpo y los sitios exactos de las articulaciones, pa¡¡ dar amplitud en cierfas pártes se usa n píezas enfotna dr-fueües, para lqgrar un mejor ajusie se usan pinzas y en los siiios d€ ¡nayor tcnsión se ponen refuerzos. los trajes se hacen en pareja§, uno irterior con el pelo pegado al cuerpo y otrs exterior con el pelo haciz afuera. l6 Entre ¿mbos ¡e ap¡esa ana ca¡a &. aite qwe acfu¿ como aislante, logrando la aá s eficazde lasproteccirones corno pueden atestiguar Ios ggioradores polar€s que adoptarcn el traje nativo. /anbién la dr-snudez del rrrüo anazinía nos parcce muy racion¿I. En el clima c¡iüdo, húmedo y sombreado de la selya los tmpos s¿len sobr¿ndo. Aqui la función protectora del traje es sÍstifuída por lA bij4 substarcia con que cubtet el aterpo para repeler a los insectos. f,l lujo y el rango tampoco les es ajeno y en ocasiones especüles cubrtn su cuerpo co¡¡ mi¡uciosas pi¡furas corporales y usan su¡tfuosos tocados decorados con las pluñ¿s multicolotes de las aves hvpicales. 3"9^^ t7 6fl.lro* rolramos rl, e*n mirada ala reg¡imrruis irnportafte en cuanto a la historü de la ir¡dume¡tarü en el Nuevo Mundo, la América Nuclear, que comprende las civilizaciones mesoañeric¿ras y 1as que se desarrollaron en el anfiguo Perri. En ambas áre¿s se descubriercn, al parecer en forma independiente, los principios del telar- la ser.cíllez delfelrl" de cinfirra que allí se usó, es sólo aparcflte, pues ba*ab y *braba gara eTal,E,rat 8éne1§s de 1¿ más alla calidad en una sorprendente vaÁeÁad de té.rricas. I¿s fibras textiles usadas e¡ Mesoamérica fue¡on el algcd.ón blana, el coyuch¡ (dE color café cl^to) y el ix e, este útimo usado por et comri,n del ¡x¡e¡lo, mieítr:as qu e el algoün era destinado a las cl¡ses dominanfes. El algodón se q¡ltiyaba en Ias regiones crilidas y corsfitui4 ya hilado y fejido en forma de flantas, utro de los principales tributos que se pagaban a los mexica, tal como ¡1os lo dioe el códice conocido colnllo Matrícula de tr¡butosPara, obtte¡er telas suntuarias, se hilaba, J:Únúo con el algodón, pelo de conejo,lo qre daba c,ano r€iúltádo, segifl los clgíist¿s, tel,as su¿ves y lustrcsas: seÁ^ d. La üe¡ra". I¡s géneÍos más lujosos se eatr,etejían con plumas. Para los fi¡tes se hacía uso (enke otros) del ocre lrnrcf?'l, del aatl aliL, dela gaaa ca:hinilla (if.¡F"c.o que parasita al nopal del que se obtiene ua rojo carmín muy apreciado) y del caracol que p¡oduce un¿ fonalid¿d violeta qirpura. Itara d*tmenrzrrros sobre si traje prchispánico ter.lemos: códices, figurillas en barro, cenñica prntada,gtturas murales, i€üeves, escr¡lfirms y es{elas en piedra. El haje del hombre a,.nstaba detjJo max atl (fapafl¡aÚr,), deana tilna (manto) y se calzaban sand¿lias o hu¿raches. Ia difercncia de clases se @ía ver en el tipo de tela y sobre todo ea los tocados. Las esfelas ln-ayas nos mueshan anán lujoso! y elaborzdos podían llegar a ser [os tocadosdelaclasegobel¡¿rrte: sacerdoüesyguerrercs. Lasmujeres vestían un enredo (nn l¡tZo lie¡,zo ra-Aangalar) con el cu¿l se envolvíal de lE cifltur¿ ¡rara abajo, arjer'rimdolo q¡ s¡aba¡da. I-a ta parte $perior del cueryo se cr¡bría cofl ur huipil (enla fiayot parte de Mesoañérica) o cr¡í sn quechqueñitl en la Hüásteca, entre los huicholes v en l.a Siena de Puebla. §r el SuroeSe de los Estados Unidos, ent¡e lost¡dios Pueblo, cuya culfura reeibió vaüorcs aporfes mercamericanos (enfie ellos el uso del telar) se desa8)lló ufla imporfaflte industri¿ textil, que posterioflneÍle, ya en épcrca dela coLo¡izaclón de Nuevo Méúco por fos españoles, fue hercdaü a los navajo En el antiguo Pefli, e¡1 los valles costell,s que se extienden desde el norte de Chile hasta el Ecuador, el algodón se cultivaba desde 3000 a.C. Siglos después se hiló tambiéfl la lana de los caméüdos del átea anÁina: la lama,la alpca y La ücúña, qu€ se usó para bondar 1as telas de algodón. De I¿ cost¿ ff de Perú, de un sitio llamadoPatacas,har llegado hasta rosotros algunos de los mejor tejidos, nuis bellos y mejor conser:vados textiles de la América prehispárica. Debido al clima desertico de la región, las telas suflfuarias qÍe se usaban para envolver los cr¡eryos momific¿dos de los miemb¡os de la clase domin¿nte, se han conservado en todo su espleador. Ia tradiciór texfil del área andi¡a conti¡uó ha§al^ época de la cultura Inca, cuafldo ufl grtrpo de mujeles eflclaustrad¿s fejían, an lana de'ticoñarlas más finas telas para uso exclusivo del Inca (que era el nombre con el que se conocia al emlrerador) . Grabados cofiolosdelA Nueva CrónicayBuerl Cobie odePomade Ay^la, nos mueshrm al Irrca Híayy.a Capaa, y a otfo§ alto§ per§oíajes, vistie¡1do cor..las tunicss prcfu sameÍte bord¿das. § choque cultural que se produjo a aíz detla a nquilra habria de introducir cambios, susfituciores y adaptaciones tanto er lavestimeflta de los indigenas, como en las teqlicas y ñateriales usados er la industria textil. En qranto a ésfos se ifldujo la laía del borrego y el telar de pedales, accíotaÁo pa los hombres, que aún se usa efl muchos pueblos mestizos como Teotitl¡if del Valle, l9 TlBxiaco, Texcoco. El telar de cinfura, usado ¡ror las mujeres indígenag ha permanecido en uso hasta nuestrss dÍas. Por lo que rEspecta a la vestimenta, el lraje del hombre fue el que ex¡rerimentó mayores carnbios- Para los conquistado¡es el maxtlatl no era pñpiar ente un fraje, y asi los indios caciques fueron obügados a vestir ¿ la espaiiol¿,mientra sqrelos maehuales (gente del pueblo) debieron adoptar un simple calán largo y una camisa de rnaflta. Lá f¿ja hecha por sus mujeres en telar de cintura fue cuarito @nservaron de su vestimerla original. Por su parte el traje femenino fue encontrado satilactorio, por lo que tuvo uru¡ perrnanencia que, en algunos casos, se ha prolongado hasta epocas tEaienies, No se predé decir, sin embatgo, que per¡naneció inaherado, ya que, por princifo de cuentas, se adoptan¡n nuevas fibras, la lana, y nuevas formas, la blusa de tipo europeo (que fue impuest¿ en áquellos lug¿res criüdos donde las mujetrs solo usaban et enredo y dejaban el torso desnudo) y la fald¿ con pr€tina (de corte europeo) que llegó, a veces, a $¡sfituir al erurdoysecombinó co¡. el huipil o c.n el qucrhquemi . P@. a poco se intodujeron eí él tejido de las prendas, mofivos deaorativos ajenos ál ¿rte indígená, fi8uras de caballos, de águilas bic¿falas (el emblema de los H¿bsh¡rgos), elcétera. Los que ahora llamamos trajes indígenas, son en rcaüd¿d el feliz rqsultado tanto & lo que permaneció, como de 1o que cambió y se adoptó. ¡§¡ cuanto al resto de la población de la Nueva Lspaña (y para el ca¡o del rsto de las colonias) el traje que se uso fue & tipo español. I.os ricos p¡opietarios peninsulares y criollos vestían a l¿ usanza delz ¡úieza esp¿ñol¿, acáso coí nüis lujo. Para eso erañ dueños de encomierdas y millas que les permitirncomprar tífulos de r,obleza. I,os frecuent€s cambios de vitrey, quien llegaba acompañado de sus familiares y sequito, los tenían informados de las modas que se usaban en la metr,ópoü. También los negros y las castas que empezañÍr a surgh con el mesfizaje fueron urgidos a adoptar el tfa¡e del Weblo llano español. Existian regulaciones to que plrchibí¿fl a las negras, mulátas y mestizas, vesfir como las indias, y desde luego tambiá1 leyes flrÍtuarias que prohibían el uso de la seda a cualqubra qte to htiera ahrapiez,a &. satgre' (es decü, que no fuera español o descendiente de españoles). a¿fts más ricos géneros usados en ls confecciófl d€ los trajes de los poderosos veriiafl de Europa er los galeor,es que periódicamente llegabar aver cnú.la coífecciórl de los trajes se h¿cia localmerte, para los génetos sercillos úsados en lá rcp¿ de la gente común se aprcvechó la ex¡rerienci ad¡fa marro de obta ,l indígena. En los nurnerosos obrajes, en una ¡¿l disimulada esclaüh¡d multitud de infeüces indios trabajabaí laWt do l^ fortufla de los dueños- Hubo también un i¡lento de producir la seda localmente, pero a los intereses de la Coibía no coflvenía que la seda se prcdujera en México y asi se decreló la mueñe de esta naciente y ya floreciente industria. En su lugar se introdujeron, via la Nao de China, que partia de las lilipinas y 11e8aba al p¡¡erto de Acapúlcr, telas de seda, de inferior calidadLa sociedad rovohispana era surosmeíte aficionad¿ a los lujos, y pese a las leyes sunfuarüs,las sedas barata§ eran us¿da§ Pol las malqúesas y cordes¿s de nuevo cuño pam vestir a las esclavas de su sequito, tregras y mulatas. lá cláse alta §e vestía can magnifica§ sedas italianas y se ador¡aba con l¿s más ricas joyas. las perlas de la Baja California que se Pescaban err el GoUo de corté§ eralr usad¿s er profusión. Curiosamente quienes más abuso hacían de éstas alhajas eran las Irovicias a punto de Profesar, rccordemos los Étratos de las monjas coronadas que se exhihn en el Museo Nacional de Historü. Ahi mismo podemos documelltaÍios acerca de la vestimenla del vir¡einato obse¡wando los numero§o§ lEtfatos de la época que el rnuseo alberga. Irs retratos de los virreyes, de las cástas, y de los personajes notables, hombrcs y mujetes, de la sociedad novohispana. (onforme la colonización de I¡ Nueva fspaña ava¡zó hacia el n6ite, a las tierr¿s de los indios nóma&s, y fundó ranchos, pueblos mineros y Misioltes, los indigenas a quie¡es alcanzÁ la inlluencia de éstas fueron co¡núnados a veslir alñodo occideítal, pues sus ropas, se8úr los misioneros, no me¡ecian el nombre de tales. El modelo a copiarpara la mujer fue el vestido de las esposas de los rancheros. f,s poreso que en Ia actualidzd las mujeres indias, ya sean pimas, tarahumaras, seris o apache§, üsten ea forrna similar: una falda de prefina y una blusa, arnba§ de percal. flara «lnclulu este rElalo, quisiéramos referimos a una prenda femenina que traspasó las barleras de clase: el rebozo. oiSaños al segundo conde de ReviltagiSedo, viñey de 1789 ,2 a1794: a-..tun Ífla fn-Jída del vesfuario de las mujeres, que podrá encontrax otra de uso t¿n genetal y coífinr¡o... Lo fevan sin exceph-rand aún las monjas,las señoras más principales y ricas, y hásta las más infelices y pobres del bajo pueblo... úsan de ella como m¿lfill¿, como manteleta, ert el estrado, ert el paseo, y aún en la casa; se la tercia¡r, se lB ponen efl la cabeza,se em|lr,z,an an ellary la atat y anudan al¡¡ededor del cuerpo., Iás infencioÍes del conde eran aüesas. pretendia que los rcbozos se hicieran efl F.spaña, pues eran muy brrefl flegocio: «De tan general y continu o u§,y tan mllttato, se deja eflterder cuári grande debe ser el coísr¡mo de paños de túazo, y cuá¡to ¡rerderin los comerciantes por.no t€erlos y hacerlosfol,icar e¡ aper¿s se fspaita.n lat efe.to habi^ rcbozrc para todas las clases sociales, todos 1os gustos y todos los bolsillos, desde los de diez pesos la drre¡aha*a los de seda y oro que costaban veinte pesos la pie?a. Aptopósito, 1J¡a tienes ufl Ébozo?. Los venden en Uruguay casi esquitra con Corr€o M.ayof, aquí en et Cenht Historico de la Ciudad delos Palacios. ll !¡. t Et!ó d. i@rlldt d .l ñd ¿¿ novLd;. ¡L ltl!. Dú.¡. D.!ir. Ildlioni tioorr¡fl^ M@o ¡{¡.ioi¡¡¡ _d. l! G¡llú¡¡, Mo!.tl¡ f3. cdtr. fi¡tóri¿o, l@!6. &rr¡r¡lñ.ot ¡L Méi.o. El lii¡ic.dua. Looo .J.@l¡s. .. ¡itnsyt.lóeM¿
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