“Quién tiene un porqué soporta cualquier cómo” F. Nietszche “Rage, rage against the dying of the light” Dylan Thomas La música de Bob Dylan, las poesías de Dylan Thomas, toda la banda de sonido, especialmente el tema “Gansta’ Paradise” (Coolio) actúan como significantes de fondo, que aclaran, acompañan, amplían y sostienen la estructura dramática del relato dándole una dimensión a la vez subliminal y poética. Los Temas Son las temáticas habituales en “historias de colegio” con adolescentes traumáticos: la marginación, la educación como transformación, la institución como limitante, los lazos de grupo, la dimensión “salvadora” de la tarea docente, y otros muchos más. Sin embargo, el tema central va por otro lado, más filosófico, y, sí, más teológico: ¿Cómo pararse frente a la realidad de la muerte en una “Cultura de la muerte”? “Desde la resurrección de Cristo, toda situación actual, por dolorosa o difícil que parezca, Un cruce de crisis tiene futuro...” La historia se focaliza en un lugar, Monseñor Vicente Zazpe (*quizás convenga traducirlo como “mentes peligrosas”, sino como “mentalidades” o “actitudes”) un colegio, que hace las veces de “encrucijada”: un “cruce de crisis”, de diferentes crisis personales, grupales, institucionales y sociales. Las crisis personales, las de cada uno de los chicos, por un lado, y la de una profesora divorciada con una his En segundo lugar, la crisis del grupo, un curso escolar situado al “margen” (marginado), en un colegio ubicado, a su vez, en el “borde” de la ciudad (suburbio, frontera, límite, periferia). En tercer lugar, la crisis institucional, educativa: contenidos patéticos, un consejo escolar alejado de la vida de los chicos, autoridades amparadas en las “formas” (tengo que educarlo para la realidad, y en la realidad se golpea la puerta”), que esconden y adaptan normas para sacarse problemas de encima (en el caso de los embarazos). Finalmente, la crisis social, la de los barrios, las etnias, la marginación; la de los inmigrantes, negros, hispanos, que confluyen en una misma “frontera”, límite, espacio donde se luchan las “identidades”, a modo de bandas, y con la violencia como único lenguaje. . En el aula confluyen todas estas crisis; cada una se entrama con la otra, no pueden separarse, coexisten e interactúan entre sí. Esto queda de manifiesto en la primer “geografía del curso”: grupos dispersos, cánticos rapeados, casi tribales, indiferencia, desorden, un clima gris, de poca luz, de dispersión, caos, donde no hay presente, donde no hay futuro. Los chicos han rechazado a diferentes “mediadores”. Se han abandonado en la pasividad, negados y encerrados en la indiferencia y la desesperanza. La Cultura de la Muerte En este contexto, gestos y palabras constituyen el lenguaje propio de un código que tiene a la muerte como eje, alrededor del cual gira la vida/muerte de los chicos. El blanco y negro inicial subraya paredes y graffittis, con frases vinculadas a la muerte. El tema musical acentúa esta dimensión (“Mientras camino a través del valle de la sombra de la muerte”/ “Sobre mis rodillas en la noche, diciendo plegarias a la luz de la calle”/“sobreviviendo nuestras vidas”/ “no puedo vivir una vida normal”/ “la muerte no es más que un latido de corazón que huye” / “ahora tengo veintitres, ¿viviré para ver los veinticuatro?” / “dicen que tengo que aprender, pero nadie está aquí para enseñarme”). La primer oración propuesta para analizar resulta ser “Quiero morir”. Y este es la primer transformación (desde el lenguaje) que el “agente de cambio” (la profesora) realiza: la reemplaza por “Elijo morir”. Siempre hay elección. Incluso ante la muerte, puedo morir agonizando, o puedo morir con la frente alta. Puedo elegir cómo morir. No vale la pena 1 luz Los Cotextos toria de dolor y fracaso detrás, por el otro. Cada uno tiene su cruz. La profesora Johnson asume en esta historia un rol “jesuánico”, de “redentora” (“redimir” quiere decir “rescatar”) y para eso tiene que adentrarse en la vida de los chicos con amor, un amor de entrega: de su tiempo, de su casa, de su dinero. juega más de visitante que nunca, apuntalando la autoestima de las familias; eso desestructura a los chicos, y les permite confiar, y cambiar. No sólo va creando un vínculo con el grupo, también lo confronta cuando es necesario. “No hay víctimas en esta clase”. Su entrega es hasta el final. Es una mujer de clase media que tiene que salir a lucharla, asumir sus propias crisis y mirar más allá de sus fragilidades, poniéndose realmente al servicio de las crisis de los demás. Empieza mal. Y tendrá que cambiar, desde su ropa hasta su actitud para sintonizar con la realidad de sus alumnos (“Usted no entiende nada. Usted no viene de donde venimos nosotros. Venga a vivir a mi barrio una semana y después dígame si tiene elección”). Ellos son supervivientes, y tratará de enseñarles a “defenderse”. Enseñar karate, al principio, es la estrategia elegida; después la elección entre los verbos “quiero” y “elijo”. Finalmente, el uso de la palabra y el pensamiento como herramientas, como armas de subsistencia; la poesía les dará expresión y profundidad. De esta manera, no solamente logra instalarse en una cultura que no es la suya, sino que toma la iniciativa de salir a los suburbios y visitar los hogares de sus alumnos. Y se le nota el miedo cuando asume este riesgo. Es su segunda kénosis, en la que Realidad transfigurada. No está a nuestro alcance mejorar el mundo, solucionar todas las crisis, resolver todos los problemas. Eso sería una mirada idealista sobre la realidad, vivir en las nubes sin hacerse carne, evadiendo en el camino las complejidades de lo humano. No podemos esquivar lo gris y lo oscuro. Si no asumimos, no redimimos. El final de la película es esperanzador, pero los hechos concretos son secos, duros y dolorosos. Louanne no logra transformar todo. “Vaya a buscar a otros muchachos para salvar”, le dice la abuela en el texto más cínico de la película. Louanne sufrirá su propia pasión, cruz y muerte; Emilio se anima a confiar en ella, y termina muriendo por esa razón. Entonces decide abandonar su “proyecto redentor”, para ser rescatada, a su vez. por los chicos: “Usted es nuestra luz...”. Al principio habían dicho “Queremos que usted muera”. El final la muestra caminando de frente hacia la luz, diciendo: “Me dieron un dulce, y me dijeron que era su luz...” Sin embargo, entre la fuerza de los ideales y la carnadura de lo real se abre la geografía de lo posible. Repitámoslo; entre lo ideal y lo real: lo posible. Lo que está a nuestro alcance pero que requiere de nuestra decisión y compromiso, dándose hasta el final, muriendo si es necesario, porque la vida que damos no se pierde, se transforma por el amor ofrecido. Si antes decíamos que las distintas crisis están vinculadas entre sí, tocar alguna de ellas alcanza y dinamiza a todas las demás. Louanne cambia “algo” del mundo transformando su entorno, su aquí y ahora. Es otra aula la que vemos al final. Algo pasó. La vida del grupo se ha ido ordenando, se comunican de otra manera, las posturas físicas se tiñen de afecto. Incluso hay más luz y más color porque se han generando espacios de vida, de cambio: se ha transformado la realidad personal, grupal, institucional y social. Ahora, hay futuro, hay proyecto. Pascualizar la Existencia De esto se trata la pascua: el puente que une el viernes (santo) con el domingo (de pascua). Como en el cirio pascual, la cruz, pasión y crisis del viernes ha quedado inserta en algo nuevo. De la crisis/cruz se ha dado un paso, se ha pegado un salto hacia la luz. Es la victoria sobre las oscuras variantes de la muerte que otorga la plenitud en el amor. Vida y Muerte están insertas en la dinámica de nuestra existencia. La Pascua le da una respuesta a esta encrucijada humana e invierte los términos: Muerte para Más Vida. Cruz para más Luz. La cruz de la entrega de la propia vida en lo cotidiano ha dado fruto, el vaciarse no ha quedado sin respuesta. La muerte ha sido vencida. “Si cada día cae dentro de cada noche, hay un pozo donde la claridad está encerrada. Hay que sentarse a la orilla del pozo de la sombra, a pescar luz caída con paciencia” P. Neruda 2 luz La Kénosis de Louanne As I walk through the valley of the shadow of death I take a look at my life and realize there's nothing left 'Cause I’ve been blasting and laughing so long that even my momma thinks that my rnind has gone, but I ain't never crossed a man that didn't deserve it. Me be treated like a punk, you know that's unheard of you betta watch how ya talking and where ya walking Or you and your homies might be lined in chalk I really hate to trip but I gotta loc As they croak, I see myself in the pistol smoke Pool, l'm the kinda g that little homie's wanna be like On my knees in the night Saying prayers in the street light Been spending most our lives Living in a gangsta's paradise (2) Keep spending most our lives Living in a gangsta's paradise (2) Look at the situation, they got me facing I can't live a normal lite, I was raised by the state So I gotta be down with the 'hood team Too much televisión watching, got me chasing dreams l'm an educated fool with money on my mind Got my ten in my hand and a gleam in my eye l'm a locked out gangsta, set tripping banger And my homies are down so don't arouse my anger Fool, death ain't nothing but a heart beat away l'm living life do or die, what can I say? l'm twenty-three now, wiil I ever live to see twenty-foui The way things is going I don't know. Tell me why are we so blind to see That the ones we hurt are you and me?(rpt 1) Power in the money, money in the power Minute after minute, hour after hour Everybody's running, but half of them ain't looking It's going on in the kitchen But I don't know what's cooking. They say I gotta learn But nobody's here to teach me If they can't understand it, how can they reach me? I guess they can't I guess they won't, I guess they front That's why I know my life is out of luck, fool. GANSTA'S PARADISE (Coolio) 3 luz And you, my father, there on the sad height. Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray. Do not go gentle into that good night. Rage, rage against the dying of the light. Grave men, near death, who see with blinding sight Blind eyes could blaze like meteors and be gay, Rage, rage against the dying of the light. Wild men who caught and sang the sun in flight, And learn, too late, they grieved it on its way, Do not go gentle into that good night. Good men, the last wave by, crying how bright Their frail deeds might have danced in a green bay, Rage, rage against the dying of the light. Do not go gentle into that good night Old age should burn and rave at ciose of day; Rage, rage against the dying of the light. Though wise men at their end know dark is right, Because their words had forked no lightning they Do not go gentle into that good night. 4 No entres dócilmente en esa buena noche, Que al final del día debería la vejez arder y delirar; Enfurécete, enfurécete ante la agonía de la luz. Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto. Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor, No entran dócilmente en esa buena noche. Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía, Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz. Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares, Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían, No entran dócilmente en esa buena noche. Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres, Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz. Y tú, padre mió, allá en tu cima triste, Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego. No entres dócilmente en esa buena noche. Enfurécete, enfurécete ante la agonía de la luz. No entres dócilmente en esa buena noche Y la muerte no tendrá señorío. Desnudos los muertos se habrán confundido con el hombre del viento y la luna poniente; cuando sus huesos estén roídos y sean polvo los limpios, tendrán estrellas a sus codos y a sus pies; aunque se vuelvan locos serán cuerdos, aunque se hundan en el mar saldrán de nuevo, aunque los amantes se pierdan quedará el amor; y la muerte no tendrá señorío. Y la muerte no tendrá señorío. Bajo las ondulaciones del mar los que yacen tendidos no morirán aterrados; retorciéndose en el potro cuando los nervios ceden, amarrados a una rueda, aún no se romperán; la fe en sus manos se partirá en dos, y los penetrarán los daños unicornes; rotos todos los cabos ya no crujirán m,ás; y la muerte no tendrá señorío. Y la muerte no tendrá señorío. Aunque las gaviotas no griten más en su oído ni las olas estallen ruidosas en las costas; aunque no broten flores donde antes brotaron ni levanten ya más la cabeza al golpe de la lluvia; aunque estén locos y muertos como clavos, las cabezas de los cadáveres martillearan margaritas; estallarán al sol hasta que el sol estalle, y la muerte no tendrá señorío. And death shall have no dominion. Dead men naked they shall be one With the man in the wind and the west moon; When their bones are picked clean and the clean bones gone, They shall have stars at elbow and foot; Though they go mad they shall be sane, Though they sink through the sea they shall rise again; Though lovers be lost love shall not; And death shall have no dominion. And death shall have no dominion. Under the windings of the sea They lying long shall not die windily; Twisting on racks when sinews give way, Strapped to a wheel, yet they shall not break; Faith in their hands shall snap in two, And the unicorn evils run them through; Split all ends up they shan't crack; And death shall have no dominión. And death shall have no dominión. No more may gulls cry at their ears Or waves break loud on the seashores; • Where blew a flower may a flower no more Lift its head to the blows of the rain; Though they be mad and dead as nails, Heads of the characters hammer through daisies; Break in the sun till the sun breaks down. And death shall have no dominion. Do Not go gentle into that good night Y la muerte no tendrá señorío And death have no dominion Dylan Thomas (1914-1953) luz En nuestra sociedad tecnológica y altamente competitiva, nuestra vida se caracteriza por un impulso generalizado hacia la movilidad ascendente. Todo nuestro estilo de vida está estructurado en torno a la subida por la escala del éxito y el triunfo. Nuestra misma sensación de vitalidad depende de ser parte del impulso ascendente y del gozo proporcionado por las recompensas otorgadas en el camino hacia la cumbre. Ser un hombre o una mujer de verdad consiste en mostrar que no sólo se puede sobrevivir en la larga y competitiva lucha por el éxito, sino que además se puede salir victorioso. La vida, por tanto, se presenta como una serie de batallas que podemos ganar o perder de la movilidad ascendente. La gran paradoja que nos revela la Escritura es que la libertad auténtica y total únicamente se encuentra por medio de la movilidad descendente. Dios descendió a nosotros y vivió entre nosotros como un servidor. El camino de Jesús es, en verdad, el camino descendente. En el centro de nuestra fe como cristianos se encuentra el misterio de que Dios eligiera revelarse mediante un sometimiento incondicional al movimiento descendente. Dios no sólo eligió a un pueblo insignificante para portar la Palabra de salvación a lo largo de los siglos; no sólo eligió a una joven humilde de una ciudad desconocida de Galilea para ser templo de la . Palabra; Dios, además, eligió manifestar la plenitud del amor divino en un hombre cuya vida le condujo a una muerte humillante fuera de las murallas de la ciudad. Este misterio estaba tan profundamente inserto en la mente y el corazón de los primeros cristianos que cantaban en uno de sus himnos esta frase referida a Cristo: “se despojó de sí mismo tomando condición de servidor.” (Fil 2,6-8) Discípulo es quien sigue a Jesús por este camino descendente, entrando así con él en una nueva vida. El evangelio subvierte de manera radical los presupuestos de nuestra sociedad, basada en la movilidad ascendente. Se trata de un cuestionamiento que conmociona y desestabiliza. Sin embargo, cuando hayamos mirado con detenimiento a los ojos de los pobres, los oprimidos y los humildes, cuando hayamos prestado humilde atención a su modo de vivir y hayamos escuchado amable y atentamente sus observaciones y percepciones, puede que tengamos ya un atisbo de la verdad acerca de la cual hablaba Jesús. En lo más profundo de nuestro corazón sabemos que el éxito, la fama, la influencia, el poder y el dinero no nos dan el gozo y la paz interiores que anhelamos. Podemos incluso gustar, sí, algo de ese misterioso gozo en la sonrisa de quienes no tienen nada que perder. H. Nouwen luz 5 No pretendo denigrar la ambición ni estoy en contra del progreso y el éxito. Pero el verdadero crecimiento es algo distinto del impulso incontrolado hacia la movilidad ascendente, en el que no hay más objetivo que el triunfo, y la ambición ya no sirve a un ideal de mayor alcance. El problema no radica en el deseo de desarrollo y progreso como individuo o como comunidad, sino en hacer de la movilidad ascendente una idolatría. Se nos enseña a concebir el desarrollo en términos de incremento constante del potencial humano. Crecer significa hacerse más sano, más fuerte, más inteligente, más maduro y más productivo. En nuestra sociedad, consideramos que la movilidad ascendente es obvia. En consecuencia, tratamos de mantener ocultos a cuantos no afirman este mito del progreso, como son los ancianos, los presos y los discapacitados mentales. El lema «¡Somos el número uno!» se ve constantemente alimentado en todos los planos: el deportivo, el empresarial, el tecnológico... y el plano del poderío militar. Sin embargo, la historia de nuestra salvación está radicalmente en contra de la filosofía De hecho, el que estaba desde el principio con Dios y era Dios se reveló como un indefenso, niño pequeño, como un predicador de Galilea seguido por unos sencillos pescadores, como un hombre que comía con pecadores y hablaba con extranjeros, como un marginado, un criminal, una amenaza para su pueblo... Pasó del poder a la impotencia, de la grandeza a la pequenez, del éxito al fracaso, de la fuerza a la debilidad. La vida entera de Jesús de Nazaret fue una vida que se resistió a la movilidad ascendente. Jesús deja pocas dudas de que su propio estilo de vida es el estilo que ofrece a sus seguidores. Con gran insistencia, apunta al camino descendente: «El que quiera llegar a ser grande entre ustedes que se haga servidor de todos» (Mt 20,26-28). El camino descendente es el camino de la cruz: «El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí (Mt 10,38-39). A veces la vida nos sacude, a veces ella misma parece sacudirse en nosotros. A veces lo hace desde dentro, como queriendo expandirse, rebalsarse; a veces desde fuera como queriendo encontrar su propio espacio en nosotros, queriendo entrar, queriendo respirar y ser. Lo cierto es que el hombre crece a saltos, salto a salto, combate a combate. Este fértil combate, esta manifiesta o solapada lucha con la vida, cuando se entabla, cuando estalla, se llama crisis. Cuando da fruto, cuando pasa: fecundidad. La raíz de la palabra crisis es skribh, y sus significados dicen relación a cortar, a separar, a distinguir. Distinguir una cosa de la otra, lo noble, de lo espurio, lo puro de lo impuro. De ahí derivan a su vez las palabras acrisolar y cribar, y su sustantivo: crisol, es decir, el recipiente en el que antiguamente se ponía el metal sobre el fuego, el oro, para que el calor separe el metal precioso del metal impuro. Lo bueno de lo malo, lo claro de lo turbio. Solemos hacer de un tramo de la vida, de sus infinitas posibilidades, una imagen, un recorte, y a ese recorte lo llamamos "mi" vida o lo llamamos "yo" Una imagen que, con el tiempo y la repetición se va endureciendo, petrificándose. Pierde su vitalidad, su novedad. El tiempo de crisis, podríamos decir, es el tiempo en que la pueden dar. Las crisis, toda crisis, es dolor, dolor de parto. El dolor, todo dolor, pasa, lo que queda, lo que deja, es lo que ese dolor transformó. El fruto de toda crisis, su insoslayable don, es una nueva mirada sobre lo viejo y lo nuevo. Cada crisis nos advierte que la vida, nuestra vida, no cabe más en el pasado, que algo nuevo busca inaugurar una nueva medida. Un nuevo comienzo, siempre singular. Es para todos, es la vida misma, pero en cada uno. Es en cada uno porque es lo que nos va haciendo únicos. Lo que nos va dibujando el propio rostro. Lo nuevo, lo que una crisis nos deja, no es necesariamente, y no suele serlo, del orden de lo viejo, de lo agotado. Una crisis económica, por ejemplo, no implica una solución económica, por el contrario puede, y suele, resolverse en lo opuesto: puede hacernos ver la transitoriedad de todo bien, lo definitivamente inaferrable de cualquier posesión, lo que siempre e infaliblemente estamos llamados a dejar. Nos puede mostrar lo que no veíamos porque lo que teníamos lo cubría... Nos puede revelar lo que los otros son y no lo que los otros nos Hugo Mujica es sacerdote y escritor. Sus últimos libros publicados son Flecha en la Niebla, y Poéticas del Vacío. una altura nueva. La vida, ella misma, en cada paso, es trance, crisis: lo que está en juego, lo que se acrisola en cada paso, somos nosotros mismos, es nuestra propia vida. En nosotros la vida separa lo mezquino de lo noble, el cerrarse del entregarse... Ante una crisis la opción es siempre la misma que ante todo lo que no depende enteramente de nuestra voluntad: el miedo o la esperanza, el cerrarse o el abrirse. Cada uno de nosotros somos, y seremos, el resultado del paso adelante o el retroceso con que respondimos a cada crisis... Cada uno somos lo que en cada crisis dejamos fecundar, lo que en cada una dejamos nacer. Una crisis nos puede revelar lo que los otros son y no lo que los otros nos pueden dar. dureza se resquebraja, pierde su rigidez para ablandarse otra vez arcilla, barro, disponibilidad. Tiempo en que, una vez más, todo se puede volver a modelar, todo se hace apto para la modificación, para la recreación. Una crisis es el conflictivo encuentro entre lo nuevo y lo viejo, lo que ya fue y lo que quiere ser. El desencadenante del conflicto puede ser multiforme, pero siempre inesperado, 6 luz La llama del cirio pascual representa la fuerza de la vida; la cera se tiene que quemar, dar, encenderse, entregarse, morirse, para iluminar. Se enciende en un fuego nuevo y bendecido en la noche más luminosa del año. Es una vela única, distinta, grande. Es, a la vez, anuncio y alabanza. De él recibimos nuestra luz de bautizados. Nos recuerda que somos los “Amados” “Alfa” + “Omega”, letras griegas, simbolizan juntos la totalidad, y el sentido de la existencia. El “Omega” simboliza el final, como culminación en el tiempo y como finalidad de todo. Hay un “para qué” que invita a nuestra libertad. El “Alfa” indica “origen” y “principio”, no sólo como comienzo en el tiempo, sino también como “originalidad” y “fundamento” del ser. El año actualiza la pascua para el hoy. La Pascua no fue: es. Cada año la Pascua nos alcanza para que renovemos nuestra opción para más vida. Cinco marcas, cinco clavos que indican las heridas de Jesús en su entrega final: los dos brazos, los dos pies, el corazón. Estas marcas están hechas con grano de incienso que serán perfume de vida cuando la Pascua se encienda. El centro, como en este caso es sol y amanecer; también como pan eucarístico, símbolo de amor entregado para alimentar. Jesús es el centro de nuestra vida. La cruz, que simboliza el viernes santo, todo dolor, toda injusticia, todo sufrimiento. Nuestras crisis. Nuestra entrega en ellas.
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