WÍTIW Qft "LJiU. o U . .ms.—MAPRID. por números PRECIO DE L sueltos á '1 tres meses -*2 r s . ; seis meses •i- r s . ; un ano .SU rs. MADRID 28 DE JULIO DE 1861. PRnvisrus.—Tres meses-28 rs.: seis meses iitlrs., un aun !>fi r s . — C V B \ . l'i KRTO-ÜICH Y KSTIUNJKIIO, ~ AAÜ \ un año 7 pesos.—AMKRIC.A Y ASIA, 11) á K> pesos. del Príncipe Pió. El edificio consumido era de made- ' Monturiol puede sumergirse y salir á la superficie á v o ra ; estaban almacenados en él multitud ríe objetos luntad de los que le dirigen y lleva los útiles é i n s t r u combustibles, y por pronto que acudieron las autorida- mentos á propósito para producir en el interior una a t des, operarios y bombas, no fue posible estinguír el mósfera respirable. fuego basta el martes á la madrugada. La pérdida, s e Dejamos el otro dia á la corte en Valladolid. Hoy la gún dicen, se aproxima á millón y medio de reales, tenemos en Santander. Para ir de Valladolid á S a n t a n pues se quemaron muchos efectos de valor, entre ellos der ha pasado por Palencia y por Reiuosa. Kn Palencia el tren mandado construir espresa y lujosamente por la el anciano general Amor se empeñó en marchar á cabtenidos los r e - empresa para los viajes de la familia real, y que liabia ballo al estribo del coche á pesar de sus ochenta años. su I lados que el sido traído del Escorial después de visitado por la reina Creemos que este general es el mismo que mandaba gobierno se p r o - que no llegó a estrenarlo. una columna en la Rioja en tiempo de la guerra civil. metía con la disLo que nos llama la atención en este incendio, es Llamábase generalmente á su tropa los niñón de Amor, persión de los su- q u e , según nos han dicho, ardiese el edificio simultá- y en verdad que se portaron como hombres. El genera¡ blevados de Loja, neamente por todos sus costados, y que teniendo la em- al montar de nuevo á caballo para acompañar á la r e el país, según los presa trabajando allí de dia y de noche multitud de ope- gia comitiva no tuvo en cuenta que los años no pasan partes de las auto- rarios, no se echase de ver el fuego á tiempo de impedir en balde , y dio una caida de que según los cronistas h a ridades, lia vuel- sus progresos. La autoridad debe investigar si el incen- !, quedado descalabrado. Bien dice Iglesias. to á quedar en dio ha sido casual ó si alguna mano alevosa y punible Que no hay hombre cuerdo si monta á caballo. calma profunda y queriendo perjudicar a la empresa obligándola á n u e en paz octaviaría. vos y considerables gastos, ha tenido participación en el En Reinosá no ocurrió nada de particular. Desde Bar_ ; Quiera Dios que hecho. Las leyes castigan ejemplarmente los delitos de cena de Pié de Concha dice un corresponsal que los menos i " " continúe por io esta especie, "y si aquí le hubiera, no debería quedar pueblos acudían á la via y á las estaciones para ver p a sar el tren real y arrojarle flores salvajes. Suponemos nole i ír t a q u e v c n S a n l a s lluvias de setiembre ; y si impune. Decididamente Tetuan está de suerte. En la última que estas flores serian cantueso, tomillo, romero, amalas Uuv• "? o s mases porque tenemos por seguro que telas- vS s e t i e r nbrp, refrescarán la sangre y las c a - estraccion de la lotería moderna cayó allí un premio polas y otras semejantes. Al llegar al estremo déla AlaP ircuiue e en último resultado nos reser para ' J P° reservamos de 5,000 duros y en la que se ha verificado en esta se- meda en Santander la regia comitiva pasó debajo de u n n( e8 e8 n( 1 • ! ?' solicitar de la Providencia un nuevo nuevo mana ha caido otro de 16,000. Los tetuaníes se van á gran arco triunfal. Pteo • m!i a c ?'o n solicitar de la Providencia un «El pueblo entusiasmado, dice un fogoso y bien entees. \ CC c ! m i rr a c ' o n ff ' ee algunas compañías de ferro íes. ferro-carri- hacer ricos: la lotería va á progresar allí tal vez mas n a c a n o s s ( r a IIlils ic l e a f u íl s e que la raza española. Las cartas de aquel país nos dicen rado corresponsal, se acercó al coche de su soberana, tiembfg • ' ' ' ''' 'll ' ' l ' ~ ti buen desn i i n s ' r i l ' r u n espediente (|ue pudiera tener que todo está tranquilo y que siguen aunque lentamen- | sirviéndola de cortejo y acompañándola casi entre los. en que allá ' a s oficinas de allá arriba, supuesto te las obras de fortificación. Los moros esperan g r a n - i pies de los caballos. des resultados del viaje del cónsul inglés en Tánger i La Providencia, añade, obró un milagro visible impiSe espodionlcs •Wenm P Mr. Ururnond-Hay, el cual ha ido á Fez con el objeto de diendo que Isabel II presenciase alguna escena semejante (lc e s t u semanaflpí t r a n q u i l i d a d , n o lia d e j a d o la hacer una visita al emperador y darnos noticias do su á la que tanto conmovió su real ánimo á la salida de Paí e ssa 1Cr s u s e m I o , gradalI gradalI ° c i o n e s . Una de ellas, bastante salud. lencia.—Para evitarlo, por su parte, la cc Por c i e r t o , fue la q u e ocasionó el i n c c n Üo d . e Ü ° '' P Por c i e r t o , ffue la q u e ocasionó ió el ii n c c n Kl viernes anterior se verificó en el puerto de Málaga N'orte np, -, ll üü ss «leparfameulos del ferro-carril del N l f l dl f i l dl r e n t e s ' v e r i - 0 e u l a "oc-.hf del l u n e s . S e liacen d i f e - el ensayo de un aparato submarino que con el líl.ulo de Lámpara acuática ha inventado don Manuel Masdeu. Pero i Os J 1 0 !"' s acerca de la causa de í'sla d e s g r a c i a ; de a Asistieron al acto las autoridades, varias personas cien- las calles de esta ciudad por donde habja ü ( . j i a s a r _ A | P rt a r n p n , s * c vieron á larga d i s t a n c i a p o r q u e el lilicas y otros convidados. Kl apáralo se sumergió en el llegará las primeras casas de la población, una lluvia ¡»as elevan i a i ' l ' l a ' " " ' ' ' " ' " s ( ' u a l m • • | l s l a l l l ) S >' 1;'« l l a Wiz W O n ( e " f l u s e á g r a n d e a l t u r a , p r o y e c t a b a n sobre H fondo a mas de veinte pies de profundidad llevando en de llores y versos inundó materialmente el aire » V e ] £, '',' resplandor ''cspld ji Sentimos que no hayan llegado á nuestras manos a l irreal rojizo como ell dde una aurora su interior tres personas que estuvieron en el agua i n l0( us os ^endin • ' ' puiilos de Madrid se notó este comunicadas con el esterior por espacio de una hora. gunos de estos versos, porque hemos oído decir que 9«e en ¿™>?<?e¡an que era en la Plaza Mayor, otros Kl ensayo tenia por objeto principal descubrir el casco entre ellos los hay de gran mérito. La reina, luego quest as cierto ' " y los que mas se aproximaban á del vapor Guillermo ítt que se fue á pique en aquel s i - entro en palacio, salió al balcón sacando en brazos al ? c i e n W p t P o n i a n ( l " e estaba ardiendo el cuartel tio en diciembre de 18o!). Este objeto sin embargo no se principe de Asturias, y contempló largo r a t o , dice el s 1' aun n o c o n s t r u i ( 1 ° •<• i-osta de grandes dispen- consiguió, lo cual se atribuye á la densa niebla que e n - i corresponsal, los pintorescos contornos de la bahía. P o r asegurado de incendios, en la montaña volvía el'puerto. El aparato Masdeu, como el ictíneo la noche iluminación y fuegos, y al dia siguiente la p o - REVISTA I)K LA SEMANA. V Siguiente EL MUSEO UNIVERSAL. onstituciones sinodales de don Bartolomé délas Casas, puede influir en ellos de un modo funesto i M¡vion despertó (¿y cómo no?) ;il estruendo de las salvas ' de artillería, de las campanas, de las músicas, y de los obispo de Salamanca, se dice: «que los sacerdotes no el desarrollo de su naturaleza. tamboriles y pitos populares. Inmediatamente salieron tomen tabaco antes de decir la misa ni dos horas desLas observaciones procedentes sugieren una redo • es.» V nías adelante prohibe tanto al clero , como á aun mas grave , á saber : ¿cual será el resultado deiS los gibantes y los enanos á recorrer las calles : á las once misa de corte: por la larde regatas, y por la noche nue- ios feligreses, el lomarle en las iglesias bajo pena de costumbre si la conservan las generaciones futuras'P va iluminación. Tal es la vida cortesana en Santander: eseomunion mayor y 1,000 maravedises de mulla cada demasiado cierto que los hijos llevan en sí el casf ' J y cierto que mirada por este lado , la vida , cortesana ó vez. Jacobo I de Inglaterra declaro que debía e-lirparse las fallas de sus padres, de d d sus abuelos, y hasta H^' / el tabaco como una mala yerba, y en I ti I!) publicó en bisabuelos. Debiera servirnos de lección él eiempl no. es una gran cosa. contra de esta planta, su libro titulado Misocapuos. Los nos presentan lo- indios llamados pieles rojas vnV^ Dicen i[iie la corte se detendrá en Santander algún liempo mas de lo que se pensaba, listo es muy posible; primeros negociantes que quisieron introducirla en rica. I n médico americano, hombre práctico y h S l'ersia, en Turquía y en Moscou no fueron felices: el esplíca del modo siguiente la desaparición gradual!' mas por el momento no nos atrevemos á darlo por sesultán Amurales IV y el czar de Rusia, abuelo de IV- este pueblo notable, ul.'na generación se entrega al guro . de miedo de incurrir en algún grave error. dro el (irande, prohibieron su uso bajo penas muy se- del aguardiente, y deja una progenitura degenerada Entre tanto en Madrid bace una semana que el calor veras. El rey de l'ersia ordenó que se corlaran las na- degradada que imita los vicios de sus padres" la tercal está haciendo de las suyas: el Prado por consiguiente rices y las orejas á los que le usaran. A tines del si- generación es mas degradada aun, y á la cuarta sucedí se lia vuelto á poblar de noebe, asi como las solitarias y ülo XVII el tabaco llegó a ser el origen de viólenlas otra que llega a ser la última.» «Podríamos» di» misteriosas arboledas del Botánico y del monumento del disputas entre los médicos; desde esa época hasta nues- Mr. Brodie, uconsullar la historia de una nación o» Dos ile Mayo. Sin embargo, se noia la falta de mucha tros ilias, se han escrito una multitud de folletos, ya hace algunos siglos era el terror de la cristiandad ™»! gente que lia salido al campo. ¡Qué dolor para los p o condenando su uso como pernicioso, ya considerándole o marchaba bajo la bandera de Solimán el Ma"níGcobres siervos del terruño periodístico ver partir las gocomo preservativo de ciertas enfermedades y como un pero esta nación adoptó la costumbre de fumar ,Bvtul londrinas que todos los veranos nos abandonan , como escelente antidoto del escorbuto y de la peste. Como si Madrid fuera el \ frica: verlas remontar su vuelo sin quiera que sea, es indudable que el tabaco adormece á ser la enervada y letárgica nación de los turcos poderlas seguir, no por falta de alas ni de deseo, sino los sentidos y á veces embriaga, según su clase ó el preciada de todos los pueblos civilizados.» Podrá' hapor sobra de obligaciones , ligaduras y trabas! temperamento del individuo que le usa. Los hisloriado- ber en esto algo de exageración; sin embargo, es inEl calor ha sido tardío ; pero tiene traza de ser segu- re>. portugueses dicen que su humo aspirado en gran- dudable que tiene un fondo de verdad que no puede ro : á bien que no hay que temer la hidrofobia, desde des dosis servia para embriagar á los augures del Bra- rebatirse, pues que una vez probado que el uso del que se ha descubierto que se cura comiéndose una ris- sil. Este vapor estimulante representaba un gran papel tabaco obra de un modo perjudicial sobre los individuos tra de ajos. Aconsejamos el remedio á todos los que ten- en las asambleas públicas; antes de empezar los deba- aislados, es innegable que en mayor ó menor escala debe gan perros ó se vean espuestos á que se los den. Echen tes, echaban bocanadas de humo de esta planta al <ejercer cierta influencia con respecto á las generaciones una ristra de ajos al perro, y es probado. rostro del orador, y estas fumigaciones absorbiendo sus venideras. La reina de Inglaterra ha encargado al entendido fotó- pensamientos en reflexiones profundas, le preparaban En todos tiempos los hombres han recurrido al uso de grafo Mr. Clifford. colaborador de EL MUSEO, un álbum para los buenos consejos. Los indios del Orinoco y los ciertas producciones vegetales, no como sustancias alide unas seiscientas láminas, que represente los princi- pieles rojas de la América Septentrional terminaban sus menticias, sino á causa de su influencia sobre el sistepales monumentos de España. Es nuestro país tan rico luchas presentando á sus enemigos el calumet ó pipa ma nervioso como estimulantes ó sedativas. El tabaco en monumento?, y los trabajos de Mr. ("lil'ford se dis- de paz. En nuestros dias vemos á los orientales presen- el alcohol, el cáñamo indio, el kawa de los insularesdei tinguen tanto por su perfección, que será difícil desig- tar la pipa á aquellas personas á quienes quieren mos- mar del Sur, la yerba del Paraguay, el café y aun el té, nar" cuál será el mejor aun entre tan eran número. La trar amistad ó respeto. pertenecen á esta categoría. I na disposición tan uníreina de España le ha encargado también dos retratos, versal puede considerarse casi como un instinto, yes uno en traje de condesa de Barcelona, y otro en el de Entre torios los escritos que se han publicado contra de presumir que en ciertos límites no podemos ser enreina, délos cuales ha quedado S. M. muy complacida. el tabaco, el mas notable es el que ha dado á luz recien- gañados por un instinto ; pero tanto el salvaje como el El señor Clifford ha traido de Londres la mayor máqui- temente un cirujano estranjero y del que se ha ocupa- hombre civilizado, llegan a pervertir á veces sus instinna fotográfica construida hasta el dia, con la cual se do la prensa de diferentes países. El autor de este e s - tos mas naturales ó á abusar de ellos; el hombre olvida pueden sacar vistas hasta de metro y medio en cuadro; rrito dice que una ó dos gotas del aceite empireumá- con demasiada facilidad que está dotado de una razón y en el viaje que está haciendo actualmente por Ale- tico del tabaco echadas en la lengua de un gato, bastan que le impone una responsabilidad, y que el uso de las inania , no dudamos que aprovechará para introducirlos para matarle en pocos minutos. Cna parte mayor ó me- cosas, por buenas que sean, debe someterse alas reglas en nuestro país todos los modernos adelantos. nor de esta sustancia debe circular en la sangre del fu- de la moderación. El té y el café, por ejemplo, en dosis mador ; mas no por eso admite la opinión de que fumar moderadas, pueden ser saludables; pero tomados con Por esta revista y la parte no firmada de usté es envenenarse. El primer efecto del cigarro es calmar esceso , son sumamente nocivos; esto que es cierto con número, el sistema nervioso. La inhalación del humo del tabaco respecto al cale y al té, lo es con mayor razón con resNESIESIO FERNANDEZ CUESTA. adormece el hambre y sosiega el malestar producido pecto al tabaco y al alcohol, ¡mes estas sustancias tienpor el esceso del trabajo de espíritu ó de cuerpo; pero den , no solo á la degradación del individuo, sino i esto que sirve de alivio momentáneo en ciertas ocasio- la de las generaciones futuras de toda la especie hunes, se convierte en un mal efectivo cuando se hace do mana. EL TARACO. ello un uso constante llevándolo al esceso. Los efectos Sin llegar precisamente al estremo á que ha llegado que produce entonces varían según los lemperamentos, el autor del escrito á que nos referimos, es indudable II. pero hay pocas ó ninguna persona á quien el fumar no (pie el abuso del tabaco tanto en polvo como en cigarro, El importe de la renta del tabaco ha ido casi siempre sea mas ó menos perjudicial. La mayor parle de los fu- produce resultados desfavorables. El uso continuo éinen aumento aunque á veces ha tenido fluctuaciones madores inveterados llegan á ser indolentes y distraí- moderadodel cigarro, cuando el fumador traga el humo, algo considerables. Los datos que ponemos á continua- dos, y por lo tanto son poco á propósito para los ejer- predispone á la apoplegía sanguínea, yes sumamente ción pueden dar una idea del aumento de esta renta. cicios corporales é incapaces de una larga aplicación perjudicial para las personas de temperamento bilioso o Estos datos son completamente exactos y tomados de intelectual, ütros sufren un abatimiento de espíritu que sanguíneo. El tabaco lomado interiormente, es un purse convierte en hipocondría, estado penoso que alivia gante violento que puede convenir en la apoplegíayen documentos oficiales: momentáneamente el cigarro, aun cuando en la reali- el letargo, pero ha de ser empleado en cortas dosis, La renta del tabaco en la Península produjo. dad le agrava mas después. A veces sobreviene una es- pues de lo contrario tendría funestos resultados, como Enl60;¡ 7.499,998 rs. eitabih'dad nerviosa que participa de la naturaleza del nos lo demuestra el ejemplo del poeta Sauteuil,qn* En 1738 60.S01.280 ddirium tremens de los borrachos, aunque en un gra- murió vomitando, en medio de los mas horribles dolfr En 17.S7 128.978,4 Í9 do inferior. El autor del escrito á que nos referimos, res, por haberse bebido un vaso de vino con tabaco^ En 1797 82.014,936 dice haber visto muchos fumadores que so quejaban jugo esprimido de las hojas, suele usarse como i En 1820 48.585,987 de crueles dolores nerviosos ya en una parte de cuerpo, en las úlceras pútridas y sarnosas. En 1822 6;¡.000,000 ya en otra. Cita también un caso de neuralgia , para el El tabaco tomado por'la nariz, sobre todo cua El producto de los tres últimos años es líquido; de el cual fue consultado ; el enfermo á quien examinó padecía unos dolores horribles y continuos que se exacer- es diariamente, produce la evacuación do humores sede los otros hay que deducir varios gastos. baban por la noche, hasta el punto de haberle hecho rosos y pituitosos; pero su uso continuo, debilitó» ^ Para dar una idea mas detallada de los productos de perder completamente el sueño. Persuadidos tanto el moría, embola el olfato y entorpece el eu dinnie esta renta, ponemos el estado siguiente: médico como el enfermo , de que este mal provenia de También hay ejemplos de ceguera y parálisis, prottua Años. Valor íntrgro. Valor líquido. Consumo en España. la antigua costumbre de fumar que tenia el enfermo por el abuso del tabuco rapé. cesó de hacerlo, y poco á poco llegó á curar. 1740 70.127,467 :J7.8O;;,G()1 3.200,289 libras. 1800 123.Ei31,119 100.259,908 2.5(iO,438 id. Otro cirujano omínenle que tiene una gran esperiencia en las afecciones oftálmicas, cree que la causa pri1824 42.419,(355 31.491,020 1.358,6)8 id. mera de la ceguera por amaurosis, es el abuso del tabaco, Posteriormente ha dado aun mayores resultados: RECUERDOS DE MIS VIAJES. lo cual le ha sido demostrado por el hecho de que En 1838 produjo 94.452,187 rs. algunos de sus enfermos recobraron insensiblemente la En 18Í8 » 157.000,000 vista cesando de fumar. También podrían rilarse otros En 1852 » 188.000,000 I'IU.MliR V1A.UC Á AMÉRICA. muchos síntomas de debilidad nerviosa que se observan Es evidente que á pesar de algunas fluctuaciones, al- en algunos fumadores, pero seria demasiado largo. Los go notables á veces, esta renta ha ido aumentando de efectos del abuso del tabaco no se limitan al sistema nerun modo considerable, como ya hemos dicho; pero en vioso; en muchos casos producen la pérdida del apetito ECUADOR. los últimos años ha sido cuando ha llegado á una cifra y las digestiones imperfoelas que se manilieslan por la I. enorme. Tomando por base su producto en el año palidez cenicíenla del rostro, y por el enflaquecimiende I . S Í T , resulla que por término medio la cuota to. Aun cuando no siempre se puede lijar la causa priAsi como, en el sistema de los mundos, to( con que ha coiilriiiiiido cada habitante ha sido: en mera de las alteraciones orgánicas, ni ía que determina ucl "¡jtoj la provincia de Badajoz TI reales y 8 céntimos; en la muerte producida por muchas causas reunidas, es un centro y gira alrededor de un centro; modo, en mis viajes, partí yo siempre de wy •-• la (le, Barcelona 12 reales y 1 céntimo; en la de León indudable que si se pudiera obtener una estadística b reales y 7 céntimos; en la de Madrid 35 reales y 4 cén- exacta de todas las enfermedades que lerminan fatal- di vueltas á su alrededor. Mi punto de p-" timos; , „ ,.,,,,. N a v . 1 1 T a ., n s l k . s , s c . m j m o Y . l a ( | ( ! mente, puede asegurarse desde, luego que los fumado- Madrid. En las primeras salidas que de la corte me ^ ^ res incorregibles ligurarian en primera línea en la mor- los mas notables sitios de nuestra líspana^^ hij0*; s tandad general. Las esci'pciones que pudieran alegarse como poco apreciada de muchos de sus íng «mis en contra de esto no destruyen de modo alguno la reEnsanchóse después la esfera de mis corren ^ ^ gla. I na de las cosas mas deplorables es ver con fre- [llantas hollaron célebres comarcas de lo q , nW"' )ae La costumbre de lomar . . , ,* í Ures. cuencia niños, que hacen lanío uso del tabaco como vieja Europa. Ageno de mí pensamiento esi gent,d0 cu Francia hasta el reinado é ,, s pudiera hacerlo un hombre. Seria muy de desear que ees visitar el mundo de Colon. Jamas 1Tle "' as,„ usaron.se r ^ ' r r ^ 2 ^ ¿ ^ ^ ^ los padres y preceptores trillaran de corregirlos de un inclinado á recorrer las vírgenes selvas anieljcan^ escomulgo a los que le tomasen en | a s iglesia' En las v|cio que por la temprana edad en que le adquieren, Pero la Providencia que conduce al nomu i T y ' ^ ^ Anterior Inicio Siguiente EL MUSEO UMYEKSAL. 2;? 5 "• oiio al través no solo de los tiempos y las viei''^«s'ino'tiimhien de las comarcas, llevó o t a frágil situara, n ..'iones que agregaran a la noble nación Con un tiempo crudísimo dejamos la ciudad de los ángulos del linuaineulo; cada ola era una enorme monmercaderes y nos trasladamos á Southainpton: las c a - taña que cubría nuestro frágil buque pasando sobre él á lles estaban cubiertas de nieve: el frió era intensísimo. la misma altura de la chimenea del vapor. En una de e s La principal fonda estaba toda ocupada. Cobijémonos, tas embestidas rompióse el palo bauprés y desapareció par-p«i el mes de octubre de ISIit!. Triste, muy triste, pues, en una muy subalterna. te de la obra muerta : quedábamos por momentos comtóradoen mi cara patria un ángel, que hoy vive en el pletamente sumergidos. Imposible es espresar loque se liabia en la fonda dos eslranjeros. siente en estos momentos supremos, ni el convulsivo S o de los espíritus, y llevando conmigo otro ángel, —¿A dónde van ustedes? me dijo uno de ellos. movimiento que esperiinenta el buque bajo la presión oara mi consuelo, habita aun esla inorada de nuse—Al Kcuador. ^ trasladóme por el ferro-carril de Aranjue/. á Ja —Feliz casualidad, replicó. -Nosotros somos ecuato- de tan formidables olas. A cada instante creíamos sumirIias nos para siempre en aquel profundísimo abismo. ,'. ^ j Q¡ ( 1 ; hernioso ¡ardin de llores, la risueña rianos. —¿V regresan ustedes al país? ¡Olí, noche de terribles recuerdos! Sufrí en ella t o r ^Sarcámonos allí en uno de los vapores que perió—Sí señor. Nuestra desgraciada patria, como las d e - mentos infinitos: uno de mis dos ángeles, una hija del dicamente hacen la travesía entre España y Francia, más repúblicas . sud-ainericanas , está azotada por las corazón compartía conmigo aquel peligro... y no podia nipzvocho horas de una bonancible brisa, mirando i discordias intestinas. Nosotros pertenecemos al partido hacerme ilusiones... yo era del todo impotente para 1 cesar las bien cultivadas y pobladas costas catalanas, j del general Flores: ahora domina allí l'rbina.—Pero la salvarla. Por algunos momentos caí en una especie de nos condujeron al Manchester español, la industriosa administración Robles, aunque hechura de este , parece estupor. Cuando salí de él, la mar estaba casi serena, se propone ser mas tolerante. Además el general Robles, despejado el cielo y el astro del dia salia riente del seno Barcelona. Por vez primera pisaba yo el suelo de la capital del actual presidente, es de natural bondadoso. Fiados en del Océano. —¡Qué transformación! ¿Quién ha aplacado asi al emPrincipado, y no pude menos de sentir una satisfacción estos precedentes regresamos al país, de donde estamos bravecido piélago? ¿Quién encadenó los terribles miniinterior al ver que poseíamos una ciudad que podia desterrados hace dos años. Y haciéndonos mutuos ofrecimientos, terminamos por tros de Eolo? competir con las mas ricas y florecientes de Europa, i El mismo vapor nos trasladó a su antigua y digna rival entonces nuestro diálogo. No hay palabras para espresar lo que pasa en el ah;..L Marsella. Al llegar á su admirable puerto protegido por en estos tránsitos repentinos de la naturaleza. ios fuertes San Nicolás y San J u a n , llamó particularSalían los pasajeros paulatinamente de sus respectivas II. mente mi atención la árida isla sobre que descansa la guaridas llevando aun impresas en el rostro las huellas fortaleza de If (chateau d'lf).—L"n francés, compañero del terror. A las pocas horas todas estas señales habían de viaje, acercándoseme entonces, me dijo : Solas veinte y cuatro horas permanecimos en S o u - desaparecido, radiaba el placer en todos los semblantes, —¿Qué piensa usted de nuestro novelista Alejandro Ihampton : el 2 de diciembre de 1836 nos embarcamos por do quiera reinaba la alegría, la espansion. Discuren el vapor La Plata uno de los mejores déla compa- ríamos de una en otra parte, y mirábamos sin terror los Dumas? terribles destrozos hechos por la última tempestad. —Admiro su talento y mas aun su prodigiosa elabo- ñía Cunard.— Apenas abandonamos las aguas del Test y nos lanzaPasó completamente olvidado el primer domingo á ración novelesca.—Hay quien dice no es mas que el jefe de un taller intelectual, y le he oído llamar el gran mos á alta mar, cuando se declaró un formidable t e m - bordo. Ya el segundo, pensamos todos en dar gracias al poral. Apiñáronse las nubes, oscurecióse el cielo, silbó Omnipotente por el favor que nos habia otorgado. Habia fabricante de novelas. —Sin embargo, apenas habrá persona que contem- el viento con fuerza siempre creciente, eleváronse pro- j abordo sacerdotes católicos, y ministros de diversas secgresivamente las olas hasta adquirir la forma y dimentas protestantes. ple sin emoción el castillo que tenemos á nuestra vista. Era del número de los primeros el Nuncio de Su San—Es la prerogatíva del genio que no niego á Alejan- siones de altísimos montes, crugíó nuestro bajel como si dro Dumas.—Su Conde de Monte-Cristo es una de sus se viera acometido de un súbito temblor, siguiendo con tidad en la república de la Nueva-Granada. Este señor mas entretenidas novelas.—La fortaleza de lf es el p r i - dificultad su curso, ya subiendo conducido en hombros dijo una misa que oímos devotamente los que allí profemer teatro de su héroe. Pero ¿qué enseñanza producen de una formidable oia, ya bajando al abismo, para que- sábamos el catolicismo. Los ministros protestantes, con lasayenturas de este tan fantástico como vengativo per- dar frecuentemente sumergido por algunos instantes sus correligionarios alabaron á Dios á su manera. bajo las aguas: nada estaba en quietud á bordo; las c o Yí entonces prácticamente por vez primera en qué -Mal concepto tiene usted de nuestro ran nove- sas y los hombres se movían en todas direcciones siendo circunstancias son fatalmente necesarias la libertad de algunas veces arrojadas ó arrojados con terrible violen- cultos y una prudente tolerancia en materias religiosas. lista. —Enlas novelas de Dumas, casi siempre de soste- cia de un lado á otro lado. Iban ya transcurridos cinco El vapor La Piala presentóse á mis ojos como una n a nido interés, he hallado alguna que otra vez rasgos su- días en este violento estado, cuando dos marineros ocu- ción en miniatura. Siempre que los individuos que la blimes; pero en tesis general, encuentro que sus argu- pados en la maniobra fueron violentamente lanzados á las componen profesen de hecho diversas creencias, no solo mentos carecen do objeto moral, social, ni político, ó olas por una de las ráfagas que con siempre creciente son necesarias la tolerancia religiosa y la plena libertad de cultos, sino que se establecen de por sí sin obstáculo si alguno tienen es malo, y no me negará usted que sus furia, por intervalos, soplaban. novelas históricas son, por lo común , pésimas. Fue entonces La Piala, aislado teatro de un rasgo su- ni violencia. — Todos allí queríamos adorar á nuestro inesto dimos fondo, y nos preparamos á saltar á lier- blime de abnegación y de valor heroico, inspirado por el modo al Criador; y respectivamente concedíamos á los "• La natural confusión, que generalmente se esperí- amor puro de la humanidad. Mr. Mary, joven marino in- otros la libertad que necesitábamos, y que ellos por su ™enta,en semejantes ocasiones, interrumpió nuestro glés á la sazón de guardia, viendo que los dos marineros parte, impulsados de igual motivo, nos otorgaban. dialogo, evitándome, según presumo, una animada ré- lanzados á la mar luchaban infructuosamente con las Por lo (lemas jamás consideraré la libertad de cultos Plw del buen francés apasionado del gran Dumas, enihravocidasolas, arrojandolesdos salvavidas, y cogien- un progreso social, sino una necesidad social. en c i r Principe de los novelistas como le apellidaba.— do otro el mismo, se tiró, desde la popa, sobre el aguadí- cunstancias dadas. Pocos días permanecimos en .Marsella, lis esta la mas simo y aterrador Océano , gritando: //om'.re al natiti. La celebración del domingo á bordo de \.a Plata (lió comercial ciudad del Mediodía de Francia.—Fúnda- Los poquísimos pasajerosque pudimos presenciar tama- lugar á un diálogo entre un joven neo-granadino y yo, ño arrojo lanzamos un grílo desgarrador. nla los griegos del Asia Menor ; asoláronla los godos, y que transcribo aquí sin otro objeto que dar idea de "* wgonones y los francos; destruyéronla los sárIludo por algunos inslanlesel capitán en dar la orden uno de los muchos males morales que aouejan á la s o jenos y renació después de. tamañas'.lesgracias y vi- para detener el vapor, y mandar un bote en socorro de ciedad de Sur-América. iJJli m a s floreciente que nunca, merced á su ad- los tres hombres que yacían á merced de tan aguado —Ola, caballero, díjonie el neo-granadino, estoy vertran i0"'0'011' Kl ""'vimiento del puerlo donde en- piélago. El deseo de salvar al esforzado joven movióle daderamente admirado de haber visto á usted asistir tan I M s (le m i l kn embarcaciones diarias, es de á arrostrar el gran peligro que esla operación exigía. devotamente á misa: usted me liabia dicho pertenecía 5 ™s sorprendentes y animados que he presenciado. Al fui, detenido el b u q u e , echado el bote al agua, y, al partido liberal. •—Cierto , soy liberal; pero ¿acaso son incompatibles owJii ™Ja (le l a ciudad es sucia y fea, pero lo en él colocados el segundo comandante con seis h o m L " ama , cu idad nueva, es muy agradable y aseada, bres, estuvieron mas de un cuarto de hora luchando las ideas liberales con el catolicismo? —Pues amigo, los verdaderos liberales neo-granadij . I m i ánimo detenerme en observaciones acerca con la furia siempre creciente del mar. No menos h e os pueblos del tránsito, antes de llegar al conli- roica y denodadamente luchaba el bravísimo marino. nos , mejor dicho, la juventud decente neo-granadina \ írnosle elevarse sobre las olas y desaparecer con ellas en general, sea cual fuere el partido á que pertenezca, america " ° - 1 > o r fis° l' o l l ( I r ( ' a ( l u í l ' u i l t o a l a s tltí ~ e me sugirió la permanencia en Marsella. en el abismo llevando siempre asido uno de los dos ma no cree en Dios ni en el diablo. cho lle rineros: el otro después de una ligera lucha fue arreba—Por consiguiente amigo m i ó , repliqué, la juvena á as ocho lle la la oche oche del del dia dia 11 de de tud neo-granadina vive todavía en el siglo XYI1I.—Los cid0 i p' í al siguiente la locomotora nos había oondu- tado hacia las ruedas del vapor y pereció allí. ¡Momentos supremos de ansiedad! Acercábanse y s e - esprits forts no están ya de moda.—Abra usted las p á de Franr r 7 E r a i elílv aC U i i r l a v e z ( l u f i visitaba la capital n a m i e v a atmósfera reinaba en ella, la t parábanse, en un instante, el bote salvador y el intrépi- ginas do la Revolución francesa, y la Convención vomósfPM •mm 'p e p atmósfera reinaba en ella, la atl i nalisti vueitI > - V r| ebo confesar, que le había de- do marino. En uno de estos repetidos esfuerzos pudo tando la inmortalidad del alma y Robespierre, haciendo ella ^Proverbial ligereza y alegría, desterradas de asirse de un cable y alcanzar el bole, sin que por eso la proclamación solemne de este dogma, pudieran dar á "na'cn« • a t m ó s fera republicana. París república era soltase la presa que liabia ido á disputar al inseguro usted justo motivo de serias reflexiones.— —Pero , vamos claros. ¿Cree usted que es necesario reino de Neptuno. Todos le creímos en salvamento. Pero Veint H S 0 | p o r t a b l e el bote no podia aproximarse al costado del vapor sin engañar á un pueblo para gobernarle bien? Campos w e ! l t u v i m o s allí paseando las calles, los gran peligro. Dudó el capitán del regreso á bordo del —Al contrario, juzgoquees necesario ilustrarle, e d u catedral I \ S y el bosque de Uolonia; visitando la bote y tripulantes. Al fin, la Providencia, coronó la obra carle.—Y tanto es asi, que lo que yo no concibo es la D a m ee ddoonnd e ^ S )' recordé la admirable de los que tan desfavorablemente luchaban para salvar existencia del ateo, mas salvaje á mis ojos que los t r i s - t o r HH"S°> y recorriendo los museos dos de sus semejantes: una hábil maniobra trajo á b o r - tes habitantes de las magníficas selvas de esa América notal)llis: íon e d'es[iedímonos asi de la c i - do del vapor al segundo comandante con su gente con- que por vez primera voy á esplorar. Todo á mis ojos me var la °'! ea> desde s u moderno centro, para ir á duciendo al héroe Mr. Mary y al pobre marinero ya casi revela Dios y me habla de Dios.—Piensa usted que si De nte civilizacion París ' r ' ? americana. cadáver. Dos horas largas de cuidado bajo la dirección el joven inglés, que tan noblemente espuso su vida por a e d(! del físico le devolvieron la semi estinta vitalidad. Su salvar á un semejante suyo, no fuera en alto grado re' ferro-car l A e'sWu "'"(lt!"lna as sd ms e ' s< I'(H! ) ras camino por l a 1 u l i n e to Puente í A l l d ' 'I' l " Í " "1 ' " , " libertador habia vuelto triunfante y sin la menor lesión. ligioso ¿nos hubiera dado un ejemplo tan sublime de * Da( ladera to á trasl J " s u l a s "os condujo al vaporcilo de.st.i- Era este el segundo hombre que su valerosa serenidad, abnegación y caridad cristiana? y ¡ amanecer e s l ,?, escarpadas costas de Alhion.— impulsada por el amor ardiente al bien, arrebataba á los a )ain —Sin embargo, ese inglés es protestante. ' oos s en el 'l'ániesis.—Atravesamos Ombría lániesis.Atravesa dominios de Anlilrile. Cuantos allí estábamos contem—Los protestantes no son ateos. Creen en Dios y bo v i// Populosa Londres, Lnde id h de plaba bon respirando humo slc como á un ser sobrenatural. adoran á Jesucristo. C nc¡ ° be'lapl™ ll- U n a imaginación meridional —Y ¿por qué es usted católico? Sin embargo esta agradable sensación , amortiguóse J«ndo Sid '"• l ' a '''' ( ' s t l ! emporio del comercio del •—Porque á mi modo de ver el catolicismo siendo la e jandr"h fl y T i r o ("'!1" ciudades asiáticas; Carlago y poreiiloucesá impulsos del creciente peligro que cor- religión mas perfecta de cuantas los hombres profesan, ntada en i ' 00 11 ' "" 11 1 m "' s '"' 1 0 africano. Londres ríamos líl temporal arreciaba de un modo Inmudable. debí; ser también la verdadera.-¿Ila leído usted á lialUntd ?na árida t • n ' a r K ( > l l ( s del nebuloso 'l'amesis, rio de Apenas hacíamos tres millas por hora: el agua «Miraba mes?—Yo le leo ó mas bien le medito en este moOs °Sm'ar >'. SOM| hria isla rodeada de. escollos y por do miiera Vivíamos en una angustiosa ansiedad. Al anochecer del octavo din presentáronse síntomas mento. — ?0fadores n e s ' r S 0 l '' a m i fenómeno inesplicable, si sus —Pues yo leo ahora la Dama de las Camelias de Dui? suP¡éram° U ( ! r a n l l ¡ j°s de las brumas del Norte y siniestros Oscurecióse el cielo de una manera pavorosa, Cltó dimana " fecundos son los recursos de la fatídicos relámpagos enriaron la atmosfera, retumbo nor- mas—hijo. mana Seria cansado referir este diálogo hasta el fin y otros risonanteel trueno; arreciaba el viento mas y mas por mo' a vida ^ a r a s a t i s l a c e r l a s apremiantes neeesida- i montos y parecía soplar simultáneamente de los cuatro quee sobre la misma materia he tenido con el joven neo- nC f " --° "°"°" 'I Anterior Inicio Siguiente EL MUSEO I'MVERSAL KL VAPUIl LA PLATA.—VIAJE AL ECUADOR. granadino: comentándolos con el Nuncio de Su Santidad, me decia : —Entre la juventud Sur-americana hállanse ahora : en su apogeo las ideas anti-sociales y anti-religiosas. Pero, el mal mayor que la aqueja es la ignorancia.— Coa mas instrucción serian menos temibles los males que nacen del estado moral de estos pueblos: la verdad triunfa fácilmente del eslravío, cuando el estravío es ilustrado. EL TITI-LI-MIMII. Anterior Inicio Siguiente EL MUSEO UNIVERSAL. "Én coloquios semejamos y dando paseos alo largo de a abierta pasamos el res o de a navegación abordo de La Plato Surcaba esta lran ( |uila incestuosamente una mar bonancible bajo un cielo seteno y puro. Allí contemplábanlos el suave trasponer del sol en una atmósfera de luego. Aveces presenciábamos, con nomenos placer, su aparición matinal por entre purpurinas Guadalajara ó de Sigüenza. Gomisindo era un gallardo mozo de diez y ocho años, que acababa de redimir su suerte de soldado con seis mil reales que la pobre de su madre había sacado de la venta de la mitad de sus tierras. El muchacho había heredado de su difunto padre la afición al trabajo y trabajaba como un negro en la labranza de unas torrecillas propias y otras tierrecillas arrendadas ; pero era bastante arrimadilo á la cola. Arañando la madre por un lado y arañando el hijo por otro, madre é hijo vivían en paz y gracia de Dios todo lo felices que puede vivir el que arregla sus gastos á sus haberes , está tan distante del hambre y la desnudez como de la hartura y el lujo, y se resigna con su suerte, aunque su suerte no sea buena. En este punto madre é hijo tenían mucho talento. nubes. Pocos días después de la tempestad pasamos la linca. Entonces, aunque en el mes de diciembre, hubo á bordo una súbita trasíormaeion, nuestros vestidos de abrigo trocáronse en ligerísimos I rajes de verano. Allí aparecieron los blancos pantalones y no menos blancas levitas de dril, y muchísimos sombreros de los llamados de jipijapa. Solo un dia antes de la llegada á San Tilomas sentimos una fuerte brisa.—Diez y nueve dias empleamos en esta travesía.— J. PE AVKNDASO. ABD-UL-MEDYID. £126 de junio se recibió en lodas l?s capitales cristianas de Europa un parto telegráfico deConstanlinopla concebido en estos términos : Ayer ha muerto el sultán. Este sultán era Abd-ul-Medyid, que habiendo nacido el 20 de abril <te <823 ha bajado al sepulcro 4 los treinta y ocho años de edad. Erahijode.MabmudlI; pero no se parecía á su padre en o sanguinario, altivo y «™. Criado en el serrallo", subió al trono á los diez y seis «saeedadymostrósiempre m carácter blando apacible y «ble. Aborrecía iusl i ntiva?™e la efusión de sangre, y jamás pudieron lograr süsrfnN f r o s e confirmase una entencias de muertaá los quo habían f > á su vida ó conspiro»contra su imperio. Este 2*¡hace su elogio por sí so11'° fe™ sobre otros munCÍpeS á pC d o SUS /¿Pf'ncipal que tenia Abdle t i ?í'd,yelquelelialleI J »>«pulcro ¿n edad temtiemn^f el ^ e ^ en otro Salora0ne,notócnelmismo bir.A' , on s e r " n r ° Y ' a i 1 demasiad0 álas je, ' a nr ll no teniu ij " ' contaban unas i harem. Visi- portam"ede ! recue ncia esto imserrdll0a T P arta mento de su ^gastaba sumas i nmensa s> en , regalos y ABD-UL-MEDYID , EMPERADOR DE Tl'RQtÍA. componían, perdonable es 0 do a ^ Ce que Abd-ul-Medyid le lia pagado con su vida. itiene o ?or Abd-ul-Azis hasta ahora "no parece que le. fondor011 s cluedado con una sola mujer, la propia, ri^; f- to una lección á una inmensa multitud de real v olvidado de todo el mundo, menos del gobierno que ie tiene muy presente cuando reparte las contribuciones. En aquel pueblecillo, que se llama el Tomíllar, porque está rodeado de fragantes lomillares, vivían latía o pnt C r i' S t ' a n o s Y produciendo un verdadero escán- Merecida y su hijo Goinisintlo, (pie asi llamaban á amm r o lQ s maridos turcos. bos en el pueblo, encontrando mas cómodo pronunciar estos nombres que los de llermenegilda y Gumersindo que recibieron en la pila bautismal. VIDA D E L I l O M M t E M A L O . ( I ) La lia Mere.gilda tenia tirwla que surtía de cuneros, haciendo de cuando en cuando un viaje á Guadalajara, e SorhS ctla , onuiles ('e la provincia de Guadalajara con la v empleando cinco ó seis duros que venían ¡i ser a mi*, y un pueblecillo algo retirado del ccamino tad de su capital en circulación, y ademas hospedaba a los forasteros que iban por el Tomillar y se reducían á a '"Unción este''a '' l a y '1ucl)I° l u e Pue(ie cert¡licarclc Ia algún comisionado de apremios ó algún cazador de L Anterior 237 Inicio Un dia apareció en el Tomillar un forastero llevando por único equipaje una escopeta al homuro y por único acompañamiento un perro detrás, y como preguntase si había alguna fonda donde pudiera hospedarse, las personas á quienes preguntó se sonrieron maliciosamente al oírle hablar de fonda, y le encaminaron á casa de la tia Meregilda. Un momento después corría de boca en boca por todo el pueblo, como un gran acontecimiento , que un señor de Madrid habia llegado al Tomillar. El señor de Madrid era un hombre como de cuarenta años, y á juzgar por su traje, su señorío debía tener pocas rentas. —Diga usted, buena mujer, preguntó á la tia Meregilda con aire de. superioridad, ¿no han venido por aquí mis criados? —No señor, no ha venido nadie, contestó la tia Meregilda. — ¡ Canallas! En cuanto vuelva á Madrid voy á poner de patitas en la calle desde el cochero al mayordomo, esclamó el señor, muy incomodado. —Ande usted, señor, que ya vendrán y si no mi hijo y jo le serviremos á usted en todo lo que le haga falta, dijo la lia Meregilda con la solicitud y la amabilidad que eran debidas á un señor que tenia cochero y mayordomo. —Yo necesito una habitación decente donde pueda esperar á esos bribones, que por lo visto han creído mas cómodo seguir hacia Guadalajara en mi carruaje de cua_-_-__.-^.-^-- .-.,=-_¿J 3 tro caballos que torcer cami=^==^~^== no y venir á esperarme aquí como se lo encargué, mientras yo me entretenía cazando enlos tomillares. La tia Meregilda condujo al huésped á la mejor habitación de su casa, es decir, á la sala que estaba modestamente amueblada pero embellecida por el aseo y el orden —¿No tiene usted habitación mas decente que esta? pregunto desdeñosamente el forastero. —No señor, contestó la buena mujer algo picada de que pareciese poco decente la sala en míe ella tenia pue? tos sus cinco sentidos. —Pues tendré que resignarme á esperar aquí á esot bribones. No estrañe usted mi mal humor porque es muy duro tener que servirse uno á sí propio y oc.upai una habitación como esta cuando se tiene una docena de criados y se habita un palacio que hasta la reina encuentra cómodo y hermoso cuando lo visita. La tía Meregilda se iba hinchando de orgullo conforme iba descubriendo el altísimo personaje que tenia en Siguiente 238 EL MUSEO UNIVERSAL. su casa , y hasta creía ya que liarlo bondadoso y llano se mostraba con olla ai[uoi señor ruando no se había incomodado porque le tratase simplemente de usted como trataba al alcalde y al cura del pueblo. II. Ocho días después de la llegada del señor de Madrid al Tomillar, los tomillareses estaban que reventaban de gozo y de orgullo. El forastero, que era hombre riquísimo y de ilimitada influencia, no solo cerca del gobierno sino cerca fie la misma reina, estaba decidido á proteger al Tomillar de modo que aquella pobre y olvidada aldea fuese dentro de poco tiempo una de las poblaciones mas prósperas y envidiadas de la Alcarria. El conde de Picos-altos, que este elevado título tenia aquel personaje , agradecido á la franca y leal hospitalidad que habia encontrado en aquella aldea y enamorado délas ventajosas condiciones que el Tomillar reunía sobre todo para la caza y la industria, estaba decidido á proporcionarle nada menos que las siguientes gangas: La de que pasase por allí el ferro-carril de Soria; La de que se declarase cabeza de partido judicial si es que no se conseguía que el Tomillar birlase á Guadalrrjara la capitalidad de provincia; La de que se perdonasen al Tomillar las contribuciones atrasadas; La del establecimiento , por cuenta del mismo opulento conde, de una gran fábrica de paños y otros tejidos que echase la pata á las que en otro tiempo dieron celebridad á Guadalajara y el Nuevo-Raztan. La de la esplotacion en grande de los riquísimos criaderos de oro y plata que abundaban en el término del pueblo, según las observaciones que acababa de hacer el mismo conde, inteligentísimo en minería, como que sus riquezas procedían de descubrimientos que había hecho de aquellos preciosos metales en Sierra Almagrera v aun en Hiemlelaencina; La del establecimiento en el Tomillar de un colegio de Padres Escolapios; La de la construcción por el mismo conde de un magnífico palacio de verano en las inmediaciones del pueblo, á cuyo efecto y para rodear el palacio de estensos jardines, viñedos y bosques de caza, compraría á los vecinos al precio que estos quisiesen los terrenos casi infructíferos que allí poseían. Y por último , y esta ganga era una de las que mas deseaban cazar los tomillareses, la de hacer que se adjudicase al Tomillar una dehesa que hacia siglos disputaban los vecinos de este pueblo á los del Retamar cascándose las liendres unos y otros dos veces al año, es decir, cuando los del Tomillar iban á la tiesta del Retamar, y cuando los del Retamar iban á la tiesta del Tomillar. Estas eran las gangas que en general prometía el señor conde de Picos-altos á los vecinos del Tomillar. Entre las infinitas que prometía en particular, solo citaremos dos: el señor conde, queriendo recompensar el celo con que la tía Meregilda y Gomisindo le servían y obsequiaban , había decidido nombrar á la tía Meregilda ama de gobierno de su nuevo palacio del Tomillar y á Gomisindo administrador de sus nuevas posesiones. Inútil es advertir que el señor conde, agradecidísimo á los obsequios de que era objeto por parte de todos los tomillareses, habia puesto á la disposición de estos su palacio de la calle del Burro en Madrid , donde siempre que pasasen á la villa y corte serian tratados á cuerpo de rey, siquiera rabiase el dueño del parador de Barcelona , que en lo sucesivo ya no tendría la honra de hospedar en sus cuadras á los tomillareses. Véase, pues, si la cosa era para reventar de orgullo y pegar un estallido de gozo. Viendo el señor conde que los bribones y grandísimos canallas de sus criados no parecían por el Tomillar, determinó abandonar aquel hospitalario pueblo con tanta mas razón, cuanto que á su salida de Madrid le habia dicho S. M. la reina que estaba muy descontenta del ministerio y pensaba encargarle la formación de uno nuevo. Cuando los tomillareses recibieron esta triste nueva, nombraron una diputación , que pasando a ver al señor conde, rogase reverentemente a esto que honrase por algún tiempo mas al pueblo con su presencia. La diputación cumplió fielmente su cometido; pero el señor condedo Picos—altos insistió en su resolución, y cuando el pueblo supo que decididamente su protector se ausentaba, se echó á llorar como un becerro. Llegó por Un el instante fiero, es decir, el de la partida del conde, y e>le, como los canallas de sus criados le, halii¡ui abandonado, y por lo tanto se encontraba sin dinero para pagará la lía Meregilda y gratificar espléndidamente a (lomisindo, quiso dejar en prendas una sortija, que según confesión del mismo señor, valia un dineral, cuino que ,. ni r ( -alo de la misma reina; pero la tía Meregilda y Goinisindo se cebaron á llorar al ver la olensa que el seño,- ,., m ,| r |,.s | l i u , i a av]t•,lll|u|Os capaces (le desconfiar de ,'.p, y romo, el conde les pidiese perdón por haber olendido su delicadeza le manifestaron que únicamente les probana su arreprnliiniriito aceptando para el camino una onza de oro que tenían ahorrada. Anterior El señor conde no tuvo mas remedio que acoplar la \ onza. j El pueblo , no menos previsor y delicado en general 1 que latía Meregilda en particular, pensó que el señor ', conde se encontraba Callo de recursos con motivo de la I bribonada de los canallas de sus criados y determinó ofrecerle del mudo mas ingenioso y delicado una cantidad decorosa que consistió en veinte onzas como veinte soles y que el señor conde no tuvo mas remedio que aceptar vivamente conmovido. El pueblo entero quería acompañar al señor conde siquiera hasta el Retamar, pero el señor conde tan modesto como generoso se opuso obstinadamente á ello consintiendo únicamente en que le acompañasen hasta el término de la jurisdicción del Tomillar. —Va que acompañemos al señor conde corlo trecho, dijeron los tomillareses, acompañémosle como es debido. Y buscando la mejor carreta (pie había en el pueblo, en un quítame allá esas pajas la engalanaron con un pintoresco toldo, la mulleron con colchones y almohadas, la adornaron de flores é hicieron subir á ella al señor conde. Cuando este se hubo colocado en ella dijo casi llorando de emoción: —Cuando ustedes gusten , señores, pueden enganchar los bueyes. — ¡Qué mas bueyes que nosotros! esclamaron todos los vecinos á una voz: I Y en efecto, la carreta partió tirada por la gente . y los vivas, y los sollozos y los patatnses comenzaron y no cesaron basta que los vecinos del Tomillar perdieron de vista al señor conde de Picos-altos. III. Y lanzándose hacia el kiosko luminoso que está front al solar del liuen-Suceso, y que érala casilla que en concepto J quemaba, arrojo la capa al i n c e n d i o ^ sofocarle. El encar •;ado del kiosko. creyendo que el y q el lu^areñii lugareña tenia gana de. broma, lomó la cosa por donde quema v dio de paladas al señor alcalde, y la multitud silbó á'lá misma respetable autoridad. * Cuando el alcalde salió de su error y de lasmanosde) kioskero, el maestro, que era instruido como individua del ramo de instrucción pública, prorumpió en esta sentencia digna de inscribirse en los cristales de los kioskos luminosos, para la debida claridad: —Toda autoridad que confunde la luz con el fuego se espone á morir á puntapiés. ' Al llegar á la calle Mayor, el maestro preguntó aun muchacho: —Di, chico , ¿dónde vive el señor conde de Picosaltos? El muchacho contestó en voz natural: —Vive en la calle del... \ añadió dando un tremendo grito casi al oido del maestro : —¡¡Burro!! — Es cierto, es cierto, contestaron todos los lugareños , recordando que en efecto en la calle del Burro habia dicho el conde que tenia su palacio. Torciendo á la izquierda, entraron en IaPlazaMavor; pero lo que allí les pasó merece capítulo aparte. IV. El tuti-li-mundi, el mundo nuevo, la catalineto; como ustedes quieran llamarle, alborozaba al numeroso y respetable concurso de soldados, niñeras y niños,lu¡ gareños y bobos de Coria, que ocupaba media Plaza. —¡Racataplan, racataplan! redoblaba un tambor, y el hombre que le tañía gritaba : — ¡Quién quiere ver por dos cuartos la vida del hombre malo! ¡Racataplan, racalaplan! ¡ Que vamos á empezar!... Animo, señores, que aquí se aprende mucho. •—Madre, dijo Gotnisindo, yo voy á ver eso, que los administradores necesitamos saber mucho para que no Ocho dias habían pasado desde el memorable en que el señor conde de Picos-altos abandonó el Tomillar dejando sumido en hondo desconsuelo á aquel vecindario j y no se sabia aun si S. E. habia llegado con felicidad á Madrid pues el señor conde no habia escrito á pesar de haberlo prometido y esto tenia en terrible ansiedad á los tomillareses, porque cuando el señor conde no habia e s crito, era señal de que estaba enfermo ó en el camino le habia sucedido alguna desgracia. HIO,« la peguen. El señor alcalde creyó que era llegado el caso de con—Y los menistros también , dijo el alguacil. vocar á concejo para acordar el medio en primer lugar —Pues añilad, hijos, contestó la tía Meregilda. de saber del señor conde y en segundo de darle á conoEl alguacil y Gomisindo arrimaron la gaita á la vencer, cuánto se interesaba el pueblo tomillarés en su tanilla del mundo nuevo, en tanto que el señor alcalde preciosa salud. refería á un grujió de soldados las maravillas que el El alguacil locó, con perdón de ustedes, el cuerno con conde de Picos-altos iba á hacer en su pueblo, y la tía que desde tiempo inmemorial era uso y costumbre con- Meregilda y el maestro escuchaban como embohadosla vocar á concejo, y lodos los vecinos asistieron á las ca- esplicacion de la vida del hombre malo. —Juega á la rayuela, en vez de ir á la escuela. sas consistoriales, llevados por el cuerno. —Pega á su madre, y le llevan á la cárcel. Después de largas y acaloradas discusiones en que —Sienta plaza c i la tropa, y se deserta y roba. mas de un orador—¡fuerzaes, aunquedoloroso, decirlo! —I.os civiles le pillan , y va á presidio á Melilla. —sacrificó á su inmoderado alan de lucir galas oratorias —Cumple la condena, y se deja bigote y pera. el sagrado interés de la patria vivamente interesada en —Se viste de caballero', y va á las casas de juego. resolver con premura aquella ardua cuestión; después —Tiene una chiripa, y si; mete.á bolsista. de largas y acaloradas discusiones, repetimos, se acordó —Lo entiende en la bolsa, y si gana cobra. que, el señor alcalde, el alguacil y el maestro de escuela —En la bolsa lo entiende, y no paga si pierde. pasasen, en representación del pueblo, á Madrid á visi—Queridas, juego y caballos, le dejan sin un cuarto. tar al señor conde con objeto de felicitarle si habia lle—Se mete á'minero, y con engaños gana bufift"*" gado bueno y de decirle que se aliviara si habia llegado ¡ ñero. malo. —Jinojo, dijo latía Meregilda cuando supo la d e —Todo Jo que ha ganado, se lo lleva el diablo. terminación del vecindario, yo también voy á ver á aquel —Falsifica un papel, y se descubre el pastel. bendito señor. —Le busca un alguacil, y escapa de Madrid. —Canute, añadió Gomisindo, yo voy con ustedes —Llega á no sé dónde, y la echa de conde. madre, que no sea que el menistro vaya con zaragate—Le creen los paletos , y les saca los dinerosrias al señor conde para que Je haga á el administrador. —Dan los civiles con su persona, y le meten en cni' , La lia Meregilda improvisó un par de docenitas de rona. unos bollos que gustaban mucho al señor conde, arre- • —V al fin el hombre malo, las paga todas en elpa»j elisatn b gló con mil primores su cenicienta cabellera en un par El alguacil y Gomisindo se retiraron P ?, . ffla de rizos y medio par de castañas, se puso su saya de los tuli-li-mundi; el alcalde que habia escuchado la un w dias de fiesta, se echó á la cabeza un rico pañuelo de al- parte de la vida del hombre malo, estaba pensativo» godón, colocó en una cestila de asa los bollos, y anda bien , y la tia Meregilda y el maestro estaban mas F chiquita que ya estás aviada, ella y su hijo que también sativos'aun que el alguacil, y Gomisindo y el a ' c a l °t c 8 se habia ataviado con la elegancia que correspondía á —Di, alcalde, preguntó el maestro, i,qu» ' e P un administrador en ciernes, fueron á reunirse con los de eso que ha contado ese hombre del tanibon delegados del pueblo tomillarés. —Hombre, que quics que te diga, que serian i j El señor alcalde se habia engalanado con su soberbia brutos los lugareños que se dejaron embobar por d4 capa de cinco duros, y el maestro, si bien como hom- tunante. .. , bre de letras carecía de casa, se habia puesto corbatín —Y ¡ve que tarnien era conde, añadió Gomism(í0' apretado, calzón corto como su sueldo, medias de lana, —¡Muchacho!... le interrumpió el maestro con * y las manos en los bolsillos. ridad. En cuanto al ministro, no describirnos su traje porY todos guardaron silencio. ,; es* que es el de un personaje secundario, como que minis- J i n o j o , dijo la lia Meregilda, yo he fie ?¿ói tro es un cualquiera. es verdad ó [aula. Diga usted buen hombre, anau' líala, hala, bala hacia la villa y corte, los represen- rigiéndose al hombre del tambor ¿es efetmate M" tantes del pueblo lomillarés y lá lia. Meregilda, y el hombre malo? ,, ¡,r administrador electo, entraron al lin por la puerta de —Pregúnteselo usted á a.piel que llevan aln"» c Alcalá al anochecer, montados en burros como ellos les, que debe suberlo, contestó el charlatán. acostumbraban á viajar. lili efecto varios civiles atravesaban l a 1 Zf J 0 c Para, presentarse al señor conde de Picos-altos con j ciendoá un hombre decentemente vestido }' atau loda la decencia debida, los cinco se lavaron la cara en con codo. ^ el pilón de la Cibeles, donde también bebieron los cinco I Los tomillareses lanzaron un grito de sorpresa, f burros. J dignación, de dolor, de sabe Dios qué al recou Después de dejar las cabalgaduras en el parador de preso. Barcelona, continuaron hacía la Puerta del Sol. —¡Señor conde! "rilaron en coro. , aO Al dar vista á esla, H señor alcalde empezó de r e - | - ¡ Q u é conde, ni qué calabazas! les c o n t e s t o ^ penle á gritar : los civiles. ¡Conde! condenado al palo si que —¡Fuego! ¡fuego! ¡que se quema esa casilla! [ bribón dentro de pocos dias. Inicio Siguiente 239 EL MUSEO UNIVERSAL. cuando se las abona y cultiva esmeradamente, llegan a ser como terreno que da abundante cosecha de varios frutos en diversas estaciones. Acaso al leer esto habrá quien tenga por intempestiva la digresión, y sin embargo no lo es. Para los ingenios precoces el elogio suele ejercer oficios de aire solano. Necesario es, pues, advertirles oportunamente el riesgo ipie corren si se rinden á su halago en vez de p r e caverse, contra sus malos efectos. La edad juvenil, poco '"se dirigieron tristemente á dormir con sus dignos reflexiva de suyo, es mas propensa que otra alguna al desvanecimiento, porque entonces el amor propio es compañeros los burros. w p mas ciego y condado. Señalar el escollo en que puede AMONIO DE TIUEBA. llegar á estrellarse; decirle á tiempo que en ningún caso debe dar alas á la soberbia; aconsejarle que cu los elogios mire un estímulo para perseveraren el estudio y empresas mayores, y no una recompensa d e UNA JOVEN POKTISA Y UN NIÑO POETA. acometer bida á quien tiene ya bastante con lo que sabe y hace, es de lodo punto indispensable cuando se, trata de elo- ; giar, y de elogiar con justicia, á una delicada poetisa ¡ La poesía es enmo U • d e los campos: lo mismo nace de diez y ocho abriles y á un poeta y escritor que ape" j los hielos del del polo, polo, qque en las las nas ha cumplido doce años. espontáneamente enlre los u e en Censuren algunos cuanto quieran á la mujer que hace I espléndidas florestas del E c u a d o r ; asi en la niñez y en «Lversos. Declamen á destajo, si asi lo estiman conve- I i.mvpiitud. como en la edad varonil v hasta en la triste la juventud, nienle . contra toda aquella que por ineludible necesi- ' raez. Determmanla si en cada una de estas edades ca- dad de su propio ser se abandona á estos inocentes ¡ racteres distintos, como son diversas las llores ó plan- ! desahogos del alma. Contra el humor atrabiliario de ta- ! tasque nacen en opuestos climas; pero siempre será • les censores hablará siempre muy alto la inspiración ! poesía, siempre será espontáneo brote del alma, rico delicada de la mujer que sienta arder en su pecho la : «1 delicados perfumes y apto para ser comprendido y llama sagrada de la poesía. ¿Y por qué renegar de la «preciado de todas las inteligencias, para insinuarse en mujer poeta? ¿Por qué mirarla con prevención desfatodos los corazones templados al calor del verdadero vorable? ¿Por qué empeñarse el hombre en vincular en sentimiento de lo bello. su sexo lo que no le es dado monopolizar por mas que La poesía nacida en almas que están en la prima- haga? ¿Acaso es él dueño de distribuir á medida de vera de la vida siempre aparece fresca, sencilla, c a n - su capricho , de su amor propio ó de su egoísmo dodorosa: es, y 110 puede menos de ser, mas espontánea nes que solo Dios reparte? ¿hunde está el derecho en ijueartística"1, mas ingenua que brillante. Ilumínala el que se funda esa des nedida aspiración á establecer sol de la inocencia y de la alegría, el sonrosado albor diferencias que no existen entre la aptitud mental de • de los primeros deseos y esperanzas. Vive respirando la mujer y la del hombre? En paridad de circunsla serena felicidad que se, apacienta en cosas sencillas y tancias, cultivadas ambas igualmente, ¿quién puede naturales, en una llor delicada, en un arroyo traspa- as°gurar que las facultades intelectuales del hombre h a rente, en un amor casi etéreo que apenas sospecha brían de sobrepujar á las de la mujer? De mí sé decir todavía las tempestades y horrores que suele engen- que en la mayor parte de los casos no vacilaría en sedrar esta pasión cuando la impulsan estímulos mas vi- guir la opinión contraria, seguro de acertar y sin r u oorosos y exigentes. ¡Dichosa edad, que solo bebe en borizarme al confesarlo. fuentes puras y encuentra un tesoro de inspiración en afectos que todavía no pueden llamarse pasiones, ó en Podrá ser que yo viva engañado; pero siempre he objetos naturales que á pesar de su elocuencia y de sus creído que la mujer es capaz de, superar al hombre en encantos están mudos para el hombre arrastrado en todo lo que sea virtud, sacrificio, p"rfeccion; y acaso el torbellino de la sociedad! ¡Felices años aquellos en por esto mismo la que llega á salir de mala índole esceque el alma vive soñando, y en que aun no se encuen- de en perversidad al hombre mas abominable. Sin e m tra avasallada por pensamientos y sentimientos que siem- bargo, estos monstruos (verdadera aberración del sexo pre ocultan cierta levadura de egoísmo ! Un poeta lo ha femenino) son raros en la naturaleza humana. Para bien dicho: el tiempo tiene dos alas; una que seca nuestras de la humanidad no abundan mujeres como Lady Macligrimas, otra que se lleva nuestras alegrías. Detenga- belh y Lucrecia liorja. El hombre no tiene, pues, razón nos al tiempo ú olvidémonos del que ha pasado. Coja- legitima para apropiarse el monopolio de la superiomos las rosas antes que se marchiten. Gocemos estas ridad intelectual que quiere ejercer á toda costa. Y ¿qué candorosas inspiraciones infantiles despojados de toda diremos si se establece parangón, no ya entre las faculPrevención artística, de toda exigencia 'propia de un tades mentales, sino entre los sentimientos del alma? El Wazon en que ha hecho mella la lima del desengaño, corazón del hombre, es capaz de grandes cosas; pero en "'gamosla inocente voz de esta poesía juvenil, como el corazón de, la mujer caben mayor abnegación y delise oye al cabo de muchos años una suave melodía que cadeza, sacrificios mas desinteresados y constantes. El ™s conmovió dulcemente en la niñez, y (pie, despierta corazón de la mujer es mas capaz de resignación que el «"el alma, con toda la vida y luz de la realidad , el r e - del hombre; por eso es mas grande en el sacrificio. El cuerdo de aquella edad de inocencia. corazón de la mujer buena es el mayor de los tesoros. werlo eminente crítico , formando ad hoc una teoría ¿Por qué vituperar á aquella cuya mente inflama el r a I™ con arreglo á ella condenar injustamente á un yo divino de la poesía? ¿Acaso hay gran pensamiento «ran poeta, ha dado á entender que los niños precoces que no nazca del corazón? ¿Y' quién sabe sentir como la Uc 'en producir algunos frutos brillantes, pero que se mujer, quién comprende, quién puede espresar como jjj '"maturos, y pasan una vida intelectual enfer- ella los delicados é imperceptibles matices de los afectos humanos? ¿Quién describirá con mayor ingenuidad ' ' , como de aborto sietemesino. El ejemplo mismo y candor las admirables armonías de la creación, la h e tUlí• , s a n l e n apoyo de su tesis basta y sobra para íleza de los campos, la hermosura de la luz, las mis'«latir ja teoría. teriosas ondulaciones del aire que susurra melodiosa_.¿liiiién qn.e juzgue las cosas desnudo de, preocupa- mente con los arroyos ó entre las hojas del árbol? ,sistemática, y tenga siquiera ¡dea de lo que es poe i, que la sepa sentir creerá hoy (sean cuales No conozco personalmente á la señorita DOÑA DOLORES fueren qU opiniones políticas y literarias) que en n i n DE FEDEiuno , de quien son los versos que me han i m J i se ha podido decir de Victor Hugo, del autor pulsado á tomar la pluma; pero sé que á su angelical M J y Baladas, del poeta de las Orientales que hermosura reúne un tesoro de bondad, que es la mayor íta ni 10 so s l u ! . malogrado? Pues por espíritu de escuela y mas preciada hermosura de la mujer. Desde los mas iiernos años ha consagrado sus ocios al cultivo de la ;0ni' » m P° e s o error el erudito Nisard. rtíures í e n d r a valor de defender que Les Voi.r inte- poesía, con la ferviente vocación que en almas jóvenes Am0Jn' es Rayons el les Ombres y Les Feuilles d' y apasionadas es como segunda naturaleza; y apenas lize SDr . SOn materia acerba y desabrida, según la fe- cumplidos diez y ocho años de edad, encuentra ya en "virde d¡« 1 l l u e s t : r o admirable Rioja? ¿Podrían ser- su lira tonos tan agradables y seductores como los del a ^"anc * •'U¡CÍ0 t a u a r l j i u ' a r ' 0 ' Ü S defectos y es- ; cantar sabroso no aprendido *a"luehas^ )^Ue e n c u e i l l r a e ' buRn gusto 011 algunas, v V6Z e a s coin < de que habla el primero de los líricos españoles, el i n °lúmene-ix ^ ' l'°sic¡oncs reunidas en esos 110 falsa I' •' c ¡ e r l a m « n t e . Y sin embargo, aun sien- ,1 si "tic maestro Luis de León. Véase, en prueba de ello, la siguiente poesía en que deducir'de tí"' c o n c p J ) t o > l a l o o r í a d e N i s a r d s 0 P l i c d e f e hay quintillas que no desdeñaría Gil Polo y en que se Los innpn- a '^°r e cd 'B"° ' atención, occs ^ ' o s á°fn, T Pe r o están mas espueslos que los i revela desde luego con indefinible encanto la suavidad y ^"'o cnltí" PP "to sin savia,>yynecesitan por tiv p lo ¡ ternura de la mujer, la candorosa ingenuidad de un c o - ' ^ a no n,»H m u v es merado y nutrimento muy sano razón juvenil. e V í iste ndp|i '""lograrse. Por lo mismo que se EL PRIMER DOLOR. N sde ri ? s 1 tfim Pranas y . p e dan frulo cuando las Kl av a (Permítaseme la fiase) no están lo¡Qué tarde tan deliciosa! ' e n Vp 1 i n, a l ( !l ur ai l sazón , es necesario alimentar y cuiLas auras, con qué dulzura a n l 7 ia niat.ni ['ara que esa ffecundidad í . 'P' d i d d anticipada i i d agitan la tierna rosa **le, sJnC''' e antes de tiempo. Sin este alimento saluy la dalia pudorosa, lent CLUcl " *Dopii i ado cariñoso pueden brillar un rnomurmurando en la espesura! rmosura del í? 'as a m * ^ ? . o l o r , como brillan en veras Ese arroyo que bullente > pero morir tan pronto como ellas contrario, cuando 110 se las descuida, va deslizando entre flores .ne dónde le traen ustedes? npl Retamar donde hacia cerca de ocho días estaba "indo á aquellos brutos diciéudoles que era conde é 1 'convertir en una Jauja el pueblo, cosa que creían líos animales que debían comer paja y cebada. ^ Sí señor, si señor que debíamos comer paja y c e 77 -clamaron á una voz lodos los lonñllareses con• 'ndo mentalmente en que era aplicable también á c Anterior Inicio su cristalina corriente, ¡cuál copia del sol ardiente los últimos resplandores! fiime entre el follaje el viento fingiendo arrullos suaves, y con armónico acento brindan plácido contento céliros, fuentes y aves. Venid, zagalas, bajemos á la ribera del río; por ella alegres vaguemos; sus frescas brisas gocemos; venid, que, llega el estío. Venid, y la sien ciñamos de las ninfas del llenares; formemos brillantes ramos, que á ello convidan ¡corramos! las auras crepusculares.— Y la comparsa ligera de pastores y zagalas, dirígese á la pradera que cubrió la primavera con sus mas risueñas galas. De mirto, clavel y rosas tejen fragantes guirnaldas, y en sus frentes candorosas parecen aun mas hermosas las azucenas y gualdas. Cantan sencillos amores; mas suenan del tamboril los acordes precursores, y al punto dejan las llores del pintado mes de abril. Los unos gozan bailando; otros su inocente amor en voz baja confesando, y otros tan solo escuchando los trinos del ruiseñor. Mas ¡ay! entre las doncellas que se entregan al solaz, la mas bella de las bellas, la reina de las estrellas ¿por (pié ha inclinado la faz? ¿Por qué, pálida y llorosa, de la danza se retira, y con mano temblorosa rompe su corona hermosa y al arrojarla suspira? ¿Por qué silencioso llanto baña su tersa mejilla? ¿Qué motiva su quebranto? ¿Por qué se oscurece tanto la luz que en sus ojos brilla? Feliz llevó ayer la palma de la ¡nocente alegría; ¿qué dolor turba su calma? ¿Qué pena vierte en su alma la negra melancolía? ¡Ah ! de Mirtilo el desden es lo que la niña llora; él era todo su bien; con él soñaba un edén la enamorada pastora. Yr hoy que en la tiesta lo halló de su cariño olvidado, el alma herida sintió cuando con otra lo vio rendido y apasionado. Ella, á quien fingió el amor tanta dicha en lontananza, hoy con amargo dolor ve marchitarse la llor de su mas dulce esperanza. «¿Qué me importa que natura su beldad copiara en mí?» la triste Estela murmura: «mas ¡ ay! que también yo dura con otros galanes fui. También yo falaz solia inflamar sus corazones y tierno amor les fingia; mas luego me complacía en matar sus ilusiones. ¡Ah Mirtilo! ¡Cuan ufano á Silvia llores ofrece! ¡ Ved cómo estrecha su mano mientras que de amor tirano la llama en mi pecho crece!» Y delirante, afanosa, víctima de su quebranto , una mirada ardorosa clava en Silvia, y «¡sé dichosa!» esclama anegada" en llanto. Siguiente EL MUSEO UNIVERSAL. 238 su casa, y hasta creia ya que luirlo bondadoso y llano se mostraba'con ella aquel señor cuando no se habia incomodado porque le halase simplemente de usted como trataba al alcalde y al cura del pueblo. II. Ocho días después de la llegada del señor de Madrid al Tomillar, los tomillareses estaban que reventaban de gozo y de orgullo. El forastero, que era hombre riquísimo y de ilimitada inlluencia, no solo cerca del gobierno sino cerca fie la misma reina, estaba decidido á proteger al Tomillar de modo que aquella pobre y olvidada aldea fuese dentro de poco tiempo una de las poblaciones mas prósperas y envidiadas de la Alcarria. El conde de Picos-altos, que este elevado título tenia aquel personaje, agradecido á la franca y leal hospitalidad que habia encontrado en aquella aldea y enamorado de las ventajosas condiciones que el Tomillar reunía sobre todo para la caza y la industria, estaba decidido á proporcionarle nada menos que las siguientes gangas: La de que pasase por allí el ferro-carril de Soria; La de que se declarase cabeza de partido judicial si es que no se conseguía que el Tomillar birlase á Guadalajara la capitalidad de provincia; La de que se perdonasen al Tomillar las contribuciones atrasadas; La del establecimiento , por cuenta del mismo opulento conde, de una gran fábrica de paños y otros tejidos que echase la pata á las que en otro tiempo dieron celebridad á Guadalajara y el Nuevo-Bazlan. La de la esplotacion en grande de los riquísimos criaderos de oro y plata que abundaban en el término del pueblo, según las observaciones que acababa de hacer el mismo conde , inteligentísimo en minería, como que sus riquezas procedían de descubrimientos que habia hecho de aquellos preciosos metales en Sierra Almagrera v aun en Iliendelaencina ; La del establecimiento en el Tomillar de un colegio de Padres Escolapios; La de la construcción por el mismo conde de un magnífico palacio de verano en las inmediaciones del pueblo, á cuyo efecto y para rodear el palacio de estensos jardines, viñedos y bosques de caza, compraría á los vecinos al precio que estos quisiesen los terrenos casi infructíferos que allí poseían. Y por último , y esta ganga era una de las que mas deseaban cazar los tomillareses, la de hacer que se adjudicase al Tomillar una dehesa que bacía siglos disputaban los vecinos de este pueblo á los del Retamar cascándose las liendres unos y otros dos veces al año, es decir, cuando los del Tomillar iban á la fiesta del R e tamar, y cuando los del Retamar iban á la fiesta del Tomillar. Estas eran las gangas que en general prometía el señor conde de Picos-altos á los vecinos del Tomillar. Entre las infinitas que prometía en particular, solo citaremos dos: el señor conde, queriendo recompensar el celo con que la tía Meregilda y Gomisindo le servían y obsequiaban , habia decidido nombrar á la tía Meregilda ama de gobierno de su nuevo palacio del Tomillar y á Gomisindo administrador de sus nuevas posesiones. Inútil es advertir que el señor conde, agradecidísimo á los obsequios de que era objeto por parle de todos los tomillareses, habia puesto á la disposición de estos su palacio de la calle del Burro en Madrid , donde siempre que pasasen á la villa y corte serian tratados á cuerpo de rey, siquiera rabiase el dueño del parador de Barcelona , que en lo sucesivo ya no tendría la honra de hospedar en sus cuadras á los tomillareses. Véase, pues, si la cosa era para reventar de orgullo y pegar un estallido de gozo. Viendo el señor conde que los bribones y grandísimos canallas de sus criados no parecían por el Tomillar, determino abandonar aquel hospitalario pueblo con tanta mas razón, cuanto que á su salida de Madrid le habia dicho S. M. la reina que estaba muy descontenta del ministerio y pensaba encargarle la formación de uno nuevo. Cuando los tomillareses recibieron esta triste nueva, nombraron una diputación , que pasando a ver al señor conde, rogase reverentemente á este que honrase por algún tiempo mas al pueblo con su presencia. La diputación cumplió fielmente su cometido; pero el señor conde de l'ícos-altos insistió en su resolución, y cuando el pueblo supo que decididamente su protector se ausentaba, se echó ¡i llorar como un becerro. Llegó por fin el instante fiero, es decir, el déla partida del conde, y e^U), corno los canallas de sus criados lo habían abandonado, y por lo tanto se encontraba sin dinero para pagará la tía Meregílda y gratificar espléndidamente á Goinísíndo, quiso dejar en prendas una sortija, i[ue so^un confesión del misino señor, valia un dineral, como que era recalo de la misma reina; pero la tía Meregitda y Comisíndo se echaron á llorar al ver la olensa que el señor conde les hacia creyéndolos capaces de desconfiar de él', y c o m o c ! cmuUí ] o s .,¡_ diese perdón por haber ofendido su delicadeza le manifestaron que únicamente les probaria su arrepentimiento aceptando para el camino una onza de oro que lunian ahorrada. Anterior El señor conde no tuvo mas remedio que aceptar la onza. El pueblo , na menos previsor y delicado en general que latía Meregilda en particular, pensó que el señor conde se encontraba falto de recursos con motivo de la bribonada de los canallas de sus criados y determinó ofrecerle, del modo mas ingenioso y delicado una cantidad decorosa que consistió en veinte onzas como veinte soles y que el señor conde no tuvo mas remedio que aceptar vivamente conmovido. El pueblo entero quería acompañar al señor conde siquiera basta el Retamar, pero el señor conde tan modesto como generoso se opuso obstinadamente á ello consintiendo únicamente en que le acompañasen hasta el término de la jurisdicción del Tomillar. —Ya que acompañemos al señor conde corto trecho, dijeron los tomillareses, acompañémosle como es debido. Y buscando la mejor carreta que habia en el pueblo, en un quítame allá esas pajas la engalanaron con un pintoresco toldo, la mulleron con colchones y almohadas, la adornaron de llores é hicieron subir á ella al señor conde. Cuando este se hubo colocado en ella dijo casi llorando de emoción: —Cuando ustedes gusten, señores, pueden enganchar los bueyes. —¡Qué mas bueyes que nosotros! esclamaron todos los vecinos á una voz: Y en efecto, la carreta partió tirada por la gente , y los vivas, y los sollozos y los patatuses comenzaron y no cesaron hasta que los vecinos del Tomillar perdieron de vista al señor conde de Picos-altos. III. Ocho días habían pasado desde el memorable en que el señor conde de Picos-altos abandonó el Tomillar dejando sumido en hondo desconsuelo á aquel vecindario y no se sabia aun si S. E. había llegado con felicidad á Madrid pues el señor conde no habia escrito á pesar de haberlo prometido y esto tenia en terrible ansiedad á los tomillareses, porque cuando el señor conde no habia e s crito, era señal de que estaba enfermo ó en el camino le habia sucedido alguna desgracia. El señor alcalde creyó que era llegado el caso de convocar á concejo para acordar el medio en primer lugar de saber del señor conde y en segundo de darle á. conocer, cuánto se interesaba el pueblo tomillarés en su preciosa salud. El alguacil locó, con perdón de ustedes, el cuerno con que desde tiempo inmemorial era uso y costumbre convocar á concejo, y todos los vecinos asistieron á las casas consistoriales, llevados por el cuerno. Después de largas y acaloradas discusiones en que mas de un orador—¡fuerzaes, aunquedoloroso, decirlo! —sacrificó á su inmoderado afán de lucir galas oratorias el sagrado interés de la patria vivamente interesada en resolver con premura aquella ardua cuestión; después de largas y acaloradas discusiones, repetímos, se acordó que el señor alcalde, el alguacil y el maestro de escuela pasasen, en representación del pueblo, á Madrid á visitar al señor conde con objeto de felicitarle si había llegado bueno y de decirle que se aliviara sí habia llegado malo. —Jinojo, dijo latía Meregilda cuando supo la d e terminación del vecindario, yo también voy á ver á aquel bendito señor. —Canute, añadió Gomisindo, yo voy con ustedes, madre, que no sea que el menistro vaya con zaragaterías al señor conde para que le baga á él administrador. La tía Meregílda improvisó un par de doceuítas do unos bollos que gustaban mucho al señor conde, arregló con mil primores su cenicienta cabellera en un par de rizos y medio par de castañas, se puso su saya de los dias de fiesta, se echó á la cabeza un rico pañuelo de a l godón, colocó en una cestíla de asa los bollos, y anda chiquita que ya estás aviada, ella y su hijo que también se habia ataviado con la elegancia que correspondía á un administrador en ciernes, fueron á reunirse con los delegados del pueblo tomillarés. El señor alcalde se habia engalanado con su soberbia capa de cinco duros, y el maestro, si bien como hombre de letras carecía de capa , se habia puesto corbatín apretado, calzón corto como su sueldo, medías de lana, y las manos en los bolsillos. En cuanto al ministro, no describimos su traje porque es el de un personaje secundario, corno que ministro es un cualquiera. Hala, bala, hala bacía la villa y corte, los representantes del pueblo lomillarés y la lía Meregílda, y el administrador electo, entraron al fin por la puerta do Alcalá al anochecer, montados en burros como ellos acostumbraban á viajar. I'ara presentarse al señor conde de Pieos-altos con toda la decencia debida, los cinco se lavaron la cara en el pilón de la Cibeles, donde también bebieron los cinco burros. Después de dejar las cabalgaduras <'ii el parador de Barcelona, continuaron hacia la Puerta del Sol. Al dar vista á esta, H señor alcalde empezó de r e pente á gritar: —¡Fuego! ¡fuego! ¡que se quema esa casilla! Inicio Y lanzándose hacia el kíosko luminoso que está frem al solar del Ruen-Suceso, y que era la casilla que en > concepto se quemaba, arrojó la capa al incendio pJ! sofocarle. ^* El encargado del kiosko, creyendo que el lugares tenia gana de broma, tomó la cosa por donde quema? dio de patadas al señor alcalde, y la multitud silbóá'la misma respetable autoridad. el alcalde salió de su error v, de las manos del , . Cuando , kioskero, el maestro, que era instruido como individua del ramo de instrucción pública, prorumpíó en esta sentencia digna de inscribirse en los cristales de los kioskos luminosos, para la debida claridad: —Toda autoridad que confunde la luz con el fues0 se espone á morir á puntapi puntapiés. ' ': Al llegar; i la calle Mayor el maestro preguntó á un muchacho: —Di, chico, ¿dónde vive el señor conde de Picos. altos? El muchacho contestó en voz natural: •—Vive en la calle del... Y añadió dando un tremendo grito casi al oído del maestro: —¡¡ Burro!! — Es cierto, es cierto, contestaron todos los lugareños, recordando que en efecto en la calle del Burro habia dicho el conde que tenia su palacio. Torciendo á la izquierda, entraron en la Plaza Mayor; pero lo que allí les pasó merece capítulo aparte. IV. El luti-li-inundi, el mundo nuevo, la catalineto; como ustedes quieran llamarle, alborozaba al numeroso y respetable concurso de soldados, niñeras y niños,lugareños y holios de Coria, que ocupaba media Plaza. —¡Racataplan , racataplan! redoblaba un tambor, y el hombre que le tañía gritaba: —¡Quién quiere ver por dos cuartos la vida del hombre malo! ¡Racataplan, racalaplan! ¡ Que vamos á empezar!... Animo, señores, que aquí se aprende mucho. —Madre, dijo Gomisindo, yo voy á ver eso, que los administradores necesitamos saber mucho para que no mos la peguen. —Y los menistros también , dijo el alguacil. —Pues andad, hijos, contestó la tía Meregilda. El alguacil y Gomisindo arrimaron la gaita á la ventanilla del mundo nuevo, en tanto que el señor alcalde i referia á un grupo de soldados las maravillas que el conde de Picos-altos iba á hacer en su pueblo, y Istia Meregilda y el maestro escuchaban como embobados la esplicacion de la vida del hombre malo. —Juega á la rajuela, en vez de ir á la escuela. •—Pega á su madre, y le llevan á la cárcel. —Sienta plaza en l.i tropa, y se deserta y roba. —I.os civiles le pillan, y va á presidio á Melilla. •—Cumplí! la condena, y se deja bigote y pera. —Se viste de caballero', y va á las casas de juego. —Tiene una chiripa, y se mete.á bolsista. —Lo entiende en la bolsa, y si gima cobra. —En la bolsa lo entiende, y no paga si pierde. —Queridas, juego y caballos, le dejan sin un cuarto. —Se mete á'minero, y con engaños gana LUÉB-ÜIncro. —Todo lo que ha ganado, se lo lleva el diablo. —Falsifica un papel, y se descubre el pastel. —Le busca un alguacil, y escapa de Madrid. •—Llega á no sé dónde, y la echa de conde. —Le creen los paletos, y les saca los dineros. —Dan los civiles con su persona, y le meten en carona, i • —Y al fin el hombre malo, las paga todas en el paraEl alguacil y Gomisindo se retiraron pensativos w tuti-li-mundi;; el alcalde escuchado laui a c e que q e había h t de d la l vida id del d l hombre h b l estaba t b a pensativo parte malo, pens bien , y la tia Meregílda y el maestro estaban mas pe sativos'aun que el alguacil, y Gomisindo y el alcaffl ^ —Di, alcalde, preguntó el maestro, ¿que te p do eso que ha contado ese hombre del tambor. —Hombre, que guies que te diga, que serian s brutos los lugareños que se dejaron embobar por 4 tunante. .. , — Y /re que tamien era conde, añadió Gomisina • —¡Muchacho!... le interrumpió el maestro con ridad. Y todos guardaron silencio. , s ¡ eso —Jinojo, dijo la tia Meregilda, yo he de s a » e r .¡¿ d jaIW es verdad ó faula. Diga usted buen hombre, ¡ da ¿el rigiéndose al hombre del tambor ¿es cfeüva la hombre malo? .,., , c¡vi—Pregúnteselo usted á aquel que llevan allí lo» les. que debo s;:berlo, contestó el charlatánn¿ulín creció varios civiles atravesaban la piaZ'' oljo ciendoá un hombre decentemente vestido ) a ld con codo. deifl" Los loniillareses lanzaron un grifo de sorpresa, e, dignación, di: dolor, de sabe Dios que al iecu» preso. —¡Señor conde! gritaron en coro. .. u i l 0 Ae Ae — ¡Ouó conde, ni qué calabazas! les c ? n t e s % e r á ese B los civiles. ¡Conde! condenado al palo si q" bribón dentro de pocos dias. Siguiente 239 EL MUSEO UNIVERSAL. cuando se las abona y cultiva esmeradamente, llegan á i ser como terreno que da abundante cosecha de, varios trillos en diversas estaciones, I Acaso al leer oslo habrá quien tenga por intempestiva la digresión , y sin embargo no lo es. Para los ingenios precoces el elogio suele ejercer oficios de, aire solano. Necesario es, pues, advertirles oportunamente el ríes- ! go que corren si se rinden á su halago en vez de precaverse contra sus malos efectos. La edad juvenil, poco reflexiva de suyo, es mas propensa que otra alguna al desvanecimiento, porque entonces el amor propio es mas ciego y confiado. Señalar el escollo en que puede ! AMONIO DE TIUEIU. llegar á estrellarse; decirle á tiempo que en ningún I caso debe dar alas á la soberbia; aconsejarle que en los elogios mire un estímulo para perseverar en el estudio y ¡ empresas mayores, y no una recompensa d e UNA JOVEN POKTIS-V Y l T \ NIXO POETA. acometer bida á quien tiene ya bastante' con lo que sabe y hace, ' es de lodo punto indispensable cuando se trata de elo1. giar, y de elogiar con justicia, á una delicada poetisa i La poesía es como flor de los campos: lo mismo nace de diez y ocho abriles y á un poeta y escritor que apeespontáneamente entre los hielos del polo, que en las nas ha cumplido doce años. espléndidas florestas del Ecuador; así en la niñez y en Censuren algunos cuanto quieran á la mujer que hace ¡ la juventud, como en la edad varonil y hasta en la triste versos. Declamen á destajo , si asi lo estiman conve- j J M . Determínanla sí en cada una de estas edades ca- nieiile , contra toda aquella que por ineludible necesiracteres distintos, como son diversas las flores ó plan- ; dad de su propio ser se abandona á estos inocentes | tasque nacen en opuestos climas; pero siempre será desahogos del alma. Contra el humor atrabiliario de ta- | poesía, siempre será espontáneo brote del alma, rico les censores hablará siempre muy alto la inspiración ! «n delicados perfumes y apto para ser comprendido y delicada de la mujer que sienta arder en su pecho la ! apreciado de todas las inteligencias, para insinuarse en llama sagrada de la poesía. ¿Y por qué renegar de la tollos los corazones templados al calor del verdadero mujer poela? ¿Por qué mirarla con prevención desfavorable? ¿Por qué empeñarse el hombre en vincular en sentimiento de lo bello. La poesía nacida en almas que están en la prima- su sexo lo que, no le es dado monopolizar por mas que, vera de la vida siempre aparece fresca, sencilla, can- haga? ¿Acaso es él dueño de distribuir á medida de dorosa: es, y no puede menos de ser, mas espontánea su capricho , de su amor propio ó de su egoísmo dotjueartística, mas ingenua que brillante. Ilumínala el nes que solo Dios reparte? ¿Dónde está el derecho en sol de la inocencia y de la alegría, el sonrosado albor que se funda esa des nedida aspiración á establecer diferencias que no existen entre la aptitud mental de de los primeros deseos y esperanzas. Vive respirando la mujer y la del hombre? En paridad de circunsla serena felicidad que se apacienta en cosas sencillas y tancias, cultivadas ambas igualmente, ¿quién puede naturales, en una flor delicada, en un arroyo traspa- as"!íurar que las facultades intelectuales del hombre harente, en un amor casi etéreo que apenas sospecha brían de sobrepujar á las de la mujer? De mi sé decir todavía las tempestades y horrores que suele engen- que en la mayor parte de los casos no vacilaría en sedrar esta pasión cuando la impulsan estímulos mas vi- guir la opinión contraria, seguro de acertar y sin r u gorosos y exigentes. ¡Dichosa edad, que solo bebe en borizarme al confesarlo. fuentes puras y encuentra un tesoro de inspiración en afectos que todavía no pueden llamarse pasiones, ó en Podrá ser que yo viva engañado; pero siempre he «bjetos naturales que á pesar de su elocuencia y de sus creído que la mujer es capaz de superar al hombre cu encantos están mudos para el hombre arrastrado en todo lo que sea virtud, sacrificio, perfección; y acaso «I torbellino de la sociedad! ¡Felices años aquellos en por esto mismo la que llega á salir de mala índole esceipe el alma vive soñando, y en que aun no se encuon- de en perversidad al hombro mas abominable. Sin e m Iraavasallada por pensamientos y sentimientos que siem- bargo, eslos monstruos (verdadera aberración del sexo pre ocultan cierta levadura de egoísmo ! Un poeta lo ha femenino) son raros en la naturaleza humana. Para bien dicho: el tiempo tiene dos alas; una que seca nuestras de la humanidad no abundan mujeres como Lady Maelágrimas, otra que se lleva nuestras alegrías. Detenga- beth y Lucrecia Horja. El hombre, no tiene, pues, razón mos al tiompo ú olvidémonos del que ha pasado. Coja- legítima para apropiarse el monopolio de la superiomos las rosas antes que se marchiten. Gocemos estas ridad intelectual que quiere ejercer á toda costa. Y ¿qué sudorosas inspiraciones infantiles despojados de toda diremos si se establece parangón, no ya entre las faculprevención artística, de loda exigencia propia de un tades mentales, sino entre los sentimientos del alma? El corazón en que ha hecho molla la lima del desengaño, corazón del hombre cs capaz de grandes cosas; pero en bigamos la ¡nocente voz de esta poesía juvenil, como el corazón de la mujer caben mayor abnegación y deliM oye al cabo de muchos años una suave melodía que cadeza, sacrificios mas desinteresados y constantes. El los conmovió dulcemente en la niñez, y que despierta corazón de la mujer es mas capaz de resignación que el «n el alma, con toda la vida y luz de, la realidad , el r e - del hombre; por eso es mas grande en el sacrificio. El corazón de la mujer buena es el mayor de los tesoros. * «Mo de aquella edad de inocencia. ! ¿Por qué vituperar á aquella cuya mente inflama el r a werto eminente crítico , formando ad lioc una teoría ¡ yo divino de la poesía? ¿Acaso hay gran pensamiento P«a con arreglo á ella condenar injustamente á un que no nazca del corazón? ¿Y" quién sabe sentir como la ^ P o e t a , lia dado á entender que los niños precoces mujer, quién comprende, quién puede espresar como 'Mtii producir algunos frutos brillantes, pero que se ella los delicados é imperceptibles matices de los afec*«n inmaturos, y pasan una vida intelectual enfer- tos humanos? ¿Quién describirá con mayor ingenuidad ma,como de aborto sietemesino. El ejemplo mismo y candor las admirables armonías do la creación, la b e J e «Ha Nisard en apovo de su tesis basta y sobra para lleza de los campos, la hermosura de la luz, las mis«batir ja teoría. " teriosas ondulaciones del aire que susurra melodiosation " I " q u e Í u z 8 " e l a s c o s a s desnudo de preocupa- mente con los arroyos ó entre las hojas del árbol? sistemática, y tenga siquiera idea de lo que es No conozco personalmente á la señorita Do5í\ DOLORES C™. j quién qque la sepa p sentir creerá hoyy ((sean cuales re s i l s _u . (l SUS onininnoo opiniones nnlít¡^..c políticas vv 1itni-:m:i^ literarias) míe que en en nllill- \ DE FEDERICO , de quien son los versos que me han i m s e lla autor pulsado á tomar la pluma; pero sé que á su angelical eu. n P ° podido decir de Victor Hugo, del au .... poeta poeta de de las las Orientales que hermosura reúne un tesoro de bondad, que es la mayor ía m ~ y Balaflas, , del " " ' P '. malogrado? Pues por espíritu dde escuela y mas preciada hermosura de la mujer. Desde los mas tiernos años ha consagrado sus ocios al cultivo de la ... ., a tiempo ese error el erudito Nisard. piulen tendrá valor de defender que Les Voir intc- poesía, con la ferviente vocación que en almas jóvenes es ¿ujo ' ^ Rayons el les Ombres y Les Feuilles (V y apasionadas es como segunda naturaleza; y apenas j liZesD e . s o n materia acerba y desabrida , según la fe- cumplidos diez y ocho años de edad, encuentra ya en nuestro Virde d' '0Ií admirable Rioja? ¿Podrían ser- su lira tonos tan agradables y seductores como los del Iravao,.,- p a a juicio tan arbitrario íos defectos y escantar sabroso no aprendido i '"mitei s 1 u e encuentra el buen gusto en algunas, '"lumen -i• T V6Z ( ' e ' a s composiciones reunidas en esos de que habla el primero de los líricos españoles, el indofj|sa 6s ' "'°> ciertamente. Y sin embargo, aun sien- signe maestro Luis de León. deducir'(j611!?11 COIlc eplo, la teoría de Nisard se puede Véase, en prueba de ello, la siguiente, poesía en que hay quintillas que no desdeñaría Gil Polo y en que se Los j M ^ .'a algo digno de atención, er S rfiC0( ^fdíosá°f "j P 'es están mas espueslos que los revela desde luego con indefinible encanto la suavidad y se tanto culf Pronto s in savia, y necesitan por lo ternura de la mujer, la candorosa ingenuidad de un coPira no r>y°i m u ^ esmerado y nutrimento muy sano razón juvenil. disten de fl í malograrse. Por lo mismo que se EL PRIMER DOLOR. mitades I i°S ' 0 I n P r auas y <pe dan f'rulo cuando las j i v ' a en vp i a ' " l a (limítaseme la frase) no están lo¡<)ué tarde tan deliciosa! m r a sa/ 011 c s Ucho I ' » necesario alimentar y cuiLas auras, con qué dulzura a 1U ta ;ua m l e esa S°' Warcl t ' ' P fecundidad anticipada agitan la tierna rosa ' e . sin i a "í lfts '' e tiempo. Sin este, alimento saluy la dalia pudorosa, cu '"ento ñor f i 'dado cariñoso pueden brillar un momurmurando en la espesura! °° las aíni | n n o s u r a del color, como brillan en veraEse arroyo que bóllente i p P ° ' a s ; pero morir tan pronto como ellas va deslizando entre flores °r el contrario, cuando no se las descuida, " A d o n d e le traen ustedes? "Ivl Retamar donde hacia cerca de ocho días oslaba á aquellos brutos dieiéndolos (pie ora conde é •convertir en una .lanía el pueblo, cosa que creían wllosanimales que debían comer paja y colinda. •Sí señor, si señor que debíamos comer paja y ceta77esclatnaron á una voz lodos los lomillaroses conSendo mentalmente, en que era api ¡calilo también á S o q u e el civil decía de losrol;amaresos sus vecinos, v se dirig>pron trislemenle a do:irmir con sus dicnos ^pañeros los burros Anterior Inicio su cristalina corriente, ¡cuál copia del sol ardiente los últimos resplandores! Gime entre el follaje el viento ungiendo arrullos suaves, y con armónico acento brindan plácido contento céliros, fuentes y aves. Venid, zagalas, bajemos á la ribera del río; por ella alegres vaguemos; sus frescas brisas gocemos; venid, que llega el estío. Venid, y la sien ciñamos de, las ninfas del llenares; formemos brillantes ramos, que á ello convidan ¡corramos! las auras crepusculares.— Y la comparsa ligera de pastores y zagalas, dirígese á la pradera que cubrió la primavera con sus mas risueñas galas. De mirto, clavel y rosas tejen fragantes guirnaldas, y en sus frentes candorosas parecen aun mas hermosas las azucenas y gualdas. Cantan sencillos amores; mas suenan del tamboril los acordes precursores, y al punto dejan las flores del pintado mes de abril. Los unos gozan bailando; otros su inocente amor en voz baja confesando, y otros tan solo escuchando ¡os trinos del ruiseñor. Mas ¡ay! entre las doncellas que se entregan al solaz, la mas bella de las bellas, la reina de las estrellas ¿por qué lia inclinado la faz? ¿Por qué, pálida y llorosa, de la danza se retira, y con mano temblorosa rompe su corona hermosa y al arrojarla suspira? ¿Por qué silencioso llanto baña su tersa mejilla? ¿Qué motiva su quebranto? ¿Por (pié se oscurece tanlo la luz que en sus ojos brilla? Feliz llevó ayer la palma de la inocente alegría; ¿qué dolor turba su calma? ¿Qué pena vierte en su alma la negra melancolía? ¡Ah ! de Mirtilo el desden es lo que la niña llora; él era todo su bien; con él soñaba un edén la enamorada pastora. Y hoy que en la fiesta lo halló de su cariño olvidado, el alma herida sintió cuando con otra lo vio rendido y apasionado. Ella, á quien fingió el amor tanta dicha en lontananza, boy con amargo dolor ve marchitarse la ñor de su mas dulce esperanza. «¿Qué me importa que, natura su beldad copiara en mí?» la triste Estela murmura : «mas ¡ ay! que también yo dura con otros galanes fui. También yo falaz solía inflamar sus corazones y tierno amor les fingía; mas luego me complacía en matar sus ilusiones. ¡Ah Mirtilo! ¡Cuan ufano á Silvia flores ofrece! ¡ Ved cómo estrecha su mano mientras que de amor tirano la llama en mi pecho crece!» Y delirante, afanosa , víctima de su quebranto , una mirada ardorosa clava en Silvia, y «¡ sé dichosa!» esclama anegada" en llanto. Siguiente EL MUSEO UNIVERSAL. 240 honesto , que fue señor desta casa, á quien sus criart I mataron por robarlo , y le enterraron en este lusarT* I vn relicario al cuello, por el qual no le hemos lien? I al infierno con su alma, y le atormentamos aquí- • I se le quitas posseerás esta casa en paz. Apartaron!, I descubrieron el cuerpo consumido, y él llegó v lo ' I tó el relicario, y al punto cuerpo y enlutado "v Jt~ I desaparecieron de allí. El buen cauallero se subió á I aposento , y á la mañana besó la mano al Emperador I le contó lo que le auia sucedido, y su Magestad le hhl I gracia de la casa , y la posseyó por su vida, v desnn« I sus descendientes. En que se ve con euidencia nuanb I verdad es lo que diximos, que castiga Dios á tosía» I nos, no solamene en el alma, como á los demás en" denados, sino también en el cuerpo , anticipándoles la" ' penas que los «lemas pecadores lian de padecer des ' eb pues.» (Pags. 1 1-í á 11S). " Para probar la gravedad del delito del hurto, v cónu. deben los soldados procurar no caer en él refiere el P. Alonso de Andrade, en el cap. XX, de la parte 1 >d El buen soldado católico, entro otros ejemplos el si guíenle: ' uFray Tomás de Canlimprato escriue, que conocióá vna muger de ciento y treinta años, prima hermana de su padre, la qual le contó el caso siguiente. Junto á Bruselas, de donde era natural, auia vna conpañiade sesenta soldados alojados, los quales viuian solamente y entre ellos auia vno que era mas atreuido que los demás, el qual se preciaua de hazerse temer, y de que I-AI'IUA CF.LTIÜERICA, l'MCA DK SU CLASE DESCLK1EKTA EN CATALINA. nadie le resistiesse: aprouechauase con osadía de las Se halló al derribar lince poco tiempo el arco de San Ramón del Cali, contiguo á la real audiencia de Barcelona. Interpretada en vascuence , haziendas de todos, sin perdonar ni á pobres ni á ridice asi: Ai irni lieer guiña: Yo soy el rey de las estrellas. Los caracteres están grabados en hueco. cos. Este salió vn dia á justar con sus camaradas, j vno dellos le atrauesó vna langa por el cuerpo, y cayó mucho aliento y valor, y que por sus puños y gloriosas muerto del cauallo: enterráronle con la honra acostumY cual una flor tronchada, hazañas hauia alcanzado grandes puestos en la milicia. brada, y sucedió que caminando vn criado suyo de vn la pálida frente inclina... A este cauallero le dieron alojamiento los Magistrados lugar á otro, vio venir á su amo difunto en un cauallo, mas la luna nacarada de la ciudad vn inuierno que el Emperador quedó en admiróse, y temió, mas llegándose cerca le dixo: No por aereas nubes velada Alemania , en vna aldea, que fue poco" menos que en el temas, sino sube aqui á las ancas, y llegarás mas presto ya el horizonte ilumina. campo. Como era noble, y antiguo, y alentado, quejóse al lugar: no osó replicar, obedeció y subió, y para Cesa el ave en sus querellas con voz alia, y pidió que "atento á sus prendas y sefui- assentarse bien le echó mano abracándose con él", y á tendiendo á su nido el vuelo, cios, se le diese alojamiento en la ciudad: los Magistra- caso topó con la herida, y con el pedaco de la langa que y mil brillantes estrellas dos desearon contentarle, mas no hallarían casa com- le auia quedado dentro. Iva confuso sin atreuerse á dedestacan sus luces bellas '• pétente. Auia á la sazón vna que auia sido de vn caua- zir nada. Llegaron breuemente al lugar, y dixole el sobre el limpio azul del cielo. llero de quien no se sabia donde estuuiesse, la qual difunto: Apéate y di á todos que vayan á la tardeámi aunque era buena y capaz , eslaua cerrada , sin atre- sepulcro, porque vean la justicia que se haze en vn Duerme el céfiro amoroso | uerse persona alguna á entrar en ella, por vnos gran- soldado, y para que te crean llena este hierro de mi en el cáliz inocente ' des ruidos que se oían de noche, sin saber quien los lauca.—Cumplió el soldado su mandato, y fueron con de la flor, y silencioso hiziesse ; y assi corría la fama de que estaua encantada, él muchos al sepulcro, y entro ellos el matador, y vieyace el cristal espumoso ó que auia en ella demonios. Dixeronle á este capitán ron todos el cuerpo descubierto, y vn exército de cuerde la juguetona fuente. lo que passaua, y que si se alreuia á viuírla, so la d a - uos, y milanos, y de aues de rapiña que leestauaudesY la comparsa ligera rían luego; admitióla con gusto, blasonando de que pedacando, y se" le comían á bocados; dando con esta de pastores y zagalas haria él temblar de miedo á todo el infierno: diéronsela, justicia testimonio de la que en el infierno seliaziade se aleja de la pradera entró con sus criados, puso la cama en el primer apo- su alma , entregada á aquellas furias infernales que la que cubrió la primavera sento del primer suelo, las de los criados mas adentro, atormentarán para siempre, y fue digno castigo de su con sus mas risueñas galas. á quien dio orden que no se mouiessen vn passo hasta delito, que fuesse entregado á las aues de rapiña el que que él los llamasse.—Llegada la noche encendió achas, auia sido aue de rapiña para lodos los Christianos.» (£•re Pero al cruzar por los prados cenó y armóse, y echóse assi armado sobre la cama. A buen soldado catilico 1/ sus oldii/aciones, por el pa« que baña el sonoro rio, consejo de Estad/) y poco rato empero el ruido, el qual ora tan grande, que Alonso de Andrade.—Dedieadoal á su alegría entregados, parecía temblar toda la casa, y venirse abaxo; saltó de Guerra de su magestad.—Madrid año 1042.) contemplan, de horror helados, de Estela el cadáver frió. ; la cama con denuedo embragado el escudo, con vna acha encendida en la mano, y con vna espada en la A ella su primer amor : otra, vn tahalí sembrado de pistolas , y salió al primer abrió del cielo la puerta GEROGLÍFICO. corredor el cauallero auenturero armado con estas armas por la senda del dolor: á pelear con el diablo. Estimo atento, y parecióle que ¡ pobre niña! tierna flor sonaua el ruido abaxo, descendió por la escalera y como marchita apenas abierta. i iva baxando lo parecía que se iva acercando á quien ¡Qué perfume de ingenuidad y de candor no respira hazia el ruido, llegó al palio, y parecióle que sonaua esta sencilla historia de un amor que muere al soplo en la cueua , que era profunda y grande á medida del helado de la falta de correspondencia, y en que la tier- Palacio : no dudó de ver el fin , y reconocer la causa na víctima ve un castigo providencial á la falta de h a - del aquel estruendo, y assi baxó con denodado aliento ber jugado por mero capricho con ágenos afectos, qui- por los escalones de la cueua abaxo, en la qual á cierta zá abriendo con juvenil ligereza heridas mortales en distancia vio quatro hombres de grande estatura cubiercorazones verdaderamente apasionados! Este modo de tos de pies á cabega con capuces negros, los quales comprender y espresar lo que se debo á la santidad de tenían magas de hierro en las manos, y jugando dolías un amor puro, es de mayor elocuencia que cuanto se todos á un tiempo, descargarían el golpe con tanta pudiera añadir aquí para demostrar la rectitud de ideas fuerga en medio, como en vna yunque, y de aquel goly sentimientos que abriga la linda aulora de El primer pe resultaua el ruido que atronaua la casa. Estúuoselos mirando vn rato, pensando en la resolución que t o dolor. maria, y al fin la tomó, mas como soldado ariscado, MANUEL CAÑETE. que como Chrístiano prudente, subióse arriba, y dexolos proseguir en su tarea, y echóse á dormir en su cama.—Venida la mañana calló lo que auia visto, y mandó á vn herrero quede hiziese vna maga corno JlISCKLÁNEA. las que aquellos tenían , y á vn sastre que le hiziesse vn capuz , en todo semejante al de los enlutados, y llegada Para que se vea la índole de muchos libros del si- la noche, y el tiempo en que sonó el ruido, vistióse glo XVII, en que tan en boga estaban los cuentos fantás- el capuz y tomó la maga, y vna acha encendida, y fuesse ticos de seres sobrenaturales y do raras y pavorosas á donde estavan, ysando' deslas armas á fuer 'de solaventuras, vamos á inserlar á continuación dos peregri- dado, como si saliera con ellas á desafio, cuya leyes nos ejemplos de los que. el P. Alonso de Andrade pone que sean en todo ¡guales, hallólos en la misma forma en su Tratado espiritual y moral para desierrar los vicios que la primera noche , y poniéndose en medio de dos de los soldados y exhortarlos al ejercicio de las virtudes, (¡ellos, empegó á jugar la maga á dos manos, como los titulado: ¡A ln:cn snhlutlo raliiliiv 1/ >iis obligaciones, dichos la jugauan; peni sucedíale nial, porque él daua en o bbr a p p u bal idc a a d a en e n Madrid M a d r i d e n e l a ñ o ile 1 ( ¡ ¡ 2 . vago, y se quebraua los bragos, y ellos dañan en cosa l'ara encarecer cuan grandes son los daños que causa dura, y hazian aquel estruendo.'Yislo esln, y que no en los soldados el vicio ,|;, la sensualidad, y cómo deben le hahláuan, ni ha/.iau mudanea en su Irabajo, se retiró a solución en el número próximo procurar ser honestos, relicre el mencionado autor en vn poco, y les dixo: De parle, de Dios os mando, que el i) II del cap. XVII XVII, do la parle primera eulre oíros l un caso que dice sucedióú un soldado del em- me digáis quién sois, y qué hazeis cu este lugar. A ejemplos, eslas palabras respondió' el vno dellos las siguientes.— perador Carlos V.—«Ln el tiempo que el emperador Nosolros somos ministros de la justicia de Dios, y osEDITOR KESPO.NSABLE I). JOSÉ R O I G . - I M P . DE " * Carlos V, de felice recordación, nndaua en las guerras de larnos aquí atormentando el cuerpo de vn hombre desEDITORES. MADRID : PRINCIPE , i-^^_ Alemania, lleuaua en su compañía vn soldado nuble de G A S M Anterior Inicio
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