04 de marzo de 2017 Opinión Interinos y funcionarios El ministro portavoz anunció ayer que el Gobierno tiene intención de incluir en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2017 una oferta de empleo público para la reducción de interinos en Educación y Sanidad, por lo cual el ministro de Hacienda estaría ya examinando, junto a las organizaciones sindicales y comunidades autónomas, «las necesidades de plantilla» docente y sanitaria. La medida no será inminente y probablemente se efectuará progresivamente ya que la tasa de interinidad es muy elevada y las disponibilidades presupuestarias son siempre reducidas. Pero algo hay que hacer, ya que el número de interinos se aproxima a los 400.000 en un sector público en el que hay poco más de tres millones de funcionarios. Según fuentes sindicales, la tasa de interinidad supera el 20% en el sector de Educación. Además, una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea impuso a un tribunal español la obligación de equiparar la indemnización por despido de una trabajadora interina a la de los trabajadores fijos, lo que sugiere una obligada revisión del modelo. La interinidad dura en España hasta 19 años, y en un sistema como el nuestro en que se accede a la condición de funcionario público «de acuerdo con los principios de mérito y capacidad», una provisionalidad tan larga constituye una anomalía insostenible, que debe ser solventada mediante los correspondientes sistemas de acceso. Claro está que lo lógico sería que se aprovechara esta oportunidad para reformar la función pública en su totalidad, manteniendo sus principales características pero perfeccionando los sistemas de formación permanente y promoción interna e incentivando la carrera profesional de forma que no se produjeran tantas defecciones de los niveles altos a la empresa privada. Los grandes servicios públicos de este país, de los que tan orgullosos estamos -la Sanidad y la Educación especialmente-, se encuentran en manos de funcionarios que probablemente merecerían mejor trato, más oportunidades profesionales y un reconocimiento mayor de su labor. La transitoriedad del carácter de interino sería sin duda una de las medidas deseables para estabilizar el modelo y eliminar ciertas sombras de lo público.
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