Lección 5 para el 4 de febrero de 2017 El Nuevo Testamento nos habla del bautismo del Espíritu Santo y de cómo éste es derramado sobre los creyentes. ¿Cuáles son las condiciones para que ocurran estos acontecimientos en nuestra vida? ¿Cuáles son los resultados? “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11) El bautismo de Juan (de agua) y el de Jesús (de Espíritu y fuego) son complementarios. Generalmente, el bautismo de agua (para arrepentimiento) precede al del Espíritu. Pero en otras ocasiones el orden puede invertirse. “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11) Recibir el Espíritu Santo y ser bautizados van de la mano. Señalan nuestro nuevo nacimiento. En el bautismo somos identificados con Cristo y Jesús nos da el Espíritu Santo para que podamos vivir en su poder y proclamar las buenas nuevas. Por otra parte, el bautismo del Espíritu es una experiencia que une a los creyentes: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo” (1ª de Corintios 12:13). El agua no cambia a nadie, es solo un símbolo externo de un pacto personal con Dios. El Espíritu, por el contrario, sí transforma nuestra vida. ¿Cómo ha transformado el Espíritu Santo mi vida? “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo” (Hechos 13:52) El bautismo del Espíritu debe ser una experiencia continua en nuestra vida. Cada día debemos ser llenos del Espíritu Santo, sometiendo nuestra voluntad a Dios y dejándonos dirigir por Él. El Nuevo Testamento incluye muchos ejemplos de personas que fueron llenas del Espíritu de forma habitual y en momentos específicos de su vida. Elisabet (Lucas 1:41) Zacarías (Lucas 1:67) Pedro (Hechos 4:8) Esteban (Hechos 6:5; 7:55) Bernabé (Hechos 11:24) Pablo (Hechos 13:9) El Espíritu nos llenará cada día mientras nos sometamos humildemente a su voluntad, permitiéndole que posea cada aspecto de nuestra vida. ¿Qué condiciones debemos cumplir para recibir el bautismo del Espíritu Santo? Arrepentimiento (Hechos 2:37-38) 1 Fe (Gálatas 3:14) 2 3 Perseverancia (Lucas 11:8-10, 13) 4 Obediencia (Hechos 5:32) 5 Abandono de toda impureza (Judas 18-21) 1 Sentir tristeza por el pecado, y un deseo de 2 3 4 5 cambiar completamente el corazón y la mente. Creer en la promesa y confiar en Dios. Orar persistentemente nos eleva a Dios y nos prepara para recibir sus bendiciones. Expresar nuestra fe siguiendo la voluntad de Dios. Abandonar completamente el pecado. “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13) CENTRADO EN EL YO CONTROLADO POR EL ESPÍRITU Desea lo que es pecaminoso y Desea lo que es espiritual y que que desagrada a Dios. agrada a Dios. Cuando, con la ayuda de Dios, cumplimos los requisitos para ser llenos del Espíritu Santo, nuestra vida es inevitablemente transformada por Él. Es controlada por pasiones pecaminosas. Es controlada por el Espíritu. Utiliza mal su libertad y termina siendo esclava del pecado Es librada de la esclavitud del pecado y es llamada a ser libre en Cristo. Es desobediente a la voluntad Es obediente a la voluntad de de Dios. Dios. Busca la complacencia propia. Es abnegada. Evidencia el fruto del pecado. Evidencia el fruto del Espíritu. No reconoce la necesidad del perdón y es arrogante. Reconoce la necesidad del perdón y alaba a Jesús por lo que él ha hecho. “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13) Por nosotros mismos no podemos pasar de disfrutar del pecado a disfrutar de la santidad. Nuestros gustos y nuestros deseos deben ser cambiados. Es Dios quien nos ayuda a cumplir las condiciones para recibir el Espíritu Santo, y es Dios también el que produce en nosotros los resultados de una vida transformada. Pero jamás hará esta obra sin nuestra cooperación y una constante entrega de nuestra voluntad a Su voluntad. E.G.W. (Nuestra elevada vocación, 28 de mayo) “El Espíritu ilumina nuestras tinieblas, informa nuestra ignorancia, y nos ayuda en nuestras múltiples necesidades. Pero la mente debe buscar a Dios en forma constante. Si se permite que la mundanalidad entre en ella, si no tenemos deseos de orar, ni deseos de estar en comunión con él, quien es la fuente de la fortaleza y la sabiduría, el Espíritu no permanecerá en nosotros… La religión de Cristo significa más que el perdón del pecado; significa que el pecado es quitado y que el vacío es llenado con el Espíritu. Significa que la mente es divinamente iluminada, que el corazón es vaciado del yo, y llenado con la presencia de Cristo. Cuando esta obra sea realizada por los miembros de la iglesia, la iglesia será una iglesia viva y activa”
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