COMPROMETIDOS Y TESTIMONIALES: DOS POSTURAS ARTÍSTICAS EN COLOMBIA DURANTE LOS AÑOS SESENTA. ADRIANA PEÑA MEJÍA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES CARRERA DE HISTORIA BOGOTÁ, D.C. julio de 2010 1 COMPROMETIDOS Y TESTIMONIALES: DOS POSTURAS ARTÍSTICAS EN COLOMBIA DURANTE LOS AÑOS SESENTA. Monografía de grado Presentada como requisito para obtener el título de Historiadora En la Facultad de Ciencias Sociales PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Presentado por: ADRIANA PEÑA MEJÍA Dirigida por: MARÍA SOL BARÓN PINO Semestre II, 2010 2 DEDICATORIA A mis dos brillantes estrellas en el cielo: María T y Pedrito, quienes a pesar de no estar físicamente presentes, siempre lo estuvieron en mi mente. A Lily, por su inquebrantable postura y sus acertados consejos. A Payito, por su apoyo incondicional, su comprensión, su paciencia y su ternura. Y a todas las víctimas olvidadas de la violencia y represión Estatal en Colombia. 3 AGRADECIMIENTOS Esta monografía no hubiera sido posible sin la presencia de diferentes Instituciones y personas, quienes me ofrecieron amablemente su ayuda durante este año de investigación. Por tal razón, quisiera agradecer a los artistas Pedro Alcántara Herrán, Carlos Granada, Augusto Rendón y al historiador del arte Álvaro Medina, quienes me aportaron valiosos conocimientos sobre el arte y el espíritu de los años sesenta en Colombia. Igualmente, agradezco los comentarios y atinadas sugerencias del Doctor Jaime Humberto Borja, quien a lo largo de la investigación estuvo presente para apoyarme y animarme. Asimismo, quisiera agradecer muy especialmente a María Sol Barón, mi directora y mi profe, por haberme dedicado largas horas de su tiempo, por haberme dado la oportunidad de trabajar como asistente de investigación, por ayudarme a reconocer en el arte el alma de una época y de una sociedad, y por impulsarme a vivir a través de las imágenes. También, agradezco a los funcionarios de la Biblioteca Luis Ángel Arango y a los de la Biblioteca General de la Universidad Javeriana, ya que sin su asesoría no hubiera podido encontrar la suficiente información para la investigación. Por último, todo mi amor y agradecimiento a mi mami y a mi hermanita, por estar constantemente a mi lado y por hacerme sentir lo más importante de este mundo. 4 TABLA DE CONTENIDO INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………...7 1. ANÁLISIS POLÍTICO-CULTURAL DE LOS AÑOS SESENTA .............. 19 1.1 RADICALIDAD Y DESEOS DE MODERNIDAD ................................... 20 1.2 DESCONFIANZA Y AGRUPACIÓN SOCIAL ............................................. 25 1.3. El GRAN MITO COLOMBIANO Y EL GIRO ARTÍSTICO ........................ 32 1.3.1 Gran mito .................................................................................................... 33 1.3.2. Giro artístico. ............................................................................................. 35 1.4. RELACIONANDO LOS TRES ELEMENTOS PÉCAUTIANOS. ................ 41 2. AMBIENTE ARTÍSTICO NACIONAL. HETEROGENEIDAD E INNOVACIÓN .......................................................................................................... 44 2.1. LA BIENAL DE MÉXICO Y LOS FESTIVALES DE VANGUARDIA EN CALI. ...................................................................................................................... 44 2.1.1 La ruptura ................................................................................................... 45 2.1.2. Festival de Arte de Cali vs Festival de Arte de Vanguardia. .................... 51 2.2. TENDENCIAS Y NUEVOS ARTISTAS ....................................................... 55 2.3. OTRAS EXPRESIONES FIGURATIVAS ..................................................... 69 2.3.1 La nueva-figuración en la pintura colombiana ........................................... 72 2.3.2. Resurgimiento y nueva-figuración en el grabado nacional ....................... 78 3. ARTE COMPROMETIDO Y ARTE TESTIMONIAL. ............................... 87 3.1. LAS DIFERENTES MIRADAS SOBRE EL ARTE COMPROMETIDO. .... 90 3.1.1. Mirada desde afuera: El arte comprometido según críticos y comentaristas ............................................................................................................................. 92 5 3.2. LA VIOLENCIA: MIRADA DESDE LOS ARTISTAS TESTIMONIALES Y COMPROMETIDOS. ........................................................................................... 103 3.2.1. Arte Testimonial: Alejandro Obregón, Norman Mejía y Luis Ángel Rengifo. ............................................................................................................. 104 3.2.2. Arte Comprometido: Pedro Alcántara, Carlos Granada y Augusto Rendón. ........................................................................................................................... 119 4. CONCLUSIONES ........................................................................................... 136 Tabla de Ilustraciones ............................................................................................... 140 Fuente Primaria Consultada ...................................................................................... 143 Bibliografía ............................................................................................................... 147 6 INTRODUCCIÓN. El presente trabajo surgió principalmente del interés y la curiosidad por recrear la historia por medio de las imágenes, ya que a través del arte se puede abstraer lo que se pensaba, se sentía y se transmitía en una sociedad de un determinado periodo. Asimismo, otra razón por la cual el arte es esencial en nuestras vidas es por su carácter simultáneo, ya que permite reconocer ciertos atributos y actitudes humanas del pasado que son vigentes en el presente. De esta manera, la presente investigación aporta en el campo de la Historia no sólo una posición diferente porque muestra de qué manera una época, una mentalidad y ciertas actitudes colectivas pueden ser explicadas a través de la relación arte-historiacultura, sino también porque permite reflexionar sobre la continuación de la misma desesperanzadora situación política de nuestro país. Igualmente, éste trabajo aporta a la Historia del Arte Colombiano una visión nueva de concebir el arte porque se trabajó con los objetos artísticos, con la opinión de los artistas y con la información escrita del periodo, apoyándonos en las diferentes visiones de aquel entonces. Pero ¿Por qué analizar el arte de los años 60 y específicamente los artistas comprometidos y testimoniales? Colombia fue considerada un país cerrado1, porque según Marta Traba, al estar supeditada a las tradiciones y al ideal nacionalista, no progresaba artísticamente y se alejaba de lo que ella consideraba arte moderno. Sin embargo para mediados de los años 60, ésta crítica de arte comenzó a reevaluar sus ideales estéticos, creando una gran brecha de lo que ella había expuesto durante la década de los 50 y lo que terminó 1 Marta Traba en su libro Dos décadas vulnerables en las artes plásticas latinoamericanas, 1950-1970, considera a Colombia, Ecuador, Bolivia y Paraguay como “áreas cerradas”, ya que en aquellos países “predominan las condiciones endogámicas, la clausura, el peso de la tradición, la fuerza de un ambiente, el imperio de la raza india, la negra, y sus correspondientes mezclas con la raza blanca”. En pocas palabras el arte de los países cerrados es un arte estático y anticuado. 7 haciendo en los años 70. El mejor ejemplo de esto fue su planteamiento sobre la estética del deterioro que cuestionaba la aceptación y el peligro que corría Latinoamérica al asumir los nuevos planteamientos artísticos norteamericanos, que obligaban a la despersonalización y mimetismo del arte latinoamericano. (BazzanoNelson, 2005, pp. 9-32) Si bien las tendencias internacionales de la década de los 60 fueron adaptadas a los intereses artísticos colombianos, creando lo que llama Lylia Gallo de Bravo una corriente circular2, el país nunca fue una potencia artística como lo fueron algunos de sus vecinos. Según la escritora, ésta corriente se caracterizó por adaptarse a las nuevas tendencias internacionales en especial las latinoamericanas, sin despreciar las raíces populares, generando un doble movimiento, donde el artista buscaba experimentar, utilizar nuevos materiales y nuevas técnicas, y asimismo seguir manejando elementos nativos en cuanto a concepto y tratamiento. (Gallo, 1980, p 148) Mencionada corriente comenzó a surgir en la década de los 50, pero fue a partir de los años 60 que tomó fuerza y fue vista como una red que mezclaba lo nacional y lo latinoamericano. De manera semejante, se debe anotar que la teoría de corriente circular de Gallo es totalmente distinta a la de tiempo circular de Marta Traba. Ésta última se refiere a la noción peculiar del tiempo latinoamericano, que contrasta “el énfasis en el movimiento acelerado y la falta de permanencia del arte de los Estados Unidos con el inmovilismo, la tendencia ancestral colombiana a permanecer en la quietud, aparte de todo cambio.”3 2 Esa doble vertiente que nutre el arte se debe interpretar, no como una parcialización de grupos que se hayan adherido irrestrictamente a una u otra posición, sino más bien y ante todo en el sentido de una doble corriente circular de elementos y principios en el producto artístico: búsqueda experimental, inscribiéndose en los planteamientos del arte moderno, identificación con el llamado arte internacional, investigación de materiales no usuales, con la intención de superar las formas tradicionales de expresión, y de otro lado, elementos populares o colombianistas en cuanto a concepto, la forma o el tratamiento. En Arte Colombiano del siglo XX, Centro Colombo Americano, 1980, p148. 3 Florencia Bazzano- Nelson hace un análisis detallado del libro de Marta Traba Dos Décadas Vulnerables, y retoma el tiempo circular y el inmovilismo del que habla Traba para referirse a la repetición cíclica de eventos en los países latinos. Asimismo, cabe destacar que Traba en su libro desarrolla la idea de tiempo circular con el objetivo de demostrar la forma atemporal y mítica de la expresión artística de ciertos personajes como Alejandro Obregón y Fernando de Szyszlo. En Traba, 2005, Op.cit, pp. 95-96. 8 Por lo tanto, los artistas colombianos apropiándose de las nuevas tendencias extranjeras, seguían mirando las problemáticas nacionales como lo hicieron sus antecesores en la década de los 404, con la única diferencia que su objetivo no era resaltar a las minorías o exaltar las tradiciones, sino denunciar y criticar la realidad violenta de la nación. Si bien los artistas de los años 40 crearon un arte nacional con el fin de hacer un arte propio que dignificara y reivindicara las minorías como los indígenas y los campesinos a través de una crítica cultural5, durante los años 60 ya no se reclamaba por el reconocimiento de ciertos grupos sino por la denuncia política hacia un estado opresor. De esta manera, debido a la influencias de la Revolución Cubana, a las independencias africanas, a las huelgas estudiantiles y sindicales, y sobre todo por las consecuencias sociales de la violencia bipartidista, los intelectuales colombianos retomaron la antigua pregunta sobre su papel dentro de la sociedad y la importancia del arte como medio de denuncia. Personajes como Martin Luther King, Jean Paul Sartre, Herbert Marcuse, Octavio Paz, entre otros, se convirtieron en modelos a seguir para quienes la revolución no debía utilizar las armas, sino las ideas. Debido a estas circunstancias convulsionadas, algunos críticos y artistas colombianos empezaron a crear un giro artístico, perceptible en la mayoría de las obras de arte de aquella década, creando piezas con gran contenido social y político. Artistas como Pedro Alcántara, Carlos Granada, Augusto Rendón, entre otros, tomaron los pinceles y buriles para crear obras de denuncia y crítica frente al Estado. Este giro artístico no sólo fue desarrollado por algunos artistas, sino también por los críticos de arte, quienes empezaron a preguntarse por el arte comprometido. 4 Los artistas como Pedro Nel Gómez, Débora Arango, Alipio Jaramillo, Ignacio Gómez Jaramillo, Carlos Correa pueden ser considerados representantes del pueblo, en la medida que expresaban en sus obras la necesidad de volver a la raíces con la cultura autóctona. 5 Pini. Ivonne, “En busca de lo propio. Inicios de la modernidad en el arte de Cuba. México, Uruguay y Colombia 1920- 1930”, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes, Bogotá, 2000. 9 De este modo, la hipótesis del trabajo busca presentar la manera en que los artistas comprometidos, utilizaron la temática de la violencia como elemento de denuncia hacia el sistema político de la década de los 60. Por lo tanto, el objetivo de la investigación es demostrar de que manera los artistas comprometidos apropiándose del lenguaje estético de la nueva-figuración, criticaron a través de la pintura y del grabado la represión que el sistema político ejercía durante los 60s. Para tal efecto, se entiende como arte comprometido, toda expresión artística que absorbiendo las características del presente, expone la realidad con el objetivo de denunciar a través de un estilo personal y auténtico. Por esto, el artista comprometido toma una posición política sin la necesidad de pertenecer a un grupo o movimiento político, y asume un deber social con el fin de proclamar su condición de representante del pueblo, porque considera que su obra concientiza al espectador. 6 De igual manera, se concibió arte testimonial como un instrumento y una manifestación artística, que reconoce en el artista un testigo histórico cuyo objetivo es crear una obra con valores estéticos. El artista testimonial retoma situaciones recurrentes del pasado a través de una lectura anecdótica y heroica, que no pretende denunciar sino crear una expresión artística de la misma. Se debe aclarar de antemano que a lo largo de la investigación sólo se retomó lo que se entendía por arte comprometido y arte testimonial en la década de los sesenta, por lo tanto otras nociones como las de arte político, arte contestatario y arte de propaganda no se analizaron porque no hacen parte del objetivo.7 En ese orden de ideas, los artistas Alejandro Obregón, Luis Ángel Rengifo, Norman Mejía, Pedro Alcántara, Carlos Granada y Augusto Rendón, han sido escogidos en esta investigación porque sus obras se caracterizan por su contenido político, su 6 La construcción de esta noción se realizó con la interpretación de las obras de arte, las entrevistas realizadas y los artículos de periódicos y revista del momento. 7 Si bien la mayoría de las personas y estudiosos utilizan términos como arte político, arte contestatario, arte de propaganda, arte social, etc., no existe un concepto unificado que permita explicar claramente la definición de cada uno. Igualmente, sería complicado explicar lo que se entendía por cada “arte” en la década de los 60, ya que la presente investigación sólo se enfoco en definir lo que se refería a arte comprometido y arte testimonial durante el periodo de estudio. 10 mensaje social, su estilo figurativo y su participación en algún Salón Nacional. Asimismo, cabe resaltar que se escogieron pintores y grabadores no sólo con el objetivo de observar dos expresiones artísticas diferentes, sino también para subrayar el impulso que tuvo el grabado durante los años 60. Por lo tanto, el presente trabajo explica la importancia del giro artístico, demuestra la formación de un grupo de artistas preocupados por la realidad, historiza los conceptos de arte comprometido y arte testimonial, y finalmente analiza las obras de los mencionados artistas. De este modo, la importancia de estas piezas artísticas no sólo radica en su explícito mensaje, sino también en el tratamiento del lenguaje utilizado y de la temática. Es decir, que mientras los artistas testimoniales Alejandro Obregón, Luis Ángel Rengifo y Norman Mejía reseñaban la violencia retomando los testimonios del pasado para crear una memoria artística, los artistas comprometidos Pedro Alcántara, Augusto Rendón y Carlos Granada, se apropiaron de las circunstancias del presente para denunciar la represión y la incapacidad del Frente Nacional para solucionar el conflicto. Para comprobar la hipótesis antes mencionada, se utilizaron las teorías de Peter Burke Carlo Ginzburg y Erwin Panosfky. Bajo el planteamiento del primer teórico, las obras que se analizarán en el trabajo serán consideradas como testimonio ocular y testigo visual de una época. En su libro Visto y no visto8, Burke retoma testimonio ocular como una chupa que absorbe los códigos culturales, plásticos y estéticos de una sociedad en una determinada obra de arte. Es decir, que al igual que los “textos o los testimonios orales, las imágenes son una forma importante de documento histórico porque reflejan un testimonio ocular,”9 que presenta la mentalidad de una época. Y al ser testigo visual, la pieza adquiere un valor histórico por ser realizada en un 8 Burke, Peter. Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico, Crítica, Barcelona, 2005. 9 Burke, Op. Cit, Introducción. 11 determinado periodo y con ciertos atributos sociales. Por otro lado, gracias al libro de Ginzburg, Mitos, emblemas e indicios10, se reconoció la importancia de los indicios como detalles que no se perciben fácilmente o “síntomas”, que ayudan a detectar y explorar el significado de una obra de arte. Éste teórico impulsa el estudio de los detalles para poder examinar lo ausente y lo no visible en la obra, ya que inspeccionándola minuciosamente se puede hacer una lectura histórica y antropológica de los diferentes actores y momentos que participaron en la pieza artística. En complemento, se escogió la metodología de Panosfky explicada en su libro El significado de las artes visuales11, donde el teórico explica los tres pasos para identificar la finalidad y las representaciones simbólicas utilizadas por los artistas. El primer paso hace referencia a una descripción pre-iconográfica, donde el observador hace una simple descripción de lo que ve a través de la experiencia práctica. Es decir, se identifica el estilo, los colores, las formas, la fecha, los personajes, la composición, etc. En el segundo paso titulado análisis iconográfico, el observador hace una descripción más detallada de la pieza para abstraer temas y conceptos específicos, que fueron expresados mediante objetos y acontecimientos como por ejemplo; una guerra, una comida, un baile, etc. Finalmente, se realiza una interpretación iconológica, que constituye el universo de los valores simbólicos. Éstos son familiarizados con conceptos y temas, con el fin de interpretar de qué manera fueron expresadas las tendencias esenciales de la mente humana. Al terminar la interpretación se crea una lectura, que permite reconocer la mentalidad del artista y al mismo tiempo las referencias visuales que tomó de su sociedad. (1991, p 60) Gracias a las lecturas anteriores, se construyó un marco teórico conformado por 4 categorías conceptuales, acorde con la hipótesis de la investigación y fortalecido con 10 Ginzburg. Carlo, “Mitos, emblemas e indicios: morfología e historia”, Edición Gediza, Barcelona, 1989. 11 Panosfky, Erwin. “El significado de las artes visuales”, Editorial Alianza, Madrid, 1991. 12 las entrevistas realizadas. La primera categoría es representaciones simbólicas, la cual es entendida como toda aquella manifestación, que relaciona hechos o imágenes del pasado con códigos culturales del presente o viceversa. Ésta es percibida como testimonio ocular, en la medida que presenta la realidad y los valores culturales realizando asociaciones referenciales.12 La segunda categoría es Violencia, que carece de autonomía conceptual como lo dice Stathis Kalivas, sin embargo se entenderá como un conflicto socio-político, que relaciona elementos directos e indirectos. Para Gonzalo Sánchez, la violencia física directa es la realizada por personas o grupos identificables y visibles por el victimario, la indirecta es la empleada sin pleno conocimiento del agredido. Por lo tanto, las violencias representadas por los artistas personifican no sólo a la víctima, sino también al victimario en el marco de un conflicto político.13 El tercer concepto es lenguaje estético, que se pensará como el discurso creado por el artista, quién implementando ciertas convenciones culturales y estéticas como la forma, el tema y el contenido genera una relación entre la obra de arte y el público.14 Es decir, que el público tiene la capacidad de crear valores estéticos arbitrarios de lo bello, lo feo, lo agradable o desagradable de una pieza artística. Para terminar, se construyó la categoría de denuncia15como el acto de aclarar y mostrar circunstancias irregulares y confusas que son realizadas usualmente por una institución, miembro estatal o por el mismo gobierno. Su principal objetivo es hablar de y por los sometidos, heridos y víctimas, demostrando la manipulación de la realidad. El acto de denunciar lleva implícito la acción de concientizar y hacer reflexionar al espectador lo que éste usualmente ignora, asimismo, crea el camino 12 Lefebvre, Henri. “La presencia y la ausencia. Contribuciones a la teoría de las representaciones”, Fondo de Cultura económica, México, 1983. Ver capítulo 1. Lefbvre ve en la representación un concepto que puede ser verdadero o falso, dependiendo de los valores que se le adjudiquen, jugando en una triada, donde lo representado y el representante forman parte de una misma lógica. 13 Sánchez, Gonzalo. Colombia: violencia y democracia, Comisión de Estudios sobre la violencia, UNAL, Bogotá, 1987. 14 Jacques Aumont. “La estética hoy”, Editorial Cátedra, 2001, Madrid, Capítulo 2 y 3 y Theodor W. Adorno “Teoría estética”, Editorial Taurus, Madrid, 1980. Capítulo 1. 15 Esta categoría se construyó basándome en las entrevistas realizadas a los artistas. 13 para reconocer la igualdad de derechos y deberes de las personas y el respeto hacia la vida. Igualmente se hace necesario explicar resumidamente la metodología del trabajo en especial la de las entrevistas, ya que ayuda a fortalecer la estructura tanto teórica como práctica de la investigación. Al haber consultado y clasificado los artículos de los periódicos El Tiempo y El Espectador, y de las revistas especializadas en arte del periodo, se hizo simultáneamente una base de datos de las obras figurativas de la década y se creó una matriz de relación con el objetivo de aplicar la metodología panosfkiana. Al mismo tiempo, se realizó una entrevista semiestructurada a Carlos Granada y Álvaro Medina, tomando como referencia la obra de Frida Gisela Ortiz “La entrevista de investigación en las Ciencias Sociales” 16 Esta clase de entrevista se caracteriza por plantear las mismas preguntas a todos los entrevistados, difiriendo en el orden y en la redacción de las inquietudes sin alterar su significado. La ventaja de esta clase de entrevista no sólo radica en su flexibilidad e informalidad, sino también en la posibilidad de desarrollar la charla sin actitudes adversas por parte del entrevistado. Asimismo, se debe señalar que se hizo una entrevista focalizada17 a Pedro Alcántara y Augusto Rendón, ya que se enfoco algunas preguntas hacia cierto suceso o experiencia en la que ellos fueron participes, como fue la gira “Testimonios” de 1966. Por otro lado, si bien los escritos que se han desarrollado en las últimas décadas sobre arte comprometido colombiano, sólo exponen ciertos puntos como los artistas más característicos y los periodos en que se desarrolló, estos no estudian con profundidad las representaciones simbólicas, los lenguajes utilizados, los mensajes transmitidos ni analizan la historicidad del concepto. Gracias al pequeño balance bibliográfico, se 16 Ortiz. Gisela Frida. La entrevista de investigación en las Ciencias Sociales, Noriega Editores, México, 2007, Capítulo2. 17 La entrevista focalizada se realizada a un grupo de personas que vivieron un evento común. El procedimiento consiste primeramente en hacer un análisis minucioso de la situación base, esto es, del acontecimiento en cuestión y a partir de éste plantear las hipótesis relativas al alcance y los efectos de la situación. Ibíd., p 27. 14 debe señalar la diferencia entre los estudios históricos posteriores a la década de estudio como los de Rubiano, Pini, Medina, Serrano, etc., con los escritos realizados por Traba durante los años 60. Mientras los primeros se caracterizan por exponer ciertas características comunes como son el uso de diferentes tendencias artísticas, el resurgimiento del grabado, el impulso de la nueva-figuración y el nacimiento de algunos jóvenes artistas, Traba por su parte, realiza un estudio profundo juzgando los valores artísticos a través de la relación crítica, contexto político y sociedad. En el artículo de María Margarita Malagón titulado “Dos lenguajes contrastantes en el arte colombiano: nueva-figuración e indexicalidad, en el contexto de la problemática sociopolítica de las década de 1960 y 1980” 18 se observa cómo ésta filosofa desarrolla a través del contexto político-social nacional, el impulso de la nueva-figuración y del grabado como expresiones contestatarias, y además señala el tema de la violencia como elemento esencial para la creación del vínculo entre el artista, su función social y su responsabilidad individual. Del mismo modo, la socióloga Cecilia Henríquez19 con su artículo Colombia, violencia y representaciones simbólicas 1960-1970 y Clemencia Arango20 con su investigación sobre El Auge del grabado contestatario en los años sesenta y setenta en Colombia, retoman las circunstancias político-sociales para explicar el porqué del impulso del grabado político y la preocupación de los artistas de representar la violencia. Sin embargo, 18 Malagón. María Margarita, (2008), Dos lenguajes contrastantes en el arte colombiano: nuevafiguración e indexicalidad, en el contexto de la problemática sociopolítica, Revista de Estudios Sociales, Universidad de los Andes, No 31, pp. 16- 33. 19 Socióloga y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado los libros “Imperio y ocaso del Sagrado Corazón en Colombia” en 1996 y “La imagen de la ciudad en las artes y en los medios” en el 2000. Tomado de su artículo Colombia, violencia y representaciones simbólicas, (2006, febrero), en Cuadernos de Filosofía Latinoamericana, [en línea], vol. 27, núm. 95, p 251, disponible en EBSCO HOST, recuperado: 27 de octubre de 2009. 20 Clemencia Arango Restrepo es Comunicadora Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, hizo un Postgrado en Crítica del Arte en la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Actualmente es Curadora Asistente del Museo de Arte Moderno de Bogotá. Para esta escritora el grabado era una expresión colectiva de denuncia y crítica, que resurgió gracias a la labor de Luis Ángel Rengifo en el Taller de la Universidad Nacional a finales de los 50. En términos generales, para Arango, el grabado renació en Colombia para convertirse en la voz de los que estaban sufriendo las injusticias estatales. 15 ellas no profundizan en las discusiones que hubo en el ambiente artístico nacional sobre la utilización de la abstracción, el arte comprometido, el impulso del dibujo y el papel del artista dentro de la sociedad. Pareciera que estas investigadoras sólo señalaran las circunstancias históricas del momento, sin detenerse analizar la verdadera influencia que algunas de ellas ejercieron en la mentalidad de los artistas. Para los objetivos de la investigación, se retomó especialmente los aportes de Germán Rubiano Caballero en el libro “Historia del Arte Colombiano”21, donde califica la década de los sesenta como una época revolucionaria y política por los acontecimientos de la Revolución Cubana, las huelgas estudiantiles y los paros sindicales. De hecho cataloga éste período como la figuración política, porque surgieron varios artistas como Alfonso Quijano, Luis Ángel Rengifo, Pedro Alcántara, Umberto Giangrandi, entre otros, que trabajaban la violencia con el objetivo de despertar conciencia entre los espectadores. De esta manera, para Rubiano, la condición de testimonio de una obra y de testigo de un artista, son vitales porque permiten reconocer las fluctuaciones, contradicciones y conflictos de un periodo a través del arte. Por último, uno de los grandes vacios que tiene el trabajo de Rubiano a pesar de haber trabajado el arte del periodo, es su poca profundización histórica y su desinterés por analizar las obras de arte. Por otro lado, Ivonne Pini y María Teresa Guerrero realizan en su artículo “La experimentación en el arte colombiano del siglo XX. Década de los años sesenta y setenta”22, una pequeña explicación de los acontecimientos más importantes durante este periodo como fueron los Festivales de Arte en Cali, la fundación de los Museos de Arte Moderno de Bogotá y el Minuto de Dios, la creación del Instituto Colombiano de Cultura y señalan las galerías de arte como espacios para “dar a conocer las experiencias del arte del siglo XX”. Pero el gran vacío de su trabajo es no 21 SALVAT Editores. Historia del Arte Colombiano, Bogotá, 1977, Tomo 7, Capítulo 6. Guerrero. María Teresa…[et al.]. (1993) La experimentación en el arte colombiano del siglo XX. Década de los años sesenta y setenta. Texto y Contexto, No 22, pp. 9-42 22 16 reflexionar en la importancia que los mencionados espacios artísticos tuvieron dentro de la sociedad, relegando su papel de escenarios gratuitos a simples sitios de extensión cultural. Por otro lado, los escritos de Marta Traba son de gran utilidad porque explican el dinamismo artístico y al mismo tiempo ofrecen un testimonio personal del periodo. Como lo exponen Florencia Bazzano- Nelson y Marí Carmen Ramírez, el papel de Traba como crítica de arte y como visionaria cultural fue de extrema importancia, porque “ella personificaba no sólo la voz crítica más elocuente y coherente jamás surgida en nuestra región, sino la más pura índole de aquella tradición crítica iniciada en el arte por Baudelaire.” (Ramírez, 2005, p 35) De modo semejante, Traba no sólo fue una inalcanzable intelectual, sino también la “culpable” de haber introducido al debate artístico un modelo crítico innovador, que permitía observar las cualidades y defectos del arte latinoamericano en su conjunto. De este modo, el presente trabajo cuestionará las diferentes posturas para crear una nueva que le imprima importancia al contexto político, a la mentalidad del artista y a la historicidad del concepto de arte comprometido y arte testimonial. Estas definiciones son tan actuales como lo fueron en la década de los 60, porque permiten entender que estamos aún sumergidos en un periodo donde la denuncia, la crítica y la sinceridad son atacadas. Al mismo tiempo, este trabajo aporta el análisis tanto del libroe Marta Traba “La Pintura Nueva en Latinoamérica”23 de 1961 como del artículo de Jorge Zalamea “Arte puro, Arte comprometido y Arte Testimonial” 24 de 1965, que fueron olvidados por los mencionados investigadores. Estas dos obras son de gran importancia porque primero que todo exponen una opinión de la época sobre arte comprometido, segundo porque demuestran que este tema era discutido y tercero, porque revela el interés tanto de los artistas e intelectuales por representar y reflexionar sobre la realidad del país. 23 Traba. Marta, La Pintura Nueva en Latinoamérica, Ediciones Librería Central, Bogotá, 1961. Zalamea, J. (1965, octubre), “Arte puro, Arte comprometido, Artes testimonial”, en ECO, N 66, Bogotá. En Literatura, Política y Arte de Jorge Zalamea, Editorial Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1978, pp. 791-829. 24 17 Por otra parte, es importante señalar que se trabajará toda la década de los 60 en Colombia por tres razones principales 1. El giro artístico y el establecimiento del Frente Nacional, fueron hechos esenciales que determinaron la visión y la función del artista dentro de la sociedad. 2. El impulso de la nueva-figuración y el resurgimiento del grabado, establecieron las bases del arte político de los años 70. 3. Gracias a la fuerte presencia de pensamientos de izquierda, algunos intelectuales 25 empezaron a preguntarse por el arte comprometido y su valor estético. Asimismo, se partirá especialmente de la discusión que se presentó en 1960 entre críticos y artistas sobre la selección de obras para la Bienal de México, la cual de alguna u otra forma determinó la visión entre artistas tradicionales y artistas modernos. Finalmente el presente trabajo se divide en 3 capítulos. En el primero se analiza el contexto político-cultural de Colombia durante la década de los 60, tomando como referencia la tesis de continuidad y presentismo de Daniel Pécaut, para explicar la concepción de violencia. En el segundo se estudia el ambiente artístico nacional durante el periodo, ya que nos permite profundizar no sólo en el giro artístico, sino también a observar el impulso de la nueva-figuración y el resurgimiento del grabado como medios de denuncia. Para esto se utiliza como referencia los escritos de Marta Traba y los trabajos posteriores de Eduardo Serrano, Álvaro Medina y Germán Rubiano Caballero. Y basándome en los escritos de Traba, Jorge Zalamea y en las entrevistas realizadas a Pedro Alcántara, Carlos Granada, Augusto Rendón y Álvaro Medina, se establece lo que se entendía por arte comprometido durante los 60, y finalmente, se realiza un análisis iconográfico e iconológico de una obra de cada artista mencionado, permitiendo diferenciar entre los artistas comprometidos de los artistas testimoniales. 25 Por intelectuales, se entenderá el grupo de artistas, literatos, críticos, ensayistas, y científicos sociales que aportaron al ambiente cultural colombiano partiendo de sus diferentes expresiones. Para Pierre Bourdieu, el intelectual es aquella persona que interviene en la vida política y cultural de cualquier nación, es decir “con una autoridad específica fundamentada en la pertenencia al mundo relativamente autónomo del mundo del arte, la ciencias y la literatura, y en todos los valores asociados a esa autonomía, desinterés, competencia, etc.” En Intelectuales, política y poder, Eudeba Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1999, p 187. 18 1. ANÁLISIS POLÍTICO-CULTURAL DE LOS AÑOS SESENTA En este primer capítulo se analizarán las circunstancias político-culturales que permitieron el giro artístico, originado gracias a los cambios sociales y choques políticos entre los sectores tradicionales y modernos. Aquel viraje fue sumamente importante porque influyó en la percepción y la realización del arte de aquel momento, impulsando a algunos artistas a retomar su condición de representantes del pueblo y a preguntarse por su papel dentro de la sociedad. Para tal análisis se tomará como referencia los tres elementos con los que Daniel Pécaut examina los años 60. Primero, la radicalidad protagonizada por los partidos políticos (Liberal y Conservador) y la iglesia, y los deseos de modernidad por parte de algunos jóvenes pertenecientes a grupos rebeldes y del clero bajo, convirtió a la nación en una mezcla heterogénea con diferentes intereses. Segundo, la desconfianza hacia el Frente Nacional generó incertidumbre en la sociedad, estimulando grupos de diferentes clases como fueron las guerrillas campesinas y los movimientos políticos. Tercero el gran mito colombiano, que trata sobre el imaginario prosaico de la violencia, determinó la concepción de tiempo y memoria de los colombianos de los años 60, obligando a la mayoría de la población a resistir a los cambios y percibirlos como revolucionarios y desestabilizadores. Cabe anotar que los dos primeros elementos, la radicalidad y la desconfianza, explican el ámbito político nacional y en el tercero se construye un análisis partiendo del gran mito colombiano de Pécaut para explicar el contexto cultural de aquel periodo. Partiendo de estos tres elementos de análisis, es posible no sólo entender los diferentes procesos políticos y culturales que vivió Colombia durante aquella década, sino también entender el pensamiento de los artistas, quienes influenciados por los acontecimientos latinoamericanos originaron un giro artístico que los llevó a realizar obras con contenido social y político. 19 1.1 RADICALIDAD Y DESEOS DE MODERNIDAD La búsqueda para solucionar el conflicto bipartidista de la década de los 50 y las constantes disputas oficiales entre los partidos políticos tradicionales, hicieron del país un enjambre de dificultades que han marcado la vida política y social de la nación. Las luchas entre liberales y conservadores en algunas regiones del país, las constantes disputas entre el prelado alto de la Iglesia y el clero bajo representado por los curas de los pueblos y veredas, la colonización de tierras en especial en el Tolima, el bandolerismo político y la creación de autodefensas campesinas, fueron características constantes durante la década de los 60. (Pécaut, 2003, Capítulo2) Aquellas dificultades obligaron a reaccionar a los partidos políticos que liderados por sus máximos dirigentes, Laureano Gómez por el partido conservador y Alberto Lleras Camargo por el liberal, realizaron un acuerdo llamado el Frente Nacional, el cual fue aceptado por los colombianos a través de un plebiscito en 1957. Éste consistía en la alternación de la presidencia cada cuatro años desde 1958 hasta 1974 y la división igualitaria de los cargos políticos en las Asambleas Departamentales y Consejos Municipales. Irónicamente, “…no había ningún reglamento que determinara los requisitos para pertenecer a los partidos políticos. De esta manera, cualquier persona, hombre o mujer, podía hacerse llamar liberal o conservador el día de las elecciones y competir por un lugar en la cuota de tal o cual partido” (Bushnell, 1996, p. 309) Por lo tanto, el monopolio de poder entre las familias tradicionales, el rechazo a un tercer partido, la creación de estrategias políticas y culturales para generar olvido entre el pueblo por los delitos y violaciones cometidos en nombre de los partidos, y sobre todo la negación de la democracia, fueron las características del nuevo sistema político. En pocas palabras, el Frente Nacional no sólo desacreditó la representatividad, sino también generalizó la incertidumbre entre la población civil, 20 lo que llevó a la creación de múltiples guerrillas o movimientos radicales que demandaban la modernización del sistema. De esta manera, la implementación del Frente Nacional como un pacto de gobierno demostraba claramente una negación tácita de los principios democráticos y una consolidada radicalidad, que generó una ausencia de representatividad ciudadana, que conllevó a la sociedad a desconfiar de su Estado. (Palacios, 2003, p. 214-215) Aunque si hubo cambios significativos como la reforma constitucional del 68, que delimitó las pautas para la culminación del Frente Nacional, y también hubo unas pocas mejoras en el ámbito económico, ya que se le facilitó al ejecutivo nuevas herramientas para el desarrollo económico, “especialmente la capacidad de declarar el estado de emergencia nacional económica y social como medio para pasar por encima del Congreso en la adopción de medidas o ajustes necesarios,” (Bushnell, 1996, p 317) la mayoría de los esfuerzos estatales no tuvieron mayores resultados entre el pueblo colombiano, el cual seguía sumido en la pobreza, la violencia rural, el desempleo, los problemas migratorios y sobre todo, la impunidad. (Bushnell, 1996, p 316-328). Por otro lado, la iglesia se convertiría en uno de los eslabones inestables de la sociedad colombiana. Mientras los obispos y cardenales ubicados en las capitales no tenían mayores necesidades, los curas más pobres de los pueblos vivían bajo la esperanza de la Doctrina Social del papa Juan XXIII, que declaraba por primera vez “una encíclica para dirigirse no sólo a los católicos sino a toda la humanidad, „a todos los hombres de buena voluntad‟ ”. (Ayala, 1996, p 94). Asimismo, la teología de la liberación26, que fue una corriente teológica originada después del Concilio 26 La teología de la liberación en los 60 fue un movimiento teológico popular latinoamericano progresista, que redescubrió partiendo del marxismo, “la vocación profética del cristianismo de denuncia de las estructuras sociales injustas y de solidaridad fundamental con sus víctimas”. Tahar Chaouch, M. (2007), “Cristianismo y política en América Latina: el paradigma de la teología de la liberación” [en línea] en: https://bases.javeriana.edu.co/, recuperado el 26 de Marzo de 2010. 21 Vaticano II,27 impulso nuevos pensamientos de izquierda entre los curas más jóvenes, creando una visible división entre el prelado mayor y el menor. Gracias a las cátedras dictadas tanto por intelectuales como por integrantes de la iglesia simpatizantes con la izquierda, algunas universidades se convirtieron en nichos contra la radicalización imperialista y capitalista. Partiendo de una identidad latinoamericana, aquel pensamiento se desplazo fácilmente entre la juventud que ansiosa de denunciar las injusticias sociales, se encontró bajo el dominio de un sistema capitalista que los consumía lentamente, obligándolos a militar en grupos rebeldes como única solución. Es por eso, que algunos católicos y en especial los curas pobres se comprometieron políticamente con el fin de pedir la justicia social tan luchada por Jesucristo. (Chaouch, 2007, p 163) De esta manera, la Iglesia que había sido una de las promotoras de la violencia bipartidista28, se dividía entre el prelado radical y un pequeño grupo del clero que defendía los derechos humanos. “En Colombia, los sermones de las siete palabras del viernes santo, estuvieron dedicados a la denuncia de los graves problemas que afectaban al país.” (Ayala, 1996, p 245). La Doctrina Social dirigida por el papa Juan XXIII encontró en la defensa de los derechos humanos la base fundamental de su ideal, ya que le imprimía a la sociedad el dinamismo que necesitaba y empezaba a 27 El Concilio Vaticano II se dio a conocer en 1959, pero sólo se realizó en 1962 precedido por Juan XXIII, con el objetivo de renovar la Iglesia de acuerdo a los cambios que acontecían mundialmente. Por un lado, estaban los conservadores, quienes apoyados por Roma querían mantener las leyes tradicionales y por el otro, los progresistas apoyados por los curas de países del tercer mundo, quienes abogaban por un cambio de mentalidad y accionar de la Iglesia. Este pequeño grupo insistía en la apertura de la Iglesia a los no creyentes, a luchar contra la injusticia y el subdesarrollo, y a tomar papel activo contra los dominantes. En pocas palabras, los mayores resultados de este Concilio fueron tres elementos que aún hoy en día se discuten; 1. La reflexión de la identidad católica. 2 Replanteamiento de su papel dentro de un mundo de opresores y víctimas 3. Toma de conciencia de ser un grupo más dentro de la sociedad, que no es una autoridad. Morello, G. (2007), “El Concilio Vaticano II y su impacto en América Latina: a 40 años de un cambio en los paradigmas en el catolicismo”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, año XLIX, núm. 199, disponible en https://bases.javeriana.edu.co/dialnet, recuperado: 26 de marzo de 2010. 28 Cesar Ayala, habla sobre el papel que tomaron los párrocos de las iglesias de pueblos y de barrios populares en los años 50, como fieles militantes del conservatismo. Estos abogaban por la destrucción del demonio liberal. En Resistencia y oposición al establecimiento del Frente Nacional los orígenes de la ANAPO 1953-1964, Bogotá, S.E, 1996, Capítulo 4. 22 generar el cambio de mentalidad. Por lo tanto, los colombianos se preguntaban si uno de los grandes poderes como la Iglesia estaba cambiando o parecía hacerlo ¿por qué el Estado no hacía lo mismo? Aunque el Concilio Vaticano II regía tanto en el prelado como en el clero, en Colombia gracias a la Conferencia de Medellín en 1968, se hizo aún más visible la división de estas dos secciones de la Iglesia. El clero representado por los curas más pobres de los pueblos, argumentaba la salvación del pueblo a través de la liberación política, económica e ideológica, lo que contradecía de algún modo los actos del prelado, que seguía apoyando a los partidos políticos. Por lo tanto, la radicalidad no sólo se encontraba en los poderes altos de la Iglesia colombiana, sino también en los partidos políticos (Liberal y Conservador) que de alguna u otra forma utilizaban a la Iglesia como intermediario de ellos. Esta radicalidad fue el objetivo a cambiar por las guerrillas que pregonaban no por un cambio de gobierno, sino por la modernización del Estado, el cual tenía la obligación de exigir a sus dependencias cambios en el sistema educativo, de salud y de trabajo. Al mismo tiempo, fue esa misma radicalidad la que obligó a los estudiantes e intelectuales, ignorados por el Estado, a desear ser representados por otros partidos o movimientos políticos. En cambio, la iglesia representada por los curas pobres, restituía su condición de defensora de los derechos humanos, convirtiéndose en uno de los semilleros de tendencia de izquierda y guerrilleros jóvenes. Parecía que una parte de la Iglesia se modernizaba mientras se adaptaba a la situación. Por ejemplo, su principal representante el Papa, “rescataba para la iglesia logros que ella tímidamente reconocía antes y que eran considerados patrimonio de los movimientos revolucionarios que habían heredado los grandes principios de la revolución francesa. Así se ponía la iglesia al día con una sociedad civil moderna.” (Ayala, 1996, p 248) 23 El pequeño grupo del clero le exigía al prelado el acatamiento de la Doctrina Social, que abogaba por la dignidad de la persona humana, por la equidad de los bienes, por la participación social, por la solidaridad, la caridad, la calidad de vida de los menos favorecidos y sobre todo, por la cultura de la vida que reclamaba el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Principios que en Colombia no se cumplían debido a la cruel violencia bipartidista y a la tradicionalidad de la sociedad. En pocas palabras, la modernización29 no sólo era exigida por aquellos grupos influenciados por los ideales revolucionarios cubanos, sino también por algunos curas y párrocos que buscaban una alternativa acorde con las necesidades nacionales. Aquella modernización demandada por los grupos tanto rebeldes como políticos no sólo se limitaba a la actualización Estatal, a la participación de otros partidos, a la destronización de las familias tradicionales, a la representatividad popular, sino también a la modernización del pensamiento plasmado en los partidos de izquierda. Por lo tanto, los deseos de modernidad por parte del clero joven y el los integrantes de grupos rebeldes, demuestra claramente como la juventud de aquel entonces estaba dispuesta no sólo a invertir el orden establecido por los grupos políticos tradicionales y la Iglesia, sino también a generar cambios de mentalidad que de alguna u otra manera reestructuraran la sociedad que había sido mutilada por la violencia de los años 50. En conclusión, la modernización exigida por los dos bandos (grupos opositores y clero bajo) constituida mayoritariamente por jóvenes, tenía dos características principales: la tendencia a la izquierda y su carácter romántico. A pesar de ser minoría, los ideales por los cuales luchaban los convertía en grandes visionarios, respetados y apoyados por la mayoría de la población, que necesitaba no sólo representación sino también ilusión. 29 En este contexto, modernización se entiende como un fenómeno de grandes cambios, donde se exige nuevas medidas acorde con la realidad internacional. 24 En el campo del arte, algunos artistas como los figurativos Augusto Rendón y Carlos Granada, tomarían el papel de representantes del pueblo testimoniando los sucesos violentos que los diarios oficiales no mostraban. La modernización no sólo obligaba a cambiar la mentalidad del clero bajo o de los grupos opositores, sino también la de los artistas, quienes observando a su alrededor, se daban cuenta que el cambio era necesario. Lamentablemente la idea romántica de cambiar la realidad por parte de los jóvenes artistas, se diluyó con la indiferencia de la sociedad. 1.2 DESCONFIANZA Y AGRUPACIÓN SOCIAL Los grupos guerrilleros de los sesenta cobran importancia en la medida en que el Estado pierde credibilidad y la población le entrega su confianza y apoyo a movimientos políticos, como la ANAPO o el MRL y a los grupos rebeldes. Éstos últimos operaban bajo la perspectiva de destrucción-sustitución del poder30, cuya finalidad era la modernización o total transformación del sistema político. (Pécaut, 1987, p 35) Las guerrillas como la FARC conformada en 1964 de carácter rural-campesino, el ELN nacido en 1964 formado mayoritariamente por jóvenes universitarios, el EPL fundado en 1965 situado en la región del Magdalena Medio y otros pequeños movimientos campesinos, encontraron apoyo en las zonas rurales, donde la ausencia del Estado era mayor. “El Régimen no hace nada para satisfacer las demandas de justicia o, incluso, las de reparación social que afloran después de quinces años de convulsión; lo que domina más bien es la obsesión por la subversión” (Pécaut, 2003, p 48). Sin olvidar, que en las principales ciudades, los jóvenes universitarios, obreros, 30 Este término es utilizado por Daniel Pécaut para referirse a la capacidad del Estado de aquel momento para transformarse y ser gobernado por las guerrillas, que simbolizan una alternativa de poder. Contrario con los grupos de la década de los 50, cuyo objetivo era la ampliación del sistema político. En Colombia: Violencia y Democracia, Universidad Nacional de Colombia, 1987, p 35 25 sindicalistas, etc., encuentran en la ideología marxista una solución a la precariedad del Estado. Cientos de estudiantes asombrados por las acciones de Camilo Torres 31 se unen a las guerrillas en especial al ELN, con el fin de crear una revolución política y social. De esta manera, movimientos como el MOEC (Movimiento Obrero Estudiantil Campesino) y la FUN (Federación Universitaria Nacional), conformados mayoritariamente por jóvenes convencidos por la Revolución Cubana y las independencias africanas, no sólo pedían soluciones concretas frente al desempleo, el alza en los productos básicos familiares, la migración rural, etc., sino también un cambio del sistema que permitiera la participación política de terceros. Aunque se haya creado el Frente Nacional como “solución” al conflicto colombiano bipartidista, su consolidación generó graves coyunturas sociales y políticas, que evidenciaban una negación a la integridad personal y a las libertades individuales. Además, se fortaleció el clientelismo, la corrupción, la concentración de poder, la exclusión, la ausencia estatal, la represión selectiva y sobre todo la desconfianza de la sociedad. Por lo tanto, la creación de grupos rebeldes y de partidos políticos demostraba por un lado, la representatividad de los excluidos y por el otro, una alternativa de poder. Uno de los partidos políticos más importantes que tuvo gran apoyo popular fue la ANAPO nacida en 1961 y liderada por el ex – presidente el General Rojas Pinilla. Esta agrupación se convirtió en una de las alternativas más queridas por el pueblo rural colombiano, porque encarnaba los valores más preciados del campesino y del obrero como eran la fidelidad, la disciplina, la lealtad y la solidaridad. Igualmente, la 31 En Colombia algunos sacerdotes crearon organizaciones como Sacerdotes para América Latina, Comunidades Eclesiales de Base y el grupo Golconda que denunciaban las injusticias sociales, adoptando tesis marxistas. Camilo Torres perteneció al grupo guerrillero del ELN y fue asesinado en 1966. Él abogaba por una sociedad equitativa con bases religiosas, donde el campesino y el obrero tuvieran los mismos derechos que los de la burguesía. En. Clemencia Arango Restrepo, “El auge del grabado contestatario en los años sesenta y setenta en Colombia”, Ministerio de Cultura, Bogotá, 2004, pg. 40. 26 carismática personalidad de Rojas Pinilla atrajo a los que recordaban el prospero pasado que vivieron bajo su presidencia, en la que los precios de la canasta familiar no subían, pero sobre todo, Rojas significaba una alternativa diferente a los tradicionales partidos políticos que habían impulsado la violencia de los 50. Los contenidos del discurso anapista probaron estar a tono con las preocupaciones palpitantes en la vida cotidiana de los colombianos. La pérdida prematura de las esperanzas de los colombianos en el Frente Nacional, la gran devaluación del peso y sus consecuencias – la especulación, las alzas en los servicios públicos y productos de primera necesidad, entre otros – produjeron la desesperación y el descontento general que justificó y legitimó el discurso del General Rojas. (Ayala, 1996, p 286) La desesperanza y la desconfianza del pueblo hacia su Estado, permitió la aprobación y apoyo del discurso Anapista, que legitimaba no sólo la participación de un tercer partido político, sino también la representación de un grupo mayoritariamente excluido por los partidos tradicionales, los obreros y campesinos. Para Ayala, la representatividad del pueblo32 se dividía entre los grupos guerrilleros y los movimientos políticos alternativos como el MRL liderado por Alfonso López Michelsen y la ANAPO. El Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) originado en 1957 y conformado principalmente por disidentes del Partido Liberal, fue uno de las agrupaciones más importantes de la década de los sesenta tanto por su accionar político como por su presencia en la vida cultural de la nación. Personajes ilustres como el poeta Jorge Gaitán Durán, el historiador Indalecio Liévano Aguirre, profesores universitarios como Eduardo Umaña Luna, Héctor Abad Gómez y Guillermo Hernández Rodríguez, escribieron en las revistas que este movimiento publicaba. La Calle fue el órgano de difusión más utilizado por los jóvenes intelectuales de aquel movimiento, quienes se consideraban parte de una generación 32 Algunas personas se sentían identificadas y representadas con la nueva generación de curas, quienes influenciados por la Teología de la Liberación y cansados por las constantes injusticias sociales, se apartaron de la Institución y tomaron las armas. Varios curas entre ellos el padre Camilo Torres se interesaron por la izquierda y alentaron a los revolucionarios marxistas, convirtiéndose en una de las nuevas expresiones de la violencia en Colombia. En Bushnell, David. Colombia. Una nación a pesar de sí misma, Planeta, Bogotá, 1996, p 312. 27 marcada por el existencialismo y el comunismo. Esta revista permitió que aquella generación ejerciera abiertamente la política, rechazando la incapacidad estatal de solucionar los problemas nacionales. (Ayala, 1995, p 95-96) Además de La Calle, hubo otras revistas como La Nueva Prensa, que utilizaban este medio alternativo para expresar su inconformismo e informar a la sociedad sobre los acontecimientos tanto políticos como culturales. La Nueva Prensa33 inició sus labores en 1961 y las terminó en 1966 cuando se unió al movimiento del General Rojas Pinilla. Varios intelectuales como Jorge Leyva, Francisco Posada Carbo, Indalecio Lievano Aguirre, Camilo Torres quien conformó el Frente Unido34 en 1962, entre otros, realizaban análisis sociológicos y publicaban estudios sobre historia nacional. Igualmente, Alberto Zalamea director de la revista-y esposo de la crítica de arte Marta Traba, realizaba lecturas alternativas que cuestionaban las acciones del Frente Nacional. Títulos como “Paz, orden, libertad: Crisis del Frente Nacional”, “El Drama de Carlos Lleras, “El Frente Nacional no pretende sino perpetuar el poder de 60 familias”, “Una nueva censura contra la libertad de empresa periodística”, “Ahora y aquí nacionalismo”, “Como se manipula la opinión pública”, “El laureanismo y la repetidera”, “La Nueva Prensa es el vocero de la inconformidad Nacional” 35, etc., demuestran claramente la postura que manifestaba la revista contra el sistema político e igualmente se la presentaba como una alternativa justa y libre. 33 Los máximos objetivos de la revista eran: “.1. Nacionalizar la política debe ser el primer paso para la regeneración de la vida colombiana; 2. Revitalizar el sentimiento patrio; 3 Recuperar para el país una visión nacionalista de los problemas; 4. Oponerse a la descolombianización progresiva del gran dinero; 5.Buscar siempre el interés nacional; 6. Contestar al inmovilismo del gobierno con el vitalismo colombiano.” En pocas palabras, abogaban por una Revolución Nacional. En Ayala. Cesar, Nacionalismo y Populismo. Anapo y discurso político de la oposición en Colombia:1960-1966, Universidad Naiconal de Colombia, Bogotá, 1995, p 17 34 Fue un movimiento de oposición frente a la coalición de los partidos liberal y conservador (Frente Nacional). Sus principales motivos de lucha se dirigían al beneficio de las minorías en especial de los campesinos, a la equidad, a la democratización, a la representación del pueblo y a la modernización estatal. En Frente Unido- www.camilovive.org 35 Títulos recopilados: N12-24, 1961; N 85-95, 1963; N 127-134, 1965. 28 Ilustración 1, s.a., La Nueva Prensa, Vol 9, N129, 1965, p 17 Al igual que los títulos, la mayoría de las imágenes que se publicaban en la revista, criticaban el gobierno y se burlaban de la conformidad colombiana. Por ejemplo, en la caricatura (ilustración 1) se observa a un vendedor bien vestido que fuma un tabaco mientras atiende a un comprador haraposo que no sabe que comprar, ya que todas las medicinas que se encuentran en el mostrador son importadas, exóticas y caras. Si bien las soluciones a las enfermedades colombianas (corrupción, violencia, desempleo, etc.) existían, lo que se cuestiona en la caricatura no solamente es el control que tienen ciertas familias en el campo político, sino también la imposibilidad de cualquier colombiano de poder disfrutar de aquellos beneficios. Asimismo, es interesante observa la parte central del estante donde se puede leer el nombre del 29 establecimiento, el cual hace referencia a uno de los ex presidentes que firmó en 1957 el Frente Nacional. Ilustración 2, s.a., La Nueva Prensa, Febrero, Vol 7, N89, 1963 Según Ayala, ésta revista era leída por la mayoría de los intelectuales, escritores y artistas que tenían una tendencia contraria a la del gobierno. “En las páginas de la revista empezaron a expresarse los ideólogos de la Línea-dura del Movimiento Revolucionario Liberal MRL, del anapismo, del cristianismo popular, de la 30 Democracia Cristiana, del militarismo y de las corrientes políticas regionales.” (Ayala, 1995, p16) Esto se evidencia con las frecuentes fotografías que se editaban en la revista, las cuales aludían al mal manejo del dinero y sobre todo a la incompetencia del gobierno. En la ilustración 2, se observa una cruda fotografía de una familia bogotana pobre que vive en un derruido rancho. Lo interesante de esta imagen no sólo es el tratamiento y el enfoque de la misma, sino el inter-texto que la acompaña. Éste critica el despilfarro del dinero y la ineptitud de los presidentes del Frente Nacional, a quienes se les señala como desleales a la Patria. De esta manera, los intelectuales y artistas que leían esta revista, veían en el Frente Nacional la máxima negación a la democracia, por lo que en sus escritos y obras se puede observar representaciones simbólicas36 de denuncia y crítica. La Nueva Prensa se convertiría no sólo en una alternativa de información, sino también en una opción política, en la medida que su director, abogaba por un nacionalismo al “rescate de los elementos positivos de los paradigmas del continente latinoamericano.”(Ayala, 1995, p17) Esto no sólo se reflejaría en los escritos de Zalamea, sino también en los de su esposa Marta Traba, quien influiría totalmente en el ambiente artístico nacional. Marta Traba fue uno de los personajes más importantes en el ambiente cultural colombiano, ya que amplió y flexibilizó el tema artístico, suministrándoles visiones frescas a los artistas, quienes tenían más posibilidades de ser conocidos gracias a la ampliación del campo artístico y al surgimiento de nuevas galerías como el Callejón, la de Arte Moderno37, la Librería Francesa, etc. Gracias a esto junto con los 36 Esta categoría conceptual se construyó a través de la lectura del libro de Henri Lefebvre, quien entiende por representación el espacio, donde elementos del pasado y presente confluyen, habitando un tiempo tautológico. Para este caso, la idea de representaciones simbólicas se entenderá como el testimonio ocular que presenta y mezcla los hechos o imágenes del pasado con códigos culturales del presente o viceversa. En Lefebvre, Henri. “La presencia y la ausencia. Contribuciones a la teoría de las representaciones”, Fondo de Cultura económica, México, 1983. 37 Esta galería es distinta a la del Museo de Arte Moderno instalado en la ciudad universitaria y fundado en 1963 por Marta Traba. 31 acontecimientos políticos, algunos jóvenes artistas comenzaron a pensar críticamente y a reflexionar sobre su papel dentro de la sociedad, optando por denunciar a través de sus obras la ausencia estatal en algunas regiones y la caducidad del sistema político. Por lo tanto, es indudable observar que el surgimiento de movimientos alternativos, grupos guerrilleros y la toma de conciencia de los intelectuales entre ellos los artistas, no sólo se debió a la naturaleza excluyente y antidemocrática del Frente Nacional, sino también por el apoyo del pueblo que desconfiaba de sus dirigentes políticos. 1.3. El GRAN MITO COLOMBIANO Y EL GIRO ARTÍSTICO El libro de Daniel Pécaut Violencia y política en Colombia: elementos de reflexión, realiza un análisis sobre los factores que hacen de la violencia una fuerza “anónima e incontrolable que se sustrae a las determinaciones sociales y es asumida de una manera aleatoria por las entidades sociales y los individuos más diversos.” (Pécaut, 2003, p 19) Aquellos factores como la conformación de redes de poder, las divisiones sociales, la degradación del conflicto y el imaginario prosaico de la violencia, han determinado de alguna manera el fenómeno del conflicto. Por lo tanto, en ésta sección se tomó la explicación que hace este autor sobre el imaginario de la violencia, quien la utiliza para referirse a la violencia bipartidista y para analizar el gran mito, como elemento constante de la sociedad colombiana de los años sesenta. Partiendo de lo anterior, se retomó los orígenes y las consecuencias del giro artístico colombiano, el cual será entendido como un factor cultural realizado por los jóvenes artistas preocupados por la situación conflictiva del país. 32 1.3.1 Gran mito El gran mito para Pécaut es la continuidad del imaginario prosaico de la violencia, el cual está sumergido en la mente de la mayoría de los colombianos desde la violencia bipartidista hasta el tiempo actual. Para este autor, el gran mito surgió del tiempo repetitivo o del continuo presentismo, el cual se entiende como un fenómeno del pasado que siempre se presenta sin apreciar ningún cambio, donde los acontecimientos siempre pasan una y otra vez, desterritorializando, dessubjetivizando e invisibilizando el espacio por el cruce de las presiones y acciones. (2003, p 118) Debido a aquel imaginario, la concepción de tiempo y memoria se fue modificando desde la violencia bipartidista, haciendo que la mayoría de los colombianos inmersos en aquella traumática continuidad, vieran en los cambios de la década de los 60 una amenaza a lo tradicional y a lo establecido. Por eso, Pécaut está en desacuerdo con varios investigadores como Gonzalo Sánchez, quienes creen que la violencia colombiana se caracteriza por su involución. Es decir, que desde la guerra de los mil días hasta la violencia bipartidista, el conflicto ha tenido continuidad y ha sido el mismo. Por el contrario, para Pécaut, la violencia colombiana nunca ha sido continua ni similar. Aunque exista el fenómeno, las características del mismo son totalmente diferentes y por lo tanto su naturaleza va cambiando. “Este mito me parece falso. Creo que hay muchas discontinuidades, y muchos periodos en que Colombia no ha sido un país particularmente violento. Así como en otros países hay mitos revolucionarios, en Colombia existe el mito de la permanencia de la violencia como dimensión que explica todo lo que acontece. Se trata de un mito de origen.” (Pécaut, 2003, p 89) De esta manera, la continuidad de la violencia, hace que los acontecimientos crueles se conviertan en asuntos normales a lo que el pueblo debe adaptarse, transformando su memoria en un elemento difuso y sin articulación alguna, que imposibilita el recuerdo. Es decir, que las generaciones que han vivido extremas atrocidades como la 33 de los años 50, crea una memoria con temporalidad definida por los acontecimientos crueles. (Pécaut, 2003, p 118) Por lo tanto, partiendo de Pécaut, se puede decir que debido a los desplazamientos de los buenos recuerdos vividos antes del conflicto por los recuerdos de la violencia bipartidista, la generación joven de los 60 creó diferentes maneras de testimoniar las crueldades y una de ellas fue a través del arte. El mejor ejemplo de esto, son las obras de Augusto Rendón quien tomó las imágenes del libro La violencia en Colombia38 de Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña y Germán Guzmán Campos publicado en 1962, para denunciar el sistema político de la época. Rendón realizó sus grabados partiendo de las fotografías tomadas por los autores mencionados, no sólo para denunciar las crueldades de la violencia bipartidista, sino para generar de algún modo un recuerdo de la misma. (Entrevista, 2010) De este modo, para Pécaut, la memoria de la década de los 60 fue construida por los hechos de la violencia bipartidista que terminaron generando una memoria trunca y una memoria mítica. Es decir, que mientras la memoria trunca partía de los acontecimientos fuertes como las violaciones o asesinatos, la memoria mítica “construida como la repetición permanente de lo mismo y por estar basada en la percepción de una contraposición de animales que aparece en los mitos estudiados por Levis- Strauss y que se encuentra en la base de muchas narrativas,” (Pécaut, 2003, p 121) se manifestaba en el traumatismo que se construía bajo dos realidades paralelas: el ausentismo y el interiorismo. El artista Rodrigo Facundo explica: “Por ´ausencia` entiendo la manera como nos constituimos como testigos pasivos de una historia oficial que se construye a partir de elementos externos, es una historia paralela que se convierte en una memoria impuesta y ajena. En forma paralela se desarrolla una memoria individual, ´hacia adentro`, de carácter único y casi imposible de transcribir.” (Pini, 1998, p 56) 38 Guzmán Campos, Germán.. [Et. al], La violencia en Colombia. Parte descriptiva. Ediciones Progreso, Cali, 1968. 34 Por ello, se puede concluir que una gran cantidad de la población colombiana está traumatizada y este hecho se evidencia claramente porque nunca se ha logrado crear un pasado. El Frente Nacional surgió con el objetivo de “pacificar” al país, pero al mismo tiempo, generó graves consecuencias como fue la ausencia de representatividad, la no participación de otros partidos políticos y sobre todo la estrategia de olvido, que no permitió crear un tribunal para juzgar y reparar a las víctimas. En pocas palabras, durante el Frente Nacional el silencio fue la característica que se impuso. De esta manera, para Colombia, el olvido fue la mejor manera de “organizar” una nueva vida, relegando el pasado violento de los cincuenta a un simple recuerdo de la memoria nacional. Para Pécaut uno de los mayores problemas de nuestra nación es el permanente “presentismo”39 que provoca el olvido de los buenos recuerdos e imposibilita la visión de un mejor futuro, por lo que se hace necesario un nuevo relato histórico. (2003, p.113) Esto lo demuestra claramente la formación del Frente Nacional, que a través de sus diferentes políticas quiso crear una historia colombiana pacífica, que los intelectuales y artistas nunca quisieron aceptar. 1.3.2. Giro artístico. Debido a la convulsionada situación nacional en los años 60, a las influencias literarias de Octavio Paz, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Vargas Llosa, Jean Paul Sartre y a la Revolución Cubana, los intelectuales y en especial los artistas colombianos, empezaron a reflexionar sobre su condición dentro de la sociedad y el papel del arte dentro de la misma. (Franco, capítulo 10) Pero según el artista Pedro 39 Un permanente “presentismo” prevalece y, sobre la base de lo instantáneo y de lo fugaz, provoca el olvido de la tradición y hace imposible la proyección hacia el futuro. Los “grandes relatos” se borran, sobre todo los que se sustentan en el esquema de un historia acumulativa, pero también los que se basan en filosofías evolucionistas de la historia.” En Violencia y Política en Colombia. Elementos de reflexión, Daniel Pécaut, Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2003, p 113-114 35 Alcántara antes de la influencia de la Revolución Cubana, el existencialismo de Jean Paul Sartre ejerció un profundo cambio entre los jóvenes artistas latinoamericanos que estudiaban en el exterior. Al regreso de estos jóvenes a sus respectivos países de origen, el escenario artístico empezó a transformarse de tal manera, que la sociedad se volvió la principal preocupación de los artistas. Según Pedro Alcántara, Antes de que la Revolución Cubana ejerciera una influencia, la influencia la ejerció el existencialismo. Toda la corriente filosófica del existencialismo en especial Jean Paul Sartre. Muchos latinoamericanos que estudiábamos y vivíamos en Europa un poco desarraigados de nuestro país, que había sido educado en el exterior, nos obligo de alguna manera a mirar a América Latina a través de la Revolución Cubana, entonces eso comenzó a ejercer una gran influencia. Pero esa influencia era mirar otra vez a nuestros países, mirar a América Latina, en el caso mío mirar a Colombia. Algo estaba sucediendo en Cuba, se había producido una revolución por unas causas, unos problemas sociales muy profundos, entonces eso nos obligaba a ver también a nuestro países, si eso se había producido en un país latinoamericano, que pasaba en nuestros propios países. (Entrevista, 2010) Los artículos y libros de Sartre fueron esenciales para el giro artístico, al igual que el discurso pronunciado por Fidel Castro en 1961 en la Habana, titulado como Palabras a los Intelectuales. Allí se planteó principalmente la “libertad de expresión” de artistas y escritores, que debían exaltar la Revolución y dirigir sus trabajos a la democratización de la cultura. La Revolución no puede pretender asfixiar el arte o la cultura cuando una de las metas y uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un real patrimonio del pueblo. Y al igual que nosotros hemos querido para el pueblo una vida mejor en el orden material, queremos para el pueblo una vida mejor también en todos los órdenes espirituales; queremos para el pueblo una vida mejor en el orden cultural. (Fidel Castro, 1961) 40 Este discurso marcó una gran diferencia entre los jóvenes artistas de tendencia de izquierda porque no restringía la libertad de expresión como lo hacía el realismo socialista.41 La expresión a la que abogaba Castro permitía una cierta libertad acorde 40 Tomado de Ministerio de Cultura de Cuba [en línea] http://www.min.cult.cu/loader.php?sec=historia&cont=palabrasalosintelectuales, recuperado el 26 de marzo de 2010. 41 El realismo social fue una corriente artística predominante en los países de tendencia de izquierda. Su principal característica es la exaltación del trabajador común representado en su vida privada y en 36 con las necesidades artísticas latinoamericanas, que obligaba a reflexionar sobre la realidad y sobre el papel del artista dentro de la sociedad. (Alcántara, Entrevista, 2010). Igualmente, el libro de Franz Fanon Los condenados de la tierra publicado en 1961, fue importante para generar el giro artístico colombiano, que surgiría a medida que los escritores y artistas reflexionaban críticamente sobre su realidad. El impacto que tuvo tanto el discurso como el libro entre los intelectuales colombianos y en especial los artistas, debido a su naturaleza de izquierda y su carácter revolucionario, fue esencial para la ampliación del campo artístico.42 (Rendón, Entrevista, 2010) Éste fue uno de los principales objetivos de los críticos de arte como Marta Traba, Casimiro Airó y Walter Engel, que a través de revistas como La Nueva Prensa fundada en los 60, Espiral creada en los 40 y Prisma de los 50, escribían para difundir el arte. Por otro lado, a pesar de la lamentable situación que vivían los colombianos en especial los de las zonas rurales, hubo cambios significativos en las principales ciudades que ayudaron a generar el giro artístico. La música ye-ye, la minifalda, la televisión a través de sus programas culturales como los de Marta Traba, el nadaísmo etc., impregnaba un sabor nuevo en la juventud, que estaba dispuesta a cambiar su modo de vivir a pesar del sentir tradicional. Según Uribe Celis, la mentalidad de la sociedad, por lo menos de la mayoría, fue adecuándose, pero en el fondo siempre hubo una resistencia al cambio. (1992, p.167) Aquella resistencia se evidenció en el “desinterés” que sufrieron los nadaístas, quienes fueron considerados como los “vagos revoltosos”. El Nadaísmo creado en 1958 de una frustración política de Gonzalo Arango, se convirtió en un movimiento intelectual materializado en la literatura, que dispuesto a renunciar a todo y a desacreditar el orden establecido, permeo sustancialmente la capa joven de las su trabajo. Aquella representación estaba vinculada a la transformación ideológica y educacional de la sociedad que a través de estas expresiones comprendía la importancia del sistema comunista. Ver obras del artista ruso Borís Kustódiev. 42 Campo artístico se entenderá como el espacio donde confluyen ciertos elementos como la democratización, la divulgación y la internacionalización del arte, necesarios para una correcta relación entre artistas, críticos y público. 37 principales ciudades del país. Este movimiento estaba compuesto por un grupo de jóvenes de clase media marcados por una generación frustrada, indiferente y solitaria, que a través de expresiones anarquistas e irreverentes buscaban oxigenar la sociedad colombiana. Esta juventud, ….coqueteaba con el suicidio y encontraba en La Náusea de Sartre su Biblia, se proponía en consecuencia, ´no dejar una fe intacta`, ni un ídolo en su sitio, mediante una actitud iconoclasta que se expresaría simultáneamente en dos campos: el literario y el vital. El primero gracias a la revista Nada, anunciado órgano del movimiento que sólo habría de volverse realidad doce años después con la aparición de Nadaísmo 70 (8 números entre 19701971), y lo segundo a través de un comportamiento humano abierto y en ocasiones desenfrenado que ya desde el primer momento buscaba mediante su vinculación con los jóvenes, los coca-colos de entonces, una vasta irradiación. 43(Restrepo, 1987) La importancia del movimiento no sólo radicaba en su deseo de reivindicación y disidencia continua, sino también en su conformación, ya que la mayoría de sus integrantes, pertenecía a una generación joven cansada del cinismo estatal, que buscaba irritar y satirizar las consignas morales y católicas de la sociedad, a través de cualquier medio de comunicación. Personajes como Gonzalo Arango, Mario Rivero, Jaime Jaramillo Escobar, J. Mario, Eduardo Escobar, Almicar U, Álvaro Medina, entre muchos más, redactaron consignas y artículos para establecer contacto con el público y realizaron actos públicos para llamar la atención. Artistas como Álvaro Barrios, participaron en aquel movimiento creando varias imágenes para sus revistas o como Pedro Alcántara, organizando los Festivales de Vanguardia en Cali. Los nadaístas manifestaron una solidaridad con su generación que necesitaba una esperanza que estaba siendo opacada por la situación política nacional. Sin embargo, dada la resistencia al cambio de la sociedad compuesta tanto por citadinos conservadores como exiliados campesinos, los nadaístas fueron vistos como una amenaza a lo tradicional por sus irreverentes acciones. 43 Restrepo, E. (1987), “Poesía colombiana del siglo XX o de Silva a nuestros días”, en Biblioteca Luís Ángel Arango virtual [en línea], disponible en http://www.lablaa.org/blaavirtual/literatura/hispo/hispo10a.htm, recuperado 10 de abril de 2010. 38 Por ello, el nadaísmo tomó bastante fuerza entre los jóvenes de la capa media de la sociedad, pero en el resto fue visto con desinterés, indiferencia o como amenaza. Los “exiliados”44 al igual que algunos adultos mantenían su mentalidad tradicional y su rutinización, características principales del tiempo inmóvil.45 En cambio, los jóvenes intelectuales de las ciudades, influenciados por la Revolución Cubana y el giro artístico que se estaba desarrollando en Latinoamérica junto con la decepcionante realidad política del país, querían generar nuevas realidades acorde con el devenir internacional. Mientras los nadaístas eran considerados contracultura,46 los otros jóvenes mediante carteles, slogans, acciones públicas como las huelgas estudiantiles, denunciaban lo que algunos creían legítimo. Por lo tanto, fueron considerados revolucionarios o anarquistas irresponsables, que sólo querían generar inestabilidad y desorden. El “progresismo” al que abogan los jóvenes, quería llegar a tal punto de libertad y autonomía personal, que fue visto por los más conservadores como una amenaza. Por lo tanto, haciendo un análisis de las dos secciones anteriores se puede decir que gracias a los acontecimientos mencionados, la juventud colombiana empezó a preguntarse por la legitimidad del Estado, su pasado y su presente. El tiempo repetitivo de la mayoría de la población inmersa en la continuidad de la violencia estaba chocando con el pensar de los jóvenes, quienes querían oxigenar a la sociedad a través de diferentes acciones con el fin de despertarla y hacerla reflexionar. 44 Así se les llamaba a los campesinos desplazados por la violencia en la década de los 50 y 60. En Sánchez. Gonzalo, Guerras, Memoria e Historia, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Bogotá, 2003, p 55. 45 Este término es dado por Gonzalo Sánchez, quien dice que aquel tiempo “no encuentra sentido ni en el pasado ni en el futuro, como si nunca hubiese existido”. En Sánchez. Gonzalo, Guerras, Memoria e Historia, Op cit p. 55. 46 Según Jorge Bosh, a partir de la década de los 60, se generaron “ciertas modas intelectuales y pseudointelectuales que cuestionaron de manera superficial, ruidosa y enconada algunos de los aspectos más valiosos de la cultura de todos los tiempos, y sobre todo de la cultura occidental”. En Cultura y Contracultura, Emecé editores, Buenos Aires, 1992, p 7. 39 Para el arte, la cuestión del tiempo llegó a ser importante cuando los jóvenes artistas que llegaron del exterior, se dieron cuenta que el cambio se debería realizar no sólo desde el campo del arte, sino también desde la mentalidad de la sociedad. Como lo dice Augusto Rendón, el arte tenía la capacidad de hacer despertar a los espectadores a través de sus imágenes impactantes. Por lo que, los jóvenes artistas llegaron a ser un grupo fundamental en la sociedad, porque tenían la capacidad de impulsar y estimular a los espectadores con respecto a la realidad del país. Es decir, que sin la mente inquieta de los jóvenes artistas, el giro artístico no se hubiera desarrollado. (Entrevista, 2010) Este giro artístico que se estaba afianzando no se preocupaba por el futuro, sino por el presente que se desarrollaba día tras día, sin encontrar solución alguna. La solidaridad al igual que la soledad parecían ser las características de aquella juventud, que veía en el Frente Nacional, la Alianza para el Progreso, la amenaza de la bomba atómica, las invasiones norteamericanas, etc., obstáculos que de alguna u otra manera eran imposibles de sobrepasar. De esta manera, la literatura y el arte fueron los principales espacios donde el giro artístico tomó mayor fuerza en Colombia. Personajes como Gabriel García Márquez, Jorge Gaitán Durán, Gonzalo Arango, J. Mario, Mario Rivero, Alberto Zalamea, artistas figurativos como Pedro Alcántara, Augusto Rendón, Carlos Granada, Norman Mejía y otros más experimentales como Bernardo Salcedo, Feliza Bursztyn, Álvaro Barrios, etc., se apropiaron de las tendencias internacionales, dominándolas al punto de crear un escenario flexible, diverso y moderno, donde diferentes expresiones tuvieron cabida. “Las manifestaciones culturales que se nutrieron en el giro que comenzó en aquellos años, fueron la expresión del anhelo sentido por todos los intelectuales y artistas que lucharon por colocarse a la altura de los tiempos, algunos con profundidad y seriedad, y otros con una impresionante ligereza” (Medina, 1978, p 362) En conclusión, el pasado de la violencia marcó tanto el vivir como el sentir de la sociedad, lo que causó nuevas memorias truncas que no permitían crear un relato 40 histórico homogéneo. Es decir, que los recuerdos de la violencia permanecían constantes mientras que el recuerdo de una situación agradable era desplazado por uno violento, creando lo que llama Pécaut una memoria trunca. Y esto se demostró claramente con el establecimiento del Frente Nacional, que generó una estrategia de olvido que ha sido efectiva desde entonces. Como se mencionó anteriormente, cualquier cambio como lo fue el nadaísmo, los festivales hippies de la plaza de Lourdes, las minifaldas, el rock and roll y el giro artístico, fueron considerados peligrosos por los tradicionalistas. Por lo tanto, partiendo de Pécaut, se puede concluir que el imaginario prosaico de la violencia y su descendiente el tiempo repetitivo, creó en la mentalidad colombiana un miedo y resistencia hacia los cambios que se creían desestabilizadores. Por ello, la vivencia entre adultos y jóvenes se limitó al choque entre el tiempo repetitivo y el nuevo tiempo personificado por los nadaístas, quienes escandalizando querían transformar y oxigenar el fondo de la sociedad colombiana. 1.4. RELACIONANDO LOS TRES ELEMENTOS PÉCAUTIANOS. La problemática colombiana durante la década de los 60 fue estudiada por Pécaut a partir de tres elementos, la radicalización y deseos de modernidad, la desconfianza y agrupación social, y el gran mito colombiano. Estos tres elementos no sólo prueban ciertas singularidades propias de Colombia, sino también una inevitable relación entre los hechos políticos con los culturales. La década de los 60 para muchos investigadores entre ellos César Ayala y José Aristizábal, fue un periodo de aparente actualización por no decir modernización, “ya que no fuimos indiferentes a los acelerados cambios que transformaban al mundo en los años 60.” (Ayala, 1996, p 287) Pero al mismo tiempo, la memoria estaba siendo controlada por el tiempo repetitivo, que imposibilitaba creer y perdonar. La angustia, 41 la desesperanza y sobre todo la desconfianza, fueron sentimientos que afloraron entre los corazones colombianos, quienes veían en el Frente Nacional no la salvación, sino el verdugo que cubierto con la máscara de la democracia, abolía la representatividad e imponía la absolución sin justicia. El Frente Nacional cancela las guerras civiles entre los dos partidos tradicionales pero no transforma el Estado: más bien, es el pacto de una nueva transacción entre las élites políticas para reconstruirlo y darle continuidad a su dominación. No hay un cambio en la Constitución sino en el régimen político y ya ni se aceptará más utilizar la violencia entre esos dos partidos, pero sí, contener a las demás opciones que han quedado excluidas de juego político y a los movimientos populares. (Aristizábal, 2007, p 43) La radicalidad de los partidos políticos junto con las consecuencias políticas de la violencia bipartidista, condujeron a la agrupación social que terminó exigiendo un nuevo orden. Orden no solamente asumido por aquellos grupos políticos y guerrilleros, sino también por los intelectuales, quienes influenciados por los pensamientos sartrianos, marcusianos y castrenses, dirigían su mirada a la reconstrucción de una sociedad mutilada. El constante miedo por la infiltración comunista hizo que el Estado presionado por los Estados Unidos, viera en éstas agrupaciones revolucionarias, actores capaces de desestabilizar el orden establecido por los partidos políticos y la Iglesia, por lo que se realizaron medidas para su prevención. De esta manera, el sustrato de la sociedad colombiana luchaba entre lo moderno representado por las agrupaciones y lo tradicional inmerso en el recuerdo de la violencia bipartidista. Mientras los jóvenes abogaban por el cambio, la mayoría de la población incapaz de creer en un futuro positivo, seguía hundida en el tiempo repetitivo que le imprimía un sinsabor a la vida. Por lo tanto, los intelectuales cansados de la situación y sintiéndose parte de una colectividad, gracias a las movilizaciones estudiantiles, al surgimiento de grupos guerrilleros y políticos, realizaron nuevas actividades en lugares no tradicionales para expresar su inconformismo. (Jaramillo, citado en Galindo, 2004) 42 Sin embargo, aquel cambio producido no fue del todo efectivo, el costo de la modernización colombiana sin reformas sociales y políticas, fue excesivamente alto. Por un lado, la creación de grupos disidentes “que pretendían reforma agraria, derecho al ejercicio de oposición, defensa de derechos laborales, o simplemente el derecho a participar en elecciones, paulatinamente se transformaron en guerras sucesivas, unas locales otras regionales, que cincuenta años después amenazan aún con convertirse en un guerra civil generalizada” (Barón, 1998, p 13) Y por el otro, la mayoría de la población reticente a cambiar, asumió un miedo frente a lo desconocido, que no le permitía visualizar un destino diferente al programado por el prelado y los partidos políticos. Fue tal el traumatismo generado por la Violencia, que los años 60 a pesar de su sabor versátil, siguió siendo el escenario de los valores tradicionales. Cabe destacar que aquel escenario de transición como lo fue el Frente Nacional, no generó la tan anhelada modernidad democrática, todo lo contrario, se forjó un modernismo reaccionario sin reforma alguna que imponía el poder de ciertas familias políticas, impidiendo la construcción de una cultura democrática. (Barón, 1998, p 18) Por tal razón, la creación de los grupos disidentes no sólo se consideraba una alternativa legítima sino también una representación de la sociedad. Tanto los grupos políticos y guerrilleros como los intelectuales jóvenes, conformaron esa capa de representatividad que tanto necesitaba el pueblo. Es decir, que gracias a la colectividad y al espíritu romántico de los jóvenes, se impulsó el giro artístico influenciado por Sartre y Fidel Castro. (Jaramillo, citado en Galindo, 2004) En conclusión, el giro artístico que se desarrollaba obligaba no sólo a reflexionar sobre el papel del arte y del artista dentro de la sociedad, sino también sobre la situación política del país. Esta preocupación se evidenció en las diferentes actividades culturales como en el teatro, la poesía, la literatura, el cine y el campo artístico. En este último, el lenguaje estético de la nueva-figuración se adaptó a dos expresiones como fue la pintura y el grabado, para expresar la inconformidad de los artistas y denunciar el sistema político de la época. 43 2. AMBIENTE ARTÍSTICO NACIONAL. HETEROGENEIDAD E INNOVACIÓN La década de los 60 se caracterizó por la heterogeneidad de corrientes artísticas que fueron utilizadas por los jóvenes artistas. Como se mencionó en el primer capítulo, las circunstancias político-sociales latinoamericanas, la condición antidemocrática del Frente Nacional y el ideal romántico de la juventud de cambiar la situación nacional, se manifestó en diferentes maneras y una de ellas fue el arte. El campo artístico se convirtió en un escenario múltiple, donde los jóvenes artistas se apropiaron de diferentes tendencias para innovar y actualizar el arte nacional. Una de estas corrientes fue la nueva-figuración, que fue utilizada principalmente para denunciar. Por lo tanto, la estructura de este capítulo evidencia no sólo la heterogeneidad del ambiente artístico a través de sus diversas tendencias, sino también la utilización de la pintura y del grabado como expresiones de denuncia a través del lenguaje estético de la nueva-figuración. De esta manera, el capítulo se dividirá en tres secciones. La primera parte analizará la Bienal de México de 1960 y los Festivales de Vanguardia en Cali desde 1965 hasta 1969, como espacios sociales donde se planteaban discusiones sobre la relación artista - crítico de arte - público. En la segunda sección se estudiará la heterogeneidad del ambiente artístico nacional gracias a los jóvenes artistas, quienes preocupados por la actualización del arte asumieron diferentes posturas frente al mismo. Por último, se analizará tanto la pintura como el grabado neo-figurativo como expresiones de denuncia, utilizadas por un grupo de jóvenes inquietos por la realidad político-social nacional. 2.1. LA BIENAL DE MÉXICO Y LOS FESTIVALES DE VANGUARDIA EN CALI. Se retoma la Bienal de México de 1960 y los Festivales de Vanguardia en Cali de 1965 a 1969 porque son dos acontecimientos significativos en el ambiente artístico 44 nacional, que no han sido profundizados. Mientras la Bienal de México evidenció públicamente los roces entre artistas-críticos de arte, los Festivales de Vanguardia en Cali exponían la “nueva” relación artista-sociedad. De igual forma, estos festivales se convirtieron en el mejor espacio para exhibir las obras de los artistas comprometidos, quienes preocupados por la relación artista-espectador, crearon un espacio donde exponer sus obras con el propósito de transmitir su denuncia. Por lo tanto, partiendo del estudio de la bienal y de los festivales, se entenderá no sólo el paso de una generación de artistas a otra, sino también la apropiación de diferentes tendencias artísticas. Paralelamente, se analizará la intención de “democratizar”el arte por parte tanto del Estado como de los mismos artistas a través de exposiciones y eventos culturales. 2.1.1 La ruptura Álvaro Medina habla de la ruptura como el proceso de “renovación artística” que se vivió durante los años 50 y 60 gracias a la actuación de algunos jóvenes artistas, que pretendían actualizar el arte nacional a través de nuevas propuestas. Los artistas de la vieja generación como Pedro Nel Gómez, Luis Alberto Acuña, Ignacio Gómez Jaramillo, Carlos Correa, Alipio Jaramillo, Débora Arango, etc., que utilizaron principalmente la influencia del muralismo mexicano para exaltar la nacionalidad y exponer los problemas y dramas morales, fueron sustituidos por la nueva generación, quienes iniciaron un nuevo proceso artístico. Esta nueva generación constituida por Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar, Edgar Negret y Guillermo Wiedemann, fueron reconocidos como modernos por utilizar innovadoras tendencias y propuestas artísticas. Según Medina, “Un vez producida la asimilación de tales nombres al ámbito latinoamericano, sobrevino la ruptura conceptual entre los artistas jóvenes de esa década crítica y el muralismo, ruptura determinada por condiciones históricas que, de otra parte, fueron las que impulsaron la conquista de una plástica más atrevida y dinámica.” (Medina, 1978, p 359) 45 La situación que determinaría aquella ruptura fue la “re-selección” realizada por Marta Traba para la Bienal de México de 1960. Originalmente el Gobierno de México había escogido al intelectual Luis Vicens como comisionado para el envió de las obras colombianas e igualmente se había sugerido algunos nombres como Armando Villegas, Alejandro Obregón, Fernando Botero, Ramírez Villamizar, Guillermo Wiedemann, Pedro Nél Gómez, Judith Márquez, Juan Antonio Roda, Cecilia Porras, David Manzur, Carlos Correa, Edgar Negret, Alicia Tafur y Alberto Arboleda para que participaran. Pero por algún motivo Vicens renunció como comisionado y cede su trabajo a Marta Traba, quien decide enviar solamente a cuatro artistas; Obregón, Botero, Wiedemann y Ramírez Villamizar. (Jaramillo, 2001, p 18) Según Ignacio Gómez Jaramillo, la lista de los artistas que posiblemente participarían en la Bienal cayó en las manos “de doña Marta Traba domine del artepurismo, dualismo, y enemiga acérrima de la pintura mexicana y de lo que ella ha tenido benéfico influjo en el arte colombiano y especialmente en el realismo.”47 Para Traba, la pintura mexicana era un visible retroceso hacia el arte moderno que impedía al arte nacional no sólo surgir internacionalmente, sino evolucionar. Por lo tanto, la selección que hizo Traba no sólo definiría un relevo generacional como lo nombra Carmen María Jaramillo, sino también una preocupación por la inserción del arte nacional al internacional. Los artistas (Obregón, Botero, Wiedemann y Ramírez Villamizar) que Traba escogería, serían catalogados como los modernos porque utilizaban tendencias diferentes a las convencionales. Por lo tanto, algunos artistas de la vieja generación como Acuña, Gómez Jaramillo, Correa, Gómez Herazo y Ospina se sintieron rechazados por Traba porque según sus “criterios” eran simples y repetitivos. Para Gómez Jaramillo fueron estas palabras lo que más lo indignó, porque demostraba no sólo un autoritarismo por parte de la crítica, sino una preferencia a las tendencias 47 El Espectador, (1960, 9 de agosto), “La señora Marta Traba es un especie de María Eugenia de la pintura colombiana”, Bogotá, p 19 46 artísticas del momento, relegando el valor del pintor profesional y tradicional. “Es, pues, la vieja querella, tan brillantemente definida por David Alfaro Siqueiros entre lo figurativo y lo abstracto, nuevo realismo y formalismo, y el líder entre nosotros de esta tendencia tan de moda es la crítica argentina doña Marta Traba.”48 De esta manera, Gómez Jaramillo discutió el favoritismo de la crítica por haber escogido a los “cuatro predilectos” (Obregón, Botero, Ramirez Villamizar y Wiedemann) quienes en ese entonces comenzaban a trabajar el expresionismo, la nueva-figuración y la abstracción. Asimismo, expuso su disgusto frente a la hegemonía “Trabista” en el ambiente cultural, diciendo que la mayoría de los artistas colombianos pintaban atemorizados por el monopolio que ejercía Traba y que para exponer internacionalmente debían volcarse a los gustos personales de la crítica. 49 Fue a partir de aquella “re-selección arbitraria”, que se discutió públicamente la relación entre artistas y críticos de arte. Mientras los primeros expusieron en los diarios oficiales su inconformismo contra la supuesta conspiración liderada por Marta Traba y José Gómez Sicre, director de la División de Artes de la Unión Panamericana, por no permitir la exposición de sus obras en México, los segundos se basaban en su experiencia y en su conocimiento del arte internacional, para reconocer la importancia de actualizar el arte colombiano. Por lo tanto, el maestro Ignacio Gómez Jaramillo acompañado de otros artistas “agredidos”, visitaron al Ministro de Educación para rechazar las actitudes de Traba contra ellos. La polémica que duró unos cuantos días, concluyó en la selección de los artistas de la vieja generación como Gómez Jaramillo, Luis Fernando Robles, Marco Ospina y de algunos nuevos como David Manzur, Armando Villegas, Francisco Cárdenas y los grabadores Otto Sabogal y Hanné Gallo. Mientras que los seleccionados (Obregón, Ramírez Villamizar, Botero, Wiedemann), se abstuvieron de 48 49 Ibíd. Ibíd. 47 participar en la Bienal respaldando las decisiones de la crítica Marta Traba. 50 En términos generales, la discusión no se centraba por la escogencia de nuevos artistas, sino por el rechazo de las obras de los maestros, quienes según Traba seguían pintando de acuerdo a los criterios muralistas. En un artículo publicado en El Tiempo titulado “La señora Marta Traba es un especie de María Eugenia de la pintura colombiana”,51 se expone a la crítica argentina como una agitadora dentro del ambiente artístico nacional como lo fue María Eugenia la hija del general Rojas Pinilla en el escenario político. Tal artículo presenta la carta de Gómez Jaramillo dirigida al Ministro de Educación, exigiendo la re-evaluación de la re-selección de Traba, porque según este artista, la crítica había asumido el papel de dictadora escogiendo a los artistas de su predilección estética. Por lo tanto, Traba fue considera por la mayoría de los artistas de la vieja generación como Ospina, Acuña, Gómez Jaramillo, Gómez Herazo y Correa como una dictadora que ejercía principios segregacionistas y aristocratizantes en el arte colombiano.52 Gómez Jaramillo declaraba, Repito que los pintores seleccionados por doña Marta Traba, merecen todo mi respeto y consideración; pero lo grave es que, existiendo un cupo de 20 obras, cuyos fletes, cuyo transporte es pagado con dinero del Estado, con plata del Ministro de Educación, doña Marta Traba haya caprichosamente reducido la participación pictórica colombiana a sus cuatro predilectos, según la tendencia estética que ellos cultivan para satisfacción de doña Marta Traba, y vetando cualquier otra manifestación de la pintura colombiana que no esté de 53 acuerdo con sus teorías del arte. 50 Traba organizaría una exposición en La Luis Angel Arango con los cuatro trabista días después de la polémica. Esta exhibición obtuvo mayor publicidad y asistencia, debido a la discusión “personal” entre Traba y Gómez Jaramillo ventilada en los medios y por las supuestas amenazas de sabotaje. Si bien no hubo ningún intento para desacreditar las obras expuestas, los anti-trabistas condenaron aquella exposición. En Cristian Padilla Peñuela, “La llamada de la tierra: el nacionalismo en la escultura colombiana”, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2008, pp 199- 263. 51 El Espectador, “La señora Marta Traba es un especie de María Eugenia de la pintura colombiana” 52 Ibíd. 53 Ibíd. 48 Según Arístides Meneghetti crítico de arte, el desconocimiento y la ausencia de crítica en Colombia, hicieron posible que Traba se “adueñara” de este campo, clasificando, juzgando y apoyando a los artistas modernos en contraposición de los no modernos.“Utilizando hábilmente sus conexiones sociales, extendió su influencia del plano nacional al internacional, tendiendo una cortina de papel sobre la verdadera realidad artística del país, cerrando el paso a los valores no pertenecientes a su círculo y negándoles toda posibilidad de acceso a los grandes certámenes internacionales.”54 De esta manera es evidente que la Bienal de México no sólo presentaba los roces entre la crítica de arte y los artistas, sino también entre los mismos críticos. Meneghetti le reprochaba a Traba su actuación arbitraria al preferir ciertos artistas por la moda estética del momento y la señalaba como injusta por haber provocado “la exclusión de catorce de los invitados y su clasificación de “malos”, “mediocres” e “indignos” de figurar en la representación colombiana.”55 Por lo tanto, se denominaría el “grupo trabista” a los artistas escogidos por Marta Traba y quienes finalmente se negaron a ir a México y los “antitrabistas”, representados por la vieja generación y algunos críticos que luchaban contra la “dictadura” extranjera que excluía y prefería a los nuevos artistas. Para Luis Robles, El arte en estos momentos y en manos de críticos parciales, es un problema que se tiene que solucionar. Es una descarada organización que tiende a desorientar y a eliminar las cabezas jóvenes pensantes que quieren expresar los problemas fundamentales de nuestros pueblos. El arte es un arma de combate y cuando su orientación está en manos del colonialismo estético, 56 toda su fuerza desaparece y se inactiva. La llegada de Traba contribuyó a cambios positivos y negativos. Gracias a sus planteamientos modernos y forma polémica de hablar, se generó un ambiente para la 54 Meneghetti, A. (1960, 24 de agosto), “´En Pintura también oro puro y escoria’ ”, en El Espectador, Bogotá, Manital, p 5. 55 Ibíd. 56 Mejía, D. (1960, 14 de agosto), “Pintura vs Crítica”, en El Tiempo, Bogotá, p 13 49 crítica de arte que junto con Walter Engel y Casimiro Airó dinamizaba el campo artístico. Pero con su consolidada hegemonía, los artistas jóvenes según Robles, se “desorientaban y se confundían”, utilizando nuevas tendencias ajenas a los problemas sociales, que eran tratados por los artistas de la vieja generación. Por lo tanto, la importancia de la discusión de 1960 residió tanto en las acciones que las dos partes realizaron para legitimar su posición y el paso que se dio para actualizar el arte nacional. La vieja generación abogaba por su tradición de maestros y discutía la predilección de nuevas tendencias, que de alguna manera hacían olvidar las temáticas sociales. En cambio, la nueva generación personificada en los cuatro trabistas, exponía su sabor renovador a través de diferentes tendencias que cedían a las problemáticas pasadas para darle importancia a la “buena pintura contemporánea. Su denominador común es calidad, madurez, equilibrada fuerza y seguridad.”57 Para Jaramillo, la Bienal al igual que el premio Guggenheim 58 fueron de extrema importancia porque sirvieron para hacer un relevo generacional causado por factores externos más que por la voluntad de los artistas. Además, esta escritora señala que gracias a las influencias extranjeras, se impulsó la reflexión sobre la temática del arte. (2001, pp. 19-20) De esta manera, la década de los 60 se caracterizaría por la promoción no sólo de nuevos artistas, sino también por la actualización del arte a través de diferentes tendencias y temáticas. Por ello, se puede decir que la división conceptual entre la vieja generación y la nueva se plasmaba con el tratamiento de las obras. Mientras la vieja generación seguía preocupada por los contenidos y mensajes que se narraban a través de lenguajes estéticos muy similares a los trabajados por Rivera, Orozco, Siqueiros y Rómulo Rozo en la escultura, la nueva generación de Obregón, Botero, Wiedemann y 57 Engel, W. (1960, 28 de agosto), “El Triunfo Trabista”, en El Espectador, Bogotá, Magazine Dominical. 58 Carmen María Jaramillo en su monografía de Maestría titulada “Fisuras en el arte moderno en Colombia 1968-1978” de 2001, plantea que el Premio Guggenheim de 1960 ganado por Botero, fue la primera situación que evidenció un relevo generacional que tomaría completa fuerza con la reselección de Traba para la Bienal de México ese mismo año. 50 Ramírez utilizaban nuevas tendencias que los llevaban a preguntarse tanto por el contenido como por la estética. Esto generó una nueva concepción del arte, que fue propuesta por Marta Traba, quien planteaba un análisis catalogando los de la vieja generación como pintores con influencia y los de la nueva sin influencia porque tenían un estilo personal. (Rendón, Entrevista, 2010) En resumen, la nueva generación se posicionaba porque cada uno de ellos trabajaba diferentes tendencias y temáticas, permitiendo observar en el ambiente artístico nacional innovadoras propuestas. Mientras Botero utilizaba la nueva-figuración a través de temáticas populares con reminiscencias italianas, Obregón manejaba el expresionismo abstracto para darle forma al paisaje y a sus animales. Asimismo, aquella discusión expondría públicamente no sólo la relación entre artistas-crítico de arte, sino también las posiciones de este último sector. En pocas palabras, el crítico de arte se convertiría en una parte supremamente importante del ambiente artístico nacional, porque tenía la información, las conexiones y el poder para decidir que se exponía y que no. 2.1.2. Festival de Arte de Cali vs Festival de Arte de Vanguardia. Mientras la discusión de la Bienal de México de 1960 evidenciaba nuevos artistas y el posicionamiento de la crítica de arte, los Festivales de arte en Cali se convirtieron en el mejor escenario para que la mayoría de los artistas pudieran exponer sus obras. En aquellos Festivales la preocupación ya no se centraba en el arte como lo fue en la discusión de la Bienal, sino que hubo una intención de extender el arte a la mayoría de la población. Este evento gratuito auspiciado por el Estado, se realizaba anualmente con el fin de llevar diferentes actividades culturales como el teatro, la opera, el arte, la música, el cine, la danza, la poesía, etc., a todos los públicos. Su principal objetivo era llevar la cultura a todas las personas que por su condición 51 económica no tenía el dinero para acercarse a ella. “Propósito fundamental de este certamen en el de hacer un balance conjunto de las diversas artes colombianas en el momento actual, para que la dualidad del público y críticos emita juicios que ayuden a orientar en la busca de las causas de una cultura nacional.”59 Para Juliana Galindo, el Estado miraba al artista como promotor de la cultura tanto a nivel local como internacional, por lo que financió tanto los Festivales de Arte como los Salones Nacionales. “De alguna manera, las estructuras políticas vieron en el artista un actor potencial en el contexto de las relaciones internacionales entre Colombia y el resto del mundo, al igual que como creadores de la imagen de su país.” (Galindo, 2004, p 19.20) Sin embargo, cabe resaltar que aquel apoyo Estatal fue mínimo en comparación con otros países latinoamericanos. Si bien los Festivales de Arte se realizaron anualmente, el soporte que brindaba el gobierno fue escaso no sólo porque se encontraba preocupado por mejorar la economía, sino también porque su visión estaba fija en la recuperación de la confianza del pueblo colombiano. A pesar del insuficiente apoyo Estatal, gracias a la labor de Fanny Mickey como coordinadora general del festival y al apoyo del público, se inauguraron las actividades culturales de 1968 con la entrega del Museo de Arte Moderno “La Tertulia”, donde se realizaron exposiciones de artistas importantes como Alejandro Obregón, Pedro Alcántara, Hernando Téllez, David Manzur, Augusto Rendón, María Teresa Negreiros, entre muchos más. Además, se hizo una programación cultural con entrada gratuita a varios barrios pobres que tuvieron la oportunidad de ver espectáculos de teatro, poesía, cine, ballet, etc.60 Pero antes de la entrega del museo, el festival de arte asumiría desde 1965 un tono más popular, en la medida que las actividades culturales eran llevadas a los barrios más pobres y aislados de la ciudad. “El incremento de lo popular, especulando la 59 60 El Tiempo (1961, 25 de Junio) “El Primer Festival Nacional de Arte”, Bogotá, p 13 El Tiempo (1968, 16 de junio) “Diez días para dialogar con el arte”, Bogotá, Lecturas Dominicales. 52 presencia del gran público en los espectáculos programados gratuitamente, ha sido preocupación del festival. El interés de este gran público delante del festival confirma la labor de acercamiento propuesta año tras año.”61 Aunque el Estado tuvo la intención de llevar el arte a una gran capa de la población, era evidente que la relación entre artista y espectador era casi nula o en su defecto no había. Por lo tanto, algunos intelectuales crearon los Festivales de Arte Vanguardia no sólo con el objetivo de exponer las obras de los artistas comprometidos con la realidad del país como Pedro Alcántara, Augusto Rendón, Carlos Granada, etc., sino también para crear un verdadero vinculo con el público. A partir de 1964, los poetas nadaístas Gonzalo Arango y J. Mario junto con algunos artistas como Pedro Alcántara y Norman Mejía organizaron los Festivales de Arte de Vanguardia en contraposición a los festivales auspiciados por el Estado, con el fin de expresar un sentimiento anti-estatal además de rechazar la mentalidad de los otros artistas preocupados por la venta de sus obras. Para Jaramillo, los Festivales de Vanguardia se realizaron con la intención de rebelarse contra el gobierno y crear obras desconcertantes que impactaran al espectador. (2002, p 8) Según esta escritora, “Es interesante observar cómo la palabra vanguardia sustituye en los años sesenta a la expresión arte moderno que había prevalecido hasta entonces, para denominar las manifestaciones que creaban renovación en el campo de la plástica. Los artistas tienen toda la intención de rebelarse contra el establecimiento y realizar obras que rompan parámetros concesivos y que creen desconcierto en el espectador.” (2002, p 8) Según Alcántara, los Festivales de Vanguardia se dirigían a todos los públicos con el objetivo de denunciar, ya que estos no sólo permitían que las personas contemplaran sus obras testimoniales y que se generaran nuevos espacios para la transmisión del mensaje, sino también reflexionaran sobre su realidad. (Entrevista, 2010) Lo cual se 61 Guevara, M. (1965, 13 de junio), “Cali, Ciudad abierta a la cultura” en El Espectador, Bogotá, p 7F. 53 confirma con la exposición conocida como Testimonios de 1966, donde participaron Pedro Alcántara, Augusto Rendón, Carlos Granada, Norman Mejía y Darío Morales con el fin no sólo de dar a conocer su denuncia, sino establecer un grupo que creara conciencia social. (Alcántara, Entrevista, 2010) La gira comenzó en Cali, pasó por Venezuela donde el grupo “El techo de la Ballena” coordinó la exposición hasta llegar a la Habana. El catálogo de la gira dedicado a Camilo Torres, exponía algunos de los testimonios que compilaron Orlando Fals Borda y el padre Germán Guzmán en su libro La violencia en Colombia, publicado en 1962. (Pini, citado en Arango, 2004, p 88). Si bien para algunos la gira tenía un significado netamente político, para los artistas era una exposición que no sólo los acercaba al espectador, sino también les permitía expresarse artísticamente sobre política. Para Rendón, ésta gira tuvo como propósito denunciar lo que callaba el Frente Nacional a través del un arte contestatario que analizara y cuestionara la realidad de aquel momento. Gracias a la juventud de los artistas, la gira tomó un carácter democrático que a través de charlas y conferencias, buscaba hacer reaccionar al público. (Entrevista, 2010). Esta gira no sólo demostraba una crítica explicita contra el Frente Nacional, sino también un espacio donde el giro artístico tomaba verdadera forma, creando de esta manera, nuevos pensamientos sobre lo políticamente correcto e incorrecto. Según Medina, la gira cedió al subjetivismo y los temas fueron tratados políticamente, lo que generó de alguna manera un peligro para el Estado, porque los artistas comenzaban a expresar su inconformismo político a través de obras públicas. (1978, p 518) La escasa ayuda estatal y la marginación que vivieron los artistas comprometidos por parte de algunos periódicos, los obligó a buscar espacios donde comunicar sus mensajes. Tanto los Festivales de Vanguardia de Cali como la gira del 66 exponen una noble intención por parte de los artistas preocupados por “democratizar” el arte y comunicar sus mensajes. Aunque el principal objetivo de algunos artistas como Augusto Rendón de llevar el arte a los menos favorecidos y a los campesinos, se vio 54 frustrado por la realidad del país, cabe destacar el impulso que se desarrolló a través de estos espacios, ya que muchas personas tuvieron la oportunidad de observar las obras. (Entrevista, 2010) Aunque los Festivales de Arte auspiciados por el Estado y los de Vanguardia organizados por los nadaístas procedían de diferentes raíces, el principal objetivo de ambos fue reducir la brecha entre artista y espectador. El primero por ser estatal creaba ciertos discursos, que garantizaba la estabilidad y popularidad del gobierno, mientras que los segundos tenían la fiel intención de cuestionarlo y denunciarlo. Pero al mismo tiempo, estos espacios no sólo tuvieron la intención de “democratizar” el arte, sino que a través de ellos la relación entre artistas y espectadores mejoró a tal punto que muchas personas reconocían a los artistas como representantes del pueblo. 2.2. TENDENCIAS Y NUEVOS ARTISTAS Debido a la ruptura y a la consolidación de los “trabistas” gracias a la crítica argentina, el ambiente artístico se diversificó de tal manera que los jóvenes artistas emprendieron la tarea de actualizar el arte nacional. Además, ellos se sintieron parte de una generación que estaba cambiando de acuerdo a las circunstancias sociopolíticas y se vieron obligados a expresar sus sentimientos, acomodándose a múltiples posibilidades para hacer arte en contraposición de lo que inspiraba y plasmaba la hegemonía política de aquel entonces. Por ello, en esta sección se retomará las siguientes tendencias para ilustrar lo anterior; expresionismo, abstracción, experimentación y figuración. La década de los 60 muestra varios contrastes y actitudes comunes que coinciden tanto con el ambiente artístico internacional como con el espíritu “de una generación que en ese momento se encuentra en proceso de transformar en forma radical las premisas del arte precedente, incorporando nuevas preocupaciones en sus 55 planteamientos formales y estéticos.”(Jaramillo, 2001, p 65) La generación “trabista” (Obregón, Ramírez Villamizar, Wiedemann, Botero) según Jaramillo, concuerda sin ser un colectivo con el tratamiento del entorno y con la carencia de concepto de nación, asimismo, manejaban la idea de América y de lo local. De esta manera, sus trabajos serían “tomados o apropiados” por algunos estudiantes jóvenes que sedientos por aplicar y encontrar nuevos lenguajes, utilizaron lo que ellos les enseñaban, convirtiéndolos en los maestros de los años 60. Según Walter Engel, gracias a la influencia de Obregón, varios artistas jóvenes como Manuel Hernández, Luciano Jaramillo, Cecilia Porras, David Manzur, Augusto Rivera, utilizaron el expresionismo romántico caracterizado por “las superficies fraccionadas y los planos superpuestos.”62 Engel definía el expresionismo romántico como un movimiento que se alejaba de la agresividad y alienación política a la que podía llegar la figuración para convertirse en “poesía que interpreta, pictóricamente, los enigmas y las verdades perennes, desde el nacimiento del mundo y sus transformaciones, los elementos desenfrenados en dramática erupción; hasta la belleza de una mujer, de un ave o de una flor, nunca expresada con pedantería naturalista sino con amor panteísta.” 63 Por lo tanto, para este crítico de arte, este “movimiento” sería una de las tendencias más utilizadas por los estudiantes de artes, quienes cedían a la interpretación libre, mística y fluida del oficio. Por ejemplo tanto en la Ilustración 3 de Cecilia Porras como en la 4 de Luciano Jaramillo, se observa claramente como el contenido de las obras cede al tratamiento artístico de las mismas, creando una atmósfera de tranquilidad. La influencia de Obregón se nota en la composición suave, en el tratamiento de los colores, en las pinceladas, en el uso del espacio y la aparente pasividad con que es tratado el contenido. La ilustración 4 de Jaramillo se asemeja a la ilustración 5 de 62 Engel, W. (1960, 12 de Junio), “Expresionismo Romántico”, en El Espectador, Bogotá, VI Magazine 63 Engel, W. (1969, sep-dic), “La pintura de posguerra”, en Revista Espiral, Bogotá, núm. 111, p.44 56 Obregón, en la medida que ambos realizan pinceladas circulares y los objetos en este caso el niño y el perro, se ubican en la parte inferior izquierda sin ocupar totalmente el espacio. Ilustración 3, CECILIA PORRAS, Murallas en naranja, 1968, óleo sobre lienzo, 47x 60 Ubicación: Colección Pedro Moreno Ilustración 4, LUCIANO JARAMILLO Lola, 1965, óleo sobre lienzo, 90x210 Ilustración 5, ALEJANDRO OBREGÓN, El caballero Mateo, 1964, óleo sobre lienzo, 120 x 120 Ubicación: Colección privada Fuente: COLARTE La influencia de Obregón como se observa en la ilustración 5 se percibe en la obras de los jóvenes artistas que tratan los colores con gracia y suavidad. Asimismo, se caracterizan por tratar temas líricamente subjetivos y por crear un ambiente de calma. Según Engel, 57 Aparte de su insistir en el perenne equilibrio estético –clásico en un sentido amplio de la palabra- los expresionistas románticos son unos apasionados del color. Se me objetará que eso puede decirse de casi todo buen pintor, de manera que no se trata de ningún rasgo específico…….Otra nota común de los expresionistas románticos es su predilección por la figura humana, siempre estilizada con la mayor libertad, pero respetando ritmos y cromatismo 64 que no ofendan abierta e intencionalmente la sensibilidad estética. Aunque para el crítico, Cecilia Porras, Luciano Jaramillo, Augusto Rivera, David Manzur, Juan Antonio Roda, María Teresa Negreiros, Lucy Tejada y Jan Bartelsman forman parte del movimiento porque en sus obras se evidencia una sensibilidad y pasividad ajena a la excitación y a la rebeldía de la figuración o del realismo,65 es importante destacar que la influencia de Obregón fue esencial para que otros jóvenes artistas comenzaran a experimentar nuevas tendencias con el fin de encontrar su estilo personal. Por otro lado, si se observa las columnas de arte de los principales periódicos como El Tiempo y El Espectador se evidencia que una gran mayoría de artistas jóvenes eran abstraccionistas. Fernando Valera, periodista de El Tiempo, decía que la búsqueda constante de la originalidad causó que la mayoría de los jóvenes artistas se limitaran a copiar degenerando su arte. Este fue el caso de algunos jóvenes abstraccionistas, quienes presurosos de ser conocidos y de vender obras copiaban y se alejaban del verdadero sentido de crear. 66 Por eso, artistas que siguieron los pasos de Negret y Ramírez Villamizar como los jóvenes Manuel Hernández, Fanny Sanín, Omar Rayo, Antonio Grass, Samuel Montealegre, Pablo Solano, entre otros, fueron criticados por algunos comentaristas de arte y espectadores, quienes aún no comprendían el verdadero valor de aquella tendencia. En una exposición realizada en las salas del Museo Nacional y de la Luis Ángel Arango en 1960 se escucharon opiniones a favor y en contra, pero la gran mayoría se inclinaba por la segunda. Mientras unos asentían, otros decían: “Basta 64 Ibíd., Walter Engel, VI Magazine Ibíd. pp. 45-46 66 Valera, F. (1961, 31 de diciembre), “¿Originalidad o Extravagancia?”, en El Tiempo, Bogotá, Lecturas Dominicales. 65 58 colocar unos trozos de costal, embadurnar unos lienzos, o revolver pintando con arena y ya se hacen las exposiciones que, sustentadas con unas cuantas páginas de palabrería, hablan con los incautos…”67 Por lo tanto, la abstracción fue muy polémica durante aquellos años, principalmente porque era una tendencia que generaba una nuevo pensamiento, lo cual fue muy criticado en Colombia por los de la vieja generación. Artistas como Luís Alberto Acuña, Ignacio Gómez Jaramillo, Pedro Nel Gómez y Gonzalo Ariza, escribían en los diarios principales arguyendo que uno de los mayores problemas en los jóvenes artistas era la utilización del abstraccionismo, como técnica fácil y de moda que negaba la realidad social del país.68 Por otro lado, el público que estaba asimilando el brote abstraccionista no terminaba de entenderlo, porque para la mayoría de las personas era algo incomprensible y por lo tanto inútil como lo demuestran las caricaturas en los periódicos. De esta manera, se generó una discusión entre la tendencia realista apoyada por algunos artistas de la vieja generación y la abstracta utilizada por los jóvenes. Mientras los primeros basaban sus argumentos en la necesidad de crear un arte que representara la realidad, los más jóvenes explicaban que el problema no era la comprensión de la tendencia, sino la superación del prejuicio, el cual estaba basado en la incapacidad del artista de hacer figuras.69 Por ello, algunos intelectuales como Juan Friede, columnista de El Tiempo, pensaban que la utilización del abstraccionismo y de la figuración dependía del progreso y la calidad de vida de la sociedad que lo producía. Mientras países de orientación de izquierda como Rusia realizaban un arte realista, países con un considerable desarrollo industrial como Inglaterra, Francia y Estados Unidos ofrecían “un 67 El Tiempo (1960, 21 de mayo), “Exposición”, Bogotá, Sección Vida Cultural. Moreno. J (1963, 27 de enero). “¿Qué elementos debe tomar el artista colombiano para hacer un arte nacional?”. En El Tiempo, Bogotá, Lecturas Dominicales. 69 Moreno. J (1962, 1 de abril). “Realismo es decadencia? ¿Abstraccionismo es incapacidad?.. y el público ¿Qué prefiere?, en El Tiempo, Bogotá, Lecturas Dominicales. 68 59 magnifico despliegue de arte avanzado, abstracto, completamente no figurativo”, esto demuestra “que la disparidad entre las artes figurativo y abstracto, no obedece al azar ni es accidental, sino que debe tener un profundo arraigo en la estructura social, tan diferente de ambos bloques.” 70 La abstracción según Friede y algunos pintores de la vieja generación, debía ser utilizada por las sociedades que de alguna u otra manera habían satisfecho las necesidades básicas, contrario a lo acontecido en Colombia. Por lo tanto, esta tendencia no fue muy bien acogida porque no representaba la problemática social y porque su lenguaje era tan diferente al acostumbrado, lo que generaba desorientación. Sin embargo, cabe destacar como el giro artístico materializado en la abstracción no sólo significaba una amenaza a lo tradicional, sino también una alternativa ofrecida y avalada por el Estado, a quien no le convenía representaciones que lo denunciaran. Según Augusto Rendón, la proliferación de exposiciones abstractas en recintos públicos como el Museo Nacional y la Biblioteca Luis Ángel Arango, demostraban una preocupación estatal por evitar los artistas figurativos que referenciaban temas políticos-sociales. (Entrevista, 2010) Sin embargo, es importante resaltar que a través de la abstracción también puede darse una denuncia como lo hizo Manuel Hernández, quien utilizando elementos de la naturaleza, construyó una lectura a través de sombras y manchas que terminaron aludiendo a una realidad. (Rubiano Caballero, 1977, p 1499) La confusión que generaba la abstracción influyó en el público, que no tenía las referencias o la formación para comprenderla. Si bien esta tendencia fue apoyada por la mayoría de los críticos de arte, quienes veían en ella la mejor manera “de trascender el ámbito de los problemas inmediatos sin ignorarlos…”, 71 el público 70 Friede, J. (1960, 28 de Agosto), “La desorientación del arte en Colombia”, en El Tiempo, Bogotá, p 1 Lecturas Dominicales. 71 Carbonell, G (1969, sep-dic). “Los años sesentaytantos… Pintura Actual”, en Espiral, p 63 60 parecía no poder entenderlo, puesto que no estaban acostumbrados a observar aquellas figuras formales y estructuradas. Esta tendencia no fue la única que recibió ataques, artistas como Beatriz González, Santiago Cárdenas, Bernardo Salcedo, Álvaro Barrios, Feliza Bursztyn72, quienes eran considerados parte del movimiento de la contracultura por destruir y replantear los valores culturales, históricos y morales de la sociedad colombiana, fueron criticados por los más conservadores. Fue desde su aparición en el Salón Nacional de Artistas de 1965 que estos jóvenes artistas se dieron a conocer. Carlos Rojas participaría con Marta Traba cuatro veces, Beatriz González con Los suicidas del Sisga y Feliza Bursztyn con Mirando al norte. Si bien el público seguía reacio a pensar diferente, los críticos de arte como Traba y Germán Rubiano Caballero los apoyaban. Traba declaraba en El Espacio que se debía celebrar la aparición de una “nueva generación” de artistas que se manifestaba “por su inconformismo, su ruptura abierta con las obras nacionales que les preceden, su intención de resolver a fondo los problemas y muchas veces su franca brutal virulencia.”73 Debido a la utilización de nuevas tendencias como las manejadas por González, Cárdenas y Bursztyn, surgió ese mismo año un fuerte pronunciamiento de Carlos Medellín, quien declaraba que lo apreciable en el ambiente artístico nacional fue “el profundo distanciamiento, aparentemente definitivo, entre estos dos personaje (artista- espectador). Pero al contrario de lo que pudiera suponerse, la actitud popular es a todas luces tan positiva como negativa es la del artista, cuya inmersión 72 Estos artistas manejaban distintas tendencias, sin embargo se les agrupa por ser considerados integrantes de la nueva promoción. Gonzales trabajaba el pop-art al igual que Cárdenas, Salcedo se caracterizaba por su trabajo en las cajas, Barrios es considerado el iniciador del arte conceptual y Feliza se distingue por el tratamiento de las chatarras. 73 Traba, M. (1965, 21 de agosto), en El Espacio, Bogotá. En Calderón. Camilo, 50 Años Salón Nacional de Artistas, p 133. 61 es una problemática de falsas apariencias lo han conducido a la confusión absoluta.”74 Para Medellín, la confusión se basaba en la ausencia de elementos nacionales en las obras de arte del salón de 1965, en la carencia de expresión estética y sobre todo en el distanciamiento entre espectadores y artistas generado por la utilización de estas nuevas tendencias. Para este columnista de El Tiempo, los artistas jóvenes al buscar el sentido del arte pecaban por ignorantes al alejar los verdaderos contenidos nacionales y locales. Por lo tanto, el público no entendía lo que veía y se apartaba aún más del arte nacional dejando al artista en completa soledad. 75 Esto se evidencia en las caricaturas (Ilustraciones 6 y 7) publicadas en los periódicos, cuando los jóvenes artistas hacían alguna exposición. Las dos imágenes muestran los salones nacionales como espacios sociales de la burguesía, donde la confusión y la broma se convertían en el plato principal, ya que los espectadores no entendían lo que se exponía. En la ilustración 6, se observa al arte moderno como una parodia cotidiana, por ser considerado como una simple decoración y una burla hacia el “verdadero arte”. El público conformado por burgueses conservadores, no sólo asiste por convencionalismo sino también, porque debe demostrar su conocimiento cultural así no lo entienda. En la ilustración 7, la exposición de las artes plásticas es concebida por el mismo público burgués como una feria o un circo, por la creación de “extraños” artefactos que realizan los jóvenes artistas. Igualmente, el caricaturista no solamente se mofa de los cultos, sino también reflexiona sobre la labor de los directores de los museos de arte moderno, porque ellos tienen que soportar la ignorancia y el tradicionalismo de los burgueses. Por ello, se puede concluir que las nuevas tendencias no fueron realmente entendidas por el público, que terminó 74 Medellín, C. (1965, 5 septiembre), en El Tiempo, Bogotá. En Calderón. Camilo, 50 Años Salón Nacional de Artistas, p 133. 75 Ibíd., p 134 62 señalándolas y juzgándolas como parte de la decoración hogareña. Asimismo, es interesante observar como los salones nacionales no sólo se convirtieron en un “circo social”, sino también sirvieron para demostrar que los más cultos podían ser los más ignorantes. El giro artístico plasmado en la apropiación de innovadoras tendencias, estaba generando en la sociedad conservadora rupturas que destruían las tradicionales estructuras culturales de la nación. Por lo tanto, mientras los jóvenes llenaban aquellos vacios con nuevas propuestas, los viejos los saturaban con antiguos recuerdos, creando de este modo, un constante conflicto entre ambas partes. Este conflicto determinó el concepto de sociedad colombiana, puesto que transformó no sólo la percepción del mundo y de la historia, sino también permitió la autoconstitución de normas y de nuevos significados. Sin embargo, Pécaut resalta que aquella transformación sobrellevó ciertos obstáculos como fueron la injerencia de la iglesia, los valores conservadores y la precariedad Estatal,76para terminar iniciando una modelo social más moderno que se evidenció en la apropiación de nuevas tendencias artísticas. 76 Pécaut, Daniel. (1990) Modernidad, modernización y cultura, Revista Gacela de Colcultura, octava edición. 63 Ilustración 6, s.a., El Espectador, 3 diciembre de 1967 64 UNA VIQITA AL D,- SOLIDARIAH"HTE,,\ LOS RECToU~ 01iL HUSIlO Quí¡-. tn:s TI~N'N QuE ~(J"R.IR. CO!.oA'So COMO 5&TA5; Ilustración 7, s.a., El Espectador, 7 de junio de 1964, p 16 E 65 Por último, se debe destacar uno de los grupos más significativos en el arte colombiano, los figurativos. Estos artistas resistieron a la actitud internacional inmersa en las nuevas tendencias como el pop-art, utilizaron técnicas tradicionales y retomaron la figuración “como un reto y un estímulo el mantenimiento de la figura.” (Sullivan, 2000, p 168) Cabe destacar que la figuración en Colombia nunca estuvo ausente del ambiente artístico, más bien tomó diferentes características y técnicas para su realización. Tanto Botero como Enrique Grau fueron grandes exponentes de esta tendencia. Según Jacqueline Barnitz, el trabajo de estos dos artistas representaba la principal ruptura con el arte mexicano, ya que sus figuras a pesar de haber sido creadas académicamente, se burlaban del pasado para pertener al presente, a lo moderno. Aunque recordaran de algún modo el arte popular y tradicional, creaban obras contemporáneas adaptadas a sus influencias. Para Barnitz, las figuras de Botero eran inexpresivas y las de Grau creaban una atmosfera personalizada, pero en ambos el humor era evidente porque exponía los diferentes tipos sociales con los cuales se podía identificar un colombiano. (2001, p 259) La utilización del humor como medio de crítica a los valores tradicionales y morales, fue muy tratado por estos dos artistas, quienes tomando referentes culturales y representaciones simbólicas destruían o frivolizaban el armazón moral colombiano. En la Ilustración 8 de Grau, se observa a un excelente dibujante, que trabajando las formas redondas y un tanto geométricas, crea a una mujer ensimismada y Ilustración 8, ENRIQUE GRAU, El libro de los recuerdos, 1960, tempera sobre papel, 100X70, Ubicación: Colección privada pensativa que cuidadosamente abre un libro o un album de fotos. Grau hace referencia a las mujeres de los años 40 y 50 que celosamente escribían y guardaban sus recuerdos en los libros como si pudieran revivir el 66 pasado. En esta imagen, él criticaba aquellas mujeres que seguían obsesionadas con los recuerdos y desistían vivir el presente. Un fiel ejemplo del tiempo repetitivo de Pécaut. Por otro lado, la mejor manera que encontraron los jóvenes artistas para satirizar la moral colombiana fue a través del erotismo. Según Traba, la condición “genérica de país tradicional, católico y reprimido.” hizo que los temas sexuales y eróticos fueran azotados por los conservadores, pero debido a esto, algunos artistas retomaron el erotismo no como medio de denuncia, sino como forma desmitificadora de la doble moral nacional. (Traba, 2005, p 222) Los artistas más representativos fueron los figurativos Darío Morales, Luís Caballero, Luís Paz, Leonel Gongora y Jim Amaral. Las obras de estos artistas aunque son particularmente diferentes una de otra, se caracterizaban por el tratamiento de las formas, la utilización del espacio y sobre todo el manejo del contenido, ya que en la mayoría a excepción de Caballero, la mujer fue el tema central asumiendo diferentes posiciones y situaciones. En definitiva, a medida que el erotismo se volvía más explícito, la connotación sexual incomodaba aún más a la tradicional sociedad colombiana, generando críticas frente a esta temática. Sin embargo, el erotismo no fue exclusivo de los anteriores artistas, hubo otros que lo fusionaron con la violencia y la denuncia. Personajes como Carlos Granada, Pedro Alcántara, Augusto Rendón y Norman Mejía utilizaron estas dos temáticas suscitanto verdaderos ataques entre el público. El principal objetivo de estos artistas era incomodar al espectador de tal manera que se despertara del ensimismado sueño eterno y se diera cuenta de la cruel realidad del país. En una de las primeras exposiciones que realizó Norman Mejía en el Museo de Arte de la Universidad Nacional en 1965, se percibió en los artículos oficiales el desconcierto de algunos espectadores al ver sus obras. Una de ellas fue No disparen 67 más que somos dos, la cual mezclaba erotismo con violencia al estilo Wilhem de Kooning y Francis Bacon. Sus monos, algunos de ellos bastante grandes, causan en los desprevenidos estudiantes y empleados que visitan a la exposición un suerte de desconcierto” ya que sus “formas obedecen a un especial impulso y con ellas nos ofrece su versión de la violencia, no especificamente la sufrida en el país durante catorce años, sino la violencia en general, la que 77 hace del hombre de nuestros días un atormentado. Si bien el impacto de los espectadores obedeció más a las formas violentas y contrahechas de las figuras, no se hubiera logrado el objetivo de impactar sin el manejo erótico que Mejía le daba a aquellas formas femeninas, agredidas no sólo por la naturaleza, sino también por el hombre. Por lo tanto, las obras de este artísta fueron criticadas por exponer temas que aún seguían siendo tabú en la sociedad tradicionalista y conservadora. Ilustración 9, JIM AMARAL, Conversando, 1969, grafito sobre carbón, 70 x 56 Fuente: COLARTE 77 Ilustración 10, NORMA MEJÍA, La Bella, 1966, Oleo sobre tela Ubicación: Colección Hernando Santos Clavijo, J. (1965, Marzo), “Exposiciones en Bogotá”, en El Tiempo, Bogotá, Vida Cultural 68 Aunque el estilo de Jim Amaral, ilustración 9, es totalmente distinto al de Mejía, ilustración 10, se puede señalar ciertas particularidades. Si bien el primero crea un espacio donde la mujer se identifica con la sexualidad y el erotismo con el objetivo de desmitificar su forma humana, Mejía utiliza la figura corporal para acentuar no sólo el dolor, sino también la violencia con que los cuerpos de las mujeres son sometidos. Por otro lado, mientras Amaral utiliza los colores pasteles y oscuros, y la línea para acentuar la forma, Mejía toma una gama de coleres sombríos y claros para profundizar las formas orgánicas de sus figuras. En resumen, en ambos artistas, la temática, el personaje (mujer) y la sensibilidad estética son frecuentes, pero el objetivo y el concepto de la obra son totalmente diferentes, ya que obedecen a la personalidad de cada uno. De esta manera, viendo las obras que exponían durante aquella década es comprensible el porque de tantas críticas. Primero que todo el erotismo fue bastante cuestionado en una sociedad como la colombiana de los años 60, donde la tradición y los valores eran sumamente importantes para algunos espectadores. La vida social de la mayoría de las personas seguía inmersa en un imaginario resistente a los cambios, por lo que las imágenes representadas, no eran vistas como elementos de la realidad, sino como figuras estéticamente distorsionadas de poco valor simbólico. Segundo, la desorientación en la que nadaban los espectadores influyó aún más en la percepción de aquellas obras, ya que el público no salía de una nueva tendencía para entrar a otra mucho más controversial. Por lo tanto, aquellos artistas fueron criticados no sólo por el lenguaje que utilizaban, sino también por la temática que abordaban. 2.3. OTRAS EXPRESIONES FIGURATIVAS El denunciar fue uno de las acciones más importantes durante la década de los 60, debido a las circunstancias nacionales que seguían vapuleando a la mayoría de la 69 población colombiana. Como se dijo anteriormente, aquellos años vivieron un impulso en el surgimiento de grupos rebeldes y movimientos políticos alternativos, que le hicieron frente a la exclusión, represión y política antidemocrática del Frente Nacional. Éstas agrupaciones no fueron las únicas, los intelectuales entre ellos algunos artistas, quienes por su profesión eran más sensibles a la realidad colombiana, retomaron su condición de representantes del pueblo y utilizando nuevas expresiones tanto en la pintura como en el grabado, desarrollaron un lenguaje para denunciar la injusticia social, consolidándose de esta manera la noción de arte comprometido. Por lo tanto, cabe preguntarse ¿Cuál fue el lenguaje estético utilizado por los artistas preocupados por la realidad colombiana? y ¿Cuáles fueron las expresiones que permitieron que el lenguaje tuviera fuerza y coherencia? La nueva-figuración emergería en los años 50 en Europa gracias a la renovación del expresionismo figurativo de comienzos de siglo. Esta nueva tendencia no trataba ni a la figura ni al color como se hacía tradicionalmente. Según Gil Tovar, gracias a esto, los artistas neo-figurativos crearon un lenguaje estético que se apoyaba en el grafismo libre, en las texturas, en las actitudes del informalismo, en la sobrecarga de contenidos, en la tensión de las formas y sobre todo “en la tendencia hacia un neohumanismo dramatizado”, por lo que las formas humanas distorsionadas y contrahechas se convirtieron en el foco central del lenguaje, exponiendo una realidad monstruosa, violada y angustiosa. (1982, p 36) En Colombia, esta tendencia fue utilizada mayoritariamente por artistas jóvenes ansiosos por recuperar y renovar la figura humana. Gracias a la innovadora naturaleza de la nueva-figuración al igual que su tratamiento en las imágenes, algunos artistas jóvenes la vieron como la mejor manera de “recrear y re-presentar” la convulsionada realidad nacional. Por lo tanto, se puede decir que ésta tendencia adquirió fuerza durante este período porque el contexto político-social se apropiaba al manejo o distanciamiento de las figuras, colores y espacio. Mientras que las figuras se mostraran contrahechas y feas, y el espacio vacío o completamente atiborrado de 70 imágenes, la obra se asemejaba a la realidad del país a tal punto de transformar el arte en un elemento social y a los artistas en militantes o simpatizantes de lo no establecido. Por otro lado, antes de retomar la nueva-figuración como lenguaje estético tanto en la pintura como en el grabado, se debe resaltar que la denuncia fue uno de los principales objetivos de este lenguaje, ya que permitía retomar la cotidianidad a través de espacios dramáticos, violentos e irreales con el fin de darle libertad al artista para que expresara los límites del ser humano. Las entrevistas realizadas a Pedro Alcántara, Carlos Granada, Augusto Rendón y Álvaro Medina permitieron crear una categoría conceptual, ya que coincidían en otorgarle a la acción de denunciar un valor significativo porque el arte de los 60 giraba en torno al desarrollo de aquel proceso. Por lo tanto, se entenderá denunciar como el acto de aclarar y mostrar circunstancias irregulares y confusas que son realizadas usualmente por una institución, miembro estatal o por el mismo gobierno. Su principal objetivo es hablar de y por los sometidos, heridos y víctimas, demostrando la manipulación de la realidad. El acto de denunciar lleva implícito la acción de concientizar y hacer reflexionar al espectador lo que éste usualmente ignora, asimismo, crea el camino para reconocer la igualdad de derechos y deberes de las personas y el respeto hacia la vida. El mejor ejemplo de esto es la obra de Rendón titulada Santa Bárbara de 1962, ilustración11, donde el artista denuncia directamente la masacre realizada por el Estado a los sindicalistas que ejercían el derecho al paro. Aquellas situaciones casi nunca se publicaban en las hojas de los diarios principales, ya que estos de alguna manera cubrían las acciones Estatales, por lo que Rendón y los otros artistas se vieron obligados a denunciar a través del grabado. 71 La ilustración 11 de Augusto Rendón, muestra a un grupo de huelguistas siendo atacado con fusiles por militares. En el centro de la composición se observa a uno de los protestantes con las manos en alto sostenido por sus compañeros, mientras que uno de los militares a caballo lo ataca con Ilustración 11, AUGUSTO RENDÓN, Santa Bárbara S.A., 1962, aguafuerte, Ubicación: Museo Nacional. un fusil. El rostro del huelguista es visible y pareciera que gritara, en cambio, el perfil del militar es totalmente negro significando la corrupción, la injusticia y el poder manipulado por unos cuantos corruptos. 2.3.1 La nueva-figuración en la pintura colombiana Desde la presentación de Francis Bacon en la Bienal de Sao Pablo en 1959, varios artistas latinoamericanos se sintieron identificados con el nuevo lenguaje estético78 que este artista anglo-irlandés junto con Willem de Kooning exteriorizaban. Aquel lenguaje se caracterizaba por la recuperación de la figura no como signo, sino como símbolo, por la apropiación de contenidos reales con elementos imaginarios y sobre todo, por la gestualidad en las figuras. (Gil Tovar, 1982, p 35-36) Estas características interesaron a algunos artistas latinoamericanos y en especial los colombianos, quienes se encontraban en un ambiente de tensión política. De esta manera, la nuevafiguración se convertía en un modelo de resistencia a lo establecido a pesar de ser una 78 Esta categoría se entenderá como el discurso utilizado por el artista, quién implementando ciertas convenciones culturales y estéticas puede crea una relación entre la obra y el público. Este último adquiere la capacidad de generar valores estéticos de lo bello, lo feo, lo agradable y lo desagradable contemplando la obra. Para Alfred Ayer, los valores estéticos se usan de igual manera que los términos éticos, en la medida que los dos no se emplean para enunciar hechos, sino para expresar sentimientos y suscitar una determinada respuesta. Por lo tanto, los valores estéticos son arbitrarios porque depende de la persona que observa. En Adolfo Sánchez Vazquez. “Antología Textos de estética y teoría del arte”, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, 1972, pg. 189 72 tendencia moderna. Su carácter beligerante permitía crear obras con signo político y esto la impulso a ser el nuevo lenguaje de denuncia de los años 60. Como lo dice Peter Burke, a través de las imágenes “las experiencias y los conocimientos no verbales de las culturas del pasado” (2005, p 16) se identifican en las obras, y tal vez esta fue una de las principales características de la nuevafiguración. Los referentes pasados de la violencia bipartidista fueron elementos esenciales para crear representaciones simbólicas relacionadas con temas políticos y sociales del momento. Por eso, la nueva-figuración ha sido catalogada por varios especialistas como arte político. Según Barnitz, “El arte político fue realizado en la mayoría de los países, pero los principales grupos con agendas establecidas se identificaban especialmente en Colombia, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile. En Colombia, el efecto persistente de “la violencia”, todavía se sentía a principios de los 1960s, junto con una aversión al clero, a los líderes opresivos y a los Estados Unidos, proveedor de los mayores catalizadores para el arte activista.” (2001, Capitulo 11) En Colombia, la aparición oficial de la nueva-figuración como “una nueva posición del arte colombiano”, se dio con una exposición realizada en marzo de 1965 por Marta Traba en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Esta exposición se realizó con el objetivo de exhibir a los representantes de una nueva posición en el arte colombiano, coincidiendo con la participación de artistas de otras tendencias que incorporaban nuevas propuestas. Los artistas escogidos bajo este criterio fueron: Pedro Alcántara, Pablo Solano, Norman Mejía, Fanny Sanín, Miguel Ángel Cárdenas, Luciano Jaramillo, Gastón Betelli y Juan Antonio Roda. Entre los neofigurativos estaban Alcántara, Mejía, Jaramillo y Roda. Betelli y Cárdenas fueron considerados pop, Sanín y Solano como abstractos. Todos estos artistas fueron escogidos, porque planteaban una nueva posición frente al estancamiento que el arte 73 nacional sufría, a causa de la mediocridad de las obras de algunos jóvenes artistas y de la repetitividad de los maestros. 79 Sin embargo, durante los años anteriores, los artistas Carlos Granada, Norman Mejía, Augusto Rendón (grabador) y Pedro Alcántara (dibujante) habían realizado exposiciones referentes a la violencia, que fueron catalogadas por Traba como neofigurativas, porque tenían la característica principal de perturbar e incomodar al público como lo hacían las obras de Francis Bacon. Serrano quien escribió décadas después, dijo que estos artistas utilizaron la nueva-figuración, ya que les permitía distorsionar con ferocidad a sus personajes, con el objetivo de crear emociones fuertes además de burlarse de la realidad. (1986, p.149) Esta característica fue la principal influencia del mexicano José Luis Cuevas, quien decía que la nuevafiguración permitía a los artistas “adoptar una actitud de humor, una especie de humor negro. Somos testigos de nuestra época, no tomamos ninguna postura, simplemente la expresamos.” 80 Pero fue hasta 1965 con la exposición en el Museo de Arte Moderno que estos artistas fueron reconocidos oficialmente en los periódicos como neo-figurativos. Debido a esta exhibición, El Espectador publicó una entrevista realizada a Marta Traba y a Luciano Jaramillo en 1965 sobre la nueva-figuración y sus principales características. Esta entrevista consistía en diez preguntas que reducía esta tendencia a un lenguaje beligerante que de alguna u otra manera transgredía lo convencional. Haciendo un resumen de las respuestas que dieron ambos, se puede concluir que para la crítica en la nueva-figuración no debía haber preeminencia del contenido sobre la forma, porque el artista que lo hiciera corría el riesgo de hacer literatura o política. En el mismo sentido, Jaramillo pensaba que tanto la forma como el contenido debían ser equitativamente equilibrados para que cumplieran su función de comunicar. Por lo 79 El Espectador (1965, 21 de marzo), “Acción Intrépida”, Bogotá, pp. 12 F- 13 F Hoyos, Alberto (1965, 21 de noviembre), “Cuevas elevado a Cuevas”, en El Tiempo, Bogotá, p 4 de Lecturas Dominicales. 80 74 tanto, si hubiera preeminencia de la forma la pintura se arriesgaba a ser formalista y si fuera excesivamente sobrecargada de contenidos produciría panfletos tipo muralismo mexicano.81 Para Traba, esta tendencia sustituía tanto focal como emocionalmente el objeto por la figura activa, declarando que el hombre era re-presentado como una imagen contrahecha y cruel, atacado y/o ridiculizado sin intención expresa de denunciar nada. Jaramillo por su parte, pensaba que la figura era el centro de la obra porque cumplía con alguna intención del artista. Además, los dos reconocían que tanto la juventud de los artistas como sus experiencias en el exterior, beneficiaba en aportes de ideas y de confrontación, el ambiente artístico nacional generando nuevas posiciones. 82 De este modo, se puede concluir que tanto para la crítica de arte como para el artista, el objeto principal de la nueva-figuración era el hombre expuesto como una imagen deforme y distorsionada. Para ambos, el valor del contenido, los viajes realizados al exterior y la juventud de los artistas, permitía que esta tendencia creara un lenguaje acorde con la realidad nacional a través de nuevas expresiones como la pintura y el grabado. Si bien la posición de los dos entrevistados (Traba y Jaramillo) no difiere, se percibe en la opinión de la crítica elementos rigurosos y deterministas. Para la crítica, la nueva-figuración era un lenguaje que debía ser utilizado sólo para fines artísticos y no para denunciar o criticar. Por eso, la manipulación de esta tendencia podía crear obras comprometidas políticamente que se alejaban del verdadero objetivo del arte. En cambio, en la opinión de Jaramillo, la simpleza y la flexibilidad le otorgaba importancia no al mensaje de la obra, sino a los valores artísticos y a la armonía de los componentes. Contrario a lo que pensaba Jaramillo, en las entrevistas realizadas a Alcántara y Granada se observa un común acuerdo al declarar que la nueva-figuración fue una 81 82 El Espectador (1965, 21 de marzo), “Acción Intrépida”, Op cit. Ibíd. 75 tendencia impactante y “revolucionaria”, en la medida que se retomaba la figura, en especial la humana, no para exaltar o redimir sino para denunciar, criticar y transmitir un mensaje. Debido a factores políticos y circunstancias externas, la nueva-figuración fue un lenguaje contemporáneo, que permitió crear representaciones que impactaran al público obligándolo a reflexionar. (Entrevistas, 2010) En ese orden de ideas, es importante destacar que Alcántara y Granada fueron considerados innovadores y según Medina “se colocaron rápidamente a la vanguardia de una figuración que se opuso beligerantemente a la abstracción e intentó registrar, según sus temperamentos y diferentes posiciones ideológicas, los acontecimientos que se producían en el seno de la sociedad colombiana”.(1978, p505) Para Medina, fue la expresión de rabia de la generación joven lo que llevó a la utilización de la nuevafiguración a través de un lenguaje caricaturesco y político. El mejor representante para Medina de esta tendencia tan variada fue Norman Mejía, quien se convirtió en un caso sui-generis no sólo por su carácter personal, sino también por sus obras donde el ser humano estaba representando como una imagen contrahecha y sangrentada. (Entrevista, 2010) Según Medina, artistas como Mejía y Alcántara fueron los motores de cambio fundamental de la época y no los que, a fuero de no parecerse a Obregón ni a Negret, terminaron por repetir el Pop Arte y el Hard Edge entre nosotros cuando escogieron ser los áulicos de Kemminy o de César y Tingueley. La actitud de Mejía y Alcántara casaba perfectamente con el movimiento empeñado en tratar el tema de la violencia política a través de la literatura, el teatro y las artes plásticas, que el país conocía desde 1948, cuando Alejandro Obregón pintó Masacre 10 de Abril, obra inicial de la serie de lienzos que fue realizando a través de los años y que tiene en Violencia (1962) su obra más apreciada. (2000, p 41, 42) Por lo tanto, componiendo obras de fuertes temáticas y dolorosos mensajes, aquellos artistas (Alcántara y Granada) querían impactar al público obligándolos a preguntarse por la realidad del país. Asimismo, introspectivamente aquella reflexión los forzaba a replantearse su papel como artistas y sobre todo como representantes del pueblo, puesto que su sensibilidad ante la realidad, los inclinaba a realizar un arte comprometido. 76 Si no hubiese sido por los jóvenes artistas antes mencionados, la nueva-figuración no hubiera tomado ese carácter político tan característico de la década de los 60. Desde la perspectiva de Ivonne Pini, los artistas que utilizaron la nueva-figuración fueron los que reconocieron los problemas de la dependencia del arte debido a las influencias extranjeras, la multiplicación de las imágenes y la definición de la imagen como signo. Por lo tanto, buscaron cierta identidad y autonomía, “rechazando todo lo que implicara simple modernización refleja, pues la veían como una forma mimética.”(Pini, 2001, p 54) Ilustración 12 , NORMAN MEJÍA, Autorretrato que sufre en el paisaje, 1965, óleo sobre lienzo, 120 x 96 Ubicación: Museo de Arte Moderno de Bogotá Ilustración 13, CARLOS GRANADA, Flores para un niño muerto, 1962, óleo sobre lienzo, 89X116 Ubicación: MAMBO Los dos mejores ejemplos de la nueva-figuración colombiana lo hicieron Mejía y Granada. En la ilustración 12 de Mejía observamos como un artista se percibe como un personaje solitario, intranquilo y temeroso, que camina hacia un bosque oscuro que pretende tragárselo a medida que se acerca. Aquella imagen muestra el desencanto de una generación joven que lucha por entrar en una sociedad conservadora cada vez más grande y oscura. Por el contrario, en la ilustración 13 de Granada, vemos una imagen un tanto caricaturesca de una mujer que sostiene a su hijo informe y a su lado otro niño que le ofrece una flor. La violencia es representada por Granada como un fenómeno que ataca sin piedad y que interviene forzosamente 77 en la vida de las personas, convirtiéndolas en simples muñecos que se manejan al antojo de su dueño. Esta tendencia rompía los límites establecidos, introduciendo aportes del informalismo y del action painting, creando una pintura espontánea, violenta y relacionada con el mundo cotidiano. En Colombia, la vida diaria se alimentaba de la violencia, la corrupción y la injusticia realizada tanto por el Estado como por los grupos rebeldes. Por ello, estos artistas, “más que interpretar la violencia como hechos aislados, la abordaron como una entidad aborrecible y despreciable, proyectando una dimensión humana irracional y monstruosa que buscaron hacer visible usando un lenguaje visual agresivo no muy distante de las fotografías publicadas en La Violencia en Colombia”.(Malagón, 2008, p 24) En pocas palabras la naturaleza del lenguaje, el carácter novedoso y el tratamiento del contenido que permitía esta nueva tendencia, fueron los elementos que más atrajeron a los pintores colombianos, que empezaron a crear representaciones simbólicas basándose en la violencia colombiana. 2.3.2. Resurgimiento y nueva-figuración en el grabado nacional El reimpulso del grabado fue uno de los puntos claves en la década de los sesenta. Gracias a su naturaleza múltiple, el grabado al igual que los carteles, se convirtieron en los medios de denuncia y crítica frente a la realidad latinoamericana. Según Ivonne Pini durante esta década “se planteó el retorno a las formas de trabajo aparentemente más modestas, como el grabado, pero que permitían enfrentar el oficio a un arte costoso y sofisticado, como el que se proponía en algunas experiencias de happenings y performances que se realizaban en Europa y EEUU.”(Pini, 1987, 60) Por lo tanto, la utilización de este “arte menor” no sólo permitió el regreso al viejo oficio, sino también un mayor acercamiento a la realidad a 78 través de la temática testimonial. En Colombia, el grabado se convertiría en la expresión por excelencia de los artistas comprometidos con la realidad, quienes se preocuparon por el rescate de la imagen figurativa y de la comunicación con el público. Como lo anotan tanto Medina como Traba, el grabado y el dibujo fueron esenciales para los artistas colombianos, quienes los consideraban más naturales y simples que la pintura y la escultura. Asimismo, éste fue utilizado educativamente porque permitía crear obras seriadas asequibles a una “mayor” parte de la población. “Su función educadora y comunicativa se ahondó en el grabado, cuya reproducción múltiple terminó con el privilegió de la pieza única.” (Traba, 1984, p 135) La importancia del grabado como medio de difusión se baso en su costo moderado, en su fácil reproducción y sobre todo en su simple lenguaje, lo que permitió que el público lo pudiera entender y adquirir rápidamente. El dibujo por su parte, se convirtió en un lenguaje revolucionario, que luchaba contra las nuevas tendencias artísticas manipuladas por la publicidad y la decoración. Traba señalaba en su libro Dos décadas vulnerables: Latinoamérica reconoce en el dibujo, el sitio donde está la fuerza, como la cabellera de los héroes homéricos. Porque mientras la manipulación de las conciencias se da con tanta facilidad, como lo veremos más adelante, entre las nuevas formas artísticas que se inscriben, por sus técnicas, materiales y efectos, en lista competitiva con la publicidad y los medios masivos de comunicación, los dibujantes han quedado al margen de las discusiones. (Traba, 2005, p 130) Grabadores como Hanné Gallo y Rendón utilizaron la nueva-figuración para integrar su denuncia no sólo al ambiente artístico nacional, sino también para crear un lenguaje directo y simbólico asequible al público. Como se mencionó inicialmente, gracias a la naturaleza modesta, múltiple y por la divulgación del grabado en diferentes certámenes internacionales como las Bienales y en los Salones Nacionales a mediados de la década, los artistas colombianos empezaron a utilizarlo para denunciar y criticar el sistema político. 79 Luis Ángel Rengifo quien se convertiría en el maestro de los grabadores más importantes colombianos, jugó un papel importantísimo en el resurgimiento del grabado. Su participación en el ambiente artístico nacional no sólo se limitó a la creación sino también a la docencia. Como profesor de grabado en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, enseñó diferentes técnicas como la xilografía, la calcografía, el aguafuerte y la punta-seca. En el debate entre docente y alumnos acerca de la necesidad de integrar la denuncia al arte en ese medio de impresión, optaron por un lenguaje directo y figurativo que unido a la propiedad de ser múltiple permitía llegar a un número mayor de personas, y se superaba el mito de la obra única con altos costos. En ese momento en que se expandía las ideas del marxismo se defendía el realismo socialista que se basa en principios de representación claros para las clases populares. (Arango, 2001, p 59) La labor comenzada por Rengifo animó a sus alumnos a analizar la problemática nacional. Sin embargo, su estilo personal desarrollado por sus estudios en México en el Taller de Grabado Popular, estaba ligado a los maestros Pedro Nel Gómez y Luis Alberto Acuña preocupados por la exaltación americanista. En una entrevista dada a Leonor Carrasquilla en El Tiempo en 1960, este grabador insistía en la exposición de América como un elemento nacional de su obra realista. Según Rengifo, “Al no exponer a nuestra América en el arte, estamos omitiendo una misión como artistas que somos de este continente. El arte debe ser universal, pero llevar consigo aportes autóctonos del país a que pertenece.”83 Rengifo estaba preocupado por las temáticas latinoamericanas ligadas a la violencia, como lo hicieron los artistas de la vieja generación. La temática de la violencia bipartidista fue expuesta en 1964 en la Biblioteca Luis Ángel Arango, donde Rengifo presentaba 25 grabados sobre la violencia, titulados con los nombres de los cortes que realizaban las guerrillas conservadores y liberales en los años 50. Piel al sol, 83 Carrasquilla, L. (1960, 8 de mayo), “Hay que exponer a la América en el arte” en El Tiempo, Bogotá, sección vida cultural. 80 Violencia No 6 y Corte de cabeza, fueron algunos de los títulos de la exposición. 84 Si bien sus obras fueron concebidas como “un documento real y simbólico”85 de la violencia bipartidista, éstas deben entenderse no como denuncia, sino como una temática entre la amalgama latinoamericana heredada del muralismo mexicano. Aunque sus obras trataban el tema del conflicto nacional, su principal objetivo no era denunciar o criticar el Frente Nacional, sino expresar su disconformidad frente a la violencia, concebida como un monstruo “que abre sus garras y aprisiona entre ellas a niños, ancianos e inocentes sin distinción alguna.” 86 Ilustración 14, Luis Ángel Rengifo, Las Victimas, 1964, aguatinta, 32X42, Ubicación: Museo Nacional de Colombia Ilustración 15, Luis Ángel Rengifo, Cabeza en las alambradas, 1964, aguafuerte-aguatinta 32X42, Ubicación: Museo Nacional En las ilustraciones 14 y 15 se observa a un Rengifo preocupado no sólo por el buen uso de la técnica, sino también por los recuerdos que dejo el conflicto bipartidista. Se tiene entendido que este grabador se inspiró en las fotos del libro del padre Germán Guzmán y Fals Borda, para realizar esta serie de grabados. En la primera ilustración vemos a una mujer sin brazos, con el torso ahuecado por las balas, un niño jugando con un rifle y el corte de una cabeza de una estatua femenina. Aquella imagen desgarradora no sólo simboliza el maltrato al que fueron sometidos tanto las mujeres como los niños, sino también demuestra la agonía de un país en guerra interna. En la 84 Valencia. G. (1964, 13 de febrero), “Un documento real y simbólico en los grabados del Maestro Rengifo”, en El Tiempo, Bogotá, p 13 85 Ibíd. 86 Ibíd. 81 ilustración 15, se observa la cabeza de una mujer colgada entre alambradas como si fuera un animal atrapado o como si ella formara parte de la valla. En consecuencia, se concluye que Rengifo fue uno de los iniciadores del giro artístico por su interés en reactivar el grabado y convertirse en uno de los mejores grabadores del siglo XX colombiano, como lo demuestra el artículo de Barney Cabrera de 1961, donde se reconoce la importancia de este grabador en los anales del arte nacional. (Eugenio Barney Cabrera, citado en Arango, 2001) Si bien Rengifo fue sumamente importante en el ambiente artístico por la temática y el tratamiento épico de las mismas, éste no llegó ni a concientizarse ni a comprometerse como lo hicieron sus alumnos del taller de la Universidad Nacional. Los estudiantes Pedro Hanné Gallo, Aníbal Gil, Alberto Gutiérrez, Alfonso Quijano y Rodolfo Velásquez y el maestro Augusto Rendón, que trabajaban en el Taller, retomaron la temática de la violencia con el objetivo de llevar su arte a las clases menos favorecidas y denunciar lo que el Estado ocultaba. Para aquel entonces, el grabado se convirtió en la “exploración técnica, expresiva y teórica para abordar la temática social” (Restrepo, 2001, p 58) Por otro lado, Rendón, quien desde sus inicios centró su obra en denunciar las injusticias sociales y las falsedades Estatales, manejo la temática de la violencia a través de la nueva-figuración, otorgándole un sentido de cotidianidad. Según Medina, este gran artista se apartaba de lo tradicional creando obras originales, donde el feísmo y la crítica no sólo al Estado, sino también a la sociedad en general, se presentaban como las principales características. 82 En la ilustración 16 de Rendón, se observa dos masas oscuras con extremidades inferiores, que seran atravesadas por una sierra. Aquellas figuras indefensas, simbolizan los cuerpos de campesinos, sindicalistas y huelguistas que a través de las manifestaciones pacíficas pretenden detener Ilustración 16, AUGUSTO RENDÓN, Por la espalda, 1964, aguafuerte, Ubicación: Museo Nacional. las armas estatales. Asimismo, se observa la preocupación de Rendón no sólo como ciudadano, sino como artista, por la indiferencia de la sociedad colombiana, acostumbrada a esconder la realidad. Si bien Rendón fue unos de los artistas más activos, su compañero el dibujante Pedro Alcántara no se quedaría atrás. Él utilizaría esta expresión testimonial a través de la nueva-figuración con el fin de criticar lo establecido y denunciar lo oculto. La mayoría de sus representaciones simbólicas están relacionadas con las luchas populares, la exaltación de los revolucionarios como Camilo Torres y el tratamiento de la violencia tanto histórica como cotidiana. (Pini, 1987, 62) Uno de las obras más simbólicas de Alcántara se titula Tus sueños no tendrán fronteras, ilustración 17. En ella se expone al revolucionario Che Guevara como un hombre “metamorfoseado en un ser mítico enmascarado,”87 que termina transformándose en un símbolo nacional por su heróico papel contra el imperialismo. Además, pareciera que Alcántara recogiera del anonimato y de la condición humana del Che, un ejemplo de lucha y un acto de humanidad contra los opresores. 87 Museo de Arte Moderno de Bogotá. (1999), Arte y Violencia en Colombia desde 1948, Bogotá, Editorial Norma, p 30. 83 En la ilustración 17 de Alcántara, se observa de que manera el revolucionario es dividido en cuatro partes, simbolizando la llegada de su pensamiento a los cuatro puntos cardinales, también se exalta los tejidos y mascaras indigenas. Sin embargo, se debe resaltar que su obra durante la década de los 60 aunque fue admirada por unos y criticada por otros, no fue reseñada en los diarios oficiales pero si tuvo preeminencia en las Ilustración 17, PEDRO ALCÁNTARA, Tus revistas especializadas como en Espiral sueños no tendrán fronteras, 1968, donde Galaor Carbonel, quien consideraba litografía, 46X43. Alcántara como artista social, escribía que tanto él como Giangrandi “han traído al grabado entre nosotros por el camino de la conciencia social aclarado por Goya y por Roualt. Las imágenes de Alcántara y de Giangrandi, aunque muy distintas entre sí, coinciden en manejar el problema de los marginados de la sociedad afluente, que entre nosotros es proporcionalmente muy pequeña.” 88 Entre otros grabadores de aquel periodo se encuentran Alfonso Quijano y Umberto Giangrandi, éste último también fue pintor. El primero se caracterizó por realizar obras que contenían imágenes inmóviles envueltas en una red de violencia, en cambio en las obras de Giangrandi, las imágenes se movían de acuerdo a los modelos originales, quienes se encontraban en lugares comunes como calles, inquilinatos, prostíbulos, bares, etc. En pocas palabras, sus obras se alimentaban de los testimonios de las personas que de alguna u otra forma sufrían la violencia cotidiana. En la ilustración 18 de Quijano, una de las más conocidas, se observa un gran viejo y seco árbol que cubre con sus delgados brazos los cuerpos muertos de campesinos, que 88 Carbonell, Op. Cit., p .65 84 fueron posiblemente masacrados y expuestos como mercancía. Quijano no sólo denuncia la violencia en sí, sino la impunidad de los miles asesinatos que se cometieron en el campo y terminaron siendo olvidados. Por el contrario, en la imagen de Giangrandi, ilustración 19, se observa en el primer plano a tres estudiantes que alzan una pancarta y en el fondo rojo se percibe un grupo de manifestantes que intentan exponer sus intenciones. Giangrandi retoma las manifestaciones estudiantiles de finales de la década de los sesenta, cuando el gobierno mandaba al ejército ocupar las universidades públicas para prevenir disturbios. Esta obra expone no sólo una crítica frente a las decisiones estatales, sino también a la indiferencia de la sociedad frente al problema estudiantil. Ilustración 18, ALFONSO QUIJANO, La cosecha de los muertos, 1968, Xilografía, 39X68. Ilustración 19, UMBERTO GIANGRANDI, Manifestación estudiantil, de la serie Arte Doloroso, 1968, óleo sobre papel, 70X50. Por otro parte, se debe mencionar que esta técnica no fue tan reconocida por ser un “arte menor” y por ello, en el certamen más importante de arte como lo era el Salón Nacional de Artistas, el premio de grabado en algunas ocasiones se consideraba desierto y en otras, era dividido entre pintura y escultura. Por ejemplo durantes los 85 años 1962 y 1963 el premio fue dividido, y en 1964 y 1965 fue desierto.89 Pero a partir de la mitad de la década de los 60, el grabado tomó fuerza gracias a la influencia de los profesores del taller de la Universidad Nacional y se convierte en una de las técnicas más importantes y premiadas de los salones nacionales.90 (Pérez, 2009, p 107) Aquel surgimiento se debe principalmente al giro artístico que se estaba desarrollando, ya que el grabado fue considerado como la alternativa de la pintura y la escultura, debido a su naturaleza modesta, a sus producciones múltiples y a su bajo costo. En Colombia91, el grabado no sólo fue realizado con objetivos educadores, sino también con el fin de crear un vínculo entre artistas y público. Al mismo tiempo, los grabadores empezaron a preguntarse por su papel social y sobre su condición de artistas comprometidos, reflejando en sus obras constantes referencias sobre lo que consideraban injusto. En resumen, la nueva-figuración tanto en pintura como en grabado fue uno de los lenguajes estéticos más utilizados para denunciar y desmitificar, porque permitía a través de su fuerza y su vitalidad representaciones simbólicas que impactaban y sacudían al espectador. Aquellas desgarradoras impresiones heredadas de una convulsionada sociedad, fueron esenciales para que artistas como Alcántara, Mejía, Granada, Obregón, Rengifo y Rendón retomaran la temática de la violencia, para exponer artísticamente una situación o para denunciar la represión militar y política. 89 Schraer Calderon, Camilo. “50 AÑOS Salón Nacional de Artistas”, Colcultura, Bogotá, 1990, pp. 109, 117, 125, 132. 90 La proliferación del grabado no sólo se debió al despertado interés de los jóvenes artistas gracias a los nacientes talleres, sino también a la repetida participación de éstos en los salones nacionales, donde los jueces se daban cuenta de sus buenas técnicas y sus excelentes expresiones artísticas. 91 La reaparición del grabado se dio en toda Latinoamérica como medio de confrontación ideológica y generacional, frente a los procesos de crecimiento tecnológico e industrial en las artes. Igualmente, el grabado proclamó una vuelta a la función educativa y comunicativa del arte, creando un progresivo entusiasmo, evidenciado en las Bienales de Grabado y en los certámenes internacionales. En Marta Traba, “Arte de América Latina 1900-1980”, New York: Banco Interamericano de Desarrollo, 1994, Capítulo La Vanguardia. 86 3. ARTE COMPROMETIDO Y ARTE TESTIMONIAL. La idea del arte comprometido como medio de denuncia se impulsó con el giro artístico que se estaba desarrollando durante los 60 por dos principales razones. La primera y tal vez la más importante, fue el cambio de mentalidad que tuvo la generación joven debido a la atracción que generaba el comunismo. La idea de revolución, de justicia y de equidad cautivó el espíritu juvenil, que buscaba en esta ideología una alternativa a sus múltiples problemas. Segundo, la naturaleza antidemocrática y el carácter “autoritario” y represivo que tuvo el Frente Nacional durante esa década, fue vital para que los jóvenes en especial los artistas buscaran medios y formas para expresar su inconformismo y denunciar. Esto fue catalogado por los críticos de arte y los mismos artistas como arte comprometido. Por lo tanto, el objetivo del presente capítulo es definir lo que se entendía por arte comprometido y establecer los criterios por los cuales se identificaba un artista como tal, asimismo, se analizará cómo era representada la violencia por los artistas seleccionados. Cabe resaltar, que a lo largo de la investigación se estableció una gran diferencia entre los artistas escogidos por lo que se hizo necesario crear dos grupos. El primero conformado por Norman Mejía, Alejandro Obregón y Luis Ángel Rengifo son los artistas testimoniales, quienes utilizando la temática de la violencia, crearon un arte anecdótico que no tenía como objetivo el denunciar el sistema político vigente. Por lo tanto, se concibió arte testimonial como un instrumento y una manifestación artística, que reconoce en el artista un testigo histórico cuyo objetivo es crear una obra con valores estéticos. El artista testimonial retoma situaciones recurrentes del pasado a través de una lectura heroica de la violencia, que no pretende denunciar sino crear una expresión artística de la misma. Por lo contrario, los artistas Pedro Alcántara, Carlos Granada y Augusto Rendón son considerados artistas comprometidos, porque recopilando situaciones reales y puntuales de violencia, 87 manifestaron no sólo una posición política, sino también tuvieron el objetivo de denunciar el sistema político de la época. Si bien sólo se analizará una obra de cada artista, cabe mencionar que el resto de las piezas fueron esenciales para profundizar en el estudio que se basó en las siguientes dos preguntas. Primero ¿Cómo era representada la violencia? y segundo ¿Cómo era entendido el arte comprometido? Para responder a la primera se retomó las teorías de Peter Burke, Carlo Ginzburg y la metodología de Erwin Panofsky, las cuales fueron explicadas en la introducción. Para la siguiente, el artículo de Jorge Zalamea de 1965 fue esencial porque permitió historizar el concepto e igualmente analizar lo que él entendía sobre arte testimonial. Cabe destacar que existe una gran diferencia entre lo que aportó Zalamea y lo que puede ofrecer esta investigación, ya que si bien se retomó algunas características de lo que dijo este intelectual sobre arte comprometido y arte testimonial, los artistas seleccionados son analizados con base en las entrevistas realizadas, a la información escrita del periodo y al análisis de las obras. En ese orden de ideas, para Zalamea el arte comprometido era una manifestación, donde el artista dejando de lado su estilo personal, presenta lo que “sus mecenas, gobernantes, amigos o clientes desean que se exprese en determinado sentido y para alcanzar ciertas finalidades extra artísticas.”92 Es decir, que el artista supeditaba su libertad artística a una cierta ideología política. En cambio, el arte testimonial para éste escritor es una expresión artística, en la que el artista voluntaria y libremente expone el espíritu de la época y de la sociedad que representa sin la necesidad de recaer en una ideología política. Al igual que Zalamea, Traba señalaba que todo artista debía comprometerse con la realidad de su tiempo sin exponer una posición política como lo hicieron los muralistas mejicanos. Sin embargo, es fundamental señalar que el arte realizado por 92 Zalamea, J. (1965, octubre), “Arte puro, Arte comprometido, Artes testimonial”, en ECO, N 66, Bogotá. En Literatura, Política y Arte de Jorge Zalamea, Editorial Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1978, p 795 88 Rivera, Orozco y Siqueiros junto con el realismo soviético estaba dirigido a la defensa y exaltación de un sistema y de una ideología política. En cambio, el arte que estaba juzgando Traba en Colombia durante la década de los 60 era una expresión totalmente diferente a la mexicana por dos factores. 1. Si bien los artistas comprometidos (Alcántara, Granada y Rendón) tenían una clara posición política, nunca realizaron propaganda. 2. Ellos no tenían la intención de defender el sistema político, todo lo contrario, utilizaron la denuncia para desacreditarlo. Por lo tanto, como se indicó en la introducción, arte comprometido es entendido en el presente trabajo como toda aquella expresión artística, que absorbiendo las características del momento y del tiempo, presenta la realidad con el objetivo de denunciar a través de un estilo personal y autentico. En consecuencia, los artistas comprometidos sienten un deber social y político, que debe ser manifestado a través de una expresión propia y sincera, sin la necesidad de recurrir a la propaganda como lo hicieron los muralistas mexicanos. En cambio, los artistas testimoniales (Obregón, Mejía y Rengifo) retoman situaciones del pasado como fueron las matanzas de la violencia bipartidista no para denunciar el sistema político, sino para crear un testimonio artístico del pasado que no pretende concientizar al espectador. Es decir, que los artistas testimoniales no se conciben como representantes del pueblo. De este modo, este capítulo se basa en las entrevistas realizadas, en los artículos de las revistas y periódicos del periodo y sobre todo en las obras de los artistas, para indagar que se entendía por arte comprometido y diferenciar las características del mismo con las de arte testimonial. Por lo tanto, en la primera sección se analizará la posición de los críticos y comentaristas de arte frente a esta temática y posteriormente, se estudia cómo era representada la violencia en cada uno de los grupos. 89 3.1. LAS DIFERENTES MIRADAS SOBRE EL ARTE COMPROMETIDO. Debido al venir y devenir de tendencias, el ambiente artístico nacional de la década de los 60 se diversificó y tomó un carácter innovador, que le permitió abrirse paso internacionalmente con las obras de artistas como Obregón, Botero, Negret, Ramírez Villamizar, Alcántara, Salcedo, González, Cárdenas, etc. Gracias a esto junto con las discusiones artísticas que llegaban del exterior, los críticos de arte asumieron una posición significativa, ya que tenían la capacidad de decidir sobre el arte nacional. Marta Traba, Walter Engel, Francisco Gil Tovar, Casimiro Airó fueron intelectuales que asumieron la tarea de dinamizar el campo artístico y de esta manera, crear un espacio propicio para la discusión. Uno de los principales debates que se impulsaron durante aquella década se relacionó con el papel del artista comprometido, ya que la polarización entre ideologías, permitió que se cuestionara lo qué debería ser representado. Para la década de los 60, la discusión de arte comprometido había tomado bastante fuerza principalmente por el volátil conflicto “ideológico” entre el capitalismo y el comunismo. El primero abogaba por un arte abstracto carente de “doctrina” y el segundo por un arte realista que presentara y enalteciera el sistema socialista. Sin embargo, como se mencionó en el primer capítulo, Fidel Castro defendía un arte libre y consciente que respetara la Revolución más no obligara a representarla. Debido a lo anterior, algunos intelectuales tomaron posición y empezaron a moldear la crítica de arte de acuerdo al momento. Por ejemplo, Clemenet Greenberg93 estaba en contra del 93 Greenberg fue uno de los críticos de arte más importantes de Norteamérica durante la mitad del siglo XX. Nació en 1909 en la ciudad de Nueva York, estudió en la Universidad de Syracuse Literatura y al graduarse empezó a escribir en diferentes revistas como Partisan Review y The Nation, promocionando un acercamiento al arte moderno. Fue uno de los primeros críticos de arte que se apropió de la palabra alemana Kitch, para describir el consumismo norteamericano. Durante los años 40 y 50, escribió varios ensayos y artículos referentes al nuevo arte norteamericano e impulsó al polémico Jackson Pollock, como el principal pintor de su generación. Asimismo, catapulto el expresionismo-abstracto a la cabeza de Willem de Kooning, Hans Hofmann, Barnett Newman y 90 arte comprometido porque impedía la libertad artística y obligaba a crear obras ideológicamente políticas. Asimismo, el decía que los artistas tenían la obligación de defender la autonomía del arte y centrarse en los valores artísticos haciendo un arte abstracto “inmune a la explotación política”94 En cambio Bertolt Brech95 a finales de los 50 abogaba por un arte comprometido que adoptara una posición socialista y le permitiera al espectador sentirse parte de una realidad. Brecht proponía en el teatro un distanciamiento que lograra en el espectador no una simple identificación, sino impacto y curiosidad a través de acciones agresivas. Para este alemán, el “Distanciar quiere decir, entonces, historizar, o sea representar hechos y personas como elementos históricos, como elementos perecederos.” Por lo tanto, el objetivo principal era presentar el mundo tal como era y hacer que el espectador interviniera y tomase posición frente al acto. (1970, pp.415419) Estas posturas junto con la de Jean Paul Sartre96 fueron importantes para el “debate” que se realizaría en Colombia durante aquella década, ya que eran personajes que influenciaban el ambiente cultural colombiano. Para el filósofo francés, las expresiones artísticas como la música, la literatura y el arte tenían la capacidad de privilegiar ciertos valores para ser transmitidos a la sociedad, la cual determinaría su función. Por lo tanto, para Sartre la música y el arte aunque podían Clyfford Still. Su concienzudo estudio artístico es conocido actualmente como Greenbergian Formalism, donde se reconoce una mezcla de Kant, Roger Fry y Walter Pater. Murió en 1994. 94 Toby Clark, Arte y Propaganda en el siglo XX, Ediciones Akal, Madrid, 2000, p 8. 95 Eugen Berthold Friedrich Brecht nació en 1898 en Alemania. Estudió literatura en la Universidad de Munich y posteriormente Medicina. Durante la primera guerra mundial, comenzó a trabajar como dramaturgo y director de teatro, tiempo después se dedicaría al estudio del marxismo contactándose regularmente con el Partido Comunista Alemán. Posteriormente establecería una amistad con Walter Benjamin y Karl Krosh, quienes influyeron en sus reflexiones sobre teatro y arte. La mayoría de sus escritos se refieren al activismo político en y con las artes, a través de la participación del espectador. 96 Filósofo y escritor francés nacido en 1905 y muerto en 1980. Estudio en la École Normale Supérieure, donde conoció a su posterior esposa Simone de Beauvoir. En 1933 viajaría a Alemania para estudiar a Husserl y a Heidegger. En 1938 publicaría La Nausea, que le otorgo cierta celebridad, porque exponía su filosofía existencialista. Tiempo después fue capturado por los nazis y liberado en 1941 en París, donde se reuniría con Albert Camus para escribir en el periódico de la resistencia. Publica El Ser y la Nada en 1943 y tres años después funda junto con su esposa y el filósofo MerleauPonty, Temps Modernes, revista de pensamiento de izquierda. 91 ser utilizadas para legitimar o desmitificar una posición, no eran artes comprometidas porque no tenían significante, es decir que no prestaban atención al signo y preferían la libertad. (1966, pp. 15-30) Según Sartre, el compromiso no estaba al servicio de una ideología o partido político, sino “como la necesidad de restablecer en la literatura una función social”97 que hiciera reflexionar sobre los problemas del momento. De esta manera, el objetivo de transmitir el mensaje legitimaba la utilización de todos los géneros literarios y la crítica se convertía en el mejor medio para despertar conciencia. (Sartre, citado en Giunta, 2004) Si bien las anteriores posturas fueron significativas para que los artistas tomaran posición frente al debate, en Colombia la influencia de Marta Traba ejerció tal fuerza que trasladó la discusión hacia lo que los artistas deberían de expresar. De este modo, la relación entre críticos y artistas fue de gran importancia porque permitía observar no solamente el enfoque de cada sector, sino también las enseñanzas que se transmitían al espectador a través de revistas culturales y periódicos. Críticos como Engel y Traba se destacaron porque le imprimieron al campo artístico movimiento, modificando la percepción del arte y creando un escenario para su posterior redefinición. (Guerrero y Pini, 1993, p 13) Esto se evidenciaría con el tratamiento que se hizo al arte comprometido y a los calificativos que se les otorgaba a los artistas que lo practicaban. Mientras la posición de los críticos se encontraba dividida, los artistas que lo realizaban no sólo reconocían su importancia social y política, sino también su valor estético. 3.1.1. Mirada desde afuera: El arte comprometido según críticos y comentaristas La principal “agresora” del arte comprometido fue la crítica Marta Traba, quien en su libro “La Pintura Nueva en Latinoamérica” de 1961, lo definiría como un gravísimo error transmitido por los muralistas mexicanos, quienes utilizando formulas políticas 97 Giunta. Andrea, “Vanguardia, internacionalismo y política. Arte argentino en los años 60”, Paidós, Buenos Aires, 2004, p 337 92 defendían la Revolución Agraria Mexicana con el fin de educar a su pueblo. Sin embargo, se debe destacar que a mediados de los años 60 Traba …comenzó un proceso de reevaluación de sus ideales estéticos que culminó en 1973 con la publicación de Dos décadas vulnerables en las artes plásticas latinoamericanas. Este cambio de perspectiva- como un curse de una orilla a la otra de lo que ella llamó el cauce del arte latinoamericano- representó simultáneamente tanto una ruptura con muchos fundamentos teóricos que habían caracterizado su crítica de arte en la década anterior como la construcción de una síntesis de conceptos nuevos que formarían su marco interpretativo en los años venideros. (Bazzano- Nelson, 2005, p 9) Si bien este proceso re-evaluativo de Traba exponía una nueva crítica a las sociedades latinoamericanas por adoptar nuevas tecnologías, es evidente también que la critica argentina no dejo de pensar en el daño que había producido el muralismo mexicano en las mentes de los artistas latinos. Ella señalaba a los muralistas como “políticos antes que pintores y soldados antes que estetas” porque no se preocupaban por el color, por la composición, por los ritmos ni por la recreación, marginando el arte a tal punto de realizar una obra copista “del mundo visible y en auxiliar de un sistema político”. Por ello, se puede deducir que la crítica argentina al referirse al inadecuado manejo del arte comprometido, describía el mimetismo e impersonalismo del muralismo mexicano. Según Traba, los muralistas se comprometieron con la causa de pueblo y la revolución, lo que condujo a supeditar su libertad artística. “No viviendo en un sistema revolucionario, el artista latinoamericano tiene la opción de comprometerse o no con la causa del pueblo: nadie le exige la enajenación de su libertad y si se trata de un verdadero artista, comprenderá sin mayores esfuerzos que la libertad es indispensable para crear individualmente, y la usará como mejor le convenga.”98 Si bien Traba estaba consciente que el artista tenía que comprometerse consigo mismo y con su época, expresaba su inconformismo cuando decía que el muralismo mexicano dejaba de ser arte cuando renunciaba “a expresarse a través de personalidades 98 Traba. Marta, La Pintura Nueva en Latinoamérica, Ediciones Librería Central, Bogotá, 1961, p 38 93 particulares en beneficio de una objetividad eminentemente práctica.”99 Es decir, que al igual que el realismo socialista, el muralismo se desvinculó de la narrativa artística para darle paso a una expresión política, que forzó al artista a crear obras irrelevantes, inauténticas y copias de la realidad. Cuando Traba habla de la inautenticidad, se refiere al desprecio hacia los valores estéticos de una obra, admitiendo la imposición de ideologías políticas. Asimismo, ella señalaba que el artista contemporáneo tenía la opción de decidir si se comprometía consigo mismo o con una ideología, reconociendo que el que se implicaba políticamente no contribuía a formar la expresión común del siglo XX. Aquella expresión se refería a la libertad, que según ella era la máxima característica del arte moderno. De esta manera, Traba al igual que Greenberg, cataloga la libertad no solamente como una categoría artística, sino también como un objetivo que debía seguirse si se quería hacer arte moderno. Para esta crítica el problema de algunos artistas “radica en pretender que el espíritu de un arte se pueda crear por imposición, o por imperioso deseo, en todo caso por anticipado, resolviendo que el arte debe tener, como la moral, preceptos y líneas de conducta.” (Traba, 1961, p.1964) Dentro del mundo artístico - según Traba - sólo puede haber un arte comprometido que testimonie una personalidad y una época. Este arte debe ser realizado por un artista que se considere testigo para expresar el vinculo existente entre él y la sociedad. Su obra, por lo tanto, debe ser una manifestación de la miseria y de la realidad de su tiempo “sin esclavizar la libertad de su estilo” con el fin de producir emociones. Para ejemplificar su posición, Traba comparaba a dos artistas colombianos: Pedro Nel Gómez y Alejandro Obregón. El primero lo concebía como un muralista mejicano porque hacía prevalecer la temática sobre los valores estéticos, 99 Ibíd. p 40 94 presentando obras minuciosamente detalladas que terminaban siendo copias. Obregón, por el contrario, lo presentaba como testigo que hábilmente retomaba ciertas temáticas para descubrir una pintura fresca y nueva. 100 De esta manera, artistas como Pedro Nel Gómez, Ignacio Gómez Jaramillo, Carlos Correa, entre muchos más, basaron toda su experiencia artística - según Traba - en demandar, criticar, denunciar, contra-atacar y reivindicar, olvidando el principal objetivo del arte, la liberación del ser. En pocas palabras, para Traba, el arte comprometido corrompía al artista, enajenándolo, despersonalizándolo y sobre todo contribuyendo al olvido de la estética y a la inautenticidad de la obra. De esta manera, la originalidad y la estética se convertían para Traba, las máximas características que debían adoptar los artistas para ser considerados modernos. Ilustración 20, ALEJANDRO OBREGÓN, Violento devorado por una fiera, 1963, óleo sobre tela, 53 x 65 Ilustración 21, PEDRO NEL GÓMEZ, Le incendiaron el rancho, Serie: Recuerdo de la violencia, 1950, óleo sobre tela, 55X75, Ubicación: Casa Pedro Nel Gómez (Medellín) Por lo tanto, para no repetir las formulas de los maestros de los 50, los artistas modernos como Obregón, Botero, Ramírez Villamizar y Wiedemann quienes utilizaban las nuevas tendencias como el abstraccionismo, se separaban de aquel arte político y realizaban una pintura objetiva, desvinculada de cualquier ideología y reanudando “el compromiso consigo mismo y de, automáticamente, reintegrarse a la 100 Traba, M. (1957, mayo-junio), “El artista comprometido”, en Revista Prisma, Bogotá, N5. 95 estética contemporánea cuya condición esencial radica en dicho compromiso.” 101 Como se observa en la ilustración 20 de Obregón, la temática de la violencia es tratada de una manera expresionista. Es decir, que la expresión prevalece más que la descripción de la realidad, ya que la figura es deformada de tal manera que lo único reconocible es una musculosa pierna y un pedazo de brazo. Por el contrario, en la ilustración 21 de Pedro Nel Gómez, el destierro y el desplazamiento son representados en una mujer desnuda arrodillada, que tiene un cuchillo cerca a su mano izquierda y que al mismo tiempo observa desde lo alto su casa en llamas. La figura de la mujer y los colores responden a una necesidad de Gómez de manifestar políticamente la violencia bipartidista, que en aquel entonces seguía azotando la sociedad colombiana. También, se percibe como la expresión artística es desplazada por el contenido y el carácter político de la obra, puesto que el observador se fija en la mujer desterrada y el simbolismo que ella genera. En cambio en la obra de Obregón, el espectador establece una primera mirada al color rojo y después analiza quien o que lo forma. En resumen, para Traba el artista debía comprometerse con la época y consigo mismo más no con una fórmula política que lo obligara a ser inauténtico. Paradójicamente, tiempo después, Traba apoyaría ciegamente a los jóvenes artistas Alcántara y Mejía, quienes respectivamente retomarían la violencia para denunciar al Estado y para señalar las patologías psicológicas del pueblo. Si bien los dos anteriores artistas retomaron la temática de la violencia, cabe destacar que su expresión artística, sus objetivos y sobre todo sus incentivos fueron totalmente diferentes al de los artistas de los años 50. Por otro lado, el escritor y poeta Jorge Zalamea102 publicaba en la revista Eco de 1965, un artículo titulado “Arte puro, arte testimonial y arte comprometido”, donde 101 La Pintura Nueva en Latinoamérica, p 41. Poeta, ensayista y diplomático colombiano nacido en 1905. Estudio en la Escuela Militar, al terminar sus estudios, se unió al grupo de poetas Los Nuevos, que buscaban reanudar la literatura 102 96 proponía una tercera categoría vista desde el testimonio y argumentaba su teoría con ejemplos literarios y pictóricos. En ese orden de ideas, Zalamea, entendía como artista puro el que “emplea todas sus capacidades de negación y destrucción para librarse del mundo real que lo rodea y creerse otro distinto, en el cual no tiene sujeción distinta a la de su propia cobardía.”103 Es decir, que el artista tenía la habilidad y la opción de crear un arte ajeno a la realidad. Sin embargo, Zalamea señalaba que esto era casi imposible porque el artista es un ser humano que puede crear, que tiene facultades sensoriales, intelectuales y espirituales que le permiten dar testimonio de lo que ve y siente, y porque la capacidad humana de observar, correlacionar y criticar las situaciones fuerza al humano a pensar. En pocas palabras, para Zalamea, la creación de un arte puro era impracticable porque el artista siendo parte de la sociedad exponía su posición así no quisiera hacerlo. De esta manera, el artista podía llegar a crear un arte comprometido o un arte testimonial, dependiendo de sus objetivos. El arte comprometido para Zalamea, era un arte parcializado en la medida que su estilo servía para expresar lo que una ideología o un gobernante deseaba que se manifestara. Por lo tanto, no es un estilo personal ni libre porque estaba condenado a ser gobernado por la política que lo fuerza a ser generalizado e inauténtico. Zalamea toma como ejemplo la obra del francés Jacques-Louis David, quien fue un revolucionario y uno de los firmantes de la sentencia de muerte de Luis XVI. Zalamea lo considera como un artista comprometido políticamente, porque elabora un estilo, más no lo crea, “en vez de comprometerse consigo mismo y con el mundo, con la sociedad y la historia, de que hace parte, se compromete con un método, con un sistema, con una teoría, con una nacional. Fue Ministro de Educación durante la presidencia de Alfonso López Pumarejo y desempeño varios cargos diplomáticos fuera del país. Zalamea es considerado uno de los escritores más importantes y polémicos de Colombia, porque interpretaba el quehacer de la literatura según la problemática social y señalaba la cultura como responsabilidad Estatal. 103 Zalamea, J. (1965, octubre), “Arte puro, Arte comprometido, Artes testimonial”, p 793 97 escuela”104, lo que lo lleva a comprometerse con los poderes políticos y crear una obra inauténtica. Por otro lado, el arte testimonial lo define como una manifestación doble, donde “por un parte, el artista da testimonio de sí mismo, confesándose ante sus semejantes. Por la otra parte, da testimonio del mundo que los circunda, de la vida que lo asedia. En cierto sentido, esto quiere decir que la creación artística es, en sí misma, un acto de compromiso. Que puede ser, desde luego, negativo o positivo pero siempre comprometido.”105 Esto quiere decir que el arte testimonial, el cual también tiene la capacidad de denunciar, es un arte donde el carácter individual y el estilo personal toman gran importancia, dejando de lado las posiciones políticas y prevaleciendo la particularidad del artista. Este último puede asumir posiciones inconformes pero nunca expresarlas políticamente a través del arte. Como ejemplo, Zalamea, retoma la obra de Goya, quien lo concibe como un artista testimonial a pesar de haber trabajado en la corte del rey Carlos IV. “Cuando se le encarga y se le paga el retrato de la familia del monarca, Goya da testimonio, y lo da en el estilo que se ha creado personalmente y que le permite, como traté de explicarlo antes, confesarse a sí mismo y dar testimonio de lo exterior a él en forma simultánea.” 106 Es decir, que para Zalamea, la importancia del arte testimonial radica en el valor del testimonio objetivo. Tal arte puede llegar a criticar y a denunciar, pero siempre trascendiendo la circunstancia con el objetivo de revivir el espíritu de la época y del tiempo. 104 Ibíd. p 797 Ibíd. pp. 791- 829 106 Ibíd. p 794 105 98 Ilustración 22, JACQUES-LOUIS DAVID, La muerte de Marat, 1793, Óleo sobre lienzo, 165 x 128, Ubicación: Museo real de Bellas Artes de Bélgica. Ilustración 23, FRANCISCO DE GOYA, La familia de Carlos IV, 1800, Óleo sobre lienzo, 280 x336 Ubicación: Museo del Prado, Madrid. La comparación que realiza Zalamea sobre estos dos artistas permite entender la importancia del testimonio y del estilo personal para el poeta colombiano. Asimismo es primordial destacar, que para Zalamea la obra de Goya, ilustración 23, expresaba más bien un memorial de agravios contra la familia real, mientras que la obra de David, ilustración 22, era una idealización de la revolución, lo que le impedía crear un estilo personal. Por lo tanto, se puede deducir que la principal diferencia entre estas dos clases de arte –según Zalamea- se basaba en la libertad con que trabajaba el artista. También, es importante mencionar que el valor que adquiría el artista como testigo era vital a la hora de crear un arte testimonial. “Es un artista testigo en cuanto da testimonio del mundo que lo circunda. Y es un artista puro en la medida en que sus creaciones corresponden al estilo personal que fue fraguando lenta, penosa, pacientemente, mientras se iba conociendo mejor a sí mismo.” 107. De esta manera, la postura tanto de Traba como de Zalamea concuerda, ya que señalaban el arte comprometido como una expresión política que parcializaba y limitaba. Sin embargo, es importante señalar que mientras para Traba la libertad era 107 Ibíd. p 801 99 sinónimo de buen arte, para Zalamea la concordancia con la realidad y el ser testigo de su tiempo le imprimía al arte un gran significado. Otra postura cercana a la de Zalamea fue la del crítico de arte Clemente Airó, quien señalaba que la obra artística debía corresponder con la época y con el tiempo en que se efectuaba. Igualmente, decía que los valores estéticos variaban de acuerdo al estilo personal del artista y del periodo en que se realizaba la obra. Por lo tanto, la estética de ayer no podía servir como modelo para la estética actual porque dependía de las necesidades del momento. “El artista colombiano de hoy, componente de un grupo excelso, que trabaja de cara a la realidad actual, ha tomado conciencia del momento, sabe qué busca, y no se amedrenta con la incomprensión y el rechazo inconsciente. El, como ciudadano, tiene un deber que cumplir, un deber social…”108 En términos generales, para Airó, el artista tenía como deber el comprometerse con la realidad social de su país, la cual debía ser representada de acuerdo a los valores estéticos del momento. Al igual que Airó, Carlos Medellín pensaba que la pintura Colombiana debía reflejar la realidad y agregaba que el compromiso que tenía el artista era consigo mismo. “Existe un compromiso del artista aunque su arte no sea comprometido.” 109 Para Medellín, la importancia del arte radicaba en su función de espejo, ya que tenía la capacidad de reflejar la realidad. Sin embargo, aquella realidad no dependía exclusivamente del momento, sino de la posición que tomaba el artista frente a las circunstancias. El tema de la realidad, fue discutido durante aquella década porque obligaba a reflexionar sobre la condición de testigo del artista y sobre el valor auténtico de la obra de arte. Para Juan Friede, la creación artística era el reflejo de la realidad social 108 Airó, C. (1962, 14 de enero), “EL ARTISTA. Interprete de su tiempo”, en El Tiempo, Bogotá, Lecturas Dominicales. 109 Medellín, C (1962, 15 de julio), “Un criterio para el análisis del Arte en Colombia”, en El Tiempo, Bogotá, Lecturas Dominicales. 100 de una época que permitía descubrir no sólo la mentalidad sino también los valores que regían en la misma. Igualmente, reconocía que el “slogan” de arte comprometido asustaba a los artistas porque dominaba la idea individualista y abstraccionista del arte por el arte, alejando de esta manera al artista de la realidad social. 110 En resumen, para Friede, la importancia del arte se basaba en su capacidad de transmitir la esencia de la realidad a través de diferentes tendencias artísticas. Sin embargo para el poeta Mario Rivero lo menos importante en el arte era el mensaje que podía ofrecer la obra que representaba la realidad. El problema de varios artistas –según Rivero- fue “el compromiso de proclamar la verdad de su tiempo” lo que los condujo a ser subjetivos y a crear obras sin objetividad. Mientras unos se acogían demasiado fuerte a las ideologías, otros las olvidaban siendo incapaces de impactar. Por lo tanto, la búsqueda del equilibrio debía ser la principal tarea del artista.111 Rivero al igual que Traba y Zalamea, concluía que el arte debía representar la realidad sin predominar el compromiso político o el arte puro, ya que alejaba al artista de su sensibilidad. Por el contrario, para el comentarista de arte Jorge Moreno Clavijo, el uso de nuevas tendencias que no hacían referencia a los paisajes y a las tradiciones nacionales, no debía de existir, porque hacía considerar las antiguas expresiones como anecdóticas e inferiores. Igualmente, Clavijo discutía la preeminencia de lo foráneo y la indiferencia a la sociedad porque fomentaba un desconocimiento de la trágica realidad del país: “Un extranjero que ve un cuadro abstracto fechado y pintado en Colombia de esta hora, cree que es un territorio donde no han sido atropellados los derechos de nadie.” 112 Este escritor fue uno de los intelectuales que apoyaba y abogaba por el arte que realizaban los artistas nacionalistas como Pedro Nel Gómez e 110 Friede, J (1964, 27 de septiembre), “ Una Colombia Naciente”, en El Espectador, Bogotá, Magazine Dominical, p 13F 111 Rivero. M (1967, 9 de julio), “Pastelería y Mensaje”, en El Espectador, Bogotá, Magazine Dominical, p 12 112 Clavijo, J. (1960, 3 de enero ), “La Pintura Colombiana y sus Temas”, en El Tiempo, Bogotá, p 13 101 Ignacio Gómez Jaramillo, quienes expresaban la realidad del momento, exaltando los sectores populares y construyendo una identidad nacional. En resumen, las posturas tanto de los críticos como de los comentaristas de arte reflejan no sólo diferentes ideas frente al tratamiento de la realidad, sino también una preocupación por definir al artista. Mientras la mayoría abogaba por la utilización del arte como reflejo de la realidad, solo Traba y Rivero diferían de su excesivo uso, ya que les preocupaba la desaparición de los valores estéticos y de la libertad que el arte podía ofrecer. Zalamea por otro lado, se preocupo por clasificar el arte comprometido y propuso una nueva definición del arte, con el fin de analizar la importancia social del mismo. En términos generales, la mirada desde afuera abogaba por un sentido, por un contacto con la realidad y con el entorno, que permitiera a los artistas sentirse parte de la sociedad que estaban representando. Por lo tanto, el arte comprometido para algunos críticos y comentaristas debía reflejar la realidad del momento sin alejarse de los valores estéticos, ya que esto demostraba que los artistas no sólo hacían parte de la sociedad como testigos, sino también como actores activos que convertían sus obras en testimonios históricos. Del mismo modo, la preocupación por “historiar” la realidad se exteriorizaba con el empleo de nuevas lenguajes que según Carmen María Jaramillo, obedecían a una manera de articular el pensamiento visual y la relación con el mundo, rompiendo la linealidad y la noción de progreso tan característicos de la década de los 50. (Jaramillo, 2001, p 104). Por ello, en los años 60, el expresar la realidad se convertía en una ansiosa necesidad que obligaba a los artistas a tomar posición frente a la convulsionada situación nacional. 102 3.2. LA VIOLENCIA: MIRADA DESDE LOS ARTISTAS TESTIMONIALES Y COMPROMETIDOS. Como se observó en la primera sección durante la década de los 60 surgieron varias propuestas o enfoques sobre arte comprometido por parte de los críticos. Traba, quien dirigía de algún modo la discusión, siempre lo relacionó con el arte realizado por los muralistas mexicanos, pero los artistas colombianos escogieron una dirección distinta que se caracterizó por retomar la temática de la violencia. De este modo, aplicar lo que los críticos y comentaristas decían sobre arte comprometido, no puede ser posible porque se limitaría a ver las obras como expresiones inauténticas y antipersonales por estar referidas a la denuncia política. No obstante, es importante resaltar que los límites entre lo comprometido y lo testimonial son mínimos y al mismo tiempo tienen la capacidad de yuxtaponerse. Es decir, que estas dos categorías tienen varios aspectos comunes como son: la condición de testigo del artista, el contenido socio-político de la obra, la temática violenta y la autenticidad. Pero son más evidentes las diferencias, que si bien son reducidas, dejan claro la postura de cada grupo. Los comprometidos asumen una posición política sin necesariamente pertenecer a un grupo o movimiento político. De esta manera, ellos retoman situaciones del presente con el objetivo de denunciar el sistema político y concientizar al espectador. Por el contrario, los testimoniales no denuncian sino que se apropian del recuerdo del pasado para crear una expresión artística libre, que evidencie un buen manejo estético. De igual manera, es relevante señalar el manejo del tiempo que estos dos grupos realizan. Mientras los comprometidos crean, participan y denuncian una problemática presente para una sociedad anquilosada, los testimoniales recuerdan el pasado para originar un arte actual. Es decir, que los primeros simbolizan el tiempo nuevo que según Pécaut se caracteriza por las innovadoras propuestas culturas, y el arte de los segundos representa el tiempo repetitivo o como lo llamaría Traba el tiempo circular, 103 porque sitúan e inmovilizan un fenómeno que tiende a repetirse. Sin embargo, las obras de Norman Mejía no deben catalogarse dentro del tiempo repetitivo, porque si bien él suspende el tiempo no lo hace con el objetivo de insistir en un evento, sino de demostrar la parálisis psicológica consecuencia del conflicto. Por lo tanto, los artistas Mejía, Obregón y Rengifo son considerados artistas testimoniales porque en sus obras se observa un testimonio personal, que expone una violencia anecdótica, donde las víctimas son presentadas heroicamente sin el objetivo de denunciar. En cambio, los artistas Granada, Alcántara y Rendón son considerados comprometidos, porque manifiestan una posición política en sus obras, que termina convirtiéndose en analogías de situaciones reales, con el fin de denunciar la represión política. Por ello, para identificar lo anterior se hace necesario saber cómo cada uno representaba la violencia. 3.2.1. Arte Testimonial: Alejandro Obregón, Norman Mejía y Luis Ángel Rengifo. Si bien no se puede limitar el concepto de arte testimonial a lo que decía Zalamea, es importante retomar lo que este escritor pensaba. Para él, esta clase de arte era un instrumento que reconocía el valor de testigo del artista porque le permitía crear un estilo personal. Además, él agregaba que el testimonio implicaba un compromiso voluntario consigo mismo y con la vida en la medida que busca una simple verdad. Ésta se relacionaba con la responsabilidad del artista con su época, al contribuir y formar una imagen de su presente para el futuro.113 Mientras Obregón y Rengifo reutilizaban las situaciones del conflicto bipartidista para señalar la continuación de la violencia, Mejía la redimensionaba con el objetivo de impactar. Se debe resaltar que tanto Obregón como Rengifo utilizaron lo que llama 113 Ibíd. 104 Pécaut, la memoria trunca, la cual se basa en el recuerdo de situaciones crueles que marcan la vida de una persona, para crear un testimonio del tiempo repetitivo. Ellos trasladan la violencia bipartidista a un espacio y a un tiempo totalmente diferente al de origen, para crear un arte inmóvil. Según Traba, esta es una de las principales características de Obregón, quien fuerza la anécdota para que “se torne atemporal, al rodearla de auras inverosímiles, al excluirla del tiempo histórico, la coloca en un tiempo circular y recurrente del mito, la extrae de lo real contingente y la eleva al nivel de leyenda.” (2005, p 96) Al igual que Obregón, Mejía fue testigo del cansancio, la repetición e involución de la sociedad colombiana de los 60. Sus obras sui-generis en el arte colombiano representan la irreverencia de una generación joven. Si bien sus obras no denuncian el Frente Nacional, sus formas ocultan pasiones viscerales que sólo deben ser leídas bajo la luz de la insolencia de un periodo convulsionado. Es esta misma irreverencia, lo que hace ver sus obras sumergidas en un inmovilismo, que resulta un tanto artificial si se mira a través de la realidad de aquel periodo. Para los objetivos de la investigación se analizará una obra de cada artista realizada en la década de estudio, en la cual se puede identificar la tendencia figurativa, la referencia a la violencia y un testimonio frente a la misma. De Obregón retomaremos su obra emblemática “Violencia” de 1962, ilustración 25, ganadora del primer premio del Salón de Artistas Nacionales, de Rengifo analizaremos “Crimen Atroz No 7” , ilustración 27, de 1963 y de Mejía “No dispares más que estamos muy heridos” de 1966, ilustración 29. a. Los recuerdos de Alejandro Obregón. Este artista es considerado por Traba como “el primer artista que entiende las condiciones generales en las cuales opera el arte moderno, las adapta en la medida 105 que le sirven para expresarse y logra sortear el peligro de identificación con cualquier modelo europeo, gracias a una poderosa intuición poética, por un parte, y por otra, a la necesidad personal de adherir a una paisaje, naturaleza y zoología particulares.” (1984, p.130) Igualmente, Medina lo considera como un artista moderno en la medida que tuvo la noción precisa de enfocar la sociedad en sus vivencias, actitud que marcó su obra pictórica. (1978, p.367) Jaramillo por el contrario, observa a Obregón como un maestro que inspirándose en sus experiencias pasadas, en la cultura local, en la geografía, en el paisaje y sobre todo enfocándose en sus emociones, encontró en su paleta de colores la mejor manera de inquietar a las personas. (2001, pp. 37- 60) De este modo, Obregón fue uno de los artistas más importantes y reconocidos internacionalmente a partir de la década de los 50. Nació en 1920 en Barcelona y a los 6 años se mudo con su familia a Barranquilla, donde conoció la exuberancia y la belleza del trópico. Según Medina, esta experiencia marcó al artista de tal manera que tomó como referencia la naturaleza costeña sin poder abandonarla nunca más. Después de estudiar pintura un corto tiempo en Estados Unidos, regresó a Colombia, donde fue nombrado como profesor de la Escuela de Bellas Artes, allí realizaría un arte orientado al uso de grises, a la composición plana y ambigua. Para comienzos de los años 50, Obregón tomaba posición importante en el campo artístico nacional por sus innovadores propuestas artísticas, lo que lo condujo a ser considerado un artista moderno. La influencia de Goya y del Greco fue esencial para que la obra de éste artista tomara un nuevo rumbo figurativo lleno de vigorosidad, que se demostraría con su obra emblemática, Violencia, ilustración 25. Muere en Cartagena en 1992 a la edad de 72 años. 114 114 Medina divide su obra en dos etapas, la constructivista de 1950 a 1959 y la expresionista, de 1960 en adelante. En Procesos del Arte en Colombia, pp. 363- 375. 106 Si bien Obregón se caracteriza por sus bellas composiciones paisajísticas y sus exóticos animales, también se le reconoce una preocupación especial por representar la violencia que vivió durante los años 50. Obras como Luto de un estudiante muerto (1957), Violento devorado por una fiera (1963), Los huesos de mis bestias, Ganado ahogándose en el río (1955), Velorio estudiante fusilado (1956), Genocidio (1962), Diagonales de la violencia, Violencia (1962), Homenaje a Camilo Torres (1968), Homenaje al Che (1968) presentan en su variado carácter artístico un seguimiento testimonial a la violencia de los 50. Violencia – ilustración 25- de 1962 es la obra simbólica de este artista porque ganó el primer premio del Salón de Artistas Nacional y tuvo un fuerte apoyo de la crítica de arte Marta Traba. Esta pieza ejemplifica la violencia lírica que “concretando toda un atmósfera de rencor y venganza, de vertiginosa locura desatada, en un sola herida, el pintor hace explicito lo que preferíamos ocultar por pusilánimes. El vuelve incuestionable lo que queríamos borrar, para que el miedo no nos cegara del todo.” (Cobo Borda, 1985, pp-75- 79) Masacre 10 de abril, ilustración 24, fue la inspiración de Violencia, ilustración 25, de 1962. La primera fue realizada cuando Obregón fue testigo del Bogotazo en 1948. Su visita al cementerio central donde estaban apilados miles de cadáveres y entre ellos el de una mujer embarazada fue impactante para el artista, quien catorce años después pintaría Violencia. Según Jaramillo, esta obra marca el comienzo del registro de los acontecimientos más violentos de la Nación y en donde “La cercanía al dolor y a la muerte le incrementa tal vez la conciencia crítica y el compromiso visceral con los acontecimientos de su tiempo. Animado por los ideales de justicia y libertad, siempre descreyó de cualquier régimen totalitario.” (2001, p. 52) 107 Ilustración 24 ALEJANDRO OBREGÓN, Masacre 10 de Abril, 1948, Oleo sobre tela, 102 x 143, Ubicación: Sociedad Colombiana de arquitectos. Ilustración 25, ALEJANDRO OBREGÓN, Violencia, 1962, Óleo sobre tela, 155 x 187 Ubicación: Museo de arte del Banco de la República. De esta manera, Violencia, ilustración 25, se convertiría en la obra maestra de Obregón porque respondía a la necesidad de su tiempo y lograba realizar una obra impactante, cruel e inhumana. La figura de una mujer embarazada, sin brazos, con su cabeza más pequeña que el cuerpo y un abdomen abultado, con ojos suavemente cerrados y un rostro calmado, cubierto de colores pasteles y lacerado, sus senos descubiertos y heridos, sus piernas oscuras pero presentes, representa la concepción de violencia de Obregón. El repudio a la guerra y sobre todo a la violencia política materializada en esta obra, expone a un Obregón resuelto a recordar pero al mismo tiempo testigo de la incapacidad del presidente Mariano Ospina Pérez de resolver el conflicto.115 La composición de la obra es horizontal. El cuerpo de la mujer ocupa totalmente la parte inferior dando importancia al significado del evento, por el contrario, en la parte superior solo se observa colores claros que están siendo invadidos por la oscuridad del segmento inferior. Por lo tanto, se puede deducir que Obregón retomando una 115 Durante su presidencia (1946 a1950), Colombia vivió uno de los periodos más sangrientos de la Historia Nacional. Ospina Pérez a pesar de ser un conciliador, estuvo a punto de perder su cargo por el estallido del Bogotazo, pero gracias a la lealtad de las fuerzas militares y a la conspiración de algunos dirigentes liberales, mantuvo el cargo. En David Bushnell, Colombia. Una Nación a pesar de sí misma, pp. 278-279 108 imagen del pasado como Masacre 10 de abril, presentó con su obra de 1962, la continuación de la misma violencia. Como se observa en la Ilustración 24- Masacre 10 de abril, el cuerpo de un bebe muerto ensangrentado sobre una tela blanca, rodeado de partes humanas como piernas, manos y cabezas, no sólo simboliza el alzance y la confusión que puede tener la violencia, la cual puede matar a cualquier persona sin importar su edad, sino también la desesperación de la raza humana. Si bien los dos cuadros son totalmente diferentes ya sea por la utilización de colores, por el manejo del espacio y por la composición, Obregón retoma de Masacre 10 de Abril la simbología. Es decir que mientras el bebe de la ilustración 24 está muerto y mutilado, en Violencia el bebe ni siquiera ha nacido y ya ha tenido que soportar la muerte de su madre. En pocas palabras, Obregón retoma de Masacre 10 de Abril el impacto del recuerdo, la misma sensación de desesperanza y el similar manejo de las figuras. Por otro lado, es interesante observar los diferentes comentarios que la obra suscitó. Mientras que para Traba, la pieza de Obregón era indiscutiblemente buena porque el artista definía un estilo personal acorde con sus ideales y sin comprometerse políticamente porque “precisamente así se llama a la pintura que se compromete con otra cosa distinta que así misma, con la política o con la revolución social, con la descripción de la sabana o con el retrato de una dama elegante.”116 Para otros como el comentarista de arte apodado Matías el pintor, la obra de Obregón no tenía calidad, ni en los colores, ni en el estilo y su pintura no expresaba el verdadero significado de la violencia colombiana. Esta fue premiada según el comentarista, porque los jurados eran unos abstraccionistas indecisos que preferían el nombre del artista antes que su obra.117 116 Traba, M. (1962, 28 de agosto), “´Violencia´: Una obra comprometida….con Obregón”, en Revista La Nueva Prensa, Bogotá. En Calderón. Camilo, 50 Años Salón Nacional de Artistas, p 115 117 Pintor, M. (1962, 29 de julio), “´El XIV Salón de Artistas Colombianos”, en El Tiempo, Bogotá, Vida Cultural. 109 Por el contrario, Walter Engel la calificó como una obra maestra por ser monumental en sus aspectos técnicos y sobre todo en sus elementos expresivos porque “el tema de una mujer embarazada muerta, sin brazos, tendida en el suelo, totalmente desnuda, es horrible. Sentimos una vez más, la voz humana, de protesta e indignación, de un artista testigo. Básicamente, „arte comprometido‟.”118 Este último comentario expone claramente qué se debía de expresar para considerar una obra testimonial. La manifestación de dolor, muerte y violencia y sobre todo la figura de una mujer embarazada asesinada, no sólo fue un de las representaciones simbólicas más emblemáticas, sino también una manifestación de cólera. ¿Pero Obregón se consideraba artista testimonial? En una entrevista realizada por el periodista Javier Auque Lara para El Tiempo, Obregón le respondía que no sabía exactamente como definirse, pero en lo que estaba seguro era que el artista “tiene que estar comprometido consigo mismo”.119 Por lo tanto, para Obregón la importancia de su arte no radicaba simplemente en el contenido de sus obras, sino en el testimonio que ofrecía sobre sí mismo. Si bien Obregón no retomaba la temática de la violencia para denunciar al Frente Nacional, su pintura ofrece un testimonio personal que debe ser leído bajos los ojos de un artista preocupado por su expresión artística. b. La Violencia de Luis Ángel Rengifo. El maestro Rengifo fue y ha sido considerado el impulsador del grabado del siglo XX colombiano. Nacido en Almaguer (Cauca) en 1908 y graduado de maestro en pintura de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá en 1935, realizó un viaje a México para estudiar grabado en el Taller de Grabado Popular, donde se impartían clases dirigidas 118 Engel. W (1962, 15 de julio), “Primera semana cultura de Bogotá”, en El Espectador, Bogotá, Suplemento Literario, p 6 F 119 Auque, L ( 1962, 29 de julio), “No soporto los cuadros… me fatigan: Obregón”, en El Espectador, Bogotá, p 19 110 a estudiantes preocupados por el arte políticamente comprometido. Regresaría a Bogotá para reinaugurar en 1951 los Talleres de Grabado de la Universidad Nacional y 12 años más tarde sería nombrado Decano de la Escuela de Bellas Artes. En 1964 exhibiría su más importante serie de grabados sobre la violencia en la Biblioteca Luis Ángel Arango, lo que lo catapultaría como el gran maestro del grabado. Durante la década de los 60 y 70, hasta su muerte en 1986, enfocaría su carrera a la docencia. (Pini, 1986) Como se indicó en el segundo capítulo, la labor de Rengifo fue sumamente importante para despertar conciencia crítica entre los jóvenes grabadores de los 60. A lo largo de su carrera desarrolló trabajos relacionados con temas sociales como la reforma agraria, el obrero, el estudiante muerto, sectores populares y violencia en general, temáticas que deben leerse bajo la influencia que éste adquirió en el Taller de Grabado Popular de México. Por lo tanto, en esta investigación se considera a Rengifo como artista testimonial, porque si bien realizó obras de carácter popular para dignificar, no tuvo la intención de plasmar una denuncia. Sin embargo, entre sus grabados y el que se analizará posteriormente, podemos observar una fuerte preocupación por el conflicto histórico colombiano y sus consecuencias en los más vulnerables como son los niños. Para la década de los 60, Rengifo realizaría su Serie Negra, donde manifestaba su interés por la raza negra y describía su cotidianidad. Títulos como El angelito (1960), El flautista negro (1960), Sacando la red y Pescadores (1961), Pilando el arró (1963), Bum Bun Dum y Vallenatos (1965), ilustración 26. Aquellos grabados se caracterizaron por la Ilustración 26, LUIS ÁNGEL RENGIFO, bun dun, 1965, Xilografía, estilización de las figuras, por la Burun Ubicación: Museo Nacional de Colombia. 111 incorporación de movimientos y ritmo, y por la presencia de rasgos elementales y bruscos. (Pini, 1986, p 11) Para 1964 Rengifo se basaría en el libro “La violencia en Colombia” de Guzmán Campos, Fals Borda y Umaña Luna para realizar su serie Violencia de 13 grabados expresionistas “que nos acerca a un visión épica de la violencia, con personajes despojados de cotidianeidad. Figuras desgarradas, monstruos inventados y sacándole el máximo provecho a las posibilidades tonales del aguafuerte y aguatinta….” (Pini, 1986, p 12) Se hizo necesario consultar el libro detenidamente con el fin de hacer un análisis de lo que Rengifo no solamente pudo observar, sino leer. El libro se divide en tres partes: la primera referencia los antecedentes históricos de la violencia bipartidista y la sitúa en los departamentosdel Valle, Tolima, Huila y Santander. En el segundo capítulo se hace un análisis cultural, sociológico y lingüístico de la violencioa bipartidista y sus modalidades a través de testimonios orales, escritos y fotografias. En el tercero, se expone un estudio de la violencia de los años sesenta, resaltando el bandolerismo político y sus personajes, las nacientes repúblicas independientes y la relación entre el cristinanismo y la violencia.120 Este libro no solamente es un testimonio, sino también una fuente principal para entender las causas, modalidades y secuelas de la violencia colombiana del siglo XX. En Crimen Atroz, ilustración 27, Rengifo expone a una mujer dando a luz a un bebé híbrido mitad humano mitad gallina, una mujer que posiblemente está siendo observada porque sus ojos grandes, expresivos y fijos parecen pedir ayuda. La posición del cuerpo parece estar acomodada como para una foto y enfocarla en su parte central, donde nace un niño frágil muerto y un animal vivo. La imagen es tan impactante y repulsiva, que hace que el espectador la observe una y otra vez con el fin de responder ¿a quién observa? 120 Guzmán Campos, Germán.. [Et. al], La violencia en Colombia. Parte descriptiva. Ediciones Progreso, Cali, 1968. 112 En el segundo capítulo del libro La Violencia en Colombia, se encuentra una sección denonimada Tanatomania, donde se explica la obsesión de matar, como un aspecto patológico generalizado de los campesinos. Esta obsesión obligaba a cada grupo utilizar métodos “atroces para exterminar al enemigo”, y uno de ellos fue el Ilustración 27, LUIS ÁNGEL RENGIFO, asesinato de párvulos, conocido como Crimen Atroz N7 de la serie Violencia, 1964, “no dejar ni la semilla”. Este proceso se aguatinta, 16X29, Ubicación: Museo Nacional. realizaba cuando “Las mujeres próximas al alumbramiento, eran barbaramente eventradas. Les hacen la césaria, cambiándoles el feto por un gallo como sucedió en Virginias (Alntioquia) y en Colombia (Huila); o les arrancan el hijo despedazándolo en su presencia; o les desprenden el feto de la entraña palpitante, presentándolo luego al padre, antes de ultimarlo.” (Gúzman, 1968, p 330) Como se observa en la ilustración 27 de Rengifo, la descripción realizada en el libro se expone artísticamente como un evento deshumano y aterrador, donde se expresa la privación del hombre campesino a procrear y a la mujer campesina a criar. En términos generales, el grabado puede leerse a los ojos de una sociedad que agrede a su matriz principal, es decir a la mujer. Rengifo retoma la temática de la violencia y la personifica en esta figura femenina, para recordar los hechos atroces a las que fueron sometidas las mujeres durante la violencia. Sin embargo, se debe resaltar que si bien Rengifo retoma la violencia bipartidista para expresar su inconformismo, no presenta posición política alguna, ya que su objetivo principal radicaba en impulsar la técnica del grabado a través de la temática de la violencia. 113 Para Pini, el arte testimonial tiene como objetivo historiar la violencia sin la necesidad de denunciar121, y en esta obra de Rengifo podemos ver claramente lo que dice esta historiadora del arte. Se podría deducir que a pesar de exponer la violencia de los 50, Rengifo presentaba una problemática actual como era la continuación del conflicto en los 60, porque pretendía demostrar que el país a pesar de haber sido gobernado por diferentes personajes, seguía siendo el mismo escenario corrupto y violento. De este modo, Rengifo fue considerado un artista testimonial durante aquella década como lo demuestra un artículo de Gloria Valencia Diago, donde se indica que sus imágenes lejos de ser anecdóticas, se basan en las noticias de prensa y datos recolectados personalmente, para “presentar un testimonio de una situación que a todos alarma y preocupa.”122 Igualmente, Walter Engel en un artículo referente a los grabados de Rengifo señala la importancia del mensaje en sus obras y las dos direcciones tomadas por el grabador. El primer enfoque se refería a la indiscutible influencia de Goya al manifestar la realidad de lo hechos y el segundo, a la creación de un monstruo que materializaba la violencia.123 De esta manera, es interesante observar como Rengifo representaba y concebía la violencia como un monstruo híbrido que atacaba a los más vulnerables sin compasión. En su obra violencia en los niños, ilustración 28, Rengifo personifica el conflicto en un insecto con una sola pata que crece a medida que come más niños. Este monstruo no sólo simboliza el peligro inminente, sino también la transformación del conflicto en un evento insostenible e irracional. 121 En su artículo Gráfica testimonial en Colombia de 1987, se entiende entre líneas que el arte comprometido puede ser testimonial, pero la diferencia radica que en el testimonio no se denuncia, mientras que el arte comprometido se denuncia para crear conciencia. 122 VALENCIA, Op. Cit., p 13 123 Engel. W (1964, 1 de marzo), “13 grabados sobre la violencia”, en El Espectador, Bogotá, p 10 E 114 Ilustración 28, LUIS ÁNGEL RENGIFO, Violencia en los niños de la serie Violencia, 1964, aguatinta, 16X29, Ubicación: Museo Nacional. Sin embargo debemos preguntarnos si Rengifo se concebía como artista testimonial. En el artículo de Gloria Valencia, el grabador declara que no podía hacer nada para solucionar la violencia, lo único que podía hacer era expresar su inconformidad.124 Por lo tanto, en aquella cita se percibe no sólo una preocupación por el conflicto, sino también una desesperanza al decir que lo único que podía hacer era expresar su desconcierto. En términos generales, Rengifo no sólo fue el impulsador del grabado colombiano, sino también uno de los primeros artistas que le dieron forma a la violencia, a través de testimonios pasados sin necesidad de recrear una denuncia. c. La irreverencia de Norman Mejía. A pesar de su distanciamiento del campo artístico, Mejía es considerado por Medina como el máximo representante de la nueva- figuración y uno de los personajes más interesantes del arte nacional (Entrevista, 2010) Traba lo consideró como el artífice de la “tercera renovación” y Rubiano Caballero como uno de los mejores artistas al representar la violencia trascendiéndola. Este gran pintor nació en 1938 en Cartagena y desde muy pequeño se ha dedicado a la pintura, fue autodidacta y ganó en 1965 el primer premio en el XVII Salón de Artistas Nacional. 124 VALENCIA, Óp. Cit., p 13 115 Si bien Mejía se refiere a una violencia general que es vengativa y asesina a la vez, sus obras de los años 60 relatan el conflicto colombiano de una manera distante y agresiva. Por lo tanto, Mejía es considerado en la investigación como artista testimonial en la medida que retoma situaciones de la época con el objetivo de impactar al espectador y de expresar artísticamente el desespero de una generación. Aunque sus obras fueron elogiadas por Traba, quien lo considero como “un punto de partida del arte colombiano”, por desencuadrar las convenciones, el público no lo asimiló de la misma manera. 125 Lo anterior lo expone un artículo publicado en El Tiempo sobre una de sus exposiciones de 1965 en la Universidad Nacional. Éste señala que las obras causan desconcierto a los desprevenidos estudiantes y empleados por sus viscerales formas, ya que representan una violencia psicológica. Asimismo indicaba que “Las formas en este artista obedecen a un especial impulso y con ellas nos ofrece una versión de la violencia, no específicamente la sufrida en el país durante catorce años, sino la violencia en general, la que hace el hombre de nuestros días un atormentado.” 126 De esta manera, las obras de Mejía no sólo fueron consideradas inquietantes por sus distorsionadas formas, sino también por el tratamiento que le hizo a la temática. La cita anterior concuerda con la opinión de Germán Rubiano Caballero, quien señalaba que la obra de Mejía era agresiva, porque el impacto que causaba no sólo se explicaba en la sensibilidad del espectador, sino también en la renovación que causó en el campo artístico. “Sus cuerpos abiertos y eviscerados sólo aluden de manera distante a una anatomía norma; son ante todo, amasijos tremendos en donde la figura humana se instituye como una presencia aplastada e insignificante. Si no fuera porque están soberbiamente pintados, serían unos cuadros insoportables” (Caballero, 1984, p 32) 125 126 Clavijo, J. (1965, Marzo), “Exposiciones en Bogotá” Ibíd. 116 Por lo tanto, No dispares más que estamos muy heridos de 1966, ilustración 29, es una pieza de gran sensibilidad en la medida que se observa una masa informe que ataca a tres personajes indefensos en el fondo. Como es común en la nuevafiguración, el espacio esta atiborrado de elementos o de partes humanas que hacen referencia a una gran matanza. Aunque las formas son orgánicas, no se identifica su género, más bien parece que son remolinos de viento que van atrayendo la oscuridad del entorno. Para el efecto impactante de la obra, Mejía utiliza los rosados, los rojos y el negro para expresar la muerte que emerge interiormente hacia afuera. Al igual que el victimario, las víctimas no tienen cara ni ninguna identificación, lo que permite concluir que los dos pueden ser lo mismo. Al igual que la composición, los colores son utilizados arbitrariamente para darle importancia no sólo a algunas formas, sino también al sentir psicológico del espectador que es forzado a observar una irrealidad en una situación real. Como se observa en la imagen, la desfiguración, la distorsión y la descomposición pueden ser representaciones simbólicas de las consecuencias de la violencia. Es decir, que detrás de un conflicto, el desorden y el caos se presentan matando tanto psicológica como físicamente al afectado. Lo más visible en la obra son los rostros de temor y odio de las figuras, herencia de Bacon, quién se refería no sólo a la vulnerabilidad del humano, sino también a la necesidad de expresar Ilustración 29, NORMAN MEJÍA, No dispares más que estamos muy heridos, 1966, óleo sobre tela. confusión, desesperación y terror. Algunos de estos elementos no fueron muy bien acogidos por los espectadores, pero dentro de la crítica, la obra de Mejía fue muy bien apreciada. Mario Rivero al realizar un breve estudio de los artistas más importante de esa década, retomó a Mejía como un artista despreocupado por la fealdad y escéptico, lo que le permitió -según Rivero- crear nuevas realidades 117 sin temor a ser juzgado. Esta actitud le ayudó a desprenderse de los convencionalismos para buscar un lenguaje nuevo que pretendía establecer conexiones más intensas y duraderas entre el hombre y la realidad.127 De esta manera, los cuerpos humanos que presenta Mejía son invertidos para crear una sensación visceral y confusa. Según Traba, son estas características las que representan el desorden, la desnudez, la desintegración del cuerpo humano que termina formando “cámaras redondas, dentro de cápsulas transparentes que sirven para poner más en evidencia esa masacre gratuita.”(1984, p 215) No dispares más que estamos muy heridos, ilustración 29, es una obra donde el lenguaje neofigurativo, las formas orgánicas, el concepto del cuerpo maltratado y la relación físico-erótica, crea una sensación de desgaste y de abuso que impacta al espectador y lo hace reflexionar sobre la destrucción y el deterioro del cuerpo humano. Igualmente, en La horrible mujer castigadora, ilustración 30, ganadora del primer premio del Salón de Artistas en 1965 y consideraba por Traba como un cuadro magnifico, porque exponía un fenómeno de absorción y exclusión, en el cual la forma y el movimiento, recordaban el barroquismo.128 Como se observa, la imagen de una mujer deformada al estilo Kooning, expone tal fuerza y dramatismo que obliga a pensar en la figura como una máquina desgastada y atrofiada, que termina simbolizando el deterioro femenino. Asimismo, en No disparen más que somos dos, ilustración 31, se muestra un desgaste social relacionado con la violencia, ya que dos figuras indefensas levantan sus brazos para que un tercero deje de disparar. Tal situación fue común durante la década de los 60, cuando las guerrillas y los militares atacaban y masacraban a campesinos desarmados. 127 Rivero, M. (1966, 20 de marzo). “Obregón y otros pintores”, en El Espectador, Bogotá, Magazine Dominical, p 15E 128 Traba, Op. Cit. En 50 Salón Nacional de Artistas, p 135. 118 Ilustración 30, NORMAN MEJÍA, La horrible mujer castigadora, 1965, Óleo sobre tela, 204 x 147, Ubicación: PROPAL. Ilustración 31, NORMAN MEJÍA, No disparen que somos dos, 1965, Óleo y arena encolada sobre tela, Ubicación: Colección Hernando Santos. Por lo tanto, Mejía utilizando referencias anecdóticas crea un mundo único de violencia y desesperación que de alguna u otra forma enuncia la naturaleza violenta del ser humano. Los conflictos internos del hombre son representados naturalmente creando un escenario irreal, donde la violencia es causada por la inestabilidad psicológica. Si bien Mejía nunca se declaró un artista testimonial, en este trabajo se lo considera porque expuso la mentalidad de una época y de una generación sin la necesidad de recurrir a elementos políticos. Es decir, que éste artista realizó un arte testimonial porque “arroja luz sobre nuestros problemas generacionales, sobre nuestros angustiosos y contradictorios intentos de definición.” (Traba, citado en Medina, 2000, pp. 36-42) 3.2.2. Arte Comprometido: Pedro Alcántara, Carlos Granada y Augusto Rendón. Como se indicó en la introducción estos artistas son considerados comprometidos porque apropiándose de situaciones reales de violencia crearon un arte con estilo 119 propio, coherente con sus pensamientos y sobre todo auténtico, con el objetivo de denunciar el Frente Nacional a través de una posición política. Si bien sus obras fueron estigmatizadas y catalogadas como comunistas por realizar un arte comprometido con la realidad nacional, ellos se atrevieron a denunciar explícitamente lo que el Estado callaba, por lo tanto, sus obras no fueron compradas y terminaron siendo invisibilizados. (Rendón, Entrevista, 2010) En general, ellos resultaron siendo sospechosos y marginados, lo que los obligó a buscar nuevos espacios para exponer y nuevos planteamientos que mostrar. Como se señaló en el segundo capítulo, la gira Testimonios, se convirtió no sólo es un espacio de democratización del arte, sino también una forma de exponer su inconformismo frente a la pasividad social. Esta gira reimpulsó la idea del arte comprometido en este grupo de artistas, quienes preocupados por el conflicto, no sólo tomaron una posición política evidente, sino también convirtieron su arte en un medio de denuncia. De esta manera, se analizará algunas obras que ejemplifican la postura de estos artistas. De Alcántara se estudiará El martirio acrecienta a los hombres raíz de 1966, ilustración 34, de Rendón Violación de 1962 , ilustración 36, y de Granada Angustia de 1967, ilustración 32. a. La Angustia de Carlos Granada. Granada sería considerado uno de los principales iniciadores de la nueva-figuración colombiana. Según Rubiano Caballero, la obra de este artista es una de las más beligerantes del arte colombiano porque “sus personajes masacrados, mutilados y destripados constituyen la figuración más cruda y urticante del arte nacional.” (1977, p 1569) Granada nació en Honda pero se educó en el Líbano (Tolima) y vivió la violencia de los años 50 muy de cerca, hasta que su padre cansado de los atropellos viajó a la ciudad donde se estableció con su familia. Desde joven se interesó por la pintura y estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional en Bogotá. 120 Posteriormente viajó a Europa, donde se especializó en grabado mural y cuando regresó al país expuso sus obras sobre violencia y erotismo ganando múltiples premios. Sin embargo, para la década de los 60 las opiniones de algunos críticos eran desfavorables. La postura tanto política como artística de Granada, se entiende cuando el explica que la mayoría de su vida tuvo que vivir y observar la violencia que el Estado ejercía sobre los campesinos. “Desde pequeño yo vi como se desarrollaba todo el problema de violencia en el Tolima, para mí no era simplemente un problema teórico, es que yo viví y vi eso.” (Entrevista, 2010) Además agrega, que su vinculación en la Universidad Nacional que era un centro de movilización política, le permitió conocer “las fuerzas de izquierda y concebirlas como fuerzas de renovación. Es que no todo lo que uno veía en la universidad estaba marcado por una militancia de izquierda solamente, sino que aparecían elementos nuevos, formas nuevas de manifestar, de denunciar una violencia endémica.” (Entrevista, 2010) Por lo tanto, la mayoría de sus obras hacen referencia a la violencia que vivió y vio cuando era pequeño en su tierra natal, sin embargo, la muerte de Gaitán junto con la movilización política de aquel entonces y las imágenes en los periódicos, fueron esenciales para que el artista tomara conciencia crítica frente a la realidad y emprendiera la tarea de denunciar la represión del Frente Nacional. (Entrevista, 2010) 121 Su obra Angustia, ilustración 32, donde se presenta la superposición de dos mujeres de distintas clases sociales que viven en el mismo lugar y que sufren desigualmente la violencia, expone una denuncia explícita a la incapacidad Estatal de frenar el conflicto colombiano durante los 60. (Entrevista, 2010) Según Margarita Malagón, la mujer de sombrero rojo, de gafas finas, de uñas largas y arregladas pertenece a la clase alta, mientras que la mujer que sostiene al niño muerto es una campesina que sufrió la violencia y fue decapitada. La mujer arreglada, Ilustración 32, CARLOS GRANADA, con collar de perlas, camisa blanca y cabello Angustia, 1967, óleo sobre tela, 200X150 organizado es indiferente al dolor sufrido por la segunda mujer, quien sostiene a su hijo asesinado. (2008, p. 22) La cabeza de la mujer campesina observa fijamente al espectador como si lo culpara por su apatía. Al lado derecho cae una rosa simbolizando la desesperanza y el dolor de los sectores populares que sufren la represión Estatal. Si bien la violencia afecta desigualmente a las mujeres, Granada utilizando un fondo dividido en secciones cuadradas junto con colores fríos y cálidos, crea un ambiente conjunto que impacta por el dolor, la tristeza y sobre todo la desesperación. De este modo, la mujer es utilizada por Granada porque significaba la vulnerabilidad y la fragilidad del país, igualmente, fue el foco de violación en los años 50, cuando los bandoleros las violaban y las mataban para prevenir una descendencia no deseada políticamente. (Entrevista, 2010) Por lo tanto, es interesante observar como la violencia fue entendida como una acción de inequidad e injusticia que solamente tocaba a las clases populares. Según Granada su denuncia exponía claramente la injusticia social. “No todos los sectores de las clases sociales eran iguales, los 122 campesinos y los sectores populares sufrieron mucho más la violencia que los burgueses, porque tanto la guerrilla como el Estado los atacaban indiscriminadamente” (Entrevista, 2010) Aunque las obras no fueron muy bien acogidas por algunos espectadores y por Marta Traba, quien dijo que su pintura no poseía originalidad, que era pobre cromáticamente y sobre todo que tendían a ser cartel por el burdo tratamiento de la idea. 129 Indiscutible fue impactante entre el público, que aunque negara la realidad, le importaba la franqueza del artista. Por lo tanto, se debe resaltar que el principal objetivo de Granada fue denunciar a través de la violencia lo que el gobierno se negaba a realizar por los sectores populares y los campesinos. También, le dio prioridad a la temática de la violencia en la década de los 60 porque el sentido de represión y la situación de Estado de Sitio comprimían las libertades y vapuleaban los movimientos alternativos. (Entrevista, 2010) Mis obras son realmente enfoques morales de un problema colombiano…..Creo que actualmente los pintores de todo el mundo deben reflejar en su obra la realidad inmediata, pues es una manera de ser fiel a la época, aparte de que siempre en la historia del arte ha sido así…… Es indudable que esta concepción produce miedo a algunos pintores, porque creen que con ello están copiando la escuela mexicana, ya que olvidan a fingen olvidar que cada país tiene y debe tener sus propias características. 130 Si bien sus obras se dirigían a denunciar la represión Estatal, también criticaban la doble Ilustración 33, CARLOS GRANADA, moral de la sociedad conservadora. Ejemplo Uno es producto del otro, 1968, óleo sobre lienzo, Ubicación: Museo de Arte Moderno de Bogotá. 129 Traba. M, (1963, 15 de octubre), “Grandezas y miserias del XV Salón”, en Revista La Nueva Prensa, Bogotá. En 50 Años Salón Nacional de Artistas, p 118. 130 A.M.C, (1962, noviembre), “Un pintor se auto-critica”, en El Espectador, Bogotá, p 6 123 de esto es su obra Uno es producto del otro, ilustración 33, donde en la parte superior se observa a una mujer desnuda y desmembrada, y en la inferior se muestra a la virgen María con su hijo en brazos, simbolizando la religiosidad del pueblo colombiano. Lo que critica Granada en esta obra no es la efervescencia católica, sino la indiferencia y la doble moral de quien predica y va a misa, pero olvida el sufrimiento de sus compatriotas. En términos generales, se puede concluir que Granada fue un artista comprometido porque denunciaba lo que él consideraba incorrecto y exponía una posición política diferente a la del Frente Nacional. Es decir, que en sus obras se observa explícitamente una crítica y una acusación al sistema político de la época, sin prescindir de los valores estéticos. Aunque muchas veces fue juzgado y considerado comunista por el tratamiento de sus obras, el siempre tomó el pincel para exponer la violencia colombiana, con el fin de crear conciencia entre los espectadores y defender a las clases populares. Igualmente, se consideraba representante del pueblo no sólo por haber sufrido la violencia en carne propia, sino también porque creía que a través del arte exponía una moral frente al conflicto colombiano. b. Pedro Alcántara. El insuperable dibujante. No se puede analizar el arte de los años 60 sin retomar obligatoriamente la obra de Pedro Alcántara Herrán, uno de los artistas más polémicos del campo artístico nacional. Este artista nacido en Cali en 1942 dentro de una familia culta, desarrolló sus habilidades artísticas desde muy pequeño. Años después, en 1959, viajaría a Roma para estudiar Ciencias Políticas, pero se retiraría al poco tiempo para comenzar en la Escuela de Artes Plásticas. Para mediados de los años 60, Alcántara influenciado por los libros existencialistas de Sartre y de Marcuse, junto con la ideología de la Revolución Cubana, regresaría a Colombia con el objetivo de 124 desarrollar un arte vanguardista relacionado con la realidad nacional. Su amistad con los nadaístas y su posterior participación en el Partido Comunista Colombiano, demuestra claramente no sólo una posición política contra el Estado, sino también una preocupación por denunciar las situaciones injustas como lo demuestra su participación tanto en los Festivales de Vanguardia en Cali como la gira de Testimonios en 1966. Paradójicamente Traba lo consideraba como el mejor exponente del realismo de la violencia, porque asumía tanto en la técnica como en el concepto la magnitud del verdadero problema. “Esa obra refleja, no la violencia política circunscrita a hechos históricos analizables, a estadísticas y a la virtual guerra civil entre liberales y conservadores, sino el estado permanente de crisis derivado de dicha situación histórica, estado que sigue prevaleciendo aun cuando, aparentemente, la violencia política se haya atenuado.” (1984, p 225) Igualmente, Medina lo señala como uno de los pocos artistas colombianos que ha superado diversas dificultades para terminar creando una obra coherente, cohesionada y lógica de acuerdo a su ideología. (Entrevista, 2010) El trabajo de Alcántara durante los primeros años sesenta se caracterizó por su figuración violenta y trazos agresivos, donde las armas eran símbolos fálicos y había insinuaciones carnales. Estas particularidades hacen que Medina catalogue la versión Alcantariana de la violencia como corrosiva e insoportable. Sin embargo, la simple composición, las definidas siluetas, las esqueléticas formas y la irracionalidad con que Alcántara realizaba sus figuras, demuestra que su objetivo no era simplemente impactar al espectador a través de unos nuevos planteamientos, sino también definir una posición política. Como se señaló en el segundo capítulo, la participación de Alcántara en los Festivales de Vanguardia en Cali junto con los nadaistas, presenta a un artista comprometido 125 artística y políticamente. El objetivo de formular y manifestar una nueva manera de concebir el arte y de entenderlo, junto con la preocupación del papel social del artista, fue realizado a través del uso de la nueva-figuración y sobre todo de la “creación” de un grupo que se comprometía con el arte y con ellos mismos. Según Alcántara, la experimentación, la subjetividad y el descubrimiento de nuevos proyectos, condujo a una posición opuesta a la que ofrecían otros artistas. (Entrevista, 2010) Durante la década de los 60, Alcántara tomó posición frente a la realidad del país y sobre todo, denunció las injusticas y las represalias que el Estado ejercía a través de sus organismos de poder. Su enfoque no sólo rompió con la neutralidad expresiva, sino también con la creación artística, transformándola en crítica, en factor de disturbio y en concientizador social. (Traba, 1984, pp. 226-227) Por lo tanto, tomando como referencia visual, imágenes de noticieros, fotos de periódicos, libros como el de “La Violencia en Colombia” del padre Germán Guzmán Campos y canciones, Alcántara realizaría una obra majestuosa que desembocaría en una denuncia explícita a las acciones y a la incapacidad Estatal por detener el conflicto colombiano. (Entrevista, 2010) Cabe destacar que el libro de Germán Campos, Fals Borda y Eduardo Umaña, fue de extrema importancia, porque a través de sus descripciones detalladas, de sus crueles fotografías y sobre todo, de sus testimonios, la mayoría de artistas comprometidos retomaron y analizaron aquellas particularidades con el fin de crear una obra coherente y ajustada con la realidad nacional. Aquella realidad conflictiva acrecentaba su poder a medida que transformaba no sólo su discurso sino también involucraba más actores. De 1965 a 1968, Colombia pasaría de Estado de Sitio parcial a total de una manera vertiginosa. La excusa para declarar el Estado de excepción fue la declaración de la perturbación de orden público debido a varias manifestaciones estudiantiles en Medellín y a huelgas sindicales de larga duración. Por lo tanto, para mantener el orden y la estabilidad de la deprimida 126 economía nacional, el presidente Valencia declaró el Estado de Sitio creando nuevos dispositivos de represión oficial relacionados con la intervención y la ampliación de la fuerza militar, la clausura y control en los medios de comunicación, prohibición de reuniones de más de 5 personas y toque de queda. 131 Por lo tanto, la cohibición en las libertades individuales y el hostigamiento de las fuerzas militares a civiles, fueron las principales características de aquellos años, durante los cuales Alcántara realizaría una de sus obras más importantes; El martirio acrecienta a los hombres raíz de 1966 (Ilustración 34). Esta obra de grandes dimensiones y de gruesos trazos, expone una violencia agresiva y cotidiana donde insurgentes son torturados. Según Traba, la segunda etapa de Alcántara, donde se ubica esta obra, se caracteriza no sólo por la crítica política, sino también por la definición, donde las líneas sueltas y sólidas se juntan, y la figura “se arma en nudos intrincados de tendones compactos.” (1984, p 228) En la ilustración 34, El martirio acrecienta a los hombres raiz, se observan dos hombres desnudos colgados de los pies con cráneos animalescos, huesos y tendones al aire libre, cuerdas alrededor de su parte superior y situados en un establo. Detrás de un estante que tiene una abertura, hay un hombre o el victimario que observa indiferentemente a las dos figuras de enfrente. La composición de la obra se teatraliza como una escena dramática, donde se espera la muerte o la resistencia de alguno de los actores. Sin embargo, la descomposición, el terror, el miedo, la represión son latentes en el discurso y permanecen inalterables. 131 GALLÓN, Op. Cit., Capitulo 3. 127 El título de la obra permite inferir dos posibilidades. La primera se relaciona con la tortura y la represión política que vivieron los dirigentes sindicalistas y algunos insurgentes capturados durante las incursiones militares en los años 60. Mientras más los hostigaban y los atormentaban, aquellos personajes se volvían inmunes e inmortales en la medida que sostenían su ideología a pesar del maltrato. La cuerda que los sostiene puede significar fortaleza o cuando está muy utilizada, desgaste. En pocas palabras, lo que se denuncia es la tortura y la represión Ilustración 34, PEDRO ALCÁNTARA, El Estatal. martirio acrecienta a los hombres raíz, 1966, Tinta china sobre papel fijado en madera, Ubicación: Museo “La Tertulia” Cali. La segunda posibilidad la describe Alcántara como una exaltación a los antepasados porque relaciona la raíz con la tierra hurtada por los latifundistas. Mientras más desarrollo e industrialización, el pasado se olvida y los indígenas se relegan. Los dos hombres colgados pueden simbolizar la fuerza indígena que a pesar de su sufrimiento aún se sostiene ante los ojos Estatales, las cuerdas pueden ser las lianas selváticas y los cráneos animalescos pueden significar los dioses sagrados de nuestros antepasados. (Entrevista, 2010). De esta manera, en los dos análisis puede caber la posibilidad de hablar de una denuncia contra el Estado que si bien puede torturar y matar a sus opositores, también puede invisibilizar y olvidar a los ancestros. 128 La impunidad y el olvido suelen ser los factores principales que obligan a Alcántara a manifestar su inconformidad. En su obra Los Testimonios, ilustración 35, no sólo se observa a unos personajes distorsionados que huyen debido al acoso militar, sino también se percibe el sentimiento de desapego causado por la violencia. Por ello, Alcántara muestra a los campesinos exiliados de los años 60 que tuvieron que abandonar sus tierras para engrosar las filas de miseria en las ciudades. Ilustración 35, PEDRO ALCÁNTARA, Los Testimonios (Primer Premio del Salón Nacional de Artistas), 1966, Tinta china, 180X160, sobre papel, Ubicación: PROPAL Si bien al observar las obras de Alcántara en especial El martirio acrecienta a los hombres raíz, ilustración 34, podemos concluir que fue un artista políticamente comprometido que no sometía los valores estéticos al objetivo de la obra. También podemos decir que fue testigo de la realidad colombiana de aquel periodo y que busco a través del arte expresar testimonios. ¿Pero realmente Alcántara se consideraba comprometido? En la entrevista realizada, este artista señalaba que su principal objetivo durante los 60 era crear una nueva manera de concebir el arte a través de manifestaciones impactantes que concientizaran al espectador. Asimismo, agregó que el compromiso comenzaba consigo mismo para poder formular denuncias que plantearan otras realidades diferentes a la vigente. (Entrevista, 2010) Sin embargo, es importante resaltar que su participación en el PCC, fue determinante en sus obras porque marcó no solamente un estilo personal, sino también una posición política. 129 c. El coherente grabador: Augusto Rendón. Rendón ha sido considerado uno de los mejores grabadores del arte colombiano. Medina lo ubica no sólo en la generación conformada por Hanné Gallo, Alcántara, Granada y Mejía, que se opuso de alguna u otra manera a la abstracción, para retomar la figuración con la intención expresa de registrar lo que se producía, sino también “el primer artista colombiano que se dedicó exclusivamente al grabado como técnica no subordinada a la prensa escrita.” (1978, p 505) Nació en Medellín en 1933, estudió en la Escuela de Bellas de Artes local, y viajó a Italia para aprender restauración y pintura mural en el Museo de Piiti y grabado en la Academia de San Marcos en Florencia. (Arango, 2004, p 60) Para comienzos de la década de los 60 vuelve a Colombia, donde comienza a exponer pinturas abstraccionistas, pero en 1962 al asistir a la exhibición de Violencia de Obregón, se da cuenta que el grabado era el mejor medio para representar la realidad del país, puesto que le permitía hacer obras seriadas, más expresivas y acequibles al público. Por lo tanto, desde ese año empieza tímida pero disciplinalmente a grabar situaciones reales. Para 1962, las represalias Estatales estaban incrementándose cada vez más por el aumento de la combatividad del sector obrero, el cual era aplacado a través de las armas. “El recurso a las armas por parte del gobierno se había generalizado, lo que era una consecuencia de la transformación que se estaba produciendo en cuanto al papel del Ejercito en el Estado. Concebido antes para la defensa exterior, el Ejército se convertía ahora en instrumento privilegiado para la protección de las instituciones del Frente Nacional.” (Gallón, 1979, p. 49) Por lo tanto, lo que observaba Rendón lo obligó a tomar posición frente a las injusticias estatales, denunciando los atropellos que sufrían los trabajadores por parte del Estado. Por lo tanto, sus grabados aparecen en 1963 con Santa Bárbara, ilustración 38, y Santa Barbará S.A., las cuales hacen referencia a la huelga que se hizo en la fábrica 130 de cementos El Cairo y donde hubo algunos huelguistas muertos. Ese miso año, realiza Caos, Genocidio y Mataos los unos a los otros. Estas obras manifiestan un gran interés por la problemática interna y por la situación precaria de los menos favorecidos. Técnicamente, los grabados son planos que de vez en cuando adquieren volumen al estilo Goya. (Medina, 1978, p 506) Según Medina, el expresionismo utilizado por Alcántara, Mejía y Rendón se caracteriza por su rechazo a la belleza, por la utilización del feísmo y por su aguda crítica a los problemas sociales y morales de la sociedad colombiana. Por lo tanto, el contenido de sus obras y el titulo de las mismas, retoman temas viscerales e igualmente impactantes, que crean figuras apelmazadas en situaciones difíciles de ambiente bacanal. “Pero el humor, negro y estremecedor, distancia al artista y los saca de toda complicidad con la imagen para tornarlo critico y acusador.” (1978, p 508) Una de sus primeras obras Violación, ilustración 36, de 1962, es un grabado que muestra los primeros pasos que realizó después de haber abandonado la abstracción. Para Medina, esta primera etapa expone una temerosa imaginación y timidez conceptual que se materializa en una técnica balbuceante. Sin Ilustración 36, AUGUSTO RENDÓN, embargo, con disciplina y exigencia Violación, 1962, aguafuerte, Ubicación: Museo personal, Rendón logró crear obras de Nacional de Colombia gran contenido y excepcional técnica. Violación (Ilustración 36), mezcla dos espacios que se relacionan por un factor común, la violencia. Mientras la escena del fondo prefigura su obra Caos de 1963 que relata los inmolados de Hiroshima, la escena de enfrente expone dos hombres casi animalescos que atacan y violan a una mujer, y a un tercer hombre que sostiene un 131 rifle fálico que termina siendo parte de la montaña que oculta la violación. La violencia de los dos espacios si bien puede ser ejercida de diferentes maneras, afecta tanto física como moralmente de igual forma. Los victimarios son expuestos como híbridos mal formes y sucios que representan los defectos más bajos de una sociedad como pueden ser la venganza, el odio y la codicia. De esta manera, cuando se observa la imagen lo primero que surge son sensaciones de desesperación, impotencia y tristeza. El objetivo de Rendón de denunciar y criticar ciertas actitudes se logra cuando el espectador siente gran impacto al ver el rostro de la mujer violada. Según Rendón, los referentes visuales que utilizó para esta obra fueron los noticieros, algunos acontecimientos que lo marcaron y sobre todo, algunas fotos del libro “La Violencia en Colombia”, que de nuevo, se convierte en un elemento supremamente esencial para la representación de la violencia. Asimismo, su principal objetivo a parte de impulsar una expresión artística, fue la de denunciar lo que el Frente Nacional ocultaba, partiendo de testimonios que ejercieran en la sociedad una cierta clase de memoria. (Entrevista, 2010) La memoria de la que habla Rendón se relaciona con la memoria trunca de Pécaut, que se refiere al traumatismo que sufrió la sociedad colombiana.. Los siguientes grabados de Rendón muestran dos caras de la misma moneda, en la medida que exponen el personaje que realiza y los que reciben la violencia. En Un homenaje, ilustración 37, se observa a un general distinguido que ha recibido múltiples condecoraciones gracias a sus meritos profesionales. Aquellos honores colgados en su sastre representan personas consideradas simples trofeos de guerra. En Santa Barbará, ilustración 38, el victimario se convierte en un “león” que pretende atacar y perseguir a los que están invadiendo su terreno. En este grabado, las víctimas no son consideradas trofeos sino carnada. 132 Ilustración 37, AUGUSTO RENDÓN, Un Homenaje, 1964, aguatinta, Ubicación: Museo Nacional de Colombia Ilustración 38, AUGUSTO RENDÓN, Santa Barbará, 1963, aguatinta, Ubicación: Museo Nacional de Colombia Por lo tanto, Rendón se considera un artista contra-alineado que a través de sátiras y representaciones simbólicas, se identifica con el pueblo partiendo de un sentido de colectividad y concientización. En 1964, Rendón es invitado a exponer en la Galería Tercer Mundo en una pequeña sala creada por Belisario Betancur, Camilo Torres, Fals Borda, una serie de aguafuertes titulada Denuncia, que aludía al conflicto colombiano. (Alape, citado en Arango, 2004, p 67) De esta manera, Rendón se muestra como uno de los artistas más coherentes que trabajando con cierta inclinación política nunca dejo de realizar excelentes obras artísticas. El compromiso social y político de este grabador se evidencia en sus obras, que demuestran una posición frente a la problemática nacional, además, se analiza un profunda reflexión sobre el “valor” del ser humano. En una entrevista publicada en El Tiempo en 1963 cuando ganó el primer premio de grabado del Salón de Artistas Nacional, Rendón decía que “Al llegar al país, traía ignorancia, era ignorante, desconocía o no había querido saber nada de los problemas que azotaban en nuestro país y en general en el mundo. Pero, después de muchas reflexiones, llegué a la conclusión de que yo como pintor no podía darle la 133 espalda a problemas tan tremendos como el de la violencia, que desde hace quince años viene vapulando y castigando al país.” 132 Por lo tanto, Rendón concebía al artista comprometido como un creador que narraba y distraía al espectador con el fin de expresar una idea que impactara, sin necesidad de referirse a la violencia. Sin embargo, Rendón tomó el camino de la denuncia para criticar, reivindicar y hablar por quienes no podían y crear un testimonio sobre la represión y los ataques que ejercía el Frente Nacional bajo su máscara pacifista. Para el artista, el arte comprometido que ejercía, debía provocar rechazo o aceptación entre el público para que éste se concientizara y cuestionara las “verdades”. (Entrevista, 2010) Igualmente, tiempo después, Rendón señalaba que el artista siempre debía estar conmovido por la realidad a pesar de estar alejado de la misma. Además agregaba que “la noción de sensibilidad hace del artista un ser comprometido con su realidad social, y en la manera en que su arte es necesariamente público, el artista siempre estará comprometido con ella.” (2004, p 31) En términos generales, Rendón no solamente está comprometido con la realidad nacional, sino también con su papel de representante del pueblo, ya que considera importante denunciar y cuestionar la legitimidad. Para concluir el capitulo se realizó una tabla con el fin de esclarecer la definición, las diferencias y las similitudes entre los artistas comprometidos y los artistas testimoniales. 132 Monroy. A, (1963, 27 de octubre), “Un caso de conciencia”, en El Espectador, Bogotá, Magazine Dominical, p 10 D. 134 COMPROMETIDOS ARTISTAS DEFINICIÓN DIFERENCIAS SIMILITUDES Alcántara, Granada y Rendón TESTIMONIALES Mejía, Obregón y Rengifo Absorbe las características del presente, Retoma situaciones del pasado, para para exponer una realidad con el representa anecdótica y heroicamente objetivo de denunciar a través de un un evento sin el objetivo de transmitir estilo personal y auténtico. un mensaje de denuncia. 1. Asumen una posición política 1. No asumen una posición política. 2 . Se preocupan más por el mensaje que 2. Su prioridad son los valores por los valores estéticos. estéticos. 3. Retoman situaciones del presente. 3. Retoman eventos del pasado. 4. Sus objetivos son denunciar, 4. Su objetivo es realzar ciertos concientizar al espectador y valores plásticos como la composición democratizar el arte y el color. La condición de testigo visual de la obra de arte. El contenido socio-político de la obra. El uso de la tanto de temática de la violencia. El manejo de la nueva-figuración y del grabado. El profesionalismo y la autenticidad Su expresión artística es cruda Como se observa en la tabla, si bien los comprometidos y los testimoniales utilizaron la temática de la violencia, cada grupo lo hizo con diferente objetivo. Mientras que los comprometidos utilizaban situaciones del presente para denunciar el estado actual de la nación, los testimoniales recordaban el pasado para seguir nutriendo el tiempo repetitivo que sometía a la sociedad. Es decir, que en las obras de los primeros se evidencia una expresión realista y diciente gracias al manejo del lenguaje estético, en cambio en los testimoniales la anécdota, el manejo del tiempo y el concepto onírico, hacen que su expresión sea más imaginativa. 135 4. CONCLUSIONES Durante la década de los sesenta diferentes acontecimientos latinoamericanos políticos como la Revolución Cubana y culturales como el florecimiento del nuevo cine, el impulso de la literatura política y la influencia sartreana y marcusiana, generaron en la época significativos cambios que determinaron un lineamiento ideológico, instauraron una posición contra la guerra y la violencia, y promocionaron una nueva mentalidad basada en la filosofía comunista y existencialista. Aquellas manifestaciones tomarían bastante fuerza en Colombia, donde un grupo de jóvenes intelectuales harían de la década de los 60 un periodo distinguido por tres características. La primera se relaciona con el carácter colectivo y la naturaleza revolucionaria de la juventud. Si bien Colombia terminaba una década con miedo, desorden, descontento y desesperanza debido a la violencia bipartidista, la sociedad percibió en aquellos acontecimientos latinoamericanos una posible vía para recuperar la ilusión y la confianza. Sin embargo, la perpetuación de las familias tradicionales en el Frente Nacional, hizo que algunos colombianos se resistieran a la naturaleza excluyente, antidemocrática y sobre todo represiva del mismo, apoyando el surgimiento de movimientos políticos alternativos como la ANAPO y el MRL y legitimando de alguna u otra manera la creación de grupos disidentes como el ELN y las FARC. Asimismo, el papel de la iglesia, la cual había sido invariable y radical décadas anteriores, cambiaba de acuerdo a la ola revolucionaria internacional que junto con la Teología de la Liberación, movilizaba cientos de jóvenes curas como Camilo Torres, preocupados por la justicia y la equidad social. Aquellos acontecimientos respondían a la necesidad de emerger del tiempo repetitivo del que habla Pécaut, el cual mantenía presente el pasado de la violencia bipartidista en la mente de los colombianos, 136 obligando a la mayoría de la población a permanecer en los recuerdos y renunciar al futuro. De esta forma, el romanticismo y el deseo de cambio de los jóvenes, la segunda característica del periodo, permitió oxigenar la mentalidad tradicional a través del nadaísmo y renovar la actitud conformista con innovadoras propuestas como las artísticas. La abstracción, la nueva-figuración, el pop- art, la experimentación, entre otras, fueron las corrientes extranjeras adaptadas por los jóvenes artistas, quienes transformaron junto con la dinámica participación de los críticos de arte como Marta Traba y Walter Engel, el campo artístico en un escenario de heterogeneidad y actualización. Mientras se consolidaban nuevas propuestas, el giro artístico que se estaba desarrollando, exponía una nueva generación de jóvenes colombianos no sólo preocupados por la realidad del país, sino también dispuestos a tomar posición frente a las represiones y restricciones que el Frente Nacional imponía. De este modo, la tendencia artística de la nueva-figuración, la cual se había convertido en un modelo de resistencia debido a su carácter beligerante en el tratamiento y recuperación de las formas, en la apropiación del contenido irreal y sobre todo en la gestualidad de las figuras, se convertía en el mejor lenguaje estético que permitía a través de representaciones simbólicas retomar situaciones políticas y sociales con el fin de impactar y hacer reaccionar al espectador. Por lo tanto, esta tendencia tomó bastante fuerza en la nueva generación de artistas que a través de la pintura y del grabado, buscaron denunciar lo que el sistema político realizaba y ocultaba. Igualmente, el resurgimiento del grabado como medio contestatario fue vital para interferir en el ambiente artístico, porque permitió de alguna manera democratizar el arte. El cual estaba en manos del Estado, que realizando los Festivales de Arte en Cali y los Salones de Arte Nacional intentaba llevar la cultura a todas las capas de la sociedad. Por lo tanto, el compromiso se convertía en la tercera característica del periodo. Si bien esta es una gran palabra que implica varios elementos y enunciaciones, en la 137 década de los sesenta el arte comprometido adquirió un matiz político que terminó demonizando a sus practicantes. Debido a la discusión dirigida por Marta Traba, quien lo concebía como una herencia del realismo socialista y del muralismo mexicano, el arte comprometido fue entendido como una ecuación que despersonalizaba, alejaba y parcializaba el arte con el objetivo de realizar una obra política. Sin embargo, gracias al giro artístico, la idea del arte comprometido se estimuló de tal manera que su realización fue concebida de otro modo. Es decir, que los jóvenes artistas colombianos no estaban preocupados por realizar una propaganda o enaltecer una ideología política, todo lo contrario, se enfocaron en problematizar el presente a través de la temática de la violencia con el fin de denunciar el sistema político. Si bien inicialmente se había planteado en la investigación que todos los artistas seleccionados (Alcántara, Granada, Mejía, Obregón, Rendón y Rengifo) eran comprometidos, a lo largo de la misma, se pudo identificar dos grupos que retomaban la violencia como temática central pero la trataban con diferentes objetivos. Por lo tanto, el primer grupo se catalogó artistas testimoniales, tomando como referencia a Jorge Zalamea, quien entendía el arte testimonial como una manifestación artística que convertía al artista en testigo de un acontecimiento retomando el espíritu del momento y del tiempo. Este grupo está conformado por Mejía, Obregón y Rengifo, quienes se caracterizaron por retomar la violencia en especial el conflicto bipartidista a través de una lectura anecdótica y un tanto heroica, con el objetivo principal de crear un recuerdo artístico de la violencia. Mientras Rengifo y Obregón se caracterizaron por apropiarse de la memoria trunca del pueblo colombiano, Mejía utilizaba el daño moral causado por la violencia para exponer el conflicto psicológico de la nación. Por el otro lado, el segundo grupo conformado por Alcántara, Granada y Rendón se consideran artistas comprometidos porque apropiándose de situaciones reales de violencia, crearon un arte auténtico y personal, donde los valores artísticos y la concientización de un deber social y político, eran los objetivos no sólo para hacer 138 reaccionar al espectador frente a su realidad, sino también para denunciar el sistema político. Debido a la represión y a los abusos de poder del Frente Nacional, estos artistas se unieron para conformar un grupo que denunciaba a través del arte las condiciones sociales del pueblo, la pobreza y sobre todo la injusticia. De esta manera, estos artistas encontraron expresiones propias y originales que les permitía acercarse más al público y considerarse como representantes del pueblo. Lo anterior se refleja en las obras estudiadas, donde se observa como el tratamiento de la violencia si bien puede ser diferente, siempre tiene como objetivo impactar al espectador. Mientras las obras de los artistas comprometidos son un tanto más fuertes debido al tratamiento brusco de la imagen, del manejo central de las figuras y de la gestualidad, las obras de los artistas testimoniales reducen un concepto a la máxima expresión artística, obligando al espectador a observar los valores estéticos. Por ejemplo, en la obra de Norman Mejía, los colores y la composición adquieren más importancia que el mensaje, mientras que en la obra de Augusto Rendón, el manejo de las figuras es vital porque transmite un mensaje claro. Asimismo en la obra de Pedro Alcántara y Carlos Granada, el dibujo se convierte en el medio por el cual transmitir su inconformidad, en cambio en Alejandro Obregón lo esencial es el valor cromático de la obra. Luis Ángel Rengifo por su lado, retoma lo aprendido en México para elevar el grabado de arte menor a arte y converirlo en medio de expresión. En resumen, debido a las circunstancias tanto políticas como culturales latinoamericanas y a la consolidación del Frente Nacional, emergió dentro del tradicionalismo colombiano un giro artístico caracterizado por la renovación, el romanticismo, la colectividad y sobre todo la inconformidad, transformando de esta manera, la mentalidad de un grupo de jóvenes intelectuales colombianos. Este fenómeno impulsó la idea de arte comprometido, que fue apropiado por algunos artistas con posición política, preocupados por la realidad nacional, por la democratización del arte y por la liberación del ser, que utilizando la nuevafiguración, crearon ciertas representaciones simbólicas sobre la violencia con el principal objetivo de denunciar el sistema político de la época. 139 Tabla de Ilustraciones Ilustración 1, s.a., La Nueva Prensa, Vol 9, N129, 1965, p 17………………………………29 Ilustración 2, s.a., La Nueva Prensa, Febrero, Vol 7, N89, 1963………………….................30 Ilustración 3, CECILIA PORRAS, Murallas en naranja, 1968, óleo sobre lienzo, 47x 60, Ubicación: Colección Pedro Moreno………………………………………………………...57 Ilustración 4, LUCIANO JARAMILLO, Lola, 1965, óleo sobre lienzo, 90x210…...............57 Ilustración 5, ALEJANDRO OBREGÓN, El caballero Mateo, 1964, óleo sobre lienzo, 120 x 120, Ubicación: Colección privada…………………………………………………………..57 Ilustración 6, s.a., El Espectador, 3 diciembre de 1967……………………………...............64 Ilustración 7, s.a., El Espectador, 7 de junio de 1964, p 16………………………………….65 Ilustración 8, ENRIQUE GRAU, El libro de los recuerdos, 1960, tempera sobre papel, 100X70, Ubicación: Colección privada……………………………………………………...66 Ilustración 9, JIM AMARAL, Conversando, 1969, grafito sobre carbón, 70 x 56………….68 Ilustración 10, NORMAN MEJÍA, La Bella, 1966, Oleo sobre tela, Ubicación: Colección Hernando Santos……………………………………………………………………………..68 Ilustración 11, AUGUSTO RENDÓN, Santa Bárbara S.A., 1962, aguafuerte, Ubicación: Museo Nacional……………………………………………………….................72 Ilustración 12 , NORMAN MEJÍA, Autorretrato que sufre en el paisaje, 1965, óleo sobre lienzo, 120 x 96, Ubicación: Museo de Arte Moderno de Bogotá…………………………...77 Ilustración 13, CARLOS GRANADA, Flores para un niño muerto, 1962, óleo sobre lienzo, 89X116, Ubicación: Museo de Arte Moderno de Bogotá…………………............................77 Ilustración 14, Luis Ángel Rengifo, Las Victimas, 1964, aguatinta, 32X42, Ubicación: Museo Nacional de Colombia………………………………………………………………………..81 Ilustración 15, Luis Ángel Rengifo, Cabeza en las alambradas, 1964, aguafuerte-aguatinta, 32X42, Ubicación: Museo Nacional……………………………………................................81 Ilustración 16, AUGUSTO RENDÓN, Por la espalda, 1964, aguafuerte, Ubicación: Museo Nacional……………………………………………………………...………………………83 Ilustración 17, PEDRO ALCÁNTARA, Tus sueños no tendrán fronteras, 1968, litografía, 46X43………………………………………..………………………….................................84 140 Ilustración 18, ALFONSO QUIJANO, La cosecha de los muertos, 1968, Xilografía, 39X68. ………………………………………………………………………..………………………85 Ilustración 19, UMBERTO GIANGRANDI, Manifestación estudiantil, de la serie Arte Doloroso, 1968, óleo sobre papel, 70X50…………………………………............................85 Ilustración 20, ALEJANDRO OBREGÓN, Violento devorado por una fiera, 1963, óleo sobre tela, 53 x 65…………………………………………………………………………………..95 Ilustración 21, PEDRO NEL GÓMEZ, Le incendiaron el rancho, Serie: Recuerdo de la violencia, 1950, óleo sobre tela, 55X75, Ubicación: Casa Pedro Nel Gómez (Medellín)…………………………………………………………………………………….95 Ilustración 22, JACQUES-LOUIS DAVID, La muerte de Marat, 1793, Óleo sobre lienzo, 165 x 128, Ubicación: Museo real de Bellas Artes de Bélgica………………………………99 Ilustración 23, FRANCISCO DE GOYA, La familia de Carlos IV, 1800, Óleo sobre lienzo, 280 x336, Ubicación: Museo del Prado, Madrid……………………………………….……99 Ilustración 24 ALEJANDRO OBREGÓN, Masacre 10 de Abril, 1948, Oleo sobre tela, 102 x 143, Ubicación: Sociedad Colombiana de arquitectos……………………………………...108 Ilustración 25, ALEJANDRO OBREGÓN, Violencia, 1962, Óleo sobre tela, 155 x 187, Ubicación: Museo de arte del Banco de la República………………………………………108 Ilustración 26, LUIS ÁNGEL RENGIFO, Burun bun dun, 1965, Xilografía, Ubicación: Museo Nacional de Colombia………………………………………………………………111 Ilustración 27, LUIS ÁNGEL RENGIFO, Crimen Atroz N7 de la serie Violencia, ,aguatinta, 16X29, Ubicación: Museo Nacional………………………………………………………..113 Ilustración 28, LUIS ÁNGEL RENGIFO, Violencia en los niños de la serie Violencia, 1964, aguatinta, 16X29, Ubicación: Museo Nacional…………………………………………….115 Ilustración 29, NORMAN MEJÍA, No dispares más que estamos muy heridos, 1966, óleo sobre tela…………………………………………………………………………………....117 Ilustración 30, NORMAN MEJÍA, La horrible mujer castigadora, 1965, Óleo sobre tela, 204 x 147, Ubicación: PROPAL………………………………………………………………...119 Ilustración 31, NORMAN MEJÍA, No disparen que somos dos, 1965, Óleo y arena encolada sobre tela, Ubicación: Colección Hernando Santos……………………………………..….119 Ilustración 32, CARLOS GRANADA, Angustia, 1967, óleo sobre tela, 200X150…...……122 141 Ilustración 33, CARLOS GRANADA,Uno es producto del otro, 1968, óleo sobre lienzo, Ubicación: Museo de Arte Moderno de Bogotá…………………………………………….123 Ilustración 34, PEDRO ALCÁNTARA, El martirio acrecienta a los hombres raíz, 1966, Tinta china sobre papel fijado en madera, Ubicación: Museo “La Tertulia” Cali……….....128 Ilustración 35, PEDRO ALCÁNTARA, Los Testimonios (Primer Premio del Salón Nacional de Artistas), 1966, Tinta china, 180X160, sobre papel, Ubicación: PROPAL…………..…129 Ilustración 36, AUGUSTO RENDÓN, Violación, 1962, aguafuerte, Ubicación: Museo Nacional de Colombia……………………………………………………………....……....131 Ilustración 37, AUGUSTO RENDÓN, Un Homenaje, 1964, aguatinta, Ubicación: Museo Nacional de Colombia………………………………………………………………....……133 Ilustración 38, AUGUSTO RENDÓN, Santa Barbará, 1963, aguatinta, Ubicación: Museo Nacional de Colombia………………………………………………………....…………....133 142 Fuente Primaria Consultada Se revisaron los periódicos de El Tiempo y el Espectador de 1960 a 1969. 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