16-22 DE ENERO | ISAÍAS 34-37 Ezequías vio recompensada su fe” Isa 36: 1,4-10,15,18-20. Los asirios desafiaron a Jehová y amenazaron a su pueblo (ip-1 páginas 386-388 párrafos 7-14). Referencia: ip-1 páginas 386-388 párrafos 7-14. 7 A fin de exigir la rendición de Jerusalén, Senaquerib en-vía a la ciudad a Rabsaqué (término que corresponde a un título militar, no a un nombre personal), y a otros dos dignata-rios (2 Reyes 18: 17). Tres representantes de Ezequías salen a su encuentro fuera de las murallas: Eliaquim, el supervisor de la casa del rey; Sebná, el secretario, y Joah, el hijo de Asaf el registrador (Isaías 36: 2,3). 8 El objetivo de Rabsaqué es muy simple: convencer a Jerusalén de que se rinda sin ofrecer resistencia. En primer lugar, grita en hebreo: “¿Qué es esta confianza en que has confiado? [...], ¿en quién has cifrado confianza, para que te hayas rebelado contra mí?” (Isaías 36: 4,5). Luego se burla de los asustados judíos recordándoles que están completa-mente solos. ¿A quién pueden recurrir? ¿A Egipto, esa “caña quebrantada”? (Isaías 36: 6.) En estos momentos, Egipto de veras parece una caña quebrantada. De hecho, Etiopía ha conquistado temporalmente a esta anterior potencia mundial, y su actual Faraón, el rey Tirhaqá, no es egipcio, sino etíope, y Asiria está a punto de derrotarlo (2 Reyes 19: 8,9). Egipto no es capaz ni de salvarse a sí mismo, así que mal podrá ayudar a Judá. 9 Acto seguido, Rabsaqué argumenta que, puesto que Jehová está disgustado con Su pueblo, no luchará a favor de él. Declara: “En caso de que me digas: ‘Es en Jehová nuestro Dios en quien hemos confiado’, ¿no es este aquel cuyos luga-res altos y cuyos altares Ezequías ha quitado?” (Isaías 36: 7). Por supuesto, al demoler los lugares altos y los altares del país, los judíos no han rechazado a Jehová, sino que, en realidad, han regresado a él. 10 Rabsaqué pasa a recordar a los judíos la abrumadora superioridad militar de los asirios. Con arrogancia lanza este desafío: “Déjame darte dos mil caballos, para ver si puedes, por tu parte, poner jinetes sobre ellos” (Isaías 36: 8). Ahora bien, ¿en realidad importa que la caballería adiestrada de la nación sea numerosa o sea escasa? No, pues la salvación de Judá no depende de que su poderío militar sea superior. Pro-verbios 21: 31 lo explica así: “El caballo es algo preparado para el día de la batalla, pero la salvación pertenece a Jeho-vá”. Luego, Rabsaqué afirma que la bendición de Jehová está con los asirios, no con los judíos. De otro modo — arguye—, Asiria no podría haberse adentrado tanto en el territorio de Judá (Isaías 36: 9,10). 11 Los funcionarios judíos que representan a Ezequías están preocupados por el efecto que los argumentos de Rab-saqué puedan tener en los hombres que los oyen desde lo alto de la muralla, de modo que hacen esta solicitud: “Habla, por favor, a tus siervos en el lenguaje siríaco, porque estamos escuchando; y no nos hables en el lenguaje de los judíos a oídos de la gente que está sobre el muro” (Isaías 36: 11). Pe-ro Rabsaqué no tiene ninguna intención de hablar en siríaco, pues desea sembrar la duda y el temor entre los judíos para que se rindan y Jerusalén caiga sin luchar (Isaías 36: 12). Por consiguiente, el asirio habla de nuevo en “el lenguaje de los judíos” y advierte a los habitantes de Jerusalén: “No los enga-ñe Ezequías, porque él no puede librarlos”. Entonces procura tentar a sus oyentes con una descripción de lo que podría ser su vida bajo el dominio asirio: “Háganme una capitulación y salgan a mí, y coma cada cual de su propia vid y cada cual de su propia higuera, y beba cada cual el agua de su propia cis-terna, hasta que yo venga y realmente los lleve a una tierra semejante a su propia tierra, una tierra de grano y vino nuevo, una tierra de pan y viñas” (Isaías 36: 1317). 12 Los judíos no podrán segar este año, pues la invasión asiria les ha impedido sembrar los campos. La perspectiva de comer uvas jugosas y beber agua fresca debe de ser muy atractiva para los hombres que escuchan desde la muralla. Pero los intentos de Rabsaqué de socavar la resistencia de la nación aún no han acabado. 13 El portavoz asirio utiliza otra arma verbal de su arsenal de argumentos. Advierte a los judíos que no crean a Ezequías si les dice: “Jehová mismo nos librará”. Rabsaqué les recuer-da que los dioses de Samaria fueron incapaces de impedir que los asirios vencieran a las diez tribus. ¿Y qué decir de los dioses de las demás naciones que Asiria ha conquistado? “¿Dónde están los dioses de Hamat y Arpad? —pregunta—. ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim? ¿Y han librado ellos a Samaria de mi mano?” (Isaías 36: 18-20.) 14 Claro está que Rabsaqué, siendo adorador de dioses falsos, no comprende que existe una gran diferencia entre la apóstata Samaria y la Jerusalén gobernada por Ezequías. Los dioses falsos del reino norteño de diez tribus no tenían poder para librarlo (2 Reyes 17: 7,17,18). En cambio, durante el reinado de Ezequías, Jerusalén les ha vuelto la espalda a los dioses falsos y sirve de nuevo a Jehová. Pero los tres re-presentantes judíos no tratan de explicárselo a Rabsaqué. “Continuaron callados y no le respondieron palabra, pues fue el mandamiento del rey, que dijo: ‘No deben contestar-le’.” (Isaías 36: 21.) Eliaquim, Sebná y Joah regresaron para presentar a Ezequías un informe oficial de las palabras de Rabsaqué (Isaías 36: 22). Isa 37: 1,2,14-20. Ezequías depositó su confianza en Jehová (ip-1 páginas 389-391 párrafos 15-17). Referencia: ip-1 páginas 389-391 párrafos 15-17. 15 El rey Ezequías tiene que decidir si Jerusalén se rendirá a los asirios, se aliará con Egipto o se mantendrá firme y luchará. Se halla bajo una gran presión. Va al templo de Jehová, y además envía a Eliaquim, a Sebná y a los ancianos de los sacerdotes para que pre-gunten a Jehová por medio del profeta Isaías (Isaías 37: 1,2). Vesti-dos de saco, los emisarios del rey se dirigen a Isaías y le dicen: “Este día es día de angustia y de reprensión y de insolencia desdeño-sa [...]. Tal vez Jehová tu Dios oiga las palabras de Rabsaqué, a quien el rey de Asiria su señor envió para desafiar con escarnio al Dios vivo, y realmente le pida cuenta por las palabras que Jehová tu Dios ha oído” (Isaías 37: 3-5). En efecto, los asirios están desafiando al Dios vivo. ¿Prestará Él atención a sus provocaciones? Por medio de Isaías, Jehová tranquiliza al pueblo judío: “No tengas miedo a causa de las palabras que has oído, con las cuales hablaron injurio-samente de mí los servidores del rey de Asiria. Mira, voy a poner en él un espíritu, y tendrá que oír un informe y regresar a su propia tie-rra; y ciertamente haré que caiga a espada en su propia tie-rra” (Isaías 37: 6,7). 16 Entre tanto, Senaquerib, que está guerreando en Libná, llama a su lado a Rabsaqué. Piensa ocuparse de Jerusalén más tarde (Isaías 37: 8). Sin embargo, la partida de Rabsaqué no alivia la pre-sión a la que se ve sometido Ezequías. Senaquerib envía cartas amenazadoras que indican lo que los habitantes de Jerusalén pue-den esperar si no se rinden: “Tú mismo has oído lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países al darlos por entero a la destruc-ción, ¿y acaso tú mismo serás librado? ¿Acaso los dioses de las na-ciones que mis antepasados arruinaron las han librado [...]? ¿Dónde está el rey de Hamat y el rey de Arpad y el rey de la ciudad de Sefar-vaim... de Hená y de Ivá?” (Isaías 37: 9-13). En esencia, el rey asirio señala que no tiene sentido resistir, pues con ello solo se acarrearán más dificultades. 17 Profundamente preocupado por las consecuencias de la deci-sión que debe tomar, Ezequías extiende las cartas de Senaquerib ante Jehová en el templo (Isaías 37: 14). En una oración sentida im-plora a Dios que oiga las amenazas del asirio, y concluye así su rue-go: “Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres Dios, tú solo” (Isaías 37: 15-20). De estas palabras se desprende clara-mente que la principal preocupación de Ezequías no es su propia liberación, sino el oprobio que caerá sobre el nombre de Jehová si Asiria derrota a Jerusalén. Isa 37: 33-38. Jehová salió en defensa de su pueblo (ip-1 páginas 391-394 párrafos 18-22).ç Referencia: ip-1 páginas 391-394 párrafos 18-22. 18 La respuesta de Jehová a la oración del rey llega mediante Isaías. Jerusalén no debe rendirse; debe resistir. Como si se diri-giera a Senaquerib, el profeta declara con denuedo el mensaje de Jehová contra el monarca asirio: “La virgen hija de Sión te ha despreciado, te ha hecho escarnio. Detrás de ti la hija de Jerusalén ha meneado la cabeza [en son de burla]” (Isaías 37: 21,22). Jehová le dice además, aunque con otras palabras: “¿Quién eres tú para bur-larte del Santo de Israel? Conozco tus hechos. Eres muy ambicioso y haces grandes alardes. Has confiado en tu poderío militar y has conquistado muchas tierras. Pero no eres invencible. Yo frustraré tus planes. Te venceré, y luego haré contigo lo mismo que tú has hecho con otros. Te pondré un garfio en la nariz y te llevaré de vuelta a Asiria” (Isaías 37: 23-29). “Esta será la señal para ti” 19 ¿Cómo puede Ezequías estar seguro de que la predicción de Isaías se cumplirá? Jehová responde: “Esta será la señal para ti: Este año habrá un comer de lo que crece de los granos caídos, y en el segundo año, grano que brota de sí mismo; pero en el tercer año siembren, y sieguen, y planten viñas y coman su fruto” (Isaías 37: 30). Jehová proveerá alimento a los judíos atrapados. Aunque la ocupación asiria les impida plantar semillas, podrán comer de la rebusca de la cosecha pasada. Al año siguiente, que será sabático, deberán dejar los campos en barbecho, a pesar de su desesperada situación (Éxodo 23: 11). Jehová promete que si el pueblo obedece su voz, brotará suficiente grano del terreno para sustentarlos. Lue-go, al tercer año, los hombres sembrarán la semilla como de cos-tumbre y se deleitarán con el fruto de su trabajo. 20 Jehová compara ahora su pueblo a una planta que no puede arrancarse con facilidad: “Los que escapen de la casa de Judá [...] ciertamente echarán raíces hacia abajo y producirán fruto hacia arriba” (Isaías 37: 31,32). En efecto, quienes confían en Jehová no tienen nada que temer. Tanto ellos como su descendencia se-guirán firmemente establecidos en la tierra. 21 ¿Y las amenazas del monarca asirio contra Jerusalén? Vea-mos la respuesta de Jehová: “No entrará en esta ciudad, ni disparará allí una flecha, ni se presentará contra ella con escudo, ni alzará contra ella cerco de sitiar. Por el camino por el cual vino, regresará, y en esta ciudad no entrará” (Isaías 37: 33,34). Al final, resulta que no habrá ninguna batalla entre Asiria y Jerusalén. Aun-que parezca sorprendente, serán los asirios, y no los judíos, quie-nes salgan derrotados sin luchar. 22 Fiel a su palabra, Jehová envía a un ángel que abate la flor y nata de las tropas de Senaquerib: 185.000 hombres. Al parecer, la matanza se produce en Libná, y el propio Senaquerib se despierta y encuentra muertos a los caudillos, jefes y hombres fuertes de su ejército. Avergonzado, regresa a Nínive, pero, a pesar de su con-tundente derrota, persiste obstinadamente en su devoción al dios falso Nisroc. Unos años después, mientras le adora en su templo, es asesinado por dos de sus hijos. Una vez más se hace patente que esa deidad sin vida no tiene poder para salvar (Isaías 37: 35-38). Busquemos perlas escondidas Isa 35: 8. ¿Qué era “el Camino de la Santidad”, y quiénes podían andar por él? (w08 15/5 página 26 párrafo 4; página 27 párrafo 1). Referencia: w08 15/5 página 26 párrafo 4. Jehová predijo que su pueblo exiliado en Babilonia se-ría devuelto a su país de origen. En la profecía de la restauración se incluyó esta garantía: “Ciertamente llegará a haber una calzada allí, aun un camino; y será llamada el Camino de la Santidad” (Isaías 35: 8ª). Dichas palabras indican que Jehová no solo abrió el camino para que los judíos volvieran a su tierra, sino que les aseguró su pro-tección durante el viaje. Referencia: w08 15/5 página 27 párrafo 1. En el año 537 antes de nuestra era, los judíos que vol-vían a su tierra tuvieron que satisfacer un requisito impor-tante. Respecto a lo que se esperaba de quienes camina-ran por la calzada llamada “el Camino de la Santidad”, Isaías 35: 8b explica: “El inmundo no pasará por ella. Y será para el que anda por el camino, y ningún tonto an-dará errante por ella”. Puesto que los judíos volvían a Je-rusalén con el propósito de restablecer la adoración pura, allí no habría lugar para quienes tuvieran motivos egoís-tas, no respetaran las cosas sagradas o fueran inmundos en sentido espiritual. Los que volvieran tenían que regirse por las altas normas morales de Jehová. Hoy día, quienes deseamos obtener el favor divino hemos de satisfacer ese mismo requisito. Debemos llevar una vida de “santidad en el temor de Dios” (Segunda a los Corintios 7: 1). Por ello, ¿qué prácticas inmundas tenemos que evitar? Isa 36: 2,3,22. ¿En qué sentido fue Sebná un buen ejemplo al aceptar la disciplina? (w07 15/1 página 8 párrafo 6). Referencia: w07 15/1 página 8 párrafo 6. Aunque Sebná fue destituido como mayordomo, se le permitió seguir al servicio del rey en calidad de secretario del hombre que le sucedió en el cargo (Isaías 22: 15,19). Si por alguna razón perdiéramos un puesto de responsa-bilidad en la organización de Jehová, ¿no deberíamos seguir sirviendo a Dios en cualquier función que él nos permitiera desempeñar? ¿QUÉ ME ENSEÑA SOBRE JEHOVÁ LA LECTURA BÍBLICA DE ESTA SEMANA? *** ip-1 cap. 27 pág. 368 párrs. 18-19 La indignación de Jehová se abate sobre las naciones *** (Isaías 34:16, 17). 19 La destrucción inminente de la cris-tiandad está predicha en “el libro de Jehová”, el cual expone con detalle el ajuste de cuentas que Jehová hará con sus enemigos encarnizados y con los opresores impenitentes de su pueblo. Lo que se escribió respecto a la antigua Edom se cumplió, y eso refuerza nuestra confianza en que la profecía también se cumplirá en el paralelo moderno de Edom, la cristiandad. “El cordel de medir”, el criterio con el que Jeho-vá actúa, garantiza que esta organización moribunda en sentido espiritual se convertirá en un yermo desolado. *** w15 15/6 pág. 12 párr. 16 Cristo amaba a las perso-nas *** 16 Si somos leales hasta el fin, podremos experimentar uno de los milagros más grandes de todos los tiempos: pa-sar con vida a través de la “gran tribulación”. Pero eso no es todo. Poco después del Armagedón, los sobrevivientes recuperarán milagrosamente la salud (Is. 33:24; 35:5, 6; Rev. 21:4). ¿Se imagina ver a quienes están a su alrededor deshaciéndose de lentes, bastones, muletas, sillas de ruedas y ayudas auditivas? Jehová tiene buenas razones para devolverles la salud a los sobrevivientes del Armagedón, pues habrá mucho trabajo que hacer. Con fuerzas renovadas, podrán poner manos a la obra y convertir el planeta que Dios nos ha dado en un hermoso paraíso (Sal. 115:16). *** w96 15/2 pág. 11 párrs. 13-14 Tenemos razón para clamar con gozo *** 13 Por ello, sigamos examinando esta estimulante profe-cía para ver cómo se cumplió después de que los judíos fue-ron libertados y volvieron de Babilonia. En los versículos 3 y 4, Isaías habla de otros cambios que tendrían lugar en aquellos judíos: “Fortalezcan las manos débiles, y hagan firmes las rodillas vacilantes. Digan a los que están ansiosos de corazón: ‘Sean fuertes. No tengan miedo. ¡Miren! Su propio Dios vendrá con venganza misma, Dios aun con un pago. Él mismo vendrá y los salvará’”. 14 ¿No es fortalecedor pensar que nuestro Dios, que po-día cambiar la condición desolada de la tierra, se interesa tanto en sus adoradores? No quería que los cautivos judíos se sintieran débiles, desanimados o inquietos por el futuro. (Hebreos 12:12.) Imagínese las condiciones en que se en-contraban aquellos judíos cautivos. Aparte de la esperanza que podían recibir de las profecías de Dios respecto a su futuro, debe haber sido difícil para ellos ser optimistas. Era como si se hallaran en un sombrío calabozo, sin libertad pa-ra moverse y estar activos en el servicio a Jehová. Bien pudieron haber pensado que no había ninguna luz ante ellos. (Compárese con Deuteronomio 28:29; Isaías 59:10.) *** w96 15/2 págs. 12-13 párrs. 20-21 Tenemos razón para clamar con gozo *** 20 Los judíos que regresaron no tenían que temer que los asaltaran hombres con características de animales o pandi-llas de merodeadores. ¿Por qué? Porque Jehová no permitiría que tales personas compartieran el Camino con su pueblo recomprado. De modo que este podría viajar con gozo, optimismo y expectativas felices. Vea como lo ex-presó Isaías al concluir esta profecía: “Ningún león resultará estar allí, y las bestias salvajes de las rapaces no subirán a él. Ninguna será hallada allí; y los que hayan sido recompra-dos tendrán que andar allí. Y los mismísimos redimidos por Jehová volverán y ciertamente vendrán a Sión con clamor gozoso; y habrá regocijo hasta tiempo indefinido sobre la cabeza de ellos. Alborozo y regocijo alcanzarán, y el des-consuelo y el suspirar tendrán que huir”. (Isaías 35:9, 10.) 21 ¡Qué cuadro profético! Pero no debemos verlo solo co-mo historia pasada, como un hermoso relato ajeno a nuestra situación o nuestro futuro. En efecto, esta profecía se cum-ple de manera asombrosa hoy en el pueblo de Dios, de modo que en verdad nos atañe a cada uno de nosotros. Nos proporciona buenas razones para clamar con gozo. *** w88 15/1 pág. 18 párr. 11 ¡Confíe en Jah Jehová! *** 11 Después que Ezequías hubo orado, Isaías informó al rey acerca de la palabra que Jehová había hablado contra Senaquerib. ¡Qué error había cometido aquel blasfemador asirio al vituperar al Dios vivo! Mediante Isaías, Jehová dijo respecto a Senaquerib: “¿A quién has desafiado con escar-nio, y de quién has hablado injuriosamente? ¿Y contra quién has alzado la voz y levantas en alto los ojos? ¡Es contra el Santo de Israel!”. ¡Y fue el Santo de Israel quien entró en acción aquella noche! Solo se necesitó un ángel de Jehová para derribar y convertir en “cadáveres muertos” a 185.000 soldados asirios, la flor y nata del ejército de Sena-querib. Aquel orgulloso rey se retiró avergonzado a Nínive, y unos años después fue muerto por sus propios hijos mien-tras persistía en su adoración idolátrica. Nosotros podemos confiar en Jehová, seguros de que Él tratará del mismo mo-do a Satanás y a todos sus asociados que blasfemamente insultan y persiguen a los testigos de Jehová. (Isaías 37:23, 36-38.) ¿QUÉ IDEAS DE LA LECTURA BÍBLICA DE ESTA SEMANA PUEDEN SERVIRME EN LA PREDICACIÓN? *** km 4/02 pág. 8 Cómo presentar las revistas *** “¿Conoce a alguien que esté gravemente enfermo o sufra alguna discapacidad? Sin duda concordará en que esas personas necesitan estímulo. Ahora bien, ¿qué po-demos decir para animarlas? La Biblia ofrece palabras de esperanza [lea Isaías 35:5, 6]. Este número de La Atalaya explica por qué podemos confiar en que esta profecía se cumplirá.” *** km 7/03 pág. 4 Cómo presentar las revistas *** “En los últimos años, los desastres relacionados con el clima han causado gran devastación en todo el mundo. ¿Qué piensa usted que podría hacerse para aliviar los sufrimientos que ocasionan? [Deje que conteste.] Esta revista examina los cambios climáticos así como la solu-ción que ofrece la Biblia a dicho problema.” Lea Isaías 35:1. *** g86 8/8 pág. 9 ¿Son los desastres “obras de Dios”? *** El Reino de Dios ciertamente remediará cualquier daño que ya hayan causado a nuestro planeta y a sus ecosistemas los desastres naturales o los causados por el hom-bre. La promesa de la Biblia es: “Hasta los páramos y el desierto se regocijarán en aquellos días; el desierto flore-cerá. Sí; habrá abundancia de flores, cánticos y júbilo. [...] Los terrenos resecos se convertirán en estanques, con arroyos en la tierra sedienta”. (Isaías 35:1-7, La Biblia al Día.) *** w16 abril pág. 12 ¿Está usando bien su imagina-ción? *** La Biblia describe de manera muy real cómo será la vida en el nuevo mundo que Dios promete (Is. 35:5-7; 65:2125; Rev. 21:3, 4). Y nuestras publicaciones comple-mentan esas descripciones con bellas ilustraciones que avivan nuestra imaginación y nos ayudan a vernos disfru-tando de esas promesas. Jehová, el Creador de la imagi-nación, sabe mejor que nadie el poder que esta tiene. Si la usamos para reflexionar en las promesas de Dios, estaremos más seguros de que se cumplirán y esto con-tribuirá a que seamos leales a él, incluso cuando pase-mos por momentos difíciles. *** w08 1/10 pág. 10 Predicciones sobre nuestro futuro *** Los ciegos y los sordos serán curados. “Los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados.” (Isaías 35:5.) Los desiertos se volverán fértiles. “El desierto y la región árida se alborozarán, y la llanura desértica estará gozosa, y florecerá como el azafrán. Sin falta florecerá, y realmente estará gozosa con gozo y con alegre grite-ría.” (Isaías 35:1, 2.) *** w84 15/10 pág. 13 párr. 15 ¡Cuídese de su Adver-sario, el Diablo! *** 15 Durante la historia de la humanidad, Satanás ha po-dido usar como instrumentos a los que son orgullosos... hombres como Nemrod, el Faraón de Egipto de los días de Moisés y el rey asirio Senaquerib (Génesis 10:8-12; Éxodo 5:2; Isaías 36:7-10, 16-20). Hoy Satanás tiene en sus manos a multitudes de personas mediante el orgullo: orgullo de raza, orgullo de nacionalidad, orgullo de educa-ción, orgullo de posición social, y así por el estilo. Todo esto cumple con el propósito del Diablo al hacer que la gente no preste oídos al mensaje de Dios. *** w88 15/1 págs. 17-18 párr. 10 ¡Confíe en Jah Jehová! *** 10 La oración de Ezequías mostró que no tenía motivo egoísta al procurar que se le librara de los asirios. No es-taba simplemente tratando de salvarse el pellejo. Más bien, estaba interesado en que el nombre de Jehová fue-ra santificado y Su soberanía fuera vindicada. Por eso, su oración concluyó con las palabras: “Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres Dios, tú so-lo”. (Isaías 37:20.) De manera semejante, al encararnos con las pruebas que vienen antes de la guerra final de Armagedón, tengamos presente que nuestra salvación personal es secundaria respecto a la santificación del nombre de Jehová. Como declaró nuestro Señor Sobe-rano unas 60 veces mediante su profeta Ezequiel: “Tendrán que saber que yo soy Jehová”. (Ezequiel 38:23.) LECTURA DE LA BIBLIA: ISAÍAS 36: 1-12
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