Índice Portada Dedicatoria Capítulo1 Capítulo2 Capítulo3 Capítulo4 Capítulo5 Capítulo6 Capítulo7 Capítulo8 Capítulo9 Capítulo10 Capítulo11 Capítulo12 Capítulo13 Capítulo14 Capítulo15 Capítulo16 Capítulo17 Capítulo18 Capítulo19 Epílogo Agradecimientos Biografía Créditos ¡Encuentraaquítupróximalectura! GraciasporadquiriresteeBook VisitaPlanetadelibros.comydescubreunanuevaformade disfrutardelalectura ¡Regístrateyaccedeacontenidosexclusivos! Primeroscapítulos Fragmentosdepróximaspublicaciones Clubsdelecturaconlosautores Concursos,sorteosypromociones Participaenpresentacionesdelibros Compartetuopiniónenlafichadellibro yennuestrasredessociales: ExploraDescubreComparte ADaniel,porquelainocenciadeunasonrisanosecompra,sedisfruta 1 «Noaprenderénunca,esolotengomásqueclaro.Lopeordetodoesquesé quedeboponerfina estetipodedespertaresdeunavezportodas.» ¿Por qué, en cuanto fui consciente de que ya no estaba durmiendo, me dije eso?Porqueel martilleo,constanteeincrescendo,ibaaacabarmatándomedefinitivamente ysinningúntipode remordimientos. Acerquéelrelojaloqueintentabaquefueralomáscercadecualquierade losdosojos,elque reaccionaraprimero. «Notamental:desmaquillarseantesdeacostarse.Findelrecordatorio.» Fueelmáspegadoalaalmohadaelque,despuésdeunpequeñoesfuerzo,se abrióporcompleto. —¡Joder!—soltéalaparqueintentabaincorporarmeenlacama. Eratardísimoyaprimerahorateníaqueestareneljuzgadopararevisaruna documentación relativa a uno de los juicios que estaba a punto de cerrar; ni siquiera tenía redactadalamitaddela sentencia. Bostecé intentando desperezarme mientras me preguntaba cómo era posible quesintierauna ligeracomezónenlaentrepierna…comosialguienhubieraestadorozando allísubarbacuallijade pulirmaderadecedro. —Buenosdías,nena. Creoquepeguéelgritomásgrandequenuncaantessehabíaoído.Nienuna películadeWes Craven,vamos. Noqueríamirar;no,no,no… Me prometí, aunque sabía que se trataba de otra mentira más, que eso tampocovolveríaa pasarme. Otra noche más en la cama de alguien y sin acordarme de nada reciénlevantada. Voyaexplicarme,porque,sinolohago,estopuedeinterpretarsecomoalgo quenoes.Eltema está en que, cuando duermo, lo hago de verdad. Reseteo de tal manera mi cerebroquenomecentro hastaquenopasanunosminutosdespuésdetenerelojoabierto.¿Quéquiere deciresto?Quenome voyborrachaalacamayluegonomeacuerdodeconquiénheestado,no. Simplementetengomuy maldespertar,lento,yesoesloquemeestabapasandoeneseinstante. Noeraconscientededóndeestaba,pero,porlovisto,noeraenmicama.Así queteníados salidas:una,esperararecordar,yyaloestabahaciendo;dos,darmelavuelta paraverconquiény dóndehabíapasadolanoche. Sin malgastar un segundo más, pues no estaba para perder tiempo, me incorporédefinitivamente y, al girar el rostro, me encontré con la mirada de un tipo con carita de perritodesvalido.Ysí,tenía barba, por ello entendí lo de mi entrepierna. Me sonreía con aspecto somnoliento.Noestabamal, peroquenadamal…ydeprontomimemoriafuncionóalaperfección. La noche anterior había salido de fiesta con las chicas; teníamos pendiente celebrarque,después de mucho estudiar, hacía ya un tiempo que había conseguido aprobar la oposiciónparaserjueza. LucíahabíavenidoapasarunosdíasaMadrid,yesanochehabíadejadoasu pequeñoconRodrigo encasadesuspadres.LourdeshabíaregresadodeMéxicoporunassemanas, paravisitarasus familiares, y Nuria aprovechó la conjunción para aparcar a su marido. Llevábamossinvernoscasiun año, el tiempo que hacía que Lourdes se había casado, y por eso la celebraciónhabíaquedado pospuestahastaesemomento. Fue una noche memorable y, claro, cuando ellas decidieron retirarse a sus realesaposentos,amí me estaba tirando la caña un hombre que estaba de toma pan y moja. Por supuesto,soylaúnica soltera del grupo y he de aprovechar las oportunidades que la madre naturalezaponefrenteamis ojos.Hededarriendasueltaalcalentamientoglobalhumanoquemicuerpo desprende. —Alfonso…—Lomirétimoratamente,temiendoquemehubieraequivocado alrecordarsu nombre. —Eso es —asintió a la vez que se acercaba con la rapidez de un halcón a colocarseenposición de cucharita y situaba una mano en uno de mis pechos, para ser exactos, a excitarunpezón,ylaotra seentreteníaenmisexo… «Pero qué bien que me está sentando este despertar tan… pero ¿qué hace? Mehagirado,meha puestobocaabajo,heoídocómorasgabaunpreservativoy,ala,¡todopara dentro!» —Buenos días, rubita juguetona. —Se dirigió a mí con suavidad, mientras poníasusmanosenmi cintura,levantándomeparacolocarmeacuatropatas. Asímepenetrabaconmásfuerza,mientrassentíacómounadesusmanosme apretabaunpechoy acariciabaconlaotramiclítoriscondestreza. Nidolordecabeza,ninaranjasdelaChina.«¡Buenosdías,mundo!»,como diríaMafalda. «Másdespertaresfollandoymenosjodiendo.»Aver,estosíquenolodiría ella. ¡Mi madre!, no sabía lo que ese tío estaba haciendo exactamente con su cuerpoyelmío,pero,en menosdecincominutos,unorgasmointensorecorriótodasycadaunademis terminaciones nerviosas. Grité mucho y apreté con fuerza las sábanas, que acabaron enrolladasentremismanos. Pocodespuéssecorrióélysedejócaersobremiespalda. Fueunodeesospolvosmañanerosarrolladoresquehacenquenosetequite esasonrisade gilipollasqueseteponedespuésdefollar.Sí,porqueesoeraloquehabía hecho,yenesemomento lo recordaba… pasar toda la noche follando sin parar con ese tío, y acabábamosderematarlocon unadelasposicionesquehabíamosprobadounpardeveces. Lo aparté de mí con brusquedad, para qué mentir, y lo miré a los ojos. La verdaderaqueeltío estababuenoarabiar. —¿Puedodarmeunaducha? Vi cómo se quitaba el condón y hacía un nudo para dejarlo al lado de los otros¿cuatro? —Claro;simeesperas,meduchocontigoysiquieres…—Volvióainsinuar otropolvo. «¿EstetíohatomadoViagraoqué?» —No,losiento;tengoquemarcharmeinmediatamente. Lodejéplanchado. —Perosihoyessábadoysólosonlasocho. —Losé,ydeverdadquemequedaría.—Comoparanodesearlo,despuésde lobienquemelo habíahecho. —¿Entonces? —Trabajo;tengoqueiraljuzgadoalasdiezdelamañanaparaterminaruna sentencia. —Osea,¿realmenteeresjueza?—Seestiróenlacama,poniendolosbrazos detrásdelanucay mirándome. —Claro. —Penséquelodecíasparavacilarme.—Sonrió. —Puesno,yaquesoydelasde«jurodecirlaverdad,todalaverdadynada másquela verdad»… —Esonosediceenlosjuicios.—Selevantódelacamadesnudoydiola vuelta,paraponerse dondeyoestaba. —Touché!—respondívacilona. —Puespodemoshacerunacosa—sonriódemediolado—:nosduchamos— abrílabocapara deciralgo,peromelatapoconlasuya—yprometodejarteeneljuzgadoa lasdiezmenoscinco— sentenció, echándose sobre mí y bajando directamente a mi sexo para perderseenél. 2 Efectivamente,alasdiezdelamañanaentrabaporlapuertadeljuzgadocon carademaldormiday resacosa,peroconlapielreluciente.No,miaspectonolomejorabaelcafé quellevabaentrelas manos,puesciertamenteparecíaunafiesterapreadolescente. Que sí, que soy muy buena en mi profesión, pero creo que muchos de mis compañerosaúnnome tomandemasiadoenserio.Aver,quesoyunpocomuymía,ytalvezésano sealaimagenquetodos esperandeunjuez.Megustadivertirme,serfeliz,salir,entrary,sobretodo, sonreíratodoelmundo. Y,¿quécarajo?,bajolamediadeedaddeestejuzgado,quelapersonaque másseacercatiene cincuenta y muchos, pero también he de decir que es la única, pues es una fémina,quemesigueel ritmo. Amparo es una de las mujeres más divertidas que me he encontrado en la vida.Llevamásde veinte años en el juzgado y se conoce a todo el mundo del ámbito legal, buenosymalos.Meaceptó casicomoaunahija,puesellamismasufrióesasmiraditasairadasporparte desuscompañeros años atrás. ¿Lo que más me gusta de ella? Nunca dice que no a una copa despuésdeltrabajo. Graciasalcielonohabíamuchagenteporlospasillos;suficienteparapoder entrarenmi despacho,casiahurtadillas,yponermelatoga.Sí,siempreayudamuchoir vestidadenegropor completo;estilizaunmontóny,además,disimulalaropadefiestadelviernes noche. Oíunosgolpesenlapuerta. —¿Puedopasar? EraAmparo. —Claro. —Hijamía,¡quécara! Cerró la puerta detrás de ella y caminó hacia una de las sillas que tenía delantedemiescritorio. —¿Quépasa?¿Tengocorridoelrímel? —¿Corrido el rímel? —Una carcajada inundó el espacio—. Yo creo que deberíamosdejarel rímelyhablardelootro… —¿Enseriosemenotatanto? —Querida,mássabeeldiabloporviejoquepordiablo.Yyo,esodeviejo, lollevomuybien. Amparomeguiñóunojo. —Exagerada. Abríelcajónqueteníamásamiderechaysaquéunespejitoparamirarme bien.Nologré encontrarnadafueradesusitio. —Ojerasyunapielreluciente.Caféenlamesay—seacercóunpocomás paramirarenla papelera—unenvoltoriodeparacetamoldeungramo. —Deberíashabersidoinvestigadoraenvezdejueza. Meechéhaciaatrásenlasilla,recolocandolatoga. —Lo sé, cielo. Pero, además, ¿qué coño haces con la toga puesta en el despacho?—preguntó, comosiesacuestiónfueradirigidaasímisma,puesseibaaresponderella solita—.Esconderla ropa del delito, pues llevas la misma con la que saliste anoche. Tú, con tacones,pocasvecesvienes aljuzgado. —Lodicho.CuántohaperdidolaGuardiaCivilpordecidirteaserjueza. Volvióaproferirunacarcajadadelasquehacenhistoria. —Bueno,¿meheequivocado?—planteó. —No.Anochesalíconlaschicasyyasabesaqueldichodepájaroquecorre ovuela… —…palacazuela—terminólafrase. —Pues eso, que he pasado una noche fantástica y una mañana bastante agradable. —Lamíatampocohaestadonadamal… —¿Tú? —No,miabuela.—Sehizolaofendidaylesonreí—.Nena,queyo,apesar demiscincuentay algunosaños,estoydebuenver—finalizólafraselevantándosedelasillay dandounavueltasobre símisma. —Sí,señor.Demuybuenver. Hiceelsilbiditotípicodeunpiropo. —Quépayasaeres.—Subíloshombros,dándoleaentenderqueesoeralo quehabíaynomás—. Pues,loquetedecía,queyotambiénheconocidoaalguienymehadadoun pardemeneosqueme hadejaodespeináparaunpardedías. —Oye,oye,oye…ParaqueunmaromazodejedespeináaAmparo,debede estarcomopara chuparselosdedos. —Puessí,yestanochemehainvitadoaunafiesta.¿Teapuntas? —¿Yo? —El ambiente en el que se movía la jueza era demasiado elitista paramigusto—.¿No voyaestarunpocofueradelugar?Yasabesquetugenteyyo… —Ven.Enserio,telopasarásbien.Piensaenelchampányelcaviar. —Bueno—miréelordenador,quehacíaratoqueestabaencendido—,yate diréalgoestatarde. ¿Sobrequéhorasería? —Másomenosalasdiezdelanoche;puedopasarabuscarte,asínotienes quepreocupartepor nada. —¿No será una encerrona de las tuyas? —Me mostró una expresión de sorpresa—.Nome pongasesacara,quelaúltimavezmepresentasteaunosveintesolterosde oro… —No,deverdadqueno,loprometo.Esmás,nosénidequétipodefiestase trata,porquea Manuelloconozcodelosjuzgados,notenemosamistadesencomún. —De acuerdo. Anda —moví la mano haciendo el amago de echarla del despacho—,tengoque terminarestasentenciaypasarlaalasecretaríaantesdeunahora.¡Fuera! —Mevoy,mevoy… Horaymediamástarde,muertadesueñoycansada,terminédehacertodomi trabajo.Odiabalas sentenciasdedivorcio«porlocriminal».Llamabadeaquellamaneraalos contenciososqueno llegabananingúnacuerdoyluego,contodaladocumentación,metocabaa míhacerdereySalomón. Era mi trabajo, no me quedaba otra, pero, cuando firmaba esa clase de sentencias,teníalasensación denohaberhechobienlascosas.Nosé… Unsonidomesacodelamodorraenlaquemehabíasumidoalrecostarmeen elsillón;mi teléfono móvil me reclamaba insistentemente. En la pantalla, el nombre de Lucíaaparecíaobstinado. Lo cogí, aun a sabiendas de que mi adorada cabezadita se estaba yendo al trasteporsegundos. —Hola—respondísinentusiasmo. —Uy,quéalegríatienetucuerpo,Macarena.—Dichoesto,oídefondounos corosquedecían «ehhhh,Macarena»,asíquedebíandeestardenuevotodasjuntas—.¿Yahas acabado? —Buenos días a ti también, amiga mía del alma querida, y sí, he acabado haceunrato,¿por? —Puesporqueestamosenlaplacitaquehaydetrásdelosjuzgados,tomando algo. —Estaréallíendiezminutos,pedidmeunbocatadebeicon.—Nomehabía dadocuentadel hambrequeteníahastaesemomento. —¡Olelasmañanasfuertes!—añadióLucía,yrioatravésdelteléfono. —¿Quélepasaalainsípidaesta?—gritóLourdesdefondo. —Fijoquequiereirseadormir—sentenciódefondoNuria. —Que ya voy, pero, por Dios, pedidme ese bocadillo —finalicé, mientras apagabaelordenador. Me puse el bolso en bandolera y, rebuscando en uno de los armarios que teníaeneldespacho, encontréunasmanoletinasmonísimasquequedabanfenomenalesconmiropa defiesta.Lodicho,el negrovacontodo.Melascalcéyguardéloszapatosdetacónensulugar;así sueloactuarconla mitaddemiszapatosyropa...tengomiguardarroparepartidoentremicasay laoficina,eincluso guardoalgunoszapatosenelcoche. Suenararo,peroyapasodemasiadashoraseneljuzgadocomoparaencima tenerque preocuparme de tener que regresar a casa a por unos zapatos o una camisa limpiaparaunacomida formalounascañasconlasamigas. Caminandoapasoligero,lleguéhastadondeestabansentadaslaschicas,ya alsolecitoycon algunas cañas de adelanto. «Estas mujeres son un pozo sin fondo», pensé sonriendoparamímisma. —¡Ehhhh!Yahallegadolaseñorajueza.—Lourdesfuelaprimeraenverme, puesestabasentada defrente. —¡Perosillevalamismaropadeanoche!—Nuriasellevólasmanosala bocaenunafalsapose deasombro. Lucía dejó al pequeño Daniel en el carrito y giró la cara para comenzar a carcajearse. —Nena,ahoraloentiendotodo.—Cogióelplatoqueconteníaelbocadillo quehabíapedido—. Eresmiídola. —Buenosdíasavosotrastambién.—Vicómoelcamarerotraíaunacerveza fresquitaylaponía delantedemí—.Tengounhambreque… —Normal,nisiquierahaspasadoporcasa.—Nuriaintentóhacerdemadre, comosiempre. —¿Yparaquévaapasarporcasa?—LourdesreprendióaNuria—.¿Noves lacaritadealegría quetrae? —Más que de alegría, de bien follá —contestó Lucía a la pregunta de Lourdes—.Asíqueanoche teagenciastealtiarrónaquel. —Puessí—peguéunmordiscoalbocadillo—,yporesotengounhambre… Nohecomidonada desdeanoche. —Esodequenohascomidonada…—Sóloporesecomentario,Lourdesse llevóunacollejade partedeNuria—.¡Coño,niña,niquetúnohicierasnadacontumarido! —Más de lo que crees, pero deja a la chica que coja fuerzas y luego nos cuentecuántoscondones gastaron… —MenosmalqueelpobreDanielestádurmiendocomounbendito.—Lucía bebiódesucerveza. —Hablólasanturrona—seleenfrentóLourdes. —Te puedo asegurar que más que tú, que tú y que tú —intervino, señalándonosalastres. —Puesyasabes.—Nurialehizounguiño. —Mira,levoyaRodrigoahoraconésasy… —Y,¿qué?Anda,unpardedíasdejuergaconmiFher—lecontestóLourdes —yseosquitanlas tonterías. —Pero si estás más en México que en España, niña —le dije, bebiendo despuésunpocotras acabarmeelbocadillo. —Diquesí,queLucía,muchoprometer,ysenoshaquedadoenpalabras— laretóNuria. —Anda,idosalamierdalastres—sehizolaofendida. —Ea,ea,ea,laLucisecabrea.—Lourdespicóunpocomásasuamiga—.Si esquenecesitas salir un poco más. Deja de vivir entre vacas y prados, y disfruta del sexo libre. —Pero¿quédices,loca?—Nuriagiródegolpelacabezahaciaella. —Sí,libertadparahacerloquequierasenelsexo—seexplicó. —Notienenniideadeloquedices.—Lucíasepartíaderisa. —Bueno,vale,pueseso… —AéstalehancomidoeltarroenMéxico. Nuriacogióotravezsucervezaypegóuntrago. —Yo creo que le han comido demasiado el tarro y otras cosas —dije, despertandoasílasrisas detodas,mientraslevantabalamanoparallamardenuevoalcamarero. —Anda,Laura,noleshagasmáscasoaéstasycuéntanosquétalanoche.— DenuevoLucíapuso algodeorden. —Aparte de, como siempre, despertarme y no saber dónde estaba —las chicasasintieron—,la verdadesquebastantebien. —Mepareceamíquevamosatenerquesacarlelaspalabrasagolpes. —No,deverdad,peroesqueestoycansada. —Nomeextraña.—Alcomentaresto,Nurianosmostrólasmanosehizoun movimientobastante explícitoconlosdedos. —¡Idiota!—contestériendo—.No,esqueacabodeterminarunasentencia deesasqueadoroy, claro, anoche dormí poco. —Lourdes alzó los hombros, instigándome a continuar—.Yosaclararé que,nosécómo,hemosgastadobastantescondones—lastresaplaudieron, haciendoquelagentede las mesas que estaban a nuestro alrededor nos miraran— y esta mañana hemosrematadolafaena,dos veces.—Finalicélafraseelevandolamanoderechayhaciendoelsignode lavictoria. —Nena,estáshechaunamáquina.—Lucíalevantósubebidaparabrindar. —Estascosassólosepresentandehigosabrevasyhedeaprovecharlas. —¿Novasavolveraverlo?—preguntóLourdesmientrasechabamanoauna patatabravaque acababandeservirnosjuntoconotrarondadecervezas. —Nocreo.Aver,queeltíoestabacañón,peronoesmitipo. —¿Ycuálestutipo?—Nuriafuequienmechinchóenestemomento. —¿Lo sabes tú? —le pregunté con sinceridad—. En serio, este tema me cuestamucho.No dispongodetiempoparaestarconalguieny,ademásdeeso,intentarversi puedemerecerlapena. —Cariño, no todos van a ser como tu ex. Hace demasiado tiempo de esa relacióncomoparaque todavía continúes pensando que nadie es digno de probarlo. —Dicho esto, Lucíametomódela mano. —Losé,deverdadquelosé,pero,mira,conmitrabajoactual,despuésde dejarlaempresa,y lasganasquetengodepasarlobien,nomeapeteceatarmeaningúntío. —Puesyanoeresunaniña—soltóNuriadesopetón,estavezllevándoseun sopapodeLourdes. —¿Nos estás llamando viejas? —la riñó ésta después de que se recompusiera—.Bueno,porlo menostúyatienesmarido. —Perobueno,guapa—Lourdeslamiróenfadada—,tejuroqueavecesno sénicómosoyamiga tuya.Tienesunasrespuestasquenila«señorafranquista»deTwitter. —Ains,joder,nosé—seexcusó,coloradahastaelúltimopelodelacabeza. —Puesyocreoque,máscercadelacuarentenaquedelatreintena,noestoy nadamal—me defendí. —Dilosincortarte:tenemostreintaysieteañosreciéncumpliditosymásde unaquisieratenerla marchaquetenemosnosotras.¡Vejestorio!—seburlódeNuria—.¡Quetúya estástardandoentener seishijos! —Paz,hermanas—Lucíalevantólasdosmanoscualcuraenmediodemisa —;noshemos reunidoaquíparahablardelafraternidad… —Tranquila,nopasanada;yasabemosqueNuriatieneesetipoderamalazos —intentéquitarle hierroalasunto—,peroenelfondoeslapeordetodas. —Porcierto,yaquehablamosdeNuria...¿aquenosabesaquiénvielmes pasado?—Lucíame mirópícara. —¿AMiguelÁngelRevilla?—repliqué,yleguiñéunojo. —No, a ése lo vi la semana pasada —respondió vacilona—. Estuvimos cenandoconLaurent. —Ah... Elsilenciosehizoentodalamesa. —¿Novasadecirnada?—Lucíamemiródirectamente. —¿Quéquieresquediga? —Siempremepreguntaporti. —Puespodríahabermellamadoalgunavez—mequejé. —Tambiéntúpodríashaberlohecho,¿no? «Touché,Lucía»,pensé. —Bueno,yaestá.Fueunanocheypunto. —Unanochequesetehizodíaentero;queyorecuerde,tequedastedosdías másparaestarcon él. —Sí,peroya…—Noqueríaseguirhablandodeltema. —Telargastesinnisiquieradecirleadiós,Laura.Pero,tranquila,nomeha pedidotuteléfono,ni cómolocalizarte.Sólopreguntasiestásbien. —Puesyavesquesí.—Fuialgocortante. —Uf,aquílatensiónsepuedecortarconuncuchillo.—Lourdesentróenla conversación. —Realmenteesasí—intervinoLucía. —No,deverdadqueno.Lopasébienyyaestá;nohayquedarlemásvueltas alasunto.Enserio —procurétranquilizarlas. —No sé qué problema tienes con los hombres, chica… Tienes pánico a comprometertecon alguno. —Yasabéisquémepasó,noquierovolverconnadiequemetratecomome tratóél. —Cariño —Lourdes me miró a los ojos—, eso ya pasó. Pudiste salir de aquellarelaciónyno todosloshombressoniguales. —Losé,peronotengoganasdeaveriguarlo… —Joder, Laura, que si no lo intentas nunca sabrás lo que es el verdadero amor—meespetóNuria entodalacara. —Ya,claro.Cómosenotaquenuncahastenidoqueenfrentarteatunovio,su mujerysusdos hijospequeños—soltéfinalmente. —¿Doshijos?—Lucíamemiróojiplática,mientrasyoasentíayunsuspiro salíademipecho—. Serácabrón…Lodequeestabacasadonosloexplicaste,perolootro,no. ¿Porqué? —Me daba vergüenza. —Bajé la mirada mientras me retorcía las manos, nuncalohabíahablado connadie.Unacosaerahabersidotantontacomoparanodarmecuentade quemiparejatenía esposa, ni haber sospechado de sus numerosos viajes, y otra muy diferente eraque,encima,tuviera bebésmientrasestabaconmigo,alaparqueamímedecíaquelosodiaba. Cabrón. —Cielo—Lourdesadelantósumano,ofreciéndomelaparaqueselacogiera —,nuncate avergüencesdetupasado.Jamás.Puedequetúsientasqueteníasquehaberte percatadodealgootal vezquierasesconderteporsentirteunaestúpida,peroestumochilayteha ayudadoaserquieneres. —Gracias, chicas. —Las miré a los ojos directamente, con sinceridad en ellos—.Nuncaoslo dije,fuemuydoloroso. —Pero¿cómopaso?—Lucíamepreguntómientrasrecibíaunmensajeenel móvilylomirabade reojo—.Cuéntameloya.Rodrigomeacabadedecirquevieneabuscarmeen pocorato. —Tengoganasdedarleunachuchónalhombrequemerobóamiamiga— contestéconfranqueza. —Noterobónada,idiota.—Lucíasemeacercóymeabrazó. —Peroteechodemenos—lasmiréatodas—,osechodemenos. —Yovivoaquí,boba...—Nuriasemeechóencima. —Anda, dejad el lagrimeo para otro momento, que como venga Rodrigo y nosveaasí… —Lourdes,tienesmenossensibilidadqueelpenedeRoboCop—leechóen caraLucía. —YtúeresmástiernaqueMimosín—respondió,sacándoleluegolalengua. —Bueno, cuéntanos… —Lourdes rompió la poca magia que quedaba del momento. —Fuedelamaneramásidiota.¿Recordáiscuandotrabajábamosjuntas?— Todasasintieronala vez—.TuvequeviajarACoruñaparacerrarelcontratoconlafilialdeallí. Meencontréconélpor casualidadenunrestauranteenelquehabíaentradoacomer...ysihubiera sidosóloconél…Fuede lo más gilipollas. Al verme allí sentada, me miró, se le trabó la lengua y detrásaparecióunamujer empujandouncarritoenelquehabíaunbebéy,delamano,llevabaaotro niño,deunoscuatroaños; éstaloinstóaquemepresentara. —¿Quéhiciste?¿Nolepartistelacaraallímismo?—secabreóLourdes. —¿Qué culpa tenía su mujer de estar casada con un hijo de puta? —Nuria entróaltrapo. —Eso es lo que tú harías, Lourdes, darle un puñetazo. —Lucía le guiñó un ojo. —Loquehicefuequedarmeparada,sinpodernihablar,cuandodijo«esuna compañerade trabajodeMadrid.Ellaesmimujer»,ytuvequedarledosbesos,sonreíry volverasentarmeami mesa. —¡Joder, cariño! No entiendo cómo no nos comentaste nada… —me recriminóLucía. —¿Paraqué?Yaosconté,nadamásregresar,quemehabíaestadovacilando, queestabacasado yquelohabíadejado.Puntopelota.Findelahistoria. —No sé, creo que esas cosas hay que sacarlas, porque luego, si no, se enquistan. —Lourdes,noqueríamástonterías. —Hijodeputa—soltóNuriaalasbravas—,ypensarquemecaíabien... —¡Atodas! —Señoras. —Rodrigo llegó a nuestra mesa; estaba igual de guapo que siempre. —Hola,amor.—Lucíaalargóelcuelloparabesarlo. —Preciosa—dijo,lediounbesoyseacercóasacardelcarritoasuhijo—. ¿Medatiempoa tomarmeuna? —¡Claro!—aceptésonriendo,mientrasnossaludaba—.Lucía,estehombre cadadíaestámás bueno.¡Quierounoasí! —Bueno,tengounamigoque… —No, no, no, no… —Saltaron mis tres amigas, sabiendo que hablaría de Laurent,ycomenzarona reírse. 3 HabíaconseguidodescansarunpocoantesdeiralafiestaalaqueAmparo mehabíainvitado aquellamismamañana.Estabaabsolutamentedestrozada,peronoteníanada mejorquehacery tampocoeraunaopciónquedarseencasa. Teníacitaconlaschicasparacomereldomingo,conelfindedespedirnos hastalapróxima,pues Lucía debía regresar con Rodrigo a su Cantabria adorada y Lourdes se marchabadenuevoaMéxico consumarido.ANurialaveríamásamenudo,peroechabamuchodemenos salirlascuatroahacer elidiotaporahímásseguido. Laurent,aquelrubiodeojostrasparentesymiradadeniño...¿Porquéhabía tenidoquevolvera recordármelo Lucía? A él no le dolió más que a mí que tuviera que irme despuésdedosdíasde pasióndesenfrenada.Sucorazónnoserompiómásqueelmíoaldejarlotras darmecuentadequeese hombre podía estar conquistando algo más que mi cuerpo. Escapé de sus garraspormiedoaquedar enganchada entre sus dedos, en sus ojos, en sus labios y en su suave murmulloafrancesadocuandose corríaysubocaestabacercademioído. Sé que me zafé cobardemente, sin ni siquiera despedirme de él aquella mañana,justocuandoabrí losojos,alencontrarlodulcementedormido,acurrucadojuntoamicuerpo. Eneseinstanteme percatédequedebíasalircorriendo… —¿Nadie te ha dicho que tienes unos labios preciosos? —me regaló la primeramañanaque despertamosjuntos;fueaquelladespuésdelabodadeNuria. —Laverdadesqueahoramismomeimportabastantepoco—respondícon mihabitualtono mañanero,acrecentadoporunanecesidadimperiosadeagua.Creoquemelo vioenlosojos,puesse levantódelacamaentodosuesplendorymetrajounvasogigantellenode aquellíquidovitalpara míeneseinstante. —¿Siempretedespiertasasí?—Suavizóeltono,casicomounacaricia. —Tengo días en los que lo hago enfadada. —Me incorporé en la cama, provocandoquelasábana quecubríamisvergüenzasseescurriera. —Noquisieraestarenunodeellos.—Echándoseareír,setumbóamilado. —Yo tampoco quisiera que estuvieras en muchos. —Y sé que lo solté sin pensar. —Uh, eso quiere decir que esto es un polvo de una noche. —Acarició mi rostroconsunariz, para a continuación apoyar sus labios en mi mandíbula para comenzar a chuparlaymorderlacon dulzura. —No sé si podrás dejar el pabellón tan alto como anoche —lo piqué, provocándolo conscientemente. —Veremos… Se puso de rodillas sobre el colchón y se colocó a horcajadas sobre mí, dejandofrenteamicara toda su plenitud, pero, justo cuando saqué la lengua para lamérsela por entero,gateómarchaatrás para situarse, esta vez, a la altura de mis piernas. Me las agarró y, sin miramientos,tiróparaasí tumbarme; no contento con ello, puso sus manos en mi cintura, girándome paraponermebocaabajo enmediodelacama. —Creoquenovoyadejarqueestoseaunpolvodeunanoche,haréquedure todalamañana. —Tengoqueirme.—Hablétrabajosamente,dirigiendomivozhaciaunlado. —¿Teesperaalguien?—Abriómispiernasparasituarseentreellas. —No.Nomeesperanadie. —Puesentoncesnotienesningunaprisa.—Inclinósucuerposobreelmíoy empecéanotarcómo me mordía las nalgas con suavidad, luego las masajeaba y, finalmente, las elevabaunpocopara meter su lengua en mi vagina, para lamerla de arriba abajo. Iba a morir en eseinstante;teníala sensación de estar tocando el cielo con Laurent entre mis piernas. Su boca jugueteabaentremis pliegues diestramente, mientras sus manos me sujetaban para no caer hecha unflanenlacama.No podíacontenerlosgemidosdeplacerquearrancabaacadacariciaquedesu lenguasentía.Estabaen otrouniverso,perdidaentresudestrezabucalymanual.Nisiquierasécuánto tiempoestuveasí,niel número de orgasmos que me hizo sentir; estaba fuera de mí, entregada a su cuerpo. —Laurent—logréarticularenunpequeñomomentodelucidez. —Dime,preciosa. —Quieroverte,quieromirartealosojos. —Tú mandas, ma chérie. —Se incorporó un poco, no sin antes volver a mordermeunadelas nalgas, y me dio la vuelta. Luego tiró de mí hacia él, poniéndome justo al bordedelacamaydejando alairemispiernas.Acontinuaciónselevantódelacamaysepusofrentea mí. —¿Mejor ahora? —Lo contemplaba desde la cama, mientras su metro noventameobservaba atento. —Ahorateveomuchomejor.—Sonreí,coqueta,alaparqueleindiquéque seacercara. Miróhacialamesilla,dondehabíadejadolospreservativos,cogióuno,selo colocóconuna facilidadasombrosaytiródemíhaciaél.Notésupenecercademiardiente sexo;queríatenerlo dentrorápido,sinmiramientos...anhelabasentirlodenuevo. Abrióbienmispiernasyposicionólacabezadesumiembroenmientrada, pero,antesdeentrar por completo, me acarició el clítoris suavemente, haciendo que cerrara los ojosyecharahaciaatrás lacabeza.Lasensaciónfueindescriptible. Nomediotiempoaabrirlosdenuevocuandosentísusmanosdetrásdemis rodillas,empujando al máximo para entrar en mi cuerpo. Grité al sentirlo por entero, y grité al abrirdenuevolosojosy verlo empujando. Separaba mis piernas en un ángulo casi imposible; nunca hedadomáslasgracias por mis años de ballet que en ese momento, mientras seguía su bamboleo dentrodemisentrañas. Necesitabatenerlomáscerca;mipielestabaaullandoporsentirlopegadoa mí,ymibocachillaba porpoderatraparsuslabios… —Bésame—leexigíapuntodevolveratocarelcielo. Susojosmetaladraron.Paródemoverse. Arqueó la espalda, sin salir de mí, alzándome para acercar su boca a mi ombligoysacandola lenguaparalamerlo,paraluegosubirdespaciohastamispechos.Losmordió ligeramenteenel momentoenquevolvióamoverse,hastaquellegóabesarmiboca. Sentí sus labios como si fueran el mejor de los alivios, el mejor de los manjares.Sulenguame encontróyluchamosduroparamantenerelritmofrenéticoquecomenzabaa volvernoslocos.No queríadejardeseryo,noqueríadejarmeescaparsinserconscientedesus manosagarrandolasmías por encima de mi cabeza, amarrándome para que no huyera. «Tranquilo, Laurent—medije—,nome voyaescaparnunca…»Ytuvelasensacióndequeleyómimente.Soltósu amarreymeinstóaque fuera yo la que en ese instante tomara las riendas de nuestro salvaje encuentro.Hiceloquesusojos me pidieron: lo coloqué frente a mí y lo monté, sintiendo de nuevo cómo entrabaenmiinterior.Era delicioso.Cerrólosojosmientrassujetabasupeneyvolvíaaenterrarseen mí. Lo cabalgué volviendo a moverme de una manera casi descontrolada, mientrasélmesujetabapor la cintura. Laurent estaba sentado y yo encima, meneando el cuerpo de un ladoparaelotro,yde arribaabajo.Soltóunadelasmanosparacogermicabeza,acercarmibocaa sualturaybesarme. Quería besarme antes de volver a correrse, y lo hizo atrapando mis labios entrelossuyosalapar quegemíadentrodemiboca.Gritabadentrodemicuerpo. Sentísusacudidatanprofundaque,alnotarcómounadesusmanosbajabaa acariciarmiclítoris, mecorrí.Yquisegemir,peronodejóquenuestrasbocassesepararan.Me estremecí,aligualqueél, connuestrasbocaspegadas… Ymediotantomiedoaquellasensaciónenormementecálidaqueexperimenté conél,quesalí corriendodeformacobarde.Meescapésinsiquieradecirleadiós,sindarle minúmerodeteléfono, sin querer volver a verlo… Estaba tan asustada de lo que había sentido en eseinstante,quehicelo únicoquepude:huir. Desperté de mis recuerdos al recibir un mensaje en el móvil. Era Amparo; meavisabadeque salíadecasayañadíaqueenveinteminutosestaríaenlapuertadelamía. Me miré en el espejo de cuerpo entero de mi habitación. Mi vestido era eleganteysexy;séque lasfiestasalasquevaAmparosondeaquellasenlasquenormalmenteellos llevantrajeoscuroo incluso esmoquin. Sí, sí, ese tipo de eventos. Así que no me quedó más remedioquebuscaresaclase devestidoque,aunqueatodasnosencantan,nuncatenemosoportunidadde ponernos. Vestida con un traje de cóctel ceñido de cintura a juego con zapatos del mismocolor,retoquémi media melena rubia. Estaba perfecta; para mí, claro está. Repasé el tono ahumadoconelqueme habíamaquilladolosojos,puesledabamásprofundidadalcolorazuldelos mismos.«Fantástica», medijesaliendodelahabitaciónpararecogerelbolsojustoenelmomento enelquemimóvilvibró, señalándomequeAmparohabíallegado. —Querida —bajó la ventanilla al verme salir por la puerta del portal—, estásespectacular. —Mira quién fue a hablar —terminé diciendo a la par que entraba en su cochedealtagama—. Estás,comosiempre,impecable. —Porcierto,¿cómosabíasquehabíaqueirtanguapa? —Amparo,¿aquéfiestaquemehayasinvitadonohemostenidoqueirasí? —En eso tienes razón. —Se rio mientras arrancaba el vehículo—. Tengo ganasdequeconozcasa Manuel. —Éleselhombre,¿no?—interrogué. —Sí. Por cierto, me ha dicho que quiere presentarte a un par de amigos suyos. —No, en serio. Amparo... ya me estás metiendo en un lío —me quejé—. Además,susamigos debendesertodosdetuedadylaverdadesque,tanmaduritos,nomevan. —Oye,¿meestásllamandocarcamal? —¿Ati?No.Atusamigos,sí.—Unarisaconfondodebrujamalasalióde migarganta. —Quécabronaeres.Aunque...cómotevanlosquesonmásjóvenes,como aquelsurferodelque mehablaste. Me la devolvió bien. No le respondí, me quedé totalmente en silencio… Despuésdetantotiempo casi sin nombrarlo, ese día había sido mencionado dos veces por dos personasdistintas. Sicreyeraenlasseñales,hubiesepensadoqueeldestinoestabaempeñadoen decirmealgo. 4 Estábamosalasafueras,peronoexcesivamentelejosdelcentro,enunade esasurbanizaciones dondelascasasparecenmáscastillosinfranqueablesquehogarescómodosy cálidos. Amparodetuvoelvehículofrenteaunaverjacerrada,juntoaunposteconun videoportero automático,deesosqueaparecenenlaspelículasnorteamericanas.Parami sorpresa,nisiquierahizo falta que diera su nombre, pues le abrieron la puerta al instante; tuve la sensacióndeque,dealguna manera,sabíanqueeraella. —Les he facilitado la matrícula del coche —respondió a la cara interrogativaquepuseenese momento. —¡Ah! Despejómicuriosidad.¿Cámarasdeseguridad?¿Dóndemeestabametiendo esamujer? —Tranquila.—Mediolasensacióndequemehabíaleídoelpensamiento—. Eslacasadeun amigodemipareja. —Eseamigoesimportante,¿no? —Esunempresariorusodelgas—soltódegolpe. —¡Coño!¿Dosjuezasencasadeunruso? —¡Ja,ja,ja!Noesdeesosrusos.Ésteesunhombrehechoasímismo,no tiene«mierda»detrás. —Levantéunaceja—.Enserio,loheinvestigado.Además,esguapísimo.Te lopresentaré,yaquese acabadedivorciar,y¿quiénsabe? —Uf,exmujeres. Despuésdeunpequeñotrayectoporuncaminodegravilla,Amparofrenóel cochefrenteauna mansión de tres plantas y una entrada con columnas griegas. Todo era demasiadoexagerado. —Guapa, aprovecha, aunque sea para una noche de desenfreno. —Dicho esto,serioamandíbula batiente. —De verdad que hoy no estoy para muchas aventuras alocadas; sólo te he acompañadoporque mehasdadopenita… —Ah, ¿te doy penita? —Salió del vehículo, al igual que yo, cuando nos abrieronlapuertaal dejarelcochefrentealacasa—.Puesnopercibíquepusierasmuchaspegas paranovenir. Entrególasllavesalchicoquesepusoasulado,paraqueloaparcara. —Sabesqueadoroconocerlasexcentricidadesdetusamigosricos. —Túloquequieresescasarteporpoderes. —Esoes,yquemeretirenenunhogartancálidocomoéste. Las dos nos echamos a reír, sabiendo que no dejaríamos que eso ocurriera jamás. Accedimosaaquelesperpentorecargadoquesehacíallamarcasa. La entrada, presidida por una fuente dorada, iba a conjunto con las dos escalerasquesubíanala segunda planta, cuyo pasador también eran de color dorado. Yo sólo podía pensarenque,siesoera realmenteoro,lomismolepasabaporencimalasllavesdecasapararascar unpoquito.Miréhacia eltecho,altísimo,ydescubríunalámparadecristalquedespedíaunbrillo tantremendoquehubiese podidojurarqueestabahechaporlaempresaaustriacaSwarovski. Miré a Amparo por entero; llevaba un vestido largo que lucía una abertura lateralinmensayla parte de arriba era de transparencias. ¡Ole ella! Iba tremendamente espectacular,yyomesentía pequeñitaasulado. —Señoras,¿quierenhacerelfavordeseguirme?—Unhombrejovenvestido contrajeimpolutoy unpinganilloenlaorejanosacompañóaotrasala,ésta,llenadegente. —Tranquila,cariño,noesdiferenteaotrasfiestasalasquehasidoconmigo. —Ya,perosabesque,aunqueestoyencantadadeacompañarte,mesientomuy diminutaenestos ambientes.Noesmimundo. —Losé,perodiviértete.Amímechiflatenerteamilado. —¡Cielo!—Unhombredepelocano,ojospequeñosynarizgrandeseacercó aAmparo. —Hola, Manuel. —Se dieron un ligero beso en los labios antes de girarse haciaellugarqueyo ocupaba—.EllaesLaura,micompañeradetrabajo;yatehehabladodeella. —Sí; es un placer conocer a una belleza casi tan impresionante como Amparo.—Vicómola susodicha se ruborizaba, a la par que Manuel me cogía la mano y me la besaba. —Elplacerelmío.—Ledevolvílasonrisa,apesardeestaralgoincómoda poresasmuestras tancaballerosas. —Acompañadme, estaba hablando con unos amigos. —Señaló hacia un rincónenelquevarios hombresymujeresdepartíanconunacopaenlamano. —Perdonad. —Manuel entró de nuevo en el círculo de charla para presentarnos. Hechas las presentaciones oficiales, las conversaciones se convirtieron en charlasbastante banalesqueversabansobrevehículosdealtagamayvacacionesenparaísos fiscales,sinolvidar variasclínicasdeestéticayhastadedesintoxicación.Admitoque,latercera vezquepronunciaron las palabras ácido hialurónico, desconecté. Miré la copa de champán que sosteníaentrelasmanosy sentílanecesidaddebebérmeladeltirónparairaporotrayluegometerme enlabocaalgode comer.MedisculpéunmomentoconaquellosqueestabanjuntoaAmparoy Manuelpara,nadamás girarme,beberdeinmediatoesacopaydirigirmealabarra,dondehabíamás bebida.Deseaba tomarme una cerveza; la necesitaba tanto como un aventurero perdido en mediodeldesiertode Eritrea que encuentra un oasis. Sin embargo, pensé que, aunque hubiera, en esesitionoquedaríanada fino pedir una. ¿Me decantaba por un gintónic? Miré el reloj; demasiado prontoaúnparadarmeala drogadura. —¿Quédesea?—Elbarmanseacercóamiposición. —Póngamedoscopasdechampán.—Sí,melasibaabeberdelgolpe. —¿Algunamarcaenparticular? «¿Enserio?»,mepregunté. —Nosé,recomiéndemealgunaquemarideconestecanapéquevoyacomer —soltésinpensar, señalandounodecaviar. —Leaconsejoque,sideseatomarcaviar,seolvidedelchampányoptepor unpocodevodka.— Unrudoacentorusosecolóenmicerebro,mientrasveíacómoelcamarero seretirabaunospasos. —¿Perdón? —Giré la cara para descubrir el rostro duro de un hombre de pelocastañoy penetrantesojososcuros. —Le decía que, si desea probar el caviar, lo mejor no es maridarlo con champán. —Sí,esoloheoído,pero… —¿Pero?—Apoyóporcompletotodosucuerpoenlabarra,dándosemedia vueltaparaapoyarla espalda en ella—. Estás tan aburrida que no sabes ni qué hacer, ¿me equivoco? —Yonohedichoqueestuvieraaburrida. A mi vez, me giré un poco para poder verlo mejor. Tenía una mirada exigente,unosojososcuros marcados por una profundidad abismal, mandíbula fuerte y perfectamente rasuradayuncuerpomuy biendefinido.Esoúltimopodíanotarsegraciasalesmoquinhechoamedida quellevabapuesto.Lo mirésindarlemásimportanciadelaquepodíatener,yélsellevóunamano alamuñecacontraria paracolocardemaneraexquisitaelgemeloensulugar. —No hace falta que reconozcas que estás aburrida. Te llevo observando desdequehasllegado,y noteapetecenadadeloquehayatualrededor. —¡Anda! El servicio secreto de la casa funciona de maravilla. ¿Qué eres, guardadeseguridad? —Alargué el brazo, pasándolo por delante de su cuerpo, para poder pillar unapiezadesushique estabajustoasulado.Alrecogerloparapoderllevarmealgoalaboca,él asiómibrazoyselopasó por la nariz, inhalando con tremenda sensualidad desde mi codo hasta la muñeca. —No,nosoydelserviciodeseguridad.Memolestaríamuchoqueunodemis empleadosse pusieraaligarenunademisfiestas—comentó—.Meencantaelolordetu piel. Apartébruscamenteelbrazo,casiescondiéndolo. —¿Tusempleados? Comíesapiezasabiendoperfectamentequeaqueltipoestabainiciandouna danzadeseducción. —Sí,losdeseguridadtrabajanparamí. —Ah...—Finalmentelevantélamanoparapedirlealcamarerounacopade champánasu elección—.Interesante,esoexplicaeseairedesuperioridadqueexhalas. —¿Crees que exhalo poder? —Hizo un gesto a su vez al camarero, que al parecersupo perfectamenteloqueéstelepedía. —Creoquetelotienesunpococreído,¿no? —Puedequesí;nuncalohepensadodeesamanera. —DebedeserquelolleváisenelADN. —¿Racista?—Sonriódemediolado,dandoluegounsorboalabebidaque lehabíanpuesto sobrelabarra. —¿Enserio?¿Meestásjuzgandoporestecomentario?—Mesentóbastante malsuinterpretación. —Túacabasdehacerlomismoconmigohaceunrato. —Perdón,entonces.Queríadecirque,quizá,osmostréistanseguros,fuertes, yconlaconvicción dequepodéiscomeroselmundo,estáimplícitoenlarudezaquesecomenta quetenéislosrusos. —Metemoque,almenosenmicaso,noesasí;másbienpuededeberseala vidaquellevo.Sino estoy seguro de mí mismo, tal vez me coman los lobos. Y por aquí hay muchos.NaZdorovie!— Levantósucopaparabrindarconmigo. —¡Salud!—repliqué. —Realmenteestásaburridaaquí.TeofrezcounaversiónBdeestafiesta. —¿Conmúsicadeverdad?—Mellevélacopaalabocaparabeberunpoco. —Conmúsicadeverdad,caviar… —¿Yvodka? —Mucho vodka. Por cierto, me llamo Aleksandr, aunque, cuando tengo confianzaconalguien,me gustaquemellamenSasha. —Yo soy Laura y, cuando tengo confianza con alguien, me sigue llamando Laura.—Sonreí, mirándolo. —Quiero avisarte de algo —se acercó mucho a mi oído, como si quisiera quenadieseenterara de lo que estaba ocurriendo—: espero que seas una mujer de mente muy abierta.Enmisfiestasse puedehacertodoloquequieras. —¿Tusfiestas?Ereseldueñodeestacasa… —Soy el dueño de esta casa —asintió, tendiéndome la mano para que la cogieraylosiguieraallí dondequisieraconducirme. —¿Adóndequieresllevarme? —Dileatuamigaquetevienesconmigo,siconesotequedasmástranquila. Yteprometoqueno harásnadaquenoquieras. —Pero,¿adóndemellevas? —Novamosasalirdecasa,vamosairaotrafiesta.Aunque,comoyatehe dicho,hacefaltaque seasunachicadementeabierta. Acepté, llevada por la curiosidad más que por lo que iba a hacer, pues no estabasegura.Asíque ledilamano,cogímicopaymeacerquéaAmparo. —Sasha,¿quétal?—losaludóManuel. —Muybien.Veníamosasaludaryadecirosquenosmarchamosjuntos. —Perfecto.—Elacompañantedemiamigasonrió. —¿Estásbien?—mepreguntóAmparoenvozbaja. —Sí,tranquila.Llevoelmóvilencendidoyhasidoélquienmehadichoque teavisara. —Estosíqueesllegarybesarelsanto,¿no? —Yatecontaré,peronomevoyaacostarconél. —¿Entonces? —Lodicho,mañanatecuento. —Medejasenascuas… —Me voy con él a otra fiesta —le comenté también bajito. Ella abrió los ojosdeparenpar. —Tencuidado,Laura,ypiensaquesólohasdehacerloquequierashacer, noloquelosdemás deseen. —Medejasintrigada. Amparomediounabrazo,parasusurrarmeotravez: —Nopasaránadaquetúnoquieras. —¿Nosvamos?—planteóSasha. —Sí,nosvamos.—MiréaAmparo,quesonreíacondescendiente. Salimosdelagransala,dondesonabaunamúsicasuave,cruzándolaagran velocidadalapar quetodoelmundosaludabaalanfitrión,quemellevabadelamano.Pasamos porunsalón,también decoradodemanerabastanteestrambótica;ésteestabavigiladopordostipos grandescomo armarios,quelógicamentenosdejaronpasarsinhacerpreguntas.Accedimos aunsegundosalón,más pequeño, que tenía otra puerta en la que estaban apostadas dos chicas espectaculares,unaacadalado deunamesa.Éstaestaballenademáscarasvenecianasyunadelasjóvenes teníaunalistaenla mano. —¿Esunainvitada,señorVodianov?—preguntóéstaconunasuavevoz. —Sí,esoes,Marisa.Dadnosunpardemáscaras.—Laotrachicanosalargó unamáscarablanca de gran nariz para él, como la que llevaban los médicos en la época de la pestenegra,y,paramí,una muy elaborada, de colores dorados, que me tapaba el rostro hasta el principiodeloslabios. —Esto,¿paraquées?—demandéalanfitrión. —Esunafiestaenlaquelospresentespuedenhacerloquequieran,deahí quenuestra privacidadestéporencimadelplacer… —¿Placer?—Comencéahiperventilar. —Todafiestatieneuncometido,¿verdad?Generalmentesentirplacerdela maneraquesea,¿no? —Asentí mientras Sasha me ayudaba a ponerme la máscara—. Marisa, Marta,bajadcuandoyaestén todoslosinvitados.Meapeteceverosdisfrutar. —Deacuerdo,jefe.—Lesonrieronlujuriosamente. Unadeellasabriólapuerta.SentílamanodeSashaenlaespaldaamodode ayudaparaentrar enloquesentíaeraunmundodiferente. Memolestabalamáscara,puescubríamicaracasiporcompletoyteníala sensaciónde ahogarmealnopoderrespirarporlanarizdemaneraregular. —Tranquila,teacostumbrarásarespiraratravésdeestospequeñosagujeros. —Vale —respondí ajustando la mirada a la tenue luz que iluminaba la estanciaenlaquenos encontrábamos. Mi anfitrión me cogió de la mano para guiarme de un lugar a otro. Esta primerahabitaciónestaba decorada de manera exquisita, nada que ver con las anteriores en las que habíaestado.Laluz,que parecíasalirdetodaspartes,eradecolorazuladacontintesmorados,ytelas deviscosatrasparente colgaban,etéreas,deltecho. Camareros sin camiseta y con un torso de ensueño deambulaban por el espacio.Unodeellos pasó por mi lado y me ofreció una copa de champán. Decliné su oferta, ya queaúnteníaenunamano laquemehabíallevadodelaotrafiesta.Congranceremonia,otronoshizo pasaralasiguiente estancia,muchomásgrandeyconunaseriedemesasaltas,dondeelcaviary lasostraseran protagonistas.Porallí,tantocamareroscomocamareras,vestidasdemanera sexy,escondíansu rostroconmáscarascompletasysemovíandeunladoaotro,llevandoplatos decomidaensus bandejas. Giré la cara a mi derecha al notar algo extraño y, por un momento, en un rincónoscuro,me pareció ver a una mujer reclinada recibiendo las atenciones de un hombre pordetrás.Sí,tuveel convencimientodequeestabanpracticandosexo.Volvíamirarysólologré veroscuridad. Creíquelosnerviosmeestabanjugandounamalapasada.Lasadvertencias deAmparo,lamano de Sasha deslizándome de un lugar a otro y las sombras que se escurrían enmascaradasami alrededor estaban dejando volar mi imaginación más de lo debido... y por esomefiguréqueerauna fiesta B en la que la gente venía a desparramarse sin tener que guardar las apariencias. Esosí,conmuchoglamurycaviar. Llegamosaloqueparecíaunpequeñoprivado,aunqueestabaalavistade todos,alquemi anfitriónmedirigiócondelicadeza.Antesdesentarnos,hablóconunadelas camarerasaloídopara pedirlealgo,paraluegodespedirlaacariciandolacurvadesucintura. Acomodados en aquel rincón, en una mesa baja, no pude contener más la curiosidad. —Creoquehevistoaunamujeryaunhombreteniendosexoallímismo.— Señalé,sincortarme, lazonaoscuraporlaqueanteriormentehabíamospasado. —Esposible.—Arrastrólasesesdeesamaneratancaracterísticaquesólo unrusopuedehacer. —¿Deestotrataestafiesta?¿Debeberyfollaralavistadetodos?¿Esun clubswinger?—Oísu profunda risa mientras se acercaba un poco más a mi cuerpo, a la par que pasabaunbrazopormis hombros y, con el dedo pulgar, acariciaba justo la zona donde palpitaba la venademicuello. —No,querida,estoesalgomásqueeso.Losclubsdeintercambioalosque haspodidoirson soeces. Esto es un club privado, donde la gente hace lo que quiere y, si algunodelosparticipantes habladeello,quedafueraparasiempre. —¿Yporquéestoyyodentrosinotengoinvitación? —Estás conmigo. Esta vez la reunión se ha hecho en mi casa; por lo tanto, puedotraeraun invitado,perodeberássermuydiscreta.Loquevasavernoexiste. —Meestástomandoelpelo. Separémicuerpodeél. —Nena, piensa que aquí verás cosas, y puede que hagas cosas, que nunca másvolverása experimentar. Y, además, es posible que te encuentres con personas muy poderosasalasquelesgusta salvaguardarsuintimidad. —Y,sinolocumplo,¿quépuedepasar? —Laura,tepuedeparecerquenoteconozcodenada,peroséaquiéninvitoa misfiestas... conozcovuestravidadepeapa,séaloqueosdedicáisyvuestrosgustos. Nadieentraenmisfiestas sinqueyodémiconsentimiento.Y,siestásaquí,precisamenteconmigo,es poralgo. LacamareraalaqueSashalehabíapedidoalgoseacercóalamesaconuna botelladevodkay unabandejallenadecaviar. —¿Mehasinvestigado?—pregunté,separándomedeéldegolpe. —Relájate,novoyahacertenada.Bueno—sonriómalévolamente—,sólolo quemeapetezca compartircontigo. —¿Perdona?—Esetiponoesquefueracreído,esquepensabaqueelmundo erasuyo. —He hablado por mí, porque, sin duda, tú también decides qué es lo que quiereshacer. — Por-su-pues-to. —Bebí un poco del vodka que la camarera nos había servidoenunos pequeñosvasos. —¡Ja, ja, ja! —Su risa me excitaba lo mismo que me atemorizaba—. Creo quenomehe confundidoaldejarqueconocierasestemundo. —¿Siempreerestanvanidoso? —No. Lo que pasa es que nunca tomo una decisión a lo loco, voy sobre seguroyséquenome confundo.Notengoloquetengosólopormicarabonita.—Alargólamano hastamicinturayme acercóaélpeligrosamente,hastaponermeasulado—.Pruebaestoybebe después.—Conlaotra mano,llenóunacucharillaconcaviarymelaaproximóalaboca. Aceptésuinvitación.Mellenólabocadeundeliciososabormarinoquefue apoderándosede missentidos.Cerréporunsegundolosojosy,alabrirlos,descubríaSasha sonriendolascivamente, conelvasitodevodkaenlamano,ofreciéndomelo. Locogíymelollevéaloslabiosparadarunbuensorbo.Antesdetragar,lo pasépormis papilasgustativasparamezclarloconlosaceitesdelcaviar.Lasensaciónfue aterradoramente deliciosa, tan reconfortante que ni siquiera me di cuenta de que estaba sacandolalengua lujuriosamente para relamer lo poco de vodka que había quedado en la comisurademislabios. Tenía la lengua caliente por el alcohol y, al sacarla para no dejar caer esa gota,notécómoelfrío inundaba ese órgano. Frío que fue de nuevo apagado al sentir cómo unos labiossetomaronla licenciadeposarsesobreellayabsorberlacomosuya. Me recorrió un escalofrío por la espalda que finalizó en un terrorífico cosquilleoenelpaladar. Dejé que mi cuerpo se deleitara de aquella sensación tan placentera. El caviar,elvodkayloslabios de aquel ruso recién conocido que se apoderaba de mis sentidos sin pedir siquierapermiso...Sus manos, que me sujetaban con fuerza por la cintura, comenzaron a pasearse pormicuerpo.Unade ellasrecorríaelcaminoparametersebajoelvestido,mientraslaotraibaen sentidocontrariopara agarrarmeposesivamentedelpelo. Mis manos sujetaron con fuerza su cabeza, mientras mis dedos peinaban su pelo.Sabíaqueera aventurado, que no tenía ni idea de dónde me estaba metiendo, pero ¿para quéestabalavida?Para vivirlapeligrosamente. Nos separamos no sin esfuerzo; las máscaras no daban mucho margen de movimientoehiceel amagodequitárnoslas. —No—meagarrólamanoquesedirigíaalalazadadesucareta—,yatehe dichoquenose puede. —Losiento. Recompuse mi respiración, sentándome de nuevo para alargar el brazo y tomarelvasodevodka, queyaestabaotravezlleno,parabebérmelo. —Cuidado, querida; ya te expliqué que la discreción es lo primero... antes quenuestrosinstintos. Sólo la gente contratada como servicio sabe quién soy. Sólo los organizadoressabenquiénsoy.Ni siquieralosasistentesalamismaconocenelnombredelorganizadordeeste evento.Yosólolohe solicitadoysemehaconcedido. —Esosuenaasecta—mequejéporlobajo. —Bebamosunpocomásydisfrutemosdelcaviar. Volvióadarmedecomerdeaquelmanjar. —Estoyalgoazorada.Extrañada… —Bienvenidaalmundomásdivertidoquepuedasencontrarte.—Levantóla copaparabrindar—. Prometo ser el mejor de los anfitriones. Sé que te convertirás en una de nosotrosenpocotiempo. Tienesalmadeexploradora. —Sí,comoDora—respondíenunsusurroparaquenomeoyera. Todalasituaciónerararadenarices;parecíaquemeestuvierametiendoen unalogiamasónica ultrasecretasinteneropción...aunqueenrealidadmehabíadejadollevarsin ponermuchosreparos. Soy una mujer curiosa, me encanta meterme donde no me llaman, ser protagonistadelashistorias másrocambolescas,siempremetiendolanarizhastaelfondo,yestavezno ibaasermenos. Todoloquemerodeabaestaballenodemisterio. Hastaaquelinstantenofuiconscientedequeestábamosrodeadosdegente; mujeresvestidascon una elegancia inusitada y hombres con esmoquin o impecable traje negro. Ellosyellasllevaban máscarashermosamenteelaboradasquelestapabanojosynariz,dejandola bocaenlibertad. LasmanosdeSashasemovíanconrapidez,haciendoque,deunmomentoal otro,meencontrara sentadaencimadesuspiernas. Hedeadmitirque,apesardeserextraño,meestabadivirtiendomucho.Era unambienteenel que nunca había estado y, sorprendentemente, guiada por aquel misterioso ruso,meestabaexcitando. Entre sorbo y sorbo de vodka, mezclado con el caviar y alguna que otra deliciaquedevezen cuando dejaban sobre la mesa, nos besábamos como adolescentes de hormonadesbocada.Sentíaen misnalgascómosusexoseapretabacontraellas,yadmitiréqueyoteníael míoenunosnivelesmuy altos y deseaba que en cualquier momento me invitara a ir a algún lugar discretoparaacabarcon aquellafrustración. —Estástanexcitadacomoyo,¿verdad?—murmurólánguidamenteantesde morderdeforma libidinosaellóbulodemioreja,llevándoseungemidoporrespuesta—.En unosminutospasaremos aotrolugar;esnecesarioqueloveasparaquepodamosseguir.—Metióuna manobajomivestido, me bajo la braguita y me acarició el clítoris con suavidad—. Estás preparada. —Tú también —gemí de nuevo al acercarme a su boca al notar cómo su manosemovíapormi sexo, metiendo un dedo dentro y continuando las caricias por el clítoris—, peronosigassino quieresquemecorraahoramismo. —¿Qué habría de malo si lo hicieras? —Aceleró su toque dentro de mi cuerposincompasión. —No,no—sollocésinresultado,alnotarcómomedejabairsinremedio. Sashasintióensusbrazoscómometensaba;meestaballevandoalorgasmo másnecesarioque habíatenidoensemanas.Subocaacallómisgemidoscerrandolamíaconsus labiossincompasión, alaparquenocesabademoversumanodentrodemí. Cuando el éxtasis desapareció de mi cuerpo, éste quedó flojo, sin fuerza, sujetoporelbrazode eserusoacaparador. —Sabía que eras una chica ardiente. —Sacó la mano de mi interior para llevárselaalabocay lamereldedoquemehabíallevadoalnirvana. —Sabesdemasiadodemí.—Sonreídemediolado. —Sóloloquemedejasintuir.—Memiróatravésdelamáscara—.¿Vamos? —¿Adónde? —Yo quería que me llevara a terminar lo que habíamos empezado. —Aqueveastodolodemás. Meayudóalevantarme. —¿Aúnhaymás?Penséqueestoeracomounadiscoteca. —Estosóloeslaantesaladeloquerealmenteimporta.Aquísepicaalgo;en otrasfiestassehace unacenadegala,peroyosoymásdelosquelesgustalainteraccióndesdeel primermomento. ¿Vamos?—Metendiólamanoparaqueselacogiera. —Averadóndemellevasahora... —Alaentradadelparaíso. Caminamosdelamano,abriéndonospasoentreesemontóndepersonasque sedirigíanalmismo lugarquenosotros.Ibanriendo,tocándose;mujeresqueprovocaban,hombres quellevabansujetas porlacinturaadoschicas,parejasseduciéndosemientrasavanzabanalritmo deunasensualmúsica en dirección a unas puertas de madera custodiadas por dos hombres con máscarasycapasdecolor oscuroque,además,teníancapucha,lógicamenteechadasporencimadelas cabezas.Aquellosdos armariosempotradosmirabanlasmuñecasdelaspersonasqueibanpasando paraverelnivelde acceso que tenían según la pulsera que llevaban puesta; no sabía realmente cuáleraelpropósitode aquellaseparaciónhastaquelleguéyoyvieronlapulseradoradaquellevaba Sasha. —Señor—losaludaron—,¿quiénesella? —Miinvitada,sólovaamirar…porestavez.—Notélasonrisaquesele dibujóenlavoz. —¿Sabelasnormas?—Eltonodeaqueltipoerapeligroso. —Las sé perfectamente y ella también; es neófita, pero las conoce a la perfección.Yalahe advertido. —Perfecto,señor;laceremoniayahacomenzado.—Nosdejópasarporla primeradelas puertasypudedarmecuentadeque,apartirdeallí,elsilencioerasepulcral. —Sólo mira. Lo que necesites saber, pregúntamelo después. —Apartó unas pesadascortinasy entramosenunsalóngigantedondelagenteseagrupabaencírculo. Nos acercamos más a la multitud y mis ojos se abrieron como platos. No podíacreerloque estabaviendo,eracomounajodidaceremoniasatánica.Bueno,oloqueyo pensabaqueerauna ceremonia de ese tipo. Pero, como había prometido no abrir la boca hasta queacabaratodoaquello, nohicemásquemordermelalengua. «Uno,dos,tres…silencio»,medije. Losquerodeábamosaquellaextrañaceremoniaobservábamoscallados. Unafiguravestidaconunatúnicablancayelrostrocubiertoconunahermosa máscaraveneciana estabasituadaenelcentro.Sehallabadentrodeunprimercírculodemujeres arrodilladas,enropa interioryconmáscarasdecolorazul.Enunsegundocírculo,eranhombres losqueestaban arrodillados,encalzoncillosyconunamáscaradecolormarrón.Suscabezas sedirigíanalsuelo, mientrasaquelmaestrodeceremonias,quelogréintuirqueeraunamujer,se paseabadeunladoal otro,mirandoaaquellaspersonas. —Habéis decidido formar parte de esto, de este círculo de pasión, carne y diversión.Queréisser el nuevo grupo que acepte la piel como su camino, ser los nuevos que aceptenlacarnecomosumodo deesparcimiento.YalodecíaAnaïsNin:«lacarnecontralacarneproduce unperfume,peroelroce de las palabras no engendra sino sufrimiento y división». Por ello queréis formarpartedelsilencio, del roce, del gemido, y dejar a un lado la palabra; seréis bienvenidos. — Acariciólacabezade alguno de los que se mantenían hincados en el suelo—. Seguimos sus palabras,abrazadlas: «cualquierformadeamorqueencuentres,vívelo.Libreonolibre,casadoo soltero,heterosexualu homosexual,sonaspectosquevaríandecadapersona.Hayquienessonmás expansivos,capacesde variosamores.Nocreoqueexistaunaúnicarespuestaparatodoelmundo». Semovióentreaquellosarrodilladoscomosifueraunabailarina,conágiles ysutiles movimientos,pormomentoscomosifueraunfantasmaalquenuncaesperas. —Decidmesiaceptáisentrarenestemundodepasión,dedeseo,desexoy dedisfrutesin perjuicios. —Sí,maestra—respondierontodosalunísono. —Yonotengoningúntipodemoralidad,mientrasmiscompañerosdeviaje meaceptencomosoy ylaaceptaciónseamutua.¿Loaceptáisvosotros? —Sí,maestra—volvíaoírsusvoces. —Bienvenidos a mi mundo, bienvenidos a nuestro mundo. Aceptad lo que soisydisfrutaddela carne. —Finalizó quitándose la túnica y mostrando un perfecto cuerpo desnudosinunpedazoderopa quetaparanada—.Acercaosyabrazadmicuerpo. Todos y cada uno de los que estaban en el suelo de rodillas se levantaron paraaproximarsea aquella mujer de anatomía espectacular. Eran seis hombres y seis mujeres que,alacercarseaella,la besaronenloslabiossincontemplaciones,alavezqueellamismatomabade lamanoaunhombrey aunamujerylosunía. Noparpadeéniporunsegundo,puesnoqueríaperdermeniundetalledeesa extrañaceremonia de¿comunión? Cadavezqueunadeesasparejassecogíandelamano,inmediatamentesus labiosseunían, comenzandounjuegodeseducciónsexualdelantedetodoslosespectadores que,enabsoluto silencio, contemplábamos la escena, yo admito que estupefacta. Miré a Sasha,quenohacíacasoala escena que se desarrollaba frente a nuestros ojos, sino que no apartaba su miradademí,conuna sonrisalascivaenloslabios. Laslucesbajarondeintensidaddepronto,creandounambientemásdadoa esetipodejuegos, puesyaestabansubidosmásquedetono.Losespectadoresdeaquelextraño rito,nomásdeunas treintapersonas,algunasyaenropainteriorodesnudas,sedisgregaronporel salónparamirara aquellosqueyaestabaniniciandosupropiojuegosexual. Sashanohablóconmigo;tampocosabíasiyo,enesemomento,seríacapaz deabrirlabocapara preguntaralgodeloquepasabapormicabeza.Entodocaso,sólomecogió delamanopara llevarmehaciaotrolado. «Pero ¿esta casa no tiene fin?», me pregunté mientras lo seguía a otra estanciamáspequeña, dondelamúsicadediscotecasonabaatope.Enella,algunaspersonas,yaen ropainterior,bailaban, reíanydisfrutabandelabebidasinningúntipodecortapisas. —¿Quierestomaralgo?—Sashamedirigióhastaunabarra. —Sí,peroestaveznecesitoaguafría. —¿Tancalienteestás?—Acercósucuerpoalmíoparaarrimarsuslabiosa mibocaycomerme por entero. Sentí su lengua juguetona dentro. Sus manos se aventuraron de nuevobajolafaldadel vestido,paraluegoarremangarlohastadejarmelasnalgasalaire. —¡Eh!—Unataquedevergüenza,despuésdetodoloquehabíavisto,tomó elcontroldemi cuerpo,impulsandomismanosasujetarlassuyas. —¿Tehaentradoderepentelatimidez?—Volvióareírseescandalosamente. —Nuncahedejadolavergüenzaaunlado.¿Otehedemostradolocontrario? —No,tienesrazón.—Nospusieronlasbebidasenlabarra,asíqueagarréel aguaymelabebí porentero. —¿Tambiénerestragona?—Seburlabademísincortarseunpelo. —Ytú,¿erestandescarado?—Dejéelvasoenlabarra—.Aversimevoya ir… —No,perdona...peroesquenohedejadodemirartedurantelacelebración yhevistocómotus ojoscadavezseabríanmás.Eracomosiunmaravillosomundoseabriera anteti. —Sasha,laverdadesquenoheentendidonada. —Noledesmásvueltas;esoquehasvistoesalgoparecidoaunaceremonia, perosólosetrata de un pequeño teatro. Nadie está obligado a hacer nada que no quiera, ningunoentraaformarparte deunalistasectariasexualninadaparecido.Estoesunclubsexualprivado dondedejamosla normalidad en la puerta, y este pequeño rito es algo así como un regalo de bienvenidaalosnuevos miembros. —Entonces,¿notieneningunaimplicación? —Sí,latiene:elsilencio.Tecomprometesanohablarconnadiesobreesto, niadarindicaciones al respecto. —Bebió un trago de agua mientras con una mano seguía acariciandounademisnalgas. —¿Ycómofunciona?¿Ereseldueñodeesto? —No,no.Estoesunclubprivado,consuspropiasnormas.Setratadeuna empresaquese dedica a organizar este tipo de fiestas discretas en las que vale casi todo. Hayunasnormasquenose debenignorarnitransgredir,yaque,sisehace,seestáinmediatamentefuera delcircuito.Cadacierto tiemposeanunciaenlawebdóndevaaserlapróxima;normalmentesehace enunhotelcinco estrellas, con cena de gala y fiesta posterior, donde todo el mundo debe llevarmáscara.Seadmiten casitododetipoderelaciones,aunqueloqueesvoxpopuliesquealgunos cuelanaprostitutasenlas reunionesparaqueéstasseanimenunpoco. —¿Perdona?—mesorprendí. —Sí;algunostiposparecenmásmotivadossivienenseñoritasprofesionales. —Pero,entonces,¿aquítambiénhay? —Queyosepa,no—negómuyconvencido—.Nosoyuntipodeesosalos quelesgusta aprovecharsedelasmujeres. —No lo entiendo. —Dejé el vaso en la barra—. Si esto es una fiesta con prostitutas,noséqué coñohagoyoaquí. —Tranquila,alparecerelnuevodueñosecuidamuchodequenopasenesas cosas.Perocorren rumores… —Nomehaceningunagracia—sentencié,enfadada. —Tranquila;terepitoqueestoeslibreparatodos.Lohevigiladobienyaquí sóloestamospara pasarloestupendamenteenunafiesta. —Nomeconvencemucho,pero… —Teconvenceréabasedetodoloquevasaver.Diversiónpura.—Sonrió demediolado. —Puesestoenmipueblosellamaorgía. —Sí,puedeser. —No.Loes—repliqué,riéndome. —Bueno,esalgoasí,peroconmásglamur.Yconunelencodeinvitadosde altostandingquese reúnencadaciertotiempoendiferenteslugaresdelplaneta. —¿Nosehacetodaslassemanas?—preguntéextrañada. —No. Esto se planifica con mucho cuidado y con mucho tiempo de antelación,nadadebesalir mal. —¿Ycómoesquesehahechoentucasa? —Yo lo solicité. Se me dio el consentimiento y, para que nadie sospeche, pueshayqueteneren cuentaquesoyunempresarioreconocido,decaraafuerasetratasólodeuna fiestanormaly corriente,paradespistar. —¿Cobrasporello? —No; sólo he cedido mi casa para poder entrar yo en ella y disfrutar del sexosincomplejos. —¿Mehaselegidoamíporalgoenconcreto? —Sí,porquemeparecespreciosay,noséporqué,mehaparecidoqueibasa encajareneste ambiente. —Puesnoestoyseguradesiencajoonolohago.—Señaléunrincóndonde dosmujeres,de rodillas, prestaban toda su atención al miembro de un caballero que las sujetabadelascabezas, acariciándolascondeleite. —Estoesunlugarlibre,puedesmarchartecuandoquieras—seacercóamí seductoramente—, peroséquenolovasahacer.Lacuriosidadtepuede.Yséquetegusto. —Eresunegocéntrico. —Sin duda. —Se abalanzó sobre mí y me subió a su hombro, cargándome comosifueraunsaco depatatas. Pegué un grito, sorprendida al sentirme presa entre los brazos de un neandertal.Metratabacomo sifueradesupropiedad. —¡Bájame!—vociferé,molesta. —Cuandolleguemosadondetevoyallevar. —Puedoirsolita,séandar. —Quieroqueveantuculo;quieroqueveanqueeseculo,estanoche,esmío. —¡Estásloco! —Sí,soyunvolkytú,mizáyats. —¿Quédices? —Merefieroaunosdibujosanimadosrusos:soyelloboquequierecomerse asuliebre. —Déjatedechorradasysuéltame¡ya!—Lepropinéungolpeenlaespalda. Finalmentemedejóenelsueloparainmediatamentearrodillarseybajarme, sinpedirpermiso,la ropainterior.Bueno,enrealidadmedejóeltangaenlostobillosymegiró hastacolocarmejuntoaun extrañomueblesobreelquemetumbóbocaabajo.Sólolamitadsuperiorde micuerpodescansaba sobreaquellugar;mispiernaspermanecíanrectas,enelsuelo.Lasmanosde Sashasepasearon desde los tobillos hasta el culo. Tenía expuesto mi sexo a él, y mi trasero podíaverlocualquier persona. —¿Confíasenmí? —¿Puedohacerlo?—Mirespiraciónestabamuyacelerada. —Haréloquequieracontigo,siemprequemedejes… —Noséquéquieroquemehagas,Sasha;estoyalgodesubicada. —Yoteayudaré.—Seinclinósobremicuerpohastallegaramismanos—. Quieroquetesujetes deestasmanillas;nolassueltessinotelodigo.Sólovamosajugar. —Deacuerdo.—Laexcitaciónenmiinteriorcadavezeramáspalpable. —Deseoqueseasmijuguete.Quierojugarcontigohastaquemecanse. Yanofuicapazdecontestarnada,puestoquesedeslizódenuevo,estavez haciaatrás,hasta quedardepiefrenteamisnalgas.PercibíalarespiracióncontenidadeSasha, perotambiénagente queseibacolocandoanuestroalrededorparamirarloqueallíocurría;otros simplementepasabany echabanunvistazosinpararse. «EstoytotalmenteexpuestaaSashayatodoaquelquequierapasaramirar,a tocar,a…Laura, tomaaireyrespira—medije—.Sabesquepuedesirteenelmomentoenque lodesees.Noestás atada, no te obliga nadie. Cierra los ojos y disfruta de esta sensación de incertidumbre.» Cuando logré calmarme, mi cuerpo se relajó por completo. Comencé a respirarcontranquilidad, sintiendo cómo mi propio peso se dejaba caer contra aquel mueble y mis piernas,aúnseparadas,se flexionaban sólo unos milímetros, lo suficiente como para sentirme más tranquila.Tuvelasensación dequeSashalopudoadvertir,puesmepercatédecómosumanoseapoyaba enuna,paseándose luegocondescarodeunaaotra.Meagarrólanalgaconfuerzaenelinstante enelque,consuavidad, sentícómoundedosedeslizabapormisexo.Nolointrodujo,nopresionó, sólovagódesdemi húmedaentradahastaelclítoris,excitándolo. Sibienesciertoquemicuerporespondíasinponerimpedimentos,nodejaba deserconsciente dequelasalaseestaballenandodeotraspersonasqueobservabanlaescena sincomplejos.Mehizo sentiralgoincómodaylosmúsculosvolvieronaresponder,tensándose. —No va a pasar nada... —Sasha se acercó a mi oído, y depositó un suave besoenmicuello—... quetúnoquieras.Essólounjuegoentretúyyo.Nadiemás;ellossólovana mirar. —Deacuerdo—respondíenunsusurro. —Si algo no te gusta, dímelo. Por favor, no te lo quedes. —Y justo en el instanteenelqueme dijoeso,micuerpoaceptósinvacilardosdedosdentro,alaparquelancéun gritoahogado—.Es todoparayporti,querida;disfrútalolibremente.Nadietevaajuzgar,lovan acelebrarporti. Quéextrañamesentía.Apesardequererdejarmellevar,nopodíahacerloal cientoporciento, pues estaba algo coartada... aunque no veía caras, pues desde mi curiosa posiciónsólodistinguía piernas y medios cuerpos en ropa interior o con vestidos de noche y pantalones,depersonasque disfrutaban del espectáculo que Sasha les estaba regalando gracias a mi cuerpo. Volví a aceptar una envestida de la mano de mi acompañante sexual. Sabía cómodarconelpunto exacto que me haría olvidar dónde estaba y lo que tenía alrededor. Una sacudidapremonitoriame recorrió, haciendo que mi compañero aceptara con gusto la presión que mi vaginaconfirióalos dedosquetodavíaestabanenmiinterior. —Levántate. —Percibí cómo la voz de Sasha entraba hasta el fondo de mi cerebro. —Perotodavíano…—mequejé. —Es suficiente. —concluyó al tiempo que sentí el vacío cuando sus dedos abandonaronmi cuerpo. —Noes… —No estabas lo bastante cómoda. —Se colocó al lado, acariciando mi cinturaconunaternura inusitada,paraayudarmeaponerdepie—.Pero,notepreocupes,loestarás enalgúnmomento. —Quería… —le dije cuando ya estaba en posición vertical, mirando a los ojosqueescondíala máscaravenecianaquecubríasurostro. —Lo harás, pero quiero que goces. —Sujetó mi mentón para agachar la cabezayacercarsuboca, paraluegobesarmecondeliciosaparsimonia. «Noséquénaricesmeestápasando.Estoydentrodelavoráginemásextraña enlaquenuncame hevisto.Estonoesunafiestanormal,estonoesunsimpleentretenimiento. Esunjuegoraroenelque todosparticipan,conmayoromenorprotagonismo,sinserconscientedeque seformaunagran familiaenlaqueelrespetoprimaporencimadelanecesidadsoez.» Mis piernas volvieron a convertirse en dos apéndices útiles. Hasta hacía unossegundos,mi anfitrión me tomaba de la cintura, sabedor de mi flaqueza. Los tacones no ayudabanmucho,laverdad seadicha. No me hizo falta mucho más tiempo para caminar, guiada por la mano de Sasha,quedenuevo volvíaadirigirme.Lacogísindudarlo,puesqueríasabercuálseríaelnuevo destinoqueme depararía...justoenelmomentoenelqueunosojosseclavaronenmí.Erala miradadeunhombre alto,rubio,depelocorto,queestabasentadoenlamismasaladondehacíaun segundoyohabía estadoexpuesta;desgraciadamentenopodíavermuchomás,loamparabala semioscuridaddellugar. Loquesípudevislumbrarfuealamujerqueteníasentadasobrelasrodillas, vestidasóloconuna delicada ropa interior de color rojo pasión. Él iba completamente vestido; trajedecolornegro impoluto, juraría que hecho a medida. Me dio algo de miedo no poder distinguirquétipodemirada meestabaechando,peroloquesítuveclarofuequesusojosnoseapartaban demí.Lomiré descaradamente; el hecho de que estuviera en penumbra, y la máscara que nostapaba,medioalgode arrojoparalanzarmeaprovocar. —¿Ves como esto es un espectáculo? —Sasha se dio cuenta de ese rápido intercambiode miradas—. Te miran porque eres hermosa y el juego que hemos mantenido erabello,excitantey suficientecomoparasuponerunpreliminarqueluegocadaunopuedellevar asuterreno.Cuidado conlasescaleras… Bajamosaloqueparecíaunsótano,conmenosiluminaciónqueenlasdemás salas.Éstase alumbraba mediante velas. Allí había menos gente, pero más activa. Mi sorpresafueenaumento,ya queunamujerestabaatadaenloqueparecíaunaequis,defrenteatodoslos quebajábamosaese subterráneo. —Ahoratúseráslaespectadora.—Sashasecolocóamiladosinperderseni unademis expresiones,tantofaciales,laspocasquesepodíanverdemirostro,como corporales—.Verásqué excitanteeseljuegoenlacruzdesanAndrés. Aquella mujer se encontraba desnuda delante de un pequeño grupo de personasexpectantespor disfrutardelespectáculo,peroellanopodíahacernada,sólomantenerseala esperadeloque pudieraocurrirle.Conlasmanosatadasacadaextremosuperiordelacruzy laspiernasacadauno de los inferiores, recreando la forma de un aspa, tenía frente a ella a dos hombresyaunachicaque le acariciaban los pechos con suavidad, excitando los pezones hasta endurecérselos.Ellasonreía. Unodeloshombresibavestidoconunacapaycalzoncillos,yportabaenla manounavela.Elotro, que parecía ser quien manejaba todo aquello, se acercó a la mujer para decirlealgoaloído, provocandoquesuslabiossetornaranenunasonrisaaúnmayoralvercómo éstesearrodillaba delantedeella,centrandotodasuatenciónensudepiladosexo.Seapresuróa sentirloentresus dedos y abrirlo, para así enseñarlo a todo el público, que mirábamos sin ningúntipodepudor.Sus dedos se pasearon delicadamente por el clítoris y su entrada, mojándolos parajugarconsusjugosy asípoderdeslizarseconmayorfacilidadporsusexo.Lachicaqueestabaa suladosacólalengua parameterseunodesuspezonesenlaboca;vicómolosuccionabayluegolo mordíaconfuerza,ala par que el otro hombre, con la vela, echaba un poco de cera en el pecho libre. Seoyóunligerogemidolastimosoquepasóaserrápidamentesustituidopor otrodeplacerenel momento en el que el tipo arrodillado acercó su cabeza entre sus piernas. Imaginéquelelamíael clítoris, pues desde mi posición no podía verlo con claridad, pero, por la caraqueellaponía,estaba másqueclaroqueeltratorecibidoeradelicioso. Eltipodelavelaseacercóasurostroylamiósuslabiosconlascivia,yella sedejócaerensu cautiverio, pues estaba amarrada por unas correas. Un tipo le arrancaba gemidosalenterrarseensus piernas, mientras una chica lo hacía entre sus pechos y otro le atacaba la boca. Mi respiración iba en aumento, al igual que la excitación que de nuevo mi sexovolvíaa experimentar.Estabamojadadenuevootalveznohabíadejadodeestarlo… Nolosé,perome estabasintiendounavoyeurdemanualalponermecachondaobservandouna escenasexualen primerapersona,comosilohicieraaescondidas. Unamanosemetióbajomifaldaydiunrespingo. — Shhhh, silence. —Sentí cómo se paseaba por mi trasero—. Tu es très humide,petitechatte. No, no era Sasha, que esta vez parecía absorto con el espectáculo que teníamosfrenteanuestros ojos.Alnotaraquellamanoenmisexoardiente,nopudedecirqueno;quería sentirlomismoque aquella mujer atada. Me agarró de la cintura y me echó hacia atrás, separándomedelcírculode públicoquedisfrutabadeldeliriodeaquellahermosafémina.Noqueríaque Sasha…Élmeestaba mirando y sonreía con lujuria; se pasó la lengua por los labios y, con un ligerogestodecabeza,dio su consentimiento. ¿Tenía que pedir su aprobación? ¿O ésta iba dirigida al otrohombre,paraque pudieratocarme?Elresumen:noleimportabaquejugaranconmigo.Segiróy continuódisfrutando conlafunción. Yo me había quedado paralizada al no entender muy bien qué me estaba sucediendo.Lofácil,lo racional, hubiera sido no continuar con esta extraña situación, dándola por finalizadasaliendode allí. Pero no, no me giré, pues di por hecho entonces que no me importaba queeltipoquemetenía sujetaporlacintura,queestabaseguradequeeraelmismoquenomehabía quitadoojoenlasala anterior,metocaraelculoy,andandodeespaldas,noshicierasentarenun sofáconvenientemente situado frente a la cruz de san Andrés. Nadie nos atendía a nosotros, no éramoslasestrellasdel show,asíque,alsentarseaquelhombre,medejécaersobresuspiernas.Al parecer,elpequeño tumbo que mi cuerpo dio contra el suyo al situarme sobre sus rodillas me hizoreaccionaryquise darmemediavuelta,peromeloimpidiósuavementeparadespuésdarmeun besoenelcuello, haciéndomenotaruncosquilleoquehacíatiempoquenosentía. Mientras su lengua paseaba libremente por mi cuello, bajó las manos, que aúnteníaposadasen mi cintura, a las piernas, para llegar hasta las rodillas. Me las sujetó abriéndolasalmáximo, exponiéndome a cualquiera que mirara, y luego bajo con suavidad a mis tobillosparaacomodarmis piesdetrásdesusgemelos. —Nefermepaslesjambes.—Sugraveyroncavozresonóenmiestómago y,aunquenoentendía bienelfrancés,puesdosañosenelinstitutonodanparamucho,susmanos medejaronclaroque queríatenermeasí,abiertaasusdeseos. —No, no… —logré balbucir, a la par que sentí un gran suspiro de satisfaccióndetrás. Recostó el peso de mi cuerpo en su pecho. Sus manos ahora subían por el interiordemismuslos hasta posarse en las ingles. Lo siguiente que estaba por venir me hacía respirarcondificultad;lo presentía, lo esperaba, lo quería. Anhelaba que ese tipo me tocara, que consiguieraliberar,deuna vez, toda la excitación acumulada durante la noche... pero me hizo esperar. Unadesusmanosentró pordebajodelvestidoenbuscadeunodemispechos,haciendoasíquela ropaselevantaratodavía más.Medabaigual,queríamás;eneseinstantesólonecesitabamásymás. Cuandoencontrósu objetivo,yoyateníatodoelvestidoarremangadoenlacintura,ymiespalda arqueadacontrasu cuerpo.Lamiómicuelloalencontrarmipezónexcitadoyalatraparloentre sudedoíndiceyanular. Lancé un pequeño gemido de excitación, que hizo que aquel desconocido pasaralamanoqueaún estabaenmiinglealsexo,tocandoligeramenteelclítoris.Erauntipolisto: sabíaque,silohubiera tocado más, me hubiese corrido en ese instante, así que sólo lo acarició y pasóausarsudedoanular, acariciando las puertas de mi vagina, entrando y saliendo de ella sin introducireldedohastael fondo. Mis ojos se abrían y cerraban instintivamente, haciendo que la escena que teníafrenteanosotros seconvirtieraenalgocasiesperpéntico.Lamujerqueestabaenlacruzhabía cambiadodeamante; ahora era la chica quien enterraba su cara entre las piernas de la primera, mientraseltipodelavela introducía sus dedos en ella. El hombre trajeado estaba detrás de la joven quelamíaelsexodela crucificada, follándosela mientras no apartaba su mirada de la encadenada. Sentílanecesidadde tenerlomismoqueella;quiserevolvermeparabuscaralgoquemellenara, pero,alintentarlo,las piernasdeldesconocidomeloimpidieron,abriéndomemás,exponiendomi sexomás.Sinembargo, alsentirminecesidadimperiosa,apartólamanodemipechoylabajóami sexo,parameterdos dedosdentrodeély,conlaotra,acariciarmiclítorisconentusiasmo. Meibaavolverloca.Estabasiendofolladaporlasmanosdeundesconocido ynomeimportaba; aún más, lo necesitaba. Sí, estaba ahí. Sentía cómo finalmente el orgasmo estabaapuntodeexplotar, cómo las maravillosas manos de aquel individuo me estaban llevando al cielo...cuandoderepente mesentívacía.AbrílosojosalverfrenteamíaSashasonriendoysentirque elhombrequeme sosteníacolocabasusmanosenmisingles. Eché la cabeza atrás, para apoyarla en el hombro de aquel tipo, muy frustrada.Meestaban volviendo tarumba. «¿De eso va este juego? ¿De jugar con las mujeres, llevándonosalbordedel abismo?¿Noscastiganporalgo?¿Estoesunespaciosadomasoquistaenel quenosotrassomoslos juguetes?» Estaba claro que sí. O, por lo menos, era lo que querían hacer conmigo.Pero,cuandomi mentedivagabaacercadelasinfinitasposibilidadessobremipapeleneste lugaryenesteinstante, lasmanosdelfrancésenelquemeapoyabavolvieronamisexo,perosólo paraabrirlomásysujetar mispiernasconlassuyas.Entornéligeramentelosojosypudedistinguirel cuerpoarrodilladode Sashaentremispiernas. —¡Oh, Dios mío! ¡Sí! —grité finalmente al sentir la lengua de Sasha en el clítorisyalgúndedo suyo dentro de mi vagina. El francés separó sus manos de mis ingles, metiendounadeellasbajoel vestido para tocarme con fuerza un pecho y con la otra sujetar mi rostro e introducirundedoenmi boca,mientrasmelamíaelcuello. Missentidosibanaestallar.Lasangresemeestabaacumulandoenlosoídos alaparquesentía quedesconectabademialrededor.Elorgasmoibaarompercadaunademis célulasenbreves segundos. Sasha en mi sexo, y el francés apretando mis pezones y lamiéndomeelcuello. Mecorrí,medejéir,ycomencéatemblarcomosielalmasemeescapara delcuerposin remedio. Creoquegemílastimeramentealvolveralarealidad.Ydigocreo,porqueno pudevolvera recomponermecuandolasmanosdeltipoqueestabaamiespaldavolvieron ametersesobremisexo paraexcitardenuevomiclítoris.Gemí,yvolvíagemiralsentircómoSasha metíadosdedosdentro de mi vagina mientras que el francés volvía a estimularme... y no les costó mucho,mecorrícasi inmediatamente. Me dio hasta vergüenza gritar de nuevo al estar entre esos doshombres.Estaba desatada;sienesemomentomehubieranempalado,cualquieradeellos,me dabaigual,lohubiera aceptadodebuenagana. Respirabaacelerada,arrítmicamente. Sentí un lametazo desde la vagina al clítoris a modo de despedida; estaba hipersensibleyme estremecí. El tipo que estaba a mi espalda finalmente me cerró las piernas. Sasha se levantódeentreellasy, ya de pie, me tendió la mano para ayudarme a ponerme a su lado. Sin preguntas,lohicegirándomea mirar a aquel hombre de cara oculta y barba. Su altura me pareció intimidante,casicomolade Sasha. Seacercócomounapanteraasupresa,aproximandosuslabiosalosmíos, peronopara besarme,sinoparalamérmelosy,sinpedirpermiso,introdujoundedoenmi vagina,cosaqueme sobresaltó,paradespuésllevárseloalaboca. —Merci,mapetitechatte—finalizóconvozprofunda. Segirólentamenteysealejóconparsimonia. —Hastenidosuerte—susurróSasha,sujetándomeporlacinturaalavezque meacariciabael cuelloconlanarizdelamáscara. —¿Por?—Saquéalgodefuerzaspararesponder. —Eseldueñodelaempresaqueorganizalasfiestas,supropietario.Nunca selehavisto acercarsesexualmenteenpúblicoaningunachica,apesardequepuedaestar rodeadodeellas. —¿Sabesquiénes?—Aúnintentabarespirarconnormalidad. —Claroquenoséquiénes…—Mesoltódelacinturaymesacódeaquel lugarsinmuchos miramientos—.Porhoycreoquehastenidosuficiente,vamosfuera. —No,noquieroirfuera.Quieroirmeacasa—sentenciésegura. —Comodesees.Ahorallamoauncocheyteacercoatucasa—respondió solícito. —No,nohacefalta,deverdad.Llamaauntaxi,quieroirmesola. —¿Estásbien?—Acariciómimano. —Sí,peronecesitoestarsola;todoestohasidodemasiado. —¿Lohaspasadomal?—demandó,estavezenuntonotanasépticoqueme recorriótodala espalda. —Deverdad,necesitoirmeacasa. Deshicimoselcaminoandado;traspasamostodaslasestancias,arebosarde genteque,pasadoel tiempo,habíatomadocaminosdesenfrenadosdeexhibicionismopuroyduro. Lasestanciasolíana feromonasyloscuerposseentremezclabanentreellos.Alentrarenelsalón queaúnhacíade discoteca, volví a ver al francés, esta vez subido al estrado del disyóquey, conunoscascosenla cabeza,cambiandocedésparaasíacompasarlamúsicaconlosmovimientos delosinvitados, incitándolosaseguirjugando. Mequedémirándolounsegundo;susmovimientosseparecíandemasiadoa losdeLaurentenla boda… —¡Vamos! —Sasha me sacó de mi ensoñación—. Ya te está esperando un cocheenlapuerta. —Gracias. ¿Cuándo…? —quise preguntarle cuándo lo había llamado, pero podíahabersidoen cualquiermomentoenelquemimentedivagabaportodolosucedido. Lapuertaseabrióparanosotrosylasmáscarasdesaparecierondenuestros rostros.Nadiemás salíanientrabaeneseinstante,sóloestábamosnosotrosenlasala… —Nohaynadie—hicenotaramianfitrión. —Soncercadelascuatrodelamañana,lafiestaacabóhacehoras. —Es…Ytodalagentedeabajo…¿Tú? —Tranquila, está todo controlado. Yo sólo soy responsable de mi gente de seguridadparaqueno pasenadaenmicasa.Delodemásseencargaelfrancés. —Ya—contestéconelcerebroamediogas. —Ésteestucoche.—Abriólapuertadeunvehículodelujo;nosabríadecir sieraunMercedes, unBentleyounAudi—.¿Estásseguradequenoquieresqueteacompañe? —No, de verdad. —Me acerqué a él para despedirme—. Ha sido una experienciafantástica.— Lobesésuavementeenloslabios. —Sabía que te gustaría —respondió con altivez—. Y esto, si quieres, aún puedetenermás recorrido. Yo estoy dispuesto a llevarte de la mano. —Agarró mi cuello e introdujosulenguadentro demibocaconunasedinusitada,conansia—.Quieroenseñarteadisfrutar deestosjuegos. —Adiós—medespedí,metiéndomeenelcoche. 5 Aquellanochedeberíahaberdormidocomounabendita.Aldíasiguienteera domingoynotenía nada mejor que hacer que descansar tirada en el sofá y poco más, pero mi mentequisojugarmeuna mala pasada recordando una y otra vez todas las escenas que había visto y disfrutadosinningúntipo detapujo. El sexo para mí es diversión, destape, mente abierta y placer sano. Lo que nuncahubierapensado eraqueelsexosepodíaenseñar,compartiroinclusodescubrirenespacios enlosquetodosbuscan exactamentelomismo.Lalujuriasincensurayconunasreglassorprendentes. Nomedejabadormirelpensarqueaquelloqueacababadeexperimentarera unclubprivado, comounalogiamasónicadelsexoenlaquelasreglasestánescritasmásallá delsimplecontacto pielconpiel.MerecordabapeligrosamentealapelículadeStanleyKubrick, EyesWideShut,enla queunaéliteseentremezclaentresíparapodergozarsintapujosyquenadie sevayadelalengua. «¿Podríasereso?» Unestruendoenlapuertamedespertó. Lamismísimacaballeríarusticanagolpeandoconfuerzaalaentradadecasa. «¿Metengoquelevantar?No.Medoylavueltay,quiensea,quesemarche pordondehavenido. Quemedejeenpaz.» Cerré el ojo y me tumbé para el otro lado, pero la suerte no estaba de mi parte. —¡Séqueestásencasa!¡Abrelapuerta,mendigadecariño! «¿QuécoñodicelalocadeNuria?» Sí,eraellalaqueestabaaporreandolapuertadecasasinmiramientos. —¡Abreeeeeeeeee! No me quedó más remedio que salir de la cama con medio maquillaje sin quitar,lovialpasar por delante de un espejo, y con una camiseta roída y unas cómodas bragas comopijama. —Voy, histérica —farfullé antes de abrir la puerta—. Espero que vengas sola,porque,sino,tu maridomevaaverelculo. —Quita, anda. —Me apartó para entrar en casa como si fuera la misma marabunta. —¿Hapasadoalgoqueyonosepa?—lepregunté,aúndormida. —¿Túhasvistolahoraquees?—Separódefrente,mirándomeseriamente mientrasveíacómo negaba con la cabeza—. Pues habíamos quedado a la una todas para despedirnos. —Yonohequedadoconnadie—mequejé. —Ya lo sé, porque no has respondido a ningún mensaje desde anoche. Por esohevenido,vamos. Quítateelmodelomapachequetienesenlosojosypontecualquiercosa. —¿Novoyapoderdescansarelfindesemana? Séquehiceunapreguntaretórica,tanretóricaque,aunsabiendolarespuesta, teníaenmiinterior unpoquitodeesperanzadequenofueraverdad. —Déjatedetonterías,teestamosesperandotodosabajo.Comosabíamosque estaríasmedio zombi, hemos quedado en la terraza del otro lado del parque. Nos esperan allí.PiensaqueLucía regresa a Cantabria y Lourdes se va el lunes a las doce de la mañana para México. —Vale,vale… No,nopudenidormirlasiesta.Lleguéacasaporlatarde,pensandoenel montóndetrabajoque metendríaatascadaellunesporlamañana.Dosvistas,yunadeellasdelas quemegustaban, divorciosinacuerdo.Perezatotal. Entréenmipisoylospiessemeenredaronenunsobre. —¿Un sobre? —pregunté sorprendida al aire, porque... quién me iba a contestar,claro—.Como seanlospesadosdelacomunidad,mevoyacagarentodolocagable. Meagachéparacogerlo,sinmuchasganas,laverdad,ylodejéencimadela mesadelsalón.Ya loleeríaluego;loprimeroeraducha,cambioderopa,sofáyquizáalgode comer.Asíseríaelorden deldía;bueno,deloquequedabadeél. Medespertéenelsofáalasdocedelanoche;nosabíanienquémomento mehabíaquedado profundamente dormida. Como una autómata, me lancé en plancha hacia la cama,mifielcompañera, miamiga,miconfidente,miamorsinperos… Sabíaqueaquellamañanaseríainsoportable,peronotantocomosepresentó. Elprimerjuicio resultó ser nulo, al no presentarse una de las partes y tener que cambiar la fecha.Elsegundo,aunque ya suponía que sería fuerte, lo fue tanto como para darme que pensar con respectoalasrelacionesy tomármelas en serio. Otra vez, y ya se estaba tornando en demasiado frecuente,teníaquehacerde repartidoradebienes.Yentreesosbienes,losfuturosdivorciadoscontaban aloshijos.«Estos romanosestánlocos»,lafrasedeObélixveníaamimentealconstatarque doscriaturaseran considerados parte de un bien común. «No, señores, era, son y serán seres humanosconsentimientos, vidayganasdeserfelices.» Lasemananofuemuchomejor.Esemismojuevesvolvíatenerotrasesión conesosdos personajes que se disputaban los hijos que me hizo perder los estribos. Menosmalqueeldivorcio anterior había sido de mutuo acuerdo. Sí, en los tribunales suelo tener bastantepaciencia,peroesas dos personas irreverentes e irresponsables que no hacían nada más que pedirsedineroelunoalotro acabaron por sacarme de quicio y paré la sesión durante media hora. No podíapensarque,enalgún momento de su vida, esos dos hubieran estado enamorados. Imposible, negativo,no,non,niet, nein… Pegué tal portazo a la puerta del despacho al entrar que creo que mi secretariosaltódelamesay niseatrevióadecirmenada,aunqueganasseleveían… —Me gusta ver que tienes carácter. —Encontré a Aleksandr sentado en el sofá,deahíquemi secretariomequisieraavisar. —¿Quéhacesaquí? —¿Noleístelanotaquedeslicébajolapuertadetucasa? —No,penséqueeradelacomunidadysequedósobrelamesadelsalón.— Dejélospapeles encima de la mesa y me planté delante de él con los brazos en cruz—. Además,¿cómosabíasdónde vivía? —Laura —arrastraba la erre de una manera muy suave—, ¿en serio me lo preguntas?Tellevómi chófer hasta allí. —Sonrió con superioridad, levantándose luego para ponerseamialtura. —¿Y dónde trabajaba? —continué, ya nerviosa; me imponía su oscura mirada. —Amparo es mi amiga, me ayuda con algunos negocios… —Metió las manosdebajodemitoga y le cambió el rostro; parecía decepcionado mientras las paseaba de mis caderasalacintura. —¿Pasaalgo?—Diunpasoatrás,intentandosepararmedeél. —No,esqueporunmomentopenséquenollevaríasnadaderopa.Mehabía hechoilusiones. —Puesnotengoelcuerpo,loquesediceexactamente,paramuchasferias— respondíairada, alejándome para sentarme en mi escritorio, cosa que no sucedió, pues una manomeagarróporla muñecaymearrastróhaciaél. —Nocreeríasque,despuésdelodelsábado,teibasalibrartanfácilmente demí,¿no?—Me pegóasucuerpoconfuerza,casiasfixiándome. —Penséque… —Yonotevipensarmucho,laverdad.—Ladeólasonrisaantesdebajarsu rostrohastaelmíoy besarme—.Mequedéconganasdefollarte… Y lo soltó así, sin red, sin paracaídas, sin una colchita que reprimiera un poquitoelgolpeque sentíaloíreso.Quesí,quenomeasusto,pero,despuésdepasareldomingo entero,paraquémentir, necesitandoquemedieranunmeneocompleto,eltipovaymesueltaquese quedóconganas.¡Joder, yyo!Aunapesardehaberdisfrutadocomoenlavidalohubierahecho.Sí, mimenteeneseinstante ibaadoscientoskilómetrosporhoraysinfrenos.Pero,sinoparabaesode inmediato,meabriríanun expedientedisciplinarioenmenosquecantabaungallo. Me dejé llevar un poco más, no lo suficiente para no darme cuenta de que debíavolveraltrabajo. —Sasha,para.—Loapartésinmiramientos. —Vamos,¿nomedigasquenotedamorbo?—Volvióaintentarloconmás insistencia. —Puedequemedétodoelmorbodelmundo,peroentresminutostengoque volveralasala.Me esperaunjuicioynohepodidohacerloquepretendíaeneldespacho. —En tres minutos puedo hacerte maravillas. —Metió la mano bajo mi vestido,encontrándome totalmentepreparadaparaél—.Mmm,¿ves?Podríasermuyrápido… —Noquieroquesearápido.—Denuevofuiyoquienseechóparaatrás—. Venamicasaesta noche,túyyo.Losdossolos. —Nopuedo,mipequeñaNinotchka,habíavenidoadespedirme.Debosalir deviajepor cuestionesdetrabajo,peroqueríahacerteunapropuesta. —Dime,soytodaoídos—comentémientrasmirabaelrelojyrecomponíami vestuario. —QuieroquemeacompañesaMéxicoendossemanas. —¿Perdona?—preguntéabriendolosojosdeparenpar. —Loquehasoído.MegustaríaquevinierasconmigoaMéxico;vicómolo pasasteelsábadoy megustaríaquemeacompañarasaunanuevafiesta. —¿Túyyo?¿Comopareja? —Sí,losdos.Siquieres…—dejólafraseenelaire. —Nosésiquiero,Sasha… —¿Tehicesentirincómodaenalgúnmomento? —No es eso. La verdad es que me parece todo muy precipitado. Entiendo quelohemos disfrutadojuntos,que… —Laura, ¿no querías invitarme a tu casa a pasar la noche? —asentí enérgicamente—.Entonces, ¿dóndeestáelproblema? —No hay problema; de mi casa te puedo echar. Un viaje a México es otra cosa,significapasar mástiempocontigo,másimplicación. —¿Quiereshabitacionesseparadas?Hecho… —Noeseso… —Haré lo que quieras, sólo deseo que me acompañes. Aquí —extendió un sobrequecogí— tienes los billetes de avión y la reserva del hotel. Llamaré y te pediré una habitaciónparatisola, aunqueesperoquenolauses. —Acepto;esdelocos,peroacepto. Sasha sonrió seductoramente, y se acercó como nunca antes en nuestros brevesencuentros,de manerasuaveycasicariñosaparaacariciarmeelrostro. —Me tengo que ir. —Miró el reloj que llevaba en la muñeca derecha—. Pretendíapoder despedirmedeotramanera,peromeconformaréconpoderverteenunparde semanasenMéxico. Nopodréviajarcontigo. —Allíestaré. —Loprometes.—Mecogiódelamano. —Loprometo.—Sonreíalrecibirunbesosuyoenlamejilla. Justo en ese instante, el sonido del golpe en la puerta por parte de mi secretarionossacóde nuestropropiomundo. —Hedevolver. —Tranquila,memarcho.Teesperaréallí—agarrómimano—,nomefalles. —Iré.Loheprometido—contestéconunnudoenelestómago. Sasha salió mientras mi secretario entraba; me traía nueva documentación paraeljuicio.Cerré los ojos y, tras recoger lo que me daba, dejé en el bolso el sobre que Aleksandrmehabíaentregado. Unviajealolococonundesconocido...Mequedémirandounsegundomás alinfinito,valorando simeestabavolviendotarumbaorealmentenecesitabaecharmelamantaala cabeza. Noloconocíadenadamásquedeunescarceosexual,deunaseducciónen unambienteproclive aello,deunjuegopeligrosoenunespacioosadoenelquelalujuriaregía lasnecesidades. —¿Quécoñohehecho? —¿Decíaalgo,jueza?—mepreguntódesdelapuertamisecretario. —¡No! —me asusté—. Nada. Ya voy para la sala y ¡deja de llamarme de usted! —Laura,estamoseneltrabajo,hija… —Loodio—soltéporlobajomientraspasabaporsulado. —Losé,peroesloquehay. —Sisupierasloquemehapasado. —Sisupierasqueloheoídotodo… —¿Quédices?—lomiréojiplática. —Sicerrarasbienlapuerta… —Niunapalabra—lepuseeldedoíndiceenelpecho,amenazante—otelas verásconmigo, Sergio. —Puestediréunacosa:yomeiríaaMéxicoyadondequisieraelmaromo ese… —Idiota—leespeté,caminodelasala. Sergio era mi mano derecha en el juzgado y, después de muchos meses trabajandocodoconcodo, másqueeso.Horasdetrabajoycañasalasalidadelcurrohabíanhechoque Amparo,Sergioyyo compartiéramosmuchosratosjuntos. 6 Mirémireloj,erantansólolasochodelatardedeuncalurosojueves.En menosdeunasemanase suponíaquedebíairmeaMéxicoaencontrarmeconSashaydisfrutardeunos díasde¿relax?, ¿sexo?,¿nada? SentadaenlabarradelbaresperabaaqueaparecieranSergioyAmparo;se habíanempeñadoen tomar algo a la salida del trabajo, pero me apetecía realmente poco. «Esta gentetienelaspilas cargadas continuamente y, a pesar de que soy la más joven de este dispar grupo,tengolasensación desermuchomayorqueellos.Siempreandocansada.» —Hola.—Amparofuelaprimeraenllegar—.Póngamelomismoqueami amiga. —Estoytomandotónicasola.—Levantólascejasconcaradesusto. —¡Uy!No,no.Póngameungintónic—corrigiódirigiéndosealcamarero—. Necesitoalgo fuertecillo;hoyestoyhastalasnaricesdetodo. —Puessitecontaramidía…—dejécaer—.Hetenidounjuiciodeesosque parecenfácilesy,al final,ladocumentacióntecome. —Si te dijera la verdad, casi prefiero la documentación a aguantar a los abogadosdeambas partes,quenoparandedecirycontradecir. —Bah. —Puesesomismo,querida,¡bah! —¡Hola,corazones!—Sergioseunióalafiesta—.Laurita,¿nomedigasque yaleestásdandoa latónica? —Sí,hijo,estádeunsoso—respondióAmparopormí. —Ahoramismolosoluciono.—Seacercóalcamareroylesusurróalgoal oído—.Yaestá;verás túcómolaspenas,conestoquehepedido,sonmenos. —Yoyahabíapedidounpelotazo—sequejóAmparo. —Pues queda inmediatamente anulado —señaló de nuevo al camarero, que asintió. —Joder,noentiendolamarchaquelleváis. —Chica, llevamos demasiados años en el juzgado y… o le damos caña al cuerpooledamos cañaalcuerpo. —Sergio,esquelapobrevasobrecargadadetrabajo. —Cariño —éste se acercó para ponerme un brazo sobre los hombros—, la plazaestuyadesde haceyauntiempo.Relájateya,llevasunañodemostrandoquepuedes. —Losé,pero… —Nipero,niperasenalmíbar. Dejaronenlabarratresmargaritasfrenteacadaunodenosotros. —¡Eres un cabrón! —insulté deliberadamente a mi secretario y, muy a mi pesar,amigo. —¡VivaMéxico!—Levantólacopa. —¿Me he perdido algo? —demandó Amparo antes de darle un trago a su copa. —Lapendeja,enunasemana,sevaaMéxico… —¡¿Qué?!—Porpocoseatragantaconelmargarita. —Sí, nena... vino un hombretón... —Al oír esto, le solté una colleja, por bocazas—.¡Ay!¡Nome pegues! —Porbocachancla.—Enesemomentoqueríamorirme;nomeapetecíanada queAmparose enteraradelviajequeteníaplanificadohacerconSasha. —Aver,¿tevasaMéxicoconuntíoynomehasdichonimediapalabra?— Micompañerade trabajosemeencaró. —Noqueríacontarnada,porquenotieneimportancia. —¿Cómoquenoesnada?Siteloharegalado…—Sergiovolvióallevarse otracolleja—. ¡Leche! Oye, bonita, ¿por qué no te guardas la mano en el cul…? ¡En el bolsillo! —¿QuetehanregaladounviajeaMéxico? —Sí.Bueno,escomounaprueba. —Unaprueba,¿dequé,bonita?—Amparocadavezlevantabamáslavoz—. ¿Quieresdejartede tonteríasycontármelodeunavez? —Esfácil—volvióameterbazaSergio,estavezalejándoseprudentemente demimano—:un tipoconacentoextranjeroentróensudespachoylaesperó,conmipermiso, claroestá,y...entre otrascosas,leofrecióesteviaje. —¡Aleksandr! —Mi amiga saltó de su taburete, acercándose más a mí. Me sujetódeunbrazo, bajándome y dirigiéndome hacia una de las mesas más aisladas del local. Sergionosmiró anonadado;tardódossegundosencogersucopa,lamíayperseguirnoshasta allí. —¡Suelta,Amparo!—Sacudíelbrazoparadeshacermedeella. —¿Estásseguradeloquevasahacer?—preguntómuyseriaalaparquese sentabamuycerca —.Yodejédeirporquepasabancosasquenomegustabannada. —¿Cómoquenotegustabannada?—planteó,curioso,Sergio. —Averigüé que algunos malnacidos obligaban a algunas chicas a ir a esas fiestasparaanimarel cotarro.Vamos,prostitución. —Sashamedijoqueesoyanopasaba,quehayunnuevodueñoquecuidade esosmenesteres. —Nomefío,Laura,daigualquiénseaelpropietario.Enesosambientes,el morboyla degradaciónhumanapuedenllegaralímitesinsospechados. —Amparo,yonovinadararomásalládeloqueteconté. —¿Estásseguradequequieresir?—volvióainsistir. —No,noestoysegura,Amparo.Noséquécoñovoyahacer,nisiquierasési voyacogerese avión. —¿Cómoquenovasair?—intervinoSergio. —Chico,esquenosabesnilamitaddelascosas…—dejócaerlajueza. —¿Esunasesino?—preguntócasiriendo—.¡Lotengo!Esunmafiosorusoy, sitevasconél,te venderáparaqueejerzaslaprostituciónenLosCabos. —¡¿Quieresdejardedecirgilipolleces?!—finalicésusoliloquio. —Guapa,estáshoydeunintratable… —Tienerazón,Sergio.Callaunmomento. —Vayados—resoplómirándonos. —Laura, sé lo que te enseñó. Imagino que en México vas a alguna de esas fiestas,¿verdad? —Aúnnohedichoquesí.—Mepusetotalmentecoloradaporlamentiraque acababadesoltar. —Cielo, no soy la persona indicada para decirte lo que debes o no debes hacer.Sóloteaconsejo quelopiensesbien. —¿Túlohashechoalgunavez? Sergio bebía y miraba de un lado para el otro, intentando entender qué ocurría. —Sí.ConocíaSashaallí. —Perosinosevenlascarasdelosinvitados…—Levantólascejas—.Telo has… —No,no,no.Fuiinvitadaaunaprefiestayélestabaentrelosasistentes;fue suprimeravezyno ibasólo,aúnestabacasado. —No entiendo nada. Se supone que todo el mundo que va es desconocido paralosdemás. —Bueno,lasreglasestánparasaltárselas. —Pero, bueno, ¿puede saberse de qué habláis? —Nuestro amigo no pudo pasarmástiemposin meterbazadenuevo. —Yonoselovoyacontar,Amparo. —Yosí,queyanovoyaesasfiestas—soltó. —Medaigualquiénmelocuente,¡peroquesueltelalengüitaalguienya! —El resumen es el siguiente: esta señorita conoció hace una semana a un amigomíoenunafiesta yacabóenotrafiestaparalela,privada,conesetipo. —Vamos—meguiñóunojo—,quetelotirasteyahorahaquedadoprendado deti. —Podríadecirsequesí—intentéfinalizarlaconversación. —Bueno,noexactamente,Sergio.Cuandodigofiestaparalela,merefieroa unafiestamuyíntima conmásgente.—Sonriódeorejaaoreja. —¡Unaorgía!—gritóhaciendoquevarioscomensalesgiraranlacabezapara mirarnos. —Algoparecido—concluyóAmparo. —Bueno,puesyaestá…—sentencié,rezandoparaquenosiguieranconel tema. —Pues vaya... Y yo que pensaba que iba a ser algo más prohibido —me golpeóelhombro ligeramenteparaseguir—;enlasfiestasalasqueyovoy,muchasveceshe acabadoenelcuarto oscuro.Menudanovedad… —Esalgomásqueeso,Sergio,esunclubde… —Swingers.Quesí,quelohepilladoalaprimera. —No.¡Joder!Noeseso.—Yameenfadé—.Esunclubprivadodondenadie conoceanadie,no sevenlascarasycadaunodariendasueltaasuimaginación. —¡Hostia!ComoenlapelideTomCruiseyNicoleKidman. —Digamos que se basaron en ese concepto para crear este club tan exclusivo,queva moviéndoseportodoelmundo,celebrandoesasfiestas. —Amparo,sesuponequenopodemoshablardeello—mequejé. —Nena, yo ya no estoy dentro. Y tú, ¿estás? —Negué con la cabeza—. ¿Entonces...? —Loprometí. —Ains,nena;olvidarloprometido,hastalometido… —Sergio,québestiaeres—loregañé. —Serámentira. —Tiene razón, Laura. Pero lo que más me preocupa es saber si estás convencidadeloquehaces. Unacosaesverlodesdelabarrerayentuterreno,cercadetucasa,yotra muydistintaesirteasí,de pronto,deviajealotroladodelcharco. —Amparo —medió Sergio—, creo que se lo merece. Que haga un poco el loco,que,desdeque noestánsussuperamigas,salemuypocoyconmigonoquierevenir. —Aúnnohedichoquevayaair. —Diquesí—meanimóSergio. —Piénsalo—meaconsejóAmparo. —¿Otromargarita?—preguntéyo. —Otraronda—dijo,ysonriódefelicidadmiamigo. Niquedecirtienequeaqueljuevesseconvirtióenunjuernesentodaregla, quehizoque,al llegaracasa,notuvieraganasmásquedeecharmeadormir.Enrealidadlo necesitaba,caer noqueadaparanodarlemásvueltasalacabeza… —Notedeslavuelta—oísuavementeamiespalda. —Quieroverquiéneres—repliquéconvalentía. —Siemprehassabidoquesoyyo—acariciómioídoconsusuavevoz. —Sabesperfectamentequenoquieroqueseastú. —Por eso mismo no quiero que te des la vuelta —volvió a hablar con parsimonia,sujetandomi cuerpoyaplastándolocontraelsuyo. Una de sus manos se había situado en mi estómago; la otra acariciaba mi garganta,mientrassentía cómosulenguarecorríalentamenteelespacioentremihombroyelcuello. —Acostúmbrate a esto; quiero que sea lo único que desees. Quiero ser el únicoalquedesees. —Déjamemirartealosojos—volvíapedir,desesperada. —No.Nohastaqueloaceptes.—Bajólamanoqueteníaenmivientreami sexopara acariciarlo,provocándolo,jugandoconlapocapacienciaquemequedaba. —Aceptar,¿qué?—Losdosestábamosdesnudos. —Esto—sacólamanodemisexoyvolvióadejarlaenmiestómago,ala parquemesoltabadel cuelloparaponeresamanoenmiespalda.Meinclinósuavemente—;sujétate ahí. Fueexactamenteloquehice,acerquémismanosalamesaqueestabadelante ylosentí...sentí cómoentróenmicuerposinmiramientos,sinpermiso,sinnecesidaddemás juegosqueeldeestar ahí. No se movía. Mientras, podía sentir la tensión de su mano en mi estómago,aprisionandosu necesidad,aguardando… —Dímelo—susurró—,pídemeloycontinuaré. —No…—respirabaansiosamente—,nopuedo. —Hazlo. —Sólo sentí cómo sus caderas rotaban y mi labio tembló; mis manosseamarraroncon fuerzaalamesa—.Vamos,hazloyserétuyoparasiempre. —Esimposible.—Meapretócontraél. —¿Esocrees?—Percibíamirespiraciónaceleradayyosentíasuslabiosen miespalda—. Hazlo. —Te…—suspiréangustiada,notándoloporcompleto. —Sigueasí,esfácil.Esparasiempre. —...quiero. —Moiaussi—respondió. —¡Laurent!—gritéalavezqueabrídegolpelosojos. Respiraba acelerada y me desperté. Estaba en el salón, en el sofá, con la televisiónencendidaa unvolumencasiinaudible.Unafinacapadehumedadrecorríalapieldemi cuerpoyloquenoerami piel; el sueño había sido más real de lo que me hubiera gustado. Estaba excitada,tremendamente excitada, y casi podría decir que notaba aún la ausencia de su pene. Mi clítorispalpitabasinexcusay misojossecerraron,enfadados. Hacíamesesquenosoñabaconél,quenofantaseabaconaquellanecesidad imperiosadetener sucuerpoentremisbrazos.Teníaclaroqueelmiedohabíasidoloqueme habíahechoescapar,pero echabademenoscómomehacíasentirenlacama,entresucuerpo,consus manosenmipiel. ¿Porquéhabíatenidoquepedirmequeledijera«tequiero»? ¿Porquéinsistía? Melevantédelsofácondestinoalanevera,necesitabaaguahelada. —Laura, eres una gilipollas —me dije en voz alta—. Él no te ha pedido nada;esunputosueñoy enélhasdicholoquetehadadolagana.¡Imbécil! Miré la hora, era noche cerrada. Hice la cuenta de la vieja para saber qué horaseríaenMéxicoy me pareció perfecta para llamar a Lourdes. Tenía que hablar con ella de inmediato. —¡Perobueno!¿Quéhacesllamándomeaestashoras,pendeja? —Mealegrasaberquetehacetantailusiónquemeacuerdedeti. —Laurita,yasabesquesiempreadorohablarcontigo—hizounalargapausa —,peroelcasoes quesonlasdosdelamañanaenEspaña.¿Tepasaalgo?¿Nopuedesdormir? —Elcasoesquesí;podíadormir,peromehedespertado. —Claro,yhaspensado...voyagastarmeunapastaenteléfonollamandoami amigaaMéxico, ¿noescierto? —Enrealidadmeapetecíahablarcontigo—mentídescaradamente. —¿Me tocan todas las tontas a mí o qué pasa? —Casi podía ver su cara, riéndosedemí. —Vale,tienesrazón—suspiré—.Necesitohablarconalguienylaúnicaque seguramenteestá despiertaaestashoras… —Bien, nos vamos acercando a la verdad. Pero ésta no es. Espera un momento,Laura—oílavoz desumaridoalotrolado—.EsLaurita,amor…Sí,selodirédetuparte… Yotambién. —Dalebesitosdemiparte—meadelanté. —Dicequebesitosparatitambién,amor—oísurisa—;esosíquenoselo voyadecir. ¡Degenerao! —¿Quétehadicho?—preguntécuriosa,asabiendasdequelavidasexualde esosdosera,como poco,peculiar. —Nada,déjalo.Dimeporquémehasllamado,anda. —Vale.LasemanaquevieneesposiblequevayaaMéxico. —¡Nooooo!¿Enserio?Quéalegría,nena.Quéganasteníadequevinieraisa verme. —Aver,noesquevayaaverteati.Lacosaesalgomáscomplicada.—Cogí aire. —Yameparecíademasiadobonito.Quecerdípedaeres.—Cambióeltono, sepusomásseria—. Venga,tepreocupaalgoymelovasasoltar.Sino,paraquécoñomeibasa llamar. —Resulta que me ha regalado el viaje un tipo al que conocí hace unas semanas. —¿Cómo?—seextrañó—.Explícateunpoquitomás,queparecequemevas lanzandoglobos sondas.Hayalgoquenoteatrevesacontarme.Enserio,Laura,daleypunto. —Bien—cogíairedenuevo;alláiba,acontárselotodo—;loconocíenuna fiestaelmismo sábadoqueestuvimosjuntasenMadrid.Allímeinvitóapasaraunasala,por decirlodealguna manera, donde se estaba celebrando una fiesta paralela en la que todos llevabanmáscarasy,bueno, hacíanloquelesdabalagana.—Hiceunaparada—.Cuandodigoloqueles dabalagana,es exactamenteeso. —Ajá—fueloúnicoquemellegódelotrolado. —Lagentejugaba,unasconotras,sinsaberquiéneseran,sinverselascaras. Podríadecirseque era como un club de intercambio de parejas, pero sus normas eran, bueno, son,diferentes.Aloque voy:estuveenellayyotambién…yo… —Nena,suéltalo.Nopasanada,tegustóypunto. —Sí.Yotambiénjuguéconeltipoquemeinvitó...yconotromás. —¡OlemiLaura!Quesenoshadesmelenadoalogrande.¿YlodeMéxico? —Pues resulta que se trata de fiestas privadas que se van celebrando por todoelmundo.La siguienteesenMéxico,yeltipoquemeinvitóquierequeloacompañe. —Bueno,¿yquéproblemahay? —¿Cómo?UnhombrequenoconozcodenadameregalaunviajeaMéxico. Joder,quelosrusos sonmuyraros. —¿Ruso?Nena,lotuyoesserinternacional.—Mellegóunaligerarisa—.El innombrablees francésyéste,ruso. —Losé. —Yonomelopensaría—soltóalasbravas. —Ya,peroesquetú… —Déjate de tonterías, Lau. Es un regalo, acéptalo. Y, si todo sale bien, aprovecha.¿Quiénsabesi éleselhombredetuvida? —¿Conesosgustos?—Lapreguntaeramásparamíqueparaella. —Teaseguroquelavidanostienepreparadassorpresasquenihubiésemos sidocapacesde imaginar.Telodigoporexperienciapropia,cielo. —Está divorciado —otra excusa tonta que me ponía a mí misma—, y ya sabesque… —Nadadenada;yotambién,ymira.Cielo,venaMéxico.Prueba.Además, estaréaquí mismooooo—sonócomoelmismoET—.¡Suéltateelpelooooooo,yluego, siquieres,elsujetador! —Miraqueerespayasa. —Ytú,exmojigata… —Nuncahesido…—Mecortó. —Cállate,loca.SilecontamosestoaLucía,semuere. Meechéareír. —YpensarqueNuriaeralaqueparecíamásdesaborida. —Ya.Túveauncolegiodemonjasypregunta.—Seechóareírcomouna chalada. —Québurraeres—lesolté. —Anda,Lau;tieneselbilletepagado.Vente,aunqueseaparaestarconmigo unosdíassiélnote convence.Esgratis,¿no? —Sí,peronohesabidonadadeéldesdeaqueldíaenquemediolosbilletes ytodala información. —Y, pregunto, ¿no crees que, si no hubiera querido que viajaras, ya te lo habríacomunicado? —Laverdadesqueimaginoquesí. —Puesyaestá,corazón.Líatelamantaalacabeza,daleunbuenmeneoatu cuerpo,Macarena,y disfrutacomosinohubieraunmañana. —¿Porquélovestodotanfácil?—preguntédesopetón,sinpensarlo. —Cielo,durantemuchotiempomividafuemuydifícil.Comocomprenderás, tengounaedaden laquenoquierocomplicaciones,sinodiversiones. —Losé,Lourdes.Losé. —Venga, que es muy tarde en España. Cuelga el teléfono y mándame un wasapconlas indicaciones,porsiquieresquevayaarecogertealaeropuerto. —Nohacefalta,meponeunchófer… —¡La leche! —Rio fuerte—. Éste es un partido de los buenos, no lo dejes escapar.Échaleun polvazo,paquenoteolvide. —Adiós,idiota—medespedí,riendo. —Adiós,reina. Sé que, si hubiera llamado a Nuria o a Lucía, sus palabras hubieran sido muchomásseriasy sensatas;probablementehastahubierandepuestomisganasdeviajar... «Queno,quenoesnecesarioquemehagaunviajedemásdeochohorasen aviónparatirarmea untío,peromepicalacuriosidad.Quieroasistiraunadeesasfiestasdesde elprimermomento, desde que llegas al hotel hasta que regresas a tu casa. Puede que sea la primerayúltimavezquelo haga,peronoquieroquedarmeconelamargorecuerdodenohabermetirado alapiscina.Noquiero levantarmeundíaypensar¿ysilohubierahecho?» Puserumboalacama,rezandoparanovolverapensardenuevoenLaurent. Ahorateníala posibilidaddevivirunanuevaaventuraconotrapersona.Medabaigualque fueralargaocorta,la viviríaatope,sinpensarenmuchomás. «¡Allávoy,México!» 7 EstabasentadaenlasalaVIPdelaeropuerto. Sí, con una copa de vino en una mano y el teléfono móvil en la otra, esperandoaque,talvez, entrase un mensaje en el que me comunicase que todo se había cancelado, quemequedabaentierra. Perono,norecibímensajealguno,nienpositivo,niennegativo.Nohabía nada. Nonews,goodnews o, lo que es lo mismo, si no hay noticias, son buenas noticias.Los anglosajonestienenbuenosdichos,peronomásquenosotros. Divagaba. Estabanerviosa. No había bastado con que me pagase el avión, sino que había hecho mi reservaenBusiness Class.Avecesmeplanteabasimehabíavendido,siquizáestabacorriendo contodosaquellos gastosporqueconsiderabaqueloqueibaadarleacambiovaldríaesoomás. Ylociertoeraqueme hacíapensarsinoestabapagandopormí,pormisservicios. «Laura,para—medijementalmente—.Maduradeunavez.Soisdosadultos libres,unocon muchapasta,quevanadivertirse.Punto…» —PasajeroscondestinoaMéxicoD.F.,embarquenporlapuerta34. —Ya está todo decidido, éste es mi vuelo. —Volví a mirar el móvil—. En cuantoentreenel avión,nohabrámarchaatrás. Respiré un par de veces, bebí el contenido de mi copa y luego me levanté rumboalapuertade embarque. «Comienzalaaventura»,medijemientras,desesperada,buscabaunapastilla parapoderdormir durantetodoeltrayecto;lociertoesquenotengo,ninuncatuve,querecurrir aningunadrogapara dormir.Esinquietud… —BienvenidosaCiudaddeMéxico… Acababa de pisar suelo mexicano y mis nervios estaban a flor de piel. En realidad,habíaestado enconstanteestadodeansiedaddesdequeentréporlapuertadelAeropuerto AdolfoSuárezMadridBarajas.AhorayateníamispiesenelBenitoJuárez.Podríahaberhechouna bromaconlosapellidos desendaspersonalidades,aunsabiendoqueseríamalísima,peronicuerpo teníaparaeso. La cinta transportadora estaba quieta; llevaba diez minutos aguardando mi equipaje,pero, teniendoencuentaquehabíamosbajadodeunvuelointernacional,tardarían mínimoveinteminutos másmientraslasescaneaban.Meestabaponiendoaúnmásnerviosa. «Laura,relájate—meordené—.Respiradosocienvecesypiensaennubes rosasycachorritos.» La payasa que llevo dentro tiene la agudeza de salir en los momentos más inesperados,pero realmente debía relajarme un poco o, después de tanta tontería, perdería la maletasinlugaradudas. No sé cuánto tiempo estuve en modo zen, pero, al volver a mirar hacia la cinta,comprobéque sólo quedaba mi maleta dando vueltas. «Esto sólo me pasa a mí», me dije mentalmente,acercándome pararecogerla. Labajéalsueloparaponerrumboalapuertadesalidayrecordéquetodavía teníaelteléfono móvil apagado. No sabía si, al salir fuera de tu continente, la cobertura tardabamásdelonormal,y penséquetalvezSasha,enesetiempo,mehabíamandadounwasapoloque fuera… Caminaba entre la marabunta de gente que, al igual que yo, quería salir ya haciasudestino, mientras miraba cada dos por tres la pantalla del móvil. No parecía que hubierarecibidoningún mensaje. Levantélacabeza;habíasalidoyadelazonadepasajerosparaencontrarme defrenteconun cartelenelqueaparecíaminombre:«Srta.LauraSil».Giréparadirigirme hacialapersonaquelo sosteníayalguiensemecruzódeimproviso;hizoqueporpocoledieraun golpe. —Losiento,señorita—sedisculpóamablemente—.Esqueacabodeverala personaque buscaba. —No se preocupe, vamos todos a lo mismo. —Miré la dirección que él tomabaymepareció ver…—.Nopuedeser.Losnerviosmeestánjugandounamalapasada. Me dije que no pensaba que estuviera tan cansada como para eso... pues, comosideunasombra setratara,mediolaimpresióndevislumbrarlarubiacabellerayelperfilde Laurent.«Vale,de acuerdo. Soy consciente de que, en estas semanas, mi cabecita loca no ha hechomásquerecordarloy despuésdeaquelsueño…» —¿SeñoritaLauraSil?—Lavozdeunhombremedespertódemiensueño. —Sí,soyyo. —Disculpe, no estaba seguro de que fuera usted. Me dieron una pequeña descripciónsuyay,al verqueparabacercadelcartel,imaginéqueerausted. —¡Ah!Eh,sí.Perdón.Sí.Soyyo—respondíalgoatolondrada. —Sígame,porfavor,ypermítamesumaleta.—Melaarrebatósinesperara queledijeranada—. ElseñorVodianovmehapedidoquelodisculpepornoserélquienvinieraa buscarla,perolohan retenido un par de asuntos. De todas formas, me rogó que le diera la bienvenida. —Gracias —repliqué, y acepté el pequeño sobre que aquel hombre me ofrecía. Lo seguí a duras penas, pues corría como si no hubiera un mañana. Ese aeropuertoeraenorme, perosihastaparasalirtuvequecogeruntrencomoenBarajas… Yaestabaubicadaenelcoche,bueno,porllamarlodealgunamanera,yaque parecíamásun tráiler, de lo grande que era. No sé qué marca sería, pero, si me hubiesen dichoqueeraunRollsRoyce,melohubieracreído;sólolefaltabalacamaenlapartedeatrás. —Señorita —me habló el chófer desde la parte delantera—: si desea tener másintimidad,hayun botón delante de usted que puede hacer que se cierre la cristalera que nos separa. —Gracias.—Esomeparecióelcolmodelpijerío—.Porcierto,¿sunombre es? —Joel,señorita. —¿Tardaremosmuchoenllegaralhotel,Joel? —Sinohaymuchotráfico,sólounosveinticincominutos.Vamosalpaseode laReforma,donde estáelÁngeldelaIndependencia. —Muchas gracias, perfecto —contesté, y rememoré algunas de las fotografíasquemehabía pasadohorasmirandomientrasdecidíasivenirono. SiemprehabíasoñadoconvisitarMéxico,peronolacapital,sinoaquellas playasparadisíacas quesenosvendenenEuropa.«Síquelashay,síquequeríapasarmehoras tumbadaenlaarena,bien decaraalPacíficoofrentealmarCaribe,peroaquíestoyyo,enplenojunio, bajoelsol,enunade lasciudadesmáspobladasdelplaneta.Además,elairehuelediferente;nosé siesporeloctanajede carburante,puesesdistintoaldeEuropa.» Nospusimosenmarchaysonreíaldescubrirquetodavíaquedabaalgúntaxi típicodeCiudadde México.SicuandovasaLondresesperasveresoscochestangrandes,aquí sonríesalreconocer todosesosHerbies(comoeldelapelículadeDisney),escarabajosverdesy blancos. Paseaba mis manos por aquel sobre blanco impoluto; no sabía si quería abrirloentoncesoal llegar a mi habitación. Si lo dejaba cerrado, corría el riesgo de toparme despuésconalguna sorpresa,talycomomeocurrióalnoabrirelquehalléenmicasa,pero...¿y siencontrabaalgoque noquería?Enesepuntodelahistoria,yconeltraqueteodelcoche,laverdad eraqueyanohabía marchaatrás;seríaunatonteríatremendadilatarmásesaestupidez. Rasgéelsobreparaleerlo,sacandodeélunatarjetaelectrónicayunasimple notaenlaque estabaescrito: No es necesario que pases por recepción, está todo preparado en la habitación. Unpocomásabajo,habíaunasletrasenrusoysutraducción,juntoalafirma deAleksandr: «Поцелуй(beso)». El trayecto hasta el hotel se me hizo mucho más largo de lo esperado; siemprehabíapensadoque los atascos de Madrid eran únicos en el mundo, pero estaba claro que me equivocabadetodastodas. Horaymediadeviajehastamidestinomedieronlarazón.Medespedíde Joelconun«adiós»alque él contestó «hasta la noche», aunque no le di más importancia que la de la meraeducación. Miré el reloj mientras me abrían la puerta de entrada al edificio y caminé segurahastala recepción. Sabía que no tenía necesidad de pasar por allí, pero quería ir sobreseguro. —Buenosdías—unchicojovensedirigióamí—.¿Enquépuedoayudarla? —Buenos días; tengo una reserva hecha. No sé si está a mi nombre o éste aparecedealgúnmodo. —Aguarde un momento. —Tecleó algo en el ordenador—. Si me hace el favordefacilitarmesu nombre… —Sí,LauraSil. —Señorita Sil —su semblante cambió de repente—; está acomodada en la suitePenthouse. ¿Tieneyalallaveelectrónica?¿Quierequelehagamosotra?Enunmomento llamoparaquela acompañenalahabitación. —Noesnecesario;simeindicalaplanta,yo… —No, no. Señorita Sil —levantó un brazo e inmediatamente apareció un empleadodelhotelque me quitó la maleta y esperó a que yo comenzara a andar—, la acompañan. Paracualquiercosaque necesite,minombreesAlberto. —Gracias,Alberto—contesté,sobrepasadaportantasatenciones. —Denada,señoritaSil.BienvenidaaMéxicoyfelizestancia—medespidió diciendoestocon esesuaveacento. Elbotonesquellevabamiequipajemesaludóeducadamenteymeindicóel caminohaciael ascensor. Me acompaño hasta la planta donde estaba la suite Penthouse (siempremesonóarevista guarrona)yentróantesqueyo,paradejarluegolamaletaenelsalón. Mediounpequeñopaseoporaquelapartamento,porqueesoeramásgrande quemipropiacasa: nevera, salón, habitación y, lo más impresionante de todo, un ventanal esquinerodeparedapared, cuyasvistasquitabanelaliento. —Esperoqueestétodoasugusto.Sinecesitacualquiercosa,avísenos—se despidióelbotones. —Unsegundo—ledije,haciendoelamagodebuscarunbillete. —No es necesario. Está todo cubierto. —El joven sonrió de oreja a oreja enigmáticamente—. EncimadelamensatieneunmensajedelseñorVodianov. —Graciasportodo—medespedí. Paseé de un lado a otro con los ojos como platos. No podía creerme que estuvieraenunlugarasí, enunpaísextranjeroysinsaberexactamentequéesperardeeseencuentro. Anduvehacialamesadel salón,frentealacristalera,parapoderleerlanotaqueestabasobreella. Pensé que podría estar para recibirte. Me ha surgido un imprevisto, nos vemosestanoche paracenar.Llegaréalasocho.Enlahabitacióntehedejadounregalo. Denuevounapalabraenrusoysufirma. Puserumboaldormitorioy,sobrelacama,viunvestido. —¿En serio? —exclamé en alto, realmente frustrada—. Pero ¿qué coño es esto? Era un Armani. Que sí, que estaba muy bien, pero todo aquello me olía a señoritadecompañíade las caras. Que él fuera rico y estrambótico no significaba que yo debiera convertirmeenlamuñequita defindesemanadealguien.«No,querido,tengomipropiapasta,miamor propio...yeste ciertamente fabuloso vestido se va a quedar colgadito de la percha. Demasiadoslibrosrománticos,al estilo pobre niña, debe de haber leído este tipo. Se cree el protagonista acaudaladoqueconquistaa lachicadebarrio,peroestámuyconfundido,porque,debarrio,soy,pero,de gilipollas,nada.Jueza, señor.Jueza…» Micabreoibaaumentandoporsegundos,asíquesalídeldormitorioparadar denuevounvistazo por la estancia, por llamar de alguna manera a ese palacio. Las vistas, simplementeespectaculares, esperaba poder verlas de noche con el Ángel de la Independencia iluminado…Continuémiperiplo hasta abrir una puerta en la que no había reparado al principio, otra habitación.¡Otrahabitación!Y sí, ésta había sido usada, pues el vestidor estaba lleno: varios trajes colgados,camisas,corbatas, zapatosy,enunlado,ropadedeporte. —¡Será cabrón! —dije girándome de golpe para salir de allí y dirigirme directamenteacogermi teléfonoparallamaraLourdes. —¿Bueno?—respondió. —Nohaynadadebueno—soltésindarmecuentadequeésaeslaformaque tienenlos mexicanosdecontestaralteléfono. —¡Laura!¿Cómoestás?¿Ydónde?Platiquemosunpoco. —Hablas raro, nena. Hazme el favor de transformarte, que estoy muy enfadada. —Perdona,hija,esqueaquítodoelmundohablaasíy,alfinal,vaspillando expresiones.Pero ¿cuéntame? —Nada,notecuentonada.Estetiposecreeeldelassombrasesas… —¿Teharecibidoenunahabitacióndelplacer?—Oísusrisas. —No,simpaticona—soltéentonoburlón—,peroresultaqueestoy,bueno, estamos… —¿Estáis?—cortómiexplicación. —Sí,esperaquetecuento.EstamosalojadosenlasuitePenthousedelhotel, queesmásgrande quemicasa,y,alllegaramidormitorio,meheencontradounvestidoencima delacamaymeha pedidoquemelopongaestanoche. —Oye,noveonadademaloeneso. —¿Cómo que no? Se empieza con eso y se acaba con un par de billetes encimadelacamayun «sitehevisto,nomeacuerdo». —¿De qué te quejas? ¿No es exactamente lo que tú quieres? Llegar, ver, follarylargarse. —Esquenoacabaaquí:resultaquehaydosdormitoriosyélestáenelotro. Memintió,medijo queestaríaenotrahabitación. —No,notemintió.—Casipercibísusonrisacondescendiente—.Bueno,no exactamente.Élestá en otro dormitorio. Pero ¿qué tiene eso de malo? Si no quieres que pase nada,echaselcerrojoy punto. —Siestuvieraenotrahabitación,nopodríaentrar… —Y,repito,siechaselcerrojo,tampoco. —...puestendríaqueirdeunapuertaaotraporelpasillo. —Ahora tiene que cruzar el salón para llamar a tu puerta. —Lourdes tenía respuestaparatodo—. Venga,nena.Yaestásaquí,vasadisfrutarcomounapuñeteralocadeloque vasahacerylosé,así que,antesdequeesoocurra,dametudirección,quemeescapodeltrabajoy voyabuscartealhotel. SialgotieneLourdesessucapacidadparahacermeolvidarlosnervios,los malosmomentoso laspreocupaciones.Escomosisupieraexactamentequéesloquetieneque decirydequémanera, untorbellinodeenergíaquerecorrecadaunodemisporosylesdalavuelta. Asíescómomehizo sentirduranteelratoqueestuveconellayconFher,quecadavezqueloveo megustamás.Tieneuna mirada intensa, casi ruda; su cabello es entrecano y posee una fuerte mandíbula,perfectaparael delicado rostro de Lourdes, y es un tipo rendido a sus pies… Si yo sólo pudieravolverapensaren… —¡Despierta!—Casimellevounmanotazoenlacara. —Sí,¡espabílate!—oídeciralmaridodemiamiga. —Perdón,esquemehequedadopensandoenlasmusarañas. —Yaseteve.—Lourdespusolosojosenblanco. —Gracias,lohepasadomuybienconvosotros.—Medespedídeelloscon unabrazo. —Fue muy chido volver a verte, linda. —Fher me dio dos besos a la españolayunabrazo—.Y simañanatienestiempo,puesnomásllamasaLou. —Loprometo.—Miréamiamiga,quesonreíaconmalicia. —Mira,bombón,aúntequedaunahoraparatucita.Dateunbaño,relájate conunacopadevino ydisfrutadeloquelanochepuedaofrecerte.—Seabalanzósobremípara abrazarmeconmucha fuerza—. Cariño, estoy segura de que no pasará nada que tú no quieras. Nadiesetomalasmolestias quesehantomadocontigoparahacerunaidiotez. —Esoespero,cielo.—Laapretéconmásfuerza. —Esperounwasabienmimóvilparaquedarmemástranquila.Ymañanate llamo.—Se despidió con la mano mientras desaparecían por la puerta de entrada del hotel. Unahora. Teníaunahora,consussesentaminutos,paraintentarnopensartantoenla locuraquehabía cometido al aceptar. Ya estaba todo hecho y... a lo hecho, pecho. Eso era comounrealityyyohabía venidoa«jugar»;elresultadoyaerapositivo,habíapasadounashorascon Lourdesensucasa. Al entrar en la habitación fui directa a mi dormitorio y, aunque el vestido seguíaensusitio,la cama,ahorahabíaunparderosasencimadeélyotranota: Alverloenelescaparatesólopudepensarentiyencómoestaríasconél puesto. ¿Estetipoleíamentes?«Estáclaro,esruso;másqueleermentes,loquehace esponercámarasy micrófonosportodaspartes.Aleksandrdebedeserunaespeciedeexagente delaKGBoalgoasí. Notienesentidoquemeenvíeestemensajey—meacerquéaverlaetiqueta delvestido—mucho menosquesepalatalladeropaqueuso.¡Estoesalucinante!»Yoyanosabía simeestabaespiandoo teníaojoclínicoparaesascosas,pueshaytíosquesellevanmuybienconel armariodelasmujeres. Yno,nomerefieroaesetipoderelación… Estaba en el dormitorio mirándome al espejo. Sí, finalmente caí en la tentaciónyacabé poniéndomelo. Me dije a mí misma que sólo sería un momento, que necesitabasabercómome sentiríaaltenerpuestounvestidodealtacostura. Dicen que, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Creo que no tienenadaderealese refrán.Mesentíacomounaprincesa,embutidaenesaprendadecolornudey faldalarga;brillaba como una estrella de Hollywood gracias a las lentejuelas que estaban bordadasenella.Eracomoesa niñaquesueñaconponersesuvestidodeboday,porprimeravez,lohace. Me vi sonriendo frente a mi imagen mientras me calzaba unos zapatos de tacón. —Sólocincominutosmásymeloquito—medijeenvozalta,pensandoen queyaseacercabala horaenlaqueSashavendríaabuscarme. —No te lo quites —oí decir desde el quicio de la puerta, haciendo que saltaradelsusto;era Sasha. —Mehasasustado—respondíconlasmanosaúnsobreelpecho;intentaba tranquilizarme. —Nolopretendía.—Seacercabadespacio,comounfelinoasupresa. —Pueslohashecho—repetímirándolo.Estabaguapo.Porsurostroseveía queestabacansado; llevabatrajechaqueta,perosehabíadeshechodelacorbataydesabrochado unpardebotonesdela camisa. Su dedo pulgar acarició mi pómulo, llegando hasta los labios; los acaricióydespuésacercó sucaraparadarmeunlivianobeso. —Graciasporvenir—susurróantesdeacercarsumanolibreamicinturay amarrarmecontraél paraintensificarmáslaposesióndemibocaentresuslabios.Medejéllevar porlasuavidaddesu lengua; subí los brazos hasta casi colgarme de su cuello. Me daba todo vueltasyesprobablequelas culpablesfueranlascosquillasquesentíaenelpaladar. —Estuve a punto de no hacerlo —me separé para mirarlo a los ojos—; no tuvenoticiasdeti desdequetemarchaste. —Nosentíquetuvieraquedecirtenadamás.Teinvité,teníaselbillete.— Volvióabesarme. —Déjameonopodrécambiarmederopa. —Noloharás.Vamosairacenarytúllevarásestevestido.—Suvozsonaba exigente. —Novoyaaceptarestevestido,Sasha,seríacomosimecompraras. —Poresaregla,¿notehecompradoyaconesteviaje?—Sonriódemedio lado. —Creoquenoesexactamentelomismo—contesté,separándome. —Explícamelo—Volvióaacercarmeasucuerpomientrasmemirabaalos ojos. —Aceptéesteviajeporquequeríaconocertealgomás,pasarunbuenratoy divertirmeenesa fiesta. —¿Y en qué cambia eso y el vestido? Las dos cosas te las he dado yo. — Acariciómirostrocon sumano—.Aúnnohabíavistotusojostandecerca;sontanazulescomoel hielo.Fríos.Megusta… —Nosoyunamujerfría…—intentédefenderme. —Elhieloquema.—Lamiómigargantahastalabarbillaconlapuntadela lengua. —Sasha—susurré—,¿noqueríassaliracenar? —Podemoshacerloaquí. —Salgamos,porfavor—casisupliqué;necesitabatomaraire. —Dameunosminutosynotequiteselvestido.—Memiróconesaexpresión indescifrableque mehacíaarderpordentro—.Porfavor. Acto seguido, se giró para dejarme de nuevo sola en la habitación, con la respiraciónaceleraday elmaquillajedemislabioscorrido…Mellevélamanoaellosmientrasmi mentedabavueltasal extraño influjo que ese hombre ejercía sobre mí. Algo debía de tener para que,entresusbrazos,no pensaramásqueensexo. —¿Lista?—Oísuvoz;nosabíacuántotiempohabíaestadodivagando,pero algirarmeme parecióelhombremásatractivodeluniverso.Llevabaelpeloaúnmojado, acentuandoalgunas canas, un traje de color gris con chaleco, camisa blanca y una preciosa corbata.Creoqueabrí demasiadolaboca,puespudeversumiradacomplacida. —Dame un segundo —me apresuré a decirle—, me arreglo el color de los labios. —Perfecto;Joelnosesperaabajo. Notardémásdemediominutoenvolvermeaverenelespejo.Pelosueltoy maquillajeacorde conelvestidotanespectacularquellevabapuesto. Sashameesperabasemisentadoenlamesadelsalón,conlasmanosmetidas enlosbolsillosdel pantalón; llevaba la chaqueta desabrochada. Nada más verme, se irguió y, conpasofirme,seme acercómientrasseabrochabaelprimerbotóndelachaqueta.Bajóloslabios hastalaalturademi cuelloparabesármelo. —Hueles deliciosa, ¿sabrás igual? —Me cogió de la mano para que lo acompañarafuera.De nuevosuspalabrasyelacentomedejaronsinpalabras,amí. Notardamosmuchoenllegaryagradecíelsilencioquemantuvimosdentro delvehículo.Sasha parecía cansado y quizá necesitaba un poco de relax. Yo no hacía más que darlevueltasalopoco quesabíadeél;nisiquieraconocíaaquésededicaba,quéhacíaenMéxicoy cuántotiempo pretendíaquedarse… Elrestauranteeraacogedor,deaquellosqueestánrevestidosdeesetipode clasequenoseve, pero se siente. Y, aunque todo era deliciosamente perfecto, me sentía demasiadobienvestidaparael lugar. —Creoquemehepasadoponiéndomeestevestido—ledijeporlobajo.Vi quemeibaa contestarcuandoelmaîtresalióarecibirnos. —Señor Vodianov —sonrió al vernos—, es un placer volver a verlo. Tenemosyasureservado preparado.Favor,síganme. —Gracias,Marcos. Decididamentellevabaunvestidoquenopegabademasiadoconellocal.No porelestilodel restaurante,niporlagentequeestabaporallí,sinoporqueunvestidodealta costuranoesparaira cenarporquesí.Esoesasí… Entramosenunreservadoenelqueunamesayalistanosesperaba. Marcos me apartó la silla para que pudiera sentarme e inmediatamente despuéssirviódoscopas de champán. ¡Cristal! «Esta marca es prohibitiva», me dije. Pero también recordénoticiastipo «Empresariosrusossegastanquinientoseurosporbotelladechampánpara echarseelvalioso líquidoporencima». —Leshedejadoenlamesaunaseleccióndebotanasparairabriendoboca. Cuandodeseenque les sirvamos los platos, sólo han de pulsar este botón. —Dicho esto, se marchócerrandolapuerta, dejándonossolos. —Nocreoquevayasexcesivamentearreglada—soltóSashadandounsorbo asucopa—.Tehas vestidoparamí;porlotanto,lodemásmedaigual. —Peroestevestidoesexcesivo. —Yosoyexcesivo. —Mehedadocuentadeesoydeotrascosasquemehacenpensarenti. —Esoesbueno,¿no?—Sonriólascivamente. —No,enestecasonoesbueno.Nosénadadetiytúpareceserquesabes todoloreferenteamí. Estasituaciónmeapabulla,seescapademicontrol,ynomegustanada. —¿Quénecesitassabersobremí?—Dejólacopaencimadelamesaypuso loscodossobreella paraapoyarse. —Enrealidad,primeronecesitosaberporquésabestantodemí.—Lomiré directamentealos ojos. —Es fácil, no te olvides de que soy amigo de Amparo... y le he estado pidiendoalgúnqueotro favor.Tambiénmedijoquenoaceptaríaselvestidoalaprimeradecambio. Séqueeresunamujer independienteyquesólopasasunanocheconunhombre.Nohaysegundas veces. —Amparoesunabocazas.—Meechéparaatrásenlasilla. —Sí,unabocazasquemecontólonecesarioparaquedecidierainvitartea esteviaje.Asíno podráspasarsólounanocheconmigo. —Esunaencerrona,pues,además,tepedíhabitacionesseparadasyestamos enlamisma. —Noexactamente.Síesunahabitación,perotienedosdormitorios,asíque tienestupropio espacio,túpodrásdecidir. —Pensé que sólo me invitabas a la fiesta para tener sexo —lo provoqué directamente. —Paratenersexocontigohubieraidoatucasaotehubieravueltoainvitara lamía.No—se echó un poco hacia delante—, no necesito montar todo esto para tener una nochedesexo. —¿Yporquélohashecho?—Bebídemicopa. —Porquequieroconocerteyquenoescapes.—Selevantórodeandolamesa parasujetarmi cabezayecharlahaciaatrás.Nosmiramosalosojos. —¿Quiéneres?—Pasabamimiradadesusojosasuslabios,deseandoque mebesara. —Soy Aleksandr Vodianov —bajó la cabeza para que nuestros labios se unieranenunpasional beso—.Soyelhombrequevaaconseguirquepasesmásdeunanochecon él. —Quierohacerelamorcontigo—soltéatropelladamente. —Primero cenaremos con tranquilidad, hoy no he comido, y, cuando lleguemosalhotel,tefollaré hastaquenopodamosmovernos.—Lamiómislabiosyseretiróparavolver asentarseensusilla. Memirósonriendodeladoypulsóelbotónparaquevinieraelcamareroa servirlacena. 8 La cena, después de ese comienzo tan necesitado, transcurrió de lo más amena.Sashamecontócosas sobre su familia, su infancia en San Petersburgo, lo mal que lo pasaron cuandofalleciósupadreyla suertequetuvoalconoceraunviejoempresarioquelotratócasicomoasu propiohijo.Aquélle enseñótodoloqueélsabíay,cuandoSashafuelosuficientementemayor,le prestódineroparaque montara su primer negocio con la condición de que se lo devolviera en cuantosuempresadiera beneficios.Cuandoconsiguióreunireldineroqueeseviejoamigoleprestó, noaceptólacantidad, alegando que él lo iba a necesitar más para invertir en sus siguientes negocios.Yasílohizo;pocoa poco y con la ayuda de aquel hombre, se había convertido en uno de los empresariosdegasy petróleomásimportantesdeRusia. —Vámonos,Ninotchka.—Separómisilladelamesayahabiendoacabado nuestracena. —Ha sido fantástico, nunca había probado alta cocina mexicana y me voy encantada. —Sabía que te gustaría. —Me cogió de la mano para que me levantara; al acercarmeaél,pasó subrazopormicintura,animándomeacaminar. —¿TambiénAmparo?—Asintió,estávezmuyserio—.¿Pasaalgo? —No.Bueno,sí.Medebatoentrehacérteloenelcocheoaguantarmehasta llegaralaPenthouse. —Me paré justo en frente de la puerta abierta del vehículo. Lo miré poniéndomeasualtura.Talvez fueraelalcoholingeridodurantelacena,peroelcasoesquemesentíamuy atrevida. —Nosésiseréyolaquepuedaaguantar…—Paséporsuladoparaentraren elcoche,dejando caerdescuidadamentemimanoensuentrepierna. Intentémantenerlacompostura,perodarmecuentadequeestabapreparado desdeantesdeque yo pudiera provocarlo me hizo sentir un calor que nació en mi sexo y se apostóenmiestómago. Meibaacostarmantenerlasmanosquietas. SashaentróporlaotrapuertayavisóaJoelparaquenosllevaraalhotel. Mequedémirándolomientrassujetabaelbolsodemanosobremisrodillas. Estabanerviosa; todo eso era tan normal que casi me asustaba. Parecíamos una pareja que salíaacenarcomo cualquierotrayregresabaasucasaalaesperadeunanochedepasión.Pero lonuestroeradetodo menos eso. No conocía a Sasha lo suficiente como para catalogarlo de normal,ylopocoquesabía de él me inducía a tacharlo de excesivo. Él mismo se definió como tal. Un tipoquetienemucho dineroyaquiennoleimportagastarloenloquelegusta. Eso me hacía valorar si no era un poco precipitado «dejarme hacer». ¿No seríaotropremiopara él? —¿En qué piensas, Ninotchka? —preguntó sin apartar su rostro de la ventana. —¿QuéhacesenMéxico? —Veniraunafiestasexualcontigo. —Sabesquenomerefieroaeso.—Segiróparamirarmefijamente. —He estado en Miami, Texas y México, abriendo unas nuevas líneas de negocio.Hacesólotres díasquehellegadoaquíylohehechoapropósito,puesnoteníanecesidad devenir,mismejores sociosseencuentranenestepaís.Vineporti,paraestarjuntos. —Noeranecesario—fueloúnicoqueconseguídecir. —Sí.Esnecesariosiquieropasarmásdeunanochecontigo. —Notehedichoquevayamosadormirjuntos. —Notevaaquedarmásremedio;estarástanagotadaquenopodrásecharme detucama. —¿Yporquéseráenmicama? —Porqueseráallídondelohagamosporúltimavezestanoche… Percibícómoelcochesedetenía. Nos despedimos de Joel y me dio la sensación de que Sasha estaba intentandomantenerla compostura. Lo noté por el rictus serio que hacía que su mandíbula se contrajera. Yorespirabademasiadorápido.Siseguíaasí,caeríaporfaltadeoxígeno...y noeraelmomento, laverdad. Posó su mano en el hueco entre la espalda y el comienzo del glúteo para indicarmequepasara delantedeélenelascensor.Mirósullaveylainsertó;sólosepodíaacceder aesaplantaconla llave de la suite. Me dolía la tripa, no me miraba. Sus manos habían retomadootrocaminoylastenía dentro de los pantalones; esperaba que llegáramos a nuestra planta. Ahora parecíarelajado,hasta podríajurarqueteníaunasonrisaladeada. Cuando el ascensor se detuvo en nuestra planta, de nuevo, me indicó que pasaradelante,perosin tocarme. Acabé por darme la vuelta y mirarlo a los ojos, lo enfrenté. Sí, queríaestarconélloantes posible,necesitabasabercómoeraenlacama.Talvezfueraegoístapormi parte,peroqueríasexo. El muy… sonrió y cogió de nuevo la tarjeta para entrar en la suite, adelantándoseparaentraren elsalóndelamisma.Juroqueestabamuriéndomedelosnervios. —¿Novasapasar?—preguntódesdedentrosindarselavueltasiquiera. Nocontesté. Anduve lentamente, cerrando la puerta a mi paso, pero no me moví mucho más.Loseguíaconla mirada. Se desató la corbata, dejándola apoyada en una de las sillas, y se acercóalaneverapara sacarunpardehielos;lospusoenunvasoy,acontinuación,echóunpocode vodkaenél. —Avecesmegustaconunpocodehielo. —Esonoesmuyruso,¿verdad?—saliódemibocatremendagilipollez. —No,peropuedeservirmeparaloqueestoypensando.—Sellevólabebida alabocaydioun pequeño sorbo. Volvió a dejar el vaso en la mesa del salón y se quitó la chaqueta.Yoaúnseguíaen laentrada—.¿Porquénopasas? —¿Debería? —¿Unpocodeagüita? —¿Qué?—preguntésinentendernada. —Agüitasignificavodka.—Sonrióacercándoseytendiendounamanopara quelacogiera. —Creoquepodíahabervividosinsaberlo. Agarrésumanoycaminamosjuntoshastaelcentrodelsalón. Oíunsonidoeléctrico,ylascortinasquetapabanlascristalerascomenzaron adescorrerse, dejandoalavistalanochedeMéxico. Podía ver el Ángel de la Independencia frente a nosotros totalmente iluminado;era hipnóticamentehermoso. —Quierofollartecontraelcristal—mesusurróaloído—.Quitartetodala ropayquetustetasse aprietencontraelfríoventanalmientrastepenetropordetrás. Me recorrió tal escalofrío por el cuerpo que sólo pude cerrar los ojos e inhalarsuperfume. Cuando volví a abrirlos, estaba delante de mí, sonriendo y dándole otro sorboalabebida. Aldejarelvasodenuevo,acercósubocaalamíaymebesó.Teníasabora licor,eraelvodkalo quepasabadeélamí.Lotragué.Losaboreé.Relamísulenguaconlamía. Susmanosrecorrieronmiespaldadiestramente,encontrandoalaprimerala cremalleradel vestido.Labajóporcompletoy,conambasmanos,deslizólaprendaporlos hombroshastadejarla caeralsuelo. Y allí estaba yo, casi desnuda con mi conjunto de ropa interior color rojo frenteaél.Sí,rojo.Soy unamujeralaquelegustavestirbienporfueraysobretodopordentro;me sientomuchomássegura. Cosas mías, aunque en ese momento lo cierto era que me sentía desnuda delantedeaquelhombreque llenabaconsupresenciatodalaestancia. —Mmm...—Seseparóparavolverarodearme.Sinofueraporelcalentón quellevaba,me hubiesesentidocomocarneenelmercado—,rojo. —Sí,rojo.—Giréelrostroparaseguirsuspasos. —Elrojomevuelvesalvaje.—Undedoseposóenmicinturaparaacariciar todosudiámetroy acabarenelombligo—.¿Quieresquesiga? —Sí.—Eneseinstantenoteníamuyclaroquémáspodíadecirle. —Haré lo que me has pedido. —Dicho esto, su dedo se perdió dentro del tanga,sinprisa—.La últimavezquetelotoquénoestabatansuave. —Me lo he depilado completo para ti. —Al finalizar la frase, su dedo corazónacariciómi clítoris,abriéndosepasohastalavagina,dondedegolpemelometióhastael fondo. —Shhhhh...—Logréahogarelgritodeimpresiónqueapuntoestuvodesalir demiboca;sentí cómoestavezsumanolibremesujetóporlacintura,acercándomeaél—... sóloqueríasabersi estabastanansiosaporestarconmigocomoparecías. —Eresuncerdo—loprovoqué. —Y te encanta —me tentó, volviendo a soltarme, esta vez para desabrocharselacamisa. Y allí estaba yo, en ropa interior con los zapatos puestos mirando a un hombrequesequitabala camisa como si fuera a irse a dormir, con una lentitud parsimoniosa. Pero cuánequivocadaestaba. Fuedejarlacamisaenlasillayacercarsedenuevo. Sin darme ninguna explicación, me cogió en volandas y me llevó hasta la mesa,dejándomesobre ella. —Abrelaspiernas—lodijoalaparquesequitabaelcinturón—,peronise teocurraquitarte loszapatos—meadvirtióalverqueeraloquepensabahacer. —¿Quieresjugarconmigo?—Continuabaprovocandoquefueraunsalvaje. —Quieroquetecallesymeescuches.Ahorasoyquienmanda,soyelquete vaapedirodarlo quenecesites.—Susojosmeindicabanquetodoeraunjuegopasionalalque sóloyodebíadecirque sí. —Dimequéquieresdemí.—Asíentréenél. —Abrelaspiernas,noquierovolverarepetírtelo. Y eso fue lo que hice: levanté las piernas y las apoyé sobre la mesa. Mi espaldaseposósobrela fría madera; mis pies, con los tacones, descansaron sobre la superficie, dejándomeexpuesta. Sashamemirabaycontinuabasonriendo… —No sabía que podías ser tan obediente. Me encantas —sentenció acercándose,alaparque cogíamispiernasy,deuntirón,colocabamiculoenelbordedelamesa—. Asíestámuchomejor… Susmanossepasearondesdemismusloshastalascaderasydesdeallípude sentirsurespiración a través de mi tanga. Sus labios estaban junto a mi sexo, su aliento lo atravesaba…Cerrélosojos cuandonotéqueloapartó;micuerposepusoalerta.Necesitabasentirdentro demíaaquelhombre, mipulsiónsexualseelevóhastacotasinexploradas. Queríasexo. Nodejóquemimentevolarámásdelonecesario;soplóencimademivagina y,alverqueestaba muyexcitada,sulenguacontinuóelcaminoquelapasiónnosobligaba.Demi bocasólosalióun gemidodespuésdesentircómounhielosepaseabapormisexo. —Eres deliciosa —me regaló, pero en realidad me daba igual, como si hubieradichocualquier cosaenruso;sóloqueríaquesiguiera,quesulenguanopararaymellevara alorgasmo.Enese instanteentendíporquéqueríaelhielo… Pero era un verdadero sátiro; jugó conmigo hasta llevarme al límite y me abandonóparasubirpor miombligoybesarme. —Meencantatusabor,Ninotchka.¿Aquésabes?—mepreguntómetiendosu lenguahastalomás profundodemiboca...yesomeexcitó. —Aloquetúquieras. —Enestemomentoquieroqueseasmiputa.Quieropedirtecualquiercosay quenomedesunno porrespuesta.Porfavor. —Ahora soy lo que quieras que sea —respondí, llevada por la pasión del momento. —Déjamesertudueño. —Te dejo que me hagas la mujer más deseada del planeta. —Me sentía poderosa. Eso le gustó, pues se abalanzó sobre mi cuerpo en la mesa y me besó desesperado;susmanos jugaronconmispechos,trasdesabrocharmeelsujetadorytirarloaunlado. Ahorasólonos separabansuspantalonesymitanga. Susdientesmemordíanligeramentelospezonesyundedojugueteabaconmi clítoris,mientras mis manos se agarraban a la mesa. Ese hombre me iba a hacer llegar al orgasmo… —Sasha,mevoyacorrersinoparas,yaúnnoquiero… —Hazlo,mevuelvesloco. —Aúnno,notodavía.—Aldecirleeso,mecogiódelacinturaymebajóde lamesa. —Tedijequetefollaríacontraelventanal. Me hizo poner las piernas alrededor de su cintura y me llevó en volantas hastaallí;miespaldase recostó contra el cristal e hice un arco inesperado a causa del frío. Al hacerlo,sentítodosusexo contramítraslospantalones.Noibaaaguantarmuchomás. Hizoquemebajaradesucintura,perocortésusintenciones.Loparéyme arrodilléfrenteaél. Bajé la cremallera de sus pantalones y aparté su ropa interior; quería lamerlo,probarlo,disfrutarlo. Así lo hice; agarré su sexo y me lo metí en la boca, pero poco me dejó saborearlo,puesalmomento melevantó,sequitólapocaropaqueteníapuesta,apoyómicuerpocontrael ventanal,meabrióde piernasysequedódesnudofrenteamí. —Ninotchka,ahoratúestásensuperioridaddecondiciones. —¿Poruntanga? —Sí,poruntanga. —Eso tiene remedio... —Finalicé, deslizándolo provocativamente por mi cuerpoydejándoloen unodemistobillos,sinnisiquieraquitármelo. —Eresunaprovocadora. —Túmehacesprovocarte. Se abalanzó sobre mí, devorándome. Me lamió de arriba abajo, poseyéndomedelasmanerasmás sutilessinalzarlavoz,hastaquemeordenó—:Gírate. —¿Por? —Tedijequetepenetraríaconlastetasaplastadascontraelcristal. —Dejadehablaryfóllameya… No tuve que añadir mucho más. Su cuerpo me aplastó contra el ventanal al darmelavuelta.Mis pechossecomprimíancontralatransparentesuperficie;meabriólaspiernas comosifueraunpolicía ynotécómo,sinningúnmiramiento,susmanosbuscabanmisexo. —Querida,estovaasercomoamímegusta. —Estoserácomonosgustaalosdos… Ysentícómoentróenmíconfuerza,sinpedirpermisoysujetandomicuerpo. Mispiernas estabantotalmenteabiertas;susmanos,unaapoyadaenelcristalylaotraen micintura.Erasalvajey micuerpolonecesitaba. —Nopares,Sasha.¡Dios!Nolohagas—lesupliquécomounmendigo. —Noloharé,no… Sus embestidas me llevaron al orgasmo. Su cuerpo me hizo finalmente desistirdebuscarrazones que no encontraría y, cuando estaba a punto de desfallecer, mi mirada se perdióenlanoche iluminadadeMéxicoylasalasabiertasdelÁngeldelaIndependencia… Me desperté sobresaltada al sentir una mano apretando mi cintura y atrayéndomeauncuerpo. «¿Cucharita?—pensédeinmediato—.¿Dónde?» Giré la cara asustada, pero me sentí relajada al instante. Era Sasha. «Vaya mierdadedespertares quetengo;estonoesnimedionormal.Encuantollegueacasa,mevoyair inmediatamenteaun médico.Seguroqueestolotengoporalgúnextrañotraumainfantil,algoque mispadreshicierona modo de experimentación conmigo. Ains, cielos, que me los imagino cual Mengelesdepalo.Pobres, sifueronunosbenditosaguantándomeamíyamishermanas…» —¿Qué? —pregunté susurrando, con miedo a que Sasha pudiera estar despierto,perono.Seguía completamentedormidoyhablando…¡enruso! «No me entero de nada, pero es muy extraño. Es el primer tío con el que estoyquehabla dormido.Sí,meparecelamarderaro.Aunque,pensándolobien,sisupiera ruso,ahoramismo estaríainterrogándoloparasacarleinformación.» Sonreíconmaliciamientrascogísumanoylaapartédemicintura.Teníaque levantarmeeiral baño, necesitaba hacerme cargo de mis necesidades matutinas. Vamos, que mehacíapis. Al levantarme de la cama recordé que finalmente habíamos acabado en su cama,noenlamía,así queaprovechépararecogermiscosas;enrealidad,sóloloszapatos,porque lodemásestaba desperdigadoportodalasuitePenthouse.Aprovechéparamarcharmeami dormitorio. Nisiquierasabíalahoraqueera,peromeimportabamásbienpoco.Alsalir delcuartodebaño, me metí en mi cama, sola esta vez, y, de esta manera, tapada sólo con una ligerasábana,mequedé mirandoeltechocomosifueraunaidiota,recordandolosacontecimientosde lanocheanterior. Podríaacabarenamoradadeél. 9 Nosécuandovolvíaperderelconocimiento;estabaagotada,peroalabrir losojossentíquemi cuerpo había descansado en la soledad de aquella cama tamaño plaza de toros. Meduchécontranquilidad.Losproductosdeesoshotelessontremendamente caros,asíquemiré unoporunolosbotesparaverexactamentequéeracadaunodeellos,para noecharmeelsuavizante comocremacorporaloalrevés.Noseríalaprimeravezquemeocurría. No me apetecía vestirme todavía, así que agarré uno de los mullidos albornocesysalídemi cuarto con dirección a lo desconocido. Y lo digo así porque mi cabeza esquivabapensarenSasha másdelonecesario. «¿Voyasuhabitación?¿Mequedoenelsalón?¿Vuelvoalamíayquevenga él?»,meplanteaba mirándomealespejodecuerpoentero. —Mejor desayunamos en el salón, ¿no? —Oí su voz desde la puerta de entrada. —¿Cómo?—Girélacabezahaciaél,asustada—.Enserio,¿cómo? —¿Noteentiendo?—Sonrióacercándoseamí. —¿Que cómo lo haces para que no te oiga nunca entrar? —Sentí cómo sus manosdesabrochaban lalazadaquelehabíahechoalalbornoz. —Elsigiloesfundamentalenlosnegocios,enlavida—yaconelcinturón desabrochado,metió ambasmanosdentroparaquitármelo—,enelsexo… —Ayernofuistemuysigiloso.—Estabadesnudafrenteaél. —Esquetúmevuelvesunlobo.—Metióunadelasmanosentremispiernas, parapenetrarme conundedo;yoyaestabalistaparaél. —Sasha—soltécasicomounsuspiro. —Shhhhh...—Tapóconsuslabioscualquieratisbodepalabraquequisiera salirdemiboca. —Y este tipo de fiestas, ¿son siempre iguales? —le pregunté, para luego darleunmordiscoal cruasánquemeofrecía. —¿Iguales?—Sellevóloquequedabadelbolloalaboca. —Claro; tú eres el experto en estas cosas, ¿no? —Me estiré en la cama. Habíamosllamadoal servicio de habitaciones para que nos subiera el desayuno y teníamos las bandejasencimadellecho, dondemediahoraantesacabábamosdevolveratenersexo. —¿Cuántas veces crees que he estado en este tipo de fiestas? —preguntó Sasha,sentándosecomo losindiosamericanos. —Pues,portuscomentariosyporlafiestaquemontasteentucasa,imagino quemásdedoso tres… Sonrióalllevarselatazadecaféaloslabios. —¿Tesorprenderíasitedigoquesóloheestadoendos? —No me lo creo —me incorporé en la cama—; se te veía muy cómodo en eseambiente. —Créelo,mipequeñaNinotchka,sólodos.Unadeellasconmiex,otrafue laquecelebréenmi casaporpuromorbo,yestabasconmigo...yquedaésta,alaqueiremoscomo pareja. —¿Ycómoesquetienesesosgustosporelsexolibre?—preguntécogiendo delabandejaun pocodezumodenaranjaparaluegovolveraacercarmeaél. —Siempre he sido un hombre al que le ha gustado arriesgar, y en el sexo, más.—Meguiñóun ojoseductoramente—.Aunque,denoserporunamujer,quemeinicióenlas relacionesconmásde unapersona,esprobablequetúyyoahoramismoestuviéramosenmicasa.O talvezsólo hubiéramoscoincididoenlafiestaynuncamásnoshubiéramosvueltoaver. —Yo nunca, antes de conocerte, pensé en tener sexo con alguien sin conocerlodenada.Siempre había sido de las que necesitaba sentir más que una atracción física para acostarmeconunhombre. —Has dicho «había sido». —Sasha apartó la bandeja del desayuno para acomodarseenla cabeceradelacama—.Ahorahascambiadoeso,¿no? —Digamosquelascircunstanciasdelavidahanhechoquepienseque,siun tíomegusta,melo tiro. —¿Aunquenisiquieraleveaslacara?—Rioconganas. —Nuncaanteshabíahechoaquello,ynosésivolveréahacerlo.—Mesenté encimadeél. —Yatedigoyoqueestanochenosésivolverásahacerlo,pero,quetendrás ganas,seguro. —Tengounapregunta—leacariciabaelpechomientrasveíacómosuscejas sealzaban, dándomepermisoparahacerla—.¿Cuáleselmotivoporelcualtegustaver atuparejaconotro hombre? —Enrealidadnoeselhechodequeesté,oestés,conotrohombre.Loque megustaesvercómo disfruta mi pareja. En la fiesta me encantó poder ver tu cara al estar con aqueltipo.Podíasentirtu rubor,cómotucuerposecontoneabaintentandolucharcontraesasensación queterecorríadearriba abajo.Sabíaqueteníasganasdeexperimentar,perotambiénqueencualquier momentopodríassalir corriendo. Me excitaba —levantó una mano para acariciar mi pelo—, me excitas. —Nisiquieraséporquéaceptéquemetocara. Mesujetódelcuello. —Porqueeresunamujeratrevida. Meacerquéabesarlo. —Porqueestoycompletamentechiflada. Nosfundimosenunprofundobeso. Aleksandrtuvoquesalir;inesperadamente,unallamadacortónuestraextraña peroapacible mañana. Ni siquiera yo podía entender la rara familiaridad que los dos estábamostejiendo. Silomeditabaconmásdetenimiento,eraposibleque,poresarazón,nome gustarapasarmásde unanocheconunhombre,peroconélnomehabíaquedadomásremedio,por claraylocadecisión propiadeestarconélunosdías.Esohabíasupuesto,yeraconscientedeello, unretoparamí,pero debía dejar de hacer el idiota de una vez por todas, o eso era lo que me decían,ydarleuna oportunidadalavida. Nohabíasalidodelasuiteentodalamañana,nisiquieraparapicaralgoal mediodía...cuando llamaron a la puerta. Sasha me enviaba a un empleado del hotel con una bandejadesushiyun mensaje: Siento no poder almorzar contigo, la reunión se alargará más de lo que quisiera.Disfruta de la comida y, cuando termines, he pedido que te den un masaje en la habitación. «Podría acostumbrarme a ese tipo de vida. Sí, está claro que podría, pero, aunqueestámuybien estodesentirsecomolamismísimazarina,creoquesigosiendodelasque prefiereunbocadillode tortillaacomertodoslosdíascaviar.Peronovoyaserhipócrita,adoroque memimendeesta forma.» Miré el reloj; casi eran las cuatro de la tarde y me aburría. Quizá debería habersalidoadarun paseoporelcentro,pero,novoyamentir,medolíatodoelcuerpo,lanoche habíasidodemasiado largaeintensaparamiedad.Y,claro,siesanocheibaaserlamitadde… Alguientocóenlapuertadeentrada. —¿Si? —Serviciodemasajes. Abríparaencontrarmeconunareciamujerdesonrisasimpáticaquetraíauna camillaportátily unpardemaletines. —¿Permiso? Le indiqué dónde colocar sus enseres y me dio las instrucciones para así poderdarmeelmasaje queyodeseara. Ya tumbada sobre la camilla, cubierta de cuerpo entero por una toalla, aquellamujercomenzóa tratartodosycadaunodemiscansadosmúsculos… —¿Estásyamásrelajada? —Laverdadesquesí—dije—.Nocreíaqueestuvieratancansada. —Lociertoesquenecesitabasdescargarunpocolatensiónnocturna.—Rio porlobajo. —¿Saldremosacenar?—pregunté. —Sólositúquieres.Puedopedirquenossubanalgo,siloprefieres,yasí cenamos… —No,meapetecemuchosaliradarunpaseo.—Sonreíaldarmelavueltaen lacama,quehabía sido usada a modo de camilla improvisada—. Llevamos encerrados desde ayerporlamadrugaday yasoncasilasochodelanoche. —¿Te he dicho que me encantan tus ojos azules? —Negué con la cabeza, sintiendosusrodillasa cadaladodemicintura—.Puestienesunosojosquemerecuerdanalazuldel marCaribe, transparentes,comotú… —¿Crees que soy transparente? —planteé levantando los brazos para acariciarsuscuádriceps. —Sí.Tantoquenoquieroperderniunsegundocontigo,quierograbarloen mimenteconfuego. —¿Porqué? Setumbóamilado. —Porqueséquesólotendremosestaoportunidadylonuestroseráesto. —¿Quédices,Laurent?—preguntésorprendida. —Nada, no digo nada, Laura. —Sonrió de medio lado, besándome a continuaciónlasien—. Levántateyvámonos;sédeunsitiodondesevenlasmejorespuestasdesol mientrasdisfrutamosde unabuenacena. —Tengohambre.—Lesonreílascivamente. —Tendrásquehacerdietacuandotevayas… —Dietadeti. —Nomegustacómosuenaeso.—Selanzósobremislabiosyselosacepté sinponerningún reparo. —Yaestá,señora. Aquellamujerfinalizósumasajedecasidoshoras. —Gracias—ledijemientrasellameayudabaalevantarmeytaparmeconla toalla.Alrecogery marcharse, quise darle una propina; educadamente la rechazó, ya le habían dadounabuenapropina antesdeltratamiento. Me fui a la ducha pensando en Laurent, otra vez. No sabía por qué, pero últimamentenoparaba deaparecerunayotravezpormicabezaaquelfindesemanaquepasamos juntos.Nisiquierame explicabacómoeraposiblequeaquelfrancéssupiesemásdemímismaque yo.Seguíasinentender porquéeraconscientedequenuncamásestaríaconél;nolediseñalesde ello,nitansólolehablé denadaquenofuera… Sasha comentó que mis ojos eran como el hielo; Laurent, que eran transparentescomoelazuldel marCaribe.Élsabíaleerenmialma;Sasha,enminecesidad. —Sientohaberllegadotantarde.Sehaalargadomásdeloquepretendía. —No te preocupes —lo dije ya preparada, sólo me faltaba vestirme, y sentadaenelsofádel salónquecomunicabalashabitaciones. —Damediezminutos,sólodiez.—Seacercóparadarmeunligerobesoen loslabios—.Me ducharéyenmediahoravendráuncocheparallevarnosalafiesta,esome handicho. —Perfecto,asímepongoelvestidoyestaremoslistos. —Para mí siempre estás lista, eres perfecta. —Le sonreí con la cabeza ladeada. Efectivamente, diez minutos más tarde, Sasha salió de su dormitorio impecablementevestido,con esmoquinoscuro.Estabaguapoarabiar.Yomehabíapuestounvestidoque dejabaunhombroal aire, blanco, mi color preferido, y por debajo de las rodillas. Los zapatos erandelmismocolor. —Estáspreciosa—medijo. —¿Vescómononecesitoquenadiemevista?—respondíalgoairada. —Nunca lo he dudado, pero eso no quiere decir que no me guste jugar contigo…—Alargóuna manoparaqueloacompañara. Enelvehículoquevinoarecogernos,unodealtagama,yaestabannuestras máscaras.Lamíame cubría casi todo el rostro, menos los labios. La de Sasha era sólo hasta la nariz,dejandosu mandíbulaybocaalaire. El conductor nos dio las recomendaciones de la noche y algún que otro consejo. La casa a la que fuimos era espectacular. Dimos un gran paseo hasta la mansión,yvimoscoches que entraban y salían. No creo que hubiese más de sesenta personas, pero todoestabaperfectamente organizado.Alaentradanosrecibieronhombresymujeresataviadoscomo enlaépocaclásica griega. Todos llevaban túnicas cortas y ellas, un pecho al aire; cubrían sus carasconmáscaras completas. Nos acompañaron al interior de la edificación y allí vimos camareros que transportabanbandejas concopasdechampándeunladoparaelotro.Aleksandrseacercóaunade ellasymetendióuna copa,yoestabamuynerviosa.Éllonotó. —Laura,tranquila;novaapasarnadaquetúnoquieras. —Losé,peroesonoevitaquemepongafrenéticaalveratodaestagente. —Ver,loquesedicever...noesdeltodocierto.—Arrastrólaerrefinala propósito,sabíaque meexcitaba. —Dejadehacereso—loreñí,aludiendoasuvoluntariodeje. —¿Elqué?—Sonrióinocente. —Tediríaquemetierastumanobajomivestidoparaverelefectoqueme produce,peroaúnno eselmomento. —Nometientes. Todos hablábamos con todos. La gente procedía de muchos lugares del mundo:italianos, alemanes,holandeses,franceses… Lacenafuemuyformal;aperitivos,primeros,segundos.Todosenospresentó conmovimientos perfectamenteacompasados,concamarerosquenosservíanvestidosdelas manerasmásexcitantes. Lasconversacionesentrelosinvitadosibansubiendodetono,lasmanosse movíandeunsitioaotro ylosbesosrobadosserepartíanaquíyallá.Yotodavíamecortaba,apesar dequenotabaquelos efectosdelalcoholdurantelacenaibanhaciendoestragos. Miréporencimadelamesa,frenteamí,yvolvíaverporunsegundouna mandíbulaqueme parecióconocida.Agudicélamiradaunpocomásycasipudepercibirque sonreía;eraél,el encargado de montar esas fiestas, el dueño. Creo que él también me reconoció,yaquecabeceó ligeramenteamododesaludo. —Tehavisto—mesusurróSashaaloído. —¿Quién?—Noquisedarleimportancia. —Él—Señalóendirecciónadondeestabaantesaquelhombre. —Ah,nosé.Imaginoquesí—lequitéhierroalasunto. —Sería un honor para mí que jugaras con él. —Metió su mano bajo mi vestido,apartandoala vezeltangaeintroduciéndomeundedoenlavaginaparaqueyoahogaraun silenciosogritoal sentirlodentro. —¿Esloquequieresquehaga?—lepregunté,alaparqueélmovíasuíndice enmiinterior. —Quieroquemehagasdisfrutarcontucuerpo. —Para—susurré—voya…—Nomedejóterminar;moviólamanoconmás premurayun quejidolastimerosaliódemibocaalcorrermeconsumanodentroyalguno delosinvitados observándome. —Teadoro,pequeña.—Sacóeldedodemíyselollevoalaboca,mientras recibíaalgunas miradaslascivasdenuestroscompañerosdemesa. Laverdadesquealgunodeellosnollegaronalpostre,puestoquesusjuegos setornaronmás excitantes mucho antes de que finalizara la comida; tal vez fuimos quienes abrimoslaveda,peroyo memoríadelavergüenza. —¿Esta vez no hay ceremonia? —quise saber cuando ya todos los que sobrevivimosalacena nosfuimosalasaladebaile,antesaladelosjuegos. —No; esta vez todos los invitados son conocidos. Esta fiesta es especial, sóloparasocios distinguidos. —¿Yyoolagentecomoyo? —No hay gente como nadie; se supone que todos hemos estado de una manerauotraenuna iniciaciónyestafiesta,organizadaporunempresariomexicano,essólopara laspersonasmás cercanasaél. —Osea,quetodosseconocen. —Esoes,Ninotchka,perocallayaydametusbragas—exigió. —¿Cómo?—preguntéabriendolosojosdeparenpar. —Loquehasoído.Quieroquemeregalestutangaahoramismo.Noquiero queningúnhombreo mujerquetetoqueencuentreimpedimentos. —¿Mujeres?—mequejé. —Shhhhhh—metiósusmanosbajomivestido—;sinotelasquieresquitar tú,yoséhacerlo, deliciamía. —Sasha... —Me sujeté a sus hombros mientras levantaba el vestido y enseñabaatodoslos presentes cómo me quitaba la ropa interior. Muerta de vergüenza me creía cuandomiréalrededory comprobéquenadiemehacíacaso. —¿Querida? —se dirigió a mí girándome el rostro de un lado al otro—. Nadienosobserva,ellos estánalosuyo. Eracierto.Yopensabaqueeraelcentrodeatención,perocadaunoestaba montándosesu particularfestejo.Algunosbailabanenlapista,otrossehabíanlanzadoalos sillonesparacomerse unosaotros.Enotrapartedelagransala,puesnohabíahabitaciones,una cruzdesanAndrés presidíaeljuegoentretresmujeresyvariosmirones.Enotrazona,comosi deunaparatodetortura medieval se tratara, una tabla mantenía a otra mujer tumbada en una mesa, conlasmanosylospies atadosalosextremos,abiertos,mientrasdoshombresleprofesabantodotipo deatenciones. —¿Quéteapetece?—mesusurróSashaaloído. —Nolosé;todomeexcita,todomellamalaatención.Todomedamiedo. —¿Me dejas hacerte? —preguntó por educación, no porque no fuera a hacerlo. —Sí.Sabesqueestanochesoytuya. —Ven.—Mecogióunamanoparallevarmeaunagrancamasituadaenuna esquinadelasala—. ¿Tegustaríaempezarconesto?—Señalóunbalancínalladodellecho. —Nuncaloheprobado. —Aquí—sujetómicinturaapretandosucuerpocontraelmío—,puedodejar tuspiernasbien abiertasyofrecertucuerpoacualquierhombrequeyodesee. —¡No!—respondíasustada. —¿Confías en mí? —Asentí—. Pues déjame jugar. —Finalizó la frase a la vezquesegirabapara colocarsedelantedemí.Consuavidad,fuealzandolapartebajadelvestido hastaquitármeloporla cabeza. Entendí por qué me pidió la ropa interior; no llevaba más que el tangayyateníaensumente loquequeríahacerme.Queríaexponerme,paraquetodosmevierandesnuda yconloszapatosde tacónpuestos. —Sasha—murmurébajito. —Laura,estáspreciosa.Miraatualrededor,todostecontemplan. Eracierto.Tantohombrescomomujereslanzabanmiradasenmidirección; estabaexpuesta,ellos medeseabanypodíasentirloensuslabios,encómolosfruncíanmientrasme devorabanconlos ojos. Y,apesardequecualquierasehubierasentidocohibido,mealcé,mehice grande,mesentí importante. —Deesosetrata,Ninotchka,detiydenadiemás.Erespoderosa,eresuna diosaqueseofreceal sexo,noelsexoati.Túdecidesquiéntetocaycómolohace;yosólosoyun meroconector— expusoSasha,alaparquesearrodillabaamispiesparaenterrarsuslabios enmisexo.Suspiré elevandolamiradaaltecho.Alvolverabajarlaparaacariciarelcabellode mihombre,lodescubrí, otravez.Ahíestabaaqueltipo,mirándomeentrelassombras.Casinopodía verlo,perosentíacómo meatravesabansusojos. —Delicioso—sentencióSasha—,quieroexhibirte.Quieroquetodostevean expuestaenel columpio. Medejéhacer,tantoque,mientrasSashamesubíaalasientocolgante,sentí cómolasmanosde otra persona lo ayudaban. Miré y comprobé que era él, el de la fiesta de Madrid.Elpropietario. —Laura...¿sí?—Aleksandrmepidiópermisoparaqueaquelreciénllegado metocara. —Sí,nomeimporta.—¿Quémeibaaimportar,silaúltimavezmepusoa cien? —Vamos a cuidarte, vamos a mimarte. —Acariciaba mi vagina, totalmente expuestaenaquel artilugio en el que mis piernas estaban totalmente abiertas a quien quisiera mirar—.Y,cuando quieras,tefollaremos. Nopodíahablar,estabatotalmenteexcitadaalsentirlasmanosdeSashayde aquelhombre acariciándomelospechos,laspiernas,elclítoris.Mirusoseafanabaenmi botón,mientrasaquel tipo alto enmascarado, de ojos deliciosamente azules, me lamía el cuello, mordíamispechosyme pellizcabasuavementelospezones. —Sasha—susurrabasunombre. —Dime,pidecualquiercosa. —Quierocomértela.—Necesitabatenerlaenmiboca. Notardóenponerseatiro,parabajarselacremalleraydejarquesulargo miembroinundarami boca. Estaba salado, sabía a excitación; necesitaba que aquel bamboleo sirvieraparaalgomásque corre…¡Dios!¿Quéeraeso?Unalenguasehabíametidohastaelfondode mivaginamientras saboreabaelpenedeSasha.Aquelhombresehabíaarrodilladofrenteamí enelsueloyme balanceabadulcementeparaquepudieracomerlebienelpeneaSashaala parquemelamíapor completo. —Meestántocandopordetrás—meadvirtióAleksandr. —Ve... Gemíalsentirlasmanosdeaquelhombreenmisglúteosysubocacadavez másdentro.Medaba igualloqueSashahicieraenesemomento,aqueltipohacíacosasquesólo… Desechéaquel pensamientodeinmediato… —Jepeux?—mepreguntóaquelfrancés,llevándoselamanoasumiembro yenvolviéndoloen unpreservativo. Asentíinconscientemente,sóloqueríafollar.Estabamuycalienteyanhelaba quealguienme hicierasentirloquenecesitaba,quemellenaran. No tardé mucho en sentirla, ni unos segundos, cuando, sin piedad, se introdujoenmí,degolpe, sin avisar. Pero, al contrario de lo esperado, no comenzó a moverse, se quedóquieto,respirando. Aúnllevabatodalaropapuesta,ylabraguetabajadaparaempalarme. Y allí estaba yo, en aquel artilugio, desnuda, expuesta y con sus manos sujetándomepordetrásde lasrodillasparallevarmehaciaatrásyhaciadelante.Peronolohacía.Casi creíasentirsuslatidos enmivagina. Seechóhaciadelanteantesdecomenzarysuslabiosrecorrieronmispechos, miombligo. Mordió mis caderas en un arco casi imposible para alzarse y, con toda su envergadura,adueñarsede mis labios en el preciso momento en el que sus caderas empezaron a bombearcontramicuerpo. —¡Dios!—grité.Sí,estavezgritédepuraexcitaciónenloslabiosdeaquel desconocido.Todo se estaba precipitando, mi cuerpo se desvanecía con cada embestida que recibíadeaquelhombre. GirélacabezaypudeverlasonrisadeSasha,quememirabamientrasuna bellamorenalelamía elmiembrodearribaabajoymeguiñabaunojo.Yocadavezmedesbocaba más,notandohastalo másprofundoelsexodeaqueltipo;metocaba,mellegaba,meacariciabael clítorisexpertamente, comosisupieraquepodríahacermecorrerenuninstante. Y eso fue lo que sucedió: dos empellones más, el dedo gordo puesto en el clítorisymigrito comenzó a inundar los otros ahogados de los invitados. No tardé mucho en notarcómoélcomenzóa tensarseparallegaralorgasmodentrodemicuerpo,derramandosusfuerzas enmiinterior… —Machérie—dijoelenmascarado. 10 Micuerposetensó. Mequedéparalizada. Esonopodíaestarpasándomeamí. Esavoznoerareal. Menegabaapensarque… —Quierosoltarme—mepusenerviosa—,quierobajarmedeaquí. Noté aún el cuerpo tieso de él en mi interior. Lo eché de una patada en el estómago,noquería creerque...nopodíaser. Alguien oyó mis súplicas para bajarme de aquel aparato; Sasha parecía distraídofollándosea aquellamujerqueleprofesótantadevociónasupene. —Laura—medijoelfrancésenmascaradoqueacababadefollarme. —Cállate,nodigasnadamás.¡Hijodeputa!—fueloprimeroquesalióde mislabios,yabajada deaquelbalancíneintentandoencontrarmiropa. Ultrajada,engañadayasustadaporloqueacababadedescubrir,laslágrimas comenzaronasalir de mis ojos sin tapujos. Era él; Laurent había estado jugando conmigo, escondiéndomesuidentidada propósito,perosiendomuyconscientedelamía.Sehabíaaprovechadodela situación,ocultándose trasesamáscaraysunuevabarba. Machérie.Lohabíadichocomolasvecesquehicimoselamorenaquella habitacióndehotel. Me lo soltó con su voz, sin disfrazarla; no había podido seguir con ese engañocuandosecorrió, cuandosesintióseguro. Me sentía como una gilipollas de manual y no quería que me mirara. Sus manosintentaban acariciarmeyél,explicarse,yyosólolepegabamanotazosatolondradossin tonnison,conlaidea deescapardeallí. Llorabacomounaidiotamientrasmevestíalomásrápidoposible.Sentíalas manosdeLaurent aúnpormicuerpo,suscaricias,sulengua… —Laura —oí la voz de Sasha—, ¿qué ha pasado? —Vino inmediatamente, cortandosupolvo,al verquemehabíabajadodelcolumpioconpremura. —Déjame—leespetéintentandoescondermislágrimas. —¿Quéhaocurrido?—Suspalabrassonaronpeligrosas. —Nada.—Acercósusmanosamicuerpo—.¡Nometoques! —¡Laura!—Seechóparaatrás,asustado. —Déjalo,Sasha,nohapasadonadaqueyonoquisiera. —¿Yporquélloras? Finalmentedejéqueacariciaramimejilla. —Mequieroir—anunciéalterminardevestirme. —Nosvamos. —No,Sasha.Mevoysola,noquieroestarconnadie… —Meniegoadejartesola. Noloescuché,puesestabacogiendoelteléfonomóvilparallamaraLourdes. Necesitabaestar con ella; tenía que desaparecer de todo ese mundo, de todo lo que me recordabaaLaurent. —Laura —oí la voz de Lourdes, que estaba medio dormida—, ¿sabes qué horaes? —Venapormí,Lourdes—leroguémientrasvolvíaaderrumbarme. —¿Dóndeestás?¿Quétehaocurrido? —Sólo ven a buscarme, Lourdes; no quiero volver al hotel. —Continuaba llorando. —¿Notehabrápasadonada?¡Notemuevasyllamoalapolicía! —¡No!Nollamesanadie,nomehapasadonadadeloqueimaginas.Pero venapormí. —Dimedóndeestásyvoycorriendo. Lediladireccióndelamansión,enCoyoacán;notardómásdemediahora enllegarallugarde loshechos.SibienSashanoseseparódemilado,nodejéqueseacercará. Entendióalaperfección que no debía hablarme. De alguna forma sabía que necesitaba mi tiempo a solas;eracomosihubiera podidoleerenmisojosquealgomehabíasucedidoenaquelmomentoenel quenosseparamos. Sabíaqueseculpaba,perosufríamiradanomedejabavermásallá. —¡Laura!—LavozdeLourdesmesacódemipropiopensamiento. Melancéasusbrazossinpensarlo. —¿Quéhasucedido,cariño?¿Tehanhechodaño? —Sóloenelcorazón,Lourdes,peromeduelemucho. Millantoseconvirtióeninconsolable. LourdesmiródirectamenteaSasha. —¿Quélehashechoahídentro? —Nolehehechonada;noséquéhapasado. —¿Cómoquénolosabes?¡Esturesponsabilidad!¡Túlahasmetidoenesta mierda! —Ellavinopordecisiónpropia—respondiófríocomoelhielo. —Eratuinvitada,tu…—Memetióenelcoche—.Déjalo. DurantetodoesetiempoenelqueLourdeslerecriminósucomportamiento, Sashanoseparósus ojosdelosmíos,nodejabademirarme. Yadentrodelcoche,bajélamirada;noqueríaseguircontodaesamierda. —¡Laura!—VolvíaoírminombredelabiosdeLaurent. —¿Y éste? ¡¿Qué coño hace él aquí?! —Lourdes rodeó el vehículo para encararlo.Yacomenzaba aolersealgo—.¡Paraelcarro,rubito! —Quierohablarconella—gritódesesperado. —Lauranoquierehablarcontigo,¿noloves?—Pusosumanoenelpechode Laurentpara detenerlo. —Esque… —Esquenada.—Abriólapuertadelvehículoysemetióenél. Siempre había agradecido el silencio de Lourdes en las situaciones más insospechadas.Ella,la quenocallabanidebajodelagua,laquesiempreponíaelpuntofinalatodas lasconversaciones… ella, que le cruzó la cara a Gonzalo, el exnovio de Lucía... ella sabía mantenerelsilenciocuandoera preciso,comoenesemomento.Sobretodocuandoviporelespejoretrovisor cómoSashase abalanzó sobre Laurent y le lanzó un derechazo que ni en los mejores momentosdeMannyPacquiao. Mellevélasmanosalaboca,intentandosofocarungrito. —Laura, ése ya no es tu problema. Hoy no lo es —sentenció Lourdes, acelerandoeltodoterreno queconducía. Fher,elmaridodeLourdes,nosesperabaansiosoenelsalóndesudúplex. Cuandonosvioentrar porlapuerta,seabalanzósobrenosotrassinmiramientos. —Pinchecabrón,elsustoquemellevé.Laurita,¿estásbien? —Tranquilo, amor —Lourdes salió en mi defensa—, no le ha pasado nada malofísicamente,pero estámal. —Pero¿quépendejadapasó? —Cielo, vete a dormir. Te lo contaré todo cuando me vaya a la cama —oí quelesusurraba, tranquilizándolo. —MáslevalealpendejoquelehizoestoaLauranoestaraquímañana.—Se aproximóamí, regalándomeunabrazodeesosquenosepidenperoqueseagradecenenel alma. —Gracias,Fher—logréarticular. —Porti,todo,linda—merespondió,ylelanzóunbesoaLourdes. Mecambiéderopa;mepuseunasprendasquemiamigayateníapreparadas enelsalón.Pude notarcómosusojosescudriñabanmicuerpopalmoapalmoconlamirada. —Tranquila—hablé—,nadiehaabusadofísicamentedemí. —Losiento,teníaque… —Loentiendo—ledijeyavestidaconlacamisetaylospantalonesqueme habíaprestado. —Notienesporquécontarmenadaahora,perocreoquetevendríabien. —Lourdes,memuerodevergüenza. —Querida—seapresuróaabrazarme—,empiezoapensarquetengoeldon delasalvación. —¿Porquélodices?—Meseparéunpocodeella. —Déjalo—mesonrió—;cuandoveasaLucía,selopreguntas. —Esquetodohasidomuyraro. —Esasfiestassonraras. —¿Túhasidoalgunavezauna?—Mesentéagarrandolapequeñabotellade aguaquehabía encimadelamesadelsalón. —No exactamente a éstas, pero sé que las cosas pueden descontrolarse un poco...y,deunno, pasaraunsísinganas. —Nohasidoeso,peropodríadecirsequesehadescontrolado. —Repito, cielo, no tienes que contármelo si no quieres. —Me cogió de la mano. —Lo sé, pero siento que he de desahogarme. —Respiré profundamente—. Llegamosalafiesta paracenar.Todofuedelomásmorboso.Cenaconmáscaras,conversaciones condesconocidosque subíandetono…Sashayyojugueteandobajolamesa.Perosemefuedelas manoscuandotodo comenzóacalentarse.Enrealidad,nadasemehubieraidodelasmanossi, cuandoSashamedejó estarconotrohombre,eseotronohubierasidoLaurent. —Algomeheimaginadoalverloallí.Pero¿cómoocurrió? —Nolosé,Lou.Sólopuedodecirtequenoeslaprimeravezqueestoycon él,sinsaberlo.Enmi primerafiestadeesteestilo,enMadrid,encasadeSasha… —¿Encasadelruso?Pero¿quétipodecasatiene? —Grande,Lou.Muygrande. —Joder,querida…Perocontinúa. —Pueseso,queyaenMadridtuveunescarceoconLaurentdelantedeSasha, peronosupeque era él. Sin embargo, aquí, en el encuentro de esta noche, no ha podido disimularmás.Niconlas máscaras,niconcasitodalaropapuesta...Cuandohemosacabado,hablósin disimulo.Fueélsin cortapisas; me llamó como cuando estuvimos juntos. Su voz me estremeció cuandoaúnestabadentro demicuerpo,Lourdes. —Cariño.—Meabrazó—.¿Cómohapodidoocurrir? —Eseldueñodelaempresa.Noesdisyóquey;bueno,yano.Ymeechóel ojoenMadrid.Aquí, en cuanto me vio aparecer, me persiguió hasta que pudo estar de nuevo conmigo.—Laabracécon fuerza—.¿Cómohapodidopasarmeesto? —Cielo, las cosas más inesperadas suceden en los momentos más impredecibles. —Pero ¿qué hago yo ahora? ¿Y Sasha? ¿Y Laurent? —Volví a sentir cómo misojossellenaban delágrimas. —Nosoynadieparadarconsejos—separómicuerpodelsuyoparamirarme alosojos—,pero deberías intentar dormir un poco, descansar o, por lo menos, estirar tu cuerpo...tambiénpodrías ducharte si lo prefieres. No le des más vueltas de momento. Mañana nos preocuparemosportodolo sucedido. —Tienesrazón,yanomerecelapena. Comenzóasonarmimóvil,queestabaenmibolso,yLourdesfueaporél. —EsSasha,¿quieresquelocoja?—Asentí—.Hola.Sí.Sí.No,novaairal hotelestanoche. No. Se queda conmigo. ¿Mañana? Tampoco lo sé, ya te llamará. Buenas noches. —¿Quéquería?—pregunté. —Nada.Sabersiteencontrabasbien,dóndeestabasysiibasaregresaral hotel.Lehedichoque no,yqueyalollamarías. —Pobre… —¿Cómo que pobre? Eras su responsabilidad. Él te metió en esa fiesta, te invitóavenira México.¿Ysiyonohubieravividoaquí?¿Dóndeestaríasestanoche?Una mierdaparaél.Quese sientamal.¡Coño!Conestascosasnosejuega. —Nosé…Esqueestan… —Laura. La han cagado. Sasha, por no protegerte. Laurent, por no decir la verdad. —Puedequetengasrazón.—Meacurruquésobremímisma. —No,nopuede.Séquelatengo.SobretodoporLaurent;sehaaprovechado detuvulnerabilidad ydequeaúnestásenamoradadeél. —¡Esonoesverdad!Nosabíaqueeraél. —Sílosabías,Laura,claroquelosabías…—Mellevódelamanohastala habitaciónde invitados,dejándomeallídespuésdedarmeunabrazo. «Hijadeputa.Siemprehasidolamáslistadetodas.» Sabíaalaperfecciónque,aunquenohubiesepodidoversucara,micuerpo reconocióelde Laurentdesdeelprimerinstante.Fueél,nomimente.Yporesamismarazón medejétocarporotro hombre,porquecadaporodemipielloreconoció. «Mierda.Nuncahedejadodeestarenamoradadeél.» ¿YSasha? Cerré los ojos en la cama de mi amiga, mientras mi cuerpo todavía olía a sexo.Asexosalvaje conLaurent. 11 Ellejanosonidodeunmóvilmehizoestirarmeenlacama.Alabrirlosojos, measusté,puesno reconocíellugardondeestaba,laropay…Elteléfononoparabadesonar; tuvequegirarlacara paracomprobarqueeraelmíoyqueestabaenlamesilladenoche. Alarguélamanoparaverquiénestaballamando,peronoteníaregistradoel número.Erade España. —¿Quiénes?—preguntésomnolienta. —Laura,nocuelgues.—EraLaurent. —¿Quién te ha dado mi teléfono? —Estaba tan alucinada que no sabía si cortaronola comunicación. —He llamado a Lucía —mentalmente aborrecí a mi amiga, pero sin resentimiento—,hasido ella. —¿Y qué le has contado? ¿Que necesitabas mi número porque me habías folladoyteníasque restregármelo? —Por favor, permíteme que me explique. Deja que te cuente que nunca he dejadodeam… —¡Cállate!—gritécomounaposesa—.Noquierovolveraoírte.Noquiero volveraverte.Eres uncerdo. LapuertadelahabitaciónseabriódeparenparyporellaentraronLourdes yFher.Enese instante solté el aparato, dejándolo caer sobre cama, mientras mis lágrimas seescapabansinremedio pormismejillas. Fheragarróelmóvilmientrasmiamigaseabalanzabasobremíparadarme unabrazo. —Pinche cabrón —le soltó el marido de Lourdes con una voz profunda y amenazante—,como vuelvasallamaraLaurita… —Noséquiéneres,peropásameconella—intentóconvencerloLaurent. —¡No fastidies! ¿Aún tienen los huevos de pedir algo? Ni modo, güey. Le agarrasteencurvaa Laurita,peroyaestoyyoaquíparaquetedejesdependejadasylaolvides. —¡Te he dicho que quiero hablar con ella! —Hasta Lourdes y yo misma oímoselgritode Laurent.Fhermemiróyneguéconlacabeza. —Déjalatranquila—finalmentecortólacomunicación—.Losiento,Laurita; silohubieratenido delante… —Gracias,Fher.NosabeslofelizquemehacequeLourdestedijeraquesí, despuésdetodo.— Seacercóanosotrasparadarmeunbesoenlacoronilla. —Güerita, siempre a tus órdenes. —Salió de la habitación siguiendo las indicacionesdela miradadeLourdes. —¿Quéhapasado,cielo?—mepreguntóella. —Yalohasvisto.Laurenthaconseguidomiteléfonoyhallamado. —¿Perocómo...?—Meabracémásaella,llorando—.Lucía,voya… —No,no.Ellanotienelaculpadenada.—Separómicuerpodelsuyopara mirarmealosojos —.Laura,nolaculpes.Ellatequiere. —Estoyhechaunamierda. —Estáshechaunlío,querida. LlaméaSashaporlatarde.Alamañanadeldíasiguientenosmarchábamos denuevo. Simplemente le pedí que me hiciera la maleta y le indiqué que nos encontraríamosdirectamenteenel aeropuerto. Quisodeciralgo,perolocorté.Noquisesabernadadeél;enrealidad,no deseabarecordar aquella noche. Tenía claro que no tuvo la culpa, pero, en el fondo, por él habíavueltoadolermeel alma. Aquella mañana el tráfico, como siempre en Ciudad de México, era imposible.Lourdesmedejó allí a primera hora y poco después ya estaba dirigiéndome a la sala VIP, dondedebíaesperarla salidademivuelo. Paséporlapuertaenseñandomibilletemientrasmanteníalamiradabaja;eso hizoqueme tropezaracontraunachicapelirroja. —Losiento—medisculpéconella. —Perdónameamí.—Vicómoselimpiabaelaguaquesehabíaderramado delabotellaque llevabayhabíacaídosobresufalda. —No te había visto, ¿te has manchado mucho? —Sonrió de una manera sincera.Teníaunos bonitosojosazulesyunoslabioscarnosos. —Notepreocupes,enserio...esmivida;Murphymeacompaña. —Ángela,¿pasaalgo?—Unmorenoconbarbaseacercóaellapreocupadoy laacarició. —Tranquilo,Josep,yasabes...—Yseechóareír. —Nocambias.—Leguiñóunojoyvolvióasusitiomientraslaasíaporla cintura,llevándosela conél. Losmiréconenvidia,paraquémentir,ymisojoslossiguieronhastaquese sentaronenunsofá. Juntos,muyjuntos,ycomiéndoseabesos. —Laura.—LavozdeSashamedespertódegolpe. —Aleksandr.—Saludécaminandofueradesualcance. Mesentéfrenteaaquellapareja,aunquenoséporquélohice,porquetuvela sensacióndeque eramasoquista.Sí,porqueeranfelicesyyo,enesemomentodemivida,me sentíalapersonamás infelizdeluniverso. Sashasesentóamilado;nometocó,nomehabló,nojustificóporquépegó aLaurent.Ni siquierasésisabíaquiéneraosepreocupóluegodesaberlo,simplemente calló. YasísemantuvodurantelashorasdevueloquenosllevaronaEspaña.Yasí continuódurantela esperadenuestrasmaletas,quizáconlaideadequefuerayolaqueabriera laboca.Nopodía. Mefui;nodiexplicaciones,cogíuntaxiymeencerréencasaallorar. 12 Habíanpasadovariassemanasdesdeaquelfatídicoviaje. Dejé que transcurrieran unos días hasta que me decidí a volver a llamar a Aleksandrynolehablé de nada. Callé que me moría por dentro después de lo sucedido, pero aparentécalmayvolvimosa vernosmuchomásamenudo.Volvimosaunarelativatranquilidadque,porlo menosamí,mevenía bien.Casipodríadecirsequesalíamosjuntos. Eltiempoibapasando,simplementeeso. Llevabatodoelsábadoporlamañanaestudiandoladocumentaciónsobreel juicioquemehabía tocado.Éstedebíacelebrarseenunasemana,ylostacosdepapelesllenaban lamesademipequeño despachodecasa. Unosgolpesmesacarondemiensimismamiento.Miréelreloj;llevabamás detreshoras encerrada, sin levantar la vista del pliego de documentos que tenía encima delescritorio.Caminé descalzahastalapuertaylaabrísinpreguntar;crasoerror. —¿Quéquieres?¿Yquécoñohacesenmicasa? —Teníaquehablarcontigo. —Yahablamostodoloqueteníamosquehablar.Losiento.—Ibaacerrarla puerta. —Escúchame, por favor. —Laurent me atravesaba con la mirada. Sus ojos teníanunatonalidad triste;susemblanteeratriste. —No puedo hacerlo, Laurent. Me mentiste, me… —tomé aire—... follaste sindecirmequeeras tú. —Déjameexplicártelo,dejaquetelocuentetodo.—Memirósuplicante. Meapartédelaentradaylodejépasar.Crucélosbrazossobremipecho. —Tedejoentrarporquenoquieroquelosvecinosseenteren,pero,sipormí fuera,teecharía ahoramismo. —¿Qué querías que hiciera? Aquel fin de semana te fuiste sin decir adiós; salistecorriendoyno volví a saber nada de ti, aunque lo anhelaba. Lucía me dejó claro que no queríasvolveravermey tuvequeconformarmeconloquemecontabanellos.Terespeté. —Hastaelotrodía,¿no?¿Éseesturespeto?Eresundegeneradoyasabera cuántastíastehas tiradoenunanoche… —Noseashipócrita,Laura;tútambiénestabasallí—meseñalóenfadado—. Pudisteverque sóloestuvecontigo.Además,enlasfiestasnuncaheestadoconnadie,sólo contigo;esmitrabajo. Pero,apartedeeso,atitambiénpareciógustarteestarconmigo. —Esdiferente—medefendí. —¿Ah,sí?—atacó. —Sí. Yo fui acompañada a una fiesta anónima y resultó que, no sé por qué extrañarazón,me reconocisteyvinisteapormí;yalohicisteenlafiestadeMadrid. —Laura,nuncahepodidoolvidartucuerpo.Meloaprendídememoria;tus labios,tuscálidos ojos… —¡Para! —Nopuedoparar,nohedejadodepensarenti.—Sequisoacercar. —Tehedichoquepares.—Meseparémuchomásdeél,casicorriendo,para situarmedetrásde unamesa. —CuandotevolvíaverenMéxico,micuerpotereconoció.Siguesoliendo igual,sigues caminando igual, sigues atrayéndome de la misma manera. Admite que te gustó,quetegusto. —Laurent, por favor… Eres un hipócrita. Me mentiste en todo. Me dijiste quetededicabasala música, que vivías por y para el surf. ¡Y una mierda! Resulta que eres el propietariodeunaempresa quesededicaaorganizarfiestassexualesdealtostandingqueaprovechóla situaciónparaque mantuviéramossexosalvaje. —Pero ¿dónde está el problema? —Ahora sus ojos tristes mantenían una mezcladesarcasmoy enfado—.Terepitoquecreoquetegustóbastante.Tantocomopararepetir. —¡Cerdo!—Lelancéunbofetónqueparóalvuelo. —Nunca—memiróconmuchaira—melevanteslamano.Nomeatreveríaa ponerteunamano encima,peronovoyapermitirquelohagastú. —¡Suéltame!—gritédeshaciéndomedesuagarreymirándoloconlamisma iraqueélamí. —Nocreasqueahoramevoyaabalanzarsobretiparabesartecomoenlas películas. —Esque,silohicieras,esprobablequetepegara. —Seríasincapaz.—Sepusogallito. —Muyseguroteveo—loencaré. —Me gusta cuando te pones así. —Intentó acariciar mi rostro, pero me separéenseguida. —No-me-to-ques—loadvertí. —Vasasuplicarquelohaga.Grábateestaspalabras. —Talvezseastúquienvengaapedirmequelohagayo. —¿Quétehapasado,Laura?¿Quéesloqueteocurrióparaqueseasasí? —Nadaqueteinterese.Absolutamentenada. —Esonotelocreesnitú.Aúnrecuerdoaquellavezque,entremisbrazos, medijistequete quedaríasasíparasiempre. —Cállate.—Estabaremoviendomiestómago. —Oaquellaotraenlaquetecorristeconmicabezaentretuspiernasyme hicisteprometerque loharíatodoslosdíasdemivida. —¡Tehedichoquetecalles!¡Vete!¡Lárgate! —¿Quéhapasado,Laura?¡¿Qué?!—Esavezseacercótantoquepudeoler superfume,ysentir ellatidodesucorazón—.¿Tehasenamoradodeél?Eseso,¿verdad?Sies así,meiré,loprometo. —Sí—vislumbrédolorensusojos—.Creoqueestoyempezandoa… —Laura… —Nolosé,Laurent.¡Nolosé!—Loapartédemiladoparapodersentarme enelsofá—.Has aparecidoasí,derepente,haciendoloquehashechoyyo… —Siento haberlo hecho de este modo. Lo siento. —Se acuclilló entre mis piernas—.Teviyno supequémáspodíahacer.Teextrañaba,extrañabatucuerpo.Ati. —Dios—mequejé,acercandomismanosasucabezayatrayéndolahaciami estómagopara abrazarlo. Enesemomentomimóvilcomenzóasonar. —Dejaquesuene—pidióLaurent. —Hedecogerlo.Puedesertrabajo. —¿Unsábado?—preguntóextrañado. —Estoy de guardia. —Lo separé y alargué la mano hasta la mesita para cogerlo.Mirélapantalla, noeraloqueesperaba.Sasha. —Cógelo.—Sediocuenta. —Hola—respondí—.¿Estanoche?Sí,claro.Bien,sinproblema.—Miréa Laurent,queseguía decuclillas,observándome—.Yotambién. Y fue en ese momento cuando se levantó, me miró desde su posición y, sonriendodemediolado, sedirigióhacialasalida. Teníaquehaceralgo,teníaquepensarlorápido.Sicruzabaesapuerta,nunca másvolveríaa verlo. Si se marchaba, no volvería a ver sus ojos azul aguamarina, su mandíbulapronunciada,su sonrisa… Me levanté corriendo en su dirección. No quería que se fuera, no deseaba quesemarchara. —Espera.—Extendíunamano,casitocándolo—.Quédate. —Serámejorquemevaya.—Bajólacabezamientrasponíalamanoenel pomo. Meacerquéporlaespaldaypusemimanoencimadelasuya.Altocarlode nuevo,sentíun escalofrío por la columna vertebral. Lo había abrazado hacía un momento, peroloquesentíenese instantenoteníanadaqueverconloanterior...mediomiedo;tuvepánicoal saberfehacientementelo quesucedería. —Notevayas—pedí. —Simequedo,seráparasiempre. —Sabesquenopuedoofrecerteeso—soltéamododeescudosentimental. —Losé.Peromerecelapenaquemearriesgue.—Segiróparaenfrentarme. Noqueríaseguirescuchandoloqueyasabíaalaperfección.Loecharía.Sí. Loobligaríaairse denuevo,peroenesemomentonecesitabavolverasentirsusmanosenmi cuerposinningunatraba. Quería que sus ojos, sus labios y su cuerpo se unieran al mío sin ninguna cortapisa.Loqueríaaél,lo queríadentrodemí,demialma… —Cállate—alcéunademismanosparaagarrarloporelcuello,cogerlodel peloybajarlohasta mislabios—ybésame. —Asusórdenes,machérie. Con sólo sentir su lengua acariciándome los labios, mi cuerpo reaccionó. Notécómoelairese cargabadeelectricidadaldesplazarnosdelapuertaaldormitoriomientras tropezábamoscontodolo que se nos ponía por delante... sillas, sillón, mesas, mesillas... hasta que Laurentdecidióagarrarme por la cintura y hacer que mis piernas se amarraran a él. Sus labios se abrieronamíynuestras lenguas se encontraron, desesperadas. Mis manos se aferraban con desesperaciónasucabello, mientraslassuyassujetabanmicuerpodesdelacinturayelculo. Me lanzó contra el colchón. Lo miré desde aquella posición, intentando recuperarelaireperdido duranteelrecorrido.Allíestaba,depie,clavandosusojosenmicuerpo. Enunsólomovimiento,sedesprendiódelacamisetaquellevaba;nopodía apartarmimiradade él. Hacía tanto tiempo que nuestros cuerpos no se encontraban sin restriccionesqueteníalasensación de estar con él por primera vez. No hacía más de unos días de nuestro encuentrosexual,elquedesató en mí un millón de emociones, las más importantes; rabia y odio por su engaño.Peroahora estábamoslosdosjuntos,sinoscuridad,sinescondernuestrosrostrosysin falsasapariencias. Me incorporé alzando mis manos en dirección a su pantalón. Quería quitárseloyomisma,quería sentirsupielsinropa,perofueronlassuyaslasquemeatraparonymelas levantóporencimadela cabeza. —Nolasmuevas—meordenóansiosamente. Así me quedé por un instante, con los brazos alzados, justo el tiempo para quesusmanos acariciaranmiscostados,asiéndomelacamisetaparasacármela. Seechóencimademí,recorriendoconsuslabiosmismejillas,elcuello,la separaciónentremis pechos,parafinalmentemordermiombligo.Susmanossujetabanconfuerza loqueelsostén escondía, mis senos, haciendo que, cada vez que los acariciaba, de mi gargantasalieraunsuspiro necesitado. Bajé las manos a la cinturilla de su pantalón y lo desabroché con rapidez, tantaqueal deshacermedeélmellevélaropainterior.Ylociertofuequeloagradecí, unacosamenosdelaque teníamosquepreocuparnos. —Metienesentusmanos—medijomientrasmeponíaencimadeél,pueslo habíagiradoy tumbado—,comosiempre. —No quiero tenerte en mis manos, quiero tenerte dentro de mí —solté a bocajarro,bajandopara acariciarsupene,durocomounapiedra. —Esopodemosremediarlotanrápidocomomedejes—segiróyvolvióa colocarseencima—. Pero, para poder hacerlo, debemos desprendernos de esto —tiró de mis pantalonesdeestarporcasa —ycomprobarque…—Insertóundedoenmiinterior. —Oooooh...—Algoparecidoaunquejidosaliódemigarganta,alavezque mispiernasse abrieronparainvitarlo. Nocontentoconloqueestabahaciendo,acercóeldedopulgaralclítorisylo moviócontal maestríaquemivaginacomenzóacontraerseinvoluntariamente. —Veoqueestásmásquepreparadaparamí,mapetitechatte. —Siempreestarépreparadaparati. —Cuidadoconloquedices,monamour,omelotomaréalpiedelaletra. —Laurent, para —supliqué intentando moverme de su amarre. Me tenía las dosmanossujetaspor encima de la cabeza con una suya y la otra dentro, estimulándome—. No quierocorrermeaún. —¿Quiéntehadichoquesólotevasacorrerunavez? —Notengotiempopara…—seguíaconsusmovimientosmientrassuslabios atrapabanlosmíos paraquenocontinuarahablando. —Podremoshacerlolasvecesquequeramos. —Nopuedo,enrealidad… La realidad fue que, aun con mis manos sobre la cabeza, sus dientes mordiéndomelospezones por encima del sujetador y su mano dentro de mi cuerpo, un aterrador orgasmorecorriómicolumna vertebral. Nació del centro de mi sexo para recorrer todo mi cuerpo como unasacudidaeléctricaque merompióendos.Creorecordarquesalióunlamentosordodemigarganta. —Meencantavercómoterompesparamí.—Mebesóenloslabiosalapar quemepenetraba despacio. —¡Ay! —me quejé lastimeramente al sentir cómo entraba dentro justo despuésdecorrerme; estabahipersensible—.Despacio. —Eso me lo dices ahora que estás muy estrecha —iba lentamente—, pero dameunminutoy estarássuplicandopiedad. —Siempretancreído. —Soyfrancés,noloolvides.—Seseparóunpocoynosmiramosalosojos. Fueintenso,dulce, comosideunapromesarománticasetratara.Meencandiló,meenamo… —¡Laurent!—leadvertí—.Llevas… —Sí.Melohepuestoantesdeentrarentualma. Siempre era capaz de rasgarme con sus comentarios. Su sonrisa de oreja a orejacomenzóa cambiar; la dulzura con la que me había tratado un momento atrás se iba a transformarenlocura.La esperaba,lanecesitabadeél,conél,entresusbrazos. Yallíestabayo,esperandoaquesulocuramellenaraporcompletounavez másynuestros desmadejadoscuerposseconvirtierandenuevoenunosolo. —Hazlo—mesoltédesuamarreparaposarmismanosaambosladosdesu cara. —Quiero hacerlo de otra manera. —Se acercó a besarme con pasión, con urgencia,uniendo nuestraslenguasenunaenajenacióncasiadolescente.Seseparóunsegundo —.Házmelotúamí. —¿Yo?—preguntésorprendida,sintiendosupenepalpitarenmicuerpo. —Sí.—Setumbóbocaarriba. Mearrastréhastaél,poniéndomeahorcajadasencima.Desabrochéelsostén ylohiceaunlado. Porfinlosdosestábamoscompletamentedesnudosy,acercándome,posémi sexosobreelsuyo deliberadamente.Mefrotéparanotarloenplenitudyobservarcómosusojos seentrecerraban. Acerquéunadelasmanosasusexoparaguiarlodentrodemivagina,para quenuestroscuerpos comenzaranelbailemáspeligrosoquenuncahubierapodidoimaginar. Lo hice, lo deslicé con suavidad, percibiendo cómo, con lentitud, me iba llenandodeél.Echéla cabezahaciaatrás,arqueéelcuerpoparasentirlomásy,mientrasmismanos seamarrabanasus muslos, mis caderas comenzaron una sinuosa danza, un suave ritmo que estabaconvencidadeque Laurent cortaría en cualquier momento para lanzarse a poseerme. Pero no, susojosnoseapartaban delosmíos.Susmanosagarrabanconfuerzalassábanas. —Meestásmatando,Laura.—Semordióellabioinferior—.Juegasconmigo delamaneramás cruel. —Túlohasquerido—ledijesinparardemoverme,puessentíacómoseme volvíanadespertar lasganasdeotroorgasmo. —Sí.Yolohepedidoyestoyarrepentido. Terminandolafrase,seirguióylanzósusmanosamicintura,abrazándome comoun desesperado,mientrassuslabiosvolvíanaposeerlosmíosconimpaciencia. —Muévetemásrápido. —Megustaasí. —Mequieresmatar. —Tequiero… Cerrómibocaconunbeso. —Dejalafraseasí. Hubierarespondido,denoserporqueLaurent,sinsalirdemí,mealzóala parqueélsepusode rodillasparadejarcaermiespaldacontralacama,sujetándomesóloporlas caderasparacomenzar a martillear dentro de mi cuerpo como un poseso. Lo notaba en su cara, lo sentíadentro,estabaa puntodecorrerseymeponíamucho.Erarudo,fuerte,ytodomisersemovía, comosifolláramosen plenoterremoto. —Hazlo —lo provoqué desde mi extraña posición—. Déjame ver cómo la locurateenvuelve. —No,aúnno.—Susojossehabíanvueltodeunazuloscuro—.Quieroquete corrasconmigo. —Pero así no puedo —me quejé, ya que, aunque la posición era profundamentesexual,noerami preferidaparallegaralorgasmo,amenosqueyomismametocara. —Tócate,séqueasíteesdifícil.Lorecuerdotodo… Noestabaparadiscusiones,asíquedejéunademismanoslibres,pueshasta esemomento intentabaalzarmiscaderasdelacamaconlasdos,paraestimularme.Cierto esquenomehacíafalta mucho… —Estoymuycerca—leadvertí. —Sólodimecuándoydéjameacompañarte.—Sonrió. No tuve que indicarle siquiera, pues mi mirada perdida hizo que sus movimientosse intensificaran.Losdosconseguimosllegaralorgasmoalavez. Laurent dejó caer suavemente mi espalda en la cama para posarse luego sobreelcolchón.Así, juntos,intentamosretomarlacalma. —Meencantaríapasarmehorasdentrodeti—confesóLaurent. —Eresinsaciable.—Acariciabasucabellorubio;teníalacabezaapoyadaen mispechos. —Losoyportuculpa.Quierovolverahacerelamorcontigo… —Tengoqueirme.—Miréelrelojdemimuñeca—.Yalosabías. —Dile que no puedes. Quédate conmigo. Así, abrazados, sólo tú y yo. No necesitamosnadamás. —Laurent—levantósumirada—,tengoqueirme. —Loheintentado.—Sonriódemediolado,tanencantadoramentequeenun actoreflejomis labiosposeyeronlossuyossinremedio. —Lárgate—loechésinmiramientos,peroconunasonrisaenloslabios—. Nopuedoducharme contigo… Selevantódelacamaparacogermeenbrazosyllevarmealbaño. Nopudedecirquenoaestarconélunavezmás. 13 Hacía exactamente media hora que Laurent se había marchado de casa. No mehubierahechoninguna graciaqueSashasehubieseencontradoconéldespuésdetodolosucedido enMéxico.Noséquées loquehubieratenidoqueexplicaroquéinvencióncontarle. Lapuertasonóenelprecisomomentoenelquemeestabaacercandoacoger elbolso.Yale había dejado claro que no quería más sorpresitas relativas a la ropa y sus complementos,queeralo suficientemente mayor como para saber vestirme. Y así era; esa noche no pretendíairaningúnlado en especial, o eso era lo que yo quería: una cena tranquila y a casa. Mi cabezanoandabademasiado finaparamuchomás. ¿Quéesloqueibaaexplicarle? «Sí, mira: el tipo con el que discutí en México, al que zurraste y que es el organizadordelas fiestas...esoes,miexamante,haestadoestatardeyhemoshechoelamor…» Me miré en el espejo de la entrada y de repente el remordimiento me carcomiópordentro. —¡Falsa! —me grité con fuerza—. ¿Cómo podrás mirar a la cara a Sasha? ¿Cómo? Eltimbredelapuertavolvióasonar. —Voy.Unsegundo. Y allí estaba, sonriente; casi parecía despreocupado. Llevaba unos pantalonesvaquerosyuna camiseta; nunca lo había visto vestido de esa manera tan informal. Estaba acostumbradaaverlo siempreconsustrajesamedida.Noesquemequejara,peromesorprendió. —Hola,querida.—Seacercóparadarmeunligerobesoenloslabios—.Veo queyaestáslista, ¿nosvamos? —Sí,peroprométemequeestanochenoserá… —Tranquila,estanochedecidirásquéesloqueteapetecehacer—sentenció agarrándomeporla cinturayvolviéndomeabesar. —¿Quieres conocer los lugares por donde me muevo? —Levanté la ceja, poniéndoloaprueba. —Medejollevardondequieras,yatelohedicho. SalimosalacalleparasubiralcochedeSasha.Pero,antesdehacerlo,no esperabaloquemis ojos pudieron percibir al otro lado de la acera. Allí estaba Laurent, mirándome.Susemblanteera serio, muy serio, y sus labios me susurraron un «si me quedo, será para siempre». Lomiréalosojos;sentícómomiestómagoseencogía,peroapartélamirada paraentrarenel vehículo. —¿Adóndevamos?—mepreguntóSasha. —¿No crees que hoy estás bebiendo demasiado? —Sasha me miró preocupado. —¿Desdecuándocontrolasloquebebooloqueno?—lerespondíairada, aunsabiendoque teníarazón. —Laura,¿quieresquenosmarchemosacasa? —No,quieroquevayamosabailar.—Meacerquédespreocupadaadarleun suavebesoenlos labios. —Conozcounlocalque… —No.—Melevantédelamesadelrestaurantedondehabíamoscenadoyle tendílamano—. Comobienmedijiste,estanochetellevoyo. Sabíaquemeestabaexcediendoconlabebida,pero,mientrasAleksandrme colmabade atenciones y era lo más cariñoso que nunca hubiera imaginado, sólo recordabalasmanosdeLaurent, sumirada,suslabiosenmicuerpo.Queríaolvidarlo,necesitabahacerlo,yla bebidaeraloúnico que me podía ayudar. O ésa era la gilipollez que me estaba intentando imponer. Nos marchamos andando para acabar en un garito muy demodé de la zona. Sabíaqueyanoestaba demoda,peroseguíasiendonuestropreferidoparabailarcomolocascuando nosjuntábamoslas cuatro para salir. Creo, además, que era la primera vez que llevaba a un chicoyesposiblequemás deunhabitualnosmiraraextrañado. Al llegar a mi casa eran más de las cuatro de la mañana y, cuando Sasha aparcóelcocheenmi parking,mepreguntó: —¿Quieresquesubaatucasa?Puedoirmeadormiralamía. —¿Porquémelopreguntas?—ledijeextrañada,teniendoencuentaquecada vezquemetraíalo hacía.Amínomegustabaquedarmeensucasa. —Hasestadounpocoraraestanoche—soltósinpreaviso. —Lo siento; la verdad es que ando preocupada por un caso que me está comiendolacabeza.Un marrón. —Siesasí,subocontigo. Aquella noche intentó que hiciéramos el amor, pero sólo podía recordar cómoLaurentyyo habíamos pasado la tarde en aquella cama en la que Sasha pretendía mantenerrelacionessexuales conmigo.No,nopodíahacerlo,mesentíasucia,asíquelaexcusapasajerade labebidamesirvió fantásticamente bien para esquivarlo. Él no se quejó; se quitó la ropa, quedándoseencalzoncillos,y esperóaqueyomemetierabajolassábanas. —Buenasnoches.—Lediunbeso. —¿Sabes?—medijo. —¿Qué?—preguntéyatumbadaenlacama. —Mehubieragustadoquemedijeraslaverdad. —Laverdad,¿sobrequé?—Lomiréalosojos. —Vi al tipo con el que tuviste sexo en México al otro lado de la acera, mirándonos,alsalirdetu casa.—Dichoesto,mebesóenlasienparadespuésabrazarmeyquedarse dormido. Porlomenos,éldurmió. Cuando abrí los ojos estaba sola en la cama. Por un instante me sentí mal pensandoqueni siquierasehabíadespedidodemíalmarcharse,perounestupendoolorque proveníademicocina mehizodesecharesepensamiento.Sashaestabapreparandoeldesayuno. «Hay cosas de este hombre que continúan sorprendiéndome. Tiene una mansióndignade cualquierpelículaynoleimportaquedarseadormirenmiapartamento.Su coche,bueno,elparque tiene, no son extremadamente caros. Y sabe cocinar, a pesar de que tiene servicio.Enresumen,esun tipodelomásraro,pero,desdequeloconozco,elúnico«pero»quepuedo ponerleesquenunca preguntademasiado.»Oesoesloqueyopensabahastaestemismoinstante. —Buenosdías,Sasha.—Meacerquéalacocinaparadarleunbeso. —Buenosdías.—Pusounplatorepletodecomidafrenteallugardelamesa dondemesenté. —¿Aquévieneestedespliegueculinario?—Sonreídemediolado. —¿Quién es el tipo de ayer? —Soltó a bocajarro, sin darme tiempo a ponermeelparacaídas. —¿Eh?—Porpocomeatragantoconelsorbodezumoqueestabaempezando abeber—.¿Cómo? —Ya me has oído, Laura. —Se sentó delante de mí, llevándose la taza de caféalaboca. —Eselpropietariodelaempresaqueorganizalasfiestas,¿no?—respondí. —Nomevaciles,yaséquiénes… —Esalguienaquienconocíhacetiempo. —¿Cuánto tiempo? Porque no me gustaría descubrir que, durante nuestro primerencuentro,por endetuencuentroconél,yasabíasquiénera. —No,Aleksandr.—Cogíaireporquenosabíapordóndepodríaencaminarse esaconversación —.Cuandoélmetocó,nosabíadequiénsetrataba.Noteníaideadequeél mehabíareconocido. —Eso quiere decir que en México fue a por ti a propósito, ¿no? —Asentí, avergonzadaporla situación—.Fantástico. —Losiento.Sientonohabértelocontadoantes. —Loqueyosientoesnohaberlepartidolasdospiernas.—Dioungolpeen lamesadelacocina quemeasustó. —Sasha—balbuceé. —¿Quéhacíaayeraquí?—Memiróconunafrialdadquemehelólasangre. —Queríahablarconmigo.—Nosretamosconlosojos. —Laura,somosdospersonasadultas.¿Mevasacontarlaverdad? —¿Quéquieresquetecuente,Aleksandr? —Todo—pudevercómohacíaelesfuerzoderelajarse—,quieroquemelo cuentestodo. —Escomplicado. —Tengotodoeldíasóloparati. Le expliqué que él fue alguien muy importante en mi vida, aunque sólo pasamosunfindesemana juntos.Lerelatécómosalícorriendodesuladocuandosentíquemeestaba enamorandoycómo, durante todo ese tiempo que no había vuelto a verlo, no había dejado de pensarenél.Ledijeque encontrarlo en aquella fiesta había resultado muy duro para mí, puesto que estabadisfrutandodeun juegodivertidoyseconvirtióenuncúmulodesentimientosencontradosque hicieronquemesintiera sucia.Tantocomoparasalirpitandoynovolverasabernadadenadie. —Teníasquehabérmelodichoenesemomento.Teníasquehabermecontado queyaloconocías. —¿Paraqué,Sasha? —Parasaberqueaúnsiguesamándolo. —Sasha,yo… —Laura, ¿acaso crees que no me he dado cuenta? ¿Piensas que no sé que ayertuvistesexocon él? —Pero…—Volvióacortarme. —Tus ojos se vuelven de un azul oscuro cuando practicas sexo, y ayer, al venirabuscarte,los teníasasí.Cuandoviaaqueltipoalotroladodelaaceraycómotemiraba… —Yo—suspiré—,losiento. —¿Loquieres? —Nolosé. —¿Quieresestarconmigo? —Sí—respondídeinmediato,mirándolofijamentealosojos. —¿Yconél? —Nolosé.—Melevantédelasilla—.Élyyo…Loquetuvimosfuealgo quemediotantocomo yomequité. —Estásenamoradadeél. —Sasha,deverdadque… Echó de golpe la silla en la que reposaba para atrás, dejándola caer, para abalanzarsesobremí. Me agarró la cara con las dos manos para besarme con desesperación; lo aceptésinremilgos, enroscando mis piernas en su cintura. Me sujetó lo suficiente como para dejarmeenlaencimera.Le quitélacamiseta,élmedesprendiódelosshortsconlosquehabíadormido y,sinmuchos miramientos,entróenmí.Susmanosmetoqueteabanconansiedad,suboca meposeíaconanhelo. Mismanosseagarrabanconfuerzaalmármol,aguantandosusempellones;lo sentíamuydentrode mí. Eché la cabeza hacia atrás cuando sentí sus dientes en uno de mis pezones,lomordióconfuerza. Nomedolía,meexcitaba… —Sasha—suspiré,reconociendoquemiorgasmoestabaapuntodellegar. —Hazlo,córreteparamí.Pormí… Yasí,sinpensarlomuchomás,unacorrienteeléctricarecorriómicolumna vertebral.Sashase movióconunpocomásdefuerzay,justoenelmomentoenelqueseibaa correr,saliódemíylo hizo en mi vientre. Su semen recorrió un camino de descenso desde mi ombligohastalaingle…No habíamosusadoprotección. —Losiento,nopensémucho—sejustificó. —Yotampocolohehecho,peroquieroquesepasquenolohagoconnadiea pelo.Nocreoque tenganada.—Vayaputamierdadeconversaciónqueestábamosmanteniendo. —Tengoqueirme—dijofríamente. —Tomolapíldora.—Yocontinuabaconmisoliloquiomientrascogíapapel decocinapara limpiarme. PudevercómoSashasesubíalabragueta,recogíalacamisetadelsuelo,se laponíapara marcharsealsalónenbuscadesuchaquetaylasllavesdelcocheyseibasin deciradiós. Yahíestabayo,enlaencimera,conlaspiernasabiertasysintiéndomeuna gilipollas. «¿Quémierdahapasadoenmivida?» 14 LlevabaunasemanasinsabernadadeAleksandrnideLaurent,ymeestaba volviendo completamenteloca.Sí,completamentetarumba,porquenopodíapesarcon claridad. No se habían puesto en contacto conmigo ni yo con ellos. Eso era algo así como«averquiénlos tienemejorpuestos».Aunquelarealidaderamásde«quémierdahagocon mivida». Desgraciadamente,ningunadelasdoscosasmeibabienenesemomentoy todoloacababa solucionandoconeltrabajo.Unasemanaenteraabsortaenuncasotrasotroy estudiandoafondo.Así que,entredivorcios,intentabapasarmianodinavida. —Jueza —mi secretario abrió la puerta y levanté la mirada—, tiene una visita.¿Estálibre? —Depende.—Mequitélasgafasunsegundoparadarmeunligeromasajeen elpuentedela nariz. —Puesnovaaquedartemásremedio,esdelaAudienciaProvincial. —Hazlepasar,claro.—Volvíaponermelasgafasensusitio. —Buenos días, jueza. —Una mujer pasó a mi despacho, con tres cajas de documentaciónenun carrito. —Buenosdías,siéntese… Siyopensabaquemividayaeraunaverdaderaruina,sólopodíanvenirlos deinstancias superiores a jodérmela más. Aquella misma tarde debía tener una primera vistadeuncasoqueme había caído en las manos porque el juez que lo llevaba acababa de ser inhabilitado.Sí,cosasdela justiciaylamaravillosalegalidadquehacenqueserepartanalgunoscasos aleatoriamente. ¿Tiempoparapoderestudiarloyverpruebas?Ninguno;sólomequedabala opciónde,enla mismavista,anunciarunaplazamientoparapoderleertodoslosdocumentos quemehabían entregado, para que me diera tiempo para pedir más datos o lo que fuera preciso. Levantéelteléfono. —Sergio,necesitoquenosememoleste.Medaigualquiénsea,mehacaído unmarróngordo paraestatarde. —¿Juiciomarroning?—bajólavoz—.¿Estatardetenemosvista? —Sí, pero voy a ver de qué manera lo aplazo para que me dé más tiempo parapoderestudiarlo. —¿Dequésetrata?—preguntópreocupado. —Tratadeblancas,abusosexual,proxenetismo...Unputomarrón.—Finalicé colgandoel teléfonoeintentandoentenderalgodetodoelbatiburrillodeexpedientesque debíaanalizar. Miréelreloj;quedabasólounahoraparalavistapreviaysólohabíasido capazdeecharleun vistazo a una de las cajas, repleta de informes y documentos. El juez inhabilitadonohabíadejado notas;eracomosinisiquieralehubierainteresadotratareltema. Levantémicuerposerranodelasillaparaencaminarmealacafeteríafrente aljuzgadoacomer unsándwicholoquefueraquequedara,puestoquenohabíatomadonadaen todoeldía. No tardé más de quince minutos y, al regresar de nuevo al despacho para cogerlapoca documentaciónquehabíapodidoreunirconalgodelógica,choquédepronto contrauncuerpo. —Losiento—balbuceé. —¿Laura?—OílavozdeLaurent. —Laurent,¿quéhacesaquí?—soltéincrédula. —Tengoqueiratestificarporunproblemadetráfico,unaccidente… —Hedevolveramidespacho.¿Meacompañas? —¿Trabajasaquí? —Soyjueza.Cuandomeconocisteestabaestudiandolaoposición. —Lucíamedijoqueerasjueza,peronoqueestabasenestejuzgado. —Ven, acompáñame. —Caminé rápido para entrar en mi despacho; no entendíaquéhacíaallí. Abrílapuertayrodeélamesaparasentarme;cogílasgafasymelaspuse antesdecerrarlas carpetas que tenía abiertas sobre el escritorio. No me interesaba que viera nadadeaquelcaso. —¿Ybien?—dijeponiendoloscodossobrelamesayapoyandolacabeza entrelasmanos. —Nosabíaquellevabasgafas—cerrólapuertatrasdesí—;estáspreciosa. —Haymuchascosasquenosabesdemí.—Mesalíaserunpocoborde. —Soyunapersonaconrecursos. —¿Tantoscomoparadesaparecerynovolverasabernadadeti?—Meeché paraatrásenla sillamientrasLaurentseacercabaalamesa. —Tútampocomellamaste—sedefendió. —¿Quieresquemedefienda?—Vicómocogíaunadelassillasysesentaba enfrentedemí. —No,peropenséquequizáalgohabíacambiadoentrenosotros. —Penséqueteibasaquedarparasiempre.—Lelancéunórdago. —Medijistequemeecharías—pusosusbrazosymanosentensión—ytevi conél.Lodejaste claro. —¿Aquéhavenidoesto?—Lomiréalosojos. —Quierosaberloquesientespormí—sentencióLaurent. —¿Haspodidodescubrirloconestaconversación? Se levantó de la silla y rodeó la mesa para ponerse a mi lado. Sentí sus manosenmisbrazos, levantándomederepenteparaponermedelantedeél. Nomediotiempoapensarennadaointentarfrenarloqueinmediatamente sucedió,puessus labiosseunieronalosmíos.Mebesóconnecesidad. Sentí cómo todo mi cuerpo comenzaba a responder a sus acometidas. Mis manos,quehacíaun momento estaban inmóviles por la sorpresa de su ataque, cobraron vida propia,subiendoasujetarsu rostroparaintensificarelbesoquenosmanteníaunidos. —Vamosdentro.—Lollevéalcuartodebañodemidespacho. —¿Aquí?—Alzóunaceja,asombrado. —¿Porquéno?—Sonreípícara. —Vaatenerquesermuyrápido,tengoquetestificar—sejustificóLaurent. —Yotengounjuicioenmediahora—lotranquilicé. —Creoquepodremoshaceralgo… —Teheechadodemenos.—Cerrélapuertadelbaño. —Nohayquienteentienda,Laura… Veinteminutosmástarde,Laurentsalíaporlapuertademidespachoconla promesadevernos pronto.Yprobablemente,encuantosalieradeljuicio,lollamaría;teníaganas dehablarconély quizá,sóloquizá,darleunaoportunidad.Enrealidad,dármelaamí. —Jueza—misecretariollamóporteléfono—,cincominutosparacomenzar. Yateestán esperando. —Voy —respondí poniéndome la toga y cogiendo la carpeta con la informaciónnecesariapara aplazareljuicioaotrafecha. Cogíaire;estas«putadas»megustanpoco,porquesetequedacaradeidiota alverquetodaslas partes están presentes y que es el juez el que necesita más tiempo para estudiartodaslaspruebasy,si esnecesario,solicitaralgunamás. Abrílapuerta,entréenlasalaymedirigíamisilla.Dejéladocumentación enlamesayme dispuseamiraralacusado…Mibocasesecódeinmediato;unaopresiónse cernióenlabocademi estómagoysentíquecomenzabaahiperventilar.Lasalacomenzóahacerse cadavezmáspequeña,se movíamuyrápidoyyosólopodíaveroscuridad. —Laura.Laura…¿Estásbien?—OílavozdeSergio,defondo. —¿Quéhapasado?—Intentéincorporarmededondefueraqueestuviese. —Notelevantes,hassufridounvahído. —¿Cómo?¿Dónde? —Laura,tecaísteantesdecomenzareljuicio… Yenesemomentolorecordétodo. Entré en la sala y, justo frente a mí, estaba Laurent: era el acusado por proxenetismo,tratade blancasyabusossexuales,comopropietariodeunaempresadeeventos.Él eraEtienneL.Germain, la ele mayúscula era de Laurent, el hombre que se dedicaba a traficar con mujeresyaagredirlas sexualmenteparaqueaccedieranatodoslosdeseosdesusclientes.Lafiesta alaquefui…las mujeresquesedejabanposeerporaquelloshombres… Volvíamarearme. —Notelevantesybebeunpocodeagua.—Sergiomeofrecióunvaso—.Ha sidoporeltipoque visteantesdelavistaoral,¿verdad?Eselacusado. Nolehicenicasoymedirigíaunadelascajasquenohabíatenidotiempo demirar.Saquéuna carpetaclasificada,llenadefotografías.Nohabíaningúngénerodeduda:él aparecíaentodasyen cada una de ellas: hablando con una u otra chica u otra distinta en una cafetería;entrandoconellasen unamansión...yotrasmásdejabanclaroloquehacía. «¿Porquénoabríesapuñeteracajaantes?¿Porqué?» —Sergio.—Leenseñélasimágenes—.Éleramí,esmí… —Pero¿túnoestabasconelruso?—Sebebióélelagua,fingiendounfalso acaloramiento—.Tu vidasentimentaldaparaunlibro,querida. —Esquenoestoyconningunoyestoyconlosdos. —Estomelotienesqueexplicar,peronoaquí,niconunjuiciodepormedio. —No puedo volver a la sala así —sentencié, llevándome las manos a la cabeza. —Tranquila, lo aplazaremos a la semana que viene y así podrás tomar una decisiónjusta. —¿Justa?Sergio,estehombrenopuedeserloquedicenlosdocumentos.Es imposiblequeseaun proxeneta,un...Nopuedeser.—Negabalaevidencia. —Puesdelegaelcasootendrásmuchasprobabilidadesdequeteacusende prevaricación. —Esto es una puta mierda, Sergio, una puta mierda. —Las lágrimas comenzaronaasomarsin reparoamisojos. —Laura, vete a casa. Será mejor que descanses y así mañana tendrás más claroquédebeshacer. —Loqueséesquenopuedoprevaricarporamor—sentenciéantesdeque misojosseanegaran delágrimas. —¿Estásenamoradadeél? —Hasta lo más profundo de mi corazón. —Al fin fui capaz de decirlo en alto. —¿Yturuso?—Seacercóaabrazarme. —Nolosé.—Loabracéconfuerza—.Nolosé. 15 Me marché antes de tiempo del juzgado. No hablé con nadie más sobre el asuntoylepedímáxima discreción a Sergio. Tenía que tomar una decisión lo antes posible con respectoaljuicioy,lomás importante,tomarlaconrespectoaLaurentysuimplicaciónentodoesecaso. Sólocuandofinalmenteeracapazdedarmecuentadequehabíasidosiempre élquienhabía estadoenmimente,ocurríaeso.Volvíaaabrirmeencanalporunhombrey éstemementíacon respecto a su vida. El primero, casado y con hijos, y éste, un hijo de puta traficantedemujeres.Pero ¿porquénoeracapazdeentregárselotodoaSasha?¿Porquénoeracapazde olvidaraLaurent? ¿Quémierdahabíahechoenlavidaparanopoderserfeliz? Derepentellamaronalapuertadecasa.Nosonabaeltimbre,golpeabanla madera. —¿Quiénes?—pregunté. —Laura,soyyo.Ábreme,porfavor.—Laurentsuplicabadesdeelotrolado. —Vete,nopodemosvernosniestarjuntos.Teloruego… —Ábreme, por favor —apoyó su cabeza contra la puerta—, necesito explicarme. —Noséporquévoyahaceresto—dijealaparqueabría,dejándolopasar. —Laura… —Sólo por estar hablando ahora mismo contigo podrían inhabilitarme —lo corté—,asíque esperoqueloquemecuentestengasentido.Porqueestatarde,alvernos,no mehasdichonada. Sabíasqueibaaserlajuezadetucasoy¿qué?¡Ah!Veníasaecharelúltimo polvoantesdequete metieran en la cárcel, ¿no? —Sabía que estaba siendo excesivamente dura, peroselomerecía—.Y, claro,comoyaestásacostumbradoafollarteamujeresporlafuerza,venías a,¿qué?,ajodermeamí conotrasartadementiras. —Laura,esonoesasí… —¿No?—Puseeldedoíndiceensupecho—.¿Entoncesquées?¿Todauna mentiraparavolvera verme?Eresunhijodeputaqueesclavizaamujereslibres.¡Unputocerdo! —Nosoyunproxeneta,nimededicoalatratadeblancas.Nuncahedejado queentreninguna prostitutaenmisfiestas.Todoestohasidounaencerronadealguienqueme quierehundirlavida. Alguien que quiere mi negocio. —Bajó la mirada al suelo—. Yo nunca forzaríaaunamujer,ni provocaríaodejaríaqueotroslohicieran. —Pues los papeles que tengo encima de la mesa de mi despacho dicen exactamentelocontrario, yparaquéhablardelasfotografías...Apareces,entreotras,conunadelas quetehandenunciado. ¡Cerdo!¡Hijode...!—Memordílalenguaparanovolverainsultarlo. —Tevoyapedirunacosa,sólouna,yesquecreasenmí.—Cogiólamano conlaquelo señalaba y se la acercó a los labios para besarla. Yo la aparté inmediatamente. —Nolohagas—loretéaquenovolvieraatocarme. —Laura,nosoyeltipodepersonaquevanajuzgar.Nuncahetraficadocon mujeresy,sí,enmis fiestasséqueavecessecuelanprostitutas.Enlasmíasyenmuchasotrasde altostanding.Nolo apruebo,nolojustifico,intentoevitarlo,pero,siuninvitadotraepareja,yo nopuedopedirlesel libro de familia —caminó hacia el salón y lo seguí—... y muchos de esos tipostraenaesasmujeres para hacer con ellas lo que no se atreverían a hacer nunca con su pareja oficial. —Esasqueroso—escupíporlaboca. —Elhechonoesqueseaonoasquerososisetratadeunatransacciónlibre entredospersonas adultas.Elproblemaestáenquenosólomequierentachardeproxenetade éstayotraschicas,que nolosoy,sinoque,además,dicenqueaunadeellaslaviolaronjustoenel eventoqueorganicéantes deldeMadrid. —Tambiénlosé.—Mirabarecelosa,sincreerporcompletosurelato—.No teolvidesdequién juzgaelcaso.Perotodoestoquemeestáscontandonomesirvedenada. —Teservirásitedigoqueinvestiguesaunapersona.Esquienquesededica aintroduciralas prostitutas en mis eventos; esa misma rata ha sido la que ha coaccionado a estachicaparaqueme acuse... y sí que la violentaron, pero no sexualmente: la pegaron para que contaratodasesasmentiras sobre mí, porque tiene pánico a decir la verdad. De ahí que la vieras en algunasfotosconmigo,vino a pedirme ayuda. Estaba procurando sacarla de ese mundo, tenía miedo. Tienemiedo… —Me suena a película de espías. Demasiado raro para que sea cierto. — Laurentsesentóenel sofáymepidióqueloacompañara.Accedí. —Laura —respiró—. Esta empresa me vino dada; yo no pensé nunca en montaruntipode negociocomoéste,peromelodejóenherenciamipadre...unhombrealque hacíamásdediezaños que no veía. Al fallecer y dejármela, pedí ayuda a un exsocio suyo que pretendíaquedarsecontodo. Yo, en ese momento, no sabía nada, no tenía ni idea de que mi padre ya le habíaechadodela sociedad por pegar y violentar a mujeres para que las fiestas fueran más animadas.Aqueltipome engañó.Ciertoesquemeenseñóamanejareldinero,lascuentasytodolo queparecelegal; desgraciadamente fue demasiado tarde cuando quise deshacerme de él. Me metíenunambiente sórdidoqueahoraestoysufriendo,apesardequelogrépararloatiempo.El mundodelsexoes sucio,oscuroypeligroso.Aqueltipomehapreparadounaencerronadelas grandesenviándomea aquella chiquilla, asustada gracias a él. Él si la agredió varias veces y la obligóairaalgunasfiestas, forzándola a hacer cosas que no quería, como estar con varios hombres o mujeres.Laura,yonotengo nada que ver en eso. No soy un proxeneta, no abuso de mujeres. Por dedicarmeaesto,dejela música,dejémivida...—Sellevólasmanosalacara. —Vasairalacárcel,Laurent—suspirésentadaasulado—;laspruebasson contundentes.No puedohacernadaporti. —Investiga por mí, por favor. —Me cogió de las manos, mirándome fijamentealosojos. —No me pidas esto, Laurent. No me pidas esto. —Comencé a respirar rápidamente. —Soyinocente.Tejuroqueyonuncahehechonadailegal,nuncahetocadoa unamujerqueno haya querido, y en mis eventos contrato a mucha seguridad para velar por todoslospresentes.Nunca hapasadonadaenningunafiestaqueyohayaorganizado,lojuro. —¿Yquéquieresquehagayo?—mequejéenalto—.Nopuedomantenerme eneljuicio,no puedojuzgarelcaso.Sialguienseenteradequeestamosjuntos,dequetúy yosomos… —¿Somos?—Laurentabriólosojosdeparenpar—.¿Considerasquesomos algo?¿Y…? —Penséqueestatarde,antesdeljuicio,habíaquedadoclaro.Peroahorano séquépensar.Nosé quécreer.Nisiquieratuvisteelvalordedecirmenada.Nisiquierasabíani tunombrecompleto,nitu apellido.¡Joder!YademásestáSasha… —¿Siguesconél? Melevantédelsofácomounresorte.Noteníanipuñeteraideadeconquién estabayconquién no.Sashallevabadossemanassindarseñalesdeviday,cuandoacababade decidirme,eldestino volvíaajoderme. —Laurent,serámejorquetemarches. —Megustaría…—Selevantó,seacercóamíymeacaricióelrostro. —Vete—mealejé,dolidaconmigomisma—.Necesitopensar,necesitosaber quéesloquevoya hacer,ytúnodebesestarpresente. —Pero…—replicó. —Laurent,nopuedenvernosjuntos.Nopuedenrelacionarnossiquieresque yotomeunadecisión ecuánime, sea cual sea. Si decido investigar, no puedo verte. Si decido juzgarte,nopuedoverte…No puedo. —¿Estoesunadiósentonces? —Megustaríaquefueraunhastaluego,peronolosé.—Lomiréapuntode quemislágrimas comenzaranacaersinremedio. —Esunamierda,¿no?—Susojostambiénestabanenrojecidos. —Lo es, y ahora mismo querría hacerte el amor hasta el amanecer. — Lloraba,mirándolo—.Pero sí,esunamierda. —Te quiero. Lo sabes, ¿no? —No asentí ni negué, mientras sus lágrimas tambiéncaíanporsu cara. —Adiós, Laurent. —Abrí la puerta de casa para que se fuera, aun a sabiendasdequeeramuy posiblequenuncamásvolvieraaverlo.Cuandosonóelclicqueindicóque lapuertayasehabía cerrado, no pude más que ponerme a llorar, sujetándome el cuerpo. ¿Qué coñoibaahacer? Miréelrelojdelmóvil;nosabíaeltiempoquellevabaenelsofállorandoy compadeciendomi puñeterasuerteconelamor.¿Cómoseempeñabaeldestinoenfastidiarmela vida?¿Cómopodría volverarehacerme? Eneseinstanteentróunallamadaeneldispositivo.«AleksandrVodianov», poníaenlapantalla. «Yahora,él.» Apartéelteléfono,lanzándololejosdemí,alotroladodelsofá.Sí,noseme ocurriótirarlo contralapared,nisiquieraircorriendoalbañoytirarloporelretrete;sólo loalejé,alotrolado, hastaqueesaodiosamelodíadejaradesonar. No tuve que esperar mucho, terminó pronto para dar paso a los pitidos del consabidomensaje quesabíaquevendríadespués.Alarguélamano,lacuriosidad... Estoyabajo,¿puedosubir? Leíunayotravezaquelsimplewasap. Acababadedeciradiósalqueprobablementehabíasidoelamordemivida yquemehasido arrebatado,aunapesardeserconscientedequelaúnicaculpabledeestar asíhabíasidoyo.Yabajo estabaelhombrealque,denuevoyo,lediunaoportunidaddeentrarenmi vidayenesemomento… ¿Yenesemomentoqué,siestabahechaunaputamierda?¿Quécoñosentía porél? Lemandéunmensajealentándoloaquesubiera.Yesofueloquehizo,pero yonisiquierapensé en las consecuencias de la decisión que en ese mismo instante acababa de tomar.Dicenquelas decisiones no se deben tomar en caliente, y yo de eso sabía un poco, pero estabacansadadellorar, de compadecerme, y sólo necesitaba sentir; necesitaba sentirme querida, deseada,talvezamada… Apagué las luces de casa, pues no tenía ganas de dar explicaciones por la caraylosojos hinchados;unasimpleluzauxiliarquesalíaporlapuertadelsalóniluminaba losuficientecomopara no estar a oscuras. De fondo, por lo que llegaba de la ventana del patio interior,alguienescuchabaa SarahMcLachlanypensédenuevoenlopuñeteroqueeraeldestinoaloír quelaletraversabasobre lanecesidaddeestarentrelosbrazosdeunángel… AbrílapuertaantesdequeSashatocaraeltimbre. —Laura.—Tratodehablar,peronolodejé.Agarrésucabezaparaacercarla alamíaybesarlo; noqueríaoírsuvoz. —Sasha,necesito…—Cerrólapuertatrasdesíconelpie,alaparquesus manossemovían diestraspormicuerpoparaamarrarmedelacintura. —Losiento,sientohabermeidodelamanera… —Shhhhh —Volví a besarlo mientras me deshacía de su chaqueta, le desabrochabalacorbatayle sacabaatrompiconeslacamisa,dejandoasíunregueroderopamientraslo obligabaairami habitación. Yomismamequitélacamisetaquellevabapuesta,asícomolospantalones dechándalquela acompañaban.Sólollevabauntangapuestoy,alvermeasí,Sashasedeshizo delcinturónydel pantalóndetrajequellevaba. Mecogióenvolandasymeposóenlacama,mirándomeporprimeravezcon intensidadalos ojos. —¿Quéhapasado?—Suexpresióncambiódeinmediato. —Sasha,noquierohablar.Porfavor—leacariciélanuca—,hazmeolvidar. Sedesnudóporcompletoy,sinpreguntarmemás,setumbóencimademí.Me acariciódearriba abajo con la yema de los dedos; su lengua se paseó por los rincones más escondidosdemipielysus labios devoraron mi cuerpo, sin tregua. Nunca me había tratado con esa delicadezaenlacama, siempre había sido como un lobo hambriento seguro de sus sutiles movimientos. —Déjatequerer,mipequeñaNinotchka—mesusurrómientrasmequitabala únicaprendaque nosseparaba,mitanga—,dejaqueyotecuide. Y,despacio,entróenmí.Semecióconcalmadentrodemicuerpo,comosi unalevecariciade vientomeacunara.Losentíhondo,fuertementeamarradoamipiel,peroala vezcuidandodemi alma.Meestabarompiendo...Sasha,conloquehacía,medescomponía,ylas lágrimas desconsoladas comenzaron a caer de mis ojos sin contemplación, a la vez queunorgasmo desgarradorluchabaporescapardemicuerpo. Lo hice, me corrí, y fue lo más extraño que nunca me había ocurrido, pues inmediatamente después comencé a llorar como un niño pequeño al que le arrebatan su juguetefavorito.Ymehice una bola. Y Sasha me cobijó, besándome una y otra vez en la sien, susurrándomesuavespalabrasen rusoquenoentendí. 16 MedormíenlosbrazosdeSasha,deesoeradeloúnicoqueestabasegura, yaquealabrirlosojos nopodíanipensar,poreldolortanhorrorosodecabezaquetenía.Miedome dabalevantarmey posarmimiradaenunespejo;pánico. —Buenosdías,preciosa.—Sonreípordentroalpercibirlaseseslíquidasde supronunciación, peroteníaquedisculparme. —Sasha,yo… —Cuéntamelo cuando estés preparada. Aún es pronto, descansa. —Y llevó micuerpocontrasu pecho,así,sinmás. Yasí,sinmás,novolvimosahablarnuncamásdeaquellanoche.Sequedó comounmal recuerdo en nuestra memoria, pero yo no estaba bien. Lo intentaba, pero sabíaquehabíaunapartede míqueestabarotaenpedazosyquenoeracapazdereconstruirpormásque hicieraelesfuerzo.La ignoraba, no la tomaba en consideración y hacía todo lo posible por olvidar…Conseguíaplazarel juicio durante dos meses, utilizando varios subterfugios legales, pero iba a serhonesta:pediríaque el caso lo llevara otro juez. Sabía que no sería capaz de ser imparcial, y podríaacabarincurriendo enundelitodeprevaricación. Lo que sí tenía claro era que no pararía hasta encontrar la verdad. La documentaciónestabaclara, era culpable, pero había algo dentro de mí que me decía todo lo contrario. Esepedazocreíala historia de Laurent. Él no era ese hombre que aparecía descrito en los papeles,élnoeraun proxeneta,niabusabadenadie,nitraficabaconsereshumanos,y,aunapesar dequenovolveríaa verlo,pensaballegarhastaelfondodeeseasuntoparaayudarlo.Nopodía entrarenlacárcel,no podíasercierto. 17 Desdeaquellanoche,laolvidada,llevábamosjuntosunmesySashacasise habíamudadoami apartamento;yonuncameiríaavivirasucasa,tanimpersonal.Admitoque paramíresultabamucho másfácilestarenmiterreno,enmiterritorio,contodaladocumentaciónque precisabaamanopara reunir las pruebas que demostrarían la inocencia de Laurent. Me estaba volviendoloca,obsesiva;no dejaba de indagar por todas partes, pero sólo encontraba puertas cerradas. Necesitabahacerlode otramanerayesomeestabaquitandoelsueño,elhambreycasilavida… Melevantédelacamaparabeberunvasodeagua;laoscuridaderatotalyno podíadormir. Abrí la puerta de la cocina del apartamento, extrañamente decorado con un gustoincreíble, comparándoloconsuhorrorosacasa,ymeservíagua.Llevábamostresdías enSanPetersburgo. Sasha insistió demasiado como para negarme, pues quería llevarme a conocerlaciudadquelovio crecerylaverdadesquehabíamerecidolapena.Caminamossindescanso deunlugaraotro, pasamos una mañana entera en el museo del Hermitage, me llevó a un conciertodemúsicaclásicade Korsakov y conocí una faceta de Aleksandr que me sorprendió muy positivamente. Agarré el vaso y me lo llevé a la isla central de la cocina, para luego sentarmeenunabanqueta alta;bebídespacio,mirandolasespectacularesvistasdelríoNevá.Aquella mismanochehabíamos cenado con unos amigos de Sasha en esa casa y jugamos entre las dos parejas.No,nomesentímal; alcontrario,creoquefuemásunpasatiempodeprovocaciónqueotracosa. Sóloestuveconél,sólo él me penetró, pero me turbaba aquel tipo de relación tan extrañamente abiertaquemanteníamos. —¿Estásbien?—Oísuvozamiespalda. —Sí,teníasedy…—Encogíloshombrosalavezquelemostrabaelvaso deagua. —Mehedespertadoalnosentirtucalorenlacama.¿Todobien?¿Hayalgo quetemolestarade estatarde?¿Noqueríasesetipodeencuentro? —Tranquilo,Sasha.Noeslaprimeravezquelohacemos,¿no?—Élsonrió demedioladode formacondescendiente,perosabíaquemesucedíaalgo. —Nomegustaríaquehicierasalgoquenotegustara,nunca,Ninotchka—me abrazópordetrás —,niqueteincomodara.Ymuchomenosqueteviolentase. —Aleksandr.—Mepusesería. —Sólodicesminombrecompletocuandoteenfadas—besómicuello—o cuandovasacorrerte, yahoranosucedeningunadelasdoscosas. —Tengounafalta.—Ala,yalohabíasoltado. —Nocomprendoquéquieresdecir.—Sediolavuelta,sinsoltarmicintura, paramirarmede frente. —Por Dios, Sasha, no es tan difícil de entender. —Me separé de él al bajarmedelabanqueta—. Nomehabajadolaregla—apartirdeahísepusoenmarchamimáquinade hablar—,peronote preocupes: en cuanto lleguemos, en un par de días, a España, me haré las pruebasy,siestoy embarazada, me encargaré de todo. No quiero que te preocupes por nada, sobretodoteniendoen cuentaquenosési… —Ninotchka, relájate —acarició mi cara con sus manos—; no es lo más adecuadoparanosotros enestemomento,pero,siestásencinta,bienvenidosea.—Mebesópara,a continuación,abrazarme. Loqueélnosabíaeraquehabíacortadomifrasejustoenelmomentoenel queibaadecirleque nosabíaquiéneraelpadre,éloLaurent;estuveconlosdosesemismodía,y sinprotección,pues con Laurent, en la ducha, se nos fue de las manos… Debió de fallar la píldora. «¡¡¡Gilipollas!!!»,acabégritándomementalmente. Y ahí estaba yo, en una farmacia, comprando el dichoso dispositivo para sabersiestabaono preñada. Hacía ya cinco días que habíamos regresado de Rusia y Sasha se había comportadocomoun verdadero amor conmigo desde el momento en el que supo que podía estar esperandounbebé,él pensabaquesuyo.Mecuidócomoningúnhombrelohabíahechojamás;me llenódecaprichosque nonecesitaba,decariciasquenohabíapedidoydemiradasllenasdecariño quenuncaledevolví. Sí,porque,pormásquelointentara,Laurentnodejabadeaparecerunayotra vezenmimente. Renuncié al caso; me inventé una patraña absurda con tal de no decir la verdad,posible prevaricación. Posible, no: estaba segura de que no hubiese sido capaz de meterloenlacárcela pesardetodoslosjodidosindicios,pruebasydocumentos. —Buenastardes,¿quédesea,señora?¿Señora?—Mesacódemiensoñación lafarmacéutica. —Sí,perdón.¿Mepodríadaruntestdeembarazo? —¡Embarazo! —Oí una voz a mi espalda que me hizo cerrar los ojos de vergüenza. —Hola,Amparo—lasaludéaltiempoquepensabasiesgrimirlaperegrina excusade«noes paramí». —¿Puedesexplicarmeesto?—Memiróconcaradeasombro. —¿Quieresbajarlavoz?Yaessuficienteconquetúlosepascomoparaque seenteretodoel mundo. —Hija,esquepodríashaberteidoaotrafarmaciaynoalaqueestájustoal ladodeljuzgado— merecriminó. —Tienesrazón—Paguéalafarmacéuticaymegiréparairme. —¿Adóndevassinmí?—Amparomesiguió. —¿Túnopretendíascompraralgo? —Puede esperar, sólo quería unos caramelos de esos que suavizan la garganta.—Mecogiódel brazoysoltó—:Asíque,perlita,vamosatomaruncafé,quetevendrábien paratenerpis,ymelo cuentastododepeapa. Yasílohicimos.Entrecafé,lágrimas,sorbosyllantinas,acabécontándole todalahistoria,sin losmomentosmásescabrosos,aAmparo,quememirabaconlabocaabierta ysinsoltarmelas manos. —Noséquédecirte,cielo.—Mepasóotropañueloparaquemesecarade nuevolaslágrimas—. Nosoytumadre,niedadtengoparaserlo,peroechartelabroncapornousar protecciónnosirveya denada,siestásencinta.Pero,aver,siloestás...vasatenerunbuenlíoen lacabeza.Sihablas, puedesperderaSasha,seaonosuhijo,ysinohablas,puedesvolverteloca. —Amparo…—empecéaprotestar. —Espera —cogió aire para continuar—. Como te conozco, sé que vas a hablardetodasmaneras. Tediréunacosa,sólouna:piensarealmentequéesloquequieres,aquién quieresyloquetu corazóntedice. —Esquenodejode… —Pensar en el jovencito surfero reconvertido a proxeneta. —Acarició mi rostroeneseinstante. —Nocreoqueélseaesoqueindicanlaspruebas.—Volvíaponermeallorar comouna Magdalena—.Amparo,nohagomásquebuscarinformación,iniciarnuevas líneasdeinvestigación que justifiquen que no lo es. Me voy a volver tarumba, estoy perdiendo el juicio. —Eso es amor, cariño, por mucho que te duela aceptarlo. Estás enamorada deélhastael corvejón. —¿YSasha?Deélpodríaenamorarme. —Nohaspodido,cariño—memiróconmuchaverdadenlosojos—;note puedesenamorarde alguiencuandoyaestásenamorado. —Amparo¿quévoyahacer?—demandé,mirandolabolsadelafarmaciay elpaquetedeclínex gastado. —Sersinceracontigomisma.Ydespués,túverás,porqueestásmetiéndoteen unterreno peligrosoparati.Hicistemuybieninhibiéndotedeesecaso;habríaspuesto enjuegotutrabajoporun hombre del que estás enamorada y, si esto se hubiese sabido, te habrían echadodeljuzgado...pero esodequeestésindagandoportucuentapuedeserpeligroso,ypuedetraerte problemas,Laura;ten cuidado. —Nopuedoabandonarlo,Amparo,necesitaayuda.Élsolo… —Laura,túnoeressusalvadora. —Peropodríaserlo,deboserlo… —Veteacasaypiensaenti. 18 Sersincera… Desde que aquel cabronazo de mi exnovio casado me hiciera tanto daño, nuncahabíapodido sincerarme conmigo misma. Jamás, desde entonces, había querido mirar dentrodemicorazónpara poner en orden todos mis sentimientos. Era mucho más fácil llegar, ver y vencer;así,alamañana siguiente,loúnicoqueteníaquedecireraun«adiós,hasidounplacer».Pero Laurentrompiótodos mis esquemas y tuve que salir corriendo; me hizo pensar demasiado y no quisevolveraenamorarme. Lo que no sabía era que, desde el momento en el que salí huyendo de sus brazos,yaestabacolada porél.LomásparecidoquehabíatenidoaaquelloloexperimentéconSasha, peroélhabíaentrado en mi vida de manera atropellada. «¿Por qué una no podrá enamorarse de quienquiere?¿Por qué…?» Volvíallorarcomounabobaconeltestdeembarazoenunamanoyelmóvil enlaotra.Sentía unacongojaindescriptible,ynoyaporelhechodeestaronoencinta,sino porqueteníaquedecidir si contárselo todo a Sasha antes o después de hacerme la prueba. Él se merecíaalgomásdeloqueyo le estaba ofreciendo, pero ¿cómo podía decirle todo lo que había pasado?, ¿cómoseríacapazde explicarlequeaúnamabaaLaurent?,¿cómopodríaasumirque,sinohubiera pasadolodeljuicio, nuncahabríamosidoaSanPetersburgoniafianzadonuestrarelación?¿Cómo explicarlequeLaurent estaba acusado por proxenetismo, abuso y trata de blancas y yo estaba intentandoayudarloparaque lo declararan inocente, a pesar de que todas mis indagaciones y peticiones mellevabanacreerlo culpable,ademásdeldesquiciantetiempoqueestabaperdiendoparaqueno fueracondenado? Nomehizofaltatomarladecisión,abriólapuertaconsupropiallave. —Laura.—Oísuvoz. —Aquí,enmidespacho—leindiqué,asustada. Entróenély,alvermeconeltestenlamano,seacercótemeroso.Sentísu manosobremihombro y,consuavidad,mepreguntó: —¿Sabemosalgoya?—Bajólamanoparaacariciarmeelbrazoymebesó enloslabios—.¿Voy aserpadre? Lomiréconojostristesyesoloalertó. —Aleksandr,quierocontartealgo. —Creoquenomevaagustar,loveoentumirada. —Quieroquelosepastodoantesdehacermeeltestdeembarazo. —Simevasacontarquenoestásenamoradademí,esoyalosé,miquerida Ninotchka—me sorprendió con su respuesta—. Pero tenía el convencimiento de que con el tiempo… —Lo siento, Aleksandr, pero las cosas no se pueden forzar... aunque lo he intentadocontodasmis fuerzas. —No te preocupes y te repito que, si estás embarazada, yo estaré ahora y siemprecontigoyel bebéparaloquenecesitéis. —Esque...—cogíaire;esoibaasermuyduroparamí,noqueríaniimaginar cómoseríaparaél —...haymuchomás… Cuando las lágrimas acabaron de salir por mis ojos, al igual que toda la historiapormiboca,mi cuerposevencióycaíalsuelosinfuerzasparanada.Sashasólosellevaba lasmanosalacabezay negabaunayotravez.Repetíunaymilvecesquelosentía,quenuncaquise engañarlodeesamanera yquemesentíaunaimbécil,unamalapersona;quedesdehacíaunmessólo estabatrabajandopara poderlibraraLaurentdeljuicioydelasentenciaqueseleveníaencima. Pero,cuandopensabaquelasituaciónsólopodríairapeor,Sashaselevantó delasillaenlaque estabasentadoyseacercóamí,quepermanecíaenelsuelo,ycondulzura meinstóalevantarme. —Ninotchka,lascosasnosonsiemprecomoqueremos,perohemosdesaber sitenemosque preocuparnosporunbienmayor. —Sasha—balbuceéentresusbrazos. —Laura,loprimeroesloprimero.—Cogiódelamesaeltestdeembarazoy meloofreció—. Creoqueestosólopuedeshacerlotú,¿verdad?—Viunatisbodesonrisaen suslabios. —Sí,sóloyo—respondícomounaidiota. —Adelanteentonces—acariciómirostro—,noiréaningunaparte. «Soy tonta, imbécil, idiota y todos los adjetivos negativos que pueda adjudicarmeparadescribir loqueestoyhaciendoconesehombre,quien,aunasabiendasdequenoestoy enamoradadeél,no paradeconquistarme.Yahora…ahora,conloquepuedevenírsemeencima, sigueamilado,nose haido...inclusoconladudadequepuedequeelbebénoseasuyo,yqueel otrovaaentrarenla cárcelporlosenredosenlosquelohametidounmalsociodesupadre.» Me senté en la taza del váter y comencé a leer las instrucciones. Quitar plástico,quitartapay hacerpisencimadela…«Leído;ahora,aproceder.» Cerrélatapayesperé. Lo hice con los ojos cerrados y la cabeza apoyada entre las piernas, sin atrevermeamirarqué iba a ocurrir. «Sólo pueden pasar dos cosas: o estoy embarazada o no lo estoy.Lógicapura.Visto mispensamientos,avecestengolasensacióndequemedebedefaltaruna neurona,pormis elucubraciones, pero es así: cincuenta por ciento de posibilidades. No hay más.Bueno,quizáunfalso positivo,peroyameestoy…» Unosgolpesenlapuertadelbañomedespertarondemidelirio. —Laura,¿todobien? —Sí,sí.¿Pasaalgo? —Es que llevas veinte minutos ahí dentro y… —dijo Sasha desde el otro lado. No quería comprobar sola el resultado de la prueba de embarazo y acabé invitándoloaentrar. —Pasa,aúnnolahemirado. La manilla giró y Sasha entró; no levanté la cabeza, pero sí la mirada. Se habíaquitadolacorbata ylachaqueta,yremangadolasmangasdelacamisapordebajodeloscodos. Alargólamanopara cogerelplástico,perointerpuselamía,deteniéndolo. —Noteentiendo—casisusurró. —Esquenotengoelvalorsuficienteparaverlosola. —Peronopasanada—medijo—;siestásembarazadaserábonito… —¿Enserio?—lecontestémirándoloconlosojosrojizosporelllanto. —Déjame, anda. —Tomó el mando de la situación cogiendo el test, pero inmediatamentesele cambióelrostro. —Estoy embarazada, ¿verdad? —Casi me encogí, sentada en la taza del servicio. Sashamedioeldispositivoconlacabezagachay,mientrasyomedecidíaa verelresultado,su vozsonótristeyprofunda. —Supongoqueestoesunadiós. —Sasha…—musitéconvozqueda,intuyendoquenohabíasalidopositivo. —Laura, serás feliz, te lo prometo. Me encargaré personalmente de que tengastodoloque quieres. Miré el test; era claro, no estaba encinta. Luego levanté la mirada hacia Sasha. —Supongo que sí que lo es. —Me mantuve en la misma posición, observandocómosalíadel cuarto de baño. Percibí cómo removía algunas cosas y cómo dejaba las llavesenalgúnlugardel salón, y luego la puerta de mi casa se cerró. Justo cuando el golpe se oyó, comencéatemblarsin control.Micuerponorespondíaaningunadelasórdenesqueintentabadarle, sóloqueríairmeal sofá.Cogíelteléfonomóvilymarquéelprimernúmeroquerecordé. —Hola,Laura,¿quépasa?—Sólopudesollozar—.¿Laura? —Amparo—pudefarfullarfinalmente—.Necesitoquevengasacasa… —Voy,ahoramismovoy… 19 Sabía, visto lo visto, que me había convertido en una mujer obsesiva, y la verdaderaquehabía dejado de preocuparme de mi vida para centrarme en la de los demás. Sí, sólomehabíadedicadoa trabajarcomounacondenadaynisiquierahabíasalidolosfinesdesemana. Si teníamos que hacer turnos en el juzgado o guardias, allí estaba yo para ofrecerme.Había pasado más de seis meses trabajando sin mirar atrás; no me lo había permitido,nohabíatenido tiempo,nomehabíaqueridoflagelar. Aunque en su momento había tenido el valor de no seguir adelante con el juiciocontraLaurent, por falta de objetividad, no podía quitármelo de la cabeza. La causa había vueltoaaplazarse...yyo, cuando tenía algún rato libre, seguía intentando reunir información sobre aquelexsociodelpadredel hombrealqueamaba. Esetiponoeratrigolimpio. Mejuréquedestaparíatodasumierda.QuizánopudieralibraraLaurentdel juicio,perosíque iba a ir a por aquel malnacido, aquel violador, aquel hijo de puta que me habíajodidolavida.Ibaa ser su peor pesadilla, y presentía que quedaba muy poco para que pudiera presentartodaslas pruebas. Suvidaenlibertadestaríaenmismanos. ¿Mividasentimental?¿Esoquéera?Habíadejadodesalirdesdeelinstante enelqueSashasalió demivida.Nosabíaloquemehabíapasadoconél,peroloquesímehabía quedadoclaroeraque amaba a Laurent más de lo que nunca hubiera creído. Y me volvía loca no podercontactarconél. Dosmeses,sí,hacíadosmesesquenocontestabaalasllamadasdeNuriay Lucí;nisiquiera respondíaalasdeLourdes,aunsabiendoquemellamabadesdeMéxico.Qué putamierda,enserio. Me estaba volviendo una ermitaña de manual. «¿Quién me ha visto y quién meve?»Pero necesitaba mi espacio para poder poner en orden mis pensamientos… y, lo másimportante,mis sentimientos. Estaba perdiendo el juicio por segundos, sólo la sed de venganzamehacíaseguir adelante. Todavíaestabaintentandodesperezarmeenlacamacuandooíunossonoros golpesenlapuerta. No les di mayor importancia; pensé que se trataba de algún miembro de algunaconfesiónque queríaconvenceraunaagnósticadealgo,asíquemedilavueltayagarréla almohadapara ponérmelaencimadelacabeza… Losgolpesnocesabany,paracolmodemales,elmóvilcomenzóasonar… —Idostodosalamierda—gritéenalto,sinsaberexactamentequépasaba,a laparquecogíael teléfono y miraba de quién se trataba—. ¿Quién coño te manda llamarme a estahora?—solté. —Anda,güerita,abrelapuertaoLucíaestádecididaairalcentrocomercial acomprarun martillohidráulico. —¿Lourdes?¿Lucía?¿Quécoño…? —¡Oabreslapuertaollamoamimarido!—DistinguílavozdeNuria. —¿Lapolicía?—ÉstaeraLucía—.¡Unamierda!Alechesabrolapuertade unavez. —¡Quieto todo el mundo! —La voz de Lourdes serenó el momento—. QueridaLaura,¿haría ustedelfavordeabrirnoslapuerta? Colguéelmóvilynomequedómásremedioqueiraabrir.Alhacerlo,me encontrédefrentecon mistresamigas,quememirabanconcaradepocosamigos. —¿Ytúquécoñohacesaquí?—fueloprimeroquesaliódemislabiosalver aLourdes. —Loquemesaledelpotorro—mecontestódecidida,talycomoellaera,a lavezqueme apartabayentrabaenmicasaseguidadelasdemáschicas. —Laura,necesitassalirdeestebucle—sentencióNuria. —¿Enserio?¿Podéisirosunpoquitoalamierda?—Puessí,esofueloque saliódemislabios. —Enlamierdaestástú,corazón.—Lucíamemiróconojosdepreocupación. —Laura,debeshaceralgo.—Lourdesmemiró,cogiéndomedelamano. —Lourdes…—fueloúnicoquesaliódemislabios. —Losabentodo,cielo,nohaysecretos—confesó. —Medoliómuchoquenomecontarasnada—sequejóNuria. —Losiento,chicas,noquisepreocuparos.—Bajélacabeza,avergonzada. —Me da igual lo que sientas —soltó Lucía—. Lourdes, hazle una maleta. Nuri,mételaenla ducha.OperaciónCantabriaenmarcha… —Pero¿quédices?—mequejé. —Seacabó—soltóLourdes—;estamosaquíparasalvartedetimisma. —Vamos,alagua.—NuriameempujabaendirecciónalbañomientrasLucía meacariciabael antebrazo. —Cariño,hemosvenidotodas;necesitassonreír. —¿En Cantabria? ¿Es una broma? —medio sonreí socarronamente—. Me niegoadescansary olvidarmedetodoconesemaridoquetienes. —Idiota…—exclamóconcaradeenamorada. —Sí,perolosabes… Dos horas más tarde estaba de camino al norte, sin saber por qué y sin preguntarmuchomás. ÍbamosenelcochedeNuria,yaqueLourdes,desdeMéxico,yLucía,desde Cantabria,habían venido en avión. Me dio un poco igual, ya que me dejé llevar. No tenía preocupacionesmásalláde mitrabajo;todolohabíaapartadoabasedepatadasvirtualesy,viendoeldía queera,enviéun mensajeaAmparoparaquemecubriera,paraquemeecharaunbuencapote. Surespuestafueun emoticonosonrienteyunasmanoshaciendopalmas.¿Quéharíayosinella? Duranteeltrayectohablaronsinparar:Lourdes,metiéndoseconNuriaporsu maneradeconducir tanlenta;Lucía,comosiempre,ejerciendodepacificadora,mientrasquela acusadalasamenazaba condejarlasenlacuneta. Sonreí; éramos las de siempre, a pesar de nuestras circunstancias. Prometo queenesemomento intentéolvidarmedetodoyformarpartedeellas,perosólopodíapensaren queaquellastreschicas quehabíansufridoporamor,quizámásqueyo,habíantenidosufinalfeliz;su caballerodebrillante armaduraesperándolasasuregreso.Yallíestabayo,casisalidadeunfinal dignodecualquier telenovela en la que la protagonista no obtiene la felicidad que tanto ha soñado. Lucía sonreía a mi lado, sin soltarme de la mano. Lourdes picaba a Nuria, sentadaenelasiento delcopiloto.Nuria,nerviosa,secolocabaunayotravezlasgafasdesolen elpuente,enunintento deserenarsecontaldenodarleunmanotazoalamorena. —Laura, todo va a ir bien. —Como si me hubiera leído el pensamiento, Lucíamemirabay sonreía. —¿Cómopuedesestartansegura?—mequejé. —Porqueyoestuvedondehasestadotú...ytodosalióbien. —Meencantaríapodercreerlo,peromeconformoconqueyanoduelatanto. —Meapretómásla mano,sonriendoconcariño. Llegamos a la posada de Lucía y Rodrigo; allí él nos esperaba con una sonrisaenelrostro. Después de saludar a todas las chicas, se acercó cariñosamente a mí y me susurró: —Todovaasalirbien,teloprometo. —¿Oshabéispuestodeacuerdotumujerytú?—Seencogiódehombrosy volvióaabrazarme. —Vamos,chicos—intervinoLourdes—;tengounhambrequenopuedocon mivida. —Meapunto.—Nuriasonrió. —Ohhh, una cerveza helada —comentó Lucía mientras miraba el reloj—, peroantesmevoya porelenanoalaguarde.Tardoquinceminutos. Pasamoslatardejuntas,riendoyresguardándonosdelalluviaexteriorenel salóndelanueva casa que había diseñado Rodrigo; era mucho más amplia que la anterior, y convariashabitaciones. Sinpodersalir,aquellanochelapasamosriendoyrecordandoviejasbatallas nocturnaslibradas en las calles de Madrid. Habíamos sido los cuatro jinetes del Apocalipsis. Quiennosviera entonces… Me fui a la cama muerta de sueño, y fue la primera vez que, al cerrar los ojos,Morfeovinoami encuentrosinretrasos.Seacercóysuavementemellevóasureino. Nohabíadormidotantoenmivida,penséalabrirlosojosydarmecuentade quelassábanasen las que estaba envuelta no eran mías. Di un salto en la cama para incorporarme,intentandosaber dóndeestaba…yrespirémástranquilaalverqueenlacamademiderecha aúndormíaNuria,y Lourdesestabaenotracama,anuestrospies. Mevestírápidamentesinhacermuchoruido;meapetecíabajaralacocinay prepararmeuncafé antes de que todo el mundo estuviera despierto. Pero estaba equivocada al pensaraquello:Lucía estabaallípreparandounbiberónydejandolacafeterahecha. —Buenosdías,nena—mesaludócogiendoalpequeño,conlaintenciónde pasármeloamis brazos—,¿teimportaríadarleelbiberónmientraspreparoalgodedesayuno? —Claroqueno.—Cogíalcríoparadarlesudesayunodecereales—.¿Está Rodrigotrabajando? —No.Enestasfechaslaposadaestácerrada,pero,detodasformas,yasabes quetodoslosdías quepuedesevaalmar. —Ah...—HabíaidoaCantabriaparaolvidarmedeLaurentylaidiotademí recordóquetodo comenzóallí. —Venga,siéntateytepongoalgodecomer. En ese instante oímos abrirse la puerta de casa y a Rodrigo charlando animadamenteconalguien. Lucíasetensó,pudeverloensucara. —Deja,Laura,yaterminoyodedarleeldesayuno—mepropuso,yagarróal niño.Yofruncíel ceño. —Lucía —oímos pasos acercándose—: mira quién ha estado haciendo surf conmigo. Como si de un gran tsunami se tratara, por la puerta de la cocina apareció Laurent.Nosonreía,y yanollevabalabarbaconlaquevolvíaencontrarmeconél. Nos miramos por un segundo, un momento que se me hizo eterno y que, desgraciadamente,no pudedigerir,porloquecomencéarespirarcadavezmásfuerte. —Hola.—Oísusuavevozalsaludar. MiréaLucía,quepormomentosseponíapálida,yluegoaRodrigo,quetenía carade circunstancias. Echédegolpelasillaparaatrás. —No esperaba que me hicierais esto. —Salí corriendo de la cocina, apartandodeunempujóna Laurent de mi camino. Oía cómo gritaba mi nombre, pero yo sólo quería escapar. Nuriasecruzóconmigo. —¿Quétepasa? —Lasllavesdetucoche—leexigí. —¿Qué?—Memirócomosiestuvieradelantedeunademente. —¡Quemedeslasputasllavesdetucoche!—grité. —¡Oye,¿atiquétepasa?!—OípordetrásaLourdes. —Lasllaves,mevoy—sentencié. —Peroquécoño…—Lourdesfueareplicaralgo,cuandodeprontoLaurent apareció,intentando detenerme. —Laura,yosólo… —Las llaves. —Ni lo miré, para dirigirme a Nuria, que con cara de circunstanciasmealargólas llaves. —Laura,porfavor,déjame… —Eso,déjametúamí.—Dichoesto,salídisparadaporlapuerta. ¿Quéputamierdadeencerronahabíasidoésa?¿QuécojoneshacíanLucíay Rodrigometiendo las narices en mi vida? Y las otras dos, ¿sabían algo? Joder, no tenía ni puñeteraideadeadóndeir. Nollevabanada:nielmóvil,nilacartera,nimimaleta… Conduje casi dando vueltas para, sin saber cómo, acabar en una pequeña playaenlaque,al fondo, se veía una ermita diminuta excavada en una roca, y el mar embravecidochocabacontrael acantilado. Me senté en uno de los bancos, recordando por qué mi subconscientemehizollegaraesa playa… —¿Te marcharás sin despedirte, verdad? —Lo miré acercándome a él y sentándomeensus piernas. —Nuncasemeocurriría,¿porquélodices?—Pusemismanosensucuello parasujetarme mejor. —Tengoelpálpitodequedesaparecerásdemivida. —Laurent,eresdemasiadopeliculero—lerecriminé,besándoloactoseguido enloslabios. —Soymásjovenquetú,seguroque… —Seguroquenada,déjatedetonteríasybésamealamparodelasestrellas. Mellevélasmanosalacabeza;aquéllafuenuestraúltimanoche,puesala mañanasiguienteme despertéaterrorizadaysalípitandosinvolverlavistaatrás.Lamañanaenla quedejéescapar,por primeravez,alamordemivida.Alsurferoconvertidoenproxeneta… Desconozcocuándotiempopaséobservandocómolasolasentrabanysalían deaquellapequeña cala, deteriorada por una horrorosa galerna tiempo atrás. Las piedras entrabanysalían,ayudándome a no pensar en nada hasta que comencé a temblar. Primero creí que era debidoaltiempo,pues,a pesar de estar el sol en lo alto, como había estado lloviendo todo el día anterior,nohacíamucho calor.Perono,luegomedicuentadequelostembloreseranpormiculpa,al sentirlaprimera lágrimacaerpormismejillas.Noteníafrío,sinoqueestabadestrozadaalser conscientedequeno podíahacernadaconrespectoaLaurent.Nisiquierasabíaquéhacíaallí;se suponíaquedebíaestar encarcelado; los indicios eran claros, la sentencia la tenía clara en mi cabeza…Lavidanoerajusta. —¡¡¡Noesjusta!!!—gritéaladesesperada,solaenaquelsolitariolugar,ala parquemeechaba lasmanosalacara;yanodejédellorarniunsólominuto. —Loquenoesjustoesloquenoshemosestadohaciendo.—Sentíelabrazo deLaurent,pero,al reconocerlo,meaparté. —¿Quéhaces?—Lomirésinsiquierapoderrecriminarlenada. —Laura,déjamehablar. —Laurent —suspiré —, no puede ser. De verdad. Ahora no puedo… —Lo miréalosojos. —Estástriste.—Meacariciólasmejillas. —Eresmuylisto—soltésarcásticamente—.¿Cuándotejuzgan? —Nomevanajuzgar.Llevoaquítresdías;nosérealmentequéesloqueha podidopasar.Me llamarondelapolicíahacecincodíasparadecirmequetodosloscargosen micontrasehabían desestimado.Cuandomevolvieronaasignarfechadejuicio,aparecieronen lapolicíaunos documentos,cintasyfotografíasqueinculpabanalexsociodemipadre,tal comotedije,asícomo una cinta donde explícitamente se lo oía mientras contrataba a una persona parahacermeparecer culpabledetodo.Noséquiénlosentregóalasautoridades,notengoniidea dequiénfacilitóese material, pero inmediatamente después todos los cargos que pesaban en mi contradesaparecieron. No sólo eso, sino que encerraron a aquel tipo y se liberó de la esclavitud sexualacercadeveinte chicas. —¿Cómo? ¿Perdona? ¿Me estás diciendo que, por obra y arte del Espíritu Santo,aparecieron documentos exculpatorios a tu favor? —Mi corazón comenzó a latir con fuerza,sabíaquiénhabía sidoelresponsabledeaquello. —Sí, no sé quién fue. La policía nunca quiso facilitarme esa información; sólomedejócaerque habíasidountipoconsuertealteneramistadescontantainfluencia. —¡Oh, Dios mío! —Me llevé las manos a la boca, al saber perfectamente quiénhabíasidola personaencargadadeaveriguarlotodoparaliberaraLaurent. —Laura,perdonaaLucía.Ellamedijoqueteibanatraeraquí.Enrealidad tediréquefueidea mía cuando me contó qué te pasaba. Le dije que quería verte a toda costa, peroenalgúnlugardonde nopudierasescapar. —Mevaaoír—susurré,furiosaconella. —No la pagues con ellos, han sufrido mucho. Rodrigo, el pobre, no sabía nadadeesto,pero NuriayLourdesalgoseolían.Seloheexplicadotodo.Teesperanencasa. —Cogióaire—.Nos esperan,simeaceptas. —Pero¿ytuvida?¿Tuestilodevida?¿Laempresa? —La vendí, ya te dije que no era lo mío, y vi dinero fácil. He vuelto a la música. —¿Lahasvendido? —Sí.Melacompróunruso.—Sonreídemediolado,Sasha—.¿Qué? —¿Llegasteaconocerlo?—preguntéinsegura. —No,todolohizoatravésdesusabogados.CreoquesellamaAleksandr Vodianov —¡Cielos!—MequitélaslágrimasdelacaraymeacerquéaLaurentpara sentarmesobresus piernas,comoaquellaúltimanoche. —Mapetitechatte—murmuróenmicuello. —Sí,Laurent,tequieroenmivida—sentenciéenaquelmomento,alapar quesusgrandesmanos sujetabanmirostroyabalanzabasubocasobremislabios. —Jet'aime,mavie—declaróantesdeprofundizarelbeso. —Tequiero,tequiero,tequiero—casigritesobresuboca,riendocomouna locamientrasnos besábamos. Epílogo Estabanerviosa,noteníaniideadelasorpresaquemehabíanpreparadopor micumpleaños.Eran yatreintayochocastañaslasquecaíansobremí,yLaurentseempeñóenque lacelebracióndebía seralgoespecial. La verdad era que me daba un poco igual, lo prometo; con una cena, unas copasyunalarga sesióndesexo,mevalía.Perono;nosabíaquéintencióntenía,peromedijo quetodoestabaen buenasmanos,quemededicaraanosotrosdosyqueesanochedescubriría muchomás. Llevábamos viviendo juntos casi un año en mi pequeño apartamento y, la verdad,nos compenetrábamos bastante bien. Cierto era que Laurent viajaba por todo el mundograciasasubuen nombre como disyóquey, y yo lo acompañaba alguna vez que otra, si podía compaginarloconmi trabajoeneljuzgado.Selocontétodo;sabíaabsolutamentetodoloquehabía pasadodesdeque conocíaSashaylosucedidoentrenosotros.Nomeculpó,sóloseculpóasí mismopornopoder haberestadoaqueldíaenelquelasdudasmeasaltaronenelcuartodebaño. Ahora las dudas volvían a asaltarme, pues, desde que supo de aquella situación,nohacíamásque insinuarmequepodríamostenerunhijo.Siemprequemeloproponía,mereía ylerecordabaqueera cuatroañosmayor;porlotanto,deberíaseryolaquetuvieraprisa.Siempre queselomencionaba, setirabasobremíyacabábamosdenuevopracticandosexo. Pensabaenelfuturoentreambosamenudoynovoyamentirsidigoqueme dabamiedo.Viajaba mucho,pasabainnumerableshorassolo,conocíaamujerespreciosasenlas discotecasoenlas fiestas en las que pinchaba. Pero, al llegar a casa o cuando iba con él a algunadeaquellasfiestas, veíaque,sisusojosseapartandelamesademezclas,sólomemirabaamí. Yosóloloveíaaél,y ahí es cuando se me olvidaban todas las tonterías que podían flotar por mi mente. «Puede,ysólodigopuede,quealgúndíalepidamatrimonio.Sí...llegaráun díaenelquelediré quevengaaljuzgadoyledejarésinhabla.Séqueélquierecasarse,también, peroyo…Laverdades quenohagomásqueponerpegas,¿no?Loamo,éseeselresumen.» —Laura,dateprisa,nosestánesperandoya.—Pasópormilado,besándome elcuello. —Voy,voy…esque...comonoséadóndevamos. —Nodebessaberlo,túdéjatellevarydisfruta.Estucumpleaños.Eldíaen elquedebespasarlo demaravilla. —Losé,peroestoynerviosa. —Notepreocupes,serágenial. —Venga,yaestoylista—leanunciécogiendoelbolsodelamesilladenoche yponiéndomeen marcha. —Perfecto, entonces. —Pilló las llaves del coche de encima de la mesa y salimosrumboalo desconocido;bueno,porlomenosparamí. Condujo durante bastante rato. Dirección norte, hacia la sierra. Menos mal queeraunanoche calurosa;sí,yonacíenseptiembre,quéselevaahacer.Viquesedesviaba haciaunadeesas urbanizacionesdelujo. —¿Adóndevamos?—preguntécuriosa. —Tranquila,yaestamosllegando. Vicómogirabaenunarotondayentrabaenunacasaconunagranverja.Lo mirélevantandouna ceja.Sólopudedistinguircómosonreíademediolado. Aparcóelcoche,pero,antesdesalirdeél,envióunmensajeporelmóvila alguien. —Tododebeestarperfectoparamiprincesa—sejustificó. Al llegar a la puerta de entrada, dos caballeros perfectamente vestidos nos entregarondos mascarasrojaspreciosamentetrabajadas. —Póntela—mepidiómientrasélsecolocabalasuyaymeayudabaahacer lomismoconlamía. —¿Qué…?—Nopudeterminarlafrase,pueslapuertaseabrióyunmontón depersonas,todas conmáscara,seacercaronamíparafelicitarme. —Felizcumpleaños,cariño.—Besómislabiosentremáscaras. —Eresuncerdo—loregañéfalsamente—,mehashechocreerque… —Hace dos años, más o menos, volvimos a encontrarnos. ¿Qué mejor que recordarlodeesta manera? —Tienesunamenteperversa. —Luegoteenseñaréloquemimenteperversahapreparadoparati. —¡¡¡¡Nena!!!! —A pesar de las máscaras, pude distinguir a Nuria y su marido.Ibanseguidosde Lucía, Lourdes, Rodrigo y Fher—. ¡Pero qué fiestón! Cómo se nota que Laurentaúntienecontactos. Estoeslaleche. —Felicidades.—Lucíameabrazóysentísubarriga,redondeadadenuevo. —¿Lucía?¿Rodrigo?—Losmiréalosdosindistintamente. —Esqueallíarribaseestámuysolo—bromeóRodrigo,riendo. —Quécachondos—solté. —Anda, vamos a divertirnos, que Nuri tiene morriña: ha dejado a sus gemelosencasaynohace másquellamaramimadre—intervinosumarido—.Tienemiedodequese loscomaoalgoporel estilo. —Noseasasí;eslaprimeravezquemeseparodeellosendosmeses—se justificó. —Amínomemiréis—Lourdespusolasmanosenalto—;yoniestoy,nise leespera. —Esoyamelodirásestanoche—saltóFher,haciendoquetodosriéramos. —¡Nenaaaaaaaaaaaaa! —Sergio apareció corriendo en mi dirección para abrazarme—.Esta fiesta es la monda, ¡me encanta! Me siento como en una película. Es mejor queelcuartooscurodel garitoalquevoy. —Estásfatal—ledijetronchándome. —Losé,peroleheechadoelojoaunnegroquenoparademirarme.—Se marchó despidiéndoseconlamanomientrastodosnoscarcajeábamos. —Venga, divirtámonos al estilo Etienne —propuso Laurent a la par que comenzaronasalir camareros,asícomochicosychicashaciendoperformances. —Nohasperdidotutoque—lesusurréaloído—,yesomeexcita. —Unosabecómomontarfiestasparaquetodosselopasenbien. —¿Todos?—loprovoqué. —Absolutamentetodos,mavie—afirmó,acariciandoelprincipiodelescote demivestido. Lanocheavanzóágilmente,yalgunosinvitadosyasehabíanidoasuscasas, porloque quedábamossólounpequeñogrupodepersonas.Amparonopudovenirala fiesta;estabacon Manuel,deviaje,peromeenvióunregalomaravillosoacasayunapromesa decenaycopaslasdos solas. Yaerabastantetardeymisamigosfinalmentetambiénsemarcharon.Fueen esemomentocuando Laurentmecogiódelamanoymellevóaotrolugardelacasa. —¿Estáspreparada?—mepreguntó. —Preparada,¿paraqué?—Intuíaalgoysonreí. Abrióunapuertay,frenteamí,aparecióunpequeñogrupodepersonasque yahabíancomenzado sufiestaprivada. —¿Túnohabíasdejadoesto?—Sonreímaliciosamente. —Sóloporúltimavez,sóloparatucumpleaños...lohepreparadoparati.— Mebesóconpasión, adentrándose en una sala llena de gente semidesnuda que nos miraba con curiosidad. —¿Túyyo?—pregunténerviosa. —Sí,mavie,solostúyyo.Pero… —Juguemos… Alfondodelasala,unhombreobservabaalosnuevosinvitados.Aellala conocía perfectamente;sonriósinningúntipodetapujo.Estabahermosa,deliciosay feliz. Se dio la vuelta para dedicar sus atenciones a una mujer que lo requería. Sashaeraasí,sehabía convertidoeneso. Estábamosrealmenteagotadosdespuésdehaberestadojugandoencasitodas lassalasdela fiesta; no habíamos parado en ninguna y allí, abrazándonos antes de marcharnosacasa,Laurentme dijo: —Recuerdasquetecomentéqueteníaalgopreparadoparati.—Asentícon lacabeza,viendo cómometíalamanoenelbolsillodelpantalónparasacaralgo. —¿Noserá?—Lomireconlosojosabiertoscomoplatos. —Loes.—Memiróy,sinimportarleloquelosdemáspensaran,sequitóla máscara,haciendo asíqueyotambiénlohiciera—.Nosreencontramosenunlugarcomoéste,en estascircunstancias,y nosseparamosporello.Hequeridoquefueraasíyaquídondetedijeralode ¿quierescasarte conmigo? Lo miré a los ojos; primero con incredulidad, después ésta se fue transformandoendevoción, parafinalmentedejarcaerunastontaslágrimasquedelataronsinreservasmi respuesta.Melahabía jugado, se había adelantado y encima me había montando una fiesta de ese tipo. «Sí,Laurent,mequierocasarcontigo.Sí,síysiempresí.» —Dialgo—meinstóconcaradepreocupación. —Sí.Quesí.Quierovivircontigoparasiempre.—Milocamentemehabía jugadounamala pasada,puescreíaqueyalehabíarespondido,perono. —Tequiero,mivida—meregaló,poniéndomeelanilloybesándome. —Te quiero —respondí, a él y a su beso—, pero vayámonos ya a casa, quierofollarteallí también. —Eresinsaciable.—Mordiómicuello. —Mehacesinsaciable. Agradecimientos Muchasgraciasatodoslosqueconfiáisenquesiempreserécapazdehacer lascosas,apesardelos inconvenientes.Intentarénodefraudaros. MiespecialagradecimientoaEstherEscoriza,porsupacienciaconrespecto aesteproyecto,¡y yoquepenséquemeibaasobrartiempo! Olga,graciasportuscomentarioscadavezquetehacíaunapregunta. DonaTer,comosiempre,asuspies. Norma,graciasportuánimoytusonrisa,peseatodalalocuraquenosrodea. Family,gracias. Parati,elmejordelosagradecimientos,lamejordemissonrisasylomás grande.Gracias, Josep,portupacienciayporayudarmesiempreentodoloquepuedes.Noha sidofáciltrabajarcon elnuevoterremotoencasa,Daniel. Finalmente, gracias a todos mis lectores, por estar, por preguntar, por ayudarmecuandolo necesito. Biografía PatriciaHervíasesunamadrileñatreintañeranacidaenelconocidobarriode Moncloa.Estudió Biblioteconomía y Documentación en la Universidad Carlos III de Madrid, peroyadesdeese momentointuíaquesufuturosedirigiríahacíaelcampodelacomunicación ylapublicidad. Desde 1997 estuvo trabajando para varias empresas dedicadas a la publicidadoen departamentos de comunicación, hasta que en 2008 dio el salto mortal y lo dejótodoparatrasladarse a Barcelona y comenzar a viajar por el mundo. Empezó a publicar sus aventurasenlarevistaRutas del Mundo, pero la crisis hizo que tuviera que aparcar sus ganas viajeras paraformarpartedel equipocreativodeunaempresadee-commerce. TodoellosiempreaderezadoconcolaboracionesenlaCadenaSER,RNE4y conartículosen revistasdehistoria,viajesyactualidad. Nuncahadejadodeescribirrelatos,ypublicósuprimeranovela,Lasangre delGrial,en2007, alaquehanseguidoTeenamorastedemísinsaberqueerayo(2015)yQue nopandaelcúnico (2016). Encontrarásmásinformacióndelaautoraysuobraen: <https://www.facebook.com/PatriciaHerviasD> @pattyhervias <http://pattyhervias.blogspot.com.es/> Perdiendoeljuicio PatriciaHervías No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporaciónaunsistemainformático,nisutransmisiónencualquier formaoporcualquiermedio,seaésteelectrónico,mecánico,porfotocopia, porgrabaciónuotrosmétodos,sinelpermisoprevioypor escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutivadedelitocontralapropiedadintelectual(Art.270y siguientesdelCódigoPenal). DiríjaseaCEDRO(CentroEspañoldeDerechosReprográficos)sinecesita reproduciralgúnfragmentodeestaobra.Puedecontactar conCEDROatravésdelawebwww.conlicencia.comoporteléfonoenel 917021970/932720447. Diseñodelacubierta:ZafiroEdiciones/ÁreaEditorialGrupoPlaneta ©delaimagendelacubierta:AfricaStudio/Shutterstock ©delafotografíadelaautora:archivodelaautora ©PatriciaHervías,2016 ©EditorialPlaneta,S.A.,2016 Av.Diagonal,662-664,08034Barcelona(España) www.edicioneszafiro.com www.planetadelibros.com Los personajes, eventos y sucesos presentados en esta obra son ficticios. Cualquiersemejanzaconpersonasvivasodesaparecidases puracoincidencia. Primeraedición:diciembrede2016 ISBN:978-84-08-16326-8 Conversiónalibroelectrónico:VíctorIgual,S.L. www.victorigual.com ¡Encuentraaquítupróximalectura! ¡Síguenosenredessociales! DocumentOutline Dedicatoria Capítulo1 Capítulo2 Capítulo3 Capítulo4 Capítulo5 Capítulo6 Capítulo7 Capítulo8 Capítulo9 Capítulo10 Capítulo11 Capítulo12 Capítulo13 Capítulo14 Capítulo15 Capítulo16 Capítulo17 Capítulo18 Capítulo19 Epílogo Agradecimientos Biografía Créditos ¡Encuentraaquítupróximalectura! TableofContents Dedicatoria Capítulo1 Capítulo2 Capítulo3 Capítulo4 Capítulo5 Capítulo6 Capítulo7 Capítulo8 Capítulo9 Capítulo10 Capítulo11 Capítulo12 Capítulo13 Capítulo14 Capítulo15 Capítulo16 Capítulo17 Capítulo18 Capítulo19 Epílogo Agradecimientos Biografía Créditos ¡Encuentraaquítupróximalectura!
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