Miércoles 21 diciembre 2016 Expansión 25 ECONOMÍA / POLÍTICA LA AEDAF OPINA Efe El tipo impositivo de las grandes empresas españolas Representantes de 12 organizaciones empresariales y sindicatos, en la firma de un pacto de Estado para la industria, en noviembre pasado. Guindos cita a la industria para calmar los ánimos CUMBRE SECTORIAL/ Economía anuncia un plan para mejorar la expansión e internacionalización de las pymes, dos días antes de reunirse con el sector. Bernat García. Madrid El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha decidido acompasar los primeros pasos de la legislatura con uno de los nuevos sectores con los que debe lidiar tras el incremento de sus atribuciones gubernamentales: la industria. El alto cargo del Ejecutivo, ahora titular de Economía, Industria y Competitividad, mantendrá una reunión mañana con una veintena de organizaciones y asociaciones industriales, que precisamente se han quejado de no tener un interlocutor potente en el nuevo organigrama del Gobierno de Mariano Rajoy. El pasado noviembre, Rajoy decidió eliminar el Ministerio de Industria como tal, y sustituirlo por el de Energía, Turismo y Agenda Digital, encabezado por Álvaro Nadal. Las competencias en industria pasaron a depender del titular de Economía. Sin embargo, el sector confiaba al menos en contar con una Secretaría de Estado. Pero el nuevo organigrama apenas concede una Secretaría General de la Industria y la Pequeña y Mediana Empresa, que mantendrá de responsable a la anterior titular, Begoña Cristeto, que depende directamente de Guindos. Un portavoz del Ministerio de Economía sostiene que se trata de una “primera toma de contacto” con casi una veintena de asociaciones, sin ninguna propuesta específica sobre la mesa. De Guindos quiere escuchar de primera mano las reclamaciones del sector, y La reunión será una “primera toma de contacto” tras asumir Guindos el área de industria El sector denuncia que esta área solo tenga rango de Secretaría General dentro del ministerio diagnosticar sus fortalezas y debilidades de cara al nuevo curso. Sin embargo, el encuentro supone a su vez un intento de calmar los ánimos entre patronales y sindicatos, que recientemente han expresado su malestar por la falta de protagonismo de la industria en el Gobierno. El mes pasado una docena de organizaciones empresariales y los principales sindicatos firmaron un manifiesto para exigir al Gobierno un acuerdo que “favorezca el desarrollo industrial de España”. Entre las reivindicaciones al Ejecutivo de Rajoy se encontraba precisamente la creación de una Secretaría de Estado de Industria, pero también una mejor regulación, abaratamiento de los costes energéticos, o una política de I+D y de desarrollo tecnológico y digitalización. También reclamaban seguridad fiscal para las empresas, apenas semanas antes de que el Ejecutivo decidiera que el grueso del ajuste del déficit público para 2017 iba a recaer en las empresas, mediante Reclamaciones del sector En noviembre pasado, 12 organizaciones empresariales y los sindicatos de CCOO y UGT, integradas en la Alianza por la Competitividad de la Industria Española, firmaron un manifiesto para reclamar al Gobierno un Pacto de Estado por la industria, donde recogieron un decálogo de nueve exigencias al Ejecutivo de Rajoy. Las peticiones incluyen una política energética para abaratar el coste del suministro; una política de infraestructuras logísticas y transporte, para mejorar las conexiones intermodales tanto en España como al exterior; una política de I+D+i y de desarrollo tecnológico digital para contribuir a la actividad innovadara de las empresas; una política de formación y empleo; una política de regulación inteligente, que proteja la unidad de mercado y evite la inseguridad jurídica en el ámbito industrial; la ordenación y control de medidas de carácter fiscal, para evitar las distorsiones en impuestos como los medioambientales; una política de inversión, internacionalización y comercio exterior; la potenciación del tejido industrial, y la sostenibilidad industrial. una extensa poda de las deducciones y bonificaciones del Impuesto de Sociedades, para recaudar hasta 5.000 millones adicionales. El incremento de la fiscalidad es uno de los motivos que más ha enervado a las patronales. Primera iniciativa Aunque el encuentro deba ser solo una toma de contacto, el ministro no quiere ir con las manos vacías. De Guindos anunció ayer que su departamento está preparando un informe que recoge las principales trabas de las pymes para incrementar su tamaño y poder dar el salto al mercado exterior, según anunció ayer en una comparecencia en el Senado. “Hay que ver las dificultades fiscales, laborales, regulatorias y de auditoría de las pymes que llevan a que compense ser pequeño”, expuso el ministro. La intención de Economía es presentar este informe en enero. Guindos se hizo eco de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que la semana pasada aconsejaba a España, entre otras medidas, un plan para incrementar la competitividad y el tamaño de las pequeñas y medianas empresas. Uno de los elementos clave del informe deberá ser la financiación de las pequeñas empresas, puesto que “son mucho más dependientes” del sector bancario, dijo Guindos, así como los obstáculos en la gobernanza económica. Cada año el Servicio de Estudios Tributarios y Estadísticas de la Agencia Tributaria publica su informe sobre la recaudación tributaria y su evolución respecto a ejercicios anteriores. En dichos informes aparece un detalle de los tipos efectivos del Impuesto sobre Sociedades de los grupos consolidados españoles, calculados como la proporción de la cuota pagada respecto a la base imponible y al resultado contable, siendo precisamente este segundo tipo efectivo el que arroja los resultados más llamativos, al oscilar entre el 3,8 % del ejercicio 2011 y el 7,3 % del ejercicio 2014, muy alejadas del tipo nominal vigente en dichos periodos impositivos (30%). Conviene destacar que el tipo efectivo calculado sobre la base imponible se sitúa para dichos ejercicios entre el 17 % y el 19 %. No hay duda de que estos datos invitan a pensar que las grandes empresas pagan pocos impuestos y así lo han venido manifestando tanto los medios de comunicación como la Administración, todo ello en el contexto de la reforma fiscal iniciada en el 2015 y que ha continuado durante el 2016. Sin embargo, este cálculo de la tasa efectiva publicado por la Agencia Tributaria no es el más adecuado a la hora de determinar un tipo tributario efectivo. Prueba de ello es que la Dirección General de Tributos, en su informe titulado “El Impuesto sobre Sociedades en 2010: Análisis de los datos estadísticos del ejercicio”, considera que este tipo efectivo “no constituye el mejor indicador de la carga tributaria real que soportan los sujetos pasivos del Impuesto sobre Sociedades”. A esta conclusión llega también el Banco de España (informe “Resultados anuales de las empresas no finan- cieras 2011”) y varios organismos internacionales como la OCDE. Por lo tanto, se pone de manifiesto que este cálculo es técnicamente discutible y genera un resultado claramente distorsionado por los siguientes motivos: 1) El resultado contable que se emplea no es el consolidado sino un agregado o suma de resultados individuales positivos (sin incluir los negativos ni su compensación con los positivos), y no considera los ajustes de consolidación. 2) Compara la cuota líquida española con los resultados contables mundiales, esto es, no tiene en cuenta los impuestos extranjeros satisfechos por las filiales no residentes, cuyos resultados quedan exentos en España. 3) No tiene en cuenta la compensación de bases imponibles negativas de ejercicios anteriores ni el efecto de las deducciones en la cuota que minoran el tipo nominal. Además es importante destacar que las grandes empresas pagan otros impuestos, además del impuesto sobre sus beneficios, representando su contribución fiscal total gran parte de la recaudación tributaria española. Este mensaje sobre el tipo efectivo de las grandes empresas se está repitiendo continuamente y tiene un efecto negativo para todas ellas porque daña tanto su imagen y reputación internacional como la del propio sistema tributario español. Además, las Administraciones tributarias de otros países podrían cuestionar el acceso de las multinacionales españolas a los beneficios previstos en los tratados internacionales para evitar la doble imposición, al considerar que no tributan en España, imponiéndoles una mayor carga tributaria en los mercados internacionales en los que compiten.
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