Repositorio Digital de la Universidad de Cuenca

UNIVERSIDAD DE CUENCA
FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
CARRERA DE FILOSOFÍA, SOCIOLOGÍA Y ECONOMÍA
“La pérdida de identidad del sujeto postmoderno latinoamericano”
Trabajo de titulación previo a la obtención
del título de Licenciada en Ciencias de la
Educación en
Filosofía, Sociología y
Economía.
Autoras:
Diana Alexandra León Bravo
Melissa Milagros Orellana Campoverde
Director:
Mst. César Augusto Solano Ortiz
Cuenca – Ecuador
2016
UNIVERSIDAD DE CUENCA
RESUMEN
La presente investigación tiene como finalidad el estudio del problema de la
pérdida de identidad del sujeto postmoderno latinoamericano, a partir de la
influencia de la postmodernidad en el pensamiento cotidiano. Considerando al
capitalismo
y
globalización
como
elementos
condicionantes
en
la
postmodernidad los que influyen en la visión del mundo y la realidad, afectando
la concepción de identidad de los sujetos, a través de herramientas como el
internet, redes sociales, la televisión, los llamado mass medias, la educación,
entre otros, provocando un vacío en el sujeto; lo que lo conducen a adoptar
características narcisista, hedonistas, desvalorizando los ideales modernos de
construcción de una identidad latinoamericana. Planteándose la necesidad de
aplicar un proceso de deconstrucción y reconstrucción del ideal de la identidad
latinoamericana que responda a las condiciones actuales de la sociedad.
Palabras clave:
Identidad, postmodernidad, capitalismo, globalización, mass medias,
deconstrucción, narcisismo, hedonismo.
AUTORAS:
Diana Alexandra León Bravo
Melissa Milagros Orellana Campoverde
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ABSTRACT
The principal objective of this investigation is the study of the problem
presented by the loss of identity in the postmodern Latin-American person, from
the point of view of the influence of the postmodernity in the daily thinking
process. Capitalism and globalization in this study are considered conditioning
elements of postmodernity, which influence in the vision of the world and its
main reality affecting the conception of personal identity, especially through
tools such as the Internet, social networks, television, mass media, and
education among others. All of them produce a sense of emptiness in the
person, inducing himself/herself to draw narcissist and hedonist characteristics,
devaluating the modern ideals of a Latin-American identity. This necessity
questions the possibility to apply a deconstruction and reconstruction process to
shape the Latin-American identity in response to the present conditions of the
society.
Key words:
Identity, postmodernity, capitalism, globalization, mass medias, deconstruction,
narcissism, hedonism.
AUTORAS:
Diana Alexandra León Bravo
Melissa Milagros Orellana Campoverde
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Contenido
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................... 12
CAPÍTULO
I ........................................................................................................................ 17
ENFOQUES DE ENTRADA PARA COMPRENDER LA POSTMODERNIDAD ........... 17
1.2
Características de la Modernidad y la Postmodernidad en Occidente .... 24
1.3 América Latina: de la Modernidad inconclusa a la Postmodernidad. ........... 32
CAPÍTULO 2 ............................................................................................................................. 38
EL SUJETO POSTMODERNO LATINOAMERICANO ..................................................... 38
2.1 Personalización del sujeto ........................................................................................ 38
2.1.1 Neo- narcisismo: la hiper-valoración del Yo ................................................. 40
2.1.2 Neo-Hedonismo: el placer por lo material ..................................................... 43
2.2. Sujeto híbrido: entre lo individual y lo uniforme ....................................................... 47
CAPÍTULO 3 ............................................................................................................................. 52
EL SUJETO LATINOAMERICANO INSERTO EN LA GLOBALIZACIÓN .................... 52
3.1. Alienación de conciencias ........................................................................................... 52
3.1.1 La influencia de los Mass Medias en la problemática de la identidad
latinoamericana .............................................................................................................. 54
3.2 Deconstrucción de una identidad postmoderna latinoamericana ................. 57
3.2.1 Consumo de identidades hegemónicas .............................................................. 60
3.2.2 La educación: ¿una herramienta al servicio de la globalización? .................. 61
3.3 El Yo y el Nosotros: confluencia entre lo tradicional y lo postmoderno ................ 65
3.4
Identidades nacionales vs Identidad global .................................................... 67
CONCLUSIONES..................................................................................................................... 70
RECOMENDACIONES ........................................................................................................... 78
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................................ 79
AUTORAS:
Diana Alexandra León Bravo
Melissa Milagros Orellana Campoverde
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DEDICATORIA
A mi familia, por todo.
A mi hija Camila, mi pequeña
compañera, por sus grandes
sacrificios y paciencia en este
recorrido.
Diana León Bravo
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DEDICATORIA
A mi familia, que ha sido el
motor de mi vida.
Mis padres Aida y Paulino que
son mi roca.
A mis hermanos Jairo, Paúl y
José por cuidarme siempre.
A mis sobrinos Daniela, Paúl,
Andrés y Valentina.
Melissa Orellana Campoverde
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AGRADECIMIENTO
A
todas
las
personas
que
hicieron posible que esta meta
se haga realidad.
De manera especial a César
Solano por la voluntad e interés
puesto en el trabajo.
Diana León Bravo
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AGRADECIMIENTO
A Dios por darme la fortaleza
para seguir avanzando.
A mis amigos por ser un apoyo
incondicional.
A
César
por
guiarnos
y
acompañarnos durante todo el
camino.
Melissa Orellana Campoverde
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INTRODUCCIÓN
Los diversos estudios sobre el problema de la Identidad del Sujeto
Latinoamericano surgen por la necesidad de explicar y comprender al ser
latinoamericano en la realidad en la que vive. En el caso particular de
Latinoamérica, las circunstancias de vida, los procesos de colonización, la
implantación de una modernidad incompleta y con diferentes características
que la europea o la norteamericana, complicaron más las condiciones que
permitirían establecer ―una‖ identidad definida o específica.
Al considerar que la identidad es un eje central para la consolidación de una
cultura, el problema de la pérdida de identidad del sujeto siempre será un tema
vigente, dada la necesidad que tenemos los seres humanos de identificarnos
con lo que consideramos como propio y que nos diferencia de las demás
culturas. En Latinoamérica, el conflicto de la identidad del sujeto permanece
latente hasta la actualidad, por lo que resulta necesario indagar sobre las
causas que provocan la pérdida de identidad del sujeto latinoamericano, desde
el paradigma del pensamiento postmoderno. La presente investigación tiene
como
propósito
generar
una
visión
panorámica
sobre
el
cómo
la
postmodernidad con todas sus características ha incidido en el proceso de
pérdida de identidad del sujeto postmoderno latinoamericano.
El presente trabajo girará en torno a la problemática de la pérdida de identidad
del sujeto postmoderno latinoamericano y su evidencia en el pensamiento
cotidiano actual, considerando que, con todo el desarrollo y expansión de la
globalización se ha tornado más evidente la influencia que el pensamiento
posmoderno tiene sobre la concepción de la ―identidad‖.
El mismo que se tratará desde un análisis histórico conceptual que buscará
abordar las características del pensamiento postmoderno que han influido
directamente en este proceso. Para abordar el tema de la postmodernidad,
considerando la complejidad que resulta el estudio de la misma, la
investigación se desarrollará con un carácter documental bibliográfico, lo que
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permitirá la interpretación de textos. Por medio de la información obtenida de
esta diversidad de fuentes buscaremos fundamentar las ideas planteadas en el
problema de la pérdida de identidad del sujeto postmoderno latinoamericano.
En el desarrollo de la investigación se utilizará una metodología de análisis de
fuentes documentales bibliográficas.
La investigación se apoyará en diversos autores que abordan las diferentes
problemáticas relacionadas con el tema. Jean-François Lyotard, que en obras
como La condición posmoderna y La posmodernidad explicada a los niños
aborda las diversas características de la era posmoderna, dando una visión
más clara de lo que la postmodernidad significa. Considerando que a él se le
atribuyen las primeras obras sobre postmodernidad. Otro de los autores es
Gilles Lipovetsky que en su obra La era del vacío manifiesta características
propias de las sociedades postmodernas y la forma en la que los mass medias
contribuyen a la expansión de este tipo de pensamientos. Dentro del problema
de la globalización y consumo analizaremos los aportes de Zygmund Bauman.
Para tratar el problema de la identidad latinoamericana, abordaremos a autores
y pensadores como Nestor García Canclini, Anibal Quijano, Jorge Larraín,
Catalina León entre otros con los que analizaremos diferentes concepciones
sobre el problema de la identidad del sujeto latinoamericano. En el caso de
Canclini analizaremos también el concepto de hibridación cultural, en Culturas
híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, en la que se nos
permite observar la complejidad en la estructuración de la identidad
latinoamericana, considerando elementos como la colonización, los procesos
de independencia, la modernidad y la transnacionalización.
Resulto un tanto complejo analizar la postmodernidad en América Latina, ya
que desde algunos estudios latinoamericanos, se sigue hablando aún de
modernidad, a pesar de que, las características en el estilo de vida y las
sociedades latinoamericanas en general van adoptando cada vez más
características de una sociedad postmoderna. Fue necesario reinterpretar
algunos los planteamientos de los autores latinoamericanos que abordan la
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problemática de la identidad latinoamericana,
para aplicarlos a la
postmodernidad.
En el primer capítulo se abordará una visión histórica que nos permitirá conocer
la transición de la modernidad a la postmodernidad, desde la caída de
Constantinopla hasta la toma de la Bastilla, de la revolución francesa a la
industrial, las guerras mundiales, el establecimiento de los socialismos y la
consolidación del capitalismo, y las formas en las que esto se evidencia en
Latinoamérica.
Además
se
establecerán
algunas,
de
las
principales
características de la modernidad y postmodernidad en occidente. La crisis y
muerte de los metarrelatos que dan paso al establecimiento de los microrelatos que provocan el desvanecimiento de una razón totalizante permitiendo
que se puedan concebir diversas concepciones de la realidad.
Si bien la modernidad fue un fenómeno que nació en Europa alcanzó a
Latinoamérica pero no se estableció en la segunda de la misma manera que en
la primera, por lo que se abordarán las diferencias entre las características de
la modernidad europea y la latinoamericana, evidenciando las complicaciones
que resultaban del intentar aplicar una modernidad europea a la realidad
latinoamericana. Consideramos también aquí el planteamiento de Habermas
que habla de una modernidad incompleta y la aplicamos al caso específico de
Latinoamérica y de cómo esta modernidad incompleta permitió el paso para la
consolidación de una postmodernidad latinoamericana
En el segundo capítulo se abordará las características que adopta el sujeto
postmoderno latinoamericano dentro de una época de globalización y de
consumo masificado, llegando estos procesos a incidir de manera directa en la
identidad del sujeto latinoamericano actual.
Con la abundancia de objetos que oferta el mercado, el sujeto entra en una
constante personalización, encontrando todo a la medida de sus deseos, se
encuentra a un sujeto individualista, narcisista exaltando la belleza y el cuidado
de su cuerpo sobrevalorando su propia imagen y la realización de sus deseos.
Convirtiéndose en el centro de atención del sujeto el ―Yo‖.
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Pero el cumplimiento de las necesidades y deseos del ―Yo‖ se ve reflejado en
la satisfacción que sienten los sujetos al consumir, que genera una nueva
manera de obtener placer. El neo-hedonismo, se desliga de la concepción
original del hedonismo epicúreo del placer de llevar una vida tranquila y
apuesta por el hecho de sentir placer al obtener bienes materiales
considerando estos bienes como ―indispensables‖ para satisfacer una
necesidad.
Del mismo modo con los procesos de personalización, se da paso a una
sociedad que legitima la identidad personal que si bien es cierto el sujeto busca
construir esta identidad en base a ideales pasajeros, a la moda, en el querer
ser único, en el consumo de ―pseudo identidades‖ que nos vende el mercado.
Llegando a hibridarse, tomando características de otras culturas, generando un
sujeto híbrido que tiene nuevas características que van siendo tomadas, siendo
relacionadas dentro de otras, confluyendo dentro del mismo sujeto.
En el tercer capítulo trataremos el concepto de alienación
desde las
concepciones de Hegel y Marx, y su relación con la conciencia y la identidad.
Se
analizará
globalización
como
la
principal
característica
de
la
postmodernidad y la influencia que esta tiene en la identidad del sujeto
latinoamericano y las herramientas que esta, la globalización, utiliza para
ahondar en la pérdida de identidad del sujeto postmoderno latinoamericano,
nos referimos aquí puntualmente a los mass medias y la educación. A partir de
los análisis de Lypovetsky y Bauman plantearemos el problema del consumo y
la contribución que hacen los mass medias para publicitar todos los productos
que el mercado le ofrece al sujeto y fomentar en él la necesidad de consumo. Y
es a partir de esta concepción de consumo excesivo en el que se considera el
consumo de identidades hegemónicas, que empiezan a considerarse como un
producto más del mercado. La escuela se transforma en una herramienta de la
globalización, y contribuye a que esta influya de manera sustancial en los
ideales del sujeto latinoamericano. La educación busca crear sujetos con
formación técnica que puedan contribuir en desarrollo del mercado.
AUTORAS:
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Del mismo modo los medios de comunicación contribuyen al proceso de
―alienación‖ del sujeto, el que se da mediante la exposición del sujeto al exceso
de información que estos nos presentan.
Dadas las circunstancias generadas por la postmodernidad resulta necesario
realizar un proceso de deconstrucción del sujeto que nos consienta una
reinterpretación de la realidad estableciendo una nueva visión sobre el sujeto
postmoderno latinoamericano. Considerando que ya no es posible hablar de
―una‖ identidad única que logre expresar todo lo que el sujeto latinoamericano
es, sino que incluya la multiplicidad de identidades que se van creado a partir
de las inclinaciones que cada individuo elija y con lo que se sienta más
representado.
Agradecemos a la Universidad de Cuenca por abrirnos sus puertas y
permitirnos formarnos como profesionales. A los profesores de la Carrera de
Filosofía, Sociología y Economía por trasmitirnos sus conocimientos al tiempo
que fomentaron nuestro espíritu crítico. De manera especial a nuestro director
de tesis que nos acompañó y guio durante todo el proceso de realización de
nuestro trabajo.
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CAPÍTULO
I
ENFOQUES DE ENTRADA PARA COMPRENDER LA
POSTMODERNIDAD
Al hablar de postmodernidad es necesario comprender el significado de post,
que hace referencia a un estado posterior de una situación existente. En este
caso específico un estado posterior a la modernidad occidental. Por lo que
resulta preciso realizar un breve estudio de la modernidad, dado que la
modernidad es un condicionante para la existencia de la postmodernidad.
Resultando ineludible establecer las características que marcan la diferencia y
oposición entre los fundamentos de la modernidad y la postmodernidad.
Se considera a la postmodernidad como un fenómeno que irrumpe con la
linealidad de la historia. Según la Filosofía de historia de Hegel, las épocas
históricas se caracterizaban por poseer una estructura básica que permitía una
conceptualización y delimitación de la realidad, lo que generaba un estado de
certidumbre con respecto al desarrollo de la historia misma.
La complejidad del estudio de la postmodernidad radica en la dificultad del
proceso de conceptualización de sus características propias, dado que, la
postmodernidad presenta un alto grado de deconstrucción y de abstracción de
la realidad, permitiendo la existencia de múltiples realidades que rompen con
los paradigmas establecidos y buscan conceptualizar cada uno su realidad,
generando tal multiplicidad de conceptos y realidades aceptadas que resultan
en una irracionalidad de sentidos o en un sin sentido, ya que muchas de estas
realidades son opuestas entre sí, pero coexisten en un mismo espacio y
tiempo.
Se considera a la postmodernidad, según Lyotard en La condición
postmoderna (1994), como una condición humana
expresada en hechos
individuales, que permiten la construcción de pequeñas historias particulares,
no necesariamente relacionadas entre sí, y no de una historia totalizante.
1.1 Breve bosquejo histórico de la Postmodernidad
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Para entender a la postmodernidad es necesario tomar como punto de partida
los hechos relevantes de la modernidad que se constituyeron esenciales tanto
para su auge como para su declive, dando paso a las primeras manifestaciones
postmodernas.
Históricamente la modernidad ha sido establecida entre los siglos XV y XVIII,
entre la caída de Constantinopla (1453) y la toma de la Bastilla (1789). ―Ya la
distancia temporal indica la dificultad de situar de una manera determinada la
modernidad‖ (Sanabria 97). Si bien hay muchas opiniones con respecto a la
fecha de surgimiento, es innegable que surgió en occidente. Sin embargo,
gracias a los diferentes procesos de colonización se extendió al ―Nuevo
Continente‖.
Se entiende a la modernidad como una época histórica lineal, eurocéntrica, en
la cual priman ciertas características que difieren casi totalmente de la Época
Medieval. Durante el siglo XVII, el llamado siglo de las Luces, la razón se
convierte en la principal herramienta del hombre para alcanzar la llamada
―mayoría de edad‖, que según Kant era necesaria para que la sociedad logre
salir y superar la obscuridad de la ignorancia logrando alcanzar la luz de la
razón.
La modernidad estuvo marcada por acontecimientos históricos como la
Revolución Francesa y la Revolución Industrial. La primera impactó la ideología
social, pues en ella predominaron las tendencias liberales en la que se plantea
el respeto al hombre como individuo y, por tanto, a su libertad y dignidad; la
segunda repercutió en la forma de organización económica; la aplicación de
formas de producción que ocupaban fuentes inanimadas de energía, como la
electricidad o el vapor, crearon un nuevo orden económico-productivo; en
conjunto, determinaron el cambio social (Gilly 20).
La Revolución Francesa marcó el inicio del fin del antiguo régimen, un régimen
manejado por una
monarquía absoluta, dando paso a un sistema
Parlamentario y en el mejor de los casos a una República. La de separación de
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la Iglesia y el Estado permitió que el proceso de desarrollo se gestara con más
libertad, se eliminaba ya el poder absolutista de la Iglesia sobre las decisiones
de los nacientes Estados. Con esto se da cabida al surgimiento de una nueva
clase social que se establecerá como dominante, la burguesía. Dice Sobul,
citado por Puerto Sarmiento en Historia de la Ciencia y la Técnica: ―refunde
totalmente el aparato del Estado poniendo nuevas instituciones administrativas,
judiciales, financieras en armonía con los principios generales de la sociedad
burguesa y el Estado liberal‖ (16)
La sociedad burguesa plantea muchos cambios en el orden económico,
político y social. Se establecen aquí las bases de una economía liberal, que
considera que el Estado no debe intervenir en la economía, no más que lo
estrictamente necesario, y será el mismo Mercado, a través de las leyes de la
oferta y la demanda con las que se auto-regule. Este se transformará en el
principio básico del capitalismo.
La Revolución Industrial marcó una línea de ruptura y transformación de los
procesos de producción. El desarrollo de maquinaria como herramientas para
acelerar los procesos de producción permitió abaratar los costos y aumentar la
rapidez en fabricación de objetos. Esto generó un nuevo proceso de división
social que estableció el poderío de unas clases sociales sobre otras. La clase
dueña del capital y de los medios de producción –las fábricas- se estableció
como la clase dominante, sobre los poseedores de la fuerza de trabajo, los
obreros o proletarios. Esta relación de desigualdad, en la que la clase obrera
era explotada por los dueños del capital, provocó que el movimiento obrero se
levantara para luchar por sus derechos y establecer condiciones más justas de
trabajo.
Los obreros canalizaron sus luchas por medio de dos vías; por una parte el
sindicalismo como vía profesional: se crearon asociaciones que tenían como fin
mejorar sus condiciones de vida y trabajo mediante acciones colectivas ante
los empresarios; por otra encontramos al Socialismo como una vía política,
cuyo fin era crear un partido político que llevase al proletariado al poder y
transformase las estructuras de la sociedad capitalista (Silva y Mata 245-246).
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Acontecimientos como la Primera Guerra Mundial (1914-1918) que condujeron
al fortalecimiento de Estados Unidos de Norte América en el ámbito político,
social y económico mundial, así mismo el fortalecimiento del sistema capitalista
mundial. Mientras que con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el
panorama se tornó gris para la modernidad que exaltaba la victoria de la razón
instrumental, la sobrevaloración de la razón que condujo al conflicto armado
más grande y sangriento de la historia mundial. Después de Auschwitz la
racionalidad histórica de la modernidad entró en crisis debido a los alcances de
la irracionalidad de la razón.
La sociedad moderna se consolidó como una sociedad tecnologizada e
industrializada que superpuso la razón sobre todas las cosas y se liberó de las
ataduras de la Iglesia, es decir, de la religión. La educación se utilizó como una
herramienta más para alcanzar los fines de la modernidad, su finalidad era
preparar a la persona para manejar maquinaria y ser útil dentro del sistema
industrial.
El establecimiento del capitalismo en Latinoamérica es un punto clave para
entender la postmodernidad. Si bien no es posible hablar de una fecha exacta
de la arremetida del capitalismo, la globalización y el libre mercado en
Latinoamérica, podemos mencionar algunas características que nos permiten
visibilizar su implantación.
El proceso de establecimiento del capitalismo en Latinoamérica fue sistemático,
en sus inicios se presentó como un fenómeno que pretendía salvar y
desarrollar la economía de los países Latinoamericanos, sin embargo se
constituyó como un fenómeno que consolido la desigualdad. Como menciona
Agustín Cueva el desarrollo del capitalismo en Latinoamérica se origina en dos
órdenes de hechos históricos:
a) La existencia de una heterogénea matriz estructural que primigeniamente
se caracteriza no sólo por el desarrollo marcadamente desigual del
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capitalismo, sino además por la compleja presencia de modos de
producción pre-capitalistas que sin duda ha impreso un carácter específico a
todo el proceso de desarrollo, sobredeterminando el propio discurso del
capitalismo […] b. Los violentos y continuos «reajustes» que ha tenido y
tiene que sufrir esta matriz en función de su inserción subalterna en el
sistema capitalista imperialista mundial, hecho que a la par expresa, fuerza
y «deforma» la lógica interna de desarrollo de nuestras sociedades. Por
«deformación» ha de entenderse, en este caso, una acentuación muy
marcada de la ley de desarrollo desigual del capitalismo, que llega a
configurar verdaderos puntos de «atrofia» e «hipertrofia» simultaneas
en
el aparato productivo latinoamericano.(Cueva 31-32)
Este fenómeno de desigualdad
en América Latina impacto de diferentes
formas en los diferentes países de Latinoamérica, sin embargo llegó un punto
en el que todos llegaron a seguir el mismo camino. En el caso de países como
Chile, Argentina o Uruguay los procesos de privatización de la economía
consolidaron el capitalismo en su sentido más puro. Mientras que en países
como Perú, Ecuador, Honduras se buscó tomar un camino diferente, con un
corte más bien nacionalista, sin embargo no pasó mucho tiempo para que
estos proceso se derrumbaran dando paso al capitalismo puro.
A partir de la implantación del capitalismo el Latinoamérica, la economía, la
política y la sociedad misma empezó a adoptar ya las características básicas
del capitalismo. Por lo que las sociedades empezaron a buscar las formas de
adaptarse a esta idea de desarrollo. Por lo que se da apertura al comercio
exterior, el Estado empieza a reducir el gasto público, los individuos empiezan
a adaptarse al estilo de vida que el sistema les impone, las condiciones de
trabajo y los salarios son malos, sin embargo las necesidades de consumo
empiezan a hacerse presentes.
a. La ampliación de la órbita interna de consumo de la burguesía y de los
estratos superiores de las capas medias.
b. La redefinición de las pautas de consumo de las· clases trabajadoras, que a
la vez que empeoran notablemente sus condiciones de salud, alimentación,
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educación básica, vivienda y similares, incrementan su consumo de ciertos
bienes industrializados, como radios, televisores, etcétera.
c. La búsqueda de mercados exteriores (Cueva 39)
Las sociedades empezaron a transformarse y a girar en torno al trabajo, al
salario y al consumo. Los ideales iniciales de la modernidad empiezan a
desvanecerse y a ser opacados por los ideales del capitalismo, el mismo que
se fue fortaleciendo hasta sobrepasar las aspiraciones de la modernidad.
La pérdida de todo sentido. La vaciedad de todo horizonte referencial son
características de la crisis de la modernidad. Su agotamiento pronto se
transformó en un sentimiento de desamparo que buscó diluirse en la
racionalidad instrumental. Efectivamente la modernidad se alejó de sus
aspiraciones primigenias y la racionalidad devino en una actividad puramente
técnica al servicio de los consumidores. Es decir todos los fundamentos
metasociales han desaparecido y se ha dado paso al utilitarismo, al
pragmatismo; a un más, se ha efectuado una separación entre Estado y
Sociedad, lo cual equivale a abandonar la idea de sociedad como un conjunto
interrelacionado o cuerpo social, en donde ya no habría lazos sociales, sino
una realidad social abierta y plural (León Pesantez 24).
El sujeto empieza a volverse individualista, dejando de lado la importancia de la
comunidad. Se empieza a cuestionar los valores sociales comunes generando
una crisis en la sociedad moderna, y es aquí donde empieza a gestarse una
nueva forma de pensamiento que critica el deterioro de los ideales de la
modernidad.
Posterior a todas aquellas señales de agotamiento de la modernidad, se
empiezan a evidenciar cambios en el pensamiento del sujeto, reflejados en los
comportamientos de los individuos de finales de los años 60. Gianni Vattimo,
en su ensayo Postmoderno: ¿una sociedad transparente?, manifiesta que, la
modernidad se acaba cuando se deja de hablar de historia como algo unitario
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(75). Las expresiones del pensamiento como el arte y la arquitectura, muestran
cambios que se ven desligados de lo unitario, de lo característico de la
modernidad, dando paso a la denominada postmodernidad.
La posmodernidad surge en el ámbito del arte y la arquitectura a finales
de los años 60 del siglo XX, mediante el planteamiento de ideas que
buscan
combinar diferentes estilos del pasado y del presente,
negándose a adoptar una tendencia única (Gispert, et al. 560).
Se considera a la arquitectura como la primera disciplina que hace referencia al
término postmoderno, donde posteriormente se extiende a otras disciplinas. En
la arquitectura, el postmodernismo se opone al Movimiento Moderno,
rechazando las tendencias establecidas mediante la eliminación de todo
fundamentalismo característico de la modernidad.
Aunque no se puede afirmar con exactitud la fecha de inicio de la
postmodernidad,
Charles
Jencks
en
el
Lenguaje
de
la
Arquitectura
Posmoderna (1984), considera un acontecimiento que determinó la muerte de
la arquitectura moderna, cuando el proyecto Pruitt-Igoe fue demolido en St
Louis. Missouri el 15 de julio de 1972 (9).
Una arquitectura moderna caracterizada por el elitismo, por la rigidez en sus
construcciones, por las limitaciones en la realización de modificaciones da
cabida al ―post‖. El postmodernismo que busca hibridar este elitismo con el
hombre común, a la vez que intenta integrar elementos de arquitecturas
pasadas irrumpiendo con aquello que no estaba permitido en lo estético de la
arquitectura del Movimiento Moderno.
Del mismo modo, el arte se desprende de la rigurosidad dando paso a la
originalidad y lo innovador, con todo lo característico de las vanguardias, el
impresionismo, el futurismo, el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo, las
mismas que se negaban a la creación del arte a partir de un modelo uniforme,
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convirtiéndose en un trabajar sin reglas establecidas. Lo posmoderno sería
aquello que alega lo impresentable en lo moderno y en la presentación misma;
aquello que se niega a la consolación de las formas bellas, al consenso de un
gusto que permitiría experimentar en común la nostalgia de lo imposible…
(Lyotard 25).
En este punto, la postmodernidad se establece ya como una crítica teórica y
práctica hacia los cánones de la modernidad, si bien el arte y la arquitectura
fueron una de las manifestaciones más claras de esta ruptura no tomo mucho
tiempo para que esta se expandiera a todos los ámbitos de la sociedad.
1.2 Características de la Modernidad y la Postmodernidad en
Occidente
La modernidad se presenta como un periodo de ruptura frente a todos los
anteriores. Se empieza a gestar aquí un nuevo modelo de sociedad, una
transformación en la concepción social, política, económica, cultural. El ser
humano se tornará el centro del universo, y la razón será su única guía en el
camino al desarrollo.
El proceso de consolidación de la modernidad tomo siglos, mediante los cuales
se fueron dando transformaciones en diferentes aspectos de la realidad.
Pensadores como Descartes, Locke, Kant, Hegel, e incluso Marx y Comte
establecerán, mediante sus planteamientos, las bases para el desarrollo de la
modernidad.
En primera instancia la razón se convierte en centro de la modernidad, y la
racionalidad se convierte en una característica esencial del hombre. Y es esta
razón la que permite el cultivo de una nueva sociedad, que se transforma de
feudal a burguesa, y que da paso al nacimiento de la Sociedad Civil, la misma
que busca reivindicar sus derechos y defender sus intereses, mediante el
surgimiento del derecho civil. La razón se convierte en un instrumento de
transformación de la realidad, sus papel fundamental será el de eliminar todas
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las explicaciones metafísica, míticas y divinas de la realidad, buscando
fundamentos basados en la experimentación con base científica. El desarrollo
de la ciencia y la tecnología pasan a primer plano en la importancia de la
sociedad moderna.
…Cuanto más automáticas y cuanto más instrumentalizadas se vuelven las
ideas, tanto menos descubre uno en ellas la subsistencia de pensamientos con
sentido propio. Se las tiene por cosas, por máquinas. El lenguaje, en el
gigantesco aparato de producción de la sociedad moderna, se redujo a un
instrumento entre otros (Horkheimer, 19).
La razón ilustrada es el motor para el desarrollo, un desarrollo que apunta al
infinito. Los procesos de industrialización y la tecnologización, apoyados en la
primacía de una razón instrumental colocaron a la naturaleza como un objeto,
como un medio para que el ser humano pudiera alcanzar sus fines. Horkheimer
manifiesta que la naturaleza es concebida más que nuca como mera
herramienta del hombre, dominio que no encuentra jamás satisfacción (69). Al
colocarse el hombre en el centro del universo tendría la potestad para utilizar
los recursos de la naturaleza de forma ―ilimitada‖, lo cual le permitió explotarla
de forma indiscriminada, sin siquiera considerar las consecuencias que esto
podría traer.
Se presenta una lucha contra la religión, que controlaba todos los aspectos de
la vida de los hombres limitándolo a escuchar el mandato divino. La imagen de
Dios como creador y controlador del universo y de la vida de los hombres, que
era característica de la época anterior, pierde validez. El hombre pasa de tener
fe en un dios a depositar toda su fe en la razón. Eliminado casi por completo la
participación de la iglesia en los asuntos del Estado, la economía, y la cultura.
Este proceso de secularización de la realidad permitió que el ideal de desarrollo
y progreso siguiera el curso predicho; la ciencia se convierte en la nueva
“religión” en quien depositar todas las esperanzas.
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Diana Alexandra León Bravo
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UNIVERSIDAD DE CUENCA
El espíritu de la investigación libre ha disipado los errores que impidieron
durante tanto tiempo el acceso a la verdad, y ha socavado la base sobre la que
habían construido su trono el fanatismo y el fraude. La razón se ha purificado
de los engaños de los sentidos y de la sofística fraudulenta (Schiller 6).
La educación sufre aquí una transformación, y es en sí misma una puerta de
entrada a la verdadera modernidad, ya que esta permite que los hombres sean
capaces de pensar por sí mismos y puedan dominar sus propios deseos, lo
cual les permitirá, según Kant "eliminar su incapacidad de usar su propia
inteligencia".
Ilustración es la emancipación del hombepeciare de un estado de tutelaje
autoimpuesto... de culpable incapacidad para usar su propia inteligencia sin la
guía de otro. A tal estado de tutelaje lo llamo ―autoimpuesto‖ si se debe, no a
falta de inteligencia, sino a falta de coraje o determinación para usar la propia
inteligencia sin la ayuda de un conductor. ¡Sapere aude! ¡Atreveos a usar
vuestra propia inteligencia! Este es el grito de batalla de la Ilustración (Kant, 2).
El establecimiento del capitalismo como nuevo modelo económico empezó a
fortalecerse, el desarrollo tecnológico contribuía al mejoramiento de las
industrias permitiéndolas crecer y expandirse. Como explica George Dalton,
citado por Silva y Mata en La llamada Revolución Industrial
Al hablar de Capitalismo nos referimos a un sistema económico de escala
nacional en el que la propiedad privada de los medios de producción y las
transacciones en el mercado del trabajo, de los recursos, y de los productos,
además de existir, están íntimamente ligadas entre si e integradas con todos
los procesos y sectores de la producción; es decir, constituyen las formas
predominantes o mayoritarias de propiedad y de tráfico. […] Al hablar de
Capitalismo se significa además, por lo común, una economía nacional dotada
de una amplia tecnología mecánica, en una palabra de una economía
desarrollada (186).
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UNIVERSIDAD DE CUENCA
El trabajo manual empieza a ser reemplazado, las máquinas se convierten en
la herramienta principal de trabajo, sin embargo en los inicios del proceso de
implantación de maquinaria la impericia generó un efecto devastador en los
individuos que desconocían el funcionamiento de la maquinaría. Silva y Mata
exponen que ―los trabajadores carecían de instrucción y experiencia para el
uso de las máquinas por lo que, en muchos casos, se producían lesiones, la
mayoría, con carácter de invalidez permanente‖ (232). Por lo que resultó
importante que el individuo se instruya en el manejo de dicha maquinaria (en lo
que la educación jugará un papel imprescindible).
La expansión del sistema capitalista dio origen a uno de los fenómenos
expansivos más grandes que haya experimentado la sociedad, la globalización.
El sistema global empieza a general ciertas dificultades con respecto a los
ideales propios de la modernidad, generando contradicciones. Si bien en sus
inicios la modernidad procuraba disminuir la brecha que existía entre los
siervos y los señores feudales instaurando un modelo económico liberal, en el
proceso esta brecha en lugar de disminuir fue agrandándose. Los poseedores
del capital económico y de las industrias empezaron a enriquecerse a base del
trabajo de los obreros, mediante una relación dispareja, lo que generó que los
ricos se hicieran más ricos, que lo pobres se hicieran más pobres y que la clase
media se estancara y empezara a preocuparse más en mejorar su estilo de
vida que su calidad de vida.
El predominio de esta forma de dependencia a comienzos del desarrollo
capitalista se hizo compatible con políticas económicas liberales y de apertura
para consolidar en la desigualdad una división internacional del trabajo
determinada y una concentración del progreso tecnológico en los países
centrales (Olesker 15).
Otro aspecto característico de la modernidad es que en ella se presenta el
auge de los metarrelatos: ―un metarrelato es, según Diéguez (3), en la
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terminología de Lyotard, una gran narración con pretensiones justificatorias y
explicativas de ciertas instituciones o creencias compartidas.‖
Según Lyotard a lo largo de la historia se han presentado algunos metarrelatos,
los mismos que han buscado interpretar la realidad del hombre de diferentes
formas, en cada una de las cuales se fortalecen los significados de la libertad,
la justicia, la igualdad, la moral, etc.
En La condición posmoderna (1994) Lyotard plantea un primer gran relato que
tiene su origen en la historia como lineal, como relato único. Un segundo gran
relato, es el que genera el ideal de orden y progreso, el que se establece en el
período moderno, principalmente con los ideales de la ilustración. Un tercer
gran relato, es de origen positivista, y que promete el bienestar del hombre a
través del desarrollo dado en ―la ciencia y la industria‖. Cada uno de estos
relatos contiene y abarcan en sí mismos una gran parte de la
Historia
Universal (Hegel), de una forma particular.
Lyotard
establece
que
una de las
principales
características de la
postmodernidad es la crisis de estos metarrelatos, que plantean una ruptura
con la razón totalizante, que limitaba la explicación de la realidad a través de un
metarrelato único.
Se considera a la postmodernidad como condición humana que promueve lo
individual frente a lo plural, lo universal. El ser humano postmoderno deja ya de
regir su existencia a un relato único, totalizador y dominante, que no representa
en realidad lo que él es, dando paso a la creación de pequeños relatos,
microrrelatos, en los que se pretenda explicar la complejidad de la realidad
propia de cada individuo.
El desvanecimiento de los grandes relatos de la modernidad, debilitó a la razón
dejando de lado los ideales de la modernidad, como consecuencia de aquello,
se produce un proceso de secularización en la sociedad, esta ya no estará
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regida por grandes ideales, sino más bien por relatos individuales, que rompen
con la linealidad de la historia, generando la ausencia de un norte.
La modernidad se constituyó como superación histórica frente al pasado. Hoy,
el proceso de secularización se ha radicalizado porque se pretende romper el
providencialismo laico que ella generó. Así, la historia está sumida en la
orfandad, el pasado como metarrelato manifiesta su caducidad (León Pesantez
26).
Con la muerte de los grandes relatos empiezan a aparecer los pequeños
relatos, consecuencia de esto se presenta la imposibilidad de considerar a la
historia como uniforme, unitaria, dando paso a la multiplicidad, a los
multiculturalismos, la diversidad, el resurgimiento de las minorías, los
pluralismos; la aceptación de todo y la eliminación de todo imperativo, llevan a
la pérdida de todo sentido en el sujeto.
La cultura posmoderna representa el polo «superestructural» de una sociedad
que emerge de un tipo de organización uniforme, dirigista y que, para ello,
mezcla los últimos valores modernos, realza el pasado y la tradición, revaloriza
lo local y la vida simple, disuelve la preeminencia de la centralidad, disemina
los criterios de lo verdadero y del arte, legitima la afirmación de la identidad
personal conforme a los valores de una sociedad personalizada en la que lo
importante es ser uno mismo, en la que por lo tanto cualquiera tiene derecho a
la ciudadanía y al reconocimiento social, en la que ya nada debe imponerse de
un modo imperativo y duradero, en la que todas las opciones, todos los niveles
pueden cohabitar (Lipovetsky 11).
Una sociedad postmoderna empeñada en eliminar todo sentido de uniformidad,
de
universalidad,
se
convierte
en
una
sociedad
flexible
donde
las
heterogeneidades son posibles, encontrándose en un proceso constante de
deconstrucción de la realidad, conllevando así a la fragmentación de la historia;
los acontecimientos ya no pueden ser narrados de manera lineal, ya que en la
postmodernidad
se
rompe
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con
todos
los
paradigmas
y
estos
son
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conceptualizados por separado. El sentido de la historia se transforma de una
historia universal a una personal o individual.
En la postmodernidad se realiza una crítica al cinismo religioso, que representa
una crisis en los valores y la moral de un individuo. La ética será analizada a
partir de las intencionalidades de los actos, aceptando abiertamente la
pluralidad cultural, la diferencia y la individualidad. La secularización abarca
todos los ámbitos de la realidad. La anunciada muerte de Dios (Nietzsche), no
hace referencia únicamente a la desaparición de una figura divina, sino a la
eliminación de cualquier fundamento que de cierto modo imponía reglas, las
mismas que necesitaron ser quebrantadas en la postmodernidad.
El ideal moderno de subordinación de lo individual a las reglas racionales
colectivas ha sido pulverizado, el proceso de personalización ha promovido y
encarnado masivamente un valor fundamental, el de la realización personal, el
respeto a la singularidad subjetiva, a la personalidad incomparable sean cuales
sean por lo demás las nuevas formas de control y de homogeneización que se
realizan simultáneamente (Lipovetsky 7).
La fe exacerbada en la razón que en primera instancia provocó el progreso de
la ciencia y la tecnología encubaba al racionalismo capitalista. ―…la victoria de
la tecnociencia capitalista sobre los demás candidatos a la finalidad universal
de la historia humana es otra manera de destruir el proyecto moderno…‖
(Lyotard 30). Desviando de todos las aspiraciones iniciales de la modernidad, la
racionalidad se convirtió en generadora del consumo, dando paso así al auge
del libre mercado. Se establece un modelo de sociedad utilitarista y
consumista, lo que importa ya no es únicamente facilitar la vida al ser humano,
sino se empieza a
generar en él pseudo necesidades que promueven un
consumo desmedido e innecesario.
Se establece un sistema post-industrial. El desarrollo de lo tecnológico, la
mercantilización de la educación, de la cultura, la comunicación empieza a
manejarse por el valor de cambio, más que por el valor de uso. . ―El ser
humano se enajena como valor mercantil capitalista y se esclaviza…‖
(Echeverría 18) Todo se transforma en una herramienta para contribuir al
fortalecimiento del capitalismo, la educación se vende como un objeto más en
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el mercado, se empieza a transformar en un negocio para el capital privado que
se aprovecha de las crecientes ―necesidades‖ impuestas por el mismo sistema.
El surgimiento de los mass medias da como resultado un efecto globalizante,
convirtiéndose en herramientas indispensables para sostener una sociedad de
consumo, que va desde el consumo de bienes materiales hasta el consumo de
―identidades‖. Estas permiten una paridad en el acceso a la información, de
manera instantánea en todo el mundo globalizado, la posibilidad de saber lo
que está pasando al otro lado y del mundo en tiempo real se hace posible
siendo esta una característica esencial de la globalización. . Es así como el
posmodernismo triunfa con la globalización.
Lo que intento sostener es: a) que en el nacimiento de una sociedad
posmoderna los mass media desempeñan un papel determinante; b) que estos
caracterizan tal sociedad no como una sociedad más <<transparente>>, más
consciente de sí misma, más <<iluminada>>, sino una sociedad más compleja,
caótica incluso; y finalmente c) que precisamente en este <<caos>> relativo
residen nuestras esperanzas de emancipación (Vattimo 78).
Al estar el sujeto inmerso en el proceso de globalización se ve afectado
directamente por los efectos que esta produce Todo este acceso a la
multiplicidad, a la pluralidad de culturas, de ideas, que se fragmentan, dando
origen a nuevas formas de pensamiento, que con la fugacidad con la que
aparecen
se
van,
generando
una
aparente
―personalización‖
o
individualización, que al tiempo de engañar al sujeto lo vacía (Lipovestky). En la
postmodernidad, el sujeto ya no tiene un horizonte determinado, por lo que se
encontrará en la constante búsqueda de una identidad que lo represente.
…el proceso de personalización genera el vacío en tecnicolor, la imprecisión
existencial en y por la abundancia de modelos… […] Y con el proceso de
personalización el individualismo sufre un aggiornamento que llamamos aquí,
siguiendo a los sociólogos americanos, narcisista: el narcisimo, consecuencia
y manifestación miniaturizada del proceso de personalización, símbolo del
paso del individualismo «limitado» al individualismo «total» (Lipovetsky 10).
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Este proceso de personalización da paso a una sociedad flexible, que a
diferencia de la sociedad moderna caracterizada por defender los grandes
fundamentalismos y paradigmas de pensamiento, está condicionada por el
máximo de elecciones posibles en las que se legitima la identidad personal,
caracterizada por la multiplicidad de modelos, de subculturas que conviven
entre sí sin contradicciones, a pesar de que cada una cuenta con formas
específicas de interpretar la realidad, con sus propias reglas y valores.
1.3 América Latina: de la Modernidad inconclusa a la
Postmodernidad.
La modernidad, un proceso histórico que si bien es cierto surge en Europa, no
es únicamente Europa su espacio de desarrollo, su despliegue llega hasta
América Latina. Pero la incorporación de la modernidad en Latinoamérica no
se da de manera similar a la europea, aunque conserva ciertas características,
estas fueron aplicadas y contextualizadas a la realidad del nuevo continente.
Sin duda, América Latina desempeña un papel fundamental en el desarrollo de
la Modernidad occidental, para Aníbal Quijano ―…el proceso de producción de
la modernidad tiene una relación directa y entrañable con la constitución
histórica de América Latina‖ (11). Aunque la Modernidad europea puede referir
sus inicios a partir del siglo XV con el descubrimiento de América, en
Latinoamérica
la
Modernidad
empieza
a
evidenciar
sus
primeras
manifestaciones a inicios del siglo XIX en algunos países y en otros a finales
del decimonónico, con matices propios de la Ilustración.
Es importante considerar que la gran brecha temporal en el establecimiento de
la modernidad en Europa y en América Latina, generó que el desarrollo de
América Latina siempre se encontrara resegado con respecto al viejo
continente.
La modernidad latinoamericana comienza en cambio más tarde, a principios del
siglo XIX, con la independencia, porque España y Portugal lograron impedir su
expansión durante tres siglos. No se da un trasplante cultural casi sin trabas
desde Europa como en Norteamérica, pero sí una influencia importante de las
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ideas matrices de la Ilustración que deben enfrentar y readecuarse a un polo
cultural indo-ibérico bastante resistente (Larraín 319).
El desarrollo económico, político, social dejan de producirse con la
simultaneidad con la que se dio la Ilustración europea, provocando un aumento
en las diferencias; Europa gozaba del crecimiento del capitalismo y todo lo que
conlleva la producción de bienes materiales a pesar de ser la industrialización
una de las características fundamentales en el proceso de modernización,
América Latina no logró consolidarlo, el crecimiento económico sufrió un
estancamiento beneficiando únicamente a la burguesía, y el establecimiento
de sociedades industriales se dio únicamente en determinados países como
Argentina, Brasil, Chile, (años 50 y 60) mientras que los demás se limitaron a
ser proveedores de materia prima, lo que no permitió una consolidación total de
la modernidad.
Dados estos acontecimientos se puede hablar de modernidad en América
Latina, sin embargo no se llegan a consolidar todas las características de la
modernidad europea en el nuevo mundo, si bien en un inicio el proceso de
modernidad se limitó a imitar lo europeo, conforme fue avanzando el tiempo se
dio una especie de ruptura, que puede ser entendida como un intento de
emancipación, en el que el pensamiento Latinoamericano se consolida, toma
fuerza y empieza a generar críticas al modelo de modernidad existente en
América Latina, dado que este no correspondía a su realidad.
Los pensadores latinoamericanos del siglo XIX buscaron cimentar la
modernidad latinoamericana desde una perspectiva propia, basándose en la
realidad de América latina, sin obviar lo auténtico, lo tradicional, teniendo a la
modernidad europea como modelo.
Los pensadores del siglo XIX asumieron como suya la modernidad europea;
pues esta se convirtió en el arquetipo al que el proceso histórico debía
conducirnos. Sin embargo, había que incorporarse desarrollando valores
propios y originales, en la perspectiva de conferir a lo local un sentido de
validez
universal,
razón
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por
la
que
estos
pensadores
vuelven
al
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―reconocimiento‖ de sus circunstancias para asegurar que estas lleguen al
ansiado estado de ―madurez‖ de la razón y del progreso (León Pesantez 112113).
La constante de los pensadores latinoamericanos del siglo XIX fue la de
encontrar la identidad latinoamericana. Encontrar el ―Ser‖ latinoamericano que
tenga presente sus raíces, aquello que lo defina, pero a la vez lo diferencie de
los demás.
Lo que está detrás de esta búsqueda de identidad cada vez que América Latina
está en crisis, es que los elementos formativos de nuestra realidad no han
abandonado sus tensas relaciones entre sí, haciendo más lenta, más difícil, la
sedimentación histórica que pudiera hacer más denso y más firme el piso de
nuestra existencia social, y menos apremiante o menos recurrente la necesidad
de andar, todo el tiempo, en pos de identidad (Quijano 58).
Mientras la modernidad se encontraba en crisis en Europa, en América Latina
aún se debatía sobre el modelo de modernidad y problemas como el ―Ser‖
latinoamericano, pero producto de la crisis de la modernidad europea surge un
fenómeno social denominado Postmodernidad cuyo efecto es globalizante
llegando a América Latina a través de todo lo que implica el desarrollo científico
y tecnológico de los medios y sistemas de comunicación dejando a la
modernidad
de
América
Latina
inconclusa
y
sumergiéndola
en
la
postmodernidad. Con la globalización la sociedad empieza a generar
características similares.
¿Qué
sentido
tiene
discutir
en
América
Latina
sobre
la
llamada
"posmodernidad"? Podría ser que otra moda intelectual importada y una
larga experiencia de frustraciones nos han vuelto escépticos frente a debates
que serían válidos en Europa o en Norteamérica, pero ajenos a la realidad
latinoamericana. [..] Pero indudablemente existe un estado de ánimo diferente
a las décadas anteriores y esta sensibilidad merece nuestra atención...
(Lechner 153).
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Es importante considerar que tanto la modernidad como la postmodernidad son
conceptos ajenos a Latinoamérica.
La postmodernidad en Latinoamérica tiene un tinte distinto al que se presenta
en Europa y Norteamérica, esta se caracteriza por ser una postmodernidad
inmersa en un discurso
que rompe con los preceptos que el modernismo
quería implantar en Latinoamérica; la modernidad buscó plasmar ideales
eurocéntricos y norteamericanos que nacían de una realidad bastante diferente
a la latinoamericana, no paso mucho tiempo para que se comenzara a criticar
la viabilidad en la aplicación de estos conceptos a lo latinoamericano. Lo que
consolidó a la modernidad como un asunto meramente teórico.
Al hablar del proceso de implantación de la postmodernidad en Latinoamérica
es importante primero considerar que el proyecto moderno no llegó a
establecerse por completo antes de la llegada de la postmodernidad. Si bien
los principios de la modernidad empezaron a implantarse, estos, comenzaron a
ser criticados y a desvanecerse antes de poder consolidarse. Esto gracias al
poder globalizador del capitalismo, el mismo que, abarcó a todo el mundo, sin
considerar el hecho de que se haya completado o no el proyecto moderno.
Si bien la postmodernidad en el viejo continente busca individualizar al sujeto,
desligarlo de todo lo que lo representaba dentro de una comunidad, poniendo
en la cuerda floja la identidad de dicho sujeto, en Latinoamérica se busca
reivindicar lo propio, lo que define al ser humano dentro de una cultura
nacional, que retoma lo antiguo, el folklore diferente en algunos sentidos.
Primero, se establece como un foco de estudio llamativo, dada la diversidad
cultural.
La ―heterogeneidad cultural‖ latinoamericana (mestizaje de identidades;
hibridismo de tradiciones; cruzamientos de lenguas) habría incluso
conformado -por fragmentación y diseminación- una especie de
―posmodernismo avant la lettre‖, según el cual Latinoamérica,
tradicionalmente subordinada e imitativa, pasaría a ser hoy precursora
de lo que la cultura posmoderna consagra como novedad: por
amalgamiento de signos, por injertos y trasplantes histórico-culturales
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de códigos disjuntos, el mosaico latinoamericano habría prefigurado el
collage posmodernista (Richard 216-217).
El establecimiento de esta postmodernidad ―avant la lettre‖ (antes de tiempo),
hace que la historia de Latinoamérica de un giro radical. Se pasa de ser un
aspecto complementario de la historia a formar parte de la historia como
personaje principal. Se deja ―ser un medio para convertirse en un fin es sí
misma‖.
Se retoma la importancia del pluralismo cultural presente en las diferentes
sociedades latinoamericanas, la vuelta a las raíces, a lo propio, esto en los
inicios. El renacer de los estudios culturales en Latinoamérica ayuda a
consolidar la importancia de la heterogeneidad y la pluriculturalidad, lo que
logró que los pequeños grupos sociales que habían sido segregados a causa
de la importancia que le daban a su cultura (vestimenta, idioma, creencias
religiosas, entre otras) pudiesen exhibirla como un ejemplo para los que se
habían separado de ella.
La heterogeneidad, en cambio, tiende a la individuación de los especímenes
en contacto, dentro de la línea alterizante basada en la afirmación de las
diferencias. Su característica es la insolubilidad de los elementos en juego, es
decir, su capacidad de afirmar la discontinuidad cultural, esto es, de marcar
las fisuras que establecen la pluricultura (Bueno 28).
Sin embargo, este sentimiento no dio los frutos esperados, si bien se logró
rescatar ciertos aspectos de las culturas nacionales, la mayor parte de la
sociedad latinoamericana había sido absorbida ya por el capitalismo, el mismo
que impuso las reglas dentro de la cultura. La misma que buscado
homogeneizar a las masas, encubriéndose en un falso ideal de individualidad,
en una falsa independencia, una falsa libertad.
El establecimiento del sistema capitalista como sistema mundo tuvo un gran
impacto económico y político en Latinoamérica. Algunos países lograron
fortalecer sus economías, Argentina, México, Brasil, los cuales entraron en un
proceso de radicalización de la economía, el pensamiento político y económico
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de derecha se fue apoderado del control de los Estados. Y si bien, algunos
países experimentaban un auge económico grande, otros estaban viviendo una
realidad totalmente contraria.
Muchos países de Latinoamérica pasaron a ser considerados, y de forma
despectiva, países de tercer mundo. Países como Ecuador, Perú, Bolivia,
pasaron a ser únicamente las fuentes de materias
primas que serían
exportadas a los países que habían logrado desarrollar su industria. Se los
consideraba únicamente un medio para alcanzar un fin, otra vez dejaban de ser
un fin en sí mismos.
La amplitud o estrechez de los imaginarios sobre lo global muestran las
desigualdades de acceso a lo que suele llamarse economía y cultura
globales. En esta competencia inequitativa entre imaginarios se percibe que
la globalización es y no es lo que promete. Muchos globalizadores andan por
el mundo fingiendo la globalización (García Canclini, La globalización
imaginada 12).
Dentro de todos estos procesos de cambio el sujeto latinoamericano empezó a
tener más problemas para establecer su identidad, dado que la identidad tiene
que ver con la cultura, el lenguaje, la religión, y todos aquellos aspectos que
caracterizan a una población que comparte un espacio territorial determinado.
Y la complejidad radica en que, si de por sí la identidad del sujeto posmoderno
es complicada, al asumir las características de la postmodernidad el sujeto
latinoamericano ha ido reemplazando poco a poco, características que de
alguna manera le daban una identidad nacional, hasta llegar a un proceso de
―hibridación‖ (Canclini) en el cual confluyen las características de lo propio y las
características de lo que impone el sistema. Generando una total confusión e
iniciando con el desgaste y desvanecimiento de las identidades propias de
cada sujeto dentro de una cultura determinada.
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CAPÍTULO 2
EL SUJETO POSTMODERNO LATINOAMERICANO
2.1 Personalización del sujeto
En la constante búsqueda de elementos que definan su identidad, el sujeto
latinoamericano, inmerso en una postmodernidad que globaliza
e intenta
remodelar todos los aspectos de la vida social, surge un proceso determinante
denominado ―proceso de personalización‖ (Lipovetsky). Dicho proceso irrumpe
con los lineamientos rigoristas, homogéneos, y disciplinarios, característicos de
la época moderna, pero también da paso a una sociedad más permisiva, más
flexible, en la cual la pluralidad, la heterogeneidad son factores determinantes.
Nuevos procedimientos inseparables de nuevos fines y legitimidades sociales:
valores hedonistas, respeto por las diferencias, culto a la liberación personal, al
relajamiento, al humor y a la sinceridad, al psicologismo, a la expresión libre: es
decir, que priva una nueva significación de la autonomía dejando muy atrás el
ideal que se fijó la edad democrática autoritaria (Lipovetsky 7).
Muy al contrario de la Modernidad y la búsqueda de la identidad
latinoamericana como conjunto que nos defina y difiera de Europa, en América
Latina postmoderna nos encontramos ante una sociedad cuya pretensión del
sujeto es ―ser uno mismo‖, dejando de lado el ideal de construcción de una
identidad propia de América Latina, por el contrario se centra en la
individualidad, en el placer, en el bienestar personal, el ocio, el narcisismo, el
hedonismo todo esto llegando a formar parte de una cultura global, donde tales
comportamientos se ven manifiestos de manera simultánea en el centro como
en las periferias.
Características que adquiere el sujeto postmoderno que ya son mencionadas
por pensadores postmodernos latinoamericanos que hacen eco de la nueva
sensibilidad latinoamericana, sensibilidad caracterizada por los siguientes
rasgos:
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1) escepticismo ante los ideales heroicos que predicaba la anterior generación,
ante el fracaso de los intentos liberacionistas;
2) tránsito de una «cultura holista» a otra de corte «neoindividualista», centrada
no en identidades amplias (nación, continente) sino más bien restringidas
(grupos pequeños, familia, amigos,...);
3) la identidad nacional se disuelve en identidades supranacionales, debido a la
cultura que transmiten los medios de comunicación;
4) cultura escéptica frente a los «grandes relatos», desplazándose hacia
«ideologías livianas» o de «pensamiento débil», como propone G. Vattimo;
5) abandono de la militancia política, orientada hasta ahora hacia las luchas por
la liberación, para dirigirse ahora a prácticas más individuales y de búsqueda
directa de la propia satisfacción personal: música, ecología, familia, religión
(micro-prácticas) (Beorlegui 842-843).
Aquellas
micro-prácticas
provocan
en
el
sujeto
una
necesidad
de
individualización, buscando ser ―él‖, ―ser diferente‖, pero a la vez que se
individualiza y busca su Ser, es absorbido por las múltiples propuestas de
personalización que oferta el mercado, generando así una falsa idea de lo
individual, ya que cada una de estas propuestas es acogida por un sinnúmero
de sujetos que buscan comprarse una identidad.
…la personalización a medida de la sociedad corresponde una personalización
del individuo que se traduce por el deseo de sentir «más», de volar, de vibrar
en directo, de sentir sensaciones inmediatas, de sumergirse en un movimiento
integral, en una especie de trip sensorial y pulsional (Lipovetsky 23).
Nos encontramos con un sujeto enfocado en la práctica del deporte, el culto al
cuerpo, a la ―libertad‖, al interés personal. Todo se encamina a lo ―light‖, la vida
misma tiende a ser light, la comida, las teorías, los valores, la educación, la
música; todos estos son permisivos, carentes de sustancia y contenido.
El único interés del Sujeto postmoderno latinoamericano dependiente de una
cultura global es buscar lo que lo haga ser diferente ante un sistema que le
presenta la multiplicidad de opciones, donde la oferta se diversifica generando
un consumo sin límites de identidades, provocando que la identidad
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latinoamericana se vea debilitada y los ideales de construcción de identidad de
autores como Bolívar Echeverría, Andrés Roig, Jorge Larraín, Enrique Dussel,
entre otros, se encuentren frustrados al igual que ideales de consolidación de
una identidad hayan quedado en teoría ante una postmodernidad evidente. Al
sujeto postmoderno latinoamericano no le interesa ya el ―ser latinoamericano‖
sino más bien personalizarse de acuerdo a lo que satisfaga sus deseos.
2.1.1 Neo- narcisismo: la hiper-valoración del Yo
Para comprender de dónde proviene el término ―narcisismo‖ es necesario
remontarnos a la mitología griega que hace alusión al mito de Narciso aquel
hombre enamorado de su propia imagen, quien no cesa de completarse de
manera absorta. Kaufmann considera al narcisismo como «Estar enamorado
de sí mismo» (...) fascinado por su propia imagen‖ (Kaufmann, 327).
En la Introducción al narcisismo (1914) Sigmund Freud trasciende de
considerar al narcisismo como el acto libidinal a considerar la relación del yo y
los objetos externos, distinguiendo entre
<<libido yoica>> y <<libido de
objeto>>, el primero refiere a la autosatisfacción erótica con los al término
narcisista y el segundo a la relación libidinosa la persona con los objetos.
Término que a lo largo de la historia ha sido utilizado para definir a aquella
persona empeñada en la exaltación de su cuerpo, a su propia imagen, sin
importar las necesidades o sentimientos ajenos.
En la Postmodernidad el término narcisismo adquiere una nueva denominación
propuesta por Guilles Lipovetsky en La era del vacío en la que considera al
sujeto contemporáneo como narcisista, pero siendo este un Neo-narcisismo
provocado por los procesos de personalización por los que atraviesa el sujeto.
Aparece
un nuevo estadio del individualismo: el narcisismo designa el
surgimiento de un perfil inédito del individuo en sus relaciones con él mismo y
su cuerpo, con los demás, el mundo y el tiempo, en el momento en que el
«capitalismo» autoritario cede el paso a un capitalismo hedonista y permisivo,
acaba la edad de oro del individualismo, competitivo a nivel económico,
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sentimental a nivel doméstico, revolucionario a nivel político y artístico, y se
extiende un individualismo puro, desprovisto de los últimos valores sociales y
morales que coexistían aún con el reino glorioso del homo economicus de la
familia, de la revolución y del arte; emancipada de cualquier marco
trascendental, la propia esfera privada cambia de sentido, expuesta como está
únicamente a los deseos cambiantes de los individuos (Lipovetsky 50).
Para Lipovetsky, en la Postmodernidad el narcisismo surge a partir de la
pérdida de valores y de los ideales sociales debido al proceso de
personalización, en el cual se fomenta la individualidad del sujeto, apartándose
de los ideales sociales comunes.
El neo-narcisismo es considerado por Guilles Lipovetsky como aquel proceso
en el que el sujeto ya no se encuentra únicamente enamorado y exaltando su
propia imagen, como Narciso al mantenerse permanentemente frente a la
fuente de agua con la finalidad de contemplar todo el tiempo su belleza, sino
que ahora además de contemplar y sobrevalorar de manera generalizada la
imagen del sujeto, y cumplir sus deseos personales
Pero qué es aquello que difiere del narcisismo clásico al neo-narcisismo
propuesto por Lipovetsky. Narciso, el personaje de la mitología griega exaltante
de su belleza trasciende en la contemporaneidad al sobrevalorar su imagen de
manera hedonista, a ser objeto de un consumo masivo cuyo placer lo
encuentra en objetivar su imagen gracias a la adquisición de objetos que
producen placer. El ―Narciso postmoderno‖ exalta su belleza, acogiendo todo
aquello que los medios de comunicación, redes sociales, consideren como
tendencia convirtiéndose en blanco fácil del sistema de consumo masivo.
El Sujeto postmoderno latinoamericano, al convertirse un sujeto global, forma
parte del fenómeno de la hiper-valoración del Yo; se aparta del nosotros, del
―ser‖ en una comunidad, de aquellos ideales comunes en la búsqueda de la
reconstrucción de la Identidad Latinoamericana, pasando a formar parte de una
comunidad global que incita a la diferencia. Sobresalir, ser diferente al ―otro‖ es
lo que interesa. El otro es importante en la construcción de la identidad
latinoamericano.
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Al hacer del Yo el blanco de todas las inversiones, el narcisismo intenta ajustar la
personalidad a la atomización sibilina engendrada por los sistemas personalizados.
Para que el desierto social resulte viable, el Yo debe convertirse en la preocupación
central: se destruye la relación,
qué más da, si el individuo está en condiciones de
absorberse a sí mismo (Lipovetsky, 55).
Las practicas del sujeto en la cotidianidad expresan que pasamos del aforismo
de Sócrates ―conócete a ti mismo‖ como un referente de estudio de
introspección del sujeto al ―mejórate a ti mismo‖ pero de una manera
superficial, el mejorarse a sí mismo consiste en la práctica del deporte, el ocio,
el tiempo libre, el consumo de modas efímeras, las cirugías plásticas.
El cuerpo ya no designa una abyección o una máquina, designa nuestra
identidad profunda de la que ya no cabe avergonzarse y que puede exhibirse
desnudo en las playas o en los espectáculos, en su verdad natural. En tanto
que persona, el cuerpo gana dignidad; debemos respetarlo, es decir vigilar
constantemente su buen funcionamiento, luchar contra su obsolescencia,
combatir los signos de su degradación por medio de un reciclaje permanente
quirúrgico, deportivo, dietético, etc… (Lipovetsky 61).
El neo-narcisismo pone énfasis en el cuerpo, lo constituyente del Yo es el
cuerpo, la apariencia física es lo que interesa, predisponiéndolo a cualquier
procedimiento sin importar lo riesgoso, costoso o doloroso que este resulte, con
la finalidad de mantenerlo joven, firme, saludable, buscando alcanzar una
especie de ―perfección‖, pero es necesario considerar que el ideal de
perfección es tan cambiante y relativo como las modas mismas, dando paso al
establecimiento de una sociedad de la apariencia. Sin embargo cabe señalar
que este ideal de perfección estética, según Lipovetsky, refleja la pérdida de
identidad, de esencia, convirtiéndose en un reflejo del vacío interior en el
sujeto.
Se encuentra una mayor ―inversión en el Yo‖ con el objetivo de encontrarse a sí
mismo, ser diferente, distinto al ―otro‖; según Lipovetsky mientras más se
invierte en el Yo, como objeto de atención e interpretación, mayores son las
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incertidumbres y las interrogaciones. El sujeto se encuentra inmerso en una
multiplicidad de opciones que lo seducen hasta inmiscuirlo en el deliberado
mundo del consumo, pero esto provoca una brecha en el sujeto en un sinfín de
interrogantes sobre sí mismo. Fenómeno que produce una pérdida de
identidad, mientras más se consume para ―construir la identidad personal‖ más
se aleja el sujeto de su verdadera esencia
El Yo del sujeto latinoamericano es de un individuo consumista, la tecnología y
los medios de comunicación bombardean de ―identidades de consumo‖ a los
sujetos que provoca
la obsesión por sí mismo; liberarse del ―otro‖ es el
objetivo, reconocer al otro pero no parecerse a él porque el objetivo del sujeto
postmoderno es ser auténticos, únicos. La manera de conseguir este
desligamiento
es mediante el proceso de personalización propuesto por
Lipovetsky.
Se adopta modas de Occidente y de Oriente de manera inmediata, gracias al
avance tecnológico de los últimos años, que nos permite acceder a
información, adquirir objetos que están al otro lado del mundo en cuestión de
minutos. El cuerpo se ha convertido en espacio de culto, se hiper-valora el Yo,
la realización personal, el amor propio, la indiferencia por lo que nos rodea,
todo se convierte en común, en cotidiano.
2.1.2 Neo-Hedonismo: el placer por lo material
Al hablar de hedonismo debemos remontarnos a la época clásica, a la Grecia
Antigua. Según Copleston dentro de la ética epicúrea se hizo del placer el fin
de la vida, ya que todos los humanos tendemos a la búsqueda del placer, y es
en este placer en el que se encuentra la felicidad. Sin embargo es necesario no
malentender la visión clásica del hedonismo, ya que si bien, la búsqueda del
placer es necesaria para alcanzar la felicidad, no significa que el ser humano
deba entregarse por completo a todos los placeres existentes. Es necesario
hacer una diferenciación entre los placeres momentáneos y los placeres a largo
plazo, aquellos que duran toda la vida, Epicuro se refería a lo segundo;
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considerando también que más que referirse al placer como una satisfacción
positiva, se refería a él como la ausencia del dolor.
El hedonismo epicúreo no pretende, por tanto, inducir al libertinaje y a los
excesos, sino a que se lleve una vida tranquila y sosegada… El sabio procura
no multiplicar sus necesidades, pues esto es multiplicar las fuentes del dolor;
reducirá, más bien, al mínimo lo que necesite (Copleston 358).
En la postmodernidad la concepción de hedonismo es entendida de diferente
manera, se transforma en una ―reinterpretación‖ del concepto original, este
neo-hedonismo tiene características propias que difieren bastante de la
concepción inicial.
Lipovetsky plantea en su obra La era del vacío (1986), la transformación que se
produce en la sociedad postmoderna occidental con respecto a la concepción
del hedonismo, si bien en la modernidad la idea de alcanzar la felicidad por
medio del placer y de hacer a la obtención del placer un estilo de vida se
limitaba a un grupo restringido de personas que se caracterizaban por ser
intelectuales, filósofos o ciertas personas de clase alta; en la postmodernidad el
acceso a una vida hedonista se abre a las masas.
El placer en la postmodernidad se encuentra ligado a la idea de consumo, y
nada tiene que ver con la antigua idea del placer como un elemento
enriquecedor de la esencia humana, transformándose en una especie de
emoción pasajera. El placer por lo material se apropia del sujeto postmoderno,
el placer de comprar, el placer de viajar, el placer de adquirir un equipo último
modelo (tecnología) se convierte en el principal objetivo de la postmodernidad.
En su obra La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo,
Lipovetsky nos da luces sobre un nuevo tipo de individuo que se libera de todas
las ―ataduras‖ culturales y se transforma en un sujeto de mundo.
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Nace un Homo consumericus de tercer tipo, una especie de turboconsumidor
desatado, móvil y flexible, liberado en buena medida de las antiguas culturas
de clase, con gustos y adquisiciones imprevisibles. Del consumidor sometido a
las coerciones sociales del standing se ha pasado al hiperconsumidor al
acecho de experiencias emocionales y de mayor bienestar (mieux-être), de
calidad de vida y de salud, de marcas y de autenticidad, de inmediatez y de
comunicación. [...] ahora nos vemos en un continuo consumista cósmico,
desincronizado e hiperindividualista en el que ninguna edad escapa ya a las
estrategias mercadotécnicas de segmentación, pero donde cada cual puede
emplear su tiempo a la carta, remodelar su apariencia, elaborar su estilo de
vida. Es la hora del consumo-mundo en el que se han eliminado los
antagonismos culturales y en el que el espíritu consumista tiende a reorganizar
el conjunto de las conductas, incluidas las que no dependen del intercambio
comercial (Lipovetsky 10).
El mercado, encargado de generar nuevas ―necesidades‖ en los sujetos, se
abre paso utilizando a la publicidad y en la actualidad la digital, como su
principal herramienta para llegar a las masas. La gran facilidad de difusión que
se da gracias a la tecnología aplicada a la comunicación, mediante la invención
y mejoramiento del internet y las redes sociales, ha permitido que la mayor
parte de los individuos del mundo tengan acceso de forma inmediata a
publicidad sobre millones de productos que salen a venta cada día. Creando
así el falso ideal de necesidad de ese producto y generando un placer fugaz en
el individuo a la hora de conseguirlo, ya que no pasará mucho tiempo para que
el mismo sujeto sienta una nueva necesidad que sólo podrá ser satisfecha por
un nuevo producto ofrecido por el mercado. Un claro ejemplo de esto lo
podemos encontrar en la telefonía celular; tienen un teléfono modelo 5, este
tiene todo lo que el individuo ―necesita‖, acceso a redes sociales, gran espacio
de almacenamiento, una nítida cámara fotográfica, entre otras características,
sirve perfectamente. Sin embargo después de unos cuantos meses la
compañía lanza la versión 6 del mismo teléfono con cambios mínimos, quizá
una mejor cámara o una aplicación novedosa, que no justifican necesariamente
el altísimo costo que generalmente tienen, y los individuos sienten una
necesidad incontrolable de adquirir este nuevo teléfono, desechando el
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anterior, y para ello no importa tener que hacer grandes colas o esperar días
enteros afuera de una tienda, lo importante es tener el último modelo, aunque
este tenga este título por un limitado y corto tiempo.
Este proceso de consumo masivo implica la necesidad de tener un cierto nivel
económico, una capacidad adquisitiva que le permita acceder los productos
que tanto ―necesita‖. Por lo que Lipovetsky sostiene que sólo las regiones ricas
pueden ser felices, mejor vive el que más tiene. Por lo tanto el ideal de felicidad
está directamente relacionado con la capacidad que tiene el individuo de
adquirir aquello que le genera felicidad, siendo así, el individuo que mayor
capacidad de adquisición tiene será el que logre un mejor estilo de vida,
aunque no necesariamente consiga tener una buena calidad de vida.
Este bombardeo mediático ha provocado que el sujeto entre en un estado de
―zombi‖, sujeto sin voluntad, que se deja llevar por las corrientes del
capitalismo. Cabe recordar que en la postmodernidad el sujeto se somete a un
proceso de personalización, el mismo que es aprovechado por el mercado para
crear y vender ―identidades‖ que generen en el sujeto una sensación de
individualidad, de pertenencia. Este sujeto necesita adoptar un estilo, y el
mercado es el encargado de venderle un paquete completo que incluye desde
la forma de vestir, música, cine, programas de televisión e incluso una tipo de
dieta que le permitirán al individuo completar su ―identidad‖; pero con el paso
del tiempo, van apareciendo nuevas modas que dan paso a la creación de
nuevas ―identidades‖, un sujeto pudo pasar de ser un emo a un punk, de un
punk a un hispter, o se puede hablar de un punk ecologista vegetariano como
ejemplos; pero no se limita a esto, a lo material, y se extiende al plano
espiritual, se oferta paz interior, equilibrio, estabilidad emocional, entre otras
opciones que puedan ayudar a que el sujeto se sienta satisfecho
completamente.
―El hiperconsumidor ya no está sólo deseoso de bienestar material: aparece
como demandante exponencial de confort psíquico, de armonía interior y
plenitud subjetiva y de ello dan fe el florecimiento de las técnicas derivadas del
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Desarrollo Personal y el éxito de las doctrinas orientales, las nuevas
espiritualidades, las guías de la felicidad y la sabiduría. [..] En una época en
que el sufrimiento carece totalmente de sentido, en que se han agotado los
grandes sistemas referenciales de la historia y la tradición, la cuestión de la
felicidad interior vuelve a estar «sobre el tapete», convirtiéndose en un
segmento comercial, en un objeto de marketing que el hiperconsumidor quiere
tener a mano, sin esfuerzo, enseguida y por todos los medios‖ (Lipovetsky 11).
Pero este proceso resulta contradictorio en el sentido de que, mientras el sujeto
tiene la idea de ser diferente, no se percata que no es el único que está
consumiendo esta idea de personalización y que no es el único que ha definido
su estilo de tal o cual manera.
―Condición profundamente paradójica del hiperconsumidor. Por un lado se
afirma como ―consumidor‖, informado y ―libre‖, que ve ampliarse su abanico de
opciones, que consulta portales y comparadores de costes, aprovecha las
ocasiones de comprar barato, se preocupa por optimizar la relación calidadprecio. Por el otro, los estilos de vida, los placeres y los gustos se muestran
cada vez más dependientes del sistema comercial‖ (Lipovetsky 11).
Las diferentes formas de expresión de la individualidad del sujeto, las nuevas
―identidades‖ que van apareciendo son producto del capitalismo; es el sistema
el que se va innovando y creando nuevas formas de llegar a las masas con
curiosas y novedosas ofertas que buscan satisfacer las necesidades de un
individuo vacío que utiliza todo lo que este a su alcance para intentar llenar
dicho vacío.
En palabras de Lipovetsky, hemos entrado en una fase desencantada,
postmaterialista en la que la calidad de vida priva sobre los récords
cuantitativos.
2.2. Sujeto híbrido: entre lo individual y lo uniforme
Tomando la idea de Habermas que define a la modernidad como un proyecto
inacabado se puede considerar que la situación de Latinoamérica es el mayor
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ejemplo de esta idea; considerando la imposibilidad de repetir el modelo de
modernidad aplicada en Europa o América del Norte. En el caso de
Latinoamérica el proceso toma un rumbo diferente. El papel de lo nacional, de
lo popular, de lo propio; lo tradicional renace y toma fuerza, generando así una
nueva forma de interpretar la realidad, dando paso a una era postmoderna. Sin
embargo en el proceso de consolidación de este ideal de recuperación de las
diferentes identidades propias de Latinoamérica el desarrollo de la tecnología
los alcanzó, generando lo que parecería un choque entre dos ideales
antagónicos: lo contemporáneo que englobaba la tecnología, las redes
sociales, la televisión, y lo tradicional que enmarcaba al folclore, el idioma, las
tradiciones andinas, la religión, por mencionar algunas. García Canclini, en su
obra Culturas Híbridas, no lo considera de esta manera y plantea la posibilidad
de que estos dos ―mundos‖ convivan en el mismo tiempo y espacio, fenómeno
que él denomina como heterogeneidad multitemporal, y que a más de esto
pueden mezclarse entre ellos generando así una cultura híbrida.
Los procesos de personalización dan paso a una sociedad flexible, que a
diferencia de la sociedad moderna caracterizada por defender los grandes
fundamentalismos y paradigmas de pensamiento, está condicionada por el
máximo de elecciones posibles en las que se legitima la identidad personal,
caracterizada por la multiplicidad de modelos, de subculturas que conviven
entre sí, a pesar de que cada una cuenta con formas específicas de interpretar
la realidad, con sus propias reglas y valores.
El proceso de construcción de una identidad con estas características queda
inconclusa, y dada la influencia del pensamiento postmoderno, del que llegó
acompañada la globalización, impuso una búsqueda de una identidad con
características diferentes, basada en ideales pasajeros, en la necesidad de la
novedad, en el amor a las posesiones materiales, en el querer ser otro, ser
único, intentando construir un sujeto atemporal que es capaz de mezclar el
presente con el pasado, pero incapaz de mirar hacia el futuro, dado que el
futuro es casi o más incierto que el presente en el que vive. Es tal la
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multiplicidad de modelos que intentan converger en el sujeto, que provocan
confusión al momento de intentar construir una identidad.
Este tipo de pensamiento da paso a un proceso de hibridación, definida por
García Canclini, en su obra Culturas Híbridas, como ―procesos socioculturales
en los que estructuras o prácticas discretas, que existían de forma separada se
combinan para generar nuevas estructuras y prácticas‖ (14). Este proceso se
aplica en casi todos los ámbitos de la sociedad postmoderna: se hibridan
conceptos, se hibridan comidas, se hibridan modas, se hibridan identidades. En
el caso de América Latina se puede hablar de una complejidad red híbrida de
ideologías.
El proceso de hibridación se lleva acabo, como propone Brian Stross, citado
por Canclini, a través de ―ciclos de hibridación‖, según los cuales en la historia
se pasa de formas heterogéneas a otras más homogéneas, y luego a otras
relativamente más heterogéneas, sin que ninguna de estas pueda ser
considerada como pura o completamente homogénea.
Canclini plantea la posibilidad de la convivencia entre el folclore, lo popular, de
las culturas latinoamericanas con la tecnología, la ciencia y los avances propios
de la postmodernidad occidental.
Con este nuevo concepto de hibridación se pretende reconvertir un patrimonio,
ya sea este cultural, económico, político, para que sea capaz de reinsertarse y
encajar en las diversas condiciones impuestas por el mercado, el proceso de
personalización no se aplica ya únicamente a los sujetos, sino también a las
instituciones. Cada sujeto tendrá como ocupación principal el cumplimiento de
sus propias necesidades, gustos, ambiciones, afirmando su individualidad.
El ideal moderno de subordinación de lo individual a las reglas racionales
colectivas ha sido pulverizado, el proceso de personalización ha promovido y
encarnado masivamente un valor fundamental, el de la realización personal, el
respeto a la singularidad subjetiva, a la personalidad incomparable sean cuales
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sean por lo demás las nuevas formas de control y de homogeneización que se
realizan simultáneamente (Lipovetsky 7).
Dentro de las culturas híbridas el principio de libertad se va estableciendo como
uno de los pilares fundamentales para la vida. Cada individuo defiende la
libertad de vestirse como quiere, de elegir su orientación sexual de ser quién
quiere ser. Las sociedades empiezan a abrirse a nuevos ideales, se empiezan
a generar comunidades virtuales, a través de las redes sociales, que permiten
que los individuos establezcan relaciones con otros que compartan sus mismos
gustos. Está permitido todo, excepto no consumir.
Solamente en esa amplia continuidad democrática e individualista se dibuja la
originalidad del momento posmoderno, es decir el predominio de lo individual
sobre lo universal, de lo psicológico sobre lo ideológico, de la comunicación
sobre la politización, de la diversidad sobre la homogeneidad, de lo permisivo
sobre lo coercitivo‖ (Lipovetsky 115).
Este tipo de sociedades están generalmente compuestas por individuos que
están inmersos en el sistema de consumo. Ser quién se quiere ser implica una
gran inversión económica, dado que, todos los objetos y mercancías que se
requieren para adquirir un estilo definido y generar en el individuo un
sentimiento de individualidad, cuesta. Es por ello que el individuo se preocupa
por trabajar para ganar el dinero que le permitirá adquirir lo que le resulte
―necesario‖ para tener el estilo de vida que desea. Transformando al Sujeto en
un objeto de trabajo y consumo, vive para trabajar y trabaja para vivir. Bauman
(2002) considera que nos comportamos siempre como consumidores, hagamos
lo que hagamos, a tiempo completo. Nuestra vida entera es una constante
elección entre diversas ofertas seductoras que prometen hacernos únicos,
auténticos, felices.
El caso del sujeto posmoderno es similar al del resto del mundo, ya que,
gracias a la globalización, el acceso a los objetos de consumo que oferta el
mercado ya no están limitados a las grandes ciudades o a los países
desarrollados, sino están abiertos al consumo de todo aquel que pueda
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pagarlos. A diferencia de otras épocas históricas Latinoamérica está al día con
lo que ocurre en el resto del mundo.
Sin embargo, a pesar de la necesidad de sentirse e identificarse como original
o diferente, el proceso de consumo es un fenómeno que se realiza en masa.
Todos compran y todos desechan, en algunos casos con una rapidez que al
tiempo
que
impresiona
genera
una
idea
preocupante
a
cerca
del
comportamiento de las sociedades.
El derroche, lejos de constituir un residuo irracional, adopta una función
positiva, sustituyendo la utilidad racional por una función social superior, y llega
incluso, en un último grado, a aparecer como la función esencial convirtiéndose el aumento del gasto, lo superfluo, la inutilidad ritual del `gasto
por nada´ en la razón de ser de la producción, de los valores, de las diferencias
y del sentido (Baudrillard 69).
El fenómeno de consumo se encarga de vaciar la vida de la colectividad, cada
individuo, a pesar de verse sólo está inmerso en una comunidad, que sigue el
mismo fin por diferente camino, aplica aquí la famosa frase de todos los
caminos conducen a Roma, sin importar cuales sean los objetos que compres,
tampoco el estilo de vida que elijas, mucho menos si quieres diferenciarte del
común de las personas, siempre se tendrá el mismo destino, ser un objeto que
consume.
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CAPÍTULO 3
EL SUJETO LATINOAMERICANO INSERTO EN LA
GLOBALIZACIÓN
3.1. Alienación de conciencias
El término alienación fue introducido en primera instancia por Hegel que
―…habla de alienación como de rendición o entrega de la personalidad o de
algo que sea esencial a ésta a la sustancia social de la que previamente se ha
separado el propio hombre…‖ (Olea, 10). Posteriormente el término es
empleado por Marx, de quien se desprende la connotación sociológica y
política del término, cuando se objetiviza el producto del trabajo, se transforma
el trabajo en objeto (Olea, 23).
Sin embargo, en la sociedad actual, la alienación no se desvincula
completamente de las conceptualizaciones de Hegel y Marx, pero sí se
fundamenta en el actuar de una sociedad que fácilmente se pierde en un
abanico de posibilidades, el mercado, y dentro de este, los medios de
comunicación, ofertan modas que se confunde con la identidad de una persona
o de una sociedad. Haciendo esto del sujeto un receptor y consumidor de todo
aquello que se le oferte sin cuestionamiento alguno, consumiendo y
desechando objetos sin sentimiento de culpa al despojarse de lo anterior.
Según el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora (1994), el término
―alienación‖ puede usarse, en un sentido más general, como todo estado en el
cual una realidad se halla fuera de sí (ausser sich) en contraposición al ser en
sí (bei sich). (144)
Entonces, por alienación se entiende al acto de enajenación o extrañamiento,
en el cual la persona queda fuera de sí, donde la actividad que realiza lo
conduce a ser otra cosa de lo que realmente es. Herbert Read en su obra Arte
y alienación, parafraseando a Erich From define:
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Por alienación se entiende un modo de experiencia en el cual la persona se
siente extraña a sí misma; se diría enajenada de sí misma. Ya no se siente
centro de su mundo, dueña de sus actos: se ha convertido en esclava de
sus actos y de sus consecuencias, obedece y hasta,
reverencia.
El
individuo
alienado
está
a
veces,
los
tan desconectado de sí mismo
como de los demás. Siente su propia persona y la de los otros del mismo modo
como siente las cosas: con sus sentidos y su sentido común, pero sin
relacionarse productivamente consigo mismo y el mundo exterior (Read 5).
El sujeto postmoderno deja de ser poseedor de su propia conciencia, la cual se
enajena a la tecnología, las modas, el consumo. Consecuencia de los sin
límites del capitalismo estamos determinados a consumir, buscando tener
dentro de nuestra vida todo lo que nos presentan los mass media. Los medios
de comunicación venden la política, la religión, la vida cotidiana en forma de
mercancía.
Con la profusión lujuriosa de sus productos, imágenes y servicios, con el
hedonismo que induce, con su ambiente eufórico de tentación y proximidad, la
sociedad de consumo explícita sin ambages la amplitud de la estrategia de la
seducción. Sin embargo ésta no se reduce al espectáculo de la acumulación;
más exactamente se identifica con la sobremultiplicación de elecciones que la
abundancia hace posible con la latitud de los individuos sumergidos en un
universo transparente, abierto, que ofrece cada vez más opciones y
combinaciones a medida, y que permite una circulación y selección libres
(Lipovetsky 18).
Consumiendo los productos, imágenes y servicios encontramos sujetos de
conciencia alienada por el consumo; dependientes de manera absorta a la
tecnología, la televisión, el internet, los medios de comunicación masiva, las
redes sociales, imaginando temerosos la dificultad que implicaría vivir sin estos
últimos. Convirtiéndose el acto de consumir en una especie de competencia en
la cual, quién más consume encaja mejor en la sociedad, por lo que la opinión
del otro llega a importar más que la del propio sujeto.
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UNIVERSIDAD DE CUENCA
3.1.1 La influencia de los Mass Medias en la problemática de la
identidad latinoamericana
De manera vertiginosa, en pocas décadas los mass medias, han sido partícipes
de las más grandes transformaciones de la cultura y la sociedad. Han
conseguido traspasar fronteras, permitiendo la comunicación de manera
inmediata, rompiendo no sólo barreras culturales, sociales, ideológicas,
políticas, llegando a ser una cultura global de masas. Aquello que es trasmitido
por los medios de comunicación configura la transformación de símbolos de las
culturas locales, pasando a ser estos parte del todo. Y es aquí en donde se
presenta el problema de la verdad y la veracidad en los contenidos que
presentan los diferentes medios de comunicación, los mismos, que en muchos
de los casos ―maquillan‖ la verdad para poder venderla.
Dentro del fenómeno de la postmodernidad y la globalización se presentan
nuevas tecnologías que ahondan la problemática de la pérdida de identidad del
sujeto, complejizando más el panorama. Entre estas se pueden considerar la
influencia de los mass medias o medios de difusión masiva, como herramientas
indispensables para sostener una sociedad de consumo, que va desde el
consumo de objetos hasta el consumo de pseudo identidades. Según Vattimo,
en su obra Posmodernidad: ¿una sociedad transparente? plantea que esta es
una de las principales características de la postmodernidad:
Con todo, yo sostengo que el termino posmoderno sigue teniendo un sentido, y
que este sentido está ligado al hecho de que la sociedad en que vivimos es una
sociedad de la comunicación generalizada, la sociedad de los medios de
comunicación (mass media) (p. 9).
Dado que los medios de comunicación masiva se convierten en el punto de
contacto entre el individuo y todo lo que pueda ser considerado como objeto de
consumo, entre ellos, la ―identidad‖. Como menciona Bauman:
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En una sociedad de consumo, compartir la dependencia de consumo – la
dependencia universal de comprar- es la conditio sine qua non de toda libertad
individual; sobre todo, de la libertad de ser diferente, de ―tener identidad‖. En un
acceso de temeraria sinceridad (aunque al mismo tiempo haciendo un guiño a
los sofisticados clientes que conocen las reglas de juego) un comercial de TV
muestra una multitud de mujeres con una variedad de estilos de peinados y
colores de cabellos, mientras se dice: ―todas únicas, todas individuales, todas
eligen X‖ X (es la marca de acondicionador capilar). El producto masivo es el
instrumento de la variedad individual. La identidad –―única‖ e ―individual‖- sólo
puede tallarse en la sustancia que todo el mundo compra y que solamente
puede conseguirse comprándola (90).
Mientras que en la Modernidad latinoamericana la construcción de una
identidad fue un tema crucial para despojarnos de los rezagos que dejó la
conquista de nuestra América; en la Postmodernidad y con la globalización se
ven lejanos aquellos ideales de construcción de la identidad latinoamericana,
los medios de comunicación masiva colaboran para que los sujetos formen
parte de la cultura global.
La reflexión actual sobre la identidad y la ciudadanía se va situando en relación
con varios soportes culturales, no sólo en el folclor o la discursividad política,
como ocurrió en los nacionalismos del siglo XIX y principios del XX. Debe
tomar
en
cuenta
la
diversidad
de
repertorios
artísticos
y
medios
comunicacionales que contribuyen a reelaborar las identidades (Canclini,
Consumidores y ciudadano 114).
Leopoldo Zea en En torno a una filosofía americana. Nos plantea la necesidad
que tiene el sujeto americano de aceptar su realidad, es necesario reconocer y
aceptar su pasado para poder cambiar su presente y futuro, ya no se puede
hablar de una cultura nacional Argentina, otra Ecuatoriana o Mexicana, ya no
es posible hablar de una identidad que se construya sin el otro, sin lo
extranjero, y mucho menos una cultura que busque eliminar lo que nos dejó la
conquista.
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UNIVERSIDAD DE CUENCA
Desprendernos
de
ella
sería
desprendernos
del
meollo
de
nuestra
personalidad. No podemos renegar de dicha cultura, como no podemos
renegar de nuestros padres. Pero así como sin renegar de nuestros padres
tenemos una personalidad que hace que ninguno nos confunda con ellos, así
también tendremos una personalidad cultural sin renegar de la cultura de la
cual somos hijos. El ser conscientes de nuestras verdaderas relaciones con la
cultura europea, elimina todo sentimiento de inferioridad, dando lugar a un
sentimiento de responsabilidad (Zea 4)
Este reelaborar las identidades, resulta un tanto complejo, si en la Modernidad
resultó complejo delimitar la identidad latinoamericana, con la Postmodernidad
será aún más difícil el establecimiento de una identidad netamente
latinoamericana.
Sin duda, en la estructuración de la identidad latinoamericana el impacto de la
globalización fue determinante. Jorge Larraín en su obra ¿América Latina
moderna? (2005), enfatiza que la modernidad no es algo dado y definitivo, sino
que se encuentra en un constante contacto con los otros, y por medio de la
movilización de las formas simbólicas que se encuentran presentes en la
cultura. Pero lo realmente trascendente aquí es que en la Postmodernidad la
cultura se ha mediatizado, donde se imputa a los mass medias la producción y
reproducción de estas formas simbólicas.
Entonces, es así como las identidades ya no se construyen únicamente siendo
parte de un determinado grupo que se define a través de rasgos comunes entre
sí y diversos a los demás, sino que son los medios de comunicación masiva
que han modificado la forma de determinar la identidad de acuerdo a los
modelos que en ellos se nos muestra.
Comprendiendo a Larraín, las imágenes que nos proyectan los medios de
comunicación llegan a nosotros de una manera que permiten la reinterpretación
conforme a nuestro contexto, dando paso a la construcción de nuevas
identidades. Si bien es cierto la globalización presenta un sinfín de
posibilidades para la construcción o reconstrucción de la identidad de los
sujetos que se encuentran en una sociedad estructurada, en un Estado, sus
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identidades se encuentran impactadas por todos los mensajes globalizados
que transmiten los mass medias quienes venden a los sujetos ―una identidad‖.
En la globalización, la idea de Estado casi queda extinta para dar paso a los
transestatal, de lo nacional a lo transnacional.
Así es como vemos surgir en América Latina una pluralidad de identidades,
vemos
emerger
nuevos
comportamientos
en
el
sujeto
postmoderno
latinoamericano que se aliena con todo lo ofertado por los medios de
comunicación. El cine es un claro ejemplo de este proceso.
La constante construcción de identidades individuales, dificultan la formulación
de una identidad colectiva, si bien es cierto formamos parte de una cultura
global, pero su característica es el vacío (Lipovestky); se puede considerar una
identidad como propia hoy, y desecharla por otra diferente mañana, tan
cambiantes como la moda misma que llega a nuestras vidas por diversos
medios de comunicación.
El cambio también se da de la fuerza que los movimientos sociales tenían para
agrupar gente por un ideal de cambio, así grupos sin fundamentos ideológicos
como los son las llamadas tribus urbanas.
El sujeto postmoderno latinoamericano se pierde en el buscarse, el extenso
abanico de posibilidades que se ofertan como identidades que van desde la
moda, la música hasta el deporte y la salud. Siempre tratando de encajar en los
estereotipos impuestos por el mercado. Todo esto confunde al sujeto y no le
permite solidificar una verdadera identidad, sino más bien estás hacen que
pierda su verdadera esencia, su verdadero ser en la constante búsqueda.
3.2 Deconstrucción de una identidad postmoderna latinoamericana
Si bien en sus inicios se buscaba establecer una identidad latinoamericana que
retome lo nacional, lo propio de las culturas andinas, su religión, costumbres,
vestimenta, idioma, etc., con el paso del tiempo, y la rápida evolución de las
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sociedades, con el avance de la tecnología, la globalización y el capitalismo, se
ha hecho necesario construir nuevos parámetros para el establecimiento de
una nueva idea sobre la identidad del sujeto posmoderno latinoamericano. Por
lo que resulta necesario aplicar un proceso de deconstrucción al concepto de
identidad.
El término deconstrucción es acuñado por el filósofo y político Jacques Derrida.
Derrida, citado por Krieger en su ensayo La deconstrucción de Jaques Derrida,
define a la deconstrucción como ―un acto de descentralización, una disolución
radical de todos los reclamos de ―verdad‖ absoluta, homogénea y hegemónica.‖
(183) y se permite, mediante este concepto analizar todos los aspectos de una
realidad, de forma individual para crear una visión diferente de la realidad,
dejando de lado las visiones absolutistas y cerradas.
La transferencia de un concepto filosófico, que nace en la virtualidad de un
sistema cerrado de reflexión, a otras esferas del conocimiento comprueba su
comunicabilidad y trascendencia. En las investigaciones urbanas, por ejemplo,
el modo deconstructivista fomenta una lectura plurifacética de la ciudad, y no
sólo una reconstrucción académica de sus espacios de poder. (Krieger, 183)
La implantación del sistema capitalista y la globalización, han generado un
proceso de reinterpretación de la ―identidad‖, la que cambia de sentido; ya no
se trata de ―una‖ o de ―la‖ identidad, sino de una múltiple red de identidades
subjetivas, que se moldean a partir de la información, de los gustos, la estética,
los ideales, la música, la tecnología, entre otros. Los mismos que están al
alcance de casi todos.
Este proceso de deconstrucción-construcción genera una nueva visión del
problema de la identidad. El sujeto latinoamericano ya no limita su Ser a lo
propio de su cultura, no se identifica con ella en su totalidad, por el contrario,
empieza adquirir características propias de otros grupos culturales, y con esto
empieza el proceso de reconstrucción de una nueva identidad, mucho más
individual; el identificarse con el otro dentro de una comunidad ya no es una
prioridad, al contrario, lo que importa es ser diferente.
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…ve la identidad más bien como un proceso abierto en movimiento de
construcción-deconstrucción permanente, con elementos diversos, plural,
contradictorio, fecundado por anteriores y actuales identidades y es también
fundador de otras identidades. Para expresarlo con una imagen similar a la
usada con la anterior concepción, podríamos decir que esta perspectiva ve la
identidad más como una ruta de las especias de encuentros, de choques e
interacciones que como muralla china. Hoy en día, quizá sería más apropiado
hablar de ―rutas y autorrutas de la información‖ como los diversos medios de
comunicación, Internet, medios que han acercado a los países, a las culturas
estableciendo puentes y abriendo ―ventanas‖ como también empobreciendo los
intercambios y los lazos sociales por la imposición de ―valores‖ sectoriales
principalmente corporativos. Ahora es más fácil concebir las interacciones y las
interdependencias entre los pueblos a diferentes niveles, como también el
peligro del entronizamiento de un mundo unidimensional mercantil global pobre
en cultura (Ramos 22 - 23).
Entonces, al hablar de la identidad del sujeto posmoderno latinoamericano no
se puede hablar de ―una‖ identidad común, que identifique a todos por igual,
sino de un conjunto de identidades con características propias, diferentes unas
de las otras. El proceso de construcción de una nueva identidad en el sujeto
latinoamericano se condicionará al estilo de vida que elija, a la comunidad a la
que elija pertenecer, no se limitará ya a reproducir comportamientos, a vestirse
igual que sus abuelos o bisabuelos, o a pensar igual que sus padres. Cada uno
será lo que elija ser.
La identidad representa un acto creativo y no una realidad objetiva que se ha
de aprehender. A diferencia de tiempos pasados, el individuo de la sociedad
postmoderna no posee, de forma insoslayable, una etiqueta identitaria
concedida al nacer en función de su rango social, género o clan familiar. A lo
largo de su vida, y con mayor o menor nivel de libertad, será el artista-artífice
de sí mismo, recogiendo, adaptando, conociendo e incorporando modelos,
facetas, posibilidades que la sociedad en la que vive le ofrece. Es un acto
creativo a partir de las posibilidades culturales que uno tiene a su alcance en la
sociedad en la que vive (Alsina y Bravo 127).
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3.2.1 Consumo de identidades hegemónicas
A pesar de que aparentemente el sujeto puede elegir ser lo que quiera ser, el
proceso de definición de una identidad está condicionado de una u otra forma
al consumo de las diferentes ofertas del mercado.
Al ser el consumo el motor que mueve al capitalismo, se ha podido evidenciar
un proceso de evolución del consumo, el cual ha ido transformándose desde el
consumo de bienes que satisfagan nuestras necesidades vitales, al consumo
de bienes y servicios, el consumo de la tecnología, que sin duda facilitó la vida
al ser humano, sin embargo, con el capitalismo, la identidad se llegó a convertir
también en un objeto de consumo.
Para el estudio del consumo de identidades hegemónicas es pertinente explicar
la manera en la que va a ser tratado el término hegemónico. Como referente
del término se tomará al filósofo y político italiano Antonio Gramsci.
…sugiere que la hegemonía implica que los valores y visión del mundo de las
clases dominantes se convierten en una especie de ―sentido común‖
compartido por los grupos dominados, en virtud del cual terminan aceptando aunque no necesariamente justificando- el ejercicio del poder por parte de los
grupos dominantes (Szurmurk, 124).
Contextualizando el término hegemónico propuesto por Gramsci con el
problemas del consumo de identidades hegemónicas que si bien es cierto en
su mayoría se nos son presentadas por parte de aquellos quienes gozan del
poder de mercado, quienes sin duda justifican el consumo de objetos, marcas,
productos, modas, al crear ―nuevas necesidades‖ al lanzarlos al mercado, y
utilizar a los medios de comunicación para que sean ellos quienes bombardeen
al consumidos con información sobre sus productos. Por ejemplo, ya no se
utiliza ciertas prendas de vestir únicamente por cubrir una necesidad básica
sino como una manera de identificarse y marcar diferencias, pero cayendo en
las redes del mercado que nos convencen de consumir sus productos para ser
―diferentes‖ y tener nuestra propia identidad, sin embargo terminamos
consumiendo lo que todos consumen, siendo consumidores de lo hegemónico.
Generando así una falsa idea en el sujeto sobre su capacidad de establecer
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una identidad individual. Tan superficial se ha convertido el término identidad
en la postmodernidad que se lo ha llegado a confundir con la moda, el color de
cabello, la ropa de alguna marca determinada, todo tan frágil, cambiante y
subjetivo.
3.2.2 La educación: ¿una herramienta al servicio de la globalización?
Si bien los ideales de la educación moderna, con las diferentes corrientes,
escuelas y enfoques educativos, buscaban romper con los viejos paradigmas
de la educación, y permitir el paso a una formación educativa más integra,
socialmente comprometida, en armonía con la naturaleza, una educación
holística.
El ideal educativo en Latinoamérica se basó principalmente en la idea de la
educación como una herramienta de trasformación social, con pensadores
como Paulo Freire, con su Pedagogía de la liberación, se buscó generar un
proceso educativo que reflejara su utilidad en la realidad social.
Según
Adriana
Puiggrós,
en
Imaginación
y
crisis
en
la
educación
latinoamericana, la idea de educación en Latinoamérica, según la concepción
freirista, puede tomar dos caminos opuestos, el de la subordinación o el de la
libertad, haciendo referencia a la capacidad que tiene la escuela para formar
individuos libre pensadores, críticos, capaces; frente a la idea de la educación
como mera transmisora de conocimientos, cuya función esencial es la de crear
individuos útiles al sistema dominante.
De igual manera considera algunos de los problemas en la educación
latinoamericana, siendo los siguientes:
a. El fracaso del proyecto de instituir sistemas educativos con capacidad
de control social completo, es decir, el educacionismo. El desarrollo
desigual, combinado y asincrónico, que caracteriza a América Latina, es
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antagónico con las aspiraciones educacionistas que pretendían alcanzar
una sociedad integrada.
b. Los cambios educativos que son consecuencia de la reorganización
capitalista. En varios países latinoamericanos los sistemas escolares tienen
que atender hoy problemas asistenciales antes que pedagógicos.
c. Los graves problemas que afectan a los sistemas educativos de países
capitalistas avanzados, en los cuales muestra sus fracturas el modelo
educativo moderno de los Estado-Nación. El paradigma sobre el cual se
fundaron nuestros sistemas educativos a fines del siglo XIX no parece haber
solamente caducado, sino que muestras sus graves enfermedades y su
inadecuación para las demandas del mundo actual.
d. El conjunto de las alternativas que se plantean desde posiciones
contrahegemónicas, tanto las que expresan proyectos regresivos o la
reorganización de la dirección educativa de las sociedades por parte de los
nuevos bloques dominantes, como las que expresan a los sectores oprimidos y
sus demandas de democracia popular. (Puiggrós 6)
Además, los problemas educativos en Latinoamérica, que han venido de la
mano de la globalización y el capitalismo, han variado en la medida en la que
los modelos educativos han ido cambiando. La educación postmoderna abarca
un sinnúmero de características que la diferencian de la escuela moderna, y
una de las más importantes es la concepción de calidad.
El término calidad, que según la RAE se define como la adecuación de un
producto o servicio a las características especificadas, normalmente hace
referencia a objetos materiales y mercancías, lo que ha generado que la nueva
educación postmoderna sea considerada ya como una mercancía, un producto
más en el mercado.
La inserción de este tipo de términos de carácter económico en la educación,
ha generado una serie de conflictos y contradicciones. En términos de calidad,
excelencia y demás ofrecimientos de los sistemas educativos, la escuela ha
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empezado a convertirse en un negocio; mientras más se paga, mayor garantía
de éxito profesional.
Y de la mano de esto, viene el proceso de formación de los alumnos. La
educación actual está, en su mayoría, orientada a la formación de individuos
capaces de trabajar en y para el mercado. Dejando de lado la formación
humanística. La escuela postmoderna busca crear un individuo formado en
áreas técnicas, altamente especializado, capaz, competitivo, y útil. Generando
una especie de saber especializado y organizado de acuerdo al grado de
utilidad,
que
según
Apple,
en
Política
cultura
y
educación,
―tiene
progresivamente mayor importancia como fuerza impulsora de la producción
económica para la expansión y control de los mercados que apoyan las
divisiones sociales y de género‖ (127). Es aquí donde la visión liberadora,
inicial, de la educación en Latinoamérica se va desvirtuando, dando paso a los
ideales de capitalismo en donde todo es una mercancía.
… por una parte, la competencia acrecentada en el seno del espacio
económico mundializado; y por otra, el papel cada vez más determinante de la
cualificación y del conocimiento en la concepción, la producción y la venta de
bienes y servicios (Laval 34-35).
La idea de educación en la postmodernidad se encuentra estrechamente
vinculada en el sentido común como la fuente de progreso social, científico,
tecnológico y por ende la realización personal del sujeto.
José Joaquín Brunner en su escrito Globalización y el futuro de la educación:
tendencias, desafíos, estrategias considera que:
…a partir de los años ’80, los gobiernos, los grupos directivos, los
intelectuales y los mass media junto a organismos
la
UNESCO,
la
OECD,
el
internacionales
como
Banco Mundial y el Banco Interamericano
de Desarrollo han empezado a identificar a la educación, como el
principal instrumento para el desarrollo de los países, el crecimiento de
las economías, el aumento de la productividad y para superar o, al
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menos estrechar, el abismo interno de la pobreza y el externo de
conocimiento y tecnología que separa a los países desarrollados de
aquellos en vías de desarrollo. Incluso más: se ve a la educación como
un (o el) ingrediente principal para reestablecer la cohesión social, evitar
la anomia juvenil, prevenir el crimen y la drogadicción, afirmar los valores
de la sociedad, etc. (Brunner, 4).
La formación de recursos humanos es un tema fundamental en la educación
contemporánea, pero la focalización de la misma es la reorganización
económica y la competitividad, incluso llegando a confundir productividad con
educación. La formación de recursos humanos va encaminado principalmente
a la formación ―instrumental‖ de recursos económicos. Llegando de esta
manera a ser la educación en la globalización una herramienta para cumplir
con los objetivos del capitalismo. El sujeto se convierte en el principal
instrumento
para
el
desarrollo
económico
en
el
ambiente
de
las
competitividades, acrecentando más el sentimiento de individualidad y
generando una concepción del otro como competencia, y no como compañero.
En estas condiciones, las mentes formadas por las disciplinas pierden sus
aptitudes naturales para contextualizar los saberes tanto como para integrarlos
en sus conjuntos naturales. El debilitamiento de la percepción de lo global
conduce al debilitamiento de la responsabilidad (cada uno tiende a
responsabilizarse solamente de su tarea especializada) y al debilitamiento de la
solidaridad (ya nadie siente vínculos con sus conciudadanos) (Morín 18).
Cada vez son más evidentes las reformas en los currículos educativos
latinoamericanos, que consideran la educación inmersa en la globalización y el
impacto que genera la globalización en el ámbito educativo.
Los organismos internacionales aparecen a la vez como manifestaciones de los
procesos de globalización y como agentes institucionalizadores de esos
mismos procesos. Así, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco
Mundial y otros organismos sostienen una concepción reduccionista del capital
humano en el marco de la promoción de la economía de mercado a nivel
global, enfatizando el rol de la educación en la formación de recursos humanos
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que permitan aumentar la competitividad internacional de las economías
nacionales y la participación en la nueva ―economía del conocimiento‖ (Martiné,
et al. 760)
Encaminada entonces a producción de capital la educación debe adaptarse a y
de cierta manera combatir con el exceso de información presente en la
televisión, internet entre otros medios. Dejando de ser así la escuela como
institución la fuente principal de acceso a la información.
La educación se ha convertido en el instrumento principal para que el
capitalismo alcance sus fines, generar competitividad entre los individuos con el
objetivo de que sus conocimientos sean encaminados a la producción, que dé
como resultado el crecimiento económico, y al mismo tiempo el sujeto se
convierta en un consumidor global.
3.3 El Yo y el Nosotros: confluencia entre lo tradicional y lo postmoderno
En la época posmoderna es bastante común observar la confluencia y
convivencia de contrarios e incluso opuestos, se puede decir que con la
postmodernidad se vive en una era donde todo es relativo, todo vale.
En el caso de Latinoamérica la postmodernidad implantó fenómenos curiosos
en los que se ha logrado mezclar lo tradicional, lo ―propio‖, las tradiciones
propias de los pueblos latinoamericanos, con lo que nos ha traído el
globalización. Si bien en la época moderna se buscaba reivindicar el folclore, la
vestimenta, entre otras cosas características de la cultura latinoamericana, en
la postmodernidad estos elementos no solamente buscan ser rescatados para
el goce de los latinoamericanos, sino que se elevan a objetos, o productos de
exportación.
Este proceso de exportación cultural no se limita únicamente al territorio
latinoamericano, sino que se ha llevado a cabo en casi todo el mundo. En la
actualidad no es raro ver a un europeo con un traje bordado típico de países
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como Ecuador, Bolivia o Perú, y de igual manera no es extraño ver a un
ecuatoriano, boliviano o peruano utilizando prendas con firmas europeas o
estadounidenses.
En este proceso de exportación cultural, todo lo que conforma la cultura misma
de un país se transforma en una mercancía. No sólo se exporta moda, también
música, modismos, costumbres, entre muchas otras cosas, esto gracias al gran
avance tecnológico que nos ha permitido acceder de manera inmediata a estos
productos. Y esto se transforma en una moda en sí misma, ya que el producto
cultural, en el proceso de exportación, en la mayoría de los casos, pierde su
valor en sí mismo, y se transforma en un objeto, en una simple mercancía.
Esta situación empobrece y enajena no solamente la diversidad cultural de las
diferentes sociedades en donde se aplican estos esquemas, sino que también
debilita y enajena las culturas de los países centrales que de más en más
exportan productos ―culturales‖ que tienen cada vez menos de cultura y más de
mercancía. Productos concebidos y producidos en las ―torres de marfil‖ de la
mercadotecnia transnacional en búsqueda de rentabilidad, cada vez más
aislados de sus propias sociedades centrales, de sus matrices culturales
(Ramos 19).
Este proceso de mercantilización de la cultura se relaciona directamente con el
Sujeto, ya que es este es el que consume estos productos.
Dentro del proceso de construcción de una identidad el Sujeto decide,
mayormente, que es lo que formara parte de ella y lo que no. Decide que
objetos culturales recicla y cuales obtiene de fuera, y es este proceso de
elección el que le permite al sujeto relacionarse con el mundo que lo rodea.
Esto no significa que el sujeto sea capaz de abandonar de forma definitiva y
absoluta todos los rasgos característicos de su ―propia‖ cultura o de la sociedad
que lo rodea. Según Henry Tajfel, citado por Mercado y Hernández en El
proceso de construcción de una identidad colectiva:
…por muy rica y compleja que sea la imagen que los individuos tienen de sí
mismos en relación con el mundo físico y social que les rodea, algunos de los
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aspectos de esa idea son aportados por la pertenencia a ciertos grupos o
categorías sociales (232).
Si bien el sujeto posmoderno latinoamericano ya no mantiene ese lazo
estrecho con su comunidad, tomando a esta última como las personas que lo
rodean de forma inmediata, empieza a generar pequeños grupos de individuos
con los que comparte, ideales, gustos, con los que se siente identificado.
Formando así pequeñas comunidades, dentro de una comunidad. Se
introducen también aquí nuevos términos mediante los cuales los sujetos se
identifican y comunican
tales como Youtubers, Gamers, bloggers, tweet,
hashtag, follower que logran conectar a sujetos de cualquier parte del mundo,
por ejemplo un individuo de reside en Latinoamérica podrá seguir a un
Youtober asiático, ya que comparte con él gustos e intereses, o un individuo
que retweet una publicación de un individuo que se encuentra al otro lado del
mundo, si el tweet tiene éxito podría ser compartido por miles de individuos
alrededor del mundo creando un trending topic. Y es así, mediante una serie de
comunicaciones no personales que se van formando diversas redes o
comunidades formadas por individuos que se identifican entre sí.
3.4 Identidades nacionales vs Identidad global
La globalización contribuyó al establecimiento de nuevas y múltiples formas de
identidades. Si bien se da paso a la creación y al establecimiento de nuevas
formas de interpretar la realidad y de interpretarse dentro la realidad, existen
diversos grupos que buscan reivindicar lo propio y se rehúsan a abandonar su
cultura.
El problema de la identidad es esencial para el sujeto, ya que cada individuo
siente la necesidad de pertenecer a un grupo determinado, y para lograr este
sentido de pertenencia se debe tener estas características:
• Percibir que pertenece al grupo.
• Ser consciente de que por pertenecer a ese grupo, se le asigna un calificativo
positivo o negativo.
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• Sentir cierto afecto derivado de la conciencia de pertenecer a un grupo‖
(Chihu 5-6).
Se puede decir, según Schmidt en su texto Teorías culturales posmodernas de
Latinoamérica, que en Latinoamérica el proceso de re-establecimiento de una
identidad nacional se dio después de la conquista, con el proceso de mestizaje.
Si bien en sus inicios la idea de mestizaje era considerada como negativa, en la
mitad del siglo XX se da un cambio en la visión de Latinoamérica, con los
diversos estudios que buscan reivindicar la importancia de Latinoamérica en el
mundo y la importancia de lo latinoamericano. Y es este proceso de mestizaje
el que facilita el paso a
la postmodernidad, ya que este no se limita
únicamente al proceso de mezcla de ―razas‖, sino a la mezcla de culturas.
El término mestizaje se parece hoy en día a un camaleón, que dependiendo de
las necesidades, cambia su apariencia: unas veces orientándose hacia
occidente (tanto en presencia de europeos como en las charlas políticas), y
otras veces hacia lo indígena (en las regiones rurales de las naciones) y hasta
hacia lo indian-like (en los barrios de inmigrantes en los Estados Unidos, donde
se revitalizan supuestos orígenes indígenas) (Schmidt 14).
Por lo tanto se podría considerar, tomando en cuenta el proceso de mestizaje,
que no se puede hablar ya de una identidad nacional pura, única y uniforme,
sino que es necesario considerar una identidad nacional plural, que reconoce
las diferencias, que se adapta a los diversos cambios que se producen en las
micro comunidades que conforman sus sociedades; y con esto ya no se habla
únicamente de los diversos grupos étnicos que conforman un país, sino
también de aquellos grupos sociales o sub-culturas que se adhieren a
características propias de otros territorios, formando parte ya, de una identidad
global.
La identidad se genera en las interacciones sociales cotidianas que mantienen
los sujetos entre sí, a través de las cuales van delimitando lo propio contra lo
ajeno. Esto significa que la identidad no es una esencia, no existe por sí
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misma; por el contrario, la identidad es un proceso social complejo, que ―sólo
cobra existencia y se verifica a través de la interacción: es en el ámbito
relacional, en el del inter-reconocimiento, donde las distintas identidades
personales que vienen delineadas por una determinada estructura social se
consensuan —se reconocen mutuamente, terminándose de conformar—, y se
enfrentan a su aceptación o rechazo (Piqueras, 1996: 271).
Al estar condicionada la identidad al proceso de interacciones sociales
cotidianas, las mismas que están condicionadas en la actualidad a las medios
de comunicación digitales, como las redes sociales, permiten que el proceso de
establecimiento de la identidad esté conectado con el mundo entero,
generando así una identidad global. Esta identidad que puede ser compartida
por individuos de todo el mundo al mismo tiempo, sin necesidad de que
compartan el espacio físico o estén rodeados por las mismas sociedades.
Por lo que es necesario reconocer que para la implementación de una
identidad latinoamericana es necesario reconocer y ser conscientes que
Latinoamérica forma parte ya de una comunidad global, y que está inmersa en
la globalización. Sin embargo es fundamental reconocer la importancia que
tiene lo latinoamericano frente al mundo. Que no únicamente somos
consumidores de identidades o receptores de todo lo que nos ofrece el
sistema, sino que dentro de la identidad del sujeto latinoamericano quedaran
siempre rezagos de lo que un día pudo ser considerado como su identidad
nacional.
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CONCLUSIONES
Para tratar el problema de la identidad del sujeto postmoderno latinoamericano
es indispensable considerar la influencia que ha tenido, y tiene,
la
postmodernidad en el pensamiento cotidiano actual, ya que esta ha
condicionado el estilo de vida de las sociedades en las que los sujetos se
desarrollan.
Si bien, no todo en la postmodernidad puede considerarse como positivo, se
puede decir que es este el momento en el que Latinoamérica paso a ser parte
de un mundo globalizado, para mal o para bien.
La postmodernidad viene de la mano del capitalismo y la globalización, siendo
estas dos las que han establecido los parámetros de vida en las sociedades
actuales. Por lo que se hace necesario entender al sujeto latinoamericano,
inmerso en la postmodernidad, como un sujeto de mundo, transnacional, un
sujeto que comparte características con características con sujetos de varias
partes del mundo y se identifica con ellos mediante las diversas redes que
conectan al mundo, ya sean redes ideológicas, tecnológicas, de comunicación,
económicas, políticas, entre otras.
Analizar la situación actual de Latinoamérica resulta complejo, y más complejo
aún el hablar de identidad, considerando la intempestividad con la que la
realidad se va transformando. Resulta difícil entonces conceptualizar, de forma
clásica, a la identidad Latinoamericana, ya no se puede hablar de sociedades
aisladas, inflexibles o cerradas, por lo que al hablar de la posibilidad del
establecimiento de una identidad nacional limitada, rígida y que represente a
todos por igual ya no es posible.
Se podría analizar entonces el impacto de la postmodernidad en Latinoamérica
desde dos puntos de vista. Primero como un camino a la aceptación del otro, a
la tolerancia y el respeto. Se podría considerar a la postmodernidad como una
de las épocas en las que más se ha exaltado la diversidad. Si bien
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Latinoamérica se ha caracterizado siempre por la pluralidad cultural, racial y
étnica, es en la postmodernidad en la que se rescatan y reivindican, en cierta
medida, la importancia que tiene cada cultura en la sociedad. Aunque el precio
haya sido que en el proceso de rescate se haya logrado también convertir a la
cultura en una mercancía más. No sólo se habla aquí de las grandes culturas,
también de las sub-culturas, que son un producto de la postmodernidad, y de
los grupos minoritarios.
Gracias a la inmensa apertura y a la necesidad que tienen los individuos de
sentirse diferentes, pero al mismo tiempo encontrar un grupo con el que
identificarse, en la postmodernidad, se ha generado un proceso de
sobremultiplicación de elecciones, como plantea Lipovetsky, en las cuales el
individuo puede encontrar una diversidad casi infinita de opciones, muchas
hechas a la medida.
Si bien desde algún punto de vista resulta como algo positivo, empiezan a
generar un vacío en el sujeto, considerando que no van a identificarse de por
vida con alguna de sus elecciones, y es muy posible que conforme vayan
aumentando las opciones a elegir, irá cambiando y adoptando una que le
parezca mejor que la anterior, que satisfaga de mejor manera las
―necesidades‖ que el sistema le vaya poniendo en el camino.
Segundo se podría plantear como uno de los principales problemas con
respecto a la pérdida de identidad del sujeto latinoamericano, considerando la
influencia que esta ha tenido, de la mano del capitalismo y la globalización, en
el pensamiento cotidiano de los sujetos. Si bien en la postmodernidad se
amplía aún más el discurso sobre aceptar las diferencias, aceptar al otro, la
realidad desmiente un poco esto y nos muestra algunas verdades ocultas.
Aunque la tolerancia, la aceptación y la exaltación de la diferencia son
indispensables para entender a la postmodernidad, no se puede dejar de lado
esa especie de discurso ―oculto‖ que contradice este ideal de diferencia.
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No es posible negar que existe aún segregación cultural, los indígenas aún son
considerados como inferiores y no tienen las mismas posibilidades que los
mestizos, un claro ejemplo de esto se podría evidenciar en el cine, en el cual
los indígenas son protagonistas únicamente en las cintas que ellos realizan,
mientras que en los demás tipos de filmes todavía se los puede ver bajo una
imagen estereotipada, de lo que podemos deducir que existe una especie de
clasificación en la aceptación e inclusión del otro. Algunas diferencias son
mejores que otras. Esto en la medida en que, si eres diferente porque tienes un
estilo que está de moda o que es vanguardista será una diferencia positiva, e
incluso, y aunque suene contradictorio, querrá ser adoptada o simplemente
imitada por otros, sin embargo si tu diferencia está en que no puedes adquirir lo
que está de moda, será adoptada de forma negativa.
Como es característico del capitalismo, tu capacidad adquisitiva determinará
las relaciones que tienes con el ―otro‖. Es innegable la existencia de choques
entre las culturas urbanas, muchas veces la idea de que cada uno acepta al
―otro con todas sus diferencias resulta ser una mera apariencia, una máscara
que oculta las tensiones que se dan en los diferentes subgrupos. También hay
que considerar que esta sobremultiplicación de elecciones ha generado la
creación o reestructuración de subgrupos opuestos entre sí, como ejemplo
tenemos a los grupos LGBT y a los grupos religiosos los condenan.
De igual manera es necesario considerar que la postmodernidad, es el
fenómeno de la desigualdad, si bien busca exaltar las diferencias en torno a las
identidades, crea grandes brechas entre estas. Vivimos en un mundo en el que,
mientras hay personas que cambian de teléfonos cada vez que sale un nuevo
modelo, hay personas que no tienen acceso a luz ni agua potable.
Ciudades en las que los llamados muros de la vergüenza se levantan para
separar las partes más pobres de una ciudad con las más pudientes, y en las
que se puede observar con claridad que no todos han tenido acceso al
consumo desmedido y que su problema de identidad se construye a partir de la
pobreza, de la violencia, la desigualdad, de la falta de conocimiento, ejemplos
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de esto podemos encontrarlos en grandes ciudades como Lima en dónde un
muro de casi 10 kilómetros de extensión y tres metro de alto separa una de las
zonas más pobres de la ciudad, el suburbio de Vista Hermosa, de una de las
zonas residenciales más importante del país, Las Causarinas, de igual manera
están presentes en Brasil, México. Este es un claro ejemplo de que ―el otro‖ no
es aceptado en la medida en la que la postmodernidad plantea, no todas las
diferencias son buenas. Lo diferente importa en la medida en la que esté
construido sobre una base de consumo.
Es más importante vestirse bien y estar a la moda que llevarse bien con la
comunidad, es más importante aprender a elegir una carrera que pueda
retribuir económicamente y generar un buen estilo de vida que aprehender a
tener una mejor calidad de vida.
Y derivada de esta idea de alcanzar un buen estilo de vida, un buen nivel
económico que le permita acceder y cumplir todas las ―necesidades‖ que poco
a poco va imponiendo el sistema capitalista, se presentan nuevas formas de
―esclavitud‖, que de forma encubierta se establecen como nuevas formas de
dominación social; la función del trabajo ya no es únicamente para sustentar
las necesidades básicas, ahora se trabaja para pagar los gastos innecesarios
que provoca tener un buen estilo o nivel de vida. Se trabaja para vivir, se vive
para trabajar, pero no se vive bien.
Con un sujeto postmoderno latinoamericano que se convierte en un siervo de
la globalización ante una paleta llena de posibilidades se evidenció que la
identidad trasciende de ser aquello que define al sujeto y a su grupo de manera
sólida, convirtiéndose la identidad en algo que se moldea, se personaliza de
acuerdo a nuestras exigencias, tan cambiantes, tan heterogéneas, tan flexibles.
Los ideales de construcción de ―una‖ identidad latinoamericana se ven
truncados con la globalización, el sujeto busca personalizarse constantemente,
siendo su objetivo el ―ser auténtico‖, ―único‖, ―original‖; sin importar los medios
para lograr su fin.
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En la globalización, los sujetos se encuentran ante un sin número de
posibilidades, las mismas, que centran su objetivo en la búsqueda constante
de su ―Yo‖, según Guilles Lipovetsky, el sujeto se encuentra en un proceso de
personalización. Proceso que conduce a los sujetos a desligarse de aquello
que lo hace similar al ―otro‖, de lo homogéneo, dando paso a la diversidad,
poniendo en juego la propia identidad.
En el caso de Latinoamérica, y el
mundo globalizado, el proceso de personalización que menciona Lipovetsky
llega a transfigurar la idea de identidad, considerándola ya no únicamente
como aquello con lo que se define un determinado grupo, sino que se discurre
ya a la identidad como algo personal. Ser diferente, encontrar todo a la medida
de los intereses personales es lo que realmente interesa al sujeto.
Con la personalización, el pensamiento del sujeto latinoamericano da un giro
importante, deja en suspenso el problema de ―la‖ identidad latinoamericana y
centra toda su atención a su desarrollo personal, da paso a una sociedad más
flexible, más permisiva en la que, según Lipovetsky, se promueve la
estimulación de necesidades. Entonces, las sociedades dejan de regirse por la
coacción y pasan a tener el máximo de elecciones personales posibles.
De tal modo que, con la personalización la manera de comportarse y de pensar
del sujeto latinoamericano ha cambiado, considerándose un sujeto global se
convierte también en un sujeto narcisista, hedonista y que gracias a la
globalización y la constante búsqueda de una ―identidad‖ personal, se han
convertido en meros consumidores de todo lo que el mercado les ofrece
provocando así un vacío y la pérdida de la verdadera identidad del sujeto.
El sujeto postmoderno latinoamericano siendo neo-narcisista considera como
fundamental el cumplimiento de sus deseos individuales y según Lipovetsky el
sujeto cae en un individualismo puro, lo cual afecta de manera directa a la
identidad latinoamericana, los ideales comunes; la idea de comunidad que era
importante en Latinoamérica, pasa a un segundo plano.
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La sobrevaloración de su imagen, su cuerpo, el sujeto la realiza principalmente
mediante la obtención de bienes materiales. Un sujeto que satisface sus
deseos y llega a sentir placer en el consumo de objetos, consumo de modas.
Con la globalización, el avance tecnológico, el sujeto a más de consumir
objetos, también consume identidades, es decir, consume y adopta
características de otras culturas y subculturas con las que de alguna forma
busca identificarse, lo que provoca una confluencia entre un sujeto que añora
recuperar lo tradicional de su cultura, pero al mismo tiempo intenta distinguirse
del ―otro‖, provocando según Néstor García Canclini un proceso de hibridación,
mediante la cual se busca construir una nueva identidad que hibride lo propio
con lo extranjero, generando así nuevas y múltiples formas de identidad.
Sin embargo este proceso de construcción de una nueva identidad en la
mayoría de los casos resulta efímero, dado la rapidez con la que la sociedad
en la que se desarrolla el sujeto cambia, por lo que el sujeto mismo está en
constante cambio.
De tal modo, que
la pérdida de identidad del sujeto latinoamericano se
evidencia en el pensamiento cotidiano debido a la globalización que sumerge al
sujeto en los caudales del consumo.
Una vez inmerso en la globalización, el sujeto se inmiscuye en el mercado que
lo convierte en un consumidor de las ―necesidades‖ que se ofertan, perdiendo
de este modo la capacidad de discernir entre lo que realmente es necesario y
lo que se ha convertido en el cumplimiento de sus deseos y placeres.
En términos de Marx el sujeto ha alienado su conciencia al consumo
desmedido y sin cuestionamiento alguno de utilidad de los objetos, los adquiere
porque los medios de comunicación se encargaron de publicitarlos y venderlos
como una necesidad. Entonces el sujeto se ha convertido en esclavo del
consumo, de la utilización de la tecnología, del internet, de las redes sociales.
Como manifiesta Gianni Vattimo nos encontramos en la sociedad de la
comunicación generalizada, la sociedad de los medios de comunicación.
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Llegando estos a incidir tanto en la vida de los sujetos que ha llegado inclusive
a transformarla.
Los medios de comunicación masiva con el exceso de información que
proyectan, llegan a confundir al individuo tanto que este pierde su propia
identidad, su esencia, aquello que lo caracteriza, para ser un consumidor más
de la moda, de ―identidades‖ fragilizando tanto el término << identidad>> que
se ha llegado a considerar como identidad el color de cabello, el cuerpo, la
vestimenta, la tecnología que ha adquirido. La identidad se convierte en algo
superficial, fugaz, más allá de tener valor ha llegado a tener precio.
Con la globalización, la educación también da un giro importante, pasa de ser
una educación íntegra, holística, fundamentada en la armonía y el respeto a la
naturaleza a ser una educación al servicio de la globalización, una herramienta
que contribuya con el fortalecimiento del mercado. El interés de la educación
en la postmodernidad, es el de formar seres humanos competitivos, capaces
de desempeñarse en el campo laboral, técnico, instrumental, generadores de
recursos económicos, cuyos recursos le permitan ser parte de los
consumidores de las necesidades que vende el mercado capitalista.
Como parte del proceso de alienación por el que atraviesa el sujeto, también se
encuentra el consumo de identidades hegemónicas que haciendo una
paráfrasis a Antonio Gramsci, se logró determinar que en la postmodernidad
los sujetos consumen todo aquello que las clases dominantes imponen ante
nosotros.
Un claro ejemplo es el de la moda, en un sujeto alienado que se limita
únicamente a consumir sin cuestionamiento, consume los productos que los
grupos de poder se encuentran produciendo, de esta manera ejercen el
dominio sobre nosotros, sobre la fragilidad de nuestra identidad que si bien es
cierto, quedaron únicamente vestigios de nuestra identidad, con el consumo de
las ofertas de estos grupos lo poco que quedaba de la identidad
latinoamericana y del sujeto latinoamericano se empieza a desvanecer.
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Los medios de comunicación, por medio de su publicidad han desencadenado
en una cultura de consumo de lo hegemónico, de la formulación de una
identidad que se configura de acuerdo a los gustos y preferencias de los
individuos acoplándolas a la vida de manera subjetiva, en términos de
Lipovetsky, de manera vacía sin argumentos sólidos que sustenten el porqué
de la adopción de ciertos gustos, preferencias, servicios, bienes e identidades.
Sin embargo, y a pesar del panorama que muestra Latinoamérica, no se debe
renunciar a la idea de la construcción de una identidad latinoamericana. La
misma que debe estar fundamentada en el reconocimiento y aceptación del
otro. Como plantea Leopoldo Zea, resulta menester mencionar el hecho de que
el sujeto posmoderno latinoamericano ha ido superando paulatinamente la idea
de inferioridad que lo acosaba en el pasado y empieza a aceptar su realidad,
ya no reniega de su pasado, acepta las raíces occidentales y las ancestrales,
aunque estas últimas un poco menos. Y es a partir de estos conocimientos que
debe empiezan a reconstruir nuevas identidades, micro-identidades.
Habrá que pensar en la construcción de un nuevo modelo histórico que nos
permita la reconstrucción de una nueva visión de lo latinoamericano. Se puede
discurrir en que para hablar de la reestructuración de una identidad
latinoamericana se debe considerar la hibridación cultural, tomando el término
de Canclini, en la que se puede pensar la identidad del sujeto postmoderno
latinoamericano desde la mezcla de múltiples características, tanto las que
vienen de fuera y que han llegado a nosotros con la globalización y las que se
rescaten de las culturas propias de los latinoamericanos. .
Ya no considerando al sujeto postmoderno latinoamericano como un mero
consumidor de identidades, sino desde una nueva perspectiva que resalte la
importancia de reconocer lo latinoamericano, su valor y lo que tiene que ofrecer
al mundo. Si bien es mucho lo que el mundo nos ofrece, de la misma forma es
mucho lo que Latinoamérica puede ofrecerle al mundo.
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RECOMENDACIONES
Al considerar la extensión del tema de investigación y la poca información con
respecto a la postmodernidad en América Latina existieron muchos puntos que
no se pudieron abordar a profundidad. Algunos de ellos merecen una
investigación particular. Recomendamos algunos de ellos.
El caso del papel de la educación en Latinoamérica, y la o las formas en las
que contribuye al problema de la identidad del sujeto latinoamericano. De igual
manera indagar sobre los avances en el currículo escolar, su eficacia y su
capacidad para transformar la sociedad.
También, se recomienda que se preste mayor atención al tema de la
postmodernidad en América Latina ya que los últimos escritos a cerca de la
postmodernidad por parte de los pensadores latinoamericanos se encuentran
abordados de manera superficial y la mayoría de los estudios no son
contemporáneos con los sucesos que se han presentado con la globalización,
solo abordan la postmodernidad en sus inicios, y breves rasgos presentes en
América Latina.
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