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OPINIÓN
 GENIO Y FIGURA
Gaby Vargas
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Twitter: @gaby_vargas
Los ‘charcos
de placer’ II
Cuando compras algo, también compras el remordimiento y
la preocupación de cuidarlo, de que no te lo roben o maltraten.
Incluso te das cuenta de que no te da la satisfacción que esperabas

S
i te dieran a elegir entre ganar un sueldo alto pero
más bajo que el de tus compañeros o ganar un salario más bajo pero más alto que el de tus compañeros,
¿qué elegirías? Esta pregunta se le realizó a un grupo de
personas como parte de un estudio que se llevó a cabo en
Harvard; muchas de ellas no supieron qué contestar.
Sin embargo, cuando se les hizo la misma pregunta
pero en relación con el número de días de asueto, la mayoría eligió tener un período más largo de vacaciones, aunque el del resto de sus compañeros fuera más corto.
Las experiencias están menos sujetas a las comparaciones que las cosas materiales. ¿Cómo cuantificas los momentos de gozo y convivencia que pasas en las vacaciones? No
es tan sencillo. Es por eso que el psicólogo Thomas Gilovich
nos da otra de las razones por las cuales es mejor invertir
en experiencias que en posesiones: las comparamos menos.
¿Cómo y qué inviertes para tu felicidad?
La mayoría de las personas busca ser feliz. En esa búsqueda
invertimos tiempo, dinero y energía. Es así que una vez que
logramos cierta estabilidad económica, por lo general, compramos cosas: bolsas, libros, zapatos, relojes, juguetes, ropa,
iPads, quizás hasta una casa. Y es así que en la primera noche que pasamos en la reciente adquisición nos sentamos en
el sillón de la sala, sonreímos y exhalamos con orgullo.
Pero los días pasan y la costumbre también se instala
en el nuevo hogar. La dicha se comienza a desvanecer y
regresa la vieja sensación de que “no es suficiente y algo
falta”. Entonces, nos cuestionamos si seríamos más felices
con un trabajo de mayor prestigio, con una casa más grande o un coche más lujoso.
Sucede que las cosas se convierten en una extensión
de nosotros mismos, de la misma manera que el niño de
dos años exclama “mío” cuando le quitan un juguete que
él considera parte de su ser.
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SIGLO NUE V O
Las posesiones las usamos para mostrarnos a nosotros
mismos y a los demás quiénes queremos ser y cómo deseamos ser vistos, por lo que nos hemos vuelto una sociedad
centrada en los objetos más que en las personas.
Lo que resulta curioso es que diversos estudios confirman que el bienestar no aumenta proporcionalmente a las
posesiones que acumulamos.
En la edición pasada abordamos la primera razón por
la que es mejor invertir en experiencias que en posesiones
de acuerdo con el psicólogo e investigador Gilovich:
1. La experiencia forma parte de nuestra identidad.
Es decir, rápidamente nos acostumbramos al nuevo reloj
o al nuevo celular que en su momento nos causó placer. A
ese placer pasajero la doctora Elizabeth Dunn lo bautizó
como “charcos de placer”.
¿Cuáles son las otras razones?
2. Las experiencias las comparamos menos. Lo acabamos de ver.
3. La anticipación cuenta. Todos los planes previos
a una aventura, un viaje o una fiesta nos llenan de emoción y de alegría. Mismas que volvemos a sentir cuando
los recordamos días, meses o años después. En cambio, al
anticiparnos a la compra de algún bien material lo que sentimos es impaciencia o angustia, las cuales olvidamos con
el tiempo.
4. Las experiencias son pasajeras (lo que es bueno).
Cuando compras algo, también compras el remordimiento
y la preocupación de cuidarlo, de que no te lo roben o maltraten. Incluso te das cuenta de que no te da la satisfacción
que esperabas. Eso no sucede con las experiencias. Como
sabemos que son cortas y pasajeras, las valoramos más en
el momento y los recuerdos aumentan su valor con el tiempo.
Viajar, convivir, aventurarte a experimentar cosas
nuevas es, sin duda, la mejor forma de invertir en tu felicidad. 