Madre Teresa de Calcuta 6 Nº2 Fraternidad: amor y misericordia en acción Fraternidad: amor y misericordia en acción “Los jóvenes de hoy, como los de cualquier tiempo, son generosos y buenos. Pero no debemos engañarlos estimulándoles a consumir diversiones. La única manera de que sean felices es ofrecerles la ocasión de hacer el bien” (Orar, p. 100). L a clave de su vida es la llamada a ser misionera, lo que se constituye en una constante en su vida. Su origen es Dios, que la escoge como sus manos y su rostro visibles para mostrar al mundo que Dios es amor-caridad, que ama a cada persona humana y que se ha hecho cercano a cada uno. Respecto a la importancia del amor como causa del accionar en pos del bien de nuestros semejantes, nos enseña la Madre Teresa: “El amor no puede permanecer en sí mismo. No tiene sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio”. “No cierren las puertas a los pobres; porque los pobres, los apestados, los caídos en la vida, son como el mismo Jesús”. “Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón del que amamos”. Santo Tomás profundiza en el sentido de la tarea emprendida por la madre Teresa al consagrarse al servicio de nuestros hermanos: “La raíz de todo merecimiento es la caridad… la vida activa se dedica más directamente al amor al prójimo, porque se afana en los muchos cuidados del servicio. […] a socorrer las necesidades del prójimo” (Suma Teológica, II-II a, q. 182, a. 1, in c). “Siendo la misericordia compasión de la miseria ajena, […] siente misericordia quien se duele de la miseria de otro. Ahora bien, lo que nos entristece y hace sufrir es el mal que nos afecta a nosotros mismos, y en tanto nos entristecemos y sufrimos por la miseria ajena en cuanto la consideramos como nuestra. Esto acaece de dos modos. Primero: por la unión afectiva producida por el amor. Efectivamente, quien ama considera al amigo como a sí mismo y hace suyo el mal que él padece. Por eso se duele del mal del amigo cual si fuera propio. […] Otro modo es la unión real que hace que el dolor que afecta a los demás esté tan cerca que de él pase a nosotros” (Suma Teológica, II-II a, q. 30, a. 2, in c). “La misericordia entraña dolor por la miseria ajena. […] Tal afección puede ser regida por la razón, y, regida por la razón, puede quedar encauzado, a su vez, el movimiento del apetito inferior. […] Y dado que la esencia de la virtud está en regular los movimientos del alma por la razón, […] hay que afirmar que la misericordia es virtud” (Suma Teológica, II-II a, q. 30, a. 3, in c). “Con relación al hombre, que tiene a Dios por encima de sí, la caridad, uniéndole a Él, es más excelente que la misericordia con que socorre al prójimo. Pero entre todas las virtudes que hacen referencia al prójimo, la más excelente es la misericordia, y su acto es también el mejor, [pues] atender a las necesidades de otro es, al menos bajo ese aspecto, lo peculiar del superior y mejor” (Suma Teológica, II-II a, q. 30, a, 4, in c). vez más en Occidente, y la gran pobreza es no ser querido. (...) Debemos buscar a los pobres, primero en nuestro hogar; después, entre los vecinos, en el barrio, en nuestra ciudad y en todo el mundo” (Declaraciones a la agencia alemana NKA, 15-X-78). La caridad es, según el Evangelio, la forma más sublime y perfecta del amor. Es un amor capaz de soportarlo todo por el bien de la persona amada. ¿De dónde brota tal amor? En la Madre Teresa nace de la gracia divina y de la conciencia de saberse amada personalmente por Dios; […] Ese amor le lleva a descubrir a Jesús, en cada hombre, especialmente en los más pobres y a asumir molestias y sacrificios a lo largo de su vida. Lo anterior se manifiesta en diversas declaraciones que La Madre Teresa dio a la prensa: “La beneficencia es efecto del amor que inclina a los seres superiores hacia los inferiores para aliviar su indigencia. [...] Los hombres […] son víctimas de muchas deficiencias, y por eso quien es superior en una cosa, es, o puede ser, inferior en otra. De ahí que, abarcando a todos la caridad, a todos debe extenderse también la beneficencia, teniendo siempre en cuenta las circunstancias de lugar y tiempo, dado que todo acto virtuoso debe atenerse a los límites exigidos por las circunstancias” (Suma Teológica, II-II a, q. 31, a.2, in c). “Antes mucha gente hablaba sobre los pobres, pero ahora cada vez más gente está hablando con los pobres. Esta es la gran diferencia. (...) Los pobres deben sentirse queridos y aceptados. Son Jesús para mí. Creo en esto más que en hacer grandes cosas para ellos” (Declaración a revista Time 4-XII-89) . “Es […] un deber ser más benéficos con los más allegados. Pero el allegamiento entre las personas puede ser considerado desde diferentes puntos de vista, según los distintos géneros de relaciones que las ponen en comunicación; así tenemos: los consanguíneos, en la comunicación natural; los conciudadanos, en la civil; los fieles, en la espiritual, y así sucesivamente. […] [Incluso] en algún caso, por ejemplo, en necesidad extrema, se debe atender al extraño antes incluso que al padre, que no la atraviesa tan grande” (Suma Teológica, II-II a, q. 31, a.3, in c). “La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis sino más bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos”. “El hambre no es sólo de pan. Es mucho peor el hambre de amor. La soledad se extiende cada 2 Así expresa el Aquinate la apertura radical del amor hacia el bien de la propia persona y de nuestros semejantes: Sus declaraciones están tomadas de https://www.aceprensa.com/articles/el-legado-espiritual-de-la-madre-teresa/ Fraternidad: amor y misericordia en acción
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