magazine semanal del 14 al 19 de noviembre

A_P MAGAZINE 54
BREXIT: SEPARACIÓN DE PODERES, SOBERANÍA POPULAR Y
DERECHO INTERNACIONAL
QUIÉN TEME A EMMANUEL MACRON
¿QUIÉN AYUDA A LOS JÓVENES ESPAÑOLES A ENCONTRAR
TRABAJO?
“EL POPULISMO NO ES UNA IDEOLOGÍA, SINO QUE SE NUTRE
DE OTRAS IDEOLOGÍAS”
¿LO QUE FUNCIONA PARA LLEGAR AL GOBIERNO SIGUE
FUNCIONANDO EN EL GOBIERNO? EL CASO DE SYRIZA
LA LOMCE Y EL ZEITGEIST
LA VIOLENCIA MACHISTA EN LA MEMORIA DE LA FISCALÍA:
DATOS PARA LA REFLEXIÓN
PSOE-PSC: ¿MATRIMONIO DE CONVENIENCIA?
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL EN EL LABERINTO CATALÁN
EL AGRESIVO REBOTE EN LA VIVIENDA DE ALQUILER
EL NUEVO MUNDO DE MARINE LE PEN
Noviembre 2016
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noviembre 2016
PROYECTO EUROPEO
Firmado por: Eduard Sagarra Trias el Sábado 19 noviembre 2016
BREXIT: SEPARACIÓN DE
PODERES, SOBERANÍA POPULAR Y
DERECHO INTERNACIONAL
El 3 de noviembre 2016 la “High Court of Justice Queen’s Bench Division Divisional Court”, en una histórica
sentencia jurídico-constitucional, ha puesto en duda el procedimiento que, en ejecución del mandato plebiscitario de
la ciudadanía del referéndum de 23 de junio 2016, pretendía llevar a cabo la primera ministra británica Sra. May; no,
la validez del referéndum. La Sentencia analiza la decisión gubernamental de iniciar la salida voluntaria del Reino
Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte de la Unión Europea, sin tener en cuenta ni oír al Parlamento.
El Brexit es un proceso del que solo se sabe o está previsto cómo puede comenzar, pero se desconoce cómo o cuándo
puede acabar. Se trata de una decisión que – y esto es lo trascendente en esta sentencia – afecta directamente a los
ciudadanos europeos. Su resultado marcará un futuro no solo en el Reino Unido, sino también en el resto de la Unión.
En el frontispicio de la sentencia (párrafo 5) el Tribunal hace una aseveración que debería de ser esculpida en la
entrada de las dependencias de los gobiernos y tribunales de justicia de cualquier democracia formal. Aclara al
Gobierno británico la distinción entre política y ley: … because governament policy is not law… (“porque la política
del gobierno no es ley”). En su consecuencia advierte al Ejecutivo que no puede usar la prerrogativa de iniciar, sin
más, la retirada del país de la Unión Europea, sin antes oír al Parlamento, representante del pueblo.
La decisión judicial deberá ser ratificada o rectificada por el “Tribunal Supremo de Inglaterra y Gales”. En ningún
momento pone en duda ni cuestiona la validez del referéndum de junio, en el que, por una escasa mayoría, se votó a
favor del Brexit. Fue la expresión democrática de la soberanía popular. Sin embargo, se cuestiona que el ejecutivo
pueda iniciar sin más la desconexión mediante el mecanismo previsto en el artículo 50 del Tratado la Unión Europea.
Este acto es irreversible y no se ha valorado públicamente ni tampoco informado suficientemente de los efectos que
el mismo pueda reportar al final del proceso a todos los británicos y en especial en relación a los derechos adquiridos
como ciudadanos de la Unión desde 1973.
El razonamiento del Tribunal es, en síntesis, que la salida de la Unión tiene una trascendencia de tal magnitud que
resulta absolutamente necesario que el Parlamento, representante de la soberanía popular, debata en profundidad y
valore – sin trampa ni cartón- los efectos , hoy ignotos, del Brexit. Su intervención debe producirse antes de iniciarse
los trámites que conducirán, irremisiblemente, a la desconexión del Reino Unido. No puede hacerse durante ni
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después de su negociación, cuyo inicio estaba previsto para marzo 2017.
El 1 de enero de 1973 el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte se adhirió a las Comunidades Europeas
(hoy Unión Europea) mediante un Tratado internacional, en el que intervino el Parlamento que lo ratificó. Era precisa
esa participación porque el cambio afectaba de lleno a la legislación del Reino Unido, a su soberanía, y en especial a
los derechos y libertades de sus ciudadanos.
Sin entrar en un análisis más pormenorizado de esta interesante sentencia, cabe destacar que la misma va a
condicionar la política futura no solo en el Reino Unido, sino en toda la Unión Europea y el resto del mundo
globalizado. Directamente afectará a las relaciones internacionales, las finanzas, la economía, el derecho, el comercio
y también a la geoestratégica mundial. Ni Europa ni el Reino Unido serán lo mismo ni jugaran en el mismo equipo el
match o partido mundial.
De la Sentencia entresacamos las siguientes lecciones. A) No se cuestiona el referéndum, solo se pone en entredicho
la forma, modelo (hard o soft) que adoptará el Brexit y sobre todo los tiempos que la Sra. May tenía programados –
en secreto- para salir de la UE. B) La decisión judicial es una excelente lección de Derecho constitucional británico,
de su capacidad de evolución y adaptación a la realidad. Declara y recuerda, en el siglo XXI, la separación de poderes
así como, en una democracia, cuales son las funciones que tiene cada uno de ellos. Recordemos que el Reino Unido
carece de una Constitución escrita, inamovible o difícilmente modificable, como sucede en otros países europeos,
pero la misma resulta sin embargo efectiva sin limitar derechos a ningún ciudadano. C) Constata que la voluntad
soberana del pueblo radica en su Parlamento, poder legislativo que debe velar y valorar los efectos sobre los derechos
de los ciudadanos de una decisión política (Brexit) adoptada por el Ejecutivo –aunque sea tras un referéndum-. D) El
Tribunal constata que en el pistoletazo de salida del Brexit no pueden ponerse condiciones a la Unión Europea. No es
posible una marcha atrás. E) Reafirma que la política exterior británica es competencia del Gobierno, pero que para
realizar actos unilaterales como iniciar el Brexit éste necesita la ratificación e intervención del representante legítimo
y directo del pueblo que es su Parlamento. No es suficiente apoyarse en un referéndum (que no cuestiona), pues en el
mismo no se establecían las condiciones ni consecuencias para el común de sus ciudadanos de marcharse de la UE.
Considero que lo más importante de la sentencia lo constituye el canto al derecho y libertad individual de solicitar el
amparo y la tutela efectiva de cualquier derecho ante los Tribunales. Es un canto a la democracia y en definitiva es la
reafirmación de la separación efectiva de poderes. También es un ejemplo empírico del we can, ya que una simple
ciudadana, nacida en una ex colonia de la Guayana- Mrs. Gina Davis- ha solicitado y conseguido en solo 4 meses el
amparo judicial de sus derechos por los Tribunales de Justicia, frente al poderoso Gobierno británico. Su petición fue
en defensa de sus derechos individuales y los de sus conciudadanos. El ejercicio de este derecho a la defensa de
legítimos derechos individuales y colectivos frente al Ejecutivo no le va a costar ni la cárcel ni una sanción personal
sino un reconocimiento público. Es la expresión de lo que debe ser un Estado de derecho.
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PROYECTO EUROPEO
BECARIOS DE "LA CAIXA"
Firmado por: Raquel Montes Torralba el Viernes 18 noviembre 2016
QUIÉN TEME A EMMANUEL MACRON
Enmanuel Macron ha confirmado hoy lo que ha sido durante los últimos meses un secreto a voces, su candidatura a la
presidencia de la República francesa. Desconocido del gran público hasta agosto de 2014, cuando fue nombrado
Ministro de Economía, Macron ha sabido labrarse en muy poco tiempo un perfil político propio, reiterado hoy en
discurso: crítica a una clase política desfasada, la voluntad de trascender la división entre la izquierda y la derecha y
la apuesta por la Unión Europea como clave del éxito de Francia en la globalización. En un clima de pre-campaña
electoral muy crispado, este candidato de 38 años sin partido político y que nunca ha ejercido un cargo electo, es un
soplo de aire fresco. Partiendo de la constatación de que la hora es grave, apuesta por un mensaje de esperanza en la
capacidad del país de hacer frente a los cambios y en la voluntad de los franceses de permanecer unidos. Sin
embargo, puede que sus mayores bazas sean también sus principales debilidades.
El candidato de la banca o el Brutus moderno
Emmanuel Macron es asociado al “giro liberal” del gobierno de Hollande, materializado en 2014 con una
reorganización ministerial tras las críticas de varios ministros. El joven ex-gerente del Banco Rothschild recibe
entonces de François Hollande el mandato de “reformar”. Mandato que se aprestó a cumplir poco tiempo después con
la presentación, en diciembre de ese mismo año de la ley que lleva su nombre. La Ley Macron fue adoptada en agosto
de 2015 y consiste en un vasto abanico de medidas destinadas a facilitar la creación y el desarrollo de la actividad
económica a través de la liberalización del mercado, respaldando la inversión y flexibilizando el derecho del trabajo.
La polémica originada le hizo salir inmediatamente del anonimato: la izquierda de la izquierda le acuso de lobo
liberal cubierto de piel de cordero socialista y la derecha se esforzó en mostrar esta nueva ley como irrelevante o
como positiva pero insuficiente frente a los retos a los que el país debe hacer frente.
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El lanzamiento el pasado abril de su movimiento, En Marche!, cuando todavía era Ministro y su posterior dimisión
cuatro meses después con la, más que obvia, idea de presentarse a las Presidenciales de 2017 despiertan grandes
críticas en uno y otro bando, que denuncian su traición al presidente Hollande. Sin embargo, la dureza de las críticas
puede ser también un indicador de la “peligrosidad” con la que ambas partes evalúan la candidatura de Macron: hacia
la derecha, rivaliza con Alain Juppe, candidato destinado a ganar, según las encuestas, las primarias de Les
Républicains; a la izquierda, puede recoger los votos de aquellos insatisfechos con Hollande pero favorables a una
izquierda reformista. Entretanto, a la luz de los últimos eventos internacionales, una duda permanece: cuántos
franceses considerarán, en el momento de votar, que una política liberal y reformista es la más indicada para su país.
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IMPACTO SOCIAL
Firmado por: Dafne Muntanyola Saura el Viernes 18 noviembre 2016
¿QUIÉN AYUDA A LOS JÓVENES
ESPAÑOLES A ENCONTRAR
TRABAJO?
En un contexto de crisis, los jóvenes españoles que quieren entrar en el mercado laboral se apoyan en la familia
primero, y en sus compañeros de trabajo y de estudios después. Esta parece ser la realidad que dibuja la encuesta que
forma parte del proyecto Las redes sociales en sus diferentes modalidades, como recursos y mecanismos de búsqueda
e inserción laboral en el empleo y de apoyo social en los jóvenes, dirigido por los profesores Carlos Lozares y Joan
Miquel Verd del departamento de sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Este proyecto
sociológico explora las pautas de movilización de contactos de los jóvenes que se insertan en el mercado de trabajo.
De entrada, cuando se pide a los jóvenes que reproduzcan su trayectoria laboral, sus puestos de trabajo y cómo
pasaron de uno a otro, vemos que sólo un 35% recurre a agencias de colocación, al clásico CV en el buzón o al mail
de empresa. Un 65% de los encuestados dependen de sus contactos. ¿Y quiénes son los contactos más habituales?
Como vemos en el gráfico, la familia (30%), los compañeros de estudios (22%) y los de trabajo (20%) van muy por
delante de los conocidos en momentos de ocio (14%), los vecinos (7%) o los amigos de Facebook, Linkedin o
similares (1%). Los lazos llamados fuertes, es decir aquellas personas con las que no sentimos cercanas y/o que
vemos habitualmente, son aquellas que resultan ser de más ayuda a la hora de encontrar trabajo. Es decir, que el
entorno dónde conocemos amigos es importante.
Internet tiene menos peso de lo que creemos. Y es que los lugares dónde se conocen y se mantienen estos contactos
siguen siendo espacios sociales tradicionales, también entre los menores de 35 años. Los resultados muestran un
mapa que se aleja bastante del optimismo de agencias de recursos humanos que dibujan un futuro basado en Internet
y los lazos digitales. Un futuro en el que el networking, las capacidad de darse a conocer y de presentar una imagen
positiva de uno mismo en un currículum colgado en la red sería una garantía de eficiencia y de la maximización de la
información. Si bien el 11% de las personas que ayudaron lo hicieron a través de internet, por redes sociales como
Facebook, Twitter o por mail, el resto contactó en persona con él o la interesada, lo que demuestra la importancia del
trato personal.
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¿Dónde conociste las personas que te han ayudado a buscar y encontrar trabajo?
Fuente: Elaboración propia.
Los contactos no se distribuyen de forma homogénea entre la población. Vemos por ejemplo como la situación
laboral de los contactos determina su capacidad para ser de ayuda: así un 51% de los contactos que trabajan
ayudaron en algún momento, mientras que sólo un 39% de los que estaban en situación de desempleo lo hizo.
Además, mientras los ejecutivos, propietarios y profesionales ayudaron en más de un 60% de los casos, estos
números bajaron a menos del 40% en el caso de los trabajadores sin o con baja cualificación o los inactivos.
¿Quiere decir eso que unos son más generosos que los otros? Naturalmente, la explicación más consolidada no se
basa en esquemas simplistas psicologizantes, sino en factores sociales muy claros. Los resultados cuadran con la idea,
respaldada por sociólogos clásicos y contemporáneos, de que los contactos constituyen un bien preciado, un capital
social por el que también se compite en el mercado de trabajo. ¿Y de donde proviene esta mercancía llamada capital
social? Pues de la agregación de las redes personales de estos jóvenes, sus amigos, familiares, compañeros que
comparten su trayectoria vital. En un contexto en el que más del 50% de los menores de 25 años no tienen trabajo,
nos encontramos con otro eje de desigualdad, el del capital social. Además, un joven desempleado tiene muchas más
probabilidades de contar con desempleados entre su familia, amigos y compañeros.
Un joven desempleado, al estar fuera del mercado de trabajo, pierde la posibilidad de movilizar unos contactos, los
del entorno laboral, que como hemos visto constituyen un soporte valioso de los jóvenes españoles. Así, estos
jóvenes se encuentran con la dificultad añadida de contar con una red empobrecida de contactos, y por lo tanto, con
menos posibilidades de encontrar trabajo e insertarse en el mercado laboral. Dicho de otro modo, quién tienes en tu
red importa, y mucho.
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DEBATE
Firmado por: Agenda Pública el Miércoles 16 noviembre 2016
“EL POPULISMO NO ES UNA
IDEOLOGÍA, SINO QUE SE NUTRE
DE OTRAS IDEOLOGÍAS”
Entrevista de Joan Carles Pamies, doctorando en Derecho, Gobierno y Políticas Públicas, Universidad Autónoma de
Madrid a Myrto Tsakatika, profesora de Políticas en la Universidad de Glasgow y ex-dirigente de Syriza en Escocia.
Mi primera pregunta es sobre el populismo en general. Como investigadora sobre el tema, ¿cómo crees que ha
cambiado el populismo treinta años después de Canovan y Germani?
Diría que hay mucho más interés por parte de los investigadores acerca del fenómeno del populismo. Podemos ver
eso también más recientemente en el trabajo de Cas Mudde, donde habla del zeitgeist populista, referido al populismo
como un fenómeno que se ha expandido en Europa. Pero no solamente hay más interés, sino que también se observa
la tendencia de conceptualizar el populismo, de discutir sobre el tema en término normativos y de empezar a
preguntarse cuestiones empíricas.
¿Crees que este cambio tiene que ver con la dirección en la cual se mueve la Ciencia Política en general o crees
que tiene que ver con una cuestión de actualidad, al ver cómo los partidos populistas están ganando terreno en
Europa?
Me parece que es una mezcla de las dos cosas. Por un lado, ahora el populismo es un fenómeno más relevante debido
a su éxito electoral, pero al mismo tiempo las Ciencias Sociales en general y la Ciencia Política en particular están
formulando preguntas de una forma concreta y están utilizando ciertos métodos de tipo cuantitativo.
¿Cuáles son, en tu opinión, las principales diferencias entre el populismo de derechas (tema sobradamente
estudiado) y el populismo de izquierdas?
Luke March ha trabajado mucho sobre esta cuestión desde 2007. March explica que el populismo no es una
ideología, sino que se nutre de otras ideologías como puede ser el socialismo o el liberalismo. El populismo de
izquierdas es más igualitario y trata de buscar la inclusión de los grupos minoritarios, así como la expansión del
estado del bienestar. Un ejemplo de esto es Venezuela, pero también es el caso de otros países Lationamericanos con
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programas sociales que buscan la hacer llegar a más gente la educación o la sanidad. Si el populismo de izquierdas es
más inclusivo, el populismo de derechas es más excluyente. El objetivo del populismo de derechas es el de mantener
los privilegios de algunos en contraposición a otros a los cuales excluyen, como pueden ser con los inmigrantes, las
minorías sexuales o cualquier otro grupo que ellos identifiquen como minoritario. El populismo de derechas entiende
las sociedades de una forma más jerarquizada. Así que sí, podría decirse que los dos son populistas, pero en términos
de los valores que representan son dos tipos de partidos muy diferentes.
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Por tu respuesta entiendo que los dos tipos de populismo usan el mismo discurso. Si definimos el populismo
como una herramienta discursiva, ¿qué añade la dicotomía inclusión-exclusión que el debate tradicional
izquierda-derecha no aporte ya?
No estoy muy segura que este sea el caso porque tenemos ejemplos de populismo de exclusión en el espectro político
de la izquierda como el partido socialista holandés. Podría decirse que ese partido no ha sido siempre inclusivo en la
medida en la que no siempre ha abogado por la expansión del estado del bienestar ni tampoco ha defendido los
derechos de los trabajadores extranjeros. Por otro lado, no todos los partidos de extrema derecha son partidos
populistas de exclusión. No siempre se solapan esos conceptos. Con eso quiero decir que en ocasiones hacer estas
distinciones aporta mucho más al debate.
¿Cómo crees que están respondiendo los partidos tradicionales ante los nuevos contrincantes políticos
populistas? ¿Crees que están adaptando parte de su discurso para recuperar parte del electorado?
Ciertamente se observan síntomas de contagio. Es el caso de los partidos de centro-derecha en Europa, los cuales han
adoptado discursos antiinmigración que provienen de los partidos populistas de extrema derecha. Estos casos son
especialmente significativos en el norte de Europa en general y en Suecia en particular. Se podría decir que a causa
del contexto en el que se está librando la competición entre partidos, los partidos tradicionales están asimilando no
tanto las políticas populistas, pero sí su discurso.
Has mencionado Sudamérica. Ahora que el populismo está tocando fondo en la región, ¿qué pueden aprender
los partidos populistas de izquierda en Europa de la experiencia latinoamericana de auge y caída de esos
partidos?
¿Cuando dices ‘tocar fondo’ te refieres a una caída a nivel electoral?
Sí, me refiero a los casos de Argentina, Venezuela o Brasil.
No estoy segura de si Europa puede aprender mucho de Sudamérica de esta experiencia porque hay muchos factores
contingentes que nada tienen que ver con el populismo que diferencian el contexto europeo del contexto
sudamericano.
Pero hay mucha gente que comenta que en el sur de Europa ‘nosotros’, por ponerlo en términos populistas,
estamos experimentando lo que hace unas décadas sucedió en América Latina con las políticas del Fondo
Monetario Internacional o el Banco Mundial, y que ahora vemos esto a través del papel de la Troika.
Si lo miras desde el punto de vista económico, sí, hay similitudes. La diferencia, no obstante, la encontramos en el
desarrollo social. El populismo en los países latinoamericanos ha servido el fin de extender de forma efectiva los
derechos políticos. Lo que había en Latinoamérica eran países como Venezuela, Bolivia o Brasil, en los cuales una
gran parte de la población estaba excluida del ejercicio efectivo de sus derechos políticos debido a la pobreza y la
exclusión social. Los partidos políticos populistas de izquierdas incluyeron a esas capas de la población en el proceso
político. En Europa, ciertamente ese no era el problema. El problema aquí era el empobrecimiento de parte de la
población. En ambos casos eran cuestiones económicas (mejora del nivel de vida de la población) y sociales (romper
con las lealtades políticas), pero tenemos que ser conscientes de las diferencias.
Centrándonos en casos más específicos en Europa, podríamos empezar con Syriza. ¿En qué posición crees que
se encuentra el partido ahora?
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Deberíamos diferenciar en primer lugar ‘partido’ y ‘gobierno’. Ahora mismo, Syriza está en el gobierno, pero el
partido ha perdido mucha relevancia. Entre enero y verano de 2015, el énfasis se puso en asegurar que Syriza podría
entrar en el gobierno. Ha sido el caso de un partido con el 4% de los votos que subió al 35% en muy poco tiempo.
Syriza entendió que el partido no tenía suficientes recursos, así que los pocos que tenía los dedicó a asegurarse entrar
en el gobierno. Es por esto posiblemente el motivo por el cuál ha habido menor énfasis en el partido en sí mismo que
en la elaboración de políticas.
Actualmente el partido se ha debilitado mucho, especialmente desde verano. Han perdido a buena parte de los
activistas que no estaban de acuerdo sobre cómo se estaba llevando la democracia interna del partido por parte de la
dirección del mismo. Tras el referéndum de julio, hubo presión por parte de muchos miembros del comité central
para convocar un reunión para discutir si sería necesario adoptar un tercer memorándum. La dirección no convocó
una conferencia extraordinaria, y esto terminó desembocando en el éxodo de activistas tras la rotura interna del
partido. Había dos grupos diferenciados: los sindicalistas y los activistas. Estos últimos son los que terminaron
yéndose, y ellos fueron los que trabajaron con los movimientos sociales en la última década. Esto es una pequeña
muestra de cuán debilitado está el partido.
Moviéndonos a Italia, hace poco supimos que Beppe Grillo dimitió. ¿Crees que los partidos populistas
incurren en mayores costes cuando sus líderes dimiten?
Depende del nivel de dependencia del partido populista en cuestión con respecto a su lider. Una definición de
populismo, la de Weyland, dice que el populismo no es sino la relación entre un líder carismático y sus seguidores.
También dice que los partidos populistas siempre tienen líderes fuertes, estructuras intermedias débiles y una
dirección directa con sus seguidores. Además, los líderes de partidos o movimientos que son fundadores,
especialmente si son dominantes, causan problemas a las organizaciones una vez las abandonan. En mi opinión,
deberíamos preguntarnos por el nivel de institucionalización de aquellos partidos una vez establecidos, incluso
aquellos partidos con un líder fuerte. A eso es a lo que se refiere Nicole Bolleyer en su libro cuando habla de que la
supervivencia de los partidos depende de su institucionalización. En el caso de Grillo, hemos observado pasos en esa
dirección. ¿Serán suficientes para contrarrestar el hecho de que se va? Tal vez, pero es demasiado pronto para
pronunciarse. En cualquier caso, estoy segura de que hay un grupo fuerte que está emergiendo y que es independiente
de Grillo.
¿Crees que ese nuevo líder será tan personalista como Grillo?
Creo que no. No me parece ver la emergencia de un líder tan personalista como él, sino más bien un grupo de líderes.
De los tres grandes partidos populistas en el sur de Europa, ¿crees que Podemos es el menos patriótico, el
Movimiento Cinco Estrellas el partido menos izquierdista y Syriza el más pragmático?
A Podemos lo definiría en términos distintos. Diría que Podemos hace menor referencia a la nación y que Syriza y el
Movimiento Cinco Estrellas apelan más a ella como una forma de llamar al pueblo, al menos eso es lo que mi
investigación empírica junto con otros colegas ha demostrado. El caso de Podemos no me ha sorprendido mucho,
pero el de Syriza sí.
En cuanto al Movimiento Cinco Estrellas, aunque su electorado es de centro-izquierda y aunque se estén moviendo
hacia ese lado del espectro, no me parece que hayan definido su programa en términos ideológicos. A modo de
ejemplo, su posición respecto a Europa es mucho más moderada ahora. Empezaron diciendo que Italia debería dejar
la eurozona y empezaron hablando también de los inmigrantes de una forma bastante parecida a los partidos de
exclusión, pero parece que ahora se están distanciando de esas afirmaciones.
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¿Crees que la falta de referencias a los trabajadores, las mujeres o lo inmigrantes en sus discursos y su
programa es lo que hace que el Movimiento Cinco Estrellas un verdadero partido atrapalotodo (catch-all party
)?
Sí, es cierto que no hacen referencias a esos grupos y en general a ninguna minoría, a excepción de la gente joven.
Solamente hablan de los ciudadanos.
¿No te parece que existe una analogía entre este caso y el de Ciudadanos en España, donde su voluntad de
obtener apoyos de gente de ambos lados del espectro ideológico se intuye por esa misma falta de referencias?
Esto que comentas es interesante puesto que va más allá de la distinción inclusión-exclusión. Tal vez sería interesante
encontrar el modo de poder medir cómo de específico es un discurso en relación a esos grupos a los cuales se excluye
o incluye, así como enlazar esa especificidad con la percepción del nivel de radicalización de un partido.
Volviendo al populismo en general, ¿cómo crees que un partido populista puede entrar en un gobierno sin
cambiar su discurso?
El ejemplo de Syriza es muy relevante en esto que planteas. Durante el primer gobierno de Syriza, el que tuvo lugar
entre enero y agosto de 2015, el partido continuó con su discurso populista contra la Unión Europea y la Troika. Pero
hay que entender que era un gobierno de transición cuyo objetivo era negociar con las instituciones. Syriza en ese
momento era más un partido de protesta en el gobierno que otra cosa, en buena parte por las circunstancias
particulares. En la víspera de las elecciones de septiembre de 2015, Syriza de repente se presenta a ellas hablando
sobre la nueva y la vieja política, y sobre por qué la gente debería votar a Syriza para evitar que el antiguo régimen
volviera. También hablaban de cómo Syriza era un partido con mejores gobernantes y gestores, más transparentes,
más honestos y más justos. Se pasó de un discurso populista a un discurso basado en competencias, en el cual se
centraban en la gubernamentalidad y sobre quién gobierna mejor o peor.
Has mencionado de algún modo la cuestión moral. ¿Qué espacio tiene la moralidad en el populismo?
El populismo es sin duda algo moralista porque el populismo siempre habla del pueblo compuesto por gente
indiscriminadamente buena y pura y la élite indiscriminadamente mala y corrupta. Estos son, por definición, términos
morales por los cuales clasificar los grupos y las políticas. Se habla de lo que es lo bueno y lo malo, no solamente de
lo que es correcto o erróneo.
¿Significa todo esto que los partidos populistas necesariamente requieren de un constante cambio en su
discurso?
Independientemente de si están en la oposición o en el gobierno, los populistas se identifican con el pueblo y se
adjudican la voz del pueblo, el vox populi. Pero sí, digamos que es mucho más fácil jugar a ese juego cuando estás en
la oposición. Cuando estás en el gobierno, tomar decisiones significa que no puedes tener a todo el mundo contento y
a veces implica que tienes que ir en contra de la voluntad de grupos particulares. A modo de ejemplo, Syriza se
encuentra ahora en el punto de mira de los granjeros y de otros grupos debido a las reformas en las pensiones que está
proponiendo. Esto hace que cada vez sea más complicado decir que estás sirviendo los intereses de la gente cuando,
en realidad, lo que estás haciendo es una elección a través de una decisión política.
Respecto al futuro del populismo, ¿crees que Europa necesita un plan B?
¿Quieres que te responda como politóloga o como activista?
Lo que prefieras.
El proyecto de Varoufakis, del modo en el que yo lo entiendo, es un proyecto elitista que no proviene de ningún
movimiento, sino que viene desde arriba. Ya hemos visto cosas similares mucho mejor planteadas, por ejemplo a
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inicios del milenio con el movimiento antiglobalización o altermundista en el marco del Foro Social Europeo. Ese
foro unió a distintos movimientos sociales alrededor de Europa para articular un movimiento paneuropeo de izquierda
(o al menos progresista). De algún modo, esa dinámica se vino abajo y el resultado fue el desarrollo del Partido de la
Izquierda Europea, el cual dio un soporte al movimiento a nivel de estructura institucional y de redes. Creo que fue
un error que los movimientos sociales abandonaran ese dinámica y que dejaran que el Foro Social Europeo muriera, y
creo que es eso a lo que apela la idea de Varoufakis. Pero repito que esto se está haciendo desde un enfoque elitista.
Aunque pueda estar de acuerdo con la idea, que se resume en desarrollar vínculos entre los movimientos de Europa
que permitan influir en la agenda y cambiar determinadas dinámicas, no estoy segura de que esta sea la mejor forma
de conseguirlo.
¿Tu respuesta ha sido como activista o como politóloga?
No, no, como activista [se ríe]. Como politóloga te hubiera contestado con un ‘esperemos a ver qué pasa’, puesto que
no puedes estudiar algo que aún no ha pasado.
El plan B del que hablamos muestra rasgos personalistas en la figura de Varoufakis, el cual es su principal
líder, y también muestra un discurso maniqueo basado en la dicotomía entre ‘ellos’ y ‘nosotros’. ¿Sigue
habiendo espacio para nuevos partidos populistas en Europa?
Por el momento no tenemos ningún partido paneuropeo a nivel europeo. Desconozco algunas cosas sobre este
movimiento puesto que es algo que aún no está completamente desarrollado, pero no estoy seguro de que pueda
funcionar. El populismo difícilmente se puede sacar del discurso nacional, y el problema está en que no hay una
esfera pública en Europa lo suficientemente desarrollada como para se forme que un partido político paneuropeo
como ese. Lo más parecido que vemos son coaliciones u organizaciones paraguas, así que no veo por qué ese tipo de
proyecto debería tener distintas limitaciones que las de otros partidos. Es más, pienso que es lo contrario, que ese
nuevo partido tendría mayores complicaciones debido a que el discurso populista está ligado al discurso nacional y al
simbolismo también nacional en la forma en la cual define al pueblo. Déjame dar un ejemplo. En Grecia, Syriza hizo
referencias explícitas al Frente de Liberación Nacional de los años cuarenta y referencias también a la historia griega
o a los casos en los cuales la izquierda unió al pueblo. ¿Cómo se puede hacer eso a nivel paneuropeo? Sí, podría
hablar uno de la lucha contra el fascismo, pero en mi opinión esto es mucho más sencillo de hacer a nivel nacional.
Si la europeización continúa y las diferencias entre el norte y el sur se hacen cada vez más obvias, ¿crees que
podríamos asistir a un escenario en el que los nuevos partidos utilicen herramientas populistas para hacer ese
tipo de referencias entre los oprimidos y las élites a nivel europeo?
Por supuesto, pero esto sería especular demasiado. Creo que Varoufakis hace esto en cierto modo, ¿pero cómo de
bien le va a ir? Eso no lo podemos saber.
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PROYECTO EUROPEO
Firmado por: Myrto Tsakatika el Miércoles 16 noviembre 2016
¿LO QUE FUNCIONA PARA LLEGAR
AL GOBIERNO SIGUE
FUNCIONANDO EN EL GOBIERNO?
EL CASO DE SYRIZA
Tal como se argumenta en una investigación acabada de publicar, SYRIZA se enfrenta a un dilema crucial respecto a
su estrategia política. Antes de que la crisis económica y política golpeara a Grecia, SYRIZA era una coalición
electoral entre Synaspismos, un partido socialista democrático de precedentes eurocomunistas, y una multitud de
partidos y de grupos menores de la izquierda radical europea cuyo porcentaje de voto se había estabilizado en torno al
4%. En un breve a la vez que turbulento período de cinco años (2010-2015), SYRIZA reemplazó al PASOK como
principal partido a la izquierda en Grecia y ganó tres elecciones nacionales (Tabla 1). Como explico en mi reciente
artículo, el partido que hoy gobierna Grecia cimentó su éxito electoral sobre una estrategia que combinaba la protesta
contra el establishment y un discurso populista de izquierda. El objetivo explícito era alcanzar las responsabilidades
de gobierno mediante la competencia de su prominente equipo económico de clara tendencia izquierdista, y la
“ventaja moral” que podía reclamar como fuerza política no involucrada en el sistema clientelista de despojos que
había llevado al país a la bancarrota.
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Source: Greek Ministry of the Interior, available at: http://www.ypes.gr/en/Elections/NationalElections/Results/
Note: Until 2000 the results refer to Synaspismos. Between 2004 and 2012a the results refer to the SYRIZA coalition
of which Synaspismos was a founding member and main component. From 2012b onwards SYRIZA competed in
elections as a unified party.
Dependiendo del punto de perspectiva, el ascenso al poder de SYRIZA fue interpretado como un signo de
la reactivación de la política radical de izquierda en Europa, de PASOKización como castigo de la socialdemocracia
por abrazar la Tercera Vía o, por el contrario, otro ejemplo de amenaza populista para la democracia que estaba
ganando apoyo entre los votantes desilusionados de Europa a izquierda y derecha.
Pero ¿cómo está resultando esta apuesta de SYRIZA de asumir responsabilidades de gobierno? ¿Está desafiando el
statu quo mientras, lenta pero firmemente, edifica los cimientos de un paradigma económico alternativo en Grecia?
¿Cómo consigue mantener simultáneamente su lucha por mantener su carácter de partido de izquierda radical,
mientras trata de hacer frente a los requisitos de la Troika y acomodar sus relaciones con el establishment político y
económico griego? ¿Y qué puede sugerir esta experiencia de SYRIZA a otros contendientes radicales que también
desafían a los partidos socialdemócratas afirmando que ellos sí pueden ofrecer una alternativa de gobierno distinta a
la política dominante del centroderecha europeo?
El gobierno de SYRIZA ha tenido algunos éxitos menores, impulsando su plan para aliviar la pobreza, generalizando
el peso de la austeridad a través de impuestos más progresivos y aumentando los esfuerzos para incrementar la
recaudación de impuestos y combatir la evasión fiscal. Ha mejorado el acceso a la atención de salud para los más
vulnerables. También ha implementado una legislación progresiva, como la que implica el reconocimiento de las
parejas del mismo sexo. Ha comenzado a promover el desarrollo del sector de la economía social y tiene como
objetivo orientar la financiación estructural hacia las regiones más pobres y la generación de empleo juvenil. Sin
embargo, la economía griega se está recuperando a un ritmo muy lento y la inversión extranjera directa sigue siendo
insuficiente. Y en el contexto de un Estado débil, con un fuerte déficit de infraestructuras, de experiencia en gestión
de crisis y de suficiencia de recursos, el gobierno tiene que hacer frente, además, a la llegada de más de sesenta mil
refugiados sirios que permanecen varados en el país.
Peor aún: SYRIZA carece de aliados. El poder judicial ha declarado inconstitucional parte de su proyecto de
regulación del panorama televisivo, que también trataba de hacer pagar a los magnates de los medios las cuotas por
licencias de emisión otorgadas por el Estado. Mientras tanto, la negociación con la troika para el alivio de la deuda
continúa sin éxito y un cuarto acuerdo de rescate puede estar pronto en la agenda. El propio partido en sí sigue
tratando de recuperarse de la escisión sufrida en 2015, que le costó la pérdida de gran parte de su base activista y de
los vínculos con los movimientos sociales que se habían forjado a lo largo de la pasada década. Como partido de
gobierno, SYRIZA se enfrenta cada vez más a movilizaciones de protesta por parte de los grupos profesionales
afectados por las reformas estructurales y al creciente descontento de sus votantes.
La estrategia que llevó a SYRIZA al poder puede estar socavando, paradójicamente, su actuación en el gobierno.
Constantemente confrontada con su escindida izquierda radical y su retórica anti-establishment, SYRIZA tiene ahora
que hacer compromisos dolorosos en casa y en el extranjero. Esto no es nada nuevo para los politólogos, que han
observado durante mucho tiempo la dinámica moderadora y centrípeta que produce gobernar. Lo que exige un
análisis más profundo es cómo gobiernan los partidos populistas europeos de izquierda. Podría haber resultado más
beneficioso para SYRIZA haber llegado al gobierno con un plan más centrado en reformar el funcionamiento del
aparto estatal en Grecia con una dirección más progresista y manteniendo sus alianzas sociales. La «ventaja moral» es
una ventaja de corta duración que, en última instancia, no puede sustituir la falta de medidas políticas alternativas
eficaces. Los estrategas de PODEMOS en España y del movimiento 5 Stelle en Italia harían bien en reflexionar sobre
este tema al decidir cuándo ha llegado del momento de reclamar responsabilidades de gobierno.
Este artículo también se ha publicado en el blog EUROPP de la LSE en colaboración con la revista académica
South European Society and Politics.
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IMPACTO SOCIAL
Firmado por: José Saturnino Martínez García el Martes 15 noviembre 2016
LA LOMCE Y EL ZEITGEIST
La LOMCE conecta con el “espíritu de la época” (zeitgeist), al entender la educación como un mercado. En el
mercado, el precio contiene toda la información relevante sobre un producto. En educación, esta idea implica que los
resultados de la reválida incluyen toda la información relevante sobre la vida de los centros educativos, y que el papel
de las familias es elegir la mejor “mercancía”. Así, la transparencia informativa y la libertad de elección no solo son
justas en una sociedad democrática, sino que producen un sistema educativo más eficiente, pues los malos centros se
verán en la obligación de mejorar. El argumento es impecable en términos morales y de eficiencia. Pero es
absolutamente falso. Si triunfa una mentira así es porque la ideología neoliberal nos ha hecho creer que todo es
convertible en mercado, y que los mercados son la institución que mejor encarna la libertad, la justicia y la eficiencia.
La investigación educativa nos dice desde hace medio siglo que la mayor parte de la diferencia entre centros
educativos se debe al origen social del alumnado, no a las diferencias entre centros, por lo que las pruebas externas
nos hablan más de la composición social del alumnado que de la calidad de las escuelas. Pero además, desde los años
setenta Campbell se percató de que cuando empleamos un número para gestionar un proceso social, y tomamos
decisiones a partir de ese número, se corrompe el proceso social. En educación esto supone que el profesorado dejará
de lado los procesos educativos normales para entrenar al alumnado para superar las pruebas. Así, sin que lo diga la
ley, los procesos lentos de aprendizaje en que se explora cómo mejorar la capacidad de cada estudiante se ven
desplazados debido a que se transforman las aulas en autoescuelas en las que se enseñan los trucos para pasar una
prueba. Lo que miden las pruebas podrá mejorar, a costa de que lo que miden cada vez es menos educación y más
adiestramiento.
Por otra parte, a las familias se les da el mensaje de que la libertad es libertad de elegir centro. Por un lado, esto
supone que las familias de más recursos serán las que “más” elijan, aumentado así la desigualdad de oportunidades.
Por otro lado, se orilla otra concepción de la libertad, la que consiste en participar activamente en la vida de los
centros, día a día. De hecho, la LOMCE limita la libertad de las familias en beneficio de la dirección de los centros
educativos.
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No todo es negativo en la LOMCE. La introducción de la FP Básica supone una mejora sustancial, pues permite que
quienes no obtengan el título de la ESO no abandonen los estudios. Pero esta mejora se aplica al tiempo que se
eliminan otras medidas de apoyo educativo. El profesorado, ante la imposibilidad de gestionar la diversidad en las
aulas, derivará a esta FP al alumnado más difícil, lo que supondrá su devaluación social. Además, será una
herramienta de disciplinamiento: el que dé problemas, a la FP, como sucedía con la LGE (ley franquista).
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IMPACTO SOCIAL
Firmado por: Concepcion Torres el Martes 15 noviembre 2016
LA VIOLENCIA MACHISTA EN LA
MEMORIA DE LA FISCALÍA: DATOS
PARA LA REFLEXIÓN
El pasado 6 de septiembre de 2016 la fiscal general del Estado presentaba la Memoria de la Fiscalía General del
Estado con motivo de la apertura del año judicial. Sin perjuicio de otros datos de interés recogidos en la misma
relativos a la siniestralidad laboral, medio ambiente, extranjería, seguridad vial, menores, cooperación penal
internacional, etc., el objeto de este post no es otro que reseñar algunas de las reflexiones que se recogen en la misma
relativas a la “base sociológica” en relación a la evolución que se observa de la violencia contra las mujeres y sobre la
que se sustenta (y se ha sustentado) este tipo específico de violencia en tanto en cuanto su persistencia pone de
manifiesto esa capacidad metaestable del patriarcado cuyo principal reflejo se da en esa asimetría de poder – a poco
que se rasgue – en las relaciones afectivo/convivenciales. Pero vayamos por partes y véamos cuáles son esas
reflexiones (y datos) que se recogen en la Memoria de la Fiscalía:
La Fiscalía reconoce cómo la propia dinámica social ha favorecido cambios en la articulación de relaciones
afectivas/convivenciales. Cambios que requieren de una ampliación de miras si lo que se busca es la efectividad de
la aplicación de la ley integral. Y es que la violencia de género no se da, hoy por hoy, únicamente en relaciones en
las que media un contrato matrimonial sino que este tipo de violencia – articuladas en torno a conductas de control
y/o dominación a través de las cuales se mantiene el poder socio/sexual – se reproduce en otro tipo de relaciones
como las parejas de hecho, las relaciones afectivas sin convivencia, etc., en donde para muchos juzgadores/ras sigue
resultando complicado la aplicación, por ejemplo, de la agravante de parentesco. La Fiscalía lo tiene claro cuando
apunta en sus líneas si en defecto de tal aplicación no habría que acudir a la ‘agravante de género’ recientemente
introducida vía párrafo 4 del artículo 22 del Código Penal.
Con respecto a la violencia de género digital, la Fiscalía celebra los cambios acometidos en los últimos años en
relación al stalking (acoso y/u hostigamiento), manipulación de los mecanismos de control sobre la pareja o ex
pareja, ataques a la intimidad (sexting) y a la propia aplicación en este ámbito de la agravante de género. No
obstante, señala la premura de valorar los pronunciamientos judiciales en estos momentos dado su poco lapso
temporal de vigencia.
En relación a la novedades introducidas por la Ley 4/2015, de 27 de abril, del Estatuto de la Víctima del Delito
, la Fiscalía celebra alguna de las novedades introducidas en relación con la violencia de género como el
acompañamiento y asistencia a las víctimas antes de la formulación de la denuncia. Y es que como se señala es, en
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esos momentos previos al comienzo del iter procedimental, cuando la víctima necesita de más apoyos y fuerzas
para romper con el agresor, para denunciar y, lo más importante, para mantener la denuncia en el tiempo. Sobre este
último punto la Fiscalía habla de “verdadero caballo de batalla” y “obstáculo para la condena del agresor”.
En relación a las denuncias, la Fiscalía llama la atención sobre los siguientes aspectos: a) Alto número de víctimas
mortales que no denuncian; b) Silencio del entorno de las víctimas (amistades, familiares, etc.); c) Escasas
denuncias formuladas por las y los profesionales de la sanidad, enseñanza, servicios sociales, etc. Profesionales,
estos últimos, privilegiados en cuanto a poder detectar de primera mano (y en un primer estadio) indicios de este
tipo de violencia. Sin duda, importantes datos sobre los que pensar teniendo en cuenta cómo opera nuestra forma de
socialización en cuanto a seguir naturalizando, minimizando y neutralizando diversas conductas de control
socio/sexual (piénsese en el concepto de ‘sociodicea masculina’ de Pierre de Bourdieu).
En lo que atañe a las y los menores, la Fiscalía celebra que las reformas acometidas los conceptualice como
víctimas directas de la violencia que se ejerce sobre sus madres y de esta forma se refuerce la obligación de los
juzgadores/ras de pronunciarse sobre el mantenimiento de la guarda y custodia, patria potestad y régimen de visitas,
etc. En la misma línea, la Fiscalía resalta la importancia del derecho a ser oídos de las y los menores.
Con respecto a algunos datos concretos, la Fiscalía resalta:
a) El repunte de víctimas mortales por violencia de género correspondiente a 2015: 62 mujeres asesinadas a manos de
sus parejas o ex parejas, y,
b) La disminución del número de mujeres asesinadas que habían denunciado (14 sobre un total de 62) con respecto a
años anteriores. Y todo ello a pesar de que en 2015 el número de denuncias por violencia machista aumentó un 1,9%
según datos del Consejo General del Poder Judicial.
Un último apunte sobre el que prestar atención relativo a la Memoria de la Fiscalía es el concerniente a la
‘brutalidad’ de este tipo de violencia que no deja de ser un exponente más del dominio y control sobre el que se
sustenta. Brutalidad que se observa en dos dimensiones: medios empleados y forma de dar muerte a la víctima. La
Fiscalía resalta en su memoria que lo que busca el agresor es “infligir una daño intenso y profundo a la víctima”
de ahí que con frecuencia la violencia y el número de heridas “sea superior al necesario para causar la muerte a la
víctima”.
Sin duda esta última afirmación no resulta anodina desde el momento en que contribuye a desmontar el mito de la
agresión puntual y de los hechos aislados realizados al azar. Y sobre este particular un dato más que viene a
corroborar esa asimetria de poder socio/sexual. Y es que la Fiscalía significa (del análisis de casos) cómo el agresor
busca deliberadamente atacar el rostro u otras partes visibles del cuerpo de la víctima. Se advierte, por tanto, claros
intentos de estigmatizar socialmente a la víctima. Obviamente, más elementos que permiten advertir ese componente
sexista imperante en este tipo de violencia.
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NUEVA POLÍTICA
Firmado por: Juan Rodriguez Teruel el Martes 15 noviembre 2016
PSOE-PSC: ¿MATRIMONIO DE
CONVENIENCIA?
Durante años, al PSOE solían recomendarle, desde entornos conservadores, que rompiera con el PSC y se presentara
directamente en Cataluña. En ello coincidían con los partidos nacionalistas en Cataluña, cuando también le pedían al
PSC que renunciara a sus lazos con el PSOE. Que estas fueran siempre proposiciones interesadas no les quitaban
razón: nada mejor para favorecer electoralmente a PP, CiU o ERC que una explosión del espacio socialista en grupos
diversos y enfrentados por cuestiones identitarias, lingüísticas o territoriales. No sólo serían más pequeños sino que se
pasarían el resto del tiempo discutiendo sobre lo que les dividía y no sobre lo que les debería unir. Y cuando algo de
eso sucedió, con la escisión de algunos grupos catalanistas del PSC entre 2013 y 2015, el socialismo español pudo
comprobar el resultado: un encogimiento súbito en la única región en la que era un partido hegemónico en elecciones
generales y locales sin haber estado apenas en el gobierno autonómico.
Aunque resultara menos congruente, tampoco era del todo sorprendente que algunos líderes territoriales del PSOE
flirtearan ocasionalmente con la ruptura del PSC. Hablaban para sus electores regionales, al menos para aquellos más
sensibles con la españolidad del partido y preocupados por el ‘ruido’ que suele provenir de Cataluña. Lo paradójico
es que cuando estos dirigentes suelen hablar del tema pensando en sus propios votantes extremeños, andaluces o
castellanos, lo hacen con la misma voluntad y receptividad con que el PSC ha tratado de hacerlo hacia sus respectivos
votantes catalanes. Algunos incluso plantean que el PSOE debería reforzar su E para que pueda representar una voz
única en toda España. ¿A qué idea de España le puede crujir una coalición como la que mantienen el PSOE y el PSC
desde hace casi 40 años? En cualquier caso, a una idea de la nación más restrictiva y empequeñecida que la que
auspició el pacto entre socialistas catalanes y el PSOE en 1977-78.
Para no dramatizar, pensemos en perspectiva comparada. Los socialistas han afrontado estos años el problema
frecuente de todos los partidos de ámbito nacional que aspiran a representar electoralmente a sus ciudadanos en un
Estado descentralizado, donde existen hechos nacionales o diferenciales internos. Este es un fenómeno cada vez más
común en Europa y más allá. Y en cada caso, los partidos han tratado de encontrar fórmulas diversas que procuren
combinar lo uno y lo diverso.
¿Cómo reaccionan los partidos ante esta situación? Sin entrar en casos demasiado peculiares, como el de India,
podemos identificar tres grandes modelos de articulación de los partidos en países federales, descentralizados o con
realidades nacionales segmentadas en su interior. En un extremo, los partidos unitarios fijan un discurso muy
homogéneo nacionalmente, aunque esto les lleve a ser irrelevantes o minoritarios en aquellos territorios con
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identidades diferenciadas a los que renuncian a representar. Es el caso del partido conservador británico, que apenas
existe en Escocia. En el otro extremo, los partidos divididos o incluso truncados deciden existir sólo en uno de los
niveles electorales. El caso de manual pertenece al Canadá, donde unos partidos se presentan sólo en el nivel federal,
mientras que otros limitan su participación al ámbito provincial (imagínense al PSOE presentándose en Cataluña en
las elecciones generales mientras que el PSC lo hiciera sólo en las autonómicas catalanas). Más peculiar, y
controvertido, es el modelo de partidos belgas, que se han dividido lingüísticamente por territorios, hasta el punto de
que no existe un partido nacional belga relevante.
Entre ambos extremos, se dan diversas opciones de integración más o menos fuerte entre la organización estatal y sus
ramas regionales. No debemos olvidarlo: el conflicto nunca falta. Allí donde existen fuertes diferencias territoriales,
ningún partido nacional se salva de las tensiones que se pueden producir entre el centro y la periferia. Especialmente
cuando están en la oposición. El reto de los partidos es conjugar la defensa de un proyecto común con la
representación de las diversas identidades, culturas e intereses territoriales que se dan en sociedades plurales. No hay
una fórmula mágica ni un patrón único para este reto. Lo que menos sucede es que los partidos renuncien a adaptarse
a las peculiaridades de cada territorio para ganarse el apoyo mayoritario del electorado. No hace falta ir muy lejos,
porque España es un caso ‘ejemplar’ que cada día despierta más interés entre observadores y expertos del resto de
Europa.
A pesar de la machacona insistencia, por parte de algunos líderes y partidos, en tener un ‘mismo mensaje en todas
partes’, hoy ya sabemos que los principales partidos españoles prefieren adaptar sus programas y sus estrategias a
cada territorio. El que más varía su discurso, y con más eficacia, el PP (según demuestra el estudio de los programas
regionales). Con ello, mejoran su representación y contribuyen a integrar la pluralidad de la política y la sociedad
española. El único partido reciente que sí mantuvo la homogeneidad de acción y discurso en todo el territorio español
–UPyD- ya no está para explicarlo; y su fracaso tuvo mucho que ver con esa rigidez organizativa, tan estéril para
facilitar su penetración territorial.
Todos sabemos que España no es Portugal ni Japón, prototipos de países mononacionales: por muy grande que
hagamos la bandera, nunca cubrirá la diversidad en las formas de sentirse español, ni evitará que muchos españoles
tampoco se sientan tales. Aún así, no olvidemos que durante años, muchos de estos también votaron PSOE e incluso
PP. ¿Por qué renunciar a ellos?
Ese fue el origen del PSC-PSOE. A pesar de la fuerte vinculación que el PSOE ha tenido con Cataluña desde su
creación (celebró su congreso fundacional en Barcelona en 1889), su apoyo electoral entre la clase obra catalana
siempre estuvo muy condicionado por las dificultades del socialismo español para afrontar la cuestión catalana. Esta
tendencia a la fragmentación del espacio socialista catalán cambió en 1977, cuando se creó la coalición electoral entre
el PSOE y los socialistas catalanes, que daría lugar a la creación del PSC un año más tarde. Hoy muchos socialistas
parecen haber olvidado los motivos y la racionalidad estratégica que llevaron a Alfonso Guerra y Felipe González a
crear una alianza muy peculiar (y muy exitosa para ellos y para España), cuyos fundamentos ideológicos recogían,
entre otros, el reconocimiento del carácter nacional de Cataluña y la reclamación del derecho a la autodeterminación.
Pero esta alianza también se reprodujo en otras fuerzas políticas. Así sucedió con la relación entre PCE y PSUC,
luego reeditada con la coalición IU-ICV. O con la alianza entre PP y UPN en Navarra. Es verdad que en ambos casos,
tanto IU como PP acabaron rompiendo, con los años, con sus referentes políticos y presentándose directamente.
Resultado: no muy bueno. Tanto EUiA como el PP navarro se convirtieron en fuerzas políticas irrelevantes en
Cataluña y Navarra. Hoy Podemos persiste en ese tipo de alianzas, y con éxito, hasta el punto de estar consiguiendo
robarle al PSOE el electorado más federalista de España. Lo explicaremos en un próximo artículo.
Quizá lo más significativo de la alianza entre PSOE y PSC es la informalidad con que han llevado sus relaciones, y la
escasísima evolución que estas han experimentado desde 1977. Cuando ambos partidos han decidido revisar sus
relaciones en serio, el único documento de partida ha sido el breve protocolo sobre cómo han de comportarse los
diputados en el Congreso, redactado antes incluso de que se creara el propio PSC. Esa informalidad fue útil y
llevadera mientras el PSC fue un partido de oposición en la Generalitat de Cataluña. Pero cuando llegó al gobierno,
de la mano de ERC e ICV, y trató de comportarse, por ejemplo, como el PSOE de Chaves, Bono o Rodríguez Ibarra,
es decir, con discurso propio y criterio autónomo para mejorar su credibilidad ante sus votantes, el juego de
equilibrios, pactos tácitos y creencias presuntamente compartidas se resquebrajó. Que ello coincidiera con la eclosión
del independentismo nos muestra hasta qué punto la relación PSOE-PSC es una verdadera clave de bóveda de la
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España actual, y cuál es el riesgo real de jugar en el corto plazo con sus frágiles estructuras.
¿Qué futuro les espera a ambos partidos a partir de ahora? Parece que los sectores más jacobinos del PSOE han visto
la oportunidad para cambiar unas reglas que nunca llegaron a convencerles. Hay argumentos en contra y a favor. Para
algunos, el PSC se ha beneficiado principalmente de un electorado PSOE en Cataluña. Para otros, la aportación del
PSC ha sido precisamente arrastrar votos de más allá de la frontera socialista, aunque en los últimos años esa lógica
se ha quebrado. En el centro del debate actual se halla la cuestión de la asimetría: el PSC tiene representación en los
órganos federales, sin que el PSOE tenga en los órganos del PSC. Sin carecer de fundamento, esta controversia se ha
formulado de forma un tanto oportunista: en realidad, el coste de esa ‘asimetría’ lo ha asumido principalmente el PSC
durante años, cada vez que ha tenido que mantener en Cataluña su lealtad a las posiciones de la dirección federal ante
las jugadas parlamentarias que le pergeñaban sus adversarios catalanes, con un fuerte desgaste electoral. En el sentido
contrario, el PSOE se ha beneficiado de esa asimetría cada vez que ‘no ha podido evitar’ digerir las demandas
catalanas expresadas desde el PSC, dando lugar a propuestas territoriales que siempre supusieron un desenlace
inclusivo y bastante representativo de lo que son hoy, en términos de identidad, las clases medias y asalariadas en
España. El rendimiento de esa estructura es evidente. Que en esta ocasión esta asimetría haya resultado tan
controvertida para el PSOE tiene menos que ver –en el fondo- con una deslealtad sustantiva del PSC que con la lucha
faccional al borde del precipicio que se está produciendo en el seno del partido.
En ese contexto, ambos partidos han acordado repensar las reglas que se dieron hace cuatro décadas. ¿Hay margen
para actualizar esa alianza?
La alianza en el Congreso: A menudo se ha focalizado esta cuestión en torno a la reclamación de un grupo
parlamentario propio del PSC. Innecesario. Mucho más expresiva políticamente es la posibilidad de voto
diferenciado en cuestiones específicas. Por mucho que se explique, no se entiende que el PSOE imponga a los
diputados del PSC una multa por votar lo mismo que votaron en el parlamento catalán unos días antes, y en cambio
aplaudan si el PSC vota distinto una misma decisión en ambos parlamentos.
La alianza en el gobierno: Durante años, hemos asistido a una anomalía de la que nadie ha querido extraer las
implicaciones derivadas. ¿Han sido los gobiernos de González y Zapatero gobiernos de coalición entre PSC y
PSOE? El elevado personalismo que en la práctica caracteriza a los presidentes españoles ha mantenido oculta esta
cuestión, especialmente en situaciones de mayoría absoluta. No obstante, en momentos donde el PSOE debió buscar
apoyos parlamentarios, la supeditación (a veces casi humillante) del PSC ante los socios parlamentarios de turno
resultó difícil de sostener, especialmente durante el período de colaboración con CiU entre 1993 y 1996. Por no
recordar la turbulenta negociación del estatuto catalán y la culminación final mediante una reunión entre Zapatero y
Mas a espaldas de los socialistas catalanes, en la que el líder del nacionalismo catalán fue a buscar a Madrid el
sacrificio del Presidente Maragall. ¿Cómo deberán negociar ambos partidos la formación y el funcionamiento del
gobierno si algún día vuelven a sumar mayoría parlamentaria, incluso en coalición con otros partidos? ¿Seguirá
siendo el PSC un convidado de piedra a la espera de alguna recompensa en forma de ministerios?
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La alianza interna: ¿Puede un socialista catalán ser candidato del PSOE a la presidencia del gobierno? Esta es la
pregunta que algunos dirigentes socialistas se plantearon a propósito de Narcís Serra y Josep Borrell. Nadie sensato
podría argumentar la negativa sin caer en el prejuicio anticatalán. ¿Puede un socialista catalán dirigir la
organización federal del PSOE? Esto resulta más controvertido. Pero de nuevo, la manera de presentar la cuestión
puede ser interesada y engañosa: no hay mayor forma de someter definitivamente al PSC –y quizá con ello
aniquilarlo- que dejando a un catalán dirigir la organización federal del PSOE. En ese sentido, la tentativa de
Carmen Chacón fue una excepción contraria al espíritu organizativo del PSC. Por el contrario, hasta la última
elección de secretario general, en 2014, el PSC siempre ha apostado a poner los huevos en todas las cestas, y suele
carecer de la unidad de acción que sí ejercen las federaciones territoriales más importantes del PSOE. Recordemos
que Madina fue el candidato más votado en Cataluña en las primarias de 2014, y que Pedro Sánchez le derrotó
gracias al apoyo de Andalucía. Por todo ello, la principal consecuencia de expulsar al PSC de los órganos federales
no sería recuperar equilibrio simétrico, sino esterilizar la capacidad de influir a los socialistas catalanes, y con ello
renunciar a representar la complejidad catalana. Podemos y Ciudadanos están esperando esa breva para consolidar
su posición en Cataluña.
La alianza… ¿para hacer qué? Todos los analistas serios coinciden en que el principal motivo para no romper la
relación entre ambos partidos es el interés electoral. Pero, ¿resulta suficiente motivo para mantener una relación
puramente instrumental? El fracaso de las alianzas que IU y PP mantuvieron con ICV y UPN muestran el límite de
relaciones entre partidos para los que el proyecto común se había desgastado. ¿Hasta qué punto está dispuesto el
PSOE a representar también el sentimiento mayoritario que existe en Cataluña de manifestar una personalidad
diferenciada en el marco del Estado? ¿Tiene el PSC un verdadero proyecto para incidir abiertamente en la política
española? Si Maragall o Serra parecieron tenerlo, no queda claro que sus herederos hayan sabido recogerlo.
Quizá estos interrogantes, que bien podrían ayudar a actualizar el protocolo de relaciones entre ambos partidos,
pueden sugerir respuestas poco viables de llevar a la práctica. El PSOE podría optar por seguir un referente claro en
el que reflejarse: la relación que desde hace casi décadas vertebra la política alemana, a través de la alianza entre los
democristianos de la CDU y sus homólogos conservadores bávaros, la CSU. No obstante, la práctica de esa relación
–aparentemente más ‘simétrica’ que la del PSOE-PSC- pone de manifiesto una mayor conflictividad que la que se le
ha achacado al PSC. En realidad, se trata de una coalición que solo se mantiene gracias a la larga permanencia de la
CSU en el poder regional tras varias décadas. En realidad, los especialistas apuntan que de perderse algún día esa
posición de poder en Baviera, la coalición CDU-CSU se vería abocada a la refundación.
No obstante, algunos podrían objetar que la política española y catalana han entrado en un período de clarificación
radical, en el que las ambigüedades han llegado a su ocaso. Es posible. Pero fatigarse con la ambigüedad y la sutileza
en política suele incapacitar para ejercer esa premisa democrática de unir en la diversidad. Y de esas posturas
tenemos ejemplos en exceso en estos días.
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NUEVA POLÍTICA
BECARIOS DE "LA CAIXA"
Firmado por: Miguel Azpitarte el Martes 15 noviembre 2016
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL EN
EL LABERINTO CATALÁN
La Ley Orgánica 15/2015 se encuadra dentro de una estrategia del anterior Gobierno de Mariano Rajoy (¿también del
nuevo?), en la que se espera que la presión judicial acabe secando la fuerza social y electoral de los independentistas.
Entonces, la solución política se hará innecesaria.
La mayoría absoluta del Partido Popular eligió al Tribunal Constitucional como institución clave en ese plan, que ha
recibido vía libre con la sentencia de 3 de noviembre de 2016 (publicada en la web del Tribunal Constitucional el
pasado viernes). La resolución está marcada por un acercamiento en el que el Tribunal repliega su control, pues
considera que ha de ser especialmente deferente con el legislador cuando se trata de enjuiciar su propia ley. Los
votos particulares son muy críticos con esta postura hasta el punto de acusar a la mayoría de los magistrados de
abdicar de su responsabilidad. Y es verdad que el Tribunal resuelve las controversias sin entrar a fondo en los
motivos de inconstitucionalidad, arrastrando así la sensación de fragilidad que le persigue desde hace algunos años.
¿Se pueden añadir a discreción nuevas funciones al Tribunal Constitucional? Este es uno de los motivos de
impugnación, que el Tribunal desecha subrayando que la Constitución habilita al legislador para dotarle de materias
adicionales siempre que deje indemnes sus tareas esenciales, a saber, controlar la ley, pacificar la distribución de
competencias y conocer de los recursos de amparo. Ciertamente en esta cuestión llueve sobre mojado, puesto que
reformas precedentes han acrecentado con escasa lógica las atribuciones del Tribunal. Pero en esta ocasión hubiera
sido preciso taponar esta deriva. Es obvio que el Tribunal se diseña para unas funciones y darle otras, sobre todo
cuando no tienen conexión con las esenciales y se confunden con las de otros poderes, es una decisión que acabará
por afectar al desempeño de la institución.
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¿Es factible que el legislador diseñe un procedimiento de ejecución de sentencias que alcance a suspender a una
autoridad democrática, saltándose las garantías típicas de los procedimientos sancionadores? Entiende el Tribunal que
es lícito porque la suspensión es tan solo un mecanismo para asegurar el efecto de sus sentencias. Nada le importa la
gravedad de la medida, que, como bien señalan los votos particulares, la convierte materialmente en una sanción.
Pero, además, deja sin resolver el núcleo esencial de la cuestión: ¿hay un espacio más allá de las elecciones y del
proceso penal para cesar a una autoridad democrática? Yo creo que no. La Constitución tasa estas dos vías, dotadas
de unas características muy particulares, e obstaculiza la inventiva de soluciones sui géneris que perturban la lógica
democrática. O responsabilidad política o responsabilidad penal: no hay otra alternativa.
En cualquier caso la Constitución y su Tribunal no estaban inermes antes de la Ley Orgánica 15/2015. El
constituyente optó por la defensa política que conlleva el artículo 155. ¿Es viable introducir un nuevo camino? Este
es el último motivo de impugnación, que el Tribunal resuelve señalando lo obvio, esto es, que las potestades del
proceso de ejecución y las previstas en el artículo 155 son distintas. Nada dice sobre la creación legislativa de
soluciones ad hoc para que el Gobierno escamotee los caminos fijados en la Constitución. En mi opinión esto no es
posible. La Constitución distribuye responsabilidades y en el caso de los incumplimientos manifiestos de las
resoluciones del Tribunal Constitucional apostó por una respuesta que pone el peso en la legitimidad democrática del
Gobierno y la territorial del Senado. Generar un camino seudojurisdiccional rompe con estos cuidados contrapesos.
El Tribunal Constitucional ha perdido una ocasión de oro para deslindar el espacio de la política y el de la
jurisdicción, distinguiendo a su vez dentro de esta la penal y la constitucional. Sin duda, el conflicto catalán requiere,
antes de nada, el cumplimiento de la ley, para lo que ha de utilizarse con ponderación al Ministerio Fiscal y confiar en
que las garantías del proceso penal asegurarán un resultado legítimo. Pero luego, sobre todo, van a ser
imprescindibles grandes dosis de ingenio político. El Tribunal, forzado a irrumpir en estos delicados equilibrios,
tendría que haber explicado con más claridad qué se ha de esperar de la jurisdicción constitucional concentrada en el
Siglo XXI.
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noviembre 2016
IMPACTO SOCIAL
Firmado por: Iker San Román Ayala el Lunes 14 noviembre 2016
EL AGRESIVO REBOTE EN LA
VIVIENDA DE ALQUILER
Tal y como viene constatando en diversos estudios, lo que se antojaba hace un año como una simple corrección al
alza de los precios de alquiler se ha convertido en un agresivo rebote que no presenta visos de retornar a la senda de
la moderación, por lo menos a corto plazo. En efecto, desde el segundo trimestre de 2015 nos encontramos
con incrementos de un 18% en Madrid y de un 30 % en Barcelona. Otras ciudades, como Valencia (15%) o
Palma de Mallorca (20%) experimentan también incrementos acusados.
Las razones de este brusco cambio de tendencia ya se están analizando por parte de analistas y medios de
comunicación: grupos inversores que compran inmuebles y buscan rentabilidad con el alquiler, a la espera de una
oportunidad para su venta; ausencia de oferta suficiente de alojamientos en alquiler, e incremento simultáneo de la
demanda por falta de financiación bancaria para comprar; finalización de los contratos de renta antigua; descontrol
aparejado al negocio de los apartamentos turísticos, especialmente acusado en la costa mediterránea…
Este ‘boom’ de precios, que hace una década se habría calificado como un síntoma de bonanza económica, suscita
ahora una fuerte preocupación, ya que es evidente que no puede asociarse a una mejora en las condiciones salariales
de la población.
Políticas públicas de vivienda
Además, esta problemática está generando un verdadero quebradero de cabeza a las autoridades locales de nuestras
ciudades, ya que el diseño de las políticas públicas en materia de vivienda para los próximos años pasa
inexorablemente por garantizar el acceso a la vivienda de miles de familias mediante el incremento de la oferta
asequible, y de manera preferente en alquiler.
Por ello, y si efectivamente diagnosticamos este ‘boom’ como una amenaza, no cabe otra alternativa que concentrar
los esfuerzos en un aumento de la oferta de la vivienda en alquiler asequible.
Mediación en el mercado de alquiler
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noviembre 2016
En este sentido, merece la pena seguir incidiendo en los programas públicos de mediación en el mercado de alquiler,
reforzando las garantías que se ofrecen a los propietarios de viviendas libres que ceden sus inmuebles –sobre todo,
cobro de la renta garantizada y seguros contra desperfectos-, creando ayudas para obras de reforma, y extendiendo
los grupos de posibles inquilinos beneficiarios a rentas de hasta 3 ó 3,5 veces el Indicador Público de Renta de
Efectos Múltiples (IPREM).
Además, y de cara a que los ayuntamientos tengan herramientas para fomentar el mercado de alquiler asequible, es ya
urgente que se desarrollen los preceptos de la ley de haciendas locales que se pueden aplicar a las viviendas vacías,
tanto respecto a posibles recargos en el IBI como para establecer un IBI reducido, algo que sorprendentemente no se
permite.
Es el momento de aplicar estas y otras medidas, tendentes a mejorar las condiciones de acceso a la vivienda en
alquiler. De lo contrario, la extensión del número de viviendas desocupadas o de exclusiva utilización temporal
acabará generando mayores zonas urbanas deshabitadas, en proceso de abandono o sin ningún tipo de actividad
económica o comercial.
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PROYECTO EUROPEO
BECARIOS DE "LA CAIXA"
Firmado por: Raquel Montes Torralba el Lunes 14 noviembre 2016
EL NUEVO MUNDO DE MARINE LE
PEN
“No es el fin del mundo, es el fin de un mundo”. Estas son las palabras con las que Marine Le Pen, candidata del
Frente Nacional a la presidencia de Francia, ha descrito la elección de Donald Trump a la cabeza de los Estados
Unidos. A siete meses de las elecciones presidenciales y legislativas en Francia, el cambio político en EEUU,
sumado al ‘brexit’, son interpretados como precedentes positivos en su propio camino al Eliseo. Alentada por los
buenos resultados del Frente Nacional en las elecciones europeas del 2014 (primera fuerza política con 24 escaños) y
las regionales del 2015 en las que se consolidó como tercera fuerza política con más de seis millones de votos, que
Marine Le Pen será uno de los dos candidatos a la segunda vuelta de las presidenciales es aceptado entre políticos y
analistas como un hecho seguro. La cuestión, por tanto, es tratar de elucidar quién será su adversario, de ahí que las
elecciones norteamericanas hayan sido observadas con particular atención en Francia.
Las temáticas de campaña
Las temáticas de campaña de Donald Trump y de Marine Le Pen convergen sobre los puntos esenciales:
crítica a la globalización, que en el caso de la candidata del FN se centra sobre la Unión Europea entendida como
quintaesencia de la globalización liberal; demonización de la inmigración; lucha contra unas élites alejadas del
pueblo y de sus preocupaciones. Los electores a los que ambos se dirigen son todos aquellos que se sienten relegados
o abandonados, que han visto sus condiciones económicas y su status social empeorar gravemente con la crisis y que
observan cómo la recuperación pasa de largo para ellos.
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En el caso francés, el debate político gira en torno al ‘déclassement’ (descenso en la escala social) de una parte de
Francia identificada como la Francia periférica, los indicadores sociales que muestran un aumento de la desigualdad
en el país europeo que había hecho suya la lucha por la igualdad, una situación económica estancada, en fin, la
erosión rampante del Estado de bienestar. Para luchar contra todo ello, Marine Le Pen preconiza una vuelta a las
fronteras, la recuperación de las competencias cedidas a Bruselas, la defensa de la “civilización francesa” frente a
los peligros del multiculturalismo y de una inmigración incontrolada e incontrolable. Le Pen hace un llamamiento a la
“Francia libre”, denunciando la convergencia programática de la izquierda y derecha francesas que ya no representan
una alternativa real.
Los socialistas y la derecha….
Frente a ella, tanto la izquierda como la derecha luchan para poder diferenciarse y presentar un programa
convincente para el electorado. En el caso del Partido Socialista, el presidente Hollande, que llegó a la presidencia
afirmando que su enemigo era “el mundo de las finanzas” y que es acusado por una parte de su partido y del
electorado de haber llevado a cabo, de facto, una política liberal por la que ellos no votaron, parece en estos
momentos poco legitimado para enfrentarse no sólo a las presidenciales que, según los pronósticos, perdería
rotundamente, sino a las propias primarias de su partido. Sin líder claro y profundamente dividido, con dos visiones
contrapuestas del proyecto socialista, el PS francés ya parece haberse autocondenado a la oposición.
Del lado de Les Republicains, otra división profunda subyace a las primarias que tendrán lugar en la segunda
quincena de noviembre: la que opone a los dos principales candidatos Nicolas Sarkozy y Alain Juppé. Mientras que
el primero ha apostado por una línea dura, claramente dirigida a un electorado de derechas y cercana a la del Frente
Nacional, intentando así sustraerle votantes, el segundo trata de buscar el ‘rassemblement’, la unión de un electorado
alejado de los extremos, desilusionado por Hollande y con miedo del Frente Nacional. El talón de Aquiles de
Sarkozy es que esta estrategia fue la misma que la llevada a cabo en 2007 y con la que desilusionó a los votantes que
apostaron por ella. En el caso de Juppé es el programa de reformas económicas liberales con el que pretende acceder
a la presidencia. Hay que tener en cuenta que Alain Juppé es recordado por las manifestaciones de 1995 en reacción
al plan de rigor presentado en calidad de primer ministro del Gobierno de Chirac.
Articular un nuevo discurso
Tras el éxito de Trump, la cuestión de si una candidatura de Bernie Senders hubiera sido más exitosa resurge entre los
analistas. Hillary Clinton representa para una parte del electorado americano (y también para una parte de los
observadores internacionales) la encarnación de la política liberal que ha llevado a la crisis y que hace que el
mundo salga de ella a costa de más desigualdad, una clase política más interesada en su propia supervivencia que en
el servicio al ciudadano y al país y una política exterior militarista.
Parte de la “lección americana” es entender lo que los ciudadanos no quieren. El reto para las democracias
occidentales es articular un nuevo discurso y, sobre todo, una nueva práctica que trascienda la mera coalición contra
lo peor, pues ésta puede resultar en una bomba de relojería. Que Francia se convierta en un nuevo miembro de este
nuevo mundo preconizado por Marine Le Pen dependerá de si se ha sido capaz de entender lo que ha mostrado por
turnos el ‘brexit’ y la elección de Donald Trump y para ello una respuesta articulada a nivel europeo parece
imprescindible.
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