Yukio Mishima: La controvertible mismidad

ARTÍFICES DE LA PALABRA
Jaimes Sabines.
El poeta es el testigo del hombre
José Gregorio Vásquez
AÑO 6 / NÚMERO 317 DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE DE 2016
Yukio Mishima: La controvertible mismidad
CARLOS SOSA
D
e niño, y mientras caminaba sobre las hojas secas que se caían
de los ciruelos, allí en su venerado jardín bordeado de azaleas, sintió que los Kami, poderes o númenes, manifiestos en vientos divinos, cubrían su cuerpo. Al tiempo que recibía el sol
notaba que era un Shintai, un receptáculo,
un espejo que se purificaba y su Makoto, que
es la sincera pureza del espíritu y de la voluntad, se nutría. Él era seguidor del culto
Shinto que exige a cada ser la búsqueda interior por la Vía de los Kamikaze.
Fue criado en la decrepitud y la vetustez
por la abuela paterna… Impotente y junto
a los pies de ella, respira los humores de la
tradición y permanece largas horas postrado sobre el tatami, esterilla de junco, hasta
hacerse urdimbre con el vegetal y apreciar
la seminal humedad del noble arbusto. Para no perecer, combate el tedio y la abulia
tejiendo imágenes con imágenes, como
años después lo hiciera en el Shishendo, el salón de los poetas inmortales. La abuela le
aviva excesivamente el ánima, lo femenino, y con el tiempo él hace admonición de
esa alma frágil y confusa y la acomete con
vitalismo exacerbado, practicando los deportes más extremos y arriesgados, cayendo en poses que lo hacían rozar el ridículo…
Adolescente, consultó el espejo infinitas
veces y notó la esplendente grandeza de su
alma y el brillo particular del rostro que lo
hacía parecer varios años mayor de lo que
en realidad era; como si ese fuese el secreto
de su madurez, de sus buenas formas, de su
nobleza y finura. Siempre tuvo una mirada
serena, reflexiva, que lo hacía tan atractivo
a los de su propio sexo y de manera extraña
a los efebos… eso lo sumía en la duda continua, en la insatisfacción. Recordaba que de
niño tomaba notas de la cotidianidad en la
que vivía haciendo, sintiendo, deseando; y
recordaba además que al sentirse observado tímidamente escondía los escritos en su
obi, ancha faja que llevaba anudada a su espalda, y disimulaba tocando el samisen o
laúd que siempre lo acompañó… La realidad le era insuficiente: nada le bastaba, nada le complacía, lo que lo indujo a fabricar
y actuar todo tipo de extravagancias intentando hallar la fuerza que tenía oculta. Se
dice que para hallar la calma, vivía elevando constantes plegarias a la luna. En honor
al astro, y como un ritual, escribió el hermoso cuento «Los siete puentes» (Mishima,
1969, p. 35).
Mishima sentía que otro ser lo miraba
desde adentro, como si el cuerpo no le perteneciera: un no hallarse en sí mismo y ser
él mismo; controvertible sensación que
percibió, ya adulto, aquella tarde que paseaba descalzo en los Jardines de Kyoto y
sintió el roce de la gravilla de piedras blancas; momento en el que oyó esa extraña
voz: «Tus pies descalzos buscan la imagen
de la meditación zen, de la tranquilidad interior que dará respuesta a tu tormenta».
Fatigado por la experiencia y buscando asideros, se dedicó al estudio de su rostro milenario; luego encuentra su semejanza en
Minamoto no Yorimasa, aquel guerrero
que acudió en el año 1180 ante el príncipe
Mochihito para que le ayudara a revelarse
contra el poder de los Taira1, y que al no poder vencer al enemigo se suicida honorablemente. Mishima se considera así la personificación de aquel gran hombre, su reencarnación. Desde ese instante vivió atormentado por la presencia de esa anterior vida que siente lo posee, y como un actor del
teatro No, vive saturado de violencia y pasión.
El día que se consagra como Samurai hace el juramento de luchar por la tradición y
cultiva el desprecio por los shi-jinrui, esa
nueva raza de japoneses nacidos después
de la segunda guerra mundial que fue entregándose a los valores, usos y formas occidentales. Mishima veía que el Japón se difuminaba como un espejismo, como si el contaminante hongo atómico no satisfecho
con la destrucción física y humana de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de
1945, respectivamente, además borraba las
antiguas costumbres.
Agotado por una lucha que finalmente
consideró inútil, pensó en el seppuku, esa
práctica de eviscerarse y luego ser decapitado, ansiaba liberarse de lo terrenal y del atavismo: al destruirse, el otro que lo poseía
desaparecería y él se hallaría en el alma del
acero. Mientras preparaba la sangrienta ceremonia le surgieron incógnitas: ¿He de perecer como el antiguo griego que desea morir bajo un sol esplendente, o como los gatos que se ocultan cuando la muerte se les
acerca para que nadie los vea morir?
Llegada la hora y vestido con un traje de
gruesa pieza de seda, se presenta frente a
los generales instalados en el edificio de la
Defensa Nacional de Japón; difunde su discurso final, arenga a los soldados, calla y da
por hecho que su sueño del rescate del pasado puede hacerse realidad; luego, como
estaba establecido, una mano amante tomó
el tachi, sable de combate, y lo decapitó…El
gran escritor japonés, mientras moría, tuvo
tiempo para oír el goteo de su sangre en el
cuenco de sus manos y rígido sobre el piso
de ciprés tallado, ver la flor de loto y el color de la primavera cuando los cerezos florecidos se ofrecen; en el estertor final quiso
sentir el olor a sangre como su último placer… penetró el yang con avidez y pereció
en el yin, su sendero inevitable… Los kojiki,
rollos sagrados en donde vive la memoria
de sus ancestros, le advirtieron que su mirada de persiana contemplaría la victoria
cuando se sumara al vacío.
Mishima, el último noble japonés, sería
intenso hasta en la muerte… Nadie como él
ha actuado todos los deseos y fantasías. Hijo del sol naciente se sintió amado y arrullado por la luna.
1. Clan familiar que se dedicó, durante los ss XI y XII, a consolidar su poder. Lograron hacerse con el control de la corte
en 1156 y 1159. Eternos rivales del clan Minamoto
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LETRAS CCS / CIUDAD CCS / DOMINGO 20 DENOVIEMBRE DE 2016
Artífices de la palabra
José Gregorio Vásquez
[En el lenguaje y en el límite del lenguaje, la poesía: morada de la palabra, morada del silencio. El poeta:
un perseguidor y un perseguido que quebranta la casa del verbo, buscando saber decir, saber callar, saber
olvidar, saber recordar, saber las palabras; saber comunicar con la palabra lo que hay más allá de la palabra;
comunicar el mundo oculto, el lado sagrado, el más profundo del verbo; comunicar su silencio, su música, su
aire antiguo y cercano entre nosotros. Es ese silencio secreto de estas voces a la intemperie el que nos ofrendan
los poetas desde la vida y desde la poesía. La poesía escrita y olvidada, escrita con dolor y alma sobre el papel
reseco del tiempo, escrita en la memoria y el sonido de cada día.]
Jaime Sabines. El poeta es el testigo del hombre
… alguien me habló todos los días
[al oído,
despacio, lentamente…
J. S.
Suenan las campanas de Tuxtla
De dónde vienen esos sonidos. De la infancia. En Tuxtla, Sabines dibujó su infancia. Sus calles, sus empedradas calles lo trasladaron a la vida. Cielos rotos que siempre se cruzan en las páginas. Cielos redondos que se hacen y se deshacen en el papel. Cielos ahuecados por los
recuerdos. La poesía reúne todos esos instantes para que
escuchemos la voz de las palabras: la voz que habita las
palabras. Voces que nos permiten ver los distintos lados
de la poesía. Cuáles son los lados de la poesía de Sabines.
Jaime Sabines. México. Tuxtla. Chiapas. La tierra de sus
padres. Los años de sus ancestros. Un mundo hecho de
ensalmos que cruzan el tiempo. Palabras entretejidas en
lo lejano, lo distinto, lo pequeño y lo separado del instante; lo otro, lo que nos enseña a ver de otra forma el
lenguaje, la vida, la poesía, la tierra, el lado silencioso de
la noche, el lado que guarda el singular luto de la noche.
Sabines viene de ahí con todo a cuestas. Su tierra viene
de adentro. Su fuerza viene de la magia que guardan estos recuerdos. Su voz acaricia el ahora de cada gesto nacido en la brevedad y postergado por la palabra para que
perdure en el eco del lenguaje. Eco que busca, eco que
brega, eco que nos hereda.
Sabines representa una fuerza natural para los mexicanos, fuerza que también nos pertenece desde hace
mucho tiempo. Sabines ha sabido estar entre nuestros
poetas. Los poetas que abrazan la palabra con lo incandescente del instante, de esa naturalidad del instante
que se apropia de la voz y pasa a la página con esa misma fortaleza.
Monsiváis nos recordó siempre que Sabines era el poeta por antonomasia de México. Nada nos debe extrañar
de tamaña ofrenda. México ha tenido en su poesía a
unos herederos sin iguales. Sabines es uno de ellos: él ha
nacido entre su pueblo para cantarlo, para recordarlo,
para desentrañar su fortaleza, para acompañarlo en su
pena, en su día a día, en su angustia y dolor, en su carencia y su pequeña alegría. Sabines celebró con la poesía
este encuentro. Lo hizo con las palabras de su tierra, de
su sangre, de su infancia, de sus recuerdos.
Su trabajo poético está actualizado siempre por la reelaboración de la estética de lo cotidiano, todo lo que nos
cruza el instante, porque sus textos contienen relatos,
momentos de la idea de la vida como el sueño amoroso,
las escenas que constituyen las horas del día y la noche.
Sus libros son la viva ofrenda de la sencillez que llegó a
todos y cantó con todos, y desentrañó con todos la magia y el acontecimiento de la poesía, así lo reafirma Monsiváis con estas palabras:
Al leer a Sabines, la persona se convierte en persona y el público se individualiza, y todo se hace en
el silencio, en la captación de las voces de la belleza
que ya nos habitaban sin así percibirlo. Sabines se
beneficia del legado de los poetas modernistas de
Hispanoamérica, que a fines del siglo XIX y principios del XX construyen la espiritualidad de los lectores y oyentes, y les imprimen el sello de lo inefable: el estremecimiento que certifica la espiritualidad….
DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE DE 2016 / CIUDAD CCS / LETRAS CCS
El canto de la poesía
Qué canta allá en lo hondo el poema de Sabines. Qué conjura contra la desesperanza y la soberbia. Quizás el poema mismo se haga entrañable en el murmullo de cada letra. En la experiencia vivida de cada palabra. En el sonido puro de cada silencio contenido en la palabra. Muchos son así los lados de la poesía de Jaime Sabines. Y cuando nos preguntamos por esos
otros lados es porque no encontramos nada común en la obra de este poeta tan singular, ni en
su poesía con respecto al tiempo inicial de su
vida en México. Otros andaban por la página
con estilos y formas muy distintas. Lo común
aquí no es lo cotidiano, sino eso otro que empapa el lenguaje y lo trastoca para llevarlo desde lo más senciEl poeta es el
llo de su expresión a lo más
sublime de la poesía. Así, poe- testigo del homsía hecha de sonidos puros bre, de las coque revientan con el aire de sas, del acto
Uno apenas es una cosa cierta
un pueblo vivo en la palabra; amoroso. El poeque se deja vivir, morir apenas,
así, poesía para aprender la vi- ta vaga, juzga, grita, no posterga nada,
y olvida cada instante, de tal modo
da, sonido para caminar por la no deja que otros lo digan: el aprende a
que cada instante nuevo, lo sorprenda.
pronunciar con una voluntad de otro
soledad de lo negado.
Uno es algo que vive
Junto al poeta abrimos otras horizonte. Se sobrepone a la totalidad.
algo que busca pero encuentra,
ventanas que nos abre el tiemalgo como hombre o como Dios o yerba
po. Las abrimos para escucharque en el duro saber lo de este mundo
lo, porque si algo ha quedado atrapado en nuestra mehalla el milagro en actitud primera.
moria es la voz del poeta, esa voz tan particular que nos
desentrañó desde su casa la pureza y la magia de todos
Las condenas del día enfurecido
esos sonidos que lo habitaban. Su voz cantó la vida que
Las calles, la sombra que nos camina cuando todo pele tocó padecer.
Casi nunca tuvo nada. Vivió en las esquinas pedrego- sa, cuando todo aturde ante la nada que nos ahoga. Sosas de su pueblo. Trabajó incansablemente todos los mos, dice el poeta, somos en todo lo que nos duele, en
años de su existencia. Pasó por tantos oficios: quizás los todo lo que nos ahoga. En todo lo que amamos y soñamás auténticos le dejaron las marcas profundas que le- mos. Aquí no podemos sino ser en estas calles, dice el
gó a los libros que ahora nos acompañan. De ahí Tarum- poeta, en estos limbos de nuestro ahora. Aquí somos en
ba: su gran canto de sobrevivencia. El dibujo en palabras el sueño de los otros, en los sonidos de los otros, en los
más cercano de la condición humana: lo vivido, lo des- amorosos que caminan el silencio, la palabra, el instangarrado, lo sufrido, lo negado en los días. No quiso, lue- te que se hace imperecedero. Aires que trae la tierra pago del gran reconocimiento que le manifestara su pue- ra movernos de distintas formas. La frontera que nos seblo, un homenaje, porque nos enseñó siempre y hasta el para de esa tierra, es el dolor; dice el poeta, pero tamfinal, de qué se trata el milagro de estar vivos con ale- bién es el amor; dice el poeta.
La sombra que nos acompaña: la muerte del padre,
gría y sencillez…
que en un tiempo le permitió reconocer lo lacerante del
agobio y el abandono, también le permitió volcarse a esUno es el hombre.
cribir solo la vida. La poesía ha llega a todos así: y en con
Uno no sabe nada de esas cosas
el poema todo canta dolor, todo suena dolor, todo brilla
que los poetas, los ciegos, las rameras,
dolor también. En el poema la palabra conduce a algo
llaman «misterio», temen y lamentan.
profundo y cierto que viene con los sueños. Todos enUno nació desnudo, sucio,
contraron las palabras en las palabras del poeta, para deen la humedad directa,
cirnos asimismo ese agobio y ese anhelo, esa pena y ese
y no bebió metáforas de leche,
sueño y ese amor verdadero.
y no vivió sino en la tierra
No sabemos sino su grandeza y la sabemos de cierto
(la tierra que es la tierra y es el cielo
porque sus poemas la celebran y la viven, y es por ello
como la rosa, rosa pero piedra).
que Sabines sigue ahí, en la cercanía de quienes lo leen,
El poeta es el testigo
quizás porque encuentran en sus poemas el espejo más
El poeta es el testigo del hombre, de las cosas, del acto íntimo donde mirar lo escondido, lo sufrido, lo vivido, lo
amoroso. El poeta vaga, juzga, grita, no posterga nada, entrañable, lo que ayuda a vivir y a morir eternamente.
no deja que otros lo digan: él aprende a pronunciar con
una voluntad de otro horizonte. Se sobrepone a la totaliUno es el hombre que anda por la tierra
dad. Pasa por la página como por la vida. Reúne palay descubre la luz y dice: es buena,
bras. Recoge las ganas de asumir el tiempo y anida con
la realiza en los ojos y la entrega
él la ventura de lo eterno.
a la rama del árbol, al río, a la ciudad
En sus páginas: la otra zona, el otro territorio detrás
al sueño, a la esperanza y a la espera.
del silencio. La llama del poema; detrás del poema, la
perenne llama de la poesía.
Uno es ese destino que penetra
El poeta persiste porque cree en la palabra: el tiempo
la piel de Dios a veces,
único del poema. Palabra que vibra sutil en el sonido esy se confunde en todo y se dispersa.
condido del lenguaje. Palabra: aposento de otros misterios que hacen la vida.
Uno es el agua de la sed que tiene,
Jaime Sabines nos ha dejado algunas señales: meloel silencio que calla nuestra lengua,
días acuosas que viajan por el papel ya no reseco, sino
el pan, la sal, y la amorosa urgencia
por otros lugares escondidos porque esas palabras quiede aire movido en cada célula.
ren seguir diciendo, cantando, gritando tal vez.
En tanto, siguen sonando las campanas de aquel pueUno es el hombre —lo han llamado
blo de la infancia. Dónde está el México de Sabines. Dón[hombre—
de sus sonidos.
que lo ve todo abierto, y calla, y entra.
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La Librería Mediática
Marialcira Matute
Balance de FILVEN, hallazgos literarios
Termina la Feria Internacional del Libro de Venezuela
capítulo Caracas. Participamos en eventos y estuvimos
el stand que por primera vez hemos tenido con La Librería Mediática y TVLecturas en doce ediciones de la FILVEN. Nos sentimos satisfechos, pues ha sido posible la
feria, pensamos para 2017 en lo que se ha logrado y lo
que puede hacerse de otra forma para mejorar. La guerra
económica ha afectado también duramente al sector libro pero la vamos venciendo.
En la vorágine del inventario post-feria van asomando
libros que hojeamos, que leemos al mismo tiempo y vamos colocando en lista de espera. El libro Chávez, la cooperación estratégica con Rusia, de Tatiana Monajova con traducción de Omar Vilchez, en edición de lujo, formato gigante y con impactantes fotos sobre Venezuela y temas
sociales, históricos y políticos en torno a Rusia y Venezuela, publicado por Deich/Rosneft, nos fue enviado desde Moscú a través de la delegación rusa en la feria, por
Ángeles Manzo en representación del Grupo Musical
Grenada que también envió ejemplares del libro sobre
Rusia Somos Así,para el Presidente y el Ministro de Cultura. Nacieron dos editoriales en el marco de la Feria: Nosotros Mismos, con autores relevantes como Ernesto Villegas y Pasqualina Curcio y Brújula Librera, con la novedad
Nocaut de la siempre entusiasta promotora de lectura y
narradora Gipsy Gastello, y un proyecto editorial completo con agencia literaria. Los visitantes a FILVEN recibimos regalos digitales: todos los libros descargables
gratuitos del Salón Digital de la feria y del Stand del Minci.
En papel, recibimos obsequios como los Zoomaris, de
Gustavo Pereira en FUNDECEM; la imprescindible Antología Personal, de Roque Dalton publicada por Biblioteca
Ayacucho que nos entregó Freddy Ñáñez; La Casa Blanca:
Historia de un compromiso incumplido o la venta de un país, del
mexicano Gerardo Fernández Noroña, candidato presidencial que tuvo la gentileza de acompañarnos junto al
editor Juan Ramón Guzmán en la emisión 1000 del programa de RNV. «Los libros y la radio tienen mucho que
ver», en los espacios de la FILVEN. Recibimos también la
obra completa de Salvador Garmendia de FUNDAVAG en
3 tomos de lujo. Rosa Fernández y Edgar Páez nos trajeron novedades como el libro de Helio Orovio: Daniel Santos en su Habana. Eduardo Sanoja nos obsequió sus Versos
del Guetepereque, en edición de El Perro y La Rana que nos
recomendó Rossanna Goyo. Julio Escalona nos entregó
su Geopolítica de la Liberación: El siglo XXI de Chávez, y durante la FILVEN se transmitió en VTV el primer programa de «Milenio Libre» del Ministerio de la Cultura y la
Red de Intelectuales, que sale al aire los domingos a las
9:00 pm. Recibimos publicaciones alternativas como
Chivos sin mecate, de Barquisimeto y muchos otros libros
que iremos mostrando y reseñando en los programas.
Compramos libros: imposible listar todos aquí, pero destacamos el cómic sobre Francisco de Miranda. Encontramos El diario inédito del filósofo vienes Ludwig Wittgenstein,
aforismos de Fredy Yezzed publicado por FUNDARTE, así
como Las Quimeras del Hidalgo, de Jorge Valero quien a su
vez me trajo de Madrid dos libros prometidos, de Acantilado: Eloisa y Abelardo, de Regine Pernoud y Cartas de la
monja portuguesa, de Mariana Alcanforado.
Asistimos a la entrega del Premio Libertador al Pensamiento Crítico que ganó Héctor Díaz Polanco, a quien
entrevistamos en La Librería Mediática. Fuimos voceros de
los galardonados con Mención de Honor, Naguy Marcilla
y Carlos Machado, autores de Cronología Histórico Cultural
De América Latina y el Mundo- SXX y por tal motivo fuimos
también invitados al programa «Contacto con Maduro»
No. 72, donde tuvimos la oportunidad hacer una breve
Librería Mediatica con ese libro y otros, junto al Presidente Maduro, en #UnMinutoParaElLibro.
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LETRAS CCS / CIUDAD CCS / DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE DE 2016
José J. Sánchez
Juan Calzadilla: Poeta sin Panfleto
Existe en la literatura un Sujeto que representa para la poesía contemporánea una de las voces más irreverentes, reflexivas y joviales, que
da la cara por Venezuela en la literatura universal. Hay en sus poemas una savia reflexiva sobre el acto de crear, de escribir, pero sobre todas las cosas de vivir, que lo colocan al frente
de los grandes poetas de los últimos cincuenta
años
Este Sujeto es un «ciudadano sin fin» que armado de «tácticas de vigía» y «malos modales»,
con un impulso «dictado por la jauría» se ha hecho de un «manual para inconformistas», para
desde allí gestar «principios de urbanidad» que
sean «corpolario» para un «libro de las poéticas».
Tienes razón lector, se trata de Juan Calzadilla, nacido en Altagracia de Orituco en 1931, lugar donde pasó los primeros años de su vida y
donde gestó la poética de sus «primeros poemas».
Después llega a Caracas, y esta ciudad se convertirá para el poeta en, espacio de grandes batallas, de lucha constante, donde vivirá la furia
y atropello político, social, cultural, y en territorio donde libró su primera confrontación contra el poder establecido desde la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, que le costaría pasar un corto e intenso periodo de
tiempo en la cárcel.
Eso lo lleva en un primer momento a regresar a su Altagracia, para nuevamente volver a Caracas mucho más vigorizado, con una propuesta poética y artística cargada
de un lenguaje más universal y renovador.
Desde ese momento comenzará el poeta una profunda
indagación del mundo urbano, no para exaltarlo sino, al
contrario de ello, para denunciarlo, confrontarlo, radiografiarlo, no desde la admiración sino desde la denuncia.
Juan Calzadilla le paga a la ciudad con la misma moneda. Es el hombre silvestre de Marc de Civierre en las avenidas, en las esquinas, en los basureros, en los jardines
públicos, en las oficinas de gobierno; frente al tráfico y
las bocinas. en el encierro del apartamento, apresado en
el centro de una metrópoli, que bien podría ser Caracas,
New York, París, Berlín, Buenos Aires, Sao Paolo, Medellín, Roma o Atenas.
A todos esos universos, el poeta se limita o se universaliza a llamarlos Ciudad, y con esa palabra las nombra a todas, y con la palabra Ciudadano nos nombra a todos, nos
incluye a todos para ser parte del poema, de su paisaje,
de su acción, de su reflexión.
Esa misma confrontación con la ciudad la tiene contra
el poder establecido, contra la tiranía, contra el abuso de
la democracia representativa y el terror de los primeros
años del pacto de Punto Fijo. Como protagonista activo
del movimiento artístico y revolucionario El Techo de la
Ballena, confrontó desde las artes plásticas y la literatura
el régimen de Betancourt y la represión que estos gobiernos aplicaron a la izquierda y a los movimientos socioculturales. Allí su poética se carga de una estética que denuncia a un sistema político representado en gran parte
de su poesía por la metáfora: Ciudad.
Su poesía para nada es estática ni contemplativa. Una
constante jungiana modela el poema en un tono de experiencias, móviles y explosivas, que lo hacen un aforismo
certero. Su rol de creador no somete al poema a un corsé
métrico, rítmico o rímico. Su poesía tiene alas, patas,
pies, ancas; se desplaza en transporte público, en motocicleta, en descapotado; se echa a caminar por bulevares;
usa lentes oscuros; corteja a mujeres hermosas, pero sobre todas las cosas, es una poesía que muy bien sabe
acompañar, empujar, dar impulso revolucionario a los
movimientos poéticos del mundo.
Él es varios ejemplos de un solo ejemplar. El oficio es
una de sus grandes virtudes. Escribe siempre, es una reflexión constante que hace del acto de creación un registro reflexivo de la realidad. El humor en su escritura es
de altísima seriedad. Es un gran pensador, que no sólo
observa la realidad, el medioambiente, la arquitectura,
la escultura, la dinámica y estéticas de la ciudad. También los interroga, los cuestiona, los enfrenta. Observa a
los ciudadanos, a las gentes, buenas, malas, onerosas,
rectas, esquematizadas, liberales; y en ese ejercicio se observa a sí mismo.
Él es su propio juez, su propio Dios y su verdugo. No
necesita mayor crítico o abogado. Para Juan Calzadilla la
creación es un ejercicio de libertad. Las palabras están en
todos los espacios. El lenguaje no sólo dice, el lenguaje
habla, dibuja, pinta, escribe, el lenguaje reflexiona en sí
mismo. El lenguaje y él están más allá del lenguaje. Ambos contemplan, construyen, edifican y golpean el mundo.
Juan Calzadilla es un maestro que le fascina el libre
ejercicio de invitar a escribir, él no se centra y concentra
en formar poetas. Su poética como maestro radica en
tender puentes, lanzar redes, abrir puertas, montar escenarios, que lleven al individuo sencilla o profundamente
a escribir.
El producto final no necesariamente será un poema. Él
es un militante del movimiento surrealista, de André
Bretón, de Tristan Tzara. La expresividad, la escritura automática, es una constante y por ello no te asigna un corsé, para que escribas, ni para que leas. Por lo que tu experiencia en sus talleres te puede llevar a escribir, poemas,
minificciones, aforismos, ensayos.
Él te ofrece un par de alas, un volante, una Harley Davidson, un monopatín, una escalera, un campo, un lienzo,
Director Freddy Ñáñez Coordinadora Karibay Velásquez. Letras CCS es el suplemento literario del diario Ciudad CCS y se distribuye de forma gratuita | correo-e: [email protected] | Twitter:
@LetrasCcs
un trozo de cartón. Te dará como herramienta un tizón, un escalpelo, una brocha, un pincel, un torno,
un buril, un trozo de barro, un carboncillo, un lápiz
de grafito, un vidrio.
Como visor te pondrá unos largavistas, unos Ray
Ban, una cámara oscura, un view master, una lupa, un
microscopio, para que puedas ver más allá o más acá
la realidad, la psicología, la sociología, la antropología, la lingüística. Son múltiples universos a los que
nos podemos aproximar desde su poesía.
El arte poética es uno de sus fuertes, porque la reflexión del cómo escribir, es una constante en él, sin
que ello tenga aspiraciones de llegar a una conclusión. Al contrario es una reflexión permanente que
cada día se redimensiona, se diversifica, se retroalimenta. Escribir es el resultado del pensar constante.
La filosofía, el drama, la narrativa, la crónica, la
plástica, el cine, la crítica están presentes en su obra
pero no compiten. Su intención no es situarse junto a
Platón o Dionisio; Stanislasky o Artaud; Borges, o Cortazar; Da Vinci o Picasso; Lumiere o Kurosawa; Reverón o Bárbaro Rivas. Sencillamente es Juan Calzadilla.
El Poeta. El más grande de los jóvenes. El eternamente joven.
Poeta de eternos pretextos, no tiene ningún problema con reescribir, con replantear. Para él sencillamente
el poema evoluciona con el poeta, esa evolución es para
bien. Es un escritor para el que algunos de sus poemas
publicados son de igual forma bocetos que con el tiempo
serán obras de arte, y leer su obra en perspectiva brinda
la posibilidad de vivir junto a él, la evolución de un poema. No es un hombre de purismos ni de dogmas, es un escritor verdaderamente revolucionario. Hijo del surrealismo, nos ha permitido leer el automatismo como una reflexión permanente de ese estado inconsciente que también dice mucho de nuestro verdadero ser. Es por ello
que Juan Calzadilla siempre resulta ser un poeta novedoso. Pero la novedad de su poesía, es muestra de una actualización permanente de la conciencia, de la madurez,
de la percepción, de la lectura de la realidad. Su producción no tiene que ver con el consumismo. Juan Calzadilla
no escribe reggaetón. Su irreverencia no radica en un lenguaje rebuscado, ni excesivamente experimentalista, radica en la capacidad de reflexión, en el ingenio, en la picardía, en toda la conciencia que puede concentrarse en
un poema o en un verso. No hay referencias vacías, ni
construcciones poéticas tomadas por los pelos. Hay alquimia y a la vez arquitectura escritural en cada poema,
producto de profundas reflexiones. Con una carga semántica capaz de transmitir las más profundas intensidades, tensiones, humor, dolor, pasión, deseo.
Juan Calzadilla es un poeta de infinita humildad y de
un inmenso —y en esto no exagero, de un inmenso brillo— dispuesto a dar todo lo que posee como artista, porque está convencido que siempre habrá retroalimentación y crecimiento en el acto creativo lo que automáticamente lo lleva a ser un poeta sin panfleto.
Leer a Juan Calzadilla es quizá la forma más directa de
aproximarnos a las vanguardias literarias de la segunda
mitad del siglo XX y de lo que se está gestando, creando y
produciendo en este naciente siglo XXI, pero más importante que esto, es la posibilidad de estar frente a una de
las voces profundamente revolucionarias, en la estética,
en la forma y el sentido de las artes venezolanas y universales.
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