Tiempo mesiánico y tiempo histórico

Tiempo mesiánico y tiempo histórico
-el pensamiento y la pasión de Corneliu Zelea CodreanuPor Máximo Lameiro
"El objetivo final no es la vida sino la resurrección"
Corneliu Codreanu
Introducción
Si quisiéramos presentar a Corneliu Zelea Codreanu (1889 - 1938) en pocos
renglones, diríamos lo siguiente: fue un líder religioso y político rumano del
período de entre guerras del siglo XX, que pensó y actuó movido por una visión
escatológica de la historia y una concepción mesiánica de la acción política.
Es decir, religión y política, escatología e historia, el tiempo "apocalíptico" de las
guerras mundiales, y por supuesto Rumania con su tradición, son los elementos
esenciales que, a nuestro juicio, definen la obra y el pensamiento de Codreanu.
Ahora bien, dado que Wikipedia se ha convertido en la primera fuente de
información a la que recurre la gran mayoría de la gente respecto de casi
cualquier tema, cuando se trata de asuntos en los que está en juego una
concepción del mundo es útil observar lo que dice esa enciclopedia. Pues lo que
dice representa la visión política y culturalmente correcta en el mundo de hoy. O
habría que decir mejor que representa lo epistemológicamente correcto, ya que
Wikipedia, junto a la gran maquinaria de la prensa y los social media, sirve en la
práctica para definir no sólo contenidos culturales concretos sino también
patrones de pensamiento y modos de percepción de la realidad.
Pues bien, con respecto a Corneliu Zelea Codreanu en las versiones inglesa y
española de la enciclopedia, ya en los primeros renglones, tras una escueta
información sobre su lugar y fecha de nacimiento, se instala un estereotipo.
Veamos:
Dice la versión española: "fue el líder de la organización fascista y ultra
ortodoxa rumana Legión de San Miguel Arcángel. De carácter antisemita y
ultranacionalista, la organización actuó en política y Codreanu fue electo
diputado, a la vez que organizó una rama paramilitar, la Guardia de Hierro".
La versión inglesa dice lo mismo pero agrega que su "antisemitismo" era
"violento" y Codreanu un líder "carismático": "was a Romanian politician who
was the founder and charismatic leader of the Iron Guard (also known as the
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Legionnaire movement), an ultra-nationalistic and violently antisemitic
organization active throughout most of the interwar period".
Por su parte la versión francesa es más sobria, pues define a la organización de
Codreanu solamente como "nacionalista" sin agregar adjetivos: "la « Légion de
l'Archange Michel », renommée Garde de fer, organisation nationaliste de la
Roumanie de l'entre-deux-guerres".
La versión italiana, a su vez, es la más equilibrada de todas, pues, como la
francesa, lo califica solamente como “nacionalista” pero agrega además que ha
dividido a los historiadores entre quienes lo reducen a "mero simpatizante" del
nazi fascismo y quienes lo perciben como un místico revolucionario: "divide gli
storici tra chi lo considera un mero simpatizzante dell'Italia fascista e della
Germania nazionalsocialista e chi un eroe nazionale, testimone di un
particolare misticismo religioso di natura rivoluzionaria".
Como aquí sólo estamos considerando tres o cuatro renglones se podría objetar
que eso no es suficientemente representativo del contenido de los artículos de
Wikipedia. Sin embargo, lo cierto es que basta un único renglón inicial para
inducir todo una línea de pensamiento. Y eso es precisamente lo que hace esa
enciclopedia al instalar de entrada en la mente del lector etiquetas como
"nacionalismo", "ultra nacionalismo", "anti semitismo", "fascismo", "nazismo" y
"violencia". Por lo demás, los artículos son totalmente coherentes con la línea
conceptual que definen en sus primeras líneas.
¿Qué sucede? Pues, que Codreanu representa lo contrario del statu quo global;
lo opuesto al orden que se ha establecido a escala mundial desde el final de la
segunda gran guerra. Ya que desde 1945 el mundo se ajusta a un orden
económico, político y cultural casi totalmente homogéneo. Y el establecimiento
de ese orden ha implicado la total secularización de la sociedad en contra de
las formas de vida tradicionales. Y justamente Codreanu y los suyos resistieron
en su época el avance del nuevo orden.
Por cierto, la tan mentada "guerra fría" y la oposición entre izquierdas y
derechas que ha dominado el imaginario político desde entonces, no ha sido ni
es más que una pantalla que permite encubrir el verdadero orden. Como una
trampa caza bobos se le han otorgado a las izquierdas las banderas del idealismo
y la justicia, y a las derechas las de la libertad individual y el bienestar, para que
todos puedan reivindicar algo con genuina convicción sin que nada cambie
realmente.
Cabe aclarar que aquí no pretendemos modificar dicho orden, ni incitar a nadie
a seguir el camino de Codreanu. Simplemente, en tanto intelectuales
interesados por la dimensión metafísica de las realidades humanas, queremos
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habilitarnos para explorar su pensamiento y su acción, aunque sea
someramente, sin quedar atrapados en el estrecho marco de comprensión
instalado por los estereotipos mencionados.
Una tierra permeada por la eternidad
Una característica central del pensamiento de Codreanu, y que guía su acción
política, es la idea de una interpenetración entre lo eterno y lo temporal en la
vida humana. Un ejemplo, entre otros, de ese modo de pensar y de percibir la
vida es su concepto de “Tierra Ancestral" (Pamantul Stramosesc).
En uno de sus discursos dirigidos a los miembros del grupo religioso político
formado por él para responder a la crisis de su tiempo, la Legión de San Miguel
Arcángel, Codreanu dice respecto a dicha tierra:
"Estamos unidos a ella no sólo por el pan y la existencia que nos proporciona
mientras trabajamos, sino también por todos los huesos de nuestros
antepasados que duermen bajo su suelo. Todos nuestros padres están aquí.
Todos nuestros recuerdos, todas nuestras glorias y guerras, toda nuestra
historia, aquí, enterrada en esta tierra"
Es importante destacar que no hay ahí meramente una forma poética y emotiva
de hablar de la tierra de Rumania, sino una concepción bien definida de la
realidad espiritual de la misma. Concepción que, a su vez, se traducía en una
posición política.
Así, no se puede comprender la intensa actividad de apoyo a los trabajadores
rurales desplegada por los legionarios, ni su rechazo a las colonias inmigrantes
que compraban grandes cantidades de tierra en el país, ni el repudio a la
burguesía local que, junto a una sociedad de capitales internacionales,
explotaba el petróleo rumano sin ningún beneficio para su gente, todo ello, no
puede comprenderse adecuadamente si se lo evalúa con una mentalidad secular.
Pues para Codreanu y los legionarios la tierra no era una propiedad en sentido
jurídico, ni un bien de uso en sentido utilitario, sino algo mucho más noble, más
profundo y más íntimo. Y por lo mismo no era intercambiable por dinero.
Así define Codreanu su concepto de nación:
"La nación es una entidad histórica cuya vida se extiende por sobre los siglos,
y sus raíces se hunden profundamente en las tinieblas del tiempo y en el
infinito futuro"
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Es claro, entonces, que Rumania no era para él un país en el sentido secular del
término sino una realidad a la vez territorial, histórica y metafísica. Y
justamente por eso su actividad como político no se puede separar de su misión
como hombre religioso.
Por lo mismo, Codreanu y el movimiento legionario no trabajaban y luchaban
sobre la base de una ideología sino bajo la guía de un principio celestial
personificado para ellos por el Arcángel San Miguel. En sus palabras:
"Henos ahora aquí con el eje de nuestro movimiento ya erigido; un extremo
arraigado en la tierra de nuestra Patria, y el otro en los cielos: la Tierra
Ancestral y San Miguel Arcángel"
El Arcángel, como guía eterno, y la Tierra Ancestral, como unidad del terruño y
las almas rumanas, todos juntos conforman la visión legionaria de la nación.
Religión, escatología y política
Por todo lo que venimos diciendo, es obvio que para los legionarios debía existir
una estricta unidad entre estado y religión.
Dicho sea paso, en Occidente, y en gran parte del mundo en general, en nombre
del humanismo y la libertad, aunque haciendo uso de una considerable fuerza
militar, y en algunos casos de una violencia sin parangón (como cuando dos
bombas atómicas cayeron sobre el Japón imperial), los poderes seculares han
instalado el dogma de la separación entre el estado y la religión. Hoy no sólo se
asume que la religión es un asunto privado y que no debe inmiscuirse en lo
estatal, sino que además se ha asegurado jurídicamente esa separación
otorgándole fuerza de ley constitucional.
Cabe aclarar que al decir esto no pretendemos defender unilateralmente la
unidad entre estado y religión. Pues en las condiciones históricas actuales la
autoridad religiosa suele estar tan degradada como la secular, y su fusión puede
generar consecuencias tanto o más indeseables que la separación. Ejemplo de
ello son algunos países islámicos en los cuales la sharia, la ley religiosa, se ha
convertido en una grotesca forma de dominio al servicio de unas dictaduras
nada espirituales.
Como sea, aquí lo importante es entender la lucha de Codreanu. Y es indudable
que en términos prácticos la separación entre estado y religión deja al gobierno
de la sociedad en manos de poderes exclusivamente mundanos. Es decir
poderes ajenos a todo principio superior.
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Codreanu y sus legionarios percibieron esa tendencia en su propio tiempo
histórico, y reconocieron en los fenómenos políticos, institucionales y
económicos de la época los signos de un apocalipsis.
Pero "apocalipsis" aquí no significa un drama cósmico final y definitivo sino la
lúcida comprensión de que lo sobrenatural penetra la historia. De ahí que en
una comunicación referida al "propósito final de la nación" afirma lo que hemos
citado en nuestro epígrafe:
"El objetivo final no es la vida sino la resurrección"
Y a continuación agrega:
"Vendrá un tiempo en el cual los pueblos de la tierra serán resucitados, cada
uno con sus muertos, con sus reyes y sus emperadores, y cada pueblo tendrá su
lugar frente al trono de Dios. Ese momento final de 'resurrección de entre los
muertos‟ es el más noble y sublime hacia el que un pueblo puede ascender"
Es decir, para Codreanu la vida de un pueblo en el tiempo histórico tiene un
alcance escatológico (escatos, lo último, lo postrero, el más allá). La tierra, la
cultura y el estado son aspectos del alma del pueblo, y pueden, o bien perecer
como todo lo transitorio y externo, o bien transfigurarse y vivir una vida eterna.
Por eso su gran preocupación era despertar la conciencia rumana al verdadero
significado de la nación. Decía:
"A nosotros Rumanos, a nuestra gente, como a todo otro pueblo en el mundo,
Dios nos ha dado una misión, un destino histórico. Y la primer ley que una
persona debe seguir es la de recorrer el camino de su destino, cumpliendo la
misión que le fue encomendada"
Es evidente que ni el comunismo ni el liberalismo parlamentario, debido al
carácter profano de ambos más allá de su aparente oposición, podían conducir a
Rumania al cumplimiento de ese destino escatológico.
Del primero Codreanu –entre otras cosas- decía:
"El triunfo del movimiento comunista en Rumania significaría: la abolición de
la monarquía, la abolición de la Iglesia, la abolición de la Familia, la abolición
de la propiedad individual y la abolición de la libertad"
Y del segundo denunciaba su corruptibilidad intrínseca, pues al estar basado en
principios utilitarios, y por lo tanto negociables, no podía mantenerse
inquebrantable frente a las tentaciones y presiones. Decía:
“Dinero, prensa y votos determinan la vida y la muerte en democracia”
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En los hechos, de manipular los votos se encargaba la prensa, y el dinero estaba
en manos de grupos bancarios a los que no les importaban las necesidades del
pueblo rumano, ni mucho menos su destino escatológico.
Tiempo mesiánico y tiempo histórico
Dado que la idea de una implicación de lo metafísico en lo histórico, bajo la
forma de mesianismo, es ajena al concepto de historia que hoy se tiene por
epistemológicamente correcto, y por lo mismo la mayoría de las personas no
sabe lo que significa realmente el mesianismo, cabe hacer algunas observaciones
al respecto antes de seguir con Codreanu y su movimiento.
Por mesianismo, dicho de modo muy general, debe entenderse la idea de que la
historia está espiritualmente orientada y tiende a la rectificación final de la
humanidad y el establecimiento de un tiempo nuevo caracterizado por la paz y
la concordia. Pero esa paz no llega sin una intensa lucha previa contra las
potencias del mal y la oscuridad que, antes de su derrota, alcanzan su máxima
expansión y poder.
Dicho sea de paso, esa percepción mesiánica de la historia se suele asociar ante
todo a los antiguos judíos y a los cristianos milenaristas, pero lo cierto es que se
encuentra en muchos otros pueblos. Y si se considera la idea en un sentido lo
bastante amplio puede decirse que ha estado presente en todas las culturas
tradicionales. En el Hinduismo, en el Islam, en el Budismo, así como en
numerosos mitos de los pueblos llamados “indígenas”, hay enseñanzas respecto
de un tiempo final de lucha y transformación seguido por un tiempo nuevo de
paz, armonía y justicia.
Ahora bien, la idea mesiánica tiene, al menos, dos acepciones que no
necesariamente se contradicen pero es necesario distinguir. Una acepción
general, de gran alcance, que concierne ya sea a un gran ciclo de la historia o a la
historia humana en su totalidad, y una acepción particular, de menor alcance,
que se aplica a momentos específicos de la historia. Momentos éstos que
pertenecen al ciclo mesiánico mayor pero no lo agotan. Se podría representar la
diferencia entre ambas formas de lo mesiánico como la que hay entre una
guerra y sus batallas. Las batallas no son la guerra en su totalidad pero la
encarnan en un momento y un lugar concreto.
Y de ahí proviene la pasión escatológica, la vivencia de que se está librando una
lucha extrema, trascendente y definitiva, que se suele constatar entre quienes
han luchado batallas históricas puntuales con una conciencia mesiánica de la
historia humana en general. La mentalidad secular, por desconocer la
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impregnación de lo eterno en lo temporal, suele ver la pasión de hombres como
Codreanu, o Tanaka Chigaku en el Japón imperial, y otros como ellos, como un
signo de "irracionalidad" y "fanatismo". Sin embargo, lejos de ser irracionales o
fanáticos esos hombres tenían una conciencia clara y penetrante sobre el
significado de su propio tiempo histórico. Desde su punto de vista el tiempo
mesiánico se expresa en el momento histórico y lo cualifica espiritualmente
más allá de las formas exteriores y contingentes del último.
En otra dirección, pero igualmente válida como ejemplo de la relación entre
mesianismo e historia, se pueden encontrar casos de mesianismo invertido. Es
decir, cuando la adulteración de lo mesiánico ha conducido en lo histórico a un
resultado opuesto al ideal redentor. Un ejemplo emblemático es la fundación del
estado de Israel. Pues el retorno a la tierra prometida, tarea que según la
tradición judía es propia del Mesías, fue concretado en el siglo XX por un grupo
de poder abiertamente secular. Por lo tanto dicho retorno no fue la
consumación de la esperanza mesiánica sino su profanación. De hecho así lo
entienden muchos religiosos judíos ortodoxos que niegan la legitimidad de
dicho estado y lo consideran traidor a la enseñanza mesiánica. Y el resultado de
una inversión como esa no podía ser otro que el que todo el mundo conoce: un
casi permanente estado de violencia, junto a la opresión y el abuso de pueblos
más débiles. Es decir, exactamente lo contrario a la paz y justicia profetizadas
por todas las tradiciones, incluida la del pueblo judío, respecto de la
consumación mesiánica.
El mesianismo legionario
Codreanu consideraba que el movimiento legionario tenía una misión redentora
y mesiánica. Y su tarea era conducir a Rumania hacia una transfiguración total
de todos los aspectos de la vida nacional. Por eso, hablando de la Guardia de
Hierro (Garda de fier), el brazo militar de la Legión de San Miguel Arcángel,
decía:
“La Guardia ha sido llamada por Dios que después de siglos de oscuridad y
opresión del pueblo rumano hace sonar la trompeta de la resurrección”
Así, en lo metafísico el objetivo era la resurrección de Rumania en el sentido
netamente cristiano de la palabra "resurrección". Mientras que en lo inmediato
y terrenal se trataba de una lucha de resistencia contra la secularización y de un
intento de restaurar el orden tradicional.
Secularización significa desacralización de la vida en todos los órdenes. Por eso
el avance de la secularización implicaba para los legionarios el socavamiento de
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las tradiciones ancestrales y de los principios religiosos rumanos. Significaba el
triunfo del individualismo por sobre la vida comunitaria, del utilitarismo por
sobre los valores trascendentes, la destrucción de la cultura tradicional, y el
abuso del pueblo por parte de los poderes económicos y sus agentes políticos.
Por eso en sus actividades concretas Codreanu y su gente lucharon en diversos
frentes simultáneamente:
En política contra el comunismo, el liberalismo parlamentario y la corrupción
de la monarquía (en tiempos del acomodaticio Carol II); en educación contra el
racionalismo de la ilustración y el avance del comunismo en la Universidad; en
lo rural contra la enajenación de la tierra; en lo económico contra la usura y por
devolver los beneficios del petróleo rumano al propio pueblo rumano; en lo
socio-cultural contra el individualismo y el internacionalismo; en religión por la
restauración de los principios cristianos y la defensa de la Iglesia Ortodoxa
Rumana; en lo militar contra las fuerzas de seguridad del gobierno, los grupos
comunistas armados y diversos mercenarios.
La Legión luchó también bajo las reglas democráticas -a través de su partido
“Todo por la Patria” (Totul Pentru Tara)- y venció en elecciones a todos los
partidos políticos. Pues la gente lo percibía como un movimiento recto en sus
principios, e inspirado por un auténtico amor a la patria, que buscaba el
saneamiento integral de la vida rumana, y por ello lo apoyaron masivamente.
El movimiento legionario chocó con durísimas resistencias en todos esos
campos, y tuvo que afrontar constantes persecuciones, intrigas, arrestos,
torturas y asesinatos mediante los cuales sus enemigos intentaban disuadirlos
de continuar con su misión. Y a la vista de la aparente desaparición del
movimiento hacia el final de la segunda guerra, podría pensarse que fueron
vencidos.
Sin embargo, desde el punto de vista escatológico desde el cual los propios
legionarios miraban la vida, y de acuerdo al alcance mesiánico que le asignaban
a su misión, puede afirmarse que triunfaron. Pues, desde su punto de vista, no
sólo cada legionario asesinado y cada batalla perdida en el mundo terreno
representa un trofeo ganado en el más allá, sino que toda su acción, incluidos
los intentos fallidos desde el punto de vista del éxito exterior, repercute a su
modo sobre el gran ciclo mesiánico y es parte de la liberación final de la
humanidad.
Dicho de otro modo, a diferencia de la política mundana que está siempre sujeta
a cálculo y cuyo éxito o fracaso se mide por resultados externos, la actividad de
los legionarios apuntó siempre más allá de su tiempo y más allá de este mundo.
De ahí el acentuado sentido del heroísmo y la vocación de martirio que se
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reconoce en muchos de sus discursos, cantos y comportamientos. Por ejemplo,
evocando los comienzos del movimiento, decía Codreanu:
"cualquiera que hubiese sido la suerte, la derrota o la muerte, la
habríamos bendecido, seguros de que había alcanzado sus frutos. Lo que
importaba era marchar.”
Y entre los mandamientos para la Guardia de Hierro se lee lo siguiente:
"Un legionario ama la muerte, porque su sangre servirá para dar forma al
cemento Rumano"
El Calvario
En 1938 el rey Carol II, intentando desesperadamente afirmar su poder,
proscribió a todos los partidos políticos e inició una brutal persecución contra
los legionarios. Más de 30 mil de ellos fueron arrestados y enviados a prisión.
Codreanu, junto con varios de sus camaradas, fue enviado a la cárcel de Jilava.
En los últimos meses de encarcelamiento antes de su asesinato, Codreanu
escribió un diario que constituye una suerte de testamento espiritual. En el
diario abundan referencias a circunstancias concretas de su confinamiento,
desde las penosas condiciones físicas del lugar y el modo en que se iba
deteriorando su salud, hasta detalles sobre las calumnias y trampas legales que
le tendían en el juicio al que fue sometido mientras estaba en prisión. Pero lo
más interesante del diario es, si se lo puede expresar así, su misticismo.
Aquí usamos la palabra "misticismo" por comodidad, pero lo cierto es que la
experiencia de soledad de Codreanu, su agonía, y su apertura hacia esa
dimensión escatológica que había permeado toda su vida, no se dejan encerrar
en una palabra clisé como es esa. En la cárcel Codreanu tuvo algunas
experiencias internas y visiones de las cuales dejó testimonio en el diario. Por
ejemplo, experimentó la presencia de legionarios que ya habían muerto para
este mundo, dialogó con ellos y rezaron juntos en comunión. Se lee en su diario:
“Todo el día estoy solo y hablo con nuestros muertos, ora a uno, ora a otro. Les
veo junto a mí, tal como eran vivos. Andan conmigo por la habitación, se
sientan sobre estas mismas tablas. La mayoría han pasado por Jilava: Moţa,
Marin, Ciumeti, el general, el señor Hristache. Siempre se hayan todos a mi
lado; cuando rezo, rezan ellos también."
Pero sin duda lo más significativo de todo es su íntimo acercamiento a
Jesucristo. Entre otras cosas escribe:
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"… veo a Nuestro Señor Jesucristo, tal como nos lo describe el Evangelio, igual
que si le tuviera a diez pasos de mí. Veo sus vestidos. Le veo cómo
avanza lentamente al frente de los apóstoles, cómo levanta el brazo, cómo
habla con ellos, cómo bendice a la multitud. Le veo cómo se postra en tierra y
suplica: „Señor, si es posible, haz que pase de mí este cáliz...'"
Y cuando evoca el Calvario, la vivencia de íntima proximidad que transmite es
tan marcada que sugiere una profunda identificación del propio Codreanu con
la Pasión de Jesús. Dice:
“Le veo débil, demacrado y benigno. Tiende su mano extenuada, sin fuerzas,
sobre el brazo de la cruz y dice a sus verdugos: „Clavad...‟ ¡Ay! Son momentos,
cada uno de los cuales parece un siglo. Ellos toman la mano. Aquí está el clavo.
Siente su primer contacto sobre la mano pálida. ¡El primer golpe! ¡El segundo!
Ya está su brazo clavado en la cruz. Dolores horribles le atraviesan el cuerpo.
Gritaría, pero tampoco para esto tiene fuerzas. ¡Gime!”
Y tras evocar el último suspiro de Jesús, Codreanu habla de sí mismo como
quien ha vivido el episodio junto a la Cruz :
“Y yo, de rodillas a los pies de esta cruz, desde la cual, saliendo de un
cuerpo de hombre, ha partido hacia Dios el alma de su hijo, rezo: „Padre
nuestro que estás en los cielos...‟”
Y continuación ora por sus compañeros de lucha y por su patria:
“Acuérdate de todos los míos. Recíbeles bajo tu escudo, perdónales y dales
descanso. Dales fuerza a los vivos y victoria sobre los enemigos, para el
florecimiento de la Rumania cristiana y legionaria y acercamiento a ti,
Señor, de nuestra estirpe rumana, en la esperanza de su resurrección.
Amén.”
Entonces la dimensión escatológica de la lucha legionaria es afirmada una vez
más:
“Resucitaremos, venceremos”
La muerte
Al poco tiempo el gobierno mandó a matar a Codreanu junto a otros trece
legionarios que también estaban detenidos en Jilava. La noche del 30 de
noviembre de 1938 el Capitán y sus camaradas fueron sacados de la prisión y
estrangulados a unos treinta quilómetros del lugar. Luego dispararon sobre las
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espaldas de sus cuerpos muertos para simular que habían sido abatidos en un
intento de fuga. Obviamente nadie lo creyó. Y debido a las presiones que hubo
dos protagonistas del crimen, el mayor Dinulesco a cargo del operativo, y un
subordinado suyo, confesaron la verdad.
La Legión de San Miguel Arcángel siguió viva más allá de la muerte de Codreanu,
y no dejó de presionar a Carol II hasta su abdicación. En 1940 se estableció un
Estado Legionario bajo el mando del general Antonescu que era afín a los
ideales del movimiento y había demostrado una gran estima por Codreanu. Pero
las relaciones entre los legionarios y el gobierno fueron difíciles y determinaron
la ruptura. Mientras tanto la guerra mundial avanzó, y en 1943 las tropas
soviéticas entraron en Rumania. En 1944 Antonescu fue derrotado.
El resto pertenece a la historia de la post guerra, es decir a la fase de
consolidación global del poder secular, de izquierda o de derecha, y la completa
desacralización del mundo.
Máximo Lameiro
Noviembre de 2016, Osaka.
Referencias
Las citas del Diario de la Cárcel las tomamos de la edición en español de
Kamerad (disponible en Internet). Esa edición incluye, además del Diario, una
introducción, dos textos a modo de homenaje, y el relato de Julius Evola acerca
de su encuentro personal con el líder de los legionarios y de sus conversaciones.
En español también se encuentra la: Vida y doctrina de Corneilu Codreanu, de
Tomás Escolar y Jesús Nieto, ed. Kamerad (disponible en Internet).
La cita de los mandamientos de la Guardia de Hierro la tomamos de la obra The
nest leader's manual (el manual para los líderes de "nidos" que eran las células
de educación y bases de actividad de los legionarios), traducción inglesa de un
manual legionario publicado en Bucarest en 1933 (disponible en Internet).
El resto de las citas las tomamos todas de la obra de Codreanu: For my
legionaries, versión inglesa del Pentru Legionari editado en Rumania en 1936.
Quienes entienden la lengua rumana encontrarán en la Pagina Românei
Nationaliste Libertatea muchos artículos, documentos y material audio-visual
sobre Codreanu y la Legión de San Miguel Arcángel: http://www.miscarea.net/
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Ícono ortodoxo de San Miguel Arcángel
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