FLORENCE THOMAS Florence Thomas, nacida en Rouen (Francia), es psicóloga y magíster en psicología social de la Universidad de París. Desde 1967 se encuentra vinculada a la Universidad Nacional de Colombia como profesora titular del Departamento de Psicología y es coordinadora del Grupo M ujer y Sociedad de la misma institución. Destacada por su actividad feminista en Colombia, Florence es asesora de organismos oficiales y no gubernamentales en el campo de los estudios de género y autora de los libros El macho y la hembra (Empresa Editorial Universidad Nacional, 1985), Mujer, am or y violencia (varios autores, Tercer M undo Editores, 1990) y Una apuesta femenina para term inar el siglo (en preparación), así como de numerosos artículos dedicados a problemática femenina y de género, publicados en revistas nacionales e internacionales. LOS ESTRAGOS DEL AMOR El discurso amoroso en los medios de comunicación UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA DE LA SERIE "PAREJA EN CAPURGANÁ". Acrílico sobre lienzo, 1.50 x 1.50 m. 1994 FLORENCE THOMAS LOS ESTRAGOS DEL AMOR El discurso amoroso en los medios de comunicación eu n editorial universidad nacional 1 5 2 .4 1 T456e Thomas, Florence, 1943Los estragos del amor: el discurso amoroso en los medios de comunicación / Florence Thomas. — Bogotá: Editorial Universidad Nacional, 1994. 220 p.: il. ISBN 958-17-0118-4 1. Amor. 2. Medios de comunicación de masas I. Tít. BEM - Sección Catalográfica U.N. © Florence Thomas © 1994, Editorial Universidad Nacional Apartado Aéreo 14490 - Tel.: 2448640 - Fax 2219568, Bogotá ISBN: 958-17-0118-4 Primera edición: octubre, 1994 Motivo carátula y láminas interiores: reproducción de pinturas y grabados de María de la Paz Jaramillo Preparación editorial: Editorial Universidad Nacional Impresión y encuademación: Editorial Nomos S. A. Bogotá, Colombia CONTENIDO INTRODUCCIÓN ..................................................................................... 11 DE LA CÓPULA AL AM OR.................................................................. 15 Delimitación del concepto............................................................... 15 Antropogénesis del a m o r ............................................................... EL AMOR Y SUS HUELLAS EN LA HISTORIA................................ 31 Eros o la pasión infinita ............................................................... 32 "Somos amados: el Ágape Cristiano" ...................................... 39 Algunas historias míticas del a m o r .................................. 46 EL AMOR COMO FENÓMENO CONSTITUTIVO DE LA SUBJETIVIDAD........................................................................... 71 Narcisismo, edipo y relación o b je t a l......................................... 71 Del enamoramiento al amar: funcionamientos vinculares.............................................................................................. 77 Ruptura y muerte del a m o r ......................................................... 81 Amor y g é n e r o ................................................................................. 84 Una síntesis: categorías y subcategorías................................... 89 MÉTODO........................................... 97 Consideraciones generales alrededor de la semiótica cultural y el análisis de contenido temático (connotativo)........................................................................................ 97 Universo de trabajo y corpus definitivo................................... 104 ANÁLISIS DE LOS DISCURSOS AMOROSOS................................... 111 El discurso amorosoen la c a n c ió n ............................... 111 El discurso amorosoen el consultorio sentimental radial .128 142 El discurso amorosoen revistas fem en inas................ El discurso amorosoen la fo to n o v e la ......................... 151 El discurso amorosoen la telenovela y en el dramatizado unitario........................................................ 165 7 El discurso amoroso en la publicidad (impresa y au d io visu al).................................................................. CONCLUSIÓN............................................................................................ REFERENCIAS........................................................... A N E *0 ........................................................................ LISTA DE FIGURAS YCUADROS........................................................... 8 177 191 203 209 215 AGRADECIMIENTOS Manifiesto mis agradecimientos a la Universidad Nacional y a Colciencias por haber financiado este trabajo sobre el amor en estos tiempos de violencia; también y especialmente a Nohema Hernández, sin quien nunca hubiera sido capaz de llevar a cabo este proyecto. Nohema, más allá de ser una auxiliar de investigación insuperable, entendió que su labor consistía también en animarme, corregirme, escucharme, criticarme a veces, frenarme y animarme nuevamente. A ella debo el hecho de que trabajar en este proyecto se volviera sinónimo de goce y placer. DE LA SERIE "PAREJA EN CAPURGANÁ". Acrílico sobre lienzo, 1.50 x 1.50 m. 19í IN TRODUCCIÓN E l h e c h o d e PERTENECER a l a ú l t i m a d é c a d a de este siglo nos da la posibilidad de captar con mayor claridad momentos fundamen tales del pensamiento científico desarrollados durante estos cien años. Momentos que, en cuanto a las ciencias sociales, bien podrían estar representados —entre otros— por los aportes de Marx, Freud, Lévi-Strauss y Lacan. Al citar a estos científicos no se pretende que este trabajo constituya una síntesis de su pensamiento; simplemen te se tiene la certidumbre de que se inscribe, de alguna manera, en los caminos que ellos trazaron. El principio subyacente a toda esta investigación sugiere que la realidad se oculta: observar y ver no es suficiente para comprender y, lo que aquí interesa captar, no opera por denotación sino por conno tación. Lo que se busca no es explícito sino implícito, no es comu nicado sino metacomunicado. Los fenómenos sociales, y en particular el lenguaje como uno de ellos, son verdaderos "fenómenos" en la acepción griega del término, es decir, apariencias detrás de las cuales debemos captar esquemas organizadores de otro orden, de otra lógica. Lo manifiesto, lo denota do, sirve de pantálla que oculta la realidad, esa realidad que no pue de escapar a leyes abstractas del pensamiento. Se trata, por tanto, de hacer un esfuerzo por romper con ese viejo positivismo que trata ba los hechos sociales como cosas; de dejar la descripción, la clasifi cación, el ordenamiento, la "cosificación" y llegar, a partir de una decodificadón, en nuestro caso más bien una transcodificación, al develamiento de algunas de las leyes o reglas del pensamiento, or denadoras de la realidad. 11 F lo ren ce T h o m a s El trabajo sobre los "discursos amorosos" es una contribución más a una línea de investigación abierta desde hace algunos años en el Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia; línea que pretende aclarar, desde una perspectiva semiológica, fenómenos psico-socio-culturales focalizadores de múltiples di mensiones explicativas de la práctica cotidiana de los seres humanos. Tales fenómenos se encuentran consignados en los numerosos discur sos difundidos masivamente por los medios (radio, prensa y televi sión) y, en consecuencia, están muy presentes en nuestro entorno, llegando a constituir verdaderos indicadores sintomáticos de aspec tos culturales colombianos de este final de siglo1. La pregunta central subyacente a toda esta investigación podría ser formulada de la siguiente manera: A partir del reconocimiento del amor como fenómeno esencialmente humano, y por ello provisto de una dinámica histórica, ¿qué mensajes psico-socio-culturales comu nican los discursos amorosos presentes en la cultura y específica mente difundidos hoy por los medios?, ¿qué propuestas hacen viables en relación con un saber del amor (nivel cognitivo), un vi vir el amor (nivel conativo) y un sentir el amor (nivel afectivo)? Mediante el análisis semiológico de algunos de estos discursos se pretende develar y explicitar elementos constitutivos de la diná mica actual del amor presentada por la cultura. Tal vez con un es tudio de tales características se contribuya a captar mejor de qué manera sucede esa transformación, específicamente humana, del sexo en sexualidad y amor, tan pronto aparecen con la hominización y la cultura, el lenguaje, el deseo y la carencia; ese encuentro a la vez tan particular y universal entre lo real, lo imaginario y lo simbólico que es el amor, esa nueva actividad psíquica que se in tegra al orden cultural en función de parámetros históricos, y que llega a constituir verdaderas prácticas éticas y relaciónales. 1. A este respecto se pueden citar, entre otros, los trabajos de monografía de: Fabio Buriticá, "Análisis semántico de los grafitis de los muros exteriores de los edificios de la Universidad Nacional (sede Bogotá)"; Patricia Rivas, "Análi-. sis ideológico de una 'novela de amor': Propuesta metodológica"; Jairo Rincón, "Análisis e interpretación del chiste en la radio colombiana"; Patricia Duarte y Marcos Vargas, "Análisis semántico de los discursos amorosos transmitidos en el programa radial 'Solución a su problema'", monografías dirigidas por Florence Thomas y disponibles en el Centro de Documentación de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. 12 Los E stra g o s d e l A m or Así podremos aprehender de esos discursos, por una parte, lo universal, lo eterno y lo mítico del amor y, por otra, la particular domesticación histórica propia de nuestro tiempo, de nuestra socie dad; la recuperación sui generis de este fenómeno y su adecuada (o no) "funcionalización" social; "la expresión de su dinámica históri ca", sin desconocer que lo uno —lo mítico, lo eterno— y lo otro —lo histórico, lo dinámico— están implícitos e intertelacionados en los discursos. Este trabajo explícita y pone de manifiesto lo metacomnnicado y devela los universos significados en los discursos amo rosos. 13 DE LA SERIE "PAREJA EN CAPURGANÁ". Acrílico sobre lienzo, 1.50 x 1.50 m. 1994 DE LA CÓPULA AL AMOR DELIMITACIÓN DEL CONCEPTO Si bien AQUÍ NO SE PRETENDE INVESTIGAR la experiencia amorosa en sí, sino en tanto discurso, considerando el am or ya mediatizado por el lenguaje y depositado en códigos específicos como los de la radio, la televisión o la prensa, somos conscientes de que para abordar la temática de los discursos amorosos se debe partir de la conceptualización del amor. Por eso, la primera tarea fue ubicar el concepto de amor, obje to de estudio tan fundamental (aunque tan ausente de las distintas disciplinas de las ciencias sociales) por determinar en gran medida nuestra identidad. De hecho, esa creación específicamente humana ha escapado casi del todo a los acercamientos científicos y a las elaboraciones teóricas y se ha refugiado en el arte, la magia y el mito, lugares privilegiados de su expresión, como si la sabiduría científica hubiera intuido lo difícil de tratar de escribir y aún más de describir lo imposible, dejando con bastante acierto esa tarea a la poesía o al mito. - Quizás el amor se asemeja a algunos animales que, tan pronto son capturados para observarlos, categorizarlos, relacionarlos, se mueren. La captura es su muerte. Sin embargo, y asumiendo desde ya el riesgo del reduccionismo y, peor aún, de la muerte de nues tro objeto, trataremos mínimamente de situarlo, asesorándonos del psicoanálisis y particularmente de los desarrollos lacanianos a tra vés de su retomo a Freud. El amor no sólo pertenece al orden simbólico sino que es cons titutivo de él, y cuando nos referimos al amor abandonamos por completo un orden biológico de interpretación, haciendo referencia 15 Flo ren ce T h om as a urt nuevo fenómeno, una nueva actividad psíquica que, por una serie de factores difíciles de precisar (algunos de los cuales aborda remos más adelante), complejizó el "sexo", la copulación y la crianza; desnaturalizó la actividad sexual, integrándola entonces a un nuevo orden de interpretación, un orden psicosocial que se ins cribe en un campo semántico-simbólico. En otras palabras, con el amor abandonamos el terreno árido y frío de la señal desencadenadora de respuestas, abandonamos el te rreno del determinismo, la lógica implacable de los tropismos, de los instintos y de las necesidades. Dejamos atrás esa relación per fecta de los animales que adhieren el uno al otro sin distanciamiento alguno, sin universo semántico ni hermenéutico, ,sin demanda ni deseo, pues son empujados ciegamente a la acción por la necesidad fisiológica, el instinto, el tropismo, frente a los cuales no pueden nunca oponerse, ni siquiera tomar distancia, sino sólo obedecer dentro de los límites de un determinismo biológico casi total. El orden natural es un orden sin lenguaje, sin representación, sin reconstrucción ni interpretación del otro; sin "otro", sin angus tia, sin historia. Los animales que conforman este orden se necesi tan por instinto, se buscan por sistemas de señales, algunos de ellos de una gran complejidad y de una asombrosa precisión. En la lógica de este orden todo está previsto, todo se repite, nada se crea, nada se historiza; no existe margen de libertad. Se acoplan únicamente para reproducirse. El macho y la hembra de la misma especie están hechos a la perfección el uno para el otro y encajan exactamente; cuando se acoplan están en lo que están, como los salmones que, un buen día suben el río y de manera perfectamen te civilizada, dice Lacan, "hacen el amor" y realizan así una rela ción perfecta2. Perfecta porque justamente su única manera perceptual y sensorial de habitar el mundo determina una relación sin amor, sin drama y sin semantización. Pero el recorrido hacia la humanización significó dejar esa tranquilidad plana que emana del instinto, del orden biológico, y pasar de la señal al símbolo, de la necesidad al deseo por me dio de la demanda. Significó entonces que el hombre nunca más 2. Citado en: Moshe Karjzman, M. "Ce n'est pas le tropisme qui guide nos amours". Le journal des Psychologues. 1986 (42), pág. 27. 16 Los E stra g o s d e l A m or se volvería a someter simplemente a la lógica de la racionalidad de las necesidades. Y es el deseo de trascender esa racionalidad lo que permitirá al hombre encontrarse con el amor. Con el instinto, el animal encuentra siempre una respuesta per fecta, satisfactoria, un objeto específico a su necesidad. A partir del momento en que abandonamos la pura necesidad para pedir algo "no previsto" por la biología, por el orden natural, para pedir de cierta manera un excedente, algo más, ninguna réspuesta podrá desde entonces adecuarse con exactitud a nuestra demanda. La de manda es ya el reflejo del ser carente y surge desde una dimen sión simbólica, gracias a la función del lenguaje. Con estas reflexiones queremos decir que no se puede ubicar el concepto de amor sin introducir el signo y el símbolo como de finitivos en ese particular acontecer amoroso; somos seres biológi cos, pero hablamos, y esto cambia todo. Esa nueva posibilidad, ese nuevo orden —el simbólico— en el cual el hombre se encuentra "inscrito" desde su nacimiento, impone una especie de desorden en esa asombrosa organización instintiva que siempre subyace al encuentro de los animales. A partir del momento en que surge el primer grito del peque ño humano es "interpretado" más allá de su estricta función de alerta, de señal, como actividad correctiva motora y recibe un exce dente de sentido por su integración en un espacio ahora simbólico, volviéndose demanda y más exactamente demanda de amor (esto es el excedente, el algo más), ninguna respuesta será la respuesta exacta que adhiere a esa demanda. El grito, que surgió como una necesidad, de hecho no tendrá respuesta por inscribirse en un or den de interpretación simbólica y, en consecuencia, por desencade nar significaciones más allá d e respuestas adecuadas. El recién nacido grita, pero su grito es mucho más que una se ñal, pues además de señalar una necesidad de alimento, de limpie za, de calor o, en general, un desequilibrio homeostático, su grito demanda. Y demanda a un otro que lo interprete, que lo signifique y que le dé de esta manera algo más. Que le dé amor, permitién dole así iniciar el camino de la construcción de su propia identi dad. El amor surge entonces desde una dimensión simbólica, en ese extraño lugar en donde empezamos a demandar y esperar del otro lo que no me puede dar exactamente, ni dar lo que no tenemos 17 F lo ren ce T h o m a s para el otro, pues ya no hay manera de adherir a él, ya no enca jamos, ya no existe un otro para mí porque el otro será siempre el otro de una demanda-deseo y nunca el otro real (que es el otro de los animales, ese otro no nombrado, no inscrito en un orden de in terpretación). Y el deseo nace justamente de la inadecuación con la necesidad. Así, el amor se volvió lugar de encuentro de lo real, lo imaginario y lo simbólico, síntoma transparente de nuestra desna turalización y de nuestra pertenencia definitiva al orden-desorden simbólico, huella de lo siempre imposible entre un sujeto amoroso y su objeto amado, motivo de infinitos discursos literarios, estéti cos, míticos, siempre iguales y distintos; objeto sospechoso y temi do por el discurso científico como si a través de él temiéramos enfrentamos con nuestra profunda alienación, con la certeza de lo imposible, y con la carencia que es, sin embargo, lo que instituye nuestra condición humana. ANTROPOGÉNESIS DEL AMOR Si el amor es constitutivo de una dimensión simbólica y se integra a ella, como lo pretendemos mostrar en este trabajo, reencontrar esa lógica de integración a lo largo de la historia —cuando ya el amor tiene historia— y re-trazar las condiciones de su emergencia pre histórica en la larga evolución del homo sapiens, se vuelve entonces una tarea que sobrepasa, por lo compleja e inmensa, nuestros lími tes y propósitos centrales. De hecho, esa lógica sólo tendría sentido y podría ser interpre tada en un espacio de representación y necesitaría, para explicitar sus principales leyes, los esfuerzos de especialistas de la paleonto logía, antropología, historia y literatura, entre otras, retomando por ejemplo el modelo abierto por Michel Foucault (1986). Sin embargo, y a pesar de ello, no pudimos resistir la enorme y peligrosa tentación de retroceder hacia el amanecer de la huma nidad (siete u ocho millones de años) y con extrema prudencia re coger algunos hechos que bien podrían representar "momentos" importantes y, por qué no, definitivos en relación con lo que lla mamos hoy el amor, en ese camino de la necesidad a la demanda y el deseo. 18 Los E stra g o s d e l A m or Es evidente —y queremos insistir en ello— que no se trata de dar una explicación única a un fenómeno que necesitó millones de años para su paulatina transformación. Sabemos que múltiples fac tores actuaron, no causal sino más bien circularmente, en una ca dena de interacción y refuerzos mutuos, en la cual cada factor ejerció un efecto sobre todos los demás. Cuando las huellas de ese remoto pasado son, en el mejor de los casos, sólo mensajes trunca dos (mandíbulas, pedazos de huesos, esqueletos incompletos y fósi les) lo único que se puede hacer es reconstruir algo "probable" que satisfaga "lógicamente" los datos actuales. Así, se presentan algunos hechos relevantes en relación con el amor, concepto que en forma breve ya se ubicó. Los hombres ya no copulan, "hacen el amor" y, sobre todo, "am an"3. Aman porque aparece un otro, no sólo como objeto de unión momentánea y esporádica sino ante todo como reflejo de la propia identidad, inseparable de la aparición de la conciencia de sí. Por tanto, cuando nos referimos al amor, queremos significar algo que engloba el sentimiento amoroso-erótico de adultos, en el senti do amplio al que aludimos como imperiosa necesidad del otro, ar ticulada por la demanda y el deseo, y pilar de la edificación de un yo. Edificación que sólo en una de las etapas de desarrollo del su jeto adquiere los matices propios del amor de objeto, definiendo así un sujeto amoroso y un objeto amado. En este sentido, todo amor de objeto sólo repite, con otro registro y con las especificida des del momento, la historia de esa primera "necesidad-demanda" del otro, de ese primer amor. El silencio casi total de los especialistas frente a la génesis del amor es una prueba de las innumerables dificultades existentes pa ra entender algo tan complejo como esta extraña y sui generis necesidad-demanda del otro y su obstinado camino hacia lo simbólico, alejándose paulatina pero definitivamente de los estrictos determinismos biológicos. Tales dificultades para entender las leyes que la regían y las éticas de comportamiento que generó, se pro3. Es evidente que estas expresiones, así como el concepto mismo de amor, nos remiten inevitablemente a condiciones históricas precisas y relativamente recientes, si consideramos la larga historia (en gran parte desconocida) de la humanización. 19 Flo ren ce T h om as fund izan cuando existen únicamente testimonios indirectos y vesti gios de una enorme fragilidad para su interpretación. Por tal motivo, sólo cuando el amor se hizo presente en los primeros discursos mitológicos, filosóficos, morales, religiosos, poé ticos y, en general, estéticos —en fin, cuando el amor comenzó a dejar huellas históricas—, fue posible decir algo distinto de los grandes hechos ligados al amanecer de la hominización, pues defi nitivamente el amor emergió tímidamente y bajo aspectos práctica mente irreconocibles con parámetros contemporáneos hace unos siete u ocho millones de años, cuando por razones ambientales los Australopithecus que vivían en espesos bosques africanos dieron lugar, de manera paulatina y después de millones de años d e'in tentos y combinaciones de azar y necesidad, al homo erectus en el Paleolítico 'Inferior. Ese hecho postural (pasar de una posición bípeda no perma nente a una posición erguida permanente), que dependió a su vez de una multiplicidad de factores ecológicos, de los cuales probable mente el climático fue el fundamental (aparición de una gran se quía provocada por el cambio del curso del gran Rift africano), tiene enormes connotaciones en el camino de la hominización-humanización, connotaciones que apenas se comenzaron a interpretar hace unas décadas (Figura 1). Efectivamente, los cambios que experimentó ese "animal verti cal" como lo llama Jacques Ruffié (1983), que tuvo que abandonar la vida arborícola y forestal para adaptarse a la vida sabánica, re correr enormes distancias para conseguir alimentos mientras lleva ba consigo a sus hijos, fueron tan profundos e innumerables, que le permitieron ocupar poco a poco un lugar singular en el mundo, gracias a la aparición de la conciencia generadora, a su vez, de un nuevo orden psico-social. Veamos entonces en qué sentido y dentro de qué límites pode mos decir que el bipedismo es el primer eslabón del amor. Varios factores están ligados a la posición erguida permanente Factores estrechamente ligados, interrelacionados y que bien po dríamos resumir de la siguiente manera: El desarrollo del encéfalo. El cráneo no es ya un apéndice en la extremidad anterior del animal, sino que aparece ubicado en la parte superior del cuerpo, lo que significa para la masa craneana un mejor equilibrio en cuanto a la repartición de los pesos y el he20 Los E stra g o s d e l A m or Figura 1 Principales estadios de la evolución de la “Rama Humana” 40.000 75.000 80.000 cu L i t Hombre moderno T U R A Sapiens - Sapiens HOMO Cro-magnon Neanderthal SAPIENS 200.000 ERECTUS Bipedismo permanente 2 . 000.000 3.000.000 Herramientas HABILIS Sequía (Sabanas) El gran Rift cambia su curso Cambio de condiciones climáticas Descubrimiento de Lucy 7-8.000.000 años (expitecantropo) AUSTRALOPITECUS Posición bípeda no permanente 21 Espeso bosque África F lo r en c e T h o m a s cho de abrirle posibilidades de crecimiento en todos sus diámetros. En otras palabras, el cambio postural significa un cerebro más im portante, tanto por su masa como por su estructura, que origina cambios no sólo en la motricidad sino en la percepción del espacio y del tiempo y en la aparición de centros de asociación muy com plejos. Poco a poco se aseguran nuevas praxias y gnosias, la am pliación de la memoria y la aparición paulatina pero fundamental —en relación con su poder de representación y transformación— del lenguaje (o auténtica habla), el cual acabará mucho más tarde por fijarse en la escritura. La liberación de los miembros superiores y la consecuente diferencia ción de pies y manos. La liberación de las manos, interactuando con el desarrollo encefálico, permite la aparición y complejización de una multitud de gestos voluntarios cada vez más minuciosos, y constituye además el punto de partida de la elaboración de un mundo de objetos que transforma el mundo "vital" del animal en un mundo "funcional" para ese nuevo animal vertical que es el muíante humano. No se trata solamente de "usar" utensilios-objetos (ya lo hacían los A ustralopitecus), sino de "fabricar" utensilios ad hoc, lo que origina un cambio fundamental, pues produce un significado que no tiene que ver en lo sucesivo con un código na tural. La señal es superada y, como dice Lorite Mena (1983): "Al fabricar objetos, el habilis fabricó significados e introdujo un campo semántico que la señal no podía 'transportar'. El objeto rompió la señal, liberó la significación." (pág. 201). La interacción permanente del bipedismo, del desarrollo del en céfalo, de la liberación de las manos, entre otros muchos factores tanto ambientales como motores, son los responsables de la apari ción paulatina de una auténtica habla y de lo que llamamos la conciencia refleja, dos particularidades esenciales del grupo huma no, del homo. Sin embargo, ahora hay que relevar dentro de otras transforma ciones resultantes del bipedismo, la evolución morfológica de la pel vis que, en relación con lo que nos ocupa, tiene efectos importantes. La evolución morfológica de la pelvis. La posición erguida-vertical provocó una modificación óseo-muscular de grandes consecuencias en el feto humano, que se vio así obligado a nacer demasiado pronto, pues sus dimensiones máximas estarían fijadas por la aper tura pélvica femenina, lo cual originó que las hembras dieran a luz 22 Los E stra g o s d e l A m or hijos prematuros, pero cuyo cráneo más pequeño podía seguir me jor el canal genital. A este respecto es interesante constatar que a pesar de un máximo de preparación fetal (con relación a otras es pecies), el pequeño humano nace con un mínimo de capacidad pa ra enfrentarse con el mundo, pero al mismo tiempo con una disponibilidad y plasticidad únicas, que se constituirán luego en su mayor ventaja. La resultante de esa "inmadurez-disponibilidad" del pequeño humano a su nacimiento es la aparición, tan necesaria como urgen te, de un nuevo claustro, esta vez extrauterino, que acoja la inma durez que lo limita. Este nuevo claustro de orden cultural le permitirá aprender a ser humano, pues si bien nació biológicamen te humano (el "animalito humano" como lo llama Lacan), sólo social mente aprenderá a ser humano. Gracias a ese nuevo medio, hecho de utensilios y técnicas, pero sobre todo de lenguaje, es decir, de posibilidades infinitas de expresión-representación, el animalito hu mano se volverá "animal simbólico", sujeto, en un mundo en el cual las cosas pierden su neutralidad y empiezan a "significar". El recién nacido se integra a ese mundo gracias a algo totalmente extraño al orden de la naturaleza, pues ningún recién nacido podrá sobrevivir a su profunda inmadurez, ni poner a su favor las enor mes ventajas de su especie, sin la introducción de una cantidad de elementos que tienen poco que ver con la biología. Necesitará ser sumergido en un mundo de representación en el cual surge, más allá de la necesidad, la demanda, el deseo y la carencia; en sínte sis, el amor. En caso de faltarle esa calidad del nuevo medio que lo acoge, pero sobre todo que lo ha deseado, que lo ha imaginado y proyectado en múltiples representaciones, en fin, que lo "existió" antes de nacer, el pequeño humano no se desarrollará y en mu chos casos no sobrevivirá. Es así como el orden social se filtrará hacia el recién nacido desde su primer grito. El amor en su sentido más amplio, es decir, esa fundamental "necesidad-demanda" del otro, integrada a un orden simbólico pa ra sobrevivir a ese terrible despojo vital del recién nacido en su nacimiento, fue una de las más bellas pero tal vez más comprome tedoras y dramáticas consecuencias del bipedismo. Esa nueva acti tud postural que había provocado durante millones de años múltiples cambios, entre muchos otros, el desarrollo del neocórtex frontal, parietal y temporal, la liberación y nueva especialización 23 F lo ren ce T h o m a s de las manos, así como la significativa transformación-reducción del anillo óseo de la pelvis materna, Son todos cambios que trans formarían definitivamente la condición de lo humano a partir de una triple mutación: física, sociológica y afectiva (Figura 2 y Cua dro 1). Cuando a Yves Coppens, uno de los más grandes especialistas en el tema, se le pregunta si no sólo el cuerpo del hombre sino también el lenguaje y la cultura serían productos de la sequía, res ponde que le parece una buena explicación, y añade: Pienso que también el amor es fruto de la sequía. Lógi camente la sequía acercó a los seres. Al inducir un em barazo más corto, obligó a la madre y al niño a permanecer más tiempo juntos. Esto, con la ayuda de la aparición de la conciencia, dio origen a la emoción y, tal vez, en la misma época, el hombre, el padre tuvo tam bién que acercarse a esa pareja madre-hijo, por lo menos durante el tiempo de una estación sexual. De este modo habrían aparecido simultáneamente los sentimientos entre los dos sexos4. De esta manera, el "mutante humano" no pudo sobrevivir sin demandar amor, si^i esperar algo más de lo que le podía garanti zar estrictamente la vida, algo no previsto por ella. Ya no espera sólo alimentación y protección como cualquier recién nacido de primates; espera algo totalmente extraño al orden de la naturaleza, asombroso y dramático a la vez, algo que marcará en gran parte la calidad de su desarrollo psicomotor y, particularmente, el sabor de sus amores futuros, algo que bien podríamos llamar "un otro para amar", un otro que lo ame suficientemente para proporcionar le una imagen de sí y permitirle, por medio de múltiples y singu lares actos psíquicos, su difícil y angustiante construcción como sujeto. Si bien se han resaltado algunos indicadores significativos de un momento de ruptura que se precisó a lo largo de millones de 4. Apartes de una serie de entrevistas que Yves Coppens, profesor del Colle ge de France, director del Museo del Hombre (París), realizó para la revista francesa L'Express, traducidas y presentadas en la revista Summa, enero 1990, pág. 85. 24 Los E stra g o s d e l A m or Figura 2 Consecuencias del bipedismo en relación con el surgimiento de la conciencia del otro y conciencia de sí SEQUÍA BIPEDISMO Modificaciones en las vías respirato rias, descenso de la laringe. Transformación del régimen alimenticio y mandíbula, etc. 1 Sexualidad perma nente. Copulación frontal, etc. 1 LIBERACIÓN DE LAS MANOS DESARROLLO DEL ENCÉFALO ' Nuevos aprendizajes Nuevas ejecuciones Ampliación memoria Experiencia previa etc. Conciencia Lenguaje = 80.000 añ os REDUCCIÓN DEL ANILLO PÉLVICO MATERNO Nacimiento muy temprano, pero mucha disponibilidad NECESIDAD DE UN MEDIO EXTRAUTERINO ► Cultura Primeras prohibiciones Ritos, pinturas, etc. = 70.000 años 25 Flo ren ce T h o m a s Cuadro 1 Principales diferencias entre homínidos y antropoides Antropoides Homo Vive exclusivamente en el suelo. Vive en los árboles o en el suelo. Bípedo. Bípedo. Forma parejas, tiende a formar familias nucleares. Sin parejas. Sin familia nuclear. Inmovilidad cada vez mayor de la hembra y de los jóvenes. Principio de hogar base. No hay hogar base. Se comparte la comida, uso y fabricación de herramientas. No se comparte la comida. Falta el uso de herramientas o es inconsciente. El cerebro continúa creciendo. El cerebro no crece más. Sexualidad continua, permanente. Sexualidad limitada al estro. Cuidados múltiples al niño. Cuidado individual al hijo. Tomado de: Johanson, D. y Edey, M. El primer antepasado del hombre, p. 239. años y que tienen implicaciones en relación con el surgimiento del amor, sigue siendo una tarea demasiado ambiciosa para los límites de este trabajo el entender con precisión y develar lo que generó esta ruptura como éticas de comportamiento y como complejización de la búsqueda y significación de "un otro para amar", ese "otro de deseo", los ritos, reglas, normas y en general prohibicio nes que se instauraron alrededor de las actividades sexuales duran te otros tantos millones de años hasta que se precise una historia. Una vez más se destacarán sólo algunos ejes de reflexión. 26 Los E stra g o s d e l A m or Es evidente que a partir de la ruptura marcada por la apari ción de un nuevo orden, el orden psico-social acompañado del len guaje y de la conciencia de sí, las señales de atracción y las instancias de control cambian también de registro; se "socializan", se "simbolizan". De un código natural pasamos a códigos sociales que liberan, de alguna manera el deseo y el placer, los cuales en su configuración misma aparecen como culturales, en cuanto orden simbólico no-orgánico. En el momento en que se pasa de una práctica sexual cí clica [ordenada por un ciclo de celo] impulsada por una codificación orgánica, a una sexualidad crónica [desapari ción del ciclo de celo con el Homo] motivada por un deseo canalizado a través de una condición objetal [sim bólica], se ha realizado la transición de la presentación del "otro" como soporte de unión estable, como reflejo de la propia identidad (Lorite Mena, 1982, pág. 239). Es interesante anotar, como lo señalan algunos paleontólogos y antropólogos, e incluso filósofos como Georges Bataille, que las pri meras huellas que nos dejó esta prehistoria del hombre son de control y de restricción social. En el momento en que nos alejamos de los estrictos controles y determinismos biológicos y sujeciones del entorno, el contexto humano, social y cultural, esta vez creado por nosotros mismos, nos impone nuevas sujeciones. Las primeras que encontramos se ubican alrededor de dos acontecimientos: la muerte y la sexualidad. De hecho, se sabe ahora que ya el Neanderthal (¿80.000, 100.000 años?) enterraba a sus muertos, y por las huellas encontra das se puede deducir que fue probablemente la prohibición más antigua y universal que caracterizó a lo humano. Sin embargo, y a pesar de que las prohibiciones alrededor de la actividad sexual y del amor no dejan huellas sino en el Paleolítico Inferior con las primeras manifestaciones del arte, sería lógico pensar que aparecie ron simultáneamente con aquellas referidas a la muerte, puesto que cuando ya el otro existe como otro, soporte de mi identidad, y cuando se inicia el deseo de ese otro en una dimensión simbólica, que debe sustentar la emergencia de la afectividad como algo espe cífico y distinto de una simple atracción cíclica y orgánica, enton27 F lo r en c e T h o m a s ces debe existir también una especie de valor social del "otro" que "ya no está ahí", dando así paso a la socialización de la muerte. En este sentido, la aparición del otro como objeto de deseo, la socialización y el control de este deseo, y la conciencia de la muer te, tendrían el mismo origen histórico. Como nos lo explica Bataille (1957), el hombre sale de esa metamorfosis trabajando, entendiendo que se moría y descubriendo una sexualidad vergonzosa de la cual nacerá el erotismo. De tal modo que ese hombre que se pierde en las tinieblas del tiempo, tuvo desde hace mucho tiempo la conciencia de pertenecer a dos mundos que conformaron dos órdenes: el natural y el cultu ral, entre los cuales su vida se desgarra. Con esta conciencia, todo lo que construirá y edificará será en el sentido de una complejización de su "ser en el mundo", aleján dose lenta pero definitivamente de ese orden natural y de su vio lencia que lo asusta y lo fascina a la vez. Por eso interpondrá barreras, restricciones y reglas para no volver al estado de violen cia natural, aunque éstas dejan siempre la posibilidad para la transgresión. En su trabajo sobre el erotismo, Georges Bataille desa rrolla una teoría en relación con el objeto de las prohibiciones y muestra cómo el objeto fundamental de las primeras restricciones humanas es la violencia; la necesidad de alejarse de la violencia del curso natural de las cosas4. El hombre se vuelve así un animal "prohibido" frente a la muerte y a la sexualidad. Lo será en mayor o menor grado, y con leyes lógicas de expresión distintas según lugares y tiempos, pero siempre frente a la muerte y a la sexualidad su reacción difiere fundamentalmente de la de los animales. Hoy se sabe, además, que estas dos grandes prohibiciones son universales y sólo las prohibiciones particulares serán los aspectos variables de aquéllas. Con ello queremos decir que la prohibición del incesto, por ejemplo, tan estudiada como polémica, no es sino un aspecto de la prohibición que la engloba, cuyo objeto es la sexua lidad. A partir del camino abierto por Lévi-Strauss, el estudio de las variedades existentes se tomó en una verdadera ciencia y permitió 4. Es necesario señalar que nunca Bataille, en su obra sobre el erotismo, da una definición de lo que llama la violencia del orden natural. 28 Los E stra g o s d e l A m or develar las estructuras subyacentes a una enorme diversidad que a primera vista sólo denotaba confusión. De todas maneras, y a medida que nos acercamos al hombre histórico, los puntos de referencia se hacen paulatinamente más claros. Existen cada vez más "pistas" para descifrar y decodificar posibles interpretaciones de los encuentros y de los papeles respec tivos del hombre y la mujer en su manejo del deseo del otro. Sin embargo, es necesario esperar todavía bastante para llegar a cono cer a través de los discursos de la historia su manera de amarse o, más exactamente, sus representaciones del amor, sus expresiones del amor, y así poder empezar a esbozar algunas éticas de com portamiento tejidas alrededor de él. 29 Efraín y María. (DE LA SERIE "DE AMORES Y AMANTES"). Acrílico sobre papel he cho a mano, 0.70 x 0.50 m. 1991 EL AMOR Y SUS HUELLAS EN LA HISTORIA u n q u e e l a m o r s e a e n ú l t i m a i n s t a n c i a "aquello que no cesa de no escribirse", como dice Lacan, hombres y mujeres de Occi dente, con mayor claridad tal vez a partir del Eros griego, han en tretejido muchas palabras, muchos discursos como puentes entre sus carencias y deseos, sus placeres y amores. A En este aparte se recogen algunas de estas palabras de amor, reconocidas como discursos míticos que resumen, dentro de sí, ma neras de decir y modos de aproximación a las dinámicas del senti miento amoroso en momentos históricos particulares. Pero si el amor —como cualquier otro fenómeno humano— no escapa a una inserción ética representada por una determinada or ganización de la existencia enmarcada en las formas dominantes de la sociabilidad, sería arriesgado aproximarse a algunos discursos que ha inspirado sin antes expresar algunas ideas acerca de las dos éticas más reconocidas e influyentes frente al amor en Occi dente: el Eros griego y el Ágape Cristiano. Por eso, antes de pasar a "releer" algunos mitos del amor, es importante, sin adentramos en una extensa consideración de lo que sea o no la ética, mostrar que el amor se constituye como inquie tud ética problemática, en relación con la cual el ser humano (co mo grupo o individualmente) se fija reglas de conducta con el fin de buscar transformaciones en sí mismo que correspondan a deter minados valores y criterios1. 1. Frente a las "problem atizaciones" éticas de los placeres, confrontar Fou cault, 1986. 31 Flo ren ce T h o m a s A continuación se hará una síntesis sencilla de los plantea mientos generales que se han elaborado frente al Eros y al Ágape en tanto dos grandes "problematizaciones" que se suceden, se complementan, se oponen y se diferencian frente al amor, pero que de una u otra manera siguen habitando nuestros sueños de amor como una especie de "arqueología social" inevitable. EROS O LA PASIÓN INFINITA2 Antes de que Sócrates hiciera bajar la filosofía del cielo a la tierra por medio del paso del discurso mitológico al discurso filosófico convirtiendo al Eros, o más bien a la "erotike", en una "ciencia-ética", cuyo principal objeto es el conocimiento del hombre, encontra mos al Eros como mito del amor. Efectivamente, los primeros discursos sobre el amor son mitológicos y, como se sabe, la mitología griega está llena de acontecimientos amorosos, en los cuales se com prometen muchos dioses, hombres y mujeres, "víctimas" del Eros. Por eso, antes de llegar a los grandes diálogos platónicos con sagrados al Eros, se quiso examinar el mito Eros tal como lo cono cemos a través de Hesíodo (VID a. C.), quien de alguna manera nos presenta, como lo dice Guiraud (1960), éste al que suele lla marse el primer Eros, pues de hecho y conforme a lo que es mito, Eros tendrá varias genealogías. Hesíodo, citado por Guiraud (1960), nos dice: Al principio era el Caos, el espacio inmenso y tenebroso; después apareció Gea, la Tierra de amplio pecho y, fi nalmente, Eros, "el amor que dulcifica las cosas" y cuya 2. N os parece importante hacer, en relación con el término 'Eros', una anotación relativa al vocabulario. Los griegos disponían de numerosos términos para designar y precisar la clase de sentimiento de atracción y afecto entre dos personas, frente a los cuales nuestros idiomas modernos dan una impresión de enorm e reducción y pobreza. Efectivamente, según Robert Flageliére (1960), se encuentran cuatro especies de "philia": la "physike" o "philia" parental o natural; la "xenike" o "philia" por los huéspedes (que nos recuerda la gran virtud de hospitalidad de los griegos); la "hetairike" o "philia" entre amigos (la amistad propiamente dicha) y finalmente la "erotike" o "philia" amorosa entre personas del mismo sexo o de sexo diferente. Además, y para matizar, la "philia" o la "erotike" tenían otros términos tales com o la "eunoia" (servicialidad), el "phatos" (el am or de deseo), la "charis" (el am or de reconocimiento y de complacencia) y la "m anía" (la pasión desenfrenada). 32 Los E stra g o s del Am o r acción fecundante va a presidir, en lo sucesivo, la forma ción de los seres y las cosas (pág. 114). Ese Eros de Hesíodo tiene un valor metafísico: representa una fuerza de atracción, unión y creación entre los seres, mientras que el Eros de las leyendas posteriores será presentado a menudo co mo el más joven de los dioses, armado del arco y la flecha cuyos disparos "encendían en los corazones el fuego de la pasión amoro sa" (Guiraud, op. cit., pág. 184). Vemos — además de la evocación de la eterna juventud de todo amor profundo— un amor inspirado fuera de sí, como fuego que apunta al corazón, de manera azarosa, caprichosa, y un órgano de receptividad: el corazón. Más tardíamente, según la mitología griega, sabemos que Eros y Psique (que significa alma) se encuentran. Psique, mortal y de una gran belleza, despierta los celos de Afrodita, quien encarga a Eros, su hijo, castigarla por su belleza: deberá ser vestida con sus mejores galas para un matrimonio fúnebre con un monstruo vola dor. Así se hizo; su propio padre la lleva a la cima de una mon taña y la deja allí sola a la espera de que se cumpla su destino. En la noche aparece un ser misterioso que le dice ser su destinado esposo: "Psique no veía su rostro; sólo oía su voz, que le pareció suave y sus palabras llenas de ternura" (Guiraud, pág. 185). Este desaparece siempre antes del amanecer, pero desde un comienzo ha hecho jurar a Psique nunca intentar verle el rostro. Su "felicidad prolongada" —según el texto— se interrumpe cuando a instancias de sus hermanas, "devoradas por los celos", quiere contemplar al amado. A la luz de la lámpara, Psique ve, dormido al lado de ella, un bello adolescente. Desafortundamente, la mano de Psique tiem bla y una gota de aceite caliente cae sobre Eros dormido, quien se despierta y desaparece reprochando a Psique su falta de fe. Empieza entonces la desdicha de Psique, víctima de la ira de Afrodita, quien le impone tareas cada vez más difíciles para atormen tarla. Tiene incluso que descender a los infiernos; pero logra superar todas las pruebas. Eros, quien no pudo olvidar a su amada, finalmen te se conmueve por su arrepentimiento y ruega a Zeus desposarlo con ella. Zeus accede y además concede a Psique la inmortalidad. En este primer mito de Eros encontramos una cantidad de ele mentos significativos en relación con una dinámica amorosa. De hecho, nos presenta de entrada una situación de rivalidad entre 33 F lo ren ce T h o m a s dos mujeres de origen muy desigual: Psique, mortal y bella, dema siado bella, y Afrodita, diosa inmortal. Psique será víctima del po der de la diosa y Eros será el "instrumento" de su castigo. El oráculo-destino es inexorable, pues Psique encuentra el amor, un amor cuya fuente es la palabra. Ella intenta, sin embargo, romper la simbiosis inicial para "conocer" el amor a través de la mirada. Es castigada; el amor desaparece y hará el duelo por abandono, soledad y sufrimiento. Eros, quien había sido instrumento de ven ganza y poseedor sin consentimiento previo, aparece al final del mito transformado en salvador, redentor de las "culpas" de Psique, las cuales son en realidad los celos de Afrodita, doblemente celo sa: como mujer, de la belleza de Psique, y como madre, del amor que Psique inspira a su hijo Eros. 1 Desde el punto de vista aquí asumido, en este mito Eros sim boliza el amor y Psique el alma que aspira a conocer este amor, más allá de la palabra. La noche representa para los amantes la prohibición del conocer, inicialmente aceptada. Se han mirado sin verse, sin conocerse. El final de la fusión está siempre amenazado por la confrontación con la realidad. Descubierto, "el amor" huye; el alma, la conciencia, conoce en soledad. Sin embargo, Eros tam bién sufre, desea y necesita la presencia de Psique, pero ahora de cara al mundo. El amor de los amantes es finalmente aprobado por la ley del Padre (Zeus) y Psique recibe dos muy significativos premios: la inmortalidad y el esposo amado. Deseo y conciencia están reconciliados: "El amor todo lo-cura". Aunque parezca irreverente decirlo así, el mito se asemejaría a la trama de una fotonovela o telenovela y, si bien oculta otros sen tidos filosóficos muy importantes, desde el punto de vista del refe rente en cuestión, la historia de Eros y Psique es también una historia de enamorados transgresores. Historia en la cual Eros cas tiga y perdona, hace pecar y salva, se vuelve redentor. Eros es el amor y es el patriarca; es la libido masculina; es inmortal y es dios. Psique es la enamorada, pero también la mujer que sólo será redimida por el amor luego de mucho sufrimiento. El Eros griego se amplía y se diversifica con El banquete, cuyo O título completo es realmente El banquete o del amor . A este texto se 3. Platón, El banquete, prólogo de Augusto Salazar Bondy, 2a. ed. Lima: Uni verso S.A., 1970. 34 Los E stra g o s d e l A m or le denomina también Simposium, y constituye, según el prologuista, "una de las más notables obras de la madurez de Platón". Este banquete es una comida a la que sólo asisten hombres y en la que el licor circula abundante y generoso. La comida y la bebida se mezclan y los participantes se inspiran y con diferentes intenciones y métodos, inician y desarrollan sus discursos sobre Eros. Como ya se vio, y como lo expresan varios hablantes, Eros tie ne su anclaje en la mitología, pero en este banquete se sellará su emancipación de ésta para incorporarlo a los dominios de la filoso fía. Se evidencian entonces tres significaciones del amor: amor a los jóvenes, amor al Bien y amor al discurso verdadero. Ahora se resaltan algunos elementos centrales en esta posición ética platónica frente al amor, a título de descripción y reordena miento, según una lectura que se adecúa a los objetivos de este ca pítulo y del trabajo. Eros es el amor de alguna cosa, Eros desea la cosa que ama porque es algo que le falta: "el que desea, desea lo que no está se guro de poseer, lo que no existe al presente, lo que no posee, lo que no tiene, lo que le falta" (Platón, 1970, pág. 126). Tales pala bras parecerían constituir la primera definición del objeto amoroso y el planteamiento claro de la relación entre el amor y el senti miento de carencia básico con el deseo de 'completud' que marca la subjetividad humana. Este reconocimiento es resultado de un camino largo y tortuo so de búsquedas, camino que en cierta manera es representado por los discursos primeros de El banquete. Fedro, Pausanías, el médico Euximaco, Aristófanes y Agatón, cada uno a su manera, recogen precedentes del pensamiento platónico. En su conjunto, estos dis cursos, que evidencian el vuelco del discurso mítico al discurso fi losófico, traducen una historia de las actitudes y de los discursos frente al amor; "desde que existe, Psique sólo habla y se manifiesta en el amor." (Kristeva, 1987, pág. 51) La mayor parte de estos discursos rinden tributo al amor por los jóvenes, aunque Pausanías y Aristófanes aluden a que también concierne a las mujeres. Un elemento les es común: el esfuerzo y la insistencia en diferenciar un tipo de amor que inspira sólo ac ciones bajas, que es "el que aspira sólo al goce sin importar los medios", dando preferencia al cuerpo sobre el alma, y aquel otro 35 F lo ren ce T h o m a s tipo de amor que tiene como fin el amor por la sabiduría y la vir tud, amor sublime, amor al que aspira el filósofo. Vista así, la aspiración a la perfección y a la sublimidad se afirma para los griegos en todas las posibilidades humanas que pa recen alcanzarlas: la belleza, la juventud, la virtud, la armonía, la honestidad, la circunspección, la templanza, la justicia, en fin, la aspiración humana al supremo bien, a la inmortalidad y a la felici dad perfecta. El amor llena el abismo entre las "acciones bajas" y la "bon dad suprema" que subyace a cada ser. Para abarcar este espacio, el amor asume entonces en el discurso platónico la palabra de una mujer: Diotima de Mantinea. En su ausencia (ella no fue invitada a esa comida de hombres...), Sócrates hablará por ella y nos contará cómo, por medio de un método que no implica la destrucción de alguno de los términos, el amor no es ni bueno ni bello, ni pobre ni rico, ni ignorante ni sabio, ni mortal ni inmortal; en una dialéc tica que no es la del sí o el no, o de las oposiciones excluyentes, devela a Eros como "una cosa intermedia entre lo mortal y lo in mortal (...) es un gran demonio"4. Cosa intermedia, como un tercer elemento, que está siempre ahí y que permite la progresión hacia una perfección de y en el Amor. Mediador por excelencia, este daimon (demonio) está entre, lo nunca agotado, lo nunca cumplido, lo que siempre deviene; concepto éste de mediación que llena el in tervalo cielo-tierra. Eros no es entonces un dios sino un gran de monio, y los demonios en este discurso son los que ocupan un lugar intermedio entre los dioses y los hombres: son intérpretes y medianeros, o "el lazo que une el gran todo". Llenan el vacío para constituir la unidad total; así, amor y alma se hacen indisociables, Eros y Psique legitiman su complicidad. Esta posibilidad de Eros está dada por la historia de sus oríge nes y nacimiento. Eros es concebido el mismo día en que nació Afrodita: hijo de Penia (la pobreza, la carencia), quien aprovecha la 4. Según el texto griego, todo demonio ocupa un lugar intermedio entre dio ses y hombres y su función es "llevar al cielo las súplicas y los sacrificios de estos últimos, y com unicar a los hombres las órdenes de los dioses y la rem u neración de los sacrificios que les han ofrecido (...) De ellos procede toda la esencia adivinatoria y el arte de los sacerdotes con relación a los sacrificios, a los misterios, a los encantamientos, a las profecías y a la magia (...) los demo nios son muchos y de muchas clases..." (pp. cit., 1970, pág. 129) 36 L o s Estr a g o s d el Am o r embriaguez de Poros (la abundancia, el recurso) para unirse a él. Su filiación es también, por consiguiente, de intermediario. Poros y Penia engendran a Eros, el cual vive en la pobreza y la carencia, pero aspira y busca permanentemente lo bueno y lo bello; todo lo que adquiere lo malgasta sin cesar, no es nunca ni rico ni pobre. El filósofo ocupa también un término medio entre la sabiduría y la ignorancia. Si el amor poseyera todo lo que desea, no desearía más. La carencia es necesaria para seguir deseando, pero si no tuviera nada que ver con las cosas bellas y buenas, tampoco las podría desear, es por esta razón un intermediario: el amor es demoníaco5. El amor, además, no es "lo que es amado", el objeto de ese amor; tampoco es quien ama; el amor es "lo que ama", es en la actividad del sujeto amoroso donde se constituye el sentimiento amoroso. Para Platón el amor es a la vez principio motor y principio de conocimiento. Reúne en él hacer y saber; nos da pues la posibili dad de liberarnos del mundo de lo concreto, de lo sensible e in mediato, pero también de lo individual; se presenta la búsqueda humana de la inmortalidad y la universalidad. En este caso, la belleza no es el objeto del amor sino la gene ración y producción de esa belleza. Lo mortal participa de lo in mortal en el cuerpo cuando se renueva en otro cuerpo y otros seres son fecundos con el espíritu produciendo sabiduría, como hi jos simbólicos. Tal aspiración a la perfección es lo que sublima el amor, "el Amor sólo es sublime cuando se acuerda de lo divino: de la per fección" (Kristeva, 1987, pág. 57). El discurso filosófico platónico no desconoce la lucha dominante-dominado que conlleva la relación amorosa, sus componentes de engaño, de dominación, de esclavi tud, sino que los elabora otorgando lugar de privilegio al diálogo. La palabra dialógica, la lucha de los discursos se erige como "prueba de lo verdadero frente al otro en una dinámica compleja que pretende tomar distancia del tener para lograr el acceso al sa ber y al ser." (Kristeva, 1987, pág. 58) 5. El concepto de 'demonio' tiene para los griegos una significación bien dis tinta de la adquirida y generalizada más tarde dentro de la ideología cristiana occidental. 37 Flo ren ce T h o m a s Esta concepción daimónica, fusionante de El banquete tiene pun to de partida en el mito narrado por Aristófanes acerca de la exis tencia de una anterior naturaleza humana en la que había tres clases: los dos sexos conocidos, más un tercero compuesto por am bos y llamado andrógino que reunía el masculino y el femenino. El sol producía lo masculino y la tierra lo femenino, la luna en gendraba el tercero, participando de tierra y sol. Estos últimos se res, esféricos y dobles, concibieron la idea de combatir con los dioses, y Zeus para castigarlos los separó en dos mitades; ellos, antes plenos de sí mismos, vivieron luego en un ardiente deseo de unidad, buscando ansiosamente la otra mitad de la que habían si do separados. Su deseo más profundo era "estar imido y confundi do con el Objeto Amado, hasta no formar más que un soloser con él." (Platón, 1970, pág. 117) Aristófanes presenta así, en el diálogo, la dinámica del amor que aspira a la fusión, con la dinámica del deseo de que el otro, el objeto, nos proporcione la otra mitad denosotros mismos, nos llene el vacío, la carencia. Es una posibilidad que podemos experi mentar hombres y mujeres si, gracias al amor, encontramos cada uno nuestra mitad, en la posesión de la persona que se ama, se gún se desea, para, finalmente, después de esta vida ser restituidos a nuestra naturaleza primitiva. "El andrógino no ama, se mira en otro andrógino y no se ve más que a sí mismo, redondeado, sin defecto, sin otro" (Kristeva, 1987, pág. 60). Es el imposible amor fusional y narcisista; la otra mitad es parte de nosotros mismos, del deseo dramático de volver a "ser uno con el todo", a la unión simbiótica, perfecta en el útero materno. El andrógino niega la diferencia, "tiene miedo a la pala bra que distancia, corta y establece la diferenciación." (Ibid., pág. 61) Enriquecido con estas miradas, el Eros griego propone plantea mientos de dinámicas complejas, que a modo de síntesis podría mos resumir así: - Es un amor de carácter ascendente. Se dirige del mortal en un movimiento de ascenso hacia el objeto amado y deseado que es la aspiración a la inmortalidad, a la verdad y a la sabiduría supre mas. - El amor es el medio para aproximarse a la divinidad, a la su blimidad máxima. 38 Los - - - E stra g o s d e l A m or Se aspira por este medio a la fusión total con la divinidad, a ser-uno-con el todo, con el ser-uno-universal, en una elevación gradual que debe llevar a la unidad. La búsqueda del amor-unión es una aspiración a la unidad mís tica con la divinidad, que se convierte en un amor-fusión. Es un amor-mérito, que aspira a la felicidad y a la eternidad en un movimiento sin retomo. Este amor asume el cuerpo, un cuerpo erotizado, pero que al mismo tiempo es considerado como el que aprisiona al alma en las pasiones bajas. Visto así, el objeto final de esta dialéctica del Eros es la no vi da, la muerte del cuerpo. El simbolismo supremo de este amor-Eros es entonces la pasión infinita del alma en busca de luz divina. En este contexto, la sublimación resulta una forma de evasión ilusoria, que está más allá de la vida concreta. "SOMOS AMADOS": EL ÁGAPE CRISTIANO6 Sería imposible adentrarse en el Ágape Cristiano sin antes detener se, aunque brevemente, en El cantar de los cantares7. En efecto, des de el punto de vista de la problematización ética del amor, se sabe que el Ágape necesitó siglos para constituirse en su forma más acabada. En este sentido es reconocido por diversos especialistas que El cantar de los cantares (que hubiera debido traducirse más bien según ellos como "el más bello de los cantos") representa, 6. Para realizar esta síntesis del Ágape Cristiano nos basamos principalmente en los textos bíblicos (Antiguo y Nuevo Testamento, versión directa de las lenguas originales* hebrea y griega al castellano, por E. Nácar y A. Colunga, Madrid: Ed. Católica S.A., 1966). Sabemos que dichos textos conocieron múl tiples interpretaciones sucesivas desde los Primeros Padres de la Iglesia en los siglos n y m, San Agustín en el siglo iv hasta el siglo xn, a veces llamado el siglo amoroso con San Bernardo dé Clairvaux, Abelardo y otros monjes que imponen poco a poco la idea del hombre como sujeto amoroso, mientras toda una doctrina mundana del amor, conocida como "amor cortés" florecía en boca de los trovadores. 7. Consultamos la versión que aparece en la Sagrada Biblia de Nácar y Co lunga, contrastándola a veces con la de Fray Luis de León (El cantar de los can tares, Salamanca: Sígueme, 1980), y de Blas Arminjon (La cantata del amor, prefacio del cardenal Henri de Lubac, Medellin, S.A.). 39 Flo ren ce T h o m as tanto en el campo literario como por su inclusión en el mensaje bí blico, un momento fundamental de este proceso. Sin embargo, tanto los orígenes de El cantar como los criterios de su inclusión en la Biblia han dado lugar a múltiples discusiones y análisis que han llegado a plantear tradicionalmente dos tesis fundamentales y opuestas: la primera enfatiza el sentido original del canto como sexual y profano, el cual es necesario descartar pa ra desarrollar una interpretación alegórica sacralizada. La segunda afirma que el sentido original es alegórico y sagrado, y que sólo si éste se olvida, se encuentra el sentido sexual, sensual y profano. Hoy se trata menos de oponer sentido literal y sentido espiri tual para afirmar que el sentido espiritual está en el sentido literal. No habría —como nos lo muestra Daniel Lys (1968)— dos sentidos posibles sino uno solo: "el amor humano en el lenguaje del amor divino" (pág. 55). La estructura literaria de El cantar difiere considerablemente del resto del género presente en la literatura bíblica. Se subdivide en siete poemas o cantos que, al parecer, corresponderían a la distri bución de los siete días de las fiestas nupciales en Oriente. Las interpretaciones más modernas de los especialistas atribu yen su composición, en general, a la época del Rey Salomón, hijo de David (1.000 a. C.). Incluso se piensa que el libro cantaría los amores de Salomón con la sulamita hija del faraón. Algunos auto res contemporáneos citados por Kristeva (1983) sugieren esta hipó tesis, atribuyéndole además cierta influencia religiosa india sobre la civilización hebrea, lo cual se refleja en diversos aspectos: el sujeto principal de la enunciación es una mujer; la nota dominante del sentimiento amoroso es la languidez y la sensualidad de la aman te, lo que asimila El cantar a la poesía Tamil y, finalmente, este sentimiento está muy individualizado y asumido por sujetos autó nomos y libres. Sin embargo, El cantar es ante todo una cantata del amor pro fundamente humano, donde los sujetos amorosos aspiran a la fu sión por medio de un lenguaje que refleja tensión y goce, repetición e infinito como todo lenguaje amoroso, que utiliza múl tiples metáforas tomadas de la naturaleza y de la vida cotidiana de los protagonistas para dejar hablar sus sentidos, que prefigura muy a menudo los caminos que seguirá el amor, más adelante, de los místicos a los románticos: 40 Los E stra g o s d e l A m or ...son tus cabellos rebañitos de cabras que ondulantes van por los montes de Galaad. Son tus dientes cual rebaño de ovejas de esquila que suben del lavadero, todas con sus crías mellizas, sin que haya entre ellas estériles... (Canto Cuarto) ...qué bellos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe! El contorno de tus caderas es una joya, obra de manos de orfebre. Tu ombligo es una ánfora en que no falta el vino; tu vientre, acervo de trigo rodeado de azucenas. Tus senos, dos cervatillos mellizos de gacela. Tu cuello, torre de marfil; tus ojos, dos piscinas de Hesebón, junto a la puerta de Bat-Rabin. Tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco. Tu cabeza, como el Carmelo; la cabellera de tu cabeza es como púrpura real, entretejida en trenzas (...) (Canto Sexto). Es un canto, un encantamiento, una evocación que combina diálogos de los enamorados y del coro con los dos protagonistas, y a la vez monólogos de la esposa y del esposo. Es un diálogo-canto donde los dos amantes son protagonistas que se buscan, se llaman y se alejan continuamente abriendo el espacio a la dialéctica del deseo, de la búsqueda permanente, de la repetición, de la separa ción, motor del próximo encuentro. El lenguaje amoroso en ese sentido expresa ya la reiteración alegórica tan trabajada posterior mente por autores tales como Barthes (1982); más que simple co municación, el amor se vuelve con El cantar el lugar privilegiado de la metáfora, de la alegoría, en dos palabras, lugar de lo indeci ble. En efecto, el amor de El cantar empieza desde ese momento a reconocer lo imposible de la fusión tan anhelada por el Eros grie go; pero como lo sabemos, la pasión infinita del Eros se encuentra 41 F lo ren ce T h o m a s con la muerte cuando en El cantar el amor empieza a adquirir una fuerza capaz de oponerse a la misma muerte: Ponme como un sello sobre tu corazón. Ponme en tu brazo como sello que es fuerte el amor como la muerte (...) (Canto Séptimo). En este sentido es un canto de vida, gracias también a la regu lación social que opera en El cantar, pues es un amor nombrado que, al parecer, es amor legítimo, de esposos, reconocido por la ley, lo que le permitirá a partir de su idealización y de una máxi ma alegorización ser asimilado a la relación de Yahvé con su pue blo Israel. Finalmente es interesante anotar con Kristeva (1983) que la éti ca del Eros posibilitaba ritos orgiásticos y sexuales colectivos, pero en ninguno de ellos se encontraba la comparación del amor de la pareja de amantes como el modelo de relación con los dioses, lo que sucede en El cantar. En contraste con las religiones de la pa sión infinita o religiones de la fusión, sin distancias con el dios, El cantar es una puerta que se abre en una religión del amor y de la vida. Después de esa encrucijada que es de alguna manera El cantar de los cantares, cuatro frases de la Biblia representan el inicio de una transformación casi total del Eros griego en Agape: - "...en cuanto a nosotros, amemos (a Dios), porque Él nos amó primero." (I Epístola de San Juan 4, 19) - "Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu al ma, con todo tu poder." (Deuteronomio 6, 5) - "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Levítico 19, 18), y - "A l principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Ver bo era Dios... En El estaba la vida y la vida era la luz de los hombres..." (San Juan 1, 1) Estas nuevas leyes del amor van a constituir a los ojos de mu chos "una verdadera revolución" caracterizada por una nueva acti tud acerca de la verdad, el amor, el uso y el control de los placeres, la relación consigo mismo y con los otros, la relación hombre-mujer, etcétera. Ágape es la palabra que se impone poco a poco para designar esta nueva concepción o postura frente al amor, que Julia Kristeva no vacila en llamar "nueva, inaudita, escandalosa y loca" (1983, 42 Los E stra g o s d e l A m or pág. 121). Los estudiosos de esta ética del Ágape que se impone paulatinamente a partir del siglo II nos dicen que, aunque ya está presente y enunciada en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, es probablemente San Pablo en sus epístolas (principalmente las dirigidas a los Corintios) quien la formula con más precisión, antes de encontrar en el siglo IV su máxima expresión con San Agustín. Una vez más, y como ya se hizo con el Eros griego, vale la pena señalar que frente a tantos materiales relacionados con el de sarrollo y la instalación de esta ética, con tantos elementos signifi cativos y sin ser filósofas ni mucho menos teólogas, nos esforzamos por despejar y entender, a través de una síntesis de lo más pertinente en relación con los propósitos de este trabajo, algu nas ideas sobre el amor, nacidas entonces y que pesan todavía mu chísimo en nuestras maneras de amar, en nuestros discursos del amor, como una especie de fascinación inconsciente. El Ágape tiene una dinámica totalmente inversa a la del Eros. Mientras el Eros es ascendente, pasión infinita que asciende hacia el objeto deseado o hacia la sabiduría suprema, el Ágape, que de hecho es Dios, desciende. Como nos lo anuncia Juan en su epísto la: "Dios es amor y el que permanece en el amor permanece con Dios y Dios permanece en él" (I, 4, 16) y en la misma epístola "en cuanto a nosotros, amemos (a Dios) porque Él nos amó primero" (4, 19). El Ágape desciende porque es un don y es un don gratui to. Dios nos ama. Somos sus elegidos y estamos seguros de ser amados independientemente de nuestras cualidades, inde pendientemente de que seamos justos o pecadores. Para Eros, la creatura sólo era pretexto y era necesario esfor zarse por desprenderse de ella para seguir el camino que llevaba al infinito en una unión-fusión mística con el dios, fusión que sólo se podía operar más allá de la vida, por medio de una especie de sublimación, de absorción en el uno universal; concepción, como nos lo recuerda De Rougemont (1972), entre otras cosas, muy mar cada todavía por la visión del mundo que encontró en Asia sus más puras expresiones y que llamamos corrientemente "oriental". Pero, el dios de los cristianos "y solamente él, entre todos los dio ses conocidos, no nos dio la espalda, al contrario: nos amó prime ro" (De Rougemont, 1972, pág. 70). Es un Ágape planteado en términos de una invisible presencia que nos invade y nos acoge 43 F lo ren ce T h o m a s por medio de lo que se va a llamar la Encarnación. "Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios... En Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres..." (I, 1-15) y "...el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad" (I, 14-15). Los anteriores versículos del prólogo del Evan gelio de Juan reflejan una simbología que plantea así la idea de una unión de lo infinito y lo finito; "unión" de lo divino y lo hu mano, pues para hacerla posible, el dios del Agape deberá asumir la condición humana por medio del sacrificio del hijo. Para que Dios sea semejante al hombre, debe ser mortal durante un tiempo a través de su hijo, de modo que el hombre mortal tenga así la posibilidad de hacerse semejante a Dios. La relación que esta reli gión establece entre la divinidad y sus creyentes es, por tanto, con el Ágape Cristiano, una identificación y "por eso mismo su nom bre es Amor. Y no sacrificio." (Kristeva, 1983, pág. 141) Dios nos encontró (haciéndose semejante a nosotros) mediante la muerte de su hijo encarnado, dando así, además, un nuevo sen tido al sacrificio y a la muerte que en lugar de ser el último tér mino como en el Eros, se vuelve, con la pasión y resurrección de Cristo, la primera condición, el principio de una vida nueva y te rrenalmente posible. Es un amor que ya no aspira sólo a la eterni dad sino a la resurrección. De esta manera, la encamación del Verbo en el mundo hizo lo hasta ahora imposible e impensable: reconciliar el día y la noche, los dioses luminosos y los dioses de las tinieblas, en contra de muy viejos y poderosos mitos, religiones, creencias que circulaban desde la India hasta las costas atlánticas. Con el cristianismo, la luz llegó a las tinieblas, y amar, como posibilidad terrestre, se vuelve una acción positiva siempre y cuan do cumpla con una condición precisa: obedecer a Dios. Y la regla o la ley más importante que nos impone Dios es la de amamos los unos a los otros, rompiendo así con la angustia del hombre aislado en un mundo que le proponía como única regla de salva ción una técnica de ascenso que en últimas y por medio de la fu sión, significa su pérdida. Con el Ágape Cristiano aparecen los otros, el prójimo, incluso nuestros enemigos, posibilitando el "nosotros" y rehabilitando de una vez el "sí mismo", pues el modelo del amor al prójimo, el 44 Los E str a g o s d el Amor prototipo de todo amor, será el amor a sí mismo. De este modo vemos cómo esta nueva religión opera, por un lado, una reconci liación del hombre que logrará realizarse en la tierra por medio del amor al prójimo y, por otro, una recuperación del amor huma no que el cristianismo acoge en su orden, santificándolo a través del matrimonio, pues el nuevo símbolo del amor es el matrimonio de Cristo y su Iglesia. Pablo dice en su epístola a los Efesios "...Vosotros, los maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia" (5, 25). Además es un amor que si sigue las re glas de obediencia a Dios, y a pesar del pecado, tiene la posibili dad de ser feliz en la tierra. Vemos así las dos caras de la moneda: recuperación y rehabili tación del amor terrestre pero domesticación, control y legislación: sólo se podrá amar obedeciendo a Dios, en la ley de Dios. Y nos preguntamos ¿será el matrimonio cristiano, con su imposición de una fidelidad absoluta, un instrumento capaz de canalizar todas esas energías liberadas por los antiguos cultos y específicamente por el Eros y el amor-pasión? Finalmente, la última gran diferencia que se puede resaltar en tre el Eros y el Ágape de los cristianos consiste en que en el Eros no hay fusión ni unión posible con el dios; en el Ágape, puesto que entre el hombre y dios existe un abismo esencial, sólo puede existir comunión que engendra una nueva vida, fruto del amor de Dios. Resumiendo, podemos destacar con respecto al Ágape que: - Es ion amor que hace hincapié en la fuente: "Dios ama prime ro". Es un amor descendente. - Es un don gratuito: somos amados, Dios nos ama. - Es un amor que se realiza a través de una aproximación de Dios al hombre mediante la encamación, pasión y muerte del hijo. - Es un amor que se realiza, por lo tanto, a través de una muerte provisional que desemboca en la resurrección. - Es un amor que recupera el prójimo, "el nosotros", y "el sí mismo". - El matrimonio como Ágape encuentra su modelo en el amor de Cristo a su Iglesia; de esta forma se logra una clara legitimación e institucionalización del amor heterosexual-adulto el cual, den45 F lo ren ce T h o m a s tro de esta perspectiva religiosa, puede ser realizable y feliz en el mundo y - Es un amor-comunión que encuentra en la celebración de la eu caristía una realización comunitaria más allá de una perspectiva individualista. Sin embargo, se debe señalar que sería falso creer que una éti ca como la del Ágape de los cristianos se impone sin contamina ción haciendo tabla rasa de lo anterior, borrando el pasado, cuando lo que encontramos es en general muchas incoherencias, contradicciones y caminos tortuosos entre las doctrinas y las viven cias, las expectativas, los deseos y temores de los sujetos; entre la ética y su confrontación con las realidades psicológicas que se de jan captar en los discursos del amor. Estos hechos son particularmente transparentes en relación con el amor y su vivencia en Occidente, como nos lo recuerda De Rougemont cuando nos muestra cómo en nuestros sueños occiden tales de sujetos amorosos, encontramos estrechamente entretejidos elementos de la pasión infinita del Eros sublime, de la recupera ción de un amor terrestre hecho posible por un matrimonio ley e, inclusive, elementos a veces más profundos y oscuros venidos de un lejano Oriente, de los celtas, o cuyos orígenes se nos pueden escapar, pero que aún hoy seguirán manifestándose de alguna ma nera. Parecería que con el amor nos encontramos frente a lo inde cible, a lo irrecuperable, a lo indomable y que, en este sentido, toda ética se revela insuficiente, desprovista, vulnerable. Tal vez porque con el amor nos encontramos con lo absolutamente esencial desde una perspectiva ontológica. ALGUNAS HISTORIAS MÍTICAS DEL AMOR Después de haber despejado algunos elementos de estas inquietu des o problematizaciones éticas relativas al amor a través del Eros griego y del Ágape Cristiano, se propone una relectura de unas grandes historias de amor que reconocemos como míticas. Con el apoyo de los aportes de Lévi-Strauss (1968), De Rouge mont (1972), Paramio (1971) y a partir de conversaciones con Gui llermo Páramo de la Universidad Nacional de Colombia, se recurre al mito de amor como concepto mediador, mensaje que va más allá del lenguaje en sentido estricto, que pertenece al orden del 46 Los E stra g o s d el Am or discurso y genera un campo semántico alrededor del tema del amor. Se acude también a los mitos como mensajes universalmente aceptados como tales (míticos), susceptibles de analizar desde su estructura semiológica propia que los diferencia de otros no míti cos y construidos dentro de condiciones de vínculos reales históri cos que le conceden carácter de unidad en la divergencia. Asumiremos entonces tales mitos como antónimos de irrealidad o ilusión, siendo así, como afirma G. Páramo, "exactamente lo que no son", pues hoy día se sabe que algo totalmente mítico es ver dadero, sólo que es otra realidad, construida con una lógica distin ta a la lógica tradicional occidental, que llega a constituir una manera ni más verdadera ni menos verdadera de pensar el mun do. Estos mitos se encuentran como realidades móviles y cambian tes según "su" versión; sin embargo, son capaces, a pesar de esa movilidad, de resumir un número infinito de situaciones análogas, poseyendo más que cualquier otro discurso una función comunica tiva que expresa dramáticamente, y con un principio de máxima economía, elementos de ética y de ideología de la sociedad en la cual se elaboran. Así, el poder del mito, de pensarse él, en él o a través de él, radica en su poder de simplificación, posibilitando la aprehensión rápida y sencilla de patrones constantes de relaciones y de normas de comportamiento que aunque parecen lejanos en el tiempo, aún tienen poder sobre nosotros, sin que con frecuencia tengamos mu cha conciencia de ello. De Rougemont (1972) atribuye esta inconciencia al supuesto que los hechos o sentimientos a los que los mitos (y en nuestro caso, con mayor razón, los mitos del amor) se refieren, son oscuros en el sentido de inaceptables a nuestra conciencia crítica. Serían to dos los hechos que "no cesan de no escribirse", nuestros deseos, nuestras carencias, nuestras 'incompletudes' inconfesables o angus tiosas, que nos dejarían vulnerables y desnudos ante nuestra pro pia mirada y la de los otros si las reveláramos abiertamente. Considerados desde esta perspectiva, los mitos del amor cum plirían a nivel intrasubjetivo el papel de muro de contención de impulsos muy contradictorios, cuya primera contradicción enfrenta da es el deseo de su consumación, aunque nos destruyamos en ellos y con ellos. Entendemos de tal forma por qué todo mito tiene cualidades compulsivas (que explicarían en parte sus propiedades 47 Flo ren ce T h o m a s o estilísticas de ser iterativo). Es la compulsión a la repetición de la que nos habla el psicoanálisis. Bajo ella se esconde un principio fundamental que trastorna la ética occidental: nuestra tendencia in consciente a la búsqueda del placer en el dolor. Como se puede inferir de estas anotaciones, sus características semiológicas y sus funciones sociológicas y psicológicas hacen del mito una realidad socio-cultural muy compleja, cuyo estudio des borda en gran parte su utilización en este aparte del trabajo. Con la presentación de algunos mitos del amor, sólo se quiere proponer y recordar algunas "historias" o "fábulas simbólicas" que resumen un número infinito de situaciones relativamente análogas, revelado ras todas de ciertas articulaciones o relaciones constantes de la di námica del amor y cuyo enunciado particular —si bien invalida toda crítica— permite descomponerlos en un número más o menos reducido de principios sencillos, de proposiciones o de enunciados que generalmente remiten a niveles más abstractos o generales de pensamiento. Es en este sentido que se escogieron algunos mitos cuya fasci nación y poder perduraron a lo largo de muchos siglos de historia y que vienen a recordarnos todos, por ese mismo poder, lo eterno y lo histórico, lo inmóvil y lo dinámico, lo universal y lo particu lar, lo análogo y lo siempre diferente que es el amor. A través de ellos encontraremos al Eros griego, al Agape Cris tiano, al Renacimiento, al Romanticismo, a la modernidad, etc., cruzados por este imposible que es el amor. Narciso, Edipo y Yocasta, Tristán e Isolda, Don Juan, Romeo y Julieta, Efraín y María son los escogidos para contamos su tan universal y tan particular historia de amor. Narciso, puente del Eros y del Ágape, revelador del amor humano como imposible; Edipo y Yocasta o el reconoci miento de la prohibición del incesto; Tristán e Isolda o el delicioso peso de la pasión-sufrimiento; Romeo y Julieta o la contradicción de la fusión amorosa y de la ley; Don Juan o la libido masculina y Efraín y María como expresión de un romanticismo exacerbado dentro de la literatura colombiana. Se trabajarán estos mitos del amor tratando de no "sobreinterpretarlos" sino, más bien, dejándolos que se cuenten como historias 8. Como "acumulación de acontecimientos de un mismo tipo", Paramio, 1971. 48 Los Estra g o s del Amor de amor, es decir, historias de vida y de muerte, tal como surgie ron un día. Entre muchos otros, éstos fueron escogidos por su casi inevitable referencia en relación con cualquier posible acercamiento al amor, por su "modernidad" y a la vez profunda complicidad con un momento histórico preciso, por su particular riqueza en elementos significativos con respecto al amor, por su belleza y su oscuro poder de revelación, en fin, porque, desde que se inició es ta investigación, pareció imposible no referirse a ellos. Se hace necesario aclarar que por sus "realidades móviles y cambiantes" es frecuente encontrar varias versiones de una misma historia, de un mismo mito; cuanto más lejano históricamente sea el mito, más difíciles de aclarar serán sus fuentes. En este sentido, se ha recurrido a las versiones más conocidas o más completas de los mitos estudiados, las que presentan en general el esquema más claro en relación con lo que interesa estudiar aquí: la trama amo rosa. Por eso se harán algunas aclaraciones a pie de página en re lación con la versión consultada y trabajada y las otras versiones existentes, a veces consultadas pero no trabajadas. De todas mane ras, y sin ser especialistas en ese particular, las distintas versiones si bien añaden, quitan o transforman detalles, en general no trans forman la matriz central del mito, de la trama de la historia, la cual se quería trabajar. De este corpus central se reconocerán algunas secuencias de los eventos significativos relacionados con el amor, que serán comentados paralelamente. En algunas de las historias, debido a su amplitud, se hará una división previa a las secuencias, a saber: introducciónacción-desenlace. •> 49 F lo ren ce T h o m a s Narciso Matriz del mito Comentarios Cuando nació Narciso (hijo de la ninfa Liriope), el oráculo fue con sultado para saber si tendría lar gos años de una vejez prolongada, consulta que fue respondida así: "Sí, si no se conoce". Al crecer, Narciso se volvió un jo ven extremadamente bello pero a la vez desdeñoso de todas las jó venes que lo deseaban. Así mu chas ninfas y jóvenes fueron decepcionados por Narciso y todos le desearon mala suerte en el amor: "que ame y nunca pueda poseer el objeto de su amor" (His toria de Eco). Un día de caza, Narciso, cansado, quiso reposar al lado de una fuen te límpida y solitaria. Mientras be be, seducido por la imagen de su belleza que percibe en el agua, se enamora de su reflejo sin consis tencia. Se contempla; se admira; está en éxtasis. Se desea a él mismo. Trata de besarse. Finalmente se desespe ra, pues se da cuenta de que no puede abrazar lo que lo seduce y El oráculo enuncia el destino de Narciso y lo previene de lo peligroso y mortal que sig nifica conocerse a sí mismo. Narciso es demasiado bello y orgulloso, y por no querer ser amado ni amar, será cas tigado: no podrá poseer el objeto de su deseo. Narciso se enamora de su propio reflejo. El objeto de su amor es un no objeto por ex celencia. Narciso se enamora del amor. Narciso "ama". Narciso amante. Narciso comprende. Cuando pasa del ver a la pa labra, trata de hablar con el otro y se da cuenta del en gaño. 9. La versión consultada y trabajada fue la de Ovidio (Las metamorfosis, Libro tercero), cuyo título es "Historia de la ninfa Eco, enamorada de Narciso y de Narciso enamorado de su propia imagen". Encontramos también versiones m uy lindas del Narciso en las poesías de Paul Valéry, particularmente "Narcisse p ar le" y "Fragm ents du Narcisse", en P. Valéry, Oeuvres Completes, Bibliothéque de la Pleiade, N.F.R., 1957. Finalmente remitimos a la bibliografía aportada por J. Kristeva en H istorias de am or (ver bibliografía general) y citada por M. C. Teno rio en su escrito "Lectura de N arciso" en la Revista Stylus 2. Narcisismo (nov., 1989). 50 Los - - E stra g o s d e l A m or que la boca del amado no le de vuelve sino palabras que no llegan a sus oídos. Narciso entiende su drama "... ya no me engaña mi propia imagen, es por mí mismo que me estoy consumiendo (...) Lo que más de seo lo tengo en mí mismo". Entonces se deja morir. Su cuerpo desaparece. En su lugar, se encon tró una flor amarilla. E d ip o R ey 10 Matriz del mito Introducción Comentarios Edipo, Rey de Tebas, sufre porque sobre su pueblo sobrevienen mu chas desgracias y muertes, de las que todos ignoran las causas. - Narcisoentiende y muere consumido ensu propia imagen. Creonte, enviado de Edipo, va a consultar el oráculo de Febo, trae un mensaje cifrado que es necesa rio dilucidar: "Con toda claridad el soberano Febo nos da la orden de echar fuera de esta tierra una mancha de sangre que aquí mismo lleva tiempo alimentándose y de no Edipo representa al individuo que se enfrenta a la desgra cia y al sufrimiento desde la ignorancia y el desconoci miento de su propia historia y origen. El Rey Edipo es responsable inocente de los hechos que traen desgracia a su pueblo; sus actos individuales lesio nan a la colectividad, su transgresión acarrea muerte y dolor. 10. Las obras de Sófocles reflejan, en buena medida, valores humanistas en surgimiento, derivados de la organización social y de la cultura griega. Se cree que Sófocles nació en los últimos años del siglo V a. C. y que m urió hacia el 406 a. C. Generalmente se hace referencia a él como el poeta de la plenitud clásica. A Edipo, nombre griego que significa "tener los pies hinchados y de form es", le fue dado este nombre por haber sido encontrado por un pastor, abandonado en la selva y atado por los tobillos. La versión consultada ha sido: Sófocles, Ayax, Antígona y Edipo Rey, Biblioteca Básica Salvat, Madrid: Salvat, 1969. 51 F lo r en c e T h o m a s - - permitir que siga creciendo hasta ser incurable." (pág. 128) Según la prescripción, los males de Tebas terminarán sólo cuando los responsables de la muerte de Layo, anterior rey, hayan sido cas tigados. Pero responsables y he chos reales del asesinato de Layo son desconocidos. A partir del mensaje del oráculo, Edipo se propone esclarecer esta muerte y tomar venganza. La venganza constituye el acto pu rificados Ésta no se había realiza do, ni las averiguaciones previas, porque la Esfinge exhortó a los tebanos, anunciándoles que ella trae ría desgracias muy próximas a ellos mismos. Acción - Se invita al pueblo a denunciar al asesino. Durante la exhortación "Edipo formula, inconscientemente, la terrible verdad escondida y te nazmente revelada: que ha matado a su padre y casado con su ma dre." (pág 134) - El Corifeo sugiere a Edy>o que llame al adivino Tiresias1 quien puede ayudar a encontrar la ver dad. Tiresias es llamado: Sin saberse asesino, Edipo se exhorta a sí mismo. Confusión e ignorancia gene ran sufrimiento, se hace nece saria la verdad, el conocer para superarlo. 11. Corifeo: El que guiaba el coro en las tragedias antiguas. 12. Tiresias: Es en Ovidio donde encontramos el origen de la clarividencia del ciego Tiresias. Por el hecho de haber sido hombre y mujer sucesivamente, es el único ser que, superando la sabiduría divina, reúne dos saberes: el saber de la diferencia sexual y el del goce femenino. Es, pues, un saber de la sexualidad el que le permite conocer los destinos humanos. Y es este saber imposible, porque indecible el que la airada Juno castiga, encegueciéndolo (Tenorio, M.C. op. cit.). 52 Los - - - - E stra g o s d e l A m or "Divino profeta, el único entre los hombres para quien la verdad es cosa innata." (pág. 135) Tiresias no quiere hablar, pero presionado por el mismo Edipo hace su revelación. Edipo rechaza su anuncio, no lo cree, considera esta revelación co mo producto de una conspiración de Creonte, su cuñado. Tiresias insiste, revelando detalles de la historia de Edipo y le anun cia un futuro de desdicha. Edipo atribuye las palabras de Tiresias a la locura del anciano. Rechazado, Tiresias se marcha, no sin antes precisar con exactitud la historia de Edipo: "Me marcho habiéndote dicho aquello por lo que vine, sin haber temido tu semblante, porque tú no tienes forma de perderme. Y te lo advierto, el hombre al que buscas con amenazas y decretos sobre la muerte de Layo está aquí. Pasa por ser un extranjero... pero des pués se verá que es tebano... Será ciego aunque antes ha visto... Se verá que era a la vez hermano y padre de los hijos con que vivía, hijo y esposo de la mujer de que había nacido y asesino de su pa dre". (pág. 141) Desenlace - Creonte acude ante Edipo al tener conocimiento de la acusación de traición que éste le ha hecho. Yocasta, esposa de Edipo, aparece y da término a la discusión entre su hermano y su esposo. - A solas con el Corifeo y con Edi po, Yocasta indaga por los detalles 53 La verdad genera incredulidad, rechazo, negación. La verdad es tan increíble, tan difícil de asimilar, que se asocia a locura. El final de la tragedia es to do el proceso de esclareci miento y aceptación de la dolorosa verdad, que nadie quiere admitir. F lo ren ce T h om as - - - - - - del enfrentamiento entre los dos hombres. Edipo empieza a tomar conciencia de que en su historia hay hechos oscuros y entonces solicita a Yocasta que envíe por el único testi go, sobreviviente, de la muerte de Layo. Yocasta y Edipo crean una nueva esperanza de que lo que temen no sea cierto, cuando un mensajero corintio se presenta a anunciar la muerte de Pólibo, padre adoptivo de Edipo. Sin embargo, el mensajero confir ma a Edipo que Pólibo no era su verdadero padre y que, habiéndo lo encontrado en la selva abando nado, Edipo había sido dado a Pólibo, quien no tenía hijos. Yocasta comprende y la evidencia de la verdad le sobrecoge de an gustia. El Corifeo dice: "¿Por qué se va así, Edipo, tu mu jer, qué tan salvaje dolor la precipi ta? Temo no reviente en desgracia su silencio", (pág. 163)13 Se comprueba, finalmente, que Edipo, hijo de Layo, no había muerto aunque Yocasta, su madre, temerosa del oráculo que sobre él recaía, había entregado su hijo a un criado para que le matara. Yocasta se suicida: "Gemía sobre la cama en la que había tenido, de su marido, un marido e hijos de su hijo..." (pág. 70) La verdad es rechazada por que traerá también sufrimien to y muerte. El oráculo es confirmado con testimonios traídos al presen te. El origen de Edipo se aclara. La tragedia en su evidencia y magnitud genera angustia in soportable para sus protago nistas. La transgresión, aun inocente, de la normatividad y valores fuertemente establecidos se desata en el encuentro con la muerte. 13. El silencio que se descubre aquí, en las tragedias de Sófocles, es premoni ción de un acto suicida. 54 Los - - E stra g o s d e l A m or Edipo aparece, luego, con las cuencas de los ojos vacías y el rostro ensangrentado: "...estas cuencas vacías no son obra de nadie, sino mía, ¡mísero de mí! ¿Qué había de ver, si nada podrá ser ya la dulzura de mis ojos?" (pág. 172) Edipo se exilia definitivamente de Tebas. Edipo no desea ver porque no quiere ser mirado. La vergüen za y el oprobio que recaen sobre él, le llevan a horrori zarse de su propia imagen. Ciego y exiliado asume un castigo peor que la muerte, como otra forma de ella. Tristán e Isolda14 Matriz del mito15 Introducción - Tristán nace huérfano. Su tío, el rey Marco de Comouailles lo reco ge y lo educa en la corte como si fuera su hijo. Comentarios16 Tristán es un protagonista huérfano, colocado fuera del marco familiar. 14. El mito de Tristán e Isolda se remonta probablemente al viejo fondo de le yendas celtas perdidas y olvidadas; las versiones que encontram os son elabora das más tardíamente en el contexto de la sociedad feudal del siglo XII, y específicamente los poemas a veces incompletos de dos trovadores, uno francés, Beroul, y otro anglo-normando, Thomas. El poema de Thomas, que consta de 3.000 versos, fue retomado, presentado y publicado por J. Bédier hacia los años 1900 y reeditado en 1981 en la edición U.G.E., 10-18, París. Esta versión presen tada por Bédier es probablemente la más trabajada y consultada. En este caso se retoman fragmentos de esta versión presentada por De Rougemont en su in dispensable obra de referencia El am or y el Occidente (ver bibliografía). 15. La historia de Tristán e Isolda, aun en sus versiones simplificadas o resu midas, presenta una estructura general bastante densa. Podríamos decir que la trama es compleja y rica en eventos. Existen múltiples tiempos, lugares y per sonajes que entran en juego. Sin embargo — y lo queremos enfatizar— sólo nos centramos en momentos claves que estructuran el desarrollo de la historia, par ticularmente de los dos protagonistas, desde el nacimiento infeliz de Tristán hasta la muerte de los amantes. Es su historia de amor y muerte lo que nos interesa. 16. Después de leer varias interpretaciones de la historia de Tristán, desde la De Rougemont hasta otras más actuales como "Novela de desafiliación" (R. Castel, 1990, artículo sin publicar todavía), es evidentemente m uy atrevida cualquier otra interpretación. Existen demasiados elementos significativos de una época, de una dinámica histórica particular que son difíciles de ignorar. Por esto se resalta, en la parte de comentarios, solamente y fuera de todo contexto, la tra ma amorosa. 55 Flo ren ce T h o m a s - Ya adolescente, Tristán mata al gi gante Morholt pero en el combate es herido y se embarca en una navé sin vela ni remos. Llega a la costa de Irlanda donde es cuidado y curado por Isolda, princesa real. Sin embargo, tiene que huir pues el gigante Morholf era el tío de Isolda. Vuelve entonces donde el rey Marco. Acción - El rey Marco decide casarse y manda a Tristán a buscar a Isolda (de la cual tenía un cabello traído por un pájaro). Cuando Tristán ya se encuentra de regreso hacia las tierras de Marco, con la princesa Isolda, un día de mucho calor, tie nen sed y la sirvienta les da de beber. Pero por equivocación les da el "vino de hierbas" destinado a los futuros esposos, filtro de amor que había preparado la ma dre de Isolda. Tristán e Isolda lo beben y así se sienten atraídos de manera irresistible el uno hacia el otro; se confiesan su amor y lo consuman. Sin embargo, Tristán sigue con su misión hacia el rey Marco y le lleva a Isolda. - Se inicia entonces un período de amores clandestinos, peripecias y aventuras de los amantes hasta su denuncia por los barones del rey; condenados a morir, logran esca par y se refugian en el bosque de Morrois donde vivirán una dura vida por espacio de tres años. Al final de este período deciden sepa rarse y volver a una vida normal. Isolda vuelve a la corte del rey Marco (quien la perdonó) y Tris- 56 Tiene cualidades excepciona les de héroe. Se encuentra a la bella Isolda que lo salva y le devuelve la vida. Isolda lo cura. ¿Locura? Tristán es asesino de un miembro de la familia de la amada. Sin embargo, más tarde el destino los vuelve amantes y su atracción se hace irresisti ble, pero no culpable (se amaron por la acción del fil tro); no obstante, Isolda está destinada a otro. La ley se interpone. Empieza entonces el goce en el dolor, pues los numerosos obstáculos que se interponen se vuelven los elementos más dinamizantes del amor. Los E stra g o s d e l A m or tán vuelve a sus peripecias, acu mulando las hazañas, lejos de Comouailles. Poco a poco Tristán se convence de que Isolda ya dejó de amarlo y acepta casarse con otra Isolda ("la de las blancas ma nos"); sin embargo, la dejará virgen pues sigue amando y atormentado por la primera Isolda, con la cual se vuelve a encontrar de vez en cuando en la clandestinidad. Finalmente huyen para vivir la fusión como amantes transgresores. Pero deciden separarse y vol ver cada uno al mundo que los espera. Sin embargo, y a pesar de sus esfuerzos (Tristán se casa con otra Isolda), los amantes no se pueden olvidar. Desenlace - Finalmente, herido de muerte en un combate, Tristán hace llamar a la reina de Comouailles, su amante, que nunca pudo olvidar y que es la única que puede aliviarlo. Ella inse guida sale a su encuentro y su bar co tiene una vela blanca, señal de esperanza para los amantes. Sin embargo, la otra Isolda, esposa de Tristán, celosa, le dice que la vela del barco que llega es negra. Tris tán cree así estar abandonado y muere. Su amante llega en ese ins tante, sube al castillo y muere abra zada al cadáver de su amante. Don Juan Por celos y venganza de la otra Isolda (su mujer), Tristán e Isolda morirán en una últi ma fusión transgresora. 17 Matriz del mito Introducción Comentarios Don Juan Tenorio, caballero sevi llano refugiado en la corte de Ná- Don Juan es un personaje masculino que presenta un 17. El texto literario aquí retomado es El burlador de Sevilla y convidado de pie dra, de Tirso de Molina, publicado en 1630. Don Juan Tenorio, protagonista del relato, parece ser un caballero español de origen gallego, cuyas hazañas de se ducción son retom adas por el autor y que, posteriormente, han dado lugar a muchos otros trabajos literarios, estudios y ensayos de la m ás diversa índole. 57 Flo ren ce T h om as poles, luego de ser expulsado de la de Castilla por burlar una mu jer, seduce ahora a una dama principal de la nobleza napolitana: la Duquesa Isabela. Para lograr sus propósitos de se ducción, Don Juan se hace pasar por el Duque Octavio, amado de Isabela. Aprovecha la oscuridad para crear la confusión y delibera damente engaña a la Duquesa ba jo promesa de casamiento. Al ser descubierto y denunciado de inmediato el suceso por Isabe la, el rey ordena apresar al culpa ble sin que se sepa quién es. Pedro Tenorio, tío de Don Juan, es encargado del asunto, pero éste le deja huir y contribuye a culpar al Duque Octavio. La burla a la Duquesa es conside rada dentro de las normas reales como ofensa y delito contra el propio honor del rey y debe ser pagada con la muerte o con el ca samiento. El rey ordena a Pedro Tenorio ir a casa del Duque Octavio a detener le. Octavio, inocente de los he chos, huye a España para ponerse a salvo, ayudado por el propio Don Diego, quien es el único que conoce al verdadero responsable, pero lo encubre. pasado turbulento en relación con sus aventuras de seduc ción. Su método de seducción invo lucra la oscuridad, el cambio de identidad y la promesa de posterior vínculo matrimo nial. Seducir una dama de la corte compromete también el ho nor del rey y, por lo tanto, es delito. Las ofensas al honor se pa gan con la muerte. La irreverencia, carácter transgresor y audacia de Don Juan se han hecho pro verbiales. Otras piezas teatrales que se basan en el mismo personaje son las de Moliére, publicada en 1665 y la de José Zorrilla en 1844. La versión consultada es la publicada por Editorial Jackson en 1952. (Poetas dramáticos españoles: Tirso de M olina, Ruiz de Alarcón y Agustín M oreto, t. II). 58 Los E stra g o s d e l A m or Acción (Otras andanzas de Don Juan) En su huida, Don Juan naufraga en la playa de Tarragona junto con su criado Catalinón. Es rescatado por Tisbea, hermosa y desdeñosa pescadora, a la cual de inmediato Don Juan se propo ne seducir. Tisbea, aunque duda, termina por aceptar la situación. Dice Tisbea a Don Juan: "Por más helado que estáis tanto fuego en vos tenéis que en este mío os ardéis. ¡Plega a Dios que no mintáis!" (pág. 25)18 Logra Don Juan sus propósitos de seducción con Tisbea. Expresa así sus promesas: "Si vivo mi bien en ti A cualquier cosa me obligo. Aunque yo sepa perder En tu servicio la vida, La diera por bien perdida. Y te prometo de ser Tu esposo." (pág. 35) Don Juan goza sus burlas y esca pa de inmediato con la obligada complicidad de su criado. Se diri ge de nuevo, de regreso, a Sevilla. Allí realiza una nueva burla: enga ña deliberadamente al Marqués De la Mota y haciéndose pasar por él como enamorado de Doña Ana de Ulloa, llega a casa de ésta e inten ta seducirla. La falsa promesa de casa miento es de nuevo la estra tegia de seducción. Por la condición social de Tisbea, Don Juan afirma su propia identidad y su origen noble. El amor intenso es expresado con la metáfora del "Fuego", fuego que abrasa el alma. Es un fuego experimentado por Tisbea, mas no por Don Juan. Don Juan engaña a las damas nobles cambiando su identidad de burlador por la de los amados de éstas. 18. En realidad Tirso de Molina es el seudónimo de un fraile madrileño, de la orden de La Merced, llamado Gabriel Téllez (1583-1648). Es considerado dentro de los poetas dram áticos españoles com o autor de piezas teatrales y escritos que revelan un espíritu profundo y sutil. 59 F lo r en c e T h o m a s - - - - Doña Ana lo descubre antes de consumar la burla. Don Gonzalo de Ulloa, padre de Ana, lo enfren ta y reta con la espada. Don Juan lo mata y huye. Ante las recriminaciones y malos augurios de su criado, Don Juan Responde: "Sevilla a voces me llama El Burlador, y el mayor Gusto que en mí puede haber Es burlar una mujer Y dejarla sin honor." (pág. 51) En su nueva huida Don Juan llega a las bodas de unos campesinos. Aprovechando su rango y astucia, logra confundir a los desposados y a sus familiares, de tal manera que termina por seducir a Aminta, la recién casada. Se goza luego Don Juan en ir a contar el suceso al atribulado Batricio, prometido de Aminta. Catalinón, el criado, atemorizado recrimina a Don Juan: "Mira lo que has hecho, y mira Que hasta la muerte, señor, Es corta la mayor vida, Y que hay tras la muerte infier no." (pág. 77) Desenlace - Perseguido por el rey y por las múltiples víctimas de sus burlas, Don Juan se refugia en una Iglesia de Sevilla, en la cual coincidencialmente está la tumba de Don Gonzalo de Ulloa. El epitafio de la tumba reza: "Aquí aguarda del Señor El más leal caballero, La venganza de un traidor." (pág. 86) 60 Ahora Don Juan se ha con vertido en asesino. Don Juan obtiene su goce en la burla a las mujeres. No ama, ni se siente culpa ble, aun en el asesinato. Nueva seducción a una mu jer de rango inferior, acu diendo al poder de su origen noble. La burla alcanza aquí al con junto de familiares y convi dados de Aminta. El criado, que le conoce bien, anuncia a Don Juan un final trágico a sus transgresiones; la muerte como único límite. El drama de la venganza se anuncia. Don Juan es traidor por transgredir las normas y ordenamientos de clase, del honor en el orden patriarcal, del orden religioso y, por lo tanto, de la justicia divina y de la del Rey. Los E stra g o s d e l A m or Don Juan desafía a Don Gonzalo en su tumba, para que se levante y tome tal venganza. A una cena siniestra llega el cadá ver de Don Gonzalo, comparte la cena con Don Juan, quien ha aceptado el reto. Mientras cenan, los músicos cantan: "Adviertan los que de Dios Juzgan los castigos grandes, Que no hay plazo que no llegue Ni deuda que no se pague." (pág. 105) El muerto pide a Don Juan que le dé la mano, la cual aprisiona y junto con él se hunde de nuevo en el sepulcro. Por orden del Rey, mientras tanto, todas las parejas vuelven a su or den, se anuncian los casamientos convenientes que, muerto Don Juan, remedian todos sus desas tres. Con el castigo logrado a tra vés de poderes no terrenales, la justicia de Dios restablece la ley y el orden humanos, legitimados en las disposicio nes del Rey. Se asumen leyes de equilibrio en la vida hu mana, de origen divino: los hechos de la vida y las con secuencias de ellos, de tal manera que los actos transgresores tienen costo de muerte. Romeo y Julieta 19 Matriz del mito Introducción Comentarios - Presentación de los protago nistas: Romeo y Julieta, dos jóvenes, cuyas familias se odian. Presentación de los protagonistas: Romeo y Julieta, hijos de dos fa milias pudientes de la Verona del siglo XVI, los Montesco y los Capuleto. Las dos familias se odian, y por consiguiente sus hijos, Romeo (de los Montesco) y Julieta (de los Capuleto) no se deben amar. 19. Se consultó la versión de la Editorial Vergara, Barcelona (1960), traducida por Luis Astrana Marín en: Shakespeare, W., Obras Completas. 61 Flo ren ce T h o m a s - "En la bella Verona, donde situa mos nuestra escena, dos familias, iguales una y otra en abolengo, impulsadas por antiguos rencores, desencadenan nuevos disturbios, en los que la sangre ciudadana ti ñe ciudadanas manos. De la entraña fatal de estos ene migos obraron vida bajo contraria estrella dos amantes, cuya desven tura y lastimoso término entierra con su muerte la lucha de sus progenitores." (Prólogo) Sin embargo, durante una fiesta de antifaz dada por los Capuleto a la cual asiste Romeo, los dos se enamoran sin saber quiénes son. Cuando lo descubren, ya es tarde. Romeo: ¿Es una Capuleto? ¡Oh ca ra cuenta! Soy deudor de mi vida a mi adversario. Julieta (a la nodriza): Anda a pre guntar su nombre. ¡Si es casado, mi tumba se me figura mi lecho nupcial! Nodriza: Se llama Romeo y es un Montesco. El único hijo de vuestro gran enemigo. Julieta: ¡Mi único amor nacido de mi único odio! ¡Demasiado pronto lo vi, sin conocerle, y demasiado tarde lo he conocido! ¡Prodigioso nacimiento de amor que tenga que amar a un aborrecido adversario! (Acto I - Escena V) Poco después, en el jardín de los Capuleto, se juran un eterno amor. (Acto II - Escena II) Romeo: (...) ¿qué resplandor se abre paso a través de aquella ven tana? ¡Es el Oriente, y Julieta el sol! Surge, esplendente sol, y mata a la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento porque tú, 62 Sin saber quiénes son, se enamoran irresistiblemente y se vuelven amantes transgresores de la ley. La transgresión de la ley se vuelve el principal obstáculo dinamizador del amor. Los E str a g o s del su doncella, la has aventajado en hermosura! ...¡Habla otra vez, ángel resplande ciente! Julieta: ¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehúsa su nombre; o, si no quieres, júrame tan solo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto. ...¡Sólo tu nombre es mi enemigo! Porque tú eres tú mismo, seas o no Montesco!... Am o r Las leyes del corazón son más fuertes que las leyes so ciales. (...) Romeo: ¡Oh, bendita noche!... ¡Cuánto temo por ser ahora de noche, que todo esto no sea sino un sueño, demasiado encantador y dulce para que tenga realidad! Fray Lorenzo los casa en secreto. (Acto II - Escena VI) Acción - En una riña callejera, Romeo mata a Teobaldo, primo de Julieta. (Ac to II - Escena I) - - El príncipe de Verona lo destierra para siempre. (Acto III - Escena I) Fray Lorenzo calma a Romeo, aconsejándole paciencia para reu nirse con Julieta y reconciliar las familias con el tiempo y la noti cia de su matrimonio. (Acto III Escena III) Se separan los amantes. (Acto III Escena III) Julieta: ¿Y me dejas así, mi due ño, mi amor, mi amigo? ¡Necesito saber de ti cada día de cada hora! ¡Porque en un minuto hay muchos días!... (...) 63 El enamoramiento de Romeo se asimila al sueño y a la irrealidad. Se legitima su amor, pero aparece otro obstáculo: Ro meo se vuelve asesino de un primo de Julieta. Es castigado con el destierro, apareciendo un obstáculo más. El sacerdote hace de concilia dor y de consejero. Separación de los amantes. Flo ren ce T h o m a s Romeo: ¡Adiós!... No perderé oca - - sión alguna para enviarte mis re cuerdos, amor mío! El padre de Julieta la quiere casar en tres días con el joven Paris, enamorado de ella. (Acto III - Es cena IV) Fray Lorenzo traza un plan para salvar a Julieta. Le dará un licor letárgico que la dormirá 42 horas y la hará parecer muerta a los ojos de su familia que la llevará a la cripta familiar. Romeo será in formado y llegará para su desper tar y así llevársela a Mantua. (Acto IV - Escena I) Sobreviene entonces otro obs táculo con la decisión del pa dre de Julieta de casarla con su primo. Una vez más, el sacerdote au xilia a la pareja que está bajo el orden divino, y traza un plan que cuenta a Julieta. Desenlace - - - La mañana de su boda con Paris, la encuentran "muerta" en su le cho. La llevan a la cripta; sin em bargo, Romeo llega de improviso sin haber sido informado del plan del padre Lorenzo y, viéndola, la cree muerta. Decide entonces en venenarse y morir con ella. En ese momento, Paris llega lle vando flores a la tumba de Julieta y cree que Romeo está profanando la tumba. Pelean y Romeo mata a Paris. Romeo se envenena enton ces como lo había decidido y muere abrazado a su amada Julie ta quien despierta y, entendiendo todo, se mata encima del cuerpo de su amante. (Acto V - Escena III) Frente a tantas desgracias, el Prín cipe reconcilia las dos familias, "...pues nunca hubo historia más dolorosa que esta de Julieta y su Romeo." (Acto V - Escena III) 64 Parecería que el deseo de muerte de los amantes es más fuerte que todo; pues por una serie de malentendidos, la muerte se presenta como úni ca manera de encontrarse y amarse. Última fusión en la muerte. Los E stra g o s d e l A m or María20 Matriz del mito Introducción Comentarios - Presentación de los protago nistas: María, ideal romántico feme nino. Tiene el rostro de una virgen. Efraín, el galán bondadoso, sentimental y soñador. Efraín y María, su prima huérfana, han crecido juntos en la hacienda "El Paraíso" y los primeros senti mientos de amistad de los adoles centes se han transformado (a la vuelta de Efraín después de sus años de bachillerato en Bogotá) en un amor puro. Es Efraín quien habla: "Después que mi madre me abra zó, Emma me tendió la mano, y María, abandonándome por un instante la suya, sonrió como en la infancia me sonreía: esa sonrisa hoyuelada era la de la niña de mis amores infantiles sorprendida en el rostro de una virgen de Ra fael." (pág. 21) "...soñé que María entraba a reno var las flores de mi mesa, y que al salir había rozado las cortinas de mi lecho con su falda de mu selina vaporosa salpicada de florecillas azules." (pág. 21) Acción - Sin embargo, ese amor es imposi ble por dos razones: el pronto ale jamiento de Efraín, quien debe Aman y se enamoran de un amor puro. Se plantean los obstáculos a su amor; uno del destino: la enfermedad mortal de María, 20. Fue escogida María, de Jorge Isaacs (1837-1895), por su corte profundamente romántico que cobra valor casi "m ítico" en relación con lo que se denomina co rrientemente el amor romántico (tal como lo fue unas décadas antes en Europa Werther, de Goethe, o La dama de las camelias, de Alexander Dumas), y a la vez por representar un romanticismo hondamente colombiano que permitió que "los colombianos comprueben por primera vez que su sentir y su ámbito vital p o dían adquirir universalidad." (Eduardo Camacho G.) 65 F lo r en c e T h o m a s proseguir sus estudios en Londres, y los síntomas de una epilepsia hereditaria de María, quien "mori rá joven del mismo mal a que su cumbió su madre." (pág. 44) "María, amenazada de muerte; prometida así por recompensa a mi amor, mediante una ausencia terrible; prometida con la condi ción de amarla menos; ¡yo obliga do a moderar tan poderoso amor, amor adueñado para siempre de todo mi ser, so pena de verla de saparecer de la tierra como una de las beldades fugitivas de mis sueños, y teniendo que aparecer en adelante ingrato e insensible tal vez a sus ojos, sólo por una con ducta que la necesidad y la razón me obligaban a adoptar!..." Esta imposibilidad del amor nutre y enriquece entonces la tensión y el interés, pues a partir de ellos los pequeños encuentros entre los dos amantes adquieren una di mensión de gran dramatismo sen timental que a medida que avanza se tiñe de nostalgia. "Mi brazo oprimió suavemente el suyo, desnudo de la muselina y encajes de la manga; su mano ro dó poco a poco hacia mis labios; y apoyándose con más fuerza en mí para subir las escaleras del co rredor, me decía con voz lenta y de vibraciones acalladas: ¿Ahora sí estás contento?" "María, sentada en la alfombra, sobre la cual resaltaba el blanco de su ropaje, dio un débil grito al sentirme, volviendo a dejar caer la cabeza destrenzada sobre el asien to en que la tenía reclinada cuan do entré. Ocultándome así el 66 otro exterior: la partida de Efraín; a partir de ellos, todo goce será simultáneamente dolor y sufrimiento. Sensualidad desbordante y reprimida. Toques de manos, brazos, importancia de la mirada, la sonrisa, la boca, los labios, los susurros. Los Estr a g o s d el Am or rostro, alzó la mano derecha para que yo la tomase; medio arrodilla do, la bañé en lágrimas y la cubrí de caricias; mas al ponerme de pie, como temerosa de que me alejase ya, se levantó de súbito para asirse sollozante a mi cuello. Mi corazón había guardado para aquel momento casi todas sus lá grimas." (pág. 202). Desenlace - - Efraín parte para Londres. María, atrapada entre los hilos de la enfermedad y la separación, ve que sus días se consumen y que la esperanza se agota. Efraín, lla mado por sus parientes frente al estado desesperado de María, re gresa; pero cuando arriba a la ha cienda, María ha muerto. "Algo como la hoja fina de un puñal penetró en mi cerebro; les faltó a mis ojos luz y a mi pecho aire. Era la muerte que me hería... Ella, tan cruel e implacable, ¿por qué no supo herir?" (pág. 226) Efraín huye de los hombres. "Estremecido partí a galope por en medio de la pampa solitaria, cuyo vasto horizonte ennegrecía la noche." (pág. 237) 67 Separación de los amantes. Se cumple el destino y María muere. La muerte de María separa definitivamente a los aman tes. Huida de Efraín: otra manera de morir. Flo ren ce T h om as Cuadro 2 Dinámica amorosa de los mitos trabajados: amor, transgresión y muerte21 Introducción Tramas Obstáculos Desenlace Narciso desdeña a las jóvenes que lo quieren amar, y se enamora de su pro pia imagen en con tra de la ley. - Narciso se enamo ra de un objeto por excelencia. - Se enamora del amor. Narciso muere aho gado en una última fusión con su pro pia imagen. El pueblo, del cual Edipo es rey, sufre desgracias de las cuales se desconoce la causa. Poco a poco la cau sa se esclarece. - Edipo es el culpa ble, pero él lo igno ra. - Ha matado a su padre sin saberlo. - Está casado con su madre. Tristán e Isolda se enamoran en contra de la ley (por culpa del filtro). - Isolda pertenece a otro. - Tristán mata al otro de Isolda. - Tristán se casa con otra que no quiere. - Tristán es herido de muerte. Isolda llega muy tarde. Yocasta se suicida. Edipo se enceguese y se exilia definiti vamente de Tebas. Muerte de Tristán e Isolda en una últi ma fusión. 21. Con este cuadro sólo se busca mostrar la importancia de la transgresión de la ley en la dinámica del amor-pasión-transgresión, presente en todas las tramas de los mitos trabajados —así como la presencia de la muerte, simbólica para Edipo, real para todos los otros protagonistas de los mitos. Transgresión y muerte, dos elementos constitutivos de la pasión. 68 Los Estr a g o s d el Am o r continuación Cuadro 2 Dinámica amorosa de los mitos trabajados: amor, transgresión y muerte Introducción Tramas Obstáculos Don Juan tiene un pasado turbulento en cuanto a sus aven turas de seducción con mujeres de to das las condiciones sociales. - Don Juan se burla repetidamente de la ley y del orden so cial. - Don Juan se vuel ve asesino como con secuencia de una de sus aventuras. - Don Juan no se arrepiente. Romeo y Julieta se enamoran en contra de la ley (sin saber lo, con máscaras). Efraín y María (pri mos) viven en la misma casa y se enamoran. - Las dos familias se odian. - Romeo asesina a un primo de Julieta. - Romeo es deste rrado. - Julieta se debe ca sar con un primo. - Efraín y María son primos. - Efraín debe partir lejos. - María tiene una enfermedad mortal. 69 Desenlace Muerte de Don Juan. Muerte de Romeo y Julieta en una últi ma fusión. Muerte de María. Efraín llega tarde y después de un últi mo abrazo, huye. DE LA SERIE "PAREJAS". Serigrafía en tela, 2.0 x 2.0 m. 1990 EL AM OR COMO FENÓM ENO CONSTITUTIVO DE LA SUBJETIVIDAD NARCISISMO, EDIPO Y RELACIÓN OBJETAL E l PEQUEÑO h u m a n o e s EL ÚNICO s e r de toda la naturaleza que nace en un gran estado de incompletud, de vulnerabilidad y de dependencia. Es el único ser que necesitará ineludiblemente del otro para sobrevivir; que necesitará no sólo un adecuado "saber hacer" del otro, o que ese otro tenga cualidades biológicas espe cíficas (como en los animales: de calor, de leche) sino también algo totalmente nuevo. Precisará una calidad del ser del otro hacia él: SER AMADO, sentirse amado, haber sido esperado por alguien, ha ber sido proyectado, hablado, nombrado antes de nacer. Para que un niño exista es necesario que haya existido antes un deseo de hijo. Tomemos, por ejemplo, los casos mencionados por E. Zuleta (1985) en relación con madres de psicóticos que por su terrorífico y escalofriante realismo no permitieron que surgiera en sus hijos el deseo de existir. Él habla de la madre que "delira a su hijo", la madre que lo "inventa" antes de conocerlo, que le teje los vestidos antes de verlo y que después le habla, le canta, antes de que el ni ño entienda. Todos estos pequeños y grandes actos de "locura", por así decirlo, son algo más que ilusión de amor, son condicio nes absolutamente indispensables para humanizar al recién nacido, para hacer de este ser biológico un sujeto de cultura, un sujeto ideológico, un sujeto de deseo. La presencia del deseo es indis71 F lo ren ce T h om as pensable para estructurar al recién nacido, a su vez, como sujeto de deseo . De hecho, cada una de las historias de amor de nuestra vida es una historia de humanización y de estructuración del ser, histo rias sin las cuales nos sería imposible devenir en sujeto, pues el amor, el deseo y la carencia que siempre lo acompañan, son nece sarios no sólo para sobrevivir sino para estructurarse como sujeto en el mundo. Podemos decir, desde ya, que la condición de la vi da psíquica es la vida amorosa, necesaria para sobrevivir y llegar a ser alguien, pues querer a alguien es siempre, al mismo tiempo, querer ser alguien. Es así imposible decir algo del amor sin comenzar por el prin cipio, porque no existe historia de amor adulto que no sea, de una u otra manera la repetición con otra clave, con otro registro de las primeras historias de amor, historias que nos marcan definitiva mente: el amor adulto es heredero de los amores infantiles y, par ticularmente, de esta historia inicial con un otro que nos deliró, que nos inventó, que nos amó lo suficiente para damos la posibi lidad de construimos por medio de la constitución de una primera imagen de identidad. De hecho, el niño paulatinamente se identifi cará con la imagen que le da existencia (la de la madre o la de esa persona que lo ama). Ese primer amor pasará por distintas etapas dentro de las cuales la inicial es la del llamado narcisismo primario2. En ese momento, el niño ocupa toda su libido, toda su energía psíqui ca, en sí mismo. Su libido es él mismo, pues no existe aún nin gún objeto fuera de él. Todavía no se reconoce distinto de la madre y su amor es absolutamente simbiótico, sin distancia, todo volcado sobre él. No existe otro placer que su propio placer, au- 1. Para am pliar las referencias sobre este particular, se pueden consultar los trabajos de R. Spitz (1945) sobre el síndrome de hospitalismo y los de P. Aulagnier, citados por el mismo Zuleta (1985). 2. En recuerdo a ese joven griego llamado Narciso que se enamoró de su propia imagen al m irarse en el agua de una fuente, en la cual finalmente se ahogó y se convirtió en la flor que lleva su nombre. Mito griego que retomó Freud y que sintetiza ese momento de "cuando el Yo am a al Yo". Una de las versiones más desarrolladas del mito la encontramos en el tercer capítulo de las M etam orfosis, de Ovidio (43 a. C.-16 a. C.). Antes de Freud, la psiquiatría alemana del siglo XIX ya había utilizado el mito limitándolo a sus aspectos perversos (el amor del sujeto por su propio cuerpo). 72 Los E stra g o s d e l A m or toerótico, todavía muy corporal y de sobrevivencia, como una es pecie de lucha contra la muerte. Amar en esa etapa es ante todo amarse y ser amado e inventado por alguien, pues es a ese inven to a lo que finalmente corresponderá. Gracias a este proceso, a este amor de fusión, casi psicótico, la imagen corporal, terriblemente fragmentada y dispersa al principio, llegará a unificarse, a "aglutinarse", a "coagular" como dicen los lacanianos; de tal manera que al llegar a los 12 ó 18 meses el niño logrará reconocer su propia imagen. Esta etapa, llamada por Lacan (1936) "la fase del espejo"3, manifiesta otra vez una experiencia específicamente humana, pues el hombre es el úni co ser que tiene una imagen de sí mismo, lograda a través de la imagen que le devuelve el otro que lo ama; de tal modo que en cada rostro (pero, particularmente, en el rostro que lo ama y con el cual vive la simbiosis) el bebé humano imagina su propio ros tro, su propio futuro y construye su imagen que se configura por identificación, de manera especular, imaginaria, pero sólo en la medida en que ha sido sostenido amorosamente por ese otro. Esa imagen de sí es la que alimentará lo que Freud llama el Yo Ideal. Consideramos fundamental esta etapa de narcisismo primario, pues toda la vida y en particular durante la vida amorosa adulta (y probablemente con más fuerza en el momento del enamora miento), el hombre buscará satisfacciones que le recuerden ese mo mento del narcisismo infantil y muchos de sus amores tendrán el sabor de esta búsqueda nostálgica e insaciable de estos placeres de la primera infancia. El hombre se vuelve, así, alguien que busca to da la vida algo perdido. Anotación fundamental también para en tender y decodificar con más acierto las numerosas letras de los boleros, los tangos, las rancheras, las baladas y otros discursos que nos proponemos analizar más adelante. Eterna evocación de algo perdido, allá en el pasado. R. Barthes (1983), en sus Fragmentos de un discurso amoroso, nos recuerda esos momentos felices del amor que siempre connotan esa evocación al pasado: 3. La "fase del espejo" representa uno de los aportes más antiguos de Lacan y fue presentado por primera vez en 1936 en el Congreso Internacional de Psi coanálisis en Marienbad. 73 Flo ren ce T hom as ...estamos encantados, hechizados: estamos en el sueño sin dormir; estamos en la voluptuosidad infantil del adormecimiento: es el momento de las historias conta das, el momento de la voz, que viene a fijarme, a dejar me atónito, es el retomo a la madre... En este incesto prorrogado, todo está entonces suspendido: el tiempo, la ley, la prohibición; nada se agota, nada se quiere: todos los deseos son abolidos, porque parecen definitivamente colmados, (pág. 24) De todas maneras, no se debe olvidar que, aún en esta etapa y puesto que sus demandas van a ser interpretadas por el otro (e interpretar la demanda no significa que la puede satisfacer del todo), el bebé humano vive la carencia, que es exactamente esa brecha, ese vacío que representa lo que no puede ser colmado. Por tanto, en un esfuerzo por remediar esa carencia, la repre sentación aparece y funciona, inicio de la capacidad de sim bolización, dado que sólo se representa lo que es una falta, lo que no está. En este sentido, es la falta la que nos estructura, la que nos permite nacer como sujetos, pues es ella la que se "repre sentará" y "simbolizará". De esta manera empezamos a entender cómo el hombre se constituye en el deseo, y en consecuencia a partir de la carencia. Esta etapa — la más arcaica— que se describió y que se presen ta como una actividad primordial del Yo, condición de la vida psí quica que posibilitó las primeras identificaciones, conduce a la puerta de otra más compleja en sus elementos y relaciones, menos neutra genéricamente y tal vez más dramática en el sentido griego: la etapa edípica4. Se trata ahora, y una vez más por medio del amor, de salir de _ lo especulativo, de lo imaginario para adentrarse definitivamente en la terceridad. Es entonces cuando la madre o este primer objeto de amor introduce el Padre al niño. Y no sólo al padre en sí, sino 4. Recordando esta vez al héroe legendario de la tragedia griega: Edipo, Rey de Tebas, quien en palabras del mismo drama "pasa por ser un extranjero que vive entre nosotros, pero es tebano,... será ciego aunque antes ha visto, y po bre, en vez de rico... se verá que era a la vez hermano y padre de los hijos con que vivía, hijo y esposo de la mujer de que había nacido y que, asesino de su padre, en su propia mujer había sem brado." (Sófocles, 1970, pág. 14). 74 Los E stra g o s d e l A m or ante todo lo que el Padre representa, su función que, en nuestra civilización, se asimila a la ley, la norma, en fin, la cultura. A par tir de este momento, el niño tendrá que entenderse no sólo con la madre sino con un otro entre la madre y él. Ese Padre-ley, ese Padre-cultura será mediado por la madre, aun en su ausencia porque, y lo repetimos, más que el padre presente o el padre rival, es el padre como función lo que ella mediará hacia el hijo. Será suficiente que ella haya reconocido la palabra paterna co mo válida culturalmente para que sea capaz de introducir a su hi jo en la terceridad (situación triangular: ella, él y la ley). Es entonces cuando el niño entiende que no todo está permitido, que existe sexualidad prohibida y que no puede poseer a su madre. Y este tercero introducido en la relación es fundamental para la cons trucción del sujeto que, así, abandona la dualidad, esa dualidad que no es una relación —dos nunca son suficientes para una rela ción— aceptando la ley, se vuelve definitivamente un sujeto de cultura . Resolver el Edipo es pues renunciar a la madre por temor a la castración fantaseada resultado de la función paterna; es acep tar la ley y la cultura que nos preexiste; es dejar ese amor de de mencia con la madre, o ese primer objeto de amor, e introducir la distancia, de las palabras, de los símbolos, de la cultura. Entre la madre y el hijo se encuentra ahora y definitivamente la cultura y la ley y, en consecuencia, también la aceptación e institucionalización de la carencia. En este momento se desea resaltar un hecho que, si bien ape nas empieza a tomar importancia entre algunos psicoanalistas (y más a menudo — "algunas"— psicoanalistas) tales como Juliet Mit chell, Sarah Koffman, Frangoise Dolto, Julia Kristeva, Luce Irigaray, Christiane Olivier y Moustapha Safouan entre otras, para nosotros tiene particular relevancia en el momento de analizar discursos presentes en la cultura: se trata del sello específico de cada género en ese esquema general del Edipo. En efecto, si bien significa para ambos —niño y niña— la entrada a lo simbólico, es evidente que 5. Es pertinente recordar a este propósito un paralelo con lo que señaló Lévi-Strauss que coloca en la frontera de lo natural con lo cultural el tabú del in cesto, com o primera prohibición generadora de cultura. También el niño ingresa a la cultura cuando descubre que no puede poseer a su m adre y que existe sexualidad prohibida. 75 Flo r en c e T h o m a s la manera como cada uno vivirá esta aventura será bien distinta, como se esbozará más adelante. Con esta arqueología del amor (narcisismo y situación edípica) nos dirigimos entonces a ese momento en que el Yo puede investir libidinalmente a otros objetos, en general del sexo opuesto; momento de la elección del objeto, como lo llaman los psicoanalistas, ese momento de fijación del narcisismo que co rresponde a la elección de la amada o del amado, o del objeto amado; "cristalización", decía Stendhal para describir ese miste rioso momento de "enganche" del objeto; ese "adorable" objeto que un buen día nos hace despertar con la certidumbre de amar y siempre convencidos de amar por primera vez: "estoy enamorado", "amo". Esta "nueva" historia de amor, que no es sino una más, es también una historia estructurante de identidad que repite con otro registro la misma historia, con el único agravante de que, esta vez, la demanda y el deseo son más dramáticos, develándonos todo lo absurdo y engañoso del amor, pues el amor es entonces la máxima experiencia de engaño. El amor es demencia, es locura, pero los psiconalistas nos mos traron que es una locura que también cura; enloquece y cura. Un graffiti de un muro de Bogotá resumía mejor que cualquier discur so esa ambivalencia en la frase "El amor todo lo/cura". Si el amor no tuviera todas estas características, probablemente no habría sido el tema de tantos mitos, leyendas, tragedias, comedias, novelas, en fin, tema-tópico número uno del discurso literario y del campo es tético y de lo más sintonizado y masificado en la radio (por me dio de las canciones) y en la televisión (telenovelas, dramatizados, seriados, etc.). Desde la historia de los amores de los dioses, pasando por El banquete, de Platón, Tristán e Isolda, Romeo y Julieta, Don Juan, Emma Bovary, Werther y Carlota, Efraín y María, Florentino Ariza y Fermina Daza... etc., son en lo esencial, y con sus variantes históricas, la misma historia. La mis ma historia que se cuenta desde el diván (dicen los psicoanalistas), el consultorio sentimental de la radio, el buzón femenino de la prensa, la fotonovela, la telenovela del mediodía, el eterno bolero, el desteñido tango, el vallenato con olor a aguardiente, la salsa ca liente o la insulsa balada. 76 Los E stra g o s d e l A m or Una vez más el amor de objeto es una historia de amor a sí mismo, de narcisismo, pero como ahora el sujeto tiene un objeto exterior, distinto de él, este narcisismo tendrá un camino más largo que se llamará narcisismo secundario. De cierto modo, el enamora do es un narcisista que tiene un objeto y detrás de ese objeto siempre encontraremos "la sombra errante del propio Yo", como afirma Lacan6. Vemos entonces cómo el motor del amor al otro es el amor a sí mismo; amar es ante todo querer ser amado y, en definitiva, trabajando con el amor estamos en el corazón mismo de la identi dad. Teniendo en cuenta la especificidad de los materiales a analizar (canciones, fotonovelas, telenovelas, artículos de revistas femeninas, comerciales, etc.), es esencial reconocer bajo esta acción o actividad psíquica fundamental de amar, "momentos", "estructuras" o "diná micas" particulares de esta relación objetal, sin los cuales no sería posible analizar estos discursos. En ese sentido, el enamoramiento y el amar o construcción de vínculos serán examinados como dos cosas distintas. De igual for ma serán considerados la ruptura y la muerte del amor y, final mente, el sello particular del género en el amor. DEL ENAMORAMIENTO AL AMAR: FUNCIONAMIENTOS VINCULARES7 En términos generales se puede considerar que en cada pareja hay un momento constitutivo que en la mayoría de los casos coincide con el enamoramiento. Pero, mucho más ampliamente, sabemos que la constitución de la pareja humana es la búsqueda de la re cuperación del vínculo originario de exclusividad y completud, de la que ya se habló. Tal búsqueda lleva a muchos caminos o formas de estructura ción de la pareja, que tendrán que ver con las modalidades carac 6. Citado en Moshe Krajtzman, 1988. 7. Cuando en la relación amorosa se utiliza la categoría de vínculo, se está haciendo referencia a un momento y a unas condiciones particulares de la relación de la pareja en los cuales ésta asume conscientemente el propósito de sostener un proyecto vital compartido. 77 Flo ren ce T h om as terísticas de la vinculación, la cualidad determinante de la interac ción entre los dos Yo y su grado de discriminación consecuente, con el reconocimiento de las emociones básicas y las angustias que les son características, con el cómo se semantizan los parámetros definitorios y con el lugar que el tercero ocupa entre ellos. (Puget, 1988) Es necesario, entonces, diferenciar con precisión el "estar ena morado" del "am ar". Ante todo es importante entender que estar enamorado o el enamoramiento es un estado y amar es una deci sión que representa una evolución satisfactoria del enamoramiento que ya se maduró en una relación estable en el tiempo y en el es pacio, aunque evidentemente es sólo una posibilidad terminal del enamoramiento y no la más frecuente. La "muerte-ruptura" del "enamoramiento-fusión" con todas sus variantes se presenta como la posibilidad más común o lógica. Estructura dual. Simbiosis: fusión Esta relación se establece sobre el modelo del objeto único y en ella predomina el vínculo tipo fusión con idealización mutua. Es lo que llamamos el enamoramiento, cuando los dos, el sujeto amoroso y su objeto amado, reencuentran y comparten esta estructura dual que nos recuerda aquel amor simbiótico de la primera infancia, en tre madre-hijo; apogeo de la relación narcisista en que cada uno es la imagen especular del otro; etapa de fusión en la cual "yo soy tú y tú eres yo", cumpliendo así el mito de Aristófanes a través de esta ilusión de la completud y de volver a ser por fin, gracias al otro, uno con el todo. Amor sin distancia, sin espacio para respi rar; los enamorados encuentran oxígeno sólo en la boca del amado. Amor demencial, psicótico, para el cual la conciencia está focaliza da al mundo de la pareja: todo lo demás carece de interés. Se nie gan las diferencias y las semejanzas son acentuadas. Amor de regresión en el cual el objeto amado es también referido como ob jeto parcial: su boca, sus ojos, sus brazos... Con esta estructura dual, simbiótica, se encuentra una dinámica particular: "el amor-pasión", el cual, por su importancia en los dis cursos occidentales del amor, merece un breve análisis. A este esta do tan lleno de alabanzas y de fantasmas nos acercaremos con la 78 Los E stra g o s d e l A m or siguiente afirmación de Anne Tristan (1980): "Por lo general, la pa sión se hace pasar por amor". Primero que todo es casi inútil decir que hay "pasiones"; la pasión no es una y es vivida por cada ser de manera distinta; sin embargo, es posible indicar a qué se hace referencia con la catego ría amor-pasión. A la pasión se atribuyen características como las siguientes: es tado de exaltación, atracción irresistible y violenta, carácter invo luntario y doloroso, enclaustramiento, afán de posesión, de "engullimiento" (Tristán, 1980). Pero, ¿cuál es la dinámica psíquica que alimenta tal estado? Ante todo, el sujeto amoroso se presenta como una "víctima" de alienación, de un estado en el cual se co loca fuera de la realidad y por tanto fuera de sí mismo. El objeto amado se convierte en un pretexto, "...el otro no es más que una percha de la que colgamos nuestro deseo de amar" (Tristán, 1980, pág. 81). En tal caso, más que un reconocimiento del otro o, más bien, en lugar de ese reconocimiento, nos embarcamos en una aventura solitaria y nos enamoramos del amor; de un amor que se convierte en un sistema cerrado, que no conlleva ni a nuestro cre cimiento, ni al del otro, ni al de la relación misma. Es como un sistema en “Tópico, que lleva dentro de sí el germen de su propia destrucción. El objeto amado es un pretexto; pretexto u objeto fantasma, ob jeto imaginario que nos hace posible autoconvencemos de amarlo cuando más se nos escapa. Bajo la intensidad está latente y con gran carga de angustia el sentimiento de carencia, de la separación primordial. En lugar de un acercamiento a la realidad del otro, a una aproximación en el reconocimiento de la diferencia que se constituye en imposible, amenazante e inaceptable, el Yo se lanza a una fusión que niega su objeto amado. — El otro se convierte de esta manera en objeto-fantasma, prefa bricado, engañoso. El miedo al rechazo, a la pérdida, al distanciamiento o simplemente a la confrontación del objeto amado con la realidad, hace que el sujeto amoroso fabrique un sueño, sueño de tenido en su evolución, que desea "cristalizarse" volviéndose fija ción exclusiva y celosa. El "fantasma deslumbrante", como señala Tristán, termina finalmente devorándonos. La pasión se embarca entonces hacia lo imaginario. La ausencia, el distanciamiento, la cercanía del objeto con otros seres y hasta objetos animan el deseo 79 F lo ren ce Thomas de posesión absoluta y los celos convierten el brillo en abismo de sufrimiento y amargura. No es posible que el otro exista fuera del sujeto amoroso apasionado. El objeto amoroso deja de ser fuente de alegría y enriquecimiento, nos saca fuera de nosotros mismos. Cualquier llamado de la realidad más allá de sí es rechazado como una forma de intenso sufrimiento, intenso pero inevitable en esta dinámica. Asombrosa demencia que, llevada a sus extremos, no encontra rá otra salida que la muerte, como nos lo recordaron los grandes mitos del amor. Etapa tal vez la menos sensible a contextos histó ricos precisos, pues parecería que todos los amantes del mundo oc cidental aman de manera similar y más exactamente se devoran con una gran similitud de época a época. Sin embargo, y de manera paradójica, existen millones de dis cursos sobre este estado desde que los dioses del Olimpo se ena moraron por primera vez, hasta los eternos enamoramientos de la telenovela, de la fotoño vela de Corín Tellado, del bolero o del te ma salsero de moda "Devórame otra vez"... Pero dejemos que el análisis nos cuente más adelante qué nos dicen los discursos del enamoramiento. Estructura de terceridad. Conjunción. Preferencia En la estructura de la terceridad, y dentro de múltiples variantes que pueden ser sostenedoras del vínculo, la característica más ge neral es el pasaje del objeto único al objeto unificado y preferencial, el cual no tiene carácter de obligatoriedad, sino que es un otro buscado por su especificidad. De la fusión, estructura dual, pasamos a la conjunción, estruc tura de terceridad (edípica); relación que aprendió a asumir la ca rencia porque los dos YO se saben y se admiten diferentes. Admiten la preferencia parcial, y el objeto amoroso de cada uno pasó de ser objeto único a objeto privilegiado. Hay lugar para lo otro, existen espacios para respirar, y en consecuencia es una relación que se enriquece y se alimenta del exterior. El crecimiento es mutuo y generalmente paralelo. Del "yo soy tú y tú eres yo" del enamo ramiento, pasamos al "yo soy yo, tú eres tú, pero nos amamos en el reconocimiento de esta diferencia". 80 Los E stra g o s d e l A m or En este tipo de relación reconoceremos la marca simbólica de la preferencia por medio de la tendencia monogámica, una sexuali dad con aceptación de la incompletud y de la diferencia, un pro yecto vital con proyecciones hacia el futuro (lo que implicará crisis y reformulaciones), una cotidianidad con intercambios diarios y lu gares específicos (la casa...) además de lugares para el tercero (en términos lacanianos, recordando que una relación siempre es más que dos). Es importante recordar que el amor feliz no tiene historia, o más bien "no hace" historia. Si existe discurso amoroso en la etapa analizada, será probablemente porque el vínculo amoroso está en crisis, y lo más seguro es que la crisis esté articulada a una de las subcategorías mencionadas. Igualmente se producirán discursos de cierta manera "preventivos" a esta etapa; particularmente en forma de "consejos" o "recetarios", encaminados a constituir el vínculo, resolver crisis, etc. No olvidemos que esta clase de vínculo amoro so es la única socialmente "útil". Al vínculo amoroso de pareja que puede considerarse como es tructurado incluyendo la terceridad, se ligan los siguientes paráme tros definitorios: la cotidianidad que implica tiempos y espacios, las proyecciones hacia el futuro que encierran a menudo crisis y reformulaciones, el reconocimiento del tercero o aceptación de los otros y rompimiento de la dualidad, la marca de la preferencia en relación con el objeto amado, la cual conlleva en general la mono gamia y la sexualidad con su consecuente reconocimiento de la in completud, entre otros. R U PT U R A Y M U E R T E D EL A M O R En la relación amorosa, si se sabe que amar a alguien es también querer ser alguien, perder el objeto amado es en efecto una forma de morir muy transparente. Tal pérdida puede ser ocasionada por la desaparición física del objeto amado, su muerte, pero tal vez con mayor frecuencia puede significar la muerte del amor, la rup tura de la relación amorosa de la pareja. Si el apasionamiento de la etapa inicial del enamoramiento trae consigo-la romántica idealización del objeto amado y crea un esta do de conciencia donde el yo y el tú aparecen casi indiferenciados, haciéndose entonces borrosos los límites de la separación con el 81 F loren ce T h om as objeto y sintiéndose una plenitud tal que la carencia parece col marse, es de esperar que dar fin a este estado sea muy doloroso pa ra el Yo y se experimente como una catástrofe, la catástrofe del Yo enamorado. ¿De dónde proviene este sentimiento de desamparo, de aban dono, de pérdida tan grande? El Yo había derivado del objeto amado casi todas las esperanzas y posibilidades de ser provisto de satisfacciones y gratificaciones, en una relación que se presentaba sin frustraciones, sin agresiones, sin sufrimiento. Pero el objeto amado era, por eso mismo, objeto de identificación; la catástrofe proviene de la vivencia y del sentimiento de perderse a sí mismo, de ser mutilado; es más, en la separación y la ruptura se produce la muerte. Muerte de una parte de sí, muerte del sueño simbiótico, muerte en la conciencia. Se experimenta al otro como el que trai ciona la fusión, la complicidad y nos enfrenta a la oscuridad del desamor, del abandono. Cuanto más primaria haya sido la identificación, como cuando el sujeto amoroso prácticamente suprime al objeto amado y se ins taura en un "yo soy el objeto", la catástrofe es aún mayor; la pér dida es más claramente la destrucción del propio yo. Es una crisis muy dramática del narcisismo en donde la autoestima desciende a profundidades muy temibles para el Yo: el otro no respondió a las esperanzas depositadas en el ideal de ese Yo y nos enfrenta, de paso, a todo lo no deseable de nuestro mismo Yo. La separación y la ruptura pueden ser definitivas y bilaterales, o pueden ser promovidas por uno de los integrantes de la pareja. En el último caso significa no sólo la amenaza de muerte al propio Yo, sino "el asesinato simbólico del otro Yo" (Caruso, 1982, pág. 13); muerte en la conciencia que generalmente se vivencia con de sesperación, con intenso dolor y sufrimiento. Para no sumirse en la desesperación y la desesperanza, el Yo necesita acudir y poner en juego sus mecanismos de defensa, es decir, inicia el trabajo de duelo. Pero el duelo es diferente a la de presión o la melancolía, ligadas más a procesos neuróticos y psicóticos, lo cual significa que si el proceso de duelo no es eficaz, la muerte puede tomarse en aniquiladora de la conciencia en la psi cosis o conducir a la extincióii física del sujeto amoroso en el sui cidio. 82 Los E stra g o s d e l A m or Éstos son algunos de los mecanismos de defensa trabajados por Caruso (1982) en La separación de los amantes: En primer lugar encontramos la agresión, cuando al amor suce de el odio; odio que encubre el proceso de desidentificación, de desidealización con respecto al objeto de amor. La agresividad in terpuesta como mecanismo de defensa es la que permitirá la desi dentificación, aunque contenga aún la adherencia al objeto. Se vive así la paradoja de la desvalorización del .objeto amado y al mismo tiempo su idealización, que es la única forma inicial de compensar la herida narcisista sufrida por el Yo Ideal. Si bien la desvalorización es una defensa primaria, en forma secundaria y mediante la racionalización, lleva finalmente a la eli minación de la idealización. Mientras que en el momento de la simbiosis priman los sentimientos de gratificación mutua, acepta ción, valoración, el deseo de hacer y de ser todo para y por el otro, en fin, la ilusión de completud, en la agresión y el odio pri man la decepción, el reproche, la desmentida, el sentimiento de va cío, la desilusión: el enamoramiento sucumbe ante la diferencia. La indiferencia es otro mecanismo de defensa que trata de bo rrar las huellas del objeto amado en la conciencia haciendo nega ción de su existencia. Caruso (1982) nos dice que la frase más adecuada para expresarla sería: "me importa un bledo" (pág. 20). Las consecuencias de este mecanismo se podrían resumir así: dis minución del Ideal del Yo, debilitamiento del Yo debido a la desi dentificación e inflación correlativa del narcisismo. Finalmente encontramos, por un lado, la huida hacia adelante, que consiste en sustituir la imagen del amado para "matarlo", re fugiándose en el placer o en un activismo maníaco y, por otro, la ideologización, por medio de la cual la imagen del objeto amado se sustituye por otros ideales o se reduce a una "idea", una idea lización sin compromiso. Puede ser una forma de huida como el misticismo, o cualquier "causa" que de una u otra forma legitima la muerte. El vínculo amoroso también puede evolucionar hacia la ruptura bilateral, o puede adoptar un camino distinto para cada uno de sus integrantes. No siempre ambos sujetos superan el temor a la muerte por el abandono y logran hacer el proceso normal de due lo. El temor a la diferenciación y al crecimiento que implica la ruptura de la simbiosis inicial puede no ser superado, presentándo 83 Flo ren ce T h om as se de esta forma todos los matices del vínculo patológico, descartan do lo diferente de cada uno, viviendo de frustración permanente o en una complementariedad enloquecedora. En la raíz de toda ruptura o muerte del amor encontramos uno o algunos obstáculos o causas de la pérdida del objeto amado. El obstáculo es de una enorme importancia en la dinámica amorosa en general, como lo mostró De Rougemont (1972) en El amor en Occidente. El obstáculo sería incluso el objeto mismo y la clave de la pasión. No olvidemos que el amor feliz no tiene his toria en la literatura occidental. Para que el amor se vuelva dis curso, mito, cuento, leyenda, novela, poesía, canto o telenovela, con mucha frecuencia se necesita que sea, en algún momento, imposible. Pasión significa sufrimiento y todo amor desea en se creto el obstáculo. Si no existe, los amantes lo crean, lo imaginan. Es probablemente a partir de la importancia del obstáculo —a ve ces casi necesario al progreso mismo del amor-pasión, como un pretexto para el amor— que entendemos cómo la psique occidental está todavía tan profundamente marcada en su manera de amar por el Eros griego o la pasión sublime y su lógica de muerte. Por eso el obstáculo constituye una categoría importante en este análi sis. A continuación, una primera posibilidad de clasificación que se confirmará y complementará más adelante: una categoría de obs táculos será representada por la ausencia, el distanciamiento o la muerte del objeto amado; tendremos también obstáculos que se originan en la terceridad o el "Otro" lacaniano, representado por factores sociales, morales, diferencias de clase social, de edad, etc...; la "otra" o el "otro" real o fantaseado (duda, sospecha, ce los, etc...) serán también importantes, así como la semantización distinta entre el sujeto amoroso y el objeto amado (malentendidos) y finalmente el pasado o la "historia" de uno de los dos, entre otros. AMOR Y GÉNERO Hasta aquí se ha realizado una síntesis de algunos elementos teóri cos fundamentales para entender —desde una visión psicoanalítica— la arqueología del amor, los elementos arcaicos explicativos de esta extraña actividad psíquica, así como algunas estructuras 84 Los E stra g o s d e l A m or (dual o de terceridad) y dinámicas particulares de ella, como la pa sión, la ruptura, la muerte o el obstáculo. Sin embargo, se lo ha hecho hablando del sujeto en general, como se acostumbra hacer en el discurso científico, como si hombres y mujeres pudieran vivir de la misma manera esa aventura amorosa. De hecho, nos referi mos al Hombre, al ser humano, al sujeto que habla de un "noso tros" olvidando que sus relaciones con el mundo, su manera de habitarlo, de desear y de soportar la carencia, son mediatizados en gran parte por el orden que le preexiste, por ese orden cul tural y simbólico en el cual está inscrito. Y ese sujeto — preten didamente neutro— está inscrito en masculino, en el orden cultural; es sujeto del discurso moral, ético, político y científico. Gramaticalmente, es en masculino que se va a encontrar desde el momento mismo en que puede manejar el lenguaje; presente, valorado, totalizante, absoluto, como el UNO frente al cual todo lo demás, incluido el nosotras, tendrá que definirse. Ese orden simbólico lo significa en todo momento, lo refleja permanente mente. Su historia es oficial. La historia del género femenino ha sido robada o más exactamente "confiscada", como lo dice E. Badinter (1987). Así, la experiencia histórica y subjetiva del gé nero femenino está como ausente; y si se insiste en esto es por su importancia para decodificar algunos discursos amorosos que circulan en la cultura. Por tanto, si bien es cierto que el deseo y la carencia son ele mentos que nos humanizan y que por tal razón el amor es lo que nos construye y estructura a hombres y a mujeres, también es cier to que vivir el deseo y la carencia desde la masculinidad en una estructura patriarcal y fálica nunca puede ser igual al hecho de vi virlos desde una feminidad definida como "ausencia de", "carente de" y como doblemente alienada. ¿Cómo amarse desde lo femenino, con qué criterio, con qué so portes, con qué aliento, si todo y todos se pusieron de acuerdo pa ra nombrarlo a Él, para darle un órgano visible y reconocido, para darle su cuerpo definitivo desde el principio y, además, para per mitirle esa relación desde ya heterosexual y gratificante con una madre deseante? ¿Qué pasa con Ella? No sólo al principio su cuerpo es plano (casi tanto como su historia), su sexo, invisible, adentro, misterioso y temible tal vez, pero por el momento invisible. No tiene "nada" 85 Flo ren ce T h om as o más bien "no tiene". Sólo en la pubertad aparecen esos senos tan esperados que permiten esa "feminización" del cuerpo, esa imagen ya terminada de mujer, imagen tan ambivalente para ella, pues a los 12 ó 13 años ya es muy tarde. Claro, ella sabía que se iba a parecer a su madre; pero su madre es sólo la mujer de su padre. Entonces, al principio ella no es ni hombre —por carecer de evidencia primera, no tiene órgano visible que la confirme— ni mujer del todo; mejor dicho, nada. Y además le toca vivir una re lación blanca, sin sabor, con una madre de su mismo sexo; especie de situación en paralelo que en los juegos de los mutuos fantas mas nunca podrá ser igual a la que vive con su madre el niño-varón, con su "sexo-ahí", visible y reconocido culturalmente desde el principio. Para él, ella fue su primer objeto de amor... y va a seguir sién dolo. Repetirá el mismo idilio, sólo que esta vez lo hará con una mujer permitida, puesto que su madre no lo era. Para la niña, el camino será más difícil, si no más doloroso, pues ella también tu vo como primer objeto de amor a su madre, mujer como ella, para luego tener que iniciar algo absolutamente nuevo: ser amada por un hombre. Ella se apartará de la madre porque no tiene falo ni Q pene para darle y si no tiene ni pene ni falo que darle, no la puede poseer tampoco. Ella entendió que para tener derecho a las mujeres toca tener pene. Además siente rabia con la madre que tampoco le otorgó uno. Así, se vuelve hacia el padre, pero simple mente para aceptar su castración, como resignándose frente a ese hecho. Por el contrario, el niño cuando se aparta de su madre y va hacia el padre es para afirmar el hecho de que es portador de pene y vivirá a partir de este momento con este fantasma que no lo abandonará nunca y que en una sociedad machista no le va a facilitar la vida: el miedo a la castración. Si el camino para la niña se toma más difícil es porque para ella existe un problema más, absolutamente nuevo: ¿dónde ha sido su lugar de encuentro con el hombre deseante de ella y de su se 8. Se utilizan estos dos términos, pues en el lenguaje del psicoanálisis lacaniano tienen acepciones distintas: falo hace referencia a lo simbólico, sin connotaciones anatómico-biológicas; el término pene es utilizado para diferenciarlo, en las refe rencias del escrito, asumiendo este último sentido. 86 Los E stra g o s d e l A m or xo? Con seguridad no ha sido durante sus primeros meses, duran te su baño, ni cuando la alimentaban o la cambiaban; tampoco un poco más tarde en el jardín infantil donde todavía reinan las mu jeres. Así, entendemos mejor por qué la mujer buscará incansable mente en el amor la unidad de su persona, de su imagen casi des conocida hasta ahora. Buscará en el amor ante todo ser "objeto deseable". Desear, para ella, consistiría principalmente en SER DESEADA, con el objeto de sentir que finalmente existe. Por eso entendemos cómo espera todo del hombre amado, cómo va a in vestir la libido sin medida en el otro, volviéndose a veces capaz de todo; por eso comprendemos cómo la mujer ama esencialmente a partir de su misma vulnerabilidad que se ubica en su propia imagen de identificación, en su particular narcisismo insatisfecho e incompleto. Probablemente por tal razón, los hombres, más que las muje res, desarrollan la tendencia en el amor y en su elección de objeto amoroso a devolverse hacia su infancia tan gratificante con respec to al inconsciente, refugio de tantas satisfacciones. Para ellos el amor será casi siempre el reencuentro con una madre, amor de nostalgia, amor que recuerda un "entonces". En contraste, para la mujer la tendencia en el amor será más proyectiva, hacia una construcción definitiva, pues ella vive con ese otro demonio, no de la castración sino de la falta. Bajo su falta de pene, es su carencia de amor a sí misma lo que la caracteriza. Malentendido fundamental entre los dos. "Impo sible encuentro", como lo llama C. Olivier (1984), que es el amor. Se podría decir que el hombre y la mujer no se sitúan, el uno respecto a otro, de manera complementaria, como debería ocu rrir si Dios nos hubiera creado de verdad hombre y mujer, o si el mito de Aristófanes fuera verdad. En realidad, cada uno ten drá que contar con su inconsciente y deberá, como dice M. Safouan (1979), "adaptarse de un modo distinto, a una demanda y a un goce absolutamente extraños al orden de la naturaleza." (pág. 150) Los anteriores planteamientos conducen también al problema del goce. El hecho de que para el hombre el goce sea de más difícil acceso, o por lo menos esté casi en total dependencia de la erec ción y tumescencia del órgano sexual, mientras que el de la mu87 F lo ren ce T h o m a s jer es seguramente más difuso, menos genital y por ello más rico en posibilidades, ofrece una explicación relativa a otro problema de las relaciones hombre-mujer: las diferencias frente a la fidelidad y los celos. Para el hombre, la fidelidad es, de todas maneras, sentida co mo una renuncia a pesar del amor y del deseo, pues preferirá casi siempre su potencia más que su amor. El amor es muy a menudo para él cuestión de potencia y por tanto a la vez de cas tración. Sus celos estarán íntimamente ligados a la representación del rival y difícilmente soportará más la repetición de la rivalidad; ya la vivió y ya tuvo que ceder. Además, el rival será siempre vis to como aquel que posee el objeto y puede gozar de él. El rival le aviva la amenaza de castración, y no está dispuesto a revivir ese drama. Para la mujer, la articulación de los celos es otra. Indudable mente, frente a la amenaza de castración, ella está muy tranquila. Hace ya mucho que aprendió a asumirse como "castrada". A dife rencia del hombre, el goce para la mujer está mucho menos ínti mamente ligado a una "parcela" del cuerpo, o limitado a lo genital, de ahí que los celos femeninos tengan poco o nada que ver con lo genital, con la potencia y con la angustia de castración: éstos estarán más en relación con lo afectivo, con ese goce tan particular que tal vez deberíamos empezar a llamar el goce femenino; ese goce de la palabra, del gesto, de la caricia, de la ca lidad del antes y del después; goce de totalidad, de complicidad, de unificación, goce de todo un clima, un ambiente... Y de ver dad, a una mujer le afectará en mucho menor grado el hecho de que él desee gozar de otra mujer... siempre y cuando no empiece a amarla; si es sólo una cuestión de goce no habrá problema, mientras que si intuye el amor se volverá verdadera tigresa. En fin, "la mujer se siente celosa de otra mujer cuando el hombre le ofrece no su potencia, sino su debilidad". (M. Safouan, 1979, pág. 146). Este breve examen del amor, filtrado a través del concepto de gé nero, surge del convencimiento de que su sello impregna de una u otra manera los materiales culturales que se examinarán. 88 Los E stra g o s d e l A m or UNA SÍNTESIS: CATEGORÍAS Y SUBCATEGORÍAS Si bien los objetivos fundamentales de este trabajo responden a un procedimiento general que mediante una "transcodificación" pasa de un "qué se dice aparente" a un "qué se dice real-metacomunicado", y siendo el psicoanálisis el marco teórico referencial que po sibilita esta transcodificación, es también necesario buscar y encontrar formas sencillas que establezcan el puente entre los con ceptos teóricos y los contenidos concretos de los materiales que se analizarán como lenguaje-objeto. De este modo se llega a la cons trucción de las categorías y subcategorías que parecen ser las más significativas para el futuro análisis9. Antes de distinguir variables como tiempo, espacio y contexto en el amor, se hará énfasis en algunas categorías a las cuales nos referimos para identificar, cada vez que sea necesario, a los prota gonistas del discurso amoroso. Estas categorías son las de sujeto amoroso y de objeto amado. El sujeto amoroso (SA) será el que padece el conflicto y lo ex presa, el Yo del monólogo (en las canciones por ejemplo) o es su jeto del diálogo (en algunos dramatizados). El objeto amado (OA) será el objeto de amor de un sujeto amoroso; es la persona amada de la cual habla el sujeto amoroso. Por las especificidades con re lación al amor y al género, necesitaremos en muchos casos identi ficar el género del sujeto amoroso: SA ▲ = sujeto amoroso masculino, SA O = sujeto amoroso femenino, que durante el análi sis de los discursos serán de gran utilidad. Para poder decir algo del discurso amoroso es indispensable referirlo a unas variables témporo-espaciales y contextúales. En efecto, el discurso del amor es marcadamente sensible, por una parte, al "momento" del amor vivido y, por otra, al tipo de obstáculo que, ca 9. Esto no significa que desde ahora se cierren posibilidades. En los trabajos investigativos de análisis de discursos, m uchos detalles de procedimiento sur gen durante el mismo análisis y son imposibles de prever a priori. Únicamente se construye y se diseña un aparato general. Además, y en este caso, tendre mos diferencias de procedimiento de un discurso a otro por su disparidad na rrativa misma (unos expresivos y en primera persona, otros dram atizados y en diálogos, otros "neutros" y argumentativos, etc. ...). Por consiguiente, el aparato general necesitará adaptación específica a los discursos. 89 Flo ren ce T h o m a s si por definición, encontrará. No será lo mismo hablar desde el es tado casi demencial que es el enamoramiento, a hablar desde una relación estable que ya tiene una historia amorosa, ni mucho me nos expresar lo profundamente doloroso de un desamor en el mo mento de un engaño o de una traición del objeto amado, o la sensación de muerte que invade a los amantes en una separación obligada. Aquí se hará referencia, entonces, a los distintos "momentos-situaciones" que siempre contextualizan el discurso del amor y le dan su particular lógica inherente, con el apoyo de algunos estu dios que —sin introducir incoherencia teórica con los planteamien tos psicoanalíticos— ayudaron a construir unas categorías iniciales indispensables para el análisis temático-semántico ulterior. Estos son principalmente Amor y poder, de I. Vergara Camila (1987); Psi coanálisis de la pareja matrimonial, de J. Puget e I. Berenstein (1988), y La separación de los amantes, de I. Caruso (1982). I. Categoría Principal: FUSIÓN (simbiótico-simbiótico) Gráficamente: Subcategorías ligadas a la FUSIÓN: Ilusión de completud Idealización - Fascinación Sobrevaloración - Mirada hacia mun do interior - Desinterés por el mundo exterior - Parcialización del Objeto Amado - Oralidad... En relación con esta etapa de FUSIÓN, se buscarán también re ferencias al momento "uno" del enamoramiento, obteniendo la ca tegoría FORMA DE ELECCIÓN (o momento de la cristalización de un objeto amado), con sus subcategorías: 90 Los E stra g o s d e l A m or - Elección por apoyo: El objeto amado visto como madre o padre nutricio, protector, etc., y referencias en general al narcisismo primario. - Elección del Yo Ideal: El objeto amado es visto como alguien que devuelve al sujeto amoroso su imagen idealizada. Otros elementos que parecen importantes en relación con el enamoramiento son las referencias contextúales específicas de este discurso y particularmente las referidas al clima, a la naturaleza, a los lugares evocados, etc... En consecuencia, se tendrá otra catego ría general: CONTEXTOS REFERIDOS, con las siguientes subcategorías: Lugares - Clima - Evocación de la naturaleza - Tiempos referidos - Olores... Así mismo, y ligado a lo anterior, se identificará la especifici dad de un vocabulario del enamoramiento a partir de la pregunta: ¿existen palabras ligadas semánticamente a esta etapa? (Su identifi cación se hará con un criterio de repetición en varios discursos). II. VÍNCULO AMOROSO: Esta categoría permite diferenciar "enamo ramiento" y "amar". Categoría Principal: VÍNCULO AMOROSO Conjunción Gráficamente: » 0 A<*~ dos polos O Con sus subcategorías respectivas que corresponden a los pará metros definitorios mencionados: - Cotidianidad - Proyecto vital, crisis, reformulaciones - Marca de la preferencia - Sexualidad. 91 F lo ren ce T h o m a s III. Finalmente están todas las otras alternativas de resolución del enamoramiento, diferentes a la construcción del VÍNCULO AMORO SO estable. Se examinarán tres posibles evoluciones del Enamora miento-Fusión: a) Una extrema y poco común en los discursos amorosos por razones obvias: LA RUPTURA MUTUA o DISYUNCIÓN TOTAL, resumida en "yo soy yo, tú eres tú y no tenemos NADA que ver ya". Ambos son actuantes y desean la ruptura al mismo tiempo; el dolor es minimizado y generalmente esta situación ex trema ocurre cuando cada uno ha encontrado ya un sustituto para el narcisismo. En síntesis: RUPTURA MUTUA Actuante-Actuante Gráficamente: ▲ «---------------------------- ►O Ya no hay discurso amoroso. ¡No hay más que decir: b) Al otro extremo, y fuente de múltiples discursos (como ya se vio, el dolor y el sufrimiento son los que hacen discurso en Occiden te), estaría lo que I. Caruso (1982) llama la separación de los amantes o la FUSIÓN IMPOSIBLE: "Los amantes que han sido separados, que han tenido que separarse, amándose" (pág. 8). Existe un OBSTÁCULO que vuelve imposible el estado de Fusión. Hay intenso sufrimiento en ambos. La separación de los amantes se categorizará como: FUSIÓN IM POSIBLE. "Yo soy tú, tú eres yo y nos tenemos que separar". 92 Los E stra g o s d e l A m or c) Uno y sólo uno de los dos sale de la Fusión, de la simbiosis y se vuelve actuante, busca el cambio, la evasión, la distancia; al extremo, la ruptura. "Traiciona" la Fusión, rompe el contrato de dualidad y poco a poco huye de la asfixia amorosa10. Mientras tanto, el otro empieza a sufrir; no entiende, no acepta la pérdida del objeto y vivencia ya todos los síntomas del duelo o del intenso sufri miento que le provoca el rechazo o el abandono del objeto amado, siempre vivido como una especie de catástrofe del Yo o mutilación del Yo, llamado por Caruso (1982) "Catástrofe del Yo" o "vivencia de la muerte en la conciencia". Al categorizar, tendremos: RUPTURA PARCIAL (o UNILATERAL) Simbiótico - Actuante Gráficamente: O ------------------------ ► ▲---------------------------- ► ▲ -------------------------► o ---------------------------- ► Otras subcategorías importantes en relación con las categorías de FUSIÓN IMPOSIBLE (separación de los amantes) y RUPTURA PARCIAL, son las relacionadas con el duelo o el intenso sufrimien- 10. En este caso particular de un miembro de la pareja que quiere salir de la Fusión, será m uy importante determinar cuál de los dos. Cuál se va y cuál su fre. El género parece aquí fundamental con relación a la especificidad del su frimiento y la problemática de evasión. 93 Flo ren ce T h om as to ligado a la pérdida del OA y los mecanismos de defensa desa rrollados por el SA para soportar y hacer frente a la mutilación de su Yo, o especie de pérdida de la identidad ya mencionada: la agre sión, la indiferencia, la huida hacia adelante y la ideologización. Estos mecanismos de defensa se pueden combinar y raramente serán "puros". Además, hay que insistir una vez más en que estas categorías generales, subcategorías y clasificaciones son sólo indica dores que ayudarán a sistematizar el análisis y de ninguna manera con ellos se cierran posibilidades. En la marcha misma del análisis se tendrán que hacer ajustes. 94 Los E stra g o s d e l A m or E S Cuadro 3 11 Categorías de trabajo T R © D E n am oram ien to -Fu sió n (am o r-p asió n ) S im b iótico -S im b ió tico Ilusión de completud-Idealización sobre valorización-Mirada hacia la interioridad-Desinterés mundo exterior. Parcialización del OA - Oralidad... Forma de elección: por apoyo del Yo Ideal Contextos referidos, vocabulario U A L N A R C OBSTÁCULOS © Ruptura mutua Disyunción (p oco duelo) N o h ay dis cu rso am o ro so, p ues no h ay ni SA ni OA © Separación de los amantes Fusión imposible (máximo duelo) Muerte en la conciencia. Catástrofe del Yo. R uptura parcial D isyunción unilateral Indiferencia Huida hacia Ideologización aíi p 1la n fi r p U U V ll ll V Desvaloriza ción del OA para que el Vo del SA pueda re conciliarse. Borrar hue llas del OA en la con ciencia. i Vínculo am oroso C onjunción ▲ -------- O -------- O ▲____ * Simbiótico-Act. Uno de los dos "traiciona la fu sión" Sufrimiento del SA, mutilación del Yo, duelo. MECANISMOS DE DEFENSA Agresión © Búsqueda de un susti tuto por medio de la acción y / o placer. Legitimar la muerte, misticismo o una causa. Relación estable en el tiempo y el espacio. - Cotidianeidad. - Proyectos, crisis, reformulaciones. - Reconocimiento del tercero. - Marca de la pre ferencia. -Sexualidad que asume la incompletud. -Se asume la ca rencia, la dife rencia, el otro, la preferencia parcial, etc. N o t a :( F ) : Fusión: Punto de partida de todas las demás situaciones. 2 y 3: Lugares de máximos discursos: es el sufrimiento que legitima el discurso. 4: Lugares de discursos "preventivos" tipo recetarios - consejeros, pues el 4 es el amor útil socialmente. 11. Esta "esquem atización", por definición, "reduce" la complejidad de las situa ciones y problemáticas am orosas, y su única función es la de ordenar nuestro campo de trabajo. 95 DE LA SERIE "PAREJA EN CAPURGANÁ". Acrílico sobre lienzo, 1.50 x 1.50 m. 1994 M ÉTO DO CONSIDERACIONES GENERALES ALREDEDOR DE LA SEMIÓTICA CULTURAL Y EL ANÁLISIS DE CONTENIDO TEMÁTICO (CONNOTATIVO) L a CULTURA COMUNICA, GENERA Y TRANSMITE, produce y reproduce información y sentidos a través de una multitud de sistemas semióticos jerarquizados, tales como sus ceremonias rituales, sus obras de arte, sus leyendas y mitologías — en el sentido barthiano— , sus canciones, textos culturales o cualquier otro objeto cultu ral portador de sentido, como lo son en la actualidad los discursos de los medios. Desde el enfoque formulado por U. Eco, R. Barthes, M. de Mo ragas y otros, la cultura es un conjunto de sistemas semióticos je rarquizados que genera los modos en que se simbolizarán y se expresarán las relaciones sociales. Tendremos que inscribimos en ese orden simbólico — el plan teado por el psicoanálisis— , pues nos preexiste y nos sirve de úte ro, ya no biológico sino simbólico-cultural, que nutrirá, en buena parte, las formaciones de nuestro inconsciente. Ese orden que in cluye un modo de vida hecho de usos, costumbres, creencias, valo res y saberes que posee toda sociedad para orientar y cohesionar a sus integrantes; "conjunto epistémico compartido", como lo llama R. Llerena (1985, pág. 23), especie de "reserva mental actuante" que funciona como "memoria colectiva" o "patrimonio común". Es ahí, en esa cultura, donde interesa buscar lo que se dice del amor, pero sabiendo que éste se encuentra más bien en lo no-dicho; bus car en la mirada a esa cultura a través de sus expresiones y, más 97 Floren ce T h om as particularmente, las de la sociedad colombiana de los años 80, en textos culturales como los que son generados y difundidos por los medios. Por tanto, y a partir de esta primera premisa, la perspectiva general se enmarca dentro de una semiótica de la cultura en la que se parte de la consideración de los discursos amorosos (de los medios) como textos culturales, indicadores de elementos de cultu ra en un momento dado. Eco (1977) afirma: La cultura por entero debería estudiarse como un fenó meno de comunicación basada en sistemas de significa ción. Lo que significa que no sólo puede estudiarse la cultura de ese modo, sino que, además, sólo estudiándo la de ese modo, pueden esclarecerse sus mecanismos fundamentales, (pág. 58) Esta premisa de que la cultura comunica significa que también puede ser comunicada; precisando aún más, la cultura y los miem bros que participan de ella en un momento dado establecen una relación especular con sus objetos semióticos o portadores de senti do (textos difundidos por los medios), lo cual quiere decir que se mira y se reconoce en ellos, que asimismo son, entre muchos otros objetos semióticos, un espejo de la cultura que conforma un con junto, un cuerpo proposicional de reglas y normas que aunque no son forzosa ni automáticamente obedecidas, sí son reconocidas por todos, definiéndose en tomo a ellas una especie de espectro de va riaciones que actúa sobre las relaciones de los individuos, sobre sus acciones concretas, sobre su sentir y sobre su saber. De cierta manera, la cultura se reconocerá en textos culturales, como los aquí analizados, pero a la vez será reconocida como tal por sus miembros a través de los componentes semánticos que presenta y que preexisten (como marco o cuadro de referencia) a cada práctica social particular. Se pretende, mediante un método pertinente, develar ese con junto de significaciones relativas al amor, conjunto de significacio nes que delimitarán y darán consistencia a las múltiples prácticas derivadas de la vida amorosa. El amor, fenómeno cultural particular al cual este trabajo busca aproximarse, está consignado hoy día con especial fuerza en los 98 Los E stra g o s d e l A m or múltiples discursos difundidos masivamente por los medios (pren sa, radio, televisión), discursos que se superponen a los tradiciona les, tales como los cuentos infantiles, los mitos, las leyendas y el folclor, siempre y cuando se tenga todavía la suerte de conocerlos o, más exactamente, de "re-conocerlos" debajo de la aplastante unidimensionalidad — culturalmente práctica, pero sobre todo econó micamente productiva— impuesta por los mismos medios. Desde esta perspectiva serán trabajados los discursos amorosos difundidos por los medios, es decir, las canciones de la radio (ba ladas, rancheras, vallenatos y otras); los consultorios sentimentales radiofónicos; los artículos sobre el amor aparecidos en revistas; las fotonovelas; un buen número de dramatizados novelados o seria dos y los comerciales de televisión, entre otros. En fin, ese conjun to de producciones sígnicas auditivas, visuales y audiovisuales que tienen al amor como referente central. Se habla de discurso amoroso, pues estas producciones com u nicativas no son resultado de fa creación de individuos particulares identificables — por lo menos esto no es lo importante— sino que se definen ante todo como una realidad discursiva inseparable de sus condiciones de producción y de pertenencia a una formación social determinada, y se rigen por un subcódigo particular que es el que se explicitará más adelante. Se habla de discurso amoroso como se habla de "discurso jurídico" o de "discurso científico". De tal manera que el discurso se ubica, desde el punto de vista lin güístico, entre la lengua y su uso, el habla. Es una realidad inter media; de ahí su carácter de indicadora de fenómenos culturales y de características sociales del contexto en el cual nació. Al lado de la lengua como sistema de modelación primaria de la realidad que permite a los individuos comunicarse entre sí por medio del habla, el discurso representa un sistema secundario capaz de plasmar di námicas históricas particulares, visiones del mundo propias de la cultura que las produce y mantiene. Sin embargo, estos discursos o unidades comunicativas particu lares son todos resultado de una actividad lingüística y constitu yen, de una manera general, textos. La lingüística tradicional limita generalmente el objeto de sus investigaciones a la frase y no va más allá del sintagma o la pala bra. Además, existe una pobreza relativa con respecto a la teoría del texto y, particularmente, de los textos aquí trabajados, estos 99 Floren ce T hom as textos recientes, producto de la sociedad de consumo, los cuales serán ubicados, retomando las indicaciones de Van Dijk en La cien cia del texto (1978), entre la narración natural (o situación conversa cional, oral, única, producida en situaciones de comunicación cotidiana) y el texto literario (novelas, cuentos, ensayos) o narracio nes literarias que derivan de los textos naturales a través de trans formaciones bastante complicadas. Asumiendo la clasificación propuesta en La ciencia del texto, los discursos amorosos serán considerados como textos narrativos, al lado de los chistes, mitos, cuentos populares, sagas, leyendas y otros, que se definirán retomando a la vez su calidad de texto y de texto narrativo. El texto se define como una noción que no se sitúa en el mis mo plano de la frase ni tampoco del parágrafo. El texto narrativo puede ser todo un libro o sólo una frase, pues se definirá ante to do por su autonomía y su clausura semántica. Por ejemplo, la can ción titulada "Te voy a olvidar" es un texto narrativo; el artículo de una revista femenina titulado "¡Así es el Amor!", es también un texto narrativo. Son, por consiguiente, unidades comunicativas que tienen una secuencia coherente e intencional de signos lingüísticos, producidas en situaciones concretas con finalidades concretas y representan unidades semánticas. De tal modo que todos tendrán una macroestructura (el tema) y una microestructura (secuencia de proposiciones y subtemas) a partir de las cuales serán analizados. De los diferentes tipos de análisis que se pueden realizar a partir de los textos narrativos caracterizados, aquí se optará por lo que de manera general se puede denominar análisis temático. Efectivamente, más que cualquier otra cosa (retórica, narrativa, etc.), interesa el tema del amor. En otras palabras, más que un "cómo se dice", o explicitación de leyes de expresión del mensaje, interesa el "qué se dice", es decir, el nivel semántico, el significa do, el sentido de los textos. Se quieren captar las propuestas comuni cadas, o más exactamente metacomunicadas, en relación con un saber del amor, un vivir el amor y un sentir el amor, para aproxi marse a los elementos constitutivos de la dinámica actual del amor presente en dichos textos, a los discursos amorosos de la sociedad de consumo. 100 Los E stra g o s d e l A m or Sin embargo, para hacer realidad este trabajo acerca de "qué se dice", hay que aclarar algunas premisas relativas al lenguaje y, es pecíficamente, al sentido. Los descubrimientos de Saussure (1907) y más tarde de Hjlemslev (1950), realizados y complementados por numerosos lin güistas, autorizan a afirmar que el lenguaje opera por signos o en tidades conformadas por significantes que permiten identificar el plano de la expresión con sus diferentes niveles y leyes; además de los significantes, el signo es portador de significados o plano de los contenidos (sentido) o conjuntos semánticos, también con sus diferentes niveles. Si se hace eje en el SENTIDO, hay que reconocer que poder de cir algo de él no es sencillo, dado que a primera vista el problema del sentido no existe y no se plantea, pues éste se impone como una evidencia, como un sentimiento de entender y de comprender completamente natural (Greimas, 1973). Cuando la letra de una canción dice: "Te vas y mi corazón se muere", todos entendemos o creemos entender qué significa. 'T e vas y mi corazón se muere": esta frase, compuesta de palabras en ese orden determinado, que sigue las leyes del plano de la expre sión, significa. Eso debería ser suficiente; y lo sería si una lengua fuese sólo y puramente denotativa. Dicho de otra manera, "Te vas y mi corazón se muere" no significa únicamente lo que las pala bras quieren decir; detrás de un primer plano estable de la signifi cación, de un sentido inmediato, del nivel denotativo, de ese "lenguaje-objeto", como lo llaman los lingüistas, se encuentra un sistema de segundo grado o connotativo, asociado o "parasitado" al denotativo. De este modo se puede considerar la denotación como lugar de inserción y a la vez de desaparición del sentido, como una es pecie de pantalla encubridora. En la línea de Hjlemslev (1971), Barthes (1977) y retomada, entre otros, por Eco (1977), Lo que constituye una connotación en cuanto tal es el hecho de que se establece parasitariamente a partir de un código precedente y de que no puede transmitirse antes de que se haya denotado el contenido primario. (pág. 111) 101 F loren ce T h om as Los textos narrativos aquí trabajados (discursos amorosos) cons tituyen verdaderos sistemas connotativos, pues en ellos el plano de la expresión está constituido por otro código, por otra semiótica. En otros términos, "existe código connotátivo cuando el plano de la expresión es otro(s) código(s)." (Eco, Ibíd.) "Te vas y mi corazón se muere" será significado —por lo menos en nuestra cultura occidental— mediante el "código del amor", de tal manera que el contenido de la primera significación (plano denotati vo) se convierte para todos en expresión de un contenido ulterior. La frase denota la muerte de un órgano vital porque alguien se fue, y connota catástrofe del Yo frente a la pérdida del objeto de amor. La significación es así sólo una transposición de un nivel de lenguaje en otro, de un lenguaje en otro lenguaje, lo cual se pro duce por medio de una transcodificación, pues, según Greimas (1973), ...por el hecho de que una lengua natural no es jamás pu ramente denotativa sino multiplana, el vivir bajo la amena za constante de la metáfora es un estado normal, una condición específica de la condición humana, (pág. 10) Freud y Lacan, por otros caminos, llegaron a la misma conclu sión: todo ser humano oculta, de alguna manera, su "ser semiótico" bajo una red de significaciones disimuladoras a cuya sombra cree poder vivir, sentir y juzgar, y el hombre que se creía dueño de la palabra se convierte en su humilde esclavo. Se pretende explicitar esta transcodificación reconstruyendo ese segundo sistema, única manera seria de poder decir algo de los discursos amorosos y de poder entender el papel que juegan esos textos narrativos culturales en la configuración, persistencia y pro gresiva adecuación a la realidad psicosocial de los sistemas conno tativos presentes en ellos. Tal transcodificación se hará sobre la base de un sistema de equivalencias o, más exactamente, con una lógica de equivalencias y no con una lógica de identidad, partien do del presupuesto de que ese sistema segundo no es isomorfo con el lenguaje denotativo. Si estos planteamientos metodológicos se han referido ante to do a textos verbales, es sin duda por la importancia que para esta investigación tiene lo verbal en lo denominado aquí "discurso amoroso". Sin embargo, en el caso de algunos materiales particula 102 Los E stra g o s d e l A m or res tales como la fotonovela, los materiales televisivos y la publici dad, lo visual icónico formará parte del discurso amoroso. En este sentido habrá también un código icónico del amor cuando la ima gen reemplaza, representa o remite a contenidos verbales o paraverbales. Dichas imágenes como parte del discurso amoroso tienen una lógica inherente que es igualmente susceptible de ser analizada desde esta propuesta metodológica general. De hecho, lo visual es tará ligado al "qué se dice" en los discursos y constituirá el con texto, el escenario, la "puesta en escena" de cada uno de ellos. Los actos y los sentimientos de los sujetos que protagonizan la historia narrada son "teatralizados" de manera tal que "la operación visual representa aquello que precisa y selecciona lo representado"1. La imagen no se opone a la palabra, aun más, complementa, refuerza lo verbal e incluso añade elementos al discurso. La ima gen posee tres componentes que la cualifican: es nombrable, indicable y mostrable. Lo que se nombra, se indica y al indicarlo hay elementos que lo distancian en algo de la sola denominación; por tanto, aunque esté ligado al acto de la comunicación verbal, en la indicación entran en juego otros elementos que posibilitan recono cer su "qué se dice" particular, ya sea por constituir los elementos que aparecen en la imagen o por ocultamiento, es decir, por lo que se excluye a la mirada del lector imaginario. El objeto (acto, sentimiento, en nuestro discurso amoroso) que quiere ser indicado en una fotografía, por ejemplo, está privilegian do algunos elementos de manera tal que el lector-observador los focalice. El foco fotográfico privilegia los índices o elementos parti culares de la imagen que se quiere representar; es, como dice A. Silva (1988), un proceso selectivo. Partiendo de estas reflexiones se elaboró una propuesta que permite, sin tener pretensiones de agotar la discusión, un acerca miento a los contenidos latentes relativos al discurso del amor a partir del "qué se dice", tanto verbal como icónico. Dicha propues ta consiste en un análisis de contenido temático-connotativo. Tomando distancia de la concepción del análisis de contenido co mo metrología que opera a partir de características métricas del cor pus, se lo retoma más bien como un método global de acercamiento 1. Para estas anotaciones se utilizó el texto de Arm ando Silva, "¿Las im áge nes: nos hablan?", ensayo mimeografiado, 1988. 103 F loren ce T hom as a un mensaje o conjunto de mensajes (corpus) por medio de la transcodificación (o paso de un código al otro) del texto base (o lenguaje-objeto) a un texto interpretado para llegar al "qué se dice real"2. UNIVERSO DE TRABAJO Y CORPUS DEFINITIVO Esta investigación se articula con los discursos amorosos presenta dos por los medios y exclusivamente por ellos. Dicha opción, que a primera vista podría parecer arbitraria, cobra toda su significación en una óptica de pertinencia con los objetivos propuestos. Por su complicidad con la vida cotidiana, su omnipresencia, sus particulares modos de decir y de difundir, parece que tales tipos de discurso —más que el discurso estético de la literatura o del arte en general—, articulan la memoria del grupo o de la sociedad y posiblemente reve lan más claramente las prácticas, como lo está mostrando hoy día J. Martín Barbero en sus numerosos estudios de la cultura popular. Interesa reconocer las propuestas culturales que se hacen, no desde la educación formal, no desde el libro o la obra de arte, si no las que se hacen en nuestros días desde una cultura de alguna manera "no letrada", "mucho más cerca de la vida que del arte, o de un arte sí, pero transitivo, en continuidad con la vida."3. Miles de discursos, numerosas propuestas de vida y, en este caso, de amor, que por sus modos de producción, circulación y consumo, tendrán una relevancia y un significado muy particular en lo que denominamos la sociedad colombiana de hoy. El universo de trabajo de esta investigación lo constituyen discur sos amorosos insertos en espacios de la radio, la prensa y la televi sión. Para la radio, canciones en general y consultorio sentimental (Radio Continental - Cadena Todelar); para la prensa4, revistas fe 2. Se llama 'qué se dice real' al sistema de categorías y subcategorías resul tado de la interpretación m ediatizada por el m arco teórico que devela el nivel semántico del discurso, objeto de análisis. Esta precisión se hace con el fin de diferenciar el término 'real' de la acepción que asume en el enfoque lacaniano. 3. Tom ado de J. M. Barbero, “Memoria e imaginario en el relato popular", La cúbala, 1988. 4. Dentro del contexto de este trabajo, se llama 'prensa' a toda publicación de carácter impreso, sabiendo que en sentido estricto la prensa hace referencia a los diarios. 104 Los E stra g o s d e l A m or meninas y fotonovelas, y para la televisión, telenovelas y dramati zados unitarios. 4 Se añadió un discurso multimediático: el de la publicidad im presa y audiovisual (T.V). De estos universos generales de trabajo se genera el corpus de finitivo, conformado por el conjunto de los materiales reunidos pa ra el análisis. Dicho corpus definitivo fue escogido en el transcurso del primer semestre de 1989 hasta finales de 1990 y a partir de dos criterios generales: pertinencia con los objetivos de la investiga ción y masificación -sintonía para la radio, tiraje para los materia les de prensa y rating para la televisión*. * Todo lo concerniente a los procedimientos de trabajo generales y específicos para cada tipo de material de trabajo analizado (canciones, fotonovelas, teleno velas y dram atizado unitario, publicidad impresa y audiovisual) se encuentra en el Anexo metodológico, que puede ser consultado en la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Colombia y en la del Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología Francisco José de Caldas, Colciencias, Bogotá. 105 F loren ce T h om as Cuadro 4 D e l u n iv e r s o d e tra b a jo a l c o r p u s d e fin itiv o U N IV ER SO D E TRA BA JO R CANCIONES A D I O - Bolero (Bo) - Balada (Ba) - Tropical (T) (m eren gu e (Tm ), vallenato 6 (Tv), salsa (Ts)) - A ntigua (A ) (ran chera (A r), tango 5 salsa) 6 (4 rancheras, 2 tangos) (A t)) - Rock en español (Rk) - O tro (O) CONSULTORIOS SENTIMENTALES C O R PU S DEFINITIVO* CO RPU S Solución a su proble ma 8 19 (4 m ereng., 6 v a llenato, 4 tropical, 5 2 5 p rog ram as - V anidades P R E REVISTAS FEM ENINAS N S A FOTONOVELAS - Buenhogar Cosm opolitan Tú Internacional De todo un poco Mía - Secretos del corazón 12 artículos 7 fotonovelas - Foto rom ance TELENOVELAS T. V. P U B - N acional - Extranjera DRAMATIZADOS UNITARIOS - N acional (M ediodía) IMPRESAS - Revistas Cromos, Diners, Semana y Vanidades 1 "A m a r y viv ir" 1 C orin Tellado 4 musidramas 24 publicidades L I C I D AUDIOVISUALES T.V. Canal 7 y Canal 9 A D * Ver Cuadro 4A. 106 15 publicidades Los E stra g o s d e l A m or Cuadro 4A Corpus definitivo Bo 1. 2. 3. 4. 5. Ba 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Siempre estaré Contigo o sin ti Simplemente amigos Te amo Mala suerte Rodando caminos No sé qué hacer 8. Te voy a echar al olvido C T Tt 1. 2. 3. 4. Tv ' 1. 2. 3. 4. 5. 6. A R N A C D I I O O N E Olvídame si puedes Para qué quererte Esposa o amante Plánchame la ropa Volver a la ternura El besito Para adorarte más Devuélveme mis sentimientos La escoba Ceniza fría Tm 1. Noches de fantasía 2. Quiero todo de ti 3. De tu boca 4. El cantinero Ts 1. 2. 3. 4. 5. Ar 1. Pasaste a la historia 2. Mujeres divinas 3. Me gustas mucho At 1. Hasta siempre amor 2. La fuerza del amor S A Sin ti Qué quieres de mí Entrega total Contigo aprendí Sombras Devórame otra vez Deseándote Ya no m e importa Como tú Mía 1. Devuélveme Rk 2. 3. 4. 5. 6. a mi chica Te necesito Quiero una novia pechugona Atado a un sentimiento Es tan fácil rom per un corazón Pa pa pa 1. Lambada 2. La Negra Tomasa O 107 Flo ren ce T h om as continuación Cuadro 4A C o r p u s d e fin itiv o R A CONSULTORIO D I SENTIMENTAL 5 1. Antonia la incestuosa 2. La niña señora 3. Solo 4. Desconsolado 5. Criticada sin razón Solución a su problema O P REVISTAS R FEMENINAS E N S A FOTONOVELAS Vani dades XIX 1. Claves para un matrimonio feliz 2. El amor, sentimiento o conveniencia 3. Amor y romance en los 90 4. Ese amor que perdí 5. La Dra. Joyce Brothers nos habla del amor Buenhogar (año 26 No. 2) 1. Cuando las críticas acaban con el amor Cosmopolitan (año 16 No. 11) l.C ó m o casarte con el hombre que deseas De todo un poco (año 3 No. 1) ¿Perfeccionista en el amor? ¡Cuidado, podría espantarlo! Tú-Intemacional (año 21 No. 2) 1. "Te quiero", el mensaje secreto de trás de esta afirmación 2. Cómo recuperarse de un desastre amoroso Mía (año 2 No. 80) 1. Cuando él confiesa una aventura 2. Sepa recuperar confianza después del divorcio FotoRomance (No. 335) 1. Intriga Secretos del Corazón (No. 13) (No. 71) 1.E1 amor no se vende 2. No supimos comprender 3. Yayoiko y el amor 1. La vida equivocada 2. Cenizas del ayer 3. Sueños de amor v gloria 5. Para este género radial se retomaron partes del trabajo de monografía de Patricia Duarte y M arcos Vargas (estudiantes de Psicología de la Universidad Nacional), titulado "Análisis semántico de los discursos amorosos transmitidos en el program a radial 'Solución a su problem a"', dirigido por Florence Thomas y sustentado en septiembre de 1989. 108 Los E stra g o s d e l A m or continuación Cuadro 4A Corpus definitivo T E L E V I TELENOVELAS 1. A m ar y vivir 2. En aquellas playas s I ó N DRAMATIZADOS P TT U B L I C I D A D IMPRESA AUDIOVISUAL T.V. 1. Musidramas 1. Cromos 2. Diners 3. Semana 4. Vanidades Cadenas 1 y 2 109 DE LA SERIE "GRUPOS". Óleo sobre lienzo, 2.0 x 1.30 m. 1987 ANÁLISIS DE LOS DISCURSOS AMOROSOS EL DISCURSO AMOROSO EN LA CANCIÓN (boleros, baladas, tro picales, antiguas, rock en español y otras) para expresar el amor, se presentarán los resultados del análisis del discurso amoroso en la canción en general. D a d a l a s im i l i t u d d e u n s u b g é n e r o a o t r o En modo alguno se quiere decir que no existan matices dife renciales ligados, en general, a los contextos históricos y/o socioló gicos a los cuales remiten los subgéneros para expresar el amor (contexto sociológico de un vallenato, de un bolero o del rock), matices que serán señalados a su debido momento. En la clarificación hecha por Jackobson en un trabajo sobre es tructura narrativa y función lingüística (1963), encontramos la razón principal de tanta similitud temática en la canción. En efecto, se puede afirmar que todas las canciones son composiciones líricas1 de hondo subjetivismo cuya temática se refiere casi siempre al amor y, por ello, su función dominante es expresiva y "poética", enunciada en forma de monólogo acompañado siempre musical mente. Habla el Yo de un sujeto amoroso, habla del amor, de la posesión o del proyecto de posesión de un objeto amado, de la nostalgia, de la pérdida o de la ruptura, llevándonos a un universo eufórico, de sueño, de fantasías, de duelo o de catástrofe. Con la 1 Este término hace referencia al género en que el poeta canta sus propios afectos e ideas y en el cual se ubican la balada y la canción. Tradicionalmente eran composiciones en verso, pero hoy m uy pocas canciones conservan esta ca racterística. 111 Flo ren ce T h o m a s canción conoceremos todos los matices de una subjetividad amoro sa, que apunta a un sentir el amor, más que a un saber del amor. Otra razón que merece ser recordada en relación con la simili tud temática de un subgénero a otro, es que todas las canciones aquí relacionadas han sido escogidas con base en un criterio de sintonía radiofónica, hecho que no deja de connotar una fuerte im plicación de homogeneización cultural. En el sentir el amor expresado por las 46 canciones trabajadas, participa hondamente la música que de una u otra manera refuer za el significado de la secuencia verbal, resaltándola, matizándola y delimitándola. En ese sentido hay que hacer conciencia de la im portancia del discurso musical en la canción y de su complejidad en cuanto a la particular articulación semiológica con el discurso verbal, aun si sólo nos limitamos al análisis de este último. Canción y universo masculino En la mayor parte de las canciones analizadas, el sujeto amoroso es hombre, lo cual nos ubica en un universo eminentemente mas culino del amor; es el amor sentido, expresado, sufrido y gozado por los hombres. De 46 canciones trabajadas, 42 resultaron canta das por hombres y sólo cuatro (dos baladas, una ranchera y la "Lambada") por mujeres. Tal situación significa que el 91% de las canciones refleja un universo masculino, y es dudoso que el 9% restante refleje verdaderamente un universo femenino porque auto res y compositores son todos, sin excepción, hombres. La fusión y el duelo en la canción Ese sentir y expresar el amor a través de las 46 canciones se dis tribuye en dos categorías dominantes cuantitativamente, llamadas 'fusión-enamoramiento' (39% de las canciones) y 'ruptura-duelo' (52%), quedando una categoría de 'Otras' (8%) repartidas en "cotidianidad-vínculo" y "pasión-camal". Los dos grandes temas de las canciones radiofónicas giran alre dedor del enamoramiento y de la ruptura; temas que pasan de la expresión de promesas y felicidad suscitada por la posesión del objeto, a la expresión de sufrimiento o de profunda tristeza frente 112 Los E stra g o s d e l A m or a la pérdida del mismo (Cuadro 5). Como expresaba un comenta rio periodístico sobre el bolero, válido para la canción en general, el bolero es “una historia de amor y más que de amor, de los es tragos del amor". Ese comentario se podría aplicar a las baladas, las canciones tropicales, las rancheras y los tangos del muestreo en cuestión. En relación con las 18 canciones que hablan de esta etapa eu fórica que es el enamoramiento-fusión, los mismos títulos y con ceptos contenidos en ellas proporcionan los grandes ejes de análisis de dicha etapa. Son las grandes "figuras" del sujeto amoroso, co mo las llama Barthes en sus Fragmentos de un discurso amoroso (1982). "Entrega total" (Bo 3), "Siempre estaré" (Ba 1), "Quiero to do de ti" (Tm 2), "Te amo" (Ba 4), "Te necesito" (Rk 2), "Devóra me otra vez" (Ts 1), "Para adorarte más" (Tv 3), etc. son ya serios indicadores de este proceso de enamoramiento, de promesa de fu sión y simbiosis expresada por un sujeto amoroso. En efecto, en este "mundo diferente" (Bo 4) que descubren los enamorados y en el cual rehacen la historia, SU historia, porque "...contigo aprendí que yo nací el día en que te conocí" (Bo 4), lo que encontramos con especial fuerza es una máxima histórica de identidad en la cual el otro da existencia, da vida: "Tengo tanto miedo de perderme o desaparecer..." ("Te necesito" - Rk 2). Todos necesitan amar para existir en un proceso de ruptura con lo cono cido y de unión con lo desconocido, en medio de una total ilusión de completud, de fusión, de simbiosis en un tiempo infinito. Vuel ven a creer en la posibilidad de lo completo, del uno con el todo, "y recuerdo el último intento de vivir en un solo cuerpo" (Tm 3) y "Hoy serán dos corazones y una vida unidos para siempre..." (Tv 3) en el espacio y el tiempo de los absolutos; sin límites ni condiciones: "Yo siempre estaré a tu lado" ("Siempre estaré" - Ba 1), "llévame de ser posible hasta la misma eternidad donde perdu re nuestro amor, porque tú eres toda mi felicidad (...) quiero entre garme a ti en una forma total..." ("Entrega total" - Bo 3). En todas las canciones articuladas alrededor de la fusión, encontramos esa marca de la totalidad, de lo absoluto, pero es tal vez en la canción "Quiero todo de ti" (Tm 2) donde se expresa de manera más transparente esta ansia de los enamorados por llenar la carencia fundamental del vivir. 113 5 t -H vO LO VO LO t -H 91% vo co H LO vO LO CN 114 100% Porcentajes Rancheras _ Tangos 00 CN t -H 52% 39% t -H 24 t -H 18 9% CM A ,. Antiguas ° Salsas Otros <N 9% O Tropicales t -H Vallenato Merengue Tropical O 42 vO O 46 CN <N Totales o t -H Otras CO Rock en español co 14 Ruptura Enamoramiento Fusión Cantante ▲ O LO Baladas No. de canciones co« Boleros Subgénero Cuadro Sexo del cantante y categorías temáticas por canciones Flo ren ce T h o m a s Los Estra g o s d el Am o r ...quiero que estés junto a mí todo el tiempo, quiero entregarte mi pecho amarte en todo momento porque contigo mi amor feliz yo me siento. Y quiero decirte a la vez que mi vida entregaré sólo seré tuyo mi amor, mi vida... (Tm 2) En estas declaraciones llenas de promesas, de totalidad, el otro —ese objeto amado, tan amado— es sobrevalorad a en extremo e idealizado, llegando a menudo a una verdadera "des-posesión" que conduce a las fronteras de lo aquí denominado el 'amor-pasión', en el cual el objeto amado se convierte en un pretexto u objeto ima ginario para el deseo de amar; cuando el sujeto amoroso está ena morado del amor, porque "contigo aprendí que la semana tiene más de siete días (...) a ver la luz del otro lado de la luna...", "...que puedo irme mañana mismo de este mundo, las cosas bue nas yo contigo las viví", hasta la muerte se vuelve una proyección de la felicidad y eternidad. Propio de este proceso de "devoción" al otro, de entrega total y de búsqueda casi pasional de simbiosis, es también una gran ne gación de todo lo que no es el objeto amado. El "antes" pierde sentido, pues antes el Yo no vivía. El pasado se desvaloriza y apa rece como prehistoria porque la verdadera historia comienza ahora. Es un "rehacer la historia", como dice Alberoni (1980), pero sobre todo un rehacer la propia historia, un renacer, "yo nací el día que te conocí". Y sólo el presente, el ahora, este mundo entrópico del yo y tú, tiene interés... El mundo afuera se desvaloriza y se vuelve suficiente a los enamorados, pues el amor lo llena todo porque es un mundo en sí: ...llévame a ese mundo que me ofreces, déjame vivirlo junto a ti, que nadie se dé cuenta que él existe, tan solo tú y yo estaremos allí. (Bo 6) 115 F loren ce T h om as Los espacios se cierran; el yo y el tú, detrás de los cuales está siempre la sombra del Yo, delimitan las fronteras de este proceso casi psicótico y paradójicamente solitario que es el enamoramiento. Esta lenta asfixia mutua, esta absorción del otro, "para hundirme en el abismo de tu cuerpo" (Ts 2), esta fusión-simbiosis, se realiza principalmente por medio de la oralidad o de la boca-beso. Si bien para esta entrega total el cuerpo es nombrado, y cada vez más nombrado bajo sus aspectos camales y sexo-genitales, con particu lar fuerza y frecuencia en la salsa radiofónica2, el merengue y a veces en la balada: ...y haciendo el amor te he nombrado sin quererlo yo porque en todas busco lo salvaje de tu sexo, amor. Hasta en sueño he creído tenerte, devorándome y he mojado mis sábanas blancas, recordándote... (Ts 1) Y aún me quema la memoria de tu abrazo de la pasión que cuerpo a cuerpo, nos gastamos y me la paso deseándote para hundirme en tus abismos inventándote cuando tiemblo y me derramo sobre ella... (Ts 2) es la boca la que continúa siendo el significante principal de la fu sión, en la mayoría de las canciones: de tu boca dame más... (Tm 3) quiero besar tu boquita... (Tm 2) Ay nena regálame un beso no importa que sea chiquito Te cambio por un besito toda mi vida y mi corazón... (Tv 2) Aprendí que puede un beso ser más dulce y más profundo... (Bo 4) Saboreándonos tú y yo, cada día, cada noche... (Ts 2) Ay ven, devórame otra vez, ven devórame otra vez... (Ts 1) ...y ella trajo a mi vida el fuego en un beso... (Tm 1) 2. Salsa, denominada por algunos artículos de prensa, la "salsa-catre". 116 Los E stra g o s d e l A m or Si se habla de fusión y de simbiosis es, justamente, porque la absorción se vuelve posible y el lenguaje del enamorado lo confir ma. Esta necesidad de incorporación del otro, incorporación hecha posible por el papel de la boca, del beso que permite "tragar" al otro, "devorarlo", "saborearlo", "hundirse en el otro", etc... ¡Verda dera angustia fusional que nos lleva casi a las puertas del caniba lismo!... pero que de hecho sólo expresa la vuelta a un narcisismo muy arcaico basado en esta necesidad vital del recién nacido de incorporación del seno. En este "discurrir" sobre el enamoramiento propio de la can ción es necesario hacer una mención aparte a la canción rock en español, que es la única que no encaja del todo con lo enunciado. Si bien de las cinco canciones trabajadas, cuatro se refieren al amor-fusión, al enamoramiento, prácticamente en las cuatro se trata más de una evocación y de un canto, a veces casi "grito", al amor universal como remedio a la angustia frente a un mundo hostil, incapaz de proporcionar protección a un sujeto vulnerable y bas tante infantil. me encantan las canciones de amor y aquellas que piden un mundo mejor, vivo con el miedo al dedo que alguna vez apretará el botón... (Rk 6) un poquito de amor puede cambiar al mundo... Con el rock en español se recurre al amor, menos como pro blema estrictamente individual y privado, y más como posible so lución para un mundo caótico y angustiante. Un amor-refugio contra la soledad, el miedo, la destrucción y la vulnerabilidad. Puedo gritar puedo esperar porque tengo el alma dispuesta y aún perdido como un disparo en la oscuridad sigo adelante buscando respuesta... (Rk 5) ...No puedo dormir yo estoy tan solo aquí y te necesito yo te necesito 117 Flo ren ce T h o m a s he generado tanto odio tanto odio y tanto amor que a veces creo volverme loco viendo cómo sale el sol quisiera que como a cualquiera algo me impidiera el techo es tan alto y tan fría la pared y tengo tanto miedo de perderme o desaparecer... (Rk 2) El amor, como una luz en la oscuridad de este mundo donde es tan difícil crecer... grandes niños incomprendidos, pero "atados a un sentimiento" como todos, con mucha ansia de amor, única esperanza para no enloquecer de soledad. La solicitud de amor se hace desde un amor universal de humanidad, hasta una novia pe chugona "que cuando la abrace no la abarque" (Rk 3), pasando también por lo pasional-camal ...y vivo atado a un sentimiento carnal atado a tu luna ... te llevo clavada como una espina en mi costado... (Rk 4) en un estilo más abstracto, incoherente y moderno que el de los otros subgéneros. Amor de adolescentes deprimidos y perdidos, amor de seres urbanos, amor como única arma, única redención. La segunda gran categoría referida en las canciones de amor es la 'ruptura-duelo'. Incluso es la temática dominante cuantitativa mente (Cuadro 6). La canción colombiana radiofónica sintonizada habla sobre todo de los estragos del amor. Si bien en el bolero hay la misma cantidad de canciones referidas al enamoramiento-fusión y a la ruptura, en las baladas, tropicales y antiguas (rancheras, tan gos), domina la temática de ruptura. Ruptura unilateral 4en la ma yoría de los casos, denominada también 'simbiótico-actuante', cuando uno de los dos "traiciona" de alguna manera la fusión, por abandono, desamor o engaño. El objeto de amor (las mujeres, pues son los hombres quienes cantan) en general traiciona, se va, dejan do al sujeto amoroso en un profundo sentimiento que se expresará de varias maneras: "Sin ti" (Bo 1), "Qué quieres tú de m í" (Bo 2), "Sombras" (Bo 5), "Mala suerte" (Ba 5), "No sé qué hacer" (Ba 7), "Te voy a echar al olvido" (Ba 8), "Olvídame si puedes" (Tt 1), 118 Los Estr a g o s del Am or "Devuélveme mis sentimientos" (Tv 4), "Ceniza fría" (Tv 6), "El cantinero" (Tm 4), "Ya no me importa" (Ts 3), "Pasaste a la histo ria" (Ar 1), "Hasta siempre amor" (At 1). De la luz del fuego que quema, sinónimo de existencia y de vida, se pasa a la sombra, a la ceniza fría y al cantinero. De la vida a la muerte o, más exactamente, a la muerte en la conciencia, a la profunda mutilación del Yo, a la catástrofe. Si el inicio del amor, ese proceso de enamoramiento, significaba volver a nacer y existir, el fin del amor, ya sea por traición, engaño o abandono, significará siempre un vivir la muerte en la conciencia, una muerte en vida que se debe soportar y aprender a procesar de diversas maneras. De este modo, las canciones nos mostrarán todas las manifestaciones posibles del sufrir. Desde el puro grito de evo cación de muerte, de llamado a la muerte porque la vida se volvió un imposible en el bolero, Sin ti no podré vivir jamás (...) sin ti es inútil vivir como inútil será el quererte olvidar... (Bo 1) Quisiera abrir lentamente mis venas, mi sangre toda verterla a tus pies para poderte demostrar que más no puedo amar y entonces morir después... (Bo 5) Dios yo no sé qué será mi vida sin ella ya nada tiene sentido ni cobra valor... (Ba 7) ...me muero si no te vuelvo a ver... (Ba 4) a las profundas expresiones de tristeza, de llanto, de certeza de que el olvido es imposible cuando la herida es tan profunda y tan reciente, ...por momentos mi corazón paró se hizo un nudo tan grande en mi garganta, dolió y una lágrima asomó me di cuenta, sentí que te perdía... ...qué fácil sería vivir sin esta pena en el alma 119 Flo ren ce T hom as si yo pudiera dormir sin tu fantasma en mi cama... (Ba 6) ...Dios de los cielos ya sé que andas muy ocupado pero preciso decirte que no puedo más mi corazón y mis sueños están destrozados tengo que hacer un esfuerzo para no llorar... (Ba 7) ...llorando estaré recordando ese amor que un día, un instante fue mío llorando se fue todo el día me hizo llorar llorando estaré recordando el amor... (O 1) ...mala suerte, si por amarte hoy tengo que sufrir por no tenerte si con tu adiós estás abriendo una herida... (Ba 5) para llegar finalmente al desencadenamiento de múltiples mecanis mos de defensa que ayuden a soportar tanto sufrimiento, tanta muerte en la conciencia y al mismo tiempo impidan la desvaloriza ción del propio yo, para poder iniciar un trabajo de reconciliación con el ideal del yo y de curación a la profunda herida nardsista que representa el desamor. En este sentido son típicos de estas canciones, y con una particular fuerza en el subgénero tropical (merengue, vallenato, tropical-tropical, salsa) y en la balada, meca nismos de defensa tales como el alcoholismo, cantinero deme otro trago que yo quiero olvidar mis penas... (Tm 4) la indiferencia, ...te voy a echar al olvido no quiero volver a verte si tanto sufrí contigo no voy a pasar la vida quejándome de mi suerte... (Ba 8) ya no me importa nada no te necesito no te quiero hablar 120 Los E stra g o s d e l A m or ya no me importa nada he logrado echarte de mi corazón... (Ts 3) ...ya pasó la amargura que tú me dejaste ya te puedo mirar a la cara y hablarte de cosas que no sean de amor... ya me puedes decir lo que quieras, lo mismo me da... (Ar 1) pero, sobre todo, la agresión-retaliación, mecanismo profundamente ligado a contextos machistas que hacen difícilmente soportable la herida narcisista masculina. Cuando el objeto amado (mujer) aban dona, se va, engaña o traiciona, significa en seguida y ante todo una puesta en tela de juicio del poder de seducción y de la hom bría del sujeto amoroso. Frente a esta situación el sujeto tratará de desvalorizar el objeto amado para encontrar una explicación a su desamor, reafirmando casi siempre su poder por medio de la evo cación de lo que llamamos la "marca" o especie de "sello", "hue lla" que el hombre cree que imprime sobre el objeto, sello tan imborrable como imposible de olvidar. Es el "olvídame si pue des..." que posibilita así reconciliarse con el ideal del Yo que esta ba herido de muerte. ...que tú me dejas, déjame pero un olvido de mi amor será imposible. ...pero un olvido de mi amor hazlo si puedes. ...pero en tu vida ha quedado mi alegría, todos mis besos, mis caricias y mi vida. ...Olvídame, olvídame, olvídame si puedes... (Tt 1) ...pero quiero que sepas no que siempre te quise mujer no que nunca te traicioné no... como lo hiciste conmigo. No me importa. Hoy quieres tú regresar 121 Florence T hom as no... que te pegue un carro no... que te pise un tren... (Ts 3) ...Mía, aunque quieras negarlo, eres mía aunque tenga mis manos vacías procurando sentir tu calor. Mía, aunque con él durmiendo sabes que eres mía (...) No, no trates de engañarme, no; él no podrá hacerte sentir como yo, así. (...) yo sé que él goza ahora lo que yo te enseñé y que no has olvidado (...) mis huellas siguen marcadas en ti. (Ts 5) Muchas canciones reafirman esta marca entre agresión, despe cho y retaliación, tomándolas en pequeñas joyas de machismo exa cerbado. A mayor idealización y sobrevaloración del objeto, a mayores expectativas y promesas para llenar la carencia, a mayor elección narcisista, corresponde una fácil decepción, una más grande vulne rabilidad del sujeto amoroso a la "prueba de realidad" y una más violenta vuelta de las pulsiones agresivas. Seguimos en un univer so del todo o nada, del vivir o morir, de la entrega total al otro, del dolor total sin el otro, que impide toda posibilidad de recono cimiento real de ese otro. Si bien la fusión y la entrega total de los enamoramientos era ya una manera de negar al otro, en el duelo de la ruptura se le sigue negando. Frente a la primera decepción, a la primera falla del objeto, el sujeto huye para refugiarse en una muerte simbólica que niega todo: "que te pise un tren" (Ts 3), que se vaya para siempre, que se muera, que no trate de volver (Bo 2, Bo 5, Ba 5, Ba 8, Tv 4, Ts 3, At 1, Ar 1) porque no hay negocia ción posible con el otro que decepcionó "el primero fue primero/ y de segundo no quiero". Se manifiesta el deseo de venganza y de represalias al estilo "ojo por ojo", de rabietas infantiles, cuya más pura expresión es "Devuélveme a mi chica" del rock en español; pero también expre sión de gran vulnerabilidad a la herida narcisista en la balada, con 122 Los E stra g o s d e l A m or máxima expresión de muerte en el bolero. No hay lugar para un mínimo de existencia del otro, un mínimo de autonomía, un otro con sentimientos propios no forzosamente, ni siempre, favorables al sujeto. No existe posibilidad para una ambivalencia razonable hacia un objeto que fue idealizado de tal manera que la única lógica po sible, frente a la primera decepción, es la negación ola muerte. No existe la probabiüdad de que el sujeto se haya podido equivocar o que se le reconozca una cierta forma de agresividad, o por lo me nos alguna capacidad de odio. Se continúa en el espacio del todo o nada: puesto que no me pudo dar todo, no quiero nada de él. En este trabajo de desencadenamiento de mecanismos de de fensa extremos al dolor y que permiten la desvalorización total del objeto amado, como son la indiferencia, la agresión o la retaliación, se encuentra también, pero en mucho menor grado, la huida hacia adelante mediante la búsqueda de un sustituto capaz de colmar el vacío dejado por la ruptura. Se trata entonces de buscar "otro que rer para que se cure mi herida" (Tt 2) Si alguien se va, la vida sigue; nadie muere. Me va a doler, pero no va a acabar conmigo; pronto verás, todo se olvida si uno quiere ya volverá otra ilusión, otra ilusión vendrá de nuevo... (Tv 4) si tu mujer se va qué importa que se vaya te consigues otra que tenga más talla (Tv 5). Vínculo matrimonial y cotidianidad: temáticas ausentes El universo de la canción radiofónica refleja principalmente las di námicas amorosas del principio (enamoramiento-fusión) y del final (ruptura-duelo) del amor. Del total de las canciones, sólo el 4% habla de la posible evo lución de un enamoramiento a una relación estable en el tiempo y en el espacio, es decir un vínculo matrimonial con su parámetro central de cotidianidad. Las canciones que hablan de esta última desde el vínculo matrimonial, por ejemplo, un vallenato, "La esco ba" (Tv 5), y dos tropical-tropical "Esposa o amante" y "Plánchame la ropa", ofrecen un panorama desolador, pues en las tres nos encon tramos con una desidealización total de una posible cotidianidad; en la canción no existe posibilidad de confrontación del amor con 123 Flo ren ce T h o m a s la realidad, ni de existencia del otro, de ese objeto amado fuera de la esfera de la ilusión. Todo lo que no es ilusión, es desilusión y es negado. No hay conjunción posible. La vida cotidiana, la legiti mación-legalización del amor es su sello de muerte. "La mujer le gal" es ridiculizada, estigmatizada, puesto que ya no llena la carencia; de éxtasis y tormento sublime, se volvió sinónimo de "mercado, plancha y cocina, teteros, casa ordenada, niños enfermos y medicinas" (Tt 3), totalmente deserotizada, y vista desde una óp tica absolutamente reduccionista y tradicional relacionada con la secular división sexual del trabajo. "Plánchame la ropa/que me voy mañana/ Apúrate mujer, mira que me voy..." (Tt 4) o "Escoba nueva barre mejor" (Tv 5). Además, y para completar este cuadro de la negación total de alguna posibilidad de vínculo amoroso estable, en últimas de nega ción del amor, el objeto amoroso se volvió desechable e intercam biable. Si antes la ausencia del objeto de amor significaba muerte del sujeto amoroso, ahora "si tu mujer se va/qué importa que se vaya/ te consigues otra que tenga más talla" (Tv 5). La canción "Esposa o amante" (Tt 3) no puede ser más clara en mostrar una vez más un universo excluyente de matices, de alternativas... Amante o esposa, paraíso o infierno, universo donde estamos sal vados o condenados y que muestra la vida cotidiana como un eterno purgatorio "...y tú debes escoger si esposa o amante ser; quererme y darme placer o dejarme de querer". En semejante dialéctica del amor, se entiende la desvalorización de lo legítimo como sinónimo de desencanto, desilusión y tranqui lidad, frente a la cual siempre se preferirá el "río prohibido y tor mentoso de la transgresión", como lo llama Alberoni (1990), con la intensidad espasmódica de la pasión que produce ese goce doloro so tan cercano a la felicidad. La canción nos habla más bien de un amor "m ítico", porque ante todo es transgresión, adulterio; como diría Kristeva, "sin posibilidad terrestre", sin espacio para lo coti diano, y cuya legitimación será sinónimo de muerte. ¿Función poética de la canción? No obstante haber mencionado que la función dominante de la canción es, además de la expresiva, la poética, hecho que debería 124 Los E stra g o s d e l A m or indicar que los significantes -la manera de decir las cosas y el mensaje en sí- se vuelven tan importantes como los significados, es evidente que el corpus particular devela una triste realidad en relación con dicha función poética. En efecto, lo dominante es la gran pobreza estilística, de vocabulario, de metáforas, ausencia de rimas y, en general, de figuras estilísticas particulares, con una im presionante tendencia a la homogeneización en la expresión del sentimiento amoroso. La única diferencia indicadora de proceden cias culturales diversas reside en los ritmos y la música. El discur so verbal es desesperantemente homogéneo, "cursi", urbano, "moderno", castrado de referencias a la naturaleza. De las 46 can ciones, sólo las tres tropicales-vallenatos hacen alguna referencia campesina a una añoranza de pueblos, de potros, de ríos, de mar, de aves. Sin el ritmo y la música sería difícil decir si se trata de una balada, un vallenato, un merengue, una ranchera o una salsa... tal vez podríamos exceptuar el discurso del bolero por su más hondo subjetivismo del cual emana una nostalgia y una depresión de al guna manera "más poética" que en cualquier otro género; el dis curso del rock en español, caracterizado por su narrativa caótica, incoherente a veces, de escritura más moderna, es también en este sentido "más poético". Exceptuando estos dos últimos géneros, asistimos con la canción a lo que Jesús Martín Barbero3 llama la estilización y la homogeneización, es decir, por una parte, "la cons titución de una lengua y un discurso en el que puedan reconocer se todos, el hombre-medio, la masa" y, por otra parte, el "borrar las huellas de la diferencia, de la pluralidad de origen, de la diver sidad en la procedencia cultural de los relatos, obstruyendo su per meabilidad a los contextos" (pág. 44). Los mensajes donde se pueden reconocer todos, son los más "comerciales", los más "mercan tiles"; en pocas palabras, los más ajenos a la auténtica función poé tica que, bien sabemos, poco se entiende con la lógica de mercado. Ahí reside la contradicción de la canción sintonizada radiofónica: a más sintonía, menos función poética, más homogeneización, más estilización. A medida que avanza este análisis, pareciera que exis tieran, por decirlo así, una manera de enamorarse y una manera de 3. La Cábala No. 11, Cali, abril-julio 1988. 125 Flo ren ce T h o m a s enamorarse y una manera de sufrir... y una única manera de decir lo. Es el mismo discurso a través de casi 46 versiones distintas, es decir, de 46 versiones musicales distintas. Canción y ética amorosa La canción escuchada en Colombia habla del amor desde un uni verso masculino. El 91% de estas canciones son cantadas por hom bres y todos los compositores también lo son. De ahí que sea una expresión eminentemente masculina del amor, lo cual es interesan te porque la canción se presenta en el conjunto de los géneros de los medios como uno de los pocos espacios de discurso amoroso masculino; es también el único espacio de tanta expresión pública de sufrimiento, de dolor, de duelo de los hombres en los medios. Ni en los consultorios sentimentales, ni mucho menos en las fotonovelas y telenovelas, los hombres sufren tanto como en la canción y es inevitable pensar que, de cierta manera, los hombres venden un poco a las mujeres oyentes el sueño que ellas quieren comprar. El sueño de un hombre capaz de decir "te amo, te necesito, sin ti me muero!", de repetirlo tantas veces como es deseado, de sufrir, de llorar, atormentado por los estragos del amor y casi tan preocu pado como ella por ser deseado. Un sueño de un discurso mascu lino del amor cuando, en general, el amor masculino es silencio. Sin embargo, no es posible engañamos demasiado; este sueño de amor que venden las canciones en Colombia tiene también su impronta masculina. ¿Qué ofrecen estos sujetos masculinos? En primer término, ofrecen un amor de mito, de pasión y de muerte, de fusión y de duelo; de principio y de final. El nacer y el morir, el renacer de la conciencia y la muerte en la conciencia, con una casi total ausencia del "entre", de espacios intermedios, alter nos... sin matices, sin mediación posible. Un amor de todo y nada. Un amor de totalidad que nos presenta el enamoramiento como la respuesta total a la carencia, a la incesante búsqueda narcisista; es el reencuentro, regresivo por cierto, con una completud anterior. Un amor nostalgia, característico de los hombres en una sociedad patriarcal que ha sabido colmarlos libidinal y culturalmente en sus primeras relaciones con una madre deseante y gratificante, amor que quieren revivir y lo expresan. Por esto, también estos sujetos 126 Los Estra g o s d el Am or amorosos son al mismo tiempo tan vulnerables y tan infantiles en su cuenta regresiva. Si vuelven a pedir la vida, si vuelven a nacer con un objeto amado, totalmente idealizado, fácil será morir en el desamor. A más idealización del otro, más ilusión, más fácil la de cepción, más grande la vulnerabilidad y más violenta la vuelta a las pulsiones agresivas. Por tal razón se vuelven tan fácilmente violentos en el sufrir y en el desamor, como manera de proteger su ideal del Yo demasiado herido. Vulnerable y frágil, pero ¡ma cho! "Olvídame si puedes...", "Vete con otro pero sabes bien que eres mía", y "de segundo no quiero", son temas recurrentes en es ta particular manera de sufrir de nuestros sujetos amorosos heri dos. Dejan su marca, su huella en el objeto amado. Es su manera de recordamos que ellos están inscritos culturalmente en primera persona, y en la relación amorosa son también el sujeto absoluto. Un amor que sólo se expresa por medio de una relación fusional o del duelo por desamor; que niega toda posibilidad de construcción de un vínculo amoroso estable, de cotidianidad, de reconocimiento de un otro, un otro diferente, asumiendo la desilusión y la caren cia, que significa aceptar ese otro, no como un otro Yo sino como un verdadero "alter". En conclusión, el amor de canción significa negación de una posibilidad de aprendizaje del amar, ya que no existen espacios al ternos a la fusión asfixiante, ni otros mundos diferentes al mundo entrópico de los enamorados, verdadera condena del amor, que no cesa de proclamar como único proyecto el duelo y la muerte. Es su lógica, sin matices, sin mediación posible, que nos ubica en un universo de absolutos: todo o nada, vida o muerte, negación del otro, tanto en la fusión como en el duelo. Un amor que no permi te aprender nada. No se aprende del otro, puesto que se le niega; tampoco se aprende de sí mismo. No se aprende sino el dolor, con una extraña compulsión a la repetición reflejando una afincada concepción judeo-cristiana del amor, que no niega tampoco el Eros sublime y su lógica de muerte. Parecería que la única cosa que so mos capaces de amar es el amor y no el objeto de amor; en resu men, amar la pasión en sí misma, que es sinónimo de amar el sufrimiento, sería el único medio de conocer, definido por la psi que occidental. Definitivamente, la canción popular sintonizada y comercial no ha podido escapar a las viejas éticas del amor-pasión, del amor-su- Í 127 Florence T hom as frimiento, del amor-totalizante con su eterna lógica de muerte y de negación. Los imaginarios colectivos del amor se reconocen todavía en estos viejos sueños, muy poco habilitados para la postmodemidad; prefieren todavía sufrir y vivir el otro como una ilusión posi ble, antes que decidirse a asumirlo como un imposible-posible, abriendo así el camino a un amor tolerante y simétrico que posibi lite la construcción de un vínculo viable en el espacio y en el tiempo. Existen, por supuesto, alternativas que rompen con el viejo es quema y que presentan una visión del amor mucho más "huma na", fraternal y menos pasional, con menos mujeres ideales y más compañeras de camino, de andar, de proyecto. Evocamos así las canciones de la Nueva Canción Latinoamericana o de un Charly García o algunas canciones de vanguardia y en general contesta tarias extranjeras. Pero ellas no son ni hacen parte del gran sueño colectivo comercial y urbano; siguen al margen, como una posibili dad para muy poca gente que usualmente se reconoce como la eli te intelectual. EL DISCURSO AMOROSO EN EL CONSULTORIO SENTIMENTAL RADIAL Con el consultorio sentimental radial se pasa a lo dramático o drama tizado; en este caso, el radio-drama, que busca expresar las inquie tudes de los oyentes que remiten cartas solicitando un consejo. El monólogo encontrado en la canción es ahora reemplazado por diálogos cuyos protagonistas, además del sujeto amoroso con sultante, son el objeto amado, el amigo, la amiga, el padre, la ma dre y otros personajes indispensables al drama, así como los informantes, quienes poco a poco develan los hilos conductores del drama, estos "trozos sordos e ingratos de realidad", como los lla ma Barthes (1983, pág. 167), que vienen a perturbar la imagen que el sujeto amoroso tiene de su objeto amado. Otra protagonista im portante es la consejera quien, además de un rol matemizante que se solidariza con el dolor del sujeto consultante, asumirá el puesto del amo del saber y la voz de un super-yo regulador del orden es tablecido. La función expresiva del discurso amoroso se transforma en función incitativa pseudo-pedagógica en el radio-drama, género que 128 Los E stra g o s d e l A m or resulta muy adecuado para desarrollar una acción mediante la cual se van transmitiendo nociones, valores, actitudes, formas de sentir y actuar. Es un espacio utilizado por un amplio sector de la pobla ción colombiana de escasos recursos económicos y socio-culturales para solicitar el "consejo", las "soluciones", las "ayudas", las "indi caciones", en fin, las fórmulas mágicas y poderosas de un ser dis tante, sabio y todopoderoso: la consejera. En el consultorio sentimental radial la fuente del mensaje se convierte en "las" fuentes: en efecto, tenemos primero la carta del consultante (en el caso de que no sea imaginaria) y la forma como expresa a la consejera sus conflictos amorosos (discurso no analiza do). En seguida, la "lectura" dramatizada (primera interpretación) que hacen los guionistas a partir de la fuente original (carta), para adecuarla a las características del radio-drama. Es una forma de "puesta en escena" verbal que ya implica filtros, interpretaciones y acomodaciones (discurso analizado) y, finalmente, la "lectura" (se gunda interpretación) que hace la consejera, a partir de la cual ela bora y da la respuesta de ayuda a la/el solicitante, y cuyo discurso se expresa en la formulación de los consejos finales a la situación planteada en la carta (discurso analizado). Aquí, el propósito no es identificar el peso de cada uno de es tos "filtros" del discurso amoroso sobre el discurso final que cons tituye la radio-dramatización y los consejos enunciados como respuesta. Pero es evidente que la lectura dramatizada y la lectura de la consejera tienen mayor distancia de la vivencia concreta y que, por tanto, el tamiz ideológico y la carga interpretativa pueden ser atribuibles a quienes, en el medio radial, hacen la elaboración final para las —y los— radioescuchas. Este hecho plantea múltiples limitaciones en relación con la "funcionalidad" de este mismo tipo de programa (generalización, negación del matiz, aceptación y defensa plenos de la norma so cialmente aceptada) pero, así mismo, se puede proceder al "develamiento" del "qué se dice" por connotación o del "qué se dice por no decir", el contenido latente o discurso encubierto, discur so del inconsciente. En el consultorio sentimental radial, el consul tante "es hablado" y significado como sujeto que se transforma en cosa, en objeto para ser expropiado de sus sentires y vivencias más íntimos y ser moldeado por otras personas. La carta ya no es la carta de amor dirigida al objeto amado, ya no es instrumento 129 F loren ce T h om as de íntima comunicación, de confesión; es ahora material de trabajo para la gran maquinaria social de los medios. Con la estructura narrativa dramatizada del radio-drama apare ce algo nuevo en relación con el discurso amoroso, y de alguna manera, algo más que el discurso. Es la dramatización del conflic to, su "puesta en escena", la que devela los elementos de la diná mica del conflicto amoroso, analizados en relación con el sujeto amoroso (SA), el objeto amado (OA), la relación SA-OA y el obs táculo. Sin embargo, no podemos centrarnos en el análisis de las dinámicas amorosas y de sus consejos antes de presentar de mane ra sintética y descriptiva algunas características de estos pequeños "dramas" de amor. Cinco "dramas m íticos" del amor: una descripción De los cinco consultorios sentimentales escogidos en primera ins tancia según el único criterio de pertinencia, pero al azar dentro de muchos otros, obtuvimos cinco pequeños dramas bastante típi cos en la vivencia amorosa occidental moderna y de alguna mane ra casi "m íticos" en cuanto a lo que representan. "Antonia la incestuosa", "La niña señora", "Solo", "Desconsolado" y "Criticada sin razón" ofrecen un panorama de dinámicas amorosas variadas, pero típicas de "consultorios populares", articuladas en su mayoría alrededor de rupturas parciales. Además, hay tres consultantes fe meninas y dos masculinos, lo que enriquece la concepción del con sultorio sentimental como predominantemente femenino. Para facilitar la lectura de algunos elementos indispensables, ver cuadros 6 y 7. El discurso de las dinámicas amorosas En "Antonia la incestuosa" (1) se tiene la separación de una pareja de novios en etapa de fusión-enamoramiento, en donde todos los elementos del drama apuntan a una verdadera dinámica mítica, re sumidos en la naturaleza del terrible obstáculo generado por el destino y que se anuncia como portador de desgracia: los novios resultan ser hermanos. 130 Los E stra g o s d e l A m or De esta manera se imprime un carácter de máxima gravedad a la transgresión y se hace aparecer el amor de los enamorados co mo un imposible absoluto. Los dos amantes se habían identificado mutuamente por su desafiliación del orden social —ambos son huérfanos— y buscaban a través del amor una recuperación de identidad, una inscripción social. Su idealización mutua, exaltación e ilusión de completud provenía de la identidad en la carencia y su elección de objeto por apoyo era transparente. La revelación del obstáculo a la consultante enfrenta a Antonia a un profundo duelo que la lleva a buscar la muerte en un intento de suicidio; después del episodio, en un máximo estado de vulne rabilidad, decide pedir consejo. Con "La niña señora" (2) aparece el caso típico de la adoles cente enamorada más del amor que del objeto de su amor, que es un hombre mayor, especie de Don Juan narcisista que no ama el amor ni su objeto sino exclusivamente la entrega sexual-genital. La niña transgrede además la ley de los padres (se oponían a su rela ción), pues se casa a escondidas quedando a partir de este mismo Cuadro 6 Resumen del tema central y del obstáculo Seudónimo Obstáculo Tem a central (1) Antonia la incestuosa Amor imposible. Separación de una pareja de novios que se aman. Incesto (los novios son hermanos). (2) La niña señora Ruptura parcial simbiótica actuante ("donjuanismo"). Relación no inscrita en el orden social. Diferencias en las metas in mediatas. (3) Solo Elección de objeto y dos. Triangula ridad. (4) Desconsolado Ruptura de vínculo matri monial simbiótico transgresora. Asume sora. (5) Criticada sin razón Ruptura de vínculo matri monial simbiótica actuante ("donjuanismo"). Triangularidad mala. 131 conducta transgre F lo ren ce T h o m as Cuadro 7 Síntesis de la estructura de los dramatizados por acto v de los conseios* No. (1) ACTO I ACTO II ACTO III CONSEJO A y O reconfirman su amor. |Ab[ plantea a O que su amor es imposible sin explicación. O rompe con A sin explicación. Se insinúa el obstáculo por parte de Un i A hace explícita la naturaleza del obs táculo. A y O son hermanos. La C.: - Da consuelo. Se solidariza con el dolor. - Incentiva mecanis mos de defensa y de sublimación para transformar el vínculo erotizado en senti miento fraternal; el re curso de la religión. - Empuja el reordena miento de lo social. [SE] O intenta suicidar se y pide consejos. A y O com parten igno rancia de su orieen. (2) A y O reconfirman SU amor. Se insinúa el obstáculo: di ferencia de edades y metas a cor to plazo para la relación. |m | p r o h íb e la relación a O. (3) O y A se casan a escondidas. A se niega a revelar matrimonio a padres de O. (3) ama a A. - Legitima la relación amparador-amparada. - Legitima el orden social desvalorizando (mujer casada) transgresora que no res ponde además a las demandas de A. -Contrasta O y ® . - Aporta la mirada social. - Disculpa a A por su relación con (3). - Valoriza el vínculo amoroso normal. | P ¡informa que vio a A con otra. A y O pelean. A inicia acercamiento afectivo con O iA reprocha a A no cuidar su salud. A le pide c o n v iv e n c ia a <S> - Da respaldo y acoge la demanda de con sejo. - Legitimación del vínculo matrimonial derivado de la consu mación sexual. - Legitima la autori dad de los padres (or den social). - S e admite la ruptu ra sólo cuando la po sibilidad de integra ción a la norma ti vidad social se hace imposible. A sólo desea con sumar la unión iO devela a O que A tiene otra. iO y O se hacen confi dencias A con (§) O expresa deso rientación y nece sidad de un con sejo. A con la médica que le dice que no puede vivir solo. (D exige incondicionalidad a A. Pero ella no puede prometer nada. O ayuda a A con su nueva casa. El iA evidencia la enferme dad de A a O. A ama a O quien responde a su de manda de ampa ro. A no quiere en frentar la decisión ni el duelo. A y O reconfirman su amor. ® se presenta y se enfurece por prefe rencia de O. 132 Busca un conseio. Los E stra g o s d e l A m or continuación No. (4) m ACTO II acto A se emborracha y va a reclamar a O por su conducta. A pide consejo. -Com padece a A co locándolo como víc tima. - Insta a A a que abra los ojos y le es timula todo lo prove niente del orden social para que tome una decisión. - Recuerda que la O deberá correr con las consecuencias de su transgresión: La desvalorización, la exclu sión, etc. O confundida, im plora consejo. -E xpresa solidaridad. La victimiza. - Ratifica las eviden cias de desamor de A. Devela lo inacep table. -Proporciona elemen tos esperanzadores para una nueva vida. - Recurre a principios de justicia vital para O. A tendrá su mereci do. O niega todo y se insinúa sexualmente a A que resiste. O es amo rosa con A. A e iA i le cuenta que O es una vagabunda. iO confirma a A las ac ciones de O. (5) CONSEJO ACTO I O resalta su narcisismo ante A quien le reclama por gastos y abandono. O y A van por la calle y A echa piro pos a otras. O reprocha esto. |m|le advier te a O sobre los coqueteos de A. iO revela a O que A tiene otra. A sigue gallinaceando. |m |advierte a O que sigue con lo mismo. A avisa a O que se va a trabajar a otra ciudad sin llevarla. A casi no la visita. iO cuenta a O que A vive con otra. ® acuchilla a O en la calle. * Los segmentos de cada acto corresponden a escenas. 0 : Mujer. A : Hombre. <3> o ^ : "Tercera" o "tercero" en la relación de pareja. [M] o|~F| ofTT| o |Ab) : Familiares que intervienen (madre, padre, hermano o abuelo). 1 (iO o iA) : El informante (mujer u hombre). C. : Identifica a la consejera del programa. 133 Flo ren ce T hom as momento sola en su sueño fusional, pues su objeto amado sigue entregándose parcialmente a través de la relación sexual, pero hu yendo del amor. El obstáculo está representado por las metas in mediatas distintas que hacen imposible el encuentro. Ella con un sueño de amor sin genitalidad, él con un sueño de posesión y genitalidad sin amor. Ante la inexistencia de parámetros definitorios del vínculo matrimonial y las evidencias de infidelidad del objeto amado, la sujeto amoroso — desorientada y confusa— decide pedir consejos. En "Solo" (3), un hombre enfermo, desamparado y vulnerable que por razones de salud no puede vivir solo, se halla confrontado a dos mujeres. La una, el nuevo objeto de amor, se presenta como mujer nutriz, maternal y amparadora, y la otra, una mujer casada, antiguo objeto de amor (el obstáculo) con la cual mantiene un víncu lo afectivo-sexual, pero fuera de la normatividad social y con una limitada respuesta a sus demandas. Sin embargo, frente a la evi dencia (por parte del médico e informante) de necesidad absoluta de protección del sujeto, se hace necesaria la elección del objeto ca paz de responder a la demanda de amparo. El sujeto amoroso se siente incapaz de encarar la decisión de la escogencia y el duelo en relación con la amante, por lo que resuelve buscar entonces que la consejera lo libere de la culpa. El sujeto amoroso, vulnerable y temeroso frente a la forma de decisión, enfrenta una típica elección de objeto por apoyo. Necesita dos madres: una madre-esposa y una consejera-madre. Los dos últimos dramas, "Desconsolado" (4) y "Criticada sin razón" (5), son dos dinámicas de ruptura de vínculo matrimonial diametralmente opuestas en relación con los elementos que entran en juego. En "Desconsolado", un hombre recurre a la consulta debido a los conflictos que evidencia en su matrimonio, al sentirse abando nado afectiva y sexualmente ante la falta de exclusividad y de incondicionalidad de su mujer (obstáculo: mujer transgresora). En "Criticada sin razón", la consultante es una mujer que pre siente la catástrofe de su matrimonio, dada la permanente actitud de seducción y donjuanismo de su objeto amado, su marido (obs táculo). En ambos casos, los sujetos amorosos consultantes utilizan me canismos de negación de las evidencias, lo que permite que se sos 134 Los E stra g o s d e l A m or tenga de alguna manera el vínculo hasta que los informantes o las acciones mismas las impongan, obligando a los sujetos amorosos a solicitar consejos. Lejos de las canciones y de su mundo de fusión-duelo, con el consultorio sentimental radial estamos inmersos en el difícil intento de construir vínculo, pero sobre todo de vivirlo (tres casos de cin co). De meras expresiones de sentimientos y subjetivismos se pasa a intentar expresar vivencias del amor. Gracias a la puesta en esce na aparecen acciones y hechos que de alguna manera nos trasla dan del sueño a la vida, a la realidad. Abandonamos la gramática de la empatia de sentimientos para entrar en la gramática de la demostración, de la incitación y de la lección. En un intento de globalizar, se está ante una serie de sujetos amorosos o solicitantes del consejo que se colocan, de alguna ma nera, como víctimas del otro; son ellos los que "sufren" el conflicto de amor; son ellos quienes se sienten profundamente insatisfechos con sus propias explicaciones, las cuales se han vuelto insuficientes para calmar su sufrimiento. Este último hecho desencadena la crisis y los empuja a solicitar consejo, es decir un nuevo saber capaz de calmarlos. "Ansiosa espero su consejo, ya que sólo en usted deposito un poco de ésperanza" (1), "Señora, le imploro me dé una solución..." (5), "...en este momento me siento desorientada, le pido un consejo que yo pueda obedecer sin temor a equivocarme..." (2), "Ahora no sé qué hacer... por favor señora deme su mejor consejo" (3). Los anteriores enunciados reflejan cómo todos los sujetos llegan poco a poco a través de los tres actos del dramatizado a un máximo esta do de vulnerabilidad, colocándose en la posición del ignorante frente a un otro (la consejera), único y último detentador de un supuesto saber y una supuesta explicación a su problema. En cuanto a la modalidad de elección, la mayoría de los suje tos amorosos han realizado elecciones de objeto por apoyo. Necesi tan que les expresen ese amor constantemente, desean sentirse amados y poseer plenamente al objeto; todos buscan figuras que los protejan, intentando revivir la etapa en que sus figuras parentales los protegían totalmente. La repetitiva insistencia en la elec ción de objeto por apoyo como modelo o fórmula de "felicidad", corresponde de hecho al "ideal", si así puede llamarse, de la rela ción legitimada y consagrada socialmente en el matrimonio-pareja135 F loren ce T hom as monogámico-heterosexual, que deja en esa forma de ser opción pa ra convertirse en reglamento. Sin embargo, tal elección de objeto por apoyo está basada en la medida hipotética de cuánto el otro o la otra van a satisfacer nuestras necesidades, de cuánto van a bo rramos las carencias afectivas constitutivas, alimentando el engaño, la frustración, en últimas, el imposible y la falta. Desde esta óptica se da prioridad al objeto amado como fuente de felicidad. Se valida, entonces, la acción de que al cambiar o re tener al objeto se logrará, por fin, el vínculo amoroso. En este sen tido se descuida la propia actividad del vínculo como tal, como vínculo de conjunción, crecimiento y autonomía relativa. "El amor no es lo que es amado, sino lo que ama". En últimas, no hay víncu lo, ni relación cuando se niega al otro (1), cuando no se le recono ce ni se ve. En el consultorio sentimental se encuentran numerosas figuras de autoridad que en apariencia no tendrían nada que ver con el sentimiento amoroso, pero que son determinantes en el desarrollo de la relación de pareja. Representan todos los valores y normas socialmente establecidos y actúan para el sujeto amoroso como la instancia que prohíbe, censura o acepta su actuar y su sentir, es decir, tienen valor de ley. Es a través de estas figuras como en el radio-drama se valida la conveniencia o inconveniencia de la rela ción, ya que de ellas depende la valoración que se haga del objeto amado. Finalmente están los informantes o entes independientes cuya función es regresar el sujeto amoroso a la realidad, presentándole las pruebas que evidencian su situación real frente al objeto ama do. Son quienes enfrentan los mecanismos de negación de eviden cias interpuestos por los sujetos amorosos, quienes poco a poco liberan piezas indispensables al desarrollo del drama como tal. El lenguaje para "decir" el amor La "carta" crea en el radioescucha la sensación de una comunica ción íntima e interpersonal; a través de la imaginación, el carácter heterogéneo y anónimo del auditorio aparenta desaparecer para dar paso a supuestos participantes que develan sus más íntimos dramas. 136 Los E stra g o s d e l A m or La sensación de intimidad, propia de la confidencia de amor, se crea a partir de los distintos elementos que conforman el proce so de la radio-dramatización, en el cual los personajes cobran vida y en donde la música actúa como telón de fondo, bien sea para llenar los espacios vacíos y dar solución de continuidad a los dife rentes momentos en que se escenifican los radio-dramas, o para re forzar, subrayar, acentuar o enmascarar los sentimientos que develan los supuestos protagonistas. "La radio, con la sola fuerza simbólica de su lenguaje, puede crear espacios imaginarios... puede situar al receptor en un lugar y en una situación determinados que no tengan nada que ver con su propia situación real... con la radio vivimos un sueño permanen te..." (De Moragas Spa, 1976, pág. 292) Cuando la dinámica de una relación amorosa se radiodramatiza, los significantes verbales —palabras y expresiones— selecciona das por los emisores para "decir" los sentimientos amorosos, parecen pretender contar a su auditorio "lo que nunca cesa de no escribirse", el imposible del amor. La estrategia para precisar y diferenciar la extracción rural o urbana, la procedencia de clase o los aspectos regionales, es muy transparente en lo que a sentimientos amorosos se refiere. Es el ca so de "Antonia la incestuosa" (1), en donde estos sentimientos se expresan en frases como: Q U IÉN A Q U IÉN : Q U É SE DICE: A —» O "Pues a mí me alegra enormemente que usted hu biera terminado por estos lares". O "¡Ay Pascual!, es como si el sol alumbrara más menso todos los días". (1) -» ▲ in A —» O "¿Verdad siente todo eso Antonia? Mire que a mí el corazón se me alborota como un potro cerrero cuando usted me dice esas cosas". (1) O —» ▲ "Tan cierto como que es de día". (1) El "qué se dice" incluye metáforas que de inmediato remiten al espacio rural, a sujetos amorosos de extracción campesina y a si tuar al auditorio en el paisaje apropiado: "el sol", el "potro cerre137 Flo ren ce T h o m a s ro" y la verdad como "el día", impulsan la imaginación hacia los espacios abiertos. Si, además de lo anterior, examinamos las conno taciones de ese "qué se dice", encontramos que las expresiones es tán encaminadas también a reconfirmar la reciprocidad de los sentimientos amorosos, a indicar la fuerza de esos sentimientos o a dar "testimonio" de la veracidad de ellos. Correspondencia, fuerza y veracidad-sinceridad del sentimiento amoroso en la etapa fusional, son los significados más ligados a las expresiones verbales. Veamos otros ejemplos: Q U IÉN A Q U IÉN : Q U É SE DICE: O —> ▲ "Yo le creo porque eso mismo siento yo... Sólo quisiera estar más segura de que usted me quiere tanto como yo". (1) ▲ —» O "Por Dios Toñita, ¿es que no lo nota? Le juro que es la primera vez en la vida que quiero a alguien de esta manera". (1) O —> ▲ "Sí, sí, Santiago, estoy muy enamorada de ti..." (2) ▲ —> O "j... yo la quiero mucho!, ¿acaso lo duda...?" (5) ▲ —» O "Lo más importante es que nos queremos y res petamos mutuamente, ¿cierto Toñita?" (1) "Tanto como yo", "la primera vez", "eso mismo", "lo más", "m uy" y "mucho" son modalidades del lenguaje utilizadas con fre cuencia para responder a los requerimientos de correspondencia, fuerza y veracidad-sinceridad del sentimiento amoroso. Con tal fin se introducen en forma reiterativa en los diálogos. Tales expresio nes están dirigidas a manifestar la cantidad y la calidad del senti miento amoroso como una especie de conjuro tranquilizador, eliminador de dudas. Revelan la angustia permanente de los ena morados frente a la incertidumbre real de la posesión-pertenencia de sus respectivos objetos amados. La posesión-pertenencia se repite también en la expresión que mejor la describe: "Mi amor", dos palabras entrelazadas que se uti lizan con gran frecuencia en el lenguaje del amor fusional. Expre san la posesión del objeto y del sentimiento. En todos los radiodramas aparece independientemente de las diversidades regio138 Los E stra g o s d e l A m or nales, del tipo de pareja o de la edad de quienes la integran. Es una constante que revela que el deseo de poseer y de pertenecer está fuertemente ligado a la experiencia amorosa. Lenguaje y deseo se ligan en una complicidad tal que aunque se diga poco, ese poco interpreta la infinidad del deseo. En ocasiones, "mi amor" es reem plazado o acompañado por expresiones como "m i vida", "m i cieli to", "cariño", que refuerzan la expresión cuantitativa y cualitativa del sentir amoroso. "Mi vida" cobra valor especialmente cuando se examinan fra ses como las siguientes: QUIÉN A QUIÉN: QUÉ SE DICE: O —» ▲ "Mi amor, desde que viajo a esta región mi vida es más alegre y feliz". (1) ® —> ▲ "... no pensarás buscarte una mujer y abandonar me. ¡No lo pienses siquiera mi vida! (3) ▲ —» O "o si no, ya lo sabe mi vida, nos vamos a vivir y nos casamos como podamos". (1) ▲ —» ® "Pero, cariño: no se trata de eso". (3) O —» ▲ "Sí, mi amor. Ahora sí viviremos felices para siempre". (2) O —>▲ "Eso te lo has buscado, mi vida..." (4) O —>A "¡Ay, mi cielito!" (4) ® —» ▲ "Te amo, si me dejaras me moriría de dolor". (3) Efectivamente, el amor da vida, cambia la vida, la llena de sol, de alegría, de inspiración. Sin embargo, los giros verbales que asu men estas expresiones "nos revelan matices" que, aunque menos frecuentes, conllevan en sí mismos connotaciones muy importantes. Por ejemplo, el objeto amado se toma en referente de la existencia propia, casi hasta el punto de negar la historia del sujeto amoroso y plantear que se comenzó a vivir desde que conoció al otro(a) que lo (la) enamoró4. De una u otra manera, se "atrapa" al otro(a) 4. A igual conclusión se llegó con el análisis de las canciones y de la fotonovela. 139 Flo ren ce T ho m a s en una solicitud de dependencia, de hacerlo(la) sentir como el oxí geno para vivir, intensificándole por esa vía la culpa ante cualquier posible intento de ruptura de la fusión por parte de él (ella). Tanta repetición y reiteración a veces se siente vacía de con tenido; algunas expresiones incluso se sitúan en un contexto que revela intenciones agresivas como: “Eso te lo has buscado, mi in da..." (4) Así, tal vez "m i vida" o "mi amor" se vuelven simplemente una forma de nombrar al otro(a), quien en el momento de la fu sión se vivió como tal, como la vida. "Yo lo que quisiera es vivir acompañado para mitigar la sole dad de las noches, sobre todo". (3) Este es otro mecanismo para decir la necesidad del otro(a), que expresa, tal vez, razones "instru mentales"; pero es al mismo tiempo una forma directa, casi abrup ta, de develar lo que oculta el "mi vida" más allá del lenguaje poético. Es una razón supuestamente sencilla, que si en la fascina ción inicial se enunciara así, sería objeto de rechazo rotundo. Esta es una frase que el sujeto amoroso, cuyo seudónimo es "Solo" (3), dice a su amante en uno de los encuentros. "Solo" hace una nueva elección de objeto, utilizando mecanismos de "apoyo" o "anaclíticos", radio-dramatizados de una manera tan transparente, que en últimas lo que el programa parece legitimar es algo así como: us ted y sus necesidades están sobre las de toda otra sujeto amoroso a la que se acerque; vea cuál se las satisface mejor y adhiérase a ella, para no morir. Sí: en el fondo, atribuir la vida al otro(a) es lo mismo que decirle que sin él o ella moriremos. Esta es la razón por la que incluimos la expresión: "Te amo, si me dejaras me moriría de dolor". (3) No-amor, no-vida, entonces muerte. De nuevo presente la ca tástrofe del Yo, la muerte en la conciencia, la pérdida de sí mismo en la pérdida de la identidad con el otro(a), con el objeto amado. Otras expresiones verbales que son igualmente frecuentes en otros materiales, son aquéllas ligadas al lugar corporal del amor: el corazón. f "... ¿el corazón se me alborota..." (1) Algunas otras más están dirigidas a utilizar símiles de relacio nes un tanto anacrónicas, pero fantaseadas por lo mismo: "...qué ordena la princesa?" (3) 140 Los E stra g o s d e l A m or Que el varón diga "reina" o "princesa" a su mujer amada es a veces una ironía cruel, en especial cuando miramos la vida cotidia na y vemos únicamente poderosas reinas confinadas en las cuatro paredes del hogar, para quienes las "obligaciones" de su reinado parecen, paradójicamente, alejarlas cada día más del hombre que las erigió como tales. Finalmente, aparece el juramento: "Le juro que es la primera vez en la vida que quiero a alguien de esta manera" (1), que se muestra también en estos tiempos como algo anacrónico, tal vez por surgir en un orden social en que la justicia y el jurar han per dido valor con respecto a la palabra. Lo que constituye garante de la palabra del otro no es la palabra hablada, es la palabra escrita y el complicado proceso que la ratifica como emitida en un mundo de seres anónimos. La "primera vez" es una expresión asimismo muy utilizada en el lenguaje de los enamorados. Es, de nuevo, la exigencia de la incondicionalidad, del ser único. Análisis de los consejos: el super-yo responde En ningún caso la consejera decepciona, puesto que fue "implora da", "solicitada", "rogada" para calmar el sufrimiento y develar su saber dando su "mejor consejo" y, por supuesto, ella va a cumplir con estas dos funciones. Madre detentadora del saber, esa es la consejera. En todos los casos ella inicia su monólogo por el consuelo materno; se solidari za con el dolor del (de la) sujeto amoroso consultante; compadece y expresa solidaridad, instalando al (a la) consultante y a los oyen tes en un espacio tranquilizador y aconflictivo. Aconseja permanen temente paciencia, buen ánimo, encomendarse a Dios y a la buena suerte, cual una madre comprensiva que sólo refuerza la victimización y la dependencia del sujeto amoroso en total detrimento de su autonomía. En cuanto al saber que ella supuestamente debe dispensar, es un saber desde lo legitimizado. Es la voz de la cultura, del super-yo, de la ley; su mirada es legitimizadora del orden y del reordenamien to social (1). Su supuesto saber es de lo más normativo, ya que reconfirma la autoridad de los padres u otras figuras de autoridad (2), admite las rupturas sólo cuando la posibilidad de integración a la 141 Flo ren ce T hom as normatividad social ha sido agotada y resulta imposible (2), conso lida además los tradicionales papeles de género (4), desvalorizando al máximo a las mujeres transgresoras, colocándose a favor de las escogencias amorosas "normales" y elecciones por apoyo (3). La consejera, en general, ignora la dinámica de la relación, del vínculo como tal, pues propone trabajar desde el (la) consultante, negando una vez más el reconocimiento del otro. De hecho, lo que hace la consejera es justa y paradójicamente vedar la posibilidad de cono cimiento, de saber. Proporciona un consejo que es exactamente el anti-saber, que es incapaz de colmar la ignorancia del sujeto amo roso o de apaciguar el sufrimiento, aun si le proporciona un antí doto momentáneo: la paciencia y la fe en Dios. En dos palabras, lo t único que fortalece es el amor-sufrimiento en detrimento del amorvconocimiento. No responde al deseo de saber del consultante, pues le entrega el único saber que no funciona: el tradicional, lo que ya se sabía. Sin embargo, podemos suponer que es también lo que el o la consultante espera oír para, tal vez, aceptar mejor su sufri miento. Probablemente es lo que busca: la certeza, desde la voz de un amo del saber (la consejera), de que el amor es sufrimiento y que debe aceptarlo en nombre de un imperioso orden social ina movible. Es ésta, por excelencia, la función social de medios como la ra dio, que diariamente arrojan kilómetros y kilómetros de discursos sin que nada se salga de la norma; de esta norma que nunca cons tituye una opción, sino más bien encubre el terrible, el monstruoso, el inmenso terror a ser, sentir, actuar o pensar diferente. Porque atreverse a ser diferente produce miedo a ser castigado, a sufrir, a no ser amado, en fin, miedo a no ser. EL DISCURSO AMOROSO EN REVISTAS FEMENINAS En esta parte del trabajo el corpus está conformado exclusivamente por artículos de revistas femeninas, ya que no se consiguieron, o demasiado excepcionalmente, artículos de revistas masculinas que tengan como referente el amor. A ellos se les venden "técnicas de conquista" y se les habla por tanto de carros deportivos, carreras de éxito, accesorios para "hombres de mundo", en fin, de todo lo que pueda ser asociado a símbolos de poder y hombría. Pero no 142 Los E stra g o s d e l A m or se les habla del amor, el cual definitivamente se asocia con lo de "adentro", lo "interior" y lo "privado", y por ello con lo femenino. El discurso amoroso, por lo menos en los artículos de revistas, no está dirigido a los hombres. A diferencia de la canción, e inclu so del consultorio sentimental, en donde se encuentran sujetos amorosos masculinos (hombres "víctimas" del amor, sufriendo sus estragos y los del desamor), en las revistas dichos discursos se en cuentran solamente en Vanidades, Buenhogar, Cosmopolitan, Tú Inter nacional, De todo un poco, Mía..., entre otras, revistas todas claramente femeninas. Da la impresión que el amor no fuera asun to de hombres o, más exactamente, que los hombres no compran amor por medio de las revistas, mientras que las mujeres sí. Las revistas femeninas incluyen en cada número como mínimo un artículo, pero usualmente varios, sobre el amor. En ocasiones son ediciones especiales enteramente consagradas a él, como en Vanidades con sus números anuales especiales "Todo sobre el amor...". En es te caso presentan hasta 18 artículos dedicados al amor. En las re vistas femeninas los artículos sobre el amor se vuelven "enganche" de compra. Sistemáticamente encontramos anunciados en las porta das un promedio de dos artículos referidos al tema. Las mujeres sí compran amor, los hombres siguen comprando acción y poder. Los artículos de revista denotan una estructura narrativa que se ubica entre el ensayo y el texto científico. Se presentan a menu do como una serie de reflexiones o meditaciones sobre un tema, que trata de adoptar una estructura argumentativa cercana al texto científico: una introducción, un desarrollo o cuerpo de argumentos y unas conclusiones. Se alejan así del mero campo literario-estético y se acercan al género científico o, más exactamente, "pseudo-científico". De todas maneras, su función es claramente incitativa y pseudo-pedagógica; se proponen enseñar, pero enseñar a actuar y a hacer. Los títulos de los 12 artículos trabajados son indicadores de este tipo de saber: "Claves para...", "Cómo...", "Sepa...", "Cuan do las críticas acaban con...", entre otros, todos enunciados en for ma de recetarios y formularios. En el Cuadro 8 se pueden observar las tres grandes temáticas encontradas en los artículos de revistas dedicadas al amor: elección de objeto, con sus subcategorías de seducción y enamoramiento-fu sión; vínculo matrimonial y su casi exclusiva subcategoría de crisis, y ruptura y duelo postruptura. 143 F lo ren ce T h om as Cuadro 8 y re v is ta s C a te g o r ía s , títu lo s a la s c u a le s p e r te n e c e n lo s a r tíc u lo s TÍTULOS CATEGORÍAS Elección de objeto (E strateg ias p ara "o b te n e r" el am or) REVISTAS - El am or: ¿sentim iento o con veniencia? V anidades - A m or y rom an ce en los 90. - ¡C óm o casarte con el hom bre que deseas! - "T e q u iero" El m ensaje se creto d etrás de esta afirm a ción. - La Dra. J. Brothers nos h a V anidades C osm opolitan Tú V anidades bla del am or. Vínculo matrimonial - C laves p ara un m atrim onio (E strategias p ara "m a n ten er" el am or) feliz. - C u an d o las críticas acaban con el am or. - ¿Perfeccionista en el am or? ¡Cuidado! - C u an d o "é l" confiesa una aven tu ra. Rupturas (E strateg ias p erarse) p ara recu - E se am o r que perdí. - C ó m o recu p erarse de un de sastre am o ro so y en am orarse otra vez. - Sepa recu p erar la confianza desp ués del divorcio. V anidades B u en hogar T odo M ía V anidades Tú Mía Elección de objeto o estrategias para "obtener" el amor Los cinco artículos relativos a la temática de la elección de objeto presentan, en primera instancia, una serie de reflexiones dirigidas a mostrar el amor como fenómeno indispensable en la vida actual, pues el amor sigue estando in, como dicen algunos artículos, vi gente, siempre de moda, algo que hay que "obtener" para vivir 144 Los E stra g o s d e l A m or ("Amor y romance en los 90"); sin embargo, "obtener" el amor, o sea buscarlo y reconocerlo, se muestra como un proceso complicado porque, a la vez que indispensable, es presentado en términos de fenónemo irracional que llega y/o se va sin que podamos hacer nada, que está en manos del destino y nos hace sentir "flechados-as". El amor es un fenómeno complejo en sus manifestaciones, que pueden ser con facilidad engañosas. Se enfatiza de manera perma nente en que, frente a esta "cosa" indispensable para estar in, lo importante es prepararse, y allí sí, lo más racionalmente posible. Volverse capaz de reconocer el amor de "verdad-verdad" entre múltiples posibilidades de engaño, pues detrás de un "te amo" pueden esconderse mensajes ocultos y peligrosos ("'Te quiero'. El mensaje secreto detrás de esta afirmación"). Para tal fin es indis pensable desarrollar estrategias, a veces muy sofisticadas, agresivas y hasta tramposas, encaminadas a ganar la "batalla" del amor (¡Cómo casarte con el hombre que deseas!). Además, si bien para toda mujer es indispensable "obtener" el amor, también existe mucha competencia en ese "obtener", de ma nera tal que implica una mujer agresiva, competitiva y decidida; se tratará de una verdadera "conquista" mediante el despliegue de numerosas técnicas para lograr "pescar" al hombre, tomando así el amor en un verdadero "campo de batalla". Todo el aconsejamiento está orientado a desplegar agresividad con el fin de lograr la pose sión del objeto, que más que un amado se convierte en el enemigo o en la plaza a conquistar. "Aquí tienes todo un manual de com bate para que ganes la batalla y seas desde hoy la esposa del hombre que tú quieres" ("¡Cómo casarte con el hombre que de seas!"). Las estrategias se dirigen entonces a "atacar" los puntos débi les del varón. Todos los artículos de esta etapa son puramente in citadores y se resumen en verdaderos recetarios de procedimientos, tácticas y consejos para la consecución del objeto. Recetarios que de seguirse cuidadosa y racionalmente al pie de la letra garantizan, para una supuesta sujeto amoroso, el aumento de probabilidades de salir gananciosa. "El acondicionamiento llevado al extremo cons tituye un lavado de cerebro, y se logra llevando la mente al agota miento, tanto la consciente como la subconsciente. Para lavarle el cerebro a un hombre, hay que aprovechar cuando esté cansado." ("¡Cómo casarte con el hombre que deseas!"). 145 Flo ren ce T h o m a s Las mujeres aparecen así, en estos artículos, como las conquis tadoras, como las verdaderas activas en la tarea de consecución del objeto, quizá porque la competencia se ha vuelto demasiado dura como para esperar a ser "conquistadas" por un hombre. Es además interesante cómo da a entender que, finalmente, los hombres, fren te a tanta pericia de las mujeres en ese duro capítulo de la seduc ción y elección de objeto, "caerán" y se dejarán "pescar" sin problema ni oposición. En síntesis, ser una mujer in para el amor es aceptar la contra dicción entre la concepción del amor como algo irracional, maneja do por el destino, un amor que "flecha" en cualquier momento sin avisar y en "cualquier esquina" y, al mismo tiempo, la propuesta de estrategias muy elaboradas y sofisticadas para conseguirlo, co mo se plantea en los artículos analizados. Mujer moderna en rela ción con la conquista, mujer activa, consciente de que depende en gran parte de su seguridad y su capacidad para aprender los casi infinitos "trucos" para obtener, "tener" o "conseguir" amor, con to dos los matices de una racionalidad competitiva y mercantil; pero también, una mujer eterna en relación con el sentimiento amoroso: debe tener pareja. Y para lograrlo es necesario aprender todo, ab solutamente todo. Para darles un fuerte toque de credibilidad a estos múltiples consejos tipo "claves para..." o "sepa reconocer..." o a la enumera ción de las etapas estratégicas en un estricto orden, los artículos apelan a menudo a "los últimos descubrimientos de los científi cos...", "las últimas estadísticas nos dicen..." o "la Doctora Joyce Brothers, una especialista del amor nos explica...", con una total imprecisión tanto bibliográfica como de contenido. Lo importante es que exista un "toque" científico que le dé credibilidad al texto y que simultáneamente permita "recuperar" lo racional, lo previsible, lo categorizable del amor para poder venderlo. Si el amor entra (a pesar del destino) en el ámbito de la ciencia, se toma entonces en un fenómeno sobre el cual es posible hacer predicciones y hablar de leyes para, en este sentido, poder empezar a hablar de aprendi zajes, estrategias y consejos. 146 Los E stra g o s d e l A m or Vínculo matrimonial o estrategias para "retener" el amor "Un matrimonio feliz es el sueño de toda mujer...": así empieza un artículo de los cuatro que se centran en la temática del vínculo matrimonial y de las "claves" para lograr mantenerlo "dichoso por largo tiempo" ("Claves para un matrimonio feliz"). Si bien segui mos exactamente con la misma técnica incitativa de fórmulas, con sejos, claves y recetas, esta vez es para retener el objeto amado. Se trata entonces de una dinámica de mantenimiento, para dar perma nencia en el tiempo. No olvidemos que con la permanencia del vínculo matrimonial estamos en el capítulo del amor socialmente útil y funcional para la sociedad. Se trata entonces, más que de aprender a manejar la crisis, de "evitarla", pues en todos los artículos lo ideal está presentado co mo la ausencia de conflicto. Existen sin embargo obstáculos siem pre listos a aparecer como, por ejemplo, las peleas y discusiones con el objeto amado ("Claves para un matrimonio feliz"), las críti cas permanentes al otro ("Cuando las críticas acaban con el amor"), el perfeccionismo que lo puede "espantar" ("¿Perfeccionista en el amor? ¡Cuidado, podría espantarlo!") y, finalmente, la infide lidad del objeto amado ("Cuando él confiesa una aventura"). Fren te a todos estos obstáculos habrá, una vez más, que desarrollar múltiples estrategias "curativas" para salvar, rehacer, resolver... en todo caso "re-tener" el amor y ante todo mantener la relación. Para lograr tal meta, la incitación se vuelve frecuentemente im perativa: "Conserve", "asegúrese", "concéntrese", "cultive", "apren da", "jamás discuta" ("Claves para un matrimonio feliz"); también se plantean las recetas del tipo "seis formas de enfrentar una críti ca injusta" ("Cuando las críticas acaban con el amor"), las cuales terminan por dar consejos completamente contradictorios como: "enfrente la crítica" y más adelante: "ignórela". Además, en la ma yoría de los casos, a pesar de estar hablando de crisis o problemas que afectan a una pareja constituida — o sea cuando hay vínculo— , los artículos se quedan en una perspectiva unilateral que se dirige solamente a la mujer, diciéndole más o menos: "Tú lo estás hacien do mal...", olvidando por completo la dinámica dual del vínculo, su especificidad y su complejidad de funcionamiento. En conclusión, cada vez que las relaciones andan mal en la pa reja es porque la mujer está procediendo mal y en consecuencia las 147 Floren ce T hom as primeras acciones que debe desarrollar son: preguntarse, abrir los ojos, aceptar, tomar conciencia —a veces con ayuda de un pequeño test— de lo que ella está haciendo mal, para luego desarrollar es trategias "curativas" y de "salvamento" capaces de mantener a cualquier precio el vínculo. Es interesante anotar que la parte de recetarios de los artículos — que en los cuatro se presentan de for ma imperativa— se parecen muchísimo a un manual de aeróbicos o ejercicios para el cuerpo, en el cual todo está traducido en forma de comportamientos y acciones "para..." y nunca se ofrece la posi bilidad de un saber, de un conocer relativo a una de las relaciones humanas más complejas que existe: la relación amorosa. Ruptura-duelo y... cómo recuperarse Tres artículos nos hablan de la posibilidad de la pérdida del objeto amado, pérdida que también habrá que aprender a manejar para que no se convierta en una verdadera obsesión ("Ese amor que perdí"). Lo razonable cuando el duelo y la catástrofe del Yo nos invaden — el período de shock, como lo llaman las revistas— es so bre todo "sacarle el mayor provecho" y así salir de él lo más pronto posible. Los artículos hacen énfasis en esto último, propor cionando todo tipo de estrategias, esta vez de recuperación, para volver a empezar. El camino consiste ante todo en convencerse de que si fuimos amadas tenemos virtudes tales que son capaces de despertar senti mientos en otra persona. El "fuimos amadas" debe servir para ele var nuestra autoestima y convencemos de que podemos volver a empezar: "Un amor que termina; dos personas que se dicen 'adiós', es uno de los momentos más dolorosos... pero del que puedes salir airosa y más fuerte que antes."("¡Cómo recuperarse de un desastre amoroso!"). Tal situación será posible siempre y cuando se sigan los consejos para la puesta en marcha del mecanismo de defensa más importante y más valorado en dichos artículos: la huida hacia adelante, en for ma de la búsqueda de un sustituto y por medio de la acción, lo cual revela un presupuesto fundamental para los artículos que se relaciona con el hecho de que es indispensable estar enamorada para sentirse bien. En ningún momento los contenidos consideran 148 Los E stra g o s d e l A m or •ijfcia posibilidad del enfrentamiento consigo misma o con la soledad. La soledad ni se menciona, pues ni siquiera se reconoce; es una enfermedad que se debe superar, pues de ningún modo puede quedarse contaminada... sola... El duelo es el desastre y el nuevo enamoramiento el único remedio. Volvemos entonces al manual de estrategias, consejos, fórmulas y demás, para salir del shock en seis etapas, pues parece existir una regularidad en el desarrollo del duelo: "Primera etapa: puro 'shock'; segunda etapa: tristeza; tercera etapa: repartir culpas; cuar ta etapa: aceptar y resignarse; quinta etapa: volver a empezar; sex ta etapa: ¡regreso triunfal!" ("¡Cómo recuperarse de un desastre amoroso!"). Y otra vez el uso de imperativos: "frena lo negativo", "sal de la rutina", "relájate", "usa el poder de...", "haz tal cosa...." y, con tal de volver a encontrar un hombre, "deja que tu cuerpo sea el mejor consejero". Lo más relevante es la insistencia en el afán con el cual es ne cesario salir del duelo, frente a la eficacia, positividad y triunfo del enamoramiento. Se refleja una vez más la oposición: invalidez de la mujer sola versus plenitud de la pareja. En definitiva, esta socie dad no prepara a la mujer para asumir la soledad, para aprender de sí misma en el dolor, para confrontarse, para vivir sola... El uno no es rentable ni psicológica ni mucho menos socialmente y, en este sentido, todas las estrategias de la ruptura están encamina das a la vuelta al dos, al amor. Conclusión: el amor para tener, retener y volver a tener En las revistas trabajadas, el amor es enteramente responsabilidad de las mujeres y ellas tendrán que "conseguirlo" a cualquier pre cio, ya que es impensable vivir sin amor: entiéndase sin hombre. Seguimos tras la vieja idea de que el uno absoluto es varón, la mujer es siempre "más uno". La identidad femenina continúa cons truyéndose en función del otro y, particularmente, gracias al matri monio. La mujer sola es una especie de inválida (no-válida); la ruptura es la catástrofe máxima de la cual habrá que salir a como dé lugar para volver triunfalmente a enamorarse. Ninguna posibili dad de confrontarse a sí misma, de aprender de la soledad, de la 149 F loren ce T hom as crisis, de la ruptura. El uno femenino no existe, es incompleto, mutilado; una mujer sin hombre es como una mujer sin identi dad... En esta lógica, el otro (el hombre) será la presa que hay que "pescar" o "atrapar" en un juego complejo y difícil; no obstante concedérsele al amor el azar, la magia y el destino, las estrategias para captarlo serán planteadas dentro de una extremada racionali dad y cálculo. Nada será dejado a la suerte, todo será previsto, categorizado, legislado, "cientifizado", cuantificado y tenazmente preciso. Centenares de consejos distribuidos en modalidades incitativas e imperativas quieren volver a la mujer que desea estar in, o ser eficaz, competitiva y agresiva, no sólo en esta búsqueda eterna si no en el mantenimiento del vínculo amoroso, pues una vez que se obtiene el amor no se lo puede dejar escapar. Para las revistas, las mujeres de ahora no pueden — como antaño— esperar a que lle gue el amor; es necesario salir a buscarlo preparándose muy bien para esta consecución, pues las reglas del juego son muy difíciles y no es el momento preciso para romanticismos... más bien hay que prepararse para actuar de manera fría, con la racionalidad de cual quier buen negocio. Tal es la lógica de las revistas femeninas, den tro de las cuales el amor es otro capítulo más; el amor es una cosa más entre otras (el perfume de moda, el corte moderno o el último look) para estar in, para ser moderna y agresiva como lo requiere la sociedad de hoy. En resumen, el amor se cataloga como acceso rio indispensable. Sin él, la mujer estará inacabada. Igualmente, se presenta la responsabilidad única de la mujer para "mantener" y "conservar" lo que captó con tanto trabajo. Si surgen problemas, ella debe examinar qué fue lo que hizo mal o por qué no siguió los consejos y fórmulas apropiadas. El ideal de relación vincular es el de la negación del conflicto, el de la semantización unilateral, el del amor único e incondicional. El conflicto o la crisis no deben ser, no deben existir. El amor es un posible ab soluto. "Sigue ahora estos consejos y verás el resultado", es una constante negación de su complejidad, de la carencia, de su dife rencia, de su diversidad y afirmación enfática, como si se tratase de un fenómeno homogéneo que se desarrolla según leyes fijas que se repiten, que tiene etapas que se pueden aprender a recono cer y manejar, que los científicos han estudiado y cuantificado; 150 Los E stra g o s d e l A m or afirmación de un saber útil, eficaz y factible de distribuir en rece tarios, fórmulas y consejos. Un amor presentado, además, de manera totalmente descontextualizada, fuera de procesos sociales, históricos e incluso subjetivos. Un amor que existe en sí, que significa exclusivamente yo-tú, don de se niega el "nosotros" el "ellos", en fin, el otro. Un amor fuera de la historia, pero también de espaldas a la propia historia de la pareja. La memoria y el inconsciente no existen, existen sólo los hechos, los comportamientos, lo que se puede manejar, predecir y organizar racionalmente. ¿Qué venden entonces los artículos trabajados? Primero, y en relación con el sujeto amoroso que es en este caso exclusivamente mujer, venden un mensaje del todo ambivalente de modernidad y eternidad. Mujer moderna, pero contradictoriamente definida en su totalidad por el otro: inválida sin el otro masculino; mujer existen te siempre en cuanto "más uno", moviéndose dentro de un mar gen definido por valores ancestrales. Cada vez que nuestra mujer da un paso adelante, de inmediato retrocede otro para quedarse en definitiva dentro de parámetros arcaicos, pero "revisados" a la luz de la modernidad. Actividad frenética e incesante para lograr lo mismo que antes: la negación de cualquier posibilidad de existir en sí y para sí. Na da muy distinto de los años setenta cuando Mattelart hablaba de lo moderno como ocultamiento de lo eterno; sólo que lo moderno de hoy está adornado por otros conceptos más in, más "liberados" o más exactamente "neoliberados" que terminan siempre por decir le a. nuestra mujer: "a cualquier precio debes obtener, mantener y conservar el amor y volver a enamorarte lo más rápido posible si lo has dejado escapar". En cuanto al amor mismo, las revistas ven den la idea (grata por cierto) de que existe, que es incondicional; que a la vez de depender del destino, una estrategia suficientemen te racional y fría será capaz de domarlo; nos asegura que el otro es posible, que el dos (él-ella) es lo único válido social y economi st camente y que el uno es la muerte, la derrota y lo siempre out... EL DISCURSO AMOROSO EN LA FOTONOVELA El amor es el único argumento, el único tema de la fotonovela, y todas las intrigas que ofrece se refieren a él. Intrigas que desde su 151 Floren ce T hom as formato sucinto, riedad" las que zón). mismo, el número restringido de fotos y el espacio-texto nos son entregadas bajo la forma de "penosa elementacomo le llama Mattelart (1977) (por lo menos, en cuanto a circulan en la actualidad: Foto-Romances y Secretos del cora El discurso verbal del amor: tramas y obstáculos El Cuadro 9 muestra los títulos de las siete historias trabajadas, con su argumento central y el obstáculo presentado. De las siete tramas incluidas, seis son de elección de objeto (nuevo objeto o reconfirmación de un objeto conocido) y una sola es de ruptura de una fusión con un final infeliz. Estas seis eleccio nes de objeto son todas realizadas por protagonistas masculinos, quienes aparecen desde ya como los verdaderos actores de la diná mica de escogencia del objeto. Son ellos los que buscan y encuen tran un objeto nuevo, una mejor candidata para sus necesidades, en una franca escogencia por "apoyo"; hecho corroborado por tres de estos casos, en los cuales su objeto amado femenino renunciará a su profesión y al éxito que tenía, para dedicarse del todo a su hombre (4), (5) y (7). Las seis elecciones de objeto se vuelven trama y argumento mediante la aparición de un obstáculo dinamizador de la historia, que se vuelve así intriga o trama. Cinco obstáculos de los siete son de triangularidad, de irrupción de un "tercero-a" que en todos los casos analizados es la "otra". Sólo dos obstáculos están repre sentados por un motivo ajeno a la triangularidad: uno tiene que ver con la diferencia social entre los dos amantes y el otro con el pasado turbio del objeto femenino amado. Sin embargo, en las dinámicas de triangularidad de las tramas se presentan muchas diferencias. Si bien la "otra" o "tercera" es siempre una mujer, a veces se mostrará como un objeto "malo", es decir, una mujer seductora, fría, calculadora, que no cree en el amor, pero que actuando por interés tratará de "captar" al prota gonista masculino, separándolo de una novia buena (1) o de la espo sa abnegada (3). La "tercera" logrará sus propósitos (temporalmente) gracias a que los protagonistas masculinos aparecen como seres su mamente vulnerables y narcisistas, que nunca resisten la trampa de 152 Diferencia social La "otra" (mala) La "otra" (buena) La "otra" (buena) El pasado La "otra" (buena) Ruptura de la fusión por engaño de Triángulo amoroso en pareja estable con reconfirmación del objeto elegido Elección de objeto Triángulo amoroso Triángulo amoroso en pareja estable con elección de nuevo objeto Reencuentro Elección de objeto Elección de objeto Triángulo amoroso El amor no se vende No supimos comprender Yayoiko La vida equivocada Cenizas del ayer Sueños de amor y gloria E stra g o s 153 d el <N CO LO de la La "otra" (mala) Elección de objeto Triángulo amoroso Intriga t-H z y el amor Obstáculo Tema central en las fotonovelas Título Cuadro 9 Título, tema central y obstáculo Los Am o r tN F lo r en c e T h o m a s la seducción y de su propio poder (después de todo son hombres), aun si después tienen que rendirse al objeto que representa una mejor respuesta a sus necesidades o un mejor espejo de su amor a sí mismos para, al mismo tiempo, hacer triunfar el amor sin cero, el amor verdadero, ese amor incondicional que se asegura co mo posible. A veces, esa "otra" será, por el contrario, el objeto "bueno", la desinteresada que por su sinceridad, pureza e incondicionalidad to tal permitirá al protagonista establecer comparaciones con su ama da actual o anterior, la que le resultará ahora falsa (descubre que lo engañaba), mala, calculadora, deshonesta (4), (5) y (7), en una lógica de transformaciones que se adecúa a los propósitos intrínse cos de las argumentaciones. Es interesante cómo en el caso de la fotonovela (5) la "otra" buena irrumpe en una relación de pareja matrimonial. Para rescatar y legitimizar la relación del protagonista masculino (pobre esposo engañado) con esta "buena" que es su se cretaria personal y, por supuesto, comprensiva, abnegada, dulce y buena cocinera, la esposa es transformada en una mujer fría, cíni ca, infiel y finalmente alcohólica, asesina y suicida (al término del drama se mata); la buena aparece, por contraste, absoluta y total mente pendiente de las necesidades tanto profesionales como afec tivas del protagonista. La primera de las dos tramas que están por fuera de la triangularidad describe una fusión por engaño de un hombre que se "aprovechó" de una mujer con promesa de matrimonio, promesa que no cumplirá, pues no se casará con una "pobretona". Ella, en gañada después de haberse "entregado" por amor y bajo la prome sa matrimonial, espera ahora un hijo; el hombre le hace una oferta de dinero que ella rechazará, rescatando así su dignidad de mujer ofendida, pues el amor verdadero no se compra (2). De las siete historias es la única que tiene un final infeliz (protagonistas solos), aunque ella está convencida de que "...algún día llegará a ella el verdadero amor, ese que no se compra..." Es interesante destacar el rescate de la "entrega" de ella por 1a promesa de matrimonio, así como el rescate de la dignidad femenina tras un largo trabajo de dolor y expiación que la hará en un futuro merecedora del amor, el incondicional, el incontaminado, el puro, en una palabra, el ver dadero. 154 Flo ren ce T h o m as d) a* -»Q -*J QJ s acn, IH (Ü 03 a; Oh § 0 3 o C/3 03 a; n u T3 qj O *2 15 Q) c/3 0as -9 u <5 qj Oh C/3 qj I qj £ 4 c 13 Z I s I sJ° c C/3 # a “ © g o 4 A o ^ ■o a; 2 T5 QJ c os Vh OS s ^ 8 « N TS O h OS 03 XU TJ *H au» < i> > qj 2 e &* Í cr 0 a 8 s -4 t^ -2 .o >, 0> TJ O •i-H G O O 2 3 S 3 <« 2 O G '2 '0 u < 3 T¡ 3 TJ a> u 3 o a. C 111 Cl, - so !9 iu U U QJ 03 6O .S >> O 0 q Jh ^ *(Í Í1 s h o c/5 C/3 e 'O •*H u u 3 TJ o 0 03 03 tH -*-> G Oí u G QJ QJ Vh 4 o Z 0 OS •o »-H G O g .a Wh -*-> 03 rG Q H -»J Q> o a c« <U O -d ^ ^ 6 C/3 '«3 Vh Si 2 G O Vh a to 6 T3 o J-H O h •G 0) D cr QJ G 03 gj OS qj O Ti C/3 OS X, 0) o g "2 H-» « S p OS G u QJ •rH V-. ’3 cr 0C/33 id' 3 cr o G . Üh G CJ c r l-H '-G o O QJ O h tH X » 03 2 G T3 ’> u 03 o C/3 G QJ T J ■s bO 03 G § 0 QJ 03 5 Q J 03 »h u -G QJ C/3 u QJ C/3 ^3 QJ ^ 2 ^ CN 155 qj O -2 os G qj OS Oh C/3 C/3 QJ « O M >>© 3 X Oh QJ Q> qj <« ^ T J « C/3 t/3 'O • H 'QJ 3 Oh C/3 QJ TJ C/3 qj C u u 3 T3 O c S ° 03 G 0) 45 -2 13 c <u a, § a o Oh cx, c o, O « c*/3 ^ U © id —< s> QsJ 01 .a TÍ <u ' S * ; 3 o S 03 £TJ -03 C/3 OS U s 3 £ ax wG - Sg <u aj Cl, TS O ^ G :o ‘u u C/3 (tf <J § © ♦— I 03 (0 Oh O QJ C/3 'c o $ s tH d _Q¿ (0 G O u as a) C/3 v G 'O £ g c QJ de viaje. u 3 C/3 03 g qj qj o c c/3 JS S jg QJ o rt -X3 O o "« 'a, ex ^ Id > O ^. 1 ^ ° £ tí C D, a> 03 O *-< QJ C .a TJ QJ u OJ o 01 ta <o •»0H C/3 03 o J q3 Vh H^ O (V QJ OS (Ü u CD '03* Oh QJ 03 S « 05 a u tik bJD QJ ^ jh *Z2 QJ oS _ G vh rv qj S § « © s XI <4 4 © TJ Los Estr a g o s d el Amor © p u .s C¡ a> 3 í3 .S en a) u 03 r—H 2 QJ cñ O) O 2 <3 -O •rH cS 3 en .S 9! 03 > a> O O o O) •? 73 *-< Xi S ^ (+ T N c/» V ■(/ -S »} sUo o c o > O g g o3 03 'u "«3 'ü c c n3 g 0 u ai C O Oh O 01 Oh 6 o S < O O C iu o3 c 'O •I-H U u < < 3 su u QJ 3 cu 7) P u o3 a; c Vh " D a> ^ O) T3 03 T3 & CU 2 'O 'cS "S ** b c 2 ■s rt y u =3 o e 'V 3 bO G O <u ü § "3 > OI •S 8 s u < JS* § -3 ^ -O flj O c 2 « .Si o r1/1 (8 -*-> 03 C continuación a» > c O o J« ai SO 156 03 03 Q) H c § 6 03 QJ 3 . CT a> fe -Q 2 Oh (03¿> « .5 §0 O Z 4 CU 03 6 u ai >-H -O O 3 6 a; 5 u u C v O •rH u u 3 y «s «2 ai * •i-H ■C o o3 u O h"3 •H-l i/j 'Oí <3 -n3 .3 ’a, 03 a» H xs cu Ga> a) > > 03 r£> a» a» Vh 3 3 •o 03 S CU 3 3n JT en e •0l-H a» 3 03 03 X> 03 ^ W cu® Los E stra g o s d e l A m or La segunda trama (6) plantea también el drama de redención y expiación de una mujer que, gracias a la fuerza del amor de un hombre-redentor absoluto, logrará dejar atrás su pasado turbio, pues "...la vida les había enseñado que a veces para valorar el ver dadero amor era necesario recorrer un camino de espinas..." (6). El Cuadro 10 recoge las dinámicas de las tramas y su expre sión particular en los tres momentos de una fotonovela: introduc ción, acción(es) y desenlace. De una historia a otra se repite la misma estructura. En gene ral, las introducciones sirven para presentar a los protagonistas y situarlos en relación con la trama amorosa, además de insinuar el obstáculo que, en casi todos los casos, cuestionará la certeza de los amores previos: o bien es aquella "otra" mala que introduce dudas en la novia ingenua y pura, mostrando y mostrándonos la otra ca ra del amor, ese otro amor descrito como material, camal y al mis mo tiempo frío y calculador. Pero es también la irrupción de una "otra" absolutamente buena, tierna, hasta callada, silenciosa y casi muda (no entiende ni sabe el idioma... ¡¿la "otra" ideal?!), como en el caso de Yayoiko y el amor (4), que se presenta como preocupada sólo por la satisfacción total del "hombre-amo". Al final de la introducción ya están situados los protagonistas principales, en general tres, por lo menos en las historias de triangularidad; así como ya está introducida la pregunta acerca de la certeza de otro amor previo. En el desarrollo de las acciones asistiremos a una serie de si tuaciones articuladas a ese cuestionamiento; situaciones que se re sumen en general en la dinámica que toma el obstáculo, el cual saldrá vencedor, frente al que se triunfará o frente al que se per derá. De hecho, esta dinámica se reduce a una lucha sin cuartel entre dos concepciones excluyentes del amor: un amor-verdadero frente a un amor-falso. Es un amor sometido al criterio de verdad, en donde se inte rroga al amor mismo y no al sujeto amoroso. Es una lógica de los absolutos, de la exclusión, de las oposiciones, en donde se niega el matiz, la construcción y el proceso. Estas oposiciones de alguna manera enfrentan también a Ágape y a Eros, a amor contra deseo; a un amor , que se supone tiene el derecho al nombre de amor, el "amor puro y verdadero" contra el otro, el camal, el pasional, el bestial, el interesado, el "falso". 157 Floren ce T h om as Discurso del amor verdadero... (1) él ella (la buena) (2 ) ella (la buena a él) (5) ella (la buena a él) "Pronto serás mi esposa y debo permanecer a tu lado." "Espero ese bello instante con loca ansiedad. Por fin nuestro sueño se verá convertido en una bella realidad." "...prometí a mi corazón callar pero no puedo hacerlo, te amo con todas las fuerzas de mi alma." "...Dios mío, creí que nunca me lo dirías, yo también te amo con todas las fuerzas de mi alma." contra el discurso del amor falso ella (la mala) ella (la mala a él) ella (la mala a una amiga) ella (la mala riéndose ella (la mala ella (la mala refi a él) a él) a él) "Ya era hora de que entraras en la nueva onda ...nada de tomar en serio el amor." "Tómalo como quieras querido, no me importa lo que pienses." "Ha sido un divertido juego..." "Ya es casado... pero no importa. Yo veré la forma de atraparlo." "Es sensible al halago. Hay que atacar por ese lado." "La vanidad masculina es nuestro mejor alia do." "¿Habrá que esperar tanto tiempo? No. me voy a vivir ahora mismo contigo." "Soy una mujer fogosa y francamente no sopor to tu frialdad". ella (la mala a él) "¡Suéltame! tengo todo el derecho del mundo puesto que te he pertenecido en cuerpo y alma." Verdadera guerra verbal del bien contra el mal, del bien que se conjuga sólo con los valoresdel bien. La franqueza, la sinceri dad, la dignidad, la honestidad, el respeto, pero sobre todo la ter158 Los E stra g o s d e l A m or nura, la dulzura y la incondicionalidad, por un lado, contra las ca tegorías del mal con sus connotaciones físicas, sensuales, pero igual mente de traición, de frialdad, de cálculo mezquino y de falsedad, por el otro. él "He comprendido cuán falsa es. Es una mujer frí vola, para quien el amor nada vale." ella "Femando..." él "En cambio tú eres diferente, noble, buena... Sables del amor y amas de verdad." Es también el discurso de los sentimientos contra el discurso de las sensaciones corporales. Pertenecer al otro con las fuerzas de su alma o pertenecerle con la voracidad sensual de su cuerpo: gue rra del espíritu contra la materia. Esa dinámica dual e irreconcilia ble entre dos concepciones del amor que se debaten es la que marca la totalidad de las situaciones de la trama central de toda fotonovela. El obstáculo es la prueba de verdad, apunta a una de las dos concepciones, adopta uno de los dos discursos, encuentra una de las dos respuestas. Esto último es ya el papel de los desenlaces, que son la res puesta final a las preguntas hechas al amor. En los siete casos, el triunfo y el rescate del amor puro y sincero, de ese amor "verda dero" será el final lógico, la consecuencia esperada y lograda para todos los epílogos felices con que nos hechizan las fotonovelas: amor sincero, puro y desinteresado (1); amor que no se puede comprar con dinero (2); amor perdón, comprensión y fidelidad (3); amor renuncia e incondicionalidad total (4), (5) y (7); amor salva ción reencontrado en el momento de máxima desesperanza (6). Son éstas las respuestas dadas en los desenlaces siempre legitimizadores del bien absoluto. Amor y género en la fotonovela Con esta concepción de amores "verdaderos" y amores "falsos", y de lo que significa ser merecedor(a) de un amor verdadero, no es difícil imaginar cómo son presentadas en la fotonovela las mujeres que aman. Ellas también se dividirán, sin matices psicológicos ni complicaciones, en objetos amados buenos y objetos amados malos. 159 F lo r en c e T h o m a s Es probablemente en relación con el género en donde la fotonovela muestra los valores más arcaicos y más tradicionales; nos ofrece to davía unos modelos de mujeres que renuncian a todo en nombre del amor, a su profesión (de cantante, bailarina o secretaria) o al éxito (4), pero sobre todo a un posible existir como sujetos. él ella él ella "¡Oh mi amor, nos casaremos y si lo deseas, segui rás con tu carrera!" "Nada de eso, el lugar de la mujer está en el ho gar, querido." "Pero, ahora eres una estrella internacional, Yayoiko." "¿Acaso no es más importante el amor?" El derecho al amor significará siempre una renuncia a todo lo que no constituya- la incondicionalidad total al hombre amado. Per fecta mujer hogareña, cenicienta al servicio de los otros, buena co cinera y ama de casa; pero además dulce, tierna, comprensiva de las posibles infidelidades del hombre, dispuesta al perdón, ojalá vulnerable y desamparada; cuanto más desamparada aparezca, más atraerá a los hombres como se observa en (4), (6) y (7). Mujeres desamparadas pero dignas a la hora del abandono o de la desgra cia, capaces de luchar y redimirse por un sueño de amor que cuando finalmente haya vuelto a sus vidas, abandonarán para co locarse al servicio del amado. Mujeres leales, honestas y fieles que saben esperar porque están convencidas de que el orden del cora zón es un sueño más fuerte que cualquier realidad. Mujeres suma mente recatadas en el amor, sentimiento del alma y del corazón, que a veces pasa por la boca, única parte del cuerpo lícita para el amor, única connotación física permitida. Contrastando con estas mujeres se encuentran las otras, las cí nicas, las que no creen en el amor, las calculadoras y desleales, fa tales y provocadoras: cabellos sueltos, maquillaje pronunciado, ropa ajustada, escotes profundos, mujeres que sienten con el cuerpo y se entregan al deseo. él ella "Tras un largo asedio, Lorenzo había hecho suya a Elsa." "Te deseaba tanto..." "Y yo a ti, mi amor." (3) 160 Los E stra g o s d e l A m or Mujeres no para el amor sino para el deseo, que nunca serán perdonadas y para las cuales existe un solo final, la soledad (desgracia máxima para la fotonovela) o también la muerte. La única esposa adúltera que es presentada (5) termina alcohólica, desquiciada y suicidándose después de un intento de asesinar a la nueva compañera del que fuera su marido y al que había abandonado por otro. Este final siniestro es la única forma de legitimizar los amores del marido abandonado con su secretaria buena. No hay ni salvación ni redención posible para una esposa adúltera. La hay para una mujer engañada, que se entrega por amor y sobre promesa de matrimonio. Sin embargo, aun la "entre ga" se pagará caro. En este caso, ella deberá recuperar su dignidad por un largo camino de dolor y sufrimiento para "que algún día llegue a ella el verdadero amor, ese que no se compra en ningún lado ¡el verdadero amor!" (2). Para los hombres de las fotonovelas, menos matices aún... Un hombre nunca necesitará ser salvado ni redimido por ninguna mu jer. Por ser hombres, serán perdonados fácilmente, aun si se deja ron "arrastrar", "envolver" o "encaprichar" por una mala mujer... Ellos no pecan, sólo son "arrastrados": él "Fue un capricho absurdo... muchas veces traté de alejarme de ella... pero tercamente me dejaba arrastrar..." (3) Son definitivamente las mujeres las que llevan el mal, no los hombres. Son las mujeres las que pecan y luego tendrán que redi mirse, no ellos. Por el contrario, en la mayoría de los casos, los hombres son los protectores o los redentores de ellas (4), (6), (7). Constituyen además los verdaderos actores de la trama amorosa y, excepto en (2), actúan, deciden y al final podrán escoger el objeto más adecuado a sus necesidades. Transparente escogencia por apoyo. En todos los casos, la fa vorecida será la más incondicional, la más servicial, la más aten ta, la más comprensiva a sus requerimientos. Todas las actuaciones de los galanes de las fotonovelas consistirán en aprender a reconocer poco a poco a la mujer portadora del amor verdadero, el amor apoyo a su Yo Ideal, el mejor soporte 161 F lo ren ce T h o m a s a la búsqueda nostálgica del paraíso perdido de la infancia, aun que sea necesario sacrificar por un momento el deseo, el eros, las sensaciones y el cuerpo, al cual —por ser hombres— no pueden ser del todo indiferentes. Estos serán incluso los ingredientes para confirmamos que nos encontramos también frente a hombres "verdaderos", conocedores de las tentaciones del eros, pero que saben a la hora de la verdad legitimar el amor que tenga la calidad de tal acierto. El lenguaje fotográfico del amor En la fotonovela, la imagen también comunica. Primero se realizó un análisis cuantitativo de algunas variables que parecen revelado ras en cuanto a la especificidad del discurso del amor, para des pués aplicar un protocolo de análisis semiológico alrededor de cinco situaciones definidas como momentos fuertes de las tramas amorosas y con las variables de contexto (dónde sucede la escena). Del análisis cuantitativo (Cuadro 11), y mediante la comparación de las escenas o momentos fuertes representados por los besos, las escenas de agresión y las de sufrimiento de uno de los protagonis tas, lo primero que salta a la vista es el gran número de escenas de sufrimiento (más del 30% en promedio de los recuadros totales de una fotonovela) en relación con las escenas de besos, y especí ficamente de besos amorosos, entre los protagonistas, las cuales en promedio sólo representan el 11% de los recuadros. En definitiva, no es nada fácil llegar al amor verdadero y será necesario mucho sufrimiento por parte de los protagonistas —y especialmente de "las" protagonistas—, muchos "caminos de espinas" para tener de recho a ese amor, Expresión de sufrimiento: ¿esencia misma de la fotonovela?... Llama la atención el número sorprendentemente bajo de besos amorosos entre los protagonistas. En efecto, tenemos ocho besos to tales, repartidos en cuatro fotonovelas, tres sin besos (1), (2) y (4), ¡sin besos amorosos de boca!, pero sí algunos de la más "¡alta pu reza!" expresados en besos fraternales, de mejillas o de manos (4), pero que no llegan siquiera a la boca del (o la) amado(a). Es evi dente que nos referimos a los besos del amor verdadero, del amor 162 On U> 118 Promedio 2 1.1 Muy pocos besos 30 escenas de agresión con la ® o el A\ entre protagonistas (obstáculo). 3 entre protagonistas en general; la O protagonista aparece como poco violenta. 14 8 +3 puros 1 3 3 entre protagonistas 30 con tercero(a) 4.7 no 829 Total 5A a O 3 121 0 119 7 4 A a ® 2 ® a O 6 6 1 ® a O 3 A a ® 1 ® a A 2 0 +2 puros 122 4 3 2 A a O 1 O a A 3 A a ® 2 1 +1 puro 121 3 230 33 Mucho sufrimiento de las mujeres protagonistas, que serán merecedoras de un amor verdadero. O 195 A 35 A 5 O 52 O 12 A 25 A 4 O 15 O 12 O 36 O 27 A 1 del 123 3¿^a O 4 O a ® 1 0 111 2 O 41 E stragos 5 4 ▲a © 0 0 112 llanto, soledad, amargura, enfermedad protagonistas bofetones, golpes, forcejeos 1 Con un tercero Entre protag. Recuadros Fotonovela Sufrimientos Agresiones Total No. Besos Cuadro 11 Número de recuadros, escenas de besos, agresiones y sufrimiento en las fotonovelas Los Amor F loren ce T h om as que triunfó... lo que no significa que no los haya entre el protago nista y la tercera "mala". En esta etapa del paso del análisis cuantitativo al semiológico, es interesante anotar que cuanto más sensual es el beso (de boca y cuerpos apretados, estrechados, a veces acostados), más significará ese otro amor, el "falso", el "m alo", sinónimo de deseo, de pasión camal, etc., entre un protagonista y una "mala". Al otro extremo, el amor absolutamente verdadero y puro puede llegar a no tener siquiera beso, porque cuando uno ama con el alma, no necesita si no los ojos para ver el alma del objeto amado (4). Tanto en el componente verbal como en el icónico, el cuerpo y las sensaciones corporales, en general, no hacen parte del amor verdadero. En cuanto a los contextos (escenificación) de las tramas amoro sas en general, ya sea para las declaraciones y expresiones de amor verdadero, para las expresiones de los amores transgresores y para los desenlaces, todos los amores buenos y puros se expresan en parques, jardines o zonas sociales de una casa, a la vista de to dos, remitiéndonos a la pureza de las intenciones de los protago nistas; nada sospechoso, nada turbio, todo transparente y puro como la misma naturaleza (1), (3), (4) y (5). Dos tramas terminan en la habitación de una clínica, lo que puede significar también un lugar de gran vulnerabilidad para resaltar la fuerza del amor que todo- lo puede y que todo cura (el amor todo lo-cura), (6) y (7). Las alcobas, las camas y los sofás son siempre signos de genitalidad y por consiguiente acompañan a los amores transgresores e impuros. Resulta interesante destacar la precisión con que los sig nos icónicos trabajan la concepción dual del amor: la naturaleza como signo del bien, la cama como signo del mal. Asimismo se presenta una focalización de los cuerpos y una gestual totalmente opuestas para los amores falsos y los verdade ros. Cuerpos ansiosos, tensionados, estrechados, agarrados, a veces semi-desnudos (él), acostados, en una fusión pasional boca a boca versus cuerpos verticales, más distanciados, relajados, miradas per didas en el infinito, ensoñación, a veces apoyados (ella contra él), enteramente vestidos ambos, a veces besándose pero a la luz del día, a la vista de todos, como la máxima recompensa después de una larga expiación. Las agresiones en la fotonovela se muestran con una gestual muy fuerte: bofetones, golpes, forcejeos, son comunes para expresar ciertos 4 164 Los E str a g o s d el Am o r momentos de la dinámica del obstáculo. Brazos y manos en movi miento, cuerpos distanciados, de espaldas, miradas agresivas, etc., con expresiones fotográficas corrientes de los (las) malos (as), los (las) falsos (as), los (las) que nunca tendrán derecho al amor ver dadero. Sólo los hombres pueden aparecer semidesnudos (el torso) en el amor, nunca las mujeres, ni aun las "malas", que en el peor de los casos aparecen arropadas con sábanas, sólo sugiriendo desnu dez. La focalización de las mujeres buenas se hace en general de la cintura hacia arriba, resaltando rostro, mirada, expresión, parti cularmente de sufrimiento; poco cuerpo entero, pocas piernas para las buenas, que necesitan ante todo el corazón y el alma para ex presarse. Para los hombres, importancia de brazos y manos para ro dear, agarrar, retener, abrazar o dejar y empujar. La acción en general es significada por los hombres, verdaderos sujetos en el amor. El código fotográfico enfatiza también al amor como un evento que no tiene nada que ver con la rutina, pues no existe una sola escena de amor o de desamor (agresión, sufrimiento) que tenga co mo contexto un lugar ligado a la cotidianidad de la vida (cocina, lavadero, patio, comida...). El amor es un evento noble y excepcio nal, alejado de lo cotidiano, y lo más aséptico y neutro posible en cuanto a indicadores de clase social, de contextos sociales y/o his tóricos. Es como si existiera una sola riqueza, la riqueza y la grande za del corazón y del alma; una sola pobreza, la pobreza compensada por la dignidad y honradez en la búsqueda del amor verdadero. En conclusión, el código fotográfico trata de connotar los me nores signos "sociales" posibles y los mayores signos "sentimenta les" posibles. El amor escapa a la historia y se inmoviliza en el corazón, su único y verdadero lugar. El Cuadro 12 permite visualizar los principales elementos del código fotográfico en relación con el amor. EL DISCURSO AMOROSO EN LA TELENOVELA Y EL DRAMATIZADO UNITARIO Hoy por hoy, la televisión es probablemente el medio privilegiado para la circulación del discurso amoroso. Múltiples estudios_de sin tonía nos recuerdan este hecho; además, un buen número d e traba jos investigativos han sido publicados sobre el tema del melodrama 165 Flo ren ce T hom as Cuadro 12 Principales elementos del código fotográfico del amor con sus connotaciones C O N T E X T O Parques, jardines, zo nas sociales de las ca sas, zonas públicas. Alcobas, camas, sofás, aden tro, privado. Naturaleza. s GESTUAL POSTURA C O N N O T A C I Ó N Cuerpos: cintura ha cia arriba, verticales, de pie, vestidos, ros tros. Cuerpos enteros, acostados, estrechados, semidesnudos, piernas, escotes. Ojos: Miradas de su frimiento, besos de mejillas, manos, abra zos. Agresiones, bofetones, sacu didas, besos de boca, fusión. Legitimidad, verdad, pureza, transparencia, sentimientos, corazón, alma. Turbio, falso, impuro, sen saciones corporales, pasión camal, deseo. ÁGAPE - ALMA EROS - MATERIAL - CUERPO AMOR VERDADERO 166 AMOR FALSO Los Estr a g o s d el Am or y en particular de los dramatizados televisivos. En efecto, se ha vuelto casi un lugar común hablar de la telenovela, su capacidad de controversia,. su profunda inmersión en la cultura, su complici dad con la vida cotidiana, además de su indiscutible lugar en nuestra programación televisiva. Si miramos los resultados de sintonía que se publican periódi camente en nuestra prensa, nos damos cuenta del lugar que hoy ocupa el discurso del amor en la televisión. En general es el entretenimiento —categoría a la cual pertenece la telenovela—, la "estrella" de la televisión: ella ocupa el primer puesto del rating por géneros, seguida por los programas de hu mor, dramatizados unitarios, noticieros y dramatizados seriados. De 14 géneros de nuestra televisión, los primeros cinco por sintonía están encabezados por las telenovelas, cuyo argumento central y eje articulador de la trama es el amor; en tercero y quinto lugar están los dramatizados unitarios y seriados, que en la mayoría de los casos tienen también una trama articulada por el amor. Dramatizado unitario y discurso amoroso En relación con el amor, los musidramas se presentan como los dramatizados más elementales y menos trascendentales. El musidrama, como lo indica su nombre, es la dramatización de una can ción, en general balada, vallenato o ranchera de moda, que se debe desarrollar en no más de 25 minutos, como una especie de melo drama "concentrado" o "condensado". Es la canción, por tanto, la que propone el tema y habla por los protagonistas. Ese hecho, jun to con el reducido tiempo del que se dispone para desarrollar el "drama", convierte el musidrama en un subgénero de gran pobre za tanto estructural como narrativa. La repetición, los lugares co munes, los personajes y las situaciones al máximo estereotipadas son la regla general. La fórmula es fija e inmutable de musidrama a musidrama, de semana a semana. Lo único que cambia es el título de la canción dramatizada y la temática amorosa tratada, la cual se reparte en: ena moramiento-fusión, ruptura, triangularidad, vínculo matrimonial. La estructura narrativa del musidrama se podría esquematizar de la si guiente manera: 167 Flo ren ce T h o m a s TEMA DE LA CANCIÓN Momento 1 Los protagonistas se conocen y establecen una relación amorosa. o de Los protagonistas ya son pareja y comparten la vida cotidiana. Momento 2 Se evidencia el obstáculo. Momento 3 La pareja rompe o logra superar el obstáculo. Todo ya se sabe, se conoce, se "reconoce" y se repite. El públi co ya lo sabe y lo espera, ilustrando lo que Medina Cano (1989) llama "el gusto por la repetición", en donde "el plagio o la imita ción no es un delito sino la más completa satisfacción de las exi gencias del mercado." (pág. 46) Analizando el Cuadro 13, se observa que estos cuatro musidramas se reparten en dos dramatizaciones de baladas: "Bella señora" y "Si te vas con él"; una de vallenato, "No comprendí tu amor", y una de balada-ranchera, "Es demasiado tarde". Las dos baladas cu bren temas de enamoramiento-fusión y ruptura. En el primer caso, la mujer vuelve finalmente a su antiguo vínculo matrimonial, roto por infidelidad del marido ("Bella señora"). En el segundo caso, de triangularidad, una mujer casada se reencuentra con su antiguo amante y padre de su hijo, para terminar, de igual forma, volvien do al vínculo matrimonial ("Si te vas con él"). El vallenato nos cuenta un enamoramiento no correspondido por parte de la mujer, seguido de una ruptura ("No comprendí tu amor") y la baladaranchera, una ruptura matrimonial causada por violencia intrafamiliar del hombre ("Si te vas con él"). Una serie de temáticas relativamente variadas y dirigidas a crear un contexto que dé vida a una canción, que sería el texto 168 On Enamoramiento no correspondido ruptura Triangularidad Ruptura Una joven pasa vacaciones donde su tía. Juega con tres muchachos. Uno se le declara. Finalmente ella lo deja para irse de actriz a la ciudad. Una pareja de casados. Ella se reencuentra con su antiguo amante, padre de su hijo. Éste le propone volver juntos. Ella acepta pero finalmente retorna con su marido que quiere mucho a su hijo. Ruptura de una pareja de esposos por agresiones (borracheras) de él. Una mujer que ama y enamora a un hombre que ha fracasado en una relación anterior; él no desea involucrarse en ninguna relación afectiva. Ella lo seduce y al saberse embarazada se aleja. Más tarde ella lo busca y él la sigue rechazando hasta cuando sabe que ella tiene un hijo de él. Joaquín e Irene se enamoran a pesar de que cada uno tiene una relación previa. A pesar de la pobreza los dos tienen muchos sueños e ilusiones. Se casan, viven juntos y las condiciones de vida y presiones del medio social se imponen como obstáculos. Termina con la muerte de Joaquín. "No comprendí tu amor" (Vallenato) "Si te vas con él" (Balada ranchera) "Es demasiado tarde" (Ranchera) "En aquella playa" (Corin Tellado) "Amar y vivir" Enamoramiento matrimonio y separación Las condiciones del medio. El orden social y proyectos de vida diferentes de los dos. El temor de él frente a un nuevo enamoramiento. del Violencia intrafamiliar por parte de él. El pasado amoroso de ella. Proyecto de vida de la mujer. de edad. Diferencia Obstáculo E s tr a g o s Amor fusión ruptura reencuentro Enamoramiento fusión ruptura Un muchacho joven se enamora de una mujer mayor que él. Ella se deja seducir pero al final vuelve con su marido y deja al muchacho. "Bella señora" (Balada) Temática central (en relación con el amor) Resum en de la tram a Título del d ram atizad o o de la telenovela Cuadro 13 Resumen de la trama, temática central y obstáculos en los musidramas y las telenovelas Los A m or Flo r en c e T h o m a s original. Las imágenes se articulan para que del tema de la can ción surja una historia creíble con personajes anodinos y elementa les que aparecen actuando un papel ya conocido y definido por ella; sin matices, sin elaboración psicológica ni ubicación histórica, casi sin contexto y con un diálogo que sirve exclusivamente al de sarrollo de la trama central. Especie de banalización extrema del amor en cuanto insiste en "fijar" en imágenes —en un tiempo y un espacio reducidos— la temática amorosa. De cierta manera, tal puesta en escena paraliza, congela y cas tra la canción de sus aspectos líricos, como fuente de posibles fan tasías. El musidrama es como su "censura", puesto que simplifica el discurso amoroso, utiliza un esquema tradicional y repetitivo donde cada uno de los movimientos de la historia es absolutamen te funcional a su desarrollo; no abre posibilidad a acciones diferen tes, relatos paralelos o personajes no directamente útiles a la trama; los escenarios se repiten de trama a trama: espacios naturales y abiertos para la seducción, alcobas para las fusiones, interiores de casas para el vínculo matrimonial. Frente al panorama anterior, terminamos por preguntamos si es legítimo hablar de un discurso del amor en el musidrama o de un eje ético. Quizá se podría hablar de este último, si lo hay, en términos de un pragmatismo absoluto, delimitado por un mensaje tradicional y redundante, centrado en la recuperación del orden so cial tanto en relación con las temáticas amorosas como con los ro les de género ligados al amor. En efecto, encontramos mujeres que tienen siempre ima poderosa justificación para iniciar una relación transgresora (el marido la engañó, en "Bella señora", o reaparece el padre de su hijo, en "Si te vas con él"), pero que en resumidas cuentas vuelven al vínculo matrimonial, a menos que la violencia por parte de un marido alcohólico y totalmente indiferente a la problemática familiar justifique la ruptura del vínculo por parte de la mujer, como en la ranchera "Es demasiado tarde". Encontramos de otra parte hombres activos, seductores y vulnerables frente a la menor herida narcisista. No se presentan alternativas o propuestas distintas, de un musidrama a otro reencontramos los mismos pro tagonistas, los mismos hombres, machos y vulnerables, las mismas mujeres con igual sentimiento de culpabilidad y ambivalencia fren te a la menor transgresión del rol tradicional. 170 Los Estr a g o s d el Amor Lo que cuenta en relación con el discurso amoroso en los musidramas es el ser ante todo ligero (para el pensar y el tiempo), con una trama construida a partir de tres o cuatro parámetros eternos que delimitan en su totalidad la historia y que se resuelve imperturbablemente en tres momentos, de inmediato. Es un discur so amoroso, en consecuencia, reducido al más estricto sentido co mún, sin complejidad ni matices psicológicos, encerrado en lo inmediato y lo predecible. Los dramatizados novelados5 y el discurso amoroso Frente a la extrema pobreza de los musidramas, las telenovelas na cionales y extranjeras merecen un tratamiento aparte. Su duración total (que puede alcanzar las 50 semanas), la utilización de espa cios y puestas en escena más variadas y su mismo tratamiento del amor, de alguna manera complejizan su discurso y justifican dicho tratamiento. Sin embargo, por el muestreo específico escogido —un novela do venezolano y uno nacional— y por la relativa diferencia con respecto al discurso amoroso de uno y otro, fue necesario dar un tratamiento diferencial a los dos novelados. Con "En aquella playa" (Corin Tellado) tenemos el prototipo perfecto del esquema tradicional de telenovela, y con "Amar y vi vir" (Carlos Duplat), un ensayo de rompimiento de los moldes y códigos tradicionales, representativos de esfuerzos nacionales por alejarse de los esquemas venezolanos y mejicanos que invaden nuestra televisión. La diferencia entre las dos telenovelas reside principalmente en el puesto ocupado por el amor. En la telenovela tradicional vene zolana, el amor lo es todo, lo articula todo; ninguna acción, suceso o evento de la trama le es extraño: el orden del corazón impera de principio a fin. Los personajes, diálogos, acciones, escenarios, con textos, todo significará y señalará de una u otra manera al amor, a su búsqueda, a su cercanía o alejamiento por intermedio de la di námica del obstáculo; en fin, todo estará ligado lineal o causalmen 5. Comúnmente llamados telenovelas. 171 Flo r en c e T h o m a s te al amor. Nada distinto irrumpe en la trama y el orden imperan te es uno solo, el orden amoroso. Es el caso del enamoramiento-fusión de los protagonistas de "En aquella playa", la ruptura y el alejamiento de la protagonista cuando se descubre embarazada, pues él le había expresado su vo luntad de no involucrarse en el amor por un pasado desdichado que lo imposibilitaba psicológicamente para una nueva historia. Después de tres o cuatro años de soledad, pruebas, dificultades y superaciones de ella, y de la búsqueda y reencuentro de los dos, se produce la paulatina resolución del obstáculo y el advenimiento del final feliz con la unión definitiva de la pareja. Todo en la tra ma (dinámica, conflicto, obstáculo) está articulado al amor. En contraste, en "Amar y vivir", el amor es solo UN elemento de la trama, si bien fundamental, no por ello el único ni el más poderoso. Junto a la historia de amor de Irene y Joaquín, se cuenta su propia historia de vida, representada, por un lado, por sus lu chas con la implacabilidad del medio social y, por otro, por sus propias historias subjetivas, sus carencias y duelos específicos, sus amores previos, elementos que vendrán a perturbar su historia de amor. En la trama está la acción, el suspenso, la ilegalidad, la amistad, la memoria, la vida de los padres, el madresolterismo, el sustento diario. Aparecen múltiples contextos y escenarios que dan significado, ya no sólo al amor como en la telenovela venezolana sino a la vida y a la complejidad de su dinámica y de sus leyes. Está la plaza de mercado con el puesto de la madre de Irene, el alcoholismo de su padre, el inquilinato, su cocina colectiva, el lava dero, la calle, el patio, los vecinos, el rebusque, etc. En este sentido se pierde la linealidad, la causalidad única ante la presencia de historias paralelas de la dimensión histórica de los sucesos y la di mensión psicológica de los personajes. En pocas palabras, se invo lucra en la trama un orden más complejo de las cosas, y el principal obstáculo al amor de los dos protagonistas, de exclusiva mente individual y psicológico, como en la telenovela venezolana, pasa a ser también social y colectivo. El verdadero obstáculo al amor, obstáculo que además será más fuerte que el mismo amor en este caso, son las condiciones sociales de vida, las presiones del medio de la clase popular y la manera específica de enfrentarlas por parte de los protagonistas, a partir de su historia particular. 172 Los Estr a g o s del Am o r En "En aquella playa", el amor lo invade todo, es el centro ab soluto de la trama, el fin y el medio, el eje fundamental de la ac ción y a la vez un factor de explicación universal, que todo lo puede, que oculta las contradicciones sociales, lo colectivo, en fin, toda dinámica histórico-social. Con su propia lógica de pruebas y dificultades se impone y logra cambiar a los individuos. Como en toda telenovela tradicional, el amor triunfará, pues será siempre una recompensa para los que militan tenazmente en él, instaurán dolo como principio único de vida. Pero se plantea además —lejos de los grandes mitos del Eros o del amor como pasión implacable que destruye— como posible, gracias al matrimonio que se vuelve el supremo fin y que, por arte de magia, disuelve cualquier ten sión o conflicto e instaura la paz y la armonía absoluta, a tal pun to que, en la gran mayoría de las telenovelas, matrimonio = FIN. La historia tradicional de amor sigue una especie de ciclo inmuta ble, que se cumple al pie de la letra en "En aquella playa", y que podríamos resumir así: Encuentro casual - atracción irresistible enamoramiento-fusión —» obstáculo-ruptura parcial (tiempos de au sencia, duelo, duda, incertidumbre) —» puesta a prueba y luchas in cansables de los protagonistas dirigidas a una desarticulación progresiva de los obstáculos (período lleno de acercamientos y ale jamientos) —» disolución definitiva de los obstáculos —» reencuentro, unión definitiva, matrimonio, FIN. Todo lo que ocurre sucede gracias al amor; todas las solucio nes son individuales; todos los cambios personales; los espacios ca recen de ubicación concreta; los tiempos transcurren al margen de la historia, sin principio ni fin específico, en una especie de presen te transparente y ahistórico. Aunque pueden estar presentes algunos elementos que preten den acercar la trama a problemas sociales (machismo, bandas juve niles de barrio, paternidad irresponsable, alcoholismo, etc., como en varias telenovelas mejicanas actuales), éstos no modificarán en na da el esquema de la trama, ni mucho menos desplazarán al amor de su puesto hegemónico. Sólo están ahí como adornos de "realis mo" y son elementos de la actual "modernización" de las telenove las que no tienen nada que ver con "el milagro del amor" como lo llama Montoya y Medina (1989), en su estudio sobre la telenovela. En la telenovela colombiana de Carlos Duplat se intenta rom per el esquema, pues el orden amoroso está, por una parte, atrave173 F lo ren ce T h o m a s sado por el orden social y, por otra, choca continuamente con la arqueología subjetiva de los personajes, sus historias previas de amor y sus carencias psicológicas. De una militancia exclusiva en el orden del corazón, pasamos a una militancia de la vida en su conjunto, a una lucha de una clase social particular por la subsis tencia y el sustento, lucha inscrita en un tiempo, en condiciones objetivas de vida, pero también en condiciones subjetivas particula res generadas por las propias historias de los protagonistas. Es in discutible que amar no lo colma todo y el amor no puede existir fuera de las condiciones particulares que le impone la vida con to das sus dimensiones. Pese a ser cierto que Irene y Joaquín se enamoran como todos los enamorados (escenas de cine, del paseo a Villeta), idealizando al otro, en un sueño de fusión total y de posibilidad de felicidad (escena de la Plaza de Bolívar), poco a poco el orden social se im pone, recordándoles a cada instante que este sueño no puede du rar, que el amor no lo puede todo y que no está más allá de la historia, porque está hecho justamente de ella... Sobreviene la rup tura y la lucha de cada uno para hacer frente a la situación que se impondrá finalmente al amor. El matrimonio en "Amar y vivir", lejos de resolver milagrosamente todo y representar el final de la historia, lo complejiza todo pues, como en la vida real, suma his torias de vida, tratando de conciliar los fantasmas propios de cada uno de los protagonistas; los poderes del amor son frágiles y no operan "milagros". Mucho menos ese milagro de la telenovela tradi cional, del reconocimiento del reordenamiento de las relaciones fami liares primarias, de la identidad de la víctima, articulado por la moral que se impone poco a poco. Como lo plantea Martín Barbero, el me lodrama es casi siempre "el drama del reconocimiento"; de ahí que "todas las acciones, las pasiones se alimenten y se nutran de una sola y misma lucha contra las apariencias, los maleficios, contra to do lo que oculta y disfraza, una lucha por hacerse reconocer"6. En este sentido, el final de una telenovela tradicional es siem pre un final anunciado, sólo que los elementos estaban desordena dos, ocultos e irreconocibles. Pero, el amor con su poder mítico y absoluto reordenará el juego de naipes haciendo que se legitime y 6. "M em oria e imaginario en el relato popular", en La Cúbala No. 11, Cali, abril-julio 1988. 174 Los Estra g o s d el Am or triunfe poco a poco el orden. El orden familiar ante todo, ya que se trata en la mayor parte de los casos de un orden familiar con sagrado por un ideal monogámico, con perspectiva de descenden cia pues sólo así será legitimado el goce sexual, el cual es reprobado fuera de la domesticidad y la reproducción. En "En aquella playa" este sentido "reordenador" del final se cumple perfectamente cuando el reencuentro y la unión definitiva de los protagonistas reordena una familia (padre, madre, hijo) des pués de una verdadera lucha de la protagonista por hacerse reco nocer. Es de ese poder reordenador del amor, además de su papel absolutamente hegemónico en la telenovela, del cual "Amar y vi vir" se distancia en forma sustancial y aparece como una propues ta distinta, pues el amor de Irene y Joaquín choca constantemente con las condiciones concretas del medio y no logra ni redimir, ni reordenar, ni ocultar las contradicciones... Su presencia representa un elemento más de la trama, incapaz de escapar a sus dimensio nes profundamente históricas, temporales y humanas. Ni mágico, ni mítico, ni milagroso, el amor —ese amor-Agape que se quiere posible terrenalmente— no trasciende la vida y tiene que contar con ella. Los escenarios o contextos confirman esta diferencia entre las dos telenovelas. Escenarios absolutamente tradicionales y prede cibles para "En aquella playa", donde pasamos de una playa de sierta —con su cabañita tan propicia para la seducción, el enamoramiento y la fusión— a casas lujosas, salas y galerías de arte, para los restantes episodios de la trama. No hay otros esce narios ni elementos que nos permitan situar o contextualizar la historia. ¿Es Venezuela? Sí, lo sabemos porque se anuncia al principio, en los créditos, y por el particular acento o entonación de los actores. Pero, la playa es cualquier playa del Caribe, y la ciudad donde se desarrolla gran parte de la telenovela, cualquier ciudad. Ningún elemento particular nos permite afirmar que es Caracas; no existe contexto para el amor, se ama en un vacío to tal. Tampoco hay patios o cocinas, no se prepara comida, no se lava ropa, nadie se baña ni se lava nunca los dientes. Uno ama, sólo ama, aséptica, limpia y artificialmente; y en ese contexto neutro se habla del amor y de sus estragos, del corazón, de los afectos, de lo íntimo, de los celos, de los temores, de las angus tias y de lo personal. El amor invade todo el espacio, todo el tiem po, lo llena todo, o casi todo; cada trozo de diálogo está ligado 175 Floren ce T h om as de una u otra manera a la trama amorosa; en fin, no hay discurso gratuito en relación con el amor. Desaparece el costo de la vida, la canasta familiar, los aguaceros o el verano prolongado. En "Amar y vivir", los escenarios, "lo que se ve", nos hablan sin cesar de un orden social perturbador del orden del corazón o, más exactamente, éste se halla inmerso en aquél. Cocinas, patios, lavaderos, televisor prendido, invasión de los vecinos del inquilina to, cama barata que se rompe, caja de cartón, sitio de trabajo, pla za de mercado, calles de la ciudad, etc., enmarcan, delimitan y contextualizan continuamente la historia. En medio de una verda dera invasión de la vida cotidiana, los protagonistas no se pueden dar el lujo de vivir 24 horas seguidas un sueño de amor, absortos solamente en luchas de tonalidades líricas y sentimentales. A pesar de estas sustanciales diferencias entre lo que llamamos la telenovela extranjera tradicional y una telenovela nacional como "Amar y vivir" —que de hecho rompe los moldes del género— , sor prende que en relación con el discurso del amor en sí, con los roles de género (masculinidad, feminidad) y con el puesto ocupado por el matrimonio, el deseo y el goce sexual, no haya grandes diferencias. Fuera del puesto ocupado por el amor y sus particulares pode res, la televisión no ofrece propuesta relativa al orden mismo del corazón, puesto que éste no se cuestiona, siendo su dinámica intrapsíquica muy similar en las dos telenovelas y en todas las tele novelas. La manera de enamorarse, las fusiones, las idealizaciones, son muy similares; la entrega espiritual es siempre más importante que la corporal, tal vez porque en todas las telenovelas el verdade ro protagonista es siempre femenino: es la mujer (la protagonista femenina) la vedette de la telenovela. Es Andrea, es Irene, quienes manejan los hilos de la trama amorosa, con una capacidad para el amor que significa, a menudo, renuncia a lo sexual. Si para ellas "tener" al otro, "poseer" al otro es también muy importante, se re fieren mucho más al tener espiritual-afectivo, a ese "tener" con to das las fuerzas de su alma, que a un tener corporal-sexual. Las mujeres de las telenovelas son en este sentido muy tradi cionales y buscan todas con su eterna tenacidad el reconocimiento a través de un rol de esposas o madres definido del todo por las fronteras de la normatividad social. El amor es para ellas Ágape, un Ágape Cristiano, lleno de sufrimientos, pruebas, redenciones y recompensas; es un amor para la vida, para vivir, que legitima el 176 Los E stra g o s del Amor orden social, que rechaza la pasión, sinónimo de instinto, violencia y muerte. Luchan incansablemente en pos del reconocimiento y reordenamiento sociales, así no lo logren del todo, como Irene. Los hombres tampoco nos ofrecen algo distinto a los esquemas tradi cionales. Machos, viriles, más cercanos al instinto, al deseo, a lo camal, a la pasión y a la muerte (como Joaquín), menos preocupa dos por la transgresión y la normatividad, más narcisistas y vulne rables que las mujeres, siempre detentan el poder y la fuerza, y son a menudo agresores y violentos. Los esquemas se pueden modernizar, las tramas complejizar poniendo en escena historias paralelas, más personajes, más escena rios, mejorar la calidad tanto artística como estética, pero, el dis curso amoroso y el orden del corazón en general son lo último que se moviliza. Siguen delimitados por los mismos parámetros, en una escala de valores casi eterna e inamovible que hace triunfar una concepción del amor-afecto-sufrimiento-Agape Cristiano; un amor muy doméstico y con proyecciones hacia el futuro, que da frutos y que significa, por intermedio del consagrado matrimonio, la posibilidad de llegar a la completud, la paz total y vivir plena mente la utopía de la felicidad; en dos palabras, un amor posible. EL DISCURSO AMOROSO EN LA PUBLICIDAD (IMPRESA Y AUDIOVISUAL) Este discurso particular tiene que desencadenar actos por medio de la imagen y de la palabra; su función es entonces claramente inci tativa. Es un discurso que tiene que significar consumo de manera transparente, y transmitir una visión del amor lo más coherente posible con la lógica mercantil del sistema económico operante. El corpus lo conforman anuncios publicitarios de revistas y de televisión, escogidos por tener al amor como referente principal. Son pequeños cuadros o escenas de amor cuya primera caracterís tica es la escasez de texto y la importancia de la imagen. En casi todos la palabra y el discurso verbal en general ceden el paso a la imagen para presentar puestas,en escena icónicas del amor, con al gunas diferencias entre un comercial impreso y uno televisivo, puesto que en el primero estará fijado un momento que significa el amor, mientras que en el comercial de televisión asistimos a una corta sucesión de momentos que constituyen una breve historia, 177 Flo ren ce T h o m a s una sucinta trama amorosa. Pero, en todos, la imagen indica, muestra, y mostrar cuando se trata de retórica publicitaria es demos trar, pues la imagen se beneficia de su transparencia a la realidad. Es un amor que se ve, que es mostrado, que es actuado, que es mirado, de ahí que el discurso amoroso de los comerciales sea, de todos los materiales analizados, el que menos habla y el que más muestra. La imagen hablará del amor, y lo hará de manera tan transpa rente, tan indiscutible (lo que es, lo que se muestra, no se discute) que olvidaremos que la imagen, como el discurso verbal, también tiene retórica, es "trabajada". Pero, el código de la evidencia se im pondrá de tal forma que todo será dicho por la imagen: la seduc ción, la fusión, la pasión, el vínculo, la intimidad, la complicidad, el deseo "en libertad", la felicidad, la euforia, todo será significado por los movimientos, la gestual, el fondo, la luz, los contrastes y las perspectivas. A la palabra no le quedará sino reforzar la evidencia, someter se al poder de la imagen y enfatizar el nombre del producto que, por asociación, se volverá también tan indiscutible como lo mostra do. Al límite, el nombre del producto será el único mensaje verbal, la única palabra presente (para leer o escuchar). "Wrangler" (Fl) o "Al pelo con Glemo" (V5), o "Vestidos Jhorman" (Ft7), etc... En otros casos, lo verbal estará reforzando tautológicamente lo mostra do. Se dirá con palabras lo que se muestra con imágenes por si acaso quedara duda, "Close-Up", más cerca (Ft8). Seducir, fusionar y compartir: las tres situaciones del amor en la publicidad La publicidad, por su carácter incitativo, tiene que connotar euforia a cualquier precio. No es momento de deprimirse y sólo se habla de un amor hecho posible, que se realiza, que se consume y que da instantáneamente felicidad y placer. Ningún comercial hablará del desamor, de la ruptura, de la crisis. Se seduce y se es seduci do, se fusiona, se abraza y se comparte. En este sentido, no hay material tan eufórico, tan positivo, tan placentero en relación con el amor; incluso, cuando el amor deja de ser una pasión y se con vierte en vínculo estable y tranquilo, cesa de interesar a los publi cistas que recurrirán a dicha categoría (vínculo matrimonial) sólo 178 Los Estr a g o s d el Amor Cuadro 14 Categorías y productos SEDUCCIÓN-ELECCIÓN DE OBJETO Código R E V I s T A S T E L E V I S I Ó N Producto promocionado SI S2 S3 S4 S5 S6 S7 S8 S9 Sello Negro Sello Negro Luber Omega Energy Energy Voz de Colombia Scaundrel Bal Harbour Shops Stl Pepsi St2 Jabón Palmolive St3 Natura St4 Roli-Bomba 9 4 Total 17 FUSIÓN - PASIÓN R E V I S T A S F1 F2 F3 F4 F5 F6 F7 F8 F9 Wrangler Chanel No. 19 Royal Paños Fabrisedas Hotel Tequendama Paños Indulana Kent Calaires Lancaster 179 9 F loren ce T h om as continuación Producto promocionado Código T E L h v i s I ó N Ftl Ft2 Ft3 Ft4 Ft5 Ft6 Ft7 Ft8 Camay Tasman Balance Ultra-sec Balance Verlande Kosta Azul Jhorman Close-Up 8 Total 17 VÍNCULO MATRIMONIAL R E V I s T A S T E L E V I S I Ó VI V2 V3 V4 V5 V6 Nescafe Henry Grethel Conjunto cerrado - Inversiones Luciano Glemo Old Parr 6 Vtl Crema S de Pond's Vt2 Renault Etoile Vt3 Zenú N 3 Total 9 Revistas T.V. Total 9 9 6 4 8 3 13 17 9 24 15 39 RESUMEN Categorías Seducción-Elección de objeto Fusión-Pasión Vínculo matrimonial Total 180 Los E str a g o s d el Am or para vender productos referidos más específicamente a la cotidiani dad como carros, viviendas, comida. Se categorizan como de "seducción" todos los comerciales que indican estrategias de atracción, de elección; tiempos preliminares a la fusión, el "antes", cuando un sujeto amoroso se esfuerza para conquistar a un posible objeto amado, aún no convencido del todo (Cuadro 14). Por tanto, la imagen muestra espacios entre los cuer pos (S3), (S4), (S6), (S8), (St3), (St2), etc., cuerpos en movimiento, en acción, separados por el objeto-producto, que es el portador de toda la carga simbólica amorosa. Gracias al objeto-producto la se ducción opera, no hay necesidad de palabras: él lo dice todo, sin palabras, es la cosa por excelencia del amor, significa al amor. Es el lugar de la relación: sea el whisky, el reloj Omega, la camisa Energy, el perfume Scaundrel o la Margarina Natura. El amor ya no es una misteriosa y compleja relación entre dos seres humanos, sino una relación con una serie de objetos muy concretos (cosas) que tienen una extraña función de "filtro de amor". Quien los consume, está preso del amor, ama. Es la cosa que desencadena amor, es la cosa mediadora del amor. Incluso en los momentos de seducción, no hay necesidad de palabra, de dis curso, de misterio, de ambiente romántico, sólo es necesario "te ner" la cosa para que ella actúe por uno. Es la camisa que actúa, el perfume, el whisky, el reloj... Ellos actúan, significan, prometen, pero sobre todo suplantan al sujeto. El portador, el consumidor de la cosa, está despersonalizado mientras la cosa está personalizada. El seductor lo es porque viste una camisa Energy, es el hombre Energy, la mujer Scaundrel, la piel Palmolive. Y la seducción opera porque los seres están alienados en las cosas. Seducir se vuelve fácil en la sociedad de consumo, pues lo relacional se vuelve ante todo funcional. El amor y el misterio de la seducción desaparecen. Las dimen siones de la existencia humana, de la relación, del amor son sutil mente reducidas y encerradas en las cosas. Es ante todo la cosa que seduce, no los sentimientos; la cosa focalizada, puesta en esce na. Otras señales vendrán a reforzar y significar la seducción, seña les a menudo presentes, tales como la noche con su poder transgresor, los trajes de noche (SI), (S4), (S8), (S9), (St3) o los lu gares que rompen con la rutina de lo cotidiano, de lo finito, del hábito, como lo son las playas (Stl), (St2), el parque de diversión o 181 Floren ce T h o m a s fuente de soda (S4), (St4) o incluso una cocina, pero de noche y en trajes elegantes (St3). Lugares para el sueño, pues la seducción no es todavía la fusión, la posesión; es el sueño de posesión, pero una vez más es un sueño articulado y reducido a la cosa. Es un sueño que termina en la cosa, en su posesión. La publicidad habla también de fusión-pasión, categoría que se define por el encuentro de los cuerpos (desde simples contactos hasta la fusión de cuerpos apretados). "Más allá de la seducción", momento culminante, cuando se reduce totalmente el espacio que existe entre los cuerpos — "Abrázate con Balance" y "Más cerca" de Close-Up— y nos encontramos con lo atrevido — "la fragancia atrevida" (Ft2)— , con el instinto en libertad — "un hombre y una mujer Verlande y su nueva fragancia Borrasque, instinto en liber tad" (Ft5)—, o con la irresistible suavidad de la piel para la noche de bodas —Camay (Ftl)— o también, y sin necesidad de palabras, con la fotografía que fijó la fusión y la imagen que se inmovilizó en ella (toda la publicidad de revistas). Ya el objeto actuó, pues es tamos más allá de la seducción-atracción y se llegó a la meta del sueño: el consumo. La cosa antes encargada de significar el sueño de amor, que mediatizaba la relación amorosa y que "indicaba" amor, ahora está incorporada al sujeto; ya no se ofrece porque hace parte del otro. El otro se cosificó en el objeto y la fusión es con un saco Wrangler, con un perfume Chanel, con una camisa Kosta Azul, con un momento Kent. En la fusión-pasión la diferencia entre el ser y la cosa se perdió: el ser se cosificó y la cosa se personalizó. Fuera de los cuerpos, la imagen de fusión amorosa indica más. En todos los comerciales se encuentran contextos de aislamiento, indicando sobrevaloración de los sujetos, deseo de soledad, indefi nición de los fondos (Fl), (F2), (F4), (F6) o contextos más íntimos, ambientes más interiores (alcobas). En general, a más pasión (o más "instinto en libertad"), más contextos íntimos, tales como alco ba y presencia de cama, más elementos erotizantes (noche, caballo, tempestad, playa inmensa y solitaria, gato negro y menos ro pa...) y más madurez de los sujetos, más signos de poder (carro potente, caballos). Por el contrario, cuando la fusión es más lúdica y menos pasional (la pareja se estrecha riéndose con indicación de más movimiento), aparecen sujetos más jóvenes, al límite adolescente, más informales, dándonos la idea de que el amor se vive distinto se gún la edad. Hay una edad para el amor-juego y una edad para la 182 Los Estra g o s d el Am or pasión, para la irresistible atracción, lo atrevido, lo transgresor, lo instintivo. En cuanto al lugar por excelencia de la comunicación pasional, es ¡la nariz! La pasión entra por la nariz, es cuestión de olor, de fragancia (F2), (Ft2), (Ft3), (Ft5), (Ft8), (Ft4). Hombres y mujeres se rán deseados, atraídos por lo más exterior de ellos mismos, la piel (F9), (Ftl), pero sobre todo, la fragancia, el olor; lo más primitivo, superficial, lo más volátil, lo más momentáneo. Cuanto más irresis tible sea el olor, más despertará sensaciones y, paradójicamente, la relación será más profunda y auténtica. Lugar de la verdad, de la naturaleza reencontrada, de la plenitud existencial, amorosa y pa sional, la suavidad de la piel y lo irresistible de la fragancia harán olvidar todas las otras dimensiones de la existencia, del amor. Son los olores que evocan, que hacen soñar, que despiertan fantasías, particularmente en las mujeres; parecen volverlas locas, transgresoras; por ellos se vuelven capaces de todo (Tasman, Verlande). Amor reducido al instante, instante del consumo del objeto que lo significa; paraíso artificial siempre renovable, pues es la compra y el consumo del producto los que llevan a ese lugar tan soñado. "Consuman, consuman para olvidar definitivamente que el amor es un imposible", parecen gritar todos los comerciales, haciendo sur gir la ilusión de que el amor puede encerrarse en una fragancia, en una calidad de la piel, en unos vestidos de moda, en dos pala bras, en una señal. Finalmente, la publicidad habla —aunque en mucho menor grado— del vínculo matrimonial o relación estable en el tiempo y el espacio. Cuando se trata de promocionar alguna comida, una crema antiarrugas, un Renault Étoile o un conjunto habitacional, se ponen en escena los signos de la duración, de la estabilidad, de la complicidad tranquila indicadora de proyectos de vida compartida y estable. Reencontramos la cotidianidad y sus indicadores (desa yuno, un marido que vuelve a casa con las maletas con que viajó, televisión que se mira en familia, amigos, tratamiento antiarrugas, potente carro y comida casera). Todos los comerciales se desarro llan ahora en contextos definidos que reafirman la legitimidad del vínculo (tienen casa y están en su cocina, o en la alcoba, o en la puerta, o en el jardín...). Las parejas son más maduras (30, 35, 40 años), desaparecieron los adolescentes, la gestual es menos pasio nal, menos posesiva. Ya no se trata de fusión amorosa sino de 183 Florence T hom as complicidad tranquila. Los abrazos son más fraternales y tiernos que pasionales (V3), (V5), los cuerpos vuelven a una ubicación la teral, el uno al lado del otro (V2), (V4), (V6) o en movimiento, ac tuando, cocinando (Vt3), tomándose fotos (Vtl) o manejando (Vt2). Más allá de los estragos momentáneos de la pasión y del instinto, venden legitimidad, duración, estabilidad y tranquilidad. La piel y los olores cedieron el paso al estómago (comidas), al "confort" y al poder (casa, carro). En definitiva se trata ahora de durar... El amor cosificado o la ética amorosa publicitaria En relación con el amor en los comerciales existe una sola ley, un solo lema: las cosas del amor se reducen todas al amor a las cosas. Pues, para que se hable de amor es necesario que exista una "co sa-producto" que se pueda comprar y consumir, que se valorice tanto, que termine por significar todo el contenido de la relación. Ahí, en ella, está todo: el misterio de la relación, el discurso amo roso, las fuerzas de atracción, de seducción, la pulsión sexual, todo está en la cosa, significado por ella. Al límite, reduce también al otro, pues por medio de su posesión (compra y consumo) se po seerá al otro. A más valoración del producto, más desvalorización y más cosificación de los valores humanos. Al final no se sabe muy bien si se está hablando del amor o de la cosa que pretende signifi carlo, puesto que la pulsión sexual se volvió una pulsión de compra. Esta ideología mercantil y cosificadora del amor vuelve a sus tentar una concepción biologista de la sexualidad. Al negarse la re lación, volvemos a la señal, a la cosa-señal (color, olor, objeto, prenda, etc...) que desencadena automáticamente una respuesta. Nos devuelven al orden natural, al viejo instinto, al tropismo, a la precisión mecánica del esquema señal-respuesta. Los objetos promocionados actúan con el rigor y la precisión de las señales del orden natural y todo conlleva a un solo fin: el consumo que, para dójicamente, no tiene nada de natural y sí mucho de cultural: la posesión del otro-cosa. El deseo es reducido a su mínima expre sión, pues desear siempre encontrará remedio en una cosa. La cosa que sustituye el deseo. La regla consiste en consumir frenéticamen te, procurándose siempre nuevos productos para suprimir la dis tancia entre deseo y placer. Desear se vuelve positivo sólo en la 184 Los E stra g o s del Am or medida en que se consume, pues así se colma y calma el deseo, negándose en forma absoluta y total la carencia, el vacío, ya que con la publicidad la existencia se vuelve sinónimo de consumo de tajadas de placeres sucesivos y cuantificables que terminan por re chazar toda la dimensión humana de la relación, de la existencia. Así, el otro —pero el otro cosificado— se vuelve posible, en tanto se vuelve consumible. Esta ética amorosa de la publicidad, negación de la memoria, del inconsciente, de la historia, es la superficialización de los valo res, de la felicidad, es la sobrevaloración del placer instantáneo, de la gratificación inmediata, del instante, es la ilusión de un paraíso artificial renovable en el simple acto de compra; en fin, representa la reducción de la existencia, la cosificación del amor: indudable mente, la publicidad es una verdadera filosofía de drogadictos. La cosa es la droga que se consume cada vez más para olvidar que perdimos lo esencial. Es un hombxe que construye la publicidad a su imagen: un hombre-cosa, vacío. Es también una triste imagen del amor que nos da, un amor sinónimo de cosas-señales, que se vive en el instante, en el mismo instante del consumo de la cosa, un amor reducido al viejo tropismo, esta atracción irresistible a la cosa-señal, esta adherencia ciega a la cosa en una negación total del otro y de su dimensión humana. La gestual amorosa en la publicidad En la publicidad, el amor se dice con gestos. Son el gesto, la tonali dad de la voz, el conjunto de la expresión del rostro, los niveles de tensión muscular, entre otros, los que nos proveen de significacio nes de amor o desamor, de cercanía o de distanciamiento afectivo. La intimidad tiene que ver con tocar y/o ser tocado; es el ni vel corporal de la proximidad. La posibilidad de establecer y signi ficar estos contactos también forma parte del discurso amoroso. Aproximaciones, contactos de los cuerpos, son otras formas de de cir qué tan amorosamente nos acercamos al otro(a). Es además una forma mucho menos ambivalente y más sincera de comunicar, que deja menos lugar a la confusión. La "teatralización" o "puesta en escena" del discurso amoroso en los materiales visuales-icónicos, o audiovisuales aquí trabajados, 185 F loren ce T hom as es muy rica en expresiones de este tipo de lenguaje gestual cor poral. Entre las categorías que evidencian diferentes niveles de acerca miento están: cercanía-distancia de los sujetos como totalidad; cercanía-distancia de partes específicas del cuerpo; gestos de la seducción o invitación a la intimidad; gestos ligados a la fusión o contacto corporal sexual-genital; gestos que expresan estados emo cionales: sentimientos internos que se exteriorizan en sonrisas, risas francas, lágrimas, etc...; partes del cuerpo que se exponen (o no) a la mirada, y los espacios-lugares en donde ocurren los distintos ti pos de contactos corporales. En la publicidad, la puesta en escena de la seducción involucra en el plano gestual, la invitación a la intimidad. Los contactos cor porales son aún sutiles, casi sólo roces y los cuerpos mantienen una cierta distancia, sugiriendo el deseo de acercarse más íntima mente. Se muestran cuerpos separados o apenas rozándose; el roce y la caricia suave son muy usuales. De igual manera, observamos el roce de manos sobre los cabellos del otro (SI), el roce de mano sobre la bota del jinete (S2), el roce ligero de los labios (S5), las manos que tratan de asirse en la distancia (S4) o solamente las mi radas al otro(a) (S3), (S6), miradas de ojos abiertos. La sonrisa está casi siempre presente (SI), (S3), (S4), (S9), aunque sea sólo un es bozo (S6). A veces aparece un cuerpo solo, en el marco de una puerta entreabierta sugiriendo el encuentro (S8), (S9). El poder sugestivo de aspectos parciales del cuerpo se resume en S7, donde aparecen solamente unos labios femeninos, teñidos de un fuerte rojo, que asumen posiciones distintas, todas claramen te ligadas a expresiones amorosas y sensuales. La mayoría de cuerpos aparecen cubiertos y muchos de los atavíos sugieren poder socioeconómico y hasta físico. (SI), (S2), (S3), (S4), (S8), (S9) son ejemplos del primer caso y (S5), (S6), del segundo. Estos últimos son los únicos que descubren francamente algunas partes del cuerpo: un viril pecho masculino (S5), un torso femenino (S6), unas piernas femeninas (S6). En el caso de los comerciales de televisión (Stl), (St2), (St3) y (St4), aunque las situaciones son similares, el movimiento y el estímu lo auditivo juegan un papel fundamental. De nuevo el roce o la sua ve caricia, las miradas que se encuentran, el cuerpo femenino que 186 Los Estra g o s d el Am o r atrae la mirada masculina con movimientos lentos y oscilantes; ma nos y brazos que se tocan, rostros que expresan satisfacción y agrado. A nivel auditivo el uso de interjecciones es muy frecuente: ¡Uh!, ¡Uh!, ¡ah!, ¡ah!, ... ¡um!... ¡uf!..., a veces son las únicas expre siones de diálogo entre los protagonistas (diferente a lo narrado o descrito sobre el producto con una voz en off). Sólo en (St3) se verbalizan dos breves frases: "Preparamos algo...", "Qué ricura". En general, los protagonistas permanecen silenciosos; sus cuer pos y el producto hablan por ellos. En la gestualidad de la fusión-enamoramiento, lo primero que salta a la vista son los cuerpos muy próximos o estrechamente unidos y una "mirada interior": párpados entornados u ojos cerra dos, con sonrisas muy amplias en rostros de expresión placentera y lúdica. La cercanía e intimidad están aquí logradas en y con el cuerpo. Los abrazos son estrechos y compartidos; los besos son francos y en fáticos (Fl), (F2), (F3), (F4), (F6), (F9), casi todos acompañados de son risas y risas plenas (Fl), (F2), (F3), (F4). Los cuerpos expresan confianza y complicidad, una intimidad corporal gratificante que su giere también un vínculo amoroso igualmente positivo para el mo mento que refleja. (F4) y (F9) expresan además lo que de forma usual se describe en palabras como "pasión": en el primer caso es el asimiento fuer te y acentuado por el rostro de ojos cerrados y boca ligeramente abierta y, en el caso de (F9), por los torsos desnudos de los prota gonistas unidos en un estrecho abrazo que recoge el rostro de él so bre el cuello y pecho de ella, quien lo atrae hacia sí tomándolo por la cabeza. (F5) es curioso, pues combina dos elementos distintos a la mi rada de quien recibe el mensaje: el dibujo de una pareja en traje de novios en el centro de la fotografía de una suite de un hotel con flores y champaña incluidas. La silueta de los novios está en blanco y negro, anónimos, en actitud de iniciar un tierno beso. Pe ro, la silueta se encuentra en medio de la alcoba, lugar socialmente destinado al encuentro más íntimo de los cuerpos. (Fl), (F2), (F9) parecen insinuar gestos que en otros contextos su gieren actos de agresión: morder y asir con el brazo por el cuello a otro. Es sólo la intensidad encontrada, y lo lúdico de la expresión de 187 F loren ce T h om as quienes redben esta acdón, lo que marca la diferencia. Los seres humanos expresan todas las vivencias a través de su cuerpo, y los matices que diferencian el amor del odio, el placer de la rabia o el miedo, tienen que ver también con la energía muscular que im primen quienes participan de ese encuentro. Son gestos de asi miento, de sostén, de consuelo, de seguridad, de estrechamiento, de succión, de mordisqueo, en fin, todos los que fuimos construyen do desde nuestra historia infantil cuando éramos bebés vulnerables e indefensos. En los comerciales de televisión aparecen de nuevo los prota gonistas mudos de estas breves historias de amor. Sólo en (Ftl), una mujer dice: "Hoy es el día más feliz de mi vida" y, al final, "m i nuevo jabón deja mi piel suave y perfumada". En el contacto estrecho, la piel (su textura y colorido) y los olores son las señales que desatan el ritual gestual-corporal; consi go mismo(a) o en el encuentro con el otro(a). Las mujeres aparecen confinadas en sus habitaciones contemplándose en el espejo, perfu mándose o despojándose de su ropa, preparando y esperando el en cuentro (Ftl), (Ft2), (Ft5), (Ft6), (Ft7). Cuando él llega, los gestos indicados son rozar y acaridar la piel, besar, abrazar, consumar el en cuentro. En estos comerciales el ritual corporal también refleja dos tona lidades diferentes de la fusión, la del enamoramiento juvenil y la que llamamos fusión-pasión. En el enamoramiento juvenil el en cuentro se protocoliza cuando la pareja corre uno hacia el otro, se abrazan estrechamente, y es muy común que giren, den vueltas abrazados, o que él la levante a ella por la cintura, todo esto mientras ambos ríen: (Ft3), (Ft4), (Ft8). En la gestual del vínculo estable es sorprendente cómo la pare ja protagonista no insinúa la intimidad sexual, sus cuerpos expre san básicamente contactos sociales formales, así como caminar tomados del brazo o la mano, postura más común y contacto más frecuente: (V2), (V4), (V5), (V6); en estos casos, la mirada, más que a sí mismos, se dirige a un objetivo distante (V2), (V5), (V6); la pareja no aparece detenida en el encuentro como se da en la fu sión, sino que marcha hacia adelante como en (V2) y (V4). En es pecial en la publicidad televisada, los cuerpos ya no son para sí sino con el otro, simplemente se acompañan, hacen cosas juntos. La piel aparece todavía, pero para ser rejuvenecida; para indicar 188 Los Estr a g o s del Amor que todavía se aman, él se acerca y le acaricia el rostro en expre sión de amor (Vtl). Curiosamente reaparece el diálogo verbal entre los protagonistas (Vtl), (Vt2), (Vt3) y los contactos corporales se li mitan habitualmente a la sonrisa. 189 mi La amante (DE LA SERIE "POSIBILIDADES DE LA MUJER"). Grabado en metal, 0.50 x 0.70 m. 1975 CONCLUSIÓN L o PRIMERO QUE SE IMPONE al concluir y globalizar el discurso amoro so en los medios, es el hecho de que cada género, cada material, tie ne su especificidad para hablar del amor. En este sentido y en un primer momento sería más exacto hablar de DISCURSOS AMOROSOS. Por su misma estructura narrativa y función lingüística particu lar, algunos discursos se centran más en el sentir y expresar el amor, como ocurre con el pseudolirismo de las canciones o el dra matismo de la fotonovela y telenovela tradicional; otros, como las revistas femeninas y los consultorios sentimentales, enfatizan la argu mentación pseudopedagógica con el fin de impartir un saber sobre el amor, o simplemente de calmar el sufrimiento, y otros más utilizan una pura retórica de persuasión destinada a incitamos al consumo en nombre del amor, como es el caso de la publicidad en general. Así, se encuentra desde la pura expresión lírica-poética ("Sin ti no podré vivir jamás"), a la fórmula choque ("Abrázate con Balance"), pasando por el consejo-receta de la revista ("Todo sobre el amor") y el con suelo materno de una consejera ("Amiguita, ante todo tenga fe en Dios"). En fin, se descubren múltiples facetas del discurso amoroso más sintonizado y distribuido hoy por la sociedad colombiana. La variedad de materiales y su función social (del sueño a la compra) permiten obtener información sobre numerosos aspectos del amor: desde cómo se sueña hasta cómo se intenta vivirlo; desde lo más épico-mítico hasta lo más cosificado, y cómo se sueñan todavía viejos mitos con las canciones y sus dos temáticas dominantes, de amor-fusión-totalidad y amor-duelo-muerte. A través del drama, la fo tonovela cuenta su versión (una de las más arcaicamente ancladas en una cultura latina impregnada de marianismo) dicotomizada entre 191 Flo ren ce T h om as fuerzas del bien y fuerzas del mal, lucha del espíritu contra la ma teria, amor pasional, camal y "falso", contra amor puro, bueno y "verdadero" del alma. Asimismo, pero con la respectiva modern ización de sus elementos narrativos, la telenovela tradicional mues tra y repite cuantas veces sea necesario que el único orden que lo puede todo es el del corazón con su eterno milagro del amor (jus tamente "re-ordenador"). Bajo el signo de una funcionalidad mercantil eufórica, las revis tas femeninas proporcionan todo sobre el amor: cómo manejarlo, obtenerlo, retenerlo; cómo hacer de él el más in de los accesorios y aprender a vivir con él. Un amor para "tener", que debe funcionar a toda costa. Al límite de esta lógica de mercado se encuentra el amor reducido a su mínima expresión de cosa, el amor cosificado de la publicidad que se vive en el instante, el mismo instante del consumo de la cosa y para el cual las cosas del amor se vuelven sólo y exclusivamente el amor a las cosas. Es una retórica de persuasión para drogadictos del consumo, a quienes se les promete de manera automática tajadas de amor-placer, pues "consumo, luego amo". Sin embargo, y a partir de esta aparente incoherencia entre las muchas maneras de mostrar y decir el amor y, en general, intentar inscribirlo, es posible despejar algunas constantes o denominadores comunes que bien podrían caracterizar el discurso amoroso de hoy presentado por los medios colombianos. Debajo de dicha variedad de mensajes existe de hecho UN discurso del amor, pero escindido, fragmentado y dicotomizado que propone dos vertientes, dos mundos prácticamente irre conciliables: el mundo del amor-pasión, esta fusión sublime muy cercana al mito con su dinámica de todo o nada, su lógica inexorable de negación y/o muerte, y el mundo de la recuperación social, de la legitimación del amor por medio del vínculo-matrimonio, cuya lógica normal es la desilusión y el desencanto.'O soñamos el amor bajo su forma mítica y pasional, o vivimos el amor con recetas y fórmulas. , ' Desde la perspectiva de la función social dominante de los ma teriales culturales se puede apreciar mejor la polarización de esta concepción del amor. - En efecto, cuando la evasión y el sueño constituyen la función dominante como en la canción, la fotonovela y la telenovela tradicionales, entonces se hace énfasis en un discur so amoroso con todos los ingredientes del mito y de la pasión. Nos ofrecen en este amor, máxima ilusión de completud, máxima idealización, fascinación y sobrevaloración del otro amado en un 192 Los E stra g o s del Am or universo de absolutos ilusorios, de "nunca" y "siempre", de "sólo tú" y "nadie más que tú",' sin mediación posible, sin otros, en una fusión-simbiosis asfixiante que niega cualquier intento de reconocer la diferencia, la individualidad y la autonomía.* En el sueño, el otro amado se vuelve "mi vida" en una invasión absoluta del yo ena morado y de su sombra. Aun más, los sujetos amorosos de dicho sueño de amor, al negar tanto al otro, terminan por colocarse fuera de la realidad y por tanto fuera de sí mismos; se vuelven como "presos" de amor, como invadidos por una extraña fiebre que prolifera, invade y devora todo ("Devórame otra vez"), al mismo tiempo que rehace la historia ("yo nací el día que te conocí") y que termina por embarcar al sujeto en una aventura solitaria, pues no es de un otro de quien está enamorado sino del amor mismo; de su intensidad, de sus espasmos, de este goce doloroso que ca racteriza la máxima ilusión cuando el Yo juega a volver a esta eta pa tan gratificante del narcisismo primario y del retomo definitivo a la madre en una búsqueda nostálgica e insaciable. Es el eterno "yo soy tú y tú eres yo y los dos somos por fin uno solo", susu rrado por todos los enamorados en una ilusión de fusión o en este "incesto prorrogado donde todo está suspendido, donde nada se agota, nada se quiere: todos los deseos son abolidos, porque pare cen definitivamente colmados." (Barthes, 1983, pág. 24) Se encuentran múltiples maneras de decir lo mismo con las frases del bolero, de la balada, del tango, de la telenovela, de la fotonovela ("mi vida, eres todo para mí"), frases que muestran cómo los viejos mitos siguen presentes en nuestros sueños de amor: centenares de Tristanes e Isoldas, de Romeos y Julietas, de Efraínes y Marías, de Narcisos banalizados y trivializados que siguen tratando de conven cemos de que su amor es "verdadero", aun si todo parece indicar que amar así es lo contrario de vivir, puesto que el sujeto amoroso se coloca en una dinámica regresiva para reencontrar —aunque ilusoria mente— una plenitud anterior en la cual la falta parecía colmada, la carencia llenada. En esta intensa participación psíquica caracterizada por una gran actividad fantasmal imaginaria de los enamorados, es el orden absoluto del corazón el que se impone y preside en su totali dad la organización del discurso. Todo lo que no hace parte de este orden desaparece: el mundo exterior, a excepción de la geografía sa cra del amor y los lugares ritualizados por los enamorados, los pro cesos históricos, la Historia y hasta la historia personal, porque todo 193 Floren ce T h om as empieza y se rehace a partir del amor. El amor es el único tema y articula todo: la totalidad del relato o narración en el caso de las canciones, la trama y los temas sobre los que se dialoga en las fotonovelas y telenovelas tradicionales; nada se le escapa y todo lo dicho o mostrado tiene una relación con él, centro absoluto. Ante el interrogante de cómo se resuelve el sueño de amor en estos materiales, hay dos modalidades distintas para el amor-pa sión: o la ruptura, sinónimo de máximo sufrimiento, duelo y muer te en la conciencia en la canción; o, en la fotonovela y telenovela tradicional, el matrimonio como fin de la historia. La canción, tal vez por su particular brevedad narrativa, sólo puede insistir en UN momento de la historia, el más álgido, caracte rizado por la importancia de la temática de la ruptura y del duelo, otra cara lógica de la moneda amor-pasión. En este sentido, se en cuentran todas las manifestaciones posibles del sufrir como ingredien te indispensable a esta manera de amar. Es entonces el duelo total, la muerte en la conciencia por mutilación del Yo del sujeto amoroso, pues a máxima ilusión y engaño, máxima desilusión y dolor. Cuando el otro amado se ha vuelto "mi vida" es lógico que su traición, su abandono o su ida se tome sinónimo de muerte. "Mi vida" se fue y lógicamente me muero. Es la muerte del sueño simbiótico y el brutal reencuentro y confrontación con la carencia, después de haber vivido fantasmagóricamente el lleno narcisista. El discurso amoroso de la canción se encuentra articulado por esta lógica: fusión-duelo, ilusióndesilusión, vida-muerte. El sueño simbiótico fue extremo y el sufri miento que le corresponde también. El amor de la canción no es un amor para la vida y su naturaleza es de ser sin meta. No es un amor que sirve, pero es un amor que colma psíquicamente porque calma la eterna necesidad de respuesta a la carencia. La fotonovela y telenovela tradicionales, de cierta manera me nos radicales que la canción, pues su estructura es distinta y cuen tan una historia completa, presentan engañosamente un final posible y feliz al sueño fusional: el matrimonio de los protagonis tas que recompensará las múltiples y arduas pruebas (obstáculos) interpuestas al amor, de las cuales saldrán vencedores los amantes. Pero, es un matrimonio que se niega a sí mismo en una máxima fetichización, pues justamente nunca habrá historia de matrimonio o vida conyugal. Es un matrimonio que acaba mágicamente con los conflictos, que desconoce la vida conyugal, esta otra historia de 194 Los E str a g o s d el Am or amor, de cotidianidad, de construcción del vínculo en la duración y en espacios precisos; el matrimonio en la fotonovela y telenovela tradicionales significa simplemente fin. Es así la negación misma de la historia de amor de los protagonistas porque si su amor se vuelve recuperable para la vida, es obligatoriamente el fin de su historia pasional o si no sería otra historia. Es como imaginar que Tristán se hubiera casado con Isolda o Romeo con Julieta. Si se ca san los protagonistas, no hay nada más que decir. El matrimonio actúa como una especie de palabra mágica y engañosa ideológica mente, pues bajo su fetichización se quiere hacer creer que signifi ca paz total, armonía y felicidad posible y, por ende, final de la historia que sin su dinámica de obstáculos pierde sentido. La mayoría de estos materiales no cuentan historias de víncu los matrimoniales, de vidas conyugales; como si el amor no tuviera nada que ver con la duración, la cotidianidad, la historia, los pro cesos sociales, los otros, en dos palabras, con la vida. El discurso amoroso no se nutre sino de principio y fin, de enamoramiento-fu sión o ruptura o matrimonio, sinónimo de fin. No existen espacios intermedios, no existe el "entre". La retórica, las figuras poéticas, los recursos argumentativos, el estilo, lo enfocado -la manera de decirlo y de mostrarlo- han cambiado con el tiempo, como es lógi co; aunque los Romeos modernos les dicen a las Julietas de hoy "vida mía, devórame otra vez porque quiero todo de ti", el signi ficado es el mismo de siempre. Nuestros imaginarios siguen siendo nutridos de viejos sueños de pasión ineficaces para la vida y a la vez vacíos de propuestas que nos capaciten para nuevas éticas del amor que requieren nuevos tiempos. Cuando el amor ya no es para soñar ni alimentar nuestros ima ginarios colectivos sino para vivir y actuar de acuerdo con una fun cionalidad social y económica precisa, la estructura narrativa de. los discursos se vuelve pseudo-pedagógica e incitativa y la pasión da lugar a su versión terrenal y útil: el vínculo matrimonial o el duro intento de vivir el amor. Consultorio sentimental, revistas y comer ciales nos presentan, cada uno con su especificidad, esta traducción del amor con el registro de la vida; ese intento de vivirlo en la coti dianidad, en un espacio y un tiempo concretos, definidos; rodeado de factores contingentes y perturbadores; un amor que el orden so cial trata de recuperar, de moldear y de alienar a sus fines; un amor que tiene que funcionar como sea, pues el amor-pasión de 195 F lo ren ce T h o m a s nuestros sueños e imaginarios definitivamente no nos capacita para la vida, para la acción, para la agresividad y competitividad requeridas por una economía de mercado y sus complejas reglas de juego. En contra del amor-pasión y su eterno movimiento de ascesis idealista, de adoración y de negación de la vida en toda su concre ción, esta otra concepción del amor nos recuerda —a veces cruda mente— que es sobre la tierra donde toca amar y allí es que encontramos la otra cara de la moneda del amor y del discurso amo roso. Pasamos del sueño que pedía lo imposible, lo infinito y el éxta sis, al reconocimiento de que también se debe aprender a vivir el amor, a hacerlo durar, a perderlo y a reencontrarlo; que no puede es capar a parámetros históricos precisos (particularmente económicos en los materiales trabajados), a sociedades concretas, a formas de actuar racionales y a sujetos finitos e inmersos en principios de realidad. Se hace necesario adaptar otro discurso, de alguna manera recuperar el amor, legitimarlo y volverlo rentable socialmente. El matrimonio responde a este intento de bajar el amor del cielo a la tierra1. Esto no quiere decir que el discurso amoroso al servicio de la racionalidad social se corte de raíz del discurso de la pasión. Muchos elementos de éste se seguirán encontrando en su reduc ción terrenal y es de creer que muy a menudo los dos discursos se superponen y terminan por realizar extrañas alianzas que muestran que es casi imposible renunciar del todo al sueño pasional mien tras su incrustación a nivel psíquico tenga tanta fuerza. El viejo sueño de completud y de infinitud está aquí, en los más lejanos mitos y leyendas, y en nuestros más profundos anhelos psíquicos inconscientes; ningún discurso lo suplantará del todo. Múltiples es fuerzos se dirigirán a quitarle vigencia, para ponerlo out, como di cen los artículos de revistas, o para tildarlo de patológico, de anticuado, de anacrónico, etc... pero sin nunca lograrlo del todo. Probablemente el intento más dramático de vivir el amor se re fleja en el consultorio sentimental radial, esa patética demanda de ayuda, de consejo, de palabra por parte de un sujeto amoroso que sufre el amor tratando de reconciliar los elementos del sueño fusio- 1. De alguna m anera sería la respuesta de Ágape frente a Eros. Sin embargo, parece arriesgado referirse al concepto de Ágape para significar este discurso, pues la propuesta del Ágape Cristiano contiene elementos que difieren signifi cativamente de lo encontrado en los materiales trabajados. 196 Los Estra g o s del Am or nal con sus condiciones concretas. El consultorio sentimental mues tra, de manera transparente, lo que significa este paso de un discurso al otro, del sueño a la vida, bajo la palabra de vina "consejera superyo", especie de voz de la cultura que legitimará, de cualquier ma nera el matrimonio como única forma de vivir el amor, pero presentándolo a la vez con sus parámetros más tradicionales y li mitantes de resignación, de sufrimiento, de paciencia y de fe en Dios. Reordenamiento absoluto de lo social, consejos que no cues tionan nada y que lo único que enseñan es la resignación al sufri miento y al orden "natural" de las cosas. En cuanto a las revistas femeninas, su papel es muy claro: distri buir a las mujeres un saber hacer para el amor saber seducir para "obtener" el amor, saber "retenerlo" y saber "reencontrarlo" en caso de pérdida. Se trata entonces de prever y no dejar nada al azar, par ticularmente en la etapa de seducción-enamoramiento-fusión, la más engañosa de todas por estar más inmersa en la lógica de la pasión. En este esfuerzo de construir un saber para el "tener" y "rete ner", el amor será legislado, categorizado, cientifizado y cuantificado. Se hablará de las "leyes" de desarrollo de cada etapa y así se podrá construir un saber de recetarios, de fórmulas, de claves, de consejos precisos para domar este extraño fenómeno. Revistas y co merciales instrumentalizan el amor volviéndolo accesorio, un acce sorio in: z/i-dispensable y a la vez in-ofensivo, sometido a una lógica mercantil que termina por confundir las cosas del amor con el amor a las cosas, en una reducción casi total del otro cosificado que se vuelve así consumible y en consecuencia posible. Concep ción del amor, que en general, niega la relación en una superficializadón de los valores y una extrema valoración del placer instantáneo, de la gratificación inmediata, del instante y de la ilusión de un pa raíso renovable gracias al consumo. En todo caso, el amor no nos puede desorganizar, pues sería demasiado costoso socialmente, y puesto que es indispensable a la vida de cualquier mujer por ser sinónimo de consecución de hombre y porque una mujer sin hom bre no es ni siquiera pensada, volvámoslo manejable gracias al ma trimonio que, con un poco de habilidad y saber hacer, pone a "funcionar" tanto social como económicamente ese amor. He ahí las dos vertientes del discurso del amor que nos presen tan los medios, polarizando generalmente una de ellas de acuerdo con su función social dominante. Se sigue encontrando en los ma197 Flo r en c e T h o m a s teriales trabajados, por una parte, una concepción del amor-pasión con sus ingredientes de sufrimiento y muerte tan característicos de la cultura occidental, como lo mostró hace ya unos años Denis De Rou gemont, concepción coherente con la dinámica psíquica de la carencia y del narcisismo, pero también costosa social y económicamente, co mo inútil y poco funcional; por otra parte, una verdadera recupera ción social del amor con el vínculo matrimonial sinónimo de heterosexualidad, monogamia y descendencia, instaurando la duración, la adaptación, la cotidianidad y sobre todo exigiendo el consumo. Las dos concepciones están delimitadas por parámetros aparente mente inamovibles de la sociedad patricarcal y sus consecuentes roles de género, pues tanto la pasión-fusión como el matrimonio son construcciones histórico-culturales que tienen varios siglos y que se instauraron en contextos precisos que tienen poco que ver con la so ciedad de hoy, volviéndose así incapaces de responder, a pesar de modernizaciones superficiales y engañosas, a problemáticas actuales. A lo largo del universo trabajado, y tratándose de cualquiera de las dos polarizaciones, se encuentra el mismo hombre, sujeto iónico de la relación erótico-posesiva con su objeto de amor, casi siempre significado por el poder que le otorga una sociedad pa triarcal, pero a la vez y como es lógico, sumamente vulnerable a la herida narcisista; un hombre que realiza incansablemente escogencias amorosas por apoyo con la infinita esperanza de reencontrar las gratificaciones de una infancia que, en un contexto machista, ha sido con gran frecuencia sinónimo de "colmamiento narcisista". Definitivamente, el amor para los hombres es nostalgia, especie de tentativa regresiva para reencontrar — aunque ilusoriamente— una plenitud anterior. También se encuentra la misma mujer, eterno ob jeto para el deseo del otro, sin existencia, sin validez, sin posibili dad por fuera del otro masculino y, así, responsable de "obtener" y "retener" el amor a cualquier precio. La identidad femenina se sigue construyendo en función del otro y en particular gracias al matrimonio y a la esperanza de descendencia, de hijo. En últimas, es una mujer significada por la maternidad. En este sentido, el amor es vital para ella —y más que el amor, el matrimonio— pues una mujer sin hombre y sin proyecto de hijo es una mujer sin identidad; aun si las señales cambian, aun si son menos pasivas, más activas, más agresivas y competitivas, como se señalaba en los análisis anteriores, más adaptadas a las reglas de juego neoliberales 198 Los E stra g o s d el Am or para las cuales el amor y el matrimonio se buscan con la raciona lidad de cualquier buen negocio. Sin embargo, estas nuevas señales que cubren a la mujer de hoy no contradicen nunca los significa dos de la feminidad necesarios a una sociedad patriarcal que no tiene nada previsto para una mujer-sujeto. Ser amada y deseada por un hombre para volverse esposa experimentada y madre de sus hijos representa todavía y prácticamente la única consigna en contrada en relación con lo femenino; consigna expresada con las formas arcaicas de decir el amor, en el caso de las fotonovelas, o con las modernas y actuales si hablamos de las revistas femeninas. Fuera de estos eternos roles de género y de parámetros de heterosexualidad y monogamia con proyectos de descendencia, no se ofrece ningún otro discurso amoroso alternativo. No existen pro puestas nuevas para el orden del corazón. Se modernizan algunos discursos, pero no se cambia esencialmente nada. Seguimos desga rrados entre dos propuestas presentadas como inevitables en nues tras prácticas del amor, pero a la vez difícilmente reconciliables. De un otro deificado, todopoderoso e idealizado al máximo, a un otro cosificado y consumible como un accesorio de moda. El interrogante es qué debe ofrecer hoy el discurso amoroso a las grandes preguntas de final de siglo; ¿será que niega su posible secu larización y su participación en un proyecto cultural distinto, que necesita el nuevo siglo que se acerca? Una cultura de la convivencia, de la tolerancia, del diálogo, de la aceptación de la diferencia y la di versidad, de la participación, en fin, ¿qué tiene que ver todo lo aquí analizado con un proyecto de vida más democrático que no oculte el misterio implícito en toda relación, pero tampoco su verdadera di mensión: ni deificada ni cosificada sino simplemente humanizada? Permanecemos hasta ahora negando la memoria, el inconsciente, la historia de cada cual, creyendo siempre que el otro es penetrable, poseíble, consumible, instaurando siempre una relación de asimetría que imposibilita el existir a dos, en una eterna dialéctica de sujetoobjeto, del uno masculino deseante y del otro femenino deseado, en una sociedad patriarcal que rehúsa poner en tela de juicio los viejos roles de género que ya no pueden ofrecer nada nuevo. Esta lógica dual corresponde a una estructura sociológica y po lítica precisa: la sociedad patriarcal que, en su radicalismo frente a la hegemonía de UN sujeto único, no permite la instauración del DOS. Para proponer un proyecto amoroso distinto que nos permita matizar 199 F lo ren ce T h om as esta lógica de exclusión y, de alguna manera, madurar en el amor posibilitando el reconocimiento de la diferencia, y al mismo tiempo asumir la carencia o las carencias, toca inevitablemente aprender a ser dos, aceptar las diferencias, y atreverse a ser dos y que el otro no es un otro yo, hecho a la medida de mis carencias y de mis demandas sino que, justamente y por su propia historia, ese otro nunca me podrá dar lo que no tiene para mí, lo que le. demando. Aprender a aceptar, a pesar de las numerosas recetas y fórmu las casi matemáticas de un saber hacer engañoso, que no existe ningún otro que me pueda completar del todo, ni viceversa, y que el otro será siempre un imposible. Pero, un imposible posible, un imposible que no nos imposibilita para la vida porque se vuelve un imposible asumido. Permitir esta instauración de un otro, nue vo sujeto paralelo, horizontal, simétrico, darle lugar al otro, y en una sociedad patriarcal, ese lugar que falta es evidentemente el del otro femenino. Mientras no haya lugar para lo femenino, difícil se rá construir el dos, y difícil, para no decir imposible, será aprender a amar. Sólo a partir del reconocimiento de un otro diferente pero simétrico será posible una nueva relación, un nuevo vínculo de di mensión humana, una nueva conjunción que en lugar de la fusión asfixiante y absolutizante, instaure la preferencia, permita la distancia, la terceridad, los otros, el mundo, sabiendo que es lo único capaz de enriquecer y nutrir la relación. Una relación de dimensión humana que ni se imposibilite en la fusión ni se reduzca en el consumo, con una sexualidad que se asume en la incompletud, una cotidia nidad que acepte y enfrente la dificultad y la crisis, que prefiera los intentos de reformulaciones en la creatividad a la huida, la ruptura y el duelo de muerte a la primera dificultad o desilusión. A partir del DOS se dará, lógicamente, un amor más fraternal donde la complejidad, la ternura, la complicidad y el discurso reemplazarán la ceguera pasional; donde el juego infinito de los mutuos fantasmas reemplazará el amor-pasión, el amor-sufrimiento o el amor-consumo. No un amor con menos dolor ni menos difi cultades, sino con otro dolor, no de muerte y negación sino de sa ber y aceptar que estamos solos, un dolor de aceptación y no de frustración. Un dolor civilizador y no aniquilador. Se necesita definitivamente construir la posibilidad de existencia de lo femenino, pero no como siempre de lo femenino-materno. Necesita mos romper la hegemonía del hombre y de su madre, e instaurar una 200 Los Estra g o s d el Am o r nueva relación entre el hombre y un sujeto nuevo y subversivo: la mujer. Subversivo porque desordena el viejo orden patriarcal que no tiene lugar ni espacio sino para UN sujeto, o más bien EL SUJETO. No hay manera de amar distinta si no reconocemos a la mujer, si, como dice Lacan, la mujer no existe. Sólo entonces, en contra de la violencia, la genitalidad y el consumo, reencontraremos la posibilidad del erotismo, de la escucha y de la contemplación. Por esto es necesa rio también darle un estatus a la soledad que es, como lo dice el poeta Jaramillo Agudelo, "la esencia, el dato básico, la única certeza" y aprender a decir entonces "yo soy yo, tú eres tú y en el reconoci miento de esta diferencia vamos a aprender a amamos, sabiendo que estamos los dos profundamente solos"; la soledad es en definitiva el meollo de nuestra condición y es necesario aceptarla, hablar de ella, no temerla y darla como posibilidad de vida para el hombre, pero sobre todo para la mujer, a la cual se le ha repetido sin cansancio que sola es incompleta, mutilada, m-válida... Sólo así se podrán construir vínculos que permitan la autonomía y reconozcan la sole dad, el UNO válido tanto social como económicamente. Es urgente dar un lugar a otras opciones sexuales y afectivas co mo reivindicaciones de tolerancia, de respeto a la diferencia, de posi bilidad de asombrarse de lo nuevo, de lo no previsto, siempre y cuando se presenten como caminos no violentos para el deseo y que no calquen todos los estragos del amor heterosexual posesivo y enfer mizo de una sociedad de consumo que no da su verdadera dimen sión a lo amoroso. Nuevos caminos para la ternura, la fraternidad, el respeto y la creatividad; nuevas formas de amar que nos hacen tanta falta hoy. A este propósito no se encontró un solo texto, relato, can ción, artículo, una sola trama que reconozca otras posibilidades erótico-afectivas distintas a la heterosexualidad, sin ridiculizarlas. El discurso amoroso está inmóvil, cerrado sobre sí mismo, resignado a estar confinado exclusivamente a la pareja heterosexual con proyecto de descendencia, pero fuera de las utopías y por ende de la Historia. En relación con el amor, los responsables de los medios tienen los ojos cerrados; no quieren saber. No quieren saber que su eterna historia de'am or hace parte de la actual cultura de la intolerancia, del desamor y de la violencia. Cuando se atrevan a dar verdadera dimensión a la relación amorosa, entonces el encuentro entre hom bres y mujeres, o entre hombres y hombres, o mujeres y mujeres, se volverá generoso y fecundo, y el amor será una fiesta. 201 DE LA SERIE "PAREJA EN CAPURGANÁ". Acrílico sobre lienzo, 0.70 x 1.20 m. 1994 REFERENCIAS ACOSTA, F. "S iem p re el b olero", en: Revista Semana (167), 1984, 98. AGUIAR, E., BARROS, G. y LAMOVSKY, C. "D el enam oram iento al am or. U na tipología de los funcionam ientos vin cu lares", en: Revista Argentina de Psiquiatría. 1989. ALBA, V. Historia social de la mujer. Barcelona: Plaza y Janés, 1974. ALBERONI, F. Enamoramiento y amor. Barcelona: G edisa, 1990. ÁLVAREZ CORAL, J. Compositores mexicanos. 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Dada su disparidad, la cual fue traba jada a la luz de los aportes de Jackobson (1963), en relación con el concepto de "función lingüística", se hizo imprescindible una orga nización inicial de los materiales de trabajo a partir de sus funcio nes dominantes, pues todos son producidos en situaciones y con finalidades concretas que determinan su estructura narrativa. Se llegó a una primera organización a partir de dos parámetros lingüísticos fundamentales: estructura narrativa y función dominan te. Dos parámetros que llevaron a la construcción de protocolos es pecíficos. (Cuadro 15) La elaboración de las reglas generales y específicas de procedi mientos para el análisis de contenido temático connotativo, se hizo con base en un escrito (no publicado) de A. Mole titulado ¿Por qué un retorno al análisis de contenido?, el cual describe algunas reglas generales de este método. Sin embargo, se adaptaron algunas de ellas a los objetivos específicos de este trabajo, así como a las espe cificidades del corpus aquí manejado. La herramienta Se utiliza un cierto número de reglas a partir de un aparato intelec tual que debe interponerse como una pantalla entre el texto-base y el texto interpretado, conformado por el marco teórico. Ese marco 209 Flo ren ce T h o m a s teórico será la herramienta o el aparato que ayudará a realizar la transposición (transcodificación) de un lenguaje a otro. La lógica utilizada es una lógica de equivalencia y no de identidad, pues el lenguaje connotativo no es isomorfo al lenguaje denotativo: CORPUS Texto base (Lenguaje-objeto) Qué se dice aparente (nivel denotativo opaco, que oculta lo real) i Determinación de unidades de análisis subtemáticas (Diferentes según las estructuras narrativas) i Qué connota Aplicación de un metalenguaje a partir del marco de referencia (Conjunto de clases de equivalencia) i Síntesis de lo connotado i Categorías Texto interpretado Qué se dice real El protocolo para el material verbal Cada material tiene un protocolo de análisis específico que se adapta a la estructura narrativa del texto analizado. 210 Los Estra g o s d el Am o r Cuadro 15 Función y estructura narrativa de los discursos: implicaciones para la elaboración de los protocolos B L A E J E M P L o p R O T O C O L O S Smtir, aduar, saber Sentir el am or, Saber, actuar actuar y saber y sentir Sin ti, no po - Dime, dré vivir ja Carlos, ¿es que ya no me "E l am or es un quieres? sentimiento muy más, sin ti qué - Que son esas preguntas... tú sabes herm oso siem me importa que siempre te deseo, ya... (Bolero) (Diálogo de fotonovela) etc... pre que sea recí proco..." • Protocolo fotonovela (1) (verbal, icónico) • Protocolo canciones (1) • Protocolo • Protocolo consultorio sentimental telenovela (1) (verbal, icónico) (1) • Protocolo publicidad (1) (verbal, icónico) 211 • Protocolo artículos de revistas (1) Floren ce T h om as Sin embargo, existe coherencia de un material a otro, coheren cia resultante de los planteamientos metodológicos generales. Todos los protocolos tienen la siguiente estructura general: COLUMNA 0 Quién COLUMNA I T e x to b ase COLUMNA II COLUMNA HI COLUMNA IV T e x t o i n t e r p r e t a d o a quién o Q u é d ice (p or u nidades de análisis) Q u é co n n o ta C a te g o ría s S íntesis de lo co n n o ta d o 1. 2. 3. 4. 5. • • • (*) Sólo en los materiales dramatizados. Columna 0. Quién a quién. Esta columna sirve para identificar, en caso de materiales con estructuras dramatizadas, a los prota gonistas y su sexo con las siguientes convenciones: ▲ hombre; O mujer. Columna I. Qué se dice o texto base (Nivel denotativo). En esta columna se transcriben las unidades de análisis subtemáticas que se han tomado como texto básico que no son, para todos los ma teriales, la totalidad del texto. Dichas unidades representan ideas completas o significados que articulan, sustentan y son componen tes del tema central. En general son frases completas o grupos de frases que representan el mínimo de contenido para el análisis. Cada unidad de análisis es numerada, pues toda afirmación hecha en el texto connotado es relacionada por una causalidad a un elemento o un conector del texto base. Columna II. Qué connota. Se trata de pasar del qué se dice de notativo al qué connota por medio de una transposición de un nivel de lenguaje en otro, de uno a otro lenguaje. Esta transcodificación se 212 L o s Estr a g o s d el Am o r realiza mediante el aparato intelectual escogido (el psicoanálisis) in terpuesto entre el texto base y el texto interpretado. Se llega así a los sistemas segundos de significaciones. La lógica utilizada es de equivalencia, pues el texto interpretado no es isomorfo con el nivel denotativo. Para los materiales auditivos y audiovisuales y vrnido al len guaje verbal, aparece un sistema fonológico expresivo como el tono de la voz, el acento, la voz entrecortada, los silencios y el énfasis en algunas palabras, sistema que se utiliza como indicador de esta dos y manifestaciones emocionales y ayuda al análisis de la Co lumna II. Columna III. Síntesis de lo connotado. Resume en algunas fra ses, palabras o un esquema, los elementos de la Columna II. Columna IV. C ategorías. Las ideas principales de la Columna III son reagrupadas en grandes categorías del marco teórico o no ciones generales que representan un conjunto de significados en re lación con el referente y el marco de referencia. El protocolo para el material icónico A partir del reconocimiento de lo icónico como signo, se trata de buscar con los mismos planteamientos metodológicos generales la lógica fotográfica del discurso amoroso. Los protocolos tienen la si guiente estructura general1: CO LUM N A I COLUM NA II CO LU M N A HI Q ué indica Qué se dice Q ué se ve o qué se oye Escenificación o qué connota (dialogado o Puesta en escena Síntesis y Categoría narrado) "lo focalizado" Contexto Descripción postural de los protago nistas Descripción gestual (rostro, brazo, m ano, cuerpo com o totalidad) 1. Esta estructura general es específica para cada tipo de material: fotonovela, material televisivo y publicidad. 213 F loren ce T hom as Columna I. Sirve para identificar lo dicho (dialogado o narra do); ese "dicho" será "oído" en el caso del material audiovisual. A ese 'Qué se dice' o 'Qué se oye', corresponden un 'Qué se ve', una "puesta en escena" específica. Columna II. En esta columna se transcriben los elementos visua les ('Qué se ve') a partir de las siguientes variables: El contexto: Se describen los elementos que rodean, componen, estructuran y dan unidad al mensaje icónico. Estos elementos pue den ser: espacio exterior - espacio interior. Ejemplo: un jardín, una playa, una habitación, el comedor, etc.; los elementos que compo nen este espacio como mobiliario u objetos en relación con activi dades específicas como, por ejemplo, deportes; otros. La descripción postural: Se trata de precisar la disposición espa cial de los cuerpos, el uno en relación con el otro (de ambos pro tagonistas). Estas pueden ser: frente a frente, frente-perfil, espalda-frente, espalda-espalda, ambos miran al frente, etc. La descripción gestual: Se toman en cuenta los siguientes indica dores: rostro: ojos, mirada, frente, boca. (Si la expresión totalizante es "beso", por ejemplo, describir cómo interactúan estos elementos); brazo-manos: Quién abraza a quién y en qué disposición, dónde se ubican los brazos, las manos, etc.; cuerpo como totalidad: hasta dónde se muestra y qué se muestra del cuerpo, etc. Columna III. Resume los elementos de la columna II y los reagrupa en grandes categorías del marco teórico o nociones genera les que representan un conjunto de significados en relación con el referente. Para cada tipo de material de trabajo (canciones, fotonovela, te lenovela y dramatizado unitario, publicidad impresa y audiovisual), se construyó un modelo de los procedimientos específicos, así co mo un protocolo diligenciado. La metodología y los cuadros com parativos de este análisis se encuentran en el anexo metodológico de la investigación preliminar, referenciado anteriormente. 214 LISTA DE FIGURAS Y CUADROS FIG U R A S 1. 2. Principales estadios de la evolución de la "rama h u m a n a " ............................................................................................ 21 Consecuencias del bipedismo en relación con el surgimiento de la conciencia del otro y la conciencia de s í ...................................................................... 25 CUADROS 1. Principales diferencias entre homínidos y a n tro p o id e s .................................................................................. 2. 26 Dinámica amorosa de los mitos trabajados: amor, transgresión y m u e rte ...................................................... 70 3. Categorías de trabajo....................................................................... 97 4. Del universo de trabajo al corpus d efin itiv o ........................ 108 4A. Corpus d efin itiv o ............................................................................. 110 5. Sexo del cantante y categorías temáticas por c a n c io n e s .................................................................................. 116 6. Resumen del tema central y del o b stá cu lo ........................... 133 7. Síntesis de la estructura de los dramatizadospor acto y de los co n se jo s ............................................................................ 134 8. Categorías, títulos y revistas a las cuales pertenecen los a r tíc u lo s ..................................................................................... 146 9. 153 Título, tema central y obstáculo en las fotonovelas . . . . 215 Floren ce T h om as 10. Introducción, acción y desenlace en las fotonovelas . . . 155 11. Número de recuadros, escenas de besos, agresiones y sufrimiento en las fotonovelas ............................................ 165 Principales elementos del código fotográfico del amor con sus connotaciones.................................................................. 169 Resumen de la trama, temática central y obstáculos en los musidramas y las telenovelas...................................... 172 14. Categorías y p r o d u c to s .............................................................. 182 15. Función y estructura narrativa de los discursos: implicaciones para la elaboración de los protocolos . . . 211 12. 13. 216 La cantante (DE LA SERIE "POSIBILIDADES DE LA MUJER"). Grabado en metal, 0.50 x 0.70 m. 1975 Los estragos del amor El discurso amoroso en los medios de comunicación FLORENCE TH O M AS Pinturas y grabados de María de la Paz Jaramillo Los m edios de com unicación reproducen una cultura de la intolerancia y la violencia. Sin ti no podré vivir jamás esconde el desam or que se disfraza con fórm ulas, recetas, consuelos, consejos y guías para sintonizar, distribuir y consumir. La euforia del consum o proporciona TODO sobre el am or: un am o r para "tener", que debe fu n cio n ar a toda costa. U n amor-cosa que se o b tie n e a través de m últiples cam inos y que contiene todos los ingredientes artificiales necesarios. C on tra esa concepción devoradora del am or, la autora teje una reflexión que m in a las bases del discurso del poder y p erm ite darle lugar a uuvOTRO, verdadero interlocutor con quien pueda ser posible una relación sensible de reconocim ientos y valores. ISBN 958-17-0118-4
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