ANTOLOGÍA ELECTRÓNICA

Escuela Secundaria Oficial NO. 920
“Sor Juana Inés De La Cruz”
ANTOLOGÍA ELECTRÓNICA
Movimientos Literarios
Presenta:
Lizhet Estévez Estévez
San Marcos De La Cruz, México
Octubre, 2014
EL BARROCO
. LUIS DE GONGORA Y ARGOTE
4
. Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez
6
Cevallos
. Tirso de molina
8
. Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza
10
.Sor Juana Juana Inés De La Cruz
15
.Carlos de singuenza Góngora
21
.Gustavo Adolfo Bécquer
24
27
.Manuel Acuña
.Rubén Darío
.Amado Nervo
.Manuel Gutiérrez Nájera
.Ramón López Velarde
.Horacio Zúñiga
.Gabriela Mistral
.Rosario Castellanos
31
34
37
39
42
25
50
.Jaime Salinas
52
PRESENTACION
La presente antología de electrónica contiene los
movimientos literarios de la lengua española, abarcando
desde el siglo de oro español, demostrando la riqueza
retórica del periodo barroco, el manejo del lenguaje, la
métrica y la rima permiten reconocer e identificar el
florecimiento de la poesía.
El manejo de los versos de arte menor así como los de
arte mayor, se manifiestan en cada uno de los
movimientos literarios, el romanticismo consolida el
manejo de estas reglas, el modernismo trata de alternar
estas y con los contemporáneos, las formas de escribir
evolucionan, manejando las prosas de la escritura de
versos, como una alternativa.
Entendimos como se hace la rima consonante como la
métrica (sinalefas y dialefas) de arte menor y arte mayor
en los versos, entendimos que existen versos llamados
(monosílabos,
bisílabos,
trisílabos,
tetrasílabos,
pentasílabos, hexasílabos, heptasílabos). También
aprendimos en cómo se puede dividir sus unidades de un
poema, este tipo de trabajo nos satisface porque nos
gusta como hace su trabajo el profesor de español y los
temas los da muy interesantes como esta antología
electrónica que realizamos.
Luis de Góngora y Argote (Córdoba, 11 de
julio de 1561-ibídem, 23 de mayo de 1627) fue
un poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro,
máximo exponente de la corriente literaria
conocida, más tarde y con simplificación
perpetuada
a
lo
largo
de
siglos,
como culteranismo o gongorismo, cuya obra
será imitada tanto en su siglo como en los siglos
posteriores en Europa y América. Como si se
tratara de un clásico latino, sus obras fueron
objeto de exégesis ya en su misma época.
Nació en la antigua calle de Las Pavas en una
casa propiedad de su tío Francisco Góngora, racionero de la catedral, situada en
el lugar que hoy ocupa el número 10 de la calle, aunque siguen existiendo dudas
sobre estos datos. Era hijo del juez de bienes confiscados por el Santo Oficio de
Córdoba don Francisco de Argote y de la dama de la nobleza Leonor de Góngora.
Estudió en la Universidad de Salamanca, donde llamó ya entonces la atención
como poeta, tomó órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de
la catedral cordobesa, donde fue amonestado ante el obispo Pacheco por acudir
pocas veces al coro y por charlar en él, así como por acudir a diversiones profanas
y componer versos satíricos. Aunque Góngora no publicó sus obras (un intento
suyo en 1623 no fructificó), éstas pasaron de mano en mano en copias
manuscritas que se coleccionaron y recopilaron en cancioneros, romanceros y
antologías publicados con su permiso o sin él.
El mismo año de su muerte Juan López Vicuña publicó ya unas Obras en verso
del Homero español que se considera también muy fiable e importante en la
fijación del corpusgongorino; sus atribuciones suelen ser certeras; aun así, fue
recogida por la Inquisición y después superada por la de Gonzalo de
Hoces en 1633.4 Por otra parte, las obras de Góngora, como anteriormente las
de Juan de Mena y Garcilaso de la Vega, gozaron el honor de ser ampliamente
glosadas y comentadas por personajes de la talla de Díaz de Rivas, Pellicer,
Salcedo Coronel, Salazar Mardones, Pedro de Valencia y otros.5
La crítica desde Marcelino Menéndez Pelayo ha distinguido tradicionalmente dos
épocas o dos maneras en la obra de Góngora: el «Príncipe de la Luz», que
correspondería a su primera etapa como poeta, donde compone sencillos
romances y letrillas alabados unánimemente hasta época Neoclásica, y el
«Príncipe de las Tinieblas», en que a partir de 1610, en que compone la oda A la
toma de Larache se vuelve autor de poemas oscuros e ininteligibles. Hasta época
romántica esta parte de su obra fue duramente criticada e incluso censurada por el
mismo neoclásico Ignacio de Luzán
Poema
A una dama muy blanca, vestida de verde
Cisne gentil, después que crespo el vado
dejó, y de espuma a la agua encanecida,
que al rubio sol la pluma humedecida
sacude de las juncias abrigado:
copos de blanca nieve en verde prado,
azucena entre murtas escondida,
cuajada leche en juncos exprimida,
diamante entre esmeraldas engastado,
no tienen que preciarse de blancura
después que nos mostró su airoso brío
la blanca Leda en verde vestidura.
Fue tal, que templó su aire el fuego mío,
y dio, con su vestido y su hermosura,
verdor al campo, claridad al río.
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez
Cevallos (Madrid,14
de
septiembre de 15801 –
Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de
septiembre de 1645), conocido como Francisco de
Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro. Se
trata de uno de los autores más destacados de la
historia de la literatura española y es especialmente
conocido por su obra poética, aunque también escribió
obras narrativas y obras dramáticas.
Ostentó los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y
caballero de la Orden de Santiago (su ingreso se hizo
oficial el 29 de diciembre de 1617).
Quevedo nació en Madrid en el seno de una familia de hidalgos provenientes de la
aldea de Vejorís (Santiurde de Toranzo), en las montañas deCantabria.2 3 Fue
bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de septiembre de 1580. Su infancia
transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres
desempeñaban altos cargos en Palacio. Su madre, María de Santibáñez, era
dama de la reina, y su padre, Pedro Gómez de Quevedo, era el secretario de la
hermana del rey Felipe II, María de Austria. Huérfano de padre a los seis años, le
nombraron por tutor a un pariente lejano, Agustín de Villanueva. En 1591 falleció
su hermano Pedro. Pasó al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en lo que
hoy es el Instituto de San Isidro de Madrid.4 y estudió Teología en Alcalá sin llegar
a ordenarse, así como lenguas antiguas y modernas. Durante la estancia de la
Corte en Valladolid parece ser que circularon los primeros poemas de Quevedo,
que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora bajo seudónimo (Miguel de
Musa) o no, y el poeta cordobés detectó con rapidez al joven que minaba su
reputación y ganaba fama a su costa, de forma que decidió atacarlo con una serie
de poemas; Quevedo le contestó y ese fue el comienzo de una enemistad que no
terminó hasta la muerte del cisne cordobés, quien dejó en estos versos constancia
de la deuda que Quevedo le tenía contraída.
La obra poética de Quevedo, que está constituida por unos 875 poemas, presenta
ejemplos de casi todos los subgéneros de su época: poesía satírico-burlesca,
amorosa, moral, heroica, circunstancial, descriptiva, religiosa y fúnebre.
Aproximadamente, un 40% de sus textos son satíricos; si a ello se le añade el
hecho de que muchos de ellos circularon públicamente en vida del autor a través
de copias manuscritas, se explica la fama de crítico severo y mordaz de su época
con que se conoce, en parte, a Quevedo.
La primera impresión de sus poemas tuvo lugar en 1605, en la antología conocida
con el nombre de Primera parte de las flores de poetas ilustres de España. De
forma póstuma, la mayor parte de sus poemas aparecieron publicados en dos
obras: El Parnaso español (1648) y Las Tres Musas Últimas Castellanas (1670).
la obra literaria de Quevedo radica en el estilo, vinculado al Conceptismo barroco y
por lo tanto muy amigo de la concisión, de la elipsis y del cortesano juego de
ingenio con las palabras mediante el abuso de la anfibología. Amante de la
retórica,
ensayó
a
veces
un
estilo
oratorio
lleno
de
simetrías, antítesis e isocola que lució más que nunca en su Vida de Marco Bruto.
De
léxico
muy
abundante,
creó
además
muchos neologismos por derivación, composición y estereotipia y
flexibilizó
notablemente el mecanismo de la aposición especificativa en castellano («clérigo
cerbatana, zapatos galeones...»), mecanismo que los escritores barrocos
posteriores imitaron de él. En su sátira se acerca a veces a la estética del
expresionismo al degradar a las personas mediante la reificación o cosificación, y
la animalización.
POEMA
A CELESTINA
Yace en esta tierra fría,
Digna de toda crianza,
La vieja cuya alabanza
Tantas plumas merecía.
No quiso en el cielo entrar
A gozar de las estrellas,
Por no estar entre doncellas
Que no pudiese manchar.
Tirso de Molina
(Seudónimo de Fray Gabriel Téllez; Madrid,
1584 - Almazán, 1648) Dramaturgo español.
Es uno de los grandes dramaturgos del Siglo
de Oro español. En su obra dramática se
mantuvo fiel a Lope de Vega, del que sólo se
diferencia por el análisis más profundo de la
psicología de sus protagonistas, en especial en
los tipos femeninos, cuya variedad y
matización es poco usual en el teatro español
de la época.
Pocos datos se conocen respecto de la
biografía de Tirso de Molina. Se sabe que se ordenó en el convento mercedario de
Guadalajara (1601); que vivió en el monasterio de Estercuel (1614-1615); que
viajó a Santo Domingo en 1616, de donde regresó dos años más tarde. Una Junta
de Reformación le condenó a destierro de la corte por escribir comedias profanas.
En 1626 estaba de nuevo en la corte y fue nombrado comendador del convento de
Trujillo. Fue confinado en el convento de Cuenca por orden del P. Salmerón,
visitador general, al parecer por las mismas causas que promovieron su destierro.
En 1632 fue nombrado cronista de su orden; en 1645 fue comendador del
convento de Soria, y al año siguiente, definidor provincial de Castilla.
Fue un autor muy fecundo. Dejó unas 300 comedias, que se imprimieron en cinco
partes: Primera parte (Sevilla, 1627); Segunda parte (Madrid, 1635); Tercera
parte (Tortosa, 1634); Cuarta parte (Madrid, 1635), y Quinta parte (Madrid, 1636).
Como dramaturgo religioso, escribió varios autos sacramentales (El colmenero
divino, No le arriendo la ganancia, El laberinto de Creta), comedias bíblicas (La
mujer que manda en casa, sobre la historia de Acab y Jezabel; La mejor
espigadera, sobre Ruth; La vida y muerte de Herodes; La venganza de Tamar) y
comedias hagiográficas (la trilogía de La Santa Juana, La ninfa del cielo, La dama
del Olivar).
Extrajo de las historias y leyendas nacionales argumentos de numerosas
comedias: la trilogía de los Pizarro (Todo es dar en una cosa, Amazonas en las
Indias y La lealtad contra la envidia); la historia de Martín Peláez (El cobarde más
valiente), o la de María de Molina (La prudencia en la mujer). Entre las comedias
de carácter destacan Marta la piadosa y El vergonzoso en palacio. Al grupo de
comedias de intriga pertenecen La villana de Vallecas, Desde Toledo a
Madrid, Por el sótano y el torno y Don Gil de las calzas verdes.
Se le atribuyen, aunque no se incluyeron en las Partes de sus comedias, dos
obras de contenido filosófico de gran importancia: El burlador de Sevilla y
convidado de piedra, que introdujo el tema del libertino don Juan Tenorio en la
literatura universal, y El condenado por desconfiado, en la que trató el tema de la
arrogancia del hombre frente a la gracia divina y la importancia del libre albedrío.
Su obra en prosa incluye una Historia de la orden de la Merced y dos obras
misceláneas: Cigarrales de Toledo (1621) y Deleitar aprovechando (1635).
Que el clavel y la rosa
Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;
el jazmín de honesto olor,
la azucena religiosa,
¿Cuál es la más hermosa?
La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?
Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
Juan
Ruiz
de
Alarcón
y
3
Mendoza (Taxco, 1580 o 1581 - Madrid, 4
de
agosto de 1639) fue un escritor novohispano del Siglo
de
Oro que
cultivó
distintas
variantes
de
la dramaturgia. Entre sus obras destacan la comedia
La verdad sospechosa, que constituye una de las
obras claves del teatro barroco hispanoamericano,
comparable a las mejores piezas de Lope de
Vega o Tirso de Molina.4
Su producción literaria se adscribe al género de la
comedia de caracteres. Forjó un estilo construido a
partir de personajes con identidades muy bien
definidas, profundas y difíciles de entender en una primera lectura.5 Domina el
juego de palabras y las asociaciones ingeniosas entre estas y las ideas. El
resultado es un lenguaje lleno de refranes y capaz de expresar una gran riqueza
de significados.6
El pensamiento de Alarcón es moralizante, como corresponde al
períodobarroco.7 El mundo es un espacio hostil y engañoso, donde prevalecen las
apariencias frente a la virtud y la verdad. Ataca a las costumbres y vicios sociales
de la época, en lo que se distinguió notablemente del teatro de Lope de Vega, con
el que no llegó a simpatizar. Es el más psicólogo y cortés de los dramaturgos
barrocos y sus obras se mueven siempre en ámbitos urbanos, como Las paredes
oyen y Los pechos privilegiados. Su producción, escasa en cantidad si se compara
con la de otros dramaturgos contemporáneos, posee una gran calidad y unidad de
conjunto y fue muy influyente e imitada en el teatro extranjero, particularmente en
el francés.8
Todo ello le ha valido a Alarcón ser considerado un influyente dramaturgo del
barroco español. No fue bien valorado por sus contemporáneos y su obra
permaneció en el olvido hasta bien entrado el siglo XIX, cuando fue rescatada
por Juan Eugenio Hartzenbusch. A pesar de que su producción se desarrolló en
España, el pensamiento generado en la Nueva España a causa de sus obras fue
importante para su posterior apogeo y el influjo de las tradiciones entre ambas
regiones resulta inherente a la forma de reflejar el estilo de vida en dichas
épocas.9
Las noticias sobre la infancia de Juan Ruiz de Alarcón son escasas,11 por lo que
no se sabe con exactitud el lugar y la fecha de su nacimiento. Aunque según el
propio dramaturgo, nació en la Ciudad de México en 1580 o 1581, la mayoría de
los estudios consideran la localidad de Taxco (en el actual estado de Guerrero)
como el verdadero lugar de nacimiento.3
Se sabe que su abuelo materno era judío y que su abuelo paterno era hijo de un
sacerdote de La Mancha y una esclava mora.12 Todo indica que provenía de una
familia bien relacionada con la nobleza castellana.13 Estudió, de 1596 a 1598, el
bachillerato en Cánones, en la Real y Pontificia Universidad de
México.14 Hacia 1600 debió partir a la Universidad de Salamanca, gracias a la
capellanía de Gaspar Ruiz de Montoya, donde aprendería derecho civil y
profundizaría en el derecho canónico.15
Durante su estancia en Salamanca, según varios autores, Alarcón comenzó a
destacar como autor de piezas dramáticas y ensayos. 16 Para 1606 marchó
a Sevilla con el propósito de ejercer como litigante en asuntos mercantiles y
canónicos. Allí conoció a Miguel de Cervantes Saavedra, quien influiría
posteriormente en sus obras, como La cueva de Salamanca y El semejante a sí
mismo.17
En los primeros meses de 1607 decidió regresar a Nueva España.18 Dos años
después obtuvo el título de licenciado en derecho y opuso, sin éxito, a varias
cátedras. No llegó a doctorarse, tal vez por falta de recursos
económicos.19 Gracias al virrey Luis de Velasco y Castilla, amigo de Alarcón, éste
puede ascender en la burocracia virreinal, pues se le nombró teniente
corregidor.20 Al partir Velasco a España, en 1611, Ruiz de Alarcón se embarca
junto con la comitiva del virrey.21
A su llegada a Madrid, comienza la etapa más fructífera de su producción
literaria.22 Sus primeras obras en representarse fueron Las paredes oyen y Los
pechos privilegiados, ambas con moderado éxito. Pronto fue conocido en el círculo
literario madrileño, aunque nunca estableció vínculos profundos con ninguno de
sus integrantes.23 Por el contrario, se ganó la enemistad de Lope de Vega,24 Luis
Vélez de Guevara, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y otros.25 Se
conservan muchas redondillas satíricas y alusiones veladas a Alarcón, quien
siempre fue ridiculizado por su físico —era jorobado— y por su origen
americano.26 El novohispano, por su parte, respondió a la gran mayoría de los
ataques hacia su persona y nunca dejó de escribir.
Entre los estudiosos del taxqueño se ha planteado una hipótesis sobre la posible
colaboración de Ruiz de Alarcón y Tirso de Molina, uno de los más famosos
literatos de su tiempo y quien más influyó en su obra. 27 28 No existen pruebas
escritas sobre la colaboración de ambos, aunque se supone que, por lo menos,
dos de las comedias de Tirso, publicadas en la Segunda parte (Madrid, 1635),
pertenecen a Alarcón.29 Para Castro Leal, sin embargo, el que en un tomo de Tirso
figuren comedias de otros de ninguna manera prueba que pertenezcan a
Alarcón.30
Con la subida al trono de Felipe IV, en 1621, el teatro cobró una gran importancia
en la corte real. Alarcón pronto entabla una ventajosa amistad con el yerno del
poderoso Conde-Duque de Olivares, Ramiro Felipe de Guzmán, a cuya sombra
creció aún más como poeta. Entre 1622 y 1624 escribe La amistad castigada, El
dueño de las estrellas y la gran mayoría de sus obras teatrales.31
Desde 1625 había servido en el Consejo de Indias, gracias a la intercesión de su
amigo Ramiro Felipe de Guzmán.32 Primero ocupó el puesto de relator interino y
en 1627 fue propuesto para una prebenda eclesiástica en América, lo que no fue
aceptado. Su posición económica, como afirma un documento fechado en 1628,
mejoró notablemente.33 También reconoció como hija suya a Lorenza de Alarcón,
habida con Ana de Cervantes hacia 1620.34
Durante los primeros meses de 1639, la salud de Alarcón comenzó a deteriorarse.
Dejó de asistir a las reuniones del Consejo de Indias y fue sustituido en su cargo
de relator.35 El 1 de agosto dictó su testamento, donde consigna todas sus deudas
y deudores. Murió la mañana del 4 de agosto y fue enterrado en la parroquia de
San Sebastián.36
OBRA
Publicó veinte comedias en dos volúmenes; el primero, con ocho, en 1628 (Los
favores del mundo, La industria y la suerte, Las paredes oyen, El semejante a sí
mismo, La cueva de Salamanca, Mudarse por mejorarse, Todo es ventura y El
desdichado en fingir); el segundo, con doce, en 1634 (Los empeños de un
engaño, El dueño de las estrellas, La amistad castigada, La manganilla de
Melilla, Ganar amigos, La verdad sospechosa, El anticristo, El tejedor de
Segovia, La prueba de las promesas, Los pechos privilegiados, La crueldad por el
honor y El examen de maridos). Algunas comedias más se publicaron en distintas
colecciones, como Quien mal anda mal acaba, No hay mal que por bien no
venga y La culpa busca la pena, y el agravio la venganza. Otras obras de Alarcón
son Siempre ayuda la verdad, comedia de intención moralizante, y Algunas
hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza (1622, escrita en
colaboración).38
La obra dramática de Juan Ruiz de Alarcón puede clasificarse en dos grandes
grupos. El primero, la comedia histórica, aborda temas de la historia de España —
especialmente del período de la Reconquista—, cuyas fuentes fueron Juan de
Mariana y Jerónimo Zurita. Estas obras, de trama casi folletinesca, incluyen
caracteres llenos de bravura y fidelidad, a fin de representar ideales moralizadores
afines a la tradición del honor castellano. Esta tendencia moralizadora nutre casi
todas sus comedias, en especial Ganar amigos. Dos obras que escapan al molde
común de las comedias históricas alarconianas son La amistad castigada, situada
en Sicilia, y El dueño de las estrellas, drama sobre el honor y las buenas
costumbres cuyo telón de fondo es Creta.39
Las comedias moralizadoras, cuya intención es eminentemente ética, son las más
conocidas del conjunto alarconiano. Las más conocidas son, sin duda, La verdad
sospechosa y Las paredes oyen, que son las obras más valoradas de Alarcón y
las que más influencia han ejercido en la literatura posterior. 40 La prueba de las
promesas, basada en un cuento de Don Juan Manuel, es otra pieza dramática que
ha recibido buena acogida por parte de la crítica especializada.41
Cronológicamente, la obra de Juan Ruiz de Alarcón puede clasificarse en tres
grupos. El primero (1607-1612), concebido durante su estancia en Sevilla y la
Nueva España, refleja el frustrado interés de Alarcón por imitar la comedia de
enredos. El segundo grupo (1613-1618) es el más famoso del dramaturgo:
comedias de carácter donde se muestran sus fallidas pretensiones por alcanzar un
lugar en la corte. El último de ellos (1619-1625) contiene comedias que abordan el
tema del honor y sus conflictos derivados.
POEMA
El Que Fuere Dichoso Será Amado
El que fuere dichoso será amado
y yo en amor no quiero ser dichoso,
teniendo mi desvelo generoso
a dicha ser por vos tan desdichado.
Sólo es servir, servir sin ser premiado;
cerca está de grosero el venturoso;
seguir el bien a todos es forzoso,
yo sólo sigo el bien sin ser forzado.
No he menester ventura para amaros;
amo de vos lo que de vos entiendo,
no lo que espero, porque nada espero;
llévame el conoceros a adoraros;
servir más, por servir, sólo pretendo;
de vos no quiero más que lo que os quiero.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana,
más conocida como Sor Juana Inés de la
Cruz (San Miguel Nepantla,
12 de noviembre de 1651 -Ciudad de México, 17 de
abril de 1695) fue una religiosa y escritora
novohispana, exponente del Siglo de Oro de la
literatura en español. Cultivó la lírica, el auto
sacramental y el teatro, así como la prosa. Por la
importancia de su obra, recibió los sobrenombres de
«el Fénix de América», «la Décima Musa» o «la
Décima Musa mexicana».
A muy temprana edad aprendió a leer y a escribir.
Perteneció a la corte de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera y 25.º
virrey novohispano. En 1667, por vocación religiosa y anhelo de conocimiento,
ingresó a la vida monástica. Sus más importantes mecenas fueron los virreyes De
Mancera, el arzobispo virrey Payo Enríquez de Rivera y los marqueses de la
Laguna, virreyes también de la Nueva España, quienes publicaron los dos
primeros tomos de sus obras en la España peninsular. Murió a causa de una
epidemia el 17 de abril de 1695.
Sor Juana Inés de la Cruz ocupó, junto a Juan Ruiz de Alarcón y a Carlos de
Sigüenza y Góngora, un destacado lugar en la literatura novohispana.1 En el
campo de la lírica, su trabajo se adscribe a los lineamientos del barroco
español en su etapa tardía. La producción lírica de Sor Juana, que supone la
mitad de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva España
en
apogeo,
el culteranismo de Góngora y
la
obra conceptista de
2
Quevedo y Calderón.
La obra dramática de Sor Juana va de lo religioso a lo profano. Sus obras más
destacables en este género son Amor es más laberinto, Los empeños de una
casa y una serie de autos sacramentales concebidos para representarse en la
corte.3
Hasta mediados del siglo XX, la crítica sor juanita aceptaba como válido el
testimonio de Diego Calleja, primer biógrafo de la monja, sobre su fecha de
nacimiento. Según Calleja, Sor Juana habría nacido el 12 de noviembre
de 1651 en San Miguel de Nepantla.4 En 1952, el descubrimiento de un acta de
bautismo que supuestamente pertenecería a Sor Juana, retrasó la fecha de
nacimiento de la poetisa a 1648. Según dicho documento, Juana Inés habría sido
bautizada el 2 de diciembre de 1648.5 Varios críticos, como Octavio Paz6 y Antonio
Alatorre,7 aceptan la validez del acta de bautismo presentada por Alberto G.
Salceda, aunque la estudiosa española Georgina Sabat de Rivers considera
insuficientes las pruebas que aporta esta acta, pues la poetisa solo usaría su
segundo nombre hasta la entrada en el convento. Así, según Sabat, la partida de
bautismo correspondería a una pariente o una esclava. 8 De acuerdo con Alejandro
Soriano Vallés, la fecha más aceptable es la de 1651, porque una de las
hermanas de Sor Juana, Josefa María, habría sido dada a luz el 19 de marzo
de 1649, resultando imposible que Juana Inés naciera en noviembre de 1648.9
Aunque se tienen pocos datos de sus padres, se sabe que nunca se unieron en
matrimonio legítimo. Sor Juana fue la menor de las tres hijas —María, Josefa y
Juana Inés— de Pedro Manuel de Asbaje y Vargas-Machuca e Isabel Ramírez de
Santillana. El padre, que se cree que fue un militar español oriundo de la provincia
vasca de Guipúzcoa, estaba asentado en San Miguel Nepantla.10 Allí nació su hija
Juana Inés, en un oscuro lugar llamado por entonces «la celda». 11 Su madre, al
poco tiempo, se separó de su padre y procreó otros tres hijos con Diego Ruiz
Lozano, a quien tampoco desposó.12
Muchos críticos han manifestado su sorpresa ante la situación civil de los padres
de Sor Juana. Paz apunta que ello se debió a una «laxitud de la moral sexual en la
colonia».13 Se desconoce también el efecto que tuvo en Sor Juana el saberse hija
ilegítima, aunque se conoce que trató de ocultarlo. Así lo testifica su testamento
de 1669: «hija legítima de don Pedro de Asbaje y Vargas, difunto, y de doña Isabel
Ramírez». Su amigo, el padre Calleja, lo ignoraba, pues no hace mención de ello
en su estudio biográfico. Su madre, en principio, también lo negó, pero en un
testamento fechado en 1687 reconoce que todos sus hijos, incluyendo a Sor
Juana, fueron concebidos fuera del matrimonio.1
La niña pasó su infancia entre Amecameca, Yecapixtla, Panoaya —donde su
abuelo tenía una hacienda— y Nepantla. Allí aprendió náhuatl con los esclavos de
las haciendas de su abuelo, donde se sembraba trigo y maíz. El abuelo de Sor
Juana murió en 1656, por lo que su madre tomó las riendas de las
fincas.15 Asimismo, aprendió a leer y escribir a los tres años al tomar las lecciones
con su hermana mayor a escondidas de su madre.16
Pronto inició su gusto por la lectura, pues descubrió la biblioteca de su abuelo y
así se aficionó a los libros.17 Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es
decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán de
saber era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase a
la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a
ésta.18 Se dice que al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su propio cabello
si no la había aprendido correctamente, pues no le parecía bien que la cabeza
estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas. 19 A los ocho años,
entre 1657 y 1659, ganó un libro por una loa compuesta en honor al Santísimo
Sacramento, según cuenta su biógrafo y amigo Diego Calleja.20 Éste señala que
Juana Inés radicó en la ciudad de México desde los ocho años, aunque se tienen
noticias más veraces de que no se asentó allí sino hasta los trece o quince. 21
ADOLESCENCIA
Juana Inés vivió con María Ramírez, hermana de su madre, y con su esposo Juan
de Mata. Posiblemente haya sido alejada de las haciendas de su madre a causa
de la muerte de su medio hermano, o bien, de su abuelo materno.
Aproximadamente vivió en casa de los Mata unos ocho años,
desde 1656 hasta 1664. Entonces comienza su periodo en la corte, que terminará
con su ingreso a la vida religiosa.22
Entre 1664 y 1665, ingresó a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo,
marqués de Mancera. La virreina, Leonor de Carreto, se convirtió en una de sus
más importantes mecenas. El ambiente y la protección de los virreyes marcarán
decisivamente la producción literaria de Juana Inés. Por entonces ya era conocida
su inteligencia y su sagacidad, pues se cuenta que, por instrucciones del virrey, un
grupo de sabios humanistas la evaluaron, y la joven superó el examen en
excelentes condiciones.23
La corte virreinal era uno de los lugares más cultos e ilustrados del virreinato.
Solían celebrarse fastuosas tertulias a las que acudían teólogos, filósofos,
matemáticos, historiadores y todo tipo de humanistas, en su mayoría egresados o
profesores de la Real y Pontificia Universidad de México. Allí, como dama de
compañía de la virreina, la adolescente Juana desarrolló su intelecto y sus
capacidades literarias. En repetidas ocasiones escribía sonetos, poemas y elegías
fúnebres que eran bien recibidas en la corte. Chávez señala que a Juana Inés se
le conocía como «la muy querida de la virreina», y que el virrey también le tenía un
especial aprecio. Leonor de Carreto fue la primera protectora de la niña poetisa.
Poco se conoce de esta etapa en la vida de Sor Juana, aunque uno de los
testimonios más valiosos para estudiar dicho periodo ha sido la Respuesta a Sor
Filotea de la Cruz.24 Esta ausencia de datos ha contribuido a que varios autores
hayan querido recrear de manera casi novelesca, la vida adolescente de Sor
Juana, suponiendo muchas veces la existencia de amores no correspondidos. 25
POEMA
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
CARLOS DE SINGUENZA Y GÓNGORA
Fue el segundo de ocho hermanos, estaba
emparentado con el famoso poeta español, barroco
y culterano, Luis de Góngora. Su padre había sido
tutor de la familia real en España y al emigrar al
Nuevo Mundo se integró en la burocracia virreinal
para el resto de su vida. Con un trabajo seguro y
experiencia docente no tuvo dificultades en brindar él
mismo la educación básica que necesitaban sus
hijos.
En 1662, Sigüenza ingresó en el colegio de la Compañía de Jesús
de Tepotzotlán para iniciar sus estudios religiosos, los mismos que continuó
en Puebla. En 1667, por indisciplina juvenil se le pidió que renunciase a la orden
(ver Peraza-Rugeley). Regresó a la Ciudad de México e ingresó en la Universidad
Real y Pontificia.3 En 1672 ganó la posición de catedrático de astrología y
matemáticas, puesto que había ocupado Diego Rodríguez 30 años antes; lo ocupó
durante 20 años realizando contribuciones notables, mientras desempeñaba
simultáneamente el cargo de capellán del Hospital del Amor de Dios. 4 De 1671 a
1701 (póstumo), escribió cada año un almanaque. (A. Margarita Peraza-Rugeley
ha estudiado extensamente sus almanaques sobrevivientes en su libro del 2013. 5 )
En 1681 Sigüenza escribió el libro Manifiesto filosófico contra los Cometas, en que
trataba de calmar el temor supersticioso que provocaba en la gente este fenómeno
cósmico. Al separar la superstición de los hechos observables, Sigüenza estaba
de hecho separando la astrología de la astronomía, como las concebimos
actualmente. El jesuita Eusebio Kino criticó fuertemente este texto desde un punto
de vista aristotélico-tomista, pero, lejos de intimidarse, Sigüenza respondió
publicando otra obra Libra astronómica y philosóphica (1690), donde
fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según los
conocimientos científicos más actualizados de su tiempo; contra el tomismo y el
aristotelismo
del
padre
Kino
citaba
autores
como Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe.
Hasta recientemente se pensaba que la obra Infortunios de Alonso
Ramírez,6 publicada por Sigüenza en 1690 y que describe la vuelta al mundo de
Alonso Ramírez, un español oriundo de San Juan de Puerto Rico era una ficción
inventada por Sigüenza. Sin embargo, José F. Buscaglia Salgado 7 y Fabio López
Lázaro8 han ofrecido pruebas documentales tomadas de varios archivos que
prueban que Infortunios es un relato biográfico denso y complejo basado en la
vida de un personaje real aunque muy escurridizo. Fue Buscaglia quien, en 2009,
luego de más de un siglo de controversia sobre el género y la autoría de la obra,
puso fin al debate mostrando evidencia incontestable en torno a la existencia de
Alonso Ramírez. Entre otros documentos, Buscaglia presentó en su edición
cubana de los Infortunios el certificado de matrimonio de Alonso con Francisca
Xaviera y el informe del gobernador de Manila dando parte al rey de la captura de
la fragata Nuestra Señora de Aránzazu capitaneada por Ramírez y capturada por
piratas ingleses, entre éstos el célebre William Dampier, el martes 4 de marzo de
1687.9 Además, luego de dos expediciones a la Costa de Bacalar, Buscaglia ha
localizado el lugar exacto donde naufragó su embarcación.10
Las intensas lluvias de 1691 anegaron los campos y amenazaron con inundar la
ciudad, y una plaga, consecuencia de toda esa humedad, consumió los trigales.
Sigüenza mecionó en sus escritos esta plaga conocida como Chiahuiztli, voz
náhuatl para designar la roya del maíz. Como consecuencia de este desastre,
hubo al año siguiente una severa escasez de alimentos que provocó un motín
popular. Las multitudes saquearon los comercios de los españoles europeos,
provocando numerosos incendios en los edificios del gobierno. Sigüenza logró
rescatar del incendio las actas del Ayuntamiento de la ciudad, salvándola de una
gran pérdida. El motín se controló, como es usual, con violencia. Los cálculos de
Sigüenza establecieron en unos diez mil el número de los participantes en el
motín.
Como cosmógrafo real de la Nueva España trazó mapas hidrológicos del Valle de
México. En 1693 fue enviado por el virrey como acompañante del
almirante Andrés de Pez en un viaje de exploración al norte del golfo de México y
en especial a la península de Florida, donde trazó mapas de la bahía de
Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi.
En sus últimos años dedicó mucho tiempo a coleccionar material para una historia
del México antiguo. Desafortunadamente, su muerte prematura interrumpió ese
trabajo que no fue retomado hasta siglos después, cuando la conciencia criolla se
había desarrollado lo suficiente para interesarse en la identidad de su nación.
Al morir donó su valiosa biblioteca y sus instrumentos científicos al Colegio
Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús (en cuya capilla fue
enterrado, dado que fue admitido en la orden poco antes de morir). Asimismo,
ordenó que su cuerpo fuera entregado a la medicina, para que se estudiara lo que
le provocó su muerte.11
Soneto del triunfo parténico
Si celeste, si cándida, si pura
es etérea azucena al Sol luciente,
cuando indultando a Delos por su Oriente
privilegia de intacta su hermosura,
¿Cómo pudo el borrón de sombra impura
profanar su excepción? ¿Cómo indecente
villana espina horrorizar ardiente
la luz nevada que aun en Delos dura?
Si en la sombra no hay sombra, si en la idea
la mancha falta, no queriendo el Día
que menos que de luz su cuna sea,
¿cómo el Original? ¿Cómo podía
hallarse impuro con la culpa fea,
siendo de luz la sombra de María?
Gustavo Adolfo Bécquer
(Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla,
1836 - Madrid, 1870) Poeta español. Junto
con Rosalía de Castro, es el máximo
representante de la poesía posromántica,
tendencia que tuvo como rasgos distintivos la
temática intimista y una aparente sencillez
expresiva, alejada de la retórica vehemencia del
romanticismo. La obra de Bécquer ejerció un
fuerte influjo en figuras posteriores como Rubén
Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez
y los poetas de la generación del 27, y la crítica lo juzga el iniciador de la poesía
española contemporánea. Pero más un gran nombre de la historia literaria,
Bécquer es sobre todo un poeta vivo, popular en todos los sentidos de la palabra,
cuyos versos, de conmovida voz y alada belleza, han gozado y siguen gozando de
la predilección de millones de lectores.
Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su infancia y su
adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. En 1854 se
trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera literaria. Sin embargo, el éxito
no le sonrió; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los templos de
España fue un fracaso, y sólo consiguió publicar un tomo, años más tarde. Para
poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de obras de
teatro extranjero, principalmente del francés, en colaboración con su amigo Luis
García Luna, adoptando ambos el seudónimo de «Adolfo García».
Durante una estancia en Sevilla en 1858, estuvo nueve meses en cama a causa
de una enfermedad; probablemente se trataba de tuberculosis, aunque algunos
biográfos se decantan por la sífilis. Durante la convalecencia, en la que fue
cuidado por su hermano Valeriano, publicó su primera leyenda, El caudillo de las
manos rojas, y conoció a Julia Espín, según ciertos críticos la musa de algunas de
sus Rimas, aunque durante mucho tiempo se creyó erróneamente que se trataba
de Elisa Guillén, con quien el poeta habría mantenido relaciones hasta que ella lo
abandonó en 1860, y que habría inspirado las composiciones más amargas del
poeta.
En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico, con la que
tuvo tres hijos. El matrimonio nunca fue feliz, y el poeta se refugió en su trabajo o
en la compañía de su hermano Valeriano, en las escapadas de éste a Toledo para
pintar.
La etapa más fructífera de su carrera fue de 1861 a 1865, años en los que
compuso la mayor parte de sus Leyendas, escribió crónicas periodísticas y
redactó las Cartas literarias a una mujer, donde expone sus teorías sobre la
poesía y el amor. Una temporada que pasó en el monasterio de Veruela en 1864
le inspiró Cartas desde mi celda, un conjunto de hermosas descripciones
paisajísticas.
Económicamente las cosas mejoraron para el poeta a partir de 1866, año en que
obtuvo el empleo de censor oficial de novelas, lo cual le permitió dejar sus
crónicas periodísticas y concentrarse en sus Leyendas y sus Rimas, publicadas en
parte en El museo universal. Pero con la revolución de 1868, el poeta perdió su
trabajo, y su esposa lo abandonó ese mismo año.
Se trasladó entonces a Toledo con su hermano Valeriano, y allí acabó de
reconstruir el manuscrito de las Rimas, cuyo primer original había desaparecido
cuando su casa fue saqueada durante la revolución septembrina. De nuevo en
Madrid, fue nombrado director de la revista La Ilustración de Madrid, en la que
también trabajó su hermano como dibujante.
El fallecimiento de éste, en septiembre de 1870, deprimió extraordinariamente al
poeta, quien, presintiendo su propia muerte, entregó a su amigo Narciso Campillo
sus originales para que se hiciese cargo de ellos tras su óbito, que ocurriría tres
meses después del de Valeriano.
La obra de Gustavo Adolfo Bécquer
La inmensa fama literaria de Bécquer se basa en sus Rimas, que iniciaron la
corriente romántica de poesía intimista inspirada en Heine y opuesta a la retórica y
ampulosidad de los poetas románticos anteriores. La crítica literaria del momento,
sin embargo, no acogió bien sus poemas, aunque su fama no dejaría de crecer en
los años siguientes.
Las Rimas, tal y como han llegado hasta nosotros, suman un total de ochenta y
seis composiciones. De ellas, setenta y seis se publicaron por vez primera en
1871 a cargo de los amigos del poeta, que introdujeron algunas correcciones en el
texto, suprimieron algunos poemas y alteraron el orden del manuscrito original (el
llamado Libro de los gorriones, hoy custodiado en la Biblioteca Nacional de
Madrid).
El contenido de las rimas ha sido dividido en cuatro grupos: el primero (rimas I a
XI) es una reflexión sobre la poesía y la creación literaria; el segundo (XII a XXIX),
trata del amor y de sus efectos en el alma del poeta; el tercero (XXX a LI) pasa a
la decepción y el desengaño que el amor causa en el alma del poeta; y el cuarto
(LII a LXXXVI) muestra al poeta enfrentado a la muerte, decepcionado del amor y
del mundo. Las Rimas se presentan habitualmente precedidas de la "Introducción
sinfónica" que, probablemente, Bécquer preparó como prólogo a toda su obra.
POEMA
LIII
Volverán las oscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos a colgar,
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha a contemplar,
Aquellas que aprendieron nuestros nombres...
Ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar,
Y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer como lágrimas del día...
Ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes a sonar;
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora a Dios ante su altar,
Como yo te he querido..., desengáñate,
Nadie así te amará.
Manuel Acuña Narro (Saltillo, Coahuila, 27 de
agosto de 1849 - Ciudad
de
México, 6
de
diciembre de 1873) fue un poeta mexicano que se
desarrolló en el estilizado ambiente romántico del
intelectualismo mexicano de la época.
Manuel Acuña Narro mayor conocido como
"CUSUCO" Biografió varias ramas de la ciencia,
como filosofía y matemáticas, además de varios
idiomas, como el francés y el latín. Comenzó la
carrera de medicina, aunque todo terminó con su
vida a los 24 años. Durante sus años de
participación
entertulias
literarias,
conoció
a Ignacio Manuel Altamirano, Agustín F. Cuenca y
Juan de Dios Peza. Con este último mantuvo un
fuerte vínculo amistoso, motivo por el cual Peza fue uno de los oradores
principales el día del sepelio de Acuña.
Su carrera literaria fue breve, aunque fructífera. Comenzó en 1869, con una elegía
a la muerte de Eduardo Alzúa; amigo suyo. Ese mismo año, al lado de un grupo
de intelectuales, fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl en uno de los patios
del ex convento de San Jerónimo, que le sirvió para dar sus primeros pasos como
poeta. Varios de sus trabajos de esta época se encuentran en el suplemento del
periódico La Iberia.
Es una leyenda que su enamoramiento de Rosario de la Peña fue la presumible
causa de su infortunado suicidio, mediante envenenamiento con cianuro de
potasio. En opinión de algunos críticos, Rosario fue solamente una razón adicional
a sus problemas de pobreza extrema. Acerca de Rosario de la Peña se sabe que
también fue pretendida por José Martí y Manuel M. Flores. Con todo,
recientemente se ha dejado claro que aunque el enamoramiento por De la Peña
pudo tener lugar, la realidad era que Acuña sostenía una relación, menos
idealizada, con una poetisa que a la postre se convirtió en una intelectual
famosa: Laura Méndez de Cuenca. Murió en su habitación de la Escuela de
Medicina el 6 de diciembre de 1873.
Uno de sus poemas más célebres es el "Nocturno ", dedicado a Rosario de la
Peña, su trabajo más representativo. El hidrocálido Jesús F. Contreras realizó una
escultura a Manuel Acuña, la cual fue expuesta en el pabellón Mexicano de la
Exposición Universal de París en el año 1900, junto con su obra Malgre-Tout; por
esos trabajos mereció la banda de la Legión de Honor. La obra dedicada al poeta,
fabricada en mármol de Carrara, se encuentra en la plaza Acuña de Saltillo.
Sus restos, inicialmente depositados en el Cementerio de Campo Florido, en la
capital del país, fueron trasladados a Saltillo en 1917 y yacen en la Rotonda de los
Coahuilenses Ilustres del Panteón de Santiago de su ciudad natal.
Sobre él, José Martí, el político, pensador y poeta cubano, escribió en 1876: "¡Lo
hubiera querido tanto, si hubiese él vivido!... Hoy lamento su muerte: no escribo su
vida; hoy leo su nocturno a Rosario, página última de su existencia verdadera, y
lloro sobre él, y no leo nada. Se rompió aquella alma cuando estalló en aquel
quejido de dolor".
Pepe Monteserín escribió la novela La lavandera, Premio Lengua de Trapo del
año 2007, que trata la vida de Manuel Acuña. "La historia del poeta mexicano
Manuel Acuña desde la mirada enamorada de su lavandera.".
POEMA
Después de que el destino
me ha hundido en las congojas
del árbol que se muere
crujiendo de dolor,
truncando una por una
las flores y las hojas
que al beso de los cielos
brotaron de mi amor.
Después de que mis ramas
se han roto bajo el peso
de tanta y tanta nieve
cayendo sin cesar,
y que mi ardiente savia
se ha helado con el beso
que el ángel del invierno
me dio al atravesar.
Después... es necesario
que tú también te alejes
en pos de otras florestas
y de otro cielo en pos;
que te alces de tu nido,
que te alces y me dejes
sin escuchar mis ruegos
y sin decirme adiós.
Yo estaba solo y triste
cuando la noche te hizo
plegar las blancas alas
para acogerte a mí,
entonces mi ramaje
doliente y enfermizo
brotó sus flores todas
tan solo para ti.
En ellas te hice el nido
risueño en que dormías
de amor y de ventura
temblando en su vaivén,
y en él te hallaban siempre
las noches y los días
feliz con mi cariño
y amándote también...
¡Ah! nunca en mis delirios
creí que fuera eterno
el sol de aquellas horas
de encanto y frenesí;
pero jamás tampoco
que el soplo del invierno
llegara entre tus cantos,
y hallándote tú aquí...
Es fuerza que te alejes...
rompiéndome en astillas;
ya siento entre mis ramas
crujir el huracán,
y heladas y temblando
mis hojas amarillas
se arrancan y vacilan
y vuelan y se van...
Adiós, paloma blanca
que huyendo de la nieve
te vas a otras regiones
y dejas tu árbol fiel;
mañana que termine
mi vida oscura y breve
ya solo tus recuerdos
palpitarán sobre él.
Es fuerza que te alejes
del cántico y del nido
tu sabes bien la historia
paloma que te vas...
El nido es el recuerdo
y el cántico el olvido,
el árbol es el siempre
y el ave es el jamás.
Adiós mientras que puedes
oír bajo este cielo
el último ¡ay! del himno
cantado por los dos...
Te vas y ya levantas
el ímpetu y el vuelo,
te vas y ya me dejas,
¡paloma, adiós, adiós!
Rubén Darío
(Metapa, 1867 - León, 1916) Seudónimo del
gran poeta nicaragüense Félix Rubén García
Sarmiento, iniciador y máximo representante
del Modernismo hispanoamericano. Su
familia era conocida por el apellido de un
abuelo, "la familia de los Darío", y el joven
poeta, en busca de eufonía, adoptó la
fórmula "Rubén Darío" como nombre literario
de batalla. Casi por azar nació Rubén en una
pequeña ciudad nicaragüense llamada
Metapa, pero al mes de su alumbramiento
pasó a residir a León, donde su madre, Rosa Sarmiento, y su padre, Manuel
García, habían fundado un matrimonio teóricamente de conveniencias pero
próspero sólo en disgustos. Para hacer más llevadera la mutua incomprensión, el
incansable Manuel se entregaba inmoderadamente a las farras y ahogaba sus
penas en los lupanares, mientras la pobre Rosa huía de vez en cuando de su
cónyuge para refugiarse en casa de alguno de sus parientes. No tardaría la madre
en dar a luz una segunda hija (Cándida Rosa, que se malogró enseguida) ni en
enamorarse de un tal Juan Benito Soriano, con el que se fue a vivir arrastrando a
su primogénito a "una casa primitiva, pobre y sin ladrillos, en pleno campo",
situada en la localidad hondureña de San Marcos de Colón.
No obstante, el pequeño Rubén volvió pronto a León y pasó a residir con los tíos
de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el coronel Félix Ramírez, los
cuales habían perdido recientemente una niña y lo acogieron como sus
verdaderos padres. Muy de tarde en tarde vio Rubén a Rosa Sarmiento, a quien
desconocía, y poco más o menos a Manuel, por quien siempre sintió desapego,
hasta el punto de que el incipiente poeta firmaba sus primeros trabajos escolares
como Félix Rubén Ramírez.
El hogar del coronel Félix Ramírez era centro de célebres tertulias que
congregaban a la intelectualidad del país; en este ambiente culto creció el
pequeño Darío. Precoz versificador infantil, el mismo Rubén no recordaba cuándo
empezó a componer poemas, pero sí que ya sabía leer a los tres, y que a los seis
empezó a devorar los clásicos que halló en la casa; a los trece ya era conocido
como poeta, y a los catorce concluyó su primera obra. En su ambiente y en su
tiempo, las elegías a los difuntos, los epitalamios a los recién casados o las odas a
los generales victoriosos formaban parte de los usos y costumbres colectivos,
cumplían con inveterada oportunidad una función social para la que jamás había
dejado de existir demanda. Por entonces se recitaban versos como se erigían
monumentos al dramaturgo ilustre, se brindaba a la salud del neonato o se
ofrecían banquetes a los diplomáticos extranjeros.
Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que dedicó algún poema
cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas carcomidas" y motejándolos de
"endriagos"; pero en esa etapa de juventud no sólo cultivó la ironía: tan temprana
como su poesía influida por Bécquer y por Víctor Hugo fue su vocación de eterno
enamorado. Según propia confesión en la Autobiografía, una maestra de las
primeras letras le impuso un severo castigo cuando lo sorprendió "en compañía de
una precoz chicuela, iniciando indoctos e imposibles Dafnis y Cloe, y según el
verso de Góngora, las bellaquerías detrás de la puerta".
Antes de cumplir quince años, cuando los designios de su corazón se orientaron
irresistiblemente hacia la esbelta muchacha de ojos verdes llamada Rosario
Emelina Murillo, en el catálogo de sus pasiones había anotado a una "lejana
prima, rubia, bastante bella", tal vez Isabel Swan, y a la trapecista Hortensia
Buislay. Ninguna de ellas, sin embargo, le procuraría tantos quebraderos de
cabeza como Rosario; y como manifestara enseguida a la musa de su mediocre
novela sentimental Emelina sus deseos de contraer inmediato matrimonio, sus
amigos y parientes conspiraron para que abandonara la ciudad y terminara de
crecer sin incurrir en irreflexivas precipitaciones.En agosto de 1882 se encontraba
en El Salvador, y allí fue recibido por el presidente Zaldívar, sobre el cual anota
halagado en su Autobiografía: "El presidente fue gentilísimo y me habló de mis
versos y me ofreció su protección; mas cuando me preguntó qué es lo que yo
deseaba, contesté con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír
al varón de poder: "Quiero tener una buena posición social".
POEMA
DE INVIERNO
En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.
El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Aleçón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.
Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño:
entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño
como una rosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos; mírame con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París.
Amado Nervo
(José Amado Ruiz de Nervo; Tepic,
Nayarit, 1870 - Montevideo, 1919) Poeta
mexicano. Hizo sus primeros estudios
en el Colegio de Jacona, pasando
después al Seminario de Zamora, en el
Estado
de
Michoacán,
donde
permaneció desde 1886 hasta 1891.
Los
problemas
económicos
que
atenazaron a su familia, un hogar de
clase media venido a menos, le forzaron
a dejar inconclusos sus estudios
eclesiásticos, sin que pueda descartarse
por completo la idea de que su decisión
fuera también influida por sus propias
inclinaciones. En cualquier caso, siguió alentando en su interior una espiritualidad
mística, nacida sin duda en estos primeros años y que empapó su producción
lírica en una primera etapa; en ella meditó fundamentalmente sobre la existencia
humana, sus problemas, sus conflictos y sus misterios, y sobre el eterno dilema de
la vida y la muerte.
Abandonados los estudios, empezó a ejercer el periodismo, profesión que
desarrolló primero en Mazatlán, en el Estado de Sinaloa, y más tarde en la propia
Ciudad de México, adonde se trasladó temporalmente en 1894. Sus
colaboraciones aparecieron en la Revista Azul. Junto a su amigo Jesús E.
Valenzuela, fundó la Revista Moderna. Estas dos publicaciones fueron el resultado
de las ansias e impulsos modernistas que aparecieron, en aquella época, en todos
los rincones de la Latinoamérica literaria y artística.
En 1900, el diario El Imparcial lo envió como corresponsal a la Exposición
Universal de París, donde residiría durante dos años. Entabló allí conocimiento y
amistad con el gran poeta nicaragüense Rubén Darío, quien más tarde diría de
Nervo: "se relacionó también con el grupo de literatos y artistas parnasianos y
modernistas, completando de ese modo su formación literaria."
Todos los estudiosos parecen estar de acuerdo en afirmar que adoptó los
principios y la filosofía del Parnaso, grupo de creadores franceses que intentaba
reaccionar contra la poesía utilitaria y declamatoria tan en boga por aquel
entonces, rechazando también un romanticismo lírico en el que los sentimientos,
las encendidas pasiones y las convicciones íntimas de los autores, interfiriendo en
su producción literaria, impedían, a su entender, el florecimiento de la belleza
artística pura.
En París conoció a la que iba a ser la mujer de su vida, Ana Cecilia Luisa Dailliez,
con la que compartió su vida más de diez años, entre 1901 y 1912, y cuyo
prematuro fallecimiento fue el doloroso manantial del que emanan los versos
de La amada inmóvil, que no vio la luz pública hasta después de la muerte del
poeta, prueba de que éste consideraba su obra como parte imprescindible de su
más dolorosa intimidad. Su Ofertorio supone, sin ningún género de duda, uno de
los momentos líricos de mayor emoción, una de las joyas líricas más importantes
de toda su producción poética.
Cuando regresó a México, tras aquellos años decisivos para su vida y su
formación literaria y artística, ejerció como profesor en la Escuela Nacional
Preparatoria, hasta que fue nombrado inspector de enseñanza de la literatura. En
1906, por fin, ingresó en el servicio diplomático mexicano y se le confiaron
distintas tareas en Argentina y Uruguay, para ser finalmente designado secretario
segundo de la Legación de México en España.
En 1918 recibió el nombramiento de ministro plenipotenciario en Argentina y
Uruguay, el que iba a ser su último cargo, pues, un año después, en 1919, Amado
Nervo moría en Montevideo, la capital uruguaya, donde había conocido a Zorrilla
San Martín, notable orador y ensayista con el que trabó estrecha amistad y que, a
decir de los estudiosos, influyó decisivamente en el acercamiento a la Iglesia
Católica que realizó el poeta en sus últimos momentos, un acercamiento que tiene
todos los visos de una verdadera reconciliación.
La obra de Amado Nervo
Poeta y prosista, el valor de su prosa desmerece, sin embargo, si se la compara
con sus producciones en verso. Nervo es, efectivamente, un auténtico poeta
modernista, verdadero hijo literario de Rubén Darío, plenamente mexicano; las
intuiciones religiosas de su juventud le inspiraron las páginas de sus Perlas
Negrasy sus Místicas (1898), en las que puede encontrarse su célebre A Kempis,
cuyo encendido lirismo no podría ya superar el poeta.
Más tarde, su mexicanidad se atempera por su estancia y sus contactos en París;
la influencia francesa y, sobre todo, la española y la latinoamericana, concretada
en el indiscutible maestrazgo de Rubén Darío y Leopoldo Lugones, confieren al
espíritu, el sentimiento y la obra de Amado Nervo una dirección menos mística,
unas preocupaciones menos religiosas, aunque impregnadas de un panteísmo
que le da mayor universalidad, un pálpito más liberal y humano.
Es la etapa en la que escribe sus Poemas (1901), seguidos en 1902 por El Éxodo
y las flores del camino, Hermana agua y Lira heroica. El ciclo se cerrará en 1905
con la aparición de Los jardines interiores. Todas sus producciones muestran un
exquisito refinamiento, una indiscutible preocupación por la perfección de la forma
y el absoluto protagonismo de la estrofa dentro de la escritura.
En 1909 publica En voz baja, obra que supone el inicio de su andadura hacia la
paz espiritual que, a raíz de la muerte de su amada, dará paso a la profunda
transformación que vivirá el poeta y que, en consecuencia, impregnará toda su
obra; no puede olvidarse que los conmovidos versos de La amada inmóvil fueron
escritos en 1912, aunque sólo aparecieran póstumamente, en 1920. A la misma
época pertenece también Serenidad (1914).
POEMA
¡Está bien!
Porque contemplo aún albas radiosas
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas
en que tiembla el lucero de Belén,
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas
gracias, ¡está bien!
Porque en las tardes, con sutil desmayo,
piadosamente besa el sol mi sien,
y aun la transfigura con su rayo:
gracias, ¡está bien!
Porque en las noches una voz me nombra
(¡voz de quien yo me sél), y hay un edén
escondido en los pliegues de mi sombra:
gracias, ¡está bien I
Porque hasta el mal en mí don es del cielo,
pues que, al minarme va, con rudo celo,
desmoronando mi prisión también;
porque se acerca ya mi primer vuelo:
gracias, ¡está bien!
de México, 22 de
diciembre de 1859 -ibídem, 3 de febrero de 1895) fue un
poeta, escritor y cirujano mexicano, trabajó como
observador cronista. Debido a que trabajó en distintos
hospitales, utilizó múltiples antónimos ,obstante, entre sus
contertulios y el público, el más arraigado fue: El Duque
feo.
Manuel
Gutiérrez
Nájera (Ciudad
Se
le
considera
el
iniciador
del modernismo
literario en México. Perteneció a una familia de clase
media. Escritor y periodista toda su vida, inició su carrera a
los trece años. Escribió poesía, impresiones de teatro, crítica literaria y social,
notas de viajes y relatos breves para niños. El único libro que vio publicado el
duque en vida, fue una antología de cuentos a la que llamó: Cuentos
Frágiles (1883); fue uno de los fundadores de la Revista Azul, órgano de difusión
del modernismo en México. Gran parte de su obra apareció en diversos periódicos
mexicanos bajo multitud de seudónimos: El Cura de Jalatlaco, El Duque
Job, Puck, Junius, Recamier, Mr. Can-Can,Nemo, Omega, etc. Se escudaba en
esa diversidad para publicar distintas versiones de un mismo trabajo, cambiando
la firma y jugando a adaptar el estilo del texto a cada seudónimo.
Escribió poesía romántica y amorosa. Gustó de lo afrancesado y de lo clásico,
como era habitual en los intelectuales mexicanos y la alta sociedad de su tiempo.
Nunca salió de México y en pocas ocasiones de su ciudad natal, pero sus
influencias
son
1
europeas: Musset, Gautier, Baudelaire,Flaubert, Leopardi. Siempre anheló unir el
espíritu francés y las formas españolas.
Su madre, ferviente católica empeñada en que su hijo fuera sacerdote, le impuso
la lectura de los místicos españoles del Siglo de Oro y la formación en el
seminario, influencia que se vio compensada por la fuerte corriente positivista de
la sociedad de la época que pugnaba en sentido contrario. Gutiérrez Nájera
abandonó el seminario a los pocos años, y cambió a San Juan de la Cruz, Santa
Teresa y Fray Luis de León, que no obstante siempre influirían en su obra, por los
autores franceses del siglo y por la práctica cotidiana de la literatura en periódicos
locales como El Federalista, La Libertad, El Cronista Mexicano o El Universal. En
1894 fundó, con Carlos Díaz Dufoo, La Revista Azul, publicación que lideró el
modernismo mexicano durante dos años.
A Manuel Gutiérrez Nájera se le define como «especie de sonrisa del alma» por la
gracia sutil de su estilo, elegante, delicado y con ternura de sentimientos. 2 En el
fondo fue siempre poeta romántico. Entre sus obras poéticas más importantes se
encuentran: La Duquesa Job, Hamlet a Ofelia, Odas Breves, La Serenata de
Schubert y el afamado poema «Non omnis moriar» (No moriré del todo). Cultivó la
prosa en cuentos, a los que aportó una nueva forma, y en crónicas: el libro de
relatos Cuentos Frágiles fue el único que publicó en vida como tal, pero ordenó
con distintos criterios sus entregas a periódicos y revistas: Cuentos del
domingo, Cuentos vistos, Cuentos color de humo, Crónicas color de oro, Crónicas
color de lluvia, etc. Lo que ha orientado los criterios de sus editores.
POEMA
PARA ENTONCES
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira;
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: «Soy tuya»,
aunque sepamos bien que nos traiciona.
Ramón López Velarde
(Jerez, 1888 - México, 1921) Poeta mexicano
que compuso, con motivo del primer centenario
de la Independencia, el poema Suave Patria,
que suele considerarse el poema nacional de
México. Ramón López Velarde es considerado,
a pesar de su corta vida, el más
específicamente mexicano, el más "nacional"
por decirlo de algún modo, de los líricos del
país. Es el poeta de la época modernista con
mayor arraigo mexicano, pero un arraigo que no
llega a fructificar en su espíritu renovador y
mantiene, en el lenguaje y el estilo, una
serenidad casi clásica, un carácter religioso que
lo vincula con la tradición. Nacido en Jerez, en el estado de Zacatecas, en 1888,
poco puede decirse de su corta vida: cursó sus primeros estudios en los
seminarios de Zacatecas y Aguascalientes y se matriculó, luego, en la Universidad
de San Luis de Potosí para estudiar la carrera de leyes. Murió, prematuramente, a
los treinta y tres años, en la Ciudad de México, en 1921.
Tentado por la política, como tantos otros literatos mexicanos, en 1911 se
presentó a las elecciones como candidato a diputado suplente por su ciudad natal,
integrado en las listas del Partido Católico. En 1914 viajó a Ciudad de México,
donde se instaló trabajando primero en su profesión de abogado y, luego, en las
secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores; fue también profesor de
literatura. Publicó sus crónicas políticas en varios periódicos: El Regional de
Guadalajara (1909), La Nación (1912), El Eco de San Luis (1913), El Nacional
Bisemanal (1915-1916), Revista de Revistas (1915-1917), Vida Moderna (1916) y
Pegaso (1917).
En La sangre devota (1916), su primer libro de poesías, pueden descubrirse ya los
temas recurrentes en toda su obra: el amor, el dolor y la preocupación por los
destinos patrios. Con su obra reaparece en la lírica mexicana un acento casi
olvidado, una voz, la de la provincia, que había callado ya. En 1919, apareció
Zozobra, su segunda obra poética, en la que aborda dramática y sinceramente los
problemas del erotismo, la religión y la muerte. En 1921, al celebrarse el primer
centenario de la Independencia, escribió La suave patria, en cuyos versos épicos y
líricos exalta los sentimientos nacionalistas.
Su prematura desaparición arrebató a las letras mexicanas un creador de enorme
fuerza y talento muy personal. Tras su muerte fueron apareciendo sus demás
obras, que en unos casos veces habían sido preparadas por el propio autor, y en
otros se rescataron de periódicos y revistas. Se editó el tercer volumen de su
producción poética (El son del corazón, 1932) y otros tres que contienen su obra
en prosa (El minutero, 1923; El don de febrero. Poesía, cartas y documentos,
1952; y Prosas políticas, aparecido en 1953).
La poesía de Ramón López Velarde
La peculiar estética del autor asomó ya en La sangre devota (1916), un volumen
de poesía amorosa dedicado a su musa, llamada en la obra Fuensanta y en la
vida real Josefa de los Ríos. A este volumen inaugural siguió Zozobra (1919), en
el que analiza las "flores del pecado" sembradas durante su relación con Margarita
Quijano, y un último libro de poemas aparecido póstumamente: El son del
corazón (1932).
En todos ellos se percibe un acendrado catolicismo que tiene como contrapeso la
pasión amorosa. Así resaltó esa ambigüedad el chileno Pablo Neruda: "viene
también el líquido erotismo de su poesía que circula en toda su obra como
soterrado, envuelto por el largo verano, por la castidad dirigida al pecado". De
modo semejante se expresó el mexicano Xavier Villaurrutia, para quien la poesía
de López Velarde es "la más intensa, la más atrevida tentativa de revelar el alma
oculta de un hombre; de poner a flote las más sumergidas e inasequibles
angustias; de expresar los más vivos tormentos y las recónditas zozobras del
espíritu ante las llamadas del erotismo, de la religiosidad y de la muerte."
A pesar de su breve vida y su breve obra, la importancia de López Velarde y la
influencia que ha ejercido en la poesía americana moderna son indiscutibles. En
su poesía se señaló y exaltó un acento peculiar que refleja el "alma nacional" de
su país. Algunos, como Pedro Henríquez Ureña, llaman a esta cualidad mexicana
"el sentimiento discreto"; y Díez-Canedo añade otros calificativos: "el tono velado,
el color crepuscular". Si se toma como ejemplo la más famosa poesía de López
Velarde, Suave patria, fácilmente se notarán esas características en sus
melancólicas y aterciopeladas estrofas. Sin embargo, López Velarde no es tanto
nacional como provincial; no pretende tal vez expresar tanto el alma entera de
México sino ciertos aspectos de su fondo salvaje, y al mismo tiempo dulce, propios
de su vida cotidiana. "López Velarde (dice el historiador G. González Peña)
comenzó a aportar a la poesía el tema regional, la nota provincial. Llevó a ella la
sensación de olor y calor, el ritmo austero y el lamento en sordina, el sentimiento
de piedad y la gracia y la melancolía de los terruños naturales".
POEMA
AL VOLVER
¡Bien hayas oh lejano
y glorioso contento
de volver a mirarla!
¡Qué desgano
el del viaje de ahora, que me cubre
de una angustia de pésame!
Presiento
la fuga del amor en este octubre.
Corre la antigua posta en la llanura
barrida por los cierzos de contino;
el sol avaro apenas si fulgura
sobre la paz de otoño del camino,
y con fúnebres sones
que se dilatan por la carretera
van entonando en la mañana austera
coplas de desamor los postillones.
(Fuensanta: cuando ingreso a tu azul valle
la ternura de ayer se me alborota,
pero yo le aconsejo que se calle.
Mi corazón es una cuerda rota).
Y te miro por fin... ¡Pero qué raros
se le aparecen a mi fe taimada
tu faz risueña y tus vestidos claros!
¡Oh, qué lejos te fuiste, enlutada!
Haces bien en reír de mis locuelas
ilusiones, ¡ay Dios!, de hacerte mía,
y en darlas un adiós, que es alegría
en el augurio de tus blancas telas.
En la zona en que muertas a cuchillo
mis esperanzas yacen hoy deshechas
¿no miras, dulce amada,
la pagana visión de un amorcillo
que me dispara sus ardidas flechas,
pero que va volando en retirada?
Horacio
Salvador
Zúñiga
Anaya (Toluca, Estado de México, 6 de
agosto de 1897 - ibídem, 13
de
septiembre de 1956) fue un poeta, orador y
profesor mexicano, ícono de la Universidad
Autónoma del Estado de México. Hombre de
extraordinaria cultura, uno de los personajes
más representativos de la literatura mexicana
del siglo XX. Entre sus discípulos se
encuentran el nobel de literatura Octavio
Paz, José Muñoz Cota Ibáñez, Guillermo
Tardiff y el expresidente Adolfo López
Mateos. Existe duda sobre la fecha exacta de
su nacimiento, pues mientras que la partida
de bautismo dice que fue el 6 de agosto de
1897, el acta señala el día 9 del mismo mes
"a las doce y media de la noche", lo cual nos remite finalmente al día 10 .
La infancia del poeta transcurrió en Toluca, al lado de sus padres, Ricardo Zúñiga,
quien era dueño de un colegio particular, y Carmen Anaya.
Cursó sus estudios de bachillerato en el Instituto Científico y Literario de Toluca
ahí conoció a los maestros que más lo impresionaron, como Emilio G. Baz,
profesor de matemáticas, y don Felipe Villarello, profesor de literatura, a quien
Zúñiga llamó, en un escrito posterior, "aristócrata del lenguaje".
Horacio Zúñiga se relacionó con Enrique Carneado, Pastor Velázquez y Vicente
Mendiola, también personajes del ICLA hoy Universidad Autónoma, con quienes
formó en 1916 el grupo cultural Juventud, editando una revista del mismo
nombre. También colaboró en la revista Alma Bohemia.
En 1917 Horacio Zúñiga ganó sus primeros Juegos Florales de Toluca
organizados en el marco de la celebración de las fiestas patrias. Aquella época fue
el inicio de la gran trayectoria del joven que tiempo después se convertiría en
maestro de generaciones. Su primer Flor Naural que era el galardón de aquellos
certámenes literarios sería el descubrimiento de un talento admirable por
generaciones.
En 1919 Horacio Salvador Zúñiga Anaya se muda a la Ciudad de México, para
ingresar a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, pero sólo logra estudiar dos
años, ya que prefiere dedicarse al periodismo, la oratoria y el magisterio.
Sus primeras cátedras las dio en diversas secundarias, impartiendo la asignatura
de Literatura Castellana y Universal así como la asignatura de Historia en
la Escuela Nacional Preparatoria, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la
Escuela Normal de México, en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, entre otros
sitios, el maestro Zúñiga llegó a impartir cátedra en el Anfiteatro Bolívar.
En 1921 obtiene un importante triunfo, gana los Juegos Florales de la Ciudad de
México,4 uno de los poemas que pertenece a esta época es Lengua de
Maravillas poema que habla sobre el idioma castellano, quizá el poema más
famoso de Zúñiga.
Con la fama creada a partir de sus triunfos en los Juegos Florales, Horacio Zúñiga
se convierte en un admirado maestro de Literatura, Historia y Filosofía.
HORACIO ZUÑIGA Y EL ICLA
En 1926 Zúñiga regresa a la Ciudad de Toluca, para convertirse en profesor de
Literatura, Historia y Filosofía en el Instituto Científico y Literario (ICLA). Horacio
Zúñiga fue un admirado catedrático por su grandilocuente sabiduría, su
conocimiento profundo sobre el tema que impartía, pero sobre todo por sus
discursos lleno de cultura, técnica y emoción.
En 1928 se celbró el centenario de la creación del Instituto Literario de Toluca, fue
en el marco de esa celebración que por primera vez se cantó el Himno
Institucional que aún conserva la Máxima Casa de Estudios del Estado de México,
el 3 de marzo de ese año en una solemne ceremonia. La letra del Himno del
entonces Instituto, hoy Universidad, fueron escritas por el Maestro Horacio
Salvador Zúñiga Anaya; el autor de la música fue Felipe Mendoza.
El Himno está formado por un coro y cuatro estrofas, y a la fecha es entonado
solemnemente como acto final en todas las ceremonias de la Universidad
Autónoma del Estado de México.
El Maestro Horacio Zúñiga tuvo la oportunidad de convertirse en Director del
Instituto de 1930, pero rechazó la oportunidad. En 1933 existe un suceso
particularmente singular, el despido de muchos profesores del Instituto entre los
que se encontraba el ilustre escritor mexiquense Arnulfo Lorenzo Genaro Robles
Barrera mejor conocido como Josué Mirlo, lo que provocó descontento y protestas
por parte del alumnado y de algunos profesores, a causa esto y de diversos
conflictos con personal del Gobierno de Estado de México el Maestro Zúñiga
renunció definitivamente a sus clases en 1934.
POEMA
Tú también como las otras.
Tú también, como las otras, por mi senda discurriste
y también, como las otras largamente me miraste,
y también, como las otras, en un sueño te esfumaste,
y también, como las otras, teme fuiste. ¡Te me fuiste!
De rodillas, en la misma posición en que me viste,
y besando hasta las huellas del camino que pisaste,
me quedé, con el recuerdo del amor que te llevaste,
infinitamente triste... ¡Infinitamente triste!
¡Oh, ilusión, como las otras, engañosa y pasajera!
Vaguedad de un idealismo, soplo azul de una quimera
polvo de oro en las angustias de mi lúgubre crespón.
¡Por piedad! Ven a ayudarme a llevar hasta la tumba
el cadáver destrozado de mi roto corazón...
Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila de María del
Perpetuo
Socorro Godoy
Alcayaga (Vicuña, 7
de
abril de 1889 – Nueva York, 10 de enero de1957), fue una
destacada poeta, diplomática, feminista1 y pedagoga chilena.
Una
de
las
principales
figuras
de
la literatura
chilena y continental, fue la primera latinoamericana y, hasta
el momento, única mujer iberoamericana, premiada con
el Nobel2 —ganó el Premio Nobel de Literatura en 1945 Hija
de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y de Petronila Alcayaga Rojas, de
ascendencia vasca.4 Gabriela Mistral nació en Vicuña, ciudad en la que hoy existe
un museo5 dedicado a ella en la calle donde nació y que hoy lleva su nombre. A
los diez días sus padres se la llevaron a La Unión (Pisco Elqui), pero su "amado
pueblo", como ella misma decía, era Montegrande, donde vivió de los tres a los
nueve años, y donde pidió que le dieran sepultura.
Sus abuelos paternos, oriundos de la actual Región de Antofagasta, fueron
Gregorio Godoy e Isabel Villanueva; y los maternos, Francisco Alcayaga Barraza y
Lucía Rojas Miranda, descendientes de familias propietarias de tierras del Valle de
Elqui. Gabriela Mistral tuvo una media hermana, que fue su primera maestra,
Emelina Molina Alcayaga, y cuyo padre fue Rosendo Molina Rojas.
Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía aproximadamente tres
años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que «revolviendo
papeles», encontró unos versos suyos, «muy bonitos». «Esos versos de mi padre,
los primeros que leí, despertaron mi pasión poética», escribió.6
A los 15 años se enamoró platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y
hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y
medio.
Después conoció a Romelio Ureta, un funcionario de ferrocarriles. Este sacó un
dinero de la caja del ferrocarril donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo;
como no lo pudo devolver, Ureta se suicidó. Más tarde -a raíz de su triunfo en los
Juegos Florales con Sonetos de la muerte, versos que relacionaron con el suicidanació el mito, que tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos.
En 1904 comienza a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de la
Compañía Baja en La Serena y empieza a mandar colaboraciones al diario
serenense El Coquimbo. Al año siguiente continúa escribiendo en él y en La Voz
de Elqui, de Vicuña.
Desde 1908 es maestra en la localidad de La Cantera y después en Los Cerrillos,
camino a Ovalle. No estudió para maestra, ya que no tenía dinero para ello, pero
posteriormente, en 1910, convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal N°
1 deSantiago y obtuvo el título oficial de Profesora de Estado, con lo que pudo
ejercer la docencia en el nivel secundario. Este hecho le costó la rivalidad de sus
colegas, ya que este título lo recibe mediante convalidación de sus conocimientos
y experiencia, sin haber concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de
Chile. Posteriormente su valía profesional quedó demostrada al ser contratada por
el gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema educacional,
modelo que actualmente se mantiene vigente casi en su esencia, pues solo se le
han hecho reformas para actualizarlo.
Inicios literarios
El 12 de diciembre de 1914 obtiene el primer premio en el concurso de literatura
de los Juegos Florales organizados por la FECh en Santiago, por sus Sonetos de
la Muerte.
Desde entonces utilizó el seudónimo literario Gabriela Mistral en casi todos sus
escritos, en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele
D'Annunzio y el francés Frédéric Mistral. En 1917 Julio Molina Núñez y Juan
Agustín Araya publican una de las más importantes antologías poéticas de
Chile, Selva Lírica, donde Lucila Godoy aparece ya como una de las grandes
poetas chilenas. Esta publicación es una de las últimas en que utiliza su nombre
verdadero.
Desempeñó el cargo de inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena.
Además,
como
destacada
educadora,
visitó
México, Estados
Unidos y Europa estudiando las escuelas y métodos educativos de estos países.
Fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico.
El hecho de haber vivido desde Antofagasta, en el extremo norte, hasta el puerto
de Punta Arenas, en el extremo su El 12 de diciembre de 1914 obtiene el primer
premio en el concurso de literatura de los Juegos Florales organizados por
la FECh en Santiago, por sus Sonetos de la Muerte.
Desde entonces utilizó el seudónimo literario Gabriela Mistral en casi todos sus
escritos, en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele
D'Annunzio y el francés Frédéric Mistral. En 1917 Julio Molina Núñez y Juan
Agustín Araya publican una de las más importantes antologías poéticas de
Chile, Selva Lírica, donde Lucila Godoy aparece ya como una de las grandes
poetas chilenas. Esta publicación es una de las últimas en que utiliza su nombre
verdadero.
Desempeñó el cargo de inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena.
Además,
como
destacada
educadora,
visitó
México, Estados
Unidos y Europa estudiando las escuelas y métodos educativos de estos países.
Fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico.
El hecho de haber vivido desde Antofagasta, en el extremo norte, hasta el puerto
de Punta Arenas, en el extremo sur, donde dirigió su primer liceo y estimuló la vida
de la ciudad, la marca para siempre. Su apego a Punta Arenas también se debió a
su relación con Laura Rodig, que vivía en aquella ciudad. Pero la escritora de
Elqui no soportaba bien el clima polar. Por eso, pidió un traslado, y en 1920 se
mudó a Temuco, desde donde partió en ruta a Santiago al año siguiente. Durante
su estancia en la Araucanía conoció a un joven llamado Neftalí Reyes, quien
posteriormente sería conocido mundialmente como Pablo Neruda.
Gabriela Mistral aspiraba a un nuevo desafío después de haber dirigido dos liceos
de pésima calidad. Opositó y ganó el puesto prestigioso de directora del Liceo Nº6
de Santiago, pero los profesores no la recibieron bien, reprochándole su falta de
estudios profesionales.
Desolación, considerada su primera obra maestra, aparece en Nueva York en
1922 publicada por el Instituto de Las Españas, a iniciativa de su director Federico
de Onís. La mayoría de los poemas que forman este libro los había escrito diez
años atrás mientras residía en la localidad de Coquimbito.
r, donde dirigió su primer liceo y estimuló la vida de la ciudad, la marca para
siempre. Su apego a Punta Arenas también se debió a su relación con Laura
Rodig, que vivía en aquella ciudad. Pero la escritora de Elqui no soportaba bien el
clima polar. Por eso, pidió un traslado, y en 1920 se mudó a Temuco, desde
donde partió en ruta a Santiago al año siguiente. Durante su estancia en
la Araucanía conoció a un joven llamado Neftalí Reyes, quien posteriormente sería
conocido mundialmente como Pablo Neruda.
Gabriela Mistral aspiraba a un nuevo desafío después de haber dirigido dos liceos
de pésima calidad. Opositó y ganó el puesto prestigioso de directora del Liceo Nº6
de Santiago, pero los profesores no la recibieron bien, reprochándole su falta de
estudios profesionales.
Desolación, considerada su primera obra maestra, aparece en Nueva York en
1922 publicada por el Instituto de Las Españas, a iniciativa de su director Federico
de Onís.
La mayoría de los poemas que forman este libro los había escrito diez años atrás
mientras residía en la localidad de Coquimbito.
POEMA
AUSENCIA
Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.
Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!
¡Se nos va todo, se nos va todo!
Rosario Castellanos
México, 1925 - Tel
Narradora y
(Ciudad de
Aviv, 1974)
poeta mexicana, considerada en este
segundo género la más importante del
siglo XX en su país. Durante su infancia
vivió en Comitán (Chiapas), de donde
procedía su familia. Cursó estudios de
letras Universidad Nacional Autónoma
de México. En Madrid complementaría
su formación con cursos de estética y estilística.
Trabajó en el Instituto Indigenista Nacional en Chiapas y en Ciudad de México,
preocupándose de las condiciones de vida de los indígenas y de las mujeres en su
país. En 1961 obtuvo un puesto de profesora en la Universidad Autónoma de
México, donde enseñó filosofía y literatura; posteriormente desarrolló su labor
docente en la Universidad Iberoamericana y en las universidades de Wisconsin,
Colorado e Indiana, y fue secretaria del Pen Club de México. Dedicada a la
docencia y a la promoción de la cultura en diversas instituciones oficiales, en 1971
fue nombrada embajadora en Israel, donde falleció al cabo de tres años, víctima al
parecer de un desgraciado accidente doméstico.
Una absoluta sinceridad para poner de manifiesto su vida interior, la inadaptación
del espíritu femenino en un mundo dominado por los hombres, la experiencia del
psicoanálisis y una melancolía meditabunda constituyen algunos elementos
definitorios de su obra. Su poesía, en la que destacan los volúmenes Trayectoria
del polvo (1948) y Lívida luz (1960), revela las preocupaciones derivadas de la
condición femenina.
En los trabajos tardíos de este género, habla de su experiencia vital, los
tranquilizantes y la sumisión a que se vio obligada desde la infancia por el hecho
de ser mujer. Hay en sus poemas un aliento de amor mal correspondido, el mismo
que domina el epistolario Cartas a Ricardo, aparecido póstumamente. Su poesía
completa fue reunida bajo el título de Poesía no eres tú (1972).
Su mundo narrativo toma muchos elementos de la novela costumbrista. Las
novelas Balún Canán (1957) y Oficio de tinieblas (1962) recrean con precisión la
atmósfera social, tan mágica como religiosa, de Chiapas. El argumento de la
segunda, una premonitoria rebelión indígena en el estado de Chiapas inspirada en
un hecho real del siglo XIX, surgió de una toma de consciencia de la situación
mísera del campesinado de esa región mexicana, y de su abandono a los
caciques locales por parte del gobierno federal.
Escribió también volúmenes de cuentos situados en el mismo registro: Ciudad
Real (1960), Los convidados de agosto (1964) y Álbum de familia (1971). Estas
piezas revelan, en una dimensión social, la conciencia del mestizaje, y en una
dimensión personal, la sensación de desamparo que surge tras la pérdida del
amor. Sus ensayos fueron reunidos en la antología Mujer que sabe latín (1974),
título inspirado en el refrán sexista: "mujer que sabe latín, ni encuentra marido ni
tiene buen fin", que puede considerarse representativa de su vida, su obra y su
visión de la realidad.
POEMA
AMANECER
¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve la cara a la pared?
¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye?
¿Se echa uno a correr, como el que tiene
las ropas incendiadas, para alcanzar el fin?
¿Cuál es el rito de esta ceremonia?
¿Quién vela la agonía? ¿Quién estira la sábana?
¿Quién aparta el espejo sin empañar?
Porque a esta hora ya no hay madre y deudos.
Ya no hay sollozo. Nada, más que un silencio atroz.
Todos son una faz atenta, incrédula
de hombre de la otra orilla.
Porque lo que sucede no es verdad.
Jaime Sabines
(Tuxtla Gutiérrez, México, 1926 Ciudad de México, 1999) Poeta
mexicano. En el horizonte de la
penúltima poesía mexicana, la
figura de Jaime Sabines se levanta
como un exponente de difícil
clasificación.
Alejado
de
las
tendencias
y
los
grupos
intelectuales al uso, ajeno a
cualquier capilla literaria, fue un
creador solitario y desesperanzado
cuyo camino se mantuvo al margen
del que recorrían sus contemporáneos. Hay en su poesía un poso de amargura
que se plasma en obras de un violento prosaísmo, expresado en un lenguaje
cotidiano, vulgar casi, marcado por la concepción trágica del amor y por las
angustias de la soledad. Su estilo, de una espontaneidad furiosa y gran brillantez,
confiere a su poesía un poder de comunicación que se acerca, muchas veces, a lo
conversacional, sin desdeñar el recurso a un humor directo y contundente.
Nacido en la localidad de Tuxtla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas, el 25 de
marzo de 1926, tras sus primeros estudios, que realizó en el Instituto de Ciencias
y Artes de Chiapas, se trasladó a Ciudad de México e ingresó en la Escuela
Nacional de Medicina (1945), donde permaneció tres años antes de abandonar la
carrera. Cursó luego estudios de lengua y literatura castellana en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, y fue becario
especial del Centro Mexicano de Escritores, aunque no consiguió grado
académico alguno.
En 1952 regresó a Chiapas; residió allí durante siete años, el primero de ellos
consagrado a la política y los demás trabajando como vendedor de telas y
confecciones. En 1959, tras conseguir el premio literario que otorgaba el Estado,
Sabines comenzó a cultivar seriamente la literatura. Tal vez por influencia de su
padre, el mayor Sabines, un militar a quien dedicó algunas de sus obras, y, pese
al evidente pesimismo que toda su producción literaria respira, Jaime Sabines
participó de nuevo y repetidas veces en la vida política nacional; en 1976 fue
elegido diputado federal por Chiapas, su estado natal, cargo que ostentó hasta
1979. Y en 1988 se presentó y salió elegido de nuevo, pero esta vez por un distrito
de la capital federal.
Compaginar esta actividad política, que parece exigir cierta disciplina ideológica y
un proyecto colectivo de futuro, había de ser difícil para un hombre como el que
nos revela sus escritos, autor de una obra marcada por el pesimismo y por una
actitud descreída y paradójicamente confesional, imbuida de una concepción
trágica del amor y transida por las angustias de la soledad. Su poesía se apartó
del vigente "estado de cosas", se mantuvo al margen de las actividades y
tendencias literarias, tal vez porque su dedicación profesional al comercio le
permitió prescindir del mundillo y los ambientes literarios.
Su primer volumen de poesías, Horal, publicado en 1950, permitía ya adivinar las
constantes de una obra que destaca por una intensa sinceridad, escéptica unas
veces, expresionista otras, y cuya transmisión literaria se logra a costa incluso del
equilibrio formal. No es difícil suponer así que la poesía de Sabines está destinada
a ocupar en el panorama literario mexicano un lugar mucho mayor del que hasta
hoy se le ha concedido, especialmente por su rechazo de lo "mágico", que ha
informado la creación al uso en las últimas décadas, pero también por su
emocionada y clara expresividad. Este rechazo se hace evidente en el
volumen Recuento de poemas, publicado en 1962 y que reúne sus obras La
señal (1951), Adán y Eva (1952), Tarumba (1956), Diario, semanario y poemas en
prosa(1961) y algunos poemas que no habían sido todavía publicados.
En 1965, la compañía discográfica Voz Viva de México grabó un disco con
algunos poemas de Sabines con la propia voz del autor. Sabines reforzó su figura
de creador pesimista, su tristeza frente a la obsesiva presencia de la muerte; pero
se advierte luego una suerte de reacción, aunque empapada en lúgubre filosofía,
cuando canta al amor en Mal tiempo (1972), obra en la que esboza un "camino
más activo y espléndido", fundamentado en el ejercicio de la pasividad; un camino
que lo lleva a descubrir que "lo extraordinario, lo monstruosamente anormal es
esta breve cosa que llamamos vida". Pese a una cierta reacción que lo aleja un
poco de su primer y profundo pesimismo, sus versos repletos de símbolos que se
encadenan sin solución de continuidad están transidos de una dolorosa angustia.
Con un estilo que no teme la vulgaridad ni rechaza las tradiciones, la sabrosa y
cordial poesía de Sabines puede también tomar un mayor vuelo, como se puso de
manifiesto en el ambicioso proyecto Algo sobre la muerte del mayor
Sabines (1973), un poema casi narrativo en el que el padre del poeta se constituye
en protagonista del mundo y de la vida. Vinieron luego Nuevo recuento de
poemas (1977), otro volumen antológico que recoge el material anterior, y Poemas
sueltos (1983). Todos estos textos, así como una segunda parte de Algo sobre la
muerte del mayor Sabines, fueron recogidos en la edición de 1987 de Nuevo
recuento.
Traducida a varias lenguas, su obra fue galardonada con varios premios como el
de literatura otorgado por el gobierno del Estado de Chiapas (1959), el Xavier
Villaurrutia, instituido en honor del gran escritor mexicano (1972) y el Elías
Sourasky de 1982. En 1983 recibió el Premio Nacional de las Letras. Sus últimos
años estuvieron marcados por una larga lucha contra el cáncer.
Los versos de Sabines son directos y transparentes, y aunque no desdeña el
refinamiento de la poesía culta, su estilo se inclina más hacia lo conversacional.
Ello le ganó el favor del gran público, que se hizo patente sobre todo durante las
dos últimas décadas de su vida. El autor utiliza un lenguaje cotidiano y sin adornos
para crear composiciones que se colocan más cerca de los sentimientos que dé la
razón. Poeta del diario vivir, contempla con perplejidad y desde la más rigurosa
terrenalidad el fenómeno del amor y el absurdo de la muerte.
Cuando estuve en el mar era marino...
Cuando estuve en el mar era marino
este dolor sin prisas.
Dame ahora tu boca:
me la quiero comer con tu sonrisa.
Cuando estuve en el cielo era celeste
este dolor urgente.
Dame ahora tu alma:
quiero clavarle el diente.
No me des nada, amor, no me des nada:
yo te tomo en el viento,
te tomo del arroyo de la sombra,
del giro de la luz y del silencio,
de la piel de las cosas
y de la sangre con que subo al tiempo.
Tú eres un surtidor aunque no quieras
y yo soy el sediento.
No me hables, si quieres, no me toques,
no me conozcas más, yo ya no existo.
Yo soy sólo la vida que te acosa
y tú eres la muerte que resisto.