¶ E – 41-501 4 Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) 5 E. Leblanc, F. Narducci, A. Caty, A. Villers, J. Biserte 6 12 La laparoscopia se usa desde hace más de 15 años para limitar los efectos secundarios de la laparotomía en la valoración ganglionar de los tumores germinales no seminomatosos del testículo. La calidad de la disección y la seguridad del procedimiento lo convierten en una alternativa válida a la laparotomía en las indicaciones de esta cirugía, dirigida a menudo a pacientes jóvenes. En este artículo se detallarán las dos técnicas laparoscópicas, transperitoneal y extraperitoneal, así como sus respectivos resultados e indicaciones. 13 © 2009 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados. 14 Palabras Clave: Testículo; No seminomatoso; Lumboaórtico; Linfadenectomía; Laparoscopia; Extraperitoneal 1 2 3 7 8 9 10 11 15 16 Plan 17 18 ¶ Introducción 1 19 ¶ Preparación del paciente 2 20 21 22 ¶ Las dos vías laparoscópicas Linfadenectomía transperitoneal Linfadenectomía extraperitoneal 2 2 4 23 ¶ Postoperatorio normal 9 24 25 26 27 ¶ Complicaciones Complicaciones intraoperatorias o postoperatorias precoces Complicaciones tardías 9 9 10 28 29 30 31 32 ¶ Indicaciones, contraindicaciones o límites Estadio I clínico Masas residuales tras quimioterapia Dificultades Elección de la vía de acceso 10 10 11 13 13 33 34 ¶ Conclusión 13 35 ■ Introducción 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 Los tumores germinales del testículo son infrecuentes. Aun así, son los más comunes en la persona joven [1]. En leve aumento en las últimas décadas, su pronóstico se transformó tras la aparición de la quimioterapia basada en las sales de platino. Las indicaciones del tratamiento dependen de la detección de una enfermedad metastásica ganglionar retroperitoneal y/o una difusión visceral, observada con menos frecuencia. En los estadios precoces de la enfermedad, ninguno de los métodos actuales de exploración por imagen permite formular de modo fiable un diagnóstico de lesión ganglionar [2, 3]. Además, las opciones terapéuticas para las fases precoces (control, vaciamiento ganglionar Urología o quimioterapia sistemática) son motivo de discusión, pues cada una tiene sus ventajas e inconvenientes [4]. Las fases más avanzadas, con diseminación retroperitoneal demostrada, se tratan con orquiectomía seguida de quimioterapia. Este tratamiento produce la regresión de los volúmenes tumorales, aunque rara vez con una desaparición completa de las anomalías. La exéresis de las masas ganglionares residuales es obligatoria [5], pues permite detectar una reactivación evolutiva si persisten células activas o un teratoma [6]. También aquí, sólo el estudio histológico de las piezas quirúrgicas permite distinguirlas de la necrosis o la fibrosis [7]. En estas dos situaciones clínicas, la linfadenectomía paraaórtica es hasta ahora la mejor forma de conocer el estado ganglionar de un paciente. La laparotomía xifopúbica es la vía de acceso clásica de esta cirugía. Sin embargo, no está exenta de una morbilidad parietal y/o visceral inmediata [8, 9] . La complicación secundaria más molesta de la intervención es el riesgo de falta de eyaculación por sección de las fibras posganglionares simpáticas. El trayecto anatómico de dichas fibras es bien conocido y el riesgo de lesionarlas depende de la extensión y la precisión de la intervención. En este sentido, se pasa de un 90% de aneyaculación en caso de linfadenectomía ampliada bilateral a cerca del 10% en la disección unilateral modificada, sin que esto disminuya la eficacia diagnóstica [10]. La exéresis con preservación de todas las fibras (nerve-sparing) es ahora posible y reduce este riesgo a menos del 2% [11]. Iniciada en esta indicación en 1992, la laparoscopia se ha convertido [12], al igual que otras afecciones urológicas, en un enfoque cada vez más atractivo debido a que deja secuelas mínimas. Hay dos vías laparoscópicas posibles: la vía transperitoneal y la extraperitoneal. El grupo de los autores de este artículo usa las dos [13], razón por la cual se describirán en este artículo con sus respectivos resultados. 1 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 E – 41-501 ¶ Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) 87 ■ Preparación del paciente 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 100 101 102 103 104 Antes de la intervención, el paciente debe recibir una información detallada sobre los principios y los riesgos quirúrgicos (hemorragia, laparotomía, falta de eyaculación). El ingreso se produce el día anterior. No es necesario hacer ningún tipo de preparación digestiva. El abdomen debe rasurarse por completo debido a la posibilidad de pasar a una laparotomía. La prevención de las trombosis, con heparina de bajo peso molecular en dosis isocoagulable, se inicia en la mañana de la intervención y continúa durante 15-21 días en el domicilio; el número de plaquetas se controla de forma regular. No se indica ningún tratamiento antibiótico postoperatorio de forma sistemática. La intervención se hace con anestesia general, intubación y curarización. Las sondas urinaria y gástrica se dejan colocadas durante toda la intervención. 105 ■ Las dos vías laparoscópicas 106 107 108 109 110 111 112 113 114 115 116 117 118 119 120 121 122 123 Respetan los principios de cualquier linfadenectomía paraaórtica por tumor de testículo. Los esquemas de disección son los modificados por Weissbach et al [10] (Fig. 1). La linfadenectomía derecha extirpa todos los ganglios pre, latero y retrocavos, así como los interaortocavos, desde la vena renal izquierda por arriba hasta la bifurcación de la arteria ilíaca común derecha por abajo. La linfadenectomía izquierda reseca todos los ganglios lateroaórticos, desde la vena renal izquierda hasta la bifurcación de la arteria ilíaca común izquierda por abajo, así como los ganglios pre y retroaórticos comprendidos entre la vena renal izquierda y el origen de la arteria mesentérica inferior. La disección nerve-sparing se hace aquí con tijeras. La hemostasia es de tipo puntiforme con pinza bipolar; hay que evitar el uso de corriente monopolar. Con el fin de limitar el traumatismo nervioso, también se ha recomendado la hidrodisección [14]. 124 Linfadenectomía transperitoneal 125 Aspectos comunes 126 127 128 129 El peritoneo parietal posterior se corta longitudinalmente a la altura del eje aortocavo. El levantamiento del bloque duodenopancreático expone la vena renal izquierda y estira las hojas peritoneales seccionadas, lo (Fig. 2) A que mantiene las asas digestivas alejadas del campo quirúrgico y permite la disección ganglionar según los límites definidos. 130 Inicio de la intervención 133 Colocación del paciente (Fig. 3) 134 Se coloca al paciente en decúbito supino con las piernas separadas. La mesa se inclina unos 20° en posición de Trendelenburg. A menudo se asocia una ligera basculación lateral izquierda (cf infra). Se evita colocar espalderas ya que, debido a la posición del paciente en Trendelenburg, pueden provocar estiramientos de los plexos braquiales. El monitor de vídeo se acomoda en la cabecera del paciente. El cirujano trabaja entre las piernas del paciente y, a su derecha, un ayudante sostiene la cámara y un instrumento separador. 135 Instrumental 146 Se necesitan seis trocares: tres de 10-12 mm y otros tres de 5 mm. El instrumental incluye: dos pinzas fenestradas atraumáticas, un par de tijeras monopolares de hojas cortas, una pinza bipolar de 5 mm y un separador de 10 mm para mantener levantado el bloque duodenopancreático. De manera opcional, se prepara un sistema de irrigación-lavado, una bolsa de extracción y una pinza con clips de 10 mm. En el quirófano no debe faltar una caja de instrumentos de laparotomía con suplemento vascular. 147 148 Introducción de los trocares 158 El neumoperitoneo se crea a través de una aguja de Veress introducida por vía subcostal izquierda (Pmax CO2: 12 mmHg, flujo: 7-9 l/min). El trocar óptico de 10 mm se introduce por el ombligo. Se explora toda la cavidad abdominal. Los trocares de 5 mm se introducen en cada fosa ilíaca y uno en situación pélvica paramedial izquierda. Todos se destinan a la disección ganglionar. Un trocar de 10-12 mm se introduce por vía suprapúbica media. Según el momento de la intervención, recibe la óptica, la coagulación bipolar, la pinza de clips o incluso la bolsa de extracción. El tercer trocar de 10-12 mm se destina exclusivamente al separador endoscópico. Se introduce de forma secundaria por vía subcostal izquierda. 159 160 161 162 163 164 165 166 167 168 169 170 171 172 B Figura 1. Zonas de disección ganglionar (modificada). A. Vaciamiento derecho. B. Vaciamiento izquierdo. 2 Urología 131 132 136 137 138 139 140 141 142 143 144 145 149 150 151 152 153 154 155 156 157 Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) ¶ E – 41-501 Figura 2. Linfadenectomía paraaórtica transperitoneal. A. Incisión inicial frente a la arteria común derecha y por encima del uréter. B. Visualización de la vena renal izquierda. C. Espacio aortocavo alto. D. Disección izquierda, parte alta. E. Disección izquierda, parte baja. F. Extracción de los ganglios en una bolsa endoscópica. 15 -20° 10 mm 5 mm Figura 3. Linfadenectomía paraaórtica laparoscópica transperitoneal. Posición del paciente. 173 Exposición de los vasos 174 175 176 Tras empujar el epiplón mayor y el colon transverso hacia la mitad superior del abdomen, el intestino delgado se desplaza asa por asa hacia el hipocondrio Urología izquierdo. Allí se mantienen por efecto de la gravedad debido a que la mesa se encuentra inclinada en Trendelenburg (15-20°) y ligera basculación izquierda. 3 177 178 179 180 E – 41-501 ¶ Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) 194 195 196 197 198 199 200 201 202 Así queda expuesto el peritoneo parietal posterior desde la pelvis hasta la tercera porción del duodeno. Se corta frente a la arteria ilíaca común derecha, identificada por los latidos, por arriba del uréter. La incisión con tijeras prosigue a lo largo de la arteria hasta ver la bifurcación aórtica y el eje aórtico hasta el tercer duodeno. El corte sigue la dirección del eje medio de la aorta. De este modo se identifica, a 3-4 cm por arriba de la bifurcación aórtica, el origen de la arteria mesentérica y, algo más arriba, los orígenes de las dos arterias espermáticas. La hoja peritoneal del lado del tumor se libera luego lateralmente, hasta visualizar por completo la zona de disección. Luego se separa el bloque duodenopancreático de los grandes vasos con el fin de visualizar la vena renal izquierda, cuya exposición se mantiene gracias al separador endoscópico. La abertura de las láminas del separador expone por completo la vena renal izquierda y la elevación del duodenopáncreas estira las hojas peritoneales laterales como las paredes de una tienda de campaña, lo cual impide que las asas digestivas caigan en el campo quirúrgico. 203 Final de la intervención 204 Resección del pedículo espermático 205 206 207 208 209 210 211 212 213 214 215 Se practica de forma sistemática al final de la disección ganglionar. El pedículo, ya desconectado de los grandes vasos, todavía debe descruzarse del uréter. La resección prosigue en la pelvis hasta la proximidad de la ligadura inguinal o, por lo menos, de la intersección con el conducto deferente. Obsérvese que, inmediatamente después del cruzamiento con el uréter y en ambos lados, hay una vena colateral de origen cólico que desemboca en la vena espermática (anastomosis portocava natural), cuyo desprendimiento puede provocar una hemorragia significativa. 216 Extracción de los ganglios 217 218 219 220 221 222 Se practica en todos los casos con una bolsa endoscópica, a través de uno de los trocares de 10-12 mm. Salvo alguna indicación especial, no se deja drenaje. La incisión peritoneal mediana se deja abierta de forma amplia para permitir el drenaje intraperitoneal espontáneo de los derrames linfohemáticos. 223 Particularidades del vaciamiento izquierdo 224 225 226 227 228 229 230 231 232 233 234 235 Sólo se disecan las regiones ilíaca común, lateroaórtica y preaórtica por encima de la arteria mesentérica inferior. A medida que se sube a lo largo de la ilíaca común y de la aorta, se descubre el origen de la arteria mesentérica que constituye, desde luego, un obstáculo a la disección, pero que siempre debe respetarse. Arriba y lateralmente se busca el origen de la arteria espermática izquierda, que se coagula de inmediato o se comprime con clips y, por último, se corta. Más arriba, se despega la vena renal izquierda por su cara superior y hacia el lado izquierdo, hasta encontrar la terminación de la vena espermática. A continuación se procede a la identificación lateral del músculo psoas, del pedículo espermático y del uréter, por debajo y por encima de la mesentérica inferior. Estos elementos constituyen el límite lateral de la extracción. La resección ganglionar empieza bajo la mesentérica inferior. Con una pinza se toma la cadena ganglionar, la cual se separa de la aorta (mediante tracción y coagulación bipolar), de cualquier otra estructura de aspecto vascular y después del plano profundo (psoas y cadena simpática). Entonces se ve el plano vertebral lateral. Lateralmente, la cadena se separa del uréter y del pedículo espermático mediante simples tracciones 181 182 183 184 185 186 187 188 189 190 191 192 193 236 237 238 239 240 241 242 243 244 245 246 247 248 4 divergentes. Por abajo, se progresa a lo largo de la arteria ilíaca común izquierda por debajo del mesosigmoide, hasta su bifurcación. Por arriba, se libera hasta el tronco de la mesentérica inferior con el fin de prepararse para su descruzamiento. Se retoma el paquete ganglionar por arriba de la mesentérica inferior, donde se lo libera de los mismos elementos. Por arriba, la dificultad reside en respetar la vena ácigos, cuyo abocamiento en la vena renal se produce frente al de la vena espermática. La disección prudente en esta zona previene cualquier accidente. Los ganglios retroaórticos, si los hay, son casi inalcanzables. 249 250 251 252 253 254 255 256 257 258 259 260 261 Particularidades del vaciamiento derecho 262 Los ganglios precavos, interaortocavos y retrocavos deben extraerse. Los últimos son particularmente difíciles de alcanzar y para su disección es necesario cortar entre clips las venas lumbares a fin de que sea posible movilizar de forma amplia la vena cava. Esta fase se lleva a cabo en último término. La primera fase de la intervención consiste en despejar la parte anterior derecha de la aorta y empujar los ganglios hacia el espacio interaortocavo, con preservación de las fibras nerviosas. Por arriba se identifica el origen de la vena espermática derecha, que se aísla y corta de inmediato entre clips. Esto permite exponer la parte alta de la vena cava hasta el abocamiento de la vena renal izquierda. Lateralmente, la separación de la hoja peritoneal hacia la derecha expone el psoas, el uréter derecho en toda su longitud y el pedículo espermático derecho, separado de los grandes vasos. También se identifica la vena renal derecha. La resección ganglionar comienza por el grupo de ganglios precavos, que se separan con delicadeza de la cara anterior de la vena, con cuidado de hacer una coagulación preventiva con pinza bipolar y de seccionar cualquier anastomosis linfovascular directa. Los ganglios interaortocavos se toman con una pinza fenestrada y se los separa del plano vertebral con la pinza bipolar; las fibras posganglionares simpáticas, si se las ve, deben respetarse. La hemorragia de origen lumbar o una pérdida linfática se previenen con clips colocados en profundidad. En la parte alta, por debajo de la vena renal izquierda, hay que ser cautos ante un ganglio de aspecto pulsátil, pues se corre el riesgo de lesionar la arteria renal derecha, que a veces se encuentra en posición baja. Los clips se colocan aquí por delante de la vena, sobre los troncos linfáticos prerrenales más gruesos. A continuación, los ganglios laterocavos se toman en la parte media del vaso y se liberan con una tracción suave. Se prosigue hacia arriba hasta el abocamiento de la vena renal derecha. Por abajo, la disección progresa frente a la arteria ilíaca común derecha, hasta su bifurcación. Para alcanzar los ganglios retrocavos hay que empujar el eje venoso hacia dentro y afuera. Aunque puede ser peligroso, a veces es necesario cortar entre clips las venas lumbares para resecar algunas estructuras retrocavas. 263 264 265 266 267 268 269 270 271 272 273 274 275 276 277 278 279 280 281 282 283 284 285 286 287 288 289 290 291 292 293 294 295 296 297 298 299 300 301 302 303 304 305 306 307 308 309 Linfadenectomía extraperitoneal 310 Aspectos comunes 311 Aunque la vía extraperitoneal bajo control laparoscópico transperitoneal fue la primera técnica descrita, en especial en ginecología [15], sería más fácil y reproducible usar una vía directa. Después de crear un espacio de disección, se practica la disección ganglionar dentro de los límites clásicos. La preservación de las fibras posganglionares simpáticas es una característica de esta vía. 312 313 314 315 316 317 318 Urología Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) ¶ E – 41-501 10 mm blunt tip 10-12 mm estándar Figura 4. 5 mm estándar Linfadenectomía paraaórtica laparoscópica extraperitoneal. Posición del paciente. 319 Inicio de la intervención 320 Colocación del paciente (Fig. 4) 321 322 323 324 325 326 327 328 329 330 331 Se coloca al paciente en decúbito supino con los brazos separados. Una leve basculación lateral de la mesa, en sentido contrario al lado de la cirugía, contribuye a alejar las asas digestivas intraperitoneales, lo que permite ampliar el espacio de disección. También es posible la posición en decúbito lateral, pero hace más difícil el acceso extraperitoneal. El cirujano opera del lado del paciente ipsolateral al tumor, con un ayudante que sostiene la cámara a su lado. El sistema de vídeo y el monitor se disponen al otro lado del paciente, frente a los cirujanos. 332 Instrumental 333 334 335 336 337 338 339 340 341 342 343 Tres trocares son suficientes para practicar la intervención. Un trocar de 10 mm con balón para la óptica, un trocar de 10-12 mm para la instrumentación y la óptica y un trocar de 5 mm para un instrumento. Excepcionalmente, puede hacer falta otro trocar de 5 mm. Los instrumentos son prácticamente los mismos que los de la otra vía (dos pinzas fenestradas atraumáticas, un par de tijeras monopolares de hojas cortas, una pinza bipolar de 5 mm, un aplicador de clips y un sistema para irrigación y lavado). 344 Incisión y colocación de los trocares 345 346 347 348 349 350 351 352 353 354 355 356 357 358 359 En cirugía convencional, la vía extraperitoneal se practica por una incisión ilíaca interna. Comienza a dos dedos por encima de la espina ilíaca anterosuperior, sobre la línea clavicular media. Se prolonga hacia arriba unos 3 cm, siguiendo la cresta ilíaca a un través de dedo por dentro de ella (Fig. 5). Se separan la piel y el tejido subcutáneo para exponer el músculo oblicuo externo, cuyas fibras, al igual que las de los músculos oblicuo interno y transverso que están debajo, se separan en el sentido de su eje hasta el peritoneo (Fig. 6). Al llegar al peritoneo, el cirujano introduce el dedo índice en la incisión y busca en profundidad y hacia fuera la cara profunda del transverso (Fig. 7A). Continúa hasta tocar la cresta ilíaca y la sigue por dentro hasta palpar el relieve del músculo cuadrado lumbar y luego, Urología Figura 5. Linfadenectomía paraaórtica extraperitoneal. Incisión a un dedo y medio por dentro de la espina ilíaca anterior. más adentro, el del psoas. Entonces, en el flanco se introduce el trocar de 10-12 mm, controlando con el dedo, a media distancia entre la cresta ilíaca y la 11a costilla y entre las líneas axilar media y posterior (Fig. 7B). Por este trocar se insufla el CO2, manteniendo en su lugar el índice ilíaco (Fig. 7C). La presión máxima no debe superar los 12 mmHg, con un flujo reducido a 2-3 l/min para limitar las sufusiones de gas. El laparoscopio se introduce por este trocar. Bajo el doble control palpatorio y visual, se completa la liberación del peritoneo de la cara anterior del psoas hasta visualizar el eje vascular de interés (Fig. 8). La colocación del trocar de 5 mm bajo el borde costal izquierdo, a la altura de la línea clavicular media, se efectúa según los mismos principios (Fig. 7D). Bajo control laparoscópico, el índice ilíaco separará lo más arriba posible el saco peritoneal de la cara profunda del músculo transverso. El paso a través de la pared, a distancia del pliegue peritoneal, está facilitado por el dedo que empuja las fibras musculares alrededor de la punta del trocar. Tras alcanzar el espacio extraperitoneal, se empuja al máximo por delante del psoas. Por último, el cirujano sustituye el índice por el trocar de 10 mm con balón (Fig. 7E). Éste se infla con 20 ml de aire y se adosa a la pared. La estanqueidad inmediata se verifica por la presión estable del «extraneumoperitoneo» y la falta de neumoperitoneo. 5 360 361 362 363 364 365 366 367 368 369 370 371 372 373 374 375 376 377 378 379 380 381 382 383 384 385 386 E – 41-501 ¶ Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) Figura 6. Vía de acceso peritoneal directa, plano por plano. A. División del músculo oblicuo mayor hasta ver el oblicuo menor. B. Disección del oblicuo menor hasta ver el transverso. C. Disección del transverso hasta ver el peritoneo. Figura 7. Creación del espacio. A. Despegamiento con el dedo del peritoneo de la cara profunda del transverso. B y C. Introducción del trocar de 12 mm en el flanco, insuflación y colocación de la óptica. D. Introducción con ayuda del dedo y de la vista del trocar subcostal de 5 mm. E, F. Preparación finalizada, comienzo de la intervención. 6 Urología Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) ¶ E – 41-501 2 4 1 2 3 1 2 1 A Figura 8. B Principio de la creación del espacio extraperitoneal (A, B). 1. Psoas izquierdo; 2. aorta; 3. uréter izquierdo; 4. peritoneo parietal. Figura 9. Fin de la intervención (A, B). Marsupialización y evacuación del neumoperitoneo por una aguja de Veress umbilical introducida a ojo. 387 388 389 390 391 392 393 394 395 396 El laparoscopio se introduce en este trocar ilíaco y los instrumentos en los otros dos trocares (Fig. 7F). El uréter y el pedículo espermático se identifican de inmediato y se mantienen unidos al peritoneo hasta el final de la intervención. Entonces debe ampliarse el espacio de disección. Para esto, el peritoneo se separa por tracción divergente de la cara anterior del psoas, llevándolo lo más arriba posible. Luego hay que ir hacia el gran vaso homolateral para iniciar la disección ganglionar. 397 Final de la intervención 398 Resección del pedículo espermático 399 400 401 402 403 404 405 406 407 408 Al igual que en la vía extraperitoneal, se toma el pedículo por su extremidad proximal y se separa del peritoneo parietal posterior. Las venas aferentes se anulan mediante coagulación y sección. Se descruza el pedículo del uréter y, a partir de allí, se coloca la óptica en el trocar del flanco para terminar la resección extraperitoneal distal hasta la altura del conducto deferente, donde se efectúa la coagulación o se colocan los clips y se corta el pedículo. Entonces se adjunta a los ganglios resecados. 409 Extracción de los ganglios y del pedículo espermático 410 411 412 413 414 Se efectúa igual que en la otra vía, con una bolsa endoscópica que se manipula a través del trocar ilíaco. El tamaño de la incisión facilita la extracción de la bolsa, incluso en caso de una pieza quirúrgica voluminosa. 415 Marsupialización preventiva (Fig. 9) 416 417 Permite evitar la formación de un linfocele extraperitoneal sintomático, que es la complicación más común Urología de esta cirugía. Hecho esto, puede aparecer de forma transitoria una ascitis quilosa. Simplemente consiste en abrir el peritoneo laterocólico unos 8-10 cm. Hay que identificar bien la zona de incisión para evitar una herida cólica. En la pelvis, el pedículo espermático se encuentra justo debajo del peritoneo. Por tanto, el peritoneo debe cortarse por fuera del trayecto pélvico del pedículo resecado. Debido a que siempre difunde un poco de gas hacia la gran cavidad, el color del peritoneo libre es un poco más oscuro que cuando está pegado a una estructura digestiva. Esta porción del peritoneo se sostiene con una pinza atraumática, se hace una pequeña marca con una tijera y luego se amplía a ojo. Se pasa entonces el laparoscopio a la cavidad peritoneal para controlar la introducción de una aguja de Veress umbilical, que servirá para evacuar el neumoperitoneo resultante de esta comunicación. Tras evacuar el gas, se sacan los instrumentos y los trocares y se suturan los orificios, en dos planos para los de 10 mm y en un solo plano para el de 5 mm. 418 419 Particularidades del vaciamiento derecho 439 Después de identificar la arteria ilíaca común derecha, se despejan los ganglios precavos de la cara anterior de la vena cava, parcialmente hundida por la presión del retroneumoperitoneo. Al subir por la cara anterior de este vaso se encuentra la terminación de la vena espermática (Fig. 10A), que de inmediato se aísla y corta entre clips. Recuérdese que, con frecuencia, existen anastomosis linfovenosas directas, cuya coagulación preventiva evita una hemorragia que puede ser abundante. 440 441 442 443 444 445 446 447 448 449 7 420 421 422 423 424 425 426 427 428 429 430 431 432 433 434 435 436 437 438 E – 41-501 ¶ Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) Figura 10. Linfadenectomía paraaórtica derecha extraperitoneal. A. Visualización de la vena espermática. B. Visualización de la vena renal izquierda (la vena espermática se corta, previa ligadura con clips). C. Visualización de las fibras nerviosas interaortocavas. D y E. Aspecto final: espacio interaortocavo (D) y retrocavo (E). F. Región ilíaca común derecha. G. Bifurcación cava. 450 451 452 453 454 455 456 457 458 459 460 461 462 463 464 465 466 467 468 469 470 471 472 473 474 475 476 477 478 479 480 481 482 483 484 485 Luego, esta liberación conduce a la identificación de la vena renal izquierda en su unión con la vena cava (Fig. 10B). Al igual que en la disección precava, hay que pensar en la presencia de anastomosis linfovenosas directas. También aquí, su coagulación preventiva evitará una hemorragia a veces abundante. Lateralmente se identifican los ganglios retrocavos, que se liberan hasta la terminación de la vena renal derecha. Se desciende entonces hacia la arteria ilíaca común derecha, siguiendo por su cara anterior hasta identificar la aorta, a la que se libera por su mitad derecha. A la altura de la bifurcación aórtica se diseca con prudencia hasta identificar el nervio hipogástrico derecho. Se continúa por éste hacia arriba hasta encontrar, en el espacio interaortocavo, las dos o tres fibras posganglionares simpáticas derechas que lo constituyen (Fig. 10C). Tras marcar los puntos de referencia, la disección ganglionar empieza en la zona interaortocava. El paquete situado justo por encima de la fibra más baja se levanta con cuidado y se efectúa su coagulación y división. La tracción suave de la extremidad craneal de dicho paquete permite liberar de forma sucesiva la vena cava, la aorta y, en profundidad, el plano vertebral. La fibra nerviosa que está por encima se descruza y de este modo se sigue ascendiendo hasta la vena renal izquierda, a nivel de la cual se aplican los clips en los conductos linfáticos aferentes más gruesos. De paso se identifica la arteria espermática derecha y se procede a su coagulación y sección. Después se diseca la extremidad distal del paquete interaortocavo y se adjunta al resto por delante de la aorta (Fig. 10D, E). La resección ganglionar laterocava se efectúa de abajo hacia arriba, de la ilíaca común hasta la vena renal derecha. Al igual que en la disección precava, hay que tener en cuenta la presencia frecuente de anastomosis 8 linfovenosas directas, cuya coagulación preventiva evita una hemorragia que puede ser abundante. La resección retrocava es la última etapa de esta disección. Con una pinza atraumática se levanta la vena por la parte media, separando el tejido ganglionar con cuidado hasta encontrar el espacio interaortocavo y la aorta, previamente liberados. Se amplía la zona hacia arriba y hacia abajo y se identifican las venas lumbares, las cuales se cortan entre clips si obstaculizan la disección ganglionar. Se identifica la cadena simpática derecha retrocava (Fig. 10F), así como el origen de las fibras eferentes que se han de preservar y cuyo trayecto puede seguirse luego de forma integral. El tejido ganglionar retrocavo situado entre estas fibras se luxa con cuidado hacia fuera, alejándolo del plano vertebral. Las arterias lumbares que pasan por debajo de la cadena simpática deben preservarse. Los ganglios se adjuntan al resto por delante de la aorta. La linfadenectomía termina mediante la liberación completa de los ganglios precavos que permanecen unidos al peritoneo parietal posterior, así como de los ganglios lateroilíacos comunes (Fig. 10G). A continuación se procede con las fases finales de la intervención. 486 487 Particularidades del vaciamiento izquierdo 510 (Fig. 11) 511 Una vez introducido el laparoscopio por la incisión ilíaca, se identifican el uréter y el pedículo espermático, así como los latidos de la arteria ilíaca común izquierda. Tras ampliar hacia los lados el espacio de disección, en la extremidad craneal de éste se busca inmediatamente la vena renal izquierda, que es el límite superior de la disección. En caso de dificultad, basta con seguir el trayecto de la vena espermática, el cual conducirá a la 512 513 514 515 516 517 518 519 Urología 488 489 490 491 492 493 494 495 496 497 498 499 500 501 502 503 504 505 506 507 508 509 Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) ¶ E – 41-501 Figura 11. 520 521 522 523 524 525 526 527 528 529 530 531 532 533 534 535 536 537 538 539 540 541 542 543 544 545 546 547 548 549 550 551 552 553 554 555 556 557 558 559 560 561 562 563 564 565 566 567 568 569 570 571 572 573 574 575 576 577 Linfadenectomía paraaórtica izquierda, aspecto final (A, B). vena renal izquierda. Se desciende a lo largo de la aorta en contacto con el psoas, lo que permite identificar de paso la cadena simpática laterovertebral izquierda. Por abajo, se separa con cuidado la hoja peritoneal, por la que corren el uréter y el pedículo espermático, de la cara anterior de la arteria ilíaca común. Al ascender, se libera la cara anterior del vaso y se encuentra el cruce del nervio hipogástrico izquierdo. Esta intersección se encuentra a la altura de la bifurcación aórtica. Se sigue el nervio hasta descubrir las fibras posganglionares simpáticas que lo forman. La reunión de estas fibras se produce frente al origen de la arteria mesentérica inferior. Esta identificación permite separar el paquete ganglionar lateral ilioaórtico del paquete preaórtico. En este momento puede empezar la resección ganglionar. Se toma la cadena lateral y se separa, a la altura de la bifurcación arterial, de la ilíaca común. A continuación se libera, usando alternativamente la pinza bipolar y las tijeras, primero de la cara lateral de la ilíaca y luego de la aorta y la región laterovertebral. La liberación del plano vertebral y de la cadena simpática se interrumpe por dentro a ras de la aorta. El contacto con la cadena simpática permite identificar, sin riesgo de lesión, los pedículos lumbares que, por regla, la cruzan por detrás. También se identifica el origen de las fibras posganglionares simpáticas, cuyo trayecto distal se visualizó antes. El paquete ganglionar engloba más o menos a estas fibras. Su cara externa debe entonces ser dividida cerca de cada fibra para permitir, tras la separación de la aorta y del plano posterior, un descruzamiento lo más atraumático posible. Por lo general se identifican tres fibras, la más alta de las cuales puede nacer bajo la vena renal izquierda. Entre las fibras puede haber conexiones nerviosas que, en la medida de lo posible, deben respetarse. Esta disección de abajo hacia arriba conduce de forma progresiva hasta la vena renal izquierda. A este nivel, la cara externa de la cadena ganglionar se separa mediante una tracción suave de la pelvis renal y del riñón. Por arriba se despeja la cara inferior de la vena renal. La vena ácigos termina a la altura de la vena espermática. La cadena se separa entonces de la aorta y luego de la ácigos, que a menudo recibe una vena que procede del paquete ganglionar, la cual debe identificarse, coagularse y seccionarse. Por último, se secciona el paquete vascular a ras de la vena renal. La intervención continúa en la parte anterior de la aorta, a la que se llega empujando con cuidado las fibras simpáticas hacia arriba, hasta el origen de la mesentérica inferior. El paquete ganglionar se toma por debajo de la vena renal, separándolo de la aorta y luego del peritoneo parietal posterior. A este nivel, los linfáticos voluminosos se separan entre clips a ras de la vena renal. Se baja gradualmente hacia la arteria mesentérica, evitando el espacio interaortocavo a fin de no correr el riesgo de lesionar las fibras posganglionares derechas. En la cara lateral izquierda de la aorta se identifica el origen de la arteria espermática, a la que se coagula con pinza bipolar, se le colocan clips y luego se secciona. El Urología hallazgo de esta arteria puede facilitarse al estirarla gracias a un desplazamiento leve de la vena espermática hacia delante. Finalmente, el paquete ganglionar se separa por abajo, cerca de la mesentérica inferior. Lateralmente, se lo aísla de la vena espermática. La búsqueda y la exéresis de ganglios retroaórticos se efectúa levantando el vaso. A veces puede facilitarse con la sección entre clips de algunas arterias lumbares izquierdas. Se procede entonces a las fases finales de la intervención, descritas antes, constituidas por la resección del pedículo espermático, la extracción de los ganglios y la marsupialización preventiva. 578 579 580 581 582 583 584 585 586 587 588 589 590 ■ Postoperatorio normal 591 Con cualquiera de las vías y salvo complicación, el paciente obtiene el alta del hospital a las 48 horas. El tratamiento anticoagulante continúa 2-3 semanas. No debe seguir ninguna dieta especial y se recomienda la reanudación de una actividad normal. Sin embargo, se evita la pronta reanudación de la marcha prolongada o la práctica deportiva intensa durante 4-6 semanas. En cambio, el trabajo (sobre todo si es sedentario) puede reanudarse en los días siguientes a la intervención. Las cicatrices no necesitan ningún cuidado especial, salvo el de evitar los baños de inmersión durante 2-3 semanas. Los dolores dorsales a la altura de los orificios de los trocares, así como los dolores escapulares debidos al neumoperitoneo, son frecuentes y se alivian tomando analgésicos de tipo paracetamol durante algunos días. Los dolores intensos que no ceden obligan a practicar una ecografía o incluso una tomografía computarizada (TC) para detectar una complicación (hematoma, linfocele, complicación urinaria). 592 593 594 595 596 597 598 599 600 601 602 603 604 605 606 607 608 609 610 ■ Complicaciones 611 Complicaciones intraoperatorias o postoperatorias precoces 612 613 Producidas por el gas 614 Neumoperitoneo 615 Es una complicación específica de la vía extraperitoneal que sólo produce molestias si su presión mantiene colapsado de forma permanente el espacio de disección. De desarrollo progresivo, indica la difusión del gas por el peritoneo adelgazado, sin que exista una verdadera perforación. Se lo evacua colocando una aguja de Veress en la gran cavidad. La administración de un flujo bajo de gas reduce este riesgo. En caso de aparición rápida de un neumoperitoneo, tras verificar la estanqueidad del balón ilíaco y el cierre correcto de las llaves de paso de 616 617 618 619 620 621 622 623 624 625 9 E – 41-501 ¶ Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) 626 627 628 629 630 631 632 633 los trocares, debe sospecharse una perforación peritoneal. Según la facilidad de la vía de acceso, se la puede suturar, o bien colocarse clips a ciegas. En caso de desgarro peritoneal de entrada al crear el espacio extraperitoneal o cuando la presión extraperitoneal no puede mantenerse en un nivel suficiente, hay que considerar el paso a una vía transperitoneal o incluso a una laparotomía. 634 635 Hipercapnia, enfisema subcutáneo y neumomediastino 636 637 638 639 640 641 642 643 644 El uso de una presión de insuflación que rara vez supera los 12 mmHg y que nunca es mayor a 15 mmHg, confirma la infrecuencia de esta complicación. La hipercapnia moderada se compensa con una hiperventilación. Sin embargo, cuando el síntoma persiste o se intensifica, la intervención debe interrumpirse para proceder a la exuflación y sólo se reanuda tras la normalización de los parámetros. El enfisema subcutáneo es excepcional, salvo en el escroto. 645 Hemorragia 646 647 648 649 650 651 652 653 654 655 656 657 658 659 660 661 662 663 664 665 Es una complicación común a las dos vías de acceso y su tratamiento depende directamente de la magnitud y la repercusión de la misma. Una pérdida linfohemática tiene poca importancia y simplemente se aspira. La abundancia de ésta se reduce con la disección en bloque de los ganglios y la coagulación bipolar preventiva de cualquier estructura no nerviosa adherida a los ganglios. En caso de hemorragia significativa por cualquier causa, la primera medida es el taponamiento. Se hace aplicando sobre el sitio de la hemorragia los tejidos adyacentes, el paquete ganglionar o incluso una compresa introducida por un trocar de 10-12 mm. Al cabo de algunos minutos, se limpia el sitio y se afloja la compresión suavemente. A menudo, la hemorragia se detiene espontáneamente o disminuye lo suficiente como para poder hacer una hemostasia precisa con pinza bipolar o clip. Sin embargo, si persiste con abundancia o si de entrada se trata de una herida de un vaso grande, se pasa de inmediato a la laparotomía. ▲ Atención El taponamiento es la primera medida hemostática. En ningún caso hay que precipitarse en colocar a ciegas un clip o una pinza, so pena de agravar la lesión inicial que, a este nivel, puede ser letal. 666 Ganglio adherido 667 668 669 670 671 672 673 674 675 676 677 Aunque un pequeño ganglio adherido puede ser resecado con los mismos principios quirúrgicos que una masa formada tras quimioterapia (cf infra), es fundamental evitar su ruptura y manipulación directa. En el caso de un ganglio metastásico voluminoso, los riesgos quirúrgicos de una herida vascular o una ruptura tumoral son considerables. Además, según el estado clínico, es posible pasar a la laparotomía para efectuar una exéresis completa o bien interrumpir la disección para practicar una punción citológica para confirmar el diagnóstico e iniciar la quimioterapia. 678 Linfocele y ascitis 679 680 681 Es poco frecuente por vía transperitoneal; se observa sobre todo en la vía extraperitoneal. Su desarrollo no está relacionado con la edad, el índice de masa corporal 10 (IMC) o la cantidad de ganglios extirpados. La marsupialización preventiva ha reducido su incidencia pero, en contrapartida, ha favorecido la aparición de una ascitis quilosa. El tratamiento se hace en varias etapas. Sólo se tratan las formas sintomáticas (dolor, hidronefrosis). La punción guiada mediante TC es la primera opción. En caso de recidiva, se recomienda el drenaje percutáneo con anestesia local y control radioscópico. Este drenaje externo sin aspiración se retira cuando el flujo lo permite. Una alternativa es la marsupialización por vía laparoscópica. La reabsorción del líquido también podría facilitarse colocando una compresa en el epiplón, pero es difícil de hacer por vía extraperitoneal. En caso de linfocele y ascitis quilosa, la primera medida consiste en reducir el flujo linfático mediante un régimen pobre en grasas (triglicéridos de cadenas cortas) durante algunas semanas. Es el tratamiento más eficaz y, como máximo, puede llegar a la alimentación parenteral exclusiva. Las punciones con drenaje pueden aliviar las formas compresivas. La octreotida ha demostrado verdadera eficacia en asociación a estas medidas [16]. Sólo como último recurso se consideraría una vía quirúrgica para buscar el linfático lesionado. La laparoscopia también parece ser eficaz en esta indicación [17]. 682 683 684 685 686 687 688 689 690 691 692 693 694 695 696 697 698 699 700 701 702 703 704 705 706 Trastornos nerviosos 707 Las lesiones nerviosas pueden afectar al nervio genitocrural, con una hipoestesia del escroto y de la parte medial de la raíz del muslo. La sección de la cadena simpática causa un cuadro de simpatectomía (trastornos circulatorios, rubor, calor), mientras que la de las fibras posganglionares puede causar una eyaculación retrógrada. Sólo se recomienda la disección cuidadosa y el conocimiento de la anatomía. Hasta ahora, la disección extraperitoneal unilateral nunca ha sido la causa de esta complicación. Se han recomendado algunos tratamientos médicos, pero su eficacia es inconstante. En cambio, las técnicas de reproducción médicamente asistida han hecho posible la procreación en estos pacientes [18]. 708 709 710 711 712 713 714 715 716 717 718 719 720 Complicaciones tardías 721 Aunque en teoría es posible, hasta ahora no se ha observado ninguna complicación tardía, en especial a modo de linfedema o de injerto en el orificio del trocar. 722 723 724 ■ Indicaciones, contraindicaciones o límites 725 726 Estadio I clínico 727 Aunque todos están de acuerdo en afirmar que el vaciamiento ganglionar no está indicado en la actualidad para los seminonas de estadio precoz, el lugar de este procedimiento en los tumores no seminomatosos es objeto de controversia. El control a intervalos cortos es una opción totalmente válida si no hay factores de pronóstico desfavorable en la pieza de orquiectomía (émbolos vasculares, lesión de la albugínea, del cordón), con tal de que el paciente acepte los principios y controles. Por el contrario, si uno de estos factores se encuentra presente, muchos recomiendan una quimioterapia BEP sistemática [19]. Aunque la toxicidad del protocolo a corto plazo es transitoria y bien conocida, cada vez se descubren más efectos a largo plazo, sobre todo cardiovasculares, que repercuten en la calidad de vida o incluso en la supervivencia de estos jóvenes pacientes [20]. Además, en casos con riesgo de recaída, el conocimiento del estado ganglionar con técnicas de invasión mínima, como la laparoscopia, permite escoger mejor las indicaciones de la quimioterapia. También simplifica el control de los pacientes de bajo riesgo y poco dispuestos a someterse a los frecuentes controles. 728 729 730 731 732 733 734 735 736 737 738 739 740 741 742 743 744 745 746 747 748 749 Urología Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) ¶ E – 41-501 Cuadro I. Resultados de la serie de Lila (Francia) de 170 casos clínicos de estadio I: período 1992-2006. Transperitoneal Extraperitoneal 32 138 Edad 27 (16-49) 28,9 (17-62) IMC 23,3 (17,9-26,1) 24,2 (16,3-44,5) n Duración de la intervención (min) 195 (DE 30) 220 (DE 40) Número de ganglios derechos 9 12 13 14 tres «tácticas»; ninguna complicación un fracaso (obesidad) e izquierdos Laparotomía una conversión a laparoscopia transperitoneal (NP) Pérdidas sanguíneas (ml) <200 ml <100 ml Duración de la hospitalización (días) 1,7 1,5 Complicaciones 1 ascitis quilosa 8 linfoceles (1 drenaje quirúrgico) 2 estiramientos del plexo braquial 2 ascitis quilosas 4 aneyaculaciones (2 def.) 6,1% 1 aneyaculación/125 NS (maniobra contralateral) IMC: índice de masa corporal; def.: definitivas; DE: desviación estándar; NP: neumoperitoneo; NS: nerve-sparing. Cuadro II. Resultados comparativos, según las publicaciones, de los vaciamientos paraaórticos por laparoscopia en los estadios precoces. Autor/año Gerber 1994 [21] Rassweiler 2000 [22] Número de técnicas Duración de la intervención (min) 20 T 360 17 T 248 Duración de Hemorragia/ la hospitalización laparotomía (días) 5,3 17 E Número de ganglios (% pN1) Recidivas 2 14 (17) 2 pulmonares 1 12 (18) 2 pulmonares 1 analítica 0 Bahyani 2003 [23] 29 T ? ? (41) Alqbami 2005 [24] 103 T 217 3,6 3 ? (25,2) 136 T 256 4,1 2 ? (19,1) 8 (5,9%) 32 T 195 1,7 0 12 1 pulmonar, 1 hepática 138 E 220 1,5 0 14 (29) 8 pulmonares, 1 analítica, 1 psoas, 1 ganglionar Neyer 2007 [25] Leblanc (período 1992-2006) T: transperitoneal; E: extraperitoneal. 750 751 752 753 754 755 756 757 758 759 760 761 762 763 764 765 766 767 768 769 770 771 772 773 774 775 776 777 Salvo que haya una anomalía contralateral en la TC, la exéresis ganglionar unilateral modificada es válida y se destina de forma sistemática a preservar las fibras posganglionares simpáticas. Los resultados de los autores de este artículo se exponen en el Cuadro I. La vía transperitoneal se usó en primer término y luego fue sustituida por la vía extraperitoneal. El estudio comparativo hizo aparecer menos complicaciones, en especial sexuales, con esta última técnica. La conversión a una laparotomía fue baja con cualquier método y nunca se debió a una complicación intraoperatoria. Los resultados son comparables a los de otros equipos (Cuadro II) [21-25]. Así mismo, se observa un índice de recidiva a distancia del 6-10%. En esta serie, se produjeron nueve recidivas pulmonares o mediastínicas, dos de ellas en pacientes pN1 que habían recibido quimioterapia postoperatoria. Observamos además una recidiva ganglionar retrocrural (fuera del campo de disección) que necesitó una exéresis tras quimioterapia y un caso más inhabitual de recidiva intramuscular en el psoas derecho, 4 meses después de linfadenectomía derecha en un paciente obeso y, además, pN0 comprobado. La explicación de esta recaída oscila entre un ganglio profundo dejado en su sitio y que, de forma secundaria, habría evolucionado en el músculo y un ganglio positivo disecado y apoyado sobre el músculo, pero «olvidado» en el momento de la extracción. Sea como sea, la masa experimentó una Urología regresión completa con quimioterapia y el paciente se encuentra ahora en control, sin signo de evolución después de 2 años. Respecto a una importante serie alemana en colaboración, los resultados de los vaciamientos paraaórticos por laparoscopia, cualesquiera que sean las vías y el equipo, soportan bien la comparación con la laparotomía, con estancias hospitalarias reducidas y menos complicaciones perioperatorias [9]. Masas residuales tras quimioterapia 778 779 780 781 782 783 784 785 786 787 Esta cirugía siempre representa un desafío técnico para el cirujano a raíz de las reacciones fibroinflamatorias de la fusión tumoral, que unen el residuo tumoral al gran vaso subyacente [26]. Tales reacciones son más intensas cuando la masa residual es de tipo necrótico o de origen seminomatoso. La lectura atenta de la TC preoperatoria permite evaluar las dificultades. Si la masa es voluminosa, tiene un elemento quístico y disminuyó poco de tamaño a pesar de la quimioterapia, a menudo está formada por un teratoma cuya exéresis es bastante fácil, pues casi siempre hay un plano de separación entre la masa y el vaso. Por el contrario, una regresión intensa del tumor con un aspecto como «soldado» al vaso permite presagiar la necrosis, cuya disección es más delicada. Las dos formas pueden presentarse asociadas. Cabe señalar que, en caso de necrosis, la dificultad es proporcional a la 11 788 789 790 791 792 793 794 795 796 797 798 799 800 801 802 803 804 E – 41-501 ¶ Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) Cuadro III. Resultados de los vaciamientos paraaórticos laparoscópicos extraperitoneales por masas ganglionares posquimioterápicas. Período 1995-2006. n 60 Edad 29 (16-56) IMC 24,4 (17,3-42) Tamaño prequirúrgico de la masa 2,2 cm (0,5-6) Vaciamientos derechos 20 (5 N [1-10]) Vaciamientos izquierdos 33 (8 N [1-27]) Vaciamientos bilaterales 7 (15 N [3-33]) Preservación neural 42 Complicaciones precoces 1 herida cava (laparoconversión) 1 fracaso (laparoconversión) por adherencias mayores Complicaciones tardías 1 recidiva subpiélica 3 meses después de vaciamiento negativo (necrosis). Quimioterapia de segunda línea , seguida de nefrectomía ampliada tras recidiva (lumbolaparotomía) 3 linfoceles (2 quilosos), 1 ascitis quilosa IMC: índice de masa corporal. 805 806 807 808 809 810 811 812 813 814 815 816 817 818 819 820 821 822 823 824 825 826 827 828 829 830 831 extensión de la adherencia al gran vaso. La disección es especialmente arriesgada cuando la masa se adhiere a más de la mitad de la circunferencia vascular. Desde el punto de vista técnico, tras la exposición de los grandes vasos del lado que se va a disecar hay que dirigirse directamente hacia la masa residual más voluminosa con el fin de establecer su extirpabilidad. Se moviliza con una pinza bipolar y tijeras. La coagulación bipolar puntiforme en la unión de la masa residual y los grandes vasos, seguida de la abertura cuidadosa de la pinza, separa de manera delicada los tejidos coagulados y permite reconocer de forma gradual el plano de disección con la adventicia vascular. Las tijeras, manipuladas con suavidad, completan la «escultura» de la masa hasta su despegamiento completo. Si este plano no llega a descubrirse, hay que pensar en hacer una laparotomía porque la disección vascular subadventicia expone a un riesgo hemorrágico elevado, inmediato y secundario. Las fibras simpáticas incluidas en la masa deben sacrificarse. Una vez liberada del plano vascular, la masa se separa por delante del peritoneo parietal posterior y/o del duodeno. La disección unilateral de los otros ganglios termina según los esquemas modificados clásicos, preservando las fibras simpáticas restantes. En caso de lesiones bilaterales, es necesaria una vía de acceso contralateral, en cualquiera de las formas y con los mismos principios de disección. Los resultados clínicos se muestran en el Cuadro III [27-29]. Se usó exclusivamente la vía extraperitoneal. Fue necesaria una laparotomía para controlar una herida de la cava, producida en el momento de la liberación de un ganglio adherido a la terminación cava de la vena de un riñón pélvico. Las pérdidas sanguíneas fueron significativas y necesitaron transfusiones, pero el postoperatorio fue simple y sin secuelas. Con esta experiencia, en otro caso la laparoscopia fue interrumpida a raíz de una gran adherencia de la masa a una arteria ilíaca común. Durante la laparotomía, la arteria se rompió y necesitó una sustitución protésica. Hubo un fracaso en un paciente en el que la metástasis paraaórtica se había revelado por una hidronefrosis alta, y había experimentado regresión después de colocar una endoprótesis y tres ciclos de quimioterapia BEP. En la TC persistía una masa residual cerca del riñón, cuyo tamaño parecía ser apto para una exéresis laparoscópica. Se llevó a cabo una linfadenectomía paraaórtica extraperitoneal izquierda. La intervención había sido técnicamente difícil debido a las reacciones inflamatorias periprotésicas y a las adherencias cercanas al riñón a causa de la fusión tumoral. Se extrajeron ocho ganglios, dos de ellos necróticos. Cuatro meses más tarde, el paciente tenía dolores lumbares a causa de una reactivación evolutiva alrededor de la pelvis renal izquierda. Se aplicó otra serie de quimioterapia, seguida de una laparotomía para nefrectomía izquierda y extracción de la masa residual necrótica. Este paciente se consideró como un fracaso de la laparoscopia pues, dado el aspecto inicial, justificaba la laparotomía de entrada o, al menos, una conversión hacia ésta debido a la falta de seguridad respecto a la exéresis completa. La comparación de estos resultados con los que citan las publicaciones, confirma que la cirugía de las masas residuales es delicada (Cuadro IV) [27-29]. Mosharafa [26] comunicó la morbilidad de 2 series consecutivas de vaciamientos paraaórticos por masas residuales efectuados por laparotomía en un centro de referencia. Las indicaciones abarcaban diversas lesiones en cuanto a volumen y extensión. Se pasó del 51 al 30% de complicaciones intraoperatorias y del 14 al 6,7% en período postoperatorio. Estos resultados confirman la dificultad de esta cirugía y la importancia del entrenamiento de los equipos quirúrgicos y de reanimación para asegurar el éxito. Los resultados relativos a algunas series de masas residuales operadas por laparoscopia confirman que esta conducta ofrece las ventajas de la cirugía de los estadios precoces, pero está reservada a masas residuales seleccionadas, de pequeño tamaño (≤3 cm), idealmente unilaterales y, sobre todo, sin una gran adherencia al vaso subyacente. Los pacientes reciben una información clara acerca de la posible conversión en una laparotomía debido a hemorragia o adherencia considerable, si el aspecto de las lesiones durante la intervención así lo exige. En este último caso, no se trata de un fracaso Cuadro IV. Comparación de los vaciamientos paraaórticos por masas residuales entre los datos de las publicaciones. Rassweiler 1996 Janetschek 2001 Palese 2002 [29] Leblanc 2007 [27] [28] n Diámetro medio MR (cm) Duración de n pacientes la intervención con un tumor (min) activo Complicaciones Duración de Recidiva la hospitalización (n pacientes) postoperatoria (días) 7 - 298 2 5 conversiones - - 49 1,1 221-298 1 6 ascitis quilosas 4 0 1 2 heridas cavas 174 3% 1 herida cava 2,4 4 7 1,9 60 2,2 1 adherencia (conversión) MR: masa residual. 12 Urología 832 833 834 835 836 837 838 839 840 841 842 843 844 845 846 847 848 849 850 851 852 853 854 855 856 857 858 859 860 861 862 863 864 865 866 867 868 869 870 871 872 873 874 875 876 877 878 879 880 881 882 883 884 885 886 887 Técnica de vaciamiento lumboaórtico por vía laparoscópica (en el cáncer testicular) ¶ E – 41-501 888 889 técnico, sino simplemente de una adaptación a una situación de alto riesgo vascular y vital. 890 Dificultades 891 Anomalías y variantes anatómicas 892 893 894 895 896 897 898 899 900 901 902 Las variaciones de la anatomía vascular no son infrecuentes en la región paraaórtica; llegan al 30% según las publicaciones ginecológicas [30]. Muchas se sospechan durante la lectura de la TC preterapéutica con inyección [31, 32]. Se busca la presencia de una vena renal izquierda retroaórtica, una vena iliolumbar o incluso una vena cava izquierda. Las arterias renales deben estudiarse porque su número puede variar (arterias polares o en posición baja, precava, etc.) [33, 34]. Así mismo, los vasos espermáticos presentan una distribución variable en más del 20% de los casos [35]. “ Punto importante La lectura de la TC preterapéutica debe permitir la identificación de las variantes anatómicas retroperitoneales viscerales y vasculares. Ningún vaso que no haya sido previamente identificado debe comprimirse con un clip ni ser seccionado. 903 904 905 906 907 908 909 910 911 912 913 914 915 También se verifica la anatomía de los riñones y de sus vías excretoras. La disposición de los pedículos lumbares ha sido evaluada clínicamente [36]. A diferencia de sus homólogas venosas, las arterias siempre son pares y se escalonan a lo largo de la aorta. La hemostasia preventiva de estos vasos consiste en la colocación de clips metálicos o, mejor, poliméricos. Las anastomosis linfovenosas son frecuentes, sobre todo en la parte baja de la cara anterior de la vena cava [37], pero también en su borde izquierdo. Se identifican con una disección prudente, se coagulan de inmediato con la pinza bipolar y se cortan. 916 Obesidad 917 918 919 920 921 922 923 924 925 926 927 928 929 930 931 Aunque el riesgo de conversión en laparotomía aumenta en paralelo con el IMC [38], el sobrepeso no es una contraindicación de principio para el uso de la laparoscopia en la cirugía ganglionar. En este sentido, a causa de los riesgos perioperatorios de la laparotomía en el paciente obeso, en las publicaciones urológicas se confirma que la laparoscopia sería la conducta preferente para una cirugía retroperitoneal [39, 40]. En caso de vía transperitoneal, la suspensión de las hojas peritoneales laterales con un hilo transparietal evita la caída de las asas delgadas en el foco quirúrgico. La vía extraperitoneal sería más «fácil» en este caso. Los autores pudieron efectuar esta intervención hasta con un IMC > 40. Sin embargo, tuvieron un fracaso por obesidad con un IMC de 49,8. 932 Adherencias intraperitoneales 933 934 935 936 937 938 939 Tal como refieren las publicaciones ginecológicas, las adherencias pueden representar un límite de factibilidad de la disección paraaórtica transperitoneal si son numerosas y densas [41] . La vía extraperitoneal permite evitarlas pero, en esta situación, la marsupialización preventiva del desarrollo de linfoceles puede resultar imposible. 940 Cirugía retroperitoneal 941 942 Representa sin duda un límite técnico a las dos vías, en especial en caso de antecedente de cirugía vascular o Urología renal. Así mismo, la presencia de una prótesis properitoneal (por hernia o eventración) hace más aleatoria la técnica extraperitoneal. 943 944 945 Elección de la vía de acceso 946 Dada la calidad de visión y la posibilidad de preservar la inervación, la vía extraperitoneal es la única que utiliza el grupo de los autores en la práctica actual. En caso de lesiones bilaterales, la vía transperitoneal sería lo más lógico, pero también es posible practicar una vía extraperitoneal bilateral de forma sucesiva. Además, la vía transperitoneal sólo se reserva para los fracasos en crear o mantener un espacio suficiente mediante una disección extraperitoneal. 947 948 949 950 951 952 953 954 955 ■ Conclusión 956 La laparoscopia es un método eficaz y seguro para la práctica de las linfadenectomías paraaórticas. Aunque la vía transperitoneal fue la primera en describirse y se sigue usando ampliamente, la vía extraperitoneal ha cobrado un gran interés por la calidad de la disección y porque su práctica resulta familiar a los urólogos. Sin embargo, es una intervención difícil, sobre todo después de quimioterapia, y requiere un aprendizaje específico y una práctica constante. 957 958 959 960 961 962 963 964 965 ■ Bibliografía 966 . [1] [2] [3] [4] [5] [6] [7] [8] [9] [10] [11] [12] [13] Bray F, Richiardi L, Ekbom A, Pukkala E, Cuninkova M, Møller H. Trends in testicular cancer incidence and mortality in 22 European countries: continuing increases in incidence and declines in mortality. Int J Cancer 2006;118:3099-111. Leibovitch L, Foster RS, Kopecky KK, Donohue JP. Improved accuracy of computerized tomography based clinical staging in low stage nonseminomatous germ cell cancer using size criteria of retroperitoneal lymph nodes. J Urol 1995;154:1759-63. De Santis M, Pont J. 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Disponible en www.em-consulte.com/es Algoritmos 14 Ilustraciones complementarias Vídeos / Animaciones Aspectos legales Información al paciente Informaciones complementarias Autoevaluación Urología 1064 1065 1066 1067 1068 1069 1070 1071 1072 1073 1074 1075 1076 1077 1078 1079 1080 1081 1082 1083 1084 1085 1086 1087 1088 1089 1090 1091 1092 1093 1094 1095 1096 1097 1098 1099 1100 1101 1102 1103 1104 1105 1106 1107 1108 1109 1110 1111 1112 1113 1114 ID 4268765 Title Técnicadevaciamientolumboaórticoporvíalaparoscópica(enelcáncertesticular) http://fulltext.study/journal/3589 http://FullText.Study Pages 14
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