INTERNACIONALES NOVIEMBRE 2016 > viernes 4 7 Unida por la integración, autodeterminación y soberanía Linet Perera Negrín La desestabilización provocada en los gobiernos progresistas en América Latina, la injerencia en asuntos propios de cada Estado, los intereses de grandes compañías por los recursos naturales así como la pérdida de avances y conquistas sociales alcanzadas son algunos elementos que caracterizan la realidad de los pueblos de esta región. Ante este escenario, se ha instalado desde finales de octubre hasta inicios de noviembre la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo. Tras diez años de la derrota del ALCA en la Cumbre de los Pueblos de Mar del Plata (Argentina), representantes de numerosas expresiones organizadas de sectores sindicales, campesinos, estudiantiles, indígenas, intelectuales, ambientalistas y ecuménicos se reunían en La Habana en noviembre del pasado año. Precisamente, para conmemorar la histórica fecha fue convocado el Encuentro Hemisférico Derrota del ALCA en Mar del Plata. América Latina y el Caribe diez años despuéspor el Capítulo cubano de la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA. La declaración final de esta cita subrayó el «momento clave para el continente. El imperialismo reconstruye su estrategia de dominación articulada que se expresa en una gran ofensiva del capital, los avances del libre comercio, el poder de las transnacionales que violan nuestras soberanías, en una lógica que también es militar, cultural y mediática donde el monopolio de los medios de comunicación tiene un papel alienante y de control». Además, señaló la rearticulación de la derecha que «amenaza conquistas políticas y sociales, resultado de largos procesos de lucha popular. La defensa de la democracia y los procesos de transformación en la región es fundamental». Para los participantes en este foro se evidenció lo imprescindible de «fortalecer la lucha y el protagonismo de los movimientos populares, las organizaciones sociales y nuestras alianzas por las transformaciones sociales, para el ejercicio de los derechos, la ampliación de nuestras conquistas, y la profundización de las democracias». En este contexto, su declaración final recalcó además «la integración desde los pueblos como un proyecto fundamental para construir nuestras alternativas y pasar a una ofensiva frente a la crisis que nos impone el modelo dominante». De igual forma, el consenso de La Habana incluyó como ejes la lucha contra el libre comercio y las transnacionales, la profundización de los procesos democráticos y la defensa de las soberanías, así como la integración desde los pueblos. Luego de los debates entre miembros y dirigentes de más de 110 organizaciones de 24 países, el Encuentro Hemisférico decidió convocar a «una acción de lucha conjunta contra el libre comercio y las transnacionales. Tengamos una jornada de lucha y movilización que nos permita dar un paso más para fortalecer una acción común». Bajo este concepto se acordó para hoy 4 de noviembre una Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo. Una cita con «carácter multisectorial y que demuestre la capacidad de convocatoria de los movimientos sociales de izquierda en resistencia», precisó la página oficial de la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo. Su consigna central es ¡Ni un paso atrás! ¡Los pueblos seguimos en lucha por nuestra integración, autodeterminación y soberanía, contra el libre comercio y las transnacionales! La fecha servirá de espacio para reforzar argumentos progresistas y ampliar diferentes puntos de vista entre los cuales se incluyen la lucha contra el libre comercio y las transnacionales; la profundización de los procesos democráticos y la defensa de las soberanías y la integración desde los pueblos. Estos puntos que «conforman nuestra agenda buscan la acción y movilización en este contexto donde nos enfrentamos al dominio del mercado sobre nuestras vidas e identificamos la solidaridad y el internacionalismo como principios de unidad. Nos junta la certeza de la necesidad de una transformación sistémica contra el capitalismo, el patriarcado, el colonialismo, el racismo», según explicaron las instituciones participantes. «Aspiramos entonces a la construcción de una sociedad estructurada bajo principios de igualdad, autodeterminación de los pueblos, autonomía de las mujeres, trabajadoras/es, campesinos/as, pueblos indígenas, justicia social y ecológica», agregaron los organizadores. Por supuesto, Cuba forma parte de esta lucha y se convertirá en un símbolo de resistencia e integración este viernes. La Plaza Ignacio Agramonte de la Universidad de La Habana acogerá una movilización de diferentes sectores sociales desde estudiantes, intelectuales hasta campesinos que tendrá como eje central la defensa de nuestra soberanía. Entre los organizadores se encuentran el Capítulo cubano de la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA: la Central de Trabajadores de Cuba, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, la Federación de Mujeres Cubanas y la Federación Estudiantil Universitaria. A este se le suma, la Unión de Jóvenes Comunistas, los Comités de Defensa de la Revolución, la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina, el Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr., el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos y el Movimiento Cubano por la Paz, detalló el sitio digital. En el marco de la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo, otros países acogerán igualmente este tipo de actividades: Brasil, Argentina, México, Canadá, Colombia, Estados Unidos, Panamá, Nicaragua, Barbados y Chile. El Vietnam del futuro Ronald Suárez Rivas, enviado especial «Allá lejos, en Asia, por la orilla del mar» —como escribiera Martí en uno de sus relatos de La Edad de Oro—, los vietnamitas todavía viven en buena medida del arroz y del pescado. Metidos en el campo la mayor parte del día, con sus enormes sombreros cónicos, más por su dedicación que por la dependencia de las maquinarias, incluso han convertido a su país en uno de los principales exportadores del cereal a nivel mundial. Sin embargo, hace años que la nación indochina se empeña en fortalecer otras ramas de su economía. En ello han venido trabajando en las últimas dos décadas, sentando las bases para convertir a Vietnam en un país industrializado. Aunque la meta es ambiciosa hasta para los anamitas —ese pueblo que elogiara Martí, por ser capaz de derrotar a los cambodios, que eran más altos y robustos, y de levantar pagodas de tres pisos y fabricar gigantes de bronce—, dentro de su propia nación, están las claves de cómo lograrlo. Es el caso, por ejemplo, de la provincia de Binh Duong, un territorio eminentemente agrícola en el pasado, en el que hoy predomina la actividad industrial. Con más de 2 700 proyectos de inversión extranjera y un Producto Interno Bruto (PIB) que desde el 2010 ha estado creciendo 14 puntos porcentuales como promedio cada año, Binh Duong es hoy una de las regiones con mayor peso económico del país. Le Huu Phuoc, jefe de la dirección de Educación y Propaganda del Partido Comunista de Vietnam en la provincia, explica que todo comenzó hace apenas dos décadas, con la creación de los primeros parques industriales, una suerte de polígonos en los que se prepara el terreno y se crean viales, redes eléctricas, hidráulicas, sanitarias y de telecomunicaciones, para ponerlos a disposición de los inversionistas. A partir de estas facilidades, la zona se va cubriendo de fábricas dedicadas a actividades muy diversas. Según los especialistas, en el caso de Vietnam, cada parque La provincia de Binh Duong, un territorio eminentemente agrícola en el pasado, en el que hoy predomina la actividad industrial. FOTO: JUVENAL BALÁN NEYRA, ENVIADO ESPECIAL posee sus propias características y atrae a los inversionistas a partir de las potencialidades de los territorios en que se ubican. En la región central, por ejemplo, donde abunda la fuerza de trabajo, predominan sectores como el calzado y el alimenticio. En tanto, en otros lugares como Binh Duong, se concentran en la electrónica. A lo largo de unas 10 000 hectáreas, los 28 parques industriales de esta provincia del sudeste vietnamita, acogen fábricas construidas por empresas de más de 30 países, en las cuales se producen desde ollas eléctricas y chips para teléfonos móviles, hasta aires acondicionados. El propio territorio —asegura Le Huu Phuoc— tiene autonomía para conceder las licencias para esos proyectos, siempre y cuando se ajusten al plan de desarrollo trazado por la dirección del país. «Al principio, los esfuerzos se concentraron en la sustitución de importaciones, pero en los últimos años, tras lograr satisfacer el mercado interno, nos hemos enfocado además en la exportación», señala. A dos décadas de haber empezado a apostar por este tipo de iniciativas, los parques de Binh Duong no paran de crecer. El año pasado ascendieron a 199 los nuevos proyectos de inversión, y durante los primeros ocho meses del 2016 se sumaron otros 186. Para tener una idea de la dimensión de estos complejos, directivos del VSIP 1, cuya edificación se inició en 1996 por empresas de Vietnam y Singapur, señalan que solo este parque ha generado más de 90 000 puestos de trabajo. Teniendo en cuenta la estabilidad alcanzada, en la actualidad, junto a las industrias, se trabaja en la construcción de centros urbanos y la creación de servicios, que estimulen a los inversionistas a establecerse acá, y aseguren la permanencia de la fuerza laboral. «No nos hemos concentrado solamente en las obras económicas, y a partir de los resultados, también estamos impulsando obras sociales como hospitales, escuelas, universidades. Además, centros comerciales, restaurantes y parques de entretenimiento para la población», afirma Le Huu Phuoc, y añade que «a la par del desarrollo económico del territorio, las condiciones de vida del pueblo, han mejorado mucho». «Las brechas entre quienes residen en el campo y los centros urbanos, se han reducido considerablemente», dice. Aun así, reconoce que queda un arduo trabajo por delante. Borrar completamente las secuelas legadas por el colonialismo y la guerra, y las medidas de supervivencia que le sucedieron, es tarea complicada, que además de voluntad, necesita tiempo. De hecho en Binh Duong, a pesar de lo que se ha avanzado, de acuerdo con las estadísticas, todavía existen entre un 1 y un 2 % de familias en situación de pobreza. No obstante el salto experimentado por el territorio, en un plazo de 20 años, sin duda constituye un referente para el resto de la nación indochina en su propósito de convertirse, en el menor tiempo posible, en un país industrializado y orientado a la modernización. Aunque al igual que en los tiempos de La Edad de Oro, el arroz sigue siendo una de fuente de riqueza fundamental, los anamitas de hoy tienen claro que su desarrollo no puede depender solo de este cultivo, y en esa dirección piensan y sueñan en grande, con el mismo espíritu con que una vez lucharon contra las potencias que invadieron su tierra, y las vencieron.
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