¡Sopla Bairoa! Los obispos atacan duramente la colonia

Claridad, El Periódico de la Nación Puertorriqueña
¡Sopla Bairoa! Los obispos atacan duramente la colonia
Por: José Enrique Laboy Gómez
El reciente mensaje de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP) ante las Elecciones de
2016 nos invita a reflexionar sobre varios asuntos de mucha importancia para nuestro pueblo.
A diferencia de las ejecutorias y acciones de lajerarquía católica de Puerto Rico durante las
décadas de 1960 y 1970 (con excepción de Antulio Parrilla Bonilla), los obispos del presente
han iniciado un proceso de cuestionamientos sobre la realidad puertorriqueña, y han formulado
una ruta de cambios profundos y de transformaciones radicales.
A los obispos de los `60 y `70 en Puerto Rico les tocó vivir el período de la Guerra Fría. Ese
período provocó en la conducta de Estados Unidos una respuesta ante el avance de la Teología
de la Liberación que se desarrollaba en América Latina. Estados Unidos, según el escritor
Noam Chomsky, no estaba dispuesto a cruzarse de brazos ni a contemplar cómo emergía una
nueva teología rebelde en América Latina, por lo que actuó con rapidez para eliminar ese
movimiento religioso. El Informe Rockefeller de 1969 vino a confirmar el temor que le tenía
Estados Unidos a la Teología de la Liberación.
Por tanto, los obispos de la Isla para ese período, en maridaje con las autoridades políticas, actuaron conforme al discurso de persecución que se vivía para esa
época. En otras palabras, la jerarquía católica de Puerto Rico articuló un discurso y una praxis de persecución contra los sectores más progresistas de la Iglesia
Católica en Puerto Rico. Este contexto de persecución fue descrito por el escritor René Marqués, en 1960, de la siguiente manera: “La Iglesia Católica…, en vez
de ser custodio y guardián de nuestra cultura secular, es hoy… uno de los instrumentos más efectivos de la desintegración nacional tanto en lo político como en lo
cultural”.
El 5 de julio de 1970, el obispo de San Juan, Luis Aponte Martínez, le pedía a las parroquias de la capital un repique de campanas durante varios minutos, por
motivo del aniversario de la independencia de Estados Unidos. Mientras tanto, un grupo de feligreses de la Iglesia del barrio Caguana en Utuado se quejaron por
la defensa que hizo el obispo de Arecibo, Alfredo Méndez, de los grandes intereses representados por las compañías estadounidenses. Según manifestaron los
feligreses, el obispo Méndez utilizó el acto religioso para hacer propaganda a favor de las compañías mineras que intentaban explotar las minas de Lares, Adjuntas
y Utuado.
Por su parte, el doctor Héctor Dávila Alonso, portavoz del Comité de Resistencia al Servicio Militar Obligatorio, criticó la mentalidad colonizada de los obispos
de la Isla debido a su posición neutral y no comprometida, “no solo frente a la injusticia de la imposición del Servicio Militar Obligatorio…, sino frente a todo lo
que define al colonialismo y encarna al Imperialismo en nuestro país…”
Ese comportamiento de la jerarquía del pasado choca ahora con otros vientos a juzgar por el reciente mensaje de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP)
titulado: “Puerto Rico: hora de fe y esperanza”. Los obispos Roberto González Nieves, OFM, Álvaro Corrada del Río, SJ, Eusebio Ramos Morales, Rubén
González Medina, CMF, Daniel Fernández Torres y el administrador diocesano Antonio Cartagena Veguilla, ponen de manifiesto una vertiente teológica y pastoral
claramente comprometida con el País.
Sin titubeos, la CEP hace una radiografía sobre el Puerto Rico actual y señala que este pueblo se enfrenta a la peor crisis social, económica y política de los
últimos 115 años. Más importante aún, los obispos reconocen que la estructura del modelo político y económico “en el que se ha basado nuestro desarrollo en las
pasadas décadas ha perdido su legitimidad y su eficacia para atender las necesidades personales y colectivas del pueblo puertorriqueño”.
Para los prelados católicos, todo este ambiente se complica con la llegada de la Junta de Control Fiscal, que al decir de ellos: “es reflejo de nuestra cruda
condición colonial”. ¡Sopla Bairoa! Esta situación, según los obispos, exige un rechazo rotundo a la Junta de Control Fiscal de parte de nuestro pueblo. De acuerdo
con la jerarquía católica de estos tiempos, las causas que produjeron el panorama crítico que atraviesa Puerto Rico son las siguientes: endeudamiento del país,
políticas administrativas erróneas y arropadas de presupuestos desbalanceados, préstamos sin fuentes de repago, corrupción e inversionismo electoral.
Su denuncia no se queda ahí, pues arremeten con fuerza contra la situación colonial de Puerto Rico. Por ello, critican duramente el colonialismo histórico “que se
ha acompañado de leyes injustas como las de cabotaje…” Según estos dirigentes de la Iglesia Católica, la situación colonial de Puerto Rico puede convertirse en
una crisis mayor “para nuestros niños, jóvenes, ancianos y personas vulnerables, tales como personas jubiladas, migrantes, los sin techo y adictos”. Por tales
razones, los obispos de Puerto Rico, en un hecho sin precedentes en nuestra historia moderna, le urgen a Estados Unidos a dar los pasos necesarios para terminar
con dicha relación de inferioridad política.
Por otra parte, la Conferencia Episcopal Puertorriqueña nos llama a velar por la eficacia de las instituciones gubernamentales y por el uso adecuado de los
recursos públicos. Asimismo, reconocen que las políticas económicas (basadas en contribuciones) que se han impuesto en Puerto Rico han recaído sobre la clase
media y sobre los más pobres. Es por ello que nos invitan a reconocer “la política” como un medio para transformar la sociedad, lograr la participación ciudadana y
alcanzar la justicia.
“Es la hora de una revolución moral y una transformación radical de nuestro modelo económico y de la participación ciudadana”, pues según ellos este es el
camino para el desarrollo de nuestra dignidad individual y colectiva. En este mensaje, también los obispos plantean la necesidad imperiosa de “refundar la patria” y
“refundar el proyecto social”, como vías para atender los grandes problemas que afronta Puerto Rico.
De ahí que los obispos de Puerto Rico hacen un llamado a elegir a los candidatos y a las propuestas que “nos guíen como pueblo ante estas circunstancias”. A
tono con los “signos de los tiempos”, la jerarquía católica pide que el pueblo escoja con diligencia y responsabilidad a los nuevos dirigentes, pues esta es una
oportunidad para elegir a un liderato “al que le duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres y con una nueva mentalidad política y económica…”
El autor escribió el libro Católicos rebeldes en Puerto Rico durante la Guerra Fría
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